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espiritual, es decir, un arte que ejerce la parte más noble del hom­

bre, el espíritu, y, también y sobre todo, un arte que se ejerce bajo


la inspiración del Espíritu Santo.
Ahora bien, para el ejercicio de este arte espiritual es necesario
tener a manó los instrumentos o herramientas apropiados. La san­
ta Regla pone a disposición del monje nada menos que 74 instru­
mentos.
Casiano, el maestro del que con tanta admiración habla siem­
pre el autor de la Regla y en quien continuamente se inspira, dice
sobre estas herramientas lo siguiente:
«Por igual razón, un artesano se dispone a procurarse las herra­
mientas propias de su oficio. Pero no con el designio de tenerlas
solamente, sino de hacer uso de ellas. El fruto, que espera sacar
de esos instrumentos, no lo hace consistir en su mera posesión, si­
no en lograr, por su medio, la pericia del arte a que conducen, y,
por ende, el fin de su profesión.
Así, los ayunos y vigilias, la meditación de las Escrituras, la des­
nudez, el estar despojado de toda riqueza, no constituyen de suyo
la perfección, sino que son instrumentos de la perfección. Porque
no consiste en esas cosas el fin de este gran arte, sino que obran
en función de medios para llegar al fin. Luego, sería vano empe­
ño aplicarse a estas prácticas, si uno pusiera en ellas el afecto de
su corazón, como podría ponerlo en un bien soberano... Este tal
poseería, ciertamente, los instrumentos de su arte; pero ignoraría
su objeto, en el cual consiste todo el fruto que se desea» L
Presentados los instrumentos, san Benito invita —y se invita—
a poner manos a la obra. Vale la pena, dice. ¡Es tan grande el pre­
mio!
«Si los usamos día y noche, sin cesar, y los devolvemos el día del
juicio, el Señor nos recompensará con aquel premio que él mismo
prometió: ni ojo vio, ni oído oyó, ni llegó al corazón del hombre
lo que Dios ha preparado a los que lo aman» (ICor 2,9).
Como transfondo de estas densas líneas, están las parábolas
del Reino y las enseñanzas del Señor sobre los últimos tiempos.
Conviene tener esto presente.

1. Collado, 1, c.8.

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