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Don Juan de Austria (1545-1578), hijo natural de Carlos V, fue visto por primera vez en
la Corte española por su hermanastra Juana de Austria, Princesa de Portugal, en Valladolid,
en mayo de 1559. Juana, que actuaba como regente de España durante la marcha temporal de
su hermano Felipe a Inglaterra, representaba a la Corona en el Auto de Fe convocado por la
Inquisición el día 21 de mayo, domingo festividad de la Santísima Trinidad. Don Juan asistió
también a este acto junto con su tía adoptiva, Magdalena de Ulloa. Según cuenta la tradición,
la princesa Juana transgredió la etiqueta de la Corte y abrazó al joven de catorce años delante
de su sobrino, el infante don Carlos, y de los cortesanos. Hasta este momento la existencia de
don Juan había sido objeto de numerosos comentarios en el círculo de la Corte, en donde ha-
bía sido considerado como algo desconocido.
Don Juan, hijo del emperador y de su amante Bárbara Blomberg, había nacido en Ratis-
bona en 1547 e inmediatamente después de su nacimiento fue entregado a la custodia de
Luis Quijada y su mujer, Magdalena, que se encargaron de su más temprana educación en la
localidad de Villagarcía, cerca de Valladolid. Felipe II, tras regresar de su viaje por Inglate-
rra y los Países Bajos reconoció oficialmente, como hermano suyo, al hijo natural del empe-
rador. En diciembre de 1559, el cardenal Granvela escribió al rey de España una carta en la
que decía: «escuche Su majestad sobre darle una casa al hijo natural del emperador» ^
Ante esta sugerencia Felipe II nombró tutores de don Juan a Luis Quijada, mayordomo al
Conde de Priego, caballerizo mayor a Luis de Córdoba y a Juan de Quiroga su secretario.
Desde este momento don Juan de Austria tuvo, aunque con algunas limitaciones, el rango de
Infante de Castilla. Recibía el tratamiento de excelencia en vez de el de alteza, tampoco tenía
derecho a aposentarse en el palacio ni podía sentarse con la familia real detrás de la cortina
en la tribuna de la Capilla Real.
En febrero de 1560, la que sería tercera esposa de Felipe II, Isabel de Valois, hija de En-
rique II de Francia y Catalina de Mediéis, fue recibida por el rey y su Corte en Guadalajara.
Este matrimonio selló el tratado de Chateau-Cambrésis, firmado en abril de 1559 e inauguró
un tiempo de paz entre Francia y España, a la vez que inició un período de importante activi-
dad cultural en la Corte española, establecida entonces en Toledo. Con Isabel llegaron a Es-
paña numerosos artistas como Sofonisba Anguissola, dama italiana que impartía lecciones
de pintura a la reina, también llegaron el portugués Manuel Denis y el flamenco Jooris van
der Straeten ^. En esta época el retratista oficial del rey, Antonio Moro, regresó a España por
segunda vez y realizó los cuadros de la familia real entre los que se encontraban el de Juana
de Austria (Museo del Prado. Inv. N.- 2112) y el de la nueva reina, Isabel de Valois, vestida
con un espléndido traje rojo carmesí que simbolizaba su amor por Felipe II (Colección Várez
Fisa, Madrid). Aquel mismo año Alonso Sánchez Coello, principal discípulo de Moro en
Este estudio se basa en las investigaciones que realicé sobre este retrato en 1995, conservado entonces en
la Colección de Alice Ledebur, en Viena. Mis conclusiones suponen un trabajo independiente al de la Dra. Ste-
phanie Breuer-Hermann: Pinturas de Cuatro Siglos, Madrid (Caylus Anticuario S.A.), 1997. Quiero agradecer el
apoyo recibido por parte de la Dra. Eve Borsook y del Dr. Alfred Rosenauer. Igualmente al Sr. D. José Antonio
de Urbina por su permiso para publicar este retrato, y a Ana García Sanz por la traducción de este artículo.
^ Correspondence de Granvelle, Bruselas, vol. V, p. 671, citado en W. Stirling Maxwell, Don Juan de Aus-
tria, 2 vols. Lx)ndres, 1883, p. 34.
^ María Kusche, «Sofonisba Anguissola en España. Retratista en la corte de Felipe II junto a Alonso Sán-
chez Coello y Jorge de la RM^L», Archivo Español de Arte, n.^ 248, 1989, pp. 391-420; Annemarie Jordan, Retrato
de Corte em Portugal O legado de Antonio Moro, 1552-1572, Lisboa, 1994, pp. 128-135,151-154.
Flandes y en Portugal, y Jooris van der Straeten realizaron varias copias de este cuadro de la
reina, que fueron enviadas como regalos a la Corte francesa ^. (Colección Várez Fisa, Ma-
drid y en paradero desconocido). Moro retrató también a Felipe II, al infante don Carlos y,
posiblemente a don Juan de Austria, sin embargo estas obras se encuentran actualmente en
paradero desconocido.
En 1560, Alonso Sánchez Coello, aún no era pintor oficial del rey y trabajaba al servicio
de Juana de Austria. En este momento pintó el retrato de Don Juan (óleo sobre lienzo), que
ahora nos ocupa, que puede ser fechado poco después de la introducción oficial del infante
en la corte (fig. 11, Museo Soumaya, Ciudad de México) ^. Se trata de un gran retrato cere-
monial, de 144,5 X 69,2 cms, que presenta al recién reconocido príncipe como Infante de Espa-
ña. Este cuadro está relacionado con el pequeño grupo de retratos (de medio cuerpo y de cuerpo
entero) que Sánchez Coello pintó en sus primeros años en Valladolid, a donde llegó desde Portu-
gal, en 1557, para unirse a la Corte de Juana en aquella ciudad. En este grupo se incluyen el re-
trato del infante don Carlos, como el nuevo Júpiter español, (Museo del Prado. Inv. n.-1136) ^ y
los dos retratos de Juana como regente, hoy en el Schloss Ambras en Innsbruck (Inv. n.- GG 3127)
y en el Museo de Bellas Artes de Bilbao (Inv. n.- 90/15). Sin embargo el retrato de don Juan
pudo haber sido pintado en Toledo, en el momento en que la Cortes acordaron aceptar el ju-
ramento de lealtad del infante don Carlos, un acontecimiento en el que don Juan tomó parte
activa, cabalgando al lado de don Carlos hacia la catedral y sentándose en público entre Feli-
pe II y doña Juana de Austria.
Este retrato muestra el conocimiento que Sánchez Coello tenía de las primeras obras de
Antonio Moro, especialmente de los retratos de los príncipes adolescentes, que habían sido
adquiridos para las galerías oficiales, tales como él del príncipe Juan de Portugal, obra de
Moro y su taller, fechado en 1552 (Hampton Court. Inv. n.- 1488) ^. Sánchez Coello eligió
en este ejemplo ampliar el modelo de tres cuartos, usual en Moro, al de cuerpo entero, un re-
curso al que Tiziano había sacado partido por primera vez en sus retratos de Carlos V y que
Coello utilizó al conocer sus retratos conservados en la Colección Real española. El uso del
formato de cuerpo entero en los retratos ceremoniales de corte fue una de las soluciones pic-
tóricas utilizadas por Tiziano, que tuvo mayores repercusiones en la retratística de los Habs-
burgo.
Este cuadro de don Juan fue realizado para ser presentado oficialmente y todas las solu-
ciones formales que Sánchez Coello utilizó en él subrayan esta intención. La calidad en la
ejecución es excelente; el pintor se deleita en la representación gráfica de las lujosas vestidu-
ras de seda, de color amarillo mostaza con adornos bordados en plata y seda negra. Como es
habitual el príncipe viste las prendas de moda a finales de la década de los 50: un justillo con
el pecho acolchado, con las mangas muy ornadas y decorado con pequeñas cuchilladas, cal-
zas con bragueta y cuchilladas, y zapatos de piel, también con decoración de cuchilladas, te-
ñidos para hacer juego con el resto de la indumentaria. El par de guantes de piel, en su mano
^ Para más información sobre estas copias ver Annemarie Jordan, Court Painting in Portugal The Legacy
ofAnthonisMor (1552-1572), de próxima aparición en 1999.
'^ Incluso en una fecha tan tardía como 1568, cuando Sánchez Coello estaba ya trabajando para Felipe II, se
le nombra œmo Alonso Sánchez, pintor de la Serenissima princesa. (Archivo General de Simancas, CMC, 1.- época,
leg. 1031, sin foliar).
^ Sánchez Coello cobró 20 ducados en 1568 por dos retratos de don Carlos (óleo sobre lienzo), uno de me-
dio cuerpo y otro de cuerpo entero que pudo haber pintado entre 1557 y 1567 (Archivo General de Simancas,
CMC, 1.- época, leg. 1031, sin foliar).
' Jordan, 1994, pp. 53-62, fig. 4.
izquierda, son un símbolo de su rango y estado de principe, mientras que la daga corta dora-
da y la espada que porta son emblemas visuales de sus responsabilidades futuras como gue-
rrero y soldado, un papel que desempeñó heroicamente en 1571 como vencedor de la batalla
de Lepanto contra los turcos. El infante luce un importante número de joyas: un inusual y ex-
travagante collar de oro con grandes perlas, todas ellas diferentes y entrelazadas con ramille-
tes de minúsculas cuentas de oro en relieve, y unas treinta y cinco joyas, semejantes a clavos
de oro, que están cosidas alrededor del jubón a modo de botonadura. El uso de estas piezas
de oro aumenta la elegancia de su indumentaria en la que el mismo traje es ya de un tono do-
rado. Esta pintura resulta algo ostentosa y obviamente debió realizarse para ser mostrada y
exhibida públicamente en la Corte.
La actitud del personaje que posa con la mano colocada sobre la cadera derecha, con una
apertura exagerada entre los dedos índice y corazón, es una característica que Sánchez Coe-
11o muestra a menudo en sus retratos de príncipes y gobernantes. El modo en como la espada
atraviesa en diagonal la mitad inferior del lienzo, acentúa la tridimensionalidad de la compo-
sición y trasmite al espectador la existencia de un segundo plano. Sin embargo es muy poco
frecuente en Sánchez Coello, la colocación de la pierna y pie derechos en el ángulo derecho
del lienzo. Se trata de una reinterpretación de fórmulas que fueron anteriormente utilizadas
por Tiziano, por ejemplo en el retrato de Felipe II que pintó en Augsburgo, fechado hacia
1548-51 (Museo del Prado, inv. n.- 411) y posteriormente por Antonio Moro en su primer re-
trato de Maximiliano II, de los que han llegado hasta nosotros, también pintado en Augsbur-
go en 1550 (fig. 3, Museo del Prado, inv. n.- 2110). La representación de cuerpo entero de
Alejandro Farnesio, pintada por Moro en 1557 (Museo de la Academia de Bellas Artes, Par-
ma), es un ejemplo muy cercano al de don Juan de Austria de Coello, sin embargo no parece
ser que influyera directamente en él.
Igualmente, en esta pintura de don Juan, se evidencia el conocimiento de Sánchez Coello
de las soluciones llevadas a cabo por algunos pintores contemporáneos como Giovanni Bat-
tista Moroni (1524-1578), cuyas composiciones, en el aspecto formal y en el técnico, fueron
imitadas a menudo en los retratos ejecutados para los Habsburgo y ciertos clientes de la aris-
tocracia, tanto en España como en los Países Bajos, por pintores como Tiziano, Antonio
Moro o el mismo Sánchez Coello. El bergamés Moroni demostró, en su retrato de Gian Ge-
rolamo Grumelli, Caballero en rojo, fechado en 1560, su familiaridad con el retrato español,
lo que no es especialmente peculiar ya que las provincias del norte de Italia se encontraban
bajo la influencia española, principalmente en la forma de vestir y en la etiqueta, que fueron
adoptadas por la aristocracia (fig. 12, Bergamo, Colección del Conde Moroni) Además, du-
rante este período fue muy habitual el intercambio de tendencias en los retratos de corte en-
tre España y el norte de Italia.
En el retrato de don Juan de Austria prevalecen, las influencias italianas por encima de
las fórmulas tomadas de Moro. Sánchez Coello pudo conocer la obra de Moroni a través de
los trabajos de Sofonisba Anguissola, quien llegó a España en 1559 para trabajar para Isabel
de Valois, y permaneció en la Corte hasta 1573 '^. Sin embargo la exagerada pose del infante
es un ingenio del pintor para atraer sutilmente la mirada del espectador hacia el cuadro, al
mismo tiempo que logra así resaltar la arrogancia y el sutil desdén del orgulloso joven.
María Kusche, «Sofonisba Anguissola, retratista de la corte española», Paragone, n.- 509-511,1992, pp. 3-34;
«Sofonisba Anguissola. Vuelta a Italia. Continuación de sus relaciones en la corte española», Paragone, n.- 513,
1992, pp. 10-35; «Sofonisba Anguissola al servizio dei re di Spagna», Sofonisba Anguissola e le sue sorelle, Cre-
mona, 1994, pp. 89-116.
11 12
Figura 11. Alonso Sánchez Coello. Don Juan de Austria. Ciudad de México. Museo Soumaya.
Figura 12. Giovani Battista Moroni. Gian Gerolamo Grumelll Bérgamo. Colección del Conde de Moroni.
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Más cercano, y quizá igualmente influyente, es el retrato de corte del bufón Pedro Herrez, más cono-
cido como Perejón, que sirvió en la Casa del infante don Carlos y fue pintado por Antonio Moro en 1560,
mientras la Corte residía en Toledo (ñg. 14, Museo del Prado, Inv. N.- 2107) ^. Aunque no pertenecía so-
dalmente a esa clase. Moro pintó a Perejón como si de un aristócrata se tratase. En esta obra Moro jugó
con las fórmulas del retrato de Corte que él mismo había inventado. Moro hizo algunos cambios que
transformaron la representación del bufón dándole la apariencia de un príncipe. Perejón aparece en su es-
tancia, ligeramente girado hada el espectador y con un pequeño espado tras él. Esta fórmula fiíe imitada
por CoeUo al colocar a sus personajes en un claro primer plano que acortaba la distanda entre el retratado
y el espectador. Los fuertes contrastes entre luces y sombras es una de las grandes preocupadones en la
obra de Moro, así como los fuertes contrastes de negros, blancos y amarillos; sin embargo lafluidezde la
pintura refleja el contacto directo de Sánchez Coello con la obra de Tiziano. La disposición del príndpe,
en un espado ambiguo sin ninguna defínidón de perspectiva, es indudablemente influencia del retrato
de Perejón. Algunos de los cuadros que Moro hizo de personajes de la aristocracia y de la familia real,
en su breve segundo viaje a la península Ibérica, han llegado hasta nuestros días (ñg. 13). Desgraciada-
mente, otros ejemplos de esta época desaparecieron en el incendio del palacio de caza de El Pardo en
1604. Por lo tanto podemos suponer, con certeza, que fueron más obras de las que conocemos actualmen-
te, las que influyeron en este retrato de don Juan.
En 1564, Sánchez Coello decidió utilizar la misma técnica, paleta y composición, que había
utilizado con don Juan, en el retrato nupcial del infante don Carlos, enviado a la Corte de Viena en
1564 (fig. 15, Kunsthistorisches Museum, Viena, hiv. N.- GG 3235). En este trabajo, el segundo
plano quedó definido por el suelo y la pared, mientras que la actitud y disposición de las piemas
fueron modificadas, posiblemente para disimular la deformidad física del príncipe, a la que el em-
bajador imperial Adam Freiherr von Dietrichstein, hizo referencia en su carta a MaximiUano 11 en
juHo de 1564 ^. Es interesante ver como en estos retratos, en los que los personajes son tratados con
diferente profundidad, ambos lle\^an la misma espada, dorada y cincelada, con un adomo de cuen-
tas en relieve, tal vez realizada en Toledo. Pudiera tratarse de una mera coincidencia o quizá fuera
un arma, perteneciente a Sánchez Coello, que se encontrara habituahnente en su taller.
El presente retrato de don Juan no está fechado ni firmado, ni tampoco aparece en los in-
ventarios de las colecciones de Felipe II, Juana de Austria o la emperatriz María. La docu-
mentación sobre su procedencia es muy escasa y solamente es posible realizar hipótesis
sobre su propietario y localización en el siglo XVI. Pudiera tratarse de un encargo para la
Colección Real o para algún miembro de la aristocracia española o tal vez de una obra desti-
nada a alguna de las cortes europeas como la francesa o la de los Países Bajos.
Sabemos que en la colecdón de Alfonso Sánchez Coello se encontraba en 1570 un retrato de don
Juan, tal vez el que ahora nos ocupa. Esta obra fue vista en su estudio y descrita por el humanista y corte-
sano Diego Gradan, en un panegírico compuesto en latín y castellano ^°. Palomino relató, en 1724, que
tanto don Juan de Austria como el príndpe don Carlos,frecuentabanel taller de Sánchez Coello y a me-
nudo comían en su mesa ^\ lo que evidenda la ariiistad del príncipe con el pintor. Es muy probable que
Sánchez Coello conservara, en su estudio, varios cuadros de don Juan que le sirvieran de modelo para las
copias que le encargaban, destinadas a las colecdones españolas y extranjeras. Un ejemplo es la repre-
sentadón de don Juan victorioso tras la batalla de Lepanto, pintado después de 1571, perteneciente a Fe-
lipe II (Museo Naval, Madrid). Sin embargo resulta curioso que la obra que nos ocupa no
fuera nunca copiada como si lo fueron otras muchas de Sánchez Coello.
El 4 marzo de 1567, Perejón cobró 30 ducados de Francisco de Medrano en concepto de «gastos de la
casa del príncipe nuestro señor». (Archivo General de Simancas, CMC, 1.- época, leg. 1031, sin foliar).
Gabriela Betz, Die Bildnisse des Don Carlos, Frankfurt, 1997, pp. 283-286.
^° Una transcripción completa se publicará próximamente en A. Jordan, en 1999.
^ ^ Lives of the Eminent Spanish Painters and Sculptors by Palomino, traducción de N. Mallory, Cambridge, 1987, p. 43.
Figura 13. Antonio Moro. Maximiliano II. Madrid. Museo del Prado.
Figura 14. Antonio Moro. El bufón Perejón. Madrid. Museo del Prado.
Figura 15. Alonso Sánchez Coello. El Infante Don Carlos. Viena. Keensthestorisches Museum.
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Este retrato se documenta por primera vez en el siglo XIX, en la colección de Jacques Porta-
lés (1810-1855) y posiblemente era el mismo que se encontraba expuesto en la Galería Napoleón
de París en 1810 ^-. Este dato permite sugerir que este cuadro pudo haber salido de España du-
rante la Guerra de la Independencia. En 1841 fue vendido a una familia de la aristocracia
austríaca con conexiones en España. En esta colección particular permaneció considerado
tradicionalmente como un retrato de Francisco II, hermano de Isabel de Valois e hijo de Enri-
que II y de Catalina de Mediéis. En 1995 fue comprado por un coleccionista español ^^.
ANNEMARIE JORDAN
Investigadora independiente. Suiza.
Parcerisa y el daguerrotipo
Henry Hymans, Antonio Moro. Son oeuvre et son temps, Bruselas, 1910, p. 182: «Notice des Tableaux
Exposés dans la Galerie Napoléon, Paris, 1810, 446. Don Juan, fils naturel de Charles-Quint».
En la exposición Felipe IL Un Monarca y su época. Un Principe del Renacimiento, Madrid, Museo del
Prado, 13 octubre 1998-10 enero 1999 Cat. 95: se localiza en el Museo Soumaya de Méjico.
VARIA
Se analiza documentación inédita que ayuda a reconstruir el primer viaje de Antonio Moro a la Península Ibérica en-
viado por María de Hungría a retratar a su familia (1550-1553). También se profundiza en su paso a Inglaterra en
1554 reclamado por Felipe II.
Palabras clave: Antonio Moro; cardenal Granvela; Retrato Cortesano en España en el siglo XVI.
Moro fue uno de los retratistas más destacados al servicio de la Casa de Austria en la segunda
mitad del siglo XVI. Como otros artistas, fue introducido en la corte por Antonio Perrenot (1517-
1586), uno de los principales asesores de la familia en materias artísticas. También Alonso Sánchez
Coello se formaría en su palacio de Bruselas junto a Moro1. Por ello nos parece interesante dar a
conocer algunas nuevas noticias sobre su actividad al servicio de los Habsburgo contextualizán-
dolas con lo ya conocido de su biografía y producción. El retratista fue descubierto por el entonces
obispo de Arras, quien a su regreso de Alemania escribe a su amigo don Martín Gurrea y Aragón
(1526-1581), del que deseaba unos retratos, que ha encontrado en Flandes un pintor que los hará
1
Zarco del Valle, 1870: 251. Piot, 1895: 304.
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de una licencia de uso y distribución Creative Commons Attribution (CC-by) España 3.0.
424 A. PÉREZ DE TUDELA GABALDÓN NUEVAS NOTICIAS SOBRE EL PRIMER VIAJE DE ANTONIO…
mejor incluso que Tiziano2. El maestro de Moro, Jan Van Scorel, había retratado en los años cua-
renta al prelado y también ejecuta para él algunas pinturas religiosas, lo que hace suponer que le
conociese por esta vía3. De este momento es el retrato del obispo de Arras (KHM, GG_1035). El
príncipe Felipe entraría en contacto con Moro en su Felicísimo Viaje a los Países Bajos y le retrata
a partir de abril de 1549. Posiblemente a esta obra corresponda la gratificación que recibe4. Este
año también retratará a Leonor de Austria como relata en 1553 su discípulo Conrad Schot, también
al servicio de Arras5. Este ayudaba a su maestro custodiando frecuentemente las joyas y ropajes
del príncipe. Asimismo el retrato del III duque de Alba está firmado y fechado en 1549 (Hispanic
Society of America).
El 20 de diciembre de 1549 Perrenot escribe a don Martín de Aragón expresando su deseo de
convencer a Moro para que fuese con él a Zaragoza. Tiene en su palacio el retrato de la duquesa
Cristina de Lorena, propiedad de la noble, que se lo ha prestado con la condición de que no se
saque una réplica o copia ni siquiera para él. Granvela cree que dado su gran tamaño Moro tardará
al menos dos meses en copiarlo6. La sobrina de Carlos V participó en las celebraciones de bien-
venida del príncipe7. No obstante, las excesivas atenciones del joven hacia ella despertaron los
celos de Leonor de Austria, quien deseaba casar a su hija María (1521-1577) con el príncipe, pro-
piciando que el 6 de mayo de 1549 abandonase la corte8.
Las relaciones familiares entre las diferentes ramas de la Casa de Austria se materializaron en
el continuo intercambio de retratos y también por el viaje de retratistas por los diferentes países9.
Así María de Hungría envía a Moro a la Península Ibérica a retratar a su familia española y por-
tuguesa entre 1550 y 155310. Como respuesta a una carta de Leone Leoni del 28 de junio de 1550,
el obispo se queja desde Augsburgo de que la reina María ha enviado a su pintor a Portugal11. El
escultor y Moro coincidieron en la corte cesárea en 1549 y a su regreso a Milán posiblemente
hable de los magníficos retratos pictóricos de Arras12. Parece que Moro ya había emprendido viaje
hacia España tiempo atrás desde Flandes, donde permanecía la reina que no llegaría a la dieta im-
perial hasta septiembre de 1550. Esta minuta carente de fecha se podría situar entre julio y agosto
de 1550. Paralelamente el comendador Juan Pérez de Escamilla comunica a Granvela a mediados
de julio de 1550 que sabía por el duque de Villahermosa que le retrataría el pintor que venía a
España a efigiar a la infanta13. Posiblemente se refiera a doña María de Portugal (1521-1577), hija
de Leonor de Austria y Manuel de Portugal, con quien se pensaba casar el príncipe Felipe entonces.
2
A. Perrenot al duque de Villahermosa, Bruselas, 24 de marzo de 1549, Bouza, 2003:144, XXXIV. Granvela ya
está en Bruselas en septiembre de 1548.
3
Woodall, 1999: 247 y 271, notas 8 y 9.
4
Beer, 1891: XCVIII (38). Amberes, 18 de septiembre de 1549, Archivo General de Simancas (AGS), Estado, libro
71, f. 38.
5
Pinchart, 1881: 201-202.Hymans, 1910: 40-41. Posiblemente el descrito en el inventario de María de Hungría de
1558, Pinchart, 1856:139, nº 6.
6
Obispo de Arrás a Villahermosa, Bruselas, 20 de diciembre s.a [1549], Bouza 1998: 74; 2003: 128-129, I; Morejón
Ramos, 2009: 373.
7
Calvete de Estrella, ed. 2001: 137-142.
8
Gachard, 1855, II: LXII, nota 4.
9
Un completo estado de la cuestión sobre Moro al servicio de la Casa de Austria en Marías, 2008.
10
En el inventario de María de Hungría de 1558 se detallan cuatro lienzos de su familia portuguesa, Pinchart, 1856:
140, nºs 19-21, los reyes Juan III y Catalina de Austria con su hijo el príncipe don Juan y su prima María de Portugal,
hija de Leonor.
11
Plon, 1887: 360, nº 18, Biblioteca Nacional de España (BNE), Ms. 7904-90.
12
Nicolò Secco al obispo de Arras, Milán, 12 de febrero de 1550, Biblioteca de Palacio Real, Madrid (BP), Ms.
II/2248, f. 30, Plon, 1887:358, nº 13, confunde al capitán de justicia con el ecónomo de Milán.
13
Pérez de Tudela, 2005:126, nota 43.
Archivo Español de Arte, vol. LXXXIX, n.º 356, pp. 423-429, octubre-diciembre 2016
ISSN: 0004-0428, eISSN: 1988-8511, doi: 10.3989/aearte.2016.28
A. PÉREZ DE TUDELA GABALDÓN NUEVAS NOTICIAS SOBRE EL PRIMER VIAJE DE ANTONIO… 425
La reina viuda de Francia será la principal valedora del matrimonio y el único retrato que ha
llegado a nuestros días de esta princesa es el de las Descalzas Reales de Madrid (PN 00612063).
El 7 de septiembre de 1550 Granvela escribirá de nuevo a Villahermosa informándole de que
su pintor ha sido enviado por María de Hungría a Portugal, pero procurará que a su regreso a
Flandes pase por Zaragoza, si no se lo impide la gobernadora de los Países Bajos. Calcula que el
trabajo que lleva encomendado le ocupará al menos un año14.
Todo apunta a que el pintor no pasase por Génova hasta Barcelona, lo que le hubiese permitido
seguir camino a Zaragoza, donde residían los condes de Villahermosa, sino que en 1550 viniese
directamente desde Flandes desembarcando en alguno de los puertos del norte de España y
llegando rápidamente a la corte de Valladolid.
El retrato del entonces gobernador Maximiliano II, hoy en el Museo del Prado (P-2210), está
fechado en 155015. Se realizaría antes de su partida de la ciudad castellana a inicios de noviembre
de 155016 llegando a Augsburgo un mes después, dada la importancia política de las negociaciones
familiares que se trataban allí. Por lo tanto Moro llegaría a Valladolid antes de octubre de 1550.
A pesar de su salida apresurada, el rey de Bohemia tenía un retrato de su amada esposa de la que
se vio obligado a separarse y que mostraba con orgullo a los electores alemanes en Augsburgo en
enero de 155117. Este retrato sería realizado a partir de su matrimonio en septiembre de 1548, aun-
que su autoría por el momento es una incógnita.
En otra carta de Granvela a Leoni, también sin fecha pero que se podría ya situar en 1551, se
queja de que Moro se detiene en España más tiempo del planeado, aunque quizá le compense con
retratos. El 2 de junio de 1552 escribe desde Villach (Carinthia) dando cuenta de que ha enviado
cartas a Moro del que no tiene respuesta desde hace dos años que partió hacia España, pero no
pierde la esperanza de que pase por Zaragoza a retratar a Ribagorza18.
A partir de al menos marzo de 1552 Moro estuvo empeñado en la campaña de retratos de la
familia real portuguesa. El príncipe Felipe escribe a su embajador en la corte lusa, desde Madrid,
el 3 de marzo de 1552 que acabada esta misión, venga a Castilla a servirle19. El diplomático res-
ponde que el pintor se retrasa por haberse mudado la corte de Almeirim a Lisboa y que ha estado
ocupado haciendo el retrato nupcial del príncipe Juan para enviar a doña Juana por orden de Ca-
talina de Austria y aún debe pintar en la capital más retratos20. Este retrato del príncipe don Juan
sería el que se envía a Toro a finales de marzo de 155221. El heredero español contesta el 26 de
14
Bouza, 2003: 144-145, XXXV.
15
Sánchez Cantón, 1959: 230, nº 3969. Las palabras que faltan serían “cuera adobada”.
16
Por ejemplo, en el códice asociado a Florián de Ocampo de la BNE, Ms. 9937, f. 24v, se dice a finales de octubre.
El 31 de octubre los reyes de Bohemia escriben la última carta conjunta desde Valladolid a Carlos V, Rodríguez Raso,
1961:31 y 224-233.
17
Licenciado Gámiz a la reina de Bohemia, Augsburgo, 6 de enero de 1551, AGS, Estado, leg. 649, f. 107:“El Rey [de
Bohemia] mi señor tiene aquí bien en que entender porque ordinariamente se levanta a las seys de la mañana con candela
y a las siete va a missa con su padre [Rey de Romanos] y despues esta hasta las diez en consejo y el tiempo que le sobra
despues desto y de aver comido y despedidose de su padre estando tanbien algunas tardes en consejo occupa en su Recamara
con v. al en su Retracto/ esta tarde tiene a su çena los dos electores y car[den]al de augusta/ el gran maestre de prusia y a
su h[e]r[man]o con otros dos principes de la yglesia que a la mañana come con su padre y a la noche cena en su apposento/
y es neçessario hazer estos combites en semejantes dias por la costumbre de aca y la mayor fiesta que su alteza les pudo
hazer fue hazerles entrar en su Recamara y mostrarles el Retracto de v. al[teza]”. Aguirre/Rudolf, 2003: 162.
18
Plon, 1887: 366, nº 32. BP, Ms. II/ 2254, ff. 192-193.
19
Bouza, 2003:146, XXXVIII. Marías 2008:23, nota 32.
20
Príncipe Felipe a Lope Hurtado de Mendoza, Madrid, 4 de abril de 1552, Archivo Francisco Zabálburu, Madrid
(AZ), Miró 15, doc. 369: “Al pintor flamenco que esta alla direis que dessocupado de lo que haze se venga luego aquí,
y avisarmeis para que tiempo podra venir”. La minuta en AGS, E 375, f. 138, 3 de marzo de 1552.
21
Lope Hurtado de Mendoza al príncipe Felipe, Lisboa, 14 de abril de 1552. Rodrigues de Évora, 1983: 9, n. 4;
Campbell, 1985: 97; Jordan 1994:45.
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426 A. PÉREZ DE TUDELA GABALDÓN NUEVAS NOTICIAS SOBRE EL PRIMER VIAJE DE ANTONIO…
abril, desde Toro, que en cuando esté libre se traslade a donde él estuviere22. En septiembre de
1552 Catalina de Austria le paga los retratos de ella y su marido y hasta entonces se suponía que
estaba ocupado en la corte portuguesa23. Felipe parte hacia Madrid para continuar rumbo a
Monzón, donde celebraría las cortes y permanecería hasta finales de ese año. En diciembre ya es-
taría cazando en Aranjuez24.
La nueva carta de enero de 1553 revela que el pintor permanece aún entonces en Lisboa y
calcula que le quedan allí unos tres meses más de trabajo. Quizá estuviese retratando a personajes
secundarios de la corte lusa como las hijas de don Duarte, María y Catalina. En julio de 1565 Moro
envía a Margarita de Parma el retrato que hizo entonces de su futura nuera25. Un pequeño retrato
sobre tabla proveniente de la colección Farnesio podría relacionarse con María de Portugal retratada
por Moro en 155326. Una carta del embajador en Portugal de enero de 1553 desde Almeirim revela
también que antes de pasar a Portugal en 1552 hizo una parada en la corte de Valladolid retratando,
para la reina María de Hungría, entre otros, al infante don Carlos, hijo de Felipe II27:
“yo señor hable al Pintor dize que el retrato del s[eñ].or ynfante dio a quien le mando el s.or don
Antonio de rojas con otros dos/ y quel truxo otro sin acabar que aqui tiene q saco por el que alla
dexo/ que si el Principe n[uest]ro señor quiere otro que le sacara del que aca tiene para llevar a la
ser[enisi].ma Reyna de Ungria como se lo mando/ Lo que aqui tiene que hazer dize que acabara
de aqui a tres meses y acabado que hara lo que su Alt[eza] le embia a mandar/ yr por [tachado: la
corte de su Alt] su corte al tiempo yo tendre cuidado dembiare por donde su Alt[eza] estubiere”.
Don Antonio de Rojas sirvió al príncipe Felipe como camarero y sommelier de corps, pero en
noviembre de 1552 ya figura como ayo del infante don Carlos28. Será el encargado de conducirle
a Madrid cuando parta de Toro su tía Juana. El pintor dejó a cargo del mayordomo del niño este
retrato junto a otros dos29, mientras que se llevó un ejemplar para unir a los que haría en Portugal
para conducirlos todos juntos a la reina María de Hungría. Uno de estos retratos que Moro hizo
en 1551 podría ser el de la primogénita de los reyes de Bohemia, Ana de Austria, nacida en Cigales
el 1 de noviembre de 1549. Este retrato de la niña sobre tabla se mencionará entre los bienes de
María de Hungría en 1558, junto al del infante don Carlos30. Ambos serán heredados por Felipe
II y se describen en el inventario de 1598 del alcázar de Madrid. El de la reina estaba en la primera
pieza del Guardajoyas31, mientras que el del malhadado príncipe colgaba en la segunda pieza32. A
pesar de haberse separado, se asemejan en dimensiones y aspecto. Desgraciadamente se perdieron
con el paso de los años. Esta carta que presentamos también confirma que Moro sacaba pequeños
bocetos que guardaría en su taller por si debía realizar alguna réplica. De hecho, así sería el que
llevó a María de Hungría de don Carlos.
22
Pires de Tavora, 1648: 92. Sousa,1938: II 294-294; Jordan, 1994:179-182.
23
AZ, M-15, doc. 370: “En lo del pintor esta bien que como aya acavado lo de ay le ordeneys q venga por aca”.
24
Racsynski,1846:253-255.
25
Gonzalo Pérez al obispo de Arras, Madrid, 8 de diciembre de 1552, BP, II/2252, f. 255.
26
Pérez de Tudela, 2005:118 y 124.
27
Catálogo de Luc Baroni, 2014: 8-11, nº 2.
28
Lope Hurtado de Mendoza a Gonzalo Pérez, Almerín, enero de 1553, AZ, Altamira 218, doc. 141.
29
BNE, ms. 9937, f. 68.
30
Podrían ser los de cuerpo entero de los príncipes de Bohemia que se describen en el inventario del príncipe Felipe
de 1553.
31
Pinchart, 1856:140, nºs 24 y 25. Woodall, 2007: 213.
32
Sánchez Cantón, 1959: II 238, nº 4.027: “Otro retrato de medio cuerpo, en tabla, de pincel, al ollio, de la Reyna
doña Ana, nuestra señora, siendo niña, con ropa colorada, forrada de armiños; con marco dorado y negro; que tiene de
alto tres quartas y de ancho dos tercias [aproximadamente 63 x 56cm]. Tasado en ocho ducados”.
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A. PÉREZ DE TUDELA GABALDÓN NUEVAS NOTICIAS SOBRE EL PRIMER VIAJE DE ANTONIO… 427
Entre 1550 y 1551 Moro también pudo retratar a la princesa doña Juana de Austria compro-
metida con el príncipe don Juan y pasar a Portugal con esta imagen33. A finales de 1550 don Carlos
y doña Juana se trasladarán de Aranda del Duero a Toro, donde permanecerán hasta el matrimonio
de la princesa. No obstante, las hermanas se visitan frecuentemente como cuando María va a Toro
en navidad de 1550 y regresa pasada la fiesta de reyes de 1551. En junio Juana y don Carlos se
desplazan desde Toro a Cigales a cumplimentar a María. A principios de julio de 1551 van a ver
a Tordesillas a su abuela Juana para que María se despidiese de ella. Tras estar tres días en Torde-
sillas, Juana y don Carlos regresan a Toro, mientras que María va a Valladolid a esperar a su
marido. Quizá en alguno de estos momentos el pintor flamenco coincidiese con doña Juana y el
infante Carlos y los retrataría.
En 1551 efigió también a la hermana del rey, María de Austria, posiblemente entre el parto de
su segundo hijo Fernando, nacido el 28 de marzo de 1551 en Cigales y su partida hacia Barcelona
en julio de ese mismo año (Museo del Prado, P-2210).
Esta carta que damos a conocer revela que en 1553 se le seguía reclamando en Castilla por
parte del príncipe Felipe, quien de marzo a junio de 1553 estuvo en Madrid y en julio ya habría
regresado a Valladolid.
En el inventario del príncipe Felipe de 1553 se reflejan algunos retratos que podrían haber sido
sacados por Moro en este primer viaje a España34. Aparte de Maximiliano y su hermana María de
Austria, posiblemente los del Museo del Prado, encontramos “un Retrato entero del señor ynfante
don Carlos” y “un Retrato entero de la señora princesa de Portugal doña Juana”. En agosto de
1553 Moro ya había regresado a Bruselas35.
El matrimonio de Felipe II con María Tudor en julio de 1554 propicia que Felipe II se vuelva
a acordar de él para retratar a su esposa. Así, el I marqués de las Navas escribe a inicios de sep-
tiembre desde el palacio de Hampton Court a Antonio Perrenot a cuyo servicio estaba el pintor:
R[everendisi].mo S[eñor]/ La m[a]g[esta].t del Rei me a ma[n]dado q[ue] yo escryva a v[uest]ra
s[eñori]a como el a reçebydo en su servi[ci]o al pintor de v. s.a y creo yo questantto por ser hechura
de v. s.a como por su abylidad. Su mg.t sera muy servydo que v. s.a le ma[n]de que con ttoda bre-
vedad se venga a servyr a su mg.t vra s.a se lo mande anssy …36.
El obispo acataría las órdenes regias y el pintor partía el 1 de noviembre de Bruselas rumbo a
Inglaterra y retrataría a la reina que se creía embarazada en el magnífico retrato hoy conservado
en el Museo del Prado (P-2108). En diciembre ya estaría terminado, puesto que sirve de modelo
a Trezzo para el anverso la medalla que dedica a la reina y que remite en diciembre de 1554 al
obispo de Arras37. Precisamente ese mes es cuando Felipe II ordena a su tesorero que libre un
sueldo anual a Moro que está a su servicio38. Don Pedro Dávila, uno de sus mayordomos, fue el
encargado de anticiparse al rey y llevar las joyas nupciales a su prometida viajando a Inglaterra
en mayo de 1554. Residiría allí como embajador extraordinario hasta la llegada del príncipe39. Pos-
33
Sánchez Cantón, 1959: II 231, nº 3.977: “otro retrato de medio cuerpo, en tabla, de pincel, al ollio, del Principe
don Carlos, nuestro señor; con marco dorado y negro: que tiene de alto tres quartas y de ancho dos tercias. Tasado en
cien reales”.
34
Marías, 2008: 29-32.
35
“Los Retratos q su alteza tiene en su cámara q son a cargo de los guardajoyas”, AGS, Casas y Sitios Reales (CSR),
leg. 78. Kusche, 1991: 262, nota 40.
36
Obispo de Arras al conde de Ribagorza, Bruselas, 23 de agosto de 1553, Bouza 2003: 146, XL. Dice que desde 1549
ha estado tan ocupado para María de Hungría que apenas ha trabajado para él, aunque le ha satisfecho puntualmente sus gajes.
37
Marqués de las Navas al obispo de Arras, Hampton Court, 5 de septiembre de 1554, Bibliothèque d’Étude et Con-
servation (BMB), Besançon, Z 431-5, s.f.
38
Pérez de Tudela, 1998: 269.
39
Woodall, 1989 I: 43; 1991: 197; 2007: 262.
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Abada
40
Muñoz, 1877: 12-13, 58 y 74.
41
Archivo General de Palacio, Madrid, Administración General, Maestro de Cámara, leg. 6724: “En bureau viernes
a postrero dia del mes de junio de 1559 a[ño]s se mando al maestro de la camara fran[cis]co despaña que pagasse lo que
se debe del alquiler de la Casa en que vive antonio moro pintor, en bruselas hasta el dia de Sant Juan del d[ic]ho mes y
año/Resçivi los setenta florines de a veynte placa en este villete de suso conthenidos en brusselas dos de jullio de 1559”.
42
Morillon a Granvela, Bruselas, 29 de abril de 1576, BMB, Granvelle, CI, f. 235.
43
Jehan de Vrient a Juan Ruiz de Velasco, Madrid, 28 de septiembre de 1585, AGS, CSR, leg. 281:1, f. 448: “su
Mag.d Ces[are]a en veinte y quatro deste presente passo del Escurial la Rozas y Aravaca a Madrid, yo tenia aviso con re-
caudo de paxa y cevada por su provision, que avia de passar por esta casa Real del Pardo y gozar la Brama de los venados,
que ay de multitud, pero sospecho que su Mag.d ha sido determinado de tomar esta otra camina, A respecto de la pesa-
dumbre que su Mag.d Ces.a resçibio la postrera vez estando en el Pardo, despues oyda missa por la Tribuna en la Galeria
de su Mag.d del Rey N.o señor que vio entre los retratos el Emp.or Maximiliano, de gloriosissima memoria, del qual
recibio desgusto tanto que no tenia gana de comer hasta la tarde a las dos, dande orden para su partida, y por este respecto
aviendo aviso de la buelta de su Mag.d Ces.a tenia el dicho retrato cubierto con un tafetan, y la casa muy bien adresçada
y limpia a, conforme a la obligaçion q dessea a cumplir y servir a sus Mag.des”. Para este retrato perdido en el incendio
de 1604, Kusche 1991:265.
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Archivo Español de Arte, vol. LXXXIX, n.º 356, pp. 423-429, octubre-diciembre 2016
ISSN: 0004-0428, eISSN: 1988-8511, doi: 10.3989/aearte.2016.28
MARIA KUSCHE
* Título original: «Der Christliche Ritter und seine Dame, das Repräsentationsbidnis
in ganzer Figur», Munich 1991.
Traducción del alemán por la autora.
© Verlag Bruckmann
Stiebner Verlag
La presente edición en español cuenta con el beneplácito de este último
SUMARIO
Introducción a la edición española, 6.- ORIGEN Y DESARROLLO DEL
RETRATO CORTESANO DE CUERPO ENTERO Y DE TRES CUARTOS
DESDE EL SIGLO IX HASTA PRINCIPIOS DEL SIGLO XVI, 7.- LA
TRANSFORMACIÓN EN AUGSBURGO DEL RETRATO CORTESANO EN
EL RETRATO DE REPRESENTACIÓN DEL SIGLO XVI, 43.- LA ADOP-
CIÓN DEL TIPO DE RETRATO DE AUGSBURGO POR SEISENEGGER,
53.- LA ELEVACIÓN ARTÍSTICA DEL RETRATO DE REPRESENTACIÓN
EN PIE POR TIZIANO, 58.- LA TIPIFICACIÓN Y DIFUSIÓN DEL RETRA-
TO DE REPRESENTACIÓN POR ANTONIO MORO, 75.- RESUMEN: IN-
FLUENCIA Y SIGNIFICADO DEL RETRATO SECULAR DE CUERPO EN-
TERO Y TRES CUARTOS, 78.- NOTAS, 85.- FUENTES Y BIBLIOGRA-
FÍA, 95.
A mi marido y a mis hijos
-mis caballeros-
por su gran ayuda
Introducción a la edición española
Maria Kusche
Málaga, 2004
ORIGEN Y DESARROLLO DEL RETRATO CORTESANO
DE CUERPO ENTERO Y DE TRES CUARTOS
DESDE EL SIGLO IX HASTA PRINCIPIOS DEL SIGLO XVI.
L
os orígenes del retrato de cuerpo entero del siglo XVI, parecían
durante muchos decenios bastante enigmáticos. Se han visto oscu-
recidos porque se creía que este tipo de retrato surgió en el mismo
momento en que el retrato, hasta entonces nominal - determinado sólo
por el nombre -adquirió rasgos individuales. Como este retrato “de se-
mejanza”- es decir, el retrato moderno - aparecía por lo general en forma
de busto, se deducía que los esquemas para la figura completa debían
haber sido tomados de otro género.
frontalmente, en ligero
contraposto, un brazo alza-
do, el otro hacia abajo.
En el Evangeliario de Carlos el
Calvo, el Codex Aureus de San
Emmeran, realizado alrededor del
año 870 por los hermanos Berigar y
Liuthard (Munich, Bayerische
Staatsbibliothek)12 (Fig. 4), se pue-
de descifrar el papel de los portado-
res de armas y de sus armas: “Arma
tibi faveant Christi stabilita per
aevum mvniat et clipeus semper ab
Fig. 4. Carlos el Calvo en su trono, « Codex
hoste suus”. Estos portadores de Aureus de San Emmerano», c. 870. Munich,
armas no son pues unos guarda- Bayerische Staatsbibliothek.
12 MARIA KUSCHE
Fig. 11. Príncipes Electores, Sabios y Profetas, 1457, paneles murales, Casa del Gremio de
Tejedores de Augsburgo, Munich, Bayerisches Nationalmuseum.
(Fig. 26). Los dos proceden de Borgoña. Aquí, los caballeros ya se han
transformado por completo en cortesanos; rinden homenaje a las damas o
bien se dedican a sus distracciones. El Caballero de la Rosa no cierra su
mano sobre un arma o una bandera, sino alrededor del tallo de un rosal del
que brotan las rosas del amor, y con su segunda mano tampoco empuña la
espada, sino la sujeta descuidadamente en el cinturón.
A estas representaciones, y
particularmente a la hoja dedica-
toria de la Crónica de Hainault,
Balduino de Bouillon, Rey de Jerusalén,
recuerda también en su pose y su
«Les Chroniques de Jerusalem Abrégées», elegancia una representación de
posterior a 1455, Viena, Österreichische
Nationalbibliothek. esta época que hasta ahora no se
tenido en cuenta en relación con
el retrato cortesano de cuerpo entero: el retrato ideal de Balduino de Bouillon,
Rey de Jerusalén, hijo de Godofredo, en “Les Chroniques de Jerusalem
Abrégées” del Maestro de Girart, posteriores a 1455 (Viena, Österreichische
Nationalbibliothek)42 (ilustración de la cubierta). Balduino, con ricas vesti-
duras de caballero y con la bandera de la victoria y su escudo, está en pie en
un nicho gótico ricamente ornamentado. En otra hoja aparecen (Fig. 35) -
siguiendo el interés genealógico de la época - su padre, Godofredo de
Bouillon, y sus abuelos, los Condes de Boulogne, todos ellos con ropaje de
corte. Puede verse en ellos una vez más de forma ejemplar cómo la pose del
Héroe se ha transformado en la del Cortesano.
Fig. 35. Godofredo de Bouillon (a la izquierda) y sus padres, los Condes de Boulogne, «Les
Chroniques de Jerusalem Abrégées», posterior a 1455. Viena, Österreichische
Nationalbibliothek.
Fig. 36. Ladislao de Bohemia. Fig. 37. Enrique IV de Castilla. Fig. 38. Carlos VII de Francia.
Fig. 39. Alfonso V de Portugal.
J. V. Ehingen «Die Reise nach der Ritterschaft», 1455, Stuttgart, Württembergische
Landesbibliothek.
«EL CABALLERO CRISTIANO Y SU DAMA» 31
Fig. 40. Jan van Eyck, La Boda del Mercader Fig. 41. Imagen dedicatoria del «Evangeliario
Arnolfini, 1434. Londres, National Gallery. de Enrique el León», c. 1188, Wolfenbüttel,
Herzog August Bibliothek.
No sólo en los círculos cortesanos, sino también entre los patricios bur-
gueses fue aumentando el interés por la autorepresentación en cuerpo entero.
El retrato del llamado Mercader Arnolfini y su esposa (Londres, National
Gallery)52 (Fig. 40) de Jan van Eyck data de 1432. Aunque el tema de pare-
jas de matrimonios y enamorados estaba ya muy difundido en tapices de
grandes dimensiones y en los libros miniados, en este cuadro se transfiere,
quizá por primera vez, un tema pictórico profano a la pintura de caballete.
Recuerda, en la actitud de las manos y en el movimiento de los personajes,
el uno hacia el otro, a aquellas primeras imágenes escénicas en las que se
representaba una promesa. Ejemplos son la Duquesa Matilde en la hoja de-
dicatoria del Evangeliario de Enrique el León, a la que San Egidio toma
juramento de servir a la Reina de los Cielos (Wolfenbüttel, Herzog August
Bibliothek) (Fig. 41), o también la pareja de Brunwart von Augheim con su
dama en el Manuscrito de Manesse53.
Con la inscripción “Johannes de eyck fuit hic 1434” y la imagen del
artista en el espejo, el propio artista se convierte en “testigo de la boda” (E.
Panofsky): el varón levanta la mano jurando fidelidad, mirando al testigo.
«EL CABALLERO CRISTIANO Y SU DAMA» 33
Elisabeth Phaneus opina que podría haberse tratado de una boda “a mano
izquierda”. Esta promesa de matrimonio que se hubiese testificado a través
de esta imagen, podría ser la explicación de por qué se utilizó el cuadro de
caballete, y de forma tan elaborada, aún siendo en aquel momento un tema
tan inusual para este soporte.
Fig. 42. Narziß Renner, «Geschlechtertanz» de Mathäus Schwarz (recorte), 1522, Berlín,
Staatliche Museen, Preußischer Kulturbesitz, Kupferstichkabinett.
34 MARIA KUSCHE
(Fig. 56) 71 , d e l a s e r i e “ D i e H e i l i g e n d e r S i p p - , M a g - u n d
Schwäherschaft” (Fig. 57) 72 (todas ellas en Viena, Österreichische
Nationalbibliothek), y en la “Ehrenpforte” de alrededor de 1520
(Viena, Albertina) 73 (Fig. 58) trabajan Hans Burgkmair, Leonhardt
Beck, Jörg Breu, Hans Schäuffelin, Jörg Kölderer (todos ellos, me-
nos el último, procedentes de Augsburgo) y Durero. Todos ellos se
sirven de la nueva técnica de la imprenta. Las experiencias italia-
nas, especialmente de Burgkmair y de Durero, dan a las figuras una
nueva plenitud y representatividad y enriquecen los fondos con pie-
zas arquitectónicas, arcos, nichos y columnas. Según sabemos, las
figuras y retratos de estas series gráficas para la corte vienesa no se
transfirieron al gran tamaño de la pintura sobre tabla o caballete sino
sólo a la escultura: en las figuras del monumento funerario de
Maximiliano en Innsbruck.
Ahora bien, estas figuras de cuerpo entero de Viena (hechos princi-
palmente por maestros augsburgeses) se transformaron en Augsburgo a
gran tamaño; allí se las pasó a pinturas murales, tapices y pinturas sobre
tabla, y también influyeron en otros lugares.
«EL CABALLERO CRISTIANO Y SU DAMA» 43
A
l ocuparnos del desarrollo del retrato cortesano de cuerpo entero,
nos hemos ido tropezando una y otra vez con el nombre de Augsburgo:
con la serie temprana (1447) de retratos tres cuartos de Príncipes en
la Casa del Gremio de Tejedores de esta ciudad, pintada en los grandes
paneles del revestimiento de las paredes74; con los pequeños retratos a cuer-
po entero, los “Trachtenkontrofats, que existían ya en el último tercio del
Siglo” 75; con un cuadro de los bailes de las grandes familias, los
“Geschlechtertanz”, que pintó en 1522 el augsburgués Narziß Renner y para
el que seguramente sirvieron como modelos los antiguos
“Trachtenkontrofats”76; con el retrato del enano Christoph, uno de los retra-
tos sobre tabla de cuerpo entero más antiguos de tipo cortesano (1515) de
Hans Wertinger, que hizo su aprendizaje en Augsburgo77; y finalmente, fue
un grupo de artistas de Augsburgo al que Maximiliano I confió entre 1515 y
1520 la obra gráfica impresa en la que el Emperador, su familia, sus antepa-
sados y su corte estan representados en muchos casos a cuerpo entero78.
A esto debe añadirse que tanto Jörg Breu como otros artistas, según se
sabe por documentos, creaban en Augsburgo hacia 1515 pinturas murales
tanto ornamentales como figurativas. No se sabe ya si un encargo a Hans
Koder para la realización de series de cuadros de caza y de batallas de
Maximiliano estaba relacionado con las pinturas del Ayuntamiento, ni si fue
Breu el que las realizó, sin embargo, sí es seguro que Breu estuvo ocupado
a partir de 1515 en las casas de los Fugger, con toda probabilidad en el Patio
de Arcadas meridional. En el Patio de las Damas el pintor podría haber sido
Hans Apt, que lo decoró con el desfile triunfal de Maximiliano. Parece asi-
mismo que Beck, Breu y también Amberger trabajaron en grandes represen-
taciones figurativas en la fachada exterior de las casas de los Fugger79.
Estas pinturas murales eran siempre ricas y decorativas, con figuras al
estilo del Renacimiento italiano. Si estas pinturas murales se hubiesen
conservado, si las hubiéramos tenido ante nuestros ojos, es posible que
44 MARIA KUSCHE
no se hubiera planteado nunca la duda sobre el modelo del retrato del Em-
perador de Seisenegger y tal vez tampoco se le habría considerado el crea-
dor de un nuevo tipo de retrato representativo.
A pesar de las pérdidas de estas figuras de gran tamaño, es posible de-
mostrar el papel fundamental que el arte de Augsburgo – habíendo ya pro-
ducido excelentes retratos de busto80 - tuvo en el desarrollo del Retrato de
Representación de cuerpo entero, y se puede hacer de manera aún más con-
vincente de lo que las obras sueltas ya enumeradas lo demuestran:
“das angesicht ist recht kontrofakt” (“el rostro está bien reproducido”).
Existen asimismo dos dibujos de desnudo, que evidentemente tenían el ob-
jetivo de definir y conservar con exactitud las proporciones del cuerpo.
Aunque las figuras se representan a menudo en movimiento, también
en estos cuadritos, como antes en los grabados de Maximiliano, puede
reconocerse en cada uno de los detalles el antiguo esquema de la figura
cortesana de cuerpo entero: en la actitud relajada y sin embargo un poco
amanerada de las piernas - una de apoyo y la otra en movimiento - en el
movimiento diagonal de los brazos, en el ademán de empuñar la espada
y, naturalmente, en la importancia de la vestimenta. Como sabemos, to-
dos estos detalles Renner los conocía bien a través de sus copias de los
antiguos “Geschlechtertänze” (Fig. 42). Sin embargo, a través del arte
del círculo de Maximiliano, estos esquemas se habían renovado. Renner
transformó en sus dibujitos sus antiguos modelos, a la manera de
Burgkmair, Beck y Breuer; presenta a Mathäus Schwarz como hombre
renacentista equilibrado y seguro de sí mismo. Supera a los maestros de
los grabados de Maximiliano al emplear sus formas para retratos aisla-
dos, poniendo en sus composiciones todos los atributos renacentistas y
las arquitecturas que ellos empleaban al servicio de este objetivo.
Estas innovaciones aparecen en docenas de páginas, y en ellas se ve
cómo Renner iba experimentando con el esquema modernizado de cuer-
po entero. Lo usa siempre en nuevas variaciones, modificando la postu-
ra de los brazos, la de las piernas, oscilando entre el “contraposto”, con
el peso apoyado en una pierna, y la postura de los lansquenetes apoyán-
dose en las dos, utilizando las piezas arquitectónicas - los arcos, los ni-
chos, las columnas y también los paisajes - para resaltar al personaje.
Todo el nuevo repertorio se extiende ante nuestros ojos como un
libro de patrones preparado ya para objetivos más importantes, para
ser usado por maestros mayores. Desconocemos si el mismo Renner
transfirió alguna vez sus figuras al formato grande de la pintura de
caballete.
E
n el séquito de Fernando II, que acudió en el verano de 1530 a la
Dieta de Augsburgo (15 de junio a 22 de noviembre), se encontraba
el pintor Jakob Seisenegger. Aunque éste había trabajado ya para el
Rey, no tenía todavía ningun vínculo directo con la Corte de Viena, ni tam-
poco un gran renombre artístico. Fue durante su estancia en Augsburgo cuan-
do se hizo famoso como retratista, tanto que el Emperador, el Duque de
Alba e incluso el Papa intentarían atraerlo a su servicio.
Es fácil comprobar la influencia que tuvo la tradición retratística de
Augsburgo en Seisenegger comparando la hoja titular del Libro de Oracio-
nes de la Reina Ana de 1524, en la que dibuja de cuerpo entero a la pareja
real de Fernando II y la Reina (Viena, Österreichische Nationalbibliothek,
Códice 2755) 92 (Fig. 70), con los “Trachtenkontrofats” de Renner de la
misma época, o también con los retratos de cuerpo entero de Amberger de
1525 o con el de Wertinger de 15159393. A las figuras rechonchas de
Seisenegger le falta toda elegancia, pese al esquema cortesano, y carecen
por completo de representatividad.
Fue la vivencia del ambiente de Augsburgo, la pasión artística de los
augsburgeses, su placer de lucirse y las
recién llegadas formas renacentistas, lo
que predispuso a Seisenegger para pin-
tar un retrato de Carlos V, dándole el
valor y la aptitudes necesarias. Con este
retrato, Seisenegger creó una obra en la
que al mismo tiempo asimilaba y supe-
raba a la escuela de Augsburgo94. Así,
Seisenegger efectivamente, le dio “al re-
trato en pie nórdico, a la imagen del Prín-
cipe de cuerpo entero, su carácter defi-
nitivo” (Löcher). Aunque no, como dice
Löcher, aplicando como primer pintor los
medios de la pintura italiana al retrato
en pie nórdico95. La fusión de elementos
nórdicos e italianos ya había tenido lu-
gar en Augsburgo, y Seisenegger sólo Fig. 70. Jakob Seisenegger, Fernando II
y la Reina Ana, 1524. Hoja titular del
necesitó asimilarla. «Libro de Oraciones de la Reina Ana»,
Su retrato del Emperador de 1532 Viena, Österreichische
Nationalbibliothek.
(Viena, Kunsthistorisches Museum)
54 MARIA KUSCHE
Fig. 81. Juan Pantoja de la Cruz, Carlos Fig. 82. Carlos V. Copia según Tiziano
V, Copia según Tiziano (1548), Escorial, (1548), Babenhausen, Palacio.
Salón del Trono.
Del retrato de cuerpo entero del Emperador con bastón de mando existen
dos copias de Pantoja de la Cruz, quien por encargo de Felipe III debía
pintar un retrato de Carlos V para la biblioteca del Escorial. El primero de
ellos, de 1605 (Toledo, Museo de Santa Cruz) resultó demasiado ancho y
demasiado corto para el sitio previsto entre las librerías y por este motivo
Pantoja lo repetió en 1608 (Escorial, Biblioteca)127 (Fig. 80).
Fue también Pantoja el que en 1600, como pintor de corte de Felipe III,
al controlar el inventario del ya fallecido Felipe II y tasar los cuadros exis-
tentes, había considerado el recorte de las piernas lo suficientemente im-
portante como para anotarlo en el inventario. Al recibir el encargo de un
retrato de cuerpo entero del Emperador copió y unió las dos partes exis-
tentes del cuadro para resucitar así el ejemplar de cuerpo entero de Tiziano.
Pantoja ya había pintado en 1599 una versión de medio cuerpo para la
Iglesia Antigua de El Escorial (hoy en El Escorial, en el Salón del Trono)
(Fig. 81), que sin duda había copiado del retrato recortado del Pardo y no
del retrato de tres cuartos de Tiziano. Esto se deduce del hecho de que al
retrato de tres cuartos de Pantoja, a diferencia de en el ejemplar existente en
el Palacio de Babenhausen (Colección Fugger-Babenhausen) (Fig. 82) o de
las versiones con modificaciones en la armadura de Cracovia (Museum
Czartoryski) (Fig. 83) y de Ambras, le falta el borde inferior del yelmo. La
falta de esta tira denota de que fue copiado del retrato original mutilado y
66 MARIA KUSCHE
Fig. 83. Carlos V. Copia según Tiziano Fig. 84. Pedro Pablo Rubens, Carlos V. Copia
(1548), Cracovia, Museum Czartoryski. según Tiziano (1548), Detmold, Colección
Goepel.
ser colgado en la Iglesia Antigua del Escorial no sólo a gran altura, sino
como pareja de una copia del retrato de Tiziano de Felipe II en armadura,
transformado igualmente en un retrato de tres cuartos. Tuvo que ampliar el
del Emperador hacia el lado izquierdo para que la distancia de los brazos de
los lados exteriores de la pareja hacia los respectivos bordes quedasen igua-
les; conservó la ventana del original del Emperador pero para que no se
interpusiese entre éste y el Rey Felipe la trasladó al lado izquierdo130.
Sin embargo, después de la muerte de Felipe II, pero todavía antes del
incendio de El Pardo de 1604, Pantoja, habiendo recibido el encargo de
tasar los cuadros del Rey, tuvo la oportunidad de estudiar detalladamente el
retrato del Emperador del Pardo, es decir pudo examinar los bordes del
retrato que probablemente sólo habrían sido doblados hacia atrás o habían
permanecido ocultos debajo del marco. Así, vería la transición a las piernas
y también estudiaría con exactitud la ventana y el paisaje, pudiendo de esta
forma unir el cuerpo y las piernas. Que se trata de una copia extraordinaria-
mente exacta se deduce de la firma “Jues Pantoja de la + Ejus Traductor
1605” (en la primera copia de tres cuartos, de 1599, sólo había anotado
“faciebat”). También en la cuenta al Rey hace mención expresa de lo cuida-
dosamente que trabajó: allí dice “debe más Su Majestad otro retrato del
Emperador Carlos V entero, muy bien acabado para la dicha librería de San
Lorenzo, con un baston en la mano y calzas carmesies bordadas y con calzetas,
botas y espuelas, vale ciento y treynta ducados”131.
Las dimensiones del cuadro son 184 x109 cm., lo que corresponde aproxi-
madamente a la altura calculada para el original. La copia de cuerpo entero
de Pantoja da al Emperador una pose y un entorno mucho más representati-
vos que las copias del retrato de tres cuartos. Es el movimiento de las pier-
nas el que hace comprensible la postura del cuerpo, que en el retrato tres
cuartos aparece un poco tímida y forzada. Las elegantes botas altas blancas
hacen de contrapeso del cuerpo, revestido totalmente – incluso las manos –
de la armadura. El espacio cobra vida con la apertura de la estrecha ventana
que se abre a un paisaje - como suele verse en los retratos de Tiziano de los
años treinta - y el “bufete” revestido de terciopelo rojo, sobre el que el yel-
mo reposa, le da una dimensión mesurable. En este cuadro no existe nada
extraño a Tiziano y que Pantoja, el copista, pudiese haber añadido por cuen-
ta propia. El retrato del Emperador respira una seguridad y una decisión de
la que carecen por completo los retratos originales de Pantoja y especial-
mente el retrato de Felipe III para la Biblioteca de El Escorial132.
Tiziano después de haberse atenido en 1532 estrictamente al esquema
del retrato en pie de Seisenegger, encontró por fin en este retrato del Empe-
rador su propia solución para el retrato en pie. Hace girar el cuerpo ligera-
mente hacia un lado, en un movimiento fluido y elástico. Esta es la pose que
puede verse ya en un boceto de 1536 para el retrato de Francesco Maria
68 MARIA KUSCHE
Fig. 87. La Emperatriz Isabel, Copia según Fig. 88. Tiziano, La Emperatriz Isabel,
Tiziano, 1545. Florencia, colección privada. 1548, Madrid, Prado.
Tiziano tuvo que pintar sus dos retratos conocidos de la Emperatriz “con
flores en el regazo” (Fig. 87), de 1545, y “con el collar de perlas” (Fig. 88),
de 1548, ambos de medio cuerpo, según un modelo, puesto que la Empera-
triz ya había fallecido en 1539. Se han propuesto como presunto modelo un
retrato de Seisenegger, que estuvo en España desde 1538 hasta 1539, y uno
de Jan Vermeyen o William Scrots139, que ambos retrataron a la Emperatriz.
En el primero de los retratos mencionados lleva el mismo vestido que en el
retrato que se le atribuye a Scrots (Posen, Nationalmuseum).
A juzgar por diferentes réplicas, Tiziano parece haber pintado también
un retrato de cuerpo entero de la Emperatriz Isabel sirviéndose del mismo
modelo.
manos son totalmente tizianescas, muy parecidas a las de Laura dei Danti
de1523/1525 (Kreuzlingen, Colección Kisters) (Fig. 91). La figura y su con-
torno aúnan, elementos italianos y nórdicos de un modo muy similar como
acontece en el retrato del Emperador con el perro. A pesar de la soltura de la
postura y del volumen de la figura, las enormes mangas y la cola del vestido
desempeñan el mismo papel estilizador que el manto gótico en el retrato de
Juana la Loca, madre de Carlos (Fig. 47). Tiziano en este caso ya no tenía
necesidad de seguir un modelo nórdico determinado como en el retrato de
Carlos; sabía lo que se esperaba de un retrato de cuerpo entero de la Empe-
ratriz. Por cierto ya en 1536 había empleado un esquema muy similar para
“La Bella” (Florencia, Palazzo Pitti) (Fig. 92), pero sin ningún matiz nórdi-
co.
Es de suponer que este retrato de cuerpo entero de la Emperatriz se realizó en
Augsburgo, al mismo tiempo que los retratos con armadura del Emperador.
«EL CABALLERO CRISTIANO Y SU DAMA» 73
A
nthonis Mor, en España Antonio Moro, pintor de la Corte de María
de Hungría y de Felipe II, es uno de los primeros pintores especiali
zados de manera casi exclusiva en el retrato155. En sus obras se
mezclan la tradición del retrato de busto flamenco, la del retrato de cuer-
po entero nórdico, y el ejemplo de Tiziano, en cuyas composiciones a
menudo se apoya, especialmente
en los retratos masculinos. Esto
es el caso de los retratos de
Granvella, de 1589 (Viena,
Kunsthistorisches Museum); del
Duque de Alba de 1549 (Nueva
York, Hispanic Society), de
Guillermo de Orange de 1555
(Kassel, Gemäldegalerie), todos
en formato de tres cuartos, y tam-
bién de los de cuerpo entero de
Maximiliano (II) de 1550 (Ma-
drid, Prado), de Felipe II “en San
Quintín” de 1557-1559 (Escorial,
San Lorenzo) (Fig. 94), (con co-
pias en Berlín y Viena), de Ale-
jandro Farnesio de 1557 ( Parma,
Galeria; Houston Texas,Meadows)
y de su autorretrato de 1569
(Washington, National Gallery).
Partiendo del arte de Moro, el tipo cortesano se propagó por los Paises
Bajos y también en Inglaterra. Moro acompañó a Felipe II a Inglaterra en
«EL CABALLERO CRISTIANO Y SU DAMA» 77
ocasión de sus esponsales con María Tudor. Steven van der Muelen adop-
tó su estilo, y con Nicholas Hillard se estableció una propia escuela ingle-
sa. En los Países Bajos su principal seguidor fue Wilhelm Key y en Francia
François Clouet. La influencia principal de Moro, sin embargo, se exten-
dió por Portugal y España, países en los que estuvo dos veces. En Portu-
gal, Cristóbal Lopes y Cristóbal Moraes trabajaron apoyándose en sus
retratos; en España, su discípulo Sánchez Coello se convirtió en pintor de
la corte de Felipe II y así en su sucesor directo. También la cremonesa
residente en España, Sofonisba Anguissola, se guió por ejemplos de
Moro156.
78 MARIA KUSCHE
D
e las cuatro modalidades retratísticas fundamentales del Occidente
Cristiano – la del ambito religioso de rodillas o en pie (sepulcro,
escultura catedralicia, retrato de donante o fundador), la del ambito
secular sentado (el retrato del Emperador o Príncipe en su trono), la del
ambito secular de figura en pie, de cuerpo entero, y a partir del Siglo XIV,
la del retrato concentrado en el rostro (de busto, de medio cuerpo o sedente)
- es el retrato de cuerpo entero cortesano-secular el menos conocido en cuanto
a su origen, el desarrollo de sus comienzos y en parte también en cuanto a su
significado.
El retrato de cuerpo entero del tipo cortesano-secular en forma de
cuadro “de caballete” se ha considerado, como se dijo, a menudo como
una invención casi espontánea del siglo XVI, como una ampliación del
retrato de busto individual para representar la figura completa o bien
derivado del retrato religioso.
Sólo recientemente esta modalidad retratística se ha ido relacionando
con las representaciones de cuerpo entero de los Príncipes borgoñones y
de los Nueve Héroes. No se ha tenido en cuenta, sin embargo, sus ejem-
plares tempranos. La causa ha sido, por una parte, el escaso número de
ejemplares conservados del arte retratístico secular temprano, que se
desarrolló en los materiales perecederos en libros, murales y vitrales y
en tapices y por otra la gran importancia del conjunto del arte religioso
medieval temprano, con su gran número de ejemplares bien conserva-
dos de retratos religiosos esculpidos en piedra y madera en el ámbito de
las iglesias. En el presente trabajo he intentado mostrar que el retrato
secular de cuerpo entero se cuenta de hecho entre las primeras formas de
representaciones artísticas de la Edad Media temprana, y que su desa-
rrollo en los materiales citados puede observarse de forma continua des-
de el Siglo IX hasta su transición al “cuadro de caballete” del Siglo XV.
Al contrario de lo que se ha pensado hasta ahora, la similitud de es-
quemas entre obras seculares y religiosas tempranas demuestran una in-
fluencia del retrato secular sobre el retrato esculpido eclesiástico, y no a
la inversa.
A veces en la escultura del ámbito eclesiástico surge una forma inter-
media entre el retrato secular y el religioso. El esquema de representa-
ción y composición es secular, mientras que el lugar, la función y la
expresión pertenecen al ámbito religioso. Algunas de estas representa-
ciones influyeron a su vez en el retrato secular, en especial en lo que se
«EL CABALLERO CRISTIANO Y SU DAMA» 79
Todo este proceso ocurre entre el Siglo IX y el Siglo XIV, tanto en los
países del norte de Europa (Francia, Imperio Alemán, los Países Bajos,
Borgoña) como también, con ciertas variaciones, en el sur (Italia, España,
Portugal).
A partir de finales del Siglo XIV - al mismo tiempo que la aparición del
retrato de busto, y no después - los rostros empiezan a adquirir rasgos
individuales.
En las series de Príncipes y Genealogías que empiezan a difundirse desde
principios del Siglo XV, especialmente en los Países Bajos y en Alemania,
también se emplea un formato de figura en pie abreviado, el formato de tres
cuartos, posiblemente por semejanza a los retratos de busto, más pequeños
y manejables, o bien, como en el caso de los árboles genealógicos, porque
no se disponía de espacio para la parte de las piernas y estas además nada
decían acerca del rango o del parecido de un miembro de la familia. Al
mismo tiempo aparecen una vez más, por primera vez desde los retratos
imperiales, los retratos de cuerpo entero, aislados, de un solo personaje.
Fig. 96. Alonso Sánchez Coello, Fe- Fig. 97. Alonso Sánchez Coello, Isabel Clara
lipe II, anterior a 1588, Escorial, Bi- Eugenia, Infanta de España, anterior a 1588,
blioteca. Madrid, Museo del Prado.
Fig. 98. Sofonisba Anguissola, Juana de Fig. 99. Juan Pantoja de la Cruz,
Austria, c. 1561-1562, Boston, Isabella Margarita de Austria, esposa de Fe-
Stewart Gardner Museum. lipe III, 1604, Nueva York, Duveen
Brothers Collection.
NOTAS
1
Véase, respecto al origen del retrato de cuerpo entero: Ring 1913, p. 61, 73, 83;
von Baldass 1913-1914, pp. 314 ss.; Jenkins 1947; Rave 1949; v. Einem 1960, pp. 9
ss.
2
Véase sobre el problema del Manierismo en el retrato de cuerpo entero: Pinder
1932; von Holst 1930; Hauser 1967, pp. 385 ss.; Hauser 1964; p. 113; pp. 195 sgts.
3
Dvoràk 1907, p. 22, fue el primero en observar la conexión entre el retrato de
representación del Siglo XVI y la antigua cultura cortesana-palaciega: “ En él se re-
fleja la cultura cortesana del Occidente europeo. La base de ésta fue el desarrollo de
la vida feudal de la época gótica en Francia e Inglaterra y su centro llegó a ser en el
Siglo XV la corte de los Duques de Borgoña y en la primera mitad del Siglo XVI la
corte de los Reyes de Francia. En la segunda mitad del Cinquecento volvió a conquis-
tar el mundo en ropaje español, que le impuso su sello a la vida cortesana y nobiliaria
europea. Fascinados por el italianismo clasicista tendemos a olvidar que en los Siglos
XV y XVI paralelamente a la cultura del Renacimiento existía una cultura aristocráti-
ca más antigua y más sutil que la de los banqueros italianos y la de los armadores
venecianos, y que como la primera fue uno de los pilares fundamentales de la era
moderna. Fueron hombres de esta antigua cultura aristocrática de Occidente los que
se representan en nuestros retratos, y su estilo personal influyó en la representación”.
Von Holst 1910, pp. 60 ss., habla del “retrato representativo de cuerpo entero de
los Habsburgos”.
Wescher 1941, p. 195, ve la línea continua del retrato de representación cortesano
y define: “.… se trata de dignidad, boato, distancia, abstracción, monumentalidad. Es
una actitud espiritual que a pesar de su realismo, no desciende nunca a la esfera de lo
cotidiano y que mantiene el porte de la vida de las cortes de entonces, reglamentada
por antiguas tradiciones. Es el espíritu de la Orden de los Caballeros del Toisón de
Oro, esa última institución espiritual romántica-feudal, que se mantuvo inalterado en
la corte de Bruselas hasta los años juveniles de Carlos V”.
Von Einem 1960, pp. 9 y ss., llama la atención sobre la imagen dedicatoria
borgoñona como posible tercera raíz del retrato de cuerpo entero, junto a la efigie
sepulcral y a los santos en pie de los paneles laterales de retablos. Müller-Hofstede
1967, pp. 33-96, y especialmente en p. 42, ve al “caballero borgoñón” en el retrato de
Carlos V con la espada en alto de Tizano.
Véase también nota 96.
4
Heinz 1963, p. 104, y 1976, pp. 17-21.
5
Froning 1973, pp. 18 y 12-22; Campbell 1990, p. 44.
6
Schramm Nueva edición 1983, p. 26.
7
Tambien en la bibliografía más reciente persiste la opinión de que el retrato no se
libera de su relación religiosa hasta el Siglo XVI. Véase Checa 1987, p. 88.
8
Reg. Lat. 124, folio 4v; compárese Keller 1970, p. 57.
86 MARIA KUSCHE
9
Delbrück 1933, p. 237.
10
Keller 1970, p. 57.
11
MS Lat. 1, folio 423
12
Cod. Lat. 14000, folio 5v.
13
Keller 1970, p. 53
14
Cod. Lat. 4453, folio 24r
15
Clm. 4456. Folio 11v.
16
Cito aquí dos ejemplos de Keller, 1970, pp. 57 ss., Figs. 2a y 4b, aunque allí se ,
emplean en un contexto diferente.
17
Vat. Lat. 2001, folio 1r.
18
Véase Hofmann 1982
19
MS-1652-6, folio 26, Hoffmann 1982, p. 135
20
Nickel 1929, p. 228; Hoffmann 1982
21
No. Inventario Ma 856-860. Pintado por Jörg Breu, actualizado y, considerablemen-
te modernizado en 1601 por Johannn Herzog .
22
Hanse, 1a: Catálogo de Exposición “Herbst des Mittelalters”, 1970, p. 132.
23
Véase Froning 1973, pp. 16 ss., nota 33; Wyss 1957, pp. 73 y sgts.
24
Ms. Fr. 12559, folio 125; compárese con Loonis 1938, reimpresión 1966.
25
Wyss 1957, Tabla 20.
26
Jenkins 1947 no diferencia entre el “retrato de gobernante” y el “retrato de clase”, y
habla del “state portrait” del Siglo XVI, negando una relación con modelos anteriores de
la Edad Media: “... Nor is there anything to indicate that the medieval works cited above
(manuscritos medievales) played a part in forming the new tradition. The sixteenth century
state portrait emerged from the field of secular panel portraiture.” (p. 7). En cuanto al
formato de cuerpo entero lo cree derivado de los cuadros de santos o figuras del ámbito
religioso (p. 9).
27
Royal 16 G VI, folio 17v.
28
Grosse Heidelberger Liederhandschrift: el Rey Wenzel de Bohemia, folio 10r;
Wolfram von Eschenbach, folio 149v; Otto vom Turne, folio 194r; Tannhäuser, folio 264r;
Bernger von Horheim, folio 178r; el de Kurenberg, folio 63r. Compárese con Clausberg
1978, Walther 1988.
29
MS. Latin 10.484, folio 12
30
Compárese Kusche, La Antigua Galería del Pardo I, 1991
31
Fábrica de Tapices de Tournai; compárese con Heinz 1963, pp. 66 ss.
«EL CABALLERO CRISTIANO Y SU DAMA» 87
32
Fábrica de Tapices de Arras; compárese con Heinz 1963, pp. 56 ss.
33
Véase Campbell 1990, pp. 41-44, “Portrait Series”.
34
Datos y referencias bibliográficas sobre estos cuadros en Froning p. 32, nota 116.
35
Helbig 1941, p. 13, lo compara con el estilo de Memling.
36
MS. Fr. 2329, folio 419.
37
Véase G. K. v. Acker 1968, p. 95.
38
Cod. Vindob. 2549.
39
Fábrica de Tapices de París.
40
British Museum, MS Harley 6199; La Haya, Bibliothèque Royale. Otros libros ilus-
trados de la orden son posteriores : en 1537, con retratos de cuerpo entero de Simon
Bening (Bruselas, Bibliothèque Royale, y Madrid, Instituto Valencia de Don Juan); a me-
diados del Siglo XVI, con retratos de cuerpo entero (Viena, Österreichische
Nationalbibliothek, Depósito de la Orden del Toisón de Oro, Hs. 5; Viena, Staatsarchiv,
Cod. 2606). Véase al respecto el catálogo de la exposición “La Toison d’Or”, Brujas
1962.
41
Compárese Froning 1973, pp. 13, 19, 57.
42
Cod. 2533, folios 9v, 10v.
43
Hist. Quart 141. Referencias bibliográficas: G. Ehrmann 1979, 1982, p. 123; V.
Stromer 1968, p. 99.
44
El ejemplar del manuscrito que se encuentra en el Landesmuseum del Tirol
“Ferdinandeum” tambien contiene dibujos, dos de ellos se hallan en la Bibliothèque
Nationale en París; pero todos estos han sido copiados de los del ejemplar de Stuttgart.
45
En ambos números están borradas las últimás cifras, y en las primeras un rasgo
ascendente parece un 7 o un 9. Ehrmann deduce de esto y de otros indicios en el texto que
los dibujos y el texto original se realizaron al mismo tiempo, a partir de 1470. Yo pienso
que los números se corrigieron porque se comprendió que la fecha aproximada de realiza-
ción de los modelos originales era lo importante para el lector y no la de las copias.
46
Sin embargo, Ladislao ciertamente no está representado con la espada en alto para la
acolada, como supone v. Stromer, 1968, p. 99, sino tan sólo en una de las posturas habitua-
les del retrato de cuerpo entero.
47
Dice allí: “no era su aspecto de fiesta ni en su frente brillaba la alegría... Cubrió su
frente con un bonete y no quiso quitarse el capúz” (Sánchez Cantón 1948, p. 82, Fig. 69).
La cara melancólica de Enrique IV llamaba por lo tanto la atención: se había calado el
bonete sobre la frente y no se le pudo convencer de que se quitase el manto durante la
ceremonia de la boda. El dibujo de Ehingen, que coincide completamente con esta des-
cripción, pudo realmente haberse tomado de una obra realizada en 1440 con motivo de la
boda; o esta forma de retratar al Rey se siguió usando para cualquier retrato suyo que
Ehingen copiara en 1445, cuando estuvo ante Granada. La vestimenta, que Ehrmann y v.
Stromer consideran no usual para esta época, en este momento era por cierto corriente en
España (véase Ehrmann 1982, pp. 125 y siguientes).
88 MARIA KUSCHE
48
Véase Lafuente Ferrari 1941, Nº 93.
49
Österreichische Nationalbibliothek, Cod. Vind. 2597; Ehrmann 1982, p. 126.
50
Ehrmann 1982, p. 126.
51
Descrito y parcialmente reproducido por Remy du Puy, “La triumphante et solemnelle
Entrée”, 1515 (Viena, Österreichische Nationalbibliothek), editado por Anglo 1975. Véa-
se tambien Reallexikon zur Deutschen Kunstgeschichte, Vol. III, 1443, 1459, 1496; Anglo
1975
52
Panofsky 1934, pp. 117 y sgts.; Phaneus 1980.
53
Grosse Heidelberger Handschrift, folio 258v.
54
Véase nota 83.
55
Catálogo de la exposición “Die Welt im Umbruch”, 1980, p. 217, Nº 152 con figura.
Véase tambien Habich 1911, p. 213.
56
Nº 98 del inventario.
57
Véase Onghena 1952
58
Heinz 1976, Nº 21 del catálogo.
59
Froning 1973, p. 36, demuestra que se trata de retratos de boda; pero no estoy de
acuerdo de que se trate de un tipo especial de retrato, son retratos de representación nor-
males, como otros muchos que se pintaron en ocasión de una boda.
60
Catálogo 1986, Nº 63
61
Véase nota 59.
62
Catálogo 1986, Nº 326.
63
Froning 1973, pp. 36 - 58, ve en estos retratos de cuerpo entero de Cranach y de
Wertinger “casos aislados” derivados de retratos de donantes/fundadores, que no tuvieron
consecuencias. En mi opinión, la influencia de Cranach se mezcla en Alemania con la de
Seisenegger y Tiziano como diré más adelante. El “Ritter Christoph” de Wertinger influye
en el arte de Augsburgo, véase también más adelante.
64
Feuchtmayer, en Thieme-Becker, pp. 425-431; Ehret 1976.
65
Thieme-Becker 1920; Meyer 1892, pp. 26 y siguientes; Poensgen 1956; Ruperto
Carola 1950, p. 141; Ehret 1976; Catálogo de la Exposición “Bayern, Kunst und Kultur”
1972, Nos. 587 y 588; Catálogo de la Exposición “475 Jahre Fürstentum Pfalz-Neuburg”
1980; Stierhof 1980.
66
Otto 1964, Nº 65 del catálogo.
67
Baldass 1913-1914, 1923, pp. 266-277; Otto 1964.
68
Desconozco si este cuadro ya se ha identificado como Luis de Hungría. El parecido
con sus retratos de Strigel de 1515 y con el retrato de familia de Maximiliano es evidente.
«EL CABALLERO CRISTIANO Y SU DAMA» 89
La tabla de San Vito debe ser de tres o cuatro años después a juzgar por los rasgos más
maduros, decir de alrededor de 1518.
69
Catálogo de la Exposición “Maximilian I.”, Viena 1959; Laschitzer 1888, VII, pp. 1-
200; Bruck 1948.
70
Laschitzer 1888, VIII.
71
Schultz 1888, VI; Musber 1955/56; Appuhn 1979.
72
Laschitzer 1886, IV, pp. 70-288, V, pp. 117-262.
73
Chmelarz 1886, IV.
74
Véase fig. 11.
75
Véase figs. 59-63.
76
Véase fig. 42.
77
Véase fig. 52.
78
Véase figs. 56-58.
79
Löcher 1980, p. 23; Wilhelm 1983, pp. 76, 78 y sgts. , p. 130.
80
Véase Lieb 1952, 1958; Baldass 1930, 1932; Löcher 1967, 1980.
81
Fink publicó en 1963 por primera vez los Libros de Trajes de Mathäus Schwarz,
añadiéndoles un comentario detallado.
82
Referencias bibliográficas, Fink 1963; Catálogo “Städtische Kunstsammlungen
Augsburg” II, 1976, p. 25.
83
Fink 1963, p. 98
84
Schmidt 1958, p. 381; Waterhouse 1962, pp. 1 y sgts; Pope-Hennessy 1966, pp. 191
y sgts., Froning 1973, pp. 40 ss.
85
Véase Dimier 1924.
86
Baldass 1930, p. 395, 1932, p. 177; Feuchtmayr 1938/39, pp. 78 y sgts. ; Löcher
1967, p. 43; Köhler 1969, pp. 6-11; Löcher 1969, pp. 11-15; Löcher 1981, pp. 134-150.
87
Baldass 1940, p. 225; Löcher 1967, p. 60.
88
Campbell 1990, p. 56, señala que existe documentación sobre un retrato de cuerpo
entero de Borso d’Este de 1471 y de uno de Alessandro Sforza de antes de 1473.
89
Véanse los catálogos de la exposición “Moroni” 1979 y de la exposición “Moretto” 1988.
90
Según Butazzi, Catálogo de la Exposición “Moretto” 1988, p. 25.
91
No veo la diferencia iconográfica que establece H. Froning (1973, pp. 52, 57) entre el
retrato de cuerpo entero burgués y el “retrato de gobernante”. Tal como yo lo entiendo, no se
trata de “retrato de gobernante o soberano” (“Herrscherbildnis”), sino de retratos de la clase
noble en general. En los retratos que cita se trata de diferencias de calidad.
90 MARIA KUSCHE
92
Compárese con Löcher 1962, nro. 76 del catálogo.
93
Compárese con pp… 54, 55, 45.
94
Del problema de la prioridad de Tiziano o de Seisenegger respecto al retrato de cuerpo
entero de Carlos V con el perro se han ocupado principalmente: Glück 1927, p. 168; v.
Holst 1930, p. 61; Rathe 1936, p. 464; Nordenfalk 1947-48, p. 320; v. Einem 1960;Löcher
1962, pp. 34 y sgts. ; Cloulas 1964, pp. 213 y sgts., Pope-Hennessy 1966, p. 171; Müller-
Hofstede 1967, pp. 42 y sgts. ; Panofsky 1969, Excursus IV; Wethey 1971, II, p. 21, Nº 20
del catálogo; Froning 1973, pp. 59 y sgts. Panofsky resume la discusión en “Tizian und
Seisenegger”: una vez que Glück 1927 (Original y Copia) señaló que el retrato de Carlos V
de Jakob Seisenegger fechado en 1532 necesariamente había precedido al retrato del Empe-
rador de Tiziano, porque éste no se había encontrado con el Emperador hasta 1533 en Bolonia,
los investigadores siguientes se adherieron casi unánimemente a esta opinión. Sólo
Nordenfalk y Cloulas intentaron demostrar que Seisenegger trabajó apoyándose en Tiziano.
A la edición española de este trabajo hay que añadirle a esta bibliografía los trabajos
recientes de Checa y Ferino, partidarios también de que el original es de Tiziano. Véase
para ello mi trabajo “Carlos V con el perro ¿Original o Copia?“ AEA, en prensa, donde
demuestro a través de la presentación de los cuatro retratos del Emperador anteriores al
del perro (hoy conocidos perfectamente por el hallazgo de los originales del rpimer retrato
-Palma de Mallorca, Palacio de la Almudaima- y del tercero -Castillo de Osby Marqués de
Southhampton- y por copias y documentos de los demás) que efectivamente el original es
de Seisenegger y la copia de Tiziano.
95
Löcher 1962, p. 39: “Seisenegger erst gibt dem nordischen Standporträt, dem
vollfigurigen Fürstenbild seine gültige Ausprägung, in der er die aus dem höfischen Auftrag
sich ergebenden Anforderungen mit den Mitteln der oberitalienischen, venezianischen
Malerei bewältigt.”
96
Löcher 1962, pp. 88 y, nos. 35, 37, 38, 39 y 40 del catálogo; Birk 1864, pp. 70 ss.
97
Löcher 1962, p. 33, señala que el motivo del perro se encuentra ya en el “Weißkunig”,
en la escena “wie der junge Weisskunig malen lernet”.
98
Respecto a los conceptos “Retrato de Representación de cuerpo entero de los
Habsburgos” y “Retrato de Clase” (Standesbildnis) compárese con las notas 3 y 26. Véase
tambien Checa 1987, p. 44, que en su obra “Carlos V y la Imagen del Héroe en el Renaci-
miento” aúnque es consciente de la importancia de la tradición caballeresca, considera
este retrato como el resultado de las nuevas influencias italianas: “constituye una cumbre
del retratismo clasicista... Estamos quizá por primera vez ante lo que puede denominarse
retrato de aparato, manifestación que encontrará en Italia sus mejores ejemplos”.
99
No coincido con el resultado de Froning (1973, pp. 78, 13 ss.), “...La evolución del
retrato de cuerpo entero no parece depender de un artista o del arte de una región, sino del
deseo y de la personalidad del comitente (CarlosV) ” Die Entwicklung des
Ganzfigurenporträts geht offenbar nicht auf die Leistung eines Künstlers oder einer
Kunstlandschaft, als vielmehr auf den Wunsch und die Persönlichkeit des Auftraggebers
(Karl V.) zurück”.
Sin el entorno artístico de Augsburgo, sin la asimilación por Seisenegger del tipo de
retrato allí existente, el retrato de Carlos V no se hubiera pintado. Tampoco existe una
relación directa, como Froning supone, con los retratos de los miembros de la Orden del
Toisón de Oro. Estos personajes, con sus amplios ropajes, no eran adecuados como mode-
«EL CABALLERO CRISTIANO Y SU DAMA» 91
los. Sí existía, sin embargo, una influencia indirecta a través de los grabados de Maximiliano,
a los que todos los retratos de cuerpo entero de Augsburgo deben mucho. Ahora, como ya
se dijo, las representaciones del Toisón de Oro y los grabados de Maximiliano tienen
ambos su origen en la misma tradición caballeresca–cortesana–familiar.
100
D. Custos y W. KilianFuggerorum et Fuggerarum Imagines, 1618
101
Froning 1973, p. 55, opina que este motivo aparece por primera vez en retratos de
damas de Antonio Moro.
102
Müller-Hofstede 1967, pp. 38 y sgts., demuestra de forma convincente que la copia
de Rubens (Yorkshire, Inglaterra, Colección Privada) se basa en el primer retrato del
Emperador de Tiziano. Tambien Wethey 1971, II, L3, considera que el retrato en armadu-
ra y con espada es el primer retrato del Emperador de Tiziano.
103
Nº 5618 del inventario; compárese con Heinz y Schütz 1976, Nº 21 del Catálogo.
104
En el Inventario de Felipe II (Sánchez Cantón 1959, II, 367, 402) consta una serie
de retratos en miniatura de Felipe el Bueno, Carlos el Temerario y Felipe el Hermoso, así
como árboles genealógicos con retratos, que posiblemente proceden de la posesión de
Carlos V.
105
Compárese con Müller-Hofstede y Wethey, Op. Cit.
106
Publicado por Gronau 1904, Suplemento 13.
107
Wethey 1971, II, p. 21, nota 87, Nº 20 del catálogo.
108
Wethey 1971, II, p. 21, nota 88.
109
Wethey 1971, II, p. 38, L3, L4; Cloulas 1964, pp. 219-220.
110
Véase, nota 126.
111
Compárese, para lo dicho en pp. 64-68, mi artículo en prensa del AEA: «Carlos V y
el perro» y véase la «Introducción» del presente trabajo. Aparte de los retratos para la
familia imperial, se conservan los siguientes retratos de cuerpo entero de Tiziano: el lla-
mado Diego de Mendoza posterior a 1532 (Florencia, Palazzo Pitti); Francesco Maria
della Rovere c. 1536 (Florencia, Uffizi); Guidobaldo II della Rovere y su hijo (en parade-
ro desconocido); el Cardenal Madruzzo 1552 (São Paulo, Museo de Arte); Giovanni
Acquaviva, Duque de Atri 1552 (Kassel, Gemäldegalerie).
112
Otto 1964, Catalogo, No. 64
113
Ejemplares en formato tres cuartos de Carlos V con el bastón de mando: Detmold,
Colección W. Goepel (Rubens); Escorial, Salón de Audiencias (Pantoja de la Cruz);
Augsburgo, Colección Fugger-Babenhausen; Mantua, Palacio Ducal; Cracovia, Museo
Czartoryski; Innsbruck, Castillo de Ambras; Nueva York, Edward Fowls; Barcelona, Pa-
lacio de Justicia; Londres, Palacio de St. James; Valencia, Seminario del Corpus Christi;
Viena, Nationalbibliothek.
Ejemplares de cuerpo entero de Carlos V con el bastón de mando: Escorial, Biblioteca
(Pantoja de la Cruz); Toledo, Museo de Santa Cruz (Pantoja de la Cruz); Sevilla, Colec-
ción Duque del Infantado.
92 MARIA KUSCHE
114
Los siguientes autores aceptan que Tiziano pintó un retrato del Emperador con el
bastón de mando en formato de cuerpo entero: Justi 1889, p. 184; Beinert 1946, pp. 14 y
sgts. ; Burchard 1950, Nº 26. Los siguientes autores consideran que la versión original se
limitaba a un retrato en formato de tres cuartos: Fischel 1924, p. 326; Suida 1033, p. 46;
Tietze 1936, p. 170; Müller-Hofstede 1967, p. 58. Wethey 1971, II, p. 38, Nos de catálogo
L4 y L5, piensa que Tiziano pintó dos retratos con el bastón de mando en formato de tres
cuartos, uno de ellos en Bolonia en 1530 o 1533 y una repetición en Augsburgo en 1548.
Braúnfels 1956, p. 196, tiene tanto el tipo de cuerpo entero como el de formato de tres
cuartos como trabajos de taller basados en el retrato sedente de Augsburgo.Otto 1964, Nº
65 del catálogo.
115
Kusche 1964, pp. 98 y sgts. Véase tambien nota 114; Kusche, La Antigua Galería de
Retratos del Pardo II, 1991.
116
Sánchez Cantón 1959, II, p. 248, Nº 4109 (p. 319).
117
Zarco del Valle 1888, p. 236
118
Sánchez Cantón 1934, p. 69.
119
Argote de Molina 1582, en Simón Díaz 1964, p. 118.
120
El orden de los retratos en la Galería del Pardo resultó de la comparación de los
distintos inventarios del Pardo. Los resultados los he utilizado en mi trabajo sobre la re-
construcción de la Galería del Pardo en 1991.
121
Justi 1889, p. 181, considera que el cuadro de Yuste era el retrato con la espada,
aunque no existe ninguna base para esta suposición. En el inventario de Carlos V sólo
consta: “un retrato del emperador en tela, armado, fecho de mano de Tiziano” (Pinchart
1856, p. 229).
122
Pinchart 1856, p. 140, Inventario de María de Hungría, Nº 17: “El retrato del empe-
rador Carlos V, nuestro señor, en lienzo, armado con un bastón hecho por Ticiano.”. Los
retratos cuyo formato no se menciona expresamente son de formato tres cuartos. Compá-
rese con Sánchez Cantón 1959, p. 405, Nº 5249 (p. 489).
123
Sánchez Cantón 1959, II, p. 405, p. 489, N º 5249.
124
Me uno a la opinión de Müller-Hofstede 1967, p. 50. La copia de este retrato para
Doña Juana en las Descalzas Reales tiene 99 cm de altura.
125
Compárese con la nota 114.
126
Véase Beinert 1946, p. 11. Él deduce de esto que Amberger habría copiado la figura
de medio cuerpo del Emperador del retrato ecuestre que acababa de restaurar. Müller-
Hofstede 1967, p. 52, opina por el contrario que Amberger hizo una copia basada en un
retrato de Tiziano en formato de tres cuartos y preparó además un boceto de ese mismo
retrato de tres cuartos, con el fin de poderlo pintar en formato mayor o menor.
127
Kusche 1964, pp. 97 ss.
128
Compárese con la nota 117.
«EL CABALLERO CRISTIANO Y SU DAMA» 93
129
Müller-Hofstede 1967, p. 47, nota 67, considera que el retrato de Rubens es una
copia del retrato de tres cuartos de Tiziano, sin entrar en mayor detalle respecto a la
falta de la tira inferior.
130
Los dos cuadros estaban colgados en marcos dorados junto a los dos altares laterales
en la Iglesia Antigua (Francisco de los Santos). El retrato de Felipe II sería tambien una
copia de uno de Tiziano, ya que Antonio Ponz, que los vió todavía en 1733, señala “dos
excelentes retratos de más de medio cuerpo de Carlos V ya en su última edad, y Felipe II
aún joven, armados de hierro, que pintó con excelencia Pantoja de la Cruz.” El pintor
modificó el retrato del Emperador para que hiciera de pareja con el de Felipe II: desplazó
la ventana hacia la izquierda para que no se encontrase entre las dos figuras, separó el
yelmo del cuerpo del Emperador en concordancia con el retrato de Felipe, y añadió un
pretil para que correspondiera con el bufete transversal del retrato de Felipe II.
131
Kusche 1964, p. 97.
132
Ya en mi trabajo “Juan Pantoja de la Cruz”, 1964, pp. 98 y sgts., supuse que la
copia de cuerpo entero de Pantoja se basaba en un original de cuerpo entero de Tiziano,
que Pantoja no había agrandado un retrato tres cuartos de Tiziano. Me parecía y me
parece todavía imposible que Pantoja hubiese podido pintar un retrato en pie de esta
calidad. En sus propios retratos de figuras en pie, las piernas y la actitud de la parte
inferior del cuerpo tienen un aspecto débil e inestable. Los datos de Madrazo, Catálogo
del Prado 1872, p. 507, sobre una anotación de un retrato de Tiziano en el inventario de
Felipe II, me parecían confirmar mi opinión. Aúnque en el inventario de Felipe II publi-
cado en 1959 por Sánchez Cantón no consta ningún retrato de cuerpo entero del Empe-
rador, supuse que Madrazo podía haber visto esta anotación en alguno de los inventarios
paralelos tan frecuentes en los archivos españoles, y tanto más porque la ubicación del
cuadro por Madrazo en la “galería de afuera” falta en el inventario de Sánchez Cantón.
No he podido aclarar hasta hoy a qué inventario se refería Madrazo. En cualquier caso
me parece que los comentarios de Madrazo se ven confirmados por el fragmento de las
piernas, que sí consta en el inventario de Felipe II, Sánchez Cantón (II, p. 248, Nº 4109,
p. 319, que en aquel momento yo aún no había tenido en cuenta.
Müller-Hofstede en 1967, nota 103 a-c, no le convenció mi opinión de 1964 sobre la
existencia de un retrato de cuerpo entero del Emperador con el bastón de mando. Reco-
nozco que todavía no estaba suficientemente fundamentada. Espero haber podido contes-
tar ahora a sus objeciones con los razonamientos arriba expuestos.
133
Compárese con Froning 1973, p. 24.
134
Froning 1973, p. 28, que desconoce la existencia de un retrato de cuerpo entero de
Carlos V, concede al retrato de Felipe II la categoría de ejemplo y modelo que ante todo
tuvo el retrato de Carlos V.
135
Compárese con Kusche 1991.
136
Compárese con Froning 1973, pp. 48 ss.
137
Compárese con Kusche 1991.
138
Respecto a los retratos de la Emperatriz, véase la siguiente bibliografía: Gronau
1903, p. 281; Fischer 1906, pp. 87 ss.; Roblot-Delondre 1909; Roblot-Delondre 1913, pp.
50-64; Allende Salazar y Sánchez Cantón 1919, p. 35; Pelzer 1925, p. 45.; Glück 1933,
pp. 183 ss.; Scharf 1935, pp. 259-262; Tietze 1936, p. 172; Suida 1946, I, pp. 148-149;
94 MARIA KUSCHE
Beroqui 1946, pp. 61 ss.; Bialostocki 1954, pp. 109 ss.; Löcher 1962, pp. 60 ss.; Müller-Hofstede
1967, pp. 71 ss.; Panofsky 1969, pp. 184 y ss.; Wethey 1971, II, p. 37, Nº 53, L 4, L 20; Heinz
1976, p. 207.
139
Wethey 1971, L20, Nº 53.
140
Inventario de Carlos V, 1558, Archivo de Simancas, Contaduría Mayor, 1ª época, Legajo
1145, folio 2, publicado por Gachard 1855, II, pp. 90 ss., y por Pinchart 1856, p. 226
141
Versión abreviada del inventario de María de Hungría de 1555-1558, Archivo de Simancas,
Contaduría Mayor, 1ª época, Legajo 1017, publicado en Revista de Archivos VII, 1877, pp. 250-
252; Beer 1891, 8436, CLXIII.
142
Inventario de María de Hungría de 1555-58, Archivo de Simancas, Contaduría Mayor, 1ª
época, Legajo 1093, publicado por Pinchart 1856, pp. 127 ss. Beer 1691, XCV, considera que
este inventario es sólo una versión abreviada del anterior, y por eso no lo publica. Pasa por alto
que la lista de cuadros es mucho más detallada, es decir, que apunta todos los nombres de los
artistas.
143
Wethey 1971, L4
144
Panofsky 1969, p. 186.
145
Pérez Pastor 1914, XI, p. 364.
146
Inv. Nº 3990; versión de medio cuerpo en Ambras, Inv.Nº 8116. Existe una variante de
cuerpo entero en los depósitos de la Gemäldegalerie, Inv. nº 3426 .
147
Compárese con Fischer 1906, pp. 87 ss.; Glück 1933, p. 203; Bialostocki 1954, pp. 109
ss.; Löcher1962, pp. 60, 105.
148
Compárese con Plon 1887, pp. 19, 40, 45, 285; Gillmann-Proske 1956, p. 4.
149
Plon 1887, p. 19.
150
Löcher 1962, pp. 60, 105; Heinz/Schütz 1976, p. 207, Nº 176.78.
151
Bernis 1962, Figs. 120, 121.
152
Véase Kusche, La Antigua Galería del Pardo II, 1991.
153
Véase J.K.S.A.K. XI, p. XLVII, nº 6408, 6443; Glück 1934, pp. 192 ss.; Wethey 1971,
pp. 202 ss.
154
Sobre Sofonisba Anguissola, véase Kusche 1990.
155
Fuentes bibliográficas para Antonio Moro: Pinchart 1881; V. Loga 1908, Cuaderno 3;
Hymanns 1910; Marlier 1934; de Vries 1934; Friedländer 1936; Frerichs o. J. (alrededor de
1946); Woodall 1989.
156
Hoy, en esta edición española puedo añadir dos nombres más: Rolan Mois y Jorge de la
Rua -Jooris van der Straaten - .
157
F. Klauner 1961, p. 25, habla de la “presencia mágica” en los retratos de los Reyes,
refiriéndose particularmente a la escuela de retratos española del Siglo XVI en contraste a los
retratos de Tiziano y Moro.
«EL CABALLERO CRISTIANO Y SU DAMA» 95
FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA
ABREVIATURAS:
A.D.E. Archivo Documental Español, Real Academia de la Historia.
A.E.A. Archivo Español de Arte.
J.K.P.K. Jahrbuch der Königlich Preußischen Kunstsammlungen.
J.K.S.Jahrbuch der Kunsthistorischen Sammlungen in Wien.
J.K.S.A.K. Jahrbuch der Kunsthistorischen Sammlungen des allerhöchsten
Kaiserhauses.
M.k.k.Z. Mitteilungen der kaiserlich-königlichen Zentralkommission zur
Erforschung und Erhaltung der Baudenkmäler.
INVENTARIOS
Inventario de María de Hungría de 1555-58. Archivo de Simancas, Contaduría
Mayor, 1ª época, Legajo 1093. Publicado por Pinchart 1856, pp. 127-146;
Beer 1891, p. XCV
96 MARIA KUSCHE
BIBLIOGRAFÍA GENERAL:
Acker, G. K., “Ikonographische beschouvingen in verband met de 16e eeuve
gegraveerde portretten der Graven von Flanderen”, Oud Holland, Vol. 83,
1968
Allende Salazar, J., y Sánchez Cantón, F. J. Retratos del Museo del Prado,
Madrid 1919
Anglo, S., editado por Remy du Puy. La tryumphante et solemnelle entrée de
Monsieur prince de hespagnes en sa ville de Bruges, Bruselas (1515) 1975
Argote de Molina. “Descripción del Bosque y Casa Real del Pardo”, Libro de
la Montería, Sevilla 1582, en J. S. Díaz, Fuentes para la Historia de Madrid
y su Provincia, Vol. I. Madrid 1964
Baldass, L. v., “Die Bildnisse des Kaisers Maximilians”, J.K.S.A.K. XXXI,
Viena 1913-1914, pp. 247-277
Baldass, L. v., Der Künstlerkreis Kaisers Maximilians, Viena 1923
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LOCVS AMŒNVS 13, 2015 43 - 56
Resumen
La datación de los distintos retratos de la infanta María Teresa obra de Velázquez y
Martínez del Mazo puede precisarse a la luz de una serie de textos contemporáneos
de estas obras, especialmente referentes a ceremonias de bautismo de miembros de la
familia real. Al mismo tiempo, un análisis detallado de las circunstancias políticas de
la época hace posible una nueva interpretación simbólica de ellas. De la información
reunida aquí, se deduce que los retratos mencionados en 1653 por el embajador de
Venecia en Madrid serían la imagen de las mariposas y las copias de esta, mientras que
la serie de retratos que podríamos denominar «de Viena» habrían de retrasarse algunos
años, quizá hasta 1657.
Palabras clave:
infanta María Teresa; retratos; Velázquez; Martínez del Mazo; moda antigua española
Abstract
Keywords:
Infanta Maria Teresa; portraits; Velázquez; Martínez del Mazo; old Spanish fashion
44 LOCVS AMŒNVS 13, 2015 Luis Ramón-Laca Menéndez de Luarca
L
a infanta María Teresa (10 de septiembre Fine Arts de Boston, dicha copia es considerada
de 1638 – 30 de julio de 1683) fue la hija la enviada a Luis XIV desde Madrid, sin embar-
menor del rey Felipe IV y su primera go, la ficha del catálogo del Louvre nos informa
esposa, Isabel de Borbón. En 1660, María Te- de que la misma procedería del botín obtenido
resa contrajo matrimonio con Luis XIV, rey de en el Buen Retiro por las tropas francesas du-
Francia. Que sepamos, existen cuatro retratos rante la Guerra de la Independencia.
originales de ella aún como infanta de España,
tres de los cuales se encuentran en el Metro-
politan Museum de Nueva York y uno en el El retrato de la infanta niña
Kunsthistorisches Museum de Viena. Hay, ade-
más, copias de dos de estas obras en diferentes Este retrato, conservado en el Metropolitan
museos de América y Europa. En este trabajo, Museum (óleo sobre lienzo, 148 cm × 102,9
nos ocuparemos de la datación de dichos retra- cm, número de catálogo 43.101), se atribuye de
tos y sus copias, así como de su posible interpre- manera prácticamente unánime a Martínez del
tación simbólica1. Mazo, aunque, en 1827, se vendió en París como
Como cabe imaginar en el caso de obras obra de Velázquez (figura 1). Un siglo después,
que se deben a la mano de Diego Velázquez y dicho retrato era considerado todavía una copia
su yerno Juan Bautista Martínez del Mazo, son (realizada por Mazo) de un original perdido de
numerosos los especialistas que se han ocupa- Velázquez3. En la ficha del catálogo del Metro-
do de estudiar los retratos de la infanta men- politan Museum, la edad de la infanta se fija en
cionados2. Sin embargo, las opiniones de estos torno a los 7 años.
autores son, en muchos casos, completamente Hay que llamar la atención sobre el hecho
divergentes. Por ejemplo: unos creen que el re- de que el sillón que aparece en el retrato de la
trato con una serie de mariposas en el tocado infanta coincide con el que se ve en el del prín-
que se conserva en Nueva York podría fecharse cipe Baltasar Carlos que se conserva en el Mu-
hacia 1652-1653; otros, en cambio, creen que el seo del Prado (óleo sobre lienzo, 209 cm × 144
de Viena y sus copias son precisamente las obras cm, número de catálogo P01221) (figura 2).
mencionadas por Giacomo Querini, embajador Ello sugiere una conexión entre las dos pintu-
de Venecia en Madrid. De hecho, parece como ras. En efecto, ambas se atribuyen a la mano de
si la referencia a retratos de la infanta enviados Martínez del Mazo. Por cierto, el mismo tipo
de Madrid a Flandes en 1653 y una entrada del de sillón de brazos curvados puede verse en el
catálogo de la colección del archiduque Leopol- retrato que Velázquez pintó de la reina Isabel
do se hubieran asociado de forma errónea (ver de Borbón (207 cm × 119 cm, Nueva York, co-
infra). Asimismo, las fichas de los catálogos de lección privada).
los museos que albergan los originales o las co- Comparando las dos obras, parece como si
pias de estos presentan algunas contradicciones, el sillón que aparece en el retrato de Baltasar
como ocurre en el caso de la copia (del retra- Carlos se hubiera copiado del cuadro de la in-
to de Viena) que se conserva en el Museo del fanta —véanse las manchas rojas en los flecos,
Louvre: en la ficha del catálogo del Museum of las tachuelas abocetadas y cómo, al eliminar el
Retratos de la infanta María Teresa por Velázquez y Martínez del Mazo LOCVS AMŒNVS 13, 2015 45
Figura 1. Figura 2.
Retratos del príncipe Baltasar Carlos y la infanta María Teresa por Martínez del Mazo. Detalle del sillón en los retratos de Martínez del Mazo.
precisas del embajador Sagredo, en nombre de Sono stati per ordine di Palazzo inviati i Ri-
la reina madre de Francia, Ana de Austria —es tratti di Sua Altezza in Germania, et Fiandra,
decir, la hermana de Felipe IV—, de conseguir com’io esseguirò d’ispedire il terzo in Fran-
un retrato de la infanta13. Según se desprende de cia, subito che mi sia dato un poco di scanso
la correspondencia de Querini, este convenció da questi accuti dolori di gotta.
a D. Luis de Haro de honrarle con dicha pintu-
ra, lo que indudablemente suponía un proble- En una nueva carta fechada el 21 de enero de
ma para el segundo. Siendo Francia en aquella 1654, Querini afirma haber enviado el retrato en
época enemiga declarada de España, la reina el correo de Flandes:
madre de Francia utilizó una vía indirecta de
aproximación a través del embajador de Venecia Per non tenere migliori occasioni, hò consi-
en Madrid. Con la habilidad que sabemos le ca- gnato al corriere di Fiandra il Ritratto della
racterizaba, D. Luis dio a entender que fingiría Signora Infanta, in luogo del quale anda-
ignorar el origen de la orden, por ello no podría rebbe di tutta voglia in Francia l’originale;
rechazar una petición del embajador de Vene- mantenendosi nell’Altezza sua quell’affetto,
cia. D. Luis sugirió asimismo que, una vez que che naturalmente li proviene dal sangue, e dà
«Velasco» (sic, por Velázquez) hubiera pintado una particolare propensione, che professa
el retrato, este se podría copiar: alla Maestà del Rè suo Germano; mà conti-
nuandosi nell’incertezza d’altra posterità, le
Riceuo precisi comandi dall’Eccmo: Sigr ragioni di stato vinceranno quelle d’una ge-
Ambascre Sagredo in Francia per un Ritratto nerosa inclinatione.
della Sigra: Infanta, dimandatole da Brienne
per nome della Regina Christianissima. Io Aunque el destino final de la pintura no está
hò persuaso il Sigre. D. Luigi ad honorar- claro en la carta anterior, Querini menciona, a
mene, quale doppo molte reppliche disse, finales de marzo, un retrato enviado meses antes
che non si poteua negare questo fauore ad a Francia:
un Ambascre della Republica, mentre non
voleua sapere, chi me l’hauesse ricercato. Il Non credo già, che siano per alterarsi le
Quadro si farà per mano di Velasco pittore commissioni di cotest’Eccmo. Senato, im-
del Rè, et con l’ordinaria paga di 50 Reali, si partitemi in più Ducali, sopra la beneficatio-
manderà in Parigi. ne delle spese de’ concieri di casa, e ritratto
della Sigra. Infanta mandato già mesi sono in
El 15 de octubre, Querini subrayaba con di- Francia, mentre presente, che gl’Eccmi. Si-
plomacia que el retrato solicitado desde Francia gnori Regolatori alla Scrittura non lasciano
solo podría utilizarse para adornar una galería, levar i mandati nelle spese predette, si che in
haciendo ver con ello la imposibilidad de un tal forma li decretti della Sertà: Vrã restano
matrimonio extranjero de la infanta, en aquel inosservati con notabile descapito degl’Am-
momento, la heredera natural de la Corona de bascri. Anche l’Eccmo. Sigre: Ambascre:
España, a falta de la ansiada (por Felipe IV) su- Sagredo nuovamte mi commanda da parte
cesión de varón: della Regina Christianissma: che in audienza
espressa dimandi al Rè Quindici Ritratti di
Aggionsi in ultimo l’obligo, che tenevo di Casa d’Austria conforme ad una misura in-
Francia per il Ritratto della Siga: Infanta, an- viatami. Io l’ho prontamente obbedito, et il
corche Eccmi. SSri: questo sarà un Quadro, Rè con faccia allegra dimostrò il gradimento
che non servirà ad altro, che ad abbellire una per questa instanza, et mi rispose le formali
Galleria, et adornare una stanza, mentre va- parole: Godo molto di quello mi rappresen-
nità grande è quella di meditare, che l’herede tate per parte di mia sorella, e ricevo conten-
della Monarchia possa casarsi in altri paesi, to, che tenga memoria di queste cose, che
che nelle Spagne. Io ringratio poi con tutta passano per di quà; però potrette scrivere in
vera humiltà l’EE. VV. che non mi vogliano Francia, ch’hò dato l’ordine, acciò che subi-
aggravare di questa spesa, non potendo certe to siano principiati. Ancora il Sigr: D. Luigi
sopportare l’estraorde. m’obbligò di far rifferire alla Maestà della
Regina, che lui sommamte: si rallegrava di
En diciembre —la siguiente carta está fecha- questincontro, per maggiormente conferma-
da el dia 17 de este mes—, se mandaron desde re la sua vera devotione, et ossequio.
Madrid dos copias del retrato a Alemania y
Flandes. Una tercera copia se enviaría tan pron- En la misma carta, Querini se refiere a una
to como Querini se recuperara de un doloroso nueva petición de la reina madre de Francia, que
ataque de gota: esta vez consistía en quince retratos de miem-
48 LOCVS AMŒNVS 13, 2015 Luis Ramón-Laca Menéndez de Luarca
L’Eccmo: Sigre: Ambasre: Sagredo mi scri- Gracias a una carta fechada el 16 de octubre,
ve da Parigi, de la Regina Christma: l’have- sabemos que el retrato del joven Luis XIV hizo
va ricercato per altri quattro Ritratti di casa las delicias de la infanta, que buscaba siempre
d’Austria, io li hò dimandati al Sig. D. Luigi, una excusa para verlo:
quale m’ha permesso di mandarli a copiare
in Palazzo, et verte habbiamo trovato d’ac- La Signora Infante va mendicando pretesti,
cordo un bel trattenimto. per divertire l’Am- e passeggiando per le stanze di Palazzo per
bascre., et accrescere la spesa, senza profitto solo vedere il Ritratto del Rè di Francia, che
all’Eccze: Vre:. in attitudine bizzarra, et in habito di Soldato
vince senza combattere, e dubito che habbia
Un año después, a comienzos de octubre de di già superato il cuore di questa bellissima
1655 —la carta está fechada en el día 9 de dicho Principessa.
mes—, Felipe IV recibió como regalo diez retra-
tos de la casa de Francia: Pero aún pasaría otro año hasta que un re-
trato en miniatura de Felipe IV fuera enviado a
Hò presentato questa settimana alla Maestà París —este aparece citado en una carta fechada
del Rè li dieci Ritratti, che dalla diligenza el 4 de octubre de 1656:
dell’Eccmo: Sigre: Ambascre: Sagredo mi fu-
rono spediti di Francia. Il Rè hà mostrato di Le hà però la generosità del Rè inviato à Pa-
gradirli in estremo, dicendomi, che s’haveva rigi il suo Ritratto circondato tutto di dia-
50 LOCVS AMŒNVS 13, 2015 Luis Ramón-Laca Menéndez de Luarca
manti molto grandi, ascendente, per quello gavardina de ricas telas de oro, y plata passa-
divulgano, sopra 12m Scudi. da, con lucidíssimas labores, y guarniciones
costosíssimas; con otros tantos sombreros
Si los tres retratos de la infanta fueron envia- de camino adornados de vistosos penachos23.
dos entre 1653 y 1654, no parece probable que
los de Viena o Boston fueran enviados en la mis- Como hemos visto anteriormente, la infanta
ma época, puesto que estos últimos presentan utilizó este tipo de vestido rico en ceremonias
la imagen de una infanta ya madura. En reali- públicas, como, por ejemplo, los bautismos de
dad, la entrada del catálogo (número 390) del sus hermanos. Rodrigo Méndez Silva nos infor-
archiduque Leopoldo, que se refiere sin duda ma de que, en el bautismo del príncipe Felipe
al retrato de Viena —véase la referencia a dos Próspero, celebrado en la capilla real del Alcá-
pequeños relojes y a una cortina verde—, fija zar el 15 de diciembre de 1657, la infanta, que
únicamente un terminus ante quem para su fue de nuevo la madrina, llevó un vestido de tela
ejecución21: encarnada y blanca:
390. Un retrato al óleo sobre lienzo de la In- Después de la silla (en la que iba el Príncipe),
fanta de España a tamaño natural. De su cin- venía la Sereníssima Infanta Doña María Te-
tura cuelgan dos relojes pequeños y a un la- resa de Austria, en cuerpo, con tanta gallar-
do hay una mesa con un tapiz verde. En un día, hermosura, y belleça, que suspendía las
marco desnudo, de 9 palmos y 9 dedos y me- atenciones de todos, vestida con una nueva,
dio de altura y 6 palmos y 1 dedo y medio de y curiosa tela encarnada y blanca; que pare-
anchura. Original del pintor de Su Majestad cía aludía el ser por una parte purpúrea rosa
el Rey de España (Ein Contrafait von Öhl- castellana; y por la otra, cándida azuzena de
farb auf Leinwath der Infantin von Spanien Francia24.
lebensgross, ah ihre Seithen hangen zwey
kleine Vhrl vnndt auff einer Seithen ein Taf- La mención de la azucena o flor de lis puede
fel mit einem grünen Töpich. Vff einer blin- entenderse como una alusión a su madre Isabel
den Ramen, hoch 9 Spann 9 ½ Finger vnndt de Borbón, pero era también, muy probable-
6 Spann 1 ½ Finger braidt. Original von Ihr mente, una referencia deliberada a la posibilidad
Majestät des Königs in Hispania Mahler22. de un matrimonio francés. De hecho, tras su
muerte, María Teresa es citada de nuevo como
Teniendo en cuenta que la colección del ar- «la púrpura hermosíssima de una rosa castellana
chiduque Leopoldo viajó a Viena en 1658, pa- en el ameno campo de los franceses lirios»25. Es
rece probable que el retrato se pintara antes de necesario llamar la atención aquí sobre el he-
aquel año, quizá en 1657. En efecto, cabe la po- cho de que los embajadores en Madrid asistían
sibilidad de que, entre finales de 1656, la última normalmente a los bautismos de miembros de
fecha en la correspondencia de Querini, y 1658, la familia real, de modo que una imagen de una
se enviara a Viena o a Flandes un nuevo retra- de aquellas celebraciones se entendería perfecta-
to de la infanta. En la misma época, se enviaron mente tanto en París como en Viena.
asimismo imágenes de sus hermanos Margarita El nacimiento de un varón, Felipe Próspero,
y Felipe Próspero, de los que no se ha encontra- abrió las puertas a un matrimonio de la infanta
do tampoco ningún registro documental. con el emperador o el rey de Francia. Finalmen-
Por otra parte, trajes ricos bordados en plata te, Luis XIV fue el candidato elegido, lo que
como el que puede verse en el retrato de Viena, significó a la postre la firma del Tratado de los
incluso en el caso de la familia real, no eran co- Pirineos y, con él, la paz entre Francia y Espa-
rrientes en la época, ni siquiera tratándose de la ña. Pero sabemos que el equilibrio entre la casa
infanta. Sabemos que, en 1660, para su boda en de Habsburgo y la casa de Borbón fue extrema-
Fuenterrabía, ella llevó consigo 23 vestidos, pero damente delicado y supuso grandes quebrade-
solo dos de ellos estaban bordados en oro y plata: ros de cabeza para Felipe IV. Por este motivo,
el énfasis en unos colores u otros no puede ser
En estos [doze cofres grandes] yvan reparti- casual, ni en las relaciones de la época ni en los
dos veinte y tres vestidos de la señora Reyna retratos de la infanta. El blanco y el encarnado
de Francia, de diferentes colores, y bordadu- (rojo) simbolizaban a la familia Habsburgo,
ras […], dos de los quales eran de tela fina, como queda claro en la relación del bautismo
con bordadura de oro y plata, y los demás, del príncipe Baltasar Carlos:
aunque no eran de oro, y plata sus borda-
duras, lo estavan de talco, y con artificios Yva a la mano yzquierda de la silla el señor
extraordinarios, todos de buen gusto. Cada Conde de Olivares descuvierto, con un
vestido tenía su manteo, pollera, capotillo, y ropón de tela de plata blanca, con una falda
Retratos de la infanta María Teresa por Velázquez y Martínez del Mazo LOCVS AMŒNVS 13, 2015 51
Es de una blancura que no se puede expresar, En el caso del Buen Retiro, el inventario in-
ojos penetrantes y vivos, la boca bella. En cluye una copia de Ranc de una imagen de la
cuanto a los dientes, no sabría decir, ya que infanta cuyas medidas casan bastante bien con
la conversación ha sido demasiado corta para el de Viena (aproximadamente, 105 cm × 85 cm):
poderlos ver, y tampoco de la altura, ya que
la altura de los chapines y un guardainfante (229) Retrato en bosquejo copia del mismo
tan grande como dos medidas (de tela) pue- autor [Ranc] de la Infanta doña María Teresa
den fácilmente esconderla, habiéndola visto vara y quarta de alto vara de ancho31.
solo entrar y salir del salón de comedias. Me
ha parecido muy independiente, el tono de Se encuentran referencias a vestidos utili-
voz agradable, los cabellos de bello color, y a zados por la infanta en varias relaciones de las
fin de acabar con un bello retrato que pueda ceremonias que tuvieron lugar en Fuenterrabía
satisfacer a Vuestra Eminencia, le aseguraría durante el verano de 1660, entre ellas, su boda
que es el perfecto parecido de la Reina.]28 por poderes. Mademoiselle de Montponsier
refiere que María Teresa vistió para la ocasión
Se encuentra una referencia a un retrato de un traje de satén blanco bordado con pequeños
la infanta en El lirio y la azucena, obra de Pedro nudos de franjas de plata y, según la costumbre
Calderón de la Barca estrenada en 1660 para ce- de España, piedras falsas cuya pobreza se com-
lebrar la firma del Tratado de los Pirineos y la pensaba con mucho oro. Según Montponsier, la
boda entre María Teresa y Luis XIV. infanta llevaba una peluca:
Uno de los personajes principales de la tra-
ma es el Rey 1.º, que es representado por el L’infante le suivoit seule, habillée de satin
mismo actor que encarna el papel de Clodo- blanc, en broderie de petits noeuds de lames
veo (Clovis) —alusión a la historia antigua de d’argent, at parée à la mode d’Espagne d’as-
Francia—. Calderón especifica incluso que este sez vilaines pierreries; il y avoit beaucoup
personaje debe vestir a la francesa. Mientras que d’or; [elle étoit] coiffée de faux cheveux32.
el Rey 1.º, es decir, un trasunto de Luis XIV, se
divierte contemplando un retrato, la Paz le ex- En la conferencia que tuvo lugar en la isla de
plica que el retrato representa a la infanta, la hija los Faisanes, María Teresa vistió de satén bor-
del Rey 2.º, que, sin duda, evoca a Felipe IV. Por dado en azabache, con flores de lis. En aquella
si hubiera alguna duda, Calderón menciona el ocasión, llevó su magnífico pelo rubio al aire:
nombre de la infanta, que no podía ser otro que
María Teresa: La [jeune] reine avoit une robe de satin blanc
en broderie de jais, dont les lisières étoient
[…] el candor del ampo sutil des fleurs de lis; elle étoit coiffée de ses che-
sonroseó la mezcla de nieve y carmín. veux; ce qui lui seyoit fort bien; car ils sont
Aquí, en prisión el cabello, d’un beau blond33.
aun no desdeña el lucir.
Allá menos dócil, rayos mil a mil Es así como la infanta se nos muestra en un ta-
esparce en diluvios de peinado ofir. piz cuyo cartón dibujó Charles Lebrun34. Su ima-
Aquí son su cuello y su talle gen completamente diferente como reina de Fran-
una coluna gentil. cia, que puede verse en retratos realizados a partir
Allá torre en quien se ven competir de 1660, queda fuera del ámbito de este trabajo.
el mármol bruñido, torneado el marfil.
Aquí es cada mano blanca flor de lis29.
Interpretación simbólica
Cabe la posibilidad de que Calderón se refie- de los retratos de la infanta
ra aquí al retrato de Viena o a una de sus copias,
que pudo haber visto en el Alcázar o en el Buen La información reunida hasta aquí permite
Retiro. En este sentido, es interesante resaltar proponer una posible interpretación simbólica
que varios retratos de la infanta, uno de ellos de la serie de retratos de María Teresa. En este
atribuido a Velázquez, aparecen mencionados sentido, los más complejos son, sin duda, el de
en el inventario de la colección real elaborado las mariposas y el de Viena, ya que el de la in-
en 1772: fanta niña puede interpretarse como un retrato
de luto por la muerte de su madre Isabel de Bor-
(159) Un retrato de la serenísima Infanta bón, y el de la infanta jovencita, como su primer
doña María Teresa Reyna de Francia de dos retrato oficial, quizá relacionado con su primera
varas y media de alto y siete quartas de an- aparición pública con motivo del decimocuarto
cho original de Velázquez30. cumpleaños de la reina Mariana de Austria.
Retratos de la infanta María Teresa por Velázquez y Martínez del Mazo LOCVS AMŒNVS 13, 2015 53
Sin duda, en lo que se refiere a la interpre- redero varón. La advertencia que Querini hacía
tación simbólica de los retratos de la infanta, la en octubre de 1653, en el sentido de no conside-
mayor dificultad se plantea en el caso del retrato rar la menor posibilidad de un matrimonio de
de las mariposas. Hasta el momento, se ha que- María Teresa fuera de España (ver supra), cobra
rido ver en ellas solo un motivo decorativo, sin todo su sentido aquí —precisamente, el retrato
tener en cuenta la perspectiva de la denomina- remarca las responsabilidades regiopolíticas de
da «estética de la recepción». Téngase en cuen- la infanta—. En diciembre de 1656, Jerónimo
ta que, tanto la pintura de las mariposas como Barrionuevo se refiere todavía, en sus Avisos,
la de Viena, se enviaron a Alemania, Flandes y al importante papel que ella desempeñaba en la
Francia para dar a conocer la imagen de la in- corte de Madrid:
fanta a sus posibles candidatos al matrimonio,
el emperador, Luis XIV e incluso el archiduque Dícese que la señora Infanta mayor habló
Leopoldo Guillermo. Como ya hemos visto, el los días pasados a su padre muy cuerda y
motivo de las mariposas derivaría del emblema ajustadamente sobre todo esto que está su-
xxx de las décadas de Solórzano. Sabemos tam- cediendo, que tiene brío y valor para todo y
bién que la infanta estaba ligada simbólicamente que quedó el Rey admirado y pensativo de
a Júpiter o, más concretamente, a la mente de lo que había oído36.
Júpiter, por lo menos desde 1648. Por tanto, en
mi opinión, tendría sentido proponer una lectu- Parafraseando a Simon Schama, como en el
ra regiopolítica, en términos de Solórzano, del caso de los retratos de Luis XIV por Lebrun, en
tocado de la infanta, según la cual las mariposas los que no es posible establecer una diferencia-
sin pintar representarían la actitud lógica que se ción clara entre la imagen y la realidad política,
espera del gobernante, a saber, ocuparse única- tampoco podría establecerse una diferenciación
mente de asuntos importantes: similar en los de la infanta37. En términos de
Schama, el retrato de las mariposas remarcaría
[…] Para poner esta verdad en la considera- el linaje real de María Teresa mediante la ecua-
ción de los Príncipes, dispuse este Emble- ción «Júpiter-la mente de Júpiter (Felipe IV-la
ma, que persuade, que los Grandes se han infanta María Teresa)». Es decir, al igual que
de ocupar en lo grande, sacado de la mor- los retratos de Luis XIV, los de la infanta serían
dacidad de Momo (Momus Alberti Florent. alegóricos. Si el de las mariposas subrayaba sus
lib. I), a imitación de Luciano, el qual en un responsabilidades regiopolíticas, el retrato de
Diálogo cuenta, o introduze a Iúpiter, que Viena la presentaría, en cambio, como una joven
con grande cuidado dorava las alas de las casadera, en un mensaje destinado al emperador
Mariposas, matizándolas de diferentes colo- y, quizá por implicación, también a la reina ma-
res, olvidando entretanto otros cuidados, y dre de Francia. En efecto, parece poco probable
negocios, con que irónicamente exclamava que una escena tan cuidadosamente dispuesta
contra él, ó[h] grande en lo grande, dándo- como la del retrato de Viena pudiera haberse
nos con esto ocasión de persuadir a los Prín- concebido en 1653, cuando Felipe IV no tenía
cipes, que eviten las burlas; y pues la fortuna ninguna intención de casar a su hija fuera de
les ilustró con tantos títulos, procuren tanto España. Sin embargo, cabe interpretar el pre-
más emplearse en cuidados dignos de su ofi- dominio del blanco en este último retrato como
cio, y dignidad [...] porque Iúpiter algunas una alusión a un posible matrimonio francés de
vezes esparciendo las nuves, no sólo parece María Teresa.
que pinta en ellas centauros, cavallos, y otras
cosas semejantes, como si se empleara en el ***
exercicio de Pintor, y dexando tal vez la li-
gera carroza, en que passea, governando el Más allá de su contenido regiopolítico, el em-
cielo, y tierra, y formando semejantes vani- blema xxx de Solórzano incluye una interesante
dades, se sienta como los niños, que jugando comparación entre la creación divina y el arte de
pintan en el arena35. la pintura y del teatro:
Según esta interpretación, el retrato de las Teodoreto [...] dize que los que acusan a
mariposas encerraría un mensaje destinado a Dios porque crió los animalejos imperfectos,
la reina Ana de Austria, la cual se vería obliga- como mosquitos, pulgas y otros semejantes,
da a admitir que la infanta —la heredera de la se parecen a los que ignorando los primores
Corona de España a falta de un príncipe— se del Arte de la pintura, culpan al Artífice por-
debía a los asuntos del Reino de España y, por que no matizó toda la tabla de colores her-
tanto, el matrimonio con Luis XIV era inviable, mosos y claros, quando él los fue colocan-
al menos mientras no hubiera en Madrid un he- do en sus partes, con próvida distribución
54 LOCVS AMŒNVS 13, 2015 Luis Ramón-Laca Menéndez de Luarca
Adornose también con la noticia de sagra- En este pasaje de carácter alegórico, Gra-
das y humanas letras, y otras cosas impor- cián sitúa en el mismo plano literatura y pin-
tantes, para fecundar la mente con todo tura —«plumas sus dorados remos y las ve-
linage de erudición y noticia universal de las lienzos»—. En palabras de Lía Schwarz,
las artes. [...] Era también familiar y ami- en el siglo xvii, pintura y poesía «iban de la
go de los poetas y de los oradores, porque mano»41. Lo mismo puede decirse en el caso
de semejantes ingenios recibía ornamento del retrato de las mariposas y del emblema de
grande para sus composiciones39. Solórzano.
Retratos de la infanta María Teresa por Velázquez y Martínez del Mazo LOCVS AMŒNVS 13, 2015 55
1. Este trabajo ha sido posible gra- ra Infanta de España D. Margarita 21. Según el confesor de la infanta,
cias a la financiación recibida del Maria de Austria, en veinte y cinco esta siempre llevaba consigo un
MINECO, por medio del proyecto de iulio de mil seiscientos y cincuenta reloj que marcaba la hora de la
de investigación La ebanistería en y un años, dia del glorioso apostol plegaria: «[...] forçada solamente
el Monasterio de El Escorial. Siglos Santiago, unico patron de España, se permitía à dichas recreaciones,
xvi y xvii, ref. HAR2008-02605. Madrid, Julián de Paredes, 1651. y con tiempo determinado, que
señalava el relox, que siempre traìa
2. Pueden encontrarse excelentes 12. Gabriel Bocángel, La perla consigo, y que le dava el punto que
compilaciones de referencias de dos orientes: Descripción del las avia de dexar, y retirarse à sus
bibliográficas sobre los retratos felicísimo nacimiento y ostentoso santos exercicios» (J.B. de Soria
estudiados aquí en las fichas de los baptismo de la Serenísima Señora (1684), Breve historia de la vida, y
catálogos digitales del Metropolitan Margarita de Austria, ms. 8333, f. virtudes de la muy augusta, y vir-
Museum, de Nueva York, y del 16v.-17r., Madrid, Biblioteca tuosa princesa doña María Teresa
Museum of Fine Arts, de Boston. Nacional. de Austria, Infanta de España, y
Para el retrato de la infanta niña, Reina de Francia, Madrid, Julián de
ver <http://www.metmuseum.org/ 13. C. Justi (1888), Diego Velaz- Paredes, f. 12r.-12v.).
collection/the-collection-online/sea quez und sein Jahrhundert, Bonn,
rch/437046?rpp=30&pg=1&ft=infa Verlag Friedrich Cohen, vol. 2, 22. «Kumshistorische Sammlun-
nta&pos=2&imgno=0&tabname=o p. 399. gen des Allerhöchsten Kaiser-
bject-information> ; para el retrato hauses —Wien—», Jahrbuch der
de las mariposas, ver <http:// 14. J. Portús (1992), «Entre el di- Kunsthistorischen Sammlungen
www.metmuseum.org/collection/ vino artista y el retratista alcahuete: des Allerhöchsten Kaiserhauses, 1
the-collection-online/search/437 El pintor en la escena barroca es- (1883), p. cxxxv.
870?=&imgno=0&tabname=obje pañola», p. 189, Espacio, tiempo y
ct-information> ; para la copia del forma, serie vii, Historia del arte, 23. Primera parte de la relación de
retrato de Viena que se conserva en 5, p. 185-210. las reales disposiciones, y magestuo-
Boston, ver <http://www.mfa.org/ sos aparatos, con que su Magestad
collections/object/infanta-maria- 15. L. Mateu y Sanz (1658), Dé- se ha servido hazer jornada a la
theresa-31928> , y para la que se cada tercera de los emblemas de Provincia de Guipuzcoa, a entregar
conserva en París, ver la base de Don Iván de Solórçano Pereyra, a la Serenísima señora Doña María
datos digital Joconde. Valencia, Bernardo Nogués, p. Teresa Bibiana de Austria, su hija,
396-397. Parece más probable que al Christianíssimo Luis Dezimo-
3. W.W.S. Cook (1924), «Spanish Velázquez tomara el motivo de la quarto de Francia, su esposo, Sevi-
and French Paintings in the Leh- obra de Solórzano que del Giove lla, Juan Gómez de Blas, 1660.
man Collection», p. 55-6, Art Bu- pittore de farfalle, Mercurio e la
lletin, núm. 7 (diciembre), p. 51-70. Virtù, obra relativamente conocida 24. R. Méndez Silva (1658), Glo-
en la actualidad de Dosso Dossi riosa celebridad de España en el
4. G. de Haro y Avellaneda que se conserva en el castillo de feliz nacimiento, y solemníssimo
(1645), Pompa funeral honras y Wawel (Cracovia). Cabe incluso bautismo de su deseado príncipe D.
exequias en la muerte de la Alta la posibilidad de que Velázquez Felipe Próspero, Madrid, Francisco
y Catolica Señora Doña Isabel de hubiera podido ver la obra de Nieto de Salcedo, f. 18v. En el bau-
Borbon, Madrid, Diego Diaz de la Dossi en Venecia, ya que esta se tismo del príncipe Baltasar Carlos,
Carrera, p. 14. documenta aún en 1659 formando su madrina la infanta María, des-
parte de la colección Widmann. M. pués reina de Hungría, vistió tam-
5. G. de Haro y Avellaneda, Pirondini (1999), Luca Ferrari, bién una saya de tela encarnada y
Pompa funeral…, op. cit., p. 20. Reggio Emilia, p. 114, lo considera blanca: «Tras la silla venía la señora
un tema bastante raro en la pintura Infanta Reyna de Ungría, con saya
6. W.W.S. Cook, «Spanish and italiana. entera de tela encarnada y blanca,
French Paintings in the Lehman con verdugado, avanino, y gorra
Collection», op. cit., p. 54. 16. Utilizo aquí la edición de 1653: con plumas blancas y encarnadas
J. de Solórzano, Emblemata cen- [...]».
7. A.L. Mayer (1913), «Zu den tum regio politico, Madrid, p. 227.
Bildnissen der Infantin Maria 25. J. Xento y Rivera, censura,
Theresa», en: Kleinen Velazquezs- 17. Ver H. Zimmerman (1905), fechada en 1684, de la obra de J.B.
tudien, Múnich, p. 39-50, citado «Zur Ikonographie des Hauses de Soria, Breve historia de la vida,
por W.W.S. Cook, «Spanish and Habsburg», Jahrbuch der kunsthis- y virtudes de la muy augusta, y
French Paintings in the Lehman torischen Sammlungen des allerhö- virtuosa princesa doña María Tere-
Collection», op. cit., p. 55, n. 2, y chsten Kaiserhauses, núm. 25 (4), p. sa de Austria, op. cit.
J. Portús (ed.) (2013), Velázquez 185-190, y W.W.S. Cook, «Spanish
y la familia de Felipe IV, Madrid, and French Paintings in the Leh- 26. R. Méndez Silva (1651), Ver-
Museo Nacional del Prado, p. 114. man Collection», op. cit., p. 57-61. dadera relacion del nacimiento y
baptismo de la Serenissima Infanta
8. G. Bocángel (1648), El nuevo 18. J. Brown (1986), Velázquez. D. Margarita Maria de Austria,
Olimpo, Madrid, Diego Díaz de la Pintor y cortesano, Madrid, Alian- hija de los Reyes nuestros señores
Carrera. za, p. 218. Don Phelipe IIII y Doña Maria
Ana, Madrid, Julián de Paredes,
9. J. Portús (ed.), Velázquez y la 19. A. Gallego y Burín (1960), f. 16v.
familia de Felipe IV, op. cit., Estudios sobre Velázquez y su obra,
p. 114. Madrid, Ministerio de Educación 27. En los retratos de la infanta
Nacional, p. 534. Margarita, la combinación de rojo
10. Velázquez Digital, doc. 375. y blanco apuntaba hacia la posi-
20. Velázquez, catálogo de la bilidad de un matrimonio con el
11. Relacion de lo sucedido en el exposición celebrada en el Grand emperador, que finalmente se llevó
baptismo [sic] de la serenissima Seño- Palais, París, 2015, p. 330. a cabo.
56 LOCVS AMŒNVS 13, 2015 Luis Ramón-Laca Menéndez de Luarca
28. Mémoires du Mareschal de bía, y forma de los desposorios, que early Renaissance, University of
Gramont, París, Aux Dépens de la en aquella ciudad se celebraron Michigan Press, p. 33.
Compagnie, 1717, vol. 2, p. 214. entre la Sereníssima Señora D. Ma-
ría Teresa, Infanta de España, y el 36. A. Paz y Mélia (ed.) (1893),
29. Versos 1030-1080 en la edición Christianíssimo Luis Decimoquarto Avisos de D. Jerónimo Barrionuevo
de Victoriano Roncero (2007), El de Francia, Sevilla, Juan Gomez de (1654-1658), Madrid, Imprenta y
lirio y la azucena, Pamplona, Uni- Blas, 1660, f. 7. Fundición de M. Tello, p. 115.
versidad de Navarra.
34. El tapiz se conserva, junto 37. S. Schama (1986), «The domes-
30. Reconocimiento de las pinturas con otro tapiz que representa la tication of majesty: Royal family
de S.M. que se hallan colocadas en boda de Luis XIV y la infanta, en portraiture, 1500-1850», p. 157, 159
su real Palacio de Buen Retiro que el gran salón de la residencia del y 164, Journal of Interdisciplinary
antes fueron de la dotación del de embajador de Francia en Madrid History, XVII (I), p. 155-183.
Madrid, 1772, vol. viii (9), (<http://www.ambafrance-es.org/
p. 63-64. Tapices-de-los-Gobelinos>) . 38. L. Mateu y Sanz, Década ter-
cera…, op. cit., p. 403-404.
31. Reconocimiento de las pinturas 35. L. Mateu y Sanz, Década ter-
de S.M., op. cit., p. 72. cera…, op. cit., p. 399-402. Aunque 39. A. Palomino (1724), El Pár-
Solórzano afirma haber tomado naso español pintoresco laureado,
32. «Mémoires de Mlle. de Mont- este tema del Momo de Alberti, a tomo iii, Madrid, Vda. de Juan
pensier», en Joseph Fr. Michaud imitación de Luciano, hoy sabe- García Infançon, p. 324.
(1838), Nouvelle collection des mos que el autor del diálogo, en el
mémoires pour servir à l’histoire de que la Virtud recrimina a Júpiter 40. Velázquez Digital, doc. 496.
France, París, Éditeur du commen- malgastar su tiempo pintando las Esta parte de El Criticón fue publi-
taire analytique du code civil, alas de las mariposas, fue escrito cada en 1657.
vol. 4, p. 352. por el propio Alberti hacia 1430.
De hecho, dicho diálogo se con- 41. Lía Schwarz (2004), «Lin-
33. En su boda, «la señora Infanta virtió en una de las falsificaciones guistic and pictorial conceits in
[fue vestida] de raso blanco, riquís- más exitosas del alto renacimiento, the Barocque: Velázquez between
simamente bordado de flores de pasando por obra auténtica de la Quevedo and Gracián», p. 281, en
Lis», Segunda parte de la relación antigüedad, probablemente con la F.A. de Armas (ed.), Writing for
diaria del itinerario que su Mages- connivencia del propio Alberti. D. the eyes in the Spanish golden age,
tad ha seguido desde que salió de Marsh (1933), Lucian and the la- Lewisburg, Bucknell University
Madrid, hasta llegar a Fuenterra- tins: Humor and humanism in the Press, p. 279-299.
GRADO EN HISTORIA DEL ARTE
El retrato en España
en la Época Moderna.
Los Austrias.
TRABAJO DE FIN DE GRADO
Trabajo realizado por Virginia Benítez Martín
Dirigido por la profesora Clementina Calero Ruiz
CURSO 2014-2015
El retrato en España en la Época Moderna. Los Austrias.
1.- Introducción.
2.- Objetivos
3.- Metodología
4.3.5.- Tipologías.
4.3.5.2.- Doméstico.
4.3.5.3.- Fúnebre.
4.3.5.4.- Ecuestre.
1
4.3.5.5.- Infantil.
4.3.5.6.- Femenino.
4.3.6.1.- Mesa.
4.3.6.2.- Cortina.
4.3.6.3.- Espejo.
4.3.6.4.- Perro.
4.3.6.5.- Columna.
4.3.6.6.- Corona.
4.3.6.7.- Silla.
4.3.6.8.- Reloj.
4.3.6.11.- Orbe.
5.- Conclusiones.
6.- Bibliografía.
2
1.- Introducción.
3
Los monarcas egipcios tampoco vivieron ajenos al desarrollo del
retrato personal, aunque no abandonaron el bajorrelieve, cuya factura era
más costosa. Estas obras, aunque reales, cultivaban una imagen ideal de la
monarquía, aunque había ciertos rasgos que diferenciaban a unos de otros.
Fig.1. La Parisina
4
humanas de pequeñas dimensiones, insertas en él, a modo de complemento.
Por lo que se desprende, Roma no cultivó el retrato pintado; sin embargo, el
Egipto dominado por la cultura grecorromana sí desarrolló un interesante
retrato pictórico nacido de la combinación de la pintura funeraria egipcia
con el estilo pictórico grecorromano que marcaría las pautas de lo que
vendría después en las civilizaciones herederas de la griega y de la romana.
El ejemplo más representativo lo constituyen los retratos de momias de El-
Fayum (Fig.2), con representaciones de personajes no egipcios y de estilo
grecorromano.
5
deseo de que su nombre y su rostro queden registrados para la posteridad.
Esta empresa se decanta por el retrato pintado y no esculpido, de menor
coste y mayor flexibilidad para mostrar la naturaleza del retratado, cuestión
que se convertirá a partir de este momento en la función básica e ineludible
del retrato.
6
Ese interés por el estudio del hombre ganó fuerza a finales de la
Edad Media, lo que culminó en el Renacimiento. Los artistas renacentistas
ya contaban con un terreno abonado en materia retratística, pudiendo
decantarse por diferentes modalidades: retratos con fondo neutro o de
paisaje, de perfil, de frente o de tres cuartos; además de retratos de busto, de
pie o ecuestres. Sin embargo, en el Renacimiento no había pintores
especializados en retratos, pese a contar con toda esta tipología dentro del
género. Uno de los pioneros fue, quizá, Alberto Durero, que añadió a sus
composiciones la cortina que separa al retratado del paisaje (Fig.3). Se trata
de un elemento introducido por los pintores venecianos que será recuperado
en varios retratos de los Austrias españoles.
2.- Objetivos.
Una vez establecidos los modelos usados por los artistas que
cultivaron los retratos de corte, intentaremos situarlos dentro del retrato
clásico que se desarrolló en España en ese mismo contexto. Pues resultará
útil compararlos y establecer si los que se hicieron de los reyes diferían de
los que inmortalizaban a nobles, militares, etc. De esta manera, podremos
8
establecer si los retratos de corte reflejaban el gusto español o si estos reyes
austriacos introdujeron otros modelos propios del lugar del que procedían.
3.- Metodología.
10
La rama de los Habsburgo españoles se remonta a los Reyes
Católicos quienes, en su afán expansionista, desarrollaron una política
dinástica y matrimonial muy ambiciosa que consiguió entroncarlos con las
principales casas reinantes europeas. De su unión nacieron cinco hijos:
Isabel, Juan, Juana, María y Catalina. Los matrimonios de Juan y Juana con
Margarita y Felipe de Borgoña, respectivamente, los relacionaron
directamente con la dinastía de los Habsburgo-Borgoña. Esto era así porque
ambos eran hijos del emperador Maximiliano I y María de Borgoña,
matrimonio que unía bajo su apellido los territorios de los Países Bajos, el
Franco Condado, Austria, el Tirol, territorios al sur de Alemania y una
franja en el este de Francia. Eran, en definitiva, emperadores. Los Reyes
Católicos concertaron estos matrimonios con el objetivo de acercarse a esta
dinastía a la que les unía un enemigo común: Francia; además de los
intereses económicos que los reinos hispánicos tenían en Flandes.
11
Romano Germánico y con el ducado de Borgoña, y todo apuntaba a que
sería rey a la muerte de sus padres, pero, como ocurre en incontables
ocasiones en el seno de las familias reales, el heredero murió
repentinamente en 1497 a la edad de dieciocho años a causa, según algunos,
del exacerbado apetito sexual de su esposa Margarita de Borgoña. Tras este
acontecimiento, Isabel, la primogénita de los Reyes Católicos, se convirtió
automáticamente en la heredera. Pero, de nuevo, los planes se truncaron
cuando Isabel murió en 1498, un año después de la muerte de su hermano
Juan, cuando daba a luz a su primer hijo. Al morir la nueva heredera, los
derechos hereditarios recayeron sobre su hijo Miguel de la Paz, también hijo
de Manuel I de Portugal. Pero el destino quiso que este niño encontrara la
muerte dos años después que su madre, en 1500, un mes antes de cumplir su
segundo año de vida. Estas muertes colocaron a Juana en el primer puesto
de la línea sucesoria, y es así como la tercera hija de los Reyes Católicos se
convertía en la heredera de los tronos de Castilla y Aragón. En 1504, moría
Isabel la Católica en Medina del Campo y su hija subía al trono de Castilla
como Juana I, puesto que en este momento solo heredó este reino ya que sus
padres reinaban cada uno como reyes consortes en el reino de su cónyuge.
Se encontraba Juana en Flandes, tierra natal de su esposo Felipe, cuando
aconteció la muerte de su madre e inmediatamente partieron hacia Castilla
para ser proclamados reyes. Cuatro años antes, Juana había dado a luz a su
primer hijo varón llamado Carlos, que se convertiría en el futuro Carlos I de
España y V de Alemania; Carlos será el punto de arranque de la dinastía de
los Austrias al frente de la monarquía hispánica.
1
MARTÍNEZ, María del Carmen y SOBALER, María de los Ángeles. El Imperio
Hispánico. Colección: Cuadernos de cultura y civilización hispánicas. Madrid: Actas, 2002.
p. 19
12
gobernador en caso de ausencia o incapacidad de Juana, en un intento de
evitar que su hija y sobre todo su yerno Felipe gobernaran de manera
efectiva en sus dominios. Dejó patente con ello que si bien no confiaba en
las capacidades de su hija Juana, lo hacía menos en las intenciones de
Felipe. Razón tenía la reina, porque a su muerte y ante la incapacidad
evidente de Juana, Felipe el Hermoso intentó hacerse con el poder y
desplazar a Fernando de Aragón. Lo consiguió, pero murió dos años
después. Tocaba ahora establecer qué pasaría con Juana, por lo que su
padre, tras la renuncia de la legítima heredera, la recluyó en el castillo de
Tordesillas, donde permanecería hasta su muerte en 1555. Gobernó,
entonces, Fernando el Católico como regente hasta el 23 de enero de 1516,
fecha en la que falleció y en la que Carlos, el hijo de Juana, fue coronado
como rey de España bajo el nombre de Carlos I, heredando los reinos de
Castilla y Aragón; de Castilla, como rey en ausencia e incapacidad de su
madre, y de Aragón, porque su abuelo lo había nombrado heredero en
detrimento de su hija Juana. Fue bajo su reinado cuando se produjo la
unidad efectiva y real de todo el territorio de la península Ibérica, salvo
Portugal, y cuando comenzó la andadura de la nueva dinastía de los
Habsburgo españoles.
13
La dinastía de los Austrias se prolongó hasta el año 1700, y durante
estos casi dos siglos se sucedieron un total de cinco monarcas: Carlos I de
España y V de Alemania, Felipe II, Felipe III, Felipe IV y Carlos II. La
historia los ha dividido en dos grupos, por un lado los Austrias mayores:
Carlos V2 y Felipe II; y por el otro, los Austrias menores: Felipe III, Felipe
IV y Carlos II, atendiendo esta diferenciación al apogeo de su influencia y
poder, siendo este más notable durante el gobierno de los dos primeros
monarcas.
15
Felipe II, nacido en Valladolid, fue el único hijo del matrimonio de
su padre con Isabel de Portugal, aunque Carlos V tuvo otros dos hijos
legítimos: María, casada con el emperador Maximiliano II (su primo
hermano) y Juana, esposa del príncipe Juan de Portugal. Felipe II, además,
tenía dos hermanastros por parte de padre: Margarita de Parma y Juan de
Austria, este último fue uno de los grandes capitanes de la época y protegido
de su padre. Contrajo matrimonio en cuatro ocasiones. Primero con María
Manuela de Portugal, hija de Juan III de Portugal y de Catalina de España,
por lo que ambos cónyuges eran primos hermanos por parte materna y
paterna (Juan III de Portugal era hermano de la emperatriz Isabel, madre de
Felipe II, y Catalina era la hermana de Carlos V, padre de Felipe II). Esta
consanguinidad tan característica en la dinastía de los Austrias dio como
fruto un único hijo llamado Carlos, el cual ha pasado a la historia por ser un
ser perverso, sádico y desequilibrado. Su madre era muy joven cuando lo
tuvo, solo diecisiete años, lo que provocó, quizá, que solo sobreviviera
cuatro días al parto. El príncipe don Carlos tuvo una existencia desgraciada
marcada por la muerte de su madre y por la locura que lo atenazaba,
falleciendo con veintitrés años, según dicen muchos, por orden de su padre
que veía peligrar su sucesión, pues siempre fue consciente del extraño
carácter de su hijo. Este fue uno de los hechos que contribuyeron al
desarrollo de la leyenda negra que siempre se ha relacionado con este
monarca.
16
Cuando Isabel de Valois murió, hacía ya dos años que el príncipe don
Carlos había fallecido en extrañas circunstancias, con María Tudor no había
tenido descendencia y con su tercera esposa, Isabel de Valois, solo había
tenido dos hijas, por lo que Felipe II no tenía un heredero varón. La
responsabilidad de engendrar un heredero recayó sobre Ana de Austria, su
sobrina, pues era hija del emperador Maximiliano II y de María de Castilla,
hermana de Felipe II, su esposo. De este matrimonio nacieron muchos niños
pero solo sobrevivió a la niñez un varón, el futuro Felipe III.
3
VV. AA. Los reyes de España. Dieciocho retratos históricos desde los Reyes Católicos
hasta la actualidad. Madrid: Siglo XXI Editores, 1999. p. 73
18
las tensiones con los Países Bajos y se recrudeció el conflicto contra Francia
pese a que intentó resolverlo al final de sus días concertando el matrimonio
de su hija María Teresa con Luis XIV, rey de Francia. Quedaban muy lejos
ya esos años de esplendor imperial, de influencia y poder, y tocaba ahora
conservar los territorios heredados por su padre. Pero sus últimos años
también se vieron ensombrecidos por la cuestión sucesoria. Felipe IV se
unió en matrimonio, en primer lugar, con Isabel de Borbón, hija de Enrique
IV de Francia y María de Médicis. De este matrimonio sobrevivieron a la
niñez el príncipe Baltasar Carlos y la infanta María Teresa. El príncipe
Baltasar Carlos se convirtió en la gran esperanza de su padre, pero todo se
truncó cuando este murió repentinamente a los diecisiete años de edad. A la
vista de los acontecimientos, Felipe IV seguía necesitando un heredero por
lo que contrajo matrimonio con Mariana de Austria, hija del emperador del
Sacro Imperio Romano Germánico Fernando III y María de Habsburgo,
hermana del propio Felipe IV. Por lo tanto, este monarca se casó con su
sobrina, por lo que no debe extrañar que solo dos de los muchos hijos que
tuvieron sobrevivieran a la infancia. Estos fueron Margarita Teresa y el
futuro Carlos II, en este último confluyeron las nefastas consecuencias de
todos estos matrimonios negligentes.
Descendencia de Felipe IV
19
Felipe IV murió el 17 de septiembre de 1665 a los sesenta años de
edad en Madrid, cuando su único heredero era un niño de cuatro años. Por lo
tanto, su esposa Mariana de Austria ejerció la regencia, no sin dificultades,
hasta noviembre de 1675, cuando Carlos cumplió los catorce años, con la
que alcanzaba la mayoría de edad. Durante su regencia entró en la escena
política un personaje llamado Juan José de Austria, el hijo ilegítimo que
Felipe IV tuvo con María la Calderona, una célebre actriz de teatro.
Mantuvo varios conflictos con el jesuita Juan Everardo Nithard, valido de la
regente Mariana de Habsburgo y jugó un papel relevante durante el reinado
efectivo de su hermanastro Carlos II, que se apoyó mucho en él debido a su
flagrante incapacidad.
4
FRANCASTEL, Pierre y Galienne. El retrato. Madrid: Cátedra, 1995. p. 86
21
Fig.4. Anónimo, Juan II el Bueno, 1350
5
Ibídem. p.88.
22
distancia lejana, pues no adaptan su pintura al caballete, solo trasladan la
técnica utilizada para los frescos.
24
Fig.8. Piero della Francesca, Triunfos de Federico de Montefeltro y
Battista Sforza, 1472
25
Fig.9. Paollo Ucello, Monumento fúnebre de Sir John Hawkwood, 1436
26
Fig.10. Alberto Fig.11. Pedro Pablo Rubens, copia de
Durero, Retrato de Tiziano, Retrato de Carlos V y su
Owald Krell, 1499 esposa Isabel de Portugal, 1628-29
27
Francia, llevando consigo las influencias de la escuela de florentina, aunque
pronto se dejan llevar por el modo de vida francés y desarrollan el retrato
galante que seguirá imperando en Francia en los siglos posteriores. Sin
embargo, los pintores flamencos no adoptan estas nuevas tendencias y
siguen anclados en los retratos del pasado.
28
y permaneció en su casa recibiendo encargos, pues el rey confiaba en él y no
cuestionaba su método.
Pero será Velázquez quien brille con luz propia en este contexto,
convertido en un retratista que es nombrado pintor del rey Felipe IV.
Comenzando su fulgurante carrera como ya hicieran Tiziano y Rubens:
pintando al poder.
29
A finales del siglo XVIII, el clásico retrato español comenzó a sentir
tímidamente las influencias foráneas, hecho que culminó con la
inauguración de la dinastía Borbónica en el trono español con Felipe V, que
acabó casi inmediatamente con el tipo de retrato que se venía cultivando
anteriormente. Sin embargo, se mantuvo fiel a sí mismo durante casi dos
siglos dejando verdaderas obras maestras donde primaba el carácter grave,
solemne y contenido; donde el negro de etiqueta en la vestimenta era casi
una constante, no siendo necesario colocar una corona o cualquier otro
atributo de la realeza, en definitiva, donde solo bastaba la presencia real para
rezumar autoridad y poder.
31
causando su vista tanta complacencia al Pintor como marabilla a quien lo
mira6.
6
Cfr. VINCI, Leonardo da y ALBERTI, León Bautista. El tratado de la pintura por
Leonardo De Vinci y los tres libros que sobre el mismo arte escribió León Bautista Alberti.
Rejón de Silva, Diego Antonio (trad.). Madrid: Imprenta Real, 1784. p. 220.
7
SERRERA, Juan Miguel. “La mecánica del retrato de corte”. En: SERRERA, Juan
Miguel (com.). Alonso Sánchez Coello y el retrato en la corte de Felipe II. Cat. Exp.
Madrid: Museo del Prado, 1990. p. 45
32
primer rey de la dinastía, Carlos V, asumió la corona sobre el territorio
hispánico. Comenzó aquí la andadura de una tipología retratística que se
desarrollaría a lo largo de ese siglo y durante todo el Seiscientos,
configurándose la imagen del poder que formaría parte importante del
aparato propagandístico de esta dinastía real. En esta tipología, el parecido
entre original y la pintura jugará un papel trascendental, aunque con algunas
excepciones, como se apuntará más adelante. De este modo se establecieron
las bases de lo que se convertiría en la imagen del poder de los Austrias,
siguiendo los pasos de la autopropaganda imperial que llevó a cabo su
abuelo Maximiliano I.
33
Ambos trazaron las líneas de actuación que siguieron todos los
artistas que durante su carrera se encontraron con la compleja tarea de
retratar al poder. Siendo más compleja, si cabe, en el caso de los Habsburgo
españoles, pues estos no se prodigaban en hacer apología del poder de una
manera explícita, como ocurría en otras cortes como la francesa, sino que su
gusto tendía a una apabullante sencillez que los caracterizó hasta el final.
34
El cambio se produjo de manos de Diego Velázquez, pues el
sevillano supo incorporar a esta tipología una serie de innovaciones
estilísticas que enriquecieron los retratos, pero se mantuvo siempre dentro
de los parámetros establecidos en el siglo anterior por Tiziano y Moro, pues
el rey al que retrató, Felipe IV, pretendía que lo relacionaran con sus
antepasados, con su abuelo y bisabuelo, pues estaba decidido a pasar a la
historia como el rey que supo devolver a España el esplendor perdido en los
años inmediatamente anteriores. Retratarse como sus antepasados era una
manera de ponerse a la misma altura, por lo que Velázquez tuvo que
contener su flema innovadora cuando se trataba de retratar al rey, aunque no
siempre pudo reprimirse, como se advierte en algunos de sus retratos.
Más difícil lo tuvo Claudio Coello cuando tuvo que retratar a Carlos
II, pues las circunstancias personales de este rey obligaban a mostrar una
imagen más rotunda y majestuosa con el objetivo de reforzar una autoridad
que en realidad no tenía.
35
especialmente Velázquez, que si bien introdujo algunas variaciones, se
mantuvo fiel a los esquemas compositivos heredados de Tiziano y Moro.8
8
Idea expuesta por Julián Gállego en su libro Visión y Símbolos en la Pintura Española del
Siglo de Oro. Madrid: Aguilar, 1972. p. 261
9
SERRERA, Juan Miguel. “La mecánica del retrato de corte”. Op. cit. p. 43
36
español. Como punto de partida citamos el retrato de Carlos V con perro
que Tiziano pintó en 1533 (Fig.12), descrito de esta manera por Fernando
Checa Cremades:
10
KUSCHE, Maria. “A propósito de Carlos V con el perro de Tiziano”. Archivo Español
de Arte, nº 77, Madrid, 2004, 307. pp. 267-280 y p. 270
37
4.3.4.- Función del retrato.
38
Fig.13. Diego Velázquez, Retrato ecuestre de Felipe III, 1634-35
39
Fig.14. Cristóbal de Morales, Retrato de Don Sebastián de Portugal, 1565
4.3.5.- Tipologías
40
extraído del libro Alonso Sánchez Coello y el retrato en la corte de Felipe II
11
.
11
Alonso Sánchez Coello y el retrato en la corte de Felipe II es el catálogo de una
exposición sobre este pintor que incluye un ensayo firmado por Juan Miguel Serrera que es
de gran utilidad para entender el significado de los retratos de los Austrias, sobre todo de
los primeros monarcas de esta dinastía. Fue un ensayo innovador, pues Serrara no solo se
limitó a las cuestiones formales de estos retratos, sino que recurriendo a otro tipo de
documentación pudo ahondar en sus significados, sus usos y, sobre todo, sus funciones.
12
SERRERA, Juan Miguel. “La mecánica del retrato de corte”. Op. cit. p. 55
41
Por tanto las razones que movían a los miembros de la realeza a
encargar retratos de su familia eran tanto de tipo familiar como político, ya
que no solo se realizaban para quedarse en palacio formando parte de las
galerías de retratos, sino que también en incontables ocasiones eran
enviados a otras cortes europeas para concertar matrimonios, para dar fe de
la apariencia y salud del heredero a la corona o para informar de la muerte
de algún infante.
42
de aparato, que manifiesta ese poder y ese rango mediante
mecanismos simbólicos, sea una presencia en la historia
del arte.13
Al tratarse de reyes y teniendo en cuenta su consabida intención de
hacer ostentación del poder que de facto tenían, resulta complejo llevar a
cabo una clasificación por tipologías, pues todos entrarían de lleno dentro de
la clasificación de retratos de aparato, incluso los que muestran a los
infantes, porque ellos también aparecen acompañados de todo ese aparato
que caracteriza a los retratos de Estado. No obstante, y teniendo en cuenta lo
anterior, se incluirán en este grupo aquellos retratos que muestren la
iconografía propia de los retratos de aparato, presuponiendo que fueron
realizados para mostrar la imagen de un rey y no de un hombre, excluyendo
los que desprenden un carácter más íntimo, aunque se hayan convertido a
posteriori en retratos con una fuerte carga política y dinástica.
13
BROWN, Jonathan. “La monarquía española y el retrato de aparato de 1500 a 1800”. En:
VV.AA. El retrato. Barcelona: Galaxia Gutenberg, 2004. p. 127
43
primero salió de la mano de Parmigianino (Fig.15). Se trata de un retrato
con una notable carga alegórica, porque muestra al rey en los primeros años
de su reinado, vestido con la armadura de caballero y acompañado por
Hércules, pues los Austrias entroncaban sus raíces dinásticas con la de este
personaje mitológico para justificar su grandeza. Hércules, caracterizado
como un niño, porta un globo terráqueo que ofrece al monarca,
simbolizando así su posición dominante sobre el mundo. Pero el aspecto
alegórico no acaba con la figura del semidios, sino que en la esquina
superior izquierda aparece la personificación de la Fama portando una
corona de laurel, símbolo victorioso. Este retrato ejemplifica a la perfección
el tipo italianizante al que antes hacíamos mención.
14
Adorno que circunda el cuello, hecho de cartón forrado de tela negra y que sostiene un
adorno en tela blanca engomada o almidonada. Cfr. BORRÁS, Gonzalo M. y FATÁS,
Guillermo. Diccionario de términos de arte y elementos de arqueología, heráldica y
numismática. Madrid: Alianza, 2012.
47
Europa los pintores de cámara estaban cultivando un retrato simbólico. Es
más, hasta el final de su vida hizo que lo retrataran de negro y sin aparato.
15
SERRERA, Juan Miguel. “La mecánica del retrato de corte”. Op. cit. p. 130
48
Fue pintado para celebrar el triunfo contra Francia y muestra esa
imagen distanciada que será la que, con mayor interés, se trate de
promocionar desde estos ámbitos cortesanos16. Existe una copia salida del
pincel de su discípulo Alonso Sánchez Coello; la pose, la expresión y la
vestimenta son idénticas, aunque se afirma que pertenece a Coello por la
técnica, el color y el sombreado, consiguiendo crear una figura más distante
y plástica.
16
Ídem
17
La lechuguilla es un remate que se coloca en los puños y los cuellos. Estas lechuguillas
aparecían onduladas o plisadas y solían ser de colores claros.
49
dimensión espiritual y psicológica de los mismos. Todo ello, ejecutado
siempre, con una pintura suave y lumínicamente sensible.18
18
PORTÚS, Javier (com.). El linaje del Emperador. Cat. Exp. Cáceres: Sociedad Estatal
para la Conmemoración de los centenarios de Felipe II y Carlos V, 2000. p. 368
50
Fig.21. Alonso Sánchez Coello, Retrato del Príncipe Don Carlos (detalle), c. 1557
51
favorecido al efigiado era algo asumido en el medio
cortesano (…).19
Fig.22. Alonso Sánchez Coello, Retrato del Príncipe Don Carlos, c. 1557
19
FALOMIR FAUS, Miguel. “Imágenes de poder y evocaciones de la memoria. Usos y
funciones del retrato en la corte de Felipe II”. En CHECA CREMADES, Fernando (com.).
Felipe II: un monarca y su época, un príncipe del Renacimiento. Cat. Exp. Madrid:
Sociedad Estatal para la Conmemoración de los centenarios de Felipe II y Carlos V y
Museo Nacional del Prado, 1998. p. 203-227 y p. 210.
20
CHECA CREMADES, Fernando (dir.). Velázquez, Rubens y Van Dyck. Pintores
cortesanos del siglo XVII. Cat. Exp. Madrid: Museo Nacional del Prado y Ediciones El
Viso, 1999. p. 126
52
Fig.23. Diego Velázquez, Felipe IV de castaño y plata, 1631-32
4.3.5.2.- Doméstico
54
4.3.5.3.- Fúnebre
21
SERRERA, Juan Miguel. “La mecánica del retrato de corte”. Op. cit. p. 52
22
PORTÚS, Javier (com.). El linaje del Emperador. Op. cit. p. 338
55
rosas que alude a la pureza. Enfatizando el carácter religioso se coloca entre
las manos de la infanta un crucifijo.
4.3.5.4.- Ecuestre
56
Tiziano en 1548, alcanzó categoría de icono en la
corte de España.23
Este cuadro muestra al emperador armado sobre su caballo luciendo
el Toisón de Oro y la banda roja de comandante, siguiendo el modelo de la
estatua ecuestre de Marco Aurelio que se levanta en el centro de la plaza del
Capitolio de Roma y su importancia radica en el hecho de que sirvió como
modelo de los que se realizaron a posteriori. El emperador porta una lanza y
su rostro muestra gran determinación, actitud que le llevó a derrotar a la liga
protestante en la batalla de Mülhberg, ocasión por la cual se ejecutó este
retrato.
23
CHECA CREMADES, Fernando (dir.). Velázquez, Rubens y Van Dyck… Op. cit. p. 134
57
Fig.27. Diego Fig.28. Diego
Velázquez, Felipe IV Velázquez, Isabel
a caballo, 1634-35 de Borbón a
caballo, 1634-35
4.3.5.5.- Infantil
59
asegurada. Por lo que aquello que a priori podía parecer el simple retrato de
un niño enviado a otros miembros de la familia, en realidad es un
documento de Estado.
Fig.31. Alonso Sánchez Coello, Infantes Don Diego y Don Felipe, 1579
60
Sus hermanas mayores también fueron retratadas por Alonso
Sánchez Coello. El retrato de las Infantas Isabel Clara Eugenia y Catalina
Micaela (Fig.32), fechado en 1575 se podría considerar infantil solo por el
hecho de que aparecen retratadas dos niñas que están a punto de superar la
primera década de vida, pero el resto de los elementos presentes, incluso, la
postura y sus expresiones nos remite a los retratos cortesanos, pues, aunque
pequeñas, ya ostentan un papel importante como futuras mujeres de Estado
y se las retrata como tal. Firmado por Alonso Sánchez Coello, aparecen las
dos hijas que Felipe II tuvo con su tercera esposa, Isabel de Valois. Este es
uno de esos retratos que complica la tarea de diferenciar lo privado de lo
público, pues aparecen ataviadas como verdaderas reinas, además hacen
alarde del distanciamiento tan propio de los retratos de los Austrias. Parecen
figuras geométricas desprovistas de humanidad, pues así era el retrato
cortesano de la época que supo reproducir Sánchez Coello en todas sus
pinturas de corte. El artista supo conjugar las dos corrientes de la retratística
cortesana; las que derivaba de Tiziano, patente en una pincelada más suelta,
y la de su maestro Antonio Moro.
Fig.32. Alonso Sánchez Coello, Las Infantas Isabel Clara Eugenia y Catalina
Micaela, c. 1575
24
TRAPIER, Elizabeth du Gué. Velazquez. New York: The Trustees, 1948. p. 366
62
Fig.33. Diego Velázquez, Retrato del Príncipe Felipe Próspero, 1659
4.3.5.6.- Femenino
63
Pantoja de la Cruz, Isabel de Valois, c. 1604-08
25
PORTÚS, Javier (com.). El linaje del Emperador. Op. cit. p. 361
64
Fig.34. Juan Pantoja de la Cruz, La Emperatriz María de Austria, c. 1600
26
Ibídem. p. 370
65
Este recurso se convirtió en recurrente en los retratos del reinado de los
Austrias persiguiendo siempre el objetivo de parecer más esbeltos, elegantes
y distantes. En este caso, la atribución a Alonso Sánchez Coello ha sido
tardía, incluso una vez afirmado surgen dudas en cuanto a una serie de
detalles como el tratamiento de la vestimenta o de las manos, pues por esa
fecha Sánchez Coello hacía uso de una técnica más suelta. Incluso se cree
que pudo haberse acabado por los ayudantes del taller, tras la muerte del
pintor.
67
4.3.6.1.- La mesa
4.3.6.2.- La cortina
68
Diego Velázquez, Mariana Diego Velázquez, Mariana de
de Austria, reina de España, Austria, reina de España
1652-53 (detalle).
4.3.6.3.- El espejo.
69
4.3.6.4.- El perro.
70
4.3.6.5.- Columna.
27
TERVARENT, Guy de. Atributos y símbolos en el arte profano. Diccionario de un
lenguaje perdido. Barcelona: Ediciones del Serbal, 2002. p. 170
71
4.3.6.6.- Corona.
La silla hace una clara alusión al trono que solo tenían el derecho a
ocupar aquellos que ostentaran el poder. Es uno de los elementos más
recurrentes en el retrato de los Austrias, suele aparecer acompañando al rey,
a la reina y al heredero, siempre a un lado de la composición y en muchos
casos recortada por el marco. Estos personajes aparecen apoyando su mano
en ella, como símbolo del poder que ostentan.
4.3.6.8.- Reloj.
73
Diego Velázquez, Mariana Diego Velázquez, Mariana
de Austria, reina de de Austria, reina de España
España, 1652-53 (detalle).
74
Diego Velázquez, Felipe IV a
caballo (detalle).
28
Felipe III el Bueno fue Duque de Borgoña durante casi medio siglo. Dominaba vastos
territorios entre los que se encontraban los Países Bajos y fue un gran promotor de la
cultura, además supo impulsar la economía del ducado.
75
El Toisón se convirtió en el emblema de la Casa de Austria y en
elemento recurrente en los retratos, pues ya sea con un collar de oro con
pedrería o con uno más sencillo y menos suntuoso, aparece en casi la
totalidad de los retratos de reyes y príncipes.
4.3.6.11.- Orbe.
76
Parmigianino, El Emperador Parmigianino, El Emperador
Carlos V recibiendo el Carlos V recibiendo el
mundo, 1529-30 mundo (detalle).
77
Fig.37. Laumosnier, La Paz de Los Pirineos, 1659
Todo esto nos sirve para entender como con el fin de la dinastía de
los Austrias en el trono español también se asistió al abandono del esquema
retratístico hasta esos momentos utilizado, y se adoptó un retrato de tipo
francés, donde el aparato no estaba caracterizado por la sutileza. Este
cambio de gusto coincidió con la llegada de los Borbones al trono de
España, pero este hecho solo contribuyó a que el cambio en el retrato
cortesano fuera más brusco, pues aunque no se hubiese producido ese hecho
histórico, probablemente el esquema que imperó durante casi dos siglos
habría terminado sucumbiendo ante las transformaciones que se estaban
introduciendo en la corte. Era tarea casi imposible permanecer impermeable
a las innovaciones artísticas.
5.- Conclusiones
78
necesario tratar temas como las razones que los llevaban a retratarse, el
modo en que lo hacían y quiénes lo hacían, entre otras cuestiones.
29
CHECA CREMADES, Fernando (dir.). Velázquez, Rubens y Van Dyck…. Op. cit. p. 126
79
italiana y flamenca, pues, aunque Carlos V se decidió por un retrato
procedente del norte de Europa, la intervención de pintores como Tiziano o
Sofonisba Anquissola hicieron inevitable que éstos tuvieran una cierta
influencia italiana. Esta tipología sobrevivió a la muerte de los primeros
Austrias y se siguió desarrollando también con la llegada a la corte de Diego
Velázquez, pintor que cambió ligeramente el esquema aunque sin salirse de
los parámetros establecidos por sus antecesores.
80
6.- Bibliografía.
81
PORTÚS, Javier (com.). El linaje del Emperador. Cat Exp. Cáceres:
Sociedad Estatal para la Conmemoración de los centenarios de Felipe II y
Carlos V, 2000
82
MENÚ SALIR
UNIVERSIDAD DE MÁLAGA
TESIS DOCTORAL
Directoras:
UNIVERSIDAD DE MÁLAGA
UNIVERSIDAD DE BONN
Málaga, 2009
MENÚ SALIR
MENÚ SALIR
A mi padre
MENÚ SALIR
MENÚ SALIR
Agradecimientos
En la hora de los agradecimientos, debo acordarme en primer lugar del
Ministerio de Educación, que a través de una beca del Programa de Formación de
Profesorado Universitario ha financiado cuatro años de formación y dos estancias de
investigación, en el Instituto Velázquez (CSIC) de Madrid y en el Kunsthistorisches
Museum de Viena sin los cuales este trabajo difícilmente sería hoy una realidad.
Agradezco también a la Universidad de Málaga sus bolsas de viaje, que han costeado
buena parte de los numerosos desplazamientos que he realizado durante los últimos
años en busca de alguna miniatura lejana.
VII
MENÚ SALIR
VIII
MENÚ SALIR
ÍNDICE
MENÚ SALIR
MENÚ SALIR
Índice
ÍNDICE
I Introducción............................................................................................................. 19
II Concepto, origen y formas de la miniatura-retrato.................................................. 23
II.1 Concepto ............................................................................................ 23
II.2 Origen y formas.................................................................................. 25
II.2.1 Monedas ............................................................................................. 25
II.2.2 Anillos ................................................................................................ 27
II.2.3 Camafeos............................................................................................ 29
II.2.4 Espejos ............................................................................................... 32
II.2.5 Medallas ............................................................................................. 33
II.2.6 Retratos de oro, plata, metal y cera .................................................... 36
II.2.7 Medallones ......................................................................................... 36
II.2.8 Piezas de juegos ................................................................................. 38
II.2.9 Códices miniados ............................................................................... 39
II.3 Resumiendo........................................................................................ 52
III Las miniaturas-retrato....................................................................................... 55
III.1 Función y uso de la miniatura-retrato ................................................ 55
III.1.1.1 Retratos dinásticos ...................................................................... 55
III.1.1.2 Retratos-miniatura privados de personas no
pertenecientes a la realeza .................................................................. 60
III.1.1.3 Retratos galantes......................................................................... 61
III.1.1.4 Retratos dentro del retrato .......................................................... 67
III.1.1.5 Galerías de pequeños retratos ..................................................... 76
III.1.1.6 Retratos transformables .............................................................. 80
III.1.1.7 ¿Cómo se aplican y guardan las miniaturas ?............................. 84
III.2 Los primeros miniaturistas ................................................................. 85
IV La miniatura-retrato en España ........................................................................ 93
IV.1 Fuentes e investigación ...................................................................... 93
11
MENÚ SALIR
Índice
12
MENÚ SALIR
Índice
13
MENÚ SALIR
Índice
14
MENÚ SALIR
Índice
15
MENÚ SALIR
MENÚ SALIR
INTRODUCCIÓN
MENÚ SALIR
MENÚ SALIR
Introducción
I Introducción
Este trabajo habrá de comprenderse, pues, como un primer esfuerzo por situar
las miniaturas españolas del siglo XVI y XVII y realizar unas primeras atribuciones.
Soy consciente de que con el tiempo, conociéndose más este género y, tal vez,
descubiertos más ejemplares o teniendo en cuenta otros criterios que vayan surgiendo,
alguna que otra atribución tendrá que ser rectificada. Sin embargo, he hecho este trabajo
con la ilusión de que este análisis ponga en marcha una nueva conciencia de la belleza e
importancia de la miniatura española de esta época, de ese encanto especial que procede
de su sencillez y privacidad frente al retrato grande.
19
MENÚ SALIR
MENÚ SALIR
II.1 Concepto
El primer uso de la palabra miniatura parece que tuvo lugar en la tardía fecha de
1630, en la autobiografía de Constantijn Huygens el Viejo3. Años después, Edward
Norgate considera miniatura e iluminación como sinónimos4 y en 1672 Ballart vuelve a
definir la miniatura como iluminación5. En definitiva, queda claro que el término
miniatura es muy posterior a la aparición de los primeros retratos en miniatura y que, en
un principio, en el siglo XVII, se usaba únicamente para describir un cierto tipo de
1
“Tomó la miniatura su nombre del minio, por ser este color reservado, por más precioso, para estas
operaciones, y porque las pinturas monocromadas se hacían con él solo” en PALOMINO, Antonio, El
museo pictórico y escala óptica, vol. I, Aguilar, Madrid, 1988, p. 142.
2
COLDING, T., Aspects of miniatura painting, Ejnar Munksgaard, Copenhagen, 1953, p. 11.
3
Donde se define como: “la forma más delicada de pintura, que cuando es ejecutada con colores al agua
llamamos arte del miniaturista, la empleé mucho después”. Recogido por COLDING, T., Op. Cit., p. 12.
4
Recogido por COLDING, T., Op. Cit., p. 12.
5
Recogido por COLDING, T., Op. Cit., p. 13: “Es la más delicada (…) Y los colores sólo se rebajan con
agua gomada”.
23
MENÚ SALIR
Concepto, origen y formas de la miniatura-retrato
pintura realizada en gouache que podía encontrarse bien en libros, bien independiente
de ellos.
6
Palomino recoge la definición, cuyo contenido completo es: “pintura, que se ejecuta sobre vitela, o papel
terso, a manera de iluminación; pero ejecutado el claro, y obscuro punteado, y no tendido”.
7
ADELINE, J., Vocabulario de términos de arte, traducido, aumentado con más de 600 voces y anotado
por J.R. Mélida, La Ilustración Española y Americana, Madrid, 1887, p. 362.
8
http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=miniatura
9
SCHIDLOF, L., The Miniature in Europe. In the 16th, 17th, 18th and 19th centuries, 4 vols.,
Akademische Druck-U. Verlagsanstalt, Graz, 1964, vol. I, p. 1. Autor de un amplísimo estudio sobre la
miniatura europea, es el principal aval de esta tesis y firme defensor de que “miniatura” deriva de
“minus” y no de “minium”, lo que le lleva a incluir bajo ese término tanto a las realizadas al óleo como a
las ejecutadas con acuarela.
24
MENÚ SALIR
Concepto, origen y formas de la miniatura-retrato
II.2.1 Monedas
10
Incluso Colding, que excluye tajantemente de la definición de miniaturas las realizadas al óleo,
considera legítimo incluir bajo este encabezamiento aquellas que son “usadas como miniaturas”.
COLDING, T., Op. Cit., p. 108.
11
Como escribe Colding, no podemos olvidar el largo camino entre la Biblia del altar y una joya en el
cuello de una mujer. COLDING, T., Op. Cit., p. 78.
25
MENÚ SALIR
Concepto, origen y formas de la miniatura-retrato
bastaba una simple señal pero pronto estos símbolos se convirtieron en emblemas
artísticos. Cada ciudad escogió un diseño apropiado; al principio, generalmente el
símbolo de su deidad local, un animal, una planta y más tarde la cabeza o figura misma
de la deidad, un héroe o un grupo mitológico.
12
POLLITT, J.J., El arte helenístico, Nerea, Madrid, 1989, pág. 59.
26
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Concepto, origen y formas de la miniatura-retrato
Con la caída del Imperio romano, esta práctica, como tantas otras, fue
conservada. Son numerosísimas las imágenes tanto de papas y santos como de reyes y
emperadores medievales16. Éstos pueden aparecer en representaciones “a la romana”, de
medio perfil y con corona de laurel, algunas tan tempranas como la de de Luis el
Piadoso, del siglo IX o Federico II, del siglo XIII, o con la iconografía propia del rey
guerrero medieval: corona, escudo y lanza. Así lo vemos en monedas conmemorando a
Enrique I (siglo X), Enrique IV (siglo XI) y Luis, el Bávaro (siglo XIV), entre muchos
otros17.
II.2.2 Anillos
Los primeros anillos se remontan a la Edad del Bronce aunque están más
documentadas las producciones del Egeo del siglo XVI a.C., en las que confluyen las
tradiciones egipcias y babilónicas y desde donde se extienden al continente. A pesar de
que no se puede negar su carácter ornamental, es probable que ya en el mundo cretense
se conociese el anillo-sello. En el periodo clásico griego la moda de los anillos se
difundió ampliamente: en un primer momento, realizados completamente en metal; más
tarde, con una piedra preciosa o una lámina de oro a modo de sello. Durante el siglo V
a.C. la figura humana se convirtió en elemento recurrente en las representaciones de los
anillos: dioses, héroes, atletas y, especialmente, figuras femeninas. Pero es en el mundo
13
RICHTER, G., El arte griego, Ediciones Destino, Barcelona, 1980, pp. 260-261.
14
ZANKER, P., Augusto y el poder de las imágenes, Alianza Forma, Madrid, 1992, pp. 31-39.
15
PIJOAN, J., El arte romano hasta la muerte de Diocleciano, “Summa Artis”, vol. V, Espasa-Calpe,
Madrid, 1965, p. 565.
16
GRIERSON, P., Monnaies du Moyen Age, Office du Livre, Fribourg (Suisse), 1976; SCHRAMM, P.
E., Die deutschen Kaiser und Könige in Bildern ihrer Zeit: 751-1190, München, 1983; y LADNER, G.,
Die Papstbildnisse des Altertums und des Mittelalters, 5 vols., Città del Vaticano, 1941-1984.
17
JAECKEL, G., Die deutschen Kaiser, Weltbild Verlag, Oldenburg.
27
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Concepto, origen y formas de la miniatura-retrato
18
http://www.louvre.fr/llv/oeuvres/detail_notice.jsp?CONTENT%3C%3Ecnt_id=10134198673226297&C
URRENT_LLV_NOTICE%3C%3Ecnt_id=10134198673226297&FOLDER%3C%3Efolder_id=9852723
696500778&bmLocale=en
28
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Concepto, origen y formas de la miniatura-retrato
También los inventarios documentan este uso de los anillos: el duque de Berry
poseía dos y la Infanta doña Juana de Austria conservaba varios anillos con retratos de
familiares - Felipe II, Juan III de Portugal y Ana de Bohemia -19.
II.2.3 Camafeos
El camafeo es una gema, piedra dura o concha que se talla en relieve cuyo uso,
especialmente con representaciones de retratos, se extendió ampliamente entre los
miembros de la Casa de Austria. Desde tiempos de Aristóteles y Plinio el Viejo se creía
en las propiedades mágicas y salutíferas de las piedras duras, creencia que en el
Renacimiento continuó, siendo muy apreciadas por las cortes europeas. Se les
consideraba, además, como emblemas de valor y virtud.
19
PÉREZ PASTOR, C., Noticias y documentos relativos a la historia y literatura españolas, tomo II,
Madrid, 1914, pp. 351-353.
29
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Concepto, origen y formas de la miniatura-retrato
20
RICHTER, G., Op. Cit., pp. 248-252.
30
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Concepto, origen y formas de la miniatura-retrato
“Un retrato del Rey, nuestro señor, de camapheo, de pecho, arriba, de medio
relieve, armado, con una guirnalda de flores en la cabeza, puesto sobre una
piedra grande negra (…).
Dos retratos de camapheos en una pieza, por la una parte es del Emperador
Carlos Quinto y de la otra el Rey nuestro señor (…)”24.
21
RICHTER, G., op. Cit., p. 217.
22
STEWART, P., Roman Art, New Surveys in the Classics no. 34, Oxford University Press, Oxford,
2004, pp. 16-19.
23
DUERLOO, L. y THOMAR, W. (eds.), Albert & Isabelle (1598-1621), BREROLS, Leuven, 1998, pp.
176-177.
24
SÁNCHEZ CANTÓN, F.J., Inventarios reales. Bienes muebles que pertenecieron a Felipe II, vol. II,
Real Academia de la Historia, tomo XI, Madrid, 1956, p. 228.
31
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Concepto, origen y formas de la miniatura-retrato
II.2.4 Espejos
25
RICHTER, G., op. Cit.; COMSTOCK, M. y VERMEULE, C., Greek, Etruscan & Roman Bronzes in
the Museum of Fine Arts Boston, Museum of Fine Arts, Boston, 1971, pp. 258-259; y Enciclopedia
dell´arte antica, Istituto della Enciclopedia italiana, Roma, 1958, pp. 433-438.
32
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Concepto, origen y formas de la miniatura-retrato
También durante la Edad Moderna se usaron los espejos para contener retratos.
Ahora ya no esculpidos en el propio espejo, sino ocultos en su interior:
“Un espejo redondo, con unas chapas que se abre por ambas partes, e de la
una parte el retrato del Rey de Francia e de la Reina madre”26.
II.2.5 Medallas
26
GONZÁLEZ DE AMEZÚA Y MAYO, A., Isabel de Valois (1546-1568), Madrid, Gráficas Ultra,
1969, t. III, apéndice VII, p. 539.
33
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Concepto, origen y formas de la miniatura-retrato
El origen de la medalla está ligado a dos circunstancias. Por una parte, el gusto
creciente de los grandes señores de la Italia septentrional por la difusión de su propia
imagen y, por otra, la afición renacentista por el coleccionismo, especialmente el
numismático27. Como un tipo de escultura libre de toda relación monetaria, la
formulación de Pisanello no tenía precedentes aunque, sin duda, se basaba en el uso
dado por los emperadores romanos a las monedas conmemorativas, el de la
propaganda28.
27
CANO, M., “Leone y Pompeo Leoni, medallistas de la casa de Austria” en Los Leoni (1509-1608).
Escultores del Renacimiento italiano al servicio de la corte de España, Museo del Prado, Madrid, 1994,
pp. 163-169; y DÜLBERG, A., Privatporträts. Geschichte und Ikonologie einer Gattung im 15. und 16.
Jahrhundert, Gebr. Mann Verlag, Berlin, 1990, pp. 103-106.
28
SCHER, S. K., The currency of fame: portrait medals of the Renaissance, Harry N. Abrams, Inc.
Publishers in association with the Frick Collection, New York, 1994, pp. 13-16.
34
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Concepto, origen y formas de la miniatura-retrato
“Un tablero bien hecho, en forma de puerta, de madera, con dos tablillas en
que hay en una la Anunciacion de Nuestra Señora y en la otra Nuestra
Señora con Cristo en los brazos; y en lo mas alto del dicho tablero donde hay
una medalla de camafeo, guarnecida de oro, con el retrato del emperador y
del rey don Felipe, su hijo; y por de dentro del dicho tablero, nueve medallas
de oro, las unas mayores que las otras, la primera es, comenzando par abajo,
es del rostro del emperador, y la segunda de la emperatriz; y la tercera el rey
don Felipe, y mas arriba otra medalla del rostro de Sa Maestad, fecha el año
de cuarenta y uno; y la otra qu´es la de medio qu´es la quinta es del rey
nuestro señor; y la otra de la reyna de Inglaterra, nuestra señora; y en la
séptima es del emperador; y la octava de la reyna de Bohemia, hija del
emperador; y la novena la princesa de Portugal, hija segunda de Sa Maestad:
y de la otra parte del dicho tablero salen las dichas nueve medallas, y en el
ynbes dellas en lo alto del dicho camafeo el retrato de la emperatriz, y en las
dichas medallas par el ynbes estaban grabadas diferentes cosas de
antiguallas”32.
Generalmente, las medallas se encargaban como regalos con que los reyes
recompensaban a algunos súbditos por sus servicios. Los Archiduques Alberto e Isabel
Clara Eugenia, por citar un ejemplo, hicieron acuñar medallas con sus retratos como
regalos a “certains personages dont n´estoit besoing fair plus ample déclaration”33.
Solían ir acompañadas de una cadena de oro para colgarse como un collar.
29
RODRÍGUEZ G. DE CEBALLOS, A., “Felipe II y la escultura: el retrato de busto, la medalla y la
escultura decorativa” en VV. AA., Felipe II y el arte de su tiempo, Fundación Argentaria, Madrid, 1998,
pp. 428-429.
30
ESTELLA MARCOS, M., “Los Leoni, escultores entre Italia y España” en Los Leoni (1509-1608).
Escultores del Renacimiento al servicio de la corte de España, Museo del Prado, Madrid, 1994, p. 54.
31
RODRÍGUEZ G. DE CEBALLOS, A., op. Cit., p. 434.
32
PINCHART, A., “Tableaux et scultures de Charles-Quint” en Revue Universelle des Arts, M. Paul
Lacroix (Bibliophile Jacob), tomo III, Bruselas, 1856, pp. 227-228.
33
SMOLDEREN, L., El arte en la corte de los archiduques Alberto e Isabel Clara Eugenia (1598-1633).
Un reino imaginado, Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V,
Madrid, 1999, ficha 68, p. 237.
35
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Concepto, origen y formas de la miniatura-retrato
Otro retrato de medio relieve, en redondo, del Rey nuestro señor, de yesso
[es de cera]…
II.2.7 Medallones
Mucho menos frecuentes que las medallas y camafeos fueron los llamados
medallones, piezas diseñadas para llevarlas en el sombrero en señal de cercanía con el
retratado. El medallón con el retrato identificado como Felipe el Bueno de la Residenz
de Múnich data de 145436 (fig. 11) y, aunque actualmente pende de una cadena, los
orificios que pueden observarse en él evidencian un uso relacionado con el vestuario. El
medallón con la efigie de Carlos V, en oro y esmalte, con birrete y collar de la Orden
34
PÉREZ PASTOR, C., op. Cit., p. 362.
35
SÁNCHEZ CANTÓN, F.J, Inventarios reales…, pp- 173-177.
36
Der Residenz in München, Bayerische Verwaltung der staatlichen Schlösser, Gärten und Seen,
München, 1995.
36
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Concepto, origen y formas de la miniatura-retrato
del Toisón de Oro tiene tres agujeros para sujetarlo al sombrero (Kunsthistorisches
Museum, Viena)37 (fig. 12).
37
Reyes y mecenas. Los Reyes Católicos-Maximiliano I y los inicios de la Casa de Austria en España,
Electa, Madrid, 1992, pp. 510-511, ficha 264; y HORCAJO PALOMERO, N., “La imagen de Carlos V y
Felipe II en las joyas del siglo XVI” en Archivo Español de Arte, 297, 2002, pp. 23-38.
38
VARELA MERINO, L., ficha 4.6, en El linaje del emperador, Sociedad Estatal para la
Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V, Cáceres, 2000, p. 274-275.
37
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Concepto, origen y formas de la miniatura-retrato
De los pocos conjuntos de los que se tiene noticia en la actualidad, el del Museo
de Basilea, el del Bayerisches Nationalmuseum de Múnich, el del Castillo Sforzesco de
Milán y los dos el del Kunsthistorisches Museum, el mejor conservado es el que se
encuentra en el Kunsthistorisches Museum atribuido a Hans Kels (fig. 14). Data de c.
1535 y se compone de veintisiete piezas circulares, a modo de monedas o medallas, con
los retratos de las principales figuras contemporáneas: Carlos V, Margarita de Austria,
María de Hungría, Francisco I, María de Borgoña, etc39.
39
KERKHOFF, J., ficha 27, en KERKHOFF, J. y VAN DEN BOOGERT, B. (ed.), Maria van Hongarije.
Koningin tussen keizers en kustenaars. 1505-1558, Waanders Uitgevers, Zwolle, Utrecht, 1993, pp. 190-
191; y WILSON-CHEVALIER, K., “Art patronage and women (including Habsburg) in the orbit of King
Francis I” en Renaissance Studies, vol. 16, No. 4, Oxford University Press, 2002, pp. 476-479.
38
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Concepto, origen y formas de la miniatura-retrato
39
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Concepto, origen y formas de la miniatura-retrato
retratos40. En otras ocasiones, el espacio circular no viene dado por las letras capitulares,
sino que es elegido libremente por el artista para enmarcar sus retratos.
El primero de los casos puede ilustrarse con los siguientes ejemplos españoles:
el privilegio por el que Enrique III el Doliente de Castilla confirma a Sancho de Rojas
como obispo de Palencia, con retrato de ambos, de 140641; el privilegio otorgado por
Enrique IV de Castilla al marqués de Villena (1463) en el que el retrato del rey aparece
dentro de la E capitular (Toledo, Archivo Histórico Nacional) (fig. 15); el manuscrito de
Andreas Contrarius por Nicola Rapicano (1471) con seis medallones, cuatro de efigies
clásicas y dos de personajes contemporáneos (París, Biblioteca Nacional)42 (fig. 17); la
carta de privilegio confirmada por los Reyes Católicos al colegio de Santa Cruz de
Valladolid (1484) en la que el retrato de Isabel y Fernando, de perfil, uno frente al otro,
se ha insertado también en la letra capitular (Valladolid, Biblioteca de Santa Cruz) (fig.
16); y el privilegio concedido a Jorge de Torres por Carlos V en 1523 que incluye su
retrato con las insignias de la Orden del Toisón de Oro (Valladolid, Archivo Municipal,
privilegio, nº 76)43 (fig. 18).
40
Esta evolución se observa ya en algunos manuscritos del siglo XIV pero es en los siglos XV y XVI
cuando se extenderá.
41
ANDRÉS, G. de, “Dos retratos auténticos. Enrique III de Castilla y Sancho de Rojas, arzobispo de
Toledo” en Goya, nº 156, Madrid, mayo-junio 1980, pp. 325-326.
42
COLDING, T., op, cit., p. 29 y fig. 3.
43
DOCAMPO CAPILLA, J., ficha 23 en El documento pintado. Cinco siglos de arte en manuscritos,
Museo Nacional del Prado, Madrid, 2000, pp. 156-158.
40
MENÚ SALIR
Concepto, origen y formas de la miniatura-retrato
44
SÁNCHEZ CANTÓN, F.J., Los retratos de los Reyes de España, Ediciones Omega, Barcelona, 1948,
pp. 69 -70.
45
VORONOVA, T. y STERLIGOV, A., Western European Illuminated Manuscripts 8th to 16th
centuries, Siroco, London, 2003, pp. 246-251.
41
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Concepto, origen y formas de la miniatura-retrato
46
Reyes y mecenas. Los Reyes Católicos-Maximiliano I y los inicios..., p. 367.
47
EICHBERGER, D. y BEAVEN, L., “Family members and Political Allies: the portrait collection of
Margaret of Austria” en Art Bulletin, June 1995, p. 244.
42
MENÚ SALIR
Concepto, origen y formas de la miniatura-retrato
48
Reyes y mecenas. Los Reyes Católicos-Maximiliano I y los inicios …, pp. 505-506, ficha 257.
49
FALOMIR FAUS, M., “Imágenes y textos para una monarquía compleja” en El linaje del emperador,
Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V, Cáceres, 2000, pp.
62-64.
43
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Concepto, origen y formas de la miniatura-retrato
Pero no sólo las dinastía reales encargaban árboles genealógicos con retratos,
sino que, como evidencia el árbol genealógico de Francisco Fernández Valcárcel
(Madrid, subastas Fernando Durán)50 del siglo XVI (fig. 23), este tipo de genealogías
tuvo éxito entre la nobleza; sin duda, como método de legitimación dinástica.
50
Fernando Durán. Gran Subasta de San Isidro, Madrid, mayo, 2008, pág. 136, ficha 402.
44
MENÚ SALIR
Concepto, origen y formas de la miniatura-retrato
El interés del grupo radica en constituir el estadio final dentro del proceso de
separación entre iluminación y pequeños retratos o miniaturas, tras el cual “con coraje y
unas tijeras todos podríamos convertirlos en verdaderas miniaturas”52. Como hemos
51
La batalla de Marignano (1515) enfrentó a los ejércitos aliados de Francisco I de Francia y Venecia
contra la Confederación Suiza, entonces dueña del Ducado del Milanesado. El combate acabó con
victoria francesa y la consiguiente cesión del Milanesado, que produjo un desequilibrio en el reparto de
fuerzas europeas y la futura intervención del Emperador Carlos V en Italia.
52
POPE-HENNESSY, J., A lecture on Nicholas Hilliard, Home and Van Thal Limited, London, 1949, p.
13.
45
MENÚ SALIR
Concepto, origen y formas de la miniatura-retrato
53
WEHLE, H. B., “Portrait miniaturas, their history” en Portrait miniaturas. The Edgard B. Greene
Collection, The Cleveland Museum of Art, Cleveland, 1951, p. 10; y LLOYD C. y REMINGTON, V.,
Masterpieces in little. Portrait miniaturas from the collection of Her Majesty Queen Elizabeth II, The
Boydell Press, Londres, 1996, pp. 25-26.
46
MENÚ SALIR
Concepto, origen y formas de la miniatura-retrato
54
Maximiliano I de Habsburgo (1459-1519) fue proclamado emperador del Sacro Imperio en 1509. Se
había casado con María de Borgoña en 1477 con quien tuvo a sus dos hijos, Felipe el Hermoso y
Margarita de Austria. Enviudó en en 1482 y en 1493 se volvió a casar con Bianca Maria Sforza, hija del
duque de Milán.
55
Maximilian I. (1459-1519), Österreichische Nationalbibliothek, Wien, 1959, pp. 14 y fig. 13.
56
EICHBERGER, D. y BEAVEN, L., op. Cit., p. 233.
47
MENÚ SALIR
Concepto, origen y formas de la miniatura-retrato
57
BACKHOUSE, J., “Illuminated Manuscripts and the Development of the Portrait Miniature” en Henry
VIII. A European Court in England, National Maritime Museum, Greenwich, 1991, pp. 88-90; y
DOCAMPO CAPILLA, J., “Imagen religiosa y devoción privada: los libros de oraciones de Carlos V” en
El arte en las cortes de Carlos V y Felipe II, IX Jornadas de Arte, Consejo Superior de Investigaciones
Científicas, Madrid, 1999, p. 218.
58
COOMBS, K., The portrait miniature in England, V&A Publications, London, 1998, p. 19.
59
BACKHOUSE, J., Op. Cit., p. 88.
60
JORDAN, A., “Mujeres mecenas de la Casa de Austria y la infanta Isabel Clara Eugenia” en El arte en
la corte de los archiduques Alberto e Isabel Clara Eugenia (1598-1633). Un reino imaginado, Sociedad
Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V, Madrid, 1999, p. 136.
48
MENÚ SALIR
Concepto, origen y formas de la miniatura-retrato
61
COLDING, T., op. Cit., p. 31 y fig. 11.
49
MENÚ SALIR
Concepto, origen y formas de la miniatura-retrato
62
BACKHOUSE, J., op. Cit., p. 90.
63
PÉREZ PASTOR, C., op. Cit., p. 330.
50
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Concepto, origen y formas de la miniatura-retrato
Mención aparte merecen los libros de retratos que se realizaban con un objetivo
lúdico. La conservación del Recueil Montmor, de 1523, evidencia la circulación en la
64
HEINZ, G., “Das Porträtbuch des Hieronymus Beck von Leopoldsdorf”, en Jahrbuch der
Kunsthistorischen Sammlungen in Wien, Band 71, Wien, 1975, pp. 165-310.
65
CAMPBELL, L., Renaissance portraits. European portrait-painting in the 14th, 15th and 16th
centuries, Yale University Press, New Haven and London, 1990, pp. 211 y 271.
66
FALOMIR FAUS, M., Felipe II. Un monarca y su época. Un príncipe del Renacimiento, Sociedad
Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V, Madrid, 1998, ficha 178, pp.
533-534.
67
ATERIDO, Á., ficha 1.4, El linaje del emperador, Sociedad Estatal para la Conmemoración de los
Centenarios de Felipe II y Carlos V, Cáceres, 2000, pp. 178-179.
51
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Concepto, origen y formas de la miniatura-retrato
Francia del siglo XVI de álbumes de retratos con epigramas a modo de adivinanza para
que el lector pudiese identificar al personaje68.
II.3 Resumiendo
68
CAMPBELL, L., Op. Cit., pp. 204-205.
52
MENÚ SALIR
En este ámbito debe destacarse el papel de las miniaturas como símbolos del
poder real, con el que las damas de la Casa de Austria eran representadas cuando
desempañaban alguna misión representativa. Ejemplo de ello son los retratos de Juana
de Austria como Regente de España durante la ausencia de su hermano Felipe II (fig.45)
e Isabel de Valois, durante la visita diplomática a su madre Catalina de Médicis en
69
COLOMER, J. L., “Uso y función de la miniatura en la corte de Felipe IV: Velázquez miniaturista” en
MORALES, A. (dir.), Symposium Internacional Velázquez, Junta de Andalucía, Sevilla, 2004, p. 341.
70
A propósito de la medalla, en RODRÍGUEZ GONZÁLEZ DE CEBALLOS, A., op. Cit., p. 434.
71
STEWART, S. “The Eidos in the Hand” en STEWART, S., The Open Studio. Essays on Art and
Aesthetics, University of Chicago Press, Chicago, 2005, pp. 85-98.
55
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Las miniaturas-retrato
represesentación de su marido (fig. 46). Existen otras formas de transferencias del poder
mediante miniaturas, como puede verse en el capítulo “El retrato dentro del retrato”72.
También como regalos entre Estados jugaron un importante papel las miniaturas.
El intercambio de regalos se considera la pública confirmación de un acuerdo de
amistad entre diferentes países. Entre los numerosos regalos intercambiados con motivo
de tratados internacionales o visitas de Estado las miniaturas ocupaban un lugar
fundamental no tanto por ostentación y expresión de riqueza y lujo sino como símbolo
de cercanía y afecto “para que assí como le hauían entregado sus corazones, con el amor
que le hauían cobrado, tuuiese cerca de sí sus retratos, ya que no les era posible gozar
72
Ver “El retrato dentro del retrato”, pp. 67-75.
73
CLOULAS, A., “Documents concernant Titien conservés aux Archives de Simancas”, Mélanges de la
Casa de Velázquez, 3, 1967, p. 218.
74
CAMPBELL, L., op cit., p. 198.
75
STRATTON, S., Op. Cit., p. 18.
76
Recogido por SERRERA, J. M., “Alonso Sánchez Coello y la mecánica del retrato de corte” en Alonso
Sánchez Coello y el retrato cortesano de Felipe II, Museo del Prado, Madrid, 1990, p. 54.
56
MENÚ SALIR
Las miniaturas-retrato
77
Recogido por UNGERER, G., “Juan Pantoja de la Cruz and the circulation on gifts between the English
and Spanish courts in 1604/5” en SEDERI: yearbook of the Spanish and Portuguese Society for English
Renaissance Studies, nº 9, 1998, pp. 59-78, nota 17.
78
FLETCHER, J., “The Renaissance Portrait: Functions, Uses and Display” en Renaissance Faces. Van
Eyck to Titian, Yale University Press, London, 2008, p. 49.
79
COOMBS, K., op. Cit., p. 19.
80
FUMERTON, P., Cultural Aesthetics: Renaissance literature and the practice of social ornament,
University of Chicago Press, Chicago, 1993, pp. 70-71.
81
UNGERER, G., op. Cit., p. 66.
82
ESPINOSA MARTÍN, C., “El retrato-miniatura de los regalos diplomáticos españoles en el siglo
XVIII” en El arte en las cortes europeas del siglo XVIII, Dirección General del Patrimonio Cultural,
Madrid, 1987, pp. 264-268.
83
KEIL, R., Die Porträtminiaturen des Hauses Habsburg, Verlag Amartis, Wien, 1999, p. 14.
84
SERRERA, J.M., op. cit., p. 55.
85
SERRERA, J.M., op. cit., p. 53.
57
MENÚ SALIR
Las miniaturas-retrato
treinta reales”86. Gabriele Ricardo, embajador del Gran Duque de Toscana le envió a
éste “retratitos de infantes”. Julio Chifleçio mandó a Flandes “un retrato pequeño de don
Juan de Austria” y Guillermo Greetrakes hizo lo propio enviando “dos retratitos” a
Inglaterra87.
Entre las diferentes cortes europeas, cuyos lazos familiares eran muy estrechos,
era muy común el envío tanto de retratos de gran formato como de retratos en miniatura.
La Infanta Isabel Clara Eugenia, Gobernadora de los Países Bajos, le escribió al Duque
de Lerma “todo el adorno de mí aposento son los retratos, con que paso la vida, ya que
no puedo gozar los vivos”88. Catalina de Médici enviaba constantemente miniaturas a su
familia en Florencia, como demuestra la colección de miniaturas francesas existente en
la ciudad89, entre las que se encuentran las de sus nietas las infantas Isabel Clara
Eugenia y Catalina Micaela (figs. 33 y 34).
86
VARELA MERINO, L., “El rey fuera de palacio: la repercusión social del retrato regio en el
Renacimiento español” en El linaje del emperador, Sociedad Estatal para la Conmemoración de los
Centenarios de Felipe II y Carlos V, Cáceres, 2000, p. 132, nota 99.
87
MORÁN TURINA, M., “Importaciones y exportaciones de pinturas en el siglo XVII a través de los
registros de los libros de pasos” en Madrid en el contexto de lo hispánico desde la época de los
descubrimientos, tomo I, Universidad Complutense, Madrid, 1994.
88
GARCÍA GARCÍA, B.J., “Bruselas y Madrid: Isabel Clara Eugenia y el duque de Lerma” en Albert &
Isabella, 1598-1621, Thomas y Duerloo (eds.), BREROLS, Leuven, 1998, pp. 67-77.
89
MELONI TRKULJA, S., “Ritrattini di autori o personaggi francesi” en ROSENBERG, P. (ed), Pittura
francese nelle collezioni pubbliche fiorentine, Centro Di, Firenze, 1977, p. 235.
58
MENÚ SALIR
Las miniaturas-retrato
Isabel de Austria, casada con el rey francés Carlos IX, y hermana de Ana de
Austria, le envió a ésta un retrato en miniatura pintado por François Clouet en 157290.
En una carta a su hija Catalina Micaela, duquesa de Saboya, Felipe II menciona unos
retratos de su familia que el duque de Saboya, su yerno, le hizo mandar: “Con lo que me
decís de mi nieto he holgado mucho y con un librillo que el Duque me envió de vuestro
retrato y los suyos, aunque más me holgaría de veros a vos y a ellos, que no podrían
dejar de darme gusto con sus travesuras”91. Al venir a España, Margarita de Austria,
esposa de Felipe III, trajo consigo trece naipes con los retratos de sus padres y
hermanos92. Finalmente, tanto Juan Pantoja de la Cruz como, posteriormente Bartolomé
González y Rodrigo de Villandrando realizaron numerosas miniaturas por encargo de
Felipe III y Margarita de Austria para enviar a Alemania y Flandes93.
“Otro retrato chico en naipe, de la Reina Nra. Sra. Que está en el cielo,
muerta, vestida con hábito de S. Francisco puestas las manos y en ellas una
cruz.
90
MAZEROLLE, F., Miniatures de François Clouet au trésor impérial de Vienne (Extrait de la Revue de
l´Art chrétien, 1889), Société de Saint-Augustin, Lille, 1889, p. 2.
91
BOUZA ÁLVAREZ, F., Cartas de Felipe II a sus hijas, Turner, Madrid, 1988, p. 132.
92
SÁNCHEZ CANTÓN, F.J., Y MORENO VILLA, J., “Noventa y siete retratos de la familia de Felipe
III por Bartolomé González” en Archivo Español de Arte y Arqueología, XXXVIII, Madrid, 1937, p. 131.
93
Véanse los capítulos dedicados a estos artistas.
59
MENÚ SALIR
Las miniaturas-retrato
Mas otro retrato de la Sma Infanta Da. Margarita, muerta, en naipe, todo el
cuerpo entero, vestido de la misma manera y todos los aderentes que el
original grande (…)” 94.
94
MORENO VILLA, J. y SÁNCHEZ CANTÓN, F.J., “Noventa y siete retratos de la familia de Felipe III
por Bartolomé González” en Archivo Español de Arte y Arqueología, XXXVIII, Madrid, 1937, pp. 19 y
25.
95
FUMERTON, P., Op. Cit., p. 70.
96
COOMBS, K., op. Cit., pp. 19-20.
60
MENÚ SALIR
Las miniaturas-retrato
su presencia; y, envuelta en un papel en el que se podía leer “Mi señor”, un retrato del
conde de Leicester97.
Una de las funciones más extendidas de los retratos en miniatura fue la del
regalo entre amantes. Este intercambio de retratos galantes entre amantes suscitó desde
un primer momento controversias entre moralistas, teólogos y demás tratadistas. En sus
declaraciones en defensa de los retratos en este contexto, Francisco de Holanda
evidencia la polémica:
97
LLOYD, C. y REMINGTON, V., op. Cit., p. 12.
98
SERRERA, J.M., Op. Cit., p. 55.
99
VARELA MERINO, L., Op. Cit., p. 128.
100
Recogido por SEBASTIÁN LOZANO, J., Imágenes femeninas en el arte de corte español del siglo
XVI, Universidad de Valencia, 2005, tesis doctoral inédita, p. 230, nota 375.
101
VARELA MERINO, L., “El rey fuera de palacio…”, p. 128.
61
MENÚ SALIR
Las miniaturas-retrato
“si alguno supiere amar muy fiel y castamente, dino es de tener al natural
pintado el vulto que ama, ansí para las ausencias de la vida, como para la
recordación después de la muerte”102.
102
HOLANDA, F. de, De la pintura antigua, Visor Libros, Madrid, 2003, p. 255.
103
CAMPBELL, L, op. Cit., p. 194.
104
Recogido por ILLÁN MARTÍN, M., ficha catalográfica 19, La ciudad oculta. El universo de las
clausuras de Sevilla, Fundación Cajasol, Sevilla, 2009, pp. 198-199. Según la autora, se trata del retrato
de un retrato de una monja carmelita pero, visto en detalle, se observa la barba de Jesucristo.
105
MARTÍNEZ-BURGOS, P., “El Greco y Toledo: los cuadros de devoción en el marco espiritual de la
Contrarreforma”, Boletín de Arte, nº 24, Universidad de Málaga, 2003, pp. 24-25.
62
MENÚ SALIR
Las miniaturas-retrato
“Resta ahora tratar de otro linaje de pinturas, que sin ser desnudas, ni
deshonestas, suelen ser accidentalmente provocativas. Estas son los retratos
pequeños, que llaman de fualdriquera, y por otro nombre amatorios; en que
no podemos negar, que el retrato de su naturaleza, es indiferente, y aun
pudiéramos decir, directamente bueno, si los fines y el mal uso no le vician
(…). Pero a veces concurren tales circunstancias, que absolutamente le
hacen ilícito; como el que solicita el retrato de la amiga, para excitar en su
soledad su deleite sensual (…). Pero si al pintor le consta, que el retrato, que
le mandan hacer, no es para fin honesto, no lo puede hacer con segura
conciencia; y más si la mujer, o cualquiera de los dos son casados, si no es,
que sean parientes cercanos, y convenga con ello el marido (…). Supongo
que en Francia, Flandes, Alemania, Italia, e Inglaterra, es corriente el tener
retratos mayores, y menores de todas las madamas sobresalientes en calidad,
y hermosura, sin que de esto se haga melindre, ni misterio alguno; pero en
España es más escrupuloso el pundonor. Y así es menester tratar esta materia
con diferente recato”106.
Desconoce Palomino las palabras de Juan Rufo, que en sus Apothemas, escritos
a finales del siglo XVI, ya daba cuenta de la importancia de las miniaturas en el juego
galante en una práctica similar a la que Palomino señala en Flandes, Alemania e
Inglaterra:
Además, en su texto Palomino se hace eco de una preocupación que va más allá
de la falta de decoro moral de las imágenes por sí solas108, y que incide en el uso poco
honesto de las mismas, algo extensamente estudiado por Freedberg, quien en su teoría
del “amor ante la visión de una imagen”, desarrolla la idea de que las imágenes, y muy
106
PALOMINO, A., El museo pictórico y escala óptica, 1715-1724, ed. Aguilar, Madrid, 1947, t. II, pp.
264-265.
107
RUFO, J., Las seiscientas apotegmas y otras obras en verso, 1596, ed. Espasa-Calpe, Madrid, 1972.
108
Véase RODRÍGUEZ G. DE CEBALLOS, A., “La repercusión en España del decreto del Concilio de
Trento acerca de las imágenes sagradas y las censuras al Greco” en Studies in the History of Art (El
Greco: Italy and Spain), vol. 13, National Gallery of Art, Washington, 1984, pp. 153-158.
63
MENÚ SALIR
Las miniaturas-retrato
especialmente los retratos, son contempladas como seres vivientes que, como tales,
provocan sentimientos de una cierta carga sexual109.
109
FREEDBERG, D., El poder de las imágenes. Estudios sobre la historia y la teoría de la respuesta,
Cátedra, Madrid, 1992, pp. 374-381.
110
GÁLLEGO, J., Visión y símbolos en la pintura española del Siglo de Oro, Cátedra, Madrid, 1996, p.
218.
111
LLOYD, C. y REMINGTON, V., op. Cit., p. 39; y COOMBS, K., Op. Cit., p. 45.
112
Recogidos por COLOMER, J.L., op. Cit., p. 341.
113
ARBETETA MIRA, L., “La joya española. Su evolución en cinco siglos” en La joyería española de
Felipe II a Alfonso XIII, Nerea y Ministerio de Educación y Cultura, Madrid, 1998, p. 24.
114
COOMBS, K., op. Cit., p. 26.
64
MENÚ SALIR
Las miniaturas-retrato
dos célebres miniaturas inglesas en las que el amante se consume en las llamas de su
pasión115.
37. Hilliard, Joven caballero cogiendo una mano del cielo, 1588
(Victoria and Albert Museum, Londres)
38. Hilliard, Joven caballero delante de un muro de fuego, 1588
(Victoria and Albert Museum, Londres)
En relación con este uso romántico de las miniaturas, se debe destacar también
su presencia en numerosos lienzos de vanitas del siglo XVII. El más célebre de ellos es
la Vanitas de Antonio de Pereda del Kunsthistorisches Museum de Viena (fig. 39), pero
también en otra Vanitas (Galeria de los Uffizi, Florencia) del mismo autor (fig. 40); en
El sueño del caballero (Real Academia de San Fernando, Madrid) (fig. 41), cuya autoría
se disputan Pereda y Francisco Palacios; y en la Vanitas con libros (colección particular,
Londres) (fig. 42) de Andrés Deleito, encontramos naipes de mujeres junto a otras
115
STRONG, R., Artists of the Tudor Court. The portrait miniature rediscovered, 1520-1560, The
Victoria and Albert Museum, London, 1983, p. 10.
116
POPE-HENNESSY, J., El retrato en el Renacimiento, Akal, Madrid, 1985, pp. 285-286.
65
MENÚ SALIR
Las miniaturas-retrato
117
VALDIVIESO, E., Vanidades y desengaños en la Pintura Española del Siglo de Oro, Fundación de
Apoyo a la Historia del Arte Hispánico, Madrid, 2002, pp. 37-40 y 44-48.
118
SEBASTIÁN LOZANO, J., “Lo privado es político. Sobre género y usos de la imagen en la Corte de
los Austrias” en SAURET GUERRERO, T. y QUILES FAZ, A. (eds.), Luchas de género en la Historia a
través de la imagen, tomo I, CEDMA, Málaga, 2001, p. 694; y GÁLLEGO, J., El cuadro dentro del
cuadro, Cátedra, Madrid, 1978, p. 86.
66
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Las miniaturas-retrato
67
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Las miniaturas-retrato
119
STOICHITA, V., “Imago regis: Teoría del arte y retrato real en Las Meninas de Velázquez”, en
MARÍAS, Fernando (ed.), Otras Meninas, Siruela, Madrid, 1995, pp. 181-203.
120
Sus palabras exactas son: “El retrato del ser amado casi equivale a su posesión”. GÁLLEGO, Julián,
Visión y símbolos…, p. 218.
121
FLORISTÁN, A. (coord.), Historia Moderna Universal, Ariel Historia, Barcelona, 2002, p. 171.
68
MENÚ SALIR
Las miniaturas-retrato
122
VU, Y., “Retrato de Sophia de Bohemia” en ANEIROS GARCÍA, R. (coord.), Principiños, Xunta de
Galicia, La Coruña, 2004, p.68.
123
MARTÍNEZ MILLÁN, J., “Familia real y grupos políticos: la princesa Doña Juana de Austria (1535-
1573)” en MARTÍNEZ MILLÁN, J., La corte de Felipe II, Alianza, Madrid, 1994, pp. 73-106.
69
MENÚ SALIR
Las miniaturas-retrato
124
KUSCHE, M., “Sofonisba e il ritratto di rappresentanza ufficiale nella corte spagnola” en VV.AA.,
Sofonisba Anguissola e le sue sorelle, Leonardo Arte, Milán, 1994 y ficha 24, pp. 234-237; SEBASTIÁN
LOZANO, J., “Spanish intimate portraits in the sixteenth and seventeenth centuries and the role of
women in these comissions”, en el simposio Women Art Patrons and Collectors en la Public Library de
Nueva York, 1999, inédito; e Imágenes femeninas en el arte de corte español del siglo XVI, Universidad
de Valencia, 2005, tesis doctoral inédita, pp. 234-235; y RUIZ GÓMEZ, L., “En nombre del rey: el
retrato de Juana de Austria del Museo de Bellas Artes de Bilbao”, Buletina Boletín Bulletin del Museo de
Bellas Artes de Bilbao, nº 2, Bilbao, 2006, pp. 113-116.
70
MENÚ SALIR
Las miniaturas-retrato
71
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Las miniaturas-retrato
125
MÍNGUEZ CORNELLES, V., “El espejo de los antepasados y el retrato de Carlos II en el Museo
Lázaro Galdiano” en Boletín del Museo e Instituto Camón Aznar, XLIV, Zaragoza, 1991, pp. 71-82.
126
FALOMIR FAUS, M., “Los orígenes del retrato en España. De la falta de especialistas al gran taller”
en El retrato español. Del Greco a Picasso, Museo Nacional del Prado, Madrid, 2004, p. 78.
127
http://www.thewalters.org/works_of_art/itemdetails.aspx?aid=26104
72
MENÚ SALIR
Las miniaturas-retrato
(colección Federigo Zeri, Mentana) (fig. 54); del retrato de Francesco I de Médici con
la miniatura de su hermana Lucrezia atribuido a Alessandro Allori, c. 1560128 (fig. 55);
de la miniatura de Lady Catherine Grey por Lavinia Teerlinc, con la miniatura de su
marido colgada del cuello, c. 1560 (colección duque de Rutland, Inglaterra)129 (fig. 56);
del retrato de dama con la miniatura de su marido, de escuela emiliana (Sotheby´s)130
(fig. 57); y del retrato de Isabel Clara Eugenia con Magdalena Ruiz (Museo del Prado,
1586-1587) en el que, semioculto entre su ropa, la enana esconde un retrato colgado de
una cadena131 (fig. 58).
128
CAMPBELL, L., op. Cit., p. 219.
129
COOMBS, K., op. Cit., p. 26.
130
Important Old Master Paintings Including European Works of Art, Sale N08404, Session 2 | 24 Jan 08,
New York. http://www.sothebys.com/app/live/lot/LotDetail.jsp?lot_id=159415836
131
Véase también Retrato de dama con la miniatura de su marido (vendido en Sotheby´s el 24 de enero
de 2008).
73
MENÚ SALIR
Las miniaturas-retrato
74
MENÚ SALIR
Las miniaturas-retrato
132
SEBASTIÁN LOZANO, J., “Lo privado es político…”, p. 694.
75
MENÚ SALIR
Las miniaturas-retrato
133
KENNER, F., “Die Porträtsammlung des Erzherzogs Ferdinand von Tirol”, en Jahrbuch der
Kunsthistorischen Sammlungen des Allerhöchsten Kaiserhauses, Band XIV, Wien, 1893, pp. 39-171;
“Die Porträtsammlung des Erzherzogs Ferdinand von Tirol. Spanien und Portugal”, Jahrbuch der
Kunsthistorischen Sammlungen des Allerhöchsten Kaiserhauses, Band XIX, Wien, 1898, pp. 6-155; y Die
Porträtsammlung des Erzherzogs Ferdinand von Tirol, Verlag der Kunsthistorischen Sammlungen, Wien,
1932.
76
MENÚ SALIR
Las miniaturas-retrato
A diferencia de estas extensas galerías de uomini famosi, las mujeres de las casas
reales tendían a realizar galerías restringidas de retratos estrictamente familiares, en sus
aposentos y con un uso meramente privado136. La galería familiar documentada más
antigua es la del rey don Juan II, que escribe Butrón, “deseaba hazer un arbol de los
retratos, y titulos de sus passados, cuyas imagines tenia puestas en una silla que dellas
tenia tachonada”137. Ya de época moderna se han conservado varias de estas galerías
familiares reunidas no “como ejercicio de gusto sino por sentido genealógico y
dinástico, como un recuerdo familiar”138. Una de ellas es la pequeña colección de
retratos en miniatura encargada en 1565 por la reina de Portugal, Catalina de Austria,
como regalo de bodas a su sobrina, María de Portugal, futura princesa de Parma, para
que en la lejana Italia pudiera recordar a sus seres más allegados: el rey don Juan de
Portugal y la reina Catalina, el príncipe Juan, Isabel de Braganza, Juana de Austria y la
propia doña María 139 (fig. 61).
134
LADNER, G., “Zur Porträtsammlung des Erzherzogs Ferdinand von Tirol (Ambraser
Porträtsammlung)” en Extrait du Bulletin du Comité Internacional des Sciences historiques, numéro 24,
septembre 1934, pp. 271-285.
135
MELONI TRKULJA, S., Ritrattini in miniatura, Museo Nazionale del Bargello, Firenze,1988, p. 4.
136
Acerca de la etiqueta de palacio, veáse SEBASTIÁN LOZANO, J., “Etiquetas y arquitectura en los
palacios de los Austrias. Una visión desde el cuarto de la reina” en Actas del XIV Congreso Nacional de
Historia del Arte, tomo II, Universidad de Málaga, Málaga, 2004, pp. 907-917.
137
BUTRÓN, J. de, Discursos apologéticos en que se defiende la ingenuidad del arte de la pintura,
Madrid, 1626, fol. 27.
138
MELONI TRKULJA, S., Omaggio a Leopoldo de´ Medici. Parte II. Ritrattini, Leo S. Olschki Editore,
Firenze, 1976, p. 9.
139
JORDAN, A., Retrato de Corte em Portugal. O legado de António Moro (1552-1572), Quetzal
Editores, Lisboa, 1994, pp. 43-45.
77
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Las miniaturas-retrato
140
POPE-HENNESSY, J., El retrato…., p. 207.
78
MENÚ SALIR
Las miniaturas-retrato
En muchas ocasiones estas galerías de retratos formaban parte de unas más amplias
cámaras de maravillas. En los inventarios de las diferentes monarquías se comprueba la
existencia de pequeños retratos entre objetos de muy diversa clase, como también se
79
MENÚ SALIR
Las miniaturas-retrato
141
Véase también SÁNCHEZ LÓPEZ, J. A., “El cielo y el mundo. Mujer vestida de santa, santa vestida
de mujer” en CAMACHO MARTÍNEZ, R. y MIRÓ DOMÍNGUEZ, A. (eds.), Iconografía y creación
artística. Estudios sobre la identidad femenina desde las relaciones de poder, Servicio de Publicaciones
Centro de Ediciones de la Diputación de Málaga, 2001, pp. 231-233.
80
MENÚ SALIR
Las miniaturas-retrato
miniatura y piezas de mica incluido en este trabajo es de escuela francesa del siglo
XVII142 (fig. 65).
142
http://www.bonhams.com/cgi-
bin/public.sh/pubweb/publicSite.r?sContinent=EUR&screen=lotdetailsNoFlash&iSaleItemNo=3522489&
iSaleNo=15263&iSaleSectionNo=1
81
MENÚ SALIR
Las miniaturas-retrato
143
http://collectionsonline.lacma.org/mwebcgi/mweb.exe?request=epage;id=500841;type=803
82
MENÚ SALIR
Las miniaturas-retrato
144
http://www.museumwales.ac.uk/en/rhagor/interactives/miniature/
83
MENÚ SALIR
Las miniaturas-retrato
tras unos barrotes tal y como transcurrirían sus últimos días de vida. De autor
desnoconocido, puede fecharse el conjunto entre 1650 y 1700145 (fig. 68).
145
http://www.carisbrookecastlemuseum.org.uk/charles_I_visit.aspx
146
http://www.npg.org.uk/live/search/portrait.asp?locid=9&rNo=14
84
MENÚ SALIR
Las miniaturas-retrato
147
ARBETETA MIRA, L., “La joya española. Su evolución en cinco siglos” en La joyería española de
Felipe II a Alfonso XIII, Nerea y Ministerio de Educación y Cultura, Madrid, 1998, p. 24.
148
COOMBS, K., op. Cit., p. 26.
149
COLDING, T., Op. Cit., p. 57.
150
Recogido por CAMPBELL, L., op. Cit., pp. 63-64.
85
MENÚ SALIR
Las miniaturas-retrato
“Ung autre tableaul d´anluminure où est le chief de Madame qui est ung peu
gasté.
151
JORDAN, A., “Mujeres mecenas de la Casa de Austria…”, pp. 118-137.
152
Acerca de Margarita de Austria, véase LEITNER, T., Habsburgs verkaufte Töchter, Carl Überreuter
Verlag, Viena, 1987.
153
Acerca de las colecciones de Margarita de Austria veáse: EICHBERGER, D. y BEAVEN, L., Op Cit.,
pp. 225-248; JORDAN, a., “La imagen de un rey: retratos de corte en la colección de Felipe II” en
Philippus II rex, Lunwerg Editores, Madrid, 1998, pp. 383-436; y GARCÍA SANZ, A. y RUDOLF, K. F.,
“Mujeres coleccionistas de la casa de Austria en el siglo XVI” en La mujer en el arte español, VIII
Jornadas de Arte, C.S.I.C., Madrid, 1997, pp. 143-154.
154
FINOT, J., Inventaire sommaire des archives départementales antérieures à 1790, Nord, Archives
civiles- Série B, VIII, Lille, 1895, p. 210, recogido por CAMPBELL, L., op. Cit., pp. 64 y 253, nota 97.
155
FINOT, J., op. Cit., p. 431, recogido por CAMPBELL, L., op. Cit., pp. 64 y 253, nota 98.
86
MENÚ SALIR
Las miniaturas-retrato
156
ZIMMERMANN, H., “Urkunden und Regenten aus dem Kaiser und König Hausarchiv, Hofarchiv und
Staatsarchiv in Wien”, Jahrbuch der Kunsthistorischen Sammlungen des Allerhöchsten Kaiserhauses,
Band III, Wien, 1885, p. C.
157
Maximilian I. (1459-1519)…, p. 65 y fig. 37.
87
MENÚ SALIR
Las miniaturas-retrato
directamente al espectador. Bening pretendía así dar una imagen de artista intelectual,
de creador, no de mero artesano158.
Lucas Hornebolte el Viejo (c. 1490-1544) fue pintor de Margarita de Austria desde
1515, para la que en 1521 realizó Sèze belles histories bien enlumynées. Al año
siguiente pintaría un pequeño retrato de Cristián de Dinamarca. En la década de 1520
llegó a Inglaterra junto a sus dos hijos, Lucas y Susanna, también iluminadores. El
trabajo de Susanna fue admirado por Durero pero no se conservan más detalles de su
obra; Lucas, por su parte, introdujo la miniatura en Inglaterra como pintor de Enrique
VIII y estuvo a su servicio hasta su muerte en 1544. La importancia de esta familia se
enmarca en el desarrollo de las primeras miniaturas. La miniatura representando a
Enrique VIII conservada en el Fitzwilliam Museum de Cambridge (fig. 71), cuya
versión anterior, prácticamente idéntica, es también obra de Lucas Hornebolte, fue
realizada para ilustrar un documento oficial, está fechada en 1526 y constituye, junto a
158
FRANSEN, B., ficha catalográfica 69 en FALOMIR FAUS, M. (ed.), El retrato en el Renacimiento,
Museo del Prado, Madrid, 2008.
159
HIDALGO OGAYAR, J., “Doña Mencía de Mendoza, marquesa del Zenete, condesa de Nassau y
duquesa de Calabria, ejemplo de mujer culta en el siglo XVI” en La mujer en el arte español, VIII
Jornadas de Arte, C.S.I.C., Madrid, 1997, p.98.
88
MENÚ SALIR
Las miniaturas-retrato
160
BACKHOUSE, J., op. Cit., p. 89.
161
VASARIO, J., Vidas de artistas ilustres, Editorial Iberia, Barcelona, 1957, vol. V, p. 308; y BENITO
DOMENECH, F., “En torno a Julio Clovio y España”, Archivo Español de Arte, nº 243, Madrid, 1988,
pp. 307-312.
162
RUIZ GÓMEZ, L., ficha catalográfica 71 en FALOMIR FAUS, M. (ed.), El retrato en el
Renacimiento, Museo del Prado, Madrid, 2008.
163
COOMBS, K., op. Cit., p. 18.
89
MENÚ SALIR
Las miniaturas-retrato
164
MELLEN, P., Jean Clouet, Flammarion, Paris, p. 8.
165
Recogido por WEHLE, H. B., op. Cit., p. 9.
166
Acerca de Hourenbout, véase DOGAER, G., Flemish miniature painting in the 15th and 16th
centuries, B.M. Israël B.V., Amsterdam, 1987, pp. 161-165.
167
Acerca de la obra en miniatura de Holbein, véase ROWLANDS, J., Holbein. The paintings of Hans
Holbein the Younger, Phaidon, London, 1985, pp. 150-152 y 215-216; y Hans Holbein der Jüngere.
1497/98-1543. Porträtist der Renaissance, Waanders Verlag, Zwolle, Den Haag, 2006, pp.126-127.
90
MENÚ SALIR
LA MINIATURA-RETRATO EN ESPAÑA
MENÚ SALIR
MENÚ SALIR
La miniatura-retrato en España
IV La miniatura-retrato en España
IV.1 Fuentes e investigación
IV.1.1 Tratados
Las primeras noticias sobre retratos en miniatura españoles las hallamos en los
tratadistas. La presencia de estas miniaturas en los tratados se debe casi exclusivamente
a la labor de Felipe de Liaño; sólo un par de artistas más es mencionado someramente.
Sólo en los últimos años del siglo XIX, con un notable retraso respecto al resto
de Europa, pues, se ha puesto en valor esta expresión artística, con la celebración de
varias exposiciones con secciones de retratos en miniatura, las cuales, sin embargo, no
fueron acompañadas de catálogo o estudio crítico. La primera de la que se tiene noticia
se celebró en 1895 en el Palacio Anglada de Madrid y le siguieron, las de Sevilla
(1910), Barcelona (1910), Madrid (1916) y Sevilla (1930).
El primer historiador que se interesó en este tema fue Ezquerra del Bayo, quien
en 1914 publicó un artículo con el título “Apuntes para la historia del retrato-miniatura
en España”, en Arte Español.
93
MENÚ SALIR
La miniatura-retrato en España
En la década de 1950 se publicaron varios estudios entre los que destaca el libro
de Mariano Tomás La miniatura retrato en España (1953) en el que por primera vez
se hace un repaso histórico de este género en España, aunque centrado principalmente
en el siglo XVIII.
94
MENÚ SALIR
La miniatura-retrato en España
Las grandes monografías del Greco de Camón Aznar (Madrid, 1950), Wethey
(Madrid, 1967) y Cossío (Barcelona, 1972) recogen varias miniaturas atribuidas al
cretense.
Paulina Junquera sacó a la luz en 1971 las miniaturas del Palacio Real en su
artículo “Miniaturas-retratos en el Palacio de Oriente”, Reales Sitios, nº 27..
En 1981 Christian Lasalle realizaría el estudio más extenso sobre Liaño con
aportaciones de gran interés acerca de su vida y de su obra en “Felipe de Liaño: el
pequeño Tiziano”, Boletín del Museo e Instutituto Camón Aznar, Zaragoza..
Sin duda, el catálogo más interesante para la historia del retrato miniatura en
España es el realizado por Suzanne Stratton para el Rosenbach Museum de Filadelfia,
The Spanish Golden Age in miniature, 1988, en el que se recoge una colección de
miniaturas españolas de gran valor.
95
MENÚ SALIR
La miniatura-retrato en España
El Catàleg d´escultura i pintura del segles XVI, XVII i XVIII. Fons del Museu
Frederic Marès de 1996 se publican dos retratos en miniatura de escuela española del
siglo XVII.
Del mismo año 1999 data el artículo “Spanish intimate portraits in the XVIth
and XVIIth centuries and the role of women in these comissions” en Women, Art
Patrons and Collectors (Nueva York), Jorge Sebastián aporta interesantes datos acerca
del uso y función de la miniatura.
Desde el año 2000 son numerosas las publicaciones que de un modo directo o
indirecto han abordado el tema de los retratos en miniatura. Javier Portús analiza el
significado de las miniaturas dentro de otros retratos en “Soy tu hechura. Un ensayo
sobre las fronteras del retrato cortesano en España” publicado en Carlos V. Retratos de
familia, 2000.
96
MENÚ SALIR
La miniatura-retrato en España
IV.2 Inicios
168
Estudios de la materia en: MARTÍN GONZÁLEZ, J. J., “La miniatura en los documentos de los
Archivos de Simancas y de Chancillería de Valladolid” en Boletín de la Sociedad Española de
Excursionistas, Madrid, 1951, pp. 189-211; y DOCAMPO CAPILLA, J., “Arte para una sociedad
estamental: la iluminación de documentos en la España de los Austrias” en El documento pintado. Cinco
siglos de arte en manuscritos, Ministerio de Educación y Cultura, Museo Nacional del Prado, Madrid,
2000, p. 52.
169
KUSCHE, M., Retratos y retratadores…, pp. 218 y 476.
170
DOCAMPO CAPILLA, J., ficha 36 en El documento pintado…, pp. 185-188.
171
MARCHENA HIDALGO, R., “La iluminación de privilegios y ejecutorias” en El arte en las cortes de
Carlos V y Felipe II…, pp. 135-136.
97
MENÚ SALIR
La miniatura-retrato en España
172
http://app.cul.columbia.edu:8080/exist/scriptorium/individual/CU-ROB-715.xml?showLightbox=yes
98
MENÚ SALIR
La miniatura-retrato en España
Los otros dos pintores iluminadores de los que tenemos noticias son Diego de
Arroyo y Manuel Denis.
173
REDONDO CANTERA, Mª J., “Artistas y otros oficios suntuarios al servicio de la emperatriz Isabel
de Portugal” en II Congreso Internacional de História da Arte. Actas, Livraria Almedina, Coimbra, 2004,
p. 660; y SEBASTIÁN LOZANO, J., “Choices and consequences: the construction of Isabel de
Portugal´s image” en EARENFIGHT, T., Queenship and political power in medieval and early modern
Spain, Ashgate Publishing, London, 2005.
174
SÁNCHEZ CANTÓN, F.J., “Noticia de Francisco de Holanda” en HOLANDA, F. de, De la pintura
antigua, Visor Libros, Madrid, 2003, pp.XVII-XX.
175
CALVETE DE ESTRELLA, J. C., El Felicísimo viaje del muy alto y muy poderoso príncipe don
Phelippe, 1549-1552, ed. Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y
Carlos V, Turner Libros, Madrid, 2001, edición de José María de Francisco Olmos y Paloma Cuenca, p.
33.
176
STRATTON, S., The Spanish Golden Age in Miniature, Rosenbach Museum and Library, New York,
1988, p. 17.
177
CEÁN BERMÚDEZ, J. A., Diccionario histórico de los más ilustres profesores de las Bellas Artes de
España, 1800, ed. Reales Academias de las Bellas Artes de San Fernando y de la Historia, Madrid, 1965,
t. I, p. 76.
178
Acerca de la obra de Diego Arroyo, véase RUIZ ALCÓN, Mª T., “Sillas de montar de Diego de
Arroyo” en Reales Sitios, X, nº 37, Madrid, 1973, pp. 49-54; CHECA CREMADES, F., Felipe II,
mecenas de las artes, Nerea, Madrid, 1992, pp. 27-29; y REDONDO CANTERA, Mª J. y SERRAO, V.,
“El pintor portugués Manuel Denis, al servicio de la Casa Real” en CABAÑAS BRAVO, M. (coord.), El
arte foráneo en España. Presencia e influencia, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid,
2005, pp. 61-78.
99
MENÚ SALIR
La miniatura-retrato en España
“Mas hizo quatro rretratos de la emperatriz nuestra señora, que aya gloria, en
pergamino por mandado de su alteza, a tres ducados cada uno, que son
quatro mill e quinientos maravedises”179.
“Mas hizo un rretrato del emperador de la çinta arriva armado; seis rreales…
Mas a diez y seis de diciembre del dicho año por un rretrato de la princesa,
nuestra señora, que hizo en Valladolid en principio de otubre del dicho año
como otro, que vino de Portugal, diez y ocho ducados”183.
179
BEER, R., “Acten, regenten und Inventare aus dem Archivo General zu Simancas” en Jahrbuch der
Kunsthistorischen Sammlungen des Allerhöchsten Kaiserhauses, Band XII, Wien, 1891, p. CXLI.
180
GONZALO SÁNCHEZ-MOLERO, J. L., El aprendizaje cortesano de Felipe II, Sociedad Estatal para
la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V, Madrid, 1999, p. 224.
181
SÁNCHEZ CANTÓN, F.J., Inventarios reales…, p. 228.
182
REDONDO CANTERA, Mª J. y SERRAO, V., op. Cit., p. 64.
183
BEER, R., op. Cit., p. CXLII.
184
REDONDO CANTERA, Mª J. y SERRAO, V., op. Cit., p. 64.
185
Simancas: Casa Real, leg. 41, fol.9 recogido por GONZÁLEZ DE AMEZÚA Y MAYO, A., op. Cit., t.
I, p. 265, nota 115.
100
MENÚ SALIR
La miniatura-retrato en España
“Una caxa de oro Redonda que pesa beinte e un castellanos y quatro tomines
y diez granos en la qual tiene su Alteza metidos dos Retratos de los Reys de
bohemia”187.
Otro retrato de la Magestad del Rey Don Phelippe, Nuestro Señor, de yeso,
en redondo…
Una caxa de oro, redonda, que tiene dentro, de pincel, en el dicho oro una
figura de muger…
Una caxa de latón, redonda, que se abre con dos puertas, que tiene dentro, de
pincel, los retratos de la Duquesa de Lerma y su hija…
Otra caxa de latón, redonda, que se abre con dos puertas, que tiene dentro
dos retratos que dicen son de la Reyna María quando moza, en dos edades…
186
HOLANDA, F. de, De la pintura antigua, 1548, ed. Visor Libros, Madrid, 2003, edición y notas de
F.J. Sánchez Cantón.
187
JORDAN, A., “Las dos águilas del emperador Carlos V” en La monarquía de Felipe II a debate,
Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V, Madrid, 2000, p.
439, nota 56.
101
MENÚ SALIR
La miniatura-retrato en España
“Otro retrato de la Princesa doña María de Portugal, primera muger del Rey
don Phelipe nuestro señor, de ylluminación, puesto sobre una piedra negra,
con guarnición a la redonda; metido en una caxa a manera de libro, cubierta
de terciopelo verde, que tiene una tercia de alto. Tasado en cinquenta
ducados”189.
188
PÉREZ PASTOR, C., op. Cit., pp. 361-363.
189
SÁNCHEZ CANTÓN, F.J., op. Cit., p. 228.
190
En su introducción al compendio en cuatro volúmenes de la miniatura europea Schidlof se excusa:
“Me veo obligado a excluir la primera categoría (miniaturas al óleo) de este libro pues todos los retratistas
deberían ser mencionados, habiendo casi todos ellos pintado miniaturas al óleo o, al menos, pequeñas
pinturas que pueden considerarse como tales”. Con esta afirmación Schidlof no hace si no recoger una
tradición largamente asentada según la cual la “verdadera” miniatura es únicamente la realizada con
pigmentos solubles al agua. SCHIDLOF, L., Op. Cit., vol. I, p. 1.
102
MENÚ SALIR
La miniatura-retrato en España
(Madrid, Instituto Valencia de Don Juan, óleo sobre tabla, 14 x 11,5 cm)
191
KUSCHE, M., Retratos y retratadores,…, pp. 38-39.
192
WOODALL, J., Anthonis Mor. Art and Authority, Waanders Publishers, Zwolle, 2007.
193
PÉREZ DE TUDELA, A., ficha catalográfica 365, El mundo que vivió Cervantes, Sociedad Estatal de
Conmemoraciones Culturales, Madrid, 2005, p. 533.
194
Para el estudio de la moda de la época véanse las siguientes obras de Carmen Bernis: “La ‘Dama del
Armiño’ y la moda” en Archivo español de arte, nº 59, Madrid, 1986; “La moda en la España de Felipe II
a través del retrato de corte”, Alonso Sánchez Coello y el retrato cortesano de Felipe II, Museo del Prado,
103
MENÚ SALIR
La miniatura-retrato en España
como por su preciosismo, podemos relacionarla con los retratos de Moro de Margarita
de Parma (Philadelphia Museum of Art, c.1559; y Gemäldegalerie, Berlín, c. 1562)
(figs. 76 y 77)195.
Madrid, 1990; y El traje y los tipos sociales en el Quijote, Ediciones El Viso, Madrid, 2001; así como
TEJEDA FERNÁNDEZ, M., Glosario de términos de la indumentaria regia y cortesana en España.
Siglos XVII y XVIII, Universidad de Málaga, Málaga, 2006.
195
MARLIER, G., “Anthonis Mor van Darhorst”, Mémoires. Académie royale de Belgique, tome III,
fascicule 2, Bruxelles, 1934, pp. 90-91; y FRERICHS, L.C.J., Antonio Moro, Uitgave van H.J.W. Becht,
Ámsterdam, 1946, p. 30.
104
MENÚ SALIR
La miniatura-retrato en España
El retrato de María Tudor (Museo del Prado, 1554), quizá el encargo más
importante en la carrera de Moro, sirvió de modelo para una larga serie de
reproducciones a pequeña escala del retrato (fig. 78). El propio Moro es considerado
autor de varias de estas miniaturas de María Tudor197; también a él, o a su círculo, se le
atribuyen algunos bustos en un formato no mucho mayor al de una miniatura.
78. Antonio Moro, María Tudor, 1554 (Museo del Prado, Madrid)
79. Círculo de Antonio Moro, María Tudor, c. 1554 (Museo de
Bellas Artes de Budapest)
El testimonio de Karel van Mander, que escribe que Moro realizó varias veces
copias de su retrato de María Tudor en pequeñas tablas198, ha contribuido a extender la
teoría de que Moro es el autor de estos pequeños retratos. Sin embargo, tanto el
196
SÁNCHEZ CANTÓN, F. J., Catálogo de las pinturas del Instituto Valencia de Don Juan, Madrid,
1923, número 44.
197
STRATTON, S., Op. Cit., p. 18, recoge estas afirmaciones realizadas por: LUMSDEN PROPERT, J.,
Catalogue of the historical collection of miniatures formed by Mr. J. Lumsden Propert, London, 1897; y
WALPOLE, H., Anecdotes of painting in England, with some account of the principal artists, London,
1876.
198
Recogido por WOODALL, J., op. Cit., 1991, p. 197.
105
MENÚ SALIR
La miniatura-retrato en España
ejemplar conservado en el Museo de Bellas Artes de Budapest, María Tudor (óleo sobre
tabla, 36 x 25.2 cm)199 (fig. 79), como el procedente de la colección del archiduque
Fernando del Tirol, en el Kunsthistorisches Museum de Viena (fig. 80) y otras versiones
(fig. 81), a pesar de estar evidentemente basadas en el modelo, no pueden atribuirse al
pintor por ser de inferior calidad.
IV.3.1.3 Felipe II
199
WOODALL, J., “An exemplary consorte: Antonis Mor´s portrait of Mary Tudor” en Art History, vol.
14, No. 2, June, 1991, pp. 198-199; y VAN DEN BOOGERT, B., ficha 232 en KERKHOFF, J. y VAN
DEN BOOGERT, B. (ed.), op. Cit., p. 335.
200
VAN DEN BOOGERT, B., ficha 231 en KERKHOFF, J. y VAN DEN BOOGERT, B. (ed.), op. Cit.,
p. 334.
106
MENÚ SALIR
La miniatura-retrato en España
IV.3.1.4 Felipe II
A raíz de la llegada de Antonio Moro a Portugal, dentro del país comienza una
retratística propia. Entre los principales retratadores destacaría Cristobal de Morais, al
servicio de Catalina de Austria, cuya obra está aún por descubrir y entre la cual
probablemente hubiera numerosas miniaturas. Con seguridad sólo se le conoce el
107
MENÚ SALIR
La miniatura-retrato en España
retratos de Sebastián de Portugal (1565, Descalzas Reales, Madrid) 201 (fig. 84), en el
que sigue a Moro de una manera bastante desgarbada.
201
KUSCHE, M., Retratos y retratadores…, pp. 106-107.
108
MENÚ SALIR
La miniatura-retrato en España
109
MENÚ SALIR
La miniatura-retrato en España
202
KUSCHE, M., “El caballero cristiano y su dama. El retrato de representación de cuerpo entero” en
Cuadernos de Arte e Iconografía, nº 25, t. XIII,Granada, primer semestre de 2004, pp. 7-84.
110
MENÚ SALIR
La miniatura-retrato en España
203
CAMÓN AZNAR, J., Guía del Museo Lázaro Galdiano, Madrid, 1986, p. 118; PERERA, A.,
“Miniaturas de los siglos XVI y XVII en el Museo Lázaro Galdiano” en Goya, Madrid, 1958, p. 289; y
KUSCHE, M., Retratos y retratadores…, p. 94.
204
ESPINOSA MARTÍN, C., Iluminaciones, pequeños retratos y miniaturas en la Fundación Lázaro
Galdiano, Fundación Lázaro Galdiano, Madrid, 1999, pp. 83-84.
111
MENÚ SALIR
La miniatura-retrato en España
color y la piel que cubre el bohemio es tratada de forma completamente distinta-, que un
copista no habría introducido205.
En la miniatura, uno de los escasísimos retratos no oficiales obra del pintor, éste
se permite pintar al niño con un aire más informal y una técnica ligerísima. Pero en
cuanto a la composición, el retratico no difiere en nada de los retratos de gran formato.
En definitiva, Sánchez Coello se limitaba a ajustar su composición al tamaño del
formato establecido, sin realizar ningún otro cambio.
205
Sólo el análisis radiográfico de la miniatura podría darnos la respuesta definitiva a la cuestión.
206
GONZÁLEZ DE AMEZÚA Y MAYO, A., Op. Cit., tomo I, p. 264, nota 114.
207
Witt Library, Spanish School.
112
MENÚ SALIR
La miniatura-retrato en España
113
MENÚ SALIR
La miniatura-retrato en España
En relación con esta última miniatura habría que poner otras dos de jóvenes en
atuendo militar.
114
MENÚ SALIR
La miniatura-retrato en España
(Madrid, Museo Lázaro Galdiano, óleo sobre naipe, 5,3 x 3,7 cm)
208
PERERA, A., op cit., p. 289; ESPINOSA MARTÍN, C., Iluminaciones…, p. 62; ESPINOSA
MARTÍN, C. en El documento pintado...; Arte y poesía: el amor y la guerra en el Renacimiento,
Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, Madrid, 2002, p. 427; y ESPINOSA MARTÍN, C.,
“Nuevos datos sobre la colección de miniaturas del Museo Lázaro Galdiano”, Goya, nº 312, mayo-junio
2006, pp. 163-164.
209
KUSCHE, M., Retratos y retratadores…, p. 361.
210
STRATTON, S., op. Cit., p. 34.
115
MENÚ SALIR
La miniatura-retrato en España
211
BREUER, S., Op. Cit., p. 25; y KUSCHE, M., Retratos y retratadores…, pp. 366-371.
116
MENÚ SALIR
La miniatura-retrato en España
117
MENÚ SALIR
La miniatura-retrato en España
“En cuanto a las pinturas, puedo conseguir los reyes españoles que son más
de sesenta, desde Pelayo –que fue un dios y que vivió hace alrededor de
ochocientos años- hasta el presente Filipo. La mayoría se hicieron en
Segovia, en una sala, hace cien años, en sus trajes antiguos, de cuerpo
entero, en relieve y pintados en colores. Los demás se encuentran en la
recámara del Rey, empero algunos -y son los mejores- en Granada y Sevilla,
más se pueden conseguir fácilmente para copiarlos.
De todas formas, Vuestra Alteza puede estar seguro de que se harán diligente
y excelentemente.
Voy pensando que estas cosas tienen larga vida y sirven de eterna memoria,
también aunque sea poca cosa con tal de que sean de buena calidad, en
especial perteneciendo a Vuestra Alteza que aventaja en estas y otras
curiosidades a otros potentados”212.
Sánchez Coello, ocupadísimo con la Galería del Pardo y los retratos de la familia
real y de su clientela particular, no parece que recibiera el encargo con mucho
entusiasmo. Pintó las dos miniaturas mencionadas y, tal vez para evitar tener que
realizar más, fijó su precio en cuarenta y dos ducados, advirtiendo además de que el
resto tendría que cobrarse a cincuenta ducados. De estas dos miniaturas, las únicas que
pueden ser atribuidas a él sin dudas, no podemos deducir mucho de su técnica como
retratista en miniatura, pues se trata de unas copias de las esculturas de los reyes
conservadas en el Alcázar de Segovia, en las que a pesar del rico colorido, no consigue
superar el estatismo de los modelos escultóricos; sin embargo, sí parecen revelar el
escaso interés que Sánchez Coello tenía en este tipo de retratos que le robaba tiempo
para sus grandes encargos213.
212
Recogido y traducido por KUSCHE, M., Retratos y retratadores…, pp. 372-373.
213
KUSCHE, M., Retratos y retratadores…, pp. 373-374.
118
MENÚ SALIR
La miniatura-retrato en España
214
Breuer menciona esta miniatura interpretando que se trata de un retrato de la reina y no del rey
basándose en que había sido ésta quien encargara la obra. Razones hay para pensar que por ese mismo
motivo, fuera el rey el retratado. Ante una larga ausencia, la reina podría querer conservar un retrato de su
esposo. BREUER-HERMANN, S., “Alonso Sánchez Coello. Vida y obra” en Alonso Sánchez Coello y el
retrato cortesano de Felipe II, Museo del Prado, Madrid, 1990, nota 172, p. 35.
215
“Notas a los documentos. Del retrato de Felipe II se ha de subrayar el pormenor de su pequeño
tamaño, porque creo que es la primera noticia de una obra de esta clase del pincel de Sánchez Coello”
MORENO VILLA, J., “Documentos sobre Pintores recogidos en el Archivo de Palacio” en Archivo
Español de Arte y Arqueología, Madrid, 1936, pp. 261-262 y 266.
119
MENÚ SALIR
La miniatura-retrato en España
A pesar de que la miniatura sobre cobre de la Infanta Isabel Clara Eugenia del
Museo Rosenbach217 (fig. 97) esté basada en el retrato de Sánchez Coello de Isabel
Clara Eugenia con la enana Magdalena Ruiz, c.1587 (Museo del Prado) –con un
concepto de la cara completamente diferente-, no es obra suya. Su estilo corresponde,
más bien, al de un artista francés.
216
VARELA MERINO, L., op. Cit., p. 126. AHPM, pr. 2561, s.f. (19-3-1609).
217
STRATTON, S., op. Cit., p. 33.
120
MENÚ SALIR
La miniatura-retrato en España
Varios autores atribuyen a Sánchez Coello una miniatura de Dama con toca (fig.
98) conservada en la colección Julio Muñoz basándose para ello en el rótulo que
aparece en el dorso de la tabla, donde se puede leer “Excma. Doña Leonor de Toledo.
Pintado por Sánchez Coello. AD 1592. Convento de las Descalzas Reales”218.
La dama, cubierta con toca y sosteniendo una cadena de oro con sus dedos, no
puede ser de ningún modo la consorte del Gran Duque de Toscana, como tampoco la
miniatura, muy alejada del estilo de Sánchez Coello, con la mano desgarbada y el traje
mal pintado, puede ser obra suya.
218
TOMÁS, M., La miniatura retrato en España, Ministerio de Asuntos Exteriores, Madrid, 1953, p. 62;
y GOMIS, J., Exposición de miniaturas-retrato españolas y extranjeras (siglos XVI-XIX), Barcelona,
1956, p. 81.
121
MENÚ SALIR
La miniatura-retrato en España
IV.3.4.3 Isabel Clara Eugenia y Catalina Micaela (Galleria degli Uffizi, Florencia)
219
JORDAN, A., “Mujeres mecenas de la Casa de Austria…”, p.130, nota 52.
220
MELONI TRKULJA, S., “Ritrattini di autori o personaggi francese” en ROSENBERG, P., Pittura
francese nelle collezioni pubbliche fiorentine, Centro Di, Firenze, 1977, p. 248.
122
MENÚ SALIR
La miniatura-retrato en España
Durante la vida artística de Sánchez Coello fueron muchos los artistas foráneos
que, por deseo del rey o de otros miembros de la familia real, o buscando la clientela de
la corte, acudieron a la corte española a desarrollar su arte, aportando sus estilos e
influencias a los artistas nacionales.
221
MORTE GARCÍA, C., “Rolan Moys, el retrato cortesano en Aragón y la sala de linajes de los duques
de Villahermosa”, El arte en las cortes de Carlos V y Felipe II, IX Jornadas de Arte, Consejo Superior de
Investigaciones Científicas, Madrid, 1999, pp. 445-468.
222
KUSCHE, M., “Rolan Moys, retratista cortesano, más allá de Aragón” en El arte en las cortes de
Carlos V y Felipe II, IX Jornadas de Arte, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, 1999,
pp. 431-437; y KUSCHE, M., Retratos y retratadores…, pp. 99-124.
123
MENÚ SALIR
La miniatura-retrato en España
223
MARTÍNEZ, J., Discursos practicables del nobilísimo arte de la pintura, 1673, ed. Akal, Madrid,
1988, edición de Julián Gállego, p. 138.
124
MENÚ SALIR
La miniatura-retrato en España
224
KUSCHE, M., Retratos y retratadores…, pp. 119-120.
125
MENÚ SALIR
La miniatura-retrato en España
Esta miniatura de dama, de fecha bastante tardía, c. 1590, (fig. 103) debe ser
puesta en relación con la obra última de Moys, especialmente con el retrato de Doña
Teresa Combal de Entenza (Madrid, colección particular, c.1590) (fig. 104). Tanto en
uno como en otro, el artista realiza una caracterización muy fuerte de la retratada al
tiempo que presta especial atención por los detalles de la indumentaria225.
225
KUSCHE, M., Retratos y retratadores…., pp. 124-125.
126
MENÚ SALIR
La miniatura-retrato en España
El flamenco Jorge de la Rúa –Jooris van der Straaten o Georges van Gent- fue,
según Karel van Mander, alumno de Frans Flooris. También está documentada su
estancia en la corte portuguesa, donde trabajó a la sombra de Moro y Sánchez Coello.
Cuando el príncipe Juan murió, en 1554, parece que decidió viajar a Inglaterra junto a
Felipe II, que preparaba su boda con María Tudor. Así, al menos, se desprende del
retrato atribuido a Rúa del joven Felipe como rey de Inglaterra (colección privada,
c.1554) y del busto, copia de éste, conservado en el Museo del Prado. Una vez pudo
comprobar que también en Inglaterra Moro seguía siendo el retratista preferido de
Felipe II, decidió volver a la península, primero a Portugal y, en 1560, a España. Será a
partir de 1564 cuando alcance su cima al ser plenamente aceptado por la reina Isabel de
Valois. A la muerte de su protectora, en 1568, pasará a Francia, al servicio de Isabel de
Austria.
127
MENÚ SALIR
La miniatura-retrato en España
Su estilo se caracteriza por una técnica lisa, de colorido muy vivo y cuidado y
por la especial atención que le presta a las lujosas vestiduras. Los rostros destacan por
una amabilidad excesiva que los hace demasiado ligeros. En definitiva, es éste un artista
que hubiera encajado mejor en la corte francesa y así se comprende el gusto que tuvo
por su obra Isabel de Valois226.
IV.3.6.1 Felipe II
226
KUSCHE, M., Retratos y retratadores…, pp. 139-162.
227
LUGT, F., Le portrait miniature. Illustré par la collection de SM la Reine des Pays-Bas, Van Kampen
& Fils, Ámsterdam, 1917, p. 10; y SCHAFFERS-BONDENHAUSEN, K. y TIETHOFF-SPLIETHOFF,
M., The portrait miniature in the Collections of the House of Orange-Nassau, Waanders, Zwolle, 1993, p.
326.
228
MATTHEWS, P.G., “Portraits of Philip II of Spain as King of England” en The Burlington Magazine,
vol. 142, No. 1162, London, January 2000, pp. 13-14.
128
MENÚ SALIR
La miniatura-retrato en España
Felipe II atribuidos por Maria Kusche a Rúa, con idéntica indumentaria, el busto del
Museo del Prado (fig. 106) y el Felipe II Rey de Inglaterra (colección privada,
Inglaterra) (fig. 107), ambos también c.1554, salvo porque sólo en la miniatura lleva el
toisón.
129
MENÚ SALIR
La miniatura-retrato en España
IV.3.6.2 Felipe II
229
MATTHEWS, P.G., Op. Cit., p. 13.
130
MENÚ SALIR
La miniatura-retrato en España
En cualquier caso, se trata de una copia variada del busto del retrato hecho por
Moro con motivo de la batalla de San Quintín (1558-1559), en El Escorial (fig. 111) en
la que sólo el lazo con el toisón se ha desplazado, elevándose para que pudiera verse.
131
MENÚ SALIR
La miniatura-retrato en España
Sin duda, la gran rival de Sánchez Coello, tanto en grande como en pequeño, fue
una mujer: Sofonisba Anguissola (1535-1625). Perteneciente a una familia noble del
norte de Italia, Sofonisba fue educada en una cultura humanista y, gracias al aprendizaje
con Bernardino Campi y Bernardino Gatti, introducida en el arte del retrato. Su éxito
artístico en las diferentes cortes italianas, así como la intachable fama, gracia y talento
que le caracterizaban llamarían la atención del duque de Alba, anteriormente
Gobernador de Milán, quien en 1588 la recomendó a Felipe II como la perfecta
compañía para la niña-reina Isabel de Valois.
230
Le han sido atribuidas otras miniaturas de este periodo italiano pero, según los últimos estudios, parece
que en realidad se trata de obras de su hermana Lucia, también pintora.
231
KUSCHE, M., “Sofonisba Anguissola, retratista de la corte española”, Paragone, 509-511, 1992, pp.
3-34; “Sofonisba Anguissola al servizio di re di Spagna” y “Sofonisba e il ritratto di rappresentanza
ufficiale nella corte spagnola”, ambos en Sofonisba Anguissola e le sue sorelle, Leonardo Arte, Milano,
1994, pp. 89-117 y 117-153; y, Retratos y retradores…, pp. 187-274.
132
MENÚ SALIR
La miniatura-retrato en España
232
PALOMINO, A., op. Cit., tomo III, p.76.
233
MAYÁNS Y SISCAR, G., Arte de pintar, 1776, ed. Cátedra, Madrid, 1996, edición de Aurora León; y
http://193.144.125.24/mayans/ficha/ficha.asp?NumRegistro=8744
234
KUSCHE, M., “Más retratos de Sofonisba Anguissola” en In sapientia libertas. Escritos en homenaje
al profesor Alfonso E. Pérez Sánchez, Museo Nacional del Prado-Fundación FocusAbengoa, Madrid-
Sevilla, 2007, pp. 182-190.
133
MENÚ SALIR
La miniatura-retrato en España
origen bien traumático, bien infeccioso, y a partir de ese momento ocultaría el ojo
enfermo235-.
Dado que la joven princesa, esposa de Ruy Gómez, el hombre más cercano a
Felipe II, mantuvo una estrecha amistad con Isabel de Valois desde el momento de su
llegada a Madrid, pasaría muchas horas también junto a Sofonisba. Probablemente la
joven reina pidiera a Sofonisba que pintara a su amiga Ana.
235
MARAÑÓN, G., Antonio Pérez (El hombre, el drama, la época), Espasa-Calpe, Madrid, 1977, vol. I,
p. 182, nota 36.
134
MENÚ SALIR
La miniatura-retrato en España
236
Así lo hacen TOMÁS, M., op. Cit., lámina IV y GOMIS, J., op. Cit., p. 82.
237
KUSCHE, M., “Más retratos de Sofonisba Anguissola”…, pp. 188-190.
135
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La miniatura-retrato en España
miniatura en el museo del Louvre hace pensar que se tratase de una dama importante en
la corte.
136
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La miniatura-retrato en España
238
BERNIS, C., “La “Dama del Armiño” y la moda” en Archivo español de arte, 59, Madrid, 1986, pp.
147-170; KUSCHE, M., “Sofonisba e il ritratto di rappresentanza…”; KUSCHE, M., “Más retratos de
Sofonisba Anguissola”…, pp. 188-190.
137
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La miniatura-retrato en España
El parecido físico –la misma nariz recta, idéntico mohín en la boca- llega a tanto
que resulta tentador ver en esta joven dama a la infanta Catalina Micaela aunque si se
estudian detenidamente sus rasgos físicos se constata que en realidad no se trata de la
infanta239. Al igual que ocurre con el retrato de Glasgow, la historiografía ha adjudicado
tradicionalmente esta miniatura al Greco240 aunque Camón Aznar, que en 1950 la había
calificado de “retrato de simpático optimismo y de fresco toque de pincel”241, ya en
1970 dudaba de su autoría242.
(París, Museo del Louvre, óleo sobre naipe, 6 x 4,2 cm –cada naipe-)
La primera de ellas, una dama con lechuguilla, es, como ya se ha dicho, una
copia exacta de la miniatura de la colección Muñoz (o viceversa), lo que invita a pensar
que la dama fuese alguien de importancia en la corte. La segunda dama, de alta
lechuguilla, peinado con plumas y flores y un collar, de época posterior, como puede
observarse tanto en los “zarcillos” que cuelgan de la lechuguilla como en el exótico
peinado, es obra de otro artista244. Los dos retratos masculinos: un joven con la cruz de
239
Sánchez Cantón, que atribuye tanto la miniatura como el retrato de Glasgow al Greco, cree que en
ambos casos se representa a la misma dama, doña Jerónima de las Cuevas, apoyando así la relación entre
los dos retratos. Recogido por CAMÓN AZNAR, J., vol. II, Espasa-Calpe, Madrid, 1950, p. 1173.
240
CAMÓN AZNAR, J., Dominico Greco…, vol. II, p. 1172-1173; GOMIS, J., Op. Cit., p. 81 y “Las
miniaturas retratos” en Ensayo. Boletín de la escuela de arte y oficios artísticos de Barcelona, Barcelona,
1959; WETHEY, H. E., El Greco y su escuela, Ediciones Guadarrama, Madrid, 1967; COSSIO, M. B., El
Greco, Editorial R.M., Barcelona, 1972, pp. 396-397.
241
CAMÓN AZNAR, J., Dominico Greco…, vol. II, p. 1173.
242
“Es ese detallismo el que nos hace dudar que sea de mano del Greco, de técnica tan diferente”,
CAMÓN AZNAR, J., Dominico Greco, Espasa-Calpe, Madrid, 1970, p. 1160.
243
En el catálogo del museo -Écoles espagnole et portugaise. Catalogue. Musée du Louvre. Département
des peintures, Réunion des Musées Nationaux, Paris, 2002, pp. 137-138-, se refleja la opinión de Sauzay,
quien donó las miniaturas, que identifica los retratos con cuatro miembros de una supuesta familia
Harriaza, pero se plantea como hipótesis más válida la posibilidad de que pertenezcan a la familia
Harrach, algo también muy dudoso. Resulta más probable que se trate de alguna familia noble española
como Arriaza o Ariza, que Sauzay habría transcrito erróneamente.
244
Esta miniatura fue publicada por Jeannine Baticle en 1984, quien la identifica como la Duquesa de
Béjar, hipótesis basada en un supuesto parecido entre la retratada y la Dama del armiño, considerada
erróneamente por Baticle como Juana de Mendoza, duquesa de Béjar. BATICLE, J., “A propos de Greco
138
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La miniatura-retrato en España
portraitiste: Identification de la Dame à la fourrure”, Studies in the History of Art (El Greco: Italy and
Spain), vol. 13, National Gallery of Art, Washington, 1984, pp. 14-15.
139
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La miniatura-retrato en España
Estos retratos pueden relacionarse con otro de la misma autora, Joven con capa
(colección particular, EE.UU.) con idéntica lechuguilla245 (fig. 119).
245
KUSCHE, M., Retratos y retratadores…, p. 266.
140
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La miniatura-retrato en España
246
TOMÁS, M., op. Cit., lámina IV y GOMIS, J., Op. Cit., p. 81.
247
KUSCHE, M., Retratos y retratadores…., pp. 267-270.
141
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La miniatura-retrato en España
IV.3.8 El Greco
La tendencia a atribuir al Greco todo retrato realizado con una técnica no muy
minuciosa se extiende también al campo de las miniaturas y concierne especialmente, al
igual que en gran formato, a la obra de Sofonisba Anguissola248. Es esta la razón para
dedicarle atención al Greco, siendo conscientes de que un análisis exhaustivo de su obra
en miniatura desborda ampliamente los objetivos de este estudio, pues, en realidad, El
Greco se sustrae a las categorías representativas de la escuela española de retratistas.
Como ya apuntó Camón Aznar, la capacidad del Greco para la reducción de los
temas a pequeño formato es muy notable, quizá relacionada con la amistad que
mantenía con Giulio Clovio. Algo que puede comprobarse al observar la inclusión de
248
Para el estudio de la obra de El Greco, véase CAMÓN AZNAR, J., Dominico Greco, 2 vols., Espasa-
Calpe, Madrid, 1950 y su revisión de 1970; WETHEY, H. E., El Greco y su escuela, Ediciones
Guadarrama, Madrid, 1967; COSSIO, M. B., El Greco, Editorial R.M., Barcelona, 1972; y el último gran
estudio de su obra ÁLVAREZ LOPERA, J., El Greco. Estudio y catálogo, vols. I y II, Fundación de
Apoyo a la Historia del Arte Hispánico, Madrid, 2005.
142
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La miniatura-retrato en España
249
CAMÓN AZNAR, J., Dominico Greco…, 1970, vol. II, p. 1158.
143
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La miniatura-retrato en España
(Nueva York, Hispanic Society, óleo sobre naipe, 7,9 x 5,7 cm)
250
MARTÍNEZ DE LA PEÑA, D., “El Greco en la Academia de San Lucas (el primer documento cierto
sobre la estancia del Greco en Italia)” en Archivo Español de Arte, 159, abril-junio 1967, pp. 97-106.
251
MARÍAS FRANCO, F., “Reflexiones sobre una colección de pinturas de El Greco y la «Gloria de
Felipe II»” en Anuario del Departamento de Historia y Teoría del Arte, vol. V, Universidad Autónoma de
Madrid, Madrid, 1993, p. 65.
252
DU GUÉ TRAPIER, E., Catalogue of paintings (XVIth, XVIIth and XVIIIth centuries) in the collection
of the Hispanic Society of America, Hispanic Society of America, New York, 1929, pp. 96-97; y
http://www.wga.hu/ [consulta: 15-10-2008].
144
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La miniatura-retrato en España
posterior. En esta miniatura el caballero está representado con la misma gravedad que el
artista emplea con los numerosos hidalgos castellanos que aparecen en sus pinturas.
(Florenica, Galleria degli Uffizi, óleo sobre naipe, 5,9 x 4,1 cm)
145
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La miniatura-retrato en España
características del Greco en gran formato253 (fig. 127). La comparación con el retrato de
gran formato del Greco del Doctor Pisa (Kimbell Museum of Art, Texas), c. 1610-1614
(fig. 128), evidencia la autoría del cretense de la miniatura.
253
LAFOND, P., “Le portrait du docteur Pisa par le Greco” en Revue hispanique, Paris, 1916, pp. 307-
310 (Kraus reprint, 1961); CAMÓN AZNAR, J., Dominico Greco, p. 1174; CAMÓN AZNAR, J.,
Dominico Greco…, 1970, vol. II, p. 1162; y MARTÍNEZ CAVIRÓ, B., “El convento toledano de las
Benitas, don Francisco de Pisa y el Greco” en Archivo Español de Arte, 242, abril-junio 1988, pp. 115-
130.
146
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La miniatura-retrato en España
intenta aquí reunir los testimonios que existen sobre él y hacer una aproximación a su
estilo a partir de la única obra realizada por él con seguridad.
Los más grandes tratadistas nos han dejado testimonios, generalmente vagos, de
su obra. Butrón en sus Discursos apologéticos en que se defiende la ingenuidad del arte
de la pintura (1626) le menciona:
“pintor tan excelente que fue llamado el Ticiano pequeño, asi por su
admirable colorido como por ser pintor general como es notorio y lo
manifiestan sus muchas obras”256.
254
BUTRÓN, J. de, op. Cit., p. 274.
255
PACHECO, F., Arte de la pintura, 1649, ed. Instituto Valencia de Don Juan, Madrid, 1956, t. II, de
F.J. Sánchez Cantón, pp. 153-154.
256
SÁNCHEZ CANTÓN, F. J., Fuentes literarias para la historia del arte español, Junta para la
Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, Centro de Estudios Históricos, Madrid, 1923-1941,
tomo II, p. 365.
147
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La miniatura-retrato en España
casi igualó al padre de este gran retratador; no se sabe que hiciese otra cosa,
que retratos en pequeño y con sólo este ejercicio ganó muchos ducados;
sustentóse muy honoríficamente: honró mucho a sus profesores, y en su
muerte le honraron sobremanera”257.
Álvarez y Baena sigue casi literalmente lo escrito por Palomino en su obra Hijos
de Madrid, ilustres en santidad, dignidades, armas, ciencias y artes, en 1790:
Falleció Liaño en Madrid el año de 1625, y sin duda de más edad que
los cincuenta que dice Palomino, que es lo mismo que haber nacido el de
575, pues segun este cálculo no tendria mas que nueve años en el de 84
257
MARTÍNEZ, J., Op. Cit., pp. 127-128.
258
PALOMINO DE CASTRO Y VELASCO, A., Op. Cit., t. III, p. 128.
259
ÁLVAREZ Y BAENA, J. A., Hijos de Madrid, ilustres en santidad, dignidades, armas, ciencias y
artes, Benito Cano, t. II, 1790, p. 239.
260
También SANJUANENA, R., “Teodoro Felipe de Liaño” en Arte en España, VII, 1865, p. 132, da por
válida esta hipótesis, trazando toda una carrera liañesca en Italia. Como bien ha señalado Lasalle, aún
admitiendo la posibilidad de que Liaño se hubiera italianizado en Liagno, no tiene justificación añadir el
nombre de Teodoro.
148
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La miniatura-retrato en España
“Ya diciendo estas palabras, le había dado Pánfilo el naipe (con que le
ganó la honra), en que estaba su rostro hecho de aquel singular pintor de
nuestros tiempos, Filipe de Liaño, cuyos pinceles osaron muchas veces
competir con la naturaleza misma, que de envidia le dio tan corta vida”265.
261
CEÁN BERMÚDEZ, J. A., Op. Cit., pp. 36-37.
262
VIÑAZA, C. Muñoz y Manzano, Conde de la, Adiciones al diccionario histórico, 1894, ed. Atlas,
Madrid, 1972, p.338.
263
Entre ellos, MADRAZO, P., Catálogo de los cuadros del Museo del Prado de Madrid, Madrid, 1900.
264
LAFUENTE FERRARI, E., Los retratos de Lope de Vega, Madrid, 1935, p. 19.
265
LOPE DE VEGA, F., El peregrino en su patria, 1604, ed. Clásicos Castalia, Madrid, 1973, de Juan
Bautista Avalle-Arce, pp. 255-256.
149
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La miniatura-retrato en España
Aunque esta obra no se publicase hasta 1602, parece que fue escrita en 1588, por
lo que la fecha de su muerte se adelantaría en muchos años y podríamos aproximar la
fecha de su nacimiento restando treinta y cinco años a 1600, lo que situaría, en torno a
1565 su llegada al mundo.
Acto I, escena 5: “Julio- ¿Qué andas en ese escritorio? ¿Qué buscas? ¿Qué
rasgas? Deja los papeles, deja el retrato. ¿Qué te ha hecho esa divina
pintura? Respeta en ese naipe los pinceles del famoso Felipe de Liaño; que
no es justo que prives al arte deste milagro suyo, ni des este gusto a la
envidia de la naturaleza, celosa de que pudiese no sólo ser imitada, sino
corregida en sus defectos”.
Acto II, escena 2: “Celia- Este es el que tú llamas Felipe Liaño, porque
retrata divinamente”.
266
http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/34691733213447206665679/p0000001.htm
267
LOPE DE VEGA, F., Obras completas de Lope de Vega. Poesía. I, Fundación José Antonio de Castro,
Madrid, 2002, edición y prólogo de Antonio Carreño, pp. 809-810.
268
Acerca de las relaciones entre escritores y pintores en el Siglo de Oro, véase PORTÚS PÉREZ, Javier,
“Una introducción a la imagen literaria del pintor en la España del Siglo de Oro” en Espacio, tiempo y
forma, serie VII, tomo 12, 1999, p. 196.
269
PORTÚS PÉREZ, J., Lope de Vega y las artes plásticas, Universidad Complutense, Madrid, 1990,
tesis doctoral y Pintura y pensamiento en la España de Lope de Vega, Nerea, Madrid, 1999, pp. 134-135.
150
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La miniatura-retrato en España
Acto III, escena 3: “Dorotea- Por la buena mano de Felipe, que todos
estiman tanto”.
Acto V, escena 4: “Dorotea- ¿Sois vos el que me engañastes con los tiernos
años que aquí tenéis, no presumiendo yo que se mudara vuestro dueño
cuando fueran mayores? ¿Qué me miráis con aquella falsa risa que os puso
Felipe en esos ojos?”
Acto V, escena 5: “Hoy dice Felipe de Liaño que irá a retratarle, y yo le digo
que ¿dónde ha de hallar colores? No hay para qué avisarte que estés
hermosa; que a todas horas está eso negociado; pésame que este pintor sea
tan gentil hombre que os retratéis el uno al otro”270.
Esa amistad probablemente hizo que Liaño pintara un retrato póstumo de Isabel
de Urbina, esposa de Lope, fallecida en 1594 como se refleja en “Al retrato de una
dama, después de muerta” en Rimas humanas y divinas del licenciado Tomé de
Burguillos (1634):
Dada la gran amistad del pintor con Lope de Vega, y los homenajes que éste le
rinde con frecuencia, es más que probable que realizara alguna miniatura
inmortalizando al fénix y a alguno de sus amores, pero hasta ahora no se ha identificado
ninguna. En su biografía del escritor, Entrambasaguas afirma: “En fin, llegaron los
270
LOPE DE VEGA, F., La Dorotea, 1632, ed. Cátedra, Madrid, 1996, de José Manual Blecua; pp. 133-
134, 166, 177, 446 y 453.
271
LOPE DE VEGA, F., Rimas humanas y divinas del licenciado Tomé de Burguillos, 1634, en
http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/46804064004461384100080/p0000003.htm
151
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La miniatura-retrato en España
amantes a encargar al notable pintor madrileño Felipe de Liaño que les retratara en sus
dos naipes que luego trocaron Lope y Elena para poder contemplarse mutuamente en
todo momento”272. Menos fundamentada es la teoría de que existieran realmente los
naipes con los retratos de Fernando y Dorotea, protagonistas de La Dorotea y de Nise,
de El peregrino en su patria, máxime cuando ambas obras fueron escritas cuando ya
Liaño había muerto. Únicamente se trata, pues, de homenajes al amigo y artista
desaparecido.
272
Recogido por PEYTON, M. A., “The retrato as motif and device in Lope de Vega” en Romance
Notes, IV, 1962, p. 54.
273
PÉREZ SÁNCHEZ, A. E., Pintura Barroca en España. 1600-1750, Cátedra, Madrid, 2000, p. 79.
274
MONTOTO, S., “Mosquera de Figueroa” en Hispanic Review, 9, 2, abril, 1941, pp. 298-300.
275
ESPINOSA MARTÍN, C., ficha 35 en El documento pintado…, p. 184.
152
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La miniatura-retrato en España
El otro único retrato conocido de Liaño, cuyo original no se conserva pero cuyo
reflejo existe en varias versiones, es el de Álvaro de Bazán, marqués de Santa Cruz. A
pesar de no tratarse de una miniatura, y ante el escasísimo conocimiento de su obra, el
estudio de las mencionadas versiones nos permite aproximarnos algo más al estilo de
Liaño. Tras su éxito militar contra los franceses en la Isla Terceira de las Azores en
1583, Bazán es nombrado Grande de España y jefe de las fuerzas armadas del Atlántico,
y en ese momento el emperador Rodolfo II encarga a Liaño su retrato277. El licenciado
Cristóbal Mosquera escribió un epitafio “al retrato deste capitán famosísimo que yo vi
276
PACHECO, F., Libro de descripción de verdaderos retratos de ilustres y memorables varones, 1599,
Diputación Provincial de Sevilla, Sevilla, 1985, edición de Pedro M. Piñero Ramírez y Rogelio Reyes
Cano, pp. 184-189.
277
FERNÁNDEZ DE NAVARRETE, Eustaquio y Francisco (ed.), Colección de opúsculos del Excmo.
Sr. Don Martín Fernández de Navarrete, tomo II, Madrid, Imprenta de la viuda de Calero, 1848, p. 234.
153
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La miniatura-retrato en España
con particular propiedad y viveza colorado por mano del ingenioso Felipe de Liaño en
Madrid este año de 1584” en El conde Trivulcio (1584) y lo volvería a repetir en 1586
en el “Elogio al retrato de Don Álvaro de Bazán” incluido en Comentario en breve
compendio de disciplina militar278.
278
LEÓN GUSTÁ, J., “El licenciado Cristóbal Mosquera de Figueroa, Alonso de Ercilla, y el supuesto
poema épico sobre la guerra de Portugal” en Analecta Malacitana, XIX, 1, Málaga, 1996, pp. 101-109; y
FERNÁNDEZ DE NAVARRETE, M., Vida de Miguel de Cervantes y Saavedra escrita e ilustrada con
varias noticias y documentos inéditos pertenecientes a la historia y literatura de su tiempo, Real
Academia Española, Madrid, 1819, p. 134.
279
Retratos de los españoles ilustres con un epítome de sus vidas, Imprenta Real, Madrid, 1791, pp. 53-
55; y
http://bibliotecadigitalhispanica.bne.es/R/FJSLJF2Q764YPI1F8D2549E6H22LNPTVXK25RSRVCS54Q
84VB8-01085
280
BARCIA, Á. M. de, Catálogo de los retratos de personajes españoles que se conservan en la sección
de estampas y de bellas artes de la Biblioteca Nacional, Madrid, Est. Tip. de la viuda e hijos de M. Tello,
1901, pp. 122-123.
154
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La miniatura-retrato en España
Por último, se conserva en el Museo Naval un retrato del siglo XIX, obra de
Rafael Tejeo, copia del retrato anónimo de Álvaro de Bazán en la Casa del Marqués de
Santa Cruz, probablemente copia a su vez del retrato realizado por Liaño (fig. 133). La
similitud de las tres versiones presentadas prueba una común procedencia y,
efectivamente, da idea de cómo sería el original de Liaño. Este retrato, junto a las dos
siguientes miniaturas parecen tener varias características en común con la miniatura
firmada por Liaño de Cristóbal Mosquera. En la colección Rosenbach de Filadelfia se
conservan dos excelentes miniaturas que por su estilo se podrían atribuir a Liaño.
155
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La miniatura-retrato en España
La primera, una Dama con toca de cabos (fig. 134), está actualmente atribuida al
Greco, probablemente por mostrar una pincelada suelta y por un muy dudoso parecido
con la Dama de la Flor281.
281
STRATTON, S., op. cit., p. 36.
282
Talbot Hughes fue el último propietario de la colección de miniaturas, que actualmente conforma el
museo Rosenbach, comprada por Philip H. Rosenbach en 1928. Era artista y coleccionista de arte.
156
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La miniatura-retrato en España
tapa totalmente las orejas podemos situar el momento de ejecución de esta miniatura en
los años ochenta del siglo XVI.
La otra miniatura representa a una dama con galera y alta lechuguilla que la
sitúan también en la década de los ochenta (fig. 135). Aparece en el catálogo del
Rosenbach como retrato de mujer, de autor desconocido, aunque ya Hughes apuntaba la
posibilidad de que fuera de Liaño, errando, de nuevo, al identificar a la representada con
la infanta Isabel Clara Eugenia283, con la que no guarda ningún parecido.
Estas dos miniaturas, junto con la del licenciado Mosquera, presentan unos
rasgos comunes que parecen indicar una misma mano. En las tres los párpados están
representados de un mismo modo, parecen muy pesados y el lagrimal destaca
especialmente. También las cejas son características, muy largas, e incidiendo en su
283
STRATTON, S., op. cit., p. 37.
157
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La miniatura-retrato en España
curvatura. En cuanto a la lechuguilla, en los tres casos está delineada firmemente. Pero,
sin duda, el rasgo definitivo que las asocia es la intensidad de la mirada.
Desde que Martínez lo afirmara se ha mantenido como cierto que Liaño tuvo una
hija que le siguió en el arte de la miniatura284. Parada y Santín lo da por hecho, sin citar
su nombre, apuntando que casi igualó en su arte a su padre285. De esta supuesta hija,
Antonia, tenemos noticia de su matrimonio con Jerónimo Sánchez, el medio hermano de
Alonso Sánchez Coello, en 1584286:
Estando tan confirmado el hecho de que Liaño murió joven, difícilmente podría
haber casado a una hija. Podría tratarse de una hermana288, especialmente si tenemos en
cuenta que en su boda no actúa como padrino, que sería lo natural si fuera su hija, sino
sólo como testigo.
284
MARTÍNEZ, J., op. Cit., p. 127.
285
PARADA Y SANTÍN, J., Las pintoras españolas, Madrid, 1902, p.31. También recoge el dato:
PÉREZ SÁNCHEZ, A. E., “Las mujeres pintoras en España” en La imagen de la mujer en el arte
español, Seminario de Estudios de la Mujer de la Universidad Autónoma de Madrid, Madrid, 1984, pp.
75-76.
286
MULCAHY, R., “En la sombra de Alonso Sánchez Coello: la búsqueda por Jerónimo Sánchez”,
Archivo Español de Arte, Madrid, 1990, p. 308.
287
AGULLÓ Y COBO, M., Noticias sobre pintores madrileños de los siglos XVI y XVII, Universidad de
Granada y Autónoma de Madrid, 1978, p. 186.
288
De la misma opinión es LASALLE, C., op. Cit., pp. 54-55.
289
En las páginas iniciales de su obra se puede leer que nació en Palacios de Campos y que estaba viuda
en el momento de la publicación.
158
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La miniatura-retrato en España
290
SERRANO Y SANZ, M., Apuntes para una biblioteca de escritoras españolas: [desde el año 1401 al
1833], vol. II, parte 1, Atlas, Madrid, 1975, p. 12; y CRUZ, A. J., “Gender and Class as Challenges for
Feminist Biographies in Early Modern Spain” en http://www.gc.maricopa.edu/laberinto/2002/cruz.htm#1.
291
MULCAHY, R., “Alonso Sánchez Coello and Grand Duke Ferdinando I de´Medici” en The
Burlington Magazine, vol. 138, No. 1121, Ag. 1996, pp. 517-521.
292
Acerca de Juan Pantoja de la Cruz, véase KUSCHE, M., Juan Pantoja de la Cruz, Editorial Castalia,
Madrid, 1964, tesis doctoral; y su reciente revisión y ampliación en KUSCHE, M., Juan Pantoja de la
Cruz y sus seguidores Bartolomé González, Rodrigo de Villandrando y Andrés López Polanco, Fundación
de Apoyo a la Historia del Arte Hispánico, Madrid, 2007.
159
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La miniatura-retrato en España
293
KUSCHE, M., Juan Pantoja de la Cruz…, pp. 251-253.
294
KUSCHE, M., “La juventud de Juan Pantoja de la Cruz y sus primeros retratos. Retratos y miniaturas
desconocidas de su madurez” en Archivo Español de Arte, nº 274, Madrid, 1996, pp. 151-155.
160
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La miniatura-retrato en España
En las cuentas de las obras realizadas por el pintor en el periodo de 1600 a 1607
para la reina Margarita aparecían:
295
Publicado por KUSCHE, M., Juan Pantoja de la Cruz…, pp. 470-471.
161
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La miniatura-retrato en España
“Deve más el Rey Nuestro Señor dos retratos chicos en dos chapas de
cobre, vno de su Real Persona y otro de la Reyna Nuestra Señora, que se
hicieron para poner en una caxa de diamantes para dar al Almirante de
Yngalatera; entreguelos Antonio Boto en 6 de junio de 605; balen duçientos
y beynte reales (…)
Deve más Su Magestad dos retratos chicos en naype para una xoya de
oro que tenía unas çifras de Felipe y Margarita; entreguelos a Ernando
Despexo; eran el Rey Nuestro Señor y la Reyna Nuestra Señora; balen
beynte ducados (…)
296
AGUIRRE, R. de, “Juan Pantoja de la Cruz, pintor de cámara” en Boletín de la Sociedad Española de
Excursiones, año XXX, I trimestre, 1922, Madrid, pp. 17-19 y 21.
297
Publicado por KUSCHE, M., Juan Pantoja de la Cruz…, pp. 243-248.
162
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La miniatura-retrato en España
Y, finalmente, en la subasta de los bienes del pintor realizada por sus herederos
en 1608:
298
Publicado por SÁNCHEZ CANTÓN, F.J., “Sobre la vida y obras de Juan Pantoja de la Cruz” en
Archivo Español de Arte, nº 78, 1947, pp. 103, 105 y 114.
299
Publicado por KUSCHE, M., Juan Pantoja de la Cruz…, p. 263.
163
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La miniatura-retrato en España
300
KUSCHE, M., “La juventud…”, pp. 151-155.
164
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La miniatura-retrato en España
165
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La miniatura-retrato en España
301
KUSCHE, M., “La juventud…”, pp. 151-155.
166
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La miniatura-retrato en España
Una miniatura muy similar a éstas se encuentra en la colección Julio Muñoz (fig.
142). Data también de los primeros años del siglo XVII, con el mismo tipo de copete y
lechuguilla que ya se ha desprendido de los pinjantes. Por sus dimensiones, debe de
tratarse de la miniatura catalogada por Gomis como anónimo español del siglo XVI302.
Como en la del Infantado, la miniatura ha sido recortada para colocarla dentro de su
marco, lo que oculta la parte alta del peinado, casi con toda seguridad rematada con un
copete de pedrería y plumas. Tanto en una como en otra se observa la ligerísima técnica
de Pantoja, así como la expresividad de las retratadas, que contrasta mucho con el
hieratismo de sus retratos de representación.
302
GOMIS, J., Op. Cit., p. 81.
167
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La miniatura-retrato en España
Actualmente está atribuida a Sánchez Coello303 pero, dada la moda, propia de los
primeros años del siglo XVII, debe descartarse esta teoría, habiendo muerto Coello en
1588. Otros autores rechazan también la autoría de Sánchez Coello, sin pronunciarse
por ningún otro304. En el copete aparecen realzadas con perlas dos S, la de la izquierda
colocada en sentido contrario, que pueden servir para identificar a la dama,
probablemente una joven austriaca del entorno de la reina Margarita.
303
JUNQUERA, P., “Miniaturas-retratos en el Palacio de Oriente” en Reales Sitios, 27, 1971, p. 13; e
Inventario de Bienes Muebles Histórico-Artísticos del Palacio Real, número 10078265.
304
MARTÍNEZ CUESTA, J., “Huellas españolas en las colecciones pictóricas del emperador Carlos V y
el rey Felipe II en Patrimonio Nacional” en El arte en las cortes de Carlos V y Felipe II, IX Jornadas de
Arte, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, 1999, pp. 87-88.
168
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La miniatura-retrato en España
(Madrid, Instituto Valencia de Don Juan, óleo sobre tabla, 5,30 x 9 cm)
305
SÁNCHEZ CANTÓN, F.J., Catálogo de las pinturas…, núm. 47; BERNIS, Carmen, El traje y los
tipos sociales en el Quijote, Ediciones El Viso, Madrid, 2001, pp. 228-229; y PÉREZ DE TUDELA, A.,
ficha catalográfica 366 en El mundo que vivió Cervantes, Sociedad Estatal de Conmemoraciones
Culturales, Madrid, 2005, pp. 533-534.
169
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La miniatura-retrato en España
y botones y toca de cabos (fig. 146), muy similar al retrato de Pantoja de Dama
desconocida con niño, c. 1606 (Madrid, colección particular) (fig. 147).
170
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La miniatura-retrato en España
A todos estos retratos de damas les une una gran preocupación por la moda junto
a un gran realismo y una técnica esmerada y detallista como se conoce de sus retratos
grandes.
306
Catàleg d´escultura i pintura dels segles XVI, XVII i XVIII. Fons del Museu Frederic Marès/3,
Dirección de Servicios Editoriales del Ayuntamiento de Barcelona, Barcelona, 1996, p.379.
171
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La miniatura-retrato en España
que Pantoja realizó obras de otros religiosos de carácter muy similar, como Fray
Hernando de Rojas (1595, Madrid, colección particular) (fig. 150).
172
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La miniatura-retrato en España
De este mismo tiempo, con idéntico copete de pedrería y plumas se conserva una
serie de miniaturas adscribibles al taller de Pantoja. La primera de ellas, hoy en el
Kunsthistorisches Museum de Viena, parece, casi, una caricatura, con colores
prácticamente planos, sin atisbos de sombras, y una sonrisa burlona (fig. 151).
307
TOMÁS, M., op. Cit., lámina III.
308
GOMIS, J., Op. Cit., p. 113.
173
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La miniatura-retrato en España
(Nueva York, Hispanic Society, óleo sobre naipe, 7,9 x 5,8 cm)
309
DU GUÉ TRAPIER, E., Op. Cit., pp. 94-95.
174
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La miniatura-retrato en España
175
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La miniatura-retrato en España
310
STRATTON, S., op. Cit., p. 43.
176
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La miniatura-retrato en España
177
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La miniatura-retrato en España
178
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La miniatura-retrato en España
adorno en el pelo311. La primera tiene cierto parecido con las dama de la colección
Rosenbach, la segunda es claramente una Austria, sin poderse definirse cual.
La discípula más cercana de Sánchez Coello fue su propia hija, Isabel Sánchez
Coello (1564-1612)312, celebrada por Juan Pérez de Moya en su Varia Historia de
Sanctas e Ilustres mujeres (1583), de la siguiente manera:
“Que retrata con grande admiración de los que de este arte mucho entienden.
Alléguese á esto su música de tecla, arpa, vihuela de arco, cítara y otros
instrumentos, y hácela más clara su gentileza, bondad, honestidad y mucha
discreción: es de edad de diez y siete años”313.
“Con el motivo de acudir al taller del padre, que vivía en la Casa del Tesoro
cerca del Real Palacio, toda la Grandeza de la Corte, porque le estimaban
todos por su nobleza y buenas partes, casó la hija con Don Francisco de
Herrera y Saavedra, Caballero de la Orden de Santiago, Regidor de la Villa
de Madrid, que falleció en 19 de julio del año de 1602, de edad de 70 años,
en la Parroquia de San Juan, en donde tenia las casas de su mayorazgo y
Capilla para su entierro, dexando por hijo á Don Antonio de Herrera, de
quien di noticia en su lugar. Doña Isabel permaneció viuda educando a su
hijo hasta el 6 de febrero del año 1612 en que murió en las propias casas de
su esposo, y fue sepultada en su capilla, que es la del lado del Evangelio de
la Mayor. Tuvo dos hermanas, Doña María y Doña Antonia Sánchez Coello,
personas de no menos virtud que ella”314.
311
Witt Library, Felipe de Liaño.
312
CASTRO, C. de, Mujeres del Imperio, 2ª serie, Espasa-Calpe, Madrid, 1943, pp. 143-159.
313
PÉREZ DE MOYA, J., Varia Historia de Sanctas e Illustres mugeres, 1583, ed. Fundación José
Antonio de Castro, Madrid, 1998.
314
ÁLVAREZ Y BAENA, J. A., op. Cit., pp. 418-419.
179
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La miniatura-retrato en España
“Isabel Sánchez Coello, madrileña insigne, hija del célebre pintor de cámara
de Felipe II, Alonso Sánchez Galban y Coello, diestrísima en el arte de su
padre, y sobre todo en los retratos; además de serlo no poco en la música”316.
Se sabe también que fue madrina de la hija del miniaturista Hernando de Ávila,
Ana María. Es probable que Isabel aprendiese con él, gran amigo de su padre, el arte de
los retratos pequeños.
“Este dia mes y año (23 septiembre 1579) baptiçó el suso dho (Juan Pérez,
teniente de cura) a Ana Maria hija de Her(nan)do de Abila pintor de la
yglesia mayor de Toledo y de Catalina Rabi su muger, fueron sus padrinos
Alonso Sanchez pintor de su magd y Ysabel Cuello su hija. Testigos Luys de
Torquemada y Rodrigo Reynalte”.317
315
ESPINEL, V., Diversas rimas, 1591, ed. Universidad de Salamanca, Salamanca, 1980, edición de
Alberto Navarro González y Pilar González Velasco.
316
BARRERA Y LEIRADO, C. A. de la, Catálogo bibliográfico y biográfico del teatro antiguo español
desde sus orígenes hasta mediados del siglo XVIII, Imprenta Rivadeneyra, Madrid, 1860.
317
San Sebastián, Madrid, Libro II de Bautismos, 1578-1587, fol. 27 verso.
318
KUSCHE, M., Retratos y retratadores…, p. 392.
319
PÉREZ SÁNCHEZ, A. E. “Las mujeres pintoras…”, p. 75.
180
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La miniatura-retrato en España
320
Entre las artistas dedicadas al arte de la miniatura destacan: Susanna Hornebolte (c.1500- c.1554),
Lavinia Teerlinc (1510/1520?-1576), Catharina van Hemessen (1528-c.1587), Lavinia Fontana (1552-
1614) y, por supuesto, Sofonisba Anguissola.
321
KUSCHE, M., Retratos y retratadores…, pp. 384-385.
322
MULCAHY, R., “La imagen real o la real imagen” en La monarquía de Felipe II a debate…, pp. 490-
491.
181
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La miniatura-retrato en España
de sendos retratos de cuerpo entero con un formato menor al del retrato cortesano al uso
pero mucho mayor que el de una miniatura o pequeño retrato (71 por 43.5 cm)323. Quizá
la atribución a la pintora se fundamentará en este tamaño fuera de lo común dentro de la
retratística contemporánea pero la técnica y el estilo hacen rechazar su autoría,
tratándose probablemente de la obra de un discípulo o seguidor de Pantoja de la Cruz.
323
Fernando Durán. Gran Subasta de San Isidro, Madrid, mayo, 2008, pág. 130-133, ficha 393.
182
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La miniatura-retrato en España
Otro retrato chico en naipe, de la Reina Nra Sra que está en el cielo,
muerta, vestida con hábito de S. Franco. Puestas las manos y en ellas una
cruz.
324
KUSCHE, M., Juan Pantoja de la Cruz…, pp. 352-355.
183
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La miniatura-retrato en España
(Madrid, Museo Lázaro Galdiano, óleo sobre naipe, 6,8 x 5,5 cm)
Parece fuera de toda duda que el naipe conservado en el Museo Lázaro Galdiano
representando a Felipe IV niño sea obra de la mano de Bartolomé González (fig. 166).
Tradicionalmente se ha dado su autoría a Liaño326, basándose, principalmente, en la
inscripción de su reverso (F Liaño)327. Hoy parece claro que se trata de un añadido
325
MORENO VILLA, J. y SÁNCHEZ CANTÓN, F.J., op. Cit., pp. 15, 19, 22 y 25.
326
TOMÁS, M., op. Cit., lámina II y STRATTON, S., op. Cit., p. 35.
327
ESPINOSA MARTÍN, C., op. Cit., 1999, pp. 65-67.
184
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La miniatura-retrato en España
posterior, pues Liaño había muerto varios años antes de realizarse este retrato328, en
torno a 1616-1617, si calculamos doce años para el príncipe. En el naipe el príncipe
tiene una cara más formada -ya es un adolescente- que en el último lienzo de González
enviado a Viena en el que aparece junto a su hermana Ana Mauricia (1612) (fig. 167),
pero no es todavía el joven espigado consciente de su posición que nos muestra
Villandrando en 1619 (Museo del Prado y Monasterio de la Encarnación).
Viste coleto negro con botonadura dorada y cadena que le cruza el pecho según la
moda de principios del XVII. Se completa el atuendo con una amplia lechuguilla y
espadín a la cintura.
328
ABBAD RÍOS, F., “Notas sobre la miniatura española de retrato en el siglo XVII” en Boletín del
Seminario de Estudios de Arte y Arqueología, t. VII, Valladolid, 1940-1941, pp. 125-126.
329
MANCINI, M., ficha 186, Felipe II. Un monarca y su época…, p. 542.
185
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La miniatura-retrato en España
retratado sería Felipe IV330, basada en el supuesto parecido con una miniatura del
Palacio de Liria que, como más adelante se verá, aparece identificada como Felipe
III331. Debió de tratarse, pues, de un error de traducción.
330
STRATTON, S., Op. cit., p. 35.
331
EZQUERRA DEL BAYO, J., Catálogo de las miniaturas y pequeños retratos pertenecientes al
Excmo. Sr. Duque de Berwick y Alba, 1924, ficha 89, p. 133.
186
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La miniatura-retrato en España
En cualquier caso, descartado Felipe III por pertenecer a una moda más
adelantada, nos quedaría la siguiente generación. De ésta, es el infante Fernando, el
futuro Cardenal-Infante, el que guarda un parecido mayor, como se observa en el retrato
del Instituto Valencia don Juan (1616) en el que aparece junto a su hermana Margarita
(fig. 169). En la miniatura el infante parece algo mayor; debería datarse, pues, c.1617.
(Múnich, Bayerisches National Museum, óleo sobre naipe, 5,9 x 4,6 cm)
187
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La miniatura-retrato en España
332
BUCHHEIT, H., Katalog der Miniaturbilder im bayerischen Nationalmuseum, Verlag des bayerischen
Nationalmuseums, München, 1911, número 76, p.20.
333
EZQUERRA DEL BAYO, J., op. Cit., pp. 133-135.
188
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La miniatura-retrato en España
de Austria, y de que fueran obra de Bartolomé González334. Sin embargo, tampoco esta
afirmación es correcta.
334
ABBAD RÍOS, F., op. Cit., pp. 124-125.
335
HEINZ, G., “Studien zur Porträtmalerei an den Höfen der österreischen Erblande” en Jahrbuch der
Kunsthistorischen Sammlungen in Wien, Band 59, 1963, pp. 122-125; y HEINZ, G. y SCHÜTZ, K.,
Porträtgalerie zur Geschicte Österreichs von 1400 bis 1800, Kunsthistorisches Museum, Wien, 1976, pp.
122 y 126.
336
Acerca de Margarita de Austria, veáse la biografía PÉREZ MARTÍN, Mª J., Margarita de Austria,
reina de España, Espasa-Calpe, Madrid, 1961; y el más reciente artículo, SEBASTIÁN LOZANO, J.,
“Representación femenina y arte aúlico en el XVII español: el caso de Margarita de Austria (1584-1611)”
en DURÁN, Is. et al. (eds.), Estudios de la mujer en el ámbito de los países de habla inglesa, vol. III,
Universidad Complutense, Madrid, 1998, pp. 277-290.
189
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La miniatura-retrato en España
Mas la décima hermana, con vestido entero de raso verde con sus
guarniciones de oro, bordado todo el campo de ramos de plata. Collar y
cintura de diamantes y cadena de diamantes. Con unas joyas de diamantes y
cadena de trozos. La una mano con un abanillo y la otra sobre un perrico que
está sobre un bufete de carmesí. Y una cortina grande de carmesí”337.
337
MORENO VILLA, J. y SÁNCHEZ CANTÓN, F. J., Op. Cit., pp. 146-147.
338
HEINZ, G. y SCHÜTZ, K., op. Cit.
339
MORENO VILLA, J. y SÁNCHEZ CANTÓN, F.J., op. Cit., pp. 146-147; y KUSCHE, M., Juan
Pantoja de la Cruz…, pp. 273-278.
340
HEINZ, G. y SCHÜTZ, K., op. Cit., pp. 122 y 126.
190
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La miniatura-retrato en España
341
MORENO VILLA, J. y SÁNCHEZ CANTÓN, F.J., op. Cit., p. 5.
342
KUSCHE, M., Juan Pantoja de la Cruz…, p. 273.
191
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La miniatura-retrato en España
“ytten dos retratos pequeños del rrey y de la rreina que agora son
tassados a ocho ducados cada uno q[ue] por todo son diez y seis du[cado]s
343
Acerca de Villandrando, véase VARELA MERINO, L., “Muerte de Villandrando, ¿fortuna de
Velázquez?”, Anuario del Departamento de Teoría e Historia del Arte, Universidad Autónoma de
Madrid, Madrid, 1999, pp. 185-210; y KUSCHE, M., Juan Pantoja de la Cruz…, p. 406.
192
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La miniatura-retrato en España
ytten otro rretrato del ynfante Don fernando tassado en ocho ducados
344
A.H.P.M., Pr. 3178, f. 638, recogido por VARELA MERINO, L., op. Cit., pp. 200-201.
345
KUSCHE, M., Juan Pantoja de la Cruz…, p. 394.
193
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La miniatura-retrato en España
194
MENÚ SALIR
La miniatura-retrato en España
346
BUROCK, G., Staatliche Musen zu Berlin. Gemäldegalerie Katalog. Band II, Miniaturen 16.-19.
Jahrhundert, Berlin, 1986; y WENIGER, M. (dir.), Greco, Velázquez, Goya. Spanische Malerei aus
deutschen Sammlungen, Publikationen des Bucerius Kunst Forums, Hamburg, 2005, p. 220.
195
MENÚ SALIR
La miniatura-retrato en España
Maíno (1580-) nació en Pastrana, hijo de milanés y portuguesa. Consta que hizo
un largo viaje a Italia donde, al parecer, aprendió junto a Carracci y Guido Reni. En
1611 estaba ya de regreso en España y poco después fue contratado para la realización
del retablo mayor por la orden de dominicos de San Pedro Mártir de Toledo, donde
profesó en 1613. Poco se sabe de su vida en Toledo, donde gozó de gran prestigio como
pintor. Su nombramiento como maestro de dibujo del futuro Felipe IV le hace
trasladarse a Madrid en fecha desconocida entre 1613 –año de su profesión- y 1621 –
inicio del reinado de Felipe IV-. Su contacto con la Corte le facilitará numerosos
encargos importantes, entre los que destaca su aportación al Gran Salón de Reinos del
Palacio del Buen Retiro con el cuadro La recuperación de Bahía, pero su obra es poco
extensa347. Parece que sólo pintaba cuando le placía, como se desprende de las palabras
de Martínez:
“No hizo muchas obras, que como él no pretendía más que lo que tenía, no
cuidó más que su comodidad”348.
Estilísticamente está muy influido por los pintores italianos que tuvo la
oportunidad de conocer en su estancia en la península itálica, especialmente por
Caravaggio como se muestra en los escorzos y asombrosos estudios de luz.
347
GARCÍA FIGAR, A., “Fray Juan Bautista Maino pintor español”, Goya, nº 25, Madrid, 1958, pp. 6-
12; ANGULO ÍÑIGUEZ, D. y PÉREZ SÁNCHEZ, A.E., Historia de la pintura española. Escuela
madrileña del primer tercio del siglo XVII, Instituto Diego Velázquez, Madrid, 1969, pp. 299-325;
MARÍAS, Fernando, “Juan Bautista Maino y su familia”, Archivo Español de Arte, nº 196, Madrid,
octubre-diciembre 1976, pp. 468-469; y PÉREZ SÁNCHEZ, A. E., Pintura Barroca…, pp. 103-109.
348
MARTÍNEZ, J., op. Cit., p. 199.
349
SCHROTH, S. y BAER, R. (dir.), El Greco to Velázquez. Art during the Reign of Philip III, MFA
Publications, Boston, 2008, p. 200.
196
MENÚ SALIR
La miniatura-retrato en España
amor, dulzura y belleza, que aunque fuese la persona fea, sin defraudar a lo
parecido, añadía cierta hermosura, que daba mucho gusto, y más a las
mujeres, que les minoraba los años, que no es pequeña habilidad, y todo
digno de mucha alabanza”350.
“Nuestro fray Juan Bautista hizo de las suyas con su gracia acostumbrada de
dar con su colorido y su gracioso dibujo, metiéndolo en postura tan airosa
350
MARTÍNEZ, J., op. Cit., p. 199.
351
Recogido por ANGULO ÍÑIGUEZ, D. y PÉREZ SÁNCHEZ, A. E., Op. Cit., p. 301.
197
MENÚ SALIR
La miniatura-retrato en España
Contamos, pues, únicamente con el retrato del Prado y con los retratos insertos
en sus pinturas de historia para intentar diferenciar algunas miniaturas que pudieran ser
también obra suya.
352
MARTÍNEZ, J., Discursos practicables del nobilísimo arte de la pintura, 1673, ed. Cátedra, Madrid,
2006, de María Elena Manrique de Ara, p.243.
353
PÉREZ SÁNCHEZ, A. E., “Sobre Juan Bautista Maíno”, Archivo Español de Arte, nº 278, Madrid,
1997, p. 122; y ESCALERA PÉREZ, R., ficha 36, El esplendor de la memoria. El arte de la Iglesia de
Málaga, Junta de Andalucía, Málaga, 1998, p. 157.
198
MENÚ SALIR
La miniatura-retrato en España
Existe una serie de miniaturas que por la moda contemporánea y por el estilo
similar al que se observa en sus retratos puede relacionarse con su obra.La primera de
ellas es la soberbia miniatura de caballero desconocido que en la parte posterior del año
de ejecución, 1616354 (fig. 181). En ella ses observa cómo la lechuguilla ha adquirido
las enormes dimensiones que caracterizaron a esta prenda a principios del siglo XVII.
Tanto en el retrato de caballero del Prado como en las dos miniaturas se aprecian
rasgos similares que permiten atribuir los tres retratos al mismo artista. Además de
presentar idéntica gola encañonada como corresponde a estos primeros años del siglo
XVII, en las tres observamos la misma técnica segura y apretada sobre una gama de
354
BUROCK, G., op. Cit.
199
MENÚ SALIR
La miniatura-retrato en España
grises que, como bien ha visto Pérez Sánchez a propósito del retrato del Prado, las
asemejan a las obras holandesas contemporáneas355, así como la sobriedad y
concentración en los rostros que demuestran un conocimiento directo de la obra de
Caravaggio356.
IV.3.16.3 Felipe IV
(Múnich, Bayerisches National Museum, óleo sobre plata, 4,5 x 3,7 cm)
355
PÉREZ SÁNCHEZ, A. E., Pintura Barroca…, p. 105.
356
RUIZ GÓMEZ, L., ficha nº 18, en RUIZ GÓMEZ, L. (ed), El retrato español en el Prado. Del Greco
a Goya, Museo Nacional del Prado, Madrid, 2006, pág. 78.
357
Acerca de la historia de la colección de miniaturas del Bayerisches Nationalmuseum, veáse SEELIG,
L., “Miniaturen” en VV.AA., Das bayerische Nationalmuseum 1855-2005, Hirmer Verlag München,
2006.
358
BUCHHEIT, H., Katalog der Miniaturbilder im bayerischen Nationalmuseum, Verlag des bayerischen
Nationalmuseums, München, 1911, p. 27, número 115.
359
“Los cuellos se fueron dexando y extendiéndose en su lugar la Golilla, menos costosa y de menos
embarazo” en SEMPERE Y GUARIÑOS, J., Historia del luxo, y de las leyes suntuarias de España,
Imprenta Real, Madrid, 1788, tomo II, pp. 117-120.
360
Al respecto, véase DÍAZ PADRÓN, M., “Gaspar de Crayer, un pintor de retratos de los Austria” en
Archivo Español de Arte, 151-152, 1965, pp. 229-244; y LÓPEZ-REY, J., “Sobre la atribución de un
retrato de Felipe IV a Gaspar de Crayer” en Archivo Español de Arte, 154-155, 1966, pp. 195-196.
361
MULLER, P. E., “Maino, Crayer and a miniature of Philip IV” en Art Bulletin, 60, March, 1978, pp.
87-89. Ya López-Rey se había decantado por Velázquez en LÓPEZ-REY, J., Velázquez. A catalogue
raisonné of his oeuvre, Faber and Faber, London, 1963, p. 334.
200
MENÚ SALIR
La miniatura-retrato en España
A pesar de que tras realizar Velázquez su primer retrato del rey, en 1630,
Olivares anunciara que desde ese momento sólo Velázquez podría retratarlo, la
miniatura parece obra de Maíno. Y es que si Rubens pudo hacer seis retratos del rey
durante su estancia en la corte, es más que probable que también Maíno, que había sido
nombrado profesor de dibujo del entonces príncipe en algún momento entre 1613 y
1621, estuviera excluido de esa prohibición.
362
Veáse LÓPEZ-REY, J., “A portrait of Philip IV by Juan Bautista Maino” en Art Bulletin, 45,
December, 1963, pp. 361-363.
363
Así lo ve también LÓPEZ-REY, J., “A portrait of Philip IV…”…, p. 362.
201
MENÚ SALIR
La miniatura-retrato en España
Además, en las tres representaciones del rey la cabeza está pintada desde el mismo
punto de vista y en idéntica posición. Pero quizá el elemento definitivo sea el fuerte
naturalismo de los rostros: frente a la majestuosidad y distancia de Velázquez en el
retrato de 1624 del Metropolitan364 (figs. 188 y 189), que muestra más al rey que al
hombre, en las caracterizaciones de Maíno se trasluce la melancolía y el drama personal
que envolvieron estos años de la vida del Felipe hombre.
364
PÉREZ SÁNCHEZ, A. E., “Velázquez, pintor del rey” en ALCALÁ-ZAMORA Y QUEIPO DE
LLANO, J. (coord.), Felipe IV. El hombre y el reinado, Real Academia de la Historia y Centro de
Estudios Europa Hispánica, Madrid, 2005, pp. 291-310.
202
MENÚ SALIR
La miniatura-retrato en España
203
MENÚ SALIR
MENÚ SALIR
365
WILLIAMSON, G.C., The history of portrait miniatures, vol. I y II, George Bell and Sons, London,
1904; y COLDING, T., Aspects of miniatura painting, Ejnar Munksgaard, Copenhagen, 1953; y
SCHIDLOF, Leo R., The Miniature in Europe. In the XVIth, XVIIth, XVIIIth and XIXth centuries, 4 vols.,
Akademische Druck-U. Verlagsanstalt, Graz, 1964.
366
Catalogue de l´exposition de la miniature à Bruxelles en 1912. Recuil des oeuvres les plus
remarquables des miniaturistes de toutes les Écoles, du XVIe au XIXe siècle, G. Van Oest & Cie,
Bruxelles, 1913.
207
MENÚ SALIR
La miniatura española en el contexto europeo
“He visto algunos suyos (retratos) de manera tan franca hechos, que no
parecían de mano de un retratador, sino de un gran pintor”368.
Mientras en los Países Bajos, sin duda, país pionero en este género, la burguesía,
mucho más numerosa que en España, era la que demandaba miniaturas –un género de
precio asequible y fácil manejo-, en España, con una burguesía prácticamente
inexistente, el encargo de miniaturas, como se ha explicado, se restringía a la familia
real y la alta aristocracia para ocasiones determinadas. Para estas clases, el retrato de
367
“Debo excluir esta primera categoría –miniaturas al óleo- del libro porque, de lo contrario, todos los
retratistas deberían ser mencionados” en SCHIDLOF, L., op. Cit., p. 1.
368
MARTÍNEZ, J. Op. Cit., pp. 127-128.
208
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La miniatura española en el contexto europeo
gran formato, al estilo cortesano, era la opción predominante, que denotaba de forma
más evidente el escalafón y prestigio del retratado, igualándose con la monarquía. Las
miniaturas eran, pues, la segunda opción de la aristocracia, a la que recurrían -una vez la
familia real comenzó a usarlas- con un significado más íntimo y privado.
369
MELLEN, Peter, Op. Cit..
370
MAZEROLLE, F., Op. Cit., pp. 1-4; y ADHÉMAR, Jean, Les Clouet & la Cour des rois de France,
Bibliotheque Nationale, Paris, 1970.
209
MENÚ SALIR
La miniatura española en el contexto europeo
371
ROWLANDS, John, Op. Cit., pp. 150-152 y 215-216; y Hans Holbein der Jüngere…, pp.126-127.
372
KUSCHE, Maria, “El caballero cristiano y su dama. El retrato de representación de cuerpo entero”,
Cuadernos de Arte e Iconografía, tomo XIII, número 25, Madrid, 2004, pp. 43-46.
210
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La miniatura española en el contexto europeo
211
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CONCLUSIONES
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Conclusiones
VI Conclusiones
215
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Conclusiones
muy amplia la obra de los principales retratistas españoles de los siglos XVI y XVII y,
de esta manera, relacionar los retratos en miniatura contemporáneos.
Con el catálogo de miniaturas presentado en este trabajo se pone de manifiesto que la
nómina de artistas que en algún momento de su vida realizaron miniaturas es más
extensa de lo que se sospechaba. Desgraciadamente, en la actualidad apenas se
conservan miniaturas de Liaño, el gran retratador “en pequeño”, pero otros retratistas,
cuya obra en miniatura era poco conocida, se revelan como grandes pintores de
miniaturas: Sofonisba Anguissola, Rúa, Moys, Bartolomé González, Villandrando y
Maíno. Sin embargo, ya sea por su fama de retratista real, por sus necesidades
económicas o por ambas razones a la vez, es la obra de Juan Pantoja de la Cruz, con
gran diferencia, la más extensa entre los retratadores en miniatura españoles de este
momento. Además, no se trata sólo de su propia obra, sino de que alrededor de él se
formó todo un círculo de artistas que, con una calidad mucho inferior pero destacable,
cultivó extensamente el arte de los retratos en miniatura.
216
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ÍNDICE DE ILUSTRACIONES
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Índice de Ilustraciones
3. Anillo con el retrato de Juan Sin Miedo, 1404-1419 (Museo del Louvre,
París) ......................................................................................................................17
14. Hans Kels (atrib.), Piezas de juego con retratos, c. 1535 (Kunsthistorisches
Museum, Viena).....................................................................................................26
16. Carta de privilegio confirmada por los Reyes Católicos al colegio de Santa
Cruz de Valladolid, detalle, 1484 (Valladolid, Biblioteca de Santa Cruz) ............28
219
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Índice de Ilustraciones
25. Jason Mayno, Documento encargado con motivo de la boda del emperador
Maximiliano I con Bianca Maria Sforza, 1509......................................................46
27. Libro de Horas de Bona Sforza, detalle, c. 1520 (British Library, Londres) ........48
28. Hornebolte (atrib.), Carta abierta con el retrato de Enrique VIII, detalle,
1524........................................................................................................................49
30. Hoefnagel, Libro de Rodolfo II, 1599 (Kusnthistorisches Museum, Viena) .........50
33. Anónimo, Isabel Clara Eugenia, c. 1575 (Galleria degli Uffizi, Florencia) .........58
34. Anónimo, Catalina Micaela, c. 1575 (Galleria degli Uffizi, Florencia) ...............58
37. Hilliard, Joven caballero cogiendo una mano del cielo, 1588 (Victoria and
Albert Museum, Londres) ....................................................................................665
220
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Índice de Ilustraciones
38. Hilliard, Joven caballero delante de un muro de fuego, 1588 (Victoria and
Albert Museum, Londres) ......................................................................................65
42. Andrés Deleito, Vanitas con libros (colección particular, Londres (colección
particular, Londres) ..............................................................................................657
46. Sofonisba Anguissola, Isabel de Valois, 1565 (Museo del Prado, Madrid) ..........70
48. Pourbus (atrib.), Isabel Clara Eugenia, 1607 (Musée des Beaux Arts de
Bruselas).................................................................................................................71
53. Pontormo, Maria Salviati con Giulia de Medici, c. 1537 (The Walters Art
Museum, Baltimore) ..............................................................................................73
221
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Índice de Ilustraciones
58 Alonso Sánchez Coello, Isabel Clara Eugenia con Magdalena Ruiz, 1586-1587
(Museo del Prado, Madrid).....................................................................................75
65. Escuela francesa, Juego de miniaturas en mica, siglo XVII (Bonhams) ...............81
67. Escuela holandesa, Juego de miniaturas en mica, miatd del siglo XVII
(Museo Nacional de Gales)....................................................................................83
70. Simon Bening, Autorretrato, 1558 (Victoria & Albert Museum, Londres) ..........88
73. Real Carta de Hidalguía ganada por Juan y Lope Fernández de Salazar,
1588 (Fundación Casa de Alba, Madrid) ...............................................................98
222
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Índice de Ilustraciones
76. Antonio Moro, Margarita de Parma, c.1559 (Philadelphia Museum of Art) .....104
78. Antonio Moro, María Tudor, 1554 (Museo del Prado, Madrid) .........................105
79. Círculo de Antonio Moro, María Tudor, c. 1554 (Museo de Bellas Artes de
Budapest) .............................................................................................................105
82. Círculo de Antonio Moro, Felipe II, (Museo de Bellas Artes de Budapest) .......107
83. Moro, Felipe II, c. 1549 (Museo de Bellas Artes, Bilbao) ..................................107
86. Sánchez Coello, Juana de Austria, 1553 (Embajada de Bélgica, Madrid) ..........110
87. Alonso Sánchez Coello, Miniatura de Don Carlos, c. 1555 (Museo Lázaro
Galdiano, Madrid)................................................................................................111
88. Alonso Sánchez Coello, Don Carlos, 1557 (Museo del Prado, Madrid).............111
90. Alonso Sánchez Coello, Don Juan de Austria, 1567 (Monasterio de las
Descalzas Reales, Madrid) ...................................................................................113
91. Alonso Sánchez Coello, Joven caballero con barba, c. 1570 (colección
Muñoz) .................................................................................................................114
92. Alonso Sánchez Coello, Caballero con barba, c. 1570 (Museo Lázaro
Galdiano, Madrid)................................................................................................115
93. Anónimo italiano, Don Juan (detalle), 1557 (Monasterio de El Escorial) ..........115
94. Alonso Sánchez Coello, Don Diego de Covarrubias, c. 1574 (Museo del
Greco, Toledo) .....................................................................................................117
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Índice de Ilustraciones
97. Anónimo, Isabel Clara Eugenia con la enana Magdalena Ruiz, c.1587
(Museo del Prado, Madrid) ..................................................................................120
99. Anónimo, Isabel Clara Eugenia, c. 1575 (Galleria degli Uffizi, Florencia) .......122
100. Anónimo, Catalina Micaela, c. 1575 (Galleria degli Uffizi, Florencia) .............122
101. Rolán Moys, Isabel de Silva y Portocarrero (¿), c. 1578 (colección Muñoz).....124
103. Rolán Moys, Miniatura de dama, c. 1590, (colección particular, EE.UU.) ........126
104. Rolán Moys, Doña Teresa Combal de Entenza, c.1590 (colección particular,
Madrid).................................................................................................................127
105. Jorge de la Rúa, Felipe II, c. 1554 (colección de la Reina de los Países
Bajos) ...................................................................................................................128
106. Jorge de la Rúa, Felipe II, c. 1554 (Museo del Prado, Madrid)...........................129
108. Rolán Moys, Juana de Austria, 1559 (Museo de Bellas Artes, Bilbao) ..............130
109. Rolán Moys, Juana de Austria, (detalle) 1559 (Museo de Bellas Artes,
Bilbao)..................................................................................................................130
114. Sofonisba Anguissola, Infanta Catalina Micaela (detalle), 1585 (Museo del
Prado, Madrid) .....................................................................................................136
224
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Índice de Ilustraciones
116. Sofonisba Anguissola, Dama con toca, c. 1591 (colección Muñoz) ...................137
126. Dominico Greco, Joven caballero con barba, c. 1585 (Galleria degli Uffizi,
Florencia) .............................................................................................................145
225
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Índice de Ilustraciones
134. Felipe de Liaño, Dama con toca de cabos, c. 1580 (Museo Rosenbach,
Filadelfia) .............................................................................................................156
135. Felipe de Liaño, Dama con galera, c. 1580 (Museo Rosenbach, Filadelfia) ......157
137. Juan Pantoja de la Cruz, Infanta Catalina Micaela, c 1585 (Museo del
Ermitage, San Petersburgo)..................................................................................164
140. Juan Pantoja de la Cruz, Dama de copete alto, c. 1595 (colección Infantado)....166
141. Juan Pantoja de la Cruz, Infanta Isabel Clara Eugenia, c. 1595 (Petworth
House, Sussex) .....................................................................................................166
142. Juan Pantoja de la Cruz, Dama de copete alto, c. 1600 (colección Muñoz)........167
143. Juan Pantoja de la Cruz, Dama desconocida, c. 1600 (Palacio Real, Madrid)....168
144. Juan Pantoja de la Cruz, Infanta Isabel Clara Eugenia, 1599 (Alte
Pinakothek, Múnich)............................................................................................168
145. Juan Pantoja de la Cruz, Doña Luisa Manrique de Lara (¿), c. 1605
(Instituto Valencia de Don Juan, Madrid)............................................................169
146. Juan Pantoja de la Cruz, Dama desconocida, c. 1606 (colección Muñoz) ..........170
147. Juan Pantoja de la Cruz, Dama desconocida con niño, c. 1606 (colección
particular, Madrid) ...............................................................................................170
149. Juan Pantoja de la Cruz, Fraile agustino, primera mitad del siglo XVII
(Museo Marès, Barcelona) ...................................................................................172
226
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Índice de Ilustraciones
159. Juan Pantoja de la Cruz, Dama Desconocida, c.1600 (Museo del Prado,
Madrid).................................................................................................................177
163. Isabel Sánchez Coello (¿), Felipe II y sus hijos, 1585 (Hispanic Society,
Nueva York).........................................................................................................181
164. Círculo de Juan Pantoja de la Cruz, Felipe III, c. 1606 (subastas Durán,
Madrid).................................................................................................................182
227
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Índice de Ilustraciones
179. Juan Bautista Maíno, Caballero, 1613-1618 (Museo del Prado, Madrid)...........197
183. Juan Bautista Maíno, Felipe IV, c. 1623 (Bayerisches National Museum,
Múnich)................................................................................................................201
228
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Índice de Ilustraciones
187. Juan Bautista Maíno, La recuperación de Bahía de Todos los Santos, 1634-
1635 (Museo del Prado, Madrid) .........................................................................203
229
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Índice de Ilustraciones
230
MENÚ SALIR
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TRADUCCIÓN AL ALEMÁN
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Traducción al alemán
IX Traducción al alemán
Oft ist die Bildnisminiatur mit dem privaten oder intimen Bereich der Herrscher
in Verbindung gebracht worden. In der Tat hatten diese Bildnisse zuweilen eine sehr
private Rolle, als “memento” einer geliebten Person, ohne jede representative Funktion,
sie spiegelten Verbundenheit mit abwesenden oder toten Personen wieder und hatten
damit eine ähnliche Funktion wie Fotos heute.373 Eine Miniatur begünstigte durch ihr
kleines Format - dadurch dass man sie in der Hand halten und nahe an die Augen führen
konnte374 - in viel höherem Masse ein persönlich-emotionales Ich – Du Verhältnis375 als
Bildnisse grossen Formats. Das kleine Format war ausserdem für den Versand in andere
Länder geeigneter und auch viel billiger.
Aber, wie im folgenden zu sehen ist, erfüllten die Miniaturen des XVI und XVII
Jhdts. Auch eine öffentliche Funktion , eine wichtige Rolle im politischen Spiel.
Hier muss als erstes die Miniatur als Symbol der königlichen Macht erwähnt
werden, mit denen zum Beispiel die Damen des Hauses Austria dargestellt wurden,
wenn sie besondere Missionen übernahmen,: zum Beispiel Juana de Austria, als sie für
ihren abwesenden Bruder Philipp II Regentin Spaniens in Flandern wurde (fig. 45) oder
Isabel de Valois, als sie in diplomatischer Mission ihres Mannes ihre Mutter Katharina
von Medici in Frankreich besuchte (fig. 46) Andere Formen der Symbolisierung von
373
COLOMER, José Luis, “Uso y función de la miniatura en la corte de Felipe IV: Velázquez
miniaturista” en MORALES, Alfredo (dir.), Symposium Internacional Velázquez, Junta de Andalucía,
Sevilla, 2004.
374
RODRÍGUEZ G. DE CEBALLOS, Alfonso, “Felipe II y la escultura: el retrato de busto, la medalla y
la escultura decorativa” en VV. AA., Felipe II y el arte de su tiempo, Fundación Argentaria, Madrid,
1998.
375
STEWART, S. “The Eidos in the Hand” en STEWART, S., The Open Studio. Essays on Art and
Aesthetics, University of Chicago Press, Chicago, 2005, pp. 85-98.
263
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Traducción al alemán
Macht durch Miniaturen werden im Kapitel “Das Bild im Bilde” im einzelnen zur
Sprache kommen376.
Ebenso wichtig war die Verwendung von Miniaturen als Staats-Geschenken zur
offiziellen Bestätigung eines Freundschaftspakt zwischen zwei Ländern. Miniaturen
nahmen unter den vielen Geschenken, die anlässlich internationaler Verträge oder
Staatsbesuche ausgetauscht wurden, einen wichtigen Platz ein. Sie drückten nicht
Prunk, Reichtum oder Luxus aus, sondern waren Simbole der Verbundenheit und
376
Kapitel “Das Bild im Bilde , pp. 67-75.
377
CLOULAS, A., “Documents concernant Titien conservés aux Archives de Simancas”, Mélanges de la
Casa de Velázquez, 3, 1967, p. 218.
378
CAMPBELL, Lorne, Renaissance portraits. European portrait-painting in the 14th, 15th and 16th
centuries, Yale University Press, New Haven and London, 1990, p. 198.
379
STRATTON, S., The Spanish Golden Age in Miniature, Rosenbach Museum and Library, New York,
1988, p. 18.
380
SERRERA, J. M., “Alonso Sánchez Coello y la mecánica del retrato de corte” en Alonso Sánchez
Coello y el retrato cortesano de Felipe II, Museo del Prado, Madrid, 1990, p. 54.
264
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Traducción al alemán
Zuneigung: “para que assí como le hauían entregado sus corazones, con el amor que le
hauían cobrado, tuuiese cerca de sí sus retratos, ya que no les era posible gozar
continuamente de su presencia”381. Aus Anlass der Somerset House Conference (1604),
mit denen die englisch – spanischen Feindselichkeiten beendet wurden, tauschten der
englische und der spanische Hof Geschenke aus, unter denen sich auch Miniaturen
befanden. James I verschenkte Miniaturen von Isaac Oliver, und Philipp III schickte:
“una cajita del tamaño de un naipe con los retratos de sus majestades, llena de
diamantes”382.
Manchmal wurden Geschenke die einen besonderen Dank von König oder
Königin ausdrückten, auch auf privatere Weise vergeben. Dazu gehört die Miniatur der
Infantin Maria, die die Königin ihrer besten Freundin, der Condesa de Barajas,
schenkte387. Auch der Architekt Juan Gomez de Mora erhielt zur Hochzeit mit Ines
Sarmiento de la Concha von Philipp II als Anerkennung seiner Verdienste “un rretrato
381
UNGERER, Gustav, “Juan Pantoja de la Cruz and the circulation on gifts between the English and
Spanish courts in 1604/5” en SEDERI: yearbook of the Spanish and Portuguese Society for English
Renaissance Studies, nº 9, 1998, pp. 59-78, nota 17.
382
UNGERER, G., Op. Cit., p. 66.
383
ESPINOSA MARTÍN, C., “El retrato-miniatura de los regalos diplomáticos españoles en el siglo
XVIII” en El arte en las cortes europeas del siglo XVIII, Dirección General del Patrimonio Cultural,
Madrid, 1987, pp. 264-268.
384
KEIL, R., Die Porträtminiaturen des Hauses Habsburg, Verlag Amartis, Wien, 1999, p. 14.
385
SERRERA, J.M., op. cit., p. 55.
386
MORÁN TURINA, M., “Importaciones y exportaciones de pinturas en el siglo XVII a través de los
registros de los libros de pasos” en Madrid en el contexto de lo hispánico desde la época de los
descubrimientos, tomo I, Universidad Complutense, Madrid, 1994.
387
SERRERA, J.M., op. cit., p. 53.
265
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Traducción al alemán
pequeño del Rey Felipe segundo en rraso guarnecido en ébano en treinta reales” und
“un rretrato del rey don Felipe segundo pequeño en naype tasado en treinta reales”388.
Manchmal ist der Anlass für die kleine Bildchen auch der Tod. So wie die
verschiedenen europäischen Höfe mit Miniaturen der Neugeborenen, der Infanten und
388
VARELA MERINO, Lucía, “Muerte de Villandrando, ¿fortuna de Velázquez?”, Anuario del
Departamento de Teoría e Historia del Arte, Universidad Autónoma de Madrid, Madrid, 1999
389
GARCÍA GARCÍA, B.J., “Bruselas y Madrid: Isabel Clara Eugenia y el duque de Lerma” en Albert &
Isabella, 1598-1621, Thomas y Duerloo (eds.), BREROLS, Leuven, 1998.
390
MAZEROLLE, Fernand, Miniatures de François Clouet au trésor impérial de Vienne (Extrait de la
Revue de l´Art chrétien, 1889), Société de Saint-Augustin, Lille, 1889, p. 2.
391
MELONI, Silvia, “Ritrattini di autori o personaggi francesi” en ROSENBERG, Pierre (ed), Pittura
francese nelle collezioni pubbliche fiorentine, Centro Di, Firenze, 1977, p. 235.
392
BOUZA ALVAREZ, Fernando J. Cartas de Felipe II a sus hijas, Madrid 1988, p. 132
393
Véanse los capítulos dedicados a estos artistas.
266
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Traducción al alemán
andrer Familienmitglieder versorgt wurden, wurden bei Todesfällen Miniaturen mit den
Bildnissen der Toten, so wie sie aufgebahrt waren, meist in einer Ordenskutte mit Kreuz
in den Händen, als Mitteilung über ihr Ableben und als Andenken an sie übersandt.
Es hat sich keine Miniatur dieser Art erhalten, aber die Beschreibungen in den
Inventaren und auch Bildnisse gösseren Fomats des gleichen Themas geben einen
Eindruck davon, wie sie aussahen (fig. 35). Im Inventar der Bildnisse Bartolomé
Gonzáles’ ist zu lesen:
“Otro retrato chico en naipe, de la Reina Nra. Sra. Que está en el cielo,
muerta, vestida con hábito de S. Francisco puestas las manos y en ellas una
cruz.
Mas otro retrato de la Sma Infanta Da. Margarita, muerta, en naipe, todo el
cuerpo entero, vestido de la misma manera y todos los aderentes que el
original grande (…)”394.
Mas otro retrato de la Sma Infanta Da. Margarita, muerta, en naipe, todo el
cuerpo entero, vestido de la misma manera y todos los aderentes que el
original grande (…)”395.
Die Miniatur, gibt meist, anders als das Bildnis grossen Formats, nicht den
Staatsmann, den Soldaten oder den Höfling mit allem seinem Glanz und Rang wieder
sondern den Freund, den Geliebten, die Gattin.396 Im privaten Bereich ist die Miniatur
eine Gabe, die zwischen geliebten Personen ausgetauscht wird um die körperliche
Anwesenheit zu ersetzen.
Aus einem Brief Lord Seymors an seine Geliebte lässt sich ersehen, wie üblich
die Miniatur in den oberen Schichten als Geschenk war. In ihm bittet er sie um eine
Miniatur, “falls Sie noch eine besitzen”397.
394
MORENO VILLA, J. y SÁNCHEZ CANTÓN, F.J., “Noventa y siete retratos de la familia de Felipe
III por Bartolomé González” en Archivo Español de Arte y Arqueología, XXXVIII, Madrid, 1937, pp. 19
y 25.
395
MORENO VILLA, J. y SÁNCHEZ CANTÓN, F.J. op. cit. p. 25
396
FUMERTON, Patricia, Cultural Aesthetics: Renaissance literature and the practice of social
ornament, University of Chicago Press, Chicago, 1993, p. 70.
397
COOMBS, K., op. Cit., pp. 19-20.
267
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Traducción al alemán
Ein weiteres Zeugnis für den intimen Charakter der Miniatur ist eine Geschichte,
die vom Botschafter Maria Stewards, Sir James Melville, erzählt wird. Während seines
Besuch bei Elisabeth I zeigte diese ihm die Miniaturen, die sie in ihrem Schreibtisch
verwahrte: eine der Maria Steward, - die sie in seiner Gegenwart küsste -, und eine des
Herzogs von Leicester, in ein Papier gewickelt, auf dem “ Mein Gebieter” geschrieben
stand398.
Antonio Pérez schickte seiner Tochter aus seinem Exil in Paris “un retrato
pequeño por gozarle a escondidas, de miedo que si se lo echan de ver, le privan de
él”399. Diego de Colón, “Almirante de Indias”, besass ein Bildchen seiner Frau; “un
rretrato muy pequeño como tres dedos metido en una cajita que era rretrato de la
duquesa con la guarnición de plata”400. Maria de Cardona, die Tochter Adam von
Dietrichsteins, Kanzler Kaiser Rudolfs, besass verschiedene kleine Familienbildnisse:
“otro de doña Isabel de cardona es una chapa de plata”, “otro ahobado chiquito en naype
que es my señora la marquesa de navarres”, “otro ahobado del señor marques de
navarres que está en naype” y “otro rretrato del señor diatristan que está en gloria en
chapa de cobre”401. Der Kardinal Granvella teilte der Herzogin Luise von Villahermosa
mit, er habe dem Herzog ihr Bildnis übermittelt. “porque aunque ausente os tenga
siempre en la mano”402.
Im Inventar der Gemälde des Francisco González de Heredia, Komtur der Villa de
Puebla, werden aufgeführt: “El retrato pequeño del señor Martín González (…). El
retrato pequeño de Mariquita mi sobrina con su cadenilla de plata (…). El retratillo de
mi señora (…). El retrato pequeño del señor Hieronimo González que me embió de
Sicilia (…)”403.
398
LLOYD, Christopher y REMINGTON, Vanessa, Masterpieces in little. Portrait miniatures from the
collection of Her Majesty Queen Elizabeth II, The Boydell Press, 1996, p. 12.
399
SERRERA, J.M., Op. Cit., p. 55.
400
VARELA, Lucía, “El rey fuera de palacio: la repercusión social del retrato regio en el Renacimiento
español” en El linaje del emperador, Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de
Felipe II y Carlos V, Cáceres, 2000, p. 128.
401
VARELA, Lucía, Op. Cit. p.128
402
SEBASTIÁN LOZANO, Jorge, Imágenes femeninas en el arte de corte español del siglo XVI,
Universidad de Valencia, 2005, tesis doctoral inédita, p. 230, nota 375.
403
VARELA, Lucía, “El rey fuera de palacio…”, p. 128.
268
MENÚ SALIR
Traducción al alemán
Oft wurde Miniaturen als Geschenke zwischen Liebesleuten benützt, eine Praxis,
die Anlass zu Diskussionen unter Moralisten und Theologengab . Aus der Verteidigung
der kleinen Bildnisse durch Francisco de Holanda (1548) lässt sich die Polemik ablesen:
“si alguno supiere amar muy fiel y castamente, digno es de tener al natural
pintado el vulto que ama, ansí para las ausencias de la vida, como para la
recordación después de la muerte”404.
Die Literatur nach dem Konzil von Trient, angeführt von dem Theologen
Gabriele Paleotti, verurteilte 1582 diesen Gebrauch der Miniaturen, und riet dem
beauftragten Künstler, er solle sie durch Bilder der Heiligen Jungfrau oder Christi
ersetzen405 . Eine solche Miniatur ist auf einem Bilde des Cornelio Schut, vom Ende des
XVII, Jhdts. zu sehen. Es stellt die Profess der Nonne Gregoria Francisca de Santa
Teresa und der Schwester Úrsula de Santa Rosa (Convento de San José del Carmen,
Sevilla) dar, die Nonne hált ein Bildchen Jesu in der Hand406 (fig. 36).
Über den Gebrauch der Miniatur als Liebesbildnis lässt sich Palomino später in
seinem Werk El Museo Pictórico y Escala Óptica (1715-1724), im Kapitel “Wie der
Künstler sein Werk durchdenken und von allen Mängeln reinigen sollte” wie folgt aus:
“Resta ahora tratar de otro linaje de pinturas, que sin ser desnudas, ni
deshonestas, suelen ser accidentalmente provocativas. Estas son los retratos
pequeños, que llaman de fualdriquera, y por otro nombre amatorios; en que
no podemos negar, que el retrato de su naturaleza, es indiferente, y aun
pudiéramos decir, directamente bueno, si los fines y el mal uso no le vician
(…). Pero a veces concurren tales circunstancias, que absolutamente le
hacen ilícito; como el que solicita el retrato de la amiga, para excitar en su
soledad su deleite sensual (…). Pero si al pintor le consta, que el retrato, que
le mandan hacer, no es para fin honesto, no lo puede hacer con segura
conciencia; y más si la mujer, o cualquiera de los dos son casados, ni no es,
que sean parientes cercanos, y convenga con ello el marido (…). Supongo
que en Francia, Flandes, Alemania, Italia, e Inglaterra, es corriente tener el
tener retratos mayores, y menores de todas las madamas sobresalientes en
calidad, y hermosura, sin que de esto se haga melindre, ni misterio alguno;
404
HOLANDA, F. de, De la pintura antigua, Visor Libros, Madrid, 2003, p. 255.
405
CAMPBELL, L, op. Cit., p. 194.
406
ILLÁN MARTÍN, Magdalena, ficha catalográfica 19, La ciudad oculta. El universo de las clausuras
de Sevilla, Fundación Cajasol, Sevilla, 2009, pp. 198-199. Según la autora, se trata del retrato de un
retrato de una monja carmelita pero, visto en detalle, se observa la barba de Jesucristo.
269
MENÚ SALIR
Traducción al alemán
Juan Rufo hatte bereits Ende des XVI Jahrhunderts in seinen Apothemas die
Bedeutung der Miniaturen für die Liebe hervorgehoben und Palomino Berichte über für
Flandern, Deutschland und England bestätigt:
Ausserdem drückt sich in Palominos Museo Pictórico y Escala Óptica eine über
das Überschreiten des Anstandes hinausgehende Sorge aus, nämlich, dass
übereinstimmend mit der Theorie Freedbergs “Von der Macht der Bilder”, Bildnisse
wie lebende Personen wirken und in dieser Eigenschaft sexuelles Verlangen auslösen
können.409.
Über den Gebrauch dieser‚ Liebes–Bildnisse’410, als Mittel zum Ausdruck von
Freundschaft und Liebe gibt es ausser den erwähnten Traktaten viele literarische
Zeugnisse:
407
PALOMINO, Antonio, El museo pictórico y escala óptica, Aguilar, Madrid, 1947, t. II, pp. 264-265
408
RUFO, J., Las seiscientas apotegmas y otras obras en verso, Espasa-Calpe, Madrid, 1972.
409
FREEDBERG, D., El poder de las imágenes. Estudios sobre la historia y la teoría de la respuesta,
Cátedra, Madrid, 1992, pp. 374-381.
410
GÁLLEGO, Julián, Visión y símbolos en la pintura española del Siglo de Oro, Cátedra, Madrid, 1996,
p. 218.
411
LLOYD Christopher y REMINGTON, Vanessa, op. Cit., p. 39; y COOMBS, K., Op. Cit., p. 45.
270
MENÚ SALIR
Traducción al alemán
Einige Miniaturen, auf denen die leidenschaftliche Liebe, von der die Literatur
berichtet, sehr sichtbar wird, sind uns erhalten, wie zum Beispiel die eines italienischen
Liebhabers, der seine leere Brust herzeigt, um zu beweisen, wie völlig er sein Herz
verloren hat. In zwei anderen berühmten englischen Miniaturen verbrennen Flammen
der Leidenschaft den Liebhaber414. Auf zwei Miniaturen Hilliards, des grossen
englischen Miniaturisten, ergreift ein Liebhaber die Hand einer Dame, die direkt aus
den Wolken herabsteigt (fig. 37), und in einer anderen steht der Liebende im Feuermeer
der Leidenschaft und weist ein Medallon, das er am Hals trägt, vor415 (fig. 38).
412
COLOMER, José Luis, “Uso y función de la miniatura en la corte de Felipe IV: Velázquez
miniaturista” en MORALES, Alfredo (dir.), Symposium Internacional Velázquez, Junta de Andalucía,
Sevilla, 2004, p. 341.
413
ARBETETA MIRA, L., “La joya española. Su evolución en cinco siglos” en La joyería española de
Felipe II a Alfonso XIII, Nerea y Ministerio de Educación y Cultura, Madrid, 1998, p. 24.
414
STRONG, R., Artists of the Tudor Court. The portrait miniature rediscovered, 1520-1560, The
Victoria and Albert Museum, London, 1983, p. 10.
415
POPE-HENNESSY, J., El retrato en el Renacimiento, Akal, Madrid, 1985, pp. 285-286.
416
VALDIVIELSO, Enrique, Vanidades y desengaños en la Pintura Española del Siglo de Oro,
Fundación de Apoyo a la Historia del Arte Hispánico, Madrid, 2002, pp. 37-40 y 44-48.
271
MENÚ SALIR
Traducción al alemán
männlichen Betrachter gedacht, dem die Vergänglichkeit des Wissens, der Macht, der
irdischen Liebe vor Augen geführt werden soll“417.
417
SEBASTIÁN LOZANO, Jorge, “Lo privado es político. Sobre género y usos de la imagen en la Corte
de los Austrias” en SAURET GUERRERO, Teresa y QUILES FAZ, Amparo (eds.), Luchas de género en
la Historia a través de la imagen, tomo I, CEDMA, Málaga, 2001, p. 694; y GÁLLEGO, Julián, El
cuadro dentro del cuadro, Cátedra, Madrid, 1978, p. 86.
272
MENÚ SALIR
Traducción al alemán
Um den speziellen Charakter der spanischen Miniatur des XVI und XVII Jhdts.
zu verstehen und zu werten, musste in dieser Arbeit zunächst auf den Ursprung und
Begriff der “Miniatur” zurückgegangen werden und auch auf ihre verschiedenen
Funktionen, hierauf folgte eine kurze Zusammenfassung der künstlerischen
Verarbeitung der ersten einelnd gemalten Bildchen, der nun, angesichts dieser
Vorraussetzungen, die Zuordnung der bekannte spanischen Miniaturen der zu
behandelten Epoche an die verschieden Künstler folgte.
Nun muss man sich fragen: welchen Platz nimmt die spanische Miniatur in der
Blütezeit des spanischen Porträts verglichen mit der der anderen europäischen Länder
ein? Wenn man die wissenschaftliche Literatur über die Geschichte der europäischen
Bildnisminiatur durchsieht, so scheint er minimal. Die drei grossen Abhandlungen über
die Geschichte der Bildnisminiatur - Williamson (1904), Coldimg (1953) und Schidloff
(1964)418 konzentrieren sich auf die in Illuminationstechnik verfertigten Werke und
streifen die spanischen, meist in Öl gemalten, nur am Rande, zudem nur die im XVIII
und XIX Jahrhundert entstandenen.
“Die spanische Schule ist in der Ausstellung nur wenig vertreten. Entstanden
jenseits der Pyrenäen viele Miniaturen? Sind sie in Familienbesitz oder in
Sammlungen erhalten? Das scheint wahrscheinlich. Offenbar wurde dieses
Thema noch nicht ernsthaft erforscht, und es fehlt eine gute kritische Arbeit
darüber“419.
418
WILLIAMSON, G.C., The history of portrait miniatures, vol. I y II, George Bell and Sons, London,
1904; y COLDING, T., Aspects of miniatura painting, Ejnar Munksgaard, Copenhagen, 1953; y
SCHIDLOF, Leo R., The Miniature in Europe. In the XVIth, XVIIth, XVIIIth and XIXth centuries, 4 vols.,
Akademische Druck-U. Verlagsanstalt, Graz, 1964.
419
Catalogue de l´exposition de la miniature à Bruxelles en 1912. Recuil des oeuvres les plus
remarquables des miniaturistes de toutes les Écoles, du XVIe au XIXe siècle, G. Van Oest & Cie,
Bruxelles, 1913.
273
MENÚ SALIR
Traducción al alemán
“He visto algunos suyos (retratos) de manera tan franca hechos, que no
parecían de mano de un retratador, sino de un gran pintor”421.
Vor dem Hintergrund der in dieser Arbeit vorgestellten in Spanien im XVI. und
XVII. Jahrhundert entstandenen Miniaturen stellt sich nun die Frage, inwiefern sie sich
von denen des restlichen Europas unterscheiden.
Als ersten Unterschied lässt sich feststellen, dass die Anzahl der Miniaturen
tatsächlich erheblich geringer ist als die Zahl der in England oder in den Niederlanden
angefertigten. Die Bildnisminiatur wird in Spanien nicht nur später eingeführt, sondern
sie entwickelt sich aus sozialen, ökonomischen und religiösen Umständen nur langsam.
Ausserdem unterscheidet sie sich aber formal von denen der übrigen europäischen
Länder.
420
SCHIDLOF, L., op. Cit., p. 1.
421
MARTÍNEZ, J., Discursos practicables del nobilísimo arte de la pintura, Akal, Madrid, 1988, pp.
127-128.
274
MENÚ SALIR
Traducción al alemán
So waren es die flämischen und niederländischen Maler, die die Kunst der
Miniatur im restlichen Europa verbreiteten. Durch Hourenbout, Bening, und Clouet
wurde diese neue Form des Bildnisses in England und Frankreich bekannt und
entwickelte sich dort weiter.
In Frankreich wurden Miniaturen sehr früh durch den aus den Niederlanden
422
stammenden Jean (oder Janet) Clouet eingeführt - über dessen Bildnisse sind viele
dokumentarische Quellen erhalten - und durch dessen Sohn Françoit Clouet, der zum
königlichen Hofmaler ernannt wurde.423 Er hatte nach seinem Tod 1572, obwohl sich
die Miniaturmalerei ausbreitete, keinen gleichwertigen Nachfolger. Als in Spanien die
Miniaturmalerei erst zögernd begann, befand sie sich in Frankreich zu dieser Zeit schon
in Dekadenz.
422
MELLEN, Peter, Op. Cit.
423
MAZEROLLE, F., Op. Cit., pp. 1-4; y ADHÉMAR, Jean, Les Clouet & la Cour des rois de France,
Bibliotheque Nationale, Paris, 1970.
275
MENÚ SALIR
Traducción al alemán
Schüler Isaac Oliver verdankt die englische Miniaturmalerei ihren, verglichen mit dem
restlichen Europa besonderen Erfolg.
Auch im übrigen Reich fällt kein Miniaturmaler von Rang auf ausser dem in
Antwerpen geborenen Hoefnagel, der sich jedoch auf Miniaturen in Büchern
spezialisierte. Die Habsburger bedienten sich wie bei den grossen Bildnissen
verschiedener Künstlern aus den dem Reich angeschlossenen Gebieten, vornehmlich der
Italiener.
Neben dem Kroaten Clovio und auch El Greco gab es in Italien viele
Miniaturisten; sie malten alle in Öl. Eine umfassende Studie über die verschiedene
Künstler und Stile liegt bisher nicht vor. Es haben sich mehrere Miniaturen von Lavinia
Fontana erhalten, auch von Carracha, ebenso hat Sofonisba Anguissola, wie bereits
ausführlich erwähnt, diese Kunst gepflegt. Sie erlernte sie von Clovio und entwickelte
sie in Spanien weiter. Ausser den Werken dieser beiden Künstlerinnen zeugen
italienische Miniaturen verschiedensten Charakters in vielen Museen der Welt für die
frühe italienische Leidenschaft für Bildnissammlungen.
424
ROWLANDS, John, Op. Cit., pp. 150-152 y 215-216; y Hans Holbein der Jüngere…, pp.126-127.
276
MENÚ SALIR
Traducción al alemán
Obwohl von geringerer Anzahl, war, bedingt durch ihren höfischen Ursprung,
ihre internationale Bedeutung gross. Unter den Habsburgern gab es einen ständigen
Austausch von Kunstwerken zwischen Spanien und den europäischen Höfen, besonders
nach Wien, München und Brüssel, und der Einfluss der spanischen Künstler war
beträchtlich. Es handelte sich nicht nur um die allen Höfen üblichen diplomatischen
Gaben, sondern um sich ständig wiederholende halbprivate Geschenke an die
ausgedehnte Habsburger Verwandtschaft, um diese über die familären Entwicklungen
zu informieren und auch die Erinnerung an die vielen früh verstorbenen Infanten wach
zu halten.
Die Spanische Miniaturschule dieser Zeit nahm also durch ihre Qualität und
auch wegen ihrer grossen Verbreitung durch den intensiven Austausch zwischen den
verschiedenen europäischen Höfen besonders der Habsburger einen wichtigen Platz ein.
Trotz des späten Beginns dieser Kunstform in Spanien und trotz der Konkurrenz der
grossen Bildnisse wurden die kleinen Bildchen schliesslich hoch geschätzt, wie die
Tatsache zeigt, dass alle bedeutenden spanischen Bildnismaler sie in ihre Tätigkeit
einbezogen. In ihnen verdichtet sich in kleinem Masstab auf exquisite Weise die Kunst
Sánchez Coellos, Liaños, Pantojas, Villandrandos, Mainos und anderer.
277
MENÚ SALIR
Iconografía del retrato de actor:
«La Calderona», «Juan Rana»
y Pablo de Valladolid
En este último capítulo se impone una reflexión sobre la existencia de retratos de
actores españoles del siglo xvii. Para ello analizaremos los hasta ahora conceptuados
como tales: el supuesto retrato de la actriz María Inés Calderón, la Calderona, asociado
a una pintura conservada en el convento de las Descalzas Reales de Madrid; la pintura
de un hombrecillo portando una rana conservado en la Real Academia Española, per-
sonaje que se ha identificado con la máscara «Juan Rana» —comúnmente asociada con
el actor Cosme Pérez—, fundamentalmente por una inscripción que así lo nomina; y
el del bufón u «hombre de placer», más que actor, Pablo de Valladolid, perteneciente a la
colección del Museo del Prado.
La veracidad de los mismos como documentos teatrales ha sido cuestionada por la
crítica, aunque ha habido un deseo de aceptación generalizado propiciado quizá por la
carencia de ejemplos españoles frente al desarrollo, ya en el xviii, de un verdadero «gé-
nero pictórico autónomo» en países como Italia, Francia o Inglaterra.1
A lo largo de estas páginas intentaremos analizarlos en primera instancia únicamente
desde la información que artísticamente proporcionan: su procedencia—en el caso de
que se conozca—, su relación con otras pinturas para así crear un soporte intertextual
de información, las dataciones a través de la indumentaria y por lo tanto la posible o
imposible relación de la misma con la época en la que vivieron los supuestos personajes
retratados, la indagación sobre el tema o tópico relatado, los matices de la fisonomía, el
porte o la elegancia y significado de los gestos.
De esta forma aspiramos a seguir metodológicamente los postulados de teóricos del
teatro como Marco De Marinis, que citando a Jacques Le Goff insiste en la necesi-
dad de intentar contemplar el documento como una construcción no inocente, siendo
conscientes de que todo «documento es monumento», o «resultado del esfuerzo cum-
plido de la sociedad histórica para imponer al futuro aquel dato imagen de sí mismo»,
sabiendo que hasta cierto punto no existe un «documento verdad».2 Acudiendo a Le
Goff, trataremos de obtener de los mencionados retratos, una «desmitificación de [su]
significado aparente»,3 con la intención de aproximarnos a lo que dicen desde una pers-
pectiva que los contextualice histórica y artísticamente para así poder apreciar, entre
otras cosas, su presunto valor como documentos teatrales.
1. Cf. Rodríguez Cuadros, Evangelina, La técnica del actor español en el Barroco: hipótesis y documentos, Madrid,
Castalia, 1998, p. 267.
2. Le Goff, Jacques, «Documento/Monumento», Enciclopedia Einaudi, vol. iv., Torino, Einaudi, 1978. pp. 44, 46.
Citado por Marco de Marinis, Capire il teatro: lineamenti di una nuova teatrologia, Firenze, La Casa Usher, 1988. p. 43.
3. Ibídem.
280 Alicia Álvarez Sellers
derón, conocida popularmente como La Calderona, fue emitida por el historiador Elías
Tormo en su obra: En las Descalzas Reales, estudios históricos, iconográficos y artísticos.4
Su comentario surge a propósito de la proximidad física entre el supuesto retrato de la
actriz y un cuadro atribuido al pintor Eugenio de las Cuevas en el que Tormo reconoce
a D. Juan José de Austria, hijo bastardo de Felipe iv y María Inés Calderón [Fig. 1]. La
coincidencia de que el posible retrato del adolescente —posteriormente reconvertido en
un San Hermenegildo— se hallase cercano a la pintura de «una dama sentada peinándose»
en el interior de la Capilla del Milagro que en las Descalzas Reales fundó D. Juan José de
Austria, hizo concebir a Tormo la idea de que aquella joven mujer era la madre del prín-
cipe ilegítimo retratada antes de su decisión de tomar los hábitos religiosos [Fig. 2]:5
Y algo de parecido [a propósito del citado cuadro del San Hermenegildo],
nos lleva á una atrevida idea que damos aquí con toda clase de reservas:
la de que sea María Calderón, su madre, aquella hermosa mujer senta-
da, peinando con su mano derecha los cabellos, vestida de lujosa falda y
cotilla escotada, teniendo en su mano izquierda algo que puede ser una
blanca toca, y acompañada de una sirviente que admirativamente junta
las manos y cierra los ojos: es decir, la mal supuesta ‘Doña Juana la Lo-
ca’, de las tradiciones de la casa. Pudiera representar á la Calderona, un
momento amada del Rey, quizá mostrando el estado de ‘dulce esperan-
za’, y anunciando, para en su día, lo que serenamente hizo, tomando
el velo de religiosa (sacrificando sus cabellos por tanto) y de manos no
menos que del Nuncio Pamphili, luego Papa Inocencio x, ingresando en
el convento del valle de Utandi, en la Alcarria —benedictinas, término
de Valfermoso de las Monjas, partido de Brihuega—, donde ejemplar-
mente vivió hasta su muerte: quizás logrando el engrandecimiento de
su hijo por su propio recogimiento y recato6
La crítica, aunque ha trabajado con la posibilidad de contar con esta interesante ima-
gen para añadirla al exiguo elenco iconográfico del actor español, se ha mantenido
siempre escéptica al respecto. Dentro de los ejemplos más recientes que abordan el
tema, está el imprescindible libro de Evangelina Rodríguez Cuadros, La técnica del actor
español en el Barroco: Hipótesis y documentos 7 en el que la autora expresa refiriéndose a
este retrato: «Nadie sabe si ‘la Calderona’ se muestra aquí en su momento de esplendor
o si se disponía a profesar abandonando las vanidades de su gastada vida. Nadie sabe
ni siquiera si se trata realmente de ‘la Calderona’».8
9. Nosotros debemos la reproducción que aquí presentamos a la colaboración de la profesora Odile Delenda
del Wildenstein Institute, con la cual, a su vez, contactamos a través del profesor D. Jesús Urrea. Desde aquí
quiero expresar a ambos mi más profundo agradecimiento.
10. Aries, Philippe y Duby, Georges, Historia de la vida privada: tomo v: el proceso de cambio en la sociedad de los
siglos xvi-xviii, (volumen dirigido por Roger Chartier) Madrid, Taurus: Alfaguara, 1991, p. 248.
11. Ibídem.
12. Hemos hecho a su vez consultas a expertos del mundo de la Historia del Arte (entre ellos, D. Jesús Urrea,
Director del Museo Nacional de Escultura), que se han inclinado por la datación en el xvii.
13. Más adelante explicaremos por qué creemos que se está quitando la ropa y no poniéndosela.
14. Vid. Rosita Levi-Pisetzky, Storia del Costume in Italia, Milano, Instituto Editoriale Italiano, 1966, 5 vols., (v.
3, p. 35 y 78.)
282 Alicia Álvarez Sellers
Fig. 1. Eugenio de las Cuevas, Retrato del Segundo Don Juan de Austria convertido en un
San Hermenegildo. Madrid. Óleo sobre lienzo. Convento de las Descalzas Reales.
Copyrigth © Patrimonio Nacional (nº inv. 00612214).
Iconografía del retrato de actor: «la calderona», «juan Rana» y Pablo de Valladolid 283
Fig. 2. Anónimo, Alegoría de la Vanidad. Primer tercio Fig. 3. Anónimo, Insignia alemana de comadrona.
del siglo xvii. Óleo sobre lienzo. Principios del siglo xvii. Loir-et-Cher. Château du Gué
113 x 84 cms. Madrid. Convento de las Descalzas Péan.
Reales. Copyrigth © Patrimonio Nacional
(nº inv. 00610746)
Fig. 4. Anónimo Español, Marta reconviniendo a su hermana María (supuesto retrato de la Calderona), S. xvii,
Óleo sobre lienzo. Madrid. Colección Abelló.
284 Alicia Álvarez Sellers
20. Cf. Odile Delenda, «La Magdalena en el arte», en el Catálogo de la Exposición organizada en México
por el Museo Nacional de San Carlos (mayo-octubre 2001), María Magdalena: éxtasis y arrepentimiento, México,
Instituto Nacional de Bellas Artes; Landucci, 2001, pp. 16-29, p. 16.
21. Colección particular, Francia. Ilustración en: Ibídem, p. 28.
22. Óleo sobre tela (1597/1598), 97.8 x 132.7 cm. Donación de la Fundación Kresge y Mrs. Edsel B. Ford.
Fotografía Copyright © 1973. The Detroit Institute of Arts.
23. Londres, Trafalgar Galleries. Ilustración tomada del Catálogo de la Exposición La Maddalena tra sacro e
profano (Marilena Mosco, Dir.), Florencia, La Casa Usher: Mondadori, 1986, p. 156.
24. Óleo sobre tela, 130 x 130 cm. (Copia de una obra de Andrea Vaccaro), En, VV. AA, María Magdalena:
éxtasis y arrepentimiento[Cat. Exp.], ed. cit. p. 102.
25. Hay una pintura de Francesco Lupicini, Marta en presencia de su hermana María Magdalena (Viena. Kuns-
thistorisches Museum, 1625), cuya protagonista también muestra idéntico gesto y actitud al de la Marta de la
pintura española.
26. Ibídem, «La Magdalena en el arte», p. 36.
286 Alicia Álvarez Sellers
27. Mosco, Marilena, «Vanitas» pp. 155-157, en La Maddalena tra sacro ..., ed. cit., p. 155.
28. Cohen, Gustav, «The Influence of the Misteries on Art in the Middle Age», en Gazzete des Beaux Arts, 24,
1943, pp. 327-342.
29. Cf. Marilena Mosco, op. cit., p. 155 (La traducción es nuestra).
30. Bulwer, J., Chirologia or the Natural Language of the Hand [...] Chironomia, or Art of Manual Rhetoric, Londres,
1644, pp. 94 y 151, lám. iii y v. Citado por Odile Delenda, en su comentario al cuadro anónimo del siglo xvii,
copia de uno de Andrea Vaccaro en el catálogo María Magdalena: éxtasis y arrepentimiento... , ed. cit., p. 189
31. Delenda, O., «La Magdalena en el arte», en Ibídem, p. 28.
32. Cf. Susan Haskins, María Magdalena: mito y metáfora, Barcelona, Herder, 1996, p. 286. Esta autora señala
también que, según San Francisco de Sales, es la contemplación el vray exercice de Magdelaine. Vid. R. P. Louis de
la Rivière, La Vie de l’illustrissime et révérendissime François de Sales, 1625, pp. 527 y ss.
33. Cf. Ibídem, p. 286.
Iconografía del retrato de actor: «la calderona», «juan Rana» y Pablo de Valladolid 287
Fig. 7. Artemisia Gentileschi (?), Marta Fig. 8. Andra Vaccaro (Copia de),
reprende a María por su vanidad. La exhortación de Marta a su hermana
Londres. Trafalgar Galleries. (La conversión de la Magdalena). Óleo sobre lienzo.
130 x 130 cm.
288 Alicia Álvarez Sellers
⇒
Fig. 9. «Invito». John Bulwer, Chirologia or the Natural Language
of the Hand and Chironomia, or Art of Manual Rhetoric, Londres, 1644, lám. iii.
Iconografía del retrato de actor: «la calderona», «juan Rana» y Pablo de Valladolid 289
Fig. 10. Louis Allabre, O crux ave spes unica. Firmada B. G. V. Chrartres,
Musée des Beaux-Arts. Cliché Musée des beaux-arts de Chartres.
Fig. 11. Giovan Battista Salvi «il Sassoferrato», Virgen orante. Óleo sobre lienzo.
48 x 40 cm. Madrid, Museo del Prado.
290 Alicia Álvarez Sellers
recatada y sumisa, asimilada casi a la iconografía de las dolorosas a pie de cruz [Vid.
Fig. 10]34 o a las de las Vírgenes orantes junto al recién nacido [Vid. Fig. 11].35 Su rostro
austero y la toca que cubre sus cabellos se repite en todos las pinturas comentadas y
ello nos lleva a asociarla a la mujer que entrelaza sus dedos en el cuadro de las Descal-
zas Reales o a la que reproduce el gesto descrito del comput digital en la insignia ale-
mana. Puede que esta última haya sido readaptada como venera de comadronas, pero
pensamos que su tema original era la amonestación de Marta a María. En él aparecen
todos los elementos asociados a la iconografía de María Magdalena: el espejo, las joyas,
el peine, el vestido lujoso y el cabello largo como símbolos de la vanitas.36 Asimismo,
creemos que el cuadro de las Descalzas Reales ilustra la misma escena e ignoramos si
se utilizó como modelo de María Magdalena a la actriz María Inés Calderón, aunque
por desgracia no hay ningún indicio de ello.
A lo largo de la historia ha sido frecuente que algunas cortesanas se retratasen con apa-
riencia de Magdalenas para poder ser recordadas como mujeres hermosas con el interés
social de anunciar la expiación de su pasado. De ello dan fe pinturas como la de Fran-
cesco Morandini, il Poppi (1544-1597), Retrato de mujer con los atributos de Santa María
Magdalena [Fig. 12].37 El único elemento compartido de forma anecdótica entre María
Inés y la mujer del cuadro sería la ejemplaridad de ambas como símbolo de la renuncia
a la vida cortesana en plena juventud. Asimismo es habitual encontrar representaciones
de cortesanas peinándose en su tocador, lo cual hace posible la asimilación de esta imagen
a una actriz amante del Rey como la Calderona, y a su vez la convierte en un simbolismo
idóneo de la vanidad anterior al arrepentimiento38 [Vid. Fig. 13].39
María Inés Calderón debutó en el corral de la Cruz de Madrid en el año 1627, cuando
sólo tenía dieciséis años y de sus relaciones con Felipe iv nació en 1629 Juan José de
Austria. Poco después del alumbramiento ingresó monja en el monasterio benedictino
del Valle de Utanda.40 Su toma de hábitos fue por lo tanto muy temprana y se ha su-
puesto que el cuadro de las Descalzas refleja el tránsito a ese cambio de vida, aunque
de ello no exista prueba documental alguna.
34. Louis Allabre, O crux ave spes unica, Firmada B. G. V. Chrartres, Musée des Beaux-Arts. Cliché Musée
des Beaux-Arts de Chartres. Vid. un estudio en Jean Adhémar, Imagerie populaire française, Milán, Electa Editrice,
1968, il. 78.
35. Giovan Battista Salvi «il Sassoferrato», Virgen orante, óleo sobre tela, 48 x 40 cm., Madrid, Museo del
Prado. Esta es otra copia de la Virgen «según Durero». Ilustración que puede consultarse también en el libro
de Pietro Zampetti, François De Lépinay, Silvia Cuppini Sassi, Giovan Battista Salvi «il Sassoferrato»: 29 Giugno-14
Ottobre 1990 [Cat. Exp.], Cisinello B. (Milano), Almilcare Pizzi, 1990, p. 65.
36. Si antes hemos dicho que la dama del cuadro de las Descalzas Reales estaba desvistiéndose y no al revés
es porque al ser o imitar una Magdalena momentos antes de su iluminación, siempre se representa despoján-
dose de sus joyas y rica indumentaria.
37. Otro ejemplo de esto es la pintura de Domenico Puligo (1492-1527), Retrato de mujer vestida de Magdalena.
Óleo sobre tabla, 61.5 x 51.2 cm., Florencia, Coleccion privada. Una ilustración y estudio de la misma puede
verse en el catálogo: La Maddalena tra sacro e profano..., ed. cit., p. 74. (c. 1580). Óleo sobre tabla, 64 x 58 cm.
Florencia, Colección privada. En Ibídem: p. 77.
38. Un ejemplo de esto puede verse en la imagen de Giacomo Franco, Una cortesana italiana en su tocador...,
1610. Londres. Victoria and Albert Museum. Vid. Peter Thornton, The Italian Renaissance Interior 1400-1600, New
York, Harry N. Abrams, Inc. Publishers, 1991. p. 237.
39. Anónimo, La jesuita Mary Ward y la visión de la gloria. 1609. Imagen procedente del libro de José María
Javierre, La jesuita Mary Ward: mujer rebelde que rompió moldes en la Europa del xvii, Madrid, Libros Libres, 2002,
[cuadro nº 21].
40. Vid. José Deleito y Piñuela, El Rey se divierte, Madrid, Espasa Calpe, 1964, pp. 25 a 29.
Iconografía del retrato de actor: «la calderona», «juan Rana» y Pablo de Valladolid 291
Fig. 12. Francesco Morandini, il Poppi (1544-1597), Retrato de mujer con los atributos de Santa María
Magdalena. c. 1580. Óleo sobre tabla. 64 x 58 cm. Florencia. Colección privada.
Fig. 13. Anónimo, La jesuita Mary Ward y la visión de la gloria. Londres. 1609.
292 Alicia Álvarez Sellers
41. Carta de Dª Ana García Sanz, 2 de diciembre de 2001 (Área de Conservación. Patrimonio Nacional), a la
que deseo expresar desde aquí mi más sincero agradecimiento.
42. Reproducción tomada de la Enciclopedia Espasa Calpe, Tomo lxii, Madrid, 1975, p. 1469. Pedimos per-
dón por la mala calidad de la misma.
43. Óleo sobre lienzo, 115 x 150 cm. Saint-Brieuc, Musée d’art et d’histoire des Côtes -d’Armor. Collections
Musée d’Art et d’Histoire, Saint Brieuc.
44. Alegoría de la vanidad (según Jordaens). Grabado, 28.3 x 34.2 cm. Copyright © Rijksmuseum. Amsterdam.
Iconografía del retrato de actor: «la calderona», «juan Rana» y Pablo de Valladolid 293
Fig. 14. Anónimo, Retrato de doña Teresa Enríquez. Torrijos. Iglesia colegial.
Fig. 15. Anónimo, Supuesto retrato de la Princesa de Éboli. Pastrana. Colegiata de la Asunción.
294 Alicia Álvarez Sellers
arregla sus cabellos con el peine alzado a la altura de la sien y deja caer con laxitud su
mano izquierda, sirve para emparejar las cuatro pinturas mencionadas y el grabado,
evocando en torno a esta dispersión un punto de origen común divulgado y alterado
por cada artista. Para el ejemplo de las Descalzas y de la pintura francesa el grabado
común pudo haber sido realizado incluso antes de 1600, cuando aún no había nacido
la Calderona.
A esto podría objetarse que la actriz española se hubiese hecho pintar con una indu-
mentaria un tanto arcaica y así dar cierto carácter legendario a su retrato, el cual podría
apelar conscientemente a la historia de la Magdalena. Para esta hipótesis sólo hallamos
un sutil apoyo en las palabras explicativas de Tormo referidas a la ubicación del cuadro:
al lado del San Hermenegildo que se asocia a Juan José de Austria, en la capilla dedicada a
éste. Sin embargo, es igualmente posible que una «conversión de la Magdalena» esté en
las paredes de cualquier convento por razones devotas, sin denotar nada más.
Por todo lo dicho, creemos que hay más razones para pensar que nos hallamos ante
una imagen de María Magdalena que ante un retrato de la Calderona: las distintas ver-
siones, la cuestión de la indumentaria, el tópico del cuadro —mucho más comprensible
si identificamos en él a santa Marta—, o la aureola sobre la cabeza de la mujer sumisa.
Argumentos que, a nuestro juicio, únicamente serían salvables si se hallara una fuente
documental escrita que indicara que la retratada en este lienzo como María Magdalena
fuera la actriz española.
En todo caso, y de manera muy indirecta, este cuadro podría ser considerado docu-
mento teatral si pensamos que el momento representado procede de la popularidad que
alcanzó esta escena en los Misterios, y que el arte, atraído por ella, recurrió a los mismos.
Por ello hemos estudiado este cuadro desde la información que una pintura seguramente
influida por el teatro proporciona sobre el actor y la escena: los gestos comentados —el
dolebit o ploro (manos entrelazadas) [Vid. Fig. 9, letra C], invito, o comput diligens de santa
Marta—, la riqueza de un vestuario con reminiscencias de una caduca contemporanei-
dad, la captación del interés a través de la mirada, la caracterización de ambas mujeres
o el testimonio de un lugar común de representación —¿quizás una especie de loci?— es-
pecialmente mimado en la literatura popular como indudable respuesta a su demanda y
buena acogida. De nuevo el arte revela las huellas de la iconografía teatral:
Cuando Cristo predicaba
Su hermana le imploraba
Para que ella [La Magdalena] fuera a escucharlo
Que Él sabría enamorarla
Tanto le suplica, tanto le suplica
Que tal gracia no le niega45
45. D’Ancona, Alessandro, Origini del teatro italiano, Turín, Loescher, 1891, 2 vols (vol. I., p. 139). Citado por
Odile Delenda a propósito del comentario al cuadro anónimo del siglo xvii copia de Vaccaro. En el catálogo, La
Maddalena tra sacro e profano..., ed. cit., p. 189.
Iconografía del retrato de actor: «la calderona», «juan Rana» y Pablo de Valladolid 295
Fig. 16. Jacob Jordaens (1593-1678), Conócete a ti mismo (la juventud entre el vicio y la virtud).
Óleo sobre lienzo. 115 x 150 cm. Saint-Brieuc. Musée d’art et d’histoire des Côtes -d’Armor.
Collections Musée d’Art et d’Histoire, Saint Brieuc.
Fig. 17. Alexander Voet ii (c. 1635-1695), Alegoría de la vanidad (según Jordaens).
Grabado. 28.3 x 34.2 cm. Copyright © Rijksmuseum. Amsterdam.
296 Alicia Álvarez Sellers
De nuevo nos hallamos aquí ante un retrato sumamente curioso y del que hemos
reunido escasas noticias.
Donado en el curso de 1870-1871 a la Real Academia por D. Adolfo de Castro se le
describe como «un cuadrito al óleo, que se supone ser retrato, o más bien caricatura, del
célebre actor Pérez, conocido por el apodo de Juan Rana».46 Que sepamos, la primera
noticia de este cuadro y una reproducción fotográfica del mismo junto con la publica-
ción de la citada nota académica, la facilita Hannah E. Bergman en su libro Luis Quiñones
de Benavente y sus entremeses (ed. cit., 1965, p. 448).
Un año después, en 1966, esta autora dedicó su artículo «Juan Rana se retrata»47 a la
búsqueda de relaciones entre la mencionada pintura y tres entremeses cuyo argumento
gira en torno al equívoco del retrato: El retrato de Juan Rana —idéntico título para dos
piezas diferentes y de distinto autor: Antonio Solís y Sebastián de Villaviciosa— y El
retrato vivo de Agustín Moreto.48
Miguel Morán Turina y Javier Portús en su obra El arte de mirar. La pintura y su público
en la España deVelázquez, parafrasearon la suposición de Bergman, aunque aludiendo a
las implicaciones de la «naturaleza mágica del retrato como sustitutivo de la persona-
lidad».49
Por último, Evangelina Rodríguez Cuadros lo ha analizado de forma mucho más
pormenorizada en su citado libro La técnica del actor español en el Barroco: hipótesis y do-
cumentos,50 donde se destaca su interés iconográfico para la comprensión de la máscara
teatral «Juan Rana».
La pintura [Fig. 18] representa a un hombre de baja estatura, ya que si tomamos co-
mo referencia el tamaño del arma que sostiene —arcabuz o mosquete—, se observa
que alcanza casi su altura colocada verticalmente. La longitud de ánima de los arcabu-
ces de muralla o parapeto podía oscilar entre 0.80m y 1.60m. y el de nuestro personaje
se aproximaría a la escala menor; su conjunto por lo tanto debía de medir poco más de
1 m. y la figura pintada podría acercarse a 1.20m.51
Unido a esto, la desproporción de su cabeza respecto al tronco y extremidades hace
que pensemos que posiblemente se ha querido representar un enano: un ser disminuido
física y psíquicamente puesto que incluso deja asomar la lengua por sus labios entre-
abiertos como síntoma de su inocencia.
46. Citado por Hannah E. Bergman en su libro Luis Quiñones de Benavente y sus entremeses, Madrid, Castalia,
1965, p. 449.
47. En, VV. AA. Homenaje a Rodríguez Moñino, Madrid, Castalia, 1966, pp. 65-73.
48. Bergman reseña a Emilio Cotarelo y Mori, Colección de Entremeses, Loas, Jácaras y Mojigangas, Madrid, 1911,
T. xvii, p. xcv, para dar las fechas de representación de dos de ellos: 1652 para la obra de Solís, 1660 para la de
Moreto. Respecto a la de Villaviciosa refiere la fecha de impresión, 1663 (Ibídem, p. 72).
49. Miguel Morán Turina, y Javier Portús, El arte de mirar. La pintura y su público en la España de Velázquez, Ma-
drid, Istmo, 1997, pp. 152-154.
50. Ed. cit., pp. 269-275 y pp. 566 y 573. Nos hemos limitado únicamente a reseñar aquella bibliografía que
aborda el tema desde el punto de vista iconográfico.
51. Si pensamos que aproximadamente el ancho de una cabeza son unos 20 cm., veremos que el arcabuz ha-
ce poco más de cinco. A propósito de los datos referidos al arcabuz cf. la voz «Arcabuz» en Enciclopedia Universal
Ilustrada Europeo-Americana...: Tomo v, Barcelona, José Espasa e Hijos, s.a., pp. 1277-1278.
Iconografía del retrato de actor: «la calderona», «juan Rana» y Pablo de Valladolid 297
Fig. 18. Anónimo, Supuesto retrato de Juan Rana. Madrid. Real Academia Española.
298 Alicia Álvarez Sellers
Fig. 19. Jacques Callot (1592-1635), El hombre panzudo adornado con una fila de botones.
Serie: Los jorobados. Aguafuerte y buril. 63 x 90 mm. Metz. Médiathèque du Pontiffroy.
300 Alicia Álvarez Sellers
57. Diálogos de la Pintura. Su defensa, origen, esencia, definición, modos y diferencias (ed. de F. Calvo Serraller), Ma-
drid, Turner, 1979. E. Rodríguez (op. cit., p. 273) cita lo siguiente, subrayando en cursiva aquellas partes que
hace coincidir con la fisiognómica del retratado: «Al insensato le conviene [...] grande vaso cerca del cuello, y
toda aquella parte carnosa junto a los hombros, el celebro cabo, y la frente redonda, grande y carnosa, los ojos pálidos, y
caído el lacrimal, y que se muevan tardamente, el rostro carnoso, la cabeza grande y carnosa, las orejas mui redondas
y mal esculpidas, los cabellos blanquecinos, la nariz ruda, los labios gruesos, el de arriba preeminente, las piernas
[...] gordas y redondas hacia el tobillo, los demás miembros breves, y las asentaderas gordas, la garganta de la pierna
toda ella gorda, carnosa y redonda, breve cuello, grueso, duro y firme, el movimiento y la figura estúpida, el color del
cuerpo mui blanco o mui negro, el vientre levantado» (Diálogos, p. 399).
58. Como ya señala Evangelina Rodríguez Cuadros «este retrato nos traslada, pues, la máscara y no el Cosme
Pérez que históricamente hubiéramos podido o deseado identificar», Ibídem.
59. art. cit., p. 68
60. Para más detalles sobre la vida de este cómico, vid. E. Cotarelo y Mori, Colección de entremeses, loas bailes,
jácaras y mojigangas desde fines del xvi a mitad del xviii, Madrid, RAE, 1911, p. clvii-clxiii.
Iconografía del retrato de actor: «la calderona», «juan Rana» y Pablo de Valladolid 301
61. Citado por Yves Bottineau en El arte cortesano en la España de Felipe v (1700-1746), Madrid, Fundación
Universitaria Española, 1986, p. 326. En el artículo de Amalia Descalzo Lorenzo, «El traje francés en la Corte de
Felipe v», Anales del Museo Nacional de Antropología, iv, 1997, pp. 189-210, p. 189. Felipe v aparece con la típica
indumentaria española en la pintura de Hyacinthe Rigaud, Felipe v, Rey de España, París, Musée de Louvre.
62. Ibídem, p. 192.
63. Col rotonde, ca. 1620 (Francisco Pacheco: dibujo de Francisco Ballesteros. Paraderro ignorado). Ilustración
tomada de: Ruth Matilda Anderson, «The Golilla. A Spanish Collar of the 17th Century» [Separata], [Reprinted from
Waffen- und Kostümkunde Vol. xi - No. 1 - 1969 for The Hispanic Society of America, New York], pp. 1-19, p. 4.
64. Golilla con valona, 1624: Diego de Velázquez, Retrato de Felipe iv, New York, The Metropolitan Museum of
Art. En: Ibídem, p. 8.
302 Alicia Álvarez Sellers
65. Precisamente del año 1655 se conserva una golilla con su valona que ilustra estas características. Es la
golilla de un noble joven sueco, Nils Nilsson Brahe, confeccionada en Madrid en 1655. Este personaje tenía que
resolver un asunto en la corte y no podía obtener audiencia a menos que se presentara según la norma suntuaria
española. Vid ilustración en Ibídem, pp. 2-3.
66. Golilla con valona, 1660: Juan Carreño de Miranda: Retrato de Bernabé de Ochoa de Chinchetru y Fernández
de Zúñiga, New York, The Hispanic Society of America. En: Ibídem, p. 11.
67. Golilla con valona, 1679: Miniatura de Carlos ii en: Título de Marqués, Madrid, 11 de septiembre 1679. Para-
dero ignorado. En: Ibídem, p. 12.
68. Cf. Descalzo Lorenzo, art. cit. p. 191.
69. Cf. Ludmila Kybalová, Olga Herbenová y Milena Lamarová, Encyclopédie illustrée du costume et de la mode,
12ª ed., París, Grund, 1976., p. 189.
Iconografía del retrato de actor: «la calderona», «juan Rana» y Pablo de Valladolid 303
Fig. 20. Francisco Pacheco (1564-1654), Dibujo de Fig. 21. Diego de Velázquez (1599-1660), Retrato
Francisco Ballesteros. Paradero ignorado. de Felipe iv (1605-1655), Rey de España. Óleo sobre
lienzo. Nueva York. Museo Metropolitano de Arte,
Bequest of Benjamin Altman, 1913. (14.40.639).
(Photograph and Slide Library, The Metropolitan
Museum of Art. N. Y., N. Y. 10028)
Fig. 22. Juan Carreño de Miranda (1614-1685), Fig. 23. Miniatura de Carlos ii. En Título de Marqués,
Retrato de Bernabé de Ochoa de Chinchetru y Fernández Madrid, 11 de septiembre 1679. Paradero ignorado.
de Zúñiga. Nueva York. The Hispanic Society of
America.
304 Alicia Álvarez Sellers
con medias rojas hacia los años 80 del siglo, aunque principalmente en vestuario inspi-
rado en indumentaria militar.70
Los zapatos que calza este curioso individuo son planos pero parece que llevan he-
billa en lugar de ir atados. Podría tratarse de los llamados «zapatos de golilla»,71 que, a
diferencia de los franceses de fines del xvii, no tenían tacón.72
Por los detalles mencionados situaríamos el cuadro entre 1680/90 y no más allá de
comienzos del siglo siguiente. Esto nos hace reflexionar acerca de la hipótesis de Han-
nah E. Bergman que data la pintura en la década de los años 50/60 al suponer que fue
este mismo lienzo el que dio origen a los entremeses cuyo argumento gira en torno a
un retrato del cómico: «... para mí es indudable que la existencia del retrato es previa a
los entremeses. Precisamente por ser un hecho tan insólito y notorio, inspiró a los tres
poetas la idea de justificar su existencia dentro de la modalidad del teatro entremesil a la
cual pertenecía exclusivamente la máscara cómica Juan Rana... En 1651 distingue la Rei-
na a Juan Rana concediéndole una pensión vitalicia. De la misma década, pues, juzgo la
ejecución del cuadro y la composición de los entremeses que se refieren a él».73
En nuestra opinión que haya tres entremeses cuya temática es el retrato puede res-
ponder al éxito que aseguraba ser un asunto de raigambre popular, acogido y difundido
por tratadistas como Palomino,74 y con grandes posibilidades para los guiños cómicos.
Éstos, por otra parte, no reproducen en nigún momento una escena que se parezca a lo
que se ve en el cuadro:
El de Solís (1652), narra las tretas de Juan Rana para conquistar a Bernarda, pintora de
la que está enamorado, pero cuyo severo tío no permite que nadie se le acerque. Ayuda-
do por una gitana, Rana consigue encargarle un retrato y hacer él mismo de modelo.
En el de Moreto (1660/1) se cuenta cómo Bernarda, cansada de los infundados celos
de su marido, Juan Rana, decide darle una lección y le hace creer que es un retrato de
sí mismo encerrándolo además en un marco sin darle bebida ni alimento. A su vez la
visitan todos aquellos de quienes su marido siente celos y la requiebran delante del
«retrato». Entonces Rana a la par que arde de celos se muere de hambre y un pintor
decide achicarle la boca al pensar que su desmesurado tamaño era la causa del apetito
del hombre del cuadro. De este modo el efecto cómico radica en la extensión de los
estiramientos y retoques a otras partes de su cuerpo.
Villaviciosa inicia el Entremés del retrato de Juan Rana (1663) con las quejas de Casil-
70. Vid. por ejemplo la pintura de Francisco Rizi, Auto de Fe, 30 de junio de 1680, Madrid, Museo del Prado.
Una Ilustración de la misma puede verse en Alfonso E. Pérez Sánchez (Dir.), [Catálogo de la Exposición]: Madrid
pintado: la imagen de Madrid a través de la pintura: octubre 1992- enero 1993], Madrid, Museo Municipal, 1992.
71. Citados por Amalia Descalzo Lorenzo, op. cit., p. 208.
72. Además el tacón de los franceses era de color rojo (Cf. Amalia Descalzo, Ibídem).
73. art. cit., pp. 72-73.
74. Es bastante conocido el tema del retrato como sustitutivo engañoso de la persona. Por citar un ejemplo
podríamos mencionar una de las anécdotas que relata Palomino en su Museo pictórico y Escala óptica, (ed. cit., p.
959), a propósito de la mujer del pintor Antonio Pereda: «Fue su mujer Doña Mariana Pérez de Bustamante, y
preciábase de muy gran señora (que lo era) y visitábase con algunas de su clase, y que tenían dueña en la ante-
sala; y echando ella menos esta ceremonia; Pereda le dijo, que no se afligiese, que ya le daría gusto en eso; y le
pintó una dueña con tal propiedad en una mampara, sentada en su almohada, con sus anteojos, haciendo labor,
y como que volvía a ver quién entraba; que a muchos le sucedió hacerle la cortesía, y comenzarle a hablar, hasta
que se desengañaban, quedando corridos de la burla, cuando admirados de la propiedad.» Es esencialmente
el mismo argumento, sólo que con las pertinentes variaciones anecdóticas, de El retrato vivo de Moreto y de El
entremés del retrato de Juan Rana de Sebastián de Villaviciosa.
Iconografía del retrato de actor: «la calderona», «juan Rana» y Pablo de Valladolid 305
da porque su marido, Juan Rana, quiere mudarse a la Corte. Para evitar su marcha un
hombre le dice que el pueblo lo ha nombrado alcalde y le propone hacerle un retrato
para recordarlo. Cuando acaban de pintarlo sale a escena la Niña Escamilla que adopta
la misma pose de Rana y la sitúan enfrente. De esta forma Rana se siente responsable
de este otro «retrato chico» y decide quedarse.
Debido a la indumentaria, pensamos que el retrato no se encuadra en la década 50
a 60 y que por lo tanto no dio lugar a los citados entremeses. Pero, como ya hemos
mencionado, también dudamos de que estemos ante el retrato del Juan Rana asociado
a Cosme Pérez, actor que consagró este personaje. Cosme murió hacia 1672, ya muy
anciano,75 posiblemente antes de la realización del cuadro, si es que nuestra hipótesis
es correcta. La pintura no muestra a alguien octagenario, sino más bien un hombre jo-
ven y ágil, no al Juan Rana que iba en silla de manos porque ya no podía andar cuando
representó el Triunfo de Juan Rana (1670).
Podría pensarse en la posibilidad de que se tratara de una abstracción de la máscara
Juan Rana, pero sigue extrañándonos que se intentara recordar retrospectivamente al
personaje, máxime cuando no se conoce ningún grabado representando a la máscara
o a Cosme Pérez. A ello hay que añadir la manifiesta deformidad y pequeñez del indi-
viduo —aunque podría pensarse en un planteamiento satírico, propio del entremés—,
la falta de atributos que caracterizaban a «Juan Rana» —principalmente la vara— y el
modo en que lleva el sapo, como si estuviese muerto.
Su propio apodo, su apellido, podría haber figurado de cualquier otra forma: a mo-
do de emblema, sobre un hombro, a pie de cuadro, pese a que desgraciadamente no
tengamos en la pintura española ningún ejemplo que muestre el derecho de un actor a
pervivir dignamente en nuestra memoria.76 Las letras con su nombre deberían ser sufi-
cientes para disipar toda discusión al respecto, pero, tras consultar a expertos en arte y
paleografía, nos han revelado que éstas seguramente sean posteriores a la figura pinta-
da, sobrepuestas. Un cultismo propio de alguien que vio un personaje ridículo con una
75. El testimonio de una viajera inglesa dice que Rana en 1665 tenía 80 años [Citado Por Bergman, art. cit.
p. 73, nota 22]. Nosotros sólo sabemos que nació a finales del siglo xvi (Cotarelo, op, cit., p. clvii). De cualquier
modo murió con edad avanzada.
76. Hay alguna que otra referencia en la ficción a la existencia de un retrato para el cómico, a propósito fun-
damentalmente de los entremeses citados cuyo título lo incluye inevitablemente en la trama argumental:
porque la Infanta hazerlo os ha mandado.../
Sí mandó que me retrate,/
para ponerme en vn Escaparate...
Al no haber podido localizar este entremés citamos la fuente en la que hemos visto estos versos: Bergmann,
Hannah E., «Juan Rana se retrata» en, VV.AA., Homenaje a Rodríguez Moñino, ed. cit., (pp. 65-73), p. 70. De acuer-
do con estos versos debía ser un retrato pequeño, incluso casi una miniatura, ya que por «escaparate» en el
Siglo de Oro se entendía una obra pequeña, encerrada normalmente en una vitrina o formando parte decorativa
de un mueble: Alhája hecha à manéra de alhacéna ò almário, con sus puertas y andénes dentro, para guardar buxerias,
barros finos y otras cosas delicadas, de que usan mucho las mudéres en sus slas de estrádo para guardar sus dixes. El origen
de esta voz es Teutónico. (Diccionario de Autoridades, ed. cit., Tomo d- ñ, p. 554). Hannah Bergman a este propósito
ha pensado que esta frase podría ser una pista sobre los orígenes de este retrato aunque ella misma también
dice que: «El contexto de la frase no permite que se considere resuelto el asunto [de la causa de la existencia
de esta pintura], pero apunta al menos a una explicación satisfactoria de la existencia de una cosa tan inusitada
como el retrato de un ‘astro’ de los corrales públicos.», art. cit. p. 70. En nuestra opinión estos versos podrían
tener importancia desde el punto de vista del insólito interés social por inmortalizar al actor y por lo tanto dig-
nificarlo, pero no como punto de origen del retrato aquí comentado. Por la razones dadas a lo largo de nuestro
comentario creemos que son meramente anecdóticos.
306 Alicia Álvarez Sellers
77. De igual modo juzgaríamos el cuadro de Leonardo Alenza y Nieto, La cocinera [Fig. 24]: un ser extrava-
gante y deforme que carga con una enorme cuchara al hombro en vez de un arcabuz y una taza en la mano en
vez de una rana.
78. Pensamos también que podía ser la encarnación iconográfica de un dicho, refrán o proverbio como Pisar
el Sapo, con que familiarmente se nota al que se levanta tarde de la cama o Matar el Sapo, que entre artesanos
significa fingir que se trabaja y no hacer nada en realidad, aunque desechamos esta última ya que es una frase
popular de origen mejicano. Pese a las indagaciones, no hemos hallado fuerza en esta hipótesis.
79. Ignacio Abarca Valdés (1670/80-1735), David. Museo de León. Foto gentileza del Museo de León. Vid. un
estudio sobre la misma en Luis Grau y Ernesto Callejo, «Oristonga: una iconografía recóndita», en Brigecio: estudios
de Benavente y sus tierras (Nº 11), Benavente, Centro de Estudios Benaventanos «Ledo el Pozo», 2001, pp. 29-40.
Iconografía del retrato de actor: «la calderona», «juan Rana» y Pablo de Valladolid 307
arcabuz cuando para un gigante sólo hizo falta una honda, sólo hizo falta inteligencia y
astucia. De estas cualidades carece de forma manifiesta nuestro ridículo personaje, que
exhibe una rana como fruto de sus hazañas.80
3).— Que quien identificó al hombrecillo del cuadro como Juan Rana tuviera razón
en ello. La instauración de la máscara de Juan Rana como mito, tal como apunta E. Ro-
dríguez Cuadros «hubo de realizarse por la herencia efectiva de dicho tipo de un actor
a otro, tal vez de una generación a otra. De hecho tenemos la certidumbre de que la
máscara fue interpretada, al menos, por dos actores: así consta en las dos versiones im-
presas de El toreador de Calderón, una en Laurel de Entremeses (Zaragoza, 1660) a cargo
de Simón Aguado (llamado ocasionalmente en el texto «Cosme Aguado», con lo que
se evidencia la fusión de las dos realidades extraescénicas del nombre ‘verdadero’ de
cada uno de los dos actores), y otra en Tardes apacibles (Madrid, 1663) con la presencia
del propio Cosme Pérez. Incluso sabemos, por la Genealogía, que Antonio de Escamilla
puso a su hija Manuela a que hiciera los «Juan Ranillas» a los siete años».81 ¿Sobreviviría
este fenómeno a su muerte? Es posible que otros actores imitaran por un tiempo los gui-
ños y maneras gestuales haciendo parodia de una máscara aún presente en la memoria,
siempre asociada al tipo creado por Cosme.
En resumen, el motivo del cuadro no responde a los entremeses que Cosme repre-
sentó como Juan Rana. Un óleo además que no llega a ser una caricatura propiamente
—género, como tal, que aparece en el siglo xviii— pero que acude a la explotación del
aspecto ridículo y grotesco de un personaje cuya principal credibilidad radica en la ins-
cripción de su nombre, inscripción, por otro lado, posiblemente posterior a la pintura,
fruto tal vez de un cultismo, de alguien que intuyó que se trataba del conocido persona-
je y quiso hacerlo constar. Sin ella, quizá no hubiéramos reparado en él como el cómico
que desearíamos que fuera.
La indumentaria, a su vez, ofrece una datación del cuadro (1680/90) que trasciende a
Cosme Pérez (†1672), lo cual también se enfrenta a la juventud del retratado, el hom-
bre que supuestamente dio apoyo físico a la máscara, objeto en todo caso de una casi
80. En El retrato vivo de Agustín Moreto se alude a que Juan Rana ha cazado perdices pero en todo caso nos
imaginaríamos una escena teatral donde Rana apuntaría a las perdices con el arcabuz o las llevaría del cinto, no
el motivo que observamos en esta pintura. El entremés dice así:
Bernarda: «Yo maté, señora,/ las perdices que este hombre lleva ahora./Yo las cacé, más él las lleva a cues-
tas,/ y aunque daba la pólvora respuestas,/ de las respuestas no murieron juntas,/ porque sólo murieron de
preguntas./ Ambas van con las patas coloradas,/ para que no las trueque en las posadas;/ de otro color aquí no
se han hallado,/ perdóname si el tuyo no he encontrado;/ la culpa te echo a tí, pues no me dices/ qué color es
el tuyo en las perdices./ A Dios, que te haga madre, y luego abuela:/ tu marido, Juan Rana, en la Zarzuela», en,
H. Bergman (Ed.), Ramillete de entremeses y bailes nuevamente recogido de los antiguos poetas de España: siglo xvii, 2ª ed.,
Madrid, Castalia, 1984, p. 331.
81. E. Rodríguez, op. cit., p. 566. Hannah Bergman en cambio, opina que la máscara de Juan Rana no se
heredó tras comprobar el cambio en el texto de uno de los entremeses anteriormente interpretados por Juan
Rana, La visita de la cárcel (1655) de Jerónimo de Cáncer. En éste de Juan Rana, Juan Rana amigo mío tenemos en
la impresión de 1675 Vallejo, vallejo amigo mío, —Vergel de entremeses y conceptos del donaire, con diferentes bailes, loas
y mojigangas, compuesto por los mejores ingenios destos tiempos (Zaragoza, Diego Dormer, 1675)—. Bergman deduce
lo siguiente: «este cambio en el mismo texto revela que otro actor podía heredar el papel de alcalde bobo, pero
no la máscara Juan Rana, identificada con su creador Cosme Pérez. Vallejo hace papeles de alcalde bobo en los
entremeses anónimos El hidalgo, El rey de los tiburones, y Los genios, todos impresos en Floresta de entremeses y rasgos
del ocio, Madrid, 1680». Bergman, Ramillete..., ed. cit. p. 303. Nosotros creemos que si bien las máscaras siempre
se asocian a su creador, ésta pudo parodiarse y pervivir, al menos durante un breve periodo de tiempo. Quizá
por ello no pueda hacerse una generalización a partir de este ejemplo.
Iconografía del retrato de actor: «la calderona», «juan Rana» y Pablo de Valladolid 309
Pablo de Valladolid
82. Cf. Manuela B. Mena Marques, El Bufón Pablo de Valladolid, en el catálogo de la exposición Monstruos, ena-
nos y bufones en la Corte de los Austrias: (A propósito del «Retrato de enano» de Juan Van der Hamen): Museo del Prado: 20
de junio al 31 de agosto de 1986, Madrid, Amigos del Museo del Prado, 1986, p. 88. Como curiosidad diremos que
no sabemos por qué adoptó este nombre ya que, según su partida de defunción, era natural de Vallecas: «En
dos de Diciembre de seiscientos y quarenta y ocho murió Pablo de Valladolid, criado de su magestad natural
de Vallecas, vivía frontero de San Gil, recibió los Santos Sacramentos díxosele missa cantada ..., herederos sus
hijos y alvacea juan carreño pintor en la misma cassa. ...». Documento recogido en: Varia Velazqueña: homenaje a
Velázquez en el iii Centenario de su muerte 1660-1960: volumen ii [de ii] elogios poéticos, textos y comentarios críticos, docu-
mentos, cronología, láminas e índices, Madrid, Ministerio de Educación Nacional, Dirección General de Bellas Artes,
1960, p. 265. El subrayado es nuestro.
83. Rodríguez Cuadros, E., La técnica del actor español en el Barroco: hipótesis y documentos, Madrid, Castalia, 1998,
p. 281. La autora dedica las páginas 279 a 283 de su citado libro al comentario iconográfico de esta pintura.
84. Cf. Ibídem.
85. Aunque es sabido que Pablo de Valladolid fue únicamente lo que en la corte se llamaba un «hombre de
placer», servidumbre destinada exclusivamente a la diversión de la familia real.
86. Cf. Cruzada Villaamil, G., Anales de la vida y de las obras de Diego de Silva Velázquez escritos con ayuda de nuevos
documentos, Madrid, Librería de Miguel Guijarro, 1885, pp. 107-108.
312 Alicia Álvarez Sellers
que se considera que este retrato forma parte de una serie de seis bufones de corte
que se completaría con El bufón Don Juan de Austria, El bufón Don Juan de Castañeda y
Pernia «Barbarroja» —vistos ambos como pareja antagonista—, El bufón Calabacillas,
Ochoa «el portero» —del que sólo se conserva una copia—, y el de Cárdenas «el bufón
torero»—desaparecido—.
John Elliott y Jonathan Brown avanzan además una hipótesis sobre su ubicación
fundamentada en un recibo de cobro —firmado por Velázquez el 11 de diciembre de
1634— de un número indeterminado de pinturas, cuyo tema no se menciona, destina-
das a las alcobas del Palacio del Buen Retiro pero que se asocian con la referencia hecha
alrededor de 1661 sobre una «habitación de bufones» existente en los aposentos de la
Reina del Palacio del Buen Retiro.87 Según estos autores, el nombre que se daba a esta
habitación hacía alusión al adorno de la misma mediante los seis retratos mencionados,
para los que Velázquez habría suscrito el citado recibo.88
Sin embargo, como señala José López-Rey, ni en el inventario de 1701, ni en el de
1716 —también del Buen Retiro, el cual básicamente repite los términos del de 1701—,
se especifica la habitación o el lugar destinado para las pinturas. A esto se añade el
hecho de que Palomino89 escribió en 1724 que varios retratos de bufones atribuidos a
Velázquez estaban situados en la escalera de Buen Retiro que conducía al Jardín de Rei-
nos,90 entre los cuales quizá se hallaría esta serie de Velázquez.
Independientemente de esta circunstancia, nos concierne la reiterada identificación de
Pablos como bufón. José Moreno Villa documenta ya en 1633 la presencia de este perso-
naje en la Corte, cuando se le permite habitar en el Alcázar junto con sus dos hijos, Pablo
e Isabel, quienes a su muerte, en 1648, heredaron las dos raciones que le correspondían.91
Se ha señalado además cierta semejanza entre la fisonomía de Pablo de Valladolid con
la del conocido Geógrafo del Museo de Bellas Artes de Rouen, que Velázquez pudo pin-
tar hacia la misma época, así como con El hombre de la copa de vino, título de dos copias
inspiradas en el Geógrafo que se encuentran en el Museo Zorn de Mora (Suecia) y en
el Museo de Arte de Toledo (Ohio). La crítica —excepto Bernardino de Pantorba—92
rechaza la posibilidad de que se trate del mismo modelo ya que el cuadro presenta di-
ferencias de estilo que responden a que fue pintado hacia 1627/8 —cuando aún Pablos
no figuraba en nómina, lo cual no ocurre hasta 1633— y retocado hacia 1640. Pantorba
piensa, en cambio, que habría sido retocado a la vista del óleo de Pablo de Valladolid,
pintado, como hemos dicho hacia 1633.93
Interesa sin embargo, la posibilidad de asociar este cuadro no sólo por su parecido
87. Fernando Marías en Velázquez, pintor y criado del rey, Madrid, Nerea, 1999, también alude a la ubicación de
estas pinturas en un lugar secundario, femenino, «el cuarto de la Reina del palacio del Buen Retiro». p. 147.
88. Vid. Brown y Elliott, A Palace for a King: The Buen Retiro and the Court of Philip iv, New Haven y Londres,
1980 (pp. 131-2 y 254-5).
89. Palomino, Antonio, El Museo pictórico y escala óptica, Madrid, Aguilar, 1947, p. 910.
90. López-Rey, José, Velázquez: la obra completa [2 vols.]: primera parte: el pintor de los pintores, Colonia, Taschen;
Wildenstein Institute, 1999, p. 206.
91. Moreno Villa, José, Locos, enanos, negros y niños palaciegos: gente de placer que tuvieron los Austrias en la Corte
Española de 1563 a 1700, México, La Casa de España en México; Presencia, 1939, p. 145.
92. Pantorba opina que sería pintado con otro modelo hacia 1627 y retocado hacia 1640, tomando entonces
como modelo el bufón Pablos. Cf. Gallego, Julián: «El Geógrafo», en A. Domínguez Ortiz, A. Pérez Sánchez y J.
Gallego, [Cat. Exposición]Velázquez, Madrid, Museo del Prado, 1990, p. 114.
93. Cf. Julián Gallego, El Geógrafo, en: Ibídem, pp. 114-116: «Menos plausible nos parece la [tesis] de Pantorba
..., ya que no se advierte mucho parecido entre El geógrafo y Pablo de Valladolid.» (p. 116).
Iconografía del retrato de actor: «la calderona», «juan Rana» y Pablo de Valladolid 313
Fig. 26. Diego Velázquez (1599-1660), Pablo de Valladolid. 1633. Óleo sobre lienzo.
2.09 x 1.23m. Madrid. Museo del Prado.
314 Alicia Álvarez Sellers
formal sino por la evidente unión por el vínculo caracteriológico que puede establecerse
entre éste y la serie de bufones con los que se ha puesto en relación; todos ellos eviden-
cian en el rostro, en la mirada, la peculiaridad que los distingue, la clave de su «locura»:
el truhanismo y la ambiciosa pero ridícula marcialidad de Don Juan de Austria [Fig. 27],94
sobrenombre adoptado haciendo referencia al hermano bastardo de Felipe ii, triunfa-
dor de Lepanto y cuyas hazañas emularía este personaje posiblemente enfrentado al
colérico fanfarrón Cristóbal de Castañeda y Pernia, Barbarroja [Fig. 28],95 que en contra-
partida remedaría al famoso pirata turco, Khair-ed-Din, vencido en esta misma batalla.
Por otro lado contemplamos la inocencia absoluta en el bufón Calabazas [Fig. 29]96 o el
patetismo de Pablos, cuya expresión es definida audazmente por Manuela Mena como
«testimonio de soledad e indefensión».97
Gracias a estos valiosos matices psicológicos, impensables en el Siglo de Oro para una
dignidad pública —un alcalde, como se creyó entre 1816 y 1827 para Pablos— o nobi-
liaria —el Marqués de Pescara para Don Juan de Austria hasta su correcta identificación
por Pedro de Madrazo—, creemos hallarnos ante un «loco» o un «bufón», un hombre
aquejado de cierto desorden mental aprovechado para el divertimento de la realeza.
Es la maestría de la técnica velazqueña, evolucionada experimentalmente con esta
clase de modelos sin exigencias críticas, la que informa en primera instancia acerca de la
condición del retratado, el cual carece de lo que en el Siglo de Oro se llamó la «gracia»,
cualidad imprescindible para perpetuar la efigie de cualquier ciudadano susceptible de
ser retratado en la corte, como por ejemplo un cargo público de responsabilidad social,
tal como se llegó a pensar de Pablos.
En una época tan aficionada a buscar en la fisonomía la distinción moral de la virtud
frente al vicio, nacen al calor de los «monstruos de contrarios senblantes»98 que habitan
la Corte, las desconfianzas hacia la aceptada relación entre rostro hermoso y bondad.
Por ello, como señala Adolfo Carrasco Martínez, era lógico que «en el ámbito cortesa-
no y en los círculos nobiliarios, se insistiese en cuestiones más sutiles, más capaces de
acreditar la veracidad de la correspondencia entre la imagen y el carácter como era, por
ejemplo, el movimiento del cuerpo, es decir, el gesto».99 La armonía del rostro indicaría
la predisposición hacia las buenas acciones que serían confirmadas mediante un correc-
to desenvolvimiento gestual. Pero el arte de «convertir en belleza el gesto», depende de
la gracia. Ésta, según el dominico Verdú consistiría «no en la proporción de partes en or-
den al todo, sino en orden al lugar, o en la proporción de las aciones o movimientos [...]
un don imposible de enseñar...»,100 es decir, remitiéndonos de nuevo a las palabras de
94. Diego Velázquez, Bufón llamado Don Juan de Austria, Madrid. Museo del Prado.
95. Diego Velázquez, Cristóbal Castañeda y Pernia «Barbarroja», Madrid. Museo del Prado.
96. Diego Velázquez, Bufón llamado «Calabazas», Madrid. Museo del Prado.
97. Mena, Manuela B., op. cit., p. 88.
98. Palabras de Mateo Zubiatur, que opinaba: «la más alta discreción que en palacio se usa y de lo que en la
corte se tiene más cuidado es de fingir alegre cara teniendo triste el corazón, siendo las más vezes muy al revés
lo que el rostro muestra de fuera de lo que dentro [d]el pecho encubre». En, Zubiatur, Peso y fiel contraste de la vida
y de la muerte. Avisos y desengaños exemplares, morales y políticos, con un tratado intitulado Observaciones de palacio y
corte. Y un breve apuntamiento de la Reyna nuestra señora a esta corte, Madrid, 1650, f. 86 r. Citado por Adolfo Ca-
rrasco Martínez, «Fisonomía de la virtud. Gestos, movimientos y palabras en la cultura cortesano-aristocrática
del siglo xvii”», Reales Sitios, Año xxxviii, Nº 147, pp. 26-36, p. 30.
99. Ibídem.
Iconografía del retrato de actor: «la calderona», «juan Rana» y Pablo de Valladolid 315
Fig. 27. Diego Velázquez (1599-1660), Bufón llamado Fig. 28. Diego Velázquez (1599-1660), Cristóbal
Don Juan de Austria. Óleo sobre lienzo. Madrid. Castañeda y Pernia «Barbarroja». Óleo sobre lienzo.
Museo del Prado. Madrid. Museo del Prado.
Adolfo Carrasco: «un concepto relativo que se define en función de variables siempre
cambiantes, pero cuyo efecto visible nos hace coincidir en la donosura de un individuo,
sin que sepamos determinar exactamente por qué».101
Pablo de Valladolid, Don Juan de Austria, Barbarroja o Calabazas son retratos llenos de
dignidad pero sus aisladas figuras se hermanan en el aspecto desgarbado, en su actitud
aprendida, resuelta pero inconsciente. En su falta de «gracia» Pablos abre las piernas
en compás adoptando una pose segura que por el contrario no transmite sensación de
equilibrio, sino más bien de ligero tambaleo hacia atrás ocasionado por una posición
un tanto forzada, quizás dirigida por el pintor. Su vientre se adelanta frente al resto y
produce una impresión poco decorosa de torpe arqueamiento del torso acentuada por
el efecto óptico añadido de la mano que coge la capa de forma absolutamente correcta
según la preceptiva quironómica, pero sin el orgullo y la fuerza que este ademán caballe-
resco de por sí proporcionaba. Bien alejado queda de la seguridad, gentileza y distinción
que otorga este gesto a artistas retratados como Cornelius de Vos [Fig. 30]102 que lo uti-
lizan como una alusión visual de reafirmación de su honorabilidad.
La única elegancia de la figura de Pablos parte de una indumentaria costosa y de la
pose de sus manos. Éstas acogen el ademán propio de una refinada retórica, pero no
acompañan a una cabeza empequeñecida y hueca frente a unos pies y piernas mucho
más útiles que ésta, destacados respecto al conjunto. El gesto parece dictado, sin inicia-
tiva, Pablos se asemeja a un títere.
La postura de los pies y el gesto han sido especialmente analizados por Evangelina
Rodríguez Cuadros en su citado libro de El actor español en el Barroco...103 Tal como esta
autora resume, los pies, colocados asimétricamente, anticipan la norma canonizada
posteriormente por Goethe en su Regeln für Schauspieler (1803) para el inicio de la reci-
tación: aquel que se sitúa a la derecha del escenario, debe adelantar la pierna izquierda
y retrasar la derecha a fin de mostrar el torso a la audiencia.104
Por otro lado existía la prescripción de que así como el lado derecho de la escena se
reservaba para personajes de rango superior —mujeres o ancianos entre otros— la ma-
no derecha era usada para las acciones nobles y la izquierda para las innobles.105 Gilbert
Austin en su Chironomia, or a Treatise on Rhetorical Delivery (Londres, 1806, p. 417) especifi-
100. Verdú, B., Engaños y desengaños del tiempo. Con un discurso de la expulsión de los moriscos de España. Y unos
avisos de discreción para acertadamente tratar negocios, Barcelona, 1612, f. 150/51 v. Citado por Adolfo Carrasco
Martínez, Ibídem.
101. Ibídem.
102. Fig. 30: Lucas Vorsterman i (1595-1675), según A. Van Dyck (1599-1641): Cornelius de Vos. Grabado, 25.4
x 16.7 cm. (p. 231, il. 215/iv) Copyright © Rijksmuseum. Amstterdam. Otros ejemplos gráficos similares son
los retratos de Theodorus Galle o Pieter Jode. Vid.: Lucas Vorsterman i (1595-1675), según A. Van Dyck (1599-
1641): Theodorus Galle. Grabado. 25 x 15.9 cm. (p. 160, il. 157/ii). Lucas Vorsterman i (1595-1675), según A. Van
Dyck (1599-1641): Pieter Jode, «el viejo», 26.3 x 18.0 cm. (p. 171, il. 167/i). En, Christiaan Schuckman (Comp.), D.
De Hoop Scheffer (Ed.), Hollstein‘s Dutch & flemish etchings, engravings and woodcuts 1450-1700: volume xliii: Lucas
Vorsteman i, Roosendaal, Koninklijke van Poll; Amsterdam, Rijksprentenkabinet, Rijksmuseum, 1993.
103. op. cit., pp. 281-282.
104. Cf. E. Rodríguez, Ibídem, p. 282. Vid. también además Dene Barnett, «The Performance Practice of Ac-
ting: the Eighteenth Century. Part ii: The Hands», Theatre Research International, ii, 1977, (pp. 1-19), p. 15. Como
señala E. Rodríguez, estas recomendaciones se encuentran también en el Pinciano, Philosophia Antigua Poetica,
Madrid, CSIC, 1973, ii, pp.9 y ss.
105. Cf. Johannes Jelgerhuis Theoretische over de Gesticulatie en Mimiek, Amsterdam, 1827, p. 78. También lo
reseña Franciscus Lang en Disertatio de Actione Scenica..., Munich, 1727, p. 34. Citados ambos por Dene Barnett,
Ibídem. p. 12 y 13 respectivamente.
Iconografía del retrato de actor: «la calderona», «juan Rana» y Pablo de Valladolid 317
Fig. 31. Johannes Jelgerhuis, Theoretische over de Gesticulatie en Mimiek, Amsterdam, 1827.
320 Alicia Álvarez Sellers
Tal vez éste sea el único caso de los comentados que ofrece información sobre la ges-
tualidad del actor, y no porque pensemos que lo sea, ya que lo consideramos al mismo
nivel que el resto de bufones velazqueños mencionados, sino porque gracias a la posi-
ble identificación de su gesto en las retóricas teatrales del xviii puede leerse como huella
de un lenguaje no inventariado hasta entonces. Sirva de ejemplo el hecho de que se ha
conjeturado acerca de que pintores como Manet se inspiraron en la pintura de Pablos
para representar un verdadero cómico.112
En nuestra opinión, la falta de «gracia» y de razón de este personaje nos conduce a
pensar en él como una especie de bufón o lunático, una variante caracteriológica más
—quizás la melancólica— de esa galería de los llamados «locos» que habitaban en pa-
lacio real.
112. Edouard Manet, Rouviere como Hamlet. El actor trágico. 1866. Washington National Gallery.
Historia y Comunicación Social ISSN: 1137-0734
2000, número 5, 13-29
13
Encarnación de la Torre García Los Austrias y el poder: la imagen en el siglo XVII
1
La obra mencionada cuyo autor es Velázquez, fue recientemente expuesta en España junto con
otras grandes obras de la época, en la exposición celebrada en el Museo del Prado: «Velázquez, Rubens
y Van Dyck, pintores cortesanos del siglo XVII» (17 diciembre 1999-5 marzo 2000).
2
Maravall, J. A.: La cultura del Barroco. Edit. Ariel, Barcelona, 1981 (1975).
3
Entre estos «intelectuales oficiales» estaría encabezando la lista Ortega y Gasset, pero también de-
beriamos incluir a numerosos historiadores de arte, que ignorando en sus obras o clases (en el caso de los
profesores) este nuevo uso del arte, han favorecido el que surjan nuevas generaciones que desprecian
todo aquello que relaciones el arte con la publicidad, la historia, el cine, etc.
4
Eco, U.: Apocalípticos e integrados ante la cultura de masas. Edit. Lumen, Barcelona. 1968, pp.
47-50. (El autor ha recibido recientemente el premio —entre otros muchos— Príncipe de Asturias de las
Letras 2000.)
5
Término utilizado por J. A. Ramirez, a cuya obra Medios de masas e Historia del Arte. Edit. Cá-
tedra, Madrid, 1992 remitimos por creerla de gran importancia en lo referente al tema aquí tratado.
6
La situación y el contexto que rodea a la obra de arte durante el Barroco español han sido muy
bien estudiadas por Morán Turina y Portús en la obra El arte de mirar: la pintura y su... Madrid, 1997.
7
Basada en la obra de G. Torrente Ballester del mismo título. Esta película muestra con bastante
acierto como era la vida cortesana y popular diaria durante el siglo XVII español, y aunque se le podrían
hacer algunos reproches más o menos importantes, creemos que es lo suficientemente significativa y de
ahí que lo reseñemos.
8
Lisón Tolosona, C.: La imagen del rey. Edit. Espasa Calpe, Madrid,1992.
que eso sí los dioses mayores eran exclusivos de la monarquía. Ej.: En las exe-
quias celebradas por Felipe IV en la ciudad de México, se identifica al rey con
4 héroes griegos (Jasón, Jano, Teseo y Prometeo) y con el rey Tarquinio
Numa romano a la vez que se identifica a sus antepasados. Así, Fernando el
Católico fundó España como Rómulo fundó Roma, Carlos V unió las coronas
de España y Alemania como Tacio unió a sabinos y romanos, Felipe II y Nu-
mitor fueron gobernantes prudentes y Felipe III y Pomponio fueron ambos pia-
dosos.
La llegada de los Borbones al poder no variaría mucho esta idea y la ima-
gen mitológica no será cuestionada hasta finales del siglo XVIII.
LA IMAGEN SIMBÓLICA: EL SOL. Aunque solemos relacionar a este
símbolo con la corona francesa y principalmente con Luis XIV, la imagen del
príncipe solar es común a todas las monarquías europeas modernas y en Espa-
ña su uso más habitual será en emblemas políticos y jeroglíficos festivos. Hay
3 razones que explican su éxito como símbolo:
9
Gallego, J.: Visión y símbolos en la pintura española del Siglo de Oro. Edic. Aguilar, Madrid,
1972. (1968).
exige la etiqueta española, por lo que podría pasar por cualquier caballero es-
pañol, pero de pie, junto a una mesa de pórfido sostenida por leones (= valor)
y ante un espejo de águilas heráldicas. ¡ESTO ES UN AUTENTICO PRO-
GRAMA ICONOGRÁFICO!
CORTINA: Simboliza Grandeza y se suele representar de 2 modos:
10
Gallego, J.: Ibidem. En la E. Moderna, pero heredado del Medievo, el uso de la silla estaba tan es-
tructurado como la clases sociales. Asì, por ej: en la iglesia eran los hombres los que se sentaban delante
mientras la mujer solìa quedarse en la parte trasera de la iglesia y solo las pertenecientes a las clases al-
tas podìan sentase durante la celebración eucarística, aunque siempre en asientos más humildes que los
varones.
Las representaciones de los reyes son una clara demostración de hasta que
punto a partir del Renacimiento se tiene en cuenta la gran importancia y efica-
cia de la imagen como instrumento de propaganda. En el caso español, poetas,
artistas y literatos crearon la imagen pública de Carlos V basándose en la mez-
cla del caballero medieval cristiano y césar clásico, a través de una campaña
perfectamente planeada, utilizando también un lenguaje gráfico a veces senci-
llo y claro, y otras complejo y simbólico destinado a los más cultos. El rey de
España y emperador del Sacro Imperio Germánico es presentado ante sus súb-
ditos y contemporáneos como el salvador de la cristiandad (relacionado con la
cruzada medieval) al enfrentarse a turcos y protestantes, justificando así su po-
der y la hegemonía de su Casa en los asuntos europeos frente a otras casas re-
ales y príncipes.
Podríamos citar muchos ejemplos que demuestran el planeamiento de esa
imagen, pero nos remitiremos a dos casos muy claros como son la enseña per-
sonal del emperador y la obra de Tiziano:
El Toisón de Oro. La orden del Toisón fue fundada en 1429 por Felipe
III el Bueno con un marcado aire medieval caballeresco y siendo sus grandes
maestres desde el principio los duques de Borgoña. Gracias a la boda entre Ma-
Historia y Comunicación Social
19 2000, número 5, 13-29
Encarnación de la Torre García Los Austrias y el poder: la imagen en el siglo XVII
11
Muchas son las contradicciones que existen en torno a esta rama de la cultura en tiempos del Rey
Prudente. Si bien hoy conocemos su gran pasión por los libros, gracias a la fabulosa biblioteca de El Es-
corial, creada y financiada por él, no es menos cierto que en su época la mayoría de los fuegos, piras y
hogueras que constituían una de las partes más hermosas y populares de las grandes celebraciones pú-
blicas se alimentaban con viejos manuscritos y libros. Ej.: En 1592 con motivo de la llegada del rey Fe-
lipe II a la ciudad, el regimiento vallisoletano compró aproximadamente 100 libras de libros viejos (unos
50 kg.) para ser quemados durante las fiestas. Anécdota extraída del libro de F. Bouza «Imagen y Pro-
paganda».Edit. Akal, Madrid, 1998.
12
Bouza, F.: Ibídem.
13
La monarquía hispánica siempre se ha caracterizado por la falta de los tradicionales emblemas re-
gios como son la corona y el manto, tan tradicionales en otras monarquías europeas como la inglesa.
14
Sánchez-Cantón, F. J.: Los retratos de los Reyes de España. Edic. Omega.1948, p. 129.
15
Cita extraíada de Checa Cremades, F.: Plus Ultra Omnis Solisque Vias. La imagen de Carlos V en
el reinado de Felipe II. Cuadernos de la Fundación Universitaria Española. Madrid, 1988.
16
J. Zabaleta fue autor de una obra muy famosa en su época llamada Errores celebrados (1653), re-
editada por Espasa Calpe en 1972.
sus territorios europeos; de las tierras americanas sólo se puede decir que jamás
fueron visitadas por un monarca español durante los tres siglos que permane-
cieron bajo su dominio. Según la tradición, el Rey debía tomar posesión física
de sus reinos, prestando juramento de fidelidad a los fueros (cuando éstos
existían) del territorio, lo que conllevaba en cada viaje una recepción con mayor
o menor boato, según las posibilidades económicas de la ciudad.
Heredada del Medievo, la entrada triunfal puede ser definida como el mo-
mento en que un soberano hacía su entrada solemne en una ciudad o villa y to-
maba posesión de ella. Como bien explicó Strong 17, el clero, los magistrados, la
burguesía y los miembros de las cofradías recibían al gobernante a las puertas
de la ciudad y le conducían al centro. A fines del siglo XV, sin embargo, la en-
trada se transforma en un ritual que abarcaba a toda la sociedad, junto con sus
instituciones. Siempre se iniciaba con un gesto de lealtad por parte de la ciudad
con la entrega oficial de sus llaves y se seguía con un intercambio de regalos;
luego, el príncipe garantizaba los derechos y privilegios de los ciudadanos, ges-
to que se repetía más tarde con el clero al llegar a la iglesia principal o catedral.
Los ciudadanos veían pasar una larga procesión encabezada por el rey bajo pa-
lio y seguido de sus funcionarios estatales, la nobleza, la aristocracia, el clero,
etc. Ya en el siglo XVI, este tipo de bienvenida se vuelve más compleja con la
introducción de representaciones callejeras.
Mientras no surjan datos que demuestren lo contrario, Alfonso V el Mag-
nánimo, rey de Aragón, fue el primer monarca de la historia de España que re-
alizó una entrada triunfal en Castel Nuovo en 1443 y el primer libro que nos
describe una entrada real fue publicado, sin autor ni fecha de edición, tras una
visita de Fernando el Católico a Sevilla.
En referencia a los Habsburgo españoles, se conservan ejemplos (gráficos o
literarios) de muchas entradas reales, lo que ha permitido a diversos investiga-
dores estudiar peculiaridades, semejanzas y diferencias entre ellas. Así, la en-
trada triunfal que hizo Carlos V en Burgos en 1520 sería usado como modelo a
imitar posteriormente, aunque en realidad será un libro escrito por Juan Calvete
de la Estrella y que narra el viaje del príncipe Felipe por Alemania el que será
utilizado como fuente para el repertorio empleado en el siglo XVI. Es este un pe-
riodo en el que las entradas triunfales organizadas por ciudades como Génova,
Amberes y Constantinopla superarán con creces a las de las ciudades peninsu-
lares. Sin embargo y aunque Europa vive por entonces su época de gran es-
plendor en este campo, Felipe II mostró poco interés por este tipo de espectá-
culos y trató de imponer su estilo sobrio, austero y económico. Así, cuenta la
historia que sus dos últimas esposas fueron recibidas con muchas ceremonias,
pero pocos arcos y menos aún mitologías, aunque el Rey nunca se mostró en
contra del empleo (moderado) de los dioses paganos como comparsas de esas
entradas. Pero no sería lícito olvidar sus años de juventud, en los que sí gusta-
ba de este tipo de celebraciones y, sobre todo, su entrada triunfal en Lisboa tras
17
Strong, R.: Arte y Poder. Alianza edit., Madrid, 1988 (1973).
proclamarse rey de Portugal, momento en que no tuvo ningún reparo en, como
se dice normalmente, «tirar la casa por la ventana».
Felipe III empezó su reinado prohibiendo los tres arcos triunfales que Ma-
drid preparaba para su entrada en 1598, pero acabado el luto por la muerte de su
padre, ya no pondrá pegas a las celebraciones que le prepararon ciudades
como Zaragoza, Barcelona, Denia, Valladolid, etc. Luego, durante el reinado de
Felipe IV, las entradas reales (ya poco les quedaba de triunfales) fueron nu-
merosas y vivirán una gran transformación que conllevaba menos monumentos
y más cortejos, mascaradas, desfiles más complejos...; es decir, se deja un
poco de lado la solemnidad para dar más protagonismo a la fiesta en sí. Es por
entonces cuando cobran mayor importancia los fuegos artificiales y los ejerci-
cios de lucimiento para la nobleza, como los juegos de cañas, toros, torneos,
etc. Por último, también en el reinado de Carlos II hubo brillantes entradas re-
ales como las que sirvieron para recibir a sus dos esposas, María Luisa de Or-
leans y Mariana de Neoburgo.
La lista de entierros reales incluye también los de las reinas, príncipes he-
rederos, infantes... por lo que su número no es pequeño (podríamos citar más de
catorce ejemplos en dos siglos) y hay que resaltar que el cambio de dinastía en
el siglo XVIII con los Borbones no supuso un abandono de tales celebraciones;
si no más bien lo contrario, por lo que las exequias de reyes como Felipe V,
Luis I, Fernando VI y hasta Carlos III no son más que imitaciones de la dinas-
tía anterior, que conservan hasta los aspectos emblemáticos tan importantes y
característicos del XVII, pero ya anacrónicos en el XVIII.
Las velas y cirios son elemento básico de todo funeral como emblema del
alma que no se apaga y de la luz de Cristo (hasta fines del XV era costumbre co-
locar una vela encendida en la mano de los moribundos, como aparece en mu-
chos cuadros dedicados a la muerte de la Virgen). Otros elementos que no po-
dían faltar son las colgaduras negras de terciopelo o paño, con orlas de oro y
plata (o simplemente amarillas y blancas) en unión con los leones heráldicos de
España y las calaveras, emblema aquí y entre los aztecas, de muerte y eternidad
juntos. Además nunca faltaban numerosas telas pintadas que representaban,
como ya hemos dicho, los sucesos más destacados de su vida y reinado y que se
colgaban a lo largo y ancho de las iglesias.
Felipe II, siguiendo la voluntad de su padre de construir un panteón familiar
(es uno de los motivos fundamentales para su creación, pero no el único) erigió
el Monasterio de El Escorial y a partir de 1586, acabada ya la basílica se van
instalando los féretros en la ubicación designada y se instaura un reglamento li-
túrgico ideado por el propio Rey, con un calendario que señalaba los aniversa-
rios y la manera de celebrarlos. Luego, en el siglo XVII, la ostentación y el lujo
nunca serán suficientes para que cada óbito sea el más espectacular de los ce-
lebrados. En 1693, Carlos II emitió una cédula para tratar de recortar gastos en
lutos reales y su viuda, la reina Mariana, trató de ponerla en práctica en los fu-
nerales de su difunto marido en 1700, al ordenar que se moderaran los gastos de
estas celebraciones.
Entre los más suntuosos monumentos funerarios erigidos en España desta-
cariamos el de la reina Isabel de Borbón en los Jerónimos de Madrid, en
1645 18, los de Zaragoza dedicados al príncipe Baltasar Carlos (muerto en esta
ciudad y heredero de Felipe IV) y el de Felipe IV, en el convento de la Encar-
nación de Madrid, en 1665.
En Hispanoamérica, la distancia que separa a los reyes de las colonias y los
numerosos problemas marítimos de la época que hacían totalmente improbable
su visita, hace que se potencie sobre todo lo demás, la imagen de la monarquía
española como institución. Y el momento clave de la institución monárquica es,
sin ninguna duda, la muerte del rey pues es cuando se destaca su capacidad para
sucederse y perpetuarse, evitando así perturbaciones sociales. La lealtad del
pueblo conlleva en tales circunstancias, el elogio del fallecido y la exaltación
esperanzada del sucesor, aunque en ambos casos las cualidades y virtudes re-
18
Díaz de la Carrera: «Pompa, funeral, honras y exequias...» Madrid, 1651. (Biblioteca Nacional).
señadas, poco o nada tienen que ver con la realidad. Además, es una constante
en las exequias reales, tanto del continente como de las colonias, recordar por
medio de pinturas, esculturas o referencias litararias, a los antepasados dinás-
ticos, convirtiendo así cada sepelio real en una verdadera apoteosis familiar. En
todos los casos, los personajes son exaltados y asemejados con figuras mitoló-
gicas que representan sus virtudes.
Entre los numerosos catafalcos levantados en Hispanoamérica, destacare-
mos los realizados a la muerte de Felipe IV y en concreto el que financió la ciu-
dad de México, expuesto en la catedral.
No cabe duda que después de lo expuesto en este artículo, nos encontramos
ante un mundo tan nuevo como poco estudiado hasta ahora, el arte al servicio
de la propaganda real. Aquí nos hemos centrado en un período y en una dinas-
tía concreta, pero este estudio podría a otras monarquías, validos, y sobre todo
a otras épocas, pues aunque es a partir de la aparición de la imprenta cuando
este fenómeno se hace más visible, puede decirse que ya desde la Antigüedad,
el hombre con poder, lo ha usado para hacerse conocido y valorado por los de-
más. Pero todo esto implicaría un estudio mucho más largo y complejo, del que
nuestro artículo sólo sería una pequeñísima aportación o como se suele decir
una piedra de las tantas que forman una montaña.
BIBLIOGRAFÍA
nación, sin que entre ambos pueblos existiera nada que los separara, ni
accidentes geográficos, ni diferencia alguna, estuvieron teñidos de nubes
borrascosas que, ni la orden celestial que la había inspirado, iba a poder reme-
diar las fuertes tormentas que se avecinarían.
Las Bellas Artes, en un escenario político confuso, no habrían de encontrar
el mejor clima para su progreso. Sin embargo, eso no las privó de continuar
estimulando las distintas formas de creación y formular soluciones teóricas
sobre los procedimientos que se debían seguir para alcanzar óptimas pinturas.
En 1723 Acisclo Antonio Palomino publicó su obra El Museo Pictórico y
Escala Óptica, un tratado sobre la práctica de la pintura. En él, entre otras
consideraciones, dictaba las instrucciones que se debían seguir para ejecutar
buenos retratos. De esta manera, el proceso del retrato pasaba por realizar
primero un bosquejo, asegurando de este modo los contornos y la simetría
del conjunto. Recomendaba a continuación dejarlo secar muy bien, untándolo
con barniz de aguarrás y aceite de nueces, bañando las zonas oscuras del pelo con
tinta negra de hueso, carmín y ancorca (ocre), para después pasar a la elabora-
ción con color. El retrato debía gozar de buena luz, tratando de evitar las
sombras. Y el artista debía buscar el parecido con la persona efigiada, prescin-
diendo de introducir elemento de adulación del personaje. La perfección se
encontraba en hallar el mayor parecido con la persona y esto, en opinión de
Palomino, se encontraba en el contorno y en la «mancha general de claro y
oscuro». Además, proponía buscar el mejor momento para su realización:
aquel en el que el retratado estaba de mejor semblante y color, evitando «las
injurias de la edad», especialmente en el caso de los soberanos2 .
Las recomendaciones de Palomino fueron seguidas principalmente por los
pintores españoles. Pero estos, como veremos, no habrían de ser los responsables
de la pintura áulica al menos durante los tres primeros tercios del siglo xviii.
i. Felipe V
El rey español Carlos II de Austria (o Habsburgo), murió sin descendencia
el 1 de noviembre de 1700 a los 38 años de edad. Hizo testamento a favor de
Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV de Francia y de su hermana la infanta
María Teresa de Austria.
2 Palomino, A. A., El Museo Pictórico y Escala Óptica, Madrid, 1723, tomo ii, libro vi,
pp. 104-106.
El símbolo de lo real. La construcción de la imagen… | Rafael Gil Salinas
3 Bottineau, Y., L’art de cour dans l’Espagne de Philippe V: 1700-1746, Bordeaux, Féret,
1962.
4 Blunt, A., Arte y arquitectura en Francia, 1500-1700, Madrid, Cátedra, 1992, pp. 411-416
y 451-452, núms. 101-111.
El recurso a lo simbólico. Reflexiones sobre el gusto II
5 Luna, J. J., «Pintores extranjeros en España», catálogo El Real Sitio de Aranjuez y el arte
cortesano del siglo XVIII, Madrid, Comunidad Autónoma de Madrid / Patrimonio Nacional,
1987, pp. 241-254.
6 Luna, J. J., «Hyacinthe Rigaud et l’Espagne», Gazette des Beaux-Arts, xci, mayo-junio
1978, pp. 53-59.
El símbolo de lo real. La construcción de la imagen… | Rafael Gil Salinas
7 Museo del Prado. Catálogo de las Pinturas, Madrid, 1985, núm. 2.337, p. 560.
8 Cirlot, L. (dir.), Museo del Louvre I, iii, Madrid, Espasa, 2007, p. 87.
El recurso a lo simbólico. Reflexiones sobre el gusto II
9 Luna, J. J., «Miguel Ángel Houasse retratista», actas del congreso El arte en las cortes
europeas del siglo XVIII, Madrid-Aranjuez, Comunidad de Madrid, 1989, pp. 391-400.
10 Museo del Prado. Catálogo…, op cit., núm. 2.387, p. 334.
11 Ibidem, núm. 2.283, pp. 371-372.
El símbolo de lo real. La construcción de la imagen… | Rafael Gil Salinas
Parma, que casó con José II de Alemania, rey de Romanos) y María Isabel (hija
de Carlos III quien fallecería poco después de ser pintado este retrato)12.
En el siglo xviii, La familia de Felipe V de Van Loo fue el paradigma de
retrato real. La pompa de una arquitectura majestuosa, las ricas colgaduras, las
actitudes retóricas y las fisonomías levemente idealizadas para aproximarlas a
un ideal de raza y belleza, son atributos legítimos que realzan este tipo de
manifestación. El esplendor de la indumentaria, lejos de ser un signo de osten-
tación de riqueza y lujo, buscaba transmitir la función social de los retratados
como igualmente lo hacían los uniformes militares.
El Retrato de Felipe V de Rigaud, el de Luis I de Houasse y el de La Familia
de Felipe V de Van Loo, evidencian un tono pictórico bastante alejado de la
tendencia que se había ido imponiendo en España. El retrato de aparato toda-
vía no se había introducido en la tradición pictórica de nuestro país de acuerdo
con las directrices francesas o italianas y, al menos hasta el último tercio del
siglo xviii, no se puede hablar de un retrato de aparato de estas características.
El estilo francés que muestran estas tres obras estaba bastante distante del
estilo español. Como se ha podido comprobar se inspiraban en modelos com-
positivos barrocos, resueltos con fórmulas propias del siglo anterior y no coin-
cidían, por tanto, con el gusto que se había venido expresando en España en
los últimos decenios.
ii. Fernando VI
Bajo el reinado de Fernando VI el sentimiento de abandono entre
los artistas españoles se fue incrementando cuando pudieron comprobar cómo
el monarca sustituía a los artistas franceses por arquitectos y pintores italianos.
De nuevo este rey olvidó al elenco de artistas españoles que aspiraban a traba-
jar en la Corte. Desde principios de siglo se contó con artistas como Andrea
Procaccini o arquitectos como Juvara y Sacchetti para construir el nuevo Pala-
cio Real que habría de reemplazar al Alcázar destruido por un incendio en la
Nochevieja de 1734. Pero sería con Fernando VI cuando la escuela italiana
alcanzó una mayor presencia en el reino de España. De hecho, por ejemplo,
por recomendación del conocido cantante de ópera Farinelli, se instaló en
España el pintor Jacopo Amigoni, a quien sucedería tras su muerte cinco años
después, el afamado pintor Corrado Giaquinto.
12 Luna, J. J., «La familia de Felipe V», catálogo El arte europeo en la corte de España
durante el siglo XVIII, Madrid, Ministerio de Cultura, 1980, pp. 156-156.
El recurso a lo simbólico. Reflexiones sobre el gusto II
13 Luna, J. J., «Jean Ranc, ideas artísticas y métodos de trabajo a través de pinturas y
1980 y Roettgen, S., Anton Raphael Mengs 1728-1779, Múnich, Hirmer, 1999.
16 Museo del Prado. Catálogo…, op.cit., núm. 2.200, pp. 417-418.
El recurso a lo simbólico. Reflexiones sobre el gusto II
cada día. Y todas ellas constituían las únicas preocupaciones del monarca. De
ahí que no sea extraño que Francisco de Goya representase a Carlos III, caza-
dor17. Aparentemente este lienzo puede sugerir al espectador contemporáneo la
impresión de una crítica rotunda hacia la figura del monarca. Sin embargo,
Goya lo representa hacia 1787, poco antes de su muerte el 14 de diciembre
1788, como cazador, con el fusil sujetado por una mano, y con su fiel perro a
sus pies. Luce las bandas de la orden de Carlos III, de San Jenaro y Saint-
Esprit, así como el Toisón de Oro. Lo sitúa en los alrededores de El Escorial o
entre el palacio de El Pardo y la sierra madrileña. Aparece acompañado de su
perro, que duerme plácidamente a sus pies, figurando en su collar la inscrip-
ción: «REY Nº S.OR» en clara alusión a la fidelidad que también este animal
profesa al rey. Una referencia iconográfica actualizada y moderna de la figura
de este animal. La actitud del monarca, de pie y con las piernas separadas, ya
había sido puesta en práctica por Diego de Velázquez hacia 1633 en la repre-
sentación del bufón Pablo de Valladolid. Además, sigue la tipología de los
retratos de Diego Velázquez del rey Felipe IV, cazador, de su hermano el infante
don Fernando, y de su hijo el príncipe Baltasar Carlos, que se conservan en el
Museo del Prado y que Goya había copiado al aguafuerte en 1778. El tono de
su piel es propio de una persona que pasa mucho tiempo al aire libre y la indu-
mentaria que viste es acorde con la dignidad del personaje. Por ello nada debe
extrañarnos sus rasgos al contemplar este lienzo. Quizás la fidelidad de la
fisonomía del personaje no fuera la tónica habitual del retrato áulico que ten-
día a idealizar a los retratados. Pero indudablemente el retrato debió ser del
agrado del monarca. De ella se realizaron varios ejemplares: uno para la
Duquesa de Arco, otro para el Banco Exterior de Madrid, otro para el Ayunta-
miento de Madrid y otro para la colección de Lord Margadade en Inglaterra.
Además, esta no fue la única obra que el monarca encargó al pintor aragonés.
Y tampoco los príncipes de Asturias, el infante Carlos y María Luisa, debieron
ver con desagrado la pintura de Goya, pues a ellos se debe la definitiva orienta-
ción de la política artística del último cuarto del siglo xviii en España hacia la
valorización de la pintura de los artistas locales en general y, en particular, su
apuesta se concretó en el pintor Francisco de Goya.
iv. Carlos IV
18 Gassier, P., Goya, Ginebra, 1955, núm. 364; Gassier, P. y Wilson-Bareau, J., Vie et
oeuvre de Francisco de Goya, Friburgo, 1970 (Barcelona, 1974), núm. 774; Gudiol, J., Goya,
Nueva York, 1941 (Goya, Madrid, 1970 y Goya, Madrid, 1975), núm. 418; Salas, X. de,
Goya, Nueva York, 1981, núm. 344.
El recurso a lo simbólico. Reflexiones sobre el gusto II
Fig. 3. Francisco de Goya, La Familia de Carlos IV, Museo del Prado, Madrid. © Madrid,
Museo Nacional del Prado.
22 Ferrer Martí, S., Arte efímero decimonónico: las fiestas reales y político patrióticas en
ciudad. En este caso concreto, atendiendo a que la Corte estaba de luto por la
muerte del hermano de la reina, el príncipe de Parma, se acordó que se presen-
tara la ciudad a los actos de la estancia de sus majestades con «vestidos de paño
de luto aliviado». El grupo que integraba el cortejo debía ser muy numeroso. Y
a pesar de que se carecen de datos oficiales sobre el número exacto de personas
que acompañaban a la familia real, un hecho puede servirnos de orientación:
se requirieron más de mil quinientos pesebres para alimentar a los animales
que tiraban de las carrozas y carros del cortejo.
Toda la iconografía alegórica que desplegó la ciudad para honrar a los
monarcas y a los príncipes giró en torno al feliz acontecimiento celebrado en
Nápoles. Por ello, no es extraño que en los carros que desfilaron a instancias de
los distintos gremios de la ciudad se ornamentaran con elementos referidos a los
deseos de felicidad para los dos nuevos matrimonios. Júpiter representaba a
Carlos IV, Juno a la reina, por su bondad, Psiquis e Himeneo el amor de los
príncipes de Asturias y la Sirena Parténope, símbolo de la ciudad de Nápoles,
patria de la princesa María Antonia.
El cabildo de la ciudad levantó en la plaza de Santo Domingo una pirámide
u obelisco alegórico de la visita real. Se trataba de un conjunto elevado sobre
tres gradas, con pedestal mixtilíneo sobre el que descansaban bajorrelieves, el
escudo de la ciudad custodiado por dos figuras alegóricas (una de ellas repre-
sentando a la Abundancia), fuste estriado y unos leones sobre los que se
encuentra un tambor ornado de bajorrelieves, sobre el que se alza un medallón
circular con las efigies reales23. Un programa alegórico de clara inspiración
dieciochesca 24.
Para perpetuar la memoria de dicho acontecimiento, el Ayuntamiento de
Valencia ordenó acuñar una medalla conmemorativa [fig. 4]: en el anverso apa-
rece representada Valencia, a través de una matrona arrodillada con el corazón
en la mano, presentándolo a los monarcas como una prueba de su amor y fide-
lidad. A su lado se pueden observar las dos L de su escudo, que Pedro III el
Ceremonioso ofreció a la ciudad de Valencia por ser «doblemente leal». La
leyenda latina del contorno dice: «Valentia. Regibus. Amorem. Oblato.
del cuadro del artista valenciano con la decoración efímera presente en la fachada de la
Universidad de Valencia con motivo de la visita real de 1802. La primera vez que se puso
en relación fue por Ester Alba Pagán, La Pintura y los pintores valencianos durante la guerra
El recurso a lo simbólico. Reflexiones sobre el gusto II
28 Grabado de Carlos IV y María Luisa, pintado por Juan Bauzil y grabado por Rafael
Esteve, 1802, Madrid, Calcografía Nacional, núm. 1342.
29 Véase Colección de retratos de SS. Majestades príncipes e infantes de España dibujados por
30 Díez García, J. L., Vicente López (1772-1850). Vida y obra, Madrid, Fundación Arte
Hispánico, 1999, tomo ii, pp. 73-74.
El símbolo de lo real. La construcción de la imagen… | Rafael Gil Salinas
v. José Napoleón I
blecer una nueva y más lógica división territorial en treinta y ocho prefecturas
o departamentos; se creaba la Guardia cívica […] se daba forma a los sistemas
de Beneficencias y de Instrucción pública, declarándolos exentos en sus bienes
de la desamortización; se creaba un colegio de niñas huérfanas, un conserva-
torio de artes y un taller de óptica. Se ampliaba el Jardín Botánico con la
huerta de San Jerónimo; se mandaba crear en Madrid la Bolsa y el Tribunal de
Comercio […]. Se disponía asimismo la creación de un Museo Nacional […]»31.
Bien, pues todas estas y otras medidas dispuestas por José I no consiguieron
que le llevase a ganar el aprecio y consideración de los súbditos españoles. La
iconografía oficial que se creó en torno a la figura de este monarca lo represen-
taba como un héroe clásico, casi como un filósofo de la antigüedad griega o
romana, o como lo pinta François Gérard, tocado con el manto imperial de
armiño, en tono majestuoso y ampuloso, con la corona sobre una butaca como
símbolo de reafirmación de su poder32. Esta imagen contrasta con las estampas
que hicieron circular por España.
La estampa había comenzado a convertirse en una forma de expresión
rápida y directa de la que se sirvió el pueblo. Por ello utilizaron este medio
para expresar a través de imágenes satíricas, irónicas y críticas su visión de la
situación política del país. Esta fórmula se presentaba como una iniciativa
moderna acorde con los nuevos tiempos. En este sentido se creó una amplia
iconografía extraoficial que difundía una imagen crítica y satírica del gober-
nante. Se le presentó como escasamente virtuoso, aficionado a la bebida y al
juego.
Sin embargo, fue Napoleón Bonaparte quien más estampas generó. Hay
grabados más amables en los que se representa el encuentro de Napoléon en
Bayona con Fernando VII, que tiene casi un tono costumbrista 33. Y en otros en
los que aparece camino del infierno a lomos de su consejero, que no es otro
que el diablo. El concepto desarrollado es muy simple, pero la estampa tenía la
finalidad de impactar, de crear con un solo golpe de vista la impresión clara de
Madrid, Fundación Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2011, tomo i, capítulo iv.
32 Esta obra, procedente del Musée National du Château de Fontainebleau (Francia), se
pudo ver en España en 2008 con motivo de la exposición: Ilustración y liberalismo, 1788-
1814, Palacio Real de Madrid, 18/10/2008-11/01/2009, Patrimonio Nacional, Madrid,
2008.
33 La estampa aparece titulada como «Recevimiento (sic) en Bayona», realizada con la
Fig. 6. Alegoría del regreso de Fernando VII, ca. 1814, aguafuerte y buril, Madrid, Biblioteca
Nacional, Inventario 14963.
35 Museo del Prado. Catálogo…, op. cit., núm. 735, pp. 270-271.
36 Ibidem, núm. 724, pp. 265-266.
El símbolo de lo real. La construcción de la imagen… | Rafael Gil Salinas
37 Sobre esta obra, véase: Camón Aznar, J., Guía del Museo Lázaro Galdiano, Madrid,
Fundación Lázaro Galdiano, 1951, p. 77 (reed. 1993); Díez García, J. L., La pintura espa-
ñola del siglo XIX en el Museo Lázaro Galdiano, Valencia, Fundación Bancaja, 2005, pp. 190-
192; Díez García, J. L., Vicente López (1772-1850), Madrid, Fundación Arte Hispánico,
1999, p. 94; Fuster Sabater, M. D., «Imagen auténtica e imagen modificada: Cuando
los cuadros desorientan al espectador», Goya, 303, 2004, pp. 372-376; Morales y marín,
J. L., Vicente López, Zaragoza, 1980, p. 88; Vázquez Dueñas, E., Catálogo Fernando VII
con el hábito de la Orden del Toisón. La Orden del Toisón de Oro y sus soberanos (1430-2011),
Madrid, Fundación Carlos de Amberes, 2011, p. 176.
El recurso a lo simbólico. Reflexiones sobre el gusto II
Conclusiones
-INTRODUCCIÓN 3.
-CAPÍTULO I 9.
La singularidad e influencia de la indumentaria en la España de los Austrias. 10.
-CAPÍTULO II 68.
La moda en el siglo XVIII 69.
-CAPÍTULO IV 139.
Los protocolos notariales como fuente para el estudio
de la indumentaria sevillana del siglo XVIII . 140.
-CAPÍTULO V 177.
Materiales en la moda de la Sevilla del siglo XVIII. 178.
- CAPÍTULO VI 192.
Un hombre a la moda. La indumentaria masculina
en la Sevilla del siglo XVIII 193.
1
VI.2. Ropa blanca e interior 196.
VI.3. Traje 200.
VI.4.Prendas de encima 223.
VI.5. Sombreros y pelucas. 226.
VI.6. Zapatos y medias 230.
VI.7. El traje de majo, casticismo y precedente del vestido de torear 233.
-CONCLUSIÓNES 328.
-BIBLIOGRAFÍA 524.
2
INTRODUCCIÓN
3
La moda surgió en Europa durante el siglo XIV. En la Baja Edad Media la vestimenta
de ambos sexos comenzó a diferenciarse, los hombres se decantaron por prendas cortas y las
mujeres largas. El objetivo principal de la ropa es cubrir el cuerpo, no solamente para
preservarlo de las inclemencias del tiempo, sino también de las miradas ajenas. Una vez
cumplida esta premisa el siguiente cometido es la clara diferenciación entre sexos, la
indumentaria de hombres y mujeres debe ser distinta. La ropa proporcionaba una imagen clara
de la persona, sus gustos y su posición en la escala social. Los usos en la vestimenta están
ligados a cada época aportando una información esencial sobre el devenir histórico ya que
encierran numerosas claves de tipo sociológico, económico, e incluso político. La voz
“moda” no figura en el Tesoro de la Lengua Castellana, pero ya aparece en el Diccionario de
Autoridades definida como: “Uso, modo o costumbre. Tómase regularmente por el que es
nuevamente introducido, y con especialidad en los trages y modos de vestir.” La primera
mención del término en España la encontramos en la obra de Vélez de Guevara El diablo
cojuelo publicada en 1641: “Vieron entrar, por la posta tras un postillón, dos caballeros
soldados vestidos a la moda”.
4
Para nuestro análisis hemos acudido a una serie fuentes indirectas, tales como la
pintura y la literatura de la época. Hemos localizado una serie de retratos en distintas
colecciones particulares sevillanas, cuyas imágenes se adjuntan al texto y que nos
proporcionarán diversas claves en cuanto a los distintos atuendos y modas. A todo ello se le
debe sumar la serie de los Carros de Domingo Martínez (hacia 1748) que se encuentran en el
Museo de Bellas Artes de Sevilla; sus ocho lienzos nos muestran la moda en la capital
hispalense a mediados de la centuria, tanto de las clases altas como de extractos medios y
bajos. Igualmente recurriremos a piezas de vestimenta de diversas colecciones de
indumentaria, tales como el Museo del Traje de Madrid y el del Disseny de Barcelona,
además de algunos extranjeros como el Galliera de París o el Metropolitan de Nueva York,
que custodian una importante colección de prendas y complementos europeos del siglo XVIII.
Nuestro estudio comienza en el año 1700, fecha en que Felipe de Anjou es nombrado
rey. España había tenido desde su época imperial unos usos muy característicos en cuanto a
moda se refiere, que se prolongaron por espacio de ciento cincuenta años llegando a los
primeros años del siglo XVIII, tal y como comprobaremos a través de la documentación. Para
comprender el drástico cambio que se produjo a raíz de la llegada al trono de la nueva dinastía,
es esencial conocer la vestimenta de los Austrias con sus tipologías, su concepto de elegancia
y una serie de valores muy enraizados que quedaron obsoletos. En el capitulo I presentaremos
de manera sucinta la moda española desde 1550 a 1700; una manera de vestir que se exportó a
toda Europa caracterizada por la sobriedad, la rigidez y el predominio del color negro en
cuanto a indumentaria masculina. La femenina tuvo igualmente sus propias señas de identidad
caracterizadas por un disfraz absoluto de la silueta a través de cartones de pecho y diversos
ahuecadores de faldas. La posición de cada persona debía estar en perfecta concordancia con
la manera de vestir, estas cuestiones eran ineludibles y tenían una importancia clave en los
hábitos sociales. Los reinados de Carlos I y Felipe II representan la etapa de mayor esplendor
del imperio español con el consiguiente deseo de emulación por parte de otros países. El
descubrimiento de América y la llegada a la Metrópoli de nuevas materias tintóreas hicieron
que nuestros tejidos gozaran de una gran demanda y consideración. Durante el reinado de
Felipe III se produjo una etapa de gran ostentación que terminó bruscamente al acceder Felipe
IV al trono en 1623, que mandó establecer unas normas presididas por cierta sencillez y
austeridad. El monarca se encontraba a la cabeza de esta manera de entender la indumentaria
5
como muestra de un sentimiento de orgullo por lo intrínsecamente nacional, a la par que una
repulsa manifiesta hacia lo francés. Este fenómeno no fue extrapolable a la moda femenina
que llegó a uno de los momentos de mayor riqueza y extravagancia de nuestra historia. A
finales del siglo XVII el traje “a la francesa” va penetrando paulatinamente, Carlos II ya lo
usó compaginándolo con el atuendo “a la española” para los actos de carácter oficial.
A lo largo del capitulo III presentamos la situación de España durante el periodo que
nos ocupa. La nueva dinastía comenzó un proceso de modernización a través de una serie de
iniciativas que ayudaran a dinamizar su anquilosada economía. Se inaguraron diversas
academias al modo francés y se trató de agilizar la industria a través de la creación de una
serie de manufacturas. En la segunda mitad del siglo se produjo un movimiento que afectó a
todas las artes; la denominada Ilustración cuyos preceptos se basaban en la racionalidad
como fuente de felicidad y progreso y que debía ser ofrecidos a los súbditos para la mejor
marcha de la nación. Carlos III acometió una serie de cruciales reformas tales como la
dignificación del trabajo y el libre comercio.
6
Los documentos que incorporan las tasaciones de las piezas no son de gran ayuda para
comprender el alto valor que tenía la ropa y sus múltiples vidas.
7
pasando por tenderos y mercaderes hasta llegar a la nobleza. Tras el apéndice se incluye un
glosario de términos, que complementa a los ya existentes y ayuda a arrojar luz sobre el
vocabulario específico de los distintos términos, aparte de las diversas voces que hoy en día
han caído en desuso. Tras el apéndice se incluye una amplia bibliografía de carácter general y
específico en la materia que nos ocupa, junto a un amplio espectro de estudios de diversas
materias que apoyan y refrendan nuestra investigación.
Tras estos años de trabajo queremos hacer constar una serie de agradecimientos; en
primer lugar a la directora de la tesis doña María Jesús Mejías por su guía, apoyo e interés; al
diseñador gráfico y fotógrafo Juan Ferrandis por la realización de todo el archivo gráfico en
las distintas colecciones particulares; al Archivo de Protocolos de Sevilla; a Marina Martín
Ojeda, archivera del Archivo Municipal de Écija; a doña Isabel León, marquesa de Méritos,
por abrirme el palacio de Lebrija para estudiar sus retratos; a los condes de Santa Coloma y a
todas las personas que generosamente me han permitido estudiar y fotografiar sus pinturas.
Por último agradecer a mi marido Luis Olivar O´Neill su apoyo en estos últimos meses, por
entero dedicados a la conclusión de la presente investigación.
8
CAPÍTULO I
9
La singularidad en influencia de la indumentaria en la España de los Austrias.
La moda está en estrecha conexión con cada momento histórico, por lo que es preciso
conocer la manera de vestir de los españoles desde los tiempos de Carlos I, para comprender
en toda su dimensión la crucial transformación que se produjo a partir de 1700 con la llegada
de los Borbones franceses al trono. Parece lejano remontarse a mediados del siglo XVI pero
es preciso ya que en ese momento se sentaron unas bases que se prolongarían durante un siglo
y medio. En el XVI España se convirtió en una primera potencia mundial, el inmenso poder
territorial de la monarquía de Carlos I y su hijo Felipe II hizo que las cortes europeas se
rindieran a los Habsburgos. El reinado de Carlos I (1517-1556) es trascendental ya que
supone el inicio del Estado moderno. Desde 1550 hasta 1700 hubo una moda nacional que se
mantuvo prácticamente incólume hasta la primera década del siglo XVIII, aunque se debe
poner de manifiesto que fue durante el mandato de los Reyes Católicos cuando España
empezó a marcar la pauta en cuestión de indumentaria.
1
CONTRERAS y LÓPEZ DE AYALA, J.:: Historia de España. Tomo V. Barcelona, 1977, p. 54.
2
Esta sucesión de conflictos supuso un terrible descenso demográfico al que se sumaron las terribles epidemias
de peste que asolaron España a mediados del siglo XVII.
10
Imitar los hábitos y gustos de los poderosos es un fenómeno consustancial a la especie
humana y el vestir “a la española” era considerado signo de gran elegancia y distinción. El
continente contemplaba con verdadero asombro las victorias de Carlos V al frente de sus
ejércitos, mientras que los conquistadores aumentaban las posesiones hispanas en América3.
Como consecuencia el traje español comenzó a gozar de un enorme prestigio ya a finales del
siglo XV4 con la expulsión de los moros del reino de Granada, a lo que se sumó la conquista
de México a manos de Hernán Cortés entre 1519 y 1521 y la aplastante victoria en la batalla
de Pavía contra Francisco I de Francia en 1525.
Hasta finales del siglo XVIII las distintas modas surgían en las cortes europeas desde
donde pasaban al resto de la población. El status del individuo debía quedar claramente
reflejado a través de su arreglo exterior. Las novedades viajaban por varias vías: por medio de
las llamadas muñecas de moda que se enviaba de unas cortes a otras para conocer las últimas
tendencias, por las misiones diplomáticas y por último, a través de los ejércitos, ya que como
se verá los usos militares tendrán una marcada influencia en la moda civil. 5 En lo que
respecta a la moda, el siglo XVI se divide claramente en dos mitades. La primera
caracterizada por el influjo de las cortes italianas, Alemania y Flandes; mientras que la
segunda mitad lo estuvo por la corte española6. A partir de 1540 las clases altas europeas
empezaron a seguir nuestra moda y aproximadamente veinte años mas tarde lo adoptaron
otras capas sociales7. No debemos entender este fenómeno como una simple copia de nuestros
modelos sino una adaptación a los gustos de cada lugar, por poner un ejemplo, las italianas no
renunciaron al escote.
El siglo XVI se divide en dos periodos, la primera mitad tendrá por influencias,
italianas, flamencas y alemanas, mientras que la segunda tendrá como protagonista a la corte
de Madrid8. El Renacimiento trae consigo numerosos cambios sociales y de mentalidad que
se reflejaran claramente en la indumentaria. Frente a las formas verticales del gótico que
tendían a alargar la silueta, se produce el fenómeno inverso, es decir, un ensanchamiento de la
misma fundamentalmente en la parte superior del cuerpo, torso y brazos adquieren mucha
presencia. La diferenciación entre lo femenino y masculino es mas evidente que nunca
3
FERNÁNDEZ ÁLVAREZ, M.: Carlos V el césar y el hombre. Barcelona. 2007, p. 169.
4
BOUCHER, F.: Historia del traje en occidente desde la antigüedad hasta nuestros días. Tomo II, Barcelona,
1967, p. 226.
5
SOLÁNS SOTERAS, M C.: La moda en la sociedad aragonesa del siglo XVI. Zaragoza, 2009, p. 53.
6
Ibidem p. 52.
7
VON BOEHN, M.: La moda. Historia del traje en Europa desde los orígenes hasta nuestros días. Tomo II.
Barcelona, 1928, p 83 y ss.
8
SÓLANS SOTERAS, M C.: Ob. cit., p. 52.
11
produciéndose una sexualización explícita sobre todo en los escotes de las damas y en las
exageradas braguetas de los hombres.
9
BERNIS, C.: Indumentaria española en tiempos de Carlos V. Madrid, 1992, p. 22.
10
SOUSA CONGOSTO, F.: Introducción a la historia de la indumentaria en España. Madrid, 2007, p. 111.
11
SOLÁNS SOTERAS, M C.: Ob. cit., p. 76.
12
hallaba dividida en tres estamentos: nobleza, clero y estado llano. La nobleza era el sector
mas reducido con respecto a los otros dos:
“Aquella sociedad aceptaba la idea de que la nobleza era una cualidad natural que elevaba a
sus miembros sobre el resto de los mortales”12.
12
BERNIS, C.: El traje y los tipos sociales del Quijote. Madrid, 2001, p. 117.
13
Según la Real Academia Española, se trata de una "Ley emanada de competente autoridad, que se
diferenciaba de los reales decretos y órdenes generales en las fórmulas de su publicación."
14
"En 1534, el lujo, en creciente, se confirma por la cantidad de disposiciones que a partir de esta época se
dictaron, pero sobre todo el lujo se manifestó por una gran variedad de formas de guarniciones. Hasta esta fecha
en las ordenanzas contra el lujo, aparecen citadas únicamente fajas, cintas y ribetes; pero a partir de ahora se
citan en las prohibiciones más variedad de guarniciones. En 1534 se prohibieron bordados, recamados y toda
cosa hecha con bastidor. En 1535 se prohibió llevar "recamo, trenza, ni cordón, ni franja, ni pasamano, ni
ninguna otra cosa de hilo de oro, ni de plata, ni de seda, ni pespunte, ni colchado alguno, sino el que fuese
menester para la costura de la faja (...) En 1548 precisamente se da una pragmática que prohíbe "echar
guarniciones de oro y plata en sayas, calzas, capas y jubones" (...) En 1552 otra pragmática dispuso que "nadie
llevará bordado de hilo de oro ni plata, ni cordón, ni pespunte de ello, ni cordoncillo de seda, ni entorchado, ni
torcido, ni grandujado, ni otro género de guarnición alguna, ni franja, ni pasamano" (...) A pesar de tanta
pragmática tratando de contener el lujo, éste sigue en aumento: los críticos acusan a los sastres o alfayates de
ello" ( GONZÁLEZ MENA, M Á: Colección pedagógico-textil de la Universidad Complutense de Madrid.
Madrid, 1994, pp. 84).
15
Un bando es un mandato publicado por el Alcalde de obligatoria y general observancia. Normalmente se
distingue de los edictos en que éstos se dictan para promover la audiencia de todos o sólo de una parte del
vecindario, en relación con ciertos actos o resoluciones municipales. El bando suele ser solemne en la forma de
redactarse y aún en la de publicarse. http://leyderecho.org/diccionario-juridico-espasa/
13
“Los oficiales menestrales de manos, sastres, zapateros, carpinteros, herreros, texedores,
pellejeros, tundidores, curtidores, zurradores, esparteros y especieros y otros cualquiera oficios
semejantes a éstos mas baxos, y obreros y labradores y jornaleros, no pudan traer seda alguna escepto
gorras, caperuzas o bonetes y un ribete en los mantos que traxeren de paño; y declaramos que los
labradores se entiende los que ordinariamente labran las heredades de sus manos; y en lo que toca a
los especieros solamente se entiendan las personas que tienen tiendas y venden en ellas por menudo”16.
Por tanto las leyes suntuarias tenían varios objetivos, por un lado ejercer un control
económico e incluso político tratando que no se introdujeran mercancías extranjeras en
España, pero también un control sobre el tipo de tejidos y decoraciones que debían usar las
distintas capas de la sociedad ya que la indumentaria debía ser un fiel reflejo de la extracción
social del individuo. El hecho de que las pragmáticas se fueran sucediendo unas a otras, pone
de manifiesto su falta de cumplimiento. Durante el reinado de Felipe II se promulgaron en
1563 y 1590. La primera de ellas vetaba a cualquier persona el uso de brocados, bordados,
recamados y un significativo número de adornos. Los militares que acudían al frente se veían
libres de estas prohibiciones, de hecho Carlos V les permitió usar brocados y bordados en
1550. Sus tropas vestían de amarillo y rojo aunque todavía no había un uniforme militar
propiamente dicho. Los militares al servicio del emperador no vestían de negro al uso español.
En Milicia, Discurso y regla militar escrito por Martín de Aguiluz en 1521 se afirma:
“Diez mil soldados, armados y vestidos de colores abultan y meten mas terror que veinte mil y
mas vestidos de negro”17.
Los nobles de alta cuna eran asistidos por un ejército de lacayos, pajes y escuderos que
debían vestir ricamente al igual que su señor. Del mismo modo las damas principales se
hacían acompañar de dueñas y sirvientas que vestían a su modo; como ya se ha apuntado
anteriormente, estos lujos ocasionaban un gasto excesivo que comenzó a preocupar a los
gobernantes desde el siglo XV. La seda poseía un claro signo de superioridad social, por lo
que solo debía ser usada por personas de estatus alto. Solamente quedaban exentos de su
cumplimiento los reyes y sus hijos18, las penas no solo afectaban a los que usaran estos tejidos
sino a los sastres que fabricaran prendas con ellos. Las prohibiciones se revalidaron en los
años 1537, 1551 y 1552 lo que indica claramente que se hacía caso omiso de ellas. La de 1552,
última de Carlos I, dice textualmente:
16
PUERTA ESCRIBANO, R: “Reyes, moda y legislación jurídica en la España moderna”. Ars Longa:
cuadernos de arte, Nº 9-10, Valencia, 2000, p. 1 y ss.
17
DESCALZO LORENZO, A.: “Nuevos tiempos, nueva moda”. Sevilla y corte: las artes y el lustro real (1729-
1733). Madrid, 2010, p.157.
18
BERNIS, C.: Ob. cit., p. 13.
14
“(…)muchas personas allí en nuestra corte
como fuera de ella, al hecho muchas ropas de
brocado y telas de oro y de plata y traen bordados y
dorados y plateados y cordones y franjas de oro y
plata…lo qual diz que es causa que muchos gasten
sus haciendas y hay mucha desorden y nuestros
reynos se destruyen y empobrecen”19.
19
SOLÁNS SOTERAS, M C.: Ob. cit., p.452 y ss.
20
Sobre dicha coronación, véase: CADENAS Y VICENT, V de: Doble coronación de Carlos V en Bolonia 22-
24/II/1530. Madrid, 1985. p. 97 y ss.
21
BERNIS, C.: Ob. cit., p. 8.
15
Los principios e ideales de la nobleza formaban parte de toda la sociedad española. Ser
noble exigía una vida de gasto y lujo, los Grandes debían tener varias casas abiertas; su poder
económico y social debía ser ostentado mediante signos externos inequívocos como la
indumentaria, las joyas, las obras de arte, los coches y una multitud de criados. Los grandes
de España gozaban del privilegio de poder llevar la cabeza cubierta en presencia del monarca,
es decir, un honor relacionado con la vestimenta y solo reservado a unos pocos22. No siempre
la aristocracia contaba con medios suficientes para vivir conforme a su estatus, pero era
inconcebible que no estuvieran rodeados de las comodidades que debían disfrutar, de tal
manera que en ocasiones se endeudaban para mantener el nivel exigido. Estamos en pleno
Renacimiento, el individuo comienza a sentirse protagonista. Este acusado cambio en la
mentalidad entre las clases dirigentes llevará consigo un desarrollo de las modas nacionales y
una gran riqueza y esplendor en la indumentaria tanto de damas como de caballeros. Se desató
una pasión por el lujo en el vestir de las cortes europeas, siendo una de las épocas que ha
concedido mayor importancia a la moda y muy en particular este fenómeno afectó a nuestro
país. El desarrollo económico y la pujante burguesía convierte a las ciudades en espacios mas
22
"En España, dentro del colectivo de la nobleza se distinguió desde el siglo XVI la Grandeza de España. Sus
orígenes se encuentran en discusión pero se suele coincidir en su diferenciación como grupo durante el reinado
de Carlos V. En ese momento se concibió su distinción ceremonial, muy vinculada al Monarca. Su condición
venía definida por él, que decidía otorgar esa categoría como un grado jerárquico superior dentro de los títulos
nobiliarios. Ser duque suponía la Grandeza de España, mientras que marqueses, condes y otros denominaciones
podían serlo si el Rey decidía añadirles esa dignidad".
( HERNÁNDEZ BARRAL, J. M.: Grandes de España: distinción y cambio social, 1914-1931. Madrid, 2012. p.
13. http://eprints.ucm.es/17440/1/T34077.pdf)
16
abiertos con un destacado movimiento comercial. El nivel de vida sube y por ello se precisan
cada vez objetos mas lujosos y específicos por lo se crean nuevos gremios que puedan
responder a las demandas de la sociedad.
La gran opulencia que desplegó el emperador con respecto a su atuendo tuvo su punto
de inflexión en 1539 al quedar viudo de Isabel de Portugal23. A partir de ese momento vistió
de negro y de una manera mucho mas sobria. En 1540 con motivo de su viaje a París, un
relato alude a la sorpresa que provocó en sus anfitriones franceses la sencillez con la que
vestía el “rey guerrero” 24 . Como se ha apuntado anteriormente cada corte guardaba sus
propios usos en el vestir que en ocasiones eran perceptivos, es decir, con obligación de ser
seguidos por las personas que eran recibidas en ellas. Esta costumbre también afectaba a las
cabezas coronadas y sus familias que en determinados actos debían vestir a la moda del país
que les recibía.
23
Al morir la emperatriz, Carlos V se retiró al monasterio jerónimo de Santa María de Sisla, en la provincia de
Toledo.. CHUECA, F: Casas Reales en monasterios y conventos españoles. Madrid, 1966, pp. 158. El
monasterio fue construido en 1348 y fue la segunda fundación de la orden jerónima en España. Carlos V
permaneció en Sisla desde el 12 de mayo al 26 de junio de 1539. CAÑAS GÁLVEZ, F.: El itinerario de Juan II
de Castilla (1414-1454). Madrid, 2007, p. 137.
24
BERNIS, C.: Ob. cit., p. 14.
17
Carlos V fue sin lugar a dudas un
cosmopolita, durante sus casi cuarenta años al
frente de la monarquía hispana viajó y guerreó
en numerosas ocasiones. Sus ejércitos
atravesaron Europa llevando consigo distintas
usos que posteriormente fueron adoptados por la
indumentaria civil. Los lansquenetes eran
mercenarios alemanes, soldados de infantería
que lucharon junto al emperador. Inventaron las
calzas25 y su forma de vestir, que posteriormente
pasó a la indumentaria civil, se caracterizaba por
colores vivos, exageradas braguetas,
acuchillados y grandes gorras. Su abuelo,
Maximiliano I, fue requerido para prohibir la
Roger Van der Weyden. Felipe el Bueno, exagerada moda de los acuchillados en los
portando el collar de la Orden del Toisón de
26
Oro. Hacia 1450. Museo de Bellas Artes de lansquenetes pero se negó a ello ,
Dijon.
posteriormente lo intentó pero fue demasiado
tarde. Los acuchillados ya venían confeccionados y su uso se prolongó durante tres
generaciones.
La singular personalidad del rey que abdicó para retirarse al monasterio de Yuste y su
gusto por la simplicidad en los últimos años de su vida, condicionaron la imagen oficial de
sus descendientes. El retrato que le realizó Tiziano en 1548 nos lo muestra sentado y vestido
25
VON BOEHN, M.: Ob. cit., p. 122.
26
Ibidem p. 120.
27
COLOMER, J L.: “El negro y la imagen real” en Vestir a la española en las cortes europeas (siglos XVI y
XVII) Vol. I, Madrid, p. 81.
18
completamente de negro, incluso las medias y las zapatos. Solo asoma el sencillísimo cuello
blanco de la camisa y como único adorno el toisón de oro que cuelga de su cuello. Esta es la
imagen que quiso dar el monarca mas poderoso de su tiempo en los años finales de su
mandato y cuyo testigo tomó su hijo Felipe II. Este último le siguió en lo que respecta al uso
del negro; desde la trascendental victoria en la batalla de Lepanto (1571) hasta su muerte
veintisiete años mas tarde, el todopoderoso rey vistió de oscuro. Este hecho que puede
parecer anecdótico, no lo es en absoluto ya que los usos adoptados por el mas poderoso
monarca de la cristiandad no solo afectaban a su persona, sino a toda la sociedad española y a
los países dependientes de su corona.
28
SOLÁNS SOTERAS, M C.: Ob. cit., p. 263.
29
Ibidem p.263 y ss.
19
Para estudiar la indumentaria de hace siglos la pintura se convierte en un aliado
imprescindible. Los tejidos son perecederos por lo que la investigación debe apoyarse en
todas las fuentes a su servicio. El género del retrato que sufre una auténtica eclosión en el
siglo XVI, convirtiéndose en uno de los géneros mas solicitados por los monarcas y sus
familias como vehículo para demostrar su poder y su gloria. Los pintores al servicio de Carlos
I y Felipe II elaboraron una iconografía del retrato cortesano que perduró durante toda la
centuria siguiente. Tiziano y Antonio Moro fueron
los responsables de la plasmación de la idea de
majestad regia que debía provocar en el espectador
veneración y reverencia para lograr este objetivo se
centraron en la figura, otorgándole
monumentalidad y empaque pero sin rodearla de
muchos atributos que implicasen distracción. Los
personajes aparecen recortados sobre un fondo
neutro en actitud digna y distante. La alusión al
poder se hace de una forma sutil a través de
elementos como la columna, el bufete, la silla o el
sombrero. Sobre la cuestión del parecido físico no
se pretendía someter al personaje a una
idealización total pero si a un concepto que ya se
practicaba en el mundo clásico; la llamada
disimulación tenía como objeto enaltecer las
cualidades y atenuar los defectos.
20
moverse poco y de una manera sosegada lo que era posible debido a la gran habilidad de los
sastres españoles famosos en toda Europa por su confección de prendas complejas con
múltiples rellenos. Ser un sastre de categoría era una profesión muy reputada.
Felipe II (1527-1598) disfrutó de una larga vida para aquellos tiempos, pero tuvo
muchas ocasiones de llevar luto. Su madre Isabel de Portugal, a la que estaba profundamente
unido, falleció cuando Felipe contaba doce años. Después tendría que hacer frente a la muerte
de sus cuatro mujeres, de cinco de sus hijos, de su hermana Juana y de su padre el emperador,
retirado a Yuste en 1556 y que falleció dos años mas tarde víctima del paludismo.
21
La ultracatólica España va a convertirse en abanderada de la Contrarreforma. Europa
vive momentos de terrible convulsión ya que los cimientos comunes sobre le fe cristiana se
han dividido. No hay que olvidar que el emperador fue uno de los principales valedores del
concilio de Trento celebrado en 1545. La Iglesia Católica debía ganarse el respeto por medio
de nuevas prácticas mas cercanas al primitivo cristianismo30. Los ideales del buen católico
van a plasmarse en la sociedad31 y una manera de ejemplificar esos nuevos valores en la vida
cotidiana se traducen en la manera de vestir.
El retrato del monarca que realizó Sofonisba Anguisola hacia 1565-1573, nos
proporciona una idea certera sobre la imagen que el monarca deseaba proyectar y que de
hecho, fue asumida por la sociedad. El
rey aparece vestido completamente de
negro, menos el cuello y los puños de
encaje, con capa, bonete y espada. De su
pecho cuelga el toisón de oro de un
sencillo cordón y en su mano izquierda
lleva un rosario, que alude claramente a
la festividad del Rosario instaurada por el
papa Gregorio XIII el primer domingo de
cada mes de octubre como
conmemoración de la victoria contra el
turco en la batalla de Lepanto. Lleva
barba, tal y como puso de moda su padre,
y el pelo corto. El llamado rey burócrata
nos ofrece la imagen de un hombre serio
y concentrado, es el perfecto ejemplo de Sofonisba Anguissola. Felipe II. Hacia 1565-1573.
Museo del Prado. Madrid.
la dignidad real y la autoridad en sí
30
FERNÁNDEZ ÁLVAREZ, M.: Ob. cit., p.667.
31
Sin embargo, esta no fue una tarea exenta de dificultades. "En España e Italia, no fue fácil la victoria de la
vieja Iglesia. En estos dos países aparecieron movimientos de dudosa ortodoxia, susceptibles de dejar penetrar
las nuevas ideas. En España se planteaba el caso de los recientes conversos del judaísmo y del islamismo que,
aunque no especialmente inclinados a abrazar el luteranismo, siempre inspiraban la sospecha de que podían
perder fácilmente la gracia en la primera oportunidad que se les presentase: estaban también los iluminados o
alumbrados, grupos de místicos cuyos antecedentes continúan siendo tan oscuros como sus doctrinas, pero que,
en todo caso, ponían la unión personal con Dios por encima de los formalismos de la Iglesia". (Cfr. BALDERAS
VEGA, GONZALO La reforma y la contrarreforma: dos expresiones del ser cristiano en la modernidad. Ed.
Universidad Iberoamericana. Madrid, 2007. P. 200).
22
misma sin recurrir a ningún elemento anecdótico. En El cortesano (1528) Baltasar de
Castiglione afirmaba que la indumentaria de los cortesanos debía ser sobria, siendo el color
negro el mas adecuado32.
La iconografía del retrato oficial en la corte de los Austrias fue creada por Tiziano y
Antonio Moro, pintor flamenco que estuvo al servicio de Felipe II y su familia. El personaje
aparece sobre un fondo neutro que hace resaltar la monumentalidad de la figura. Las poses
son serenas y llenas de majestad mientras que los tejidos y adornos aparecen pintados de una
manera sumamente precisa. El Museo del Prado cuenta con una magnífica colección de su
obra, casi todos proveniente de la colección real. Como el mas poderoso monarca de su
tiempo, Felipe II estaba muy interesado en ofrecer a través de sus retratos la imagen de digna
e intocable majestad, al igual que lo debían mostrar sus hermanas, hijos y esposas. La tipo de
retrato fue seguido por sus dos sucesores en el oficio de pintor de cámara, Sánchez Coello y
Pantoja de la Cruz durante el reinado de Felipe III y mas tarde Bartolomé González y Rodrigo
de Villandrando.
Por tanto, se puede afirmar que la representación oficial de los reyes de España hasta
el siglo XVIII es, en comparación con otras monarquías europeas, bastante sencilla y sin
estridencias. La personalidad del monarca se vislumbra claramente en una de las cartas
dirigidas a sus hijas en 1581. Felipe II, que se hallaba en Portugal con motivo del juramento
de las Cortes, se queja a las infantas de tener que vestir de brocado para el acontecimiento33.
Durante la boda de su hija, la infanta Catalina Micaela con el duque de Saboya celebrada
en Zaragoza en 1585, el rey vistió con su proverbial sencillez. Esta cuestión que no debe ser
pasada por alto ya que las bodas reales eran uno de los acontecimientos donde se prodigaba la
mayor pompa. Este dato nos lo ofrece Enrique Cock, jefe de sus archeros flamencos y dice así:
“Era su majestad vestido de negro y sin pompa alguna, con su Toisón de oro”34.
32
BANDRÉS OTO, M.: La moda en la pintura: Velázquez. Usos y costumbres del siglo XVII, Pamplona, p. 147.
33
BOUZA, F.: Cartas de Felipe II a sus hijas. Madrid, 1998, p. 35.
34
COCK, H: Relación del viaje hecho por Felipe II, en 1585, a Zaragoza, Barcelona y Valencia escrita por
Henrique Cock, notario apostólico y archero de la guardia del cuerpo real. Madrid, 1876, p. 47 y 52.
23
Felipe II adoptó el color negro como norma, lo cual siempre se ha entendido como un
hecho consustancial a la leyenda negra que durante siglos tuvo como protagonista al llamado
“rey prudente”, pero en la actualidad los expertos consideran que este color fue escogido
porque representaba la elegancia y la sobriedad de la que el rey hacía gala. Algunos filósofos
de la Antigüedad como Aristóteles, tenían en gran consideración el color negro al que
consideraban signo de equilibrio. Para ser recibido por su católica Majestad era preceptivo el
uso del negro. 35 En cualquier caso, no se
debe pasar por alto que Felipe II se vio
obligado a guardar luto en múltiples
ocasiones.
35
PUERTA ESCRIBANO, R de la: La moda civil en la España del siglo XVII: inmovilismo e influencias
extranjeras. Ars Longa. 2008. p. 77.
36
BERNIS, C.: El traje y los tipos sociales en el Quijote. Madrid, 2001, p. 261.
24
documentos sobre la ropa de la emperatriz doña Isabel de Portugal. Los abanillos eran las
ondulaciones que se hacían con el molde después del almidonado, con el tiempo se hicieron
mas grandes y abiertos.
25
esa forma se usaban hierros calientes. Von Boehn afirma categóricamente:
“La moda española era más a propósito que ninguna para la gente rica, porque, para lucir
debidamente, exigía no solo telas ricas, recios rasos, terciopelos y brocados de oro y plata, sino,
además, muchos adornos”37.
Las grandes gorgueras impedían a las damas el uso de pendientes grandes, incluso el
peinado tendía hacia la verticalidad para que el cuello tuviera el espacio necesario. Como la
piel permanecía completamente oculta (salvo rostro y manos) las joyas y adornos se
desplegaban sobre la superficie del vestido y el
peinado. Si el traje masculino resultaba rígido, el
femenino debía ser una auténtica cárcel. Las
formas sinuosas de la silueta femenina quedaban
ocultas, bajo el sayo el pecho se aplastaba con
cartones engomados. En cuanto a la falda, los
retratos nos la muestran absolutamente rígida
dando sensación de pesadez. Para dotar a la
basquiña de esa apariencia tan característica se
usaba el verdugado, una estructura realizada con
varillas de mimbre que se colocaba sobre las
enaguas. El verdugado tuvo diversas formas a lo
largo de los tiempos lo cual repercutía lógicamente
en la silueta de falda. Este armazón se lucía en
acontecimientos significativos como las bodas
reales. Grandes damas, reinas e infantas españolas
lo llevan en los retratos cortesanos como era
Antonio Moro. Archiduquesa Maria de preceptivo. En Francia se usaba el llamado
Austria. Esposa de Maximiliano II. 1551.
Museo del Prado. Madrid. “verdugado de rollo” o “lardo de mujer” que
consistía en una especie de almohada que se
colocaba rodeando las caderas.
Tal y como estamos comprobando la moda española de principios del siglo XVII se
distinguía por enmascarar completamente la silueta. La masculina presentaba abombamientos
en pecho y muslos, jubón y calzas aparecían rehenchidos. Solamente la parte de las piernas
37
VON BOEHN, M: La moda. Historia del traje en Europa desde los orígenes hasta nuestros días. Tomo III,
Barcelona, 1928, p. 84.
26
que se cubrían con medias seguían su proporción real. Parece mentira que una indumentaria
tan incomoda y costosa perseverara tanto tiempo, hacia 1620 las clases altas europeas
empiezan a seguir otras pautas mientras que algunos países mas dependientes de la Corona
española continuaron con nuestros “usos”. En aquellos tiempos no se decía como ahora “ir a
la moda” o “estar de moda” sino “ir al uso”.
El hecho de que una manera de vestir sea sustituida por otra completamente diferente
no es un fenómeno actual; el caballero europeo abandonó progresivamente la rigidez del traje
español a favor de un atuendo de formas amplias, los ricos cuellos se siguieron llevando pero
caídos. Dejar el cuello libre trajo consigo varios
cambios, entre ellos que algunos hombres se
dejaran el pelo largo; las mujeres por su parte,
empezaron a lucir su escote y a adornar su rostro
con pendientes de mayor tamaño y su cuello con
collares. Desde 1615 se tienen noticias del uso de
pelucas en París pero el espaldarazo definitivo se
produjo en 1624 cuando el mismo Luis XIII optó
por llevarlas para tapar su calvicie, estas se
fabricaban con cabello humano pero también se
usaba el pelo de cabra y el de caballo. Poco a poco
las pelucas se pusieron de moda y esta vez los
hombres fueron los primeros en adoptar la nueva
tendencia. A principios del siglo XVII la gorguera
pasó de ser rígida a dejarse caer por los hombros,
Diego Rodríguez de Silva y Velázquez. el cuello caído posibilitará que el hombre se deje
Retrato del infante don Carlos. Hacia 1626-
1627. Museo del Prado. Madrid. el pelo largo.
Felipe III creó una Junta de Reformación que años mas tarde recuperó su hijo junto a
su valido el Conde-Duque de Olivares. Nada mas subir al trono Felipe IV cortó por lo sano
prohibiendo su uso y adoptando la golilla, un cuello muy sencillo y económico que los
españoles usaron hasta la llegada de los Borbones. El monarca decidió poner fin a tales
dispendios y con el fin de proteger la economía nacional dictó una pragmática en 1623 por la
cual el uso de cuellos de encaje quedaba abolido:
27
“Su Majestad, no sólo como buen legislador hizo la ley sino que ejemplarmente la cumple,
habiendo puesto Valona, con el serenísimo infante D. Carlos”38.
Como había que buscar una alternativa se escogió la valona: sencilla, plana y que
dejaba el cuello al descubierto. En muchas en ocasiones las modas se crean y destruyen por
los motivos más inesperados, la valona tuvo poco tiempo de validez ya que el rey padeció una
afección de garganta y no le gustó llevar el cuello al aire, por lo que unos meses más tarde
comenzó a usar un nuevo tipo llamado golilla, que había sido creado por un sastre madrileño
ese mismo año. Desde el comienzo del largo reinado de Felipe IV (1623-1665) apreciamos
como la moda española sigue su propio camino completamente al margen de la europea que
Jean Mozin (Taller) Fabrica de los Gobelinos.Historia del Rey. 3ª serie, 2ª pieza. Entrevista de Luis
XIV y Felipe III en la isla de los Faisanes, el 6 de junio de 1660. Embajada de Francia en Madrid.
comienza a mirar a Francia. Las marcadas diferencias entre los dos países se escenificaron en
1660 con motivo de la boda entre Luis XIV y la infanta María Teresa, hija de Felipe IV y su
primera mujer Isabel de Borbón. El encuentro de ambos séquitos, con motivo de la entrega de
la infanta y de la firma de la paz de los Pirineos39, tuvo lugar en la isla de los Faisanes en el
río Bidasoa.
38
DESCALZO LORENZO, A.: “El traje masculino español en la época de los Austrias” en Vestir a la española
(siglos XVI y XVII). Vol. I. Madrid, 2014, p. 23.
39
La paz de los Pirineos fue firmada por las monarquías española y francesa el 7 de noviembre de 1659 tras diez
años de guerra. El tratado estipulaba la boda de Luis XIV con la infanta María Teresa cuya dote se cifró en
medio millón de escudos de oro, cantidad que no fue satisfecha.
28
Este histórico episodio se puede conocer al detalle por un tapiz realizado según
modelo de Charles Le Brun para la fábrica de los Gobelinos entre 1665 y 1668. La escena que
representa el tapiz es el fiel reflejo de lo dispar entre los gustos francés y español en cuestión
de vestimenta. Felipe IV aparece sobriamente ataviado de negro con jubón, calzas, ropilla,
golilla y ferreruelo. El rey ofrece a su hija que luce sayo y basquiña provista de
guardainfante confeccionado todo en satín blanco40, bordado y adornado con lacitos de plata
junto con el peinado característico de este atuendo cortesano41.
De cintura para abajo el hombre usaba bragas. El vocablo “braga” alude actualmente a
una prenda femenina, el Diccionario de la Real Academia la define como: “Prenda interior
femenina e infantil que cubre desde la parte inferior del tronco y tiene dos aberturas por las
piernas”, pero hace siglos era diferente. Se llamaba braga a una pieza de ropa interior de uso
40
El blanco todavía no era el color distintivo para los trajes de novia.
41
La crónica que dejó madame de Motteville sobre el atuendo de la infanta es muy reveladora: “Su
guardainfante era un aparato semi redondo y monstruoso”. BOUCHER, F.: Ob. cit., p.278. Véase, Bertault
Langlois de Motteville, F.: Mémoires pour servir à l' histoire d'Anne d'Autriche, épouse de Louis XIII roi de
France. Vol I. 1723.
42
Véase, AGUADO DE LOS REYES, J.: Fortuna y miseria en la Sevilla del siglo XVII. Sevilla, 1996.
29
exclusivamente masculino, un calzón corto confeccionado con lienzo blanco. El origen es
remoto, se piensa que se encuentra en una pieza de paño que usaban los antiguos griegos a
modo de suspensorio. Bragueta es el diminutivo de braga, esta última aparece recogida en
nuestro primer diccionario, siendo definida como:
“Cierto género de zaragüelles justos que ciñen los lomos y cubren las partes
vergonzosas, por delante y por detrás, y un pedazo de los muslos, usan dellas los pescadores y
los demás que andan en agua, los que lavan lana, los tintoreros, los curtidores también las
usan los religiosos y llámanlas paños menores. Antiguamente usaron las bragas los que
servían en los baños, por la honestidad, los que se ejercitaban en los gimnasios, luchando y
haciendo demás ejercicios, desnudos. Los que
entraban a nadar que se enseñaba en Roma con
gran cuidado que importaba mucho para la guerra.
Los pregoneros, porque no se quebrasen, dando
tantas voces. Los comediantes, los cantores, los
trompeteros, y los demás que tañían instrumentos
de boca. Los quebrados traen un género de bragas
mas recogido, que llaman braguero. La cobertura
en la encajadura de las calzas se llama bragueta, y
braguetón, la que es grande, como la de los
43
Tudescos”. Covarrubias nos aporta mucha
información sobre esta prenda, haciendo también
alusión a la gran bragueta que usaban los alemanes
(tudescos). En el siglo XVIII la voz “calzoncillo”
Jacopo Pontormo. Autorretrato. 1522-1525.
British Museum. Londres.
ya es de uso común en España y así aparece citada
en los documentos44.
La camisa solía llevar adornos en el cuello pero se mostraba menos que la femenina.
Sobre esta, el hombre vestía jubón, sayo y calzas, estas últimas eran bastante cortas y anchas
por lo que gran parte de las piernas, que se cubrían con medias, quedaban al descubierto. El
jubón, que era apretado y llegaba hasta la cintura, y las calzas se unían mediante agujetas. La
moda del siglo XVI nos muestra jubones con las mangas abiertas con cortes llamados
43
COVARRUBIAS, Sebastián de: Tesoro de la Lengua Castellana., Madrid, 2006, pp. 350.
44
El calzón confeccionado con cualquier tipo de lienzo blanco y el calzoncillo hacen referencia a la misma
prenda. aparecen en los documentos como en el inventario post-mortem de don Hermenegildo López del Águila
donde figuran: “cuatro pares de calzoncillos de crea muy remendados”. AHPSE-P: 5192, 595 v.
30
cuchilladas por donde asomaba la camisa. Las mangas del jubón sufrieron diversos cambios,
de rectas pasaron a estar abombadas en la parte superior para mas adelante ser rectas y muy
ceñidas. En ocasiones se usaba la almilla, una prenda de abrigo entre la camisa y el jubón45.El
jubón surge en el siglo XIV, era una prenda estrecha, con mangas abombadas a la altura de
los hombros y unido a las calzas por las agujetas 46 . El jubón siempre iba debajo de otra
prenda, el Tesoro de la Lengua Castellana en su definición de jubón que la expresión “En
calzas y en jubón” significaba ir medio desnudo. 47 Los abombamientos de las mangas se
llamaban bocados o bocadillos, eran pequeños bullones que salían de las cuchilladas. El jubón
podía estar relleno de algodón, lana o borla, si estaba relleno se denominaba jubón fornido48 y
era confeccionado por los jubeteros.
45
BERNIS, C: Ob. cit., p. 76.
46
BERNIS, C: Op. cit., p. 15.
47
COVARRUBIAS, S de.: Ob., cit., p. 492.
48
DESCALZO LORENZO, A: Ob. cit., p. 19.
49
SOLÁNS SOTERAS, M C: Ob. cit., p. 99.
50
VON BOEHN, M: Ob. cit., p. 166.
51
Ibidem, p. 171.
31
mas adelante las calzas se alargaron sujetándose a las rodillas llamándose gueguescos. A
principios del siglo XVII las calzas fueron perdiendo volumen y ganando largura, de tal
manera que llegaron a cubrir la rodilla y así quedaron todo el siglo. En los primeros años del
reinado de Felipe IV eran anchas, un ejemplo bastante elocuente sobre esta prenda nos lo
ofrece Las lanzas de Velázquez.
Sobre el jubón también se podía vestir diversas prendas como el coleto (generalmente
de piel y sin mangas) que no sobrepasaba la cintura, la ropilla (con mangas y faldillas) o la
cuera. El coleto era una prenda que se utilizaba también para practicar deportes al aire libre.
El coleto y la cuera provenían del traje militar y se llevaban sobre el jubón. Durante el siglo
XVI las voces coleto y cuera se hicieron sinónimas. Sobre esto se usaba el sobretodo, abierto,
con mangas y a veces forrado con pieles; esta prenda también era denominada simplemente
ropa. La moda del acuchillado presentaba mangas muy decoradas con aberturas en varios
sentidos, en ocasiones las mangas se confeccionaban por separado y después se unían al traje.
Hacia 1550 comienzan a asomar el cuello de la camisa y los puños de las mangas. Las mangas
dobles y caídas por detrás tienen origen turco.
Como prenda de abrigo se encontraba la simple capa o algunos tipos mas ricos como
el herreruelo con cuello ribeteado o el bohemio, pieza forrada de piel pasando por el tudesco
que tenía mangas pero no se
usaban. La capa dejaba las
piernas al descubierto y podían
tener capucha y se trata tal vez,
de la única pieza de la
indumentaria antigua masculina
que ha llegado al siglo XX.
Otras prendas de abrigo eran el
capuz, tabardo (especie de
abrigo sin mangas o con
mangas abiertas mas usado en
el extranjero) y capote, capa de
abrigo para protegerse de la
lluvia. La voz capote está Francisco de Zurbarán. Defensa de Cádiz contra los ingleses. 1635-
1635. Museo del Prado. Madrid.
documentada a partir del
32
Cancionero de Baena (siglo XV). Por último,
el gabán lo usaban todas las clases sociales,
tenía mangas y capucha. La cabeza se tocaba
con gorra o sombrero.
A principios del siglo XVII las calzas fueron perdiendo volumen y ganando largura,
de tal manera que llegaron a cubrir la rodilla y así quedaron todo el siglo. En los primeros
años del reinado de Felipe IV eran anchas, un ejemplo bastante elocuente sobre esta prenda
nos lo ofrece Las lanzas de Velázquez. Los greguescos, eran abombados y se ataban debajo
de la rodilla que se adornaba con rosetas, motivo decorativo que también se usaba en el
52
BERNIS, C.: Ob. cit., p. 34.
33
calzado. Para proporcionarles volumen se colocaban rellenos de algodón, papel o serrín entre
el forro y la tela, bajo este se utilizaba un sencillo calzón de lienzo 53. En los años cuarenta las
calzas se fueron estrechando, también podían estar acolchadas albergando en su interior
varias capas de algodón y siempre estaban forradas. Para unirlas al coleto se usaban agujetas
pero poco a poco fueron sustituidas por el cinturón que se denominaba braguero. Las agujetas
eran unas cintas de seda o hilo con los cabos rematados por metal o hueso. Es preciso señalar
que algunas ropas iban unidas por estos cordones denominándose prendas atacadas, por
ejemplo las mangas podían ir atacadas al coleto y
este último a las calzas.
53
BANDRÉS OTO, M.: Ob. cit., p. 173.
54
DESCALZO LORENZO, A.: “La moda en tiempos de Cervantes” en La Moda Española en el Siglo de Oro.
Toledo, 2015. p. 53.
55
DUEÑAS, G.: “Las armas y la indumentaria en El Quijote”, El Quijote y sus trajes. Madrid, 2005, p. 104.
34
calzones muy anchos, botas altas y guantes de “ámbar
de infusión”. Esta técnica en el tratamiento de las
pieles se seguirá utilizando en el siglo XVIII.
56
CAMPOS CAÑIZARES, J.: El toreo caballeresco en la época de Felipe IV: técnicas y significado socio-
cultural. Sevilla, 2007, p. 275.
57
Ibidem, p. 624.
58
Se llevó a cabo una restructuración del personal palatino reduciendo cargos y salarios. DOMÍNGUEZ ORTIZ,
A.: Ob. cit., p. 243.
35
La golilla era un cartón forrado de tela
almidonada de color blanco que se sostenía
por medio de un alambre y su forma se
asemejaba a un plato. Esta pieza se colocaba
alrededor del cuello y fue el tipo mas común
aunque esto no implica que no se usasen ricas
valonas caídas sobre los hombros tal y como
nos muestran pinturas de la época, incluso el
mismo rey tiene algunos retratos en los que
lleva preciosas valonas aunque son los menos
ya que este cuello representaba la imagen
institucional de la monarquía española.
Bartolomé Esteban Murillo cuenta con una
Diego Rodríguez de Silva y Velázquez. Retrato
de Juan Martínez Montañés. Hacia 1635. Museo serie de retratos masculinos de cuerpo entero
del Prado. Madrid.
en los que podemos apreciar como los
caballeros sevillanos usaban el citado cuello; aunque en su autorretrato de hacia 1670 que se
conserva en la National Gallery de Londres, el maestro se pintó con una valona guarnecida
de encajes.
“En vez de alzacuello llevan una especia de rotonda hecha de cartón, sobre la cual hay
estirada una tela almidonada y arreglada en varias pinzas que llaman golilla; es una invención
muy incómoda (…) Os envara el movimiento del cuello y de la cabeza, y os da un aire grave,
a pesar del que tengáis. Algunos no se acostumbran a ello y llevan grandes alzacuellos que
valones”59.
Estos datos nos resultan de gran interés ya que vemos que los dos tipos de cuello se
alternaban, por otro lado la golilla impedía moverse con libertad por lo que parecía ideada
para gentes ociosas provocando una postura que los españoles consideraban muy digna pero
59
GARCÍA MERCADAL, J.: Ob. cit. p. 229.
36
los extranjeros entendían como grave. El relato del padre Labat escrito 1706 nos informa que
en Sevilla estuvo con un comerciante francés que usaba golilla60.
Según estamos comprobando la moda masculina del siglo XVII fue bastante parecida
a la de la centuria anterior en cuanto al tipo de prendas en los distintos sectores de la sociedad,
la diferencia radicaba lógicamente en los materiales. Se siguieron usando los mismos
elementos aunque algunas con variaciones en cuanto a forma y los hombres siguieron
vistiendo de oscuro. Un cambio si se produjo en cuanto a la ropa cómoda para estar en casa,
se trataba de prendas de origen oriental con forma
de bata o kimono que usaron tanto hombres como
mujeres y que se denominaron ropas de levantar.
Este tipo de batas se seguirán usando a lo largo de
todo el siglo XVIII tal y como informan los
documentos por lo que trataré sobre ellas en su
momento.
veces con joyas mientras que una de las alas se solía llevar subida. La voz montera será
sustituida por chambergo a partir de 167061. La voz chambergo procedía del llamado ejército
de la Chamberga creado por la reina regente doña Mariana de Austria en 1669. El sombrero
60
LABAT, J-B.: Viaje por Andalucía en los años 1705-1706. Sevilla, 2007, p. 23. El padre Labat (1663-1738)
fue un monje dominico francés. Con treinta años se embarcó para América donde estuvo doce años. Destacó no
sólo como religioso, sino como, explorador, botánico, matemático, ingeniero, llegando a construir molinos para
mejorar la producción de azúcar y otros artilugios. Después estuvo en España e Italia.
61
BANDRÉS OTO, M.: Ob. cit., p. 63.
37
era una pieza absolutamente indispensable en la imagen del caballero español del siglo XVII.
Su tejido y adornos proporcionaban información fidedigna de su portador.
Pedro de Camprobín. El caballero y la muerte. Mediados del siglo XVII. Hospital de la Caridad. Sevilla.
y a la dama nos son de gran ayuda para conocer la indumentaria española del Barroco, ya que
se habla del tipo de prendas que usaban las clases pudientes, mientras se hace una enconada
crítica contra las personas preocupadas en exceso por su aspecto físico, y por lo tanto
demasiado presumidas y esclavizadas por la moda. El galán era un individuo vanidoso cuyo
traje debía estar a la última. El estoico joven tenía que sufrir todo tipo de apreturas para
presentarse en sociedad. El traje de caballero español era excesivamente ceñido y por lo tanto
muy incómodo. El relato comienza en casa del joven la mañana del día festivo, una vez se ha
levantado de la cama procede a arreglarse con esmero para salir a la calle a dejarse ver. Para
tan complicado procedimiento es asistido por varias personas a su servicio. Una tras otra se va
embutiendo en todas las prendas, entre ellas el autor destaca el precioso jubón (prenda de
manga larga que se ponía sobre la camisa) confeccionado con una tela riquísima. Sobre las
telas recamadas de oro o plata es importante resaltar que su uso estaba vetado aunque no se
38
respetaba. Felipe IV promulgó una serie de disposiciones sobre el uso de determinados tejidos
y la prohibición de otros tantos.
El traje de los españoles, según cuentan los que tuvieron que padecerlo, excesivamente
apretado, lo cual provocaba una postura tan envarada
que sorprendía mucho a los extranjeros. El tormento
también llegaba a los pies ya que los zapatos debían
quedar muy justos. El caballero francés Antonio de
Brunel que visitó España en 1654 quedó impresionado
del martirio que debían sufrir los hombres, sobre todo
en lo que respecta a los zapatos estrechos. Zabaleta se
mofa de esta absurda práctica y explica el tremendo
esfuerzo que debe hacer el oficial de zapatero para
calzar al presumido galán, cuando lo mas fácil y
lógico sería usar un zapato cuya medida fuera acorde
con la del pie y dejarse de extravagancias. El galán
ya está vestido, calzado y afeitado por lo que se
procede a la colocación de la golilla. Zabaleta la
aborrece por su incomodidad y afirma: Bartolomé Estebán Murillo. DonAndrés
de Andrade y la Cal. 1665.Metrpolitan
“(…) es como meter la cabeza en un cepo, Museum of New York.
tormento inexcusable en España. Ésta es la nación de
cuantas la razón cultiva, que menos cuida de sus comodidades. Está la golilla aforrada en blanco por
dejar de la valona no mas que algunos visos”62.
Parece sorprendente que el uso de un cuello tan incómodo perdurara mas de ochenta
años. Madame d´Alnoy también se hace eco de este tipo de cuello diciendo que el joven que
la llevaba no podía mover la cabeza con naturalidad:
“Su golilla de cartón le mantenía el cuello tan erguido, que no podía ni bajar ni volver
la cabeza. No hay nada más ridículo que ese alzacuello; porque no es ni una gorguera, ni una
valona, ni un corbata. Esa golilla, en fin, sin que se parezca a nada, incomoda mucho y
desfigura otro tanto”63.
62
ZABALETA, J.: El día de fiesta por la mañana y por la tarde. 1983.p. 106.
63
AULNOY, M C.: Relación del viaje a España. Madrid, 1986. p. 171.
39
Volviendo al
galán en cuestión, nos
encontramos en la
última fase de su arreglo.
Se coloca la ropilla
(prenda exterior con
mangas), tan ajustada
que le cuesta un rato
atarse el cinturón. Para
poder vestirse y ser
afeitado cómodamente
el joven lleva el pelo Gregorio de Tapia y Salcedo. Ejercicios de la jineta. 1643. Biblioteca
Nacional de España. Madrid.
recogido con una cinta,
un vez terminado todo el proceso se la retira cayendo en guedejas. Este tipo de peinado fue
muy criticado, incluso el mismo rey lo prohibió en 1639, el veto rezaba así: “Prohibición de
guedejas y copetes en los hombres sin excepción de privilegio o fuero”. Zabaleta pone de
manifiesto una vez más que las leyes en materia de indumentaria no se acataban. Ya con la
melena al viento el caballero solo precisa espada, capa y sombrero. El mismo se pone el acero
al cinto y un criado le coloca la capa de bayeta ricamente labrada con puntas. Por último se
acomoda un sombrero de castor negro confeccionado en París; el autor echa pestes de su alto
precio, afirmando que con un solo sombrero se podrían comprar mantos para seis viudas
pobres.
Los relatos de viajeros constituyen una valiosa herramienta en manos del investigador
para conocer los usos sociales. En 1672, el francés Jouvin64 afirma que los españoles van bien
vestidos y calzados, todavía no se había implantado el tacón para uso masculino; aunque no
obvia que los trajes son negros y demasiado ceñidos. La espada se llevaba a la izquierda, al
igual de la corta capa, mientras que el puñal iba a la derecha. 65 La capa se sujetaba en el
64
Albert Jouvin de Rochefort (c.1640 – c. 1710) fue un cartógrafo que realizo diversos viajes por el continente.
En 1672 publicó Le voyageur d'Europe. Veáse, GARCÍA MERCADAL, J.: Viajes por España. Madrid,
1972, p. 115.
65
GARCÍA MERCADAL J.: Ob. cit., p. 172.
40
hombro izquierdo y la recogían con este mismo
brazo. Parece que esto era símbolo de elegancia.
Según relata madame d´Alnoy, el lujo que observó
en la corte madrileña era fastuoso. La francesa tuvo
ocasión de asistir a la corrida de toros que se celebró
en la plaza mayor de Madrid con ocasión de la boda
del rey Carlos II con la princesa María Luisa de
Orleans. Tan magno acontecimiento tuvo una puesta
en escena especialmente rica y cuidada, y aunque los
caballeros rejoneadores vestían de negro sus trajes
estaban bordados de oro y plata. Los sombreros
lucían a un lado plumas blancas, mientras que en Bartolomé Esteban Murillo. Joshua van
brazos, cintura o pecho llevaban bandas bordadas de Belle. 1670. National Gallery. Dublin.
“…con la particularidad de habérsela puesto antes la Reyna, con una cinta de color de fuego”67.
66
AULNOY, M C.: Ob. cit., p. 289.
67
ORTIZ DE ZÚÑIGA, D.: Anales eclesiásticos y seculares de la ciudad de Sevilla. Lib .XVIII. p. 336.
68
TEJEDA FERNÁNDEZ, M.: Ob. cit., p. 152.
41
“Ordinariamente, es el embajador de Francia el que llama mas la atención, porque su séquito
va todo vestido a la francesa, y es el único embajador que goza de este privilegio, porque los otros van
vestidos a la española” 69.
42
a Juan Bautista Martínez del Mazo hasta su muerte en 1671. En otra pintura atribuida al
mismo artista y titulada Carlos II niño y sus antepasados (Museo Lázaro Galdiano, Madrid),
el rey viste hongarina con lazos, ropilla y calzones grises71.
El niño rey porta en una mano el bastón de mando y en la otra un sombrero negro
adornado por preciosas plumas. La melena es larga con raya al lado y onda sobre la frente.
Por último contamos con otro retrato de Herrera Barnuevo hacia 1670 (Ermitage, San
Petersburgo), en el que el monarca
lleva un traje rojo compuesto por
hongarina y calzones ricamente
labrados y adornados con lazos,
valona que cae por los hombros,
zapatos rematados con lazadas y
sombrero adornado con vistosas
plumas blancas.
71
La hongarina es una prenda documentada en España a partir de 1653 a raíz de un traje de paño
confeccionado a Felipe IV que se componía de calzón, ropilla, ferreruelo y hungarina. Esta pieza
parecida a la casaca acabará siendo sustituida por ella, según podemos apreciar en las citadas pinturas,
la hongarina no era ceñida al talle y llegaba a medio muslo llevándose abierta aunque contaba con
botones. En 1669 se aconsejaba a uno de los ejércitos del rey sustituir las hongarinas por las casacas:
“se les han de quitar las hungarinas y darles casacas que hoy se conservan en la armada para cubrir las
armas”. Véase: MORALES, N., QUILES GARCÍA, F.: Sevilla y corte: las artes y el lustro real (1729-1733).
Madrid, 2010.
43
perpetuó durante todo el siglo en España, sino que también continuó en los lugares que
dependían políticamente de ella como Viena, Nápoles o Génova 72. El traje militar que se
configuró en el siglo XVII constaba de tres piezas características: la casaca, la chupa y los
calzones. La evolución del jubón y el coleto hacia la casaca y la chupa fue lenta, el jubón
llevaba mangas y el coleto no mientras que los faldones de ambas prendas se unían mediante
lazos. El cambio se produjo cuando las mangas del jubón pasaron al coleto que: “…tomó la
forma de casaca con sus largos faldones, no añadidos aparte. Este casacón ya había sido usado
por la gente del campo pero hacia 1630 fue adoptado en general. Los calzones eran muy
amplios y el zapato plano fue sustituido por las botas altas que incluso llegaban al muslo y se
remataban en forma de embudo”73. El traje masculino al uso francés fue implantándose en
España paulatinamente hasta quedar afianzado en los primeros años del siglo XVIII.
72
VON BOEHN, M.: Vol III. Ob. cit., p. 92.
73
Ibidem, p. 98.
44
pechos”74 En cuanto al vestido, comenzamos por el sayo alto que comenzó a usarse hacia
1530. Era completamente cerrado y se basaba en el modelo masculino. Los vestidos podían
tener escote cuadrado o redondo, que se cubría con fino tejido transparente. Hacia 1550 los
trajes son completamente cerrados y con cuello alto75, enfatizando el estrechamiento de la
cintura. Por contraposición a la sencillez del atavío masculino español en la segunda mitad del
siglo XVI, nos encontramos con unos retratos femeninos que nos presentan a reinas e infantas
vestidas con un lujo extraordinario. La moda femenina fue bastante inmovilista durante los
reinados de Felipe II y Felipe III, es decir, que durante unos setenta y cinco años hubo pocas
variaciones.
Mientras los hombres mostraban sin pudor sus atributos, la moda imponía a las
mujeres disimular los suyos. Los cartones de pecho consistían en una faja que se llevaba
desde la cintura al pecho, se podían confeccionar de distintas maneras, por ejemplo a base de
una serie de tablillas forradas con cuero que se colocaban delante del pecho para aplastarlo. o
por medio de un cartón engomado colocado entre la tela y el forro. Su objetivo era ocultar las
formas de la silueta además de conseguir una cintura lo más estrecha posible. La moda de
disimular y aplastar el pecho llegó hasta finales del siglo XVII:
“Entre ellas es un bello detalles no tener pechos, y toman precauciones desde muy pronto para
evitar su desarrollo. Cuando el seno comienza a formarse se colocan encima pequeñas placas de
plomo y se vendan como se faja a los niños”76.
El escote no era bien visto en España, mientras que en otros países las damas lo
usaban ya en el siglo XVI, aquí tardará en llegar. Un ejemplo muy elocuente lo constituye la
boda de la infanta Ana de Austria 77 con Luis XIII en 1615. Ambas naciones tenían sus
respectivos usos. En Francia el escote estaba a la orden del día, cosa que no estaba bien vista
en la pudibunda corte española. Felipe III le pide a su hija un retrato en 1617 pero aclara:
74
COVARRUBIAS, S.: Ob. cit., p. 419.
75
PUERTA, R.: Ob. cit., p. 67.
76
AULNOY, M C.: Ob. cit., p. 234.
77
Ana María Mauricia de Habsburgo, nacida en 1601, fue la hija primogénita de Felipe III y Margarita de
Austria- Estitia. En su boda lució un vestido de terciopelo morado bordado con flores de lis, símbolo de la casa
real francesa desde la Edad Media. Las cuestiones en materia de indumentaria eran muy estrictas y más en las
distintas Cortes, por lo que la nueva reina de Francia comenzó a vestir según la moda de su nuevo país por lo
cual vistió vestidos escotados. Los trajes de las damas francesas también llevaban cuellos de encaje, el llamado
cuello Medicis”, alto, almidonado y en forma de abanico.
45
“Esto querría que fuese sin descubrir los pechos, y assi creo lo areis, que creo no puede ser
bueno para nada, aunque allá se use…”78.
78
VÁLGOMA Y DÍAZ-VARELA, D.: El ajuar de Ana de Austria, Infanta de España. Reina de Francia.1949,
p. 17.
46
momento, sino que las damas prescindirían del jubón a favor de un cuerpo sin mangas y con
escote por el cual saliera la camisa. El verdugado tampoco se usaría para la vida diaria79.
Antonio Moro. Retrato de Isabel de Valois. que mas destaca son las espectaculares mangas
Hacia1660. Coleccion Varez Fisa. Madrid. dobles, abiertas longitudinalmente por delante.
El sayo también tiene aberturas y se decora con
numerosos adornos iguales formados por cuatro perlas; la prenda remata en cuello alto por el
que asoma la blanca gorguera. La basquiña (falda) presenta acuchillados en distintos sentidos.
El acuchillado era de una cortadura practicada en las prendas muy de moda durante los siglos
XVI y XVII que comenzó en la indumentaria militar para luego pasar a la civil. Este vestido
es magnífico en cuanto a colorido y decoración pero parece ser que la reina mas adelante
comenzó a vestir de negro como su augusto esposo.
79
BERNIS, C.: El traje y los tipos sociales del Quijote. Madrid, 2001, p. 208
80
CHECA CREMADES, F.: Felipe II. Mecenas de las artes. Madrid, 1997, p. 157.
47
El verdugado era una estructura de forma acampanada compuesta por aros de mimbre,
metal o madera forrados de tela y unidos por cintas que se colocaba encima de la falda
interior aunque en un principio los verdugos iban cosidos a la misma falda. Tan curioso
término tiene su origen en forma redonda y verde al igual que los verdugos de los árboles81.
Los verdugos son también criticados por fray Hernando de Talavera (1428-1507), monje
jerónimo que ha pasado a la historia por haber sido el confesor de Isabel la Católica. Talavera
fue un hombre docto que escribió sobre cuestiones morales. Es célebre su Tratado sobre la
demasía en vestir y calzar, comer y beber redactado en 1477 e impreso en forma de
compendio. Se trata de un tratado sobre los usos sociales de su tiempo que juzga censurables,
con motivo de un decreto de excomunión
promulgado en Valladolid contra las
mujeres que usaran gorguera y caderas
anchas y contra los hombres que llevasen
camisones con cabezones labrados.
81
DE LA PUERTA ESCRIBANO, R .: “La moda civil en la España del siglo XVII: inmovilismo e influencias
extranjeras”. Ars Longa, Valencia, Valencia, 2008. p. 68.
82
BERNIS, C.: Ob. cit., p. 22.
83
BANDRÉS OTO, M.: Ob. cit., p. 192.
48
Su origen radica en la llamada saya verdugada, una falda con los verdugos incorporados. Mas
adelante se convirtió en la estructura que se colocaba bajo el vestido. Diversos escritos de la
época mencionan esta peculiar moda femenina, el mismo Lazarillo de Tormes cuenta que
nada mas llegar a Valladolid encontró a una señora en la calle, para mas señas esposa de un
sastre, que llevaba verdugado, chapines y apoyaba su mano en la cabeza de un escudero. El
Lazarillo entra a su servicio y relata que al llegar a su casa la mujer se desprendió del manto y
los chapines pero no del verdugado84. Ambos elementos se usaban juntos, el verdugado no se
acompañaba de zapatos corrientes. Las dos últimas esposas de Felipe II usaron verdugados y
en la corte vallisoletana de Felipe III era el atuendo
corriente para las altas damas.85
Es preciso tener en cuenta que estos elementos solo se usaban en ocasiones señaladas,
para la vida cotidiana las señoras llevaban un cuerpo escotado sin mangas por el que asomaba
84
ANÓNIMO: La vida del Lazarillo de Tormes sus fortunas y adversidades. Madrid. 1845. p. 346.
85
HERRERO GARCÍA, M.: Estudios sobre indumentaria española en la época de los Austrias. Madrid,
2014, p. 235.
49
la camisa. Los brazos femeninos no se muestran hasta el siglo XVIII y solo una parte, en
cambio fuera de la corte sí se usaba escote. La pintura española por desgracia nos muestra
pocos ejemplos de la indumentaria femenina de las clases populares.
Las mujeres sencillas vestían dos piezas, cuerpo sin mangas y falda, esta última solía
ser doble formada por saya (exterior) y faldellín (interior); las criadas se levantaban la saya
para poder trabajar por lo que el faldellín quedaba a la vista. En ausencia de testimonios
gráficos, para poder rastrear la vestimenta de épocas tan lejanas, los investigadores deben
recurrir, no solamente a los documentos notariales, sino también a la literatura. Las novelas y
obras de teatro son una magnífica fuente para conocer los usos y costumbres de cada
momento histórico lo cual es de gran ayuda para el
historiador. Cervantes, Lope de Vega, Quevedo,
Calderón o Tirso de Molina entre otros, nos
muestran a través de sus personajes nobles y
plebeyos, la sociedad del momento con sus hábitos,
tradiciones y rutinas.
Diego Rodríguez de Silva y Velázquez. artilugio podía ser útil para ocultar embarazos.
Dama del Abanico. Hacia 1635. Wallace
Consistía en un armazón en forma de campana
Collection. Londres.
colocado alrededor de la cintura y realizado a base
de aros de metal o mimbre unidos con cintas o cuerdas cuya su función era ahuecar la
basquiña, debido a su gran tamaño la tela quedaba muy estirada por lo que lucía esplendida,
sin arruga alguna. El guardainfante era una estructura compleja que precisaba de distintos
materiales:
“(…) tendríamos que incluir cuerdas o cintas como elementos verticales, ballenas, aros de
mimbre, bandas de cañizo y pleitos de esparto como elementos horizontales, y almohadillas
llenas de paja como elementos laterales.” 87 La falda tenía unas aberturas que permitían
86
PUERTA ESCRIBANO, R.: Ob. cit., p. 71.
87
HERRERO GARCÍA, M.: Ob. cit., p. 238.
50
recolocar los alambres si estos habían salido de su sitio. El aspecto exterior de la basquiña se
asemejaba a la forma de una enorme cesta invertida. El guardainfante fue ampliamente
reprobado en su tiempo por escritores y moralistas.
88
BANDRÉS OTO, M.: Ob. cit., p. 286.
51
El enorme tamaño del vestido hacía que las mujeres no cupieran por las puertas y
tuvieran que franquearlas de una en una y de lado, además se tuvieron que modificar las
puertas de los carruajes y de las sillas de manos para que las damas pudieran entrar. El
guardainfante provocaba todo tipo de incomodidades, Calderón de la Barca en su comedia No
hay burlas con el amor relata como las mujeres debían sentarse sobre taburetes y lo
complicado para acceder a los carruajes. Estas
complicaciones en los viajes y traslados se repetirán
en el siglo XVIII en lo concerniente a los altísimos
peinados que se pusieron de moda.
Zabaleta al relatar el arreglo de la dama, cuenta que una vez peinada y maquillada,
comenzaba la colocación del guardainfante, sin duda la parte mas complicada del proceso. El
escritor hablando de este particular artilugio afirma:
(…) este es el desatino mas torpe que el ansia de parecer bien ha caído” y continua:
…con tanto ruedo que colgada podría servir de pabellón90.
89
HERRERO GARCÍA, M.: Ob. cit., p. 247.
90
ZABALETA; J.: Ob. cit., p. 117
52
El magistral Velázquez nos deja testimonio de tan lujoso atavío en sus retratos de la
familia real tales como la reina Mariana de Austria y las infantas María Teresa y Margarita.
La reina Mariana (segunda esposa de Felipe IV) adoraba el guardainfante y lo usó muy
exagerado pero cuando falleció el rey adoptó las tocas de viuda hasta su muerte. En 1652
Velázquez la retrató con un espectacular vestido de terciopelo negro con galones de plata. El
cuerpo es muy ajustado, con ballenas, dobles mangas y se remata con haldetas. El escote se
cubre con un suntuoso cuello blanco de forma semicircular llamado valona cariñana que
cubría pecho, hombros y parte de la espalda 91 de cuyo dentro prende un gran joyel. El hecho
de que se denominara valona
está en estrecha relación con el
tipo de cuello de origen
flamenco que usaban los
militares92.
El peinado no es menos
exagerado ya que se trata de una
peluca sobre un armazón de
alambre sobre la que se
disponían joyas, flores y plumas.
Al igual que la basquiña, el
peinado es muy ancho pero está
en concordancia con el enorme
tamaño del guardainfante. La
reina lleva además manillas de
oro con cintas rojas, anillos y
Diego Rodríguez de Silva y Velázquez. Las Meninas. 1656. Museo
dos collares de filigrana. Los Nacional del Prado. Madrid.
collares que se colocaban
cayendo por los hombros se denominaban collares de hombros y podemos ver a través de
diversos retratos que los usaban damas y caballeros. El retrato es de aparato y presenta a la
reina con toda la magnificencia de la moda y los gustos españoles del momento. La imagen es
de una gran elegancia y de una incuestionable maestría ya que el pintor se mueve solo en
91
El cuello tomó este nombre por María de Borbón, princesa de Carignan que llegó a España en 1636 junto a su
marido el príncipe Tomás de Saboya, capitán de los ejércitos de Flandes y primo del rey. En 1637 se celebraron
en Madrid las mas fastuosas fiestas del reinado de Felipe IV en honor de tan altos personajes ya que había
muchos intereses políticos y diplomáticos en juego. TEJEDA FERNÁNDEZ, Margarita.: Ob. cit., p. 476.
92
Ibidem, p.147.
53
cuatro tonalidades: rojo, negro, plata y blanco. Aunque el calzado siempre permanecía oculto
por las faldas no podemos obviar que con estos vestidos se usaban los chapines, un calzado
con altísimo tacón que provocaba un tipo de andar característico a pasos cortos.
“Doña Carmen Bernis, pionera en el estudio de la moda en España, en sus estudios sobre la moda
en la época de Velázquez, acertadamente considera el guardainfante como un personaje velazqueño,
pues, gracias a la universalidad del pintor, este rasgo característico del vestido femenino español ha
quedado asociado a su obra, y por ello es conocido por un público extremadamente amplio”93.
La infanta Margarita, una niña de cinco años, aparece con un vaquerillo de seda
brocada de color crudo con decoraciones en negro. El cuerpo del vestido es rígido, va abierto
por delante con pequeños botones y las mangas son acuchilladas por lo que dejan ver la
camisa mientras que la basquiña lleva guardainfante.94 Isabel de Velasco y María Agustina
de Sarmiento, las dos damitas que atienden a la infanta, llevan sayo y la enana Maribárbola
un traje de terciopelo negro aunque sin guardainfante, aunque sí una enagua que ahueque la
falda95. Las dos meninas llevan el peinado típico del atuendo si bien usando solamente su
propio cabello arreglado con la raya en medio grandes rizos y preciosos adornos con forma de
mariposa96. Tanto en una como en otra, se aprecia claramente como la valona cariñana se
colocaba sobre el escote sujetándola al vestido con un joyel en su centro. Este tipo de cuello
es el antecedente del escote que se usará durante el Romanticismo.
93
DESCALZO LORENZO, A.: La moda en las Meninas de Velázquez. 2008. p. 2.
94
Los expertos aseguran que para la vida diaria las niñas, aunque fueran hijas del rey, usarían prendas mas
cómodas que les facilitaran el movimiento. Niños y niñas iban vestidos igual hasta los ocho años
aproximadamente, edad en que comenzaban a hacerlo al modo de los adultos. Las faldas eran mas adecuadas
para efectuar los cambios de pañal. Los niños también llevaban delantal. Una vez que alcanzaban la edad
adecuada y si pertenecían a las élites debían sufrir jubones apretados, verdugados, gorgueras o las prendas que
estuvieran de moda en ese momento.
95
BANDRÉS OTO, M.: Ob. cit., p. 360.
96
Este tipo de adorno aparece también en otros retratos como el de la infanta María Teresa, hacia 1651-1652.
Nueva York. Metropolitan Museum.
54
llamado monjil que se parecía al que usaban las monjas. La reina al quedarse viuda en 1665
adoptó el monjil hasta el fin de sus días. Cada país tiene sus símbolos por los que es
reconocido universalmente, en España uno de ellos lo encarna, sin duda, esta obra de arte
universal cuya protagonista es la infanta Margarita que se sitúa en el centro de la
composición. Cuatro años mas tarde Velázquez volvió a retratar a la infanta que porta un
magnífico guardainfante de codos que sorprende por la anchura de su tamaño. El traje está
confeccionado con brocado rosa con tejido de plata y lleva todos los elementos anteriormente
señalados. Este retrato es una clara prueba del nivel de lujo y sofisticación que alcanzó la
moda femenina a finales del reinado de Felipe IV.
97
La Alameda fue el primer paseo de Sevilla, levantado por el conde de Barajas intendente de la ciudad en
1574.
55
En cuanto a la pervivencia del guardainfante, está documentado que la Tarasca lo
llevó hasta 1667 lo que nos es de gran ayuda para conocer la pervivencia de esta moda. La
Tarasca era una figura femenina que representaba a la prostituta de Babilonia, se le llamaba la
“gigantona”98 e iba acompañada por un animal fantástico con cabeza de dragón que se sacaba
en procesión durante la festividad del Corpus Christi. En los años posteriores al Concilio de
Trento, como reacción al protestantismo, se incorporan a la celebración de la Fiesta de la
Eucaristía una serie de figuras como: gigantes, cabezudos, tarascas. Formaban un séquito
grotesco que representa a los pueblos paganos, diablillos y seres malignos que con su
presencia en la procesión patentizan la majestad de la Eucaristía y su “soberanía” sobre todos
los pueblos de la tierra, acatando y reconociendo el poder supremo de Cristo sobre todo el
98
BASS, L.R. y WUNDER, A.: “Moda y vistas de Madrid en el siglo XVII” en Vestir a la española en las
cortes europeas (siglos XVI y XVII). Vol. I. p. 363.
56
Los usos en la vestimenta
comenzaron a cambiar
paulatinamente, el escote fue
bajando hasta llegar a mostrar la
totalidad de los hombros a finales
del siglo XVII. También se
modificaron los cuerpos y la forma
de las faldas. En el retrato de la
infanta Margarita fechado en 1665,
Martínez del Mazo nos la presenta
vestida de negro debido al reciente
fallecimiento de su padre, el rey.
Podemos observar como se han ido
produciendo modificaciones, lleva
sacristán, cuyo jubón pierde las Tarasca de la Porcesión del Corpus Christi. Madrid 1667.
faldillas. Bajo el jubón la cotilla,
mientras que la basquiña es larga y con mucho vuelo lo que provoca que la cintura luzca gran
cantidad de pliegues. El escote tiene forma de barco y el sayo remata en punta acentuando la
estrechez de la cintura. El peinado también ha variado, se presenta con un recogido con dos
trenzas y la raya a un lado. La melena partida se pondrá de moda durante el reinado de Carlos
II ya que el escote despejado posibilita este nuevo tipo de peinado.
99
VILLARS, marquesa de, en GARCÍA MERCADAL, José.: Ob. cit., p.178. La marquesa de Villars fue la
esposa del embajador de Francia en España. FARRÉ VIDAL, J.: Teatro y poder en la época de Carlos II: fiestas
en torno a reyes y virreyes. Madrid, 2007, p. 18.
100
HERRERO GARCÍA, M.: Ob. cit., p. 237.
57
(….) se ponen unos sacristanes que
son, propiamente hablando, como los hijos
de los verdugados. Están hechos con aros de
grueso alambre que rodean la cintura, unos
con otros se unen por medio de cintas, y
según están mas abajo van siendo mas
anchos; de ese modo llevan cinco o seis aros
que alcanzan hasta el suelo y que sostienen
las faldas101.
El jubón femenino de finales del XVII deja hombros y parte de la espalda al descubierto,
aún así sigue siendo muy ceñido y aplasta el pecho:
“Sus jubones están abiertos del todo por detrás, de suerte que se les ve la mitad de la espalda,
porque no llevan pañuelo al cuello. La parte delantera de su vestido cubre gran parte de su pecho y les
aprieta tan fuerte sus brazos, que parecen completamente violentadas”102.
101
AULNOY, M C.: Ob. cit., p. 232.
102
GARCÍA MERCADAL, J.: Ob. cit., p. 227.
58
Otra posibilidad era el llamado jubón encotillado que
aunaba dos piezas en una, es decir, el jubón propiamente
dicho más la cotilla que era un corpiño emballenado que
veremos reiteradamente a lo largo de la centuria siguiente. El
atuendo femenino mas común a finales del XVII constaba de
dos piezas: la saya, basquiña o tapapiés de cintura para abajo
y la hongarina o gabacha de cintura para arriba. La hongarina,
por tanto, la usaron ambos sexos. La femenina se usaba sobre
el “monillo”, un jubón sin
faldillas ni mangas.
59
Para salir a la calle las mujeres usaban un manto más o menos abrigado según la
estación del año, con este podían taparse la cabeza aunque es bien sabido que la costumbre de
llevar mantilla entre las mujeres casadas estaba muy extendida. El manto fue una prenda de
eso muy común entre las féminas que se ponían sobre los hombros y a veces sobre la cabeza.
Esta pieza se confeccionaba con hasta dieciocho varas de tela y llegaba hasta el ruedo de la
falda. En los hombros podía llevar capilla, una capucha de gran tamaño. El ruedo de manto
presentaba labores lujosas en el caso de damas con posibles. Durante el siglo XVI las mujeres
de la corte se decantaron por el uso de sombreros pero en Andalucía se usaron manto y
sombrero, ambas piezas superpuestas. Los mantos se podían usar directamente sobre los
hombros atados al cuello con cintas y como se ha explicado anteriormente, sobre la cabeza.103
Los mantos muy finos se denominaban de soplillo y también de humo. Veremos numerosos
Jorge Manuel Theotocópulos. La familia de El Greco. Hacia 1605. Museo de la Real Academia de
Bellas Artes de San Fernando. Madrid.
ejemplos también en el siglo XVIII. Los mantos mas humildes se llamaban de “raja” aunque
también se podían confeccionar con los tejidos mas preciados e incluso estar guarnecidos de
encajes. Mujeres modestas como artesanas y campesinas no lo usaban104.
En cuanto al adorno de la cabeza, la española usaba tocas incluso dentro de casa. Era
costumbre llevar el cuello y la cabeza tapados desde el siglo XII 105 exceptuando a las solteras.
Las tocas eran una simple pieza de tela que se podía disponer de las más diversas maneras. El
primer documento donde aparece la voz “toca” es de 1256 106.Tenemos ejemplos de tocas en
103
HERRERO GARCÍA, M.: Ob. cit., p. 307-308.
104
DELEITO y PIÑUELA, J.: La mujer, la casa y la moda ( en la España del rey poeta) . Madrid, 1987, p. 168.
105
BERNIS, C.: Trajes y modas en la España de los Reyes Católicos. Vol. 1, Madrid, 1978, p. 17.
106
BERNIS, C.: Indumentaria española en tiempos de Carlos V. Madrid, 1962, p.106.
60
muy diversas pinturas, desde el famoso retrato de Juan de Flandes de Isabel la Católica en el
que la reina luce una cofia y una toca, hasta en escenas religiosas de todo tipo. Las tocas
dejaron de usarse en Europa en siglo XV.
A partir del siglo XVI se impuso llevar el cabello al aire, moda de origen italiano, pero
en España la costumbre de ocultar el cabello
con la toca tradicional estaba muy arraigada.
Veremos que incluso a inicios del siglo XVII
todavía se ven tocas como a la manera antigua,
sobre todo entre las capas populares y las
viudas. Velázquez nos presenta en La vieja
friendo huevos (1618) a una anciana con toca
blanca al igual que ocurre en Cristo en casa de
Marta y María (1618). La toca de cabos se
usó desde mediados del siglo XVI hasta la
segunda década del siglo XVII. Cubría la
cabeza y la parte posterior del cuello, con dos
prolongaciones delanteras (los cabos) que se
unían sobre el pecho mediante una joya o joyel.
Sofonisba Anguissola. La dama del armiño.
En 1621 pasaron de moda. Hacia 1550 (tradicionalmente atribuia al Greco y
fechada hacia 1577- 1580). Pollock House.
Glasgow. Reino Unido.
La mantilla fue hasta mediados del
siglo XIX, una pieza básica en el ajuar de cualquier mujer española, que al menos tenía una.
Su uso se generalizó desde el siglo XVI siendo extensivo a todas las clases sociales; junto al
rosario y el abanico, la mantilla era un atuendo obligado para salir a la calle ya que solamente
las solteras podían llevar la cabeza descubierta aunque lo normal era que también la usaran al
igual que las niñas pequeñas. Su origen parece que se remonta al siglo XV, siendo el primer
documento en el que aparece de 1483.107Para su confección se utilizaban todo tipo de tejidos
más o menos ricos dependiendo de la capacidad económica de su poseedora, desde vastos
linos a finos paños y bayetas, pasando por la franela, la sarga, el tafetán, la gasa, el raso o la
seda; a veces una misma prenda se confeccionaba con distintos tejidos uno para el anverso y
otro para el reverso, por ejemplo mantillas de raso forradas de tafetán incluso de colores
107
Ibidem, p. 97.
61
diferentes. Para sujetarla se usaban frecuentemente broches de plata. Las damas con posibles
tenían varias mantillas.
El uso de las mantillas y mantos para salir a la calle provocó la curiosa costumbre de
que las mujeres se velaran por completo. La cosa llegó a tal punto que las autoridades
debieron intervenir, el mismo Felipe II:
“Y mandó que ninguna mujer de cualquier estado, calidad y condición que fuese, en todos
estos reinos, pudiese andar, ni andase tapada el rostro, en manera lalguna sino llevándolo descubierto:
so pena de tres mil maravedís”108.
No podemos pasar por alto una parte esencial del arreglo femenino, me refiero al
maquillaje. El colorete no solamente se usaba sobre toda la superficie de las mejillas y parte
del rostro, sino también en el cuello, los hombros e incluso las manos. Los productos
cosméticos se llamaban mudas109, afeites o aliños. Covarrubias define afeite como:
“El aderezo que se pone a alguna cosa para que parezca bien, y particularmente el que las
mugeres se ponen en la cara, las manos y los pechos, para parecer blancas y roxas, aunque sean negras
y descoloridas, desmintiendo a la naturaleza, y queriendo salir con lo imposible, se pretenden mudar el
pellejo”110.
108
LEÓN PINELO, A.: Velos en los rostros de las mujeres: sus consecuencia y daños.1966. p. 246.
109
DELEITO y PIÑUELA, J.: Ob. cit., p.194. Las llamadas “mudas” daban color mientras que las “blanduras”
se usaban para blanquear la piel.
110
COVARRUBIAS, S.: Ob. cit., p. 17.
62
Diego Velázquez. Infanta María Teresa. 1651. Metropolitan Museum. Nueva York.
El proceso del arreglo de una dama era largo y complejo, teniendo lugar en una
habitación destinada a tal uso llamada tocador. La palabra “tocador” en un principio servía
para designar al gorro que hombres y mujeres usaban para dormir, mas tarde y por influencia
francesa se empezó a utilizar para nombrar a la habitación misma. Los afeites metidos en
distintos recipientes, se desplegaban sobre la mesa, normalmente vestida. En el centro había
un pequeño espejo, cuyo marco podía ser mas o menos lujoso, en España era común el ébano
(procedente de Indias) o la madera teñida.
El ideal de belleza femenino era la piel blanca y el pelo rubio, por lo en España era
una práctica relativamente frecuente que las señoras se blanquearan el rostro, para tal fin se
usaba el solimán (cosmético hecho a base de preparados de mercurio). Para aclararse el pelo
se utilizaban lejías. La base fundamental del maquillaje de esas épocas era el colorete. En
nuestro país se usaba el llamado “color de Granada” que se vendía dispuesto en hojas de papel
y para conservarlo se guardaba en salserillas. El colorete también se denominaba carmín,
color o arrebol. Las cejas y la pestañas se tintaban de negro con alcohol o antimonio, para
63
los labios carmín o cera. El pintarse los labios ya venía de lejos, está documentado que
Catalina de Medicis (1519-1589) florentina de nacimiento y reina consorte de Francia por su
matrimonio con Enrique II, se pintaba los labios con carmín111. Con el fin de tener las manos
blancas e hidratadas se elaboraba una pasta hecha con almendras, mostaza y miel llamada
sebillo. Los ingredientes mas utilizados para fabricar cosméticos eran: huevos, limas,
almendras, limones, raíces de lirio, pasas, miel, algalia (sustancia que se extrae de la bolsa que
tiene cerca del ano el gato de algalia), almizcle (sustancia untuosa que segregan algunos
mamíferos) y azufre112. Viendo este tipo de ingredientes se comprueba que muchos de ellos
eran nocivos para la salud, ya que el blanco que se daba al rostro podía estar elaborado a base
de precipitados de bismuto o de plomo. Para la fabricación del colorete se usaban minerales
como el minio, el plomo, el azufre o el mercurio entre otros, calcinados al horno. Estos
preparados cosméticos producían dolores de cabeza, alteraban la piel y dañaban la vista ya
que sus componentes eran tóxicos.
En España, hay referencias literarias en el siglo XVII que relatan como las damas se lo
ponían en cara, cuello y hombros cosa que sin duda produciría un efecto muy exagerado. Pero
no solo había criticas por el abuso de estos productos, sino porque algunos pensaban que el
maquillaje era literalmente un engaño. La mujer se embellecía artificialmente y cuando
llegaba el momento de que se la viera sin todos esos aditamentos, el hombre quedaba
desolado. Zabaleta también criticó sin paliativos el uso de los cosméticos, considerándolos un
auténtico fraude:
Por su parte madame de Aulnoy nos describe el arreglo de una dama a la que visita
quedando perpleja de su modo de usar el colorete:
“(…) tomó una taza de carmín con un grueso pincel, y se pintó con él no sólo las mejillas, la
barbilla, bajo la nariz, encima de las cejas y el extremo de las orejas, sino que se dio también en las
112
ARRELLANO AYUSO, I.: “Sobre el léxico de los afeites del Siglo de Oro y las dificultades de contexto (a
propósito de cosméticos de J. Tenón con breves observaciones quevedianas)”. Revista de Filología Hispánica,
Vol 6, nª2, 1990, p.179-199.
113
ZABALETA, J.: Ob. cit., p. 115
64
palmas de las manos, los dedos y los hombros. Me dijo que se pintaba todas las noches al acostarse y
por la mañana al levantarse”114.
El relato tal vez sea exagerado, pero este abuso de los cosméticos es recogido por
otros viajeros y por literatos como Quevedo, Calderón o Tirso de Molina. En cualquier caso,
los retratos femeninos de la época dan fe de cómo el colorete se extendía por toda la
115
superficie de las mejillas . La
mujer del siglo XVIII también
encontrará en el maquillaje un
indiscutible aliado, asunto sobre el
que se tratará en su momento.
114
AULNOY, M C.: Ob. cit., p. 216.
115
El mismo Diego Velázquez en sus retratos de la reina Mariana y la infanta María Teresa ofrece una clara
muestra de cómo el colorete se utilizaba sobre toda la superficie de las mejillas.
116
En España se conservan chapines en el Museo de la Alhambra, en el Museo Textil y de Indumentaria de
Barcelona y en Museo Diocesano de Solsona en Lérida.
117
DELEITO PIÑUELA, J.: Ob. cit., p. 179.
65
ambos sexos aunque en el siglo XVII se restringió a uso femenino 118 . La suela aunque
normalmente era de corcho también podía fabricarse de madera:
(…) son una especie de sandalias donde se mete el zapato, y que hacen crecer
prodigiosamente, pero que no es posible andar con ellos sin apoyarse en dos personas.
Chapines de corcho forrados con piel repujada. Siglo XVI. Museo Diocesano de Solsona. Lérida
aislar los pies del agua y la humedad. Los musulmanas también usaban este tipo de calzado
llamándolo alcorques. Aunque Covarrubias lo define como: “Calzado de mujeres
principales”119 se sabe que era un calzado común a todas las mujeres, la diferencia estribaba
en la riqueza de sus materiales120.
A pesar de que puede parecer que solo se destinaban a presumir, también eran útiles
para no mancharse las largas faldas cuando se caminaba por las calles. Antiguamente las
ciudades estaban muy sucias y enfangadas por lo que transitar por ellas no debía ser nada
agradable. Las señoras normalmente se paseaban en coche de caballos o en silla de manos.
118
TEJEDA FERNÁNDEZ, M.: Ob. cit., p. 161.
119
COVARRUBIAS, S.: Ob. cit., p. 410.
120
MARINETTO SÁNCHEZ, P.: “El calzado en el Siglo de Oro” en La Moda Española en el Siglo de Oro.
Toledo, 2015, p. 92.
66
Las Ordenanzas de chapineros de Sevilla atestigua que este calzado podía ser abierto o
cerrado. Los primeros se confeccionaban con piel de oveja mientras que los segundos del
mismo material o de cordobán. Para su examen el chapinero debía realizar dos pares distintos
pero con “cinco corchas” de tacón. Esta altura era la normal pero la cliente podía elegir mas
altura si quería.121 Valencia fue un gran centro de producción y exportación de chapines122, el
último maestro chapinero de la ciudad murió en 1709. El gremio de chapineros valencianos
(tapiners) tuvo una destacada importancia, se dedicaban a la fabricación de este calzado,
también usado por los hombres en el siglo XV, pero no a la de zapatos (con algunas
excepciones) ni de borceguíes ni polainas. Todo estaba reglado por el gremio en cuanto a
materiales, calidades, decoraciones. Según la tradición castellana de que el mismo día de su
boda la señora podía comenzar a usarlos. Una frase popular para decir que una mujer iba a
casar era: “la ponía en chapines”. Este uso, que seguía vigente en tiempos posteriores, inspiró
aquellos versos de un precioso romance de Quevedo: “Y ponerse chapines/ alzacuello y
verdugado, / sin saber lo que hacía/ dio a su marido la mano”123.
121
HERRERO GARCÍA, M.: Ob. cit., p.330.
122
CAMARENA GUAL, M.: “Concordia entre los gremios de zapateros y chapineros de Valencia (1486)”
Saitabi: revista de la Facultad de Geografia i Història, Nº.9, 39-42, 1953, p. 5.
123
Véase, BERGUA, J.: Romancero español: colección de romances selectos desde el siglo XIV hasta nuestros
días. Madrid.
67
CAPÍTULO II
68
La moda en el siglo XVIII.
124
“declaro ser mi sucesor, en caso de que Dios me lleve sin dejar hijos, al Duque de Anjou, hijo segundo del
Delfín, y como tal le llamo a la sucesión de todos mis Reinos y dominios, sin excepción de ninguna parte de
ellos. Y mando y ordeno a todos mis súbditos y vasallos de todos mis Reinos y señoríos que en el caso referido
de que Dios me lleve sin sucesión legítima le tengan y reconozcan por su rey y señor natural, y se le dé luego, y
sin la menor dilación, la posesión actual, precediendo el juramento que debe hacer de observar las leyes, fueros y
costumbres de dichos mis Reinos y señoríos”. MARIANA, J. y SABAU, J.: Historia General de España.
Vol.19. Madrid, 1821. p. 406.
125
Felipe IV deja en el trono a su hijo Carlos II, cuya mala salud anunciaba una muerte prematura. Su madre,
Mariana de Austria, quedaba como regenta, apoyada por su confesor, el Padre Nithar y su ministro Valenzuela.
En el testamento del monarca español, había dejado instituido que tras su desaparición se diese a Francia
500.000 escudos en caso de fallecer su hijo Carlos, de esta manera no sería María Teresa la heredera al trono,
sino su segunda hija, la infanta Margarita, habida con su segunda esposa, Mariana de Austria y que tenía
entonces catorce años, ya prometida al emperador Leopoldo, lo que era inadmisible para el monarca francés que
seguía defendiendo los derechos de su esposa, ya que su dote seguía impagada y esta alianza con Austria
significaba un grave peligro para Francia GARCÍA LOUAPRE, P.: María Teresa de Austria, hija de Felipe IV y
esposa de Luis XIV de Francia. Ed. Visión. Madrid, 2010, p. 173)
69
El rey Sol aceptó la corona para su nieto en tan sólo veinticuatro horas, de tal manera
que el duque de Anjou le fue presentado como rey de España en Versalles el 16 de noviembre
de 1700, debiendo renunciar a sus derechos al trono francés. Luis XIV mandó llamar a su
nieto y le comunicó que era rey de España, acto seguido el joven recibió a la legación
diplomática de su nuevo reino encabezada por su embajador el marqués de Castelldosrius.
Para tan trascendental acto, Felipe V fue ataviado completamente de negro, es decir, a la
manera española. El negro era perceptivo en la corte española y como tal, el joven monarca
debía vestir según sus usos. La manera de vestir en la corte de los Austrias era un asunto
estricto que debía ser aceptado a rajatabla.
126
VON BOEHN, M: La moda. Historia del traje en Europa desde los orígenes del cristianismo hasta nuestros
días. Barcelona, 1928 p. 10.
127
BROWN J, ELIOTT, J.: Un palacio para el rey. El Buen Retiro y la corte de Felipe IV. Madrid, 1988.
Durante el reinado de Felipe IV la colección pictórica del Alcázar madrileño pasó de 400 a mas de 1.500 obras.
A lo que habría que añadir las pinturas encargadas para el palacio del Buen Retiro, la Torre de la Parada y la
Zarzuela. p. 121.
70
Las diferencias entre el atuendo español y
francés ya eran un hecho a principios del siglo
XVII. Una curiosa obra de 1622 hace un
pormenorizado análisis de la moda masculina
en las naciones vecinas:
Las divergencias también llegan al calzado, plano y simple el español, con tacón y
decoraciones el francés; y continúan en la forma y manera de llevar la capa, de colocar el
puñal e incluso de las ligas y medias. La interesante disertación pone en evidencia que el
vestido de los españoles era mucho más sencillo y contenido. Ambas naciones seguían
conceptos diferentes que se agudizarán finalizando el siglo. Las pragmáticas contra el lujo,
que no dejaron de ser revalidadas en nuestro país durante toda la centuria, establecían que
únicamente los militares estaban fuera de su cumplimiento. Su atuendo era alegre y vistoso
caracterizándose por el uso de plumas, adornos y pelo largo. Un ejemplo muy elocuente al
respecto ya que supone una excepción, es el magnífico atuendo que porta Felipe IV en el
retrato realizado por Diego Velázquez en 1644129 en la localidad de Fraga. Antonio Palomino
se hizo eco de la pintura:
128
GARCÍA, Carlos.: Oposición y conjunción de los dos grandes luminares de la Tierra. Cambray, 1622, p. 345
y ss
129
El rey acudió junto a su ejército a Lérida, que finalmente fue liberada de la ocupación francesa. Velázquez le
retrató en Fraga.
71
“de la forma que entró en Lérida, empuñando el militar bastón, y vestido de felpa carmesí, con tan
lindo aire, tanta gracia, y majestad, que parecía otro vivo Philipo”130.
130
PALOMINO, A.: El museo pictórico y escala óptica III. El parnaso español pintoresco laureado. Madrid,
1988, p. 272.
131
Desde 1506 en la figura de Carlos I, los reyes de España son Grandes Maestres de la Orden del Toisón de Oro.
132
La Orden del Espíritu Santo fue creada en 1578 por Enrique III de Francia.
133
PUJOL, C.: Leer a Saint-Simon. Barcelona, 2009. p. 83.
72
“(…) le representó muy joven, con un rostro hermoso y delicado, en una pose elegante,
vestido de negro a la moda española… la juventud y belleza de la imagen del rey querían ser el
anuncio de una era de progreso e ilustración que dejaran atrás el atraso y la decadencia.”134
134
PEREZ SAMPER, M.: Isabel de Farnesio. Madrid, 2003, p. 370.
135
BURKE, P.: La fabricación de Luis XIV. San Sebastián, 1992, p. 39.
136
Esta posición es un de las cinco básicas del ballet, según la cual los pies se cruzan de manera tal que el talón
de un pie se encuentra a la misma altura que los dedos del otro, y viceversa, dejando un espacio entre ambos
equivalente al largo de un pie
73
insignia de su dignidad, es portado en sentido inverso como si fuera un bastón. La
grandiosidad emulando la divinidad, es planteada por el artista con gracia terrenal a pesar de
la absoluta magnificencia que reviste todo el conjunto. La pintura es el mas célebre retrato del
rey Sol137y la creación mas significativa de la carrera de Rigaud.
“Era tan remoto esperar ser gobernado por el soberano, que ninguno de los que hasta entonces
habían trabajado con el primer ministro le preguntó al rey cuándo sería escuchado. Todos le
preguntaron: “¿A quién nos dirigiremos?” y Luis les contestó: A mi. Mas sorprendente aún fue verlo
perseverar. Desde hacía algún tiempo medía sus fuerzas y probaba en secreto su genio para reinar.
Una vez tomada esta resolución la mantuvo hasta el último momento de su vida”138.
137
La obra le agradó tanto al monarca que encargó diversas copias
138
VOLTAIRE.: El siglo de Luis XIV. México, 1978, p. 50.
74
Nos encontramos, por tanto, ante una nueva manera de ejercer la función real. A
finales del siglo XVII Francia se hizo con el control político en Europa, era una nación muy
fuerte demográficamente hablando, bajo el cetro
de un rey joven, inteligente y con las ideas muy
claras sobre el papel que debía desempeñar. Luis
XIV fue un hombre que nació para ser rey y el
destino lo puso en el trono de Francia. El mismo
monarca escribió sus Memorias hacia 1668 con
el fin de orientar y ayudar a su hijo el Gran
Delfín en la difícil tarea de gobernar:
Luis XIV estaba convencido del origen divino de su poder, algo que todos reconocían
o no se atrevían a negar. Desde su infancia se le había repetido que el era casi un dios, una
“divinidad visible”, un hombre diferente a los demás, porque era Rey “por gracia de Dios” y
139
Luis XIV.: Memorias sobre el arte de gobernar. Buenos Aires, 1947, p. 59.
140
BENITO DE LA FUENTE, J.: Júpiter, Apolo, Sol…Luis XIV dios olímpico o metáforas del poder absoluto
en el cuadro de Jean Nocret La famille de Louis XIV répresentée en travestis mythologiques. Valladolid, 2007, p.
2 ss.
75
sólo ante éste debía rendir cuentas141. Ningún hombre podía juzgar al rey y nada era ajeno a
éste. Luis XIV tenía las condiciones necesarias que le hacían capaz de tan colosal tarea en un
momento en que la sociedad estaba preparada para el absolutismo monárquico: era fuerte,
equilibrado, trabajador incansable, reflexivo, dueño de si mismo y consciente de su
responsabilidad de gobernante, lo que llamaba “el oficio de ser rey”. Para él, gobernar era un
trabajo que requería una plena dedicación. Según la monarquía absoluta de derecho divino, se
consideraba que la autoridad del monarca procedía de Dios y que sólo ante Él, y no ante los
hombres, era responsable. Todo el poder de decisión estaba en manos del rey, pero existían
consejos con fines de asesoramiento, ministros y secretarios:
141
“El Rey aparecía como el punto de origen de todo: a imagen de la estructura del palacio de Versalles, cuyo
centro exacto es la cámara real, Luis XIV, rodeado de su corte se erigía más que nunca como arquetipo y
encarnación del absolutismo triunfante. En torno al monarca en majestad, se distinguía un primer círculo de
poder: el de los ministros y los consejos, la administración central (...) Versalles se erigía, naturalmente, en
síntesis, y al mismo tiempo en "monarquía administrativa", auténtico templo del "Rey Sol", cuyo "gobierno
personal" constituía una forma de perfección monárquica. Una perfección que culminaba con la "reducción a la
obediencia" de una nobleza domesticada, sumisa al oneroso ritual de una "rey de gloria" autoritario e impetuoso,
dispensador de favores y pensiones”. CORNETTE, J.: "Monarquía absoluta y absolutismo en Francia. El reinado
de Luis XIV revisitado", El nacimiento y la construcción del Estado Moderno. Valencia, 2011, p. 94.
142
GUNTER, B.: La época del absolutismo y la Ilustración 1648-1779, Ed. Siglo XXI, México, 1983, p. 132.
76
de la moda aumentando su necesidad en vez de menospreciar a su costo. El asunto es
controvertido, ya que incluso se ha afirmado que el rey pretendía que los nobles se
endeudaran, aunque también se ha puesto de manifiesto que en ocasiones debía hacerse cargo
a las deudas de algunos aristócratas. En cualquier caso, es un hecho que Luis XIV se sirvió de
la moda para controlar a la nobleza.143
“El rey Sol estableció unas complejas reglas de protocolo transformando todos los actos,
incluso los mas cotidianos en un ceremonial casi sagrado, en el que el fasto tenía una función política,
con los que pretendía impresionar a los embajadores extranjeros como a su propio pueblo”145.
143
MANSEL, P.: Dressed to Rule: Royal and Court Costume from Louis XIV to Elizabeth II. New Haven and
London: Yale University Press, 2005, p .3.
144
El tenedor fue introducido en la corte francesa por Catalina de Medicis, mujer de Enrique II. En su momento
se consideró signo de enorme sofisticación. Véase, FRIEDA, L.: Catherine de Medici: A Biography. Phoenix,
2005.
145
CASAL MACEIRAS, O.: “La construcción de la imagen pública del poder a través del protocolo y
ceremonial. Referencias históricas “en Historia y Comunicación Social. Vol. 18. Madrid, 2013, p. 769.
77
Se requirió un código diferente en la vestimenta según fuera la situación. Las fiestas
obligaban a unos gastos astronómicos pero la aristocracia pretendía permanecer dentro de los
círculos más altos ya que la proximidad física al monarca podía constituir una gran ventaja
78
1666 la Academia de Francia en Roma y la Real Academia de Ciencias. En 1667 se fundó la
Manufactura Real de Muebles de la Corona que se instaló en la antigua fábrica de los
Gobelinos147. La fundación de las Manufacturas Reales propició un enorme desarrollo, se
fabricaban todo tipo de objetos de lujo para la Corona pero también trajo consigo un fuerte
deseo de emulación, no solamente en Francia sino también en otras naciones.
Charles Lebrun. Luis XIV visitando la fábrica de los Gobelinos. 1673. Palacio de Versalles. Francia.
bordadores, plateros, ebanistas, escultores, grabadores y marmolistas a los que en primer lugar,
para comenzar su aprendizaje se les daba una buena base de dibujo. El famoso tapiz de la
visita de Luis XIV a los Gobelinos nos muestra la extensa tipología de objetos que allí se
fabricaban como tapices, alfombras, objetos de plata y un largo etcétera. Le Brun fue además
un gran dibujante y diseñador; en 1666 fue nombrado director de la Academia de Francia en
Roma, de reciente fundación. Su magna obra fue la decoración del palacio de Versalles
fundamentalmente los salones de la Guerra y la Paz, la escalera de Embajadores y el
147
CONSTANS, C.: Versailles. Château de la France et orgueil des rois. París, 1989, p. 94.
79
celebérrimo salón de los Espejos. Este último fue un prodigio de su tiempo en el que el artista
colaboró con Jules Hardouin-Mansart, nombrado primer arquitecto en 1681.
Este fuerte empeño de control por parte de la monarquía no solo afectó a las llamadas
Bellas Artes sino muy especialmente a la industria. La fuerte inversión en todo tipo de piezas
para la decoración de Versalles, y en todo lo concerniente a la moda convenientemente
publicitado; sitúo a Francia como principal proveedor del mercado del lujo. Los gremios
perdieron parte de su poder a favor del Estado y los oficios fueron mas reglamentados. La
clase media despuntó por la consolidación de la actividad industrial, según un embajador
marroquí que visitó España:
“Los comerciantes gozan cerca del rey de Francia, ¡al que Dios aniquile!, mucha
consideración y de un gran poder, porque estos años formaban parte de su Consejo y de su séquito.
Les concedía todas las ventajas útiles al comercio y favorables a sus empresas. Lo que redunda en su
propio provecho y le procura riquezas considerables, contrariamente a lo que pasa en otras naciones,
entre los españoles por ejemplo”148.
148
GARCIA MERCADAL, J.: Viajes de extranjeros por España y Portugal: desde los tiempos más remotos
hasta comienzos del siglo XX. Salamanca, 1999 p. 323.
149
BEMBINBRE, C.: Del Barroco al Rococó: indumentaria, encajes, bordados. Buenos Aires, 2005. p.50.
150
COSGRAVE, B.: Historia de la moda desde Egipto hasta nuestros días. Barcelona. 2007. pp.149.
151
BOUCHER, F.: Ob. cit., pp. 285.
80
nada menos que por diecisiete manos
152
distintas. El encaje se puso de moda no
solamente para la indumentaria femenina sino
también para los caballeros que lo usaban en sus
corbatas, en los puños de las camisas e incluso
en los camisones.
En Francia se ya fabricaban unas
magníficas sedas desde el siglo XV. La ciudad
de Lyon ostentaba el monopolio del comercio de
la seda desde 1450153. Francisco I, con el fin de
potenciar esta industria mandó llamar a tejedores
italianos para que se establecieran con sus
familias en distintas ciudades francesas. Les
ofreció ventajas fiscales y la carta de ciudadanía.
Encaje de aguja de Alençon. Hacia 1760-1775. Mas adelante, Enrique IV protegió la sericultura;
Colección MoMu. Amberes. Bélgica.
se inventó el telar a la tira que posibilitaba la
fabricación de diseños de mayor tamaño con una extensa gama de colores. El primer rey
francés de la Casa de Borbón contrató los servicios de artífices valencianos para su
establecimiento en Lyon. Los terciopelos brocados españoles eran famosos por su alta calidad
ya desde el siglo XV. 154 Los modelos, que todavía eran deudores de lo italiano, se
convirtieron en plenamente franceses desde la época de Luis XIII. Los 14.000 telares lioneses
se agrupaban bajo la Grand Fabrique; en 1667 Colbert dictó una ordenanza para regular la
152
PITON, C.: Le costume civile en France du XIII au XIX siecle. París, 1950, p. 210.
153
En el siglo XIV, salían de Francia 400 o 500 millones de escudos de oro al año para pagar los lujosos tejidos
procedentes de Italia a las ferias de Lyón y La Champagne. También se importaba seda de la España árabe y,
además, comerciantes orientales, venidos quizás de la lejana Mongolia, eran vistos en la feria de Lyón; pero los
mercaderes más numerosos eran los de Génova, Florencia y Lucca. Los Papas de Aviñón introdujeron el cultivo
de la morera y la cría del gusano de seda. En 1466 Luis XI mandó instalar en Lyón talleres para la fabricación de
la seda, como fábrica propiedad de la corona. Pero faltaba mano de obra especializada, cuestión ésta repetida a lo
largo y ancho del mundo, en la historia de la seda; recuérdense los obreros griegos apresados por Roger II de
Sicilia, para crear su propia industria sedera en Palermo. Así es que, por fin, es Francisco I quien contrata con
dos italianos piamonteses, Stéfano Turquet y Bartolomeo Nariz, que en 1545 fundan la sociedad comercial de la
Fábrica de Lyón, aun existente en la actualidad. El año 1600 esta fábrica contaba con siete mil telares, daba
empleo a toda la ciudad de Lyón, a inmigrantes de otras regiones francesas e italianas y consumía toda la seda
producida en la región, el Languedoc, Beaujolais, y continuó la importación de seda cruda del Piamonte hasta el
XIX.
154
BATISTA DOS SANTOS, A.: Los tejidos labrados en la España del siglo XVIII y las sedas imitadas del arte
rococó en Minas Gerais (Brasil). Análisis formal y analogías. Valencia, 2009, p. 50.
81
producción y la calidad de los tejidos. La belleza y esplendor de las sedas lionesas para la
decoración del palacio de Versalles no tuvieron rival en toda Europa.155
155
BENITO GARCÍA, P.: La seda en la Europa meridional desde el Renacimiento hasta la aparición del
mecanismo jacquard. Recurso electrónico. p. 4.
156
DEJEAN, J.: La esencia del estilo. Historia de la invención de la moda y el lujo contemporáneo.
San Sebastián, 2008, p.56.
157
SANZ SERRANO, J A.: Esquemas de historia del pensamiento económico. Sevilla, 2006, p. 33.
158
Recuérdese que el mercantilismo, como expresión de una política interior de nación-Estado, no se limita a la
intervención y regulación de ciertos sectores de la economía con directa implicación del sector público, sino que
requiere para llevarlas a cabo la participación activa de agentes privados a los que incorpora en un proyecto
común a través de monopolios legales en forma de privilegios, de manera que el mercantilismo puede
contemplarse como una alianza de poder entre la Monarquía y un selecto grupo de capitalistas-comerciantes.
Estas "patentes de monopolios" vendidas u otorgadas por el Estado a grupos de mercaderes dispuestos a
coadyuvar los fines económicos de la Monarquía, en la financiación de la guerra, la recaudación de impuestos o
en la acumulación del tesoro en cuanto incremento de las reservas metálicas constituían el meollo del sistema de
régimen monopolístico estatal (BERNAL, A. M: España, proyecto inacabado. Costes/beneficios del Imperio.
Madrid, 2005, p. 170).
82
una transformación en la indumentaria que afectó a toda Europa y las colonias americanas. El
predominio del gusto francés llegó a todas las naciones vecinas, pero sin duda alguna el hecho
mas revelador fue lo que sucedió con respecto a la moda. Las diferencias que en esta materia
existían entre los distintos países quedaron literalmente arrolladas, es mas, se puede afirmar
que el traje de sociedad durante el siglo XVIII fue el mismo en todas partes. Se produjo un
fenómeno de internacionalización de la moda cuyo epicentro fue Versalles.
159
DEJEAN, J.: Ob. cit., p. 23.
160
Ibídem p. 51.
83
ilustraciones fueron una de las vías mas efectivas para publicitar las nuevas creaciones que
constantemente salían de la capital gala.
En París, en una tienda de la calle Saint Honoré, se colocaba una muñeca de tamaño
natural a la que iban cambiando de atuendo. La muñeca se copió y multiplicó llegando a
varios países, su primer destino fue Londres, donde a mediados del siglo XVII, se enviaban al
mes dos maniquíes vestidos a la última moda (uno vestido con traje de gala y otro con traje
de diario). Los ingleses llamaron Pandora161 a la famosa muñeca en el siglo XVIII. La gran
Pandora iba ataviada con traje de corte mientras que la pequeña llevaba los vestidos de diario.
Pandora viajó a Inglaterra durante dos
siglos. 162 Estos envíos se llevaron a cabo,
incluso, durante guerras abiertas entre Francia
e Inglaterra163; en España igualmente durante
la guerra dejaron pasar por el frente los
encargos procedentes París y destinados a la
reina Isabel de Farnesio164. Lo que nos puede
parecer una curiosa anécdota demuestra la
enorme importancia que se daba a la moda,
tanta que no la frenaban ni las guerras. Las
muñecas de moda se remontan al siglo XIV,
las cortes se las enviaban para conocer las
últimas tendencias que se prodigaban en la
manera de vestir.
161
Según la mitología griega, Pandora fue la primera mujer creada por Zeus.
162
PLAZA ORELLANA, R.: Historia de la moda en España: El vestido femenino entre 1750 y 1850. Córdoba,
2009, p.25.
163
Fue tal su trascendencia que lograron la inmunidad diplomática en varias ocasiones, por ejemplo en 1712 a
pesar del conflicto bélico entre Inglaterra y Francia
164
VON BOEHN, M.: Ob. cit., p. 156.
84
que Inglaterra producía sus propias “Pandoras”, con el fin de enviarlas a otras naciones como
Rusia o Estados Unidos. Es tal la riqueza de estas muñecas, que muchos escritores de la época
protestaron sobre alto costo, considerándolas otro símbolo más de la presunción de las clases
altas. En los primeros años del siglo XVIII las muñecas de moda se mostraban en los
escaparates de las principales ciudades europeas. A finales de la centuria, este vehículo de
transmisión quedó obsoleto a favor de la difusión de las revistas de moda; una vía mucho mas
económica y fácil que podía llegar a un público mucho mas amplio. Los avances en la
difusión de sus productos colocaron a Francia en un lugar preeminente que aún conservan.
Diversos factores contribuyeron a crear una potente industria textil. Por un lado, una
clientela cada vez más exigente que demandaba productos lujosos y especializados, por otro
la mejora de las comunicaciones lo que posibilitaba la expansión comercial. La Corte de
Versalles por sí sola ejercía una gran demanda, pero los avezados franceses no se quedaron
ahí sino que pusieron en marcha la idea de vender sus artículos y prendas en otros lugares y
círculos. Los responsables de esta nueva iniciativa demostraron una gran agudeza e
inteligencia ya que muchos de los conceptos que desarrollaron han llegado hasta el siglo XXI.
Por lo visto, todo el continente hablaba de “la mode” un concepto inventado por los franceses
y que parecía residir en su misma esencia. Se considera que la figura de la modista fue en
parte responsable de esta revolución. En 1675 se fundó en París el gremio de costureras por lo
cual las mujeres podían diseñar y fabricar ropa. La modista conocía a sus clientas, sus gustos
y necesidades; las damas de la corte eran también creadoras, juntas la señora y su costurera
ideaban prendas y complementos. La visita del modisto o traje a la clienta para elegir el
diseño no era un método eficaz para la poner en marcha unas bases industriales. Todo se
realizaba a mano, por tanto eran piezas únicas; pero las damas no se contentaban con eso,
querían nuevas experiencias, como salir a comprar a la calle. En un primer momento
acudieron a la feria anual que se celebraba en el barrio parisino de Saint Germain:
“Había comenzado la era del demasiado de todo, concepto sin el que la industria de la moda
no hubiera florecido jamás”165.
165
DEJEAN, J.: Ob. cit., p. 41.
85
adquirieron mucha importancia en este sentido, se comercializaban en las mercerías,
establecimientos que ofrecían un sin fin de objetos lujosos. Las encargadas de estos negocios
fueron llamadas “marchandes de mode”, es decir, “vendedoras de moda”; entre sus puntos
fuertes se encontraban los accesorios para la cabeza y vestidos. El gremio de costureras de
París se fundó como consecuencia de la gran demanda de artesanos especializados en el oficio
de la costura; a principios del siglo XVIII se reconoció la labor de la “marchande de modes”,
“comerciante de modas” o “milliner”, dedicada a confecciones de poca complejidad o
adornos tanto para prendas civiles como para uniformes militares y posteriormente, se
estableció el de las sombrereras. De esta manera las últimas tendencias se acercaron a la
población que podía adquirir modelos modernos pero fabricados con materiales mas sencillos.
Durante este preciso momento histórico se produjo un cambio en el consumo, las féminas
empezaron a comprar mas que los hombres. En 1694 el Diccionario de la Academia Francesa
incluyó la acepción “Esclavas de la moda” y en 1719 “Reinas de la moda”.
Una de las fuentes mas solventes para conocer la moda francesa durante el reinado de
Luis XIV es la colección de grabados de los hermanos Bonnart, dejaron centenares de
estampas dedicadas a la moda166 en los que se pueden observar detalles con suma precisión.
Su padre Henri Bonnart se instaló como impresor en París en 1642. Sus hijos, que
comenzaron a realizar grabados de moda en los últimos años del siglo XVII, fueron los
primeros en llevar a cabo impresiones en serie;167 donde no sólo mostraban los atuendos a la
última moda sino la vida de las clases dirigentes a través de personas concretas. Por tanto los
grabados de moda tuvieron un papel destacado en el interés del gran público por las
celebridades.
A finales del siglo XVII Francia y su rey comprendieron el valor del lujo, entendiendo
la fascinación que siente el ser humano por usar piezas únicas y sofisticadas que adornen sus
cuerpos y sus vidas, y como la posesión de dichos objetos hace a las personas sentirse
especiales. El fenómeno del mercado del lujo actual tiene aquí su germen ya que la élite sintió
la necesidad por estar a la última moda ya fuera en trajes, peinados, accesorios o decoración.
Tuvieron la maestría de convertir lo superfluo en imprescindible y hacer a la sociedad esclava
de la moda; por tanto se puede afirmar que Luis XIV fue un auténtico visionario. Su papel en
cuanto a las nuevas formas en la indumentaria fue crucial.
166
PITON, C.: Ob. cit., p. 209.
167
DEJEAN, J.: Ob. cit., p. 9.
86
En París más de la tercera parte de la población se dedicaba a la industria textil en sus
múltiples facetas, ya fuera vendiendo ropa, confeccionándola o realizando accesorios.
Alrededor del Palais Royal se abrieron todo tipo de negocios, desde mercerías a sastrerías
pasando por pañerías, vendedores de pelucas, zapaterías, peleterías, tiendas de guantes, de
abanicos y un largo etc… Una gran mayoría consumía ropa de segunda mano ya que solo
unos pocos se podían permitir el elevado gasto que suponía adquirir las prendas realizadas por
los mejores sastres y modistas. En prácticamente todos los niveles sociales la ropa estaba en
permanente circulación. Por su alto precio se heredaba, se vendía ya usada a personas que
comerciaban con ella y era una forma de pago a los criados. Es curioso que la alta aristocracia
alquilara conjuntos y joyas para acudir a veladas cortesanas, bodas o reuniones sociales. En
Versalles y otros palacios reales estaba permitida la entrada a los franceses bajo una serie de
códigos en cuanto a la indumentaria. A las puertas del palacio se disponían una serie de
comerciantes que proveían de las ropas y sombreros necesarios para poder acceder al lugar. El
fenómeno de la moda no solamente afectó a las clases altas ya que a cualquier persona que
fuera correctamente vestida le estaba permitido pasear por los jardines de Versalles.
Los sastres de París eran los mejor considerados. La manera de vestir también
proporcionaba un claro sello de identidad nacional, al mismo tiempo que un cierto sentido del
patriotismo. Tras el fallecimiento de Luis XIV en 1715, su bisnieto y heredero sólo contaba
con cinco años, por lo que Felipe II de Orléans ejerció la regencia hasta su muerte en 1723.168
El gusto de la alta sociedad parisina comenzó a cambiar, la vestimenta femenina se decantó
por un estilo mas ligero y menos grave. A pesar de los problemas de Francia, en los primeros
años del reinado de Louis XV surgió un nuevo estilo apoyado activamente por el duque de
Orleans, que trasladó el gobierno del país desde Versalles a París. En la capital una sociedad
aristocrática, que ya atisbaba su brillo, comenzó a abrir sus los salones y otras instituciones
sociales que iban a ejercer de marco a las ideas de la ilustración. En dichas residencias una
nueva moda surgió para la decoración de los interiores. Las pinturas que las decoraban nos
muestran escenas de disfrute cotidiano, es decir, de pasatiempos populares en parques, ferias,
o en el campo. Nuevos tejidos para la decoración se inspiraron en diseños chinos o árabes
dando un toque exótico a los cálidos interiores. La moda de la regencia, que floreció desde
1710 hasta 1720 aproximadamente, sentó las bases del estilo rococó que a mediados del siglo
168
Felipe II de Orléans (1674-1723) era hijo de Felipe I de Orléans, el único hermano de Luis XIV, e Isabel
Carlota del Palatinado.
87
XVIII definió el gusto de clase alta elegantes, pero ligeras y alegres. A pesar de esta
evolución en el gusto el vestido de corte permaneció prácticamente inalterable. Las
prescripciones de Louis XIV en el vestido en los círculos cortesanos fueron respetadas s
particularmente en las ocasiones mas formales. Louis XV regresó el gobierno a Versalles y
continuó con la etiqueta de los tiempos de su bisabuelo, pero aún así la vida del rey y su
familia gozaba de ciertas esferas de privacidad, antes impensables.
169
Podemos contemplarlo en la serie de los catorce tapices de la historia del rey, cuyos cartones fueron
realizados por Charles Le Brun.
170
COLOMER, J L.: Arte y diplomacia de la monarquía hispánica en el siglo XVII. Madrid, 2003, p. 77.
88
Lo que llamaba mas la atención de sus contemporáneos era la enorme cantidad de
metros de cintas de colores de debía llevar un caballero a la moda. Las cintas se llamaban
“galants” y a los adornos “menudillos de oca”171. El rhingrave francés fue muy sofisticado, e
incluso mas lujoso que el atuendo femenino del momento; aunque su pervivencia duró
bastante, cayó en desuso a favor de una adaptación del atuendo militar. El rhingrave se
siguió utilizando en ceremonias muy formales relacionadas con la Orden del Espíritu Santo,
en el Museo del Prado se conserva un retrato de Luis I como príncipe de Asturias, realizado
por Houasse en 1717, en el que aparece ataviado
con el hábito de novicio de la citada orden. El
matrimonio morganático de Luis XIV con
madame de Maintenon en 1683 supuso un cierto
cambio en cuanto a las formas en el vestir. El traje
masculino se simplificó ciñéndose al cuerpo, los
encajes quedaron relegados corbata y camisa
mientras que las plumas se usaron solo como
adorno del sombrero. En cuanto a los metros de
cinta que engalanaban a los caballeros,
directamente se desterraron. Los bolsillos de la
casaca, en un primer momento verticales, pasaron
a horizontales hacia 1684.172
171
VON BOEHN, M.: Ob. cit., p. 125.
172
BOUCHER, F.: Ob. cit., p. 260.
89
que no era otro que el guardainfante173. Una vez en su nuevo país, su atuendo considerado
anticuado y feo, fue desterrado y vistió a la francesa como su real y británico consorte.
El traje masculino consta de tres elementos principales que surgen en esta época y
persisten en toda la centuria siguiente. Estas tres prendas básicas son: casaca “Justacorps”,
chupa “Veste” y calzones “Coulotte”. En España la voz casaca se menciona por primera vez
en 1548175 .En el Tesoro de la Lengua Castellana se define como: “Un género de ropilla
abierto por los lados”. Covarrubias apunta varios orígenes a esta prenda, desde un vestido
usado en Grecia, una prenda proveniente de ciudad de Córcega o una palabra hebrea.
173
ASHELFORD, Jane.: The art of dress. Clothes and society 1500-1914. Londres, 1996, p. 88 y ss.
174
VON BOEHN, M.: Ob. cit., p. 134.
175
BERNIS, C.: Indumentaria española en tiempos de Carlos V. p.83.
90
También afirma que son las ropas de los ministros de justicia, popularmente conocidas como
sayones176.
Otras fuentes refieren que la casaca es de origen turco y que fue utilizada por primera
vez por los soldados alemanes en el siglo XVII177. Según Boehn el jubón y el coleto se fueron
transformando progresivamente hasta llegar a unirse en una sola pieza, las mangas del
primero pasaron a formar parte del segundo. Comenzó a formarse la casaca con sus faldones
en la misma prenda. Este casacón de mangas amplias y faldones fue usado por los campesinos
alemanes antes de 1630. Se trataba de una prenda holgada y abierta por delante con mangas
anchas o perdidas. Fue utilizada por las
tropas imperiales en Flandes y por los
tercios españoles. Ya se ha hecho
mención que el indumento militar
gozaba de cierta libertad en cuanto a
colorido y adornos siendo su prenda
mas característica la casaca. El retrato
del cardenal-infante don Fernando de
Austria, luciendo el atuendo militar
que usó para su entrada en Bruselas en
1634, es elocuente al respecto. El
hermano menor de Felipe IV lleva una
casaca de terciopelo rojo con
decoraciones en dorado y una valona a Anton van Dyck. El Cardenal-Infante Fernando de Austria.
Hacia 1634. Museo Nacional del Prado. Madrid.
la flamenca guarnecida con encajes. La
casaca es una pieza amplia y abierta por delante cuajada de botones en los delanteros, mangas
y amplias vueltas. Por tanto, ya tenemos noticias sobre el uso de la casaca por la familia real
española y los militares a su servicio en fecha temprana. Esta pieza irá sufriendo
modificaciones, incluso ya en el siglo XVIII se irá tendiendo a su simplificación.
176
http://fondosdigitales.us.es/fondos/libros/765/453/tesoro-de-la-lengua-castellana-o-espanola/ pp. 453.
177
VON BOEHN, M.: Ob. cit., Vol. II. p. 96.
91
con vuelta; esta última se irá ensanchando hasta adquirir un gran protagonismo. La casaca,
que llegaba hasta las rodillas, tenía aberturas en la parte posterior y en los laterales y bolsillos
bajos en la delantera. En torno a 1690 la prenda adquiere mas vuelo por detrás a través de
unos pliegues en forma de abanico. Esta prenda adquirió un gran protagonismo por sí misma
ya que cubría completamente las dos restantes prendas del atuendo: chupa y calzones; por
tanto ofrecía lugar para desplegar decoraciones y bordados, además dejaba asomar los puños
de la camisa. El traje masculino se simplifica pero no por ello perdió su riqueza178.
“Para distinguir a sus principales cortesanos inventó casacas azules bordadas de oro y plata. El
permiso para usarlas era un gran favor para hombres a quienes guiaba la vanidad. Se las pedía casi
como el collar de la orden. Puede hacerse notar, ya que tratamos aquí de pequeños detalles, que en
aquel tiempo se llevaban las casacas encima de un jubón adornado con cintas, y sobre la casaca pasaba
un tahalí del cual colgaba la espada. Usaban una especie de valona de encaje y un sombrero adornado
con dos hileras de plumas. Esta moda duró hasta 1684 y se siguió en toda Europa, excepto en España y
Polonia. En casi todas partes se preciaban de imitar la corte de Luis XIV”179.
Esta prenda llamada “casaca de patente” estaba destinada a unos pocos elegidos. Unos
sesenta caballeros gozaban de este inmenso privilegio que les daba la posibilidad de poder
acompañar al rey sin ninguna otra autorización especial180.
La chupa se llevaba bajo la casaca teniendo ambas piezas idéntica largura. Abierta por
delante, era ajustada, sin cuello y se cerraba por medio de botones pudiendo llevar bolsillos181.
Los calzones en un principio eran más bien holgados con dos aberturas con botones a los
lados como bragueta y bolsillos182. Los calzones cubrían las rodillas y con el paso del tiempo
presentaron una silueta mas entallada. Estas tres piezas: casaca, chupa y calzones forman el
llamado en España “vestido a la moda” o “a la francesa” que fue introducido en nuestra corte
como consecuencia del matrimonio de Carlos II con la princesa María Luisa de Orleans,
178
VON BOEHN, M.: Ob. cit., p.134.
179
VOLTAIRE.: Ob. cit., p. 197.
180
VON BOEHN, M.: Ob. cit., p.135.
181
TEJEDA FERNÁNDEZ, M.: Ob. cit., p. 166.
182
Ibídem p. 381.
92
sobrina carnal de Luis XIV. A estos elementos principales hay que añadir la corbata, los
zapatos con hebilla, el sombrero de tres picos y las grandes pelucas.
La corbata era en origen un cuello militar, se tiene por cierto que procede de los
soldados croatas que lucharon en el bando francés durante la guerra de los Treinta Años. Esta
pieza sustituyó a la valona, un cuello de lienzo grande que cubría los hombros y parte del
pecho y espalda. La valona surgió en Flandes y fue usada por ambos sexos durante el siglo
XVII, podían ser lisas o guarnecidas con encajes. En el capítulo I se ha hecho referencia a la
llamada valona cariñana, un tipo de cuello muy lujoso que usaron las damas principales y las
de la familia real. La valona fue sustituida para uso masculino por la corbata. Era un pañuelo
de de hilo anudado al cuello cuyos extremos caían sobre el pecho aunque en un primer
momento la forma de esta pieza era distinta. El encaje blanco quedaba prácticamente a la
altura del cuello y en su centro se adornaba con una lazada roja de otro material. Esta pieza
fundamental en la indumentaria masculina occidental que ha ido evolucionando hasta el
momento presente, se comenzó a usar en la corte francesa hacia 1656 183 . Las corbatas
formaban parte del cuello de la camisa y se guarnecían con encajes sujetándose mediante
broches o hebillas. Luis XIV creó el cargo de “corbatero” a las ordenes del Jefe del
Guardarropa, cuya función era anudar la corbata al rey y ponerle los botones en la camisa.
En cuanto al calzado, ya hemos visto como entre los caballeros se extendió el uso,
durante la primera mitad del siglo XVII, de botas altas con boca ancha por influencia del
atuendo militar. Las botas se usaban fundamentalmente para montar a caballo y cazar durante
el siglo XVI y su silueta era pegada a la pierna y se remataba con vueltas. Hacia 1610 se
pusieron de moda las llamadas botas embudo, llegaban hasta la rodilla o incluso mas altas y
se usaban para salir a la calle o incluso estar por casa184.
A mediados del siglo la bota cedió el testigo a los zapatos En este sentido debemos
hacernos eco de nuevo de los gustos del rey Sol. Durante su viaje hacia la Isla de Los
Faisanes en 1660 para firmar la paz con España y contraer matrimonio con su prima hermana
la infanta María Teresa de Austria, fue obsequiado en Burdeos con un par de maravillosos
zapatos realizados en seda color miel, con tacón rojo, decorados con lirios y forrados de
183
TEJEDA FERNÁNDEZ, M.: Ob. cit., p. 187.
184
ÁLVAREZ SELERS, A.: Del texto a la iconografía aproximación al documento teatral del siglo XVII.
Valencia, 2007, p. 74.
93
tafetán realizados por un zapatero de la ciudad llamado Nicolás Lestage. El monarca quedó
tan fascinado por la creación que los usó el día de su matrimonio.
El ingenio de este artífice no terminó ahí ya que cuatro años mas tarde acudió a Paris
con otro nuevo regalo. Esta vez se trataba de unas botas sin costuras, lo que fue considerado
como un hito sin precedentes ya que resultaba muy difícil averiguar como las había
confeccionado sin dar una sola puntada. Se apunta la posibilidad que lo hiciera utilizando las
patas desolladas de un ternero. Luis XIV prohibió expresamente al señor Lestage
confeccionar otro par de botas iguales. Tal proeza que se vio recompensada con el titulo de
maestro zapatero del rey de Francia, incluso le concedió rango nobiliario con un escudo de
armas que consistía en una bota
sobre un fondo azul con flores de
lis (color y emblema de los
Borbones franceses) y cubierta
con una corona. Además se
colocó un retrato del insigne
artesano en una de las galerías
Reales de pinturas bajo el cual
rezaba: “Maestro Nicolás Lestage,
el milagro de su época” 185 . El
hecho que el retrato de un
zapatero ocupara un lugar tan
Nicolas de Largillière. Luis XIV y su familia. 1710. Wallace
principal era algo inaudito, Collection. Londres.
185
DEJEAN, J.: Ob. cit., p. 83.
94
En cuanto al sombrero, el llamado de tres picos o tricornio surgió en el siglo XVII y
permaneció de moda durante toda la centuria siguiente. Fabricado con fieltro o cuero se cree
una evolución del sombrero usado por los militares. En un principio se levantaron las alas y
posteriormente ya se fabricaron rígidas. Fue usado por los militares franceses y
posteriormente pasó a la corte186. Las pelucas para uso masculino comenzaron a usarse hacia
1624, Luis XIII la incorporó para cubrir su calvicie. Eran unas pelucas oscuras, largas y de
pelo rizado. Este mismo tipo siguió su hijo Luis XIV como consecuencia del mismo problema.
En torno a 1660 las pelucas se colocaban sin tapar en la frente el nacimiento del pelo. Se
podían arreglar de dos maneras: dejando los bucles caídos y con mechones formando rulos
sobre las orejas187. La peluca masculina mas común hasta mediados del siglo XVIII fue la
llamada in folio. Tenía un tamaño mas que considerable y en la parte superior de la cabeza
remataba en puntas. Hacia 1703 las
pelucas comenzaron a empolvarse con
polvos de arroz. Había distintas formas
para usar a lo largo del día según
fueran las actividades. El rey usaba una
pequeña para levantarse, otra mayor
para el resto de la jornada y una
especial para practicar la caza188.
186
TEJEDA FERNÁNDEZ, M.: Ob. cit., p. 446.
187
Ibídem, p. 381.
188
PITON, C.: Ob. cit., p. 249.
95
pelucas de pelo tan largo exigían una gran cantidad de “género” por lo que su precio solo
estaba al alcance de los mas pudientes. En cuanto al color el más valorado en Francia fue el
rubio ceniza y en Inglaterra el negro azabache, es decir, lo que mas escaseaba en cada país
correspondiente.
Tampoco se pueden pasar por alto las joyas como una parte inexcusable del atavío de
las clases altas. Durante el reinado de Luis XIV se produjeron una serie de avances en la
orfebrería que no podemos obviar en este estudio. Hasta el siglo XVII las gemas mas
valoradas eran las perlas, Colón las
descubrió en su tercer viaje a América en
1498 en la actual Venezuela. En el siglo
XVI los soldados de Vasco de Gama las
encontraron en el golfo de Panamá, el
hallazgo mas notable se produjo en 1579
cuando un esclavo encontró la famosa perla
Peregrina. Estas gemas eran en extremo
costosas debido a lo complicado de su
extracción y al hecho de ser naturales, por lo
que tener un collar de perlas parecidas en
forma, tamaño y color era algo
verdaderamente especial que muy pocas
damas podían permitirse. Hasta el siglo
XVIII en que los españoles descubrieron un
yacimiento en Brasil, los diamantes
llegaban a Europa desde la India. Desde el
Nicolas de Largilli re. Retrato de Jean-Baptiste
siglo XV los joyeros europeos fueron
Tavernier. Hacia 1700. Herzog Anton Ulrich
mejorando la técnica del tallado, pero fue a Museum. Alemania.
mediados del siglo XVII cuando los artífices flamencos perfeccionaron la talla brillante cuyas
facetas debían ser múltiplo de ocho.
Luis XIV en su afán por el lujo y la sofisticación decidió que los diamantes iban a
convertirse en sus grandes aliados, adoraba su brillo y durante su largo reinado se hizo con
una magnífica colección. Hasta ese momento las piedras preciosas se engastaban en monturas
grandes y pesadas, pero el monarca decidió que la piedra debía ser la única protagonista y no
96
enmascarar su belleza, por lo que comenzó a ponerse de moda el solitario. Uno de los
hombres que proporcionó a la Corona francesa tan magnífico tesoro fue Jean-Baptiste
Tavernier, un gran aventurero que consiguió llegar a las minas indias de Golcona, lugar de
extracción de los brillantes. El mismo contó en sus memorias189 como vio trabajando a miles
de esclavos, hombres, mujeres y niños casi sin ropa con el fin de que no pudieran esconderse
ninguna piedra en el cuerpo. El francés llevaba consigo piezas de joyería europea de oro y
esmaltes muy apreciadas en ese país para intercambiar por piedras preciosas. Tavernier volvió
de su largo viaje en 1668, Luis XIV prácticamente se hizo con toda su mercancía que
consistía en cuarenta y cuatro piedras grandes y mil doscientas más pequeñas, aunque esto es
un decir, ya que las mas modestas pesaban como mínimo ocho quilates. El más famoso de
todos ellos fue un brillante azul de ciento once quilates que una vez tallado quedó en sesenta y
nueve, esta maravillosa piedra fue llamada el diamante Azul de la Corona francesa. El rey lo
llevaba engastado en una sencilla montura y colgado del cuello con una cinta.190
Lo curioso es que el rey llegó a usar todas sus piedras, cualquier prenda era adecuada
para ser adornada con brillantes, ya fuera el sombrero, las hebillas de los zapatos, la
empuñadura de la espada, los ligueros, los botones o incluso toda la superficie del traje. El
ultimo acto oficial que presidió antes de morir fue la recepción al embajador persa, para
deslumbrarle Luis XIV llevaba encima todos sus brillantes cuyo valor era aproximadamente
12 millones de libras de la época. Se tiene constancia de que el traje resultaba tan pesado al
anciano rey que tuvo que quitárselo antes de tiempo. La plaza Vendôme fue inagurada en
189
Publicadas en París en 1676.
190
La piedra se convirtió en la mas legendaria gema de la monarquía francesa hasta que fue robada en 1792
junto con parte del Tesoro Nacional. Actualmente se conoce como el diamante Hope que después de un largo
periplo fue donado por el joyero americano Harry Winston a la Smithsonian Institution en 1958.
97
1699 con el nombre de plaza de Luis el Grande; desde un principio dedicó su actividad al
comercio de joyas, en su centro se erigía una estatua ecuestre de Luis XIV realizada en
bronce por Girardon. En este mismo lugar pero tres siglos mas tarde se encuentran las mas
prestigiosas joyerías del mundo. A su muerte en 1715 el rey Sol había conseguido que Francia
fuera el país europeo con el mas fabuloso Tesoro Real.
Durante el siglo XVII las piedras preciosas comenzaron a cobrar mas importancia que
las monturas, que a su vez se hicieron mas delicadas. Se avanzó mucho en el facetado, sobre
todo de los brillantes. La llamada “talla rosa”191 era la mas habitual. Los tratantes de gemas y
los artífices se asentaron en Amsterdam que se convirtió en un emporio del comercio de
piedras preciosas. Los diamantes se engastaban casi siempre sobre plata mientras que las
piedras preciosas de colores lo hacían sobre oro. El engaste invisible se inventó en París en la
segunda mitad del siglo XVII192.
Al igual que sucede con la masculina, la indumentaria femenina del siglo XVIII tiene
su origen en la época de Luis XIV. Tal y como hemos visto, los europeos abandonaron el tipo
de traje “a la española” a favor de un atuendo más cómodo y holgado. En el caso del bello
sexo, no ocurrió lo mismo ya que pervivieron la gorguera, el corpiño emballenado y las
193
grandes faldas . Los cambios, que se van produciendo gradualmente, comienzan
recuperando una silueta mas natural. La pujante sociedad holandesa tuvo mucho que ver en la
adopción de un vestido más práctico. El siglo XVII fue una etapa hegemónica para los Países
Bajos, al igual que en Francia se practicó el mercantilismo y se desarrolló una extraordinaria
actividad comercial. La principal fuente de riqueza la constituía la Banca, a la que afluían los
enormes capitales sobrantes del comercio exterior. Pero si importancia tuvo en el contexto la
economía y sistema político, mucho más la tuvo la ideología y, su principal manifestación, la
religión cuya corriente generalizada en Holanda en el siglo XVII el calvinismo.
191
Este tipo de trabajo consiste en que solamente se talla la parte superior del brillante. CASABÓ, J.: Joyería.
Buenos Aires, 2010, p. 82.
192
DEJEAN, J.: Ob. cit., p. 151.
193
VON BOEHN, M.: Ob. cit., p. 111.
98
El calvinismo poseía un enfoque de la vida cristiana muy distinto del católico que trajo
consigo un nuevo pensamiento que se adaptaba a la perfección a la realidad política y social
del siglo XVI en los Países Bajos. Esta doctrina afectará de modo incuestionable a su modo
de vida y, por tanto, a la apariencia: austeridad, la convicción de que el trabajo forma parte de
la virtud moral, y que el éxito en los negocios es una evidencia de la gracia divina. El rechazo
hacia el despilfarro, la crítica a la extrema fastuosidad de la liturgia cristiana católica, se
traladó a la vestimenta, marcando un atuendo con ausencia de lujo tanto en los materiales
como en su decoración.194 La burguesía comerciante condujo a este nuevo y recién creado
Estado independiente a convertirse en un tiempo record en unos de los países mas ricos de
Europa. Los adinerados comerciantes eran los principales clientes de los artistas y es a través
de las pinturas de Hals, Vermeer o Hooch entre otros, donde podemos apreciar la manera de
vestir de esta nueva clase social. El vestido de la mujer holandesa de la primera mitad del
siglo XVII es deudor de la moda española en cuanto al uso del negro y las gorgueras. Su
silueta en cambio se simplifica, este cambio llegará a Francia aunque mas adelante las
holandesas usaran colores alegres y copiaran a las francesas al igual que toda Europa.
La almohadilla se suprime bajo las faldas. En Francia se usó un tipo de verdugado
cuya estructura era distinta a la española. A principios del siglo XVII consistía en un aro
dispuesto a la altura de las caderas. Mediando la centuria se sustituyó por una almohadilla en
forma de cilindro que se colocaba en la cintura, llamado cul de París 195 , esta manera de
ahuecar la falda la usaron todas las mujeres. En las dos últimas décadas se abandonó el
verdugado y se utilizaron numerosas enaguas para ahuecar las faldas.
194
Concretamente es en los Países Bajos donde a partir del siglo XVII empieza a despuntar un nuevo modelo de
vida. Hacia 1560 las provincias del norte de los Países Bajos (lo que actualmente es Holanda) comenzaron a
rebelarse contra el dominio español alcanzando la independencia en 1585 que fue ratificada legalmente en el
tratado de Münster en 1648. En 1602 se funda la Compañía de las Indias Orientales con sede en Ámsterdam,
esta entidad situó a Holanda en un centro neurálgico del comercio mundial.
195
TEJEDA FERNÁNDEZ, M.: Ob. cit., p. 482.
99
a juego mientras que en la inferior se desplegaban mas decoraciones. 196 Durante la década de
1680 las damas lucieron adornos suntuosos aunque sin entregarse a la exageración de los
caballeros. Hasta los años 90 el estilo femenino se mantiene sin cambios. Las características
principales son vestidos con cuerpos ajustados y rematados en punta siendo la innovación mas
destacada el escote que descubre los hombros. El escote comenzó mostrándose tímidamente,
al principio se tapaba con alguna tela transparente para mas adelante ser mostrado sin recato
alguno. Las mangas se acortan, por primera vez desde los comienzos de la Edad Media las
mujeres muestran sus brazos parcialmente. Las mangas son dobles, luciendo las interiores
abombamientos y volantes de encaje. Los peinados llevan los lados abultados y tirabuzones.
En los últimos años del siglo XVIII la silueta se ve modificada ya que se exagera la longitud
del talle. Los tejidos son mas pesados y sus decoraciones recargadas, se utilizan plisados y
telas bordadas. La falda exterior “manteau” se pliega detrás sosteniéndose con telas
engomadas. Las mangas terminan en volantes llamados “engageantes”197. Los colores mas
usados por las féminas en las primeras décadas del reinado de Luis XIV fueron el negro, los
grises, el amarillo limón y los rojos y naranjas. En cuanto a los tejidos, los mas frecuentes
eran el terciopelo, el moaré y el brocatel.
La moda femenina durante la última etapa del reinado del rey Sol permaneció con pocas
variantes durante un espacio de unos cuarenta años. Los expertos achacan esta estabilidad a la
personalidad de madame de Maintenón198, dama con la que Luis XIV contrajo matrimonio
morganático en 1683, unos meses después de enviudar de la reina María Teresa. Madame de
Maintenón fue nombrada gobernanta de los hijos naturales del monarca y madame de
Montespan en 1667; de ahí surgió una amistad con Luis XIV que desembocó en boda. Su
talante austero y su profunda religiosidad influyeron decisivamente en el rey y en toda la
corte de Versalles. En 1686 fundó la Casa Real de San Luis para la instrucción de jóvenes de
casas nobles sin recursos económicos. La marcado carácter de la dama tuvo una decisiva
influencia en el vestido femenino.
196
PLAZA ORELLANA, R.: Ob. cit., p. 32.
197
Este tipo de mangas se pusieron de moda nuevamente a mediados del siglo XIX para vestidos de día. Se
cerraban en la muñeca.
198
VON BOEHN, M.: Ob. cit., p. 158.
100
En cuanto al peinado ya comienzan los atisbos de la extrema complicación que
alcanzarán durante el reinado de Luis XVI. El peinado “a la fontagne” surgió hacia 1690, era
vertical y se realizaba mediante bucles superpuestos; también podía usar de una cofia plisada
en forma de tubos con una armadura de alambre para que quedara sostenida. El peinado
fontange lleva el nombre de María Angélica de Scorailles de Roussille, marquesa de Fontange
(1661-1681), joven dama que fue amante del rey. Según cuenta la tradición, esta singular
manera de arreglarse el pelo surgió de manera fortuita. Durante un paseo a caballo junto a
Luis XIV, la marquesa, perdió su sombrero por lo que recogió su melena en la parte superior
de su cabeza con una cinta quedando sus rizos sobre la frente. Al rey le hizo gracias la forma
en que lo había hecho. Rápidamente este peinado se extendió por toda la corte y fue seguido
por las mujeres de moda de todo el continente europeo. Después de un tiempo, las mujeres
comenzaron a usar fontanges cada vez mas
altos y complicados. La malla de alambre se
colocaba en la parte superior de la cabeza
sobre la cual se introducía el cabello real y
el falso199.
199
Ya en el siglo XVI se tienen noticias del uso de pelo postizo por parte de la reina Catalina de Medicis en 1558
y muy probablemente no fue la única. PITON, C: Ob. cit., p. 249.
101
“que si las francesas fueran sensatas, imitarían a aquellas señoras”200.
Al día siguiente las damas francesas de la corte habían suprimido el fontange. El peinado
femenino apostó por un moño bajo y sencillo que pervivirá varias décadas. Esta
transformación en el tocado y el escote provocarán una serie de modificaciones en cuanto a
las piezas de joyería que se adecuarán a la nueva silueta del vestido.
200
GONCOURT, E y J.: La mujer en el siglo XVIII. Buenos Aires, 1946, p. 206.
102
CAPÍTULO III
103
El siglo XVIII en España: reformas y moda.
1700 es una fecha crucial en la historia de España, el nuevo siglo fue inaugurado con
un cambio de dinastía, la de los Borbones franceses, y por lo tanto con una nueva manera de
enfocar el gobierno y la Administración del país. A través de las siguientes páginas se tratarán
de forma sintética los avances y cambios que se produjeron durante los reinados de Felipe V,
Fernando VI, Carlos III y el principio del de Carlos IV, que coincide con la última década de
la centuria. La nueva política de los Borbones trató de mejorar y modernizar la anquilosada
situación económica y comercial del país basada todavía en el sistema gremial. En la segunda
mitad del siglo se produjo un movimiento que afectó a todas las artes; la denominada
Ilustración que basaba sus preceptos en la racionalidad como fuente de felicidad y progreso
que debía ser ofrecida a los súbditos por el rey. Frente al perfil de los mandatarios en la
España de los Austrias, fundamentalmente aristócratas de alta cuna, la nueva dinastía apostó
por hombres procedentes de la clase burguesa que trataron de llevar a cabo las ideas ilustradas:
Felipe V nació en Versalles el 19 de diciembre de 1683, era el segundo hijo del Gran
Delfín de Francia y de la duquesa María Ana Victoria de Baviera202. Felipe de Borbón era un
201
MORALES MOYA, A.: "La ideología de la Ilustración española". Revista de Estudios Políticos. Nueva
época. nº 59. Enero-marzo 1988. p. 68 y ss.
202
El matrimonio tuvo tres hijos varones siendo Felipe el mediano, su madre fue una persona enfermiza que
padeció “melancolías” (depresiones) , acaso heredadas por su hijo, que llegaron a aislarla del mundo
recluyéndola en sus habitaciones; tal vez porque no se pudo integrar en la corte francesa, murió al contar su hijo
Felipe con siete años de edad. La vida de los soberanos y sus familias: “estaba privada de toda espontaneidad
afectuosa, y ellos no eran más que actores de una magna dramaturgia prevista al minuto… Hora por hora, la vida
estaba cuadriculada por el protocolo y la etiqueta, estudiados por todos los partícipes al pie de la letra”.La
infancia del duque de Anjou transcurrió en Versalles con sus hermanos, al aire libre, montando a caballo y
nadando. Pero el hecho de no contar con amigos y ser educado en una piedad exagerada tuvo consecuencias en
la vida adulta, provocándole excesivos escrúpulos. VOLTES, P.: Felipe V, fundador de la España
contemporánea. p. 13.
104
hombre sumamente tímido, devoto y gran entusiasta de las artes y la música. Por desgracia, el
protagonista del reinado más largo de nuestra historia, estuvo aquejado de terribles
depresiones; según relatan las crónicas alternaba periodos de gran actividad con otros de
profunda tristeza. En 1701 cruzó los Pirineos, siendo un joven de tan sólo diecisiete años, con
un total desconocimiento del castellano y de la realidad y circunstancias de la Corona que iba
a sostener. El rey llegó a Madrid el 18 de febrero de 1701; en un principio su círculo íntimo
estuvo muy limitado debido a su desconocimiento del
idioma, que fue aprendiendo paulatinamente pero en el que
nunca se desenvolvió con comodidad:
203
El marqués de Louville (1664-1731) fue el jefe de la casa francesa de Felipe V. Junto con el embajador de
Francia y el conde de Ayeu formó parte del reducido séquito francés que acompañó a Felipe V a España.
COLÁS LATORRE, G.: Historia general de España. Madrid, 1990, p. 340.
204
GARCÍA MERCADAL, J.: Viajes de Extranjeros por España y Portugal: desde los tiempos más remotos
hasta comienzos del siglo XX l. p. 413.
105
trono hasta su muerte en 1746 por lo que su mandato abarca prácticamente la primera mitad
del siglo. Luis XIV en unas “instrucciones” describe la situación caótica que sufría nuestro
país:
“Un cuadro lamentable de la desorganización que había en España, de su miserable estado y
del daño causado en ella por la indolencia de sus últimos monarcas, apáticos y víctimas de la tiránica
etiqueta”205.
El nombramiento de Felipe V como rey de España desató la Guerra de Sucesión, una
larga y cruenta contienda206. Pronto se conformaron dos bandos tanto dentro como fuera de
España, uno a favor de los Borbones y otro que rechazaba frontalmente al nuevo rey
apoyando al Archiduque Carlos de Habsburgo. La guerra civil y europea estalló. El conflicto
tenía una doble perspectiva: el ascenso al trono de Felipe V aumentaba la hegemonía francesa
y la temida unión de España y Francia bajo un mismo monarca. Esta situación condujo a
Inglaterra y Holanda a apoyar al candidato austriaco, sostenido por los Habsburgo de Viena.
Las diversas potencias europeas se posicionaron ante el conflicto sucesorio español.
Felipe de Borbón representaba el modelo centralista francés, apoyado en la Corona de
Castilla, mientras que el archiduque personificaba el modelo foral, defendido por la Corona
de Aragón y, fundamentalmente, por Cataluña. La guerra terminó con el triunfo de Felipe V a
través de las victorias militares de Almansa (1707), Brihuega (1710) y Villaviciosa (1710).
Un acontecimiento internacional fue definitivo para comprender el desenlace: Carlos de
Habsburgo heredó en 1711 el Imperio alemán. Sus aliados pasaron en ese momento a ver con
preocupación la posible unión de España y Austria bajo un mismo monarca. La guerra
concluyó con la firma del Tratado de Utrecht en 1713207. El contienda puso terminó con la
205
GARCÍA MERCADAL, J.: Ob. cit., p. 412.
206
La Guerra de Sucesión representa el inicio de una etapa diferente en el equilibrio de fuerzas europeas y vino
aparejada de cambios importantes en la monarquía hispánica aunque de su análisis se desprende que fue mayor
el peso de las continuidades. La guerra tuvo sus orígenes en la política exterior y podría haberse evitado con una
mayor prudencia de Luis XIV. Los términos del tratado de Utrecht eran la demostración que la guerra para
España tuvo más costes que beneficios. Los orígenes de la enemistad entre sus partidarios en la península es una
cuestión que responde a múltiples motivaciones y está muy condicionada según el territorio. La negativa
experiencia del último Habsburgo y el sentimiento antifrancés acumulado durante siglos son las dos
motivaciones básicas del distanciamiento entre los partidarios del príncipe Felipe y del archiduque Carlos, pero
no se deben pasar por alto los conflictos de intereses entre nobles que al final acabaron por arrastrar a las clases
populares en enfrentamientos con un fuerte componente de lucha de clases. DOMÍNGUEZ ORTIZ, A.: Estado
y sociedad en el siglo XVIII español, Barcelona, 1976, p. 37.
207
El tratado estipuló lo siguiente: Felipe V era reconocido por las potencias europeas como Rey de España pero
renunciaba a cualquier posible derecho sobre la corona francesa. Los Países Bajos españoles y los territorios
italianos (Nápoles y Cerdeña) pasaron a Austria. El reino de Saboya se anexionó la isla de Sicilia. Inglaterra
obtuvo Gibraltar, Menorca y el navío de permiso (derecho limitado a comerciar con las Indias españolas) y el
asiento de negros (permiso para comerciar con esclavos en las Indias). Sobre el Tratado de Utrecht, véase: DEL
CANTILLO, A.: Tratados, convenios y declaraciones de la paz y del comercio que han hecho las potencias
106
hegemonía que España detentaba en Europa desde el siglo XVI 208. Nos encontramos, por
tanto, ante un escenario muy complicado, el país inmerso en una larga guerra y con un rey
extranjero, sin preparación para tan complicada tarea y excesivamente dependiente de Francia.
extranjeras los monarcas españoles de la casa de Borbón. Desde el año 1700 hasta el día. Imprenta de Alegría y
Charlain. Madrid, 1843.
208
ALBAREDA SALVADÓ, J.: La Guerra de Sucesión de España (1700-1714).Barcelona, 2010, p. 334.
209
A partir de la aplicación de la Nueva Planta se inició un proceso histórico, en el curso del cual se produjeron
unos acontecimientos de hondas repercusiones, como la ruptura del dualismo monárquico estamental, la reforma
del aparato administrativo, la homogenización legislativa y la mayor eficacia en los poderes públicos (...) Esta
operación reformista no fue impulsada en exclusiva por los políticos franceses que vinieron a España con Felipe
de Anjou. En principio, la iniciativa correspondió a dirigentes como Amelot, Orry y Bergeyck, que conocían
bastante bien los sistemas políticos y administrativos del poderoso país vecino. BONELL COLMENERO, R.:
“Los Decretos de Nueva Planta”. Saberes. Revista de estudios jurídicos, económicos y sociales. Separata. Vol. 8,
2010. pp. 16-17.
210
Destruido en el incendio de 1734.
107
representación del monarca y su familia constituía un asunto de extrema importancia ya que a
través de los retratos se pretendía trasladar el concepto de la nueva monarquía. Una nueva
visión de la majestad real encarnada en un monarca joven y valiente211.
“Frente a los sistemas impositivos de los retratos de la corte española, que se basaban en un
distanciamiento majestuoso y en una separación de carácter moral casi infinita, la concepción del
retrato francés representaba al rey que había nacido para brillar en medio de la corte, y así debía ser
representado usando todos los recursos de la retórica”212.
El rey adopta el traje nacional español, acostumbrado como estaba al francés, pero
pronto se escribió en latín un decreto contra la golilla:
“(…) sobre el abandono de la golilla, busque en este Corte que no faltará el elegante y
gracioso Poema de P. Juan Commirio cuyo título es: Golilla decreto Jovis intervicta. Ludus Catolici
Regis (Philippi V) versus reditus, donde verá bien pintadas las incomodidades de este traje. La idea del
Poeta es celebrar el festivo enojo, con que nuestro Rei Felipe V (representado su persona en la de
Jupiter) arrojó de si la golilla, como trage enfadosissimo que le aogaba después de haberlo usado unos
quantos unos cuantos dias cuando estaba para venir a España.”213
211
Debido a su coraje en el campo de batalla, Felipe V fue apodado “el Animoso”.
212
SIMAL LÓPEZ, M.: Retrato de Felipe V vestido de cazador, Miguel Jacinto Meléndez. Madrid, 2007, p. 11.
213
FEIJOO, B. J.: Teatro crítico universal o Discursos varios en todo género de materias para desengaño de
errores comunes. Madrid, 1773, p. 155.
214
La batalla de Almansa que se produjo el 25 de abril de 1707 en las proximidades del puerto del mismo
nombre en Albacete. Las tropas borbónicas estaban comandadas por el duque de Berwick y los segundos o
austracistas eran dirigidos por los generales Galway y Das Minas. Tras la derrota de los partidarios del
Archiduque en Almansa, se produjo toda una reorganización política y administrativa de los territorios
controlados. Las regiones que habían combatido al lado del bando austriaco pagaron muy pronto su apoyo al
oponente. El primer decreto de Nueva Planta se promulgó en junio de 1707, poco después de la derrota teniendo
una función eminentemente punitiva sobre los reinos de Aragón y Valencia.
108
de la corte en cuestión de indumentaria; su abuelo le aconsejó que fuera muy prudente y que
de ninguna manera desairara a sus nuevos súbditos. Por tanto,
fue un cambio gradual y sin imposiciones por parte del poder.
El joven Felipe no contaba con la debida formación a lo que
se debe añadir que tampoco hablaba el castellano. Aún así,
convino con sus ministros en acabar con la tremenda mala
fama que tenía España. La estética de la monarquía de los
Austrias quedó relegada y se desplegó un nuevo tipo de
imagen que afectó a todo el orden social.
“Mi opinión es que el Rey de España no cambie este uso al llegar, que se conforme primero
con los modos del país. Cuando haya satisfecho a la nación con esta complacencia será dueño de
introducir otras modas. Pero debe hacerlo sin dar ninguna orden y su ejemplo bastará para
acostumbrar a sus súbditos a vestirse como él”216.
Durante los primeros años de su mandato Felipe V usó el traje nacional y también el
francés, aunque para los actos oficiales se decantaba por el traje negro con la golilla. Juan de
Barreada, su sastre por aquel tiempo, se encargaba de la confección de los trajes a la española
215
Francisco de Paula Téllez-Girón y Benavides, VI duque de Osuna (1694-1716), fue embajador de España en
Francia. Estuvo presente en la ceremonia de renuncia al trono de Francia de Felipe V. COXE, W.: España bajo
reinado de la casa de Borbón, desde 1700, en que subió al trono Felipe V hasta la muerte de Carlos III acaecida
en 1788 .Vol. II. Madrid, 1846, p.90.
216
BOTTINEAU, Y.: El arte cortesano en la España de Felipe V (1700- 1746). Madrid, 1986, p. 326.
109
aunque desde 1707 ya no se le requirió mas217. El 30 de mayo de 1707 Amelot 218explicaba a
Luis XIV:
“(…) desde la batalla de Almansa toda la Gente de noble condición, Consejeros de los
tribunales que no son togados, Oficiales empleados en las secretarías y en la hacienda, Negociantes,
Burgueses, así como los sirvientes de los Grandes Señores, han renunciado absolutamente a la
vestimenta española, sin que se haya testimoniado a nadie la menor cosa por parte del rey vuestro
nieto, para procurar ese cambio”219.
“Su determinación de ser prudente duró poco tiempo, pues al dirigirse a Madrid, mientras que
el rey se hallaba en Italia, suprimió el tontillo y también la larga cola que las damas traían a sus pies
para cubrirlos cuando se sentaban atraían a sus pies para cubrirlos cuando se sentaban en el suelo
según el modo español”223.
217
DESCALZO LORENZO, A.: “El arte de vestir en el ceremonial cortesano. Felipe V”. España festejante. El
siglo XVIII. 2002. p. 198.
218
Michel-Jean Amelot de Gournay (1655-1724), fue embajador de Francia en España. Nombrado por Luis XIV
en 1705.
219
Véase, Luis XIV (Rey de Francia), AMELOT DE GOURNAY, M-J.: Correspondencia de Luis XIV con M.
Amelot, su embajador en España: 1705-1709. Alicante, 2012.
220
Véase, TORRES VILLAROEL, D.: Visiones y visitas de Torres con D. Francisco de Quevedo por Madrid.
Madrid, 1727
221
MOLINA, Á. VEGA, J.: “Vistiendo el nuevo cortesano. El impacto de la feminización.” Sevilla y corte: las
artes y el lustro real (1729-1733). Madrid, 2010, p. 169.
222
TEJEDA FERNÁNDEZ, M.: Glosario de términos de la indumentaria regia y cortesana en España. Siglos
XVII y XVIII. Málaga, 2006, p. 463.
223
BOTTINEAU, Y.: Ob. cit., p. 327.
110
De París comenzaron a llegar envíos de ropa para los reyes, incluso toda la canastilla
para el futuro príncipe de Asturias. Estas compras continuaron durante el segundo matrimonio
del rey pero fueron a menos con el tiempo. El gusto francés se adoptó de tal manera que las
relaciones comerciales entre los dos países fueron
muy estrechas, no sólo encargaba la corte sino
también los particulares por lo que la industria
española se resentía. La familia real adquiría los
encajes en Bruselas y los relojes y sombreros de
castor a Londres224.
224
Ibídem, p. 646.
225
“La Soberbia, como primera en todo lo malo, cogió la delantera. Topó con España primera provincia de la
Europa. Parecióla tan de su género que se perpetuó en ella. Allí vive y allí reina con todos sus aliados, la
estimación propia el desprecio ajeno, el querer mandarlo todo y servir a nadie, hacer de Don Diego y vengo de
los godos, el lucir, el campear, el alabarse,…”. Edición de Julio Cejador, Madrid, 1913-1914, p. 178.
226
MOLINA, A. y VEGA, J.: Vestir la identidad, construir la apariencia. La cuestión del traje en la España del
siglo XVIII. Madrid, 2004, p. 9.
111
que se descuidó el trabajo como fuente de riqueza y la creación de fuentes de prosperidad
económica. Francia no poseía minas por tanto para obtener oro y plata dirigió sus esfuerzos a
la exportación de mercancías de manufactura nacional. El principal mercado pasó a ser
España, por su exceso en oro y plata y su déficit en capacidad productiva. Tal y como se ha
visto anteriormente, Francia implementó industrias de lujo con exportaciones muy ventajosas
para su economía.
A finales del siglo XVI la industria textil era la más importante en nuestro país, la
aparición del fenómeno “moda” supuso una verdadera revolución. Segovia fue el centro más
sobresaliente de toda Castilla 227 . Se fabricaban paños veintidosenos (veintidós hilos por
urdimbre). En el siglo XVII la calidad bajó, la demanda comenzó a caer; los artífices no
recibían ningún tipo de ayuda estatal y tenían excesiva presión fiscal. Por desgracia, España
perdió su clientela mas selecta ya que en el siglo XVI exportábamos guantes, tejidos y
mercaderías de lujo. Durante el XVII las damas se decantaron por adquirir tejidos extranjeros
siguiendo la moda francesa que proporcionaba colores nuevos. Los gremios españoles se
quedaron desfasados en este sentido228.
La clase burguesa era la artífice de la fabricación textil, que iba de los paños a las
sedas constituyendo un motor económico clave. Los cinco gremios mayores fundados en
Madrid en 1686 eran los siguientes: pañeros, sederos, drogueros, lanceros y joyeros. Las
artesanías estaban organizadas en gremios, siguiendo todavía el modo medieval229. En el siglo
XVIII esta estructura frenaba la productividad a gran escala siendo Cataluña la región que
empezó a abrir fábricas textiles donde trabajaban centenares de obreros230. Este modelo, que
se mantuvo vigente durante toda la centuria, había quedado caduco para responder a las
nuevas necesidades económicas y sociales de tal manera que:
227
Al comienzo del reinado de Felipe V la industria textil nacional se encontraba en franca decadencia, no
pudiendo -por su retraso técnico- competir con el resto de Europa. No obstante, a partir de 1709 se realizan
importantes encargos para la confección de uniformes militares con paños nacionales, lo cual supuso un
verdadero revulsivo. Nada menos que 10.000 uniformes fueron confeccionados por sastres de Madrid en esa
primera etapa, con tejedores de Villoslada y otras villas DE CASTRO, C.: A la sombra de Felipe V: José de
Grimaldo, ministro responsable (1703-1726). Madrid, 2004, p. 198.
228
DOMINGUEZ ORTIZ, A.: El antiguo régimen: Los Reyes Católicos y los Austrias. Madrid, 2006. p. 277.
229
La abolición del régimen gremial se aprobó en 1813 en las Cortes de Cádiz.
230
DOMINGUEZ ORTIZ, A.: Ob. cit., p. 198.
112
“se les acusaba de construir una rígida armadura que encarecía los artículos y las innovaciones
y al mismo tiempo impedía o dificultaba el desarrollo industrial y los inventos técnicos”231.
La burguesía actuaba desde la familia, como la nobleza, y desde ella extendía su red.
Los valores del Antiguo Régimen eran extensivos a todas las clases sociales, ya que los
comerciantes enriquecidos deseaban formar parte de la nobleza, y el reconocimiento social de
la elite. El comercio dentro de nuestro país se veía afectado por diversas trabas entre ellas las
aduanas y “aduanillas”; Felipe V suprime las interiores (salvo las de Vascongadas y Navarra)
con motivo de agilizar la economía; aunque no se pudo igualar el régimen tributario por lo
hablar de las malas comunicaciones y las innumerables trabas administrativas:
“La realidad era la inexistencia de un mercado nacional, y sin un mercado nacional en sentido
estricto de comunicación generalizado de bienes y servicios entre las diferentes regiones del país es
evidente que tampoco hay economía nacional”232.
“La falta de iniciativa privada impulso una acción tutelar del Estado mediante una política
intervencionista, bien fuera estimulando la capacidad del capital privado, o sustituyendo esta falta de
inversión por la acción del propio Estado como empresario y promotor industrial. En este contexto hay
231
PLAZA PRIETO, J.: Ob. cit., p. 193.
232
Ibídem, pp. 347.
233
Sin embargo estas iniciativas han sido cuestionadas por diversos autores. "La experiencia de las fábricas reales
ha tenido mala prensa. Los economistas del siglo XVIII ya denunciaban la excesiva burocratización y la escasez
de beneficios. La crítica de las manufacturas reales se ha convertido en un tópico (...) El balance de las industrias
creadas con apoyo estatal durante el siglo XVIII no resulta muy fructífero (...) La fábrica de Guadalajara resultó
ser un sumidero de dinero público." (SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., RAMOS PÉREZ, D., COMELLAS, J. L.,
ANDRÉS-GALLEGO, J.: Historia General de España y América. Vol. X-2º, Madrid, 1990. p. 24.
113
que entender la creación de las manufacturas dependientes de la Real Hacienda o en manos de
particulares, pero financiadas por el Estado y con regulación de privilegios y exenciones fiscales”234.
“En 1704 la fábrica de tapices de Madrid, en 1705 de paños en Calahorra y San Fernando, en
1723 la de Segovia y una compañía de comercio textil en Madrid. En 1726 se dicta un decreto
protector de las industrias de paños y sedas, y dos años más tarde se veda la entrada de lienzos
estampados de algodón y seda…”235.
234
PEÑALVER RAMOS, L. F.: “El complejo manufacturero de la Real Fábrica de Seda de Talavera de la Reina
(1785)”. Espacio, tiempo y forma. Serie IV, Historia moderna, 1996, p. 359.
235
BOTTINEAU, Y.: Ob. cit., p. 480.
236
Superintendente general de finanzas en Flandes.
237
VOLTES, P.: Felipe V, fundador de la España contemporánea. Madrid, 1991, p. 378.
238
No obstante, otros autores sitúan –acaso con mayor propiedad- el incipiente desarrollo industrial español
durante la etapa final del reinado de Fernando VI. COMELLAS, J. L.: Ob. cit., p. 150.
114
la “Junta de Jurisprudencia Práctica”239, en 1734 la Real Academia de Medicina, en 1738 la
Real Academia de la Historia; y se establecieron las bases para la creación de la Real
Academia de Bellas Artes de San Fernando 240 . Otro de los cambios significativos fue el
progresivo ascenso de la burguesía a puestos de
responsabilidad, siendo un claro ejemplo don
José Patiño, jefe del gobierno241.
239
Actual Real Academia de Jurisprudencia y Legislación.
240
Creada durante el reinado de Fernando VI en 1752 aunque sus primeros estatutos fueron aprobados en 1744.
241
José Patiño nació el 11 de abril de 1666 en Milán, ciudad en la que se educó en los primeros años como
novicio de los jesuitas; pasó luego a Roma y abandonó de forma oscura la compañía de Jesús. En 1707 obtuvo
plaza en el Consejo de Órdenes, siendo también distinguido con la gracia de la orden de Alcántara. Desde el
Consejo de Órdenes fue trasladado a Extremadura como Superintendente General, llevando a cabo una brillante
gestión materializada en la instrucción particular que le fue aprobada el 1 de diciembre de 1711, a fin de ordenar
lo relativo a las rentas reales. A partir de marzo de 1713 desempeña el mismo cargo en Cataluña, y desde enero
de 1717 la intendencia de ejército y marina en Sevilla, juntamente con la presidencia del Tribunal de la
Contratación ESCUDERO LÓPEZ, J. A.: Los orígenes del Consejo de Ministros en España. Vol I, Madrid,
2001, p. 90.
242
Isabel de Farnesio (1692-1768) era una mujer de fuerte carácter y sumamente ambiciosa que no fue querida
por sus súbditos, aunque sí por su marido y sus hijos De su unión con Felipe V nacieron siete hijos de los cuales
seis llegaron a la edad adulta, algo verdaderamente notable para aquellos tiempos donde la mortalidad infantil
era pavorosa. Isabel había nacido en Parma, una corte culta y sofisticada. Los palacios en donde habitó estaban
adornados espléndidamente con obras de los mejores artistas italianos. La princesa mostró desde joven gran
inclinación por las artes recibiendo lecciones de pintura a partir de los once años. También fue muy aficionada a
la música, de hecho sabía tocar el clavicémbalo. Entre sus aficiones también se contaba la lectura y el
coleccionismo de libros. Véase, PÉREZ SAMPER, Mª. Á.: Isabel de Farnesio. Barcelona, 2003.
243
Hasta el siglo XVIII las pinturas de la Colección Real no fueron marcadas, las personas a su cargo la
supervisaban a través de los inventarios de bienes. El primer rey en marcar su colección particular fue Felipe V
para lo cual adoptó el emblema de la Casa Ducal de Borgoña, una cruz en forma de aspa. La necesidad de tener
mejor controladas las pinturas vino dada a raíz del pavoroso incendio del Alcázar de los Austrias que se produjo
115
Jean Ranc. La familia de Felipe V. 1723. Museo Nacional del Prado. Madrid.
”La corte es triste; sin embargo, es más brillante que en otro tiempo, a causa de las tropas que
forman la casa del rey. Hay seiscientos guardias de coros vestidos como los del rey de Francia; hay
guardias españolas y guardias valonas244, vestidos como los guardias franceses”245.
Felipe V e Isabel de Farnesio fueron grandes amantes de las artes, sobre todo de la música y
la pintura246. En 1721 se comenzó a levantar el palacio de La Granja de San Ildefonso., se ordenó
a Teodoro Ardenas la construcción de un pequeño palacio barroco con grandes jardines. Aunque
intervinieron varios arquitectos en su construcción aparte de Teodoro Ardemans, Procaccini,
Felipe Juvara y Sachetti. El conjunto, un magnífico ejemplo de arquitectura palatina
dieciochesca, es un pequeño Versalles al que Felipe V se retiró cuando cuando abdicó en 1724,
El 10 de enero de 1724 Felipe V comunicó al Consejo de Castilla su abdicación a la corona:
el día de nochebuena de 1734. El palacio, que era la residencia principal de la familia real española y la sede de
la corte, quedó reducido a cenizas. Su exterior era sobrio pero albergaba tal vez la mejor colección de pintura de
la época, formada por unos dos mil cuadros de los mejores artistas que había dado Europa hasta el momento. Se
estima que se perdieron unas quinientas pinturas además de un sinfín de obras de arte de todo tipo.
244
Las Guardias Españolas y Valonas vestían casaca larga y calzón azul turquí, con vuelta, collarín y chupa
encarnados. La casaca no presentaba solapas sino tres órdenes alternos de alamares en blanco, con tres alamares
por grupo, desde el collarín hasta el puente del calzón. El pico de los alamares miraba hacia el hombro. La vuelta
de los puños llevaba cuatro sardinetas también blancas (tres hasta 1789), con el pico hacia la mano.
245
GARCIA MERCADAL, J.: Ob. cit., p. 628.
246
Durante su estancia en Sevilla descubrió a Murillo, comprando todas las obras del pintor que pudo, más
adelante, en 1744 compró La sagrada familia del pajarito que se convirtió en su cuadro preferido y del que
nunca se separó. La reina mandó marcar sus pinturas con la flor de lis del escudo de los Farnesio, y así las
podemos admirar en el museo del Prado donde hoy día reside gran parte de su colección.
116
“Haviendo considerado de quatro años a esta parte, con alguna particular reflexión y madures,
las miserias de esta vida por las enfermedades, guerras y turbulencias que Dios ha sido servido
enviarme, en los 23 años de mi reinado y considerando también que mi hijo primogénito Don
Luis, Príncipe juarado de España, se halla en edad suficiente para regir y gobernar con acierto y
en justicia esta Monarquía he deliberado apartarme absolutamente del gobierno y manejo de ella,
renunciándola con todos sis Estados, Reynos y Señoríos, en el referido Príncipe Don Luis, y
retirarme con la Reyna, en quien he hallado un pronto ánimo y voluntad a acompañarme gustosa,
a este palacio y sitio de San Ildefonso, para servir a Dios desembarazado de otros cuidados,
pensar en la muerte y solicitar mi salvación”247
A pesar de su deseo de abandonar el trono, el rey debió reasumir sus funciones a los
siete meses ya que su hijo primogénito de diecisiete años de edad, proclamado Luis I de
España el 9 de febrero de 1724, falleció a causa de la viruela. En el retrato de la mano de
Houasse del futuro Luis I observamos que porta el hábito de novicio de la Orden del Espíritu
Santo, cuyos calzones siguen el modelo de “rhingrave”
usado en la moda cortesana francesa antes de la
implantación del traje militar, tal y como vimos en el
capítulo II. Por tanto un atuendo que había sido suprimido
desde hacía cincuenta años se mantenía vigente como
uniforme de los Caballeros de la Orden del Espíritu Santo.
247
Véase, KAMEN, H.: Felipe V, el rey que reinó dos veces. Madrid, 2000.
117
“… siguiendo el ejemplo de todos los grandes monarcas, sabían muy bien la importancia que
el arte tenía para dar esplendor a un reinado. No era solo arte, era también política. Isabel de Farnesio
llegó a tener en su colección más de novecientas pinturas, gustaba de escenas familiares, infantiles y
galantes”248.
Michel-Ange Houasse. El jardín de los monjes del monasterio de El Escorial. Palacio de la Moncloa.
Madrid.
248
PÉREZ SAMPER, Mª. Á.: Ob. cit., p. 363.
118
que se encuentran un grupo de elegantes damas y caballeros. Ellos con pelucas, grandes
casacas y zapatos abotinados, mientras que ellas lucen vestidos con tonos suaves y sencillos
moños al gusto del momento. La peluca no sólo la lucían los caballeros más principales sino
que se adoptó por otros tipos como podemos observar en esta escena donde el músico la lleva.
En La barbería (Palacio Real, Madrid), los mismos barberos a los que vemos en plena
faena llevan peluca empolvada. A su lado aparece la peluca y el sombrero de tres picos del
caballero que está siendo afeitado, mientras a la izquierda otro hombre (con la cabeza rapada)
aparece sentado esperando al arreglo de su correspondiente peluca. Tal y como venimos
comprobando la nueva moda era costosa ya que exigía de elementos ciertamente costosos
como las pelucas. El gasto en ropa del rey y su familia era desorbitado, pero el gobierno
siempre preocupado por los dispendios que
acarreaban los nuevos hábitos, dictó una
“Pragmatica sancion, que Su Magestad
manda observar, sobre trages, y otras cosas,
año de 1723”. Ésta fue promulgada en San
Ildefonso el 15 de noviembre de 1723,
versando sobre la moderación en el vestir y
en todo tipo de gastos superfluos, como las
guarniciones de carrozas y coches, o el
número de mulas o caballos para el tiro.
Michel-Ange Houasse. Velada musical. Palacio de
También se trataba de regular el vestir de los la Granja de San Ildefonso.
artesanos y profesiones liberales, "o mas
baxos" como obreros, labradores y jornaleros; asimismo los lutos y las dotes, etc249. El texto
insiste en consumir tejidos españoles y en limitar el uso de la seda en vestidos y guarniciones:
“como sean de fabricas destos reynos y sus ò de los de sus Dominios, y provincias amigas: y
para el consumo, y extincion de todo lo que toca à vestidos, encaxes y puntas que se traen al presente,
y ya viados, y lo demas que se prohibe en esta Pragmatica (…) Permito que las libreas que se dieren a
los Pages puedean ser casaca chupa y calçones de lana fino ù seda llanas fabricadas en estos mis
249
Esta pragmática fue impresa en diversas ciudades de España, entre las conocidas, Madrid, Sevilla, Barcelona.
Granada, Zaragoza, y Palma, conservándose varios ejemplares de las ediciones de Madrid y Sevilla.
119
Reynos, y en sus Dominios y no se han de poder dar ni traer capas de seda, ni fino de paño, bayeta,
raxa u otra cosa que no sea de seda ni aforradas en ella; y las medias han de poder ser de seda”250.
Pero el citado documento no fue el primero, el cual se dictó en 1716 mientras que el
último del reinado vio la luz en 1745. Se prohibían los tejidos extranjeros así como los hilos
de oro, plata, encajes y bordados en seda. Los militares y otra serie de profesionales quedaban
exentos de su cumplimiento251. Por otro lado, el luto causaba innumerables gastos en el vestir
Louis-Michel van Loo. La familia de Felipe V. 1743. Museo Nacional del Prado. Madrid.
no sólo de las personas sino de las casas y las iglesias. En la España de la Edad Moderna era
una costumbre observada por la sociedad; algunas disposiciones testamentarias se hacían eco
de la sencillez y humildad en el entierro pero por lo general se celebraban con gran fasto. En
Sevilla las exequias se celebraron con mayor pompa en el siglo XVIII que en el anterior252.
250
Pragmatica sancion, que su Magestad manda observar, sobre Trages, y otras cosas, año de 1723. Fondos
digitales Universidad de Sevilla.
251
PUERTA ESCRIBANO, R.: “Reyes, moda y legislación jurídica en la España moderna”. Ars Longa.
Cuadernos de arte. Valencia, 2000, p. 69.
252
MARTÍNEZ GIL, F.: Muerte y sociedad en la España de los Austrias. Cuenca, 2000, p. 538.
120
Uno de los hechos más curiosos del largo reinado de Felipe V fue el traslado de la
corte a Sevilla entre febrero de 1729 y mayo de 1733. La estancia de la corte durante cuatro
años en la capital hispalense constituye un hecho excepcional. Una de las razones que se
apunta para explicar el viaje real fue el deseo de la reina 253 de mejorar la salud del rey con la
intervención de algunos médicos expertos en terapia musical que había en la ciudad254. Por
desgracia en Sevilla, Felipe V sufrió una de sus crisis más largas y alarmantes255.
A pesar de sus continuos problemas de salud el rey vivió trece años más. En 1743 el
francés Van Loo realizó La familia de Felipe V , una gran pintura cortesana que se puede
considerar símbolo de un época; en ella los reyes aparecen rodeados de sus hijos y nietos en
un escenario palaciego. Isabel de Farnesio, que se encuentra en el centro de la composición,
apoya su brazo en el rico cojín que sostiene la corona. Tanto su atavío como el de las restantes
damas sigue los preceptos de la moda rococó del momento a través de vestidos “a la francesa”
con profundo escote, petos adornados con joyas de pecho, cinturas de avispa, pequeños
moños y cabezas empolvadas adornadas con tembladeras256. El rey y sus hijos llevan pelucas
también empolvadas, grandes casacas guarnecidas con hilo de oro y plata, y medias recogidas
sobre las rodillas. Todos los tejidos y encajes se reproducen con gran verismo. La
composición rezuma riqueza y teatralidad siguiendo los preceptos en indumentaria que
marcaba la corte de Versalles; La familia de Felipe V supone la obra cumbre en el ámbito del
retratística de las transformaciones que trajo consigo la nueva dinastía.
253
Durante su estancia en Sevilla descubrió a Murillo, comprando todas las obras del pintor que pudo, más
adelante, en 1744 compró La sagrada familia del pajarito que se convirtió en su cuadro preferido y del que
nunca se separó. La reina mandó marcar sus pinturas con la flor de lis del escudo de los Farnesio, y así las
podemos admirar en el museo del Prado donde hoy día reside gran parte de su colección.
254
PEREZ SAMPER, Mª. A: Ob. cit., p. 388.
La mayor afición del rey y consuelo a sus desdichas era la música. Hicieron venir a España al gran cantante
Farinelli en 1737 nombrándolo “Músico de cámara de SS.MM”, con una paga anual de 135.000 reales de vellón.
255
Los desequilibrios mentales de Felipe V fueron agravándose con el tiempo de tal manera que pasaba días
enteros sin salir de la cama y sin querer lavarse, dormía de día y estaba despierto de noche, obsesionado con la
muerte y con comportamiento era absolutamente disparatado por desgracia la estancia en la capital hispalense lo
mejoró su estado de salud. “El rey, afligido durante años por una condición mental incurable, intentó la tarea
imposible de seguir un extraño horario, al tiempo que todo el mundo que le rodeaba seguía otro. Su incapacidad
periódica originó una de las monarquías más extrañas del siglo. Muy rara vez, en la Europa moderna, un reino
había sido gobernado desde el lecho de un enfermo” KAMEN, H.: Ob. cit., p. 269. “Felipe V era un anormal,
con periodos de lucidez y otros en que frisó la locura completa; sus obsesiones y ridículas” DOMÍNGUEZ
ORTIZ, A.: La sociedad española en el siglo XVIII. p. 25.
256
ARANDA HUETE, A.: “Aspectos tipológicos de la joyería femenina española en el reinado de Felipe V”.
Anales de Historia del Arte. Madrid, 2000, p. 219.
121
III.2. Fernando VI, la consolidación de la moda y el patrocino de la industria
sedera.
En 1746 subió al trono Fernando VI, el prudente, el primer rey de la dinastía Borbón
nacido en España. Hijo de Felipe V y su primera mujer María Luisa de Saboya, su mandato
duró trece años y no dejó herederos257, el periodo fernandino se caracterizó por la estabilidad.
Se rodeó de ministros capaces y junto con ellos destacó por su interés en el progreso artístico,
la creación de varias academias y el impulso de las ya existentes como la de la Lengua y de la
Historia. Fundó la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid en 1752 y en
Sevilla, en 1751, la Academia de la Buenas Letras con título real. En principio, Fernando no
estaba destinado a reinar pero de sus tres hermanos dos murieron en la infancia y su hermano
mayor, Luis fue rey solamente siete meses en 1724, ya que murió prematuramente aquejado
por la viruela. El infante se convirtió en príncipe de Asturias con once años. Siendo
adolescente se concertaron sus esponsales, la elegida fue Bárbara de Braganza, hija de Juan V
de Portugal258; la ceremonia matrimonial se celebró en Badajoz en 1729259.
257
Al morir su mujer, el rey literalmente enloqueció, retirándose al castillo de Villaviciosa de Odón donde se
abandonó totalmente. Después de un terrible año en el que desatendió sus deberes como monarca y preso de
ataques de ira y angustia y víctima de una tremenda depresión, falleciendo con solo 45 años. Bárbara de
Braganza falleció a causa de un cáncer de útero. La reina había sido querida por su pueblo pero su testamento
fue considerado un ultraje (teniendo en cuenta que la dote que había entregado no fue muy cuantiosa) ya que
dejó la práctica totalidad de su fortuna, unos siete millones de reales, a su hermano el infante de Portugal Don
Pedro. Corrieron pasquines criticándola duramente, tachándola de estéril y avariciosa. Fernando VI intentó el
suicido en varias ocasiones, fue presa de ataques de ira maltratando a las personas que le servían, incluso llegó a
hacerse el muerto. Dejó de dormir en la cama para hacerlo en una silla. En definitiva, un comportamiento
absolutamente disparatado. Lo más probable es que tuviera un cuadro maniaco-depresivo con ataques de
epilepsia. Véase, VOLTES, P.: Fernando VI, Barcelona, 1996.
258
Bárbara de Braganza estaba muy preparada intelectualmente, hablaba varios idiomas y tocaba el clave. Su
maestro de música fue nada menos que Scarlatti. Cuando se convirtió en reina protegió a Farinelli, el célebre
“castrato” italiano de voz prodigiosa que había sido llamado a la corte española por su suegra. Durante los largos
años que pasaron siendo príncipes de Asturias, incluso fueron en ocasiones apartados de la corte no pudiendo
realizar actividades en público.
259
Se escogió ese enclave porque era la ciudad española más cercana a Portugal pero no se pensó en que sus
arcas no estaban preparadas para recibir con el agasajo que merecían a tan ilustres visitantes.
122
El monarca creó la Compañía de Fábricas y de Comercio que tenía como objetivo
relanzar la industria sedera toledana y que estaba relacionada con fábricas de Granada, Sevilla
y Extremadura. Una de las más importantes fábricas del siglo bajo titularidad de la Corona fue
la Fabrica de Tejidos de Seda, Plata y Oro de Talavera de la Reina. Inaugurada por el mismo
rey en 1748, y en cuya fundación tuvo un papel clave su ministro José de Carvajal. En la
manufactura se llevaba a cabo todo el proceso desde el cultivo y cría de los gusanos hasta el
hilado, teñido y tejido además de la creación de los modelos. En Talavera se confeccionaban
sedas labradas al modo de Lyon, pero también tejidos lisos y elementos decorativos para
indumentaria civil, religiosa y para la decoración260. El primer director fue el francés Juan
Domingo Martínez. Carro del pregón de la máscara. Hacia 1748. Museo de Bellas Artes. Sevilla.
260
BATISTA DOS SANTOS, A. F.: Los tejidos labrados en la España del siglo XVIII y las sedas imitadas del
arte rococó en Minas Gerais (Brasil). Análisis formal y analogías. Valencia, 2009, p. 55.
261
PEÑALVER RAMOS, L. F.: “El complejo manufacturero de la Real Fábrica de Seda de Talavera de la Reina
(1785)”. Espacio, tiempo y forma. Serie IV, Madrid, 1996, p. 364.
123
llamada también Fábrica de Santa Bárbara. Por último, en 1759 se abrieron las Reales
Fábricas de Lencería en la Granja de San Ildefonso y en León. En 1753, para potenciar la
industria sedera valenciana se trasladó a dicha ciudad la Real Casa Fábrica de los Cinco
Gremios Mayores de Madrid por su gran cantidad de maestros y su mejor ubicación para el
comercio a través de su puerto262. En Sevilla se construyó la Real Fábrica de Tabacos (la
primera de Europa) que comenzó a funcionar en 1758. El director de la Fábrica de Tabacos
don José Antonio de Losada encargó a Domingo Martínez una serie de ocho grandes lienzos
que describen las celebraciones que tuvieron lugar en las calles de Sevilla con motivo de la
ascensión al trono de España de Fernando VI en 1746. Tanto los festejos, como los lienzos
del mismo tamaño y marco fueron costeados íntegramente por la Real Fábrica de Tabacos,
asimismo se publicó un grueso volumen que describía el magno acontecimiento. La fiesta era
un perfecto elemento de persuasión en manos del poder, un instrumento de ostentación y
propaganda. La cultura barroca era fundamentalmente visual, su objetivo radicaba en
impresionar al espectador por lo que se gastaban cifras considerables en este tipo de actos. Se
levantaban arquitecturas efímeras y se engalanaban las ciudades a pesar de que la situación
económica no estaba para tales dispendios, pero era el precio de la paz social.
Las pinturas de Domingo Martínez son un valioso testimonio ya que nos permiten
comprobar cómo era la Sevilla de la época. El cortejo pasa por delante de la catedral, del
palacio arzobispal y del ayuntamiento (cuyo piso alto todavía no estaba labrado). La ciudad
aparece engalanada y repleta de público observando la procesión que consta de una serie de
carrozas fastuosamente decoradas con personajes disfrazados que hacen alusión a las futuras
alegrías que traería el nuevo reinado. La clase alta presencia el cortejo desde los balcones que
aparecen abarrotados de damas lujosamente ataviadas a la moda, es decir, con vestido “a la
francesa”, pelucas empolvadas y elegantes abanicos. Así mismo los caballeros lucen el traje a
la francesa compuesto por casaca, chupa y calzones, zapatos abotinados, pelucas empolvadas
y sombreros de tres picos. La serie también nos muestra la indumentaria de las clases
populares a través de hombres con gran capa y chambergo y mujeres con sencillo corpiño
sobre la camisa, saya y delantal.
262
GARZÓN PAREJA, M.: La industria sedera en España: El arte de la seda de Granada. Granada, 1972, p.
89.
124
Domingo Martinez. Carro del Parnaso. Detalle. Hacia 1748. Museo de Bellas Artes. Sevilla.
Otro de los importantes logros del periodo fue la elaboración de un catastro que ha
pasado a la historia como el catastro de Ensenada263, realizado en la Corona de Castilla sin
incluir al País Vasco. Fue puesto en marcha por Real Decreto de Fernando VI de 10 de
octubre de 1749, como paso previo a una reforma fiscal, que sustituyera las complicadas e
injustas rentas provinciales por un solo impuesto, la llamada Única Contribución que no se
llegó a implantar. Entre 1750 y 1754 todas las poblaciones de Castilla fueron sometidas a un
interrogatorio constituido por cuarenta preguntas264 por medio de las cuales se pretendía un
mejor conocimiento de la población y sus circunstancias.
263
Zenón de Somodevilla y Bengoechea (1707-1781). Marqués de la Ensenada.
264
Nombre de la población, jurisdicción, extensión y límites, tipos de tierras, árboles,; medidas de superficie y
capacidad que se usan ; especies, cantidad y valor de los frutos; diezmos y primicias; minas, salinas, molinos y
otros "artefactos"; ganados; censo de población, con vecinos, jornaleros, pobres de solemnidad, censo de
clérigos y conventos; casas y otros edificios; bienes propios del común , sisas y arbitrios, gastos del común,
como salarios, fiestas, empedrados, fuentes, impuestos ; actividades industriales y comerciales, con la utilidad de
los bienes o servicios producidos: tabernas, mesones, tiendas, panaderías, carnicerías, puentes, barcas sobre ríos,
mercados y ferias, hospitales, cambistas y mercaderes, tenderos, médicos, cirujanos, boticarios, escribanos,
arrieros etc.; albañiles, canteros, albéitares, canteros, herreros, zapateros etc.; embarcaciones; bienes enajenados
y rentas propias del Rey. (http://pares.mcu.es/Catastro/servlets/ServletController?accion=2&opcion=10).
125
A su muerte le sucedió su hermanastro Carlos III, uno de los reyes de España mejor
considerados por la historia. El monarca desarrolló su función con la experiencia que había
adquirido durante veinticinco años ocupando el trono de Nápoles y Sicilia bajo el nombre de
Carlos VII. Ejerció el despotismo ilustrado, y fue sin duda el rey español más preparado y
eficaz del siglo XVIII. Su carácter era metódico hasta el extremo y poco dado al
esparcimiento, por lo que la corte española no tenía la brillantez y el boato de otras europeas.
El rey quedó viudo nada más llegar a Madrid y no volvió a contraer matrimonio ya que su
descendencia estaba asegurada. De su matrimonio con María Amalia de Sajonia (1724-1760)
tuvo trece hijos de los que siete llegaron a la edad adulta.
El haber sido testigo de los
problemas mentales de sus antecesores, su
padre Felipe V y su hermano Fernando VI, le
llevó a asumir que la vida ociosa era insana
por lo que siempre estaba ocupado en algo.
Carlos fue un hombre muy devoto y piadoso,
su confesor franciscano durante más de
veinticinco años llamado Joaquín de Eleta,
tuvo un papel destacado en algunas de sus
decisiones. Cada día seguía el mismo ritual:
se levantaba temprano, oía misa, iba a ver a
sus hijos y trabajaba en los asuntos de
Estado. Mas tarde comía en público, recibía
audiencias y dormía un rato. Las tardes las
Pierre Joufroy. Retrato del marqués de la Ensenada.
dedicaba a la caza. Según cuentan las Hacia 1770. Museo de Valladolid
crónicas era un hombre amable, de trato sencillo y vida extremadamente ordenada. El conde
de Fernán Núñez265, que fue durante años su ayuda de cámara, nos dejó esta semblanza:
265
Carlos José Gutiérrez de los Ríos y Rohan-Chabot (1742-1795), fue gentilhombre de cámara del Rey con
ejercicio y embajador en Francia y Portugal.
126
“Su vestido era el más
sencillo y modesto.
Cuando tenía que
vestirse de gala, se ponía
de muy mala gana, sobre
la chupa de campo, un
vestido rico de tela
guarnecido por una rica
botonadura de diamantes.
De este modo se
presentaba a la Corte, a
la capilla y al besamanos,
y luego que pasaban las
Luis Paret. Carlos III comiendo ante su corte. Hacia 1775. Museo Nacional del dos o tres horas de la
Prado. Madrid.
ceremonia, apenas había
entrado en su cámara, se quitaba la casaca echando un gran suspiro y diciendo ¡Gracias a Dios!” y
continuaba: “Estrenar vestido, zapatos o sombrero nuevo era para S.M un martirio”266.
Durante el reinado del rey Carlos III se fundaron una serie de manufacturas: La Real
Fábrica del Buen Retiro en 1760 por iniciativa del propio monarca y la Real Fábrica de
Platería Martínez en 1778. Siendo rey de Nápoles fundó la fábrica de Capodimonte267. Por
otro lado, el rey y su gobierno emprendieron una reforma de la Hacienda:
266
Véase, GUTIERREZ DE LOS RÍOS, J.: Vida de Carlos III. Madrid, 1988.
267
El enlace entre el monarca napolitano y María Amalia de Sajonia despertó enseguida en el joven Rey el
interés por el conocimiento del secreto de la auténtica porcelana, a imitación de su suegro. Sus deseos quedaron
plasmados con la construcción de la Fábrica de Capodimonte a semejanza de la manufactura de Meissen. Una
vez como rey de España mandó llamar a artesanos especializados de Nápoles. La futura fábrica comenzó en un
jardín del en el Real Palacio de Nápoles. Posteriormente se proyectó el edificio en la Alameda de Capodimonte,
las primeras piezas de porcelana se fabricaron en 1743. El rey se ocupó personalmente de la fábrica, contratando
obradores de Alemania y Viena.
268
Toynbee, Arnold y otros. Historia de España. Ed. Marín. Barcelona, 1981, p. 76 y ss.
127
habían producido varias prohibiciones sobre llevar la
cara tapada, concretamente el bando del 9 de julio de
1716 repetido en 1723, 1729, 1740 y 1745 prohibía
expresamente llevar oculto en rostro:
La hambruna se extendía por la escalada de precios de los productos básicos (el pan
duplicó su precio en cinco años) 270 y los salarios se hundían. Las crisis de subsistencia
pasadas permanecían en la memoria colectiva y existía una profuna animadversión hacia los
ministros extranjeros ya que sus medidas económicas no aliviaron la carestía de la población.
269
Novísima recopilación (supra 1) 6.13.10. PÉREZ MARTÍN, A.: “El derecho y el vestido durante el Antiguo
Régimen”. Anales de Derecho nº16. Murcia, 1998, p. 266.
270
El salario medio de un peón era de 4 reales, por tanto con la escalada de los precios con este dinero sólo podía
comprar tres piezas de pan. DOMÍNGUEZ ORTIZ, A.: Carlos III y la España de la Ilustración. Madrid, 1990, p.
101
128
El gobierno pretendía terminar con el uso de la capa larga y el chambergo 271, ya que los
delincuentes los utilizaban para encubrirse; el objetivo era preservar el orden público y
modernizar a una sociedad anquilosada272.
El 10 de marzo de 1766, las calles de Madrid se vieron salpicadas con carteles que
prohibían a la población el uso de la capa y el sombrero. Estalló el motín por las calles de la
capital, la plebe destruyó miles de farolas que se acababan de colocar, asaltaron y saquearon
la residencia 273 de Esquilache y fueron hasta las misma puertas del Palacio Real a pedir
cuentas al rey. Dicho motín tuvo una significación más profunda de la que popularmente se le
atribuye 274 ya que los pasquines contra el bando ministerial se vieron en ciento veintiséis
localidades, de entre las cuales treinta y nueve sufrieron revueltas. Las autoridades para
convencer a la población se habían hecho eco de que la capa “a la española” siempre había
sido corta y no larga, por lo tanto convenía continuar con esta tradición. En cualquier caso, tal
y como veremos más adelante los hombres siguieron usando capa aunque los protocolos no
nos informan de su tamaño.
En el terreno artístico Carlos III quiso mejorar las malas condiciones de la capital, a
través de intervenciones en diversas infraestructuras y su embellecimiento, así mismo fue el
272
“Es sabido que desde tiempo atrás el Gobierno español deseaba transformar muchas cosas de la vida nacional,
y una de ellas era la manera de vestirse de las clases populares, sobre todo de los madrileños. Las capas
enormemente largas, que permitían un concienzudo embozo bajo el cual todos podían esconderse; los grandes
sombrerazos de ala anchísima, el llamado sombrero gacho o, mejor, chambergo, que ejercía una demasiado
eficaz protección y vertía impenetrable sombra sobre el rostro. El rey Carlos III, a la vez que establecía, no sin
protestas, el alumbrado público, quería levantar las alas que ocultaban los rostros de sus vasallos: el espíritu de la
Ilustración, de las luces, por ser verdaderamente sincero -la gran fe de la época- descendía a los detalles más
materiales y humildes. Yo pienso que estas razones utilitarias -seguridad pública, conveniencia de que se pudiera
reconocer a los delincuentes- no eran más que apariencia: la justificación “objetiva” de otras razones más hondas,
“estéticas”, “estilísticas”: los hombres del Gobierno de Carlos III sin duda sentían malestar ante aquellos
hombres tan de otro tiempo, tan distintos de lo que se usaba en otras partes, tan arcaicos. Yo creo que la aversión
a la capa larga y al chambergo era una manifestación epidérmica de la sensibilidad europeísta y actualísima de
aquellos hombres que sentían la pasión de sus dos verdaderas patrias: Europa, y el siglo XVIII”. MARÍAS, J.:
Meditaciones sobre la sociedad española. Madrid, 1966, p. 105.
273
La llamada “Casa de las Siete Chimeneas” está ubicada en actual plaza del Rey . Hoy es una sede del
Ministerio de Cultura.
274
"El motín no había sido pues un hecho accidental, sino que hubo una dirección inteligente y un propósito
político que repercutió en varias provincias. Hubo plan, organización y objeto. En las distintas versiones
antiguas del suceso se insiste en que el alboroto no estalló de improviso quien ha movido esto es gente muy rica".
Se ha subrayado el sentido religioso del motín y que quisieron defender la religión, que en su opinión iba
decadente. Se dijo que semejantes bullicios no sólo eran lícitos, sino meritorios, y que algunos de los heridos
llevados a los hospitales, no quisieron confesarse porque morían mártires y tenían la salvación asegurada"
MARTÍ GILABERT, F.: Carlos III y la política religiosa. Madrid, 2004, p. 101.
129
primer rey que habitó en el
Palacio Real 275 . Una de las
manufacturas que vivió su
momento de mayor esplendor
fue la Real Fábrica de Tapices
de Santa Bárbara, fundada en
1720, con Antón Rafael Mengs
como director desde 1762. El
checo llamó a una serie de
jóvenes pintores españoles para
realizar cartones para los
futuros tapices variando la
temática que se había Francisco de Goya. La merienda. 1776. Museo Nacional del Prado.
Madrid.
desarrollado anteriormente
hacia la representación de asuntos populares que gozaban de gran aceptación por parte de las
élites. Francisco de Goya recibió su primer encargo 276 en 1776, cuyos tapices estaban
destinados al comedor de los príncipes de Asturias en el palacio de El Pardo. Los cartones del
maestro aragonés nos acercan a la indumentaria de las clases populares, lo cual es de gran
interés para conocer el fenómeno del majismo, cuya indumentaria veremos en los capítulos
dedicados a la moda masculina y femenina.
Dentro del terreno económico cabe destacar la liberalización parcial del comercio
exterior, y a partir de 1778 el de América a través de un decreto. Se suprimió la Casa de
Contratación, permitiendo la creación de compañías internacionales, según la tradición de
Holanda y Francia y se abrieron nuevos puertos en la península y América para destinados al
comercio:
“Como desde mi exaltación al Trono de España fue siempre el objeto de mis atenciones y
cuidados la felicidad de mis amados vasallos de estos Reynos y los de las Indias, he ido dispensando a
unos y a otros las muchas gracias y beneficios que deben perpetuarse en su memoria y reconocimiento.
275
La construcción comenzó en 1738, según trazas de Juvarra. Al fallecer éste, se encargó el proyecto a Juan
Bautista Sachetti. Ventura Rodríguez es el responsable de la Capilla Real. Sabatini, llamado a Madrid por
Carlos III en 1760, lo concluyó. CHUECA GOITIA, F.: El Palacio Real de Madrid, León, 2000, p. 16 y ss.
276
Formado por: La maja y los embozados, La merienda a orillas del Manzanares, El baile de San Antonio de la
Florida, La riña en la Venta Nueva, El bebedor, El quitasol, La cometa, Los jugadores de naipes, Niños inflando
una vejiga y Niños cogiendo fruta.
130
Y considerando Yo, que solo un Comercio Libre y Protegido entre Españoles Europeos y Americanos
puede restablecer en mis Dominios la Agricultura, la Industria (...)".
“Declaro que no sólo el oficio de curtidor, sino también los demás artes y oficios del herrero,
sastre, zapatero, carpintero y otros a este modo, son honestos y honrados; que el uso de ellos no
envilece la familia ni la persona del que lo ejerce; ni la inhabilita para obtener los empleos municipales
de la república en que están avecindados los artesanos y menestrales que los ejercitan; y que tampoco
han de perjudicar las artes y oficios para el goce y prerrogativas de la hidalguía, a los que la tuvieren
legítimamente... siendo exceptuados de esta regla los artistas o menestrales o sus hijos que
abandonasen su oficio y el de sus padres y no se dedicaren a otro o a cualesquiera arte o profesión con
aplicación y aprovechamiento aunque el abandono sea por causa de riqueza y abundancia; en
inteligencia de que mi Consejo, cuando hallare que en tres generaciones de padre, hijo y nieto ha
ejercitado y sigue ejercitando una familia el comercio o las fábricas con adelantamientos notables y de
utilidad al Estado, me propondrá, según le he prevenido, la distinción que podrá concederse al que se
supiese y justificase ser director o cabeza de tal familia que promueve y conserva su aplicación”.
277
Véase, VILA VILAR, E.: Los mercaderes sevillanos y el destino de la plata de Indias. Sevilla, 2001.
278
PLAZA PRIETO, J.: Ob. cit., p. 198.
279
SEMPERE Y GUARIÑOS, J.: Historia del luxo y de las artes suntuarias en España. Madrid en la Imprenta
Real, 1788. Valladolid, Ed. Maxtor, 2008, p. 172.
131
objetivos, trataban de salvaguardar y proteger el mercado nacional frente a las importaciones
extranjeras pero no se debe pasar por alto que una de sus principales cuando hallare que en tres
generaciones de padre, hijo y nieto ha ejercitado y sigue ejercitando una familia el comercio o las
fábricas con adelantamientos notables y de utilidad al Estado, me propondrá, según le he prevenido, la
distinción que podrá concederse al que se supiese y justificase ser director o cabeza de tal familia que
promueve y conserva su aplicación”.
“(…) el pueblo se opone y sigue aferrado al barroco; gusta del teatro viejo, de los romances de
ciego, de las historias truculentas de santos y pecadores. (…) Valora la juventud en función del garbo
y arrojo de hombres y mujeres: estas cualidades deben percibirse en el modo de vestir, en el modo de
cantar, bailar y hacer el amor. (…) este cuidado que ponen el majo en su capa o cofia, la maja es sus
peines o jubones, esta preocupación por el gesto de la cabeza o de las manos y por el meneo es muy
privativa (…). En 1770 ó 1780 la máxima aspiración de un hijo o hija del pueblo de Madrid era ir lo
más adornado que se pudiera”281.
“El majo andaluz viene a entronizar de forma definitiva el tópico nacionalista, aunque todavía
en sus formas mas primitivas. Su apasionamiento barroco y popular, tal vez habría que decir español,
es un reducto contra el predominio de la razón neoclásica y el elitismo”282.
280
SEMPERE Y GUARIÑOS, J.: Historia del luxo y de las artes suntuarias en España. Madrid en la Imprenta
Real, 1788. Valladolid, Ed. Maxtor, 2008, p. 172.
281
CARO BAROJA, J.: Temas castizos. Madrid, 1980. pp. 99-100.
282
CASTILLA URBANO, F.: El análisis social de Julio Caro Baroja: empirismo y subjetividad. Madrid, 2002.
p. 264.
132
III.4. Carlos IV, primera década de su reinado. María Luisa de Parma como “esclava de
la moda”.
El hecho de que Carlos III quedara viudo nada más llegar a España y su sencillo
carácter no dado al esparcimiento, propició que la corte española no tuviera el brillo de otras
europeas. Su hijo y sucesor el futuro Carlos IV283 contrajo matrimonio en 1765 con su prima
hermana María Luisa de Parma (hija de Felipe de Parma e Isabel de Francia, por tanto nieta
de Luis XV y prima hermana de Luis XVI). La pareja, que permaneció veinte años en el trono,
tuvo catorce hijos de los que solamente cinco llegaron a la vida adulta. Carlos IV asumió los
destinos del país en un momento de gran complejidad política. Europa vivía conmocionada
por la Revolución Francesa, a raíz de la muerte de su primo Luis XVI en la guillotina el rey
rompió relaciones con el país vecino. Después de una serie de desavenencias que habían
surgido con su ministro el conde de Aranda, éste fue destituido y Manuel Godoy284, que había
protagonizado una meteórica carrera de ascensos, fue nombrado primer secretario de Estado y
del Despacho. Entre 1793 y 1795 se produjo la llamada guerra de la Convención entre la
Francia republicana y España cuyo resultado fue nefasto para nuestro país.
283
Carlos IV era alto, corpulento y gran nariz como su padre. Fue muy aficionado a las artes y a la pintura no en
vano había sido criado en Nápoles. Era un gran aficionado a los relojes, a los que daba cuerda constantemente, y
a la música. Tocaba el violín y adquirió una colección de varios Stradivarius que se conservan en el Palacio Real
de Madrid. Los retratos del rey nos lo muestran normalmente con el traje “a la francesa” en colores alegres como
el rojo, también aparece con tonos pastel como el azul celeste en el retrato de la mano de Francisco Bayeu de
1790 que se encuentra en la Academia de San Fernando.
284
Véase, LA PARRA LÓPEZ, E.: Manuel Godoy: la aventura del poder. 2002
133
Durante la última década del siglo XVIII se
produjeron una serie de cruciales transformaciones
en indumentaria, fundamentalmente en la
femenina. La sociedad se tambaleaba y fruto del
momento político llegó de Francia una nueva
manera de concebir la belleza femenina mientras
que dentro de nuestras fronteras se asentó con gran
fuerza el majismo, y no solamente entre las clases
populares. Carlos IV y María Luisa de Parma,
como príncipes de Asturias, encargaron una serie
de tapices sobre temas populares. Eran entusiastas
de los festejos y diversiones y deseaban decorar
sus residencias con tapices que reflejaran la
sociedad española del momento. Francisco de
Francisco de Goya. Carlos IV. 1789.
Goya realizó entre 1775 y 1792 varias serie de Museo Nacional del Prado. Madrid.
La figura del majo está presente en muchas comedias de la época, como en las de
Ramón de la Cruz. El género teatral adquirió una gran relevancia en la sociedad y el tipo
personajes populares que protagonizaban las comedias “seducían al público con aquella
presentación tan a lo vivo sobre las tablas de los desplantes de majos y majas”285.
Lo plebeyo se puso de moda, se consideraba más auténtico y real; las actrices españolas
contribuyeron destacadamente al desarrollo y configuración de esta corriente indumentaria
que era, sin duda, un reflejo de una parte de la sociedad española. Este prototipo se fue
nutriendo de elementos que formaban parte de la indumentaria tradicional, pero
paulatinamente se constituyó en un estilo propio con sus propias señas de identidad que fue
aceptado, adoptado y difundido por todos los estamentos sociales, incluida la aristocracia. La
literatura del momento se hace eco de este choque cultural entre el afrancesado y el majo
285
MARTÍN GAITE, C.: Ob. cit., p. 99.
134
expresado a través de la forma de vestir y las costumbres, pero con un trasfondo social de
mayor calado.
A principios del reinado de Carlos IV se produjeron una serie de iniciativas con el fin
de contener el derroche que los excesivos gastos en indumentaria venían ocasionando. Hemos
venido analizando cómo desde el siglo XVI se trataron de acometer una serie de reformas en
este sentido a las que la sociedad hizo caso prácticamente omiso. En 1788, se publicó en la
Imprenta Real de Madrid Discurso sobre el lujo de las Señoras y proyecto de un traje
nacional. La propuesta residía en la idea de uniformizar la vestimenta femenina a fin de paliar
los enormes gastos que conllevaba, esta iniciativa no solamente surgió en España, sino
también en otros como Inglaterra, Suecia y Dinamarca. El discurso argumentaba de los
peligros del lujo para la buena marcha del Estado y sobre lo conveniente de vestir conforme al
estatus social de cada uno y no por encima del mismo286. Una vez más comprobamos que el
problema de las apariencias continuaba estando presente en la sociedad.
286
MOLINA, A., VEGA, J.: Ob. cit., p. 143 y ss.
287
Los tres modelos se explicarán en el capítulo 6, dedicado a la indumentaria femenina.
288
ANÓNIMO: Discurso sobre el lujo de las Señoras y proyecto de un traje nacional. Madrid, Imprenta Real,
1788. p. 41 y ss.
290
La Real e Ilustre Junta de Damas de Honor y Mérito fue fundada el 27 de agosto de 1787,en virtud de una
Real Orden de Carlos III, siendo la primera asociación de mujeres fundada en España.
135
radicaba en la mejora de la educación. Por otro
lado, consideraban que en España no había
fábricas preparadas para acometer tan ingente
tarea.
No podemos obviar la figura de María Luisa de Parma, la reina fue una gran
aficionada a las últimas novedades francesas, tal como podemos ver en sus retratos. Desde su
etapa como princesa de Asturias donde Mengs la presenta con un traje de corte “a la francesa”
en verdes y plateados, hasta el drástico cambio de moda que aparece en todas las damas de la
familia real en La familia de Carlos IV (1800). En las diversas pinturas que se conservan
podemos ver a María Luisa de Parma engalanada con los diversos atuendos que se sucedieron
en tan corto periodo de tiempo, desde el traje “ a la polonesa”, pasando por el vestido sobre
“tontillo”, hasta llegar a la estética impuesta durante el Directorio francés (1795-1799), con
cuerpo corto con talle bajo el pecho, falda recta con sobrefalda y pelo en su color293.
291
La reina encargó una copia del retrato a Agustín Esteve que regaló a Manuel Godoy.
292
TEJEDA FERNÁNDEZ, M.: Glosario de términos de la indumentaria regia y cortesana en España.
Siglos XVII y XVIII. Málaga, 2006. p. 492.
293
VON BOEHN, M.: Ob. cit., p. 8.
136
La reina encargaba sus atuendos a París gastando unas cifras astronómicas, y no
solamente en su juventud. Adquiría trajes y ropa blanca además de flores para los tocados de
moda. María Luisa de Parma compartía modisto con la emperatriz Josefina. Louis Hippolyte
LeRoy confeccionó una serie de vestidos para la Josefina, trajes que partían la línea del
sencillo vestido camisa pero más recargados y acompañados de manto, como el vestido de la
coronación (1804).
137
indumentaria típica española que se transformó no sólo en su aspecto exterior sino también en
costumbres y modos de sociabilidad.
138
CAPÍTULO IV
139
Los protocolos notariales como fuente para el estudio de la indumentaria.
“Los hombre calculan desde luego sus rentas con el porte de las mujeres, y si resulta, como es
regular, que no corresponde los dotes a los gastos de adornar una casa, y prevenir todo el tren
necesario de vestidos y demás requisitos, huyen de casarse, o no pretenden sino a las ricas”296.
294
Partida IV, Título 11, De las dotes y de las donaciones y de las arras, Ley 1: El algo que da la mujer al marido
por razón de casamiento es llamado dote; y es como manera de donación hecha con entendimiento de
mantenerse y ayudar el matrimonio con ella. Y según dicen los sabios antiguos es como propio patrimonio de la
mujer y lo que el varón da a la mujer por razón de casamiento es llamado en latín donatio propter nuptias, que
quiere tanto decir como donación que da el varón a la mujer por razón que casa con ella; y tal donación como
esta dicen en España propiamente arras. Más según las leyes de los sabios antiguos esta palabra arra tiene otro
entendimiento, porque quiere tanto decir como peño que es dado entre algunos para que se cumpla el matrimonio
que prometieron hacer; y si por ventura el matrimonio no se cumpliese, que quedase en salvo el peño a aquel que
guardase la promesa que había hecho, y que lo perdiese el otro que no guardase lo que había prometido; y
comoquiera que pena que fuese puesta sobre pleito de matrimonio no debe valer, pero peño o arra o postura que
fuese hecha en tal razón, debe valer
295
PUERTA ESCRIBANO, R.: “Reyes, moda y legislación jurídica en la España moderna”. Ars Longa
cuadernos de arte. Valencia, 2000, p. 69.
296
AMAR Y BORBON, J.: AMAR Y BORBÓN, J.: Discurso sobre la educación física y moral de las mujeres.
Madrid, 1994, p. 203.
140
La dote y las arras formaban parte del patrimonio inicial de la familia, y siempre
pertenecerían a la mujer297 aunque la administración de esos bienes corría a cargo del esposo.
Las arras, cuyo origen es germánico, las entregaba el esposo, las Partidas y las Leyes de Toro
las reglamentaban. Desde la Edad Media se estipuló que no podían constituir más de una
décima parte del patrimonio del marido. Tal y como se ha podido apreciar a través de los
protocolos notariales, la dote gozó de un gran importancia en la sociedad del siglo XVIII.
Todas las mujeres la llevaban al casarse, desde una humilde sirvienta hasta una pudiente
aristócrata. Esta práctica comenzó a desaparecer en el siglo XIX debido al cambio
experimentado en la sociedad tras el comienzo del capitalismo industrial ya que su
seguimiento ocasionaba una serie de trabas 298 . Se denominaba “estimada” cuando era
ejecutada por profesionales que realizaban las tasaciones de los bienes y la “desestimada”
cuando el valor no se hacía constar299. Al morir la esposa sus bienes pasaban a los hijos y en
el caso de no haberlos los parientes más cercanos. Esta ley trataba de proteger los derechos de
la mujer aunque dependía del marido el hacer un buen uso de los bienes. Los documentos que
han sido analizados demuestran que los matrimonios se contraían entre miembros de la misma
clase social, por poner una serie de ejemplos: un panadero a favor de otro panadero, un
maestro del arte de la seda a favor de un maestro del arte de la platería, un caballero de
Calatrava a favor del hijo de un caballero de Santiago, un maestro carpintero a favor de un
maestro sombrerero etc…, aunque se debe precisar que en muchas ocasiones no aportan dato
alguno sobre la profesión del padre y del futuro esposo.
297
Esto se afirma como regla general, sin perjuicio de la excepción prevista en la Partida VII, Título 17, Ley 15:
Acusado siendo algún hombre que había hecho adulterio, si le fuere probado que lo hizo, debe morir por ello,
mas la mujer que hiciese el adulterio, aunque le fuese probado en juicio, debe ser castigada y herida
públicamente con azotes y puesta y encerrada después en algún monasterio de dueñas; y además de esto debe
perder la dote y las arras que le fueron dadas por razón del casamiento y deben ser del marido. Pero si el marido
la quisiese perdonar después de esto, puédelo hacer hasta dos años. Y si por ventura no la quisiese perdonar, o se
muriese él antes de los dos años, entonces debe ella recibir el hábito del monasterio y servir en él a Dios para
siempre como las otras monjas
298
No obstante, recuérdese que la Ley de 11 de mayo de 1888 por la que se autoriza al Gobierno a publicar un
Código Civil con arreglo a las condiciones y bases establecidas en la misma, contempla la dote en su base 25ª:
"La condición de la dote y de los bienes parafernales podrá estipularse a la constitución de la sociedad conyugal,
habiendo de considerarse aquélla inestimada a falta de pacto o capitulación que otra cosa establezca. La
administración de la dote corresponderá al marido, con las garantías hipotecarias para asegurar los derechos de la
mujer y las que se juzguen más eficaces en la práctica para los bienes muebles y valores, a cuyo fin se fijarán
reglas precisas para las enajenaciones y pignoraciones de los bienes dotales, su usufructo y cargas a que está
sujeto, admitiendo en el Código los principios de la Ley Hipotecaria en todo lo que tiene de materia propiamente
orgánica y legislativa, quedando a salvo los derechos de la mujer durante el matrimonio, para acudir en defensa
de sus bienes y los de sus hijos contra la prodigalidad del marido, así como también los que puedan establecerse
respecto al uso, disfrute y administración de cierta clase de bienes por la mujer, constante el matrimonio.
299
ORTEGO AGUSTÍN, Mª. A.: Familia y matrimonio en la España del siglo XVII: ordenamiento jurídico y
situación real de las mujeres a través de la documentación notarial. Madrid, 2004, p. 104.
141
Uno de los objetivos fundamentales era la preservación del propio grupo, sobre todo
en lo que respecta a la nobleza. El matrimonio de conveniencia era algo consustancial a todos
los grupos sociales; en algunos casos se pactaban cuando los futuros contrayentes eran niños,
y se esperaba a los catorce años de la mujer para celebrar el sacramento300. Las bodas se
programaban entre las familias respondiendo a intereses económicos y sociales, normalmente
el padre de la novia elegía el marido y muchas veces la pareja no se conocía hasta la boda:
“Y puesto que los matrimonios de los monarcas se regulaban por estrictas normas, sin que
hubiera que tener en cuenta los deseos personales, también se trasplanta ese modelo regio con todas
sus consecuencias”301.
Las cartas de dote presentan, por lo general, un ajuar formado por prendas de vestir
para la futura esposa, mobiliario, joyas y accesorios. Dependiendo de la capacidad económica
de la contrayente se podían entregar todo tipo de enseres, piezas artísticas e incluso esclavos,
tal es el caso doña Petronila de Pineda Páramo (1702), que aportaba dos esclavas turcas
valoradas en 5.100 reales302.
En muchos casos la diferencia de edad entre los contrayentes era notoria, a veces las
niñas pasaban de jugar con muñecas a ser amas de su propia casa. Para la nobleza lo
importante era la procreación con el fin de perpetuar la estirpe y los apellidos, por lo que
otras consideraciones como los sentimientos no se contemplaron hasta épocas muy
posteriores. Por este motivo no era rara la existencia de hijos ilegítimos, que aumentaron en el
siglo XVIII. En 1796, los bastardos fueron por primera vez admitidos en los gremios lo que
300
En la actualidad, el Art. 46 del Código Civil señala que no pueden contraer matrimonio los menores de edad
no emancipados, reglamentación aprobada por la Ley 30/1981, 7 julio («B.O.E.» 20 julio), por la que se
modifica la regulación del matrimonio en el Código Civil y se determina el procedimiento a seguir en las causas
de nulidad, separación y divorcio. De forma complementaria, cabe resaltar que en la actualidad la libertad para
contraer matrimonio es un pilar básico de nuestro sistema, frente al matrimonio de conveniencia antes
referenciado. De hecho, la Directiva 2011/36/UE del Parlamento Europeo y del Consejo de 5 abril de 2011,
relativa a la prevención y lucha contra la trata de seres humanos y a la protección de las víctimas, incluye el
matrimonio forzado entre las conductas que pueden dar lugar a una explotación de personas. Igualmente, la
Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer de Naciones Unidas,
ratificada por España, establece en su artículo 16 que «los Estados Partes adoptarán todas las medidas adecuadas
para eliminar la discriminación contra la mujer en todos los asuntos relacionados con el matrimonio y las
relaciones familiares y, en particular, asegurarán en condiciones de igualdad entre hombres y mujeres: a) El
mismo derecho para contraer matrimonio; b) El mismo derecho para elegir libremente cónyuge y contraer
matrimonio sólo por su libre albedrío y su pleno consentimiento».
301
FERNÁNDEZ ÁLVAREZ, M.: Casadas, monjas, rameras y brujas la olvidada historia de la mujer
española del Renacimiento. Madrid, 2002, p. 113.
302
AHPSE: P- 8173, 1623 r. La dote es a favor de su segundo marido el doctor don Cristóbal de Pedrosa y
Luque.
142
nos muestra un cambio en la mentalidad; evidentemente era más común tener hijos fuera del
matrimonio por parte del varón, ya que los hijos que tenía la mujer se consideraban del mismo.
“La familia era un reino en miniatura. Y un reino que se reproducía. Esto es, y aquí radica su
singularidad respecto a los tiempos actuales, los padres no solo mandaban plenamente sobre sus hijos,
sino también sobre quienes iban a ser los padres de sus nietos. De ese modo se establecía una cadena
familiar que atravesaba los siglos”303.
Muchas veces los padres pactaban cifras para entregar en dotes que más tarde no
podían satisfacer, esto causó numerosos problemas ya que las hijas reclamaban lo prometido.
Si el progenitor no cumplía lo pactado, la dote podía ser reclamada a los herederos, por este
motivo se desataron graves conflictos familiares, sobre todo entre las clases altas. Era del
dominio público que en ocasiones la novia y su familia engañaban al futuro marido en la
cuestión de cifras:
“Los hombres tendían a desanimarse de tomar estado porque con la dote que aportaban las
mujeres (que en la mayoría de los casos era sobrevalorada para engañarlos) no solía haber bastante, ni
mucho menos, para atender a los gastos que ellas requerían e inventaban”304.
Ante notario se firmaba una carta de pago y recibo donde se detallaban los bienes
muebles e inmuebles que contenía. La dote es extensiva a todas las clases sociales, siendo tan
básica su aportación que se crearon fundaciones para dotar a doncellas sin recursos con el fin
de que pudieran casarse o ingresar en un convento. Lo habitual era que el padre de la novia
otorgara la dote, pero lógicamente se daban todo tipo de circunstancias. En caso de no haber
padre, la entregaba la madre. Si la doncella era huérfana, alguno de sus familiares como tíos o
abuelos.
“…doncella de 18 años, nuestra sobrina y aijada a quien hemos criado desde edad de
año y medio natural de la villa de utrera…hemos querido y criado como hija decidimos
entregarlo de nuestro propio caudal los bienes…305
303
Ibídem., p. 110.
304
MARTÍN GAITE, C: Usos amorosos del dieciocho en España. Barcelona, 1987, p. 154.
305
AHPSE: P-682. 206 r.
143
“con que poder mantener las obligaciones de dicho matrimonio de doy y entrego de mis
propios bienes por dote y caudal conocido de la dicha mi nieta 8.551 reales de vellón en los vienes y
alajas vestidos ropa blanca y demas cosas”306.
En ocasiones se especifica en la propia carta que aparte del padre de la novia otros
familiares han contribuido en la compra del ajuar: “…por dadivas de parientes y otras
personas a causa de dicho matrimonio”309. En un documento otorgado por la viuda de Juan
Crescencio Martínez a su hija en 1786 en la que le es entregada el importe de la legítima
paterna, se le ofrecen a su vez:
“diferentes prendas y ropas que han regalado a la dicha su hija diferentes personas parientes
(…)”, lo cual aparece constatado y descrito en una partida aparte llamada “Ropa y prendas donadas
por los parientes”, en la que figuran dos vestidos, una saya, una cadena de oro, dos manteletas, una
mantilla y dos abanicos310.
Era costumbre de las personas con posibles dotar a las doncellas que habían trabajado
a su servicio. El servicio doméstico era una de las profesiones más comunes para las capas
bajas de la sociedad. La nobleza empleaba numerosísima servidumbre, dentro de la cual había
distinciones entre los de “escaleras arriba” y los de “escaleras abajo”. En los palacios de los
Grandes el servicio doméstico estaba formado por centenares de personas de ambos sexos. La
servidumbre era un trabajo esencialmente urbano, a finales del siglo XVII se censan más de
280.000 criados en Madrid, sobre un 35% de la población total de la ciudad. Otras fuentes
306
AHPSE: P- 10326 ,935 r.
307
AHPSE: P- 692, 706 r.
308
AHPSE: P- 5178, 851 r.
309
AHPSE: P- 5205, 92 r.
310
AHPSE: P- 9578, 619 r.
144
hablan de hasta el 43% de la población de Madrid dedicado al servicio de las grandes casas311.
Fray Luis de León en La perfecta casada (1584) ya hablaba obligación de los señores dar
buen trato a los criados, criticando enconadamente a las personas que abusaban de su
posición 312 . Lo mismo afirma Juan de Zabaleta quejándose del mal trato que algunas
soberbias damas daban a sus sirvientas313. En la literatura española del siglo de oro la figura
de los criados es muy frecuente, son los que acompañan siempre a sus amos y su relación a
pesar de la distancia social es estrecha; de hecho la sirvienta de confianza dormía cerca de su
señora. Una parte de la realidad no era tan negativa ya que el amo tenía como tal,
obligaciones para con sus criados; en el sentido de costearles el aprender una profesión, la
dote, ropa, comida y casa. Cuando un gran señor fallecía sus hijos heredaban los criados,
siendo su obligación el no desatender sus necesidades, tan es así que una de las obras de
caridad frecuentes era dotar a doncellas sin recursos.
Son relativamente frecuentes las cartas de dote de señores a sus sirvientes; en 1740,
don José Bucareli 314 , conde de Gerena, otorga la dote a la prometida de su criado don
Domingo de Cuesta. Don José Francisco Bucareli y Ursúa (1707-1781), fue un caballero
principal de la Sevilla de su tiempo, V conde de Gerena315, III Marqués de Vallehermoso316,
Coronel del regimiento de milicias provinciales de Sevilla, Teniente de Hermano Mayor de la
Real Maestranza de Caballería y Comendador de San Esteban de Florencia317. El aristócrata
entregó una dote de 5.789 reales, una parte en dinero en efectivo: 300 reales, denominado
311
Los datos que nos dan algunos viajeros como madame de Aulnoy (300 dueñas de la duquesa de Osuna) o el
duque de Saint-Simon (700 servidores el duque de Medinaceli) tal vez sean una exageración pero no cabe duda
que correspondían a la realidad de la sociedad española del momento.
312
“…y hay tan vanas algunas, que casi desconocen su carne, y piensan que la suya es carne de ángeles y las de
sus sirvientas de perros, y quieren ser adoradas de ellas, y no acordarse de ellas si son nacidas; y si se quebrantan
en su servicio, y si pasan sin sueño las noches, y si están ante ellas de rodillas los días, todo les parece que es
poco y nada”.
313
“El hacerse servir de ellos de rodillas, no siendo no Dios ni rey, es soberbia muy desamedrentada”, y afirma:
“ ejor plaza es la de perrito faldero en casa de una mujer poderosa que de criada valida”. ZABALETA, J.: El
día de fiesta por la mañana y por la tarde. Madrid, Castalia, 1983, p. 362.
314
La noble familia Bucarelli es de origen italiano, concretamente de Florencia. El primero de este apellido que
se estableció en Sevilla fue Antonio María Bucarelli, hijo de Vincenzo Bucarelli y de María de Andrés Rinieri.
Recibió el bautismo en el oratorio de San Juan Bautista de Florencia en 1578. Don Antonio se estableció al
menos desde 1615, año en que contrajo matrimonio con doña Gema Federigui, perteneciente también a una
ilustre familia florentina establecida asimismo en Sevilla, hija de Luis Federigui y de doña Lucrecia Fantoni. En
segundas nupcias casaría alrededor de 1635 con doña Beatriz de la Torre.
315
Concedido en 1650 a don Pedro de Ursúa y Arizmendi, Almirante General de la Guardia y Carrera de Indias
en 1650. CADENAS Y LÓPEZ, A.: Elenco de Grandezas y títulos nobiliarios españoles. Madrid, 2008, p. 434.
316
Concedido en 1679 por Carlos II a don Francisco Antonio Bucarelli y Villacís, Caballero de Calatrava. Desde
1790 ostenta Grandeza de España. Ibídem, p. 1061.
317
Contrajo matrimonio en Madrid en 1734 con doña Ana Antonia de Baeza y Vicentelo de Leca, hija de don
Luis de Baeza Manrique de Lara y Mendoza, Marqués de Castromonte, Grande de España, y de doña María
Teresa Vicentelo de Leca y Silva.
145
“dinero de contado”; y otra en ropa y muebles, incluso: “camisas nuevas bordadas con sus
encajes” 318 . En exacta fecha, el mismo caballero entregó dote a: “Don José Mihurra, mi
criado mayor vecino de esta ciudad de Sevilla y natural de Zugarramurdi obispado de
Pamplona”. El ajuar es muy sustancioso, habiendo todo tipo de ropa, ajuar de la casa y
mobiliario sorprendiendo lo costoso de algunas piezas.
“ 8.007 reales y medio de vellon todo ello lo recibo de la dicha Ana Josefa Martín por mano
del dcho Sr. D. Juan Bap.ta Clarebout quien le a dado graciosamente dicho dinero de contado, y
alguna ropa y alajas, lo demas lo a costeado la suso dcha con el salario”321.
El citado documento pone de relieve la situación de las mujeres humildes, las cuales
debían ahorrar con su trabajo para hacer entrega de la dote y así poder acceder al matrimonio.
Otro ejemplo de otorgamiento de dote a servidores es el de don Alonso de Soto (1730) quien
la entregó a don Pedro Guerrero, trabajador del campo y natural de Valdepeñas para casar
con su criada Isabel María Ana Canello: “a quien he criado en mi casa y servicio desde que la
trajeron”. Don Alonso refiere que le ha dado trabajo y la ha “alimentado con desencia como
es notorio” y le adjudica un montante que alcanza los 6.018 reales, 4.000 en el ajuar y los
restantes proporcionándoles casa, almuerzo y cena, lo que se valora en 4 reales diarios322. La
carta contiene los enseres básicos: una cama con dos colchones poblados de lana, seis sábanas
y cuatro almohadas, un cobertor, una colcha y un rodapié, dos arcas de cedros, dos sillones,
dos sillas de paja, un espejo, unos cuadritos y una mesa para comer, a esto se le debe sumar la
ropa interior, de vestir, de casa y complementos, como cosa original lleva un caballo de seis
años valorado en 450 reales.
318
AHPSE: P- 2855, 486 r. Apéndice documental, documento 13.
319
En 1720 adquirió la hacienda de Seixa (Alcalá de Guadaira) por más de veinte mil ducados. La comunidad
flamenca compraba bienes raíces lo que les permitía ser naturalizados y poder comerciar con las Indias. Ser
naturalizado en Castilla era un requisito indispensable. para obtener la licencia de comercio. En el siglo XVII
numerosas naturalezas se repartieron a flamencos en Sevilla. Diversos caballeros flamencos invirtieron en tierras
comprando o construyendo haciendas de olivar. Juan Bautista Clarebout se dedicaba a la exportación de lana.
320
AHPSE: P- 10355, 255 r. Apéndice documental, documento 13.
321
AHPSE: P- 10342, 256 r.
322
AHPSE: P- 702, 148 r. Apéndice documental, documento 20.
146
Doña Elvira María de Castilla y Guzmán323, condesa de La Laguna otorgó en 1726
dote a favor de Alonso Rodríguez, maestro pasamanero, para casar con su criada Flor de los
Ríos “a la cual por el mucho amor y voluntad que le tengo y aberla criado” 324 , por un
montante de 4.900 reales. En 1700 aparece una carta de dote singular, se trata del documento
de doña Rosa Romero Ponce de León, hija de un caballero de la orden de Calatrava, otorgado
a don Sancho Muñoz de Lodena, hijo de un caballero de la orden de Santiago. La escritura no
aporta ninguna pieza de ropa, tan sólo mobiliario por un montante de 22.000 reales325.
En la alta nobleza las cantidades podían alcanzar cifras astronómicas, desde los
tiempos de los Reyes Católicos las damas a su servicio percibían una dote regia de un millón
de maravedíes326 denominada “cuento de damas”327. Durante el siglo XVIII las dotes de las
familias más principales podían llegar a los 80.000 y 100.000 escudos328.
Las mujeres que no podían ser dotadas, a veces, se veían abocadas a la vida religiosa;
los moralistas criticaban enconadamente esta práctica. Por otro lado, era frecuente que las
damas tras enviudar se retiraran a conventos. Éstos contaban con una serie de disposiciones
para admitir a las nuevas novicias tales como conocer su vida, familia y linaje. Según la
cantidad aportada transcurría la vida de la religiosa dentro de sus muros; las de pocos recursos
eran monjas de “velo blanco” y las que entragaban la totalidad de la cantidad requerida se
denominaban de “velo negro”. Las segundas podían ocupar los cargos más importantes y
participar en la toma de decisiones329. Tomando como ejemplo un convento de clarisas:
323
Hija de don Juan Laurencio de Castilla, caballero de Calatrava y Veinticuatro de Córdoba, y de doña María
Isabel de Guzmán, Sra de la villa del Cadoso y del mayorazgo de Sotomayor en Carmona. RAMOS, A.:
Descripción genealógica de la Casa de Aguayo. Málaga, 1781, p. 334.
324
AHPSE: P- 11144, 180 r.
325
AHPSE: P- 1306, 944 r.
326
"Las “mercedes dotales pecuniarias” suponían la concesión de una dote en dinero a una mujer, bien con una
sola cantidad fija para su casamiento, bien con carácter anual mientras viviese. Ya las Cortes de 1628 habían
puesto como condición para la concesión del impuesto de millones que se redujesen “las mercedes que por vía
de dote o de otra manera se hacían a las damas de Palacio” por importe de un millón de maravedíes, cuando se
casaran Grande o hija de Grande, y de medio millón cuando se tratase de gentilhombres de cámara. En los años
siguientes las mercedes pecuniarias no sólo se mantuvieron sino que se incrementaron. Basta con echar una
ojeada a la documentación de hacienda que conserva el Archivo General de Palacio de Madrid en la que se
encuentran mercedes dotales consignadas sobre los “efectos de la Real Cámara” en las postrimerías del siglo
XVII". ANDÚJAR CASTILLO, F.: “Mercedes dotales para mujeres, o los privilegios de servir en palacio (siglos
XVII-XVIII)”. Obradoiro de Historia Moderna, nº 19, Santiago de Compostela, 2010, p.220.
327
VIGIL, M.: Ob. cit., p. 87.
328
DOMÍNGUEZ ORTIZ, A.: La sociedad española del siglo XVIII. Madrid, 1951, pp. 89.
329
DINAN, S y MEYERES, D.: Mujeres y religión en el Viejo y el Nuevo Mundo, en la Edad Moderna. Madrid,
2002, pp.90.
147
“La novicia queda obligada, una vez obtenida la correspondiente licencia del P. Provincial de
la Orden de San Francisco, a una serie de requisitos indispensables, encaminados a asegurar y
garantizar la dote, (distinta según se renuncie o no a las herencias legítimas), que deberá entregar en
dinero de contado al tiempo de la profesión, sin que se pueda recibir cosa alguna antes de ese
momento por parte del Monasterio”330.
Una de las instituciones que dotaba a doncellas sin recursos en Sevilla era la Casa de
la Misericordia, fundada a finales del siglo XV. Su finalidad residía en casar a solteras pobres,
huérfanas o desamparadas. Estas personas debían cumplir una serie de requisitos para poder
acceder a la dote332. Una vez habían contraído matrimonio se les entregaba el ajuar en una
ceremonia que se celebraba los viernes santos en la catedral, los bienes se entregaban una vez
que se verificara que todo estuviera conforme con las condiciones requeridas.333 334. En 1710
la Casa Hospital de la Misericordia, en Sevilla, dotó a veinte doncellas sin recursos, a todas
330
PEÑAFIEL RAMON, A.: Mujer, mentalidad e identidad en la España moderna (siglo XVIII). Murcia, 2001,
p. 61.
331
Todo ello pese a existir formalmente plena libertad de los contrayentes, conforme a la Partida 4ª, Título 1, Ley
5: "Consentimiento solo con voluntad de casar hacer matrimonio entre el varón y la mujer; y esto es por esta
razón, porque aunque sean dichas palabras según deben para hacer el casamiento, si la voluntad de aquellos que
las dicen no consiente con las palabras no vale el matrimonio cuanto para ser verdadero, comoquiera que la
Iglesia juzgaría que valiese, si fuesen 87 probadas las palabras por juicio que fueran dichas en la manera que se
hace el casamiento por ella. Pero razón hay por la que se podría hacer el matrimonio sin palabras tan solamente
por el consentimiento; y esto sería como si alguno casase que fuese mudo, que aunque por palabras no pudiese
hacer el casamiento, lo podría hacer por señales y por el consentimiento.
332
"Resulta significativo el hecho de que una décima parte declare no haber llevado dote al matrimonio. Índice
que consideramos elevado si tenemos en cuenta el papel social y cultural que tenía la dote en la sociedad
tradicional. No aportar dote alguna se consideraba una deshonra pues se iba en contra de una práctica tradicional,
tan es así que la Iglesia entre las causas que permitía para solicitar la dispensa matrimonial por consaguinidad
incluía la carencia de dote". IRIGOYEN LÓPEZ, A., PÉREZ ORTIZ, A.: Familia, transmisión y perpetuación.
Murcia, 2002. p. 98.
333
PÉREZ GARCÍA, R. M.: El hospital de la Misericordia en la Sevilla del siglo XVI: caridad, dotes y
organización social. Sociabilidades na vida na morte (séculos XVI-XX) Braga, 2014, p. 27.
334
En cierto modo, la evolución de esta situación trae causa el vigente artículo 788 del Código Civil: “Será
válida la disposición que imponga al heredero la obligación de invertir ciertas cantidades periódicamente en
obras benéficas, como dotes para doncellas pobres, pensiones para estudiantes o a favor de los pobres o de
cualquier establecimiento de beneficencia o de instrucción pública bajo las condiciones siguientes (…)
148
ellas se les entrega la misma cantidad de dinero “de contado” y de enseres. Los gastos corrían
a cuenta de los difuntos que así lo habían establecido así en su testamento. Según Alonso
de Morgado:
“las calidades que han de tener de naturales de Sevilla, de diez y ocho años arriba, y que
hayan servido por lo menos dos años a gente honrada, doncellas, pobres, honestas y recogidas, y de
buena vida y fama, y que no sean indias, negras, ni mulatas ni moriscas, sin otra dote de axuar, y fe d e
b a p t i s m o ” 335.
335
MORGADO, A.: Historia de Sevilla. Sevilla, 2007, fl.126 r.
336
LÓPEZ BELTRÁN, Mª T. (Coord.): Historia y género. Imágenes y vivencias de mujeres en España y
América (Siglos XV- XVIII). Málaga, 2007, pp.107.
337
AHPSE: P- 10359, 222r.
338
Sin embargo, esta situación, lejos de ser excepcional, ha tenido su continuación hasta épocas muy cercanas.
Recuérdese el Art. 22 del Fuero de los Españoles, de 18 de julio de 1945: "El Estado reconoce y ampara a la
familia como institución natural y fundamento de la sociedad, con derechos y deberes anteriores y superiores a
toda Ley humana positiva. El matrimonio será uno e indisoluble (...)"
149
matrimonio era de veinticinco años para los hombres y veintidós para las mujeres. La
separación de derecho era prácticamente imposible, y la mujer tenía todas las de perder,
incluso podía ser recluida en un convento. Las separaciones de hecho no eran infrecuentes
entre las clases elevadas, donde algunas parejas vivían bajo un mismo techo pero no hacían
vida en común339.
“Las familias no son muy numerosas: raramente se encuentra un español que haya
engendrado tres o cuatro hijos…Jamás un español exigirá el menor trabajo de su esposa, porque todas,
ricas o pobres les responderían: No hemos venido al mundo para trabajar, sino para agradar a los
hombres y hacerles placer”340.
339
En este sentido, la Partida cuarta, Título segundo, Ley tercera: "Además crece el amor entre el marido y la
mujer, pues que sabe que no se han de partir, y son más ciertos de sus hijos, y ámanlos más por ello, pero con
todo esto bien se podrían separar si alguno de ellos hiciese pecado de adulterio, o entrase en orden con
otorgamiento del otro después que se hubiesen juntado carnalmente. Y comoquiera que se separen para no vivir
en uno por alguna de estas maneras, no se rompe por eso el matrimonio".
340
GARCIA MERCADAL, J.: Ob. cit., p. 655. FALTA VIAJERO
150
a su cargo como criados y todo lo relacionado con la vida cotidiana como comida y ropa;
aunque la situación de la mujer española comenzó a ser más autónoma, los Borbones
aportaron nuevos marcos de sociabilidad y hacia 1755 la costumbre del ama de casa siempre
recluida en su estrado había pasado:
“A nadie puede extrañarle que las mujeres españolas tuvieran hambre atrasada de divertirse
sin ser reprobadas. Los modelos que mediante el vehículo de la literatura o de La oratoria sagrada que,
les habían venido siendo propuestos con uniformidad desesperante como espejo rector de su conducta,
no les ofrecía más alternativa que aburrirse o pecar”341.
Por otro lado, cabe destacar que pese a su poca formación era la encargada de
administrar el dinero para el hogar además de ser la depositaria del honor de la familia, la
virtud más preciada y considerada:
“El honor del padre y por extensión el honor de la familia- incluidos los miembros femeninos
de la misma-, descansaba en la incuestionable fidelidad de la esposa y en la igualmente incuestionable
virginidad de las hijas. Esto afectaba a todos los estamentos”342.
Es por ello que en las cartas de dote después del nombre de la mujer se suele
especificar que es virgen “de estado doncella”. Evidentemente, su vida dependía en gran
parte de la clase social a la que perteneciera, aunque la mayoría de lo expuesto con
anterioridad es común a la mayoría. Las señoras acomodadas no criaban personalmente a sus
hijos, ya que no se conocían las ventajas de la lactancia materna, aún así ésta era la única vía
para la supervivencia del bebé por lo que se contrataba a nodrizas.
La sociedad del Antiguo Régimen era estamental, pero la mujer perteneciera a uno u
otro, estaba en franca desigualdad legal con respecto al hombre 343 . Su cometido era la
341
MARTIN GAITE, C.: Usos amorosos del dieciocho en España. Barcelona, 1987, p. 26.
342
VIGIL, M.: La vida de las mujeres en los siglos XVI y XVII. Madrid, 1998, p. 145.
343
De hecho, esta supeditación al varón se consolidó legalmente hasta la Ley 14/1975, de 2 de mayo, sobre
reforma de determinados artículos del Código Civil y del Código de Comercio sobre la situación jurídica de la
mujer casada y los derechos y deberes de los cónyuges. Dicha norma señalaba expresamente en su Exposición de
Motivos: "Una de las corrientes de opinión fuertemente sentidas en nuestros días en el ámbito del derecho
privado, reflejo de autenticas necesidades de carácter apremiante, es la que incide sobre la situación jurídica de
la mujer casada. Sufre ésta señaladas limitaciones en su capacidad de obrar que, si en otros tiempos pudieron
tener alguna explicación, en la actualidad la han perdido. Por lo demás, las normas en que tales limitaciones se
contienen no pasan de tener una efectividad predominantemente formal, creadora de trabas en la vida jurídica,
sin la contrapartida de una seria protección de los intereses de orden familiar (...)"
151
obediencia, primero a su padre y luego a su marido e hijos, estaba limitada en la
administración de sus bienes y no podía ejercer cargo alguno. Tenía la responsabilidad de la
atención a las relaciones sociales de la familia, es decir, de recibir a las amistades: a un
hombre viudo se la dispensaba de determinados convencionalismos sociales al no haber una
mujer encargada. La viudedad colocaba a la mujer como cabeza de familia y así era censada.
Según el censo de 1768 elaborado durante en reinado de Carlos III por su ministro el conde de
Floridablanca, en España había 9.308.804 habitantes, de los cuales 4.626.363 eran mujeres, lo
que significa que numéricamente estaban por encima de los hombres. Las tasas de natalidad
eran muy altas pero también las de mortalidad, muchos niños venían al mundo pero las
familias numerosas no eran tan comunes debido a la alta mortalidad infantil.
Las mujeres casaban jóvenes y muchas fallecían por problemas devengados del parto.
Por otro lado, al ser la lactancia materna la única vía de supervivencia para el recién nacido,
los nacimientos se espaciaban, ya que ésta se podía prolongar hasta dos años. En lo que
respecta a su educación, era muy deficitaria, la gran mayoría eran analfabetas y muchas ni
siquiera sabían firmar incluso en estatus superiores. Las clases acomodadas contrataban un
ayo o aya que instruía a las niñas en leer, escribir, religión y costura por lo general, además de
nociones de aritmética para poder llevar la economía doméstica. En ninguna de las cartas de
dote consultadas hemos visto que se lleve algún libro, ni siquiera la Biblia. Las mujeres eran a
su vez educadas por mujeres, que instruían a sus hijas en todas las tareas correspondientes al
ámbito doméstico. Las madres debían educar a sus hijas en el buen gobierno de sus casas ya
que:
“No hay cantinela más ordinaria, que el atribuir a las mujeres la ruina de las casas por sus
extremados gastos”344.
“¿Qué razón hay para que ellos (Los hombres) sean sabios y presuman que nosotras no
podemos serlo? Esto no tiene a mi parecer más respuesta que su impiedad o tiranía, y no darrnos
maestros”345.
344
AMAR Y BORBON, J: Ob. cit., pp. 203.
345
LANGLE DE PAZ, T.: ¿Cuerpo o intelecto? Una respuesta femenina al debate sobre la mujer en el siglo
XVIII. Málaga, 2004, p. 33.
152
En el siglo XVIII la formación de la mujer no había mejorado mucho, numerosos
testimonios afirman que no estaban preparadas para la conversación y el intercambio de ideas;
sus charlas tenían como tema principal las modas, cotilleo y hablar de las criadas 346 . La
ignorancia era en parte responsable de los innumerables vicios que se achacaban al sexo
femenino. En cuanto a la educación de las niñas, una de las básicas era la costura, existían las
llamadas Escuelas de Labores que se dividían en dos: las Labores primeras para prendas
básicas y mantenimiento del ajuar doméstico y las Labores de primores, para confeccionar
encajes, bordados y adornos en general; a través de esta formación se pretendía que la mujer
no requiriese la labor de un sastre.
347
En algunos casos se realizaban capitulaciones matrimoniales , un contrato
formalizado antes o después del matrimonio. Su objetivo residía en fijar las normas que
debían regir el aspecto económico del mismo respetando las leyes y los límites que marcan348.
En 1711 Jacobo Félix Malcampo, de ascendencia flamenca, contrae matrimonio con María
Catalina del Campo. En sus capitulaciones aparecen los gastos ocasiones por la celebración de
su boda: “por todo lo gastado en la boda de dulces comidas bebidas regalias y otras cosas
quince mil reales de plata nueba”349.
346
MARTIN GAITE, C.: Ob. cit., p. 69 y ss.
347
“Se trata de un contrato sobre bienes con ocasión del matrimonio, discutiéndose si han de referirse únicamente
al régimen económico matrimonial o si pueden englobar cualquier estipulación que se adopte por razón del
matrimonio, sea cual fuere su naturaleza”. PÉREZ MARTÍN, A. J.: Tratado de Derecho de familia. Pactos
prematrimoniales. Capitulaciones matrimoniales. Convenio regulador. Procedimiento consensual. Valladolid,
2009, p. 45
348
Para su validez, deben de hacerse en escritura pública, con el asesoramiento imparcial del notario que deberá
indicar la manera más idónea para reflejar la voluntad de los esposos y también cuáles son los límites que marca
la ley. http://www.notariado.org/liferay/web/notariado/regimen-economico-del-matrimonio
349
AHPSE: P- 10334, 233 v.
350
El título fue instituido por el rey Carlos II por decreto de 12 de diciembre de 1696, a favor de Joseph
Francisco Guerrero Chavarino, para premiar su contribución en hombres y dinero a la defensa de Ceuta.
351
Esposa de Juan Bautista Clarebout, caballero de la orden de Alcántara. En 1720 compró la hacienda de Seixa
en Alcalá de Guadaira por más de 20.000 ducados. http://www.iaph.es/patrimonio-inmueble-
andalucia/resumen.do?id=i185250
153
Otro tipo de documento que podía formalizarse antes de la boda era el llamado
inventario capital. Se llevaba a cabo tanto por hombres como por mujeres con el fin de que
constaran todas sus pertenencias antes del cambio de estado. Tal y como reflejan los
documentos era práctica común volverse a casar tras enviudar en ambos sexos. La partición
de bienes de María de Felices de Medina (1711), nos informa que en 1666 contrajo
matrimonio con Diego Mestre Aernoust natural de Brujas. Don Diego hizo inventario capital
de todos sus bienes antes de la boda declarando 688.284 reales de plata antigua y 16.812
reales de vellón mientras que María de Felices aportó una dote de 238.730 reales de vellón352.
Este tipo de documento no era privativo de las personas principales sino que también
lo realizaban trabajadores como zapateros, sastres u otros profesionales aunque es más
corriente en las clases altas. Las capitulaciones matrimoniales de Francisco Rodríguez 353 ,
maestro sastre y vecino de la calle Sierpes, nos muestran cómo podía estar amueblada una
casa de clase media de la Sevilla de 1785. El documento recoge en primer término una
imagen de la virgen de los Dolores con vestido de terciopelo morado y corona de plata
valorada en 380 reales, la piezas más costosa del conjunto. Por lo demás, aparecen “sillas
altas francesas”, “corredorcillos” de lana, cortinas con sus borlas, un par de puertas de
cristales, láminas, cornucopias, una estera de estrado, una rinconera, una cómoda. De menaje
encontramos platos, vasos, posillos, chocolateros, tinajas, cucharas de peltre y cubiertos de
metal, de todo ello pocas piezas. Para terminar el sastre tenía tijeras, dos planchas de hierro,
tres perchas de madera y una mesa grande. De su lectura desprendemos que el ajuar
doméstico de las clases medias era todavía muy limitado, constando de ìezas básicas y con
pocos elementos.
352
AHPSE: P- 10335, sf.
353
AHPSE: P- 12128, 49 r- 52 v.
354
AHPSE: P- 12128, 359 v. Apéndice documental, documento 51.
154
IV.2. Inventario post-mortem y testamento
“La finalidad del inventario no era otra que la de proceder al reparto de los bienes legados por
el inventariado y puesto que se daba la circunstancia de que los bienes vinculados no estaban sujetos a
partición resultaba “normal” que no se les hiciese constar ni se les valorase”356.
Tanto los inventarios post-mortem como las cartas de dote, en menor medida,
355
En la actualidad el plazo fijado en España para la aceptación de la herencia (únicamente a efectos fiscales) es
de seis meses desde el fallecimiento del difunto. En cuanto a los bienes muebles, aquellos de escasa cuantía no
se incluyen en las modernas escrituras de "declaración de herederos" o "aceptación y partición de herencia", sino
que lisa y llanamente, la normativa presume que el valor del "ajuar doméstico" (ropa, muebles, enseres y
utensilios adscritos a las necesidades personales) asciende al 3% del "caudal hereditario". Una vez aceptada la
herencia se entiende que el heredero ha sido propietario de los bienes desde el momento de la muerte del
"causante", teniendo pues efectos retroactivos.
356
ÁLVAREZ SANTALÓ, L. C. y GARCÍA-BAQUERO, A.: La nobleza titulada en Sevilla, 1700- 1834
(Aportación al estudio de sus niveles y vida y fortuna). Sevilla, 1981, p. 128.
155
constituyen una valiosa herramienta para acercarnos a la vida cotidiana de sociedad sevillana,
las profesiones, la cuantía de los salarios, el ajuar doméstico, y la tasación de distintas piezas
de mobiliario, pintura, ropa y demás enseres si se acompañaban de un “aprecio de bienes”.
Un documento fechado en 1757 nos informa que en Sevilla un maestro albañil ganaba 10
reales diarios aproximadamente, lo mismo que un maestro carpintero; mientras que un
aprendiz de este último oficio percibía 4 reales al día357.
357
AHPSE: P- 11168, 215 r.
358
AHPSE: P- 18005, 349 r. Apéndice documental, documento 28.
359
AHPSE: P-10731, 359 r.
360
AHPSE: P- 9580, 451 r.
361
AHPSE: P- 14122, 693 r.
156
estrado, alcoba, escritorio, gabinete, cocina ó capilla. Por último, los hay sin un orden
preestablecido en los cuales los objetos se hacen constar arbitrariamente
La nobleza titulada, sin contar a los grandes de España, constituía un grupo esencial;
en 1770 había catorces condes y cuarenta y dos marqueses362. Lo interesante de estas fuentes
reside en que nos proporcionan una visión imparcial en contrapunto con los testamentos
donde el finado puede dejar de sí mismo una apreciación mas subjetiva. Los inventarios de la
aristocracia nos acercan a la mentalidad del Antiguo Régimen, cómo era su forma de vida a
través de los objetos de los que se rodeaban y la imagen que debían prodigar de sí mismos. En
los protocolos se aprecia cómo Sevilla tuvo un notable intercambio comercial, encontramos
mobiliario, joyería y textiles procedentes de diversos países de Europa, Asia y de las colonias
de América; incluso se tiene constancia de maestrantes de Sevilla dedicados al comercio en
la época. La ciudad fue un gran emporio comercial hecho que se refleja en la cantidad de
mobiliario extranjero que aparece, en su mayoría procedente de Inglaterra, Flandes y
Alemania; así como de pintura flamenca, sobre todo paisajes y bodegones. Las casas se
hallaban literalmente repletas de imágenes religiosas de todo tipo, ya fueran pinturas, láminas
o tallas, la religión era omnipresente e impregnaba todas las facetas de la vida. En las casas
principales las pinturas se cuentan por decenas, en su descripción se habla de las medidas y
del marco, y a veces muy someramente del tema, además de la procedencia si es extranjero.
Por desgracia los cuadros de temática profana, tan útiles para rastrear modos de vida y
costumbres, son más bien escasos.
Otro hecho que nos resulta singular es la enorme importancia dada a la indumentaria,
la cual obligaba a importantes desembolsos. Los documentos atestiguan que un traje, de
hecho, podía ser mucho más costoso que una pintura o un mueble, por lo tanto la descripción
de las prendas es exhaustiva, se enumeran y se consigna su estado de conservación. En 1705 a
la muerte de doña Mariana de Quintanilla se elaboró un inventario de sus bienes para realizar
una almoneda con la que cubrir las deudas contraídas. Se pusieron en venta prendas de vestir
y de casa (algunas de ellas “muy usadas”) y joyas valoradas en 400 pesos. La señora dejó
expresamente a su criada María Josefa de la Cruz “para ayuda a tomar estado”, una hongarina
de calimanco y un tapapiés de montería celeste junto con 100 pesos de plata y 1.224 reales363.
362
AGUILAR PIÑAL, F.: Historia de Sevilla, Vol. IV. Sevilla, 1976, p. 167.
363
AHPSE: P- 10326, 559 r.
157
Las casas sevillanas de personas pudientes constaban, por lo general, de dos plantas y
sobria fachada, lo que contrastaba con interiores ricos engalanados con alfombras, tapices y
colgaduras. En la vivienda española un elemento esencial fue el estrado; lugar destinado a la
señora de la casa, donde recibía a sus visitas, cosía e incluso comía:
“Hasta el siglo XIII la voz estrado no denomina al conjunto de muebles que conforman una
pieza de recibir. Sin embargo ésta está ya formada con anterioridad debido a la asimilación de las
364
costumbres de la admirada cultura cordobesa” .
Antes del siglo XIV la voz “estrado” hacía referencia a un asiento que podía hacer las
veces de lecho. Aparece en el Libro de los Juegos de Ajedrez, Dados y Tablas (1283-87) y en
las de las Cantigas de Santa María (1280-85), donde se muestran tarimas cubiertas con una
alfombra o tela con personas recostadas o sentadas. En el siglo XV ya se refiere a la estancia
destinada a las mujeres para sus momentos de esparcimiento. Ya en el siglo XVII y en
algunas casas principales había hasta tres: el "de respeto", que sería un recibidor, el "de
cumplimiento" una sala, y el llamado "de cariño", que según relata Zabaleta se encontraba en
la alcoba de la dama y se engalanaba igualmente con colgaduras. Para el escritor tal
disposición servía para fundamentalmente para exhibir la riqueza de los propietarios365. En
ella se recibía a las personas mas íntimas y de confianza a las que se les daba un agasajo,
generalmente chocolate espeso con bollos y bizcochos, también dulces o confituras secas de
frutas:
"Coronaba la sala un rico estrado con almohadas de terciopelo verde, a quien las borlas y
guarniciones de plata hermoseaban sobremanera, haciendo competencia a una vistosa camilla que al
lado del vario estrado había de ser trono, asiento y resguardo de la bella Lisis (que como enferma pudo
gozar desta preeminencia, era asimismo de brocado verde, con fluecos y alamares de oro. (…) Estaba
ya la sala cercada toda alrededor de muchas sillas de terciopelo verde y de infinitos taburetes pequeños,
para que, sentados en ellos los caballeros, pudiesen gozar de un brasero de plata que, alimentado de
fuego y diversos olores, cogía el estrado de parte a parte. Desde las tres de la tarde empezaron las
señoras, y no sólo las convidadas, sino otras muchas que a las nuevas del entretenido festín, se
364
RODRÍGUEZ BERNIS, S.: “El mueble medieval”, El mueble español. Estrado y dormitorio. Madrid, 1990, p
43
365
ZABALETA, J.: Ob. cit., p. 351.
158
convidaron ellas mismas a ocupar los asientos, recebidas con grandísimo agrado por la discreta Laura
y la hermosa Lisis (…)”366.
La sala de estrado es de origen musulmán y perdura hasta bien entrado el siglo XIX.
Era una estancia o parte de ella con una tarima de madera o corcho, cuyo objeto era preservar
de la humedad del suelo, sobre la que se disponían esteras, almohadones que servían de
asiento, taburetes y las llamadas “sillitas de estrado”367. Esta tarima podía estar delimitada por
una barandilla, la parte de la habitación que restaba se destinaba a los hombres, si los había,
que solían sentarse en taburetes o sillitas. El estrado en sí, sólo lo ocupaban las mujeres. En
invierno se calentaba con braseros de plata, a los que se les ponía huesos de aceituna para dar
buen olor. En verano se refrescaba el ambiente con recipientes llenos de agua perfumada368.
Esta estancia es común a todas las clases sociales, su tamaño y las piezas que lo decoraban
estaban lógicamente en consonancia con las posibilidades de la familia.
366
ZAYAS Y SOTOMAYOR, M.: Tres novelas amorosas y ejemplares: y Tres desengaños amorosos. 1989.
Madrid, p. 58.
367
Las casas señoriales en la España del XVII. Museo Nacional de Artes Decorativas.
http://www.mecd.gob.es/mecd/dms/mecd/cultura-mecd/areas-
cultura/principal/novedades/museos/2010/convocatoria-publica-del-puesto-de-directora-del-museo-nacional-de-
artes-decorativas/mnad-convoca/Guias_sala_de2_2-2_6_casas_senoriales.pdf , p. 9.
368
DELEITO Y PIÑUELA, J.: La mujer, la casa y la moda en la España del rey poeta. Madrid, 1987, p. 90.
369
Las imágenes de vestir solían tener varios trajes o túnicas, que podían mudarse según la época del año.
370
AHPSE: P- 1888, 463 r.
159
constan “Seis almoadas viejas de estrado de terciopelo”371. En el de don Ambrosio Pérez de
Tejada (1715) se constata la existencia de un estrado en el que se encontraban: veinte
almohadas de terciopelo, una estera de junco encarnada y cinco corredorcillos, dos bufetillos
de carey con su herraje y otros dos de madera de Inglaterra, y un escaparatillo con sus
vidrieras. En cuanto a las imágenes sagradas, contenía una de la Concepción y otra del
Rosario con sus peanas doradas, un San Antonio, un niño Jesús de vestir (casi todas las casas
cuentan con un niño Jesús con varios vestidos cuando no mas), un San Jerónimo, dos
cajoncitos del niño Jesús y San Juan con sus vidrieras y otros dos con dos cabezas de Jesús y
su Madre 372 . Las imágenes de devoción se prodigaban en una sorprendente cantidad, no
solamente en sitios sagrados como iglesias, capillas u oratorio, sino en cualquier lugar. Las
damas sentían predilección por las pequeñas tallas de madera de la Virgen o del Niño Jesús,
muchas eran imágenes de vestir y contaban con varios vestidos que se iban cambiando373. En
el estrado de don Juan Angulo Pedroso “que fue secretario de Su Majestad” (1723), había una
colgadura de damasco carmesí, varios escritorios e “imágenes de talla con su corona
labrada”374.
Los colores de las tapicerías eran vistosos siendo habituales el verde y el carmesí;
pero en el caso de que la familia estuviera en periodo de duelo, incluso los estrados se
tapizaban de negro. El luto era muy riguroso y lo llevaban las personas y las casas. En el
inventario post-mortem de don Juan Pérez de Vivar (1733) “del Consejo de su Magestad y su
Fiscal Electo de la Real Audiencia de Sevilla, nos encontramos con que las valoraciones y el
menaje del estrado superan con mucho al resto. Aparece una colgadura de brocatel de
diecisiete paños y nueve cenefas en 2.100 reales, una alfombra grande en 1.800, una imagen
de la concepción con su urna y bufete azul y oro en 10.500, dos escritorios de Inglaterra con
sus espejos en 6.000, seis cortinas de damasco carmesí en 900, aparte de un reloj y varios
cuadros y grabados de vírgenes375. En ocasiones se aporta en la dote el estrado en sí, en 1750
371
AHPSE: P- 1307, 68 r.
372
AHPSE: P- 5178, 691 r. Apéndice documental, documento 12.
373
En los conventos de clausura sevillanos se conservan gran cantidad de imágenes de bulto del Niño Jesús que
las novicias aportaban en sus dotes. Las religiosas confeccionaban túnicas y ropas (algunas con gran primor)
para las imágenes a las cuales iban cambiando. Era costumbre que cada monja conservara y cuidara su imagen y
la vistiera con los distintos colores del año litúrgico, de pastores, reyes, monaguillos, sacerdotes, obispos, con
los instrumentos de la pasión, resucitados, con trajes regionales etc…
374
AHPSE: P- 8194, 105 r.
375
AHPSE: P- 18005, 349 r y ss. Apéndice documental, documento 28.
160
José Tabeada, artista platero de oro, entrega a su hija: “Un estrado con sus corredorcillos,
esteras y camonsillos y una docena de sillas en 60 reales”376.
Uno de los espacios de habitabilidad que no aparecerá en Sevilla hasta finales del siglo
será el comedor. Esta estancia dedicada exclusivamente a comer surge en Francia 381 . En
España durante esta época, las comidas se realizan sobre mesas que se mueven y en los
documentos se especifica: “bufete para comer”. En el inventario de don Juan Pérez de Vivar
(1733) aparece el comedor como estancia diferenciada, pero no encontramos ni mesa, ni sillas,
destinados a tal fin sino: “Un baúl, un escritorio, cuatro colchones pequeños usados, un
calentador de camas, una fresquera y un escaparate de cocina” 382. En otro documento se
376
AHPSE: P- 1892, 214 r.
377
El marquesado de la Peñuela fue otorgado a Gonzalo Chacón de Medina Salazar en 1692. Contrajo
matrimonio el 8 de septiembre de 1665 en Sevilla con Francisca de Medina Salazar Castañeda y Villaseñor,
nacida el 10 de noviembre de 1647. Gonzalo y Francisca testan conjuntamente el 17 de octubre de 1699 ante
Toribio Fernández de Cosgaya. Gonzalo fallece el 29 de noviembre de 1705 y se encuentra enterrado en la Iglesia
del Hospital de la Caridad de Sevilla bajo la lápida que figura a la derecha. Francisca fallece el 19 de octubre de 1708
en Sevilla, está enterrada en el convento de Nuestra Señora de la Merced de Sevilla.
378
AHPSE: P- 3777, 66r y ss. Apéndice documental, documento 8.
379
AHPSE: P- 1326, 439 r.
380
AHPSE: P- 2822, 456 r.
381
RYBCZYNSKI, W.: La casa. Historia de una idea. Madrid, 1986, p. 94.
382
AHPSE: P- 18005, 349r y ss.
161
hallan: “ cuatro mesas que sirven para dar de comer y dos bancos y una tabla que sirve de
banco”383
Las alcobas ricas se engalanaban con colgaduras en sus paredes, don Sebastián García
de la Torre (1730) tenía en su dormitorio cuatro paños de corte384. La novia, por lo general,
aporta la cama con todo lo necesario. La más común es la llamada “de barandillas” cuyo
precio ronda los 200 reales, se suele especificar el material o materiales y si es antigua o
moderna, aunque a veces solo se cita. Las cunas también podían llevar torneados como las
camas. En el inventario de bienes de la condesa de Lebrija (1750) consta “una cuna torneada
de madera de palosanto”385.
Los precios no eran siempre tan elevados, en un ajuar de 1740 consta “Una cama de
colgar de palo santo bronceada con sus varas y bastidores en 315 r” acompañada de “Una
colcha de damasco carmesí bordada de tafetan del mismo color”386. En la carta de dote de
Beatriz Fernández (1730) “doncella natural de Alcala de Guadaira” por su matrimonio con
Francisco Mateos, de oficio panadero, aparece: “Primeramente una cama de colgar de
granadillo antigua en doscientos quarenta r”387. En los ajuares de las capas más sencillas es
muy habitual la aparición de la cama en primer lugar, tal es el caso del recibo de dote de José
de Robles (1710), maestro albañil vecino de la collación de San Vicente, por un montante de
1.959 reales, en el que aparece la cama junto a colchones, sábanas , almohadas, concha y
toallas388.
La cama más lujosa era la llamada “de colgar” cuyos cortinajes llevaban varios paños,
normalmente a juego con la colcha, en la carta de dote de Francisca López de Montoya (1731)
constan “una colgadura de cama de damasco carmesí con su cuchillexo de oro y colcha de lo
mismo rodapié y sitial en 1.800” y “una colgadura de raso de raso de la china carmesí con
treinta y seis bedeles de a tres varas y tres cuartas cada bedel en tres mil setecientos ochenta
r”389. La tasación más elevada que hemos hallado para una colgadura se encuentra de la
partición de bienes de María de Felices (1711): “de damasco carmesí con alamares y fluecos
383
AHPSE: P-5666, 461 r. Apéndice documental, documento 28.
384
AHPSE: P- 2822, 463r.
385
AHPSE: P- 2865, 220 v. Apéndice documental, documento 42.
386
AHPSE: P- 1335, 27 r.
387
AHPSE: P- 702, 415 r.
388
AHPSE: P- 2822, 605 r.
389
AHPSE: P- 1326, 439 r.
162
de oro” en 8.250 reales; seguida por una colcha de brocado de oro verder con galón de oro
valorada en 40 pesos escudos, es decir, 600 reales390. En el inventario de doña Francisca de
Medina y Salazar, marquesa de la Peñuela (1709) aparece una colgadura, siendo de terciopelo
verde con revés de felpa y rodapié, todo guarnecido con cuchillejo de oro de Milán en 4.500
reales con su colcha a juego en 540. La partida de “colgaduras” en el citado documento
alcanza la elevada cifra de 21.550 reales y está formada por cuarenta y tres colgaduras junto a
la de la de cama citada anteriormente 391 . Las camas “a la portuguesa” tuvieron mucha
difusión, en ellas los torneados de madera se decoraban con aplicaciones de metal dorado. La
colcha podía estar forrada de telas como tafetán u holandilla y estar confeccionada a juego
con el rodapiés: “Una colcha y un rodapiés de damasco carmesí en seiscientos r”392. Debajo
de la colcha lujosa que era para vestir la cama, se disponían otras de algodón o los llamados
cobertores, que eran de abrigo. Incluso podían cambiar las colgaduras dependiendo de la
estación del año, en verano se solían quitar y sustituir por mosquiteros de gasa. Doña Rosa
Romero Ponce de León llevaba en su dote (1700) “Una colgadura de cama labrada de colores
dee velillo de gasa y se compone de seis cortinas”393.
390
AHPSE: P- 10335, sf.
391
AHPSE: P- 3777, 66r y ss. Apéndice documental, documento 8.
392
AHPSE: P- 1888, 262 r.
393
AHPSE: P- 698, 944 r.
394
AHPSE: P- 2822, 583r.
395
AHPSE: P- 1311, 212 r.
396
AHPSE: P- 1323, 337 r.
397
AHPSE: P- 4574, 270 r y ss. Esto indica que la bretaña era un tejido más fino que el brabante, aunque
estuvieran confeccionadas con el mismo material.
163
La ropa de casa se guardaba en arcas muy habitualmente fabricadas en cedro, una
madera cuyas característica principales son el ahuyentar a insectos y gusanos y un olor
agradable olor. Doña Rosa Manuela de Sotomayor y Montiel llevaba en su dote un arca de
cedro mediana mediana tasada en 60 reales y otra grande en 120 398. En ocasiones las arcas y
baules se forraban en su interior con pieles como la cabritilla, la badana o incluso de cerdo o
caballo399; en el inventario de bienes de don Iñigo Fernández de Velasco y Tovar, marqués de
Caltojar400 (1747), hay seis baules “forrados en pellejo”401, mientras que en el
de doña Leonor del Alcázar y Zuñiga (1765) aparece “un baul forrado en badana de vaca y
quartta de largo, con dos serraduras” dentro del cual aparecieron numerosas piezas de ropa402
y se especifica si el arca tiene o no llave. La popularización del uso del armario ropero es
posterior, aunque en el inventario de don Juan Pérez de Vivar (1733) aparece “un
guardarropa con su pie maqueado” que se encuentra en el “salón grande”403. El diccionario
de Autoridades define guardarropa como: “La oficina destinada en palacio y en las casas de
los señores para tener en custodia la ropa que sirve almenaje de casa como colgaduras, tapices
alfombras y cortinas”.
Un elemento imprescindible en las dotes son las servilletas404 y los manteles, llamados
“tabla de manteles”, en los bodegones de la época comprobamos cómo aparecen
perfectamente planchados pero que los dobleces de la tela se dejaban. Los manteles y
servilletas aparecen prácticamente en todos los ajuares, confeccionados con distintos tipos de
lienzo, a veces se guarnecían con encajes de bolillos o de aguja.
398
AHPSE: P- 10318, 845 r. Apéndice documental, documento 1.
399
MARTÍNEZ ALCÁZAR, E.: “El mueble en la vivienda murciana a finales del siglo XVIII”. Imafronte, nº
19-20. Murcia, 2008, p. 224.
400
Mariscal de Campo de los Reales Ejércitos de su Majestad, Capitán de Granaderos, Capitán de Guardias de
Infantería Española. Casado con Josefa de Herrera y Loizaga.
401
AHPSE: P- 12049,1005 r.
402
AHPSE: P- 14692, 131 r. Apéndice documental, documento 45.
403
AHPSE: P- 18005. Folio 349 y ss. Apéndice documental, documento 28.
404
“…tan fina y tan hermosamente labrada de las dobleces que me pasó por la imaginación limpiarme con las
faldas de mi ropilla por no violalla”. ZABALETA, J.: El día de fiesta por la mañana y por la tarde. Madrid,
1983, p. 454.
405
AHPSE: P- 5666. Folio 990.
164
alcanza la cifra de 772.993 reales encontramos “Una tapiceria de la historia de hercules en
siete mil quinientos r”406. Mientras que el de don Miguel Lasso de la Vega (1750) contiene
“una tapiceria con la historia de sanson de ocho paños”, otra de siete paños con la historia de
Moisés y por último una compuesta por ocho paños “con las guerras civiles de granada”407.
El mobiliario sigue siendo el típico del siglo XVII español, escritorios, bufetes, sillas,
sillas de manos, sillones, contadores, papeleras, arcas o escaparates. Sevilla fue un ciudad con
un gran intercambio comercial ya que en las casas aparece mobiliario importado de varios
países europeos como Alemania, Flandes, Portugal, Francia e Inglaterra o incluso de China.
Los documentos enumeran el tipo de madera o maderas que lo forman, tamaño, estado de
conservación y en ocasiones del precio. Aparecen maderas oriundas y de las Indias, cuyo
precio suele ser más elevado. La maderas españolas más comunes eran pino, nogal, haya,
castaño, roble y encina; mientras las americanas son por lo general caoba, granadillo,
palosanto, ébano y cedro entre otras. Para marquetería y embutidos se usaban hueso, marfil y
carey, este último procedía del golfo de Méjico.
Los asientos más comunes en la Sevilla del XVIII siguen los modelos de la centuria
anterior, se trata de las llamadas sillas de baqueta de Moscovia fabricadas con distintos tipos
de madera y muchas veces con clavazón dorada. En el inventario de bienes de don Bernabé
de Orozco y Ayala (1719), Caballero de la Orden de Santiago, y residente en la collación de
Santa María la Blanca aparecen: “Seis sillas de baqueta de moscovia con clavazon dorada y
madera de caoba bien tratadas” y unos “sitiales de damasco carmesí” 408 . Los estrados se
hallaban repletos de sillas bajas y taburetes. La baqueta se exportaba a las Indias, prueba de
ello es la partición de bienes de María de Felices (1711), en la cual figura que se han enviado
setenta “atados” de baqueta de Moscovia, a 16 pesos escudos de plata cada uno por un total de
9.240 reales de plata409.
406
AHPSE: P- 5188, 72 r.
407
AHPSE: P- 2865, 63 r.
408
AHPSE: P- 6418, 58 r.
409
AHPSE: P- 10335, sf.
165
El escritorio410 es el mueble español por excelencia, a pesar de se cree que su origen
es oriental, aparece en la corona de Aragón en el siglo XV. En los costados tenía aldabas para
facilitar el transporte, se asentaba sobre pie cerrado o sobre pie abierto. Si tenían tapa la
cerradura estaba en ella, sino cada cajoncito tenía su bocallave. En el diccionario de
Autoridades lo llaman “alhaja de madera” ya que normalmente se fabricaba con materiales
ricos. La papelera servía para guardar papeles u objetos preciados, se trajeron de Alemania
Italia y Flandes (carey y ébano). Escritorio y papelera son términos que han cambiado su
significado , pero a pesar de su nombre, no son muebles para escribir sino para guardar (se
escribía sobre los bufetes). En el inventario de bienes de don Luis de Montenegro (1700)
aparecen “dos papeleritas con tres gavetas de carey y marfil con bufetillos de lo mismo” y un
escritorio de Salamanca de dos cuerpos411, mientras que en el de don Miguel Lasso de la Vega
(1750) hay dos escritorios de Salamanca con sus pies a juego y dos de Inglaterra de “charol
negro y oro”412. En la escritura de fideicomiso413 de don Diego de Córdoba Lasso de la Vega
(1733) constan “dos escritorios contadores de carey y con coronas de bronce hechos en
Flandes con sus pies cubiertos de evano en tres mil r”414. En la “Memoria de los bienes” de
Juan Pérez de Vivar (1733) aparecen dos escritorios de Inglaterra con sus respectivos espejos
tasados en 6.000 reales y uno de Salamanca con su pie puertas y cajones en 900415.
Los escaparates eran una especie de rica vitrina muchas veces fabricada con maderas
nobles e incrustaciones de carey o hueso. Su función era exhibir objetos preciados. Los
espejos son de pequeño tamaño y los que se utilizan para el arreglo personal suelen tener
marco de ébano o de madera teñida de negro, tal vez por influencia holandesa; también
aparece el llamado “espejo de vestir”, tal vez de mayor tamaño. En 1702, Antonio Romero,
“mercader de alhajas”, deja en su testamento: cuatro sillas de cañamazo, un escritorio de
ébano y marfil con su pie, un baulito de terciopelo antiguo, un escritorio de Alemania con sus
pie, un arca de cedro, un escritorio de tres cuartas hecho en Campeche, un espejito tocador, un
escaparate de cedro de dos cuerpos, un arcón de pino de Flandes y un escritorio de vara de
largo hecho en Portugal muy mal tratado y viejo y algunas gavetas sin cerradura ni llave416.
410
En el siglo XIX este tipo de mueble comenzó a denominarse bargueño incorrectamente.
411
AHPSE: P- 1306, 698 r.
412
AHPSE: P- 2865, 63 r.
413
Disposición por la cual el testador deja su hacienda o parte de ella encomendada a la buena fe de alguien para
que, en caso y tiempo determinados, la transmita a otra persona o la invierta del modo que se le señala.
414
AHPSE: P- 18005, 181 r.
415
AHPSE: P- 18005, 349 r y ss.
416
AHPSE: P- 5192, 651 r.
166
Los escritorios de Salamanca, típicos del barroco español, aparecen con cierta
frecuencia, a veces con su pie de cajonería a juego, o si no sobre un bufete, es un mueble
costoso, se decoraba con arquillos y columnillas de hueso en el frente (inspirado en motivos
arquitectónicos). También encontramos escritorios de ébano, marfil o hueso con escenas de
procedencia flamenca. Los alemanes tenían puertas en su frente, mientras que los ingleses
aparecen por lo común de charol negro ( tipo de pintura que imitaba las lacas orientales). A
finales de siglo se observa un cambio de mobiliario, las viviendas acomodadas se nutren de
nuevas tipologías de procedencia extranjera como el canapé, las cómodas de caoba, las
rinconeras y las mesas de juego.
Con la llegada de los Borbones se produce una clara separación entre el mueble
cortesano, al gusto europeo, y el resto del país donde se sigue fabricando el mueble
tradicional. A partir del reinado de Luis XIV se produjo en Francia una auténtica eclosión en
cuanto a la creación de mobiliario surgiendo nuevas tipologías de muebles para sentarse y
echarse como la duquesa denominada en España otomana417. La silla se acomoda a la moda
de tal manera que se retranquean los brazos para que quepan holgadamente las anchas faldas.
La mujer tuvo un papel fundamental en el desarrollo de nuevas formas de mobiliario que
debían responder a las nuevas exigencias de la moda, no sólo en cuanto al tamaño del vestido,
sino también de las grandes pelucas que adornaron las cabezas femeninas a partir de 1770, lo
que provocó que los respaldos fueran más bajos. Comprobamos, por tanto, que los muebles de
asiento se hallan intrínsecamente unidos a los cambios en indumentaria femenina. El avance
en la concepción y fabricación de las sillas y sus derivados fue muy significativo ya que se
hizo un correcto uso del almohadillado.
Las casas principales contaban con oratorio o capilla, por lo que los señores no tenían
necesidad de salir para ir a la iglesia; teniendo en cuenta que era práctica común oir misa a
diario. El estado de las calles a veces no invitaba al paseo por la suciedad y los deshechos que
se acumulaban, las señoras acudían a sus visitas en silla de manos o coche. En los inventarios
aparecen los objetos necesarios para la celebración de la liturgia, además de imágenes
religiosas, pinturas y a menudo relicarios.
417
Denominada en los inventarios palatinos: “Silla cómoda a manera de catre”. Mueble español. Estrado y
dormitorio. Madrid, 1990, p. 324.
167
Para sus desplazamientos las personas pudientes contaban con sillas de manos,
carrozas o berlinas418. La silla de manos consistía en un asiento suspendido entre varas largas
cargado por dos mozos que soportaban todo el peso del viajero y de la silla sobre sus hombros
mediante unas correas. Marchaban uno delante y otro detrás a paso lento y uniforme y eran
relevados por otros dos criados cuando la distancia a recorrer era larga. La “de manos”
constaba de una silla cubierta con paredes y techo de madera, y cada costado con dos herrajes
por los que se pasaba una gran vara que posibilitaba que dos o cuatro hombres puedan
levantarla y desplazarla; en 1560 la reina hacía uso de ella419 . El 26 de noviembre de 1691
Carlos II dictó una Real Pragmática sobre el lujo de los carruajes que prohibía el uso de
determinados tejidos:
“Art. 11. Y para evitar el exceso que se ha experimentado en el abuso de los coches, carrozas,
estufas, literas, furlones y calesas, en conformidad por lo dispuesto por un capítulo de la ley segunda,
título doce, mandamos que de aquí adelante ningún coche, carroza, estufa, litera, calesa ni furlón se
pueda hacer ni haga bordado de oro, ni de seda, ni aforrado en brocado, tela de oro, ni de plata, ni de
seda alguna que lo tenga, ni con franjas, ni trencillos, ni otra guarnición alguna de puntas de oro ni de
plata”420.
418
Los primeros taxis empezaron a circular en Madrid en1704 con el nombre de simones, al parecer por el
nombre del empresario que los explotó, un tal don Simón. Las primeras paradas estuvieron en las plazas de
Santo Domingo, Cebada y Puerta del Sol.
419
LÓPEZ ÁLVAREZ, A.: Poder, lujo y conflicto en la corte de los Austrias. 1550-1700. Madrid, 2007, p. 69
420
Ibídem p. 58
421
Alonso Thous de Monsalve y Mendoza casado con Manuela Nicolasa Clarebout fue el IV marqués de
Valdeosera. El título fue concedido en 1680 a don Diego Jalón y Baeza (1627-1699), caballero de Calatrava,
Veinticuatro, Procurador Mayor de Sevilla y familiar del Santo Oficio de la Inquisición. Diego era hijo de Pedro
Jalón, nacido en Amberes. Su madre Elvira de Baeza le compró el cargo de Veinticuatro en 1645 por 2.337.500
mrs. ABADÍA FLORES, C.: “La comunidad flamenca en Sevilla en el siglo XVI”. Archivo Hispalense. Tomo
93. Nº 282-284, Sevilla, 2010, p. 87.
168
“Ninguna familia que se precie en el siglo XVIII puede prescindir del carruaje para sus
traslados, con las correspondientes caballerizas y servidores”.423
El precio de uno de cuatro plazas rondaba 11.000 reales y su mantenimiento anual más
de 500 ducados. El coche no era solo un elemento necesario para las personas acaudaladas
sino una manera de ostentar el poder personal en las calles y paseos. La carroza añadía
distinción a las damas y caballeros de la alta sociedad, pero querían dejar clara su posición
con respecto del resto:
“Puede decirse pues, que el uso de los carruajes representativos – coches, carrozas, literas,
sillas de mano y trineos -, se extendió es un momento de la historia de Europa el que las monarquías
dinásticas necesitaban de nuevos instrumentos para separar a quienes hacían la política y conformaban
la corte, de la masa de los gobernados”424.
En la partición de bienes de María de Felices (1711) se hacen constar dos coches, uno
nuevo y otro “traido” con todos sus pertrechos, tasados en 22.000 reales; y una calesa en 800.
Cinco mulas son valoradas en 12.000 reales, mientras que tres caballos lo son en 3.000425. En
el inventario post-mortem de doña Isabel de Malcampo aparecen “un coche grande”, cinco
mulas y un caballo, junto a dos pares de libreas y dos “sobretodos de los mosos” 426. La dote
de doña Inés María de Barradas (1769) aportaba: “Un coche de Gala a la francesa forrado en
terciopelo carmesí con flores blancas, flueque de catulina pintado de historias y todo él, a la
ultima moda en cinquenta y quatro mil y quinientos rr”, seguido por: “Otro coche verde a la
española abarcado para estricote en cinco mil rr”. Todo acompañado de cuatro mulas
“empeladas y domadas” valoradas en 11.000 reales, junto a un juego de seis guarniciones “a
la francesa pespunteadas y de ultima moda en ocho mil rr” y “otro tiro de guarniciones de
quatro tambien nuevas de ultima moda en mil y quinientos rr”. Junto a los coches y mulas
constan las vestiduras de cocheros y lacayos que se componían de nueve libreas “tres de gala,
tres de estricote y tres de campo completas con seis sombreros, tres gorras de postas y dos
Pedro Jalón fue un rico mercader, en su inventario se registró un inmueble de 32.254.597 mrs aunque tenía
deudas por un 2´3 % del total. Su entierro costó 126.532 mrs, mientras que se pagaron 550.993 mrs en misas por
su alma. AGUADO DE LOS REYES, J.: Riqueza y sociedad en la Sevilla del siglo XVII. Sevilla, 1992, p. 161.
422
RECIO MIR, A.: “De color de hoja de oliva: la pintura de los coches en la Sevilla del siglo XVIII”. Revista
Laboratorio de Arte, nº22, Sevilla, 2010, p. 237
423
AGUILAR PIÑAL, F.: Historia de Sevilla. Siglo XVIII. Sevilla, 1989, p. 117.
424
Ibídem, p. 26
425
AHPSE: P- 10334, sf.
426
AHPSE: P- 5188, 690 r.
169
bastones siendo las libreas, unas de grana galoneadas de oro y otras de paño verde con otros
galones de oro” todo tasado en 11.500 reales427.
Durante el siglo XVIII surgen nuevas tipologías de muebles como la cómoda el buró,
el sofá y la consola. Estos nuevos modelos vienen determinados por los nuevos usos y las
diferentes maneras de relacionarse socialmente. Así el estrado pasa a transformarse
paulatinamente en salón desplazando a las damas de la almohada al canapé, variando así el
uso social de las casas428 .En el inventario post-mortem de Juan María Bravo (1800), dedicado
al negocio textil, se enumeran las siguientes estancia: sala de escritorio, sala de estrado,
corredor, alcoba, sala de la cancela, comedor , sala de pasión y sala de la calle de las Sierpes,
entre otras. Unos de los objetos más curiosos de este documento son “unas tinas para
bañarse”429.
427
Archivo Marqués de Peñaflor, Leg. 9, doc. 4.
428
JUNQUERA MATO, J. J.: “Mobiliario en los siglos XVIII y XIX”. El mueble español. Estrado y dormitorio.
Madrid, 1990, p 134.
429
AHPSE: P. 9586, 1626 r.
430
AHPSE: P- 1340, 393r.
431
AHPSE: P- 2822, 605 r.
432
Véase, SANZ, Mª. J., DABRIO, Mª. T.: “Inventarios artísticos sevillanos del siglo XVIII : relación de obras
artísticas”. Archivo Hispalense, nº 176, Sevilla, 1974.
170
cantidad menor en comparación con prendas de vestir como una “gabacha” que se valora en
300 reales433. En el inventario post-mortem de Ana Josefa Mahuis y Príncipe (1719) aparece
“Un lienzo copia de Murillo”434, al igual que en la dote de Alfonsa de Quesada (1750): “un
cuadro de nuestra señora de la Concepción copia de Murillo en 200 reales”435; mientras que
en el inventario de bienes de doña Josefa Nicolasa de Andrade (1742), aparecen unas pinturas
de Antolinez: “doce paises de Antolines historia de Jacob de a dos varas y cuarto de ancho y
uno y cuarto de alto con molduras negras”. Doña Josefa poseía más de cincuenta cuadros de
temática religioso436.
433
AHPSE: P- 10318, 845 r. Apéndice documental, documento 1.
434
AHPSE: P- 10342, 387 r.
435
AHPSE: P- 1340, 393r.
436
AHPSE: P- 5202, 187r y ss.
437
AHPSE: P- 5178, 289 r.
438
AHPSE: P- 18013, 341 r.
439
AHPSE: P- 2865, 217 r y ss.
440
AHPSE: P- 6418, 58r.
441
AHPSE: P- 5165, 411 r.
171
una madama, otro retrato de Maria Rodríguez, un país de cosina, un retrato de un muchacho, dos
países de floreros, un par de países pintura en tabla, otro par de países en lienzo, otra pintura en tabla
de tres cuartas de un bodegón con moldurilla negra antigua, dos fruteros y floreros, un par de lienzos
muy viejos de unos filósofos, ocho países de a dos varas llanos muy viejos”, es decir unas treinta
obras, pero como es frecuente, de temática religiosa posee una cantidad más elevada442.
En idéntica fecha, don Ambrosio Pérez de Texada dejaba dos retratos de Carlos II, dos
láminas con retratos de Felipe V y “seis países de fruteros”443. Las molduras constituyen un
capítulo fundamental, incluso se les da más importancia que a la propia pintura en sí debido a
que su coste era elevado; se especifica su medida, sus materiales y si están pintadas o doradas.
En el inventario de don Andrés Mariscal (1750) constan más cincuenta pinturas en las que
casi siempre se obvia el tema mientras que sí se citan las medidas y los marcos444.
Hemos tratado a hacer un sucinto repaso al ajuar doméstico en el periodo que nos
ocupa percibiendo que todavía la vivienda sevillana no se había modernizado en cuanto a
mobiliario y distribución de estancias, siendo todavía deudora del pasado. Siguiendo con el
análisis de los inventarios debemos recalcar que en ellos aparecen los esclavos que formaban
parte de la servidumbre también aparecen “inventariados”. En el inventario de bienes de doña
Josefa de Montes y Chaves (1701), residente en la collación de San Nicolás en una casa
arrendada al marqués de Castilleja, aparecen tres esclavas turcas de 20, 16 y 25 años
respectivamente y “un esclavo negro atesado llamado Miguel de edad de veintidos años mas o
menos”445. En Sevilla tráfico y venta de esclavos, un viajero anónimo en 1700 relata que son
muy numerosos, están marcados en la cara o nariz y tienen distintos precios; su valor
dependía de la edad, sexo y cualidades físicas:
“Los negros eran apreciados por su docilidad y porque no se resistían al bautismo. Las
mujeres esclavas eran más caras por su alto rendimiento doméstico, por su mayor longevidad, por su
mejor adaptación a las condiciones de vida”446.
442
AHPSE: P- 5178, 600 r y ss. Apéndice documental, documento 11.
443
AHPSE: P- 5178, 691 r y ss. Apéndice documental, documento 12. Muchas personas contaban en sus casas
con retratos de los reyes, tanto pinturas como grabados; ya que eran el único vehículo para conocer la imagen de
los monarcas.
444
AHPSE: P- 7137, 418 r.
445
“9.505 reales de vellón que el dicho don Diego del Hanón tiene pagados anticipados al Marqués de Castilleja
por el arrendamiento de las casas de la morada en que vive y murió la dicha difunta”. AHPSE: P- 1307, 78 y ss.
446
NUÑEZ ROLDÁN, F.: La vida cotidiana en la Sevilla del Siglo de Oro. p. 76.
172
En la partición de bienes de doña María de Felices (1711) aparecen dos esclavas
negras: María de veinticinco años y Rosa de 21 a las que otorga la libertad: “dejo libres de
toda carga, sujecion de captiverio” 447 . En el inventario post-mortem de don Juan Angulo
Pedroso (1723), “que fue secretario de Su Majestad” figura: “una negra color atesado
llamada Josefa que será de cuarenta y poca más o menos” 448 , la palabra “esclava” se
encuentra en el margen de la página.
Testamento
Actualmente, el Art. 667 del Código Civil señala que "El acto por el cual una persona
dispone para después de su muerte de todos sus bienes o de parte de ellos, se llama
testamento"449. La práctica testamentaria es común desde mediados del siglo XVI. El llamado
testamento “abierto”450era el que se realizaba ante escribano público y testigos. La estructura
comprendía las siguientes partes: invocación a Dios, datos de testador: nombre, lugar de
origen y domicilio; nombre de los padres y lugar de origen; estado de salud y de las facultades
447
AHPSE: P- 10335, sf.
448
AHPSE: P- 8194, 105 r.
449
Con anterioridad, la Partida sexta, Título 1º, señalaba lo siguiente: "Testamento es una de las cosas del mundo
en que más deben los hombres tener cordura cuando lo hacen, y esto es por dos razones: la una, porque en ellos
muestran cuál es su postrimera voluntad; y la otra, porque después que los han hecho, si se mueren, no pueden
otra vez tornar a enderezar ni hacerlos de cabo. Queremos decir en este título de la guarda que deben tener los
hombres cuando los quisieren hacer y mostrar qué quiere decir testamento; y a qué tiene provecho; y cuántas
maneras hay de él; y cómo debe ser hecho y cuáles no pueden ser testigos en él; y quién lo puede hacer y cuándo;
y por qué razones se puede revocar; y qué pena deben tener los que impidan a otros que no los hagan”.
450
Recuérdese que a día de hoy, el testamento abierto otorgado ante notario (escribano) sigue siendo el más
utilizado en la práctica. No obstante, la obligatoriedad (con carácter general) de la presencia de testigos se
mantuvo hasta épocas muy recientes, concretamente hasta la entrada en vigor de la Ley 30/1991, de 20
diciembre, de modificación del Código Civil en materia de testamentos.
173
mentales; la profesión de fe y la notificación de la voluntad de hacer el testamento. Todo esto
venía seguido de las cláusulas relativas a los asuntos del alma seguidas de las terrenales:
estado civil y, en el caso de matrimonio, nombre del cónyuge; el monto de la dote y referencia
a la carta relativa, en los casos en que se aplica; nombre de los hijos legítimos, ilegítimos o
naturales, en caso de existir y los recursos a ellos destinados; especificación de los bienes del
testador; orden de pago a acreedores, cuando existen; orden de cobro a deudores,
nombramiento de los albaceas; designación de los herederos; nombramiento de tutores y
curadores de bienes. Por último, el lugar y la fecha, la validación del testador y del acto
testamentario por parte del escribano y las firmas al final del documento451.
“(…) observar las pautas colectivas de comportamiento social ante la muerte. Igualmente, los legados
piadosos tienen un lugar destacado en las escrituras de postrera voluntad, porque mediante estos el
otorgante destina parte de sus bienes a fundaciones pías, servicios a la Iglesia, a comunidades
religiosas, cofradías u hospitales, para obtener así, mediante las oraciones de sus religiosos, el reposo y
la salvación de su alma”452.
Uno de los datos que proporcionan son los gastos detallados del funeral y entierro,
como el precio del ataúd, la cera, las misas y los responsos. En sus disposiciones era práctica
relativamente frecuente que el testador pidiera que su cadaver fuera vestido con el hábito de
alguna orden religiosa. Doña Sebastiana de Salazar en tu testamento otorgado en 1798 incluye
una disposición en este sentido:
“Mi cadaver será vestido con el Hábito de nuestro Serafico Padre San Francisco y sepultado
en la Iglesia Parroquial de mi domicilio. (…) al tiempo de mi entierro se celebrarán doce misas
rezadas (…) y la misa cantada de mi cuerpo presente según costumbre, pagandose por ella lo que sea
conveniente”453.
451
Véase, PEÑAFIEL RAMÓN, A.: “Aproximación al estudio de los testamentos en el siglo XVIII: el murciano
ante la muerte”. Áreas. Revista Internacional de Ciencias Sociales. nº6, Murcia, 1986.
452
REDER GADOW, M.: “Vivencia de la muerte en el Antiguo Régimen”. Baética. Estudios de Arte, Geografía
e Historia, 9, Málaga, 1986, p. 348.
453
AHPSE: P- 9584, 58 r. Doña Sebastiana de Salazar dóno en su testamento una Virgen de Guadalupe pintada
en México por Antonio Torres a la San Juan de la Palma, su parroquia.
174
Las misas se solían celebrar en la parroquia del finado además de en conventos y
hospitales si era una persona adinerada454. Los testamentos consultados incluyen legados a
diversas instituciones religiosas, las limosnas, las deudas, la manumisión de esclavos, e
incluso el salario de los criados. En el testamento de María de Felices Medina (1711) consta
el valor de su ataúd (160 reales) y todo el montante que dejaba para limosnas y misas por su
alma, en concreto se celebraron 6.380 en diversas parroquias 455 . Doña María dejaba así
mismo una serie de casas en Dos Hermanas456, dos cortijos en Alcalá de Guadaira y diversas
casas en Sevilla. En el testamento de José Maestre, fechado en 1733, se cita el salario de
cinco de sus criadas, cada una cobraba 20 reales mensuales, mientras que el despensero
percibía 33, el mozo de mulas también 33, y el cochero 4 y medio al día 457. En la división de
caudal de don José Díaz “vecino del comercio”, dentro de la partida “Funeral, Entierro y
Missas” se recoge la cantidad destinada por el “valor de tres mill Missas” cuyo montante
asciende a 12.044 reales, es decir, cada misa a 4 reales458.
“Ytem Mando y es mi voluntad se le den mi compadre Juan de Soto una chupa y calzones de
paño que yo tengo y una camissa y que me encomiende a Dios Ytem Mando y es mi voluntad se le
den a Lucas de Carpas dos pares de calzones de gamuza que yo tengo y una camissa y me
encomiende a Dios” 459
454
“En la actualidad, los profundos cambios sociales producidos, impiden el conocimiento en profundidad de
determinados usos y costumbres a través de los testamentos (u otros documentos como la escritura de partición y
adjudicación de herencia) como en lo referente al ajuar doméstico. Las normas fiscales vigentes se limitan a
presumir la existencia de este último y a otorgarle un valor equivalente al 3% de la herencia. Así lo señala el
Artículo 15 de la Ley 29/1987, de 18 de diciembre, del Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones: "Ajuar
doméstico. El ajuar doméstico formará parte de la masa hereditaria y se valorará en el tres por ciento del Importe
del caudal relicto del causante, salvo que los interesados asignen a este ajuar un valor superior o prueben
fehacientemente su inexistencia o que su valor es inferior al que resulte de la aplicación del referido porcentaje".
455
AHPSE: P- 10335.
456
Una de ellas ha llegado al siglo XXI en manos de la misma familia. Se trata de la hacienda de olivar adquirida
por Diego Maestre Aernoust (Diego Meester en su identidad flamenca), natural de Brujas, casado con María de
Felices.
457
AHPSE: P- 120025, 1477v, 1478 r.
458
AHPSE: P- 729, 490v. Apéndice documental, documento 62.
459
AHPSE: P- 10350, 81 r.
175
“Como Albazeas testamentaríos que somos y quedamos de dn. Geronimo Gaytan y Salzedo difunto
declaramos que cumpliendo con lo que dexó dispuesto en su ultima disposicion hemos repartido entre
nos con union y amigablemente toda la ropa de su uso blanca y de color, nueba, mediada, y usada, y
de ella dímos la que tubimos por conveniente â los Sirvientes que actualmente estavan en su Casa y
algunos que ya estavan fuera de ella, y para que todo conste firmamos el presente en Sevilla â 13 de
Marzo de 1791”460.
Don José Policarpo Díaz (1797) “vecino del comercio desta ciudad”, dejó en su
testamento 2.028 reales destinados a comprar vestidos a “doce pobres”461.
En 1727 encontramos una “declaración de pobre” según la cual se solicita que su ropa
y enseres sean vendidos para poder recibir sepultura:
“Temiendome que la muerte llegue como es natural y queriendo estar prevendio para cuando
llegue (…) digo y declaro que no tengo cuadal, vienes ni efectos quepoder hacer testamento (…) haga
dar sepultura sagrada a mi cuerpo en mi parroquia y me mande decir las misas que pudiese por mi
alma vendiendo para ello toda mi ropa y trastecitos”462.
460
AHPSE: P-788, 666 r. Apéndice documental, documento 50.
461
AHPSE: P- 729, 490 r. Apéndice documental, documento 62.
462
AHPSE: P- 1888, 234 r.
463
REDER GADOW, M.: Ob. cit., p. 351.
176
CAPÍTULO V
177
Materiales en la moda de la Sevilla del siglo XVIII
Hasta el siglo XVIII Europa se había autoabastecido con sus propios materiales, pero
el uso del algodón hizo que dependiera de los países de ultramar. En España se fabricaban
todo tipo de tejidos, siendo los más afamados y apreciados los paños y bayetas. Desde 1630
las lanas de Segovia y de Molina de Aragón cotizaban en la Bolsa de Ámsterdam468, las lanas
finas españolas eran muy apreciadas en el extranjero por su magnífica calidad.
464
PLAZA PRIETO, J.: Estructura económica de España en el siglo XVIII. Madrid, 1976, p. 314.
465
JUAREZ ALMENDROS, E.: El cuerpo vestido y la construcción de la identidad en las narrativas
autobiográficas del Siglo de Oro. Woodbridge, 2006, p.19.
466
PEVSNER, N.: Pioneros del diseño. Buenos Aires, 2000, p. 47.
467
RIERA, S.: Tecnología en la Ilustración, Volumen 34. Madrid, 1992, p. 22.
468
TUÑÓN DE LARA, M.: Historia de España: (1476-1714). La frustración de un Imperio. Barcelona, 1982, p.
474.
178
Bajo el reinado de Felipe V se avanzó en la aplicación de los tintes para la fabricación
textil, que hasta ese momento estaban faltos de variedad. Por este motivo fueron llamados a
Madrid trabajadores franceses que en 1719 crearon una:
“fábrica modelo para el perfeccionamiento de los colores, que debería servir para el desarrollo
de las fábricas de tintes”469.
Los tipos de tejidos que se consignan en los protocolos notariales sevillanos son muy
variados, al igual que los colores y adornos. Los nombres que en la época se daban a los
colores, en ocasiones, evocaban elementos de la naturaleza como flores, frutos, piedras o
animales: “color flor de romero”, “color de café”, “color de ámbar”, “color de aceituna”,
“color cochinilla”, “color de perla”, “color de fuego”, “color verdemar” “color ala de cuervo”,
o por semejanza como: “color de clavo”, “color de tabaco”, “color de punzón”, “color de
oblea” y un largo etc.
Para comenzar se hará una breve alusión a los tipos de tejidos hallados en los
protocolos consultados en los distintos archivos tanto de la ciudad de Sevilla como en la de
Écija, así como a los adornos o bordados y su procedencia, tanto si es extranjera, como
nacional. Los documentos recalcan la procedencia de determinados tejidos y adornos si la
procedencia era de otros países. A Sevilla llegaban tejidos procedentes de Portugal, Francia,
Inglaterra, Francia e Italia fundamentalmente. En cuanto a los de fabricación española aparece
un amplio abanico de localidades, desde Segovia y Grazalema con sus paños, pasando por las
sedas de Valencia, las medias de Toledo o los lienzos de Vizcaya, entre otros. A continuación
se detallarán los cuatro tejidos básicos desde los lienzos a las sedas, sin olvidar que un gran
número de ellos están compuestos por varias fibras a la vez.
V.1.a. Lino
469
PLAZA PRIETO, J.: Ob. cit., p. 323.
179
El lienzo se utilizaba fundamentalmente para confeccionar la ropa interior de ambos
sexos, como camisas, calzones, enaguas, corpiños, calcetas o escarpines, así como ropa de
cama (sábanas y almohadas) y ajuar doméstico compuesto por servilletas, manteles, toallas y
cortinas. Algunas novias llevaban en su ajuar piezas de distintos lienzos para confeccionar
ropa de cama, un ejemplo es el recibo de dote de José Antonio de Lesaca (1781):
“Primeramente por barias piezas de lienzo bretaña y estopilla para ropa de cama mil
quatrocientos setenta y dos r”470. A lo largo de la centuria veremos una extensa cantidad de
tipologías, muchas de ellas con nombres que aluden a su lugar de origen como Ruan, Morles,
Holanda, Bramante, Bretaña o Cambray. Los documentos de personas principales ponen de
manifiesto que el encaje tanto de bolillos como de aguja era una labor muy utilizada para
guarniciones de ropa blanca.
Los tipos de lienzos más frecuentes son: la estopilla, basta y muy frecuente en la
confección de camisas y ropa de cama; la crea que podía ser de lino o de lino mezclado con
algodón, económica y muy común en confección de la ropa interior de las clases populares; la
holandilla u holanda, era muy fina, blanqueada y de buena calidad. Covarrubias la
menciona en la definición de lechugillas 471 . Cervantes cita la holanda en el Quijote
refiriéndose a “camisas de delgada holanda”, sabanas y herreruelos 472 . La bretaña y el
bramante se utilizaban generalmente para ropa interior, sabanas y ropa de mesa; el cambray
según Covarrubias era más delgado que la holanda473, mientras que la beatilla también era
muy fina y similar a la muselina, aparece con frecuencia la procedente Vizcaya 474. El morles
no era delicado y se utilizaba en prendas interiores como camisas y corpiños. Aunque no es
habitual, a veces aparece el lienzo crudo (sin blanquear).
Muchos de los lienzos podían ser de dos tipos: anchos o angostos. En la partición de
bienes de María de Felices (1711) aparecen una serie de piezas de distintos lienzos. Las piezas
no tenían siempre las mismas cantidades en varas. En cuanto a las valoraciones la holandilla
470
AHPSE: P- 10363, 26 r.
471
COVARRUBIAS, S.: Tesoro de la Lengua Castellana. 1611, p. 557.
472
CERVANTES SAAVEDRA, M.: Don Quijote de la Mancha. Madrid, 1999, pp. 172, 106, 654.
473
Ibídem, p. 182.
474
AHPSE: P- 1311, 152 r.
180
se valoraba a ocho reales de plata la vara, mientras que el bramante “fino” se hacía a cuatro y
medio. La pieza de bretaña “angosta” se tasó en veinte reales de plata475.
V.2.b. Lana
La lana es el tejido español por excelencia. El paño era el más común fabricado a base
de lana, generalmente muy tupido476, grueso y de un solo color. Grazalema fue en uno de los
centros productores de paños más importantes de España y Andalucía. En 1792, fabricó más
de 80.000 piezas de paño de color negro, frente a las 16.000 piezas de todas las tintadas
segovianas. Los paños de Grazalema, junto a los producidos en Antequera y Sevilla
monopolizaron el mercado andaluz. Por lo general una fábrica de paños dividía sus oficios en
cuatro: tundidores, tejedores, pelaires y tintoreros 477. En el 26 de noviembre de 1745 Felipe
V expidió en Madrid una Real Cédula de Privilegio, eximiendo a las fábrica grazalemeña de
una serie de obligaciones lo que atrajo a un número considerable de población beneficiando a
su la industria. Un ejemplo que demuestra la venta en Sevilla de este tipo de paños lo ofrece
el inventario de Rita Águeda Rodríguez (1758), en el aparecen una serie de mercaderías entre
las que figuran treinta capas de paño de Grazalema478.
475
AHPSE: P- 10335, sf.
476
GONZÁLEZ MENA, Mª. Á.: Ob. cit., p. 16.
478
AHPSE: P- 11170. 1050 r.
479
Véase, VILLAVERDE SASTRE, Mª D.: “La Real Fábrica de Paños y la ciudad de Guadalajara”. Revista
Moneda y Crédito 133, 1975.
181
“Tiene una Fábrica Real de exquisitos paños suaves, vistosos y de calidad tan aventajada,
como los mejores de Holanda, pues de ella traxeron los primitivos operarios, a solicitud de Juan
Guillermo, barón de Riperddá”480.
La bayeta, rala y poco tupida482 era muy apreciada por su calidad tanto en nuestro
país como en el extranjero, con este tejido (del que se tiene constancia desde el siglo XIV) se
solían confeccionar las capas y ropa de abrigo. En el inventario de bienes de Juan de Aguilar
y Cueto “familiar que fue del numero del santo oficio de la Inquisicion de esta ciudad”
fechado en 1702 aparecen 285 varas de bayeta “de la sierra”483. Este tejido se exportaba a
Indias según podemos comprobar en una memoria de gastos de embarque a cuenta de don
José Maestre, cargador a Indias. Según el documento por teñir una pieza de bayeta se pagaron
20 reales de plata, por tundirla, doblarla y prensarla se pagaron 4 reales de plata. Las piezas se
agrupaban en fardos que se depositándose en cajones convenientemente forrados y atados con
hilo y cordeles. Por hacer cada fardo se pagaron 22 reales de plata, mientras que por llevarlos
al río se pagaron a “los mozos” 9 reales por cada viaje, como dato curioso figura les dieron 11
reales y medio de plata a los enfardeladores para vino484.
480
ESTRADA, J.: La población de España en sus Reynos, Provincias y Ciudades. Madrid, 1748, p. 230.
481
AHPSE: P- 11247, 1742 r y ss.
482
TEJEDA FERNÁNDEZ, M.: Glosario de términos de la indumentaria regia y cortesana en España. Siglos
XVII y XVIII. Málaga, 2006, p. 88.
483
AHPSE: P- 1307, 212 r.
484
AHPSE: P- 12025, 1416 v.
182
avellana, pistacho, blanco, verde botella, negro, amarillo, rojo o lirio entre otros. Las mantillas
de bayeta blanca aparecen con relativa frecuencia tal y como veremos en el epígrafe
correspondiente.
La sempiterna era basta y muy tupida, se denominaba así por lo mucho que duraba;
aparece en colchas y también en prendas de vestir; la lamparilla era delgada y poco fina, se
teñía de distintos colores y se destinaba a la fabricación de prendas para el verano; la grana
era un paño muy fino de color púrpura, teñido con una materia colorante extraída de la
cochinilla, insecto originario de México. Desde la antigüedad, los colores púrpura y escarlata
fueron objeto de deseo en el mundo mediterráneo. El descubrimiento de ambos tintes se
atribuye a los fenicios, que obtenían el primero a partir de caracoles marinos y el segundo de
dos insectos, uno de ellos llamado quermés; de él deriva la palabra carmín. Con escarlata se
teñían las túnicas de los legionarios romanos y posteriormente los trajes de la nobleza europea.
Durante la conquista de México se tuvo conocimiento que los aztecas fabricaban una
sustancia a la que denominó “grana” .La antigüedad de su cultivo no se conoce con exactitud,
aunque se considera fue durante el período Tolteca (siglo X).
En 1523 aparece registrado el primer envío desde México a España. Después del oro y
la plata, la grana constituía la segunda de todas las exportaciones 485 . Fray Bernardino de
Sahagún en Historia de las cosas de Nueva España (1540-1585) la cita. La grana cochinilla
novohispana por su magnífica calidad fue uno de los tintes más importantes del mundo entre
los siglos XVI y XIX. La ciudad de Oaxaca ostentó el monopolio de su producción durante
tres siglos. A finales del XIX irrumpieron los tintes de origen químico 486 lo que alteró
profundamente el mercado de los tintes naturales.
486
SÁNCHEZ SILVA, C., SÚAREZ ROSA, M.: “Evolución de la producción y el comercio mundial de la grana
cochinilla, siglos XVI-XIX”. Revista de Indias, Madrid, 2006, pp. 475-478.
183
tan preciado negocio, la grana cultivada se llevó a Cádiz y de ahí a las Islas Canarias entre los
años de 1824 y 1827. Este tejido aparece profusamente a lo largo de toda la centuria en la
confección de todo tipo de prendas, y también en las mantillas. En el capital de bienes del
mercader Francisco Santiesteban (1758) el paño de grana se valora en 24 reales de plata la
vara, mientras que el de Castilla se hace a 8 y el inglés a 14487.
Otros telas fabricadas a base de lana eran el carro de oro (su nombre procede de la
insignia de la tienda del artífice de Bruselas que la fabricaba), muy fino y de procedencia
flamenca; según la definición del diccionario de Autoridades tenía la cualidad de despedir las
manchas. El burato, que era áspero al tacto y muy utilizado en la confección de mantos y
sayas, también podía ser de seda. La estameña se usaba fundamentalmente para los hábitos
de órdenes religiosas; el chamelote era de origen oriental, mezclaba lana con piel de camello
o cabra. Era basto, muy fuerte e impermeable. El chamelote era un tejido resistente que
aparece con frecuencia en la vestimenta a de las capas trabajadoras, aunque también lo hemos
visto en ropa interior, por ejemplo en enaguas488; camellón o pelo de camello son sinónimo de
chamelote.489 El llamado “chamelote de aguas” era una tela de seda brillante y su superficie
parecía hacer aguas490. La lila era parecida al chamelote, su nombre proviene de la ciudad
francesa de Lille; la palmilla, era un paño corriente fabricado en Cuenca generalmente de
color oscuro; por último, el barragán era una tela de lana fina muy frecuente en la confección
de mantos491, y el anascote era burdo de color pardo u oscuro492
V.3.c. Seda
La seda es una fibra fina fabricada con distintos capullos de larvas de insectos,
especialmente la oruga “Bombyx mori”, durante el siglo XVIII (periodo que abraca nuestro
estudio) aparecen fundamentalmente tres tipos: la lisa, de un solo color; la “listada”, es decir,
a rayas, y la labrada que ofrecía una gran serie de dibujos de tema floral y volutas 493. En los
487
AHPSE: P- 11170, 813 r.
488
AHPSE: P- 10342, 255 v.
489
CONGOSTO MARTÍN, Y.: Aportación a la historia lingüística de las hablas andaluzas (siglo XVII)
Descripción de una sincronía. Sevilla, 2002, p. 151.
490
SANTOS VAQUERO, A.: La industria textil sedera de Toledo. Cuenca, 2010, p. 581.
491
GONZÁLEZ MENA, Mª. Á.: Ob. cit., p.8.
492
TEJEDA FERNÁNDEZ, M.: Ob. cit., p. 53.
493
BOSCH, D.: La indumentària menorquina en el segle XVIII. Menorca, 2008, p. 202.
184
documentos a veces simplemente se consigna el material, simplemente citando un vestido de
seda o un manto de seda, pero es frecuente que se ofrezcan más detalles debido a lo elevado
de su precio. Hay diversos tipos de tejidos realizados a base de seda, entre los que hemos
encontrado figuran: la persiana, decorada con flores grandes y diversidad de matices; la
griseta, con grandes flores tejidas; el gorgorán, con cordoncillo; el damasco, originario de
la ciudad del mismo nombre en cuyo tejido se formaban dibujos y que ha llegado hasta la
actualidad; la llamada nobleza era parecida al damasco pero más fina, se denominó así
porque comenzó a usarla la aristocracia; la lama era pesada y muy costosa, se fabricada con
seda y oro o con seda y plata; el moaré era resistente y brillante, mediante la aplicación de
unas planchas muy calientes se conseguían unos efectos irisados, que cambiaban con la luz; el
brocado era un paño de seda con hilos de metal formando dibujos, los que tenían hilos de oro
y plata eran llamados lama; el tabí era de seda pura y muy resistente normalmente con
dibujos de rayas y flores; la muselina era muy delicada y costosa y se utilizaba a menudo
para la confección de corbatas. Además aparecen muy asiduamente de telas confeccionadas
con este material como: el terciopelo, el raso o el tafetán494 .
En el Archivo hemos podido localizar una carta de dote de doña Francisca Zeilas,
fechada en 1738, en la que aparece la palabra “moda” en referencia a un tejido. Se trata de un
vestido compuesto por guardapiés y casaca de “raso de moda nombrado tapiseria” valorado
en 648 reales 495 , así mismo figura otro conjunto formado por las mismas piezas y
confeccionado en persiana 496 usado que por estar “muy bien tratado” se valoraba en 400
reales. Durante el siglo XVIII las sedas labradas francesas llegaron a una perfección y belleza
que tal vez no han sido superadas. Los motivos decorativos más frecuentes, muy del gusto
rococó, fueron distintos tipos de flores como rosas, margaritas o lirios con efectos de luces y
sombras.
495
AHPSE: P- 10350., 283 r.
185
de cardenal. Valencia se convirtió en el principal centro español que suministró a la corte sin
olvidar que gran parte de su producción iba destinada a la exportación a Indias.
A finales del siglo XVIII y como consecuencia del estallido de la Revolución Francesa
se produjo un paulatino abandono del uso de las sedas a favor del algodón:
“La substitución de la seda y del raso por la indiana estampada y el algodón con dibujos, que la
miseria había impuesto en París, propagose también en el extranjero, en donde se seguía la moda
francesa, y fue causa en Francia de la completa ruina de la industria sedera”497.
V.1.d. Algodón
Es una planta textil de fibra suave cuyo cultivo es remoto, exige cuidados muy
delicados ya que su extracción debe realizarse a mano. Procede de las plantas llamadas
“Gossypium”; hay tres tipos de fibras, la corta (procedente de la India), la mediana (de
América) y la extralarga (de Sea Island) 498 . Uno de los primeros productos con los que
Cristóbal Colón tuvo contacto al desembarcar en la isla de Guanahaní fue el algodón, el cual
le ofrecieron los indígenas como presente, tal y como relata en su Diario de a bordo el 13 de
octubre de 1492: “Traían ovillos de algodón hilado y papagayos y azagayas y otras cositas
que sería tedio de escribir, y todo daban por cualquier cosa que se los diese” 499.Más adelante
Colón estableció un impuesto a varias tribus indias, que debía ser satisfecho en esta fibra.
La materia básica de la producción textil de los aztecas era el algodón, estando muy
experimentados en la aplicación de tintes ya que conocían el añil, la cochinilla y el palo de
brasil. Los tejidos fabricados con algodón fueron introducidos en Europa en el siglo XVII a
través de la compañía de Indias. El algodón comenzó a usarse en Francia a finales del siglo
XVII, aunque fue prohibido por el gobierno ya que se temía que perjudicara a la industria
sedera. Los tejidos a base de esta fibra llegaban al país de contrabando y la misma madame de
497
BOEHN, M.: Ob. cit., p 122.
498
DÁVILA, R. Mª., DURAN PUJOL, M., GARCÍA FERNÁNDEZ, M.: Diccionario histórico de telas y
tejidos. Salamanca ,2004, p.26.
499
COLON, C.: Diario de a bordo. Madrid, 2006, p. 97.
186
Pompadour mandó tapizar con indianas uno de los apartamentos de su castillo de Belleveu en
1755, a cargo de cuya decoración estuvo el pintor François Boucher.
A las profundas transformaciones sociales que se sucedieron en el siglo XVIII hay que
añadir los avances en la técnica con la invención de la maquina de coser y la implantación del
uso del algodón a gran escala. Esta fibra posibilita el estampado, antes reservado a las élites
debido a su alto costo, y aunque tampoco resultaban económicas se popularizó el uso de las
indianas. En España se vetó la importación de algodón en 1771 mediante una pragmática:
“Prohición de introducir y usar en estos Reynos los texidos de algodon, ó con mezcla de él,
que sean de fábricas extranjeras”, la muselina que no hubiera sido vendida en seis meses
debía ser quemada o entregada a la autoridad 500, esta pragmática fue revocada por un Real
Decreto en 1789.
De todas las fábricas de algodón europeas la más renombrada fue la francesa de Jouy,
cerca de Versalles y fundada por Christophe-Philippe Oberkampf 501 en 1758. Luis XV había
adquirido este sector en 1760. Durante muchos años, la favorita y su círculo íntimo habían
ignorado las regulaciones contra el uso de telas impresas importadas del extranjero. Madame
de Pompadour animó al rey a fundar una industria nacional para la producción de tela
estampada. Oberkampf fue el primer diseñador reputado en cuanto a tejidos de algodón se
refiere, su fama llegó a todo el continente e incluso fue condecorado con la Legión de Honor
por Napoleón en 1809502. La estampación se realizaba por medio de planchas grabadas que
permitían diseños más grandes y con efectos de luz y sombra. Los dibujos ya no se limitaban
a flores o diseños geométricos. Oberkampf encargó diseños a buenos artistas que realizaron
escenas con figuras humanas. Este nuevo estilo permitió la representación de acontecimientos
importantes del período como el primer vuelo en globo o la fascinación por Egipto. El toile de
500
Novísima recopilación de las leyes en España. Tomo IV, p. 304.
501
Christophe-Philippe Oberkampf, fundador de la manufactura de algodón estampado en Jouy-en-Josas, era de
origen alemán. Se trasladó a París con 20 años en 1758. Tanto su padre y su abuelo habían tenido negocios de
paño teñido. En París, ascendió rápidamente y un año después tras se asoció con su antiguo patrón quien había
anticipado que la prohibición del algodón estaba a punto de ser levantada y calibró los conocimientos de
Christophe-Philippe. En 1759 deciden trasladar el molino a Jouy-en-Josas, un pequeño pueblo bordeando el río
Bièvre, donde el agua era pura y la tierra abundante. En 1764 se construye el primer edificio de 47 metros de
largo en una gran pradera al borde del río, seguido por otros. Oberkampf y su hermano la ciudadanía francesa en
1770 después de más de 10 años de residencia en Francia. La fábrica se convierte en real en 1783. Tras seis años
Oberkampf se convirtió el único propietario de la fábrica. En 1797, recibe el título de Escudero del rey junto con
el derecho a portar armas y el lema: Recte et Vigilanter (honestidad y vigilancia). La fábrica logra enormes
ganancias hasta 1792, incluso convirtiéndose en la segunda más importante en Francia después de la compañía
de Saint-Gobain. Véase, CHASSAGN, S.: Oberkampf Un grand patron au siècle des Lumières: L'inventeur de
la toile de Jouy, Aubier, 2015.
502
YAFA, S.: Cotton: The Biography of a Revolutionary Fiber. New York, 2005, p. 33.
187
jouy se convirtió en sinónimo de elegancia y la misma madame de Pompadour lo usó para sus
vestidos. La fábrica de Jouy fue declarada manufactura real obteniendo exenciones fiscales y
de las leyes de comercio en vigor503.
La indiana o indianilla, así llamada por ser originaria de la India, desde donde
llegaron a finales del siglo XVII y cuyo uso se extendió en España fundamentalmente a
finales del XVIII para la confección de un gran abanico de prendas y accesorios 504 . La
indiana era un tejido de algodón con ligamento tafetán y su característica principal era el
estampado con rayados y dibujos sencillos, generalmente a un color, mediante planchas de
cobre o madera entintada. El algodón provenía de la Indias occidentales y su industria nació
en España en 1746, más concretamente en Barcelona, Cataluña comenzó una etapa de gran
prosperidad. Se fabricaban “indianas” sobre todo para pañuelos y lienzos pintados505 . Las
fábricas catalanas se dedicaban únicamente al tejido y estampación ya que se realizaban con
hilaturas procedentes de Inglaterra, Suiza o Francia. En 1718 y 1728, se promulgaron
decretos prohibiendo la importación de indianas procedentes del extranjero, pero estas
mediadas no afectaban a la importación de materias primas. Las manufacturas barcelonesas
conllevaron un drástico cambio en el sistema de trabajo y producción por medio de la
centralización de todo el proceso en una sola fábrica. En Sevilla aparecen piezas de algodón
pero diseminadamente, fundamentalmente en colchas y cobertores. Será a finales de siglo a
raíz de introducción masiva de la muselina, cuando asistamos a su popularización.
La holanda u holandilla506 podía también estar fabricada con algodón, al igual que el
damasco, el terciopelo y el raso. Otras telas fabricadas a base de algodón fueron la beatilla,
casi transparente y similar a la muselina, y el soplillo, muy frecuente en los mantos
femeninos. A finales del siglo en Francia se produjo una diferencia sustancial en el vestido de
ambos sexos, esta radicó en el cambio de tejidos, el raso y la seda fueron sustituidos por el
algodón y la indiana debido a la pobreza y desabastecimiento que causó la Revolución, la
moda resultante se siguió en el resto de Europa lo que trajo consigo la ruina de la industria
sedera francesa507.
503
GARRIOCH, D.: The Making of Revolutionary Paris. Berkeley, 2002, p. 276.
504
BOSCH, D.: Ob. cit., p. 200.
505
PLAZA PRIETO, J.: Ob. cit., p. 322.
506
Este tejido se llama así al hacer referencia a su país de origen, aunque se fabricara en España.
507
BOEHN, M.: Ob. cit., p. 122.
188
La muselina es una tela de algodón muy fina y vaporosa cuyo origen radica en Irak.
Llegó a Europa procedente de la India en el siglo XIII pero es a finales del siglo XVIII
cuando su uso se populariza convirtiéndose en el tejido por excelencia. A partir de ese
momento se produjeron una serie de transformaciones que afectaron profundamente a la
industria textil europea. Los comerciantes ingleses comenzaron a fabricar muselina en sus
colonias americanas lo que conllevó el inicio de una poderosa industria que desembocó en la
Revolución Industrial. En España este tejido se prohibió en varias ocasiones sin ningún
resultado, finalmente en 1788 se permitió su importación debido a la reciente creación de la
Real Compañía de Filipinas establecida el 10 de marzo de 1785 mediante una Real Cédula de
Carlos III, planteada como una empresa de participación pública y privada, y con autorización
para comerciar con América y Asia508.
La voz muselina se incorpora en 1803 al Diccionario de la Real Academia aunque ya
Terreros la había incluido. El termino “muselina” está documentado en la obra de Feijoo
Teatro crítico universal publicada en 1728509. Este tejido no sólo aparece profusamente a
finales de siglo en la ropa de vestir sino también en la interior, en complementos como los
pañuelos que las mujeres se ponían en el cuello para tapar el escote y en las corbatas
masculinas.
V.1.f. Encaje
Es una labor tramada entre dos telas, fabricado en hilo, algodón o seda. El ajuar de
cualquier novia distinguida no podía estar falto de encajes, que también se denominaban
“puntas”. Hay dos tipos: de bolillos o de aguja. El documento que se considera más antiguo
sobre la labor de bolillos data de 1493 y más concretamente de la familia Visconti, en la
ciudad italiana de Ferrara. El encaje de Milán, que aparece con bastante frecuencia en Sevilla
en los guardarropas de personas muy principales, era de bolillos: “formando trencillas tejidas
que iban haciendo dibujos, dando vueltas y formando motivos floreados unidos por barretas
trenzadas y más tarde por fondos calados de formas variadas”510.
508
YUSTE LÓPEZ, C.: El comercio de la Nueva España con Filipinas, 1590-1785. Volúmenes 108-109. México,
1984, p. 81.
509
MORENO MORENO, A. y TORRES MARTÍNEZ, M.: Estudios de léxico histórico español. Salamanca,
2014, p. 172.
510
BAROJA de CARO, C.: El encaje en España. Barcelona, 1933, p. 118.
189
En 1733 se dictó una pragmática que permitía el encaje fabricado en el país pero de
ningún modo el extranjero, los españoles tenían fama por su riqueza y policromía; las
encajeras españolas eran muy diestras en el manejo de los bolillos, otorgándoles un estilo
especial. Desde fines del siglo XVI hubo en nuestro país modelos de ornamentación
propios511, aunque ya en el XVIII la influencia francesa en cuanto a motivos decorativos fue
la más seguida. A lo largo del periodo de nuestro estudio hubo un gran auge en la confección
de blondas sobre todo para mantillas, en los libros de los modistos de María Antonieta se
mencionan frecuentemente las blondas “a la manera de España”512. En protocolos los encajes
de procedencia extranjera que aparecen con más frecuencia son los flamencos, franceses e
italianos.
El encaje se pesaba en libras, y los había que imitaban el oro y la plata. El uso de
encajes es una constante en toda la centuria. Se utilizaba como guarnición en todo tipo de
piezas tanto en ropa interior como en vestidos y adornos, llegando a verdaderos excesos. En
1739 con motivo de la boda de la princesa Luisa Isabel de Francia, hija primogénita de Luis
XV, con el infante Felipe de España, los encajes se valoraron 625.000 francos513.
La labor de encaje era muy costosa por tanto en ocasiones aparecen piezas sueltas que
se trasladarían de unas prendas a otras, en los autos de aprecios de los bienes de doña Inés de
Aguilar de la Cueva514, viuda del I marqués de Peñaflor, aparecen encajes franceses “que han
servido de guarnizión”, unos más anchos que otros; así como dieciséis varas de encaje negro
que se encontraban sobre un lienzo blanco que habían guarnecido un vestido, más otro de
seda negra “de seis dedos de ancho”. En el inventario post-mortem de doña Petronila de
Sangronis (1702) aparece un corte de encaje: “Ytt un corte de encaxe negro para manttto de
cinco puntas de media bara y una òchava de Ancho”515. En el inventario de bienes de don José
de Palacios (1705) figuran: “Ytem una savan de olan y otra media savana de los mismo
guarnesida de encajes de quatro dedos de ancho”516.
511
MARTIN ROA, M.: Encajes: origen y técnicas. Recurso electrónico.
512
TEJEDA FERNÁNDEZ, M.: Ob. cit., p. 221.
512
TEJEDA FERNÁNDEZ, M.: Ob. cit., p. 221.
513
BAROJA de CARO, C.: Ob. cit. p. 123.
514
Fondo Marqués de Peñaflor. Leg 4, doc, 35.
515
AHPSE: P- 10321, 624 r. Apéndice documental, documento 4.
516
AHPSE: P- 5165, 311 v. Apéndice documental, documento 6.
190
No hemos hallado menciones explícitas a encajes realizados en Sevilla aunque en el
inventario de la viuda de un mercader aparecen en 1709 “Ciento sesenta y cinco varas de
encajes de Los Palacios angostos” 517 junto con ciento setenta y nueve varas de encajes
blancos de Bruselas de distintos anchos, trescientas trece varas de encajes de trencilla de
pittiflor de distintos anchos, de Madrid, negros, de seda cruda y lenceados518.
Sevilla importaba encajes flamencos a Indias tal y como se puede apreciar en determinados
documentos de cargadores a Indias, en la partición de bienes de doña María de Felices
aparecen encajes blancos “comprados en Flandes” por un montante de 82. 236 reales de plata.
La partida informa que “tres surtimientos de encajes blancos de diferentes marcas, piezas y
varas” son entregados en “un arca de cedro de cinco palmos de largo” a Juan de la Peña,
piloto de Nuestra Señora del Rosario, Santo Tomás y Santa Margarita cuyo importe es de
30.704 reales519. Por tanto se indica que al ser el encaje una labor tan costosa, su transporte se
realizaba con mayores medidas de seguridad.
517
AHPSE: P- 11991, 663 v.
518
AHPSE: P- 11991, 681 r.
519
AHPSE: P- 10335, sf.
520
TEJEDA FERNÁNDEZ, M.: Ob. cit., p. 221.
521
DÁVILA, R. Mª., DURAN PUJOL, M., GARCÍA FERNÁNDEZ, M.: Ob. cit.,p.77.
191
CAPÍTULO VI
192
Un hombre a la moda. La indumentaria masculina en la Sevilla del siglo XVIII
El traje masculino en la España del siglo XVIII sigue dos tendencias, el llamado “a la
francesa” compuesto básicamente por casaca, chupa y calzones, y el traje popular. El primero,
que también aparece en los documentos citado como “traje a lo militar” o “traje a la moda”,
fue el atuendo de las clases altas, aunque según veremos también lo usaron otros extractos
sociales en una versión simplificada. El atuendo que desembarcó durante los primeros años
del reinado de Felipe V estaba compuesto por las
mismas piezas que el adoptado por su abuelo Luis XIV;
con él los caballeros europeos lucieron una variedad de
colores y adornos sin precedentes, aunque siempre
usando las mismas tres piezas que fueron sufriendo
algunas modificaciones en bolsillos, botones o mangas,
pero sin alterar su configuración522.
522
DESCALZO LORENZO, A.: “El arte de vestir en el ceremonial cortesano”. TORRIONE, M. (ed.): España
festejante. El siglo XVIII. Málaga, 2002, p. 199.
523
Hacia 1750 floreció el llamado el cortejo. Las mujeres podían, a través de él, relacionarse con el sexo opuesto.
Esta moda aristocrática venía avalada por otra italiana: el ciscibeo, un modo de susurrar, decirse secretos al oído.
El cortejo, era una especie de acompañante de la dama, podía ser un amigo de la familia, un caballero
cosmopolita o un simple abate. Los majos acusan a los petimetres de ausencia de hombría y juzgan a los maridos
que permiten el cortejo de cornudos. Surge una corriente tradicionalista que empieza a revalorizar lo popular.
Véase, MARTÍN GAITE, C.: Usos amorosos del dieciocho en España. Barcelona, 1987.
193
conocimiento y sí en dejarse ver en paseos y reuniones524. Este caballero que seguía fielmente
las últimas modas de París, dedicaba demasiado tiempo y dinero a su arreglo personal, lo cual
se consideraba en exceso teatral y también ridículo525. Los arquetipos petimetre y majo son
antagónicos y representan dos vertientes paralelas en la moda masculina en la España del
Siglo de las Luces.
Durante los primeros años del XVIII todavía pervive en Sevilla el traje “a la española”
compuesto por jubón, ropilla y calzones entre otras prendas. En el inventario post-mortem de
don Luis Rodríguez (1702), mercader de madera, muestra que se continuaba usando el traje
“a la española”. Sus vestidos se componían de capa, hongarina y calzones o de capa, ropilla,
calzones y mangas. Éstas últimas podían ser intercambiables denominándose mangas
“atacadas”; las mangas se ataban al cuerpo de la prenda y podían confeccionarse con
materiales distintos. Don Luis tenía un traje compuesto por capa y ropilla de burato con
calzones y mangas de tafetán, y otro confeccionado con mangas de rizo junto a ropilla y
calzones de paño526, (todas las prendas de
la indumentaria del hombre español del
siglo XVII fueron analizadas
pormenorizadamente en el Capítulo I).
En el inventario de bienes de don
Hermenegildo López del Águila (1729)
aparece “una ropilla de vayeta negra
apolillada” 527 , es decir, que ya bien
entrado el siglo todavía encontramos
prendas a la antigua usanza. Anónimo. Bodegón con negro. Último cuarto siglo
XVII. Colección particular. Sevilla.
El citado inventario de don Luis Rodríguez, pone de manifiesto que los comerciantes
usaban tejidos en principio destinados a la aristocracia como el brocado y los encajes, o
directamente prohibidos. Tal y como vimos, el traje “a la española” llevaba como adorno de
524
El petrimetre debía tener una economía holgada ya que estaba obligado a sufragar los caprichos de su
acompañante. El caballero tenía que conocer París y saber en primera persona todos los rasgos distintivos de su
elegante sociedad en cuanto a moda, gastronomía y usos sociales en general. Véase GÓMEZ JARQUE, N.: “El
cortejo y las figuras del petimetre y el majo en algunos textos literarios y obras pictóricas del siglo XVIII”,
Espéculo. Revista de estudios literarios, Universidad Complutense de Madrid, 2007.
525
MOLINA, A., VEGA, J.: Construir la identidad, vestir la apariencia Vestir la identidad, construir la
apariencia: la cuestión del traje en la España del siglo XVIII. Madrid, 2004, p. 117.
526
AHPSE-P: 5165, 311r. Apéndice documental, documento 3.
527
AHPSE-P: 5192, 595v. Apéndice documental, documento 19.
194
cuello la valona, en particular, el citado mercader poseía cuatro gorgueras con valonas de
encaje y varios armadores, dos de ellos con encajes de oro 528 , lo que revela que las
pragmáticas contra el lujo no se cumplían. En el inventario post-mortem de doña Juana
Montes y Chaves (1701), aparecen nueve camisas infantiles “con sus cuellos y valonas” y
“una balona de todo encaje blanco” más siete pares de “calzetillas” usadas 529. Los protocolos
nos mostrarán a lo largo de todo el periodo que la vestimenta de los niños era igual a la de sus
padres; no será hasta finales de la centuria cuando se produzca un mayor acercamiento y
compresión de las necesidades de la infancia.
El paño seguirá siendo uno de los tejidos por excelencia para la confección del traje
masculino a lo largo del siglo XVIII. El procedente de Segovia continuaba estando muy
considerado apareciendo habitualmente en el guardarropa de los sevillanos. Una de las piezas
clásicas de la indumentaria de los Austrias fue el coleto, Alejandro Carlos de Licht (1702)
tenía uno de ante con solapas y faldillas y un “capotillo de dos haldas” de paño fino para ir al
campo531; mientras que don Salvador Moreno (1705) tenía un conjunto de ante compuesto por
coleto, armador y calzones532.
528
AHPSE-P: 1612, 1612 r.
529
AHPSE-P: 1301, 78 r.
530
AHPSE-P: 5165, 311 r.
531
AHPSE-P: 10321, 622 r. Apéndice documental, documento 4.
532
AHPSE-P: 5165, 361 v. Apéndice documental, documento 7.
195
El capotillo533 era una prenda de abrigo cuyo origen se remontaba a la Edad Media.
En un principio fue utilizada exclusivamente por la nobleza hasta que a partir del siglo XVI se
popularizó su uso. Una variante fue el paletoque, con mangas flotantes y confeccionado con
telas ricas, al extenderse a capas más bajas se acompañó de capucha. Durante unos años los
nuevos usos conviven con las prendas clásicas de la indumentaria de los Austrias aunque la
aceptación total de la moda francesa fue cuestión de pocos años según nos proporciona el
estudio de los protocolos. Diversos sectores sociales no aceptaron de buena gana este cambio
tan radical:
“Los propios contemporáneos que vivieron los hechos fueron conscientes de la importancia
del atuendo. El vestido “a la española” pasó a convertirse en símbolo de la nación, detrás del cual se
escondía una enconada contienda entre tradición y renovación”534.
El traje masculino que desembarca en España tiene las formas opulentas y recargadas
del final del Barroco, pero progresivamente se va aligerando debido a la nueva estética que
propugna el Rococó. Un estilo menos grandilocuente resultado de una sociedad que busca el
confort, la diversión y el refinamiento535. Tal y como se ha venido exponiendo, estamos ante
un moda internacional, el traje elegante será el mismo en toda Europa. La imagen del
caballero no dista mucho entre unos países y otros, según se puede observar en las pinturas de
Gainsborough, Reynolds, Quentin de La Tour, Chardin, Roslin o el mismo Francisco de Goya,
cuya larga serie de cartones para tapices y retratos se convierten en un indispensable aliado
para el mejor conocimiento de la moda en España durante parte de la época que nos ocupa.
Las prendas de uso masculino que se usaban bajo el traje eran la camisa y los
calzones o calzoncillos. La camisa, que llegaba a la altura de las caderas, tenía manga larga y
cuellos. Los calzoncillos o calzones iban desde la cintura a las rodillas. Ambas prendas se
533
El Diccionario de Autoridades define el capotillo de dos haldas o faldas como: “Casaquilla hueca abierta por
los costados hasta abaxo, de forma que viene a quedar como en dos mitades, por estar cerrada por delante, con su
abertúra para meterla por la cabeza. Tiene mangas bobas, que se dexan caer a la espalda quando se quiere, por
estar abiertas por debaxo del sobaco. Es trage mui común en la Mancha y Andalucía para los hombres del campo,
y en la Corte, Ciudades y Villas le suele usar”
http://web.frl.es/DA_DATOS/TOMO_II_HTML/CAPOTILLO_001860.html
534
DESCALZO LORENZO, A.: Ob. cit., p. 159 y ss.
196
confeccionaban con lienzo. Para confeccionar un par de calzoncillos se necesitaban
aproximadamente dos varas de tela siendo la crea un material habitual 536. Sobre la camisa los
hombres pudientes llevaban la camisola, sin cuello, y con un hueco en el pecho que se
decoraba con una chorrera o guirindola, un volante de hilo fino o encaje parecido al adorno
del final de las mangas537. En el inventario capital de José Ruiz (1729), torcedor de sedas, hay
dos camisolas “con puños de olan”538. El marqués de la Candía (1772) tenía dieciséis 539,
mientras que el pintor Domingo Martínez (1751) contaba con una “camisola fina” 540.Según
pone de manifiesto la documentación, las camisas y calzones en muchas ocasiones se
confeccionaban a juego, el conjunto de ambos a veces se denominaba “aderezo”: “Ytten
quatro aderesos de camisas y calzones de bretaña y mangas de estopilla guarnecida de
encaxes de Yndias en setecientos cinquenta Rs (…) Ytten tres aderezos de camisas y calzones
llanos en doscientos y noventa y siete Rs de vellon”541.
La caprichosa moda mandaba llevar las manos tapadas por los volantes de encaje que
remataban los puños de las camisas, denominados “orlas persuasivas” o “pagodas”, los cuales
536
La crea se valora en 1746 en 2 reales y medio la vara. Se utilizaba también para toallas y forros.
537
LEIRA SÁNCHEZ, A.: “La moda en España durante el siglo XVIII”. Indumenta. Madrid, 2007, p. 88.
538
AHPSE-P 5192, 86 r. Apéndice documental, documento 18.
539
AHPSE-P: año 1772, 672 v. Apéndice documental, documento 48.
540
AHPSE-P: 18023, 59 v. Apéndice documental, documento 43.
541
AHPSE-P: 1711, 923 r.
542
AHPSE-P: 5192, 595 v. Apéndice documental, documento 19.
543
AHPSE-P: 1326, 475 v.
544
AHPSE-P: 12128, 1286 r. Apéndice documental, documento 26.
197
podían ser diferentes según estuvieran destinados a llevarlos de día o de noche. Dependiendo
de la caída del encaje se denominaban “llorones” o “acartonados”545 .Los puños guarnecidos,
a veces se consignan aparte de las camisas como en las capitulaciones de Francisco Rodríguez
(1785), maestro sastre: “Ytt dos pares de bueltas de olan unas con encajes en sesenta rr”. El
sastre llevaba una buena partida de ropa interior, aunque citada sin precisar: “Yt. una docena
de camisas de varios generos, y una camisa de estopilla en quinientoa y quarenta rr” seguida
por tres pares de calzones, igual número de calcetas 546.
Así mismo en ocasiones se aprecia que las piezas de ropa blanca en buen estado se
regalaban o donaban, el sacerdote Juan Alonso (1709) lega dos camisas a Ana Duarte y a la
hija de ésta llamada Josefa de Salinas, mientras que a sus “ahijados sobrinos” se les debe
hacer entrega de dos camisas y dos armadores, uno de raso morado y otro color de cobre549.
Para dormir los hombres usaban camisón como las mujeres, igualmente
confeccionados con lienzo. Jacobo Félix Malcampo (1711) llevó a su matrimonio seis
camisones valorados en 120 reales de plata, seis calzones en 60 y otros seis armadores en la
misma cifra; todos ellos guarnecidos con encajes. En el inventario de bienes del capitán
Francisco Moreno (1702) constan catorce camisones de hombre delgados con valonas,
algunas de ellas guarnecidas de encajes550; mientras que en el de don Pedro Dutramble (1715)
aparecen veinte de diversos lienzos 551 junto a tres de estopilla guarnecidos, un número
elevado para una sola persona. En las partidas de José Antonio Maestre (1733) constan siete
545
GONZÁLEZ MENA, Mª. Á.: Ob. cit., p. 87.
546
AHPSE-P: 12118, 50 r. Apéndice documental, documento 51.
547
AHPSE-P: 9546, 419 r.
548
AHPSE-P: 5178, 604 v.
549
AHPSE-P: 11991, 280 r.
550
AHPSE: P- 1307, 68 r.
551
AHPSE: P- 5178, 604 v. Apéndice documental, documento 11.
198
camisones de estopilla “las mangas y el cuerpo de bretaña” tasados en 157 reales 552. En el
inventario de bienes de Pedro Fontache (1776) figura: “un camison de Bretaña por estrenar”
tasado en 26 reales mientras que uno usado del mismo material se valora en 15 y otro de “crea
ancha” solamente en 2 reales553. En el aprecio y partición de bienes de don Pedro Manuel
Laguna de la Muela fechado en 1791 constan ocho camisones usados tasados en 20 reales la
unidad más cuatro capillos a 3 reales cada uno554. La partida “ropa blanca” en el inventario
post-mortem de don Rodrigo Márquez de Plata (1788) constaba de una docena de camisas,
siendo media de camisolas, media de camisones de bretaña con los puños de holanda,
camisolas de media holanda, cuatro chalecos de media holanda y cuatro de cotonía, seis
calcetas de hilo, seis pares de calzones blancos,
doce gorros de hilo y otros tantos de holanda”555.
Los camisones podían estar confeccionados con
distintos lienzos en una misma pieza, tal y como
ocurría con las camisas. Don Miguel de Olaondo
llevó a Indias en 1746 doce camisones
confeccionados los cuerpos en bretaña ancha y
las mangas en bretaña angosta, valorados en 29
reales de vellón incluida la hechura, el hilo y los
botones556.
Para la realización de determinados
documentos se recurría al auxilio de una serie de
profesionales, en el inventario post-mortem de
Úrsula Echevarría (1791) figura Francisco Javier Anónimo. Retrato de caballero. Mediados siglo
XVIII. Palacio de Lebrija. Sevilla.
de Medina, maestro sastre: “(…) apreciador
nombrado por don Jacinto de Aguilar para el aprecio de ropa que quedó perteneciente a las
disposiciones de Úrsula Echevarría su difunta mujer”. Dentro de la partida “Ropa blanca del
viudo” aparecen dieciséis camisas llanas buenas, tres camisas de bretaña con encajes de
Flandes viejos, nueve camisas de vuelos de muselina, una bata de sarasa, tres pañuelos con
552
AHPSE: P- 12025, 1636 v.
553
AHPSE: P- 1347, 92 v. Apéndice documental, documento 50.
554
AHPSE: P- 12128, 1284 r.
555
AHPSE: P- 11246, 51 r. Apéndice documental, documento 48.
556
AHPSE: P- 10351, 87 r. Apéndice documental, documento 40.
199
rayas rojas, cuatro gorros de holanda viejos y seis
pares de medias de seda blancas, entre otras cosas557.
Los hombres usaban ropones y gorro en la cabeza, sobre todo los que trabajaban en
interior como pintores559 y escritores. Goya retrató a su cuñado Francisco Bayeu vistiendo
una bata gris con amplias solapas caídas y al pintor Asencio Juliá con la misma prenda (1798,
Museo Thyssen). Don Rodrigo Márquez de la Plata (1788) tenía dos, una de invierno forrada
con bayeta y otra de verano forrada en sarasa 560 .Otras prendas de ropa blanca eran los
armadores, los capillos (gorros para dormir) y los pañuelos; también se incluían entre las
piezas de de ropa blanca peinadores, toallas y pañitos para la barba, a veces guarnecidos con
encajes.
VI.3. Traje
557
AHPSE: P- 9580, 451 v.
558
AHPSE: P- 5178, 605 v. Apéndice documental, documento 11.
559
Jean Baptiste Simeon Chardin se autorretrató con gorro de lienzo en 1771 y 1775. Al igual que Luis Paret y
Alcázar en Autorretrato en el estudio, hacia 1786.
560
AHPSE: P- 11246, 476 r. Apéndice documental, documento 48.
200
El vestido compuesto por casaca, chupa y calzones abarca toda la centuria hasta el
primer cuarto del siglo XIX, en el queda restringido al atuendo cortesano561 . El hombre se
equipara a la mujer en el uso de colores alegres y vistosos y abandona los tonos oscuros que
volverá a adoptar en el XIX. La nueva indumentaria masculina usa tejidos similares a la
femenina con la misma sofisticación y riqueza lo que suponía un desembolso considerable
con respecto a los usos antiguos, un rico caballero no escatimaba en sedas, damascos,
bordados, encajes, hebillas de oro con piedras preciosas, sombreros de piel de castor e
imponentes pelucas. Según vimos en el capítulo I, la indumentaria del hombre español
durante los siglos XVI y XVII constituía un signo inequívoco de su estatus, pero al adoptar en
el XVIII el traje militar, se produce una escisión entre el ser y el parecer 562. Al citado asunto
se refiere el obispo Belluga en 1722:
“Y esto que es hoy general en toda Europa, en nuestra España en mucho más, pues vemos que
en nada se diferencia el vestido de cualquier caballero o señora al que usan los reyes, porque
llanamente se toma la imitación de la moda de las personas Reales que es una monstruosidad”.
La cuestión de las apariencias tuvo vigencia durante todo el siglo, los jóvenes que
acudieron al campo de batalla debieron usar el uniforme militar por lo que al regreso de la
contienda abandonaron el traje a la española:
“El uso del traje militar en la vida civil propició no pocas confusiones a la hora de reconocer
la condición social de la persona asunto que se acabó convirtiéndose en un problema de Estado. (…)
El uso del traje a la moda no solo trajo, como se ve, no sólo un problema de distinción en cuanto a las
clases sociales sino también importantes consecuencias económicas”563.
561
REDONDO SOLANCE, M.: Casaca y chupa, traje a la francesa. Madrid, 2008, p.11.
562
MOLINA, A.: Ob. cit., p. 99.
563
MOLINA, A.: “Vistiendo al nuevo cortesano”. Sevilla y corte: las artes y el lustro real (1729-1739). Madrid,
2010, p. 169.
201
dies”,564 o en el aprecio de bienes de don Pedro Fontache (1776): “Ytem una Chupa vieja de
Paño tambíen color de café en quatro reales”565.
La casaca, también se denominó chamberga por el atuendo que lucía el Cuerpo Real
de Madrid creado por Mariana de Austria en 1669. Este cuerpo pasó a llamarse el ejército de
la chamberga o chambergos en clara alusión a su uniforme usado por el mariscal francés
Schomberg que introdujo la nueva prenda566:
“Chamberga se llamó al Regimiento de la Guardia del Reya y también la casaca que llevaban
sus soldados; (…) Describen la prenda así llamada como “casaca ancah cuya longitud passaba de las
rodillas; su aforro volvía sobre la tela de que era la casaca, con una faxa de quatro a seis dedos de
ancho de arriba abaxo por ambos lados; las mangas algo más anchas de lo que se usan ahora, y más
cortas también con una vuelta del mismo aforro”, y autorizan al uso de la voz con cita de la
Pragmática de tassas de 1680 (fecha con que la DCECH se documenta la primera aparición del
término)”567.
564
AHPSE: P- 729, 563 r. Apéndice documental, documento 62.
565
AHPSE: P- 1347, 92 v. Apéndice documental, documento 50.
566
RUIZ RODRÍGUEZ, I.: Don Juan José de Austria en la monarquía hispánica: entre la política, el poder y la
intriga. Madrid, 2007, p. 12
567
VARELA MERINO, E.: Los galicismos en el español de los siglos XVI y XVII. Vol 1. Madrid, 2009, p. 840.
568
DESCALZO LORENZO, A.: Ob. cit., p. 200 y ss.
569
El término veste aparece por primera vez en el diccionario de la Academia Francesa en 1694.
202
presentaba mucho vuelo debido a los grandes pliegues que partían de la cintura y que
arrancaban de un botón constando de tres aberturas, dos en los laterales y una en la parte
posterior, su cometido residía en dejar espacio a la espada que se colocaba atada a un cinturón
y era un elemento imprescindible en la indumentaria de un caballero.
570
AHPSE: P- 1307, 80 r.
571
AHPSE: P- 10321, 621 r. Apéndice documental, documento 4.
572
El mercader era el comerciante con tienda abierta, mas conocido como tendero. El grupo más numeroso se
dedicaba a los tejidos, dentro del éste figuraban los pañeros dedicados al negocio de la lana, y los merceros
dedicados al negocio de la seda, lienzos y otros productos. El segundo grupo lo formaban los drogueros,
confiteros y cereros, dedicados sobre todo a alimentación, especias y productos de ultramar como el cacao. Por
último cabe destacar los mercaderes de joyas, como los plateros. CAPEL MARTINEZ, R.: El siglo de las luces.
Política y sociedad. Madrid, 2006, p. 131 y ss.
573
El nombre de Francos procede de 'franquicias', es decir, los negocios que proveían a la armada de Fernando
III que se encontraban en esta calle. El rey les otorgó en 1250 un fuero por el cual todos los habitantes del barrio
serían caballeros además de beneficiarse de una serie de exenciones en los tributos. Era a algo similar a una zona
franca de impuestos, en contraposición al resto de los negocios que debían pagar a la hacienda Real. "El rey
Alfonso X, en su tarea renovadora de gobierno del reino, actúa plenamente como legislador, tanto en el plano
general, en el que, a veces, tuvo que rectificar; como en el plano local que ahora nos interesa. Se trataba de
legislar para las nuevas tierras, ciudades y villas, recién conquistadas a los musulmanes y que se consideraron de
realengo, el monarca actuó otorgando como Fuero el Liber Iudiciorum vulgata, a título de Fuero de Toledo, y así
lo hizo Fernando III concediéndolo a Córdoba (1241) y a Sevilla (1250) en ambos casos añadiendo una serie de
privilegios y franquicias para los pobladores de ambas ciudades". CERDÁ, J.: La política de Alfonso X, en torno
a los orígenes del Estado (notas sobre unos textos jurídicos murcianos). Homenaje al profesor Juan Torres
Fontes. Vol I, 1987, pp. 290-291.
574
Doce docenas.
575
AHPSE: P- 5165, 360 v. Apéndice documental, documento 7.
203
Como ya se apuntó, el traje francés tenía su origen en el uniforme militar y guardó esta
acepción en España aunque ya distaba mucho del atuendo usado por las tropas. Es común que
se cite como “traje a lo militar” o “traje a la moda”. En el inventario capital de don José Ruiz
(1729), torcedor de sedas, con motivo de su boda con Jerónima del Valle figura como traje
principal: “un bestido de paño de Segovia a lo milittar y chupa de perziana de seda en
seiszientos y quinse reales vellon” 576 .En el inventario post-mortem del pintor Domingo
Martínez (1751) consta “Una casaca a lo militar de tafetan negro doble y calzones de lo
mismo”577.
576
AHPSE: P- 5192, 86 r. Apéndice documental, documento 18.
577
AHPSE: P- 18023, 59 v. Apéndice documental 43.
578
Véase SANTIAGO PÁEZ, E. Mª.: Miguel Jacinto Meléndez. Madrid, 2012.
579
LEIRA, A.: Casaca masculina rococó. Madrid, p. 3 y ss.
204
posteriormente llegaron a la casaca. La primera era
casi tan larga como la segunda e iba adornada con
una hilera de botones, mientras que la trasera de la
chupa se confeccionaba con materiales mas
económicos ya que siempre permanecía oculta.
580
AHPSE: P- 5178, 604 v. Apéndice documental, documento 11.
581
AHPSE: P- 5192, 86 r. Apéndice documental, documento 18.
582
AHPSE: P- 12128, 1286 r.
583
AHPSE: P- 12118, 50r. Apéndice documental, documento 51.
584
AHPSE: P- 5178, 697 v. Apéndice documental, documento 12.
205
bolsillos. Con trajes enteros o chupas de color rojo
aparecen retratados, Felipe V, Carlos III, Carlos IV,
el XII duque de Alba, el marqués de la Ensenada o
el conde de Floridablanca, entre otros.
206
En el margen inferior derecho
de El carro de la común alegría,
vemos a un hombre vestido con
elegancia más sencillamente. Lleva
casaca y calzones de paño pardo
mientras que la chupa presenta un
tono grisáceo, de ella emergen los
encajes de la corbata, las medias
Domingo Martínez. Carro del Víctor y del Parnaso. Detalle.
Hacia 1748. Museo de Bellas Artes. Sevilla. blancas aparecen dobladas sobre la
rodilla y porta tricornio bajo el brazo.
Es sin duda un caballero por el uso de peluca y camisa con encajes, pero su traje no lleva
galones ni adornos y está confeccionado con paño o bayeta; uno de los tejidos por excelencia
para la confección del traje masculino en la Sevilla del siglo XVIII.
587
Caballero de Santiago. Nacido en Granada y residente en la ciudad de Quito, en el virreinato de Nueva
Granada. Contrajo matrimonio con María Rosa Rafaela de Larrea Zurbano y Santa Coloma. Tuvieron cuatro
hijos: Pió, Pedro, Ignacio y Joaquín.
207
camisa parecen terminar en delicado encaje de bolillos mientras que la casaca no deja asomar
el lazo de la corbata; en la cabeza porta peluca empolvada. Los niños vestían como los adultos
con el mismo terno que sus padres desde los siete u ocho años o incluso antes. Los hijos del
marqués, también de rodillas, portan casaca negra guarnecida con galón de plata y faldones
tiesos, mientras que la chupa es blanca y bordada con flores y galones dorados, a sus pies
están sus sombreros respectivos.
588
AHPSE: P-11247, 1471r y ss.
589
Isabel de Malcampo y Omazur era hija de Juan Bautista Malcampo y de Isabel Petronila de Omazur
Malcampo. Los Malcampo y Omazur eran familias procedentes de Flandes. Hacia 1672 Nicolás de Omazur
encargó a Murillo su retrato junto con el de su mujer Isabel de Malcampo. El primero se conserva en el Museo
del Prado, mientras que el segundo está perdido aunque existe una copia en el Museo de Glasgow. Véase,
PORTÚS, J.; Guía de la pintura barroca española, Museo del Prado, 2001.
590
AHPSE: P- 5188, 689 r. Apéndice documental, documento 17.
208
Dentro de las pinturas aportadas al presente estudio, tal vez la casaca más lujosa la
presente el retrato de Antonio del Carmen de Castilla y Páez Cansino 591, IV marqués de La
Granja, Teniente de Hermano Mayor de la Real Maestranza de Sevilla 592 y Hermano Mayor
de la Hermandad de La Soledad593 entre 1766 y 1770. Don Antonio porta un suntuoso traje en
el que casaca y chupa aparecen bordadas. La chupa abotonada deja los cuatro primeros
botones abiertos para que asome cómodamente el cuello de encajes de la corbata. Los
botones de casaca y chupa son iguales pero más grandes los de la primera. La delantera de la
segunda aparece por entero bordada de flores mientras que la casaca luce un motivo
geométrico a base de triángulos, dentro de los cuales se inscriben las decoraciones, también a
base de pequeñas flores. Las dos prendas llevan bolsillos horizontales bajo cuya lengüeta
aparecen varios botones. Las amplias vueltas de las mangas lucen los mismos botones que la
delantera, de ellas salen los puños de encaje de la
camisa compuestos por varios volantes. El marqués
de la Granja luce una venera de la orden de
Santiago atada con un lazo rojo. En la cabeza lleva
peluca blanca que termina en pico sobre la frente
con bucles a los lados.
591
Nacido en 1717. Hijo de Juan de Castilla y Guzmán, señor de Cadoso y Malabrigo y de Francisca Fernández
de Córdoba y Bazán, marquesa de La Granja. Casado en Sevilla en la Parroquia del Salvador en 1740 con
Constanza Valenzuela y Zayas de Aguilar, natural de Belalcazar. El Cadoso era una de las principales haciendas
de Carmona. Un señorío llamado “de horca y cuchillo” (aquel que tenía derecho de vida y muerte sobre sus
vasallos). Véase, RECIO MIR, A. y SÁNCHEZ ROMERO, J. C.: Inventario Cortijos, Haciendas y Lagares.
Provincia de Sevilla. Hacienda el Cadoso. Sevilla, 2009.
592
Desde el 31 de mayo de 1747 al 27 de abril de 1744.
593
La primera noticia de la hermandad data de 1549. Sus reglas ya estaban aprobadas en 1557. Gran parte de la
nobleza sevillana pertenecía a ella.
209
Una casaca con bordado similar aunque más
suntuosa la porta el futuro Carlos IV en Carlos
Antonio, príncipe de Asturias realizado por Antón
Rafael Mengs en 1765 (Galería Nacional de Parma).
La pieza aparece completamente bordada con
decoración de rombos dentro de los cuales se
inscriben pequeñas flores. Diversas fuentes ponen de
relieve que ésta fue la misma casaca que lució
durante su ceremonia matrimonial con su prima
hermana María Luisa de Borbón, el 4 de septiembre
de 1765 en la Real Colegiata de San Ildefonso de La
Granja. La pintura se comenzó dos meses antes y fue
Antón Rafael Mengs. Carlos Antonio,
enviada a Parma destinada a los duques, Felipe I y príncipe de Asturias. 1765. Galería
Luisa Isabel de Francia594. Nacional de Parma.
El traje masculino portaba un elevado número de botones tal y como se aprecia en los
retratos y según consta en algunos documentos, en un inventario de 1772 consta: “Ytem una
Casaquilla de Paño color color café, y un par de calzones de lo mismocon cincuenta y seis
Botones de plata (…) Ytem una chupa, una Casaquilla, y un par de calzones de paño de
olanda color pepíta de algarroba nuevo con ochenta y nueve Botones de Platta” 595 .En el
inventario de don Gaspar de Atienza Ybañez596fechado en 1719, se cita una casaca de carro
de oro plateado forrada en tafetán con botones de seda y una chupa con calzones de tela color
de búcaro “del uso antiguo”, es decir, pasados ya de moda597.
594
Véase, Carlos IV: mecenas y coleccionista. Madrid, Patrimonio Nacional, 2009.
595
AHPSE: P-. Apéndice documental, documento 47.
596
Contador Mayor de los Reales Alcázares.
597
AHPSE: P-10342, 417 r.
210
Lo más habitual era que el traje completo
se confeccionara con la misma tela: “un vestido
un que se compone de casaca, chupa y calzones
de bayeta negra nuevo forrado en olandilla”598,
un ejemplo muy rico y que nos informa que la
tela procede de Francia lo poseía don Pedro
Dutramble (1715): “un vestido de paño de
Francia que se compone de casaca, chupa y
calzones con botonadura de oro” 599 . El vestido
podía constar de una casaca y dos pares de
calzones iguales, ya que éstos se estropeaban con
más facilidad, en este mismo inventario aparece
Francisco de Goya. Retrato de Sebastián un vestido formado por una casaca con dos pares
Martínez y Pérez. 1792. Metropolitan Museum
of Art. Nueva York. de calzones confeccionados con carro de oro de
color “blanquisco” con botonadura de plata, todo
forrado con tafetán azul. Don Bartolomé Profumo (1731) tenía dos conjuntos formados por
casaca y dos pares de calzones, el primero de paño oscuro con la casaca forrada en tafetán
rojo tasado en 400 reales y el segundo de tafetán negro en 160600.
Aunque estamos en el momento en que la moda masculina se rindió a los tonos pastel
típicos del momento, debemos destacar la presencia del negro como un color muy habitual en
el traje de toda la escala social. El negro aparece prácticamente en todos los inventarios, desde
el sencillo paño a materiales más nobles: “Ytt. otro bestido de paño negro que se compone de
casaca calzones y chupa de nobleza”601. De hecho, es frecuente que aparezcan varios trajes
negros; en el inventario post-mortem de Juan Cresencio Martínez aparecen cuatro de
diferentes materiales como son el terciopelo, el paño, el raso listado y el tafetán 602. La piel
de castor también se utilizaba para la confección de trajes: “Una chupa y calzones de castor
negro”603.
598
AHPSE: P- 6418, 58 r y ss.
599
AHPSE: P- 5178, 605 r. Apéndice documental, documento 11.
600
AHPSE: P- 1326, 476 r. Apéndice documental, documento 26.
601
AHPSE: P- 697 v. Apéndice documental, documento 12.
602
AHPSE: P-9578, 236 r.
603
AHPSE: P-9575, 440 r.
211
Un ejemplo nada habitual es el que
vemos en una carta de dote fechada 1750 en la que
la novia: “doña Manuela de Leon, doncella de
diecinueve años”, otorga a su futuro marido:
604
AHPSE: P- 5205, 45 r.
605
AHPSE: P- 10334, 232 v y 233 r.
606
Nacido en Barros (Llanes). Caballero de la Orden de Calatrava en 1755. Consejero de Estado. Presidente de
la Real Audiencia de Contratación de Cádiz. Contrajo matrimonio con María Teresa Micone en Cádiz en 1758.
212
El traje es de un verde suave, tonalidad muy del gusto rococó, con bordados que recorren el
filo de casaca, chupa y vueltas de las mangas, los botones ya no son de oro o plata sino
aparecen forrados del mismo tejido que el vestido. En la casaca pende la venera de la orden de
Alcántara.
Una de las instituciones con más raigambre en Sevilla desde el siglo XVII es la Real
Maestranza de Caballería607. El 2 de junio de 1730 se promulgó una Real Cédula por la cual
se establecían su carácter oficial y privilegios. Felipe V concedió una serie de mercedes a la
Corporación, entre las cuales el cargo de Hermano Mayor lo ostentaría uno de los hijos del
monarca español. El primero en ostentar la dignidad
fue el infante don Felipe, futuro duque de Parma. El
rey estableció el uniforme destinado a los maestrantes:
607
Fundada en 1670 bajo la advocación de la Virgen del Rosario.
608
GARCÍA-BAQUERO GONZÁLEZ, A.: “Felipe V, Sevilla y la Real Maestranza de Caballería”. III
Centenario del reinado de Felipe V. Sevilla, 2001, p. 92.
609
Nacido en Sevilla el 24 Sep.1747, V Marqués de la Granja, Señor del Cadoso Maestrante de Sevilla y
Hermano Mayor de la Cofradía de la Piedad. Casado en Sevilla el 4 Enero de 1773 con Manuela Luisa Tous de
Monsalve y Fernández de Velasco, V Marquesa e Caltojar y VII Condesa de Benagiar y de Valdosera.
213
bolsillos lucen los mismos galones dorados que
la casaca. Bajo las mangas asoman delicados
puños de encaje. En la mano porta sombrero de
tres picos adornado con una lazada roja mientras
que en el pecho luce una venera de Caballero de
Santiago que pende de un lazo rojo. Don Juan
María de Castilla era caballero de la citada
orden al igual que su padre don Antonio de
Castilla, tal y como pudimos comprobar en su
retrato. Con respecto a la peluca, don Juan María
la lleva con tres rizos perpendiculares en las
sienes y recogida detrás con un lazo negro. A
mediados de siglo, Luis XV impuso un estilo de
Anónimo. Francisco de Paula Bucarelli Ursúa. pelucas más pequeñas para los hombres y el
Hacia 1775. Palacio de los condes de Santa
Coloma. Sevilla. riguroso empolvado blanco o preferentemente
grisáceo, éstas se recogían en una cola de caballo
en la nuca, atada con una cinta. Este nuevo peinado masculino desembarcó en todas las cortes
europeas y también a la alta sociedad.
Los Bucarelli fueron una de las más importantes estirpes sevillanas durante el siglo
XVIII. En el palacio de los condes de Santa Coloma se conservan los retratos de los hermanos
don Francisco y don Antonio Bucarelli, hijos del marqués de Vallehermoso y de la condesa
de Gerena. Ambos desempeñaron una importante carrera militar. Don Francisco de Paula
Bucarelli Ursúa Lasso de la Vega Villacis y Cordova (1708-1780) fue Teniente General de
los Reales Ejércitos, Gentilhombre de Cámara de Carlos III con entrada, Comandante General
del Reino de Mallorca, Comandante General del Ejército y Reino de Andalucía, Capitán
General del Río de la Plata entre 1766 y 1770, Virrey y Capitán General de Navarra en 1770,
Comendador de Almendralejo en la Orden de Santiago y Caballero Maestrante de Sevilla. El
retrato de don Francisco nos muestra al caballero portando lujosa chupa roja bordada con
galones dorados y banda a la cintura, y calzones del mismo color. Encima lleva una casaca
oscura sin faldones delanteros adornada con la misma decoración mientras que las vueltas de
las mangas son rojas. Sobre el pecho luce la banda de la Orden de Carlos III (establecida
mediante Real Cédula de 19 de septiembre de 1771) y la venera de la orden de Santiago. Su
214
atuendo concluye con medias blancas, zapatos negros con gran hebilla y un sombrero de tres
picos que descansa sobre la mesa.
215
reales, el precio mas elevado que hemos hallado para una
chupa a lo largo de todo el siglo. El tisú de seda estaba a
la última moda siendo muchas veces importado de
Francia.
del mismo paño bordada de oro con forro de imperiosa celeste y blanco” 611. José García,
maestro confitero de la collación de San Salvador, dejaba en 1775 una chupa de piel de
tigre 612 forrada de anascote blanco y otra de paño “color de cardenalillo” con vuelos de
terciopelo613.
La casaquilla era una prenda destinada a la práctica de la equitación, por tanto sería
más corta, en el inventario de don José de Velasco y Patiño (1734) aparecen “Dos casaquillas
de montar, una de invierno y otra de verano” 614 . La indumentaria destinada a la monta
aparece con relativa frecuencia en los inventarios, en el de la marquesa de Herrera (1778)
encontramos: “Un vestido de chupa y calzones de guinete nuevo” y “una chupa de guinete
usada”615. Los tejidos más utilizados para confeccionar trajes de verano eran, entre otros, el
tafetán, el barragán, el cristal y la seda: “cuatro vestidos de verano, uno de tafetán doble negro,
otro de cristal y otro de barragán de Bruselas”616. Don Vicente Pablo Albelda tenía en 1780
“Un bestido de chupa casaca y calzones de seda de verano tornasolado de raso valenciano”617.
611
AHPSE: P- 9563, 789r.
612
No sabemos a qué tipo de felino se referirá. Fernando VI aparece en un retrato de Van Loo luciendo una
casaca con las vueltas de las mangas forradas con piel de leopardo.
613
AHPSE: P- 11218, 1064 v.
614
AHPSE: P- 9546, 419 r.
615
AHPSE: P- 9574, 301 v.
616
AHPSE: P- 9546, 419 r.
617
AHPSE: P- 9575, 439 v.
216
A finales de siglo aparecen las voces chupetín y chupín, un diminutivo de chupa que
podía designar las piezas destinadas a niños y también a adultos por su menor tamaño. En el
inventario post-mortem del esposo de Gertrudis de Zayas (1780) constan dentro de la partida
“Ropa del menor”, una chupa, calzones y chupetín de raso liso de seda618. En el inventario
capital de doña Josefa García Aruncibay (1799) aparecen varios trajes masculinos formados
por casaca, chupín y calzones o por casaca y chupín: “Ytt. Casaca y chupín de tercianela
servido en quarenta r (…) Ytt. Casaca y Chupín de Panaverde rallado en ciento y sesenta r (…)
Ytt. Casaca, Chupín y Calzones de felpa, en quinientos rr”619.
618
AHPSE: P- 9575, 514 r.
619
AHPSE: P- 788, 175 r. Apéndice documental, documento 64.
620
AHPSE: P- 9580, año 1791 Folio 452 v
621
AHPSE: P- 788, año 1799 Folio 175 V
622
AHPSE: P- 12118, 51 r. Apéndice documental, documento 51.
217
“Uno de los primeros actos de la Asamblea Nacional fue la abolición solemne de todas las
diferencias de clase, en cuanto al vestido; y los nobles que habían querido tan celosamente tener un
privilegio exclusivo para llevar plumas, encajes, tacones encarnados, etc., hubieron de ver cómo los
plebeyos declaraban que ya no daban valor alguno a tales tonterías y se las consentían a los lacayos.
(…); la primera prerrogativa de la clase privilegiada quedaba abolida (…), este hecho tuvo por
consecuencia la desaparición para siempre del lujo y la magnificencia que había revestido el traje
masculino antes del año 1789”623.
623
BOEHN, M.: Ob. cit., p 117.
624
Pantalón era un mercader, se le presentaba como un anciano amable que encarnaba la prosperidad de
Venecia. Aunque normalmente es un viejo avaro muy preocupado por el dinero y pendiente de sus negocios. No
está pendiente de su casa y es muy conservador y lo que ocasiona de lo que resulta algún enredo ocasionado por
Arlequín o Brighella. Como padre es déspota y anticuado. Pantalón lleva capa negra con pantalones rojos y
calza pantuflas turcas. Su máscara es color café con una gran nariz, bigote gris y blanca barba que cubre de oreja
a oreja terminando en punta. Sobre la comedia del arte. Véase, URIBE, Mª. L.: La comedia del arte. Barcelona,
1983.
625
La comedia del arte, también denominada comedia de máscaras, surgió en Italia durante el Renacimiento. Fue
un tipo de género teatral que se prodigó por buena parte de Europa hasta el siglo XIX. Se trataba de obra de
teatro en la que los actores podían improvisar. Eran sencillas tramas con una historia de amor como asunto
fundamental, constaba de una serie de personajes fijos que se identificaban por su ropa y su máscara.
218
inventores. El francés Pedro Dutramble (1715) tenía “un par de calzones marineros de tafetan
Gamusado con encages negros viejos”626.
Durante el Terror (1793-1794) era muy arriesgado vestir al modo antiguo pero
después de la ejecución de Robespierre, los franceses adoptaron el frac inglés reinventándolo
a su forma; con colas muy largas, botas grandes y chalecos cortos, mientras que los cuellos de
la levita crecieron desmesuradamente por detrás así como los pañuelos del cuello que a veces
llegaban a la barbilla628.
En Francia a partir del Consulado los hombres se van a desprender de todos los
ornamentos decantándose por largos pantalones entallados en colores claros que terminan
justo encima del tobillo; chalecos cruzados con dos hileras de botones; chaquetas entalladas
con cola y “redingote”. Las corbatas comenzarán a crecer, siendo todavía grandes pañuelos
de seda complicadamente anudados sobre la garganta. Los trajes de seda con bordados
florales y encajes se circunscriben a las ceremonias cortesanas por lo que abandonan la vida
cotidiana de las élites. Tras la caída del Antiguo Régimen el pujante burgués mostraba su
concepto de vida a través del vestido siendo éste una antítesis del pasado, se huyó de las
extravagancias pero también de los colores alegres. La enriquecida nueva clase social
entendía el concepto lujo de otro modo, no como mero deseo de ostentación sino como el
confort resultante del trabajo individual.
626
AHPSE: P- 5178, 605 r. Apéndice documental, documento 11.
627
ASHELFORD, J.: The art of dress. Clothes and society 1500-1914. Londres, 1996, p. 148.
628
LAVER, J.: Ob. cit., p. 153.
219
El color negro se adaptaba perfectamente e este nuevo clima social personificaba el
ideal del nuevo ciudadano vestido de rico pero discreto paño. Se puede afirmar que el hombre
europeo se uniforma en el siglo XIX629. Los cambios en indumentaria masculina sobrevienen
hacia 1780 con la introducción del estilo inglés que básicamente usaba chaqueta “jacket”,
abrigo “riding coat”, “spencer” y botas altas en lugar de zapatos. El “spencer” era una
chaqueta corta, generalmente de lana. Su forma se asemejaba a la de un frac sin faldones y
era utilizada sobre la prenda exterior (frac o levita).
Apareció a finales del siglo XVIII como pieza de uso
masculino y su nombre se debe a George Spencer, II
conde Spencer (1758-1834). Pronto se incorpora como
parte del uniforme militar de los oficiales del ejército
británico y, a la vez, se introduce en la vestimenta de
hombres y mujeres en los últimos años del siglo XVIII.
“El traje plebeyo había conquistado los salones. Hasta entonces sólo las personas más pobres
habían llevado el cabello sin empolvar, sólo los carreteros habían llevado botas, y únicamente los
marineros habían llevado pantalón largo y sombrero redondo”630.
629
NICOLÁS GÓMEZ, S.: El dandi y otros tipos del siglo XIX. Imagen y apariencia en la construcción e la
modernidad. Murcia, 2012, p. 5.
630
VON BOEHN, M.: Ob. cit., 157.
220
A principios del siglo XIX ya habían
desaparecido las casacas, los bordados, las
medias de seda y las pelucas. Desde Londres
salieron hacia el resto del continente el frac, el
chaqué y la levita. Los primeros fracs tenían
cuellos altos por detrás, grandes solapas y
mangas abultadas; el talle era alto y se cerraba
mediante botones. En un principio se
acompañaba de calzones que más adelante
fueron sustituidos por pantalones largos.
Ejemplos de frac con calzones son los retratos de
Francisco de Goya de Sebastián Martínez (1792,
Metropolitan Museum of Art) y Gaspar Melchor
de Jovellanos (1798, Museo del Prado); mientras
que con pantalones largos aparece el marqués de
Villafranca (1795, Museo del Prado) y el conde
Francisco de Goya. José Álvarez de Toledo, de Fernán Núñez ( hacia 1804, Colección
marqués de Villafranca y duque de Alba. 1795.
Museo Nacional del Prado. particular).
El frac fue muy bien acogido por la burguesía urbana, su uso se hizo extensivo a todas
las clases sociales europeas siendo en España el traje más común desde el comienzo del
reinado de Fernando VII. A finales del siglo tenemos constancia del uso del frac 631 en Sevilla.
En el inventario post-mortem de Úrsula Echevarría (1791) en la partida “Ropa del menor”
aparecen tres fraques 632 . Don Joaquín Rosales (1799) tenía uno de algodón de seda 633
mientras que en el inventario de don Juan María Bravo, mercader de tejidos que residía en la
calle Sierpes, figuran dos fraques de tafetán, cuatro de algodón y seda, más uno de seda
listado y cinco de paño. El frac se acompañaba del chaleco, en el citado documento aparecen
hasta diecisiete634. En el inventario capital de Antonio Echevarría y Delgado fechado en 1795
aparece un frac rojo confeccionado con “medio carro” apreciado en 180 reales más otro de
631
A mediados del siglo XIX surgen otros atuendos y el frac se convierte en el “evening dress” de los ingleses,
es decir, en un traje para eventos sociales. En la actualidad el frac es el atuendo de máxima etiqueta masculina,
su uso se restringe a la noche o a ocasiones muy formales.
632
AHPSE: P- 9580, 452 v.
633
AHPSE: P- 9586, 907 v.
634
AHPSE: P- 9586, 1628 r.
221
paño nuevo “aplomado” en 200. La nueva moda
convivió unos años con el traje compuesto por casaca,
chupa y calzones según nos muestra el último
documento citado.
La moda masculina que había seguido el dictado de Francia volvió sus ojos hacia el
Reino Unido. Los sastres ingleses se hicieron depositarios de una merecida fama por el ajuste
impecable de las prendas, la perfección del corte y el esmero en los detalles. El país se
convirtió en una potencia económica debido a la Revolución Industrial. Los preceptos
sociales han cambiado, todos los hombres son iguales ante la ley pero siempre existe un afán
de diferenciación. Estas virtudes pueden ser innatas o aprendidas y no estriban en el origen de
la persona ni en su fortuna, es algo más sutil635; en este preciso momento surgió un nuevo
arquetipo, el dandi. Según el diccionario de la Real Academia dandi es: “Hombre que se
distingue por su extremada elegancia y buen tono”. Este tipo masculino apareció en la
década de 1790, en Londres y París. George “Beau” Brummell representó su perfil por
excelencia; amigo del príncipe de Gales, su indumentaria buscaba la perfección mientras que
su estética huía de los preceptos de la nueva burguesía; el dandi no debía llevar a cabo
ninguna proeza para ser el centro de atención ya en su misma presencia residía su rotundo
éxito, su figura encarna al “héroe de la indolencia” 636. Su figura se caracterizaba por un
impecable aseo personal, inmaculadas camisas con cuellos altos, corbatas con nudos
635
BRUÑA BRAGADO, Mª J.: Delmira Agustini: dandismo, género y reescritura del imaginario modernista.
Berna, 2005, p.62.
636
DURÁN HERNÁNDEZ MORA, G.: Dandismo y contragénero. La artista dandy de entreguerras: Baronesa
Elsa von Freytag-Loringhoven, Djuna Barnes, Florine Stettheimer, Romaine Brooks. Valencia, 2009, p.33.
222
perfectos 637 y abrigos oscuros. Brummell abandonó la
peluca y se cortó el pelo a la manera de la antigua Roma
llamada “a lo Brutus”. Los pantalones debían quedar con
un guante, reservando los colores claros para el día y los
oscuros para la noche. Esta imagen masculina presidida
por la pulcritud y elegancia 638 tendrá una importancia
clave en la sociedad a lo largo de todo el siglo XIX.
VI.4.Prendas de encima
Anónimo. Retrato de joven. Finales
del siglo XVIII. Palacio de Lebrija.
Sevilla.
Según vimos en el capítulo I la capa fue una pieza
básica para hombre español. El Diccionario de Autoridades la define como: “(…) ropa larga y
suelta sin mangas que traen los hombres sobre el vestido; es angosta por el cuello, ancha y
redonda por abaxo, abierta por delante. Hacese de paño y otras telas (…)”. Las voces capa y
manto se utilizaron indistintamente, hasta principios del siglo XVI, para denominar a
cualquier sobretodo amplio, abierto por delante y sin mangas. No obstante, si la prenda
llevaba capucha o cuello recibía el nombre de capa639.
637
A principios del siglo XIX, George Bryan Brummel (1778-1840) fue el rey del dandismo. Brummel se
desvinculó de las tendencias exageradas y anunció la regla de oro que todavía se aplica hoy en día: el signo de
una persona elegante es aquel que no llama la atención. El joven aconsejó al mismo príncipe de Gales, futuro
Jorge IV la siguiente premisa: “Atar una corbata blanca en un arco debe ser el punto culminante de la vida
cotidiana”.
638
“Así el dandy surge como una ola de inconformismo contra la mediocridad y vulgaridad burguesas, el
racionalismo y el materialismo reinantes, les parecen totalmente opuestos a la sensibilidad artística personal, al
refinamiento auténtico estético gratuito y original y a la seda de ideal y de infinito que perviven en el espíritu
exigente e insaciable del hombre superior. Frente a lo práctico, una elegancia culpable, frente a lo útil, lo
superfluo, un disgusto ante la vulgaridad de la vida que se debe ver”. NICOLÁS GÓMEZ, S.: Ob. cit., p. 3.
639
A finales del siglo XVI este cuello se redujo y la prenda acabó recibiendo el nombre de herreruelo. En la
década de los años 30 del siglo XVI se llamará capa a una pieza de formato semicircular con capilla. Alrededor
de los años 40 esta última se convertirá en un simple elemento decorativo sin ofrecer la posibilidad de tapar la
cabeza. El borde inferior de las capas era generalmente de forma redonda aunque también las había terminadas
en punta, denominadas “puntiaguda” o “judía”. El largo de la prenda variaba, pero en general el ruedo no debía
tocar el suelo cuando la persona se arrodillaba o no tocar el caballo al montar en él. Se confeccionaba con paño u
otro género de lana o con seda. La confección de capas fue variada en cuanto a tipos y formas. Entre las mas
comunes se pueden destacar: la “de villano” con capucha y usada por hombres de campo, a partir del siglo XVII
llevarán el gabán, con mangas y capuchón. La capa de letrado: la que lucían los médicos. La “aguadera” o “de
agua”: para la lluvia, confeccionada con albornoz y fieltro. Con capilla para cubrir la cabeza. La castellana fue la
preferida de los españoles, abiertas por delante y con capilla cerrada. Se hacían con telas riquísimas. La capa de
camino fue usada por los cortesanos para el camino y era más práctica ya que su capillas sí tapaba la cabeza, se
cerraba con alamares para permitir con mayor libertad de movimiento. Para mayor abrigo se podía forrar con
piel. Por último, la “gascona” o “vascona” también era de camino. De origen francés. Formaba pliegues sobre
los hombros y tenía un gran cuello que vuelto hacia arriba tapaba el rostro. Sobre la capa, Véase: BERNIS
MADRZO, C.: Indumentaria española en tiempos de Carlos V. Madrid, 1962. BERNIS MADRAZO, C: “La
223
La capa es una prenda de pleno uso a lo largo de toda la centuria, los documentos nos
proporcionan información sobre tejidos y decoraciones. En Sevilla las capas confeccionadas
con paño fueron las más habituales, las de Segovia seguían siendo muy apreciadas. Las
vueltas de la capa se podían decorar con otro tejido, el marqués de la Candía (1772) tenía
“una capa de paño nueva con sus vueltas de terciopelo negro”640 y don Rodrigo Márquez de la
Plata una “de grana fina nueva con bueltas de terciopelo negro”641 Según sus materiales había
capas para verano e invierno: “tres capas de invierno de paño de abrigo, otra de barragán de
Cuenca blanco y otra de lamparilla”642. Don Ambrosio Pérez de Tejada (1715) tenía una capa
de paño de Segovia de color azul con galón de oro, otra de paño “blanquisco basto” y un
capote de carro de oro forrado de bayeta643. En el capital de José Ruiz aparecen tres capas,
dos de paño y otra de esparragón valoradas en 215 reales. Don Hermenegildo López del
Águila (1729) dejaba en su inventario un capote de pelo de camello roto color café y forrado
en bayeta, una capa negra de paño de Segovia “rayda y picada” y otra de bayeta vieja 644,
mientras que en el capital de don Bartolomé Profumo aparecen dos capas, una de paño y otra
de pelo de camello tasadas en 112 reales de plata. El pintor Domingo Martínez (1751) tenía
un capote de pelo de camello y una capa de paño de Zaragoza645, mientras que el capital de
Luis de Orellana (1759), maestro farolero, aparecen una capa de paño con vueltas de
terciopelo y un sobretodo también de paño646. En el aprecio de bienes de Pedro Fontache
(1776) aparece un capote de pelo de camello color café valorado en 100 reales 647, una capa de
paño de Grazalema en 90 y un capote de camellón color de café en 30. El capote podía estar
confeccionado a juego con calzones y casaca: “Ytt. un capote calsones y casaquilla de pelo de
camello”648. Otra prenda de la misma familia era el gambeto, una modalidad de capote que
llegaba hasta media pierna.
moda en la España de Felipe II a través del retrato de corte”. Catálogo de la exposición Alonso Sánchez Coello
y el retrato en la corte de Felipe II. Madrid, 1990. BERNIS MADRAZO, C.: El traje y los tipos sociales en el
Quijote. Madrid, 2001.
640
AHPSE: P- 9568, Apéndice documental, documento 48.
641
AHPSE: P- 11246, 555r. Apéndice documental, documento 53.
642
AHPSE: P- 9564, 419 r.
643
AHPSE: P- 5178, 697v. Apéndice documental, documento 12.
644
AHPSE: P- 5192, 595 v.
645
AHPSE: P- 18023, 57 v. Apéndice documental, documento 43.
646
AHPSE: P- 12070, 191 v.
647
AHPSE: P- 1347, 92 v. Apéndice documental, documento 50.
648
AHPSE: P- 5165, 361v.
224
El capote649 que se usaba en España desde la Edad Media, era un sobretodo largo650
para abrigarse, confeccionado con tela doble, forrado y con menos vuelo que la capa común,
el capotillo era más corto cubriendo hasta la cintura651. La voz capote procede de capa. Fue
una prenda común en España durante los siglos XVII y XVIII, de hecho aparece en los
guardarropas reales. Carlos III tenía varios de pelo de camello y también botones para
capotes652. En el inventario de don Gaspar Atienza (1719) encontramos uno de “barragán
doble con alamares de seda forrado en granilla sobre cuello negro”653, y en el de Pedro Pérez
(1734), tratante en taberna, uno de pelo de camello con sus broches de plata apreciado en 90
reales654.
Los capotillos eran capotes cortos cuya longitud no sobrepasaba la cintura655 y que se
solían utilizar para montar a caballo. En las capitulaciones matrimoniales de Francisco
Rodríguez (1785) aparecen un capote de seda valorado en 440 reales y un capotón de paño en
90 junto a dos capas, una de grana en 534 reales y otra azul con galón de oro en 250656. Las
capas de grana, los capotes de seda y las capas de paño color “pepita de algarroba” aparecen
con relativa frecuencia en los guardarropas masculinos sevillanos. Según atestiguan los
inventarios post-mortem, los niños usaban como prendas de abrigo capas y capotes como sus
padres, en el inventario del mercader José Díaz (1979) figuran las prendas de sus hijos Juan
Sancho y Joaquín, el primero, tenía dos manteos, un capote de medio carro y una capa de
paño; y el segundo los mismos capote y capa que el anterior más un sobretodo de paño657.
649
“Me dije, para mi capote" era una expresión popular usada hasta el siglo XVIII cuyo significado era: “Me dije
a mí mismo”. Aparece frecuentemente en El lazarillo de Tormes.
650
SOUSA CONGOSTO, F.: Introducción a la historia de la indumentaria en España. Madrid, 2007, p. 450.
651
VARGAS LUGO, E. y CURIEL, G.: Juan Correa, su vida y su obra, cuerpo de documentos, tomo III.
México, 1991, p. 280.
652
TEJEDA HERNÁNDEZ, M.: Ob. cit., p. 144.
653
AHPSE: P- 10342, 417 v.
654
AHPSE: P- 11151, 819 r.
655
VARGAS LUGO, E. y CURIEL, G.: Juan Correa, su vida y su obra. Cuerpo de documentos. Tomo IV.
México, 1991, p. 280.
656
AHPSE: P- 12118, 50 r. Apéndice documental, documento 51.
657
AHPSE: P- 729, 563v.
658
FORD, R.: Manual para viajeros por España y lectores en casa. Andalucía. Vol. II. Madrid, 2008 p. 99 y ss.
225
para el español lo que la saya para la española”659. A finales del siglo XVIII el capote podía
tener un carácter marcadamente popular, en la comedia de Valladares y Sotomayor El preso
por amor o el real encuentro (1796) aparecen dos asesinos a sueldo cuya estampa es la
siguiente: monteras bien caladas, largas patillas, moños a lo gitano y capotes jerezanos 660. Los
capotes de durancillo eran muy corrientes, según cuenta Ford los llevaban los “chulos” que
auxiliaban a los matadores en la lidia661.
El abrigo más común en los primeros años del siglo XIX fue el denominado
“redingote”. El término es una contracción del término “riding coat” (capa de montar) pieza
de originaria de Inglaterra utilizada en el siglo XVIII como protección para la práctica de la
equitación. En el inventario post-mortem de doña Francisca de Quijada fechado en 1739
aparecen “dos redingote de niño de color aplomado” 662 . Originalmente, el “redingote” de
principios del siglo XVIII era abultado, cruzado con un amplio cuello, puños planos y se
utilizaba para viajar. Los caballeros del entorno de la reina María Antonieta fueron los
primeros en decantarse por el uso de esta prenda inglesa en Francia 663 . El “redingote”
evolucionó hacia una especie de voluminoso abrigo con superposición de capas con los
botones de izquierda a derecha664.En cuanto a la disposición de los botones, los hombres se
abotonaban de izquierda a derecha desde antiguo ya que era más fácil esta disposición durante
la batalla.
660
HUERTA CALVO, J. y PALACIOS HERNÁNDEZ, E.: Al margen de la Ilustración: Cultura, popular, arte y
literatura en la España del siglo XVIII, Amsterdam, 1998, p. 12.
662
AHPSE: P-10350, 57 v.
663
VV.AA.: The Age of Napoleon: Costume from Revolution to Empire, 1789-1815. Nueva York, 1989, p. 10.
664
En el siglo XIX, el término ‘redingote’ designaría al abrigo como lo conocemos hoy en día: prenda de
cobertura de uso femenino o masculino, abierto al frente. Durante el Imperio francés o la Regencia británica, el
redingote podía tener cierre sencillo o cruzado, solapa amplia en pico o en forma redondeada, la cual podía ser
forrada en piel. El redingote servía para abrigarse con los conjuntos de vestir, siendo más largos y de colores
sobrios, y también para medio vestir Durante la primera mitad del siglo XIX el abrigo a la moda fue el
“Carrick”. Se trataba de una especie de gabán o levitón muy holgado, con varias esclavinas sobrepuestas de
mayor a menor. Según algunos autores, su nombre deriva de la ciudad irlandesa de Carrick, según otros,
proviene del apellido del famoso actor y dramaturgo inglés, David Garrick, el cual, dicen, lo utilizaba (aunque el
actor murió mucho antes de que el abrigo apareciera en los grabados de moda).
226
El sombrero de tres picos fue el tocado de moda durante toda la centuria. Por lo
general eran de color negro y el material con el que se fabricaban era piel de castor o de
conejo, mucho más económica. Francia gozaba de prácticamente todo el monopolio en cuanto
a los sombreros de castor y sus réplicas de semi-castor y vicuña. El castor era un fieltro
confeccionado a base de la mezcla de pelos de castor graso y seco, el semi-castor tenía menor
proporción de castor graso siendo casi todo su material de lana de vicuña y pelo de conejo. El
llamado de vicuña tenía una mezcla de vicuña y pelo de conejo. A finales del siglo XVII París
era el principal centro de fabricación y exportación de sombreros. En la capital francesa se
confeccionaban entre 80.000 y 100.000 sombreros al año. La producción fue decayendo
debido a los altos costes e Inglaterra tomó el testigo. A comienzos del siglo XVIII exportaba
sombreros a España y las Indias por valor de 1.500.000 libras665.
665
GIRARD, A.: El comercio francés en Sevilla y Cádiz en tiempos de los Habsburgo. Sevilla, 2006, p. 337.
666
AHPSE: P-10334, 233 r.
667
AHPSE: P-.1347, 93 r. Apéndice documental, documento 50.
668
AHPSE: P- 12118, 52 r. Apéndice documental, documento 51.
669
Según la forma de la copa, los sombreros utilizados a principios del siglo XIX fueron: el Wellington (1812),
con el ala curva hacia abajo en el frente; el Beau París (1815), con el ala también curva pero más ancha y la copa
puntiaguda; el D’Orsay (1820), con el ala menos curva y la copa más alta y ancha arriba y el Regente (1825) el
cual posee el ala más corta y recta de todos y la copa uniforme en su dimensión, desde la base hasta arriba.
227
Los sombreros chambergos estuvieron de moda hasta el reinado de Carlos III, José
Ruiz, torcedor de sedas, tenía dos valorados en 37 reales de vellón670. El sombrero de ala
ancha, también denominado montera, podía llevar forradas las vueltas forradas con tejidos
como el terciopelo. En algunos documentos de finales de siglo se ve como todavía los hombre
tenían este tipo de sombrero: “Un sombrero a la española” 671 . Tras el tricornio llegó el
bicornio o sombrero de dos picos, usado por los oficiales de alto rango en Francia a mediados
del siglo672
A finales del siglo comienza la moda del sombrero de copa, es complicado establecer
la procedencia de este singular tocado aunque se cree que su precedente se encuentra en el
sombrero cuáquero de Benjamin Franklin673. En un grabado del pintor francés Charles Vernet
674
, incluido en la serie “Incroyables et Merveilleuses”, aparecen dos personajes, uno de ellos
con sombrero de copa en la mano. Los caricaturistas se hicieron eco de la moda masculina de
la última década de 1790. Ambos jóvenes llevan ajustados abrigos de grandes solapas
decoradas con lazos de tela y aunque sus calzones son deudores del pasado, las corbatas son
de color y tamaño considerable. El caballero de la izquierda lleva su cabello trenzado
mientras que el de la derecha luce una
escarapela revolucionaria en su sombrero675.
670
AHPSE: P- 5192, 86 v.
671
AHPSE: P- 9575, 581 v.
672
El bicornio fue usado durante todo el siglo XIX. Su nombre en francés era “chapeau de bras” (sombrero de
brazo), ya que era fácilmente plegable para ser llevado bajo un brazo. El bicornio es el tocado que lleva el
uniforme de la Carrera Diplomática española rematado por plumas negras y blancas en el caso de Embajador.
Véase: VILLARUE DE ACHA, F.J.: “El uniforme diplomático. Simbología y uso”. Emblemata, 17, Zaragoza,
2011. El bicornio forma parte de los uniforme de gala de los Caballeros de las Reales Maestranzas de Sevilla,
Granada, Zaragoza y Valencia.
673
TEJEDA FERNÁNDEZ, M.: Ob. cit., p. 444.
674
(1758-1836) Hijo y padre de pintores debe su fama a los cuadros de batallas y de caballos.
675
Véase, RIBEIRO, A.: Fashion in French Revolution. Nueva York, 1988.
228
pero un nuevo material llamado felpa del sombrerero, que en realidad era fina seda aplicada al
fieltro se convirtió en el material por excelencia para la confección de sombreros de copa. El
primer comerciante que lo puso a la venta fue John Hetherington 676, al usarlo casi provocó un
motín callejero e incluso fue detenido por asustar a los viandantes según la Gaceta de Sant
James. Tras este mal comienzo, el sombrero de copa se convirtió en el tocado convencional
para caballero occidental, convirtiéndose en un símbolo de riqueza y posición social capaz de
mejorar al portador en altura y refinamiento677.
676
El portador del primer sobrero de copa en Inglaterra creó un revuelo enorme al usarlo por primera vez.
Hetherington caminaba por la calle y decenas de personas le miraban asombradas por tan extravagante sombrero.
Se armó tal revuelo que fue citado ante un Tribunal y acusado de perturbar el orden público. El oficial que se
ocupó del escándalo, describió el delito cmo sigue: “ La visión de esta construcción fue tan exagerada que varias
mujeres se desmayaron, los niños comenzaban a llorar y los perros comenzaron a ladrar. Un niño rompió su
brazo entre empujones.” Al día siguiente el Times publico.” El sombrero de Hetherington señala un avance
significativo en la transformación del vestido. Tarde o temprano, todos los aceptaran. Creemos que tanto el
tribunal como la policía han cometido un error”, El tiempo le dio la razón. CUMMING, V.: The Dictionary of
Fashion History, Oxford, 2010, p. 186.
677
En Francia Antoine Gibus inventó hacia 1812, el llamado “claque”. Un sombrero plegable patentado en 1823.
BOUCHER, F.: Ob. cit., p. 347.
678
TEJEDA FERNÁNDEZ, M.: Ob. cit., p. 381.
679
LAVER, J.: Breve historia del traje y la moda. Madrid, 1988, p. 131.
680
AHPSE: P- 10334, 233 r.
681
DESCALZO LORENZO, A.: Ob. cit., p.161.
229
En el inventario de don Bernabé de Orozco y Ayala (1718), caballero de la orden de Santiago
y residente en la collación de Santa María la Blanca aparecen “seis pelucas ordinarias”682.
Una escena de género de Michel-Ange Houasse recrea una barbería. En el cuadro, que
se conserva en el Palacio Real de Madrid, comprobamos que los mismos barberos que
aparecen trabajando llevan peluca. A la izquierda se muestra la peluca y el sombrero de tres
picos del caballero que está siendo afeitado, mientras a la izquierda otro caballero (con la
cabeza rapada) aparece sentado esperando el arreglo
de la suya. A mediados de siglo Luis XV, impone un
nuevo estilo de pelucas más pequeñas y el riguroso
empolvado blanco o preferentemente grisáceo. Los
hombres también usaron desde mediados del siglo una
cola de caballo en la nuca, atada con una cinta, estilo
que se volvió muy popular en todas las cortes.
El zapato masculino en España durante el siglo XVII fue completamente plano. Con la
nueva centuria llega la moda francesa que se decanta por zapatos con empeine alto, tacón y
682
AHPSE: P- 6418, 60 r.
230
hebillas. A principios de siglo el tacón será relativamente alto, pero hacia 1720- 1725 irá
bajando mientras que las hebillas aumentarán de tamaño 683 .El inventario capital de Juan
Alfonso Prado (1719), maestro zapatero de opera prima, nos ofrece una serie de interesantes
detalles sobre su profesión. Aunque ser zapatero era considerada una profesión humilde, el de
opera prima estaba en lo más alto del escalafón, ya que no era un vulgar remendón sino que
fabricaba zapatos. El documento lleva a cabo una pormenorizada descripción del género que
se hallaba en su taller, como distintos tipos de calzado, hormas, tacones, pieles y utensilios.
De su lectura se sacan varias conclusiones: las hormas de hombre y mujer eran diferentes,
siendo más caras las de los hombres (4 frente a 3 reales). El pie derecho no se diferenciaba del
izquierdo porque la horma era recta, por lo tanto tenía que ir adaptándose al zapato. El
calzado solía ser alto de empeine y con grandes hebillas. Cada par para uso masculino está
valorado en 15 reales, la misma cifra que media docena de cordobanes negros684.
Para la fabricación de calzado se utilizaban desde las pieles más económicas hasta
ricos tejidos como sedas y damascos. Una de las distinciones sociales clave en materia de
calzado eran los tacones de color rojo, honor reservado a los caballeros principales. En la
serie de los Carros de Domingo Martínez y en uno de los retratos que se conserva en el
palacio de Lebrija comprobamos que los tacones rojos también llegaron a Sevilla. Las hebillas
podían ser de metal, plata u oro, e incluso llevar piedras naturales o artificiales. El tipo de
683
GARCÍA NAVARRO, J.: Zapatos y medias del siglo XVIII. Madrid, 2006, pp. 3.
684
AHPSE: P- 10342, 257 r. Apéndice documental, documento 14.
685
Voz de origen mozárabe que se refiere a Córdoba, primera ciudad donde se produjo este tipo de piel. Antes
del siglo XVI, los cueros repujados cordobeses adornaban las paredes en verano. Su fama llegó a toda Europa e
Hispanoamérica.
686
BONET CORREA, A.: Historia de las artes aplicadas e industriales en España. Madrid, 1982, p. 325 y ss.
231
hebilla más común a juzgar por los documentos eran las de plata: “Ytt. un juego de hebillas de
plata en ciento ochenta rr”687.José Antonio Maestre recibió en herencia en 1733 un par de
hebillas con treinta y dos diamantes valoradas en 32 pesos de plata y 4 reales 688. Debido a lo
perecedero de sus materiales y a su función el calzado duraba poco y han llegado pocos
ejemplos a nuestros días. Las botas, no se usaban excepto para la práctica de la equitación
aunque a finales de siglo se impusieron junto a los
pantalones largos y el frac, sin embargo encontramos
botines también fabricados con cordobán
687
AHPSE: P- 12118, 51 v. Apéndice documental, documento 51.
688
AHPSE: P- 12025, 1620 r. Apéndice documental, documento 29.
689
GARCÍA NAVARRO, J.: Ob. cit., p. 3 y ss.
690
AHPSE: P- 9563, 790 r.
232
usada por lo que su precio sería inferior, un par de medias de seda se valora en unos 20 reales
mientras que un par de calcetas se hace en 5. En el inventario post-mortem del mercader don
Francisco Antonio de la Oyuela (1734), dentro de la partida “géneros de la tienda de sedas”
aparecen medias de Génova para hombre así como medias para niños bordadas691.
691
AHPSE: P-5197, 88 r. Apéndice documental, documento 30.
233
más diversos oficios, eran menestrales descarados y
salerosos muy aficionados a las danzas populares como
el fandango, seguidillas y boleros que se bailaban en
tabernas o al aire libre. La indumentaria de los majos era
muy cuidada, alegre y vistosa. El traje era ceñido el
cuerpo y se caracterizaba por estar profusamente
adornado con todo tipo de decoraciones como cintas,
pasamanería o elementos metálicos. Estaba formado por:
jaqueta, chaleco, calzones de tapa, camisa, faja, pañuelo
al cuello, cofia, medias, zapatos de hebilla, sombrero de
tres picos y capa. Sobre la camisa blanca normalmente
adornada con chorreras se colocaba el chaleco estrecho,
abotonado y con cuello de tirilla, normalmente el
delantero se fabricaba de seda de vivos colores mientras
que la espalda se confeccionaba con materiales más
sencillos como el algodón.
Cofia. Hacia 1780. Museo del traje.
Madrid.
La jaqueta era una chaqueta corta y entallada con
cuello de tirilla y solapas no muy grandes, siendo las mangas largas y apretadas con adornos
en la bocamanga y en la pegadura de éstas. La chaqueta la opuso el pueblo llano a la casaca.
Los majos no usaban corbata sino un pañuelo anudado que dejaba el cuello de la camisa al
descubierto. Los calzones entallados cubrían las rodillas. En la cintura se colocaba una faja
ancha de vivos colores. Las piernas se cubrían normalmente con medias blancas y el calzado
era oscuro, sin tacón y con gran hebilla, típico elemento decorativo del calzado del siglo
XVIII. El pelo lo recogían en una cofia y en la cara se dejaban grandes patillas. La cofia
podía ser cerrada o en red, esta pieza rematada por madroños también fue usada por bailarines
profesionales ya que al danzar creaba un efecto muy vistoso692. Francisco Rodríguez, maestro
sastre, llevaba tres redecillas, una blanca valorada en 50 reales y dos de telar, una blanca y
una negra valoradas ambas en 20 reales693.
692
SÁNCHEZ LUENGO, A.: Traje de majo. Madrid, 2005, p. 2 y ss.
693
AHPSE: P- 12118, 52 r. Apéndice documental, documento 51.
234
Colección de las principales suertes
de una corrida de toros, primera
serie dedicada al tema, dibujada y
grabada por el pintor Antonio
Carnicero. Esta colección de doce
grabados más la portada, editada
entre 1787 y 1789, gozó de un
694
enorme éxito .En ella se
representan los principales
momentos de la Fiesta. Los
Antonio Carnicero. Colección de las principales suertes de una
corrida de toros. Lamina I. 1790. RMCS primeros grabados que se pusieron
a la venta costaban 3 reales la
unidad y 4 si estaban iluminados. En el primer grabado vemos al alguacil entrando en la plaza,
viste a la antigua usanza española, completamente de negro con capa y sombrero tocado con
vistosas plumas de colores695. Un atuendo que ha llegado al siglo XXI sin variar en lo esencial.
En cuanto al matador y su cuadrilla lucen los alegres trajes de majo mientras que
adornan sus cabezas con grandes redecillas negras rematadas con borlas, en algunos casos
acompañadas por el sombrero de tres picos. La estampa dedicada a la suerte de varas nos
muestra al picador con un sombrero diferenciado del resto denominado castoreño y que se ha
conservado hasta nuestros días. Carnicero pone de manifiesto como parte del atuendo del
picador quedó configurado previamente al del torero.
694
Véase, ROMERO DE SOLÍS, P., CARRASCO, D.: La Estampa Taurina en la Colección de la Real
Maestranza de Caballería de Sevilla, Sevilla, 2011.
695
Los alguacilillos son los que a caballo encabezan el paseíllo que da entrada a la plaza a todos los
protagonistas que participan en la corrida. Suelen ser dos y son agentes encargados de transmitir las órdenes del
presidente durante la corrida de toros. Según el Artículo 71.5. del Reglamento de Espectáculos Taurinos: a la
hora exacta fijada para dar comienzo el espectáculo, el presidente ordenará el inicio del mismo, mediante la
exhibición del pañuelo blanco para que los clarines y timbales anuncien dicho comienzo. Seguidamente, los
alguacilillos realizaran, previa venia al presidente, el despeje del ruedo para, a continuación, al frente de los
espadas, cuadrillas, areneros, mulilleros y mozos de caballo, realizar el paseíllo; entregaran la llave de toriles
al torilero, retirándose del ruedo cuando este del todo despejado
235
Francisco de Goya inmortalizó a los
matadores José y Pedro Romero, nacidos en
Ronda; se piensa que el maestro los realizó
durante su viaje a Andalucía. En 1796 los dos
hermanos estaban en la cumbre de su éxito,
habían toreado en la plaza de toros que acababa
de inaugurar la Real Maestranza de Ronda y
fueron recibidos por la Familia Real. El retrato
de José, nos lo muestra de medio cuerpo
luciendo una serie de prendas que simbolizan
sus triunfos. Una inscripción al dorso del lienzo
reza:
236
fueron mejor remunerados lo que lógicamente
repercutió en su indumentaria
Asistimos no sólo a la concepción del traje de torear como un atuendo suntuoso, sino a
la circunstancia de que las dos principales aristócratas españolas del momento regalaran
lujosos trajes, lo que debe ser considerado como un apoyo manifiesto a la Fiesta por parte de
la más alta nobleza española.
696
El célebre Pepe-Hillo recibió una cogida mortal el 11 de mayo de 1801 en Madrid, hecho que sobrecogió a
sus contemporáneos. Goya se hizo eco del luctuoso suceso, entre otras, en la estampa 32 de su Tauromaquia.
237
El sevillano Costillares (1743-1800), figura cumbre
del toreo, solicitó a la Real Maestranza de Sevilla el permiso
para poder usar galón de oro tal y como lucían los
rejoneadores 698 . También se le debe la organización de las
cuadrillas a las órdenes del matador, reservando para los
subalternos los adornos de plata mientras el maestro era el
único que podía llevarlos de oro. Francisco de Goya informa
en una carta a Martín Zapater fechada en 1778, sobre la
rivalidad entre Costillares y Pedro Romero. Cada uno tenía
legión de seguidores, los Príncipes de Asturias y el propio
pintor eran entusiastas del primero.
Juan de la Cruz Cano y Olmedilla,
Pedro Romero. Colección de
trajes de España tanto antiguos
Ese mismo año Juan de la Cruz Cano dedicó los
como modernos 1777. Colección
grabados 27 y 28 de su Colección de trajes de España tanto RMCS.
699
antiguos como modernos a los dos maestros luciendo espectaculares atuendos y
personificando al héroe español con el toro muerto a sus pies. Esta serie fue la obra más
popular del grabador madrileño Juan de la Cruz Cano y Olmedilla700 (1734-1790) y la que
más fama alcanzó en vida de su autor. En España no existían precedentes de este tipo de
estampas aunque sí en Francia tal y como podremos ver en el capítulo VII.
698Anónimo.
CAMPO, L.: ElJoaquín
traje de toreroRodríguez
de a pie. Evolución. Psicología. Pamplona, 1965, p. 43.
699«Costillares», Hacia 1799. Colección
MOLINA, Á., VEGA, J.: Construir la identidad, vestir la apariencia : la cuestiónn del traje en la España
RMCS.
del siglo XVIII Madrid, p. 204.
700
La colección se proyectó como una obra por entregas, dividida en dos volúmenes, con ocho cuadernos de
doce estampas cada uno. En el primer volumen se recogerían los Trajes más usuales de la plebe del reino, y en el
segundo Los más raros de la nobleza de toda la Monarquía. El primer cuaderno salió a la venta en 1777, y el
séptimo y último en 1788, aunque de este sólo se conocen diez estampas. Juan de la Cruz fue enviado a París en
1752 por el marqués de la Ensenada, junto con Tomás López, para estudiar las técnicas del grabado formándose
durante nueve años junto al cartógrafo Jean Baptiste Bourguignon d’Anville.
FOTO Sandoz-Rollin. Toreros
con banda. Hacia 1785. RMCS.
238
izquierdo atravesando el pecho y la espalda y se anudaba a la cadera derecha. La banda, que
debía ser llevada durante toda su intervención, les era proporcionada por los organizadores. A
finales del siglo XVIII los matadores propiamente dichos eran llamados toreros de “banda y
estoque” mientras que los subalternos lo eran solamente “de banda”701 .
A partir de 1812 los honorarios percibidos por los toreros fueron aumentando
sustancialmente, un par de años más tarde un primer espada ya se embolsaba 3.000 reales a
lo que habría que sumar un sobresueldo a mitad de temporada asignado al vestido702. Los
cuantiosos emolumentos influyeron decisivamente en la suntuosidad del traje de luces.
701
DÍEZ DE RIBERA, S.: “El traje de torero”. La Estampa Taurina en la Colección de la Real Maestranza de
Caballería de Sevilla, Sevilla, 2011, p. 132.
702
COSSÍO, J.M.: Los toros: tratado técnico e histórico. Madrid, 1951. p. 596.
703
BANDRÉS OTO, M.: La moda en la pintura: Velázquez. Usos y costumbres del siglo XVII. Pamplona, 2002,
p. 63.
239
CAPÍTULO VII
240
La indumentaria femenina, una interpretación de la moda internacional en Sevilla
Los preceptos de la moda femenina a través de los siglos están en consonancia con los
acontecimientos y el ambiente de cada momento histórico. La mujer, aunque no pueda estar
acreditada individualmente por haber seleccionado una u otra corriente, ha expresado a través
de su vestimenta el reflejo de la sociedad en la que ha vivido cualquiera que sea la inclinación
que haya prevalecido, ya sea paz, guerra, severidad u opulencia. Francia, nación marcada por
una profunda sensibilidad, condujo los designios en moda femenina a lo largo de todo el Siglo
de las Luces. El atuendo de la dama dieciochesca alcanzó unas cotas de riqueza y
sofisticación absolutas a través de la creación de nuevos tipos de vestidos con una extensa
gama de colorido y novedosos complementos. Veremos
cómo se produjeron una serie de modificaciones
constantes cuando no extremas en un corto periodo de
tiempo, los cambios se suceden a una velocidad hasta
entonces desconocida706; aún así podemos distinguir tres
épocas diferenciadas en cuanto a moda femenina se refiere
que van aparejadas al devenir histórico. Las primeras
décadas donde persisten las formas barrocas y que
coinciden con la época final de Luis XIV y el comienzo
de la Regencia; el Rococó que abarca el reinado de Luis
XV y principios del de Luis XVI y el Neoclasicismo que
ocupa aproximadamente los últimos veinte años del siglo. Maurice Quentin de La Tour.
Madame de Pompadour. Hacia
1748-1755. Museo del Louvre.
704
AMAR Y BORBON, J.: Discurso sobre la educación física y moral de las mujeres. p. 196.
705
Ibídem, p. 202.
706
LIPOVETSKY, G.: El imperio de lo efímero. La moda y su destino en las sociedades modernas. Barcelona,
1990, p. 31.
241
El Rococó surgió en Francia confirmando su reputación como líder indiscutible en
cuanto a moda. Luis XV no tenía el mismo carácter y condiciones que su bisabuelo el rey Sol.
El joven monarca regresó el gobierno de la nación al palacio de Versalles y aunque dependía
de la etiqueta elaborada tiempo atrás, se construyó un mundo privado para sí mismo, sus
amantes y familia que reflejaba los gustos más ligeros y menos graves que se imponían en la
sociedad. El rey relajó la observancia de las normas suntuarias ayudando a patrocinar una
época de aparente abundancia. En 1730 mandó redecorar sus habitaciones privadas que
claramente revelaban los nuevos gustos. Durante su largo mandato (1715-1774), las damas de
la corte y las aristócratas parisinas ejercieron el papel de árbitros y creadoras de moda. El
gasto de las mujeres se duplicó al de los hombres siendo la marquesa de Pompadour (1721-
1764), favorita del rey durante veinte años 707 , la promotora del nuevo estilo y su
establecimiento. Tal y como hemos
analizado, la influencia de la corte de
Versalles se irradió a París y desde ella
a toda la nación, donde una pujante y
educada clase burguesa comenzó a
cobrar un gran protagonismo social a
través de los salones y cafés. El salón
se convierte en el principal elemento de
la sociedad 708 , casi una institución al
frente de la cual se encuentra la gran
Jean-François de Troy, Lectura de Molière .Hacia 1728.
anfitriona que recibe en su casa
Colección marqués de Cholmondeley, Houghton. Reino
Unido. desplegando refinamiento y cortesía.
Estas reuniones están regentadas por damas principales y a ellos acuden literatos, filósofos,
aristócratas, artistas y un largo elenco de personalidades. El “gran mundo” se mueve en estas
veladas donde prima la conversación y la galantería709.
242
intelectual solamente lo
presidieron algunas damas
ilustradas como la duquesa de
Osuna710 , la condesa de Montijo,
la duquesa de Alba y la marquesa
de Fuerte Hijar 711 . El salón, que
surgió en Francia en el siglo XVII,
fue en sí mismo el paradigma más
destacado de una sociedad
ilustrada donde se encontraba no
solamente la aristocracia, sino
también la burguesía y la Cabinet de modes. 1786.
intelectualidad; y es precisamente
en este espacio donde la mujer era la anfitriona. En Sevilla, tuvieron destacada importancia
las reuniones de Gracia Olavide, hermanastra de Pablo Olavide, Asistente de la ciudad.
“No hay nadie que disfrute de cualquier empleo en la corte, en París o en las provincias, que
no tenga detrás a una mujer por cuyas manos pasan todas las mercedes y en ocasiones todas las
injusticias que pueda hacer. Esas mujeres están todas relacionadas entre sí, formando una a manera de
república, cuyos miembros, jamás inactivos se ayudan y se sirven mutuamente: es como un nuevo
Estado dentro del Estado”712.
La nueva moda produjo un gran impacto no sólo en las familias reales y la alta
aristocracia, sino también en las clases medias y bajas. De las ampulosas formas del tardo
barroco se pasó a un aligeramiento de la silueta femenina. El momento histórico posee
aspectos aparentemente contrastados: excentricidad y búsqueda de simplicidad, colores claros
710
MOLINA, A.: Ob. cit., p. 86.
711
BOLUFER PERUGA, M.: “Las mujeres en la cultura de la Ilustración” en Ilustración, ciencia y técnica en el
siglo XVIII español. Valencia, 2008, p. 218.
712
BARÓN DE MONTESQUIEU: Cartas persas. 1721.
243
y materiales pesados. Nos encontramos ante un estilo muy rico, diverso, refinado y alegre.
Los sastres que confeccionaban la última moda tuvieron una gran influencia ya que la buena
sociedad trataba de vestir los modelos más recientes. Las revistas de moda, que surgieron
durante estas décadas, originalmente iban dirigidas a lectores cultivados, pero poco a poco
captaron rápidamente la atención de las clases medias con sus ilustraciones y noticias
actualizadas de moda.
Lady´s Magazine salió al mercado en Londres en 1770 713 , sus contenidos estaban
pensados para mujeres de acomodada clase media, mientras que su objetivo residía en
entretener a través de contenidos sobre vida social, moda, cultura, literatura, biografías,
relatos por entregas, recetas etc… Los textos iban
acompañados de elegantes grabados, partituras, patrones de
bordado y algo más adelante, incorporaron láminas de moda
en color. Los lectores podían participar con sus escritos, lo
que proporcionó a las damas una plataforma para el
reconocimiento y les permitió acceder a un mundo hasta ese
momento restringido al hombre.
713
Titulada Lady's Magazine; or Entertaining Companion for the Fair Sex, Appropriated Solely to Their Use
and Amusement fue publicada mensualmente por un precio de 6 peniques.
714
1910, Paul Cornu, historiador y bibliotecario en el Museo de Artes Decorativas de París emprendió la
tarea de localizar tantos grabados como le fuera posible como sea posible. Entre 1911 y 1914 Emile Lèvy
publico mas de trescientos grabados que fueron coloreados con extrema fidelidad, tal y como se hacía en
el siglo XVIII.
BLUM, S.: Eighteenth-century French Fashion Plates in Full Color: 64 Engravings from the Galerie de Modes,
1778-1788. 1982, p. 5
244
Les Modes Nouvelles (1785-1789) y Journal de la Mode et du Gout (1790-1793)715, hasta la
aparición de este tipo publicaciones fue muy difícil conocer las últimas novedades por la
sociedad en general716.
Estamos en el momento de los colores suaves. Los tonos pastel y los estampados con
motivos de la naturaleza, se pusieron de moda en la indumentaria de las clases altas ya que
deseaban diferenciarse de los tonos vivos, ya asequibles por el pueblo717. Los colores rosa y
celeste entraron en los guardarropas de ambos sexos. La creación de estos tonos conllevaba
un proceso complejo y costoso, ya que era precisa la mezcla de diferentes pigmentos. Cuando
los nobles consideraban que sus ropajes estaban gastados, los donaban a la Iglesia. En aquella
época, el color rosa no tenía ningún significado especial pero en 1729 se declaró color
litúrgico718.
Las nuevas formas enfatizan las líneas de la silueta de la mujer a través de amplios
escotes, cinturas de avispa y anchos paniers bajo las faldas. El panier719(cuyo significado es
cesta) o tontillo, que se puede considerar heredero del guardainfante y el sacristán, llegó a
París procedente de Inglaterra en 1719 a través de un vestuario teatral. Parece ser que el
artefacto fue objeto de burla pero rápidamente se instaló en la moda femenina y no solamente
en las capas más altas, siendo protagonista durante cuarenta años720. Al principio se fabricó en
un primer momento con hierro o madera pero estos pesados materiales se cambiaron por las
ballenas más ligeras y dúctiles. El panier al ponerse de moda era redondos y estaba formada
715
Desde finales del siglo XVIII y evidentemente a lo largo del siglo XIX surgieron revistas de moda no sólo
en Europa, sino también en América.
716
LAVER, J.: Ob. cit., p. 148.
717
El llamado rosa pompadour fue creado en la manufactura de Sèvres en 1757 por el químico Jean Hellot. Se
empleó con frecuencia durante una década y raramente después. "Esta protección muy particular que rodeó
siempre la Manufactura de Sèvres, que desde su creación disfrutó del apoyo real, contribuyó al nivel técnico y
artístico que logró alcanzar. Jean Hellot, su director técnico, químico y miembro de la "Académie des Sciencies",
descubrió nuevos colores para los fondos, tales como el rosa Pompadour, el azul lapis o el azul celeste cuya
luminosidad y transparencia realzaban las cualidades del biscuit y del esmalte de la porcelana tierna". El azul
celeste, llamado turquesa, fue inventado por Hellot en 1752. DIVIS, J.: El arte de la porcelana en Europa.
Madrid, 1989, pp.81-82.
718
Desde entonces, el tercer domingo de adviento y el tercer domingo de cuaresma los sacerdotes visten de ese
color. Son los llamados domingo de gaudete, significa la alegría que nunca debe perderse en medio de los rigores
penitenciales del adviento y la cuaresma
719
También llamado “chillón” por el ruido que se hacía al caminar. SOUSA CONGOSTO: Ob. cit., p. 173.
720
VON BOEHN, M.: La moda. Historia del traje en Europa desde los orígenes del cristianismo hasta nuestros
días. Barcelona, 1928, p. 172.
245
por cinco o seis aros unidos por una tela encerada, más adelante su forma se alteró dejando
emerger todo el volumen hacia las caderas721.
Al fallecer Luis XV, subió al trono su nieto Luis XVI casado con María Antonieta de
Habsburgo- Lorena (1755- 1793). Hija de la emperatriz María Teresa de Austria, fue
desposada con catorce años con el delfín en un intento de mejorar las relaciones diplomáticas
entre ambas naciones. La archiduquesa se convirtió en reina de Francia con diecinueve años
jugando un papel decisivo en cuanto a la moda, no sólo en su nueva patria sino en el resto del
continente. Su encanto residía en el conjunto de su persona, de facciones delicadas y un gran
magnetismo, las crónicas afirman que poseía un atractivo innato. María Antonieta ocupaba en
Versalles el aposento de la Reina en el desempeñaba las obligaciones inherentes a su cargo
como el “lever”, las audiencias o comidas públicas pero acostumbrada al ceremonial sencillo
de su niñez aspiraba a una vida más íntima por lo que se refugiaba a menudo en sus gabinetes
721
Su dimensión llegó a tal anchura que se podían apoyar los codos sobre la falda, recordando al guardainfante
de codos del siglo XVIII. Francisco de Goya retrató a la reina María Luisa con tontillo en 1789.
246
interiores, en el Petit Trianon, regalo de su marido, o incluso en la Aldea722, un auténtico
pueblo pintoresco que se hizo construir.
722
La Aldea se erigió entre 1783 y 1787 a modo de un pueblo normando. Eran once casas alrededor del Gran
Lago. Cinco estaban destinadas al disfrute de la Reina y sus invitados: la Casa de la Reina, el Billar, el Gabinete,
el Molino y la Lechería mientras que las restantes eran para campesinos.
723
ZWEIG, S.: María Antonieta. Barcelona, 1961, p. 75 y ss.
724
Ibídem, p. 64 y ss.
247
Juntas formaron el equipo creador de una de las indumentarias más sofisticadas y
lujosas que han usado las mujeres a lo largo de la historia 726 . Los modelos de Rose Bertin,
apodada “ministra de la moda”, tuvieron una enorme influencia en la época y su legado se
considera que implantó las bases de la alta costura. A ella se debe la creación del Gran
Vestido de Corte “Grand Habit de Cour”, el traje “a la polonesa”, los tocados altos o los
vestidos campestres de muselina que María Antonieta usaba en el Petit Trianon 727 . Las
grandes creaciones de madame Bertin iban aparejadas de espectaculares peinados que
también traspasaron las fronteras del país. A partir de 1770 las damas comenzaron a usar
pelucas que poco a poco se fueron haciendo más altas y complicadas. Normalmente eran
blancas pero también se usaban colores pastel tan
de moda, como rosa, violeta o azul. Las pelucas
indicaban claramente el rango de la dama. La
gente pudiente podía costear, lógicamente,
diseñadores más caros y más variedad de
materiales. El llamado “pouf”728 elevaba el pelo
desde la misma raíz; para proporcionar la debida
consistencia los cabellos se engrasaban o se
utilizaban cremas para que quedaran endurecidos.
Además del pelo natural había que recurrir a
postizos y pelucas. El más extravagante que
lució la reina estaba decorado con un barco,
réplica de un navío francés, cuyo objeto fue la
conmemoración de la victoria naval sobre
Inglaterra. Este impresionante peinado fue obra Anónimo. La reina María Antonieta. 1775.
Museo Antoine Lécuyer.
de Leonard que diseñó para María Antonieta las más sorprendentes creaciones. El peluquero
fue de alguna manera responsable de los primeros ataques contra la reina, a través de
panfletos que circularon desde 1775. La altura de los peinados llegó a ser tan excesiva que las
damas debían ir arrodilladas en los coches de caballos.
726
Rose Bertin comenzó su fama al realizar el ajuar de la duquesa de Chartres. Abrió su propio negocio en 1770
en la Rue Saint Honoré, alcanzando un enorme éxito profesional. No sólo recibía encargos del resto de Francia
sino también del extranjero: Rusia, Inglaterra, Suecia o Austria. Continuó realizando adornos y accesorios para
la reina estando encarcelada en el Temple. Véase, KODA, H.: Dangerous Liaisons: Fashion and Furniture in
the Eighteenth Century. New York, 2006.
727
El petit Trianon se encuentra dentro del recinto de Versalles. Fue mandado construir por Luis XV para
madame de Pompadour, que no lo pudo ver terminado. En 1774 Luis XVI se lo regaló a su mujer. El edificio se
debe al arquitecto Ange-Jacques Gabriel.
248
El fuerte deseo de emulación que provoca la última moda no es un hecho actual, las
nobles de la corte de Versalles se sintieron obligadas a imitar los peinados de la reina pero
estos nuevos usos no quedaron restringidos a la corte sino que se exportaron a París y al resto
del continente. Las señoras quedaron cautivadas con los nuevos peinados lo que llevó a
cuantiosos gastos en peluquería e incluso incurrir en grandes deudas. Los peluqueros, además
de diseñar, elaborar y colocar las pelucas, tendrían la tarea de mantenerlas en buen estado
periódicamente. Poco a poco, toda señora que pudiera pagarla, comenzó a usarlas, por lo que
ser peluquero se transformó en un oficio de primerísima necesidad. Los peinados eran
sumamente complejos y requerían horas de
trabajo por lo que los arreglos debían
aguantar varios días hasta la próxima visita
del profesional. No debemos pasar por alto
que las clases altas se empolvaban el
cabello con harina de arroz, tanto los
adultos como los niños 729 . El cambio de
produjo en la misma reina, al dar a luz al
heredero al trono perdió bastante cabello730
por lo que Leonard propuso el peinado “a
l'enfant", un arreglo más sencillo para lo
cual fue necesario cortarle la melena731.
729
VON BOEHN, M: Ob. cit., p. 219 y ss.
730
VON BOEHN, M: Ob. cit., p. 120.
731
Léonard-Alexis Autié (1751-1820), conocido como monsieur Léonard fue el peluquero de María Antonieta
desde 1772. Al estallar la Revolución huyó del país, estableciéndose en Rusia, donde pudo dar continuidad a su
profesión debido al enorme prestigio que había logrado. BASHOR, W.: Marie Antoinette's Head: The Royal
Hairdresser, the Queen, and the Revolution. Connecticut, 2013, p. 39-44.
249
había decantado por este atuendo en 1775 733, con él que se hizo retratar por su Elisabeth
Vigée- Le Brun. La obra fue expuesta en el Salón de 1783, el público quedó
desagradablemente impresionado ya que la reina se presentaba exenta de sus atributos. El
vestido era demasiado moderno para la época por lo que provocó un fuerte rechazo, pero en
este tipo de indumentaria femenina se encontraba ya el germen de lo que desarrollaría no
mucho tiempo después.
734
La reina fue apodada así por sus desmesurados gastos en vestuario. En ocasiones sobrepasó por mucho el
presupuesto que tenía asignado que ya era de por sí desorbitado, unas 120.000 libras por año.
735
Descubiertas por el ingeniero aragonés Roque Joaquín de Alcubierre (1702-1780). Véase, FERNÁNDEZ
MUGA, F.: Carlos III y el descubrimiento de Herculano, Pompeya y Stabia. Salamanca, 1989.
736
En 1791 comenzaron a abrirse bazares en París con ropa ya confeccionada que se publicitaban enviando
catálogos con los precios. BOEHN, M: Ob. cit., p. 124.
737
Ibídem, pp. 106.
250
La mujer se liberó del envaramiento comenzando a vestir como las estatuas clásicas.
Los colores eran claros, fundamentalmente el blanco, y los tejidos vaporosos como la
muselina, tan trasparentes que era preciso usar forros. En ocasiones los trajes se humedecían
para recrear los plegados de la estatuaria clásica. Los vestidos de mañana, tarde o noche ya
no se diferenciaban por el tamaño sino por la riqueza de las telas. Los nuevos tejidos a la
moda al ser tan finos no podían llevar bolsillos, por lo que vinieron aparejados con la
popularización del bolso femenino, en un principio denominados “ridículos” por su pequeño
tamaño738. Desde 1795 el estilo Directorio se decantó por siluetas sencillas con el talle bajo
el pecho, brazos al descubierto y escotes despejados. Los vestidos eran enteros y se colocaban
por la cabeza o por los pies, con pliegues en la falda y normalmente con cola739. Como abrigo
se usaban chales o unas
chaquetillas cortas llamadas
“spencer”. El calzado también
se hizo a imitación de los
modelos romanos y se usaron
sandalias planas. Los peinados
se decantaron por la sencillez,
con simples recogidos que
imitaban modelos de la
antigüedad. El talle volvió a la
cintura hacia 1822, no hay que
Jacques-Louis David. Madame Récamier .1800. Museo del Louvre. olvidar que la cintura de avispa
París
ha sido un ideal de belleza salvo
en breves periodos.
738
LAVER, J.: Ob. cit., p. 124.
739
SOUSA CONGOSTO, F.: Ob. cit., p. 179.
251
Antonio Carnicero Mancio. Maja de
rumbo. Siglo XVIII. Museo Nacional del
Prado. Madrid.
clase media vivían bajo el peso de las etiquetas y los convencionalismos más fuertes en
materia de indumentaria.
El modelo de belleza francesa de mujer blanca con maquillaje color pastel, cabellos
empolvados, cuerpos emballenados con amplios escotes y cintura estrecha desembarca en la
España del primer Borbón. La piel blanca era un signo de distinción ya que solo la podían
lucir las mujeres no trabajadoras. Esta palidez adornada con un suave rubor en las mejillas
acompañada de unos rasgos suaves y delicados constituye la imagen ideal de la dama
dieciochesca. Llegamos a los primeros años del siglo XVIII y la española comienza a vestir “a
la francesa”, es decir, a la manera internacional. Uno de los cambios más significativos en el
vestido femenino es la aparición de un amplio escote y la eliminación del cartón de pecho. El
busto ya no se aplana por lo que la silueta del atuendo está en consonancia con la natural de la
mujer. Los escotes de vértigo escandalizaron a moralistas, teólogos y religiosos. En este
sentido, recogemos la carta pastoral del obispo de Cartagena publicada en Murcia en 1711,
cuyo contenido versaba sobre los excesos que a su juicio se estaban cometiendo en materia de
indumentaria:
“(…) jubones escotados ninguna mujer los puede traer, salvo las que públicamente ganan con
sus cuerpos las cuales los pueden traer con los pechos descubiertos, y a todas las demás se les prohíbe
dicho traje”740.
740
BELLUGA Y MONCADA, L.: Carta pastoral que el obispo de Cartagena escrive a los fieles ... para que ...
se destierre la profanidad de los trages principalmente el de los escotados, que aora nuevamente se han
introducido ... e intolerables abusos.. Murcia, 1711, folio B 4.
741
PUERTA ESCRIBANO, R.: “Moral, moda y regulación jurídica en la época de Goya”. Ars Longa 7-8.
Valencia, 1996-1997, p. 205.
742
PEÑAFIEL, RAMÓN, A.: “Costumbres, moral, fieles y clero en la Murcia del obispo Belluga” Anales de
Historia Contemporánea 21, Murcia, 2005, p. 206
252
“(…) conociendo el demonio que una mujer adornada mata muchas almas, intriga a las
mujeres a que se adornen, pero que su adorno afila la espada de su atractivo…por ser el adorno el
instrumento mas eficaz para provocar la concupiscencia, y lazo para coger las almas”743.
“El gobierno de tu casa confiarás a una criada, que solemos llamar ama; pero esta es preciso
que no la busques beata, con su saco y cordón y fruncida toca (…) Porque esto de cotilla, aguja de
plata, basquiña con cola y delantal con faralaes, es cosa muy extraña en casa donde se profesa tanat
virtud como la tuya”745.
El vestido femenino de los primeros años del siglo no sufre muchas modificaciones
con respecto al que se usaba en la Sevilla de finales del siglo XVII. La palabra ”traje” que se
empezó a usar en el siglo XVII, procede de portugués “trager”, servía para denominar un
vestido entero de mujer y también al masculino (siempre compuesto por varias prendas)746.
Los protocolos estudiados nos proporcionan información sobre los tejidos de tal manera que
en ocasiones resulta sorprendente el alto valor de algunas piezas de indumentaria, muy por
encima de la tasación de pinturas de Murillo o el mismo Tiziano747.
Durante la primera mitad del siglo se pone de manifiesto que lo más habitual era el
traje el compuesto por varias piezas aunque en Europa lo mas común fue el vestido entero. El
atuendo podía estar formado por dos o tres prendas: chaqueta y falda o ambas a juego con un
cuerpo. Las denominaciones no son siempre iguales ni responden al mismo patrón. La prenda
743
BELLUGA Y MONCADA, L.: Ob. cit., fol A 4.
744
El cardenal Luis Belluga y Moncada (1662-1743) dejó una interesante obra. Creó una serie de fundaciones
benéficas, muy preocupado por la miseria que se acrecentó aún mas tras la guerra de Sucesión. Colonizó nuevas
tierras fundando tres poblaciones. En sus escritos denunciaba la usura y los excesivos gastos en bienes suntuarios,
tanto del Estado como a nivel particular, considerando que eran muy perjudiciales para la buena marcha de la
nación. En sus escritos se aprecia un gran conocimiento de la economía española. SÁNCHEZ LISSÉN, R.:
Economía y economistas andaluces (siglos XVI-XX). Madrid, 2013, p. 178-179.
745
AFÁN DE RIBERA, F.: Virtud al uso y mística a la moda. 1729, p. 70.
746
DE LA PUERTA ESCRIBANO, R.: La segunda piel. Historia del traje en España. Valencia, 2006, p. 250.
747
SANZ SERRANO, Mª. J., DABRIO, Mª. T.: “Inventarios artísticos sevillanos del siglo XVIII. Relación de
obras artísticas”. Archivo Hispalense, nº 176, Sevilla, 1974, p. 94.
253
para la parte superior del cuerpo podía llamarse de varias maneras: hongarina748, gabacha y
casaca. Bajo éstas se llevaba el monillo o la cotilla, mientras que las faldas tienen múltiples
denominaciones: saya, guardapiés, tapapiés y basquiña.
748
También aparece como ongarina, engarina, ungarina ó angarina.
749
Solamente hemos hallado “tinas para bañarse” en dos inventarios post-mortem.
750
AHPSE: P-18031, 343 r. Apéndice documental, documento 38.
751
Medida española equivalente a 83´5 cm ó tres pies. El metro como unidad de media se adoptó a partir de la
Revolución Francesa. En España se adoptó por ley el 19 de julio de 1849. MAIER, J.: Antigüedades siglos XVI-
XX. Madrid, 2005, p. 51.
752
AHPSE: P-1307, 492 r. En esta carta de dote la vara de bramante y holanda se valora en algo mas de 5 reales
mientras que la de bretaña en algo mas de cuatro.
753
TEJEDA FERNÁNDEZ; M.: Ob. cit., p. 135.
254
“La vestidura de lienzo, fabricada regularmente de lino, que se pone en el cuerpo inmediata a
la carne, y sobre la qual assientan los demás vestídos. Suele hacerse tambien de lienzo de cáñamo,
como lo usan los rústicos: y aludiendo a esto, dice Covarrubias que algunos son de sentir se dixo
Camísa de Cañamísa, por haver sido primero el uso del cáñamo, que el del líno”754.
Según hemos podido comprobado el uso de la camisa en la Sevilla del XVIII era
común a todos los estamentos sociales. Esta prenda era larga y tenía mangas mientras que las
enaguas cubrían de cintura a tobillos, por tanto se puede afirmar que la ropa interior cubría
prácticamente todo el cuerpo femenino. Debajo de las enaguas no se usaba ninguna prenda.
La camisa se consideraba una “segunda piel” y sí se lavaba (existen documentos en Sevilla
que recomendaban mudarla al menos
una vez a la semana) 755 . Su aspecto
debía ser limpio e inmaculado ya que
era señal inequívoca del aseo de la
persona; la gente adinerada usaba
polvos y perfumes para evitar el mal
olor corporal. El hecho de que no
fueran muy numerosas es un hecho
común a todos los extractos sociales.
Un ejemplo claro nos lo ofrece el ajuar
de Isabel Carlota Palatinado, la Anónimo. Bodegón con negra. Finales siglo XVII.
Colección particular. Sevilla.
princesa contrajo matrimonio con el
duque de Orleans, hermano de Luis XIV, en 1671 llevando solamente seis camisas de día y
seis de noche; la zarina Catalina II contaba en sus memorias que llegó a Rusia con tan sólo
una docena de camisas756.
Los materiales para la confección de esta prenda nos hablan claramente del nivel
económico de la contrayente ya que se podían elaborar con los más diversos tejidos, desde la
fina holanda a la vulgar estopilla. Casi todos los lienzos se destinaban a la fabricación
754
http://web.frl.es/DA.html
755
Véase, AGUADO DE LOS REYES, J.: Fortuna y miseria en la Sevilla del siglo XVII. Sevilla, 1996.
756
GONCOURT, E.: Ob. cit., p. 257.
255
casera757. Es relativamente frecuente hallar en los documentos partidas de tejidos en varas
para confeccionar ropa blanca a nivel doméstico, aparecen bretaña, holanda, beatilla fina, crea,
bramante y lienzo de Vizcaya entre otros, aunque en el siglo XVIII las camisas ya se podían
adquirir en tiendas758.
La forma de las camisas femeninas era distinta a las masculinas. En cualquier caso, las
de mujer estaban realizadas bajo un patrón bastante sencillo a base de cuadriláteros en el que
se empleaban unas cuatro varas, distinguiéndose en ellas dos partes básicas: las mangas y el
cuerpo o árbol. Las mangas, que podían ser largas o cortas, acababan en puños y en la axila
tenían el cuadradillo o escudete. Los cuerpos o árboles eran bastante bajos y llegaban como
mínimo hasta más abajo de las caderas. Si los lienzos eran estrechos se les incorporaba nesgas
a ambos lados de los hombros para dotarlos de más vuelo. El escote era simple, una abertura
en redondo o rectangular con una aletilla corta y sus botones o una simple abertura con un
botón y una presilla, soliendo presentar también numerosas tablitas y frunces. Las camisas se
cerraban mediante botones en pecho y puños. Las clases pudientes los llevaban de metales
finos mientras que las populares los forraban del mismo material que la prenda, en cualquier
caso en documentos de damas principales aparecen también camisas “llanas”.
Desde esposas de albañiles a altas damas, todas llevaban camisas en sus ajuares. Por
influencia de la moda francesa, las españolas con posibles las guarnecían con encajes y
bordados en cuello mientras que las mangas se remataban en vuelos de encaje con tres
volantes denominados “comprometedores” dispuestos de mayor a menor para su mejor
lucimiento759: “Dos camisas de Ruan con mangas guarnecidos con encajes de pittiflor finos en
75 reales”760; “cinco cuellos y dos pares de puños de encaje para las camisas en 41 reales”761.
Por lo general las partidas de ropa interior femenina no son muy extensas en cuanto a número
de piezas. En cuanto a la manera de citarlas, en muchas ocasiones simplemente se constatan
sin ningún tipo de información adicional, pero en otras se nos informa que era relativamente
frecuente que la novia llevara camisas nuevas y también usadas, en las descripciones de las
piezas es normal añadir su estado de conservación. En el caso de la ropa interior muchas
veces se omiten los materiales pero sí se especifica si están nuevas, usadas, viejas o
demediadas: “Primeramente diez camisas de mujer de bretaña (bien tratadas) y morles con sus
757
HERRERO GARCÍA, M.: Estudios sobre indumentaria española en la época de los Austrias. Madrid, 2014,
p. 202.
758
PUERTA ESCRIBANO, R.: Ob. cit., p. 126.
759
TEJEDA FERNÁNDEZ, M.: Ob. cit., p. 137.
760
AHPSE: P- 1323, 346 r.
761
AHPSE: P-1315, 532 r.
256
bovillos bien tratados y algunas de ellas labradas en seda”; “cinco camisas mal tratadas”. 762
En dotes modestas es normal encontrar ropa interior a estrenar aunque normalmente se
generaliza sin ofrecer prácticamente datos. “Seis vestiduras de ropa blanca en 706” 763; en
cambio los encajes o alguna labor especial sí son mencionados si: “seis camisas las quatro
nuevas con encaxes en doce pesos”764. El encaje era una labor costosa por tanto nunca se
omitía, en la carta de entrego de dote a favor de José Serraso “del arte de la platería” (1730),
figura un juego de camisa y enaguas de lienzo muy fino guarnecida con encajes finos en 130
reales. En ocasiones la novia lleva la camisa y las enaguas a juego. Lógicamente los encajes
acrecentaban el precio de la pieza, en esta misma carta de dote aparecen tres camisas y tres
pares de enaguas nuevas pero sin decoración tasadas en 118 765 reales, frente a los 130 que
costaba un solo juego con encajes. Las camisas más económicas se confeccionaban con crea.
Un material también bastante utilizado para las sábanas. La dote menos cuantiosa que he
hallado a lo largo de todo el siglo, fechada concretamente en 1762, en la que se entregan tan
sólo 809 reales, lleva cuatro camisas de crea y el mismo número y material de enaguas766. Las
mujeres modestas llevaban camisas y enaguas pero normalmente sin ninguna labor que
hubiera que anotar, Ana Martín (1719), mujer de un maestro zapatero aportaba: “Ytt. ocho
camisas nuevas en trescienttos Reales” y “Ytt. tres dichas usadas en cuarenta y cinco”767.
762
AHPSE: P-1307, 79 r.
763
AHPSE: P- 9546, 205 v.
764
AHPSE: P- 702, 183 r.
765
AHPSE: P- 702, 714 v. Apéndice documental, documento 22.
766
AHPSE: P-. Folio 258 r. OFICIO 15
767
AHPSE: P- 10345, 255 v. Apéndice documental, documento 13.
768
AHPSE: P- 12134, 614 r. Apéndice documental, documento 63.
769
AHPSE: P- 5128, 513 r. Apéndice documental, documento 16.
770
AHPSE: P- 18020, 250 r. Apéndice documental, documento 41.
257
Una dote otorgada por un mercader de especias en 1702 aportaba: “Tres camisas
nuevas y una con enconsadura”771. La encosadura era la unión de dos lienzos, uno mas fino
que otro “que se suele hacer en las camísas que llaman Gallegas, proprias de mugeres
ordinarias, cuya mitad de medio cuerpo abaxo es de lienzo fuerte y bastó. Es término usado en
Andalucía, formado de la preposición En del verbo Coser, y del nombre Duro”772.
258
Monsalve (1772), figura una partida de “Ropa blanca” en la que aparecen las piezas de la
finada junto a las de su difunto marido. En el de María Teresa Fernández de Córdoba fechado
en Écija en 1734-1735 hemos hallado: “dos doz. de mudas de ropa blanca completas
guarnecidas de encajes ricos finos” valoradas en 4.000 reales779. Sin duda la cifra más elevada
de la que hemos tenido conocimiento a lo largo de todo el siglo no sólo en cuanto a cantidad
de piezas sino también a su valor.
Los otorgantes no querían dejar pasar elemento alguno al azar, la de doña Ignacia
Marcela de la Fuente (1788) llevaba diez camisas de bretaña legítima valoradas en 600
reales780. En 1730 don Alonso Soto entregó una sustanciosa dote a su criada Ana María: “(…)
a quien he criado en mi casa y servicio desde que la trajeron”. La futura esposa llevaba cuatro
camisas nuevas guarnecidas de encajes junto a dos usadas y ocho enaguas 781 .En las
capitulaciones matrimoniales de doña Isabel María Maestre (1791), figuran treinta y seis
camisas de bretaña legítima superior con cuellos de muselina bordada guarnecidos con
encajes tasados 3.527 reales 782 . La muselina, una constante a finales de siglo, también se
utilizaba para la confección de camisas: “una camisa de muselina bordada 390 r, una camisa
de muselina pintada 150 r”783.En una carta de 1796 se especifica que la bretaña para las
camisas ha costado 15 reales la vara mientras las camisas del mismo tejido ya usadas durante
un año se valoran en 8 reales la misma medida784. A finales de siglo una camisa de bretaña
sencilla costaba unos 60 reales785.
Como ya se ha apuntado, las partidas de ropa blanca podían aparecer bajo un único
precio final, en la carta de dote recibida por don Agustín de Rospide (1740) aparecen
veinticuatro camisas, trece pares de enaguas blancas, seis corpiños y seis pañuelos
confeccionadas con holanda, estopilla y bretaña pero sin especificar a qué corresponde cada
uno aunque todo está “guarnecido de encaxes ricos superfinos en dos mil seiscientos y veintte
reales”786 una cifra ciertamente elevada para la época. Las piezas absolutamente inservibles
también se inventariaban, siendo a veces su aprecio cero, mientras que otras todavía se
779
AME: Fondo Marquesado de Peñaflor Leg. 8, doc. 16.
780
AHPSE: P- 716, 106 r. Apéndice documental, documento 54.
781
AHPSE: P- 702, 148 r. Apéndice documental, documento 20.
782
AHPSE: P- 12128, 360 v. Apéndice documental, documento 56.
783
AHPSE: P- 9584, 632 r.
784
AHPSE: P- 10367, 606 r.
785
AHPSE: P- 11256, 306 r.
786
AHPSE: P- 3783. Folio 283 v. Apéndice documental, documento 37.
259
consideraba que valían algo: “treze camisas inusables de viejas, en veintte y seis reales”. 787 A
veces se generaliza y en vez de especificar se anotan simplemente como “mudas de ropa
blanca”788.
Por último, destacar la almilla o armilla una especie de jubón de lienzo con mangas
largas o cortas que se usaba en invierno como defensa del frío, la femenina carecía de faldillas.
Esta prenda de ropa interior era de uso general para hombres y mujeres y se colocaba sobre la
camisa789 o incluso sobre la cotilla. Se podía utilizar también para dormir y abarcaba a toda la
escala social790. La almilla también podía ser una camisa corta o pequeña pero su hechura era
idéntica a la de la camisa. Su uso está registrado en la indumentaria española desde los siglos
XV al XVIII. Esta pieza estaría confeccionada con linos y también con tejidos costosos;
también podía utilizarse para dormir, en el ajuar de María Antonia de Borbón791 fechado en
1750 aparecen veintidós almillas de noche guarnecidas de distintos tipos de encaje792.
Las mujeres también usaban corbata como los hombres, sencillas de lienzo o ricas con
encajes. Estas piezas se disponían alrededor del cuello a modo de pañuelo. En la dote de
Francisca de Mármol (1741) aparecen dos de muselina y una de estopilla en 8 reales793.
787
AHPSE: P- 14692, 352 v.
788
AHPSE: P- 11218, 1437 r.
789
FERNÁNDEZ TEJEDA, M.: Ob. cit., p. 48.
790
PUERTA ESCRIBANO, R.: Ob. cit., p. 107.
791
Hija pequeña de Felipe V e Isabel de Farnesio. Nacida en los Reales Alcázares de Sevilla en 1729, fue reina
de Cerdeña por su matrimonio con Víctor Amadeo III.
792
HERRERO GARCÍA, M.: Ob. cit., p. 216.
793
AHPSE: P- 18013, 485 v. Apéndice documental, documento 39.
794
AVELLANEDA, D.: Debajo de vestido y por encima de la piel… Historia de la ropa interior. Buenos Aires,
2006, p. 57.
795
En la comedia La villana de Getafe.
260
o Quiñones de Benavente 797 . El Diccionario de Autoridades define las enaguas como:
“Género de vestido hecho de lienzo blanco, a manera de guardapiés, que baxa en redondo
hasta los tovillos, y se ata por la cintúra, de que usan las mugeres, y le trahen ordinariamente
debaxo de los demás vestidos.”798.
Las enaguas eran una falda interior colocada bajo la camisa, se introducían por la
cabeza, siendo su objetivo el ahuecar el traje por lo que se usaban varias superpuestas. Todas
ellas se juntaban en la cintura mediante cintas799. En contraposición a las camisas, que son
más o menos lujosas pero siempre de hilo blanco (no hemos encontrado ninguna referencia a
una camisa de color), las enaguas se presentan confeccionadas no solamente con lienzo
blanco: “Enaguas de bretaña nuevas guarnecidas de encajes” 800 , sino diversos tejidos y
colores: “Unas enaguas encarnadas bordadas de seda de colores 150”801; “Unas enaguas de
grana”802; “Ytten unas enaguas de media granilla nuevas en noventa Rs”803.
En el afán dejar constancia del estado de las piezas comprobamos que en una dote de
1701 se llevan un par de enaguas blancas de lienzo de Vizcaya “guarnesidas de encaxes
796
En la comedia Casa con dos puertas mala es de guardar: “He estado acabando unas enaguas, Que como mil
paños llevan, no fue posible acabarlas”. KEIL, J.: Las comedias de Pedro Calderón de la Barca. Leipzig, 1827,
p. 39.
797
En el entremés Las habladoras: “Cómpreme enaguas, écheme virillas”.
798
http://web.frl.es/DA.html
799
PUERTA ESCRIBANO, R.: “La moda civil en la España del siglo XVII: inmovilismo e influencias
extranjeras”. Ars Longa. Valencia, 2008, p.72.
800
AHPSE: P- 9545, 218 v.
801
AHPSE: P- 1306, 912 r.
802
AHPSE: P- 9545, 337 r. La grana era un tejido de lana muy fino de ese mismo color.
803
AHPSE: P- 10318, 844 v
804
TEJEDA FERNÁNDEZ, M.: Ob. cit., p. 217.
261
apolillados” 805 . La mujer de un maestro albañil llevaba en su ajuar (1741) de calimanco,
sempiterna roja y esparragón azul806. Rosalía Martínez (1748) aportaba unas de bayeta pajiza
de Inglaterra y tres pares de bretaña adornadas con flecos 807. Los flecos son habituales en su
adorno así como los volantes, que se denominaban faralas o faralaes y que podían ser del
mismo material que la enagua u otro diferente.
A mediados de siglo se observa que las enaguas con volantes comienzan a aparecer
con frecuencia, normalmente realizadas con muselina. En Sevilla las confeccionadas con
muselina con volantes de lo mismo son una constante en los últimos años del siglo. En este
momento el cambio radical que se produce en el vestido femenino trae consigo la
multiplicación de las enaguas ya que la muselina es transparente. Es interesante cuando se
ofrecen datos sobre la temporada para uso de la pieza: “Unas enaguas de canícula de estambre
y seda en sesenta”808 .
805
AHPSE: P- 10318, 844v.
806
AHPSE: P- 18013, 485 v. Apéndice documental, documento 39.
807
AHPSE: P- 18020, 250 r. Apéndice documental, documento 41.
808
AHPSE: P- 11247, 1471 r.
809
AHPSE: P- 9583, 52 v.
811
AHPSE: P- 9575, 147 v.
812
AHPSE: P- 9545. Folio 470 v.
813
AHPSE: P- 1323, 339r.
814
AHPSE: P- 10342, 255 v.
815
AHPSE: P- 767, 301r.
262
chorreadas, de basta sempiterna816 o de fina bayeta. La bayeta rosa es frecuente en esta
prenda.
Los galones de plata eran verdaderos o de imitación, no todos los bordados eran de
materiales nobles. En la partida de ropa blanca de la dote de doña María de la Concepción
Ponce de León (1795), marquesa de Arco Hermoso817, aparecen trece pares de enaguas de
bretaña ancha compradas en un comercio “Casa de Magariños” a un precio de 13 reales la
vara818. Esta alusión es interesante y novedosa. Las enaguas de lienzo regalado costaban a
finales de siglo unos 40 reales el par, en este mismo documento figuran unas “interiores de
lienzo con emballenado” y “blancas de alforza819 en 25 reales”820, incluso aparecen a juego
con monillos del mismo material821. Las lentejuelas se pusieron de moda en la indumentaria
femenina de finales de siglo, no solamente en vestidos, sino también en ropa interior y
accesorios, en 1800 aparecen ejemplos realizados en gasa y decorados con lentejuelas 822.La
camisa y enaguas eran prendas “íntimas” que estaban en contacto directo con la piel. Las
únicas partes que se mostraban eran los puños en el caso de las primeras y el ruedo en el de
las segundas. Otra pieza interior que no aparece muy a menudo son las fajas de lienzo, a veces
denominadas “fajas der parir”, doña Petronila de Sangronis (1702) tenía “dos fajas de lienso,
con sus sintas de parida”823 y la marquesa de la Candía (1772) una de lienzo824, esta dama no
tuvo hijos por lo que pensamos que esta pieza sería usada como un ceñidor.,
816
La sempiterna era una tela de lana basta muy usada por las clases populares.
817
María de la Concepción Ponce de León contrajo matrimonio con Francisco Manuel Ruiz del Arco y Utrera, II
marqués de Arco Hermoso. Este último al enviudar se casó en 1822 con Cecilia Böhl de Faber y Larrea (1796-
1877) la célebre escritora conocida por el seudónimo de Fernán Caballero.
818
AHPSE: P- 10367, 605 v.
820
AHPSE: P- 788, 177 v.
821
AHPSE: P- 16493, 273 r.
822
AHPSE: P- 1910, 335 r.
823
AHPSE: P- 10321, 625 r. Apéndice documental, documento 4. Tras el parto la costumbre era fajar el vientre
para facilitar que el útero se replegara.
824
AHPSE: P- 9568, 672 v. Apéndice documental, documento 48. Doña Teresa Thous de Monsalve no tuvo
hijos por lo que esta pieza sería usada como un ceñidor.
825
http://web.frl.es/DA.html
263
motivo las enaguas se sobreentendieron como blancas hasta finales del siglo XIX mientras
que el faldellín se transformó en falda826.Ejemplos de faldellín los encontramos en el aprecio
de bienes de doña María Nicolasa Pascual fechado en 1734, la dama tenía en su haber uno de
raso de oro verde con galoncito de oro y encajes de velillos, otro de bayeta blanca con encaje
pequeño y “un faldellin de Bayeta verde con un Galonsito de oro por avajo que por ser de
muy corto valor dhos señores lo dieron a la familia”827; esta última prenda se valora en cero lo
cual indica que debía encontrarse prácticamente inservible.
826
HERRERO GARCÍA, M.: Ob. cit., p. 255.
827
AHPSE: P- 10349, 209 r. Apéndice documental, documento 30.
828
AHPSE: P- 8173, 1613 r.
829
AHPSE: P- 10342, 389 r.
830
AHPSE: P- 12023. 455 v.
831
HERRERO GARCÍA, M.: Ob. cit., p 225.
832
AHPSE: P- 9568, 104 r.
833
AHPSE: P- 9583, 83 r.
834
AHPSE: P- 10318, 844 v.
264
reales835. Aunque se considera una pieza de ropa interior y su confección en sencillo lienzo es
una prueba fehaciente, a veces aparecen algunas piezas así denominadas pero realizadas con
materiales lujosos por lo que probablemente formarían parte del vestido; doña Gregoria
Blázquez (1724) tenía uno de damasco encarnado bordado con plata836. También aparecen
confeccionados con tafetán también a precios bajos, la mujer de un albañil llevaba en su ajuar
(1741) uno negro y otro verde, tasados ambos en 15 reales837 e Isabel Maestre (1791) tenía
seis de colonia rayada valorados en 139 reales838.
835
AHPSE: P- 10345, 255 v. Apéndice documental, documento 13.
836
AHPSE: P- 1323, 339 r. Apéndice documental, documento 15.
837
AHPSE: P- 18013, 485 v. Apéndice documental, documento 39.
838
AHPSE: P- 12128, 316 v. Apéndice documental, documento 56.
839
Está dividida en cinco partes, en la última incluye un índice con trescientas veinte trazas. PUERTA
ESCRIBANO, R.: “Los tratados del arte del vestido”. Archivo Español de Arte, 2001, p. 57 y ss.
841
TEJEDA FERNÁNDEZ, M.: Ob. cit., p. 195.
265
El Diccionario de Autoridades la define como: “Jubón sin mangas hecho de dos telas,
embutido con barba de ballena, y pespuntado, sobre el qual se visten las mugeres el jubón o
casaca, y trahen ajustado el cuerpo”. La cotilla era un corpiño con ballenas que se colocaba
sobre de la camisa, levantaba y ensalzaba el pecho, estrechaba la cintura y se ataba con cintas
por detrás o por delante. Si se ataba por la espalda, la señora precisaba de ayuda para poder
vestirse aunque solamente podía ser utilizada por mujeres que no realizaran trabajo físico
alguno ya que imposibilitaba el libre con movimiento. Esta pieza solía ser muy escotada,
siendo el escote cuadrado o redondo por el que asomaba el nacimiento del pecho y la
guarnición de la camisa. A partir de la cintura se remataba en recto o en faldillas sueltas. A
veces el escote se reforzaba con piel en el borde.
Su uso se extiende durante buena parte del siglo XVIII y convive con el corsé. Desde
la Alta Edad Media las damas habían usado cuerpos ceñidos para afinar su silueta, a finales
del siglo XVII los grandes viajes transoceánicos descubrieron las posibilidades de las ballenas
para la confección de la ropa interior. Las barbas de ballena no son propiamente hueso, sino
un material keratinoso que permite filtrar el plancton y el krill. Fueron utilizadas en lencería y
en la fabricación de sombrillas ya que era uno de los escasos materiales flexibles que se
conocían en la época. Las barbas de ballena se utilizaban también en los ahuecadores aunque
por extensión se denominaron ballenas a otros materiales como mimbre, metal, cuero o
madera.
842
HERRERO GARCÍA, M.: Ob. cit., p 219.
843
AHPSE: P- 5165, 370 r. Apéndice documental, documento 7.
844
AHPSE: P- 10356, 127 v.
266
cotilla”845, hay varias menciones a la cotilla entera y a la
media cotilla a lo largo de toda la centuria: “Una cotilla
entera nueva de tafetán listado, una media cotilla de lienzo
pintado”846.
La cotilla, tal y como hemos visto, podía ser una
prenda interior o exterior: “Una cotilla de grodetud
encarnada con galón de plata”847; “Una cotilla de tafetán,
en el peto un galon de oro usado” 848. Por lo general se
nombra la pieza sin proporcionar ninguna información
adicional o simplemente el material, por ejemplo “una
cotilla de raso”849 o “Una cotilla de damasco carmesí en
veintidos y medio”850. En ocasiones se especifica que la
Cotilla. Andalucía. Hacia 1750-
cotilla lleva ballenas: “Dos cotillas de ballena de seda de 1760. Museo del Traje. Madrid
damasco verde la una y la otra celeste”851. Esta se podía
confeccionar con los más diversos tejidos como raso, damasco y persiana.
“En cuanto a que las modas Francesas tengan alguna particular nobleza, y hermosura, pienso
que no basta para creerlo el decirlo un Autor apasionado. Las cotillas vinieron de Francia; y en una
porción la más desabrida de las montañas de León, que llaman la tierra de los Argüellos, las usan de
tiempo inmemorial aquellas Serranas, que parecen más fieras, que mujeres. No creo que sus mayores,
que las introdujeron, tenían muy delicado el gusto. Si una mujer de aquella tierra pareciese en Madrid,
845
AHPSE: P- 10361, 70 v.
846
AHPSE: P-?? Folio 303 v. año 1778 oficio 15
847
AHPSE: P- 10346, 17 r.
848
AHPSE: P- 11170, 1050 v.
849
AHPSE: P- 702, 667 r.
850
AHPSE: P- 1326, 413,
851
AHPSE: P- 9546, 419 v.
267
antes de venir de Francia esta moda, sería la risa de todo el
Pueblo: conque el venir de Francia es lo que le da todo el
precio.”852
La moda imponía la cintura de avispa pero se llegó a tal extravagancia que algunos
médicos alertaron de lo perjudicial que era para la salud tener el torso tan comprimido por las
ballenas ya a mediados del siglo XVIII. También escritores como Rousseau se hicieron eco
sus desventajas 854 . En la segunda mitad del siglo XVIII comienza una corriente hacia la
simplicidad, los vestidos se hacen más ligeros inspirándose en la moda inglesa de tejidos
fluidos y drapeados. Diversos pensadores y médicos comenzaron a batallar contra el corsé,
Rousseau y Buffon particularmente, le llamaron “exprimidor del cuerpo”. Juan Caldevilla
Bernaldo de Quirós, seudónimo de Ignacio de Meras Queipo de Llano, publicó en Madrid en
1737 Aviso de una dama a una amiga suya sobre el perjudicial uso de las cotillas, en el que
se hacía eco de las deformaciones e insuficiencias respiratorias ocasionadas por su uso:
“Con el pecho comprimido apenas, pues, respiran, se forman los escirros, apostemas malignas
y perdiendo el color se vuelven enfermizas, los males más se aumentan y se debilitan.”
En 1770 Bonnaud publicó una célebre obra de, “La Dégradation de l’esp ce humaine
par l’usage du corps à baleines” (“La degradación de la raza humana por el uso del cuerpo en-
852
FEIJÓO, B J: Teatro crítico universal. Tomo II. Discurso VI.
853
AHPSE: P- 12134, 642 r.
854
BOEHN, M: Ob. cit., p.180.
268
varillado”). Tras la Revolución, el corsé fue abolido en pos de una moda inspirada en las
antiguas Grecia y Roma. El corsé simbolizaba el Antiguo Régimen y los privilegios de una
nobleza improductiva. Durante esta época las mujeres consideraban como moderno poder
transportar todo sus vestidos en una sola bolsa, era imposible poner un corsé ya que no se
podía doblar a causa de las ballenas. El retorno del orden moral bajo el Imperio hace retornar
esta pieza; pese a las denuncias sobre las malformaciones que ocasionaban, su uso perduró
hasta finales del siglo XIX.
Los profundos cambios políticos originaron un nuevo ideal de feminidad alejado del
gusto aristocrático. La exaltación de la moda rural impuso una indumentaria de corte bajo el
pecho que liberaba el cuerpo femenino mediante el uso de vestidos de talle alto y concediera
una mayor libertad. Sin embargo, la restauración de la monarquía a principios del siglo XIX
supuso un regreso al encorsetamiento. Las cotillas dieron paso a los corsés, que se convertirán
en uno de los elementos claves de la estética romántica. El corsé vuelve pero con una forma
totalmente diferente a la cónica en favor de una silueta con forma de reloj de arena. El corsé
fue un elemento esencial en la Europa decimonónica, una mujer iba correctamente vestida si
lo llevaba, incluso se hizo más cómodo ya que su forma seguía fielmente las líneas de la
silueta855 856.
Para dormir, ambos sexos usaban camisón y se cubrían con una bata. El camisón
también se denominaba “camisa de dormir”, con este término aparece en los guardarropas de
la familia real española. El ritual cortesano siguió el modo francés en lo referente a presenciar
la colocación de esta prenda tanto al rey como a la reina. Su forma era parecida a la de camisa
pero más larga. Las piezas lujosas podían tener encajes en pechera y puños 857 . Otra
denominación común es la de “camisa de noche”, doña Ana de Austria llevaba en su ajuar
una docena y media destinadas a tal fin858. En las clases populares la camisa misma hacía las
855
Se anunciaban en las revistas de moda y se mostraban en los escaparates. El corsé se produjo a gran escala y
llegó a todas clases sociales, incluso a esclavos negros en América. Hacia 1860 eran cortos mostrando un pecho
pequeño que contrastaba con las inmensas faldas. A partir de 1870 se confeccionaron más largos tapando el
abdomen con el consiguiente estilizado de la silueta provocando el aansiado talle de avispa. Véase, STEELE,
V.: The Corset: a cultural History. Yale University Press, New Haven & London, 2001.
856
El corsé fue de uso inexcusable hasta que el modisto francés Paul Poiret (1879-1944) lo derogó.Apodado “el
magnífico”, sus trajes fluidos, basados en indumentaria oriental, fueron los responsables de una transformación
drástica en la indumentaria de la mujer occidental Poiret fue el primer diseñador que sentó las bases de la moda
tal y como las conocemos hoy. Trabajaba con la tela directamente sobre el cuerpo, abogando por un corte a base
de líneas rectas. Véase, Koda, H. y Bolton, A.: Poiret. New York, 2007.
857
TEJEDA FERNÁNDEZ, M.: Ob. cit., p 138.
858
HERRERO GARCÍA, M.: Ob. cit., p. 213.
269
veces de camisón. Esta pieza a veces se confeccionaba con materiales distintos para cuerpo y
mangas como la camisa: “Seis camisones de ruan y mangas de bretaña con encajes en ciento
treinta y cinco”859.
La bata era larga y abierta por delante, con mangas rematadas por vueltas, su origen
parece radicar en la India llegando a Europa a través del comercio holandés. También aparece
denominada como “ropa de levantar”. En el inventario de doña Leonor Cavalleri (1765)
figuran “dos batas de cama” una de tafetán a rayas forrada también en tafetán y otra de
indiana morada y blanca con forro de lienzo860 .Se especifica “bata de cama” ya que uno de
los vestidos de moda por aquel momento también se denominaba bata. Doña Inés María de
Barradas (1768) llevó en su dote un bata rosa con encajes que había sido guarnecida en
Madrid tasada en 630 reales861 mientras que en las capitulaciones matrimoniales de María
Catalina del Campo (1711) aparecen dos lujosas piezas con “sus señidores de raso y flo flores
de oro y plata forradas en sayal de la reina en mil cien r”862.
El pañuelo está presente en prácticamente todos los ajuares, siendo tan vez la única
pieza que las personas más humildes podían llevar con algún encaje. Generalmente se
confeccionaban con lienzos. En la dote recibida en 1710 por José Robles, oficial de albañil,
constan dos pañuelos blancos y cuatro corpiños “de lo mesmo todo en treinta y dos r”863. La
mujer de un maestro zapatero (1719) tenía dos de estopilla valorados en 15 reales864. Los
materiales que aparecen con más frecuencia en la fabricación de pañuelos son la seda, la
estopilla, el olan y la muselina. Ignacia de la Fuente (1788) llevaba en su dote dos de olan,
cuatro de seda, uno de merlín otro de algodón y por último, tres de estopilla 865 . En las
capitulaciones de Isabel Maestre (1971) hay treinta pañuelos de estopilla “olanada” tasados en
437 reales y seis de batista, uno de ellos con encajes de Inglaterra, en 572866.
La dote de María Manuela Cascallana (1791) que aportaba una cantidad de 35. 469
reales de vellón, sorprende por el hecho de solamente llevar en su ajuar cuatro de color, cuatro
blancos en 30 reales y uno “fino” en 20; mientras que recibió cinco más como regalos de
859
AHPSE: P- 1323, 337 r.
860
AHPSE: P- 14692, 131r. Apéndice documental, documento 45.
861
Archivo Marqués de Peñaflor. Leg, 9, doc. 4.
862
AHPSE: P- 10334, 233 v.
863
AHPSE: P- 2822, 605 r.
864
AHPSE: P- 10345, 255 v. Apéndice documental, documento 13.
865
AHPSE: P- 716, 106 v. Apéndice documental, documento 54.
866
AHPSE: P- 12126, 359 v. Apéndice documental, documento 56.
270
parientes bastante modestos a juzgar por el precio, como tres de guardilla en 21 reales 867. En
la carta de dote de Ramona García (1797) aparecen cuatro pañuelos de muselina y seis de
lienzo “con listas encarnadas” nuevos en 60 reales, a lo que hay que añadir otro de seda rojo
con rayas verde y negras, dos de muselina, más otros dos del mismo tejido el primero bordado
y guarnecido de encaje y el segundo solamente guarnecido 868. El montante total del citado
ajuar en lo concerniente a esta pieza alcanzaba los 425 reales.
Sus colores y decoraciones nos hacen comprobar que el pañuelo era una pieza para
mostrarla, a la que se daba importancia. Éstos pañuelos se llevaban en las faltriqueras tal y
como muestra la dote de Mariana Suárez en 1800: “Ytt. Seys pañuelos para faltriquera todos
en sesenta r”, y en el cuello: “Ytt. Un pañuelo bordado para el cuello en cinquenta r”, aparte
aparecen ocho más confeccionados con seda, linón y guardilla869. Estas piezas suelen estar
anotadas junto a prendas de ropa interior como las enaguas y también junto a los delantales,
en la carta de entrego y adjudicación de dote a favor de José Serraso (1730) “del arte de la
platería” aparecen cuatro pañuelos, tres de lienzo y uno de gasa todos en 40 reales, junto dos
de seda, un delantal de estopilla con encajes y una toalla delgada, todo en 50870.
El peinador era una pieza de ropa blanca que se ataba al cuello y se disponía sobre
los hombros para no manchar la ropa y facilitar el arreglo de la señora. Las damas principales
usaban peinadores confeccionados con lienzos de calidad y guarnecidos de encajes. Isabel
Maestre llevaba en sus capitulaciones (1791): “Ytt. Tres peinadores con mangas de bramante
florete guarnecidas con murcelina listada” en 339 reales con 17 maravedís; y un segundo de
batista con guarnecida bordada en 286 reales con 8 maravedís871. Los peinadores de simple
lienzo eran económicos tal y como atestigua la carta de Manuela Cascallana (1791) donde un
par se tasa en 15 reales872. El empolvado de la cabellera hacía que el peinador fuese una pieza
obligatoria en el tocador de la señora. En la pintura francesa encontramos representaciones de
este momento íntimo de la dama delante de su espejo con un peinador sobre los hombros,
incluso de la misma madame de Pompadour.
867
AHPSE: P- 12128, 484 v, 496 r. Apéndice documental, documento 57.
868
AHPSE: P- 12134, 615 v. Apéndice documental, documento 63.
869
AHPSE: P- 12137, 3 r. Apéndice documental, documento 65.
870
AHPSE: P- 702, 714 v. Apéndice documental, documento 22.
871
AHPSE: P- 12128, 361 r. Apéndice documental, documento 56.
872
AHPSE: P- 12128, 495 r. Apéndice documental, documento 57.
271
El origen de las medias se encuentra en las
medias calzas, piezas que usaban hombres y mujeres
hasta la rodilla. La confección adaptada a la forma de
la pierna surgió en Italia durante el siglo XVI, de allí
pasaron a Francia y España. En un primer momento su
fabricación corría a cargo de los boneteros que las
realizaban en telar manual. Las medias se fabricaban
en diversos tejidos y colores siendo las más apreciadas
las de seda, mientras que las negras se usaban en
periodos de luto873 .En cuanto a las ligas son definidas François Boucher. Madame de
Pompadour. 1750. Fogg Museum,
en el Diccionario de Autoridades como: “La cinta de Harvard University. USA.
seda, hilo, lana, cuero o otra matéria, con que se atan y
aseguran las medias, para que no se caigan”.Las ligas confeccionadas con materiales lujosos
las puso de moda en la corte francesa Catalina de Medicis.
873
TEJEDA FERNÁNDEZ, M.: Ob. cit., p. 336 y ss.
874
BOSCH, D.: La indumentària menorquina en el segle XVIII. Palma de Mallorca, 2008, p.80.
875
AHPSE: P- 1307, 160 r.
876
AHPSE: P- 9568, 647 v.
272
entre otros géneros, para vender en Ronda en 1750 877 . Las de seda aparecen con relativa
frecuencia bordadas: “Un par de medias de seda bordadas en oro en setenta y cinco”878, pero
también las de lana se decoraban.
Las de color rojo son una constante durante buena parte del siglo, las más lujosas
aparecen bordadas en plata. Las cuchillas aludían a los dibujos simétricos y paralelos que se
bordaban en las medias. En un inventario de 1709 aparecen doce pares de medias bordadas
con cuchillas de tisú y seis pares de ligas bordadas y guarnecidas de encaje blanco879.
A finales de siglo un par de medias de seda costaba unos 34 reales mientras que las de
hilo unos 15 reales y las de algodón sobre10. En el inventario
de bienes don Francisco de la Oyuela (1734) propietario de una
tienda de sedas encontramos: ligas bordadas, sencillas y dobles,
de segrí, anchas, ordinarias, medias de seda de peso, de mujer
bordadas, llanas o de capullo de Génova880 .En el inventario de
Pedro Fernández constan una serie de “Mercaderías” que nos
permiten comprobar que las medias se vendían de distintos
tamaños, calidades y procedencias como Hamburgo y
Génova881. En la carta de dote de Isabel Limón (1740) aparecen
una notable cantidad de medias y ligas, por lo que tal vez fuera
hija de un mercero. La novia llevaba treinta y cinco pares de
Medias. Siglo XVIII. Museo seda de Tembleque, trece pares de capullo de Francia y cuarenta
del Traje. Madrid.
y cinco pares de ligas bordadas882.
877
AHPSE: P- 4574, 194 r.
878
AHPSE: P- 9568, 125 r.
879
AHPSE: P-11991, 681 r.
880
AHPSE: P-5197, 88 r. Apéndice documental, documento 30.
881881
AHPSE: P-12049, 636 r.
882
AHPSE: P-3783, 255 r.
273
medias se necesitaban de cuatro a cinco onzas de seda883.
La seda se pesaba en onzas, una equivale a 28,34 gramos.
883
SANTOS VAQUERO, Á.: “El mundo sedero toledano y la fábrica de medias de punto de aguja de
Tembleque”. Anales Toledanos, nº 43. 2014. p. 21 y ss.
884
AME: Fondo Marquesado de Peñaflor.
885
AHPSE: P- 3785, 224 r.
886
AHPSE: P- 5165, 361 r. Apéndice documental, documento 6.
887
AHPSE: P- 2822, 605 r. Apéndice documental, documento 39.
888
AHPSE: P- 12128, 361 r. Apéndice documental, documento 56.
274
medias unas de Algodón y otras de hilo blancas en cinquenta rr” 889 .A finales de siglo
aparecen las medias de algodón simples y con rayas valoradas en 20 reales el par. También
hay medias de otros colores como el verde: “Cuatro pares de medias de seda verde de
distintos colores y unas con cuchillos ciento cincuenta y cinco” 890 . El estambre era un
material adecuado para la confección de medias, se trataba de una fibra muy larga extraída de
los vellones de lana; en un inventario de1772 la viuda tenía: “Dos pares de calzetas con dos
pares de medias de estambre blancas”891.Un par de medias de estambre encarnadas se valoran
en 1733 en 15 reales892.
Las ligas eran un accesorio imprescindible, se encuentran de todo tipo: “bordadas con
puntilla de plata” 893 , “celestes y bordadas con flecos en plata valoradas en 30 reales” en
1759894.Aparecen ricos ejemplos fabricados en seda y bordados con punto de aguja valorados
en 20 reales895.
889
AHPSE: P- 12128, 1044 r.
890
AHPSE: P- 9563, 102 r.
891
AHPSE: P- 9568, 104 r.
892
AHPSE: P- 12023, 455 r.
893
AHPSE: P- 1323, 337 r.
894
AHPSE: P- 12070, 289 r.
895
AHPSE: P- 11246, 498 r.
896
AHPSE: P- 9568, 200 v. Apéndice documental, documento 24.
897
AHPSE: P- 9568, 803 r.
275
Las referencias a calcetas y escarpines para uso femenino son recurrentes a lo largo de
todo el siglo aunque que no aparecen en cantidad. El escarpín era una funda de lienzo blanco
para vestir el pie y se colocaba bajo las medias. Los escarpines también podían ser un calzado
muy liviano, el primer documento en que aparecen data del año 1358 898. Los precios de esta
pieza son bajos y normalmente sólo se citan por lo que apenas contamos con más información.
Aisladamente se encuentra algún ejemplo más rico: “Un par de escarpines guarnecidos de
encajes”899.
El Diccionario de Autoridades define calceta como: “La média de hilo que se calza en
la pierna a raíz de la carne, y regularmente debaxo de las de seda, estambre o lana. Puede
venir del nombre Calza, por ser mas corta que la média.” Las calcetas ejercían la función de
abrigar el pie y la pierna hasta la rodilla, llevándose bajo las medias. Las referencias a éstas
últimas no dan ninguna información, se nombran y a veces se dice que son “finas”. Se trata de
una pieza que usaban todos los extractos sociales y por lo general muy económicas: “Seis
pares de calcetas en treinta y siete rreales”900. Costaban entre 4 y 6 reales el par. La dote de
Ana Marín (1719) tiene diez pares de calcetas tasadas en 40
reales y doce de escarpines a 12 reales, por tanto a real el
par901.
898
BERNIS, C.: Indumentaria en tiempos de Carlos V. Madrid, 1962, p. 88.
899
AHPSE: P- 12070, 289 r.
900
AHPSE: P- 2855,488 r.
901
AHPSE: P- 10345, 255 v. Apéndice documental, documento 13.
902
AHPSE: P- 8173, 1612 v. Apéndice documental, documento 3.
276
formado por guardapiés, hongarina y cotilla con encajes de Milán. Esta pieza ya se usaba en
el siglo XVII y convive con la casaca a principios del XVIII. El inventario post-mortem de la
marquesa de Aguiar (1710) indica que la finada tenía una de raso negro con encajes y dos
casacas del mismo material, una roja y otra verde las dos guarnecidas con galón de oro903.
Doña María Rosa de Trujillo en su carta de dote fechada en 1701 llevaba una “angarina” y
guardapiés verde de brocado de oro con encajes de oro y plata valorado en 929 reales 904. En la
carta de dote de doña Justa Rufina de Salinas encontramos un vestido formado por basquiña y
“anguarina”, ésta última guarnecida con encajes negros y botonadura de filigrana de plata
tasado en 360 reales905.
En unas capitulaciones de 1711 figura una “engarina negra con botones y galones de
oro valorada en trescientos reales de plata nueba”906. Otro documento nos informa que para
confeccionar una hongarina se necesitaron cuatro varas y media de peñasco y la misma
cantidad de tafetán doble blanco para el forro 907 . La hongarina, que fue sustituida
progresivamente por la casaca, formaba parte del traje femenino junto con la basquiña según
nos muestran los ajuares de los primeros años del siglo. En la dote a favor de Francisco
Ortega, oficial de curtidor, constan “una basquiña y ongarina de tafetan con botones de plata
en trescientos noventa y dos r” y otro conjunto de pelo de camello formado por idénticas
piezas908. Esta pieza también podía aparecer suelta y realizarse con lo más diversos tejidos
como la felpa o el gorgorán. En un ajuar de 1730 todavía aparece la hongarina, se trata de un
recibo de dote a Pedro Guerrero, trabajador del campo, en el que aparece una confeccionada
en damasco encarnado y valorada en 105 reales909.
El monillo aparece a lo largo de toda la centuria, bien formando conjunto con casaca y
basquiña o como pieza sola. A pesar de ser una prenda muy utilizada y común durante el siglo
XVIII la información que se dispone sobre ella es prácticamente inexistente. Según el
Diccionario de la Real Academia el monillo es: “Jubón de mujer, sin faldillas ni mangas”.
Esta acepción puede ser posible cuando la pieza se acompaña de casaca y basquiña por
903
AHPSE: P- 2822, 457 y 457 v. . Apéndice documental, documento 9.
904
AHPSE: P-10318, 844 r.
905
AHPSE: P- 672, 1243 r.
906
AHPSE: P-10334, 233 v.
907
AHPSE: P- 1323, 339 r.
908
AHPSE: P- 9536, 63 v.
909
AHPSE: P- 702, 148 v. Apéndice documental, documento 20.
277
ejemplo, pero en otras ocasiones dudamos si el monillo pudiera llevar mangas, aunque en
cualquier caso se colocaba sobre la camisa.
En los autos de aprecios de los bienes de la viuda 912 del marqués de Peñaflor
realizados por Pedro Villalua, “maestro de sastre” y fechado en 1700 consta: “Un Bestido de
raso de plata color de ambar a flores con encaxe de plata y se compone de basquiña y monillo
a que no se le pone precio por estar mandado para una ymagen de nuestra señora”, seguido
por otro conjunto de picote de Mallorca formado por las mismas pieza en 100 reales y por
otro de teletón negro con una basquiña y dos monillos en 320. La marquesa también contaba
con un monillo “de media telilla de plata biexo en quarenta r”913.En el ajuar de Francisca
Mármol (1741) aparecen tres vestidos, el principal estaba valorado en 450 reales y era de
persiana encarnada compuesto por monillo y tapapiés, el segundo estaba formado por saya y
monillo, este último con guarnición de plata y por último uno de tafetán doble negro nuevo en
185 reales. Francisca tenía dos monillos más uno de tafetán negro usado con puntilla de plata
y otro de princesa914. En la dote de doña Faviana de la Peña hay cuatro monillos sueltos
siendo el principal de color de punzón, un tono que aparece con frecuencia, con flores y
forrado en blanco915. El ajuar de María Cascallana (1791) llevaba monillos de terciopelo, raso,
cotonía, tafetán y lienzo916, mientras que el de María Antonia Salaner (1797) tenía cinco
siendo el más costoso uno de felpa encarnada con vueltas de tisú tasado en 145 reales917.
910
AHPSE: P- 702, 714 v. Apéndice documental, documento 22.
911
AHPSE: P- 1326, 515 v. Apéndice documental, documento 23.
912
Inés Ana María de Aguilar y de la Cueva, VI señora de Gayape, esposa y prima hermana del primer
marqués de Peñaflor.
913
Archivo Marqués de Peñaflor, Leg. 4, doc. 35.
914
AHPSE: P- 18013, 485 v. Apéndice documental, documento 39.
915
AHPSE: P- 18013, 342 v. Apéndice documental, documento 38.
916
AHPSE: P- 12128, 493 v.
917
AHPSE: P- 12128, 1043 r. Apéndice documental, documento 57.
278
El monillo era usado por toda la
escala social presentando todo tipo de
decoraciones y tejidos, podía llevar o
no botones ya que si no se especifica lo
más probable es suponer que no tuviera.
En la carta de dote de Manuela
González, futura esposa de José López
“maestro torcedor de sedas” fechada en
Casaca. Siglo XVIII. Museo del Traje. Madrid. 1783 encontramos monillos de varios
colores y géneros, el más caro de
terciopelo negro en 75 reales, aunque de algunas descripciones se desprende que son piezas
de ropa interior ya que son de lienzo o forman conjunto con enaguas918. A finales de siglo esta
pieza incorpora las decoraciones de moda como los
alamares, la cadeneta y los flecos. Estos adornos podían
ser de hilo de oro, plata fina o simple tejido. Los galones
que son una decoración típica de todo el siglo y se
continúan usando pero se unen a otros adornos como los
alamares. En la carta de dote de doña Ignacia Marcela de
la Fuente (1788) aparecen tres monillos blancos en 83
919
reales y uno de indiana en 20 , por tanto ya
comprobamos que los algodones estampados han llegado Casaca. Siglo XVIII. Museo del
Traje. Madrid.
a Sevilla. La dote de Manuela Cascallana (1791) lleva un
buen número de estas piezas, hay de terciopelo, raso, cotonía, tafetán y lienzo blanco920.
La casaca femenina era una clara imitación de la masculina, abierta por delante con
mangas con amplias vueltas, pliegues en los costados y misma abertura en la parte trasera. En
cuanto a los bolsillos no eran reales aunque si aparecían sus tapas. La casaca tenía el talle en
la cintura y llegaba a la altura de las caderas pero no iba cuajada de botones como la
masculina sino que se cerraba en forma de v por medio de cordones o mediante una pieza
triangular denominada petillo que se cosía o se fijaba mediante alfileres. En la obra de Juan de
Albayceta publicada en Zaragoza en 1720 bajo el titulo: Geometria y trazas pertenecientes al
918
AHPSE: P- 12114, 461 v
919
AHPSE: P- 716, 106 r. Apéndice documental, documento 54.
920
AHPSE: P- 12128, 494 r. Apéndice documental, documento 57.
279
oficio de sastres donde se contiene el modo y orden de cortar todo genero de vestidos
españoles, y algunos Estrangeros, sacandolos de qualquier ancharia de tela, por la Vara de
Aragon y explicada esta con todas las de estos Reynos, y las medidas que usan en otras
Provincias estrangeras, aparecen patrones de casacas femeninas.
Las casacas aparecen en casi la totalidad de los documentos hasta el cambio de moda
que se produce a finales del siglo. Esta prenda podía aparecer a juego con la falda o suelta.
Las dote nos informan que la casaca para uso femenino ya se llevaba en Sevilla en los
primeros años del XVIII, en la carta de doña Rosa Manuela de Sotomayor (1701) figura en
primer lugar: “Primeramente una Gabacha Berde de brocatto de oro en trescientos rs (…)
Ytenn una gabacha de ormesi negra con abottonaduras de
plata en Doscientos treinta (…) yten otra gabacha de felpa
negra en cien R”921.
De cintura para arriba esta pieza era una parte
insustituible en el vestido femenino mientras que de cintura
para abajo las mujeres llevaban, saya, basquiña o
guardapiés. La dote de María Manuela, criada del conde de
Gerena, fechada en 1740 llevaba como atuendo principal
“Ytt un bestido de tafetán color de canela la casaca
guarnecida de Punta de Plata y todo forrado en tafetan en
trescientos R”922, se sobreentiende que el traje constaba de
falda pero se omite la referencia. En idéntica fecha, el Petillo 1730-40. Museo del
Traje. Kyoto
mismo caballero dota a otra criada suya llamada Micaela
Vázquez, en el documento aparece un vestido confeccionado con griseta en el que la casaca
está guarnecida con punta de oro, todo tasado en 375 reales923. El recibo de dote a favor de
don Agustín de Rospide (1740) aparece al principio de la partida “Ropa de bestir” un vestido
de casaca y basquiña confeccionado con quince varas de terciopelo negro y forrado en tafetán
doble tasado en 900 reales924.
921
AHPSE: P- 10318, 884 v. Apéndice documental, documento 1.
922
AHPSE: P- 2855, 486 v. Apéndice documental, documento 35.
923
AHPSE: P- 2855, 488 r. Apéndice documental, documento 36.
924
AHPSE: P- 3783, 282 v. Apéndice documental, documento 37.
280
La forma de la casaca femenina tuvo la misma evolución en cuanto a la forma de las
mangas que la masculina, en algunos retratos de la época 925 se observa como éstas lucen
amplias vueltas con ricas decoraciones por las que sobresalen los volantes de encaje de la
camisa. Es frecuente la aparición de casacas negras, al igual que en las basquiñas. El luto era
una práctica estricta, por tal motivo es muy habitual encontrar piezas de color negro en
prácticamente todos los documentos.
925
Véase, Alonso Miguel de Tovar. Sevilla , 2006. En el catálogo aparece el retrato de María Teresa Piscatori,
Marquesa de Torrenueva ( hacia 1746), en el que lleva una casaca de terciopelo azul claro de mangas con
amplias vueltas a la altura del codo mientras de que la cintura salen unas amplias faldillas con las tapas de los
bolsillos bordadas. En el centro del escote se dispone una joya de pecho, de gran tamaño, de oro y esmeraldas.
926
Doña María Teresa Thous de Monsalve, ostentaba el título de marquesa viuda de la Candía y del Sauzal. Su
difunto marido fue don Cristóbal Joaquín de Franchi Benítez de Lugo, nacido en La Orotava en 1700. Don
Cristóbal ejerció diversos cargos a lo largo de su vida, fue militar llegando a Teniente General y también
desempeñó labores diplomáticas siendo embajador en Portugal y ministro en Dinamarca. Felipe V le concedió
por tales méritos el marquesado de la Candía en 1739 y unos años mas tarde, en 1745 el del Sauzal. El noble,
que a su vez ostentaba el título de caballero de la insigne orden de Calatrava, falleció en 1766 sin dejar herederos.
Doña María Teresa era hermana del III marqués de Thous y de la Cueva del Rey. El marquesado de la Cueva del
Rey fue concedido por Carlos II en 1690 a don Juan Fernández de Henestrosa y Ribera, mientras que el primero
fue otorgado a don Lope Thous de Monsalve y Jalón en 1677. El origen Thous de Monsalve radicaba a Cataluña.
La historia cuenta que en 1380 Per de Thous halló en un arbusto de hiniesta, una escultura de la Virgen, con una
leyenda que rezaba “Soy de Sevilla, de una iglesia cercana a la Puerta de Córdoba”. La imagen fue traída a
Sevilla y gozó de una gran devoción a partir del siglo XIV. En 1412 se fundó una hermandad de gloria dedicada
a la Virgen de la Hiniesta
927
AHPSE: P- 9568, 669 r. Apéndice documental, documento 48. La dama también contaba con ocho casacas
sueltas de distintos tejidos como laberinto, tafetán o damasco y varias faldas negras de distintas hechuras y
materiales
928
LEIRA SÁNCHEZ, A.: La moda española durante el siglo XVIII. Madrid, p.3.
281
En un detalle del Carro del Parnaso se aprecia claramente la silueta triangular del
peto y su disposición bajo la casaca. La pieza podía estar realizada en otros colores y tejidos
con respecto a la casaca y la basquiña. El vestido de la dama es rosa pálido mientras que el
petillo es azul claro y sobre él emergen los encajes de la camisa. El centro del escote se
decora con una joya de pecho. El peto se podía intercambiar de unas prendas a otras, según
consta en el inventario de doña Teresa Thous de Monsalve (1772) donde aparece: “un peto
azul de
ballena”929.
929
AHPSE: P- 9568, 672 v.
282
Otra de las voces para designar la casaca es gabacha o gabacho .El Diccionario de
Autoridades define la palabra como: “Soez, asqueroso, sucio, puerco y ruin”. En realidad la
voz “gabacho” se asocia al origen francés de la prenda. Las descripciones no son por lo
general muy exhaustivas en cuanto a las formas de las prendas aunque como veremos nos
proporcionan algunos detalles en cuanto a su decoración. La casaca aparece constantemente
en los protocolos hasta la transformación que se produce en el vestido femenino a finales del
siglo. Al igual que las sayas y basquiñas, muy a menudo son negras. Esta piezas se podía
cerrar mediante botones, los más sencillos se forraban con la misma tela de la prenda pero a
veces eran de oro o plata. En la partición y
división de bienes de la marquesa de la Peñuela
(1709) aparecen dos pares de botones de
porcelana con ocho diamantes en cada uno930.
En la partición de bienes de doña María de
Felices (1711) aparecen ocho pares de botones
de diamantes a un precio por pareja desde 106
a 240 reales y dos pares de botones de
esmeraldas931. En el inventario de Ana Josefa
Peto. Andalucía. Rococó. Hacia 1740-1760.
Mahuis y Príncipe (1719), residente en la Museo del traje. Madrid.
collación de San Isidro y viuda de Juan Antonio Maestre, figuran diecisiete botones de coral
engastados en oro y par de botones de perlas 932. Casi todas las novias pudientes llevaban
botones en sus dotes, en la de Alberta Tolezano (1753) hay cuatro de oro y diamantes tasados
en 180 reales933. En las prendas femeninas los botones se disponen de derecha a izquierda ya
que las damas eran vestidas por sus sirvientas.
El guardapiés era una enagua sobre la que se disponía la falda y cuyo cometido
consistía en ahuecarla. Según su propio nombre indica su función estribaba en tapar los pies
femeninos. En su parte baja se decoraba lujosamente ya que la falda se recogía algo en las
manos para poder caminar 934 . La pieza, que también aparece muchas veces denominada
tapapiés, era por tanto muy larga. En el siglo XVII se llamaba así a un vestido entero interior
930
AHPSE: P- 3777, 89 r. Apéndice documental, documento 8.
931
AHPSE: P- 10335, sf.
932
AHPSE: P- 10342, 383 r.
933
AHPSE: P- 1205, 973 r.. Apéndice documental, documento 44.
934
PUERTA ESCRIBANO, R.: Ob. cit., p.176.
283
y a la franja decorada ricamente en la parte baja de la enagua935, que se forraba por dentro de
esparto para que ahuecara más la falda936. En el aprecio de bienes de doña Inés de Aguilar y
de la Cueva, viuda del marqués de Peñaflor, datado en 1700 constan dos “guardabaxos”. El
primero: “de tabí con flores de seda y joyas de oro color de ambar forrado en tafetan morado
en seiscientos reales”, y el segundo: “de ormesi biejo verde forrado en Anteado con
guarnizion en quarenta”937.
El guardapiés fue sin duda, una pieza lujosa por lo que es evidente que se mostraba. A
lo largo del siglo veremos numerosos ejemplos realizados con todo tipo de tejidos y
guarniciones ya aparece constantemente: “Ytem un tapapies de felpa verde guarnecido en
seiscientos”938. En el inventario de Luis Rodríguez (1702), figuran varios uno de raso celeste
con flores de oro y plata y otro rojo con la misma decoración 939. En 1702 doña Petronila de
Sangronis, mujer de Alejandro Carlos de Licht 940 , comerciante de tejidos con Panamá y
Amberes941dejó un conjunto formado por hongarina, monillo y guardapiés. Este último era de
color rojo de tela de oro y plata briscada, para cuya confección se habían necesitado ocho
paños, forrado todo en tafetán celeste y guarnecido con encaje ancho de plata. La hongarina y
el monillo también estaban guarnecidos con encajes de plata de Milán finos942. Este vestido
formado por tres piezas sería el atuendo elegante de una dama a principios del siglo XVIII.
Según el inventario de las mercaderías de un comerciante fechado en 1705, los tapapiés “de
raso de oro verdes azules y encarnados”943se vendían ya confeccionados en la calle Francos.
Las partición de bienes de María de Felices (1711) informa que desde Sevilla se importaban
guardapiés a Indias: “Veintidos guardapies de brocado de oro con nueve varas y tercio cada
uno a treinta pesos unidad” estaban tasados en 5.280 reales de plata944.
935
TEJEDA FERNÁNDEZ, M.: Ob. cit., p. 277.
936
HERRERO GARCÍA, M.: Ob. cit., p. 250.
937
Archivo Marqués de Peñaflor. Leg. 4, doc. 35.
938
AHPSE: P- 17111, 923 v.
939
AHPSE: P- 8173, 1613 r. Apéndice documental, documento 3.
940
Los Licht era una familia católica procedente de Amberes, que se estableció en Sevilla a mediados del siglo
XVII. Alejandro Carlos era hijo de Carlos de Licht y María de Aguilar , oriunda de Écija. Contrajeron
matrimonio en la parroquia de San Marcos en 1653. Véase, ÁLVAREZ DE TOLEDO PINEDA, G.: Un linaje
flamenco afincado en Sevilla: Los Licht.
941
ARIAS ANGLÉS, E.: Relaciones artísticas entre España y América. Madrid, 1990, p. 123.
942
AHPSE: P- 10321, 622 v. Apéndice documental, documento 4
943
AHPSE: P- 5165, 360 r.
944
AHPSE: P- 10335, sf.
284
Al mencionar la palabra vestido no debemos sobreentender que es una sola pieza sino
que puede estar formado por varias confeccionadas a juego, por ejemplo: hongarina, cotilla y
guardapiés o casaca, guardapiés y delantal. O por dos prendas: tapapiés y monillo; casaca y
guardapiés o casaca y basquiña. En la partida de “Ropa de color de muger” de doña Gregoria
Blázquez (1724) se encuentra un rico conjunto formado
por un tapapiés y casaca de tela de plata sobre damasco
encarnado con guarnición de galón y plata y forrados en
tafetán, mas cuatro guardapiés más unos de raso, otros de
damasco y todos decorados con galón de plata u oro945.
Ana Josefa Mahuis (1719) tenía un vestido de saya,
monillo y casaca de burato de seda seguidas por dos sayas
de burato de lana946. Este tejido se utilizaba como alivio
de luto. Los conjuntos podían estar formados entre otras
prendas por guardapiés, casaca y peto a juego. La
marquesa de la Candía (1772) tenía tres de estos conjuntos
y un guardapiés de terciopelo carmesí decorado con plata
y seda a juego con un capotillo “con forro y vueltas de
piel de tigre”947. El guardapiés podía ser una pieza lujosa María Rosa Rafaela Larrea y Santa
Coloma y sus hijos. Hacia 1750
por sus tejidos y bordados, de hecho a lo largo del periodo Colección particular.
285
tapapies y casaca en seiscientos r” seguido por otros conjunto por formado por las mismas
prendas de raso celeste el guardapiés y la casaca confeccionada en princesa roja y
blanca951.Un ejemplo curioso es el retrato de la doña María Rosa Rafaela de Larrea y Zurbano
Santa Coloma952, aunque sigue los modelos de las ricas hispanas del vireinato de la Nueva
Granada, lleva un guardapiés bordado por entero de flores al gustó rococó; mientras que los
dos hijos que aparecen a sus pies van vestidos a la moda europea.
951
AHPSE: P- 10349, 18 r.
952
Bautizada en Quito el 24 de octubre de 1733.
953
AHPSE: P- 11246, 498 r. Apéndice documental, documento 52.
954
AHPSE: P- 12134, 614 v.
955
AHPSE: P- 9565, 439 r.
956
AHPSE: P- 5165, 311 r. Apéndice documental, documento 6.
286
El vuelo de la saya tenía entre 3 a 4,5 metros aproximadamente, en función de la
calidad del tejido. Se vestían sobre las enaguas y cubrían desde la cintura hasta la línea del
tobillo. El vuelo se recogía en la cintura por medio de tablas que terminaban en un pliegue en
la parte posterior y que estaban sujetas con cintas, en ocasiones, de vivos colores
confeccionadas en telares y que servían para atar la saya a la cintura. Existían dos maneras de
sujetarla a la cintura: la trincha o el mandilete. La primera era una abertura en la parte
delantera que coincidía con la costura de la saya y se ataba cruzando las cintas hacia atrás. El
mandilete constaba de dos aberturas en el frente de la saya, de modo que una parte se ataba
hacia delante y el mandilete hacia atrás. Las decoraciones se disponían siempre en la parte
inferior de la pieza, se utilizaban cintas o galones de diferentes tamaños y número, que
también servían, en muchas
ocasiones, para disimular posibles
defectos. En La cocina de Ramón
Bayeu se aprecia claramente cómo
se levantaban las sayas las
mujeres trabajadoras para poder
realizar sus faenas.
957
AHPSE: P-10350, 283 r. Apéndice documental, documento 34.
958
AHPSE: P- 11170, 1112 r.
959
AHPSE: P- 9568, 669 v. Apéndice documental, documento 48.
960
LEIRA, A.: El traje nacional. Madrid, 2004, p. 10.
287
fluecos y sinta, en doscientos y quarenta reales”961. El paño de seda fue uno de los tejidos
más utilizados para la confección de sayas a finales de siglo y los flecos uno de los adornos
más de moda: “Ytt. una saya de paño de seda con fleque, en trescientos r” 962. En el inventario
de un comerciante (1797) encontramos en la partida de ropa de color de su esposa llamada
Luisa María Fernández, cuatro sayas; la más cara de gros de Nápoles valorada en 120 reales.
Su hija tenía otra igual por idéntico precio más dos de tafetán y una de lustrina963. A finales de
siglo las sayas se adornan con flecos y volantes. El movimiento de los flechos al caminar
causaron más de un escándalo por considerarlo inmoral.
La basquiña era un falda larga que acompañaba a la casaca, esta prenda es una
constante en el guardarropa de la mujer española. Según el Diccionario de Autoridades era
una falda larga muy fruncida en la cintura y que podía llevar cola, y se usaba sobre el
guardapiés. El Diccionario de 1791 añade: “Pónese encima de toda la demás ropa y sirve
comúnmente para salir a la calle.” La basquiña puede aparecer formando conjunto: “Ytt una
basquiña negra de guardilla con casaca ygual”964, “Ytt una basquiña casaca y manguitos y
peto de terciopelo negro”965, o como piezas sueltas según se muestra en la carta de dote a
favor de Mariano Peña, “fabricante de sedas natural de la ciudad de Zaragoza” datado en 1772:
“tres basquiñas de seda negra, una de los mismo color de café”966.
961
AHPSE: P- 12134, 617 r. Apéndice documental, documento 63.
962
AHPSE: P- 12137, 3 r. Apéndice documental, documento 65.
963
AHPSE: P- 729, 564 r. Apéndice documental, documento 62.
964
AHPSE: P- 9568, 669 r. Apéndice documental, documento 48.
965
AHPSE: P- 9568, 669 v. Apéndice documental, documento 48.
965
Cuando eran anchos se denominaban rapacejos. PLAZA ORELLANA, R.: Historia de la moda en
España. El vestido femenino entre 1750 y 1850. Córdoba, 2009, p. 84.
966
AHPSE: P- 9568, 184 r.
967
PUERTA ESCRIBANO, R.: Ob. cit., p. 111.
288
Junto al vestido “a la francesa”, y al de tipo popular, hubo en España durante los
últimos treinta años del siglo XVIII y los primeros veinte del siglo XIX, un traje característico
que llamó la atención a más de un extranjero en esta época. Este atuendo, que solamente se
utilizaba para salir a la calle, fue denominado traje nacional español. Las mujeres de las
ciudades, independientemente de su clase social, se ponían una basquiña negra ya vestidas y
se cubrían la cabeza y los hombros con una mantilla, negra o blanca968:
“La mayoría de las mujeres de las clases altas han adoptado los trajes franceses, que son los
que llevan en sus casas y sus carruajes para ir a visitas, bailes y espectáculos públicos. Únicamente se
ponen el traje español cuando van por la calle o a la iglesia; este traje hoy en día consiste en una
especie de cuerpo o corsé, una falda corta que apenas tapa el empeine, una mantilla en la cabeza que
ha sustituido al antiguo manto y oculta o descubre el rostro a voluntad, un rosario en una mano y un
abanico en la otra. Las mujeres españolas no llevan nunca la basquiña dentro de casa, se la quitan tan
pronto entran en ella y aún cuando llegan a alguna casa en la que van a estar varias horas; llevan otra
falda debajo, más corta y adornada de diferentes formas. Algunas veces van vestidas totalmente a la
francesa, así que no tienen más que quitársela para aparecer completamente vestidas.”969
Este tipo de basquiña negra podía llevar forro de otro color. Al estar su uso destinado
al paseo, la señora se la retiraba al volver a casa llevando el guardapiés debajo. Las damas
pudientes salían en coche, por lo que las usaban en contadas ocasiones. Este tipo de
indumentaria se puede observar en El paseo de las Delicias de Francisco Bayeu en la cual
aparecen varias mujeres en animada consersación con basquiña negra y mantilla blanca. El
francés Bourgoing se hizo eco de esta costumbre970 tan castiza:
968
LEIRA, A.: El traje nacional. Madrid, 2004, p. 7.
969
Laborde, A.: A View of Spain, comprising a descriptive itinerary of each province. Londres, 1809.
970
Jean-François Bourgoing (1748-1811) fue diplomático, primer secretario de la Embajada francesa en Madrid
desde 1777 y luego embajador de la Francia revolucionaria entre 1791 y 1793. Intervieno como negociador en
la Paz de Basilea que puso fin en 1795 a la guerra de la Convención hispano-francesa. El barón de Bourgoing
viajó por toda España a finales del siglo XVIII y la diseccionó en su libro de viajes, Nouveau Voyage per
l'Espagne (1789), que fue ampliando en posteriores ediciones hasta la definitiva, Tableau de l'Espagne Moderne,
en 1807. La edición del libro fue un éxito en la época y se tradujo a la mayoría de idiomas europeos. En España
fue prohibido por la Inquisición, incluso para quienes tenían autorización para leer los ejemplares proscritos.
Véase SOLER PASCUAL, E.: Imagen de la España moderna. Jean-François Bourgoing. Alicante, 2012.
289
“ no se ven en el Prado mas que mujeres uniformemente vestidas, cubiertas de grandes
mantillas negras o blancas, que privan de una parte de sus rasgos, y hombres envueltos en sus
vastas capasa de color oscuro en su mayoría, de suerte que este Prado, con todo lo hermoso
que es, parece por excelencia el teatro de la gravedad castellana”971.
Las basquiñas y sayas de tafetán negro son una pieza muy común, la hija de Domingo
Martínez (1748) llevaba dos, una nueva en 149 reales y otra “mediada” en 90972. Aunque nos
encontramos en pleno siglo XVIII y es el momento de los colores pastel, el negro no deja de
estar presente en los ajuares femeninos. Sobre todo en faldas y casacas. A veces las faldas
llevaban el ruedo de otro tejido como muestra la dote recibida por Mariano Peña en 1772:
“Una saya de tafetán doble negro con su ruedo de lo mismo de tafetán sencillo blanco”973. Las
faldas para montar a caballo
se denominaban sayas de
jinete974.
En algunas cartas de
dote se consigna interesante
información sobre las piezas
de tal manera que nos es de
gran ayuda para conocer
determinados datos sobre el
Francisco Bayeu. El paseo de las Delicias. 1784-1785. Museo
color, el tejido y su cantidad
Nacional del Prado. Madrid.
además del precio. En el
entrego y recibo de dote de don Pedro de Bustanobí fechado en 1740, encontramos una
interesante partida de “Ropa de bestir” con tres conjuntos valorados en más de 1.000 reales
cada uno además de otros tres cercanos a esa cifra. El montante aproximado que llevaba esta
novia en vestidos sobrepasa los 10.000 reales. El conjunto más costoso estaba confeccionado
con catorce varas y media de tafetán de Francia, forrado también en tafetán y con delantal
guarnecido con punta de plata a juego975. El delantal cuyo uso ha quedado circunscrito al
trabajo de cocina, era una pieza que usaban las mujeres trabajadoras pero también las damas
971
Véase, BOURGOING, J. F.: Nouveau voyage en Espagne ou Tableau a l´etat actuel de cette monarchie.
Paris, 1788.
972
AHPSE: P-18020, 249 v. Apéndice documental, documento 41.
973
AHPSE: P- 9568, 104 r.
974
AHPSE: P- 14692, 131 r.
975
AHPSE: P- 3783, 282 r. Apéndice documental, documento 37.
290
elegantes como un complemento más de su atuendo.
La casaca y el guardapiés podían ir a juego con el
delantal, en el documento mencionado
anteriormente figura un vestido elaborado y forrado
con tafetán francés para el que han hecho falta
catorce varas y media, estando el delantal bordado
con puntilla de plata valorado en 1.760 reales. En
esta carta de dote tenemos varios conjuntos que
incluyen el delantal.
El retrato de dama, que se encuentra en el comedor del palacio de Lebrija, nos muestra
un elegante vestido entero color negro y adornado con galones en mangas y delantera. Es
difícil precisar el material del vestido pero sí vemos como del escote (no muy pronunciado)
emergen los delicados encajes de la camisa al igual que ocurre en los extremos de las mangas.
976
AHPSE: P- 702, 183 r.
291
En su centro se dispone un gran lazo del que pende un joyel con perlas que recuerda a los
modelos del siglo XVII. En las muñecas luce unas pulseras de perlas de rostrillo977 y en el
cuello un collar de perlas de una vuelta. El peinado consiste en un sencillo moño con el
cabello de color natural y unos adornos de gasas.
Rosalía Martínez (1748) llevaba en su dote tres vestidos, uno de imperiosa color “ala
de cuervo” en 495 reales, otro de tafetán encarnado usado en 240 y por último uno de
damasco negro en 312 980 . A finales de siglo se impone la moda del vestido camisa que
desemboca en los sencillos vestidos claros con el talle bajo el pecho. La dote de María
Manuela Cascallana (1791) tenía varios vestidos enteros, de seda tornasolado, blanco de seda
bordado en plata, dos de raso uno rojo y el otro celeste, y dos de simple lienzo blanco en 150
reales más uno de bayeta color flor de romero981.
977
“Aljófar de seiscientas perlas en onza”. VARGAS LUGO, E.: Ob. cit., p. 298.
978
Archivo Marqués de Peñaflor, Leg, 9, doc. 10.
979
LLORENTE, L.: Tejido de estilo rococó. 1740-1760. Madrid, 2015, p. 10.
980
AHPSE: P-18020, 250 v. Apéndice documental, documento 41.
981
AHPSE: P- 12128, 493 r y ss. Apéndice documental, documento 57.
982
AHPSE: P- 12134, 615 r. Apéndice documental, documento 63.
983
AHPSE: P-10363, 27 r. En este documento los aprecios del ajuar están realizados por personas “inteligentes”
designadas por ambas partes.
292
regaladas a nuestra hija por causa de su matrimonio”. A juzgar por la descripción, el vestido
principal debía ser fastuoso:
“Un traxe largo todo de raso liso: la parte de el asta el talle listado de dístintos colores el de la
falda blanco, y listas labradas en el mismo color guarnecído de crespon blanco blondas de francia, y
raso liso blanco y seleste con sobrepuestos de esmaltes de colores, y lantejuelas forrado todo en tafetan
entredoble, sagalexo de crespon blanco con iguales guarniciones que el traxe, y cubierto de esmaltes
de colores, y lantejuelas, y todo el forrado en tafetan doble en tres mil quinientos r”.
Los cuatro siguientes vestidos, cuya valoración supera los 1.000 reales cada uno,
también se acompañan de zagalejo, confeccionado con crespón blanco bordado con
lentejuelas de plata, gasa inglesa bordado de seda, o sarga inglesa con flecos y bordados con
lentejuelas984.Los flecos son una guarnición de moda en este momento.
984
AHPSE: P- 12128, 362 r y ss. Apéndice documental, documento 56.
985
La señora Dancourt representaba el papel de Glyceria, una dama embarazada, en la obra Andrienne de Michel
Boyron, llamado Barón (1653-1729). El escritor y actor fue alumno de Molière.
293
Los trajes “a la francesa” alcanzaron una gran belleza, su silueta es la que mas se
asocia al estilo rococó. Este vestido estuvo vigente entre 1715 y 1775 y fue usado por las
mujeres más pudientes de clase alta de toda Europa reflejando el gusto por costosas sedas,
brocados y estampados florales. Muchos de los tejidos utilizados también mostraban la
predilección por los motivos de inspiración china y árabe. A partir de la década de 1760 el
aumento de la popularidad del algodón posibilitó que los vestidos femeninos se
confeccionaran con esta fibra. En la corte, los atuendos eran siempre más complejos en cuanto
a construcción, utilizando tejidos nobles como el brocado; pero el algodón ofrecía un precio
más económico, por lo que este tipo de vestido llegó a un mayor número de mujeres. Muchas
de las nuevas telas de algodón utilizadas en este momento fueron impresas lo que simplificó
enormemente su producción.
986
Archivo Marqués de Peñaflor. Leg.9, doc. 4.
En la partida de bienes regalados en la dote de Catalina Pérez Vejarano figura una bata
bordada valorada en 4.308 reales991 mientras que la condesa de las Atalayas obsequió a la
marquesa de Arco Hermoso por su boda en 1795 con una bata valorada en 600 reales 992.
Aparte la marquesa llevaba “una bata de tela completa” en 3.703 reales y una segunda
valorada en 1.180.
Doña Inés María de Barradas (1768) aportaba cuatro batas valoradas en 15.200 reales
siendo la más costosa “de tela guarnecida con puntas de plata y flores sobrepuestas en cinco
987
Inés María Pérez de Barradas y Fernández de Henestrosa contrajo matrimonio en primeras nupcias con
Antonio Lope Pérez de Barradas y Fernández de Henestrosa, V marqués de Cortes de Graena (creado por Carlos
II en 1683 a favor de Antonio Pérez de Barradas y Aguayo), fallecido en 1784. Inés María Pérez de Barradas fue
la VII marquesa de Peñaflor (título creado por Felipe IV en 1664 a favor de Juan Tomas Fernández de
Henestrosa y Aguilar-Ponce). El matrimonio de ambos consiguió unir los dos marquesados: “Durante sus años
de vida en común estos personajes se afanaron en mostrar un nivel de vida verdaderamente envidiable y destacar
como los miembros más selectos y escogidos de la poderosa élite que detentaba el poder local. (…) Entre 1750
y 1770 el marquesado de Peñaflor costeó importantes obras de ampliación y enriquecimiento del palacio familiar,
llegando a transformarlo en la sede de una auténtica corte provinciana”. GARCÍA LEÓN, G.: “En torno a la
producción de Damián de Castro en Écija (Sevilla)” en RIVAS CARMONA, J. (Coord): Estudios de platería.
San Eloy 2006. Universidad de Murcia, 2006, pp. 222 y 223.
988
AHPSE: P-9568, 674 v.
989
AHPSE: P-1205, 971 r.
990
AHPSE: P-14692, 131 r. Apéndice documental, documento 45.
991
AHPSE: P- 9583, 189 v.
992
AHPSE: P-10367, 604 r.
295
mil rr”993; mientras que en la dote de María Pascuala de Barradas (1772) aparecen dos, la
primera de seda verde guarnecida con blondas y tasada en 1.490 reales, y la segunda de satén
de seda blanco con idéntica guarnición en 1.370; dichas batas iban acompañadas de su
correspondiente tontillo valorado en 120 reales994.
Rose Bertin creó el vestido a la polonesa, formado por un corpiño que realzaba el
pecho y ondulantes faldas que descubrían los tobillos. El peinado destinado a este atuendo se
denominó "pouf". En 1770 cuando María Antonieta llegó a Francia para desposarse con el
Delfín, los moños femeninos ya habían empezado a tender a la verticalidad y a complicarse
introduciendo adornos como flores, cintas y plumas. El
término polonesa derivaba del uso de estilos procedentes de
Polonia. Es posible que inicialmente aludiera a decoraciones
sobre piel o a la costumbre de llevar subido un lado de la
falda, una moda polaca que provenía de Turquía. Conocidos
con diferentes nombres “a la polonesa”, “a la circasiana” o “a
la turca” según los escasas variaciones en su diseño, se trataba
de vestidos cuyas características comunes eran: cuerpo
ajustado, con escote redondeado, falda con sobrefalda sobre
un miriñaque en forma de tonel; todo ello con gran cantidad
de adornos en los extremos de mangas, cuerpo, falda y
sobrefalda, las cuales dejaban a la vista los pies.
993
Archivo Marqués de Peñaflor. Leg. 9, doc. 4.
994
Marqués de Peñaflor. Leg. 9, doc. 10.
995
SOUSA CONGOSTO, F.: Ob. cit., p. 179.
996
REDONDO, M.: Polonesa del siglo XVIII. Madrid, 2007 p. 3 y ss.
296
centraba en la parte posterior de las faldas por lo que este modelo de vestido se considera el
antecedente de los polisones del siglo XIX. Si a todo lo anterior añadimos la moda de los
altos peinados, no queda duda de que la indumentaria femenina entre 1775 y 1789 llegó a una
gran complicación.
En las cartas de dote de este periodo contamos con polonesas confeccionadas con todo
tipo de materiales desde lienzos a sedas:“una polonesa de hilo y seda con guarniciones de
gasa y blondas a estrenar en cuatrocientos sesenta”997; “una polonesa de bretaña con cinco
varas de bretaña con encajes en ciento once”998; “Una polonesa de mue encarnadina con su
guardapies de los mismo en trescientos (…) Otra polonesa de sarasa con sus enaguas de
algodón color carmín nueva en doscientos cuarenta” 999. En 1788 una novia llevaba un juego
de borlas lazo de pecho de Francia a juego con su
polonesa de raso a rayas color “encarnadino” bordado
de gasa de plata y blondas valorada en 600 reales1000.
Las llamadas joyas “de Francia” eran bisutería y
aparecen con mucha frecuencia en los documentos.
998
AHPSE: P- 9565 Folio 147 v.
999
AHPSE: P- 9576 Folio 117 r.
1000
AHPSE: P- 11246, 498 r. Apéndice documental, documento 52.
1001
“Ya se observa de un tiempo á esta parte que las principales damas de Madrid llevan batas y baqueros de
muselina en las concurrencias mas distinguidas”. JOVELLANOS, G. M.: Sobre la introducción de muselinas.
Madrid, 1849, p 49.
297
acompañaba de zapatos cerrados con tacón de carrete con
hebilla o adorno a un lado. Seguía el patrón de los vestidos
“a la inglesa” y en diez años ya había pasado de moda1002.
1002
LEIRA, A.: Vestido hecho a la inglesa. Madrid, p. 7.
1003
AHPSE: P- 12128, 359 r. Apéndice documental , documento 56.
1004
JOVELLANOS, G. M.: Sobre la introducción de las muselinas. p. 49.
1006
Mariana de Pontejos y Sandoval contrajo matrimonio en 1786 con Francisco Moñino de Redondo, hermano
del I conde de Floridablanca.
1007
SOUSA CONGOSTO, F.: Ob. cit., p. 177.
1008
“Cuyos retratos disfrutaron de una gran difusión gracias a las tallas dulces y los aguafuertes”. Véase: Goya,
la imagen de la mujer. Madrid, 2002, p. 242.
298
El atuendo de la marquesa se encuentra en clara conexión con el retrato de dama del
palacio de Lebrija aunque en éste último sólo aparece el torso pero el tipo de peinado, el
cuerpo, pañuelo y la forma del escote apuntan que se trata de un vaquero “a la inglesa”.
299
manera de vestir. Se quiso emular a la estatuaria griega y romana por lo que la indumentaria
recreó este concepto estético abandonando la artificiosidad y apostando por siluetas limpias.
La silueta cilíndrica parecía imitar a las famosas cariátides del Erecteion. Los vestidos de las
citadas esculturas griegas dejan apreciar claramente las formas femeninas.
Este cambio radical en el atavío femenino se encuentra en estrecha conexión con los
cambios políticos y su consecuente rechazo a los excesos de la realeza y aristocracia francesas,
y con la llamada anglomanía. La nueva moda abarca unos quince años, desde 1790 a 1805 y
tiene su origen en Francia e Inglaterra. El perfil de la alta sociedad inglesa difería de la
francesa ya que basaban el concepto de elegancia en un sentido más práctico y saludable. Su
moda se hizo eco de los alegatos médicos en contra de las ropas tan ceñidas y los tacones
altos1012. En un principio este sencillo vestido convivió con
los recargados atuendos rematados por peinados
empolvados y adornados con plumas, lazos, cintas, joyas y
encajes.
“El llamamiento de Rousseau para que el Estado y la sociedad volviesen al estado natural
significaba, en cuanto la traje, el triunfo de lo sano, lo razonable y lo apropiado sobre lo violento y lo
afectado (…). De aquí que las nuevas ideas de la naturaleza y libertad se manifestasen lógicamente, en
primer término, por la oposición al traje de corte imperante.”1014
1012
VON BOEHN, M.: Ob. cit., p. 109.
1013
“En los sectores mas dinámicos de la industria británica, la fuerza motriz de la expansión fueron las
exportaciones, y especialmente las extraeuropeas. La capacidad del algodón británico para monopolizar una
parte considerable del mercado mundial, les abrió el camino del éxito.” HOBSBAWN, E.: Orígenes de la
Revolución Industrial. Buenos Aires, 2004, p. 109-110.
1014
VON BOEHN, M.: Ob. cit., p. 106.
300
Para el día los
vestidos tenían mangas
largas y el escote se cubría
con un pañuelo; para la
noche el amplio escote se
mostraba y el vestido
terminaba en cola. Los
zapatos no llevaban tacón y
el peinado se trabajaba en
un moño alto con rizos
cayendo sobre la frente.
Tal vez el más famoso retrato con el citado atuendo sea el retrato que realizó Goya a la
duquesa de Alba en 1795. La dama luce un vestido camisa con lunares color blanco de
muselina o gasa con mangas largas y estrechas sobre un vestido interior de seda dorada, en la
cintura una vistosa faja roja a juego con la cinta que luce en la cabeza, aunque comprobamos
que el talle ha comenzado a subir. El color rojo alude a la moda de las parisinas en el invierno
de 1794, vestidos blancos con lazos de este color que reflejaban el terror de la guillotina1015.
La muselina al ser transparente precisaba de una prenda interior a modo de falda que
se colocaba bajo las enaguas llamada zagalefo1016, para Terreros es lo mismo que faldellín.
Aparece normalmente en los documentos bajo la denominación “sagalefo”. Esta pieza se
confeccionaba con todo tipo de tejidos como tafetán, franela, lienzo, lana, indiana o seda.
Cuando aparecen nombrados aisladamente, su precio no era elevado, los ejemplos que hemos
hallado oscilan entre los 20 y los 60 reales. Esta zagalefo se llevaba bajo el vestido tal y como
queda consignado en algunos ejemplos.
1015
MOLINA, A.: Ob. cit., p. 109.
1016
PUERTA ESCRIBANO, R.: Ob. cit., p. 251.
301
El vestido camisa resultó, en algunos casos,
bastante escandaloso ya que dejaba poco a la
imaginación. Tras haber finalizado el cruento periodo
del Terror en 1795, las damas de París se decantaron
por el vestido camisa en ocasiones sin forro alguno
debajo. Todo el atuendo que llevara una dama a la
última moda no podía sobrepasar las ocho onzas de
peso. El modelo inglés fue reconvertido en Francia en
un vestido de manga corta y excesivo escote1017. En un
recibo de dote de 1799 aparece un vestido largo
bordado de lino blanco apreciado en 500 reales junto a
dos vestidos de manga corta1018. La moda femenina de
Agustín Esteve. La Duquesa de Osuna y
los últimos años del siglo XVIII y primeros del XIX una joven, como Damas de la Orden de
Damas Nobles de la Reina María Luisa,
mostraba prácticamente la totalidad de los brazos. La acompañadas de una niña. Hacia 1796-
1797. Museo Nacional del Prado.
muselina podía aparecer lisa, bordada, listada (a rayas), Madrid.
y su uso no era exclusivo para prendas de vestir sino
que también aparece en la ropa de casa tal y como podemos apreciar en la carta de dote de
Ramona García donde aparecen piezas del ajuar doméstico como fundas de almohadas o
cortinas confeccionadas con muselina1019.. En los últimos años de siglo el modelo permanece
pero sube el talle que se coloca bajo el pecho. Los retratos de la duquesa de Osuna y de su
hija Joaquina Téllez- Girón fechados en 1797, ambos de Agustín Esteve, nos muestran este
sencillo atuendo que consta de un vestido blanco con talle bajo el pecho y manga corta, lo
cual nos indica que la alta sociedad española ya se ha decantado por la nueva estética.
1017
BOEHN, M: Ob. cit., p. 128.
1018
AHPSE: P- 10371, 402 v, 403 r.
1019
AHPSE: P- 12134, 613 r y ss. Apéndice documental, documento 63.
302
cada mujer usaría el mejor del que pudiera disponer. El concepto de vestido de novia que ha
llegado a la actualidad comenzó a finales del siglo XVIII. Las novias durante el neoclasicismo
adornaban su cabeza con una guirnalda de flores y con un velo de tul o gasa. La sencillez del
vestido dio lugar a colas largas en actos muy señalados, el máximo apogeo se produjo hacia
1804 coincidiendo con la coronación de Napoleón.
Se conocen algunos ejemplos de novias que han usado el blanco para su vestido de
novia pero fue Victoria de Inglaterra quien inició esta moda en su boda en 18401020. El primer
ejemplo documentado de una novia de la realeza vestida de blanco se remonta a 1406. En la
citada fecha, Phillipa de Lancaster, hija de Enrique IV de Inglaterra, contrajo matrimonio con
Eric de Pomerania, a la sazón rey de Dinamarca. La princesa llevó un atuendo formado por
una túnica y un manto de seda bordado con piel de ardilla y armiño. Ana de Bretaña también
se decantó por el mismo color en su boda con Luis XII de Francia en 1499, mientras que ya
en siglo XVI tenemos algunos ejemplos más. Se trata de las princesas Margarita de Valois
(hija de Enrique II de Francia) en su boda con Enrique de Navarra y la reina María Estuardo
en su boda con el Delfín Francisco en
1558. En España, la infanta Catalina
Micaela se casó vestida de blanco1021
con el duque de Saboya en 1585. Ya
en el siglo XVII sabemos que la
infanta Ana de Austria contrajo
matrimonio con Luis XIII con un
espléndido vestido morado 1022 . En
1660, María Teresa su sobrina carnal
y futura nuera se presentó vestida de Francisco de Goya. El quitasol. 1777. Museo Nacional del
Prado. Madrid.
blanco en su ceremonia de entrega en
1020
Para su atuendo nupcial, la reina Victoria se decantó por el blanco, una decisión original para ese momento
histórico. El vestido seguía la moda, amplio escote, cintura de avispa y voluminosa falda, y no era
excesivamente lujoso por decisión propia. El diseño guardaba connotaciones políticas ya que estaba
confeccionado únicamente con materiales procedentes del Reino Unido: satén blanco y encaje de Honiton. La
joven reina contrajo matrimonio con su primo Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha, en la Capilla Real del palacio
de Saint James. Fue una boda por amor que tuvo un enorme eco en la prensa y la fotografía de la flamante novia
fue ampliamente difundida por todo el mundo. La realeza y la nobleza son el espejo donde siempre se ha mirado
el resto de la sociedad, fenómeno al que han contribuido decisivamente los medios de comunicación en la Edad
Contemporánea. El reinado de Victoria I, el mas largo de la historia del Reino Unido, marcó toda una época y
vino aparejado con un claro puritanismo siendo el color blanco considerado símbolo de virginidad e inocencia.
1021
SOLANS SOTERAS, Mª C.: Ob. cit., p. 257.
1022
VÁLGOMA Y DÍAZ-VARELA, D.: El ajuar de Ana de Austria. Infanta de España, reina de Francia.
Madrid, 1949, p.16.
303
la isla de los Faisanes1023. María Leszczynska
contrajo matrimonio con Luis XV en 1725
vestida con un traje de corte de color azul
mientras que María Antonieta lo hizo vestida
de blanco, aunque la costumbre francesa en
las clases altas era usar brocado de oro sobre
fondo negro. En las revistas de modas del
Francisco de Goya. La boda. 1792. Museo Nacional momento aparecen vestidos de novias color
del 1024
azul Prado. Madrid.tono que lleva la joven novia en La boda
, mismo cartón para tapiz de Goya1025.
Una de las prendas “a la última” en el último cuarto de siglo fue el cabriolé. Se trataba
de una especie de capa con aberturas para los brazos. Francisco de Goya nos lo muestra en la
protagonista de El quitasol que luce un elegante cabriolé con vueltas y forro de piel. La
marquesa de la Candía (1772) tenía cuatro cuyas descripciones nos informan que el anverso
solía ser de un tejido y color, y el forro de otro, por ejemplo uno de ellos está confeccionado
en seda blanca y forrado en negro. “Ytt otro cabriole de raso liso negro con puntas y granizos
de blondas”1026. Normalmente esta prenda se confeccionaba en colores y tejidos distintos en
anverso y reverso aunque a veces nada se especifica sobre ello: “Un cabriole de seda negro en
doscientos cuarenta”1027.
El cabriolé podía confeccionarse con tejidos lujosos como el raso: “un cabriole de
raso encarnado en doscientos diez”, o más sencillos como la bayeta: “un cabriole de bayeta
encarnado en sesenta” 1028 . En una dote de 1772 aparece “un cabriole de bayeta color
verdemar usado en veinte” 1029 . La marquesa de la Candía tenía:“un cabriole negro de
1023
María Teresa portaba el suntuoso atuendo femenino en la corte española compuesto por sayo y basquiña de
satín sobre guardainfante, engalanado con lazos de plata. Para sus nupcias con Luis XIV, la infanta fue ataviada
a la francesa con un magnífico manto azul bordado con flores de lis.
1024
VON BOEHN, M: Ob. cit., pp. 199.
1025
Su destino fue el despacho de Carlos IV en El Escorial.
1026
AHPSE: P- 9568, 669 v. Apéndice documental, documento 48.
1027
AHPSE: P- 9568, 123 v.
1029
AHPSE: P- 9568, 306 r.
304
duransillo labrado y forrado de bayeta”1030. La bayeta no solamente era un tejido de lana sino
que también podía ser de seda: “un cabriole de bayeta de seda blanco con guarnición
negra” 1031 . En el recibo de dote de Mariano Peña (1772) aparece un cabriole de raso
encarnado tasado en 210 reales1032, mientras que en el ajuar de doña Inés María de Barradas
(1768) figura uno de seda guarnecido con blondas tasado en 385 reales 1033. Isabel Maestre
(1791) llevaba uno largo confeccionado con raso celeste, forrado con pieles blancas y negras
y guarnecido con martas valorado en 900 reales1034.
El delantal fue una pieza de uso obligado y no exclusivamente para las labores
domésticas. Su forma era rectangular y cubría la parte delantera de la saya o basquiña
1030
AHPSE: P- 9568, 669 v.Apéndice documental, documento 48.
1032
AHPSE: P- 9568, 184 r.
1033
Archivo Marqués de Peñaflor. Leg, 9, doc. 4.
1034
AHPSE: P- 12128, 363 r. Apéndice documental, documento 56.
1035
Lord Spencer fue diputado, ministro, lord del Sello Real, Primer Lord del Almirantazgo, ministro del
Interior y de Todos los Talentos.
305
sujetándose en la cintura por medio de cintas. El delantal aparece en el códice Madrazo-
Daza1036 (siglo XVI) donde lo llevan unas mujeres de Astorga y Navarra luciéndolo sobre las
sayas. Para las labores cotidianas se usaban mandiles grandes y largos con el fin de proteger
la ropa de la suciedad mientras que para los días festivos eran de menor tamaño y más
vestidos.
Estas piezas también se confeccionaban en los colores a la última moda como el rosa y
el celeste, ejemplo de ello es la dote de una criada del conde de Gerena (1740) que lleva uno
1036
Biblioteca Nacional. Madrid.
1037
AHPSE: P- 18020, 250 r.Apéndice documental, documento 41.
1038
AHPSE: P- 9563, 102 r.
1039
AHPSE: P- 9568, 104 r.
1040
AHPSE: P- 9568, 123 v
1041
AHPSE: P- 10321, 623 r. Apéndice documental, documento 4.
1042
AHPSE: P- 1326, 515 v.
1043
AHPSE: P- 5197, 88 r. Apéndice documental, documento 30.
306
de tafetán brillante rosa con punta en plata apreciado en 60 reales y otro del mismo material
pero celeste también con su punta en 30 reales1044. También se confeccionaba a juego con el
vestido, en el recibo de dote de Agustín de Rospide (1740) figura: “Ytt Un bestido algo usado
de raso de francia encarnado con delanttar con puntta de plata (…) Ytt Un bestido de tafetan
verde doble verde con delantar de lo mismo todo guarnesido con punta de oro en Seissientos
y treinta rr” más un vestido confeccionado con raso de Valencia, forrado en tafetán y
guarnecido con punta de oro a juego con el delantal y apreciado en 662 reales1045. Hay casos
en los que el delantal aparece a juego con el petillo: “Ytt. Un Delantar de Lama de plata
Bordado de oro y un Petillo ygual en siento y veinte y ocho rr” 1046 o “Yt. Un delantal y
paletina de plata todo de plata apuntas en trescienntos Rs”1047.
El manto es una pieza que usa toda la escala social, las mujeres se cubrían con él para
salir a la calle. Su forma era normalmente semicircular aunque también podría ser
cuadrangular. Era una pieza de abrigo pero también de adorno.
307
se nombra y se añade el estado de conservación y el precio: “Ytt. un manto nuevo con su
punta en sesenta rr (…) Ytt. otro usado en treinta rr”1052.
La manteleta aparece con mucha frecuencia a finales del siglo, era una especie de
esclavina grande a manera de chal con las puntas por delante. Doña Isabel Maestre (1791)
llevaba cuatro, de gasa, tafetán y muselina guarnecidas con flecos o cintas, y otra de rasete
negro de seda forrada en tafetán también negro con guarnición de flecos y blondas de Francia
tasada en 1.070 reales1057. En la carta de dote de María Antonia Salaner (1791) aparece una
de bayeta roja valorada en 20 reales mientras que en la Ramona García (1797) hay una
manteleta de muselina clarín en 60 reales, cuatro pañoletas bordadas en 40 reales y una
toquilla bordada con volante de muselina clarín en 301058.
1052
AHPSE: P- 2855, 486 v.
1053
AHPSE: P- 10349, 209 v.
1054
AHPSE: P- 2855, 488 r.
1055
AHPSE: P- 3783, 283 r.
1056
AHPSE: P- 10371, 402 v.
1057
AHPSE: P- 12128, 360 v. Apéndice documental, documento 56.
1058
AHPSE: P- 12134, 617 r. Apéndice documental, documento 63.
308
La costumbre femenina de cubrirse la cabeza viene de tiempos remotos. Las damas de
Elche y Baza, lucen velo y peineta. La palabra mantilla procede de la voz “manto”, el
diccionario de la Real Academia la define como: “Prenda de seda, blonda, lana u otro tejido,
adornado a veces con tul o encaje que usan las mujeres para cubrirse la cabeza y los hombros
en fiestas y actos solemnes”. La mantilla era sin duda, una pieza básica en el ajuar de
cualquier española desde el siglo XVI hasta el XIX. Según nos informan los protocolos, las
damas pudientes tenían varias mantillas. En la primera mitad del siglo XVIII los colores con
que se confeccionaban eran intensos, entre los mas comunes estaban el carmesí, color de
fuego, encarnado, color de ámbar y verde, entre otros. Se realizaban en los mas diversos
materiales y era frecuente que estuvieran guarnecidas de encaje, en ocasiones extrajero:
“Ytten una mantilla con encaxes de bruselas en quarenta y cinco Rs”1059, “Ytt Una mantilla de
raso lizo verde con encages crudos”1060.
1059
AHPSE: P- 10318, 923 v.
1060
AHPSE: P- 8173, 1613 r.
1061
AHPSE: P- 5165, 311 r. Apéndice documental, documento 6.
1062
AHPSE: P- 2822, 475v. Apéndice documental, documento 9. Doña Juana de Ribera y Tamariz fue la III
marquesa de Aguiar. Contrajo matrimonio con Manuel de Torres. El marquesado de Aguiar fue concedido a José
de Ribera Tamariz, Caballero Veinticuatro de Sevilla, en 1689.
1063
AHPSE: P- 5178, 698v. Apéndice documental, documento 12.
1064
AHPSE: P- 10337, 939 r.
309
La bayeta blanca era un tejido muy usado para
la confección de mantillas, aparece en gran cantidad
de documentos pudiendo estar guarnecidas con
encajes o ser simples. Generalmente son las mas
económicas y el precio de una sencilla podía rondar
los diez reales, en el “Aprecio de ropa” de doña
Francisca de Vargas (1769) figuran: “Ytt. dos
mantillas de bayeta blanca en veinte reales (…) otra
dicha de grana guarnecida con galón de oro fino en
ciento y veintte reales (…) Por otra de forro encarnado
forrado en tafetan celesteen sesenta reales”1065.
blonda una de las decoraciones mas habituales: “Ytt. una Mantilla de seda de sarga negra con
Blondas en ciento treinta y cinco”1066. Las guarniciones no sólo se realizaban con encaje sino
también con otras labores como los galones: “Ytt una mantilla de raso color de fuego
guarnecida con galon de plata en ciento cinco (…) Ytt otra dha de Bayeta tinta en grana
guarnecida con encaxe crudo en treyntta Reales” 1067 . El colorido de estas piezas es muy
amplio aunque a mediados de siglo se observa un cambio hacia los tonos pastel como el rosa
y el celeste. Las mantillas rojas son una constante, por lo habitual aparecen confeccionadas en
grana o en raso. En algunos documentos, esta pieza aparece consignada con sus
correspondientes broches: “una mantilla de raso color de fuego con broches de plata en 70
reales1068 ó “una mantilla encarnada con sus brochez treintta R”1069. Doña Faviana de la Peña
(1741) llevaba en su dote dos mantillas, una de grana con punta de seda azulada y borlas y
otra de bayeta tinta en grana bordada de seda blanca y por último una sencilla de bayeta
blanca fina1070. Las mantillas se guardaban en bolsas a propósito: “una funda de mantilla de
damasco verde”1071.
1065
AHPSE: P- 14694, 351v. Apéndice documental, documento 46.
1066
AHPSE: P- 12128, 1043 v
1067
AHPSE: P- 10345, 255 v.
1068
AHPSE: P- 702, 714 v.
1069
AHPSE: P- 702, 148 r.
1070
AHPSE: P- 18013, 343 r. Apéndice documental, documento 38.
1071
AHPSE: P- 14692, 131r.
310
La bayeta aparece con mucha frecuencia, ya sencilla por precios bajos como una
blanca en 13 reales 1072, o guarnecida. En el inventario post-mortem de doña María Nicolasa
Pascual (1734), aparecen: “una Mantilla de Bayeta asul con su Encaxe plata que vale treinta rr,
Ytt. una Mantilla de Rasso color de ambar mui anttigua con encaxes negros que vale veintte y
sinci rr” 1073 ; mientras que en la carta de dote de Antonia Tolezano (1753) figuran dos
mantillas y un capotillo de bayeta blanco tasados en 85 reales1074
Doña Isabel Maestre (1791) llevaba una rica mantilla de tafetán negro listado
guarnecida con blondas de Francia, gasa y cintas valorada en 488 reales y otra de toalla de
gasa negra listada guarnecida con blondas anchas de Francia en 895 reales1075.
La mantilla posibilitaba que las mujeres cubrieran su rostro, en este sentido se dictó
una prohibición en 1767 por la cual había que retirársela para poder acceder a los jardines del
Buen Retiro. Según cuenta Blanco White, en algunas localidades se seguía usando como en
tiempos de los Austrias:
“Algunas mujeres llevaban la mantilla cruzada sobre la barbilla para ocultar sus rostros. Una
mujer así ataviada se llama tapada, y esta costumbre, muy común bajo la dinastía de los Austrias,
todavía la conservan las mujeres de nuestros pueblos del interior. Las he visto en Osuna y el Arahal,
cubiertas desde la cabeza a los pies con un velo negro de lana que, cayendo por los dos lados de la
cara y cruzándose estrechamente por delante, no permitía ver más que el brillo del ojo derecho,
situado exactamente detrás de la abertura”1076.
En los ajuares suelen aparecer varias mantillas, en la dote a favor de Mariano Peña
(1772), fabricante de sedas constan cuatro mantillas, una de sarga, otra de muselina y dos de
bayeta1077.
Hacia 1790 se comenzó a tender hacia el blanco o el negro, siendo la muselina la gran
protagonista, podía aparecer simple o bordada: “Ytt. Una mantilla de murcelina bordada con
1072
AHPSE: P- 1326 f 515 v.
1073
AHPSE: P- 10349, 209 r. Apéndice documental, documento 31.
1074
AHPSE: P- 12059, 972 r. Apéndice documental, documento 44.
1075
AHPSE: P- 12128, 360 v y ss. Apéndice documental, documento 56.
1076
BLANCO WHITE, J.: Cartas de España, carta quinta, Sevilla, 1798.
1077
AHPSE: P- 9568, 184 r.
311
ramos nueva, en doscientos y veiente y cinco”1078, y también guarnecida: “Ytt. una mantilla
de murcelina con puntas en quarenta y cinco reales de vellon” 1079 . Para enriquecer la
mantilla normalmente se guarnecía con encajes blancos o negros por lo que su precio se
disparaba ya que la labor de los bolillos se realizaba exclusivamente a mano. No debemos
olvidar que en el siglo XVIII se produjo la gran eclosión del encaje, fue una moda que causó
furor siendo los más apreciados las blondas francesas y los de Bruselas aunque también en
España se elaboraban de gran calidad, sobre todo en Valencia y Cataluña. La labor de encaje
se disponía en el borde de la pieza o como un volante, a finales del siglo la mantilla entera se
confeccionó con encaje que se montaba sobre tul1080. El encaje de blonda aparece con
relativa frecuencia en el adorno de estas piezas a finales de siglo, independientemente de su
tejido. En la dote de Ramona García (1797) aparecen tres mantillas de sarga de seda negra
con blondas valoradas en 1.050 reales y cuatro de muselina en 3001081.En el inventario de
doña Leonor Cavalleri figuran una mantilla de raso liso rojo con encajes de hilo blanco
forrada en tafetán rojo y una funda de mantilla de damasco verde1082
1078
AHPSE: P- 12134, 618 r. Apéndice documental, documento 63.
1079
AHPSE: P-12137, 3 r.
1080
El tul tiene su origen en la ciudad francesa de Tulle en el Lemosin, donde se fabricó por primera vez de
forma totalmente artesanal mediante la técnica de bolillos. Se desconoce la fecha exacta aunque se conserva un
anuario de 1775, con la inscripción de "las señoritas Gantes" como fabricantes de encajes, por lo que se deduce
que en la citada fecha ya existía una próspera industria destinada a su confección. Hacia finales del siglo XVIII,
su fabricación se había extendido a otros países europeos. En el año 1806, el inglés John Heathcoat patentó una
nueva máquina que producía un tul de gran calidad lo que facilitó su uso para confeccionar vestidos enteros.
Tuvo tanto éxito, que pronto las damas de la alta sociedad llevaron vestidos de tul mecánico.
1081
AHPSE: P- 12134, 616 r.
1082
AHPSE: P- 14692, 131 r. Apéndice documental, documento 45.
1083
PLAZA ORELLANA, R: Ob. cit., p. 61.
1084
AHPSE: P-10365, 142 r.
312
el llamado “privilegio blanco”, una dispensa por la cual que solamente las reinas católicas
pueden visitar al Santo Padre enteramente vestidas de blanco incluyendo la mantilla. En
definitiva, este adorno ha pervivido a través de los siglos como un signo de identidad de lo
español.
VI.7. Peinados
Las cabezas femeninas se adornaban con joyas auténticas o de imitación, a lo largo del
siglo aparecen varias piochas también denominadas tembladeras porque vibraban al moverse.
Esta pieza tiene su origen en el airón, un botón de pedrería del que salían vistosas plumas
blancas importadas de las Indias. María
de Felices (1711) tenía un “ayron con
cinco flores” tasado en 976 reales 1085 .
Cuando las plumas comenzaron a
escasear la joya evolucionó realizándose
por completo en oro o plata. Isabel de
Farnesio la luce en el retrato de la mano
de Meléndez de 1727 conservado en la
Biblioteca Nacional.
diamantes tasada en 300 reales1087. Así mismo la marquesa de la Candía (1772) tenía “una
piocha de brillantes con una almendra” 1088 .En las capitulaciones de Isabel Paulín de la
Barrera (1776)1089 figura otra de diamantes sobre plata valorada en 600 reales1090 y una más
1085
AHPSE: P- 10335, sf.
1086
Archivo Marqués de Peñaflor. Leg, 9, doc. 4.
1087
AHPSE: P- 1205, 973 r.
1088
AHPSE: P- 9568, 666 v. Apéndice documental, documento 48.
1089
Hija de Manuel Paulín de Cabezón, caballero de Santiago, y Lucía Tomasa de la Barrera. CÁRDENAS
PIERA, E.: Caballeros de la Orden de Santiago, siglo XVIII. Madrid, 1994, p. 116.
1090
AHPSE: P- 12100, 667 r. Apéndice documental, documento 49.
313
formando parte de un aderezo de brillantes sobre plata junto con collar, zarcillos, manillas,
cintillos y botones tasado en 36.000 reales.
A partir de 1770 los peinados femeninos comenzaron a crecer en altura y anchura. Los
complicados arreglos fueron objeto de todo tipo de burlas y enconadas críticas, solamente las
damas pudientes empolvaban sus cabellos, el tono grisáceo se consideraba de gran elegancia.
Para facilitar tan complicados arreglos surgieron las horquillas dobles.
1091
AHPSE: P- 18005, 182 v. Apéndice documental, documento 27.
1092
AHPSE: P- 18005, 351 v. Apéndice documental, documento 28.
1093
AHPSE: P- 10349, 231 v. Apéndice documental, documento 32.
1094
Bautizada en la iglesia de la Magdalena el 12 de abril de 1691. Contrajo matrimonio con José Gregorio Ortiz
de Zúñiga y Fernández de Santillán el 4 de febrero de 1714 en la parroquia de San Miguel. Véase, Anales de la
Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía. Vol. II. Madrid, 1996, p. 31.
1095
AHPSE: P- 2865, 223 r. Apéndice documental, documento 42.
1096
AHPSE: P- 10365, 606 r.
314
El ilustrado José Clavijo y Fajardo se hizo eco de los peinados a la moda:
“…de allí pasé a peinar a los amas para quienes inventaba todos los días nuevo peinado, con
lo que éstas estaban locas de contento. Sus cortejos que las veían siempre peinado diferente, un día a
la babilónica, otro a la kalmunca, y a la hotentota… La primera ocasión de empeño que se presentó
fue un baile a que había de concurrir una de las Sras, y a que me dijo asistirían muchas petimetras que
tenían excelentes peluqueros que en substancia era pedirme echase el resto. Así lo hice, fragüé en mi
cabeza un nuevo peinado, que llamé a la kouli-kan, compuesto de multitud de bucles que imitaban a
las tiendas de campaña, y con los cuales se figuraba un campamento con sus fosos, calles, plazas…; y
en vez de penacho formé en la fachada una venus hecha del mismo pelo sentada en una concha marina,
tirada por dos cisnes y acompañada de las gracia“1097.
1097
CLAVIJO Y FAJARDO, J.:Pensamiento LV. Sobre los gastos de Bodas, y Carta de un peluquero. p.346-
347.
1098
HERRANZ RODRÍGUEZ, C.: “Moda y tradición en tiempos de Goya” en Vida cotidiana en tiempos de
Goya. Madrid, 1996, p.210.
315
medio fue producir/un nuevo estilo en que ambas/clases,
pusiesen la mano :/de manera que se usaran/escofietas y
peinados/a un mismo tiempo con gracia.”1099
Francisco de Goya. “Hasta la “la dormilona es la gran cofia que se ponen las señoras
muerte”.1797-1799. Caprichos
(estampa), 55. Museo Nacional del (en que se les divisa la cara entre dos conchas, á manera de
Prado. Madrid. almejas a medio abrir), quando el peluquero falta a peinarlas; y
esa señora falta muchso días a Misa, por las faltas que le hace el peluquero extrangero”1101.
“Dime, ¿dónde has visto tú / a una mujer de mis prendas / use dos veces seguidas / una cosa
mesma?, que eso / se estilará en tu lugar, / donde todo el año entero/ la propia saya y el jubón / trae la
mujer del Alcalde/ y, si no la haya de balde, / no se muda ni un cordón”1102
Los peinados se adornaban con cintas formando enormes flores llamadas carambas,
denominación que proviene de la tonadillera María Antonia Vallejo Fernández apodada “La
Caramba”1103. Francisco de Goya en el Capricho 55 se burla de las mujeres ancianas que se
adornan como las jóvenes, según el manuscrito conservado en la Biblioteca Nacional:
1099
CRUZ Y CANO, R.: Op. cit., pp.200-202
1100
PLAZA ORELLANA, R.: Ob. cit., p 56.
1101
CADALSO, J.: Noche lúgubres. Barcelona, 1804, p. 89.
1102
FERNÁNDEZ DE MORATÍN, N.: La petrimetra. Badajoz, 1989, p.90.
1103
La cómica Maria Antonia Vallejo (1750-1787) despertaba una gran admiración. El tocado que empezó a
usar era una gran moña de cintas dispuesta sobre la cofia. El adorno, que sacó a escena, alcanzó tal grado de
popularidad que llegó a ser de uso general.
316
"...Esta es cierta Duquesa que se llenaba la cabeza de
moños y carambas, y por mal que le caigan no le faltaban
guitones de los que vienen a atrapar a las criadas, que aseguran
a S. Excelentísima que está diviiiina".
La manteleta era un chal que se colocaba cruzado sobre el busto comienza a aparecer
con profusión en el último cuarto de siglo. La marquesa de la Candía (1772) tenía una
manteleta de raso liso negra con guarnición de blondas y cintas y otra del mismo tejido pero
con flores1105 además de doce pañoletas de muselina y holanda sencillas y labradas más otra
toda de encaje guarnecida con encaje de puntas de Ynglaterra”1106.
1104
AHPSE: P- 767, 503 v.
1105
AHPSE: P- 9568, 669 v.
1106
AHPSE: P- 9568, 672 v. Apéndice documental, documento 48.
1107
AHPSE: P- 716, 106 r. Apéndice documental, documento 54.
317
popular a finales de siglo, en las capitulaciones de Isabel Maestre (1791) dentro de la partida
de regalos aparecen cuatro manteletas, tres blancas y una celeste, dos de gasa y dos de tafetán
todas guarnecidas, unas con flecos y otras con cintas1108 mientras que en su propia dote lleva:
“Una Manteleta de rasette negro de seda forrada en tafetán del mismo color guarnecida con
flecos de seda, y blondas anchas de francia” tasada en 1.070 reales junto a otra de muselina
bordada con viso de tafetán rojo en 267 reales. En la partida de regalos de la dote de Manuela
Cascallana (1791) aparecen dos manteletas de gasa, la primera con guarniciones y blondas y
la segunda blanca, forrada en tafetán, cada una en 300 reales1109.
1108
AHPSE: P- 12128, 360 v, 363 v. Apéndice documental, documento 56.
1109
AHPSE: P- 12128, 495 r. Apéndice documental, documento 57.
1110
AHPSE: P- 9568, 306 v.
1111
AHPSE: P- 9568, 674 v
1112
AHPSE: P- 12128, 361 v. Apéndice documental, documento 56.
318
El abanico tiene un origen antiquísimo 1113 aunque llegó a Europa procedente de
Bizancio en el siglo XIV. Catalina de Medicis lo introdujo en Francia a raíz de su boda con el
futuro Enrique II, siendo ya piezas ligeras y plegables. La reina importó abanicos italianos de
forma circular y orlados de plumas. Durante el siglo XVI se produjo el paso del aventador al
abanico de pliegues; a su muerte ocurrida en 1589. su hijo Enrique III de Francia, último
monarca de la dinastía Valois, lo puso de moda en la corte como algo refrescante, a la vez que
un accesorio elegante e innovador.
Durante los siglos XVI y buena parte del XVII1114 el principal productor fue Venecia
que fabricaba abanicos rígidos. Ya en el siglo XVIII, Francia fue la principal productora de
esta pieza, símbolo de elegancia y clase alta
convirtiéndose en un accesorio esencial en la vida
femenina ya que no eran únicamente un mero
instrumento o adorno sino también un medio de
comunicación. Fabricados con tejidos o pieles
perfumadas, los abanicos hicieron las delicias de la alta
sociedad francesa que pagaba por ellos hasta 12 o 15
libras, mientras que en Italia los abanicos pintados
tenían unos precios más moderados. El atuendo de una
señora no estaba completo sin él, por lo general los
retratos femeninos del momento nos muestran a la
damas llevando un abanico en su mano. Isabel de
Farnesio fue una gran coleccionista de abanicos muchos Anónimo. Dama de la Orden de
María Luisa. Hacia 1795. Colección
de ellos pintados por notables artistas de la época, no particular.
1113
Eurípides habla de que su origen se remonta a los pueblos bárbaros. Los abanicos aparecen representados en
las tumbas tebanas. El tipo usado en Egipto y Grecia consistía en una serie de plumas dispuestas en forma de
semicírculo unidas a un mango. En la antigua Roma, según Virgilio y Apuleyo el abanico se utilizada en la
festividad dedicada al dios Baco. TALLIS, J: History and Description of the Crystal Palace. Volume 1. New
York, 2011, pp. 215-216.
1114
“A mediados del siglo XVII, Francia se convierte en el principal centro para la producción de los
abanicos de moda, aún cuando en Italia se fabricaban abanicos de gran calidad. Hacia mediados del siglo
XVII hubo tal demanda por la fabricación de abanicos, que en 1678 los fabricantes franceses formaron una
corporación o gremio. Los éventaillistes, como eran llamados, no fabricaban las monturas de los abanicos;
ellos eran responsables de la pintura y decoración de las hojas o países, del plegado y ensamblaje, y luego
de su venta y distribución.” VV.AA: Abanicos. Despliegue de arte. Santiago de Chile, 2009, pp. 7.
319
Esta pieza todavía no se abría por entero y sus varillas podían estar fabricadas en
distintos materiales como marfil, carey o madera. El llamado de baraja o “brisé”, que estuvo
de moda a principios de la centuria, normalmente se decoraba con las escenas a gusto del
momento con escenas religiosas inspiradas en pasajes del Antiguo Testamento. Hacia 1735 se
impone la temática rococó de escenas galantes y campestres inspiradas en Watteau o Boucher
y también mitológicas protagonizadas por Venus, Juno y Ofalia. Los países se fabricaban
normalmente con papel o vitela material que permite el plegado y las decoraciones. En la
década de los 60 se produjeron una serie de avances que posibilitaron el plegado total de la
pieza, lo que trajo consigo el mayor uso de la seda en los países incluyendo bordados y
lentejuelas1116. A finales del siglo su tamaño se ajustará a la nueva moda, haciéndose más
pequeño para poder llevarlo en el bolso. El llamado “de esqueleto” tendrá las varillas más
estrechas y separadas. Este accesorio femenino tuvo una profunda significación, mostraba la
calidad de su propietaria, su gusto y elegancia y le permitía expresarse por medio de su
lenguaje.1117.
El abanico era una pieza imprescindible en la mujer del siglo XVIII, aparece
prácticamente en todos los documentos. En Francia existía la costumbre según la cual, las
damas recién casadas regalaban un abanico y un neceser a sus amigas. La presencia del
abanico en los retratos femeninos de la época es una constante. Las damas pudientes tenían
gran cantidad, en las capitulaciones matrimoniales de doña Isabel Maestre (1791) figuran
nada menos que doce abanicos valorados en cerca de 2.000 reales. La mayor parte son de
procedencia extranjera, fundamentalmente ingleses con las varillas de marfil caladas, estando
el más costoso tasado en 435; aunque también aparecen dos franceses, uno de ellos con las
varillas caladas y doradas, por último aparecen sencillos ejemplos realizados en madera con el
país en tafetán1118.
1115
Véase, PÉREZ SAMPER, Mª. A.: Isabel de Farnesio. Barcelona, 2003.
1116
PUERTA ESCRIBANO, R.: Ob. cit., p. 95.
1117
ESPINOSA, C.: Arte, lujo y sociabilidad. La colección de abanicos de Paula Florido. Madrid, 2009.
1118
AHPSE: P- 12128, 361 r. Apéndice documental, documento 56.
1119
Archivo Marqués de Peñaflor. Leg. 9. doc. 4.
320
elaborados con materiales como el carey, el marfil, el nácar y el ébano algunos guarnecidos
con oro1120. Según apunta una memoria de 1788, los abanicos más especiales se reservaban
para ocasiones señaladas; en el documento consta uno de marfil bordado con lentejuelas, otro
grande con las barillas caladas y por último aparecen tres sencillos “para diario” 1121 que se
tasan en 10 reales la unidad1122. En la dote de María Cascallana constan dos ricas piezas
valoradas cada una en 300 reales, uno de marfil y otro de concha, mas cuatro “de distintos
generos” en 1201123. Por lo que hemos podido observar a lo largo del periodo, 720 reales en
seis abanicos representaba un cifra considerable.
Pocos zapatos han llegado a nuestros días debido a lo efímero de sus materiales ya que
generalmente se fabricaban con tejidos, a veces delicados e incluso bordados. Al ser citados
en los documentos se ofrece muy poca información cuando: “Ytt. Seís pares de zapatos de
distintos generos, y colores en sesenta r”1125, aunque a veces se nombra el material y el estado
de conservación. El calzado femenino se fabricaba con la horma recta siendo una pieza de
lujo ya que se estropeaban muy fácilmente no durando más de un mes. A principios de siglo
los zapatos tienen tacón alto por influencia francesa. El tacón era curvado y estaba bajo la
corvadura del pie siendo la punta estrecha y el empeine se cerraba mediante lengüeta, en
ocasiones contaban con botones. El adorno por excelencia es la hebilla que va creciendo de
1120
AHPSE: P- 9568, 675 r. Apéndice documental, documento 46.
1121
AHPSE: P- 11246, 498 v.
1122
AHPSE: P- 11246. 498 r. Apéndice documental, documento 52.
1123
AHPSE: P- 12128, 496 v. Apéndice documental, documento 57.
1124
AHPSE: P- 10365, 604 r, 604 v.
1125
AHPSE: P- 12128, 495 r.
321
tamaño y que se fabricaba con diversos materiales,
las más sencillas de simple metal, pero son muy
frecuentes las de plata y plata sobredorada1126. Las
personas muy pudientes las usaba de oro con piedras
preciosas. Las hebillas lógicamente se traspasaban
de un calzado a otro; María Ventura, azafata de
Bárbara de Braganza reclamó mediante un
documento los zapatos de la reina, ya que por su
cargo le correspondían, junto con sus hebillas, unas
de plata con diamantes talla brillante, otras de oro Chinelas. 1740-1750. Museo del Traje.
Madrid
apropiadas para el luto, otras de lo mismo con
diamantes talla rosa1127.
En el inventario de don Ambrosio Pérez de Tejada (1715) aparecen un par de hebillas
de oro y esmeraldas1128.En el inventario capital de Juan de Prado (1719), maestro zapatero,
los zapatos de mujer sencillos están valorados en 9 reales el par, cada par de hormas
femeninas en 3 reales mientras que una docena de pares de tacones se hace en 5 reales. Las
chinelas no tenían talón y terminaban en punta, se usaban para estar en casa, su tacón se
fabricaba con madera y se forraba. Las chinelas estuvieron a la última durante todo el siglo,
en Francia se denominaban “mules” .Al cambiar la moda y abandonarse los tacones se
fabricaron planas. En una carta de dote de 1800 aparecen un par de chinelas de seda valoradas
en 24 reales y otras de cordobán “algo usadas” en 201129.
El calzado se fabricaba con las más diversas pieles e incluso telas lujosas y
pasamanería. En una carta de dote de 1788 aparecen tres pares de zapatos de paño negro fino
a un precio de 80 reales, otros de raso liso negro en 20 y por último unos de “espinilla de seda
Bordados de esmartes de plata en 45”1130. A partir de la década de los 70, las faldas subieron
por lo que los zapatos femeninos comenzaron a asomar. “Dos pares de zapatos de becerrillo
morado en treinta y ocho r (…) otros de cordobán en treinta r”1131.
1126
AHPSE: P- 12023, 471v. En una dote de 1733 un par de hebillas de plata sobredorada se valoran en 28 reales.
1127
ARANDA HUETE, A: “Las joyas de Fernando VI y Bárbara de Braganza”.RIVAS CARMONA, J (Coord):
Estudios de platería. San Eloy 2006., Murcia, 2006, pp. 32.
1128
AHPSE: P- 5178, 700 r.
1129
AHPSE: P- 11265, 793 v.
1130
AHPSE: P- 11246, 498 r.
1131
AHPSE: P-743, 503 r.
322
VI.10. Traje de maja, atuendo propio de la mujer española
1132
Isabel María Parreño Arce y Valdés era hija de Martín Parreño y Mª Jesús de Arce Valdés. Dama noble de la
reina María Luisa. Contrae matrimonio en 1772 con don José Agustín de Llano y de la Cuadra, marqués de
323
sobre el cabello empolvado cofia de red, gracioso sombrerito adornado con flores y máscara
en la mano. La pintura se considera una obra maestra del autor en la que se evoca la gracia de
una dama española que paseó su belleza como esposa de un diplomático por varias cortes
europeas1133.
Francisco de Goya pintó a la duquesa de Alba vestida de maja en 1797. La dama, que
acababa de enviudar, se había retirado a su palacio de Sanlúcar de Barrameda donde fue
retratada por el artista. La duquesa luce basquiña negra, fajín rojo con flecos a la cintura,
chaquetilla entallada de brocado de oro y mantilla negra de encaje rodeando el cuerpo. La
imagen se ha desprovisto de la referencia a cualquier tipo de disfraz mostrándose como una
mujer de su tiempo1134.
Llerena y marqués de Llano. Nacido en Poveña-Muskiz el 15-X-1722. Oficial de la Secretaría del Despacho de
Estado. Caballero de Santiago desde 1741. Creado marqués de Llano en 1773. Tras enviudar contrae nuevo
matrimonio con Fernando Queipo de Llano y Bernaldo de Quirós, oidor de las Reales Audiencias de Manila y de
Sevilla, mayordomo de Semana de Carlos IV.
1133
LAFUENTE FERRARI, E.: Breve historia de la pintura española. Vol. II. Madrid, 1987, p. 392.
1134
MOLINA, A.: Ob. cit., p. 111
325
No podemos obviar a las Majas de Francisco de Goya, las representaciones más
famosas de este prototipo y todo un símbolo de su tiempo. La vestida no sigue el prototipo de
“maja” popular ya que su vestido está a mitad de camino entre la indumentaria de las damas y
el atuendo de las mujeres de los barrios castizos. La joven luce un nuevo tipo vestido
Francisco de Goya. La maja vestida. 1800-1807. Museo Nacional del Prado. Madrid.
camisa1135, más evolucionado que en la década en los 90, confeccionado con muselina blanca
adornado con una gran banda rosa a la cintura1136. Al no llevar zagalejo debajo se adivinan a
primera vista los sensuales volúmenes de su cuerpo, encima porta una chaquetilla con las
típicas decoraciones de los vestidos populares.
La reina María Luisa consideraba muy favorecedor este atuendo por lo que se hizo
retratar por Goya (1799, Palacio Real, Madrid) vestida de maja. Tal fue su inclinación por él,
que hacía que sus damas lo llevaran para acompañarla en el paseo matinal por los jardines de
palacio1137. En el museo del traje de Madrid se conserva un vestido de maja datado hacia 1801
que pone de manifiesto cómo este atuendo se adoptó a la nueva moda que marcaba el talle
bajo el pecho. Este tipo de traje también se acompañaría de un “spencer” o juboncito. Para
salir a la calle las majas adornaban su cabeza con mantilla que podía ir sobre una cofia. El
traje de maja se nos muestra, en general, con gran profusión de adornos y colores frente a la
1135
“De aquí arrancaría el vestido blanco suelto y cómodo de fin de siglo XIX y de las primeras décadas del
siglo XX, que se ven en las revistas de la época”. PUERTA ESCRIBANO, R.: Ob. cit., p. 252.
1136
RIBEIRO, A.: “La moda femenina en los retratos de Goya”. Goya. La imagen de la mujer. Madrid, 2002, p.
111.
1137
RIBEIRO, A.: “La moda femenina en los retratos de Goya”. Goya y la imagen de la mujer. Madrid, Museo
Nacional del Prado 2002, p. 114.
326
corriente imperante marcada por la simplicidad en ornamentación y el color blanco1138. El
atuendo de maja tendrá una gran difusión a lo largo del siglo XIX a través de la pintura
costumbrista sevillana y de las famosas bailarinas españolas que lo adoptaron para la
escena1139.
1138
Véase, GÓMEZ DEL VAL, R.: Traje de maja. Madrid, Museo del Traje. 2008.
1139
Véase, PLAZA ORELLANA, R.: Historia de la moda en España. El vestido femenino
entre 1750 y 1850. Córdoba, 2009.
327
CONCLUSIONES
328
Marcados los objetivos de nuestro trabajo hemos analizado la moda en la sociedad sevillana
durante el siglo XVIII. Según nos ha aportado el estudio de los protocolos notariales, en la
ciudad se vistió a la moda internacional impuesta por Francia desde los primeros años de la
centuria. Se ha abordado con carácter globalizador y científico el estudio de la indumentaria
tanto masculina como femenina. La presente tesis doctoral demuestra que la moda “a la
francesa” llegó a la ciudad y penetró en toda la sociedad. Se han abordado una serie de
apartados intentando mostrar una evolución estilística, realizando un desglose de piezas para
un mejor acercamiento a las distintas prendas.
329
tanto descendientes de la familia Bucarelli, una de las más importantes estirpes sevillanas del
siglo XVIII.
Finalmente, las razones que nos llevaron a este estudio expuestas en la introducción
general y que se centraban en el análisis e investigación científica de la moda en la ciudad de
Sevilla durante el siglo XVIII, creemos que han sido suficientemente superadas a la vista de la
documentación aportada. Los documentos utilizados para el estudio de la indumentaria han
sido fundamentalmente cartas de dote, inventarios post-mortem e inventarios capitales, así
como diversas divisiones de caudal o partidas que han sido de nuestro interés. La
documentación ha sido consultada e investigada en el Archivo de Protocolos de Sevilla y en
el Archivo Municipal de Écija, a través de casi cuatrocientos legajos desde 1700 a 1800.
Por otro lado, se ha tratado de hacer un acercamiento al ajuar doméstico a través del
mobiliario, la ropa de cama y los distintos espacios de habitabilidad haciendo particular
hincapié en la sala de estrado y alcoba, estancias donde hemos hallado las piezas más
significativas tales como tapices, colgaduras y escritorios. Así como la documentación
notarial pone de manifiesto que la sociedad sevillana está inmersa en la moda internacional,
330
las casas y su ajuar siguen siendo deudoras de la España del siglo XVII ya que presentan un
mobiliario que no ha evolucionado al mismo tiempo que la sociedad. A finales de siglo
veremos como penetran otras tipologías de mueble francés e inglés que se acercan a los
nuevos espacios domésticos, en los que el estrado se sustituye por el salón y surge el comedor
como estancia diferenciada.
Los documentos ponen de relieve que estamos ante una sociedad jerarquizada y
endogámica, con una importante presencia de los gremios y mercaderes, en la que la
aristocracia juega un destacado papel en cuanto al consumo de bienes de lujo, tal y como se
ha comprobado a través de inventarios post-mortem, cartas de dotes y capitulaciones
matrimoniales de algunos de sus miembros.
331
APÉNDICE DOCUMENTAL
332
DOCUMENTO Nº 1.
Folio 844 v
“(…)
Primeramente una Gabacha Berde de brocatto de oro en ttrescientos rs 0300
Ytten una Basquiña de tafettan doble negro en doscienttos y cinquenta rs 0250
Ytten otra basquiña de sarga de color en doscienttos y settenta R 0270
ytten ôtra basquiña de sarga de color a medio traer en zien R 0100
Ytten una gabacha de ormesí negra con abottonaduras de platta
en Doscienttos y treintta R 0230
ytten otra gabacha de felpa negra en cien R 0100
Ytten un monillo de raso de oro encarnado en cien R 0100
ytten un tapapies de Brocatto de toledo en doscienttos cinquenta R 0250
Ytten un delantar de tafettan encarnado en sesentta R 0060
Ytten una Colcha de Damasco carmesí con su rodapies afo
rrada en tafettan carmesí en quinienttos Rs 0500
Ytten unas enaguas de media granilla nuevas en noventa Rs 0090
Ytten un manto âtafettanado en cientto y diez Rs 0110
(…)”
DOCUMENTO Nº2.
Folio 923 r
333
Ytten quatro pares de calzetas usadas en veinte y quatro R 0024
Ytten tres aderezos de camisas y calzones llanos en doscientos y noventa
y siete Rs de vellon 0297
Ytten quatro camisas de ombre por estrenar en ciento y sesenta
y quatro Rs de vellon 0164
Ytten diez y siete camisas de muger de diferentes lienzos y hechuras
en ochocientos sesenta y nueve Rs de vellon 0869
Ytten siete pares de enaguas blancas en ciento y noventa Rs 0190
(…)
Ytten De la ropa de bestir de color y mantos de las turcas quinientos
y onze Rs de vellon 0511
Ytten de la ropa blanca de bestir de dhas turcas y un cobertor y
almohadas con su lana quatrocientos Rs de vellon 0400
(…)
Ytten Un Bestido de tela seleste de oro y plata guarnecido de encaxe
de oro en novecientos y sesenta Rs. de vellon 0960
Folio 923 v
DOCUMENTO Nº3.
334
AHPSE:P- 8173.1606- 1622.
Folio 1611 v
Folio 1612 r
Folio 1612 v
(…)
335
color
-Ytt Una Saya de teleton color de castaña nueba
-Ytt otra Saya de tafetan doble vieja
-Ytt otra Saya de lanilla usada
-Ytt un Monillo de Razo liso Blanco con encages de
oro
-Ytt un Guardapies de tela Berde usado
-Ytt otro Guardapies de tel encarnada con floresitas
de oro
Folio 1613 r
DOCUMENTO Nº4
Inventario de bienes de Doña Petronila de Sangronis, realizado por su viudo don Alejandro
Carlos de Licht, albacea in solidum.
Folio 622 r
“(…)
Ytten un Coletto de Antte con solapa y faldillas doble
Ytten un Par de Calzones de Gamusa forrados en bramante fino
Ytten un Capotillo de dos faldas para el campo de paño fino
Ytten una chupeta de medio paño de Grana con sus mangas y forro
336
Ytten un Dozelito de Damasco Carmesí con flueco del mismo color
Ytten dos fundas de Almohadas y dos azericos de tafettan
encarnados nuebas
Ytten ôttras dos fundas de tafettan encarnado usadas todas con lana
Ytten una saia de Pitiflor de nueve Paños de â bara y media, con su
forro de ttafettan senzillo color de âmbar
Ytten ôtra saia de teletton negro de nuebe paños de â bara
y media con ruedo de tafettan senzillo negro
Ytten ôtra saia de sarga encarnadina de diez Paños con
forro de tafettan senzillo color de ambar claro
Ytten ôtra saia de rasso lisso negro con nuebe paños de
â bara y media con forro de tafettan senzillo negro
Ytten ôtra saia de carro de oro color de ambar con siette pañoss
Ytten òtra saia de sarga ussada color de ambar con nueve paños
Ytten un tapapies encarnado de tela de oro y Platta
Folio 622 v
Folio 623 r
337
Ytten ôttro monillo de felpa verde con trensilla de ôro con su forro
Ytten òttro monillo con bisso de rasso lisso encarnado Y bor
dado de soles de hilo y oro de milan con su forro zelestte
y Guarnecido con encaxes blancos de flandes
Ytten ôttro monillo de tafettan negro muy usado
Ytten un tapapies de Paño de Grana fino y guarnîzîon
de Platta
Ytten dos mantos ussados uno rassado y ottro no
Ytten un delanttar de rasso encarnado de pitiflor
con cinco paños Juntto y Guarnecido de encaxes finos
de pitiflor
Ytten ôttro delanttar de tafettan Doblette negro
de tres paños
Ytten ôttro delanttar de red negro en forma de
encaje de una piessa
Ytten unos mangottes de rasso de ôro Celestte color
de Perla
Ytten ôttros mangottes de resttario de platta encarnados
Ytten un corpiño de rasso lisso color de fuego bordado
de Platta
Ytten ôtro Corpiño de tela encarnada ussado con
ttrensîlla de ôro y forro
Ytten ôtro Corpiño de tela blanca con encaxes
Folio 623 v
Folio 624
338
de bruzelas de seis dedos de ancho
Ytten unos rasgos? de Anascottes blanco muy fino de quatro baras
Ytten una monttera de rasso berde bordada de ôro y plata
con su Penacho de Plumas negras y su forro
ytten un Penacho de Plumas de Yndias blanco Y a
marillo
Ytten un Cortte de encaxe negro para mantto de cinco puntas
de media bara y una òchava de Ancho”
DOCUMENTO Nº5.
Folio 1627 r
(…)
“Alhajas empeñadas
Folio 1627 v
339
Ytt un rosario engarzado en oro que esta enpeñado
en Don Diego de Blanez y Aguirre vecino desta ciuedad en
un mill y quinientos Rs de vellon
DOCUMENTO Nº6.
Folio 310 v
“En la ciudad de Sevilla en res dias deste dho mes y año dhos ante mí
el dho escrivano publico y testigos de Yuso Scriptos paresieron los dhos Doctor
dn Juan Antonio Zambrano y dn Juan de Figueroa y dijeron que como
Folio 311 r
tales albaceas Ynsolidum que son y quedaron del dho dn Joseph de Palacios
difunto que Dios aya??? proseguir el Inventario que de sus Vienes y
hacienda tenian empesado ante mi por lo qual con Yntervencion del dho dn
Diego de la Torre y Esquivel ¿ y Curador Gen de Menores desta ciudad
desta ciudad `prosiguieron el dho Ymbentario en la manera siguiente
Primeramente un Vestido de fondo Usado guarnecidas las mangas de flueco ¿
sido para hombre
Ytt otro bestido para hombre que se compone de ropilla de burato y clazones
y mangas de nobleza
Ytt dos pares de calzones de nobleza usados
Ytt una capa de burato Nueva
Ytt una Ropilla de Vaieta bieja
Ytt Unas mangas de tafetan biejas
Ytt unas mangas de Rizo biejo con Ropilla y Calzones de paño
Ytt una capa de paño fino de Segovia nueba
340
Ytt quatro armadores uno de Raso liso blanco biejo dos negros de tafetan
el uno usado: y el otro armador de Damasco berde de oro Usado
Ytt quatro toallas vizcainas
Ytt unas medias negras de peso usadas
Ytt un Señidor de medio Rasillo de tres baras de largo y media de ancho
Ytt un tallesillo de tafetan tornasolado guarnesido de encajes blancos y se
jilla ¿ de plata
Ytt Vinúu bordado de seda
Ytt un bestido para muger de tela color Gamusado tallesito guar
necido de encajes de plata y tapapies con un encaje de plata de a tercia
Ytt otro bestido de tela berde guardapies y unguarina guarnesida de flue
quesillo
Ytt un Unguarina de felpa negra bieja
Ytt Un monillo de tafetan pajiso con Guarnicion negra
Ytt dos saias de pelo de camello ambar y una Unguarina de lo mismo
Folio 311 v
Folio 312 r
DOCUMENTO Nº7.
341
En la Mui Noble y mui leal ciudad de Sevilla en Veinte
días del mes de marzo de mill setecientos y cinco a ante mi el scrib p
y testigos de yuso escriptos parecio doña Cecilia eugenia Guerrero viuda
de Salvador Moreno vezina desta ciudad en la collacion de Sa Marcos?
y dijo que como alvasea insolidum q es y quedò del dho su marido nombrada
por el poder para testar que la otorgo q passo ante mi en prim deste
presente mes y año de la ¿ a que se remite queria hacer inventario de los
vienes y hazienada que quedaron por fin y muerte del susodho para q cons
te a sus herederos y demas personas que los hubieren de haver quales y
quantos son por tanto con intervencion del Lizenciado dn Diego dela torre
y esquivel padre y curador gen de menores desta ciudad havía e hizo
el dho ymbenatrio en la manera siguiente
Mercaderias
Folio 360 v
(…)
Ytt nueve pares de medias de capullo de muger amarillas
Yttem trescientas y veinte y dos libras de galones y randas de oro y
plata falza
Yttem quarenta libras de rivete de oro y plata falso
Yttem veinte y siete libras de encaje de oro y plata falso
Yttem sesenta y quatro libras de cuchillexo de oro y plata falsa
de Milan
Ytt diez y siete libras de cuchillexo de oro falzo ordinario
Ytt diez y siete libras de Ylo de oro y plata falso de milan
Yttem doce libras de oro y plata falzo ordinario
Ytt quarenta y una libras de ojuela de oro falso surtido
Yttem veinte libras de ojuela de plata falsa surtida
Ytem cinco libras de trensilla de oro y plata falso
Folio 361 v
(…)
Ytt quarenta de onzas de hilo de plata fino de Milan de dos cavos de batioja
Ytt quince botones de hilo de oro y plata fino grandes de casaca
ytt veinte y quatro botones de oro y plata finos de casaquilla
Ytt once gruesas de botones de oro y plata fino de chupa
Ytt diez y ocho gruesas de botones de oro y plata de armador
(…)
342
Folio 370 r
Ropa del difunto
Ropa de la viuda
Folio 370v
(…)
Ytt un tapalotodo de albornos
(…)”.
DOCUMENTO Nº8.
1709. Sevilla.
Folio 80 r
(…)
“-Ytt una Colgadura de Cama de damas
co Carmezí con galoncillo de oro falzo
con su colcha de lo mismo manchada y mda
y aprezda en 174 en ochocientos Rs 0800
-Ytt un Dozelito de dicho Damasco
343
carmezí Uzado ¿ y aprezdo en 175
en quarenta Reales 0040
-Ytt Una Colgadura de Cama de
Damasco Berde para camino bieja
ymbentariada y apreciada al? en 176 en
doscientos y quarenta Rs 0240
(…)
-Ytt Una Colgadura de Cama de gaza
encarnada y plata con fluequeado de
seda viexa ymbentariada y apreciada
al en 178 en trescientos y cinquenta R 0350
Folio 81 r
(…)
-Ytt Una Colgadura de Cama de
tercio pelo verde con reves de felpa
larga en carnada y su colcha de lo
mismo, y su rodapies, guarnecido todo
con cuchillejo de oro de Milan, ymben
tariada y apreziada aen 186 en
quatro mil y quinientos Rs 40500
-Ytt una colcha tellis de tela de oro
encarnada y blanca que tiene doze varas
guarnezida de cuchillejo de oro falzo
forrada en tafetan gamuzado uzada
que por olvido no se ymbentario se aprecio
en quinientos y quarenta Rs 0540
Folio 87v
(…)
Primeramente una Joia grande de oro
con una esmeralda grande en medio
y cinco menores y noventa y dos esme
raldas pequeñas y ciento y sesenta
Diamantes con su pendiente y en el
dies y siete esmeraldas, y beinte y un
Diamantes y mda y apreziada aen 219 en seis
cientos pesos excudos y dos octavos 06002/8
Folio 88 r
(…)
Folio 89 r
344
(…)
_Ytt otros satzillos y en cada uno quatro
perlas Verruecos y un corazoncito de oro
ymbentariados y apreziados a en 229
en vceinte escudos 0020
-Ytt dos pares de Votones y en cada uno
ocho diamantes en borzelana ymbentt
y apreciados a en 230 en quarenta y ocho ex” 0048
DOCUMENTO Nº9.
Folio 457 r
“(…)
Ytten una basquiña de ormesi de ocho paños vieja
Ytten otra basquiña de raso liso negra de diez paños
Ytten un monillo de raso verde y guardapies de lo mismo
Ytten una Basquiña de espumilla encarnada desecha
Ytt. Un envallenado, ongarina de tela azul guarnezida la casaca con encages de oro
y blancos
Ytten una casaca de raso liso encarnado guarnecida con galon de oro y puntilla
blanca
Ytten otra casaca de raso liso verde toda guarnecida de galon de oro
Ytten una Basquiña de tafetan doble negro mal trattada
Yten otra Basquiña de felpa negra
Folio 457 V
Ytt. una ongarina de raso liso negro guarnezida con encage de puños y ¿
Ytt. una saya de barragan de Bruselas blanca
Ytt. un par de almoadas de tafetan listado con encages blancos
Ytt. una Basquiña de raso negro Bieja
Ytt. Dos cortinas de tafetan carmesí con sus cenefas
Ytt. un guardapies de tela azul
Ytt. una saya de espumilla azul
Ytt. un guardapies de tela encarnada usado
Ytt. una saya de ormesi negro con tres encages blancos tejidos en ella
Ytt. un Bestido de sarga color de ambar bordado de Afelpado
Ytt. nueve varas y media de raso verde y blanco en cortes
Ytt. una ropa de baptizar con mantilla naguillas y casaquita y camisita de olan
de raso encarnado
Ytten un manto
345
Ytt. una mantilla de raso liso encarnado con encages blancos de Bruselas
Ytt. un encage de manto de dos ttercias de ancho
Ytt. otros dos pedazos de encage negro de Humo
(…)
Ytt. tres mantillas de vaieta las dos guarnecidas con encages usadas
Ytt. un guardapies de raso carmesi y blanco usado
Ytt. un coche de viga usado con entrapada y cortinas de paño encarnado para el
Inbierno y Alvornozes y cortinas de damasco para el verano
(…)”.
DOCUMENTO Nº 10.
Carta de dote de José Robles, oficial de albañil a favor de Francisca Lucrecia Lezcano.
“Yten quatro camisas de muger y tres pares de naguas blancas todo en ciento y onze r 0111
Yten dos pañuelos blancos y quatro corpiños de lo mesmo todo en treinta y dos r 0032
Yten un monillo de tafetan sin mangas una almilla blanca y un paño de peines todo en
catorze r 0014
Yten unas naguas de sempiterna encarnada con guarnicion en setenta y cinco rr .0075
Yten dos pares de naguas las unas chorreadas y las otras de estampado en veinte rr
0020
Yten dos delantares uno de tafetan con encages y otro blanco â? en Vte y seis rr 0026
Yten dos mantos uno nuevo y otro traido en ochenta y dos rr 0082
Yten una toalla de Indias de algodón dos pares de guantes y tres abanillos en
sesenta y quatro 0064
346
(…)”
DOCUMENTO Nº11.
Folio 604 v
“(…)
“Ytt veinte camisones de diferentes lienzos
Ytt diez pares de calzones blancos= y tres armadores de
diferentes lienzos
Ytt veintte y quatro almohadas de diferentes lienzos y
otra labrada de seda
Ytt seis corbatas de olan y muselina usadas las cinco
con encages y la otra llana
Ytt cinco pares de calzones de diferentes lienzos guarne
sidos de encages
Ytt tres camisones de estopilla guarnecidos de encages
Ytt quatro pares de calzetas = quatro de escarpines viejos
(…)
Folio 605 r
Folio 605v
347
Ytt ôtra chupa de razo de manopla verde y anteada
Ytt cinco pares de calzones de paño viejo de diferentes co
lores
Ytt ôtro par de calzones de damasco azul
Ytt un Ropon o vata de Espumilla plateada forrada
de tafetan carmesi mui vieja
Ytt dos virretas una de terciopelo carmesí y la otra
de paño a colores vieja
(…)”
DOCUMENTO Nº 12.
Folio 697 v
“Ropa de color de hombre
Folio 698
348
Ytt una Casaquilla de paño vasto blanquisca con botones
de lo mismo
Ytt un armador de ante con sus mangas guarnecido de
Ruetillo? negro
Ytt una Cassaquilla y calzones de paño vasto con botones
de lo mismo
Ytt otros calzones de lo mismo
Ytt un ârmador de granilla con botones de metal
Ytt dos Cassaquillas de paño basto ôbscuro con botones de lo
mismo
Ytt una Capa de paño de Segovia azul con galon de oro
Ytt otra de paño blanquisco basto
Ropa de muger
Folio 698 v
Folio 699 r
349
En Sevilla en cinco días del mes de Septiembre deste dho
año ante mi el dicho escribano publico y testigos parecieron
los dichos Doña Catalina Perez de Silva y Don Diego Pe
rez de Texada y dixeron que como tales albaseas testam.
Insolidum del dicho Don Ambrosio Perez de Texada su mari
do y Padre querían proseguir el Inventario que de
sus bienes y hazienda ânte mí tienen empesado por lo
qual y con la dicha intervencion lo prosiguieron en la
manera siguiente
Folio 699 v
Folio 700
(…)
Ytt una media luna de oro esmaltado de negro con una
perla en medio
Ytt dos pares de sarsillos de oro y esmeraldas y âmbos
con sus aguacates por remate
Ytt dos hebillas de oro y esmeraldas
Ytt quatro limpiadientes de oro y esmeraldas
Ytt quatro botones de oro con sus piedras âmarillas
Ytt una Joya de oro con diamantes y esmeraldas y en ¿’
una Imagen de la Soledad con su caxa de terziopelo
carmesi
Ytt otro joya echura de lazo con su Remate avajo de oro
y diamantes pequeñita con su caxa de terciopelo carmesí”
DOCUMENTO Nº 13.
350
Escribano público: Juan Márquez de Guevara.
Folio 255r
“(…)
Ytt una gabacha de felpa negra guarnecido con alamares
de oro en Doscienttos quarenta Reales 0240
Folio 255 v
Ytt ottro dho negro bordado de felpilla negra en vte y dos R 0022
Ytt Dos pares de medias de peso encarnadas en qua
351
renta y cinco reales 0045
DOCUMENTO Nº 14.
352
Ytt quarentta y tres pares de hormas de muger a tres Rs cada par
son cientto y veintte y nuebe Reales 0129
Ytt Ytt tres pares de zapatos de muger llanosa nuebe Rs cada par
son veintte y siette Reales 0027
Folio 257 V
(…)
Ytt Dozena y media de Cordovanes negros a quinze Rs.
cada uno ymportta Doscienttos y settentta” 0270
DOCUMENTO Nº15.
353
Folio 337 r
“En el nombre de Dios Amen en la ciudad de Sevilla en ve
intte y quattro diaz del mes de Julio de mill settezientos y ve
intte y quattro años estando en las cassas de la morada Dn
Juan Joseph de Ariza mercader de Lenzería vezino deestta dicha
ciudad que son en ella en la Collazion de nuestro sr. sn. Salvador en
la plazuela que llaman de la Abería anttemi Dionisio Bravo escriva
no Publico de su numero y los testigos infra escriptos parezio el dho
Dn Juan Joseph de Ariza a quien doy fe conosco y como unico herede
ro y Albacea que quedo de Doña Gregoria Blazquez Calderon su
lexitima muger difuntta q. Dios aya nombrado en el testamento q
otorgo devajo de cuya disposicion pareze fallezió que passo anttemi
en treze deste dicho mes y año a que se remitio dixo que por fin y muerte
de la dicha Dª Gregoria Blazquez Calderon su muger quedaron ciertos
bienes caudal y efecttos y que para que siempre conste a las personas que
aellos pretendieren tener dercho quales y quantos son queria hazer
Ymbentario solemne dettodos y poniendolo en efecto lo hizo en la for
ma siguiente (…)
Folio 338 v
Ropita de canastilla
354
Ytt. otro dhos de Damasco Aromado viejo con galon de seda
Ytt. una Anguarína de Damasco Aromado guarnezido de galon de plata
Folio 339
DOCUMENTO Nº 16.
Folio 512 v
355
Ytt otra dicha de tafetan doble negro en doscientos
y sesenta reales 0260
(…)
Ytt una gitanilla de tafetan doblete de Sevilla
guarnesida en setenta y cinco rr 0075
Folio 513 r
(…)
Ytt un clavillo de plata en ôcho reales 0008
(…)
Ytt un regalillo de pelo blanquisco en treinta y dos rs 0032
356
gro guarnecido en cinquenta reales 0050
(…)
Ytt un scriptorio de carey embutido en marfil
con su pie en doscientos y diez rs 0210
DOCUMENTO Nº 17.
Folio 686 v
(…)
“Ytt una bolsa de ir a casar ( cazar)
Ytt tres pelucas
Ytt quatro birretinas bordadas de plata
Folio 687 r
(…)
Ytt un roperito de dos varas de âlto
(…)
Ytt un escaparate de tres varas de alto con puertas de âlam
bre donde estan los libros
(…)
Ytt una mesa con sus âtriles para escribir de dos varas y me
dia de largo
Folio 688 v
(…)
Ytt quatro pañitos de barba
Ytt una cama de tres varas y media de alto con su colgadura ver
de bordada en Yndias y sitial de lo mismo
Ytt tres cortinas de tafetan carmeside â quatro varas de largo
357
Ytt tres casacas de paño
Ytt dos ddhas de lila encarnada
Ytt seis pares de calzones
Ytt una chupa y calzones de gamusa
Ytt seis pares de medias
Ytt dos chupas de raso
Ytt dos biricues
Ytt un espadin de plata
Ytt quatro sombreros
Ytt una escopeta
Ytt quatro sayas una de terciopelo una de damasco negro
otra de pelo de camello otra de melendra?
Ytt ocho casacas de muger las dos de tela
ytt quatro guardapieses los dos de tela
Ytt una bata de tela y otra chica de rasso
Ytt una bata de hombre de damasco
Ytt tres delantares los dos bordados de plata
Ytt una colgadura de cuna y mosquitero de dha
Folio 689 r
(…)
358
Ytt diez corbatas de encages
Ytt ôcho corbatas llanas
Ytt ocho puños llanos
Ytt treze pañuelos llanos
Ytt diez y ocho camiones
Ytt ôcho pares de calzones blancos
Ytt doze armadores
Ytt ocho pares de calzetas
Ytt veinte y quatro pares de escarpines
Ytt seis capillos blancos
Ytt seis pañuelos de color
ytt una cotilla y dos petos
Ytt dos mosquiteros
(…)
Folio 689 v
(…)
Canastilla
Ytt una colcha de damasco carmesi
Ytt una ropa de xstianar de tela
Ytt seis sabanas
Ytt quatro ferraderos? ó serraderos
Ytt seis almohadas
Ytt diez camisitas
Ytt quinze pañales
Ytt nueve metidillos
Ytt doze faxas
Ytt quatro cobijas
Ytt onze rebosos”
DOCUMENTO Nº 18.
Inventario Capital de Don José Ruiz, torcedor de sedas, realizado con motivo de su boda con
Gerónima del Balle, viuda de José Pérez.
Folio 86 r
359
Ytt tres capas. las dos de paño y la otra
de esparragon, en doszientos y quinse reales
vellon 0215
Folio 86 v
(…)
Ytt dos sombreros chambergos en treinta y siete y
medio rreales de vellon 0037
DOCUMENTO Nº 19.
Folio 595 v
(…)
“Ytt quatro pares de calzoncillos de crea muy remendados
Ytt tres pares de calzetas con piez usadas
Ytt un capote de pelo de camello, forrado en bayeta, color café, roto
Ytt una capa de paño de Segovia negro, rayda y picada
Ytt otra dha de bayeta negra vieja
Ytt un par de calzones de paño de Segovia negro, viejos
Ytt una chupa de paño de francia negro de ynferior suerte , bien
360
tratada forrada en òlandilla
Ytt ôtra dicha de Damasco negro forrada en tafetan, cenzillo, rota
Ytt Un Armador de Damasco negro viejo
Ytt Una ropilla de vayeta negra apolillada
Ytt un par de medias, de seda, viejas, negras
Ytt una bata ordinaria, usada”
DOCUMENTO Nº 20.
Carta de dote de don Alonso de Soto a favor de Pedro Guerrero, trabajador del campo.
Ytt. seis sabanas las quatro nuevas y guarnecida de encages. y las otras
dos llanas y ussadas en ciento y setenta reales las seis 170
361
un cobertor encarnado = y colcha y rodapie de stampado noventa Rs 90
Dos arcas de zedro la una de siette quartas ciento treinta y cinco 135
- Una Caldera Alm irez y Belon siento y onze reales todo 111
362
- Una mantilla encarnada con sus brochez treintta R 030
363
miento y Cumplira otro tal dia veintte y uno de
marsso que viene de mil settecientos y treinta y uno alimen
tandolos de comida y zena sin faltar ninguno re
galado el gasto de cada dia por amvos a quatro R
de vellon que montan en los trescientos y sesenta
y zinco dias que compone el dho a un mil y
quatrocientos y sesenta Reales 10460
Folio 150 r
escrivano publico del numero de sta ciudad doy fee porque se hizo
y paso en mi presencia y de dhos testtigos estando en las ca
sas de la morada del dho Dn Alonso de Soto en la macarena
en la rezolana del hospital de la sangre y quedo todo ello en
poder de dicho pedro guerrero = de todo lo qual yo el dho Pedro guerre
364
ro me doy por entregado a mi volunttad y esttos dhos seis mill
y settenta y ocho reales y ms que compone dicha dotte ¿mas se
sentta ducados de vellon que prometo y mando en arras Pro
tternupcias dha ysabel María que de ser mi esposa que de
claro caven en la decima partte de bienes que yo tengo y casso
que no que par? se les mando en las que adelante hubiere ya maior
avundamiento de ello le ago grazia y ¿ a la suso dicha
la qual quiero que las aya y tenga sobre mi persona y vienes que
tengo y tubiere y sobre lo mas seguro y ni en parado deellos que la
obligo e ipoteco y doy en empeño y por no ntre del empeño e ipote
ca en tal manera que disuelto y apartado nuestro matrimonio por
muerte o en vida o por qualquiera de los cassos que el derecho
dispone ningun mi hixo ni otra persona acreedor a mis vienes
no pueda entrar `partir ni dividir. cosa alguna hasta que la suso dha
estte pagada de esta su dotte y arras y de lo demas que le perttene
siere de mis vienes y si la suso dha falleziere primero que yo conzien
que lo pueda dexar a sus hixos herederos o a las otras perssonas que fue
se su voluntad a las quales o a quien lexitimamente pertteneziese a lo suso
dho volver e pagare y restittuire luego que llegue el dho casso
sin aguardar a otro alguno de todo lo qual obligo mi persona y vie
nes avidos y por aver = y a nues otorgantes damos poder a las justisias
de Su Mag que de las causas devan conoser para que al nto nos apre
mien y renunziamos las leies de nuestro favor y q. del derecho eio
dho Dn Alonso de Soto renunzio el capitulo o ¿ desolizionibus
suan de penis como en el se contiene = fecha la carta en sevilla en veintte
y uno de marso de mill settecientos y treinta años y de los otorgantes lo firmo en mi
rexistro dho Dn Alonso y por ello el dho pedro guerrero dixo no saver a su ruego
lo firmo un testigo en mi rexistro eio el escrivano publico doy fee que les conosco
testigos Nicolas Geronimo de Salinas y Luis Martinez y Juan de Morales
vezinos desta ciudad =
D. Alonso de Soto
Nicolas Geronimo de Salinas
Manuel Martinez
Luis Martinez”
DOCUMENTO Nº 21.
365
Ytt. una Vaquiña nueva de tafetan doble negro en ciento treinta y cinco Reales 135
Ytt. otra Vasquiña de camellon de color tambien nueva en ciento y siete reales 107
Ytt. un tapapies de raso zeleste y colores bien tratado en ciento y veinte reales 120
Dos casacas de muger una de tafetan y otra de Pelo de Camello en Sesenta Reales 60
-Dos mantos, el uno nuevo y dos delantares de tafetan y beatilla en cien Reales todo
100
-seís camizas las quatro nuevas con encaxes en doce pesos 180
-tres pares de naguas llanas con encaxes y Dos Pañuelos de estopilla sinco P? 75
-un corpiño de tafetan y unas medias de seda encarnadas treinta y nueve reales 39
DOCUMENTO Nº 22.
366
-quatro pañuelos los tres de lienzo. y el dho de gaza quarenta reales 0040
-Una Mantilla de raso color de fuego con broches de pta. Setenta reales 0070
-Una Vasquiña de tafetan doble negro nueva en Dosicentos y seis reales 0206
-Dos mantos de seda el uno nuevo y el otro usado noventa Rs ambos 0090
(…)
DOCUMENTO Nº 23.
Carta de dote de Jose de Medina Perez de Oliveros a favor de Doña Juana Suarez
Escribano público:
Folio 515 v
367
“(…)
Ytt. un guardapies de raso celeste en ciento sesenta y cinco r 0165
Ytt. tres dichos unos de tafetan doble celeste, otro de pelo de camello
y otro de esparragon en quarenta y cinco 0045
Ytt. unas medias de seda carmesí y ligas selestes en veinte y dos r 0022
Ytt. dos Corpiños uno de persiana y otro de tafetan en veinte y dos 0022
(…)”
368
DOCUMENTO Nº 24.
Memoria de las partidas que se han pagado por orden y quenta del Sr. Dn Joseph Maestre.
AHPSE:P-12025, 1406-1421.
Folio 1416 v
Folio 1418 r
369
DOCUMENTO Nº 25.
Testimonio de daño.
Escribano público:
200 r
DOCUMENTO Nº 26.
370
1731, octubre, 24. Sevilla.
Folio 475 v
“(…)
Ropa de vesttir de hombre
Folio 476 r
Ytt una Batta de sereni? para hombre en treinta y dos rs de pta 0032
371
Yt una chupa de Damasco negro en noventta y
seis reales platta 0096
DOCUMENTO Nº 27.
Fideicomiso
Don Juan de Cordoba y Lasso de la Vega otorga fideicomiso y albaceazgo.
Folio 182 r
Folio 182 v
372
y quattro pesos
Ytt una consepsion de oro esmaltado con siete perlas
0012- en dose pesos
0008- un laso de esmeraldas en ocho pesos
0050- Ytt unos sarsillos de perlas diamantes y esmeraldas
en cinquenta pesos
Folio 183 v
(…)
Ytt un espejo de vestir de tres quartas y media de alto la luna
con su moldura dorada en quatrocientos reales 0400
(…)”
DOCUMENTO Nº 28.
1733. Sevilla.
Folio 349 r
Folio 350 v
373
Una cruz de Diamantes y un relox
de platta en : 0780
Folio 351 r
374
Un Par de Bottones de Puños de Dia
manttes se aprecio en: 0495
Folio 351v
DOCUMENTO Nº 29.
1733. Sevilla.
375
“Alaxas de oro y perlas
376
cinco Diamantes esmaltada que pesa
onze castellanos, y quatro tomines
se aprecio en noventa p.s y seis reales
de Plata 0090p. 6
377
-Ytem un Pescadito escarbadientes
con dos diamantes que pesa zínco
castellanos, y un tomín se aprezió en
diez y ocho p.s y tres reales 0018p 3
378
-Ytem un tablero con onze día
mantes y uno grande en medío fondo que
pesa un Castellano y seis tomines se apreciò
en sesenta y cinco ps, y dos reales
de plata 0065p. 2
379
aprezió en catorce pesos y cinco reales 014p. 5
380
Castellanos; y uno, y medío y siete ps y
medío real de plata 0037p.
381
Ytem una Ymagen de nuestra Sra
del Pilar de oro, y esmalte que pesa
seía castellanos, y seís tomines se aprezió
en veínte pesos y seís reales 0020p. 6
382
treinta diamantes, y seis castellanos
de oro a tres pesos se prezió en treinta
y siete ps 0037p.
383
-Ytem ocho botones con dos caste
llanos y seis tomines de oro a tres ps.
se aprezió en ocho ps. y dos reales 0008p. 2
Folio 1632 r
(…)
384
-Ytem un relox con su dispertador
de bronze redondo en doscientos, y
quarenta reales 0240
(…)
-Ytem un aderezo de espada, y daga
calado en noventa reales 0090
(…)”.
DOCUMENTO Nº 30.
Folio 88 v
385
Ytt, setenta y dos onzas de galones de oro y plata
Ytt, veinte y dos onzas de dhos en reetazos
Ytt, ocho y media libras de filetes de hilo y seda
Ytt ochenta y quatro libras de hilo de madejon
Ytt, diez y nueve libras de Pelo y trama, teñida
(…)
Ytt, quatro aderezos de regalillo y paletina de seda
Ytt, doze pares de borlas de cartulina
Ytt, treinta y dos varas de liston de tela
Ytt, quinientas y qurenta varas de colonia lisas y la
bradas dobles
Ytt ochocientas y ochenta y cinco varas de sinta de moda anti
gua ordianrias
Ytt, trescientas y treinta y media varas de listones de Aguas y
estampados
Ytt, quinientas y cinquenta y quatro y media varas de
colonias dobles, y sintas de ligas
DOCUMENTO Nº 31.
Folio 209 r
(…)
Ytt; un faldellín de Raso de oro con su Galoncito de oro
su color verde y sus encaxes de belillos por âvaxo que
vale ciento y veinte rr, de vellon 0120
386
sencillo que Vale por estar muy vieja treinta rr, de von 0030
Folio 209 v
(…)
Ytt; un sobretodo de paño azul bordado de oro que vale dos
cienttos y setenta y sinco rr, de vellon 0275
DOCUMENTO Nº 32.
387
Escribano público Andrés Gutiérrez de Pineda
Folio 231 r.
(…)
“Primeramente una joya de ôro pulido que se compone de
ciento y cinquenta y siete diamantes de buen agua y son
tablas y setenta y seis esmeraldas, de buen color y los diaman
tes como de diez y seis piedras el quilate y lo que toca â esmeral
das â quatro pesos el quilate y sigue con la joya una gargan
tilla de ôro pulido con su cruz y laso que se compone de noven
ta y seis diamantes y en quanto â quilates como de doce pie
dras y tiene ochenta y seis esmeraldas = y siguese unos mue
lles de pulseras de oro pulido que se componen de treynta y seis
diamantes y diez y ocho esmeraldas y siguese un par de sar
sillos que se componen de sinquenta y quatro diamantes y
doze esmeraldas
Folio 231 v
Yttem una Gargantilla de oro pulido que se compone de ciento y
cinquenta y nueve diamantes
Yttem un par de sarsillos de boquilla de sierpe de oro y dos remates de
quatro medias perlas con ocho diamantes
Yttem otro par de sarsillos de oro que se compone de treynta y seis
diamantes quatro perlas en los pendientes y dos medias perlas
en los asientos
Yttem seis tableros de oro pulido que se componen de onze diamantes
cada uno que todos componen sesenta y seis diamantes
Yttem una sortixa de oro pulido con onze piedras de christal
Yttem una cruz de oro pulido que se compone de onze diamantes
fondos y la corona de arriba con ocho diamantes
Yttem seis tembleques de ôro las cavezas ; y esmaltados de borzela
na que se componen de ciento y veinte y seis diamantes y veinte
y tres perlas
Yttem un señor San Antonio pequeño de cachimbo guarnesi
do con oro con veinte y nueve diamantes que bladrá diez y
ocho pesos de à ocho reales de plata cada uno
Yttem un lazo de oro pulido esmaltado de borzelana que se com
pone de doscientos y veinte y siete diamantes con mas la al
mendra y laso que es correspondiente al de arriva y tiene se
senta y dos diamantes y todas tres piezas con ciento y treynta
y dos perlas redondas y en el remate una perla redonda de qua
tro quilates
Yttem dos Broches de ôro pulido esmaltado de borzelana que
se componen de noventa y ocho diamantes y noventa y seis per
388
las
(…)
Folio 232 r
DOCUMENTO Nº 33.
“Ytem Mando y es mi voluntad se le den mi compadre Juan de Soto una chupa y calzones de
paño que yo tengo y una camissa y que me encomiende a Dios
Ytem Mando y es mi voluntad se le den a Lucas de Carpas dos pares de
calzones de
Folio 81V
gamuza que yo tengo y una camissa y me encomiende a Dios
389
Ytem declaro que no debo cantidad alguna que yo me acuerde
pero si alguno justificare deverte yo algo mando se le pague”.
DOCUMENTO Nº 34.
(…)”
DOCUMENTO Nº 35.
390
mo yo Don Joseph Bucarelí Villaris y Ursua Conde de Jerena, vezino de
destta ciudad de Sevilla otorgo y concedo en favor de Don Domingo de Cuesta
mi criado natural y vezino de estta dha Ciudad hijo lexitimo de Juan
de Cuesta y Doña María de espada su muger sus padres y digo que
mediante la voluntad de Dios nuestro Sr y para su santo servicio
esta tratado y ajustado de que el suso dho aya de casar lexitimamente según
orden de nra Santa Madre Iglesia Catholica Romana con Dª Ma
ría Manuela Vizenta donsella que asimismo esta en mi asisten
cia y servicio natural de la villa y corte de Madrid hija lexitima de
Juan Garcia y Doña Manuela de Oliveros su muger sus Padres di
funtos y porque el dicho casamiento se hace con mi gusto y veneplacito
para que el suso dho puedamas vien sustentar las cargas del Matri
monio le prometo y mando y luego de presente entrego por vienes
y dote y caudal conocido de la dha Doña María Manuela Vizenta
queadecer su muger sinco mil setecientos ochenta y nueve reales y medio
de vellon los quatro mil doscientos y treinta y ocho reales de vellon de ellos
asi en dinero de contado Ropa muebles y otras cosas que lo componen apreciado todo
por sis justos aprecios y los mil quinientos y cincuenta y un Reales y medio
de vellon restantes en dos Dotes de ciertas dotaciones como se dira, que
lo que así le entrego en esta dha dote en la manera siguiente
Primeramente trescientos reales de vellon en dinero de contado 0300
(…)
Folio 486 v
Ytt un bestido de tafetán color de canela la casaca
guarnecida de Punta de Plata y todo forrado
en tafetan en trescientos R 0300
391
Ytt dos delantares de tafetan guarnecidos con pun
ta de plata en setenta rs 0070
(…)”
DOCUMENTO Nº 36.
392
miento se hace con mi gusto y veneplacito para que el dho Don Joseph de
Mihurra pueda mas vien sustentar las cargas del Matrimonio del lé prome
to y mando y luego de presente entrego por vienes y dote y Caudal Conocido
del a dha doña Michaela Ana Vazquez queadecer su muger ensemill
quinientos y sesenta y siete reales de vellon, los siete mil ochocientos
y sesenta y siete reales dellos endiferentte Ropa muebles y otras cosas, que
los componen apreciado todo por sus justos aprecios y los tres mil y setecien
tos reales de vellon Restantes en tres Doctes de Zierttas Docttaciones, como
Sedina, que lo que asi le entrago en estta dha Doctte en la manera siguiente
Yt. un guardapies de Raso pagizo con bata de lo mismo en quatr. y cinq 0450
Ytt. dos mantos de seda, en uno de lustre con su punta en noventa rreales 0090
393
Yt. dos tablas de Manteles y seis cervilletas contres toallas, en ochenta y dos r 0082
(…)
Folio 488 v
Folio 489 r
Todos los quales dhos víenes y demas cosas aquí declaradas fueron apresiadas
por dos personas una puesta por mi parte y otra por la del dho Don hoseph
de Mihurra y conforme a los dhos aprecios que yo por mî parte ratifico y a
pruebo todo ello con las dhas tres dottes suman y montan los dhos
onse mill quinientos sesenta y siete Reales de vellon los quales
entrego al dho Don joseph de Mihurra por vienes y dote de la dha
Doña Michaela Ana Vázquez (…)”.
DOCUMENTO Nº37.
Entrego y recibo de dote de don Pedro de Busttanobí a favor de don Agustín de Rospide.
Folio 282 v
394
“Ropa de bestir
Folio 283 r
395
mo todo guarnesido con puntta de ôro ên Seissienttos y ttre
íntta rr 0630
Folio 283 v
DOCUMENTO Nº 38.
Folio 342 v
(…)
“Ropa de color
Yttem un besttido de turquesca sobre âzul Guardapies y ca
saca en quinientos reales de vn 0500
396
Yttem otro Besttido de Guardapies y casaca de damasco Berde gu
arnecido en enttochado asulado en ciento y ochenta reales 0180
Folio 343 r
Ytten quattro pares de medias los tres de seda y las otras de lana
en settenta y cinco reales de vn 0075
Ytten quattro abanicos los dos de Yndias, y los otros dos el uno
397
color de caña, y el otro negro y dorado en Buttidos los padro
nes, ttodos en nobentta reales de vn 0090
Ropa blanca
(…)”
DOCUMENTO Nº 39.
Folio 485 r
(…)
“Ytten un Bestido de Persiana encarnada y blanca de ta
papies, y Monillo en quattrocientos y cinquenta reales 0450
Folio 485 v
398
Ytten unas enaguas de calimanco bien trattadas en settenta
y cinco reales de vellon 0075
Ytten tres quellos de encages finos. dos pares de Mangotes? o Mangas? O manguitos?
de estopilla los unos con puños de lo mismo ttodo en ttre
399
intta y nuebe reales 0039
(…)
DOCUMENTO Nº 40.
1746, febrero, 5. Sevilla.
Folio 87 r
Folio 87 v
Por tres y media varas de dha crea angosta para dos toallas
a dos y medio 0008 ¾
Por seis varas de bretaña angosta para pañuelos â quatro qllo 0024 ½
400
y quatro rs. vn. 0204
Por cinco varas de crea angosta para forro de los calzones 0012 ½
DOCUMENTO Nº41
1748
Dote de Rosalía Martínez hija del pintor Domingo Martínez, a favor de don Miguel de
Escasena.
Folio 249 v
401
siento y noventay tres rr 0193
Ytt. Una saia de tafetan Doble negronueba en siento y quata y nueve 0149
(…)
Folio 250 r
(…)
Folio 250 v
(…)
Ytt. Un par de Zapatos encarnados con Galon de Plataen
dies y siette rr 0017
(…)
Ytt. Un tumbagon ô brasalete en siento y ochenta rr 0180
402
Ytt. dos Mantos de Lustre de fino con encages y el otro
llano ambos en siento setenta y un rr 0171
DOCUMENTO Nº 42.
Folio 219 v
Folio 220 v
403
(…)
Ytt. una cuna torneada de madera de palosanto
Folio 221 v
Folio 222 v
(…)
Ôros y perlas
404
Ytt. mas otro aderezo como los antecedentes que
vio a la Dª Elvira Juana de Sousa Fernandez
de cordova condesa de Lebrija vezina de la cuid.
de Cordoba muger lexitima del Sr Dn. Juan Ma
nuel Ortiz de Zuñiga y Gazayo. conde de lebri
ja. su hijo; y asimismo un par de zarzi
Folio 223 r
DOCUMENTO Nº43
1751, Sevilla.
Folio 59 v
(…)
“ Ytt. Una casaca a lo militar de tefetan negro doble y calzones de lo
405
mismo
Ytt. Una chupa de tafetan doble negro
Ytt. Una chupa y calzones de terzio pelo negro
Ytt. Un Bestido de Casaca Chupa y Calzones de paño fino color de Café
y forro de Ymperialete
Ytt. otra casaca de paño a lo militar de Ynglaterra vieja
Ytt. un capote de camello
Ytt. una capa de paño de Saaragoza
Ytt. una casaca de paño fino negro a lo militar vieja
Ytt. una camisola fina
Ytt. dos camisones de lienzo fino
Ytt. dos pares de calzones blancos
Folio 60 r
(…)
Ytt. Una casaca de terzio èlo negro
Ytt. otra de terzio pelo encarnado
Ytt. otra de lama de plata con galon de lo mismo
Ytt. Un delantar de lama y sobrepuestos dorados
Ytt. Un monillo de tafetan doble encarnado
Ytt. Una Casaca de Damasco negro
Ytt. Un guardapies de laberinto color de principe con punta de plata
Ytt. otro de razo encarnado con flores blancas
Ytt. Un guardapies de floron usado estrangero
Ytt. Una basquiña de tefetan negro
Ytt. otra de damasco negro
Ytt. otra de tafetan doble trahida
Ytt. un monillo de xptar
(…)
Ytt. quatro camisas dew Bretaña y Estopilla
Ytt. quatro pares de enaguas blancas de platilla
Ytt. quatro delantares blancos de bretaña y borselina
Ytt. quatro corbatas de olan
Ytt. dos almobadas de bretaña
Ytt. quatro pares de calzetas
(…)”
DOCUMENTO Nº 44.
406
Escribano público: Juan Bernardo Morán.
407
un mil novecientos ochenta y nueve Rs y catorce mrs en Reales
de contado; y los veinte y tres mil seiscientos y treinta y seis Reales
restantes en alajas de oro, Diamantes, perlas, plata labrada
bestidos, y otras cosas, y porque hoy en este dia se ha de celebrar el dho
matrimonio ratificandolo a causa de estar casados por poderes, antes que
llegue el dicho caso de la Ratificacion del enumpciado matrimonio
cumpliendo con la dha promesa otorgo que hago entrego y adjudicación
al dho Dn Juan de Torrecilla Blanco por dote de la dha Da, Antonia
Alverta Tolezano mi hija, el dho dinero en contado, Alajas y vestidos
apreciado todo ello por yntelígentes, en la forma siguiente
Yt, Una Casaca de terciopelo negro en ciento noventa y dos Reales 0192
408
1070548-14
409
Yt. Tres pares y guantes de manguitosn de Ceda
de distintos colores en sesenta Rs 0060
1110299
410
Yt. Quatro almoadas blancas las dos guar
necidas de encajes en setenta y dos Rs 0072
1140781-14
411
Yt. Dos sintillos de oro y esmeraldas, en ciento
y ochenta Rs 0180
Yt. Un par de manillas de oro y diamantes en
dos mil novecientos ochenta y cinco Rs 20985
Yt. Un par de sarsillos de oro con piedras negras
en setenta y cinco Rs 0075
1220743
1250625-14
412
Perez de Vaños, Caballero del orn de Santiago
y veinte y cuatro que fue desta ciudad, y por parte de
los suso dhos les seran entregados en monedas de plata
luego que se haya celebrado dho matrimonio de que
otorgara recibo separado a favor de la persona
o personas que hisieren el entrego dellos; y me-
30200
1280825- 10
obligo a hacer por firme la adjudicación que de
dhos veinte y tres mil quatrocientos RS, llevo
hecha a favor del dho Dn Juan de Torrecillas pormas
aumento de dote de dha mi hija, y ano?? Contra ello en mane
ra alguna con mis vienes y rentas havidos y por haver=
Yo el dho Dn, Juan de Torrecillas que presente
soy haviendo oydo y, entendido esta escriptura; otorgo
que la acepto como en ella se contiene, y recibo de la dha
Doña Theresa Francisca de Bonilla, por Dote de la dicha
Da Antonia Alverta Tolezano su hija los expresados Ciento
y veinte y cinco mil seiscientos veinte y conco Rs, catorze
maravedís; asaver, los ciento y diez mil y doscientos y veinte y
cinco reales y catorce maravedía deellos, importe de toda
la legitima paterna que a la suso dha toco y pertenecio por
muerte del dho Don Pedro Bernardo Joseph Tolezano su
Padre, y incluzos el valor del importe de todas las
deudas de buena y mala calidad que le fueron adjudicadas
las quales la dha D teresa Francisca de Bonilla por
hacer gracia y merced a dha su hija, me entrega el ympor
te de todas ellas en Rs de contado, quedando de su cuenta el
cobrarlas de los deudores en el mejor modo que le fuere posible
y los veinte y tres mil y cuatrocientos Rs restantes, cumplimiento
del todo de dhos ciento veinte y cinco mil seiscientos y vein
te y cinco Reales y catorce maravedís de que le lleva hecha
adjudicación para que los aya y tenga en cuenta de lo que le
tocare y hubiere de haver por su lesxitima materna, todo ello
lo recibo en los reales de dinero de contado y demas de
que va hecha mención; por cuyos aprecios apruebo y ratífíco por
ver justamente fechos, y de mi voluntad y consentimiento â
ora de presente realmente y con efecto en presencia del pre
sente escrivano publico y testigos desta carta, de cuyo entrego
y recibo yo Juan Bernardo Moran escrivano publico, de Se
villa, doy fe porque se hizo y paso en mi presencia y de los dhos
testigos, según y en las alajas Rs y partidas que van refe
ridas; y todo ello es y quedo en poder de dho d Juan de
Torrecillas Blanco de que yo el suso dho me doy por entre
gado a mi voluntad, y de los dhos ciento y veinte y cinco mil
seiscientos y veinte y cinco Rs y catorcde maravedís ôtorgo
a la dha Da, Teresa Francisca de Bonilla carta de pago
en forma, sin que por lo que ha tocado a la dha Doña Antonia Al
verta Tolezano por su lexitima paterna se le reste ni quede de
413
viendo otra cosa alguna; Y por lo que a mi toca, chanzelo
la obligación que la dha Da theresa de Bonilla, hizo
al tiempo que le fue dicernido el cargo de tutora para que
no valga, y que en su rexistro se anote la desta
chancelación y assimismo la otorgo de dote a favor de la dha
Doña Antonia Alverta Tolezano a la qual prometo yo y mando
en harras proternupcia: y en pura y justa Donacion por
honrra de su persona virginidad, y otras prendas que le asis
ten y porque se a de otorgar por mi Esposa diez mil Rs de, vn,
que declaro caben en la decima parte de los bienes que d
e presente tengo, y caso que no quepan se los prometo y man
do de los demas que en adelante tubiere y adquiriere y
consiento que ambas porciones de Dote y harras, la dha
Doña Antonia Alverta Tolezano las aya y tenga
sobre mis bienes y hacíenda que tengo y tuviere que para
este efecto, le obligo le hipoteco y doy en empeño, y por nom
bre de empeño en tal manera que cada en cuando y en qual
queria tiempo que el matrimonio fuera disuelto o separado
por muerte ô en vida por cualquiera de los Casos que el
derecho permite ningun mi hijo ni hija pariente ni here
dero pariente ni heredero, acreedor ni otra persona no puedan entrar ni tomar
partir cosa alguna de mis bienes ni desapoderar
de ellos a la dha D Antonia Alverta Tolezano has
ta tanto que primero y ante todas Cosas sea pagada y
satisfecha desta dha su Dote y harras, y si la suso
dha falleciera antes que yo, consiento y tengo avien que los
pueda dejar y mandar, a sus hijos parientes y herederos y a
las demas personas que le pareciere a las quales y a qien con
forme a derecho perteneciere su herencia; me obligo a su paga y
restitucion, la qual hare luego que conste de la separacion
del dicho matrimonio y en los Casos y según y con los
privilegios que las dotes de derecho deben ser restituhidas
sin aguardar al termino del derecho ni al otro plazo al
guno, cuyo beneficio renuncio; y luego que se me de y en
tregue el importe de la referida dote de tres mil, y dos
cientos reales de vellon otorgare carta de pago a favor de la
persona, que me los entregare, y de Dote a la dicha Doña
Antonia Alverta a la cual a mayor abunda
miento desde ahora para entonces se la otorgo;
a la firmesa, paga y cumplimiento de lo que dicho es
me obligo mis vienes rentas y hazienda havidos y por
haver, Y ambos otorgantes y damos poder a las jus
ticias de Su Magestad para que nos apremien a lo
que aquí contenido por todo rigor de derecho y via
executiva, y como por sentencia pasada en cosa juz
gada y renunciamos las leyes y derechos de
nuestro favor , y la que defiende la general renun
ciacion; yo la dicha Doña theresa Francisca
de Bonilla renuncio el auxilio y Leyes de el
Emperador Justiniano Senatus Consultus Veleyano
414
toro partida y nuevas constituciones y las demas
que son y hablar a favor de las mugeres de que me
apercivio el presente escrivano publico en espe
cial, fecha la Carta en Sevilla estando en las
Casas de la morada de la dicha D Fran
cisca de Bonilla que son en esta ciudad en la
calle de Francos en onze dias del mes de No
viembre de mil setecientos cincuenta y tres años
y los otorgantes lo firmaron de sus nombres
en este rexistro , yo el dicho escribano publico
doy fee conosco a la dha Da, Teresa Francisca de
Bonilla; y el dicho Dn, Juan de Torrecillas Blanco
presento por testigos de su conocimiento que juraron en
forma de derecho ser el conthenido y se llama
como sea nombrado a Dn Francisco Antonio
Barredo y a D Ramon ¿? vecinos desta
ciudad ttestigos del otorgamiento; don Mathías Lopez
Juan de Torezillas
DOCUMENTO Nº 45.
415
Folio 131r
“(…)
184- Ytt Un baul forrado en badana de vaca y quartta de
largo, con dos serraduras, en donde se encontró lo
que se sigue
185- Una saya de lila vieja
186- Quattro sayas de guinette
187- Ottra de tafettan negro con vuelo de lienzo blanco
188-dos sagalefos de bayeta pajisa viejos
189- una funda de mantilla de damasco verde
190- otra mantilla de raso lizo encarnado con guarnizion
de encages de Ylo blanco, forrada en tafettan
del mismo color
191- una batta de raso, blanco y encarnado forrada en
tafettan carmesí
192- dos delanttares de tafettan negro
193- dos monillos de guinete negro
194- ottro de lo mismo
195- un mantto, y un delantal de tafettan negro
196- una batta de tafettan listado, de cama forrada en
tafettan pajizo
197- ottra batta de cama de Yndianilla morada y blanca
forrada en lienzo
198- dos mantillas y una manteletta de bayetta, âbuca
rada viexas
Folio 131 V
199- un sagelefo de damasco berde viejo
200- unas medias de seda verde con sus ligas
(…) hasta aquí todo lo que tenía el baul”
DOCUMENTO Nº46.
Aprecio de ropa de doña Francisca de Vargas Machuca realizado por don Diego López,
maestro sastre.
416
Ytt: Por otro dho demediado en treinta reales 0030
Folio 351 v
(…)
Ytt: Por dos mantillas de bayeta blanca, en ve
inte reales 0020
417
Ytt: Por dos corpiños de seda de tafetan entredo
ble forro de lienzo en veintte y dos reales y medio 00221/2
(…)
DOCUMENTO Nº 47.
Sevilla, 1772.
Inventario de bienes.
AHPSE: P-
(…)
418
Ytem otro dicho de lo mismo
Ytem un Chaleco de tela color de café con Ramos
de oro
Ytem ottro Justillo de Laberinto usado color de aurora
Ytem un par de Calzones de Gamusa florida con doce Bo
tones de Plata
Ytem una casaca de paño negro de guadalajara negra
Ytem una Capa de Paño nueva con sus bueltas de
terciopelo negro
Ytem un Capotillo de Grana guarnecido con galon de Plata
Ytem un sombrero negro de medio castor
Ytem otro dicho chico con galon de oro
Ytem una cinta de seda encarnada
Ytem una montera de paño con vueltas de tercio
pelo
Ytem nueve camisones viejos
Ytem siete dichos de olanda nuevos
Ytem otros dichos de estopilla
Ytem seis Armadores blancos buenos
Ytem quatro dichos viejos
Ytem seis pares de calzones blancos nuevos
Ytem quatro pares dichos viejos
Ytem diez pares de escarpines viejos
Ytem tres pañuelos blancos de estopilla buenos
Ytem otros dos dichos viejos
Ytem otro dicho nuevo
Ytem un par de medias de seda color de perla usadas
Ytem otro par dicho muy usado
Ytem otro par dicho color de café bien tratado
Ytem otro par dicho negro bien tratado
Ytem otro par dicho negro bueno
Ytem otro par dicho negro de Capullo de <seda color de café
Ytem un par de ligas de seda negra
Ytem tres pares de Sapattos de Cordoban los dos nuevos
y el otro viejo
Ytem un par de Calzones de antte con siete botones chicos
y dos grandes de Platta
Ytem un par de botines de cordoban nuevos
Ytem un capoton de paño grazalema color café trata
do
Ytem una capa de paño de rettal usada obscura
Ytem un sombrero de castor blanco viejo, y ottro de
medio castor negro usado
Ytem un chaleco de terciopelo celeste viejo
Ytem una chupilla de bayeta encarnada vieja
Ytem ottra dicho con botones de platta
Ytem un par de Calzones de Cordoncillo
(…) “
419
Inventario de bienes de la Exma. Sra. Doña Teresa Josefa Thous de Monsalve
y Henestrosa, marquesa de la Candia, viuda del Excmo. Sr. Don Cristóbal Joaquín de Franchi
y Lugo, marqués de la Candia y del Sauzal, Caballero de la orden de Calatrava y Teniente
General de los Ejércitos de su Majestad.
Folio 666 r
“(…)
un collar con una almendra de brillantes y dicho collar se compone de
treinta y nueve piedras
una piocha de brillantes con una almendra
dos broches de brillantes hechura de lazo
un sintillo con un zafiro guarnecido de brillantes
dos hebillas para las muñecas con sus pasadores y puntillas
todo de brillantes
unos zarcillos de boton de almendras tambien de brillantes
dos sintillos, el uno de un brillante y el otro de un brillante pajizo guarnecido de brillantes
Folio 667 r
Folio 668 r
Folio 669 r
420
Ytt un bestido entero de paño color de purpura
con boton de seda forrado en ferpa blanca de seda
Ytt otro uniforme antiguo de gral sin calzones
con bordadurasy alamares de oro forrado entafettan
blanco la chupa y casaca en encarnado
Ytt una chupa de tizude oroconespaldas y mangas de
tafettan
Ytt una chupa y calzones de teladeoro sobre blanco con matizes y la espalda y mangas
en tafetan
Ytt una chupa de mue verde sin faldas en la espalda ni mangas con punta deespaña de
plata
Ytt una casaca y calzones de raso antiguo vieja y desbaratada con parte
del forro de tafetan verde
Ytt dos chupas enteras de cottonia de seda
Folio 669 r
421
Primeramente una manteleta de raso liso negra
con guarnicion de blondas y cintas
Ytt otra de raso liso negra de flores
Ytt otro cabriole de raso liso negro con puntas y granizos de blondas
Ytt una bata negra de damasco
Ytt otrabatanegrade raso de flores
Ytt una basquiña negra de guardilla con casaca
ygual
Ytt otra basquiña de tercianela negra
Ytt otra basquiña de terciopelo negro
Ytt un guardapies de raso morado
Ytt un sagalefo de raso liso verdes conchado??
Ytt un delantal de tafetan de lustre con farala de lo mismo
Ytt una bolsa de terciopelo carmesi con su borla y cordon de seda
otra carmesí con galon de oro de damasco
una saya de raso liso negro
tres cotillas una blanca y ¿??
una casaca con su peto y manguitos de terciopelo de algodón negros
dos monterillas de terciopelo negro de camino
una saya de grano de oro negra y su casaca y peto
un sagalefo de bayeta color de melocoton
unos manguitos de raso liso negro
dos escofietas negras
otra escofieta blanca y negra
otra blanca toda
un par de chinelas
un par de ligas verdes
dos mantos uno de lustre y otro de medio lustre
una bata de tafetan negro con su sagalefo de lo mismo y manguitos
un guardapies de tafetan azul turqui
un cabriole negro de duransillo labrado y forrado de bayeta
Folio 672 r
Ropa blanca
422
doce pañoletas de murcelina y olan llanas y labradas
una pañoleta de encajes guarnecida con encaje de puntas de Ynglaterra
Folio 673 r
Folio 674 r
Ropas
Folio 674 v
Ropa de seda
Abanicos
DOCUMENTO Nº 49.
423
Capitulaciones matrimoniales de don Antonio Pérez de Baños y de
doña Isabel Pauñín de la Barrera.
424
do lo que es apreciable por personas Yntelixentes
para cada clase de cosa la suia, que para este efectto
habia nombrado que todo ello lo llevava p.o? Su capital
al dicho Matrimonio y p? q en todo tiempo constase
por la presente otorga que hace el dho Su Capital
en la forma y manera siguiente
425
cada onza, componen once mil rrs. De vn 110000
426
res chicos, con tres tenasitas de plata que
pesan quarenta y tres onzas â los mismos
veinte y cinco reales cada onza p. razon
de la echura, valen un mil settenta y
cinco reales de vn 1¡075
427
en un mil quinientos setenta y cinco rrs de vellon 1.575
428
Ytt, asismismo pone q su Ymbentario Capital
ochenta y cuatro reales de vn los
mismos a que por convenio â quedado re
ducida mayor cantidad que por Escriptura
le esta deviendo Dn Francisco Javier Ro
driguez de Carasa ¿ vecino destta ciudad 84¡000
7220488..7
DOCUMENTO Nº50.
429
“En la ciudad de Sevilla en trece dias del mes de Mayo de
mil setecíentos sesenta y seis años estando en las Cassas que
fueron de la morada de Pedro Fontanche, que son â la Linde de la
Carnezería Mayor junto a la Puerta de ella, que mira â la
Alcayzería de la Lossa Collacíon de nuestro Señor San Salvador
ante mí Díonysio Bravo Escribano Publico del Numero, y los
Testigos infrascriptos parecio Francisco Ossuna tratante en Alha
jas, y Ropa vecino desta dicha ciudad en la referida Collacíon
de nuestro Señor San Salvador â quien doy fè conozco, y dixo que
Phelipa de Flores víuda del enunciado Pedro Fontanche por sí, y co
mo Alvacea in solidum del dho su marido, y una de sus dos Herede
ros, y Pedro de la Muela, otro de los referidos dos Herederos vecinos
desta Ciudad en la expresada collacíon le an nombrado por Apre
ciador de los bienes muebles y Ropa que quedaron por fallecimiento
del enunciado Pedro Fontanche, y constan de su Ynventario cuyo Nom
bramiento el Otorgante acepata, y en su conformidad hace su A
precio en la forma siguiente
(…)
Ytem una chupa y un par de calzones de christal co
lor de café en quarenta y cinco Reales 0045
430
café en cien Reales 0100
431
senta Reales 0060
432
Ytem un Delantar de Estopilla bordado en quince
Reales 0015
(…)
Cuyos Aprecios el referido Francisco de Ossuna dixo aver hecho bien, y
fielmenteâ su Leal saber, y entender, y assí lo juró a Dios, y una Cruz en
forma de derecho, y no firmo, porque dixo no saber, escribir por el â su
ruego lo firmó en este rexistro uno de los testigos que lo fueron Julian Dote
Pascassío Fortuno y Juan Fontache vecínos desta ciudad=”
Por el Otorgante
Dionysio Bravo
Escribano Publico Pascassío Fortuno
DOCUMENTO Nº 51.
433
Dolores con vestido de terciopelo Morado y
corona de plata en trescientos ochenta rr 0380
434
Yt. una Comoda de pino nueva en ciento y quarenta
reales 0140
Yt.
Yt. otros tres tomos
y otros varios libros en treinta y seis rr 0036
435
Yt. una copa de cobre en veinte rr 0020
436
yt. una colcha de indianilla en quarenta rr 0040
437
Yt. un volante de paño color de café
bordado y calzones de lo mismo en ciento y se
tenta rr 0170
438
Yt. un sombrero de tres picos de tres partes de castor
en cinquenta rr 0050
190274
439
el perjuicio que hubiere lugar y que se lo da por testimonio
y asi lo otorgo en este rexistro al cual dicho otorgante yo
el escrivano publico doy fe conozco: siendo testigos don Juan Moran, y
don Luis de la Granda Villabona ¿ y ¿ de Sevilla = en = ocho = ochen
ta = quince = testtado = setenta =
DOCUMENTO Nº 52
1788. Sevilla.
Escribano público:
440
Y. dcha de Ylo de re toda 0060
30780
441
Y. dcho grande de barilla calada 00060
DOCUMENTO Nº 53
442
(…) Ropa de color y bca
Primeramente un vestido de paño fino color de canela con bottonadura
delomismo
Ytt. una capa de gran fina nueva con bueltas de terciopelo ne
gro
Ytt. un capote de ceda usado
Ytt. Una casaca ¿ tafetan negro forrada de tafetan
vien tratada
Ytt. Dos vatas una de verano y otra de ynvierno estta forrado envalleta
blanca y la otra en sarasa llana usadas
Ytt. Unos calzones de tafetan entredoble forrados en bretaña cruda
usados
Ytt. Unos calzones de anascote Ymperiar negros forrados en crea
vien tratados
Ytt. Tres pares de medias de ceda negras las unas mejores que las otras,
demediadas
Ytt. Un espadín con puño de metal dorado de fino
Ytt. Una capa de paño color de pepita de Ar garroba vieja.
DOCUMENTO N º 54.
1788, Sevilla.
“En el nombre de Dios todo Poderoso y con su Sma Gracia Amen: Sepa
se por esta crta de recibo de dote como Yo Juan Rodriguez viudo de
de Francisca Franco natural y vecino de esta ciudad de Sevilla, Extramuros de élla collacion
de San Bernando, otorgo en favor de Ignacia Marcela de la Fuente
443
mi legitima mujer que era de estado honesto y natural de la villa de Tocina
hija legitima de Juan de la Fuente y de maria de la Candelaria Rodriguez su
muger difuntos; y digo que para mejor servir a Dios nuestro señor y a su Bendi
ta Madre la Siempre Virgen Maria, el dia cinco de octubre del
año proximo pasado de mil setecientos ochenta y siete en la Iglesia Parrouial de
San Bernardo Extramuros de esta ciudad. Contrahimos verdadero y Lexitimo
matrimonio, con dispensa de las tres canonicas moniciones, el q. au
todavía no sea publicado por justos motibos que para ello an ócurri
do, por lo que no me pudo hacer entrego de ciertos bienes, caudal y efec
tos propios de la susodicha, los que ahora me entrega y yo recibo por
Biienes Dote y Caudal conocido de la referida Ignacia de la Fuente
mi Lexitima mujer, en las Partidas siguientes
Yt, otro dicho de terciopelo negro en ciento sesenta y cinco rr. 065
444
Yt, cuatro dichos de seda en noventa y cinco rs 095
Yt, dos pares de hevillas de plata en ciento ochenta y uno rrs 181
Yt dos pares de botones de plata en diez, y seis rrs.
Yt diez, y ocho botones de plata en veinte, y un rrs. Y seis rrs. 0021-6
vecientosquincerrs. 0915
445
cientos y cuarenta rrs 0445
446
Yt dos velas de patio en veinte y ocho rrs 0028
Yt Pagada la renta de dos as. de una suerte de tierra, ochocientos sesenta y ocho
rrs. y medio de vn. 0868 ½
Yt un Bale de tres mil rrs. De vn. Q. debe a la dcha Ignacia de la Fuente mi muger
y me entrego lasuso dcha. Franco. Hernandez mtro carpintero, con fha del
mes de oct.re del año proximo pasado demil setecientos ochenta y siete 30000
Importan las dhas Partidas veinte mil quinientos treinta rrs. Y medio de vn 200530-1/2
Yt son mas dote de la dha Ignacia de la Fuente mi lexma. Muger una haza de tierra calma pa.
Pan Sembrar, q. la susodha tiene por sus bienes de tres aranzadas, y setenta y siete gradales, a
el sitio del Humilladero de la Cruz del Campo, termino de la villa de la Rinconada, y vajo de
extramuros linderos. Y es la misma que le vendio Benito
Carnero, vecino extramuros desta ciud. Coll on. De Sn. Berndo. Pot escrip ra. Q. en esta razon
pasó ante el presente Es.no pu.co en seis de octubre del año de mil setos. ochenta y quatro
Y los bienes ropa, y alhaxas, declaro an sido apreciados por Pers.as Inteligen
tes, una puesta por cada diez partes q. yo porloq.e a la mis toca, apruebo,y ra
tifico, y tod ello lo recibo por Bienes, Dote y Caudal conocido
de la nominada Ignacia Marcela de la Fuente mi lexitima muger
de mano de la susodha, loq antes de contraher nro matrimonio no
pudo hacer por su brevedad. Loq.e haora hace dho entrego, y yo recibo
ahora de presente realm.te con efecto ante elEssno. Pu.co y testigos
de Yuso Escriptos, de cuio entrego y recibo Yo Josef Rodriguez de
Quesada y Truxillo Escrivanos publico del numero desta ciudad de Sevilla doy feé
porque se hizo y paso enmi presencia, y de los dichos testigos, y los men
cionados bienes, ropa Alhaxas, Granos Vale y demás
que doy todo ello en poder del referido Juan Rodriguez Yo el susodicho me doy
por contento y entregado a mi voluntad, Y de los veinte mil Quinientos
treinta rr. y medio de vn. Sin inclusión de de dha de tierra , Ymporte de
las Partidas anteriorescon mas quince mill rrs. De la propia moneda q. a la
447
dha Ignacia de la fuente mi lexma muger mande en harras proter Nunpcias
antes de contraher nro matrimonio, por ¿ persona, los q. declaro caber
en la decima parte de mis bienes, y en caso q. no se los consigno, y señalo de
los q. en adelante anase, adquiriese, hago y otorgo carta de Dote
a favor de la susodha para que así la una, como la otra cantídad la habia
y tenga sobre mi Persona y Bienes presentes y futuros q. para este
efecto se los obligo é Hipoteco, y doy en empeño tenencia, y Posesion
en la mejor forma q. .por dro se debe, con tal cargo y condicion q. si el
Matrimonio fuese d suelto o apartado, por muerte, ó en vida porquales
quiera de los casos. Q. el dro dispone, ninguno de mis hijos á Creedores
Ni otras Pers. Puedan, entrar ni tomar cosa alguna, hasta tanto q la
ref, mi muger, este Enteram. Pagada desta dot, y Harra, y sí mu
riese antes que Yo, Consiento y tengo a bien, q. todo ello lo pueda dejar
aquien sea de su voluntad q. yo me obligo a su paga, y restitucion en
fabor de la susodha conforme a su Disposicion, baxo de pena de exe
cucion, y costas dela cobranza, Y a la firmeza paga y cumplimiento
de lo q. expresado queda Obligo mi Persona y Bienes avidos y por aver
y doy poder a las Justicias de Su Mag. Ante quien esta carta pare
ciese, para la Execucion y apremio de lo en ella contenido recibo
lo por setencia pasada, y consesntida en autoridad de cosa juzga
da sobre q. renuncio las las Ley. Y dros a mi fabor y la q prohive la gral
renán. Fha la carta en Sevilla en veinte y ocho dias del mes de
enero de mil setecientos ochenta y ocho años. Y el otorgante no firmó porque dijo
no saber Escribir por el a su ruego lo hace en mi rexistro uno de los tes
tigos, y lo fueron de su conociemiento q juraron según derecho ser el conte
nido, q se llama como sea nombrado, Dn. Diego de Arrieta, y Aguila
Contador delas ¿ casa Hosital. de la Misericordia, dn Pedro Bernal. am
bos coll. es Juan de la Palma q. presentes estaban y así se nom
braron testigos del otorg. los dhos y Dn Manuel Rodriguez y dn. Juan de flores vezino desta
ciudad”
DOCUMENTO Nº 50.
448
disposicion hemos repartido entre nos con union
y amigablemente toda la ropa de su uso blanca y de
color, nueba, mediada, y usada, y de ella dímos la que
tubimos por conveniente â los Sirvientes que actualmente
estavan en su Casa y algunos que ya estavan fuera de
ella, y para que todo conste firmamos el presente
en Sevilla â 13 de Marzo de 1791
DOCUMENTO Nº 56
Capitulaciones matrimoniales de doña Isabel María Maestre y don Juan Manuel de Vriortua.
Folio 358 r
449
Villanueva, por dote y caudal conosido de la enunciada doña Ysabel
Folio 358 v
Folio 359 r
mente cada uno de nòs, queremos como así lo tenemos ofrecido que la
cantidad en que consiste dicha dote que asi damos a la dicha da Ysa
bel María Maestre nuestra hija q uarenta y cinco mil
ochocientos Cin quenta y nueve r. y veinte y seis mrs de vellon sea
en q uenta de ambas lexitimas Paterna y Materna de cuyo
total hacemos entrego al nomínado sr dn Juan Manuel én la
ropa, vestidos, adornos, y alajas de oro, diamantes todo ello
apreciado por personas inteligentes para cada clase de cosa la
suya que por menor, y con claridad, y expresión en la for
450
ma y manera siguiente
Folio 359 v
451
ochocientos setenta y seis r y q uattro mrs 0876. 4
Folio 360 r
0870. 26
Folio 360 v
452
Ytt. Una Manteleta de rasete negro de seda forrada en
tafetan del mismo color guarnecidas con flecos de
seda, y blondas anhas de f rancia, en un mil y se
tenta r y un mrs 10070. 1
Folio 361 r
453
entos treinta y siette reales y Catorce mrs 00437. 14
Folio 361 v
454
tres pendientes tiene dho aderezo mil q uatrocient.
catorce piedras q componen à corta dif. ciento y seis
Folio 362 r
Folio 362 v
ve en setecientos 0700
455
en nobenta r 0090
Folio 363 r
456
Ytt. Otro traxe en cortte de mur celina bordada con su
biso de tafetan color de rosa en novecientos sesen
ta y tres reales 0963
457
Ytt. Otro pañuelo de gaza Ynglesa guarnecido con
fleco de seda, en treinta y q uatro r 0034
Folio 363 v
Ytt. Otro abanico frances tambien de marfil con las barillas cala
das, y doradas, en ciento y ochenta reales 0180
458
Ytt. Veinte y un pares de guantes de Cabritilla los
onze bordados, y los diez lisos en doscientos treinta y
dos reales 0232
Folio 364 v y ss
459
según y como se contiene en el Capitulo a a la Scriptura de
Capitulaciones que entre los dichos Señores y nosotros se otorgò
ante el presente escrivano po en veinte de noviembre del año de
mil setecientos ochenta y cinco cuya declaracíon hacemos para
que conste cuando llegue el caso y mas caudal y dote
Dela explicada d Ysabel María Maestre nuestra hija de q. ue
gamos al dicho Sr. d. Juan Manuel de Vriortua para que le conste
Eyo el mismo Sr. d. Juan Manuel de Vriortua Villanueva Jayna
gay y Ronquillo Que yo ¿ soy habiendo visto, oydo y enttendido
esta escriptura otorgo que acepto como en ella se contiene
y recibo de los dichos Señores don Antonio Jph Maestre y ¿uentes, y doña
María Ana Gomez de Barreda Díez de lavandero su muger, mis
padres polítícos, por dote de la dicha doña ysabel María Maestre Go
mez de Barreda su hija mi muger los referidos ciento veínte y
dos mil doscientos cinquentta y tres reales y doze mrs de vellon montte
desta cantidad su dote con los quarenta y cinco mil
ochocientos cinquenta y nueve reales y y veinte u seis mrs de vellon en
de sus lexitimas paterna y materna por mitad tanto el uno
como el otro y los sesenta y seis mil trescientos nobenta y tres r
y veinte mrs del monto de los regalos que los Parientes de la dha
señora mi muger le han hecho con motivo de su boda apreciado
todo ello en su justo valor como queda explicado los quales por ha
verse echo por personas inteligentes con mi consentimiento lo recí
bo todo ello con el dho testimonio de las Capitulaciones de dhos
señores d. Francisco Maestre, y su muger, de los expresados señores don
Antonio Josef Maestre y doña María Ana Gomez de Barreda su
muger ahora de presente realmente y con efectto en presencia
de dicho presente escrivano publico y testigos desta Carta estan
do en las casas de mi abitacion y morada en dicha mi Parroquia
en la Calle del Amor de Dios de cuio entrego y recibo yo Juan Bernardo
Moran escrivano del Rey Nro Sr en todos sus reynos y señorios publico del numero
desta ciudad doy fee porque se hizo y paso en mi presencia y de los
dichos testigos, y todo ello quedò en poder del referido señor don
Juan Manuel de Vriortua, de que yo el susodicho me doy por
contentto y entregado a mi voluntad de todos los dichos ciento
veinte y dos mil doscientos cinquenta y tres reales y doze maravedís
otorgo carta de pago a favor de los dichos señores dn Antonio Josef
Maestre, doña María Ana Gomez de Barreda su muger mis Padres políti
cos en la mas bastante y cumplida forma que puedo, y á su seguridad
resguardo conbenga, y de dote á favor de la dicha señora doña ysabel
María Maestre mi muger y sí ncesario es apruebo, y ratifico la,
promesa de dos mil ducados de a onze reales de vellon cada uno, que
le ofrecí, y mande en arras proternumpcias, y en puar y justta
donacion por honor de su persona, y demas prendas que le asísten
por uno de los Capitulos de la Escriptura de Capitulaciones aquí pro
incerta; y quiero y consiento que ambas porciones de dote, y arras
la dícha señora mi muger los haya, y tenga sobre mis vienes, y
hacienda que tengo y tubiere, que para este efecto se los obligo, i hi
poteco, y doy en empeño, y por nombre de empeño, tal cargo, y
gravamen que siempre, y cada y cuando que nuestro matrimo
460
nio fuere disuelto o separado por muertte, o en vida, por cualquie
ra de los casos que el derecho permite, ningun mi hijo, ni hija, pa
riente ni heredero, acreedor, ni otra persona puedan entrar
ni tomar, parttir, ni aparttar cosa alguna de mis vienes, ni desapo
derar dellos â la dicha mi muger hasta tanto que primero, y an
te todas cosas sea pagada, y satisfecha de esta dicha su dote, y
arras, y si la susodicha falleciera antes que yo consiento, y tengo
a bien que los puede dejar, y mandar a sus hijos, parientes y here
deros, y a las demas personas que quisiere, à los quales y a quien
conforme a derecho pertteneciere su herencia me obligo à su
subceda sin aguardar al termino del derecho ni a otro plazo al
guno en dinero de contado, y por ello y que en su cobranza se
causaren consiento se me puede executar con todo rigor de derecho en
virtud de esta escriptura el pedimento de la dicha Señora mi muger
o de quien en su nombre fuere parte sin otro recado ni prueva
aunque de derecho se requiera se que la relevo. Y chancelo y doy
por nínguna le promesa de doteque los dichos señores dn. Antonio
Jph Maestre, y doña María Ana Gomez de Barreda hicieron à favor
de la mencionada señora mi muger por uno de los Capítulos
de la citada escriptura de Capitulaciones matrimoniales para
que no valga, y consiento que al margen de èl, en la referida
escríptura sea ante la razon de esta chancelacion, dejandola
como la dejo en su fuerza y vigor, en quantto a lo demas que en
ella se contiene. Y asímismo me obligo a que cuando llegue el
caso de que los dichos Señores dn. Francisco Antonio Maestre
Tous de Monsalve, y doña María del Amparo Maestre Gomez de Barreda
mis hermanos politicos bayan pagando y haciendo entrego à la re
ferida sra doña Ysabel María Maestremí muger de los expresa
dos seis mil ducados de vellon que le ofrecieron p. la citada scrip
tura de Capittulaciones que al tiempo de contraer su matrimonio se
celebròp.las razones y motivos que en el capitulo que dello trata ¿
otorgarè , è ire otorgando a favor de dichos sres dela ¿ que me fuere ha
ciendo entrego dellos las cartas de pago correspondientes y de dote a favor
de dicha sra mi muger, à la cual desde ahora ¿entonces se la otorgo. Y
à la firmeza según paga y cumplimiento de lo dho e obligo todos
mis vienes, rentas y hacienda, que tengo y adquiriere en ¿??
te, y los frutos y usufructos del Mayorazgo que fundo don Juan Valentin
de Villanueva mi abuelo del que soy Portador unos y otros avidos, y por ha
ver: Y todos los otorgantes damos poder a los Señores Jueces
y Justicias de Su Mag estad de cualquiera parttes que sean, antte
quíen esta escriptura se presente, y pidiese su cumplimiento
para que nos aprezien a lo aquí contenido por todo rigor de dere
cho y renunciamos las leyes y derechos de nuestra defensa, y favor, y la
que defiende la general renunciacion: Eyo la mencionada doña
Maria Ana Gomez de Barreda renuncio el auxilio, y leyes del
Emperador Justiniano Senatus Consultus Veleyano de toro Madrid
y partida, nuevas constituciones y las demas del favor de las mu
geres de cuyo efecto me apercibio el presente escrivano publico en
especial: Y por ser casada, juro y prometo por dios Nuestro Señor
y por la señal de la cruz que hago en mi ¿ en presencia de dho
461
presente escrivano publico y testigos de cumplir; y haber por firme esta
Escriptura en toda ¿? y de no pedir por razon de su dote lo que le en
trego a la dicha mi hija en cuenta de lo que hubiere de haber en fin
de mis dias diciendo ¿?? haber sido , ni apremiada,
por mi marido ni otra persona para su otorgamiento p. que declaro ha
zerla de mi libre, y expontanea yo ¿ y que en contrario no ha
re protextacion, ni reclamacion y sí pareciere haberla hecho, ò la
hiziere la reboco, y doy por ninguno para que no valga, y de este
juramento no pedirè abolision ni relaxacion a ningun sr Juez
ni Prelado que me lo pueda. ò deva, y si consedido me fuere aunque
sea de propio motu no usare de ellos ¿?? alguna pen de per
jura: Eyo el dho escrivano publico advertian a los otorgantes limasen razon desta
en el oficio de Cabildo desta ciudad como esta mandado por S. M. en
su Real pragmatica dentro del ¿ y vajo de la pena que en ellas se
incluye, y los previne que si despues de tornada la quicieren exhibir
ante mi ¿ en este rexistro lo podrian hacer, è nos. los suso
dhos nos damos por ente?? de ellos ha la carta en Sevilla de otorga
miento del dho d. Juan Manuel estando en las casas de su morada en
onze dias del mes de abril de mil settecientos nobenta y una y dho
otorgante a? y del escrivano publico doy fee como es lo firmo en este rexistro siendo
testigos dn Andres de Campos, dn Juan Cordero y Isidoro de la
Maza vezinos desta ciudad = Entre Villanueva mil p. mano
DOCUMENTO Nº57
462
Yo dña Isabel Antonia Miguez viuda de don Cristóbal Cascallana, ve
cina desta ciudad de Sevilla, Parroquia de Nuestro señor San Salvador
en la calle de la Cuna, por mi misma por mi particular y como Madre
Tutora y Curadora que soy de la persona y bienes de D Maria Manuela
de Cascallana y Miguez de estado Honesto mi hija lexitima y del
dicho Cristobal Cascallan mi marido naturañl y vecina desta
refereida ciudad en la dicha parroquia y ¿ otorgo a favor de d Cele
donio Alonso Redondo Mercader de Lenceria y Lana vecino desta
misma ciudad, en dicha parroquia de Nuestro Señor San Salvador
al citio que llaman de la Cruz de los Polayneros natural de la villa
de San Román de Cameros, Obispado de Calahorra hijo lexitimo
de d Manuel Christobal Alonso y de D Isabel Redondo su mu
ger difuntos, y digo que por quanto a onrra y Gloria de Dios nuestro
Señor, y para su santo servicio, y para su santo servicio, y de la Santísima Virgen María
Señora Nuestra Concebida en gracia en el primer instante de
su ser, esta tratado, y ajustado que el dicho d. Celedonio Alonso
Redondo aya de contraer matrimonio lexitimo con la dicha
Mariam anuela Cascallana mi hija, y al tiempo ya es trató
dicho matrimonio le ofrecí, y mandé por dote, y caudal de la re
ferida mi hija treinta y cinco mil Q uatrocientos setenta y
nueve r de vellon en distintos vestidos, ropas, adornos de su uso ala
jas de oro y diamantes, y reales en contado, inclusos en ellos
tocaron y pertenecieron por muerte del dicho D Cristobal Casca
llana su Padre mi marido, y le fueron adjudicados en su hijuela como
a una de sus hijos y herederos; y diez y ocho mil ocho
cientos ochenta reales y dos mrs cumplimiento à los treinta
y cinco mil q uatrocientos setenta y nueve r. monto de dicha prome
sa de dote , de caudal mio propio para que lo tenga en q uenta y par
te de pago de lo que le pueda tocar a la expresada d. Maria Ma
nuela Cascallana mi hija de su lexítíma por muerte mía, y por
que esta de proxímo para celebrarse el dicho matrimonio, en cum
plimiento de la dicha promesa hago entrego al mencionado d.
Celedonio Alonso Redondo por dote de la explicada d. Maria Ma
nuela mi hija de los referidos treinta y cinco mil quattrocienttos
sesenta y nueve r. de vellon en los dichos vestidos, ropa, adornos, alajas
de oro y plata, reales en contado y otros efectos, los apre
ciables apreciados en su justo valor por personas inteligentes que para cada
clase se usa la suya se àn nombrado que todo ello es en la forma
y manera siguiente
Rs. de
vellon
463
cincuenta r 0150
Ytt. Una saya de seda de ozlo? Negra con senefa en trescientos r 0300
464
Ytt. otras tres sabanas de lienzo florete en ciento veinte y ocho r 0128
Ytt. Tres pares de naguas blancas de lienzo fino en cien reales 0100
Ytt. Una cama de madera dada de maque y oro, en doscientos ochenta y cinco 0285
Ytt. Dos Colchones Cameros y cuatro Almohadas todo poblado de lana, con sus
lienzos, todo nuevo en seiscientos setenta y cinco r 0675
465
Ytt. Unas e billas de plata en nobenta r 0090
20659.
466
Ytt. Otra saya de raso liso con Senefa en trescientos
y sesenta reales 0360
Ytt. Una Mantilla de toca de reina, con guarniciones en nobenta reales 0090
467
Ytt. Otros tres pares de medias de seda de Francia blancas
en doscientos r 0200
468
Ytt. Dos taburetes, en treinta r 0030
469
ochenta reales que así llevo recibidos en los referidos vestidos , alajas , rea
les en contado, y demas que quedare expresado, otorgo carta de dote
à la dicha da. María manuela Cascallana, à la qual prometo y
mando en arras Procter numpcias, y en pura, y justa donacion por
onor y estimacion de su persona, virginidad, y demas prendas que
le asisten un mil ducados de vellon que valen onze mil r de dicha
moneda, los quales aunque por a ora no tengan entero cabimento en la
decima parte de los vienes, y caudal con que al presente me hallo, se
los prometo, y mando de los demas que en adelante tubiere, y daquí
riere, y quiero, y consiento que ambas porciones de dote, y arras
la dicha D. Maria Manuela Cascallana, los haya y tenga sobre
mis vienes, y hacienda que tengo, y tubiere, que para estte
efecto se los obligo è hipoteco, y doy en empeño y con nombre de
empeño, en tal manera que cada y q uando, y en cualquiera ti
empo que nuestro matrimonio sea disuelto, o separado por mu-
errtte, ò en vida, por cualquiera de los casos que el derecho permi-
te, ningun mi hijo, ní hija, pariente, ni heredero, acrehedor
¿ cosa alguna
Maria Manuela Cascallana hasta tanto que primero, y antes todas
cosas sea pagada, y satisfecha desta dicha su dote y arras y si falle
ciese antes que yo consiento y tengo a bien que los pueda dejar y
mandar à sus hijos, parientes y herederos, y à las demas personas
que quisiere a las q uales y a quien conforme a derecho pertte
neciere su herencia me obligo à su paga y restitucion, la qual
hare luego que conste de la separecion de dicho matrimonio, y
en los casos, y según, y con los privilegios que las dotes de derecho
deben ser restituidas sin aguardar al tèrmino del derecho , ni
a otro plazo alguno cuio beneficio renuncio. Y à la firmera pa
ga, y cumplimiento de lo que dicho es obligo mis vienes, renta
y Hacienda avídos y por haver: Y todos los otorgantes damos
poder à las Justicias de Su Magestad para que nos apremien à
lo aquí contenido por todo rigor de derecho, y vía ejecuttiva, yo
como por senttencia pasada en cosa juzgada, y renunciamos
las Leyes, y derechos de nuestro favor y la que defiende la¿
renunciacion: Eyo la dicha d. Ysabel Antonis Miguez Renán
cio el auxilio, y Leyes del Emperador Justiniano senatus Con
sultus veleyano, toro Madrid, partida y nuevas constituciones
y las demas del favor de las mugeres de cuyo efecto me apre
cíbíò el presente Escrivano publico en especial: Eyo el dicho
escrívano publico adberti à los otorgantes tomasen razon
desta escritura en el oficio del Ylustrísímo Cavildo y rex
desta Ciudad, como està mandado por su Magestad en su R
pragmatica dentro del termino, y vajo de la pena q
¿ se incluye y les previne que si después de tomada en la copia
que de ella se dieren la quisieren ex? Ante mí para anotarlo
en este registro lo podrían hacer è nos los susodichos nos damos por
enttendido dello: Y consentimos q desta escritt. Se den las copias q. se
pidiesen libremente: fha cartta en sev. Estando en las casas de la mora
da de la d. Ysabel en treze dias del mes de Mayo de mil setecientos
nobenta y un a. y los otorgantes lo firmaron en este rex. Yo el dho sn.
470
po. Doy fe conozco a la dha Ysabel, y el dho d. Celedonio presento
p. testigos de su conosim q. juraron en forma de dro ser el contenido
y se llama como sea nombrado à d. Benito Chavarría, y a d.
Francisco Baloes vecinos desta ciudad en la dha Parroq. De nro. S. sn.
Salvador q. asi se nombraron: testigos del otorgam. Los susodhos
y d. Juan Tecpo. Cordero vecinos desta Ciudad =
DOCUMENTO Nº 58
Aprecio de bienes de
Ropa de la difunta
471
Ytt- 1. dho Murselina listada 0100
------------
13051
Ytt. ¿?? morado de piel de Diablo 001
DOCUMENTO Nº 59.
Folio 1043 r
“(…)
472
Ytt. Un Bestido de guardapies e inglesilla
celeste en seiscientos rr 0600
(…)
Ytt. un traje de indiana de colores en noventa
y quatro rr. 0094
473
rreales 0060
Folio 1044 r
DOCUMENTO Nº 60
Sevilla 1791
Capitulaciones
(…)
DOCUMENTO Nº 61
474
1791, noviembre, 2. Sevilla.
Folio 1283 v
Folio 1284
y veinte reales 0120
Ytt. Quattro Capillos à tres reales cada uno hacen doze 0012
475
Ytt. Quattro pares de Calzetas à cínco reales cada par
hacen veínte 0020
Folio 1285 r
(…)
Ytt. Dos planchas, A ocho reales cada una hacen
díez y seís 0016
(…9
Ytt. Una Comoda de caoba, con quatro cajones emchapada de
metal en trescientos reales 0300
(…)
Ytt. Un ropero de pino grande, en ciento y veinte r 0120
Folio 1286 r
(…)
Ytt. Un espadín con puño de plata, en ciento y ochenta r 0180
Folio 1286 V
Ytt. Una tumbaga de oro, en sesenta r 0060
DOCUMENTO Nº 62
476
1797, 12, mayo, Sevilla.
Folio 493 v
Folio 494 r
(…)
54 Ytt. Dos mill veinte y ocho reales vn. importe
de los vestidos de doce Pobres 20028
(…)
477
Dha de Dn Joseph Polícarpo Díaz
(…)
Folio 563 r
478
(…)
Ytt. Un vestido de Casaca, chupa, y calzones de terciope
lo negro, en Ciento y Cinquenta r 0150
DOCUMENTO Nº 58.
479
ma ciudad, Parroquia de Nuestro Señor el Salvador, al sittio del Peladero
, natural del valle de Rionanza, el las Montañas de Santander, hijo
lexittimo de Francisco Gutierrez de Zelir, y de Maria de la Barrena
su muger, como marido y conjunta persona que el dicho Agustin Guti
errez es de Ramona Garcia mi hija lexitima, y del dicho Nicolas Garcia
mi marido; y digo que por cuanto la dicha mi hija abra una año poco mas
o menos contraxo Sumatrimonio lexitimo con el referido Agustin
…. El qual dicho matrimonio se hizo de secreto sin que persona
extraña lo entendiese y así se ha mantenido hasta ahora que se ha
dado al publico, por ¿? Motivo no ha abido ocasión de darle al susodicho
por dot y caudal de la referida mi hija la cantidad de caudales que yo tenia
inttencion de darle, y en atención a estar como estáya publico dicho ca
samiento le he ofrecido dar al nominado Agustín Guttierrez por dote
de la relacionada Ramona Garcia su muger, mí hija, y del citado mi ma
rido, veinte y dos mil ochocientos noventa y ocho reales de vn para q los aya
por via de dote de la dicha mi hija, y en quentta, y parte de pago de lo que le
pueda tocar de las lexittimas mia, y del expresado mi marido, una cantidad
se la habia de dar en vienes muebles menage de Casa, vestidos, ropa blan
ca y de color, y en distinatas a lajas de oro, y plata, adornos mugeriles y otras
cosas, y en cumplimiento de la dicha promesa hago entrego de todo ello
al precittado Agustín Guttierrez apreciado todo ello en su justo balor por
personas inteligentes para cada clase de cosa la suya, las quales por menor y por
expresión de sus valores son en las forma, y manera Siguiente-
Ytt. otras dos fundas de tafettan encarnadino en cuarenta y cinco reales 0045
480
Ytt. Otra colcha de Indianilla ordinaria en treinta 0030
481
en ochenta y cuatro reales 0084
482
Ytt. Un par denaguas de media sarasa á ramitos, con
faralaes de murcelina nuevas en ciento veinte r 0120
483
Ytt. Vara y media de sarasa con ramos en quarta y cinco .. 0045
484
Ytt. Otro par de naguas de colonia listada con farala de
murcelina, en ciento y veintte reales 0120
485
guarnicion de lo mismo, y platta encinquenta 0050
486
tes, en Settecientos ycincuenta reales 0750
220898
487
tocarle por fallecimientto de cada uno de los dos, apreciado todo
ello en los aprecios referidos ¿’ de
todo lo que dicho y obligo mis vienes y rentas abidos y por haber- Eyo
el dicho Agustin Gutierrez que ¿? Habieno oydo y enten
dido esta escrittura otorgo que la acepto como en ella se contiene, y
recibo de la referida Josefa de Soto por Si, y como habilitada por la
Real Justicia desta Ciudad a causa de la demencia del nominado
Nicolás García Su marido mis padres políticos, por dote de la men
cionada Ramona García mi muger, hija de los susodichos, los re
feridos veintte y dos mil ochocientos noventa y ocho reales de vellon
en el valor de los dichos vestidos, ropa blanca, y de color, muebles, ala
jas de oro y plata y demas que queda referido para que lo haya
en quenta de lo que le pueda tocar à la mencionada mi muger
por muertte de los dichos sus padres de por mittad, apreciado todo
ello es su justo balor como queda explicado por persona Ynteli
genttes de mi consentimiento, y todo ello lo recibo de la prenotada
Josefa de Soto mi madre politica por dote de la expresada mi muger
su hija ahora de presente realmente, y con efectto en presencia del
presente escribano publico, y testigos desta Cartta de cuyo entrego, yo
recibo Yo Juan Bernardo Moran Ess co del Rey Nuestro Señor en to
dos Sus Reinos y Señorios publico del numero desta ciudad, doy
fee porque se hizo, y pasó en mi presencia, y de los dichos testigos, y
todo ello quedo en poder del cittado Agustín Gutierrez, de que yo el
Susodichome doy p. entregado a mi boluntad, y de todos los dichos
veintte y dos mil ochocientos noventa y ocho reales de vellon otorgo
carta de dote á favor de la referida Ramona García mi muger á
la qual prometo y mando en arras proter numpcias, y en pura, y
falza donacion, y por ser entonces doncella, quattrocientos ducados de ve
llon los q uales aunque por ahora no tiene cabimento en la decima parte
de los vienes q. al presente tengo se los prometo y mando de los demas que en
adelante tubiere y adquiriese, y quiero, y consiento que ambas porciones
de dote, y arras la dicha Ramona García mi muger los haya y tenga
sobre mis bienes, y hacienda que tengo y tubiere que para este efecto se
los obligo, è hipoteco, y doy en empeño, y por nombre de empeño con tal
cargo, y grabamen que Siempre, y cada, y quando que nuestro matrimonio
fuese disuelto, o separado por muertte ò en vida p. qual quiera de los ca
sos q. el derecho permitte ningun mi hijo, ni hija, pariente, ni heredero
acreedor, ni otra persona puedan entrar, ni tomar partir ni aparttar
cosa alguna de mis vienes, ní desapoderar dellos á la dicha mi muger as
ta tanto que primero y ante todas cosas sea pagada desta dicha Su dote
y arras, y si la susodicha falleciere antes que yo consiento, y tengo à bi
en en que los pueda dejar y mandar a sus hijos, parientes, y herederos,
y ña las demas personas que quisiere á los quales , y á quien confor
me á derecho pertteneciere Su herencia me obligo á Su paga, y restitucion
que lo tal subceda sin aguardar al termino del derecho, ni
de otro plazo alguno cuio beneficio ¿’ Y á la ¿’ paga y cumplimiento de
lo que dicho y obligo mi persona y vienes abidos, y p. haver. Y ambos otorgantes damos
poder a Justt. De S.M para que nos apremien a lo aquí contenido p. todo ¿???pasada en cosa
juzgada y ren las Leyes y derechos de
nuestro favor, y la q. defiende la gral renuncia ¿’ Yo la dha Jpha de Soto ren el
488
aux, y leyes del Emperador Justiniano, y Veleyano, y demás del favor delas
mugeres de cuio efecto me apercibio el presente son. Pco en ‘ y por ser casada juro y prometo
p Dios, y a una cruz que hago con mi mano en presencia del dho
yo el ss.no p.co adbertí a los otorg.tes tomasen razon desta ¿’ en el of del cabildo desta ciud.
Como esta mandado p S. M en Su Rl. Pragm ca. Del termino y bajo vela penas que en ella se
incluio, y les previne q ¿’ tmada en la q. dellas se diere la
quisieren ¿ ante mi para anotarlo en este texto lo podrían hacer e nos los susodichos nos
damos por entendido de ello. Fha la carta en Sevilla estando en la casa de la dha Josefa de
Soto en diez y siette dias del mes de Junio de mil setecientos noventa y siete a. y de los otorg.
Lo firmo el dicho Ag. Gutierrez y para la dha Josefa que dijo no saber a su ruego lo hizo un
testigo en este ¿ y me ¿ `por testigos de su conocimiento que juraron en forma de ser los ¿ y se
llaman como se han nombrado a dn juan de Ojeda fendz de su mag desta ciudad y a Francisco
Arjona tratant en el Matadero vez o dellas en las casillas de pedrosoque así se nombrò testigos
de los otorgam Juan Nep, Cordero vez o Della-“
Agustin Gutierrez
DOCUMENTO Nº 64
Inventario capital de doña Josefa García Aruncibay viuda de Don Andrés Alcalá, con
motivo de su matrimonio con Don José Carmona y Mata.
Folio 175 r
(…)
“Ropa de bestir
(…)
Ytt. Casaca de lila verde, en cien rr 0100
489
de seda endoscientos cinquenta y cinco rr 0255
(…)
Folio 175 v
Ytt. Calzones largos de Paño matado en
treinta rr 0030
(…)
Ytt. Calzones de Piel de diablo negros
en setenta y cinco rr 0075
(…)
Ytt. quatro Camisas de tiradizo, en cien
to y sesenta r 0160
(…)
Folio 176 v
Ytt. Turca de doble negro en cien r 0100
(…)
Ytt. Manteleta de raso encarnado
conpieles, en ciento vte y seis rs 0126
490
Ytt. mantilla negra de grano de trigo
sin blondas en quarenta rr 0040
(…)
Folio 177 r
Ytt. otra ydm con blondas francesas en
doscientos ynobentars 0290
(…)
Ytt. dos ydm con arandelas, en ochenta r 0080
(…)
Ytt. Tirasoles encarnados en vte y cinco r 0025
(…)
Ytt. Tirasoles de Morsolina, en quincers 0015
(…)
Folio 177 v
Ytt. Guardapie y monillo de morsolina
negra entreinta rrs 0030
491
Ytt. Espaldar de Yndiana, en quince r 0015
(…)
Ytt. quatro pañuelos de faltriqueras, en
ochenta rs 0080
(…)”
DOCUMENTO Nº 65
Folio 3 r
492
Ytt. Otra de tafetan de francia en trescientos y veinte 0320
V
(…)
Ytt. Dos corttinas de murcelina, con sus senefas, en
ciento y cinquenta reales 0150
(…)
Ytt. Una sarteneja, badil y rueda en cinquenta r 0050
(…)
Ytt. Una Sangradera en treinta reales 0030
(…)
Ytt. Media dozena de vasos de cristal, en diez y seys r 0016
493
Folio 4 r
(…)
Ytt. Una cama de bancos y tablas con su cartton dado de
maque en ciento y cinquenta reales 0150
(…)
DOCUMENTO Nº 66
“(…)
Ropa y Alhaxas que se entregan
por cuenta de ambas lexìtimas
Folio 334V
494
(…)
Ytt. otro de Canuton berde limon de Es
piguetilla en quarenta y cinco rs 0045
(…)
495
ÍNDICE DE RETRATOS
496
-Anónimo. Bodegón con negro. Último cuarto siglo XVII. Colección particular. Sevilla.
-Anónimo. Bodegón con negra. Último cuarto siglo XVII. Colección particular. Sevilla.
-Anónimo. Retrato del marqués de Selva Alegre y sus hijos. Hacia 1750. Colección particular.
-Anónimo. María Rosa Rafaela Larrea y Santa Coloma, y sus hijos. Hacia 1750 Colección
particular.
-Anónimo. Don Antonio del Carmen de Castilla y Páez Cansino, marqués de la Granja.
Hacia 1750.Colección particular. Sevilla.
-Anónimo. Don Juan María de Castilla y Valenzuela, marqués de la Granja. Hacia 1770.
Colección particular. Sevilla.
- Anónimo. Joven noble vestido de alabardero. Mediados del siglo XVIII. Colección
particular. Sevilla.
-Anónimo. Francisco de Paula Bucarelli Ursúa. Hacia 1775. Condes de Santa Coloma.
Sevilla.
-Anónimo. Antonio María Bucarelli, virrey de México. Hacia 1775. Condes de Santa Coloma.
Sevilla.
497
-Anónimo. Retrato de dama. Hacia 1780-1790. Palacio de Lebrija. Sevilla
-Anónimo. Retrato de Manuel Pérez Martínez. Hacia 1750. Palacio de Lebrija. Sevilla.
-Anónimo. Retrato de caballero. Último cuarto del siglo XVIII. Colección particular. Sevilla.
-Anónimo. Retrato de joven caballero. Finales siglo XVIII. Palacio de Lebrija. Sevilla
-Anónimo. Retrato de joven caballero. Finales siglo XVIII. Palacio de Lebrija. Sevilla.
-Anónimo. Retrato de dama con lazo de la Orden de María Luisa. Hacia 1795. Colección
particular.
-Anónimo. Retrato de dama vestida de maja. Finales del siglo XVIII. Condes de Santa
Coloma. Sevilla.
-Anónimo. Don Juan Nieto, marqués de Monsalud. Finales siglo XVIII. Marquesa de
Monsalud. Sevilla.
498
GLOSARIO DE TÉRMINOS
499
ABANILLO: Abanico pequeño. Guarnición de encaje que se ponía a los cuellos, puntas de
encaje.
ADEREZO: Conjunto de joyas con diseño unitario, suele estar formado por pendientes, collar,
broche, pulsera, lazo, cadena con cruz y rosario. También se refiere a conjuntos de ropa
blanca o encajes.
AGUADUCHO: Armario.
AGNUS: Tipo de joya de forma ovalada o redonda y dos caras de cera, para embutir en
relicario. El nombre le viene por la imagen en su cara principal del cordero místico “sentado o
pasante, sobre el libro de los siete sellos, y portando en sus patas delanteras una banderola
rematada en cruz, detalle que en algunos documentos del siglo XV y XVI se conoce esta
iconografía como “la veleta”. Debajo van las iniciales más el número en romanos del
pontífice emisor y del año del pontificado. Como guarnición, labores de filigrana de picos o
apanalados, o simplemente lisa con guarnición de perlas y corales.
ALAMARES: Presillas.
ALBAYALDE: Carbonato básico del plomo, sólido y de color blanco se utilizaba como
maquillaje.
ALMILLA: Especie de jubón, con mangas o sin ellas, ajustado al cuerpo y utilizado como
defensa del frío.
AMUE: Moaré.
ANGARINA: Hongarina.
ARMADOR: Prenda de ropa interior masculina, se llama así porque “armaba” el talle.
500
ARMILLAS ó ALMILLAS: Pieza de ropa interior tanto para hombre como para mujeres.
AYRON: Penacho de plumas negras con que la mujer adornaba sus tocados, también se hacía
en piedras preciosas.
AVANTAL: Delantal.
AZAFATE: Canastillo, bandeja o fuente con borde de poca altura, tejidos de mimbres o
hechos de paja, oro, plata, latón, loza u otras materias
BASQUIÑA: Falda.
BATA: Tipo de vestido femenino de moda a mediados del siglo XVIII. Su semejanza con la
prenda usada para estar por casa hizo que en España se le llamara así.
BAYETÓN: Tela de lana con mucho pelo, que se usaba para abrigos.
BEATILLA: Tela de hilo, delgada y clara. Covarrubias dice que se llama así porque lo usaban
las beatas en sus tocas.
BEJUQUILLO: Cadena de oro fabricada en China, con que se adornaban el cuello las
mujeres.
BIRICÚ: Cinto del que penden dos correas unidas por la parte inferior, en que se engancha el
espadín, el sable.
BRETAÑA: Tela de hilo que se fabricaba en la provincia francesa de Bretaña, de donde tomó
el nombre. Había dos tipos: angosta y ancha.
501
BROCADO: Tela de seda entretejida con oro o plata, de modo que el metal forme en la cara
superior flores o dibujos briscados
BROCAMANTÓN: Joya grande de oro y piedras preciosas, a manera de broche, que llevaban
las mujeres en el pecho.
BUFETE: Mesa.
BURATO: Tejido de lana o seda que servía para alivio de lutos en verano y para manteos.
CABRIOLÉ: Prenda femenina, capa hasta las rodillas con aberturas para sacar los brazos. En
Francia se denominaba “pelisse”.
CALZÓN: Pantalón masculino de moda en el siglo XVIII. Era ajustado e iba de cintura a
debajo de las rodillas.
CANDONGAS: Pendientes.
CASACA: Chaqueta masculina, típica del siglo XVIII. Abierta por delante, cuajada de
botones, con mangas con vueltas, llegaba hasta las rodillas.
502
CINTILLO: Adorno del sombrero. Sortija pequeña de oro o plata, guarnecida de piedras
preciosas.
COBERTOR: Colcha.
COBIJA: Toquilla.
COLETO: Prenda masculina española de moda en el siglo XVII. Se usaba encima del jubón
con mangas. El coleto normalmente no tenía mangas ni solapas.
COLONIA: Cinta de seda de tres dedos o más de ancho. Tal vez se llamó así por proceder las
primeras de dicha calidad de la ciudad de Colonia.
CORBATA: Lazo al cuello que llevaban los hombres y mujeres. Tipo de joya.
CORDONCILLO: Cada una de las rayas estrechas y abultadas que forma el tejido de algunas
telas como el rizo o la tercianela.
CHAMELOTE: Camellón.
CHAPÍN: Calzado de suela redonda, normalmente de altísimo tacón fabricado con corcho
donde se introducía el pie ya calzado.
503
CHINA: Tejido de seda o lienzo procedente de China o que lo imita.
CHUPA: Chaleco cerrado con botones que usaban los hombres bajo la casaca.
CHUPÍN: Chupa mas pequeña y entallada que se puso de moda a finales del siglo XVIII.
DESHABILLÉ: Vestido femenino de moda a finales del siglo XVIII con pliegues en la
espalda al igual que la bata.
DELANTAR: Delantal.
DROGUETE: Lana parecida al raso con rayas de colores. Normalmente fabricada con pelo de
cabra pero también mezclando hilo y seda.
ESCOFIA: También llamada “escofieta”, cofia grande que llevaban las mujeres sobre el pelo.
ESTAMBRE: La hebra de lana fina torcida. Comúnmente por estambre se entiende la lana
que después de cardada, limpia y torcida sirve para los tejidos de paños, estameñas y otras
telas, y para la fabrica de medias.
ESTOPA: Tela gruesa tejida con la hilaza de la estopa, que es la borra que queda en el
rastrillo cuando el lino se peina.
ESTOPILLA: Tela que se fabrica con hilado de estopilla, la parte más fina de la estopa.
504
ESTUFILLA: Manguito pequeño hecho de pieles finas, para llevar abrigadas las manos en el
invierno. También llamada marta.
FALTRIQUERA: Bolso. Según el Diccionario de Autoridades: “La bolsa que se trae para
guardar algunas cosas , embebida y cosida en las basquiñas y briales de las mujeres a un lado
y en el otro, y en los dos lados de los calzones de los hombres, a distinción de lo que se ponen
en ellos un poco mas adelante y en las casacas y chupas para el mismo efecto, que se llaman
bolsillos.”
FARALA: Volante.
FLUECO: Fleco. Cierto género de pasamanos texido con los hilos cortados por un lado. que
se hace de hilo, lana, seda u otra cosa y sirve de guarnición en los vestidos u otras ropas,
pegándole a las orillas. Hácense con mas o menos labores, conforme al gusto de cada uno, y
suelen llamarse de campanilla de redecilla.
FRAC: Evolución de la casaca masculina. Comienza a usarse a finales del siglo XVIII.
FRANGOTE: Fardo.
FUSTÁN: Tela gruesa de algodón con pelo por una de sus caras.
GABACHA: Casaca.
GOLILLA: Tipo de cuello de uso masculino, cuyo uso fue prácticamente obligatorio en
España desde 1623 hasta principios del siglo XVIII.
GUARDAPIÉS: también llamado tapapiés. Falda realizada con telas ricas que rodeaban la
falda interior, para no enseñar los pies. Como al caminar se recogía la falda se dejaba a la
vista el guardapiés. Lo usan las mujeres de toda condición social.
HIGA: Dije en forma de puño que se colgaba a los niños para protegerlos del mal de ojo.
505
HONGARINA: Especie de casaca.
HUMO: Seda negra muy delgada y rala con que se confeccionaban mantos.
LAMA: Tela de oro o plata en que los hilos de estos metales forman el tejido y brillan.
LILA: Tejido de lana de varios colores, originario de la ciudad francesa de Lille, llamada Lila
en español.
LISTADO: A rayas.
LUSTRE: Tela de seda brillante, muy utilizada en la confección de mantos. También aparece
“medio lustre”.
LLUVIA: Tela ligera de lana con puntos brillantes ya que se elaboraba con trama de hilo de
plata.
MAHÓN: Tela fuerte y fresca de algodón escogido, de diversos colores, que primeramente se
fabricó en la ciudad de Nanquín, en China.
MANILLAS: Pulseras.
MANOPLA: Guante sin separaciones para los dedos, o con una para el pulgar.
506
MANTELLINA: Mantilla.
MANTELETA: prenda de abrigo de uso femenino, a modo de chal o capa grande que se
ponía sobre los hombros en invierno y verano
MANTÓN: Pieza cuadrada o rectangular de abrigo, que se echa sobre los hombros. Capa.
MONTERA: Sombrero de ala ancha. Normalmente se adornaba con las vistosas plumas que
llegaban de las Indias. De uso masculino y femenino.
MORLÉS: Tela de lino, no muy fino, que proviene de la ciudad francesa de Morlés.
MORSELINA: Muselina.
MUSELINA: Tela de algodón importada, muy de moda a finales del siglo XVIII.
NOBLEZA: Tela de seda, especie de damasco sin labores. Llamada así porque empezaron a
usarla los nobles.
OJUELA: Hoja muy delgada, estrecha y larga, de oro, plata u otro metal, que sirve para
galones y bordados.
ORMESÍ: Tela fuerte de seda, muy tupida y prensada, que hace visos y aguas.
PACA: Fardo.
PALETOQUE: Capotillo.
507
PAÑETE: Paño de inferior calidad.
PARLAMENTA: Chal.
PALETINA: Esclavina.
PEINADOR: Toalla que se colocaban las señoras sobre los hombros antes de peinarse y
maquillarse, supongo para no mancharse la ropa.
PERDURABLE: Sempiterna.
PETO: Prenda femenina en forma de triangulo que se colocaba con alfileres del escote a la
cintura. Tipo de joya con esa forma.
PICOTE: Tela áspera y basta de pelo de cabra. Tela de seda muy lustrosa
PIEL DEL DIABLO: Tejido de algodón, grueso, liso o floreado, de cualquier color con el que
se hacían chalecos, faldas, corsés y zapatos.
PIOCHA: Joya que usaban las mujeres para adornarse el pelo. Proviene del italiano “pioggia”
y fue puesta de moda en España por la reina Isabel de Farnesio.
POLONESA: Vestido femenino de moda en la segunda mitad del siglo XVIII. La falda estaba
remangada por detrás.
POMA: Especie de bola elaborada con varios ingredientes, por lo común odoríferos. En los
documentos se refiere a piezas de joyería.
PRESILLA: Cordón pequeño con forma de anilla que se cose al borde de una prenda para
pasar por él un botón. Lienzo de estopa de lino fabricado en Brabante, durante el siglo XVIII
España lo importaba, se vendía en Madrid y se exportaba a las colonias americanas. Se
denominaba “prexillas crudas”.
PRINCESA: Tejido.
RANDA: Encaje.
REBOCIÑO: Rebozo.
508
REBOZO: Toca de lienzo blanco, comúnmente muy sutil, ceñida a la cabeza y al rostro de las
mujeres, que unas veces caía sobre el cuello y los hombros y otras sobre el cuello y el pecho.
RENDIGOTE: Proviene de la voz inglesa “riding coat” (traje de montar) , era un manto que
los caballeros ingleses usaban para montar a caballo o viajar. Vestido femenino largo y
estrecho que iba encima de una falda. Abrigo.
RIDÍCULO: El primer tipo de bolso que usaron las señoras, al cambiar la forma de la falda ya
no había sitio para los bolsillos por lo que se ideó este complemento. Está traducido del
francés “ridicule”.
ROMPECOCHES: Sempiterna.
ROPÓN: Ropa larga que regularmente se ponía suelta sobre los demás vestidos. Bata.
SAGALEFO o ZAGALEFO: Falda interior que se usaba sobre las enaguas, se transparentaba
bajo el vestido tipo camisa francés. Este tipo de vestido fue puesto de moda por María
Antonieta.
SARGA: Tela de lana para forros. Tela de seda china, se bordaba sobre ella. Muy empleada
en la confección de mantillas.
SAYA: Desde el siglo XVI era un vestido cortado en una sola pieza. En el siglo XVIII fue
sinónimo de guardapiés, sobre la falda interior o sobre la exterior.
SEMPITERNA: tejido de lana, apretado, basto y de bastante cuerpo. Lo usaban las mujeres
pobres para vestirse.
SIMILOR: Aleación que se hace fundiendo cinc con tres, cuatro o mas partes de cobre, y que
tiene el color y el brillo del oro.
509
SPENCER: Bolero.
TABLERO: Sortija con frontal cuadrangular con piedras en engastes cuadrados, dispuestos en
hileras.
TAFETÁN: Tela delgada de seda, muy tupida. Muy utilizada para forros.
TALEGA: Bolsa ancha y corta de lienzo basto que sirve para guardar o llevar cosas.
TAPAPIÉS: Guardapiés.
TEMBLEQUE: Tembladera.
TOMÍN: Tercera parte del adarme y octava del castellano, la cual se divide en 12 granos y
equivale a 596 mg aproximadamente
TURCA: Tipo de vestido femenino parecido a la bata, prenda costosa. En los documentos
aparece denominado como vestido “a la turquesca”.
UNGARINA: Hongarina.
VALONA: Cuello grande y vuelto sobre la espalda, hombros y pecho, que se usó
especialmente en los siglos XVI y XVII.
VAQUERO: Tipo de vestido femenino en el que las ballenas estaban incorporadas al mismo,
se abrochaba por delante.
510
VAQUETA: Cuero de ternera curtido y adobado.
VARA: Unidad de medida equivalente a 0,835 m. Equivalente a tres pies castellanos (0,278
m).
VENTURINA: Cuarzo pardo amarillento con láminas de mica dorada en su masa. Vidrio de
color rojizo fundido con limaduras de cobre, que se emplea en joyería.
ZARCILLOS: Pendientes.
511
FUENTES DOCUMENTALES
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513
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516
517
518
519
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Exposición “La otra Corte. Mujeres de la Casa de Austria en
los Monasterios Reales de Las Descalzas y La Encarnación”
Patrimonio Nacional y la Fundación Banco Santander han presentado el miércoles 4 de
diciembre, la exposición “La otra Corte. Mujeres de la Casa de Austria en los Monasterios
Reales de Las Descalzas y La Encarnación”. El público puede visitar la muestra desde el 5 de
diciembre; hasta el 15 de marzo de 2020 en la Sala de Exposiciones Temporales del Palacio
Real de Madrid. Se trata de una oportunidad única de hacer accesibles y comprensibles para
el público general más de 110 obras emblemáticas vinculadas a estos dos espacios de la Casa
de Austria, de la mano del comisario de la muestra, Fernando Checa Cremades, catedrático de
Historia del Arte de la Universidad Complutense de Madrid.
De este modo, se podrán ver de Las Descalzas los relicarios cuidadosamente conservados,
así como los tapices que adornaban sus ceremonias, con los tres paños de la célebre serie de
El triunfo de la Eucaristía, realizada por los maestros tejedores de Bruselas Jan II Raes, Jacob I
Geubels, Hans Vervoert y Jacques Fobert, y cuyos cartones son obra de Pedro Pablo Rubens.
La exposición también dispondrá de una excepcional colección de escultura española del siglo
XVII, que incluye obras maestras de Pedro de Mena y Gregorio Fernández.
El itinerario sitúa el interés en los personajes femeninos que, con sus retratos, estructuran
la muestra: desde doña Juana de Portugal, su hermana la Emperatriz María de Austria, su hija
sor Margarita de la Cruz, la Infanta doña Isabel Clara Eugenia, sor Ana Dorotea, hija del
emperador Rodolfo II, y Ana Margarita de Austria, hija de Felipe IV. Una serie de mujeres que
instauraron, en estos lugares, una segunda corte de poder con amplias ramificaciones
internacionales (Portugal, las Indias, Flandes, Florencia, el Imperio austríaco) frente al cercano
Real Alcázar de Madrid.
Las once salas y ciento diez obras de arte que componen esta exposición constituyen un
fresco inigualable de la vida artística, religiosa y política de dos espacios de Corte de los
Austria españoles, que se han mantenido hasta nuestros días. Con el Renacimiento y el
Barroco como telón de fondo, se ofrece una colección única de retratos de los Austria,
que nos traslada a una época en la que religión y Monarquía iban de la mano,
representando las principales fuentes de un poder político que se desplegaba a lo largo
y ancho de Occidente. Además de estos retratos, la exposición también contiene una
serie de relicarios excepcionalmente conservados, así como tapices que adornaban sus
ceremonias y colecciones de escultura española del siglo XVII.
Las dos primeras salas se centran en los años iniciales de la fundación del Monasterio de
Las Descalzas Reales y en el papel decisivo que desempeñó doña Juana de Portugal. Un
espacio que tiene la particularidad de ser el lugar nacimiento de doña Juana, cuando
este todavía constituía la residencia de Alonso Gutiérrez, tesorero de Carlos V, y que la
Princesa de Portugal siempre consideró tanto palacio como convento. El primero de
estos elementos se pone de relieve en la exposición por medio de su colección de
retratos cortesanos. Por otra parte, el interés religioso de la princesa se manifiesta tanto
a través de su colección de pintura devota, en la que destacan las tablas flamencas del
siglo XVI, como en la importancia que otorgó a los relicarios, ornamentos sagrados y a
la construcción de la Iglesia del Monasterio. Esta se adornaba con un retablo, hoy
perdido, de Gaspar Becerra, cuya elección, así como la de artistas como Jacobo da Trezzo
o Pompeo Leoni, indicaba sus gustos italianizantes, modernos y renacentistas.
1
Sala 2. La magnificencia renacentista de Juana de Portugal y de Ana de Austria.
Las opciones artísticas de Juana de Austria aparecen claras en esta sala con abundancia
de géneros propios del Renacimiento, como son el retrato cortesano, los tapices, las
telas ricas y los objetos suntuosos. Además, Juana heredó de su tía María de Hungría
una de las series de paños del importantísimo conjunto que, con el tema de La conquista
de Túnez, se había tejido en Flandes para su padre. La magnificencia regia también se
expresa a través de los riquísimos relicarios de Las Descalzas, buena parte de ellos
traídos por la emperatriz María de Austria, hermana de Juana, o de aquellos
procedentes de su madre, la Emperatriz Isabel de Portugal. Entre ellos sobresale el Arca
de San Víctor, donación al convento de Ana de Austria.
Dos de los espacios más singulares de ambos conventos están relacionados con sus
maravillosos relicarios, que se han conservado hasta nuestros días, combinando los
aspectos devotos y de Corte. Estos dos lugares exponen piezas de los más variados
materiales, que pueden ser contempladas, además de en esta sala, en la 2, 4, 5, 7 y 10,
donde se exponen algunos de sus más bellos ejemplares de los siglos XVI y XVII.
Esta sala marca el tránsito desde la vertiente más religiosa de los Monasterios a la de
Corte, y está dedicada a sor Margarita de la Cruz (1567-1633), hija de la Emperatriz
María de Austria, hermana de Juana y, por tanto, su sobrina. Sor Margarita representa
a la perfección el carácter religioso-político de Las Descalzas, donde comenzó a vivir a
partir de 1580. Sus retratos, en pie o de rodillas, siempre con el hábito franciscano, son
elocuentes muestras de su marcada piedad religiosa, mientras que otras de las obras
apelan a sus importantes relaciones políticas y dinástico-familiares. Los dos relicarios
que se exponen proceden del Imperio: fueron donados por los Emperadores Matías de
Habsburgo (1557-1619), su hermano Rodolfo II de Austria, y Maximiliano II, su padre.
Los dos Monasterios conservan uno de los mejores conjuntos de escultura policroma
española del siglo XVII que existen en nuestro país. En Las Descalzas Reales sobresale el
grupo de obras de Pedro de Mena, cuyo estilo realista, elegante y lleno de patetismo
hay que contextualizar dentro de uno de los momentos culminantes de la escultura
española del Barroco. En esta sala, tercera de las dedicadas a las devociones de ambos
conventos, se exponen algunas de sus obras capitales. Entre ellas se encuentra una
2
Santa Clara, así como una monumental Magdalena penitente, una Dolorosa que hace
pareja con un Ecce Homo, ambos fechados en 1637, y un Niño Jesús de la Pasión.
Uno de los conjuntos más impresionantes de entre los que dejó Gregorio Fernández es
el de La Encarnación, instalado en la Sala Capitular, hoy desaparecida. Este comprendía
no solo el célebre Cristo yacente, sino toda una construcción teatral, a la que se alude
en esta sala, que pretende evocar la importancia de la cristología en el Monasterio.
Además, la relevancia de este como lugar de retiro se refleja en obras como el cuadro
de San Juan Bautista de José de Ribera.
Sala 10. Política, dinastía y religión. Pedro Pablo Rubens en las Descalzas Reales.
En esta sala, que se corresponde de nuevo con el Monasterio de Las Descalzas Reales,
se encuentra presente el conjunto de obras de arte más importantes recibido en el
Monasterio: la serie de tapices El triunfo de la Eucaristía, cuyos cartones son obra de
Pedro Pablo Rubens, y sobre los que los maestros tejedores de Bruselas realizaron el
tapiz. De este autor también pueden contemplarse en esta sala los retratos a sor
Margarita de la Cruz y su sobrina sor Ana Dorotea.
3
las armas de la Princesa, sino también las figuras simbólicas de la muerte y de Cronos,
dios del tiempo, en permanente lucha. En el caso de la muerte de las religiosas más
significativas, esta se refleja, sobre todo a lo largo del siglo XVII, a través de la tipología
monástica del “retrato funerario”. Ambos tipos de imagen constituyen dos polos
contrapuestos, contrastando el lujo cortesano con el sencillo culto al cadáver de la
monja. Los Monasterios conservan la imagen funeraria de tres de los personajes
religiosos más importantes de estos dos lugares: sor Margarita de la Cruz, sor Mariana
de San José y sor Ana Margarita de Austria.
4
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Nº MEDIDAS en cm.
Nº IMAGEN UBICACIÓN AUTOR TÍTULO MATERIAL FECHA
C.C. (alto x ancho)
MONASTERIO DE Alonso
Retrato de Doña Óleo sobre Siglo XVI
1 8 LAS DESCALZAS Sánchez 120 x 100
REALES. MADRID
Juana de Austria lienzo Hacia 1560
Coello
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16/12/2019
La Virgen María
MONASTERIO DE
Adriaen con el Niño Jesús - Óleo sobre Siglo XVI
4 1 LAS DESCALZAS 108,5 x 154
REALES. MADRID
Isenbrant La Virgen del tabla Primer tercio
Papagayo
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16/12/2019
MONASTERIO DE La Sagrada
Anónimo Óleo sobre
5 LAS DESCALZAS Familia rodeada de 108 x 75 x 13 Hacia 1510
REALES. MADRID
flamenco tabla
ángeles
Dibujo preparatorio
BIBLIOTECA Gaspar para el altar mayor
6 ca. 1520-1570
NACIONAL Becerra de las Descalzas
Reales de Madrid
COLECCIÓN
Retrato del
8 6 REINA DE Antonio Moro
INGLATERRA
príncipe don Juan
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Wilhelm
Pannemaker
(tapicero) -
Siglo XVI
Peter Coeck La revista de las
PALACIO REAL DE Segunda
10 14 van Aelst y tropas en Tapiz 532 x 715
MADRID mitad Hacia
Jan Barcelona
1554
Cornelisz
Vermeyen
(pintores)
El Santo Angel
MONASTERIO DE Siglo XVI
Gaspar Protector de la Óleo sobre
14 4 LAS DESCALZAS 255 x 193 Segunda
REALES. MADRID
Becerra Comunidad - El lienzo
mitad
Arcángel Jehudiel
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16/12/2019
Seda, hilo
MONASTERIO DE Frontal de altar. metálico Siglo XVI
Manufactura
15 145 LAS DESCALZAS Terno de la plateado, hilo 150 x 308 x 6 Segunda
REALES. MADRID
española
Fundadora metálico mitad
plateado
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Enconchado - La
MONASTERIO DE
Anónimo Inmaculada Óleo Concha
17 19 LAS DESCALZAS 87 x 66 Siglo XVII
REALES. MADRID
mexicano Concepción de la sobre tabla
Virgen María
Madera de
REAL peral
Siglo XVI
MONASTERIO DE chapada en
Retablo relicario. Tercer cuarto
20 219 LA Giulio Clovio ébano, 90 x 47 x 22
ENCARNACIÓN.
La Epifanía En torno a
bronce y
MADRID 1566
cristales de
color
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REAL
MONASTERIO DE Cera, Siglo XVII
26 22 LA José Calleja Santa Teresa madera, 43 x 37 x 16 Segunda
ENCARNACIÓN. bronce mitad 1692
MADRID
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Marfil,
bronce, plata,
REAL latón,
MONASTERIO DE
Indo- Cruz de altar - pedrería, Siglo XVII
27 29 LA 75,5 x 41 x 8
ENCARNACIÓN.
portugués Calvario talla, Ultimo cuarto
MADRID cincelado,
filigrana y
dorado
MONASTERIO DE
Cobre, plata Siglo XVII
28 16 LAS DESCALZAS Trapani Cruz de altar 50 x 22 x 9
REALES. MADRID
y coral Primera mitad
REAL
MONASTERIO DE Siglo XVII
San Antonio de
30 23 LA José Calleja Cera 43 x 38,5 x 16,5 Ultimo tercio
ENCARNACIÓN.
Padua
1692
MADRID
Madera de
pino, carey,
cobre
REAL cincelado y
MONASTERIO DE dorado, plata
Arqueta relicario, Siglo XVI
31 25 LA napolitano fundida y 20 x 30 x 15,5
ENCARNACIÓN.
cofre 1590
cincelada,
MADRID piedras
semipreciosa
s, hierro,
tafetán rojo
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Siglo XVII
MONASTERIO DE
Cobre, plata Fechable por
32 15 LAS DESCALZAS Palermo Cáliz 26,5 x 15,5 x 8,5
REALES. MADRID
y coral marca en o
hacia 1.640
REAL Madera y
MONASTERIO DE
Anónimo Virgen de maguey? Siglo XVII
34 28 LA 46 x 18 x 11
ENCARNACIÓN.
hispano Copacabana estofado y Primer cuarto
MADRID policromado
Madera de
REAL pino y frutal
MONASTERIO DE Taller lacada, y
Siglo XVII
35 32 LA japonés Altar portátil tallada y 43,3 x 12,8 x 5,8
ENCARNACIÓN.
c.1600
¿Kyoto? policromada,
MADRID madreperlas,
hierro
REAL Madera,
MONASTERIO DE
concha de Siglo XVII
36 24 LA flamenco Arqueta relicario 15,5 x 23 x 11,2
ENCARNACIÓN.
carey, bronce c.1600
MADRID dorado
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REAL
MONASTERIO DE Marfil,
Indo - Niño Jesús en la
37 30 LA madera, 30 x 12 x 7,5 Siglo XVII
ENCARNACIÓN.
Portugués fuente de la gracia
carey
MADRID
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REAL
MONASTERIO DE
Madera, Siglo XVII
38 27 LA Namban Arqueta relicario 15 x 22,5 x 13,1
ENCARNACIÓN.
nácar, plata primer tercio
MADRID
MONASTERIO DE
Anónimo La muerte de San Óleo sobre Siglo XVII
39 21 LAS DESCALZAS Diámetro: 25
REALES. MADRID
italiano José alabastro Primer tercio
Fundido,
oleo,
REAL Anónimo cincelado,
MONASTERIO DE romano, La Adoración de talla,
Siglo XVII
40 215 LA Copia de los Magos - La pavonado. 22 x 70
ENCARNACIÓN.
Primer tercio
Federico Epifanía Bronce,
MADRID Zuccaro plata,
madera,
cristal, cobre
REAL
MONASTERIO DE
Anónimo La Adoración de Óleo sobre Siglo XVII
41 LA 38 x 29
ENCARNACIÓN.
italiano los Pastores alabastro Primera mitad
MADRID
Siglo XVII
MONASTERIO DE
Taller Relicario Reliquia Primer tercio
42 44 LAS DESCALZAS Plata 43 x 18 x 18
REALES. MADRID
cortesano de Santa Margarita Fechado en
1619
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Madera.
MONASTERIO DE Pedro de Siglo XVII
Niño Jesús de Talla,
43 78 LAS DESCALZAS Mena y 17 x 34 x 18 Segundo
REALES. MADRID
pasión dormido policromado,
Medrano tercio
estofado
MONASTERIO DE
Niño Jesús de Talla madera Siglo XVI
44 LAS DESCALZAS Anónimo 7 x 16 x 5
REALES. MADRID
pasión policromado Siglo XVII
MONASTERIO DE
Bernardino La Virgen María Óleo sobre Siglo XVI
46 47 LAS DESCALZAS 96 x 80
REALES. MADRID
Luini con el Niño Jesús tabla Primer tercio
Matías de
MONASTERIO DE Grabado Siglo XVII
Torres y Sor Margarita de la
47 35 LAS DESCALZAS calcográfico. 23,5 x 17 Documentado
REALES. MADRID
Gregorio Cruz
Papel en 1690
Fosman
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Página 14 de 33
16/12/2019
MONASTERIO DE
Anónimo Óleo sobre
49 LAS DESCALZAS Espejo de clarisas 41 x 35,5 x 5 Siglo XVII
REALES. MADRID
español lienzo
Tiziano
MONASTERIO DE Vecellio y Siglo XVII
La moneda del Óleo sobre
51 33 LAS DESCALZAS Michele 97 x 78 Segunda
REALES. MADRID
César tabla
Mattei di mitad
Borgogna
Siglo XVI
MONASTERIO DE Grabado
Alberto Primer tercio
52 37 LAS DESCALZAS El Prendimiento calcográfico. 14,8 x 11,2
REALES. MADRID
Durero, Fechado en
Papel
1508
Página 15 de 33
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Página 16 de 33
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Ebano,
REAL bronce, plata,
MONASTERIO DE Retablo relicario. Siglo XVII
cristal
59 52 LA Italia Cristo atado a la 82,5 x 50 x 18,5 Primer cuarto
ENCARNACIÓN.
fundido,
columna y Virgen 1600
MADRID dorado, talla,
ensamblaje
Página 17 de 33
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La Virgen María
MONASTERIO DE Siglo XVII
Emmanuel con el Niño Jesús - Dorado, Óleo
61 49 LAS DESCALZAS 84,5 x 68 x 7 Fechado en
REALES. MADRID
Tzanes Nuestra Señora del sobre tabla
1644
Perpetuo Socorro
REAL
MONASTERIO DE El Nacimiento de Siglo XVI
Bernardino Óleo sobre
62 46 LA Cristo - La 110 x 84 x 5 Primer tercio
ENCARNACIÓN.
Luini tabla
Natividad Hacia 1525
MADRID
Bronce,
MONASTERIO DE Matrimonio místico Siglo XVII
Melchiorre madera,
63 106 LAS DESCALZAS de Santa Rosa de 52 x 46 x 5,5 Entre 1662 y
REALES. MADRID
Cafá pasta vítrea
Lima 1667
marmonizada
Bronce,
MONASTERIO DE Siglo XVII
Melchiorre Visión de Santa madera,
64 107 LAS DESCALZAS 52 x 46 x 5,5 Entre 1662 y
REALES. MADRID
Cafá Rosa de Lima pasta vítrea
1667
marmonizada
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Magdalena
MONASTERIO DE Penitente Madera.
Gregorio Siglo XVII
69 236 LAS DESCALZAS (601012,10) Talla, 171 x 40,2 x 60
REALES. MADRID
Fernández Primer cuarto
CON SU MUEBLE policromía
(100000)
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Siglo XVI
MONASTERIO DE Retrato de la
Franz Óleo sobre Último cuarto
70 66 LAS DESCALZAS Infanta Isabel 241 x 148
REALES. MADRID
Pourbus lienzo Fechado en
Clara Eugenia
1599
Página 21 de 33
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La emperatriz
MUSEO 181 x 90 - con
María de Austria, Óleo sobre
72 62 NACIONAL DEL Antonio Moro marco: 203,5 x 1551
PRADO
esposa de lienzo
120,7 x 7,5
Maximiliano II
Ebano,
PALACIO REAL DE Platero de Retablo doméstico - bronce, plata, Siglo XVII
73 71 81 x 52 x 18
MADRID Augsburgo La Anunciación marfil, Primer tercio
piedras duras
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REAL
MONASTERIO DE
Gregorio Anterior a
78 LA Inmaculada Madera 113 x 46 x 23
ENCARNACIÓN.
Fernández 1620
MADRID
REAL
MONASTERIO DE
Gregorio Siglo XVII
79 94 LA Cristo flagelado Madera 139 x 70 x 49,5
ENCARNACIÓN.
Fernández Hacia 1619
MADRID
REAL
MONASTERIO DE Capa pluvial - Siglo XVII
Manufactura Seda, hilo
80 229 LA Terno de calaveras 129 x 280 Primera mitad
ENCARNACIÓN.
española metálico
+ capillo Siglo XIX
MADRID
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REAL
MONASTERIO DE
Manufactura Dalmática - Terno Seda, hilo Siglo XVII
82 230 LA 128 x 158
ENCARNACIÓN.
española de calaveras metálico Siglo XIX
MADRID
REAL
MONASTERIO DE Collar de dalmática
Manufactura Seda, hilo
83 231 LA - Terno de 20 x 61 Siglo XVII
ENCARNACIÓN.
española metálico
calaveras
MADRID
REAL La Profesión de la
MONASTERIO DE
Antonio de Infanta Ana Óleo sobre Fechado en
84 LA 321,4 x 256,4
ENCARNACIÓN.
Pereda Margarita de lienzo 1650
MADRID Austria
REAL
MONASTERIO DE
José de Óleo sobre
85 233 LA San Juan Bautista 226 x 176,5 x 6 1638
ENCARNACIÓN.
Ribera lienzo
MADRID
REAL
MONASTERIO DE
Juan Madera, Documentado
86 234 LA San Agustín 200 x 120 x 60
ENCARNACIÓN.
González bronce en 1616
MADRID
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REAL
MONASTERIO DE Siglo XVII
Gregorio
88 92 LA Cristo Yacente Madera 176 x 71 x 42 Posterior a
ENCARNACIÓN.
Fernández
1615
MADRID
REAL
MONASTERIO DE
Juan Madera, Documentado
89 235 LA Santa Mónica 185 x 90 x 60
ENCARNACIÓN.
González bronce en 1616
MADRID
SALA 10 - Política, dinastía y religión. Pieter Paul Rubens en las Descalzas Reales
MONASTERIO DE
Pedro Pablo Retrato de Sor Ana Óleo sobre Siglo XVII
90 84 LAS DESCALZAS 93 x 82
REALES. MADRID
Rubens Dorotea lienzo Hacia 1628
Isabel Clara
GALLERIA Anton Van Óleo sobre
92 83 Eugenia en hábito 173 x 232 x 11 1627 / 1628
SABAUDA. TURÍN Dyck lienzo
de franciscana
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Jan Raes I
Siglo XVII
MONASTERIO DE (tapicero); Triunfo de la
Primera mitad
94 LAS DESCALZAS Pedro Pablo Verdad Eucarística Tapiz 473 x 651
REALES. MADRID
Hacia 1621-
Rubens sobre la Herejía
1628
(pintor)
Jan Raes;
Jan
Vervoert;
MONASTERIO Jacques Triunfo de la
Hacia 1621-
95 DESCALZAS Fobert Eucaristía sobre la Tapiz 490 x 670
REALES
1628
(tapiceros); Idolatría
Pedro Pablo
Rubens
(pintor)
MONASTERIO DE Plata,
Siglo XVII
97 87 LAS DESCALZAS Madrileño Custodia esmalte, 36,5 x 15,5 x 14
REALES. MADRID
Ultimo tercio
perlas
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Plata
MONASTERIO DE sobredorada, Ultimo tercio :
Cáliz de Sor Ana Alto: 21,5 -
98 85 LAS DESCALZAS Aleman esmeraldas, Siglo XVII
REALES. MADRID
Dorotea Diámetro: 17
diamantes y Primera mitad
granate
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Seda.
MONASTERIO DE Paño de túmulo Terciopelo, Siglo XVI
Manufactura
99 142 LAS DESCALZAS "de Juana". De aplicación. 445 x 350 Segunda
REALES. MADRID
española
primera o Imperial bordado, mitad
pasamanería
Seda.
MONASTERIO DE Siglo XVI
Manufactura Bordado,
100 143 LAS DESCALZAS Almohadón 69 x 47 Segunda
REALES. MADRID
española terciopelo,
mitad
pasamanería
MONASTERIO DE
Corona de túmulo Alto: 22, Diámetro: Siglo XVII
101 144 LAS DESCALZAS Bronce
REALES. MADRID
"de Juana" 27 Primera mitad
Retrato funerario
PALACIO REAL DE Pantoja de la Óleo sobre
103 de María de 91,5 x 98,5 1603
MADRID Cruz, Juan lienzo
Austria
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Retrato funerario
MONASTERIO
González, de Margarita de Óleo sobre
104 DESCALZAS 115 x 137 Hacia 1617
REALES
Bartolomé Austria, hija de lienzo
Felipe III
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Retrato funerario
MONASTERIO DE Anónimo de Sor Ana Óleo sobre
105 110,5 x 210,5 1658
LA ENCARNACIÓN español Margarita de lienzo
Austria
Retrato funerario
MONASTERIO DE Anónimo de la Madre Óleo sobre
106 118 x 194 1638
LA ENCARNACIÓN español Mariana de San lienzo
José
MONASTERIO Retrato de la
Anónimo Óleo sobre Siglo XVII
107 DESCALZAS Princesa Doña 200 x 111 x 4,5
REALES
español lienzo Primer cuarto
Juana de Austria
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TRABAJO DE FIN DE MÁSTER
Realizado por:
Álvaro Romero González
Dirigido por:
Dra. Dña. Magdalena de Lapuerta Montoya
5. CONCLUSIONES ......................................................................................................... 53
7. BILIOGRAFÍA ..............................................................................................................68
INTRODUCCIÓN Y METODOLOGÍA
Pocas veces se ha hablado de lo que implica llevar uno u otro vestido en las
ceremonias aunque hayan sido testimonios que los viajeros que acudían a España
recogieran sobre la apariencia que mostraba el rey. La moda es un vehículo que nos
proporciona una cantidad ingente de información acerca de la persona que porta cierto
vestido.
Con ello, nuestro principal objetivo en este cometido será clarificar mediante las
distintas obras en las que Felipe IV ya era rey la vestimenta que usaba en función de la
etiqueta regia. Para ello nos basaremos en las obras del monarca para analizar el
contexto en el que se lleva a cabo la acción reflejada, lo que conlleva y su análisis tanto
en etiqueta como a moda se refiere para entender por completo la obra y en consiguiente
el reinado del Rey Planeta.
Esta indumentaria es en la que nosotros nos centraremos y no por ello tiene que
pasar desapercibido porque sea simplemente la ropa que el rey llevase puesta, es más,
debe ser estudiada con mucho más detenimiento del que se ha venido observando
tradicionalmente pues siempre ha representado un estudio menor. Debido a que no se le
daba el carácter de arte, ¿no es cierto que cada una de estas prendas es hecha como una
1
propia pieza de arte? Debemos ver al sastre o bordador que hay detrás de esto como un
artista, como una persona que, al igual que un pintor, realiza su trabajo con el intelecto y
con las manos para dar forma material a una idea y es esta idea la que permitirá expresar
a la persona que lo lleva quién es. Por esto decimos que los vestidos, la ropa, los
adornos… todo este conglomerado es un vehículo de información importantísima que
no debemos obviar. Estamos viendo en retratos o grabados, que ya son obras de arte,
otras obras de arte representadas. ¿Debe ser menos válida la realización de cualquier
jubón que una pintura? Al igual que la pintura ha contado con tratados importantes en el
siglo XVII como Arte de la pintura, de Francisco Pacheco, que explicaba cómo
deberían ser representados distintos asuntos iconográficos, también contamos con su
homónimo en lo que a sastrería y por ende, a lo que moda y vestimenta se refiere. En lo
que a nuestro estudio abarca, y con ello, atendemos a la época del reinado de Felipe IV,
tenemos el libro de Francisco de la Rocha Burguen Geometría y traça perteneciente al
oficio de sastres. Donde se contiene el modo y orden de cortar todo género de vestidos
españoles y algunos franceses y turcos […]. Sin embargo, al igual que hay una
evolución en cualquier arte, en la vestimenta no va a ser menos, y es por ello que
Francisco de la Rocha repite los patrones de prendas masculinas que Juan de Acelga
publica en 15801, aunque añadiendo otros. Siempre hay una continua revisión de lo que
se ha hecho hasta el momento y qué se puede añadir para que haya una visión más
completa del asunto.
LEIRA, A., “Fuentes para el estudio de la indumentaria española en los siglos XVI y XVII” en Vestir a la
1
española en las cortes europeas (siglos XVI y XVII), vol. I, COLOMER, J. L.; DESCALZO, A. (dirs.), Centro de
Estudios Europa Hispánica (CEEH), Madrid, 2014, p. 203.
2
Cada uno de estos ha sido tratado de una forma independiente y no como un
mismo conjunto, sino que es el propio discurso el que otorga la unidad del escrito
buscando que el lector saque unas conclusiones en base a dicha articulación.
Evidentemente, aquello más general nos lo han aportado grandes nombres como Miguel
Herrero, Amalia Descalzo y Margarita Tejeda, en quienes más nos hemos apoyado. Una
vez elaborado un discurso general que abarque todo lo necesario aparecen una serie de
lagunas que no se pueden rellenar siquiera con la mera visión propia sobre el tema. Por
ello, fue de vital importancia nuestra presencia en el Archivo General del Palacio Real
de Madrid consultando las cuentas de sastres, bordadores y del propio guardarropa del
monarca Felipe IV. Vimos necesario enfocarlo hacia estos registros ya que la intención
era buscar a quién se encargó y por cuánto la realización de las piezas. Una vez nuestra
labor investigadora quedó satisfecha con los resultados, pese a la cantidad de
información que no ha quedado reflejada aquí, empezamos a elaborar un remate final a
todos aquellos capítulos ideados. Así conseguimos pasar del por qué viste como viste el
monarca, a ver en qué momentos pudo hacerlo hasta dar con quiénes pudieron hacerlo.
Sobre todo nos sostendremos en teorías sobre la realización de las pinturas que siempre
han jugado un papel más importante que cualquier arte y es que gracias a ellas, nosotros
podremos realizar nuestras suposiciones, de una manera u otra, para dar con el autor.
La moda es uno de esos artes que han sido olvidados, quizá por ser el último
lugar al que el arte llegaría y podría ser llamado arte. Como bien dijo Picasso, la moda
es la última piel de la civilización, y sobre esta última piel, nosotros nos vestiremos.
3
1. EL NEGRO FILIPINO: SU APARIENCIA Y USO EN EL REINADO DE
FELIPE IV
Apenas un día antes del fallecimiento de Felipe III, su hijo y sucesor, el futuro
Felipe IV se retiraba al cuarto real del convento de San Jerónimo. Allí realizaría
distintas honras al difunto además de discernir lo necesario para su próxima entrada en
Palacio1. El mismo día de la muerte del tercer Felipe, el dominico Sotomayor, tras el
anuncio del ujier, se arrodilla con rostro grave saludando al nuevo rey: Felipe IV2. El
día anterior a la entrada se realizaba un besamanos3 y con la entrada del nuevo rey, tras
una procesión ceremonial, el monarca llegaba al pórtico de la iglesia de Santa María en
donde le esperaba el arzobispo de Toledo como superior de la diócesis portando en sus
manos una cruz que solía ser el lignum crucis. Esta se encontraba depositada en el
guardajoyas del monarca4. La entrada, en un primer momento, debió de ser solemne y
no solo de este carácter, sino que lo más sensato es pensar que el arzobispo de Toledo, a
la recepción del joven Felipe, se acercaría a consolarle y a darle el pésame por tal
pérdida. Quizá sea algo que sale del protocolo firme y rígido que los Austria tenían
impuesto en su corte. Debería permanecer inalterable debido a que el modo de
conducirse el rey, su estilo y su compostura le hacen diferente5 pues debe de estar por
encima de cualquier situación. Apenas era un adolescente que había perdido a su padre
y que pronto pasaría a gobernar. El mayordomo mayor le acercaría una almohada para
que hincase la rodilla y adorase la cruz, derivando el acto en la posterior entrada a la
iglesia. Tras recitar el arzobispo los versículos y oraciones pertinentes, el próximo
soberano realizaría una genuflexión al Santísimo Sacramento, que estaba manifiesto, y
la cortesía a S. M., y bendecía al pueblo6.
1
RODRÍGUEZ VILLA, A., Etiquetas de la Casa de Austria, Forgotten Books, Londres, 2015, p. 89.
2
HUME, M., La corte de Felipe IV: la decadencia de España, Escuela de Plata, 2009, p. 49.
3
Rodríguez Villa comenta en el capítulo “Entrada de los Reyes en Palacio después de haber heredado el
Trono”, el orden que se tenía en este ritual: primeramente el Consejo Real, y sucesivamente el de
Aragón, el de la Inquisición, el de Italia, el de Flandes, el de Indias, el de las Órdenes, el de Hacienda y el
de Cruzada. Tras ello, se colocaban al lado izquierdo de la tarima hasta ser presentados los individuos de
los Consejos y los secretarios.
4
RODRÍGUEZ VILLA, A., Etiquetas de la Casa de Austria..., p. 92.
5
LISÓN TOLOSANA, C., La imagen del Rey: monarquía, realeza y poder ritual en la Casa de los Austria,
Espasa Calpe, Madrid, 1992, p. 110.
6
RODRÍGUEZ VILLA, A., Etiquetas de la Casa de Austria…, pp. 92–93.
4
Así comienza el reinado de un joven Felipe que tendrá una fastuosidad digna de
admirar hasta la pragmática promulgada en 1623 en la que más tarde ahondaremos. La
corte habsbúguica es el escenario ideal no solo de la vida elegante mundanal, es decir,
de la poética del poder7.
El poder vendrá a ser el control, en gran medida absolutista, en donde habrá dos
tipos de figura que estarán por encima de todo en este momento: Dios y el Rey. El
poder no solo se da en las distintas facetas de un monarca, es decir, el poder no se mide
simplemente en el dominio de territorios aunque pueda ser algo a lo que se recurre con
bastante énfasis, sino que el poder, a nuestro juicio, es la forma de reinar sobre una
población de una determinada forma. El estatus social es el que remarca el poder, es
decir, cuanto más alto se encuentre un individuo dentro de este estado piramidal mayor
será el uso que haga de este. Dentro de toda función palatina, la máxima representación
de poder, y por ende, el actor principal será el rey. Debe tener un comportamiento
distante, solemne, hierático que le haga ser respetado: tanto por su lenguaje corporal,
como por su postura, su esencia y por supuesto, también por su vestimenta.
7
LISÓN TOLOSANA, C., La imagen del Rey: monarquía…, p. 135.
8
LISÓN TOLOSANA, C., La imagen del Rey: monarquía…, p. 135.
5
1.2. DE LA INFLEXIBILIDAD A LA FLEXIBILIDAD: DE LA PRÁGMATICA
DE 1623 A LA VISITA DEL PRÍNCIPE DE GALES
9
DE SOUSA, F., Introducción a la historia de la indumentaria en España, Itsmo, Madrid, 2007, p. 142.
10
DESCALZO, A., “El traje masculino español en la época de los Austrias”, en Vestir a la española en las
cortes europeas (siglos XVI y XVII), vol. I, COLOMER, J. L.; DESCALZO, A. (dirs.), Centro de Estudios Europa
Hispánica (CEEH), Madrid, 2014, p. 23.
11
DE LA PUERTA, R., “Las leyes suntuarias y la restricción del lujo en el vestir” en Vestir a la española en
las cortes europeas (siglos XVI y XVII), vol. I, COLOMER, J. L.; DESCALZO, A. (dirs.), Centro de Estudios
Europa Hispánica (CEEH), Madrid, 2014, p. 218.
6
se mandaba […], lechuguillas de colores, tocas y otras cosas […] 12. Sea como fuere, el
rey decidió que si se promulgaba una nueva ley, había de cumplirse y para ello nos
basamos en otra de las cartas de Almansa y Mendoza: Su Majestad, no solo como buen
legislador hizo la ley, sino que ejemplarmente la cumple, habiendo puesto Valona, con
el serenísimo infante D. Carlos13. Pese a que esta pragmática condujo a cambios
sustanciales en la vestimenta masculina, a la morfología del vestir, nosotros nos
centraremos en el paso del cuello de lechuguilla a golilla. Este primer cuello es el que
siempre venimos asociando a la Edad Moderna, a lo cortesano al refinamiento y a la
ostentación; la complejidad de su forma es algo que debía llegar a evitarse a favor de
una sencillez mayor: la golilla pasaba a ser la simplicidad hecha cuello. De ello se
deduce que golilla era el nombre que se le daba al soporte de cartón y valona, el que
recibía el lienzo blanco almidonado que se colocaba encima14, llegando a ser,
posiblemente, Felipe IV su máximo artífice:
Las golillas tuvieron su principio en enero de 1623, reformados que fueron los
cuellos, y encañonados y con la noticia que hubo de su introducción, y primeros
autos en el Consejo, hizo llevar ante sí las que estaban hechas para S.M. y para
el Sr. Infante Don Carlos por su jubetero [que era el título que se daba al
fabricante] con todos sus moldes e instrumentos y habiendo parecido en él unas
invenciones y máquinas diabólicas mandó se llevasen a quemar públicamente y
poner preso al jubetero y así fue ejecutado15.
¿Cómo era esta golilla? Bien, era de una realización compleja aunque no tiene
nada que ver con el cuello de lechuguilla que se venía portando desde hace un siglo.
Hablaremos primeramente del soporte sobre el que descansa el algodón o el lino. Debe
ser algo ligero que no haga que vestir esta prenda sea incómodo pese a que sí lo sería.
Con las descripciones que conservamos de Maribel Bandrés o de Amalia Descalzo,
12
SÁNCHEZ JIMÉNEZ, A., “Cuellos, valonas y golillas: leyes suntuarias y crítica política en No hay mal que
por bien no venga de Juan Ruiz de Alarcón” en BCom, vol. 54, No. 1, 2002, p. 92.
13
DESCALZO, A., “El traje masculino español…”, p. 23. cfr. Cartas de Andrés de Almansa y Mendoza.
Novedades de esta Corte y avisos recibidos de otras partes, 1621-1626, Carta Décima, Madrid, 1886 p.
159.
14
DESCALZO, A., “El traje masculino español…”, p. 23.
15
DESCALZO, A., “El traje masculino español…”, p. 23. cfr. Real Biblioteca, II/28al. “Noticia de origen y
principio del uso de las golillas en España. Proviencia que tomó el consejo de Castilla contra un golillero
mandando quemar las que tenía hechas para las personas Reales con sus moldes instrumentos, por
opuestas a la reforma que se intentaba hacer de trages” en M.J. DE AYALA, Miscelánea, tomo XXXVII, p.
240.
7
nosotros deducimos que como bien describe Maribel Bandrés estaba sostenido con un
alambre y el lino almidonado16, mientras que Descalzo recoge que este cuello obligaba
a mantener la cabeza erguida17. Debe recogerse un alambre bajo la ropilla que se
posiciona en los hombros a modo de crear así unos pequeños soportes de alambre que
pasarían por la parte trasera del cuello y que proporcionaría la forma característica de
esta prenda. Tras la confección de este y el posterior almidonado, que debería ser una de
las responsabilidades de todo aquel que llevara esta prenda, la pieza estaría lista para ser
usada. Quizá sea algo precipitado a tener en cuenta una apreciación así, pero si
acudimos a las fuentes, vemos esta pieza es incómoda y de complicada confección18.
16
BANDRÉS OTO, M., La moda en la pintura: Velázquez, EUNSA, Navarra, 2002, p. 56.
17
DESCALZO, A., “El traje masculino español…”, p. 25.
18
AGP, Sección administrativa, leg. 911.
19
GÁLLEGO, J., Austeridad y ostentación en la Corte de Felipe IV, Universidad Complutense de Madrid,
Madrid, 1994, p. 993.
20
HUME, M., La corte de Felipe IV:…, p. 129.
21
HUME, M., La corte de Felipe IV:…, p. 128.
8
hermano D. Carlos, que es lógico pensar que el sastre recibiera unos encargos mínimos
para que pudieran ser lucidas. La golilla fue un éxito rotundo, no solo porque la llevara
el rey, sino que agradó al gusto popular con la visita del príncipe de Gales. Habría que
pensar que las demás regiones, como América del Sur o los reinos españoles de la
Península Itálica querrían ir a la moda22.
22
HUME, M., La corte de Felipe IV:…, p. 130.
23
SÁNCHEZ JIMÉNEZ, A., “Cuellos, valonas y golillas: leyes suntuarias…”, p. 96.
9
Una vez visto que la golilla se compone de estos materiales, vamos a evidenciar
a partir de los retratos el por qué de nuestro razonamiento. Si atendemos de primera
mano a las obras de Velázquez, sin ir más lejos, y nos fijamos en el uso de las golillas,
vemos este cartón no es un cartón dentro de los cánones actuales, sino que podría ser lo
que a día de hoy sería una especie de cartulina de mayor grosor y que permitiría esa
rigidez. La zona en la que se encontraría el alambre sería en la zona el interior de la
misma por debajo del propio cuello, lo que permitiría abrir y cerrar al antojo del
portador. El cartón debe ser ligeramente maleable porque una excesiva rigidez
fracturaría la prenda y pese a los cuatro reales que cuesta su producción nadie querría
gastar más dinero por el simple hecho de no tener cuidado. Este precio es el que se tiene
de la golilla a comienzos del reinado de Felipe IV. Si ahondamos un poco más en el
precio de las mismas vemos cómo se encarece durante la mitad del reinado, incluso en
el gusto del monarca por estas ya que viste golillas bordadas de ocho reales cada una e
incluso empieza a desestimarse la golilla en favor de la valona24.
Viendo que el nuevo vestir del rey tendría esta notable variación, habiendo
quedado prohibido las gorgueras y ante la visita sorpresa del príncipe de Gales, nos
lleva a una dicotomía: ¿se anularía o no la pragmática durante su estancia? Y es que
apenas un mes después de que la Junta de Reformación sacase a la luz la ya famosa
pragmática, Carlos, príncipe de Gales, decidió hacer una visita a la capital del reino.
Este se presentó de incógnito por lo que la sorpresa fue superlativa y el papel de la corte
durante el tiempo que estuvo fue de un continuo festejo celebrando corridas de toros,
juegos de cañas, mascaradas y un largo etcétera para su disfrute25. Pero volviendo al
asunto que nos concierne es qué pasó con esta pragmática. Elliot y Brown recogen que
la nueva reforma cayó en saco roto y quedó en pausa durante la estancia del príncipe26.
Es lógico pensar que esta anulación pueda hacerse efectiva por diversos motivos: en
primer lugar podría deberse a ocultar en cierto modo una introspección en cuanto al
24
AGP, Sección Administrativa, leg. 911.
25
CRUZ VALDOVINOS, J. M., Velázquez: vida y obra de un pintor cortesano, Caja Inmaculada, Zaragoza,
2011, p. 62. Los juegos de cañas son un ejercicio aprendido de los moros, practicado por unas cuadrillas
de jinetes que aparentan atacarse con gran ferocidad, llevando el escudo en la mano izquierda y una
especie de caña en la derecha, la cual, cuando ya están muy próximas una cuadrilla de otra, arrojan con
todas sus fuerzas, protegiéndose de ella los contrarios con sus anchos escudos; tan pronto como han
arrojado sus lanzas, giran a todo galope, hasta que pueden volverse para recibir el asalto de aquellos a
los que antes han perseguido, y así varias cuadrillas de veinte o veinticinco jinetes corren y se persiguen
unas a otras. cfr. BROWN, J.; ELLIOT, J. H., Un palacio para el Rey: El Buen Retiro y la Corte de Felipe IV,
Taurus, Madrid, 2003, p. 39.
26
BROWN, J.; ELLIOT, J. H., Un palacio para el Rey…, p. 47.
10
vestir y a la moda, a un control, algo que quizá no llegaría a ser bien visto por un
visitante extranjero pensando en cómo se le ocurriría ir a un país, pese a su intención de
pedir la mano de María, en el que hay un atraso en lo que a mentalidad se refiere. A
todo ello hay que sumarle que el mundo occidental se encontraba a la vanguardia de
todo lo que sucedía en el mundo, por lo que ¿cómo se puede presumir de ser un reino
avanzado si contamos con un atraso de este calibre? Las clases más aventajadas son
aquellas que pueden tomar esto, pero en un mundo de apariencias, todos quieren ir a la
última moda. Por otra parte puede ser que llevando apenas un mes dicha pragmática
desde que fue promulgada, por paralizarla durante la estancia del príncipe extranjero, se
aflojaría la golilla al pueblo, ilustrando así lo que sucedía. Sánchez Jiménez recoge, en
palabras de Kennedy, la reproducción que este hizo del pregón suspendiendo las
medidas que nos evidencian aún más el retroceso de Olivares:
[…] en significación del contento de haber venido a estos reinos el señor príncipe de
Gales, por el tiempo que estoviere en ellos, se suspenda […] la execución dellas, y se
permite el uso de oro, plata, y seda en telas, guarniciones, bordaduras de vestidos de
hombres y mujeres y en las libreras de fiestas, y en las gualdrapas, y generalmente en
todas cosas del traje. Y las mujeres pueden llevar lechuguilla, puños y mantos, puntas y
guarniciones, y los mercaderes pueden vender y comprar libremente las cosas referidas
[…]27.
La visita del príncipe galés tuvo como fin obtener la mano de María, que
provocaría una alianza anglo-española, por lo que el esplendor que debía mostrar la
corte sería en todos los aspectos. Esto se evidenció con los distintos obsequios del
Almirante de Castilla, el duque de Medina Sidonia o el Conde de Monterrey28. Por ello,
como venimos diciendo, es lícito remarcar que ante cualquier visita extranjera se
debiera mostrar una mentalidad abierta por la mera apariencia. Es necesario añadir que
al recibimiento de este, el Rey Planeta acudió con sus mejores galas y no con el austero
negro filipino, pues en março para la entrada del príncipe de Gales se puso el
gorgueram noguerado29 que corrobora un anónimo afirmando que aparecía con un
27
SÁNCHEZ JIMÉNEZ, A, “Cuellos, valonas y golillas: leyes suntuarias…”, p. 97.
28
PORTÚS PÉREZ, J., “Control e imagen en la corte de Felipe IV (1621–1626)” en Studia Aurea, No. 9,
2015, p. 252. Portús recoge que el Almirante de Castilla organizó un costoso torneo, el Duque de
Medina Sidonia envió veinticuatro caballos desde Andalucía y el Conde de Monterrey agasajó a la corte
inglesa con uno de los banquetes más fastuosos recordados.
29
AGP, Sección Administrativa, leg. 5214.
11
vestido pardo, todo quaxado de bordaduras de oro, tan rico quanto llano30. El
encuentro se dio en presencia tanto de Felipe IV como de Isabel de Borbón, que estaba
esperando con su cuñada la llegada del rey y del príncipe. Además estaría la necesidad
obvia de contar un intérprete en el encuentro y del séquito inglés entre los que se
encontraba el Conde de Bristol31. Como bien se puede pensar, la vestimenta de todos los
que allí se dieron cita debió ser rica y ostentosa, nada que ver con el fracaso de la
pragmática encabezada por Olivares, pues la señora Infanta estaba vestida de una
telilla de Milán, de plata y encarnado y algunas cosillas negras, y muy gentil dama,
porque aquel día se había puesto chapines32. Se puede pensar lógicamente que al ser un
miembro de la familia real, la veda no tendría efecto, pero si recurrimos a lo que hemos
contado anteriormente en las cartas de Almansa, vemos que Felipe IV sí que cumple
con lo promulgado por la Junta de Reformación. Este es un momento especial en el que
se inhabilitaría temporalmente la reforma, por lo que la autoridad comienza a estar
cuestionada y se presenta un doble rasero que evidencia aún más el gobierno de
Olivares.
A la salida del Príncipe de Gales del reino, vemos que incluso algunos de sus
acompañantes han adoptado el vestir de la corte española, pues en una carta anónima se
recoge que […] acompañando al Principe de Gales, que se va a embarcar para su
Reyno, y con ellos muchos Principes, y Caualleros, bizarramente vestidos, assi
Ingleses, como Españoles […]33.
30
ANÓNIMO, Relación verdadera de la salida de la Corte de España, que haze el Príncipe de Gales para
su Reyno. Dase cuenta de las dadiuas que dio a toda la casa Real, 1623, en DÍAZ SIMÓN, J. (ed.),
Relaciones de actos públicos celebrados en Madrid (1541–1650), Madrid, Instituto de Estudios
Madrileños, 1982, p. 200.
31
RODRÍGUEZ VILLA, A., Etiquetas de la casa de Austria…, p. 188.
32
RODRÍGUEZ VILLA, A., Etiquetas de la casa de Austria…, p. 190.
33
ANÓNIMO, Relación verdadera de la salida de la Corte de España, que haze el Príncipe de Gales para
su Reyno. Dase cuenta de las dadiuas que dio a toda la casa Real, 1623, en DÍAZ SIMÓN, J. (ed.)…, p. 252.
34
Posiblemente la abolición de la lechuguilla no se dio a todos los niveles, pues pudieron quedar algún
que otro melancólico de las glorias españolas en el pasado que se negase a aceptar esta nueva política
del vestir.
12
distinguido a los monarcas de las casa de Austria durante casi un siglo. Es cierto que a
la golilla se le ha dado muchísima importancia en este reinado porque realmente la tiene
ya que es una reforma del vestir que afecta a la sociedad. Quizá esta ha eclipsado al
resto de las prendas del monarca que forman un conjunto austero y monocromático pero
que guarda más que la simple apariencia: la ropa es un vehículo de información
importantísimo.
el monarca? La apariencia ante sus súbditos es algo Fig. 3. DEBAJO. ANGUISSOLA, S. Felipe II.
1573. Museo del Prado de Madrid.
estrictamente necesario, pues no es lícito que el
monarca aparezca ante su pueblo sin un semblante ya que el único contacto que puede
haber con el rey es, simplemente, por cómo se muestra en una pintura y debe ser
respetado como si del propio monarca en persona se tratara. Quizá para comprender
35
DESCALZO, A., “Vestirse a la moda en la España moderna” en Vínculos de Historia, No. 6, 2017, p. 116.
13
todo el entramado cortesano en lo que envuelve al perfecto cabeza del estado se refleja
en El Cortesano, de Baltasar de Castiglione, que nos sirve para comprender incluso el
buen uso que se debe dar al vestir: por ello me parece que tiene más gracia y autoridad
el vestido negro que el de otro color […] porque de esta manera traen consigo una
cierta belleza y gallardía que hace mucho propósito a las armas y para estas tales
fiestas36. Ir a la moda es una necesidad no solo de la actualidad, sino que es algo que
vemos en épocas pasadas y que de verdad evidencian la supremacía y el gusto de una
corte respecto a otras que compitan por cualquier campo. La moda es una obligación del
monarca y es una exigencia que solo podemos entender si cruzamos dos campos de
estudio como son los estudios cortesanos y los
estudios de moda que pese a ser recientes, son
complementarios el uno al otro para entender en un
conjunto todo lo relacionado con estos dos fértiles
terrenos.
36
CASTIGLIONE, B., El Cortesano, M. Nutio, 1561, p. 86.
37
PORTÚS PÉREZ, J., “Control e imagen en la corte de Felipe IV…”, p. 255.
14
Para ello analizaremos la evolución de este negro en base a un compendio de
obras con un pequeño margen diacrónico, pues nos apropiaremos del famoso Felipe IV
de Velázquez de 1623–28 además de los retratos del Meadows Museum de Dallas y del
Metropolitan Museum de Nueva York. En el tema de la golilla la superficie cambia en
lo que podemos denominar vuelo de la misma que pasan a ser más moderadas pero los
materiales apenas serían distintos como se puede apreciar. No nos centraremos solo en
el análisis formal de cada prenda sino que ahondaremos en las entrañas del vestir sobre
quién hizo y cuándo la posible indumentaria del rey en ese momento. Por lo pronto
sabemos que fue un sastre de la Calle Mayor quien comenzó desarrollando la modesta
golilla de la que tanto hemos hablado, pero, ¿quién fabricó realmente el resto de prendas
que el rey mostraba públicamente? ¿Qué clase de tejidos eran? Son preguntas que por
regla general no han sido muy estudiadas, quizá porque se entendía la moda masculina
cortesana y el arte textil como un arte menor, pero toda esa indumentaria tuvo un
artífice. Para ello seguiremos una serie de patrones para que la pieza de la que estamos
hablando tenga una coherencia en un lugar y un espacio como es la corte de Felipe IV.
38
TEJEDA FERNÁNDEZ, M., Glosario de términos de la indumentaria regia y cortesana en España: siglos
XVII y XVIII, Universidad de Málaga: Real Academia de Bellas Artes de San Telmo, Málaga, 2006, p. 297.
39
HERRERO GARCÍA, M., Estudios sobre indumentaria española en la época de los Austrias, Centro de
Estudios Europa Hispánica (CEEH), Madrid, 2014, p. 89.
40
HERRERO GARCÍA, M., Estudios sobre indumentaria española…, p. 93.
41
TEJEDA FERNÁNDEZ, M., Glosario de términos de la indumentaria regia y cortesana…, p. 298.
15
en calzas y jubón42, por lo que vemos que es una prenda que no pierde su carácter semi
interior. Obviamente hay multitud de jubones que aparecerán en los siguientes capítulos
pero ahora nos centraremos en los negros. Ahora bien, ¿cómo surge la necesidad de
vestir de negro y cómo se conseguían estos colores? Todo se remonta dos siglos atrás en
la corte de Borgoña en donde Felipe III, el Bueno, lo llevó en señal de duelo por la
muerte de su padre, Juan Sin Miedo, asesinado por los franceses43. Un factor
importante, en lo que a la imagen del rey se refiere, es que se adereza esta vestimenta
con el Toisón de Oro, asociado entonces a la orden que este crea para promover la
cruzada contra el infiel44. El sentido que cobra es el de un atuendo totalmente cristiano y
que servirá para erigirse como defensor de la cristiandad contra cualquier tipo de herejía
y así mostrar su condición hegemónica destacando el brillo del oro sobre este jubón
oscuro. Con este aspecto, Felipe IV conseguiría el mismo efecto que su abuelo, y es
buscar la autoridad necesaria para conformarse como una de las cabezas defensoras de
la religión católica llevando la cruzada a donde fuera necesario para que prosperase la fe
verdadera, algo que ya enalteció Carlos V en su época luciendo el vellocino de oro.
Colomer destaca que el Emperador, nieto de Maximiliano y de los Reyes Católicos,
adoptó esta oscura indumentaria porque en España había una corriente que lo
impulsaba45 y es algo que obviamente dependerá del momento del reinado de este. Al
traer una herencia de Borgoña, su autoridad para vestir el negro era mayor que la de
adoptar, al fin y al cabo, una vestimenta que él consideraba foránea y que era la que se
encontró en Castilla y Aragón. Pero ahora bien, el principal impulsor de esta
vestimenta, y de su sobrenombre, es Felipe II quien a su entrada a Zaragoza se le veía
vestido de negro sin pompa alguna con su Toisón de Oro […] sólo el Rey iba muy
llano, de vestido negro común con los çiudadanos en este desposorio de su hija46.
Para obtener un buen color negro fue trascendental la importancia del Nuevo
Mundo y el uso de colorantes vegetales y animales que otorgaran una intensidad mayor
a los tejidos. Por una parte benefició a España pues fue importante para la industria
42
CERVANTES SAAVEDRA, M., El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha (ed. HERREROS, E.), EDAF,
Madrid, 1999, p. 224.
43
COLOMER, J. L., “El negro y la imagen real” en Vestir a la española en las cortes europeas (siglos XVI y
XVII), vol. I, COLOMER, J. L.; DESCALZO, A. (dirs.), Centro de Estudios Europa Hispánica (CEEH), Madrid,
2014, p. 78.
44
COLOMER, J. L., “El negro y la imagen real”…, p. 78.
45
COLOMER, J. L., “El negro y la imagen real”…, p. 84.
46
COCK, H., Relación del viaje hecho por Felipe II en 1585 a Zaragoza, Barcelona y Valencia, escrita por
Henrique Cock, notario apostólico y archero de la guardia del cuerpo real, (ed. MOREL-FATIO, A.;
RODRÍGUEZ VILLA, A.), Madrid, 1876, pp. 47–52.
16
textil europea porque gracias a la explotación de la cochinilla se obtuvo una intensidad
mayor en los tejidos47. El color negro siempre había sido muy difícil de obtener pues
para lograrlo se utilizaban plantas ricas en tanino mezcladas con sulfato de hierro sin ser
un resultado satisfactorio ya que no lograba una intensidad plena, creando malos olores
y teniendo que remediarlos48. Este proceso era costoso y obtener un buen resultado final
encarecía demasiado un producto, a priori sencillo, que únicamente dejaba su
adquisición a aquellas personas adineradas que pudieran alcanzarlo. Aún así, nos
situamos en un momento histórico en el que la presencia era algo fundamental y que
una de las principales preocupaciones fue la apariencia, mostrar el rango que se tiene, y
es nada más que economía y moda ligadas la una a la otra. No se puede comprender la
moda cortesana sin entender la economía y el gusto del momento. Pero además de ser
un momento de apariencia, recordemos que este negro es de gente adinerada, pero
¿hasta qué precio pueden llegar a pagar? Hemos visto que con la golilla se redujo el
presupuesto de fabricación casi a un 2% sobre su valor original de la lechuguilla, ¿por
qué no iba a pasar lo mismo con el tinte del jubón? En México se encuentra el palo de
Campeche, en donde hirviendo las astillas de esta madera y fermentándolas venía a
abaratar los costes y los quebraderos de cabeza de los sastres que termina
denominándose ala cuervo49.
47
COLOMER, J. L., “El negro y la imagen real”…, p. 92.
48
COLOMER, J. L., “El negro y la imagen real”…, p. 93.
49
COLOMER, J. L., “El negro y la imagen real”…, p. 93. cfr. ROQUERO, A., “Materias tintóreas en la época
de Felipe II. Introducción en Europa de los colorantes indianos” en Los ingenios y las máquinas en la
época de Felipe II, cat. exp., Madrid, 1998, pp. 262–275.
17
Si atendemos a los criterios estéticos en relación a la apariencia de Felipe IV en
sus retratos, podemos ir indagando por la calidad del retrato el tipo de tejido que porta
este. Por las gamas y los brillos de la pintura, se puede observar que la indumentaria
real es muy rica y de una confección muy digna de ser portada por su majestad. En el
Felipe IV del Meadows Museum vemos la diferencia entre los dos tejidos negros, pues
vemos como las telas que cuelgan de su cuello son más brillantes y de una textura
totalmente distinta y queda perfectamente reflejado con las
pinceladas de Velázquez. Este reflejo, las luces de la tela
que muestra el maestro sevillano, nos hace pensar que es
una tela más fina, suave y liviana al tacto que la del
supuesto jubón que lleva el rey, que se muestra como un
tejido algo más trabajado. Atendiendo al cuadro de
Velázquez vemos cómo las mangas tienen un tacto
totalmente distinto al jubón y es que Bandrés Oto explica
que las mangas eran de quita y pon e iban atadas a la sisa
con agujetas para poderlas cambiar a menudo50. La
historiografía no se ha preocupado apenas de explicar qué
tipo de tejido lleva el monarca o quién se ha encargado de
su realización, pues siempre se ha hecho más hincapié en la
moda femenina que en la masculina y es por ello que con
nuestro ojo debemos dar un primer juicio sobre el textil Fig. 5. Traje del conde sueco Nils
Nilsson Brahe. 1654.
para sentar unas bases de estudio.
50
BANDRÉS OTO, M., La moda en la pintura: Velázquez…, p. 55.
51
HERRERO GARCÍA, M., Estudios sobre indumentaria española…, p. 137.
18
salida del cargo en 1653, enumera una serie de prendas negras que tenía el cuarto Felipe
que denota la riqueza y la diversidad de materiales que se han utilizado para su
confección:
Un vestido de terciopelo con labores derilo y cortado alto felpado de tiene ropilla,
calçones y ferreruelo de herbax forrado el mismo con terciopelo.
Un vestido de terciopelo negro lisso hondeado enel Telar deunas hondas de rasso que
tiene calçon y ropilla y ferreruelo de herbax forrado en terciopelo lisso prensadas las
hondas porque no hubo de lo mismo del vestido52.
El primer personaje del que debemos hablar es del sastre Juan Rodríguez
Varela54 del que poco podemos extraer más que su posición en la corte y su función
dentro de la misma aunque en la década siguiente aparecerá un nuevo sastre del que
hablaremos más adelante. Estos serían los encargados de seguir los modelos de Rocha
52
AGP, Sección Administrativa, leg. 911.
53
COVARRUBIAS, S. de, Tesoro de la lengua castellana, o española, Luis Sánchez (ed.), Madrid, 1611, p.
666.
54
AGP, Expediente Personal, Cª 911/22.
19
Breguen explicados en Geometría y traça perteneciente al oficio de sastre, que es el
modelo más actual y que ve la luz en 1618, del que se realizaría el jubón en seda55 y el
calzón56 que viste el monarca. Sin embargo, el caso más interesante de 1623 que en
palacio se observa es el del cambio de bordadores que se produce. El primer bordador
de Felipe IV es Juan de Burgos Montoya del que tenemos las primeras noticias con su
llegada bajo el reinado de Felipe III y es que en 13 de abril de 1615 fue recibido por
Bordador de la Caballeriza de SS. Mag. a lo que se añade que pasa a servir el uno de
mayo de 1621 al nuevo monarca57. Este recibe su primer encargo el doce de mayo
bordando unos calzones de una escaramuza para acuchillada bordada con puntillas de
plata y seda negra. Entraron en ellos ocho onzas de puntillas de plata y trenzas de
seda. Dase de hechura doscientos reales58. Además de ser el encargado de bordar la
indumentaria del Rey Planeta a la llegada del Príncipe de Gales, Juan de Burgos era
también el bordador del Infante Don Carlos. Lo realmente interesante viene cuando se
menciona por primera vez a Sebastiana Palacios ya fue hijos herederos del dicho Juan
de Montoya59 y que tras la muerte de su marido en 1623 pasa a ser la bordadora de Su
Majestad. Previamente, Sebastiana pasa por la Caballeriza como bordadora en donde
cobra dos mil reales por realizar un estandarte60 desde el uno de abril de ese año. Pero si
los encargos que empieza a tener la bordadora son desde la segunda mitad de 1623 y
habiendo un consenso general de la fecha en la que Velázquez realiza el primer retrato
de Felipe IV, se podría afirmar que la bordadora que realiza la obra y que la misma está
representada es esta y que cobra por encargo un margen que de media ronda los
trescientos reales por obra; obviamente en algunas sacará más beneficio que en otras y
dependiendo aquello que debe bordar.
55
ROCHA BREGUEN, F., Geometría y traça perteneciente al oficio de sastre […], Pedro Patricio Mey
(edición), Valencia, 1618, p. 52.
56
ROCHA BREGUEN, F., Geometría y traça perteneciente al oficio de sastre…, p. 196.
57
AGP, Expediente Personal, Cª 703/14.
58
AGP, Sección Administrativa, leg. 5214.
59
AGP, Sección Administrativa, leg. 5214.
60
AGP, Sección Administrativa, leg. 5215.
61
COVARRUBIAS, S. de, Tesoro de la lengua castellana…, p. 657.
20
industria del terciopelo en Europa en el siglo XV aunque en Toledo y en Valencia se
vendían sedas y brocados de este estilo imitando los de la península itálica 62, aunque
debió ser una industria en un primer término que estuvo muy en contacto con oriente
por la riqueza de las mismas ya que eran estas regiones las que se erigieron durante la
Edad Media como zonas de lujosa producción textil.
Una vez la Junta de Reformación promulga las restricciones del vestir en 1623,
por mucho que prohibieran los adornos en el vestir, hemos visto cómo el gobierno de
Olivares se lleva un primer golpe en su mandato subsanado a la fuerza por la llegada del
príncipe extranjero al reino que devuelve a la sociedad su modo de vestir. La jugada
más estratégica, analizada ya con la perspectiva actual, hubiera sido evidenciar que la
pragmática dictaminase un nuevo canon a la hora de vestir. Durante este periodo hemos
visto que la vestimenta del rey no ha sido nada austera con lo que se nos ha querido
siempre mostrar, sino que es una vestimenta que pese a su falta de decoración, sus telas
han sido de un precio elevado y quienes han participado en ello vemos que han tenido
una remuneración acorde a los materiales trabajados. Felipe IV no fue un monarca
austero, mas sí que pareció serlo y quiso que se le viera como tal pero sus trajes e
indumentarias delatan que ha sido un personaje que no ha escatimado en su vestir y en
lucir los materiales más lujosos a la par que económicamente elevados.
62
HERRERO GARCÍA, M., Tejidos en la España de los Austrias: fragmentos de un diccionario, Centro de
Estudios Europa Hispánica (CEEH), Madrid, 2014, p. 33 y 36.
21
2. FELIPE IV, MILITAR Y CON INDUMENTARIA DE GALA
La gloria y la fama son efímeras y solo se pueden disfrutar en esta vida pero por
ello es necesario remarcar qué ocasionó tal fama y por qué se goza de ella. La imagen
del rey, para el momento, es lo que a nosotros, en nuestros días, viene a significar una
fotografía, reconocer un rostro, honrarle… por lo que a este se le debe respeto y
admiración viendo su porte y majestuosidad sobre un altivo caballo subrayando su regio
poder. Y es que pensar en un monarca del siglo XVII es pensar en sus conquistas, sus
logros y en ver a este victorioso sobre sus enemigos para elevar la conciencia y la visión
que se tenga de él. Por eso es importante la imagen del rey, su representación y su
puesta en escena, pues su reino es el mayor escenario sobre el que jamás actuará y es el
actor principal que debería deleitar a un exigente público como fue el español durante
un reinado sumergido en un segundo acto de una larga función en donde el declive, a
cada minuto de la misma, llegaba a ser cada vez más esperpéntico. Pues, ¿de qué
serviría mostrarse con una superioridad lícita sobre sus súbditos? Por una sencilla razón:
para que esta puesta en escena fuese todavía más elocuente y la dignidad y la fuerza de
la monarquía hispánica quedase vigente, pues en su historia más reciente quedó
consolidada como una potencia hegemónica en el pasado siglo y más si cabe, como
descendiente de Hércules. ¿Cómo iba a ver la población a un monarca que, inspirado en
su abuelo, quería retomar las viejas glorias del Imperio Español? Sencillamente,
remarcándose como un guerrero pese a que su rostro ya nos esté anticipando la elevada
consanguineidad de la que gozaba Carlos II. Este precedente que antecede el rostro de
un monarca ligeramente degenerado debería verse reforzado por un espíritu noble y
fuerte que infundieran la seguridad en el pueblo para que si fuera necesario dieran su
vida por el rey. El arte es propaganda. El Estado se apoyará en el retrato regio como su
principal pilar a la hora de dignificar al monarca, pues el control sería efectivo si vemos
a nuestro rey como un personaje autoritario para que esta propaganda, que también se
daba en las representaciones teatrales, fuera un arma de doble filo que penetrara
directamente buscando enaltecer al rey.
Diferentes han sido las tipologías de retratos sobre las que el Rey Planeta se
muestra vencedor, por lo que queremos señalar dos fundamentales: el retrato regio de
22
aparato por una parte y por otra los retratos ecuestres. Con este capítulo queremos
responder a una sencilla pregunta: ¿cuál es la indumentaria, y atributos, que necesita el
monarca para aparecer representado?
La corte es el lugar en el que se encuentra el rey, que durante este periodo, será
Madrid aunque esto no quiera decir que esta ciudad sea corte exclusiva, pero sobre este
núcleo es donde se asentaba la cabeza del Estado y los nobles que lo acompañaban. En
este momento la poesía y la pintura juegan un papel fundamental en lo que a cultura se
refiere, pues eran los dos cimientos que sostenían este marco: llegaban a ser lo mismo
en aquel momento pese a los posicionamientos que podían dar lugar a esto. En España
se consagra la teoría de “imagen útil”, ya que la pintura se justifica como un factor
social y narrador. La mayoría de la población no sabe leer o escribir y es necesario que
se metabolice el aprendizaje mediante esta imagen, que es en cierto modo, un trabajo
intelectual para el propio artista que ejercerá de maestro para una población. Su
realización será la determinante propaganda que ejerza para la visión que se tenga del
rey. Gállego utiliza un ejemplo que a nosotros nos sirve para enlazar con nuestro
estudio: Así pues, el lujo de un vestido […] no es tal lujo, sino el signo del esplendor
celestial. La belleza de los trajes […] corresponde a la belleza de las almas1. La
apariencia del rey, y en consecuencia, de cómo aparece con los trajes que aparece, son
necesarios para comprender su alma y es que así podemos ver que, además, se busca
una grandiosidad que deslumbre. Por mucha pragmática que prohibiera el uso de lujosas
vestimentas, acatando desde el principio la dicha, el rey daría por finalizado esta
austeridad representándose y haciendo gala de las mismas. Que se represente vestido del
austero negro, no es más que una cotidianeidad que debe ser vista como eso y con ir a la
moda del momento pese a la “austeridad” que él quiere marcar. Vamos a ver que un rey,
por mucho que promulgue este tipo de política, termina generando la ostentosidad
necesaria para ser respetado en las demás cortes, porque en un momento de decadencia,
lo natural y humano es mostrar que uno no tiene ninguna falta de nada y que se puede
permitir todos los lujos que quiera para demostrar en cierta forma su flaca supremacía.
Estas pinturas del monarca deben ser lo más sensoriales posibles por parte del
artista que harán sentir al espectador que están viendo al rey en su máximo esplendor, y
qué mayor esplendor que ver a su rey triunfante sobre el enemigo o con su caballo en
1
GÁLLEGO, J., Visión y símbolos en la pintura española del siglo de oro, Aguilar S.A., 1972, p. 207.
23
corbeta, que se demuestre el significado de la misma2. Sin ir más lejos, si acudimos al
Salón de Reinos, podemos ver la exaltación de la monarquía hispana mediante no solo
representaciones de batallas en las que el reino ha resultado victorioso en la contienda
conquistando territorio o recuperando algún lugar de importancia geopolítica; la imagen
poderosa del monarca sobre sus enemigos que se justifica mediante un ciclo narrativo
de distintas obras en las que la mitología tiene gran protagonismo. Así, se acredita la
descendencia hercúlea de la misma y lo que esta ha tenido que sufrir para consolidarse
en el lugar en el que está. Por ello, los doce trabajos de Hércules no es algo baladí, pues
mediante esta argumentación se pretende dignificar y ensalzar la monarquía. Si
atendemos al Salón de Reinos como el lugar de espacio de celebración de la corte, será
el lugar en el que los grandes personajes del Estado se concentren y contemplen, con
todas estas pinturas, cómo su rey es un monarca imponente y que el reino volvería a ser
lo fue años atrás. Cierto es que si estamos ante un momento de propaganda política,
tiene que haber una predisposición del receptor para que el mensaje cale y no acaricie la
superficialidad de aquellos nobles, que al fin y al cabo, eran quienes tenían acceso a este
espacio. La diferenciación del rey debería ser clara ya que nadie podría aparecer como
él, aunque sin embargo, el conde-duque de Olivares sí que se representó como Felipe
IV, pues siendo el valido de este debió considerarse como el verdadero gobernante del
reino.
Estamos hablando de que la imagen política del rey se realizaría no solo en estos
actos sino también en todos los espectáculos orquestados desde la perspectiva del poder
en donde el vestuario jugaría un importante papel3, pues la dignidad del rey era algo que
suponía el bien del reino frente al resto de las cortes europeas ya que las sombras de sus
predecesores eran demasiado extensas.
2
PORTÚS PÉREZ, J., Pintura y pensamiento en España de Lope de Vega, Nerea S.A., 1999, p. 70.
3
MARTÍNEZ ALBERO, M., “La imagen de la monarquía: moda, espectáculos y política. María Teresa y
Margarita de Austria en busca de un Nuevo Olimpo” en Anales de Historia del Arte, vol. 26, 2016, pp.
105–106.
24
2.2. FELIPE IV, ECUESTRE
¿Por qué representarse a caballo? La respuesta no es algo que el siglo XVII nos
pueda aclarar, sino que es necesario retroceder hasta la época de esplendor romana en
donde se representaba al líder militar victorioso. Atendiendo a la terminología caballo
en latín, equus, ha derivado en la morfología artística de ecuestre. Así, sobre un caballo,
se conmemora simbólicamente este liderazgo sobre los vencidos. En la época
renacentista, con el apogeo de renacer de la cultura clásica heredada por griegos y
romanos, podemos ver cómo Donatello con su Gattamelata o Paolo Ucello con la
pintura a Sir John Hawkwood en Santa María de las Flores de Florencia retoman este
ideal. Pero es que no queda solo aquí esta iconografía, ya que en la obra de Tiziano,
Carlos V en la batalla de Mühlberg, el Emperador decide retomar esta tipología de
retrato enlazando con la grandeza y el esplendor del Imperio Romano. Durante la
primera mitad del siglo XVI, con el reinado de este, España llegó a unos máximos no
conocidos hasta el momento ya que su reinado comprendía parte de Europa continental
y una abundante cantidad de dominios en el Nuevo Mundo. Y hasta ese momento, el
único imperio que había logrado someter un territorio de tan magnas dimensiones fue el
romano, por lo que no es casualidad que el Emperador borgoñón sea retratado así tras su
victoria sobre la Liga Esmalkalda. En este sentido siguiendo criterios puramente
estéticos, vemos cómo se representa a un rey victorioso, guerrero, y con una fuerza
moral que advierte esa supremacía sobre la herejía luterana.
4
Checa Cremades remonta a Maximiliano I de Habsburgo esta tipología de retrato en la casa de Austria
que reúne las peculiaridades de la casa de Borgoña junto con las habsbúrgicas de su padre. cfr. CHECA
CREMADES, F., “Caballos y caballeros: sobre iconografía ecuestre de la casa de Austria en España” en
SERRERA, R. M. (coord.), Nobleza y retrato ecuestre en el arte, Real Maestranza de Caballería de Sevilla,
Sevilla, 2014, p. 74.
25
algo que tiene que ser visto como una obra para perpetuar la memoria del vencedor y
conservar su victoria en cualquiera de los sentidos. Esta tipología de la que se apropian
los Habsburgo se repite con Felipe II, Felipe III, y como no, con Felipe IV.
Pero atendamos al caballo: desde un punto de vista simbólico son objetos, pero
no queda ahí la cosa, sino que son tronos ambulantes sobre los que reyes y reinas
pueden figurar dignamente en la decoración del Salón de Reinos6. Encontramos a un
rey guerrero retratado en el fragor de la batalla pese a nunca haber estado ahí y
dignificar su regio modo propagandístico. Demos por hecho que para estos retratos,
aunque sepamos que no, Felipe IV ha estado liderando en el campo de batalla a las
tropas españolas; bien, ¿cómo se muestra un rey en el combate? Primero debe ser
visible para sus tropas y alentarlas en el campo de batalla, pero queremos saber cómo.
Debería llevar una armadura que hiciera ver que batallará junto a los suyos, pero
entonces, ¿qué imperiosa necesidad le conduce a llevar unos ropajes de tal calidad si
está combatiendo? Por mucho que sea el rey y lleve una indumentaria rica, deberá ser
adecuada para su disputa pues no puede permitirse el lujo de vestir bien en el tablero de
5
CHECA CREMADES, F., “Caballos y caballeros: sobre iconografía ecuestre de la casa de Austria en
España” en SERRERA, R. M. (coord.), Nobleza y retrato ecuestre en el arte, Real Maestranza de Caballería
de Sevilla, Sevilla, 2014, p. 111.
6
GÁLLEGO, J., Visión y símbolos en la pintura española del siglo de oro…, pp. 271–272.
26
juego. Estos retratos de aparato son un aparato político muy bien conseguido que solo
quieren mostrar en todo su esplendor al Rey Planeta y que se le muestre como un
estratega que no está preocupado por la batalla porque con su firme mirada sabe que
Dios está de su parte y vencerá.
En lo que a nuestro estudio nos atañe es la morfología común que muestra sobre
su trono andante. Y es que aparece en este tipo de retratos de los que tomamos Felipe
IV, a caballo de Crayer y Velázquez a las que posteriormente se añadirá la escultura del
rey que actualmente se encuentra en la Plaza de Oriente. Se nos muestra El Rey Planeta
como un caballero, en el sentido más amplio de la palabra, en donde la concepción que
tenemos que tener del monarca es la de un cruzado que quiere extender la defensa del
catolicismo sobre aquellos que no lo comparten. Es necesario plantearse la cuestión
desde el punto de vista en el que, en el momento en el que se realizan todos estos
retratos ecuestres, el reino se encuentra en la Guerra de los Treinta Años y junto con
Olivares, sueña con una unidad europea bajo la égida del rey católico 7. Prestando un
poco de atención encontraremos su relevancia en el Salón de Reinos del Buen Retiro. Es
allí donde se encuentra la figura del rey hispano, tanto de Felipe III como de su sucesor
en el trono, legitimada como rey católico y que corroboran las batallas y sus victorias,
pero no de cualquier tipo, sino que son victorias contra la herejía. Ello viene
ejemplificado en los distintos reinos a los que se enfrenta y hace mención en sus títulos:
La rendición de Breda frente a las Provincias Unidas de los Países Bajos que
pertenecían al calvinismo; La defensa de Cádiz contra los ingleses o La recuperación
de Bahía de Todos los Santos son solo otros ejemplos que narran la propaganda
supremacista del catolicismo frente a cualquier otra religión de la que el monarca
hispánico sería el encargado de defender. Su representación como militar viene
legitimada a la par que la católica con la representación del Toisón de Oro. Todo es un
conjunto, es una propaganda medida, consensuada y destinada a la representación del
monarca.
7
BENASSAR, B; JACQUART, J.; LEBRUN, F.; DENIS, M.; BLAYAU, N., Historia Moderna, AKAL, Madrid,
2013, p. 534.
27
regla general aparece con un sombrero decorado con plumas que además deja
constancia de que el peinado que llevará desde entonces será la melena que va dejando
florecer poco a poco sin menospreciar sus tufos. En el retrato que hace Crayer vemos
ese momento en el que su cara empieza a variar y fijándonos bien, hay una tenue
representación en lo que a vello facial se refiere pues está dando paso a un Felipe que
quiere aparentar un mayor talante asociado la edad, al buen juicio, mediante su bigote y
su perilla. Esta moda nos permitiría fechar la obra de una forma más acertada que el
margen 1628–1632 que actualmente domina en la obra, pues si nos fijamos en Felipe IV
con jubón amarillo de 1628 no muestra esta característica, por lo que la obra debería
situarse, quizá, sobre 1630 que es cuando empezamos a tener esta percepción del
monarca. Sigue siendo fiel a la golilla que queda instaurada en 1623 en lugar de la
lechuguilla aunque más tarde aparecerá retratado también con la valona. Sobre su
armadura de medio cuerpo aparece retratado con la banda de general de los ejércitos
realizada de color carmesí que podemos relacionar con las que se encuentran en el
inventario que hace Cristóbal Tenorio, guardarropa de Felipe IV, a su salida en 1653
describiéndolas como vanda de acaballo de jafetan carmesí bordada u otra carmesí y
otro con puntas grandes de oro liencillo y unos alambres a los lados8 de lo que
deducimos que los materiales utilizados para realizar estas bandas eran la seda o el
tafetán.
8
AGP, Sección Administrativa, leg. 911.
9
CASTILLO MAZERES, F., “El Salón de Reinos y la monarquía militar de los Austria” en MILITARIA: Revista
de Cultura militar, No. 2, Madrid, Universidad Complutense de Madrid, 1990, pp. 43–66.
10
HERRERO GARCÍA, M., Estudios sobre indumentaria española en época de los Austrias…, p. 77.
28
a modo de cierre, ligeramente abombados, que supondrían una militarización del vestir
civil11 y que como se puede ver se realiza en una tela rica si precisamos de observar
Felipe IV, a caballo de Velázquez. Se realiza en un damasco brocado abotonado,
material que podemos intuir debido a la pincelada del maestro sevillano que es más
ligera y no tan concisa. El damasco es una de esas telas que poco ha variado a lo largo
de la historia12 y cuyo bordado de color dorado correspondería, por el momento en el
que nos encontramos, a Sebastiana Palacios.
La parte más baja del monarca, desde su rodilla hasta sus pies, estarían cubiertas
por las botas que estarían realizadas en cuero pero no exclusivamente de este material,
ya que solían ser lisas y contaban con dos suelas, siendo la de debajo de cuero del lomo
y la otra de un cuero conveniente que terminan unidas con hilo de cáñamo13. Francisco
de Córdoba, sastre de la caballeriza de Sus Magestades14, artífice calcetero de Isabel de
Borbón y Felipe IV aunque en mayor medida de la reina además de encargarse de hacer
ropillas para los lacayos15. Empezó como calcetero de la Caballeriza real el cinco de
agosto de 1623 sin recibir ni gages ni raçion ni casa de aposento medico ni botica como
se dan a los demás criados16.
El último elemento a describir que viste el monarca son los guantes con los que
cuenta en sus manos y que hemos visto en multitud de cuadros sujetos y no puestos.
Estos eran un complemento imprescindible dentro de la indumentaria cortesana […]
por sus ricos materiales, perfumes con los que se adornaban sus finas pieles… y que
eran considerados, los guantes españoles, como un artículo de lujo17. El guantero de
Felipe IV era Antonio Cassanova y el cual estaba muy bien considerado, ya que además
era joyero, y en la documentación recibe encargos constantes por parte del rey18. Tiene
sentido además que este guantero fuera considerado como perfumero19 debido a que se
encargaría de dar un olor característico a estos guantes con ámbar o polvos perfumados
que desprenderían un olor que haría estar en contraposición con el que desprendería el
11
HERRERO GARCÍA, M., Estudios sobre indumentaria española en época de los Austrias…, p. 80.
12
HERRERO GARCÍA, M., Los tejidos en la España de los Austrias…, p. 74.
13
HERRERO GARCÍA, M., Estudios sobre indumentaria española en la época de los Austrias…, p. 183.
14
AGP, Sección Administrativa, leg. 5272.
15
AGP, Sección Administrativa, leg. 5272.
16
AGP. Expediente Personal, Cª 16083/24.
17
TEJEDA FERNÁNDEZ, M., Glosario de términos de la indumentaria regia y cortesana en España…, p.
272.
18
AGP, Sección Administrativa, leg. 911.
19
AGP, Sección Administrativa, leg. 911.
29
cuero. En aquel momento los guantes españoles se consideraban en todas las cortes
europeas como un artículo de lujo que gustaban de recibir y regalar los cortesanos por
su valor20. Otra de las formas con las que se perfumaba este cuero era introduciéndolo
en una infusión de almizcle, jazmín, limón o ámbar21.
20
TEJEDA FERNÁNDEZ, M., Glosario de términos de la indumentaria regia y cortesana en España…, p.
273.
21
BANDRÉS OTO, M., La moda en la pintura: Velázquez…, p. 173.
22
DOVAL TRUEBA, M.; SÁNCHEZ CAMACHO, N., “Los caballos en la corte de Felipe IV y su protagonismo
en la pintura” en BSAA arte, No. LXXX, 2014, pp. 187–188.
23
MEDINA ÁVILA, C. J., “La indumentaria militar” en Emblemata, No. 17, 2011, pp. 91–92.
30
la idea de que el soldado adornaba a su antojo su indumentaria ya que se pensaba que
dejando que añadieran los galones y las plumas lucharían con una mayor motivación24.
Esto es algo que podemos aplicar directamente al monarca ya que no cuenta con
una indumentaria de general de todos los ejércitos que le distinga. Simplemente, hará
gala de su banda carmesí y su bastón de mando para distinguirse. Similar es en cierta
medida Felipe IV con jubón amarillo de Velázquez. Aparece como un general
victorioso con un talante militar indiscutible gracias a cómo el maestro sevillano capta
la psicología del personaje.
24
RODRÍGUEZ HERNÁNDEZ, A. J., “La evolución del vestuario militar y la aparición de los primeros
uniformes en el ejército de la Monarquía Hispánica, 1660–1680” en Obradoiro de Historia Moderna, No.
26, 2017, p. 180.
25
BANDRÉS OTO, M., La moda en la pintura: Velázquez…, p. 170.
26
CRUZ VALDOVINOS, J. M., Velázquez: vida y obra de un pintor cortesano…, p. 84.
27
TEJEDA FERNÁNDEZ, M., Glosario de términos de la indumentaria regia y cortesana en España…, p.
176.
31
calzas que lleva, todavía anchas y cubriendo la mitad del muslo sin dar paso aún a los
calzones, eran las consideradas de obra que es el nombre que recibían cuando estaban
realizadas en un tejido rico30. Estas calzas son el punto intermedio, en lo que a moda
inferior masculina se refiere, entre los gregüescos de principios de siglo y el futuro
calzón.
32
1630 en base a los retratos que realizó Velázquez de Felipe IV de castaño y plata de
1634 o Felipe IV, a caballo de 1635. Los primitivos tufos que se podían observar en
retratos de la primera etapa madrileña del maestro sevillano han dejado paso a una
media melena castaña y medianamente agitada en la parte inferior con el flequillo
totalmente recogido hacia atrás en donde la moda francesa se hace totalmente palpable.
En cuanto a su bigote vemos que hay un perfecto trato del mismo que queda adornado
con una perilla que a principio del siglo XVII fue censurada por el clero durante el
reinado de Felipe III por considerarse tentador y lascivo35 y que queda superado al final
de la primera mitad del siglo.
35
BIEDMA TORRECILLAS, A., “Influencia del vestuario en el retrato del Siglo de Oro” en GARCÍA
WIEDEMANN; MONTOYA RAMÍREZ (eds.), Moda y Sociedad: estudios sobre educación, lenguaje e
historia del vestido, Centro de Formación Continua de la Universidad de Granada, Granada, 1988, p. 125.
36
AGP, Sección administrativa, leg. 911.
37
AGP, Sección administrativa, leg. 911.
38
AGP, Sección administrativa, leg. 911.
39
AGP, Sección administrativa, leg. 911.
33
como un único conjunto sino como dos
prendas distintas que más tarde quedarían
unidas, pues se pagan doscientos
treintyocho reales que se gastaron en
Çaragoça para jubón pardo y un vestido a
Su Mg.40 lo que implica una obviedad que
viene a ser que no conservemos el nombre
de quien hizo ambas prendas ya que no se
correspondería a nadie relacionado con el
palacio, de quien en ese caso se conservaría
el nombre del autor, y que se debió hacer en
el Reino de Aragón mientras la estancia del
monarca se producía en la región.
40
AGP, Sección administrativa, leg. 911.
41
AGP, Sección administrativa, leg. 911.
42
TEJEDA FERNÁNDEZ, M., Glosario de términos de la indumentaria regia y cortesana en España…, p. 38.
43
TEJEDA FERNÁNDEZ, M., Glosario de términos de la indumentaria regia…., p. 38.
44
COVARRUBIAS, S. de, Tesoro de la lengua castellana, o española…, p. 33.
34
muy bien considerada en el momento. Además vemos que el sombrero que porta el rey
también fue hecho expresamente para estas jornadas de Aragón que duraron cerca de
tres meses, pues se pagan noventa y dos reales aun sombrerero por diferentes obras que
dio […] a S. M. el tiempo questubo en Çaragoça45 de los cuales, podemos extrapolar el
precio del mismo ya que en el registro de Cristóbal Tenorio encontramos redactado que
se pagan treynta y cinco reales por un sombrero de cordón de plata46, por lo que con
todo el conjunto podríamos aproximar, en la medida de nuestras posibilidades el precio
de la indumentaria de Felipe IV en esta obra de Velázquez que ascendería a 11255
reales todo aquello que vemos en el retrato a falta de sumar medias y calzas y el calzón
que porta que, fácilmente, entre todas las prendas alcanzará un valor comprendido entre
14000–15000 reales.
45
AGP, Sección administrativa, leg. 911.
46
AGP, Sección administrativa, leg. 911.
35
3. FELIPE IV, CAZADOR. EL EJERCICIO DE LA CAZA EN LA CORTE
La Dignidad deste noble exercicio se conoce fácilmente, por ser propia accion de Reyes
y Principes, y el Maestro mas docto que puede enseñar mejor el Arte militar teorica y
prácticamente. Los bosques son las escuelas, los enemigos las fieras; y asi con razon es
llamada la Caça viva imagen de la guerra1.
Además de ser visto como un entrenamiento militar, la caza era el deporte rey de
los monarcas. No solo pertenecía a la cúspide de aquella pirámide social de la que tan
buena constancia tenemos, sino que era un ejercicio practicado por nobles, magnates y
demás personajes cercanos al poder. Los principales actividades cinegéticas eran la caza
mayor en la que se cazaban jabalíes por regla general; la ballestería en donde el arma
utilizada era la propia ballesta; la cetrería, en donde para su realización se contaba con
halcones y finalmente la chuchería en donde se cazaban pájaros mediante engaños2.
1
MATEOS, J., Origen y dignidad de la caça, Madrid, Francisco Martínez, 1634, p. 9.
2
DELEITO Y PIÑUELA, J., El rey se divierte, Madrid, Alianza Editorial, 1988, p. 269.
3
LISÓN TOLOSANA, C., La imagen del rey…, p. 123.
36
montero mayor, músicos, herreros, capellán, buhoneros, archeros y como no, todos los
criados4.
Podemos distinguir, grosso modo, dos tipos de caza en las que nos centraremos:
de volantería y de montería.
4
LISÓN TOLOSANA, C., La imagen del rey…, p. 122.
5
MARTÍNEZ MILLÁN, J.; LABRADOR ARROYO, F., “La pervivencia de la Casa de Castilla. La caza” en La
corte de Felipe IV (1621 – 1665): reconfiguración de la monarquía católica, tomo I, vol. II, MARTÍNEZ
MILLÁN, J.; HORTAL MUÑOZ, E. (dirs.), Madrid, Ediciones Polifemo, 2015, p. 1093.
6
MARTÍNEZ MILLÁN, J.; LABRADOR ARROYO, F., “La pervivencia de la Casa de Castilla. La caza”…, p.
1094.
7
MARTÍNEZ MILLÁN, J.; LABRADOR ARROYO, F., “La pervivencia de la Casa de Castilla. La caza”…, p.
1046.
8
DELEITO Y PIÑUELA, J, El rey se divierte…, p. 249.
37
proximidad que había con la corte9. Dentro de este conglomerado de personas, dos eran
las que destacaban por encima de todas: el montero mayor y el cazador mayor. Este
primero era quien tenía el dominio de montes reales, jefe de monteros y ballesteros, para
el ojeo y vozería10 y encargado de mantener, en cualquiera de los campos referidos, a
los perros que participan en esta actividad. Mientras que el segundo, por otra parte, era
el encargado de toda la logística que conllevaba el desplazamiento y la propia actividad
cinegética11. A ello es necesario añadir que, a medida que este ejercicio se realizaba, era
quien ejercía gobierno sobre un teniente, catorce cazadores, plaza más sus respectivos
criados, a ocho catarriberas, a una trompeta, a un aposentador y un herrador, a un
capellán y dos buhoneros12.
9
DELEITO Y PIÑUELA, J, El rey se divierte…, p. 270.
10
LISÓN TOLOSANA, C., La imagen del rey…, p. 122.
11
DELEITO Y PIÑUELA, J, El rey se divierte…, p. 272.
12
LISÓN TOLOSANA, C., La imagen del rey…, p. 122.
13
MATEOS, J., Origen y dignidad de la caça…, p. 24.
38
victoria del catolicismo sobre cualquier herejía ya sea protestante o morisca a la vez que
la victoria del Imperio Español sobre aquellos que quieren quebrar el espíritu del
mismo. Su máximo artífice será un monarca que durante la primera etapa de su reinado
se ha centrado en los placeres terrenales más que en llevar sobre su regia cabeza el
símbolo que le distingue como cabeza del Estado, algo que acusará en la segunda mitad
del mismo achacando las culpas a que Dios ha decidido castigarle.
Es por esto que la caza debe entenderse como un ejercicio militar como una
visión en la que el monarca ejerce su papel de superioridad física y moral en el contexto
de ser una propia fiesta cortesana destinada a ensalzar las virtudes del monarca por
encima de todo.
39
jardines de sus casas de campo una grata liberación del sombrío encierro del Alcázar
madrileño14.
La gran afición de los monarcas españoles debería contar con un lugar de reposo
tras la frenética jornada de esfuerzos físicos y mentales en los que se han involucrado.
Por ello, el lugar utilizado para el descanso cinegético fue entre otros la Torre de la
Parada, que existía desde época de Felipe II en El Pardo. Es en esta estancia donde se
ubica el cuadro de Velázquez, Felipe IV, cazador, en el que todo lo narrado hasta ahora
cobrará sentido. Esta pintura aparecerá contextualizada de manera que, para un primer
momento en el que entendemos el ejercicio de la caza, hablaremos de la indumentaria
que utiliza, posteriormente, para esta actividad. En el testamento a la muerte de Carlos
II se encuentra esta obra y otras dos más citadas como piezas de la torre que cae al
parque en donde se la describe como Dos retratos de el Rey nuestro Señor Don Phelipe
quarto y el Señor Cardenal Infantte Su hermano con trajes de Caza con escopettas y
14
BROWN, J.; ELLIOT, J. H., Un palacio para el Rey: El Buen Retiro y la Corte de Felipe IV…, p. 33
15
MATEOS, J., Origen y dignidad de la caça…, p. 103.
16
MATEOS, J., Origen y dignidad de la caça…, p. 107.
17
GÁLLEGO, J., Velázquez, Barcelona, Antrophos, 1983, p. 269.
40
perros de a dos Uaras y media de alto y Una de Ancho con marcos negros de mano de
Velazquez no se tasan18.
Felipe IV aparece del perfil derecho como es usual en los retratos cortesanos
acompañado de un arcabuz y de un perro. Siempre ha existido la duda de si el retrato ha
sido realizado antes o después de la salida del monarca a realizar su actividad predilecta.
Por una parte, tendría sentido que fuera después ya que esta actividad, propiamente
dicha, implica madrugar en el día y al monarca no se le obligaría a reducir horas de
sueño para que fuera retratado. Pero, ¿cómo va a retratarse después el monarca si
vendría con un aspecto menos decoroso? La respuesta podría ser que se pintó, como
muchos autores coinciden, en distintos momentos siendo primeramente realizada la
regia figura. Así, podría ser retratado antes de la temporada de caza y simplemente el
maestro sevillano debería plasmar el magnífico paisaje del que hacen gala sus pinceles.
Demuestra un dominio polícromo maduro tras su vuelta de Italia adquiriendo una
estética más consolidada con colores ocres, verdes y grises que destaca con la
atmósfera plateada de fondo21. Estos colores son los colores característicos del bosque y
que servirían para mimetizarse entre el follaje para dar caza a los animales que servirían
de enemigos en la práctica de la pequeña guerra que libraba. Estos colores otoñales van
a juego con la temporada en la que la caza tiene su estación y que, sin darnos cuenta, en
el ideario popular se llega a vestir de esa forma: en época primaveral, se suelen llevar
colores más alegres, más claros… siempre acorde al clima, mientras que en invierno
torna a tonalidades más oscuras.
18
FERNÁNDEZ BAYTON, G., Inventarios reales: Testamentería del Rey Carlos II (1701–1703), tomo I,
Madrid, Museo del Prado, 1975, p.72.
19
CRUZ VALDOVINOS, J. M., Velázquez: vida y obra de un pintor cortesano…, p. 205.
20
CRUZ VALDOVINOS, J. M., Velázquez: vida y obra de un pintor cortesano…, p. 209.
21
BANDRÉS OTO, M., La moda en la pintura: Velázquez…, p. 236.
41
El traje con el que aparece
representado Felipe IV es un traje compuesto
por tabardo, jubón y calzas. Sin embargo, la
prenda que nos debe llamar la atención aquí
es esta primera. El tabardo es una prenda de
abrigo con aberturas laterales y sin mangas y
cerrada que era empleada para la caza22.
Sobre este tabardo vestiría el rey una valona
de fino cambrai demasiado elegante y poco
práctica para moverse entre los árboles y
matorrales23. Esta prenda verde que le serviría
al monarca para camuflarse entre las hierbas
debería ser de una hechura tosca y no del
delicado trazo con el que puede ser realizado
Bajo ese tabardo caqui luce un jubón bordado en plata de color negro. Hay que
pensar que si sale de caza con este atuendo debe ser un tejido que haga que guarde el
calor lo suficiente como para que no pase frío pues la temporada de caza se situará entre
octubre y marzo. Para completar este ya clásico atuendo de jubón y calzas, se le añaden
los ya mencionados anteriormente guantes de ámbar.
22
TEJEDA FERNÁNDEZ, M., Glosario de términos de la indumentaria regia y cortesana en España…, p.
449.
23
BANDRÉS OTO, M., La moda en la pintura: Velázquez…, p. 237.
24
BANDRÉS OTO, M., La moda en la pintura: Velázquez…, p. 238.
42
Al movernos en el campo de la indumentaria buscaremos saber quién pudo
realizar las prendas. Si vamos pieza por pieza, las primeras que nos tocará analizar serán
las superiores: el tabardo y el jubón. Hasta entonces, es Juan Rodríguez Varela el sastre
que realiza obra para Felipe IV. Sin embargo, no será el único que tenga ese puesto pues
ya observamos un pequeño cambio que no va ligado aquel que confecciona obras para
el monarca en el uso cortesano. Antonio Arias, sastre de la Real Caballeriza25, es quien
con mayor seguridad pudo realizar tanto jubón como tabardo. Este entra en el puesto en
1634 y, partiendo de que la teoría de Cruz Valdovinos sea acertada con la creación de
los cuadros a partir de 1636, quien tiene todas las papeletas para haber realizado dicha
obra es el propio Arias. Quizá el modo de entrar a formar parte de este elenco de
personajes al servicio del monarca no haya sido de la manera más ortodoxa sino que ha
sido de manera distinta. En la documentación encontramos el nombre de su mujer,
Catalina Ruiz, que es quien podría haberle introducido de ya que se habla de él de a
modo de que quando Arias su marido travaje la mitad de las hobras della26. Esto tiene
lugar el seis de septiembre de 1634. Apenas una semana antes, el 30 de agosto de dicho
año, se le certifica a Antonio Arias como el sastre de la caza en presencia del Conde-
Duque de San Lucas, caballerizo mayor de Felipe IV 27. Por último, el cargo se oficializa
el 14 de octubre, con la firma de Antonio Carnero, en donde se recoge que Antonio
Arias ha jurado de sastre dela caballeriza en manos del conde duque mi señor en diez
de septiembre passado28.
25
AGP, Expediente personal, Cª 130/13.
26
AGP, Expediente personal, Cª 130/13, fol. 1.
27
AGP, Expediente personal, Cª 130/13, fol. 2.
28
AGP, Expediente personal, Cª 130/13, fol. 4.
29
AGP, Expediente personal, Cª 16083/24.
43
hemos hablado con anterioridad. Debemos suponer que ya pasados más de diez años
desde su entrada en el ámbito cortesano que se consolida de buena gana, pues habría
que sopesar que este haya tenido acceso a botica, algo que se le denegó a la entrada en
su cargo.
La caza es un ejercicio cortesano que fomenta el espíritu militar del rey de dos
formas: de forma mental para ser un estratega frente al enemigo y de forma física que le
hace estar en forma para lo que se pueda avecinar. Así, agudiza su puntería, su fuerza y
su mando de cara a lo que pueda aproximarse. Para el desarrollo de esta actividad no
solo es vital la puesta a punto de todo un conglomerado de servidores, grosso modo, que
atiendan las necesidades del rey durante su retiro, sino que aquellos de los que poco o
nada se habla, desde armeros hasta sastres, tienen su papel en este cometido.
44
4. LA APARIENCIA PÚBLICA DE FELIPE IV
Con los retratos de aparato hemos quedado bastante rezagados a lo que el vestir
del monarca se refiere ya que simplemente nos quedamos con su imagen en pinturas o
esculturas. No todo el mundo tendría acceso a ver estas obras y la percepción que se
puede tener sobre Felipe IV se ve adulterada por el hecho de que las pinturas mostrarían
únicamente una concepción cortesana y poco común. Nuestro interés reside en no solo
mostrar este aspecto, sino también cómo pudo aparecer el Rey Planeta en los distintos
ámbitos en los cuales solo conservamos las descripciones de este. Estas son dadas por
personas cercanas al rey en un momento en el que se muestra accesible al resto de la
población y que, sin lugar a dudas, forman parte del conglomerado de su indumentaria.
Siempre que la familia real aparece en un momento de cara al público se alaba el
vestuario que muestran, las grandes galas de las que son partícipes en actos tan
importantes… y por ello es necesario dar voz a esa forma de vestir que pudo tener en un
momento tan oportuno. En este capítulo hablaremos en primer lugar de la procesión del
Corpus y la apariencia del cuarto Felipe, recogida en la obra de Velázquez para teorizar
sobre su posible confección. En el segundo apartado partiremos de distintas
descripciones conservadas para aventurarnos a reconstruir cómo pudo vestir el monarca.
En todos los actos en los que participa Felipe IV hay una perfecta armonía
cortesana que dirige a los asistentes en el acto con una imaginaria batuta real. Igual que
la salida a la caza permite componer un acto en el que se cuenta con una ingente
cantidad de personajes, la procesión del corpus no va a ser menos. Cuando el rey
llegaba a la iglesia de Santa María empezaba la misa y se iba ordenando la procesión ya
que al finalizar la ceremonia empezaba inmediatamente la procesión 1. En este desfile,
en el que Felipe IV se mostraría de cara al público, se comprende una sucesión de
distintas marchas dentro de esta en la que participan trompetas y atabales seguidos de
niños desamparados, pendones y cofradas, cruces de las parroquias, frailes capuchinos,
mercenarios descalzos… entre otros2. Durante esta procesión la veneración hacia la
figura del monarca se realiza al numinoso cuerpo del rey, transformado por las
1
RODRÍGUEZ VILLA, A., Etiquetas de la Casa de Austria…, p. 143.
2
RODRÍGUEZ VILLA, A., Etiquetas de la Casa de Austria…, p. 143.
45
alegorías artísticas como Apolo3. Durante esta se realizan distintas actuaciones tildadas
por Lisón Tolosana como semiótico–rituales que se llevaban a cabo a lo largo del
recorrido en lugares de cierta relevancia histórica o popular4. De esta forma lo que se
construye es una imagen del monarca asemejándole a la propia divinidad y acercando su
postura de Rey Planeta a Apolo. Aquí vemos quizá cómo puede ser incluso tildado de
cierta manera como “Rey Sol a la española”, con permiso de Luis XIV, siendo él el
epicentro de la celebración. Por una parte se le asemeja de esta forma para reiterar su
divinidad asemejándole a los cánones clásicos y a los cánones cristianos. Quedaban
ligados por ello los dos pilares más importantes del Antiguo Régimen: la Iglesia y el
Rey. Así se legitimaba Felipe IV como uno de los defensores divinizados de la
monarquía católica por encima de las otras. Este aparato cortesano reflejaba la
apariencia de este como la propia divinidad personificada. Esta procesión no solo
jugaba a favor de este, sino que lo es de la propia ciudad de Madrid. Cierto es que no
solo Madrid es corte, pero la corte estaba donde este estuviera y por ende, Madrid
pasaría a ser la corte del reino. El Corpus era una buena expresión de la ciudad como
capital. Mostraba su doble naturaleza como Villa y Corte, marcando al mismo tiempo
el predominio de las instituciones de Casa y Corte del Rey5.
3
LISÓN TOLOSANA, C., La imagen del rey…, p. 170.
4
LISÓN TOLOSANA, C., La imagen del rey…, p. 170.
5
ENCISO REGIO, L. M., “La corte de dos mundos” en Felipe IV: el hombre y el reinado, ALCALÁ–ZAMORA,
J.; LLANO, Q., (dirs.), Academia de la Historia, Centro de Estudios Europa Hispánica (CEEH), Madrid,
2005, p. 116. cfr. DEL RÍO, M. J., Urbs REGIA. La capital ceremonial de la Monarquía católica, Madrid,
2000, pp. 215.
46
El mayor parecido con el vestido del rey […] nos lo ofrece la descripción del
que llevó en la procesión madrileña del Corpus de 1634: Iba el rey muy de gala […]
vestido noguerado, guarnición de eses de plata muy vistosas con ferreruelo, ropilla y
calzón, cabos blancos y zapatos negros6. Del retrato realizado por Velázquez, el Felipe
IV vestido de castaño y plata, siempre se ha hablado de la majestuosidad de su
vestimenta por encima de la festividad del Corpus. Es el maestro sevillano que con una
depurada técnica pasada por el tamiz italiano consigue con una pincelada más pastosa
de lo que acostumbra dar cuerpo a la indumentaria. Acostumbrados a los retratos de
aparato de la década anterior, en donde apenas varía el cambio de indumentaria, Felipe
IV no siempre iba a vestir esos tonos oscuros a los que nos tiene habituados. Es cierto
que al ser unas representaciones puramente divulgativas querrá mostrar una concepción
sobria. Sin embargo ese esplendor, en esa época de vestimenta oscura, iba a ser muy
palpable si acudimos a las fuentes, pues a la llegada del futuro Carlos I Estuardo
mostraba un vestido también noguerado con grandes detalles. Y no solo eso, sino que en
la representación de La Gloria de Niquea su puesta de largo era más que evidente. Las
mascaradas y los carnavales también eran otros de una larga lista de ejemplos de cómo
aparecería cara al público el Rey Planeta.
6
CRUZ VALDOVINOS, J. M., Velázquez: Vida y obra de un pintor cortesano…, p. 146.
7
AGP, Sección Administrativa, leg. 5214.
47
noguerada bordada en oro y pardo del que pudo costar la realización 20124 reales8.
Ante una cantidad tan ingente en el pago, se podría llegar a pensar que Juan de Burgos,
artífice de la prenda, tuvo que obtener con ese precio la cantidad necesaria de oro para
su realización ya que es una ingente cantidad de reales por una labor de bordador.
Como nexo común en todos los encargos reside que todos son bordados con hilo
de plata o de oro. Serían vestidos muy ricos que juegan un componente escenográfico:
cuando el sol se refleje en el monarca, este irradiaría una serie de “rayos” dando la idea
de que del monarca desprende esa divinidad de la que tanto se habla que posee. Y no es
baladí pensar esto ya que es un acto puramente propagandístico en el que se busca
remarcar esta condición por encima del común de los mortales. Vendría a señalar que
dentro de este habría una divinidad que puede ser trasladada de dos formas según el
bordado: si es dorado podría identificarse con la emanación de unos rayos dorados que
evocarían la divinidad a rasgos generales; si lo vemos desde la perspectiva de que utiliza
un hilo de color plateado, su reflejo será blanco y pondrá sobre el escenario en el que
actúa el monarca una imagen de pureza.
Ante un acto puramente propagandístico todo deberá estar perfectamente
acompasado de cara a que el mensaje cale profundamente en el pueblo. Este grueso de
la población está sujeto por los dos pilares del Estado: el rey y la Iglesia. Aunque en
8
AGP, Sección Administrativa, leg. 5214.
9
AGP, Sección Administrativa, leg. 911.
10
AGP, Sección Administrativa, leg. 5215, exp. 1.
48
este claro ejemplo procesional el matiz es distinto, pues es el monarca quien vestido de
divinidad y cabeza del reino es quien sustenta a un pueblo que asimila el mensaje a la
perfección.
Las crónicas han incidido de una manera notable en las descripciones que se dan
de Felipe IV durante su reinado. Lo más lógico es pensar que en la tesitura de un Estado
propagandístico, en el que se tiene que legitimar a un rey que tiene otros quehaceres
antes que portar la corona sobre su regia cabeza, todo aquello que se escriba o se diga
del monarca está medianamente controlado para mostrar una imagen acorde a su
posición. En esta cuestión, evidentemente, la apariencia pública del rey será recogida
desde el primer minuto de su reinado. Ante la idea que se tiene de que es un rey austero
en la primera etapa real por cómo aparece en los cuadros, será cierto y falso al mismo
tiempo: es un rey austero ya que sus vestimentas apenas tienen una decoración y sin
embargo son realizadas en unos materiales de primerísima calidad. Atendiendo a esta
idea, quizá lo más sencillo sería vislumbrar las crónicas de este e intentar dar una idea
más visual de cómo atendía sus actos el Rey Planeta.
11
DELEITO Y PIÑUELA, J., El rey se divierte…, p. 167.
49
brillava tatas de su hermoso cuello y manos que pudiera el Alba dexalle el oficio de
esperar al Sol; y su manto y vestido eran bordados de verdes y escamas de plata ta
costosas y luzidas12. Esta idea tan bien construida deja todavía más detalles en el tintero
a la hora de poder hilar bien la apariencia en sí. Si realizamos un recorrido desde su
cabeza hasta sus pies, el primer elemento a tener en cuenta es que en 1622 todavía se
está utilizando la lechuguilla como cuello predeterminado y no la golilla que un año
después estará en boga de todos con la reformación propuesta con Olivares. Se nos
habla de un hermoso cuello brillante que nos hace pensar en su delicada y blanquecina
piel; pero nada más lejos de ello. Este brillo debía ser otorgado gracias al brillo que
emanaba la lechuguilla, pues estaba almidonada al igual que los posibles puños
realizados con la misma técnica que pudo llevar el cuarto Felipe. Sí que se hace una
comparativa de este brillo con ser el Rey Planeta, el rey asimilado al Sol, el rey sin el
que el Estado no podría sobrevivir. Y es cierto que desde esta perspectiva se ha de ver a
este como el epicentro de la vida en cualquiera de sus sentidos ya que el sol era el cuarto
planeta y se busca así una asociación con el monarca. En esta obra lo que se busca es
legitimar a un nuevo cabeza de Estado que, ante la debilidad que mostró su padre, el
nuevo heredero debe otorgar a su pueblo una visión propia que rompa totalmente con
los cánones anteriores. En el sentido estético de la cuestión es algo que en este año no se
ha disipado de su antecesor. El traje con el que aparece ataviado, siempre según la
descripción, es un traje de color verde y pequeñas decoraciones plateadas. Puede
parecer quizá muy llamativo que aparezca en público con un vestuario tan poco
comedido para mostrarse delante de un grueso de personajes pero también está en un
ambiente distendido y de celebración en donde si ya de por sí es el centro de atención,
más lo será yendo así. Chocaría el hecho de que vaya por completo de verde pero es un
color que connota la esperanza y, que teniendo en cuenta que es el comienzo de su
reinado, es muy apropiado para mostrarse al público. Más si cabe que lo haga en una
representación teatral en donde podría buscar legitimarse con un monarca culto y
preocupado por el saber rompiendo ya la concepción de monarca que se podría tener por
lo visto años atrás con Felipe III.
Aunque el reino esté acechado por una crisis económica cada vez más grave en
la que los ingresos no superan las partidas destinadas a otros quehaceres en las distintas
partes del Imperio, Felipe IV no dejará de mostrarse como un monarca lúdico que
12
TASSIS Y PERALTA, J., La Gloria de Niquea, 1622, p. 6.
50
aprovecha la mínima oportunidad para realizar mascaradas o fiestas. Con el carácter que
muestra este desde bien entrada su adolescencia y el severo contraste de la educación
que se le ha intentado inculcar, buscará una holgada relajación a través de estos eventos
que le evadan de los problemas que azotan al reino, pues, aunque tuviera un valido, los
problemas que se pudiera haber en el reino iban a ser responsabilidad suya. Y es que el
cuarto Felipe vivió en su vértigo de espectáculos, fiestas bulliciosas, comedias,
deportes, cacerías y aventuras amatorias, atendiendo sólo esporádicamente a los
negocios del Estado13.
13
DELEITO Y PIÑUELA, J., El rey se divierte…, p. 11.
14
ANÓNIMO, Máscara y fiesta real, que se hizo en Madrid, a 26 de Febrero de 1623, en DÍAZ SIMÓN, J.
(ed.)…, p. 191.
15
TEJEDA FERNÁNDEZ, M., Glosario de términos de la indumentaria regia y cortesana en España…, p.
310. Describe la librea como un color, adorno, prenda o conjunto de prendas que llevaban como
distintivo o como uniforme igualitario y servil que llevaban los criados domésticos, pero siempre en
relación con los colores, blasones y divisas heráldicas de cada casa.
16
ANÓNIMO, Máscara y fiesta real, que se hizo en Madrid, a 26 de Febrero de 1623, en DÍAZ SIMÓN, J.
(ed.)…, p. 191.
17
ANÓNIMO, Máscara y fiesta real, que se hizo en Madrid, a 26 de Febrero de 1623, en DÍAZ SIMÓN, J.
(ed.)…, p. 191.
18
AGP, Sección Administrativa, leg. 5214.
51
mascarada que debía ser de la celebración del carnaval debido a la descripción de este
anónimo bajo la etiqueta de mascarada. Este conjunto debió ser realizado por el que es
su sastre en el momento, Juan Rodríguez Varela y bordado por Burgos Montoya. Su
realización fue costosa cuanto menos, ya que en el desglose de precios por pieza, el
capuz llegó a un total de 20464 reales: capas y capilla siete baras tasose atreinta
ducados la bara19. Seguido a esto van las realizaciones más importantes. Las mangas
eran bordadas sobre un nudo de cerezo hecho en quadro y una rossa en medio ynchida
de canutillo con sus lentejuelas haciendo un total de 467 reales y medio; los calzones de
ese vestido, leonado y bordado como las mangas, con lentejuelas por dentro y por fuera,
se tasaron en 1138 reales20. Junto con el resto de prendas que aparecen descritas se
compone un total excesivo por el uso de un vestuario inusitado para una mascarada. Lo
verdaderamente asombroso de esto es que los materiales que podemos considerar tan de
nuestra época como son las lentejuelas, en su momento también eran utilizadas pese a
que en ninguno de los retratos hayamos podido observarlo.
19
AGP, Sección Administrativa, leg. 5214.
20
AGP, Sección Administrativa, leg. 5214. Consultar anexo documental.
52
5. CONCLUSIONES
53
Príncipe de Gales antes que haberla anulado, ya que así, el visitante quedaría
sorprendido debido a que todo lo que pudieran haberle contado sobre la región hubiera
sido distinto y la reputación política de Gaspar de Guzmán hubiera quedado impune,
pues su corto gobierno habría superado su primera gran crisis. La inexperiencia política
le pasó factura a temprana edad en el cargo. Esta acentúa por una parte el vestir de
negro, mientras que por otra, se han visto obligados a regirse por un nuevo cuello, la
golilla, en deposición de la exagerada gorguera. A nivel económico es un alivio para la
población ya que el pago de doscientos reales por la hechura de la misma es un precio
exacerbado y que económicamente supondría la ruina de más de una familia. Además
de eso habría que añadirle el mantenimiento y almidonado de la misma. Por otra parte,
la obtención de un color negro vivo reside en la importación desde las Indias que
permitirán dinamizar el comercio de las prendas de este color para su posterior
exportación por Europa. Debe ser visto como algo que a nivel económico pueda
beneficiar al reino pese a estar en unas horas bajas.
La moda es un arte que viaja de forma libre. Es algo que se ve cuando el futuro
Carlos I viaja a España a pedir la mano de la infanta y tras el fallido intento, los
mandatarios que venían con el Príncipe de Galés se van vestidos a la española tras el
medio año que pasan entre mascaradas y demás fiestas. Al final del reinado de Felipe
IV, con la llegada de Nilsson Brahe y su posterior partida al norte de Europa, marcha
vestido a la española. Estamos ante un modelo de exportación artística que hace que a
los españoles se les vea como personas con una moda propia que traspasa literalmente
las fronteras. Lo que se exporta, más que una idea, es una estética que es lo que
realmente nos interesa. Y es que la importación de ideas y de las artes van
estrechamente ligadas. Mas cabe pensar que en el viaje de Felipe II emulando a su padre
por Europa, este iría con su traje negro.
Sin embargo, no hay que perder de vista la concepción cortesana de lo que este
entramado significa. La vestimenta negra es una legitimación de poder en todos los
aspectos que refleja el monarca para conformarse como una figura regia y con una
autoridad que transgrede junto con su personalidad haciendo que sea respetado. Y a ello
contribuye, por supuesto, la legislación que imperó en el momento marcando unos
cánones estéticos que remarcan más la actitud cortesana. Esta estética es algo de lo que
se hacen eco más allá de las bastas fronteras españolas y que será importada gracias a
que el Imperio Español siga vigente pese a su lento y declive hasta 1898. Importante es
para el desarrollo de esta moda española el contar con colonias y virreinatos que puedan
exportar a la metrópolis los distintos materiales para lograr que este tinte sea todo lo
eficaz que quiso ser. Mientras, esta exportará la moda a las más remotas regiones.
Gracias a un conglomerado de situaciones económicas y sociales el negro filipino es un
germen que resucita bajo el reinado de Felipe IV con vistas a retomar lo que un día fue
ese gran Imperio.
El acercamiento que puede tener cualquier súbdito con el rey puede ser de
distintas formas: puede verle entrar en la ciudad dejando atrás el arco del triunfo, puede
saber de él por lo que se dice por las calles o mentideros o puede verle porque se exhibe
una pintura en la que aparece representado. En estas horas bajas se debe insuflar un
ánimo al pueblo que haga ver que su monarca está pendiente en todo momento para
defenderles de cualquiera de los ataques. Por ello se le debe ver como alguien
preparado. Muy ligado, por ende, se encuentra el uso de la indumentaria cinegética y de
la indumentaria como militar. Primeramente porque es Juan Mateos quien establece
que, como decían los antiguos, el arte de la caza es un medio para que el rey demuestre
su vigor físico. Acudiendo a las obra de La tela real de Velázquez, el monarca aparece
vestido como militar, con su peto, espaldar y demás necesarias para guerrear. Y más si
cabe, es un acto puramente propagandístico en el que demuestra su fortaleza física en
donde aquellos animales cazados serán la personificación de esos enemigos. Lancear a
55
un jabalí demuestra su valor y su destreza despiadada frente a quien intente hacer
sombra al Rey Planeta. Lo cortesano queda revestido por distintas prendas que bien
hacen los mismos o distintos artesanos que evidentemente utilizarán diversos materiales
para su confección. Estos actos de cara al público para demostrar la fuerza no hace más
que enfatizar que al igual que sus ascendentes, los Habsburgo son muy cercanos a este
ejercicio y más si cabe desde Felipe III. Es además un pasatiempo que sangra a la
corona, pues Lisón Tolosana recoge todo el entramado que hay detrás para que este
pueda divertirse. El continente humano descrito es una muestra más del despilfarro real
que se centra más en la diversión, fiestas y demás que en la preocupación del bienestar y
la inversión para su reino. Se podría pensar, evidentemente, que un rey que esté
preocupado por su reino necesitaría descansar a su debido tiempo, en épocas de paz,
pero con los frentes a los que se enfrentaba el cuarto Felipe fue más sencillo delegar en
un valido que encarase los problemas antes que este. Y delegar en alguien fue lo que, al
igual que su padre, les hizo que se les viera como personas débiles, de poco carácter,
manipulables que simplemente serían las cabezas de turco de aquellos que ostentaban y
se disputaban el poder. Por eso se les debe ver como personas fuertes y preparadas y la
propaganda política será la que manifieste este gran entramado.
Lo que nos debe quedar totalmente claro es que es un reinado que goza de lo
puramente propagandístico. Si antes hablábamos de que el rey y la Iglesia como los dos
pilares que sustentan el Estado, este se verá representado por el monarca en la procesión
del Corpus y con la importancia de su indumentaria a la hora de personificarse como
una divinidad delante de su pueblo. Es importante la labor de los bordadores, en este
caso, ya que sobre ellos recae parte de la buena propaganda que se debe hacer. Si el rey
es elegido por Dios para reinar sobre ellos, debe emanar rayos de divinidad que le hagan
ser visto como aquello por lo que ha sido designado: alguien divino y puro.
57
6. APÉNDICE DOCUMENTAL DE OBRAS
6.1. EL NEGRO FILIPINO: SU APARIENCIA Y USO EN EL REINADO DE
FELIPE IV
AUTOR:
Diego Rodríguez de Silva y
Velázquez
TÍTULO:
Felipe IV
FECHA:
1623 – 1628
UBICACIÓN:
Museo del Prado. Madrid
TÉCNICA:
Óleo sobre lienzo
DIMENSIONES:
198 cm. x 101.5 cm.
58
AUTOR:
Diego Rodríguez de Silva y
Velázquez
TÍTULO:
Felipe IV
FECHA:
1624
UBICACIÓN:
Meadows Museum. Dallas
TÉCNICA:
Óleo sobre lienzo
DIMENSIONES:
61.9 cm. x 48.9 cm.
59
AUTOR:
Diego Rodríguez de Silva y Velázquez
TÍTULO:
Felipe IV
FECHA:
1624
UBICACIÓN:
Metropolitan Museum of Art. Nueva
York
TÉCNICA:
Óleo sobre lienzo
DIMENSIONES:
200 cm. x 102.9 cm.
60
6.2. FELIPE IV, MILITAR Y CON INDUMENTARIA DE GALA
AUTOR:
Diego Rodríguez de Silva y
Velázquez
TÍTULO:
Felipe IV, a caballo
FECHA:
ca. 1635
UBICACIÓN:
Museo del Prado. Madrid
TÉCNICA:
Óleo sobre lienzo
DIMENSIONES:
303 cm. x 317 cm.
61
AUTOR:
Gaspar de Crayer
TÍTULO:
Felipe IV, a caballo
FECHA:
1628 – 1632
UBICACIÓN:
Museo del Prado. Madrid
TÉCNICA:
Óleo sobre tabla
DIMENSIONES:
28 cm. x 22 cm.
AUTOR:
Pietro Tacca
TÍTULO:
Felipe IV, a caballo
FECHA:
1640
UBICACIÓN:
Plaza de Oriente. Madrid
TÉCNICA:
Escultura
62
AUTOR:
Diego Rodríguez de Silva y Velázquez
TÍTULO:
Felipe IV con jubón amarillo
FECHA:
1627 – 1628
UBICACIÓN:
Museo Ringling. Sarasota
TÉCNICA:
Óleo sobre lienzo
DIMENSIONES:
205 cm. x 117 cm.
63
AUTOR:
Diego Rodríguez de Silva
y Velázquez
TÍTULO:
Felipe IV en Fraga
FECHA:
1644
UBICACIÓN:
Colección Frick. Nueva
York
TÉCNICA:
Óleo sobre lienzo
DIMENSIONES:
129.8 cm. x 99.4 cm.
64
6.3. FELIPE IV, CAZADOR. EL EJERCICIO DE LA CAZA EN LA CORTE
AUTOR:
Diego Rodríguez de Silva y
Velázquez
TÍTULO:
Felipe IV, cazador
FECHA:
1632 – 1634
UBICACIÓN:
Museo del Prado. Madrid
TÉCNICA:
Óleo sobre lienzo
DIMENSIONES:
189 cm. x 124 cm.
65
6.4. LA APARIENCIA PÚBLICA DE FELIPE IV
AUTOR:
Diego Rodríguez de Silva y
Velázquez
TÍTULO:
Felipe IV vestido de castaño y
plata
FECHA:
1631 – 1635
UBICACIÓN:
National Gallery. Londres.
TÉCNICA:
Óleo sobre lienzo
DIMENSIONES:
199 cm. x 113 cm.
66
AUTOR:
Álvaro Romero González
TÍTULO:
Felipe IV en la Gloria de
Niquea
FECHA:
2018
UBICACIÓN:
TÉCNICA:
Reconstrucción digital.
Cabeza: VILLANDRANDO, R., Felipe IV con enano Miguel Soplillo. Museo del
Prado, ca. 1620.
Cuerpo: VELÁZQUEZ, D., Felipe IV, Museo del Prado, 1623 – 28.
67
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70
FUENTES PRIMARIAS
AGP, Sección administrativa, leg. 911.
AGP, Sección Administrativa, leg. 5214.
AGP, Sección Administrativa, leg. 5215.
AGP, Sección Administrativa, leg. 5272.
AGP, Expediente personal, Cª 130/13.
AGP, Expediente Personal, Cª 703/14.
AGP, Expediente Personal, Cª 911/22.
AGP. Expediente Personal, Cª 16083/24.
71
Retratos infantiles en el reinado de Felipe III
y Margarita de Austria: entre el afecto y la política1
Gemma Cobo Delgado
Universidad Complutense
Fecha de recepción: 22 de noviembre de 2013 Anuario del Departamento de Historia y Teoría del Arte
Fecha de aceptación: 15 de enero de 2014 vol. 25, 2013, pp. 23-42
ISSN. 1130-5517
RESUMEN ABSTRACT
Los retratos de los miembros más jóvenes de la familia real The production of portraits of the youngest members of
tuvieron un gran protagonismo dentro del conjunto total del the royal family enjoyed great prominence throughout the
retrato cortesano de la época moderna en cuanto a consumo history of court portraiture in the Early Modern period.
y producción. Así se refleja en la documentación del reinado This is reflected in the documentation from the reign of
de Felipe III y Margarita de Austria, quienes se encargaron Philip III of Spain and Margaret of Austria, who took gre-
de configurar una imagen apropiada de sus ocho hijos desde at care and interest in shaping an appropriate image for
los primeros meses de sus vidas. Los retratos realizados their eight children from birth. Although the portraits pro-
durante el periodo de lactancia tuvieron fundamentalmente duced during the lactation period were mainly for family
un uso familiar; sin embargo, la imagen que proyectan de los viewing, these works are subject to the formal and icono-
niños está sujeta a las fórmulas propias del retrato oficial que graphic standards of the official portrait whose ultimate
tiene como fin último mostrar la majestad regia. aim is to show regal majesty.
Retrato. Niño. Lactancia. Superstición. Hábitos. Santiago Children’s Portraiture. Lactation Period. Superstition.
Morán. Religious Habits. Santiago Morán.
“Me escriben que está ya en esperanza, pero como ni ella, la corte y dar a conocer la llegada del posible heredero al
ni él me dicen nada, no lo creo, quiera Nuestro Señor que trono5. Pero también a nivel afectivo era significativo
esto acontezca pronto [...] que sus niños Dios me los con- para los monarcas que sus seres queridos vieran el nuevo
ceda y el Señor me dé escritos que me digan que mi hija estado de la reina de la única manera posible: a través de
se encuentra en esperanza”2. En esta carta la archiduque- un retrato. Asimismo, la importancia que tenían los
sa María (1551-1608), madre de la reina Margarita de pequeños infantes, desde el inicio de su existencia, se evi-
Austria (1584-1611), manifestaba su preocupación por la dencia en que tanto Felipe III como Margarita de Austria
demora en la llegada de su primer nieto. Teniendo en se hicieron cargo de “fabricar” la imagen de sus hijos des-
cuenta estas palabras, no es de extrañar que Felipe III de sus primeros meses de vida6. De hecho, es del único
(1578-1621) y la propia reina comisionaran retratos que reinado del que se conservan retratos de todos y cada uno
mostraban a esta última embarazada para enviar a sus de sus vástagos durante su primera infancia e, incluso, de
parientes y amigos3. Todos ellos tenían un evidente senti- quien no llegó a superar la lactancia, pues se conserva un
do informativo, pues la noticia era más que esperada4; a retrato fúnebre (fig. 1) de su segunda hija, la infanta
nivel político, era capital dejar constancia del embarazo, María, que tan solo llegó a cumplir un mes (de febrero a
ya que era una manera de legitimar el poder de la reina en marzo de 1603)7. No obstante, todas esas imágenes, aun
24 Gemma Cobo Delgado
teniendo un sentido principalmente familiar, estaban le encontrarse en la delimitación de ambas edades. Aque-
sujetas a los presupuestos propios del retrato oficial8. llos que siguen a Aristóteles, como Antonio de Guevara,
Diego de Gurrea, Andrés Ricci y Pedro González de Salce-
do11, dividen la primera desde el nacimiento hasta los siete
años; y los que siguen a Quintiliano, como Pedro Mexía y
Juan de Pineda12, dividen la infancia13 desde el nacimiento
hasta los cuatro años y la puericia14 desde los cuatro a los
catorce. Tanto las funciones que desempeñan los retratos
como su iconografía indican que es más adecuado seguir a
Mexía y Pineda para analizar los retratos de infantes, aun-
que el propio Pineda señala que estas divisiones no son
exactas «por la diversidad de complexiones, o de la tierra,
o de los mantenimientos, o de los trabajos y pasiones con
que unos envejecen más que otros»15. Además de estos dos
periodos se debe tener en cuenta una serie de ritos de paso
por los que se ha de distinguir un primer espacio de tiempo
en la infancia, que es el periodo de lactancia y que se dife-
rencia del resto por un cambio en la alimentación, pero que
Fig. 1. Pantoja de la Cruz: Infanta María en su ataúd, también tiene consecuencias sociales que se evidencian en
1603. Óleo sobre lienzo, 95 x 100, Madrid, Descalzas la imagen de los infantes como, por ejemplo, la intensifica-
Reales. Nº. inv.: 00613991. ción de las medidas protectoras por ser una etapa especial-
mente delicada. Por otra parte, se encuentra el resto de la
infancia, desde el destete hasta que el niño adquiere control
A pesar de la destacada presencia de los retratos de los de sí mismo y entra en la puericia, que se diferencia por el
niños de la familia real, de su importancia histórico-artís- abandono de las sayas infantiles, así como por las nuevas
tica y de su riqueza en cuanto a la información que ofre- actividades educativas que practican los infantes16.
cen sobre los medios de poder a través de los cuales se Aunque este estudio se centra en los retratos infantiles
configuró la imagen regia, los elementos de la cultura –y más en concreto, en los de lactantes17–, merece la pena
material y espiritual de la época y los usos tan variados señalar que todos esos ritos de paso se visualizan perfecta-
que adquirió el retrato en la Edad Moderna, no han sido mente en las imágenes de los infantes. Un buen ejemplo de
suficientemente valorados por la historiografía9. En pocas ello es la serie de retratos que se conserva en el Kunsthisto-
ocasiones se ha prestado atención a sus funciones o a la risches Museum de Viena (figs. 2, 3 y 4). En primer lugar
imagen que de ellos se proyecta en su conjunto, pues, por aparece Alfonso (1611-1612) con tan solo once meses, en
lo general, el interés se ha centrado en el estudio de retra- el periodo de lactancia, por lo que lleva su babador y sus
tos o artistas específicos. Esta circunstancia ha tenido dijes; en segundo lugar, Margarita (1610-1617) y Fernando
como consecuencia que los retratos de niños y su integra- (1609-1641), con dos años y tres meses y tres años y tres
ción en su contexto no haya sido un tema prioritario de meses respectivamente, ya han sobrepasado su lactancia
investigación, aunque cumplieran un papel cardinal den- pero continúan en la infancia; la infanta aparece vestida con
tro del entramado cortesano por su valor afectivo y por su una “saya entera” o “grande” de niña con mangas de punta,
naturaleza como artefactos políticos. Esta cuestión es la y el niño va vestido con el vaquerillo18. Los siguientes ya
que nos va a ocupar en las siguientes páginas, en las cua- han superado la infancia y se encuentran en la puericia, por
les se abordará la especial importancia que tenían los lo que han abandonado las sayas infantiles; por orden cro-
comitentes y receptores en el encargo de esos retratos nológico, Carlos (1607-1632), en el retrato con cuatro años
pues, obviamente, al ser niños, ellos no decidían sobre su y once meses; María Ana (1606-1646), con seis años; Feli-
propia imagen y, en consecuencia, ésta debe ser compren- pe (1605-1665), con siete, y Ana Mauricia (1601-1666) con
dida siempre como una proyección de sus mayores. Por casi once años. Cada uno de ellos lleva los objetos acordes
esta razón también se pretenden desvelar los mecanismos con el papel que según su sexo cumplían en la sociedad.
ideados por los monarcas y sus retratistas para configurar
una imagen ideal de la infancia regia10.
La primera cuestión que se plantea es precisar qué Uso y función: retratos de familia, retratos
periodo de la vida correspondía a la infancia. La mayoría de Estado
de los autores de la Edad Moderna proponen el fin de la
niñez a la edad de catorce años y señalan que está formada La serie de retratos del museo vienés tenía, desde su ori-
por dos etapas: la infancia y la puericia. La divergencia sue- gen, una destacada carga afectiva pues los niños iban
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Retratos infantiles en el reinado de Felipe III y Margarita de Austria: entre el efecto y la política 25
Fig. 2. Bartolomé González: La Infanta Ana Mauricia y el Príncipe Felipe, 1612. Óleo sobre lienzo, 137 x 118 cm.,
Viena, Kunsthistorisches Museum. Nº. Inv.: GG_3199.
Fig. 3. Bartolomé González: La Infanta María Ana y el Infante Carlos, 1612. Óleo sobre lienzo, 137 x 118 cm. Viena,
Kunsthistorisches Museum. Nº. Inv.: GG_3219.
Fig. 4. Bartolomé González: Los infantes Fernando, Alfonso y Margarita, 1612. Óleo sobre lienzo, 138 x 119 cm. Viena,
Kunsthistorisches Museum. Nº. Inv.: GG_3200.
“vestidos en la forma que estuvieron el día de las Capitula- tis sua 2 años. y 10. Meses” (fig. 13); y en el retrato doble
ciones de la Reina de Francia”19. Este hecho desvela que de Carlos y Fernando realizado por Andrés López Polan-
desde el principio los retratos tuvieron como fin recordar el co, se lee sobre sus cabezas: “AETES SVAE 30 MENSIS E 10
último breve periodo de tiempo en el que todos los herma- MENSIS” (fig. 12).
nos estuvieron juntos, ya que las bodas de Ana Mauricia con Asimismo, los retratos fúnebres infantiles ponen de
Luis XIII y del futuro Felipe IV con Isabel de Borbón manifiesto la voluntad de atrapar y dejar constancia de su
pondrían fin a este agradable periodo de sus vidas. Por tan- breve existencia, para lo que no hay mejor ejemplo que el
to, esta serie que no dejaba de conmemorar un aconteci- retrato fúnebre de la infanta María, del que se sabe que se
miento solemne, tenía a su vez un notable valor sentimental llegaron a hacer seis copias25, que se repartieron entre los
que además se vio acrecentado en cuestión de un mes, pues familiares. Incluso una de esas copias fue encargada por
si las capitulaciones se firmaron el 22 de agosto de 1612, el la reina Margarita cuatro años más tarde de la muerte de la
pequeño Alfonso murió el 17 de septiembre sin llegar a infanta con el fin de regalar el retrato a María Sidonia,
cumplir un año, lo que determinó radicalmente que ésta condesa de Barajas, junto al resto de retratos de sus hijos,
sería la última serie de retratos en la que estarían juntos los para que así tuviera la imagen de todos los que había teni-
siete hermanos20. La carga afectiva de este conjunto com- do hasta el momento. Este hecho es bastante elocuente
puesto por tres lienzos se evidencia en el hecho de que el rey para entender la importancia que tenían todos y cada uno
mandara realizar una copia, de tal modo que unos quedaron de los vástagos, pues habiendo pasado tanto tiempo, aún
en el Alcázar de Madrid21 y otros fueron enviados a Alema- se seguía teniendo presente a una infanta que tan solo
nia, a la familia de la reina, cuando ésta ya había muerto22. vivió un mes; y, aparte, para alcanzar a comprender el
Los reyes, ciertamente, sintieron la pulsión de querer valor sentimental que tendría materialmente ese retrato
atrapar ese efímero momento que es la infancia, y los para la reina Margarita26.
retratos actuaron como cápsulas de memoria. Formal- Como era de esperar, este marcado valor afectivo
mente queda reflejado en ellos por el hecho de que, por lo hacía que los retratos en sí mismos se considerasen como
general, aparece rigurosamente señalado el nombre del uno de los mejores presentes, equiparables a cualquier
retratado y la edad que tenía en aquel momento23. Así, por artículo de lujo, una cualidad que se ve reflejada en el
ejemplo, se conserva un retrato de Ana Mauricia realiza- envío realizado por la reina Margarita a su madre en
do por Pantoja de la Cruz con nueve meses y la inscrip- noviembre de 1604 en el que, entre múltiples objetos pre-
ción: “AETATIS SUAE MENSIS 9 JUNIUS 1602” (fig. 9); por su ciosos, se remitieron dos retratos de su hija, la infanta Ana
parte, el de María Ana, que podría ser atribuido a Santia- Mauricia, con tres años27. Del mismo modo, uno de los
go Morán24, muestra otra: “D. M. infanta D españa. AEta- mejores presentes que recibió Isabel Clara Eugenia
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26 Gemma Cobo Delgado
(1566-1633) en las Pascuas de 1607 fueron los retratos de bién, cuál podía llegar a ser su aprovechamiento político.
sus pequeños sobrinos: “Bonísimas Pascuas he tenido con En primer lugar, podemos hacernos una idea de la
los retratos de la Reyna y sus hijos. Tales ángeles no los impresión que le produjo a la soberana de los Países Bajos
hay: yo me torno loca con ellos, cierto y más cuando me ver por primera vez a su sobrina Ana Mauricia a través de
acuerdo que son hijos de su padre”28. El verdadero regalo un retrato. En una carta de junio de 1602 manifiesta su
no residía en la calidad o el precio del retrato29, sino en su impaciencia por la llegada del retrato de su sobrina: “no
poder para acortar la distancia que los separaba, pues los os suelto la palabra de los retratos, que ya me muero por
retratos de infantes se enviaban para presentar a miem- vella”34. Cuando por fin llegó el retrato, la pequeña conta-
bros nuevos de la familia, con el fin de estar al tanto de su ba con tan solo unos meses e Isabel quedó muy agradeci-
crecimiento o para acercarlos, en lo posible, a sus fami- da al duque de Lerma, a quien escribe: “No sé como podré
liares30. Los destinos más frecuentes para estos retratos pagaros jamás el [gusto] que he tenido con el retrato de mi
eran Flandes, Alemania, Polonia y Toscana, al ser los nuera, que no he visto más linda criatura; y aunque nunca
lugares en los que el rey y la reina tenían hermanos, pero esperé menos siendo hija de su padre, estoy contentísima
también esta última gustó de regalar varios a su amiga la de vella asy, y deseando aora con gran ánsia que acabe de
condesa de Barajas, como ya se apuntó31, al igual que, venir este marido”35. El archiduque Alberto (1559-1621)
años más tarde, hay constancia de que Felipe III regaló fue menos efusivo al hablar del retrato de su sobrina, pues
retratos de sus hijos a Cristóbal Gómez de Sandoval y no sobrepasaba los límites de la corrección: “he holgado
Rojas, duque de Uceda32. En todos ellos se uniría la dua- mucho de verlo; es harto bonita; Dios la guarde”36. Con
lidad del retrato de corte señalada: el deseo de la monar- estas dos respuestas, queda constatado que un mismo
quía por mostrar su extraordinario panorama dinástico, retrato podía producir distintas sensaciones a quien lo
más que envidiable, y el de los padres por compartir la mirara, es decir la recepción del retrato nunca era la mis-
imagen de sus hijos con sus allegados. Por otra parte, hay ma y esto dependía de las relaciones sentimentales exis-
que señalar que no solo los padres tenían la potestad sobre tentes entre el receptor y el representado37.
la imagen de sus hijos a la hora de encargar o enviar sus De igual modo se evidencia que, tal y como estudió
retratos, sino que también participaban de ello otros Freedberg, las imágenes podían causar respuestas activas
miembros de la corte como, por ejemplo, Francisco de a quienes las contemplaban38, pues en otra carta Isabel
Sandoval y Rojas (1553-1625), duque de Lerma. Clara Eugenia exclama: “Muchos pliegos de papel habria
menester para decir del retrato de mi nuera. ¡Ojala me la
pudiérades poner en los braços, que yo al retrato no me
arto de abrazalle! Parécese mucho á mi hermano; que me
tiene contentísima, y el cuidado de haberme enviado el
retrato, no tiene paga. Aora se vé que el chico [el retrato
que antes le enviaron] no era bueno”39. Con estas palabras
deja patente el sentido simbólico del retrato, cuyo fin era
sustituir al representado, tanto que casi había alcanzado
valor de presencia física, y demuestra que se podía llegar
a querer a alguien a través tan solo de su imagen40. Asi-
mismo, la comparación que hace la infanta entre los dos
retratos en la que alude a cuestiones de “calidad” subraya,
al igual que ocurre con algunas cartas de Felipe II41, cuá-
Fig. 5. Juan Pantoja de la Cruz: La infanta Ana María les eran las cuestiones que más se valoraban de los retra-
Mauricia, 1602, Óleo sobre lienzo, 85 x 75 cm. Madrid, tos. Ella se refería tan solo al parecido con el natural, es
Monasterio de las Descalzas Reales. Nº. Inv. 00612229. decir, cuán bueno fuera su valor documental para así
informarse del crecimiento o del estado físico de los jóve-
Fig. 6. Pantoja de la Cruz: Infanta María Ana, 1607.
nes parientes, aunque sin olvidar que el parecido siempre
Óleo sobre lienzo, 82 x 64 cm. Viena, Kunsthistorisches
fuera favorecedor, tal y como indicaba Francisco de
Museum. Nº. Inv.: GG_3268.
Holanda (1517-1584) en De la pintura antigua (1548)42.
Por otra parte, el hecho de que la llame “nuera”43 y no
El epistolario entre Isabel Clara Eugenia y el valido de sobrina se debe a que se había previsto que el vástago de
Felipe III es clave para comprender el valor polifacético Isabel Clara Eugenia se casara con un hijo o hija de Feli-
del retrato cortesano así como para averiguar, a través de la pe III44; por tanto, una vez más se evidencia la doble natu-
“respuesta”33 de sus receptores, hasta qué punto esos retra- raleza de los retratos cortesanos, pues a la vez que fami-
tos podían llegar a ser vehículos de sensaciones, cuáles liares, muestran a representantes de una dinastía. Quizá
eran las cuestiones que más se valoraban en ellos y, tam- las muestras de afecto podrían explicarse tan solo por esta
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Retratos infantiles en el reinado de Felipe III y Margarita de Austria: entre el efecto y la política 27
cuestión; no obstante, también es cierto que la infanta evolutiva, y expuso algunos de esos tópicos considerando
jamás llegó a tener tal hijo y, sin embargo, siempre dedicó que los infantes aparecían representados como “niños-
palabras afectuosas a Ana Mauricia y la cuidó toda la hombres”, “niños tristes”48 y como representantes de una
vida45, incluso después de que llegara a ser reina de Fran- mentalidad supersticiosa. En su opinión, Bartolomé
cia46, sin haberla llegado a conocer nunca personalmente. González no merecía el denominativo de pintor, sino de
Del mismo modo, aparte de su valor sentimental, con “vulgar topógrafo del campo humano”49, pues sus retratos
ligeros atisbos políticos, es interesante llamar la atención no tenían otro “valor que el de figurines de la época”50 que
sobre quién remitía el retrato: el duque de Lerma. Esto daban fe de la indumentaria y de las supersticiones con las
indica que, igual que en las cartas se entremezclan aspec- que “la Inquisición española no parece haber sido tan
tos de tipo político con asuntos de la vida cotidiana, el intolerante como la habían pintado”51.
hecho de que el duque enviara esos retratos fue un medio
por el cual el valido de Felipe III pretendía ganar el favor
de la soberana de los Países Bajos. Por lo tanto, esos retra-
tos hacen simultáneamente de artefactos políticos y de
retratos de índole exclusivamente familiar.
Por último, es necesario añadir que aunque la mayoría
de los retratos de los que hay constancia fueron realizados
para un destinatario concreto, otros se ejecutaron con un
fin puramente representativo; por ejemplo, se sabe que en
la mascarada organizada en Valladolid con motivo del
nacimiento del futuro Felipe IV había un gran carro triun-
fal, invención del secretario Tomás Gracián Dantisco, en
el que “iban retratados al olio el Rey y Reina, nuestros
señores, y en medio el Príncipe recién nacido; encima
estaba escrito el nombre de Dios en caracteres y lengua Fig. 7. Bartolomé González: El infante don Fernando
hebrea, echando las llamas y rayos que descendían alum- de Austria (?), 1618. Óleo sobre lienzo, 99 x 79 cm.
brando á los tres retratos”47. Budapest, Museum of Fine Arts. Nº. Inv.: 2007.2.
Fig. 8. Santiago Morán: La infanta Margarita, 1610.
Óleo sobre lienzo, 100 x 72 cm. Madrid, Museo
La configuración de la imagen ideal
del Prado. Nº. Inv.: P01282.
de la infancia regia
Vistos los usos y las funciones que solían tener los Por otra parte, el hecho de que la documentación que
retratos, debemos detenernos en la imagen que se proyec- se conserva sobre estos retratos hiciera evidente que esta-
taba de los miembros más jóvenes de la familia real. ban destinados prioritariamente a un uso de “tipo fami-
Como hemos comprobado, normalmente los retratos se liar” –sobre todo, Flandes y Alemania–, puso en sordina
destinaban a la familia moviendo a emociones afectivas, su dimensión política sin tener en cuenta, como observa-
pero no por ello la imagen dejó de estar sujeta a las fór- ba Serrera, que, al margen de su uso, los retratos siempre
mulas propias del retrato cortesano. Probablemente esta tenían que presentar al infante de un modo oficial por ser
imagen ideal y a la vez “oficial” de la infancia regia haya un miembro de la familia real52. Este aspecto se hace más
sido la causante de promover ciertos lugares comunes y evidente si nos situamos en el lugar del receptor-partici-
algunas apreciaciones negativas en relación con los retra- pante53, contextualizando las imágenes dentro de la cultu-
tos infantiles anteriores a Velázquez, sobre todo los de ra visual del momento. Los retratos infantiles debían for-
tiempos de Felipe III, que han influido enormemente en la mar parte de los esfuerzos de los monarcas por mostrar el
historiografía posterior. Tal es el caso del catálogo de la poder regio a través de un lenguaje visual que proyectara
Exposición de retratos de niños en España, organizada el distanciamiento, la idealización cuasi divina del perso-
por la Sociedad Española de Amigos del Arte y celebrada naje y su presencia como una suerte de icono, tal y como
en 1925 que, por otra parte, fue una iniciativa pionera de ha señalado Sarah Schroth para las imágenes del rey y de
valor inestimable, pues por primera vez estos retratos fue- la reina54. No obstante, primeramente es necesario reali-
ron objeto de estudio e interés. No obstante, en el ensayo zar un detenido repaso de todos los retratos de cuya exis-
introductorio Antonio Méndez Casal, académico de tencia tenemos constancia, ya sea de manera gráfica o
Bellas Artes, analizó los retratos condicionado por una documental, para percibir de qué elementos se componen
mentalidad, deudora del romanticismo, que aún participa- esas imágenes y cómo se representa a los infantes.
ba de la idea de una historia unidireccional de tendencia De la primogénita de Felipe III y de Margarita de Aus-
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28 Gemma Cobo Delgado
Fig. 9. Pantoja de la Cruz: Infanta Ana Mauricia, 1602. Óleo sobre lienzo, 97,5 x 87, 7 cm. Viena,
Kunsthistorisches Museum. Nº. Inv.: GG_3328.
Fig. 10. Pantoja de la Cruz: El príncipe Felipe y Ana Mauricia, 1607. Óleo sobre lienzo, 118 x 124 cm, Viena,
Kunsthistorisches Museum. Nº.: GG_3301.
Fig. 11. Cristofano Allori: Retrato de Francisco y Catalina de Médicis niños, 1595. Óleo sobre lienzo. Florencia,
Palazzo Pitti.
tria, Ana Mauricia, se conservan dos retratos con menos da del pecho y un mico (fig. 13), y que se podría vincular
de un año: uno con cuatro meses de edad aproximada- con el pintor Santiago Morán61. Por su parte, el rey
mente, en el que se la muestra sentada sobre un cojín y encargó dos retratos del infante Carlos, con pocos meses
protegida con dijes, localizado en las Descalzas Reales de vida, con dijes y un cristal en la mano, metido en un
(fig. 5); y otro con nueve meses, vestida de concepcionis- carretón62. El infante vestido de fraile dominico es tam-
ta con un jilguero, que fue enviado a los familiares alema- bién coprotagonista de un retrato doble con su hermano
nes y se conserva ahora en el Kunsthistorisches Museum recién nacido, Fernando, quien aparece metido en un
de Viena (fig. 9). Del príncipe Felipe sabemos que, a los carretón con su cinturón de lactante repleto de dijes (fig.
tres meses de su nacimiento, Margarita pidió que se le 12) en compañía de un mico, un perro y un pájaro, obra de
retratara en un naipe vestido de blanco, sentado en una Andrés López Polanco. Por su parte, igualmente, de Mar-
almohada carmesí y mostrando ya los brazos –sin garita Francisca, la séptima hija del matrimonio, existe un
fajar55–, para enviárselo a sus parientes alemanes56. Igual- retrato con unos pocos meses de vida, con todos sus dijes
mente Felipe III encargó, en esos primeros meses de vida y sentada sobre unos almohadones rojos (fig. 8), realiza-
del futuro Felipe IV, un retrato suyo sentado en una almo- do, de nuevo, por Santiago Morán63. Asimismo, el último
hada, con dijes y un mono57. Por su segundo cumpleaños, hijo del matrimonio, Alfonso Mauricio, fue retratado por
en 1607, Margarita pidió a Juan Pantoja de la Cruz un Bartolomé González (fig. 14)64, con sus dijes y sentado en
cuadro de Felipe vestido de “fraile, metido en un carretón un carretón; el mismo pintor también le retrató con dijes
y un pájaro en la mano”58. Asimismo, la reina encargó dos en compañía de su hermana Margarita (fig. 15)65 y en uno
retratos dobles de Felipe, vestido de fraile, con Ana Mau- triple con Margarita y Fernando (fig. 4) que fue enviado a
ricia para enviar a Flandes y a Alemania, de los que se Alemania.
conserva el último (fig. 10)59. De María Ana recién naci- Por tanto, lo que se percibe tras la lectura de estos
da, la tercera hija del matrimonio, se conoce, por una par- datos documentales es que se tiene constancia textual o
te, el encargo de la reina Margarita de un retrato suyo con visual de que a todos los infantes se les retrató a poco de
dijes, sentada sobre una almohada color carmesí, para nacer, tanto a las niñas como a los niños, y se les repre-
enviar a Flandes60 y, por otra, el lienzo en Viena (fig. 6), sentó con una serie de elementos que se repiten en el
por lo que cabe pensar que, como los anteriores dobles, se retrato del príncipe y en los retratos de los infantes indis-
hicieron dos copias para mandar a las dos familias. Tam- tintamente: la almohada color carmesí, los cinturones con
bién se conserva en la colección Cliveden Estate un retra- dijes y los hábitos, además de otros elementos típicos del
to de María Ana –hasta ahora inédito–, a la sazón de dos retrato infantil como son los carretones, los pájaros, los
años y diez meses, en el que aparece con una higa colga- monos o los perros.
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Retratos infantiles en el reinado de Felipe III y Margarita de Austria: entre el efecto y la política 29
El hecho de que se generaran tantísimas pinturas con o Italia73, en los que no aparecen. Esta particularidad lle-
estas características invita a pensar que se llegó a crear va a considerar que –aparte de que sea indiscutible que
deliberadamente una imagen propia para los retratos de esos objetos eran llevados por los niños usualmente tanto
los pequeños Habsburgo que permitía que estos fuesen en España como en Alemania como elementos de protec-
identificables y diferenciables respecto a los de otras ción–, de cara al retrato, podrían conformar una suerte de
casas dinásticas. Lo más probable es que fuera decisión seña de identidad de los retratos infantiles “Casa de Aus-
de los comitentes y que poco pudiera intervenir el pintor, tria”74 durante aquel reinado como para las reinas lo era el
pues se conservan retratos de distintos retratistas que repi- “joyel rico”, y ello por dos razones principalmente: los
ten el mismo esquema: Juan Pantoja de la Cruz (figs. 5 y hacía reconocibles y eran una seña de prestigio y majes-
6), Bartolomé González (fig. 7)66 y Santiago Morán (fig. tuosidad. De hecho, eran verdaderas joyas compuestas
8). Igualmente, en cuestiones estilísticas todos fueron por variados materiales preciosos75; basta recordar los
deudores de las propuestas de Antonio Moro (h. 1516-h. dijes de oro y diamantes que llevaba el infante Alfonso en
1576): fondo negro, los infantes en aparente relieve, su retrato, tal y como especifica la memoria.
hieráticos y mayestáticos, de modo que se resaltan las Por otra parte, sería un anacronismo considerar el uso
características icónicas propias del lenguaje de poder ya de dijeros bajo el prisma de la superstición, con las impli-
señalado67. caciones que esto tendría en relación a los comitentes,
Hasta ahora se ha considerado a la reina Margarita, la pues no se entendía como tal en el siglo XVII76. Cierta-
comitente de muchos de estos retratos, como la introducto- mente eran objetos que protegían de un “mal” que, princi-
ra de los objetos apotropaicos y, en particular, de los dijes palmente, se pensaba que afectaba a los niños de tierna
protectores del mal de ojo68, se han interpretado como con- infancia: el aojo77. Este “síndrome cultural”78 fue com-
cesiones a una cultura popular de carácter eminentemente partido por toda la sociedad; si acaso, la “cultura popu-
supersticioso69. La presencia de esos objetos normalmente lar”79 se diferenció por recurrir a hechiceras y curanderas
se ha relacionado con el hecho de que los retratos estaban por no disponer del suficiente nivel adquisitivo para acu-
destinados a familiares y, por ello, se ha considerado que la dir a médicos. Por esa razón, y para diferenciar las prácti-
imagen que proyectaban estaría alejada de lo que podría- cas “supersticiosas” del vulgo de las de la monarquía
mos entender como un retrato oficial, y que tan solo sería católica, distintos reyes encargaron desde el siglo XV, y
admisible en ámbitos restringidos70. Sin embargo, es nece- aún en el XVII, tratados de medicina que racionalizaban
sario tratar pormenorizadamente este asunto para compro- la explicación del mal80 por dos vías: una que lo entendía
bar hasta qué punto esas imágenes se pudieron considerar como producido por el diablo y que tenía remedio en el
inoportunas o inapropiadas en la época. seno de la Iglesia, y otra que lo explicaba por causas natu-
En primer lugar se sabe que la utilización de la higa y rales, biológicas, debido a la mala complexión del ojo del
de distintos objetos realizados con azabaches y coral eran que mira; el remedio lo daba la medicina81. No obstante,
bastante comunes en el siglo XVI; de hecho, hay constan- estas diferencias entre el vulgo y la realeza y la nobleza
cia de que los hijos de Felipe II los utilizaron71. Sin solo se reflejarían en el modo de comprender el mal, pero
embargo, es cierto que el uso de cinturones con dijes pare- no en la forma o el uso de tales objetos que, más o menos
ce que debió producirse de manera simultánea en la rama lujosos, eran compartidos por todos82. Incluso dentro de
imperial alemana y en la monarquía hispánica. En ambas la cultura visual de la época, eran un elemento de recono-
cortes los retratos en los que aparecen esos cinturones son cimiento de la propia edad del pequeño, es decir, un obje-
prácticamente contemporáneos: respecto a la corte hispá- to parlante que definía que el infante se encontraba aún en
nica se conoce el retrato de Ana Mauricia de 1602 (fig. 5) el periodo de lactancia, pues eran signos reconocibles por
y, respecto a la alemana, los retratos de Juan Carlos toda la sociedad. Esto lo evidencia el hecho de que uno de
(1605-1619) y el futuro Fernando III (1608-1657) –fecha- los elementos que identifican el disfraz de niño-recién-
dos entre 1607-8 y conservados en el Kunsthistorisches nacido en los teatros o en las mojigangas sean precisa-
Museum de Viena–. Ambos eran hijos de Fernando II de mente los dijes83.
Habsburgo (1578-1637) y, por tanto, sobrinos de Marga- La Iglesia respaldó esta creencia y, por ejemplo, Ana
rita, lo que evidencia las relaciones entre ambos. De este Mauricia, en su bautizo, “lleuaua riquissimas mantillas
modo, si bien la costumbre de vestir esos cinturones en la [antes bendecidas] y empoñaduras que el pontífice auía
corte puede que comenzara con la reina Margarita, el uso imbiado, y los pañales y embolturas, con indulgencias y
de dijes era ya anterior a su llegada, y por ello también lo dos jubileos pendientes de las embolturas”84. Igualmente,
era la creencia en la protección que procuraban72. fray Andrés de Soto demostró en 1607 las virtudes pro-
Lo cierto es que ese tipo de cinturones de lactancia tectoras del Agnus Dei85, así como se pusieron de moda
marcaron la imagen de los infantes de ambas casas en los azabaches sacralizados con forma de santo y el breverl
esos momentos y los diferencia de los retratos infantiles con salmos bíblicos86. Por su parte, la medicina puso su
contemporáneos que se produjeron en Francia, Inglaterra acento también en el empleo de toda clase de preventivos,
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Fig. 12. Andrés López Polanco: El retrato de Carlos y Fernando, 1610. Óleo sobre lienzo, 120,5 x 124 cm. Mallorca,
Museo Sa Bassa Blanca – Fundación Jakober.
Fig. 13. Anónimo: Retrato de María Ana, 1609. Óleo sobre lienzo, 106, 5 x 75 cm. Inglaterra, Colección Cliveden Estate.
piedras y hierbas, así como en el uso de distintos dijes, En conclusión, estas piezas reflejarían la doble natu-
como manifiesta Juan Alonso Ruizes de Fontecha (1560- raleza del retrato de corte al presentar objetos de la vida
1620) en uno de los tratados de cuidados infantiles más cotidiana que transcienden a una realidad simbólica a la
importantes de la época87 –que, de hecho, fue dedicado a que ya hace bastante tiempo aludió Julián Gállego. Por un
la reina Margarita durante su periodo más fértil88–, y lado, formarían parte de la cultura material de la vida coti-
tiempo después Juan de la Torre y Valcárcel89. Igualmen- diana de la Edad Moderna, pues realmente existía una alta
te, es cierto que en estos tratados a veces se arremete con- mortandad infantil y los padres tuvieron que aferrarse a
tra el uso de la higa –por su forma obscena y su origen todas las posibles soluciones que se les ofrecieran para
pagano– como parte de la superstición, envés de la doctri- salvar la vida de sus vástagos, y más aún cuando se trata-
na católica90, pero también lo es que no quedaba del todo ba de la perpetuación dinástica96; y, por otro lado, ayuda-
clara la distinción entre lo natural y lo mágico, la medici- ron a configurar una imagen ideal de la infancia regia, con
na y lo supersticioso, puesto que el médico Ruizes de los dijes como joyas que aportaban prestigio y suntuosi-
Fontecha también recomienda el uso de la higa en casos dad a los lactantes de la Casa de Austria.
extremos91. Lo mismo ocurre con la mano de tejón, que Por su parte, otro de los elementos que ayudaron a crear
no suele aparecer en los tratados médicos, pero hay que la imagen de majestad para los infantes de menor edad fue-
ser conscientes de que una cosa era la teoría y otra, bien ron las almohadas. Sabine Weiss ya señaló que en la corte
distinta, la praxis, pues Covarrubias92 y Madame d’Aul- austriaca era habitual colocar a los niños recién nacidos
noy93 explican la utilización habitual de esos objetos entre sobre este tipo de almohadas97. No obstante, parece que
personas de todas las clases sociales. De este modo, los además pudieron llegar a adoptar un cierto sentido simbóli-
retratos con los infantes repletos de dijes no deberían de co en estos retratos98 que, una vez más, los diferencia de los
estar destinados necesariamente a un ámbito restringido, retratos de infantes franceses e italianos, en los que los recién
lo que se ve corroborado en el hecho de que en uno de los nacidos normalmente aparecen tumbados. La fórmula de
retratos del infante Alfonso que encargó Felipe III para la representar a los recién nacidos sobre una almohada no es un
Galería de Retratos del Pardo, el niño lleva un cinturón de rasgo que se inventara en este reinado99 y posiblemente su
lactante con dijes (fig. 14)94, y que este mismo infante origen se debe al interés por relacionar a los infantes con las
también llevó puesto un dijero en un acto público tan representaciones del Niño Jesús que se popularizaron en
importante como fueron las Capitulaciones de la reina de Alemania desde el siglo XV (fig. 17)100. Probablemente la
Francia95. elección de esta fórmula se debería a la necesidad de trasmi-
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Retratos infantiles en el reinado de Felipe III y Margarita de Austria: entre el efecto y la política 31
Fig. 14. Bartolomé González: El Infante Alfonso el Caro, h. 1611-1612. Óleo sobre lienzo, 183 x 109, Mallorca,
Fundación Jakober.
Fig. 15. Bartolomé González: La infanta Margarita y el Infante Alonso el Caro, 1611-12. Óleo sobre lienzo,
144 x 118 cm., Madrid, Instituto Valencia de Don Juan.
tir visualmente algo tan complicado como era que un recién Jesús era el jilguero –símbolo de la Pasión por su gusto
nacido impusiera respeto, alabanza y dignidad regia. Tenien- por el cardo y el color rojo de sus plumas–, animal que
do esto en cuenta, no podría encontrarse un modelo mejor también es frecuente en los retratos infantiles de todos los
que el Niño Jesús para la representación de un infante, com- países (figs. 7, 9 y 14). Estos puntos de conexión deben de
prendiendo que la realidad política del Antiguo Régimen hacernos reflexionar sobre si las citas visuales iban en una
reconocía a los monarcas y príncipes como una raza semidi- dirección o en ambas. El hecho de que nos encontremos
vina que estaba aparte del resto de los mortales101. Por otro en un camino de ida y vuelta se manifiesta en que, en oca-
lado, debemos partir de la premisa de que muchos de los siones, para humanizar al Niño Jesús se le colocaban
retratos serían construcciones del pintor, puesto que en oca- amuletos de coral como los que llevaban los infantes, del
siones se les representó sentados demasiado pronto102. mismo modo que sabemos que uno de los juguetes favo-
En relación a estas citas visuales, Burke explica que, ritos de los niños eran los pájaros106. Nos encontramos de
para que su lectura fuera la adecuada, se debía presuponer este modo con contaminaciones entre lo laico y lo religio-
la familiaridad del observador con las imágenes a las que so que garantizaban una lectura adecuada de la imagen de
se hacía referencia103. En este caso, su eficacia estaba ase- un recién nacido que, ante todo, debía imponer respeto e
gurada, pues la representación del Niño Jesús sobre un irradiar majestuosidad.
cojín era un modelo conocido por todo el mundo; estaba En este contexto se puede considerar entonces la
tan extendido que incluso partiendo de él se llegaron a pintura que se conserva en el monasterio de las Descal-
realizar moldes de barro para dulces de Navidad104 y feli- zas Reales de Madrid que hasta fechas recientes se con-
citaciones de Año Nuevo (fig. 17)105. sideraba un Niño Jesús de Pasión (fig. 16), pero que
Además, de todos los signos prefigurativos, el que actualmente se piensa que posiblemente se trata de un
aparecía con mayor asiduidad acompañando al Niño retrato de un infante a lo divino107. García Sanz apunta
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Fig. 16. Anónimo: Niño Jesús. Óleo sobre lienzo, 62 x 50 cm. Madrid, Monasterio de las Descalzas Reales,
Nº. Inv.: 00612064.
Fig. 17. Anónimo: El Niño Jesús en un Jardín (Felicitación de Año Nuevo con indulgencia), 172 x 116, Berlín,
Staatsbibliothek y en Munich, Staatsbibliothek.
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Retratos infantiles en el reinado de Felipe III y Margarita de Austria: entre el efecto y la política 33
Además, en el Kunsthistorisches Museum de Viena se Los retratos citados no son los únicos testimonios
conserva un retrato posterior de Carlos José de Habsburgo visuales de esta práctica ni tampoco es España el único
(1649-1664) (fig. 18) que sigue exactamente las mismas país en el que se llevaba a cabo. En el Palazzo Pitti se
pautas que el de las Descalzas Reales, aunque ‘sin divini- conserva un retrato anterior de Francisco (1594-1614) y
zar’, lo que demuestra que esta manera de representar a los Catalina (1593-1629) de Médicis, cuando eran niños
infantes debió de extenderse con relativa facilidad. De (fig. 11), realizado por Cristofano Allori (1577-1621),
hecho, existe también un retrato de un niño polaco con en el que el varón aparece vestido con un hábito. Igual-
pocos meses fechado durante el último tercio del siglo mente, si nos retrotraemos un poco más atrás en el tiem-
XVII –conservado en la Fundación Yannick y Ben Jako- po, uno de los milagros que se representan en el retablo
ber–, que continúa con los mismos componentes, aunque del Beato Agostino Novello de Simone Martini (h.
algo metamorfoseados: vestido de blanco, sentado sobre 1284-h. 1344) tiene como protagonista a un lactante,
un cojín de color carmesí y con un jilguero en la mano. hijo de Margherite y Miguccio Paganelli, que se ha caí-
Otro de los elementos que aparece en tres de estos do de la cuna. Con la esperanza de que el pequeño se sal-
retratos –y algún otro tan solo documentado– son los hábi- ve hacen una promesa a Agostino Novello: si él vive, lo
tos de fraile, de monjes y monjas, cuya presencia ha dado llevarán al altar del beato vestido de fraile agustino.
lugar a diversas interpretaciones que afectan al entendi- Como todo terminó bien, las mujeres cumplieron su
miento global de esas imágenes112. Al igual que el de los voto, tal y como aparece en el retablo119.
dijes, su uso debe comprenderse como un medio profilác- Quizá Margarita de Austria fue más dada a realizar pro-
tico y, además, como intercesor ante los santos, tal y como mesas de este tipo que el resto de las reinas, pero esto, al
indicó Marías113. Sin embargo, la presencia de los hábitos menos hasta donde llegan nuestros conocimientos, no se
en los retratos no debería considerarse inadecuada, ni un puede constatar. No obstante, por lo expuesto, podemos
exceso de religiosidad por parte de la reina Margarita que comprobar que en la mentalidad de la época estas muestras
fuera introducido exclusivamente por ella, o que, por este de religiosidad, que lindan en muchos sentidos con lo que
motivo, esos retratos fueran necesariamente íntimos y pri- ahora comprendemos como prácticas supersticiosas, no
vados como en ocasiones se ha señalado. deberían ser razón suficiente para limitar ni restringir que el
La razón de que no se conozcan más retratos de infantes público viera los retratos. Toda la sociedad, tanto la plebe
hispánicos vestidos con hábito probablemente se deba a que como la élite, compartían el mismo temor hacia la muerte y
casi de ningún otro reinado hispánico se conservan tantos cada cual ponía medios para prevenir cualquier mal en la
retratos de niños con tan poca edad, pero lo cierto es que esta medida de sus posibilidades y sus prácticas culturales. En
costumbre era bastante antigua en Castilla. Sus funciones este punto, al igual que con los dijeros, hay que diferenciar
principales serían la votiva y la protectora. Se sabe que al también entre el receptor observador y el participante. En
futuro Felipe II, recién nacido, le enviaron desde Córdoba el aquella época, todo el que viera el retrato, como receptor-
hábito de sor Magdalena de la Cruz tal vez por una promesa participante, entendería perfectamente esa práctica120,
de la emperatriz, quien debió de buscar la intercesión de la mientras que el observador actual, que es completamente
beata114. También esta costumbre estaba extendida entre la ajeno a ella, tiene limitaciones en su comprensión, máxime
nobleza pues, estando embarazada en 1535, doña Estefania si no la considera en el contexto postridentino –debemos
de Requensens escribió a su madre: “també me e fet algunes insistir en que muchos de estos retratos se enviaban a Ale-
dilijències de devocions, que si és filla tinc promès de abans mania y a Flandes– en el que la imagen de los infantes ves-
que em sentís prenyada que aurà nom Maria Anna y que tidos con hábitos de órdenes mendicantes, sobre todo, de la
anirà un tems vestida de blau y blanc, y si ès fill Juan Batis- orden concepcionista, encarnaba la viva imagen de la Con-
te y Juan Evangeliste y que anirà vestit un tems del àbit de trarreforma. Que no se hicieran este tipo de retratos con
Sent Francès, y desde el día que naxerà se a de vestir de estes hábitos o con dijeros para enlaces matrimoniales u otros
colors”115. Asimismo, cuando en 1536 nació el tercer hijo de fines oficiales se debía a que estos elementos normalmente
Juan de Zúñiga, de su mismo nombre, su madre le vistió con se llevaban durante los periodos de mayor debilidad física,
el hábito de Nuestra Señora de la Concepción116. Igualmen- como eran los años más tiernos de la infancia, y no para las
te era común que cuando un niño enfermaba se le vistiera prácticas de tipo oficial, que solían comenzar con la edad de
con el hábito de un santo para que se recuperara: en 1631, la razón: la puericia121.
cuando Teresa de Sada, una niña de aproximadamente tres Al margen de la indumentaria y los elementos que la
años, enfermó, le hicieron un hábito y su abuela la ofreció a acompañaban, es interesante hacer notar que en los retratos
la Madre Santa Teresa de Jesús117. Tan frecuente era el uso documentados de la descendencia de Felipe III no aparecen
de estos hábitos que en tratados de sastrería, como el de juguetes, como sí ocurría en el reinado anterior. Quizá esto
Francisco de la Rocha, se explica detenidamente cómo se se deba también a la imagen ideal que se pretendía proyec-
debían cortar los hábitos de distintas órdenes para los niños tar de la infancia regia, ya que la ausencia de divertimentos
y las niñas118. estaba lejos de la realidad: es bien sabido que los infantes
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tenían juguetes y todo tipo de objetos en miniatura a su dis- En definitiva, parece que la aparente escasez de retratos
posición122. No ocurre lo mismo con los animales, si bien infantiles en España no fue tal, ni tampoco parece que sea
los más recurrentes son el jilguero, que se relacionaba con evidente que existiera un giro copernicano a favor de la
las representaciones de la infancia de Jesús, y el mico, que infancia a partir del siglo XVIII128. De hecho, el análisis de
no dejaba de ser un elemento de lujo y distinción prove- la producción de retratos de los vástagos del tercer Felipe
niente de Brasil123. refuerza, desde el caso hispánico, la tesis de Linda Pollock
La configuración de una imagen ideal de la infancia está acerca de que las relaciones paterno-filiales han permaneci-
presente también por el hecho de que los niños no aparecen do inmutables a lo largo de la historia129, y a su vez pone en
sonriendo. La explicación se encuentra en los tratados de la cuestión esa idea de que su reinado deba considerarse un tan-
época, donde se expresa que la risa “para ninguna edad es to anodino respecto al arte130. Igualmente este estudio pone
decorosa, cuanto menos para la niñez”, y se pensaba que de manifiesto la importante presencia de los retratos infanti-
estaba condenada por las Sagradas Escrituras porque se rela- les en la vida cotidiana de la familia real y su versatilidad,
cionaba con los locos y necios, como indican Pineda124 y pues todos ellos estaban sujetos a las fórmulas del retrato ofi-
Erasmo de Rotterdam125. Es comprensible que no se quisie- cial –aún apareciendo dijes o hábitos– independientemente
ra relacionar la imagen de los infantes –al igual que la de los de su uso. Así, el mismo retrato podía colocarse en el apo-
adultos– con estas consideraciones, sino más bien mostrar sento de Isabel Clara Eugenia con un sentido meramente
que, como miembros de la familia real, su elevada condición familiar, tal y como indican sus afectivas palabras: “todo el
les hacía aborrecer la torpeza y la fealdad de la risa126. De adorno de mí aposento son los retratos, con que paso la vida,
hecho, Erasmo, en De la urbanidad en las maneras de los ya que no puedo gozar los vivos”131, y en la Galería de Retra-
niños, aconseja que la boca se muestre “con los labios besán- tos del Pardo o del Schloss Ambras, donde se yuxtaponían
dose entre sí ligeramente” como parte de los buenos moda- las motivaciones de índole familiar, documental y dinástico
les que debían aprender127. Al mismo tiempo, el mayor inte- con otras de carácter político. Dicho de otro modo, tras la
lecto de los infantes hacía que estos se admirasen de muy imagen que la monarquía debía proyectar de todos sus
pocas cosas y, por eso, quizá, tampoco ninguno de ellos miembros, estos retratos podían llegar a adquirir un fuerte
presta atención a los animales que los acompañan. Esto indi- valor sentimental, como se apuntó en relación con la serie de
ca que es una imagen completamente configurada para mos- las capitulaciones de Francia y que se constataría igualmen-
trar la majestad de una persona perteneciente a la realeza, y te en un estudio que continuara con los retratos pueriles132.
no “niños tristes”. Los niños jugaban y, presuponemos, se De este modo, una misma imagen provocaba distintos senti-
divertían. Sin embargo, en los retratos no se muestra una mientos entre quienes las poseían; ya vimos que Isabel Cla-
imagen realista de la infancia, sino una construcción com- ra Eugenia y el archiduque Alberto no sintieron la misma
pletamente idealizada, acorde con las normas de decoro y en emoción al ver por primera vez el retrato de su sobrina; al
relación con la imagen política y religiosa que la monarquía igual podemos imaginar que el retrato de la infanta María
quería proyectar. Por la misma razón, esos retratos tampoco difunta no sería valorado del mismo modo por la condesa de
pueden considerarse un reflejo de una supuesta escasa valo- Barajas que por la reina Margarita, pues lo que importa es la
ración de la infancia, ya que debemos tener en cuenta que el relación personal que tenía el representado con quien con-
concepto que prima en ellos no es solo dar fe de una edad, templaba su retrato. Al margen de las fórmulas que emplea-
sino especialmente representar la majestad regia en una ima- ran los pintores y de sus funciones político-representativas,
gen idealizada de los infantes. Sin embargo, no por ello quien miraba el retrato podía encontrar en él el punctum del
debemos considerar que en este periodo la niñez estuviese que habló Roland Barthes133, ese “azar” que hace que una
desestimada sino que, muy al contrario, la gran cantidad de misma imagen haga sentir de manera diferente a distintas
encargos de retratos son testimonio del afecto que se profesó personas, aquello que hace que se pueda llegar a amar una
a los miembros más jóvenes de la familia. imagen o que una imagen pueda llegar a emocionar.
NOTAS NOTAS
1 Este trabajo forma parte de un estudio más amplio, que llevé a cabo dedicación a este proyecto. Igualmente quiero trasmitir mi agrade-
como Trabajo de Fin de Máster, titulado Imágenes de la infancia y cimiento a otros profesores que me han ayudado en distintos pun-
tos del trabajo: de la Universidad Complutense, Ángel Aterido
la puericia en la corte de los Austrias, leído ante tribunal el 24 de
Fernández y Maite Cruz Yábar; de la Universidad Autónoma de
septiembre de 2013 en la Universidad Complutense de Madrid. Madrid, Luisa Elena Alcalá Donegani, Álvaro Molina Martín y,
Hay muchas personas, familiares y amigos que me han prestado su especialmente, Jesusa Vega González; y de la Universidad de
ayuda a lo largo de la elaboración de esta investigación pero, sobre Granada, Laura Oliván Santaliestra.
todo, quisiera agradecer a mis directores, Miguel Morán Turina y 2 Sin referencia en Almudena PÉREZ MARTÍN, Margarita de Austria,
José Riello, su apoyo incondicional, sus consejos y su esmerada Reina de España, Madrid, 1961, p. 96.
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3 Sobre los cuatro retratos documentados de la reina en estado de Felipe III y que publicó Juan José JUNQUERA, “Las Descalzas Reales
buena esperanza, véase Maria KUSCHE, Juan Pantoja de la Cruz y de Valladolid y algunas de sus pinturas y esculturas”, Archivo Español
sus seguidores B. González, R. de Villandrando y A. López de Arte, XLVI, 182, 1973, pp. 159-179 (pp. 168-170). Lo primero que
Polanco, Madrid, 2007, pp. 105-108. llama la atención en las memorias es que destacan, en cuanto a canti-
4 La reina Margarita tardó en quedarse encinta, por primera vez, dos dad, los retratos infantiles; todos ellos están minuciosamente descri-
años, y en dar un heredero al trono, seis. Se ha estudiado cómo se tos, y suelen registrarse la fecha de cada uno y el destino que tenían.
visualiza la preocupación de la reina por la fecundidad en una serie Gracias a ello contamos con información sobre la producción, pero
de pinturas de devoción; véanse Fernando MARÍAS, “Juan Pantoja también sobre los elementos que integraban la imagen, la edad de los
de la Cruz: el arte cortesano de la imagen y las devociones femeni- niños y la difusión y el alcance de los retratos dentro del panorama
nas”, en La mujer en el arte español, VIII Jornadas de Arte CSIC, cortesano europeo.
Madrid, 1997, pp. 102-116 y, sobre todo, María Cruz DE CARLOS, 7 No está claro si la infanta vivió uno o dos meses, puesto que la docu-
“Entre el riesgo y la necesidad: embarazo, alumbramiento y culto a mentación del Archivo General de Palacio señala que vivió desde
la Virgen en los espacios femeninos del Alcázar de Madrid (siglo febrero a marzo de 1603 y, sin embargo, De Guzman 1617 fol. 132v.
XVII)”, Arenal: Revista de historia de mujeres, XIII, 2, 2006, pp. cuenta que María nació en enero. Quizá este valor del recuerdo y de
263-290. querer dejar constancia de todos sus hijos lo había heredado la reina
5 Dentro de la realidad política de una reina consorte era inseparable el Margarita de su familia, porque ella misma fue retratada junto al
deseo maternal, inherente al ideal de la buena mujer, del papel polí- resto de sus hermanos, incluso con aquellos que murieron en la
tico que la convertiría en una buena soberana. En palabras de Diego infancia, en el retrato de Jakob de Monte, La familia del archiduque
de Guzmán, “si deseó la reyna nuestra señora tener hijos, fue para Carlos II, conservado en la catedral de Graz con una copia en perga-
assegurar la sucession destos grandes reynos, y para tener nueuas mino, localizada en Klosterneuburg. Quisiera agradecer a Wolfgang
prendas con que assegurarse mas el coraçon de su marido”; Diego Christian Huber, conservador del Kunstasammlungen, que atendie-
DE GUZMÁN, Vida y muerte de doña Margarita de Austria, Madrid, ra amablemente mi petición, que me remitiera la imagen y me diera
1617, fol. 222 v. De hecho, la necesidad de tener un vástago para que valiosa información sobre ella.
la reina ocupara el lugar que debía en la corte es visible también gra- 8 Aspecto ampliamente analizado por Juan Miguel SERRERA,
cias a los testimonios de quienes trataban con ella; Orazio della Rena, “Alonso Sánchez Coello y la mecánica del retrato de Corte”,
secretario de la embajada toscana en Madrid, señalaba que “la Reina Alonso Sánchez Coello y el retrato en la Corte de Felipe II, catálo-
por su mansedumbre no tiene parte ni autoridad alguna en el gobier- go de la exposición (Madrid, Museo del Prado, 1990), Madrid,
no y si no despierta con el parto de un hijo varón y no empieza a atre- 1990, pp. 38-63.
verse, permanecerá siempre en su indiferencia, y es de temer que per- 9 No obstante, sobre todo a partir de los años noventa se realizaron
manezca perpetuamente, pues su modestia no da lugar, ni su poco algunos trabajos aislados que merecen especial mención por tratar
ánimo, a que se aficione a entrometerse en cosas de gran importan- distintos retratos de niños de este reinado. En primer lugar, el artícu-
cia”; carta de Orazio Della Rena, 1605, f. 10r, citada en Roberta lo de Serrera, ya citado, en el que estudió varios retratos de niños
MENICUCCI, “«El sol de España y las mediceas estrellas»: la política haciendo referencia a sus usos y funciones. Asimismo, las publica-
toscana hacia la corona española”, Glorias Efímeras. Las exequias ciones de Fernando Marías son pioneras por su interés acerca de los
florentinas por Felipe II y Margarita de Austria, catálogo de la retratos de niños de la Casa de Austria; en los dos primeros incidió
exposición (Valladolid, Sala Municipal de Exposiciones del Museo en el papel de las mujeres de la corte como comitentes; véase Marías
de la Pasión, 2000), Madrid, 2000, pp. 63-86 (p. 74). Asimismo, la 1997, pp. 102-116 y “¿Un rey solo? Felipe II, sus mujeres y las
importancia que tenía este hecho se evidencia visualmente; no se ha artes”, Felipe II y el arte de su tiempo, Visor, Madrid, 1998; en el ter-
afirmado en ninguna ocasión que es bastante representativo que el cero trató particularmente la imagen del príncipe de Asturias: “La
retrato de la reina embarazada se enviara a la familia junto al del re/presentación del heredero: la imagen del Príncipe de Asturias en la
rey vestido con traje militar y, en último plano, el sitio de Ostende, España de los Austrias”, Ceremoniales, ritos y representación del
que mostraba cómo a partir de 1601 –año en el que la reina se poder, Universitat Jaume I, 2004, pp. 109-142. También las exposi-
quedó embarazada– los ejércitos españoles se unieron a los archi- ciones producidas por la Fundación Yannick y Ben Jakober, así como
duques en contra de los rebeldes flamencos. De este modo, la pare- la organizada por la Sociedad Estatal para la Conmemoración de los
ja de retratos mostraría el buen estado de la monarquía bajo el Centenarios de Felipe II y Carlos con el nombre de El linaje del
nuevo reinado: Felipe III era capaz de llevar las riendas del ejérci- emperador, en la que se analizaron varios retratos de infantes en el
to y la reina estaba capacitada para dar nueva sucesión al trono; a artículo que realizan Ana García Sanz y Leticia Ruiz y en la sección
su vez, ambos mantenían una estrecha relación con las otras ramas llamada “La sucesión”, que han ayudado a incrementar el conoci-
de la familia, lo que manifestaba un buen panorama de cara a la miento de estos retratos tanto como su fortuna crítica, ofreciendo
política exterior. Por tanto, debemos comprender cómo el afecto y grandes aportaciones; véase El linaje del emperador, catálogo de la
el interés político eran sentimientos perfectamente compatibles en exposición (Cáceres, Centro de Exposiciones San Jorge), Madrid,
las relaciones que guardaban los distintos miembros de la familia 2000. En último lugar, es destacable el artículo de Mercedes
real hacia la prole. Llorente, en el que aborda el estudio de los retratos infantiles aten-
6 Todo ello lo sabemos gracias a que, para el estudio del retrato en el diendo a sus particularidades y relacionándolos con los tratados de
reinado de Felipe III y Margarita de Austria, contamos con una rique- educación de la época; Mercedes LLORENTE, “Portraits of Children at
za documental excepcional: dos relaciones de “cuadros para el servi- the Spanish Court in the Seventeenth Century: The Infanta Margarita
cio de la reina y por su mandado” (1600-1608) y “para el servicio del and the Young King Carlos II”, Bulletin for Spanish and Portuguese
rey” (1603-1608) realizados por el pintor Juan Pantoja de la Cruz Historical Studies: Vol. 35: Iss. 1, Article 3, 2011, pp. 43-60.
–publicadas por primera vez en Ricardo DE AGUIRRE, “Juan Pantoja de 10 Para ello las imágenes se han comprendido al margen de sus cali-
la Cruz, pintor de cámara”, Boletín de la Sociedad Española de dades artísticas, por medio de una suerte de historia antropológica
Excursiones, XXX, 1, 1922, pp. 17-22; y del mismo autor y misma del arte analizándolas por su uso y su función, y entendiéndolas
revista, “Juan Pantoja de la Cruz, pintor de cámara: II”, XXX, 4, 1922, visualmente como fruto de un contexto político, religioso y cultu-
pp. 270-274–; y dos memorias presentadas por Bartolomé González ral determinado; en este sentido se engloba también metodológica-
en agosto de 1617 y en marzo de 1621 que contenían 97 retratos de la mente dentro de los estudios de cultura visual.
familia de Felipe III –publicadas por primera vez en José MORENO 11 Antonio DE GUEVARA, Libro llamado aviso de privados y doctrina de
VILLA y Francisco SÁNCHEZ CANTÓN, “Noventa y siete retratos de la cortesanos, Sevilla, ed. facsímil 1545, 2007, fol. 189 v.; Diego DE
familia de Felipe III por Bartolomé González”, Archivo Español de GURREA, Arte de enseñar hijos de príncipes y señores, Lérida, 1627,
Arte y Arqueología, 38, 1937, pp. 127-157–; las tres memorias apare- f. 18v-19r.; Juan Andrés RICCI, La Pintura Sabia, 2 vols., edición
cen enteramente publicadas en el anexo documental de Kusche 2007, facsímil 1649, a cargo de Fernado Marías y Felipe Pereda, Madrid,
pp. 475-479, 480-485, 510-524; a él se remitirá al lector cuando sea 2002, fol. 92r.; y Diego DE GONZÁLEZ DE SALCEDO, Nutrición real.
preciso. A estas hay que añadir una memoria algo menor, pero espe- Reglas o preceptos de cómo se ha de educar a los reyes mozos desde
cialmente interesante, de los trabajos que Santiago Morán hizo para los siete a los catorce años, Madrid, 1671, fol. 20v.
Anu. Dep. Hist. Teor. Arte, vol. 25, 2013, pp. 23-42. ISSN: 1130-5517
36 Gemma Cobo Delgado
12 Pedro DE MEXÍA, Silva de varia lección, Madrid, 1673 [1540], pp. para las niñas se realizara con menor edad que para el varón. Sobre
118 y 119; y Juan DE PINEDA, Diálogos familiares de la agricultu- la saya, véase Carmen BERNIS, “La moda en la España de Felipe II a
ra cristiana, tomo I, Madrid, 1963 [1589], tomo I, diálogo II, XXII, través del retrato de corte”, en Alonso Sánchez Coello y el retrato en
pp. 135-137. A diferencia de los anteriores libros citados, existían la corte de Felipe II, catálogo de la exposición (Madrid, Museo del
ejemplares de ambos en la biblioteca de Felipe IV en la Torre Alta Prado, 1990), Madrid, 1990, pp. 65-111 (pp. 88-89 y 111).
del Alcázar de Madrid; del primero, dos ediciones: la Silva de varia 19 Véase la transcripción del documento en Kusche 2007, p. 511.
lección de 1547 y la Nuoua seconda selva di varia lettione de 1583 20 De hecho, en 1615, el año en que por fin se iba a efectuar el inter-
(véase Fernando BOUZA, El libro y el cetro: la biblioteca de Felipe cambio de las princesas, Felipe III encargó a Santiago Morán un
IV en la Torre Alta del Alcázar de Madrid, Salamanca, 2005, pp. juego de seis naipes de los hijos que le quedaban, “que a 17 de
556 y 563), por lo que podemos constatar que durante el siglo XVI junio se entregó en el guarda hoyas de Su Magestad”. Es posible
y XVII los reyes conocieron estas obras y también las delimitacio- que estas miniaturas estuvieran destinadas a acompañar a Francia,
nes de la niñez que en ellas se contemplaban. en noviembre de dicho año, a la infanta Ana Mauricia. Documento
13 “La infancia, que quiere dezir niñez, de niño que no habla, y transcrito en Junquera 1973, p. 170.
podriamos la llamar inocencia; porque nuestro castellano no tiene 21 Aparecen en la “Relación de las pinturas que quedan en la guarda-
vocablo particular, que signifique infancia. El espacio y tiempo que joyas que no están entregadas al s.r. don joan Pacheco y quedan por
a esta se da son quatro años; en el qual principal mente tiene domi- q[uen]ta del s.r her[nan]do espejo”, Alcázar de Madrid de 1621:
nio la luna, que es el primero y mas cercano planeta a la tierra, y “[1860-1862] Tres lienzos en los que están retratados los siete hijos
por esto generalmente conforman las calidades que este planeta del Rey nuestro señor que está en gloria, bestidos de blanco, en vno
influia en esta edad: el cuerpo humano es humilde, blando, de poca el Rey nuestro señor presente y la Reyna de Francia, en el otro el
fuerça, movible”; véase Mexía 1673 [1540], p. 118. ynfante y doña Maria y en el otro Fernando Alonso y Margarita”;
14 De los cuatro a los catorce: “llamamos puericia, por la pureza, è utilizo las transcripciones de los Inventarios Reales, vol. I (1555-
inocencia de aquella edad”, “es la niñez, y principio de mocedad en 1623), que la Biblioteca del Museo Nacional del Prado ofrece con
el hombre. En esta en lo general es governador el planta llamado la signatura SG PRA. Gen. (55).
Mercurio, q esta en el cielo [...]. En esta edad conforme a la natu- 22 Este envío también demuestra que Felipe III siguió la tradición de su
raleza de este planeta, los hombres comiençan a mostar su ingenio, esposa y continuó enviando retratos con una función principalmente
y avilidad para las letras: leer, y escrivir tañer, y cantar. Son doc- familiar a la corte alemana, en particular al emperador Fernando II,
trinables, aparejados para ser enseñados muy movibles en sus pro- quien era el hermano favorito de la reina; véase Pérez Martín 1961,
positos inconstantes, y livianos”; véase Mexía 1673 [1540], p. 119. pp. 94-95. Aunque tampoco debamos olvidar su sentido político: el
15 Pineda 1963 [1589], tomo I, diálogo II, XXII, pp. 135-137. posible deseo del rey de hacer gala del buen panorama dinástico que
16 Tal y como señaló Gonzalo Sánchez-Molero, la evolución social ostentaba la monarquía hispánica por aquellos momentos, a lo que
del individuo se expresaba por medio de una transición en tres eta- habría que añadir que por aquel entonces el emperador Fernando
pas, que hemos de considerar como ritos de paso: la lactancia, el tenía a sus dos hijos, el archiduque Juan Carlos (1605-1619) y al
destete y la imposición del “hábito de galán” que coincide con el futuro Fernando III (1608-1657), en edad de comenzar sus negocia-
final de la inocencia y con el inicio de la puericia; véase José Luis ciones matrimoniales. De hecho, tras la muerte de Juan Carlos, sería
Gonzalo SÁNCHEZ-MOLERO, El aprendizaje cortesano de Felipe II: Fernando III quien, sobre todo a partir de 1617, se vería como el per-
la formación de un príncipe del Renacimiento, Madrid, 1999. pp. fecto candidato para María Ana y terminaría finalmente contrayendo
33 y 51-54. Al respecto es interesante el trabajo de Llorente 2011, matrimonio con ella, a pesar de las distendidas negociaciones de ésta
en el que señala que Las meninas y el Retrato de Mariana de con el príncipe inglés. No obstante, este tipo de tramitaciones ya res-
Austria de Juan Bautista Martínez del Mazo muestran el momento ponden a los retratos pueriles y se escapa del tema aquí tratado.
liminal en el que se está produciendo el cambio entre la infancia y 23 El interés por la cronología y la epigrafía familiar, estudiado con
la puericia. varios ejemplos de retratos infantiles europeos del siglo XVI y
17 No obstante, es preciso señalar un impedimento a la hora de preci- XVII, en Philippe ARIÈS, El niño y la vida familiar en el Antiguo
sar esta “subdivisión”: la duración del periodo de lactancia era dis- Régimen, Madrid,1987, pp. 35-37.
tinta para cada niño y, a diferencia de los infantes de otros reinados 24 El pintor de corte Santiago Morán sigue siendo aún una figura bas-
en los que sí conocemos la duración de la lactancia de cada uno de tante desconocida; sobre los datos que hasta el momento se
ellos, aún no se ha hallado suficiente documentación acerca de las conocían, véase José Manuel CRUZ VALDOVINOS, “Sobre el pintor de
nodrizas de éstos para saberlo; no obstante, véase “Amas de leche” cámara Santiago Morán el Viejo (1571-1626)”, Anales de Historia
en Félix LABRADOR ARROYO, “Casa de la reina Margarita de del Arte, n.º extra 1, 2008, pp. 171-188. Este retrato podría atribuir-
Austria por oficios (1599-1611)”, en José MARTÍNEZ MILLÁN y M.ª se a Morán por varias razones: es el único retrato que se conserva de
Antonieta VISCEGLIA (dirs.), La monarquía de Felipe III: La Corte, la niña a esa edad y con estas características; no aparece ninguno
vol. III, Madrid, Fundación MAPFRE-Instituto de Cultura, 2008, semejante en las memorias de Pantoja de la Cruz y de Bartolomé
pp. 930-945. Sin embargo, por término medio la lactancia de una González; y por la edad encaja perfectamente con los retratos de la
persona real solía durar como mínimo un año y medio y podía lle- memoria que Junquera 1973 publicó de obras realizadas por
gar a prolongarse unos tres años; véase Luis CORTÉS ECHANOVE, Santiago Morán entre el 1 de enero de 1608 hasta fin de junio de
Nacimiento y crianza de personas reales en la Corte de España: 1618 para el rey Felipe III, pues en 1609 la niña tendría dos años y
1566-1886, Madrid, Escuela de Historia Moderna, 1958 y diez meses, tal y como aparece en la inscripción del cuadro. Además,
Margarita GARCÍA BARRANCO, Antropología histórica de una élite uno de los retratos descritos es prácticamente idéntico al que nos
de poder: las reinas de España, tesis doctoral, Universidad de ocupa: “El otro es de la Infanta D. María, entero, en pie, vestida de
Granada, 2007. blanco con un Jesus de oro en el pecho y una galera de oro al lado
18 Existen dos posibilidades para explicar que la infanta no aparezca derecho y una cadenilla de oro menuda pendiente del Jesus y una
con el vaquerillo: que Margarita aún siendo menor de cuatro años se higa guarnecida de oro al lado izquierdo y con su cinturilla de esme-
considerase que había traspasado el periodo de la infancia por su raldas y puntas por la faja y la mano derecha arrimada encima de la
madurez y se encontrara ya en la puericia, o que hubiera mayor cabeza de un mono que está sobre un bufete carmesí, con un
variedad de trajes en el periodo de la infancia para las niñas que para pabellón de lo mismo” (p. 169). Sobre todo se distinguirían en el
los niños, para los que solo existía el vaquerillo; véase Francisco DE Cristo pero, como es bien sabido, era habitual realizar copias y en
LA ROCHA, Geometria y traça perteneciente al oficio de sastres, ellas cambiar ciertos detalles con el fin de amoldarlos mejor a su
Valencia, 1618, pp. 184-188. Por esta razón, al menos en este perio- receptor o a la función que fuese a cumplir. Por otra parte, no quiero
do, es más fácil identificar el cambio entre las dos edades en los dejar de mencionar en relación a Morán que, gracias al estudio de los
varones que en las mujeres, pues existen varios retratos en los que retratos de niños difuntos, podría documentarse una obra de este pin-
aparecen las infantas Ana Mauricia, María Ana y Margarita con la tor. Al revisar la memoria de la muerte en 1623 de Margarita
saya entera de niña con tan solo dos y tres años de edad. No obstan- Catalina, hija de Felipe IV e Isabel de Borbón, a quién se la retrató
te, también es posible que el cambio entre la infancia y la puericia difunta –dato dado a conocer por García Barranco 2007, p. 420–,
Anu. Dep. Hist. Teor. Arte, vol. 25, 2013, pp. 23-42. ISSN: 1130-5517
Retratos infantiles en el reinado de Felipe III y Margarita de Austria: entre el efecto y la política 37
salió a la luz un borrador en el que se registra la inicial del pintor 31 Margarita de Austria compartía todas sus vivencias con su íntima
quién la retrató: “retratola M.[?]” (Archivo General de Palacio, amiga María Sidonia, condesa de Barajas, a quién regaló bastantes
Sección Histórica, Caja 56, Expediente 16). Es difícil declarar con retratos: uno de ella misma “estando preñada”; otro del príncipe
certeza que se tratara de una obra de Morán porque tan solo aparece “bestido de fraile, metido en un carretón y un pájaro en la mano”;
una inicial ambigua que es bastante complicado discernir si es una otro de la infanta doña Ana; otro más de su segunda hija, difunta,
“N.” o una “M.”. No obstante, no sería extraño que se tratara de él “metida en su ataúd”, y otro de la infanta María Ana, con sus dijes,
porque, a la muerte de Pantoja de la Cruz, fue nombrado pintor de “sentada sobre una almoada de terçiopelo carmesí y dosel de lo
cámara, desde 1609 hasta su muerte en 1626, luego lo más probable mismo”; es decir, mandó realizar para ella retratos de todos los hijos
es que Morán se encargara de realizar este tipo de servicios, dado que que había tenido hasta la fecha, véase en la memoria de los encar-
este retrato se realizó en 1623. gos de la reina al pintor Pantoja de la Cruz; Kusche 2007, pp. 476 y
25 Véase la cuenta de Pantoja de la Cruz a la reina Margarita en 478. María Sidonia acompañó a Margarita de Austria en el viaje que
Kusche 2007, pp. 475-476 y 478. les llevaría desde Graz a España y fue su dama desde que era niña
26 Además, debemos tener en cuenta que el ejemplar que se quedaron hasta 1603, que fue cuando se casó con Diego Fernández de
los reyes –que se ha podido localizar en la relación ya citada del Córdoba, primer marqués de Guadalcázar. Sin embargo, su amistad
1621, que contiene el vol. 1 de Inventarios Reales (1555-1623), no se rompió y muestra de ello son estos regalos por parte de la
que la Biblioteca del Museo Nacional del Prado ofrece con la sig- reina. Sobre María Sidonia y la relación que guardaba con los reyes,
natura SG PRA. Gen. (55)–, aparece en la “Galería de adentro”: véase Cristóbal MARÍN TOVAR, “Doña María Sidonia Riederer de
“[1848] Otro retrato de la infanta María, muerta, en vn ataud Austria de Paar, dama de la reina Margarita de Austria y condesa de
cubierto de terciopelo carmesí”, exactamente junto al retrato de su Barajas”, en José MARTÍNEZ MILLÁN y Rubén GONZÁLEZ CUERVA,
madre, la reina Margarita, y dos de sus hermanos: el del “infante La dinastía de los Austria. Las relaciones entre Monarquía Católica
Carlos en un carretón” y el de “la infanta María jugando con una y el Imperio, vol. 1, Madrid, 2011, pp. 671-700.
[roto]”. El resto de los cuadros de la sala son de la más absoluta 32 De los diez retratos que Felipe III le regala, el que más interesa
disparidad, desde Felipe I y otros miembros de la Casa de Austria aquí es el de Alfonso porque pertenece a su periodo de lactancia:
hasta otros religiosos, y en este mismo inventario, en la “Galería de “Smo Infante D. Alonso, del mismo tamaño, vestido de tela blanca
afuera”, se encontraba uno de los retratos de Margarita Francisca guarnecido de caracolillos de oro, sentado en su castillejo de nogal
muerta que el rey Felipe III encargó, y de nuevo uno al lado de su y box, con unas labores embutidas debajo y dijes, en la mano un
madre y, al otro, del mismísimo Carlos V. La localización de los pájaro y la otra en el carretón, con sus cortinas de terciopelo y bro-
retratos fúnebres evidencia, una vez más, la importancia que tenían cado y su país y suelo enlosado de jaspe”; véase en Kusche 2007,
los infantes en la corte, incluso los que tuvieron una ínfima super- pp. 522-524.
vivencia. Los retratos fúnebres, dadas sus particularidades, serán 33 Tal y como señaló Freedberg empleo el vocablo “respuesta” cuan-
objeto principal de estudio en otra publicación. do me refiero “a las manifestaciones de la relación que se estable-
27 “Un retrato de la infanta, una caxa cubierta de encerado sellada en ce entre la imagen y el espectador”; David FREEDBERG, El poder de
que va un rretablo de oro con una ymagen de Nra. Sra. con su hijo las imágenes, Madrid, 1992, p. 14.
con 25 diamantes pequeños con seis bueltas de cordones de oro, 34 Carta de Isabel al duque de Lerma, de Gante a 28 de junio de 1602,
una ymagen de San Blas de oro con 21 diamantes pequeños con en Rodríguez Villa, tomo XLVII, 1905, p. 343.
otro cordon de oro, un San Jaçinto de oro con 13 diamantes y su 35 Carta de Isabel al duque de Lerma, de Gante a 2 de septiembre,
cordón, un rosario de calambuco con çinco estremos de oro, un rre- 1602, en ibid., p. 349.
licario para reliquias de oro con 69 diamantes, unas arracadas de 36 Félix LLANOS Y TORRIGLIA, La novia de Europa, Madrid, 1944, p. 81.
oro cada una con seis diamantes engastados pendientes y una caxi- 37 Como señaló Falomir, en los retratos “cabían tantas y tan variadas
ta de oro aobada esmaltada con 29 diamantes, otra caxa sellada y reacciones como espectadores”; véase Miguel FALOMIR, “De la cáma-
cubierta con ençerado en que van algunos huesos de santos sin ra a la galería. Usos y funciones del retrato en la Corte de Felipe II”,
guarniçion alguna, otra caxa cubierta con ençerado y sellada en que en D. Maria de Portugal, Princesa de Parma (1565-1577) e o seu
van diez pares de guantes y dos bolsas de ambar, seis abanillos pla- tempo. As relações culturais entre Portugal e Itália na segunda meta-
teados y mill y quinientas agujas y dos retablos embueltos en ençe- de de Quinhentos, Oporto, 1999, pp. 125-140 (p. 130).
rado y seis hojas de espadas y un cañon de hoja de late en que va 38 Freedberg 1992.
el retrato de la Illma. Infanta”; AGS, CC, Libro de Cédulas de 39 Carta de Isabel al duque de Lerma, de Gante a 21 de enero, 1603,
Paso, n. 365, f. 208, 19 de noviembre de 1604, recogido en en Rodríguez Villa, tomo XLVII, 1905, p. 360.
Magdalena S. SÁNCHEZ, “Mujeres, piedad e influencia política en 40 Tras el envío de otro retrato de Ana Mauricia y sin haberla visto
la corte”, en José MARTÍNEZ MILLÁN y M.ª Antonieta VISCEGLIA nunca en persona, la infanta le comentaba al duque que la quería
(coord.), La monarquía de Felipe III: La corte, t. III, Madrid, 2008, mucho más que sus propios padres, “por mucho que esto sea”;
pp. 146-162, (pp. 158-159). carta de Isabel al duque de Lerma, 3 de mayo de 1610, en
28 Carta de Isabel al duque de Lerma, 17 de abril de 1607, en Antonio Rodríguez Villa 1906, p. 271.
RODRÍGUEZ VILLA, “Correspondencia de la infanta archiduquesa 41 Felipe II tenía mucho empeño en que los retratos de sus hijos fueran
doña Isabel Clara Eugenia de Austria con el duque de Lerma: desde lo más realistas posibles para que pudiera observar adecuadamente
Flandes, años de 1599 a 1607 y otras cartas posteriores sin fecha”, sus cambios; así queda patente en la carta en la que alude a un retra-
Boletín de la Real Academia de la Historia, tomo 48, 1906, pp. to del príncipe don Diego: “Y su retrato dice mi hermana que no está
111-131 (p. 129). bueno y que él está mejor y aun que lo estaba el otro retrato que ella
29 De hecho, normalmente se enviaban copias, que eran de menor vio que se hizo primero que éste. Me ha parecido en él que ha creci-
coste, pero, sin embargo, respondían a las necesidades igual que los do, aunque no mejorándose en el gesto. A todos os quería ver más
originales. que en retratos”; carta del 4 de junio de 1583, en Fernando BOUZA,
30 En otras ocasiones los retratos servían para mantener el contacto Cartas de Felipe II a sus hijas, Madrid, 2008, p. 85.
paterno-filial cuando el rey tenía que pasar largas estancias separado 42 Francisco de HOLANDA, De la pintura antigua, versión castellana
de su familia. Como es bien sabido, a Felipe II le enviaron retratos de de Manuel Denis, Madrid, 1921 [1563], pp. 249-284.
sus hijos mientras se encontraba en Lisboa; pues, igualmente, Felipe 43 Cuando le dieron la noticia de su nacimiento le escribía al duque:
III se intercambió pequeños naipes con su familia cuando estuvo en “No os sabria yo decir, por mucho que lo quisiese encarecer, el
Valencia, donde permaneció solamente desde noviembre de 1603 a contento con que estoy del nacimiento de mi nuera, que aunque
febrero de 1604. Pantoja de la Cruz se trasladó e hizo el retrato del esté por nacer el marido, tengo una gran quexa de que me la llameis
rey, encargándose personalmente de entregárselo a la reina en las por nombre de sobrina; pero por cualquiera que sea, os confieso he
Descalzas; allí mismo retrató a Margarita de Austria y a su hija, la olgado tanto con ella y la quiero de manera que no me llevan ven-
infanta Ana Mauricia, que contaba tan solo con unos dos años; y des- taja sus padres por mucho que hayan olgado con ella. Todo se me
pués los cuadros se remitieron al rey, que todavía se encontraba en vá en contemplar á mi hermano con su hija, y si la regala ó la toma
Valencia; véanse Serrera 1990, p. 49 y Marías 1997, p. 106. en brazos y otras mil cosas. Allá le escribo que me la abrace y bese
Anu. Dep. Hist. Teor. Arte, vol. 25, 2013, pp. 23-42. ISSN: 1130-5517
38 Gemma Cobo Delgado
por mí, y quieroos poner por testigo de si lo cumple, que yo lo nina en la España altomoderna”, Goya, 319, 2007, pp. 231-245 (p.
hiciera de muy buena gana y más que todos. Dicen parece á mi 234, nota 27, más información sobre las fajas en nota 28). Como
hermano, de que estoy contentísima”; carta de Isabel al duque de particularidad hispánica o habsbúrgica, a los infantes regios no se
Lerma, de Neoport, 24 de octubre de 1601; en Rodríguez Villa, les retrata nunca mostrando el fajado, a diferencia de Italia o
tomo XLVII, 1905, p. 323. Francia, donde aparecen los niños completamente fajados en los
44 Magdalena S. SÁNCHEZ, “¿Recuerdos y afectos? La corresponden- retratos regios.
cia de Isabel Clara Eugenia con el duque de Lerma” en Cordula 56 “Más, en 9 de julio de 1605 vn retratico chico en naype del
WYHE (dir.), Isabel Clara Eugenia: soberanía femenina en las Príncipe Nuestro Señor, el primero que se hiço con braços, bestido
Cortes de Madrid y Bruselas, Madrid, 2011, pp. 202-226 (p. 214). de blanco, sentado en vna almoada de terçiopelo carmesí; entre-
45 Isabel Clara Eugenia se lamentaba del matrimonio de Ana guele a la Reyna Nuestra Señora en Lerma para ymbiar Alemania
Mauricia y le aconsejaba; ibid., p. 215. el dicho dia”; véase Kusche 2007, p. 477.
46 Isabel Clara Eugenia envió a su sobrina una sortija que había per- 57 “Deue más Su Magestad vn retrato entero orixinal del Prinçipe
tenecido a la abuela de ésta, Ana, la cuarta mujer de Felipe II; véase Nuestro Señor, sentado en una almoada de terçiopelo carmesí y una
ibid., pp. 215-216. alonbra en el suelo, bestido de tela blanca y sus dixes y un cristal
47 Narciso ALONSO CORTÉS (ed.), Relación de lo sucedido en la ciudad en la mano y otra sobre un monillo, bien acabado, que fué para
de Valladolid desde el punto del felicísimo nacimiento del príncipe Alemania; çinquenta ducados”; ibid., p. 482.
don Felipe Domenico Víctor, Valladolid, 1916, pp. 25 y 26. 58 “El mismo dia otro rretrato del Príncipe Nuestro Señor Bestido de
48 “Esos niños no han jugado, tal vez ni han sonreído. Parecen haber fraile, metido en vn carretón y vn pájaro en la mano y sus cortinas
nacido con el pesimismo y el sentido escéptico del hombre viejo carmesies, entero, en lienço de bara y quarta de alto; entreguele a
que ha perdido toda ilusión», están «tiesos, envarados, son niños- la Reyna Nuestra Señora en Madrid, hiço merced del a la Condesa
hombres», «casi todos se nos ofrecen con una gravedad y un hie- de Barajas”, ibid., p. 148.
ratismo incompatibles con la espontaneidad del vivir despreocupa- 59 “El mismo dia dos rretratos enteros de Sus Alteças Prínçipe [e]
do y con la ternura que merece el niño”; véase Antonio CASAL, “El Ynfanta Doña Ana, en vn lienço de vara y media en quadro, el
retrato de niño en España y en la pintura española”, en Exposición Príncipe dentro de vn carretón y Su Alteça asidos de las manos,
de retratos de niño en España, catálogo de la exposición, Madrid, bestido de fraile y Su Alteça de tela rrica blanca con manga de
1925, pp. 15-19. casaca y joyas; originales, que fui a San Lorenço açer las cabeças
49 Ibid., p. 15. y los lleuó a Flandes Don Ricardo, teniente de los archeros; entre-
50 Ibid., p. 17. guelos a Hernando de Roja en 20 de febrero de 1607 en Madrid”;
51 “Consecuencia de tan arraigados dislates ha sido el poner al niño “Más, en y de abril de 1607 dos rretratos enteros en vn liençó de
español, especialmente en sus primeros años, bajo la protección de bara y media en quadro, del Príncipe Nuestro Señor y la Serenísima
múltiples amuletos. ¡Lástima que no los hubiera para combatir su Ynfanta Doña Ana asidos de las manos, bestidos y bordados en la
tristeza!”; ibid., p. 18. La comprensión de estos dijes como amule- misma forma y manera que los que a Flandes y ábito de fraile, que
tos provenientes de una superstición contraria a la religión católi- fueron para ymbiar Alemania”; pp. 477-478.
ca, que debían ser prohibidos en época moderna, es un anacronis- 60 “Entregué a Hernando de Rojas vn rretrato entero de Su Alteça la
mo que, a pesar de ser claramente contradictorio, se ha mantenido Ynfanta Doña María, bestida de blanco con sus diges, sentada
en las publicaciones que han tratado los retratos de Pantoja de la sobre vna almoada de terçiopelo carmesi, original que lleuó a
Cruz o de Bartolomé González. Flandes el dicho Don Ricardo”; p. 477, además de la copia que se
52 Serrera 1990, pp. 50 - 53. envió a la condesa de Barajas también con dijes.
53 Baxandall hay dos tipos de receptores, el participante y el observa- 61 Véase la nota 24.
dor: “el participante entiende y conoce su cultura con una inme- 62 “Los del Ynfante Don Carlos en su carretón con respaldar de
diatez y espontaneidad que el observador no comparte. Puede terçiopelo carmesí y bestido de tela blanca de primabera, con riços
actuar dentro de los standars y normas de la cultura sin ser racio- de oro, y sus babadores guarneçidos y una buelta de cadena al cue-
nalmente conscientes de ello y, a menudo, incluso sin haberlos for- llo, pendiente una cruz de diamantes y sus dixes y un cristal en la
mulado como tales. [...] Se mueve con facilidad, delicadeza y fle- mano”; véase Kusche 2007, p. 483.
xibilidad creativa dentro de las reglas de su cultura. Su cultura, 63 Hasta ahora es el único retrato que se conserva atribuido a Santiago
para él, es como el lenguaje que ha aprendido, de manera informal, Morán; el cuadro aparece en la cuenta del pintor presentada en
desde la infancia”. En cambio, “el observador no posee este tipo de 1613: “la señora ynfanta doña margarita con muchos dixes y bava-
conocimiento de la cultura. Tiene que explicar standards y reglas, dor y bestido de cotonia blanco asentada sobre unas almohadas car-
explicitándolas y de ese modo haciéndolas también burdas, rígidas misíes” (Archivo General de Palacio, Cuentas particulares, leg. 5.
y torpes”; véase Michael BAXANDALL, Modelos de intención: sobre 264), dado a conocer en la ficha realizada por Lucía Varela en El
la explicación histórica de los cuadros, Madrid, 1989, pp. 127-129. linaje del emperador, catálogo de la exposición (Cáceres, Iglesia
No obstante, debemos ser conscientes de que la interpretación de de la Preciosa Sangre, 2000-2001), Madrid, 2000, p. 336.
estas pinturas nunca podrá llegar a ser la del participante, sino que 64 “Item otro retrato del Smo Infante D. Alonso, vestido de tela azul
siempre será parcial y limitada por nuestras propias circunstancias con su guarnición de caracolillos de plata y puntillas, con sus dijes
pues, como es bien sabido, nuestra mirada nunca es limpia ni de oro y en la mano un pajarito, metido en su carretón. Es asimis-
desinteresada. mo entero y del tamaño de los demás. Para el Pardo”; en Kusche
54 Schroth defiende que el rey Felipe III inauguró “un nuevo estilo de 2007, p. 514. El retrato de la colección Fundación Yannick y Ben
grandeza” basado, entre otras cosas, en el estilo lineal, la abstrac- Jacober debía ser muy parecido al del Pardo, véase en Magdalena
ción de los rostros y la riqueza de los atuendos para ofrecer al DE LAPUERTA, “La Galería de los Retratos de Felipe III en la Casa
espectador una imagen de monarcas ideales, para oponerse a la Real de El Pardo”, Reales Sitios, 143, 2000, pp. 28-39 (pp. 35-36).
austeridad de la monarca anterior; véase Sarah SCHROTH, “Re-pre- Quisiera agradecer a la Fundación Yannick y Ben Jacober, en espe-
senting Philipp III and his Favorite; Changes in Court Portraiture cial, a Eva Caracuel y a Eva Mulet, que me hayan facilitado imá-
1598-1621”, Boletín del Museo del Prado, t. XXVIII, 2000, pp. 38- genes e información de las piezas de la colección.
49 y “A New Style of Grandeur: Politics and Patronage at the Court 65 Aunque estos también podrían tratarse de la infanta María Ana y el
of Philip III”, en El Greco to Velázquez. Art during the reign of infante don Carlos, pues el niño tiene un rostro distinto al de los
Philip III, catálogo de la exposición (Boston, Museum of Fine Arts, otros dos retratos conservados del infante Alfonso, y aparece de un
2008), Boston, 2008, pp. 77-122. modo muy parecido al que está descrito arriba.
55 Como pude verse en la siguiente nota, se especifica “el primero que 66 El retrato de Budapest es demasiado parecido a los retratos de los
se hiço con braços”, lo que quiere decir que se le habían quitado las hijos de Felipe III; sin embargo, está fechado en 1618 y en aquel
fajas que lo envolvían para evitar que se deformara, tal y como momento no había ningún recién nacido puesto que la reina
señaló María Cruz DE CARLOS VARONA, “Representar el nacimien- Margarita había muerto en 1611. Por esta razón, Kusche 2007, p.
to. Imágenes y cultura material de un espacio de sociabilidad feme- 315 señaló que pudiera ser hijo de algún miembro de la aristocra-
Anu. Dep. Hist. Teor. Arte, vol. 25, 2013, pp. 23-42. ISSN: 1130-5517
Retratos infantiles en el reinado de Felipe III y Margarita de Austria: entre el efecto y la política 39
cia al que el rey hubiera enviado retratos de sus hijos, como lo hizo de las anteriores reinas en periodo de lactancia y, por eso, no se
con el duque de Uceda. Siguiendo esta idea, Eva NYERGES, Spanish sabe si los llevaban puestos. Tanto unos como otros tenían parte de
paintings: the collections of the Museum of Fine Arts of Budapest, razón: la creencia sobre el mal de ojo era muy antigua en España,
Budapest, Museum of Fine Arts, 2008, p. 92, propone que, si no tal y como lo demuestra el Tratado de la fascinación o del aoja-
pudiese ser por datación el infante don Fernando, el representado miento (1425) de Enrique de Villena (1384-1434), así como el uso
podría tratarse de uno de los hijos del duque de Uceda; sin embar- de higas y de piedras con cualidades protectoras; pero también es
go, esto también sería improbable porque en 1618 Cristóbal cierto que los cinturones, y no las higas sueltas, los dijes cosidos en
Gómez de Sandoval-Rojas y de la Cerda (h. 1581-1624), I duque la ropa o colgados en collar, debieron de darse prácticamente de
de Uceda e hijo del duque de Lerma, tampoco pudo tener un hijo manera simultánea en España y Alemania.
en aquellos momentos porque su mujer, Mariana Manrique de 73 Esta costumbre era completamente ajena a la Francia del siglo XVII;
Padilla y Acuña, murió en 1611. Por tanto, podría tratarse de un Madame d’Aulnoy contaba horrorizada lo que le habían contado que
niño de una familia nobiliaria cercana al rey o, quizá más probable, era el “mal de ojo”, del que ella jamás había oído hablar, y explica-
sería un retrato que se fechara años después de ser realizado o que ba que había encontrado a una burguesa que llevaba a su hijo en bra-
directamente fuese una copia posterior de alguno de los retratos de zos de este modo: “[el niño] tenía más de cien manecitas, unas de
los hijos varones de Felipe III, del que no tuviéramos constancia. azabache, otras cinceladas, colgadas al cuello. Pregunté a la madre lo
En este punto quisiera agradecer la atención que me prestó Adriana que significaba y me respondió que servía contra el mal de ojo.
Lantos, ayudante de conservación del Museum of Fine Arts de “Cómo”, le dije, “¿estas manitas impiden tener el mal?”. “Por
Budapest. supuesto, señora”, replicó [...]”; véase Marie-Catherine AULNOY,
67 En relación a esto véase el comentario de Woodall del retrato de Relación del viaje de España, edición y traducción de Pilar Blanco y
Felipe II en armadura (h. 1557) de Antonio Moro en Joanna Miguel Ángel Vega, Madrid, 2000, p. 164. Por su parte, en Italia y
WOODALL, Anthonis Mor: art and authority, Zwolle, 2007, pp. en otros países se utilizaban collares y pulseras de coral, así como
341-342. cuernos de animal con fines profilácticos, pero parece que no se lle-
68 “Dix, y dixes, las cositas, de oro, plata, coral, cristal, sartales, pie- garon a utilizar cinturones de lactantes.
dras y las demas menudencias que cuelgan a los niños [...]”; 74 Tal y como denominó Gállego al retrato de los adultos en Julián
Sebastián DE COVARRUBIAS, El tesoro de la lengua castellana o GALLEGO, Visión y símbolos en la pintura española del Siglo de
española, Madrid, 1611, p. 324. Desde la antropología se ha estu- Oro, Madrid, 1972, p. 261.
diado cada uno de los elementos que componen estos dijeros y las 75 Tanto es así que los realizaban los plateros de oro y de plata de la
virtudes que se les atribuyen; véanse Concha HERRANZ, “Amuletos Casa Real, como Juan Hales, Juan de Villarroel o Jualíana de
y talismanes en un cinturón mágico del Museo Sorolla”, Iberjoya, Barica; véase Jesús HERNÁNDEZ PERERA, “Velázquez y las joyas”,
Madrid, 14, 1984, pp. 50-55; Concepción ALARCÓN ROMÁN, Archivo Español de Arte, XXXIII, 1960, pp. 251-286 (pp. 283 y
Catálogo de amuletos del Museo del Pueblo Español, Madrid, 285).
Dirección General de Bellas Artes y Archivos, 1987; Ángela 76 Una cuestión puesta de relieve ya en Natalia HORCAJO ,
FRANCO, “Valores artísticos y simbólicos del azabache en España y “Amuletos y talismanes en el retrato del Príncipe Felipe Próspero
Nuevo Mundo”, Compostellanum, XXXVI, n. 3-4, 1991, pp. 467- de Velázquez”, Archivo Español de Arte, tomo 72, 288, 1999, pp.
531; y Luisa ABAD y Francisco J. MORALEJA, La colección de amu- 521-530.
letos del Museo Diocesano de Cuenca, Universidad de Castilla-La 77 Según la definición Sebastián de Covarrubias aojar es “dañar con
Mancha, 2005, entre otros. mal ojo [...] oy dia se sospecha que en España ay en algunos luga-
69 Es una idea que aparece en Marías 1997, p. 110; Marías 1998, p. res, linages de gentes que estan infamados de hazer mal, poniendo
454 y Marías 2004, pp. 113-114, y que se repite en Ana GARCÍA los ojos en alguna cosa, y alabandola: y los niños corren mas peli-
SANZ y Leticia RUIZ GÓMEZ, “Linaje regio y monacal: la galería de gro que los hombres por ser ternecitos, y tener la sangre tan delga-
retrato de las Descalzas Reales”, en El linaje del emperador, catá- da, y por este miedo les ponen algunos amuletos, o defensiuos, y
logo de la exposición (Cáceres, Iglesia de la Preciosa, 2000-2001), algunos dixes, ora sea creyendo tienen alguna virtud para euitar
Madrid, 2000, pp. 135-157 (p. 146) y en Leticia RUIZ GÓMEZ (dir.), este daño, ora para diuertir al que mira, porque no claue los ojos de
El retrato español en el Prado: del Greco a Goya, catálogo de la hito en hito al que mira; ordinariamente les ponen mano de tasugo,
exposición (Madrid, Museo Nacional del Prado, 2006), Madrid, ramillos de coral, cuentas de ambar, pieças de cristal, y azabache,
2006, p. 66. castaña marina, nuez de plata con açogue, rayz de peonia y otras
70 Marías 1998, p. 454 y Marías 2004, pp. 113-114. cosas. La higa de azabache retira algo a la suspersticion de los gen-
71 Felipe II compró para su hijo Carlos dos higas de azabache (véase tiles”; Covarrubias 1611, pp. 190 y 191.
Gonzalo Sánchez-Molero 1999, p. 201) y, para su hija Catalina 78 La antropóloga Cátedra Tomás denominó así al conocido “mal de
Micaela, higas de azabache y otras “bugerias” (véase Agustín G. ojo” por ser una enfermedad generada por la propia sociedad;
AMEZÚA Y MAYO, Isabel de Valois, reina de España (1546-1568), véase María CÁTEDRA TOMÁS, “Notas sobre la envidia: los “ojos
tomo II, Ministerio de Asuntos Exteriores, Madrid, 1949, p. 19). Por malos” entre los Vaqueiros de Alzada”, Temas de Antropología
otra parte, el infante Diego, en el retrato de Alonso Sánchez Coello española, Madrid, 1976, pp. 9-48 (p. 9).
(1577), lleva un collar con distintos objetos de carácter apotropaico, 79 Un término que nunca hay que utilizar a la ligera; en mi caso sigo
y también los lleva el nieto de Felipe II, Felipe Manuel de Saboya las tesis de Roger Chartier, que entiende la “cultura popular” como
(1587), en el de Jan Kraek. De hecho, el médico Francisco Núñez en “un modo de utilizar los objetos o normas que circulan en toda la
su Libro intitulado del parto hvmano (Alcalá, Casa de Juan Gracián, sociedad pero que son recibidos, comprendidos y manejados en
1580), cuya primera edición es coetánea al nacimiento de la última diversas maneras”. Chartier rechaza la tesis formulada por Michel
hija de Felipe II, señala que “ponen a los niños muchas cosas en el Foucault sobre la apropiación social de los discursos, donde la élite
cuello que se dizen, amuleta, conuiene a saber las peonias, vna mano impondría las normas a la cultura popular; véase Roger CHARTIER,
de zorra, o vna mano de figura humana, hecha higa” (fol. 166v). “En busca de lo popular”, en Sociedad y escritura en la Edad
72 Respecto a este asunto había dos opiniones confrontadas en la his- Moderna. La cultura como apropiación, México, 1995, pp. 121-
toriografía: los profesores Tormo (Elías TORMO, En las Descalzas 248 (p. 128).
Reales de Madrid. Treinta y tres retratos en las Descalzas Reales, 80 Al respecto son imprescindibles los estudios del filólogo Jacobo
Junta de Iconografía Nacional, Madrid, 1944, p. 100), Marías Sanz Hermida, que ha traducido y transcrito bastantes tratados
1997, p. 110 y Rodríguez G. de Ceballos (Alfonso RODRÍGUEZ G. sobre la superstición y sobre la literatura de la antisuperstición
DE CEBALLOS, “Arte y mentalidad religiosa en el Museo de las –que son tratados médicos que racionalizan el mal pero que, a
Descalzas Reales», Reales Sitios, 138, 1998, pp. 13-24 [p. 19]) nuestros ojos, son tan supersticiosos como los primeros– de los
señalaron que el uso de los cinturones de lactante es una costum- siglos XV al XVII; véase Jacobo SANZ HERMIDA, “La literatura de
bre que la reina Margarita trae de Alemania a la península; y, por fascinación española en el siglo XVI”, AISO, Actas II, 1990, pp.
su parte, Cortés Echanove 1958 apuntó que la tradición en España 957-965 y Cuatro tratados renacentistas sobre el mal de ojo,
sería antigua pero, según él, no se conservan retratos de los hijos Castilla y León, 2001.
Anu. Dep. Hist. Teor. Arte, vol. 25, 2013, pp. 23-42. ISSN: 1130-5517
40 Gemma Cobo Delgado
81 Por ejemplo, fray Martín Castañega, que colaboró con el Santo estos effectos, figuras de cosas ricas y preciosas que se lleuan a los
Oficio en 1527, explica en su tratado que “el aojar es cosa natural ojos, de las personas tales, por lo cual no embian sus inficionados
y no hechicería, el aojo como una enfermedad causada por la vir- vapores por tan recta linea a las criaturas, y assi no les hagan daños
tud expulsiva de impuridades que salían por el ojo”, “ni piensen dignos de consideración” y, más adelante, añade otra serie de objetos
que esta enfermedad procede de algunas brujas, o que es cosa de beneficiosos para prevenir el mal, “assi los ricos como los pobres pon-
hechicería, porque cosa natural es que puede proceder de cualquier gan a sus criaturas al cuello reliquias de Agnus Dei (que Dios da para
persona mal dispuesta, o de tal manera complexionada”, aunque no todos) y de los sanctos, cruzes, imágenes de Christo y su Madre, la
niega que pueda “encender la malicia de la ponzoña con la malicia Virgen María, hechas y esculpidas en las piedras y rayces dichas, para
del corazón con que a la criatura podrían mirar”; véase Sanz la defensa deste pernicioso y rabioso mal. Huygan [sic] de figuras y
Hermida 2001, pp. 59-60. characteres no significatiuos y de palabras que no se saben sus signifi-
82 Un dijero del siglo XVII íntegramente conservado en la Casa Museo cados, ni en la cura ni preseruación se permita cosa que no esté aproua-
de Lope de Vega, de uno de los hijos del dramaturgo, indica lo exten- da por la Santa Yglesia Romana y examinada por sus doctores y maes-
dida que estaba la práctica entre todos los estratos de la sociedad, tros”, Juan Alonso de los RUIZES DE FONTECHA, Diez preuilegios para
pues tiene una higa y una mano de tejón entre otros. También retra- mugeres preñadas, Alcalá de Henares, 1606, fols. 177v y 230r.
tos de nobles y exvotos posteriores dan fe de lo extendida que esta- 88 En la introducción del libro dice “el potentissimo Rey don Felipe
ba esta práctica; véase, por ejemplo, el retrato de un niño de la fami- nuestro Señor, tercero deste nombre, [...], para la defensa, y conse-
lia Palafox (Nins: Retratos de niños de los siglos XVI-XIX. Colección ruacion de la humana naturaleza, [...] quando trayendo a su escla-
de la Fundación Yannick y Ben Jackober, catálogo de la exposición recida muger, nuestra reyna, y señora doña Margarita a estos rey-
[Valencia, Museo de Bellas Artes, 2000], Valencia, 2000, p. 83); el nos, la encomendó a vuestra excelencia, para que la como reen-
de Rodrigo de Villandrando, hijo del duque de Alburquerque o el gendrase, y renaciesse a las vsanças, costumbres, y demas cosas,
exvoto pictórico de 1673 en el que aparece retratado Baltasar destos sus catholicos reynos. Pues si (excelentissima señora) todo
Manuel con los dijes, además del jilguero, lo que quiere decir que este libro, trabajo, y obra, va ordenado a la defensa de buenas
este modo de representar también era convencionalmente acogido mugeres, a enseñar como passen menos mal sus congoxosos preña-
para representar a los niños independientemente de su finalidad dos, y faciliten sus peligrosos partos, defiendan sus criaturas de las
(imágenes en Abad y Moraleja 2005, pp. 22 y 71). fascinantes, y aojadoras viejas, sepan dalles el ama tal qual les
83 En la mojiganga que celebraba la boda de Carlos II y Mariana de conuiene, y ellas escojer comadre, tal qual les este bien”; véase
Neoburgo, entre los disfrazados que ensalzaban el buen porvenir del Ruizes de Fontecha 1606, fols. 14v-15r.
enlace “seguia otra pareja de niños, con dixes y mantillas, y en las 89 Juan de la Torre, en su Espejo de la philosophia y compendio de
manos de texon, que lleuaban al ombro, este mote: otra vez, quando toda la medicina theórica y práctica, consideraba que el mal de ojo
bolvamos,/ vendremos con los aliños/ de festejar à los niños”; véase era una enfermedad natural y recomendaba: “entre los preservati-
Festejo y loa en el plavsible regocijo qve tuvo esta corona con la vos tienen el primer lugar el azabache, la angélica, el solimán, y la
deseada noticia…, 1690, fol. 2v, en Viaxe da raiña dona Mariana de ruda, [...]. Es también bueno ponerles a las criaturas (o donde ellas
Neoburgo por Galicia (1690), texto facsimilar, introducción y docu- están) algunos diges y figuras curiosas o ridículas en que se entre-
mentación de Guillermo Escrigas, Santiago de Compostela, 1998. tenga la vista de las fascinadoras, y dejen de mirar con atención a
Por otra parte, bien conocida es la figura del “Niño de la Rollona”, la criatura”; véase Sanz Hermida 2001, p. 369.
aunque más por el grabado de Goya; véase Roberto ALCALÁ, “El 90 Martín del Río, en Disqvisitionvm Magicarvm libri sex (1604), cri-
tema del niño malcriado en el Capricho 4, El de la Rollona, de tica la creencia como supersticiosa y el uso de la higa señalando
Goya”, Goya, 198, 1987, pp. 340-345. Fue también un personaje que que es anatema para los que la mantienen; texto traducido y edita-
se encuentra con relativa frecuencia en el teatro del siglo XVII; do en Sanz Hermida 2001, pp. 322-323 y 331. También el padre
Faliu-Lacourt lo analiza en obras de Aguado (primer tercio del siglo jesuita Niéremberg, en Oculta filosofía de la simpatía y antipatía
XVII), Navarrete y Rubera (1640), Avellaneda (1691) o Calderón de de las cosas, Madrid, 1633, p. 24, criticaba la forma de la higa,
la Barca (h. 1662). En el de Navarrete aparece cómicamente un actor pero respetaba el material del que estaba hecho.
barbado haciendo el papel de recién nacido, que lleva puesto higa, 91 “Y si aun todavía se afligiere el pobre que no tiene vn poco de aza-
dijes, birrete y pañales, mientras que los músicos cantan: “Ya está bache o coral que echar al cuello de su vnico hijo, consuelese con
reformado el mundo, /ya nacen niños con barbas”; véase Christinae que podrá echalle vn pedaço de sal quajada y hazelle vna cruz,
FALIU-LACOURT, “El Niño de la Rollona”, Criticón, Centro Virtual coraçon o higa, que no parecerá menos bien”; Ruizes de Fontecha
Instituto Cervantes, 51, 1991, pp. 51-56 (p. 55). 1606, fol. 225r.
84 Descripción de Hans KHEVENHÜLLER, Diario de Hans 92 Véase nota 77.
Khevenhüller: embajador imperial en la corte de Felipe II, intro- 93 Véase nota 73.
ducción, transcripción y edición de Sara Veronelli y Félix Labrador 94 Véase nota 64.
Arroyo, Madrid, 2001, p. 538; más referencias en María José DEL 95 Véase, una vez más, la transcripción del documento en Kusche
RÍO BARREDO, “Infancia y educación de Ana de Austria en la Corte 2007, p. 511.
española (1601-1615)”, en Ana de Austria, infanta de España y 96 Cabría preguntarnos si los niños lo llevaban puesto siempre o el
reina de Francia, Madrid, 2009, pp. 11-39 (p. 13, n. 8). Una cues- hecho de que aparezcan en los retratos era una decisión deliberada.
tión que, recientemente, Portús también ha señalado en relación a Si pensamos que los amuletos protegían a los niños exclusivamen-
los dijes del príncipe Felipe Próspero; véase Javier PORTÚS, “Diego te de las miradas, no sería descabellado pensar –considerando la
Velázquez, 1650-1660. Retrato y cultura cortesana”, Velázquez y la mentalidad crédula de la época y el sentido taumatúrgico del retra-
familia de Felipe IV (1650-1680), catálogo de exposición (Madrid, to– que se creyera que un cuadro que “está hecho para que lo
Museo del Prado, 2013), Madrid, 2013, p. 54. miren” pudiera provocar algún riesgo al niño real, y por eso fuera
85 Opusculos del origen, antiguedad, bendicion, significación virtud necesario ponerle todos los elementos apotropaicos necesarios. Al
y milagros del Agnus dei... Compuestos, o (por mejor dezir) fin y al cabo, no debemos pasar por alto que, cuando se está reali-
Recopilados de diuersos Autores, Bruselas, 1607; también se repar- zando el retrato, el niño está expuesto a la intensa mirada del pin-
tieron hojas con las virtudes y milagros del Agnus Dei; véase María tor –y, según la medicina natural, cualquiera, aún con su buena
Antonia HERRADÓN FIGUEROA, Cera y devoción: los agnusdei en la intención, podría infeccionar a los niños–, así como, después, el
colección del Museo Nacional de Antropología, Madrid, 1999, pp. propio cuadro está realizado con el único fin de ser mirado. No hay
214-215. que olvidar que la función del dijero era distraer la mirada y que el
86 Se llamaban así en Alemania y desconozco su homólogo castella- primer golpe de vista no cayera primero en el niño, sino en los bri-
no; véase Alfred AUER y Wilfried SEIPEL, Prinzenrolle: Kindheit llos, el color o la textura de sus joyas (véanse notas 87 y 89). La
vom 16. bis 18. Jahrhundert, catálogo de la exposición (Innsbruck, intención de que los infantes portaran esos amuletos de manera
Schloss Ambras, 2007), Viena, 2007, p. 151. visible en los retratos se ve especialmente en el uso de la higa, por-
87 Ruizes de Fontecha recomienda como profilácticos los “pedaços de que se colgaba solo en un hombro y ésta siempre se coloca en el
azauache fino, de coral, y otras cosas, que por propia naturaleza hazen más cercano al plano del espectador.
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Retratos infantiles en el reinado de Felipe III y Margarita de Austria: entre el efecto y la política 41
97 Sabine WEISS, Zur Herrschaft geboren. Kindheit und Jugend im 108 Ya aparece como retrato a lo divino aunque vinculado al reinado de
Haus Habsburg von Kaiser Maximilian bis Konprinz Rudolf, Inns- Felipe II en Henry KAMEN, “Anna de Austria”, La monarquía hispá-
bruck, 2008, p. 58. nica Felipe II, un monarca y su época, catálogo de la exposición
98 De hecho, es innegable el valor simbólico que tiene la almohada (Madrid, San Lorenzo de El Escorial, 1998), Madrid, 1998, pp. 265-
color carmesí en relación con el lenguaje del poder que emana a 274. p. 271). Es en García Sanz 2010 p. 161, donde aparece como
través del rey. En las representaciones teatrales solo se sentaba sobre retrato de infante a lo divino; y señala que podría tratarse de uno de
una almohada quien su rango se lo permitía, como lo eran los infan- los hijos de Felipe III por la datación del lienzo.
tes y la reina; véase John E. VAREY, “L’ auditoire du Salón Dorado 109 En ellos aparece la propia reina como la Virgen y varios miembros de su
de l’Alcázar de Madrid au XVII siècle”, Dramaturgie et société. familia interpretando a distintos personajes; entre ellos, su hija mayor,
XVI et XVII siècles, t. I, París, 1968, pp. 77-91 (p. 80). Su valor Ana Mauricia, aparece representada como el arcángel San Gabriel.
simbólico estaba tan implantado en la cultura visual del momento 110 Este interés por resaltar la curiosa correspondencia entre las fechas de
que incluso pasó a ser parte del aparato que rodeaba a los virreyes tal la familia real y las divinas ya la puso de relieve Marías 1997, p. 114.
y como cuenta Salazar: “el Virrey se sienta en un almuadon de ter- 111 Guzmán 1617, fol. 155.
ciopelo, y de lo mismo es el cojín que tiene a los pies”; véase Fran- 112 En algunas ocasiones se han entendido como disfraces (Kusche 2007,
cisco CERVANTES DE SALAZAR, México en 1554: tres diálogos lati- p. 417) que aúnan el juego y la piedad, entendiéndose de este modo que
nos que Francisco Cervantes de Salazar escribio e imprimió en imitar monjas y frailes se trataría de un entretenimiento infantil común;
Mexico, traducción castellana y notas de Joaquín García Icazbalce- véase Cordula van WYHE, “Piedad, representación y poder: la cons-
ta, México, 1875 [1554], p. 68. Agradezco a Laura Palacios que me trucción del cuerpo ideal de la soberana en los primeros retratos de Isa-
ofreciera este dato. Además, como es bien sabido, la almohada de bel Clara Eugenia (1586-1603)”, en Isabel Clara Eugenia: soberanía
terciopelo color carmesí es portadora de la corona, como se eviden- femenina en las Cortes de Madrid y Bruselas, Madrid, 2011, pp. 88-
cia tiempo después en los retratos de Carlos II. 129. Sin embargo, para apoyar esta hipótesis se presentan los ejemplos
99 En su retrato, realizado Martín Kober y conservado en las Descalzas de la infancia de Luisa de Carvajal y Mendoza y Margarita de la Cruz,
Reales de Madrid, Wladyslaw Vasa (1595-1648) –hijo de Segis- quienes estaban destinadas a recibir los hábitos a diferencia de los
mundo Vasa III (1566-1632) de Polonia y de Ana de Austria (1551- infantes que nos ocupan. En otras ocasiones se ha señalado que su pre-
1608), prima de la reina española del mismo nombre y hermana de sencia se debía a un exceso particular de la reina Margarita, que haría
la reina Margarita de Austria– aparece sobre un cojín cuando ya no de estos retratos piezas excepcionales y exclusivamente admisibles
lo necesitaría, por estar de pie, lo que da cuenta de su valor simbóli- dentro del ámbito familiar (Marías 1997, p. 110.).
co. También el inventario de Palacio Real de Madrid de 1621 infor- 113 Marías 1997, p. 110.
ma de que el primogénito de Catalina Micalea (1567-1597) aparecía 114 Véase Sánchez-Molero 1999, p. 182. Además de su sentido votivo,
en un retrato sentado en una almohada: “[1853] Principe Felipe también tendría carácter profiláctico una vez que lo lleva puesto el
Manuel de Saboya, en camisa, sentado en vna almoada”. Tras la lle- niño, pues Francisco de Encinas cuenta que “tan grande su celebri-
gada de Catalina Micaela, en Turín se aplicó la etiqueta borgoñona; dad [la de Madalena de la Cruz] en todo el reino que al nacer nuestro
véase María José DEL RÍO BARREDO, “De Madrid a Turín: el cere- príncipe heredero Felipe, se llevó como objeto sagrado de la ciudad
monial de las reinas españolas en la corte ducal de Catalina Micae- los hábitos de esta monja para que el infante fuera envuelto en ellos
la de Saboya”, Cuadernos de Historia Moderna. Anejos, 2, 2003, y así aparentemente defendido y amparado de los ataques del dia-
pp. 97-122. Asimismo, el contacto estilístico de los retratistas corte- blo”; citado en Jesús IMIRIZALDU, Monjas y beatas embaucadoras,
sanos se vio acrecentado con las visitas de Jan Kraek a España. Madrid, 1977, pp. 38-39.
100 Véase Ana GARCÍA SANZ, El Niño Jesús en el Monasterio de las Des- 115 Estefanía a la condesa de Palamós, Torquesillas, 13 de diciembre de
calzas Reales de Madrid, Madrid, 2010, pp. 160-162. 1536; Sánchez-Molero 1999, p. 182.
101 Roy STRONG, Arte y poder, Madrid, 1988, p. 53. 116 Estefania a la condesa de Palamós, Torquesillas, 13 de diciembre de
102 Como, por ejemplo, al futuro Felipe IV, con tan solo tres meses: “Más, 1536; ibid.
en 9 de julio de 1605 vn retratico chico en naype del Príncipe Nuestro 117 “Un Abito que ha hecho de cadiz burel para teressa de sada con dos
Señor, el primero que se hiço con braços, bestido de blanco, sentado en pares de mangas de lo mismo para las fajaderas que quando ha estado
vna almoada de terçiopelo carmesí”; Kusche 2007, p. 477. mala dize su aguela la ha ofrecido a intención de la St.ª madre teressa
103 Peter BURKE, “Cómo interrogar a los testimonios visuales”, en Joan de Jesus… a gastado en un abito de picote de seda”; véase Israel LAS-
Lluís PALOS y Diana CARRIÓ-INVERNIZZI (eds.), La historia imagina- MARÍAS PONZ, “Niñas como mujercitas y niños como hombrecitos:
da: construcciones visuales del pasado en la Edad Moderna, Barce- traje, infancia y apariencia en la Edad Moderna”, Estudios sobre el
lona, 2008, pp. 29-40. Aragón foral, Zaragoza, Mira, 2009, pp. 287-338 (p. 307, n. 49).
104 Véase Matthias WENIGER, “Las imágenes góticas de madera poli- 118 Véase De la Rocha 1618, pp. 189-191.
cromada del Niño Jesús en el arte alemán”, en Actas del Coloquio 119 Véase Diana NORMAN, Painting in Late Medieval and Renaissance
Internacional “El Niño Jesús y la Infancia en las Artes plásticas, Siena (1260-1555), Londres, 2003, p. 106 y Erika LANGMUIR, Imagi-
siglos XV al XVII”, Sevilla, 2010, pp. 151-178 (p. 169, n. 124). Y ning Childhood, Yale University Press, Londres, 2006, pp. 20-21. En
también en esculturas, de hecho, la propia emperatriz Isabel encargó Italia estas promesas eran de lo más habitual: sabemos que Caterina
“Vn niño hesus con el mundo en la mano, asentado en vna almoha- Antinori prometió que si su parto salía bien y además, el nacido era
da”, para la educación religiosa de Felipe II niño, todo de oro, coro- varón, lo vestiría con hábito. En consecuencia, cuando nació Tommaso
nado, esmaltado de blanco el cuerpo, de azul el mundo; véase Gon- en 1433, fue obligada a vestirlo con el hábito de monje blanco durante
zalo Sánchez-Molero 1999, p. 204. cinco años; véase Jacqueline Marie MUSACCHIO, The Art and Ritual of
105 Véase Richard S. FIELD (ed.), The Illustrated Bartsh, 163 (supple- Childbirth in Renaissance Italy, New Haven-Londres, 1999, p. 146.
ment), German Single-Leaf Woodcuts Before1500 (Anonymous 120 De hecho, en la parte inferior de las dos versiones de la Alegoría de la
Artists: 736-996-2), Nueva York, 1990. pp. 46-56. Virgen Inmaculada, atribuidas a Juan de Roelas –conservada en el
106 Véase Ariés 1987, p. 101, sobre los pájaros. Respecto a la aparición Museo Nacional de Escultura de Valladolid (núms. inv. CE2824 y
de amuletos en las figuras de los niños Jesús, una costumbre que CE0930)–, que constituyen un espléndido retrato de las prácticas reli-
continúa en los siglos XVIII y XIX, véase Jesusa VEGA, “Irraciona- giosas de la Edad Moderna en las que participaban todos los estratos
lidad popular en el arte figurativo español del siglo XVIII”, Anales de la sociedad, aparecen niños que llevan puesto hábitos de distintas
de Literatura Española, 10, 1994, pp. 237-273 (p. 260). órdenes así como niños con sus cinturones repletos de dijes. Además
107 En este punto quisiera agradecer su atención a Ana García Sanz, sabemos que los niños tenía poca edad gracias a la relación que des-
conservadora del monasterio de las Descalzas Reales, y a Ángel cribe la procesión de la que estas dos pinturas son testigo, la procesión
Balao, jefe de Departamento de Restauración en Patrimonio Nacio- celebrada en Sevilla en 1615: “y es, que Dios suele en los labios/ de los
nal. A este último, sobre todo, tengo que agradecerle que me haya niños de edad tierna/ perfecionar la alabança,/ segun lo dize el Profe-
proporcionado los resultados de la restauración de la pintura de 2002 ta./ No miras como prosiguen/ en dos formadas hileras,/cantando a
para asegurarme de que los símbolos de la pasión no son repintes vozes las bocas,/ lo que las almas confiessan”; véase Baltasar DE CEPE-
posteriores, sino contemporáneos al resto de la pintura. DA, Relacion de algunas processiones, y fiestas en conuentos, y parro-
Anu. Dep. Hist. Teor. Arte, vol. 25, 2013, pp. 23-42. ISSN: 1130-5517
42 Gemma Cobo Delgado
quias, que á hecho la famosa ciudad de Seuilla, a la Inmaculada..., Austrias y era muy difícil que su idea de representación pudiera con-
Biblioteca Capitular y Colombina: 28-9-12 (14), fol 47r. Véase tam- certarse con la de hilaridad, aunque como él mismo demostró, esta es
bién Aurora DOMÍNGUEZ GUZMÁN, “Relaciones de fiestas inmaculistas otra de las construcciones ideales de la majestad regia, pues lo cierto
en Sevilla (1615-1617)”, Sevilla y literatura: homenaje al profesor es que sí se reían, pero en su re-presentación debían de mostrar “el ide-
Francisco López Estrada en su 80 cumpleaños, Sevilla, 2001, pp. al de príncipe hierático y parsimonioso en las solemnidades de la cor-
231-246. Quisiera agradecer a Ana Pérez, técnico del Museo Nacional te”; véase Fernando BOUZA, Locos, enanos y hombres de placer en la
de Escultura, que me atendiera amablemente y me enviara todos los corte de los Austrias: oficio de burlas, Madrid, 1991, pp. 88-98.
detalles de las imágenes que necesitaba. 127 Erasmo de Rotterdam 1985 [1530], p. 27.
121 Además los retratos dirigidos a fines oficiales específicos se amoldaban 128 En muchas ocasiones se ha considerado que, en el arte tradicional
a su receptor. A modo de ejemplo, en 1606 Felipe III envió un retrato de hispánico, es escasa la representación artística de los niños (a dife-
Ana Mauricia con cinco años y, por tanto, en la puericia, a Inglaterra con rencia de Inglaterra; véase Méndez Casal 1925, p. 19), que salvo
el fin dar un paso más con las negociaciones de un posible enlace entre Velázquez pocos pintores supieron reflejar la infancia y que “el giro
Enrique Federico (1594-1612), príncipe de Gales. En este retrato la copernicano en relación con la infancia se produjo a partir del siglo
infanta iba vestida con el traje de madrina que llevó para el bautizo del XVIII”; véase Francisco CALVO SERRALLER, “El enigma de la infan-
futuro Felipe IV (véase Kusche 2007, p. 482), lo cual no era baladí: este cia”, La infancia en el arte, UNICEF, 2006, pp. 19-24.
atuendo otorgaba al retrato una segunda lectura que la otra corte tan solo 129 Linda POLLOCK, Los niños olvidados: relaciones entre padres e hijos
comprendería por medio de la explicación de sus embajadores. La de 1500 a 1900, México, 1993, entre otros, demostró que las rela-
estancia de éstos en Valladolid coincidió con el regocijo ocasionado por ciones paterno-filiales no han variado a lo largo de la historia, basán-
el nacimiento y el bautizo del heredero, el futuro Felipe IV, de quien fue dose en el análisis de diarios ingleses y norteamericanos. En el ámbi-
madrina Ana Mauricia y todos los embajadores quedaron cautivados to hispánico, las fuentes primarias revelan el cuidado y la dedicación
con la gracia de la niña y con la grandiosidad de las celebraciones que se profesaba a los niños; ya desde los siglos XVI y XVII los tra-
españolas. De hecho, no fue tanta la coincidencia de la visita inglesa y tados de medicina insistían en la lactancia materna y en el cuidado de
tal acontecimiento pues algunos de los festejos fueron aplazados esen- los niños; véanse Juan GUTIÉRREZ DE GODOY, Tres discursos para
cialmente para propiciar la asistencia del almirante, quien quedó fasci- provar que están obligadas a criar a sus hijos a sus pechos todas las
nado por el despliegue de montajes efímeros; véase Patricia MARÍN, madres, quando tienen buena salud, fuerças y buen temperamento,
“Valladolid, theatrum mundi”, Cervantes: Bulletin of the Cervantes buena leche y suficiente para alimentarlos, Jaén, 1629; Cristóbal
Society of America, 25, 2, 2006, pp. 161-193 (p. 165) y Gustav UNGE- PÉREZ DE HERRERA, Defensa de las criaturas de tierna edad. Valla-
RER, “Juan Pantoja de la Cruz and the Circulation of Gifts between the
dolid, 1604; y el ya citado Ruizes de Fontecha 1606, así como los
English and Spanish Courts in 1604/5”, Shakespeare Studies, XXVI, tratados de educación apoyaban la máxima horaciana de “enseñar
1998, pp. 145-186. Todo ello demuestra que la elección de los trajes y deleitando” para que los niños tomaran con gusto las lecciones
de los elementos que componían los cuadros no era en absoluto arbitra- mediante juegos; véanse Diego GUEVARA, Arte de enseñar hijos de
ria, sino que todos ellos estaban cuidadosamente pensados y elegidos
príncipes y señores, Lérida, 1627 y Diego BUENO, Arte nuevo de
con el fin de responder a sus funciones de la manera más eficaz posible.
enseñar a leer, escribir y contar príncipes y señores, Zaragoza,
122 Los recientes estudios que han tratado la infancia de algunos perso-
1690. Por su parte, las cartas de Felipe III o la biografía de la reina
najes reales relevan que tenían sus propias ropas, joyas, juguetes,
demuestran la preocupación de los padres por el crecimiento de sus
muebles, etc., es decir, un mundo en miniatura para su comodidad;
hijos y su sufrimiento ante la enfermedad y la muerte de estos.
véase, sobre Isabel Clara Eugenia, Almudena PÉREZ DE TUDELA, 130 Desde la década de los 90 se lleva a cabo una revisión de esta idea. Fue
“Crear, coleccionar, mostrar e intercambiar objetos (1566-1599):
crucial la labor llevada a cabo por Miguel Morán Turina tanto en su
fuentes de archivo relacionadas con las pertenencias de la infanta”,
artículo pionero de 1989 –en él deconstruye la historiografía que ori-
en Cordula WYHE (dir.), Isabel Clara Eugenia: soberanía femenina
ginó la idea del desinterés por el arte de Felipe III, precisamente alu-
en las Cortes de Madrid y Bruselas, Madrid, 2011, pp. 60-87; o
sobre Felipe III niño, la misma autora en “La educación artística y la diendo a la construcción que se hizo del personaje por los cronistas
configuración de la imagen del príncipe Felipe”, en José MARTÍNEZ contemporáneos–, como en su intervención en el catálogo para la
MILLÁN y M.ª Antonieta VISCEGLIA (dirs.), La monarquía de Felipe exposición itinerante del Museo del Prado Pintores del reinado de
III: La Corte, vol. III, Madrid, 2008, pp. 108-145. Felipe III de 1994; véanse Miguel MORÁN TURINA, “Felipe III y las
123 La presencia del mico, como estudió Gómez-Centurión, es un símbo- artes”, Anales de Historia del Arte, UCM, Madrid, 1, 1989, pp. 159-
lo de estatus y distinción puesto que deja constancia de los extensos y 179 y “Los gustos pictóricos en la corte de Felipe III”, en Miguel
lejanos dominios que gobernaba la monarquía, así como sus buenas MORÁN TURINA, Mercedes ORIHUELA y Jesús URREA, Pintores del rei-
relaciones con Portugal, y, de igual modo, por su escasez y su rareza se nado de Felipe III, catálogo de la exposición, Madrid, Museo del Pra-
había convertido en objeto de deseo; véase Carlos GÓMEZ-CENTU- do, 1994. Sin duda, entre los seguidores de esta labor vindicativa cabe
RIÓN, Alhajas para soberanos: los animales reales en el siglo XIII, destacar la tesis de 1999 y los posteriores trabajos de Magdalena de
Valladolid, 2011, p. 386. Respecto a los perros, se han visto en ocasio- Lapuerta Montoya, que demuestran la magnitud de las empresas
nes connotaciones simbólicas en relación con la inmortalidad (por pictóricas llevadas a cabo por el monarca; Magdalena de LAPUERTA
ejemplo en John F. MOFFIT, “Velázquez, Felipe Próspero e Isa”, Archi- MONTOYA, Los Pintores de la Corte de Felipe III, La Casa Real de El
vo Español de Arte, LXV, 259-260, 1992, pp. 377-380), a la educación Pardo, Madrid, 2002. Asimismo, se hace necesario señalar la colosal
(Wyhe 2011, p. 94 y Gómez-Centurión 2011, p. 365), o como un ele- publicación del año 2008 dirigida por José Martínez Millán y M.ª
mento más para la distracción de quien mira el cuadro, con el fin de Antonietta Visceglia, en cuatro volúmenes, en los que distintos espe-
proteger al niño del temido mal de ojo (Portús 2013, p. 132). cialistas de este periodo abordan el reinado del tercer Felipe de un
124 “La sancta Escritura condena diversas veces la risa por cosa de modo completamente interdisciplinar en el que, naturalmente, tiene
locos”; véase Pineda 1963 [1589], tomo II, diálogo IX, XII, pp. 225. cabida el estudio del arte cortesano: José MARTÍNEZ MILLÁN y Mª.
125 “La carcajada y aquella inmoderada risa que sacude todo el cuerpo, Antonieta VISCEGLIA (coord.), La monarquía de Felipe III: La corte, t.
a la cual por ello llaman los griegos synkrúsion (“contrachocante”), III, Madrid, Fundación Mapfre Tavera, 2008. En último lugar, son des-
para ninguna edad es decorosa, cuanto menos para la niñez. [...] tacables los trabajos de Sarah Schroth de 2000 y 2008, ya citados.
Poco decorosa también aquella risa que estira a todo lo ancho la raja 131 Carta de Isabel al duque duque de Lerma, 3 de mayo de 1610, en
de la boca, replegándose los carrillos y desnudándose los dientes, Rodríguez Villa 1906, p. 271.
que es risa perruna, y se llama también sardónica”; “reírse uno solo 132 De esta edad hay constancia de los retratos de los infantes que Feli-
o por ningún motivo manifiesto, bien se atribuye a la necedad o bien pe III enviaba a su hija Ana, ya en Francia, para que ésta estuviera al
a demencia”; véase ERASMO DE ROTTERDAM, De la urbanidad en las tanto de los cambios de sus hermanos o los envíos de retratos fúne-
maneras de los niños, traducción, edición y comentario de Agustín bres de la infanta Margarita en su ataúd para que los familiares más
García Calvo y Julia Varela, Madrid, 1985 [1530], pp. 27 y 29. próximos tuvieran su última imagen.
126 Como Bouza desarrolló con detenimiento, la etiqueta borgoñona del 133 Roland BARTHES, La cámara lúcida: nota sobre la fotografía, Barce-
ritual cortesano servía con gran eficacia a la hierática majestad de los lona, 2006, p. 59.
Anu. Dep. Hist. Teor. Arte, vol. 25, 2013, pp. 23-42. ISSN: 1130-5517
2
EL GRECO 2014 LA TRIBUNA
DOMINGO 18 DE MAYO DE 2014
¿QUIÉN
ES ESTA
MUJER?
LA DENOMINADA DAMA DEL
ARMIÑO, EXPUESTA EN TOLEDO EN
LA ACTUALIDAD, ES UNA DE LAS
PINTURAS MÁS POLÉMICAS DEL
CATÁLOGO DEL GRECO
BUENA PARTE DE LOS ESPECIALISTAS
ATRIBUYEN LA PINTURA A SOFONISBA
ANGUISSOLA, Y LA IDENTIDAD DE LA
RETRATADA A LA INFANTA CATALINA
La denominada Dama del armiño se conserva en la Pollok House de Glasgow (Escocia). MICAELA DE AUSTRIA, HIJA DE FELIPE II
OTRA OPCIÓN EL BOHEMIO DEL INFANTE DON CARLOS DOS ROSTROS EN UNO
Los historiadores de la
4Teorías en contra. Por muy
moda, como Carmen
atractiva y efectista que resulte la
Bernis Madrazo (1918- comparativa entre la Dama del armi-
2001), han identificado ño y el retrato de Catalina Micaela de
la prenda con la que cu- Austria, propuesta ya por Elías Tor-
bre sus hombros la Da- mo en 1913, no es prueba suficiente
ma del armiño con una para sostener con las suficientes ga-
capa corta y forrada de rantías que la pintura conservada en
pieles en su zona delan- la Pollok House de Glasgow sea en
tera que era conocida realidad un retrato de la hija de Feli-
pe II. Quienes no son partidarios de
en la época como bo-
esta teoría han planteado que la in-
hemio. Se trataba de fanta no tenía edad suficiente para
una prenda originaria- ser modelo de la retratada (que ten-
mente masculina, co- dría poco más de diez años en el mo-
Durante los últimos años ha mo la que viste a la de- mento de realizarse esta obra si nos
cobrado fuerza la teoría de recha de estas líneas el atenemos a las fechas tradicional-
que la Dama del armiño pu- infante don Carlos, hi- mente barajadas, 1577-1580) o que la
diera ser no la infanta Catali- jo de Felipe II (Alonso Sánchez Coello, Museo del Prado), verdadera Catalina Micaela de Aus-
na Micaela de Austria, sino cuyo uso se extendió posteriormente a las mujeres. Cua- tria debería de encontrarse en reali-
su hija, Margarita de Saboya. dad mucho más ajada a consecuen-
derno de Sofonisba, blog especializado en el estudio y difu-
cia de sus muchos partos (murió a
Aquí aparecería representada sión de la pintora italiana Sofonisba Anguissola, recoge que los treinta años, después de haber
por Anguissola en un intere- la infanta Catalina Micaela de Austria -de ser esta en reali- dado a luz en diez ocasiones). Sea
sante retrato que hasta hace dad la denominada Dama del armiño (cuya piel probable- como fuere, se despejarían muchas
muy poco tiempo era atribui- mente sea de lince)- siguió manteniéndose fiel a la moda dudas si los propietarios del cuadro
do a Alonso Sánchez Coello, española tras contraer matrimonio con el duque de Saboya. accedieran a que se le realizase un
siendo identificada la mode- Sería su hermana, Isabel Clara Eugenia, quien le enviaría a examen minucioso. Aunque fuese a
lo con la duquesa de Béjar, los territorios del ducado «ropas, vasquiñas y bohemios», cambio, probablemente, de perder
doña Juana de Mendoza. según aparece recogido en las cuentas reales del año 1592. un Greco cargado de leyenda.
LA DAMA CON FLOR EN EL PELO WILLIAM STIRLING-MAXWELL (1818-1878)
Los especialistas que han tenido ocasión de comparar la Dama del armiño Este destacado hispanista escocés tenía solamente treinta años cuando publicó
con el único retrato femenino del Greco firmado con total seguridad, la deno- una obra de fundamental importancia para comprender la evolución de los estu-
minada Dama con flor en el pelo, en colección particular, han subrayado las dios sobre el arte español en las Islas Británicas: The annals of the artists of Spain
considerables diferencias técnicas en la ejecución de ambas pinturas. El aná- (Londres, 1848). Su interés por el Greco fue pionero, si bien se centró exclusiva-
lisis técnico de la primera permitiría despejar muchas dudas. mente en la primera etapa del pintor. Adquirió la Dama del armiño en 1853.
E
n una reciente entrada cantan a favor de esta hipótesis,
del blog Cuaderno de pero también hay varios en contra.
Sofonisba (cuaderno- La historia reciente del cuadro,
desofonisba.blogspot. cuya supuesta autoría por parte
com), página de referen- del Greco es cada vez más discuti-
cia en Internet para quienes de- da por parte de los historiadores
seen conocer la obra de la pintora -el propio Fernando Marías, co-
renacentista Sofonisba Anguisso- misario de la exposición El Griego
la (hacia 1532-1625), se propone de Toledo, reconocía recientemen-
retóricamente cambiar la deno- te en las páginas de La Tribuna ha-
minación de la llamada Dama del ber incluido el retrato en la mues-
armiño (Pollok House, Glasgow), tra por razones más sentimenta-
uno de los retratos más célebres y les que estrictamente científicas-,
discutidos del Greco, por el título no arranca hasta el primer tercio
de Dama de las tres mentiras. del siglo XIX. Se desconoce qué
La responsable del blog argu- fue de él hasta entonces, cuando
menta -parafraseando a la histo- se adquirió en Madrid a Serafín
riadora María Kusche (1928-2012), García de la Huerta por orden del
especialista en pintura española barón francés Isidore Taylor. Su
del siglo XVI- que el célebre lien- destino sería la colección de Luis
zo no estaría recogiendo la sem- Felipe de Orleans, concretamente
blanza de una «dama descono- una de las salas de la Galería Es-
cida» ni ataviada con pieles de pañola del Museo del Louvre.
armiño. Ni tampoco representa- El retrato permaneció en París
da por el Greco, según ha venido durante alrededor de una década,
sosteniendo la tradición desde entre cuadros de Velázquez y col-
el primer tercio del siglo XIX. gado «a la altura de los ojos» -en
Se trataría más bien de una re- un momento en el que las paredes
presentación de la infanta Catali- de los museos se mostraban lite-
na Micaela de Austria (1567-1597), ralmente cubiertas de pinturas,
hija de Felipe II, ataviada con una prácticamente hasta los techos-,
capa corta forrada de piel de lince según ha señalado recientemente
(o de lobo, pero no de armiño) que Eric Storm. La Dama del armiño,
se denominaba bohemio y que es entonces considerada la hija del
posible encontrar en otros retra- Greco, fue especialmente destaca-
tos del momento, como el del in- da por autores tan importantes
fante don Carlos, obra de Alonso para la configuración del pensa-
Sánchez Coello (Museo del Pra- miento artístico del siglo XIX co-
do), que aparece reproducido en mo Théophile Gautier. En 1853 se-
la página anterior. Su autora, in- ría adquirida por el historiador y
sisten con buenas razones desde coleccionista escocés William Stir-
el blog Cuaderno de Sofonisba, se- ling-Maxwell (1818-1878), posi-
ría la artista italiana, que represen- blemente el primer especialista
tó a los hijos de Felipe II y al pro- internacional que dedicó verda-
pio monarca en varias ocasiones. deros esfuerzos al estudio del Gre- La bellísima representación de la infanta Catalina Micaela de Austria, obra de Sánchez Coello. /MUSEO DEL PRADO
co. La Dama fue trasladada enton-
ces a la ciudad de Glasgow, en don-
de se encuentra desde hace más bían difundido internacionalmen- Griñón. Por si no hubiera ya sufi- Griego de Toledo, es sin embargo
de ciento cincuenta años. te ya las leyendas sobre su locura. cientes dudas al respecto, este adelantada por especialistas co-
«Pero, ¿quién dijo que este cua- Fue poco después de este mo- cuadro, atribuido a Alonso Sán- mo Carmen Bernis, quien sitúa
dro era del Greco?», han llegado a mento cuando surgió por primera chez Coello hasta hace muy poco en los últimos momentos del si-
preguntarse en el blog sobre Sofo- vez la hipótesis de que la retratada tiempo, se incluye en la actuali- glo XVI el peinado de alto copete
nisba, conscientes de lo endebles fuese Catalina Micaela de Austria. dad en el catálogo de Sofonisba de la retratada. Hay quien ha que-
que resultan los vínculos con el Se trata de una teoría centenaria, Anguissola. Es más: se ha llegado rido ver en su cabeza una toca de
pintor más allá del evidente vene- pues fue planteada nada menos a descartar que la joven pintada mujer casada (Catalina Micaela
cianismo de la pintura (que llegó que en 1913, y por un historiador sea la duquesa de Béjar, propo- había contraído matrimonio en
a ser atribuida en su momento a del arte tan autorizado como Elías 1585) o una toca «de viaje» elabo-
Tintoretto). Gracias a la concien- Tormo (1869-1957). Este propuso rada con fino tejido de Holanda.
zuda labor realizada por historia- comparar la supuesta pintura del Sin embargo, la Para Marías, el personaje «nos
dores como José Álvarez Lopera Greco con el bellísimo retrato de mira fijamente de una forma solo
no solamente ha sido posible re- la infanta que realizó Alonso Sán- rotundidad de su empleada en los retratos de varo-
construir la paulatina identifica-
ción de la Dama del armiño (que,
chez Coello y que se conserva en
el Museo del Prado. Las semejan-
mirada sorprende nes», algo que contribuiría a expli-
car parte de la fascinación que es-
como el propio Greco, ha sufrido zas entre ambos -baste la compa- para tratarse del ta pintura ha ejercido siempre. Sin
su propio proceso de construc- rativa recogida en mitad de estas embargo, es precisamente la ro-
ción simbólica) con el artista, sino páginas- han sido señaladas por retrato de una tundidad de esa mirada la que
con su entorno familiar. La mujer
representada pasó pronto de ser
los partidarios de la atribución.
Años más tarde, conforme co-
infanta de España también provoca dudas, pues la
manera de representar la semblan-
interpretada como la hija del Gre- braba fuerza la hipótesis de la au- za de la mujer en este cuadro es de-
co (no han faltado quienes creen toría del cuadro por parte de So- masiado directa para una dama de
que en realidad podría tratarse de fonisba Anguissola a través de Ma- niéndose en cambio como mode- la realeza, algo que contravendría
su nuera, Alfonsa de los Morales) ría Kusche y de otros especialistas lo a Margarita de Saboya, nada más las normas de decoro habituales
a convertirse en Jerónima de las en la retratística española del si- y nada menos que la hija de la in- en la retratística del momento. Por
Cuevas, madre de Jorge Manuel, glo XVI, como la historiadora de la fanta Catalina Micaela. Complica- si las complicaciones fueran po-
único hijo del pintor. Era apenas moda Carmen Bernis, se planteó do, ¿verdad? Pues aún hay más. cas, en los últimos tiempos se ha
nada lo que se conocía sobre esta una nueva posibilidad: la de que También ha sido discutida la llegado a sugerir que la pintura
mujer a comienzos del siglo XX, la Dama del armiño fuese en reali- datación de esta pintura. Suele si- -que probablemente no solo es-
momento en que sugirió esta po- dad doña Juana de Mendoza, du- tuarse en los primeros momentos conda las tres mentiras a las que
sibilidad el historiador del arte Sal- quesa de Béjar, representada en de la producción del Greco en Es- aludía el blog, sino alguna más- ha-
vador Sanpere, envuelto aún en compañía de un enano en una co- paña, es decir, entre 1577 y 1580. ya sido realizada en realidad a co-
los ecos de la sensibilidad postro- nocida pintura que en la actuali- Esta horquilla, que es la que hoy mienzos del siglo XIX y que esté re-
mántica. La misma en la que se ha- dad es propiedad del marqués de se mantiene en la exposición El presentando a la judía de Toledo.
4 LA TRIBUNA DOMINGO 18 DE MAYO DE 2014
La pintora se autorretrató en 1556 con gran modernidad: pintura dentro de la pintura. /MUSEO LANCUT (POLONIA) Una joven dama. /MUSEO LÁZARO GALDIANO
LA GRAN
Adolfo de Mingo Lorente No es de extrañar que fuera elo-
Toledo
giada por figuras de su tiempo (co-
C
onsiderada a menudo mo el propio Giulio Vasari) y que
la única mujer cuya Joanna Woods-Marsden, autora de
obra se conserva ex- un reciente trabajo sobre autorre-
puesta en el Museo tratos de pintoras, destacase el re-
del Prado -en realidad conocimiento del que gozó -bien
RETRATISTA
la gran colección madrileña alber- es cierto que ayudada por su no-
ga también pinturas de Clara Pee- ble cuna- entre sus pares masculi-
ters y Artemisia Gentileschi, según nos. A diferencia de sus pinturas
recordó recientemente el historia- para el rey o para las encumbra-
dor del arte Manuel Cruz Valdovi- das damas de la corte (como la jo-
nos en una conferencia-, Sofonis- ven desconocida cuya pintura se
ba Anguissola (1532-1625) es sin
duda una de las mejores retratis-
tas de la pintura española. En
otras, palabras, digna candidata
para disputar al Greco la autoría
DEL SIGLO XVI conserva en el Museo Lázaro Gal-
diano), cuyos ricos vestidos repre-
sentó con abundante detalle, So-
fonisba Anguissola siempre se au-
torretrató con gran sobriedad y sin
de una representación tan esplén- símbolo de ostentación alguno.
dida como la Dama del armiño. SOFONISBA ANGUISSOLA REPRESENTÓ EL ENTORNO Había nacido en Cremona y
Su catálogo, estudiado desde era la mayor de siete hermanos.
mediados del siglo XX por María
CORTESANO DE FELIPE II DURANTE CASI VEINTE AÑOS Su padre, Amilcare Anguissola,
Kusche, recientemente fallecida, pertenecía a la baja nobleza ge-
no solamente incluye semblanzas
LA PINTORA A LA QUE SE ATRIBUYE LA DAMA DEL ARMIÑO novesa. Formada junto a artistas
de los personajes de la corte reali- PERMANECIÓ DURANTE MUCHOS AÑOS INJUSTAMENTE como Bernardino Campi -quien
zados desde la más estricta etique- llegó a autorretratarse en el mo-
ta del retrato áulico durante la épo- OLVIDADA HASTA SU REIVINDICACIÓN EN PLENO SIGLO XX mento de estar pintando el rostro
ca de los Austria; también compu- de su discípula- e influida por Mi-
so escenas tan íntimas y llenas de POR LA HISTORIADORA DEL ARTE MARÍA KUSCHE guel Ángel en la Roma de media-
autenticidad como la representa- dos del siglo XVI, Sofonisba llegó
ción de Tres niños con perro (hacia a Madrid en el invierno de 1559-
1570) que se conserva en la Colec- 1560, permaneciendo allí durante
ción Methuen, en Escocia. Demos- Pese a su maestría en la representación del entor- casi veinte años. Contrajo matri-
tró una gran maestría a la hora de no de Felipe II -su retrato de la reina Isabel de Va- monio en dos ocasiones y murió
representar a damas como Isabel lois es uno de los más importantes de la historia instalada en Génova en 1625 o
de Valois y Ana de Austria, esposas de la pintura-, Sofonisba Anguissola recogió con 1626, después de una larga vida.
de Felipe II (así como al propio mo- no menos talento la intimidad de escenas familia- Olvidada durante largo tiempo
narca y a sus hijos), pero también res. Tanto sus Tres niños con perro (Col. Methuen, por los especialistas, la obra de es-
una mentalidad sumamente avan- ta pintora ha sido frecuentemente
Escocia) como el Juego de ajedrez del Navrodwe
zada al autorretratarse a sí misma revisada en los últimos años, in-
durante su ancianidad, al teclado
Museum de Poznan (Polonia) muestran una crementándose su catálogo con
de una espineta, en mitad de una gran modernidad que no pasó inadvertida para obras que tradicionalmente se ve-
partida de ajedrez o en pleno tra- artistas flamencos como Rubens o Van Dyck. nían atribuyendo a otros artistas,
bajo, con los pinceles en la mano. como Alonso Sánchez Coello.
DOMINGO 18 DE MAYO DE 2014 LA TRIBUNA 5
MIRADA DE VANGUARDIA
PAUL CÉZANNE, QUE CONSIDERABA AL GRECO UN PRECURSOR DE LA MODERNIDAD,
INTERPRETÓ LA DAMA DEL ARMIÑO A PARTIR DE UN GRABADO ENTRE 1885 Y 1886
LA PINTURA, QUE PERTENECIÓ AL GALERISTA AMBROISE VOLLARD, ES HOY PROPIEDAD DE UNA
COLECCIÓN LONDINENSE Y PRÓXIMAMENTE SERÁ EXPUESTA EN EL MUSEO DEL PRADO
Adolfo de Mingo Lorente llones de dólares- y que muy pron-
Toledo
to llegará al Museo del Prado pa-
E
l destacado historiador ra formar parte de la exposición
y crítico de arte alemán El Greco y la pintura moderna, co-
Julius Meier-Graefe (el misariada por Javier Barón.
mismo a quien el escri- Meier-Graefe, quien contem-
tor estadounidense Ernst pló La femme à l’Hermine, d’après
Hemingway tildaba de «estúpido» le Greco pocos años después de la
por el interés que manifestaba por muerte de Cézanne, aproximada-
la pintura del Greco, en detrimen- mente al mismo tiempo que escri-
to -decía- de Goya y de Velázquez) bía su célebre Spanische Reise o
tuvo la oportunidad de contem- Viaje por España (1910), apuntó
plar el retrato que acompaña estas con gran lucidez que el Greco era
líneas en la galería de Ambroise tan diferente respecto a Tiziano
Vollard, personaje clave para co- como su contemporáneo Renoir
nocer el efervescente clima artísti- lo era comparado con Cézanne.
co en el París de comienzos del si- Este no fue el único artista de la
glo XX. Su autor era Paul Cézanne, modernidad que se dejó seducir
quien lo había pintado en torno a por la bella representación atribui-
1885-1886 a partir de una repro- da al Greco. También el suizo Al-
ducción en blanco y negro. Proba- berto Giacometti volvió la mirada
blemente una estampa de Jean a este retrato, convertido ya en un
Baptiste Laurent publicada en la verdadero icono cultural.
revista Le Magasin Pittoresque en
el año 1860 y significativamente
titulada La fille du Greco, pues en-
tonces se consideraba a la modelo
de la Dama del armiño la hija del
pintor. El gran artista de Aix-en-
Provence, quien reconocía el valor
de la pintura del Greco como pre-
cursora de la modernidad, inter-
pretó con valiente e intuitivo cro-
matismo lo que no era más que
una imagen en blanco y negro. El
resultado fue un interesante testi-
monio que se conserva en la ac-
tualidad en una colección privada
londinense -en 2012 fue puesto a
la venta en Sotheby’s, sin éxito, va-
lorándose entre cinco y siete mi- La femme à l’Hermine, d’après le Greco (derecha), de Cézanne, viajará próximamente al Prado. Junto a ella, Portrait de la femme à la fourrure, de Giacometti.
E
l investigador y perio- de la retratada (el puño de lechu- no ha sido valorada en profundi-
dista Antonio García Ji- guilla dorado, en lugar del blanco DE LA HUERTA. dad por los especialistas (Fernan-
ménez ha propuesto re- habitual a finales del siglo XVI; la Fue una de las figuras literarias do Marías la considera «muy vero-
cientemente, basándo- creencia en que la tela blanca que símil», según sus propias palabras).
más interesantes del siglo XVIII
se en la personalidad del recubre su cabeza es un rebocillo Consciente de que se trata de «una
oscuro marchante que vendió la de tradición mallorquina, en lugar en España. Es posible que gran obra de arte» con indepen-
Dama del armiño a los delegados de una toca), y muy especialmen- una de sus obras más co- dencia de su autoría, García Jimé-
del barón Taylor en el Madrid de te en indicios que apuntarían a nocidas fuese Raquel, es- nez pide a la Pollok House de Glas-
1836, Serafín García de la Huerta, que pudiera tratarse de una repre- trenada en el año 1778 en gow, su propietaria, que realice de
que el cuadro pudiera tratarse de sentación de La judía de Toledo, una vez por todas los análisis téc-
el Teatro del Príncipe.
una pintura realizada durante el una obra teatral representada con nicos necesarios y sea posible des-
primer tercio del siglo XIX. Sus éxito durante la época y cuya ver- pejar así la incógnita del siglo XIX.
6 LA TRIBUNA DOMINGO 18 DE MAYO DE 2014
TRES DAMAS, DE IZQUIERDA A DERECHA. El fotógrafo holandés Erwin Olaf, acostumbrado a interpretar a grandes referentes pictóricos que van des-
de Zurbarán a Caravaggio, recortó al personaje grequiano sobre una celosía, asomándolo a una ventana circular. A su lado, el particular bohemio formado a partir de espigas de
trigo del diseñador Antonio Aguado, dentro del proyecto Theotokopoülos, instalado hace unos meses en la iglesia de San Vicente de Toledo, sede de la asociación cultural Círculo del
Arte. A la derecha, por último, Konstantina, fotografía de 2008 de Pierre Gonnord en donde el artista francés introduce la intencionalidad social característica de sus propuestas.
FOTÓGRAFOS
sentativas de la historia
de la pintura, los deno-
minados tableaux vi-
vants o ‘cuadros vivientes’, consti-
tuye una práctica habitual dentro
de la fotografía desde mediados
del siglo XIX. Sea como mero ejer-
cicio de recreación o como alega-
to repleto de intencionalidad sim- LA DAMA DEL ARMIÑO HA SERVIDO DE INSPIRACIÓN A GRANDES
bólica -la reconstrucción de la San-
ta Cena de Leonardo da Vinci con FOTÓGRAFOS INTERNACIONALES, COMO ERWIN OLAF Y PIERRE GONNORD
mendigos propuesta en Viridia-
na por Luis Buñuel es uno de los EL RETRATO ATRIBUIDO AL GRECO TAMBIÉN HA SIDO INTERPRETADO POR
ejemplos más conocidos dentro
del cine-, gracias a los ‘cuadros DISEÑADORES COMO ANTONIO AGUADO, POR RECREACIONISTAS AMATEURS
vivientes’ podría plantearse una
auténtica historia paralela del re- Y ESTUDIANTES DE FOTOGRAFÍA EN PRÁCTICAS
trato a la que no son ajenas pin-
turas tan icónicas y singulares co-
mo la Dama del armiño.
De hecho, las reinterpretacio-
EL CUADRO COMO EJERCICIO DE ILUMINACIÓN la modelo Elena Scorosanu. El fa-
moso retrato también puede ser
nes del tema realizadas en los úl- interpretado con intencionalidad
timos años por profesionales y social, algo propuesto por el fotó-
amateurs de la fotografía han sido grafo francés Pierre Gonnord en
bastante numerosas. El holandés una de las imágenes que compo-
Erwin Olaf, por ejemplo, recortó nen la exposición Entre el cielo y la
al personaje femenino sobre una tierra. Doce miradas al Greco 400
celosía en una de sus series pictó- años después, recientemente ins-
ricas -de la que forman parte per- talada en el Museo Nacional de Es-
sonajes tan memorables como su cultura de Valladolid y comisaria-
visión de la Santa Apolonia de da por Isabel Durán. Esta muestra
Zurbarán-, situándolo asomado a podrá ser contemplada después
una peculiar ventana circular. Los del verano en Madrid, en la Real
elementos más representativos Academia de San Fernando.
del cuadro atribuido al Greco (la Las visiones sobre el personaje,
delicada prenda de piel que le por tanto, pueden ser muy diver-
presta nombre, la toca blanca so- sas. Es habitual contar con la Da-
bre un alto peinado, los puños de ma del armiño entre los retratos
encaje y los anillos en una de las elevados a categoría de iconos de
manos) pueden ser hábilmente los que se valen los recreacionis-
recreados por los profesionales de tas históricos o los alumnos de fo-
la imagen y la moda. En ocasio- tografía. En octubre de 2011, para
nes, como propuso el diseñador terminar, Tony Mac propuso una
Antonio Aguado para una de las personal (o más bien impersonal)
imágenes del proyecto Theotoko- visión del personaje para un con-
poülos, celebrado recientemente curso organizado por la cadena de
en Toledo, el atuendo de la Dama JÓVENES PROFESIONALES. El rostro envuelto por la toca de tela de inmaculado color blanco obli- televisión estadounidense NBC en
del armiño cobra vida a través de ga a los fotógrafos a plantear un detenido estudio de iluminación. Arriba a la derecha, ejercicio de la joven donde los espectadores eran invi-
materiales inclasificables, como Cristina Pino, de la Escola d’Art i Superior de Disseny Serra i Abella (L’Hospitalet de Llobregat, Barcelona). tados a reinterpretar fotográfica-
las espigas de trigo alrededor de mente los grandes clásicos del arte.
DOMINGO 18 DE MAYO DE 2014 LA TRIBUNA 7
L
os grandes vacíos históricos,
unidos a la tradición noveles-
ca y al recurrente interés cine-
matográfico por el melodra-
ma, han convertido a la Dama
del armiño -entendida como hija o co-
mo amante del Greco- en una destacada
protagonista de las películas dedicadas
al pintor. Es posible encontrar referen-
cias al conocido retrato dentro del ima-
ginario fílmico desde el año 1947, cuan-
do Eusebio Fernández Ardavín dirigió la
adaptación cinematográfica de La Da-
ma del armiño sobre el texto que su her-
mano Luis había elaborado más de vein-
te años atrás. La actriz Lina Yegros (1914-
1978), popularmente conocida como «la
ilustre llorona» por su habitual interpre-
tación de papeles lacrimógenos desde
mediados de los años treinta, fue en este
caso quien lució las pieles y quien fue
expresamente retratada para la ocasión.
Con estas palabras se refería a su atuen-
do el protagonista de la película, Jorge
Mistral, tras contemplar a la modelo del
cuadro asomada a un mirador: «¿Cómo?
¿Seréis entonces la hija del Greco? Lo de-
bí adivinar cuando os vi el otro día con
vuestras pieles de armiño».
Solo un año después de esta pelícu-
la, en El marqués de Salamanca, el ci-
neasta y dramaturgo Édgar Neville se va-
lía del mismo retrato femenino -junto con
otras pinturas descontextualizadas del
Greco, como San Luis y el supuesto re-
trato del doctor Rodrigo de la Fuente- pa-
ra significar la pujanza material del fi-
nanciero y coleccionista del siglo XIX. El
cuadro, por cierto, ardía preso de las lla-
mas tras asaltar las turbas su palacio.
Tanto Nuria Torray (1934-2004) como
Laia Marull pueden considerarse tam-
bién, ambas en el papel de Jerónima de
REFERENTE. las Cuevas, amante del Greco, herederas
Actrices como Lina Yegros de la Dama del armiño. La primera pro-
tagonizó junto al actor José María Rode-
(derecha), Nuria Torray y ro la película para televisión El caballero
Laia Marull (arriba) han de la mano al pecho, dirigida a mediados
encarnado, desde ópticas de los años setenta por quien era su es-
muy diferentes, al perso- poso en la vida real, el realizador y escri-
naje que la historiografía tor Juan Guerrero Zamora. La novela
adaptada libremente para este trabajo
tradicional ha emparenta- era La mujer del armiño, de la escritora
do con Jerónima de las húngara Elizabeth Szel, traducida al cas-
Cuevas. Los ejemplos tellano a comienzos de los años sesenta
abarcan un amplio por el realizador León Klimovsky: «Sobre
un arcón descubrió una manta de pieles
arco temporal, des-
y la llevó hasta su modelo, y sin decir una
de el año 1947 has- palabra, rodeó con ella los hombros de
ta el biopic sobre Jerónima. La manta era extraña: pelos
el Greco de 2007. pardos y blancos, curiosamente hirsutos
y largos, apelotonados en racimos: debía
de ser un armiño salvaje, una especie de
rata de bosque... Pero Dominico encon-
tró interesante la piel y que adornaba bien
a la modelo, y se dedicó a darle forma, co-
LA DAMA
mo si se tratara de un elegante cuello de
pieles. Ella le sonrió agradecida, feliz de
sentirse el centro de la atención del hom-
bre: todo transcurría en silencio, en un
tácito mutismo de camaradas, atentos
por igual a escapar de los ojos guardia-
nes y severos de doña Silvestra».
EN EL CINE
Con respecto a Laia Marull, especial-
mente recordada en Toledo por su papel
en Te doy mis ojos (Icíar Bollaín) hace al-
rededor de una década, vistió también la
toca y el bohemio de lince en El Greco, del
cineasta griego Yannis Smaragdis. El ves-
tuario empleado en esta película de 2007,
LAS ACTRICES LINA YEGROS, NURIA TORRAY Y LAIA MARULL HAN por el que la veterana Lala Huete obtuvo
un Premio Goya, fue uno de sus escasos
INTERPRETADO AL PERSONAJE EN LAS PANTALLAS ESPAÑOLAS elementos destacados por la crítica. No
en vano, parte del mismo fue trasladado
GUIONISTAS Y REALIZADORES HAN PLANTEADO INDISTINTAMENTE A a la capital de Creta, Heraclion, para ser
incorporado a un museo en las Murallas
JERÓNIMA DE LAS CUEVAS COMO LA HIJA O LA AMANTE DEL PINTOR Venecianas sobre esta película.
La mujer en el mundo del arte:
pintoras del siglo XVI al XX
1
Título: La mujer en el mundo del arte: pintoras del siglo XVI al siglo XX.
El objetivo del trabajo es la demostración del prestigio o importancia que gozaron las mujeres en
el ámbito de la pintura, aunque con las limitaciones de cada época. Esto puede explicar que la
mayoría de las obras fuesen autorretratos. No obstante, también querían representar una imagen
culta y formada de la mujer. Del mismo modo, debido a la gran cantidad de autoras que existen,
solo nos centraremos en una pequeña selección, donde se demuestra una evolución estilística y
social. Lo cierto es que muchas pinturas realizadas por mujeres fueron inicialmente atribuidas a
varones, lo que demuestra que las diferencias entre obras de mujeres y hombres no existen.
Por tanto, muchas de ellas abandonaron ese prototipo del “ángel del hogar” y participaron de la
actuación cultural.
Palabras clave: pintoras; arte; mujeres; Frida Kahlo; Mary Cassat; Artemisia Gentileschi;
Sofonisba Anguissola; obras; óleo.
Títol: La dona en el món de l’art: pintores del segle XVII al segle XX.
L'objectiu del treball és la demostració del prestigi o importància que van gaudir les dones en
l'àmbit de la pintura, encara que amb les limitacions de cada època. Açò pot explicar que la
majoria de les obres anessen autoretrats. No obstant, també volien representar una imatge culta i
formada de la dona. De la mateixa manera, a causa de la gran quantitat d'autores que existeixen,
només ens centrarem en una xicoteta selecció, on es demostra una evolució estilística i social. La
veritat és que moltes pintures realitzades per dones van ser inicialment atribuïdes a barons, la qual
cosa demostra que les diferències entre obres de dones i hòmens no existeixen.
Per tant, moltes d'elles van abandonar eixe prototip de l'àngel de la llar i van participar de
l'actuació cultural.
Paraules clau: pintores; art; dondes; Frida Kahlo; Mary Cassatt; Artemisia Gentileschi;
Sofonisba Anguissola; obres; oli.
Title: Women in the world of art: Painters of the XVII century to the XX century.
Abstract: The figure of women in the history of art has been commonly associated with the
concept of being muses, that is, the one that posed in front of the painter. However, very few
2
realize the large number of painters that were developed throughout history, so many that it is
even considered not to be female artists.
The aim of this work is that women played in the field of painting, although with difficult
limitations of each era. This may explain that most of the works were self-portraits.
Notwithstanding, they also wanted to depict a cultured and educated image of women. In the same
way, due to the large number of authors that exist, we will only focus on a small selection, where
a stylistic and social evolution is demonstrated. The truth is that many paintings made by women
were initially attributed to men, which shows that the differences between works of women and
men do not exist.
Therefore, many of them abandoned that prototype of the "angel of the house" and participated
in the cultural performance.
Keywords: painters; art; women; Frida Kahlo; Mary Cassat; Artemisia Gentileschi; Sofonisba
Anguissola; works; oil.
3
INDICE
1. Introducción………………………………………………………………………… 6
2. Metodología y justificación………………………………………………………… 8
3. Vida y obra de las autoras…………………………………………………............. 9
3.1. Sofonisba Anguissola……………………………………………………… 9
3.1.1. Biografía…………………………………………………............. 9
3.1.2. Recopilación de obras……………………………………............ 12
3.1.3. Comentario de obras…………………………………………….. 13
3.1.3.1. Bernardino Campi retratando a Sofonisba Anguissola.. 13
3.1.3.2. La partida de ajedrez…………………………….......... 15
3.1.3.3. Felipe II………………………………………………... 17
3.2. Artemisia Gentileschi………………………………………………........... 18
3.2.1. Biografía……………………………………………………........ 18
3.2.2. Recopilación de obras………………………………………........ 21
3.2.3. Comentario de obras…………………………………………….. 22
3.2.3.1. Susana y los viejos…………………………………….. 22
3.2.3.2. Judith decapitando a Holofernes…………………........ 23
3.2.3.3. Autorretrato como alegoría a la pintura…………........ 25
3.3. Mary Cassatt………………………………………………………………. 27
3.3.1. Biografía……………………………………………………........ 27
3.3.2. Recopilación de obras…………………………………………… 29
3.3.3. Comentario de obras…………………………………………….. 31
3.3.3.1. La niña en un sillón azul…………………………......... 31
3.3.3.2. El baño………………………………………………… 33
3.3.3.3. The boating Party……………………………………… 34
3.4. Frida Kahlo………………………………………………………………... 36
3.4.1. Biografía………………………………………………………… 36
3.4.2. Recopilación de obras…………………………………………… 40
3.4.3. Comentario de obras…………………………………………….. 42
3.4.3.1. Autorretrato en la frontera entre México y Estados
Unidos……………………………………………………………………………......... 42
3.4.3.2. Las dos Fridas………………………………………… 44
3.4.3.3. La columna rota………………………………………. 46
4
3.4.3.4. El marxismo dará salud a los enfermos……………… 48
4. Comparación de pintoras………………………………………………………… 49
4.1. La familia………………………………………………………………… 49
4.2. Autorretrato………………………………………………………………. 50
4.3. Referencias intelectuales…………………………………………………. 52
4.4. Expresividad de los personajes…………………………………………... 54
4.5. Maestras de pintura………………………………………………………. 55
4.6. Fama oscurecida tras la muerte…………………………………………... 55
5. Importancia de las autoras en su época…………………………………………. 56
5.1. Reconocimiento intelectual………………………………………………. 56
5.2. Reconocimiento de autores coetáneos…………………………………… 58
5.3. Influencia sobre otros artistas……………………………………………. 59
5.4. Adecuación a los estilos de la época…………………………………….. 60
6. Trascendencia en la actualidad………………………………………………….. 61
6.1. Reconocimiento académico………………………………………............ 61
6.2. Reconocimiento “popular”………………………………………………. 63
6.3. Literatura, cine y música…………………………………………............ 64
6.4. Símbolo de lucha de género……………………………………………... 67
7. Conclusiones………………………………………………………………............ 68
8. Anexo imágenes…………………………………………………………………... 70
8.1. Sofonisba Anguissola……………………………………………............. 70
8.2. Artemisia Gentileschi……………………………………………............. 72
8.3. Mary Cassatt……………………………………………………………... 75
8.4. Frida Kahlo………………………………………………………............. 77
9. Bibliografía………………………………………………………………………... 79
5
1. Introducción
Así, muchas pinturas realizadas por mujeres fueron atribuidas a varones, lo que
demuestra la inexistencia de diferencias artísticas entre hombres y mujeres. No obstante,
en el momento en que se conocía al verdadero autor, mujer, el valor de la obra descendía.
A partir de ello se menospreciaba a la obra y a la autora mediante la afirmación de alguna
marca de imitación, cuando, en realidad, no tenía por qué tener un papel subordinado.
Fueron muchas mujeres las que decidieron dedicarse a la creación artística, pero muy
pocas las que, en alguna medida, fueron reconocidas en su tiempo. Sin embargo, muchas
de las pintoras fueron diferentes, se dedicaron a realizar manifestaciones de carácter
personal de la misma calidad que las de los pintores contemporáneos. A pesar de todo
ello, muchas pintaron, en su mayoría, autorretratos que representaban las fases de su vida
como mujer y a la artista confinada en sus propios recursos. 1
Llama la atención que las obras producidas por mujeres generalmente son de
pequeño tamaño. Esto no significó que no fuesen capaces de crear obras grandes, pero la
mayor parte de ellas prefirió realizar obras significativas en pequeñas dimensiones. Por
tanto, se centraron más en un arte exquisito, delicado, elegante y pequeño que ocupase
poco espacio. No obstante, el principal motivo fue que ese medio de expresión se presentó
como el adecuado para las mujeres, mientras que para un hombre podía significar el
fracaso.
Parece que cuando una mujer, a lo largo de la historia del arte, conseguía
mejorar la situación y ser reconocida, todo era en vano, pues eran olvidadas o
menospreciadas. La mayoría de estas entablaron contacto con el arte al ser parientes de
pintores, viéndose influidas por el ambiente, en el que actuaban como colaboradoras. En
el taller, generalmente la hija, copiaba, preparaba los materiales y grababa la obra del
1
CASO, Ángeles. Ellas mismas, Autorretratos de pintoras. Primera edición: julio de 2016, Oviedo,
Libros de la letra azul, p. 27
6
maestro.2 Al mismo tiempo, era una forma de mantener unidos al taller a los mejores
alumnos mediante el matrimonio. La proporción de pintoras emparentadas con artistas
fue menor cuando en el siglo XVIII Elisabetta Sirani fundó una escuela destinada a las
mujeres en Bolonia para estudiar arte. 3Ya en el siglo XIX se crearon escuelas de arte
públicas y cientos de mujeres empezaron a estudiar. Sí que es cierto que cuando los
pintores empezaron a enseñar a mujeres no emparentadas con ellos hubo siempre alumnas
que se casaron con sus maestros. El resultado, en general, llevaba a la pintora a alejarse
del deseo de crear y acercarse más al de gustar y complacer al marido.
Toda esta situación puede llevarnos a pensar que si las pintoras fueron
olvidadas es porque eran artistas menores, pero esto no es así. Muchas lucharon por
conseguir un hueco en las academias más prestigiosas, a costa de ser insultadas y vejadas
por sus contemporáneos, por ejemplo, el dramaturgo Molière se reía de aquellas mujeres
con talento y sabiduría en su comedia Les Précieuses ridicules (Las ridículas damas
cursis)4. A esto se le sumó la necesidad de o bien abandonar su vida a la religión o a la
vida de madre, esposa y ama del hogar. La que no elegía lo uno ni lo otro era marginada
por todos. Aquellas mujeres dedicadas a las artes eran vistas como un fenómeno extraño
de la naturaleza. Esto es llamativo, pues desde tiempos antiguos se le ha otorgado a la
mujer el papel de creadora del arte. En Historia Natural5 de Plinio el Viejo, este explica
que la invención de la pintura se debe a una mujer, Kora, hija del alfarero Butades
Sicyonius (s. VII-VI a.C.). Se cuenta que esta, viendo marchar a la guerra a su amado,
pintó la sombra de su perfil en un muro.6
Además, el hecho que facilitó que las artistas fueran olvidadas fue la costosa
tarea de la conservación de las pinturas, ya que esta solo era factible cuando el valor de
la obra lo justificaba.
Por tanto, fueron mujeres fuertes, avanzadas en su tiempo, que bien física o
metafóricamente poseían, como diría Virginia Woolf, “una habitación propia”: un deseo
de no quedarse enclaustrada en la ignorancia y poder manifestar sus habilidades. Junto a
esto, destaca el hecho de que muchas madres pintoras se dedicaron a la educación de los
2
Íbidem, p. 46
3
Íbidem, p.68
4
Íbidem, p. 74
5
Enciclopedia escrita en latín por Plinio el Viejo que pretendía abarcar todo el conocimiento que se tenía
hasta el momento. Es una de las mayores obras individuales que sobreviven del Imperio romano.
6
DEL RÍO, Isabel. Una mujer inventó la pintura en el siglo VII a.C. Las Chicas del óleo. Editorial
Akrón.
7
hijos. Por ejemplo, las primeras pinturas de Van Gogh fueron copias de las obras de su
madre, Anna Carbentus.
2. Metodología y justificación
8
En cuarto lugar, gracias al trabajo biográfico previo, se ha llevado a cabo una
comparación entre las similitudes de las cuatro pintoras, justificándolo a partir de
imágenes de sus obras. Cabe señalar, que todas las fotografías poseen una referencia a pie
de página indicando el nombre, año y lugar en el que se encuentran cada una de estas. En
quinto lugar, se ha demostrado la importancia de las autoras en su época y la trascendencia
que tienen en la actualidad, con el objetivo de revalorizar el papel de las pintoras en el
arte.
En este apartado se describirá la vida de cada una de las artistas, junto con el
comentario de algunas de sus obras. El fin de esto es conocer las características
biográficas, artísticas y profesionales que envolvieron a cada una.
3.1.1. Biografía
Sofonisba Anguissola, nacida entre 1532 y 1538, era la mayor de siete hermanos,
siendo seis mujeres, entre las que, cuatro (Sofonisba, Lucia, Europa y Ana María), se
formaron en la pintura; Elena que se convirtió en monja; Minerva que se dedicó a las
letras; y un hombre, Asdrúbale. La familia Anguissola pertenecía a una pequeña
aristocracia cremonense, que tenía la capacidad y formación suficientes para que el padre,
Amilcar Anguissola, y la madre, Abianca Ponzoni, se preocupasen en ofrecer a sus hijos
una educación completa que pasase por las artes, la enseñanza del latín, letras y los
instrumentos musicales, como el resto de las indicaciones que aparecen en El Cortesano7
de Baltasar Castiglione.
7
Libro imprescindible para comprender los ideales renacentistas, escrito por Baltasar Castiglione en 1508.
8
Arquitecto, pintor y teórico del arte italiano. El más importante de los biógrafos de pintores, escultores y
arquitectos del siglo XVI.
9
HARGRAVE, Isabel. Sofonisba Anguissola (1532/38-1625): uma pintora italiana no renascimiento
español. 2010. Encontro de História da arte, UNICAMP, p. 211.
9
Elena entró pronto al convento, pero Sofonisba y Lucia empezaron a destacar en
la pintura de retrato. La producción de nuestra autora a lo largo de este primer periodo de
educación artística en Italia a menudo se confunde con la obra de sus hermanas. Como
pintoras mujeres en la segunda mitad del siglo XVI, por más que destacasen en calidad
artística, tuvieron que restringirse a algunos géneros específicos como la pintura religiosa,
naturalezas muertas o la pintura de retratos. Este último fue en el que se centró
principalmente Sofonisba. Al mismo tiempo, no solo se les restringió en el género de
pintura sino también en el campo de acción. Por ello, antes de ser reconocidas actuaron
en el ámbito familiar, donde pintaban retratos a su familia.
Sin embargo, a las limitaciones impuestas durante su aprendizaje tuvo que incluir
una más: como dama virtuosa no podía cobrar por su trabajo, ya que eso la equipararía
con una mujer de las clases sociales más bajas o, incluso, con una prostituta. Por tanto,
nunca recibía dinero, sino regalos, pequeñas joyas, objetos delicados, etc.
En 1558, a los 26 años, Anguissola viajó a Milán, la capital de los estados que el
rey Felipe II de España poseía en Italia. Allí, coincidió con Fernando Álvarez de Toledo,
tercer duque de Alba, quien la invitó a que viajase a la corte española de Felipe II.
Formada como retratista, Sofonisba se instaló en España de 1559 a 1573. Llegó con 27
años para convertirse en dama de compañía de la nueva reina, Isabel de Valois, a quien
serviría como compañera y profesora de pintura y de música. Esto le llevó a ser también
10
retratista de la familia real durante los casi trece años que estuvo en la Corte. 10A la muerte
de la reina (1568) siguió manteniendo el favor del rey que le encargó la educación de las
pequeñas infantas: Isabel Clara Eugenia y Catalina Micaela. En 1570 el monarca contrajo
matrimonio con Ana de Austria, a quien también dedicaría varios retratos.
Dejó de pintar tras cumplir los ochenta años cuando sus problemas de ojos la
habían dejado casi ciega. En 1624 recibió la visita de un joven pintor flamenco a punto
de convertirse en uno de los mayores retratistas de su siglo, Anton van Dyck, quien la
representó en varias ocasiones. Finalmente, la pintora murió en 1625, a los 93 años,
dejando tras de sí una obra ingente y dispersa, así como una puerta abierta a varias
pintoras que seguirían sus pasos.
10
DÍAZ, Concha. Cuaderno de Sofonisba.
11
3.1.2. Recopilación de obras
En el contexto en que vivió la autora los prejuicios de su época impedían que una
mujer pudiera desarrollar su capacidad artística. Esto se veía apoyado por las opiniones
de grandes artistas, como Bocaccio en su obra Decamerón, que afirmaron:
El arte es ajeno al espíritu de las mujeres, pues esas cosas solo pueden realizarse
con mucho talento, cualidad casi siempre rara en ellas.
Sin embargo, por fortuna, no todos pensaban así, pues dos siglos después, Giorgio Vasari,
escribió:
Pues si las mujeres son capaces de hacer tan bien a los seres humanos al darles
vida, ¿cómo puede maravillarnos que aquellas que lo desean sean capaces de
hacerlos igualmente bien pintándolos?11
11
MIESLOST, C. Sofonisba Anguissola. Historia de una artista, Revista Atticus, n. 5 (2015), pp. 47-58.
12
El termino virgo se trataba, en realidad, de una alusión erudita a las mujeres pintoras citadas por Plinio
en su Historia natural. Además, también significa soltera, estado de nuestra autora en aquellos años.
13
SEBASTIÁN LOZANO, Jorge. Entre publicidad y virtud. Sofonisba Anguissola, autorretratista. 2013,
Congreso internacional Me veo luego existo, p. 523-530.
12
Autorretrato con caballete (1556). Óleo sobre lienzo, 66 x
57 cm. Museo-Castillo de Lancut (Polonia)
A partir de aquí, mostraremos por orden cronológico las obras más importantes de
Sofonisba Anguissola:
1554, Autorretrato (Ilustración 1). Óleo sobre tabla, 19’5 x 14’5 cm. Kunsthistorisches
Museum (Viena). Mejor cuadro de su primera etapa, cuya introducción del libro en sus
manos es una innovación dentro del género del autorretrato.
1558, Retrato familiar (Ilustración 2). Óleo sobre lienzo, 157 x 122 cm. Nivaagaards
Malerisamling, Niva, Dinamarca. Muestra la imagen ideal de la figura paterna.
1565, Retrato de la reina Isabel de Valois (Ilustración 3). Óleo sobre tabla, 119 x 84 cm.
Museo del Prado de Madrid.
1590, La dama del armiño (Ilustración 4). Óleo sobre lienzo, 62 x 50 cm. Pollok House,
Glasgow. La obra fue atribuida durante años al pintor español, el Greco.
13
El cuadro plantea un juego meta-artístico, en el que la pintora representa a su
maestro Bernardino Campi retratándola a ella. Así, el lienzo se plantea como un homenaje
a su mentor, pero también como una muestra de su emancipación. La autora se presenta
como una dama aristocrática, con guantes y vestimenta ostentosa, remarcando la distancia
social entre ambos. Al mismo tiempo, el cuadro presenta un juego de miradas, donde
ambos personajes observan atentos al espectador, pero, también pueden estar viéndose a
sí mismos como si de un espejo se tratara. Por otra parte, otros especialistas como Caroli,
afirman que el hombre es Orazio Vecellio, hijo de Tiziano.
14
antecedente de una adaptación similar en el retrato de Felipe II, cambiando la
composición de la mano y oscureciendo la ropa.14
Fotomontaje de las tres etapas de restauración de Bernardino Campi retratando a Sofonisba Anguissola. De izquierda a
derecha: estado de la obra hasta 1996; hasta 2002; desde entonces
La escena presenta a las tres hermanas de la autora, Elena y Minerva que juegan
al ajedrez ante la risueña mirada de la hermana menor, Europa; y en segundo plano
aparece la figura de la criada, habitual en sus cuadros. La tabla de ajedrez es el centro del
cuadro alrededor del cual se disponen las figuras.
14
Íbidem, p. 531.
15
Como en otras obras de Sofonisba Anguissola se produce un juego de miradas que
recorre todos los personajes y nunca se cruzan, es decir, la criada observa a Europa, que
sonríe mirando a Minerva. Esta mira sorprendida a Elena porque va perdiendo y Elena a
su vez busca la aprobación de la pintora (fuera del cuadro). Sin embargo, en un grabado
(Ilustración 5) que se encontró con los papeles de la venta del cuadro, la pintora aparece
jugando al ajedrez en el lugar de Elena, lo cual lleva a pensar que se realizaron dos cuadros
diferentes por las dos hermanas, en los que cada una pinta a la otra.15
Por otra parte, los colores utilizados son muy variados, desde los fríos del paisaje
hasta los cálidos de las vestimentas y la alfombra. Los colores también ayudan a
representar con exactitud las texturas y los brillos de los vestidos. Además, la
composición está dotada de cierta perspectiva, que se ve apoyada por el paisaje,
mostrando unas montañas a lo lejos. Por su parte, los rasgos de los rostros son muy
parecidos, pero al mismo tiempo particularizados en los ojos y en los tonos y brillos de la
piel. Del cuadro, el propio Vasari 16afirma que las figuras “parecen verdaderamente vivas
y que no les falta otra cosa, sino la palabra”.
La autora pudo haber elegido este juego para demostrar la buena educación y
cultura de su familia, puesto que jugar al ajedrez era considerado propio de las clases
acomodadas. Este ambiente se ve exaltado mediante los ropajes de brocados que llevan
17
las jóvenes o la alfombra colocada bajo el panel del ajedrez. En el borde del tablero
aparece la fecha de la obra y la firma de la pintora: SOPHONISBA ANGUSSOLA, VIRGO,
AMICARIS FILIA, EX VERA EFFIGIE TRES SUAS SORORES ET ANCILLAM PINXIT.
MDLV18. Así, el mundo de una mujer aristocrática en esa época estaba fuertemente
marcado por la familia. En la composición hay una cercanía afectiva.
15
DÍAZ, Concha. Cuaderno de Sofonisba.
16
“(...) che paiono veramente vive e che non manchi loro altro che la parola.” In: VASARI, Giorgio. Le
Vite dei più eccellenti pittori, scultori e architetti. Roma: Grandi Tascabili Economici Newton, 1993.
17
Durante el Renacimiento este tipo de tejidos se traía de Oriente Medio y eran muy solicitados por las
clases adineradas europeas.
18
Sofonisba Anguissola, doncella, hija de Amilcar, pintó a sus tres hermanas y a la criada del natural,
1555.
16
3.1.3.3. Felipe II
El lienzo forma pareja con el de su cuarta esposa, Ana de Austria. Se trata de una
serie de cuadros de grupo familiar formado por las dos hijas del rey, este y su pareja real,
todos vestidos de luto. Varios estudios afirman que todos van de duelo debido a que en
ese año se efectuaron los traslados de sus familiares fallecidos a El Escorial, o a la muerte
de la princesa Juana, hermana del rey.
La obra formó parte del grupo de 50 cuadros que fueron escogidos para ser
enviados al Museo Napoleón y reclamados más tarde por el Prado.
Así, se nos muestra al rey Felipe II, que mira de frente al espectador, viste de negro
con una fina capa y un sombrero alto, cuello y puños de puntillas. En su pecho cuelga con
un cordón un toisón de oro19; en la mano izquierda porta un rosario20; y la derecha aparece
apoyada en la voluta de madera del brazo de un sillón. Bajo el brazo izquierdo asoma el
pomo de la espada. Como ya se ha mencionado, el cuadro sufrió diversas modificaciones:
19
Insignia de esta orden que consistía en un collar de oro del que pendía un carnero también de oro.
20
Fue en 1573 cuando el Papa Gregorio XIII instituyó la fiesta del Rosario, en conmemoración de la victoria
en Lepanto -7 de octubre de 1571-.
17
la mano derecha estaba apoyada sobre su pecho y la izquierda parece que estaba jugando
con el toisón.
El retrato estuvo atribuido durante siglos a Juan Pantoja de la Cruz21, tal y como
aparece en diferentes inventarios del Alcázar de Madrid y, posteriormente, sobre 1940, a
Alonso Coello22. No obstante, esta última teoría no duró mucho, ya que se sugiere la
posibilidad de un autor italiano, que pronto concretaría en Sofonisba Anguissola. A pesar
de que la atribución a nuestra autora ya se había dado como cierta en 1985, no fue hasta
la exposición en el Museo del Prado en 1990 sobre Alonso Sánchez Coello y el retrato de
la corte de Felipe II, cuando surgió la oportunidad de realizar análisis técnicos que así lo
confirmaron.
Finalmente, debemos saber que se han realizado numerosas copias de este retrato
tanto coetáneas como posteriores debido a la calidad e importancia del retrato. No
obstante, muchas de ellas carecen de la calidad necesaria para ser tomadas en
consideración. Dentro de estas nombramos la de Sánchez Coello (Ilustración 6), la de
Salvador Martínez Cubells (Ilustración 7) y otros anónimos. Además, tal es la
importancia de este cuadro que aparece representado en otras obras como la de José Uría
y Uría, El príncipe Carlos y el duque de Alba (Ilustración 8).23
Artemisia nació en Roma en 1593, hija del pintor Orazio Gentileschi, quién se
encargó de su educación, y la hermana mayor de tres hermanos. Su padre guio a todos
sus hijos en el arte de la pintura, enseñándoles la técnica barroca del claroscuro y del
tenebrismo, afín a la época del caravaggismo24, técnica que impregnó de forma muy
particular su producción. Sin embargo, Artemisia destacó siempre por encima de sus
hermanos que nunca tuvieron las dotes de las que gozaba nuestra autora. De este modo,
21
Pintor español renacentista especializado en el retrato cortesano manierista.
22
Pintor renacentista español, nombrado pintor de cámara de Felipe II.
23
DÍAZ, Concha. Cuaderno de Sofonisba.
24
Corriente pictórica dentro del barroco utilizada por artistas que se inspiraron en la obra de Caravaggio.
Estos pintores eran conocidos por el uso de la técnica del claroscuro y la referencia a su naturalismo o
realismo. Generalmente las figuras aparecen contra un fondo monocromo e iluminados por un foco de luz.
18
la influencia que Orazio recogió con la llegada de Caravaggio a Roma se la inculcó a su
hija. Así, Orazio Gentileschi formaba parte de un grupo de pintores en Roma de gran
reputación. Artemisia se introdujo en la pintura gracias a su papel como ayudante en el
taller de su padre. Esto marcaría la vida de la artista, pues su padre volcó todo su esfuerzo
en desarrollar su talento. Le hizo vivir encerrada en su casa, saliendo solo para asistir a
misa y teniendo contacto únicamente con los ayudantes del taller. 25
El fin de sus años de aprendiz se podría resumir en su lienzo Susana y los Viejos.
Esta obra podría haber sido su puerta de acceso a las academias de Bellas Artes, pero el
hecho de ser mujer le impidió entrar en ellas. Por este motivo, su padre contrató a un
pintor colaborador suyo para que le diese clases y le enseñase a pintar al aire libre,
Agostino Tassi26, que estaba trabajando con él en las bóvedas del Casino della Rose. Sin
embargo, este protagonizó el episodio más trágico de la vida de nuestra pintora, pues la
violó en 1612. Artemisia consintió las veces posteriores, ya que este le prometió que se
casaría con ella, hecho que no cumplió, puesto que ya estaba casado. Finalmente fue
acusado por Orazio Gentileschi ante el tribunal papal. Tras el proceso, se pudo comprobar
que había cometido incesto con su cuñada, además de haber planeado el asesinato de su
esposa. El juicio realizado a Artemisia fue de una gran crueldad, llegando incluso a ser
torturada y cruelmente humillada con el fin de demostrar la veracidad de sus palabras.
Tras el juicio, Tassi fue expulsado de los Estados Pontificios después de permanecer un
año en prisión. Debido al incidente el padre de la artista dispuso su matrimonio con el
pintor florentino, Pietro Antonio di Vicenzo Stiattesi, con el motivo de devolverle la honra
que le quedaba a su hija. 27
25
BOSCH BELLO, Sandra. Artemisia Gentileschi: La Mirada de una Mujer Artista. Universidad de la
Laguna, 2013-2014, p. 23.
26
Pintor italiano, trabajó como paisajista en Roma, experto en el trampantojo decoró varios palacios
romanos.
27
BOSCH BELLO, Sandra. Artemisia Gentileschi: La Mirada de una Mujer Artista. Universidad de la
Laguna, 2013-2014, p. 24.
19
la época florentina conoció y entabló contacto con Galileo. Al mismo tiempo, fue
protegida por Cristina de Lorena, esposa del Gran Duque Fernando I de Médicis. La
proximidad a la corte de los Médicis le permitió perfeccionar su técnica, optando por un
estilo más colorista, a la vez que le aportó referencias intelectuales. Otro de sus mecenas
fue Miguel Ángel Buonarotti el Joven, sobrino del gran escultor florentino. Durante su
etapa en Florencia lo caravaggesco dio paso al gusto florentino, como se puede ver en La
Magdalena patiente. No obstante, el gusto florentino acabó desapareciendo en Judith y
su sirvienta para volver al estilo de Caravaggio.
La magdalena patiente (1616). Óleo sobre Judith y su sirvienta (1619). Óleo sobre lienzo,
lienzo, 146 x 108 cm. Palacio Pitti, Florencia. 114 x 93’5 cm. Galería Palatina del palacio Pitti
de Florencia.
20
Carlos I y trabajó con su padre28 en el fresco de la Casa delle Delizie, aunque en 1642
regresó a Nápoles. Allí, permaneció más de veinte años hasta su muerte. Sin embargo, no
se tiene conocimiento ni de su vida ni de su obra durante esos años, puesto que los
problemas económicos se hicieron presentes, declarándose, incluso, en bancarrota.
1612, Dánae (Ilustración 9). Óleo sobre cobre, 40’5 x 52’5 cm. Museo de Arte San Luis,
EEUU. Tema mitológico muy representado en la historia del arte, puede hacer referencia
al episodio con Tassi.
1615, Autorretrato como mártir (Ilustración 10). Óleo sobre lienzo, 31’7 x 24’8 cm.
Colección privada. Muestra una Artemisia de 22 años.
1622, Retrato de un confaloniero29 (Ilustración 11). Óleo sobre lienzo, 208 x 128 cm.
Palacio de Accursio, Bolonia. Único retrato existente que se atribuye con seguridad a la
pintora.
1650-1651, La Virgen con el niño con rosario (Ilustración 12). Óleo sobre lienzo, 59’5 x
38’5 cm. El Escorial, Madrid.
28
El contacto con su padre desapareció cuando este retomó la relación con Tassi una vez que la sentencia
se había cumplido.
29
Hombre que lleva el confalón: bandera, estandarte o pendón.
21
La obra que vamos a comentar se trata de Susana y los viejos datada en 1610. Es
un óleo sobre lienzo de 170 x 121 cm. Se encuentra en el Castillo de Weissenstein de
Pommersfelden, Alemania.
22
Así, la artista centra la atención en la expresión de los personajes, donde el único objeto
que los acompaña es el muro pétreo.
El tratamiento de los colores, con un intenso contraste entre el rojo y el azul, deriva
directamente de su interés por la obra de Miguel Ángel. Varios estudios afirman que la
forma piramidal de la composición hace una referencia al Tondo Doni (Ilustración 13) de
Miguel Ángel, estableciendo una correspondencia en la figura de San José y el viejo de
la derecha del lienzo. Del mismo modo, se ha identificado el gesto de rechazo de Susana
con la de Adán en La expulsión del paraíso (Ilustración 14) de la bóveda de la Capilla
Sixtina. Sin embargo, la influencia más aceptada es la ejercida por el grabado de Annibale
Carracci (Ilustración 15) del mismo tema, aunque Artemisia prescinda de los accesorios.
El tratamiento naturalista del desnudo es inusual para la época y para una mujer,
pero le proporcionó la diferenciación con otros artistas del momento. El hecho de ser
mujer le facilitó la representación del cuerpo femenino, por lo que la figura de Susana es
real, algo que no sucede en las pinturas de la época puesto que, o poseen un sensualismo
idealizado o un aspecto andrógeno, resultado de la utilización de modelos masculinos.
Del mismo modo, cabe destacar, que, a pesar de que la artista firmó sobre el
extremo inferior derecho, indicando su nombre y la fecha de realización, no ha sido hasta
hace poco que se le ha otorgado la autoría. Durante dos siglos posteriores, la obra fue
atribuida a su padre. Sin embargo, no fue hasta 1845 cuando se habló, por primera vez,
de Susana y los viejos como una obra de Artemisia Gentileschi. No obstante, pese al
reconocimiento de su autora por gran parte de la crítica, la cuestión siguió suscitando
diversas dudas. Esto se debe a que Orazio falsificó la fecha del cuadro, alegando así que
su hija tenía 15 años, en lugar de 17 cuando se produjo el juicio contra Tassi.
23
Esta recoge el momento principal narrado en el Libro de Judith, del Antiguo
Testamento, el cual narra el momento en que el ejército asirio, había asediado la ciudad
judía de Betulia. Judith, con la intención de salvar a su pueblo, se presentó en el
campamento asirio como una desertora. Cuando Holofernes, general asirio, la vio se
enamoró de ella y la invitó a su tienda. Después de cenar, cuando el general estaba bebido,
Judith lo decapitó metiendo la cabeza en un saco siendo ayudada por su criada, Agra.
Cuando Judith volvió a Betulia y los soldados de Holofernes vieron la cabeza huyeron.
En las representaciones anteriores del mismo tema, la criada era plasmada como una
mujer mayor, en cambio, Artemisia la representa como una mujer joven que participa
activamente en el asesinato. La autora dedicó cinco tratamientos distintos del tema de
Judith y el general Holofernes.
24
izquierda a derecha formando una diagonal. De este modo, el dramatismo expresado por
el fuerte contraste del claroscuro queda acentuado por la riqueza cromática.
Llama la atención que Artemisia representa el rostro de Judith con algunos rasgos
del suyo y al rostro de Holofernes le añade el de Tassi.
La artista pintó una segunda versión más grande que la obra de Nápoles, que hoy
se encuentra en Florencia. Esta Judith decapitando a Holofernes (1620) está considerada
su obra maestra. La sangre, en ambos cuadros, es un elemento principal, ya que genera el
gran dramatismo que necesita la escena.30
Por último, debemos destacar la influencia que tuvo la pintora de la obra del
mismo tema de Caravaggio (Ilustración 16), cuyo cuadro no solo muestra la crudeza de
la decapitación, sino la propia actitud de la heroína. Una gran diferencia de los dos
cuadros es que Artemisia representa a los personajes femeninos con una gran vigorosidad,
mientras que Caravaggio muestra a unas mujeres más delicadas y distantes de la acción.
30
CAMARA, Esperança. Gentileschi. Judith Slaying Holofernes. Khan Academy. 2015.
25
autorretrato, sino que también representa el arte de la pintura, cuyo objetivo es ensalzar
la labor del pintor.
Destaca un escorzo pronunciado marcado por una diagonal que cruza todo el
cuadro. Debido a que en la época la pintura era un oficio dominado por los hombres,
Artemisia se presenta con el mismo esfuerzo físico e intelectual que sus compañeros. Esto
se puede ver en la incómoda posición, su brazo arremangado y robusto, y la piedra donde
se molían los pigmentos bajo la paleta y los pinceles. Por otra parte, para realizar el
autorretrato, la pintora tuvo que utilizar varios espejos para poder verse en esa postura.
Podemos ver que predominan los colores oscuros, como es el negro del pelo o el
verde del vestido. Además, el cuadro que está comenzando a pintar aparece en marrón ya
que era el color que usaban muchos artistas como base. Por tanto, la obra plasma a la
perfección la época barroca de la autora: una luz intensa que ilumina la piel, un realismo
de las manos manchadas de pintura y un escorzo del brazo.
Cabe señalar que el cuadro tiene influencias del texto de Cesare Ripa,
Iconología31, donde representa a la pintura, escultura y arquitectura según la tradición del
arte italiano con personificaciones de mujeres. Así, en el texto se muestra a la pintura
como una mujer hermosa, de pelo negro despeinado, con la paleta y los pinceles en una
mano, y una cadena de oro al cuello de una máscara con la palabra “imitación”. Podemos
31
Libro de 1593, en el que Cesare Ripa explicaba a poetas, pintores y escultores como se debían representar
las distintas alegorías como la paz, la libertad o la prudencia, reconocibles en los atributos y el color
simbólico.
26
ver que la autora lo plasmó rigurosamente a excepción de la inscripción escrita en la
máscara.32
3.3.1. Biografía
Los dos estilos que más dominó fueron el paisaje y la pintura de género, los cuales
fueron muy populares en Estados Unidos. En 1868, Cassatt era una de las estudiantes de
32
El cuadro del día, Artemisia Gentileschi. Autorretrato como alegoría a la pintura. 2015.
33
This Month in Art Literacy. Mary Cassatt. 2011, p. 3
34
Conflicto producido de 1861 a 1865, donde se enfrentaron las fuerzas de los estados del Norte contra los
recién formados Estados Confederados de América, que proclamaron su independencia.
35
Nombre del conjunto de influyentes escuelas de arte en Francia. La más famosa es la École nationale
supérieure des beaux-arts, en París.
36
Pintor y escultor francés academicista, que con sus temas históricos, mitológicos y retratos llevó al
Academicismo tradicional a su apogeo artístico.
27
arte más respetadas de Francia, y entre 1868 y 1870 sus obras fueron aceptadas por el
Salón37. No obstante, su éxito se vio interrumpido con el estallido de la Guerra Franco-
Prusiana38 en 1870. Así, Mary Cassatt, como el resto de los estadounidenses establecidos
en Francia, se vio obligada a huir. Su vuelta a Estados Unidos resultó frustrante para la
pintora, ya que no tenía los recursos y materiales que encontró en Europa. Sin embargo,
una reunión con el obispo católico de Pittsbugh le permitió regresar a Europa, con un
salario de 300$ para copiar dos pinturas de Correggio en Parma, Italia. La estancia de
Cassatt en Parma le proporcionó todos los beneficios artísticos que le dio París, pero sin
39
los conflictos del lugar. Al mismo tiempo, la comunidad artística de Parma fue más
receptiva a sus necesidades. En 1874, después de pasar varios años viajando por España,
Holanda y Bélgica, Cassatt regresó a París. En este periodo realizó un trabajo para el
Salón, donde sus obras fueron admiradas por Edgar Degas40, pero su estilo fue
fuertemente criticado por los jueces conservadores del Salón. Estos afirmaban que sus
pinceladas no estaban controladas y la paleta era demasiado liviana. En 1877, la pintora
fue presentada formalmente a Degas, quien la convenció de que debía renunciar al Salón,
y la invitó a exhibir sus obras con él y el grupo de artistas independientes conocidos como
los Impresionistas41. El grupo se formaba por artistas como Claude Monet, Aguste
Renoir, Camille Pissarro, Paule Cézanne o Berthe Morisot, la más poderosa de las
mujeres impresionistas junto a Mary Cassatt. Mediante el contacto con Degas, Cassatt
comenzó a acercarse más al impresionismo, ya no pintaba a París en escenarios
artificiales, ni retenía sus pinceladas. El grupo impresionista le permitió convertirse en
una de las artistas más originales de su generación. En 1890, Cassatt y Degas asistieron a
una exposición de París de grabados japoneses42, lo cual intrigó e influyó mucho a la
37
Exposición de arte oficial de la Academia de Bellas Artes de París, que se celebró a partir de 1725. Entre
1748 y 1890 fue el acontecimiento artístico más importante del mundo.
38
Conflicto bélico producido de 1870 a 1871 entre el Segundo Imperio francés y el Reino de Prusia. Fue el
conflicto más importante que se libró en Europa después de las guerras napoleónicas y previo a la Primera
Guerra Mundial. El enfrentamiento terminó con la victoria de Prusia y sus aliados.
39
This Month in Art Literacy. Mary Cassatt. 2011, p. 3.
40
Pintor y escultor francés, considerado uno de los fundadores del Impresionismo. Fue uno de los grandes
artistas de la historia por su magistral captación de las sensaciones y movimiento, especialmente en sus
obras de bailarinas.
41
El impresionismo es un movimiento artístico cuyo objetivo es la captación de la luz, por lo que lo mejor
era la pintura al aire libre (au plein air). Debido a que lo que deseaban era mostrar un momento exacto, la
pincelada debía ser fragmentada. Se considera a este movimiento el más realista, ya que no representa una
realidad abstracta.
42
El japoneismo influyó en la pintura impresionista, donde los grabados (xilografías), impresionaron
mucho. La temática se centraba en el mundo del teatro, la representación de geishas y los paisajes.
Influyeron por su formato vertical, los acotamientos, la simplificación de las formas, los contrastes
cromáticos intensos y las perspectivas violentas.
28
artista, ya que comenzó a trabajar en una serie de impresiones de color, y varias figuras
tenían rasgos orientales. Como resultado de esa época de influencia japonesa destaca La
carta, como se puede ver en las líneas del contorno simples.
La carta (1891). Grabado en color con punta seca y aguatinta, 34’4 x 22’8 cm.
Galería Nacional de Arte de Washington.
Años más tarde, en 1898, la artista viajó a América, donde sus obras no fueron tan
bien recibidas como en París, pues allí había una importante ignorancia cultural. Muy
pocos museos estadounidenses poseían obras maestras europeas o ejemplos de los
movimientos artísticos más recientes. Por ello, comenzó a alentar a familiares y amigos
para que invirtiesen en el arte europeo y así elevar la calidad del ámbito artístico en
Estados Unidos. La mayoría de obras que se encuentran en el Museo Metropolitano de
Arte de Nueva York hoy en día se deben a los tratos realizados por Cassat con los
Havermeyers, a quienes ayudó a reunir las colecciones de obras.
29
Mary Cassatt, como hemos visto, puede ser incluida dentro del grupo de pintores
impresionistas, aunque no pintó paisajes ni desarrolló su obra en el exterior. Sus cuadros,
por el contrario, reflejan motivos intimistas femeninos, series de madres e hijos, donde la
utilización de los espejos era esencial. Los espejos en las composiciones de la época eran
muy importantes, pero el uso que realizaba Cassatt era más sofisticado. La pintora
utilizaba los espejos para ampliar el espacio pictórico, destacar los sujetos femeninos y
crear un cierto sentido de movimiento.43 Por ejemplo, en Niño y madre con girasol,
aparece un segundo espejo que sostiene el niño, lo que permite ver sobredimensionado el
rostro de este.
La técnica más utilizada por la pintora era el óleo, no obstante, cuando comenzó
a desarrollarse su enfermedad ocular, su producción artística disminuyó y dejó el óleo
para emplear más el pastel.
1878, Autorretrato (Ilustración 17). Acuarela y gouache sobre papel, 60 x 41 cm. Museo
Metropolitano de Nueva York. La virtuosidad de la autora se ve en la utilización del
llamativo sombrero, que lo que hace es enmarcar el rostro de la artista, siendo el punto de
fuga.
43
FERNÁNDEZ JACOB, Carmen. Uso de los espejos en la obra de Mary Cassatt. Su enfermedad
ocular. Información oftalmológica, Hospital de la Paz, Madrid, p. 30.
30
1879, En el palco (Ilustración 18). Óleo sobre lienzo, 43’2 x 61 cm. Colección privada.
Destaca un gran uso de la luz, mostrando incluso la sombra de los prismáticos en el rostro
de uno de los personajes.
1879, Lydia en un palco, llevando un collar de perlas (Ilustración 19). Óleo sobre lienzo,
81’3 x 59’7 cm. Museo de Arte de Filadelfia. La modelo se trata de Lydia, la hermana de
Cassatt, quien hizo de modelo en varias ocasiones. Tema recurrente por los
impresionistas, el teatro.
1884, Niños en la playa, (Ilustración 20). Óleo sobre lienzo, 97’6 x 74’2 cm. Museo de
Arte Nacional de Washington. Destaca el detallismo en las niñas y la pincelada suelta en
el paisaje.
1902, Madre joven cosiendo (Ilustración 21). Óleo sobre lienzo, 92’4 x 73’7 cm. Museo
metropolitano de arte de Nueva York. Alrededor de 1890, Cassatt centró su arte en la
crianza de los niños.
Las relaciones entre Mary Cassatt y Degas fueron muy estrechas desde la llegada
de la pintora a París en 1873. Esta amistad se refleja en las obras de la autora, tanto en la
influencia ejercida por el pintor como sus experiencias vividas con él. Esto lo podremos
ver en las obras seleccionadas.
31
El cuadro nos muestra a una niña recostada en un sillón azul junto a un perro. El
momento que presenta la autora es el descanso de la niña después de jugar. La obra fue
pintada durante los primeros días de la amistad entre Cassatt y Degas (incluso la ayudó a
pintar una parte del suelo). Así, la pintura demuestra algunas de las influencias
impresionistas que la artista comenzaba a adquirir. De este modo, la obra muestra la
temática que caracterizaría a las obras de Cassatt hasta sus últimos años de vida, la
44
representación de su familia o amigos realizando la vida cotidiana. La composición
muestra a la hija de unos amigos de Degas, junto al perro de la propia Cassatt. La niña
aparece relajada, tanto que deja ver su enagua a través de la falda levantada.
Con respecto al análisis formal, se hace énfasis en los valores brillantes de la piel
y la ropa de la niña que contrastan con los tonos más oscuros de la tapicería y el suelo,
atrayendo la atención del espectador enseguida a la niña. Por tanto, el blanco del vestido
contrasta con las tonalidades azules de los sillones. La luz penetra por los ventanales del
fondo, cubiertos por unos visillos blancos. Que la atención hacia la niña sea la primera
reacción no se debe solo por los colores, sino también por el contorno, aparece
perfectamente dibujada, mientras que todo lo que la rodea se presenta difuminado, incluso
el perro. Asimismo, la niña guía al espectador con su mirada hacia el sitio donde está el
perro. Esto es así, puesto que Cassatt lo que hizo fue mostrar una composición al nivel
del ojo de la niña. Así, hay una profundidad espacial reducida debido al alto ángulo del
suelo de color plano, las sillas abarrotadas y el corte de las ventanas. Por tanto, el resultado
es más íntimo, el espectador ve el mundo como lo haría un niño. Además, la composición
44
El poder del arte, Niña en el sillón azul, obra de Mary Cassatt. 2016.
32
podría dividirse en dos partes por la mirada de la niña y su brazo apoyado en el sillón,
que forman una línea diagonal pronunciada.
Del mismo modo, muchos críticos como Harriet Chessman afirman que las poses
de los niños derivan de la tradición erótica y que presagian una sexualidad de adulto, sin
embargo, es muy poco probable que la pintora quisiera darle un significado oculto a su
obra. Solamente, plasmó la inconsciencia de los niños acerca de las convenciones
sociales. Muchos abogan que el cuadro fue rechazado debido a esta simbología, no
obstante, otros afirman que no fue aceptado por el ángulo que le había otorgado. Esto se
justifica con el cuadro de Alfred Cluysenaar (Ilustración 22) que presentó a su hijo con
la misma postura que la niña de Cassatt, pero este realizó un retrato convencional.
3.3.3.2. El baño
El cuadro comentado se trata de El baño de 1893, que muestra a una madre
lavando a su hija de manera tierna. Se encuentra en el Instituto de Arte de Chicago. Es un
óleo sobre lienzo, 100’3 x 63’1 cm.
33
La perspectiva es inusual, ya que parece que el espectador esté suspendido en un
lugar sobre la madre y su hijo. El suelo se levanta detrás de ellos para crear una sensación
de espacio inclinado. Del mismo modo, el cuerpo de la niña resalta sobre las rayas del
vestido de su madre. La composición está repleta de líneas, como son las formadas por
las de la cabeza de la niña junto con las piernas de esta, que desembocan en el barreño,
las del vestido de la madre, o la del brazo izquierdo de la niña que imita la forma del
mango de la jarra, lo cual genera una conexión visual con los objetos de alrededor45. Toda
esta perspectiva y utilización de líneas que no se desarrollaban en la época proceden de
la influencia del japoneismo, como se ve también con la estrechez visual vertical,
abarcando solo a las dos figuras principales. Asimismo, la niña presenta rasgos orientales.
Llama la atención la jarra de agua, puesto que demuestra la importancia que daba la autora
a la impresión decorativa más que a la perspectiva, esto quiere decir que la perspectiva
de la jarra no coincide con la acusada inclinación de la alfombra.46
Sin embargo, la obra no solo es importante por su calidad técnica, sino también
por la habilidad de la pintora de mostrar el vínculo entre la madre y su hija. Por ejemplo,
el brazo que rodea a la niña muestra un ambiente de tranquilidad y protección doméstica.
Además, esa intimidad se plasma en que ninguno de los personajes se mira a los ojos,
sino que, más bien, se miran a través del reflejo del agua.
45
TAMARA, Mercedes. El Baño de Mary Cassatt. Pinturas impresionistas, modernistas y
neoimpresionistas. 2013.
46
Íbidem.
47
Pintor francés reconocido por la influencia que ejerció sobre los iniciadores del impresionismo.
34
Así, la obra posee la característica perspectiva de la artista, pues la composición
se muestra a través de la parte posterior del bote desde lo alto. Del mismo modo, la parte
delantera del bote está recortada, al igual que la vela y los dos remos. La línea ejerce una
gran importancia sobre el niño, ya que las líneas curvas de la proa del barco conducen al
bebé, al igual que la línea del remo en la mano izquierda del hombre. Junto a esto la
mirada del barquero también se dirige al niño. Debemos tener en cuenta que esta es una
de las pocas composiciones en que Cassatt representó a un hombre, al que solo utiliza
para remarcar la acción maternal.
Por otra parte, la escena recalca la importancia de la mujer, pues el grupo maternal
está más iluminado con tonos suaves y pastel, frente al sobrio color negro del hombre.
Sin embargo, los roles de los personajes adultos no están claros, el hombre no se sabe si
es padre o barquero, además ambos adultos están psicológicamente muy separados. Esto
se enfatiza por la falta de contacto físico, es decir, el bebé y la mujer son los únicos que
están en contacto, con una actitud tierna.
35
Magdalena Carmen Frida Kahlo y Calderón nació el 6 de julio de 1907 en
Coyoacán, un barrio de Ciudad de México. Al mismo tiempo, nació en lo que hoy se
conoce como La Casa Azul, vivienda de sus padres. Era hija de Matilde Calderón y
González y de Guillermo Kahlo, siendo la tercera de cuatro hermanas, Matilde, Adriana,
y Cristina, la menor, quien fue muy cercana a la pintora. El padre de Frida era un alemán
que emigró a México en 1891, con descendencia judío-húngara, y la madre tenía sangre
india y española. Así, Frida era producto de la mezcla reinante en la sociedad mexicana.
A los seis años Kahlo contrajo la polio50, la cual superó, pero cuya recuperación
fue larga y difícil, puesto que tuvo que permanecer en cama durante nueve meses. Su
pierna derecha adelgazó y quedó tullida a causa de la enfermedad. Este hecho, fue clave
en la deformación de su matriz y en su incapacidad para tener hijos51. A pesar de que la
enfermedad no le permitió formarse de manera completa en la escuela primaria, esto no
fue un impedimento. Cuando concluyó esta fase, fue a la Escuela Nacional Preparatoria,
mejor academia secundaria de México, donde estudió medicina. Es en este momento,
cuando conoció al que sería su futuro marido, el muralista Diego Rivera52.
48
En 1910, se produjo una revolución en México después de 34 años del gobierno del dictador Porfirio
Díaz. La revolución desembocó en una guerra civil que duró diez años. Después de la rebelión revivió el
orgullo nacional creándose representaciones artísticas de todo tipo, cuyo elemento principal eran los temas
folclóricos mejicanos. Frida Kahlo se identificó tanto con la causa revolucionaria que manifestaba que había
nacido en 1910, ya que consideraba que había renacido cuando el “verdadero” México empezó a tomar
forma.
49
HERRERA, Hayden. Frida: Una Biografía de Frida Kahlo. Vigésima edición. 2001, p. 19.
50
Poliomielitis: grupo de enfermedades, agudas o crónicas, producidas por la lesión de las astas anteriores
o motoras de la médula. Sus síntomas principales son la atrofia y parálisis de los músculos correspondientes
a las lesiones medulares.
51
LAIDLAW, Jill A. Frida Kahlo. Los artistas en su mundo. Primera edición. 2004. Barcelona, p. 12.
52
Rivera creó grandes murales en los hospitales, escuelas, palacios y edificios gubernamentales más
importantes de México. Dichos murales hicieron de él el pintor mexicano más famosos del siglo XX y uno
de los artistas más influyentes de su tiempo.
36
chocó contra un tranvía. En el choque, el brazo metálico de un asiento atravesó el cuerpo
de la artista. En el accidente se rompió la columna por tres sitios, la clavícula y las
costillas; su pierna derecha quedó fracturada en 11 puntos con el pie derecho aplastado y
la pelvis fracturada. Debido a la inmovilidad a la que se vio sometida los primeros meses
de su recuperación, Frida comenzó a pintar. Años después del accidente, la autora nunca
llegó a recuperar realmente su salud física, no volvió a la escuela, pero siguió pintando.
Esto le llevó a relacionarse con varios artistas de la época como la fotógrafa Tina
Modotti53 y el reconocido Diego Rivera.
53
Fotógrafa estadounidense que se trasladó a México. Se especializó en tomar fotografías documentales
que reflejaban las desigualdades sociales, junto con la captación del entorno cotidiano.
54
LAIDLAW, Jill A. Frida Kahlo. Los artistas en su mundo. Primera edición. 2004. Barcelona, p. 16.
55
Kahlo detestaba la enorme distancia que existía entre los ricos y los pobres. El matrimonio residió en
Estados Unidos durante la Gran Depresión. En octubre de 1929, los precios de las acciones cayeron y los
ahorros de mucha gente no tenían valor, por tanto, familias y empresas se arruinaron y la crisis se extendió
a muchos países.
37
York (1933). Muestra, durante su estancia en Estados Unidos, el deseo de volver a
México.
Autorretrato con pelo corto (1940). Óleo sobre lienzo, 40 x 28 cm. Museo
de Arte Moderno de Nueva York.
38
La relación de Kahlo y Rivera continuó deteriorándose al mismo tiempo que la
artista comenzó a tener éxito. Asimismo, entre 1936 y 1937 la pareja dio asilo al
comunista León Trotsky56 y su esposa Natalia en la Casa Azul, donde estuvieron hasta
1939. En 1938, André Bretón57 viajó a México donde conoció a la artista y afirmó que
Kahlo era una gran surrealista, pero aún no había sido descubierta. De este modo, en
octubre de ese mismo año Kahlo viajó sola a Nueva York para preparar su exposición en
solitario, donde presentó 25 obras. Un año más tarde, la artista viajó a París para
contemplar las obras de los surrealistas y participar en la exposición llamada Mexique.
En ella presentó 17 cuadros y uno de ellos, El marco, fue comprado por el Museo Louvre
de París. A su regreso a México, Kahlo y Rivera se divorciaron, hasta que un año más
tarde, en septiembre de 1940, volvieron a casarse.
56
Uno de los líderes de la revolución rusa que dirigió la fundación de la URSS, y que debido a los
enfrentamientos con su rival Josef Stalin le llevó a que en 1929 fuese expulsado de Rusia.
57
Fundador del movimiento artístico surrealismo en París en 1924. El movimiento trataba de revelar el
mundo de nuestra mente dormida (inconsciente) mediante la pintura y la escultura, de manera que con
frecuencia se producían resultados extraños. Dos de los artistas surrealistas más famosos fueron Max Ernst
y Salvador Dalí.
39
clases en la Escuela de Pintura y Escultura, escuela de arte más importante de México.
Allí, conformó un grupo de jóvenes pintores conocidos como Los Fridos.58
Sin embargo, a partir de 1943 la salud de la autora empeoró, pasando más tiempo
en la Casa Azul, e incluso dando clases en el mismo lugar. Esto le llevó a dejar los retratos
y centrarse en las naturalezas muertas (al ser objetos inmóviles resultaban más fáciles de
pintar). Por esto, buscó refugio en sus cuadros y sus animales domésticos (monos, ciervos,
pájaros, etc.).
La obra pictórica de Frida Kahlo es ingente, hoy en día sigue siendo un debate si
se debe situar a la artista dentro del surrealismo o no. De este modo, los cuadros de Kahlo
tienen ese sentido onírico del surrealismo. La diferencia entre los artistas surrealistas y
nuestra autora es que los primeros intentaron pintar el mundo de lo oculto de los sueños,
mientras que los cuadros de Kahlo son conscientes de su propio estado. Por otro lado,
muchos autores también defienden que puede estar influenciada por el estilo naíf59. La
artista pintó retratos, naturalezas muertas, paisajes y autorretratos, la mayoría de tamaño
reducido. 60Lo llamativo de las obras de la mexicana es el significado y símbolos de sus
autorretratos, donde nos muestra su mundo, a menudo triste. En las pinturas de Frida
Kahlo destacan tres épocas que concuerdan con los acontecimientos de su vida: realismo
detallista; autorretratos; y pincelada suelta con resultados expresionistas por el uso del
color. Así, en todas sus etapas encontramos un predominio nacionalista que exalta su
58
LAIDLAW, Jill A. Frida Kahlo. Los artistas en su mundo. Primera edición. 2004. Barcelona, p. 34.
59
Estilo artístico que se caracteriza por reflejar la realidad con ingenuidad, aparentemente infantil, por una
gran simplicidad en las formas, el uso de colores muy vivos y el rechazo del academicismo técnico.
60
ATENEARTE. Características de la pintura de Frida Kahlo. 2009.
40
origen mexicano. Los soportes que utilizaba eran diversos: masonite61, papel o tela, y la
técnica principal era el óleo, aunque también realizaba bocetos en acuarela.
Como hemos ido viendo, sus cuadros son una narración pictórica de su biografía.
Debido a lo explicado en este apartado nombraremos las obras que mejor representan su
trayectoria, mostrándolo en orden cronológico:
1926, Autorretrato con vestido de terciopelo (Ilustración 24). Óleo sobre lienzo, 79’7 x
60 cm. Donación de Alejandro Gómez Arias, Ciudad de México. Esta obra fue el primer
autorretrato de Frida Kahlo. Fue un regalo para su novio y compañero de la escuela,
Alejandro Gómez Arias, quien había terminado con la relación amorosa. La joven pintora
le regaló el retrato para recuperar su afecto. En la obra ya se muestran los elementos que
caracterizan los autorretratos de la mexicana: sus cejas juntas, la mirada directa al
espectador y sus labios abultados.
1929, El autobús (Ilustración 25). Óleo sobre lienzo, 26 x 55’5 cm. Museo Dolores
Olmedo Patiño, Ciudad de México. El cuadro muestra la diversidad de clases sociales en
México a bordo de un autobús. Algunos estudiosos afirman que podría tratarse de una
referencia al accidente que sufrió Frida Kahlo en 1925.
1931, Frida y Diego Rivera (Ilustración 26). Óleo sobre lienzo, 100 x 79 cm. Museo de
Arte Moderno de San Francisco. Colección de Albert M. Bender. Este retrato de la boda
fue pintado por Kahlo unos años después del evento, está basado en la fotografía de boda
de Diego y Frida.
1932, Henry Ford Hospital (Ilustración 27). Óleo sobre metal, 30’5 x 38 cm. Colección
de Dolores Olmedo Patiño, Ciudad de México. La pintora plasmó en la obra uno de los
momentos más traumáticos de su vida, el aborto natural que sufrió en 1932, durante su
estancia en Estados Unidos. Fue la primera obra en metal de Kahlo.
1932, Mi nacimiento (Ilustración 28). Óleo sobre metal, 30’5 x 35 cm. Colección privada
de la “Madonna”. La autora, apoyada por su esposo, comenzó un proyecto que se basaba
en documentar los eventos más importantes de su vida. En la pintura, la autora pinta como
se imaginó que nació.
61
Lámina de metal de aluminio.
41
1937, Recuerdo o El corazón (Ilustración 29). Óleo sobre metal, 40 x 28 cm. Colección
Michel Petitjean, París. La obra muestra el dolor de Kahlo cuando conoce la infidelidad
de su marido con su hermana. El cuadro presenta a una Frida con el pelo corto, forma en
que manifestó su dolor.
En los tiempos en que nació Frida Kahlo era muy difícil que las mujeres artistas
fuesen tomadas con seriedad en un país católico como México. Kahlo fue una de las que
abrió camino a las mujeres artistas, ya que luchó estoicamente para que se exhibiera y se
reconociera su trabajo. En este apartado comentaremos algunas de sus obras.
De este modo, en el cuadro se pueden ver tres planos distintos que, a rasgos
generales, nos presenta a Frida en el centro sobre un pedestal con la inscripción “Carmen
Rivera pintada en 1932”62; a la derecha Gringolandia (como ella llamaba al país
norteamericano); y a la izquierda su añorado México. Así, la frontera que da título al
cuadro aparece representado por la propia autora, la pintora se representa a medio camino
62
Durante su estancia en Estados Unidos, Frida se hizo llamar por su nombre de bautizo, Carmen, por
rechazo a la relación alemana de su nombre.
42
entre dos mundos. Por consiguiente, la obra puede analizarse dividiéndola entre la parte
izquierda y la parte derecha. En cuanto al primer plano de la primera, observamos la tierra
llena de flores y frutas con colores cálidos. Lo perteneciente a la naturaleza se presenta
con realismo y exotismo a la vez. En el segundo plano, se muestra una construcción en
ruinas, dejando de exponer el aspecto natural para revelar lo social. Esto se expresa con
mayor intensidad mediante dos estatuas que representan a dos divinidades femeninas, y
una calavera, símbolo de la muerte, muy importante para los mexicanos. Y, en el tercer
plano, la autora presentó un templo precolombino, mostrando la antigüedad de la historia
mexicana. Sobre este aparecen el sol y la luna contrapuestos. Por su parte, en el primer
plano de la derecha se ven tres objetos fabricados por el hombre (ventilador, proyector
con bombilla y altavoz). De los tres inventos brotan unos cables que finalmente se
introducen en la tierra mexicana. En el segundo plano, surgen cuatro chimeneas de hierro
que forman una fila, de donde salen unos brazos. Vemos que los colores son fríos (grises
metálicos). Y, por último, en el tercer plano se elevan unos rascacielos y una fábrica con
cuatro chimeneas, con las letras Ford (sistema del trabajo en cadena norteamericano).
Vemos que aquí se representa la deshumanización, donde todo está dominado por la
tecnología y la industrialización, tanto, que el humo de esa industria casi oculta la bandera
estadounidense.
Por tanto, podemos ver que este cuadro pesa más por su simbología que por su
técnica, la cual es muy similar a la de todos sus cuadros. La dualidad es el elemento
principal de la obra, la cual se ve reforzada por la contraposición del sol y la luna, los
cuales aparecen humanizados por la boca, nariz y ojos. Esta hace referencia a la
cosmovisión precolombina63. La dualidad se ve ilustrada mediante el rayo que remite a la
del cuadro en general, México y Estados Unidos. Al mismo tiempo, esta contraposición
se ve en la comparación de la pirámide con los rascacielos, y las flores con los cables
eléctricos. Así, los colores también son distintos en una parte o en otra, a la izquierda los
colores cálidos y a la derecha los fríos. Por consiguiente, hay una oposición permanente
entre los objetos de un lado y los de otro: se opone lo natural frente a lo artificial, lo
cultural frente a lo industrial, y lo tradicional frente a lo moderno. Además, vemos que
63
Según la leyenda de Teotihuacán eran dos deidades que compitieron por iluminar la Tierra, tras la victoria
del sol, la luna tuvo que resignarse en apagarse y salir solo por la noche.
43
las estatuas religiosas mexicanas se ven sustituidas por las divinidades a las que rinden
culto los estadounidenses, banqueros, dueños de fábricas e industrias.64
Con respecto a la figura de Frida, vemos que no aparece con los típicos vestidos
mexicanos, sino con un vestido rosa y guantes de encaje, bastante occidentalizada. En su
mano izquierda sujeta la bandera mexicana y en la derecha un cigarrillo, símbolo de
rebelión. El rostro no refleja ningún tipo de expresión, y, como es habitual, dirige una
mirada directa al espectador. En conclusión, a través de la pintura, Frida se representa
como la frontera entre el pasado y el futuro, como símbolo del mestizaje, es un
recordatorio de su doble origen, mexicana y alemana.
La obra que vamos a comentar es Las dos Fridas, data de 1939. Óleo sobre lienzo,
170 x 170 cm. Colección del Museo de Arte Moderno, Ciudad de México.
Es una obra de carácter figurativo, pues representa a la propia autora. Esta pintura
es la más conocida de todas las que su autora realizó, fue con esta con la que la artista
participó en la Exposición Internacional del Surrealismo en la Galería de Arte Mexicano
(1940). El autorretrato pertenece al momento en que se estaba tramitando el divorcio con
64
Histoire des Arts. Autorretrato en la frontera entre México y Estados Unidos (Frida Kahlo, 1932).
2015.
44
Diego Rivera, donde muestra, como en todas sus obras, lo que está sintiendo y viviendo
en ese momento.65
El cuadro se trata de un doble autorretrato, en donde las dos Fridas están sentadas
sobre un banco de madera de esparto. Los corazones de ambas, que sobresalen por encima
de la ropa, están conectados por una arteria. No solo están unidas por esto, sino que
aparecen cogidas de las manos. Cada Frida aparece con un vestido distinto, la de la
izquierda, la Frida europea, se muestra con un vestido blanco manchado de sangre, y con
el corazón incompleto; y la de la derecha, la Frida mexicana, tiene en su mano un retrato
de Diego Rivera66 cuando era niño y su corazón está entero. El tema de la composición
es la doble visión de Frida sobre sí misma, pues por un lado es fuerte y enamorada, pero
por el otro tiene el corazón roto y un gran sufrimiento.
En cuanto a los elementos pictóricos, la obra está fuertemente marcada por la línea
y por la utilización del color para crear contrastes. Dicho uso del color diferencia entre
los dos personajes, puesto que la Frida europea se compone de tonos claros y la mexicana
de tonos fríos. El fondo está marcado por el color, en la parte superior destacan los tonos
azules y grisáceos, a modo de tormenta; y en la parte inferior el color tierra. Con respecto
al uso de la línea, las líneas del fondo aportan dinamismo. El uso de la luz es clave en la
obra, ya que les da textura y volumen a las figuras, junto con el fondo. Por su parte, los
corazones aparecen superpuestos en cada pecho, como si se pudiese ver a través de la
piel. Al mismo tiempo, Frida Kahlo establece el punto de fuga en la unión de las manos,
mostrando el tema de la obra, dos partes distintas pueden estar unidas. El punto de fuga
se ve apoyado por todos los cuerpos de la obra, es decir, las tijeras, el retrato, los brazos
y las cabezas apuntan hacia la unión. Por tanto, los personajes aparecen agrupados de
manera simétrica, dando equilibrio a la pintura.
Por otra parte, como hemos podido ver a lo largo del comentario la simbología
está presente en el cuadro. Por una parte, el tema de la dualidad lo hallamos en varios
elementos, las diferencias entre los dos corazones y la de los colores entre el cielo y la
tierra, todo esto marca el dualismo entre vida y muerte. Así, la Frida de la izquierda
representaría el presente y la de la derecha el pasado. La nueva Frida aparece manchada
65
CONTRERAS URIEGA, Ana María. Análisis de la obra Las dos Fridas de Frida Kahlo. Always Mind
Travel. 2013.
66
Kahlo incluyó a Rivera en su cuadro porque quería que el espectador no dudara de quien le estaba
causando tanto dolor.
45
por la sangre de la arteria, es decir, ahora es una mujer manchada al estar divorciada.
Dicha distinción entre el presente y el pasado, sin embargo, aparece unida mediante la
arteria. La unión de las dos manos muestra la existencia de dos personalidades dentro de
un mismo cuerpo. Así, del retrato de Rivera sale la arteria que viaja al corazón de la otra
Frida. El hecho de que esta la corte con unas tijeras muestra el deseo de parar el flujo de
sangre que viene de su marido, aunque sigue goteando, es decir, su deseo es olvidarlo,
pero no puede.
Finalmente, cabe destacar que este fue el primer autorretrato de gran tamaño que
hizo la pintora. En 1947, el cuadro fue comprado por el Instituto Nacional de Bellas Artes
de México, otorgándole la mayor cantidad de dinero que recibió Frida de todos sus
trabajos.67 La importancia del cuadro sigue mostrándose en la actualidad, ya que es la
pieza que más solicitudes de préstamo registra dentro de la historia del arte de México.
67
La interpretación del arte. Las dos Fridas: Análisis. 2014.
46
De este modo, se trata de un autorretrato de Frida Kahlo con un aparato ortopédico
de metal. En el centro, en sustitución de la columna vertebral hallamos una columna
jónica rota. Lleva un corsé de cuero que arma la figura. El capitel de dos volutas se apoya
en el mentón, mientras el interior de su cuerpo sangrante queda al descubierto. Presenta,
las muestras de sufrimiento físico, enfatizado con los numerosos clavos que lleva en el
cuerpo. Ese sufrimiento se muestra, sobre todo, por la frustración de las secuelas del
accidente que sufrió en 1925, una de ellas, por ejemplo, la incapacidad de tener hijos.
Como en todos sus cuadros, acentúa las cejas espesas sin separación y la sombra del
bigote. A pesar de que su rostro está marcado por lágrimas, su cara es inexpresiva. Al
fondo hallamos un paisaje desértico y roto que acompaña el sentimiento de soledad de la
artista.
Cabe señalar que, en un principio, la obra estaba realizada sin el manto que cubre
a la protagonista. No obstante, la autora lo incorporó, puesto que no quería que la
desnudez desviara la atención de la verdadera intención de la obra68. Además, es este
paño el elemento más simbólico junto con los clavos o la columna, ya que recuerda a la
crucifixión de Jesús, tanto por el sudario, como por los clavos y por el sufrimiento. Un
símbolo más contundente de los dolores sufridos son los clavos hincados en la cara y en
el cuerpo, que recuerdan al martirio de San Sebastián, atravesado por flechas (Ilustración
30). Junto a esto, podemos ver que el clavo más grande se encuentra en la parte izquierda
del pecho de Frida, lo que simbolizaría su corazón, aludiendo al dolor que está
soportando.
68
ATENEARTE. La columna rota. Sildeshare. 2009.
47
La obra que vamos a tratar es El marxismo dará salud a los enfermos creada en
1954. No obstante, el titulo completo que le había dado era Paz en la Tierra para que la
ciencia marxista pueda salvar a los enfermos y a aquellos oprimidos por el capitalismo
criminal yanqui. Es óleo sobre madera, 76 x 61 cm, se encuentra en el Museo Frida Kahlo,
Ciudad de México. En la última etapa de su vida, Frida Kahlo introdujo una dimensión
política en su trabajo. A través de esta, Frida quiere expresar la idea utópica de que la
creencia en la política podría liberarla de todo el dolor.
En ella se representa un retrato de Karl Marx y una mano que estrangula al tío
Sam, el cual sale de un águila negra, símbolo de Estados Unidos y su ideología capitalista.
Kahlo se mostraba enojada porque Estados Unidos estaba desarrollando armas nucleares
(hongo de la derecha que hace alusión a las bombas de Hiroshima y Nagasaki). A la
izquierda se observa a la paloma de la paz sobre el mundo, donde aparecen representados
países comunistas, China y Rusia. En la parte central aparece Frida Kahlo ataviada con
un corsé y rodeada de dos muletas, las cuales ha soltado porque el marxismo la ha curado.
A su vez es abrazada por dos grandes manos, una de ellas con el ojo de la sabiduría
(elemento de tradición religiosa). A su vez, en la mano izquierda lleva un libro rojo,
alusión a la ideología comunista. De fondo, aparece una tierra con ríos de color sangre
(derecha) y ríos de agua (izquierda).
Con respecto a los aspectos formales, destaca la utilización de la línea negra fina
y el gran realismo con que cada objeto es tratado. Sin embargo, la perspectiva y la
48
anatomía no son muy reales, véase que el puño de Marx sale directo de su cabeza. La
escena se caracteriza por el dinamismo debido a la variedad de líneas diagonales de las
que se compone. Todo se desarrolla a través de los ejes de las muletas. Además, el uso
del color es una de las primeras cosas que advertimos a nivel formal, puesto que usa unos
colores llamativos, intensos, que colorean una escena de composición central, triangular.
4.1. La familia
69
ALONSO, Maribel. El marxismo sanará a los enfermos 1954, de Frida Kahlo. Grandes genios de la
pintura, 2011.
70
LAIDLAW, Jill A. Frida Kahlo. Los artistas en su mundo. Primera edición. 2004. Barcelona, p. 39.
49
taller del padre. No obstante, la relación con este se rompió tras el juicio de violación. Por
parte de Mary Cassatt, fue debido a la riqueza de su familia lo que le permitió viajar por
Europa y relacionarse con las nuevas tendencias artísticas. Además, pudo comenzar su
formación en Pensilvania, a pesar de cierto rechazo por parte del padre. Por último, la
influencia artística de Frida Kahlo vino dada por su padre, quien era fotógrafo
arquitectónico y artista aficionado. Sin embargo, esta se volcaría mucho más en la pintura
durante los meses que estuvo postrada.
De este modo, puede que esta relación familiar llevase a las pintoras a representar
en algún momento de su vida escenas familiares, a excepción de Artemisia que, como ya
sabemos, se centró en los temas mitológicos y religiosos. Así, por una parte, la producción
artística de Mary Cassatt se basó en la representación de la vida familiar, concretando en
la relación materno-filial. Por otra parte, Anguissola y Kahlo realizaron algunos retratos
familiares, adulando sus orígenes.
4.2. Autorretrato
En este caso, muchas, como ocurre con nuestras pintoras, utilizaron el autorretrato
definiéndose a ellas mismas como pintoras. A partir de estos autorretratos establecían su
imagen, siendo un anuncio de ellas mismas. Un rasgo interesante es que las cuatro artistas
crearon al menos un autorretrato de ellas pintando, rodeadas de los objetos de oficio y
creando una obra propia. Este caso ya lo hemos visto en Sofonisba Anguisola con
Autorretrato con caballete o en Artemisia Gentileschi con Autorretrato como alegoría de
la pintura. Así, a pesar del transcurso de los siglos, podemos ver que la costumbre de las
mujeres de retratarse en el acto de pintar no se fue perdiendo, puesto que tanto Mary
Cassatt como Frida Kahlo continuaron con esa tradición. En el caso de Cassatt
encontramos Autorretrato y en el de Kahlo Autorretrato con el Dr. Juan Farill.
50
Autorretrato con el Dr. Juan Farill (1951). Óleo sobre
Autorretrato (1880). Gouache, acuarela y grafito masonite. 41.5 x 50cm. Galería Arvil, Ciudad de México
sobre papel. 32.7 x 24.6 cm. National Portrait
Gallery, Smithsonian Institute
Algo más, es que probablemente las mujeres estemos más interesadas, porque
convencionalmente es lo que nos ha tocado vivir, y porque tenemos una relación más
directa con nuestro cuerpo. Este está presente en nuestras vidas a través de nuestros
ciclos menstruales, embarazos, partos… Esto contribuye a la reflexión de la propia
imagen71.
Por tanto, estas pintoras se representan en su doble condición, por una parte, la de
ser mujer; y por otra, la de ser pintora.
71
CASO, Ángeles. Conferencia Ellas mismas. Autorretratos de pintoras. Museo Nacional del Prado. 9 de
marzo de 2016.
51
Como ya se ha comentado en el apartado anterior las mujeres también debían
mostrar un comportamiento virtuoso. Sin embargo, las cuatro pintoras quisieron romper
con las barreras y tópicos que poco a poco se habían ido asentando. Es por esto, que todas
ellas muestran en sus obras diversas referencias intelectuales o, incluso, autorretratos que
las presentaban como mujeres letradas. Con esto último nos referimos a que se mostraban
como damas virtuosas que sabían tocar instrumentos. Este sería el caso de Sofonisba
Anguissola que posee diversos cuadros donde plasma su formación artística, como en
Autorretrato tocando la Espineta con una criada, o Artemisia Gentileschi con
Autorretrato tocando el laúd.
Autorretrato tocando la Espineta con una criada Autorretrato tocando el laúd (1615). Óleo sobre
(1561). Colección Spencer. Althorp, lienzo, 65,5 x 50,2 cm. Curtis Galleries, Minneapolis
Northamptonshine, Inglaterra
52
de manera virtuosa como podemos ver en Jael y Sísara72. En el caso de Mary Cassatt
expone el talento femenino a través de sus personajes, es decir, no hace referencias a sus
conocimientos, pero sí crea personajes con intelectualidad. De su autoría encontramos
diversos cuadros cuyas protagonistas aparecen leyendo, pero no novelas de amor, sino
periódicos. Esto último es importante, pues en la época la imagen de una mujer leyendo
estaba envuelta de connotaciones negativas, siempre lo hacían de novelas sentimentales
o folletines. Cassatt rompe ese tópico con su obra Reading Le Figaro, en la que representa
a su madre leyendo un periódico. A partir de esto, podríamos decir que, al mostrar a su
madre como una mujer formada, la propia Mary quiere demostrar que ella también lo es.
Por último, Frida Kahlo destaca por sus continuas referencias a la política y a la cultura
precolombina de su país. Al mismo tiempo, debido a que la artista comenzó a estudiar
medicina, en sus obras se evidencia un interés por la ciencia, particularmente por la
anatomía y la botánica, como se ve en Sin esperanza, en cuya sábana representa la vida
microscópica.
72
Jael, personaje que aparece en el Libro de los jueces del Antiguo Testamento, representada como la
heroína que mata a Sísara para salvar a Israel de las tropas de Jabín, rey de Canaán, clavándole una estaca
en la cabeza con un mazo.
53
Sin esperanza (1945). Óleo sobre lienzo montado sobre
Reading Le Figaro (1883). Óleo sobre lienzo, 104 x fibra dura, 28 x 36 cm. Colección de Dolores Olmedo
84 cm. Colección particular Patiño, Ciudad de México
Por el contrario, las pinturas de Gentileschi y Kahlo están dotadas de dolor y una
gran expresividad en los movimientos (sobre todo en el caso de la italiana). Ambas
pintoras rompieron con la presunta candidez que envolvía la pintura de las mujeres. Del
mismo modo, estos personajes tan característicos fueron creándose en torno al plano
biográfico que las pintoras fueron gestando. En el caso de la mejicana el sentido
biográfico es más claro, ya que la mayoría de sus manifestaciones artísticas plasman su
vida, mientras que en el de la italiana se muestra sutilmente, como se ha visto en Judith
decapitando a Holofernes. La utilización de mujeres fuertes y valientes como heroínas o
reinas se produjo tras el juicio de Tassi.
54
La mayoría de estos personajes dirigen una mirada directa al espectador,
consiguiendo entrar en contacto con este e involucrándolo en la acción, como ocurre con
Sofonisba y Frida. Mientras que Artemisia y Cassatt plasman imágenes de mujeres que
ignoran al espectador porque están concentradas en desempeñar un trabajo o acción. A
diferencia de las otras dos pintoras, estas generan un juego de miradas entre los personajes
de una estancia, ya sea de afecto o de complicidad.
55
El número de pintoras en la antigüedad fue sensiblemente inferior al de los
hombres. Al igual que estos, ellas abordaban todo tipo de asuntos y métodos, llegando,
incluso, a formar escuela. En uno de sus relatos, Plinio alerta no de la inexistencia de
pintoras, sino de su escasa presencia y falta de representación en la actividad. Cuando a
mediados del siglo XIX la historiografía del arte se convirtió en disciplina científica, fue
cuando se apartó a las mujeres del arte. Sin embargo, a pesar de que estas fueron
olvidadas, en su época recibieron el reconocimiento e importancia que merecían, como
veremos a continuación.
56
familiares. Así, su importancia radica en el retrato que hizo de toda la alta clase
estadounidense y por ser la introductora de los impresionistas en EE.UU.
En cuanto a Frida Kahlo, durante su vida fue famosa por muchas cosas: por ser la
esposa de Diego Rivera, por su visión política, por su sufrimiento físico, por sus clases y
por sus cuadros. Su matrimonio con el muralista le ayudó a establecer contactos entre
grandes artistas y pensadores de la época, pero fue su capacidad artística la que la hizo
darse a conocer. La importancia de la autora en su época ya fue expandiéndose, llegando
a realizar varias exposiciones, como ya hemos ido viendo. La primera la realizó en Nueva
York, en la galería de Julien Levy, la segunda en la Galería de Lola Álvarez Bravo, y la
tercera en el Louvre de París. Tan importante fue y es Frida Kahlo que fue la primera
artista nacional en presentar una de sus obras en el Museo Louvre. Al mismo tiempo,
gracias a su trabajo Henry Ford Hospital y al apoyo de André Bretón, Kahlo expuso en
la galería Renon et Collea, París.73 No obstante, la pintora no solo comenzaba a triunfar
en el mundo artístico, puesto que apareció en la portada de 1937 de la revista Vogue. En
ella su estilo y utilización del folclore mexicano en su apariencia no pasaron inadvertidos.
Además, posó en más de 800 fotografías realizadas por los mejores fotógrafos del
momento como, Nickolas Murray, famoso por sus sesiones con Marilyn Monroe y con el
que mantuvo una relación amorosa.
73
LAIDLAW, Jill. Frida Kahlo. Los artistas en su mundo. Primera edición, 2004. Barcelona, p. 28.
57
5.2. Reconocimiento de autores coetáneos
Hemos visto que las artistas fueron relacionándose con diversos personajes del
grupo intelectual, entre ellos diversos pintores que alabaron y admiraron las obras de
nuestras artistas.
74
Introducción a la teoría y las técnicas artísticas y relato de las biografías de pintores, arquitectos y
escultores italianos del Renacimiento, escrito por Giorgio Vasari, en 1550.
75
CASO, Ángeles. Las olvidadas: Una historia de mujeres creadoras. Barcelona: Editorial Planeta, 2011,
p. 162.
76
CASO, Ángeles. Ellas mismas. Autorretratos de pintoras. Primera edición: julio de 2016. Libros de la
letra azul, p. 66.
77
Obra a modo a la que la hizo Vasari.
58
La mujer artista es meramente ridícula, aunque yo estoy a favor de las cantantes
y las bailarinas.78
Ni… yo, ni tú, somos capaces de pintar una cabeza como las de Frida Kahlo.80
Así, a pesar de que nunca hubo un periodo en la historia occidental en el que las
mujeres estuvieran completamente ausentes en las artes visuales, el gran éxito de
Anguissola abrió el camino para que muchas mujeres comenzasen sus carreras. Algunas
de sus sucesoras más conocidas fueron Lavinia Fontana, Barbara Longhi o Artemisa
Gentileschi. Por ejemplo, Lavinia Fontana escribió una carta donde decía que ella y otra
pintora, Irene di Spilimbergo, habían “establecido sus corazones en aprender a pintar” 81
después de ver las obras de Sofonisba. Además, fue imitada por otros artistas como ya se
ha mostrado con el retrato de Felipe II, o como es el caso de grandes pintores como
Rubens en el retrato de Isabel de Valois.
78
CASO, Ángeles. Conferencia Ellas mismas. Autorretratos de pintoras. Museo Nacional del Prado. 9 de
marzo de 2016.
79
Íbidem
80
LAIDLAW, Jill. Frida Kahlo. Los artistas en su mundo. Primera edición. 2004. Barcelona, p. 40.
81
“(…) set their hearts on learning how to Paint”. Frederika H. Jacobs. Woman’s Capacity to Create: The
unusual case of Sofonisba Anguissola. The University of Chicago Press, 1994.
59
Isabel de Valois de Rubens (1603). Óleo sobre
lienzo. Colección Particular.
Por otra parte, la fama como pintora y experta en arte convirtieron a Mary Cassatt
en el referente de muchos coleccionistas norteamericanos que recorrían Europa. Pero no
solo fue admirada y elogiada por estos, sino también por artistas como Degas o Gauguin.
60
importancia radica, completamente, en la calidad de sus obras, cómo transformó su dolor
en material artístico. En el caso de Mary Cassatt, fue el contacto y práctica con la pintura
impresionista la que permitió su introducción en Norte América. Sin embargo, el caso de
Kahlo es todo lo contrario, pues el estilo artístico predominante era el muralismo. Debido
a que la mexicana nunca participó de esa tendencia el gobierno mexicano la marginalizó
junto a otros pintores, cuyas obras eran tratadas con inferioridad en comparación con el
arte muralista. De este modo, la inferioridad y marginalidad que Frida Kahlo sufrió
aparecieron representados con una estética feminista en sus obras.
6. Trascendencia en la actualidad
61
pintora dentro del mundo académico. Del mismo modo, la importancia de la pintora no
solo se muestra en exposiciones o trabajos, sino que actualmente hay una institución con
su nombre, el Liceo delle Scienze Umane ed Economico Sociale Sofonisba Anguissola.
Por otra parte, hasta hace muy poco la obra de Artemisia Gentileschi había sido
analizada por su peculiar biografía y no por su calidad artística. Sin embargo, hoy en día
la calidad y técnica de la pintora es alabada. Por ejemplo, destaca la exposición Artemisia
y su tiempo de 2016 en el Palacio Braschi de Roma, donde la protagonista es la artista.
En esta no solo se evidencian las cualidades de la pintora, sino que se la relaciona con
otros pintores de su época. De igual modo, la exposición del Palacio Real de Milán de
2012 fue la primera que analizaba la producción artística de la pintora.
Por último, como ya hemos ido viendo, el caso de Frida Kahlo está separado de
sus tres compañeras. Durante la década de 1970, los historiadores de arte, los propietarios
de galerías y los artistas empezaron a estudiar los trabajos de Kahlo y su reputación
artística no ha dejado de crecer desde entonces. Actualmente, sus cuadros se hallan entre
los más buscados del mundo y ella es una inspiración para los artistas. De este modo, la
artista goza de un reconocimiento académico, pero sobre todo del “popular”. Esto como
veremos en el apartado siguiente puede ser entendido como algo positivo o negativo.
82
Distinción francesa más importante y conocida. Se concede a mujeres y hombres por méritos
extraordinarios en el ámbito civil y militar.
62
En el ámbito social, de las cuatro artistas la más popular es Frida Kahlo. Esta es
la que sin necesidad de buscar información es conocida. Por el contrario, en el caso de
Anguissola, Gentileschi y Cassatt no son populares, por lo que el público necesita una
pequeña explicación de ellas. Por ello, en este apartado nos centraremos en la autora
mexicana.
Desde su muerte, la fama y el arte de Kahlo se han extendido por todo el mundo,
traduciendo su diario a distintas lenguas y exponiendo sus obras en museos y galerías o
reproduciéndolo en libros, carteles y tarjetas. Hay camisetas y libros de Frida Kahlo, así
como cosméticos y joyería inspirados en ella. A pesar de que muchas de sus obras las
regaló o las vendió por unos cientos de euros, en la actualidad alcanzan sumas muy
elevadas. Por ejemplo, en 1999, uno de sus cuadros de cuerpo entero se vendió por más
de 10 millones de dólares y, en el 2000, un pequeño cuadro de 5 cm de alto, por 400000
dólares83. Hoy en día uno de los museos más visitados es el Museo Frida Kahlo. En el
año 1957, tras la muerte de Diego Rivera, la Casa Azul se abrió al público, donde se
exhiben las estancias de la misma forma a como eran a cuando vivía Kahlo. Desde
entonces cientos de miles de personas han podido ver el estudio donde la pintora creó, la
cama donde durmió y su colección de artefactos precolombinos y objetos artísticos.
Este ejercicio lo que ha generado sobre la gente es una visión de inexistencia hacia
la mujer en el mundo del arte. Se ha explicado que Frida fue la única pintora reconocida
en su época, por lo que, solo conocemos lo que el mercado quiere que conozcamos. No
obstante, gracias a los trabajos explicados anteriormente esta visión está cambiando. Así,
un problema importante en el reconocimiento de las pintoras también se encuentra en la
enseñanza, pues siempre se explica a los grandes artistas. Si desde el comienzo de la
83
LAIDLAW, Jill. Frida Kahlo. Los artistas en su mundo. Primera edición. 2004. Barcelona, p. 41.
63
formación se explicase que existieron pintoras importantes en su tiempo, se eliminaría
ese prejuicio de que el papel de la mujer en el arte es de objeto y no de sujeto.
De Sofonisba se han producido menos obras de estas artes. Sin embargo, destaca
la novela La Virgen y el violín de Carmen Boullosa, quien recrea la vida de la artista, al
tiempo que presenta historias paralelas de amor, el arte de la época o las peleas entre la
nobleza siciliana.
84
DIOS Vallejo, Delia Selene de. Artemisia. Federación Internacional de Mujeres Universitarias. 2011, p.
11.
64
Artemisia (1997). Agnés Merlet.
65
De Frida Kahlo es sobre la que más se ha creado. De este modo, el espacio donde
mayor impacto ha tenido la autora ha sido la literatura. Desde su muerte se han producido
una gran cantidad de monografías e incluso novelas sobre la vida y obra de la artista,
principalmente en las dos últimas décadas. Por ejemplo, Hayden Herrera publicó “Frida
Kahlo. Her Life, Her Art” en Art Forum, primer fruto de la investigación más completa
de Frida Kahlo, su familia, sus relaciones públicas y privadas, sus ideas políticas y su
pintura. De igual modo, destaca la obra The Wounded Deer. Fourteen Poems After Frida
Kahlo de Pascale Petit, donde cada poema se refiere a un cuadro distinto de la autora.
Dentro de la novela podríamos destacar Mi hermana Frida de Barbara Mujica.
Por lo que respecta al teatro destaca la obra Las dos Fridas de Mari Carmen Farías
y Abraham Oceransky, entre otras. La misma importancia tuvo la mexicana en el mundo
del cine, estrenándose en 1976 el primer cortometraje sobre la pintora dirigido por Karen
y David Crommie, The Life and Death of Frida Kahlo. Asimismo, en 1984 se estrenó
Frida, naturaleza viva85 de Paul Leduc y en 2002 Frida86 de Julie Taymor.
85
Película mexicana de bajo presupuesto filmada en su mayoría en la Casa Azul.
86
Protagonizada por Salma Hayek y basada en el libro de Hayden Herrera.
66
En el ámbito musical, Frida Kahlo es mencionada y respetada por numerosos
cantantes. Por ejemplo, en 1994 se presentó la canción Pobre Frida en el álbum
Transgresores de la Ley del grupo mexicano Tijuana No. También, el cantautor Joaquín
Sabina la recuerda en su canción Por el boulevard de los sueños rotos, la cual en una
estrofa dice: Diego Rivera, lápiz en mano, dibuja a Frida Kahlo desnuda. Además, la
banda británica Coldplay le dio el nombre al single Viva La Vida 87 en honor al cuadro de
Frida con el mismo nombre.
87
La obra de Frida fue realizada en 1954. Se trata de un óleo sobre fibra dura de 59, 5 x 50,8 cm. Se
encuentra en el Museo Frida Kahlo Coyoacán, México.
67
la representación de mujeres heroicas. Un claro ejemplo es Judith, la cual es una mujer
capaz de someter a un hombre, y es fuerte, astuta e inteligente. No es de extrañar que esta
tendencia feminista fuese involuntaria por parte de la autora, puesto que solo plasmaba
sus propios sentimientos. Además, los temas tratados no quedan muy lejos de los que se
producen hoy en día. Por ejemplo, en Judith decapitando a Holofernes, la autora no
representa el espacio como un mundo mitológico, los personajes no aparecen rodeados
de vegetación, sino que el objeto central es una cama. Lo que representa es el mundo de
la violencia doméstica, el cual hoy día seguimos sufriendo.
En lo que respecta a Mary Cassatt, esta es muy admirada, pues en 1915 la pintora
contribuyó con 18 pinturas al movimiento sufragista, ya que nunca dejó de defender la
igualdad de la mujer frente al hombre.
Del mismo modo, Frida Kahlo sirvió de inspiración para las mujeres marginadas
del momento. Rompió con los parámetros de su época, en cuanto a lo que
tradicionalmente se había asignado a “lo femenino”, participando activamente en la
política y llevando la sexualidad más allá de lo permitido. La autora marcó el canon de
belleza en torno a sí misma, lo que se muestra en sus cuadros, que simbolizan una catarsis
reafirmando su condición de mujer. La referencia a esta formación de lo femenino tiene
sentido entendiendo la época en la que vivió la mexicana. Antes del periodo de la
Revolución Mexicana las mujeres vivían constantemente detrás de la figura de sus
esposos. A pesar de eso, las mujeres mexicanas fueron esenciales en la revolución, hecho
que no se les reconoció, ya que nunca fueron tratadas con igualdad. Así, a pesar de ser
una artista muy exitosa, siguió mostrando la perspectiva marginal tanto cultural como
social en sus obras, lo que le llevó a ser llamada “el alma de México”. Frida Kahlo se ha
convertido en un icono feminista por la vida liberal que llevaba o por su forma de vestir.
Sin embargo, por lo que debería ser admirada es por representarse como el símbolo de las
mujeres que sufren, pues su relación con Diego Rivera era enfermiza. Aceptó sus
infidelidades por no perderlo, no porque creyese en el amor abierto. Aquí volvemos a
entrar en los valores que el mercado nos ha permitido conocer.
7. Conclusiones
En conclusión, la importancia y relevancia de las artistas es incuestionable. Se ha
demostrado su calidad artística mediante los distintos reconocimientos académicos y
públicos de los que gozaron en su vida. Sin embargo, muchas de sus obras fueron
68
atribuidas a pintores de aclamada fama. Estas propiciaron un cambio en la concepción de
la mujer como objeto del arte, otorgándole un espacio a la mujer artista donde poder
formarse. No obstante, también era institucionalmente imposible para las mujeres
alcanzar el éxito de la misma forma que los hombres.
Es por este motivo por lo que este trabajo pretende romper con el tabú del
patriarcado artístico. La visión androcéntrica del arte ha eliminado a muchas artistas que
merecen un lugar destacado en la historia y en el colectivo artístico. Nuestras cuatro
pintoras, y muchas de sus compañeras, sabían captar la esencia de la acción y de los
personajes. Se centraron en la representación de un mundo de figuras femeninas, donde
no había lugar para la figura masculina. Sin embargo, supieron apartar esa concepción de
candidez y espíritu femenino que hacía que los hombres viesen en ellas la incapacidad de
crear. Lo característico era la cercanía con que componían sus obras, produciendo
sensaciones en el espectador.
69
por las pintoras a lo largo de la historia, como es el caso de las cuatro tratadas en este
trabajo.
8. Anexo de Imágenes
Ilustración 1 Autorretrato. Óleo sobre Ilustración 2 Retrato familiar. Óleo sobre lienzo,
tabla, 19’5 x 14’5 cm. Kunsthistorisches 157 x 122 cm. Nivaagaards Malerisamling, Niva,
Museum (Viena) Dinamarca
70
Ilustración 4 La dama del armiño. Óleo
sobre lienzo, 62 x 50 cm. Pollok House,
Ilustración 3 Retrato de Isabel de Valois.
Glasgow
Óleo sobre tabla, 119 x 84 cm. Museo del
Prado de Madrid.
71
Ilustración 8 El príncipe Carlos y el duque de Alba de José Uría y Uría
(1881). Óleo sobre lienzo (96 x 123 cm). Museo del Prado, Madrid.
72
Ilustración 12 La Virgen con el niño con rosario.
Óleo sobre lienzo, 59’5 x 38’5 cm. El Escorial,
Ilustración 11 Retrato de un confaloniero. Óleo
Madrid.
sobre lienzo, 208 x 128 cm. Palacio de Accursio,
Bolonia.
73
Ilustración 14 La expulsión del Paraíso (1508-1512). Pintura al
fresco. Capilla Sixtina, Ciudad del Vaticano.
74
8.3. Mary Cassatt
75
Ilustración 22 Retrato del hijo del artista André.
Ilustración 21 Madre joven cosiendo. Óleo Óleo sobre lienzo (1878) de Alfred Cluysenaar
sobre lienzo, 92’4 x 73’7 cm. Museo
metropolitano de arte de Nueva York.
76
Ilustración 25 El autobús. Óleo sobre lienzo,
26 x 55’5 cm. Museo Dolores Olmedo Patiño,
Ciudad de México.
77
Ilustración 28 Mi nacimiento. Óleo sobre metal, 30’5 x 35 cm.
Colección privada de la “Madonna”. Ilustración 29 Recuerdo o El corazón. Óleo
sobre metal, 40 x 28 cm. Colección Michel
Petitjean, París.
9. Bibliografía
78
La bibliografía está realizada mediante las normas ISO y se presenta de manera alfabética.
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pintora-de-ninos-y-mujeres/#sthash.UNduoabH.EUZiNm1J.dpbs
86
1
Ocho años después, ese matrimonio dio por fin como fruto un hijo varón, que era la
principal causa por la que se había celebrado. La noticia llegó a Lima varios meses más
tarde, y en septiembre de 1658 la ciudad decidió celebrar el acontecimiento. Al igual
que en 1649, se recurrió a personajes históricos, aunque no eran escritores españoles
sino artistas de diferentes nacionalidades, y en vez de habitar un “monte Parnaso”,
desfilaban por la calles. Se integraban en una “máscara” organizada por “las tres artes
liberales (de) arquitectura, pintura y escultura”, y se trataba de “diez insignes del arte de
la pintura y escultura … con su hábito el que lo tenía, y llave dorada al que era de ella”.
Entre esos personajes figuraban Rincón y Bandinelli llevando el hábito de Santiago,
Alonso Berruguete, Tiziano, Leoni, Miguel Ángel y muy probablemente también
Gaspar Becerra y Navarrete el Mudo, además de varios portugueses, de todos los cuales
el autor de la relación de las fiestas menciona los honores que habían recibido por parte
de reyes y pontífices3. Acompañaban a sendos carros triunfales presididos por los
retratos de Felipe IV y su hijo. Un año después, a esta lista podría haberse sumado
Velázquez.
1
Noticia del recibimiento…, 1649, p. 7. Estaba situado en el Prado de San Jerónimo. También se refiere
al Parnaso Enebro 1649, p. 507, que cita a Lope, Quevedo, Garcilaso y Góngora.
2
Vélez-Sainz 2006, pp. 17 y ss..
3
Ojeda Gallinato 1659, s.p.
2
Estas dos fiestas, los acontecimientos que celebran y su énfasis en la memoria artístico-
literaria sirven para enmarcar esta exposición, tanto desde el punto de vista cronológico
como político e histórico-artístico. Pocas veces a lo largo de la historia de España la
vida familiar de un rey ha generado tantas expectativas y tanta ansiedad a su alrededor,
convirtiéndose en una cuestión de suprema importancia política. Igualmente, no es
posible encontrar un solo momento de la historia de nuestra pintura en el que el rey y su
familia hayan dado lugar a una producción de una calidad y una complejidad
comparables. Al mismo tiempo, la presencia de nombres prestigiosos de la historia
literaria y artística en discursos públicos de exaltación política es índice del espléndido
momento que atravesaba la cultura ligada a la corte, y de un afianzamiento de la
consideración social de estas actividades.
Uno de los hilos conductores que mejor permiten poner en relación la vida familiar del
rey, la actualidad política, la excelencia pictórica alcanzada, y hasta la sofisticada
literatura cortesana es el retrato, el género al que Velázquez se dedicó casi con
exclusividad durante la última década de su carrera, y al que pertenece Las meninas, una
de las cumbres de su pintura. Ese tipo de cuadros no son sólo fruto y testimonio del
devenir de la familia real, sino que se convirtieron en instrumentos destacados en el
denso tapiz de alianzas y expectativas internacionales que se tejió en torno a la corte
española. Igualmente, el retrato fue, en los años cincuenta, tema recurrente de una de las
épocas doradas del teatro cortesano, y vehículo fundamental en las dos obras principales
que se publicaron o escribieron entonces en España en defensa del carácter noble y
liberal de la pintura. Las páginas que siguen pretenden presentar desde esta perspectiva
la producción retratista ligada a los once últimos años de la carrera de Velázquez.
Endogamia y ensimismamiento
Con su boda con Mariana, Felipe IV cerraba una época importante de su vida, y abría
otra. La que cerraba había sido infausta, y la que abría se presentaba llena de
inquietudes y ansiedades. Desde principios de los años cuarenta se habían sucedido de
manera implacable las malas noticias que afectaban a la vida familiar del rey y al
devenir de la monarquía: la sublevación de Portugal y Cataluña, las muertes de su
hermana María (1646), de la reina Isabel (1644) y del príncipe Baltasar Carlos (1646), o
desastres bélicos como la batalla de Rocroi (1643), que precipitó el repliegue hispano en
3
4
Pérez Sánchez 2003, p.
4
5
Por ejemplo, en carta del 18-VIII-55 escribe: “Reconozco, Sor María, que nuestros pecados (y
particularmente los míos) son el motivo de los aprietos y castigos que padecemos”. El 4-VI-1658
manifiesta: “Yo creo, Sor María, que las mías (culpas) solas son las que nos acarrean los afanes que
padecemos”. Epistolario… 1958, t.V, pp. 28 y 104
6
Así, el 39: 27-XII-1656, escribe a propósito de una comedia por el cumpleaños de la reina: “Lo que es
fiestas, siempre las hay, desvelándose en esto, y no en ver cómo nos hemos de defender de tantos
demonios de enemigos que no nos dejan vivir”. Barrionuevo 1892-1893,t. III, p. 154
7
Harris 1970, pp. 339-343
5
hijastra. Aunque se trataba de una situación típica de sistemas dinásticos en los que las
alianzas políticas se sustentaban en lazos de sangre, Felipe IV necesitó de un periodo de
adaptación a esa nueva realidad. Sus cartas a sor Luisa son muy expresivas en ese
sentido, y describen a un hombre muy afectado primero por la muerte de quien había
sido su compañera durante varias décadas8; y resignado después a un matrimonio cuyo
objetivo era tener “esta casa llena de niños”. No se le podía ocultar la extremada
juventud de su nueva mujer, a la que describe como “bien crecida para su edad, pero
bien niña, y en lo poco que la he tratado me parece de linda condición que es lo que más
he menester”9. Al mismo tiempo, desconfía de su propia capacidad: “Pero lo malo es
que aunque la novia empieza ahora a dar fruto, el novio va ya en los últimos lances de
este oficio”10. De vez en cuando se refiere a ella como “mi sobrina”11, y subraya el
parentesco tan cercano que unía a las primas Mariana y María Teresa. Con el tiempo, y
especialmente tras el nacimiento de Margarita, Felipe IV fue apreciando cada vez más la
presencia de su mujer, como expresa en carta de 12 de marzo de 1652: “es muy de mi
gusto la compañera que Dios me ha dado, y yo me precio más de galán suyo que de su
marido”12. En los años siguientes esos sentimientos se harían más intensos, de manera
que una de las cosas que ponen más claramente de manifiesto las cartas es hasta qué
punto el rey valoraba su vida familiar, que constituía tema central de su correspondencia
con sor Luisa, y asunto importante en las misivas a sor María Jesús, a quien en una carta
de enero de 1656, tras perder a una niña recién nacida, y ver a su mujer a las puertas de
la muerte, escribió “También os encargo la sucesión desta monarquía, y que toméis a
vuestra cuenta la vida y salud de la reina y de mis hijas, que os aseguro que en los
cuidados en que me hallo no tengo otro alivio que volver los ojos a estos ángeles”13.
En su alusión a “la sucesión desta monarquía”, la carta anterior contiene una fórmula
casi permanente en la correspondencia con la monja de Ágreda, y que refleja muy bien
la ansiedad que se vivió durante gran parte de la década de 1650 no sólo en la familia
real, sino también en Madrid y en otras cortes europeas. Hasta finales de 1657 el
8
Carta de 9-X-44: “Condesa yo he llegado aquí cual podéis juzgar habiendo perdido en un día mujer,
amiga ayuda y consuelo en todos mis trabajos y pues no he perdido el juicio y la vida, debo de ser de
bronce”. Pérez Villanueva 1986, p. 53.
9
18-X-49. Idem, p. 102
10
16-VIII-1650. Ibidem p. 132
11
21-XI-1651. Ibidem, p. 163
12
Ibidem, p. 171
13
Carta de 11-I-1656. Epistolario… 1958, t. V, p. 42
6
matrimonio no tuvo un hijo varón, y el rey iba envejeciendo, lo que daba lugar a una
preocupación constante que sólo se apaciguaba con los embarazos de la reina, ninguno
de los cuales daba el fruto deseado. Si hemos de juzgar por las cartas de Felipe IV, ese
era su mayor motivo de preocupación; pero otras fuentes revelan que también lo era
para sus súbditos. Los Avisos que escribió Barrionuevo en las fechas cercanas al
nacimiento de esa niña malograda son muy expresivos en ese sentido. El 9 de octubre
de 1655 afirma, optimista, que “si nos diese un hijo, los regocijos serán portentosos, por
el deseo que todos tenemos de una larga sucesión”. Dos semanas después se manifiesta
más cauto, cuando escribe que el rey “en esto de bastardos tiene muy buena mano, y en
los legítimos una dicha muy corta”. El nacimiento de una niña, y su muerte prematura
fue un jarro de agua fría sobre las expectativas generales, pero era tal la necesidad de
heredero varón que se supo hallar motivos de esperanza ante noticias tan adversas: “El
consuelo de que sea mujer paridera tiene a todos muy alentados”. La vida matrimonial
del rey se había convertido en asunto de interés público, de manera que el 15 de enero
de 1656 Barrionuevo pudo anunciar: “Desde el domingo duerme el rey con la reina.
Dios les dé hijos de bendición para la quietud de España y defensa de la fe, y sobre todo
paz, que es lo que por ahora nos conviene”14. La llegada al mundo del príncipe Felipe
Próspero en noviembre de 1657 despejó la encrucijada en la que se encontraba la
monarquía española, pues hizo posible la boda de María Teresa con Luis XIV –lo que
puso fin a la guerra con Francia- y permitió vincular matrimonialmente a Margarita con
Austria.
Como era de esperar, esa endogamia tuvo una traducción fisionómica. Desde hacía
varias generaciones los rostros de los monarcas españoles compartían rasgos, como el
prognatismo, que se habían convertido ya en seña de identidad dinástica y servían para
reconocer en cualquier retrato a un miembro de esa casa real. Pero hacía 1650 la
sucesión de matrimonios consanguíneos había extremado los parecidos físicos, de
manera que Mariana de Austria compartía muchos rasgos de su rostro con los de su
prima María Teresa, y esta, a su vez, era parecida a su hermanastra Margarita. Esas
semejanzas eran suficientemente acusadas como para que en alguna ocasión se hayan
confundido sus retratos. Así, hasta que Zimmermann en 1905 aclaró que un espléndido
retrato de Velázquez del museo de Viena (Cat. ) representa a la infanta María Teresa,
14
Barrionuevo 1892-1893, t.II, pp. 266-267
7
Dioses y reyes
Los dos ámbitos de la producción cultural que mejor definen ese momento de la vida de
la corte son la mitología y el retrato. De la fábula clásica están extraídos la mayor parte
de los argumentos de las grandes fiestas teatrales y parateatrales que se organizaron a
partir del momento en que se supo que Mariana iba a ser reina de España. Así, con
motivo de su decimoquinto cumpleaños se representó El nuevo Olimpo, de Gabriel
Bocángel, y en los años siguientes, con ocasión de fiestas periódicas como carnavales o,
para celebrar sucesos importantes para el devenir de la monarquía, como los diferentes
nacimientos de infantas y príncipes o cumpleaños de la reina e infantas, se sucedieron
las grandes representaciones de tema antiguo o mitológico y brillantísimo aparato
escénico, como las obras de Calderón Andrómeda y Perseo, Darlo todo y no dar nada,
La fiera, el rayo y la piedra, El golfo de las sirenas, o piezas de Antonio de Solís como
Triunfos de Amor y Fortuna o El Alcázar del secreto. Todas ellas marcan un momento
especialmente brillante de la historia del teatro español. Pero lo que nos interesa
destacar aquí es, por una parte, el uso tan libre que hicieron los dramaturgos de los
repertorios mitológicos o de la historia antigua, que utilizaron como cantera con la que
disfrazar tramas novelescas. Por otra, hay que notar los abundantes guiños que en
15
Zimmermann 1905hb
16
Por ejemplo, el retrato más temprano de María Teresa de busto del Metropolitan Museum se
confundió durante años con Mariana. Véase Colomer 2012, pp. 268-269
17
Cruzada, 1885 p. 251, la creía María Teresa. Justi en 1888 y Beruete en 1898 la identificaron
correctamente.
18
Hasta que Allende Salazar y Sánchez Cantón (1919, pp. 236-238) la identificaron con Margarita, en los
catálogos del museo figuraba como Mariana.
19
Para Mariana, Véase Oliván 2006.
8
muchas de esas obras se hacían a la familia real, que era el principal destinatario de las
mismas. Por ejemplo, El nuevo Olimpo (un híbrido entre representación teatral y
“máscara”) no sólo fue interpretado por la infanta, damas y meninas, sino que su trama
dramática y sus personajes hacían continuas alusiones a la situación política y a la
familia real, de manera que Palas era una referencia a Mariana, y la infanta Margarita
actuaba representando a la Mente Divina20. El carácter especular y ensimismado del
mundo cortesano se hizo patente cuando, al final de esa máscara que celebraba un
compromiso matrimonial regio, el rey, para “premiar con honrosos premios los
servicios agradables de las damas de Palacio quiso casasen las señoras D Antonia de
Mendoza con el conde de Benavente, doña Antonia de Moscoso y Córdoba con el conde
de Palma, doña Juana de Velasco con el conde de Chinchón, y doña Beatriz de Haro con
el conde de Aguilar”21.
La mitología tuvo también una gran presencia en muchas de las fiestas que se
celebraron en Madrid y otras ciudades con motivos de sucesos relacionados con la
Monarquía. Es el caso de la ya citada entrada de Mariana de Austria en la corte, en
1649, o de las fiestas con las que la ciudad de Huesca celebró unos años después el
nacimiento de Felipe Próspero. El suceso dio lugar a un extraordinario despliegue de
referencias mitológicas, de una complejidad que sólo se explica si tenemos en cuenta
que el “alma” de la celebración fue Lastanosa, uno de los más importantes aficionados a
las antigüedades que había en España22.
20
Chaves 2004, p. 285. Otro ejemplo es La púrpura de la rosa, de Calderón, que se acabó en otoño de
1659, y cuyo triunfo final ”es el de la estrella de maría Teresa que brilla sola en el centro del escenario al
final del espectáculo, así como iluminará con su presencia otra monarquía, lejos de la aurora y del sol,
Mariana y Felipe IV” (Chaves 2004, p. 281)
21
Biblioteca Nacional de Madrid, Mss. 2380, fol. 163r. Cito por Dadson , 1991, pp. 141-142
22
Relación de las fiestas… 1659
23
Para una visión actualizada del tema, véase Madrid 2007
9
Otro de los temas que mejor sirven para definir la vida cortesana de ese momento es el
retrato, que vivió entonces una de sus épocas doradas. El altísimo nivel que alcanzó el
retrato cortesano de la mano de Velázquez y su entorno, y el intenso uso político y
diplomático que se dio a los mismos, estuvo acompañado por una presencia importante
de ese género pictórico en obras de creación literaria relacionadas con la corte y por
varias acciones e iniciativas que testimonian un creciente aprecio social por estos
cuadros y sus autores. Son todos ellos asuntos estrechamente interrelacionados, y que en
ese momento convergen en la figura de Velázquez. Para acerarnos al tema, vamos a
24
Véase García Cueto 2005
10
comenzar estudiando el estatus del retrato como producto cortesano, para seguir con los
usos que se daban a este tipo de objetos y las expectativas que generaban, y culminar
con el papel que jugó Velázquez en ese proceso.
25
Corpus… 2000, nº 408.17
26
Un aviso de 28-VII-1636 señalaba: “A Diego Velázquez han hecho ayuda de Guardarropa de Su
majestad, que tira a querer ser un día Ayuda de Cámara y ponerse un hábito a ejemplo de Tiziano”
(Corpus…2000, p. 109) Sobre estos temas véase Salazar y Acha, 2003, pp. 95-125; y Cruz Valdovinos
2011, pp. 337 y ss.
27
Barrionuevo 1892-1893, t. III, p. 178. Aviso de 23 de enero de 1657.
11
definición del propio horizonte cortesano28. En eso mostró una actitud decidida y
valiente, que no siempre era compartida por el medio cortesano29. Así, cuando en 1655,
en una decisión equiparable a las anteriores, recompensó al dramaturgo Antonio de
Solís nombrándolo “oficial segundo de estado y título de secretario suyo”, el comentario
que mereció a Barrionuevo fue que “en esta era se premian sólo los gracejos”30.
pincel que iba a pintar, al otro lado otro cuadro en que estaba pintada la Culpa en forma
de una venenosa sierpe, del modo que suelen poner los que quieren copiar”34. Una
consideración similar de la pintura aparece en el inventario de la biblioteca de Lorenzo
Ramírez de Prado, caballero de Santiago y uno de los intelectuales y cortesanos más
destacados del momento. Data en torno a 1658, y está dividido por materias. Una de sus
secciones está dedicada a las “artes liberales”, que además de obras de filósofos
naturales y morales, poetas, etc., incluía “Matemáticos con todas sus especies,
Geografía, Astrología, Música, Aritmética, Arquitectura, Pintura, Pronografia, y
Drografia (por Hidrografia), Topografia, Náutica y Militar”35.
Eso no quiere decir que lo consiguieran completamente, y ahí está el pleito relacionado
con la cofradía de Nuestra Señora de los Dolores para probarlo37. E incluso en una obra
tan importante como la República literaria de Saavedra Fajardo, publicada
póstumamente en 1655, la pintura, la arquitectura y la escultura se sitúan entre las
actividades “subalternas y dependientes” de la siete Artes Liberales, lo que no impide
34
Mateu 1653, pp. 47 y 48. En la página 23 se dice que su autor fue “un gran sujeto que Castilla nos tenía
usurpado, y ya nos le restituyó”.
35
Inventario de la librería del señor don Lorenzo Ramírez de Prado, Cavallero que fue de la Orden de
Santiago, s.l., s.i., s.a. (h. 1658). Cito por Entrambasaguas 1943, p. 122
36
Ojeda 1659, s.p.
37
Moreno Puertollano 1986, pp. 51-68
13
que su autor defina a la primera como “remedo de las obras de Dios”, y alabe la
capacidad de Velázquez para retratar a Felipe Cuarto38.
Saavedra no fue sino uno de los muchos literatos españoles que reflexionaron sobre la
pintura y contribuyeron a dar una dimensión pública al debate sobre su inclusión en el
sistema de las artes liberales. Otro de ellos fue Calderón, que llegó a escribir una
“Deposición” en defensa de esa actividad39, que poseyó una nutrida colección de
cuadros40, y que en su obra dramática recurrió con frecuencia a objetos artísticos,
personajes pintores o ideas relacionadas con el arte41. Nació apenas seis meses más
tarde que Velázquez, con quien le unían algunos rasgos biográficos y profesionales
comunes, y jugó un papel similar al del pintor para la definición de la década de 1650
como un momento crucial de la cultura vinculada a Felipe IV. Dados el carácter público
y hasta “masivo” de su literatura; el hecho de que fue uno de los dramaturgos más
prestigiosos del momento; y su empleo frecuente al servicio de la corona, el uso de
referencias histórico-artísticas en sus obras trasciende el campo de sus inquietudes
personales y afecta al del estatus público del arte. En el contexto de este ensayo, nos
interesan sobre todo sus obras escritas durante la décadas de 1650 y destinadas a la
corte, pues los juicios que aparecen sobre pintores y pinturas no sólo llegaron a un
público numeroso y cualificado, sino que presumiblemente eran compartidos –o al
menos “admitidos”- por el destinatario principal de esas piezas: el rey.
Calderón y otros dramaturgos que trabajaron para la corona en esos años no sólo
tuvieron que demostrar actitudes literarias, pues para desarrollar su tarea necesitaron
poseer una extraordinaria imaginación visual. El teatro cortesano era un espectáculo
integral, que comprometía tanto al texto literario como a la música o la escenografía42.
En varias de las obras calderonianas representadas en la corte a principios de los años
cincuenta se hace alusión expresa a esa naturaleza interdisciplinar. Así, el público que
acudió a ver Andrómeda y Perseo, encargada a Calderón en 1653 por la infanta María
Teresa para el cumpleaños de su prima, se encontró en primer lugar un telón con las
38
Calvo Serraller 1981, pp. 449-450 y 453 y 456. Para Saavedra Fajardo y sus ideas sobre el arte, véase
Morán y Checa 1981
39
Calderón 2011, pp. 176-185
40
Díez Borque 1985, pp. 5-41
41
La relación entre la literatura de Calderón y la pintura fue muy estrecha, como demuestra el hecho de
que haya dado lugar a una extensísima bibliografía. Para una recopilación de los temas que le
interesaron y de los que se hizo eco, véase Bauer 1969
42
Para la escenografía cortesana del momento es básico Chaves 2004, pp. 139-263
14
cifras de Felipe IV, Mariana y María Teresa, y ante él, dispuestas sobre una nube, las
personificaciones de la Música, la Poesía y la Pintura, que cantan en alabanza de la
reina e introducen al público en el argumento de la comedia43. Conocemos el aspecto
que tenían gracias a uno de los dibujos del escenógrafo de la representación, Baccio del
Bianco, realizados con la intención (nunca lograda) de ser grabados (Lám)44. El
espectáculo, como era habitual, contenía varias referencias a la familia real; y así, el
hecho de que celebrara también la recuperación de Mariana de unas viruelas, se reflejó
en la clave del arco proscenio mediante un sol con unas nubes, alusivas a las cicatrices
que la enfermedad había dejado en la reina45. Para el escritor, la idea de la hermandad
de las artes había dejado de ser un lugar común para convertirse en una realidad con la
que se topaba cotidianamente, y a la que aludió en otras obras de esos años46. Fue un
momento especialmente rico en alusiones artísticas en el teatro cortesano; y así,
problemas que habían interesado vivamente a los tratadistas de arte, como el de la
competencia entre los diferentes sentidos es tema fundamental de algunas obras, como
El golfo de las sirenas, también de Calderón, que se representó en la Zarzuela, y más
allá de su trama relacionada con Ulises, se centra en la discusión entre Scila y Caribdis
sobre la primacía de la vista o el oído, un tema que nos habla del nivel de sofisticación
al que había llegado el público cortesano.
Uno de los lugares donde el teatro de esos años mejor desvela su naturaleza cortesana es
precisamente en la inusual proporción de referencias a retratos y artistas que
encontramos en él47. A veces, y como era ya tradicional en nuestra literatura, el retrato
se emplea como hilo conductor de una trama dramática, como ocurre en La gitanilla de
Madrid, una comedia de Antonio de Solís que data de 1656, y en cuyo hilo argumental
el retrato tiene una importancia decisiva tanto para condicionar las relaciones
sentimentales de los personajes como para resolver la trama48. El mismo autor utiliza
los retratos de manera semejante en El alcázar del secreto, aunque en este caso, para
una trama ambientada en el mundo antiguo49. Con cierta frecuencia, el público
cortesano podía ver “retratistas” trabajando sobre el escenario. En Triunfos de Amor y
43
Calderón 1994, pp. 40-41
44
Fueron dados a conocer en Dearborn Massar, 1977, pp. 365-375.
45
Chaves 2004, p. 189
46
Por ejemplo, en Darlo todo y no dar nada
47
Sobre la presencia de pintores en el teatro de la época he tratado en Portús 1997, pp. 131-156.
48
Solís 1984, t.II,. pp. 611 y ss.
49
Fue representada a “sus majestades en el Buen Retiro”. Solís 1984, t. I, pp. 310 y ss.
15
Fortuna, que el citado Solís escribió para representar en el Buen Retiro con motivo del
nacimiento de Felipe Próspero, una acotación escénica dice:
“Ábrese el bastidor del foro y se descubren en la gruta del sueño, Diana, recostada sobre
un peñasco dormida, y sus seis ninfas (dormidas también), Morfeo sentado sobre otro
peñasco, con pinceles, y colores, y una lámina retratando a Diana, y a los lados la
Ociosidad, y la Quietud con instrumentos músicos, y el Silencio con el dedo en la
boca”50
Al igual que hiciera Calderón en El pintor de su deshonra, los problemas que plantea la
ejecución (en esta caso furtiva) de un retrato sirven al autor para alegorizar la trama
sentimental de una manera extraordinariamente sutil y sofisticada51.
Otros retratistas aparecieron en piezas breves vinculadas a la corte. Es el caso del Baile
entremesado del pintor, que escribió Suárez de Deza para Palacio, cuyo protagonista, al
tiempo que simula pintar, va haciendo un retrato “petrarquista” de su dama52. Y es el
caso también de varios entremeses, un género en auge en Madrid en los años 50, y que
con frecuencia eran interpretados por Juan Rana, de cuya estrechísima relación con la
corte quedan elocuentes testimonios en la correspondencia entre Felipe IV y la condesa
de Paredes de Nava, que le era muy aficionado53. En El retrato vivo de Agustín Moreto,
Bernarda quiere escarmentar a su marido Juan Rana por sus celos, y le hace creer que es
un retrato de sí mismo, por lo que tiene que estar dentro de un marco54; en el Entremés
del retrato de Juan Rana, de Sebastián Rodríguez de Villaviciosa, representado en
1657, quieren que Juan Rana, que es alcalde del lugar y tiene que ir a la corte, les deje
como recuerdo un retrato suyo, y el pintor lo hace posar así: “Este papel en la mano /
tomad, y así al descuidillo / levantad el brazo / y el otro aquí a la cintura / con mucha
gracia arqueado, / ahora estáis famoso”55. En ocasiones, y dado el público al que iban
dirigidas, en estas piezas se incluyen referencias a la familia real, como en El retrato de
Juan Rana de Antonio de Solís, en el que, de nuevo, se utiliza el acto de ejecutar un
retrato en su dimensión de alegoría sentimental, pues la retratista (de nuevo Bernarda)
50
Solís 1984, t. I, p..101
51
Para el caso de Calderón, véase el sutil análisis de Bass 2008, pp. 67 y ss.
52
Suárez de Deza 1963, pp. 56 y ss.
53
Pérez Villanueva 1986, pp. 61, 76, 81, 102, 121, 153, 200, 221, 303. Para Juan Rana véase, entre otros,
Sáez Raposo 2005
54
Moreto 1980, pp. 324 y ss.
55
Rodríguez de Villaviciosa 1663, fol. 55v
16
trata de declararse a Juan Rana mientras le retrata. La obra acaba con un baile en el que
se alaba al rey, la reina y las dos infantas56.
Más allá de la red de significados que confluyen en estas obras, lo que nos interesa
señalar aquí es la abundancia de este tipo de referencias, que convierte al retrato y sus
alrededores en temas cotidianos para el público cortesano, el cual durante la década de
1650 tuvo múltiples oportunidades de ver a “pintores” realizando un retrato sobre el
escenario. Pero, además, algunas de esas obras contienen una caracterización bastante
precisa de algunos artistas, lo que es de gran interés en el contexto de este ensayo, en la
medida en que son contemporáneas a las pinturas de Velázquez en la exposición, y
están dirigidas exactamente al mismo público.
La obra más importante en ese sentido es Darlo todo y no dar nada de Calderón, que se
representó ante los reyes en 1651, con motivo del cumpleaños de la reina y del
nacimiento de la infanta Margarita57.
A partir de ese momento conoció representaciones ante otro tipo de público, como el de
Carabanchel Alto, donde se pudo ver en junio de 1656, el mismo año en que Velázquez
pintó Las meninas58. La alusión a este cuadro viene al caso por el hecho de que la obra
teatral trata sobre la relación entre Alejandro Magno y su pintor Apeles, que se había
convertido en punto de referencia principal e ineludible de cualquier argumentación a
favor de la dignidad del arte, y que con frecuencia se ha extrapolado a la relación entre
Felipe IV y Velázquez, e incluso a la propia obra maestra de éste.
Una de las cosas que hacen interesante esta comedia es su desviación respecto a las
fuentes. La historia de Apeles era bien conocida a través de la Historia natural de Plinio
y muchas otras fuentes antiguas, y sus principales episodios estaban muy difundidos en
España y en Europa59. Calderón, en vez de ceñirse a lo sabido por todos, decidió dar un
giro en una dirección a la vez novelesca y sentimental. Ese tipo de transformaciones era
56
Solís 1986, pp. 149-153. Sobre los usos del retrato en los entremeses protagonizados por Juan Rana,
véase Bass 2008, 112 y ss.
57
En la “loa” que escribió Solís se indica: “Representóse en la fiesta de los años, parto, y de la mejoría
de la reina nuestra señora, del accidente que le sobrevino estando el rey nuestro señor en las Descalzas,
y con su presencia volvió del desmayo” (Solis 1986, pp. 51-56)
58
Pérez Pastor1905, doc. 139. También Solís 1986, p. 103
59
Portús 1991, pp. 366 y ss. (Capítulo “Notas sobre la popularización de la historia de Apeles en el Siglo
de Oro”); ó Armas 1981, pp. 719.732
17
frecuente en la comedia mitológica, y aquí nos interesa en la medida en que el papel del
pintor resulta más complejo que el que las fuentes le atribuyen.
“Alejandro: “Noticias tengo / de la elegancia con que / los tres sutiles, y diestros /
exerceis el mejor arte, / más noble, y de más ingenio”
Timantes: Si los príncipes le honraran, / señor, como vos, bien creo / que se adelantaran
más / sus artífices
Zeuxis: Y es cierto, / pues sus estudios tuvieran / vuestros honores por premio.
Apeles: Mayormente, cuando fuera, / como ahora, su heroico empleo / vuestra persona;
pues ella / hiciera su nombre eterno”60.
60
Calderón 1991, t. II, p. 1027
61
Antígono “era ciego de un ojo, y por encubrir la falta lo hizo de medio perfil por la parte que no tenía
defecto” (Pacheco 1649 (1990), p. 146). La anécdota también aparece en Carducho 1633 (1979) , p. 113
62
Calderón 1991, t. II, p. 1028
18
una recompensa económica, que en principio fue de medio talento, y que duplicó
cuando un cortesano mostró su sorpresa ante tamaña cantidad63.
El pintor pide permiso para volver a casa y traer a su familia, y las peripecias que
ocurren durante ese viaje forman el núcleo de la trama dramática. Tras encontrarse con
su antiguo criado Chinchón –que aprovecha el escritor para introducir al ineludible
“gracioso”- oyen una música que le sirve a Calderón para manifestar de nuevo su fe en
la hermandad entre las artes: “”oye, que la simpatía / tras sí arrastrarme procura, / que
tienen con la pintura / la música, y la poesía”. A lo largo de ese viaje, Apeles salva a
Campaspe de ser detenida por los soldados de Alejandro, acusada de matar a uno de
ellos, Teágenes, que la quiso violar. Más tarde, es la propia Campaspe quien auxilia a
Alejandro en un lance de caza. Éste, promete en agradecimiento un retrato para el
templo, a lo que ella responde manifestando que no sabe lo qué es un retrato, pues había
vivido toda su vida en el campo. Con esto, Calderón sitúa este tipo de objetos en una
órbita urbana, con sus pros y sus contras.
“es tan grande, / tan noble, tan leal, tan rara, / que a despecho del favor / que quizá en
Campaspe halla, / se deja morir, por no / ofender la confianza, / respeto, y decoro, que /
tan a tu costa te guarda”65. A la vista de esto, Alejandro supuestamente decide vencer
sus pasiones y conmina a Campaspe a dar la mano a Apeles, “para que diga la fama, /
que lo di una vez todo, / pues di la mitad del alma”66. Muchos literatos habrían dado por
concluida de esta manera su obra, pues semejante final se ajusta al tópico histórico; pero
Calderón decidió dar una vuelta más de tuerca, y expresar las sospechas de Campaspe,
quien pensaba que podía tratarse de una estratagema del príncipe para conocer sus
sentimientos. La trama se resuelve enseguida, ante la noticia de que Alejandro podía
casarse con una de las hijas de Darío.
Es muy probable que el cambio radical que hizo Calderón en la historia de Apeles,
Alejandro y Campaspe estuviera parcialmente motivado por el deseo de presentar ante
la corte una trama sin los componentes “escandalosos” del relato antiguo. Pero aquí lo
que nos interesa señalar sobre todo es que en esa tarea de actualización convirtió al
pintor en un personaje con un perfil que responde completamente al modelo cortesano:
no sólo por sus ya comentados ingenio y discreción; por su inserción en una estructura
laboral y de recompensas palaciega; o por su dedicación a un género como el retrato;
sino también por virtudes personales como la valentía y la generosidad; o porque el
dilema al que se tuvo que enfrentar y le provocó la locura (amor o lealtad) resultaba
también típicamente cortesano. En cualquier caso, quisiera resaltar que para celebrar el
cumpleaños de la reina y el nacimiento de la infanta Margarita, el rey y su corte fueron
destinatarios de una obra en la que se exaltaban las virtudes de la pintura, y el pintor
tenía rasgos de comportamiento ejemplares. No serían pocos los espectadores que –
independientemente del juicio que les mereciera la calidad personal de Velázquez- al
ver esta obra hubieran pensado en Felipe IV y su pintor, que por entonces estaba recién
llegado de Italia, y que unos meses después, en marzo de 1652, fue nombrado
aposentador real. Curiosamente, aunque Calderón lo ignorara, una disyuntiva
equiparable a la de “amor o lealtad” debió de presentársele a Velázquez en Roma, una
ciudad que se resistió a abandonar y en la que concibió un hijo.
Ese mismo años de 1652, el público cortesano tuvo ocasión de oír alabanzas a la pintura
en otra comedia de “aparato” de Calderón. Se trata de La fiera, el rayo y la piedra, uno
65
Calderón 1991, t. II, p. 1063
66
Calderón 1991, t. II, p. 1064
20
“Porque hay quien presuma / que es oficio el que es ingenio, / sin atender, que el estudio
/ de un arte noble es empleo / que no desluce la sangre, / pues siempre deja a su dueño /
la habilidad voluntaria / como le halla”68.
Para reafirmarse en esa convicción, relata que cuando un deudo del rey pretendía
adquirirle una estatua de Venus, le puso la condición de “que su precio había de ser / el
no ponérmela en precio”. Eso provocó el enfado del interlocutor y una agresión por
parte de Pigmalión, cuyo comportamiento extremado recuerda el de Apeles de Darlo
todo…, aunque en este caso mucho más basado en las fuentes.
A la hora de juzgar las referencias anteriores hay que insistir en que proceden de obras
de teatro escritas para ser representadas ante el rey y su corte, y que las opiniones, las
formas de comportamiento y los roles reservados a los distintos grupos profesionales
entraban necesariamente dentro de los márgenes (más bien estrechos) del código
cortesano. En este sentido, no es lo mismo una defensa de la pintura o una
caracterización del pintor como un profesional que practica un “arte” y aplica su
ingenio, insertas en una obra de teatro cuyo destinatario ideal es el rey de España, que
incorporadas a una novela, un tratado artístico o, incluso, una comedia destinada a los
corrales.
67
Calderón 1989, pp. 243-245 y 313
68
Idem, p. 245
21
Mazo que se expuso durante una fiesta del Corpus69; y durante los festejos con que
Salamanca celebró en 1652 la rendición de Barcelona, se colocó en la iglesia de San
Martín un trono con un Santísimo, al que acompañaban “el rey y la reina, Señores
Nuestros, en dos cuadros propísimamente imitados”70.
Este tipo de fiestas propiciaban el despliegue de una tipología tan ligada a la corte como
las “galerías de retratos”, o sucesiones de efigies de personajes unidos por una relación
común, frecuentemente dinástica. Es el caso de la que se colocó en la iglesia del
Salvador de Madrid, con motivo de la entrada de Mariana de Austria. El público pudo
ver en ella “toda la casa de Austria de retratos, de Velázquez, en que se hizo gran
reparo”71; y cuando se celebró en Huesca el nacimiento de Felipe Próspero, se levantó
un arco en el que se disponían los retratos de los reyes de Aragón72. Las citadas fiestas
de Lima por ese mismo asunto incluían sendos carros triunfales con las efigies de Felipe
IV y de su hijo. Para la de este último, por supuesto, no pudo utilizarse ningún retrato
fiel, aunque sí una imagen convencional que constituía la culminación de un aparato
retórico en el que se escenificaban las honras que la Pintura, la Escultura y la
Arquitectura hacían al recién nacido.
69
Palomino 1986, p. 223: Alude a sus retratos “de sus majestades con excelencia; y en particular de la
reina nuestra señora doña Maria Ana de Austria, con tan gran acierto, que aumentó la buena opinión
que tenía: porque un día de Corpus se vio uno de su mano en la Puerta de Guadalajara, tan natural, que
causó admiración a todos; tanto por ser de los primeros, que se vieron de su majestad en esta Corte;
como por ser maravilla del pincel”. Lo toma de Díaz del Valle 2008 , p. 302
70
Martín Ledesma y Herrera, Relación de las fiestas reales con que la muy noble y muy leal ciudad de
salamanca, cabeza de Extremadura, celebró el feliz sucesso de la reducción de Barcelona y su condado a
la obediencia de el Rey N Señor Phelipo IIII el Grande, Salamanca, Diego de Cosio, 1652 (Cito por la
edición de Rodríguez de la Flor y Galindo1994, p. 122)
71
Biblioteca Nacional de Madrid, Mss. 18.717. La dio a conocer Valgoma 1958, p. 39. Véase también
Varey 1972, pp. 58-61.
72
Relación de las fiestas…. 1659, pp. 21-22.
73
Para los usos de los retratos cortesanos, Bouza 1999, pp. 51-71
22
“Hizo árbitros los ojos del Rey nuestro Señor de la hermosura de su amada consorte
doña Mariana de Austria bosquejada en los cortos términos de un retrato, y con ser
Jueces fueron condenados a breve juicio. Promueve grandemente este asunto, a
describir los efectos, que ocasionó en la Real idea tan singular hermosura”74.
Esa presencia no hay que verla en términos de moda literaria o inercia celebrativa, pues
refleja una realidad. La llegada de una nueva reina, el crecimiento de la infanta María
Teresa, y el nacimiento de los sucesivos infantes y príncipes dio lugar a una notable
producción, que estaba encaminada a satisfacer básicamente tres frentes diferentes: Las
necesidades internas de la casa real española; las expectativas de las casas reales
extranjeras; y la demanda de servidores, súbditos y aliados de la monarquía española.
También, en parte, la producción editorial. Si a estas fuentes de consumo se añade el
hecho de que desde hacía varias décadas Velázquez controlaba la producción de retratos
reales, y ejercía sobre ella una especie de monopolio75, la situación se hace
especialmente compleja, pues entran muy poderosamente en juego conceptos como el
de “taller”.
En las últimas décadas se ha publicado importante documentación que nos ilustra sobre
las expectativas que, en lo que se refiere a la producción de retratos, generaba la nueva
74
Amada y Torregrosa 1650, pp. 25 y ss.
75
Martínez Ripoll 2008
23
composición de la familia real. Miguel Morán y Karl Rudolf dieron a la luz varias
noticias que nos hablan del interés de Fernando III por poseer retratos de su hija
Mariana y de su nieta Margarita76. Así, el siete de julio de 1650 pidió a Felipe IV un
retrato grande de aquélla “pues me holgaré mucho de velle”. Se estaba realizando el
cinco de mayo de1651, probablemente por Mazo, pues Velázquez se encontraba fuera.
Quizá es el que dice Díaz del Valle que se expuso en la fiesta del Corpus.
Probablemente, la obra se quedó en Madrid, pues cuando en diciembre de 1652 se
ordenó el envío de un retrato, el escogido fue la réplica del retrato de Mariana de
Austria(cat. ) que ahora está en Viena. Unos meses antes, en mayo, tras conocer el
nacimiento de la infanta Margarita, el emperador solicitó al rey que “le enviare cuanto
antes su retrato”, pero no se comenzó hasta después de enero de 1654, y el ocho de
octubre de ese año el emperador agradecía por carta a Felipe IV su envío.
Las varias veces citada correspondencia del rey con la condesa de Paredes de Nava,
incluye varias alusiones a retratos, que no sirven sólo para fechar alguna de las obras de
Velázquez (Cat. ), o para conocer la opinión que tenía el monarca de su pintor77, sino
que permiten también asistir al tipo de expectativas que generaban estos objetos y
asomarnos a varios mecanismos de su demanda, producción y uso. Aunque no se
conocen las cartas que dirigió la religiosa al rey, a través de las que éste escribió
sabemos del interés de aquélla por poseer retratos de los miembros de la familia real. En
julio de 1648 el rey le comenta que procurará tener disponible, a través de Velázquez,
un retrato real (probablemente de María Teresa) para enviárselo; en abril de 1649 se
compromete a mandarle algún retrato de la nueva reina, lo que parece que se dilató,
pues en noviembre le comenta que “en pudiendo se harán los retratos que me pedís”.
Doce meses más tarde Velázquez ya había vuelto de Italia, pero todavía no había
retratos disponibles, y aunque en diciembre le sigue diciendo que tiene en cuenta ese
encargo, en agosto de 1652 le comenta que “irán muy presto, aunque no se puede
asegurar nada, con la flema de Velázquez”. El siguiente junio tiene que reconocer que
“Velázquez me ha engañado mil veces”; pero el 5 de julio de 1653 recibe, por fin, una
carta en la que se le agradece el envío de los retratos de “mis parientas”,
presumiblemente Mariana, María Teresa y Margarita. Contesta a la misma el día 8,
76
Morán y Rudolf 1992, pp. 289-302.
77
Fueron dadas a conocer y estudiadas tanto en Pérez Villanueva 1986, como en Moreno Garrido y
Gamonal 1988
24
justificando que no incluye una efigie suya “porque ha nueve años que no se ha hecho
ninguno, y no me inclino a pasar por la flema de Velázquez, así por ella como por no
verme ir envejeciendo”78.
Entre las cosas que este epistolario pone de manifiesto figura la inoportunidad del
segundo viaje de Velázquez a Roma desde el punto de vista de sus obligaciones como
retratista cortesano, y lo muy justificada que estaba la ansiedad del rey ante su tardanza
en volver. Velázquez se embarcó para Italia a finales de 1648, en el mismo barco que
llevaba al duque de Nájera y su séquito a recoger en Trento a la nueva reina. Pero a
partir de Génova, el pintor siguió su propia ruta y no buscó la ocasión para hacer un
retrato de Mariana. A pesar de que desde mediados de 1650 se reclamaba con cierta
urgencia su regreso a Madrid, este no se produjo hasta un año más tarde. Es decir, el
retratista cortesano por excelencia, que, como Apeles, había conseguido controlar la
producción de imágenes de la familia real, se mantuvo ausente en un momento tan
importante para el ejercicio de ese oficio, como era la llegada de una nueva reina, lo que
generaba a su alrededor una demanda extraordinaria de nuevos retratos. Como más
adelante veremos, ese año 1650 en el que se le esperaba, fue precisamente el momento
en que el pintor aprovechó para encumbrarse como retratista de otra corte, la papal. Las
cartas anteriores también ponen de manifiesto la escasa prisa que demostró Velázquez,
una vez de vuelta en Madrid, para desarrollar su oficio como retratista de la familia real,
pues muchos de los retratos se hicieron esperar.
En la insistencia de sor Luisa no hay que ver la ansiedad de una monja pedigüeña. Ni
siquiera hay que leerla exclusivamente en términos de petición y favor. También hay
que relacionarla con una de las dimensiones más importantes que tuvo el retrato en
cuanto objeto cortesano: su condición de instrumento para mostrar adhesiones y
fidelidades, y para ostentar una relación de favor con los poderosos79. El estudio de la
presencia de retratos reales en los inventarios de bienes de la época80 muestra bien esa
función. En lo que se refiere al reinado de Felipe IV, la cercanía al rey o a su valido el
conde duque de Olivares se traducía con frecuencia en la posesión y exposición de
retratos suyos, como ocurría en los casos del marqués de Leganés, de Gaspar de Haro o
78
Pérez Villanueva 1986, pp. 81, 88, 108, 163, 168, 173, 200, 204.
79
También María Jesús de Ágreda debió de procurarse retratos del rey y su familia, a juzgar por los de
Felipe IV, Mariana y María Teresa, de estilo velazqueño, que decoran la llamada “tribuna de sor María”
en su convento de Ágreda. Véase Fernández Gracia 2003, pp. 18 y 41.
80
Para principios del siglo XVII, Varela 2000, pp. 99 y ss.
25
Como la condesa de Paredes de Nava, eran muchos los nobles y altos funcionarios que
expresaban así esa adhesión. Interesa el caso del marqués de Valparaíso, que a su
muerte en 1651 poseía retratos del rey, Isabel de Borbón, Baltasar Carlos, la infanta
María Teresa y Mariana, la nueva reina, que todavía no había sido retratada por
Velázquez, lo que vuelve a mostrar hasta qué punto la llegada de un nuevo miembro de
la casa real generaba una importante demanda de retratos84. Otro caso interesante es el
de Jerónimo Cuéllar, un alto funcionario que desarrolló una carrera palaciega desde
81
Burke y Cherry 1997, t. I, pp. 522-526. Poseía más de diez retratos reales.
82
El inventario ha sido publicado en en Burke y Cherry 1997, t. I, pp. 694-699.
83
El tratado es: Año santo. Meditaciones para todos los días, en la mañana, atrde y noche, Madrid,
1658. En cuanto a la biografía, Agustín de Jesús María, Vida y muerte de la venerable madre Luisa
Magdalena de Jesús, Madrid, 1705. Véase Pérez Villanueva 1986, pp. 44 y 23-24
84
Agulló 2006, p. 352
26
1650, en que fue nombrado ayuda de cámara, y llegó a ser secretario de la Cámara y
Estado de Castilla85. Tras su muerte en 1674 se levantó inventario de sus pinturas, que
rebasaban ligeramente el centenar de piezas, 16 de las cuales eran retratos reales, entre
los que no faltaban los de Carlos V, Felipe II y Felipe III, y abundaban los relacionados
con Felipe IV y sus hijos. De ellos, cuatro retratos de medio cuerpo que representaban al
rey, Mariana de Austria, María Teresa y Margarita estaban atribuidos a Velázquez, así
como otro en el que aparecía el monarca en traje de caza. No faltaba tampoco, por
supuesto, un retrato de Carlos II. Una composición similar tenía una sala denominada
“la torrecilla”, del palacio madrileño del marqués del Carpio, en 168986. Se configuró
como una auténtica galería de retratos, en la que estaban representados los personajes de
la casa real española cuya biografía estaba unida a la del marqués: desde Baltasar Carlos
en La lección de equitación hasta Carlos II, pasando por Felipe IV, Mariana de Austria,
Felipe Próspero, la infanta María Teresa o la infanta Margarita, en muchos casos en
cuadros atribuidos a Velázquez. En otra estancia del palacio se encontraba la copia de
Las meninas por Mazo (Cat.). No era la primera vez que Gaspar de Haro creaba un
espacio de fuerte contenido identitario en el que mostraba sus adhesiones políticas; pues
casi cuarenta años antes, hacia 1651, y siendo muy joven, había montado también una
sala fuertemente connotada en la que señalaba a Felipe IV y al conde duque de Olivares
como sus dos puntos de referencia87.
Un uso similar de retratos de la familia real se documenta también en ámbitos más allá
de la corte. Es el caso de las personalidades eclesiásticas que habían estado vinculadas,
ya fuera por carrera profesional o afinidades políticas, a la corte española. En el periodo
que nos ocupa, merece la pena señalarse que uno de sus personajes centrales, el papa
Inocencio X, cuando regresó de su nunciatura en Madrid en 1630, se llevó cinco retratos
reales; y uno de los personajes principales de la corte pontificia, Camillo Massimo, no
sólo fue retratado por Velázquez en 1650 (Cat. ), sino que cuando viajó a Madrid como
nuncio adquirió retratos de Felipe IV, Mariana, María Teresa y Margarita, por los que
pagó 1.200 reales en total, y que se inventarían atribuidos a ese pintor88. Con ello
expresaba en su residencia romana, entre otras cosas, una hispanofilia que le llegaba de
familia.
85
Burke y Cherry 1997, t.I, pp 183-184, 648-652
86
Idem, t. I, pp. 848-850
87
Para el contenido de esa sala, Portús 2006, pp. 56 y ss.
88
Para ambos casos véase Colomer 2003, pp. 35-52
27
A los retratos que reclamaban servidores, cortesanos y otros personajes que se sentían
ligados a la familia real, o querían hacer patente esos vínculos, hay que sumar los
destinados al consumo interno, y a alimentar la red de relaciones dinástico-familiares.
En ese tráfico se mezclaba el cariño y la estrategia, pues dada la consanguineidad de las
principales casas reinantes, muchos de los retratados eran a la vez familiares de quienes
recibían el retrato, y candidatos a nuevas alianzas políticas. De hecho, el rey se había
dado a conocer a Mariana mediante un retrato engastado en una costosa joya89. Entre los
medios a través de los cuales Cristina de Suecia trató de acercarse a Felipe IV figuró no
sólo el regalo de Adán y Eva de Durero, sino también el envío de un retrato90 ; y una de
las formas como se manifestó el acercamiento entre España y Francia a finales de 1656
con vistas a una posible alianza matrimonial fue el envío por parte del rey a su hermana
de “un retrato suyo y de la reina, pequeño, guarnecido de oro y diamantes”91. En esos
momentos, los peones con que se contaba para resolver los grandes problemas políticos
eran las dos infantas y un príncipe virtual, que nunca acababa de llegar. Sobre la infanta
mayor, María Teresa, que acabaría casándose con Luis XIV, se había volcado gran parte
de las especulaciones matrimoniales desde hacía varios años. Así, en febrero de 1653 se
acababan de enviar retratos suyos a Viena y a Bruselas, pues se consideraba que el
archiduque Leopoldo Guillermo podía ser buen candidato a su mano; y unos meses
después eran los franceses (que se encontraban en guerra con España) los que
solicitaban muy discretamente su efigie92, pues era de todos sabido que las guerras no
duran siempre, y que no había problema político, por complicado que fuese, que no
fuera solucionable mediante un buen arreglo matrimonial. Los términos en los que se
llevó a cabo la petición y el envío del retrato sitúan plenamente este tipo de objetos en el
campo de los instrumentos diplomáticos, y revelan su naturaleza intrínsecamente
cortesana.
89
Aparece así descrita en un inventario real: “una sortija de oro de cuatro garras vestidas de diamantes
rosas … tenía en dichas garras un diamante grande fondo punta arriba y abajo que Juan de Villarroel
declara le sacó y su padre para poner en la joia que le hizo quando SM Dios le guarde embió a Alemania
su retrato a la reyna NS para sus felices bodas” (Véase Hernández Perera 1960, p. 275)
90
Se hace eco de esto último Barrionuevo, 1892-1893, t. II, p. 265 (12-I-56). A su vez, Cristina había
recibido en 1652 dos miniaturas con las efigies de Felipe IV y de María Teresa (Salort 2001, p. 907)
91
Barrionuevo 1892-1893, t. III, p. 31. 18-X- 1656
92
Los dio a conocer Justi 1888 (1999), pp. 606 y ss. Véase Zimmermann 1905; Brown 1986, p. 217, y
Brown 1999, p. 59
28
El sistema que utilizó el pintor para hacer frente a ese trabajo es el de “taller”, entendido
en el sentido amplio de espacio vinculado a una concepción de los cuadros como
objetos de uso, susceptibles de ser repetidos 95 . Como retratista real, que producía
“representaciones” de la familia real antes que “obras de arte” en el sentido moderno, el
pintor utilizó prácticas de taller desde los primeros años de su estancia en Madrid. Está
documentado el uso de calcos al menos durante los años 20 y 30 96, y el concurso de
ayudantes, de los cuales el que consta que se mantuvo más tiempo cerca fue Juan
Bautista Martínez del Mazo, que desde 1633 fue su yerno. Con Mazo, Velázquez
consiguió desdoblarse, pues asumió algunas funciones que habían sido competencia de
93
“Relación de la estancia de Felipe IV en El Escorial (1656) por su capellán Julio Chifflet”:,Andrés 1964.
Para las funciones que tuvo que asumir en el desempeño de sus cargos véase Cruz Valdovinos 2011, pp.
302 y ss.
94
Pérez d’Ors y Gallaher 2010.
95
Brown 1999, pp. 60 y ss; Brown 2000, pp. 56 y ss.: Con una nómina de pintores relacionados con el
“taller” de Velázquez, y un repaso a los principales problemas que se plantean.
96
Gallaher 2010; Portús, García-Maíquez y Dávila 2011
29
los pintores reales. Es el caso de la copia de originales de las colecciones reales, a la que
se dedicó personalmente Alonso Sánchez Coello, autor de copias de varios originales de
Tiziano o Antonio Moro97; y llegaría a dedicarse también Carreño, autor de copias de
obras de Guido Reni y Rafael para los reyes 98. La habilidad de Mazo para la copia fue
reconocida desde muy antiguo99, y de ello existieron numerosas pruebas tanto en los
sitios reales como en importantes colecciones aristocráticas, como la de Gaspar de Haro.
Los artistas cuyas composiciones copió con mayor frecuencia fueron Rubens y Tiziano.
Las obras suyas de este tipo que se conservan muestran una probada capacidad imitativa
y ayudan a explicar tanto el alto nivel de calidad que alcanzó la producción derivada de
los retratos velazqueños en los años cincuenta, como la versatilidad y la corrección de la
producción propia de Mazo tras la muerte de su maestro.
La mezcla de prácticas de taller profundamente arraigadas, con una cultura para la que
el retrato de estado era en primer lugar un objeto utilitario, con una amplia demanda de
este tipo de obras, y con un artista como Velázquez en los años 50, con obligaciones e
intereses muy desperdigados, trajo como resultado que se extremara el carácter seriado
y repetitivo de muchos de los retratos reales. A ello contribuía una característica
importante de la retratística cortesana velazqueña: lo muy restringido que era el abanico
de expresiones. Al rey de España y a su familia había que representarlos hieráticos, y en
sus rostros no cabían otros sentimientos que el de la conciencia de la propia majestad.
Esa distancia emotiva facilitaba la repetición de modelos; aunque, curiosamente, es en
el estrecho margen que quedaba donde con frecuencia se advierte la distancia entre el
maestro y sus seguidores.
97
Kusche 2003, pp. 339 y ss.
98
López Vizcaíno y Carreño 2007, pp. 206 y 214.
99
Véase Cherry 2008, pp. 250-257.
30
en 1656 (Viena) hay una buena réplica en Franckfort. Pero fueron sobre todo los
retratos de busto de Felipe IV y Mariana (Cats. ) aquellos que más se multiplicaron.
Probablemente la mayoría se concibieron como pareja, al igual que haría décadas más
tarde Carreño con las efigies de Carlos II y su madre. Algunas de esas parejas han
pervivido juntas, como la de la Real Academia de San Fernando de Madrid, pero la
mayoría han acabado disgregadas. Se conocen más de veinte versiones de esos retratos
de Felipe IV, de las cuales aquellas que carecen de adornos de oro en los vestidos se
pueden fechar con cierta probabilidad con posteridad a septiembre de 1657, cuando una
pragmática los prohibió100. Es muy probable, incluso, que algunos de ellos se realizaran
tras la muerte de Velázquez. A pesar de la renuencia del rey a verse “ir envejeciendo”,
la última década de su vida nos ha dejado la mayor proporción de retratos suyos que
conocemos. Sin duda porque las nuevas circunstancias familiares y políticas y el largo
periodo de diez años (1644-1654) en el que no había posado para un pintor habían
multiplicado la demanda.
Roma
100
Pragmática… 1657, pp. 6-7, nº 7: “Ordenamos, y mandamos, que ninguna persona, hombre, ni mujer,
de cualquier grado, y calidad que sea, pueda vestir, ni traer en ningún género de vestido, brocado, tela
de oro, ni de plata, ni seda, que tenga fondo, ni mezcla de oro, ni de plata tirada, ni ningún otro género
de cosa en que haya oro, ni plata hilado, ni de martillo fino, o falso, o casquillos de oro, o plata, ni otro
género de guarnición de ella, acero, o vidrio, perlas o aljófar, ni otras piedras finas, ni falsas: y sólo
permitimos usar de botones de oro, o plata de martillo”
31
hay una fuente directa original, que sin duda es el propio pintor, quien probablemente
transmitiría esta información a Juan de Alfaro, su discípulo y autor de una biografía
perdida del maestro, que utilizó Palomino. Muy probablemente la imagen del viaje que
nos ha transmitido éste es la misma que le interesaba difundir a su protagonista. Tras
Palomino, las jornadas romana han interesado mucho a los investigadores, y en el
último siglo se han localizado varias de las pinturas que realizó, de manera que el
panorama que poseemos actualmente de ese periodo de su vida es bastante completo101.
Se conoce con bastante precisión cómo llevó a cabo su triple misión de adquirir
pinturas, buscar vaciados y contratar fresquistas; ha salido a la luz algún episodio
relacionado con su vida sentimental102; y se puede precisar hasta qué punto el cortesano
Velázquez trató de dilatar su estancia en Roma, a pesar de las presiones de Felipe IV,
que necesita con progresiva urgencia la presencia de su pintor.
En el contexto de este ensayo, de esos meses romanos nos interesan los que se dedicó al
retrato. Las obras de este tipo que se le asocian datan de 1650, cuando llevaba más de
un año fuera de España. Palomino detalla doce, además de un número indeterminado
que se habían “quedado en bosquejo”. De esa docena se conocen la mitad, cuatro de los
cuales figuran en esta exposición (Cats. ). Entre todas marcan un momento singular
dentro de la carrera de Velázquez, quien, ante los estímulos que le ofrecía un medio
artístico y cortesano diferente, reaccionó adaptando su arte a las expectativas de ese
entorno.
101
Para el segundo viaje, véase Harris 1960; Pita 1960; Martínez de la Peña 1971, pp. 1-7; Montagu
1983; Goldberg 1993; Colomer 1993; Marini 1990; Madrid 1996; Roma 1999; Harris 1999; Salort 2002;
Silva 2004; Madrid 2007
102
Montagu 1983, pp. 683-685
32
campo del retrato ilustra muy bien la evolución de la conciencia creativa de Velázquez
en esos veinte años103. Su carrera al servicio del rey le había demostrado que aquello
capaz de procurar los mayores honores a la pintura y a los pintores no era tanto una
cuestión de géneros pictóricos como de contacto con los poderosos de la tierra, que al
fin y al cabo eran los que, con su favor, generaban honores. En ese sentido, el retrato
cortesano estaba demostrando ser uno de los instrumentos más útiles para el prestigio
del arte y los artistas.104
103
He tratado del tema en Portús 2007
104
Warnke 1989;Pommier 1998
105
Pacheco 1649 (1990), pp. 204-205
106
Salort 2012, pp. 616-619
107
Obtuvo la libertad en noviembre de 1650. Véase Montagu 1983, pp. 683-685. Para un context amplio
derl caso de Pareja, véase Méndez 2011, pp. 135 y ss.
33
retrato: no procedía de un encargo, y muy probablemente tampoco del deseo por parte
de Velázquez de poseer un recuerdo del aspecto de su antiguo esclavo, pues en ese caso
difícilmente lo hubiera representado tan arrogante. Siendo un retrato, parece una obra al
margen de los condicionantes del género, y nacida expresamente para demostrar en el
medio romano las capacidades del pintor para ese tipo de cuadros.108.
108
Stoichita 1999, pp. 367-386
109
Harris y Lank 1983, pp. 410-414
110
Harris 1982 (1991), p. 153
111
Rossetti 2011; Curti 2011
112
Cruz Valdovinos 2011, pp. 284 y ss.
113
Hellwig 2001, pp. 34-35
114
Para Boschini véase Corpus… 2000, nº 503; Para Caramuel, Marías 2008
115
Soria, 1957 ; Ver Brown 1986, p. 208
34
La buena fortuna que tuvo Velázquez como retratista en Roma se relaciona con la gran
capacidad que siempre mostró para adaptar su estilo a medios diferentes. La había
demostrado en 1623, cuando se incorporó a la tradición retratista cortesana, y lo
demostró ahora, olvidándose de las fórmulas imperantes en Madrid y adoptando las
convenciones de la corte papal. Más que en los pintores del momento, el prestigio del
retrato romano de esos años se asentaba sobre la obra de escultores como Bernini y
Algardi. Pero, más allá de las diferencias de calidad, pintores y escultores compartían
similitudes en lo que se refiere a los registros expresivos, mucho más amplios que los
habituales en Madrid. Frente a la gran distancia emocional que define los retratos de la
corte española, en Roma se busca transmitir la sensación de vida y reflejar la
personalidad individual, mediante fórmulas que enfatizan la empatía. Para ello, Bernini
o Algardi se valieron de un estilo fuertemente pictórico en el tratamiento del mármol,
recurriendo a superficies muy texturadas que propician los juegos de luces y sombras.
116
Sobre la relación entre los retratos romanos de Velázquez y los de Bernini llamó la atención JustiJusti
1889, p. 513. Ha subrayado las diferencias técnicas entre el retrato pintado romano y el de Velázquez,
Carr 2006, p. 46.
117
López-Rey 1996, nº 98
35
pontífice118. Ambos representan a sendos personajes en la cumbre del poder, los dos son
retratos “de aparato”, y en uno y otro destacan la suntuosidad de su juego cromático,
que en gran parte se resuelve a base de tonos encarnados y nacarados. También
comparten algunos recursos compositivos, como situar a los personajes en un plano
muy próximo al espectador. Sin embargo, el clima emotivo es radicalmente distinto.
Felipe IV emerge de un fondo de tonos pardos muy matizado, y el rojo de su vestido
está atemperado por los tonos marfiles y plateados de la valona, las mangas y los
adornos de plata. Incluso el sombrero, como gran sombra oscura, forma una barrera
importante entre el espectador y el rey, que sostiene la bengala de general en un ángulo
muy abierto y con el brazo muy extendido, lo que le resta sensación de potencia. En
cuanto a su rostro, mantiene la misma distancia e inexpresividad que presentan sus
retratos desde que Velázquez entró a su servicio, y que para los códigos de la época se
traduce en “majestad”. A su lado, el retrato de Inocencio X es terrenal, impetuoso e
invasivo. Compositivamente, Velázquez ha jugado con el contraste entre el escorzo que
forman el sillón y el cuerpo del papa (que con su posición y su potente cromatismo se
introducen en el campo del espectador), y la posición de la cabeza, que en vez de seguir
la dirección del cuerpo, está girada hacia el espectador. Ese giro, junto con el brillo de
los ojos y la fijeza de la mirada, establece una comunicación directa e inmediata, y
convierte el rostro del pontífice en el centro de atención de un cuadro lleno de energía.
No era fácil la tarea de dar protagonismo a un rostro rodeado de un juego cromático tan
suntuoso y potente, a base de oros y rojos. Velázquez lo ha conseguido enmarcándolo
en el cuello blanco, cargando sus ojos de intensidad, dirigiéndolos directamente al
espectador, y describiendo la cara como una topografía muy accidentada y llena de vida.
Otro de los recursos que ha empleado para enfatizar la presencia del modelo es el fondo,
una cortina roja que en vez de absorber el espacio y crear profundidad (como ocurre con
los pardos de Felipe IV) lo proyecta hacia el exterior.
118
Pérez D’Ors y Gallaher 2010
36
punto en ese momento Velázquez fue un maestro a la hora de utilizar los retratos para
reflejar la personalidad y las inquietudes de sus modelos. En el caso del papa, la
unanimidad ha sido absoluta en lo que respecta a la coherencia entre el carácter fuerte,
desconfiado, terrenal e impetuoso del pontífice y la forma como resolvió el pintor su
representación, utilizando incluso la propia escritura pictórica para reflejar la ansiedad
de un hombre de poder que parece encontrarse incómodo sentado en su sillón. En el
caso de Astalli o Brandani, lo que sabemos positivamente sobre estos personajes
responde bastante bien a lo que se intuía sobre ellos cuando todavía no estaban
identificados. Así, del primero, Beruete, que no sabía a quién representaba, llamó la
atención sobre el carácter frívolo y superficial que transmitía 119, algo que concuerda
bastante con lo que se conoce ahora de su modelo. En el lado opuesto se encontraba
Camillo Massimi, un cardenal que desarrolló profundas inquietudes intelectuales, y
cuyo carácter reflexivo y responsable transmite muy bien su retrato. El último de la
serie en ser identificado ha sido Ferdinando Brandani, sobre cuya identidad se había
especulado mucho. Mayer en un primer momento lo creyó un bufón, lo que resulta muy
interesante porque sugiere hasta qué punto la representación, tan libre, que hizo
Velázquez de esos personajes fue lo más parecido a lo que haría en Italia. Más tarde, el
mismo historiador propuso la identificación con el “barbero del Papa”, de quien
sabemos, por Palomino, que había sido retratado por Velázquez. Lo hizo por exclusión,
relacionando los rasgos del retratado con la posición social de los diferentes candidatos.
Esa identificación provisional ha sido la que ha tenido mayor fortuna, y sobre el carácter
del retratado se han vertido juicios parecidos. Del tono general de los mismos es buen
exponente el de López-Rey 120 , para quien Velázquez, en este retrato “consiguió
plasmar, tan sólo con el pincel, una imagen fiel del apego a las cosas de este mundo”.
Lo que sabemos de la personalidad de Fernando Brandani concuerda muy bien con la
imagen que ha transmitido su retrato a aquellos que no sabían a quién representa121.
A mediados de 1651, y tras mucha insistencia del rey, Velázquez regresó a Madrid.
Entre los bienes que llevó en su equipaje figuraban dos medallas de oro que le regaló el
119
Beruete 1906 (1991), p. 77
120
López-Rey, 1996, 180
121
Curti 2011; Rossetti 2011
37
Papa y que conservó hasta su muerte122. Más allá de su valor material, ambos objetos
tenían un fuerte valor simbólico, en la medida en que se habían utilizado
tradicionalmente –junto con las cadenas de oro- como regalo de los príncipes para
favorecer servicios importantes. De hecho, Palomino se refiere a ello como prueba del
favor papal, y en su epitafio escrito por Enrique Vaca de Alfaro se hace alusión tanto a
una medalla como a una cadena regalada por Inocencio X123. La importancia de estos
objetos hizo que se incorporaran a las autorrepresentaciones de artistas. Así, Federico
Zuccaro se autorretrató (Uffizi) con una cadena dorada de varias vueltas, de la que
penden dos medallas, que muestran respectivamente a Alejandro Farnese y a Felipe II; y
cuando Rubens amplió La adoración de los Magos (Prado), no dudó en autorretratarse
con una cadena dorada, prueba en ambos casos de sus contactos con los poderosos.
122
Figuran en el inventario de sus bienes como “Otra medalla de oro con un adorno labrado y una
cabeza de Inocencio décimo y una cruz con dos ángeles por la otra parte”; y “Otra medalla de oro con la
cabeza de Inocencio décimo por una parte y por la otra una abuja de rroma” (Corpus, p. 470). El motivo
de la cruz con los ángeles fue recurrente en las medallas que iban conmemorando los distintos años de
su pontificado, y aludía al hecho de que fue elegido para el puesto el día de la Santa Cruz. En cuanto a la
que tenía en su reverso la “abuja de Roma”, se relaciona muy probablemente con la que se colocó en los
cimientos del obelisco de la Plaza Navona en 1649. Ambas tipologías se relacionan con el orfebre
GaspareMorene. Ejemplares de los dos tipos, aunque acuñadas en otros metales, en el Museo
Arqueológico Nacional de Madrid. Véase Cano 2012, t.I, nº 756 y 762.
123
Palomino 1724 (2008), pp. 39 y 57-58
124
Corpus…, nº 446 y 503
125
Palomino 1724 (2008), p. 39
38
formaba parte alguna relación sentimental que dio como fruto un niño, nuevas
amistades que se renovarían en España, como la que mantuvo con Massimo126, y el
espaldarazo del Papa a sus pretensiones para la obtención del hábito de una orden
militar.
Cuando llegó a Madrid a finales de junio, Velázquez se encontró con una corte
literalmente “expectante”, pues Mariana, la nueva reina, esperaba un hijo que nacería el
12 de julio. Una criatura que cualquier cortesano anhelaba como propia. En lugar del
niño deseado nació una infanta, Margarita, y en la carta de 19 de julio en la que el rey
daba cuenta del nacimiento a sor María de Ágreda, no sólo se trasluce el amor de un
padre ante una hija que “está muy bonita”, sino también la ansiedad de un rey que
necesita heredero varón, y confía en que Dios, “como me ha dado esta hija, será servido
darme un hijo presto, con que se asegure la sucesión de varón en esta monarquía”127.
Como había ocurrido en Roma, el principal tema asociado a esos años es el retrato,
aunque no dejara de acercarse a la fábula mitológica. Esa época marca en España no
sólo la culminación de Velázquez como retratista, sino también –en un fenómeno
interdependiente- la exaltación definitiva de este tipo de obras a la cúspide de los
126
Colomer y Harris 1994, pp. 545-548
127
Epistolario…, 1952, t. IV, pp. 247-248. Carta de 19 –VII-1651.
39
El primero de ellos tuvo lugar en 1649. Estando Velázquez en Roma, en su Sevilla natal
salía a la luz el Arte de la pintura, el tratado que su suegro Francisco Pacheco había
estado elaborando durante varias décadas. Se publicó póstumo, lo que ha dado lugar a
diversas especulaciones acerca de su promotor129. Aunque su impresión en Sevilla y la
ausencia de Velázquez de España, indican que no participó directamente en su edición,
lo cierto es que se trata del instrumento de promoción de Velázquez más importante que
se publicó en vida del pintor. Su comparación con Diálogos de la pintura (1634) de
Vicente Carducho es muy útil para entender lo que significa este tratado en lo que se
refiere a la exaltación de Velázquez en su condición de retratista real 130. Pacheco era
una docena de años mayor que Carducho, y ambos compartían una concepción
clasicista de la pintura como un arte socialmente útil, que alcanza su máxima expresión
en la creación de “historias” y cuyos temas, por tanto, son susceptibles de ser sometidos
a una jerarquización. Eso es lo que convierte, por ejemplo, una parte importante del
tratado de Pacheco en un manual de iconografía sagrada131. Los dos eran conscientes
también de la necesidad de defender el carácter noble e intelectual de esta actividad, y
128
Una visión amplia del tema en Hellwig 1999, pp. 123 y ss.
129
Véase Bassegoda en Pacheco 1649 (1999), pp. 45 y ss. Se inclina por una justificación utilitaria.
130
Hellwig 1999, pp. 268 y ss; Hellwig 1999b, pp. 215-222. También se ha estudiado la importancia del
tratado de Pacheco para la promoción del género del retrato en España Pommier 2005, pp. 31 y ss.
131
Bassegoda 1989, pp. 185-196.
40
de lo muy útil que para esa tarea resultaba invocar la protección que ese arte y sus
practicantes habían recibido de los poderosos. Ambos se muestran también fieles a una
regla que se hizo común en los tratados artísticos españoles, como era evitar la mención
a artistas vivos, y desterrar así disputas profesionales y acusaciones de parcialidad. Una
regla que los dos rompen cuando se trata de mencionar a pintores que habían sido
favorecidos por Felipe IV o su antecesor, pues el favor real constituía un dato objetivo e
incontrovertible.
132
El pensamiento de Carducho sobre el retrato en Carducho 1633 (1979), pp. 333 y ss. El catálogo de
sus cuadros sólo incluye un retrato exento seguro: su Autorretrato de Pollock House (Angulo y Pérez
Sánchez 1969, p. 181)
133
Véase Cacho 2011
134
Pacheco 1649 (1990), pp. 142 y ss.
135
Idem, p. 191: “Añado a esto (por relación de mi yerno, deste año de 1632) que estando el caballero
Josefino…”
41
Aunque por su contenido y por la personalidad de su autor, el Arte de la pintura era una
obra anclada en las primeras décadas del siglo XVII, a través de sus referencias a
Velázquez y otros artistas españoles podía proyectarse hacia el futuro. Desde mediados
de esa centuria, en los tratados de arte las cuestiones de iconografía o las reflexiones
generales y abstractas sobre el arte, aunque no se abandonaron, convivieron con un
interés progresivo por aspectos de carácter descriptivo e histórico, que culminaría con el
tercer tomo del tratado de Palomino (1724).De ese interés fueron testimonio tres obras
relacionadas con Velázquez. Una de ellas es la Descripción …del Escorial del padre
Francisco de los Santos (1657)138, en cuya elaboración su autor recurrió a la enigmática
“memoria” que escribió Velázquez sobre la decoración que se llevó a cabo en el
Monasterio en los años cincuenta139. Las otras dos obras no llegaron a ser publicadas en
vida de Velázquez, y de una ni siquiera nos ha llegado su texto. Esta última es la vida
del artista que escribió el también pintor Juan de Alfaro, que sirvió de base para la
136
Idem, pp. 202.207
137
Marías 1999, pp.
138
Bassegoda 2008b, pp. 267 y ss.
139
Bassegoda 2002, pp. 42-45; Marías 2004, pp. 169-177; Bassegoda 2008
42
biografía que le dedicó Palomino140. Alfaro, que nació en 1643, debió de conocer a
Velázquez al menos desde 1658, y parece ser que fue su discípulo 141 . Su hermano
Enrique era 8 años mayor y fue un reputado escritor que se encargó de escribir el
epitafio del maestro en latín. Es posible, como señala José María Palencia, que fuera
fuente importante para la biografía que escribió Juan142. La calidad de esa fuente explica
el tono de la biografía de Palomino, publicada más de sesenta años después de la muerte
del pintor, y en la que conviven una perspectiva histórica amplia, y una precisión
extraordinaria en la enumeración de los avatares biográficos, la carrera cortesana o las
obras de Velázquez143. Una de las cosas más importantes desde el punto de vista de
estas páginas es la conversión del pintor en héroe de la historia de la pintura española, y
el reconocimiento del papel que su labor como retratista real (más allá que la de pintor
de historia) jugó en su encumbramiento artístico y profesional. De esa forma, el que
Palomino y sus contemporáneos consideraban el pintor más importante, y punto de
referencia para describir la historia de la pintura nacional como historia de una actividad
artística prestigiosa, era básicamente un retratista. En lo que se refiere a la memoria
histórica de la época objeto de esta exposición, hay que señalar que el cuadro que
Palomino señaló como obra maestra de Velázquez, y la única de sus pinturas a la que
dedicó un capítulo, era un retrato colectivo, Las meninas.
Otra de las fuentes a las que aludió Palomino fue Lázaro Díaz del Valle, autor de
Origen y ilustración del nobilísimo y real arte de la pintura… que escribió entre 1656 y
1659 y no ha sido publicado hasta las últimas décadas, en las que se ha avanzado
notablemente en su conocimiento144. Es una colección de biografías que sigue el modelo
vasariano, y que además de utilizar ampliamente el libro del italiano incluye entradas
dedicadas a numerosos artistas españoles, entre las que destacan por la calidad de su
información las de aquellos contemporáneos al escritor, que fue un buen aficionado a la
pintura. La obra está dedicada a Velázquez, e incluso se ha sugerido que fue un
instrumento de este pintor de cara a la obtención del hábito de Santiago 145. El texto que
le dedica es, sin embargo un poco decepcionante, sobre todo si lo comparamos con la
precisión de la información que arroja el autor sobre otros artistas, como Diego Polo,
140
Palomino 1724 (1986), p. 20
141
Palencia 2004, p. 359
142
Palencia 2004, p. 364
143
López Rey 1996, p. 174
144
Calvo Serraller 1979, pp. 461 y ss.; Hellwig 1999, pp. 108 y ss;Riello 2007; García López 2008
145
Hellwig 1994, pp. 27-41
43
El mayor de esos logros fue Las meninas. Así fue reconocido desde el momento mismo
de su ejecución, como sugiere la descripción de Palomino, de un grado de precisión en
la identificación de los personajes sólo explicable por un prestigio antiguo. Con toda
probabilidad, cuando afrontó la creación del cuadro, Velázquez también era consciente
de que acometía, si no el mayor de sus logros, sí el cuadro más ambicioso que había
hecho hasta entonces, el que en el futuro podría recordarse como su obra principal.
Ambicioso, en primer lugar, por su tamaño y por el número de sus personajes. Es uno
de sus lienzos más grandes y más poblados, y por uno y otro concepto, sólo admite
comparación con La rendición de Breda. Se diferencia, sin embargo, de ese gran cuadro
de historia en que en Las meninas todos y cada uno de los personajes tienen una función
muy definida –que se relaciona con su estatus en la corte- y las relaciones que se
establecen entre ellos son mucho más complejas desde el punto de vista compositivo y
narrativo. El cuadro es una encrucijada elaboradísima de formas y significados, y está
repleto de personajes, referencias iconográficas y recursos compositivos que se
interrelacionan. Se trata, como es bien sabido, de una de las obras maestras que ha sido
sometida a un mayor número de interpretaciones, en un proceso que no se agotará
nunca. Ese hecho está propiciado por el elevado número de sus personajes, la variedad
de acciones que representan, o su sofisticado sistema perspectívico. También por la
presencia del pintor pintando y el espejo que devuelve el rostro de los reyes, recursos
ambos que alejan el cuadro del concepto de “ventana” albertiana y lo convierten en un
acertijo visual; en la medida en que el pintor tiene que alejarse de sí mismo para
imaginarse integrado en una escena compleja de la que es personaje destacado.
146
Sobre Diáz del Valle y Velázquez, véase Riello 2008, pp. 212-219.
44
El pintor trabajando; los cuadros del fondo, en los que se refleja la disputa entre dioses y
mortales sobre temas “artísticos” (música y tapicería); y la estructura marcadamente
autorreferencial del cuadro prueban que parte de su contenido tiene que ver con el
propio arte de la pintura y con el estatus de su autor147. Con esos significados convive
también un discurso sobre la monarquía, y sobre la identidad de la niña, que constituye
el centro de atención y está rodeada por una serie de servidores que atestiguan su estirpe
real148. Pero más allá de su complejidad narrativa y de contenido, la obra se concibe
también como un auténtico alarde técnico. Lo es desde el punto de vista de su escritura
pictórica, donde se lleva hasta sus últimas consecuencias esa técnica de las “manchas
distantes” en la que fue un maestro Velázquez y que estaba plagada de connotaciones
relacionadas con el concepto tan cortesano de la sprezattura149. Y también lo es en lo
que se refiere a la construcción espacial, en la que la perspectiva lineal y la perspectiva
aérea se combinan para construir un escenario de un ilusionismo perfecto.
Lo que nos interesa destacar aquí es que esta obra, sin duda la que Velázquez planteó en
términos de mayor complejidad y en la que asumió mayores riesgos, no es una pintura
de “historia”, sino un retrato150. Un enorme retrato real a través del cual Velázquez, en
la cúspide de su carrera artística y administrativa, quiso demostrar que ese género que
muchos tratadistas situaban en un lugar secundario, podía dar lugar a obras de una
superlativa sofisticación. De hecho, la presencia en este retrato del artista trabajando y
el espejo introduce al espectador en un laberinto narrativo y visual, de una naturaleza
que no habría podido encontrar ni en la historia sagrada, la mitología o los episodios
más importantes de la historia “civil”. En esa época, sólo obras de creación literaria con
un contenido tan autorreferencial con el Quijote ofrecían un juego semejante.
cortina, bufete, etc. aunque sea un retrato, en términos pictóricos llamamos también
historiado; porque aunque no haya más que una figura, aquel congreso, organizado de
varias partes, de cuya armoniosa composición resulta un todo perfecto, se imagina
historiado pues para su constitución se ha de observar la misma graduación templanza
que en una historia; y porque los dichos adherentes sustituyen el lugar y colocación de
las figuras”152.
La pintura con que Picasso cerró su serie dedicada a Las meninas, el 30 de diciembre de
1957, nos presenta a la menina Isabel de Velasco en plena genuflexión, pero no pensada
para atender solícita a la infanta sino para dar por concluida ante el público la obra de
teatro153. Picasso fue plenamente consciente de la naturaleza escenográfica del espacio
del cuadro y de la acción que se lleva a cabo en el mismo154. Algo que, junto con la
aparente espontaneidad, está íntimamente ligado a las alabanzas hacia los logros
ilusionistas que ha recibido la obra durante siglos. Este cruce de referencias entre teatro
y retrato (aunque procedan de lecturas muy posteriores a la obra) nos sirven para
retomar algunas de las alusiones hechas páginas atrás, y recordar que el público
cortesano de la década de 1650 estaba muy acostumbrado a ver el acto de retratar sobre
un escenario. Y en la mayor parte de los casos, además, se trata de un acto al que se dota
de significados. Con mucha frecuencia es un acto íntimo, pues propicia una cercanía
que raramente se daba en una sociedad en la que las barreras físicas personales eran tan
férreas, lo que se hace especialmente evidente en el caso del rey y su familia. El
segundo acto de El pintor de su deshonra se abre con don Juan Roca retratando a
Serafina, y en las grandes dificultades que tiene ese pintor aficionado para reflejar el
rostro de su mujer revela Calderón su ceguera vital, que llevará al matrimonio a la
tragedia 155 . Una escena parecida sirve en el auto sacramental del mismo título para
describir por vía alegórica la creación del hombre por parte de Dios-Pintor, concebido
como una expresión de amor156; y en la ya citada Darlo todo y no dar nada, la acción de
retratar sirve para reunir a Apeles y Campaspe, desvelar sus sentimientos, construir uno
de los clímax líricos de la obra y plantear el conflicto entre amor y lealtad. Esa relación
entre retrato e intimidad aparece también en Triunfos de amor y fortuna, de Solís, en la
152
Palomino 1715-1724 (1944) t. I, 64.
153
Barcelona 2008, p. 156
154
Neumeister 1989. Para la relación entre la composición de Las meninas y el teatro, véase también
Cantera 1989, o Morán 2001, pp. 67-69.
155
Calderón 1970, 160 y ss. Vid Bass
156
Calderón 2000, p. 101
46
que Morfeo se sirve del sueño para poder retratar a Diana; y la naturaleza furtiva de ese
acto condicionará el desenlace. Igualmente, como hemos visto, el retratista trabajando
fue tema principal de algunos entremeses, en los que también –y de manera
desenfadada- se utiliza como vehículo para poner en relación estrecha al pintor y su
modelo. De esa dimensión íntima y personal del acto de retratar es expresión la
frecuente utilización del verbo “hurtar” en la poesía relacionada con el retrato, que sitúa
este tipo de objetos en un campo cercano a lo mágico, y que enfatiza lo que el retrato
tiene de interacción vital entre retratista y retratado.
Como si de una obra de teatro se tratara, el rey Felipe IV –que era el público ideal tanto
de esta pintura como de esas comedias- encontraría en Las meninas a Velázquez
retratando, a su hija rodeada de su servicio y a sí mismo reflejado en el espejo, siendo a
la vez protagonista y destinatario del retrato. En alguna ocasión se ha llamado
agudamente la atención sobre el contenido personal (entre otros muchos) que encierra
esta obra, que estaría concebida así como un diálogo entre el pintor y el rey157; una idea
que se ve reforzada por esa dimensión de profunda intimidad que transmite el acto de
retratar en el teatro y otras formas de expresión literaria, aunque no debamos olvidar
que una cosa es el teatro y otra la pintura. Con frecuencia se ha mantenido que las
distancias protocolarias en la corte de Felipe IV hacían impensable una relación
personal entre el rey y su pintor. Pero la confianza, la espontaneidad y el afecto que
reflejan las cartas que dirigió Felipe IV a la condesa de Paredes de Nava, antigua aya de
su hija, permiten hacer una extrapolación, y sospechar que no les falta razón a aquellos
que han insistido en una cercanía vital entre ambos, sobre todo a esas alturas de su vida,
cuando llevaban tres décadas juntos158.
Pero resultaría reductor leer Las meninas exclusivamente en términos de diálogo entre
el pintor y su rey, y verlo únicamente como expresión de una circunstancia coyuntural.
Velázquez fue un artista con una arraigada conciencia creativa, que desde sus años de
formación en el taller de Pacheco estaba al tanto de la importancia de situarse dentro de
un marco histórico, y al que sus dos viajes a Italia proporcionarían sin duda una visión
amplia de ese marco histórico. Es muy poco probable que a sus cincuenta y seis o
cincuenta y siete años, cuando decidió emprender una obra del tamaño y de la
157
Calvo Serraller 1996. En pág. 14 escribe: “Este cuadro contiene el sello de la historia, donde están
recogidas todas las claves de la suya propia y las de la época en la que le tocó vivir”
158
ÚItimamente ha insistido en esto Bennasar 2012, pp. 172 y ss.
47
Si el teatro cortesano sirve para reconstruir algunas de las connotaciones que el acto de
retratar podía tener en el momento y lugar en que Velázquez pintó Las meninas,
también es útil para acercarnos al contexto polémico en el que el pintor desarrolló su
carrera, y que está implícitamente presente en su obra maestra. En Darlo todo y no dar
nada o en La fiera, el rayo y la piedra, el ensalzamiento de los artistas se lleva a cabo
no sólo de manera directa sino también indirectamente, a través de la creación de un
marco cortesano polémico en el que el artista sale vencedor. En Darlo todo… frente a la
franqueza con que Alejandro manifiesta su admiración por Apeles, el cortesano Efestión
se escandaliza ante la alta suma pagada por su señor, quien, en respuesta, decide
duplicarla. Algo parecido ocurre en La fiera…, donde Pigmalión tiene un grave
enfrentamiento con otro cortesano por una cuestión relacionada con la valoración de una
159
Serrera 1995, pp. 231-246
160
Gállego 1987, p. 263
161
Ha subrayado la existencia de múltiples niveles de significación en el teatro cortesano de Calderón,
Neumeister 2000, p. 205
48
obra suya. Son escenas que no proceden directamente de las fuentes antiguas (aunque en
ellas es fundamental el concepto de “valor” monetario aplicado al debate de los honores
artísticos), sino que reflejan más bien el contexto polémico en el que todavía se
encuadraba la pintura en los ámbitos cortesanos españoles. Hay que insistir en que
aquello que a Velázquez, desde la óptica romana, le favoreció en sus aspiraciones
nobiliarias (su condición de retratista áulico), en el caso español no resultaba
determinante desde el punto de vista del Consejo de Órdenes. Parte del origen y del
significado de Las meninas, que representa al pintor en su condición de cortesano y de
retratista real, se vincula con ese doble contexto que muestran el teatro cortesano de la
década de 1650 y otras fuentes, en los que convive la constatación del prestigio que en
ámbitos muy elevados tenía la actividad artística relacionada con el rey, con los recelos
que mantenía buena parte del mundo cortesano hacia los pintores. En Darlo todo…,
como Felipe IV en 1659, fue el monarca el que, con un acto de voluntad, zanjó
decididamente el asunto.
Últimos retratos
Tras su vuelta de Roma, Velázquez retomó su oficio como retratista de Felipe IV, y
recuperó también las convenciones expresivas que dominaban en la corte. Las
comparación del retrato de busto de Felipe IV (Cat. ) con imágenes similares romanas, y
con textos contemporáneos sirve para identificar las expectativas asociadas a esas
efigies. Si, como veíamos, a través de los retratos de Brandani, Massimi o Astalli, es
posible detectar un carácter y una personalidad individual, y en ellos se apuran los
recursos para producir empatía, el rango de expresiones que transmite Felipe IV es
reducido, y reflejan muy bien las expectativas asociadas a la imagen del rey en esos
49
Pero a pesar de que el retrato de Felipe IV del Prado se cuenta entre sus efigies más
logradas de este rey, constituye una excepción entre la producción de la última década
del pintor. Lo es desde el punto de vista de su gama cromática (extraordinariamente
restringida), y de su género. Hasta su vuelta de Italia, la mayor parte de los retratos que
había realizado Velázquez fueron masculinos, tanto si se trataba de miembros de la
162
Sobre la expresión en los retratos del rey, López-Rey 1963; Díez del Corral 1978, pp. 78-80; Brown
1988; Moffitt 1991B; Lisón 1992, especialmente pp. 80 y ss.; o Feros 2002, pp. 84-86
163
Corpus, nº 389, p. 326
164
Díaz del Valle 208, p. 258. García López ha señalado que procede del texto anterior
165
Ed. M de Riquer, Barcelona, 1954, pp. 71-72. Citamos por Beamud 1985, p. 10
166
García Mercadal 1959, t. II, p. 411
167
Dávila 1648, p. 500
50
familia real como de otros ambientes; y lo mismo en Roma que en Sevilla o en Madrid.
En los años cincuenta se invierte completamente la tendencia, y la gran mayoría de las
obras seguras de ese periodo representan mujeres, lo que está íntimamente ligado a dos
factores: el artista concentró su labor en la familia real, y la mayor parte de los
integrantes de la misma eran mujeres y niñas en un momento en que habían una presión
general para tener efigies de las mismas, y en el que rey se mostraba renuente a posar.
La tensión entre rostro, cuerpo y entorno se hará común en los últimos retratos de
Velázquez, y la manera como se resuelve otorga a esa etapa caracteres diferenciados. En
gran parte está condicionada por ese predominio de lo femenino y lo infantil, lo que
propicia la representación de trajes extraordinariamente vistosos, y más en una época de
protagonismo del guardainfante. Además, con mucha frecuencia, Velázquez hace
retratos de cuerpo entero, y avanza decididamente en una dirección de incorporación de
espacios que culminaría en los retratos de Mazo y Carreño, sus sucesores. Ese proceso
se apunta en el retrato de cuerpo entero de Mariana de Austria (Cat. ).
Compositivamente está resuelto de manera tradicional, como un retrato de reina con un
168
Checa 2008, p. 43
51
El color, su gama, su densidad o la manera como está aplicado contribuyen a dar una
personalidad propia a esta etapa de Velázquez. Con ello está relacionado el hecho de
que muy probablemente sea la época en la que el mundo textil ocupa un lugar más
importante en su pintura. No sólo por la notable riqueza y variedad de los trajes
femeninos, sino también por la frecuente incorporación de cortinas, alfombras o
muebles al espacio de los retratos. Es un mundo textil, además, extraordinariamente
169
Ejemplos de este tipo de retratos, en Kusche 2003, pp. 128, 233, 247, 268, 319, etc. Son obra de
Moro, Anguissola o Sánchez Coello
52
En los retratos femeninos e infantiles de esos años, ese desarrollo del espacio y el uso de
un color de raíz veneciana conviven con una notable presencia de objetos y detalles, que
en muchos casos tiene valor propio dentro de la retórica general del retrato 170 . Sus
cuadros están, por supuesto, repletos de joyas, lazos, plumas y numerosos adornos
indumentarios, y vemos también relojes de mesa o falderos, abanicos, dijes, un florero o
un perrillo, que dan una gran vivacidad al conjunto de retratos, y ayudan a
individualizarlos. Velázquez, además, ha sabido dar protagonismo a estos detalles sin
restarlo a la obra en su conjunto, y los ha utilizado expresamente como lugares que
permiten al espectador tomar conciencia de la naturaleza y el alcance de su técnica
pictórica. Porque es en el reloj que aparece tras Mariana de Austria, en las mariposas
metamorfeándose sobre el pelo de María Teresa, en el ramo de flores que tiene junto a
sí Margarita o en el perro que acompaña a Felipe Próspero donde mejor se advierte la
facilidad del pintor para construir ilusión mediante unos certeros golpes de pincel.
Tras cada uno de estos retratos y de los objetos que acompañan a sus personajes, hay
una historia a la vez privada y pública, pues en ellos convergen una experiencia familiar
y las expectativas de media Europa. Es el caso de la imagen de Felipe Próspero (Cat. ),
que sirve como compendio de esta última etapa de la carrera de Velázquez. Había
nacido el 28 de noviembre de 1657, y por Palomino sabemos que en 1659 Felipe IV
encargó el retrato para enviarlo a Viena171. El tratadista, que se hace eco de su calidad,
lo describe con un grado de precisión que obliga a pensar en la existencia de una copia
(de la que no hay constancia) o de una fuente directa. Como ocurre con cierta frecuencia
en esta parte de la vida de Velázquez, arropa sus comentarios con referencias clásicas,
en este caso los versos de Marcial a propósito del retrato que hizo el pintor Publio de su
170
Checa 2008, p. 43
171
Palomino 1724 (2008), pp. 52-53
53
perra Isa, a la que quiso hacer “inmortal”, como Velázquez a la suya 172. Ese ropaje le
sirve a Palomino para situar a Velázquez en una esfera superior, histórica y ejemplar.
La presencia de dijes y amuletos había sido muy frecuente en los retratos infantiles
vinculados a los hijos de Felipe III173, pero se había perdido en la época de su sucesor,
por lo que, en ese sentido, Velázquez recuperaba una tradición cortesana. Además, eran
objetos más vinculados a la representación de infantes que de príncipes174. En algunos
de esos retratos, como el de las infantas Margarita y Alfonso (1611-1612) (Madrid,
Instituto Valencia de Don Juan) aparecía también un perrillo. En el caso de Felipe
Próspero, probablemente no se trataba de una alusión genérica a un tipo de objetos muy
vinculados al mundo infantil, pues es posible que sean, de manera más precisa, aquellos
que envió como regalo el Papa cuando tuvo noticia del nacimiento del príncipe. Se sabe
de ese envío a través de Barrionuevo, que el 10 de abril de 1658 escribió a su
corresponsal: “Dícese viene de Roma con las fajas y dijes que el Pontífice envía al
Príncipe el señor Rosponi; otros dicen que Farfalloli, y que dijo pasquín que están en
España los tres Reyes Magos, en llegando estos, con los dos nuncios que hay acá, para
ver al rey niño y ofrecerle dones” 175 . Presentes de este tipo no eran raros, y así, la
172
Para la fortuna en la tratadística española de los versos de Marcial, véase Moffitt 1991, pp. 137-139
173
Kusche 2007, pp. 278, 279, 262, etc. etc. Para las características y el uso de dijes y amuletos, véase
Alarcón 1987.
174
Sobre la iconografía del príncipe heredero, véase Marías 2004b
175
Barrionuevo 1892-1893, t. IV, p. 95
54
infanta Margarita recibió como regalo durante su bautizo un relicario de parte del
nuncio176
Aunque quizá en la presencia de esos dijes en el niño hay que ver ante todo un deseo de
sus padres de verlo retratado con un regalo papal, lo cierto es que coincide de manera
extraordinaria con el destino histórico de esa criatura y con las esperanzas y las
decepciones que se tejieron a su alrededor. Y así como las flores que acompañan a
Margarita evocan no sólo su nombre sino lo que significó la vitalidad de esa niña en la
corte de Felipe IV, se hace difícil no relacionar los amuletos con el nombre del niño y
las expectativas que generó. Entre otras cosas, porque desde el momento mismo de su
nacimiento se especuló sobre su destino. Incluso la obra de teatro con que se celebró ese
llegada al mundo, Triunfos de Amor y Fortuna, de Solís, tenía, desde su propio título,
algo de intención de conjurar la suerte.
Hacía escasamente dos años que la última infanta había muerto recién nacida, y en una
época de mortalidad infantil tan alta la atención de las cortes española y europeas se
centraba en la salud del nuevo príncipe, a quien se consideraba llave para salir del
complicado laberinto dinástico y político en el que se hallaba encerrada la monarquía
española. Su propio padre pidió a María Jesús de Ágreda, “que le toméis por vuestra
cuenta y que pidáis a Nuestro Señor y a su Madre Santísima que le guarden y críen para
su santo servicio, exaltación de la fe y bien destos reinos; y si no hubiere de ser para
esto, me le lleven antes que tenga uso de razón”177
176
Stirling-Maxwell 1855 (1999), p. 271
177
Epistolario…1958, t. V, p. 94. Carta de 5-XII-1657
178
Barrionuevo (1892-1893, t. IV, p.185) comentó: “He visto muchas cartas de Vizcaya, en particular de
San Sebastián, que el mismo día y a la misma hora que nació nuestro príncipe se supo en aquella ciudad
y otros puertos. El diablo sin duda llevó la nueva por la posta, correo que se detiene poco a dar cebada”
179
Páez Ferreira 1658
180
Barrionuevo 1892-1893, t. III, p. 400. Aviso del 5-XII-1657.
55
Para combatir estos fenómenos se recurría, por una parte, a la religión, y de hecho se
atribuye el descubrimiento anterior a la llegada de la Semana Santa; pero también se
acudía a otro tipo de recursos. Entre los principales figuraban los objetos de carácter
preservativo que protegían contra el mal de ojo y peligros similares, y que estaban
estrechamente asociados a la infancia. En el caso de Felipe Próspero, la higa de
azabache junto a su hombro derecho o la mano de tejón que cuelga junto al faldón
181
Carta a la condesa de Paredes de Nava, 15-IV-1658. Pérez Villanueva 1986, p. 308
182
Barrionuevo 1892-1893, t. IV, p. 164.. Aviso de 29-V-1658. Más en p.183, 195
183
Barrionuevo 1892-1893, t. IV, p. 199. Aviso de 19 –VI-1658.
184
Huygens 2010, p. 193. 2-I-1661
185
Barrionuevo 1892-1893, t.IV, pp. 120-121 y 116
186
Barrionuevo 1892-1893, t. IV, p. 96.10-IV-1658.
56
tenían esa misión, al igual que la campanilla, cuyo ruido distraía a aquellos que
pretendieran aojarlo187.
187
Para una identificación, Hernández Perera 1960, pp. 283-284. Objetos de este tipo son habituales en
los inventarios de los ajuares de príncipes e infantes. Eran objetos que, a pesar de su carácter mágico, se
vinculaban también a imágenes del Niño Jesús, como ha subrayado Horcajo 1999, pp. 523-524
188
Alastrué 1990, p. 314
57
Como recordó Palomino, se trata de una de las últimas obras de Velázquez; y su espacio
la convierte también en un puente con lo que harían sus sucesores en el cargo de
pintores de cámara, especialmente Mazo y Carreño, que llevaron hasta sus últimas
consecuencias el proceso de incorporación del espacio real al retrato real que había
iniciado Velázquez en obras como esta y en Las meninas.
El traje cortesano español: señas de identidad
Amalia Descalzo
Museo del Traje, Madrid
El siglo XVI aparece perfectamente definido por dos estilos de vestir: el primero coincide
con el reinado de Carlos V y el segundo, con el de Felipe II. España, abierta a Europa a
partir de la llegada de Carlos V, recibió una importante influencia de modas de otros
países que se combinaron o convivieron con las autóctonas. Durante las primeras décadas
del siglo, la moda se caracterizó por su variedad, riqueza de colorido y libertad, que,
perfectamente combinadas, subrayaron el carácter individual del vestido renacentista
implícito en el pensamiento humanista.
Alrededor de 1530 se empieza a ver cómo se define una nueva etapa en España,
que deja de ser receptora para convertirse en creadora de un estilo propio. El poderío de
las armas y de la cultura española tuvo como consecuencia el prestigio de su idioma y de
su atuendo en toda Europa. Fue bajo el reinado de Felipe II cuando el estilo español quedó
configurado mediante unas prendas que expresaban el espíritu de la monarquía hispánica.
En el siglo XVII, el vestido español o «a la española», como fue conocido
internacionalmente, fue perdiendo importancia en este ámbito por la supremacía de la
corte versallesca, aunque en España se mantuvo a lo largo de toda la centuria.
The 16th century is perfectly defined by two styles of dress: the first coincides with the
reign of Charles V, and the second with that of Philip II. Spain, which opened up to
Europe with the advent of Charles V, was significantly influenced by the fashions of other
countries, which were blended with, or coexisted alongside, local styles. During the first
decades of the century fashion was characterised by its variety, rich colouring and
freedom, which combined perfectly to underline the individual nature of Renaissance
dress that is implicit in humanist thought.
Around 1530 we begin to see a new period taking shape in Spain, which ceases to
be a recipient and creates a style of its own. The power of Spain’s arms and culture
enhanced the prestige of its language and clothing all over Europe. It was during the reign
of Philip II when the Spanish style became established through garments that expressed
the spirit of the Spanish monarchy. In the 17th century Spanish or “Spanish-style” dress, as
it was known internationally, gradually declined in importance owing to the supremacy of
the court of Versailles, although it continued to be worn throughout the century in Spain.
Los reinados de Carlos V y Felipe II en el siglo XVI y los de Felipe III, Felipe IV y Carlos
II en el XVII marcan la hegemonía española y la influencia hispánica sobre el modo de
vestir en Europa. Esta ponencia se ocupa de las fuentes que nos permiten conocer la
indumentaria española durante estos dos siglos. Pueden reunirse en dos grandes grupos:
1º. Documentos escritos:
Cuentas e inventarios de los guardarropas reales; correspondencia real; obras dramáticas y
novelas; relaciones de fiestas; escritos de intención moralizadora; relatos de viajeros y
embajadores extranjeros; pragmáticas reales sobre usos suntuarios; ordenanzas de sastres y
otros oficios relacionados con el vestido; documentos notariales; el Tesoro de la Lengua
Española o Castellana de Covarrubias (1611), primer diccionario del Español.
2º. Documentos gráficos:
El retrato cortesano; pintura religiosa y de género; ejecutorias de hidalguía; sepulcros de
bulto; libros europeos sobre trajes; los tratados de sastrería de Juan de Alcega (1580)
Francisco de la Rocha (1618) y Martín de Andujar (1640).
The dress habits of the Spanish court in historical documents
Amelia Leira
Comité Científico, Museo del Traje, Madrid
The reigns of Charles V and Philip II in the 16th century and those of Philip III, Philip IV
and Charles II in the 17th mark Spanish hegemony and the country’s influence over
European dress. This paper examines the sources that provide information on Spanish
costume during these two centuries. They can be divided into two main categories:
1. Written documents:
Accounts and inventories of royal wardrobes; royal correspondence; plays and novels;
accounts of festivities; moralising writings; reports of travellers and foreign ambassadors;
royal laws on sumptuary practices; ordinances of tailors and other dress-related trades;
notaries’ documents; and Covarrubias’ Tesoro de la Lengua Española o Castellana
(1611), the first Spanish dictionary.
2. Visual documents:
Court portraits; religious and genre painting; letters patent of nobility; sculptured tombs;
European books on costume; and the treatises on tailoring of Juan de Alcega (1580)
Francisco de la Rocha (1618) and Martín de Andujar (1640).
El negro y la imagen del rey
José Luis Colomer
Centro de Estudios Europa Hispánica
Durante dos siglos el negro fue el color distintivo de los reyes de España. Su uso parece
haber tenido desde un principio una connotación grave y eclesiástica por estar asociado al
luto y a los hábitos de órdenes religiosas, pero también resultó de la influencia directa de
la corte de Borgoña, cuyo ceremonial fue adoptado como etiqueta de la Casa de Austria.
En el ámbito de la Monarquía Hispánica, el negro pasó a convertirse en signo de autoridad
y poder, no sólo propio del rey, sino de toda la corte y en general de la administración de
los territorios de la Corona.
Gracias a la importación de nuevas materias tintóreas de América, España fue en
gran parte responsable de la propagación internacional de un negro intenso y solemne que
se convirtió además en una moda percibida como genuinamente española por otras cortes
europeas que la imitaron por su prestigio. Esta ponencia explora las implicaciones
políticas y económicas del «negro español», así como el punto de vista que sobre él
manifestaron los extranjeros en sus relaciones de viaje a la corte de España.
Black was the distinctive colour worn by Spanish kings for two centuries. Its use appears
to have had grave and ecclesiastical connotations from the outset, as it was associated with
mourning and the habits of religious orders, though it also stemmed from the direct
influence of the Burgundian court, whose ceremonial was adopted as the etiquette of the
House of Austria. In the environment of the Spanish monarchs black became a sign of
authority and power, not only of the king but of the whole court and of the administration
of Crown territories in general.
Thanks to the importation of new dyestuffs from America, Spain was largely
responsible for the international dissemination of a deep, solemn black that furthermore
became a fashion that was perceived as genuinely Spanish by other European courts,
which imitated it on account of its prestige. This paper explores the political and economic
implications of «Spanish black» and the points of view expressed on it by foreigners in
their accounts of journeys to the Spanish court.
El vestido cortesano marcaba las normas y los cambios indumentarios durante los siglos
XVI y XVII. En la corte, el personaje femenino más importante y más imitado en su forma
de vestir fue la reina, por lo que la forma de vestir de las reinas de la Casa de Austria
marcó la de la corte española y la de las demás cortes europeas, especialmente durante la
segunda mitad del siglo XVI, por la influencia que tuvo el traje español en Europa. La
forma del vestido femenino es la de dos conos unidos por sus vértices en la cintura, muy
estrecha. El superior, invertido, cubría totalmente el cuerpo y el cuello femenino y hacía
desaparecer sus formas mediante el cartón de pecho. El inferior, recto, era ancho,
sostenido por el verdugado sobre el que descansaban las faldas en forma geométrica.
Durante el siglo XVII el vestido de las reinas de España fue llevado sólo por la
corte española, pero no imitado en el resto de Europa. Las reinas de España abandonaron
las formas cónicas del vestido. Éste adquirió formas ovaladas. El cuerpo, ajustado en la
cintura, era plano por la cotilla, que hacía desaparecer el pecho, se ensanchaba en óvalo en
la parte superior, mediante el escote en barca que dejaba mostrar el cuello. La falda era un
óvalo, con su parte delantera y trasera casi planas y los laterales de gran volumen,
sostenidos por el guardainfante. El peinado, plano en la parte superior de la cabeza, se
ensanchaba lateralmente a ambos lados de la cara, siguiendo la misma forma de óvalo.
Todas las reinas de España procedentes de otras casas reales adoptaron esta forma
indumentaria.
Durante el reinado de Carlos II las formas vestimentarias se exageraron en lo que
concierne al escote, que dejaba ver los hombros, y la gran anchura del guardainfante. A
finales del reinado las formas cortesanas francesas en el vestir se introdujeron
paulatinamente en la Casa Real española.
Dress and attire of the queens of the House of Austria
Rosa M. Martín i Ros
Museo Textil y de Indumentaria, Barcelona
Court dress dictated the standards and changes in dress habits during the 16th and 17th
centuries. The most prominent lady of the court, and the one whose style of dress was
most widely imitated, was the queen; the way of dress of the queens of the House of
Austria therefore marked that of the Spanish and other European courts, especially during
the second half of the 16th century, owing to the influence of Spanish costume in Europe.
The shape of ladies’ clothing consisted of two cones joined by the vertices at the waist,
which was very narrow. The upper inverted cone fully covered the woman’s torso and
neck and the stiff bodice totally flattened her forms. The lower, upright cone was broad
and supported by the farthingale that held out the skirts in a geometric shape.
During the 17th century the costume of the queens of Spain was only worn by the
Spanish court; it was not imitated in the rest of Europe. The Spanish queens abandoned the
conical shapes and their dress developed oval forms. The bodice, which was tight-fitting at
the waist, had a corset that flattened the bust and broadened to an oval in the upper part by
means of a straight neckline that revealed the neck. The skirt was an oval, almost flat at
the front and back and very voluminous at the sides, held out by a type of farthingale
known as guardainfante. The hairstyle was flat at the front and broader at the sides,
displaying in the same oval shape. All the queens of Spain from other royal houses
adopted this style of dress.
During the reign of Charles II forms of dress became more exaggerated as to
neckline, which revealed the shoulders, and the width of the farthingale. At the end of the
reign French court fashion gradually found its way into the Spanish Royal Household.
Quién viste a los reyes: real guardarropa y sastres de cámara
María José García Sierra
Conservadora, Ayuntamiento de Madrid
En esta ponencia se presentará la organización de la Real Casa durante los siglos XVI y
XVII a partir de los oficium relacionados con la compra, creación y mantenimiento de las
indumentarias reales en función del ceremonial regio, así como algunas de las condiciones
de trabajo de estos gremios en la Corte.
A su vez, se ofrecerá una relación documentada de 105 operarios que trabajaban en
estos oficium (sastres, zapateros, calceteros, cordoneros, peleteros, sombrereros, etc.),
mostrando, a través de algunos retratos de pintores de cámara como Velázquez, Sánchez
Coello o Carreño de Miranda, las piezas de las indumentarias de las personas reales que
podrían identificarse como confeccionadas por esos artífices.
Who dresses the king and queen: royal wardrobe and court tailors/dressmakers
María José García Sierra
Curator, Ayuntamiento de Madrid
This paper will discuss the organisation of the Royal Household during the 16th and 17th
centuries, examining the trades related to the purchase, fashioning and maintenance of
royal clothing in connection with royal ceremonial, and some of the conditions in which
these guilds worked at the court.
It will also provide a documented list of 105 skilled workers belonging to these
trades (tailors and dressmakers, cobblers, hosiers, cord makers, furriers, milliners, etc.)
showing, through some portraits of court painters such as Velázquez, Sánchez Coello and
Carreño de Miranda, the garments of these members of royalty that could be identified as
fashioned by these craftsmen.
Las leyes suntuarias españolas y la restricción del lujo en el vestir
Ruth de la Puerta
Universidad de Valencia
This paper will address, in the cultural context of the age, the sumptuary laws issued by
the Spanish kings in the 16th and 17th centuries against fashion in dress as compiled in the
Nueva recopilación. For this purpose the vocabulary mentioned in the legislation will be
defined using Sebastián de Covarrubias’ Tesoro de la lengua castellana (Madrid, 1611)
and the Diccionario de Autoridades (1726, 1734, 1737). We will also examine garments
represented in visual sources of the period (painting, engravings and costume) and in artistic
literature on dress—such as that of Juan de Álcega (Álava, 1580, 1588), Diego de Freyle
(Seville, 1617), Francisco de la Rocha (Valencia, 1618) and Martín de Andújar (Madrid,
1640)—and will attempt to account for the judgement expressed in the laws by studying
foreigners’ diaries recounting the journeys made to Spain by kings and queens and
important personages, which are compiled by Garcia Mercadal in the book Viajes de
extranjeros por España y Portugal. We shall also see how these garments are depicted in
paintings in various national museums such as the Prado and the Museo del Traje in
Madrid.
Las leyes suntuarias por motivos sociales, económicos y morales o religiosos son comunes
a toda la Europa de la primera Edad Moderna, de modo que, en este sentido, la
demarcación de las diferencias entre varios individuos o grupos sociales en los territorios
italianos de la Corona Española tiene que ser estudiada en su amplio contexto geográfico e
histórico.
Esta comunicación se propone analizar cómo afrontaron los virreyes y los
gobernadores la cuestión del lujo y las modas en las ciudades italianas de Nápoles,
Palermo, Cagliari y Milán. Para ello nos centraremos en el gran éxito del traje español
(masculino y femenino) durante los años de la Contrarreforma y el apogeo del poder
político de España, con sus repercusiones morales y sociales, como la distinción de judíos
y musulmanes, o la prohibición de las modas francesas. Además, prestaremos atención a
las distintas reacciones de la población local en dichos centros urbanos.
For social, economic and moral and religious reasons, sumptuary laws are common to the
whole of Early Modern Age Europe and in this respect the demarcation of the differences
between various individuals or social groups in the Italian territories of the Spanish Crown
needs to be studied in its broader geographical and historical context.
This paper sets out to analyse how viceroys and governors addressed the question
of luxury and fashions in the Italian cities of Naples, Palermo, Cagliari and Milan. For this
purpose we will focus on the great success of Spanish costume (male and female) during
the years of the Counter-Reformation and rise of Spain’s political power, with its moral
and social repercussions such as the distinction of Jews and Muslims and the prohibition
of French fashions. We shall also pay attention to the different reactions of the local
population in these cities.
La riqueza y buen gusto en el arte de los tejidos era un signo más del poder del Imperio.
España destacaba por su producción de materias primas, como la magnífica lana merina o
el desarrollo de su sericultura, sin olvidar los metales nobles que, provenientes de
América, eran utilizados en los suntuosos tejidos del momento.
También de América llegaban las materias tintóreas que desde España se
distribuían al resto de Europa. Mención especial merecen el palo de campeche, con que
obtener un negro total (conocido como «ala de cuervo» y adoptado por los Austrias como
color de su «traje a la española»), o la cochinilla, con la que se conseguía el rojo más
brillante conocido, que la propia Iglesia eligió para vestir a sus cardenales por su belleza y
exclusividad.
La rica España de los descubrimientos despertó el interés de muchos tejedores
italianos y, si durante la Edad Media los tejidos hispanomusulmanes habían destacado en
toda Europa, fue con el Renacimiento cuando los diseños italianos se convirtieron en los
modelos universales del arte textil. Ya en el siglo XV existían talleres de terciopeleros
italianos registrados en Valencia, y los maestros artesanos textiles españoles aprovecharon
esta influencia para recrear sus propios diseños.
En esta ponencia se seguirá la evolución de dichos tejidos a través de la galería de
retratos de la Casa de Austria.
Richness and good taste in textile art was a further sign of the power of the Empire. Spain
stood out for its production of raw materials, such as its magnificent merino wool and the
development of its silk raising, in addition to the noble metals from America used for the
sumptuous textiles of the period.
Also from America came the dyestuffs that were distributed to the rest of Europe
from Spain. Special mention should be made of logwood, from which total black was
obtained (referred to in Spanish as ala de cuervo (lit. “crow’s wing”) and adopted by the
Habsburgs as the colour of their “Spanish-style dress”), and cochineal, which produced the
brightest red known that was chosen by the Church itself to dress its cardinals on account
of its beauty and exclusiveness.
The wealthy Spain of the discoveries aroused the interest of many Italian weavers
and while Spanish-Muslim textiles had been prominent throughout Europe in the Middle
Ages, it was during the Renaissance when Italian designs became the universal models for
textile art. By the 15th century there were Italian velvet makers’ workshops registered in
Valencia, and Spanish master craftsmen took advantage of this influence to create their
own designs.
The paper will trace the development of these textiles through the portrait gallery
of the House of Austria.
Durante el Siglo de Oro, al igual que en las artes plásticas o en otros géneros literarios con
representación escénica, también en la lírica hay referencias a la indumentaria de la época.
Los escritores clásicos españoles mencionan diferentes aspectos del vestir con distintas
finalidades. Hay alusiones directas a los indumentos femeninos en la lírica amorosa, a los
cortesanos en la poesía de circunstancias, al resto de hábitos en los poemas morales y en
los satíricos, pero también hay referencias indirectas en las que tales elementos aparecen
formando parte de imágenes poéticas o figuras retóricas o constituyendo la materia sobre
la que se desarrollan algunos de los tópicos literarios de la lírica áurea.
En el momento de mayor esplendor literario de la cultura española, autores como
Quevedo, Góngora, Lope de Vega, y otros poetas a su lado menores, retratan su sociedad a
través de sus obras y, en concreto, a través de su poesía. La vestimenta, como uno de los
aspectos de su coetaneidad, queda ilustrada en sus versos. Dentro de un amplísimo corpus
de textos pueden espigarse estrofas que reflejan los usos indumentarios de la época, y
sistematizar así estas referencias con indicación de sus principales sentidos, aportando
conclusiones novedosas sobre la presencia del vestir en la lírica española del Siglo de Oro.
Clothing in Golden Age poetry
Jaime Olmedo
Diccionario Biográfico, Real Academia de la Historia, Madrid
During the Golden Age, as in the visual arts and other literary genres performed on the
stage, we also find references to the costume of the period in lyric poetry. The Spanish
classical writers mention different aspects of dress for different purposes. There are direct
allusions to female clothing in love poetry, to courtiers in poetry of circumstance, and to
other types of attire in moral and satirical poetry, but there are also indirect references in
which these elements form part of poetic or rhetorical images or provide subject matter for
the development of some of the literary topics of Golden Age poetry.
When Spanish culture was at the height of its literary splendour, authors such as
Quevedo, Góngora, Lope de Vega and other lesser poets portrayed their society through
their works and, specifically, through their poetry. Dress, one of the aspects of their
everyday life, is illustrated in their verses. From a very extensive corpus of texts it is
possible to pick out verses that reflect the dress habits of the age and accordingly
systematise these references indicating their main meanings, allowing novel conclusions to
be drawn on the presence of costume in Spanish Golden Age poetry.
Lírica y seducción: las «tapadas» en la literatura del Siglo de Oro
Carmen Peraita
Vilanova University, Philadelphia
Existe un corpus fascinante pero poco estudiado de cuadros anónimos, muchos de ellos en
los depósitos de los museos y en colecciones privadas, que representan intrincadas escenas
de encuentros sociales en los escenarios urbanos más de moda en aquella época: monjas y
«tapadas», monjes y galanes, viajeros y soldados, aguadores y criados que representan las
comedias de la vida urbana en el Arenal y en la Alameda de Sevilla o en el paseo del
Prado y en la carrera de San Jerónimo de Madrid. No vemos estas pinturas como prueba
documental de lo que pasaba en realidad en las calles madrileñas o sevillanas, sino como
una forma de entretenimiento con fuertes paralelismos con el teatro contemporáneo, donde
el traje desempeñaba un papel fundamental en la construcción de las identidades y la
mediación de las relaciones sociales.
Algunas semejanzas sorprendentes entre la descripción de los personajes y las
situaciones que muestran la literatura y las artes plásticas indican que los dominios del
escenario, la calle y el lienzo se solapaban hasta el punto de que se difuminan los límites
entre «representación» y «realidad», «moda» y «disfraz». Esta ponencia analiza en
profundidad algunas de estas pinturas, recurriendo a los métodos de la historia, los
estudios literarios y la historia del arte para comprender el papel activo que el vestido y la
moda desempeñaban en la puesta en escena de la vida pública en la España del Siglo de
Oro.
Stage--Street--Canvas: Theaters of Fashion in Golden-Age Spain
Amanda Wunder
University of New Hampshire
Laura R. Bass
Tulane University
Aunque en la primera mitad del siglo xvi las influencias extranjeras sobre la moda española
fueron muy patentes, durante el reinado de Felipe II (1556-1598) se instauró, por casi toda
Europa, la moda española como una especie de afirmación de fidelidad política a la vez que
como un medio visual para resaltar las relaciones familiares entre las diferentes cortes. Por
desgracia, no conservamos muchos de esos ricos trajes y sólo nos podemos hacer una idea
gracias a las relaciones contemporáneas, a las cuentas y, especialmente, a los retratos.
El rey cuidaba la realización de estas imágenes, eligiendo no sólo los momentos en
que se debían ejecutar, sino las vestimentas con las que debían aparecer él mismo y los
miembros principales de su familia. Son frecuentes los testimonios de visitas del monarca
al taller de retratistas como Antonio Moro o Sánchez Coello, a los que imponía sus
criterios.
Se pintaban retratos en momentos especiales para la vida del efigiado y se volvían
a pintar con el cambio de la edad o de las modas, que rápidamente quedaban obsoletas, lo
que hace de la indumentaria un eficaz método para fechar los cuadros. En esta ponencia
nos fijaremos en los escogidos textiles, bordados y joyas de los que hablan los documentos
escritos y que resultaban capitales en los retratos cortesanos españoles, tan parcos en
elementos simbólicos y alegóricos, para resaltar el estatus del personaje.
Costume in 16th-century Spanish court portraiture
Almudena Pérez de Tudela
Patrimonio Nacional, Madrid
Although foreign influence on Spanish dress was very evident in the first half of the 16th
century, during the reign of Philip II (1556-1598) Spanish fashion became established as a
sort of affirmation of political loyalty and a visual means of emphasising the family ties
between the different courts. Unfortunately not many of these rich costumes survive and
we can only glean an idea of them through contemporary writings, accounts and, in
particular, portraits.
The king took devoted attention to the fashioning of these portraits, choosing not
only when they should be executed but also the attire in which he and the main members
of his family should be portrayed. There are frequent testimonies of the monarch’s visits to
the studio of portraitists such as Anthonis Mor and Sánchez Coello, on whom he imposed
his ideas.
Portraits were painted at special times in the sitter’s life and again when he grew
older or fashions changed—indeed, they quickly became obsolete, making clothing an
effective means of dating pictures. This paper will concentrate on the choice textiles,
embroideries and jewels that are described in written documents and played a crucial role
in Spanish court portraits, which are so sparing in symbolic and allegorical elements, in
underlining the status of the model.
Influencia de la moda española en el retrato cortesano europeo del siglo XVI
Annemarie Jordan
Investigadora
Annemarie Jordan
Independent Scholar
Leonor of Austria (1498-1558), the eldest sister of the Emperor Charles V, was married,
for dynastic and political reasons to the French king, François I, in 1526. During her
formal entry into Bayonne, Leonor wore Spanish dress, bearing herself, “like a princess
conscious of her line.” Leonor took great pride in her Habsburg heritage, and her
preference for Spanish and Portuguese dress was a deliberate maneuver to preserve her
own identity at a sometimes hostile French court. At the beginning of her reign, Leonor
commissioned portraits by the Fleming Joos van Cleve, in which she was imaged as a
Habsburg queen of France. After 1537, when she conceded to adopt French clothes, she
chose to patronize the French portraitists Corneille de Lyon, Léonard Limosin, and the
recently discovered Antoine Trouvéon, in order to create novel portraits of her as a
“French” queen.
Forty years later, Leonor’s great niece, Isabel (Elisabeth) of Austria (1554-1592) married
Charles IX in 1570. From the onset of her reign, Isabel chose not to represent herself as an
Austrian Habsburg princess, but modeled herself in dress and fashion after the Dowager
Queen, Catherine de Medici. Isabel’s arrival in France coincided with that of Jooris van
der Straeten, who after sixteen years of service at the Spanish and Portuguese courts, came
to work for Isabel’s mother-in-law. Straeten also became the new queen’s painter,
codifying her official image through large ceremonial portraits, adopting a portrait style
beloved at the Habsburg court, but novel to France, where the style of François Clouet
reigned.
This paper will present the analogies and differences in the strategies used by Leonor and
Isabel of Austria to project themselves, both in dress and in politics, through their favorite
court portraitists, at the Valois court.
Paola Venturelli
Università dell’Insubria, CVPCL, Como
Esta ponencia investiga las distintas formas del vestido a la española utilizadas por las
damas de Milán (donde había talleres de tejidos, bordados, cintas, joyería, etc., a los que
recurrían las principales cortes de Europa) entre la segunda mitad del siglo XVI y el siglo
XVII. Lo haremos a partir del retrato de Margarita Trivulzio, casada en 1551 con Giulio
Cesare Borromeo (conde de Angera) y madre de Renato (el conde citado en el famoso
Libro del sarto, que se conserva en la Biblioteca e Fondazione Querini Stampalia de
Venecia).
Además, se estudiarán los lazos entre la poderosa familia milanesa de los Trivulzio
y los Gonzaga a través de los inventarios de las dotes de Laura Gonzaga Trivulzio (1560)
y Caterina Gonzaga de Castro (1596). También examinaremos a la luz de los datos que
tenemos sobre la moda de inspiración española y sobre los materiales milaneses (tejidos,
joyas, etc.) los cuatro retratos de Eleonora Gonzaga, futura emperatiz de Habsburgo
(1622), realizados por Peter Paul Rubens, Frans Pourbus, Giusto Sustermans y Lucrina
Fetti.
Paola Venturelli
Università dell’Insubria, CVPCL, Como
This paper explores the different forms of Spanish-style dress worn by the ladies of Milan
(where there were workshops that fashioned textiles, embroidery, ribbons, jewellery and
other items, which supplied the leading courts in Europe) between the second half of the
16th century and the 17th century. This analysis is based on the portrait of Margarita
Trivulzio, who married Giulio Cesare Borromeo (Count of Angera) in 1551 and was the
mother of Renato (the count quoted in the famous Libro del sarto housed in the Biblioteca
e Fondazione Querini Stampalia in Venice).
It will also explore the links between the powerful Milanese Trivulzio and
Gonzaga family through the inventories of the dowries of Laura Gonzaga Trivulzio (1560)
and Caterina Gonzaga de Castro (1596). We will likewise examine the four portraits of
Eleonora Gonzaga, future Habsburg empress (1622), by Peter Paul Rubens, Frans
Pourbus, Giusto Sustermans and Lucrina Fetti in the light of the information we possess
on Spanish-inspired fashion and Milanese materials (textiles, jewels, etc.).
Maria Hayward
Textile Conservation Centre, University of Southampton
Enrique VIII tuvo cuatro mujeres inglesas y dos extranjeras, pero todas ellas
desempeñaron un papel fundamental en su corte. Esta ponencia pretende explorar hasta
qué punto se integró Catalina en la vida social, política y religiosa de la corte de Inglaterra,
y hasta qué punto se esperaba que una reina extranjera se adaptara a las costumbres y las
convenciones sociales de su nueva patria y de su esposo, pero también si esas expectativas
eran realistas.
Examinaremos las cuentas de los guardarropas en busca de datos sobre el vestuario
de la propia Catalina y de las libreas que procuraba a los miembros de su Casa. Leeremos
cartas y otros documentos para acercarnos a sus intereses, sus relaciones sociales y sus
alianzas políticas. Exploraremos fuentes pictóricas para ver si el tipo de trajes que Catalina
llevaba en público se asociaba más con Inglaterra o con España, y si sus retratos seguían la
línea de los de otras mujeres de la corte inglesa.
Es probable que, habiendo vivido en aquella corte durante más de treinta años,
Catalina adoptara al menos en parte la lengua, la cultura y las costumbres inglesas. Sin
embargo, aún está por ver hasta qué punto siguió siendo una española vestida con ropas
inglesas, y ésa es precisamente la cuestión que quiere aclarar esta ponencia.
Maria Hayward
Textile Conservation Centre, University of Southampton
Henry VIII had four English wives and two foreign brides who all played a pivotal role in
the social and political life of his court. This paper seeks to explore how far Catherine was
integrated into the social, political and religious life of the English court, how far a foreign
queen was expected to adapt to the social mores of her new home and husband and
whether such expectations were realistic. Wardrobe accounts will be examined for
evidence of Catherine's personal dress and for the livery that she provided for her
household. Letters and other documents will be read for evidence of her interests, social
connections and political allegiances. Visual sources will be explored to see whether
Catherine presented herself in styles of dress that were particularly associated with
England or Spain and whether her style of portraiture was in line with that followed by
women at the English court. It seems likely that Catherine could not avoid acquiring the
vestiges of English language, culture and habits, as she was resident in the country for
over thirty years. However, how far she remained a Spanish woman in English clothing is
open to question and this paper seeks to provide an answer.
Bruna Niccoli
Università di Pisa
Esta ponencia aborda la historia del traje durante el ducado de Cosme I de Medici, desde
su boda con Leonor de Toledo en 1539 hasta 1562, año en que murió la noble española,
que introdujo en la moda de Florencia un gusto femenino nuevo e influencias extranjeras.
La duquesa impuso además su estilo oficial en la corte y entre las clases dominantes, como
demuestran los documentos mediceos.
Buena parte de esta investigación se basa en el análisis de fuentes literarias y de
documentos procedentes de los archivos de Florencia, con resultados en gran parte
originales, ya que hasta ahora contábamos con muy pocas noticias sobre esta moda
aristocrática. La lectura del Guardaroba, un documento privado de los Medici, permite
elaborar una reconstrucción detallada del vestuario de Leonor; sus distintas prendas, los
bordados, tocados, recamados, el nido de abeja y las telas que se necesitaban para
confeccionarlas.
La duquesa se ocupaba personalmente de su vestuario y marcaba su propio estilo, y
la moda empezó a desempeñar un papel nuevo en Florencia, convirtiéndose en un
elemento esencial de la corte y de la demostración de la pompa y el poder de los Medici
durante las celebraciones públicas. Los documentos describen ceremonias oficiales en las
que Florencia vio a Leonor y a la familia ducal vistiendo elegantes trajes. En la Toscana se
han conservado dos vestidos de mujer del estilo de Leonor de Toledo: uno apareció en una
tumba (Galleria del Costume, Florencia) y el otro perteneció probablemente a una de las
damas de honor de la duquesa (Galleria di Palazzo Reale, Pisa).
Bruna Niccoli
Università di Pisa
This paper investigates the history of dress during the dukedom of Cosimo I Medici,
covering the period from his wedding to Eleonora de Toledo (1539) to the year 1562,
when the Spanish noblewoman died.
Eleonora introduced in Florence a new female taste and foreign influences on style. The
Duchess imposed the predominance of her official style fashion for the court and the
ruling classes, as documented by Medici records.
Much of this research is original and based on the analysis of literary sources and archives
in Florence, one of the oldest Italian states; until now we had very few records on this
aristocratic fashion. The reading of the Guardaroba, a private Medici document, allows a
detailed reconstruction of the wardrobe of Eleonora: the individual garments, the
embroiderers, the hairstyles, the needlework, the smocks and the types of fabrics needed
for this fashion.
The Duchess personally attended to and chose the style of her own clothing. Fashion
played a new role in Florence and became part of the court and of the display of Medici
pomp and power during public celebrations. On state ceremonies and on both happy and
unhappy occasions, Eleonora and the ducal family dressed in elegant costumes, as
unpublished written documents describe.
Two examples of Eleonora de Toledo’s fashion survive in Tuscany: one of these costumes
was discovered in her tomb (Galleria del costume, Florence), and the other was probably
worn by one of her ladies in waiting (Galleria di Palazzo Reale, Pisa).
Franca Varallo
Università di Torino
Franca Varallo
Università di Torino
The Infanta Catherine Michelle (Catalina Micaela) married Duke Charles Emmanuel I of
Savoy in 1585. After the wedding, which was held in Spain, the spouses set off on their
return journey to Italy. The new duchess’s arrival in Turin ushered in a new cultural and
political period that characterised the first fifteen years of Charles Emmanuel I’s reign.
Spain had a determining influence not only on foreign-policy decisions but above all on
the court, where Catherine Michelle followed her own customs, spreading Spanish taste
and fashion among the nobility.
Despite the numerous existing studies on the history of Savoy between the 15th and
16th centuries, there is still much research to be done on the figure and role of the infanta,
who, far from being unconcerned with politics and government of the state, as historical
tradition tends to repeat, was a woman capable of running the government during her
husband’s numerous and long absences. Her Household, which was completely
autonomous from the economic and ceremonial point of view, deeply marked the lifestyle
at the court of Savoy for a long time, even after her death.
This paper aims to present an initial examination of the documents housed in the
archives of Turin, ranging from records of accounts and the inventory of possessions
drawn up a few months after the duchess’s death (which tells of Catherine’s taste and the
sumptuousness of her clothing and jewels) to portraits and literary production.
La infanta Isabel Clara Eugenia pasó buena parte de su vida adulta como regente de los
Países Bajos españoles. Durante el desempeño de su cargo desarrolló un fino sentido para
la pompa y las relaciones públicas, y es de suponer que utilizó el vestido para cultivar su
imagen. Como no se conservan inventarios ni otros documentos que indiquen lo que
realmente llevaba, en esta ponencia se examinarán los retratos de la infanta durante su
regencia en los Países Bajos. Estas representaciones indican que Isabel –quien utilizaba el
vestido para proyectar tanto su autoridad política como su devoción religiosa– cuidaba su
aspecto y que el vestido era una parte esencial de la construcción de su imagen.
Emilie ES Gordenker
National Gallery of Scotland, Edimburgo
The Infanta Isabella Clara Eugenia spent much of her adult life as the regent of the
Spanish Netherlands. In this capacity, she developed a finely honed sense of pageantry and
public relations, and it is to be expected that she used clothing to cultivate her image. As
no inventories or other documentation survive to indicate what Isabella really wore, this
lecture will examine depictions of the Infanta during her tenure in the Netherlands. These
representations indicate that Isabella managed her appearance carefully, and that clothing
was an integral part of this image-making. She used dress to project both her political
authority and her piety.
Beatrix Bastl
Akademie der bildenden Künste, Viena
Esta ponencia se centra en el cambio del código indumentario en la corte de Viena durante
el siglo xvii, que pasó de la influencia española —no sólo debida a las mujeres de la
familia Habsburgo— a una forma de vestir mucho más «europea».
Mariana y Margarita María Teresa tenían algo en común, y es que ninguna de ellas pasó
mucho tiempo en la corte austriaca: la primera unos quince años y la segunda sólo siete.
En ambos casos, las casas reales de las españolas se consideraban extranjeras y poco aptas
para las costumbres, los usos y las necesidades austriacas, cosa que también les ocurría a
las princesas austriacas en España. En Austria vestían a la española y llevaban tocados
también españoles, aunque el abandono de esta costumbre fue muy apreciado en la corte y
alcanzó rápida difusión. Las princesas tenían que modificar su modo de vestir al llegar a la
frontera del país del que se convertían en reinas. En cualquier caso, la influencia que las
consortes extranjeras podían ejercer era muy limitada. Su atuendo resultaba extraño, lo
que explica la expresión alemana «¡Esto me suena a español!» que se emplea en esa
lengua cada vez que no se entiende algo.
The change witnessed in the 17th century/Spanish Infantas at the Austrian Court
Beatrix Bastl
Akademie der bildenden Künste, Viena
This paper concentrates on the shift in the 17th-century dress code from Spanish
influence—not only due to the Spanish Habsburg women—to a much more decidedly
'European' way of dress.
Maria Anna and Margarita Maria Teresa had one thing in common; neither
remained for long at the Austrian court: Maria Anna for about 15 years, Margarita Maria
Teresa only 7 years. In both cases the royal household of the Spanish women was regarded
as foreign, not apt for Austrian 'habits', behaviour and needs. The same was true of the
Austrian princesses in Spain. Their clothing in Austria was Spanish, as were their
hairstyles, but when they started to change this, it was highly appreciated and publicised.
Brides had to modify their style of dress at the border with the country of which they
became queens. In any case, the influence foreign consorts could impose was strictly
limited. Their attire was perceived as rather strange, especially if we think of the German
saying «This seems Spanish to me!», which comes to mind every time we do not
understand something.
Isabel de Valois hispanizada en la corte de Felipe II
Sylvène Édouard
Université de Lyon – III
El traje funcionaba como una frontera símbolica entre unas cortes y otras, subrayando las
costumbres propias de cada una y la necesidad de que las reinas se habituaran a una nueva
indumentaria. En enero de 1560, al cruzar los Pirineos, la joven Isabel de Valois, tercera
esposa del Felipe II, dejó de llevar el luto francés (por su padre, Enrique II) y se presentó
vestida de negro, a la española. Fue éste el primer paso para hacer que la reina se
habituara a los usos de su nueva patria; el segundo fue despedir a casi todo su entorno
francés.
Isabel había crecido en una corte festiva, donde (como muestran los retratos y las
pinturas de tema cortesano) los vestidos eran lujosos y tenían influencias sobre todo de la
moda española e italiana. Si el primer retrato de Isabel realizado en España la representa
vestida a la francesa, los siguientes subrayan una majestad y un encorsetamiento muy
españoles. Junto a los retratos oficiales, que subrayan la hispanidad de la reina, otros
testimonios revelan a una Isabel muy francesa por su coquetería y por un frecuente cambio
de atuendo abierto a modas e influencias foráneas, aunque la indumentaria española
parezca haber sido la más utililizada por ella.
Elizabeth of Valois Hispanicized at the court of Philip II
Sylvène Édouard
Université de Lyon – III
Dress acted as a symbolic boundary between different courts, underlining the customs of
each and the need for queens to accustom themselves to new attire. In January 1560, after
crossing the Pyrenees, the young Elizabeth of Valois, the third wife of Philip II, ceased to
wear French mourning dress (for her father, Henry II) and presented herself dressed in
black, in Spanish style. This was the first step towards acquainting the queen with the
practices of new homeland; the second was to dismiss almost her entire French retinue.
Elizabeth had grown up in a festive court where (as portraits and paintings on court
themes show) clothing was luxurious and influenced Spanish and Italian fashion above all.
While the first portrait painted of Elizabeth in Spain shows her dressed in French style,
subsequent ones display a very Spanish majesty and corseted appearance. Together with
the official portraits, which underline the queen’s Spanishness, other testimonies reveal an
Elizabeth who was very French in her coquettishness and her frequent changes of attire
that denoted her openness to foreign fashions and influences, although it appears that she
most commonly wore Spanish clothing.
María Luisa de Orleans en la corte de Carlos II
Corinne Thépaut-Cabasset
Château de Versailles
Corinne Thépaut-Cabasset
Château de Versailles
The marriage of Marie Louise of Orleans, princess royal of France, to Charles II of Spain
in 1679 gave rise to numerous chronicles of the courts of these two kingdoms, which were
printed and disseminated by the Gazette de France, while the Mercure Galant devoted
several instalments to the marriage negotiations, engagement ceremonies, chronicle of the
wedding and account of the journey made by the young queen from Fontainebleau to
Madrid.
This paper focuses on the abundant printed sources in French (which contrast with
the dearth of iconographic material) both on the marriage and on the journey to Spain,
beginning with the unique importance attached by the contemporary press to this marriage,
which received coverage from August 1679 to February 1680.
The account of this voyage evokes an encounter between two members of royalty in
which appearance is a language. Therefore the costume and adornments worn by both are
described in minute detail. We witness a dialogue in which the two cultures of dress play a
fundamental role; each «Spanish style» or «French style» garment embodies a political
discourse on appearance and not only participates in the expression of power but vindicates
a national identity: «each had marvellous charm, each one in the style of its nation».
As the queen progressed on her journey she gradually abandoned her French
appearance and adopted a Spanish look, presenting herself as a genuine queen of Spain:
«Everyone was delighted and from then onwards the Spanish began to hail her truly as their
queen». After her public entry into Madrid, the chronicler of the Mercure Galant stated:
«having renounced Spanish costume, hairstyles and manners, she will no longer be able to
call herself La Lorraine Espagnolette».
Ilustres caballeros ingleses vestidos a la española: la visita del príncipe de Gales a
Madrid en 1623
Lesley Miller
Victoria and Albert Museum, Londres
La inesperada llegada del príncipe de Gales a Madrid en 1623 para cerrar su matrimonio
con la hermana del rey de España fue, probablemente, la noticia del siglo. Los cronistas
españoles de la visita dieron amplia cobertura a la magnificencia de los trajes, lo que
indica la importancia de la cultura de las apariencias a la hora de recibir y atender a los
dignatarios extranjeros.
Esta ponencia analizará el encuentro entre España e Inglaterra en función de la
respuesta de Carlos a ese ambiente nuevo y al esplendor que se encontró. Al vestirse,
debía tener en cuenta su condición de heredero al trono británico, de invitado del rey de
España y de pretendiente de la infanta (y, por tanto, de posible futuro miembro de la
familia de los Habsburgo). Esta investigación analiza distintos tipos de datos: primero, las
ideas sobre el vestir que el padre de Carlos, Jaime VI, inculcó a sus hijos; segundo, las
adquisiciones que hizo Carlos cuando llegó a Madrid y dónde las llevó; y, por último,
cómo fue retratado en los pocos grabados y cuadros que se conservan de aquella época.
Lesley Miller
Victoria and Albert Museum, Londres
The Prince of Wales’ surprise arrival in Madrid in March 1623 to clinch his marriage to
the King of Spain’s sister provided what was, arguably, the Spanish news story of the
century. The Spanish chroniclers of the visit afforded substantial coverage to the
magnificence of clothing, a coverage indicative of the significance of the culture of
appearances in the reception and the entertainment of foreign dignitaries. This paper will
discuss the encounter between Spain and England in terms of Charles’ response to his
unfamiliar environment and to the splendour he encountered. In clothing himself, he had
to take into consideration his status as heir to the British throne, as guest of the King of
Spain and as pressing suitor for the hand of the Infanta (and thus prospective future
member of the extended Habsburg family). My investigation considers different forms of
evidence: firstly, the ideas about dress that Charles’s father, James VI and I inculcated in
his sons; secondly, the actual acquisitions Charles made once he reached Madrid and
where he wore them; and finally, how he was portrayed in the few engravings and
paintings that survive from that period.
Aileen Ribeiro
Courtauld Institute, Londres
Esta ponencia aborda algunas de las diferentes visiones que los ingleses tuvieron sobre
España y el traje español durante gran parte del siglo XVII, a partir del año 1604, cuando se
firmó la paz tras muchos años de guerra entre los dos países. Dado que se trata de una
cultura predominantemente literaria (y con escasez de fuentes visuales), esta comunicación
se centrará en la manera en la que aparecía el vestido español en el teatro londinense. El
tema de cómo ciertas prendas llegaron a representar a la nación española se enmarca en un
discurso de identidad nacional y en el contexto político.
También veremos actitudes ambivalentes de los ingleses a medida que el siglo
avanza, desde la franca aversión y el temor ante España (y, en consecuencia, ante el
vestido español) hasta los elogios velados hacia lo que se consideraba un estilo de vestir
que había cambiado relativamente poco en comparación con la búsqueda del lujo y la
novedad en la moda en otros países, especialmente Inglaterra y Francia. De hecho, a
finales del siglo XVII, cuando España ya no se consideraba una amenaza seria para
Inglaterra, el odio por el traje español había desaparecido casi por completo para ser
sustituido por una aversión semejante hacia el francés, que se consideraba parte de la
propaganda cultural –y, por ende, de las ambiciones territoriales– de Luis XIV.
Aileen Ribeiro
Courtauld Institute, London
This paper discusses some of the ways in which the English perceived Spain and notions
of Spanish dress for much of the 17th century, beginning with the year 1604 when peace
was declared, after many years of warfare, between the two countries. In a predominantly
literary culture (and a paucity of visual sources), the focus for this paper will be on how
Spanish dress is represented in the London theatre.
The topic of how certain items of dress came to signify the Spanish nation is discussed
within a discourse of national identity, and the context of political events. We will also
note ambivalent attitudes by the English as the century progressed, from outright dislike
and fear of Spain (and by implication, Spanish dress), to grudging praise for what was
seen as a relatively unchanging style of costume when compared to the pursuit of luxury
and novelty in fashion elsewhere, notably in England and France. Indeed by the end of the
17th century, with Spain seen as no longer a serious threat to England, hatred of Spanish
dress had virtually disappeared, to be replaced by an equally venomous dislike of French
dress, seen as part of French cultural propaganda and, by implication, the territorial
ambitions of Louis XIV.
Véronique Meyer
Université de Poitiers
Esta ponencia pretende describir cómo representaban los artistas franceses el traje español
entre 1635 y 1714 aproximadamente, analizando en primer lugar el grabado satírico,
violentamente antiespañol, que apareció durante la Guerra de los Treinta Años y fijó el
prototipo visual casi inmutable de este atuendo: gran sombrero en forma de pot de beurre,
lechuguilla larga y calzas ceñidas que permitían identificar al español al primer golpe de
vista. Después, a partir de los almanaques —mucho menos conocidos, al parecer, que las
obras satíricas—, analizaremos cómo la mirada se va transformando poco a poco a partir
de 1660 y cómo el grabado da cuenta de esta paulatina evolución. La sátira no desaparece,
pero se matiza y se mitiga, a pesar de que el tono sigue siendo con frecuencia socarrón. A
través de estos documentos, estudiaremos la evolución del paralelismo constante que se
establece entre «vestir a la española» y «vestir a la francesa». Por esta razón, para juzgar el
modo en el que veían los franceses a sus vecinos nos parece imprescindible cubrir
prácticamente todo el siglo. Estas fuentes documentales son tan importantes como raros
son los grabados de moda franceses que muestran el traje español. Aquí sólo veremos el
atuendo masculino, porque las representaciones de vestidos femeninos son excepcionales.
Caricatures of Spanish attire in French engravings
Véronique Meyer
Université de Poitiers
This paper aims to describe how French artists depicted Spanish costume between
approximately 1635 and 1714. It begins by examining the violently anti-Spanish satirical
engravings that appeared during the Thirty Years’ War and established the almost
unchangeable visual prototype of this style of dress: large hat in the form of a pot de
beurre, large collar and close-fitting hose that enabled the Spaniard to be identified at first
sight. It goes on to analyse through almanacs—which appear to be much less known than
satirical works—how this vision is progressively transformed from 1660 onwards and how
this gradual evolution is reflected in engravings. The satire does not disappear but it is
qualified and mitigated, even though the tone frequently continues to be mocking.
Through these documents we will study the evolution of the constant parallel that is drawn
between «dressing the Spanish way» and «dressing the French way». We therefore
consider it is essential to examine practically the whole century in order to judge how the
French viewed their neighbours. These documentary sources are as important as French
fashion plates showing Spanish costume are rare. We will be dealing solely with men’s
dress, as female costume is seldom depicted.
Trajes de influencia española en Suecia (siglos XVI-XVII)
Lena Rangström
The Royal Armoury, Estocolmo
La Armería Real de Estocolmo alberga una de las mayores colecciones del mundo de
trajes reales, y en ella destaca especialmente el elevado número de trajes de hombre del
siglo XVII que conserva. Estas prendas son una magnífica muestra de la influencia que la
moda española seguía teniendo a principios del siglo XVII incluso en un reino tan lejano,
donde ya durante el siglo anterior los monarcas y los nobles suecos habían adpatado las
tendencias llegadas de España, según se puede apreciar en los retratos de la época y en los
inventarios del guardarropa real.
Tres trajes únicos que pertenecieron a los Sture, una familia de la nobleza sueca,
demuestran cómo esta moda se podía combinar con prendas típicamente germánicas. Por
último abordaremos el proyecto de traje nacional de 1778 de Gustavo III, un atuendo
teatral para vestir tanto en la corte como en las obras de teatro y en las representaciones
operísticas que el propio rey, un hombre muy creativo, a menudo escribía o dirigía.
Lena Rangström
The Royal Armoury, Stockholm
The Royal Armoury in Stockholm houses one of the world’s largest collections of royal
costume—where the large number of men’s clothes from the 17th century is especially
outstanding. These garments are excellent illustrations of how the Spanish fashion
continued to influence fashion during the first part of the 17th century—also in a kingdom
far away up in the North. But during the previous century too, the Swedish monarchs and
noblemen adapted stylistic trends from Spain, which are visible in portraits from the time
and from inventories of the Royal wardrobe. Three surviving costumes from the noble
Sture family show how this fashion could be combined with typical German garments
resulting in a provincial-looking style. In Sweden we also find an existing and unique
Spanish court dress from the middle of the 17th century. As an epilogue to Spanish
influence on Swedish fashion, mention should be made of Gustav III’s national dress
project from 1778—theatrical costume that was worn at the court as well as in the theatre
plays and opera performances the creative had often written or directed himself.
Lilla Tompos
Hungarian National Museum, Budapest
Lilla Tompos
Hungarian National Museum, Budapest
The wide range of expensive fashionable textiles to make the luxurious garments of the
Hungarian aristocracy was purchased at Italian markets. The elegant Spanish court dresses
were taken over by The Hungarian Kingdom in varied methods.
We can find the Spanish court dresses – made from black or dark purple-blue velvets or
satins – in the hand written sources os dowries and inharitance lists of noble women. They
were delighted to pose in their gala dresses for artists – how we can see on their potraits –
in contrast with the noblemen. They felt devoted to their traditional costumes: the ankle-
length under coat and a longer overcoat, the tight ’Hungarian trousers’ boots or slippers
and feather decorated hats.
Their clothing symbolized their prosperity rank and Hungarian identity and lost but not
least their ancient noble birth, which they wanted to emphasize their opposite position
with The Habsburg King.
The attitude of the new aristocracy, who came from the rows of citizens and had received
their status from II. Rudolf, was different obviously they wore the black Spanish
garments.
As we can see the Spanish fashion came from two directions to the Hungarian Kingdom
and was accepted differently in 16th-17th centuries. We can find it as the women’s court
dress of aristocracy and from the other direction from the German Empire by the rich
members of citizens.
La moda española en el Reino de Bohemia bajo Rodolfo II
Milena Hajná
Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid
Milena Hajná
Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid
Spanish fashion found its way into the wardrobes of the nobles of the kingdom of
Bohemia during the reign of Emperor Rudolph II (1552-1612), who resided in the royal
castle in Prague. Rudolph spent his youth (1563-1571) with his brother Ernst at the
Spanish court of their uncle Philip II. During his stay there, he adopted the ceremonial of
the Habsburgs and Spanish dress habits; on returning home, he copied the clothing of the
king of Spain.
Rudolph II’s taste in fashion and his personal inclinations (which also reflected his
political sympathies and Catholic religion) became dominant trends among the court
nobles. And so, in the kingdom of Bohemia there were scarcely any differences between
the “Spanish style” costume of the Catholic nobles and that of the Protestants. Rather than
the religious leanings of the nobility, what predominated was the attitude towards the
prevailing environment at the royal court and each one’s identification with his own social
rank.
But not even during Rudolph II’s government did Spanish fashion completely
dominate Central Europe. The inventories of the nobility containing information on
Spanish pieces also list clothing described as Italian, German and Hungarian. The endless
variety of patterns, shapes and details of the costume of this region was largely due to
Prague’s cosmopolitan nature as the capital of the German empire and seat of the emperor
in a central geographical location in Europe.