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sentencias— y, luego, del lugar en que estos instrumentos han de

ser empleados durante toda la vida.


La mayor parte de estas sentencias proceden de la Sagrada Es­
critura, y el resto, de una tradición difícil de precisar, aunque es
posible hallarlas en escritos anteriores a san Benito y al Maestro
Forman parte de esta lista de sentencias los grandes principios
de la moral fundamental y de la ascética cristiana: Mandamientos
(Instrumentos 1-8), Obras de misericordia (14-19), Pecados capi­
tales (34-38), Novísimos (44-47), y otros cuantos conjuntos cate-
quéticos clásicos. Aparecen también en ella principios de alta espi­
ritualidad. Casi todos los instrumentos pueden ser utilizados por
cualquier cristiano de buena voluntad.
A la larga serie de instrumentos sigue un breve epílogo, en el
que se ofrecen al monje unas notas explicativas y de presentación.
En él el autor de la Regla les dice a sus monjes —y se lo dice a sí
mismo, pues emplea la primera persona del plural-— qué han de
ser para ellos los instrumentos, cómo los han de emplear y qué
gran recompensa recibirán, si los utilizan correctamente.
Porque estos breves párrafos finales son la mejor introducción
a la lectura de todos y cada uno de los instrumentos, los vamos a
comentar brevemente.
Una vez presentados uno a uno los 74 instrumentos de las bue­
nas obras, la Regla añade:
«Éstos son los instrumentos del arte espiritual» (RB 4,75).

El arte era una ocupación liberal, propia de personas libres.


Decir, pues, que el manejo de los instrumentos es un arte, quiere
decir que es algo noble, digno, propio de quienes, como dice san
Pablo, han sido liberados por Cristo (Gál 5,1).
Pero hay artes y artes. El arte, de que aquí se habla, es un arte

1. El Maestro, como es bien sabido, tiene una lista de instrumentos casi idén­
tica a la de san Benito. Como título, el Maestro escribe: Cuál es el arte santo que el
abad debe enseñar a sus discípulos en el monasterio; y como colofón: Tal es el arte
santo en que debemos trabajar con las herramientas espirituales (Véase Regula
Magistri 3,T.8).

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