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La Tierra y la Luna

Si la astronomía estudia los cuerpos y fenómenos del


Universo, es indudable que tenemos la primera "materia
prima" para este estudio en nuestro propio planeta, la Tierra
y (en menor grado) en su único satélite, la Luna.

Los conocimientos sobre nuestro planeta superan en mucho


a los que tenemos sobre el resto del Sistema Solar y el
universo. De hecho, el estudio de la Tierra supera los
límites de la astronomía y abarca muchas otras ciencias,
como la geología, geografía, física, meteorologia,
biología, ... El estudio de todas estas ciencias se llama, a
menudo, educación ambiental.

Esta sección no pretende abarcar todos los frentes, pero sí ofrecer una visión
suficientemente ámplia de la Tierra como planeta. Este es un sitio sobre astronomía y,
simplemente, vamos a estudiar un planeta y un satélite con cierta profundidad. ¿Alguno
mejor que los nuestros? Como mínimo, de estos, conocemos más detalles ...

La Tierra
La Tierra es el tercer planeta desde el Sol y quinto en
cuanto a tamaño. Gira describiendo una órbita elíptica
alrededor del Sol, a unos 150 millones de km, en,
aproximadamente, un año. Al mismo tiempo gira sobre
su propio eje cada día. Es el único planeta conocido que
tiene vida, aunque algunos de los otros planetas tienen
atmósferas y contienen agua.

La Tierra no es una esfera perfecta, ya que el ecuador se


engrosa 21 km, el polo norte está dilatado 10 m y el polo
sur está hundido unos 31 metros.

La Tierra posee una atmósfera rica en oxígeno, temperaturas moderadas, agua


abundante y una composición química variada. El planeta se compone de rocas y
metales, sólidos en el exterior, pero fundidos en el interior.

Desde la antigüedad se han elaborado mapas pera representar la Tierra. Con la llegada
de la fotografía, los ordenadores y la astronáutica, la superfície terrestre ha sido
estudiada con detalle, aunque todavía queda mucho por descubrir.
Movimientos de la Tierra
La Tierra está en contínuo movimiento. Se desplaza, con el resto de planetas y cuerpos del
Sistema Solar, girando alrededor del centro de nuestra galaxia, la Vía Láctea. Sin embargo, este
movimiento afecta poco nuestra vida cotidiana.

Más importante, para nosotros, es el movimiento que efectua describiendo su órbita


alrededor del Sol, ya que determina el año y el cambio de estaciones. Y, aún más, la rotación
de la Tierra alrededor de su propio eje, que provoca el día y la noche, que determina nuestros
horarios y biorritmos y que, en definitiva, forma parte inexcusable de nuestras vidas.

El movimiento de traslación: el año


Por el movimiento de traslación la Tierra se mueve alrededor
del Sol, impulsada por la gravitación, en 365 días, 5 horas y
57 minutos, equivalente a 365,2422 días, que es la duración
del año. Nuestro planeta describe una trayectoria elíptica de
930 millones de kilómetros, a una distancia media del Sol de
150 millones de kilómetros. El Sol se encuentra en uno de los
focos de la elipse. La distancia media Sol-Tierra es 1 U.A.
(Unidad Astronómica), que equivale a 149.675.000 km.

Como resultado de ese larguísimo camino, la Tierra viaja a


una velocidad de 29,5 kilómetros por segundo, recorriendo en una hora 106.000 kilómetros, o
2.544.000 kilómetros al día.

La excentricidad de la órbita terrestre hace variar la distancia entre la Tierra y el Sol en el


transcurso de un año. A primeros de enero la Tierra alcanza su máxima proximidad al Sol y se
dice que pasa por el perihelio. A principios de julio llega a su máxima lejanía y está en afelio. La
distancia Tierra-Sol en el perihelio es de 142.700.000 kilómetros y la distancia Tierra-Sol en el
afelio es de 151.800.000 kilómetros.

El movimiento de rotación: el día


Cada 24 horas (cada 23 h 56 minutos), la Tierra da una vuelta
completa alrededor de un eje ideal que pasa por los polos.
Gira en dirección Oeste-Este, en sentido directo (contrario al
de las agujas del reloj), produciendo la impresión de que es el
cielo el que gira alrededor de nuestro planeta.

A este movimiento, denominado rotación, se debe la


sucesión de días y noches, siendo de día el tiempo en que
nuestro horizonte aparece iluminado por el Sol, y de noche
cuando el horizonte permanece oculto a los rayos solares. La
mitad del globo terrestre quedará iluminada, en dicha mitad
es de día mientras que en el lado oscuro es de noche. En su movimiento de rotación, los
distintos continentes pasan del día a la noche y de la noche al día.

Precesión y nutación
Los equinoccios no son fijos porque el plano del ecuador gira en relación al plano de la
eclíptica; completa un giro cada 25.868 años. El movimiento de los equinoccios en la eclíptica
se llama precesión de los equinoccios. Para establecer la posición real de las estrellas en un
momento determinado tiene que aplicarse una corrección de precesión a las cartas celestes.

Por su parte, la nutación es un leve balanceo que experimenta la Tierra a causa de la atracció
gravitacional de la Luna

Precesión
La Tierra es un elipsoide de forma irregular, aplastado por los
polos y deformado por la atracción gravitacional del Sol, la
Luna y, en menor medida, de los planetas. Esto provoca una
especie de lentísimo balanceo en la Tierra durante su
movimiento de traslación llamado "precesión de los
equinoccios", que se efectúa en sentido inverso al de
rotación, es decir en sentido retrógrado (sentido de las
agujas del reloj).

Bajo la influencia de dichas atracciones, el eje va


describiendo un doble cono de 47º de abertura, cuyo vértice
está en el centro de la Tierra. Debido a la precesión de los equinoccios, la posición del polo
celeste va cambiando a través de los siglos. Actualmente la estrella Polar no coincide
exactamente con el Polo Norte Celeste.

Nutación
Hay otro movimiento que se superpone con la precesión, es la nutación, un pequeño vaivén
del eje de la Tierra. Como la Tierra no es esférica, la atracción de la Luna sobre el abultamiento
ecuatorial de la Tierra provoca el fenómeno de nutación. Para hacernos una idea de este
movimiento, imaginemos que, mientras el eje de rotación describe el movimiento cónico de
precesión, recorre a su vez una pequeña elipse o bucle en un periodo de 18,6 años.

En una vuelta completa de precesión (25.767 años) la Tierra realiza más de 1.300 bucles de
nutación. El movimiento de nutación de la Tierra fue descubierto por el astrónomo británico
James Bradley.

La Tierra, un planeta azul


Los astronautas siempre describen la Tierra como "El Planeta
Azul", debido a su color, y las fotos captadas desde el espacio
lo demuestran. Los responsables de estas tonalidades son los océanos y los gases de la
atmósfera, es decir, los dos componentes "externos" a la corteza terrestre.

Es en estas tres capas - corteza, hidrosfera, atmósfera -, donde se dan las condiciones
adecuadas para que se desarrolle y mantenga la vida. Tanto la cobertura de agua como la de
aire son únicas en todo el Sistema Solar.

La Hidrosfera
Llamamos hidrosfera al conjunto de toda el agua que hay sobre la superficie de la Tierra:
océanos, mares, rios, lagos, pantanos, glaciares, polos, ... Se formó en una época temprana de
la evolución terrestre, a partir del vapor producido por lae serupciones volcánicas, cuando
eran más frecuentes que en la actualidad. El vapor se condensó formando nubes que luego
provocaron lluvias torrenciales a lo largo de millones de años. Puede que la historia bíblica de
Noé pretenda explicar este fenómeno aunque, evidentemente, cuando ocurrió no había
humanos.

La mayor parte del agua se encuentra en los océanos, que cubren casi las tres cuartas partes
de la superfície terrestre. En el hemisferio norte, las aguas ocupan unos 154 millones de km.
cuadrados, frente a los 100 de las tierras emergidas. En ell hemisferio sur, en cambio, los
mares ocupan 206 millones de km. cuadrados, frente a los sólo 48 millones de km. cuadrados
de tierra firme.

En la Tierra hay unos 1.400 millones de km. cúbicos de agua, de los cuales, sólo el 3,5 % es
agua dulce y, de esta, la mayoria se encuentra en forma de hielo, en los polos. Esta enorme
cantidad de agua ayuda a amortiguar las diferencias de temperatura que se producirían en las
distintas estaciones del año o entre el día y la noche.

La Atmósfera
Inicialmente, la Tierra tenía una atmósfera muy distinta de la actual. Las erupciones volcánicas
constantes emitieron enormes cantidades de vapor de agua que, al precipitarse, formó mares
y océanos. Allí surgieron las primeras algas que empezaron a consumir dióxido de carbono y
fabricar oxígeno. Como el primero abundaba y, sin embargo, no había animales que
consumiesen el segundo, las algas proliferaron y, al cabo de millones de años, habían
conseguido transformar la atmófera inicial en otra de composición parecida a la actual.

La atmósfera no es uniforme. La mayoria del aire se concentra en los 15 km. más próximos a la
superficie terrestre. Desde el suelo, la atmósfera tiene diversas capas: troposfera, estratosfera,
mesosfera, termosfera, exosfera y magnetosfera. Debido a la diferencia de densidades,
presión y temperatura entre las diversas capas, o entre distintas zonas del planeta, la
atmósfera presenta cambios constantes que determinan lo que llamamos "tiempo
atmosférico" o clima.

La atmósfera mantiene la temperatura del planeta relativamente estable y actua como escudo
protector contra diversos tipos de radiaciones que resultarían letales para los seres vivos.
También protege la superficie terrestre del impacto de los meteoritos, la mayoria de los cuales,
se desintegran al chocar con las capas altas de la atmósfera, a altísimas velocidades.

Las capas de la Tierra


Si hacemos un corte que atraviese la Tierra por el centro
encontraremos que, bajo la corteza, hay diversas capas cuya
estructura y composición varía mucho. La Tierra es uno de
los planetas sólidos o, al menos, de corteza sólida, ya que no
todas las capas lo son.

Por encima tenemos la atmósfera, una capa de gases a los


que llamamos aire, formada a su vez por una serie de capas,
que funciona como escudo protector del planeta, mantiene
la temperatura y permite la vida. En las hendiduras y zonas
bajas de la corteza, agua, mucha agua líquida y, en los polos,
helada. Por debajo de la corteza, una serie de capas en estado pastoso, muy calientes, y con
una densidad creciente hasta llegar al núcleo de la Tierra, de nuevo, sólido, metálico, denso, ...

La corteza terrestre
La corteza terrestre tiene un grosor variable que alcanza un máximo de 75 km bajo la cordillera
del Himalaya y se reduce a menos de 7 km en la mayor parte de las zonas profundas de los
océanos. La corteza continental es distinta de la oceánica.

La capa superficial está formada por un conjunto de rocas sedimentarias, con un grosor
máximo de 20-25 km, que se forma en el fondo del mar en distintas etapas de la historia
geológica. La edad más antigua de estas rocas es de hasta 3 800 millones de años. Por debajo
existen rocas del tipo del granito, formadas por enfriamiento de magma. Se calcula que, bajo
los sistemas montañosos, el grosor de esta capa es de más de 30 km. La tercera capa
rocosaestá formada por basaltos y teniene un grosor 15-20 km, con incrementos de hasta 40
km.

A diferencia de la corteza continental, la oceánica es geológicamente joven en su totalidad,


con una edad máxima de 180 millones de años. Aquí también encontramos tres capas de
rocas: la dedimentaria, de anchura variable, formada por las acumulaciones constantes de
fragmentos de roca y organismos en los océanos; la del basalto de 1.5 a 2 km de grosor,
mezclada con sedimentos y con rocas de la capa inferior y una tercera capa constituida por
rocas del tipo del gabro, semejante al basalto en composición, pero de origen profundo, que
tiene unos 5 kilómetros de grosor. Parece que la corteza oceánica se debe al enfriamiento de
magma proveniente del manto superior.

 Capa interna   Espesor aproximado   Estado físico 

 Corteza   7-70 km   Sólido 


 Manto superior   650-670 km   Plástico 

 Manto inferior   2.230 km   Sólido 

 Núcleo externo   2.220 km   Líquido 

 Núcleo interno   1250 km   Sólido 

El manto y el núcleo
La corteza terrestre es una fina capa si la comparamos con el
resto del planeta. Esta formada por placas más o menos
rígidas que se apoyan o flotan sobre un material viscoso a
alta temperatura que, a veces, sale a la superficie a través de
volcanes y que contínuamente fluye en las dorsales
oceánicas para formar nueva corteza.

A unos 3.000 km de profundidad se encuentra el núcleo de la


Tierra, una zona donde predominan los metales y que, lejos
de resultarnos indiferente, influye sobre la vida en la Tierra
ya que se le considera el responsable de la mayoria de
fenómenos magnéticos y electricos que caracterizan nuestro planeta.

El manto y el núcleo son el pesado interior de la Tierra y constituyen la mayor parte de su


masa.

El manto terrestre
El manto es una capa de 2.900 km de grosor, constituida por rocas más densas, donde
predominan los silicatos. A unos 650-670 km de profundidad se produce una especial
aceleración de las ondas sísmicas, lo que ha permitido definir un límite entre el manto superior
y el inferior. Este fenómeno de debe a un cambio de estructura, que pasa de un medio plástico
a otro rígido, donde es posible que se conserve la composición química en general.

La corteza continental creció por una diferenciación química del manto superior que se inició
hace unos 3.800 millones de años. En la base del manto superior la densidad es de unos 5.5. En
la zona superior se producen corrientes de convección, semejantes al agua que hierve en una
olla, desplazándose de la porción inferior, más caliente, a la superior, más fría. Estas corrientes
de convección son el motor que mueve las placas litosféricas.

El núcleo de la Tierra
Se trata de una gigantesca esfera metálica que tiene un radio de 3.485 km, es decir, un tamaño
semejante al planeta Marte. La densidad varía, de cerca de 9 en el borde exterior a 12 en la
parte interna. Está formado principalmente por hierro y níquel, con agregados de cobre,
oxígeno y azufre.
El núcleo externo es líquido, con un radio de 2.300 km. La diferencia con el núcleo interno se
manifiesta por un aumento brusco en la velocidad de las ondas p a una profundidad entre
5.000 y 5.200 km

El núcleo interno tiene un radio de 1.220 km. Se cree que es sólido y tiene una temperatura
entre 4.000 y 5.000° C. Es posible que el núcleo interno sea resultado de la cristalización de lo
que fue una masa líquida de mayor magnitud y que continúe este proceso de crecimiento. Su
energía calorífica influye en el manto, en particular en las corrientes de convección.
Actualmente se considera que el núcleo interno posee un movimiento de rotación y es posible
que se encuentre en crecimiento a costa del externo que se reduce.

Muchos científicos creen que hace 4.000 millones de años la Tierra ya tenía un campo
magnético causado por un un núcleo metálico. Su formación marcó la frontera entre el
proceso de consolidación y el enfriamiento de la superficie.

Magnetismo y electricidad en la Tierra


La Tierra se comporta como un enorme imán. El físico y
filósofo natural inglés William Gilbert fue el primero que
señaló esta similitud en 1600, aunque los efectos del
magnetismo terrestre se habían utilizado mucho antes en las
brújulas primitivas.

El magnetismo de la Tierra es el resultado de una dinámica,


ya que su núcleo de hierro de la Tierra no es sólido.

Por otra parte, en la superficie terrestre y en la atmósfera se


generan diversas corrientes eléctricas producidas por
diversas causas, además de un intercambio constante de
electricidad entre el aire y la Tierra.

El campo magnético terrestre


La Tierra posee un poderoso campo magnético, como si el planeta tuviera un enorme imán en
su interior cuyo polo sur estuviera cerca del polo norte geográfico y viceversa. Aunque los
polos magnéticos terrestres reciben el nombre de polo norte magnético (próximo al polo norte
geográfico) y polo sur magnético (próximo al polo sur geográfico), su magnetismo real es el
opuesto al que indican sus nombres.

Las posiciones de los polos magnéticos no son constantes y muestran notables cambios de año
en año. Cada 960 años, las variaciones en el campo magnético de la Tierra incluyen el cambio
en la dirección del campo provocado por el desplazamiento de los polos. El campo magnético
de la Tierra tiene tendencia a trasladarse hacia el Oeste a razón de 19 a 24 km por año.
Electricidad terrestre
Se conocen tres sistemas eléctricos generados por procesos
naturales. Uno está en la atmósfera. otro está dentro de la
Tierra, fluyendo paralelo a la superficie, y el tercero, que
traslada carga eléctrica entre la atmósfera y la Tierra, fluye en
vertical.

La electricidad atmosférica es el resultado de la ionización de


la atmósfera por la radiación solar y a partir del movimiento
de nubes de iones. Estas nubes son desplazadas por mareas
atmosféricas, que se producen por la atracción del Sol y la
Luna sobre la atmósfera. Suben y bajan a diario, como ocurre
en el mar. La ionosfera constituye una capa esférica casi
perfectamente conductora.

Las corrientes de la Tierra constituyen un sistema mundial de ocho circuitos cerrados de


corriente eléctrica distribuidos de una forma bastante uniforme a ambos lados del ecuador,
además de una serie de circuitos más pequeños cerca de los polos. La superficie de la Tierra
tiene carga eléctrica negativa. La carga negativa se consumiría con rapidez si no se repusiera
de alguna forma.

Se ha observado un flujo de electricidad positiva que se mueve hacia abajo desde la atmósfera
hacia la Tierra. La causa es la carga negativa de la Tierra, que atrae iones positivos de la
atmósfera. Al parecer, la carga negativa se traslada a la Tierra durante las tormentas y el flujo
descendente de corriente positiva durante el buen tiempo se contrarresta con un flujo de
regreso de la corriente positiva desde zonas de la Tierra con tormentas.

Los mapas de la Tierra


El ser humano siempre ha tenido la necesidad de desplazarse de un lugar a otro. A
veces, en busca de alimentos, territorios nuevos o climas más benignos. Otras, para
extender sus actividades comerciales o arrebatar territorios y ciudades a otros humanos.
Últimamente, viajar por placer, en vacaciones, hacer turismo.

Desde antiguo, antes de emprender un viaje, nos gusta saber qué vamos a encontrar,
cuales son las formas del terreno. Para representarlo, empezamos con unos simples
trazos que indicaban las principales características o accidentes geográficos de un
territorio y hemos llegado hasta los sofisticados mapas actuales.
Con la ayuda de los datos que se obtienen gracias a la topografía es posible elaborar
mapas. El principal problema consiste en tener que representar sobre una superficie
plana aquello que está, en la realidad, sobre la superficie de una esfera. Desde la
antigüedad sa han hecho deversos intentos de solucionarlo. Actualmente se emplean las
proyecciones topográficas, que consisten en transformar los datos topográficos en
valores sobre un plano, haciendo pequeñas correcciones.

Para ello, se divide la superficie terrestre en secciones llamadas retículos geográficos y


se trasladan sobre un plano por medio de un sistema de coordenadas.

El resultado es un mapa en que las coordenadas


forman una cuadrícula. Las líneas verticales se
llaman meridianos y cada una representa un
grado de longitud. Las horizontales, llamadas
paralelos representan un grado de latitud.

Desde que se lanzaron al espacio los primeros


satélites artificiales, se han usado para conseguir
mapas de la superficie de la Tierra cada vez más
precisos. Desde estos satélites se toman distancias
con la ayuda de ondas de radio y también se hacen fotografías de pequeñas secciones de
la superficie, que luego hay que unir. Por primera vez, estos métodos han permitido
tener una imagen real del planeta.

Todo el conjunto de técnicas destinadas a la elaboración de mapas de la superficie


terrestre recibe el nombre de cartografía.

Origen y evolución de la Tierra


No podemos decir gran cosa de lo que ocurrió durante los
dos primeros tercios de la historia del Universo, sólo que,
en algún momento, se formó una galaxia espiral que
llamamos Vía Láctea. En uno de sus brazos se condensó
una estrella, nuestro Sol, hace unos 4.500 millones de
años. A su alrededor quedaron, girando, diversos cuerpos,
entre ellos, la Tierra.

Al principio era una masa incandescente que, lentamente,


se fue enfriando y adquiriendo una forma similar a la que
hoy conocemos. Aunque los cambios en esas primeras
épocas debieron ser más bruscos y abundantes, la Tierra
no ha dejado de evolucionar, y lo sigue haciendo.

La vida apareció cuando se dieron las condiciones apropiadas. Primero, simples


compuestos orgànicos, después, organismos unicelulares; más tarde lo hicieron los
pluricelulares, vegetales y animales. Los humanos evolucionamos de otros mamíferos
hace apenas unos segundos.

Tanto las religiones como las ciencias han dividido la "creación" en diversas fases.
Algunas más poéticas (como los siete días de la Biblia), otras más rigurosas, como las
eras geológicas que acepta la ciencia. Vamos a centrarnos en estas últimas.

Formación de la Tierra
La tierra que hoy conocemos tiene un aspecto muy distinto del que tenía poco después de su
nacimiento, hece unos 4.500 millones de años. Entonces era un amasijo de rocas
conglomeradas cuyo interior se calentó y fundió todo el planeta. Con el tiempo la corteza se
secó y se volvió sólida. En las partes mas bajas se acumuló el agua mientras que, por encima de
la corteza terrestre, se formava una capa de gases, la atmósfera.

Agua, tierra y aire empezaron a inteactuar de forma bastante violenta ya que, mientras tanto,
la lava manava en abundancia por múltiples grietas de la corteza, que se enriquecía y
transformaba gracias a toda esta actividad.

Formación del Sol y los planetas


Según los científicos, hace unos 15.000 millones de
años se produjo una gran explosión, el Big Bang. La
fuerza desencadenada impulsó la materia,
extraordinariamente densa, en todas direcciones, a
una velocidad próxima a la de la luz. Con el tiempo, y a
medida que se alejaban del centro y reducían su
velocidad, masas de esta materia se quedaron más
próximas para formar, más tarde, las galaxias.
No sabemos qué ocurrió en el lugar que ahora ocupamos durante los primeros 10.000 millones
de años, si hubo otros soles, otros planetas, espacio vacio o, simplemente, nada. Hacia la
mitad de este periodo, o quizás antes, debió formarse una galaxia.

Cerca del límite de esta galaxia, que hoy llamamos Vía Láctea, una porción de materia se
condensó en una nube más densa hace unos 5.000 millones de años. Esto ocurría en muchas
partes, pero esta nos interesa especialmente. Las fuerzas gravitatorias hicieron que la mayor
parte de esta masa formase una esfera central y, a su alrededor, quedasen girando masas
mucho más pequeñas.

La masa central se convirtió eu una esfera incandescente, una estrella, nuestro Sol. Las
pequeñas también se condensaron mientras describían órbitas alrededor del Sol, formando los
planetas y algunos satélites. Entre ellos, uno quedó a la distancia justa y con el tamaño
adecuado para tener agua en estado líquido y retener una importante envoltura gaseosa.
Naturalmente, este planeta es la Tierra.

Sólido, líquido y gaseoso


Después de un periodo inicial en que la Tierra era una masa
incandescente, las capas exteriores empezaron a
solidificarse, pero el calor procedente del interior las fundía
de nuevo. Finalmente, la temperatura bajó lo suficiente
como para permitir la formación de una corteza terrestre
estable. Al principio no tenía atmósfera, y recibia muchos
impactos de meteoritos. La actividad volcánica era intensa, lo
que motivaba que grandes masas de lava saliesen al exterior
y aumentasen el espesor de la corteza, al enfriarse y
solidificarse.

Esta actividad de los volcanes generó una gran cantidad de gases que acabaron formando una
capa sobre la corteza. Su composición era muy distinta de la actual, pero fue la primera capa
protectora y permitió la aparición del agua líquida. Algunos autores la llaman "Atmósfera I".

En las erupciones, a partir del oxígeno y del hidrógeno se generaba vapor de agua, que al
ascender por la atmósfera se condensaba, dando origen a las primeras lluvias. Al cabo del
tiempo, con la corteza más fría, el agua de las precipitaciones se pudo mantener líquida en las
zonas más profundas de la corteza, formando mares y océanos, es decir, la hidrosfera.

Historia geológica de la Tierra


Desde su formación hasta la actualidad, la Tierra ha experimentado muchos cambios. Las
primeras etapas, desde que empezó la solidificación de la masa incandescente hasta la
aparición de una corteza permanente, no dejaron evidencias de su paso, ya que las rocas que
se iban generando, se volvían a fundir o, simplemente, eran "tragadas" por una nueva
erupción.

Estas etapas primitivas son todavía un misterio para la ciencia. Además, el paso del tiempo, la
erosión, los distintos cambios ... han ido borrando las señales, por lo que, cuanto más antiguo
es el periodo que se pretenda analizar, mayores dificultades vamos a encontrar. La Tierra, no
lo olvidemos, sigue evolucionando y cambiando.

Eones, Eras, Periodos y Épocas geológicas


El eón es la unidad más grande de tiempo geológico. Se
divide en diversas eras geológicas. Cada era comprende
algunos periodos, divididos en épocas.

Cuanto más reciente es un periodo geológico, más datos


podemos tener y, en consecuencia, se hace necesario
dividirlo en grupos más pequeños.

Se obtienen registros de la geología de la Tierra de cuatro


clases principales de roca, cada una producida en un tipo
distinto de actividad cortical:

1.- erosión y transporte que posibilitan la posterior sedimentación que, por compactación y
litificación, produce capas sucesivas de rocas sedimentarias.

2.- expulsión, desde cámaras profundas de magma, de roca fundida que se enfría en la
superficie de la corteza terrestre, dando lugar a las rocas volcánicas.

3.- estructuras geológicas formadas en rocas preexistentes que sufrieron deformaciones.

4.- actividad plutónica o magmática en el interior de la Tierra.

Datación, las fechas del pasado


Las divisiones de la escala de tiempos geológicos resultante se basan, en primer lugar, en las
variaciones de las formas fósiles encontradas en los estratos sucesivos. Sin embargo, los
primeros 4.000 a 600 millones de años de la corteza terrestre están registrados en rocas que
no contienen casi ningún fósil, es decir, sólo existen fósiles adecuados de los últimos 600
millones de años. Por esta razón, los científicos dividen la extensa existencia de la Tierra en dos
grandes divisiones de tiempo: el precámbrico (que incluye los eones arcaico y proterozoico) y
el fanerozoico, que comienza en el cámbrico y llega hasta la época actual.

El descubrimiento de la radiactividad permitió a los geólogos del siglo XX idear métodos de


datación nuevos, pudiendo así asignar edades absolutas, en millones de años, a las divisiones
de la escala de tiempos.

 Edad (años) Eon  Era  Periodo  Época 


 4.500.000.000 Precámbrico  Azoica     

 3.800.000.000   Arcaica     

 2.500.000.000   Proterozoica     

 560.000.000 Fanerozoico  Paleozoica  Cámbrico   

 510.000.000     Ordovícico   

 438.000.000     Silúrico   

 408.000.000     Devónico   

 360.000.000     Carbonífero   

 286.000.000     Pérmico   

 248.000.000   Mesozoica  Triásico   

 213.000.000     Jurásico   

 144.000.000     Cretáceo   

 65.000.000   Cenozoica  Terciaria  Paleoceno 

 56.500.000       Eoceno 

 35.400.000       Oligoceno 

 24.000.000       Mioceno 

 5.200.000       Plioceno 

 1.600.000     Cuaternaria  Pleistoceno 

 10.000       Holoceno 

Historia geológica: el Precámbrico


Este larguísimo periodo de la historia de la Tierra abarca
desde su formación, hace unos 4.500 millones de años, hasta
hace unos 580 millones de años, es decir, casi 4.000 años de
historia del planeta. Ocupa el 88% de la historia de la Tierra.
Mucho parece.

Bueno, no todo el mundo está de acuerdo. Algunos autores


llaman "Azoico" al periodo en que la Tierra estaba todavía en
formación y sitúan el inicio del Precámbrico alrededor de hace 3.800 millones de años, cuando
la corteza estaba ya (más o menos) consolidada y se empezaron a formar las primeras
sustancias orgánicas. Del mismo modo, otros sitúan el final del periodo entre 590-540 millones
de años atrás, cuando aparecen las primeras algas.

Sea como fuere, dos cosas estaán claras: que es el periodo geológico más largo y que, en él, la
Tierra se estabilizó y aparecieron los primeros organismos vivos, muy simples, por cierto.

De bola incandescente a casa de la vida


El periodo en el que la tierra se estaba transformando desde una bola incandescente hasta un
planeta con corteza, se conoce como "Azoico" o "Catarqueano". Este proceso se suele dar por
terminado hace unos 3.800 millones de años, cuando la Tierra quedó "un poco más"
estabilizada. La corteza terrestre, al final de este periodo, era muy frágil, más delgada que
ahora y con una enorme cantidad de movimientos provocados por terremotos y erupciones
volcánicas.

En lo que sí están de acuerdo casi todos es en que, aproximadamente por estas fechas, la
superficie terrestre quedó establecida. Se inicia la era (o eón, sgún algunos) Arcaica. La corteza
se fue enfriando y se formaron las primeras rocas ígneas y metamórficas. Las abundantes
lluvias generaron los océanos y mares, mientras la temperatura a nivel de superfície seguía
descendiendo.

Hace unos 2.500 millones de años se inició el Proteozoico, palabra que significa "tiempo de
vida inicial". En efecto, algunas moléculas complejas consiguieron unirse, en ese ambiente
càlido y húmedo, para formar los primeros organismos orgánicos, principio de la vida.

Estos primeros organismos unicelulares necesitaron casi 2.000 millones de años para conseguir
organizarse en formas más complejas. Mientras tanto, la corteza siguió enfriándose, la
atmósfera inició una transformación (todavía lo hace) y los océanos se estabilizaron,
relativamente. Hace unos 560 millones de años aparecieron los primeros organismos
pluricelulares. A partir de aquí se da por terminado el Poteozoico y, con él, el Precámbrico.

A lo largo del oscuro Precámbrico se formaron una buena parte de la base material que
constituye la corteza de la Tierra, en la cual se producen los fenómenos geológicos que más
nos afectan. Con la aparición de los organismos pluricelulares se inicia el Fanerozoico, época
que se caracteriza por un gran número de fósiles que demuestran la presencia de vida
pluricelular en un planeta habitable.

Historia geológica: el Paleozoico


Esta era antigua duró unos 315 millones de años. El planeta era muy distinto del actual. Las
tierras emergidas tenían el aspecto de islas más o menos disperas alrededor del ecuador
terrestre. Algunas de estas islas eran América del Sur, Laurentia y Gondwana.
Durante esta época se produjeron numerosos plegamientos. El clima era todavía cálido y
húmedo. Esto favoreció la proliferación de los organismos pluricelulares y su posterior
evolución.

La vida en el agua y en la tierra


En un principio, la vida en el mar se hizo muy rica. Los fósiles
de la primera mitad del Paleozoico son algunos invertebrados
como trilobites, graptolitos, y crinoideos. Los
correspondientes a la segunda mitad de esta era,
comprenden algunos fósiles de plantas y de vertebrados,
como peces y reptiles.

En el periodo Cámbrico, iniciado hace 560 millones de años,


la vida, vegetal y animal, estaba confinada a los mares.
Aparecen los primeros caracoles, así como los moluscos
cefalópodos. En el reino vegetal las plantas predominantes eran las algas en los océanos y los
líquenes en la tierra. Su enorme proliferación contribuyo al aumento de oxígeno en la
atmósfera terrestre.

En el siguiente periodo, Ordovícico, iniciado hace 510 millones de años, aparecieron animales
que poseían una estructura anatómica precursora de la espina dorsal. Aparecen los primeros
vertebrados, unos peces primitivos, y los corales. Los animales más grandes fueron unos
cefalópodos (moluscos), que tenían un caparazón de unos 3 m de largo. Las plantas de este
periodo eran similares a las del periodo anterior.

Hace 438 millones de años se inicia el Silúrico. El avance evolutivo más importante fue la
aparición del primer animal de respiración aérea, un escorpión. También pertenece a este
periodo el primer fósil clasificado de una planta vascular (plantas terrestres con tejidos que
transportan el alimento), aunque los tallos y las hojas todavía no estaban diferenciados. La
aparición de estos organismos hace creer que la composición de la atmósfera empezaba a
parecerse a la actual.

En la siguiente página de sete capítulo se tratan los tres periodos restantes en que se divide el
Paleozoico: Devónico, Carbonífero y Pérmico.

El Paleozoico: Devónico, Carbonífero y


Pérmico
El periodo Devónico, que comenzó hace 408 millones de años, se caracteriza por la aparición
de varios tipos de peces, que abarcaban tiburones, dipnoos, peces acorazados y una forma
primitiva de peces con escamas duras, de los cuales evolucionaron probablemente los
antepasados de los anfibios.

También había corales, estrellas de mar, esponjas y trilobites, así como el primer insecto
conocido. Se desarrollaron las plantas leñosas y, a finales del Devónico, lo hicieron otras
plantas terrestres tales como los helechos y helechos con semillas, colas de caballo y unos
árboles escamosos relacionados con los actuales selagos. Aparecen los primeros bosques.

La diversidad de la vida
El periodo Carbonífero comenzó hace unos 360 millones de
años. Un grupo de tiburones, los cestraciontes,
predominaron entre todos los grandes organismos marinos.
Los animales terrestres más notables fueron una especie de
lagartijas anfibias que provenían de los dipnoos. Diversas
plantas terrestres comenzaron a diversificarse y a aumentar
de tamaño, sobre todo en zonas pantanosas.

En la segunda parte del carbonífero surgieron los reptiles,


que evolucionaron a partir de los anfibios y que eran ya
terrestres en su totalidad. Otros animales de este periodo
fueron los arácnidos, las serpientes, los escorpiones, más de 800 especies de ranas y los
insectos más grandes que han existido. Los vegetales mayores eran unos árboles escamosos,
cuyos troncos medían más de 1,8 m en la base y tenían una altura de 30 metros.

También abundaron en este periodo unas gimnospermas primitivas y la primera conífera


verdadera, una forma avanzada de gimnosperma, que consiste en una planta vascular con
semillas, pero sin flores.

De las antiguas masas terrestres, sólo el protocontinente de Siberia se encontraba al norte de


los trópicos, llegando casi hasta el polo norte. El supercontinente de Gondwana, que
comprendía lo que llegaría a ser Sudamérica, África, India, Australia y Antártida, se encontraba
en su totalidad en el hemisferio sur; abarcaba una vasta superficie centrada en las
inmediaciones del polo sur.

El último periodo del Paleozoico, el Pérmico, comenzó hace 286 millones de años. Ocurrieron
sucesos tan relevantes como la desaparición de gran parte de los organismos marinos y la
rápida evolución y expansión de los reptiles, que eran de dos tipos: reptiles semejantes a los
lagartos, completamente terrestres, y reptiles semiacuáticos lentos. De entre todos los
reptiles, fueron un pequeño grupo, los Theriodontia, los que dieron lugar a los mamíferos. La
vegetación de este periodo, muy abundante, estaba constituida sobre todo por helechos y
coníferas.

La parte final del paleozoico fue un periodo de agitación generalizada de la corteza terrestre.
Emergieron continentes de debajo de los mares poco profundos del carbonífero precedente.
Los depósitos acumulados en fosas geosinclinales fueron sometidos a presión y elevados en
forma de sistemas montañosos: los Apalaches del centro y del sur en Norteamérica, y los
Urales en Rusia. Europa y Asia se unieron mientras que al oeste una colisión entre placas
continentales unía Norteamérica con el continente de Gondwana. De este modo, todas las
masas continentales de la tierra se reunieron en una sola, llamada Pangea.
Historia geológica: el Mesozoico
Esta era intermedia duró unos 160 millones de años. En sus inicios todos los continentes, o
islas, del periodo anterior se habían reunido en un único continente gigantesco al que
llamamos Pangea, es decir, toda la Tierra.

Los principales plegamientos se produjeron en la vertiente oeste de América, las Montañas


Rocosas en el norte y los Andes en el Sur.

El clima siguió siendo cálido, pero algo más seco. La Tierra estaba dominada por enormes
coníferas por lo que su aspecto, desde el espacio, debería ser mucho más verde que el
actual. :-(( Entre los animales aparecieron y, al final, se extinguieron los famosos dinosaurios.

Aparición de los dinosaurios


Durante estos 160 millones de años no se produjeron
grandes movimientos orogénicos. En esta era
desaparecieron grandes grupos de animales como los
trilobites, graptolites y peces acorazados. Se desarrollaron
ampliamente los vertebrados, sobre todo los reptiles, por lo
que a la Era Secundaria se le llama también la Era de los
Reptiles o era de los dinosaurios. También se desarrollan
plantas angiospermas, de flores vistosas.

El mesozoico se divide en tres periodos: Triásico, Jurásico y


Cretáceo. En esta página nos centramos en el primero y dejamos los otros dos para la
siguiente.

El Triásico fue un periodo geológico que se extendió desde alrededor de 248 a 213 millones de
años atrás. Se caracteriza fundamentalmente por la aparición de los grandes dinosaurios. Los
continentes Africa y América del Sur estaban juntos, con una actividad magmática al límite de
los dos continentes.

Durante el triásico, el supercontinente Pangea empezó a desmembrarse. Al ir estirándose la


corteza terrestre, se hundieron grandes bloques, creando cuencas. El clima era cálido en
general. En tierra dominaban los árboles perennifolios, en su mayor parte coníferas, y ginkgos.

El triásico marca la aparición de los primeros mamíferos verdaderos, pero poco se sabe acerca
de su fisiología. Entre los invertebrados, los insectos estaban representados por la primera
especie en experimentar una metamorfosis completa, atravesando las fases de larva, pupa y
adulto. En los mares había belemnites similares a calamares, ammonites y crustáceos.

El 75% de las especies de invertebrados desaparecieron en una extinción en masa a finales del
cretácico, que veremos en la próxima página.
El Mesozoico: Jurásico y Cretáceo
El Jurásico se ha hecho famoso en nuestros dias gracias al cine. Fue la época del esplendor de
los dinosaurios, cuando estos dominaban la Tierra.

Aunque menos famoso, el Cretáceo es un periodo crucial en la historia geológica de la Tierra.


Veremos por qué.

Esplendor y fin de los dinosaurios


El Jurásico abarca desde alrededor de 213 a 144 millones de años
atrás y toma su nombre de los estratos de roca de la cordillera
del Jura. Se caracteriza por la hegemonía de los grandes
dinosaurios y por la escisión de Pangea en los continentes
Norteamérica, Eurasia y Gondwana. De este último se escindió
Australia (en el jurásico superior y principios de cretáceo), dando
origen a nuevas especies de mamíferos.

Mientras que los mares crecían y se unían, zonas de agua marina


poco profundas y cálidas se extendieron por gran parte de
Europa y de otras masas continentales que bordeaban el mar de
Tetis.

Hacia el final del jurásico, estos mares bajos empezaron a secarse, dejando depósitos gruesos
de caliza en donde se formaron algunas de las más ricas acumulaciones de petróleo y de gas.

El Cretáceo o Cretácico empezo hace unos 145 y duró hasta 65 millones de años atrás. La
datación del final de la era es muy precisa, pues ésta se hace coincidir con la de una capa
geológica con fuerte presencia de Iridio, en la península del Yucatán y el golfo de México, y que
se supone coincide con la caída de un enorme meteorito que pudo provocar la extinción de los
dinosaurios. Este acontecimiento marca el fin de la Era Mesozoica. Al final de esta era
aparecen los mamíferos y las aves primitivas.

Durante el cretácico tardío, el nivel del mar subió en todo el mundo, inundando casi un tercio
de la superficie terrestre actual. Así, el calor del sol pudo distribuirse más hacia el norte gracias
a las corrientes marinas, dando lugar a un clima global cálido y suave, sin casquetes de hielo en
los polos y una temperatura en las aguas del Ártico de 14 ºC o más.

A finales del cretácico, la flora había adoptado ya una apariencia moderna e incluía muchos de
los géneros actuales de árboles, como aquellos a los que pertenecen el roble, la haya y el arce.

Historia geológica: el Cenozoico


La última y más reciente era geológica abarca los
últimos 65 millones de años. Los continentes adquieren,
paulatinamente, el aspecto y situación actuales aunque,
al principio, el océano Atlántico era bastante más
estrecho y lo que ahora es la península india se
encontraba "viajando" desde el sureste de África hasta su
ubicación actual.

En esta época se produce el plegamiento Alpino, creador


de grandes cadenas montañosas como los Alpes, el Atlas
y el Himalaya. El clima se enfría y aparecen las
glaciaciones. Entre los animales destaca la evolución de los mamíferos, siendo el más
conocido el imponente mamut, una especie de elefante especialmente preparado para los
climas helados.

La Era Terciaria se divide en varios periodos que son:

El Paleoceno abarca el intervalo transcurrido entre 65 y 56,5 millones de años atrás.


Marca el paso final en la desmembración del supercontinente Pangea que empezó a
separarse en los comienzos del mesozoico temprano. Los movimientos de la tectónica
de placas separaron finalmente la Antártida de Australia; en el hemisferio norte, el
fondo marino en expansión del Atlántico norte ensanchado alejó Norteamérica de
Groenlandia.

Al haber desaparecido los dinosaurios al final del cretácico, el periodo precedente, la


vida mamífera empezó a dominar en la Tierra. Los principales mamíferos que
aparecieron fueron los marsupiales, los insectívoros, los lemures, los creodontos
(ancestro carnívoro común de todos los félidos y los cánidos) y animales ungulados
primitivos a partir de los cuales fueron evolucionando diversos grupos como los
caballos, los rinocerontes, los cerdos y los camellos.

El Eoceno comenzó hace unos 56,5 millones de años y finalizó hace unos 35,4 millones
de años. En el hemisferio occidental, el eoceno supuso el alzamiento de las grandes
cadenas montañosas que se extienden hacia el norte y el sur en el oeste de América. El
supercontinente de Laurasia siguió desgajándose. Las fuerzas generadas por las
colisiones continentales que habían comenzado al principio de la era precedente, el
mesozoico, condujeron al alzamiento de los sistemas montañosos alpino e himalayo.

Mientras tanto, sobre las llanuras del noreste de la India corrieron ingentes cantidades
de basalto fundido al unirse este subcontinente recién formado, desgajado de África
durante el cretácico, a Asia. En el hemisferio sur, la Antártida y Australia, que habían
estado unidas después de separarse de Gondwana en el mesozoico, se separaron a su vez
y se alejaron la una de la otra.
La rápida evolución de nuevos órdenes de mamíferos, iniciada en el paleoceno, siguió
adelante. En Europa y Norteamérica aparecieron al mismo tiempo formas ancestrales
del caballo, el rinoceronte, el camello y otros grupos modernos, como los murciélagos,
los primates y roedores similares a las ardillas. Muchos de ellos eran muy pequeños en
comparación con las formas actuales. Los carnívoros de aquel entonces, llamados
creodontos, fueron el tronco del que evolucionarían los perros y los gatos modernos. El
final de esta época fue testigo de la primera adaptación de los mamíferos a la vida
marina.

En el próximo capítulo se comentan los otros tres periodos la Era Terciaria: Oligoceno,
Mioceno y Plioceno.

El Cenozoico: Oligoceno, Mioceno y


Plioceno
El Oligoceno se inició hace unos 35,4 millones de años y finalizó hace unos 23,3
millones de años. Las colisiones entre las placas de la corteza terrestre continuaron sin
pausa desde el eoceno. En el hemisferio oriental, los restos afroárabes e indios del
anterior supercontinente de Gondwana chocaron con Eurasia al norte, cerrando el
extremo oriental del mar de Tetis y dejando en su lugar un residuo muy mermado, el
Mediterráneo.

Las fuerzas de compresión generadas por la colisión contribuyeron a elevar un extenso


sistema de cadenas de montañas, desde los Alpes en el Oeste hasta el Himalaya en el
Este.

Mientras tanto, la placa australiana chocaba contra la indonesia, y la norteamericana


había empezado a solaparse sobre la del Pacífico. El clima siguió siendo subtropical y
húmedo en toda Norteamérica y Europa, pero había comenzado una tendencia al
enfriamiento global a largo plazo, que culminaría en los periodos glaciales del
pleistoceno.

Los mamíferos estaban ya establecidos como forma de vida terrestre dominante.


Équidos antecesores de los actuales caballos, rinocerontes (un subgrupo, el
Baluchitherium de Asia central, es el mamífero terrestre más grande de todos los
tiempos),

Los camellos del tamaño de ovejas, y los primeros


elefantes, carentes tanto de colmillos como de trompa.
Los creodontos se habían diferenciado ya para dar lugar
a los antecesores de los actuales perros y gatos. Los
roedores estaban muy extendidos, y entre los primates se
encontraban el tarsero y el lémur. De los estratos del
oligoceno se han extraído huesos de los primeros monos del Viejo Mundo, así como los
de una única especie de gran simio.

El Mioceno comenzó hace 23,3 millones de años y finalizó hace 5,2 millones de años.
La elevación de las grandes cordilleras montañosas que había comenzado durante el
oligoceno, siguió adelante, acabando de forma los Alpes en Europa, el Himalaya en
Asia y las cadenas montañosas del continente americano. Los sedimentos producidos
por la erosión de estos sistemas se depositaron en cuencas marinas poco profundas, para
terminar convirtiéndose en la localización de ricos depósitos petrolíferos en California,
Rumania y la costa oeste del mar Caspio.

El clima del mioceno era más fresco que el de la época precedente. En el hemisferio sur
se había establecido ya un sistema circumplanetario de corrientes oceánicas, que aislaba
a la Antártida de las corrientes más cálidas del resto del mundo. Esto favoreció la
aparición de un gran casquete de hielo antártico. En el hemisferio norte, grandes áreas
antes cubiertas por espesos bosques se convirtieron en grandes praderas. La fauna del
mioceno contempla la aparición del mastodonte, al igual que el mapache y la
comadreja. Durante esta época, los grandes simios, relacionados con el orangután,
vivían en Asia y en la parte sur de Europa.

El Plioceno se extiende desde hace 5,2 millones de años hasta 1,6 millones de años
atrás. En el oeste de Norteamérica, la subducción de la placa tectónica del Pacífico
contribuyó a la elevación de sierra Nevada y de la cordillera volcánica de las Cascadas.
En Europa, los Alpes continuaron su ascensión apoyados por el movimiento de la
tectónica de placas que empujaba y combaba la corteza en una región amplia de este
continente. Al final del mioceno, la colisión de las placas africana e ibérica había
formado el sistema bético-rifeño y cortado la comunicación entre el Mediterráneo y el
Atlántico, con lo que se produjo la desecación del primero, en cuya cuenca se instaló un
clima árido depositándose grandes cantidades de sales. Al iniciarse el plioceno se volvió
a abrir el paso y el Mediterráneo se llenó de nuevo.

El clima se hizo más frío y seco. Los mamíferos se habían establecido desde hacía
tiempo como la forma de vida vertebrada dominante y es durante el plioceno cuando se
produce la evolución de un grupo de primates, los homínidos, con diversas especies,
desde los Australopitecinos al Homo habilis y al Homo erectus, consideradas
antepasados directos del Homo sapiens.

El próximo capítulo trata sobre los últimos periodos del Cenozoico, conocidos como
Era Cuaternaria.

Historia geológica: el Cuaternario


El Cuaternario es el periodo del Cenozoico que empezó 1,64 millones de años, y comprende
hasta nuestros días. El cuaternario se divide en pleistoceno, la primera y más larga parte del
periodo, que incluye los periodos glaciales, y la época reciente o postglacial, también llamada
holoceno, que llega hasta nuestros días.

El pleistoceno es llamado a veces "la era del Hombre", porque los seres humanos
evolucionaron en este periodo. En el siguiente periodo, el Holoceno, los seres humanos fueron
capaces de desarrollar una vida organizada en grupos sociales a la que llamamos civilización.

El Pleistoceno
En la primera parte del Cuaternario, llamada Pleistoceno, el
hielo se extendió en forma de glaciares sobre más de una
cuarta parte de la superficie terrestre. En las regiones libres
de hielo, la flora y la fauna dominantes eran esencialmente
las mismas que las del plioceno.

Un sistema glaciar estaba centrado sobre Escandinavia, y se


extendía hacia el sur y hacia el este a través del norte de
Alemania y el oeste de Rusia, y hacia el suroeste sobre las
islas Británicas. El segundo gran sistema glaciar del
hemisferio norte cubría la mayor parte de Siberia. Otro
sistema glaciar cubrió Canadá y se extendió hasta Estados
Unidos.

Las regiones ártica y antártica estaban también cubiertas de hielo, al igual que la mayoría de
los picos de las montañas altas de todo el mundo. Los efectos topográficos de la acción de los
glaciares durante el pleistoceno son perceptibles en buena parte del mundo.

A finales del pleistoceno, no obstante, en Norteamérica se habían extinguido muchas especies


de mamíferos, incluidos la llama, el camello, el tapir, el caballo y el yak. Otros grandes
mamíferos, como el mastodonte, el tigre dientes de sable y el perezoso terrestre, se
extinguieron en todo el mundo.

Mientras se acumulaba hielo y nieve en las latitudes altas, en las más bajas aumentaban las
lluvias, lo que permitió que la vida vegetal y animal floreciera en áreas del norte y el este de
África que hoy son yermas y áridas. Se han descubierto pruebas de que el Sahara estuvo
ocupado por cazadores nómadas, así como por jirafas y otros rumiantes durante el pleistoceno
tardío.

El Holoceno
Durante la época reciente, el Holoceno, que comenzó hace unos
10.000 años, el deshielo hizo subir treinta o más metros el nivel
del mar, inundando grandes superficies de tierra y ensanchando la
plataforma continental del oeste de Europa y el este de
Norteamérica. En general, es una época de clima cálido, en el que
se asientan las actuales distribuciones geográficas de la fauna y la flora.

Los seres humanos empezaron a organizarse en grupos sociales que se concentraban en


"ciudades" (de ahí proviene la palabra "civilización"). Paulatinamente empezaron a compaginar
la caza y la pesca con la agricultura y la ganadería, lo que provocó el asentamiento en lugares
estables y el abandono de la vida nómada.

A pesar de que, como periodo geológico, se extiende hasta nuestros días, el estudio del
Holoceno se extiende hasta la invención de la escritura. El primer escrito que se conoce se
atribuye a los sumerios de Mesopotamia, hace unos 5.000 años. A partir de este momento
empieza lo que llamamos "historia".

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