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EL ESPAÑOL DE AMÉRICA

I. Generalidades sobre el español de América:


1. A qué nos referimos cuando decimos “ español de América”
Cuando decimos español de América nos referimos o pensamos en una modalidad distinta
a la del español peninsular. Ahora bien, como afirma Lapesa, esa expresión nos puede hacer
pensar en una uniformidad lingüística en Hispanoamérica. Igual que en el español peninsular
existen variedades aunque, de todas maneras, estas diferencias dialectales se dan en menor
proporción que en el peninsular.
María Vaquero, concluye que “referirnos al español de América, al español de
Canarias o al español de Castilla significa que estamos ante modalidades geográficas
adoptadas por un idioma llamado hoy español (México y Puerto Rico) o castellano en los
demás países hispanoamericanos”. (Vaquero,

II. Las bases Lingüísticas del español de América


1. Concepto: Para J. Montes con esta expresión, se refiere a la modalidad del habla
española que conformó la parte fundamental o base fundamental del español de
América. Ha sido un concepto muy discutido, particularmente en lo que se ha llamado la
primera etapa.
2. Diferentes tesis.
a) Tesis cronológica: la base del español de América lo constituye el
español anteclásico. Esta tesis la sostuvo Max Wagner. Fue refutada por amado Alonso respecto al
término utilizado “anteclásico” propio de la literatura y no de la lengua común.
b) Tesis regional dialectal: el andalucismo dialectal. Esta tesis que
sostiene que la base del habla americana fue en lo esencial en andaluz, ha producido una de las más
grandes polémicas en la historia de la filología americana.
c) Tesis sociocultural: nivel de habla predominante. En este aspecto
centra su atención sobre la base del español de América A. Rosenblat, quien rechaza la tesis
sostenida por estudiosos como Wagner quien había sostenido que en América no es raro en las
conversaciones de personas cultas una pronunciación y empleo del castellano rústico y vulgar que en
España solo era propio de gente sin cultura.
En contra de estas afirmaciones Rosenblat sostiene que hubo en la conquista y colonización
de América un predominio de gente de sectores medios y altos de la Península. Y sobre todo que el
hecho mismo de la conquistaprodujo una hidalguización general.
Hay pues en este caso dos tesis enfrentadas: la tesis del predominio del nivel vulgar o popular y la
del nivel medio o culto.

d) Tesis ecléctica: coiné o interdialecto. Es en esencia la tesis de amado Alonso: …


la verdadera basa fue la nivelación realizada por todos los expedicionarios en sus oleadas sucesivas
durante todo el siglo XVI. Ahí empieza lo americano.

III. Hacia una periodización del español de América


1. Periodización de Rufino Cuervo
2. Periodización de G. Guitarte
3. Periodización de Frago.
IV. Áreas dialectales del español de América.
Este punto se refiere al intento de periodización del español de América. A lo dicho por Hegel de
que “América es el continente sin historia”. Esta idea ha hecho que la Historia del español de
América se ponga como un apéndice en los libros de Historia del español.
Guitarte responde a lo dicho por Hegel que América tiene una historia de cinco siglos.
Ya a principios del siglo XX Rufino Cuervo da a la exposición sobre el español de América una
perspectiva histórica, considerando dos épocas: la colonial (s. XVI-XIX) y la independiente (XX).
En realidad ya a comienzos del siglo XX Rufino Cuervo cuando se refiere a las características del
español de América lo hizo con una perspectiva histórica en la que aparecen articuladas dos épocas:
la colonial y la independiente.
Guitarte propone, en su intento de avanzar con el estudio histórico del español de América, propone
una subdivisión de la etapa colonial considerada por R. Cuervo, en tres períodos:
1) uno de los orígenes o formación del español americano; abarca el lapso en que la presencia del
español está reducida a las islas y costas meridionales del Caribe. Para la historia del español de
América estos treinta años de vida limitados al caribe son fundamentales ya que la lengua se
acomoda a las nuevas circunstancias de la realidad americana y este español ya americanizado es el
que se lleva a México y Perú.

2) Otro de su vida como lengua de una sociedad colonial ya sólidamente establecida, cuando se pasa
al continente, en 1519 con la conquista de México; y, en 1531 cuando cae en el poder de los
conquistadores el Imperio Incaico. En este período de transplante cultural dominan, pues, los
procesos institucionales y lo individual-regional pasa a segundo plano. América queda firmemente
vinculada con España en todos los niveles de la vida; de lo cual en el campo lingüístico tenemos
prueba evidente en el hecho de que en el Nuevo Mundo se cumplió igual que la Península con los
cambios del Siglo de Oro. Este período es el menos conocido aunque se poseen muchísimas fuentes
para futuras investigaciones. Se cuenta con diarios de algunas personas, con algunas obras literarias.
Documentación sobre términos empleados.

3) por último un período de pasaje a la época independiente que abarcaría los decenios finales del
siglo XVIII y los primeros del XIX dominados por las ideas de la ilustración.

La época independiente también desdoblada en dos períodos: El primero, comprende el siglo XIX,
en que conviven, muchas veces en conflicto los ideales de la época colonial con los nuevos impulsos
surgidos de la reciente independencia. Representa el paulatino aflorar de las características del
español de América a estilos superiores de habla, y el desarrollo de procesos particulares en las
diversas repúblicas. Surgen involuntarias diferencias entre España y América y entre los países
hispanoamericanos por su cuenta.
En el siglo XX ya no hay iniciativas de independencia sino un sentido de participación en la vida de
una lengua común. Existe una aceptación tácita de lo peculiar, que probablemente ha de ir
conquistando cada vez más espacio en su ejercicio. Uno de los signos es el crecimiento demográfico
de América, que ha dado lugar a una cantidad de hablantes del español y además al desarrollo
cultural hispanoamericano.

Siglos CUERVO GUITARTE


ORÍGENES Y FORMACIÓN
XVI 1493 – 1518 (período antillano)

COLONIAL
FLORECIMIENTO CULTURAL
XVII
1519 (conquista de México) – FINES DEL
SIGLO XVIII
XVIII

TRANSICIÓN
XIX
TRANSICIÓN
INDEPENDIENTE
XX ESTADO ACTUAL
1. Áreas dialectales de Henríquez Ureña
2. De A. Rosenblat
3. De pedro Rona
4. De J.J. Montes

V. Principales rasgos del español de América frente al peninsular.


1. Rasgos fonológicos
2. Rasgos morfosintácticos
3. El léxico

VI. Las lenguas indígenas y su influencia en el español.


1. Relaciones históricas y lingüísticas entre el español y las lenguas aborígenes.
2. Extensiones de zonas aborígenes y de zonas exclusivamente amerindias.
3. Políticas lingüísticas a favor o en contra de la conservación de las lenguas indígenas.
4. Influjo de las lenguas indígenas:
a. Influjos discutibles
b. Influjos aceptados
c. El Léxico: la contribución más importante.
VI. LAS LENGUAS INDÍGENAS Y SU INFLUENCIA EN EL ESPAÑOL

5. Relaciones históricas y lingüísticas entre el español y las lenguas aborígenes.


6. Extensiones de zonas aborígenes y de zonas exclusivamente amerindias.
7. Políticas lingüísticas a favor o en contra de la conservación de las lenguas indígenas.
8. Influjo de las lenguas indígenas:
a. Influjos discutibles
b. Influjos aceptados
c. El Léxico: la contribución más importante.

1. Relaciones históricas y lingüísticas entre el español y las lenguas aborígenes.

Las relaciones históricas y lingüísticas entre el español y las lenguas aborígenes de América
responden a las distintas modalidades que pueden presentarse en el contacto de lenguas:

- Existen problemas de superestrato, influjo de la lengua dominante sobre la dominada, en


nuestro caso penetración de hispanismos en el náhua, en el quechua, en el guaraní, etc.
- Hay hechos y problemas de adstrato, es decir, mutua influencia entre lenguas
coexistentes, ya por bilingüismo en determinadas zonas, ya por vecindad de las áreas
respectivas; entran aquí desde el simple trasvase de elementos fonéticos,
morfosintácticos o léxicos de una lengua a otra, hasta la formación de lenguas híbridas.
- Se dan, por último, manifestaciones y problemas de substrato, influjo de una lengua
eliminada sobre la lengua eliminadora mediante la supervivencia de caracteres y hábitos
que actúan de manera solapada, escondida a veces, en estado latente durante siglos.

A este problema se añade la situación de unas lenguas indias respecto a otras que no han sido
de igualdad ni antes no después de la conquista. Los grandes imperios prehispánicos -el azteca y el
incaico- habían impuesto respectivamente el nahua y el quechua a pueblos sometidos que hablaban
otras lenguas. Junto a las lenguas generales, como los misioneros o conquistadores llamaron a las
más extendidas hubo y hay infinidad de lenguas tribales que subsisten por debajo o al margen de
aquellas.

2. Extensión de zonas bilingües y de zonas exclusivamente amerindias.

Las principales zonas bilingües y las dominante o casi exclusivamente amerindias se


extienden hoy sin continuidad por el Sur de México, por Guatemala, Honduras, El salvador, La
Costa del Pacífico desde Colombia al Perú, las sierras y Altiplanos de los Andes, las selvas del
Orinoco, Amazonas y sus afluentes, el Chaco, Paraguay y regiones colindantes Argentinas y el área
del araucano en Chile, con alguna penetración en Argentina; pero hay multitud de zonas dispersas
por Hispanoamérica.

El número de lenguas y variedades lingüísticas amerindias es elevadísimo. Sólo para


América del Sur “alrededor de dos mil tribus y nombres de dialectos pueden ser inventariados en 23
secciones que comprenden 173 grupos” 1. Muchas de estas lenguas han desaparecido: el taíno de
Santo Domingo y Puerto Rico; otras más recientes en las regiones centrales de Argentina como el
vilela, lengua del Chaco.

Frente a estas lenguas extinguidas o en proceso de extinción, resaltan el vigor de otras: en


primer lugar el quechua, extendido por el sur de Colombia, Ecuador, Perú, parte de Bolivia y
noroeste Argentino, con más de 4 millones de hablantes y declarada cooficial en el Perú. Le sigue
con más de dos millones el guaraní, que goza de lengua oficial junto con el español, en el Paraguay y
que además se habla en el noreste argentino. Después viene el náhuatl o nahua, la principal lengua de
México con cerca de ocho mil hablantes. Otros tantos cuenta el maya-quiché del Yucatán,
Guatemala y comarcas vecinas; el aimará de Bolivia y Perú y el otomí de México tienen
aproximadamente un millón y medio cada uno. El araucano alcanza de dos mil a 300 mil hablantes.

3. Políticas lingüísticas a favor o en contra de la conservación de las lenguas indígenas.


“Si la propagación del castellano obedeció en gran parte a la presión unificadora ejercida por
los órganos del poder estatal, la conservación de las lenguas indígenas se debe, en gran parte a la
política lingüística seguida por la Iglesia para la evangelización de los indios”. (Lapesa, 1994, 542)
Estas dos tendencias chocaron y se interfirieron largamente: en los primeros años de la
colonización predominó la imposición castellanista; pero en 1580 Felipe II dispuso que se
estableciesen cátedras de las lenguas generales indias y que no se ordenasen sacerdotes que no
supiesen las de su provincia. Los misioneros intensificaron la actividad de componer “artes” de las
lenguas nativas, especialmente los jesuitas.
Frente a la defensa de las lenguas indígenas por parte de la Iglesia el Consejo de Indias alegaba en
1596 la abigarrada multiplicidad de lenguas indígenas y la dificultad de explicar bien en ellas los
misterios de la fe por lo que el virrey del Perú en ese mismo año da órdenes conminatorias para que
los misioneros y caciques se valgan solo del castellano. Pero ya los misioneros aleccionados en
lenguas indígenas habían extendido su dominio geográfico: así difundieron el quechua en el Sur de
Colombia y al Noroeste de Argentina. Después de 1770 se enseñaban conjuntamente el español y el
quechua en tierras tucumanas y el general Belgrano hubo de usar el guaraní en sus cartas a las gentes
del Noreste de Argentina y paraguay para que se sumaran a la causa independentista. Aunque cabe
precisar que la extensión de las lenguas generales indígenas no fue solo labor de los religiosos sino
consecuencia de todo el proceso de la conquista y colonización. En el siglo XVI los españoles que
desde México se establecieron en Yucatán y Centroamérica llevaron multitud de palabras nahuas a
las cuales estaban ya acostumbrados, y favorecieron la propagación del nahua a costa del maya y
otras lenguas. (Cfr. Lapesa, 1994: 544)

4. Influjos de las lenguas indígenas:

1. Son discutibles los siguientes influjos:

a) En la pronunciación. El más destacado defensor fue Rodolfo Lenz quien llegó a


afirmar que el español de chile “era español con sonidos araucanos. Esta tesis cada
vez ha ido perdiendo más fuerza al demostrarse lo contrario.
b) Tampoco se deben a sustrato indio ciertas particularidades que son desarrollo
autóctono de posibilidades latentes en fonemas españoles: conversión del grupo /dr/

1
Antonio Tovar, Bosquejo de un mapa tipológico de las lenguas de América del Sur, sep. De Thesaurus. Bol.
I.C.C. XVI, 1961. Tomado de Lapesa, R. Historia de la Lengua española, Gredos, 1995, p.540
en /gr/ (piedra, vigrio en Chile, Argentina, Uruguay y Paraguay) y en zonas alejadas
de Chile, en México: magre por madre.
c) También ha sido objeto de polémica presuntas manifestaciones de influencia
indígena en el español hablado en otras áreas, especialmente en tierras altas. El
fenómeno de mayor alcance es la caducidad de las vocales, sobre todo átonas y en
vecindad de una /s/ prolongada y tensa, que caracteriza al español de México: palabr
´s, viej´sit´, pa´ssté (pase Ud.) Pero también se registra esta omisión de vocales en el
habla ecuatoriana, en los altiplanos de Perú y Bolivia y un poco menos en Colombia.

2. Influencias aceptadas, especialmente en los siguientes aspectos:

a. “Letras heridas” en el maya, es decir oclusivas y africadas sordas cuyo


cierre es muy tenso y va seguido de aspiración (p´, t´, k´, ch´, tz,). Ejemplo:
pagar [ppak´er], khiero, etc.
b. En la sierra ecuatoriana y en Perú y Bolivia andinos, los indios y el pueblo
confunden comúnmente /e/ con /i/ y /o/ con /u/ (me veda, mantica, misa, me
duele mi pichu, dolsora, tríbul “trébol”, etc.) porque el quechua y el aymara
tiene sólo tres vocales con alófonos de dferente abertura según el contexto.
También es probable que la conservación de la /ll/ en las zonas andinas se
debe a sustrato quechua y aymara.
c. En la entonación hispanoamericana es muy probable que se mantengan
carácter prehispánico muy rico en variantes, e inflexiones, muy diferente a
la castellana que tiende a moderar sus inflexiones.
d. En morfología, escasean en el español de América los restos indígenas. El
sufijo –eco, -eca del nahua de azteca, tlascalteca, yucateco. En Arequipa y
el NE argentino el morfema posesiva quechua /-i/ se pospone a palabras
españolas para darle valor expresivo, como los vocativos: viday, viditay,
agüelay. En el castellano de Paraguay se usa el signo del plural /kuera/
guaraní en voces castellanas: vinieron mis amigoskuera; el morfema verbal
de pasado /-kué/ su noviakué; /č/ como posesivo: che Dios, “Dios mío”, che
amigo “amigo mío”.
e. La contribución más importante y segura de las lenguas indígenas está en el
léxico. Los españoles se encontraron con aspectos desconocidos de la
naturaleza, plantas, animales desconocidos en Europa; se pusieron en
contacto con costumbres nuevas. A veces aplicaron sus términos a estas
nuevas realidades. Pero de ordinario se valieron de las palabras usados por
los nativos. El más antiguo y principal núcleo de americanismos procede del
taíno, lengua del tronco arahuaco hablada en Santo Domingo y Puerto Rico:
canoa, cacique, bohío, maíz, batata, carey, enaguas, sabana (llanura),
guacamayo, tabaco, tiburón, yuca, hamaca, ají. Del Caribe proceden
caimán, caníbal, loro, piragua, butaca. El nahua proporcionó aguacate,
cacahuete, cacao, chocolate, nopal, petate, jícara, tiza, tomate, entre otras.
El quechua proporciona alpaca, guano, cóndor, mate, papa, pampa, carpa,
etc. del guaraní son mandioca y ombú.

VII. El elemento negro-africano. Las hablas criollas. Afronegrismos. El papiamento.

1. La secular importación de esclavos negros procedentes de África es en la demografía


hispanoamericana un factor cuyas consecuencias lingüísticas hay que tener muy en cuenta. La
población negra constituye un contingente de alto porcentaje en las Antillas, litoral continental del
Caribe y costa del Pacífico desde Panamá hasta el Norte del Ecuador; pero durante la época virreinal
hubo esclavos del mismo origen en otras partes. Como la trata de negros fue iniciada por los
portugueses en el siglo XV y continuó en sus manos largo tiempo, el instrumento para entenderse
con los esclavos hubo de ser en un principio un lenguaje mixto de elementos africanos y
portugueses; estos últimos fueron sustituidos poco a poco por sus equivalentes españoles. Las
postreras supervivencias del criollo español parecen ser el habla «bozal» que se usaba entre negros
de Puerto Rico en el siglo pasado y todavía entre los de Cuba a mediados del actual, y el islote
criollo de San Basilio de Palenque, en el Norte de Colombia, cerca de Cartagena de Indias, el gran
mercado de esclavos en otro tiempo. Negros cimarrones evadidos en 1599 han conservado allí su
lengua mixta, de estructura gramatical simplificadísima y esquema silábico de consonante + vocal,
sin consonantes implosivas. Hay noticias de otros núcleos criollo-españoles en el Palenque de
Panamá y, extinguidos, en el de Ecuador; en el Chocó, en las tierras bajas costeras del Pacífico
colombiano, el criollo-español subsiste en el uso interno de comunidades negras que en el trato con
otras gentes emplean sin dificultad el español. Fuera de estos residuos aislados, la población negra
hispanoamericana habla el español coloquial de cada país; a veces con notables arcaísmos, como en
Loíza Aldea (Puerto Rico), donde pervive el futuro hipotético cantare, pudiere. Sin embargo allí
mismo la indicación del género en sustantivos referentes a persona se refuerza en fórmulas como
hijo macho, hija mujer, nieta hembra, amigos hombres, según hábito del criollo portugués que
entronca con el bantú. En el castellano hablado por negros en el Occidente de Colombia se usa sin
carácter enfático una negación antes del verbo y otra al final de la frase negativa («ella no vive aquí
no», «yo no sé no»), como en el criollo de San Basilio de Palenque y en lenguas del África negra.

2. El léxico de origen africano incorporado al español general, al de Hispanoamérica o al de las


Antillas comprende nombres de plantas y frutos (malanga, banana), comidas y bebidas (funche,
guarapo), instrumentos musicales y danzas (bongó, conga, samba, mambo), sustantivos diversos
(macuto, bembe ‘labio grueso’, burundanga ‘revoltijo’), algún adjetivo (matungo ‘desmedrado’,
‘flaco’), algún verbo (ñangotarse ‘ponerse en cuclillas’), etc. Tal vez sean de igual procedencia
mucamo ‘criado, camarero’ y su femenino mucama, extendidos desde el Brasil al Río de la Plata y
Perú. La inseguridad sobre la etimología de palabras que se tienen como afronegrismos es muy
grande: Fernández de Oviedo creía que ñame era voz llevada a América por los negros; pero como
aparece repetidamente en el Diario de Colón, es necesario suponer que el Almirante la había
aprendido en las Canarias, donde la planta abunda, aunque el origen remoto del vocablo pueda
arrancar del África ecuatorial. Se ha demostrado que macandá ‘brujería’, presunto afronegrismo, es
sencillamente el mismo macandad ‘artimaña’ que se usa en Murcia, emparentado con amplia familia
léxica peninsular. Sobre la importancia efectiva del vocabulario negro-africano en el español de las
Antillas ha habido opiniones ponderativas y restricciones críticas semejantes a las emitidas respecto
a los indigenismos.

3. Caso especial de lengua criolla es el papiamento de Curazao e islas inmediatas, pertenecientes a


Holanda a partir de 1634, aunque con breve dominio francés e inglés entre 1795 y 1802. A una base
criolla africano-portuguesa se han añadido abundantes hispanismos como consecuencia de haberse
instalado en Curazao gentes numerosas procedentes de las Antillas españolas y de Venezuela.
Finalmente el holandés, lengua oficial en los tres siglos y medio últimos, ha dejado también su
huella. El papiamento (nombre que deriva de papear ‘parlotear’, charlar’, verbo corriente en
portugués, pero usado ya por Berceo) se ha extendido a todas las clases sociales curazoleñas, cuenta
con prensa y tiene cultivo literario. (R. Lapesa, Historia de la lengua española)

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