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ADOGACIA

Abogado
Abogado es aquella persona que ejerce profesionalmente la defensa jurídica de una de
las partes en el juicio, así como los procesos judiciales y administrativos ocasionados o
sufridos por ella. Además, asesora y da consejo en materias jurídicas.

Los abogados son profesionales con conocimientos en diversas áreas de la legislación


(penal, laboral, comercial, administrativa, tributaria, entre otras) y su formación implica
conocimientos
de historia, filosofía, cultura, literatura, oratoria, psicología economía y política, por lo cual
suelen ejercer cargos jerárquicos en la administración del Estado y su gobierno. Pueden
orientarse hacia un perfil privado, como asesor y representante de personas naturales
y/o jurídicas, o bien tener un perfil público ligado al gobierno y la administración pública.

En la mayoría de los ordenamientos de los diversos países, para el ejercicio de esta


profesión se requieren estudios universitarios en Derecho licenciatura en Derecho, estar
inscrito en un colegio de abogados o bien tener una autorización del Estado para ejercer.

Historia
Antigua Roma
Mientras que las costumbres se conservaron sencillas y austeras en Roma, en tanto que
las dignidades y los empleos fueron la recompensa de los talentos y el favor del pueblo un
título para obtenerlos, los abogados desempeñaron su profesión de la manera más
honorífica y mostraron el mayor desinterés, pero cuando los servicios prestados
gratuitamente a la patria dejaron de ser medios para adquirir los honores y las
distinciones, entonces pasaron a ser hombres mercenarios. El tribuno Cincius se empeñó
en vano para que los abogados volviesen a ejercer su facultad con la delicadeza y
desinterés que en tiempos antiguos. Augusto se había creído intimidarles con una pena
que ellos supieron eludir y todos sus sucesores no pudieron hacer más que coartar muy
poco su avaricia. Claudio prohibió que pudiesen exigir más de diez sestercios por una
causa. En tiempos de Plinio el Joven, la mayor parte de los abogados vendían su
ministerio y a la gloria, en otros tiempos el único precio de un empleo tan noble, habían
sustituido un vil interés. El emperador Trajano, para contener este desorden, expidió un
decreto por el que mandaba a todos los que tuviesen pleitos que jurasen no haber dado,
prometido, ni hecho prometer cosa alguna a aquel que se había encargado de su causa.
Y terminado el pleito, solo permitía dar o gratificar hasta la cantidad de diez mil sestercios.
En los primeros tiempos de la República romana no había más que un solo abogado para
defender una causa, así como uno solo era el que acusaba; pero después se siguieron
con más aparato y su número regularmente era el de cuatro por cada parte. Asconius
observa que antes de la causa de Scaurus no había visto que ningún acusado hubiese
tenido más de cuatro abogados; y que este fue el primero que tuvo hasta seis; que fueron
Cicerón, Hortensio, P. Clodio, M. Marcelo, M. Calidio y M. Mesalo Níger. Añade también
que este número se aumentó mucho después de las guerras civiles, hasta el exceso de
tener una persona doce abogados para defender una sola causa. Dicho abuso parece que
se cortó un tanto con la publicación de la ley Julia que señalaba solo tres abogados al
acusado en las causas de mayor importancia, Calpurnia, según otros Calfurnia, casada
con César, fue causa de que se prohibiese ya antiguamente el que las mujeres pudiesen
presentarse en el foro a ejercer la abogacía. Esta mujer de genio travieso habiendo
perdido una causa que ella defendía, se irritó de tal manera contra los jueces que se
levantó los vestidos en medio del tribunal e hizo una acción impúdica en desprecio de los
jueces. Otros dicen que lo que obligó a privar que las mujeres pudiesen dedicarse a la
jurisprudencia fue los grandes gritos que daba aquella mujer sabia pero desvergonzada,
con los que aturdía a los jueces.

Antigua Grecia
Había también oradores o abogados en Grecia que se dedicaban a componer alegatos
para los que tenían necesidad de ellos, aunque esta práctica era contraria a la disposición
de las leyes, que mandaban se defendiesen las partes a sí mismas sin emplear socorros
extraños. Cuando Sócrates fue llamado ante los jueces para dar cuenta de sus opiniones
sobre la religión, Lisias célebre y elegante orador ateniense le llevó un alegato que había
trabajado con el mayor esmero para persuadir a los jueces; pero Sócrates, después de
reconocer y celebrar su mérito, no quiso valerse de él, diciendo que aquello era poco
correspondiente al carácter y fortaleza que debía manifestar un filósofo.

En el Areópago hubo un tiempo en que no se permitió que asistiesen abogados: el reo o


las partes exponían sencillamente y sin floreos su acción.

El emperador León, en una ley publicada el año 468, mandó que en ningún tribunal
pudiese ser abogado el que no fuese católico.

Ejercicio profesional
Genéricamente se puede definir el término abogado como: "persona con título de grado
habilitado conforme a la legislación de cada país, que ejerce el Derecho, en asistencia de
terceras personas, siendo un colaborador activo e indispensable en la administración de
la Justicia de un país.

Se denomina también “doctor” (en todos los países de Sudamérica, como Argentina,
Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador, Paraguay, Perú, Uruguay, Venezuela y la mayor parte
de Centro América a excepción de Guatemala, además de México y España) a este
profesional, aún cuando no haya obtenido el doctorado y por lo tanto no posea título de
doctor. Tal denominación proviene de la circunstancia que anteriormente el doctorado era
una exigencia ineludible para el ejercicio de la abogacía. Lo mismo ocurre con el juez o el
agente fiscal quienes son denominados "doctor" cuando muchos carecen de dicho grado
académico.
El abogado es un profesional cuyo objetivo fundamental es colaborar en la defensa de la
Justicia. Cuenta con una sólida formación teórica y suficiencia práctica, supervisada por
los Colegios y el Estado. Interviene en la resolución de conflictos judiciales y
extrajudiciales, la función pública, la magistratura, la enseñanza y la investigación. Se
encargan de defender los intereses de una de las partes en litigio. Al ser el abogado un
profesional específicamente preparado y especializado en cuestiones jurídicas, es el
único profesional que puede ofrecer un enfoque adecuado del problema legal que tiene el
ciudadano o 'justiciable'. Debe destacarse que además de su intervención en el juicio, una
función básica y principal del abogado es la preventiva. Con su asesoramiento y una
correcta redacción de los contratos y documentos, pueden evitarse conflictos sociales, de
forma que el abogado, más que para los pleitos o juicios, sirve para no llegar a ellos con
su mediación extrajudicial. Tanto es así que en la mayoría de los procedimientos
judiciales es obligatorio comparecer ante los tribunales asistido o defendido por un
abogado en calidad de director jurídico, es decir, todo escrito o presentación judicial debe
ir firmada por el cliente (o su representante legal, el procurador) y por su abogado, lo cual
le garantiza un debido ejercicio del derecho a la defensa durante el proceso. Un abogado
suele tener poderes de su defendido o cliente mediante autorización en instrumento
público, u otorgado apud acta, es decir, por comparecencia en el juzgado o tribunal, de
manera que pueda dirigirlo en juicio, o representarlo en actuaciones legales o
administrativas que no requieran de procurador de los Tribunales, representando así al
interesado, y no sólo dirigiendo su defensa.

La actuación profesional del abogado se basa en los principios de libertad e


independencia.

Los principios de confianza y de buena fe presiden de las relaciones entre el cliente y el


abogado, que está sujeto al secreto profesional. El abogado se debe a su cliente, en
primer lugar, y debe litigar de manera consciente respecto a la responsabilidad social en
la que se halla, con un actuar crítico y equilibrado al servicio de la paz social, en la que
colabora con los juzgados y tribunales dentro del sistema judicial de cada país. A través
de los Colegios de abogados u organismos pertinentes, dependiendo del país, existen
servicios de asistencia jurídica gratuita para los ciudadanos que carecen de medios
económicos para pagar los honorarios de un abogado. Son los llamados abogados de
oficio, que asesoran desde Colegios de abogados o directamente desde el Estado.

Las especialidades más importantes en el ejercicio de la abogacía son: Derecho civil, de


familia, penal, comercial, laboral, tributario, constitucional, administrativo, intelectual y
ambiental, aunque no suelen tener su correspondencia con formaciones académicas
específicas, sino con la experiencia, dedicación y mayor conocimiento de ese tipo de caso
por cada abogado.
Formas de organización
Tradicionalmente, los abogados ejercieron su profesión solos o en pequeños grupos. Fue
en Estados Unidos de América a finales del siglo XIX cuando comenzaron a reunirse
grupos mayores, tendencia que pasaría rápidamente a Europa y luego al resto de los
países con un desarrollo relevante de la profesión. Como un caso muy especial puede
citarse Francia, donde aún hoy en día, con algunas contadas excepciones, siguen
trabajando solos o en pequeños grupos. Generalizando, podría decirse que las formas de
organización que los abogados se han dado son básicamente tres. En primer lugar, y por
lejos la forma más usada, son los abogados que ejercen solos o en pequeños grupos. En
segundo, aun cuando es una fórmula que se bate en retirada, están las comunidades de
techo, donde básicamente los abogados comparten la propiedad de un inmueble o
contribuyen comunitariamente a los gastos generales, y cada uno lleva sus propios
clientes. En tercer lugar, independientemente de la estructura societaria elegida, están los
estudios de abogados o estudios jurídicos, en los que generalmente se concentra la
mayor parte del trabajo complejo y relevante que se realiza en un país para empresas,
gobierno o personas.

Desde otra perspectiva, podemos decir que los despachos de abogados se clasifican en
pequeños, medianos y grandes. Aun cuando esta nomenclatura tendrá un uso diferente
en cada país, generalmente es aceptado que un despacho pequeño tiene hasta 50
abogados, y que un estudio es grande cuando alcanza al menos los 100 abogados. Los
estudios de abogados se califican a sí mismos como generalistas y especialistas, o como
“one stop shop” y “boutiques”, para usar un lenguaje más contemporáneo. Si bien es
cierto que en general puede observarse que el tamaño de los estudios de abogados
depende del tamaño de la población y de la economía de un país, existen excelentes
ejemplos de que ello no es una regla cerrada; tal es el caso de Nueva Zelanda y de
Irlanda, donde se encuentran varios estudios con más de 200 abogados, tratándose de
poblaciones cercanas a los cuatro millones de habitantes. El técnico jurídico es aquella
persona que, sin tener licencia para ejercer derecho como abogado, les brinda asistencia
a éstos en sus obligaciones profesionales del día a día. Los técnicos jurídicos (o paralegal
en inglés) son comunes en Norteamérica (Estados Unidos incluso otorga certificación
separada para este oficio), pero no en el resto del mundo, especialmente en el Derecho
continental. Bajo el Derecho anglosajón (o Common law) de Estados Unidos, los técnicos
jurídicos deben trabajar bajo la supervisión de un abogado, pero las condiciones laborales
varían entre los distintos estados.

Los estudios de abogados más grandes en la actualidad bordean los 4.000 abogados,
siendo verdaderas empresas transnacionales. La mayor parte de los mega estudios
(1.000 o más abogados) tienen su origen en Estados Unidos o en el Reino Unido.
Abogado independiente
Cuando se recurre a un abogado hay que pensar para quién está trabajando realmente,
es decir, en un caso normal en el que necesitas asistencia jurídica acudes a un bufete de
abogados y contratas sus servicios, tan simple como eso. El problema puede darse si, por
ejemplo, has tenido un accidente de tráfico en el que la búsqueda de un abogado tenga
como objetivo cobrar la indemnización por los daños sufridos.

Las compañías aseguradoras suelen ofrecerte la asistencia jurídica de su equipo de


abogados, pero no siempre el objetivo de la compañía es el mismo objetivo que el del
cliente, ya que para la compañía que paga a este abogado lo mejor será cerrar el caso lo
antes posible, sin llegar a juicio y con una oferta que muchas veces es inferior a lo que la
víctima podría conseguir con un abogado que no tuviera la presión de su compañía.

Aquí es donde surge la figura del abogado independiente, que no actúa en favor de la
aseguradora y cuyo objetivo es el mismo que el del cliente ya que normalmente cobran un
porcentaje de la indemnización conseguida. La víctima de un accidente tiene el derecho a
la libre elección de abogado, según el código deontológico aprobado en el Pleno de 27 de
noviembre de 2002,4 que le permite elegir libremente al profesional que, según su criterio,
considere que va a defender mejor sus intereses por lo que es importante remarcar que
esta labor no es obligatoria que sea realizada por un abogado de la compañía.
Decálogo del abogado
El decálogo del abogado, también conocido como los “Mandamientos del Abogado” fue
realizado por el jurista uruguayo Eduardo Couture, ex decano y profesor de la Facultad de
Derecho de la Universidad de la República.

Ama a tu profesión. Trata de considerar la abogacía de tal manera que el día en que tu
hijo te pida consejo sobre su destino, consideres un honor para ti proponerle que se haga
abogado.

Estudia. El Derecho se transforma constantemente. Si no sigues sus pasos, serás cada


día un poco menos abogado.

Lucha. Tu deber es luchar por el Derecho, pero el día que encuentres en conflicto el
Derecho con la Justicia, lucha siempre por la Justicia.

Olvida. La abogacía es una lucha de pasiones. Si en cada batalla fueras cargando tu


alma de rencor, llegará un día en que la vida será imposible para ti. Concluido el combate,
olvida tan pronto tu victoria como tu derrota.

Piensa. El Derecho se aprende estudiando, pero se ejerce pensando.

Sé leal. Leal con tu cliente, al que no debes abandonar hasta que comprendas que es
indigno de ti. Leal para con el adversario, aun cuando él sea desleal contigo. Leal para
con el juez, que ignora los hechos y debe confiar en lo que tú le dices; y que, en cuanto al
Derecho, alguna que otra vez, debe confiar en el que tú le invocas. Intenta ser leal con
todo el mundo y todo el mundo intentará ser leal contigo.

Ten fe. Ten fe en el Derecho, como el mejor instrumento para la convivencia humana; en
la Justicia, como destino normal del Derecho; en la Paz, como sustituto bondadoso de la
Justicia; y sobre todo, ten fe en la Libertad, sin la cual no hay Derecho, Justicia, ni Paz.

Ten paciencia. El tiempo se venga de las cosas que se hacen sin su colaboración.

Tolera. Tolera la verdad ajena en la misma medida en que quieres que sea tolerada la
tuya.

Trabaja. La abogacía es una dura fatiga pues está al servicio de la Justicia.


Otras Áreas de la Abogacía
 Asistencia jurídica gratuita
 Colegio de abogados
 Derecho a la defensa
 Jurista
 Licenciado en Derecho
 Procurador de los tribunales
 Notario

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