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1.

Introducción

El Trastorno por Estrés Postraumático (TEPT) hace referencia a una respuesta emocional muy
intensa ante un hecho experimentado y vivido como traumático. Una experiencia traumática
puede ser, cualquier tipo de desastre natural, guerras, accidentes de coche, moto, avión etc., y
situaciones de violencia fuerte, se puede considerar como una discontinuidad repentina y
extrema en la vida de un individuo.

La sensación que todos podemos tener de control sobre nosotros mismos y sobre las
situaciones que vivimos y sobre el medio ambiente físico en el que habitamos, junto con la
creencia de invulnerabilidad y, a veces, de inmortalidad se ven amenazadas de forma repentina
y dramática.
Se experimenta una alteración y variación de los procesos emocionales, cognitivos y volitivos,
que introducen un importante quiebre en la experiencia de la persona que resulta muy
complicado de integrar en la conciencia de la misma.

Las reacciones ante este suceso pueden ser temporales y pasajeras o alargarse por un tiempo
indeterminado. De esta manera se expone que la capacidad que puede tener un "estímulo"
para generar este trastorno se relaciona directamente con la interpretación amenazante que
se tenga de éste. Esta interpretación vendrá dada por el mismo suceso y/o por las
características personales de ese sujeto.

Estudios aseguran que más de la mitad de las personas que se exponen a un trauma importante
no llega a desarrollar este trastorno a pesar de la sensación de peligro y miedo extremo, pérdida
y amenaza, esto nos deja claro que hay otras variables que resultan necesarias para explicar el
comienzo de este trastorno.

El trauma es una realidad que siempre ha estado presente a lo largo de la historia de la


humanidad. Y a pesar de que las reacciones psicológicas ante sucesos traumáticos han sido
investigadas y observadas desde hace ya más de un siglo, en muchas ocasiones se han olvidado
de ellas y no las han tenido en cuenta.

A lo largo de las últimas dos décadas, apoyándose en los movimientos pacifistas y en los
movimientos contra la violencia machista y sexual, el interés y los recursos dedicados a este
tema, ha aumentado considerablemente por la necesidad de adaptarse al mundo y a la
sociedad actual, para poder dar respuesta a muchos de esos acontecimientos que han ocurrido
siempre, pero que cada vez se tiene más conciencia de ellos.
Fue en el año 1980, cuando se realiza el diagnóstico de Trastorno por Estrés Post Traumático
(Post Traumatic Stress Disorder, PTSD) en el DSM-III. A raíz de ese momento, el interés por este
trastorno ha ido en aumento y creciendo a pasos agigantados, como se ha podido comprobar a
la hora de materializado en cientos de publicaciones científicas, investigaciones, creación de
asociaciones, desarrollo de nuevos abordajes terapéuticos, etc.

Los acontecimientos traumáticos que vivimos sobrepasan nuestra capacidad de asimilación de


los mismos. Las personas que llegan a vivirlos pueden experimentar reacciones y respuestas de
intenso pánico, horror o desesperanza. Estos sucesos hacen referencia a cosas como el sentirse
amenazado de muerte, ser herido/a gravemente o asaltado/a física o sexualmente.

Pueden ser que el hecho traumático solo ocurra una única vez como en el caso de un accidente
vehicular o aéreo, un desastre natural, un incendio o un delito violento, o, por el contrario,
pueden ocurrir varias veces en poco o mucho tiempo y de manera persistente y frecuentes,
como en el caso del abuso o maltrato infantil, algunas formas de violencia machista y
acontecimientos como una guerra.

Desgraciadamente, los acontecimientos traumáticos suelen ser muy comunes y frecuentes,


afectando así a la mayoría de las personas que los pueden llegar a padecer, como mínimo una
vez en su vida. Las reacciones que los individuos tienen ante estos eventos traumáticos pueden
variar de manera considerable, provocando posibles alteraciones menores a perturbaciones
más importantes, debilitantes y de larga duración en el tiempo.

Es bastante común y habitual que, además de la ansiedad, el temor y la tristeza en la que la


persona se encuentra, también llegue a desconectarse emocionalmente y no sea capaz de
recordar partes importantes y significativas del hecho que ha tenido lugar. A pesar de ello, es
posible que la persona se sienta atormentada a la hora de recordar imágenes que aparecen
fragmentadas y que se presentan a través de imágenes y recuerdos persistentes, pesadillas o
depresión, irritabilidad, trastornos del sueño, etc.

Cuando estas experiencias duran más de un mes, son descriptas bajo el diagnóstico de
Trastorno por Estrés Postraumático o TEPT.

El TEPT empieza en diferentes momentos vitales dependiendo de cada persona. Los síntomas
relacionados con un trastorno pueden tener su inicio inmediatamente después del suceso
traumático y permanecer en el tiempo. Otras personas pueden llegar a desarrollar síntomas
nuevos y más serios meses o hasta años más tarde.
El trastorno de estrés postraumático lo puede padecer cualquier tipo de persona, incluso los
niños/as.

El tratamiento puede incluir terapia de conversación y terapia psicológica, medicinas o una


combinación de las dos. El tratamiento puede tomar de seis a 12 semanas. Para algunas
personas puede resultar ser más largo dependiendo de su caso particular y de la situación actual
en la que se encuentra en su trastorno.

La exposición a sucesos traumáticos y las consecuencias que ocurren por ello no es un


fenómeno nuevo ni actual. Desde siempre, los seres humanos han estado experimentando
tragedias, dramas y desastres a lo largo de toda la historia de la humanidad.
Algunas evidencias que existen de reacciones postraumáticas aparecieron en el siglo sexto
antes de Cristo y están basadas en las reacciones de los soldados durante los combates que
tenían. (Holmes,1985).

Las respuestas y reacciones al estrés traumático han sido denominadas de muchas formas
diferentes a lo largo de los años. Algunos términos diagnósticos utilizados han incluido los de
Neurosis de Guerra, neurosis Traumática, síndrome Post-Vietnam o Fatiga de Batalla
(Meichenbaum,1994)

El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-III) reconoció por primera
vez el trastorno por estrés postraumático como una entidad diagnóstica diferenciada en el año
1980, como te he comentado anteriormente.

Fue considerado y categorizado como un trastorno de ansiedad por la característica presencia


de ansiedad persistente, hipervigilancia y conductas de evitación fóbica. En 1994, el Manual
Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-IV) fue publicado y en él se recogen,
respecto a los criterios diagnósticos del trastorno, los últimos avances e investigaciones
realizadas en el campo de la psicología y de los trastornos mentales en concreto.
Prevalencia

El curso del TEPT es bastante variable, pero la recuperación es muy posible en la mayoría de los
casos. En un pequeño porcentaje de las personas que lo padecen, el trastorno puede mostrar
durante muchos años una cronicidad y una evolución hacia una transformación constante de la
personalidad.
En un estudio reciente acerca de remisión del TEPT sin tratamiento (casos de TEPT que no lo
son a los 10 meses del diagnóstico), se muestra que existe remisión en el 44% de los pacientes.

En algunos estudios donde se sitúa la remisión a los 5 meses el porcentaje era del 51,7%
mientras que en otros estudios que consideraban más tiempo era de 36,9%. En los casos donde
el suceso traumático era un desastre natural obtuvieron los porcentajes de remisión más altos
(60%) mientras que los relacionados con una enfermedad médica presentaron los porcentajes
más bajos (31,4%).

Se considera que el 50% de mujeres y del 60% de hombres sufrirán un acontecimiento


traumático a lo largo de su vida, con una prevalencia de desarrollo de TEPT de un 7%,
manteniendose a los 12 meses en un 1,1-3,5%. Según algunos estudios como el estudio ESEMeD
(Haro JM, 2006) la prevalencia a lo largo de la vida del TEPT en la población general en España
es del 1,95% (IC 95% 1,18-2,73), siendo del 2,79% (IC 95% 1,71-3,87) en la mujer, frente al 1,06%
(IC 95% 0,0-2,2) en el caso del varón.

Los eventos traumáticos y la pérdida de seres queridos son habituales en la vida. En un estudio
de la OMS llevado a cabo en 21 países, más del 10% de los encuestados declararon que habían
sido testigos de actos de violencia (21,8%) o habían sufrido violencia interpersonal (18,8%),
accidentes (17,7%), exposición a conflictos bélicos (16,2%) o eventos traumáticos relacionados
con seres queridos (12,5%). Se estima en el estudio que un 3,6% de la población mundial ha
sufrido un trastorno de estrés postraumático (TEPT) en el último año.

CASO CLÍNICO

Susana es una chica de 25 años que acude a consulta porque, hace 4 meses tuvo
un accidente de tráfico cuando iba camino de la universidad con una compañera
de clase.

En ese accidente su amiga falleció y Susana era la que conducía.


Ella pudo ver como su compañera y amiga salió disparada por la ventana delantera
del coche, ya que, no llevaba puesto el cinturón e iban escuchando música y
cantando.

Desde entonces, Susana experimenta un trauma que le impide hacer vida normal,
cree que ha caído en una depresión y no tiene ganas de hacer nada y, además,
revive mentalmente el suceso
muchas veces a lo largo de la semana, porque manifiesta “que no se le va la imagen
de la cabeza”.

Acude a consulta con el objetivo de que le ayudes a quitarse estos pensamientos


y recuerdos de la mente que no le dejan dormir ni hacer vida normal en clase,
con los amigos ni con la familia.

Acude desesperada y con mucho miedo de que esto le dure toda la vida.

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