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EL TEATRO

DE LA

BESTIA
mcarneglia@hotmail.com
Facebook: Los Carneglia Teatro

Maqueta, diagramación y diseño interior:Mariana Boh


Arte de tapa: Daniel Boh

EDITORIAL M. B.
editorialmb@gmail.com

I.S.B.N.

Queda hecho el depósito que marca la Ley 11.723 de Propiedad Intelec-


tual. Prohibida la reproducción total o parcial sin autorización del autor.
MARIO CARNEGLIA

EL TEATRO

DE LA

BESTIA
Y un día me di cuenta…
había una sola persona
un solo espectador para el que yo hacía teatro…
para vos Lorena

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Prólogo

La edición de los textos teatrales de Mario Carneglia permite encon-


trarse con la obra reunida de uno de los más prolíficos dramaturgos y
directores de la ciudad de Mar del Plata. El lector hallará en este material
una radiografía compacta de la poética de un creador con sello e identidad
propia.
En un siglo XXl que complejizó las artes escénicas a partir de una
multiplicidad de micropoéticas, Carneglia desarrolló su tarea creativa des-
de una libertad que se convierte en riqueza. Sin ataduras ni límites estéti-
cos, el autor desandó un camino personal sin ajustarse a parámetros pre
establecidos o respondiendo a un mismo canon manuscrito. Imposible
encasillarlo. Y aquí reside uno de los aspectos de su patrimonio como
dramaturgo.
Con todo, algunos elementos temáticos y estéticos conforman un hilo
de identidad vinculante que atraviesa a su material. Carneglia habla, nos
habla, de cierta esencialidad que hace a la condición humana. De los már-
genes, del amor doloroso o encantador, de las situaciones límites que se
convierten en laberintos asfixiantes. Sus criaturas atraviesan lo agudo de
la existencia, pero también lo más amoroso de la experiencia humana.
Y esa libertad a la hora de abordar tópicos sin encasillamientos se
traduce, además, en las poéticas, estéticas y políticas con la que rasguea
cada material. Este libro aglutina saludablemente títulos que tocan dife-
rentes tonos. Teclas tan disímiles que van desde el agudo al grave extre-
mo, conformando, sin embargo, un pentagrama de sonidos armoniosos y
sugestivos. Desde el humor más absurdo a cierto drama existencial. De la
metáfora campera a los dioses griegos que nos hablan del amor. Y en el
medio, un potencial suicida encerrado en su laberinto borgeano o quizás
kafkiano. En esa complejidad, el tesoro. En esa diversidad, la amalgama.
Contradicción saludable.
¿Se puede hablar hoy de una identidad del teatro marplatense? Lo
afirmativo de la respuesta está dado en los artistas, creadores, como Mario
Carneglia, que bucean en océanos propios conformando universos con
matriz personal. No se trata de vincular la escena con la pertenencia a un
lugar de residencia. Sino de observar cómo el lugar desde donde se pro-
duce la obra artística empapa de manera sutil la producción de un artífice.

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Mario Carneglia
En este sentido, estas piezas son un fiel exponente de un presente rico
cuantitativa y cualitativamente en las artes escénicas de una ciudad con
teatro propio que se construye los 365 días del año. Un teatro que no mira
hacia afuera sino que se confirma en la mirada hacia adentro.
“De justos y jueces”, “El último día de Pablo Pedro Palacios”, “Escabeche de
vinchuca”, “Esperando al cocodrilo”, “Hipotecados” y “Le lección de Afrodita” con-
forman este volumen que permite anclar la obra reunida de su prolífico
autor.
Los espectadores que siguen la obra de Carneglia saben que lo inespe-
rado es ley. Ahora será el lector de estas páginas quien sienta esa misma
sensación de sumergirse en un viaje apasionante y sin reglas. Una travesía
con el Norte puesto en la no convención, en la aventura inteligente de ir
detrás de las ideas y de las sensaciones de un autor que no hace otra cosa
más que hablar del ser humano.
A diferencia del poeta, Mario Carneglia no escribe para Carlos Marx
sentado en la tercera fila. Mario Carneglia garabatea para él. Se escribe.
Dialoga con su interior. En definitiva, su obra es una reflexión sobre to-
dos nosotros. Saludable ejercicio para el autor, para el espectador y ahora
para el voraz lector. Un buen maridaje que va de la pluma a la escena. Y
de la escena nuevamente al papel.

Pablo Mascareño(*)

(*)Periodista, crítico teatral, investigador, dramaturgo. Responsable


de la Escuela de Espectadores de Mar del Plata.

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EL ÚLTIMO DIA

DE

PEDRO PABLO PALACIOS

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Mario Carneglia

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El último día de Pedro Pablo Palacios

FICHA TÉCNICA
Se estrenó en Mar del Plata el 31 de agosto de 2012 en la sala del Teatro
Payró

Elenco
Pizarro: Lalo Alías
Perla: Natalia Escudero
Pilar: Virginia Faraone
Pieroni: Gabriela Meyer
Paloma Patricia Viglianchino
Pedro: Mario Carneglia
Asistencia de dirección: Marina Porcel
Vestuario: Belen Rivero
Dirección: Mario Carneglia
Duración 80 minutos

El espectáculo ganó cuatro Premios Estrellas de Mar 2013: obra, direc-


ción, actor (Lalo Alías) y actriz (Natalia Escudero) y fue Ganador del
festival Marplatense 2013 y Mención en el Festival Regional 2013

El espacio
Tres paredes grises de aproximadamente cuatro metros y medio de alto por uno y medio
de ancho, separadas entre si para que pueda pasar una persona. Tienen una pequeña
inclinación que genera la sensación de desequilibrio. Están forradas en tela gris que se
tiñe de acuerdo con el color cambiante de la luz. Delante de la pared de la izquierda
una mesa y dos sillas, también desequilibradas, sobre la mesa tazas de café y un plato
con galletitas. A la derecha un banco de plaza de piedra también desequilibrado. Todo
en blancos, grises y negros.
Detrás de las paredes, se genera un espacio donde a veces vemos acciones secundarias,
como el prepararse de los personajes para actuar o discusiones entre ellos. Un par de
metros más atrás, otros bultos forman un lugar donde el espectador no ve lo que pasa.
Los actores nunca salen por los laterales, siempre van hacia allí al salir de escena.

Nota sobre los personajes: Los personajes reales son los que forman el entorno de Pedro
y que en sus fantasías se convierten en soldados, sátiros, prostitutas, etc. Por lo que
estarán interpretados por los mismos siete actores, dos hombres y cinco mujeres, algunos
de los cuales cumplen varios roles

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Mario Carneglia

PERSONAJES

Pedro Pablo Palacios (en sus fantasías es el rey y la novia)


Pilar (su esposa, que en sus fantasías es paje y novio)
Psicóloga (en sus fantasías Paloma-verdugo- amante)
Pizarro (su jefe, que en sus fantasías es soldado alemán-Bufón-cura-pa-
dre)
Perla (su suegra, que será la reina-madre-sátiro)
Pieroni (su compañera de trabajo, también ángel- monaguillo)
Patricia (la muerte)

Escena I

Desayuno
Pilar y Perla sentadas de espaldas inclinadas hacia un costado y en stop frente a sus
tazas de café.
Aparece Patricia, chica joven bella y muy expresiva, extrovertida y desenvuelta, semi-
desnuda y con sus ropas y zapatos en la mano tratando de irse sin hacer ruido; Tiene
que pasar frente a las mujeres, ella lo hace en puntas de pié y con mucho cuidado, logra
pasar sin ser vista y se afloja, divertida. Luego sale.
Entra Paloma, prostituta del medioevo muy exuberante y se pasea por el escenario.
De pronto descubre que Pedro no está, se preocupa y sale a buscarlo, entra el ángel y
“vuela” por el escenario, se detiene, descubre que Pedro no está y se preocupa, entra el
soldado, saludo militar y voces en alemán, el ángel lo interrumpe.
Ángel: No, esperá
Soldado: ¿Qué ocurre? (Descubre la falta de Pedro en la mesa)
¿Dónde está?
Paloma (Entrando) Recién se está levantando.
Ángel: Pero es tarde.
Paloma Está raro últimamente..
Soldado: Raro, ah, que fácil, que significa raro?
Ángel: Como desganado, ¿no?
Paloma Está medio depre, ¿no? (Muy preocupada) anoche no quiso.

Entra Pedro, el ángel hace un gesto con las palmas hacia arriba y suena “mágica-

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El último día de Pedro Pablo Palacios
mente” una música muy rítmica, Pilar y Perla se mueven como pájaros que picotean,
giran y vemos que tienen picos de loros, son gordas y desagradables, toman el té con
movimientos coreografiados, al soldado no le gusta, Pedro lo ve y detiene la música. Las
mujeres se paralizan.

Soldado: (Corre a su lado y se cuadra, habla en alemán)


Paloma Traduzca soldado.
Soldado: Buen día Herr general Pedro, su compañía está lista y preparada
para cumplir sus órdenes.
Pedro: Buen día soldado.
Soldado: Permiso para hablar señor.
Pedro: Hable soldado.
Soldado: Si me permite señor, lo de los picos me parece mucho.
Pedro: Pero yo las veo así, las siento así.
Soldado: Insisto señor, me parece que pierden autenticidad.
Pedro: Le parece, soldado?
Soldado: Estoy convencido señor.
Pedro: Está bien, proceda soldado. (Soldado les saca los picos a las mujeres,
que no lo registran)
Pilar: (Desde la mesa)Vení a desayunar Pedro, que se te enfría. (Pedro va a
la mesa y mira desayunar a su mujer y su suegra, que hacen ruidos y son muy desa-
gradables)
Pedro: (Anuncia) Hoy me voy a matar
Pilar: ¿Compraste manteca mamá?
Soldado: ¿Qué dijo?
Angel: ¿Escucharon? ¿Yo escuché bien?
Paloma Me parece que dijo que se va a matar.
Ángel: Tenemos que hacer algo.
Soldado: Todavía no, está muy dormido.
Ángel: Y bueno, mejor.
Soldado: No trabajamos en sueños.
Ángel: Pero esto es algo especial.
Paloma Nena, te haces problema por todo, estará un poco depre nada
más, después se le pasa.
Pedro: Sí, hoy es el día.

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Mario Carneglia
Pilar: (Se para de golpe, habla a toda velocidad, insoportable, los fantasmas escapan
de pronto) ¡Pedro!
Perla:¡Pablo!
Pilar: ¡Palacios!
Pilar y Perla: Es hora de ir a trabajar (Retiran las cosas del desayuno, traen ropa y
maletín, le cepilla los dientes mientras Pedro, catatónico, parado, se deja hacer, hablan
una frase cada una)
Pilar: Cuando vuelvas traeme una cinta al bies de 90 cm azul, y un
rollo de hilo.
Perla: Que no sea celeste Pedro, fíjate bien.
Pilar: No seas el mismo despistado de siempre, azul te estoy diciendo.
Perla: Y no traigas 1 metro.
Pilar: No hagas la fácil, que te estoy pidiendo 90 cm.
Perla: Que pagamos 10 cm de más y después queda dando vueltas y
no sabemos a dónde ponerlo.
Pilar: Al final molesta porque no alcanza para nada.
Perla: Y también un cierre relámpago color crudo de 20 cm para la
pollera que me regálaste, te acordas?
Pilar: No me vas a decir que se rompió al cierre, no te puedo creer,
las cosas vienen cada vez peor.
Perla: Y eso que no era barata, era bien carita, y duró lo que un suspiro.
Pilar: (A Pedro) Y decile a Pizarro que te lo anote Pedro, no seas el mismo
de siempre y no lo pagués de tu bolsillo, que te lo descuente del sueldo.
Perla: Tengo que comprar los remedios
Pilar: ¿Mamá, no me digas que se te acabaron los remedios?¿Por qué no
me avisaste?
Perla: Para no molestar querida, como la plata que trae éste no alcanza
para nada, no quería que te preocuparas
Pilar: Me preocupo, me preocupo, (Se pone nerviosa y descarga con el cepillo de
dientes) no podés hacer esto, yo soy capaz de sacarme la comida de la boca
por vos, para que no te falte nada, y vos ¿no me avisaste?
Perla: (Falsamente conmovida) Pilar, hija, es que yo no sé qué hacer, siento
que soy una molestia.
Pilar: ¿Cómo vas a ser una molestia mamá, (A Pedro) ves lo que haces?
Perla: ¿Ves lo que logras con tu actitud?

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El último día de Pedro Pablo Palacios
Pilar: Mi pobre madre tiene que soportar sin remedios porque vos no sos
capaz de cumplir con tus obligaciones (a Perla) ¿Cuándo se te terminaron
mamá?
Perla: No, en realidad no se me terminaron, pero tengo para unos días
nada más y tengo que comprar.
Pilar (A Pedro) ¿Te das cuenta? mamá aguantando estas privaciones, esta
inseguridad, con el corazón en la boca por tu culpa Pedro, por tu culpa
(Pedro sorprendido no alcanza a esgrimir ninguna defensa) yo no sé cuánto vamos
a poder aguantar una cosa así Pedro, un día de estos se va a terminar…¡es-
to se va a terminar!
Perla: (Falsa) Por favor, no peleen por mi.
Pilar: Un día de estos se va a terminar.
Pedro: (Sorpresivamente interesado) Bueno.
Pilar: (Pausa, sorprendida) ¿Bueno? ¿Yo te estoy diciendo que no aguanto
más y vos me contestas “bueno”?
Perla: Pilar hija, no te pongas nerviosa que se te sube la presión.
Pilar: ¿Pero escuchás mamá? “bueno” me dice, no me provoques Pedro,
no me provoques porque un día de éstos me voy a decidir y voy a volar,
me entendés? Voy a volar de acá!
Pedro: ¿Volar?
Pilar: Si Pedro volar, ¿No me cree capaz? Un día de estos vas a volver y
mamá y yo no vamos a estar.
Perla: Se terminó la crema para las hemorroides también.
Pilar: Un día vas a llegar y te vas a encontrar muy solo Pedro Pablo Pala-
cios, porque, yo...
Pedro: No tenés que volar para escaparte de mi, porque hoy… me voy
a matar.
Pilar: ¡Ah! ¡Bueno, ahora me psicopateás!
Perla: No se puede creer hija, este chico es un inmaduro, no sé cómo lo
aguantás.
Pilar: ¡Ahora el señor me quiere manejar con la culpa también, no puedo
creer lo que tengo que escuchar, Pedro Pablo Palacios! ¡Esta noche me
vas a escuchar, esta noche te voy a dejar bien clarito como son las cosas
Pedro!
Perla: Tiene que traer los remedios nena.
Pilar: Andá a trabajar Pedro, y a la vuelta traeme lo que te pedí… andá
que vas a llegar tarde y vas a perder el presentismo, es lo único que nos

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Mario Carneglia
falta, ahora, que pierdas el presentismo… (Van saliendo) que vida de mier-
da, por favor, que vida de mierda (Salen las mujeres por un lado y Pedro por el
otro. Entran soldado y Paloma, preocupados)
Soldado: Me parece que tendríamos que informar
Paloma No, no lo jodamos a papi por esto. Todavía está dormido es eso.
Soldado: Nunca había estado así
Paloma Después no es nada
Soldado: Voy a informar (Teléfono, Paloma hace gestos protestando y sale) Hola
señor? ¿Cómo está? ¿Cómo anda su hijo, mejor? Mejor. Sí, me alegro,
pero no lo mande más para acá, vio? Es que no saben lo que hacen... no,
lo llamaba porque acá tenemos un pequeño problema con el objetivo,
sí…, como deprimido, como sin iniciativa ultimamente… ¿Cómo que
ya lo sabía señor? Claro, usted sabe todo claro, pero tan todo? Bueno…
¿Cómo una esperanza? ¿Cómo una esperanza, señor? ¿Podría ser más
específico señor? Entiendo, bueno, le buscamos la vuelta…Paloma? (La
busca con la mirada) salió un momento señor (Gesto de fastidio) pero lo habla
conmigo señor (Sale llamando) ¡Paloma!

Escena II
Llegada al trabajo

Esperanza Pieroni es una chica simple, tímida y graciosa. Espera a Pedro con la ficha
en la mano, cuando lo ve venir marca la ficha, es una gran tienda en la que trabajan
ambos.

Pedro: ¿Fichaste?
Pieroni: Si justo 7:59 casi casi (Feliz y esperando el agradecimiento)
Pedro: Gracias
Pieroni: ¿Gracias? ¿Qué me gané? (Le señala su mejilla, él le da un beso rápido)
que pijotero que sos Palacios… y yo que me jugué la vida por vos… (Ríe)
no, en serio, tuve miedo, no quería fichar por si después no venías, si Pi-
zarro veía la ficha marcada me podía costar... pero bueno (Orgullosa, luego
lo nota raro, pausa) ¿Todo bien? ¿Estás bien?
Pedro: (Por unas cajas que hay sobre el mostrador) ¿Llegó mercadería?
Pieroni: (Pausa, se acomoda a la indiferencia y no registro de su buena onda) Sí,
canutillos y cierres y en el de telamar hay que meter en catálogo toda esta
partida.
Pedro: ¿Las pasas vos? Yo atiendo.

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El último día de Pedro Pablo Palacios
Pieroni: Bueno. ¿Estás bien Palacios? Te noto algo raro, ¿Es porque casi
perdés el presentismo?
Pedro:Casi pierdo el presentismo…
Pieroni: No, pero no lo perdiste, si yo…
Pedro: No… casi pierdo el presentismo (Comienza a reírse) Que lo parió
(Ríe) casi pierdo el presentismo
Pieroni (Entre divertida y temerosa) ¡Te van a escuchar! ¿De qué te reís? El
presentismo es importante son como...
Pedro: (Ahogado de risa, asiente burlón) Importante (risas) importante (Se
controla, Esperanza le suplica calma) decirme Pieroni si vos supieras que te
vas a morir hoy… ¿Qué sería importante?
Esperanza: No seas tarado Palacios, ¿Por qué me preguntas eso? ¿Eso
te da risa?
Pedro: No, es un comentario me pareció que el presentismo sonaba tan...
tonto… pre-sen-tis-mo (Se vuelve a tentar) pre-sen-tis-mo (Ríe, esperanza
trata de calmarlo) presentismo… y pasado-tismo no pagan? (Risas, ella se
desespera) futur-Tismo?
Pieroni: ¡Nos van a cargar a pedos palacios!¿Qué te pasa hoy? ¡Cortála
por favor! Cortála, no es gracioso (Él de a poco se calma)
Pedro: (La mira serio) Tenes razón vos no tenes la culpa (Pausa, la mira) y
tenés mucho que perder… no quiero joderte discúlpame… no me impor-
ta el presentismo, porque hoy…
Esperanza: (Ve venir a alguien, simula estar atareada) Viene Pizarro, nos
escuchó me cago en...
Pizarro: (Petizo prepotente con acento español) Estás muy divertido tú, ¿No?
Podrías compartir el chiste, así nos reímos todos porque si es muy gracio-
so quizás me río yo también (Pausa) Já já (Pausa) Je je (Pausa) Ji ji (Pausa) Jo
Jo ¿Eh? ¿Qué te parece Palacios?
Pedro: Perdone Pizarro es que me distraje un momento es culpa mía.
Pieroni me trataba de decir que no estaba bien pero no pude...
Pizarro: No la metas a Pieroni en esto, yo no soy tonto Palacios, se dis-
tinguir perfectamente entre quien está haciendo lo que tiene que hacer y
quién es el que genera las distracciones en el trabajo. Mirá, no me hagas
enojar, mejor que no me ponga loco porque un día de estos me vas a
tomar caliente y te vas a quedar en la calle Palacios, y tú sabes lo que es la
calle en este momento para un parásito como tú.
Pieroni: Bueno, Pizarro, los dos estábamos hablando
Pizarro: Tú no tienes nada que ver (Dulce) nenita, no sé por qué te preocupas,

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Mario Carneglia
tú eres lo mejor que tengo acá adentro, ¿Sabes? Cálmate (La toquetea, ttata de
contener el deseo) Cálmate chiquita (Esperanza incómoda) Si a ti no tengo nada que
reclamarte.Pieroni, mirame, al contrario, tú eres la mejor empleada que tengo.
Pieroni: Bueno, muchas gracias, Pizarro
Pizarro: Un día vas a ser la gerente de este lugar, acuérdate de lo que te
digo, Pieroni, una reina, vas a ser una reina..
Pieroni: (Se aleja) La manito Pizarro
Pizarro:(Cambia al sentirse observado por Pedro) No como este que es el rey,
sí, pero el rey de los boludos (Sale)

Escena III
El rey

Pedro: Te metí en un quilombo, perdoname.


Pieroni: No es nada Pedro, no exageres.
Pedro: Me voy a morir.
Pieroni: (Lo considera un chiste) Ay Palacios, al final es verdad, sos el rey de
los boludos Palacios.( Ríe y sale)
Pedro: (Se queda pensando, se le ilumina el rostro) Soy… ¡EL REY DE LOS
BOLUDOS!

Cambia la luz y el lugar, entran la reina con la corona, Paloma con un estandarte y
el paje con la capa

Paloma (Entran con paso coreográfico) Su Majestad el Rey Pedro Pablo Pri-
mero! (le ponen capa y corona)
Pedro: Te ofrezco la gratitud mi reina, por tu atención en darme, la co-
rona que me peina.
Reina: (Al paje) ¿En verso? (se miran y hacen gestos preocupados; Asustada por
tener que hablar en verso, lo intenta forzadamente) –Te traigo mi rey la capa que
de la lluvia te tapa.
Paje: Que rima Berreta, mejor callate, que si te escucha te desteta.
Rey: ¿Dónde se encuentra pregunto, el bufón en este asunto? Que me
aburro y me adormezco, y divertirme apetezco.
Paje: Que traigan aquí urgentemente a ese cómico incompetente que mi
rey está aburrido y merece un escarmiento quien permite este momento.
Bufón:(Entra empujado por el verdugo, con acento español) Pido perdón señoría

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El último día de Pedro Pablo Palacios
por el retraso imprevisto, ya que no es de mi deseo enojarlo en este día.
Reina: Mi rey está consternado y no acepta sus disculpas y aquí está tu
verdugo si no lo diviertes, te conviene que hayas Cenado (No le convence la
rima todos la miran con desaprobación, el verdugo hace con la mano más o menos, ella
se encoge de hombros)
Rey: A ver bufón impertinente si consigues alegrías con tu juegos y sim-
plezas que se disperse mi mente
Bufón: Lo intentaré mi rey con esmero, pero si no me sale, perdones mi
cuello, sólo eso espero. (El rey se le acerca, el bufón asustado no logra hacer nada,
se pone nervioso y se equivoca, el rey cada vez más molesto)
Rey: Estás a punto de perder la cabeza si no encuentras la forma de mi-
tigar mi tristeza.
Reina: Tened paciencia mi rey el muchacho hace su esfuerzo para afian-
zarse en su ley.
Paje: (Dice rimando con velocidad) Pero si tiene problemas para alegrar a su
Alteza debería prontamente abandonar sus intentos por demostrar sus
destrezas. (Festeja con la reina lo bien que le salió la rima)
Rey: ¡Callados!Que yo decidiré, ¿Qué sucede Bufón? Parásito de otros
tiempos, que ahora no encuentro razones para tenerte en mis aposentos?
Bufón: Es que estoy paralizado mi amo, tus ojos de fuego hacen en mi
un desparramo.
Rey: ¿Desparramo? Eso es un anacronismo, pedazo de gusano.
Bufón: Perdone su señoría, también mi lengua sufre, con su valor y su
hombría.
Rey: Estás cavando tu tumba, tu boca de pescado continúa y te derrum-
ba.
Reina: El pez por la boca muere, y tu bufón igualarse quiere.
Paje: Este bufón no está a tu altura Majestad, sería mejor que lo jubiles
antes de la edad.
Bufón: No le lleneis la cabeza a su Alteza por favor que peligra mi proeza.
Paje: (Saliendo del personaje) ¿Proeza? ¿Qué tiene que ver? (Ríe)
Bufón: (Rompe el acento español) Vos que te metés.
Reina: No escuchéis mi rey (Los reta saliéndose del personaje) los súbditos
están desconcentrados.
Rey: Llamad a mis verdugos, que les corten las cabezas.
Bufón: ¡No mi rey! no! (De pronto descubre) Has abandonado el verso tam-
bién.

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Mario Carneglia
Paje: ¿Dónde iremos a parar si se desploma el idioma?
Bufón: ¿ Lo qué?
Paje: Desploma-idioma… más o menos.
Verdugo: Pido permiso mi rey para ejecutar tu orden, estoy presto a tus
servicios cuando quieras ...¡Los despacho!
Paje y bufón: ¡No rima!¡No rima! ¡Tampoco rima mi rey! ¡Ejecutádlo a él!
Rey: ¡A callar manga de inútiles! Soy el rey y doy las órdenes, o ¿Qué es
esto? ¿Una democracia moderna? ¡Un caos es!(Miradas entre todos, se rompió
el juego, pausa)
Bufón: (Suave) Eso tampoco rima mi rey (Pausa, Pedro confundido)
Rey: Tenéis razón, soy el rey, soy el rey y no puedo cumplir mi papel…
soy el rey, y no puedo mantener el verso. Soy el rey… y no logro que mis
súbditos estén en paz… por lo tanto he tomado una decisión… (En-
tra un redoblante, redobles de suspenso) en efímeros momentos, antes de que
anochezca… ¡Terminaré con mi vida!( Todos se miran, de golpe todos ríen y se
hacen comentarios como si hubiera sido un muy buen chiste, se van sacando las ropas,
empujan la estantería tras el trasto y han abandonado los personajes)
Verdugo: (Mientras se cambia) Muy bien su Majestad, muy bueno, un rey
suicida, no hay en toda la literatura antigua, muy bueno (Habla mientras
sale, no a Pedro) ¿Tiene tela para cortinas?.. tela para cortinas, señor…(
Pedro sorprendido ve como los otros van desapareciendo y le sacan capa y corona)
Esperanza: (Incómoda habla con la cliente invisible que está frente a Pedro y éste
no registra) Sí, como no señora, espere un segundo que le muestro… ¿Qué
tipo de cortinas? ¿Con estampado o liso? (Mirada reprobatoria a Pedro) Por
acá sígame. (Él se queda pensando solo en el escenario vacío, se toca la cabeza bus-
cando la corona que ya le sacaron)
Pedro: Soy un boludo (Cambia la luz)

Escena IV
Primer encuentro con ella
Patricia: (Entrando, con vestido de noche) No, no digas eso, no es así.
Pedro: Ah, perdón, no la había visto. Si, ¿En qué puedo servirle?
Patricia: ¿Ahora me tratás de usted?
Pedro: Disculpe, ¿Nos conocemos?
Patricia: Desde siempre
Pedro: Le pido mil perdones, es que ando un poco con la cabeza en…
¿Me puede decir de dónde nos conocemos? (Sonríe) Una ayudita…

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El último día de Pedro Pablo Palacios
Patricia: Bueno, la verdad es que me hacés sentir un poco mal Pedro, nos
vimos varias veces…
Pedro: Pero es que yo me acordaría… ¿No se estará equivocando de Persona?
Patricia: ¡Ay Pedro!¡Por favor! ¡Qué mal que está esa cabecita! Mirá (saca
unas fotos de su cartera, le va mostrando) mirá esta, ¡Qué lindo! ¡Qué
chiquito que eras… esa fue cuando metiste los dedos en el enchufe, me
acuerdo, já já, la cara que tenías, los ojos como dos huevitos, me mirabas,
un susto! Yo me acuerdo que te dije “tranquilo, tranquilo, no pasa nada,
no te pasó nada” pero vos me seguías mirando… así… jájájá, y esta es a
los… 14 creo, mirate, todo un hombrecito.
Pedro: ¿De dónde sacó esto?
Patricia: Me gusta sacar fotos, es mi hobbie, asi después puedo recordar
las cosas que fui haciendo, mis buenas acciones le llamo, porque ustedes
son unos desagradecidos… mirate
Pedro: Pero, usted no pudo sacar esa foto, eso fue hace como…
Patricia: Aparte de desagradecido me llamás mentirosa… ¡Gracias!Jájá,
muy amable, mirá, esta es cuando con tu amigo se ratearon de la secunda-
ria y fueron a nadar al río, ¿Te acordás?
Pedro: ¿Cómo sabe eso? Yo…
Patricia: ¡Yo estaba ahí, zapallo! ¿No ves? Te saqué la foto desde el bar-
quito, casi te ahogás por meterte al río después de comer, ¿No te dijo tu
mamá que?...
Pedro: Pero usted ...¡¿Quién es?!
Patricia: Patricia encantada (Le da la mano). Te puedo perdonar que te
olvides de estas cosas que fueron hace mucho, pero anoche…
Pedro: ¿Anoche?
Patricia: (Misteriosa, mira que no la oigan y le dice en secreto) Estuvimos juntos.
Pedro: Jaja, discúlpeme, pero usted está loca, yo anoche dormí en mi cama.
Patricia: Yo también, con vos…
Pedro: Usted está en un error.
Patricia: ¿No te acordás? Hacé memoria, ¿Con quién tuviste sexo ano-
che, sexo loco, desenfrenado?…
Pedro: Pero… fue solo un sueño
Patricia: ¿Seguro? (Se miran, apagón)

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Mario Carneglia

Escena V
Almuerzo

Pilar y Perla toman la sopa, entra Pedro.

Pilar: Muy rica la sopa, mamá.


Perla: (A partir de este momento las mujeres hablan casi una sobre otra y a toda
velocidad, sin escucharse entre ellas) Después de esta sopa una buena siesta
Pilar: A mí me cuesta mucho dormir la siesta.
Perla: Té de caléndulas, para dormir te hacés té de caléndula y dormís
como un angelito.
Pilar: El jardinero dice que poniendo caléndula en el jardín las hormigas
no aparecen más, santo remedio.
Perla: A los remedios los voy a comprar después de las cinco, porque
sino el sol está muy fuerte.
Pilar: El protector solar tiene que ser por lo menos de 40.
Perla: La novia del farmacéutico tiene 40 años, una vieja, el chico no debe
llegar ni a los 30, una degenerada.
Pilar: A los chicos hay que tenerlos cagando de chiquitos, porque si no
después te pasan por encima.
Perla: Encima de la milanesa hay que ponerle el queso, porque si le pones
el jamón no se pega.
Pilar: En la tele vi que Monzón le pega a la Susana, ¿A vos te parece?
Perla: A veces me parece que lo que me da acidez es el azúcar, porque
cuando tomamos mate amargo ando mejor.
Pedro: (De pronto se para, stop de las mujeres que lo miran sorprendidas) Este es
mi último almuerzo. (Pausa, después siguen como si nada)
Pilar: El azúcar está muy caro, por eso la gaseosa la hacen con edulcorante.
Perla: La harina me da gases por eso me hago una lechuguita a la noche y
listo
Pilar: La lechuga hay que lavarla hoja por hoja, no soporto a las que te
meten toda la planta abajo de la canilla y te la dan llena de gusanos
Perla: Las canillas llenas de sarro tengo, y los tobillos hinchados, debe
ser el calor.
Pedro: (Levanta una mano) Hoy es mi último día .(Pausa, siguen.)
Pilar: Si no te como remolacha no te voy de cuerpo.

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El último día de Pedro Pablo Palacios
Perla: Si comés sandía con vino te morís.
Pilar: El que mal anda mal acaba.
Perla: Algo habrán hecho.
Pilar: Estaban tomando cerveza en la vereda, pasó un coche y les tiró 40 tiros
Perla: El cuerpo del delito no aparece por ningún lado, los de crónica
están como locos.
Pilar: La loca de mi prima quedó embarazada, le conté?
Perla: En el norte el embarazo no deseado llegar 40% de las adolescentes.
Pilar: Adolescente viene de adolecer, quiere decir que le falta algo. Lo
dijo Borocotó por la tele.
Perla: Cuando fui al shopping me faltaron 40 centavos, para mí que me
los afanó un negrito que estaba pidiendo, me dice “me ayuda por favor” yo
le digo “sí te me acercas llamo a la policía”.
Pilar: La policía secuestró 10 kilos de “mariguana ”en un prostíbulo.
Perla: Cuando fuman “mariguana ”quedan hechos unos estúpidos.
Pilar: Pero calientes.
Pedro (Levanta la otra mano stop) Antes de que anochezca voy a desapare-
cer.
Pilar:¡Pedro!
Perla: ¡Pablo!
Juntas: ¡Palacios!
Pilar: Vas a llegar tarde.
Perla:Tenés terapia a las cuatro.
Pilar: Y el turno tarde en la tienda a las cinco, andá a trabajar (Pedro empie-
za a caminar pero se detiene.)
Pedro: No voy a ir.
Pilar: ¿Qué? (Se acerca a él, renuncia a enojarse) Volá Pedro, volá de acá, no
me provoques más Pedro, volá!
Pedro: ¿Volar?
Pilar: Si Pedro, volá ya mismo, porque si seguís jodiendo la que voy a
volar soy yo, ¿Entendés?
Pedro: ¡Mi mujer quiere volar!(A público, grita enloquecido)
Pilar: Sí Pedro, ¿No me crees capaz?
Pedro: ¡Volar, mi mujer quiere volar!(Cambia la luz)
Pilar: ¿Qué hacés Pedro?

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Mario Carneglia
Pedro: Mi mujer quiere volar.
Pilar: ¿Qué estás pensando Pedro?
Pedro: ¡Mi mujer quiere volar, quiere volar!
Pilar: ¿Qué hacés Pedro? (La luz queda solo sobre Pedro, entran luces y flashes
de colores, todo se oscurece, luz únicamente sobre Pedro y sobre Pilar)
Pedro: ¡A volar, a volar! Mi mujer quiere volar… podés volar cuando
quieras querida… (Ella comienza a subir, vuela por el escenario)

Escena VI
En vuelo
Cambia la luz, ella espantada, cambia la voz
Pilar: –No, no, no podés hacerme esto Pedro, no me gusta volar, me da
vértigo, era una forma de decir Pedro (Los fantasmas la colgaron de un aparato
como un sube y baja de varios metros de alto y la hacen pendular, el soldado le apunta
con un arma).
Soldado: Cuando usted quiera mi teniente, sería cuestión de un momen-
to.
Pedro: Y ¿No salpicaría la alfombra?
Soldado: La hacemos limpiar teniente primero nadie sospecharía nada.
Pilar: Bajame Pedro, por favor, no te jodo más, voy a hacer todo lo que
vos digas mi amor, mi vida, por favor.
Pedro: Pero está la vieja.
Soldado: La camarada Perla está con nosotros coronel, es una espía en-
cubierta no existe ningún problema con eso...
Perla (De pronto saludo militar) ¡HEIL! ¡Pedro!
Pilar: Pedro, voy a vomitar, bájame de acá por favor.
Ángel: Vos sos una buena persona, no sos un asesino Pedro, no lo hagas.
Soldado: A sus órdenes mi teniente general.
Pilar: ¡Pedro!(Vuelve a la voz autoritaria, pequeño cambio de luz, esto seguramente
lo está diciendo la mujer en la vida real, los otros personajes decaen en su presencia,
Pilar habla desde la oscuridad, soldado y ángel desaparecen detrás de Pedro, que queda
solo en la luz por un segundo) –¡¿Pero qué carajo estás pensando Pedro se
puede saber?! (Vuelve la luz onírica y los personajes recobraron la actitud).
Soldado: Los gustos hay que dárselos en vida mi teniente general.
Perla: Yo limpiaré las huellas hijo coronel.
Ángel: No lo hagas Pedro.

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El último día de Pedro Pablo Palacios
Pedro: ¡Éste es un pequeño paso para ella, pero un gran paso para la
humanidad! (Prepara el gesto para dar la orden).
Soldado: No se detenga comandante en jefe.
Ángel: ¡No Pedro, tu familia te ama! (Stop general).
Pedro: (Reacciona) Eso no es cierto.
Soldado: No afloje coronel, dese el gusto.
Ángel: Escuchá a tu corazón Pedro.
Pilar: Tantos años compartidos, Pedro, pensá en eso, no podés hacerme esto.
Pedro: (Al soldado) No puedo hacerle esto.
Soldado: Pero sargento, ¡La mina lo trata mal!
Pedro: –Pero no puedo
Soldado: (Ahora con desprecio, lo trata como a un inferior) ¡Siempre el mismo
marica, soldado raso! (La bajan, cambia la luz, se desarma la fantasía)
Pilar: ¿En que estás pensando Pedro? ¡Te estoy hablando! (Se resigna, va a
la mesa) Al pedo, hablo al pedo (A la madre que no está presente) aceite de oli-
va hay que ponerle a la ensalada, porque el mezcla viene con todo lo que
le sobra a las destilerías, me dijeron. (Saliendo, su voz se vuelve poderosa en off)
Perla: (En off) No hay que meterse al mar por lo menos dos horas des-
pués de comer, porque si se te enfria el estomago te morís, lo dijeron en
el programa de la tarde.
Pilar: Se ve que el mar está todo contaminado porque cuando me meto
al agua salgo toda con ronchas.
Perla: ¡La contaminación del aire esta 40% por encima de lo permitido,
lo dijeron en crónica! (Las voces aturden a Pedro que se recupera de a poco al
hacerse el silencio)

Escena VII
Segundo encuentro
Patricia: (Aplaude, divertida) ¡Muy bien! ¡Muy bien mi amor! ¡Casi! ¡Casi!
¡Estuviste así.(Gesto chiquito) de hacerla desaparecer, te merecés un beso!
(Se abalanza sobre él que logra esquivarla a último momento) ¡Muchos besos!
Pedro: Otra vez usted.
Patricia: Tuteame.
Pedro: ¿Qué hace acá?
Patricia: Quiero que dejes a tu mujer, a todos, a todo, y te vayas conmigo.
Pedro: ¿Qué? ¿Adónde?

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Mario Carneglia
Patricia: A mi casa, yo te doy todo, desde el momento que te vengas
conmigo nadie te va a tratar mal, ni te va a gritar como esa gorda, ni te va
a pasar nada malo .(Lo acaricia) Todo va a ser como anoche, vení… (Trata
de besarlo).
Pedro: ¡No! quiero que me explique ya mismo quien es usted, como sabe
todas esas cosas de mi y qué es eso de que estuvimos juntos.
Patricia: (Se le acerca mucho, juguetona) Papito, me estabas llamando, habla-
bas de mi dormidito y no me pude contener, ahí todo dormidito, todo
desnudito, te tenía que dar unos besitos… ¿Querés que te haga acordar?
(Amaga a arrodillarse frente a él y trata de desabrocharle el cinturón, él escapa) ¡Ah!
(Divertida) Parece que ahora te acordaste, jajá.
Pedro: Me puede explicar quien es usted, ¿Cómo sabe de mis sueños?
Patricia: ¿Tus sueños? Bueno, eso es discutible… fue tan real (Divertida
y excitada)
Pedro: ¿Cómo entró a mi casa?
Patricia: Por la puerta, por donde voy a entrar, ¿Qué pensás, que soy una
ladrona para andar entrando por las ventanas? Aunque pensándolo bien...
Qué sexy! (Se excita) Sería un lindo juego erótico, yo entro y te obligo
a violarme contra tu voluntad..guau! ¿Querés que probemos? (Amaga a
buscar una ventana)
Pedro: No hace falta, yo solo quiero entender…
Patricia: Ufa! ¡Qué aburrido! Te aviso Pedro, que para mi lo sexual es
fundamental en una pareja, si no nos animamos a jugar, a buscar noveda-
des, lo nuestro con el tiempo puede hummm… yo te aviso que a mi no
me vas a conformar con una sola posición sexual, eh?
Pedro: ¿Cómo?
Patricia:Ay, si, a mi me gusta probar de todo, suavecito, arriba abajo, fuerte.
Pedro: ¿Fuerte?
Patricia: Violento (Lo toquetea) por atrás!! (Él da un brinco, se pone nervioso y
se tienta a la vez)
Pedro: ¿Atrás?
Patricia: –Y que me pegues, ¿Te gustaría pegarme? Jajaja, dame un chir-
lito (Le agarra la mano y se da una palmada en la cola, da un gritito)
Pedro: (Logra escapar) ¡Escúcheme señorita, yo soy un hombre casado, yo
no puedo tener nada con usted!
Patricia: Ay, que feo amor, no lo digas así que me hacés sentir mal, ya se
que sos casado, pero tampoco es para que me lo estés refregando por la

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El último día de Pedro Pablo Palacios
cara, dejame olvidarme, viste, así podemos ser felices y mirar para ade-
lante, que sé yo. Lo pasado pisado, yo no tengo la culpa de que vos hayas
pensado en mí tan tarde, quizás si nos hubiéramos conocido antes sería
otra cosa, pero que le vamos a hacer, las cosas se dieron así, el amor no
se decide, cuando se da se da, ¿No? Yo no tengo la culpa de haberme
enamorado de un hombre… si a tu mujer ni la conozco…
Pedro: ¿Usted está enamorada de mí?
Patricia: Uh, que formal Pedro, ¿Cómo me vas a tratar de usted para
hacerme esa pregunta? Yo estoy muy enamorada de vos, desde el primer
momento en que te vi.
Pedro: ¿El día que estuvo en mi cama?
Patricia: El día que metiste los dedos en el enchufe, desde ese día estoy
esperando que te fijes en mi.
Pedro: ¡Eso fue hace 40 años!
Patricia: No podés decir que no soy perseverante… jajaja
Pedro: Y desde ese día ...¿No estuvo con nadie más?
Patricia: (Se queda mirándolo, pausa, se conmueve y de pronto rompe a llorar)
Estuve con muchos, muchisimos, perdoname, perdoname, es que… no
pude… no pude tanto tiempo esperarte, perdoname, no te merezco…
(Sale llorando, la luz se concentra sobre Pedro, que queda muy sorprendido. En la
oscuridad se oyen pasos)

Escena VIII
Terapia
(Escena en que se mezclan la realidad y la fantasía)
Al cono de luz entra la psicóloga hablando, luego abre la luz y ella acomoda cosas,
convierte la mesa en sillón, entra una silla e invita a Pedro a sentarse, es estridente
y superficial, no registra mucho a sus pacientes y viste con un escote muy provocativo.

Psicóloga: Aguantame un cachito Pedro que arreglo unas cositas y te


atiendo. En realidad no tendría que hacer esto con vos acá pero bueno,
nos salimos un cachito del encuadre, somos adultos inteligentes ¿No? La
sesión empezaba a las cuatro faltan cinco minutos, no te voy a dejar es-
perando en el palier de gusto. (Termina de acomodar y se sienta, Pedro se queda
mirando el escote) Bueno ahora sí, podemos empezar, escucho, ¿Cómo anda
todo? (Pausa anotador en mano y sin mirarlo espera)
Satiro (En off): No me pueden hacer esto, déjame de joder, es un perso-
naje de hombre, bien de hombre (Aparece una mujer-sátiro con cuernos y patas

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Mario Carneglia
peludas) ¿A vos te parece? (A Pedro que lo mira, está muy enojada con el vestuario
que le pusieron) ¿Me querés decir que te cuesta imaginar cosas más norma-
les, me querés decir?
Pedro: (Divertido) ¿Y eso que vendría a ser?
Sátiro: (A los de afuera) No me va a salir, en serio, déjense de joder…
Psicóloga: (Al mismo tiempo que el sátiro, al que no registra, sorprendida) Un
anotador Pedro, ¿Qué va a ser? ¿Estamos tratando de evitar los temas,
Pedro? Hay mecanismos que se repiten, ¿Te das cuenta?
Sátiro: (Vuelve a Pedro) Un sátiro ¿Qué va a ser? ¿No ve los cuernos maes-
tro? y las patas peludas, es un sátiro que usted imagina, y me lo dan a
mi ¿Qué quieren que haga con esto? Les digo que es un personaje de
hombre, y el otro boludo que dice que está cansado... y estos cornudos de
vestuario que se divierten conmigo (Pedro se ríe)
Psicóloga: (Por la risa) ¿Querés contarme Pedro? Por mí no hay apuro,
tenemos 50 minutos.
Sátiro: ¿Y las patas que me pusieron jefe? No hay derecho, cuando pueda
dígale a estos, todas las boludeses me las encajan a mi, no hay derecho.
Psicóloga: ¿Pedro?
Pedro: Sí, bueno, quería hablar de algunas cosas, en general digo, acerca
de la pareja y esas cosas...
Psicóloga: Te escucho Pedro.
Pedro: Bueno sí, en lo que hablamos de mi casa va mejorando, me siento
que me escuchan más, mi mujer y mi suegra digo… mejor.
Sátiro: (Primero de mala gana, luego se va entusiasmando) ¿Vio las tetas que
tiene esta mina maestro?¿Se las tocó alguna vez? no me diga que en algún
abrazo, algún chau, un rocesito… (Pedro se distrae)
Psicóloga: Seguí Pablo, escucho.
Pedro: Sí, te decía que hice lo que me dijiste y ya hay más comunicación
en casa, más diálogo.
Sátiro: ¿Cuándo se la va a coger maestro? Mire lo que es esa hembra jefe,
debe ser una bestia en celo en la catrera, ¿Se la imagina cogiendo?
Pedro: (Al Sátiro) Cogiendo? (La psicóloga lo mira, pausa).
Psicóloga: ¿Querés hablar de eso Pedro? Tuvieron sexo con tu señora?
Dialogo durante el sexo ¿Querés decir?
Pedro: Sí... no... qué… bueno, ella quería, y yo...
Sátiro: ¡Sabe cómo debe gritar esta mina, imagínela en cuatro patas, jefe!
Pedro: ¿En cuatro patas? (Pausa)

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El último día de Pedro Pablo Palacios
Psicóloga: (Profesional) Bien… es una posición dominante, Pedro, y
¿cómo se sintió?
Pedro Eh, no, en cuatro... no, ella se…puso arriba y...
Sátiro: ¡Eso jefe dele duro, se está calentando, mire los pezones, jefe, la
mina se calienta con usted, se lo digo yo!
Psicóloga: ¿Se sintió bien, o… digámoslo así… utilizado?
Sátiro: ( A centímetros de la psicóloga, que no lo registra) Sí mamita, utilizado..
que palabra.. si, quiero ser tu esclavo, pegame, matame yegua! (Pedro trata
de calmar disimuladamente al sátiro mientras trata de hablar con la psicóloga)
Pedro: Es… no… si… tienen, fue bien... un poco... bueno, ella se enojó
un poco porque no se me...
Sátiro: ¡No jefe, no la cague, no le va a decir a esta mina que no se le
paraba, no me la arruine ahora!
Pedro: No, al principio, después sí, estuvimos como dos horas…
Sátiro: ¡Eso jefe eso!
Pedro: Sí ella, estaba bien, le gustaba, empezó a moverse, y le gustaba más
y a mí también me empezó a gustar y entonces (Va embalando, alentado por
el sátiro) me fui moviendo, primero despacito, le mordía la oreja, y ella ge-
mía, después rápido, más rápido, y entonces me dijo ”me gusta suave infeliz”
y yo sentí una cosa acá y entonces la saqué de encima, me puse arriba y le
empecé a dar duro, y ella me decía “¿que hacés, estás loco?” y yo le dije “que-
rías un macho? Acá tenes un macho” y la agarre de la cintura, la puse en cuatro
patas y le di por atrás también y le empecé a pegar, en el culo le empecé a
pegar, y ella pedía por favor (Sátiro y psicóloga con los ojos gigantes paralizados)
“Por favor basta! me decía, y yo le decía: “¡Ahí tenés yegua! Ahí tenés! ¡¿Querías
un macho? Acá tenés un macho?!” Y le seguía pegando, y cuando estaba ya
por... (Toma conciencia, se paraliza, mira a la psicóloga, se siente avergonzado, se
sienta y se toma la cabeza, el sátiro sale, la psicóloga trata de decir algo, incómoda)
Sátiro : (Saliendo) che, se nos fue la mano..
Psicóloga: (Larga pausa) Bueno es una situación muy particular en tu
caso Pedro, yo siento que fue muy importante esta sesión porque...
Pedro: (Sin mirarla) Me voy a matar.
Psicóloga: Bueno no es para tomárselo así, Pedro, vos sabés que en una
sesión de terapia se movilizan muchas cosas internas que a veces no es
fácil de...
Pedro: (Mirándola, trata de ser claro, ella no entiende) Me voy a matar.
Psicóloga: No Pedro vos ahora te vas a tu casa y en vez de sentirse mal,
pensás: ¡Qué bueno! ¡Pude largar mis deseos contenidos! Después pode-

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Mario Carneglia
mos ver el tema de lo que sucede y lo que son fantasías, pero eso más ade-
lante. ¿Eh? Ahora que vamos rompiendo los bloqueos es probable que
encontremos los caminos para ir abriéndonos a las demás, para contactar-
nos, para comunicar lo que deseamos, y para no tener miedo al rechazo…
Pedro: (Interrumpiendo) –Eh…no. No te voy a ver más.
Psicóloga: No creo que interrumpir la terapia ahora sea una buena de-
cisión Pedro, ya te digo, fue muy fuerte así que no tomes decisiones hoy,
pensálo y nos vemos, ¿Eh?... (Cambia) ¡Ah! Mirá, justo, qué lástima, mal
momento, bueno... te quería avisar que la semana que viene no tenemos
sesión. Bueno, no es muy profesional contar cosas mías pero esto es es-
pecial así que… nada, (Feliz) me caso el sábado. (Pausa, espera reacción que
no llega) Así que el martes no vengas porque me voy unos días de luna de
miel, vení el otro martes, ¿Si? (le da la mano, él queda paralizado, ella sale,
el mira al público y empieza a imaginar)
Pedro: Se casa…(entran los fantasmas gritando “SE CASA LA NENA,
SE CASA LA NENA”, le ponen un tocado y un ramo de novia, cambia
el lugar)

Escena IX
Casamiento
Escena muda y con idiomas extraños sobre música
Aparecen un cura (Pizarro) y un monaguillo (Pieroni) empujando el altar de una
iglesia, se acomodan, cantan una letanía. La novia (Pedro) empujada por su madre (la
suegra) llorando en sottovoce, el novio (Pilar) canta feliz, el amante (Psicóloga) queda
lloriqueando en una silla apartada de la iglesia. Patricia, de luto observa la imagen
llorando e irá rodeando toda la escena sin que nadie la registre. La madre empuja a
la novia hasta el novio, el novio estira la mano a la novia. Amenazada por la madre,
ella termina tomando la mano del novio, ante el contacto, la mano aprisiona la de la
novia, gemido largo de dolor del amante y de Patricia a coro, los otros miran al unísono,
al ver al amante, la novia se sorprende y se marea, la madre y el novio la contienen, la
maltratan y cachetean hasta que se recupera. Cuando esto sucede la novia corre a los
brazos del amante y trata de abrazarla y besarla pero esta lo rechaza. Asombro del
novio y la madre. Espanto del cura. Patricia sale. Madre y novio separan a los aman-
tes y traen a la novia hasta el cura, el cura pregunta al novio, que acepta, y la novia
se tambalea mareada, la levantan, y la sostienen mientras del cura pregunta, la novia
no responde, se ponen muy nerviosos, repite la pregunta, no hay respuestas, entonces
la madre de la novia le mueve la cabeza afirmativamente, el cura los declara marido
y mujer, el novio besa a la novia, que se resiste, el novio trata de levantar en brazos
a la novia, se van alejando. De pronto el cura se convierte en el soldado y va hasta el
amante, se miran, sonríen y se besan apasionadamente, el novio con la novia en brazos,

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El último día de Pedro Pablo Palacios
como puede, ayudado por el monaguillo y seguidos por la madre van saliendo, la novia
se desespera cuando ve al soldado llevarse al amante en brazos hacia el interior de la
iglesia. Los fantasmas corren y se colocan a cierta distancia, le hacen gestos a la novia
para que les arroje el ramo, la madre-suegra lo atrapa, feliz, el novio-Pilar le saca el
tocado, salen, Pedro queda solo. Entran los fantasmas y miran salir a Pedro, gestos de
preocupación, Novio y suegra acomodan el espacio y salen, Soldado llama por teléfono.
Soldado: ¿Señor? Si, mire, se nos va, está muy mal… Angustiado…
¿Cómo? pero yo no quería…¿Qué beso?... Es que sus pesadillas a ve-
ces son incontrolables señor… no señor… no se va a volver a repetir,
señor… claro… y yo creo que estamos equivocando el camino, podría
ser más específico con esto de “una esperanza”?... que sea más claro señor,
¿Qué quiere decir con “una esperanza”? ¿Cómo señor? ¿Paloma? Pero, ¿Por
qué no lo habla conmigo señor?... Sí, entiendo, no sé, se la busco (Llaman-
do) –¡Paloma! (Al teléfono) –Sí señor, ahora (Va saliendo) Paloma! (apagón) .

Escena X
Despedida
Pedro sentado en un banco de plaza, entra Esperanza Pieroni.
Esperanza: ¡Palacios! Llegaste temprano, no lo puedo creer.
Pedro: Estoy acá esperando.
Esperanza. ¿Qué haces?
Pedro: No sé, estoy como decidiendo.
Esperanza: Dale, entrá, al final vamos a fichar tarde los dos.
Pedro: No voy a entrar.
Esperanza: ¿Qué te pasa (Le toca la frente) te sentís mal?
Pedro: No en realidad… Este es mi último día.
Esperanza: ¿Qué? ¿Qué dijiste?
Pedro: Vine a despedirme.
Esperanza (Recibe el golpe) ¿Qué, te vas?
Pedro: No, bueno sí, más o menos.
Esperanza: ¿Conseguiste algo. Como no me contaste ¿Qué... adonde te
vas?
Pedro: No, en realidad no conseguí otro trabajo, es que...
Esperanza: ¿Cómo que no conseguiste otro trabajo, y no vas a entrar
Palacios, vos estás loco? No seas tarambana Palacios, cómo que no vas a
entrar, entrá y hablamos, pensálo bien...

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Mario Carneglia
Pedro: Sí, ya lo pensé.
Esperanza: Pero es un error, como vas a irte así, yo qué hago... digo...
cómo voy a hacer, si vos y yo... vos ya sabes cómo son las cosas...(Disimu-
la) las partidas, la facturación, digo... como... (Se le caen las lágrimas) y que
vas a hacer?
Pedro: Nada, voy a irme, no sé a dónde (Como un chiste) Me voy a desin-
tegrar.
Esperanza: (Mira hacia donde estaba yendo) Bueno, tengo que ir, vení a visi-
tarme... a visitarnos digo, (Intenta bromear) Bueno a Pizarro no... no creo...
no (Pausa larga) no vas a pasar a saludar a todos?
Pedro: No, a vos quería... nada, está bien, ya me voy.
Esperanza: ¿Querías decirme algo a mi? Digo, ¿Algo más?
Pedro: ¿Algo más?
Esperanza: No sé, digo, viniste hasta acá…yo pensé (Pausa, él quiere decirle
pero no se atreve)
Pedro: No, quería decirte que… gracias, gracias por todo.
Esperanza: ¿Gracias? Bueno…. (Lo toma como que él no la quiere y se molesta,
seca) De nada… espero que volvamos a vernos algún día
Pedro: Es que…(Pausa) No, no vamos a vernos más (Ella recibe el golpe,
asiente con la cabeza aceptando, se acercan y se dan un beso en la mejilla, la acción se
detiene en el contacto, alejan las caras muy lento, giran al frente y se tocan la mejilla,
se miran un segundo, Pieroni gira y sale, por el otro lado entra Patricia)

Escena XI

Tercer encuentro
Patricia: ¡Claro! ¡Ahora entiendo! El muy idiota sueña con el amor de la
compañerita, claro, ¿Por eso no te querías venir conmigo no?
Pedro: ¿Qué hace usted acá? Como aparece en todos lados, usted quien es?
Patricia: ¿Ella es importante para vos? Decímelo, decímelo, que yo voy a
entender, si es una aventura nada más no tiene importancia, lo podemos
superar, pero si realmente te enamoraste yo no se si voy a poder sopor-
tarlo.
Pedro: Es mi compañera de trabajo.
Patricia: ¿Y por qué viniste a hablar con ella?
Pedro: Quería ver si ella me podía ayudar.
Patricia: Pero ¿Viste? Está muy apurada (Irónica) tiene miedo de perder

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El último día de Pedro Pablo Palacios
el presentismo… jájájá
Pedro: ¿Qué hace usted acá?
Patricia: (Digna) Estuve pensando y me di cuenta que cuando yo estu-
ve con…”otros” nosotros no estábamos comprometidos, así que no se
cuenta, no podemos tomarlo como una infidelidad, además vos en ese
tiempo estuviste con esa chica de tu barrio, y yo no dije nada.
Pedro: ¿Qué chica?
Patricia: La pechugona, Pedro no te hagás, ¿No me vas a decir que te
olvidaste de tu primera vez?
Pedro: ¿Sabe eso también?
Patricia: Yo sé todo de vos Pedro, solo que puedo tratar de olvidar todo
y empezar de nuevo desde anoche cuando nos comprometimos.
Pedro: ¿Nosotros nos comprometimos?
Patricia: Estamos comprometidos Pedro, lo pasado pisado.
Pedro: Pero yo no la conozco.
Patricia: ¿Cómo? No te hagás el tonto Pedro, sabes muy bien que me
prometiste todo tu amor.
Pedro: Usted me confunde, me pone nervioso porque sabe cosas de mi
y de mis sueños.
Patricia: Soy tu amor, me lo dijiste anoche.
Pedro: Lo que usted dice fue un sueño, nada más que un sueño.
Patricia:Un sueño? Nada mas que un sueño? Y tus promesas ¿También
fueron un sueño?
Pedro: Yo no le prometí nada.
Patricia: ¿No te acordás lo que me prometiste?
Pedro: ¿Qué?
Patricia: No seas cobarde Pedro, que fue lo primero que dijiste después
de estar conmigo.
Pedro: ¿Cuándo?
Patricia: Lo primero que dijiste cuando te levantaste.
Pedro: No me acuerdo.
Patricia: (Se angustia) Sos igual que todos, igual, al final, una les da todo y
ustedes pagan con traición, sos un mentiroso Pedro, prometés, prometés
y al final cuando llega la hora hacés lo que hacen todos, ¡Nada! ¡Se quedan
con sus mujeres gordas y sus casitas y sus trabajitos mediocres en vez de
animarse a estar bien, a viajar liviano, atreverse… no, (Imita burlona) “mejor

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Mario Carneglia
me quedo con lo conocido, lo de siempre” y las promesas que se las lleve el vien-
to… lo dijiste bien clarito, acá, frente a mis ojos “hoy, me voy a matar” bien
clarito lo dijiste, y ahora esto…está bien, pero no se te ocurra llamarme
de nuevo, porque desde hoy, hace de cuenta que no existo! (Sale, apagón.)

Escena XII

Cementerio
Pedro va al cementerio a llevarle flores a su padre. Busca un lugar en el piso, limpia el
polvo y coloca las flores. De pronto se escucha en off una voz de ultratumba.
Padre: (Con acento italiano) Poderías haberte gastado unos pesos en flores,
no? ¿Qué sono, de plástico?
Pedro: (Lo busca en las alturas) ¿Papá?
Padre: Sí hico, he vuelto del más allá para darte consejos en este momen-
to de crisis.
Pedro: ¿Dónde estás papá?
Padre: Estoy volviendo del mas allá hico, aspetame un poco que hay
mucho tráfico.
Pedro: ¿Cómo tráfico papá?
Padre: Es que hay paro de controladores aéreos hico, esto es un qui-
lombo. (Aparece el actor con un bigote evidentemente postizo y una túnica romana,
volando en la oscuridad, con una vela que lo ilumina, primero una imagen celestial,
luego se molesta porque no lo bajan)
Padre: Ma, dequen de codere, stronzos (En off se oyen risas y cargadas, lo
suben y bajan) –Ma, prendé la luce, putana! (Se enciende la luz, vemos al
sátiro y al paje que tiran del sube y baja, se ven sorprendidos por la luz, lo
bajan y salen divertidos, empujando el aparato)
Pedro: ¿Papá?
Padre: Sono io hico, il tuo padre.
Pedro: Estás muy raro papá.
Padre: Si, baqué unos kilos, se pierde mucha materia viste, la machoría
queda ahí (señala la tumba) y ¡El viaque! Ni te cuento, una odisea, trámi-
tes, trámites, ¡Una burocracia! Eso si, una vez que estás instalado…(Pausa,
remarca) NIENTE, NADA, nada, seguro que voy a engordare de nuevo,
la buena vida viste, allá arriba no hay niente que hacere, sólo comere y
comere… para matar la ansiedad, viste. Y cuando aparece algo, una idea,
una travesura, algo. Cuando se te ocurre algo divertido para hacere, viene
el otro santurrón y te empieza con el cuento de la paz y la contemplación

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El último día de Pedro Pablo Palacios
a Dío y la putana que lo parió y otra vez a tomar mate y mate que tengo
una acidez que ni te cuento, y encima los muchachos, la mayoría, terminó
del otro lado, (Hacia el piso) allá abaco sí que se deben divertir, ¿Non hi-
cos de puta?! (Se tapa la boca, luego feliz) Qué satisfaccióne podere puteare
uno poco, en realitá creo que vine acá abaco, más que para hablarte para
bacare un poco la tensióne, viste? Porque llega lo momento en que no da
más, unas ganas de puteare, de calentarte con alguien, de pelear por algo,
todo el día con cara de paz y tranquilidad, de amor al próquimo… y que
no se te vaya a escapare una cara de orto porque se te vienen encima. No
para retarte, No! ¿Te empiezan a preguntare, que qué pasa? ¿Non estás
feliche? ¿Necesitas algo hermano? ¿Por qué no puedes disfrutar de la paz
de Dío? Y la puta que los parió. Y vos te sentís uno tarado... ¿Cómo no
voy a sere feliche? Non me falta nada, non necesito nada, todo es amor,
todo es satisfaccióne, realizacióne y la putana que lo parió! No desearás a
la muquer del próquimo, no tendrás mal pensamiento, non tuto. Te dan
unas ganas de morirte... o revivir, qué se yo..y venir de nuevo a tener que
ir a laburare y pelearte con tu mujer y que la bruca te grite, otra que ¿Qué
te pasa hermano? Me cago en Satanás! Si uno no puede….
Pedro: Papá....
Padre: Sí (Pausa) ¿En que estábamos?
Pedro: Gracias por tus consejos.
Padre: (Pausa) Esos un tarado, hico… “gracias por tus consejos” decirme
que sono un stronzo, que tengo que disfrutare de la eternidad peleáme
un poco carajo!
Pedro: Y tenés que disfrutar de la eternidad, papá.
Padre: Y tenés que disfrutar de la vida, hico.
Pedro: ¡Viejo pelotudo!
Padre: Gracias, hico.
Pedro: Vine acá para pensar, para ver si entendía lo que me estaba pa-
sando, para tomar una decisión. y cuando te convoco para que me des un
consejo te la pasas hablando de vos, de tus quilombos en el paraíso, y tu
aburrimiento celestial.
Padre: Perdón hico, (Se dispone a hablar en serio) es que tené que peleare
hico, mirá tu padre, tre mese en el barco, comiendo rata para venire a la
américa y non me queco nunca…
Pedro: Pero yo no soy vos, papá…
Padre: Ya lo sé que non so como io, hico… los hombre de ahora no sabe
niente de lo que es laborare, sufrire, el esfuerzo, todo quieren un trabaco

35
Mario Carneglia
de estar sentado con uno papele una computadora, calentito, te enfermá:
no va a laborare, mirá si en mi epoca no íbamos a ir a laborare, nos daban
una patada en el culo….
Pedro: ¡Papá! (Pausa) ¿Me vas a escuchar una vez, aunque sea así?
Padre: ¿Así cómo?
Pedro: Así papá, parecés Nerón con bigotes postizos.
Padre: Algo es algo, hico…(Ríe, Pedro lo mira mal, se pone serio) Contame.
Pedro: Estaba pensando en algo.
Padre: En qué mi hico? Cuéntele a su padre, que un padre que la consejo
más que un padre es un amigo… io sono uno padre gaucho (Rie)
Pedro: Estoy hablando en serio.
Padre: UH!! que tipo aburrido, divertite un poco hico, así no vas a llegar
a viejo, te va a dar una úlcera que...
Pedro: De eso quiero hablarte.
Padre: ¿De la úlcera? ¿Tenés úlcera?
Pedro: De la muerte
Padre: ¿De qué morte? (Chiste) No me hables de esa que me da un miedo..
Pedro: ¡Papá!
Padre: Perdón hijo, en que estábamos?
Pedro: Hoy desde que me levanté, le dije a todo el mundo que me iba a ma-
tar, a todo el mundo, era una prueba, para ver qué pasaba… y no pasó nada…
nadie hizo nada, nadie cambió un milímetro lo que tenía pensado hacer para
preguntarme que me pasaba aunque sea.
Padre: Es que la gente está muy apurada hico, no se dan cuenta.
Pedro: Nadie cambió nada para tratar de ayudarme, así que estoy pensando
en matarme en serio papá.
Padre: No codas.
Pedro: No jodo.
Padre: ¿La morte?
Pedro: La muerte
Padre: (Pensamiento) La morte, una vieja amiga de los vivos, un espejo
donde la espera vive (Se para, se va alejando) La morte.
Pedro: ¿Papá? (Entra la muerte)
Padre: Habla con ella, ¿Qué me metés? A mí me da uno miedo la morte.
(Se va yendo)

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El último día de Pedro Pablo Palacios
Escena XIII
La muerte
Muerte: (Aparece Patricia con una cartera, imagen de prostituta sofisticada, cambió
mucho su personalidad) –¿Me llamaste? (Él da un respingo) ¿Me temes?(Se acer-
ca) Sin embargo me deseas, Pedro.
Pedro: ¿Vos sos la…?
Muerte: ¿Te sorprende?
Pedro: Sí, no, si, es que no te imaginaba así.
Muerte: Me estás imaginando.
Pedro: Quiero decir, no esperaba que fueras vos.
Muerte: ¡No me digas que esperabas una parca con capucha y guadaña…
que aburrido, Pedro! (se sienta a su lado).
Pedro: ¿O sea que no sos real?
Muerte: ¿No aprendiste nada. Pedro? Es una proyección de tu mente,
Pedro. Tu inconsciente buscó entre sus recuerdos, tomás una imagen de
la vida para reemplazar en tu mente algo que es una abstracción… creo
que esta cara es la de una cliente que un día te miró en la tienda y te hizo
desearla, creo.
Pedro: Claro, no sos real… sos una imagen.
Muerte: (Desilusionada) No aprendiste nada…¿Una imagen puede tocar-
te? (Lo toca, Pedro se estremece, ella ríe) Soy lo más real que puede existir para
vos en este momento.
Pedro: ¿Me viniste a buscar?
Muerte: ¿Me llamaste?
Pedro: No, yo no te llamé (Pausa, gesto de ella) Bueno, hablaba con mi
padre de usted.
Muerte: ¿Ese es tu padre?
Pedro: Bueno, es algo así.
Muerte: Es medio raro, ¿No?
Pedro: No sé, no sé, apareció así nomás.
Muerte: Parece que tuviera pollera… ¿No serás rarito vos?
Pedro: ¿Por qué…?
Muerte: ¿Te diste cuenta que nunca imaginas hombres… normales?
Pedro: ¿Qué?
Muerte: ¿No estarás negando algo vos? (Le empieza a tocar el cuerpo sutil-
mente)

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Mario Carneglia
Pedro: ¿Que querés?
Muerte: ¡Quiero que me desees, que me tomes! Que…
Pedro: Pero sos la muerte.
Muerte: Y soy la otra vida también, vení conmigo, dejate llevar, métete
dentro mío, yo te voy a enseñar… (Él se para)
Pedro: Pero no puedo, no puedo así tan rápido, es mi primera vez…
Muerte: (Le empieza a desabrochar el cinturón) Para todos los que vienen
conmigo es la primera vez, chiquito. Quedate tranquilo, dejate llevar que
yo se lo que hago...
Pedro: No, soltáme… me da… (Se desembaraza de ella)
Muerte: ¿Te gusto? ¿Te gusto mucho, no? (Él duda) Te traje un regalo
Pedro (Hace un gesto y desde el cielo aparece una horca entran su mujer y su suegra
con partes de los vestuarios que usaron durante la obra, mezclados, traen el aparato
tipo sube y baja que se usó para hacer volar a la esposa de Pedro, ríen y repiten “re-
galo”)
Pedro: ¡No! ¡Estoy imaginando! ¡Estoy imaginando? (Se golpea la cabeza
tratando de despertar)Es una imagen…no es real.
Pilar: ¡No Pedro!
Perla: Esta soga es real.
Pilar: Física.
Perla: La trajiste vos Pedro.
Pilar: No me culpes.
Perla: La deseabas.
Muerte: (Pausa, sensual) Me deseaste.
Pilar: Ahora hacé lo que dijiste que ibas a hacer.
Las tres: ¡Cumplí Pedro!
Muerte:(Pausa, sensual, atan la soga al extremo del aparato tipo sube y baja)
¿Querés tenerme? ¿Querés poseerme? Puedo ser tuya Pedro, QUIERO
ser tuya, quiero sentir el fuego de tu cuerpo dentro del mío, es muy fácil
Pedro, muy fácil ( Él termina poniendo el cuello, ella se cuelga del otro extremo y
empieza a ahorcarlo, la voz de ella se hace mostruosa) ¡Besame Pedro, besame
ahora, voy a ser tuya mi amor, así Pedro, sentime en tu sangre, besame!
(Pedro cierra los ojos, se está asfixiando)
Padre: (Entrando) ¡Pedro, hico! (Pedro se toma de la soga, el nudo se afloja)
Pedro: Ahora no papá.
Padre: Ella no es lo que parece.

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El último día de Pedro Pablo Palacios
Pedro: ¡Papá no me jodas en este momento!
Padre: ¡La morte non existe hico! (Stop. La luz cambia de golpe y las mujeres
caen al piso como desmayadas, pausa, el Padre habla lenta y suavemente) La morte
es una tentación, si. Es una imaquen molto sensuale… y provocadora,
pero es sólo eso, una imaquen, uno momento… cuando la morte acaba
(Se interrumpe, se pega en la cabeza, corrige, las mujeres van despertando, doloridas)
termina dicamos, cuando el instante en que la vida se convierte en un
corpo que se pudre. La morte se convierte en algo de los otros, de los
que quedaron, para nosotros no queda más que…(Se va calentando y del tono
filosófico vuelve a la personalidad exacerbada de la otra situación, Pedro hace un gesto
de fastidio) vacío, falsa paz en un campo de amapolas y nubecitas vaporo-
sas… nubecitas blancas y espumosas donde los otros te miran con cara de
paz esforzada que peligra constantemente en convertirse en el peor de los
aburrimiento, y te dan unas ganas de…algo!... escupir!!! aunque sea para
que piove en algúno lado y le arruine el asado a alguien ….
Pedro: ¡Papá! (Pausa) Ya entendí.
Muerte: (Se acomoda la ropa ofendida y tratando de recomponerse con dignidad) La
próxima vez te hago pagar por adelantado, como a todos... porque si hay
algo que me revienta... son los histéricos (Sale)

Escena XIV
El padre
Pedro: (Él y el padre se quedan sentados sobre la lápida del cementerio pensativos)
La muerte.
Padre: Un secundo.
Pedro: ¿Después?
Padre: Niente.
Pedro: Igual que acá.
Padre: No (Pedro lo mira, el padre busca las palabras) hay que tener paciencia.
Pedro: Paciencia.
Padre: Y estare atento.
Pedro: ¿Cómo atento? Atento, atento, es fácil decirlo en su posición,
pero no se puede estar atento, hay que vivir, y cuesta mucho vivir, vivir te
ocupa casi todo el tiempo (Pausa)
Padre: Un tipo cruzaba todos los días por una plaza del centro de la
ciudad, en lo más alto del árbol que estaba en el centro de la plaza, el tipo
veía una manzana de oro, se reía el tipo, de su alucinacióne, de sus ganas

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Mario Carneglia
de Trepare al árbol y tomar esa fruta, que era sólo un espequismo, decía…
se reía el tipo y como estaba apurado para ir a trabacar seguía de largo.
Cada día atravesaba el parque y la manzana se balanceaba ahí, en la rama
más alta. (Pausa) Un día leyó en el diario que alguien había encontrado una
manzana de oro macizo en un árbol, en el mismísimo centro de la ciudad.
Y pensó el tipo: hay personas que han nacido con suerte. (Pausa)
Pedro: (Lo mira agradecido, cómplice) Las manzanas de oro no existen,
papá… es que los españoles no conocían las naranjas.
Padre: (Lo reta) So negativo hico.

Escena XV

Esperanza
Esperanza aparece seguida por Paloma, ella al principio no ve a Pedro a pesar de
pasar a su lado, Paloma lucha para guiarla como si la manejara de los hombros,
cuando ella por fin lo ve, Paloma se tira en un rincón a descansar, protesta por lo bajo.
Pedro: ¿Pieroni?
Esperanza: ¡Palacios! Palacios, estás acá, ay que suerte estás acá, perdón,
perdón por… ¿Estás bien?
Pedro: Sí, estoy bien.
Esperanza: No sabés lo que hice Palacios (Se tapa la boca, como si fuera una
locura) falté a trabajar a la tarde…
Pedro: Para…¿Por mi?
Esperanza: Tenía que encontrarte…tenía que hablar con vos.(Lucha entre
su timidez y sus ganas de abrazarlo, apenas lo toca) Perdón, no entendí, no te
entendí cuando me hablabas, (Se enreda con las palabras) Palacios escúcha-
me, no te mueras, por favor no te mueras, quiero decir pensaba en lo que
hablamos y me di cuenta de lo que me querías decir y ahora, perdón, creo
que, yo pensé: “¿Dónde? ¿Dónde”? Y me quería morir por no haberte
entendido... por suerte se me ocurrió, acá… una intuición, te encontré,
y ahora no importa nada, nada. (Finalmente no logra contener el impulso y lo
abraza.)
Paloma “Una intuición”, já, se lo tuve que gritar en la oreja, otra que
intuición.
Padre: (Burlón) Faltó a trabajar por vos hico…
Pedro: (Al padre por sobre el hombro de ella) –¿No te ve?
Padre: ¿¡Vos sos tarado hico!? Claro que no, si yo estoy acá por vos.
Esperanza: (Se aparta un poco.) Estoy acá por vos, Palacios…

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El último día de Pedro Pablo Palacios
Padre: Parece que estamos acá por vos… los dos.
Esperanza: Palacios… sólo quiero que sepas que yo… te quiero, (Mini-
miza la expresión) Quiero decir… no sé como decirlo,...por ahí es lo más
importante que puedo hacer. No te mueras Palacios... quiero que sepas
que te quiero, (Se enreda con las palabras, avergonzada de su confesión.) quiero
decir… que sepas… que hay alguien en este mundo que te quiere, que sos
importante para alguien, que vale la pena, que se yo. ¿Entendés? (Entra
corriendo la muerte y los mira, desesperada.)
Padre: Yo creo que esa chica te quiere.
Pedro: Entiendo, gracias, de veras…gracias (La abraza, se separan incómo-
dos, no saben expresar el cariño) Yo también… quiero decir que… también te
quiero, no sé cómo decir esto, soy muy tonto para estas cosas, pero quiero
decirte que vos… me salvaste.
Esperanza: Prometeme que no vas a hacer una locura (Él asiente) porque
… (Llora) yo me muero, Palacios, si vos.. (La muerte pasa por detrás de ellos y
se sienta del otro lado del banco)
Pedro: Quedate tranquila Pieroni, no voy a hacer nada.
Padre: Palacios, Pieroni. Parece la colimba esto… ¿Non tiene nombre
esa chica?
Pedro: (En respuesta a su padre) Esperanza, Esperanza Pieroni
Padre: ¿Qué? (Mira a Paloma que sonríe) ¿Esperanza se llama? (Gesto travieso
de Paloma) ¿Vos sabías? (Otro gesto) pero carajo, podría haber sido más cla-
ro… me cago en… (Se arrepiente, se tapa la boca, mira hacia arriba)
Esperanza: (Se tapa la boca, contiene la emoción, conmovida) Nunca me habías
llamado por mi nombre..
Pedro: Esperanza (Ella lo besa… los fantasmas se miran sorprendidos, la muerte
hace un gesto de fastidio.)
Sátiro-suegra: Cagamos, a partir de ahora me van a tocar todas a mi, voy
a tener que ponerme esta porquería a cada rato, la puta que los parió. (Saca
un teléfono, marca)
Esposa-Paje: Un tiempo… después vuelven las otras (El sátiro lo mira
sorprendido por su filosófica respuesta, él se encoge de hombros, justifica) tengo ex-
periencia, vengo del romanticismo.
Sátiro: (Al teléfono) ¿Señor? Sí mire, yo quería hablar con usted por un te-
mita… sí, el vestuario… cómo? Sí señor, el objetivo inicial está cumplido,
ahora no sé como seguirá él…sí, pero yo quería hablarle de otra cosa…
resulta que el vestuario… cómo?.. (Gesto de fastidio) Sí está acá.. (Le pasa el
teléfono a Paloma) quiere hablar con vos…

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Mario Carneglia
Paloma Hola, sí… bueno gracias… para usted también, señor… bueno,
somos un equipo, ¿No? (Risitas coquetas) ¡Pero señor! (Risitas ) Cómo es
usted, ¿Eh? (Sigue mientras sale)
( Los fantasmas miran “su” obra cruzados de brazos)
Paje: Objetivo cumplido se podría decir.
Sátiro: Dijo que había que darle una esperanza… (Se miran, de pronto ríen)
Padre: Se nos fue un poco la mano, ¿No?
Satiro: ¿Te parece?
Paje: (Dudando) No, un final feliz siempre viene bien… (Pausa)
Satiro:( Descubre fastidiado) ¿Final feliz? (Al padre) ¿No vas a interferir?
Padre: (Levanta las manos como para aplaudir, parece que va a gritar algo, se inte-
rrumpe, renuncia al gesto, enternecido por la imagen) No… estoy en mi hora de
descanso…
Muerte: (Al sátiro) Dejalos, ellos después se van a ocupar solitos de arrui-
narla… solo hay que darles tiempo.
Satiro : (Sonríe, cómplice) Tiene razón la negra (Al paje) ponele música.
Paje: (Hace un gesto levantando lentamente las manos con las palmas hacia arriba,
se escucha una música del renacimiento o medieval que el paje supone romántica, los
otros lo miran, el resto del dialogo apenas se adivina bajo la música)
Padre: ¿Pero, que pusiste?
Paje: ¿Qué? ¿No les gusta?
Padre: ¡Dejate de joder! (Se va yendo, divertido y gesticulando) ¡la cagaste!
Satiro: ¿De dónde sacaste esa cosa? Es re vieja. (Saliendo)
Paje: Para darle clima… (Sale tras los otros discutiendo, queda la última luz
sobre la pareja que continúa abrazada, a su lado, la muerte adopta una posición más
cómoda para esperar)

Apagón

FIN

42
HIPOTECADOS
(El plan está en marcha)

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Mario Carneglia

44
Hipotecados

FICHA TÉCNICA
Ana: Lorena Parisi
Carmen:Marina Porcel
Miño: Oscar Miño
Cachilo: Pablo Milei
Ramón: Marcelo Goñi
Asistencia de dirección: Carla Colzani
Coreografa: Natalia Boolls
Fotografía: Sofía Cedrón
Dirección: Mario Carneglia
Duración 70 minutos

Obra ganadora del concurso de dramaturgia “Estrella Federal” 2013


a la mejor obra del interior del país.
Se estrenó en Mar del Plata el 28 de junio de 2013 en “El club del Teatro”

Aguantadero en el que hay cajas, papeles y mugre desparramados en montículos extra-


ñamente colocados marcando lugares. Una mesa y sillas, unas bolsas de arpillera con
el signo $, una gran caja con una cerradura dibujada o de cartón, una bicicleta, una
claraboya o ventana alta de la que aparecerá un personaje descolgándose con una soga.

PERSONAJES
Carmen:empleada de limpieza del banco, Española.
Ramón: Esposo de Carmen, español, tiene hipotecada su casa.
Cachilo: Balsero cubano que trabaja de mecánico sin papeles en España.
Miño: Argentino cantor de tango. Vive en España desde el 2002.
Ana: esposa de Miño, bailarina de tango, han perdido su casa en Argen-
tina .

Cuando componen a los personajes hablan con acento español (excepto cuando se ol-
vidan y esto es un error visible) y cuando discuten desde su autenticidad tienen sus
verdaderos acentos y personalidades.

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Mario Carneglia
Ramón de traje gris y corbata. Entra Ana de vestido corto, con peluca negra y tacos
altos, se encuentran en el centro del escenario, van a besarse cuando entra Carmen
violentamente. Se corta la música.
ESCENA I

Carmen: Buenas tardes señor gerente, buenas tardes Conchita.


Ramón: (Disimulando) Buenas tardes Carmen.
Ana: Buenas tardes.
Ramón: Pues como pasa el tiempo, joder, que ya hace una hora que ha
cerrado el banco.
Ana: Y todavía tenemos que terminar el balance de hoy para irnos.
Carmen: ¿Van a querer un café? Yo justo me estaba por hacer uno antes
de ponerme con la limpieza.
Ana: Yo no, gracias.
Ramón: Yo sí, apetezco, si es tan amable.
Carmen: Como no señor gerente.
Ana: Me faltan los de cuenta sueldo.
Ramón: Acá tienes los cupones de caja. (Hace la acción pero no le da nada,
la mano vacía.)
Ana: Gracias (Acción de agarrar, sin que en la mano tenga nada. Carmen finge
que hace un café en una parva de basura, hace el supuesto ruido de la máquina con su
voz, luego lleva un vaso vacío y finge que se le cae café sobre la falda de Ramón, que
salta de la silla)
Carmen: Ay, perdón, señor gerente.
Ramón: ¡Ay, que me ha quemado!
Cachilo: (Bajando de las alturas, por una soga, con polera negra y un antifaz de
ladrón típico, en su mano un rustico revolver Hecho de madera) Quietos todos, las
manos arriba, si se mueven los quemo (Ramón levanta las manos, Carmen
finge miedo y lo abraza por debajo del pecho) a ver tú (A Ana) muévete, lejos de
la mesa, vamos joder, que no tengo todo el día (Ana se aleja) ahí está mejor,
que nadie haga el tonto porque le vuelo la tapa de los sesos, entendido? (A
un supuesto handy, hace el ruido de la comunicación) despejado lince.
Miño: (Entra elegante y cinematográfico, sobretodo con las solapas levantadas, anti-
faz y sombrero tanguero) Buenas tardes señores, si son tan amables, necesito
que me presten atención un momento. Si todos se portan bien y nadie se
hace el héroe, en pocos minutos no estaremos más acá.
Cachilo: (Como un eco) No estaremos más aquí.

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Hipotecados
Miño: Nadie saldrá herido y tendrán una buena anécdota para contar en
la cena, si os hacéis los listos... (TRata de hacer girar el revólver como un cowboy,
no le sale bien) ¿Habéis entendido?
Cachilo: ¿Habéis entendido?
Miño: ¡Halcón!...Calma (a Ramón) ¿Tú eres el gerente?
Ramón: Sí.
Miño: ¿Sería tan amable de acompañarme? (Carmen no lo suelta)
Ramón: Sí como no, pero...
Miño: Señora, suéltelo
Carmen:Pero... ( Le trata de hacer gestos con la cabeza, Miño no entiende, se nota
que aleja de la mesa a Ramón disimuladamente)
Miño: Suéltelo señora yo me encargo, no se asuste que no le va a pasar
nada.
Carmen: No me suelte señor gerente (Van avanzando, se alejan de la mesa)
perdóneme señor gerente, son los nervios (Lo suelta)
Miño: Por acá (Van hasta un montículo de basura) ¿Sería tan amable de abrir
la caja fuerte?
Ramón: Es que no puedo.
Miño: ¿Cómo? No nos estamos entendiendo, estoy tratando de ser ama-
ble, pero usted me tiene que dar la clave de la caja.
Ramón: Es que no funciona así.
Miño: ¿No?
Ramón: La caja se abre una sola vez por día, de forma automática.
Miño: Mire caballero, no se quiera pasar de listo… halcón! Tráela (Cachilo
le acerca a la secretaria) ¿Esta es su secretaria, no es cierto?
Ramón: Así es.
Miño: ¿Su secretaria, es su secretaria solamente o tienen algo más?
Ramón: No sé de qué me habla
Miño: ¿ A no? (Toma a Ana suavemente y la acerca a Ramón) Le gustaría
verle sufrir por su culpa? (Le tira de a poco el pelo, tirándole la cabeza hacia atrás,
hasta que Ana cae de rodillas) ¿Por no entregar el dinero que ni siquiera es
suyo?
Ramón: No le haga daño, ella es inocente.
Miño: (Se entusiasma, maltrata a Ana) ¿No le gusta ser culpable del sufri-
miento de su chica, mírela, está de rodillas, como tantas veces cuando le
soba la polla, no?

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Mario Carneglia
Ana: ¡Ay!
Ramón: No le haga daño.
Ana: Ay, me tirás (Acento argentino)
Miño: ¡Cayate! (Acento argentino)
Cachilo: –Epa, epa! Lince…
Miño: (Corrige) ¡Qué te calles!! Coño! ¡Joder! ¿Quieres que la mate?
¿Quieres que arruine esta linda carita con un plomo?
Ramón: Sería una lástima, porque además sería inútil.
Miño: (Suelta un poco a Ana, interesado) ¿Cómo?
Ramón: Es que no tengo forma de abrir la caja, ¿Entiendes? Cada tarde,
al cerrar el banco, viene un camión de caudales, se abre automáticamente
y por única vez por día. La caja se abre con dos llaves, una está en mi
gaveta, pero la otra no, la tienen ellos. Piense un poco, ¿dejarían el banco
sin custodia, con un gerente y su secretaria adentro, si éstos pudieran abrir
la caja? No haría falta ladrones, el mismo gerente y su Secretaría podrían
cargar con todo un día y desaparecer, ¿No suena lógico verdad?
Miño: Así que ¿No tienes la clave?
Ramón: Pues claro que no (Los ladrones apuntan, tensión, stop. Luego se rompe
el clima a la primera palabra de Miño, todos abandonan sus personajes)
Miño: Me cagó (Se retuerce, desesperado, no sabe cómo seguir, se saca el antifaz,
todos aflojan el cuerpo) me cagó, me cagó, Carmen, eso es lógico, ¿cómo va
a poder abrir la caja? se afanaría todo el gallego, no puede tener la clave...
nos están cagando, ¿Vos estás segura?
Se rompe el clima y los personajes, Carmen camina hacia Miño, se para frente a él, y
de pronto le da un terrible cachetazo.

Escena II

Carmen:¡Gilipollas!(Corridas para separarlos, todos hablan a la vez)


Miño: ¿Qué haces? ¿Qué qué pasa, te voy a cargar a palos, qué pegás?
(Ana lo agarra)
Ana: Pará negro, pará .(Ramón aleja a Carmen)
Carmen: Gilipollas, gilipollas, que te está mintiendo, que se ríe en tu
cara, te está mintiendo.
Cachilo: ¡Tranquilo compadre!
Miño: Sos vos la que nos está mintiendo gorda, tiene razón el Ramón,
¿Cómo va a tener la clave de en la caja? Se puede afanar todo él mismo, la

48
Hipotecados
clave es automática, seguro.
Carmen: Que esa es la bóveda cabrón. Que todo el cuento que te ha
metido éste tio es el mecanismo que yo le he contado de cómo se abre la
bóveda, donde están los millones, que nosotros estamos hablando de la
caja fuerte, de la caja fuerte pequeña, donde guardan las cosas del día, lo
que para ellos es un cambio, un vuelto, y que para nosotros es la salvación,
¿Vale?
Miño: ¿La bóveda?
Carmen: Pues claro infeliz, que te lo he dicho, además ¿Qué habíamos
hablado?
Miño: ¿Qué habíamos hablado?
Carmen: Si no logras la clave tienes que llamar a la cerrajera, que estará
esperando escondida ahí fuera…
Miño: Pero quería que vean eso de lo que dijo este…
Carmen: A ver, ¿Quién es este tío? (señala a Ramón)
Miño: ¿Quién va a ser? Tu marido el Ramón.
Carmen: En el ensayo, cabrón.
Miño: Ah, el gerente del banco.
Carmen: ¿Y qué tenías que hacer con él? (Miño no sabe) Tenía que alejarlo
de la mesa, entras cuando al tío le cae el café en los cojones, yo lo abrazo,
para que no toque la alarma y tu te encargas de alejarlo.
Miño: Sí estaba lejos.
Carmen: Y no te dejes convencer, coño, que en un momento ya te había
envuelto.
Miño: Y, pero éste tiene una labia, que suena lógico.
Ramón: Porque tú lo dejas pensar al tío, lo haces muy tranquilo, y no
haces que se ponga nervioso.
Carmen:Eso es lo que te estoy diciendo, joder.
Cachilo: (Acento cubano) Es que tú lo haces muy correcto compañero,
muy amable a tu ladrón, y eso chico, no asusta a nadie.
Miño: Es que yo quiero tener un estilo, no voy a entrar a los gritos como
cualquier ratero barato.
Cachilo: ¡Ratero barato, escúchalo tú! ¿Y quién te crees que eres a ver?
¿Te haces el Harry el sucio, el Bruce Willis, y que vas a conseguir así?
Miño: –Es que parece más frío, más profesional, el estilo da más miedo.
Ramón: “¡El estilo da más miedo” pero escúchalo al cabrón!

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Mario Carneglia
Carmen: Has visto muchas películas de Hollywood tío, eso es lo que
pasa.
Ana: Escucha mi amor, por favor, haceme caso, dejemos toda esta locura
sigamos con lo nuestro, ¿Dale? Ya vamos a conseguir la plata para el pa-
saje de alguna manera.
Miño: “De alguna manera”, esta es la única manera, hace tres años que
estamos tratando de conseguir la plata para volver, y no...
Ana: Nada de volver, amor, ¡Por favor! No empecemos de nuevo…va-
mos al Japón, déjate de nostalgias…(Amenazante) ¡Por favor te lo pido!
Carmen: No tienes cojones tío, eso es lo que pasa, tienes que ser más
violento.
Miño: No me dejan crear ustedes, no me dejan hacer el personaje, está
bien, está bien… ¿Lo quieren común?... lo quieren común, no hay proble-
ma, vamos de nuevo, vamos de nuevo (Mientras se ponen todos en los lugares,
rearman sus vestuarios y personajes, se repite la situación exacta, Cachilo sube por
una escalera o traen una escalera para volver a subirlo)
Carmen: Pero el encuentro romántico no lo hacemos, ¿Eh? Que ya sale
demasiado bien.
Cachilo: Estás celosa gallega.
Carmen: Que no estoy celosa joder, pero con esa musiquita me descon-
centro.
Miño: (Desde afuera) Era para darle clima…
Cachilo: Celosa…
Escena III

Ramón: Bueno, lo hacemos desde la mesa, ¿Vale? ¿Están todos listos?.


Bueno, vamos de nuevo.“Pues como pasa el tiempo, joder, que ya hace una hora
que ha cerrado el banco”
Ana: Y todavía tenemos que terminar el balance de hoy para irnos.
Carmen: Buenos días señor gerente, buenos días Conchita.
Ramón: Buenos días Carmen.
Ana: Buenos días.
Carmen: ¿Van a querer un café?
Ana: No gracias.
Ramón: Yo sí, apetezco, ¿Puede ser?
Carmen: Como no señor gerente.

50
Hipotecados
Ana: Me faltan los de cuenta sueldo.
Ramón: Acá tienes los cupones de caja (Hace la acción pero no le da nada, la
mano vacía)
Ana: Gracias (Acción de agarrar, sin que en la mano tenga nada, Carmen finge
hacer un café en una parva de basura, luego lleva un vaso de vidrio y finge que se le cae
sobre la falda de Ramón, este salta) Ay, me quemó.
Cachilo: (Cae de las alturas, algo desprolijo.) Las manos arriba, si se mueven
los quemo, (Ramón levanta las manos, Carmen finge miedo y lo abraza por debajo
del pecho. Cachilo medio enredado, no logra seguir, decide resumir. A Miño hacia
afuera) despejado lince
Miño: (Entra desaforado) ¡Hijos de puta, denme la guita! ¡A ver vos. Puto!
¡Trolo! ¡La guita, dame toda la guita! (A los gritos y corriendo por todo el lugar)
Ramón: (Baja los brazos, sin emoción, va a explicar algo) No...
Miño: (Le salta encima, lo ahorca, lo sacude) Ah no, ¿Cómo que no? Me vas
a dar la guita.
Ramón: No... no, espera tío...
Miño: ¡Te voy a matar entendés! Me vas a dar la guita y la clave de la caja
porque te mato, ¿Me entendés?
Cachilo: Para Miño.
Miño: Vos te callás.
Ana: Soltalo negro.
Miño: ¿Qué hablas vos, querés también?¿Querés una bala?
Ramón: ¡Para Miño, para!
Miño: ¿Que pare qué? So tonto, que me vas a dar la clave de la caja por-
que te arranco la cabeza, ¿Entiendes? ¿Entiendes pedazo de gilipollas? ¡Te
arranco la cabeza! (Lo zamarrea).
Carmen: ¡Suéltalo imbecil, Cachilo, haz algo!
Cachilo: ¡Miño, Miño, suéltalo chico! (Toma carrera, salta, le da una patada
voladora a Miño, que lo tira sobre un montón de basura.)
Miño: ¿Qué haces boludo, no sos mi compañero vos?
Carmen:(A Ramón) ¿Estás bien amor?
Ana: (Toma el arma de Miño, los apunta.) Están presos, tarados.(Se angustia)
estamos presos todos…
Miño: ¿Ves lo que haces boludo?
Cachilo: Es que le estabas dando candela al Ramón.
Miño: Sí me decía que no.

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Mario Carneglia
Ramón: Que no, que no, quería decirles que no estaba bien, que se han
equivocado! (Pausa)
Cachilo: ¿Lo qué?
Ramón: Se han olvidado de sacar a Ana de la mesa.
Cachilo: Ay
Ramón: Hay que alejar a la Secretaria del botón de pánico, joder!
Ana: Tiene razón, se olvidaron de decirme que me aparte, yo podría
haber tocado la alarma.
Carmen: Ven que son dos subnormales, un par de improvisados, joder,
¿Tan difícil, tan difícil es? Cuando el gerente se separa de la mesa con los
cojones pelados entran, yo hago que me asusto y lo abrazo para que no
pueda apretar el botón y ustedes se encargan de la secretaria, ¿Tan difícil?
Cachilo: Claro, hablá, hablás, es fácil hablar, pero con la emoción...
Carmen: Estamos en un ensayo, si no pueden manejar los nervios en el
ensayo...
Miño: Que hablas Carmen, que hablas, a vos se te ocurrió esta idea, así
que no vengas a decir, que qué haces la profesional, se te dice, no sabemos
nada de robos, no sabemos nada, pero vos insistís… vamos a aprender,
con ensayo va a salir bien, vos dale que dale, que no se pueden salir con
la suya y dale con la justicia.
Cachilo: Yo te dije Miño, yo te dije, yo sigo con el taller mecánico que voy
bien, aunque sea en otro lado.
Miño: Que vas a ir bien Cachilo, si hacía dos meses que no entraba un auto
en el taller, como vas a buscar un lugar propio, ni para el alquiler sacás.…
Carmen: Ahí tienes, ¿Ves lo que te digo? Te has quedado sin taller, no-
sotros estamos hasta los cojones con la hipoteca, vamos a perder nuestra
casa y ustedes van a quedar sin cuarto para rentar, todo por estos ladro-
nes, por estos corruptos, y tú... ¿Quieres dejar todo sin pelear?
Miño: Sí, mirala a la Robin Hood, habla, habla y habla pero lo que tene-
mos que hacer el trabajo pesado somos nosotros, no podemos manejar
ni los nervios en un ensayo, y vos querés asaltar el banco. ¿Por qué no lo
haces vos?
Carmen: Porque yo trabajo en el banco, no puedo asaltarlo, me cono-
cen, sólo puedo hacer mi parte, les dejo la puerta abierta, preparo todo,
soy el cerebro de esta operación, no puedo también entrar con el revólver.
Miño: Entonces no hables gallega.
Ana: Tiene razón, ustedes no cumplen con lo que vamos pensando, así

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Hipotecados
no vamos a llegar a ningún lado, no sé para qué me metieron en esto.
Miño: No te calentés, negra.
Ana: Va a salir mal. (Se saca la peluca negra)
Miño: No, calmate (La abraza, ella lo rechaza enojada)
Ana: Va a salir mal, y vamos a terminar todos en la cárcel.
Carmen: Es que son dos idiotas.
Cachilo: Ah, mira a las genias, de que se la dan, ¿Qué son, los ángeles de
Charlie?… ¿Por qué no hacen ustedes el trabajo pesado?
Carmen: Me saldría mejor que a ti.
Miño: Ah sí, dale, a ver si te acordás de todo.
Carmen: Por supuesto que me saldría mejor.
Miño: ¿Ah si? Dale, a ver si te acordás de todo.
Carmen: Pero que te piensas.
Miño: No llegás ni a la mitad que metés la pata.
Carmen: ¿Quieres ver? Pues venga, ven aquí niña, tú eres el cubano este,
(A Miño, dándole el delantal) Tú eres yo y yo soy este gilipollas.
Ana: Déjame, como para ensayos estoy…
Cachilo: No sigas Carmen que no va a…
Carmen: ¿Quieres hacerlo? (A Cachilo, le da la peluca de Ana). Ponte al día,
tu eres la niña, (A Miño) tú haces de mi.
Miño: Dejame de joder...
Carmen:¡Que te pongas! (De mala gana los hombres van a sus lugares)
Ana: Bueno, pero yo entro de acá, hacemos que llegué por la claraboya,
porque con estos tacos...
Cachilo: Pero sacate los zapatos, y ponete esto (antifaz)
Miño: (A Carmen) Y lo hacés con este coso, ¡Eh! (Antifaz) Que vas a ver
que no se ve nada.

Escena IV

Se intercambian los vestuarios y se repite exacta la secuencia con cachilo con peluca y
Miño con delantal, haciendo de mala gana los papeles femeninos.

Ramón: Como pasa el tiempo joder…(Divertidos, se tocan las manos) ay


Conchita, que manos ásperas tienes hoy…
Cachilo: (Voz aguda) Es que no me alcanza el sueldo para una crema,

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Mario Carneglia
señor, podría darme un aumento…
Ramón: Pues tendrías que ganártelo, niña…
Carmen: (Entra enojada) ¡Que va en serio joder! (Ellos se cortan ante la lle-
gada de Miño)
Miño: ¿Van a querer café?
Cachilo: Yo no, gracias.
Ramón: Yo si, apetezco, ¿Puede ser? (Todo se repite con precisión, Miño simula
sin ganas la caída del café, entran las chicas a los gritos, Ramón salta y levanta los
brazos, pero Miño no lo abraza, stop)
Carmen:¿Y?
Miño: ¿Y qué?
Carmen: Abrázalo para que no pueda tocar el botón.
Miño: No hace falta.
Carmen:Sí hace falta, para que se les grave en la cabeza.
Miño: (Se abraza a Ramón, incómodo, luego le da risa, satiriza) ¡Oh, mi héroe,
defendedme!
Ana: (A Cachilo) Tú, lejos, lejos de la mesa, saca las manos de ahí. (Agarra
a Miño) y tú, que pasa que te haces el vivo?
Miño: (Corrige) Viva señor ladrón, soy una mujer, ¿No me ve?
Ana: No te hagas la tonta, ¿Quieres que te enseñe a no hacer la tonta con
los demás? ¡A ver graciosa, arrodíllate, arrodíllate coño!
Miño: No para...
Ana: Que no para, que no para qué te pasa, ¿No te gusta?
Miño: Me estás tirando el pelo, Ana…
Ana: Y te lo voy a arrancar si se me da la gana, porque tengo el arma
¿Entiendes? ¿Tú quién eres?
Miño: Soy tu marido la concha de tu hermana ¡No te hagás la loca!
Ana: (Insistiendo con el personaje, suave.) No me mientas chiquita, que te veo
las tetas, eres una niña, una niña muy puta seguro, ¿Cómo te llamas?
Miño: (Entra en el juego) Carmen, trabajo acá en el banco, hago la limpieza,
por favor no me maltrate, yo sólo soy una sirvienta, medio estúpida y no
sirvo para nada.
Carmen:(A Miño) Bueno, que no te pases.
Ana: (A Miño) Que no te pases, gordita.
Carmen: Gordita los cojones.

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Hipotecados
Ana: Gordita y puta, ¿Muy puta eres tú?
Miño: Recontra.
Ana: Ven, chúpame la polla, ven.
Miño: ¿Qué?
Ana: (Se sienta y le entierra la cabeza entre sus piernas, aplastándole la nariz contra
el cinturón, entre divertida y cruel) Eso, mamita.
Carmen:(A Cachilo, amenazante) Tú haces eso y te vuelo la cabeza
Ana: Ocúpate de aquél, que yo me entretengo aquí.
Miño: (Medio ahogado pero divertido a Ana.) ¿Cómo te gusta la venganza,
eh?
Ana: (Íntima, divertida) No puedes hablar, que tienes la boca llena, tía.
Carmen: Tú ¿Eres el gerente?
Ramón: Sí.
Carmen: Dame la clave de la caja fuerte.
Ramón: No funciona así, la bóveda se abre en un horario por día con un
sistema automático y hay que poner dos llaves que…
Carmen: No te hagas el listo, Petrillo. (Se corta)
Cachilo: Olé.
Carmen: Hablo de esta caja fuerte no de la bóveda.
Ramón: (Entrando en el juego acusa el error.) ¿Cómo sabe mi nombre? Hay
algún delator dentro del banco…
Carmen: Te callas, ¿Vale? Dame la clave de la caja.
Ramón: No la tengo, está en mi computadora que está en mi casa.
Carmen: Te la acuerdas de memoria, hijo de puta.
Ramón: No, le juro que no.
Carmen:(Se acerca a Cachilo) Y... ¿Si le pego un tiro a tu secretaria no te
acuerdas?
Cachilo: Por favor, no tengo nada que ver, soy una simple Secretaria.
Ramón: No la meta a mi secretaria en esto, ella no tiene nada que ver.
Carmen: Nada que ver, o ¿Te importa?
Ramón: Es una niña inocente.
Carmen: ¿Inocente? ¿O te molestaría mucho que la reviente? ¿Te dole-
ría? ¿No será que te las follas? (Le pasa el revólver por el cuello.)
Cachilo: Por favor, no me haga nada.
Carmen: Te callas pendeja, que a tí no te pregunté nada. Ven aquí tú (A

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Mario Carneglia
Ramón) camina (A Ana) mientras que te la haces chupar, atiéndemela a
esta tú... (Empuja a Cachilo, que agarra de atrás a Miño, que se resiste. A
Ramón) A ver papito si te acuerdas de la clave, ¿Qué te parece?
Ramón: No puedo abrirla, no tengo la clave.
Carmen:(Se enoja) ¿Y para hurtarte de a poco? ¿Te acuerdas? Porque aquí
te vieron abrirla todos los días antes de cerrar…
Ramón: ¿De dónde sacó eso?
Carmen: Yo te vi…
Cachilo: Olé.
Carmen: Digo, me dijo la sirvienta que te vio (Comprende su error, se golpea
la frente, se enoja, se saca el sombrero y rompe el personaje, de a poco se va disolviendo
la actuación de todos.)
Ramón: ¿Cuándo?
Cachilo: (A Carmen) ¿Has visto?
Miño: Sí digo eso vas en cana hasta pasado mañana, gorda.
Carmen:(Poco convencida, último esfuerzo por arreglarla) Cuando entramos me
lo dijo, pero con los nervios tú no te acuerdas.
Ramón: Es mentira.
Miño: (Ironico) Sí, sí, se lo dije al oído, perdóneme jefe.
Ana: Cállate y sigue chupando.
Miño: ¿No acabaste todavía? ¿Ésta vendría a ser Cachilo, no? (Por Cachilo)
este ya acabó hace tres horas .(Ríe, Ana le pega juguetona)
Carmen: Prefiero ir presa, pero lo lleno de tiros antes de chupársela a
este…(Se saca el antifaz)
Cachilo: Si yo no te hice nada (Abandonan los personajes)

Escena V

Ramón: Paremos, paremos, nos estamos desviando, éste no era el plan,


vamos a organizarnos, nunca, por nada del mundo, deben abusar de la
secretaria, es un agravante importante, lo he leído, y va a costar el doble
sacarlos si caen, además, cuando discutas con el tío, tienes que esperar que
haya una forma de saber que el tío sabe la clave, no le podéis decir que la
de la limpieza te lo dijo, sino a Carmen no las sacamos más, y tienes que
insistir con …(A Miño) puedes sacar la cabeza de ahí!!
Miño: (Sacando la cabeza del regazo de Ana, estaba escuchando así sin darse cuen-
ta) ¡Perdón!... ¿Qué pasa? ¿Te pone nervioso?

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Hipotecados
Ramón: A ver si nos concentramos ¡Coño!
Cachilo: ¿Qué gritas cabrón? Que gritas, que no eres el jefe.
Ramón: Oye: que aquí cada uno ha hecho su parte, que a mí me ha
tocado estudiarme las leyes para ver que conviene, para cuidar de hacer
lo que menos tiempo de prisión nos dé si nos agarran, pero ustedes no
siguen mis instrucciones.
Ana: (A Miño) Vámonos papi, esto es una locura.
Ramón: “Ay papi, es una locura.”
Ana: ¡Qué te burlás, payaso!
Ramón: Si sabes que no te puedes ir.
Miño: Nadie se va a ir, ya está todo listo, no aflojemos ahora, si tenemos
todo planeado, en esa caja fuerte está nuestro futuro, nosotros vamos a
poder salir de Europa y ustedes van a hacer desaparecer los papeles de su
hipoteca… ahí adentro está nuestra plata y los papeles de la hipoteca, no
olvidemos eso. No tiremos a la basura tanto trabajo, ya cada uno hizo su
parte, yo conseguí las armas, Cachilo preparó el coche, Carmen estudió
todos los movimientos del banco, el Ramón las leyes que nos convienen
y Ana… (Se arrepiente)
Ana: …tres meses de curso de cerrajería me tuve que tragar, (Todos hacen
gestos, se ve que Ana ha repetido esta historia hasta el hartazgo) Tres meses para
poder abrir esa caja del miércoles si no consiguen la clave. Tres meses
con todos esos gordos grasientos tirándose conmigo, para aprender…
y vos te burlás, me voy a ir a la mierda y van a abrir la caja si son magos,
carajo…
Ramón: Bueno, no exageres.
Ana: Que no exagere, ¡Que no exagere! Claro, total tú vas a estar sentado
en su casa, todo tranquilo, sin riesgos.
Ramón: ¡Porque estoy mal del corazón! Por eso…
Ana: Y yo me voy a tener que meter de noche en un banco, mirá vos!!! un
banco (Enloquece comprendiendo lo que está pensando hacer) un banco, voy a en-
trar a escondidas a un banco con ustedes dos que “se supone” que van a
controlar la situación, ¡Un balsero cubano y un cantor de tango tienen que
neutralizar un banco! (Ríe) Aprovechando que el gerente y a la Secretaría
se quedan solos a coger, vamos a robar un banco (Ríe histérica) yo tengo
que abrir una caja computarizada si no consiguen la clave y tú me pides
que no exagere, ¡Que esté tranquila! (Ríe) ¿Cómo? ¿Cómo mierda voy a
estar tranquila? ¡Me quiero ir, quiero volver a mi casa, con mis plantas, mi
patio, mi tortuga, aunque tenga que comer arroz por el resto de mi vida!...

57
Mario Carneglia
Ahí si voy a estar tranquila.
Cachilo: (Podrido) No puedes, ya no tienes casa...
Ana: (Recibe el golpe, se desploma y llora, sale, Miño sale tras ella.)
Miño: Pará mi amor, vení.
Carmen: Tú si que tienes tacto para decir las cosas.
Cachilo: Es que aquí todos hablan, hablan y hablan. De SUS cosas, de
SUS problemas, pero nadie se entera de que va la vida de los otros.
Carmen: ¿Cómo dices eso Cachilo? Estamos juntos en esto, estamos
tratando entre todos de salir de esta situación, de salvarnos juntos.
Cachilo: Es que todo esto es muy absurdo, estamos jugando a los pisto-
leros y no tenemos la más mínima idea de..
Carmen: Que no es un juego, ¿Vale? Nuestra casa no es un juego, a ver
si te enteras. Que si no hacemos algo se van a quedar con nuestra casa,
y tu no vas a tener tu cuarto y los tanguitos tampoco y todos vamos a
terminar en la calle.
Cachilo: Yo lo entiendo Carmen, pero todo esto es muy raro, no somos
ladrones, no estamos preparados para esto.
Carmen: Y por eso es que estamos practicando, coño. Porque no somos
profesionales, pero tenemos que aprender a defendernos, han echado a
Ramón de su trabajo, tu ya no tienes taller y no podrás ganarte la vida si
no logras ser más fuerte que ellos.
Cachilo: Está bien… ¿Seguimos mañana?
Ramón: Sí, mejor.
Cachilo: Vengo temprano, total, no tengo nada que hacer (Toma su bolso,
cuando va a un rincón a buscar su bicicleta algo llama su atención, toma una bolsa de
resuduos y la huele) puf, parece que olvidamos sacar la basura… “algo huele
mal hoy en España” (Rie, algo angustiado, sale arrastrando su bicicleta y alejando lo
más que puede la bolsa de su cuerpo, la pareja queda sola, pausa.)
Carmen: –¿Tú crees que saldremos de esta Ramón?
Ramón: –No nos queda otra, mujer. Tendremos que salir, o por lo me-
nos tendremos casa y comida.
Carmen:–No lo digas ni en broma, ¿Vale?
Ramón: –No es broma, si algo no sale bien…
Carmen:–¡Cállate, joder! No digas asi, que me quitas las ultimas fuerzas
que me quedan.
Ramón: –Realmente crees que un profesor de historia desocupado y una
maestra ¿Pueden organizar el robo a un banco?

58
Hipotecados
Carmen:–Ya no soy maestra ¿Recuerdas? Ahora hago la limpieza de un
banco.
Ramón: –Por un momento, es un plan… sigues siendo maestra.
Carmen:–Y tu sigues siendo profesor.
Ramón: –Tengo 45 años, no se si volveré a dar clases…
Carmen:–Volverás Ramón, todo volverá a ser como antes (Se miran lar-
gamente, luego se abrazan )
Apagón
Escena VI

Al otro día, todos con distinto vestuario. Cachilo sólo en el aguantadero, ensaya los movimientos del día
anterior, también las voces de todos los personajes, y corrige su acento cubano cuando lo siente aparecer.
Entra Ana vestida de tanguera, con un termo, un bolso y una bolsita de supermercado..

Ana: –hola, ¿Estas sólo?


Cachilo: –Ahora no (Pausa) ¿Y Miño?
Ana: –Fue a retirar las cosas, creo que se encontraba con los chicos para
que las traiga el Ramón.
Cachilo: –¿Por?
Ana: –Por lo de la nacionalidad, niño no puede llevarlas por la calle.
¿Café?
Cachilo: –Sí. (Ella prepara, pausa) Perdón por lo de ayer.
Ana: –No, no, no es culpa Tuya, me afectó porque… a veces una se ol-
vida. Nada más.
Cachilo: –No, estuve muy bruto.
Ana: –Es que a veces con la distancia, una siente como que un día va a
volver y las cosas van a estar como siempre, y pierde de vista que de esos
recuerdos ya no queda nada, ya está. Lo perdimos todo… que no hay
planta, patio, ni casa
Cachilo: Te olvidaste la tortuga compañera.
Ana: (Ríe) No, la tortuga debe estar, la llevamos a la casa de mi hermana
cuando nos desalojaron, fue casi lo único que no les interesó a los del
remate.
Cachilo: Nunca me contaron... como fue.
Ana: ¿Cómo fue? Simple, compramos la casa con un crédito en dólares, a
un banco privado, y claro, en el 2002 perdimos todo… luego nos vinimos
para acá, Europa contrataba shows de tango y nos vinimos. Miño cantaba

59
Mario Carneglia
y yo bailaba con un chico de Belgrano, Javier se llama, pero lo encontra-
ron trabajando sin papeles y lo deportaron, se nos complicó. (Le da café)
Chin chin.
Cachilo: Que embrollo chica, si fuera salsa podría ayudarte, pero de bai-
lar tango...conozco muy poco.
Ana: ¿Sabés bailar salsa?
Cachilo: ¿Qué pregunta compañera, donde se ha visto un cubano que no
sepa mover las caderas, quieres que te enseñe?
Ana: No, antes bailaba pero ya no estoy para tanto ritmo.
Cachilo: Eh, mujer, que hablas como una vieja.
Ana: Te enseño a bailar el tango, para la salsa no me da del aire.
Cachilo: ¿Me enseñarías a bailar tango?
Ana: De ahí vengo (Le muestra que abajo tiene minifalda con tajo y medias) es lo
que me ha dado de comer estos años.
Cachilo: Pero después te animas con unos pasitos de salsa, y hacemos un
show de salsa y tango.
Ana: Rara tu combinación.
Cachilo: A estos gringos se les vende cualquier cosa.
Ana: (Reflexiona) Acá no tanto, pero me han dicho que en el Japón ahora
el tango es furor, si pudiéramos armar un show sería un éxito. (Pausa, lo
mira, no muy convencida) ¿Te animás?
Cachilo: Me salí de Cuba en una balsa, con huracanes arriba, con tiburo-
nes abajo, militares de Fidel detrás y policías yanquis delante compañera,
ya nada puede ser demasiado difícil.
Ana: Me hacés reir… bueno, dale, acá tengo música para probar.

Ana pone un tango con un grabadorcito que saca del bolso, bailan, ella le va expli-
cando, Cachilo va adquiriendo rápidamente la técnica, termina el tango y empieza una
milonga, Cachilo la obliga a combinar pasos de salsa dentro de la milonga, se divierten,
luego se escucha un tango muy lento, Cachilo empieza a registrar la sensualidad del
baile y el clima se pone más íntimo.

Cachilo: La salsa es más cachonda, juguetona, esto es más... (Pausa, termi-


na la música, se detienen, se miran) tú sabes.
Ana: Sensual, es más sensual, seductor... (Están abrazados mirándose cuando
entra Miño. Ana lo ve y habla riendo y disimulando el clima) pero es machista, el
que manda es el hombre, el hombre propone y la mujer se deja llevar...(A

60
Hipotecados
Miño) ¿Qué hacés amor? (Apaga el equipo de música)
Miño: Veo a mi mujer abrazada a mi amigo.
Ana: No sea boludo, negro, le estaba enseñando a bailar el tango, porque
vamos a formar un elenco que tango-salsa (Ríen)
Miño: (Desconfiado e irónico) ¿Tango salsa?
Cachilo: Estábamos jugando compañero.
Ana: No, ¿Qué jugando? Si anda, nos vamos al Japón a hacer un espectá-
culo latino-porteño, que te parece? (Risas)
Miño: Bueno, yo me vuelvo a Buenos Aires en cuanto termine esto, mán-
denme las postales a la dirección de mi vieja, ella se la sabe.
Ana: No seas boludo negro, vos cantás y nosotros bailamos, puede an-
dar...
Miño: Perdóname cariño, pero soy argentino y machista, como el tango,
el trío no me va.
Cachilo: Te estás cabreando sin razón hermano.
Miño: No me estoy cabreando “hermano”.
Ana: Bueno, basta de pavadas negro (Cambia de tema) ¿Trajiste los cosos?
Miño: (Se oyen las voces de los españoles entrando.) –Sí ahí los trae el gallego,
porque yo no los puedo tener encima porque soy sudaca.

Escena VII

Entran Ramón y Carmen, con una caja.

Carmen: Ay Dios, qué nervios, parecía que no llegábamos más, cada vez
que había un policía en la ruta empezaba a transpirar frío.
Ramón: ¿Está seguro que todos estos papeles son legales no?
Miño: Yo creo que sí, pero no tengo ni idea, el tipo que los consiguió dice
que es todo legal.
Ana: ¿Están ahí adentro?
Carmen: No sé, no la abrimos, ¿Lo pudiste revisar?
Miño: Por supuesto, ¿Quieren que les muestre?
Ramón: Pues claro hombre. ( Miño coloca la caja sobre la mesa, la abre
lentamente, extrae un revólver envuelto en papel celofán, lo desenvuelve, todos están
hipnotizados mirando el arma, la deja sobre la mesa, luego extrae una pistola 9 mm y
la desenvuelve, todos la miran paralizados, luego se ríen nerviosos.)

61
Mario Carneglia
Carmen: Y tú ¿Sabes usar eso, tío?
Miño: Ni idea, pero vienen con manual de instrucciones (Extrae de la caja
unos papeles)
Cachilo: (Toma el revólver de la mesa) ¿Esta es la que me toca a mí?
Miño: Sí, pero ésa es simple, mirá (Toma el revólver abre el tambor) acá se
ponen las balas ves? (Cierra el tambor y aprieta el gatillo, se oye el martillazo)
BANG!!! (Todos saltan y ríen, o protestan)
Ana: ¡Ay, qué impresión! Voto para que las llevemos descargadas, total
dan miedo igual.
Miño: Ni loco, si sé que están descargadas voy a estar mucho más ner-
vioso, cargadas es otra cosa, aunque tengamos decidido jamás usarlas.
Ramón: ¿Tiene seguro esto, no?
Miño: Seguro contra robo e incendio (Risas nerviosas)
Carmen: No, de veras pregunto.
Miño: No sé, fíjate ahí.
Carmen:(Toma el manual, empieza a leer) Uno: corredera.
Miño: Esta.
Carmen: Cola del disparador.
Miño: Esto, leé todo, hasta encontrar seguros o algo así.
Carmen:(Leyendo de corrido y comparando en el arma) Entrada del cargador,
traba del cargador, protector de gatillo, gatillo, percutor, extractor de vai-
nas servidas, seguro, ¡seguro! Acá está, es esto, a ver, página doce, página
doce, página doce, acá está, seguros, el seguro contra el accionamiento
involuntario del arma, se encuentra ubicado en la parte alta de la culata
entre la corredera al disparador y el percutor, presionado hacia la boca del
cañón libera el accionar del mecanismo, en sentido contrario desconecta
la acción de la cola del disparador hacia el percutor… Eso ¿qué quiere
decir?
Miño: Hacia atrás no tira, hacia adelante sí (Prueba el arma, registra cómo
funciona el seguro.) ¿Ves?
Ramón: Bueno, que siempre esté con el seguro puesto.
Ana: Y descargada.
Miño: No, tiene que estar cargada, para qué se sienta el poder.
Ramón: Bueno, para el día del robo las cargamos.
Miño: No, en los ensayos también.
Cachilo: No, ¿estás loco? A ver si se te escapa un tiro.

62
Hipotecados
Miño: ¿No querían que aprendiéramos a manejar los nervios? ¿Ustedes
se olvidan que vamos a asaltar un banco de verdad? Esto no es un jue-
go, tenemos que entrenarnos para estar fríos y tranquilos cuando sea de
verdad.
Carmen: Yo ni loca.
Ramón: Tú eras la que se quejaba de su falta de profesionalismo.
Carmen: ¡Pero ni son profesionales ni una puta!
Ramón: (Muy firme, dándole la orden a su mujer para que colabore, palabra por
palabra) Pues tenemos que convertirnos en profesionales, si queremos
recuperar la hipoteca de nuestra casa, a ver si te enteras, ¡esto va en serio!
(Saca balas de la caja y empieza a cargar las armas)
Ana: Esto es una locura, no podemos seguir con esto.
Cachilo: Tiene razón compañeros, no estamos pensando en la que nos
estamos metiendo, mientras fue una fantasía era divertido, pero esas son
armas de verdad, son balas de verdad, matan de verdad.
Ana: Podemos terminar presos.
Cachilo: (Pausa) O muertos.
Miño: Vamos a robar un banco de verdad, con un gerente y una secreta-
ria de verdad, a ver si te enterás.
Ramón: (Le entrega el arma a Miño) ¿Ensayamos?
Carmen: ¿Tiene el seguro puesto? Ramón, estás seguro?
Ramón: Si, está puesto, y la tuya? (A Cachilo, este mira su arma.)
Miño: Esa no tiene seguro. (Silencio, todos se miran angustiados, pausa)
Ana: Ay dios (Pausa, nadie se atreve a empezar, luego Ana toma coraje y se decide,
todos la miran asombrados, rompe el ritmo, muy angustiada pero decidida, como para
vencer sus miedos, va hasta su lugar en el ensayo.) empecemos, si hay que hacerlo,
empecemos ya… (Todos se miran sorprendidos, de a poco se ponen en acción, se
ponen los vestuarios y toman sus lugares. Miño y Cachilo toman sus armas con cierta
inquietud, prueban como agarrarlas) Otra cosa, estamos ensayando como si
supiéramos que todo va salir de esta manera, tenemos que pensar que
algo puede salir distinto, tenemos que estar preparados para adaptarnos a
cualquier cosa que nos sorprenda, ¿se entiende?
Carmen: ¿Qué quieres decir?
Ana: Que tenemos que probar en el ensayo todo lo que se nos ocurra
que puede suceder para ver como lo podemos resolver el dia del robo si
pasa…
Carmen: ¿Y que puede pasar?

63
Mario Carneglia
Ana: ¡CUALQUIER COSA, Carmen!
Miño: Bueno, tranquilas, probemos cualquier cosa que se nos ocurra que
puede pasar, tiene razón Ana, para que nada pueda sorprendernos. ¿Ok?
No paremos el ensayo, cualquier cosa que pase vemos como la tendría-
mos que arreglar.
Ramón: Vale, este es el último día, nuestro “ensayo final”
Ana: Ensayo general se dice.
Carmen: Ay, perdone la artista.
Ramón: Bueno, basta, no nos pongamos nerviosos. Ensayemos con se-
riedad, ¿Vale?

Escena VIII

Ramón: (Ensayan, muy concentrados) Pues como pasa el tiempo, joder, que
ya hace una hora que ha cerrado el banco.
Ana: Y todavía tenemos que terminar el balance de hoy para irnos.
Carmen:(Se adelanta un paso, mecánica) Buenas tardes señor gerente, bue-
nas tardes Conchita.
Ramón: Buenas tardes Carmen.
Ana: Buenas tardes.
Carmen: ¿Van a querer un café? Yo justo me estaba por hacer uno antes
de ponerme con la limpieza.
Ana: Yo no, gracias.
Ramón: Yo sí, apetezco, si es tan amable.
Carmen: Como no señor gerente.
Ana: Me faltan los de cuenta sueldo.
Ramón: Acá tienes los cupones de caja (Hace la acción pero no le da nada,
la mano vacía)
Ana: Gracias (Acción de agarrar, sin que en la mano tenga nada, Carmen finge que
hace un café en una parva de basura, hace el ruido de la máquina, luego lleva un vaso
de vidrio y finge que se le cae café sobre la falda de Ramón, que salta) Ay, perdón,
señor gerente.
Ramón: ¡Ay, que me ha quemado!
Cachilo: (Entra cuidando que no se le escape un tiro, le cuesta apuntar, apunta unos
segundos y levanta el arma al cielo, está más ocupado en eso que en los otros) Quietos
todos, las manos arriba, si se mueven los quemo (Ramón levanta las manos,
Carmen finge miedo y lo abraza por debajo del pecho) a ver tu (A Ana) muévete,

64
Hipotecados
lejos de la mesa, vamos joder, que no tengo todo el día (Ana se aleja) ahí
está mejor, que nadie haga el tonto porque le vuelo la tapa de los sesos,
¿entendido?..
Ramón: (Rompe el clima) No, no, espera, estamos muy tensos.
Ana: ¡Pero carajo! ¿No dijiste que no paremos?
Ramón: Pero esto es importante, no quería cortar después cuando ya
esté mas avanzado (A Carmen) hasta que él grite, tienes que estar relajada,
como un día cualquiera, si no van a sospechar de ti.
Carmen: Y ¿cómo quieres que esté con este otro ahí detrás con un arma
cargada y sin seguro!
Miño: (Entrando) ¿Ves lo que te digo? De esto estoy hablando, cuando la
cosa va en serio es distinto, vas a tener que apuntarles Cachilo.
Cachilo: ¿Y por qué no le apuntas tu a los chicos? ¿Quien te crees que
eres?
Miño: Puedo apuntar tranquilo, porque sé controlar mis nervios, ( Hace
girar el arma como un cowboy, todos hacen gestos e intentan cubrirse del posible disparo
accidental.) Se que no voy a apretar el gatillo… (Detiene la acción, serio, mira a
Ana) si no quiero (Vuelve a hacer el juego con el arma.)
Ana: Negro, no hagas eso.
Cachilo: No hagas eso Miño, ni jugando…
Miño: “Estamos jugando compañero” (Con el acento de Cachilo) Tenés que
apuntar, asi se cagan todos y se quedan quietitos.
Cachilo: Ah si. Para ti es fácil. Porque tienes el arma con seguro, mira si
mato a alguno de ellos.
Miño: ¿Querés cambiar? Dame esa a mi que soy el único confiable acá.
(Le cambia el arma)
Ramón: Igual, lo más importante es que a Carmen no se la vea tensa
antes de la aparición de Cachilo, porque si no van a sospechar de ella y la
van a hacer hablar en los interrogatorios, ustedes, con que no se les escape
un tiro ya está bien, ¿vale?
Carmen: ¿Me van a hacer interrogatorios? (Se angustia mucho) Mi dios
querido, ¿En qué me están metiendo?
Miño: ¿En qué te metemos nosotros? ¿No eras el cerebro de la opera-
ción?
Carmen: ¡Nunca hablamos de interrogatorios!
Cachilo: Tenemos que terminar con esto.
Miño: ¡No terminamos nada! ¡Ya estamos en el baile, hay que bailar! Con

65
Mario Carneglia
que Carmen logre controlarse unos segundos ya entra el Cachilo y se tiene
que poner lo más nerviosa posible, asi le van a creer más, ¿se entiende?
Ana: Tranquila Carmen, no va a pasar nada, tenés que respirar…(Se la
lleva a un costado, le masajea el cuello) ¿Querés que te ayude? (Carmen asiente)
Miño: Eso, enseñale esos ejercicios de relajación de la danza.
Ana: Tenés que tomar aire por la nariz, contá hasta tres, largá la mitad del
aire, frená, ahora la otra mitad con sonido, en realidad a todos nos vendría
bien esto…
Miño: A mi no me hace falta.
Ana: ¿Cachilo?, ¿querés hacerlo? (Ana hace el ejercicio, Cachilo se siente pre-
sionado, duda pero empieza) Otra vez, tomo aire, abren los brazos, retengo,
(Ana le hace señas a Ramón, que se suma) Aflojo las manos, los codos, los
hombros, el cuello, largo la mitad, el cuello, hombros, codos, manos, ba-
jando, largo. Tomo aire, otra vez, tomo aire subiendo los brazos, retengo,
aflojo las manos, los codos, los hombros, el cuello, largo suave, las manos
a la cadera, largo, aflojo las caderas, tomo aire rotando las rodillas, la ca-
dera... (Cachilo empieza a reir)
Ramón: No estás ayudando…
Cachilo: Pero mira el espectáculo, podríamos filmar esta escena, y la ven-
demos como “el backstage del robo del siglo” “los profesionales del asalto al banco
se preparan para entrar en acción”
Carmen:(Histérica) ¡Estoy tratando de relajarme!
Ramón: ¡Así no vamos a ningún lado señores! ¡Vamos al grano! ¡A ver si
nos concentramos! Tú, Carmen, piensa en algo lindo. ¡Vamos a ensayar
por última vez! (a Cachilo) y grito aunque no soy el jefe, porque ustedes
no hacen su parte, ¡joder! (Clima sorprendido, nadie atina a protestar, refunfuñan
pero van a sus lugares)

Escena IX

Ramón: (Ensayan, muy concentrados) “pues como pasa el tiempo, joder, que ya hace
una hora que ha cerrado el banco”
Ana: Y todavía tenemos que terminar el balance de hoy para irnos.
Carmen:(Se adelanta un paso, mecánica, luego con una muy marcada sonrisa y exa-
gerados movimientos “relajados”) Buenas tardes señor gerente, buenas tardes
Conchita. (Respira como en el ejercicio, intentando sonreir)
Ramón: Buenas tardes Carmen.
Ana: Buenas tardes.

66
Hipotecados
Carmen: ¿Van a querer un café? Yo justo me estaba por hacer uno antes
de ponerme con la limpieza(Amplia sonrisa)
Ana: Yo no, gracias.
Ramón: Yo sí, apetezco, si es tan amable.
Carmen: Como no señor gerente.
Ana: Me faltan los de cuenta sueldo.
Ramón: Acá tienes los cupones de caja. (Hace la acción pero no le da nada,
la mano vacía.)
Ana: Gracias (acción de agarrar, sin que en la mano tenga nada, Carme finge que
hace un café en una parva de basura, hace el ruido de la máquina, luego lleva un vaso
vacio y finge que se le cae café sobre la falda de Ramón, que salta) Ay, perdón, señor
gerente
Ramón: ¡Ay, que me ha quemado!
Cachilo: Quietos todos, las manos arriba, si se mueven los quemo (Ra-
món levanta las manos, Carmen grita enloquecida, y lo abraza por debajo del pecho) a
ver tu (A Ana) muévete, lejos de la mesa, vamos joder, que no tengo todo
el día (Carmen grita y murmura constantemente, exagerando su miedo, Ana se aleja)
ahí está mejor, que nadie haga el tonto porque le vuelo la tapa de los sesos,
entendido?...despejado lince
Miño: (Entra elegante y cinematográfico, haciendo alarde de su arma) Buenas tar-
des señores, si son tan amables, necesito que me presten atención un mo-
mento. si todos se portan bien y nadie se hace el héroe, en pocos minutos
no estaremos más acá, nadie saldrá herido y tendrán una buena anécdota
para contar en la cena, si os hacéis los listos... (Muestra como amartilla su
arma)
Carmen: (Por el arma)No, espera…
Ana: ¡No!
Miño: (Rápidamente le apunta a Carmen, ella grita y se paraliza, espantada) Soy
un ladrón con estilo, un profesional, así que no me temblará el pulso para
matar con frialdad a quien lo merezca. ¿Habéis entendido? (De pronto Ana
corre hacia la mesa, y acciona una supuesta alarma, empieza a hacer el ruido de una
sirena con la boca, Carmen comprende y se suma el ruido, Miño primero duda, pero
luego sigue con su personaje)
Miño: ¿Qué has hecho, tu eres idiota? ¿Dónde está la alarma, dónde está
la alarma? ¡Desconecte la alarma! (A Ramón) ¡Desconecte la alarma!
Ramón: Yo no puedo hacerlo.
Miño: (Le apoya el arma en la cabeza a Carmen que deja de hacer el ruido, Ana
se asusta y se calla también) Así está mejor, parece que un arma de metal

67
Mario Carneglia
nos hace entender las cosas, ¿no? (A Ana) ¿así que tú eres lista? ¿por qué
tocaste la alarma?
Ana: Discúlpeme señor ladrón, es que me puse muy nerviosa.
Miño: Así que querías escaparte, ¿no? (Le apunta)
Ana: No quería escaparme, sólo...
Miño: ¿Y pones en riesgo tu vida por dinero que no es tuyo?
Ana: Por favor no me apunte señor ladrón, me da mucho miedo.
Miño: Si querías estar segura y tranquila no te hubieras arriesgado, no
hubieras intentado escapar. (Suave y lento, auténtico.)
Ana: Pero yo no quería escapar, es que...
Miño: Hiciste sonar la alarma, te podías haber quedado tranquila, pero
te arriesgaste. Fuiste capaz de arriesgar tu vida para escaparte del ladrón,
¿no?
Cachilo: Lince, concentremos en lo que vinimos a buscar.
Miño: Estoy concentrado.
Cachilo: Deja a esa chica.
Miño: Ésta se quiso escapar.
Cachilo: No se quiso escapar, sólo hizo sonar la alarma, fue un reflejo.
Miño: Es que es muy estúpida.
Cachilo: ¡Déjala en paz, déjala!
Miño: (Gira y apunta a Cachilo, Cachilo por reflejo también le apunta, quedan
enfrentados.) ¿Por qué la defendés tanto?
Cachilo: Te estás pasando Miño.
Miño: (Lento y controlado) No deberías decir mi nombre, compañero la-
drón.
Cachilo: Que no soy tu compañero ladrón… que no soy ladrón, compa-
ñero… ¡no te pases!
Ana: Miño por favor.
Miño: Ves lo que haces, ahora la Secretaria sabe mi nombre.
Ana: Mi amor, basta con esto, terminemos con esto.
Miño: ¿Quieres terminar? ¿Quieren terminar conmigo, para poder esca-
parse juntos, tú qué dices?
Cachilo: Que tú no entiende nada hombre, que nadie se quiere escapar
de ti, que somos tus amigos ¡joder!
Ana: (Se abraza a Miño) Por favor amor, no quiero escaparme, yo te amo,

68
Hipotecados
quiero estar con vos, nada más que con vos... por favor, dejemos esto,
vuelvo a la Argentina con vos, lo que quieras, pero basta con esto…(El
clima se afloja, Miño deja de mirar a Cachilo para mirar a su mujer que llora, Cachilo
baja el arma, lentamente todos se calman, Ramón se saca el saco y va a sentarse)

Escena X

Ramón: Bueno es mejor que terminemos con esto.


Cachilo: (Se miran con Miño, de pronto ambos apuntan a Ramón.) Tú lo has
dicho cabrón, terminemos con esto, danos la clave de la caja y nos iremos
enseguida.
Ramón: No, en serio (Ana se enoja y va a sentarse a un rincón, Miño la ve y deja
de apuntar a Ramón para ir con ella)
Cachilo: Es muy en serio, se acabaron los privilegios, europeo, tienes que
bajarte a fregar el piso si a mí se me antoja, porque estoy armado, ¿lo ves?
Así que dame rápido la clave de la caja o te vuelo la tapa de los sesos.
Ramón: Es que no tengo la clave (Miño y Ana se abrazan)
Cachilo: Eres más tonto de lo que yo creía, arriesgas la vida para de-
fender a estos parásitos, estos vampiros, que ¿qué han dado ellos? ¿Qué
te han dado en todos estos años para ganarse tu lealtad, puedes ser tan
tonto?
Ramón: Es que si abre la caja a mí me echan de este trabajo, tengo 45
años, donde conseguiría otro, ¿entiende? Le pido por favor, no me deje
en la calle.
Cachilo: (Le apoya el arma en la cabeza) ¿Qué es más importante para ti el
trabajo o la vida?
Ramón: (Larga pausa) el trabajo ES mi vida
Cachilo: (Sorprendido y desconcertado, busca una nueva estrategia.) ¿Y la vida
de los tuyos? De tus seres queridos, por ejemplo tu amante .(Al ver a Ana
abrazada a Miño, apunta a Carmen.)
Carmen: Por favor no me apunte, me pone muy mal.
Ramón: No le apunte, ella es la empleada de limpieza nada más.
Cachilo: ¿Sólo eso? O ..¿ha tenido que hacerte algunos favores para con-
seguir el puesto?
Ramón: Es una persona de bien.
Cachilo: Pero desesperada por conseguir el trabajo, acabas de cambiar
tu vida por un trabajo, ¿cómo esperas que ella no se deje follar por un

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Mario Carneglia
trabajo? ( Apunta a Carmen, muy de cerca) ¿No es cierto cariño?
Carmen: Señor gerente, dele la clave, yo lo he visto abrirla cada noche,
antes de retirarse, cuando me hace quedarme con usted... (Se corta compren-
de que ha dicho algo indebido, se angustia y trata de arreglarla.) ...para revisar los
balances.
Cachilo: ¿Usted revisa los balances con la empleada de limpieza?
Carmen: Por favor señor gerente, yo no tengo nada que…
Ramón: Déjela, por favor, ella no tendría que estar acá.
Carmen: Es cierto, yo me voy en cuanto termino la limpieza.
Cachilo: Y ¿por qué están a solas en el banco a esta hora?
Carmen: Es que al señor gerente le gusta que yo… limpie de noche,
cuando… (No se le ocurre nada, duda, Ramón la queda mirando)
Ramón: ¿Te has quedado con él hasta la noche a solas?
Carmen: Yo... (Larga pausa, Carmen se quiebra)
Ramón: (No lo puede creer) ¿Te has acostado con el tipo?
Carmen: ¿Cómo piensas eso Ramón?
Ramón: ¡Te has acostado... no puedo creerlo!
Carmen: No me he acostado con el tipo, Ramón.
Ramón: (Se convence) Me has engañado con él…
Carmen: Que no te he engañado joder y no te hubiera engañado aun-
que me hubiera acostado con él, porque si lo hubiera hecho sería por
nosotros, para conseguir salvarnos de esta, joder. Sería capaz de eso y de
mucho más, porque estás en la calle Ramón, no sé si te acuerdas que te
han echado a la calle porque hay que ahorrar, y tienes una hipoteca que
no podremos pagar ni aunque me acostara con el Rey de España. a ver si
te acuerdas… que hemos planeado que pudiera entrar a trabajar en este
banco, para tratar de robar los papeles… ¡que lo hemos planeado juntos!
Porque era nuestra única salida. Y no me he acostado con el gerente, ¿y
sabes por qué? Porque ese tiene como diez empleadas mucho más jóve-
nes y guapas que yo. Dispuestas a hacerlo para conseguir un ascenso o
para que no las echen, pero que lo he intentado, ¡lo he intentado! a ver
si te enteras, que lo he intentado por ti, para robar los papeles y para no
verte hecho un trapo, que todo esto lo he hecho por ti, así que no te ha-
gas la víctima. (Larga pausa, a todos) Este plan se acaba, joder, que no hay
robo, que esto es una tontería, que los que no nacimos para delincuentes
tenemos que jodernos, dame eso antes que haya un accidente (Le saca el
arma a Cachilo y la tira a la basura.)

70
Hipotecados
Ramón: Escucha mujer… (Amaga a seguirla)
Miño: ¡Eh! Todo muy lindo, pero ¿qué pasa con nuestra plata?
Carmen: (Se miran con Ramón) ¿Se lo dices tú?
Ramón: (Se para, va con Carmen, a todos) No hay plata en esa caja, sólo los
papeles de la hipoteca, perdónennos… pensábamos, después de resolver
lo de la casa, sacar un crédito para pagarles los pasajes que ustedes quie-
ran, pero no creo que sea fácil ahora... (Gira para irse)
Miño: Gallego y la puta que te parió (Le apunta con el arma, Ramón gira y
lo ve.)
Carmen: ¡Que no te hagas el loco!(Ramón la cubre con su cuerpo)
Ramón: (A Carmen) No, déjale, (A Miño) hazlo hombre, hazlo. Me haces
un favor, quítame este peso de encima. Soy un profesor de 45 años, pa-
rado, desocupado como decís vosotros, voy a perder mi casa y mi mujer
ha intentado follarse a un tío para tratar de ayudarme, hazlo, me haces un
favor.
Cachilo: (Baja el arma de Miño con su mano.) Déjalo compadre (Pausa, Ra-
món y Carmen van a salir) Oiga profesor… (Con cierta ironía) Si quiere un
consejo, vaya a cuba. Ahí le darán un trabajo, una casa, y un sueldo, jubila-
ción y salud gratis. Sólo tiene que aceptar que controlen las cosas que en-
seña… Al lado de lo que tienen que hacer aquí para vivir, es pan comido.
Ramón: (Sonríe, amargado, se encoge de hombros.) Lo vamos a pensar (Carmen
y Ramón salen)

Escena XI

Los tres se desploman, quedan sentados juntos, Cachilo a la izquierda, Miño al centro
con el arma, Ana a la derecha. Largo silencio.
Miño: (Mira el arma) Es como dice el tango ( Muy lentamente, y casi llorando
canta la primera estrofa del tango “uno” pausa) Así que no hay robo.
Ana: Gracias a dios.
Miño: (Sorpresa de los hombres, que la miran ) ¿Qué te pasa?
Ana: ¿Quieren que les diga la verdad?… es un alivio (Se miran, de pronto se
afloja un poco el clima, sonríen, Miño cambia de lugar, todos se sienten algo aliviados)
Cachilo: Yo también…estoy con 50 kilos menos sobre la espalda.
Miño: Pero seguimos en España.
Ana: Ya se nos va a ocurrir algo (Pausa)
Miño: Tengo una idea fantástica…¿y si asaltamos un banco? (Risas, se
calman, Miño mira su arma) ¿no? Lástima, y ahora qué hacemos con esto?

71
Mario Carneglia
Cachilo: Podemos venderla, ¿cuánto pagaste por eso?
Miño: 100 € (Se ríen de lo patética de su situación, aún desde el dolor.)
Ana: Para ir hasta el Japón no alcanza.
Miño: Hasta la Argentina tampoco.
Cachilo: A mi Cuba no puedo volver, compadre, y no es una cuestión de
plata. (Largo silencio)
Ana: Tendríamos que hacer el show latino-porteño. (Pausa, ríen)
Cachilo: (Riendo) No juegues con eso chica, que aquí el compadre se
pone celoso.
Miño: Sigan jodiendo con el trío ustedes.
Ana: Un trío artístico, che, sólo artístico.
Miño: ¿Sólo artístico? ¿Lo juran?
Cachilo: Soy ateo hasta las muelas compañero, pero puedo prometértelo
por la revolución.
Ana: (Ríe) Míralo al revolucionario, bien que te escapaste buscando “la
libertad.”
Cachilo: Mira en la libertad que me he metido. (Ríen)
Miño: (Camina hacia Cachilo, de espaldas a Ana) La única forma de salir de
esta es haciendo lo que sabemos (Los otros lo miran) Tendríamos que ensa-
yar mucho, hay que meterle.
Cachilo: (Pausa, divertidos) ¿Tú te animás a cantar salsa?
Miño: No, que salsa, lo que hace furor en el Japón es el tango (Ana com-
prende la oferta y se emociona, feliz. Corre hasta él, lo hace girar y lo besa)
Ana: Gracias. (Se separa de él y va hasta el aparato de música) Vení Cachilo,
vamos a enseñarle a este de lo que es capaz un trío latinoamericano. (Ríen,
Cachilo y Ana-con peluca- se toman para bailar, Miño se pone el sombrero y adopta
pose de cantor de tangos, Ana pone música en el grabador, es una milonga muy rítmica,
puede ser morena, por Esteban Morgado.)
Miño:¿Y eso?
Ana: Vos hacé lo que sabés. (Cambia la luz, no se sabe si están ahí, es un sueño
o están en otro lugar)
Miño: (Ana y Cachilo bailan, Miño se sube a una mesa y recita.)
Arigató, arigató a los presentes, disculpen la polvareda,
que con emoción sincera, aquí hemos provocado,
venimos desde otras tierras, escapándole a la mala,
con milonga tango y salsa, de muy fina selección,

72
Hipotecados
Buenos Aires y La Habana se unen fraternamente,

para estár aquí presentes y encandilar al Japón ( La milonga que baila la


pareja se convierte en salsa bailada sobre la misma música, Miño adopta tono de
presentador) Goodnigth, ladys and gentleman, buenas noches damas y ca-
balleros, con ustedes aquí Cachilo, Ana y un servidor le dan la bienvenida
al “latino-tango- show”! ¡Fuerte ese aplauso!

La música sube, las luces van bajando sobre la pareja que baila y Miño en pose con-
gelada sobre la mesa

FIN

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Mario Carneglia

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ESPERANDO

AL

COCODRILO
Carnada viva

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Mario Carneglia

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Esperando al cocodrilo
FICHA TÉCNICA

Se estrenó en Mar del Plata el 8 de agosto de 2013, en la sala Nachmann


del complejo teatral Auditorium con el siguiente elenco.

Tero: Laura Federico


Rata: Daniel Coelho
Tortuga: Gabriela Meyer
Paloma: Virginia Faraone
Asistencia de dirección: Natalia Elías
Dirección: Mario Carneglia
Duración: 60 minutos

El espectáculo obtuvo los siguientes premios y distinciones:


Ganador selección para representar a Mar del Plata en el Festival Regional
Miramar 2013
Ganador del Festival Regional Miramar 2013
Mencion Especial Festival Provincial 2014
Premio Estrella de Mar-Argentores 2014 a la mejor obra de Autor Na-
cional
Premio Estrella de Mar 2015 nominada mejor actriz marplatense Gabrie-
la Meyer

Personajes
Tero: la mujer de coco, 50 años, mameluco de grafa azul, botas de goma,
y máscara de soldar, usa guantes de descarne y es la madre de la Tortuga
Rata: el amigo de coco, 50 años, delantal de grafa gris, hace los pesos de
la red con caños de hierro que está cortando y pintando, es inquieto y mo-
vedizo, camina algo encorvado y con las manos juntas delante del pecho,
la mirada es huidiza e insegura.
Tortuga: hija de coco y de Tero, 30 años, graciosa e inocente, con mu-
chas ganas de cambiar de vida, está tejiendo redes de pesca
Paloma mujer joven y refinada, secuestrada, en bombacha y corpiño,
amordazada y atada, con un maletín. Miente y dice lo que le conviene para
salir de esta situación, no tiene real empatía con los otros personajes, a los
que siempre trata como a chicos o “inferiores”.

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Mario Carneglia

Escena I

Galpón a la orilla del río, cajones de pesca, caballetes con redes, a un lado una ventana
al exterior con cosas sobre el antepecho, caños de hierro que el Rata corta con una sie-
rra, luego pinta de negro y los pone a secar al sol, en un banco Tortuga teje una red, se
cansa, se seca el sudor, mira el sol, se cubre con la mano, luego algo llama su atención,
y poniendo la mano con el brazo estirado, se tapa el sol, hace un anillo con el pulgar y
el índice y prueba distintas distancias para ver pasar el sol por el anillo, se entusiasma,
se ríe sola, el Rata se interesa, la mira, se acerca, ella cada vez más entusiasmada.
Rata: ¿Qué hacés?
Tortuga: Estoy viendo.
Rata: Estás viendo ¿Qué?
Tortuga: ¡Estoy viendo!
Rata: Ya lo sé que estás viendo, pero ¿LO QUÉ estás viendo?
Tortuga: (Feliz, le muestra.) Mirá, si pones el brazo largo, el sol no entra
en el agujero pero si te lo acercas, se achica el sol y lo podés mirar por el
agujero.
Rata: ¿Y?
Tortuga: ¿No entendés?
Rata: ¿Qué tengo que entender?
Tortuga: El experimento.
Rata: ¿Qué experimento?
Tortuga: Este.
Rata: Si no es un experimento, es una boludez.
Tortuga: Porque vos sos un bruto Rata, por eso no entendés nada, es
un experimento científico, cuando yo me pongo el brazo largo el sol se
agranda y cuando lo pongo así se achica.
Rata: (La mira, pausa) Vos ¿no te habrás caído de la cuna cuando eras
chiquita?
Tortuga: ¿Por qué me decís eso? Yo no te estoy diciendo nada a vos.
Rata: Estás perdiendo el tiempo con esta boludez, eso es lo que yo digo,
ponete a trabajar querés, que va a venir tu vieja y te va a cargar a patadas
en el culo.
Tortuga: ¡No me dejan investigar en esta casa! No me dejan crecer, me
frenan las ideas ustedes.

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Esperando al cocodrilo
Rata: Qué decís Tortuga, mirá si no creciste, ya sos una que gracias que
te seguimos cuidando.
Tortuga: ¿Qué querés decir?
Rata: Que ya de crecida estás más que crecida. Te vas a caer de la planta,
ya tirando de madurita a pasada estás vos.
Tortuga: Y eso es lo que te estoy diciendo.
Rata: ¿Qué me estás diciendo?
Tortuga: Eso.
Rata: Eso ¿Qué?
Tortuga: Que ya soy grande, me tienen que dejar hacer cosas.
Rata: ¿Y que cosas querés hacer vos?
Tortuga: Quiero hacer lo que hacen todas la mujeres.
Rata: ¿Qué cosa?
Tortuga: No te lo puedo decir.
Rata: ¿Por?
Tortuga: Porque te vas a reir.
Rata: ¿De qué?
Tortuga: De lo que quiero hacer.
Rata: ¿De eso me voy a reir?
Tortuga: Seguro.
Rata: No.
Tortuga: ¿No qué?
Rata: No me rio.
Tortuga: ¿No te reis si te cuento?
Rata: Promesa.
Tortuga: Quiero saber como es.
Rata: ¿Cómo es qué?
Tortuga: Lo de los hombres, eso.
Rata: ¿Qué cosa?
Tortuga: Eso, lo de los hombres con las mujeres.
Rata: Vos querés decir de “la cosa.”
Tortuga: Claro.
Rata: (Piensa) Tu vieja me mata.
Tortuga: ¿Por qué?

79
Mario Carneglia
Rata: Porque soy el mejor amigo de tu viejo.
Tortuga: ¿Y eso que tiene que ver?
Rata: Y, no sé, te vi crecer, estamos acá viviendo con tu vieja… yo no
puedo…
Tortuga: No podés¿qué?
Rata: Hacerlo.
Tortuga: ¿Conmigo?
Rata: Y vos ¿qué estás diciendo?
Tortuga: (Explota) ¿Vos sos loco Rata? ¡Yo a vos no te toco ni con un
palo! Yo decía de conocer a alguien, salir.
Rata: No se puede salir.
Tortuga: Pero si no, ¡no voy a poder nunca!
Rata: Ya sabés que no te puede ver nadie.
Tortuga: Pero yo quiero… quiero estar…quiero hacer “la cosa” y tener
un hijo.
Rata: (Silencio, se miran) ¿Tener un hijo?
Tortuga: Sí, tener un hijo. ¿Por qué? ¿No puedo tener un hijo? ¿Hasta
cuando vamos a estar acá escondidos?
Rata: (Todavía sorprendido. No entiende) Vos ¿querés tener un hijo?
Tortuga: Con un hombre, que sea… un hombre. Con músculos de
hombre, que me quiera, que me trate bien y me diga cosas lindas…
Rata: (De pronto explota de risa) “cosas lindas.”
Tortuga: ¡Dijiste que no te ibas a reir!
Rata: Pero por que no te dejas de joder con esas mañas que te han entra-
do ahora, ¿qué crecer? ¿qué hijos? gracias que no estamos presos...
Tortuga: Yo estoy presa, ustedes me tienen presa, porque acá es la ley del
gallinero, es… ¡presa estoy!
Rata: Nosotros te estamos salvando a vos, así que no te quejes.
Tortuga: Sos un impresor Rata.
Rata: ¿Qué?
Tortuga: Que sos un impresor, no me dejas hacer nada.
Rata: Eso es un compresor tarada, uno que te va a comprimir la cabeza
con un martillo si no te pones a trabajar de una vez.
Tortuga: Trabajar, trabajar, lo único que hacemos es trabajar.
Rata: Hay que aguantarse, hasta que venga el coco.

80
Esperando al cocodrilo
Tortuga: Siempre la misma cantinela.
Rata: ¿Y qué? Es la verdad (Pausa) aparte que tu experimento está mal.
Tortuga: ¿Lo qué?
Rata: No se achica el sol se agranda el agujero.
Tortuga: ¿Sos loco vos?
Rata: Claro, cuándo acercás la mano se agranda el agujero no se achica
el sol (Lo hace)
Tortuga: Y ¿Cuándo pones el brazo largo?
Rata: Al revés.
Tortuga: Y por eso, es lo que yo te estoy diciendo.
Rata: ¿Qué estás diciendo vos?
Tortuga: Que cuando pongo el brazo largo se achica el sol (Lo hace.)
Rata: Y yo ¿qué te estoy diciendo? (Mira en la mano de Tortuga.)
Tortuga: Al revés.
Rata: No, yo digo lo mismo.
Tortuga: No, vos decís que se agranda el agujero.
Rata: Por eso.
Tortuga: ¿Y cómo se va a agrandar el agujero? ¿qué tengo, los dedos de
goma yo?
Rata: (Se confunde, trata de explicar, explota) ¡Pero, Tortuga y la reputa que
te parió!
Tortuga: A mí no me putiés.
Rata: Te puteo porque te hacés la boluda, por eso te puteo.,
Tortuga: A mi no me putiás, que no sos mi padre.
Rata: Da gracias que no soy tu padre, da gracias, que si el cocodrilo es-
tuviera acá...
Tortuga: Otra vez, “si el cocodrilo estuviera acá, si estuviera acá”, si estuviera
acá por fin nos iríamos de este río podrido de una vez.
Rata: Es cierto, si el coco viniera las cosas serían muy distintas.
Tortuga: Hace 20 años que el coco no aparece, no apareció nunca, ya ni
me acuerdo cómo era la cara.
Rata: Ah, y ¿qué queres que haga el cocodrilo? está preso, por eso no
viene. (Pausa)
Tortuga: (Temerosa de tocar el tema.) ¿Estás seguro?
Rata: ¿Lo qué?

81
Mario Carneglia
Tortuga: ¿Si estás seguro que está preso?(Pausa)
Rata: ¿Qué querés decir?
Tortuga: No sabemos si está preso (Se atreve a decirlo) capaz que ya lo
largaron hace mil años.
Rata: (Explota) Ni se te ocurra pensar eso, ¿eh? El cocodrilo es de ley,
entendes? (Pausa) Capaz que tarda pero que va a venir va a venir.
Tortuga: Y mientras tanto nosotros escondidos en este río de mierda,
más presos que el coco en este…
Rata: Y ¿qué mierda querés que hagamos, se puede saber, señorita sabe
lo todo?
Tortuga: Yo me quiero ir, vivir en una ciudad, casarme, tener hijos.
Rata: ¿Y cuando en la ruta te pidan documentos? ¿qué le vas a decir al
milico? “no, no tengo, mi papá está en cana y mi mamá está prófuga, no me pudieron
hacer los documentos” ¿qué le vas a decir? “vengan, acá está mi mamá, pregúntenle
a ella” ¿así le vas a decir? ¡Traidora!

Escena II

Tero: (Entrando, con mascara de soldar) ¿Qué mierda está pasando? pero me
cago en ustedes dos, ¡por qué no se callan carajo que están a los gritos!
(Se levanta la máscara) Estoy a 50 m y escucho los gritos, “el cocodrilo esto, el
cocodrilo aquello”, ¿Por qué no ponen en los diarios a ver? ¿No conocen un
policía para ir a contarle? Dale póngalo en los diarios también.
Rata: No te calentés Tero, que igual no hay nadie a 10 kilómetros por
esta orilla.
Tero: Entonces no se olviden en qué estamos, que nadie puede saber
quienes somos hasta que venga el coco.
Tortuga: uh, otra vez la mula al trigo.
Tero: Somos buscados por TU padre, mocosita, así que más respeto, o te
hago respetar a lonjazos, ¿está claro? ¿está claro?
Tortuga: Sí.
Tero: Ponete a laburar que ya están por llegar las boyas y no está listo este
paño de mierda (Mira la red.) ¿Qué estás haciendo? (Revisa la red) ¿Qué vas
a pescar con esto, tiburones? Cada vez más grande hacés los agujeros, ¡te
voy a tener que dar una pateadura para que prestes más atención! Todos
iguales tienen que ser los agujeros.
Tortuga: Y son todos iguales.
Tero: ¡Qué van a ser iguales, mira los primeros! ¿a vos te parecen iguales?

82
Esperando al cocodrilo
Tortuga: (Toma con una mano una punta de la red y con la otra el final que estaba
tejiendo, acerca y aleja cada mano hasta verlos iguales) Ahí está, mira de acá, ¡son
iguales!
Tero: ¿Qué decís?
Tortuga: Si los miras así son iguales, tener que ponerlo así y se hacen
iguales.
Tero: (Confundida) ¿Lo qué? (Mira por sobre el hombro de Tortuga, preocupada)
¿Vos los ves iguales nena?
Rata: Es que dice que lo que está más cerca se agranda y lo que está más
lejos se achica…
Tortuga: (Feliz) Es un experimento científico.
Tero: (Mira, piensa) ¿Me estás jodiendo Tortuga? ¿Vos me estás jodiendo
a mi? (Le pega) Te voy a enseñar a joderme a mí, concha de tu madre (La
golpea con violencia)
Rata: Te cagó el experimento Tortuga. (Ríe)
Tortuga: Pará vieja, pará, no te estoy jodiendo, es un experimento en
serio (Recibe golpes) Una investigación, puta que lo parió, no entendés nada
vos. (Sale enojada)

Escena III

Tero: (Furiosa, al Rata, blandiendo un banco) ¿Y vos que me quedas mirando?


laburá si no querés ligar una también (Rata trabaja, Tero se sienta y revisa la
red) ésta es más boluda, una “investigación” hace, con estos agujeros no
sirve para nada, ni para sacar camalotes sirve este trapo, caballero no los
va a querer agarrar, lo voy a tener que hacer de nuevo, vení acá, ayudame.
Rata: Es que se la pasa pensando todo el día pelotudeces, ¿sabés lo decía?
Que si pones el brazo largo del sol es más grande.
Tero: ¿lo qué?
Rata: Pone los dedos así (Hace un aro con el índice y el pulgar)
Tero: ¿Para qué?
Rata: Vos ponelo (Tero lo hace) ahora mirá el sol (Tero mira el sol) por el
agujero (Tero pone la mano en la cara) Ahora poné el brazo largo. (Tero lo hace,
se le sale el sol del agujero de la mano, se sorprende, vuelve a acercar la mano a la cara
y hace pruebas cada vez más entusiasmada)
Tero: Mira la Tortuga, tan pedazo de nabo que parecía, la mano se hace
más grande si querés.
Rata: (Sorprendido) ¿Qué decís, marmota, vos también con eso?

83
Mario Carneglia
Tero: Yo también ¿con qué?
Rata: Con lo de la mano.
Tero: ¿Qué pasa con la mano?
Rata: Que no se agranda la mano.
Tero: No es la mano lo que importa, es la acción.
Rata: ¿Qué acción?
Tero: La acción, la acción es el movimiento que hace la acción.
Rata: Pero la Tortuga no dijo eso.
Tero: y ¿Qué dijo?
Rata: Que lo que está cerca es más grande.
Tero: Y por eso, si es mi mano.
Rata: Pero también sirve mi mano.
Tero: Y bueno.
Rata: ¿Qué querés decir?
Tero: ¿Yo?
Rata: Sí vos.
Tero: Que quiero decir ¿con qué?
Rata: Con esta cuestión del agujero.
Tero: Yo no dije nada del agujero.
Rata: Y ¿qué dijiste?
Tero: ¿De qué?
Rata: (Confundido) ¡La puta que te parió, Tero! ¡Me tienen podrido con los
experimentos, la investigación, y la concha de su hermana!
Tero: Como hermana no tengo...
Rata: ¿Qué te hacés? (Silencio, trabajan.)
Tero: (Mira el sol) Cagamos, se arruinó el experimento.
Rata: (Sorprendido) ¿Por?
Tero: Se nubló (Rata confirma, asiente, tejen.)

Escena IV

Rata: ¿Cuándo la vienen a buscar?


Tero: Mañana, deben estar por traer las boyas para ponerlas y todavía no
terminamos el paño, si mañana no está lista nos van a descontar los días
de pesca.

84
Esperando al cocodrilo
Rata: ¡Ah, tanto apuro! Como si hubiera algo en este río de mierda.
Tero: Antes había, sábalo por lo menos había.
Rata: Antes, cuando no estaba el acopio, mirá este galpón, hace 20 años,
lleno hasta acá de cajones estaba.
Tero: Y bueno, pero no es culpa del río, ¿qué querés? Mil metros de paño
pone este…
Rata: ¿Viste los galpones del Saladero?
Tero: ¿Los de acá?
Rata: Sí, los de río arriba.
Tero: ¿Si, qué?
Rata: Viste que están vacíos…
Tero: Hace como 10 años que están vacíos Rata, ¿qué te sorprendes de
eso?
Rata: Eso es lo que te quería decir, que están vacíos Tero…
Tero: ¡Y ya sé!
Rata: ¡Dejame hablar!
Tero: Y hablá... (Pausa.)
Rata: Anoche había luces. (Misterioso.)
Tero: ¿En los galpones?
Rata: Sí, en los galpones del Saladero viejo.
Tero: (Pausa) Algunos pescadores de bagre.
Rata: No, muchas luces, autos que venían, algunos adentro y a la mañana
todavía se escuchaba alguno que hablaba.
Tero: son los pibes de la ciudad mamerto, que se vienen a culiar entre
todos, ¿no te acordas el año pasado, que se armó flor de quilombo con la
mujer del delegado, que la encontró en la orilla con el dueño del “quitape-
nas”… el del boliche de la ruta?
Rata: (Se acuerda, le da risa) ¿Te acordás?
Tero: Claro que me acuerdo guevón, si te estoy contando.
Rata: Te digo si te acordás, como si te acordás, (Explica mal) que me
acordé quiere decir.
Tero: ¿Y por qué no hablas bien? (Pausa)
Rata: Che Tero...
Tero: ¿Qué?
Rata: ¿Sabes lo que dijo la Tortuga?

85
Mario Carneglia
Tero: Dice tantas boludeces esa.
Rata: Dijo que capaz que el coco ya salió de la cárcel.
Tero: ¿Cómo? (Entusiasmada) ¿Cuándo?
Rata: Hace un rato.
Tero: Hace un rato, y ¿cómo sabe tan rápido la Tortuga?
Rata: ¿Tan rápido qué?
Tero: ¿Hace un rato que salió de la cárcel y la tortura sabe tan rápido?
Rata: No, no salió de la cárcel, la Tortuga dice nomás que si salió.
Tero: ¿Hace un rato?
Rata: Hace un rato dijo eso.
Tero: Ah.
Rata: ¿A vos te parece que puede ser?
Tero: Que puede ser ¿qué?
Rata: Que el coco haya hecho eso.
Tero: ¿Que haya salido?
Rata: Sí.
Tero: Y ¿no haya venido a buscarnos?
Rata: Claro.
Tero: No.
Rata: ¿No qué?
Tero: No, no puede ser.
Rata: Ah.(Pausa)
Tero: Porque yo le mandé bien clarito por la Tarántula, le mandé a decir
bien clarito que lo íbamos a estar esperando.
Rata: Y¿la tarántula le habrá dicho bien?
Tero: Claro si la Tarántula lo fue a ver como 10 veces después que noso-
tros no pudimos ir más.
Rata: Cierto (Pausa) ¿Qué habrá fallado?
Tero: ¿Del escape?
Rata Sí.
Tero: No sé, el plan era perfecto, el coco en eso es un genio, si hicimos
todo igual que él me dijo “en Navidad, cuando los milicos estén todos mamados,
cuando estén tirando los cohetes, que hacen mucho ruido, se vienen por el terreno de
al lado y hacen un agujero en la medianera a doce pasos de la pared del frente, a doce
pasos está mi calabozo”, clarito me lo dijo.

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Esperando al cocodrilo
Rata: Menos mal que los milicos estaban tan mamados que no le pega-
ban a una vaca adentro de un baño.
Tero: Nos salvamos cagando.
Rata: Sí.
Tero: Pero no pudimos ir más a visitarlo.
Rata: Capaz que mis pasos eran más cortos, tendrías que haber contado
vos.
Tero: Si yo no sabía contar Rata, tenían que ser TUS pasos.
Rata: ¿Todavía nos estarán buscando?
Tero: ¿Los milicos?
Rata: Sí.
Tero: Seguro, si le hicimos mierda la comisaría, a más de uno se le habrá
caído un ladrillo en la cabeza, los milicos son rencorosos. (Pausa)
Rata: Capaz que no viene.
Tero: ¿Quién?
Rata: El cocodrilo.
Tero: ¿Qué decís?, ¡el coco es de ley! yo le mandé a decir por la Tarántula
bien clarito donde lo estábamos esperando, así que no digas más esas
cosas, qué tenés que venir a decir eso, ¡la puta que te parió!
Rata: Bueno, no puties más.
Tero: Te puteo porque sos un pelotudo, ¿cómo vas a desconfiar del coco?
pedazo de cornudo.
Rata: Deja de puntear, que es feo, sos mujer.
Tero: ¿Qué?¿lo qué?
Rata: (Repentinamente tierno, la señala, acusador) Es feo…
Tero: ¿Qué cosa?
Rata: Que las mujeres puteen (Gesto sorprendido de Tero) yo cuando tenga
una novia no la voy a dejar que putee.
Tero: (Explota de la risa) ¿Qué no la vas a dejar? y ¿Cuándo vas a tener
una novia vos? Pedazo de mugriento, ¿te miraste? te miraste un poco…
pero ¿te viste vos? ¿cómo querés que una novia te toque? Se va a quedar
pegada tanta grasa y tanta escama. (Ríe a carcajadas.)
Rata: (Furioso) No te rías, que me hacés calentar, no te rías que te voy a
cagar a trompadas. (Tero ríe) Deja de reírte, conchatumadre. (Tero ríe, Rata
le salta encima, la ahorca con el brazo, Tero salta como un caballo tratando de des-
prenderse de su jinete, se enredan con la red, tiran cosas, caen, Rata la insulta, Tero

87
Mario Carneglia
putea y se ríe al mismo tiempo, entra Tortuga con unas cajas que la tapan, las deja,
los mira sin sentir la obligación de hacer nada, mastica, luego silba, se corta la pelea)

Escena V

Tortuga: Llegaron las boyas y las sogas, vayan a traer (Los otros refunfuñan
mientras se desenredan.) ¿Por qué están peleando?
Tero: ¿Sabes lo que dice este?
Tortu: ¿Qué?
Tero: Que cuando tenga novia no la va a dejar putiar. (Pausa, de pronto se
descostillan de la risa)
Rata: Caguense de risa nomás, que un día de estos voy a aparecer con una
novia y se van a caer de culo, se van a caer.
Tortuga: ¿Y de donde la vas a sacar, del río? Un camalote con tetas puede
ser, (Risas, Rata ya divertido, se prende a la joda)
Rata: Ya va a aparecer, ya van a ver, caguense de risa nomás, va a caer del
cielo va a caer, pero yo voy a tener una novia que no va a putiar como vos,
que sos una bestia (Va a salir, mira a Tortuga) ¿qué estás comiendo?
Tortuga: La nena del señor tiene bizcochos, (Cambio brusco de interés y
ritmo, salen Rata y Tero corriendo) está en el asiento del auto con la bolsita
en las patas! ( Pone la pava, le pone agua, va a salir, mira las cajas, abre una, saca
un rollo de soga y la controla, escucha ruidos, se asusta, se oculta a medias tras unas
cajas. Entrando por la ventana aparece Paloma mujer de 30 años, de nivel cultural
alto, en bombacha y corpiño con una cinta de embalar tapándole la boca, las manos y
los pies atados y como puede, trae un maletín. Salta por la ventana tirando las cosas
que estaban en el antepecho, muy asustada mira hacia atrás, dando saltitos busca
dónde esconderse pero se enreda con la red y cae, se enreda, gime, lucha, se rinde y llora,
lentamente Tortuga sale de atrás de las cajas y la mira seria, ella la ve y trata de decir
algo y hace gestos. De pronto Tortuga sonríe, mira a todos lados, sospecha una broma,
se rie sola) ¿Sos de verdad? (Ella asiente desesperada pide que le saque la mordaza)
Vos no serás la novia del Rata ¿no? (Ella gesticula que no.) ¿Te mandaron
de arriba para acá? (Ella gesticula que no) ¿Y de dónde te mandaron? De
allá (Abajo) ¿no? (Gestos, no puede hablar) No te hagás la boluda, ¿para qué
viniste entonces? (Gestos) ¿Qué estás haciendo acá? Decime la verdad. Si
sos la novia que cayó del cielo para el Rata decimelo que yo no me voy
a enojar, pero lo que no me gusta es que te hagás la boluda, eso no me
gusta. (Pausa, va a la pava, toma el mate y limpia la yerba vieja) Ustedes, los del
pueblo siempre les gusta jodernos a nosotros, todo para ustedes, todas
para ustedes, la ley del gallinero, la puta que los remil parió, ¡qué ganas de
joder! (Ella espantada no sabe qué hacer, sólo mira) ¿Qué miras? (Ella dice que

88
Esperando al cocodrilo
nada) ¿Querés algo? (Hace gestos para que la desaten) Si no hablas bien no te
voy a entender nunca ¿viste? (Ella se desespera, llora.) No llores, no llores,
que tenés que llorar si no te hice nada... puta que los parió, me revientan
las mujeres de pueblo que lloran, unas mariconas, cualquier cosita y ya
lloran ustedes (Entran Rata y Tero con cajas.)
Rata: Conchatumadre Tortu, te quedaste boludeando y no ayudas, la puta
que te parió
Tortuga: (Sigue molesta, prepara el mate, informa casual.) Llegó tu novia.
Rata: (Acomodando cajas) Dale hacete nomás, pelotuda (Tero ya vió a Paloma
y está paralizada.)
Tortuga: No te hagás vos, Rata, que ya llegó tu novia. Ahí la tenés.
Rata: ¿Qué? (La ve.) ¿Y eso que es?
Tortuga: Tu novia caída del cielo llegó.
Tero: Y ¿cómo llegó?
Tortuga: Sos boluda o ¿qué? Te estoy diciendo que cayó del cielo, se la
mandó Tata Dios a este que la pidió tanto que se la mandó.
Tero: Y ¿cómo sabes que es para él?
Tortuga: A mí no me habla.
Rata: (Se acerca a la chica, con mucho temor la toca con un dedo como comprobando
que es real, se sorprende y emociona, repite el gesto, luego se hinca de rodillas) Gracias
Señor Padre, yo sabía que vos estabas escuchando, sabía que un día te ibas
a acordar de mí, mi señor... Su Señoría... Santísima de los cielos... arriba…
( No se le ocurre más nada.) Gracias por este regalo que me mandás aunque
no sea ni navidad ni nada…
Tero: ¿Vos que hacés acá? (Gestos de la chica) ¡Qué boluda que sos Tortuga,
no te puede hablar porque tiene tapada la boca! (Le saca la cinta de un tirón.)
Paloma (Alarido) Gracias señora, por favor ayúdenme, soy Paloma, Palo-
ma Jiménez, la hija de Claudio Jiménez, de Jiménez granos, (Espera, ellos no
saben quien es.) los silos, los silos de soja en Sandungaray…el pueblo, acá a
unos 50 km ayúdenme por favor, me secuestraron, me secuestraron y me
trajeron acá, tienen que ayudarme, ya me deben estar buscando, por favor,
desátenme, (Llora, los otros no reaccionan) acá en el maletín hay un celular, lo
vi cuando lo pusieron, por eso les robé el portafolios, ¡por favor! (Ellos se
miran entre sí, estupidizados.) Hay que llamar a mi padre, o a la policía, ¿qué
les pasa? ¡despiértense marmotas! (De pronto Tero se acerca y le vuelve a poner
la mordaza.)
Tortuga: ¿Qué haces?
Tero: No me deja pensar tanto ruido (A Paloma) esperá, esperá (Paloma

89
Mario Carneglia
llora.)
Rata: Pero lo escuchaste lo que dijo, hay que ayudarla.
Tero: Pero esperá carajo.
Rata: ¿Esperar que?
Tero: Dejame pensar.
Rata: ¿Pero no ves que hay que ayudarla a la chica?
Tortuga: Claro.
Tero: Esperen, déjenme pensar, a ver, ¿qué haría el coco?
Tortuga: Eso, pensemos que hacer.
Rata: Con lo buena que está esta chica, el coco le daría una mano ense-
guida.(Ríe)
Tero: (Le pega) Que te haces el gracioso, tarado.
Rata: Bueno, pero mientras pensamos, vamos a desatarla, pobre.
Tero: Rata, vení para acá (Se apartan.) escúchenme, si a esta chica la se-
cuestraron es que el padre tiene plata, ¿no?
Tortuga: Y ¿no escuchaste lo que dijo? de los silos y eso...
Tero: Por eso capaz que es uno poderoso.
Rata: (Se asusta) Hay que ayudarla nos van a cagar a palos si nó.
Tero: (Los hace callar) No, pensemos, el coco siempre lo dice, hay que
pensar antes de hacer.
Tortuga: Conmigo no cuenten.
Rata: ¿Qué querés decir Tero?
Tero: Podemos hacer un canje.
Rata: ¿Qué canje?
Tero: Un canje de rehenes. (Pausa, todos comprenden.)
Rata: ¿Vos quién te crees que somos nosotros, Tero? ¿Terminator? ¿Qué
es eso del canje de rehenes?
Tero: Si lo largan al coco le damos a la chica.
Tortuga: Vieja vos estás más loca que una cabra, cómo vamos a hacer
una negociación con el padre de ella si no es la policía ni nada, ¿cómo va a
sacar al coco de la cárcel? Vamos a terminar todos presos, ¿No entendés?
Tero: Déjenme a mi. (Se acercan.)

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Esperando al cocodrilo
Escena VI

Tero: Sacale la venda. (Tortuga lo hace) Así que ¿tu viejo tiene plata?
Paloma por favor tengo mucho frío, por favor desátenme, no me voy
a escapar, afuera están los secuestradores, ¿entienden? me deben estar
buscando, no me voy a escapar, (Rata de pronto se saca el delantal y se lo pone,
la abraza, ella agradece pero se siente incómoda) gracias.
Tero: ¿Qué haces Rata?
Rata: No ves que tiene frío, dijo.
Paloma Gracias, ya con esto estoy mejor, ahora ¿Me pueden desatar por
favor?
Rata: Sí, ¿cómo no? (Empieza)
Tero: No (Stop) paremos un poquito, si nosotros te ayudamos, ¿Vos nos
vas a ayudar a nosotros?
Paloma Sí, por supuesto, ya escuché, ese coco que hablaban… ¿en qué
cárcel está?
Tero: (Se miran con Rata y Tortuga, no saben.) Estaba en la comisaría de Flo-
rencio Varela. (Pausa.)
Tortuga: Hace veinte años.
Paloma ¿Hace veinte años?
Rata: Diecinueve y medio, hasta que lo vió la Tarántula la última vez
Paloma Y ¿después? (Nada.) ¿No saben a dónde lo trasladaron? (Nada,
Paloma tiene un impulso de sinceridad.) Bueno va a ser un poco difícil… (Se
nota sutilmente que empieza a mentir) Pero si me ayudan a escapar yo le voy a
decir a mi padre que use todas sus influencias para encontrarlo y conse-
guir que lo dejen en libertad, por favor desátenme…
Rata: (Mira a Tero, va a hacerlo, ve algo por la ventana, se tira sobre Paloma) ¡Al
piso!
Tero: ¿Qué haces Rata?
Paloma (Al mismo tiempo) No, no, por favor.
Tortuga: (Al mismo tiempo, riendo.) Estás re caliente Rata.
Rata: (Tapando a Paloma con redes y ropas.) Ahí vienen. (Por lo bajo.) Ahí
vienen, ¡Al piso!
Tero: (Agachándose.) ¿Los secuestradores?
Rata: Sí.
Tortuga: ¿Vienen para acá? (Desde el piso.)

91
Mario Carneglia
Paloma Por favor.
Rata: (A Paloma) Vos te callas, ni un ruido.
Tero: Y ¿Qué hacemos?
Rata: Asomate.
Tero: Ni loca, a ver si me cagan un tiro.
Rata: Dale Tortu fíjate.
Tortuga: Yo no puedo, me hice pis, fíjate vos.
Rata: (A Paloma) Vos ni una palabra y no llores carajo. (Se para, finge segu-
ridad, los ve, se le doblan las rodillas, disimulando para los de afuera habla con los
de adentro que están en el suelo) Están ahí, en el campito. (Sonríe para afuera,
saluda.) Buen día. (Saluda nervioso.) ¿Cómo va eso? (Para adentro.) Tienen
armas, la puta que lo parió. (Para afuera.) ¿Cazando jefe? Que tengan suer-
te... ¿cómo? (Escucha) ¿Una chica? No, por acá no, vivo con mi esposa, si
aparece una chica como le explico? Já, já (Escucha) pescadores, sí, vienen
todo el tiempo... montones (Adentro) no se convencen.
Tero: Deciles que estas armado.
Rata: Y acá andamos (A Tero) alcanzame ese caño (Afuera) preparando
todo (Tero le alcanza el caño, Rata asoma la punta por la ventana) limpiando la
escopeta para ver si cazamos unos patos, (Escucha) bueno, si la veo le avi-
so, cómo no, adiós, adiós (Mira como se van) la puta que los parió Tero, estos
cosos son pesados, tenían unas matracas así, hay que sacar a esta chica de
acá lo más rápido que podamos.
Paloma El celular, llamen a la policía.
Tero: No, la policía no.
Paloma Y ¿por qué no?
Tero: ¿Qué haces tantas preguntas vos?
Tortuga: No te calentés vieja, no tiene importancia señorita. (Empieza a
desatarla.)
Tero: ¿Qué hacés?
Tortuga: La desato, donde se va a ir con estos cosos dando vueltas por
afuera.
Tero: Acá las órdenes las doy yo (Pausa, Tortuga espera) desatala (Tortuga
termina de desatarla)
Paloma Voy a llamar a mi viejo, ¿Está bien? (Con cuidado trata de abrir el
portafolios).
Rata: Esperá (Stop) y ¿Si tiene una bomba?
Tortuga: ¿El portafolios?

92
Esperando al cocodrilo
Rata: Sí, de esos de las películas, que abrís el coso y PUM! (Todos miran
el portafolios.)
Paloma Alguien tendría que estar atento a la ventana por si vuelven.
Rata: Ahora te toca a vos Tero.
Tero: Fíjate Tortuga.
Tortuga: No me puedo mover de acá.
Tero: ¿Por qué, qué decís?
Tortuga: A ver si entendés mamá. (Se para, tiene toda la cola mojada.)
Paloma Bueno, hay que arriesgar (Abre con mucho cuidado el maletín, Tero va
a la ventana, todos temen la explosión, abre, no pasa nada.)
Rata: ¿Qué hay? (Paloma revisa, se sorprende.)
Paloma A la mierda (Saca lentamente un arma de grueso calibre, la miran hipno-
tizados) tenga (A Rata) con mucho cuidado (Se la da a Rata, este la toma con
cuidado, va pasando del miedo a sentirse Rambo, con la pistola prueba poses y apunta
a los otros)¡Tero!
Tero: Cuidado con eso Rata, no apuntes (Se cubren todos.) Dejá eso la con-
cha de tu madre.
Rata: No te preocupes, yo sé lo que hago.
Paloma ¿Sabe usar un arma de esas?
Tortuga: Nunca en su vida tuvo un arma. ¡Deja eso antes que se te esca-
pe un tiro, Rata!
Rata: (Le apunta, feliz del poder.) No me des órdenes vos.
Tero: Rata, no le apuntes a la nena, la puta que te parió (Rata apunta a
Tero.) pará Rata, no jodás, en serio, se te puede escapar un tiro, Rata, (Rata
serio, le sigue apuntando, se acerca a ella, tensión, Tero suplica, Rata serio.)
Rata: (Hace el ruido del balazo con la boca, saltan todos, Rata se muere de risa, en
los movimientos de la risa se le escapa un tiro real, que da en el suelo, espanto de todos,
Rata se asusta y deja el arma.)
Tero: Te lo dije Rata, ahora van a venir a cagarnos a tiros, la puta que te
parió, Tortuga fijate la ventana, dale nena, que te importa la meada aho-
ra, fíjate, avisá (Tortuga va la ventana) dale nena llama a tu viejo que venga
pronto antes que nos hagan boleta a todos (Paloma toma el teléfono marca,
algo no anda, se enfurece, intenta, llora.) ¿Qué pasa? (Paloma muestra el celular)
¿Qué pasa boluda? Dejá de llorar y hablá.
Paloma No tiene batería (Los otros no entienden) se le terminó la batería.
Rata: Lo podemos cargar, en la casa está la batería del malacate.
Paloma No, no se carga sí, se carga en un enchufe de esos de las paredes.

93
Mario Carneglia
Tero: Qué boluda que sos, y por eso llorás, lo enchufamos y listo, si en la
casa hay enchufes, ¿no viene nadie Tortuga?
Tortuga: No.
Tero: Qué raro, ¿no se habrá escuchado el tiro?
Rata: Capaz que se fueron.
Tortuga: En los galpones hay luz.
Paloma (Revisando el portafolios, encuentra un cargador de celular.) Acá está, si,
acá tienen el cargador, estamos salvados hay que cargarlo (Se prepara a
buscar un enchufe.) ¿Dónde hay un enchufe?
Rata: En las casas, allá. Cruzando el terreno
Tortuga: Cuidado (Todos al suelo.) están saliendo de la casa, Rata, fíjate vos
que ya te vieron (Rata se acerca a la ventana, saluda.) y ahora ¿qué hacemos?
Paloma tenemos que cargar el celular, alguien tiene que ir a la casa y
cargarlo.
Tero: el Rata, a él ya lo conocen.
Rata: (Disimulando) Yo ni idea cómo se hace eso, anda vos Tero, sos mi
mujer, ¿no?
Tero: ¿Qué?
Rata: Les dije que tenía mujer, ¿no te acordás?…
Tero: Tu mujer las pelotas...
Rata: (Para afuera) ¿Cómo va todo?... ¿Cómo? Sí, estaba probando la es-
copeta (Sopla el caño) Le tiré a un chimango por ahí… acá tomando unos
mates con mi esposa, sí, vení querida que te presento unos amigos (Gestos
a Tero, que se niega.) vení mi amor (Finge mal.)
Tero: (Se acerca a la ventana, Rata se sube a un cajón para estar a su altura.) Hola
¿Qué tal? (Bajo.) Cuando vuelva el coco te va a dar una patiadura.
Rata: Mi amor ¿tomamos unos mates? (Fuerte.) En la casa mi amor (La
abraza, ella se la aguanta molesta.) Hasta luego, vamos a tomar unos mates
(Fingen irse, se agachan.)
Tero: Ésta me la vas a pagar Rata, cuando vuelva el coco le voy a decir
que te aprovechaste para toquetearme, dame ese celular.
Rata: Qué decís Tero, que me voy a aprovechar si tenés más carne en la
rodilla que en el culo, lo hice para salvarnos nada más.
Paloma Así, déjelo así y lo enchufa de acá, déjelo un ratito y lo trae, con
un ratito para una llamada alcanza.
Tortuga: Tráeme ropa que me estoy paspando toda.

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Esperando al cocodrilo
Paloma Si me pueden prestar algo a mi también…
Tortuga: Traele algo de lo mío.
Rata: ¿Llevo esto? (Por el arma, trata de esconderlo en el cinto.)
Tero: Dejá eso ahí que te vas a volar un huevo, toma Tortuga, por si
aparecen… (Tortuga busca la forma de agarrar el arma, incómoda trata de apuntar
la pared.)
Rata: Escondé eso (Por el celular.) vamos...
Tero: Vamos.
Rata: Espera (La trata de abrazar, ella se resiste.) tenés que ayudar (Rata y
Tero se abrazan, tratan de caminar relajados, pero no coordinan) caminá bien.
Tero: Vos caminá bien, nunca en tu vida habrás caminado con una mina
(Saliendo.)
Rata: Callate “mina” callate querés, y hacete la contenta.
Tero: Despacio caminá. (Salen.)

Escena VII

Paloma (Larga pausa, Tortuga mira por la ventana, no sabe como poner el arma,
incómoda) Dejá eso, si llegan a encontrarnos mejor que no pongamos resis-
tencia o nos van a matar. (Tortuga esconde el arma.) ¿Vos vivís acá?
Tortuga: Sí, desde hace muchos años.
paloma Y ¿qué haces?
Tortuga: Tejo redes.
Paloma ¿Y pescás?
Tortuga: No, las vendemos, una vez por semana viene caballero, nos trae
las cosas y se lleva las que están terminadas, nos paga chauchas pero…
Paloma ¿Pero qué?
Tortuga: Y… hay que aguantárselas, es la ley del gallinero.
Paloma ¿Cómo es eso?
Tortuga: Y, es la ley del gallinero…siempre es así, pero nos trae la co-
mida y eso.
Paloma Y ¿no van nunca al pueblo?
Tortuga: Casi nunca, a veces vamos al hospital, o a las fiestas, cuando
hay mucha gente.
Paloma. A ¿qué fiestas?
Tortuga: En el pueblo cada tanto hay fiesta, hay desfiles, comida, vino, y

95
Mario Carneglia
muchas personas que vienen de otros pueblos y ahí nadie conoce a nadie,
y están todos borrachos, y todos te saludan … es muy lindo.
Paloma Y ¿no conocés al comisario del pueblo o algún policía?
Tortuga: (De pronto se le llenan los ojos de lágrimas.) Al rubio, hace 6 años, en
un corso del carnaval, yo estaba con un antifaz, de gatúbela me había dis-
frazado mi vieja, jode con los disfraces viste, y había un policía nuevo, uno
hermoso, rubio, jovencito, me empezó a hablar, y tenía una voz…. Me
hacía reir, y me hacía miau. Miauuu. “quiero ser tu gatito”, me decía, y yo
no podía dejar de reirme, me acuerdo, nunca me llegó a decir su nombre,
asi que yo me lo acuerdo del rubio, porque mi mamá me vió y me llevó y
no me dejó ir al pueblo por tres años, hasta que lo mandaron a otra parte.
Paloma ¿Por qué es tan mala tu mamá?
Tortuga: Mi vieja no es mala…tiene miedo.
Paloma ¿Miedo de qué?
Tortuga: Es que desde que no está mi papá ella… ella está esperando, no
sabe como hacer sola para…hacer algo… me cuida.
Paloma ¿Te cuida?
Tortuga: Vos no entendés.
Paloma (Pausa) ¿Vas a la escuela?
Tortuga: No, terminé cuarto grado justo cuando nos… vinimos a vivir
acá y, queda lejos mi escuela.
Paloma Y ¿no te aburrís acá?
Tortuga: Sí, pero ¿qué querés que haga?
Paloma Ir a la ciudad, viajar...
Tortuga: No, no se puede.
Paloma ¿Por?
Tortuga: No te lo puedo decir.
Paloma Están escondidos ¿no? (Tortuga la mira.) No hay problema yo no
tengo nada contra ustedes, no tengas miedo, si me ayudan a escapar yo no
voy a decir nada. (Pausa.) ¿Te gustaría ir a la ciudad?
Tortuga: Claro.
Paloma (No es que mienta conscientemente, en ese momento, en esas circunstancias
se lo cree) Si me salvo voy a venir a buscarte para llevarte al Shopping, ¿qué
te parece?
Tortuga: ¿A dónde?
Paloma De Shopping, a las tiendas, a comprar cosas.

96
Esperando al cocodrilo
Tortuga: Pero yo no tengo plata.
Paloma Te doy yo, tonta.
Tortuga: ¿En serio? (Emocionada, no lo puede creer.)
Paloma Claro.
Tortuga: (No sabe cómo agradecer, llora y ríe, la abraza.) Gracias, gracias.
Paloma No me agradezcas, todavía tenemos que zafar de ésta, fijate.
Tortuga: (Mira por la ventana.) Todo tranquilo, ¿Vos vivís en la ciudad?
Paloma Sí, en Bahía Blanca.
Tortuga. Y ¿cómo es allá?
Paloma. Y es como cualquier ciudad .(Pausa, Tortuga espera más datos, an-
siosa.) Las casas están una al lado de la otra, no hay campo entre medio
como acá
Tortuga: Eso ya lo sé, me acuerdo… cuando era chiquita me llevaron a
Buenos Aires.
Paloma Y ¿te gustó?
Tortuga: No, me asustaba mucho… los autos, los ruidos, y eso…era
muy chiquita… pero ahora que soy grande... quiero decir, en la ciudad…
(Busca las palabras.) Hay hombres, ¿entendés? (Ríen.)
Paloma No sabes cómo te entiendo, cuando vayamos, te voy a presentar
unos amigos también.
Tortuga: (Se tapa la boca.) ¿También? (Se preocupa.) ¿Y tienen novia?
Paloma Algunos sí (Tortuga mal.) otros no. (Tortuga se ilumina.)
Tortuga: Y ¿vos tenés novio?
Paloma Y… algo así...
Tortuga: ¿Cómo algo así?
Paloma Tengo algunos… amigos íntimos.
Tortuga: ¿Amigos?
Paloma Con derecho a roce, já.
Tortuga: No, pero yo digo novio, novio novio digo… ¿te puedo hacer
una pregunta?
Paloma Sí claro.
Tortuga: ¿Tenés hijos?
Paloma No, todavía no.
Tortuga: Pero… “la cosa”
Paloma ¿Qué “cosa”?

97
Mario Carneglia
Tortuga: ¿Hiciste “la cosa”?
Paloma No te entiendo… ¿si tuve relaciones me preguntás?
Tortuga: Con un hombre...
Paloma Sí claro.
Tortuga: Y ¿cómo es?
Paloma ¿Nunca?... (Tortuga niega.) Bueno, es lindo. Te hace como… tem-
blar.
Tortuga:¿Temblar?
Paloma Es como que es algo que… no te podés contener, no sé como
explicarte, hacer el amor es una sensación que… (Entran Tero y Rata.)
Tortuga: Me cago en dios, justo ahora tienen que…

Escena IIX

Rata: (Entran con Tero abrazados, traen termo y mate.) Sí mi amor, mi amorci-
to (Están súper abrigados, con mucha ropa, hablan fuerte, para los de afuera) Tomá
un mate “mi amor.”
Tero: Como nos queremos “mi amor” (A salvo de la vista de los secuestradores,
se desembaraza de Rata con fastidio.) Acá está, me parece que se cargó, fíjate.
(Paloma toma el celular, empieza a tratar de hablar.) Les trajimos ropa. (Se em-
piezan a sacar ropa.)
Rata: Soy un genio, ¿vieron? La idea de la ropa fue mía, porque si nos
veían con un paquete de ropa se iban a avivar y este termo (misterioso) no
es mate, es café. (Orgulloso.) ¿Genial no?
Tortuga: Uh, si, (Irónica) sos un genio, dame café, y ¿dónde me cambio?
Tero: Mirá para allá vos. (A Rata, éste mira la pared, Tero tapa a su hija y lo
controla con la mirada.)
Paloma ¡Hola! ¿Hola? ¿Papá? ¿me escuchás? ¡Papá! (Se le corta, reintenta.)
Tero: ¿Y? ¿Qué pasa con el teléfono?
Paloma: Hay muy poca señal.
Tortuga: Sí, al señor caballero siempre le pasa, que cuando viene no
puede hablar porque está muy lejos, dice que tiene que mandar mensajes.
(Se termina de cambiar.)
Paloma: ¿Mensaje de texto? a ver (Trabaja con el celular.)
Tero: Escuchá piba, una cosa te pido, si hablas con tu viejo que no venga
la policía… ¿sabes?... Porque a nosotros no nos gusta la policía... no nos
caen bien, digamos, ¿se entiende?

98
Esperando al cocodrilo
Paloma (Mientras lucha con el celular. Sin darle mucha importancia.) No se haga
problema Tero, que yo me encargo, aparte hace tanto tiempo que seguro
ya prescribió la causa de ustedes (Levanta el brazo con el celular.)
Rata: ¿Lo qué?
Tero: ¿Qué significa eso de que escribió?
Paloma: Esperen, esperen, después les explico, estoy tratando de que
salga el mensaje.
Tortuga: Tenés que ponerlo alto al teléfono.
Paloma ¿Alto, cómo alto?
Tortuga: Alto (Levanta el brazo.) cuando más alto mejor.
Tero: Fíjate, ¿no se ve a nadie? (Tortuga mira a la ventana, niega.) Dame
(Agarra el celular, se para en el antepecho de la ventana.) vení Rata, agárrame que
me caigo (Simula hacer algo contra el techo con un trapo, con la otra mano levanta
el celular lo más que puede, el Rata la sostiene agarrado de su rodilla, habla fuerte)
¡Cuántas telarañas!...
Rata: (Fuerte.) Hay que limpiar esa telarañas ni amor, pasá bien el trapo.
Tero: (Bajo, a Paloma.) ¿Ya se mandó el mensaje?
Paloma: No sé, se tiene que escuchar el ruido (Más acción, se oye el pitido.
Stop, Tero le da el celular a Rata y Rata a Paloma, ésta mira la pantalla.) Salió,
salió, esperemos la respuesta, a ver si mi papá lo recibió.
Rata: ¿Y qué tiene que pasar?
Paloma Y, en este modelo debe hacer pipí pipí.
Tortuga: Pipí pipí y ¿vamos al Shopping?
Paloma Sí.
Rata: Cuando lo vea a su padre hablelé de nosotros.
Tero: Sí, de nosotros (Paloma los mira tierna, mientras se cambia de ropa.)
Rata: Que nos jugamos la vida.
Tero: La vida nos jugamos por salvarla, ¿no?
Paloma: No se preocupen.
Tero: Y nada de policía.
Rata: Nada.
Paloma: Está bien, ahora… ¿Qué es lo que pasó? Para que estén escon-
didos tanto tiempo..
Tero: (Se miran con Rata.) Organizamos el “intento de fuga del cocodrilo”
Rata: Seguimos sus instrucciones.

99
Mario Carneglia
Tero: Las del coco.
Rata: Sí.
Tero: Era navidad, ¿vió? Y él nos dijo, compren cuetes, rompeportones,
le sacan la pólvora y la ponen en una botella de coca, y hacen un boquete
en la pared del calabozo…
Rata: Pero yo le dije, el coco dijo una botella de coca cola de pólvora, y yo
le dije, botellita chica! Pero esta, porfiada, de litro hizo (Gestos de “desastre”)
Tero: Llovían ladrillos… y cuando bajó el polvo… todos los milicos, la
mesa de navidad…un lechón… blancos de cal… Nos miraban los mili-
cos, y nosotros los mirábamos a ellos y nadie hacía nada, hasta que uno
sacó el chumbo y empezó a tirar y, ahí sí, salimos como….
Rata: No pudimos ir más a visitarlo.
Tero: No pudimos verlo más al coco.
Rata: Nunca más…(Pausa.)
Tero: Hablelé a su padre, a ver si lo puede sacar de la cárcel al coco.
Rata: Lo va a sacar al coco, lo va a sacar…
Paloma: Voy a hacer todo lo posible.
Tero: Y va a venir a vernos el coco, va a venir a vernos... (Pausa, todos
felices, stop, cada uno tiene el futuro feliz en su cabeza, suena el celular, hace pipí pipí
indicando que llegó un mensaje, todos miran el teléfono.)
Paloma: (Observa el mensaje, pausa.) Estamos salvados.

Escena IX

( De a poco empiezan a relajarse, se ríen, se felicitan, se abrazan. Cambia la luz,


se escuchan sirenas, altoparlantes, órdenes policiales y noticieros que dan la noticia,
algún político. Mientras, los personajes se saludan, despiden a Paloma y recuperan sus
vestuarios normales, Paloma y Rata salen, Tero y Tortuga tejen redes, la luz vuelve a
la normalidad, pasó algo de tiempo.)
Tortuga: Cuando venga la Paloma y vayamos al Shopping, me voy a
comprar una aguja nueva, ésta ya está hecha pelota.
Tero: ¿Para qué la querés?, Si no vamos a tejer más redes.
Tortuga: Tenés razón, no sé por qué estoy tejiendo esta.
Tero: Y, por si tarda un poco, pero que va a venir, va a venir.
Tortuga: Sí, (Pausa.) tarda ¿no?
Tero: ¿Sabes lo que yo pienso? que debe estar buscando al coco y nos
quiere dar la sorpresa, cuando el padre lo pueda sacar de la cárcel vienen

100
Esperando al cocodrilo
juntos y nos dan la sorpresa, por eso tarda… ¿no? (Pausa.)
Tortuga: ¡Qué bueno esto de la conscripción! ¿no?
Tero: ¿Lo qué?
Tortuga: La conscripción, esto, que ya no nos están buscando.
Tero: La prescripción tarada que ya se terminó la causa de la comisaría, y
no nos pueden meter más en cana.
Tortuga: Que somos libres bah, que somos libres quiere decir.
Tero: Eso, que somos libres... (Pausa.) cuando venga el coco nos vamos
a ir de vacaciones, a un río, donde no haya nadie, y sea una paz… eso
vamos a hacer.
Tortuga: Y yo te voy a ir a visitar con mi marido (Tero la mira.) uno que
me va a presentar la Paloma... me dijo (Entra Rata con una caja, preocupado,
se sienta, mirada perdida en el horizonte.)
Tero: ¿Qué pasa Rata?
Rata: Vino caballero.
Tero: Sí, ya vi, si te trajo las boyas.
Rata: Dice que salimos en la tele.
Tero: ¿Otra vez? (Contenta.) Nos vamos a hacer famosos.
Rata: No, lo mismo de antes, daban lo del secuestro y mostraban lo mis-
mo que antes.
Tero: ¿Y?
Rata: Dice que por la inseguridad la empresa se va del país, que los Jimé-
nez se fueron a vivir al extranjero por la inseguridad. (Pausa, los tres piensan
lo que significa esto.)
Tortuga: (Pausa.) Es la ley del gallinero…los de arriba cagan a los de aba-
jo…
Tero: No…no… seguro que dejaron a uno que está investigando para
encontrarlo al coco, seguro (Todos asienten, se quieren convencer, van reflotando
la ilusión.)
Tortuga: Seguro que la Paloma no se fue, está esperando que la dejen
tranquila los noticieros para venir a buscarme, seguro.
Rata: Seguro, y el padre en cualquier momento me manda a llamar para
que trabaje en su empresa, si yo se hacer de todo, ¿no? (Los otros asienten.)
y la Paloma le debe haber dicho yo soy muy valiente... capaz que me pone
de guardaespaldas, seguro. (Ríen, están felices y esperanzados.)
Tero: Hay que esperar.

101
Mario Carneglia
Tortuga: Seguro, sí.
Rata: Sí, hay que esperar... (Pausa)
Tortuga: Mientras hagamos (Teje.)
Tero: Sí, dale, hagamos (Teje frenética, Rata abre la caja que tiene adelante y
comienza a enhebrar boyas en una soga, Tortuga teje, luego se seca la transpiración,
nota el sol.)
Tortuga: Salió el sol... (Pone los dedos en anillo y lo mira.) ¿vos decís que se
agranda la mano, Rata? (Sube música.)
Tero: No seas bruta, si no se puede agrandar la mano (Gestos, sol, dedos,
etc.)
Rata: Es lo que le vengo diciendo...
Tortuga: Pero si yo veo clarito que así se ve adentro y si lo pongo largo
no entra... (Siguen discutiendo y haciendo gestos la música los tapa, apagón.)

FIN

102
DE JUSTOS Y JUECES.

Los que pierden por cobardía


merecen doble condena.

103
Mario Carneglia

104
De justos y jueces
Ficha técnica

Se estrenó en Mar del Plata el 4 de enero de 2014 en la sala de “EL CLUB


DEL TEATRO”
Leopoldo : Lalo Alías
Jazmín: Natalia Elías
Julia: Laura Federico
Asistencia de dirección: Lola Leguizamón
Dirección: Mario Carneglia
Duración 70 minutos.

Obra ganadora de los festivales marplatense y regional de teatro indepen-


dientes de 2014
Dos nominaciones al premio estrella de mar 2014 y dos nominaciones
2015 (drama nacional y actriz dramática nacional)

Personajes
Leopoldo
Jazmín
Julia
Nota: esta obra intenta explorar los miedos y razones que nos llevan a
renunciar a nuestras pasiones y el intento por defender lo que creemos
aun en el error y el dolor. La historia de amor es solo un vehículo para
desarrollar estas ideas, si la puesta se concentra SOLO en la relación amo-
rosa entre Leopoldo y Jazmín el espectáculo perderá su fuerza y objetivos.

Escena I

Es de noche, invierno y frio. Un módulo del tamaño de un sillón y dos a los costados,
más altos que anchos, una tela para generar transparencias a foro centro y dos más
chicas a los costados, más cerca del proscenio. Un hombre y una mujer con gorros,
bufandas y sobretodos se encuentran en la parada del colectivo, él saluda casual y se
prepara para esperar. Ella lo reconoce.

Jazmín: ¿Leopoldo? (Él la mira, ella se descubre la cara, sonriendo.)


Leopoldo: ¿Jazmín?¡Jazmín! No lo puedo creer… ¿cómo estás?

105
Mario Carneglia
Jazmín: Muy bien, ¿vos? (Nadie se atreve al contacto.)
Leopoldo: Bien, más viejo.¿Cuántos? ¿Diez años?
Jazmín: Nueve
Leopoldo: Tenés 28 entonces.
Jazmín: Buena memoria… tenés 48 entonces.
Leopoldo: Mejor que la mía, era más difícil.
Jazmín: ¿Qué hacés?
Leopoldo: Esperaba el colectivo mientras me congelaba.
Jazmín: ¿Seguís dando clases?
Leopoldo: (Le muestra carpetas y papeles que tiene en el brazo.) ¿Qué otra cosa
podría hacer?
Jazmín: Tenés razón.
Leopoldo: ¿Y vos?
Jazmín: Buscaba un taxi…(Risas.)… no, en serio, vinimos a pasar unos
días a la Argentina, a ver amigos
Leopoldo: ¿Dónde estás?
Jazmín: Vivimos en Uruguay.
Leopoldo: ¿Desde cuándo?
Jazmin: Desde…aquello.
Leopoldo: ah… ¿tanto?
Jazmín: Nueve años.
Leopoldo: Mucho tiempo, te has convertido en una mujer.
Jazmín: Vos decías que yo ya era una mujer.
Leopoldo: Más mujer.
Leopoldo: (En transparencia aparece la imagen de una mujer altiva y muy arregla-
da, sin abrigo, ellos la ven) Y ¿ella?
Jazmín: Exitosa… dicen los diarios
Leopoldo: ¿No se ven?
Jazmín: Casi nunca, por varios años nunca, después la dejé que viniera a
conocer a mi hija.
Leopoldo: No te puedo creer que tenés una hija.
Jazmín: Alba, de tres años.
Leopoldo: (No lo puede creer.) Sos madre.
Jazmin: Sí, ya no tengo 19 años.

106
De justos y jueces
Leopoldo: (Avergonzado.) 19 años tenías..
Jazmín: Sí… pero era decidida, ¿no? (Risas.)
Leopoldo: Muy decidida, sí…
Jazmín: ¿Y vos?
Leopoldo: No, yo no soy tan decidido (Risas.) no, mi vida no cambió
tanto, estoy escribiendo algunas cosas, pero… nada importante.
Jazmín: ¿Mujeres?
Leopoldo: Nada importante.
Jazmín: ¿Y qué pensás hacer?
Leopoldo: Nada importante (Rien.)
Jazmín: Estás muy misterioso.
Leopoldo: Será que todavía te tengo un poquito de miedo.
Jazmín: ¿Me tenías miedo?
Leopoldo: Es que me descolocaban mucho… vos y ella (Miran a la mujer
que sigue en stop a un costado)
Jazmín: Sí, me acuerdo… llegaste a la clase hablando de pasión y poe-
sía… eso me encantó…

Escena II

Leopoldo:(Entra música y cambia la luz, ella sale, él se convierte en el profesor de


la escuela con muchos papeles, primero lee una poesía y luego se presenta. es gracioso
y quiere caer bien, hace chistes malos y es algo torpe) Buenos días chicos, bue-
no… no tan chicos, la mayoría de ustedes ya no pueden boxear conmigo,
porque son de categorías superiores. Lamentablemente la Secretaría de
educación tiene la maldita costumbre de enviar un suplente cuando un
profesor se enferma, así que no tendrán la suerte de tener hora libre…
Me presento soy Leopoldo, pueden reírse tranquilamente, es evidente que
el nombre está un poco pasado de moda, y lamentablemente tampoco
soy Lugones, o Marechal como hubieran querido mis padres y por eso
me pusieron este hermoso nombre. ¿Saben quiénes fueron Lugones, o
Marechal? (Queda detenido, escuchando al alumno, luz sobre Julia al otro lado del
escenario)
Julia:…(está dando una conferencia, acción alternada en espacios distintos) Por esta
razón, consideramos que en el caso del homicidio simple, o el homicidio
en ocasión de robo, se debería anular la carátula “en grado de tentativa” ya
que en todo caso se debe juzgar la intención, y no la eficacia del agresor.

107
Mario Carneglia
Porque en ese caso ¿qué estaríamos juzgando?¿la puntería del delincuen-
te?
Leopoldo: Bastante bien, después hablamos de Marechal, hoy el tema
es este…(Muestra libro.) Miguel Hernández, uno de los autores más apa-
sionados de la lengua española, y digo apasionado, dando pie a la faceta
fundamental de todo poeta, la pasión! un poeta sin pasión es como un
deportista sin oxígeno, es como un juez sin justicia, es como un joven sin
sueños (Entra Jazmin-estudiante en penumbras y se sienta de espaldas en el centro.)
Julia:… la defensa de los derechos humanos debe hacerse desde la pro-
funda convicción de estar siempre del lado de la víctima, nunca debemos
perder de vista que ese y solo ese es nuestro principal mandato, y nuestra
razón de ser como jueces encargados de impartir justicia en esta sociedad.
Muchas gracias (Saluda al público, se escucha el aplauso del público, que en realidad
viene de jazmin, toma agua.)
Leopoldo: Miguel Hernández escribe: “sentado sobre los muertos que se han
callado en dos meses, beso zapatos vacíos y empuño rabiosamente la mano del corazón
y el alma que lo sostiene” que podemos decir de este fragmento?... (Queda
detenido, escuchando a los alumnos.)
Julia: Bien, a partir de este momento los invito a hacerme preguntas que
hayan podido surgir de esta charla…(Señala a alguien.) si! (Queda detenida,
escuchando la pregunta, le cambia la cara, es evidente que la pregunta le molesta.)
Leopoldo: Miguel Hernández relata la experiencia de un hombre que va
al frente de batalla y cuando vuelve se encuentra su casa, su familia, su
mundo, absolutamente devastados.
Julia: Yo siento que esa pregunta ya la he respondido varias veces, pero si
es necesario volveré a hacerlo.
Leopoldo: “Beso zapatos vacíos” dice, son los zapatos de sus hijos, y su
familia, ¡de sus muertos!
Julia: Que mi nombramiento como jueza se haya producido con poste-
rioridad al hecho en el que la delincuencia se llevara la vida del que era
mi marido…
Leopoldo: En esas circunstancias él se permite encontrar la belleza en
las palabras que expresan de una manera artística y poética el profundo
dolor que vive...
Julia: Después de que lo mataran, hablemos directamente…
Leopoldo: Sí, te escucho, díganme sus nombres, así nos vamos cono-
ciendo (Queda detenido, escuchando. Jazmin gira y mira a Leopoldo.)
Julia: Es una señal de que quienes me nombraron confiaron en mi buen

108
De justos y jueces
criterio e imparcialidad...
Leopoldo: Es evidente que un poeta con estímulos tan profundo como
esa guerra, la muerte, tanto sufrimiento…
Julia: A pesar de ese hecho, que por otro lado, no representa un dato
relevante.
Leopoldo: Estaba rodeado de dolor, odios, un material muy intenso para
la poesía.
Julia: Porque yo ya era abogada, ya había hecho los méritos suficientes
como fiscal
Leopoldo: ¡Muy peligroso también, podría haber terminado escribiendo
panfletos contra franco!
Julia: Y no creo que ese hecho personal tenga ninguna relación con mi
actividad.
Leopoldo: ¡Pero no! porque hablaba de sus emociones, de su instinto.
Julia: Lo que un juez busca es justicia, no venganza.
Leopoldo: Y lo convirtió en un hecho poético de profunda belleza.
Julia: Ni venganza personal ni venganza social,
Leopoldo: Ahora, ¿que pasa en la vida de nosotros?
Julia: mi vida personal no interfiere ni ha interferido nunca en mis deci-
siones profesionales...
Leopoldo: ¿humildes habitantes occidentales del siglo veintiuno?
Julia: ( Toma sus cosas, muy fastidiada.) Si no hay más preguntas, ha sido un
gran placer.
Leopoldo: Sin guerras cercanas. Sin sangre y muerte a nuestro alrededor
Julia: Quiero agradecer a las autoridades de esta institución que me ha
invitado a esta charla.
Leopoldo: ¿Cómo evitar la mediocridad en este mundo de pasiones tan
mínimas?
Julia: Fue un placer conversar con ustedes.
Leopoldo: ¿De instintos tan controlados, de vidas grises?
Julia: Muchas gracias (Saluda y se sienta de espaldas al lado de Jazmín.)
Leopoldo: ¿De dónde sacar el impulso creador?... (Jazmín levanta la mano,
habla mirando al frente, como si Leopoldo estuviera delante de ella.)

109
Mario Carneglia

Escena III

Jazmín: ¿Yo…de nuestro interior? ¿Buscando la pasión en lo cotidiano,


en las situaciones mínimas...?
Leopoldo: (Pausa, tierno, mirándola a ella.) Estabas preciosa.
Jazmin: (Lo mira.) Vos no dijiste eso.
Leopoldo: ¡Claro! Estábamos en clase.
Jazmín: (Divertida.) ¡Profesor!
Leopoldo: Pero lo pensé.
Jazmin: Me preguntaste el nombre.
Leopoldo: (Cambia, al frente.) Decime tu nombre.
Jazmín: Jazmín Lopez Rivero…digo que podemos buscar esa fuerza en
la vida diaria, en las cosas simples que nos pasan…
Leopoldo: ¿Alcanzará para inspirarnos? (Va rodeando a Jazmín, sin mirarla.)
Jazmín: A mi me han pasado cosas terribles pero prefiero escribir pen-
sando en cosas mas bellas.
Leopoldo: ¿Escribís?
Jazmín: A veces, pero creo que no nos ayuda usar cosas trágicas.
Leopoldo: ¿Y que sugerís? (Va caminando hasta pasar por detrás de Jazmín.)
Jazmín: Aprovechar cada pequeña cosa de nuestra vida para vivirla al máxi-
mo…
Leopoldo:¿Y vos crees que no es lo que hacemos?
Jazmín: Nosotros tal vez, pero yo no veo que los que no son tan jóvenes
como nosotros lo hagan.
Leopoldo: (La mira directamente.) ¿Te referís a los viejos como yo?
Jazmín: (Traviesa, mirándolo directamente.) A los “no tan jóvenes”
como usted, sí.
Leopoldo: Algunos “no tan jóvenes” intentamos ponerle pasión a lo que
hacemos.
Jazmín: ¿Si? y ¿cómo?
Leopoldo:¿No se nota en mi clase, en lo que estoy tratando de hacer aho-
ra?
Jazmín: Pero yo digo cosas en serio, no de libros…
Leopoldo: Quizás no tengo el talento para escribir cosas propias…y por
eso será que busco la belleza en lo que escriben los genios.

110
De justos y jueces
Jazmín: Yo decía buscar en las cosas que nos pasan en la vida no en los
libros.
Leopoldo: Pero ésta es una clase de literatura
Jazmín: Pero usted dijo que un poeta que no vive con pasión es como
un joven sin sueños.
Leopoldo: ¿Vos tenés sueños?
Jazmín: (Provocativa y traviesa, se cruza de piernas) Muchísimos…
Leopoldo: (Incómodo.) Contanos uno, tal vez sea un buen material para
hacer algo creativo.
Jazmín: Es que mis sueños tienen demasiada pasión (Risas y empujones con
Julia-compañera de espaldas.)
Leopoldo: De eso estamos hablando.
Jazmín: No puedo contarlos, son prohibidos para menores de 18 años
(Risas)
Leopoldo: ¿Cuántos años tenés?
Jazmín: 19, pero Marita tiene 17 no puedo (Risas de Julia-compañera, de
espaldas)
Leopoldo: ¿19? ¿qué pasó? ¿Repetiste?
Jazmín: No, perdí un año por…un accidente familiar.
Leopoldo: Bueno, lo que decía es que sólo mundos interiores intensos
producen hechos creativos intensos, sólo sensaciones poderosas nos dan
un material interesante para escribir, no se puede crear desde el frío, ¿se
entiende?
Jazmín: Calor en lo que sobra acá, sobre todo entre los varones. (Risas y
empujones.)
Leopoldo: ( La mira, se le escapa.) Me imagino.
Jazmín: (Acusa.) ¿Se imagina?
Leopoldo: (Arregla.) Quiero decir, yo también tuve 18 años, tengo me-
moria.
Jazmín: ¿Y ahora?
Leopoldo: Y ahora ¿qué?
Jazmín: Ahora ¿está frío profesor?
Leopoldo: (Pausa incomoda.) Todos nos vamos enfriando de a poco.
Jazmín: ¡Qué lástima!…
Leopoldo: Debe ser la cercanía de la muerte...
Jazmín: Usted habla como si fuera…

111
Mario Carneglia
Leopoldo: Estoy más cerca de la muerte que ustedes, será por eso que
a veces siento chuchos de frío, (Risas.) es inevitable, aunque es necesario
luchar contra ella, aun sabiendo que algún día vamos a perder la batalla
Jazmín: Ojalá yo me enfríe de golpe en el último momento... (Los compa-
ñeros le dicen algo) ¡vos sos un calentón! (Risas)
Leopoldo: Bueno muchachos, calientes o fríos vayan saliendo, no vemos
la semana próxima. Lean a Miguel Hernández que la semana que viene
seguimos con este tema ( “ven” salir a los alumnos, Jazmín se acerca a él y le
habla directamente.)
Jazmín: Perdone si lo incomodé, profesor.
Leopoldo: No, de ninguna manera, me encanta que los jóvenes tengan
tanta rebeldía a flor de piel.
Jazmín: Yo he escrito algunas cosas… ¿se las puedo dar para que las lea?
Leopoldo: Podés leerlas en clase.
Jazmín: No, ni loca, son muy… personales.
Leopoldo: No tiene que avergonzarse de su imaginación, señorita Rive-
ro.
Jazmín: Empezó tuteándome…ahora soy la señorita Rivero? (Rie.)
Leopoldo: Es que trato de mantener mi lugar.
Jazmín: Ahora sí está muy frio profesor.
Leopoldo: Hasta la semana que viene señorita Rivero.
Jazmín: Hasta la semana que viene profesor (Cambia, divertida y adulta.)
Desde ese día yo fui tu alumna favorita, pero disimulabas .(Quedan en stop,
en la penumbra, mientras habla Julia.)

Escena IV

Julia: (habla por teléfono mientras se pone ropa de jueza)…No me venga con
que no se puede Ramírez, todo se puede, vaya y apriételo un poco, tengo
que explicarle todo? no puede ser que no podamos dar con ese hijo de
puta, a ver si me entiende… espero respuestas, respuestas, no alcanza con
intentarlo, se entiende? Bueno, me avisa. Listo. (corta) pelotudo… (sale, los
otros personajes toman vida, tienen sutiles cambios de vestuario)
Jazmín: (Leyendo en clase) “echó café en la taza, echó leche, en la taza de
café, echó azúcar en el café con leche, con la cucharita lo revolvió, dejó
la taza, sin mirarme, encendió un cigarrillo, hizo anillos de humo, sin
mirarme, sin hablarme, y se marchó bajo la lluvia. Y me cubrí la cara con

112
De justos y jueces
las manos, y lloré”.
Leopoldo: ¿Quién?.. ¿Quién, sabelotodos? ah, ¿los sorprendí, no? no
solo de españoles vive la poesía, les doy un dato… Francia, segunda gue-
rra…exacto, por fin…Prevert una poética distinta, el surrealismo, bien,
tarea para la semana, busquen en Internet “paroles” o traducido “pala-
bras” lo hablamos la próxima clase.
Jazmín: (Se acerca a él, le entrega el libro, espera que salgan los compañeros) Lo
felicito Profesor se nota que usted ama lo que hace.
Leopoldo: Gracias y es cierto, para mi la poesía es como una amante…
deseada y esquiva.
Jazmín: ¿Y las novelas?
Leopoldo: Las novelas son viejas amigas, nos queremos mucho, pero el
amor es otra cosa.
Jazmín: Le traje lo que le dije (Le da un sobre.)
Leopoldo: ¿Sus escritos?
Jazmín: Sí, pero léalos a solas.
Leopoldo: ¿Cómo?
Jazmín: Que no los lea acá digo.
Leopoldo: ¿no se tiene confianza?
Jazmín: ¿Por qué?
Leopoldo: ¿Tiene miedo que no me guste?
Jazmín: No, me da un poco de vergüenza.
Leopoldo: No se preocupe, señorita Rivero, tengo experiencia, se leer
una poesía juvenil sin hacer caras.
Jazmín: ¿Sin emocionarse también?
Leopoldo: Ojalá que me emocione, es lo que deseo.
Jazmín: Y ¿ya no le pasa tan seguido?
Leopoldo: Es que usted lo dijo, los viejos nos vamos enfriando de a poco
Jazmín: (Observa que no la escuchen.) Usted no me engaña.
Leopoldo: ¿Perdón?
Jazmín: Usted no ha perdido el calor.
Leopoldo: Yo nunca dije eso.
Jazmín: Yo siento que usted es… como un volcán.
Leopoldo: ¿Usted cree que estoy muy cerca de explotar?
Jazmín: Puede ser.

113
Mario Carneglia
Leopoldo: ¿Empieza a sentir el olor a azufre, alumna? (Risas.)
Jazmín: No, pero cuando me mira...
Leopoldo: ¿Cuándo la miro, alumna?
Jazmín: Cuando me mira, profesor, yo creo que usted podría escribir
algo… intenso.
Leopoldo: ¿Usted cree que puede ser mi musa inspiradora?
Jazmín: Yo creo que puedo alejarlo de la muerte.
Leopoldo: Señorita Rivero, lo que usted puede hacer es alejarme de mi
puesto en esta escuela, (Bromea, perturbado.) compórtese, que Marita es me-
nor de edad.
Jazmín: Bueno, pero si le inspiro algo, llámeme para contarme, hasta
puede leérmelo por teléfono, en el sobre está mi número... (Sale. Leopoldo
mira el sobre, lo abre, lee la primer poesía, levanta la vista hacia donde salió Jazmín
y respira incómodo.)
Apagón.

Escena V

Leopoldo en un escritorio nocturno.


Leopoldo: (Leyendo.) “no puedo tocarte y mis manos te buscan, no puedo besarte y
mi boca te espera. No debo desearte y te pienso sin tiempo…solo una noche de amor y
mi vida te entrego, eternamente.”
De pronto la luz cambia, aparece la imagen de Jazmín como un ensueño, envuelta en
gasas, canta una serie de notas sin letra, como un “canto de sirenas”, quizás lo roza o
lo acaricia suavemente, le da un teléfono, el trata de tocarla y ella escapa, jugando, se
va. Leopoldo toma el sobre y lo observa, la luz cambia, Leopoldo marca en el celular
el número anotado.
Leopoldo: Hola?...(Música que se corta bruscamente al entrar Jazmín.)
Jazmín: (Con abrigo y lentes oscuros.) No fue así.
Leopoldo: ¿Cómo?
Jazmín: Nunca me llamaste, y menos esa misma noche.
Leopoldo: Yo recuerdo que hablamos por teléfono.
Jazmín: Sí, pero tres días después, y fui yo la que llamé, con la excusa de
saber que te habían parecido mis poemas.
Leopoldo: Bueno, lo importante es que nos encontramos.
Jazmín: ¡Dos semanas después!

114
De justos y jueces
Leopoldo: ¡No!… ¿Tanto tiempo?
Jazmín: Entre tus dilemas morales y tu miedo a que nos vieran no te
decidías nunca.
Leopoldo: No fue tanto.
Jazmín: ¿Ah no? Mirá, nos encontramos en un bar del otro lado de la
ciudad, tenías puestos estos anteojos de detective y seguías nervioso.
Leopoldo: Yo ¿nervioso?
Jazmín: Muy nervioso…(Le pone los anteojos y se retira al otro lado del escena-
rio. Él se para con papeles en la mano.)
Leopoldo: Vine hasta acá solo para decirte que esto tiene que terminar,
en serio Jazmín, no podemos meternos en esto, es muy riesgoso, pensá
que pasaría si alguien nos descubre… (Ella se va acercando y él se pone cada vez
más nervioso, ella se sienta a su lado y le acomoda la ropa o el pelo.) Nos pasamos
horas hablando por teléfono, y a mí nunca me había pasado esto, así que
sin querer…pero pensemos las cosas, vos sos una chica muy linda, pero
sos mi alumna, yo no puedo permitirme, en mi rol de profesor, entrar en
tu juego, (Se pone “comprensivo” y explica superior.) A vos te atrae que yo sea
imposible, querés probarte que podés conquistarme, es común a tu edad,
o sea que en cuanto pasara algo dejaría de interesarte, ¿entendés? (Ella le
roba un beso, el la mira, no logra contener el impulso y la besa apasionadamente, se
separan, miran al frente.) Eso fue hermoso, fueron los días más lindos de mi
vida…¿Cuánto duró? ¿Tres meses?
Jazmín: (De espaldas a él.) 78 días. (Sale.)

Escena VI

Golpean a la puerta.
Leopoldo: Entrá está abierto (Entra Julia, él la ve y se sorprende.) ah perdón,
pensé que era otra persona, espere un segundo que junto estas cosas…
Julia: ¿Vos sos Leopoldo?
Leopoldo: Sí ¿en qué puedo ayudarla?
Julia: Cerrá la puerta, está lleno de atorrantes.
Leopoldo: Bueno, gracias por cuidarme.
Julia: no me importas vos, es que traigo Plata en la cartera.
Leopoldo: No, nunca cierro con llave.
Julia: ¿No lees los diarios vos?
Leopoldo: A veces, pero prefiero otros autores.

115
Mario Carneglia
Julia: Los que salen en los diarios son asesinos reales.
Leopoldo: Quizás es mi forma de revelarme contra el miedo.
Julia: (Irónica.) Sos un rebelde bárbaro vos.
Leopoldo: Son las pequeñas cosas que me hacen libre.
Julia: O sea que ¿te conformás con pequeñas cosas?
Leopoldo: ¿Quién es usted?
Julia: Linda casa, ¿vivís sólo?
Leopoldo: ¿Quién es usted?
Julia: Te hice una pregunta.
Leopoldo: Yo también.
Julia: Julia Estévez, titular del juzgado en primera instancia número nue-
ve, o sea, soy juez o jueza cómo te guste.
Leopoldo: (Pausa.) Vivo sólo.
Julia: ¿Así que te gusta la pendejas Leopoldo?
Leopoldo: Esa es una segunda pregunta.
Julia: Debe ser una deformación profesional soy juez, ¿te acordas?
Leopoldo: Y usted ¿qué tiene que ver conmigo?
Julia: Yo pregunté.
Leopoldo: Yo también.
Julia. Soy la madre de Jazmín.
Leopoldo: (Pausa, finge.) ¿Jazmín?
Julia: Es la pendeja de 19 años que se está cogiendo desde hace tres
meses, a la que le haces el verso del amor eterno, la pasión, etc. y le estás
cargando la vida… esa es mi hija.
Leopoldo: No la conozco.
Julia: Soy juez, Leopoldo, o jueza… no me tomes por estúpida que yo no
tengo 19 años y además estoy muy acostumbrada a aguantar mentirosos.
Tengo tus datos Leopoldo, o ¿cómo te crees que llegué hasta acá? (Saca un
expediente.) La justicia cuando quiere es muy rápida y efectiva .
Leopoldo: Y ¿qué quiere? ¿qué vino a hacer acá? La chica tiene 19 años
según usted dijo. Puede hacer lo que quiera, y si yo tuviera algo que ver
con ella tampoco sería delito.
Julia: Jazmín Lopez Rivero
Leopoldo: ¿Rivero?
Julia: Lopez Rivero, hija de Julia Estévez de Lopez Rivero, viuda de Lo-

116
De justos y jueces
pez Rivero para ser más precisos, ¿algún dato más para refrescar tu me-
moria?
Leopoldo: bueno, es mi alumna en el Instituto, claro, pero ¿de dónde
sacó que tengo una relación con ella?
Julia: Dejá de hacerte el pelotudo, Leopoldo, o ¿querés que mande un fis-
cal para que busque algo? Cualquier cosa… ¿drogas? Preferís… ¿evasión
de impuestos? Como vos quieras.
Leopoldo: ¿Me está amenazando?
Julia: Que perceptivo sos…
Leopoldo: No le tengo miedo
Julia: (Lento y terrible.) Es solo que no me conocés lo suficiente…(Cambia
el ritmo.) Mirá, no quiero que mi hija me odie por buscarte algo para que
termines adentro, asi que vine a negociar.
Leopoldo: ¿Negociar?
Julia: ¿Cuánto querés para desaparecer de la vida de mi hija? (Saca dinero
de la cartera.)
Leopoldo: No me ofenda.
Julia: ¿Cuánto querés? ¿Veinte lucas?... ¿Treinta lucas? Son dineros pú-
blicos, no míos, así que para que vamos a estar regateando… (Tira todo el
fajo sobre la mesa)
Leopoldo: ¡Pero yo no tengo nada que ver con su hija!
Julia: La puta que te parió sos tarado o te hacés…querés que te lea? (Lee
el expediente.) Leopoldo Eduardo Eleta… (Se burla.) Leopoldo?Bueno, ¡ya
empezaste mal! Sigamos.. 39 años, profesor de literatura, instituto supe-
rior… escuela nacional… blabla, (Cierra el expediente.) escúcheme profe-
sor… ¿Cómo le va a quedar a su curriculum que sale con las alumnas?...
que pasaría si el director se entera… o los padres… o los alumnos! No es
delito… pero…
Leopoldo: Yo no tuve la culpa, su hija es una mujer, ¿no lo entiende?
Es una mujer, YA es una mujer. Hermosa, sensual y seductora, yo no
hice nada malo, no estoy haciendo nada malo, nuestra relación es bella,
es apasionada..
Julia: Apasionada ¡escuchalo! ¡calenturas!! Calenturas de una pendeja y
un tipo que se aprovecha de su posición, de su rol… no me vengas con
cursilerías que no estoy para estupideces…
Leopoldo: Usted no puede arruinarle un momento lindo a su hija.
Julia: ¡La cuido! La cuido, soy lo único que tiene para protegerla de los

117
Mario Carneglia
hijos de puta como vos… para que no le arruinen la vida.
Leopoldo: Yo no quiero arruinarle nada.
Julia: Entonces dejala que salga con chicos de su edad, ¿que vas a hacer
con ella? ¿Tener nietos?¿Querés que quede marcada cuando los compa-
ñeros se enteren?
Leopoldo: ¿Marcada? Usted es…
Julia: Un dinosaurio, puede ser, pero tengo que cuidar a mi hija y lo voy
a hacer, aunque tenga que hacerte mierda, ¿entendés? ¡Aunque tenga que
hacerte matar!
Leopoldo: ¿Para qué vino, que hace acá?
Julia: Quiero que llames a mi hija.
Leopoldo: ¿Qué?
Julia: Llamala, quiero escucharte dejarla.
Leopoldo: No voy a hacer eso.
Julia: La vas a llamar, y vas a ser lo suficientemente cruel, para que no
quiera verte más.
Leopoldo: Usted es un monstruo.
Julia: Gracias, es lo que tengo que ser, en este mundo.
Leopoldo: ¿Que pasaría si Jazmín se entera de esta conversación?
Julia: Sufrirías un accidente de tráfico.
Leopoldo: (Pausa, se asusta realmente.) ¿Nada más?
Julia: (Irónica) ¿Café no tenés?
Leopoldo: ¿Está muy acostumbrada a hacer estas cosas, no?
Julia: Estoy acostumbrada a defender lo que quiero.
Leopoldo: Podría irse por favor, yo no estoy acostumbrado a estas cosas
y me siento descompuesto.
Julia: Llamala.
Leopoldo: Por favor.
Julia: Llamala, quiero oírte dejarla.
Leopoldo: Pero…
Julia: Llamala carajo (Toma el celular de encima de la mesa y se lo extiende, él no
reacciona, ella continúa con el brazo extendido, él toma el teléfono y marca.)
Leopoldo: (Entra Jazmín en vestuario onírico y lo mira desde la transparencia,
él la ve, Julia va tras la otra transparencia, su cuerpo expresa el dolor que siente al
lastimar a su hija. Jazmín recibe la noticia, luego empezará a llorar o a hacer algún

118
De justos y jueces
sonido que se convierte en melodía) Hola, yo, tengo algo urgente que decir-
te. No, es sobre nosotros, escuchame, estuve pensando y... no va, Jaz-
mín, no va. La diferencia de edad..ya lo sé, pero a mi si, yo no quiero
cagarte la vida... no, escuchame, pero carajo, no escuchás… Jazmín…
Jazmín¡Escuchame!... si, te estoy dejando, te estoy dejando! (Le duele
mucho hacer esto, se le caen las lágrimas.) SI, ES VERDAD NO TE QUIE-
RO (Se tiene que morder para no llorar, Jazmín convierte la canción en un gri-
to de dolor, él sigue hablando pero no escuchamos lo que dice, hasta que ella baja
el volumen.) No me llames más, (Cortante.) no me llames más (Pausa.)
Ya sé, perdoname no quise lastimarte, pero las cosas son así. (Pausa.)
Está bien, es lógico… Chau… si, chau (Corta, está destruido.) me odia....
Julia: (Esconde su dolor.) Muy bien,¿viste como hablando se entiende la
gente? y dame eso. (Le saca el teléfono, se lo guarda.) Comprate otro... con otro
número, claro. (Sale.)

Escena VII

Jazmín: Me vendió profesor (Sentados en puntos lejanos, casi no se miran, suaves)


Leopoldo: No, Chiquita, no digas eso.
Jazmín: Usted es un traidor.
Leopoldo: Me chantajearon.
Jazmín: ¿Tan frágil era nuestra pasión Profesor? ¿Tan poco valía nuestro
amor?
Leopoldo: No fue por dinero, tenés que creerme.
Jazmín: Yo lo amaba Profesor, con todo mi ser.
Leopoldo: (Resignado.) La juventud es así, amás y dejás de amar en un
suspiro, mañana vas a ver que...
Jazmín: Porque tenemos la pasión a flor de piel, profesor, porque esta-
mos vivos, usted ya está frío. (Ahora más enojada y directamente a él..)
Leopoldo: Yo no estoy frío. (Mirándola, se desespera.)
Jazmín: Usted ya no se entrega, profesor, eso es estar frío.
Leopoldo: No digas eso.
Jazmín: Ya no puedo salvarlo de la muerte profesor.
Leopoldo: Por favor no te vayas, no me dejes morir.
Jazmín: Usted me vendió, me alejó de su vida.
Leopoldo: ¡Pero te deseo, con toda mi piel! Te necesito, necesito tu res-
piración, tu aire, sos lo mejor que me pasó en mucho tiempo perdoname
chiquita.

119
Mario Carneglia
Jazmín: (Como un trueno, empuja a Leopoldo.) Ya no soy su chiquita! (Se
descubre el torso y le muestra su cuerpo, stop, terminante. ) Ya no soy suya, usted
me defraudó.
Leopoldo: (Impactado por la belleza de Jazmín, pausa.) Sos una mujer, creciste
en un momento, sos un volcán de vida que me despierta, déjame tocarte.
(Jazmín, con un juego de los cuerpos se convierte en Julia vestida como una especie de
bruja gigante con una máscara.)
Julia: Ya no puede tocarla profesor, su vida vuelve a estar vacía.
Leopoldo: No, le devuelvo el dinero, no lo quiero, nunca lo quise.
Julia: Ya es tarde profesor, ya me ha vendido su alma.
Leopoldo: Yo no vendí nada (Juntando la plata del suelo.) yo nunca acepté,
me chantajeaste.
Julia: Puede usar el dinero para pagarse una puta profesor, ¿quiere que
le consiga una? ¿quiere descargarse profesor, quiere vaciarse en un sucio
cuarto de hotel?
Leopoldo: Ya no puedo conformarme con eso, he conocido la gloria.
Julia: (Los cuerpos entrelazados de Julia y Jazmín giran y de pronto vuelve a estar la
imagen de Jazmín, Leopoldo se abalanza, los cuerpos giran y se encuentra con Julia.)
Ha conocido la gloria profesor, la ha sentido entre sus manos, pudo vivir
la pasión y la belleza en todo su esplendor, y la ha perdido por cobardía…
(Vuelven a girar.)
Jazmín: (Llorando, suplica.) No me deje profesor.
Leopoldo: No te dejo chiquita.
Julia: (Separándose de Jazmín.) ¿Quiere comprarla? ¿Cuánto es capaz de dar
por estar otra vez con ella?
Leopoldo: Todo, (Le da el dinero a manojos, desesperado.) Entrego todo lo
que tengo, mi vida, mi trabajo, todo por vivir de nuevo esta pasión.
Julia: (Su voz es como un trueno) ¡Ya es tarde! (Saca a Jazmín de un empujón)
Tarde Leopoldo, perdiste tu oportunidad, la vida te dio una oportunidad
y lo perdiste, ¡por cobarde! (Cambia de actitud, en juez medieval, solemne y gran-
dilocuente) Te condeno a pasar el resto de tu vida gris, rodeado de pasiones
grises y días grises, a tener amores mezquinos y condicionados, te conde-
no a vivir hasta la muerte sabiendo que la vida te dio una oportunidad y la
perdiste... por cobarde. (Sale, la luz va volviendo a la normalidad, Leopoldo está
en la misma posición en la que estaba al comenzar la pesadilla, llora.)

Apagón

120
De justos y jueces
Escena VIII

Jazmín está en la oficina esperando a Julia, se nota que ha llorado, entra Julia igual
que salió de lo de Leopoldo, hablando por teléfono, la misma cartera.
Julia: Pero Ramírez usted ¿es boludo o se hace? Vaya y apriételo, ¿tengo
que explicarle todo? no puede ser que no se pueda, a ver si me entiende…
se hace lo que se tenga que hacer, pero se consigue la información, ¿se
entiende? Bueno, manténgame al tanto. (Corta) Hija, qué sorpresa... ¿qué
pasó? (Deja la cartera sobre el modulo central.)
Jazmín: Necesito hablar con vos.
Julia: Si claro, contarne, esperá que apago esto… bueno, lo pongo en
vibrador, no lo puedo apagar por este…idiota que… bueno, no te voy a
contar, vos ya sabés…(Logra poner el celular en vibrador, abre la cartera y lo tira
adentro, deja la cartera abierta) Ahora si, ¿qué pasa?
Jazmín: Necesito que me firmes, me quiero ir unos días a la casa de
Uruguay.
Julia: ¿Cómo? ¿Para qué?
Jazmín: Estoy ... mal, y quiero estar sola, para pensar.
Julia: Me parece bien pero ¿me querés contar que te paso? (Pausa.) ¿Mal
de amores? (Sonríe cómplice.) Te conozco.
Jazmín: Algo así.
Julia: Bueno, a tu edad esas cosas pasan, tomate unos días y vas a ver que
todo pasa.
Jazmín: Esperemos que si.
Julia: Vas a ver que es así, ahora te parece que cada amor es el especial,
pero con el tiempo, te das cuenta que son todos casi iguales.
Jazmín: Mamá, ¡qué pensamiento horrible!
Julia: Soy realista.
Jazmín: Yo no quiero ser realista, quiero tener sueños.
Julia: Está bien tener sueños, pero con control.
Jazmín: Entonces dejarían de ser sueños.
Julia: Mira hija, escúchame, yo no sé quién te está metiendo esas ideas
en la cabeza, pero el descontrol es peligroso, nos hace sufrir, los sueños
tienen que tener un control, una razón que los maneje, porque si no nos
podemos hacer mucho daño.
Jazmín: No me trates como una nena mamá no creas que todo es algo
que otro me metió en la cabeza, soy consciente de los peligros, pero ya

121
Mario Carneglia
tengo mis propias ideas.
Julia: Tenés 19 años Jazmín, todavía necesitas…
Jazmín: Necesito que me dejen de indicar el camino mamá, ¿entendés?
Julia: Yo no te indico el camino.
Jazmín: Me lo construís, mamá, no me lo indicás.
Julia: Te cuido hija.
Jazmín: ¡Me cuidas mamá ya sé que me cuidas me lo decís cada dos mi-
nutos!
Julia: Es que sos lo único que tengo, no quiero que sufras, y hay muchos
hijos de puta ahí afuera.
Jazmín: Soy fuerte mamá, resisto, aunque me defrauden, como hoy.
Julia: ¿Querés contarme?
Jazmín: ¿Queres escuchar, en lugar de indicar el camino una vez?
Julia: Sí claro.
Jazmín: (Irónica.) Me sorprendés.
Julia: No seas cruel conmigo hago lo que puedo, estamos solas, enten-
deme.
Jazmín: Sí.
Julia: ¿Querías contar? Contame.
Jazmín: Había empezado una relación especial, no hace mucho, pero
desde el primer momento sentí que era distinto, sentí que era una relación
intensa, me hacía sentir viva, me hacía ver el mundo de una manera dis-
tinta, por unos días sentí que era feliz…y…
Julia: Seguí por favor.
Jazmín: Sentí que había encontrado a una persona que podía mirar en
mi interior, que podía enseñarme a vivir intensamente, que entendía los
detalles, alguien con quien podía… conectar… disfrutar paso a paso los
momentos, y por un tiempo me sentí plena, viva, enamorada.
Julia: ¡Enamorada! Pero hija, una relación de tan poco tiempo no…
Jazmín: Sentía que era amor.
Julia: Pero no hija.
Jazmín: ¿Otra vez mamá? Vas a decirme cómo sigue el camino antes de
que yo lo vea mis propios ojos?
Julia: Pero hija, yo ya viví esa etapa, ya sentí las mismas cosas, déjame
ayudarte.

122
De justos y jueces
Jazmín: No quiero que me ayudes, esta vez quiero que me dejes descu-
brir el mundo por mi misma.
Julia: Lo intento… perdón.
Jazmín: (Sonrie.) No te sale.
Julia: Yo también estoy aprendiendo a ser madre, es mi etapa.
Jazmín: Bueno, en concreto, hoy, hace un rato, esta relación terminó,
no sé por qué, no lo entiendo, sólo sé que me produce un dolor enorme,
me hace descreer, me hace perder la confianza, me hace pensar que no es
posible ser feliz, si un amor como este puede morirse de un momento a
otro…si un amor como este puede ser una mentira… no puedo creer en
nada de lo que siento…
Julia: Pero hija, es un tipo grande, tenías que estar con alguien de tu
edad…
Jazmín: (Pausa, se la queda mirando.) Yo nunca te conté que era mayor que
yo…
Julia: ¿Qué? (Pausa incómoda, Jazmin va comprendiendo y Julia no alcanza a
reaccionar para mentir) bueno, me imaginé…
Jazmín: ¿Vos tuviste algo que ver?
Julia: Hija, ¿cómo se te ocurre?… (Jazmín toma su celular y llama a Leopoldo,
su teléfono suena en la cartera de Julia.)
Jazmín: ¿De dónde venís?
Julia: ¿De que hablas hija? yo…( de pronto, Jazmín toma el bolso de su madre y
lo abre, se queda paralizada, Julia no alcanza a pararla y se resigna.)
Jazmín: (Saca el celular de Leopoldo y el expediente, la mira.) ¿Qué hiciste,
mamá?
Julia: Hice lo que tenía que hacer hija.
Jazmín: (Hojea el expediente de Leopoldo.) ¿Lo amenazaste? ¡Lo chantajeaste!
Julia: No, lo soborné que no es lo mismo… tu amor, tu apasionado
amante se vendió por Plata, mirá tu Romeo...
Jazmín: ¡Mamá!
Julia: Hice lo que tenía que hacer, es lo mejor, tenía que cuidarte.
Jazmín: ¿Cuidarme? Me estás arruinando la vida.
Julia: No exageres, ahora me odiás, pero dentro de unos días te vas a dar
cuenta de que eso no era para vos, tenés que estar con chicos de tu edad
hacer la experiencia.
Jazmín: Me arruinaste la vida.

123
Mario Carneglia
Julia: No seas dramática.
Jazmín: ¡No tenés escrúpulos, no tenés límites!
Julia: Hija no me trates así, lo hice por vos.
Jazmín: ¿O por vos? ¿Para que no te quiten tu tesoro? ¿Para que no te
saquen tus cosas? ¿Soy una cosa más?
Julia: No te voy a permitir que me hables…
Jazmín: ¿Qué vas a hacer? ¿me vas a condenar? ¿me vas a meter presa?
Julia: Esto no es un juicio.
Jazmín: Sí es un juicio, siempre es un juicio, y no importa si tu cliente
es culpable o inocente, lo que importa es ganar, encontrar trampas, res-
quicios, lo que sea para ganar, para sacar ventajas, aprendiste muy bien
el oficio, lo usas todo el tiempo…esta vez te pasaste de la raya, mamá…
Julia: Pará hija, no te lo tomes así, trato de hacer lo que sé que te conviene.
Jazmín: Me voy a ir de tu lado.
Julia: ¿Qué decís?
Jazmín: Me voy, si no salgo de acá voy a terminar convirtiéndome en
tu sombra y yo aprendí algo hoy… yo no quiero parecerme a vos… no
quiero, en nada.
Julia: ¿Esa es tu forma de agradecer? Estoy tratando de protegerte.
Jazmín: ¿Sobornando personas? ¿Chantajeando?¿qué sigue? ¿torturar a
alguien? ¿matar gente?
Julia: Estás exagerando.
Jazmín: No tenés límites mamá, con la excusa de protegerme hiciste algo
terrible y vas a terminar haciendo algo más terrible que esto (Le muestra
el expediente.)
Julia: Ya vas a tener hijos, y vas a entender.
Jazmín: No, no voy a repetir la historia, me voy antes de aprender a tor-
turar a alguien con la excusa de proteger a los que quiero.
Julia: Hija, no podés irte…
Jazmín: ¿Le recuerdo el código civil abogada? Tengo 19 años…Puedo…
y lo voy a hacer… es en defensa propia (Sale, Julia se desploma en una silla.
Cambia un poco la luz, al otro lado entran Jazmín y Leopoldo con los abrigos.)
Leopoldo: Fuiste muy dura.
Jazmín: ¡Ah! ¿Yo? ¿Ahora te ponés de parte de ella?
Leopoldo: No me pongo de su parte, solo digo que hizo lo que creyó
mejor para vos.

124
De justos y jueces
Jazmín: O sea que para vos ¿el fin justifica los medios?
Leopoldo: no, pero ¿vos sabés cómo se sintió después de eso..?

Escena IX

Cambia la luz y entra música, sale Jazmín y Leopoldo se acerca a Julia. Leopoldo
saca dos guantes de su bolsillo y le entrega uno, se paran frente a frente, se miran,
Leopoldo le pega con el guante en la cara, luego ella le pega a Leopoldo, se repiten varios
golpes cada vez con más furia. Entra Jazmín con una bandeja de plata y dos trabucos,
se para entre los dos, ambos toman un arma se ponen espalda con espalda, caminan
algunos pasos, giran y disparan, Jazmín recibe ambos disparos, antes de que termine
de caer al piso Leopoldo la sostiene sin emoción, Julia se desploma en su silla, Leopoldo
le pone el cuerpo de Jazmín sobre la falda queda la imagen de la piedad, Leopoldo se
lleva las armas luego regresa y se lleva a Jazmín sobre el hombro como una carga sin
demostrar ninguna emoción. Julia queda sentada en la posición inicial.

Escena X

Julia: (Parece escuchar algo.) ¿Quién? Hágalo pasar. (Entra Leopoldo.) Que
sorpresa, tanto tiempo.
Leopoldo: ¿Cómo está?
Julia: Bueno, no es la mejor época de mi vida, pero no me quejo, no es
mi estilo.
Leopoldo: Y ¿Jazmín?
Julia: No lo sé... ¿vos sabes?
Leopoldo: No, no tiene que mentirme, no venía a buscarla a ella.
Julia: Es que no te miento, se fue a vivir a Uruguay, no me habla, se
defiende con uñas y dientes del monstruo de su madre, y sospecho que
tampoco tiene ganas de verte a vos, ¿me equivoco?
Leopoldo: ¿Pero ella, está bien?
Julia: Si, muy bien, gracias por preguntar, ¿querés café?
Leopoldo: ¿Cómo sabe que está bien si no hablan nunca?
Julia: No me subestimes Leopoldo, sé que está bien por lo que escribe en
su teléfono, ella está bien, con un muchacho de su edad… casi de su edad.
Leopoldo: ¿Ahora pincha teléfonos también?
Julia: Mi hija no está, podés irte.
Leopoldo: Perdón, no vine a pelear, vine a traerle esto (desenvuelve un
paquete y saca dinero y un sobre) Lo guarde todo este tiempo, nunca quise

125
Mario Carneglia
permitirme que esto se convirtiera en un soborno... prefiero pensar que
me chantajearon…y éstas son sus poesías, las escribió Ella.
Julia (Lo mira, pausa.) No consigo entenderte Leopoldo, tuviste todo este
tiempo esa plata guardada, o sea que fue importante para vos, fue real, no
una calentura, ¿por qué no peleaste? ¿Por qué te dejaste sacar algo que
era importante para vos?
Leopoldo: No lo sé, es lo que me están matando desde ese día, por eso
vengo a traerle las poesías de Jazmín, para no leerlas más.
Julia: ¿Hablaste con ella antes que se fuera?
Jazmín: (Entra como en un recuerdo de Leopoldo, cambia un poco la luz, habla
hacia el frente) Leopoldo, gracias… me hiciste sentir que había otro mundo
y te agradezco porque sé que ese mundo existe... pero vos no estás ahí, no
estás en él. Vos sos una mentira, hablas de pasión, de poesías, pero tu vida
no tiene ni pasión ni poesía... cuando me llamaste sentí que era el abismo,
me dolían en todo el cuerpo tus palabras. Pero cuando supe que no eras
verdadero... mi dolor, fue tristeza, lástima (Se apaga su luz.)
Leopoldo: No, no lo hablé, y ¿usted? (Julia se para mira de frente, luz sobre
Jazmín en su recuerdo.)
Jazmín: Mamá te dejo mi teléfono para que no me estés controlando los
pasos. Me das miedo, quiero estar muy lejos, para que nada de vos se vaya
quedando dentro mío, no quiero convertirme en esa máquina que destru-
ye todo lo que se le ponga delante, no quiero, así que tratá de no cruzarte
en mi camino... necesito protegerme... de vos... (Sale.)
Julia: (A Jazmín por sobre su hombro.) Te voy a estar esperando... (A Leopoldo
en otra actitud.) Ella está bien
Leopoldo: Pero lejos, la perdimos los dos.
Julia: Por tu culpa, vos empezaste esto, y después no lo defendiste, una
lástima, no tuviste huevos para defender lo que querías…
Leopoldo: Basta, no me acusé más, no necesito que me insulte, no se
da cuenta de que tengo la vida destruida, que estoy solo, que no hace
falta que usted me condene, porque hice lo peor que puede hacer un ser
humano, me condené yo, no se da cuenta que no tengo ni ánimo para mo-
verme, que le traje estas poesías que ella escribió porque quiero alejarla de
mi vida, porque es lo mejor que puedo hacer, no hago más que pensar en
ella, y en lo que me pasó, en lo que no pude hacer, no necesito que usted
me diga que soy una basura, porque me siento una basura, no defendí mi
amor se da cuenta? Su hija fue lo más hermoso que me pasó en la vida
y nunca me animé a decir que la amaba, y la perdí…los dos la perdimos.
Julia: Prefiero perder por jugarme, por hacer lo que creo, por tratar de

126
De justos y jueces
defender lo que amo… yo hice lo que tenía que hacer, hice lo que creí
que tenía que hacer y te cagaste, y resulta que el apasionado eras vos.
Leopoldo: Lo que usted tiene no es pasión, es odio.
Julia: La más fuerte de las pasiones, ¿vos te pensás que es fácil perder
una hija? ¿vos te pensas que fue fácil sin ella? ¿sin lo único que yo tenía,
sin mi único tesoro? Podría haber dado la vida si era necesario… pero
fueron un par de gritos y algunos billetes… y nada más… ¿entendés la
diferencia? ¿podes comprender el dolor que siento? Yo soy un dinosaurio,
sí, soy un monstruo, soy una porquería, soy la peor basura, pero la cuidé
como yo sentía que tenía que cuidarla, vos no!... …Vos hablas, hablas, ¿de
qué hablas? ¿de libros?¿ De poetas? La vida es otra cosa, mi hija está en
este mundo no en libros, es real. ¿A vos te parece que yo no tenía que
jugarme como me jugué? ¿Qué hubieses hecho por un hijo? Bueno no
sabes, no tenés hijos. No tuviste hijos ¿no? Deberías tener alguno, por
ahí me comprenderías un poco… no quiero agredirte Leopoldo, pero no
me busques, porque tengo todo el dolor atragantado, porque te hubiera
matado si era necesario, fueron sólo unos billetes y unas amenazas pero
te hubiese matado, te lo juro… los dos perdimos… los dos la perdimos…
yo por hija de puta, o por bestia quizás, pero vos por cagón, sigo eligiendo
este lado.
Leopoldo: Sí, pero no se esfuerce en acusarme, yo ya estoy condenado.
Julia: Los que pierden por cobardía merecen doble condena.
Leopoldo: (Renuncia a entenderse con ella.) Acá le dejo el dinero.
Julia: Llévate eso Leopoldo, que vos hiciste muy bien tu parte.
Leopoldo: No, acá lo dejo, y estas son sus poesías (Leopoldo va a salir.)
Julia: Estas poesías ¿las escribió ella?
Leopoldo: Sí.
Julia: Escribía poesía, estaba llena de amor.
Leopoldo: Hasta que aparecimos nosotros.
Julia: Váyase a su casa profesor, ya hicimos bastante daño.

Escena XI

Leopoldo va a dar una primera clase.


Leopoldo: Buen día, soy Leopoldo, pueden reírse, está claro que mi
nombre está un poco pasado de moda, “el viejo de literatura” como me van
a decir entre ustedes. O sea soy el encargado de la difícil tarea de hacerles
amar la poesía. Les leo una que me gusta. Empieza a leer, cambia la luz, entra

127
Mario Carneglia
música, entra Jazmín envuelta en gasas, y se enfrenta a él, deja caer las gasas a la
altura de sus caderas, Leopoldo lee el poema
.
Leopoldo: Sus pechos jóvenes brillaban bajo la luna
Pero él hecho el guijarro helado
La fría piedra de los miedos
Sobre el reflejo de su belleza

Jazmín se acerca a él, lo roza y sale.

Leopoldo: Sobre el reflejo de tu belleza


Que bailaba desnuda sobre el río
En el esplendor del verano

(Rompiendo el clima, a los alumnos) Bien,¿no? Fue escrita para una musa muy
joven, casi como ustedes….me trabé un poquito, porque esta poesía me
conmueve mucho, así que la leo de nuevo, ¿qué les parece? es así:
Jazmín aparece tras la transparencia, desnuda, levanta los brazos y empieza a girar
en una lenta danza

“Sus pechos jóvenes brillaban bajo la luna


Pero él echó el guijarro helado
La fría piedra de los miedos
Sobre el reflejo de su belleza
Que bailaba desnuda sobre el río
En el esplendor del verano”
Escena XII

Jazmín: (Entra con su abrigo y el de Leopoldo, le ayuda a ponérselo.) ¿Estás bien?


Leopoldo: Sí, solo recordaba… fue… intenso.
Jazmín: Sí, yo tenía 19 años, ¿qué se podía esperar?
Leopoldo: Un poco doloroso.
Jazmín: El final…hay que enfocarse en los buenos momentos, yo por lo
menos aprendí mucho de esos días (Lo mira.) perdón, fue un comentario
egoísta.

128
Leopoldo: No, está bien… yo también aprendí cosas.(Pausa.) o por lo
menos sentí cosas importantes para mi…¿Estás en pareja?
Jazmín: Sí, con el padre de mi hija… es uruguayo.
Leopoldo: Todo bien.
Jazmín: Muy bien, es… un amor. Nos ama con locura.
Leopoldo: ¿Cuántos años tiene?
Jazmín: (Lo mira, sonríe, pausa.) 39 (Pausa, ríen los dos.) Parece que no apren-
dí tanto.
Leopoldo: No aprendiste nada.
Jazmín: Quizás sea una suerte.
Leopoldo: ¿Cuándo volvés?
Jazmín: Mañana.
Leopoldo: Y ¿a la Argentina?
Jazmín: No sé
Leopoldo: Bueno, creo que hoy voy a tener insomnio, va a ser mejor que
me vaya caminando, así gasto energías. (Pausa. Entra la música, suave.) Me
encantó verte.
Jazmín: A mí también.
Leopoldo: Chau.
Jazmín: Chau (Se besan en la mejilla, Leopoldo sale. Ella lo ve alejarse, piensa y
sonríe, nostálgica, se toca la mejilla.)

Apagón

FIN

129
Mario Carneglia

130
LA LECCIÓN DE AFRODITA

(El amor es cosa de dioses)

131
Mario Carneglia

132
La lección de Afrodita

Ficha técnica.
Esta obra se estrenó en Mar del Plata el 3 de enero de 2015 en el centro
cultural “La maga” con el siguiente elenco:
Vladimir… Oscar Miño
René… Natalia Elías
Vestuario… Federico Farías
Fotografía… Sofía Cedrón
Diseño Grafico… Nadia Adriel
Asistencia de dirección… Zulema Pereira
Dirección…. Mario Carneglia
Duracion: 70 minutos
Recibió dos nominaciones al Premio Estrella de Mar 2015 y ganó la selección para
representar a Mar del Plata en el Festival Regional 2015

Ambiente totalmente blanco, una camilla en el centro con cubos blancos a los costados.
A un lado, una escalera se pierde en las alturas del lateral, delante de la escalera, una
mesita blanca y un cubo como asiento. Sobre ella un enorme libraco con una pluma en
un tintero y un teléfono antiguo. Del cielo y sobre la escalera se asoma un tubo grueso
por el que se comunican con “los de arriba” sobre la camilla una luz de pantalla
ilumina la escena. Del otro lado un mueble o gran cajón blanco del que se extraen los
elementos necesarios durante la obra. Sobre la camilla alguien duerme tapado por una
sábana blanca. Entra Vladimir con una gran caja, vestido como un dios de la mitolo-
gía griega y una corona de laureles. Entra protestando en algo que suena ruso o polaco
y con una carta en la mano. Echa un vistazo al cuerpo, luego se dirige al teléfono.
Nota: escribo los diálogos de Vladimir sin deformaciones, de manera que pueda enten-
derse claramente la idea. Entre el actor y el director pueden crear libremente el acento
y la forma de hablar del personaje, que equivoca el género de algunos artículos, los
tiempos verbales y el sentido de algunas palabras.

Escena I
¡Es mujer!
Vladimir: (Habla en ruso, escucha, luego habla en español con acento y algunas frases
mal armadas.) ¿Español? Castellano, claro, tan fácil, ¿por qué no se toman
el trabajo ustedes de aprender mi lengua? Mire, yo llamo porque me llego
otro… (Señala a la persona que duerme) Si, ¿qué creen que soy yo? ¿Todos

133
Mario Carneglia
los trabajos son para mí?¿Qué soy yo? Ustedes ahí arriba tan tranquilos
y yo acá siempre… No no no, no señor, eso no corresponde, tengo aquí
mucho tiempo yo exijo… ¿Qué? ¿Qué aprender? ¿Qué aprender? Siempre
el mismo cuento ustedes... ¿qué?... ¿está dónde?... ¿aquí arriba mío?... (Se
asusta, pausa.) Está bien, bueno, está bien pero, última vez que…. no lo
digo más, háblele de mí, por favor, claro. (Corta, va a la camilla) A ver usted,
don... (Revisa el sobre.) René Miranda…de Argentina... otra vez español...
lindo Argentina, buenas mujeres, buena carne… ¿me oye René? Amigo,
yo sé que usted me está oyendo, no se haga, acá todos quieren dormir un
ratito más «diez minutos más»... pero yo estoy apurado, ¿viste señor? Estoy
viendo Bayer Munich contra el Arsenal, por televisión satelital se ve una
maravilla, así que no me haga perder tiempo, soy Vladimir Danschenko,
pero si no le sale puede decir Pepe, en puerto de Argentina todos decían
Pepe porque no salía mi nombre, me gustaba Pepe… lindo (Lee.) René,
¿está escuchando? vamos, a levantarse (La destapa, es una mujer joven, él se
asusta, lee, no entiende, a la escalera.) ¡Es una mujer! No, se equivocaron,
hay un error, yo no puedo con mujer, yo no puedo… ¿es broma no?
seguro, já já, ya me reí, nos reímos todos, ahora que la vengan a buscar
antes que despierte. Es broma, seguro, es broma del polaco ese… je je je.
Un chistoso ese polaco… quiero que la lleven, ya está broma, antes que
despierte. (Ella se despierta y lo mira) No pueden hacer esto… porque saben
que yo con mujeres tengo problema de...no hagan chistes, por favor… no.
yo no puedo este caso… no señor, no puedo tomar, (La ve despierta.) error,
despertó, tienen que hacer algo…(Va a la mesa y lee.) René Miranda…
¿Argentina el país o ella?...
René: (Lo mira y se ríe) Hola, ¡mi Dios! Ja ja ja. Acá se despertó tu
diablita… estás muy lindo! Re bien, uuuyy que dolor de cabeza, esto debe
haber estado bueno… jajajja no me acuerdo de nada… (Se trata de levantar,
divertida) ¿nos filmamos?
Vladimir: Mire, no se levante, que le hace mal de golpe.
René: Vení, cuidame papi, jajaja… ¿dónde estoy? Esto es… no me
acuerdo de vos…jajaja, ¿la pasamos bien? Si te dije que te amaba… (Seria.)
¡te juro que anoche te amaba!
Vladimir: ¿Qué?
René: Qué pena, no me acuerdo de nada… ¿querés refrescarme la
memoria, Zeus… o Nerón, quien sos? Jajaja (Se le va encima)
Vladimir: Está en un error…
René: ¿Quedó algo para tomar? Ay, no tendría que tomar, ja ja, siempre
digo lo mismo, jaja. ¡Uhhh, que resaca…!

134
La lección de Afrodita
Vladimir: No, no se levante..
René: Vení Dios, castígame por mis pecados, haceme chas chas en la cola
(Lo abraza y besuquea) yo soy tu diablita….
Vladimir: ¡Deténgase por favor, yo no tengo nada que ver con usted!
(Pausa, ella lo mira.)
René: ¿No estuvimos juntos?
Vladimir: ¡No, claro que no!
René: ¿No hicimos nada? (Él niega. ella de pronto se asusta y se cubre pudorosa
con la manta, se angustia.) ¿Y que estoy haciendo acá? (Cambia, se enfurece,
acusa) ¡Violador! ¡Me drogaron! (Cambia, cree comprender y se asusta.) ¡Me
secuestraron! (Cambia suplica.) Yo no tengo nada de valor, lo juro, mis
cosas son todas imitación, se lo juro.
Vladimir: ¡No señorita, nadie le va a hacer mal!
René: ¿Y dónde estoy, que está pasando?
Vladimir: ¿Dónde cree que está?
René: (Mira a su alrededor.) Ah, una clínica, un sanatorio. (Se ríe.) ¡Otra vez
(Se tranquiliza y se ríe de ella.) Perdóneme, perdóneme, es la confusión de la
resaca, que tarada, me habrán traído dormida, bien… tráigame un vaso de
agua y un paracetamol. Que se me parte la cabeza.
Vladimir: Mire señorita acá hay uno error. ¿Usted quién es?
René: (Lo mira sorprendida, irónica.) Ah, no te puedo creer, ¿no sabe quién
soy? ¿Y que pensaba hacer, me preguntaba a mi cuando estoy anestesiada
que prefiero que haga? ¿Si me sacan la vesícula, el apéndice o me pone
siliconas en las tetas?
Vladimir: ¿Usted es René Miranda de Argentina? (Revisando el papel que
sacó del sobre.)
René: ¡Claro que son René Miranda de Argentina! ¿De dónde voy a ser?
¿O se cree que van a llegar de otros países a una clínica como ésta, en la
que no tienen ni el mínimo cuidado de identificar correctamente a los
pacientes?... (Se angustia) Por Dios…
Vladimir: Es error. (Se fastidia)
René: Es un error que usted siga ahí sin hacer nada.
Vladimir: Es que yo no puedo ayudarla.
René: (Se toma la cabeza.) Me siento mal… (Grita enojada) ¡Llame a un mé-
dico!
Vladimir: No necesita médico (Fastidiado.)
René: ¿Usted es médico?

135
Mario Carneglia
Vladimir: No, soy arquero del Bayer Munich.
René: No te puedo creer, gracioso también. escúcheme un poquito señor
antes que me agarre un ataque, usted va a salir por esa puerta y me va a
traer lo que le pido, o va a traer a alguien que hable bien el castellano para
que yo explique quién soy y que me atiendan como me merezco, ¿me
entendió?
Vladimir: Usted no entiende...
René: Y no me interesa entenderlo a usted (Él lee y no la mira.) ¡Contacto
visual por favor! (La mira.) Muchas gracias. Quiero que llame a un médico,
me siento muy mal, me duele todo el cuerpo. (Se para sobre la camilla, grita.)
¡Quiero que venga aquí un médico como la gente, el director, esto es un
atropello!
Vladimir: Hubiera preferido que hablara japonés (Va a la escalera.)
René: Exijo que se respeten los derechos.
Vladimir: ¿Cómo puede ser feliz hablando tanto? (Habla hacia arriba.) ¿Ya
está, ya divirtieron? A ver si ayudan…

Escena II
Vertigo
René: (Va hacia la escalera) ¡Eh, arriba!! ¿Que está pasando acá? ¿Por qué
no me atienden? Una se puede morir acá...
Vladimir: (Se preocupa por los de arriba.) No, por favor no haga eso...
René: (Subiendo la escalera.) Exijo ser atendida según lo que especifica mi
Prepaga. No se están cumpliendo las condiciones…
Vladimir: (Grita) ¡Basta! (Bajito) Está haciendo un escándalo, y arriba
están los jefes…
René: (A él, enumerando lento) Exijo que en mi habitación haya un médico
en forma permanente, flores, (Aclara) jazmines, agua mineral y bombones
light como estaba especificado bien claro en el contrato… este lugar
parece… (Se sorprende de ver el lugar tan raro.) una mierda (Camina por sobre la
camilla y se sube a las escaleras.)
Vladimir: ¿Usted nunca toma los caminos normales?
René: (Angustiada) Necesito un médico por favor… ¡calmantes! ¡me voy
a morir…!
Vladimir: No va a poder… usted no puede morirse…
René: (De pronto algo cambia en la luz, ella ve que está en la escalera, pánico.) Ay
por dios… estoy… me voy a caer, ayúdeme, tengo vértigo (Se aferra a la

136
La lección de Afrodita
escalera) ¡Ayúdeme por favor, me voy a caer!
Vladimir: Bájese de ahí por favor.
René: No puedo bajarme.
Vladimir: Si puede… bájese.
René: Me voy a caer.
Vladimir: No se va a caer, por favor tranquilícese.
René: Ay por Dios, me va a dar un ataque al corazón, me va a dar un
paro cardíaco.
Vladimir: No hay forma de que usted tenga un ataque cardíaco.
René: Ayúdeme por favor, le pido perdón, por favor tengo mucho miedo,
le pido perdón…
Vladimir: ¿Dijo “le pido perdón”?
René: Por favor, me tiene que ayudar.
Vladimir: ¿Quiere que la ayude?
René: Por favor, no sea así.
Vladimir: ¿Va a hacer todo lo que yo le diga?
René: Sí, sí, lo prometo. Pero ayúdeme.
Vladimir: (Se le ocurre algo, con maldad.) Ladre como un perro.
René: ¿Qué? ¡Usted está loco! (Él amenaza con irse.) guau… guau, guau…
Vladimir: Un poco más perro grande, a Vladimir gusta perro grande.
René: (Ladridos graves) Por favor, usted no puede aprovecharse de la chica
asustada…
Vladimir: Ahora nos vamos entendiendo (Gozando del poder, va hasta del
libraco y toma la pluma) ¿Dónde cree que está?
René: Me voy a caer.
Vladimir: Esa es respuesta a otra pregunta que viene más adelante, la que
dice… ¿qué cree que va a pasar ahora? Pero ahora es esta… ¿dónde cree
que está?
René: ¿Cómo puede ser tan sádico, no ve que tengo vértigo?
Vladimir: (Hace el ruido de una chicharra de error.) Segunda respuesta inco-
rrecta, queda una chance.
René: Arriba de una escalera.
Vladimir: Ah, graciosa... (Cierra el libro y amenaza con irse.)
René: ¡No, no! Espere... en... ¿una sala de audiencias?
Vladimir: Bien, más o menos, nos vamos entendiendo. (Anota) Mire para

137
Mario Carneglia
todos lados, ¿le parece una sala de audiencias normal?
René: Por favor, usted es un caballero…. usted tiene que ayudar a la chica
en apuros.
Vladimir: (Hace ruido de chicharra de error.) Error, yo no soy un caballero,
nunca fui un caballero, antes fuí marinero, trabajaba en un barco pesque-
ro… nada más lejos que un caballero, já já, versito…
René: ¿Y qué hace vestido así?
Vladimir: (Con ironía) Es que acá son muy conservadores, aman los sím-
bolos, los uniformes, los bautismos…
René: ¿Qué?
Vladimir: No tiene importancia... dígame... (Abre el libro.) ¿Número de
legajo?
René: ¿Qué?
Vladimir: ¿No se acuerda del número de legajo que le dieron en el pasaje?
René: ¿Qué pasaje?
Vladimir: Siempre lo mismo, (Hacia arriba.) ni se preocupan de explicar
que es importante… (Se pone misterioso.) Dígame los tres números que le
vengan a la mente.
René: 1 2 3
Vladimir: (Fastidioso.) ¿No quiere hacer un poco de esfuerzo intelectual?
René: Eh.. 4 7 5…
Vladimir: 475…(Mira en el libro.) René Miranda…(Feliz) Nunca falla…
¡muy bien!...orden número 2329/ 21… muy bien. ¿Está cómoda ahí? le
sigo preguntando… ¡qué oye?
René: Nada.
Vladimir: ¿Qué huele? (Anota.)
René: Nada, a... aire.
Vladimir: A aire... ¿qué más?
René: Aire y madera… (Se enoja.) no sé a dónde quieres llegar, yo sólo le
pido que llame un médico, un enfermero, al…
Vladimir: ¿Usted ve a algún médico?
René: Alguien, cualquiera, que venga, me revise, me dé una pastilla, me
tome el pulso.
Vladimir: Nadie le puede tomar el pulso.
René: ¿Qué?
Vladimir: Pruebe (Pausa, ella se lo busca, no lo encuentra.) ¿ve? No se puede

138
La lección de Afrodita
tomar el pulso.
René: ¿Qué quiere decir?
Vladimir: No le puedo decir, es así mi trabajo... (Ella baja la escalera sin
darse cuenta, la luz vuelve a la normalidad.)
René: ¿Qué quiere decir, qué está pasando?
Vladimir: ¿A usted qué le parece que está pasando?
René: ¿Por qué no siento nada, por qué estoy acá?
Vladimir: ¿A usted donde le parece que esta?
René: ¡Deje de hacer eso que parece mi psicóloga!

Escena III
¡Está muerta!
Vladimir: Gracias ¿no?
René: ¿Qué?
Vladimir: Digo que podría agradecerme... bajó de la escalera.
René: (Ella lo descubre, fastidiada.) Si, bajé de la escalera, ¿y?
Vladimir: Bajó de la escalera sola, por algo se empieza...
René: (Explota.) ¡Usted es un idiota, me hizo asustar, me habla raro, todo
para hacerme bajar de la escalera… en vez de hacer toda esa pantomima,
usted debería ir a ayudarme! ¿Qué clase de ser humano dejaría a la chica
en la escalera?
Vladimir: (Chicharra de error..) Tampoco ser humano.
René: Ya lo creo, parece que tanto marinero, tanto marinero se le perdió
la sensibilidad a usted, no siente nada, está frío como sus pescados.
Vladimir: Puede ser, acá hace mucho frío.
René: ¿Qué?
Vladimir: Tóquese (Ella lo mira con desconfianza.) el brazo, ¡pensada mal!
(Ella se toca la piel del brazo y se preocupa) ¿Qué es lo último que recuerda?
René: ¿De qué?
Vladimir: ¿Que es lo último que recuerda antes de aparecer acá? (Toma
algo del mueble y lo esconde en su mano.)
René: ¿Antes de despertarme acá?
Vladimir: Digámoslo así.
René: La última noche…(Él le sopla en la cara un polvo que tenía en la mano,
la luz cambia) Me acordé... (Se transporta) Fuimos al teatro, maravilloso, el

139
Mario Carneglia
Fantasma de la Ópera vimos, Avant premier. Pasamos por la alfombra y
me sentía… te juro… todo brillaba. No podía dejar de sacarme fotos…
Mis amigas van a explotar de envidia cuando vean las fotos en Face-
book. Después nos fuimos en el auto de Martín, tiene un Audi, ay dios,
que auto... tan… sofisticado. Tapizado de cuero, puedo estar subiendo y
bajando la ventanilla desde q me subo hasta que me bajo, hace un ruido
como de última tecnología, así como un “zzzzz” Y la temperatura es per-
fecta, bien de Audi. Me puse un vestido rojo, corto ¡con un escote hasta
acá! Me encargué que salga en todas las fotos. Llegamos a un restaurante
de mundo, era un evento con un chef japonés que se dedicaba a hacer
platos exóticos del Medioevo. Y tanta suerte que hacía unos meses tome
un curso de japonés, no tenía ni idea de lo que significaba nada de la carta,
pero sí de la pronunciación, así que le pedí chizuko. Y cerré la carta. Mar-
tín quedo boquiabierto… (Él hace un gesto y la luz se normaliza)
Vladimir: ¿Y estaba rico el plato?
René: ¿Qué plato, el chizuko?
Vladimir: Sí, ese.
René: No, la verdad que no me gustó, pero quedé tan sofisticada.
Vladimir: ¿Es alérgica usted?
René: ¿Alérgica? Si, al repollo. Al polvo en primavera… al pescado…
Vladimir: Pescado… ¿y que le pasa cuando come pescado?
René: (Muy enojada) ¡Me hincho como un sapo, se me inflama la garganta
y no puedo respirar! ¿A qué viene tanta pregunta?
Vladimir: Estoy trabajando para usted.
René: ¿Si, que sos, vialidad? ¿Por qué no me dice directamente lo que
me quiere decir en vez de andar insinuando cosas? (Sigue hablando sobre él.
Regular volúmenes para controlar lo que se escucha.)
Vladimir: Es que no puedo, no me dejan decirle directamente a los…
pasajeros.
René: No me gusta nada porque usted no puede jugar con la sensibilidad
de las personas, aprovecharse porque una está tan frágil, sin saber nada y
lo único que quiere es un poco de contención, de...
Vladimir: Trato de ayudarla para que encuentre su camino
René: Comprensión de parte del cuerpo médico que la atiende a una, ya
que se pagó una fortuna en salud, lo menos que una pretende es que la
atiendan como una merece, (Lo va empujando y pegándole en el pecho.) Así que
no le voy a permitir que me ande con vueltas y esos aires de grandeza, con
ese disfraz de Sócrates, ¿quién se cree que es? Le exijo que me diga qué

140
La lección de Afrodita
está pasando porque si no voy a tener que llamar a mi padre para que...
Vladimir: (Bajito) Muerta.
René: ¿Qué? (Siente el golpe.)
Vladimir: Está muerta (Pausa, ella paralizada, él suave.) Se murió, se murió
por comer pescado…. por tratar de impresionar a un hombre sofistica-
do… comió un plato de comida sofisticada que contiene pescado… se
le inflamaron las vías respiratorias se quedó sin aire y se murió… per-
dóneme, yo no tengo que decírselo así pero no me deja más alternativa...
(Ella llora y se sube la escalera… no quiere bajar.) Bájese de ahí, bájese de ahí
por favor.

Escena IV
Las moscas
René: (Llorando.) ¡Usted es un animal como me va a decir así que estoy
muerta, no tiene tacto! No tiene sensibilidad, tiene que ser más cuidadoso
con la chica angustiada…
Vladimir: Bájese de ahí que se puede caer.
René: No puedo (Llorando)
Vladimir: Otra vez… venga… venga (Ella lo abraza desde la escalera.) no
tenga miedo (Ella salta sobre él, queda abrazada con brazos y piernas, él no sabe
cómo hacer para no tocarla, logra acomodarla sobre la camilla y de a poco y con
dificultad logra soltarla.) No se haga problema, ya se va a acostumbrar a la
idea, no es tan malo morir, todo el mundo se muere, le pasa a todo el
mundo, no se está tan mal… no hace frío, no hace calor …no tenemos
hambre ni sed y por suerte ahora tenemos tv satelital, tiene como 300
canales….fútbol…música… se pasa...
René: (Impactada, tratando de entender.) Me morí por comer pescado.
Vladimir: Sí… ¿una lástima no?
René: Para impresionarlo…
Vladimir: Sí… una lástima….
René: Una muerte inútil
Vladimir: Si, una lástim... (Pausa. Largo silencio, luego ella comienza a escuchar
algo.)
René: ¿Usted me habló?
Vladimir: ¿Cómo? No, yo no…
René: ¿Seguro? Yo escucho algo.
Vladimir: ¿Algo como qué?

141
Mario Carneglia
René: Como voces.
Vladimir: ¿Voces? ¿Dónde?
René: Como acá, no acá, por todos lados.
Vladimir: Yo no escucho nada.
René: (De pronto lo mira.) ¡No me insulte! (Le apunta con el dedo, él trastabilla.)
Vladimir: No haga eso…
René: ¿Qué cosa?
Vladimir: No me apunte…
René: (Ella se sorprende, prueba de nuevo, el efecto se repite, ella se asusta y baja el
dedo, él se recompone) ¿Qué le pasa?
Vladimir: Nada, un tic.
René: (Prueba de nuevo, él cae al suelo) ¡No diga esas cosas entonces!
Vladimir: ¿Qué? Si yo no dije nada.
René: (Baja el dedo) ¿Quién más está acá? ¡No se haga el vivo!
Vladimir: (Con intensión) Nada más lejos… (Pausa, ella se sacude.) ¿Qué escuchó?
René: Un insulto irreproducible en la boca de la chica educada.
Vladimir: ¿No será su conciencia?
René: No se haga el vivo.
Vladimir: ¿Otra vez? (Pausa) Dígame, ¿en qué fecha usted…?
René: ¿Yo que?
Vladimir: Usted… fue a cenar con su amigo.
René: No era mi amigo.
Vladimir: Con su “candidato sofisticado”.
René: Ayer…me parece.
Vladimir: ¡Ayer! No me haga reír…. Usted subestima la burocracia de
este lugar.
René: ¿Qué quiere decir?
Vladimir: Nadie llega desde allá hasta acá en un día. Estos tienen sus
tiempos. ¿Recuerda la fecha?
René: Era… 4 de febrero.
Vladimir: ¿De qué año?
René: No me asuste…
Vladimir: ¿Por qué?
René: ¿En qué año estamos?

142
La lección de Afrodita
Vladimir: ¿De qué calendario?
René: ¡Deje de responderme con preguntas! ¿Cuánto hace que me morí?
Vladimir: Espere, ahorrémonos un mal momento (Se fija en el legajo.) Uh,
con razón.
René: ¿Qué?
Vladimir: Ya sé lo que es.
René: ¿Qué es qué?
Vladimir: Lo de las voces.
René: ¿Qué pasa con las voces?
Vladimir: ¿Usted las escucha agudas o graves?
René: No sé…espere (Escucha) Ahora hay silencio.
Vladimir: ¿Eran como en un eco, así como muchas a la vez?
René: Si.
Vladimir: Le va a dar un poco de impresión.
René: No me asuste, dígame de una vez, odio esa manía de dar vueltas
para decir las cosas, ¿Quiénes son los que me hablan? ¿Mis ancestros?
¿Las personas amadas? Yo no vi ningún túnel de luz ni me vino a recibir
nadie, ¿¡quién me está hablando desde el más allá!?
Vladimir: Moscas.
René: ¿Qué?
Vladimir: Moscas, le va a dar un poco de asco, yo le avisé.
René: ¿Cómo moscas?
Vladimir: Las moscas son inherentes a la muerte, hay una etapa en que
existe una gran interacción entre ellas y nosotros… lo que queda de no-
sotros, digamos… y empezamos a entendernos.
René: ¡Ajjjj, que asco! ¡Sáqueme! ¡Sáqueme estas moscas de encima! Se
lo pido por favor.
Vladimir: No se haga problema, ya se van a ir.
René: ¿Cuándo?
Vladimir: Cuando terminen su… trabajo.
René: (Llora desconsoladamente, él le da un pañuelo de la caja, cuando se recupera
habla, entre desolada y furiosa.) Yo era una mujer exitosa, yo estaba en el
mejor momento de mi vida, tenía grandes proyectos, todos me admiraban
y querían estar conmigo, y ahora… ¡Podrida y comida por las moscas!!
(Llora.) ¡Esto no es justo, no me puede haber pasado esto a mí, por comer
pescado!!

143
Mario Carneglia
Vladimir: Para impresionar.
René: Para impresionarlo a Martín, el chico del Audi (Se acuerda y llo-
ra.) con esas camisas Lacoste y esos zapatos…puf… y el celular era una
cosa…(Explica con gestos el tamaño del celular mientras llora.) y en vez de estar
con él ahora, hecha una diosa, con mi vestido con el escote hasta acá y
los tacos así…estoy con un montón de moscas que me hablan. (Escucha,
furiosa) ¡Ojalá alguna sea alérgica al pescado así se muere retorcida como
un gusano!
Vladimir: (Suave.) SON gusanos.
René: (Llora más.) Usted es un insensible…¡haga algo, por favor! (Él se
levanta y va hasta el mueble, saca una vieja máquina de flit y la fumiga, ella tose..)
Vladimir: ¿Se escucha menos?
René: (Escucha) Sí, gracias.
Vladimir: Tome, cámbiese la ropa, (Le da un vestido de la caja) con esto se
va a sentir mejor.
René: ¿Esto?...¿como llegó esto acá?
Vladimir: Vino con usted, seguro era importante en su vida.
René: Es un vestido mío, sí, pero…..ah, si ya me acuerdo… era el vestido
que tenía puesto…
Vladimir:¿Cuándo?
René: En el coctel, el día que conocí a Martín.
Vladimir: El chico sofisticado…
René: Si, fue un día antes de…. la cena fatídica.
Vladimir: Está cambiando las frases de novela rosa por el cine negro.
Póngaselo, que eso apesta y lo habrán mandado con usted por alguna ra-
zón, yo voy a buscar algo mientras (Sale, ella se cambia, encuentra zapatos en la
caja y se los pone, también un par de aros, se entusiasma. De pronto entra Vladimir,
vestido de Martín con dos enormes copas, cambia la luz y se escucha una música suave,
ellos se miran seduciéndose, él se acerca.)

Escena V
El encuentro
Vladimir: (Sin acento, es muy pedante y egocéntrico.) Te estaba mirando y me
dije…¡qué chica tan extraordinariamente sofisticada en este lugar tan
hermoso! Merece una copita de champagne.
René: ¿Yo te parezco extraordinariamente sofisticada? Es cierto, siempre
me lo dicen (Toma la copa.) yo soy muy linda…

144
La lección de Afrodita
Vladimir: Yo también, trato de cuidarme, yo voy al gimnasio todos los
días, y siempre estoy bien vestido por si una mujer deslumbrante se cruza
en mi camino (Choca su copa.)
René: Si, yo soy una mujer deslumbrante.
Vladimir: Y me pasa siempre, yo, a cada rato, imagínate, yo, con este
look, me ven así, sofisticado… irresistible… ¿no te parece?
René: Ay si, a mí también me pasa lo mismo, yo, viste, lo que pasa es que
yo soy aparte de lo estético, viste, soy prefecta para la conversación, para
divertirme.
Vladimir: Ah, yo para divertirme también.
René: Yo puedo mantener la energía de una fiesta yo sola si quiero.
Vladimir: Yo también, mis amigos siempre me invitan a todos estos cócteles.
René: Ahora no, no me estoy esforzando porque no es mi fiesta, esto es
otra cosa, pero cuando salgo con ganas de divertirme…pum… una fiera
dicen mis amigas.
Vladimir: Yo también, mis amigos siempre me invitan, inauguraciones,
eventos, para que yo levante el lugar, viste. Si en algún momento la fiesta
se cae.
René: Yo puedo mantener la energía de una fiesta yo sola si quiero.
Vladimir: Ellos saben que con una mirada, yo, los leo, entiendo lo que
necesitan, porque soy muy perceptivo, y enseguida yo te armo algo para
que explote.
René: Yo fui a un evento de mi empresa, porque yo tengo una empresa,
viste, Miranda cosméticos…¿la tenés?
Vladimir: ¿Miranda cosméticos?... puede ser, (No la conoce.) yo también
tengo una empresa.
René: Es la empresa de cosméticos más grande de Olivos, es de mi padre
en realidad, pero yo manejo todo, yo soy el motor de la empresa, porque
yo tengo una energía que…puf, y mi papá siempre me dice, si no fuera
por vos nena…
Vladimir: Mirá, (Despectivo.) trabajás en la empresa de tu padre…
René: Familiar, es mía también, yo soy René Miranda (Espera que reconozca
el nombre pero no sucede.)
Vladimir: Familiar… (Le da la mano, grandilocuente) yo soy Martín Tolca-
chir…
René: (Embelesada.) René Miranda, yo soy empresaria.
Vladimir: Igual que yo.

145
Mario Carneglia
René: ¿Vos trabajas en una empresa?
Vladimir: No, yo no trabajo, yo ordeno, yo soy el dueño de “Incorpore-
tiumunited”.
René: Ah, ¿y a que te dedicás?
Vladimir: Yo soy importador.
René: ¿De qué?
Vladimir: De autos de colección… ¿ves ese Audi? (Ella lo ve y se retuerce)
¿Te gusta?
René: ¿Esos autos vendés?
Vladimir: Ese no está en venta… ese es el mío (Ella hace un gemido, casi se
diría que tiene un pequeño orgasmo.) ¿Querés ir a dar una vuelta?
René: (Se retuerce de deseo, pero repentinamente se pone digna y distante) No, si
querés me das tu nombre y yo te agrego al face, (Con esfuerzo se contiene de
aceptar.) vamos viendo, yo tengo muchas cosas y poco tiempo así que nos
hablamos y podemos hacer algo, con tiempo…
Vladimir: Ok, acá tenés mi tarjeta…yo
René: No, dejá, soy media colgada, las pierdo, esperá que yo te agendo
(Saca un celular común) decime…
Vladimir: (Saca un tremendo celular con gesto grandilocuente) Ahí te lo paso yo
por bluetooth, (Ella queda boquiabierta) ahí va.
René: Bueno, ya te tengo… quiero decir, agendado…Martín…esperá
que te saco una foto asi te pongo yo, (Se abraza a él, y saca una foto, el contacto
los conmueve pero disimulan) otra para subir al face… de esta fiesta… (Otra
foto, más juntos, ella se estremece.)
Vladimir: Dale, ya que estamos, yo también (Saca una foto con ella.) para
Instagram y Twitter…
René: Si un día querés hacer algo me avisas, con tiempo, que yo estoy
muy ocupada.
Vladimir: Mañana yo estoy invitado a la avant premier del Fantasma de
la Ópera.
René: ¿En el Rex?
Vladimir: Sí.
René: ¿Con la alfombra roja?
Vladimir: Sí (Él hace una larga pausa que desespera a René, que se retuerce.)
¿Querés ir?
René: (Al instante y en un grito.) ¡Acepto!

146
La lección de Afrodita
Vladimir: (Sonido de error, cambia la luz, se corta la música, él se saca el saco, está
en camiseta musculosa)
Escena v
Hay que arreglar
Vladimir: Así que así empezó todo.
René: ¿Yo qué hice? No hice nada malo.
Vladimir: No, pero parece que para estar a la altura fue capaz de todo.
René: No me critique, yo solo quería divertirme… usted también tendrá
lo suyo.
Vladimir: Estamos acá para hablar de usted, no de mí. (Se empieza a
cambiar de ropa.)
René: ¿Usted de qué murió?
Vladimir: Ya le dije que no estamos acá para hablar de mí.
René: Ah, no lo quiere decir, seguro que también murió de una forma
ridícula.
Vladimir: No sea ridícula, no es la forma de morir lo que importa.
René: ¿Ah no? Y por qué no me lo quiere decir.
Vladimir: Porque es privado.
René: Si fuera una muerte heroica lo diría.
Vladimir: ¿Ah sí? ¿Usted cree que hay formas buenas y malas de morirse?
Siempre es morirse.
René: No va a comparar. No es lo mismo morirse de una muerte heroica
que una ridícula.
Vladimir: ¿Y que sería una muerte heroica para usted?
René: (Enumera con los dedos.) Muerte heroica: salvando a un niño en un
incendio, empujando a una embarazada del camino del auto, poniéndose
delante de las balas. Muerte natural: enfermedades vejez, desamor.
Muertes ridículas: atragantarse con el pollo, maceta en la cabeza…
Vladimir: Intoxicada con pescado.
René: Suicidio… (Pausa, ella cree descubrir una reacción en él) ¡Usted se suicidó!
Vladimir: No sea ridícula.
René: Se suicidó, ¡lo descubrí!
Vladimir: ¡No!... ¡me asesinaron! (Larga pausa.) Pero fue mi culpa, así que
es lo mismo…
René: Perdone, no quise lastimarlo.

147
Mario Carneglia
Vladimir: No importa, ya pasó mucho tiempo, y ahora estamos acá por
usted.
René: ¿Cómo lo sabe?
Vladimir: Estoy acá desde hace rato, tengo experiencia
René: ¿Y ahora?
Vladimir: ¿Ahora qué?
René: Dígame qué tengo que hacer ya que es el de la experiencia.
Vladimir: No se sabe, tenemos que arreglar cosas, siempre es así, a veces
es poco, otras es mucho… varía.
René: ¿Arreglar qué?
Vladimir: Y… nunca se sabe, cosas…antes de subir la escalera hay que…
René: Arreglar…
Vladimir: Y para eso estoy yo acá.
René: (Pensativa) Para arreglar...(Cambia) ¡Ahora entiendo! (Pausa, lo mira y
se retuerce, algo le molesta) ¡Ya entendí!
Vladimir: ¡Qué entendió? Eso puede ayudar a hacer esto mucho más
rápido, dígame.
René: Entendí lo que usted pretende.
Vladimir: ¿Lo que yo pretendo?
René: Claro, es clarísimo.
Vladimir: ¿Me quiere contar lo que entendió?
René: Entendí lo que usted está haciendo.
Vladimir: ¿Y qué cree que estoy haciendo?
René: Míreme la cara, ¿qué ve?
Vladimir: ¿Que debo ver?
René: Mire esta cara… cara de entender todo.
Vladimir: ¿Entender qué?
René: Entender lo que usted pretende.
Vladimir: ¿Y qué entendió usted?
René: Lo que usted pretende.
Vladimir: ¿Y qué entiende usted que pretendo yo?
René: No se haga, vamos.
Vladimir: ¿Por qué cree usted que yo me haría algo? ¡Yo solo quiero ter-
minar con esto para ir a ver el segundo tiempo del Bayer Munich!

148
La lección de Afrodita
René: (Canchera) Inventó todo esto.
Vladimir: ¿Que yo inventé qué?
René: Todo este ambiente, es una farsa, una escenografía.
Vladimir: Eso puede ser, pero ¿por qué yo haría todo eso?
René: ¡Porque quiere aprovecharse de mí! ¡”arreglar” claro! ¡Usted se cree
que soy una prostituta!!
Vladimir (Sorprendido.) ¿Qué dice?
René: claro, con razón tanto cuidado, tanta atención, claro, acá también
está la corrupción, para pasar tenés que entregar el culo, ¿no?
Vladimir: Usted no entiende.
René: claro, se reparten las minas, las que se va muriendo y quieren ir al
cielo…zaz… tienen que entregar, claro! Es como ir a pedir trabajo…¡en-
tiendo! (Aparentemente ofendida.)
Vladimir: Pero no, de que cielo me habla…
René: Acepto (Pausa, él sorprendido no entiende, digna y suave.) si tengo que
pagar de esta manera, acepto. ¿Para qué vamos a andar dando vueltas?
soy una mujer moderna, de mundo… entiendo de estas cosas, si para ir
al cielo es costumbre pasar por este “peaje” digamos… no hay problema
...no estamos hablando de un bolo en la tele, estamos hablando de “el
cielo” uf…¿era necesaria toda esta pantomima?..
Vladimir: Usted no entiende nada, ahí arriba hay más oficinas, ni idea del
cielo, ni siquiera sabemos si existe un “cielo” con nubecitas. Es mucho
menos simple…no se trata de eso
René: ¿No?
Vladimir: No, no se trata de eso, yo no quiero tener nada con usted.
René: ¿Cómo?
Vladimir: Eso… no tengo ningún interés en tener relaciones con usted...
relaciones sexuales, digo.
René: (Ofendida.) ¿¡Perdón!?
Vladimir: Eso, que usted no me interesa para tener sexo.
René: ¡Perdón! Está diciendo… ¿cómo me va a decir…que usted no está
interesado en mí?
Vladimir: Pero no es de eso...
René: ¿Cómo no va a desearme, de qué está hablando? Usted no puede
decir eso, es mentira.
Vladimir: No…

149
Mario Carneglia
René: ¿Usted me vio? ¿Usted me vio bien? Yo soy absolutamente desea-
ble, soy irresistible …soy muy deseable para cualquier hombre, yo soy la
encarnación de las fantasías de los hombres.
Vladimir: ¿Ah sí?
René: Por supuesto ningún hombre pudo nunca resistirse a mí, jamás y
no va a ser usted el que se atreva decirme eso... míreme (Se contonea, hace
movimientos sensuales, él la mira frío) ¿qué le parece?
Vladimir: ¿No tiene miedo de lastimarse?
René: Pero…
Vladimir: Usted se cree Afrodita.
René: ¿Quién?
Vladimir: La diosa del amor…
René: Dígame la verdad, ¿no se está excitando?
Vladimir: Si yo estuviera bajando del barco después de 40 días de cam-
paña al langostino sería otra cosa, pero en estas circunstancias…no.

Escena VII
Puto
René: (Primero se sorprende, luego cambia, se acerca a él lentamente, cara a cara,
pausa.)...puto.
Vladimir: (Ríe.) No, marinero, en el barco no son muy abiertos y hubiera
sido un problema...
René: Puto, gay, maricón, mariquita.
Vladimir: (Se enoja.) No se pase.
René: Mascapito comilón.
Vladimir: Ah, que sofisticada…(Más enojado.)
René: Traga sable, mariposa.
Vladimir (Se le va encima y la toma del cuello, la arroja sobre la camilla, ella grita
espantada y luego llora bajito, él toma conciencia y la suelta.) Usted no entiende
nada señorita, usted no puede ver nada delante de sus narices porque
sólo se vea usted misma, así que no me digas quien soy porque no tiene
ni la menor idea de quién soy yo. Usted es una vanidosa, egocéntrica y
seguramente por eso estamos acá… usted no puede ver lo que la rodea.
René: Yo sé muy bien lo que me rodea (Llora.)
Vladimir: Lo que la rodeaba en vida es lo que importa… allá.
René: Yo entendía muy bien lo que pasaba allá.

150
La lección de Afrodita
Vladimir: Parece que no señorita, parece que estaba muy ocupada mirán-
dose usted misma para ver a su alrededor a las personas que la querían…
René: Usted dice todo eso, está inventando todo esto para no reconocer
que es puto y por eso yo no lo atraigo.
Vladimir: ¿Qué sabe usted de hombres.
René: Sé todo de los hombres.
Vladimir: ¿Y de los gays o de los putos como ha dicho muy cariñosamen-
te?
René: También, conozco muchos…. tengo amigos.
Vladimir: Que me dice de su hermano…
René:(Pausa.) ¿Qué tiene que ver mi hermano?
Vladimir: ¿No lo sabía?
René: ¿Pero que dice? Mi hermano no era gay.
Vladimir: Ah ¿no? (Empieza a buscar cosas en la caja, saca unos anteojos y algu-
na prenda, acomoda una tela negra sobre la camilla armando una forma.)
René: No, nadie de mi familia era…
Vladimir: O no habrá podido decírselo?
René: ¿Por qué no me hubiese dicho?
Vladimir: Quizás usted no pudo escucharlo.
René: Yo tenía la mejor onda con mi hermano.
Vladimir: Ah ¿sí?
René: Sí, ¿por qué lo duda?
Vladimir: ¿No se acuerda del velorio? (Le coloca alguna prenda.)
René: ¿Qué velorio?
Vladimir: del velorio de su madre
René: Qué tiene que ver eso con mi hermano?
Vladimir: En ese momento él quiso decírselo (Él se coloca alguna prenda.)
René: Nunca me dijo nada, mentira.
Vladimir: ¿No?
René: No. (De pronto Vladimir le pone anteojos oscuros, cambia la luz, se convier-
ten en los hermanos del velorio, él sentado llorando. Ella tras la camilla como si fuera
el cajón.)

151
Mario Carneglia
Escena IIX
Velorio
René: ¿Viste tía? Está igualita, parece que estuviera durmiendo, que pér-
dida, que terrible pérdida.
Vladimir: (Muy emocionado, dulce y suave, sin acento.) No me lo voy a perdo-
nar nunca…
René: Y bueno, del polvo venimos y al polvo vamos.
Vladimir: Si hubiera llegado a tiempo.
René: Allá tiene café tía y algunas cositas para comer. Vaya, vaya…(Se
fue.) vieja de mierda.
Vladimir: Nunca me lo voy a perdonar.
René: Miguel por favor dejá de llorar que es demasiado…
Vladimir: Es que no llegué a saludarla…
René: No exageres que van a pensar que te estás haciendo… mejor andá
a fijarte que pasa que no llega el catering.
Vladimir: Es que no pude llegar para decirle lo que la quería…
René: ¡Armando! Tanto tiempo. Qué tristeza vernos solo en estas ocasio-
nes… mirala, está igualita, parece que estuviera durmiendo…
Vladimir: Y vos no fuiste capaz de avisarme con tiempo…
René: Qué pérdida, qué terrible pérdida…
Vladimir: Yo me había prometido decirle todo…
René: Bueno, del polvo venimos y al polvo vamos.
Vladimir: No quería que se fuera así.
René: Que le vamos a hacer, no somos nada (Ve como “El hombre” se aleja.)
tome un café si quiere.
Vladimir: Quería decirles, a las dos.
René: Qué pasa con el canal, la puta madre.
Vladimir: ¿Me podés escuchar por favor?
René: ¡Podés dejar de murmurar mientras está la gente!
Vladimir: Tengo algo que decirte.
René: Después…¿vos viste que caradura? venir al velorio, hija de puta…
Vladimir: ¿Qué estás diciendo?
René: La secretaria de papá, que hija de puta… si todos sabemos…
Vladimir: Te había pedido que me llamaras si mamá estaba mal.
René: (A alguien al otro lado del cajón)Gracias… y… del polvo venimos y al
polvo vamos….

152
La lección de Afrodita
Vladimir: Para poder despedirme.
René: No somos nada.
Vladimir: Para poder hablar.
René: Siempre pensaba en usted.
Vladimir: Tenía algo importante que decirles.
René: Parece que está durmiendo ( La persona se va.) ¡dejá de hacer escán-
dalo!(Pausa, enojada, mira algo.) mirá. Mirá allá.
Vladimir: ¿Qué cosa?
René: Allá, a las dos en punto.
Vladimir: ¿A las qué?
René: El reloj, boludo, las doce, las diez… mirá a las dos (Él trata de enten-
der, logra mirar adonde ella le indica.) ¿Lo ves?
Vladimir: ¿Damián?
René: Ese maricón de mierda espero que no venga a hacer un escándalo.
Vladimir: ¿Por qué?
René: Ay Miguel, ese maricón es capaz de ponerse a llorar y hacer un
escándalo justo ahora que está por venir el camarógrafo de la tele, míralo,
quiere acaparar toda la atención, puto de mierda.
Vladimir: Estará triste.
René: Mejor que se controle porque lo hago sacar del forro del culo
mirá…
Vladimir: Tengo algo que tenía que decirle a mamá y no voy a poder…
René: (Irónica) Decícelo boludo, capaz te escucha… la puta que los parió
a los de la florería, esto está oliendo.
Vladimir: Se lo voy a decir a todo el mundo (Levanta la mano para que lo
escuchen.) amigos…
René: (Por lo bajo.) No hagas papelones.
Vladimir: Tengo algo que decir.
René: No, carajo, nada de discursos sentimentales…
Vladimir: En todos estos años….
René: La puta que te parió.
Vladimir: Siempre tuve algo que decir… (Se conmueve y no puede seguir.)
quería decírselo a mi madre, pero…(Se conmueve y se quiebra, ella lo abraza,
simula contenerlo y le tapa la boca.)
René: Pobrecito, está muy conmovido, que le vamos a hacer (Gritando

153
Mario Carneglia
solemne mientras “traduce” lo que quiere decir su hermano y no puede, medio por su
emoción, medio por la presión de las manos y brazos de ella) de carne somos, del
polvo venimos y al polvo vamos, no somos nada, ¡nuestra madre estaría
muy emocionada de ver a tantos amigos queridos acompañándola en es-
tos, sus últimos momentos en esta tierra! (Lo calma, lo palmea, él se resigna,
ella vé algo, se ilumina.) ¡Llegó el canal! ¡Permiso, dejen pasar a la cámara!
Mirá Miguel, mirá, el programa viene a grabar el velorio de mamá! ¿No
estás emocionado?... (Él hace gestos, ella lo suelta y va a atender a la televisión.)
Vengan, vengan por acá (Vladimir hace un gesto y le saca los anteojos, cambia la
luz y recobran la personalidad de siempre, ella algo sorprendida.)

Escena IX

Vuelve el pulso
Vladimir: (Vuelve al acento “ruso”.) ¿y?
René: (Perturbada, sabe que él tiene razón, última defensa.) y ¿Qué? Él nunca
dijo que fuera gay.
Vladimir: Usted es una…(Tramposa.)
René: Mi hermano ¿me quiso decir eso?
Vladimir: ¿Y a usted qué le parece?
René: Y yo no lo escuché.
Vladimir: Así parece.
René: ¿Usted es gay?
Vladimir: Ya le dije que no.
René: ¿Y cómo supo de mi hermano?
Vladimir: Está en su legajo.
René: (A él.) ¿Seguro que usted no es gay?
Vladimir: Seguro.
René: Y por qué no se excita conmigo… por qué no le gusto… esto no
puede estar pasando (Se quiebra.) yo era irresistible… si tuviera mi mejor
ropa usted no podría…es que ¿ya no soy linda? Muerta pero linda… (Es-
cucha algo, se desespera, va hasta el aerosol y se rocía.) ¿No le parezco linda? (Llora
y va a acurrucarse al pecho de él, que incómodo, trata de contenerla.)
Vladimir: Es que usted todavía está fijada a la imagen de su cuerpo, pero
no hay cuerpos, ya no hay cuerpos en realidad, ya nada es como allá,(Sin
darse cuenta la empieza a acariciar.) no se sienten las mismas cosas, ya no hay
contacto real, (Se va emocionando.) Todo es cuestión de práctica, al princi-

154
La lección de Afrodita
pio cuesta, uno extraña las sensaciones, pero con el tiempo se va dando
cuenta que en realidad lo más profundo es lo que uno siente con el cora-
zón, no con el cuerpo, podríamos decirle alma, o espíritu, acá no importa
como se llame… es una cuestión de energía parece, pero no hay materia,
no se puede tocar, acariciar, sentir el olor, el calor del otro. (Quedan abraza-
dos, se miran, se separan, ella lo mira espantada, él muy alarmado, ella se toca la piel.)
René: ¡Me mintió! Era mentira, todo mentira… estoy… caliente.
Vladimir: No, yo… no entiendo que pasó.
René: Yo tenía razón, esto es una farsa, una… trampa!
Vladimir: No, por favor, no crea eso, yo, no entiendo tampoco…(Se toca
la piel.)
René: (Cree comprender y se espanta.) ¡Me drogó! Me drogó y me trajo a este
lugar, para abusar de la chica indefensa.
Vladimir: ¡Deje las frases de novelas quiere! Estamos muertos, no es una
trampa, yo…
René: Seguro que me dio una droga para… ¡claro! Por eso no tenía pulso
(Se toma el pulso, lo encuentra) Tengo pulso, tengo pulso, ¿ve?
Vladimir: (Le toma el pulso, se espanta, se lo toma él mismo y también se lo en-
cuentra, se retuerce de asombro, no sabe qué hacer.) Es cierto, tenemos pulso…
René: ¡Estamos vivos, violador! ¡Me quiere violar! Esto es un… bulín
para engañar a las niñas indef…
Vladimir: ¡Basta de frases le dije! ¡Esto no es ningún bulín! No sé cómo
se llama, no sé, ¿cómo quiere llamarlo? ¿Oficina de transito? es un “lugar”
punto. ¡Pero yo no le puse ninguna trampa! Yo tampoco entiendo.
René: Ah ¿sí? Bueno, si no es un violador, entonces me voy (Él se aparta
de la puerta y le ofrece el paso. Ella sale rápido, unos segundos y golpean a la puerta.)
Vladimir: Pase (Entra ella, se sorprende, vuelve a salir, golpean.) Pase (Entra,
más sorprendida, se repite dos veces más. Vuelve a entrar y se sienta pensativa.)
René: Hay muchas puertas, pero todas dan acá.
Vladimir: Siempre pasa, ¿vio que raro? No le mentí (Va al teléfono, descuel-
ga) ¿hola? ¿Hola? (Mira a la escalera.) ¡Eh, señor! El teléfono está muerto,
no tiene tono…
René: ¿Qué está pasando?
Vladimir: No tengo ni idea, es la primera vez que me pasa (Se miran.) de
veras.
René: (Se lo toma con humor.) Me habían dicho eso pero al revés (Él no en-
tiende) por muerto, no por vivo… (Se miran, ella le toca el brazo.) está caliente.

155
Mario Carneglia
Vladimir: (Le devuelve el chiste.) También me habían dicho eso… pero dis-
tinto.
René: Estoy un poco mareada.
Vladimir: No entiendo que es lo que tenemos que hacer.
René:Quizás tenemos que arreglar algo.
Vladimir: ¿Arreglar?
René: Usted dijo…
Vladimir: ¿Juntos? O será solo usted.
René: O solo usted.
Vladimir: ¿Yo? No, yo no estoy en el programa de ascensos… estoy
esperando que me lleguen los papeles.
René: ¿Hace cuanto que está acá?
Vladimir: Puf, mucho.
René: ¿Y cómo es?
Vladimir: ¿Acá?
René: Sí, se debe sentir distinto a… allá.
Vladimir: ¿Quiere que le diga la verdad?
René: Me asusta cuando empieza con las sorpresas.
Vladimir: No, ninguna sorpresa… o quizás si… lo que digo es que uno
acá se da cuenta que alla tampoco existe la muerte.
René: ¿Cómo es eso?
Vladimir: Allá ¿se preocupaba por no morirse?
René: Claro, de los accidentes, el cuerpo…
Vladimir: No, todo el tiempo digo.
René: No claro, no pensaba en eso.
Vladimir: Pero se hacía problemas.
René: No me hacía, los tenía.
Vladimir: ¿Ahora los tiene? (Ella no puede responder.) Lo que yo digo es
que los problemas de acá son los mismos de allá, si me tratan bien, si
hago lo que quiero, lo que debería hacer… que si no puedo ver el partido,
que no tengo nada para hacer, que me aburro (Se enoja con él mismo.) o se
extraña… el barco cuando está en tierra… y las mujeres cuando está en
el barco… pero cuando estaba con las mujeres pensaba en el barco…
acá igual… se pone triste uno, o se aburre…entonces le dan para hacer
algo, una tarea para pasar el tiempo… una pavada de papelería… rápido
me cansé, ¡quiero otra cosa, dije! Me dieron este trabajo… para que sea

156
La lección de Afrodita
emocionante…la espera…. que importe a alguien… y ahora esto… (Mira
enojado a “los de arriba”.)
René: Y ¿ya estuvo con otra gente?
Vladimir: Sí, pero hasta ahora todos hombres (Ella lo mira, por lo de ser
puto) no empiece de nuevo.
René: ¿Soy la primera mujer con la que está acá?
Vladimir: Sí.
René: Bueno, por eso no le pasó antes, es lógico.
Vladimir: Sí, pero en el manual no dice nunca que…. (Observa la caja con
las cosas de ella, se ilumina.) Veamos en sus cosas, ahí tiene que haber una
pista… (Empieza a sacar cosas de la caja.)
René: ¡Mis cosas! ¿Qué hacen acá? Mi ropa, mis zapatos… (Él saca una
computadora) ¡Mi notebook!
Vladimir: ¡No, no toque eso!
René: Que no, son mías.
Vladimir: Son para trabajar… no puede.

Escena X
Tu muerte
René: ¿No dijo que teníamos que buscar pistas? ¿Qué quiere encontrar?
Lo googleamos…
Vladimir: No es así, es que quiero entender que quieren ellos de nosotros…
René: (De pronto se espanta.) ¡Ay! ¿Cuanto hace que me morí? No me lo
dijo…
Vladimir: Bastante.
René: ¿Cuánto?
Vladimir: ¿Seguro quiere saber?
René: Seguro.
Vladimir: Dos años.
René: ¿Dos años?... Dos años de burocracia y yo ¿ni me enteré? Pero
¡¿qué clase de servicio es este?! Dos años, dos años… no sé nada, no supe
nada en dos años, ni face ni twiter ni youtube.
Vladimir: Sí, pero el video dio la vuelta al mundo…(Se arrepiente del comen-
tario)
René: (Piensa.) ¿Me grabaron? (Él no contesta.) ¿Me grabaron cuando me
morí?

157
Mario Carneglia
Vladimir: Y, usted sabé ahora con los celulares todo el mundo…
René: Estaría toda hinchada…
Vladimir: Bueno, no se va a preocupar por la imagen en estas
circunstancias…
René: ¿Cuántas personas vieron el video?(Él se preocupa, no quiere hablar.)
dígamelo.
Vladimir: Mejor no…
René: (Furiosa, lo apunta con el dedo, él se desarticula, cae contra la pared.)
¿¡cuántas visitas?!
Vladimir: (Sin aire.) 3.426.984… y contando.
René: (Le falta el aire, camina furiosa y desorientada, luego corre a la computadora.)
Tengo que borrar ese video… (Trabaja en la computadora mientras él mira por
la escalera a ver si nadie baja, ella tiene un problema.) Ay, la contraseña… ¿cuál
es la clave del wi fi?
Vladimir: (Se espanta.) No, no, no, eso sí que no, no puedo dársela…
René: Déme la contraseña, ¿no quería tratar de entender?
Vladimir: Pero no así…me van a…
René: (Se enoja.) Me va a dar la contraseña así yo puedo “arreglar” mis
problemas más graves antes de seguir mi camino hacia el más allá, o el
más acá o dónde mierda sea…
Vladimir: Pero no se trata de eso, eso no es lo importante.
René: (Lo arrincona.) Y que sabe usted lo que es importante para mí,
pedazo de zoquete, escúcheme bien lo que le voy a decir… si yo no
puedo borrar ese video… ahí sí que no voy a poder descansar en paz,
¿me entiende? quiero ver quién subió el video de mi muerte… ¡¿me
entendió?!(Le apunta con el dedo, él se descompone ante este gesto.)
Vladimir: No haga eso por favor.
René: ¿Qué cosa? (Se mira el dedo sorprendida, él se recupera.) ¿esto? (Le
apunta, él se descompone.) ¿que es esto? (Prueba el efecto un par de veces, él cae de
rodillas, ella se preocupa y lo ayuda.)
Vladimir: No lo haga más por favor, no puedo resistirlo.
René: ¿Qué le pasa?
Vladimir: Es un… tic… me quedó un tic.
René: Pero ¿por qué? ¿Qué le pasó?
Vladimir: No puedo contarle.
René: Ojo (Amenaza con el dedo.) que lo tengo vigilado (divertida) no me

158
La lección de Afrodita
obligue a usar las armas.
Vladimir: Está bien, no lo haga más, por favor…me pasaba con una
mujer antes, solo ella, me pasaba esto…
René: ¿Su mujer?
Vladimir: No, nunca llegó a serlo, fue por eso… ella me quería, me que-
ría mucho, una buena mujer, muy buena realmente, española, Mercedes
se llamaba, y me esperaba a cada regreso. y yo… la quería… a mi manera,
cuando volvía de viaje iba a visitarla, tomábamos mucha cerveza juntos,
hacíamos el amor…y yo me volvía al mar… a cada viaje le decía que sería
el último, que juntaría plata para casarnos… pero en cada puerto yo…iba
a cabarets… en cada país una mujer distinta me esperaba…y yo gastaba
cada dólar de cada viaje antes de llegar… Entonces yo volvía y prometía
que esta vez sería la última, y ella enojaba mucho, me acusaba de mentirle,
se enojaba y me hacía así, como usted, me apuntaba y yo tenía que escapar
de ella… me quitaba la fuerza con su dedo… (De pronto cambia la luz, él
sigue mirándola con miedo mientras ella cambia lentamente y levanta muy de a poco
su mano apuntándole, tiesa, sin decir nada.)Un día, volví y me esperaba seria.
Tenía el rostro muy serio y me dijo que tenía que quedarme… que si la
amaba tenía que quedarme… yo la miré… y supe que nunca me queda-
ría… yo no la amaba… yo no supe amarla, nunca pude amarla, estaba con
ella y pensaba en el barco…ella me apuntó…despacio (Ella sacude su mano.
Él se toma el pecho, al sacar la mano está toda ensangrentada) pero esta vez tenía
un revolver… Smith y Weston calibre 38…tres disparos… (Pausa.) ella
estaba embarazada…(Pausa, vuelve la luz y ella se normaliza) nunca una mujer
me había apuntado…así… nunca pasó de nuevo.
René: (Pausa) Hasta hoy.
Vladimir: No vuelva a hacerlo.Perdón, siempre pasa esto cuando recuer-
do, voy a cambiarme (Abre la puerta y trae la ropa de dios griego del principio,
comienza a cambiarse.)
René: Usted no pudo enamorarse de ella.
Vladimir: Usted ¿estaba enamorada de Martín?
René: Ni loca, estaba más enamorada del Audi… él era medio…
Vladimir: ¿Medio qué?
René: Medio pesado, hablaba de sus cosas todo el tiempo, de sus au-
tos, de lo bueno que era jugando al tenis… yo…quería que me gustara,
realmente, era el tipo ideal, mis amigas decían que hacíamos una pareja
divina… pero
Vladimir: Usted no pudo enamorarse de él.

159
Mario Carneglia
René: Usted tampoco de ella.
Vladimir: No, no pude, ni de ella ni de ninguna mujer…
René: Quizás sea eso lo que tiene que arreglar. (Se miran largamente.)
Vladimir: Usted cree que por eso estoy acá?
René: No lo sé, usted es el experto.
Vladimir: Yo ya no sé nada…
René: Sabe lo más importante.
Vladimir: ¿Qué cosa?
René: La clave del wi fi…(Se rompe el clima íntimo.)
Vladimir: No, por favor, no empecemos de nuevo.

Escena XI
Tu face
René: No sea tonto, me da la clave del wi fi y yo me fijo todo lo que que-
dó de mí, me quedo tranquila y así podemos seguir…
Vladimir: Pero si yo le doy la clave y se enteran los de arriba.
René: No se van a enterar…
Vladimir: Imposible.
René: Vladimir…(Le apunta con el dedo.) no me obligue.
Vladimir: No, por favor se lo pido…(Ella suelta.)
René: ¿Me va a dar la clave?
Vladimir: Es que no puedo (Ella le apunta.) espere, espere…(Ella suelta,
él se recupera como puede y va hasta la escalera, habla fuerte.) no puedo darle la
clave, ¡imposible! (Bajito.) Francisco de Boedo 2013(Fuerte.) discúlpeme
pero no puedo.
René: (Bajito.) ¿Cómo dijo? No le entendí.
Vladimir: (Fuerte.) Es que yo soy un hombre muy recto (Bajito) francisco
de Boedo 2013 (Ella escribe la clave y mira cosas en la computadora, él dice fuerte.)
yo soy una persona con mucha rectitud y ¡jamás podría revelar un secreto!
(Le hace señas de que diga algo)
René: Oh, pero que recto es usted, así deberían ser todos los guías espi-
rituales de este lugar.
Vladimir: ¡Así es!
René: ¡Mirá esta hija de puta! Subió el video de mi muerte… aj, ¿esa soy
yo? Qué asco…

160
La lección de Afrodita
Vladimir: Apure…
René: te voy a…
Vladimir: Nada de venganzas, solo ver… y cosas positivas…(Fuerte) es-
toy muy contento de ayudarla.
René: Oh, si, muchas gracias, estoy muy agradecida…( Susurra) ahora
bloqueo y listo.
Vladimir: (Bajito) Que no se escuchen las teclas.
René: (Ve algo que la indigna en la pantalla) Pero mirá que hija de puta…
Vladimir: (Rápido para tapar canta una canción en ruso, se va conmoviendo real-
mente mientras va avanzando la canción, termina muy emocionado y lleno de nostalgia,
ella en tanto termina de hacer lo que quería en la computadora, la cierra y lo mira.)
René: Es muy linda esa canción.
Vladimir: Es una canción marinera… habla del mar…¿terminó con lo
que tenía que hacer?
René: Si, ya arreglé todo, soy una genia en la computación, allá era una
especialista en redes sociales ya pude borrar todo y ver lo que pusieron de
mí y quedar como una diosa, soy una genia.

Escena XII
El romance
Vladimir: Está orgullosa de usted.
René: (Jugando a darse besos.) Sí, me amo. Soy una genia (Él la mira, pausa.)
¿qué?
Vladimir: ¿Escuchó lo que dijo?
René: ¿Qué, soy una genia? (ríe) Es que soy una genia!
Vladimir: No, lo otro.
René: ¿Qué otro?
Vladimir: Dijo “me amo”… (Se para excitado.) ahí está! Ahí está, es eso
René: Es ¿qué? No entiendo
Vladimir: ¡Eso es lo que tenemos que arreglar!
René: Explíqueme porque no entiendo, yo ¿no debería amarme?
Vladimir: ¿A usted misma?
René: ¿No?
Vladimir: Y¿ a los demás?
René: ¿Qué quiere decir?

161
Mario Carneglia
Vladimir: Ya entendí para que nos encerraron acá
René: Para qué?
Vladimir: Para que nos enamoremos.
René: ¿Qué?
Vladimir: Usted no sabe amar a nadie más que a usted misma, y yo nunca
supe amar a una mujer… nos pusieron acá para que arreglemos eso.
René: Usted está loco, yo no me voy a enamorar de usted, usted…no se
ofenda, pero no es mi tipo.
Vladimir: Usted tampoco es mi tipo, quédese tranquila, lo que yo digo es
que tenemos que fingir que nos enamoramos para poder pasar de nivel…
René: ¿Pasar de nivel? ¿Pero qué piensa que es esto? ¿Un jueguito de la
compu? ¿Tenemos que cambiar de pantalla o algo así?
Vladimir: No tengo ni idea, pero parece que para subir hay que arreglar.
René: Otra vez la palabrita, la puta madre parece la policía caminera.
Vladimir: ¿Quiere salir de acá?
René: ¡Por supuesto!
Vladimir: Entonces, hágame caso.
René: (Fastidiosa.) Le hago caso, le hago caso… ¿qué quiere que haga-
mos? ¡Ojo con lo que va a pedir! (Lo amenaza con el dedo.)
Vladimir: Baje eso, y ya deje de andar desconfiando de mí, yo no tengo
intensiones de aprovecharme de usted, ya le dije… tenemos que con-
vencerlos de que sentimos amor el uno por el otro, esa es la clave, estoy
seguro.
René: Y ¿qué quiere hacer?
Vladimir: Pongámonos de novios.
René: Usted está loco.
Vladimir: (Susurrando.) De mentira.
René: Y eso ¿cómo se hace? Que ¿quiere, ponerse de rodillas y declarar-
me su amor?
Vladimir: No, eso no se usa más… conversemos.
René: Déle, conversemos.
Vladimir: (Fuerte.) Tendríamos que tutearnos René, ya que nos hemos
dado cuenta de que somos tan afines…
René: Estoy de acuerdo Vladimir yo también siento que estamos muy
conectados. (Se ríe.)
Vladimir: ¿De qué se ríe? Quiero decir…¿de qué te reís René?

162
La lección de Afrodita
René: (Bajo) Esto es muy ridículo, no pueden ser tan estúpidos como
para creerse esto… ¿usted sabe que tan astutos son?
Vladimir: Ni idea, nunca los he visto.
René: Y ¿cómo se comunica con ellos?
Vladimir: Por ese teléfono.
René: Ese armatoste ¿anda? (Va hasta el teléfono y lo revisa, escucha.) tiene
tono.
Vladimir: ¿Tiene tono? (Va y escucha.) ¿Hola?(Escucha)¿Hola? (De pronto se
sorprende y se asusta, cuelga.) Están ahí.
René: Y claro que están ahí.
Vladimir: Antes estaba sin tono, ahora me contestó uno nuevo.
René: ¿Un nuevo qué?
Vladimir: No sé, será empleado… los jefes no van a estar atendiendo el
teléfono.
René: Y ¿por qué no le dijo nada? Ahora van a sospechar…
Vladimir: Es que me abataté… no supe que hacer, no estaba preparado
para que me respondieran.
René: Llame de nuevo.
Vladimir: ¿Para qué?
René: No sé, pida algo… champagne para brindar por nuestro amor…
Vladimir: ¿Le parece? No será mucho…
René: Por lo menos si no nos creen nos tomamos un champucito, mal
no va a venir.
Vladimir: Bueno, hablemos de eso.
René: ¿Qué?
Vladimir: (Fuerte) René, creo que me estoy enamorando de usted…
René: (Bajo) ¡No sobreactúe!
Vladimir: Mi amor, que lindo sería tomar un champagne para brindar.
René: Si, mi querido Vladimir, por este amor que nace…por qué no
llamás a los muchachos a ver si nos mandan una botella y dos copas.
Vladimir: (Bajo) Sh, ¡no sea bestia! ¿Cómo les vas a decir “los muchachos”,
qué es esto, una cancha de futbol?
René: Dios no lo permita… (Fuerte.) ¡Qué lindo sería…
Vladimir: Bueno, voy a llamar por teléfono.

163
Mario Carneglia

Escena XIII
El beso
Antes que llegue al telefono se escucha un timbre, ellos se sorprenden, se miran, hacen
gestos para ponerse de acuerdo sobre si es el teléfono o la puerta, luego él va y abre la
puerta, sale, regresa con una bandeja con una botella de champagne en un balde de
hielo y dos copas, él la pone sobre la camilla y ambos se miran preocupados, se acercan
mucho y hablan en secreto
Vladimir: Parece que nos oyen.
René: ¿Nos estarán viendo también?
Vladimir: Estoy casi seguro.
René: Entonces hay que actuar todo el tiempo. (Se miran, pausa, actúan.)
Pero mirá que hermoso regalo nos han hecho…
Vladimir: ¿Te gustaría una copa?
René: pero cómo no… (Abren la botella, se sirven las copas, brindan realmente
felices) por nuestro amor que nace
Vladimir: Por nuestro amor.(Cruzan las copas y brindan)
René: Este es el mejor champagne que he probado en mi vida.
Vladimir: ¡Paradisíaco!
René: Néctar de los dioses (Se miran, se ríen felices de la ocurrencia.) aho-
ra solo faltaría un poco de música para bailar y…. (Se escucha una música
romántica y luces con movimiento como en un boliche.) pero que eficacia en este
boliche! (Se arrepiente del exabrupto, pero enseguida no les importa, están felices, se
ríen) ¿Baila usted Vladimir?
Vladimir: Encantado princesa.
René: Diosa.
Vladimir: Diosa suena muy piropo berreta, princesa mejor (Bailan, de
pronto él la acerca a proscenio, le habla en secreto.)
Vladimir: Ahora tiene que besarme.
René: Yo sabía que se iba a querer aprovechar.
Vladimir: No sea tonta, no ve que nos están preparando todo…uno chi-
quito… ( Se acercan tensos, se besan, el beso se prolonga y se van entregando de a poco
a un beso muy tierno y emocionante, luego se separan un poco y se miran largamente,
demasiado paralizados para reaccionar, ella se abraza y se mete en su pecho) y ahora
¿cómo se sigue esto?
René: No sé, acá ni idea, allá podríamos ir a caminar de la mano, para disi-
mular, podríamos tomar helados, mirar las puestas de sol, ir a la playa, usted

164
La lección de Afrodita
me llevaría a todos lados, me presentaría a sus amigos... a su familia no, todavía
es pronto. Desayunaríamos en una galería frente al mar, y después iríamos a
la playa, (Se embala y se olvida de él.) a caminar por la costanera de… (Se le ocurre.)
¡Río de Janeiro! y yo me pondría unas calzas turquesa que tengo que son una
locura, y unos lentes RayBan con dibujo animal print en fucsia, (Él se va desen-
cantando, la mira, ella no lo registra, se va apagando la música.) y yo correría por la costa
con el pelo suelto para que los cariocas enloquezcan de verme, y a la noche en
una barra en la costa me invitarían daiquiris unos negros musculosos de esos
que andan en unas motos gigantes que suenan como un avión y yo iría atrás,
agarrada, con la cola bien parada y sin casco para no arruinar… (Lo ve, toma
conciencia, trata de arreglarla.) y lo invitaría a subir cuando pasemos despacito por...
Vladimir: Me quiero sentar, estoy cansado de tantas aventuras.
René: Perdone, me fui.
Vladimir: Parece que si, un poco.
René: Es que estábamos soñando y…
Vladimir: ¿Estábamos?
René: Bueno, yo estaba tratando de hacer bien mi papel… cuando me
compenetro... yo voy a fondo.
Vladimir: Sí veo.
René: Para actuar hay que compenetrarse con el personaje, ¿no? (Se siente
muy mal, larga pausa.) Usted también estaba muy bien.
Vladimir: Gracias… (Pausa incomoda, él piensa algo.) Debe ser lindo…
René: ¿Qué cosa?
Vladimir: Caminar de la mano por la playa con una mujer… y no estar
pensando en el barco.
René: Cuando me diste el beso ¿pensabas en el barco?
Vladimir: (Avergonzado) No.
René: Debe ser parecido. (Pausa.)
Escena XIV
Despedida
Se escucha el teléfono, ellos se miran sorprendidos.
Vladimir: Vaya, es para usted.
René: ¿Cómo lo sabe?
Vladimir: Siempre cuando llega la hora suena ese teléfono, es la señal. (Se
levanta y va a la puerta, la abre y entra una potente luz azul.)
René: (Señala afuera.) Esa escalera no estaba hoy.

165
Mario Carneglia
Vladimir: ¿No pensó que subiría por ahí, no? (Por la escalera chiquita del
teléfono.)
René: Y ¿qué hago?
Vladimir: Vaya, atienda, le van a decir que ya puede subir la escalera, yo
voy a buscar su ropa
René: Bueno, gracias por su ayuda Vladimir, realmente fue muy buen
compañero…en este… paso.
Vladimir: Gracias, para mi también fue muy… gratificante.
René: Nos vemos arriba…(Se molesta con su falta de tacto.) algún día (Él sale,
ella va hasta el teléfono, nerviosa, atiende.) ¿Hola? Si, yo, René Miranda…legajo
475…sí, mi padre… sí, mi madre… soltera… 4 de febrero…aja… aja….
Claro… y si, es posible que tenga razón… quiero decir… tiene razón,
si entiendo…(Se sonríe, feliz, entra Vladimir con la ropa) me encantaría…
aja…¿me permite? Muchas gracias. Ok. Quiero decir, muy bien, entiendo,
las formas importan claro… quedamos así, digo… perfecto. (Cuelga el te-
léfono, lentamente se dirige a Vladimir, este la espera con el traje de diosa en la mano,
ella lo toma, pone a Vladimir de espaldas y se cambia.) ¿No me podría cantar
la canción del mar? (Mientras ella se cambia, él canta la canción, ella termina de
cambiarse, se paran frente a frente, se miran, ella sonríe y abraza a Vladimir, este está
realmente conmovido, se separan un poco, ella le dice suave) Dice que te esperan
arriba.
Vladimir: ¿Eh? ¿Qué?
René: Dice que te esperan arriba sonso.
Vladimir: ¿Cómo? ¿A mí?
René: Está todo arreglado.
Vladimir: ¿Conmigo?
René: Ajá… (Ella está también feliz.)
Vladimir: Pero ¿cómo?
René: No finjas conmigo Vladimir (Pausa.)
Vladimir: ¿Ahora?
René: Ahora, y tienen una sorpresa… el jefe te está esperando en perso-
na para felicitarte.
Vladimir: ¿El jefe?
René: El jefe máximo en persona.
Vladimir: ¿A mí?
René: Sí, salame, andá que se te va a ir, (Lo va empujando.) mirá que es una
persona muy ocupada…imagínate.

166
La lección de Afrodita
Vladimir: Bueno, gracias a vos… nos vemos pronto. (Abre la puerta, entra
la luz azul.) Portate bien. (Ella afirma con el gesto, le tira un beso en la mano, él lo
toma del aire y se lo pone en la boca.)
René: Chau (Él sale, cierra la puerta y cambia la luz, ella se queda sola, mira a su alrede-
dor y va hasta su caja, vuelve a poner todo adentro y la cierra, la lleva a un costado, empieza
a estar molesta, va y toma el aerosol.) ¡Ustedes se callan! (Se rocía, cambia más la luz, y se
escucha música de coros, el ambiente se hace extraño, ella va hasta el libro, lo abre y extrae un
sobre como el del principio, lo lee, golpean a la puerta, ella se para a recibir al visitante con el
papel en la mano.) Pase. (Entra el actor que interpretó Vladimir en bata de hospital y un
suero en un perchero con cara de sorprendido) Bienvenido…(Lee.) Roberto.
Vladimir- Roberto: (Acento italiano.) Perdón, iosono buscando a la en-
fermera perque mi chento raro…
René: ¿Me puede decir su número de legajo por favor?
Vladimir- Roberto: ¿ilque? (Se quedan mirando en stop. Ella sonríe, sube la
música.)

Apagón Final

FIN

167
Mario Carneglia

168
ESCABECHE DE VINCHUCA

De cuando conocí a Francisco

169
Mario Carneglia

170
Escabeche de vinchuca
Ficha técnica

Se estrena en Mar del Plata el 7 de enero de 2016 en el Centro Cultural


“Séptimo fuego” con dirección del autor. Al momento de esta edición se
encuentra en etapa de ensayos.
Sara: Natalia Elías
Francisco: Mario Carneglia
Asistencia de dirección: Miriam Esquivel Hublich

personajes:
Sara: Aparece vestida como una exploradora del África, colores marrón y
verde como camuflaje y casco igual, mujer de ciudad pero acostumbrada a
enfrentar peligros y desafíos extraños, es vegetariana y acaba de terminar
una relación
Francisco: Vestido con una túnica oscura, sombrero de paja y un gran
sol dorado en el pecho colgando con una gruesa cadena.

1 El brujo de la selva

Escenario vacío, sólo en un rincón una mochila con el casco de explorador arriba.
Entra Sara aislada de la ficción, mira el casco y luego habla directamente al público
bajo un cono de luz

Sara: Tiempo después preferí pensar que todo esto no había pasado,
que había sido sólo una alucinación producto del calor y alguna cosa que
había comido, en estos lugares crecen hongos y cosas… alucinógenos,
también se le puede echar la culpa al cansancio, yo en ese momento ha-
bía caminado varios kilómetros al sol, la mente hace cualquier cosa para
tapar lo que le molesta…(Sara cambia de plano, se cuelga el bolso y su actitud
es de una persona que está en un lugar distinto, cambia la luz a calle verde azulada,
observa su entorno saca un grabador del bolsillo y graba) recomendamos traer
repelente si alguien quiere venir a estos parajes… esperamos encontrar
pronto a la persona que vinimos a buscar, por suerte cada poco tiempo
se produce un claro en la selva y el sol nos da ánimo y valor para conti-
nuar…es preferible no pensar qué pasaría si nos perdemos en este lugar y
se hace de noche… (Se angustia, asustada por su propia idea. Deja de grabar y
saca un celular y un gas pimienta, ante algunos ruidos amenaza con el aerosol, mira

171
Mario Carneglia
su celular) esta porquería no tiene señal… (Se oye cantar en guaraní, se abre la
luz y vemos a Francisco sobre un banco alto y con un brazo en alto sosteniendo algo
que no alcanzamos a divisar qué es, Sara se acerca, cuando él la ve deja de cantar.)
Francisco: (Sin bajar la mano y arriba del banco empieza a retorcerse y pone voz
monstruosa) -¡Extranjera! ¡Abandona este lugar! si aprecias tu vida! ¡aléja-
teeeeee! (Disimuladamente trata de ver lo que pasa en su mano levantada mientras
actúa tratando de aterrorizar a Sara.)
Sara: ¿Yo?
Francisco: ¡Si tú! extranjera, aléjate y salva tu vida.
Sara: ¿Perdón, me está hablando a mí?
Francisco: (Sorprendido porque Sara no tiene miedo, se corta) Si usted, rovataví,
no veo a nadie más que se haya metido por mi tierra, no le viste el cartel?
Sara: Perdón, realmente no vi ningún cartel… no sabía, es que este cami-
no se pierde en la selva y no es fácil saber para dónde ir
Francisco: (Cambia el tono) ¿No vio ningún cartel?
Sara: No, la verdad que no.
Francisco: (Repentinamente frágil y dulce) Uno blanco muy lindo, con letras
en rojo, con sombreado negro que dice «no pasar» “p.p.”
Sara: ¿p. p.?
Francisco: Propiedad privada querida, pero quedaba muy largo para es-
cribir todo.
Sara: No, la verdad que no lo vi.
Francisco: Justo en medio del camino, unos 200 m atrás.
Sara: Perdóneme, pero no.
Francisco: (Fastidiado) Me lo robaron de nuevo estos curepí. Bueno esta
es mi casa, mi cachito chiquito de tierra y no se le puede andar por acá, ya
le tengo dicho a los del pueblo, de la ruta para acá no quiero a nadie. ¡Los
turistas de la ciudad que se compren chucherías en los puestos y aire! Por
el camino de acá no hay nada que hacer.
Sara: ¿Usted es Francisco?
Francisco: (pausa) ¿Cómo dijiste?
Sara: ¿Francisco?
Francisco: ¿Cómo sabés vos mi nombre?
Sara: Soy Sara, de la revista, estuvimos hablando por mail.
Francisco: ¿Hablando por mail? ¡Taviyetamaivo! (burlón) Eso está raro se-
ñorita.

172
Escabeche de vinchuca
Sara: Bueno, sí, (Corrige) nos estuvimos escribiendo, yo soy Sara Schwartz,
de la revista, le escribí varios mails para hacer una entrevista.
Francisco: (Asustado) Si, me acuerdo, pero no dijeron que venían para
acá. (Se le cansó el brazo y cambia de mano el objeto.)
Sara: Si, en el último, en la semana pasada yo le avisé que estaba aceptada
la propuesta y que venía.
Francisco: A ese no le recibí. ¿Cuándo le mandaste?
Sara: (Mira su celular.)-El 18, el jueves pasado.
Francisco: Entonces debe estar bajando ahora, (En la mano levantada co-
rre una funda y vemos que es un celular de última generación, trata de ver la pantalla
sin bajar la mano haciendo sombra con el sombrero.) porque estuve ocupado es-
tos días, viste y no le pude venir a bajarles. Es que una de las perras se me
agarró con un puma y quedó bastante mal tuve que estarle arriba y viste
cómo son estas cosas se me pasó el tiempo, disculpá, vení… disculpá que
te saludo así viste pero si bajo el teléfono se corta la descarga y tengo que
empezar todo de nuevo, que tal, (La mira largamente.) así que viniste…
Sara: Usted estuvo de acuerdo.
Francisco: Cierto (Misterioso) si, yo te hice venir, era el momento…
(Cambia, le acerca la punta del bastón) encantado señorita.
Sara: (Agarrando el bastón como si le diera la mano) Encantada. ¿Qué es lo
que hace?
Francisco: ¿Con esto? es que mi familia me manda fotos de lo más chi-
cos que van naciendo y creciendo, y éste es el único lugar en el que llega
la señal del celular, mi casa está atrás de se monte, viste, no hay forma de
conectarse.
Sara: Qué lindo. ¿Y tiene muchos hijos?
Francisco: ¡Tenía, Nderivó! (Sara no entiende, él mira su celular.) Ahí está, ter-
minó (Se baja del banco, se sienta agotado, mueve la mano acalambrada.) ¡Ocho!
todas mujeres, pura chancleta, (Contento) y eso que cambiaba de guaina,
(Ríe) pero lo mismo, una macana, en aquella época se precisaban hom-
bres, brazos era lo que más necesitaba.

2 El abuelo

Sara: ¿Y nietos?
Francisco: Eso sí, tengo muchos, desparramados por todos lados, al-
gunos vivos, otros muertos, y los más chiquitos, una dulzura. Cuando
vayamos te voy a mostrar las fotos, ya vas a ver.

173
Mario Carneglia
Sara: (Con intención.) También me dijeron que tiene bisnietos y tataranie-
tos ¿O me equivoco?
Francisco: (Se tensa, incómodo, se pone defensivo, pausa.) ¿Cómo dijiste que
te llamabas?
Sara: Sara, Sara Schwartz.
Francisco: ¿Y te viniste sola hasta acá?
Sara: Sí.
Francisco: ¿Y dónde vas a dormir?
Sara: (Simpática) Bueno, esperaba la hospitalidad de la gente de campo, en
el mail usted me dijo que tenía una hamaca para prestarme.
Francisco: Sos corajuda, venirte sola hasta acá… ¿Y no te da miedo?
Sara: (Se tensa, defensiva) Estoy acostumbrada a defenderme, ya he estado
en lugares difíciles, y estoy preparada, (Le muestra el gas pimienta) no se
preocupe por mí, estuve cubriendo notas en las villas, en cárceles, en un
barco pesquero… ¡Uh, solo hombres en un barco!… estoy acostumbrada
a la aventura. (Intenta mostrarse amenazante pero está asustada.)
Francisco: (Sonríe, le produce ternura) Así que sos valiente, no te asustés,
no hace falta, vas a ser mi invitada, hace de cuenta que viniste a visitar a
un abuelo.
Sara: Gracias.
Francisco: Sos casi una periodista de guerra.
Sara: Si, bah, periodista... más o menos, en realidad soy escritora, pero
trabajo en la revista, escribo historias como la suya, por ejemplo, hasta
que pueda empezar a publicar mis propios libros.
Francisco: Y para eso está acá, para investigarme, (Burla) para contar la
historia de “el brujo de la selva”.
Sara: Quiero conocerlo, conocer su versión para contar las cosas como
son, usted sabe que los paisanos son muy de inventar y exagerar.
Francisco: ¿Ah sí? ¿Y qué dicen de mí, a ver?
Sara: Usted sabe.
Francisco: No, no sé, no hablan delante de mí, son muy supersticiosos
(Ríe) tienen miedo que les hechice, que les haga una brujería, un Gualicho,
que se les caigan los dientes cuando me ven... (Confidente) yo aprovecho
sabe, les hago creer que tengo poderes maléficos, pongo voces raras, me
le hago el loco y así ni me molestan.
Sara: Dicen que ha vivido como 150 años.
Francisco: ¿Quién dice eso?

174
Escabeche de vinchuca
Sara: Bueno, estuve averiguando antes de decidirme a venir.
Francisco: ¿Y qué más dicen de mí?
Sara: Dicen que usted es inmortal… por un hechizo, un pacto con el
diablo. Que ha peleado en las guerras del Paraguay y contra Stroessner,
que después se vino a la Argentina y colaboraba con Evita, que fue mon-
tonero…un idealista inmortal, je je…
Francisco: (Pausa, la mira impenetrable.) ¿Nada más?
Sara: (Temerosa) Que puede predecir el futuro y que conoce todos los
gualichos para curarse de las mordeduras de los bichos, que habla con los
animales, que ellos le entienden y le hacen caso.
Francisco: (De pronto ríe a carcajadas, Sara da un respingo.) Parece que se
me fue la mano con el personaje, enderembipé… mirá che vos, señorita,
estás acá delante mío, me estás viendo, soy un viejo común. La piel un
poco arruinada por el sol eso sí, ya no resiste, por eso el vestuario, no
te vayás a creer que me visto así por loco. Y de paso si los paisanos me
ven… (Actúa, se ríe) jugamos al brujo del bosque y salen disparando, así
no molestan, no me roban los animales, nada.
Sara: Le roban los carteles.
Francisco: Pero no son los de acá, esos son los que andan cazando, con
esos hay que tener cuidado porque no les llega el miedo a la brujería. (Ríe)
Sara: ¿Los de la ciudad no conocen su historia?
Francisco: Esos no conocen nada, no sabe ni quien es su vecino del de-
partamento de abajo, ¿van a saber algo del monte? vamos pa’ las casas…
(Le da la mano.) “El brujo de la selva”, encantado. (Ríe)

3 Pancho

Cambia la luz, Sara se aparta y graba. Mientras, en la penumbra, Francisco cons-


truye su rancho.
Sara: Había caminado durante mucho tiempo por un lugar que al mismo
tiempo asusta y fascina, los lugareños me habían recomendado que no
me aparte del sendero para no cruzarme con las bestias del monte y los
bichos que se arrastran. El camino era en principio más ancho y lumino-
so, después se fue convirtiendo en una simple huella en medio del monte,
rodeado de verdes de los más intensos y variados tonos, con flores que se
cuelgan del cielo, el canto de miles de pájaros. Hemos visto pasar monitos
de rama en rama y todo tipo de las mariposas y bichitos. (Llegaron al rancho
de Francisco, cambia la luz.)

175
Mario Carneglia
Francisco: Vení vos, pasá por acá, este es mi palacio (Francisco se aparta y
tras él vemos un esqueleto sentado en una silla y vestido, su calavera brilla en la oscu-
ridad, Sara grita espantada y corre al otro lado del escenario.) Perdón, perdón, no
te asuste, no te asuste, ¡Pero que cabeza la mía! No te asuste, es que estoy
tan acostumbrado que ni me acordé, le presento a Pancho, un amigo…
mi “alarma contra robos”. (Se ríe de su ocurrencia.)
Sara: ¿Qué es eso?
Francisco: ¿Cómo “eso”? ¡Es Pancho! (Ríe)
Sara: ¡Ay Dios!
Francisco: ¡Pero che, que espamentosa! Ja ja, por un muertito…
Sara: ¿Cómo tiene eso ahí?
Francisco: Es que a él le gusta ahí…ja ja…es mi amigo… no, es que…
hace muchos años me fui de acá un tiempo… (Piensa, lucha para no decir
más de la cuenta) un tiempo largo en realidad, y cuando volví me lo encon-
tré ahí sentadito, se ve que el tipo encontró el rancho vacío y se quedó a
vivir acá. Me vino bien, no faltaba nada se ve que se murió ahí sentadito
y sirvió de espantapájaros.
Sara: ¿Y no le da impresión?
Francisco: Ay nena, a mi edad y con las cosas que he vivido, la muerte y
yo ya somos como chanchos. (Le acaricia la cabeza al esqueleto) .Perdóname
Pancho, te voy a tener que correr por unos días, vaicuré viste que a la se-
ñora le da un poco de impresión. (A Sara) Yo le digo Pancho ¿vió?, cari-
ñosamente. (Levanta la silla con el esqueleto y lo lleva a un costado de la escena, es
evidente que pesa muy poco) Estás demasiado flaco Panchito, estás hecho una
pluma, ¡terejóecacá! te voy a tener que dar mejor de comer ja ja ja. (Vuelve)
¿Te querés tomar un tereré?
Sara: ¿Tereré es mate frio, no?
Francisco: Sí, algo así sólo que se hace con jugo, tengo de naranja, de
pomelo.
Sara: ¿Té no tiene?
Francisco: (Le produce rechazo) ¿Té? ¡Enkeydirérebipé!, eso mejor de noche,
porque hay que prender fuego, y con este calor….
Sara: Si claro, es un asco. (El calor)
Francisco: ¿Querés pegarte una refrescada?
Sara: ¿Cómo?
Francisco: Te traigo un poco de agua para qué te pegués una lavada por-
que con este calor andarás queriendo refrescarte.

176
Escabeche de vinchuca
Sara: Si claro tiene razón. ¿Dónde es el baño?
Francisco: ¿Baño? No querida, quédate acá nomás, ya te traigo el fuen-
tón. (Francisco sale, Sara saca del bolso una toalla y jabón, también el teléfono y
saca una foto a Pancho. Aparece Francisco con un balde con agua, se lo da a Sara
que esconde la cámara) Ahí tenés, lávese un poco los sobacos m’ija, mientras
yo voy a descargar las fotos.
Sara: Si claro, (Incómoda) cuánto hacía que no me lavaba con agua de rio…
Francisco: Es de un zanjón que hay acá atrás, si hay algún renacuajo no
te asustés que no hacen nada. (Sara se lo queda mirando incómoda, Francisco
saca de un cajón una notebook, prepara el teléfono y lo conecta a la computadora,
ve que Sara sigue inmóvil.) Pero dele nomás, sáquese esa ropa que está toda
chivada, en un rato le pegamos una enjuagada y se seca enseguida. No
tengas vergüenza, si querés no te miro. (Se pone de espaldas.)
Sara: Si claro, (Incómoda se saca la camisa y queda en corpiño, se lava con el balde.
Está incomoda y algo repugnada porque el agua es un poco turbia. Mientras Fran-
cisco trabaja en la computadora esforzando la vista)

4 El rancho net

Sara: (Más asqueada, se lava con mucho esfuerzo y mirando cada poquito de agua
que toca, luego se cubre con la toalla, trata de ser amable.) Usted me sorprende
Francisco, no tiene cocina pero tiene toda la tecnología, es como una
especie de volver al futuro rural… (Francisco la mira y no entiende el chiste,
tiempo incómodo.) No me haga caso….
Francisco: ¿Es por esto? (Muestra la computadora) Me encanta, desde que
aparecieron estas cosas me puedo conectar con toda la familia, enterarme
cómo va el mundo, saber cómo van los chicos, cuando nacieron, cómo
crecen, ahora te voy a mostrar, cada vez me cuesta más acordarme quie-
nes son parientes de quienes, por eso hice este programa. Mirá, ¿Qué te
parece? Le voy poniendo las fotos que me mandan, así cuando me olvido,
miro acá y me acuerdo.
Sara: Sería como una especie de árbol genealógico, (Pausa, Francisco mira
la pantalla dudando) es como que de cada familia sale una rama.
Francisco: Si, podría ser…
Sara: ¿Y estos que están en rojo?
Francisco: Esos son los que se van muriendo… ¡Añarakó! Los dejo
igual, para cuando me olvido de dónde venían algunas familias. Así voy
viendo pa`trás.

177
Mario Carneglia
Sara: Tiene una familia muy grande, ¿Y usted en que rama de este árbol
estaría?
Francisco: Yo vendría a ser la raíz, claro. (Ríe feliz)
Sara: (Con intención) Pero tendría que tener muchos años.
Francisco: (La mira en stop, desconfiado, sabiendo que cometió un error, pausa
larga. Evade.) ¿Vos sabés hablar inglés?
Sara: (Algo desencajada por la tensión.) ¿Inglés? Si claro, ¿Usted no?
Francisco: (De nuevo relajado y compinche) Vos sabés que no aprendo. ¡Che
mirá que trato eh!, pero tengo como una…que no… una negación, me la
pasé tratando de aprender un tiempo, pero después me di cuenta que no
había caso. Y cada vez que aparece un cartelito en esta máquina, que me
la trajeron de… Norteamérica (Escupe en el piso) tengo que estarle una hora
con el traductor de Google.
Sara: ¿A ver, qué es lo que dice? A ver si puedo ayudarlo… (Sara se acerca
a la computadora y lee en la pantalla, mientras ha terminado de secarse y se pone
desodorante, esto llama mucho la atención de Francisco.) A ver, si, le pregunta si
conoce y confía en el que le mandó el archivo, porque puede tener un
virus, antes de abrirlo.
Francisco: Pero claro, cómo no le voy a confiar, si son de la familia, (Cli-
quea en la máquina) ahí está de nuevo, a ver… ¿Y ahora?
Sara: Es lo mismo Francisco, para descargar el otro archivo que tiene
ahí. ¿Ve?
Francisco: Tenés razón.¡Qué ianbajita! Mirá que trato, eh, pero en cuanto
hay palabras en inglés..nada, nunca me puedo acordar que dicen, y eso
que ya aprendí a usar de todo, viste, mirá, tengo las fotos, las descargo, las
subo al teléfono para mandarlas a otras familias, hago el árbol. De todo,
pero no le aprendo a leer en inglés. ¡Qué ñanburú!
Sara: Todos tenemos algo que no nos sale, mire, acá ponga aceptar… (Se
pone desodorante)
Francisco: (Lo hace y la mira, huele el aire) Qué lindo perfume que tiene
eso.
Sara: ¿Le gusta? (Pausa, Francisco huele y disfruta.)
Francisco: ¿Vos sabés, cuánto hace que no olía un perfume! ¡Puf!
Sara: ¿Mucho tiempo?
Francisco: ¡Un siglo! (Ríe, mira la pantalla.) Uh, ahí está, mirá, ese es mi
nietito de Asunción, es una belleza no me digás, es la familia que más
cerca tengo, y son lo que más pelota me dan…

178
Escabeche de vinchuca
Sara: Es un bombón… ¿Y ese? ¿Hijo de quién es?
Francisco: De… esta. (Le muestra otra foto) Es otra nieta que tengo que
vive con la madre en Asunción, y tiene dos hijos más grandes, (Se molesta.)
Uno es milico. ¡Yo no sé! Tan lindo que era de chico…
Sara: Entonces no es su nieto.
Francisco: ¿Qué?
Sara: Si ese chico es hijo de su nieta, no es su nieto, es su bis nieto.
Francisco: (Otra vez la tensión, pausa, la mira serio, luego rompe con una campe-
chada) ¡Es lo mismo! Yo les digo a todos nietos, ni me preguntes como es
que son, si no tendría que andar viendo que tío segundo, qué nietos, que
abuelo nieto, ¡más fácil, todos nietos! (Ríe) ¡Añarakópeguaré!

5 La historia encontrada

Sara: ¿Le molesta que saque una foto para la nota en la revista?
Francisco: ¿Una foto del chico?
Sara: No, de usted con la computadora.
Francisco: No, esperá, (Se peina con la mano, rie) dejame que me arregle
un poco, ndeañacá.
Sara: ¿Le parece bien que grabemos?
Francisco: ¿Qué grabemos qué?
Sara: La entrevista.
Francisco: ¿Pero me vas a filmar?
Sara: No, primero es un audio, y fotografías.
Francisco: Entonces sí, esperá le traigo el tereré (Mientras Sara prepara un
grabador y saca fotos del lugar y de Pancho, Francisco sale y regresa con una jarra de
jugo galletitas y un mate.) Si no vas a filmar podemos charlar tomando unos
tereré de pomelo, que es el que más me gusta, probá.
Sara: Por supuesto, (Francisco le sirve un mate, ella lo prueba.) muy rico.
Francisco: Y te traje pancito también. ¿Conocés el pan de mandioca?
Sara: No, la verdad que no. (Prueba, desconfiada.)
Francisco: Y para la noche tengo escabeche que hice con el pumita que
mató la perra… (Espanto de Sara, por el pan) ¿Te gusta?
Sara: Es… rico…. ¿Qué tiene?
Francisco: Es pan de mandioca con chicharrones.
Sara: (Se encuentra un chicharrón, lo mira) ¿Qué son?

179
Mario Carneglia
Francisco: Chicharrones, son pedacitos de grasa de chancho, fritas.
Sara: ¡Ah! (Le da asco, disimula) ¿No le molesta que se los saque? Es que
soy vegetariana. ¿Vió?
Francisco: ¿Que sos qué?
Sara: Vegetariana, no como carne.
Francisco: Si no es carne, es grasa.
Sara: Bueno, ni carne ni grasa, nada animal. Solo vegetales, verduras.
Francisco: ¿Y eso?
Sara: Es más sano.
Francisco: Más sano… (La mira serio, no habla.)
Sara: ¡No tengo nada contra los que comen carne, eh! (Se miran, se pone
nerviosa, pausa.) Yo solo soy… me siento mejor. Me hace bien….
Francisco: (Mira los panes, luego a ella.) ¿Nunca pasaste hambre vos, no?
Sara: No, por suerte no.
Francisco: Por eso…
Sara: ¿Qué?
Francisco: Si te hubiera faltado comerías cualquier cosa con tal de poder
pararte sin que te tiemblen las patas… (Agarra un pan y lo mira, luego le da un
mordisco con los ojos cerrados, disfrutando intensamente, luego se oscurece y sacude la
cabeza, como tratando de espantar recuerdos, cambia, jovial.) Comé como quieras,
a la noche, tomamos el té, como dos viejas emboemcacá…(Le sirve el mate.)
Sara: ¿Dos viejas qué?
Francisco: Nariz parada, copetudas… no sé cómo se dice... ¿Cómo te
llamabas vos?
Sara: Sara, Sara Schwartz
Francisco: ¿De dónde es ese apellido?
Sara: Es un apellido hebreo, judío.
Francisco: (Se retuerce, algo lo molesta.) ¿Vos sos judía?
Sara: Si ¿Por qué? ¿Le molestan los judíos?
Francisco: ¿Vos sabes lo que hubieran dado los judíos de la guerra por
este pan de mandioca?
Sara: Seguramente, pero ya no estamos en guerra y la gente evoluciona.
Francisco: Algunas sí.
Sara: ¿Qué quiere decir?
Francisco: Los alemanes les mataron millones y ustedes hacen lo mismo

180
Escabeche de vinchuca
con los otros.
Sara: Bueno yo soy judía de Argentina, no es lo mismo.
Francisco: (Se enoja) Es como si nosotros los paraguayos nos juntába-
mos con un par de países más para invadir a alguno que esté floreciendo
demasiado…
Sara: Bueno son maneras de ver las cosas… yo no quiero discutir con
usted Francisco…
Francisco: (Pausa, la mira, controla el enojo.) Tenés razón, una vez que ten-
go visitas….es que no estoy acostumbrado ¿Sabés? Mejor hablemos de
otra cosa.
Sara: (Tratando de aflojar el clima) ¿Y por qué le pusieron Francisco, por
quien, no sabe?
Francisco: ¿Vos sabés algo de la Guerra de la Triple Alianza?
Sara: Poco, lo que nos enseñan en la escuela… la guerra de Argentina
Brasil y Uruguay contra del Paraguay dice usted?
Francisco: ¿Y sabés quién fue Francisco Solano Lopez?
Sara: No, la verdad que no.
Francisco: Era el presidente del Paraguay… ¿y Elisa Lynch? (Va a un
baúl y saca un libro, se lo da a Sara.)
Sara: No, tampoco.
Francisco: Tome, aprenda, ahí va a entender mi nombre… Elisa era su
mujer y peleó con Francisco hasta el último día… estuvo junto a él hasta
que lo mataron…a su amor y a su hijo Panchito… frente a ella. (Reaccio-
na, vuelve al presente, mira el cielo.) ¡Uh, ndetobataby! , mirá que tarde se hizo!
Tenemos que preparar todo para la noche, si no, se va a quedar sin té.
Mañana me hacés la preguntas ¿querés?
Sara: Si, por supuesto.
Francisco: Tenemos que hacer fuego y la luz, para cargar todo esto.
Sara: Dígame en qué lo ayudo.
Francisco: Esperá que traigo el coso para prender la luz…vení ayudame
con la batería, así no la tenemos que desenchufar, agarrá de ahí, cuidado
que el cable es corto. (Detrás de algún mueble.)

6 Hágase la luz

Regresan con media bicicleta en la que está instalado una dínamo y un soporte para
que no se caiga. Sara trae una batería y un soporte del que cuelga una lámpara.

181
Mario Carneglia
Francisco: Ahora vamos a cargar la batería del celular y de la computa-
dora, si querés cargamos todos los tuyos también.
Sara: Muy bien, justo pensaba eso, traje otro celular por si se acababa la
batería de este, pero así es mucho mejor. dígame cómo lo ayudo.
Francisco: ¿Querés ayudar? Esperá. Acomodo esto y… Listo, ahora
sentate acá y empezá a pedalear, dale. (Sara pedalea, se empieza a prender la
lucecita del aparato.) Mire esto, esta es una maravilla, la más importante de
toda la tecnología ja ja ja, si no, no andaría nada.
Sara: Si, es muy sorprendente… ¿cómo lo hizo?
Francisco: Magia… no te olvides que soy brujo… no, es un simple di-
namo de Citroen. (Sara se espanta insectos, Francisco va a buscar algo.) Esperá
que prendo un fueguito, así se van los bichos, vos seguí pedaleando no-
más, que esa batería ya está media ndé viró y le cuesta cargar. (Francisco
vuelve con un brasero en el que empieza a romper y colocar pequeñas ramas y maderas
mientras charla.) ¿Vos sos de Buenos Aires?
Sara: Si, bah, de San Isidro. ¿conoce? es el gran Buenos Aires, cerquita de
la capital, está sobre el río.
Francisco: Sobre el río, que lindo, eso es lo que más extraño acá. Cuando
vivía al borde del río me sentía distinto, como que el agua trae la vida,
(Pausa, recuerda, cambia.) bah, a veces.
Sara: ¿Por qué dice eso?
Francisco: Bueno, a veces el río trajo también la muerte. (Sara no entiende)
No me hagás caso curepí, me acordé de una epidemia de cólera en la gue-
rra, que los añaraco peguaré.. tiraban los cadáveres al río a propósito y nos
mataban a todos sin tirar un solo tiro.
Sara: (deja de pedalear) ¿Está hablando otra vez de la Guerra de la Triple
Alianza?
Francisco: Si claro, fue la peor de todas.
Sara: Parece que en su familia está muy presente, quiero decir, tiene como
los recuerdos muy presentes, muy…vívidos…
Francisco: (Pausa, la mira.) ¿Y vos, tenés familia? (Prende el fuego, comienza
a salir humo.)
Sara: Tengo a mi papá, en un geriátrico.
Francisco: ¿Qué es eso?
Sara: Es una casa donde viven los viejos.
Francisco: ¿No vive con vos?
Sara: No, yo estoy todo el día en la calle ocupada y no puedo cuidarlo.

182
Escabeche de vinchuca
Francisco: Y ahí te le cuidan…
Sara: Si, muy bien, son especialistas, están preparados para eso.
Francisco: No hay que estar muy preparado para cuidar a un viejo…
(Pausa incomoda que él rompe con un chiste) Mirá como yo le cuido al Panchito
ja ja…
Sara: Ese se cuida solito.
Francisco: ¿Y le vas a visitar?
Sara: (incómoda) Si, cada tanto.
Francisco: (Tiempo, incómodos, pone una pavita de lata sobre el fuego, percibe que
a Sara le molesta y cambia de tema.) ¿Y marido… hijos no tenés?
Sara: No, ni marido ni hijos.
Francisco: ¿Pero tendrás algún… un palenque donde rascarte?
Sara: ¿La verdad? No lo sé, no sé si tengo ese palenque…Estaba en pa-
reja o estoy en pareja, no lo sé.
Francisco: ¿Y cómo es eso?
Sara: Y hace como 15 días que me dijo que necesitaba… (Ironiza) tiempo,
que estaba confundido, no sos vos, soy yo, me tengo que encontrar, estoy
buscando mi esencia…todas esas cosas. (Francisco no entiende nada.) Pro-
metí no llamarlo, no invadirlo para dejarlo pensar, así que me vino bien
venir para acá… sin teléfono es más fácil.
Francisco: Qué difícil la hacen ahora ustedes, tan modernos, en mi épo-
ca si le querés venir vení y si no, aire con las pinchas…. Un voleo en el
orto y a pensar al camino! ¡aña yapu!
Sara: Si, supongo que sí, ¿usted hace mucho que está acá?
Francisco: Un siglo… (Pausa) ya está listo su té. (Le entrega la taza, hay
mucho humo.) Se está haciendo de noche, me está entrando un sueñito…
en el campo somos como las gallinas, ¿viste? se pone el sol y ya… ¿Te
preparo la hamaca?
Sara: Como quiera, yo me arreglo, traje mi bolsa de dormir.
Francisco: ¿Querés dormir acá?
Sara: Si, no hay problema, me quedo leyendo un rato, así aprendo de su
historia…
Francisco: (Choca la taza con el mate.) Salud (Sale, apagón)

183
Mario Carneglia
7 Poseído I

Sara: (Es de noche, Sara acciona la bicicleta mientras trata de leer en un libro, le
cuesta por el movimiento y la escasa luz que emite la lamparita del aparato, hay
mucho humo, a veces tose y a veces se espanta los insectos. Graba en su celular.) El
pretexto de las potencias europeas para invadir el Paraguay fue liberar al
pueblo de un supuesto dictador tiránico que lo tenía sojuzgado El maris-
cal Francisco Solano López. Esta teoría se ve absolutamente desvirtuada
cuando tenemos en cuenta que en un pasaje de la guerra, debido a la dela-
ción de un grupo de traidores, el mariscal quedó absolutamente vencido,
huyendo a la selva con sólo 60 hombres. A su campamento, escondido
en plena jungla llegaron de todas partes del país, miles de hombres dis-
puestos a ponerse a sus órdenes. Los paraguayos, por su propia voluntad,
atravesaban grandes distancias, e incluso atacaban a los brasileros solo
con palos y lanzas improvisadas con cañas con el único objetivo de robar
las armas para ir a pelear a las órdenes de su líder. En menos de un año
de los 60 hombres originales, se había reagrupado un ejército de 10,000
hombres con los cuales el Mariscal volvió a atacar a las líneas brasileras..
(Cierra el libro, apaga el grabador, piensa, luego lo vuelve a encender y agrega.)
Decían liberar al pueblo de un supuesto tirano, já, los métodos no cam-
bian… (Apaga y va a reavivar el fuego, sale mucho humo, toma el celular y graba.)
En nuestra primera noche en la jungla descubrimos que es imposible dor-
mir para una persona de la ciudad, no acostumbrada a este ambiente si
no se está permanentemente protegida por repelentes, por mosquiteros
o el humo de la infinidad de insectos que pueblan la noche, es bastante
extraño para nosotros…uno termina envuelta en humo y no sabe si pre-
fiere respirar mejor y morir atacada por los bichos o simplemente dejar de
respirar dentro de una nube negra…es una constante… (Aparece Francisco,
con una túnica blanca, envuelto en el humo, gritando y blandiendo el esqueleto, con
un trabuco en la mano, parece un espectro. Sara da un grito de terror y busca donde
esconderse, en su espanto cambia varias veces de lugar, termina parada, olvidando su
terror queda mirando asombrada el accionar de Francisco. )
Francisco: (Habla en guaraní, da órdenes, gritos) ¡A levantarse! A levantar-
se ñamburú, peyúape… vienen los brasileros, vienen los brasileros, son
muchos, me escuchan, muchos, no le podemos pelear, asi que cada uno
va hasta la pila de muertos, le vacían las tripas para que pese menos y lo
levantan, me entendieron? ¡Peñátendeguen! ¡Ahora, cuando yo diga… aho-
ra! (Grita enloquecido sacudiendo a Pancho) ¡Huyen! Huyen! ¡Miren! Peyuapé,
hagan como que les siguen pero no les corran mucho…. ¿Viste Pancho?...
(Mira el esqueleto, parece descubrir que ha muerto en la batalla.) ¿Pancho? Hijo…

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Escabeche de vinchuca
Panchito… (Se toma la cara con un gesto de dolor y se desploma en el piso, queda
inmóvil, Sara se le acerca temerosa.)
Sara: ¿Francisco? ¿Francisco? ¿Está bien? ¿Está dormido Francisco? (Lo
toca, le toma el pulso en el cuello, luego lo cubre con una manta, va a sentarse a un
rincón, se abraza las rodillas. Apagón.)

8 Salir de acá

A la mañana, Sara sobre el banco, trata de tomar señal para comunicarse con el
celular, trata de llegar lo más alto posible con la oreja, lucha para subir el teléfono y
al mismo tiempo escuchar.
Sara: ¿Hola me escucha? le pido que me diga los horarios, los horarios…
a qué hora pasa el micro, el colectivo, me escucha por favor, sí entiendo…
no, hoy… no, sábado, no… ¿hoy sábado? Señor, no entiende, hoy es
jueves… mire, no le escucho, ¿me puede mandar mensaje a este teléfono,
con los días y horarios?... pero, ¡la puta madre que lo parió!
Francisco: (Entrando envuelto en una manta.) ¿Qué pasó? ¿Te caíste de la
cama? Todavía no levantó la humedad, mira que niebla que hay, ¿qué le
estás haciendo vos ahí?
Sara: Estaba averiguando los horarios para el micro, así hacemos el re-
portaje temprano y me puedo ir antes de que anochezca.
Francisco: ¿Qué te pasó, que te agarró tanto apuro?… si no le querés
comer carne te hago una sopa, hambre no vas a pasar….
Sara: No, no es eso, es que tengo mucho que hacer allá.
Francisco: ¿Te hiciste tantos kilómetros para estar un día sólo, que te
paso, no dormiste bien?
Sara: No, bueno si, la verdad es que me costó mucho dormir anoche, no
estoy acostumbrada a los bichos, al humo, a los ruidos.
Francisco: Ah sí, la selva es así, no hay con que darle. ¿Qué te pasó? te
asustaste… te ponés cerca de Pancho y listo, ja ja
Sara: No, bueno si, un poco, aparte… ¿usted es sonámbulo, Francisco?
Francisco: ¿Sonámbulo? No sé, hace rato que no hay nadie… para que
me digan… ¿qué pasó, roncaba?
Sara: ¿No se acuerda?
Francisco: Si me acordaba no te pregunto, ¿no me digas que roncaba y
no te dejé dormir? (Ríe)
Sara: No, bueno, hablaba un poco.

185
Mario Carneglia
Francisco: ¿Y qué decía? No me asustes, no me digas que te quise vio-
lar… igual, a esta altura ya soy inofensivo. (Riendo, cambia, se preocupa.) ¿Te
quise hacer algo?
Sara: No, hablaba en guaraní, no entendí mucho.
Francisco: Menos mal, bueno, entonces vení que vamos a tomar el desa-
yuno… (Aclara) vegetariano.
Sara: Es que no me quiero bajar, porque le pedí que me mandaran un
mensaje con los horarios.
Francisco: ¿Los horarios del micro? (Sara asiente) Miércoles y sábado, a
las ocho para Quitilipi y a las 3 de la tarde para Saenz Peña que es el que
te trajo a vos ayer.
Sara: ¡Pero hoy es jueves!
Francisco: Por eso, el próximo es el sábado a las ocho de la mañana para
Quitilipi, es lo que te estoy diciendo.
Sara: Pero son dos noches más.
Francisco: No te hagás problemas, la peor es la primera, y ya pasó… ya
te vas acostumbrar a los bichos y al humo, y aparte vamos a tener muchos
ratos para que me hagas el reportaje. Vamos pa`las casas…
Sara: ¿Y si me escriben?
Francisco: A la tarde venimos y te llegan todos juntos... dale, vení que te
hago un sandwichito con pan de chicharrón y escabeche de puma… (Sara
se crispa, él ríe.) ¡No! Es un chiste… avivamos el fuego y te hacés un té,
también hacemos unas tortillas… sin chicharrones (Camina hacia la casa,
preparan el desayuno y Sara el grabador.)

9 El reportaje

Sara: ¿Está listo para empezar?


Francisco: Bueno, es raro, pero vamos a ver que sale. (Trabaja sobre el
fuego, Sara le alcanza un pequeño atado de leña.) No, ese es verde para que haga
humo a la noche, ahora es sin humo, para cocinar… dale, vos empezá.
Sara: (Prepara para grabar en el teléfono) Bueno, para empezar la entrevista
¿me podría decir su nombre, donde nació, y esas cosas?
Francisco: Bueno, me llamo Francisco Eliseo Bueno, le nací en Pirebe-
buy. República del Paraguay, y… no sé qué más decir.
Sara: ¿Fue a la escuela Francisco?
Francisco: (La mira un poco ofendido.) Soy maestro de historia.(Toma un

186
Escabeche de vinchuca
tazón y saca de él un bollo de masa, lo separa en dos y le da el otro a Sara, que trata
de amasar y mantener el grabador muy incómoda.)
Sara: Perdón.
Francisco: Por eso me tuve que ir del Paraguay, a los ndeañarakó no les
gusta que les recuerden a los gurises lo que era el país antes que lo ven-
dieran… me vine a Corrientes, de peón trabajaba… (Pausa, mira la masa)
Ahora le tenés que estirar así… después me fui a Buenos Aires…en la
época de Perón.
Sara: ¿Y hace cuanto tiempo que se mudó al Impenetrable?
Francisco: ¿La primera vez?
Sara: Si, es decir… ¿vino más de una vez?
Francisco: Si, la primera vez fue…(Piensa) si… con la Revolución Li-
bertadora, me tuve que meter acá…después salí un par de veces, me fui
a Asunción … y la última me fui a Buenos Aires cuando vino Perón, y
me tuve que volver en el 80. (Pausa, tensión, cambia.) Ahí me lo encontré al
Pancho que me cuidaba la casa, ja ja…
Sara: ¿Usted lo conoció a Perón?
Francisco: No. A Evita la conocí… ¡qué mujer! Una fiera, los tenía cor-
titos a los cogotudos….
Sara: ¿Usted trabajó con ella en la ayuda social, no?
Francisco: (No le contesta) Que porquería esa enfermedad, si no se hubie-
ra muerto, a Perón no lo sacaban en el 55, ella hubiera resistido
Sara: Pero… usted cuantos años tenía en el 55?
Francisco: (Mira las tortillas) Tenés que estirar bien la masa, así se hace
parejita, ¿ves?(Sara espera que le conteste, pero él la ignora, pone las tortillas al
fuego y sigue callado.)
Sara: (Decide dar por perdida esa respuesta.) ¿Cómo se llamaban sus papás
Francisco? (Los dos estiran los bollos de masa.)
Francisco: Mi papá se llamaba Carlos, pero no le conocí, mi mamá me
dijo que se llamaba Carlos, ¡pero ella tampoco le conoció mucho eikende-
revicuapé! (Ríe) Mi mamá se llamaba Juana. Trabajaba en el campo, la tierra.
En esa época había muchos peones golondrina, que venían a la cosecha y
después desaparecían… mi papá era peón golondrina.
Sara: Yo quiero saber por qué le pusieron Francisco Eliseo.
Francisco: ¿Otra vez? ¿Leíste el libro que te di? (Acomoda unas tortillas
sobre el fuego.)
Sara: Leí un poco… habla de la historia del Paraguay, pero no pude se-
guir.

187
Mario Carneglia
Francisco: ¿Te dio sueño?
Sara: (Gesto, irónica) No, es que no estoy acostumbrada, el humo, los bi-
chos las…
Francisco: Y mi ronquidos.
Sara: No importa, cuénteme lo que le parezca importante.(Siguen ama-
sando)
Francisco: Añamenbuí… (Pausa, se prepara para explicar) Francisco por
el mayor patriota que tiene mi país, Francisco Solano Lopez, que era el
presidente en la época de la invasión. Y Eliseo me lo pusieron por Elisa
Lynch, su mujer. Era una europea blanca y alta… daba miedo de lo linda
que era… ¡dicen! Francisco la conoció en un viaje, Elisa era europea, le
encantaba escuchar a Chopin en piano..(Pausa, mira las tortillas) Esta ya hay
que darle vuelta, se hacen enseguida ¿viste?
Sara: ¿Estas donde las pongo?
Francisco: Ahí te traigo un plato (Trae un plato donde Sara pone las tortillas
crudas que va terminando) Mi familia admiraba mucho a Elisa. En el último
año de la guerra, como ya no había hombres, ella armó un batallón de
mujeres que luchaban en la selva contra los brasileros, una de esas mujeres
era… (Se controla, miente) pariente mía, ella lo fue contando en la familia,
fue pasando año por año… el valor de esa mujer… cómo seguía sacando
heridos cuando le chiflaban las balas alrededor… cómo siguió con su
marido hasta el último día en el frente de batalla, pudiendo irse, pudiendo
quedarse en la capital en la casa de gobierno… no, ella quiso quedarse con
su hombre, con su amor, con sus amores, porque yo creo que se enamoró,
se enamoró del pueblo del Paraguay, el valor del pueblo, y fue igual de
valiente que ellos. (La mira) por ellos me han puesto este nombre… (Se le
disparan los recuerdos.)
Sara: ¿Quiere que sigamos después…quiere seguir?
Francisco: Si, mejor paremos un rato, ya están listas la tortillas… pro-
balas.
Sara: Están calientes, espero un ratito…(Apaga el grabador.) Disculpe mi
ignorancia Francisco, pero ¿todos los paraguayos tienen tan presente la
guerra?
Francisco: No, los gurises no, no saben nada… tampoco les enseñan…
¿Vos sabías que por 1860 el Paraguay era la potencia industrial más grande
de América, de toda América, la industria, la economía más grande y más
desarrollada que los yanquis?¿ No sabía no? Por eso le destruyeron. Esas
cosas no te la cuentan en la escuela, no les conviene, ni en Argentina ni
allá tampoco, tienen miedo… (Comen) ¿Están ricas?
Sara: Muy ricas (Apagón)
188
Escabeche de vinchuca
10 Equilibrio

(Sara sobre el banco, y Francisco con el celular atado a su bastón, sosteniendo los
celulares en alto)
Sara: Es que en realidad a la revista no le va a interesar la historia del
Paraguay, ellos quieren su historia, de brujerías y cosas mágicas… que yo
les haga un relato fantástico, algo divertido.
Francisco: Y bueno, pero dentro de mi historia está la historia de la gue-
rra…de las luchas, allá y acá…de Evita…si no yo no sería así…
Sara: Si, yo lo entiendo Francisco, pero tengo que ser inteligente, para
que no me rebote la nota… para que la publiquen, esa es mi guerra diaria,
tratar de hacer notas más profundas en una revista así…
Francisco: (Mirando el celular) Uh, no me digas, otro más, que lo parió…
añá acoré.
Sara: ¿Qué paso?
Francisco: Se me murió un nieto, una lástima. un gurí muy buenito, el
hijo de una nieta que se fue a vivir a Noruega, ¿Noruega, a quien se le
ocurre? ¡Debe hacer un frío ahí!
Sara: No me diga, ¿un chico joven?
Francisco: Debería andar por los 70…
Sara: ¿Cuántos?
Francisco: No sé. más o menos, 70…75…
Sara: (Lo mira) El hijo de una nieta suya tiene 75…
Francisco: (Pausa, la mira serio, sale con una exclamación.) ¡No sé, son pa-
rientes! Ya te dije, yo les digo a todos nietos… (Otra vez se miran) ¿Pudiste
hacer lo que dijiste?
Sara: (Otra vez le cambió de tema) Estoy en eso, ¿usted no usa Facebook?
Francisco: No, nunca, porque para eso hay que estar conectado, y yo
siempre descargo y me voy a casa, me cansa mucho esto. ¿Por qué?
Sara: (Lo mira cómplice y traviesa.) Prometí no llamarlo, no dije nada de
mirar su muro.
Francisco: (Divertido) ¿Vos le estás controlando al que anda necesitando
tiempo?
Sara: Estoy tratando, pero esto va muy lento, cada foto es una eterni-
dad… ahí está… ahí está… ¡la puta madre no te puedo creer!
Francisco: ¿Y qué descubriste?
Sara: Mire (Le muestra el celular, lo miran serios, se miran)

189
Mario Carneglia
Francisco: ¿Este es tu muchacho?
Sara: Si. (Trata de no llorar)
Francisco: Parece que era tu muchacho.
Sara: Parece.
Francisco: Hay que reconocer que es linda la rubia.
Sara: Si, mucho.
Francisco: (Rompe el clima, chiste.) Pero es medio boba, seguro.
Sara: Seguro (Ríe y llora a la vez)
Francisco: Seguro que es medio tarada, y tiene feo olor.
Sara: Si, seguro, y tiene mal aliento la concheta, y aburrida.
Francisco: Y sale de noche, hasta cualquier hora, una tilinga. (Se ríen de
su desgracia.)
Sara: Una rubia tarada.
Francisco: Insulsa.
Sara: Frígida.
Francisco: Seguro. (Pausa)
Sara: (Pausa larga, se baja del banquito.) Ya no tengo apuro.
Francisco: Te podés quedar tranquila hasta el sábado.
Sara: Me puedo quedar hasta escribir un libro completo sobre usted.
Francisco: Bienvenida a casa. (Apagón)

11 Poseido II

Sara: (Acciona la bicicleta y graba el primer boceto de su artículo para la revista,


habla entusiasmada, apasionadamente. Empieza a salir humo de la lata.) En un
primer momento supuse que era simplemente un desequilibrado mental
pero las primeras charlas alcanzaron para empezar a entender que ha-
bía algo fascinante detrás de esa máscara. Francisco es un hombre de
una edad indescifrable, no se alcanza a distinguir qué arrugas vienen de
la edad y cuáles son de una vida llena de privaciones. Es cordial pero
desconfiado y hay algo extraño, como atemporal...Francisco está como
detenido en el tiempo, habla constantemente de la guerra de la Triple
Alianza contra el Paraguay, que ocurrió a fines de siglo 19 y en la que
perdieron las vida absolutamente todos los hombres fuertes y jóvenes
de un país que se presentaba floreciente y amenazador para las grandes
potencias europeas…esto ha hecho que esta periodista se tuviera que

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Escabeche de vinchuca
buscar información para….(Aparece Francisco con la túnica blanca, combate
con los enemigos, habla en guaraní, de pronto ve a Elisa a lo lejos, la llama, le pide
que tenga cuidado y que vuelva en inglés: “Elisa be careful. Come back here”. Sara
logra superar su miedo y le pregunta contra quien combate en inglés - “Who are you
fighting to?” -, Francisco responde en fluido inglés, contra los enemigos de mi patria:
“Against the enemies of my country”. Sara le pregunta en inglés: ”who are you?” y
Francisco responde en ingles “I am Francisco Solano Lopez, the Lord of Paraguay”.
Luego se le pierde la mirada y se desploma. Sara se le acerca, lo toca, pausa, pone la
pava y atiza el fuego.)

11 Escabeche de vinchuca

Sara: Francisco, Francisco, despiértese Francisco…


Francisco: Enderembipé, ¿qué hago acá? ¿Estaba soñando de nuevo?
Sara: Estaba soñando, creo.
Francisco: ¿Así que soy sonámbulo? mira vos, a la vejez, viruela.
Sara: Lo desperté a ver si quería tomar algo.
Francisco: ¿Qué estás preparando?
Sara: Mate ¿quiere?
Francisco: Vamos a darle, ya que está fresco.
Sara: Usted me mintió, Francisco…Me mintió, ¿por qué?
Francisco: ¿Qué decís? ¿Y qué te mentí, se puede saber?
Sara: ¿Por qué inventó eso de que no sabía inglés?
Francisco: ¿Qué?
Sara: No se haga el distraído, me hizo toda la actuación de que no sabía
inglés y recién dormido hablaba en inglés perfectamente.
Francisco: ¿Hablaba en inglés?
Sara: Si, clarito, y en guaraní… y lo único en español fue Elisa, Elisa…
Francisco: ¿Yo hablaba en inglés?
Sara: Perfectamente, ¿para qué inventó todo eso? no entiendo… ¿me va
a decir la verdad que una vez?
Francisco: ¿La verdad sobre qué?
Sara: Sobre su historia… todos los parientes… su conexión con la gue-
rra, que conoció a Evita…
Francisco: (Pausa larga) ¿Está preparada para escuchar con sus oídos
cosas que quizás su mente no está lista para aceptar?

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Mario Carneglia
Sara: Estoy esperando…
Francisco: No es que te haya mentido, es que es difícil de entender, de
creer… lo que pasa es que la gente se asusta cuando le digo la verdad.
Sara: (Lo desafía con cierta ironía.) Conmigo no tenga cuidado, estoy acos-
tumbrada a escuchar cosas raras, es mi trabajo en la revista…
Francisco: ¿Segura?
Sara: ¿Segura…(le sirve un mate)
Francisco: Es difícil explicar esto, pero yo estuve en la guerra. Yo tenía 5
años cuando terminó la guerra, no me lo contaron, lo viví…era mi mamá
la que peleaba al lado de Elisa…juntas, y yo ahí, me escondían en los pa-
jonales en cada batalla… hasta que nos dejaron cuidando heridos con mi
mamá y ellas siguieron al frente, fue la última vez que la vi, Madame tenía
una falda oscura, toda llena de barro y sangre, se montó al caballo, nos
miró y dijo, “voy a morir con mi hombre”…y sé que no me vas a creer,
que estás pensando viejo loco… pero fue así… eso no fue una guerra, fue
una masacre, no pararon nunca, mataron a todos, a todos los hombres.
(Le devuelve el mate) Y cuando terminó… fue peor. No había quedado
nada, ni comida, ni remedios, ni médicos… y había cólera, chagas, de
todo, todas las enfermedades juntas estaban en ese punto de la tierra des-
pués de 5 años de matanzas, de cadáveres flotando en el río, de hambre. Y
nosotros crecimos en eso, y la mujeres que habían quedado se juraron sa-
lir adelante, volver a hacer el país de nuevo, y salieron como perras en celo
a buscar hombres que le hicieran hijos, cualquier hombre… en cuanto
pude… empecé a ser padre…12 años tenía…ocho hijas tuve…de cuatro
madres…ocho gurisas. Pobrecitas… araban la tierra conmigo tratando de
sacarle un bocado, no sabían caminar y …a los 6 años la mayor se agarró
el cólera…¿ cómo se iba a salvar pobrecita si era puro hueso?… La ma-
dre le ponía trapo mojado en la cabeza, y ella me miraba, me miraba….y
en eso cierra los ojitos y dice… bajito…”que ganas de comer escabeche” y yo
pensé, este único gusto se lo tengo que dar, no ha tenido ni un gusto en
su cortita vida… salí afuera decidido a matar cualquier cosa para hacerle
escabeche, cualquier cosa, toda la noche buscando, buscando en las pajas,
en los veriles con cuevas, nada, me picaban la vinchucas cuando metía
las manos, pero a mí no me importaba…vinchucas, era lo único que ha-
bía…asi que junté todas las vinchucas del pajar, todas, un tarro así lleno
había… y la madre le hizo el escabeche…de vinchucas…”está raro mamá”,
le dijo…y me miró… yo no quería llorar, y se dio cuenta… “pero rico”,
dijo…un par de horas después se murió, se murió ahí, sequita, sin agua el
cuerpito…yo levanté los ojos y en la pared estaba el retrato de madame
Lynch, y yo le miré, y le recé como si fuera una virgen, era mi virgen… y

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Escabeche de vinchuca
le pedí que me diera larga vida para luchar para que estas cosas no vuelvan
a pasar, para que nadie tenga que sufrir lo que nosotros sufrimos…en ese
momento sentí como un escalofrío, un mareo, algo raro…no supe bien
en ese momento… después me enteré que ese mismo día Elisa Lynch se
había muerto en Francia… 130 años han pasado, parece que escuchó mi
pedido. (Pausa) ¿Está rico el mate? (Sara lo mira) Por eso, siempre traté de
hacer algo, para ser fiel a ella… para cumplir… y me fui con Evita y me
fui a Paraguay a pelear contra Stroessner…y cuando volvió Perón me fui
de nuevo… pero ya no era lo mismo…todos traidores!! Ahí me vine otra
vez, y no salí más (Pausa, la mira) ¿No me crees ni un poco, no?
Sara: No sé si será magia, una cuestión genética… o que usted es “Hi-
ghlander” pero, le creo…coincide con lo que dice el mito, (Él no entiende)
que tiene más de cien años, (Sonríe) y todos tus nietos… Yo hable con tu
familia de Buenos Aires, ellos dicen que no entienden cómo se mantiene
tan bien si nadie se acuerda ya de cuantos años tiene
Francisco: Será que soy brujo.
Sara: O está poseído.
Francisco: (Se persigna, asustado) ¡Cruz diablo!
Sara: (Sonríe) Tendríamos que llevarlo a un exorcista.
Francisco: (Ríen, pausa) ¿Y ahora que vamos a hacer?
Sara: Voy a escribir su historia.
Francisco: ¿Qué historia?
Sara: La historia de “El brujo de la selva”, la voy a empezar ahora mismo,
si no me interrumpís más… (Se dirige a la bicicleta.)
Francisco: Yo no te interrumpí…. Fue el otro.
Sara: Bueno, dígale al otro que cuando tengo una idea la tengo que es-
cribir en el momento para que no se me pierda, que se quede tranquilo
esta noche.
Francisco: Esperá, tengo la solución para estas emergencias. (Busca entre
los muebles y saca una botella de ginebra) Este es mi exorcista…para ocasiones
especiales. (Da un trago)
Sara: ¿Va a tomar eso?
Francisco: Es mi cura contra las pesadillas… el otro nunca aparece
cuando estoy borracho, buenas noches… (Sale, Sara lo ve salir y comienza a
pedalear, graba.)
Sara: Esta es la historia de un hombre fuera de lo común…. (Apagón)

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Mario Carneglia
13 Fin del hechizo

Sara sobre el banco, con el brazo muy estirado, Francisco abajo, la sostiene con el
bastón.
Francisco: ¿Pero, vos estás segura? Mirá que antes dijiste que lo de la
guerra no les iba a gustar.
Sara: Lo escribí bastante novelado, mezclando tu vida con la de Solano y
Elisa, así tiene misterio pero, podemos mezclarle lo que queremos decir
sin que lo rechacen.
Francisco: Ay, me agarro una cosa…
Sara: ¿Qué cosa? Ay, la puta madre, hoy hay menos señal que nunca. (Se
estira)
Francisco: No sé, me da como miedo que las cosas cambien… que ven-
ga gente a ver de qué se trata esto del brujo, ¿viste como son los curepí?,
chismosos.
Sara: ¿Tenés miedo de hacerte famoso?
Francisco: ¿Cómo famoso?
Sara: No seas cagón, si esto llama la atención seguro van a venir los de
la tele a reportearte y vas a poder contar todo, fíjate lo que es ahora la
prensa, esos chicos de la tele son famosos sin hacer nada.
Francisco: ¿Quién?
Sara: Nada, unos pibes que se hicieron famosos sin tener que saber hacer
algo especial.
Francisco: No, a esos no lo conozco.
Sara: No se pierde mucho.
Francisco: Bueno, yo por lo menos algo especial tengo… los años aun-
que mas no sea.
Sara: Usted tiene lo más importante, una historia que contar.
Francisco: Pero la vas a contar vos.
Sara: Yo solo soy su médium.
Francisco: ¿Mi qué?
Sara: Su médium, el que hace contacto entre los vivos y los muertos…¡ahí
está! ¡Salió…salió!
Francisco: ¿Salió?
Sara: Si, enviado, ahora solo queda esperar a que me contesten si lo pu-
blican, confíe en mí, si lo publican va a ser un bum, le metí tanta cosa

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Escabeche de vinchuca
misteriosa… brujería y hechizos que le dedicarán la tapa, acuérdese lo
que le digo…
Francisco: ¿Pero al final, vos escribiste la historia que yo te conté o in-
ventaste todo?
Sara: Tomé la historia que usted me contó como base y la fui adornan-
do como necesitaba. Le toca (Francisco se sube al Banquito y acciona sobre el
celular, luego lo sube, se estira, Sara lo agarra de las rodillas) Usted hágame caso
a mí, no se puede ir con una historia que va en contra de ellos, hay que
disfrazarla.
Francisco: ¿Por qué decís que va en contra de ellos?
Sara: Si es la misma historia de lo que hacen ahora… hay que ser vivos,
disfrazarla de misterio y va a ser una bomba …
Francisco: ¿Una bomba?
Sara: Algo así, tome, (Le da su celular) suba el mío también, por si contes-
tan rápido.
Francisco: Ojalá que no explotemos nosotros.
Sara: Tan valiente para la guerra con tiros y tan cagón para pelear en otras
guerras.
Francisco: ¿Qué?
Sara: Ya no se pelea contra estos tipos con lanzas, hay que cambiarle la
cabeza a la gente.
Francisco: ¿Vos decís?
Sara: Los pueblos tienen los gobiernos que se merecen, ¿no?
Francisco: (Ha quedado como un zombi, mirando adelante.) Los pueblos no
siempre tienen los gobiernos que se merecen… a veces los masacran…
(Se asusta por algo en su mano.) ¡Ay, qué cagazo! me empezó a vibrar… es el
tuyo, fíjate… (Sara mira su teléfono, Francisco baja del banco.)
Sara: ¡Bien! ¿Qué le dije? ¡Bien! Les gustó el primer capítulo, lo van a
publicar, después leen el resto, ¿qué le dije?
Francisco: ¿Qué me dijiste?
Sara: Que se la metimos sin que se dieran cuenta, con la historia de la
brujería va la historia de la guerra…Esto quizás sirva para que historias
como la de su hija no se repitan… ¿entiende? (Pausa en stop, Sara mira a
Francisco esperando su reacción, él mira el vacío. Luego se le aflojan las piernas y
Sara logra sostenerlo antes que caiga al suelo.) ¡Francisco! ¿Qué le pasa? ¿Está
bien?
Francisco: Ya está. Ya pasa. Un mareo, nada más, es que estos días han

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Mario Carneglia
sido tan… tantas emociones, ando medio flojito nada más…me dio como
un escalofrío.
Sara: Venga que yo le ayudo, vamos a las casa, vamos.
Francisco: Tranquila, tranquila, yo puedo, yo puedo…(Se van hacia la
casa, cambia la luz, en la penumbra a contraluz. Sara se cambia de ropa, vemos
como Francisco se recuesta cansado y saca su computadora, escribe.)

13 La renuncia

Sara: Francisco… (Entrado con verduras recién cosechadas, con ropas de campe-
sina.) Mirá que lindas están las…¿qué estás haciendo?
Francisco: Le escribo una carta a mis nietos.
Sara: ¿A cuáles?
Francisco: A todos.
Sara: ¿A todos? ¿Y cómo es eso?
Francisco: tengo que decirle algo a toda mi familia.
Sara: Pronto van a venir de los medios, podés decirles que se preparen
para verte por la tele…
Francisco: De eso les estoy contando (Mira el celular que está conectado a
la computadora.)
Sara: ¿De qué?
Francisco: Que vos te vas a encargar… yo ya no tengo fuerzas.
Sara: No digas tonterías, Francisco.
Francisco: Escuchame, escuchame bien…(Señala la computadora.) acá está
todo, para eso te traje, en esto está toda la historia para que vos…
Sara: No te escucho nada! Yo no voy a…
Francisco: ¡Yo ya no tengo fuerzas! ¿No entendés?
Sara: ¡Yo no voy a permitir que aflojes ahora!
Francisco: Vas a tener que contarles a todos lo que nos pasó, yo ya no…
Sara: ¿Así que estás renunciando? ¿Así? ¿Cuando estás a un paso de tener
la oportunidad de hacer algo?…yo no lo puedo creer…
Francisco: ¡Sí! ¡Si, renuncio! ¿y qué?(Desconecta el celular y se lo ofrece a Sara.)
Sara: O sea que al final sos un cobarde…
Francisco: ¡Cobarde! ¿Cobarde me decís? ¿vos te escuchás? ¿Vos me de-
cís cobarde y ni siquiera querés ayudarme en una sola? ¡Yo peleé toda mi
vida! ¡Toda mi larga vida, y siempre perdí, siempre!! Y lo volví a intentar,

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Escabeche de vinchuca
y otra vez y otra.
Sara: Volvé a intentarlo una vez más, esta vez es distinto…
Francisco: ¡Estoy cansado! Ya no tengo fuerzas para perder una vez más.
Ya no. Lo intenté, lo intenté todas las veces que pude… y nos mataron
siempre... Allá y acá. En el pantano, en Buenos Aires, en Asunción. Y
volvíamos a creer, a insistir, a intentar. Con Evita …parecía que sí, que
esta vez… y lo que no pudieron los cogotudos lo pudo el maldito cáncer,
si hay un dios también está con ellos… siempre nos masacraron, cuando
no pudieron por las buenas usaron las bombas… me fuí con el coronel,
para voltear a Stroessner… otra vez sangre…yo resistí todo lo que pude,
todo lo que pude, y ahora te traje a vos… porque mi vida se acaba… no
te pido que agarres un fusil, vos lo dijiste, ahora se pelea con palabras…
(Le alcanza el celular) Esto es para mi familia…
Sara: Vamos a quedarnos juntos, yo te voy a cuidar. Escuchá lo que te
digo, va a ser tu nueva forma de luchar…denunciar la miseria…
Francisco: (Terminante) Yo ya hice mi parte. Ya peleé con machete, o ayu-
dando a los que podían hacer algo…y hasta con tiros, siempre nos ma-
sacraron…siempre la sangre…yo ya no puedo, te hice venir para esto…
tomá…acá está toda mi historia… cuando yo me muera tratá de que sirva
para algo. (Sara toma la computadora, Francisco se envuelve en la manta, apagón.)

15 La última sopa

Sara: (Ha pasado tiempo, le da la sopa en la boca) Dale tomá otro poco, un par
de cucharadas más y terminás el plato.
Francisco: (Envuelto en mantas y muy débil) No quiero más. Eso es una por-
quería, dame un poco de escabeche si querés que me den ganas de comer
Sara: Queda muy poquito y además esto es más sano, te tenés que mejo-
rar, mirá que en cualquier momento van a empezar a venir los medios y
los tenés que atender.
Francisco: No creo que llegue.
Sara: Si te entregás no, pero con esta sopita, calor y tu enfermera privada,
vas a ver… soy milagrosa. (Le da una cucharada.)
Francisco: ¿Te estás poniendo supersticiosa vos ahora?
Sara: Es que tanto andar con brujerías estoy aprendiendo.
Francisco: Te falta mucho para bruja a vos, un siglo más o menos, dame
agua.

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Mario Carneglia
Sara: No, lo tiempos modernos son más… nadie puede esperar tanto
ahora.
Francisco: ¿Te fijaste el mail?
Sara: Si, va todo bien, del primer capítulo a este ya subimos 3000 ejem-
plares, ¿qué te parece? y en la de la web está lleno de visitas… Le mandé
tu historia a todos los que conozco, alguno se va a interesar, ya vas a ver…
Francisco: Ojalá.
Sara: ¡Ah! ¿Te cuento un chusmerío?
Francisco: ¿Qué?
Sara: ¿Viste que renunció el Papa? (Él asiente) Eligieron otro…¡Es argen-
tino!… Jorge Bergoglio se llamaba, ¿pero como Papa sabés como se va a
llamar? ¡Francisco!
Francisco: (Queda inmóvil) ¿Y cuando pasó eso?
Sara: El otro día, cuando mandamos la historia, me escribieron.
Francisco: ¿El día que me enfermé?
Sara: Si.
Francisco: Parece que madame Lynch ya me encontró un reemplazo.
Sara: Ja ja , ¿no será un poco soberbio de tu parte?
Francisco: No, es que madame va mejorando la puntería (Rien) ¡ay!
Sara: ¿Te duele?
Francisco: La espalda, es como si se me hubieran venido todos los años
de golpe. (Pausa tensa.)
Sara: A ver si te hago masajes, dejame, a ver (Se sienta a su lado y lo levanta
un poco, pasa su mano detrás de su espalda y le hace masajes.) ¿Te hace bien?
Francisco: Ya no creo que nada pueda hacerme bien, tengo 150 años…
Sara: No seas negativo, viejo maricón, tanto tiempo aguantando ¿y ahora
vas a aflojar? Acordate lo que yo te digo, le vas a poder contar al mundo
tu historia, (Pausa, pensativa, lento.) Vas a poder aportar tu granito de arena
para que el mundo sea un poco más lindo… (Larga pausa)
Francisco: Yo le pedí a Madame que me diera larga vida para luchar
contra estas cosas, pero nunca pensé que “esta” sería mi forma de luchar.
Sara: (Pensativa, le sigue acariciando la espalda, Francisco apoya la cabeza en
su hombro, quedan abrazados, Francisco cierra los ojos.) Los tiempos cambian
Mariscal…
Francisco: (La mira, deja caer su cabeza sobre el hombro de ella.) Gracias Eli-
sa... (Cambia la luz, Francisco en la penumbra se va irguiendo como un fantasma y

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se aleja lentamente, Sara lo mira, solo vemos sus siluetas a contraluz, luego Sara se
acerca al proscenio y habla directamente con el público.)

16 Merchandising

Sara: Francisco murió, sin un sonido, sin más palabras, se extinguió sua-
vemente. Fui caminando hasta el puesto de gendarmería para informar de
su muerte y pedir que vinieran a buscar su cuerpo, pero no existe en este
lugar una ambulancia ni un servicio de sepelio. (Va al fondo y trae a Pancho en
su silla.) Tuve que enterrarlo con mis propias manos, en su lugar favorito
al lado de Pancho, en la puerta de la casa, para que pudieran charlar, para
que pudieran mirar juntos el atardecer en el monte que tanto les gustaba.
La revista no estuvo interesada en la historia sino en las brujerías, así que
recortó la mayoría de las partes en las que se hablaba de la guerra y las
miserias, dejaron solo lo misterioso y paranormal. (Se quiebra un poco, se
pone un manto negro sobre los hombros.) Reconozco que eso fue lo que hizo
que el artículo fuera un éxito y varios canales me llamaron y me hicieron
entrevista. Casi no me dejaron hablar de otra cosa que de las brujerías de
Francisco. Algunas eran mitos del pueblo, otras las había inventado yo…
la revista no me deja difundir la historia, porque tiene los derechos…le
escribí a todo el mundo, pero le tienen miedo al juicio, nadie quiere publi-
car nada. Ahora viene mucha gente, turistas… yo los recibo (Pausa) acá…
tuve que volver… quedarme, se lo debía..(Pausa, habla lento.) Les cuento la
historia, uno por uno, (Pausa) como granitos de arena…uno por uno…
(Cambia, hay cierta ironía en su voz) en el pueblo están muy contentos, está
prosperando… se vende mucho merchandising de “El brujo de la selva”…
(Queda parada al lado de la silla de Pancho, como en las fotos antiguas en que la mujer
estaba parada al lado de su hombre.)

(Apagón lento.)

FIN

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Mario Carneglia

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Indice

PRÓLOGO................................................................................................ ...7

EL ÚLTIMO DIA DE PEDRO PABLO PALACIOS .......... ....9

HIPOTECADOS .......................................................................... ..43

ESPERANDO AL COCODRILO ............................................ ..75

DE JUSTOS Y JUECES............................................................... 103

LA LECCIÓN DE AFRODITA........................................................... 131

ESCABECHE DE VINCHUCA.......................................................... 169

201

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