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PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL PERÚ

FACULTAD DE ARQUITECTURA Y URBANISMO


TALLER DE INVESTIGACIÓN EN ESTUDIOS TERRITORIALES

Las características arquitectónicas y urbanas de la


calle como condicionantes para la percepción de la
inseguridad entorno a los centros escolares.
Caso: Colegio peruano-chino Juan XXIII y Colegio Alfonso Ugarte, 2015.

Autor:
Samekj Zayrs Rodriguez Lucen

Cátedra:
Mg. Arq. Graciela del Carmen Fernández de Córdova
Dr. Arq. Marta Rosa Vilela Malpartida
Geo. Paola Moschella Miloslavich
Soc. Viktor André Bensús Talavera

LIMA - PERÚ
2015
CONTENIDO

TITULO………………………………………………………………………………………….3

INTRODUCCION………………………………………………………………………………4

Tema

Problema de investigación

Pregunta de investigación

ESTADO DE LA CUESTION…………………………………………………………………5

MARCO DE REFERENCIA………………………………………………………………….12

Marco teórico-conceptual

1. La calle
1.1 La calle como espacio físico
1.2 La calle como espacio social

2. Los centros escolares


2.1 Los centros escolares y la ciudad
2.2 Los centros escolares y el niño

Marco Normativo

1. Reglamento nacional de edificaciones

2. Normas técnicas para el diseño de locales de educación básica regular

CASO DE ESTUDIO…………………………………………………………………………41

HIPOTESIS…………………………………………………………………………………...43

Objetivos

Variables

Metodología

ANALISIS DEL CASO……………………………………………………………………….47

CONCLUSIONES…………………………………………………………………………..120

BIBLIOGRAFIA……………………………………………………………………………..123

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TITULO

Las características del diseño arquitectónico y urbano de la calle como condicionantes


para la percepción de la inseguridad entorno a los centros escolares. Caso: Colegio
peruano-chino Juan XXIII, 2015.

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INTRODUCCION

TEMA

La percepción de seguridad en torno a los centros escolares en relación con las


características del diseño arquitectónico y urbano.

PROBLEMA DE INVESTIGACION

Si bien existe una normativa técnica para el diseño de locales educativos, presenta un
carácter funcional, el cual no enfatiza de manera contundente la importancia del diseño
arquitectónico y su relación con el entorno urbano, sumando a su falta de
implementación por parte de la mayoría de los centros escolares, avalándose en el
sistema pedagógico. Esto converge en la desvinculación de parte de los centros
escolares con la calle, lo que resulta en la percepción de inseguridad por parte de los
múltiples usuarios, entre escolares y no escolares.

PREGUNTA DE INVESTIGACION

¿En qué condiciones de diseño la visibilidad, la accesibilidad y la territorialidad en las


calles entorno a los centros escolares influyen en el de la percepción de la seguridad?

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ESTADO DE LA CUESTION

Hoy en día existe una demanda social clara y fuerte que exige ciudades y espacios
urbanos más seguros. Según el manual de Planificación, diseño urbano y gestión para
espacios seguros de Politécnico Di Milano (2006) el sentimiento de inseguridad puede
condicionar la vida de la ciudad, así como el funcionamiento y la capacidad de atracción
de algunas zonas urbanas. Cuando las personas se sienten amenazadas cambian el
estilo de vida y, por último, la manera de utilizar la ciudad cotidianamente. Esto
evidentemente aplica también a los espacios públicos. La calle, entonces, se establece
como un importante ámbito de estudio, entendido como principal espacio público de una
ciudad (Jacobs, 1961). Jacobs (1961) elaboró teorías que partían de “tener un ojo en la
calle”, referidas a la presencia de actividad, de movimiento, de edificios con acceso a la
calle y ventanas que miran a la calle. Una década después, Newman (1972) esculpió
algunos principios que se basan en que las personas defienden el territorio que sienten
que les pertenece. La planificación y el diseño de los espacios urbanos, aseguró,
pueden “sustraer espacios a la criminalidad”. De esta manera, se entiende que son las
características arquitectónicas y urbanas de la calle influyen en la percepción si un
espacio es inseguro o no.

Sin embargo, el ritmo frenético de la vida diaria en la ciudad, es la que ha ido marcando
su diseño y estructura, priorizando más a las exigencias del vehículo que de las
personas, a su vez, su desacotada respuesta contra la inseguridad ha provocado la
propagación de comunidades cerradas, cuadras con guardián y tranquera, rejas en los
linderos de los parques e impenetrables muros circundando las propiedades (Ploger,
2008). Esta actitud ha propagado por un lado, a manera de círculo vicioso, un rechazo
al contacto con la vía pública y por lo tanto a tener espacios públicos poco utilizados y
mal adaptados para el uso óptimo de los ciudadanos. Por otro lado esto a su vez ha
incentivado la construcción de una ciudad de jaulas, una ciudad cerrada y segregada.

“Naturalmente, con una situación así, donde todos sufren, el niño sufre todavía más.
Con él, la compensación, la valoración económica del daño no funciona. Los servicios,
pensados para los adultos que votan, no son buenos para el niño. Si le arrebatamos el
lugar de juego al pie de su casa y se lo devolvemos, quizá cien veces mejor y más
grande, a un kilómetro de distancia, en realidad se lo hemos robado” (Tonucci, 1997,
34)

En este contexto, los centros escolares cumplen un papel relevante, y es que se


consolidan como espacios de aprendizaje, no solamente de conocimiento teórico, sino
también el práctico, referido a la construcción por parte de los niños de un perfil

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ciudadano en conjunto con la sociedad (Borja, 2003). En ese sentido, se entiende que
los centros escolares son espacios para la integración de los niños con la ciudad. Sin
embargo, en la actualidad es muy poco común ver niños que realmente se desplacen
libremente en su ciudad y sus espacios públicos, evidentemente esto incluye también el
entorno urbano de los centros escolares.

“La desaparición de los niños de las calles afecta mucho a la ciudad; la ciudad sin niños
es peor. Si los niños están en casa o en los colegios y no los encontramos por la calle,
en las aceras, en las plazas, nos sentimos libres de comportarnos como queramos, de
ocupar todos los espacios, de usar sin criterio los medios de transporte privados, de
contaminar el aire, de producir un ruido insoportable y de estropear los monumentos, y
así la ciudad se hace más insegura" (Tonucci, 2009, 154)

A partir de esto, se ha abordado el estudio de la inseguridad de la calle en torno a los


centros escolares a partir de un enfoque de movilidad. Esto se refiere al hecho de que
es el auto el principal factor que genera inseguridad en la calles, y es que los constantes
accidentes de tráfico y el inadecuado acondicionamiento de la estructura urbana es una
constante en muchas ciudades. Entonces, el tráfico no se ha adaptado a los niños, sino
que son los niños quienes se han adaptado al tráfico. (Zomervrucht, 2005). En
consecuencia, se torna la calle como un espacio inseguro y por lo tanto poco accesible
para los niños. En vista de esto, podemos mencionar el caso de Barcelona, en la
implementación de rutas seguras a las escuelas o también llamados “Caminos
escolares”, iniciativa que pretende promover que los niños vayan al colegio a pie y en
bicicleta de forma autónoma a través de un itinerario indicado y acondicionado que haga
de este desplazamiento una actividad segura y agradable (Avellaneda, 2015). Con el fin
de sensibilizar y educar a los niños pero también al resto de ciudadanos en los hábitos
de la movilidad sostenible y segura.

“El proyecto busca contribuir a recuperar el espacio público como lugar de relación, de
juego, de aprendizaje, de experiencia y de convivencia. La pérdida de este espacio ha
privado a la infancia del lugar de aprendizaje por excelencia, la calle. La presencia de
niños y niñas en el espacio público genera confianza y seguridad lo que redunda en una
percepción de seguridad colectiva que permite la reapropiación del espacio público por
parte de la ciudadanía” (Avellaneda, 2015, 2)

De esta manera, el enfoque de movilidad se establece como aspecto fundamental para


abordar el estudio de la inseguridad, hablando más específicamente, en el
establecimiento de los parámetros urbanos óptimos que caractericen a la calle como un

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espacio accesible a los escolares, y que a su vez, al permitir un libre desplazamiento,
generen un vínculo de aprendizaje y apropiación con el espacio público. Es así que, el
caminar o usar bicicleta para ir al colegio se establecen como indicadores en el
conocimiento de si un espacio es seguro para los escolares.

Imagen 1. Viñeta del establecimiento del camino escolar. Fuente: La ciudad de los niños (1997)

Otra manera en la cual se ha abordado el estudio de la inseguridad en la calle entorno


a los centros escolares es partir de un enfoque pedagógico. Referido al perfil educativo
que establece a los centros escolares como espacios autónomos y ajenos a su entorno
urbano, en ese sentido, la desvinculación de los centros escolares con la calle la torna
insegura. Y es que la poca interacción por parte de los centros escolares y en
consecuencia de los escolares, ya sea en aspectos físicos o sociales, con la calle
genera en su poca vigilancia por lo que termina siendo un espacio sin control (Gelh,
2010). En consecuencia, se torna la calle como un espacio apartado y por lo tanto de
poco visible para los niños. En vista de esto, se establece la postura de una nueva
escuela o también llamada “Escuela Alternativa”, se plantea romper con la monotonía
de las aulas así como el de sus dinámicas, por la de talleres y laboratorios ambientados
acorde a la materia, y esencialmente el de vivir una experiencia verdadera y con
autonomía fuera de la escuela, con actividades en colaboración con la comunidad.
(Tonucci, 1997). La escuela, como institución, debe ser capaz de fomentar la
participación ciudadana de los niños en la sociedad, de esta manera, poco a poco se
integraran a la vida urbana de forma que sean capaces de afrontar las dificultades y
peligros que presenta la calle.

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“El proyecto educativo no lo puede generar solo la escuela, sino el conjunto de la
sociedad. Porque finalmente se de lo que se trata es de hacer posible es que cada uno
construya un proyecto de vida con sentido. Y el sentido no lo puede proporcionar la
escuela aislada del resto” (Borja, 2003, 237)

En base a esto, el enfoque pedagógico se consolida como aspecto fundamental para


abordar el estudio de la inseguridad. En este caso, en la construcción de un perfil
educativo capaz de generar una adecuada relación entre los centros escolares y su
entorno urbano, que caractericen a la calle como un espacio visible y a fin con los
escolares. En ese sentido, los límites del centro escolar y sus características
establecerían parámetros que permitan reconocer si existe una relación interior- exterior
y viceversa con la calle.

Imagen 2. Viñeta referida al pedido de una escuela alternativa. Fuente: La ciudad de los niños (1997)

Otra manera en la cual se ha abordado el estudio de la inseguridad en la calle entorno


a los centros escolares es partir de un enfoque de escala. Esto se entiende al diseño y
construcción de las ciudades y sus calles sin tomar como punto de referencia al niño, lo
que resulta en calles con grandes unidades, variedad funcional casi nula, gran cantidad
de unidades ciegas y sin aspectos interesantes. De esta manera, la calle converge en
un espacio inactivo, aburrido y sin vitalidad (Gelh, 2010). En consecuencia, se torna la
calle como un espacio desconocido y por lo tanto de poca pertenencia para los niños.
En vista de esto, se incentiva en la gestión y el diseño de la calles a partir de las

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necesidades del niño, y es que los niños y las niñas entre 0 y 14 años ya que estos
constituyen aproximadamente el 30% del conjunto de la población; pero, sobre todo,
porque las actuaciones que se encaminen a mejorar los espacios públicos para los
menores, son en términos prácticos mejoras de las que disfrutarán todos los ciudadanos
(Avellaneda y Galak, 2010). El niño se considera un indicador ambiental sensible: si en
una ciudad se ven niños que juegan y pasean solos, significa que la ciudad está sana;
si no es así, es que la ciudad está enferma. Y es que los niños son conscientes de las
características de su entorno urbano.

“Niños y niñas, por igual, comparten un rico conocimiento geográfico de su entorno que
incluye la comprensión de relaciones espaciales y un amplio conocimiento del entorno
ambiental y de sus recursos. Conocimientos forjados, en gran medida, en el curso de
sus juegos y trabajos en un determinado lugar” (Román y Pernas, 2009, 14)

En vista de esto, el enfoque de escala se enfatiza como aspecto fundamental para


abordar el estudio de la inseguridad. En este caso, poner al niño como parámetro para
diseñar las calles y los espacios públicos en general, resultan en el cubrir de las
necesidades básicas de habitabilidad urbana de múltiples usuarios. En ese sentido, las
calles entorno a los centros escolares se caracterizarían por ser espacios bien
diseñados, proporcionados y acordonados para los escolares.

Imagen 3. Viñeta de la calles como espacio accesible para todos. Fuente: La ciudad de los niños (1997)

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Finalmente, en base a estos enfoques, se determina que temas como la movilidad, la
pedagogía y la escala son puntos de partida para el estudio de la inseguridad en las
calles entorno a los centros escolares. Sin embargo, se deben precisar ciertos aspectos;
en el caso de la movilidad, lo importancia recae en el hecho que la calle permita el libre
desplazamiento de los escolares, determine un límite claro entre el espacio de los autos
con el de los peatones, de esta manera, son las vías peatonales y sus características
quienes se establecen como objeto de estudio; en el caso de la pedagogía, lo relevante
recae en la relación de los centros escolares con su entorno urbano y como es que a
partir de la características espaciales del interior se llegan a las del exterior, en este
caso, es el diseño de los límites del centro escolar los que requieren análisis; y en el
caso de la escala, se determina que el niño y sus necesidades quien debe ser usado
como parámetro en el diseño de los espacios públicos, en vista de esto, son los
itinerarios urbanos de las calles los que marcaran la pauta en el análisis. Por esto, el
problema de esta investigación radica en la determinación de los conceptos clave así
como el de sus variables que influyen directamente de la presencia o ausencia de la
inseguridad en un entorno urbano. Conceptos que establezcan las características
arquitectónicas y urbanas óptimas que garanticen la seguridad de las calles entorno a
los centros escolares.

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MARCO DE REFERENCIA

MARCO TEORICO-CONCEPTUAL

1. La calle

2.1 La calle como espacio físico


La calle, en primer lugar, debe ser entendida como un espacio físico, y es que a
partir de su diseño, ya sea por medio de componentes arquitectónicos y urbanos, es
que este puede ser usado, percibido o entendido de una u otra manera. En ese
sentido, la seguridad urbana tiene una relación significativa con el diseño del
espacio. La calle, como espacio físico, facilita o restringe la posibilidad que se
efectúe un delito. Podemos mencionar casos como la obstrucción de visibilidad por
elementos físicos, la presencia de lugares trampa o espacios recovecos, vías de
circulación peatonal discontinuas o con cierres de pasajes (Jeffery, 1972). Entonces,
como punto de partida, resulta de utilidad el estudiar la calle a partir de áreas o
sectores. Para esto, utilizaremos la clasificación de Burden (2013), quien a partir de
una sección divide la calle en cuatro planos. En esta sección, analizaremos solo dos,
debido a que estos se establecen como los principales ámbitos de estudio en el
análisis de la movilidad urbana enfocado al peatón.

Imagen 4. Grafico basado en Diseño Activo, Amanda Burden (2013)

Plano Suelo. Básicamente es el plano donde se ubica la vereda. Espacio el cual


debe establecer una vía clara y accesible para múltiples usuarios, elaborado de
diversos materiales y con la posibilidad de estar compuesto de mobiliario urbano
tales como bancas, tachos de basura, paraderos, cabinas telefónicas, postes de
señalización, postes de luz y árboles distribuidos en función a un determinado
contexto.

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Plano Pista. Referido al límite de la vereda con la pista. Espacio el cual está
compuesto por diversas capas entre objetos estáticos, referido al mobiliario urbano,
y no estáticos, como los autos y las bicicletas. Además, se pueden añadir elementos
como las áreas estacionamiento, las ciclovías, rampas, pasos peatonales y las
alamedas dependiendo del contexto urbano. Estos elementos de por si regulan o
determina la relación visual, acústica y espacial entre la vereda y la pista.

Notamos que en el Plano Suelo, se enfatiza el hecho que la vereda debe ser una
vía clara y accesible a los múltiples usuarios que la utilizan. Esto implica, en cuanto
a diseño urbano, de un entorno de libre circulación y buena orientación. Para esto,
según el manual de Planificación, diseño urbano y gestión para espacios seguros
de Politécnico Di Milano (2006) el diseño del paso peatonal debe prever un trazado
continuo, que permita la vista hacia los alrededores, evite las barreras físicas y los
espacios residuos. En ese sentido, es de vital importancia la pertinente ubicación del
mobiliario urbano o de cualquier elemento que componga la vereda fuera del paso
peatonal. Además, según Huerta (2007), la superficie del piso debe ser estable,
antideslizante y libre de rugosidades. En consecuencia, el piso no debe presentar
ningún tipo de pavimento roto o fuera de lugar. De esta manera, en el caso de los
centros escolares, la capacidad de los escolares y no escolares de poder entender
de manera inmediata la organización, la estructura y recorrido de una calle resulta
en la percepción de seguridad (Gelh, 2010).

“Las zonas o rutas accesibles, destinados al tránsito de peatones o mixtas de


vehículos y peatones, deberán diseñarse garantizando la existencia de un paso libre
de cualquier obstáculo, de 2.10 metros de altura y con un ancho libre mínima de
1.20 metros, tal que permita, por lo menos, el tránsito simultáneo de dos personas.
Los cruces, vados o rampas y pasos peatonales de estas rutas deberán cumplir esta
misma condición” (Huerta, 2007, 59)

En vista de esto, se establece un valor cuantitativo para que una ruta sea
considerada accesible, es importante aclarar que el ancho de 1.20 m no es la medida
del ancho de la vereda, sino del paso libre para la circulación peatonal. A su vez,
este paso libre debe cumplirse en todos los itinerarios urbanos, es decir, los espacios
de paso que permitan continuidad, relación y acceso a los diferentes espacios de
uso público y edificaciones del entorno, como los ya mencionados cruces, rampas y
pasos peatonales. Es debido a esto que Burden (2013) ubica el mobiliario urbano
fuera del este plano, en lo que resulta en una vía limpia y libre de cualquier tipo de

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obstáculo o barrera arquitectónica. En consecuencia, los escolares no tendrían
mayores dificultades para su libre desplazamiento por las veredas.

Imagen 5. Paso libre de las veredas. Fuente: Diseño Activo (2013)

En cuanto al Plano Pista, se conforma como el espacio que limita la vereda con la
pista, en vista de eso, se divide el plano en dos zonas, el de la vereda y de la pista.
En la zona de la vereda, Burden (2013) ubica el mobiliario urbano, el cual permite
un espacio filtro capaz de entablar una relación más amable entre el peatón y el
auto, capaz de generar una experiencia más íntima y segura en la vereda, sin
embargo, esta deber ser densifica de manera que no impida el contacto visual con
la vereda opuesta. Evidentemente, no podemos dejar de lado la participación del
auto en la calle, y es que en estos últimos años, se admite con demasiada facilidad
la inevitable sustitución de las calles por vías más o menos rápidas (Borja, 2003). Si
hablamos de movilidad urbana, es un hecho que el auto es el que mayor
protagonismo ha ganado a través de los años, por esto, resulta vital el conformar
este espacio como uno capaz de relacionar de manera segura la circulación
peatonal y la vehicular. En ese sentido, en la zona de la pista, los cruces peatonales,
las rampas y los postes de señalización cumplen un importante papel en la seguridad
urbana. Huerta (2007) establece que los cruces peatonales deben estar libres de
obstáculos, y los desniveles de la vereda y la pista deben salvarse con rampas, estos
deberían coincidir en ubicación con el paseo peatonal al menos en un tramo, según
Espacios urbanos seguros del Ministerio de Vivienda y Urbanismo de Chile (2003),
se debe considerar el traslado de todo tipo de elemento permanente o no
permanente en un radio de 20 metros desde el cruce de calles, a fin de dotar a estas
esquinas de puntos de alta visibilidad y accesibilidad. Estos se refieren a paletas
publicitarias, kioscos, carros ambulantes, mobiliario urbano, teléfonos públicos,
entre otros. Se recomienda instalar señalética que delimite el área exclusivamente
peatonal y refuerce el control social por parte de la población, en el caso de los
centros escolares, son las intersecciones de las calles donde el flujo por parte de los
escolares es de gran incidencia en determinados horarios, en ese sentido, he de

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tomarse en consideración la buena articulación de la estructura urbana, lo cual
posibilita una calle mejor conectada y más fluida.

“Si los caminos dentro de la ciudad tienen claras características visuales, si el


espacio tiene carácter propio y si las vías principales son fácilmente distinguibles de
las que no lo son, no importa que las calles se corcoveen o que la trama de la ciudad
sea variada. La presencia de señales, carteles indicadores y una buena iluminación
por las noches son elementos centrales que afectan la relación entre la estructura
urbana, la sensación de pertenencia y la de seguridad cuando la gente camina por
la ciudad” (Gelh, 2010, 101)

Entonces, la conformación de una ruta clara resulta en la apreciación visual del


entorno, sin embrago, a esta facultad visual se le debe de añadir un aspecto
informativo, es decir, la clara certeza de saber lo que sucede en un determinado
espacio, o en todo caso, saber que dinámicas urbanas se establecen ahí. En ese
sentido, las señales o paneles informativos deben tener la capacidad de informar,
orientar, recomendar, aconsejar o advertir sobre distintas características específicas
de un determinado lugar, como es el caso de un centro escolar. La especificidad de
uso por parte de un centro escolar en un determinado lugar debe estar claramente
expresada en la señalización, pues se trata de que cualquier usuario, entre
escolares y no escolares pueda orientarse y comprender el entorno urbano de una
forma lógica, sencilla y segura. Y es que según el manual de Planificación, diseño
urbano y gestión para espacios seguros de Politécnico Di Milano (2006), la buena
orientación engendra percepción de seguridad, ya que aumenta la visibilidad, facilita
el control espontáneo y organizado.

Imagen 6. Espacio límite de la vereda y la pista. Fuente: Diseño Activo (2013)

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“Tener una clara estructura urbana, que nos indique con certeza cómo movernos en
la ciudad, es otra forma de mejorar nuestra sensación de seguridad. Es una señal
confiable, referida a la calidad urbana, el hecho de que podamos rápidamente
encontrar nuestro destino sin tener que recurrir a desvíos importantes, ya que una
estructura urbana clara no requiere de grandes dimensiones ni de caminos rectos
que vayan de destino a destino” (Gelh, 2010, 101)

En vista de esto, se es necesario una buena articulación de la estructura urbana, lo


cual posibilita en un desplazamiento, continuos y fluido. Los pases peatonales deben
estar libres de cualquier elemento barrera, tales como los postes de iluminación, los
postes de señalización, tachos de basura, entre otros. En los cruces, que son los
puntos claves de tránsito en una calle, deberían estar acondicionados con rampas y
líneas cebra. En estos puntos, la señalización es importante, debe quedar claro que
en ese entorno se ubica un centro escolar, por lo que es esencial el establecimiento
de semáforos, limitadores de velocidad y postes se señalización referidos a la
existencia de un circuito escolar.

“La accesibilidad urbana está referida a las condiciones de acceso que presenta la
infraestructura urbana para facilitar la movilidad y el desplazamiento autónomo de
las personas por las calles y espacios públicos, propiciando su integración y la
equiparación de oportunidades para el desarrollo de sus actividades cotidianas, en
condiciones de igualdad y seguridad” (Huerta, 2007, 59)

Imagen 7. Viñeta de la calles como espacio accesible para los niños. Fuente: La ciudad de los niños (1997)

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Entonces, para que la calle como espacio físico contempla un entorno urbano seguro
debe caracterizarse por tener una accesibilidad óptima para los múltiples usuarios,
esto implica una adecuada articulación de la estructura urbana (pasos peatonales
continuos, cruces peatonales sin obstáculos, rampas y mobiliario urbano bien
ubicado) y una correcta señalización (señales informativas del centro escolar,
señales informativas de circulación escolar, señales informativas de transito). De
esta manera, se posibilita en una mayor fluidez y mejor orientación por parte de los
múltiples usuarios en un determinado lugar. Sin embargo, el entendimiento de la
calle como espacio físico se limita a cuestiones de movilidad urbana o de circulación,
sin abarcar temas como el de las actividades en el entorno urbano. Para esto, es
necesario abarcar el estudio de la calle a partir de su concepto como espacio social.

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2.2 La calle como espacio social
Las calles, entendidas como espacio social, son más que vías que sirven para la
circulación, las calles le dan vitalidad a la ciudad. Las calles representan aquellos
espacios donde los ciudadanos interactúan y conviven como sociedad, donde se
puede dar relaciones sociales de diversa índole, haciendo que adquiera un carácter
multifuncional. De esta manera, se define la calle como elemento articulador de
tejidos en la ciudad con un carácter multidimensional. Esto se debe a que son las
calles los principales espacios públicos de la ciudad (Jacobs, 1961). Y es como tal,
que posibilita la realización de diversos tipos de actividades. Para Gelh (2006) estás
se dividen en tres categorías:

Imagen 8. Grafico basado en La Humanización del espacio urbano, Jan Gelh (2006)

Actividades necesarias. Referidas a las que uno hace de manera más o menos
obligatorias, como por ejemplo, ir al colegio, al mercado, a la bodega, a la
universidad. Este tipo de actividades están relacionadas a las tareas cotidianas y al
caminar, por lo que están poco o nada condicionadas por el entorno físico.

Actividades opcionales. Referidas a aquellas condicionadas por el entorno físico.


Estas actividades se dan porque existe el deseo de hacerlo y si así lo permiten el
tiempo y el lugar. Algunos ejemplos pueden ser salir a caminar, dar un paseo,
sentarse, tomar aire, sol, entre otras. Si el entorno físico, el espacio público, no es
adecuado, entonces no invitara a realizar más que actividades obligatorias.

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Actividades sociales. Son resultantes, ocurren como consecuencia de las dos
anteriores, ya que se dan en el encuentro de personas. Estas pueden ir desde las
más pasivas como mirar pasar a las personas o escuchar, hasta las más activas
como conversar o realizar algún tipo de contacto. Socializar no es una consecuencia
directa del entorno físico, pero sí de que las personas permanezcan más tiempo en
la calle. Cuánto más tiempo pasan las personas en el exterior, con mayor frecuencia
se encuentran y tienen más tendencia a socializar. El tiempo de permanencia en
cambio, si está directamente relacionado a la calidad del espacio público.

En base a esta clasificación, nos resulta fácil darnos cuenta que la calle, no solo es
un espacio para la realización de determinadas actividades relacionadas con el vivir
diario, como es el caso de ir a los centros escolares, sino también las que se dan de
manera espontánea o aleatoria en la necesidad del ser humano por socializar, en
efecto, esto ya lo sabíamos, sin embargo, algo que se menciona de manera enfática
es que la realización de estas no solo depende de la presencia de ciertos elementos
físicos, sino también de la calidad y el estado en la cual estos se encuentran. En ese
sentido, nos interesa la calidad física de los espacios públicos el cual garantice la
mayor cantidad de actividades opcionales y sociales por parte de los múltiples
usuarios presentes entorno a un centro escolar. Según Rueda (2002) esta se
determina a partir de cinco condiciones favorables para el bienestar fisiológico, físico
y sicológico de las personas que usen el espacio:

La accesibilidad. Siguiendo la dimensión social del espacio público, este no debería


estar restringido a nadie, sino por el contrario, debe mostrarse abierto a todos.

La ergonomía. Al pensar en flujos, se debe procurar vías que garanticen el paso sin
fricciones de los peatones. Pensado desde el punto de vista de permanencias. Se
deben pensar en espacios para reposar cada cierto tramo de un recorrido, con una
escala acorde al peatón y la cantidad de gente que se recibe.

La confortabilidad. Se entiende desde el punto de vista de la calidad del aire, el


confort acústico, lumínico y térmico. El diseño entonces, debería contemplar
estrategias como protección solar, de vientos, de ruido, así como una iluminación
adecuada.

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La activación. Se refiere al atractivo a través de la localización de actividades densas
en conocimiento y cercanía de actividades de proximidad con el objetivo de propiciar
vida comunitaria de barrio.

La percepción de seguridad. Está relacionada a la intensidad de uso del espacio.


Depende de la activación de este mediante programa a nivel de calle. A menos
personas en el espacio, más inseguro será percibido.

De estas cinco condicionantes, interesan solo dos, la ergonomía y la activación, ya


que se establecen como las variables que están más ligadas al ámbito del diseño y
uso del espacio. Entonces, la intensidad de uso del entorno urbano se determina a
partir de la calidad física del espacio público, llevado al caso de los centros
escolares, se determina a partir de la ergonomía, referido a la presencia de mobiliario
urbano capaz de generar permanencia. Y es que según Espacios urbanos seguros
del Ministerio de Vivienda y Urbanismo de Chile (2003), las bancas contribuyen al
mecanismo de vigilancia natural en la medida que ofrecen o posibilitan una instancia
de detención y permanencia al peatón en un determinado espacio público. Los
tachos de basura promueven al orden y la limpieza del espacio público. Los
paraderos son puntos que convocan personas y generan presencia de vigilantes
naturales. Los teléfonos en el espacio púbico colaboran a la sensación de seguridad,
ya que proporcionan la posibilidad real de pedir ayuda en caso de riesgo de ser
víctima de un delito. Y también a partir de la activación, es decir, la presencia de
determinados usos de suelo que generen vitalidad como las tiendas, librerías,
cafeterías, como también aquellas que se desarrollan de manera espontánea en las
calles entorno a los centros escolares. Pues según el manual de Planificación,
diseño urbano y gestión para espacios seguros de Politécnico Di Milano (2006), las
actividades añaden vitalidad a las calles y a los espacios públicos y garantizan que
haya “un ojo puesto en la calle”. Además son una de las más útiles herramientas
para crear control espontáneo.

“Para generar una diversidad de usos en las calles y distritos de una ciudad ha de
cumplir más de dos funciones primarias. Estas han de garantizar la presencia de
personas que salen de sus hogares en horarios diferentes y que están allí con fines
distintos, pero capaces de usar muchos equipamientos en común” (Jacobs, 1961,
182)

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Ahora, con respecto al estado del espacio público, su mantenimiento se torna en
parte importante para la seguridad urbana. Según el manual de Planificación, diseño
urbano y gestión para espacios seguros de Politécnico Di Milano (2006) una buena
gestión del mantenimiento facilita la eliminación de aquellos elementos que
desvalorizan un espacio (deterioro del mobiliario urbano, arboles mal
acondicionados, suciedad) y que representan una fuente de alarma para los
usuarios y de fomento para las conductas criminales o vandálicas. En ese sentido,
según Espacios urbanos seguros del Ministerio de Vivienda y Urbanismo de Chile
(2003), los árboles y la vegetación son elementos que colaboran en elevar la calidad
de vida del peatón, ya que mejora las condiciones ambientales del espacio donde
se encuentra. Un lugar agradable infunde respeto, aumenta el sentimiento de
pertenencia y la responsabilidad cívica de los usuarios, inhibe los comportamientos
negativos. Para engendrar sentimientos y actitudes de este tipo, es por lo tanto más
importante crear espacios agradables y aprovechables para las personas, que
reflejen el sentido común, antes que ir en busca de un sentido estético abstracto. Es
poco razonable considerar un ámbito urbano seguro en su dimensión espacial si
este no refleja un estado de cuidado o preocupación por su imagen (Wilson y Kelling,
1966). Para esto, la altura de un tronco despejado debería estar entre los 2.20 y
2.5m como mínimo, con tal que permita campos visuales despejados de una
persona y optimice los niveles de iluminación de la calle. En relación a la disposición
de follaje y especies arbustivas, esta no debe sobrepasar los 60 cm de altura.

Entonces, los espacios públicos desproporcionados o sin identidad ni carácter, o que


presentan una escasa definición de funciones y de confines, son percibidos como
tierra de nadie; por lo tanto se tiende a evitarlos, tanto en su uso como en su
manutención, todo esto conlleva una disminución del control espontáneo y el
deterioro. Para que la calle como espacio social contempla un entorno urbano
seguro debe caracterizarse por tener un sentido de territorialidad, el cual implica
ergonomía (bancas, tachos de basura, paraderos y cabinas telefónicas a escala,
bien ubicados y que generen permanencia), activación (librerías, tiendas, cafeterías,
entre otros) y un buen estado (mantenimiento). Debido a esto, se posibilita la
realización de actividades en el espacio público y entorno al espacio público por
parte de los múltiples usuarios. De esta manera, se puede concluir que la percepción
de seguridad en las calles entorno a los centros escolares depende su grado de
accesibilidad (articulación, señalización) y el sentido de territorialidad (ergonomía,
activación, estado).

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2. Los centros escolares

2.1 Los centros escolares y la ciudad

Los centros escolares, como todo equipamiento educativo, tiene un impacto en la


ciudad, ya sean físicos, sociales, culturales, económicos y políticos, estos se
construyen a partir de la constitución de un perfil educativo, es decir, un sistema
pedagógico, en su rol de enseñar principios y valores al futuro ciudadano. En ese
sentido, las bases de un sistema pedagógico, influyen en la conformación de un
centro escolar. En la actualidad, la llamada “Escuela tradicional”, se manifiesta como
el sistema dominante en la constitución de un perfil educativo. En este modelo se
privilegia la clase magistral, el maestro y la disciplina. El saber lo tiene el maestro,
quien lo imparte en el aula; el alumno recibe pasivamente los conocimientos
(Jiménez, 2009). Actualmente, el modelo de la “Escuela tradicional” afirma su
especificidad, marca su reciento y distingue claramente a los de adentro con los de
afuera en base a razones hasta cierto punto justificables. Borja (2003) nos menciona
las principales.

 La desmotivación respecto a la escuela y a la descalificación en bastantes casos


de la enseñanza parece justificar la recuperación de un marco más auto-
concentrado que pueda disciplinar y estimular la adquisición de conocimientos.

 El deterioro social y la violencia cotidiana de los entornos llevan a considerar


deseable que la escuela sea un espacio protector y protegido, capaz de
defenderse de la violencia exterior y de controlar mejor la violencia interior.

 La multiplicación de intervenciones de agentes externos, en un momento de


confusión y añade una dificultad suplementaria en las relaciones maestros y
alumnos.

En base a estos puntos, los centros escolares se plantean como un espacio seguro
y protector de los agentes externos, lo que posibilitaría un marco más autónomo el
cual pueda centrase en el aprendizaje. Sin embargo, la escuela cerrada y protectora
no debería generar falsas ilusiones con respecto que así se suprimirá la inseguridad,
se eliminara la indisciplina, se motivara para el estudio y se recuperara un proyecto
educativo que de sentido al periodo escolar (Borja, 2003). Es por esto que Tonucci
(1997) establece la naturaleza de la “Escuela tradicional” como una estructura
absolutamente ajena a la vida social. Donde el aula es un espacio abstracto que se

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repite exactamente con la misma forma una infinidad de veces y que lo raro es que,
en ella, con el mismo mobiliario y con los mismos instrumentos, los alumnos se
quedan horas y horas sentadas haciendo lengua, matemáticas, arte, música, etc.
Plantea una escuela hecha de espacios fuertemente significativos en la que los
alumnos reconozcan las materias por medio de su ambientación. Además, fomenta
a los escolares a vivir una experiencia verdadera y con autonomía fuera de los
centros escolares, es decir, en las calles. Y es que a partir de esta que se ha
replanteado la discusión de la “escuela-fortaleza” o “escuela-plaza pública” (Borja,
2003). Entonces, entrando ya al ámbito de la calle, nos enfocamos en el último plano
que nos interesa de la clasificación de Burden (2013):

Plano Cerco. Entendido como la fachada de la edificación. Espacio el cual sirve


como límite entre lo público y lo privado. A su vez, le da carácter a la calle, ya sea
por su uso (residencial, comercial, cultural) y su diseño (homogéneo, heterogéneo,
homogéneo-heterogéneo). En dependencia a esto, la circulación por parte de los
usuarios puede ser más o menos intensa.

Efectivamente, en el Plano Cerco, el elemento arquitectónico único por excelencia


que relaciona una edificación con su entorno es la fachada. Y es que por definición,
la fachada limita el campo visual y define los espacios individuales, es decir,
contribuyen a enriquecer la experiencia del usuario y ayudan a tomar conciencia de
que el espacio es un lugar propio. Generan la posibilidad de que la vida interna de
un edificio, o las actividades que se desarrollan en su vereda, entren en contacto
con la ciudad. Es a través de esta área que puede salir, lo que antes se desarrollaba
adentro de un recinto cerrado, e integrarse al espacio público. (Gehl, 2010). De esta
manera, se conforma a la fachada de los centros escolares como un elemento
integrador con su entorno urbano capaz de organizar, brindan confort y seguridad a
nuestras experiencias. Según Gehl (2010) las experiencias urbanas surgen a partir
de dos tipos de borde, en los cuales la fachada cumple un papel fundamental:

Borde duro. Las plantas sobre la vereda se encuentran cerradas y los peatones
deben recorrer grandes distancias frente a muros ciegos, de frentes vidriados
oscuros o mampostería. Se cuentan pocas puertas y hay pocas oportunidades para
entrar en contacto con experiencias significativas, con lo cual no habría razón para
caminar por esta zona salvo por una actividad necesaria.

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Borde blando. Con fachadas transparentes y ventanales grandes, que cuentan con
una oferta cuantiosa y variada de elementos. En este escenario hay mucho por ver
y por tocar, donde sobran las razones para pasear de forma lenta y detenerse a
mirar. Aumenta la posibilidad que se use la calle para actividades opcionales y
sociales.

Entonces, el nivel de vitalidad de una calle depende del tipo de borde urbano, en
ese sentido, la fachada cumple un papel fundamental. Según lo analizado, la
“Escuela tradicional” se caracteriza por tener centros escolares del tipo “escuela-
fortaleza” (Borja, 2003), que partiendo del interior del recinto hacia el exterior, se
desvinculan tanto física como socialmente de su entorno urbano. Es muy común ver
hoy en día como los centros escolares limitan su reciento por medio de altos y largos
muros opacos, que dependiendo de su escala, dejan una imagen fría y monótona
en la ciudad. Lo cual limita la vigilancia natural tanto del exterior hacia el interior del
centro escolar como del interior del centro escolar hacia el exterior. En ese sentido,
los escolares no se percatan de lo que sucede en la calle, no hasta que salgan del
recinto. Y es que según el manual de Planificación, diseño urbano y gestión para
espacios seguros de Politécnico Di Milano (2006), la visibilidad permite que las
personas vean su propio entorno, pero también permite que sean vistas mientras
utilizan el espacio público, lo cual determina el máximo nivel posible de control
espontáneo. Bajo una óptica de seguridad, las calles deberían estar planeadas
considerando la capacidad de poder ser vistos por los edificios adyacentes, tener
claras líneas visuales, sin impedimentos a la vista o visuales cerradas (Jacobs,
1961). En ese sentido, según Gehl, para que la calle tenga vitalidad, su fachada
debe tener ciertas características:

Transparencia. La experiencia de caminar por la ciudad mejora si los peatones


pueden ver lo que ocurre dentro de los edificios con los que se van cruzando. Y esto
funciona para los que están adentro también.

Variedad. Un edificio debe ofrecer una gran cantidad de atractivos. Además de las
texturas y los materiales, la planta baja siempre debe contener una gran riqueza de
formas y detalles acorde a una escala.

Verticalidad. Las plantas a nivel de la vereda que cuentan con una resolución formal
con ritmo vertical dan lugar a paseos más interesantes. También aparentan ser más
bajos, en comparación con frentes donde predominan las formas y los detalles
horizontales.

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Entonces, se resalta el uso de muros más permeables y menos opacos, de distintas
formas y escalas, de materiales atractivos y duraderos, de diferentes texturas y
colores, y de elementos arquitectónicos de ritmo vertical. De esta manera, la fachada
de los centros escolares se caracterizaría por ser abierta, interactiva, interesante y
a escala lo cual posibilita un mayor control visual, una mejor experiencia peatonal y
un sentido de seguridad sobre la calle. Si bien, las características están claras, es
necesario establecer que el grado de experiencia sobre un determinado elemento
depende de la percepción de la personas. En ese sentido, según Burden (2013) las
personas perciben el espacio de dos maneras:

Dimensión vertical. El ojo humano percibe el espacio dentro de los ángulos de 50°-
55° por encima, y 70°- 80° por debajo de una línea horizontal, 50° si asumimos la
media altura de los ojos de alguien que camina por la calle, el diagrama revela que
la altura vertical más intensamente vivida por el peatón es el inferior a dos pisos de
un edificio

Dimensión horizontal. La experiencia se produce dentro de los 7 metros más


cercanos del espectador. Esta es la escala a la que los sentidos están más
comprometidos con las complejidades de articulación fachada, entradas, la
transparencia, texturas, toldos, letreros, y detalles arquitectónicos.

Estas dimensiones, se basan en el espacio perceptual de mayor influencia que


presenta una persona, el cual es el que brinda la mayor cantidad de estímulos y
experiencias a nuestros sentidos. En el caso de la dimensión vertical, este se
relaciona con la percepción de las alturas de las edificaciones, con un umbral
máximo de dos niveles, en ese sentido, el rango de confort de nuestro campo visual
toma el ángulo de 30° encima de la línea horizontal, por considerarse como el límite
de la percepción cromática. Esto debido al hecho que nos es de mayor comodidad
el mirar bajo la línea horizontal que arriba de ella.

“Nuestra vista se ha desarrollado de modo tal que nos permite caminar sobre un
plano horizontal. No podemos observar mucho cuando miramos hacia arriba, y
cuando tratamos de mirar hacia abajo para eludir obstáculos en nuestro camino, la
situación es solo parcialmente mejor. A esto hay que sumarle que tendemos a bajar
la cabeza 10° cuando caminamos” (Gelh, 2010, 39)

Si hablamos de la dimensión horizontal, esta se relaciona en la percepción de las


distancias de las calles, las personas podemos distinguir diversos elementos a partir
de los 100m, en esta el ojo puede distinguir puntos de regencia, se considera esta
distancia a escala de calle, a partir de los 25m puede comenzar a leer las

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expresiones faciales, se considera esta distancia a escala de edifico, y es entre los
7m donde se establecen las experiencias más intensas, se considera esta distancia
a escala humana (Burden, 2013).

En base a estos rangos, se establece un plano virtual el cual establecerá el espacio


en la cual se analizara la fachada, en ese sentido se debe aclarar que las variables
cualitativas no deberían ser analizadas fuera de los límites de este plano virtual.
Entonces, para que una fachada se considere permeable, según Espacios urbanos
seguros del Ministerio de Vivienda y Urbanismo de Chile (2003), al menos un 50%
en su longitud debe ser transparente lo cual garantizaría el control visual, en el caso
de la variedad, según Gelh (2010) la fachada debería establecer una nueva visual
por cada rango, es decir, debería presentar algún elemento compositivo diferencial,
de la misma manera, para que tenga ritmo vertical, en cada rango debería haber al
menos un elemento formal de carácter vertical que contraste proporcionalmente con
la horizontalidad.

“Es importante que haya una articulación entre la fachada de la planta baja y el
remate del edificio. Esto hace que los paseos parezcan más cortos y más
interesantes. Por el contrario, si los frentes se resuelven con una preponderancia de
elementos compositivos horizontales, las distancias se sienten más y la caminata se
torna más cansadora Los edificios con un remate de ritmo vertical, ayudan a mejorar
la experiencia del peatón” (Gelh, 2010, 79)

En el caso de los ingresos, aclaremos que no todos los centros escolares tienen una
misma escala, existen centros escolares tanto de escala residencial como de escala
metropolitana, evidentemente que son los de mayor magnitud los que tienen un
mayor impacto en la ciudad, y en consecuencia, los que más interesan. En el caso
de los centros escolares de escala residencial, la gran mayoría presenta un solo
ingreso peatonal, esto en relación a su población y tamaño. Sin embargo, es común
ver centros escolares de gran escala que se caracterizan por tener uno o dos
ingresos exclusivos para el peatón. Posiblemente por una cuestión sobre control de
accesos, pese a esto, su control visual es limitado, ya que su enfoque abarca
solamente en uno o dos puntos sobre la calle. Y es que, según Gelh (2010), la mejor
manera de lograr oportunidades de intercambio entre lo público y lo privado se da
cuando a lo largo de una calle se encuentra una gran cantidad de puertas ya que
proveen mejores posibilidades de control sobre el espacio inmediato. Los espacios
que cuentan con condiciones de acceso convenientes para el tránsito peatonal
favorecen la percepción de seguridad, pues ellas permiten un tránsito continuo y

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expedito para el peatón. En ese caso, los ingresos de los centros escolares tendrían
la capacidad de tener un control visual en más puntos sobre la calle.

Imagen 9. Fachadas permeables e interactivas. Fuente: Diseño Activo (2013)

Ahora, el control visual de la calle no solo depende de la fachada, también del


mobiliario urbano. En base a lo analizado, el mobiliario urbano es capaz de generar
permanencias para los diversos tipos de actividades, esto depende de su calidad,
ubicación y estado (Huerta, 2007; Gelh, 2010). Pero, para que su uso en la calle sea
continuo es efectiva una buena iluminación. Según Espacios urbanos seguros del
Ministerio de Vivienda y Urbanismo de Chile (2003), una buena iluminación permite
el uso del espacio (tanto público como privado) de modo más intenso y reduce el
miedo de a la criminalidad. Las personas se sienten más seguras si pueden ver y
valorar fácilmente a quién se encuentran por la calle. Pero para conseguir una buena
visibilidad no basta un alto nivel de iluminación. La distribución, la colocación y el
diseño de las instalaciones son también muy importantes. A lo largo de los pasos
peatonales, la iluminación tiene que ser claramente visible. Además, el manual de
Planificación, diseño urbano y gestión para espacios seguros de Politécnico Di
Milano (2006) menciona que la falta de actividades durante las horas de la noche
puede compensarse con una buena iluminación, que ayuda a reducir ansiedad y
miedo. La experiencia además enseña cómo una buena iluminación favorece el
desarrollo de actividades durante la noche. En ese sentido, tanto escolares como
no escolares tendrían la posibilidad de usar de manera más intensa la calle sin
depender tanto de una temporalidad. Según Espacios urbanos seguros del
Ministerio de Vivienda y Urbanismo de Chile (2003), para que la iluminación sea
considerada adecuada debe cumplir con determinadas características:

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 Ser homogénea o uniforme, en vista que la alternancia de áreas iluminadas y
áreas oscuras puede provocar incomodidad y hacer menos visible o reconocible
el entorno.

 Capaz de hacer posible reconocer fácilmente un rostro a una distancia mínima


de 15.

 Usar luz blanca, ya que no distorsiona los colores y permite mayor nitidez de las
formas, principalmente facciones de rostros e identificación de los colores reales.

 Que dirijan exclusivamente la luz al suelo, focalizada a 45° hacia el suelo, lo que
permite distinguir nítidamente los elementos existentes.

 El distanciamiento lineal de los postes de iluminación se basa en su relación con


la altura, el cual debería estar en el rango de 3.5 – 4.

Entonces, para que un centro escolar contempla un entorno urbano seguro debe
caracterizarse por tener una buena visibilidad por parte múltiples usuarios, esto
implica una fachada transparente (permeabilidad, porosidad), variada (formas,
materiales, texturas, colores) y vertical (elementos de ritmo vertical). Además, de
varios ingresos y una buena iluminación. De esta manera, se posibilita en una mejor
permeabilidad e interactividad del centro escolar con la calle y en el uso del
mobiliario urbano ya sea de día o de noche. Ahora, en vista de la claridad de las
condicionantes que determinan si las características arquitectónicas de los límites
del centro escolar generan seguridad o no, se es necesario abordar las específicas
del usuario de interés de este estudio, el escolar. Y es que la calle entorno a los
centros escolares termina siendo parte del imaginario común de los niños, ya sea
como un espacio de circulación o de permanencia. En vista de esto, se abordara al
niño como punto de referencia en el siguiente análisis.

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2.2 Los centros escolares y el niño

En las últimas décadas, la ciudad ha renunciado a la escala humana, a tener a sus


ciudadanos como referencia y parámetro, y se ha convertido en un espacio, de
hecho, reservado a los autos. Éstos han invadido los espacios públicos de la ciudad,
privatizándolos, sustrayéndolos al posible uso de quien se mueve a pie o en bicicleta
(Tonucci, 2009). En definitiva, el auto se conforma como uno de los principales
factores por el cual muchos de las calles son consideradas inseguras, en conjunto
con una infraestructura vial que muchas veces no cubre todas las necesidades
básicas de habitabilidad urbana.

“La ciudad, su administración, ha elegido como ciudadano prototipo a un ciudadano


varón, adulto y trabajador. Ha adaptado las ciudades a sus exigencias, ha intentado
responder a sus peticiones garantizando, de este modo, el consentimiento electoral
del ciudadano fuerte. Así, ha traicionado las exigencias y los derechos de quien no
es varón, no es adulto, no es trabajador, no es conductor. Con la consecuencia de
que, en esta ciudad, han desaparecido los ancianos, los discapacitados y los niños”
(Tonucci, 2009, 51)

En ese sentido, la creación de un entorno seguro en la ciudad no puede quedar solo


en manos de los planificadores urbanos y los responsables políticos. Los niños
deben tener voz en un diálogo esencial “niños-centro escolar-comunidad” sobre los
múltiples factores sociales, culturales, educativos, medioambientales y normativos
que hacen de nuestras calles un lugar inseguro o inaccesible para ellos
(Zomervrucht, 2005). Y es que antes, los niños jugaban en las calles, salían de sus
casas cada mañana y emprendían camino al colegio. Hace unos años era una
práctica normal, cotidiana y saludable que se ha ido perdiendo, sobre todo en las
grandes ciudades, donde se ha sustituido por la de miles de vehículos tomando las
calles en doble o triple fila a las puertas de los centros escolares, con jóvenes y niños
que entran y salen presurosos. Unos niños cada vez más sedentarios y menos
autónomos y unas calles cada vez más atestada de vehículos y menos de peatones
(García, 2009). Esto es importante ya que es bien conocido que jugar al aire libre y
la independencia de movimientos produce un efecto positivo en la salud física y
mental de los niños.

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Imagen 10. Viñeta de la calles como espacio accesible para los niños. Fuente: La ciudad de los niños (1997)

Es necesario, por ello, mirar el entorno con ojos de niño para poder modificarlo a la
medida y de acuerdo con las necesidades de este colectivo, asegurando así que las
mejoras repercuta en toda la ciudadanía. Es importante implicar a los niños y a los
jóvenes en un rol mucho más protagónico, que los involucre como los autores de su
propia ciudad. La intención es generar un sentimiento de pertenencia, de respon-
sabilidad y de ciudadanía (Avellaneda y Galak, 2010). Los niños, se diferencian de
los peatones adultos en un aspecto bastante significativo. Para ellos, desplazarse
no significa solo ir de un lugar a otro, lo que les importa no es llegar cuanto antes al
destino deseado; todo lo contrario, para los niños, los desplazamientos constituyen
un momento de exploración del entorno y significan una fuente de conocimiento de
la realidad que los rodea. Pero, esta forma de disfrutar del espacio público solo es
posible, en gran medida, si no tienen que supeditarse a las necesidades y a los
deseos de los adultos que los acompañan. (Román y Pernas, 2009). Entonces, el
desplazamiento repercute en el entendimiento del entorno urbano de los niños.

El entendimiento de un entorno urbano se establece a partir del modo de como uno


lo recorre, este puede ser caminando, en bicicleta o en auto, en ese sentido, se
categoriza el desplazamiento a partir de la velocidad. Es preciso recalcar que tanto
nuestros sentidos como nuestro sistema de percepción están adaptados al
movimiento peatonal. Entonces, cuando se camina a una velocidad nominal de entre
4 y 5 kilómetros por hora, se tiene tiempo de ver donde pisamos y de observar qué
está ocurriendo alrededor nuestro. Sin embargo, un auto que va a 50, 80 o 100
kilómetros por hora, se pierde la oportunidad de percibir detalles y de mirar a las
personas. Es en base a estas velocidades que se establece una arquitectura a

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escala en la ciudad. La escala de los 5 km por hora cuenta con espacios chicos,
pequeños carteles, numerosos detalles y mucha gente. La escala de los 60 km por
hora, por su parte, necesita espacios y señalética grande, y no tiene detalles. A esa
velocidad, es imposible ver ni detalles ni personas (Gelh, 2010).

Entonces, se establece el recorrer preferentemente un entorno urbano a una


velocidad de 5 km/h, ya que genera mejores experiencias. Sin embargo, los niños
han perdido la oportunidad de experimentar y descubrir su ciudad, proceso que
normalmente se inicia en el trayecto cotidiano a los centros escolares. Los
problemas de accidentes de tránsito, de infraestructura deficiente para el peatón, así
como el creciente vandalismo producen una agorafobia creciente que da como
resultado la reticencia de los adultos para dejar ir a sus hijos solos a la escuela.
(Avellaneda y Galak, 2010). En consecuencia, el trayecto a los centros escolares se
hace mayoritariamente en auto, bajo la vigilancia de un adulto. Ya que se concibe al
auto como el medio de transporte más rápido y seguro en el traslado de los niños al
centro escolar, y es que de esta manera se deja directamente en el ingreso del
centro escolar. Es verdad que las distancias pueden justificar de alguna manera su
inevitable presencia a las afueras de los centros escolares. Pese a esto, no es
equivocado decir que exista un sobre uso. En todo caso, el problema aquí recae en
los niños que son trasladados de sus hogares al centro escolar a una velocidad de
60km/h, y es que al ser dejados en el ingreso o cerca a este, no establecen un
reconocimiento adecuado del entorno urbano, ya que su desplazamiento por la calle
es reducido. En consecuencia, se torna en la pérdida de confianza y autonomía de
los niños.

Ahora si nos concentramos en los escolares que si se tienen un desplazamiento a


una velocidad 5km/h, referidos a los que van caminando, no desaparece la influencia
del auto, en ese sentido debería de considerarse las características físicas y
antropométricas de los niños en la conformación de las condiciones arquitectónicas
y urbanas de la calle. Y es que, en la circulación, el comportamiento de los niños es
poco previsible en la medida que a veces están muy atentos y vigilantes, y en otras
se distraen y son impulsivos (Avellaneda y Galak, 2010).

Entre las principales características del niño encontramos su campo visual de 70°
en la línea horizontal, este es reducido a diferencia del adulto que presenta uno de
180°. Esto implica que el niño necesita de una calle organizada, bajo ámbito
informativo compuesto por postes de señalización, paneles de información,
semáforos, líneas cebras debidamente ubicados y articulados de manera estratégica

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con la finalidad que el niño tenga la capacidad de orientarse adecuadamente. Otra
característica es su baja estatura, se estima que su altura que esta entre 1.15m y
1.55m, esta provoca que muchos de los obstáculos presentes en las calles como los
autos les obstruyan la vista o en todo caso los esconda, hay que tener en cuenta
que los niños muy a menudo confunden el poder ver con el ser vistos. En ese
sentido, las calles entorno a los centros escolares no deben caracterizarse por estar
atestado de autos estacionados de manera permanente a lo largo de la calle, sino
que estos deben de establecerse a partir de un uso temporal y organizado que
permita una adecuada visibilidad (García, 2009). Otra característica es que tardan 3
a 4 segundos en percibir un objeto en movimiento, en base a esto, saber si un auto
está detenido o en movimiento requiere de un espacio de tiempo en el cual el niño
tenga la plena seguridad de saber lo realmente sucede. Otra característica es que
confunden altura con alejamiento, por lo cual un auto pequeño muy próximo les
parece tan distante como un camión que está lejos. Una última característica es que
no determinan con precesión el origen de los sonidos (Avellaneda y Galak, 2010).

Si bien la calle se concibe como un espacio propenso al peligro, este se relaciona


con el estado de alerta intrínseco que tienen las personas, este no solo es percibido
por los adultos, no hay que dejar de lado las capacidades del niño de poder
establecer sus propios criterios respecto a lo peligroso que puede ser un
determinado lugar. La retención del niño a estar en la calle no le garantiza seguridad,
es más, al negarle enfrentarse a los peligros de la calle lo hacen dependientes de
los espacios cerrados y protectores, como lo son actualmente los centros escolares,
en consecuencia tornaría de manera prejuiciosa en la percepción de la calle como
un espacio inseguro.

“Si el niño no puede explorar, buscar, investigar, difícilmente puede encontrarse


frente a problemas desconocidos con el deseo de afrontarlos y resolverlos solo;
difícilmente podrá vivir la emoción de encontrar nuevas soluciones, no ortodoxas y,
sin embargo, eficaces. Si el adulto siempre está presente, difícilmente se puede
evitar pedir su ayuda y aceptar sus respuestas, sus verdades” (Tonucci, 2009, 53)

En vista de esto, es recomendable el priorizar el desplazamiento a una velocidad


de 5km/h, a esto añadir el hecho que deben hacerlo solos, las calles entorno a los
centros escolares deben apertura en un gran paleta de posibilidades, sobre todo al
salir del centro escolar relacionados con el juego y esparcimiento, de esta manera,
la autonomía de los niños podrá ser un camino seguro para la recuperación de la
vitalidad en las ciudades. Si los niños pueden ir solos al colegio, bajar a jugar con

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los amigos a los espacios públicos de la ciudad, también los ancianos, los
discapacitados y todos los ciudadanos podrán vivir de nuevo la experiencia del
paseo y del encuentro. Para conseguirlo, hay que dar la vuelta a la jerarquía. En vez
de intentar mejorar el tráfico, garanticemos primero la movilidad de los peatones.

“El número de niños autónomos aumentará mucho y los efectos de la presencia de


los niños en las calles será sorprendente: las calles serán más seguras; no porque
aumenten las medidas de protección (policía, cámaras de video, sistemas
electrónicos de alarmas), sino porque aumentará la atención y la relación entre los
ciudadanos. Los niños se convierten en una preocupación de todos y esto produce
solidaridad y seguridad” (Tonucci, 2009, 56)

Imagen 11. Viñeta de niños dirigiéndose solos al colegio. Fuente: La ciudad de los niños (1997)

Finalmente, cabe mencionar el hecho que se le exige a la escuela una reinvención


o un nuevo modelo el cual pueda estimular una dialéctica positiva con la ciudad. Una
escuela más democrática con la participación de diferentes colectivos sociales de
su entorno urbano. Y es que el proyecto educativo no lo puede generar solamente
la escuela, sino el conjunto de la sociedad (Tonucci, 1997). Porque finalmente de lo
que se trata es de hacer posible que cada uno construya un proyecto de vida con
sentido y la escuela no lo pueda proporcionar de manera aislada. Jóvenes y niños,
maestros y responsables de la escuela pueden, y deben salir a la calle. No solo
individual o informalmente, sino como escuela institucionalmente. Como en la
gestión social y cultural de servicios y actividades barriales en lo que respecta a
circulación, mantenimiento y mejora de espacios públicos que son tareas o
actividades del vivir común (Borja, 2003).

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Entonces, para que un centro escolar contempla un entorno urbano seguro debe
caracterizarse por ser accesible para los niños, esto implica la posibilidad de un
desplazamiento a una velocidad de 5km/h lejos de la obstrucción de los autos, una
estructura urbana articulada y una buena señalización, lo que permite al niño en el
vivir de experiencias de exploración y la asimilación del ámbito que lo rodea.
Además, genera en el aumento de su confianza y autonomía. De esta manera, se
puede concluir que la percepción de seguridad en las calles entorno a los centros
escolares depende de su grado de visibilidad (fachada, ingresos, iluminación) y
accesibilidad (articulación, señalización).

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MARCO NORMATIVO

1. Reglamento nacional de edificaciones - Educación

En el capítulo II, referente a la habitabilidad urbana, en la sección componentes


de diseño urbano, se establece un ancho de 3m para el área de
estacionamientos, en la sección mobiliario urbano, la normativa estipula que su
instalación está bajo la jurisdicción de la municipalidad, por lo que su la
ubicación, el correcto diseño y su buena articulación en el entorno urbano
depende de la gestión administrativa municipal, en cuanto a la señalización,
predomina la vehicular, sin embargo, cuenta con algunas en relación a los
centros escolares, principalmente la que concibe la zona como un circuito
escolar. Se considera que los semáforos para el control del tránsito
ordinariamente no deben ser instalados en cruces escolares donde puedan ser
usados con efectividad patrulleros infantiles. Pese a esto, estos siguen siendo
una posibilidad.

En el capítulo III, referente a las edificaciones, en la sección arquitectura


educativa, la normativa establece que de acuerdo a su ubicación se tomara en
consideración la posibilidad de su uso por parte de la comunidad, en ese sentido,
se considera al centro escolar en la posibilidad de ser considerado un
equipamiento público el cual sirva sus instalaciones para la realización de
diversas actividades por parte de la ciudadanía, además, con respecto al diseño
arquitectónico, se tiene entre sus requisitos el aislamiento de ruidos provenientes
del exterior.

Entonces, en el marco del Reglamento nacional de edificaciones, se establecen


aspectos muy generales en relación a las calles entorno a los centros escolares.
En el apartado del mobiliario urbano, su diseño cae bajo la jurisdicción de los
municipios, por lo que los resultados son variables. Sin embargo, algo a recalcar
es el hecho de posibilitar el uso de centros escolares por parte de la comunidad
en un ámbito más de interacción social que educativo. De esta manera, se
reconoce el potencial de los centros escolares como espacios para la
construcción de ciudadanía. Ahora, aclaremos que esta sección está respaldada
por la normativa del MINEDU, en la que se abarcan aspectos más específicos.

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2. Normas técnicas para el diseño de locales de educación básica regular

En el capítulo II, referente a las normar de los espacios, en la sección ubicación,


la normativa establece las intersecciones con carreteras, vías principales o vías
férreas como ubicaciones no aptas para los centros escolares. Esto en vista que
se caracterizan por ser vías de alta velocidad, lo que trae consigo la posibilidad
de accidentes de tránsito, en ese sentido resulta pertinente el establecimiento de
los centros escolares lejos de estos puntos.

En el capítulo III, referente a las normas de diseño, en la sección criterios


generales de diseño, la normativa establece que en el diseño de los proyectos
se tendrá en cuenta su integración con el entorno físico, social, cultural y
medioambiental. A su vez, en la sección del diseño de espacios exteriores, la
normativa establece que los estos deben ser diseñados de tal manera que
consideren las características del entorno, que los espacios exteriores deben
constituirse en un lugar más de aprendizaje estrechamente vinculados con los
espacios interiores, se debe en cada caso generar un espacio público en la zona
de acceso que caracterice al edificio. De esta manera, en ambas secciones se
establece que los centros escolares deben ser diseñados de tal manera que se
integren a su entorno. En base a lo ya analizado, estos criterios deberían estar
bajo el marco del sentido de territorialidad al incentivar a los niños en un rol más
protagónico de ciudadanía en los espacios públicos. La posibilidad de darle a los
escolares espacios públicos en la cual pueden interactuar con la ciudad y crear
momentos de exploración y experimentación en la construcción de su
autonomía.

En la sección ingresos y circulaciones, la normativa establece que los accesos


al local educativo para los alumnos deben darse preferiblemente por las calles
de tráfico vehicular de menor intensidad. Las zonas de acceso y el entorno al
perímetro del local educativo, deben estar convenientemente iluminadas y
señalizadas como zona educativa para garantizar su seguridad, las veredas de
circulación peatonal, deben diseñarse garantizando la existencia de un paso libre
de cualquier obstáculo, deben responder al volumen y tipo de desplazamiento
peatonal al que tienen que servir y deben diseñarse de modo que sigan las
direcciones lógicas y naturales; el ancho mínimo de veredas principales deberá

| 38
acomodar entre 4 a 6 personas una al lado de la otra (hora pico de mayor
demanda) entre 1.50m y 2.40m. En cuanto a las rampas, se establece un ancho
mínimo de 0.90m. Entonces, en base a un marco de accesibilidad se establecen
parámetros de dimensionamiento de manera responda a la intensidad de flujos.
A esto se le añade aspectos como la iluminación y señalización.

En la sección cercos, la normativa establece que es básicamente un elemento


arquitectónico de protección de las instalaciones del centro escolar. El diseño de
los cercos debe ser concebido de acuerdo a la función que cumple, y puede
proyectarse de material de construcción o de elementos vegetales,
transparentes, opacos, mixtos, recomendándose una altura de 3.00m. Todo el
cercado o parte de él puede diseñarse de forma que pueda ser utilizado, desde
el exterior del local, como mobiliario urbano de forma que quede integrado con
el entorno. Finalmente, por la función de protección que cumplen los cercos,
podrán dejar de requerirse en la medida que la comunidad adquiera el nivel de
conciencia cívica que supere el problema de seguridad. Entonces, los cercos se
conforman como fachadas interactivas con su entorno, en la medida que puedan
ser utilizados como lugares de apoyo, de asiento, de protección, entre otros.

Finalmente en la sección vegetación y jardines, la normativa establece que la


vegetación además de ser utilizada como elemento decorativo, puede cumplir
otras funciones en el diseño de locales educativos tales como elemento limitante
de espacios exteriores, defensa y ambientador de áreas que requieren
protección, protección visual (árboles, setos espesos) para áreas que requieran
privacidad con respecto al exterior.

En las Normas técnicas para el diseño de locales de educación básica regular,


se establecen normas más puntuales. Se enfatiza claramente en el control de
accesos y la ubicación del centro escolar. Además, se toman aspectos como las
circulaciones y su relación con el espacio público, en los cuales en términos de
accesibilidad establecen el dimensionamiento de la vereda como variable que
condiciona la seguridad del entorno. A esto se añade la relevancia del diseño del
cerco en la posibilidad de ser un límite activo. En ese sentido, quienes toman la
posta en la aplicación de estos criterios son los mismos centros escolares.

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CASO DE ESTUDIO

Colegio Peruano-chino Juan XXIII

Imagen 12. Plano del colegio Juan XXIII. Fuente: Elaborado por el autor en base al plano catastral de San Miguel

El centro escolar se ubicado en el distrito de San Miguel, en la urbanización Santa


Florencia. Entre el jirón Caminos del Inca y jirón Ayacucho. Su entorno urbano se
caracteriza por ser de uso residencial y con presencia de actividad comercial. Frente a
este se encuentra el parque Juan XXIII, el cual se establece como el principal lugar de
esparcimiento y recreación de la zona. Al abarcar una manzana entera, el centro escolar
se caracteriza por tener cuatro frentes con cuatro ingresos. Está compuesta por una
completa infraestructura académica, tales como un coliseo, una pista atlética, una
piscina, un museo y una capilla. Se caracteriza por ser bastante compacto, lo que se
evidencia en la presencia de sus edificaciones casi en el límite de sus frentes.

El caso de estudio responde al analisis de un centro escolar de carácter privado, en un


entorno de residencial, espacios publicos y vias distritales.

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Colegio Emblemático Bartolomé Herrera

Imagen 13. Plano del colegio Bartolomé Herrera. Fuente: Elaborado por el autor en base al plano catastral de San
Miguel

El centro escolar se ubicado en el distrito de San Miguel, en la urbanización San


Miguelito. Entre el jirón Miguel Umamuno y jirón Jorge Castro. Su entorno urbano se
caracteriza por ser de uso comercial y residencial. Frente a este se encuentra la avenida
La Marina, el cual se establece como la principal vía de acceso así como el de mayor
actividad. Al abarcar una manzana entera, el centro escolar se caracteriza por tener
cuatro frentes con cinco ingresos. Se compone por una completa infraestructura
académica, tales como un coliseo, una pista atlética, una cancha de futbol y canchas de
vóley. Se caracteriza por estar compuesto mayoritariamente por áreas verdes y pocas
edificaciones, lo que se evidencia en un frente en su mayoría libre de edificaciones.

El caso de estudio responde al analisis de un centro escolar de carácter estatal, en un


entorno de comercial y de vias de metropolitanas.

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HIPOTESIS

La percepción de inseguridad en las calles entorno a los centros escolares depende de


su relación con la visibilidad, la accesibilidad y la territorialidad que se evidencian en:

 La permeabilidad e interactividad de la fachada del centro escolar con la calle.

 La circulación, fluidez y orientación en las veredas y cruces peatonales de la


calle.

 La apropiación por parte de los múltiples usuarios, entre escolares y no


escolares, de la calle para la realización de diferentes tipos de actividades.

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OBJETIVOS
Objetivo general

Promover en el diseño de espacios públicos de calidad acorde a un determinado


contexto urbano, aportando al conocimiento de las variables que se deben contemplar
para asegurar un ambiente de seguridad y de alta intensidad de uso en las calles entorno
a los centros escolares.

Objetivos específicos

 Identificar las variables que otorgan calidad al diseño de una fachada de un


centro escolar en la necesidad de generar permeabilidad e interactividad con
calle.

 Identificar las variables que deben ser consideradas en el diseño de las veredas
y cruces peatonales entorno a un centro escolar en la necesidad de generar una
buena circulación, fluidez y orientación en la calle.

 Identificar las variables que resultan en el uso de la calle como espacio público
entorno a un centro escolar en la necesidad de generar una buena apropiación
por parte de los múltiples usuarios, entre escolares y no escolares, para la
realización de diferentes tipos de actividades.

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VARIABLES

Dependiente

La percepción de inseguridad de las calles entorno a los centros escolares.

Independiente

 La permeabilidad e interactividad de la fachada del centro escolar con la calle.

Condiciones
 Transparencia: Para el control visual interior-exterior y viceversa.
 Variedad: Para el ver y experimentar situaciones de interés.
 Verticalidad: Para la escala peatonal.

 La circulación, fluidez y orientación en los pasos peatonales de la calle.

Condiciones
 Dimensionamiento: Para la intensidad de flujo peatonal.
 Articulación: Para el libre desplazamiento de los usuarios en la aceras y
cruces peatonales.
 Señalización: Para la orientación de los usuarios.

 La apropiación por parte de los múltiples usuarios, entre escolares y no


escolares, de la calle.

Condiciones
 Ergonomía: Para el uso y permanencia de los usuarios.
 Activación: Para el control espontaneo.

| 45
METODOLOGIA

VARIABLES METODOLOGIAS
La percepción de Sondeo Entrevista a los escolares acorde al
inseguridad de las calles tema de la inseguridad y su relación
entorno a los centros con aspectos como la fachada, los
INSEGURIDAD
DEPENDIENTE

escolares. ingresos, la iluminación, la


estructura urbana y el
desplazamiento.

La permeabilidad e Transparencia Determinación del grado de


interactividad de la transparencia en base a un mínimo
fachada de 50% de la longitud.
Fotografías, cortes y elevaciones

Variedad Determinación del grado de


VISIBILIDAD

variedad en base a la diversidad de


visuales por cada rango de hasta
7m. Materialidad, textura, color de
los muros.
Fotografías, cortes y elevaciones
Verticalidad Determinación del grado de
verticalidad en base la presencia de
elementos formales con ritmo
vertical por cada rango de hasta 7m.
Altura de cerco de 3m.
Fotografías, cortes y elevaciones
La circulación, fluidez y Dimensionamiento Cumplimiento de los anchos
orientación en las mínimos de vereda de 1.50m y
veredas y cruces 2.40m en relación al volumen de
peatonales flujos. Presencia de elementos
barrera.
Fotografías, plantas y cortes
INDEPENDIENTE

ACCESIBILIDAD

Articulación Rampas y cruces peatonales


Mapeos de flujos.
Control de accesos.
Fotografías y plantas

Señalización Identificación de señales de tránsito,


panales de información u otros.
Fotografías y plantas

La apropiación por parte Ergonomía Identificación del mobiliario que


de los múltiples usuarios compone la estructura urbana de la
de la calle calle. Iluminación, vegetación,
TERRITORIALIDADD

bancas, tachos de basura, cabinas


telefónicas.
Mantenimiento
Fotografías
Activación Mapeos de usos y dinámicas
urbanas en el entorno urbano.
Comercio, equipamiento espacio
público.
Permanentes y espontáneos.
Fotografías y plantas

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ANALISIS DEL CASO

CASO: COLEGIO PERUANO-CHINO JUAN XXIII (SAN MIGUEL)

VISIBILIDAD: PERMEABLE E INTERACTIVA

Imagen 14. Plano del colegio Juan XXIII. Fuente: Elaborado por el autor en base al plano catastral de San Miguel

Para el análisis de la visibilidad se tomara como punto de visión la altura de los ojos de
un niño (1.35m) en base a la estimación de su altura promedio (1.45m). A su vez, un
ángulo de 30° sobre, y de 25° bajo de la línea horizontal. También, se establecerá un
rango no mayor a 7m como límite perceptual. De esta manera, se proyectara en la
fachada un plano virtual, el cual se establecerá como el área a analizar.

| 47
Fachada Este

Imagen 15. Jirón Mariscal Ramón Castilla. Longitud total aproximada de 210m. Fotografía del autor

Corte - Relación Interior- Exterior

Imagen 16. Corte del jirón Mariscal Ramón Castilla. Visibilidad del interior al exterior. Elaborado por autor

Corte - Relación Exterior- Interior

Imagen 17. Corte del jirón Mariscal Ramón Castilla. Visibilidad del exterior al interior. Elaborado por autor

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Fachada Norte

Imagen 18. Jirón Caminos del Inca. Longitud total aproximada de 65m. Fotografía del autor

Corte - Relación Interior- Exterior

Imagen 19. Corte del jirón Caminos del Inca. Visibilidad del interior al exterior. Elaborado por autor

Corte - Relación Exterior- Interior

Imagen 20. Corte del jirón Caminos del Inca. Visibilidad del interior al exterior. Elaborado por autor

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Cerco – Tipología 1

Transparencia

Imagen 21. Elevación de la Fachada Este y Norte. Subdivisión en planos virtuales de 5.1m x 2m. Elaborado por autor

El 100% del cerco tipo 1 de la fachada Este y Norte son muros opacos, por lo que no es
una fachada permeable.

Variedad

Imagen 22. Elevación de la Fachada Este y Norte. Subdivisión en planos virtuales de 5.1m x 2m. Elaborado por autor

Todos los planos son iguales. Todos tienen la misma materialidad, la misma textura y el
mismo color, por lo que no es una fachada variada.

Verticalidad

Imagen 23. Elevación de la Fachada Este y Norte. Subdivisión en planos virtuales de 5.1m x 2m. Elaborado por autor

El cerco de la fachada tiene una altura de 5.5m, lo cual pasa del límite de 3m, y no
presenta diversidad de elementos formales de ritmo vertical, por lo que la fachada no
tiene verticalidad.

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Fachada Oeste

Imagen 24. Calle Bárbara Alcázar. Longitud total aproximada de 240m. Fotografía del autor

Corte - Relación Interior- Exterior

Imagen 25. Corte de la calle Bárbara Alcázar. Visibilidad del interior al exterior. Elaborado por autor

Corte - Relación Exterior- Interior

Imagen 26. Corte de la calle Bárbara Alcázar. Visibilidad del exterior al interior. Elaborado por autor

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Cerco – Tipología 2

Transparencia

Imagen 27. Elevación de la Fachada Oeste. Subdivisión en planos virtuales de 5.1m x 2m. Elaborado por autor

El 100% del cerco tipo 2 de la fachada Oeste son muros opacos, por lo que no es una
fachada permeable.

Variedad

Imagen 28. Elevación de la Fachada Oeste. Subdivisión en planos virtuales de 5.1m x 2m. Elaborado por autor

Todos los planos son iguales. Todos tienen la misma materialidad, la misma textura y el
mismo color, por lo que no es una fachada variada.

Verticalidad

Imagen 29. Elevación de la Fachada Oeste. Subdivisión en planos virtuales de 5.1m x 2m. Elaborado por autor

El cerco de la fachada tiene una altura de 5.5m, lo cual pasa del límite de 3m, y no
presenta diversidad de elementos formales de ritmo vertical, por lo que la fachada no
tiene verticalidad.

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Fachada Norte

Imagen 30. Jirón Ayacucho. Longitud total aproximada de 88m. Fotografía del autor

Corte - Relación Interior- Exterior

Imagen 31. Corte del jirón Ayacucho. Visibilidad del interior al exterior. Elaborado por autor

Corte - Relación Exterior- Interior

Imagen 32. Corte del jirón Ayacucho. Visibilidad del exterior al interior. Elaborado por autor

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Cerco – Tipologia 3

Transparencia

Imagen 33. Elevación de la Fachada Sur. Subdivisión en planos virtuales de 5.1m x 2.5m. Elaborado por autor

El 100% del cerco tipo 3 de la fachada Norte son muros opacos, por lo que no es una
fachada permeable.

Variedad

Imagen 34. Elevación de la Fachada Sur. Subdivisión en planos virtuales de 5.1m x 2.5m. Elaborado por autor

Todos los planos son iguales. Todos tienen la misma materialidad, la misma textura y el
mismo color, por lo que no es una fachada variada.

Verticalidad

Imagen 35. Elevación de la Fachada Sur. Subdivisión en planos virtuales de 5.1m x 2.5m. Elaborado por autor

El cerco de la fachada tiene una altura de 5m, lo cual pasa del límite de 3m, y no presenta
diversidad de elementos formales de ritmo vertical, por lo que la fachada no tiene
verticalidad.

| 54
Ingreso Principal

Imagen 36. Ingreso principal del colegio Juan XXIII. Fotografía del autor

El ingreso principal está ubicado en la fachada Este, frente a una intersección que se
caracteriza por ser de uso intenso en determinados horarios, lo cual dificulta el libre
desplazamiento de los escolares.

Elevación - Control visual

Imagen 37. Elevación del ingreso principal del colegio Juan XXIII. Elaborado por el autor

El ingreso principal se caracteriza por carecer de un medio trasparente capaz de


favorecer a un control visual adecuado. Debido a esto, es común ver los accesos
abiertos.

Planta - Control de accesos

Imagen 38. Planta del ingreso principal del colegio Juan XXIII. Elaborado por el autor

El ingreso principal tiene dos accesos, uno peatonal y uno vehicular, sin embargo, estos
se caracterizan por no tener una circulación diferencial, es decir, que la circulación
peatonal y vehicular se cruzan en determinados momento. Esto se debe a que la
mayoría de los escolares utiliza el acceso vehicular para ingresar y salir del centro
escolar. En vista de esto, se torna como un espacio inadecuado para el libre
desplazamiento.
| 55
Ingreso 2

Imagen 39. Ingreso 2 del colegio Juan XXIII. Fotografía del autor

El ingreso 2 está ubicado en la fachada Este, frente al parque Juan XXIII. Su uso es
exclusivamente vehicular. Además, sirve para el acceso de la administración del centro
escolar.

Elevación - Control visual

Imagen 40. Elevación del ingreso 2 del colegio Juan XXIII. Elaborado por el autor

El ingreso 2 se caracteriza por carecer de un medio trasparente capaz de favorecer a


un control visual adecuado. Además, al ser un acceso vehicular, es común verlo cerrado.

Planta - Control de accesos

Imagen 41. Planta del ingreso 2 del colegio Juan XXIII. Elaborado por el autor

El ingreso 2 tiene un acceso, que es vehicular, presenta una circulación totalmente


independiente, esta apartado de los accesos peatonales, por lo que su ubicación es
adecuada.

| 56
Ingreso 3

Imagen 42. Ingreso 3 del colegio Juan XXIII. Fotografía del autor

El ingreso 3 está ubicado en la fachada Este, frente al parque Juan XXIII. Su uso es
exclusivamente vehicular, principalmente para el acceso de los autobuses de servicio
escolar.

Elevación - Control visual

Imagen 43. Elevación del ingreso 3 del colegio Juan XXIII. Elaborado por el autor

El ingreso 3 se caracteriza por carecer de un medio trasparente capaz de favorecer a


un control visual adecuado. En vista de esto, es común ver los accesos abiertos.

Planta - Control de accesos

Imagen 44. Planta del ingreso 3 del colegio Juan XXIII. Elaborado por el autor

El ingreso 3 tiene un acceso, que es vehicular, sin embargo, también es usado como
acceso peatonal. Esto se debe a que el ingreso principal está alejado, por lo que los
escolares lo usan para ingresar y salir del centro escolar, debido a esto, la circulación
peatonal y vehicular se cruzan en determinados momentos. En vista de esto, se torna
como un espacio inadecuado para el libre desplazamiento.

| 57
Ingreso 4

Imagen 45. Ingreso 4 del colegio Juan XXIII. Fotografía del autor

El ingreso 4 está ubicado en la fachada Oeste, frente a la residencial Pando. Su uso es


exclusivamente vehicular. Además, sirve para el acceso para el mantenimiento y
servicio del centro escolar.

Elevación - Control visual

Imagen 46. Elevación del ingreso 4 del colegio Juan XXIII. Elaborado por el autor

El ingreso 4 se caracteriza por carecer de un medio trasparente capaz de favorecer a


un control visual adecuado. Además, al ser un acceso vehicular, es común verlo cerrado.

Planta - Control de accesos

Imagen 47. Planta del ingreso 4 del colegio Juan XXIII. Elaborado por el autor

El ingreso 4 tiene un acceso, que es vehicular, presenta una circulación totalmente


independiente, esta apartado de los accesos peatonales, por lo que su ubicación es
adecuada.

| 58
Resultados - Visibilidad

En vista que la gran mayoría de la fachada se compone de muros opacos, esta no


establece una relación visual interior–exterior y exterior–interior a nivel peatonal
adecuada, por lo que se considera una fachada que no es transparente.

La fachada del centro escolar está compuesta por tres tipos de cerco, estos se
caracterizan por ser muros de gran longitud, debido a esto, a nivel peatonal, en base a
un rango de percepción de 5m, no se evidencia variedad. Además, la materialidad,
textura y color es la misma en todo el cerco perimetral. En vista de esto, no se generan
experiencias visuales atractivas, lo que resulta en la perdida de interés por parte de los
usuarios, por lo que se considera una fachada que no es variada.

Las fachadas Este, Norte y Sur se componen de cercos que presentan elementos
verticales, sin embargo, estos no establecen un contraste con la horizontalidad de la
calle, ya que, a nivel peatonal, en base a un rango de 5m, no se evidencia más de un
elemento vertical, lo que provoca que las calles se vean más horizontales y fuera de la
escala a nivel peatonal. Además, su altura oscila entre 5m y 6m, fuera del límite de 3m,
por lo que se considera una fachada que no es vertical.

La mayoría de ingresos se ubican en la Fachada Este, estos se caracterizan por carecer


de un medio transparente que permita un control visual adecuado. Además, la
circulación peatonal y vehicular se cruzan en determinados momentos en vista que no
hay accesos diferenciales, lo que los torna es espacios inadecuados para el libre
desplazamiento.

De esta manera, en vista que la fachada no es transparente, variada y vertical se


considera que no es permeable e interactiva. En ese sentido, se entiende que la calle
no presenta una adecuada visibilidad, lo que la conformaría como un espacio inseguro.

| 59
ACCESIBILIDAD: CIRCULACION, FLUIDEZ Y ORIENTACION

Imagen 48. Plano del colegio Juan XXIII. Fuente: Elaborado por el autor en base al plano catastral de San Miguel

Para el análisis de la accesibilidad se tomara las medidas normativas de la vereda


(1.50m - 2.40m) y el paso libre de 1.20m como referencia para el análisis de las vías. A
esto, añadir el ancho mínimo de 0.90m para las rampas y de 3m para los
estacionamientos. A su vez, un campo visual de 70° en la línea horizontal en base a las
características físicas y antropométricas del niño.

| 60
Vía Este

Imagen 49. Paseo peatonal del jirón Mariscal Ramón Castilla. Fotografía del autor

Dimensionamiento

Imagen 50. Corte del jirón Mariscal Ramón Castilla. Elaborado por autor

Imagen 51. Planta del jirón Mariscal Ramón Castilla. Elaborado por autor

Las veredas de la vía Este cumplen con el ancho mínimo normativo de 1.50, sin
embargo, no cumplen con el paseo libre de 1.20, ya que se evidencia la presencia de
elementos barrera tales como los postes de iluminación. En paralelo, se observa un mal
acondicionamiento de los estacionamientos, los cuales no cumplen el ancho de 3m.

| 61
Vía Oeste

Imagen 52. Paseo peatonal de la calle Bárbara Alcázar. Fotografía del autor

Dimensionamiento

Imagen 53. Corte de la calle Bárbara Alcázar. Elaborado por el autor

Imagen 54. Planta de la calle Bárbara Alcázar. Elaborado por el auto

Las veredas de la vía Oeste cumplen con el ancho mínimo normativo de 1.50, sin
embargo, no cumplen con el paseo libre de 1.20, ya que se evidencia la presencia de
elementos barrera tales como los postes de iluminación. En paralelo, se observa un mal
acondicionamiento de los estacionamientos, los cuales no cumplen el ancho de 3m.

| 62
Vía Norte

Imagen 55. Paseo peatonal del jirón Caminos del Inca. Fotografía del autor

Dimensionamiento

Imagen 56. Corte del jirón Caminos del Inca. Elaborado por el autor

Imagen 57. Planta del jirón Caminos del Inca. Elaborado por el autor

Las veredas de la vía Norte cumplen con el ancho mínimo normativo de 1.50 y con el
paseo libre de 1.20. En paralelo, se observa un mal acondicionamiento de los
estacionamientos, los cuales no cumplen el ancho de 3m.

| 63
Vía Sur

Imagen 58. Paseo peatonal del jirón Ayacucho. Fotografía del autor

Dimensionamiento

Imagen 59. Corte del jirón Ayacucho. Elaborado por el autor

Imagen 60. Planta del jirón Ayacucho. Elaborado por el autor

Las veredas de la vía Sur no cumplen con el ancho mínimo normativo de 2.40, pero si
con paseo libre de 1.20. En paralelo, se observa un mal acondicionamiento de los
estacionamientos, los cuales no cumplen el ancho de 3m.

| 64
Intersección – Jirón Ramón Castilla y Marticorena

Imagen 61. Intersección jirón Mariscal Ramón Castilla y Marticorena. Fotografía del autor

Articulación

Imagen 62. Intersección jirón Mariscal Ramón Castilla y Marticorena. Articulación. Elaborado por el autor

Imagen 63. Intersección jirón Mariscal Ramón Castilla y Marticorena. Flujos. Elaborado por el autor

La articulación de la estructura urbana no es adecuada, si bien las rampas y las líneas


cebras son continuas, estas no coinciden con el paseo peatonal, pese a esto, el
verdadero problema es la ubicación del ingreso.

| 65
Señalización

Imagen 64. Intersección jirón Mariscal Ramón Castilla y Marticorena. Campo visual. Elaborado por el autor

El campo visual parte del ingreso principal del centro escolar, momento previo al cruce
de la intersección, en lo que resulta en elementos de información fuera de vista, por lo
que se pierde la facultad de una orientación rápida, en consecuencia, los escolares
crean flujos desordenados.

Imagen 65. Señalizaciones básicas requeridas entorno a un centro escolar. Elaborado por el autor

En general, en la interseccion se observa la presencia de cruces peatonales, sin


embargo, no existe señalizacion que haga referencia de la presencia del centro escolar,
a esto se añade el hecho que no hay señales de transito que organicen los flujos
peatonales y vehiculares, asi como elemetos que reduscan la velocidad de los autos.

| 66
Intersección – Jirón Ramón Castilla y Ayacucho

Imagen 66. Intersección jirón Mariscal Ramón Castilla y Ayacucho. Fotografía del autor

Articulación

Imagen 67. Intersección jirón Mariscal Ramón Castilla y Ayacucho. Articulación. Elaborado por el autor

Imagen 68. Intersección jirón Mariscal Ramón Castilla y Ayacucho. Flujos. Elaborado por el autor

La articulación de la estructura urbana es adecuada, las rampas y las líneas cebras son
continuas y coinciden con el paseo peatonal. Sin embargo, uno de los paseos
peatonales no coincide.

| 67
Señalización

Imagen 69. Intersección jirón Mariscal Ramón Castilla y Ayacucho. Campo Visual. Elaborado por el autor

El campo visual parte de una de las esquinas del centro escolar, momento previo al
cruce de la intersección, en lo que resulta en la vista de varios elementos de información,
por lo que la facultad de una orientación es rápida, en consecuencia, los escolares
mantienen un flujo hasta cierto punto ordenado.

Imagen 70. Señalizaciones básicas requeridas entorno a un centro escolar. Elaborado por el autor

En general, en la interseccion se observa la presencia de cruces peatonales y elemetos


reduscan la velocidad de los autos, sin embargo, no existe señalizacion que haga
referencia de la presencia del centro escolar, a esto se añade el hecho que no hay
señales de transito que organicen los flujos peatonales y vehiculares.

| 68
Intersección – Jirón Ramón Castilla y Pedro Benvenutto

Imagen 71. Intersección jirón Mariscal Ramón Castilla y Pedro Benvenutto. Fotografía del autor

Articulación

Imagen 72. Intersección jirón Mariscal Ramón Castilla y Pedro Benvenutto. Articulación. Elaborado por el autor

Imagen 73. Intersección jirón Mariscal Ramón Castilla y Pedro Benvenutto. Flujos. Elaborado por el autor

La articulación de la estructura urbana no es adecuada, si bien las rampas y las líneas


cebras son continuas, no todas coinciden con el paseo peatonal. Sin embargo, el
verdadero problema es la ubicación del ingreso.

| 69
Señalización

Imagen 74. Intersección jirón Mariscal Ramón Castilla y Pedro Benvenutto. Campo Visual. Elaborado por el autor

El campo visual parte de una de las esquinas de la intersección, momento previo al


desplazamiento hacia el centro escolar, en lo que resulta en la vista de varios elementos
de información, por lo que la facultad de una orientación es rapida, sin embargo, al no
estar adecuadamente articulado, el flujo es desordenado

Imagen 75. Señalizaciones básicas requeridas entorno a un centro escolar. Elaborado por el autor

En general, en la interseccion se observa la presencia de cruces peatonales, sin


embargo, no existe señalizacion que haga referencia de la presencia del centro escolar,
a esto se añade el hecho que no hay señales de transito que organicen los flujos
peatonales y vehiculares, asi como elemetos que reduscan la velocidad de los autos.

| 70
Intersección – Jirón Ramón Castilla y Caminos del Inca

Imagen 76. Intersección jirón Mariscal Ramón Castilla y Caminos del Inca. Fotografía del autor

Articulación

Imagen 77. Intersección jirón Mariscal Ramón Castilla y Caminos del Inca. Articulación. Elaborado por el autor

Imagen 78. Intersección jirón Mariscal Ramón Castilla y Caminos del Inca. Flujos. Elaborado por el autor

La articulación de la estructura urbana no es del todo adecuada, las rampas y las líneas
cebras son continuas, y coinciden en algún tramo con el paseo peatonal. Pese a esto,
existen algunos elementos barrera que perjudican la articulación.

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Señalización

Imagen 79. Intersección jirón Mariscal Ramón Castilla y Caminos del Inca. Campo Visual. Elaborado por el autor

El campo visual parte de una de las esquinas de la intersección, momento previo al


desplazamiento cruce de la intersección, en lo que resulta en la vista de varios
elementos de información, por lo que la facultad de una orientación es rápida, en
consecuencia, los escolares mantienen un flujo hasta cierto punto ordenado.

Imagen 80. Señalizaciones básicas requeridas entorno a un centro escolar. Elaborado por el autor

En general, en la interseccion se observa la presencia de cruces peatonales y elemetos


que reduscan la velocidad de los autos, sin embargo, no existe señalizacion que haga
referencia de la presencia del centro escolar, a esto se añade el hecho que no hay
señales de transito que organicen los flujos peatonales y vehiculares.

| 72
Resultados - Accesibilidad
La mayoría de vías cumplen con el ancho mínimo normativo de las veredas, sin
embargo, no permiten el paseo peatonal libre debido a la presencia de elementos
barrera tales como postes de iluminación y postes de alta tensión, a esto se añade la
invasión de la pista de por parte de muchos autos, esto debido al incumplimiento de la
medida normativa de estacionamientos, por lo que se considera que las vías no están
adecuadamente dimensionadas.

En la mayoría de las intersecciones, las rampas y las líneas cebras no son continuas
con el paseo peatonal, sin embargo, se debe aclarar que las líneas cebras tiene una
mínima distancia de retiro en la esquinas en vista del giro del auto, a esto se añade el
hecho que muchos de los ingresos están mal ubicados, pese a esto, al menos en algún
tramo deberían coincidir con el paseo peatonal. En vista de esto, muchos de los flujos
peatonales son desordenados, por lo que se considera que la estructura urbana no está
articulada.

En todas las intersecciones, se evidencian cruces peatonales, en algunos, elementos


que reducen la velocidad de los autos, sin embargo, todas carecen de algún tipo de
señalización que indique la presencia de un centro escolar o de un circuito escolar, a su
vez no hay señales de tránsito que organicen el flujo peatonal y vehicular, por lo que se
considera que no existe una señalización óptima.

De esta manera, en vista que la vía no está adecuadamente dimensionada, la estructura


urbana no está articulada y no haya una óptima señalización se considera que no es
circulatoria, fluida y orientadora. En ese sentido, se entiende que la calle no presenta
una adecuada accesibilidad, lo que la conformaría como un espacio inseguro.

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TERRITORIALIDAD: APROPIACION DE LA CALLE

Imagen 81. Plano del colegio Juan XXIII. Fuente: Elaborado por el autor en base al plano catastral de San Miguel

Para el análisis de la territorialidad se tomara los parámetros de una iluminación que


sea homogénea, focalizada a 45°, de luz blanca y a una relación de distancia con altura
de 4. También, se considerara un mínimo de 3 usos primarios para que se considere
un entorno urbano diverso.

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Ergonomía - Iluminación

Imagen 82. Condiciones del alumbrado público. Fotografías del autor

Imagen 83. Rango de incidencia del alumbrado público. Elaborado por el autor

Imagen 84. Relación distanciamiento y altura del alumbrado público. Elaborado por el autor

El alumbrado público se caracteriza por ser homogéneo, sin embargo, no está focalizada
y no es de luz blanca. Además, carece de un rango de incidencia adecuado, ya que
tiene un ángulo de 65°, lo que deja un margen de 5m en sin iluminación, esto se debe a
la mala relación de la distancia con la altura, ya que en términos ideales debería ser
como máximo de 27m, sin embargo, es de 35m. En vista de esto, se considera una mala
iluminación.

| 75
Ergonomía - Vegetación

Imagen 85. Condiciones de la vegetación. Fotografías del autor

Se observa vegetación entorno al centro escolar, sin embargo, esta no presenta un


buen acondicionamiento y mantenimiento, especialmente la que está bajo el cuidado
del centro escolar.

Ergonomía - Mobiliario Urbano

Imagen 86. Condiciones del mobiliario urbano. Fotografías del autor

Se observa mobiliario urbano entorno al centro escolar, como lo son los tachos de
basura, quienes incentivan al orden y la limpieza, sin embargo, se carece a bancas y
cabinas telefónicas pese a estar cerca al parque Juan XXIII.

Imagen 87. Itinerarios urbanos de confort básicos requeridos entorno a un centro escolar. Elaborado por el autor

En general, las vías se componen itinerarios urbanos tales como alumbrado público,
vegetación y tachos de basura, pese a esto, la iluminación es inadecuada y la
vegetación está mal acondicionada, a esto se añade la falta de mobiliario urbano como
bancas, cabinas telefónicas, entre otras, que generen uso del espacio.

| 76
Activación – Activadores espontáneos

Imagen 88. Plano de ubicación de los ambulantes. Elaborado por el autor en base al plano catastral de San Miguel

Imagen 89. Comercio ambulatorio. Fotografías del autor

Se observa comercio ambulatorio, este se concentra en el jirón Ramón Catilla, cerca al


ingreso principal. Una vez terminadas las clases y no haya muchos escolares, se
retiran, por lo que eventualmente su función activadora termina.

| 77
Activación - Activadores permanentes

Imagen 90. Plano de usos. Fuente: Elaborado por el autor en base al plano catastral de San Miguel

Imagen 91. Comercio barrial. Fotografías del autor

Imagen 92. Parque Juan XXIII. Fotografías del autor

Se observa comercio barrial, este se concentra en el jirón Ramón Catilla y jirón


Ayacucho, cerca al ingreso principal. Su función activadora es variable, ya que algunos
comercios cierran en horas de la tarde y otros en la noche. En cuanto al parque Juan
XXIII, este se mantiene activo solo en la tarde, ya que su mala iluminación y su falta de
mobiliario tales como bancas no generar su uso en la noche. Los escolares no lo usan.

| 78
Resultados - Territorialidad
Todas las vías presentan alumbrado público, sin embargo, esta no es óptima, debido
principalmente a la mala relación distancia y altura, además no es focalizada ni de luz
blanca, debido a esto, la posibilidad de permanecer o al menos de recorrerlo es baja, a
menos que sea por obligación, por lo que se considera que las vías no están
adecuadamente iluminadas.

El entorno urbano presenta vegetación, pese a esto, al estar mal acondicionado y


mantenida no generar atractivo ni apreciación. A su vez, el entorno urbano carece de
una variedad de mobiliario urbano tales como bancas, cabinas telefónicas, entre otras,
lo que da en el resultado de la perdida de momentos de contemplación o permanencia.

El entorno urbano presenta comercio ambulatorio, pero al ser temporal no genera una
activación permanente. En cuanto a los usos, estos son diversos, ya que hay 3 usos
primarios (vivienda, comercio, educativo), sin embargo, su activación es variable, ya que
no todos tienen un funcionamiento permanente, El parque Juan XXIII, presenta uso en
horas de la tarde mas no en la noche, en lo que se considera, al igual que el comercio
ambulatorio como un activador temporal. En vista de esto, se considera que el entorno
urbano es activo en horas de la tarde pero inactivo en horas de la noche.

De esta manera, en vista que el entorno urbano no presenta ergonomía ni una activación
permanente no hay apropiación de la calle. En ese sentido, se entiende que la calle no
presenta un sentido de territorialidad, lo que la conformaría como un espacio inseguro.

| 79
CASO: COLEGIO EMBLEMATICO BARTOLOME HERRERA (SAN MIGUEL)

VISIBILIDAD: PERMEABLE E INTERACTIVA

Imagen 93. Plano del colegio Bartolomé Herrara. Fuente: Elaborado por el autor en base al plano catastral de San
Miguel

Para el análisis de la visibilidad se tomara como punto de visión la altura de los ojos de
un niño (1.35m) en base a la estimación de su altura promedio (1.45m). A su vez, un
ángulo de 30° sobre, y de 25° bajo de la línea horizontal. También, se establecerá un
rango no mayor a 7m como límite perceptual. De esta manera, se proyectara en la
fachada un plano virtual, el cual se establecerá como el área a analizar.

| 80
Fachada Norte

Imagen 94. Avenida La Marina. Longitud total aproximada de 290m. Fotografía del autor

Corte - Relación Interior- Exterior

Imagen 95. Corte de la avenida La Marina. Visibilidad del interior al exterior. Elaborado por autor

Corte - Relación Exterior - Interior

Imagen 96. Corte de la avenida La Marina. Visibilidad del exterior al interior. Elaborado por autor

| 81
Cerco – Tipología 1

Transparencia

Imagen 97. Elevación de la Fachada Norte. Subdivisión en planos virtuales de 5m x 2.5m. Elaborado por autor

El 80% del cerco tipo 1 de la fachada Norte es transparente, por lo que es una fachada
permeable.

Variedad

Imagen 98. Elevación de la Fachada Norte. Subdivisión en planos virtuales de 5m x 2.5m. Elaborado por autor

Todos los planos son diferentes. Todos tienen la misma materialidad, la misma textura
y pero no los mismo colores, por lo que es una fachada variada.

| 82
Verticalidad

Imagen 99. Elevación de la Fachada Norte. Subdivisión en planos virtuales de 5.1m x 2m. Elaborado por autor

El cerco de la fachada tiene una altura de 3m, lo cual es límite de lo normativo, y


presenta diversidad de elementos formales de ritmo vertical, por lo que la fachada tiene
verticalidad.

| 83
Cerco – Tipología 2

Transparencia

Imagen 100. Elevación de la Fachada Norte. Subdivisión en planos virtuales de 5m x 2.5m. Elaborado por autor

El 100% del cerco tipo 2 de la fachada Norte son muros opacos, por lo que no es una
fachada permeable.

Variedad

Imagen 101. Elevación de la Fachada Norte. Subdivisión en planos virtuales de 5m x 2.5m. Elaborado por autor

Todos los planos son iguales. Todos tienen la misma materialidad, la misma textura y
los mismos colores, por lo que no es una fachada variada.

Verticalidad

Imagen 102. Elevación de la Fachada Norte. Subdivisión en planos virtuales de 5m x 2.5m. Elaborado por autor

El cerco de la fachada tiene una altura de 3m, lo cual es límite de lo normativo, y no


presenta diversidad de elementos formales de ritmo vertical, por lo que la fachada no
tiene verticalidad.

| 84
Fachada Sur

Imagen 103. Jirón Caminos del Inca. Longitud total aproximada de 230m. Fotografía del autor

Corte - Relación Interior- Exterior

Imagen 104. Jirón Caminos del Inca. Visibilidad del interior al exterior. Fotografía del autor

Corte - Relación Exterior-Interior

Imagen 105. Jirón Caminos del Inca. Visibilidad del exterior al interior. Fotografía del autor

| 85
Fachada Este

Imagen 106. Jirón Miguel Unamuno. Longitud total aproximada de 163m. Fotografía del autor

Corte - Relación Interior- Exterior

Imagen 107. Jirón Miguel Unamuno. Visibilidad del interior al exterior. Fotografía del autor

Corte - Relación Exterior-Interior

Imagen 108. Jirón Miguel Unamuno. Visibilidad del exterior al interior. Fotografía del autor

| 86
Cerco – Tipología 3

Transparencia

Imagen 109. Elevación de la Fachada Sur y Este. Subdivisión en planos virtuales de 6.5m x 2m. Elaborado por autor

El 100% del cerco tipo 3 de las fachada Sur y Este son muros opacos, por lo que no es
una fachada permeable.

Variedad

Imagen 110. Elevación de la Fachada Sur y Este. Subdivisión en planos virtuales de 6.5m x 2m. Elaborado por autor

Todos los planos son iguales. Todos tienen la misma materialidad, la misma textura y
los mismos colores, por lo que no es una fachada variada.

Verticalidad

Imagen 111. Elevación de la Fachada Sur y Este. Subdivisión en planos virtuales de 6.5m x 2m. Elaborado por autor

El cerco de la fachada tiene una altura de 3m, lo cual es límite de lo normativo, y si


presenta diversidad de elementos formales de ritmo vertical, en este caso, se mantiene
cierto equilibrio entre verticalidad y horizontalidad, en ese sentido, se considera que la
fachada si tiene verticalidad.

| 87
Fachada Oeste

Imagen 112. Jirón Jorge Castro. Longitud total aproximada de 65m. Fotografía del autor

Corte - Relación Interior- Exterior

Imagen 113. Jirón Jorge Castro. Visibilidad del interior al exterior. Fotografía del autor

Corte - Relación Exterior-Interior

Imagen 114. Jirón Jorge Castro. Visibilidad del exterior al interior. Fotografía del autor

| 88
Cerco – Tipología 4

Transparencia

Imagen 109. Elevación de la Fachada Oeste. Subdivisión en planos virtuales de 6.5m x 2m. Elaborado por autor

El 100% del cerco tipo 4 de la fachada Oeste son muros opacos, por lo que no es una
fachada permeable.

Variedad

Imagen 110. Elevación de la Fachada Oeste. Subdivisión en planos virtuales de 6.5m x 2m. Elaborado por autor

Todos los planos son iguales. Todos tienen la misma materialidad, la misma textura y
los mismos colores, por lo que no es una fachada variada.

Verticalidad

Imagen 111. Elevación de la Fachada Oeste. Subdivisión en planos virtuales de 6.5m x 2m. Elaborado por autor

El cerco de la fachada tiene una altura de 5.5m, lo cual pasa del límite de 3m, y no
presenta diversidad de elementos formales de ritmo vertical, por lo que la fachada no
tiene verticalidad.

| 89
Ingreso Principal

Imagen 112. Ingreso principal del colegio Bartolomé Herrera. Fotografía del autor

El ingreso principal está ubicado en la fachada Norte, frente a la avenida La Marina.

Elevación - Control visual

Imagen 112. Elevación del ingreso principal del colegio Bartolomé Herrera. Elaborado por el autor

El ingreso principal se caracteriza por ser trasparente, lo que posibilita un control visual
adecuado. Debido a esto, no es necesario que el ingreso este abierto.

Planta - Control de accesos

Imagen 113. Planta del ingreso principal del colegio Bartolomé Herrera. Elaborado por el autor

El ingreso principal es exclusivamente de uso peatonal, presenta un retiro de 1m, de


esta manera, no interrumpe la circulación y evita la aglomeración. Además, está
protegido por una valla de seguridad y un borde de vegetación, lo que permite momentos
de interacción social entre escolares tales como conversar. En efecto, el ingreso
principal no provoca flujos desordenados.

| 90
Ingreso 2

Imagen 114. Ingreso 2 del colegio Bartolomé Herrera. Fotografía del autor

El ingreso 2 está ubicado en la fachada Norte, frente a la avenida La Marina.

Elevación - Control visual

Imagen 115. Elevación del ingreso 2 del colegio Bartolomé Herrera. Fotografía del autor

El ingreso 2 se caracteriza por carecer de un medio trasparente capaz de favorecer a


un control visual adecuado. Sin embargo, solo es usado para eventos que requieran el
uso del coliseo, por lo que no es usado de manera regular.

Planta - Control de accesos

Imagen 116. Planta del ingreso 2 del colegio Bartolomé Herrera. Fotografía del autor

El ingreso 2 es de uso peatonal, pero también se usó vehicular, sin embargo, este solo
es usado permite su ingreso si es necesario (visitantes, mantenimiento).Pero, en efecto,
podría haber cruces de flujos, lo que en términos de seguridad es inadecuado.

| 91
Ingreso 3

Imagen 117. Ingreso 3 del colegio Bartolomé Herrera. Fotografía del autor

El ingreso 3 está ubicado en la fachada Norte, frente a la avenida La Marina.

Elevación - Control visual

Imagen 118. Elevación del ingreso 3 del colegio Bartolomé Herrera. Fotografía del autor

El ingreso 2 se caracteriza por carecer de un medio trasparente capaz de favorecer a


un control visual adecuado. Solo se utiliza en eventos deportivos, por lo que no es usado
de manera regular.

Planta - Control de accesos

Imagen 119. Planta del ingreso 3 del colegio Bartolomé Herrera. Fotografía del autor

El ingreso 3 tiene un acceso, que es vehicular, presenta una circulación totalmente


independiente, esta apartado de los accesos peatonales, por lo que su ubicación es
adecuada.

| 92
Resultados - Visibilidad

En vista que la gran mayoría de la fachada se compone de muros opacos, esta no


establece una relación visual interior–exterior y exterior–interior a nivel peatonal
adecuada, por lo que se considera una fachada que no es transparente.

La fachada del centro escolar está compuesta por cuatro tipos de cerco, la mayoría de
ellos se caracterizan por ser de gran longitud, debido a esto, a nivel peatonal, en base
a un rango de percepción de no mayor de 7m, no se evidencia variedad. Sin embargo,
el cerco tipo 1 si presenta una serie de visuales diferentes a medida que se recorre, lo
que lo consolida como u espacio interactivo, pese a esto, no es de gran longitud.
Además, la materialidad, textura y color es la misma en todo el cerco perimetral. En vista
de esto, no se generan experiencias visuales atractivas, lo que resulta en la perdida de
interés por parte de los usuarios, por lo que se considera una fachada que no es variada.

Las fachada Norte se componen de cercos que presentan elementos verticales, sin
embargo, el de mejor resolución no es de gran longitud, por lo que no establece un
contraste con la horizontalidad de la calle, ya que, a nivel peatonal, en base a un rango
no mayor a 7m no se evidencia más elementos verticales, lo que provoca que la calle
se vea más horizontal y fuera de la escala a nivel peatonal. En cuanto a la fachada Sur
y Este, si se componen de una variedad de elementos verticales cada 3m, lo que les da
una resolución vertical pese a su horizontalidad.

La mayoría de ingresos se ubican en la Fachada Norte, salvo el ingreso principal, todos


se caracterizan por carecer de un medio transparente que permita un control visual
adecuado. Además, en el ingreso 2, se da la posibilidad que la circulación peatonal y
vehicular se crucen en determinados momentos en vista que no hay accesos
diferenciales, lo que los torna es espacios inadecuados para el libre desplazamiento.
Sin embargo, el ingreso principal, se consolida como un espacio ideal para la
interactividad de los escolares, hay una relación interior. Exterior y viceversa, se deja un
retiro para la libre circulación y está protegido por una valla de seguridad y un borde de
vegetación, lo que por momentos permite a los escolares conversar, jugar, observar o
simplemente caminar de manera tranquila.

De esta manera, en vista que la casi toda la fachada no es transparente, variada y


vertical se considera que no es permeable e interactiva. En ese sentido, se entiende que
la calle no presenta una adecuada visibilidad, lo que la conformaría como un espacio
inseguro.

| 93
ACCESIBILIDAD: CIRCULACION, FLUIDEZ Y ORIENTACION

Imagen 120. Plano del colegio Bartolomé Herrera. Fuente: Elaborado por el autor en base al plano catastral de San
Miguel

Para el análisis de la accesibilidad se tomara las medidas normativas de la vereda


(1.50m - 2.40m) y el paso libre de 1.20m como referencia para el análisis de las vías. A
esto, añadir el ancho mínimo de 0.90m para las rampas y de 3m para los
estacionamientos. A su vez, un campo visual de 70° en la línea horizontal en base a las
características físicas y antropométricas del niño.

| 94
Vía Norte

Imagen 121. Paseo peatonal de la avenida La Marina. Fotografía del autor

Dimensionamiento

Imagen 122. Corte de la avenida La Marina. Elaborado por autor

Imagen 123. Planta de la avenida La Marina. Elaborado por autor

Las veredas de la vía Norte cumplen con el ancho mínimo normativo de 2.40 y con el
paseo libre de 1.20. Presenta un retiro de 3m que se compone de una valla de seguridad
y un borde vegetal, el cual se considera como un espacio filtro con la pista. A su vez,
presenta un paradero de autobuses, el cual está no provoca ningún tipo de alteración
de flujos o aglomeración.

| 95
Vía Este

Imagen 124. Paseo peatonal del jirón Miguel Unamuno. Fotografía del autor

Dimensionamiento

Imagen 125. Corte del jirón Miguel Unamuno. Elaborado por autor

Imagen 126. Planta del jirón Miguel Unamuno. Elaborado por autor

Las veredas de la vía Este cumplen con el ancho mínimo normativo de 1.50, sin
embargo, no cumplen con el paseo libre de 1.20, ya que se evidencia la presencia de
elementos barrera tales como los postes de iluminación. Presenta un retiro de 1.50 que
se compone de un borde vegetal, el cual se considera como un espacio filtro con la pista.
Hay que añadir que se acondiciono un paradero de moto taxis, el cual no provoca ningún
tipo de alteración de flujos o aglomeración.

| 96
Vía Sur

Imagen 127. Paseo peatonal del jirón Caminos del Inca. Fotografía del autor

Dimensionamiento

Imagen 128. Corte del jirón Caminos del Inca. Elaborado por autor

Imagen 129. Planta del jirón Caminos del Inca. Elaborado por autor

Las veredas de la vía Sur no cumplen con el ancho mínimo normativo de 1.50 ni el paseo
libre de 1.20, a esto se añade la presencia de elementos barrera tales como los postes
de iluminación.

| 97
Vía Oeste

Imagen 130. Paseo peatonal del jirón Jorge Castro. Fotografía del autor

Dimensionamiento

Imagen 131. Corte del jirón Jorge Castro. Elaborado por autor

Imagen 132. Planta del jirón Jorge Castro. Elaborado por autor

Las veredas de la vía Este cumplen con el ancho mínimo normativo de 1.50, sin
embargo, no cumplen con el paseo libre de 1.20, ya que se evidencia la presencia de
elementos barrera tales como los postes de iluminación. Presenta un retiro de 1.50 que
se compone de un borde vegetal, el cual se considera como un espacio filtro con la pista.

| 98
Intersección – Avenida la Marina y Miguel Unamuno

Imagen 133. Intersección avenida La Marina y Miguel Unamuno. Fotografía del autor

Articulación

Imagen 134. Intersección avenida La Marina y Miguel Unamuno. Articulación. Elaborado por el autor

| 99
Imagen 135. Intersección avenida La Marina y Miguel Unamuno. Flujos. Elaborado por el autor

La articulación de la estructura urbana no es del todo adecuada, las rampas y las líneas
cebras son continuas pero no todas coinciden con el paseo peatonal. Además, existen
algunos elementos barrera como postes de iluminación, postes de alta tensión, cabinas
telefónicas, entre otras, que perjudican la articulación. En algunos puntos es flujo se ve
forzado, sin embargo, se observa una rápida adaptación.

| 100
Señalización

Imagen 136. Intersección avenida La Marina y Miguel Unamuno. Campo Visual. Elaborado por el autor

El primer campo visual parte de una de las esquinas de la intersección, momento previo
al desplazamiento hacia el centro escolar, en lo que resulta en la vista de varios
elementos de información, por lo que la facultad de una orientación es rápida. Sin
embargo, este punto no establece límites claros entre la vereda con la pista.

El segundo campo visual parte de una de las esquinas del centro escolar, momento
previo al cruce de la intersección, en lo que resulta en la vista de varios elementos de
información, por lo que la facultad de una orientación es rápida, en consecuencia, los
escolares mantienen un flujo hasta cierto punto ordenado. Pese a esto, debido a la
presencia de elementos barrera, podría perjudicarle la visibilidad.

| 101
Imagen 137. Señalizaciones básicas requeridas entorno a un centro escolar. Elaborado por el autor

En general, en la interseccion se observa la presencia de cruces peatonales ,


señalizacion que hace referencia a la presencia de un centro escolat y señales de
transito que organizan el flujo vehicular y peatonal elemetos reduscan la velocidad de
los autos, sin embargo, no hay elementos que reduscan la velocidad de los autos.

| 102
Intersección – Jirón Miguel Unamuno y Caminos del Inca

Imagen 138. Intersección jirón Miguel Unamuno y Caminos del Inca. Fotografía del autor

Articulación

Imagen 139. Intersección jirón Miguel Unamuno y Caminos del Inca. Articulación. Elaborado por el autor

Imagen 140. Intersección jirón Miguel Unamuno y Caminos del Inca. Flujos. Elaborado por el autor

La articulación de la estructura urbana no es del todo adecuada, las rampas y las líneas
cebras son continuas, pero no todas coinciden con el paseo peatonal. Además, existen
algunos elementos barrera que perjudican la articulación.

| 103
Señalización

Imagen 141. Intersección jirón Miguel Unamuno y Caminos del Inca. Campo Visual. Elaborado por el autor

El campo visual parte de una de las esquinas del centro escolar, momento previo al
cruce de la intersección, en lo que resulta en la vista de varios elementos de información,
por lo que la facultad de una orientación es inmediata, sin embargo, se hace falta de
una línea cebra en uno de los cruces peatonales, por lo que los escolares no tienen un
punto de referencia adecuado para su desplazamiento.

Imagen 142. Señalizaciones básicas requeridas entorno a un centro escolar. Elaborado por el autor

En general, en la interseccion se observa la presencia de cruces peatonales, sin


embargo, no existe señalizacion que haga referencia de la presencia del centro escolar,
a esto se añade el hecho que no hay señales de transito que organicen los flujos
peatonales y vehiculares, asi como elemetos reduscan la velocidad de los autos.

| 104
Resultados - Accesibilidad
La mayoría de vías cumplen con el ancho mínimo normativo de las veredas, sin
embargo, no permiten el paseo peatonal libre debido a la presencia de elementos
barrera tales como postes de iluminación y postes de alta tensión, en especial la vía sur,
que apenas de un paseo libre de 0.70m, sin embargo, algo a rescatar es que la mayoría
presenta un borde de vegetación como espacio filtro y protector del paseo peatonal,
pese a esto, se considera que las vías no están adecuadamente dimensionadas.

En la mayoría de las intersecciones, las rampas y las líneas cebras no son continuas
con el paseo peatonal, sin embargo, se debe aclarar que las líneas cebras tiene una
mínima distancia de retiro en la esquinas en vista del giro del auto, pese a esto, al menos
en algún tramo deberían coincidir con el paseo peatonal. En vista de esto, hay flujos
peatonales que se ven forzados a hacer recorridos desordenados, además, presenta
muchos elementos barrera en las esquinas, por lo que se considera que la estructura
urbana no está articulada. Pese a esto, se observa que los escolares se adaptan
rápidamente a las circunstancias, y mantienen un ritmo de circulación hasta cierto punto
fluida.

En todas las intersecciones, se evidencian cruces peatonales y señales de tránsito que


organicen los flujos peatonales y vehiculares, en algunos, hay señalización que indica
la presencia de un centro escolar o de un circuito escolar, sin embargo no hay elementos
que reduzcan la velocidad de los autos, pese a esto, en base a los flujos de los
escolares, se considera que hay una señalización aceptable mas no óptima.

De esta manera, en vista que la vía no está adecuadamente dimensionada, la estructura


urbana no está articulada y no haya una óptima señalización se considera que no es
circulatoria, fluida y orientadora. En ese sentido, se entiende que la calle no presenta
una adecuada accesibilidad, lo que la conformaría como un espacio inseguro.

| 105
TERRITORIALIDAD: APROPIACION DE LA CALLE

Imagen 143. Plano del colegio Bartolomé Herrera. Fuente: Elaborado por el autor en base al plano catastral de San
Miguel

Para el análisis de la territorialidad se tomara los parámetros de una iluminación que


sea homogénea, focalizada a 45°, de luz blanca y a una relación de distancia con altura
de 4. También, se considerara un mínimo de 3 usos primarios para que se considere
un entorno urbano diverso.

| 106
Ergonomía - Iluminación

Imagen 144. Condiciones del alumbrado público. Fotografías del autor

Alumbrado público - Tipología 1

Imagen 145. Rango de incidencia del alumbrado público. Elaborado por el autor

Imagen 146. Relación distanciamiento y altura del alumbrado público. Elaborado por el autor

El alumbrado público tipo 1 se caracteriza por ser homogéneo, sin embargo, no está
focalizada y no es de luz blanca. Pero, su rango de incidencia es adecuado, al tener un
ángulo de incidencia de 65°, no deja un margen sin iluminación, esto se debe a la
adecuada relación de la distancia con la altura. En vista de esto, se considera una
iluminación aceptable.

| 107
Alumbrado público - Tipología 2

Imagen 147. Rango de incidencia del alumbrado público. Elaborado por el autor

Imagen 148. Relación distanciamiento y altura del alumbrado público. Elaborado por el autor

El alumbrado público tipo 2 se caracteriza por ser homogéneo, sin embargo, no está
focalizada, no es de luz blanca. Además, carece de un rango de incidencia adecuado,
en vista de tener un ángulo de incidencia de 65°, se deja un margen de 5m sin
iluminación, esto se debe a la mala relación de la distancia con la altura, ya que en
términos ideales debería ser como máximo de 27m, sin embargo, es de 35m. En vista
de esto, se considera una mala iluminación.

| 108
Ergonomía - Vegetación

Imagen 149. Condiciones de la vegetación. Fotografías del autor

Se observa vegetación entorno al centro escolar, sin embargo, esta no presenta un


buen acondicionamiento y mantenimiento.

Ergonomía - Mobiliario Urbano

Imagen 150. Condiciones del mobiliario urbano. Fotografías del autor

Se observa mobiliario urbano entorno al centro escolar, como lo son los tachos de
basura, quienes incentivan al orden y la limpieza, cabinas telefónicas, que son vías
para reales para el llamado de emergencia y un paradero de autobuses, el cual es un
importante punto de concentración de personas en diversos horarios.

Imagen 151. Itinerarios urbanos de confort básicos requeridos entorno a un centro escolar. Elaborado por el autor

En general, las vías se componen itinerarios urbanos tales como alumbrado público,
vegetación, tachos de basura, cabinas telefónicas y paraderos, pese a esto, la
iluminación es inadecuada y la vegetación está mal acondicionada, pese a esto, se
observa uso del espacio en determinados momentos.

| 109
Activación – Activadores espontáneos

Imagen 152. Plano de ubicación de los ambulantes. Elaborado por el autor en base al plano catastral de San Miguel

Imagen 153. Comercio ambulatorio. Fotografías del autor

Se observa comercio ambulatorio, este se dispersa por todo el cerco perimetral,


especialmente en los cruces. Pese a que las clases de los escolares terminan en
determinado momento, no se retiran sino hasta horas de la noche.

| 110
Activación - Activadores permanentes

Imagen 154. Plano de usos. Fuente: Elaborado por el autor en base al plano catastral de San Miguel

Imagen 155. Comercio. Fotografías del autor

Imagen 156. Ingreso principal del colegio Bartolomé Herrera. Fotografías del autor

Se observa abundante comercio, este se mantiene en funcionamiento hasta altas horas


de la noche, incluso hay algunos que solo abres en la noche, por lo que el entorno
siempre está activo. Además, se pudo observar que el espacio más usado por los
escolares era el que está frente al ingreso principal para momentos de interacción social.

| 111
Resultados - Territorialidad
Todas las vías presentan alumbrado público, sin embargo, solo el alumbrado tipo 1 es
óptimo, ya que el alumbrado tipo 2 tiene una mala relación distancia y altura, además
no es focalizada ni de luz blanca, debido a esto, la posibilidad de permanecer o recorrer
las calles que no sean la avenida La Marina, es poca, a menos que sea por obligación,
por lo que se considera que las vías no estas adecuadamente iluminadas.

El entorno urbano presenta vegetación, pese a esto, al estar mal acondicionado y


mantenida no generar atractivo ni apreciación. Pese a esto, cumplen un buen rol como
espacio filtro entre la vereda y la pista. A su vez, el entorno urbano presenta variedad
de mobiliario urbano tales como tachos de basura, cabinas telefónicas y paraderos, lo
que da en el resultado de la generación de momentos de contemplación o permanencia.

El entorno urbano presenta abundante comercio hasta altas horas de la noche, incluso,
hay algunos que solo abren en la noche. En cuanto a los usos, este es diverso, ya que
hay más 3 usos primarios (vivienda, comercio, educativo, cultural), por lo que el entorno
urbano está activo. Es el espacio que compone el ingreso principal y vereda, el que
mayor uso le dan los escolares, ya que hay buen control visual en el entorno, es
accesible para todos y es de afinidad o conocidos para ellos. En vista de esto, se
considera que el entorno urbano es activo tanto en horas de la tarde como horas de la
noche.

De esta manera, en vista que el entorno urbano presenta ergonomía y una activación
permanente, hay apropiación de la calle. En ese sentido, se entiende que la calle
presenta un sentido de territorialidad, lo que la conformaría como un espacio seguro.

| 112
INSEGURIDAD: PERCEPCION

Sondeo

En el análisis perceptual se tomaran en cuanto las cuatro variables: visibilidad,


accesibilidad, territorialidad e inseguridad.

En el sondeo realizado en la zona de estudio se buscó entrevistar a 5 escolares que van


al colegio en auto y 5 escolares que van caminando.

Usuario

¿De qué manera te diriges al colegio?

Responde a qué tipos de escolares se les está entrevistando

Visibilidad

¿Son los muros perimetrales y la fachada del colegio capaces de darte vistas
atractivas tanto dentro como fuera?

Responde a la forma en que se capta la visibilidad. Se busca entender si los escolares


son conscientes de la importancia que tiene la fachada del centro escolar como medio
para su relación con la calle.

Accesibilidad

¿Son las veredas alrededor del colegio capaces de brindarte una caminata segura
ya sea solo/a o acompañado/a?

¿Son los cruces alrededor del colegio capaces de brindarte una caminata segura
ya sea solo/a o acompañado/a?

Responde a la forma en que se capta la accesibilidad. Se busca entender si los


escolares son conscientes de algún tipo de incomodidad, inconformidad o inseguridad
al caminar por la calle.

Territorialidad

¿Realizas algún tipo de actividad luego de terminadas las clases ya sea solo/a o
acompañado/a?

¿Conoces las calles cercanas al colegio de tal manera que no se pueda perder ya
sea solo/a o acompañado/a?

| 113
¿Son las condiciones de iluminación durante la noche capaces de brindarte una
caminata segura solo/a o acompañado/a?

Responde a la forma en que se capta la territorialidad. Se busca entender si los


escolares se sienten parte del entorno urbano, si lo usan y se apropian del espacio.

Inseguridad

¿Son la calle y su relación con el colegio capaces de darte una sensación de


seguridad?

Responde a la forma en que se capta la inseguridad. Se busca entender si los escolares


se sienten inseguros en las calles entorno a los centros escolares.

| 114
Resultados - Inseguridad - Juan XXIII

| 115
En cuanto a los escolares que van al colegio en auto, todos coinciden que no hay una
buena relación visual entre el colegio y la calle. También, consideran que las veredas
son adecuadas para el libre desplazamiento, sin embargo, en cuanto a los cruces, hay
diferentes opiniones, algunos consideran que son adecuadas y otros no. Además, hay
una tendencia de regresar a sus casas terminadas las clases y conocer solamente la
calle principal. Es interesante resaltar que quienes consideran la estructura urbana
articulada son quienes usan el auto, además, son los que conocen solamente la calle
frente al ingreso principal.

En cuanto a los escolares que van al colegio en caminando, todos coinciden que no hay
una buena relación visual entre el colegio y la calle. También, consideran que las
veredas y los cruces no son adecuadas para el libre desplazamiento. Aquí es donde
contrasta con la opinión de quienes van en auto. Además, hay quienes terminando el
colegio se quedan en él y otros si salen a la calle, que es muy diferente a lo que hacen
los que usan auto, ya que ellos solo se dirigen directamente a sus casas.

Según lo analizado en el colegio Juan XXIII, se dio como resultado la poca visibilidad de
la calle, esto coincide con lo dicho por los escolares, sin embargo, pese a la negativa de
tener una estructura urbana articulada, algunos escolares no lo percibían así, muchos
decían que tanto las veredas y cruces si permiten el libre desplazamiento, en efecto,
esto podría deberse al hecho que quienes lo decían usan el auto para desplazarse, en
cambio los que se desplazan caminando, si coinciden con lo analizado. Por lo que se
coincide con el hecho que la calle no tiene accesibilidad.

En cuanto a la apropiación de la calle, esta no tenía las condiciones para que se den en
demasía, según lo observado, la mayoría escolares solo usaban el entorno para
circulación, esto llama la atención, en vista que tenían un parque frente a ellos, sin
embargo, los escolares no lo usaban. Esto coincide con lo respondido por los escolares,
quienes salen a la calle, lo hacen solo para comprar algo, o simplemente no salen hasta
la hora del recojo de sus padres o de su movilidad. En efecto, no hay un sentido de
territorialidad, especialmente los que usan el auto.

Las calles entorno al colegio Juan XXIII, al carecer de visibilidad, accesibilidad y


territorialidad se percibe como un entorno urbano inseguro, esto coincidió con lo dicho
por los escolares, pese a esto, se denota ciertos desacuerdos con la variable de
accesibilidad.

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Resultados - Inseguridad – Bartolomé Herrera

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En cuanto a los escolares que van al colegio en auto, hay variedad de opiniones
respecto a la relación visual entre el colegio y la calle, algunos dicen que si les permite
ver lo que sucede en la calle y otros no. En cuanto a la articulación de la estructura
urbana, todos consideran que las veredas son adecuadas para el libre desplazamiento,
y respecto a los cruces hay diferentes opiniones, pero la mayoría concuerda que
también les permite el libre desplazamiento. Además, hay una tendencia de regresar a
sus casas terminadas las clases y conocer las calles alrededor del colegio.

En cuanto a los escolares que van al colegio en caminando, hay variedad de opiniones
respecto a la relación visual entre el colegio y la calle, algunos dicen que si les permite
ver lo que sucede en la calle y otros no. También, la mayoría considera que las veredas
y los cruces son adecuadas para el libre desplazamiento. Además, hay una tendencia
de regresar a sus casas terminadas las clases y conocer las calles alrededor del colegio.
Algo que hay que resaltar es que hay quienes dicen conocer el entorno urbano muy
bien, que coincide con quienes consideran la estructura urbana articulada para el libre
desplazamiento y se toman su tiempo antes de dirigirse a sus casas. En base a esto, se
contrasta con la negativa que la calle no tiene accesibilidad.

Según lo analizado en el colegio Bartolomé Herrera, se dio como resultado la poca


visibilidad de la calle, sin embargo no es totalmente nula, ya que tenía un tipo de cerco
transparente, esto podría responder a la diferencia de opiniones de los escolares. Sin
embargo, pese a la negativa de tener una estructura urbana articulada, la mayoría de
escolares, tanto los que usan auto como los que no, coincidía que tanto las veredas
como los cruces permiten el libre desplazamiento, en el caso de la vereda la razón
podría ser por el hecho que pese a los elementos barrera, esta es amplia y su
composición de un espacio filtro compuesto por una valla de seguridad y un borde de
vegetación, en el caso de los cruces, por la presencia de una mayor señalización con
respecto al caso anterior, además se observó, que pese a que muchas de la calle son
de alta velocidad, los escolares se adaptaban fácilmente a las circunstancias, a esto hay
que añadir, que quienes lo hacían eran niños sin ninguna supervisión.

En cuanto a la apropiación de la calle, según lo analizado, había condiciones para que


se den momentos de permanencia, esto se evidencio en el ingreso principal, espacio en
la cual los escolares permanecían un tiempo moderado para la interacción social,
seguidamente por el desplazamiento de algunos de ellos a las áreas de comercio,
paraderos o recojo de su movilidad. Esto coincide con lo dicho por los escolares, quienes
en su mayoría conocen las calles alrededor del colegio y otros que conocen muy bien el
entorno urbano, en efecto, estos coinciden con los que dijeron que consideraban las

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veredas y cruces adecuadas para el libre desplazamiento. En vista de esto, si hay un
sentido de territorialidad.

Tanto escolares que usan el auto como los que van caminando consideran en su
mayoría que las calles entorno a los centros escolares son inseguras, pese a esto,
resalta el hecho que quienes la consideran segura son los que en su mayoría se
desplazan a pie. Esto llama la atención, ya que ellos, al igual que el caso anterior,
deberían ser los que la consideren más insegura. Entonces, en base a lo analizado, la
razón podría estar en la relación de dos variables, la accesibilidad y territorialidad, es
decir, el sentido de la territorialidad que presentan los escolares, opaca las condiciones
de accesibilidad de la calle, los escolares, al construir una fuerte relación o vínculo con
el lugar, hasta sentirlo como propio, ha permitido, que las malas condiciones de la
estructura urbana sean tomadas como algo del vivir común. En efecto, esto no es nada
nuevo en términos de adaptación del ser humano, sin embargo, resulta interesante
comprobar la realidad de la autonomía del niño, que pese a sus limitaciones, tiene la
facultad de tomar sus propias decisiones.

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CONCLUSIONES

La visibilidad de las calles entorno a los centros escolares, se tornan en una variable
importante para la consideración de entornos urbanos seguros, esta se debería implicar
en el diseño arquitectónico de los límites de las edificaciones, no por una cuestión
estética, sino por una cuestión de ciudadanía, ya que la función de las fachadas
permeables e interactivas no es solamente el ver lo que sucede en la calle o en el centro
escolar, sino que es el medio que incentiva en la interrelación y el compromiso de las
personas con su ciudad, de los escolares con su entorno urbano. En base a lo analizado,
la visibilidad repercute en la interacción del escolar con la calle, ya que una fachada que
no es permeable e interactiva no genera atractivo, lo que resulta en el poco interés de
los escolares con su entorno, esto se evidencia en el centro escolar Juan XIII, el cual se
caracterizaba por tener cercos opacos y poco variados, en consecuencia, el lugar no
presentaba apropiación de la calle. Esto da a entender que la variable de la visibilidad
repercute en el sentido de territorialidad del lugar.

La accesibilidad de las calles entorno a los centros escolares, se consolida como un


factor importante para la seguridad de los escolares, el libre desplazamiento por el
espacio público es un derecho de todos, sin embargo, hoy los escolares, o
específicamente los niños, actualmente no forman parte del marco de referencia en el
diseño de estos, lo que resulta en su poca presencia en las calles, en efecto, una calle
mal dimensionada, mal articulada o mal señalizada repercute en el vivir del niño, el cual
solo mira una ciudad construida para los adultos. En base a lo analizado, los escolares
perciben cierta desvinculación con el entorno urbano, y son quienes se dirigen al centro
escolar caminado quienes más lo experimentan, en contraste de los que usan auto,
quienes aseguran que no perciben la poca accesibilidad del entorno, como se mostró
en el caso del centro escolar Juan XIII. Sin embargo, muchos escolares no la consideran
como una barrera para el uso del espacio. Y es que son los que recorren el entorno
caminando los que mayor sentido de territorialidad tienen. Esto se evidencio en el en el
caso del centro escolar Bartolomé Herrera, que pese a las malas condiciones de
accesibilidad, los escolares se desplazaban de manera normal por las calles. En ese
sentido, se concluye que la accesibilidad se connota como una variable que, si bien es
importante, no es determinante en el sentido de territorialidad, ya que depende de la
manera en como los escolares se adaptan a esta situación.

La territorialidad de las calles entorno a los centros escolares, se establece como el


proceso natural en la construcción de un vínculo con el entorno urbano, el cual nos da
la potestad de sentirse parte de un lugar, parte de la ciudad. Para los niños este proceso

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es vital para su autonomía, para su libre desempeño en la toma de daciones. En base
a lo analizado, la variable del sentido de la territorialidad depende de la variable de
visibilidad y dependiendo del caso de la variable de accesibilidad. El sentido de
territorialidad está estrechamente ligada al sentido de inseguridad. En el caso del centro
escolares Juan XIII las calles no tenían visibilidad y accesibilidad adecuada, lo que
repercutía en un lugar sin sentido de territorialidad, en el caso del Bartolomé Herrera,
tampoco tenían visibilidad y accesibilidad y adecuada, pese a esto, si había un sentido
de territorialidad, esto se debió a que en determinados lugares de las calles entorno al
centro escolar si se cumplían con las condiciones adecuadas, razón por la cual si se
sentía una interactividad con el entorno, lo que dio como resultado que algunos no
percibían el lugar como inseguro. En consecuencia, la percepción de inseguridad tiene
un especial vínculo con la territorialidad, y a su vez, esta con la visibilidad y accesibilidad.
Lo que nos lleva a inferir que la percepción de inseguridad si depende de la visibilidad,
accesibilidad y territorialidad.

En conclusión, la percepción de inseguridad de las calles entorno a los centros escolares


si dependen de las variables de la visibilidad, accesibilidad y territorialidad, sin embargo,
se percibe cierta inconciencia por parte de los escolares hacia ciertas condiciones
arquitectónicas y urbanas que son consideradas inseguras relacionadas con la
accesibilidad, en ese sentido, se asume que la tolerancia y la costumbre juegan un rol
importante en el desinterés respecto al tema.

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