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Marcela Paillape
Clara Strabucchi
Eva Busch Verni
Txm Bañados
Julio 2020
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Statement
En los últimos meses todxs hemos sufrido cambios radicales en nuestras formas de habitar,
de aprender, de mirar, de movernos y de relacionarnos (tanto con otras personas como con
nosotrxs mismxs). La pandemia ha significado profundas transformaciones en nuestras vidas,
algunas más dolorosas y sofocantes que otras, así como también ha limitado nuestra
posibilidad de desarrollarnos en nuestros espacios habituales. En este contexto, nos parece
importante entender que todo lo que nos rodea –ya sea la naturaleza, nuestras relaciones, o el
contexto social en el que nos situamos– siempre ha estado en un constante flujo dentro del
cual también estamos girando nosotrxs, estemos donde estemos.
Reconocer el cambio y la impermanencia como el estado natural de las cosas nos ayuda a
entender que nuestra situación actual, como todas, no es algo permanente ni estático.
Proponemos una lectura del tiempo como una espiral: un movimiento expansivo que se
mueve en torno a un eje, expandiéndose continuamente de forma circular y nunca regresando
al mismo punto. Un ciclo no-lineal, siempre creciente, que nunca se vuelve a tocar a sí mismo.
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Voces Estéticas en Red
https://youtu.be/CGfXOY__pcQ
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Acción poética: h ttps://espiras.tumblr.com/
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Caminar hacia lo inútil
Clara Strabucchi
(Licenciatura en Arte)
Resumen
Abstract
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-Existiendo en un movimiento constante, en busca de un tiempo-
Al nacer comienza nuestro recorrido. Energía dinámica que nos impulsa a caminar, a
desplazarnos para conocer, para conectar. Cuando se logra tomar conciencia de la experiencia
del cuerpo en movimiento, es posible enfocarse en el mero existir. A través de este transitar,
íntimo y personal, se abre espacio a la atención plena que ayuda a calmar las voces, abrazar
nuestro ser y permitir una apertura a todo tipo de sensaciones. El caminar contemplativo nos
revela una forma de ser en el mundo, percibirlo de manera consciente y natural. Pretendo
abarcar la práctica de caminar como una práctica instintiva, de plenitud, de resistencia,
reflejando una manera de estar en el mundo. Tomando como principal fuente y de forma
introductoria, el personaje del flâneur expuesto en Libro de los pasajes de Walter Benjamin.
Queriendo formular la posible metamorfosis de este personaje, tomando como ejemplo una
obra del artista belga Francis Alÿs, queriendo rescatar su visión poética y de resistencia en el
caminar, para luego terminar introduciendo una nueva forma de caminar- el caminar con la
mirada-. Esto último tiene como propósito tomar la posibilidad de desplazarse con la mirada,
como forma de resistencia al aislamiento en el cual estamos viviendo y la dificultad que es
implementar el personaje del f lâneur en el exterior, sea naturaleza o ciudad.
Desde la existencia del ser humanx, el caminar es una actividad inherente a él. Desde
los siglos XIX Y XX esta acción llama la atención para ser estudiada en profundidad desde el
arte, la poesía y la estética. Se instaura el término flâneur, describiendo un personaje que se
caracteriza por caminar sin rumbo por la ciudad, observando, dejándose llevar por la
multitud y sorprendiéndose por lo que lx rodea. Este personaje es el que hace que el caminar
se convierta en una experiencia estética. Aún así, para este ensayo, es necesario no reducir y
encerrar esta figura a un solo estado, se debe considerar en toda su amplitud. Hay una
variedad de características como la observación, la mirada como herramienta, la conciencia
espacio-temporal, las cuales lo convierten en una especie de sociólogo-etnógrafo o escritor.
Es desde esta visión de la cual me aferro para observar la evolución de este con el pasar de los
años -¿cómo “flanereamos” o podemos “flanerear” hoy en día?, especialmente en el
confinamento. Me interesa esta figura y sus diferentes formas de caminar como ejercicio
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artístico y de reivindicación, que suponen una actitud y una forma de resistencia. Como
también, para Benjamin, los pasajes son cruces no sólo de transeúntes y cosas, sino de
pensamientos y voluntades con múltiples orígenes, otorgándole un valor simbólico, en donde
era posible el retorno a la intimidad. El fluir con la existencia de los sentidos latentes.
A principios de los años sesenta, el arte investiga nuevas formas de especializarse
instaurando una nueva relación con el entorno que se enfoca en la movilidad (recorridos y
trayectos). Esto desemboca en una desmaterialización y un deseo de volverse portátil, una
nueva forma de relacionarse con el espacio, creando fuera del estudio y en lugares específicos
(Speranza, Graciela). Francis Alÿs, artista belga que reside en México desde 1985, trabaja la
exteriorización de la obra de arte. Es por su migración a este país, por la que toma el
personaje del turista como un observador que se encuentra entre la contemplación y la
interferencia con el espacio, preguntando: ¿Qué tanto puede este personaje pertenecer al
lugar y hasta donde puede juzgarlo?. Las prácticas artísticas de Alÿs, tienen relación con la
actividad propia del flâneur, rescatando las características de una determinada actitud frente
a la vida, una forma de ver desde otra perspectiva el recorrido cotidiano, experimentando, de
forma diferente, el espacio-tiempo. La diferencia con este concepto es que el artista no está
solo paseando y analizando la ciudad, está en busca de construir un relato y una manera de
interactuar con este. La ciudad se convierte en un laboratorio de investigación experimental
desde una visión poética.
1
https://francisalys.com/sometimes-making-something-leads-to-nothing/
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efímero y de “la nada” como resultado final de un proceso. Desde esto surge el título del
ensayo “caminar hacia lo inútil” como una crítica a la sociedad y ese mirar en menos cuando
uno hace algo sin un objetivo concreto. Generalmente esto se ve como algo no provechoso o
beneficioso y siento que tiene que ver con la necesidad de tener el control de toda situación,
más bien creer tener el control… estando siempre en el tiempo futuro y no viviendo el
presente. Como bien lo describe Le Breton: “Vagar parece un anacronismo en un mundo en el que
reina el hombre apresurado- disfrute del tiempo, del lugar, la marcha es una huida, una forma de darle
esquinazo a la modernidad. Un atajo en el ritmo desenfrenado de nuestras vidas, una manera adecuada
de tomar distancia” ( Le Breton, D. pg. 21).
Una situación simple sin un objetivo concreto en donde se vivencia el instante, el aquí
y ahora. Caminar es una apertura al mundo. “Restituye en el hombre el feliz sentimiento de su
existencia. Lo sumerge en una forma activa de meditación que requiere una sensorialidad plena. A
veces, uno vuelve de la caminata transformado, más inclinado a disfrutar del tiempo que someterse a la
urgencia que prevalece en nuestra existencias contemporáneas. Caminar es vivir el cuerpo, provisional
o indefinidamente…caminar es a menudo un rodeo para encontrarse con uno mismo” (Le Breton,
p.15). Le Breton define algo que para mí es muy importante, la poética del caminar, el
encontrarme en los pasos, en el silencio, pudiendo conectarse con lo verdaderamente
profundo, queriendo poder salir de mi misma. Para esto tengo que dominar mi “yo caótico” y
resistir-persistir-insistir en la esencia del “yo”.
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La biopolítica es un concepto creado por el filósofo francés Michel Foucault, un concepto que alude a la relación entre la
política y la vida. Se refiere al poder y dominación de las leyes y políticas públicas para gestionar la vida de las personas.
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Este caminar como método de reflexión profunda se ha hecho muy difícil en la
situación en la que nos encontramos. Me cuestiono bajo esta situación: ¿qué otras formas hay
de desplazarse?. La dificultad de implementar la acción del flâneur en el exterior, como una
práctica que nos permita el poder dejar fluir, de calmar y introducirnos al tiempo de la
contemplación, permitiendo salirnos del “yo” consumido por el tiempo impuesto por la
sociedad y poder llegar a la profundidad de la esencia del ser y así tomar conciencia de
nuestro estar en la tierra.
A través de esta pregunta me doy cuenta de que al ver situaciones cotidianas con los
ojos estoy recorriendo y me ha permitido llegar a transformaciones personales y profundas.
Algo así como un flâneur representado por los ojos, la mirada. Porque al final al caminar con
los pies también se está caminando con la mente, y esto ocurre con cualquier desplazamiento.
En el verano grabé un video3 [fig. 2] el cual he estado editando durante este tiempo.
Trata del instante en que un río intenta desembocar en el mar. En un inicio todo es incierto
porque vamos descubriendo en
medida que se va desarrollando
la acción. El video podría
considerarse fome, ya que
estamos acostumbrados a la
acción, nos hemos vuelto
impacientes. Nos encontramos en
un mundo interconectado, la
tecnología y facilidades para
movernos rápidamente de un
lugar a otro, han opacado la belleza de observar, recorrer y ser pacientes al tiempo de la
naturaleza. Estamos inmersos en una sociedad que pretende controlar todo y alcanzar la
eficiencia con el objetivo de ahorrar tiempo. Lo que más me gusta es la espera… la espera del
3
https://youtu.be/tmubpdTmAZw
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momento en que se quiebra esa insistencia y el agua corre libremente. Un ciclo recorriendo
distintos tiempos, espacios y estados. Tiene que ver con poner atención y aceptar que las
cosas no son concretas y estables, vivimos en un flujo.
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Transformaciones Espejadas
Eva Busch Verni
(Licenciatura en Arte)
Resumen
Abstract
In a context of isolation, it appears that time ceases to move forward and that the space for
growth is eliminated. But, in the same way in which the stagnant water of the wetland holds
life and death in a natural cycle, us people are in constant transformation, always in
fluctuation between the internal and external. In dialogue with Jacques Rancière, this essay
explores the possibility of dissent in our intimate, private and everyday space through the
internalization of change.
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Desde que puedo recordar, mi identidad ha sido algo que se me escapa de las manos.
En una constante búsqueda de mi lugar en el entorno, me he movido entre varios círculos,
amistades, países, manifestaciones, espacios y etiquetas, siempre un tanto incómoda con el
descalce –leve o enorme– en todos los lugares donde me he situado. Algo en particular que
me ha costado definir es mi identidad sexual, problemática que ha estado muchísimo más
presente en mi vida desde el año pasado a raíz de mi primera relación sexoafectiva con una
mujer. Con ella, comencé a desenvolverme en espacios disidentes y de a poco fui encontrando
lugares donde me sentía más cómoda – nunca del todo, pero siempre avanzando. A partir de
mis nuevas relaciones, reuniones y manifestaciones públicas, pude empezar a soltar algunas
imposiciones culturales, sociales y también personales que desde hace tiempo me
inquietaban. Pero este proceso se vio truncado abruptamente por la cuarentena, y mi
desenvolvimiento en espacios disidentes se esfumó como si nunca hubiese existido. Y ahora
me pregunto, ¿qué pasa con la emancipación y la liberación cuando el espacio público
desaparece? ¿Qué pasa con las disidencias en privado? ¿Cómo crecemos?
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Para quienes hemos podido quedarnos en casa, el Internet se ha convertido en nuestro
espacio primario de interacción y consumo. Como un intento de resistir a la hegemonía y
superficialidad en las redes, y tal vez intentando llenar un vacío que había quedado en mis
días, desde el principio de la cuarentena he estado conscientemente buscando arte LGBTQ+,
especialmente películas. Pero mi sensación predominante ha sido que las mujeres queer
representadas en el cine suelen ser caricaturas estereotipadas, sexualizadas como un fetiche,
presentadas desde una mirada masculina, o simplemente personajes bidimensionales. Rara
vez me siento identificada con estas representaciones, lo cual me ha llevado a internalizar
muchas dudas e incertidumbres. Con todos los imperativos implícitos en la representación
hegemónica de las disidencias, y muchas veces también en los mismos espacios disidentes
–“esta es la forma de ser bisexual/lesbiana/queer, estos son los estereotipos, esta es la música
que se escucha, esta es la ropa que se usa”–, dejé en pausa esta búsqueda que solo parecía
ahogarme. En el deseo de encontrarme en alguna identidad específica, muchas veces ya
esquematizadas, solo me sentí más fuera de lugar por no calzar en ninguna. Dialogando con
Rancière, el disenso no basta con representaciones bidimensionales basadas en
preconcepciones de como son o debiesen ser las disidencias, incluso si son las disidencias
mismas quienes imponen estos límites y formas de existir: en el momento en que cualquier
grupo se cierra o crea nuevas hegemonías, este se vuelve policial y genera otro consenso más.
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que me parece central en la película, en la cual se diluyen los roles artista–musa, pasando de
una a otra hasta que ambas mujeres están “exactamente en la misma posición”4. La
sensibilidad es sutil, hay una observación perceptiva y afectiva del detalle, los gestos y las
sutilezas de ambas mujeres, sin caer, en mi opinión, en representaciones estereotipadas o
envasadas. Al buscar más sobre el equipo de la película, me hizo muchísimo sentido que
tanto la directora/escritora como una de las actrices principales fuesen mujeres lesbianas –
estoy bastante convencida de que sólo se pueden comunicar experiencias sensibles de una
forma sincera cuando se han vivido personalmente, cuando el arte no busca mimetizar ni
generar estereotipos, cuando la posibilidad de crear ya no está solo en las manos de la
hegemonías. Dice Rancière entrevistado por Fernández-Savater: “Las imágenes pueden
traducir intenciones políticas, pueden ilustrar las categorías o reproducir los modos de
representación instituidos; o también pueden, por el contrario, desdibujarlos o subvertirlos.
Pero no hay que pensar ese efecto en los términos de la mímesis, es decir, en los términos de
la buena o la mala imagen que se da del trabajador, de la mujer (...). Lo que es políticamente
relevante no son las obras, sino la ampliación de las capacidades ofrecidas a todos y a todas
de construir de otro modo su mundo sensible” (Rancière, 1974. p.4).
Tanto en el transcurso de esta película como en el espacio de reflexión en los días que
siguieron sentí algo cuajar, y también sentí algo romperse. Al encontrarme con este lugar
dentro mío, del cual ya había visto un atisbo en los meses anteriores pero que nunca se me
había revelado totalmente, la sensación de estancamiento respecto a mi búsqueda de
identidad fue reemplazada por un fluir con mis espacios internos – y partir de eso, por una
capacidad de soltar. Habitando estos sentires ya no desde lo público sino desde lo personal,
me sentí libre con ellos, ya sin ansias de situarlos en algún lugar. Me sentí, de pronto, lejos de
la necesidad de calzar con un estereotipo, grupo o definición definitiva para validar mis
vivencias, y entendí que mi resistencia viene en primer lugar desde lo interno. Pero con esto
no quiero decir que lo interno es lo único importante – al contrario, sin esta obra
cinematográfica externa, sin los cambios culturales que han permitido estas aperturas
momentáneas en las artes, y sin mis vivencias afectivas con otrxs, ese pequeño lugar que
4
Escena de R
etrato de una mujer en llamas (2019): h
ttps://youtu.be/YKTpig51ajI
15
parecía tapado por una piedra dentro mío no se hubiese destapado. Lo mismo me ha pasado
con otras experiencias a lo largo de mi vida, donde mis interacciones con sensibilidades
ajenas van sumando de a poquito a mi visión e identidad mutable – pero la real
transformación la proceso desde dentro. Al mismo tiempo y a forma de espejo, imagino que
sin la vivencia personal del amor con otra mujer, Sciamma no hubiese creado una película tan
sensible y sincera. El movimiento siempre va en vaivén: así como las ondas del agua rebotan
unas con otras, afectándose mutuamente, las personas nos vemos constantemente afectadas
por lo que nos rodea, en una conversación a veces invisible pero siempre presente entre
afuera y adentro.
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del aislamiento repentino, y que todo lo que vino después se había quedado estancado. Que
yo misma, también, me había quedado estancada, sin poder desenvolverme como antes. Pero
mirando las hojas moverse con las gotas, me sentí parte de lo mismo: me supe agua en flujo,
cambiante en cada inspiración, espiración y lágrima. Desde entonces he reconocido cielos
distintos todos los días5, una luz del sol que nunca calienta ni alumbra de la misma forma, un
árbol que recibe cada pájaro que se posa sobre él6 – y atenta a los detalles que diferencian un
día del otro, estoy atenta también de lo que vivo adentro, aprendiendo a reconocer
sensaciones que me había negado, observando cómo crezco semana a semana, y liberándome
de imposiciones desde la aceptación interna, y dejándome llevar por mis flujos.
5
Registro propio del cielo desde mi ventana: h
ttps://vimeo.com/437932988
6
Registro propio del árbol afuerda de mi ventana: h ttps://vimeo.com/436499260
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Abriendo paredes imaginarias
Txm Bañados Russell
(Música)
Resumen
Es posible establecer paralelos entre las paredes físicas de la cuarentena y las paredes
simbólicas que son parte de las experiencias LGBTQ+, estas últimas pudiendo ser aún más
restrictivas. Se propone el arte acorde a la sensibilidad Camp, específicamente en el video
musical de la canción NonBinary de Arca como una manera de reconciliarnos con el cambio
como característica esencial de la vida LGBTQ+. Aceptar este cambio permite alcanzar otro
tipo de libertad dentro de un encierro físico.
Abstract
It is possible to establish parallels between the physical walls of quarantine and the symbolic
walls that are a part of LGBTQ+ experience, the latter with the possibility of being even more
restrictive. Art according to Camp sensibility, specifically in the musical video of the song
NonBinary by Arca, is proposed as a form of reconciliation with change as an essential
characteristic of LGBTQ+ life. Accepting this change allows us to reach another type of
freedom within a physical imprisonment.
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Para quienes tenemos la suerte de vivir entre ellas, las paredes han cobrado un nuevo
significado. Nos rodean desde toda dirección, separándonos del mundo, siendo una fuerza
opresiva que podemos tocar con tan sólo estrechar la mano. Físicas, tangibles. También nos
protegen; la decisión de encerrarnos entre ellas es voluntaria. Sin embargo, para muchas
personas, la experiencia de vivir encerradxs no es nueva, aunque ahora se haya manifestado
físicamente. Me referiré específicamente a las personas que pertenecemos a las comunidades
LGBTQ+, quienes hemos vivido entre otras paredes, invisibles e intangibles, que se
construyen alrededor nuestro desde antes que nacemos. Estas nos separan de nuestra familia,
no nos dejan caminar en nuestra propia piel, nos impiden vivir quienes realmente somos. Al
igual que la cuarentena, a veces creamos esta prisión por protección: el famoso clóset, donde
nos protegemos del peligro (físico y psicológico) que nos puede esperar fuera por el simple
hecho de mostrarnos. Quienes pertenecemos a la disidencia de género, a veces estamos ante
otra pared gigante: la disforia, un malestar de diversas intensidades y manifestaciones que
puede llegar a transformar nuestro propio cuerpo en una tortuosa prisión. Mucho se puede
profundizar en estos dos conceptos, ahora me interesa únicamente su relación con la
cuarentena –impuesta o voluntaria–– y como he podido resistirla al enfrentarme a mis paredes
invisibles.
Como muchas personas que han estado en mi situación sabrán, es común que nos
digamos que lo estamos inventando, que estamos confundidxs, y muchas otras cosas que sólo
contribuyen al daño. Sucede por muchas razones; en mi caso, sucedía en parte porque me
aterraba que todo cambiara. Me decía que esto tenía que ser una fase, y si no lo era, podría
ocultarlo el resto de mi vida y hacer como que era “normal”. Siempre me ha costado encajar, y
no quería volver a ser “diferente”.
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it's ok if you’re not ready yet' (fig 1). Ver eso me produjo un impacto gigante; uno de mis
autocastigos era por ser incapaz de decir lo que me estaba pasando. Me identifiqué
plenamente con la Tortuga, con la idea de estar escondiendo un interior de colores dentro del
exterior gris que siempre había mostrado.
Pero la historia que quiero contar ocurrió unos meses después,
cuando estaba de vacaciones con amigos. Continuaba en el proceso de
entender y aceptar mi identidad de género, y yo seguía siendo mi mayor
obstáculo. Estos eran de mis amigos más cercanos, pero no era capaz de
revelar el secreto que crecía en mi interior, pese a todo lo que me dolía.
Ya mostraba todo lo que era posible a través de vertiginosos cambios en
mi personalidad, estilo de vestir, intereses y opiniones; me decía que lo iba a mantener
secreto, pero al mismo tiempo deseaba que las personas se dieran cuenta. Hubo un día donde
esto me atormentó de una manera particularmente intensa: usaba metáforas y simbología
absurda para intentar expresarme, les hablaba continuamente de un “Meme de la Tortuga”
que explicaba todo. Algo adentro iba a estallar. Aquel día me había vestido de una forma
especial: con los colores de la bandera no binaria. Pero como hacía frío, tenía encima una
chaqueta negra que cubría todo el interior colorido. Era la Tortuga.
Al final del día, nos encontrábamos en una pequeña fiesta, con música fuerte en los
parlantes y cada quien en su esquina disfrutando. Yo estaba bailando cuando empezó la
canción Lipslap de Kero Kero Bonito. Si bien la canción entera me sirvió para soltar energía,
en el último estribillo pasó algo especial que hasta hoy me ha marcado. En un momento, la
cantante enuncia “Be Proud”. Estas dos palabras me tomaron completamente por sorpresa, mi
mente se llenó de ruido blanco, pero mi cuerpo supo qué hacer. Con el cierre ya abierto, tomé
cada lado de mi chaqueta e hice un gesto de apertura, mostrando al mundo la colorida ropa
que tenía adentro. Nadie lo notó, e inmediatamente caí al suelo por el peso de las emociones
que sentía. Ese momento me dio la respuesta al dolor, me ayudó a confirmar que mi
experiencia no era una mentira. Lo que sentía era real. Entendí instantáneamente por qué se
habla del “Orgullo LGBTQ+”, por qué es ese concepto el que nos identifica y da fuerzas
alrededor del mundo. Descubrí que necesitaba salir al mundo, salir del “clóset”, aunque me
tomara tiempo. Descubrí que no podía evitar el cambio, y que más aún, el cambio ya estaba
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ocurriendo hace rato. Descubrí que no iba a poder ser feliz hasta que pudiera vivir plenamente
quien soy, y sobre todo, acepté que tenía el derecho a sentirme orgullosx de quien soy.
De nada sirve mi libertad física si mi propio cuerpo es una prisión. Y cuando esta
prisión se empieza a cerrar sobre mí, reforzada por las paredes físicas de la cuarentena, puedo
resistir a ambas recordando la anterior experiencia. Le cuento a una persona nueva mi
“secreto”, y abro un agujero más. Antes me tomaba toda una semana hacerlo, ahora menos de
un día. Mi forma de relacionarme con el mundo está cambiando, y el miedo que antes tenía se
reemplaza por una euforia que me hace más libre de lo que jamás fui antes de la pandemia.
Otra manera de resistir la pandemia ha sido a través del arte. Música, series, obras de
teatro virtuales, todas accesibles, una vez más, gracias a Internet. Adicionalmente, como
expresa Eva con respecto a la película Retrato de una mujer en llamas, puede ser un gran
sustento para resistir a tantas imposiciones sobre nuestra existencia, pero también puede ser
una prisión, detalle advertido también por Eva al referirse a las tantas películas que fetichizan
a mujeres lesbianas. En el arte existen además otras paredes que peligran atraparnos, como
los consensos sobre qué es lo bello y bueno. Lo que queda fuera de estas clasificaciones está
en el mejor de los casos relegado a lo que se considera gusto Camp. Lo Camp suele definirse
como arte que habita el espacio del mal gusto, de lo exagerado, y del fracaso: “el gusto camp
nace como signo de reconocimiento entre los miembros de una elite intelectual, tan seguros
de su gusto refinado que pueden decidir la redención del mal gusto de ayer” (Eco, 2007). Sin
embargo, se reitera que quien crea arte de estética Camp no lo hace intencionalmente: “no se
puede decidir hacer algo camp. Lo camp no puede ser intencional, se basa en el candor con
que se realiza el artificio (y, podríamos añadir, en la malicia de quien lo reconoce como
camp)”. Dentro de la limitada literatura al respecto, aparece seguido como arte creado con
total seriedad, pero fracasando en su intención de alcanzar “lo elevado”.
Me gustaría darle una vuelta a esta definición. ¿Será acaso posible que quienes crean
arte tachado como “Camp” no busquen agradar a una elite intelectual, sino desarrollar y
expresar con libertad lo que quieren? Lo Camp hace ruido, rompe esquemas, hace irresistible
lo que nadie quiere mirar, escuchar y sentir. Es un arte que en su esencia básica abre agujeros
en las paredes alrededor de lo sensible.
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Existe también una gran afinidad entre el gusto Camp y las sensibilidades LGBTQ+.
Sontag (1964) explora algunos motivos de esta relación, entre ellas “su metáfora de la vida
como un teatro”, refiriéndose a la manera extrovertida y emocionalmente intensa en que
ambos mundos suelen expresar su vida. Creo que las personas LGBTQ+ nos acostumbramos a
vivir fuera de los marcos permitidos, y más aún, dado la tendencia del sistema a retratarnos de
maneras monstruosas: “la sobre identificación con monstruos y villanos es una experiencia
común de personas LGBT” (Narby, 2017). Por esto, la sensibilidad Camp, la cual vive fuera de
la “alta sensibilidad artística” y suele moverse con lo monstruoso, nos es particularmente
atractiva. Resulta especialmente eficaz para abrir agujeros en nuestras paredes imaginarias.
Una persona que a mi gusto logra esto a la perfección es la artista musical venezolana
Arca, una persona trans no binaria. Ella usa sonidos, lírica y visualidad chocantes, disonantes,
pero también bellas y sinceras. Muestra inocencia y sensibilidad con sonidos toscos y
estridentes, pero no duda en asustarnos cuando quiere hacerlo. Su experiencia como persona
no binaria, siempre afuera de las casillas de género que nos son impuestas, explican también
su facilidad para moverse libremente dentro del arte.
Su canción NonBinary, y el video que la acompaña, salieron
durante la pandemia y han evocado para mí emociones
instrumentales a la hora de resistir a las tantas otras
prisiones que existen además de la cuarentena. La canción
está enmarcada completamente dentro del gusto Camp:
Vemos lo monstruoso, lo exagerado, también lo expresivo y lo personal. Hay una cantidad
enorme de objetos y sensaciones; desborda los límites de lo que se considera bello; y sobre
todo, está realizado con total y absoluta seriedad. La música, ecléctica en extremo, nos mueve
entre sonidos industriales, hip hop y avant-garde.
El texto, por su parte, comienza rompiendo esquemas: “I do what I wanna do, when I
wanna do it”. Hago lo que quiero cuando quiero. A lo largo de la letra, se nos expresa una
negación total a conformarse con lo que nos ofrece el sistema, a vivir fuera de cualquier
casilla, sea esta de género, de arte, de la propia identidad. La visualidad del video acompaña
esto mostrándonos simbólicamente una viaje desde el sufrimiento pre-transición, con Arca
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encadenada a una roca y una tijera enterrada donde podría estar su hígado (fig. 2) –haciendo
un paralelo con la tortura de Prometeo–, hasta la plenitud de la euforia. Este cuadro de euforia
muestra a Arca naciendo de una concha, al igual que la
diosa Afrodita (fig. 3). Más allá de la sincronía con la
concha de mi Tortuga, al continuar los paralelos con la
historia de Afrodita, me afectó mucho cómo también
simboliza una castración que da pie al nacimiento del
Amor, en este caso, el Amor Propio. Las terapias
hormonales, cirugías, y otros procedimientos que nos ayudan a tener el cuerpo que queremos
me producen un miedo tan grande como el cambio en mis relaciones sociales. Pero en este
video, la escena intermedia, una operación fría y terrorífica, es opacada al lado de la felicidad
que trae nacer de nuevo, representada en la escena del nacimiento de Afrodita. El cambio, por
más miedo que cause, nos hace felices, y sobre todo, libres.
La libertad es una parte esencial de las identidades no binarias, y Arca lo expresa
perfectamente. Pero para poder alcanzar esta libertad, es necesario que aceptemos las
profundas transformaciones que vienen con nuestro proceso, cambios que nos duelen y
aterran, y que nos pueden incluso poner en peligro. Es este miedo al cambio lo que más me ha
impedido alcanzar la anhelada libertad, pero mis experiencias me han ayudado a aceptarlo y
abrazarlo como una pieza fundamental de mi identidad. Deseo un mundo donde personas
como yo no le tengan miedo a este cambio, pero por el momento, desde mi más profunda
sinceridad, sólo puedo mandar el siguiente mensaje: Be Proud.
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El eco de la soledad
Marcela Paillape
(Periodismo)
Resumen
El estar encerrados crea un espacio de necesidad casi fisiológica por la compañía de los otros.
Escuchar la voz despierta una dimensión nueva de lo que se es querido, es prendarse de las
notas más sutiles, de la risa, de los silencios.
Abstract
Being locked up creates a space of almost physiological need for the company of others.
Listening to the voice awakens a new dimension of what one loves, is get caught with the
subtlest notes, the laughter, the silences.
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Estaba sentada en mi cama estudiando cuando recibí la llamada. Hacía dos años que ya
no vivía con mi familia, no solo por un asunto de la universidad, sino también porque quería
alcanzar mi propia independencia.
Fue quedarme sin aire. Y un llanto que se quedó en mi garganta hasta que pude gritar.
Tenía mucho miedo y rabia. ¿Por qué no querían decirme? ¡La universidad no vale más que
mi hermano! ¿Cómo se les pudo ocurrir eso?
—La enfermera me dijo que le queda un año de vida — dijo mi mamá cuando lo
internaron. La intención era operarlo, pero su cáncer es masivo, su hígado no
resistiría.
Perdí la fuerza de las piernas y todo comenzó a girar alrededor como un vórtice. Me dio
lo mismo que la gente me mirara con extrañeza, con lástima. Quería irme, desaparecer. Me
llevaron en andas al baño a tomar agua para poder volver en mí.
Ya van dos años desde que me fui a negro, que perdí el interés en las cosas, en la vida.
¿Había algún sentido o propósito de nuestra existencia si quedaba de manifiesto la absoluta
arbitrariedad del mundo? Se supone que aquellos que son menores que nosotros nos deben
sobrevivir y enterrar, no a la inversa. Ese niño que amé desde el primer momento en que lo
vi, que lo hice dormir en mis brazos, que mudé y cuidé cuando mi mamá tenía que salir a
trabajar, a él no se le podía escapar la vida y nosotros estar tan impotentes sin poder hacer
nada al respecto. Odié todo, a Dios, si es que existía alguno por ser una criatura cruel, a mí
misma por pasar tanto tiempo alejada, a los doctores por no darnos una cura, y a la vida por
permitir un dolor, una agonía semejante.
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Héctor, mi pololo, me obligó a buscar ayuda cuando lo único que quería era extinguirme
cuando Daniel lo hiciera. Estaba tan encerrada en mí misma que perdí el contacto con el
mundo, no llamé a nadie ni quise saber de nada más. Como dice Txm, se crearon paredes
invisibles a mi alrededor. Ir a terapia fue algo metódico, como aprender a caminar otra vez.
¡Boom! Relajo inmediato. De sentirme miserable pasaba a flotar, mi cuerpo se hacía ligero,
cerraba los ojos y no volvía a soñar. Mi mamá siempre ha sido enemiga de los medicamentos
en exceso. Todavía me acuerdo que para los resfríos nos hacía tomar leche con ajo, para
dormir un agua de melisa y para los cólicos una infusión de manzanilla. El problema es que
hay cosas que un té, por más que se haga con cariño, no puede solucionar. Las drogas
facilitan sobrellevar las cosas, pero tampoco son una panacea para curar esta pena enraizada.
Tal como menciona Mandoki, lo que antes nos parecía algo simplemente cotidiano
cobra una nueva dimensión. Escuchar las palabras de mi mamá y mi hermano a través del
teléfono se transformaron de un sistema de comunicación rutinario en una anticipación
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maravillosa. Es esperar su llamado. El estar tanto tiempo alejada de su voz adopta otros
significados, más allá de las meras concepciones denotativas de su mensaje.
—Hola hermanita. ¿Cómo estás? —me dice Daniel por videollamada. Suena alegre,
¿lo está?
—… Sí, en la mañana nomás un poco mal —contesta. ¿Por qué se calló un momento?
¿Me miente?
Ese es el único contacto que tengo con él. Me acerca, me llama hermanita, me
quiere tanto como yo a él. Pero sin darse
cuenta, cada pequeño acto que realiza,
también es sujeto de escrutinio de mi
preocupación. “En la prosaica modulamos la
voz, el silencio, tono, timbre y ritmo al hablar
cotidianamente, al presentar discursos, al regañar
o contar chistes. Las pausas, énfasis, volúmenes de
voz son recursos que utilizamos para persuadir y producir efectos con la voz y con el cuerpo”
(Mandoki, 2001). Hall en Mandoki (2001) apunta a que la enunciación también crea
distancias no solo físicas, sino que también temporales, afectivas e incluso mentales. A
pesar de la distancia, seguimos apegados el uno del otro.
Así, las recetas de mi doctora también distan de las que me da mi madre, no solo por la
distancia existente entre su posición profesional y yo como su clienta, sino en lo afectivo,
donde el bienestar que buscan otorgar pasa de un trabajo a un acto de amor.
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Y dentro de las cuatro paredes de mi departamento, la música también cobra un
nuevo valor, una compañía discreta en el quehacer diario. O eso representa al menos para
mí.
Como señala Barthes (1968), “el escritor moderno nace a la vez que su texto; no está
provisto en absoluto de un ser que preceda o exceda su escritura, no es en absoluto el sujeto cuyo
predicado sería el libro; no existe otro tiempo que el de la enunciación, y todo texto está escrito
eternamente aquí y ahora”. Si consideramos esto, el significado cambia constantemente y se
convierte en una masa maleable que adquiere nuevos significados de manera infinita.
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las coberturas pesimistas de los medios de comunicación. Tengo miedo de que este día
eterno cambie para mal.
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Palabras de cierre
¿Cómo expresar con palabras e imágenes experiencias que trascienden los sentidos? Cómo
resumir un viaje por ríos internos y externos, por almas de personas con un cosmos en su
interior, por los olores del jengibre y los secretos. Qué párrafo divino puede expresar el dolor,
las risas, la calma y la tormenta, el orgullo y el miedo y los ronroneos bajo la lluvia. Cuáles
palabras describen el universo de puertas que encontré al abrir una pequeña ventana, cuando
por primera vez, le confié a una profesora y sus ayudantes mi verdadera identidad. Pero
quizás no es necesario, pues este viaje me enseñó que hay cosas que se transmiten por el
alma, las palabras sólo buscan despertar esos mensajes inefables. Fue un crecimiento a través
de emociones intensas y dolorosas, quizás más de lo que era necesario. Pero la sensibilidad no
miente y el dolor no es en vano. Sólo me queda agradecer este viaje, pues las aguas llegaron al
mar y nazco de nuevo a un mundo lleno de paredes, pero ahora con nuevas formas de
atravesarlas. Agradezco este espacio que trasciende los créditos y las notas, donde he
conocido tantas personas hermosas y tantas formas de vivir fuera de la prisión de un sistema
que me cree enfermx. Una vez más, gracias.
Txm
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Escribir es una cosa que a estas alturas hago por inercia. Pero siempre escribo sobre los otros,
lo que le pasa a la sociedad, lo interesante que hacen los demás. Ha sido extraño sentarme
frente al computador y verter sobre el teclado tanto de lo que me configura a mí misma, de
analizar mi propia identidad. Quizá por miedo a darme cuenta de lo frágil que soy y que por
el momento estoy tratando de resistir los vientos, viendo a dónde me llevan.
Es complicado tener una introspección así de profunda y, a posta, consciente. Este ejercicio es
un cierre, pero no solo de un curso, sino de una etapa completa de mi vida. Ya no va a haber
tomas de ramos, sino plantarse de lleno a la vida laboral en un contexto social y político que
trae más incertezas que seguridades. Por lo mismo sería una mentira decir que no dolió, pero
tampoco es justo no reconocer la riqueza de la experiencia de tratar de juntar mis pedacitos y
armarme de nuevo, lavarme la cara y re-conocerme. Muchas gracias.
Marcela
Más que un ejercicio académico, este proyecto fue parte de una exploración personal que me
permitió abrirme tanto a mí misma como a mis compañerxs. Me he aproximado a este
proyecto desde un lugar sincero, íntimo y vulnerable, y agradezco el espacio que se nos ha
dado para compartir y hacer dialogar nuestras experiencias. Siento que en el contexto actual
de pandemia es más importante que nunca la resistencia estética, y la reflexión en torno al
cambio ha sido crucial para sobrellevar lo que se nos presenta en el camino. Rescato de este
proyecto la incorporación de la estructura en espiral siempre creciente: nuestras experiencias
se han afectado las unas a las otras, hemos trabajado en diálogo, nos hemos retroalimentado,
y desde que compartimos nuestra acción poética, también hemos recibido e incorporado
nuevas interpretaciones, reflexiones, y sensibilidades de otras personas. Aunque no ha sido
un proceso fácil, compartir aprendizajes y vivencias sensibles de este modo ha sido
sumamente enriquecedor. El estudio de la Estética en sí me ha ayudado a poner en palabras
muchas cosas que venía trabajando desde hace un tiempo, pero que hasta ahora sólo tenía
adentro: me he visto reflejada en muchas palabras de la teoría estética a lo largo del curso, y
he encontrado una unión teoría-vida que abrió y seguirá abriendo nuevas posibilidades de
sentir. Por el espacio, el cariño y la entrega: gracias.
Eva
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Bibliografía
Clara
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Marcela
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