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Entre los grandes peligros naturales para la vida y los bienes humanos se encuentran
diversas clases de fenómenos geológicos. Entre ellos se incluyen erupciones volcánicas,
terremotos, olas sísmicas (tsunami), desprendimientos e inundaciones. A todo lo largo de la
historia escrita las erupciones volcánicas han sido causa de números desastres, en los que el
número de víctimas humanas ha sido grande y los daños a los bienes elevados. Por ello, los
volcanes que hacen erupción cerca de ciudades representan una amenaza particularmente grave.
El número de volcanes que actualmente existen en todo el mundo, que están o han
estado en actividad, desde fechas históricas, es de unos 500 aproximadamente. Aunque su
número aumenta si a éstos le añadimos los volcanes que han funcionado en épocas geológicas
recientes (desde hace unos 20 millones de años), con los que su número se puede contar por
millares.
El riesgo volcánico es la capacidad de hacer daño (personal y/o material) por parte de
un proceso o fenómeno volcánico, de forma que cuanto más catastrófico es el fenómeno, mayor
es el riesgo. En una erupción volcánica, puede cuantificarse mediante el Índice de Explosividad
Volcánica (IEV), que relaciona el porcentaje de piroclastos con el total de material emitido. De
manera que a mayor IEV se considera mayor la peligrosidad de la erupción volcánica. No
obstante, factores como la naturaleza de las emisiones, es decir, la fluidez de la lava, la emisión
de gases tóxicos, son elementos no contemplados directamente por los índices de explosividad
volcánica, que también aumentan el riesgo volcánico de una erupción.[ CITATION Vul12 \l
12298 ]
R=A∗V ∗E
Monitoreo volcánico
Los cambios físicos y químicos del sistema magmático bajo el volcán reflejan
condiciones de intranquilidad en el sistema volcánico. Algunos de estos cambios pueden ser
percibidos directamente por la población que vive en los alrededores del volcán, mientras que
otros son únicamente detectados con el uso de instrumentos científicos extremadamente
sensibles. La vigilancia o monitoreo volcánico puede hacérsela ya sea por observación visual o
instrumentalmente.[ CITATION Mon04 \l 12298 ]
Para monitorear volcanes se utilizan sensores contínuos (que siempre están registrando
datos), sensores remotos (como satélites) y sensores discontinuos que implican la realización de
terrenos breves al área de estudio y la instalación no permanete de las estaciones. Las señales
generadas por las estaciones, a menudo requieren ser digitalizadas, transmitidas por un módem,
amplificadas por una antena y recibidas en un centro de monitoreo y recolección de datos. Dado
que los procedimientos en papel han quedado casi obsoletos por el uso de las redes digitales,
todo este proceso requiere de fuentes de energía autónoma (como paneles solares) y soportes de
energía de emergencias (en caso de catástrofes).[ CITATION Mon18 \l 12298 ]
Tipos y métodos de monitoreo volcánico
Estados de un volcán
El desequilibrio ocurre cuando la actividad del volcán supera los parámetros antes
mencionados. Esta situación puede escalar hasta una erupción, o simplemente retornar a
la condición “base”.
Una erupción es cuando el volcán comienza a emitir sus productos hacia el exterior,
incluyendo generalmente lava y piroclastos. Esta actividad implica un desequilibrio de
máximo desarrollo.[ CITATION Mon18 \l 12298 ]
Monitoreo sísmico
Los volcanes pueden tener varios tipos de sismos. Estos se distinguen en base a criterios
geofísicos, principalmente la frecuencia (Hz) de los eventos. Para diferenciarlos se requiere de
un estudio matemático detallado, que generalmente lo realizan softwares especializados.
Inicialmente, estos pueden ser endógenos (internos) o exógenos (externos) al sistema en sí.
Los sismos endógenos son producidos principalmente por el tránsito de fluidos como el
magma, fluidos hidrotermales de vapor y agua o volátiles contenidos en el magma.
Entre ellos se encuentran los sismos de largo periodo (LP), muy largo periodo (VLP) y
ultra largo periodo (ULP). Hay eventos de largo periodo que se asocian a las erupciones
por si mismas, como los sismos de tipo tremor, tornillos y de percusión o drumbeats
(ligados al movimiento del magma). Otro tipo de sismos, los volcano-tectónicos (VT)
son causados por la ruptura de roca, lo cual generalmente ocurre a poca profundidad (<
4 km) en donde la roca está más fría y es más frágil. Estas rupturas pueden ser
inducidas por el movimiento del magma. También existen los sismos híbridos, que son
una mezcla de los sismos de largo periodo y los volcano-tectónicos.
Los sismos exógenos están relacionados a eventos que puedan ocurrir por encima del
edificio volcánico, como deslizamientos, aluviones volcánicos (lahares), flujos de lava o
piroclastos e incluso el movimiento de glaciares.
Ejemplos de señales sísmicas en sismogramas reales.
Los sismos en volcanes pueden tener precursores (pequeños eventos antes de uno más
grande), un sismo principal y una seguidilla de réplicas (sismos más pequeños después del
evento principal). Las réplicas suelen decaer con el tiempo en magnitud y recurrencia
(siguiendo la Ley de Omori). Es frecuente que en los volcanes se produzcan enjambres
sísmicos, que corresponden a una seguidilla de sismos, acotados a un espacio y tiempo
definidos y con magnitudes más o menos parecidas, sin un evento principal.
Ya que los científicos deben determinar el tipo de sismo y también su origen (hora, ubicación y
profundidad) se instalan distintos instrumentos, como sismómetros y acelerómetros (graban las
aceleraciones producidas por un sismo) que permiten obtener dicha información.
Monitoreo Geodésico
Los procesos magmáticos (en especial la migración del magma y la acumulación de sus
volátiles) y los proceso hidrotermales (circulación y expansión de aguas calentadas al interior
del volcán), comunmente pueden generar deformación de los edificios volcánicos. Esto también
sucede a causa de eventos tectónicos, como sismos, e incluso por la contracción de cuerpos de
lava que se enfrían progresivamente durante décadas.
Para monitorear estos cambios, regularmente se utilizan Sistemas de Posicionamiento
Global (GNSS) cuya sensibilidad permite conocer pequeñas variaciones (del órden de pocos
centímetros) entre dos o más puntos, tanto en la vertical como en la ubicación. Otra técnica muy
utilizada es la Interferometría de radar de apertura sintética, más conocido como InSAR (Figura
5). También se utilizan los levantamientos topográficos, redes de fibra óptica, la medición de
distancias a través de láser, inclinómetros y fotos aéreas.
Basil Tikoff de la Wisconsin-Madison University usando una estación GNSS para medir la línea
de costa de la costa de la Laguna del Maule. Fuente[ CITATION Ten15 \l 12298 ]
Terferometría de radar de apertura sintética en el Cordón Caulle
Monitoreo térmico
Los volcanes poseen fluidos que pueden clasificarse como volcánicos e hidrotermales.
Los fluidos volcánicos están compuestos, en su mayoría, por gases a alta temperatura (250-1130
°C) que consisten normalmente en SO 2, HCl, HF, CH4 y CO2(dióxido de azufre, ácido
clorhídrico, ácido fluorhídrico, metano y dióxido de carbono). Estos provienen del magma, que
durante su ascenso a la superficie terrestre sufre despresurización y ello genera el la separación
de los gases. Por otro lado, los fluidos hidrotermales son de baja temperatura (90-160 °C), con
poco contenido en gas (mayormente líquidos) y resultan de la infiltración de aguas superficiales
(meteórica, marina, etc.) y su interacción con gases magmáticos. Los fluidos hidrotermales
suelen almacenarse en un “sistema hidrotermal”, que corresponde a uno o varios cuerpos
rocosos cuya permeabilidad les permite almacenar estos fluidos, en forma de acuíferos.
Cuando se trata de volcanes con lagos cratéricos, es posible monitorear dichos lagos en
cuanto a sus propiedades físicas y químicas. Se han identificado que los incrementos en Mg
(magnesio), aumento en la razón Ce/Yb y la disminución en Eu/Eu* (europio) están
relacionados a inyecciones de magma. Esto además se asocia a cambios de temperatura, acidéz
(pH), color del agua y aparición de las primeras explosiones. El monitoreo de lagos cratéricos
no es relevante solo para pronosticar erupciones, ya que en ellos existen otros peligros
intrínsecos como la emisión violenta de gases venenosos.[ CITATION Mon18 \l 12298 ]
Aspecto del lago cratérico del volcán Copahue después de la erupción de Diciembre 2012
Fuente: Sernageomin.
Las emisiones difusas de gas se caracterizan por ser casi imperceptibles para el ser
humano, y no están asociadas con alta temperatura o alteración del suelo. Las emisiones de
CO2 y He difuso suelen aumentar drásticamente antes de una erupción, mientras que la razón de
He/CO2 también es un buen indicador y generalmente se correlaciona bien con aumentos
puntuales en la actividad sísmica y emisión de lava. Para su monitoreo se utilizan instrumentos
continuos o discretos (discontinuos) y las mediciones suelen efectuarse a unos 40 cm de
profundidad en el suelo. Algunos trabajos recientes también incluyen el monitoreo del gas
Radón (Rd) como un buen indicador de cambios en el comportamiento de los volcanes activos.
Monitoreo petrológico
Monitoreo acústico
Monitoreo visual
Aunque parece el más básico de todos, es uno de los recursos más necesarios y valiosos
para el seguimiento de la actividad volcánica y en especial de las erupciones. De manera directa,
un observador entrenado es capaz de identificar cambios superficiales en el comportamiento de
un volcán o de una erupción, incluyendo fenómenos que constituyen peligro (flujos
piroclásticos, explosiones, caída de balísticos, etc.) y de reportar a las autoridades de dichos
cambios y de los parámetros en los que esto ocurre. En la actualidad, esto se combina con el uso
de camaras de vigilancia IP que además están calibradas para su uso durante la noche (infrarojo)
y para medir el alcance de las manifestaciones volcánicas (altura de las fumarolas, de la
incandescencia, o una columna eruptiva, por ejemplo).[ CITATION Mon18 \l 12298 ]
Los volcanes activos son observados a través de diversas tecnologías que incluyen
sismómetros para detectar sobrepresiones internas y movimiento de fluidos; barómetros-
sensores infracústicos que miden las mismas sobrepresiones pero en la atmósfera; GPS -
inclinometros - EDM, para detectar hinchamiento o deflación en los flancos relacionados con el
ingreso o expulsión de magma; detectores de gases volcánicos en relación al ingreso y
desgasificación del magma cerca de la superficie; sensores AFM que detectan el paso de lahares
o flujos piroclásticos. El nivel de instrumentación dedicado a cada volcán está en directa
relación con la amenaza que significa para la población asentada en su cercanía.
Instrumentos
Digitalizadores
GPS
Cámaras
Acelerógrafos
Inclinómetros
Detectores de Lahares
Detectores de Gases
Nombre Cotopaxi
Diámetro 20 km
Estado Activo
Actividad
Actividad fumarólica
reciente
El Cotopaxi es considerado uno de los volcanes más peligrosos del mundo debido a la
frecuencia de sus erupciones, su estilo eruptivo, su relieve, su cobertura glaciar y por la cantidad
de poblaciones potencialmente expuestas a sus amenazas. Desde el inicio de la conquista
española, el Cotopaxi ha presentado cinco grandes periodos eruptivos: 1532-1534, 1742-1744,
1766-1768, 1853-1854 y 1877-1880. Dentro de cierto rango, todos los episodios han dado lugar
a fenómenos volcánicos muy peligrosos, y no hay duda de que episodios similares volverán a
repetirse en el plazo de las décadas. Los cuatro últimos periodos han dado lugar a muy
importantes pérdidas socio-económicas en el Ecuador. La peligrosidad del Cotopaxi radica en
que sus erupciones pueden dar lugar a la formación de enormes lahares (flujos de lodo y
escombros) que transitarían por drenajes vecinos a zonas densamente pobladas como el Valle
Interandino entre Mulaló y Latacunga, y una parte del valle de los Chillos. Se ha estimado que
actualmente más de 300.000 personas viven en zonas amenazadas por lahares en caso de que se
repitan erupciones similares a las ocurridas en los siglos XVIII y XIX. Adicionalmente, la caída
de ceniza producida durante una erupción del Cotopaxi podría afectar una parte muy
significativa de la Sierra y la Costa del Ecuador.
El Cotopaxi es también uno de los volcanes más vigilados del Ecuador y al cual se dedican una
gran parte de los recursos disponibles para el monitoreo. De hecho, la primera estación sísmica
permanente dedicada a vigilar un volcán en Sudamérica fue instalada en el Cotopaxi, en 1976.
Desde entonces, la red de monitoreo de este volcán ha crecido constantemente hasta la
configuración actual, que asegura una vigilancia adecuada de este peligroso volcán.[CITATION
Hid20 \l 12298 ]
Rede de monitoreo del volcán Cotopaxi
Fuente : Instituto geofísico