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Por ello, resulta vital volver la mirada hacia la forma en como hoy en día conocemos
o comprendemos determinados conceptos. No se trata pues de realizar una
1
Ratzinger J., Introducción al cristianismo, 1968.
2
Morales J., Introducción a la Teología, EUNSA, 2008, pág. 48.
3
Kasper W., La Teología, a Debate. Claves de la ciencia de la fe, SALTERREA, pág. 14
revaloración arbitraria que, de lugar a nuevos conceptos, sino precisamente de
detenernos en estos, para realmente tener una comprensión acertada de lo que es
ciencia y teología, y en definitiva de la teología como ciencia.
En este sentido, vale la pena exponer algunos presupuestos o nociones acerca del
concepto de ciencia. Lo primero que quiero hacer es traer a colación la siguiente cita
referenciada en el Manual de Introducción a la Teología de José Rovira Belloso
tomada de W. Beinert, el cual nos presenta la siguiente definición: “Ciencia es el
conocimiento general y sistemático de la realidad, bajo un determinado objetivo
formal”4. De lo anterior podemos determinar los dos elementos constitutivos de la
ciencia: el método y objeto.
4
Rovira Belloso J., Introducción a la Teología, BAC, 1996, pág. 80
5
Kasper W., La Teología, a Debate. Claves de la ciencia de la fe, SALTERREA, pág. 38
En este sentido es necesario que hablemos ahora acerca de la Fe, puesto que esta
está lejos de ser una actividad imaginaria o irracional. Por el contrario, al acercarnos
a la acción reveladora de Dios, podemos comprenderla mucho mejor. Ciertamente
que la revelación tiene lugar en la historia, y es Dios que a lo largo de ella entra en
comunicación con el hombre dándole a conocer su Palabra y su designio salvífico.
Por tanto, la Fe como respuesta y escucha a este designio de Dios no queda
desprovista de racionalidad, ya que “esta escucha, en cuanto acto humano, implica
también una aceptación inteligente de la palabra de Dios, una palabra percibida a
través del lenguaje humano, con su estructura hermenéutica lógica y de acuerdo con
los principios de la formación de los conceptos y los juicios” 6.
No obstante, el Dios que se revela permanece siendo misterio, pues el hombre por
su propia razón no puede abracarlo completamente, este solo puedo conocer y
contemplar lo que Dios le revela. Por ello, el objeto de la teología no puede reducirse
al factum (el hecho desde el historicismo) o al faciendum (lo factible), como tampoco
intenta equipararse a la ciencias exactas y positivas, pues su interés no es hacerse
el propio el método de estas. Por el contrario, “la fe, en el sentido del credo, no es
una imperfecta forma de saber, una opinión que el hombre puede o debe remover
con el saber factible. Es esencialmente una forma de actitud intelectual que existe
como propia y autónoma junto al saber factible, pero que no se refiere ni se deduce
de él”7
6
Müller Gerhard L., Dogmática: Teoría y práctica de la teología, 2008, pág. 6
7
Ratzinger J., Introducción al cristianismo, 1968.