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Este artículo se basa en una revisión exhaustiva de la literatura sobre los resultados de la
psicoterapia, emprendida originalmente a instancias del departamento británico de salud por Roth
y Fonagy (Departamento de Salud, 1995). Hemos puesto al día recientemente esta revisión y la
hemos ampliado para identificar todos los estudios de psicoterapia psicoanalítica. Se emplearon
los métodos usuales para identificar estudios (Fonagy, Target, y otros., 2002; Roth y Fonagy, en
prensa). Las preguntas clave que se deberían hacer sobre esta literatura dado el estado
actual de la investigación en esta área son: ¿Hay trastornos para los cuales la psicoterapia
psicodinámica a corto plazo (PPCP) se pueda considerar basada en la evidencia? ¿Hay
trastornos para los cuales la PPCP sea lo único eficaz bien por ser el único tratamiento basado en
la evidencia o por ser un tratamiento más eficaz que los alternativos? ¿Hay alguna base de
evidencia para la psicoterapia psicodinámica a largo plazo (PPLP) sea en términos de lograr
efectos no asociados normalmente con el tratamiento a corto plazo o de abordar los problemas
que no han sido tratados por PPCP? En este contexto, la terapia a corto plazo se concibe como
un tratamiento de unas 20 sesiones con una frecuencia, generalmente, semanal.
En líneas generales, en 4-6 meses de terapia, en torno a la mitad de los tratados tienen
probabilidades de remitir. En torno a la mitad de éstos experimentarán una remisión en los
siguientes 12 meses. Como observan Roth y Fonagy (en prensa), los datos son consistentes con
la suposición de que una proporción de pacientes en cualquier muestra de investigación
responderá a una intervención terapéutica de cualquier tipo. Una estrategia futura adecuada para
la investigación de la psicoterapia psicodinámica en la depresión puede ser comparar la
efectividad de la psicoterapia psicodinámica a relativamente largo plazo con formas alternativas
de intervención en pacientes que no responden en pruebas de TCC, PTI, o farmacoterapia. Otro
punto flaco de la base de evidencia para los estudios de depresión con tratamiento psicodinámico
es que ninguna PPCP fue testada dos veces por grupos de investigación independientes La
mayoría de los manuales sujetos a una investigación sistemática son idiosincrásicos y su testeo
se restringe a la situación en que se desarrollaron.
Trastornos de ansiedad La investigación en trastornos de ansiedad normalmente está dividida
en investigación sobre la fobia, trastorno de ansiedad generalizada (TAG), trastorno de pánico
(con y sin agorafobia), trastorno de estrés postraumático (TEPT) y trastorno obsesivo-compulsivo
(TOC). Estos, que a menudo coinciden con la depresión, son los trastornos que más
frecuentemente se encuentran tanto en las encuestas de población como en los servicios
primarios de salud mental. Los trastornos de ansiedad son centrales a la teoría psicoanalítica y
probablemente son las dolencias más comunes en la práctica terapéutica psicodinámica. Es
decepcionante que, al menos para dos de los dos problemas de ansiedad más comunes (las
fobias sociales y las fobias específicas) no haya pruebas controladas de diagnóstico específico de
terapia psicodinámica específicas a la diagnosis. El campo está dominado por paquetes de TCC
que combinan una gama de enfoques con casi ningún estudio de enfoques no conductuales a
excepción de una pequeña prueba de terapia interpersonal
Trastorno de pánico Como sucede con el TAG, las terapias “psicodinámicas” no directivas se
han usado como tratamientos de control en numerosas pruebas de TCC. La ausencia relativa de
equilibrio terapéutico hace sospechosas a estas pruebas, y la evidencia obtenida a partir de las
mismas puede tener pocas implicaciones para la efectividad de los tratamientos psicodinámicos a
corto plazo. Cuando se hace más esfuerzo por crear un placebo creíble, las diferencias entre los
grupos en tratamiento y de control se reducen o desaparecen completamente. Por ejemplo, un
estudio adjudicó aleatoriamente 45 pacientes con trastorno de pánico a 15 sesiones de TCC o a
una terapia descrita como “no prescriptiva” en la que se animaba al terapeuta a ofrecer una
escucha reflexiva No se hallaron diferencias significativas ni el período posterior a la terapia ni el
seguimiento a los 6 meses. En una reproducción parcial, el mismo grupo halló una diferencia
entre la TCC y su forma de terapia no prescriptiva, pero la diferencia es pequeña en relación con
las intervenciones de control menos creíbles. En el meta-análisis de Nordhus y Pallesen de los
tratamientos psicológicos para la angustia de la fase final de la vida, se apuntan numerosos
estudios en los cuales la efectividad de la TCC es reducida o incluso invertida cuando la condición
de control es un placebo psicoterapéutico altamente creíble. Hay pocas pruebas de terapia
psicodinámica breve para el pánico y ninguna aborda inequívocamente la efectividad de este
enfoque. Milrod y sus colegas han trabajado durante muchos años para establecer la base de
evidencia para una psicoterapia psicoanalítica manualizada focalizada en el pánico. Este equipo
informa de una prueba abierta de psicoterapia psicoanalítica con 21 pacientes a los que se ve dos
veces por semana durante 12 semanas con un seguimiento de 6 meses. Dieciséis de los 21
participantes mostraron remisión (definida como una reducción en cuanto al punto de partida del
más del 50% en la escala de gravedad del trastorno de pánico). Los resultados se probaron
estables en un período de seguimiento inusualmente prolongado de 40 semanas. De aquellos
que completaron el tratamiento, se consideró que en el 93% había remitido al final del tratamiento
y en el 90% en el seguimiento. El estudio es ejemplar en muchos sentidos. En concreto, se prestó
cuidadosa atención a las cuestiones de medición, la cuidadosa formación de los terapeutas y a la
integridad de tratamiento. También es sobresaliente por la implicación de psicoanalistas sénior en
el diseño y la administración de este tratamiento estructurado y focalizado en los síntomas
aunque inequívocamente psicoanalítico. Aunque los tamaños del efecto son comparables a los
observados en las mejores pruebas de terapia cognitivo-conductual, la ausencia de un grupo de
control y el tamaño relativamente pequeño de la muestra limita la generalizabilidad de las
conclusiones. Wiborg y Dahl elaboraron un informe de un estudio controlado que examinaba el
efecto de añadir terapia psicodinámica al tratamiento con clomipramina. Treinta pacientes fueron
asignados aleatoriamente a clomipramina o a clomipramina con 15 semanas de psicoterapia
dinámica manualizada basada en el trabajo de Davanloo, Malan, Strupp y Binder. Hubo un
seguimiento a los 6, 12 y 18 mese del tratamiento. Al final del tratamiento, todos los pacientes en
el grupo de tratamiento combinado se habían librado de los ataques de pánico (RRHRSD= 1.33;
95% CI: 1.04, 1.72) pero a los 6 meses de seguimiento, todos los sujetos tratados con
clomipramina estaban libres de pánico. A los 18 meses, el 75% del grupo tratado sólo con
medicación había sufrido una recaída, siendo sólo el 20% del grupo que había recibido
psicoterapia (RRHRSD= 3.2; 95% CI: 1.45, 7.05). Las diferencias eran obvias aun cuando se
hicieron ajustes para la gravedad inicial de los síntomas y el ajuste social. Se observaron más
ventajas en cuanto que el grupo de psicoterapia reportó menos efectos secundarios provocados
por la medicación. Este estudio ofrece evidencia de que la PPCP es un complemento efectivo a la
farmacoterapia para el trastorno de pánico, pero por supuesto no puede hablar de la efectividad
de este tratamiento en ausencia de la clomipramina. También es importante apuntar que la
clomipramina fue administrada por el psicoterapeuta que realizaba el tratamiento en la rama
experimental de la prueba pero por un médico general sin formación psiquiátrica en el grupo de
control. Los hallazgos confirman los resultados de una prueba anterior (Klein, Zitrin, Woerner y
Ross, 1983) en la que el efecto de la imipramina para los problemas fóbicos fue (para sorpresa de
los autores) aumentado con tanta fuerza por la PPCP como por la terapia conductual (RR= .97;
95% CI: .66, 1.43)
Bulimia nerviosa---La mayoría de pruebas en la literatura (en torno a 30) usaban técnicas
conductuales o cognitivo-conductales (Hay y Bacaltchuk, 2001; Thompson-Brenner y col., 2003).
Los índices de recuperación del intento de tratamiento son sólo de alrededor del 33% con una
ventaja para las terapias individuales y sin una superioridad clara para la TCC sobre
intervenciones psicológicas activas alternativas. No hay estudios de no-TCC que informen de un
seguimiento a largo plazo y los estudios meta-analíticos muestran una tendencia hacia el
deterioro en el tamaño del efecto en el seguimiento de las muestras en cuanto a las
observaciones pos-terapia. El meta-análisis no habla de la eficacia específica de las terapias
psicodinámicas. Garner y colegas (1993) informaron de un estudio contrastando la PPCP basada
en el modelo de apoyo-expresivo de Luborsky (1984) con TCC. Sesenta pacientes fueron
asignados aleatoriamente a 19 sesiones de tratamiento individual durante un período de 18
semanas. Cinco pacientes abandonaron cada una de las ramas del tratamiento. Los dos
tratamientos fueron igualmente efectivos en su impacto sobre la frecuencia de los atracones. La
TCC fue en cierto modo (pero no estadísticamente significativo) más efectiva para reducir la
frecuencia de los vómitos y significativamente más efectiva en reducir la depresión. Ambos
tratamientos están considerados como efectivos por los autores, pero las diferencias que
surgieron favorecían a la TCC. No se señala ningún seguimiento del estudio, el cual sería crítico
en este contexto. Un enfoque psicodinámico diferente fue adoptado en un estudio de 33
pacientes bulímicos (Bachar, Latzer, Kreitler y Berry, 1999) asignados bien a una consulta
nutricional únicamente o junto con algún tipo de terapia cognitiva o de terapia dinámica de
psicología del self. Se usó una gama de mediciones, incluyendo mediciones de la sintomatología,
actitudes hacia la comida, estructura del self y síntomas psiquiátricos generales. Los grupos eran
inapropiadamente pequeños y excluían comentarios sobre la eficacia relativa. Sin embargo, los
efectos pre y post parecen ser sustanciales para el tratamiento psicodinámico, menos notables
para la terapia cognitiva y casi insignificantes para la orientación nutricional. El estudio se ve
debilitado por la mezcla de pacientes anoréxicos y bulímicos identificados y el enfoque cognitivo
no estándar aplicado. Sin embargo, sugiere que el tratamiento psicodinámico puede tener
resultados significativamente mejores comparados con un grupo casi no tratado. Walsh y col.
(1997) informaron de una impresionante investigación que contrataba la psicoterapia de apoyo de
orientación psicodinámica con la TCC y medicación antidepresiva (desipramina seguida de
fluoxetina). Ciento veinte mujeres con bulimia fueron asignadas aleatoriamente a cinco ramas de
tratamiento. En esta prueba, la TCC fue superior a la psicoterapia psicodinámica en la reducción
de los síntomas bulímicos. La psicoterapia de apoyo parecía ofrecer escaso beneficio adicional a
la medicación por sí sola, pero la TCC y la medicación combinadas producían una mejora mayor
que la medicación por sí sola. Los resultados sugieren que la psicoterapia de apoyo no es
especialmente útil para la bulimia.
En general, como sucede en otros contextos, cuando la PPCP se ve modificada para un problema
clínico específico, tiene muchas más probabilidades de ser efectiva. Es comparable a un enfoque
cognitivo-conductual refinado de manera similar. Como tratamiento de apoyo genérico, no es
probable que sea una recomendación adecuada para ninguno de los trastornos alimentarios aquí
considerados, pero como enfoque específico, tal vez tiene más probabilidades de ser beneficioso.
Abuso del alcohol---Un grupo de investigadores dirigido por William Miller ha producido un
informe exhaustivo y periódicamente actualizado sobre la efectividad relativa de una serie de
tratamientos psicosociales para la dependencia del alcohol (Miller y Willbourne, 2002; Miller,
Willbourne y Hettema, 2003). Usando un método simple pero relativamente sólido (Finney y
Monaham, 1996) para identificar el apoyo empírico en cuanto al número de estudios en la
literatura que arrojan resultados positivos, identificaron las intervenciones breves y la mejora
motivacional como las más apoyadas, seguidas por el refuerzo comunitario, la biblioterapia, varias
intervenciones conductuales (el hacer contratos, autocontrol, etc.) y las habilidades sociales. La
psicoterapia se sitúa la última de una larga fila. En realidad, la evidencia para la eficacia de la
psicoterapia y la orientación es muy limitada. Un primer estudio (Levinson y Sereny, 1969)
describía la asignación de pacientes internos a una terapia genérica orientada hacia el insight,
con tratamiento o sesiones educativas adicionales como suele ser usual, que en aquel momento
incluían terapia recreativa y terapia ocupacional. En el seguimiento al año, no se observaron
diferencias en cuanto a la conducta de bebida, con ciertas mejoras importantes reportadas por el
grupo de control. La base de datos de Miller contiene otros ejemplos similares (p. ej. Pattison,
Brissenden y Wohl, 1967; Tomsovic, 1970). Si nos fijamos en psicoterapias dinámicas más
específicas, encontramos que hay algunos estudios de terapia dinámica que muestran
superioridad frente a un grupo de control sin tratamiento (Brandsma, Maultsby y Welsh, 1980;
Kissin y Gross, 1968). Sin embargo, cuando el contraste es con enfoques de intervención mínima,
parece obtenerse un escaso beneficio demostrable del tratamiento psicoterapéutico dinámico
(Crumbach y Carr, 1979; Zimberg, 1974). Los estudios que sugieren diferencias se caracterizan
por una metodología pobre (Miller y Hester, 1986). Sólo una prueba (entre las 381 listadas en la
base de datos de Miller) apoya un enfoque psicodinámico (Sandahl, Herlittz, Ahlin y Rönnberg,
1998). Los investigadores adjudicaron aleatoriamente 49 pacientes que cumplían los criterios
para la dependencia del alcohol a terapia psicodinámica de grupo o a terapia de grupo cognitivo-
conductual Todos los pacientes habían completado el tratamiento como internos. No había
diferencias estadísticamente significativas entre los grupos, pero en la pos-terapia y, lo que es
más importante, en el seguimiento a los 15 meses, ambos grupos habían mejorado. Aunque no
era estadísticamente significativa, la tendencia era que el grupo de psicoterapia psicodinámica
mostraba un mejor mantenimiento de los beneficios. Aun con el tratamiento más efectivo, el
pronóstico de la dependencia del alcohol no es bueno, especialmente para pacientes con una
mayor cronicidad. No hay evidencia suficiente en la literatura como para apoyar a la psicoterapia
psicodinámica como una terapia de primera línea adecuada para pacientes con problemas de
dependencia del alcohol. Dada la comorbilidad de la dependencia del alcohol con otros problemas
psiquiátricos, la PPCP posiblemente pueda ser útil para manejar el trastorno psiquiátrico residual
una vez haya sido abordada la dependencia del alcohol. Esta sugerencia necesitará someterse a
pruebas empíricas.
Kang y colegas (1991) informaron de una importante prueba para estudiar la eficacia de la
psicoterapia semanal o familiar contrastada con la terapia grupal dirigida por un para-profesional
entre pacientes con trastornos por consumo de cocaína. Los participantes fueron reclutados entre
aquellos que buscaban tratamiento externo, y 168 consintieron con una de las tres ramas de la
prueba. De aquellos que participaron en la prueba, 122 fueron entrevistados 6 y 12 meses
después, y se compararon los índices de gravedad de la adicción. El desgaste fue
extremadamente alto, con sólo el 50% acudiendo a más de una sesión y el 22% a más de seis. El
19% de los 122 sujetos ya no consumían cocaína en el momento del seguimiento. Había una
fuerte relación entre el logro de la abstinencia y las mejoras en los síntomas psiquiátricos y los
problemas familiares. No había relación entre el acudir a las sesiones de terapia y el resultado.
Los autores consideraron que los resultados de la prueba indicaban que la psicoterapia semanal
de pacientes externos es un tratamiento insuficiente para el trastorno de consumo de cocaína.
Los resultados indican que se requiere el tratamiento con pacientes internos o un tratamiento más
intensivo en el caso de pacientes externos. Una segunda prueba, el National Institute of Drug
Abuse Collaborative Cocaine Treatment Study (Crits-Cristoph y col., 1997; Crits Cristoph y col.,
1999; Crits-Cristoph y col, 2001), adjudicaba aleatoriamente 487 pacientes con una grave
dependencia de la cocaína que cumplían los criterios de abuso de la cocaína, de los cuales el
75% fumaba crack y el 33% también cumplía los criterios de dependencia del alcohol, a uno de
estos cuatro tratamientos: consulta grupal de drogas (CGD) siguiendo el modelo de 12 pasos;
CGD combinada con consulta individual de drogas (CID); CGD combinada con TCC, o CGD
combinada con PPCP. Se ofrecieron los tratamientos a lo largo de 6 meses, durante los cuales
los participantes tuvieron 24 sesiones grupales y un máximo de 36 individuales. El tratamiento
careció de aceptación. Al mes, el 3,50% de los participantes había abandonado el tratamiento, y
en total sólo lo completó el 28%. Todos los tratamientos mostraban mejoras importantes desde el
punto de partida hasta el momento de finalización del mismo en cuanto al consumo de cocaína
(en los últimos 30 días). La mejora más importante fue con la CID. Al sexto mes,
aproximadamente el 40% de los pacientes del grupo de CID informaban de consumo de cocaína
en comparación con el 58% en TCC, el 50% en PPCP y el 52% en CGD
(RRCIDvsPPCP@6meses: 1.24; 95% CI: .94, 1.64) (RRCIDvsTCC@6meses: 1.35; 95% CI: 1.03,
1.77). En el seguimiento a los 12 meses, estos porcentajes eran del 40%, 46% 48% y 47%. La
diferencia entre CID y los otros tratamientos era estadísticamente significativa. La TCC y la PPCP
retuvieron mejor a los pacientes, pero la CID produjo una mayor mejora en términos de
abstinencia. Curiosamente los niveles más altos de alianza se asociaron con una mejor retención
en la COID y la PPCP pero con una peor retención en la TCC (Crits-Christoph y col., 2001) No
hubo diferencia entre los tratamientos en cuanto a mediciones psicológicas, sociales e
interpersonales asociadas (Crits-Christoph y col., 2001). Debería notarse que, aunque este es
uno de los tests más sofisticados del valor de la PPCP, hay algunos defectos cruciales en el
diseño. En la evaluación ampliada (2 semanas) de los participantes iniciales (aquellos con un
mayor nivel de necesidades de dependencia) fueron descartados para la prueba, y los pacientes
con medicación psicotrópica, que más podían haberse beneficiado de la PPCP o la TCC fueron
excluidos.