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Según explica Padmasambhava, existe un una forma de incrementar lo que llama las
potencias creativas sin una pareja. Esto se logra a través de un complicado proceso de
visualización de la unión sexual de las dakinis y los dakas. Padmasambhava está
notoriamente vinculado con las dakinis y este texto lleva su nombre (khandro en
tibetano). Se dice en la famosa oración de siete líneas, que Padmasambhava está
rodeado de una hueste de dakinis; las dakinis son una especie de deidades de la
sabiduría vinculadas con el goce supremo, especie de musas espirituales que se
presentan a asistir a los hombres en un contexto tántrico (los dakas son sus contrapartes
masculinos). Para realizar esto se imagina la unión sexual de estas deidades –que son
fundamentalmente herramientas para alcanzar la iluminación– en diferentes centros
energéticos del cuerpo, los cuales están asociados a un elemento. Podemos pensar en
estos centros como cinco chakras; Padmasambhava habla de cinco fases, en las que se
armoniza cada uno de estos centros, empezado por la familia Karma de las dakinis en
los órganos sexuales y elevando el proceso hasta la corona y luego realizando un
proceso descendente, cada uno con cierta correspondencia del día del mes lunar, con el
fin de producir la experiencia meditativa de “la unidad del placer y la vacuidad”. Esta
práctica de circular la energía creativa en el cuerpo utilizando una visualización es la
antesala de la práctica con una pareja.
La purificación de las cinco fases sigue el proceso cosmológico a través del cual se
originó el mundo como lo conocemos, según Padmasambhava. Es decir es una especie
de modelo de resonancia energética de la forma en la que la conciencia primordial se
fue concretizando y formando el mundo vía la acción de la energía creativa. “Por la
combinación de estas fases, el ambiente de un cosmos perecedero emerge. Aunque la
conciencia prístina existe en nosotros desde siempre, no la reconocemos. Po ello, al
adherirnos a conceptos de afirmación y negación en lo que respecta a la energía creativa
de la conciencia prístina, se produce una división en samsara y nirvana. Uno entra al
viente de una madre por falta de esta pura presencia [el residir en esa conciencia prístina
no dual]. Así, por la combinación de las potencias creativas causales de los padres y la
conciencia prístina que pertenece a la presencia pura, el cuerpo se forma”. Las fases son
las combinaciones de la energía creativa representada en los cinco elementos (tierra,
agua, viento, fuego y espacio)(el espacio se mantiene puro en este esquema).
Luego Padmasambhava dice que para practicar alimentar la potencia creativa (lo que
hemos llamado aquí también alquimia sexual) es necesario encontrar a una pareja que”
haya recibido iniciaciones y que se imagine a sí misma como una deidad” (esto es la
fase de generación y perfección del vajrayana). Esto es importante para que “durante la
relación sexual, cuando surja el apego pasional y sus conceptos asociados, esto sea
experimentado como la conciencia prístina”. Esto es algo común en el tantra, donde la
fuerza de algunas emociones comúnmente percibidas como negativas es transformada
en una energía positiva, mayormente a través de la percepción de lo que ha sido llamado
“un sólo sabor”, el mundo entero se percibe como iluminado, nirvana o samsara son lo
mismo. Esto hace que todas las cosas sean simplemente sabiduría y que uno no se
identifique con ellas. Así la sexualidad se experimenta como gozo primordial sin
identificarse con una pareja (la cual es vista como una deidad igual a la vacuidad de la
mente), y cualquier emoción que surja es transmutada como sabiduría y disuelta en el
Dharmakaya). Lo anterior es importante, dice Padmasambhava, porque “si uno no sabe
esto sólo se genera apego”.
Cuando la potencia creativa se extiende hacia abajo del ombligo con el placer que la
acompaña, es necesario regresarla hacia arriba. Uno puede decir hik tres veces, e
imaginar como sube, tornar los ojos hacia arriba si es necesario, retener y subir desde
abajo y apretar hacia abajo desde arriba [esto parece ser la descripción de un tipo de
respiración dirigida], tocar la lengua del paladar, contraer los pies, apretar el dedo gordo
con el dedo anular y apretar los dos dedos medios juntos firmemente, y dirigir la
atención a la corona de la cabeza. De esta forma uno logra retener la potencia creativa
con seguridad. Luego uno puede generar placer otra vez, y si uno no puede retenerlo de
esta forma entonces debe apretar el punto que está a cuatro dedos de distancia de la base
del órgano sexual [posiblemente el periné] con el del dedo anular derecho. Así no habrá
expulsión aunque la potencia creativa esté en los órganos sexuales. [Luego uno] regresa
el aspecto creativo de la energía que ha sido retenida y lo disemina por los ojos… El
único punto de control [para hacer esto] es utilizar el aspecto activo de la energía junto
con la mente; al hacer esto, uno almacena la energía activa en el interior. Al momento
de retener la energía activa, relaja la mente en un estado más allá de concepto. De esta
forma sostener y diseminar ocurren al mismo tiempo…
Como queda evidenciado en
esta descripción, este ejercicio requiere mayor explicación (y existen muchos maestros
de tantra budista en diversas partes del mundo que perfectamente pueden hacerlo).
Padmasambhava divide la energía de la potencia creativa en 16 aspectos. Dentro de uno
de estos aspectos que es retenido si se práctica la pasión desapegada, yacen seis semillas
de color vede, “que son las semillas para generar un tulku”. Es decir una emanación
para reencarnar a voluntad, preservando los méritos logrados a través de estas prácticas.
Dice Padmasambhava que estas semillas contienen las “más altas capacidades
humanas”. Se tienen que mover a través de las fases de los diferentes elementos, esto es
clave para que se produzca la alquimia que evita enfermedades, si no se hace esto lo
contrario puede ocurrir, advierte. Literalmente, en la sexualidad estamos jugando con
fuego y con los otros elementos y podemos crear importantes desbalances si no se tiene
una clara dirección.