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ACADEMIA DE LA
MAGISTRATURA

Modalidad a Distancia

PROGRAMA DE ACTUALIZACION Y
PERFECCIONAMIENTO

RESPONSABILIDAD CIVIL
CONTRACTUAL Y
EXTRACONTRACTUAL

- Lizardo Taboada Córdova -


INDICE

INTRODUCCIÓN ............................................................................................................03
OBJETIVOS......................................................................................................................04
DESARROLLO TEMÁTICO

Capítulo I
Clasificación de los hechos jurídicos ...............................................07
1. Introducción ...................................................................................08
2. Los hechos jurídicos: clasificación ...............................................09
2.1 Categorías de los hechos jurídicos voluntarios ....................10
3. Estructura de los negocios jurídicos .............................................14
3.1 Los elementos ...........................................................................15
3.2 Los presupuestos........................................................................16
3.3 Los requisitos .............................................................................17
4. Los hechos jurídicos ilícitos y la responsabilidad civil ................19
Autoevaluación ................................................................................21
Capítulo II
La responsabilidad civil como un sistema unitario .........................22
1. La responsabilidad civil contractual y extracontractual
como aspectos de un mismo sistema normativo ......................23
2. Requisitos ......................................................................................... 25
Autoevaluación ................................................................................ 32
Caso 1................................................................................................... 33
Preguntas guía para el análisis del Caso 1 .....................................37
Capítulo III
La antijuridicidad como aspecto fundamental de la
estructura de los hechos jurídicos ....................................................38
1. Introducción .................................................................................39
2. La antijuridicidad y la normativa ..............................................41
3. Hacia un concepto de antijuridicidad ....................................42
4. La antijuridicidad típica y la antijuridicidad genérica ......... 47
Autoevaluación .................................................................................55
Capítulo IV
El daño causado .................................................................................56
1. El daño causado como especto objetivo fundamental de
la estructura de los hechos jurídicos que originan una
responsabilidad civil ......................................................................57
2. Las categorías de daño patrimonial ...........................................59
3. La indemnización por daños ........................................................67

2
3,1 La indemnización por daño en caso de muerte ................69
Autoevaluación .................................................................................77
Caso 2 .................................................................................................. 78
Preguntas guía para el análisis del Caso 2 .....................................85
Capítulo V
La relación causal en la responsabilidad civil
extracontractual ................................................................................86
1. Introducción .................................................................................87
2. La noción de causa adecuada ................................................88
3. Las fracturas causales .................................................................89
3.1 La fractura causal ...........................................................90
3.2 Concausa.........................................................................93
3.3 Pluralidad de causas y sus efectos jurídicos ...............95
Autoevaluación .................................................................................97
Caso 3 .................................................................................................. 98
Preguntas guía para el análisis del Caso 3 ...................................104
Caso 4 ................................................................................................105
Preguntas guía para el análisis el Caso 4 .....................................111
Capítulo VI
Los factores de atribución y los sistemas de responsabilidad
Civil extracontractual .......................................................................112
1. Introducción..................................................................................113
2. Los factores de atribución subjetivos y objetivos ....................113
2.1 La noción de culpa ...............................................................115
2.2 El riesgo creado dentro del Código Civil peruano ...........117
3. A manera de corolario ...............................................................118
Autoevaluación ...............................................................................120
Caso 5 ................................................................................................121
Preguntas guía para el análisis del Caso 5 ...................................126
Capítulo VII
La responsabilidad civil por hecho ajeno ....................................127
1. Introducción ...............................................................................128
2. Los supuestos de responsabilidad civil indirecta en el campo
extracontractual ........................................................................128
3. La responsabilidad civil por hecho de los dependientes ....132
4. La responsabilidad civil de los animales y edificaciones ....133
5. La responsabilidad civil del deudor por hechos de los
terceros ....................................................................................... 134
Autoevaluación ...............................................................................136

RESPUESTAS A LAS AUTOEVALUACIONES ................................................................137


BIBLIOGRAFÍA .............................................................................................................140

3
INTRODUCCIÓN

E
l material que presentamos a continuación es un breve
reconocimiento panorámico de los elementos centrales de la
responsabilidad civil. Este tema es de gran interés tanto en
académicos como en operadores del sistema jurídico, por la
importancia de reparar el daño para resarcir a la víctima.

Es importante que el lector reconozca en qué casos la conducta


que origina el daño deviene en un caso de responsabilidad civil
contractual o extracontractual, para así determinar las acciones a
adoptar en cada situación particular. Para ello deberá identificar
claramente los conceptos de antijuricidad, daño causado, relación de
causalidad y factores de atrinución.

El presente módulo sobre la Responsabilidad Civil, incluye un


texto orientador para el estudio de temas relativos a la responsabilidad
civil extracontractual, principalmente. Adicionalmente, cuenta con el
respaldo de lecturas complementarias que profundizan los aspectos
más relevantes de la Responsabilidad Civil, así como casos prácticos
que servirán para aplicar los temas abordados.

Los invitamos al estudio de este material, convencidos que a


través de su lectura, los operadores judiciales encontrarán un
instrumento valioso que ampliará y enriquecerá su cotidiana labor.

4
OBJETIVOS

Objetivo General:

Analizar los principios generales y fundamentales del sistema


de responsabilidad civil contractual y extracontractual
dentro del ordenamiento jurídico nacional.

Objetivos Específicos:

Distinguir los hechos jurídicos voluntarios (lícitos e


ilícitos) de los involuntarios.
Visualizar la responsabilidad civil (contractual y
extracontractual) como un sistema unitario que ofrece
aspectos comunes y diferencias específicas.
Analizar la antijuridicidad como aspecto fundamental
de la estructura de los hechos jurídicos ilícitos en la
responsabilidad civil contractual y extracontractual.
Analizar el daño causado como aspecto objetivo
fundamental de la estructura de los hechos jurídicos
ilícitos que originan una responsabilidad civil.
Caracterizar la relación causal en la responsabilidad
civil extracontractual, distinguiendo los distintos tipos
de causas tipificadas en nuestro ordenamiento
jurídico.

5
Establecer las características de los factores de atribución
y los sistemas de responsabilidad civil extracontractual.
Diferenciar claramente los supuestos de responsabilidad
civil indirecta en el campo extracontractual.

6
CAPITULO 1

CLASIFICACION DE LOS
HECHOS JURIDICOS

Iniciaremos este capítulo abordando la temática del acto


jurídico, para continuar desarrollando la clasificación
existente de los hechos jurídicos, tanto en lo referido a los
hechos jurídicos voluntarios e involuntarios.

Otro aspecto vinculado al anterior, es el relacionado a los


negocios jurídicos y su estructura, que también
desarrollaremos ampliamente en este capítulo.

7
1. INTRODUCCIÓN

De acuerdo a la concepción tradicional del acto jurídico, de


origen francés y derivada principalmente de las ideas de Domat, se
entiende por acto jurídico toda manifestación de voluntad dirigida a la
producción de efectos jurídicos.

En este sentido se señala que toda


manifestación de voluntad destinada a crear,
modificar, regular o extinguir relaciones jurídicas, es un acto
jurídico.

Esta idea tradicional y clásica del concepto del acto jurídico, ha


traído como consecuencia que se afirme indiscriminadamente que toda
declaración o manifestación de voluntad, que produce efectos jurídicos
y es realizada con el fin de alcanzarlos, es un acto jurídico.

Evidentemente, nadie puede negar el rol fundamental de la


declaración o manifestación de voluntad como elemento principal del
acto jurídico, lo cual es también aceptado por todos los autores que
siguen la corriente del negocio jurídico. Sin embargo, esta importancia
de la declaración o manifestación de voluntad no puede llevarnos a
identificar ambos conceptos, el de acto jurídico y el manifestación de
voluntad, por cuanto existen diversidad de manifestaciones de voluntad
que producen efectos jurídicos que no son precisamente actos jurídicos;
materia que ha sido precisada con mucha claridad por la doctrina del
negocio jurídico, que en forma bastante enfática ha negado esa
identificación conceptual; aún cuando el mismo negocio jurídico en su
concepción clásica, identificaba también el negocio jurídico con la
declaración de voluntad. Así pues, dentro de la teoría general del
negocio jurídico, existe uniformidad de opinión en el sentido que la
declaración de voluntad es únicamente uno de los elementos del
negocio, el elemento principal del negocio.

8
Incluso dentro de la misma concepción tradicional del acto jurídico
no se acepta tampoco una identificación total entre manifestación de
voluntad y acto jurídico, por cuanto se señala en forma unánime que sólo
es acto jurídico la manifestación de voluntad destinada a producir
efectos jurídicos. En otras palabras, para esta corriente no es acto jurídico
toda declaración de voluntad, sino solamente aquella dirigida a producir
efectos jurídicos, esto es, consecuencias jurídicas, que por ser jurídicas son
precisamente lícitas.

2. LOS HECHOS JURÍDICOS: CLASIFICACION

Veamos muy brevemente cómo llegan los autores que siguen esta
corriente a precisar el concepto del acto jurídico. Parten, como es obvio,
del concepto genérico del hecho jurídico, en el sentido que es un hecho
de esa especie todo aquel cuya realización genera consecuencias
jurídicas, siendo hechos irrelevantes jurídicamente aquellos a cuya
realización el ordenamiento jurídico no atribuye ninguna consecuencia
jurídica. En este sentido, el hecho jurídico viene a ser el género, respecto
del cual el acto jurídico no es sino una de las especies.

Negocio Jurídico Efecto Jurídico

Declaración de voluntad

Una vez que se ha hecho la distinción entre hechos jurídicos y


hechos jurídicamente irrelevantes, la posición tradicional procede a
distinguir entre hechos jurídicos voluntarios e involuntarios; entendiéndose
por hechos involuntarios aquellos en los cuales no interviene la conducta
voluntaria del hombre, tales como la muerte, el nacimiento, un terremoto
que ocasione pérdidas de vidas humanas y de bienes, un aluvión, la
mayoría de edad, etc.. Mientras que los hechos jurídicos voluntarios son

9
todos aquellos en los cuales interviene la voluntad, en el sentido de
conducta voluntaria.

La distinción entre estas dos clases de hechos


jurídicos radica en que en los primeros no interviene
una conducta voluntaria y en los segundos por el contrario los
efectos jurídicos nacen como consecuencia de la realización de
una conducta voluntaria del individuo. En los involuntarios, por el
contrario, el efecto jurídico se atribuye a la realización del simple
fenómeno o acontecimiento.

En otros términos, al hablar de la intervención o no de la voluntad,


es decir, al plantearse la diferencia entre hechos jurídicos voluntarios e
involuntarios, estamos hablando de acuerdo a la posición tradicional de
la intervención de la voluntariedad, entendida como conducta realizada
voluntariamente, sin interesar la voluntad de producir o no algún tipo de
efecto o consecuencia jurídica.

2.1 Categorías de los hechos jurídicos voluntarios

Una vez precisada la distinción entre hechos jurídicos voluntarios e


involuntarios, la doctrina del acto jurídico procede a distinguir dentro de
los hechos jurídicos voluntarios dos categorías: la de los hechos lícitos y la
de los hechos ilícitos.

Hechos Jurídicos voluntarios

Hechos lícitos

Hechos ilícitos

10
Los hechos voluntarios ilícitos son aquellos que producen
consecuencias jurídicas no queridas por los autores de la conducta
voluntaria y que el derecho atribuye como respuesta a la realización de
la propia conducta ilícita. Igualmente se señala que una de las
características fundamentales de los hechos voluntarios ilícitos es la de
consistir en conductas que contravienen las normas jurídicas, y es por ello
mismo que se ha venido hablando siempre del hecho ilícito, con todas las
dificultades que desde siempre y modernamente ha traído el definir el
concepto de ilicitud o de antijuricidad en materia de hechos jurídicos.
Evidentemente, su estudio corresponde a la disciplina de la
responsabilidad civil, ya sea ésta contractual, en cuyo caso el ilícito
consiste en la contravención de una relación jurídica obligatoria nacida
como consecuencia de la voluntad de los particulares, ya sea a través de
un contrato, entendido en su sentido más amplio como un acuerdo de
voluntades, o de la voluntad unilateral, o bien se trate de la
responsabilidad civil extracontractual en cuyo caso el ilícito consiste en la
violación del deber jurídico genérico de no causar daño a otro, en sus
múltiples alcances.

Sin embargo, sea como sea, esta materia de la ilicitud que


corresponde a la doctrina general de la responsabilidad civil, con todos
los matices y puntos de vista que ella encierra, nos muestra que el
universo de los hechos jurídicos no corresponde íntegramente a la teoría
general del acto jurídico; pues los hechos ilícitos al consistir en conductas
violatorias del ordenamiento jurídico en general, no dan por ello mismo
lugar al nacimiento de efectos jurídicos deseados por los autores de las
mismas; razón por la cual existe uniformidad de pareceres, entre los
autores que siguen la corriente del acto jurídico y la del negocio jurídico,
en señalar que el acto jurídico o, en su caso el negocio jurídico, es un
hecho jurídico voluntario lícito. Por ello, en los próximos capítulos del
presente manual de la responsabilidad civil estudiaremos el concepto de
antijuricidad o ilicitud, dentro de la estructura de los hechos jurídicos
ilícitos que originan una responsabilidad civil.

Finalmente y antes de llegar a la noción del acto jurídico, y como


paso último y previo, la posición clásica distingue entre los hechos
jurídicos voluntarios lícitos dos últimas clases: los hechos voluntarios lícitos
sin declaración de voluntad y aquellos que tienen como elemento una o
más declaraciones de voluntad, que no son sino los actos jurídicos. En
última instancia, para esta posición, el acto jurídico no es sino el hecho

11
jurídico voluntario lícito con declaración de voluntad, pues desde este
punto de vista, existen otros hechos jurídicos voluntarios lícitos sin
declaración de voluntad que no merecen la calificación de actos
jurídicos, sino de simples hechos jurídicos voluntarios lícitos.

No obstante lo cual, y ante la certidumbre y el conocimiento de


que en la totalidad de los hechos jurídicos existe siempre una
manifestación de voluntad, ya se trate de hechos lícitos o ilícitos, la
doctrina clásica a fin de garantizar la distinción entre los actos jurídicos, es
decir, hechos jurídicos voluntarios lícitos con declaración de voluntad y los
simples hechos jurídicos voluntarios lícitos sin declaración de voluntad,
realiza una segunda precisión conceptual respecto del acto jurídico; y
ésta justamente es aquella de que en los actos jurídicos el efecto jurídico
es deseado voluntariamente por el autor de la declaración de voluntad,
tratándose de efectos jurídicos queridos por los particulares, lo que no
sucede para esta posición en el supuesto de los hechos jurídicos
voluntarios lícitos sin declaración de voluntad.

En última instancia, dentro de la lógica de la teoría del acto


jurídico, la calificación de un hecho jurídico voluntario lícito como acto
jurídico o no, dependerá de la intención del autor de la misma
manifestación de voluntad; lo que implicaría como consecuencia el
otorgar a los simples particulares la potestad de decidir cuándo una
conducta es un acto jurídico y cuándo es un simple hecho jurídico
voluntario lícito. Lo cual es inaceptable, pues ello supondría negar el rol
valorativo del ordenamiento jurídico respecto de las conductas de los
particulares. Sin embargo esta es la lógica de la escuela clásica del acto
jurídico, que hemos criticado en nuestro libro dedicado a la
CONSTRUCCION DEL CONCEPTO DE CAUSA DEL NEGOCIO JURIDICO y
que criticamos también en nuestro segundo libro dedicado a un estudio
comparativo de la TEORIA GENERAL DEL NEGOCIO JURIDICO FRENTE A LA
DOCTRINA GENERAL DEL CONTRATO.

Sin embargo, lo importante de destacar en este material, es que en


la doctrina existe unanimidad en que los actos jurídicos se caracterizan,
entre otras razones, por su licitud, justamente por tratarse de una de las
especies de los hechos jurídicos voluntarios lícitos, mientras que en el caso
de los hechos jurídicos voluntarios ilícitos la ilicitud es parte fundamental
de su estructura, justamente por tratarse de hechos jurídicos voluntarios
que atentan contra el sistema jurídico, en cuyo caso las consecuencias

12
jurídicas que producen no son las deseadas por las partes, sino las
impuestas por las normas jurídicas. Por el Contrario, en el caso de los actos
jurídicos, las consecuencias legales deben haber sido queridas por los
sujetos para que el Derecho las confiera.

Es esta pues la lógica del sistema de la teoría


general del acto jurídico, distinguir en primer lugar
entre los hechos jurídicos los voluntarios e involuntarios, para luego
dentro de los hechos voluntarios distinguir los lícitos de los ilícitos.

Los hechos jurídicos voluntarios ilícitos, como su propio nombre lo


indica, se caracterizan justamente por tratarse de hechos antijurídicos o
ilícitos que contravienen el sistema jurídico, mientras que los hechos lícitos,
cuya especie más importante son los actos jurídicos, se caracterizan
precisamente por su licitud, de forma tal que en un caso los efectos
jurídicos se establecen sin importar si han sido queridos o no, mientras que
en el campo de los actos jurídicos los efectos jurídicos sólo se confieren si
han sido queridos y es por ello que el artículo 140 del Código Civil señala
en forma textual, que el acto jurídico es la manifestación de voluntad
destinada a crear, modificar, regular o extinguir relaciones jurídicas.

Como se podrá observar, la categoría de los


hechos ilícitos forma parte del universo de los
hechos jurídicos en general, debiendo tener una visión clara de la
ubicación de los hechos jurídicos ilícitos dentro de la clasificación
general de los hechos jurídicos, para poder comprender a
cabalidad la naturaleza jurídica de los mismos y poder
diferenciarlos de los hechos jurídicos lícitos, en especial de su
categoría más importante, conformada por los actos jurídicos.

De esta manera, se demuestra desde un inicio que la antijuricidad


o ilicitud es un aspecto fundamental de la estructura de los hechos ilícitos,
mientras que la licitud es por el contrario aspecto clave en la estructura

13
de los actos jurídicos, siendo por ello mismo nulos de pleno derecho todos
los actos jurídicos que no cumplan con el requisito de la licitud, por tener
un contenido contrario a las normas imperativas, al orden público o las
buenas costumbres.

Por el contrario, la ilicitud o antijuricidad, al ser aspecto


fundamental de los hechos jurídicos ilícitos, determina que sólo existan
hechos ilícitos cuando esté presente la antijuricidad. En otras palabras, los
efectos jurídicos de los hechos jurídicos lícitos denominados actos
jurídicos, sólo se producen cuando el contenido de los mismos es
perfectamente licito, de forma tal que el acto jurídico cuyo contenido
sea ilícito no producirá efectos jurídicos. Del mismo modo, los efectos
jurídicos de los hechos jurídicos ilícitos, en el campo de la responsabilidad
civil, sólo se producirán cuando la conducta causante de los daños, sea
ilícita. Esto significa que sólo nacerá la obligación legal de indemnizar
cuando los daños sean consecuencia de conductas antijurídicas, pues si
los daños son consecuencia de conductas permitidas legalmente, no
habrá obligación alguna de indemnizar.

Pues bien, a fin de tener una visión clara y de conjunto de los


hechos jurídicos lícitos e ilícitos, a continuación haremos una breve
referencia a la estructura de los actos jurídicos, para luego iniciar la
explicación, que se hará en el presente manual, de la estructura de los
hechos jurídicos ilícitos que originan una responsabilidad civil. A partir de
este momento, utilizaremos la expresión negocio jurídico, para hacer
referencia al acto jurídico regulado en el Código Civil peruano, en el
entendimiento que se trata de nociones equivalentes.

3. ESTRUCTURA DE LOS NEGOCIOS JURIDICOS

L
os negocios jurídicos se definen comúnmente como supuestos de
hecho conformados por manifestaciones de voluntad que
producen efectos jurídicos, bien se trate de la creación,
modificación, regulación o extinción de relaciones jurídicas. Los
negocios jurídicos tienen una estructura conformada por diversos
aspectos: los elementos, los presupuestos y los requisitos. Pues bien,
corresponde ahora definir estos diferentes aspectos de la estructura de
todo negocio jurídico.

14
Estructura del Negocio
Jurídico

Elementos Presupuestos
Requisitos

Declaración Causa o Objeto Sujeto


De voluntad finalidad

3.1 Los elementos

L
os elementos se entienden como los componentes del negocio
jurídico, es decir, todo aquello que conforma el negocio jurídico
celebrado por los sujetos.

En tal sentido, se entiende modernamente que los únicos


elementos comunes a todo negocio jurídico son dos: la declaración o
manifestación de voluntad y la causa o finalidad, existiendo
unanimidad en el sentido que la formalidad no es un elemento común
a la estructura de todo negocio jurídico, sino solamente en aquellos
casos en los cuales las partes o la ley prescriban la formalidad, bajo
sanción de nulidad, como componente del negocio jurídico y que por
ello mismo se denominan negocios jurídicos solemnes o formales. Por el
contrario, todo negocio jurídico tiene siempre una o más declaraciones
de voluntad y una causa o finalidad.

Ahora bien, en los casos de las formalidades establecidas por la


ley o por las partes, como simples medios de prueba y no como
elementos adicionales, es también claro que dichas formalidades
denominadas AD PROBATIONEM, no son elementos del negocio, sino
simples medios de prueba, en cuyo caso su ausencia o defecto no
determinará la nulidad del negocio, el mismo que será válido, pero
tendrá que probarse por otro medio probatorio.

15
Por el contrario, en el caso de las formalidades ad solemnitaten,
como éstas sí son elementos del negocio, su ausencia o defecto,
determina automáticamente la invalidez del negocio afectado. Sin
embargo, como las formalidades ad solemnitatem no son la regla, sino
la excepción, bien sean establecidas por la ley o por las partes, las
mismas no son consideradas como elementos comunes a la estructura
de todo negocio jurídico, sino solamente en los negocios en los cuales
hayan sido prescritas por la ley o por las propias partes. La formalidad
solamente es elemento en los negocios formales o solemnes que tienen
una formalidad Ad Solemnitatem.

Debe señalarse que en la doctrina tradicional, a los elementos se


les denominaba “elementos esenciales”, para dar a entender que los
mismos eran necesarios para la formación del negocio jurídico. Sin
embargo, la doctrina moderna prefiere utilizar únicamente la
denominación de “elementos”, por las razones antes explicadas y
porque entiende que sólo existe una categoría de elementos, mientras
que la doctrina tradicional, además de los elementos esenciales, hacía
también referencia a los elementos naturales y accidentales, que
examinaremos en breve.

3.2 Los presupuestos

A
demás de los elementos, la doctrina moderna hace referencia
a los presupuestos, los cuales se definen como los
antecedentes o términos de referencia, es decir, todo aquello
que es necesario que preexista para que el negocio jurídico pueda
celebrarse o formarse.

Se acepta unánimemente que los presupuestos comunes a todo


negocio jurídico son dos también: el objeto y el sujeto. En la doctrina
tradicional el objeto era considerado como uno de los elementos
esenciales, al igual que el denominado “agente capaz”. Por su parte, la
orientación actual entiende que tanto el objeto como el sujeto, si bien
forman parte de la estructura del negocio jurídico, no es como
elementos, sino como presupuestos. La razón del cambio en la
concepción y en la terminología, se justifica en el hecho que tanto el
objeto como el sujeto no forman parte del negocio jurídico, el cual es

16
en sí mismo una manifestación de voluntad destinada a la producción
de efectos jurídicos, concebidos por las partes como efectos prácticos
tutelados jurídicamente, siendo los mismos sin embargo, es decir, el
objeto y el sujeto, necesarios para la formación del negocio jurídico,
pero no como elementos, sino como presupuestos.

En otras palabras, con la nueva categoría


de los presupuestos, no se pretende afirmar que
los mismos no sean necesarios para la existencia del negocio
jurídico, sino señalar que los mismos deben preexistir para que el
negocio jurídico conformado por sus elementos pueda formarse.

Se trata, como se puede comprobar, de una visión bastante


lógica y ordenada de la estructura de los negocios jurídicos, mientras
que en la concepción tradicional todo se reducía al aspecto de
elementos esenciales, a los cuales se contraponían los elementos
naturales y accidentales.

Ahora bien, como es evidente, el negocio jurídico en el cual no


concurra algún elemento o presupuesto no se habrá formado y por
ende será un negocio jurídico invalido, o defectuosamente
estructurado, atacado por una causal de ineficacia estructural. Ello
significa en consecuencia que los elementos y presupuestos son
necesarios para la formación del negocio jurídico. La ausencia de
cualquiera de ellos determina de inmediato la invalidez del negocio
jurídico.

3.3 Los requisitos

F
inalmente, en la doctrina moderna, se hace referencia a los
requisitos, como todas aquellas condiciones que deben cumplir
tanto los elementos como los presupuestos, para que el negocio
jurídico formado por la concurrencia de los mismos, pueda producir
validamente sus efectos jurídicos.

17
A los requisitos se les denominaba en la doctrina tradicional
también “elementos esenciales” o “elementos de validez”. Sin
embargo, en la doctrina moderna sobre la estructura del negocio
jurídico, se ha preferido denominarlos requisitos, para que quede bien
en claro que no bastan los elementos y los presupuestos para la
conformación válida de un negocio jurídico, sino que además de ello
es necesario que concurran otras condiciones, que deben cumplir
tanto los elementos como los presupuestos, para que el negocio jurídico
se considere formado válidamente y por ende pueda producir
válidamente sus efectos jurídicos.

Esto significa en consecuencia que mientras los elementos y


presupuestos son necesarios para la formación del negocio
jurídico, los requisitos son necesarios para que el negocio jurídico
correctamente formado pueda producir validamente sus efectos
jurídicos.

Resulta claro, en consecuencia, la diferencia esencial entre los


tres aspectos de la estructura de todo negocio jurídico, siendo los tres
necesarios para que el mismo pueda formarse válidamente y es por ello
mismo que se trata de aspectos estructurales, a pesar de las diferencias
entre ellos. Cuando concurren los tres, nos encontraremos frente a un
negocio jurídico válidamente estructurado o conformado y por ello será
un negocio jurídico plenamente eficaz que producirá los efectos
jurídicos buscados por las partes. Por el contrario, cuando nos
encontremos frente a un negocio jurídico en el cual no ha concurrido
alguno o varios de dichos aspectos, estaremos frente a un negocio
jurídico defectuosamente estructurado y que será por ello mismo
ineficaz, es decir, impotente para producir válidamente los efectos
jurídicos deseados.

Así pues lo que antes en la doctrina tradicional se denominaba


“elementos esenciales” o “elementos de validez”, en la doctrina
moderna, por criterios estrictamente lógicos, se les denomina
elementos, presupuestos y requisitos, pero haciendo énfasis que en los
tres casos los mismos son necesarios para la formación válida del

18
negocio jurídico y por ende para su eficacia. Consiguientemente el
negocio jurídico en el cual no concurra alguno o varios de dichos
aspectos estructurales, será uno ineficaz por una causal de ineficacia
estructural, o lo que es lo mismo será un negocio jurídico inválido. La
invalidez es pues, un supuesto de ineficacia consecuencia de la
ausencia de algún aspecto estructural del negocio jurídico, y es por ello
mismo que invalidez es lo mismo que ineficacia estructural.

Finalmente, corresponde ahora señalar cuáles son los requisitos


del negocio jurídico. Ellos son los siguientes: la capacidad legal de
ejercicio, la capacidad natural entendida como el actuar con
discernimiento, la licitud, la posibilidad física y jurídica del objeto, la
determinación en especie y cantidad y finalmente el que la voluntad
manifestada haya estado sometida a un proceso normal de formación,
es decir, sin vicios de la voluntad.

4. LOS HECHOS JURÍDICOS ILÍCITOS Y LA RESPONSABILIDAD CIVIL

E
n el caso específico de los hechos jurídicos ilícitos que originan
una responsabilidad civil extracontractual, la estructura de los
mismos está conformada por los siguientes elementos: la
antijuricidad o ilicitud, la conducta del sujeto de derecho, el daño
causado, la relación de causalidad entre el la conducta antijurídica y el
daño causado, la imputabilidad y los factores de atribución. Una vez
que concurran todos estos elementos o aspectos, se configura un
supuesto de responsabilidad civil extracontractual, naciendo en forma
automática la obligación legal de indemnizar a cargo del autor del
daño. Como se podrá comprobar, la estructura de los negocios
jurídicos, actos jurídicos dentro de la terminología de nuestro Código
Civil, es totalmente distinta de la estructura de los hechos jurídicos que
originan un supuesto de responsabilidad civil extracontractual, que se
caracterizan entre otros aspectos justamente por la ilicitud o
antijuricidad. Todos los aspectos o elementos de dicha estructura serán
examinados en el presente manual, debiendo quedar muy en claro
que en cada uno de los próximos capítulos haremos siempre referencia
también a los supuestos de la responsabilidad civil contractual u
obligacional.

19
Debe también quedar muy en claro que tanto los negocios
jurídicos como los hechos ilícitos son categorías de hechos jurídicos
voluntarios, que se distinguen por la presencia o no de la antijuricidad, y
por el hecho que en el caso de los negocios jurídicos los efectos son
conferidos en concordancia con lo querido por los sujetos, valorando su
propósito práctico, mientras que en los hechos jurídicos ilícitos, los
efectos se imponen, sin tomar en cuenta lo querido por los autores, por
el simple hecho de haberse causado un daño, que deberá ser
reparado o indemnizado.

20
AUTOEVALUACION

Responda las siguientes preguntas luego de haber concluido el


estudio del primer capítulo. Luego, encontrará al final del material la
Clave de Respuestas, la misma que le indicará los criterios generales
con que debieron abordarse cada una de las preguntas.

21
CAPITULO 2

LA RESPONSABILIDAD CIVIL COMO


UN SISTEMA UNITARIO

Importante también resulta analizar el ámbito de la


responsabilidad civil y las posiciones que hay para su
abordaje, aspecto que desarrollaremos en el presente
capítulo.

Sostendremos que la responsabilidad civil contractual y


extracontractual son aspectos de un mismo sistema
normativo, presentando aspectos comunes y diferencias
específicas que justifiquen una distinta regulación legal.

22
1. LA RESPONSABILIDAD CIVIL CONTRACTUAL Y EXTRACONTRACTUAL
COMO ASPECTOS DE UN MISMO SISTEMA NORMATIVO

C
omo es sabido, la disciplina de la responsabilidad civil está
referida al aspecto fundamental de indemnizar los daños
ocasionados en la vida de relación a los particulares, bien se
trate de daños producidos como consecuencia del incumplimiento de
una obligación voluntaria, principalmente contractual, o bien se trate de
daños que sean el resultado de una conducta, sin que exista entre los
sujetos ningún vínculo de orden obligacional.

Responsabilidad Civil

Contractual Extracontractual

Incumplimiento de Incumplimiento
de
obligación voluntaria un deber jurídico
genérico

Cuando el daño es consecuencia del incumplimiento de una


obligación voluntaria, se habla en términos doctrinarios de
“responsabilidad civil contractual”, y dentro de la terminología del
Código Civil peruano de responsabilidad derivada de la inejecución de
obligaciones. Por el contrario, cuando el daño se produce sin que exista
ninguna relación jurídica previa entre las partes, o incluso existiendo ella,
el daño es consecuencia, no del incumplimiento de una obligación
voluntaria, sino simplemente del deber jurídico genérico de no causar
daño a otro, nos encontramos en el ámbito de la denominada
"responsabilidad civil extracontractual". La responsabilidad civil
extracontractual es consecuencia entonces del incumplimiento de un
deber jurídico genérico, mientras que la responsabilidad civil obligacional

23
o contractual es producto del incumplimiento de un deber jurídico
específico denominado "relación jurídica obligatoria".

Durante muchísimo tiempo se debatió arduamente en la doctrina


de los diferentes sistemas jurídicos el problema referido a la unidad de la
responsabilidad civil como sistema normativo, cuya finalidad es resolver
conflictos entre particulares como consecuencia de la producción de
daños. Según el criterio tradicional deben mantenerse como ámbitos
separados la responsabilidad civil contractual de la responsabilidad
extracontractual, en la medida que el origen del daño causado difiere
en un caso y en el otro. Y, es ésta, justamente la posición actual del
Código Civil peruano, que ha regulado por separado ambos aspectos de
la responsabilidad civil.

Por el contrario, la doctrina moderna, y desde hace mucho


tiempo, es unánime en que la responsabilidad civil es única, y que
existen solamente algunas diferencias de matiz entre la
responsabilidad contractual y la extracontractual.

No obstante lo cual, y aún cuando nuestro Código Civil se adhiere


al sistema tradicional, en nuestro concepto ello no es impedimento para
que se entienda que la responsabilidad civil en el sistema jurídico es una
sola, y que se estudie ambas clases de responsabilidad en base a
elementos comunes, señalando con toda claridad, las diferencias de
matiz, tanto en el ámbito teórico como en el ámbito normativo. En tal
sentido, nuestra opinión es que la actual regulación del Código Civil
peruano no es impedimento para estudiar el sistema de la
responsabilidad civil desde una óptica unitaria, en la medida en que se
respeten las diferencias de orden legal existentes.

De esta manera, debe quedar claramente establecido que la


responsabilidad civil es una sola, existiendo como dos aspectos distintos la
responsabilidad civil contractual y extracontractual, teniendo ambas
como común denominador la noción de antijuricidad y el imperativo
legal de indemnizar los daños causados. La diferencia esencial entre
ambos aspectos de la responsabilidad civil radica, como es evidente, en

24
que en un caso el daño es consecuencia del incumplimiento de una
obligación previamente pactada y en el otro caso el daño es producto
del incumplimiento del deber jurídico genérico de no causar daño a los
demás. Esta distinción justifica las diferencias de matiz en la regulación
legal de ambos aspectos de la responsabilidad civil, que explicaremos en
cada uno de los capítulos del presente manual.

2. REQUISITOS

C
omo es sabido, los requisitos comunes a la responsabilidad civil
son la antijuricidad, el daño causado, la relación de causalidad
y los factores de atribución.

Responsabilidad Civil

Antijuridicida Relación de
d causalidad

Daño Factores de
causado Requisitos atribución

a) Antijuricidad

Modernamente existe acuerdo en que la antijuricidad, o mejor


dicho, que una conducta es antijurídica no sólo cuando contraviene una
norma prohibitiva, sino también cuando la conducta viola el sistema
jurídico en su totalidad, en el sentido de afectar los valores o principios
sobre los cuales ha sido construido el sistema jurídico. Esto ha llevado a la
doctrina a señalar que en el ámbito de la responsabilidad civil no rige el
criterio de la tipicidad en materia de conductas que pueden causar
daños y dar lugar a la obligación legal de indemnizar, sino que dichas
conductas pueden ser típicas, en cuanto previstas en abstracto en
supuestos de hecho normativos y atípicas en cuanto, a pesar de no estar
reguladas en esquemas legales, la producción de las mismas viole o

25
contravenga el ordenamiento jurídico. Sin embargo, este concepto de la
antijuricidad, en el sentido de antijuricidad genérica, no se acepta sino el
ámbito de la responsabilidad extracontractual, por cuanto en el lado
contractual se acepta que la antijuricidad es siempre exclusivamente
típica y no atípica, pues ella resulta del incumplimiento total de una
obligación, del cumplimiento parcial, del cumplimiento defectuoso, o del
cumplimiento tardío o moroso. Esto significa en consecuencia, que en la
responsabilidad contractual las conductas que pueden dar lugar a la
obligación legal de indemnizar son siempre conductas tipificadas
legalmente.

La antijuricidad típica contractual se encuentra expresamente


prevista en el artículo 1321 del Código Civil, mientras que la antijuricidad
típica y atípica, es decir, antijuricidad en sentido amplio y material (no
formal), fluye de los artículos 1969 y 1970 del mismo Código Civil, pues en
ambos se hace referencia únicamente a la producción de un daño, sin
especificar el origen del mismo o la conducta que lo hubiera podido
ocasionar o causar; entendiéndose que cualquier conducta que cause
un daño, con tal que sea ilícita, da lugar a la obligación legal del pago
de una indemnización.

Esto es evidente, por cuanto mientras en el ámbito contractual, al


estar tipificada y predeterminadas las conductas ilícitas o antijurídicas,
resulta evidente que la obligación de indemnizar nacerá siempre que se
cause un daño al acreedor como consecuencia de haber incumplido
absoluta o relativamente una obligación, en el ámbito extracontractual
por el contrario al no estar predeterminadas dichas conductas, debe
entenderse que cualquier conducta será suceptible de dar lugar a una
responsabilidad civil, en la medida que se trate de una conducta ilícita
que cause un daño .

b) Daño Causado

El segundo aspecto fundamental de la responsabilidad civil en


términos genéricos es el daño causado; siendo éste el aspecto
fundamental, no único, de la responsabilidad civil contractual o
extracontractual. Pues se entiende que en ausencia de daño no hay
nada que reparar o indemnizar y por ende no hay ningún problema de
responsabilidad civil. Tan importante es este aspecto del daño producido,

26
que hay quienes han preferido denominar con mucho acierto la
responsabilidad civil como "derecho de daños".

Pues bien, en sentido amplio, se entiende por daño, la lesión


a todo derecho subjetivo, en el sentido de interés jurídicamente
protegido del individuo en su vida de relación, que en cuanto
protegido por el ordenamiento jurídico, se convierte justamente en
derecho subjetivo, esto es un derecho en el sentido formal y
técnico de la expresión.

No se debe olvidar que el hombre es un ser social, que se vincula


en su vida de relación social con otros hombres para la satisfacción de sus
múltiples necesidades de carácter también social, y que en cuanto
dichas necesidades o intereses son protegidos por el ordenamiento
jurídico se elevan a la categoría jurídica de derechos subjetivos. Una
concepción meramente formal de los derechos subjetivos, no nos
permite comprender el problema de los derechos en su esencia social, y
tampoco nos permitirá entender que la responsabilidad civil, antes que
todo, es un sistema de solución de conflictos sociales, de conflictos o
problemas entre individuos que se desenvuelven en un determinado
ambiente social, en un momento histórico y político determinado. Una
vez delimitado en términos amplios el concepto del daño y habiendo
hecho énfasis en el aspecto social de los derechos subjetivos, puede bien
decirse que el daño es todo menoscabo a los intereses de los individuos
en su vida de relación social, que el Derecho ha considerado
merecedores de la tutela legal.

Ahora bien, respecto del daño existe unanimidad en la doctrina en


que el mismo puede ser de dos categorías: patrimonial y extrapatrimonial.
Respecto del daño patrimonial se sabe que es de dos clases: el daño
emergente, es decir, la pérdida patrimonial efectivamente sufrida y el
lucro cesante, entendido como la ganancia dejada de percibir. En lo
concerniente al daño extrapatrimonial nuestro Código Civil se refiere al
daño moral y al daño a la persona, existiendo en la doctrina moderna
una tendencia cada vez más fuerte a hablar únicamente del daño a la
persona.

27
Daño

Patrimonial Extrapatrimonial

Emergente Lucro Daño moral Daño a


Cesante la
persona

Evidentemente, ambas categorías del daño patrimonial y


extrapatrimonial están referidas tanto a la responsabilidad civil
contractual como extracontractual. En cuanto a las diferencias de matiz
de regulación legal, el sistema jurídico nacional, en lo que respecta al
campo extracontractual ha consagrado legalmente en el artículo 1985
del Código Civil el criterio de reparación integral de los daños, a
diferencia del ámbito contractual, en el cual sólo se reparan o
indemnizan únicamente los daños directos, según lo dispone el mismo
artículo 1321.

c) Relación de causalidad

En lo relativo a la relación de causalidad, la misma es un requisito


de toda la responsabilidad civil, pues si no existe una relación jurídica de
causa a efecto entre la conducta típica o atípica y el daño producido a
la víctima, no habrá responsabilidad de ninguna clase. La diferencia de
regulación legal en nuestro Código Civil radica que en el campo
extracontractual se ha consagrado en el mismo artículo 1985 la teoría de
la causa adecuada, mientras que en el contractual en el mismo artículo
1321 la teoría de la causa inmediata y directa.

Sin embargo, para efectos prácticos, las dos teorías, nos llevan al
mismo resultado. Más aún, en ambas clases de responsabilidad civil
existen las figuras de la concausa y de la fractura causal, que se
presentan cuando dos conductas o acontecimientos contribuyen a la
producción del daño, o cuando existe un conflicto de causas o
conductas, una de las cuales llega a producir efectivamente el daño,
haciendo imposible que la otra hubiera llegado a producirlo. A la

28
conducta que sí ha producido el daño efectivamente, fracturando el
eventual nexo de causalidad de la otra conducta, se le llama justamente
fractura causal. Las fracturas causales en el ámbito extracontractual son
cuatro:

 el caso fortuito,
 la fuerza mayor,
 el hecho de la víctima y
 el hecho de un tercero.

d) Factores de Atribución

Finalmente, tenemos que referirnos, muy brevemente, a los factores


de atribución, que son aquellos que determinan finalmente la existencia
de la responsabilidad civil, una vez que se han presentado, en un
supuesto concreto de un conflicto social, los requisitos antes
mencionados de la antijuricidad, el daño producido y la relación de
causalidad.

Factores de Atribución

Responsabilida Responsabilida
d contractual d
extracontractu
al

Culpa Culpa Riesgo creado

Leve Grave Dolo

En materia de responsabilidad contractual el factor de atribución


es la culpa, mientras que en el campo extracontractual, de acuerdo al
Código actual son dos los factores de atribución: la culpa y el riesgo
creado. En el campo contractual la culpa se clasifica en tres grados: la
culpa leve, la culpa grave o inexcusable y el dolo, mientras que en el

29
lado extracontractual se habla únicamente de culpa y también de riesgo
creado. Estos dos factores de atribución se encuentran consagrados
independientemente en los artículos 1969 y 1970 respectivamente. Aún
cuando debe destacarse que al haber invertido la carga de la prueba
en el artículo 1969, se ha llegado a objetivar el sistema subjetivo de la
responsabilidad civil por culpa, en el ámbito extracontractual. No
obstante lo cual, debe destacarse la bondad del Código Civil peruano al
haberse consagrado en el artículo 1970 el sistema objetivo basado en la
idea del riesgo, como factor de atribución distinto, pero coexistente con
el factor subjetivo de la culpa.

La diferencia entre ambos factores de atribución es


evidente, y apunta principalmente a que en el sistema subjetivo el
autor de una conducta antijurídica que ha causado un daño,
debe responder únicamente si ha actuado con culpa, entiéndase
dolo o culpa, mientras que en el sistema objetivo del riesgo,
además de las tres condiciones lógicamente necesarias, sólo se
debe probar fehacientemente que la conducta que ha causado
el daño es una peligrosa o riesgosa, sin necesidad de acreditar
ninguna culpabilidad.

Cierto es que, para efectos prácticos, el Código Civil peruano ha


acercado mucho los resultados de la aplicación del sistema subjetivo
como del sistema objetivo. Sin embargo, ello no es impedimento para la
distinta calificación legal, pues una cosa es invertir la carga de la prueba
y otra muy distinta abstraer por completo la prueba en la configuración
de los hechos o conductas que dan lugar a responsabilidad civil. Este es
un tema que analizaremos después, dado el debate que existe en la
doctrina sobre la responsabilidad por accidentes de tránsito, lo cual
redunda automáticamente en la posibilidad de establecer un régimen
especial de dicha responsabilidad. No debe olvidarse que se entiende
por bienes riesgosos todos los que significan un riesgo adicional para
nuestra vida de relación social, pero que sin embargo de acuerdo a la
experiencia normal de una determinada sociedad, son absolutamente
indispensables para el desarrollo social y la satisfacción de necesidades
consideradas social y jurídicamente merecedoras de tutela legal.

30
Pues bien, examinadas muy brevemente, las categorías jurídicas
generales sobre la responsabilidad civil, corresponde ahora determinar el
significado de cada una de ellas, planteando las diferencias que existen
entre la responsabilidad civil contractual y extracontractual, en cada uno
de los sucesivos capítulos del presente material, pero sabiendo siempre
que ambas responsabilidades tienen una estructura común, con
diferencias de matiz que justifican una diferente regulación legal.

31
AUTOEVALUACION

Responda las siguientes preguntas luego de haber concluido el


estudio del segundo capítulo. Luego, encontrará al final del material la
Clave de Respuestas, la misma que le indicará los criterios generales
con que debieron abordarse cada una de las preguntas.

¿A qué se refiere la
responsabilidad civil
contractual y la
extracontractual
respectivamente?

¿Cuáles son los requisitos de la


responsabilidad civil?

¿Cuál es la diferencia entre la


responsabilidad subjetiva y
la responsabilidad objetiva?

¿Cuál es la naturaleza jurídica


de la indemnización?

32
CASO 1

Revise detenidamente el siguiente caso. Conteste las preguntas


que a continuación se presentan y luego confróntelas con la "Hoja de
Criterios para la solución de casos" que el tutor le alcanzará en el
transcurso del programa.

PAGO DE APORTACIONES
NULIDAD
IPSS

33
CASO 1
MINISTERIO DE GUERRA CONTRA
JORGE LANFRANCO FERNÁNDEZ

Lima, veintidós de junio de mil


novecientos ochenta y siete

VISTOS: resulta de autos que a fojas 3 se presenta don Carlos Dianderas


Espinoza, Procurador Público encargado de los asuntos judiciales del
Ministerio de Guerra e interpone en vía ordinaria demanda de pago de
dólares contra Jorge Lanfranco Fernández a fin de que cumpla con pagar la
suma de US$66,447.20 o su equivalente en moneda nacional haciendo
extensivo a los daños y perjuicios e intereses irrogados. Expresa que por
contrato suscrito en documento privado con fecha 10 de diciembre de 1976
el Ministerio de Guerra sufragó los gastos de estudios del curso de actuarios
matemáticos del demandado en la ciudad de Roma (Italia) durante el
período comprendido entre el 10 de diciembre de 1976 y el 30 de noviembre
de 1980, que dicho convenio se suscribió con el demandado obligándose
éste a servir en el Ministerio de Guerra por el período de quince años después
de concluidos sus estudios en la Caja de Pensiones y como asesor financiero;
que una vez concluidos los estudios el día 2 de abril de 1982 el demandando
fue designado para prestar servicios en la Caja de Pensiones Militar Policial y
el día primero de abril de 1985 fue designado para prestar servicios en la
Dirección de Economía del Cuartel General del Ejército donde no se
incorporó, que mediante solicitud de 24 de junio de 1985 el demandado pidió
resolución del contrato firmado con el Ministerio de Guerra sometiéndose
dicho pedido a lo estipulado en la cláusula tercera de dicho contrato es
decir que se obliga a devolver la totalidad de los gastos le ocasionaran los
estudios en Roma, que tales hechos anotados anteriormente constituyen los
daños y perjuicios que también demandan, ampara su demanda en lo que
dispone los artículos 1320°, 1321° y 1323° del Código Civil anterior y artículos
220° y siguientes del Código Civil vigente. Corrido traslado de la demanda a
fojas 6 el demandado se apersona a la instancia señalando domicilio en
autos; dándose por contestada la demanda por resolución de fojas 7 vuelta,
recibida la causa a prueba ofrecidas y actuadas las mismas, concedido el
término de Ley para que las partes presentaran sus alegatos, pedidos los
autos para dictar sentencia, vencido el término de Ley y llegada la
oportunidad de expedirla y CONSIDERANDO: Que conforme
aparece del contrato y Resolución Suprema de fojas 10 y 11
debidamente reconocido por el demandado a fojas 20 vuelta, las

34
partes se obligan a designar al Teniente en Retiro - Jorge Lanfranco
Fernández a fin de que siga estudios en el curso de Actuarios
Matemáticos los mismos que se llevarán a cabo en la ciudad de
Roma (Italia), en el período comprendido entre el 10 de diciembre
de 1976 y el 30 de noviembre de 1985 cuyos gastos que se origine
deberá ser de cuenta del Ministerio de Guerra comprometiéndose
asimismo el teniente designado una vez concluidos sus estudios a
servir en la Caja de Pensiones y/o como Asesor Financiero en el
Ministerio de Guerra por el término de 15 años; asimismo se
determina el caso de que se interrumpan los estudios del oficial
designado por causa imputable a él, estaría obligado a devolver la
totalidad de los gastos ocasionados procediéndose de la misma
manera si el demandado no cumple con prestar sus servicios
profesionales por el lapso fijado, que con la Resolución Ministerial de
fojas 1 y 2, relación de gastos ocasionados en el transcurso de los
estudios del demandado que corre a fojas 16, documentos que no
han sido tachados ni impugnados por el demandado se acredita
que el demandante ha incumplido sus obligaciones en su totalidad
con el demandado según contrato de fojas 10; que asimismo, el
demandado por escrito de fojas 44, reconoce haber incumplido
dicho contrato y aceptar la devolución de gastos limitándose
solamente a solicitar se rebaje al capital demandado la suma de
350,105.00 intis por los tres años de servicios prestados con
posterioridad a la culminación de sus estudios, que no habiendo el
demandado aportado prueba alguna contra el séquito del proceso
que contravengan los puntos que se demanda debe apoyarse dicha
acción; que emanan las preses de la acción la confesión ficta de
fojas 17 vuelta, con arreglo al pliego de preguntas de fojas 16, que
los contratos son leyes entre las partes y deben cumplirse según la
buena intención de sus otorgantes, por tales razones y estando a lo
establecido en el artículo 1430° y siguientes del Código Civil: FALLO:
declarando fundada la demanda de fojas 3 ordenando en
consecuencia que el demandado devuelva al Supremo Gobierno
por intermedio del Ministerio de Guerra la suma de US$66,447.20 o su
equivalente en moneda nacional al tipo de cambio a la fecha de
pago. Infundada en cuanto reclama el pago de daños y perjuicios
por improbados con costas.-

35
Expediente Nº 1287-88
Lima, dieciocho de julio
de mil novecientos ochentiocho.-

VISTOS; interviniendo como Vocal ponente el señor Buendía Gutiérrez; y


CONSIDERANDO: que según el artículo 1328° del Código Civil de 1936 que
estuvo vigente en la fecha del acto jurídico celebrado, los contratos son
obligatorios en cuanto se haya expresado en ellos y deben ejecutarse según
las reglas de la buena fe y común intención de las partes, según el artículo
1342° del mismo Código, no podrá una de las partes demandar el
cumplimiento de un contrato bilateral, si ella misma no ha cumplido u
ofreciese cumplirlo; que si bien el contrato de fojas 10 en su cláusula tercera
establece la obligación del oficial don Jorge Lanfranco Fernández de
devolver la integridad de los gastos ocasionados al Ministerio de Guerra en su
perfeccionamiento profesional en el extranjero si incumpliese su compromiso
de servir en la Caja de Pensiones y/o como Asesor Financiero en dicho
Ministerio, es de tener en especial consideración que el demandado estuvo
cumpliendo su parte, mientras que el Ministerio de Guerra no ha respetado lo
convenido al destinar a este oficial a un cargo diferente al estipulado en la
Dirección de Economía del Cuartel General del Ejército que el interesado
considere indigno de su persona, dando lugar a su solicitud de resolución del
contrato de fojas 18, razón por la cual la demanda es infundada;
REVOCARON : la sentencia apelada de fojas 51, su fecha 22 de junio último,
que declara fundada la demanda de fojas 3, la que declararon infundada; y
los devolvieron.-

Lima, veinte de noviembre de


mil novecientos ochentinueve.

VISTOS: de conformidad con lo opinado por el señor Fiscal; por sus


fundamentos: declararon NO HABER NULIDAD en la resolución de vista de
fojas 67, su fecha 18 de julio de 1988, que revocando la sentencia apelada
de fojas 51, fechada 22 de junio de 1987 declara infundada la demanda; con
lo demás que contiene: en los seguidos por el Supremo Gobierno con don
Jorge Lanfranco Fernández, sobre pago de daños y perjuicios; y los
devolvieron.- Interviniendo los señores Ruelas Terrazas y Gallegos Guevara de

36
conformidad con lo dispuesto por el artículo 123° de la Ley Orgánica del
Poder Judicial.

PREGUNTAS GUIA PARA


EL ANÁLISIS DEL CASO 1

¿Existe responsabilidad civil de Jorge


Lanfranco Fernández?

¿Qué tipo de responsabilidad civil se


habría configurado por cuenta de
Jorge Lanfranco Fernández?

3. ¿Se cumplió
adecuadamente el contrato por ambas partes?

¿El contrato celebrado por el Ministerio de Guerra con


Jorge Lanfranco Fernández ha sido resuelto?

37
CAPITULO 3

LA ANTIJURICIDAD COMO ASPECTO FUNDAMENTAL


DE LA ESTRUCTURA DE LOS HECHOS JURIDICOS

En este capítulo analizaremos la antijuridicidad como


aspecto fundamental de la estructura de los hechos
jurídicos ilícitos que originan una responsabilidad civil,
extracontractual y contractual.

Además haremos referencia a la necesidad de distinguir la


responsabilidad civil de la responsabilidad penal, para
concluir en la noción de antijuridicidad y el principio de
legalidad en el derecho privado.

38
1. INTRODUCCIÓN

L
a mayor parte de los autores, no así los cuerpos legales, consideran
que la antijuricidad es uno de los requisitos fundamentales de la
responsabilidad civil en general, sea ésta contractual o
extracontractual, por cuanto se entiende que sólo nace la obligación
legal de indemnizar cuando se causa daño a otro u otros mediante un
comportamiento o conducta que no es amparada por el Derecho, por
contravenir una norma imperativa, los principios que conforman el
orden público o las reglas de convivencia social que constituyen las
buenas costumbres. Evidentemente, si se causa un daño mediante una
conducta, existiendo la relación de causalidad adecuada y los factores
de atribución correspondientes, no habrá responsabilidad, vale decir, el
autor del daño no será responsable, si la conducta realizada se efectuó
dentro de los límites de lo permitido por el Derecho, esto es, dentro de
los límites de lo lícito. Esto significa en consecuencia que no existe
responsabilidad civil en los casos de daños causados en el ejercicio
regular de un derecho, por cuanto se trataría de daños causados
dentro del ámbito de lo permitido por el sistema jurídico, es decir,
supuestos de daños autorizados o justificados por el ordenamiento
jurídico.

En otras palabras, resulta evidente, por la propia fuerza de


los conceptos y de los hechos, que siempre es necesaria una
conducta que sea ilícita, antijurídica o ilegítima, para poder dar
nacimiento a la obligación legal de indemnizar y por ende a un
supuesto de responsabilidad civil extracontractual o contractual.

Resulta inimaginable plantear un problema de responsabilidad


civil sin hacer referencia al concepto de la antijuricidad, cualquiera que
sea la denominación que se le dé al mismo. Podría señalarse inclusive
que por tratarse de un concepto tan evidente, sería innecesaria
cualquier referencia al mismo. Como veremos más adelante, en el

39
caso de la responsabilidad contractual el problema de la antijuricidad
es menos discutible, presentándose en toda su magnitud en el ámbito
de la responsabilidad extracontractual.

Por lo expuesto resulta claro que la antijuricidad es un aspecto


fundamental de la estructura de los hechos jurídicos ilícitos que originan
una responsabilidad civil. Más aún, podríamos decir que la antijuricidad
es precisamente lo que caracteriza esta clase de hechos jurídicos.
Recuérdese lo que señalamos en el primer capítulo sobre los hechos
jurídicos en general, cuando los clasificamos y llegamos a ubicar dentro
del universo de los mismos a los hechos jurídicos ilícitos, como una
especie dentro de los hechos jurídicos voluntarios, los cuales se
clasifican en hechos jurídicos voluntarios lícitos e ilícitos.

La antijuricidad es pues el elemento caracterizador de los


hechos jurídicos voluntarios ilícitos que originan un supuesto de
responsabilidad civil, sea contractual o extracontractual, así
como respecto de los hechos jurídicos voluntarios con
declaración de voluntad que constituyen los denominados actos
jurídicos, la doctrina es unánime en señalar que uno de los
aspectos fundamentales que los caracterizan es justamente por el
contrario la licitud.

De esta manera, resulta claro que no se puede negar la


necesidad y la importancia de la antijuricidad en la estructura de los
hechos jurídicos voluntarios ilícitos, así como nadie niega la importancia
de la licitud en la estructura de los hechos jurídicos voluntarios que
constituyen los actos jurídicos, definidos por el Código Civil peruano en
su artículo 140 como las manifestaciones de voluntad destinadas a
crear, modificar, regular o extinguir relaciones jurídicas. Negar el
concepto de antijuricidad sería como negar la propia clasificación de
los hechos jurídicos voluntarios, que unánimemente se dividen en
jurídicos lícitos e ilícitos.

40
2. LA ANTIJURICIDAD Y LA NORMATIVA

Sin embargo, el problema sobre la necesidad de este requisito


fundamental y evidente para la estructura de los hechos jurídicos ilícitos
que originan una responsabilidad civil se plantea en nuestro
ordenamiento jurídico, desde el momento mismo que los artículos 1969
y 1970, que hacen referencia directa a los hechos jurídicos ilícitos, no
mencionan de modo alguno que deba tratarse de un daño
consecuencia de una conducta ilícita o antijurídica, limitándose a
disponer ambas normas que cuando se cause un daño a otro por dolo
o culpa, o, mediante una actividad riesgosa o peligrosa,
respectivamente, existirá para el autor la obligación de indemnizar a la
víctima. Obviamente, el artículo 1971 al señalar en su primer inciso que
no hay responsabilidad por daño causado en el ejercicio regular de un
derecho, está haciendo referencia implícita al concepto de
antijuricidad, por la simple y evidente razón que cuando se actúa en el
ámbito del ejercicio regular de un derecho, a pesar de que se pueda
causar daño, el mismo será resultado de una actividad lícita, ajustada a
Derecho y por ende permitida y plenamente justificada por el
ordenamiento jurídico.

Sin embargo, desde nuestro punto de vista, ello no es suficiente,


por cuanto se da lugar a ideas o planteamientos, en nuestro concepto
errados, que consideran que la antijuricidad o ilicitud no es un requisito
fundamental e imprescindible de la responsabilidad civil en general,
trátese del campo contractual o extracontractual. Dicho muy
brevemente, en nuestra opinión no basta con deducir este
fundamental requisito del primer inciso del artículo 1971, de manera
indirecta, o con afirmar que por ser evidente no es necesaria ninguna
referencia al mismo, sino que es necesario que el Código peruano
establezca directamente en los artículos 1969 y 1970 el requisito de la
antijuricidad, para poder concebir un supuesto de la responsabilidad
civil y fundamentalmente para que no queden dudas sobre la
necesidad imperiosa de este aspecto dentro del sistema de
responsabilidad civil a nivel normativo. Esta necesidad en nuestra
opinión es imperiosa para combatir los intentos doctrinarios que buscan
negar, sin lógica alguna, la antijuricidad dentro del sistema de la
responsabilidad civil en general.

41
No debe olvidarse que en nuestro medio lamentablemente
se le da poca importancia a la teoría general del acto jurídico, en
dónde se estudia la clasificación de los hechos jurídicos
voluntarios en lícitos e ilícitos, razón por la cual resulta muy fácil
para algunos negar la necesidad de la antijuricidad sobre la base
de la exclusiva interpretación literal de los artículos 1969 y 1970.

No debe olvidarse igualmente que el primer inciso del artículo


1971, al igual que toda la norma en su conjunto, es interpretada en su
exacto sentido, como aquella que contempla de manera específica los
supuestos del daño autorizado o del daño justificado, es decir, de
aquellos casos en los cuales no hay responsabilidad civil por haber
actuado el causante del daño justificadamente, según el
ordenamiento jurídico. El mismo que preceptúa que en los casos de
legítima defensa, estado de necesidad, y ejercicio regular de un
derecho, no existe responsabilidad de ninguna clase, a pesar del daño
causado. Se limita de esta manera, el entendimiento y el supuesto de
aplicación del artículo a regular los supuestos de daño autorizado o
justificado.

3. HACIA UN CONCEPTO DE ANTIJURICIDAD

S
in embargo, para poder comprobar nuestra afirmación, es
necesario, examinar el concepto mismo de antijuricidad, habida
cuenta que existe un planteamiento, con muchos adeptos
actualmente, que señala que no es necesaria la antijuricidad, o que en
todo caso, ésta debe reemplazarse por otro concepto como aquel del
Daño injusto, siguiendo el ejemplo del Código Civil italiano de 1942.

Desde este planteamiento, que obviamente no compartimos, los


artículos 1969 y 1970 serían perfectos, no existiendo ninguna necesidad
de revisarlos o modificarlos. Lamentablemente en nuestro medio existen

42
muchos que piensan que todo lo que proviene de la doctrina y
legislación italiana debe ser adaptado a nuestro sistema jurídico.

Una manera muy sencilla y clara de abordar la noción de


antijuricidad o ilicitud en la estructura de los hechos jurídicos ilícitos
dentro del sistema de responsabilidad civil, es haciendo referencia a los
supuestos en los cuales resulta evidente la existencia de un supuesto de
responsabilidad civil extracontractual, por ser la conducta causante del
daño, una actividad contraria a Derecho, no por atentar contra el
orden público, o las buenas costumbres como los patrones de
comportamientos socialmente aceptados como válidos o legítimos,
sino por contravenir una norma jurídica que prohibe expresa o
tácitamente dicha conducta.

Así por ejemplo, con independencia de la vinculación entre la


pretensión penal y la civil, y los problemas procesales que ello origina,
resulta muy fácil de entender que en cualquier caso de una conducta
tipificada como delito, cuando se haya causado daño efectivamente,
el autor del delito no sólo será responsable penalmente, sino también
civilmente, siendo merecedor por ello, no sólo de una pena, sino
también de una obligación de indemnizar a la víctima, impuesta por la
ley.

En estos casos, la antijuricidad resulta evidente, por cuanto se


trata del daño causado como consecuencia de una conducta
prohibida, no permitida por el sistema jurídico y como tal ilícita o
antijurídica. Sin embargo, ello no nos puede llevar a confundir la
responsabilidad penal con la responsabilidad civil. Lo que sucede es
que en estos casos el problema de la necesidad de la antijuricidad se
encuentra totalmente resuelto, por cuanto el hecho ilícito que ha
originado una responsabilidad civil por haber causado un daño, ha sido
previamente valorado y calificado legalmente como Delito, es decir,
previsto abstractamente en el supuesto de hecho de una norma
jurídica como una conducta prohibida o antijurídica que origina una
responsabilidad penal. Obviamente, esta antijuricidad directa, que
podríamos calificar de ANTIJURICIDAD TIPICA, por estar prevista en la
norma jurídica, no sólo es resultado de una conducta tipificada
legalmente como un delito penal, sino que también puede resultar de
una conducta que no esté permitida, sin que la misma llegue a

43
constituir un delito, por tratarse simplemente de una conducta no
permitida por el Derecho Privado.

Esta aclaración resulta en nuestro concepto de fundamental


importancia, por cuanto en nuestro medio existe el prejuicio, infundado
y generalizado, de que sólo es posible hablar de antijuricidad típica en
los casos de conductas delictivas, como si las únicas conductas que
estuvieran prohibidas por el ordenamiento jurídico, fueran aquellas
tipificadas como delitos, olvidándose que existen muchas conductas
prohibidas expresa o tácitamente por normas de derecho privado, sin
ninguna implicancia de orden penal y que son en esencia, y al igual
que las otras, conductas perfectamente antijurídicas. La antijuricidad
típica o tipificada legalmente, que supone siempre una previsión en
abstracto dentro del supuesto de hecho de una norma jurídica de una
determinada conducta como prohibida o no permitida, no es
únicamente resultado de las normas que tipifican delitos, es decir,
hechos ilícitos que originan una responsabilidad penal, sino también de
todas las normas de derecho privado que directamente prohíben
determinadas conductas.

Debe pues desecharse la idea falsa y equivocada según la


cual la antijuricidad típica es privativa del ámbito de la
responsabilidad penal. El concepto del tipo juega también un rol
muy importante en el ámbito del derecho privado.

Así, por ejemplo, tenemos el caso del artículo 882 del Código
Civil, que dispone expresamente que no se puede establecer
contractualmente la prohibición de enajenar o gravar, salvo que la ley
lo permita, lo que significaría que la existencia de un pacto con dicho
contenido sería justamente una conducta antijurídica, que en caso de
causar daño a una de las partes, como consecuencia de su misma
celebración, daría lugar a un supuesto perfecto de responsabilidad civil
extracontractual, dentro de la lógica de la actual regulación de nuestro
Código Civil. Otro caso típico de conducta prohibida por normas que
no tipifican delitos, es también el artículo 240 del Código Civil, que para
el caso de los esponsales, dispone que si los mismos se han formalizado

44
indubitablemente entre personas legalmente aptas para casarse y
dejan de cumplirse por culpa exclusiva de uno de los prominentes,
ocasionando con ello daños y perjuicios al otro, el autor de la ruptura
estará obligado a indemnizarlos. Otros casos de prohibición expresa,
entre los múltiples que encontramos en nuestra legislación y
específicamente en nuestro Código Civil, lo constituyen los artículos 28,
241, 242, 243, 381, 382, 538, 554, 662, 667, 678, 744, 745, 814, 934, 1066,
1095, 1106, 111, 1113, 1132, 1221, 1249, 1290, 1366, 1629, 1668, 1775,
1817, etc.

En cualquiera de estos casos, resulta evidente, al igual que en los


dos artículos anteriores, que cuando como consecuencia de la
conducta prohibida se cause un daño a un tercero, nacerá a cargo del
autor del daño la obligación legal de indemnizar por ser responsable,
bien sea contractual o extracontractualmente.

De esta manera, en estos casos estaremos frente a


supuestos de hechos jurídicos ilícitos tipificados legalmente, que
han determinado un supuesto de responsabilidad civil, por
haberse causado a través de los mismos daños a terceros.

En consecuencia, esperamos quede destruido de una vez por


todas, el infundado y absurdo prejuicio, muy frecuente
lamentablemente en nuestro medio, que sólo es posible hablar de
responsabilidad civil extracontractual cuando se trata de una conducta
tipificada como delito y como tal sancionada con una pena, por
cuanto la antijuricidad puede ser consecuencia de una conducta
sancionada penal o civilmente.

Esta absurda y totalmente equivocada opinión no sólo


desconoce la total diferencia entre la responsabilidad penal y la
responsabilidad civil, sino que se basa sobre un concepto totalmente
falso de la noción de antijuricidad típica. En este sentido, resulta
bastante claro comprender el concepto de la antijuricidad típica, esto
es, como de una conducta no permitida prevista específicamente en la
norma jurídica.

45
Sin embargo, por razones que no llegamos a entender existe
también otro prejuicio, bastante generalizado en nuestro medio y
también completamente infundado, en el sentido que de aceptarse el
concepto de la antijuricidad como requisito de la responsabilidad civil,
estaríamos limitando el ámbito de aplicación de la misma únicamente
a los casos de conductas prohibidas o no permitidas expresa o
tácitamente por las normas jurídicas. Según algunos, no se puede
hablar de antijuricidad en el campo de la responsabilidad civil, pues se
estaría confundiendo la responsabilidad civil con la responsabilidad
penal. Por lo tanto, según esta opinión equivocada, para evitar esa
confusión, es necesario prescindir del concepto de antijuricidad en el
campo de la responsabilidad civil, por tratarse de un concepto
privativo de la responsabilidad penal.

Este punto de vista completamente equivocado identifica


tipicidad con el concepto de antijuricidad, olvidándose que
existen conductas prohibidas, ya no específicamente sino
también genéricamente, en cuyo caso estamos también frente a
conductas antijurídicas, no típicas, pero si genéricas y por ello
mismo atípicas.

Realmente nos parece increíble que para algunos la antijuricidad


solamente pueda ser una tipificada legalmente, y en nuestra opinión
esa absurda posición es consecuencia de creer que sólo es posible
hablar de antijuricidad dentro de la lógica de la responsabilidad penal.
En otras palabras, como en el campo de la responsabilidad penal se
identifica antijuricidad con tipicidad, algunos creen que el concepto
de antijuricidad supone siempre la tipicidad. Y es por ello mismo que sin
ningún fundamento se atreven a decir que la antijuricidad no es
aplicable al campo de la responsabilidad civil.

4. LA ANTIJURIDICIDAD TIPICA Y LA ANTIJURICIDAD GENERICA

46
En nuestra opinión, y tal como lo hemos anticipado, debe
hablarse de dos clases de antijuricidad: una típica, esto es,
específicamente prevista por la norma jurídica, bien sea expresa o
tácitamente, y una atípica, vale decir prevista genéricamente por el
ordenamiento jurídico.

Antijuridicidad
Típica Atípica

Expresa Tácita

De esta forma, se amplía acertadamente el concepto de la


antijuricidad, y se le proporciona al sistema de la responsabilidad civil la
lógica adecuada para su buen funcionamiento en la realidad social,
pues ya no será necesario establecer únicamente si la conducta está
prohibida expresa o tácitamente por alguna norma jurídica o un
conjunto de las mismas, para poder hablar de un supuesto de
responsabilidad civil, sino que podremos saber a ciencia cierta, si debe
haber o no responsabilidad civil extracontractual, en la medida en que
se determine que se trata e una conducta prohibida genéricamente
por el ordenamiento jurídico.

La importancia del tema es fundamental, pues, debido al


infundado prejuicio de identificar necesariamente antijuricidad con
tipicidad legal, se hace en nuestro medio muy difícil para los
profesionales y estudiantes de Derecho en general, saber, si en esos
casos de conductas no prohibidas específicamente, puede darse lugar
o no a un supuesto de responsabilidad civil, con la consiguiente
confusión entre la responsabilidad penal y civil, cuyas lógicas,
fundamentos y requisitos son completamente distintos, pues en el
ámbito civil lo que se persigue básicamente es reparar o resarcir los
daños ocasionados, mientras que en la responsabilidad penal el
objetivo fundamental es sancionar al autor del delito, haya habido
daño o no.

47
En el ámbito de la responsabilidad contractual, que en nuestro
sistema jurídico sería preferible denominar responsabilidad civil
obligacional, dado que el contrato no es la única fuente voluntaria de
obligaciones en nuestro Código Civil, si bien existe y está siempre
presente la antijuricidad como requisito fundamental del sistema, al
igual que el concepto de daño, de relación de causalidad, de la
imputabilidad y la culpabilidad, se trata siempre de una antijuricidad
típica, que puede consistir en un incumplimiento total, en un
cumplimiento parcial, cumplimiento defectuoso o en un cumplimiento
tardío o moroso, ya que es únicamente en esos supuestos,
debidamente previstos en las normas sobre inejecución de
obligaciones, en que se puede hablar de responsabilidad civil
contractual, más propiamente de responsabilidad obligacional dentro
de nuestro sistema jurídico.

En otras palabras, según lo dispone expresamente el


artículo 1321, norma fundamental en materia de responsabilidad
obligacional, debidamente confirmado por otras normas
incorporadas bajo el mismo título sobre inejecución de
obligaciones tales como los artículos 1314, 1315, 1317, 1329, 1330 y
1331, en materia de responsabilidad obligacional la antijuricidad
es siempre típica, pues en todas estas normas se hace siempre
referencia a la “inejecución de la obligación” aludiendo al
incumplimiento total, al cumplimiento parcial, al cumplimiento
defectuoso y al cumplimiento tardío o moroso, es decir, a lo que
doctrinariamente se conoce como incumplimiento absoluto
(total, parcial y defectuoso) e incumplimiento relativo (tardío o
moroso).

En consecuencia, queda claro que sólo se puede hablar de


responsabilidad obligacional, cuando el deudor cause daño al
acreedor como consecuencia inmediata y directa del incumplimiento
total, parcial, tardío o defectuoso de la prestación a su cargo, en la
medida en que tal incumplimiento, en sus cuatro tipos le sea imputable

48
por dolo, culpa grave o culpa leve. De esta manera, se hace evidente
el concepto de una antijuricidad estrictamente típica en el ámbito de
la responsabilidad civil obligacional, llamada doctrinariamente
“responsabilidad contractual”.

Por ello mismo, el tema de la antijuricidad adquiere importancia


fundamental en el ámbito de la responsabilidad extracontractual, pues
es ahí en que se manifiesta en toda su amplitud la importancia y sobre
todo la necesidad de establecer con claridad cuándo hay
responsabilidad civil, en los casos en que no exista una conducta
prohibida expresa o tácitamente por una norma jurídica de manera
específica.

Debe recordarse, que en este caso, y a diferencia del anterior, las


conductas que dan lugar a responsabilidad civil no están
expresamente tipificadas y de manera taxativa en norma alguna bajo
el título de la responsabilidad extracontractual, sino que las dos normas
centrales, a saber, los artículos 1969 y 1970, se limitan a establecer que
cuando se causa un daño a otro u otros hay lugar al resarcimiento
respectivo. Tan no están tipificadas las conductas que pueden dar
lugar a responsabilidad extracontractual, que el artículo 1985 exige en
forma expresa una relación de causalidad adecuada, haciendo
referencia directa a una teoría sobre la relación de causalidad, que a
fin de establecer cuándo hay responsabilidad o no, dispone que debe
tratarse de una conducta capaz de causar un determinado tipo de
daño, en consideración a la experiencia cotidiana y al normal
desenvolvimiento de los acontecimientos. Como resulta evidente, si en
este caso las conductas fueran siempre típicas, no habría necesidad de
acudir a una teoría que distingue y discrimina, entre las múltiples
conductas del hombre, cuáles pueden dar origen a una
responsabilidad y cuáles no.

La diferencia resulta clarísima, si se observa que en el ámbito


obligacional, la responsabilidad nace del incumplimiento de una
obligación por parte del deudor, lo cual implica siempre
necesariamente la existencia previa del vínculo obligacional, el mismo
que sólo se puede incumplir absoluta o relativamente, mientras que en
el campo extracontractual la responsabilidad nace de una conducta
que, simplemente, causa daño, razón por la cual se hace imperioso
establecer que conductas pueden dar lugar o no a dicha

49
responsabilidad civil, sobre todo si en este caso no es necesaria la
existencia previa de un vínculo obligacional.

En nuestro concepto, la antijuricidad atípica o genérica no sólo es


un concepto que se impone por la misma lógica del sistema, que no
exige un vínculo obligacional previo entre los sujetos, sino por la misma
necesidad de reparar o indemnizar daños que sean consecuencia de
cualquier conducta, aún cuando la misma no se encuentre prohibida
expresa o tácitamente por norma jurídica.

La antijuricidad atípica o genérica es justamente lo que


caracteriza la responsabilidad civil, y que permite diferenciarla
nítidamente de la responsabilidad penal.

La única manera de establecer cuándo una conducta está


prohibida genéricamente, es en nuestra opinión, acudiendo al artículo
V del título preliminar del Código Civil, y adicionalmente al criterio de
valoración social en una determinada sociedad y en un momento
histórico determinado.

Con relación al artículo V del título preliminar, aún cuando el


mismo hace referencia directa al concepto de la nulidad virtual en
expresa concordancia con el inciso 8 del artículo 219, por cuanto
dispone expresamente que es nulo el acto jurídico contrario a las leyes
que interesan al orden público o a las buenas costumbres, en nuestra
opinión esta norma de carácter principista y genérico nos permite
deducir que el concepto de antijuricidad o ilicitud no sólo es típico en el
ámbito del Derecho privado, sino también genérico o atípico. Más aún,
en nuestra opinión este artículo V es la norma fundamental que
consagra la noción de ilicitud o antijuricidad en el derecho privado.
Antijuricidad que en el Derecho Privado no sólo tiene relevancia en el
campo de la ineficacia de los actos jurídicos y contratos, sino también
en el campo de la responsabilidad civil. Dicho de otro modo, es en
base a esta norma genérica, que se puede afirmar con toda seguridad
que existe una antijuricidad atípica. La explicación es la siguiente: si

50
bien es cierto que la norma tiene como propósito directo, el sancionar
con nulidad a los actos jurídicos cuyo contenido sea contrario al orden
público o a las buenas costumbres, la razón de ser de esta nulidad, que
hemos calificado de virtual o tácita, radica precisamente en que se
privan de efectos jurídicos a los actos jurídicos cuyo contenido es
ilegítimo, ilícito, justamente por ser contrario al orden público o a las
buenas costumbres, ya que el ordenamiento jurídico considera que no
merecen la tutela legal y por ende el producir efectos jurídicos todos
aquellos comportamientos voluntarios del hombre que sean ilícitos por
contravenir el orden público o las buenas costumbres.

En otras palabras, la razón de ser de la nulidad, genérica por


cierto, es el que se trata de actos jurídicos cuyo contenido o finalidad
es ilícita, por no estar en concordancia con los principios fundamentales
que conforman el orden público, o las reglas de convivencia social
aceptadas por todos los miembros de una comunidad en un momento
histórico determinado que conforman lo que legalmente se denominan
“buenas costumbres”. Tal es la importancia del tema sobre la ilicitud o
antijuricidad en el ámbito del acto jurídico y por ende de los contratos,
que el legislador ha decidido privarlos de eficacia jurídica dentro de
una norma ubicada en el título preliminar del Código Civil, vale decir en
su puerta de entrada, en el entendimiento de los comportamientos
ilícitos no merecen la tutela y el amparo legal, precisamente por no
estar de acuerdo con lo que se busca en una determinada sociedad.
No se olvide que los actos jurídicos y los contratos se caracterizan entre
otros aspectos, por tratarse de hechos jurídicos voluntarios lícitos
conformados por una o más declaraciones de voluntad productoras de
efectos jurídicos. En tal sentido, es deber fundamental del sistema
jurídico establecer que el acto jurídico será nulo cuando su contenido
sea ilícito, por atentar contra las normas imperativas, el orden publico o
las buenas costumbres. Si la licitud es uno de los aspectos
fundamentales de la estructura de los actos jurídicos y contratos, no
cabe duda que será necesario señalar que los mismos serán nulos
cuando su contenido sea ilícito. Es pues deber fundamental del sistema
jurídico establecer normativamente la ineficacia estructural de los actos
jurídicos cuyo contenido sea ilícito.

Pues bien, de la misma norma se desprende la intención


normativa de establecer en una norma genérica el concepto privado
de ilicitud o antijuricidad, pues si bien es cierto que una conducta ilícita

51
no podrá nunca producir efectos jurídicos queridos o deseados por los
sujetos, con mayor razón se puede afirmar, sin dudas de ninguna clase,
que cuando se cause daño por intermedio de una conducta que
atente contra el orden público o las buenas costumbres, existirá o
nacerá en el mundo del Derecho la obligación legal de indemnizar a
cargo del autor de esta conducta, sin que sea necesario precisar si la
conducta se encuentra o no específicamente prohibida o sancionada
por una norma jurídica determinada. En otros términos, mediante una
norma dirigida a sancionar con nulidad los actos jurídicos con
contenido ilícito, el ordenamiento jurídico peruano de manera indirecta
está consagrando un concepto genérico de antijuricidad o ilicitud,
aplicable por cierto a la responsabilidad civil extracontractual, no así a
la contractual u obligacional, por las razones explicadas
precedentemente. Concepto genérico de ilicitud que le da contenido
propio a los artículos 1969 y1970, en concordancia obviamente con el
artículo 1971, comentado también anteriormente.

En consecuencia, no sólo se debe hablar de responsabilidad civil


extracontractual, cuando se haya causado daño mediante conductas
prohibidas por normas jurídicas específicas, con contenido penal o sin
él, sino también en todos los demás casos en los cuales la conducta,
aún cuando no esté prevista específicamente en una norma jurídica,
por sí misma sea contraria a derecho o antijurídica por contravenir el
orden público o las buenas costumbres. Si este razonamiento se hace
sin problemas para el caso de los actos jurídicos decretando su nulidad,
con mayor razón para el caso del resarcimiento de daños en la
responsabilidad extracontractual. Sobre todo si se tiene en cuenta que
la antijuricidad es uno de los aspectos estructurales de todos los hechos
jurídicos ilícitos. No debe tampoco olvidarse que el concepto de la
atipicidad no sólo se presenta en materia de nulidad y de
responsabilidad civil, sino también en materia de figuras contractuales,
tratándose pues de un noción propia del derecho privado, a diferencia
de la responsabilidad penal, en cuyo caso la responsabilidad siempre
es típica. No debe olvidarse que así como existen figuras de contratos
típicos o tipificados legalmente, existen también los denominados
contratos atípicos, que son todos aquellos que se celebran por la
exclusiva creación de la voluntad de las partes contratantes.

Sería inimaginable, por cierto, un sistema jurídico de


responsabilidad civil extracontractual, en el cual sólo se pudieran

52
indemnizar daños causados por conductas típicamente ilícitas o
antijurídicas, pues un sistema de dicha naturaleza no cumpliría su
función fundamental, cual es la de reparar a las víctimas de los daños
que otros les hubieren causado en su vida de relación dentro de una
determinada sociedad.

El principio de legalidad en el derecho privado no se


sustenta en el concepto de la tipicidad legal, como sucede en el
derecho público. De esta manera, así como existen contratos
atípicos, existen también hechos jurídicos ilícitos atípicos. En el
campo de la responsabilidad penal por el contrario el principio
de legalidad se construye sobre la noción de tipicidad, razón por
la cual la antijuricidad penal siempre es una tipificada
legalmente.

Tampoco debe olvidarse que además de esta ilicitud genérica


del artículo V del título preliminar, la antijuricidad también puede ser el
resultado, no de una conducta que atente contra el orden público o las
buenas costumbres, sino de un comportamiento que sea considerado
socialmente como no permitido.

No debe olvidarse que la responsabilidad civil se aplica a la


conducta de los hombres en su vida de relación en una determinada
sociedad, y que la sociedad, al igual que su sistema jurídico, establece
también patrones de conducta, los cuales no se agotan con el
concepto de buenas costumbres.

En conclusión, desde nuestro punto de vista, la antijuricidad es


una noción fundamental, de la cual no se puede prescindir en el
sistema de la responsabilidad civil, contractual o extracontractual,
menos aún podría reemplazarse por la noción más genérica aún del
daño injusto, que fue construida en la doctrina italiana sobre la base de
lo dispuesto en el Código Civil italiano, y cuyo significado está referido
directamente a la noción de antijuricidad atípica o genérica que
hemos desarrollado. En la medida que el Código Civil peruano no hace
referencia en absoluto al concepto del daño injustamente sufrido, no es

53
necesario hacer referencia a esta noción, consagrada legalmente en
el sistema jurídico italiano. Basta con construir y deducir nuestra noción
de antijuricidad o ilicitud, con las normas que encontramos en nuestro
sistema jurídico, llegando a la noción de antijuricidad atípica o
genérica. De esta forma se le concede al sistema de responsabilidad
civil peruano la medida exacta de su importancia, diferenciándolo
perfectamente del sistema de la responsabilidad penal, sin copiar
conceptos y leyes extranjeras, y sobre la base de una interpretación
integral y sistemática de nuestras propias normas jurídicas.

La antijuricidad es pues uno de los aspectos fundamentales


de la estructura de los hechos jurídicos ilícitos que originan una
responsabilidad civil en el sistema jurídico nacional, que se
impone por la propia fuerza de la naturaleza jurídica de los
mismos hechos jurídicos ilícitos y por la interpretación sistemática
de nuestras normas jurídicas.

54
AUTOEVALUACION

Responda las siguientes preguntas luego de haber concluido el


estudio del etercer capítulo. Luego, encontrará al final del material la
Clave de Respuestas, la misma que le indicará los criterios generales
con que debieron abordarse cada una de las preguntas.

¿Cuál es la diferencia entre la


antijuricidad típica y la
atípica?

¿Cuándo se habla de
responsabilidad civil
extracontractual?

¿Cuál sería la noción de hecho


ilícito en el sistema peruano
de responsabilidad civil
extracontractual?

¿Cuál es el significado de
injusticia del daño?

55
CAPITULO 4

EL DAÑO
CAUSADO

En este capítulo analizaremos todo lo relacionado al daño


causado tanto en la responsabilidad civil contractual como
extracontractual.

Más específicamente abarcaremos las categorías del daño


patrimonial en la figura del daño moral como el de daño a
la persona.

Finalmente, abordaremos el tema de la indemnización por


daño y en especial, por daño en caso de muerte.

56
1. EL DAÑO CAUSADO COMO ASPECTO OBJETIVO
FUNDAMENTAL DE LA ESTRUCTURA DE LOS HECHOS
JURÍDICOS ILÍCITOS QUE ORIGINAN UNA RESPONSABILIDAD
CIVIL

C
omo ya lo hemos comentado un aspecto fundamental de la
estructura de los hechos jurídicos ilícitos que originan
responsabilidad civil sin lugar a dudas es el aspecto objetivo del
daño causado, pues solamente cuando se ha causado un daño se
configura jurídicamente un supuesto de responsabilidad civil. En ese
sentido, se produce como efecto jurídico, el nacimiento de la
obligación legal de indemnizar, bien se trate del ámbito contractual o
extracontractual, ya que en caso contrario no existirá ningún sustento
para el nacimiento de dicha obligación legal de indemnizar.

Como es evidente, en el caso de la responsabilidad civil


extracontractual el daño debe ser consecuencia del incumplimiento
del deber jurídico genérico de no causar daño a otro, mientras que en
el campo contractual el mismo deberá ser consecuencia del
incumplimiento de una obligación previamente pactada entre las
partes.

Daño

Responsabilidad Civil Responsabilidad Civil


Extracontractual Contractual

Incumplimiento de Incumplimiento de
deber jurídico obligación
previamente
pactada

Sin embargo, en ambos casos el aspecto fundamental de la


responsabilidad civil es el que se haya causado un daño, que deberá
ser indemnizado. De no haber daño, no se configura un supuesto de

57
hecho jurídico ilícito, contractual o extracontractual y por ende no se
configura un supuesto de responsabilidad civil, por más que exista una
conducta antijurídica o ilícita.

El objetivo de los sistemas de responsabilidad civil no es el


sancionar las conductas antijurídicas, sino el que se indemnizen
los daños causados.

Tal es la importancia del daño causado en los sistemas de


responsabilidad civil que un sector de la doctrina moderna ha
propuesto cambiar la denominación de “Responsabilidad Civil” por la
de “Derecho de Daños”. Sin embargo, nosotros pensamos que la
cuestión de la denominación del sistema, aún cuando tiene
importancia, es un aspecto secundario. Más aún, nos parece más
adecuado seguir hablando de responsabilidad civil, por tratarse,
pensamos, de una denominación legitimada por la tradición jurídica
local y también por nuestra jurisprudencia. Pues bien, no debe olvidarse
que en el campo de la responsabilidad civil lo que se busca es
indemnizar los daños causados a fin de resarcir a las víctimas, mientras
que en el ámbito de la responsabilidad penal el objetivo central es
sancionar a los autores de conductas ilícitas o antijurídicas. El objetivo
de la responsabilidad penal es pues la represión de los hechos jurídicos
ilícitos tipificados legalmente como DELITOS, sancionando a sus autores,
mientras que el objetivo de la responsabilidad civil es indemnizar los
daños causados consecuencia de los hechos jurídicos ilícitos típicos o
atípicos. En tal sentido, puede haber delito sin daño, mientras que no
puede haber hecho jurídico ilícito que origina responsabilidad civil sin
daño.

En los sistemas de responsabilidad civil lo fundamental es


pues la reparación de los daños causados a las víctimas, bien se
trate del ámbito contractual o extracontractual.

58
Tampoco debe olvidarse que en el campo de la responsabilidad
civil, desde nuestro punto de vista, en vez de hablarse simplemente de
daños, sería más conveniente hablarse de daños jurídicamente
indemnizables, por cuanto los daños para originar una responsabilidad
civil deben ser producto de una conducta antijurídica o ilícita, según lo
hemos visto en el capítulo dedicado al tema de la antijuricidad, ya que
todos los daños que sean consecuencia de conductas permitidas por la
ley, por ser realizadas en el ejercicio regular de un derecho, legítima
defensa o estado de necesidad, no originan una responsabilidad civil,
justamente por tratarse de daños consecuencia de conductas
ajustadas al sistema jurídico. Por ello en el presente material utilizaremos
indistintamente los dos términos, pero cuando hagamos uso
únicamente del término daño, lo haremos siempre con el significado de
daño jurídicamente indemnizable.

Ahora bien, se han propuesto en la doctrina muchas definiciones


o intentos de definir el daño que origina una responsabilidad civil. Sin
embargo, la fórmula más exacta nos parece aquella que define el
daño jurídicamente indemnizable como toda lesión a un interés
jurídicamente protegido, bien se trate de un derecho patrimonial o
extrapatrimonial. En tal sentido, los daños pueden ser patrimoniales o
extrapatrimoniales. Serán daños patrimoniales las lesiones a los
derechos patrimoniales y serán daños extrapatrimoniales las lesiones a
los derechos de dicha naturaleza, como en el caso específico de los
sentimientos considerados socialmente dignos o legítimos y por ende
merecedores de la tutela legal, cuya lesión origina un supuesto de
daño moral. Del mismo modo, las lesiones a la integridad física de las
personas, a su integridad psicológica y a sus proyectos de vida, originan
supuestos de daños extrapatrimoniales, por tratarse de intereses
jurídicamente protegidos, reconocidos como derechos
extrapatrimoniales.

2. LAS CATEGORÍAS DE DAÑO PATRIMONIAL

E
n la doctrina existe unanimidad en que existen dos categorías de
daño patrimonial, que son de aplicación tanto al campo
contractual como extracontractual: el daño emergente y el lucro
cesante. Se entiende por daño emergente la pérdida patrimonial
efectivamente sufrida y por lucro cesante la renta o ganancia frustrada
o dejada de percibir.

59
Daño patrimonial
Daño emergente Lucro cesante

Estas dos categorías de daño patrimonial se aplican con el mismo


significado tanto al sistema de responsabilidad civil contractual como
extracontractual, estando ambas reconocidas legalmente en nuestro
código civil. En tal sentido, el artículo 1321 del Código Civil con relación
a la responsabilidad civil contractual u obligacional nos dice lo
siguiente:

“Queda sujeto a la indemnización de daños y perjuicios


quien no ejecuta sus obligaciones por dolo, culpa
inexcusable o culpa leve. EL RESARCIMIENTO POR LA
INEJECUCION DE LA OBLIGACION O POR SU CUMPLIMIENTO
PARCIAL, TARDIO O DEFECTUOSO, COMPRENDE TANTO EL
DAÑO EMERGENTE COMO EL LUCRO CESANTE, EN CUANTO
SEAN CONSECUENCIA INMEDIATA Y DIRECTA DE TAL
INEJECUCION”.

Del mismo modo, con relación a la responsabilidad


extracontractual el artículo 1985 dispone en forma expresa:

“LA INDEMNIZACION COMPRENDE LAS CONSECUENCIAS


QUE DERIVEN DE LA ACCION U OMISION GENERADORA DEL
DAÑO, INCLUYENDO EL LUCRO CESANTE, EL DAÑO A LA
PERSONA Y EL DAÑO MORAL, debiendo existir una relación
de causalidad adecuada entre el hecho y el daño
producido.”

Obviamente, cuando el artículo 1985 se refiere a las


consecuencias que deriven de la acción u omisión generadora del

60
daño está aludiendo directamente a la pérdida patrimonial sufrida
efectivamente por la conducta antijurídica del autor o coautores, es
decir, a la noción de daño emergente. De esta forma, queda
claramente demostrado que en el sistema jurídico nacional el daño
patrimonial comprende las dos categorías antes mencionadas, bien se
trate del ámbito extracontractual y contractual, teniendo en ambos
casos el mismo significado.

No debe olvidarse que el daño es el mismo en los dos


campos de la responsabilidad civil y que la única diferencia se
encuentra en que en un caso el daño es producto de una
conducta que contraviene el deber jurídico genérico de no
causar daño a los demás y en el otro caso de una conducta que
contraviene una obligación previamente pactada.

Un ejemplo muy simple permitirá comprender perfectamente la


diferencia entre el daño emergente y el lucro cesante: si como
consecuencia de un accidente de tránsito, una persona pierde el
vehículo que utilizaba como instrumento de trabajo para hacer taxi, el
daño emergente estará conformado por el costo de reposición del
vehículo siniestrado, mientras que el lucro cesante, por los montos que
el taxista dejará de percibir por su trabajo como taxista con el vehículo.

Como es también evidente, y lo hemos explicado en los puntos


anteriores, no basta la producción de un daño, pues es también
necesaria la relación de causalidad y la concurrencia de los respectivos
factores de atribución. Sin embargo, debe quedar claramente
establecido que si no hay daño debidamente acreditado, no existirá
ningún tipo de responsabilidad civil.

Ahora bien, a diferencia de lo que sucede con el concepto y las


categorías del daño patrimonial, respecto al daño extrapatrimonial
existen en la doctrina diversas orientaciones, lo que ha originado una
gran discusión y enorme debate, hasta hoy no concluido, pues para
algunos juristas la única categoría de este daño es el daño a la persona
y para otros por el contrario existen dos categorías: el daño moral y el

61
daño a la persona. Antes de dar a conocer brevemente las diferentes
orientaciones, y a fin de poder tomar posición sobre este debate, es
necesario explicar el concepto de daño moral y de daño a la persona.

a) Daño moral

Por daño moral se entiende la lesión a los sentimientos de la


víctima y que produce un gran dolor o aflicción o sufrimiento en
la víctima. Así, por ejemplo, se entiende que en los casos de la
muerte de una persona, los familiares sufren un daño moral por la
pérdida del ser querido, bien se trate del cónyuge, hijos, padres y
familiares en general.

Sin embargo, la doctrina establece para que se pueda


hablar de daño moral no basta la lesión a cualquier sentimiento,
pues deberá tratarse de un sentimiento considerado socialmente
digno y legítimo, es decir aprobado por la conciencia social, en
el sentido de la opinión común predominante en una
determinada sociedad en un momento histórico determinado y
por ende considerado digno de la tutela legal.

Así, por ejemplo, una mujer casada, no podría demandar


por daño moral por la muerte de un hombre casado con el cual
mantuvo una relación de convivencia de varios años. Como
consecuencia de este concepto de daño moral como una lesión
a los sentimientos considerados socialmente legítimos y
aceptables, es que se restringe el ámbito de aplicación del daño
moral a los sentimientos que tenemos por los integrantes de
nuestra familia, en el sentido amplio de la palabra, por cuanto se
considera que respecto de los mismos nuestros sentimientos son
considerados socialmente dignos y legítimos y por ende
merecedores de protección legal. Este requisito fundamental del
daño moral fluye claramente del artículo 1984 del Código Civil
que señala lo siguiente:

62
“El daño moral es indemnizado considerando su magnitud y
el menoscabo producido a la víctima o a su familia”.

Sin embargo, nosotros pensamos que el daño moral no se


agota jurídicamente en los sentimientos por los miembros de la
familia, sino también en cualquier otro sentimiento considerado
digno y legítimo, como podría ser el caso de un ahijado, de una
novia, de un padrino de nacimiento, etc. En tal sentido,
pensamos que se debe interpretar el sentido del artículo 1984,
que hace referencia tanto al menoscabo producido a la propia
víctima como a su familia. Además pensamos que se debe
interpretar sistemáticamente dicho artículo con el artículo 215
referido al tema de la violencia como vicio de la voluntad, pero
que sin embargo nos evidencia la lógica de nuestro sistema
jurídico de proteger los sentimientos por los miembros de nuestra
familia, como por cualquier otra persona, siempre que lo
justifiquen las circunstancias, por tratarse de sentimientos
considerados dignos de tutela legal. Es por ello que el artículo 215
de nuestro Código civil, señala textualmente lo siguiente:

“Hay intimidación cuando se inspira al agente el fundado


temor de sufrir un mal inminente y grave en su persona, su
cónyuge, o sus parientes dentro del cuarto grado de
consanguinidad o segundo de afinidad o en los bienes de
unos u otros. Tratándose de otras personas o bienes,
corresponderá al juez decidir sobre la anulación, según las
circunstancias”.

Del mismo modo pensamos que los sentimientos que se


protegen legalmente bajo el concepto de daño moral, no sólo
son aquellos que tenemos por otras personas, sean miembros de
nuestra familia o no, sino también por nosotros mismos, en función
a nuestra propia identidad y escala de valores.

El daño moral es pues la lesión a cualquier sentimiento de la


víctima considerado socialmente legítimo. En el ámbito de la
responsabilidad civil obligacional o contractual, el artículo 1322 se

63
limita a señalar que el daño moral cuando el se hubiere irrogado
también es susceptible de resarcimiento, sin hacer ninguna
referencia al posible significado del daño moral. No obstante lo
cual, pensamos que debe aplicarse el mismo significado del
daño moral en la responsabilidad civil extracontractual, por
tratarse del mismo concepto en ambos casos.

Como se podrá comprender fácilmente la categoría del


daño moral presenta dos grandes problemas: el primero de ellos
referido a la forma de acreditarlo o probarlo y el segundo referido
a la manera de cuantificarlo. Se entenderá también con facilidad
que la prueba del daño moral será a veces muy difícil, dado que
no todas las personas expresan sus sentimientos o emociones, o
como sucede también es fácil a veces para algunas personas
simular sufrimientos o lesiones a los sentimientos sin que existan
realmente. Además sucede en muchos casos que los sufrimientos
severos son resistidos con fortaleza sin ninguna alteración en la
salud o aspecto físico del sujeto. Ante esta enorme dificultad, la
jurisprudencia peruana ha optado por presumir que en los casos
de fallecimiento de una persona, el cónyuge y los hijos sufren
necesariamente un daño moral. Fórmula que si bien nos parece
saludable en un aspecto, nos parece perjudicial en el sentido que
evita que se concedan sumas importantes en concepto de
indemnización por daño moral al prescindir de la prueba del
mismo. Sin embargo, lo saludable de esta presunción es que se
trata de una manera ingeniosa de evitar las dificultades en la
probanza del daño moral.

Un segundo problema igualmente importante es el de la


manera de cuantificar o medir y traducir económicamente el
daño moral, pues como resulta lógico y evidente no existe suma
alguna que pueda reparar el dolor por la pérdida de un ser
querido, supongamos pues el caso de la pérdida de un hijo para
un padre o la madre. Este segundo problema es mucho más serio
y grave que el anterior y constituye sin lugar a dudas el obstáculo
fundamental para la aceptación por toda la doctrina de la
categoría del daño moral.

El Código civil peruano en el mismo artículo 1984 ha


consagrado una fórmula, entendemos inteligente, cuando

64
dispone que el daño moral es indemnizado considerando su
magnitud y el menoscabo producido a la víctima o a su familia,
que se traduce en el sentido que el monto indemnizatorio por
daño moral deberá estar de acuerdo con el grado de sufrimiento
producido en la víctima y la manera cómo ese sufrimiento se ha
manifestado en la situación de la víctima y su familia en general.
Fórmula bastante general y elástica que, sin embargo, no puede
resolver del todo la enorme dificultad en la medición patrimonial
del daño moral. Como se podrá apreciar, también con facilidad,
el otorgamiento de indemnizaciones por daño moral representa
para el poder judicial un problema enorme, que tiene que ser
resuelto con criterio de conciencia y equidad en cada caso en
particular, pues no existe fórmula matemática y exacta para
cada supuesto.

b) Daño a la Persona

En lo relativo al daño a la persona debemos señalar en


primer lugar, que a diferencia del daño moral, el mismo no se
acepta literalmente en el ámbito de la responsabilidad civil
contractual, sino únicamente en el campo extracontractual,
según fluye del artículo 1985 que hemos mencionado
anteriormente. El artículo 1322 del sistema contractual solamente
hace referencia al daño moral. No obstante lo cual, pensamos
que el daño a la persona es también indemnizable en el campo
de la responsabilidad civil contractual en nuestro sistema jurídico,
pues no existe ninguna razón para limitar su aplicación
únicamente al campo extracontractual. Por ello pensamos que
en el Perú estará totalmente justificada legalmente una
pretensión indemnizatoria por daño a la persona en el campo
contractual. Pues bien, así como existen problemas relacionados
con la admisión del daño moral, existen también problemas en
primer lugar en cuanto al significado mismo de daño a la
persona. Para un sector de la doctrina el daño a la persona es la
lesión a la integridad física del sujeto, por ejemplo, la pérdida de
un brazo, una lesión severa que produzca parálisis, etc, o una
lesión a su aspecto o integridad psicológica, mientras que para
otros el daño a la persona constituye la frustración del proyecto
de vida.

65
Así, por ejemplo, los casos típicos que utilizan estos autores
de frustración del proyecto de vida, hacen referencia a la
pérdida de uno o varios dedos para un pianista, de una pierna
para una bailarina o jugador profesional de algún deporte
rentado, etc..

Por nuestra parte, entendemos que la fórmula más sencilla y


adecuada para entender el significado de daño a la persona es
estableciendo que se produce dicho daño cuando se lesione la
integridad física del sujeto, su aspecto psicológico y/o su
proyecto de vida, todo lo cual deberá ser obviamente
acreditado.

No obstante lo cual, en lo relativo a la frustración del


proyecto de vida, pensamos que no se trata de cualquier
posibilidad de desarrollo de una persona, que puede ser incierta,
sino que deberá tratarse de la frustración de un proyecto
evidenciado y en proceso de ejecución y desarrollo que se frustra
de un momento a otro. No se debe confundir proyecto de vida,
con cualquier posibilidad respecto de la cual no exista ningún
tipo de evidencia comprobada. Como tampoco se debe
confundir proyecto de vida con las simples motivaciones de los
sujetos. Desde nuestro punto de vista, la fórmula integral que
hemos planteado, nos parece la más razonable y lógica para
entender la noción de daño a la persona, por cuanto la persona
no es únicamente un cuerpo, sino también una mente, y en
muchos casos supone un proyecto de vida evidenciado por
hechos y conductas concretas.

Muy bien, hechas estas precisiones por separado tanto sobre el


daño moral como el daño a la persona, resulta evidente, por lo menos
desde nuestro punto de vista, que se trata de categorías
independientes, pues una cosa es la persona y su proyecto de vida, y
otra muy distinta son sus sentimientos. Nos parece muy interesante la
fórmula que plantea la eliminación de la categoría del daño moral,

66
para hacer referencia únicamente al daño a la persona, pero no nos
parece convincente.

Más aún, la regulación del Código Civil peruano mantiene


la diferencia entre ambas categorías de daños, lo que significa
que hoy por hoy no podemos adherirnos a la posición que
sostiene que el daño moral debe desaparecer para referirnos
solamente al daño a la persona. El hecho que sea muy difícil
probar el daño moral y cuantificarlo, no significa que deba ser
eliminado como categoría de daño jurídicamente indemnizable.

Como es también evidente, en el caso del daño a la persona el


problema fundamental no es tanto la prueba del mismo como su
cuantificación, en cuyo caso el Juez deberá acudir también
necesariamente al criterio de conciencia y equidad.

3. LA INDEMNIZACIÓN POR DAÑOS

P
ues bien, sabiendo ya cuáles son las categorías de daños
existentes que son indemnizables, y los problemas que originan
las categorías del daño extrapatrimonial, corresponde ahora
determinar los criterios para establecer los montos indemnizatorios tanto
en el ámbito contractual como en el extracontractual.

En tal sentido, debe señalarse que en el campo contractual se


indemnizan los daños patrimoniales como el daño moral en cuanto
sean consecuencia inmediata y directa del incumplimiento
obligacional por parte del deudor. Ello es lógico por cuanto siempre se
requiere que los daños sean consecuencia del incumplimiento absoluto
o relativo de la prestación debida por parte del deudor, esto es, es
necesario que exista una relación de causalidad inmediata y directa
entre los daños causados al acreedor y el incumplimiento del deudor,
bien sea por incumplimiento total, cumplimiento parcial, cumplimiento
defectuoso, o por retraso en el cumplimiento de la prestación. Sin

67
embargo, además de la relación causal, debe señalarse que en el
campo contractual el monto indemnizatorio será mayor o menor
dependiendo del grado de culpabilidad del deudor. Así, si el
incumplimiento es consecuencia de dolo o culpa grave del deudor, los
daños y perjuicios a reparar son todos aquellos consecuencia
inmediata y directa del incumplimiento que pudieran preverse o no al
momento de contraerse la obligación. Por el contrario, si el
incumplimiento obedeciere únicamente a culpa leve, sólo se
indemnizarán los daños y perjuicios que sean consecuencia inmediata
y directa del incumplimiento que podían preverse al momento de
contraerse la obligación.

Esto significa en consecuencia que en el campo


contractual el monto indemnizatorio será mayor o menor,
dependiendo del grado de culpabilidad del deudor. Lo que
significa que el monto indemnizatorio no depende
exclusivamente de la relación de causalidad, sino también del
factor de atribución subjetivo, es decir, de la culpabilidad.

Por ello el tercer párrafo del artículo 1321 del Código Civil señala
lo siguiente:

“Si la inejecución o el cumplimiento parcial, tardío o


defectuoso de la obligación, obedecieran a culpa leve, el
resarcimiento se limita al daño que podía preverse al
tiempo en que ella fue contraída.”

Consiguientemente, en los casos de dolo o culpa grave o


inexcusable el resarcimiento comprende los daños inmediatos y
directos previsibles e imprevisibles al momento de contraer la
obligación, mientras que en los casos de culpa leve los daños
inmediatos y directos solamente previsibles al momento de asumir la
obligación.

En el campo extracontractual, por el contrario, el monto


indemnizatorio no depende del grado de culpabilidad del autor del

68
daño, sino únicamente de la existencia de una relación de causalidad
adecuada, en tanto y en cuanto se indemnizan todos los daños
siempre que sean consecuencia de una relación de causalidad
adecuada.

Esto significa que en el ámbito extracontractual se


indemnizan todos los daños y no interesa la calificación de
previsibles e imprevisibles, como tampoco el que sean
consecuencia inmediata y directa o no de la conducta
antijurídica.

Este principio recibe la denominación de reparación integral y se


encuentra claramente establecido en el artículo 1985 que hemos
examinado anteriormente.

De esta forma, pues, llegamos a diferenciar claramente los


criterios para cuantificar o calcular los montos indemnizatorios en
ambos sistemas de responsabilidad civil, debiendo quedar muy en claro
que en el campo contractual el monto indemnizatorio depende
fundamentalmente del grado de culpabilidad, mientras que en el
extracontractual depende exclusivamente de la relación de causalidad
adecuada, siendo indiferente la calificación jurídica del daño y el
grado de culpabilidad del autor de la conducta antijurídica.

3.1 La indemnización por daño en caso de muerte

P
ues bien, habiendo examinado la problemática de los daños
causados en el campo de la responsabilidad civil, sea esta
contractual o extracontractual, corresponde ahora examinar un
aspecto de fundamental importancia legal y práctica en nuestro
sistema jurídico. Nos referimos a la responsabilidad civil extracontractual
por daños en casos de muerte en el Código Civil peruano. Desde nuestro
punto de vista, en los casos de muerte, la cuestión de los daños, se
plantea de la siguiente manera:

69
1. Como acabamos de verlo, de acuerdo a las normas sobre
responsabilidad civil extracontractual contenidas en el Código
Civil peruano, deben indemnizarse extracontractualmente los
daños patrimoniales, bien se trate del lucro cesante y/o del
daño emergente, y los daños extrapatrimoniales, tanto el daño
moral como el daño a la persona. Esto significa que en el
sistema jurídico peruano, al igual que en todos los sistemas
latinos, esto es, derivados del Código Civil francés, en el ámbito
de la responsabilidad civil extracontractual son indemnizables los
daños patrimoniales y los daños extrapatrimoniales.

Como es evidente, para que pueda ser exigible legalmente una


indemnización por daños extracontractuales en la legislación
peruana, al igual que en los otros sistemas jurídicos antes
mencionados, es necesario que se acrediten los daños
causados, la conducta del autor y la relación de causalidad
entre dicha conducta y los daños producidos.

Ahora bien, como también acabamos de mencionar líneas


arriba, a diferencia del ámbito de la responsabilidad civil
contractual, o derivada del incumplimiento de una obligación
pactada, en el campo extracontractual el Código Civil peruano
ha establecido con precisión el denominado "criterio de
reparación integral" en el artículo 1985, según el cual en el
ámbito extracontractual deben indemnizarse todos los daños
causados a la víctima, sea presentes o futuros, previsibles o
imprevisibles, bien se trate de daños patrimoniales o
extrapatrimoniales, siempre y cuando se acrediten los mismos y
se compruebe la relación de causalidad.

Como es evidente, se entiende en nuestra doctrina y nuestra


jurisprudencia por daño emergente la pérdida patrimonial
efectivamente sufrida y por lucro cesante la ganancia o utilidad
que dejará de percibir la víctima. En el ámbito extrapatrimonial,
se entiende en nuestra doctrina por daño moral la lesión a los
sentimientos o el dolor de afección que sufre la víctima y por
daño a la persona la frustración al proyecto de vida de la
víctima o el daño a su integridad física.

70
2. Con relación al concepto del daño moral, el Código Civil
peruano establece en su artículo 1984, según hemos visto
anteriormente, un criterio de medición del mismo en base a las
circunstancias de cada caso en particular.

3. De esta manera, queda claramente establecido, que tanto al


nivel del Código Civil peruano, como en nuestra doctrina y
jurisprudencia, se reconocen las categorías del daño patrimonial
y extrapatrimonial dentro del criterio de reparación integral en
el caso de la responsabilidad civil extracontractual.

4. Ahora bien, con relación a la prueba de los daños, nuestro


Código Civil refiere en su artículo 1331 que los mismos deben ser
probados por la víctima y en el artículo 1332 prescribe que si el
resarcimiento del daño no pudiera ser probado en su monto
preciso, deberá fijarlo el Juez con valoración equitativa.

Como se podrá observar, las reglas legales antes mencionadas


son muy claras en el sentido de señalar que los daños deben ser
probados por la víctima y que en caso los mismos no se
pudieran probar en su monto exacto y preciso, deberá fijarlos el
Juez con valoración equitativa, es decir, en base a las reglas de
la equidad.

5. Con relación a las personas que pueden demandar o reclamar


judicialmente indemnización por daños por muerte de una
persona, nuestro Código Civil entiende y señala
categóricamente que sólo son los miembros de la familia del
fallecido, pues el artículo sexto del Título Preliminar del mismo
Código, dispone que para ejercitar o contestar una acción es
necesario tener legítimo interés económico o moral y que el
interés moral autoriza la acción sólo cuando se refiere
directamente al agente o a su familia. Esto significa en
consecuencia que en el caso de daños por muerte de una
persona, sólo los familiares pueden reclamar daños
patrimoniales y daño moral. De esta forma, resulta claro que el
cónyuge sobreviviente y los hijos de la víctima pueden solicitar
indemnización por daño patrimonial y por daño
extrapatrimonial.

71
6. Más aún, nuestra jurisprudencia es uniforme en señalar que para
poder reclamar daños por la muerte del cónyuge o de alguno
de los padres, es decir, que para reclamar indemnización por
daños en caso de muerte, no basta con acreditar el
parentesco, esto es, no basta con presentar la partida de
matrimonio en el caso del cónyuge, o las partidas de
nacimiento en el caso de los hijos, sino que es imprescindible
acreditar la calidad de herederos de los mismos, bien sea a
través de un testamento o de una declaración judicial en el
caso de sucesión intestada.

7. Nuestra jurisprudencia, en concordancia con lo dispuesto en el


Código Civil es también uniforme en el sentido que los
herederos pueden reclamar daños patrimoniales y daño moral
en el caso de la muerte de una persona. El daño moral se
entiende que es procedente por el dolor que causa a los
familiares la pérdida del ser querido y el daño patrimonial por los
gastos en que hubieran incurrido para el sepelio y en los casos
que el fallecido hubiera sido el único sustento de la familia, bien
sea del cónyuge, o de los hijos, o de ambos a la vez.

8. Queda claramente establecido, en consecuencia, que tanto


nuestra legislación, como nuestra doctrina y jurisprudencia,
consideran que los familiares, bien se trate del cónyuge y/o
hijos, están legitimados para demandar daños patrimoniales y
daños morales, en la medida que acreditan su calidad de
herederos del fallecido.

9. En lo concerniente a la prueba de la existencia y la valoración


de los daños, nuestra jurisprudencia se basa exclusivamente en
el criterio de valoración equitativa, pues no exige la prueba
absoluta y plena de la existencia y los montos de los daños
ocasionados, sino que al amparo del artículo 1332 establece los
montos indemnizatorios en base al criterio de equidad.

10. Por regla general en el caso de muerte, a nuestra jurisprudencia


le resulta suficiente la presentación de la partida de defunción,
el testamento o la declaratoria de herederos en caso de
sucesión intestada, y las pruebas que acrediten el evento que

72
ha causado el daño. Así, por ejemplo, si se trata de muerte por
un accidente de tránsito, será necesario presentar el atestado
policial correspondiente que acredite el mismo accidente. Pero
en modo alguno se solicita que se acrediten los daños morales
en caso de muerte de un familiar, pues se sobreentiende o se
presume, justamente en base al criterio de valoración
equitativa, que la muerte ha causado un profundo daño moral
a los familiares del fallecido. Del mismo modo, respecto del
daño patrimonial sólo se solicita la presentación de los
documentos que acrediten los gastos del sepelio del fallecido y
en todo caso acreditar que el fallecido era el único sustento de
la familia, pero en modo alguno se exige acreditar los daños
causados técnica y precisamente.

11. Como se podrá comprender, la jurisprudencia peruana no exige


la prueba plena de los daños, sino que los valora
equitativamente en la medida que se hubiera acreditado el
evento que los ha causado. Con mayor razón en el caso del
daño moral, pues en dicho supuesto el daño prácticamente se
presume en la medida que se acredite la relación familiar y la
vocación hereditaria. Es por ello justamente que no se toman en
cuenta factores de ingreso, ni se utilizan fórmulas de cálculo,
pues todo se hace en base a un criterio equitativo. Y es por ello
también que los montos indemnizatorios que se conceden, por
regla general, no son los adecuados.

12. Más aún, cuando se decreta judicialmente el pago de una


indemnización, no se señala en la resolución judicial qué monto
corresponde al daño patrimonial y cuál al daño moral, sino que
se establece un monto indemnizatorio por todo concepto, es
decir, en forma global. Incluso los mismos abogados cuando
preparan demandas por responsabilidad civil extracontractual
solicitan un monto único, para el caso de daños por muerte,
que incluya los gastos de sepelio, una cantidad que sirva para
compensar la pérdida patrimonial por la futura falta de sustento
familiar a cargo del fallecido y una cantidad que sirva para
compensar el sufrimiento de la familia por la pérdida del ser
querido.

73
13. Como es evidente, todo lo expuesto es para el caso que los
daños sean indemnizados judicialmente, por cuanto también es
posible la indemnización voluntaria, en cuyo caso los daños son
reparados de acuerdo al pacto entre las partes.

14. Ahora bien, corresponde examinar el tema de la indemnización


de daños por muerte en el caso de los que conforman un hogar
o una unión de hecho, es decir, en el caso de muerte de uno
de los convivientes. De acuerdo al Código Civil peruano,
específicamente a su artículo 326, la unión de hecho,
voluntariamente concertada por un varón y una mujer, libres de
impedimento matrimonial, para alcanzar finalidades y cumplir
deberes semejantes a los del matrimonio, origina una sociedad
de bienes que se sujeta al régimen de sociedad de
gananciales, en cuanto le fuere aplicable, siempre que dicha
unión haya durado por lo menos dos años continuos. Este
artículo del Código Civil peruano de 1984 ha sido ratificado por
la Constitución Política del Perú, norma jurídica fundamental del
Estado peruano, en su artículo 5 cuando señala expresamente,
siguiendo la misma línea y sentido del Código Civil que:

"La unión estable de un varón y una mujer, libres de


impedimento matrimonial, que forman un hogar de hecho,
da lugar a una comunidad de bienes sujeta al régimen de la
sociedad de gananciales en cuanto sea aplicable."

15. Como es evidente, ambas normas del sistema jurídico nacional


nos indican con toda claridad que la unión de hecho o el hogar
de hecho, sólo son reconocidos por la ley para efectos de
carácter patrimonial, constituyendo una comunidad o una
sociedad de bienes, pero de ninguna manera da lugar a la
existencia de una relación jurídico-familiar con deberes y
obligaciones semejantes a los de los cónyuges. Respecto de los
hijos concebidos por los convivientes, como es también
evidente, no existe duda alguna sobre su filiación y sobre los
deberes y derechos de los padres para con ellos, pues el
Código Civil reconoce la filiación extramatrimonial, con el
mismo status jurídico que la filiación matrimonial, a tal punto que
tanto los hijos sean matrimoniales o no, tienen los mismos
derechos hereditarios. Sin embargo, en relación a los

74
convivientes la relación jurídica que se genera entre ellos no es
igual a la del matrimonio, sino únicamente una de carácter
patrimonial, razón por la cual se dice con toda claridad en
ambas normas que el hogar o la unión de hecho sólo da lugar a
una sociedad o comunidad de bienes. El criterio legal es pues
bastante claro. Como es evidente, existen algunos profesores
peruanos que consideran que el hogar o la unión de hecho
genera una relación familiar de carácter especial. Pero se trata
como es obvio de una opinión, muy respetable por cierto, pero
de carácter estrictamente doctrinario que no puede modificar
el sentido de ambas normas antes mencionadas. En
consecuencia la relación entre los convivientes en la legislación
peruana no es una de carácter familiar, sino reconocida por la
ley restringidamente para efectos patrimoniales.

16. Es por ello, precisamente, que en el ámbito sucesorio el Código


Civil peruano, sólo le atribuye expresamente la calidad de
heredero al cónyuge y no así al conviviente, según lo dispone el
artículo 724.

17. Por todo lo expuesto en los puntos anteriores, es evidente que el


conviviente en caso que su compañero o compañera fallezcan
por el hecho de un tercero, no se encuentra legitimado para
reclamar daños morales por muerte, a pesar del enorme dolor
que le origine la pérdida del conviviente fallecido. No debe
olvidarse que con relación al concepto del daño moral, el
Código Civil peruano establece en su artículo 1984 que el mismo
es indemnizado considerando su magnitud y el menoscabo
producido a la víctima o a su familia. El artículo en mención es
bastante claro en el sentido de afirmar que sólo la víctima o su
familia se encuentran legitimados para reclamar indemnización
por daño moral y como ya lo hemos expuesto, no existe
ninguna relación familiar entre convivientes. Trátese de una
solución injusta o no, ambas normas jurídicas son muy claras y
sólo legitiman por daño moral a la propia víctima y a su familia,
bien se trate del cónyuge o de los hijos. Criterio que por otro
lado es ratificado por nuestra jurisprudencia según lo
expusiéramos anteriormente.

75
18. Ahora bien, debe también señalarse que de acuerdo al tercer
párrafo del mismo artículo 326, la unión de hecho termina por
muerte, ausencia, mutuo acuerdo o decisión unilateral y que en
este último caso el Juez puede conceder, a elección del
abandonado, una cantidad de dinero por concepto de
indemnización o una pensión de alimentos, además de los
derechos que le correspondan de conformidad con el régimen
de sociedad de gananciales. Esto significa, en consecuencia,
que en caso de muerte de uno de los convivientes, el mismo
artículo 326 señala que al conviviente sobreviviente no le
corresponde ninguna suma por concepto de indemnización,
sino únicamente sus gananciales conforme al régimen de
disolución de la sociedad de gananciales, pues ello sólo es
posible en caso de abandono por decisión unilateral de uno de
los convivientes. Esto se ha establecido de este modo
justamente porque el Código Civil considera que la
indemnización podrá pagarla el conviviente que ha hecho
abandono del hogar de hecho y no en el caso de muerte por
hecho de un tercero, pues ello supondría legitimar al
conviviente a demandar a dicho tercero y este supuesto es
negado por el propio artículo. En otras palabras, sólo es posible
una demanda contra uno de los convivientes, pero no de uno
de los convivientes frente a un tercero por daño moral. En
relación al daño patrimonial, la solución es exactamente igual,
según se desprende de la tercera parte del mismo artículo 326 y
teniendo en cuenta además que en caso de muerte
corresponderá al sobreviviente sus gananciales por ser de
aplicación el régimen de sociedad de gananciales.

76
AUTOEVALUACION

Responda las siguientes preguntas luego de haber concluido el


estudio del cuarto capítulo. Luego, encontrará al final del material la
Clave de Respuestas, la misma que le indicará los criterios generales
con que debieron abordarse cada una de las preguntas.

Defina Usted el concepto de


daño y señale sus clases.

¿Cuál es el aspecto común


fundamental a los dos
ámbitos de la
responsabilidad civil?

¿Cuáles son las diferencias


existentes más importantes
entre la órbita contractual y
extracontractual?

¿Es aplicable el criterio de


reparación integral de los
daños al ámbito
contractual de la
responsabilidad civil?

77
CASO 2

Revise detenidamente el siguiente caso. Conteste las preguntas


que a continuación se presentan y luego confróntelas con la "Hoja de
Criterios para la solución de casos" que el tutor le alcanzará en el
transcurso del programa.

PAGO DE APORTACIONES
Nulidad
IPSS

78
CASO 2:
JUAN ANTONIO PIZARRO SABOGAL
Y DORA BRACAMONTE HERNÁNDEZ

Resolución Nº
Exp. Nº 6077-90

Lima, veinte de agosto de


mil novecientos noventiuno.-
VISTOS, resulta de autos; por escrito de fojas 3 don Juan Antonio Pizarro
Sabogal y doña Dora Bracamonte Hernández viuda de Marini, por su propio
derecho y en representación de su hijo Renzo Dante Marini Bracamonte, así
como a nombre de Italo Angelo Marini Bracamonte y Mario Giacomo Marini
Bracamonte, interponen demanda en la vía ordinaria contra Atlas Copco
Peruana Sociedad Anónima, representada por su Gerente Financiero Bjorn
Cronwall a fin de que le paguen la suma de cien mil dólares americanos, así
como los intereses legales devengados y por devengarse desde la fecha
indicada, por el daño moral y material causado en perjuicio del que fuera su
esposo y padre de sus hijos representados señor Mario Marini Rojas por el
maltrato material y moral ejercido sobre él, por parte de la Empresa Atlas
Copco y que provocara su muerte el 16 de julio de 1989, sosteniendo que en
los primeros días del mes de Febrero de 1989, se interpuso contra el señor
Mario Marini Rojas una denuncia de carácter penal por el delito de Estafa
contra la fe pública ante el Octavo Juzgado de Instrucción de Lima, al
acusársele de haber falsificado la firma del señor Segundo Alfaro Caballero
en la Letra de Cambio número 1779, por la suma de US $ 3,681.60 a favor de
Atlas Copco Sociedad Anónima; es el caso que el señor Manuel Prialé
Quijada, empleado vendedor de la empresa demandada celebró tres
operaciones de venta de distinta mercadería de propiedad de la empresa,
en su beneficio y usando el nombre de dos supuestos clientes; la Compañía
Progreso Sociedad Anónima y el señor Segundo Alfaro Caballero; la
mencionada letra impaga fue remitida al Departamento de Crédito y
Cobranza dentro del cual el señor Mario Marini Rojas se desempeñaba como
Gerente en dicha cartera, quien conforme a su cargo, cursó una carta el 29
de Febrero de 1988, comunicando al deudor el protesto, sin embargo, en
forma sorpresiva, denunció penalmente a quienes resultaran responsables,
acción penal, en la que no hubo intervención de su representado desde la
tramitación hasta la conclusión; sin embargo la acción se siguió contra el
señor Marini, el señor Manuel Prialé y el señor Jorge García en su calidad de
Gerente de Personal, aunque el Tribunal Correccional el 13 de Febrero de
1989 ordenara el archivamiento del proceso, en cuyo desarrollo no hubo
asesoramiento legal a su representado; a pesar de su solvencia moral como

79
funcionario y persona, negándole toda ayuda frente a la orden de detención
que se llevara a cabo; por dicha denuncia, el trato laboral de la empresa a su
representado cambió sustancialmente, por haber sido marginado de las
reuniones de gerencia, así como los incrementos salariales de acuerdo al
nivel, los que fueron menores en comparación con el resto de los Gerentes,
aun con los implicados, negándole la empresa el acceso a un automóvil,
inclusive al señor Jorge García, también implicado, se le proporcionó tal
beneficio; el señor Marini sufría de una enfermedad llamada “Psoriasis”, por lo
tanto no afectó su salud en general, sino que fueron los hechos narrados que
perturbaron su salud causándole muerte por infarto cardíaco el 16 de Julio de
1989, dejando sin protección alguna a su familia, a su esposa, a sus dos hijos
mayores de edad, quienes están cursando estudios superiores y su menor hijo
que cuenta con trece años de edad, entre el período comprendido desde
Febrero de 1988 hasta Febrero de 1989 la empresa no brindó ayuda ni
asesoramiento, pese a que laboraba más de veinte años el señor Marini,
actuando en forma culpable y negligente, causándole tensiones y
preocupaciones; la empresa también es causante de la desigualdad en el
trato laboral, que repercutió en el desmedro de salud física, que la
enfermedad psoriasis, no incidía en el normal funcionamiento de su corazón,
sin embargo se le discriminó, contraviniendo la igualdad ante la ley y la
igualdad salarial, como funcionario de confianza frente a los demás
empleados del mismo nivel que sí fueron reconocidos, causándole un daño
moral, encontrándose incurso en el artículo 1984° del Código Civil, que
comprende situaciones de la vida, emociones fuertes, gran pena, dolor y
menoscabo, la humillación en un proceso penal injusto sin defensa y de la
desigualdad en el trato laboral; por ello invocan al artículo 1985° del Código
Civil; corrido traslado de la demanda en la vía ordinaria fue absuelto a tenor
de su escrito obrante de fojas 20 a 26, en la que entre otros aspectos
manifiestan que niegan y contradicen, pues argumentan que el señor Marini
laboró en la empresa desde el 5 de mayo de 1969 hasta el 16 de julio de
1989, fecha en que falleció como consecuencia de un accidente
automovilístico ocurrido un día domingo, cuando retornaba de hacer
deporte; que la empresa le brindó todos los elementos que le permitió
desarrollar su labor con comodidad y confort, que jamás se le coersionó ni se
le trató mal o en forma desigual; que debido a un aprovechamiento en su
beneficio el señor Manuel Prialé Quijada usando el nombre de supuestos
clientes de la empresa entre ellas el señor Segundo Alfaro Caballero, fraguó
una letra de cambio, comprometiendo al Departamento de Crédito y
Cobranza, dentro del cual el señor Marini se desempeñaba como Gerente,
ignorando la farsa tuvo que requerir el pago al supuesto deudor; Segundo
Alfaro Caballero, denunció penalmente a Prialé que comprendió

80
posteriormente al señor Marini ante el pedido del señor Fiscal; que la empresa
puso a sus abogados al frente de la defensa de los trabajadores
comprendidos en el juicio penal; que la enfermedad del señor Marini podría
haber influido en su salud, que la empresa no notó el deterioro de salud a
causa del juicio penal; por otro lado el señor Marini tuvo un accidente de
tránsito estrellándose contra un poste en el campo de Marte; que analizando
el certificado médico, se concluye que no fué por tensiones o
preocupaciones que supuestamente le permitió tener la empresa, no fue
porque su salud estaba resquebrajada a causa de discriminaciones laborales,
tampoco porque no se le ayudó o apoyó en el proceso penal, por lo que el
fallecimiento no tuvo ninguna vinculación con la empresa desde el punto de
vista humano y laboral, por el contrario no sólo lo ayudaron sino que
apoyaron a la viuda y a los hijos cuando el señor Marini falleció, adelantaron
dinero a la familia, entregaron una gratificación extraordinaria, le tramitaron
sus documentos, ayudaron para los arreglos con la compañía de seguros; que
conforme a los artículos 326°, 328° y 329° del Código de Procedimientos Civiles
interponen reconvención contra doña Dora Bracamonte Hernández viuda de
Marini y sus hijos Renzo Dante, Italo Angelo y Mario Giacomo Marini
Bracamonte para que les pague la suma de cien mil dólares americanos
como indemnización por el daño que le están causando al interponer la
demanda por supuestos maltratos, a quien en vida fuera empleado de la
Empresa, conforme lo tienen expuesto al contestar la demanda; que la
demandante trata o persigue un aprovechamiento ilícito y una evidente mala
intención de dañarles en su prestigio; corrido traslado de la reconvención fue
absuelto en rebeldía de la demandante, por auto de fojas 28 vuelta; recibida
la causa y reconvención a prueba, se actuaron las pruebas que aparecen de
autos; vencido el término ordinario de prueba así como el de alegatos,
expedido el auto de prevención; es el caso de expedir sentencia y
CONSIDERANDO; Que el certificado de fojas 7, así como la instrumental
obrante de fojas 120 a fojas 161 acredita que don Mario Marini Rojas prestó
servicios en calidad de empleado en la Empresa demandada Atlas Copco
Peruana Sociedad Anónima, infiriéndose de la instrumental de fojas 37, que su
ingreso se produjo el día 5 de Mayo de 1969, cesando el día 16 de Julio de
1989, por motivo de fallecimiento; consta del certificado de fojas 68 dirigido
por la Compañía demandada al señor Cónsul General de Venezuela, en esta
ciudad, la garantía que ésta otorgara, respecto a la solvencia tanto moral
como económica de don Mario Marini y su señora esposa para que se les
extienda la visa correspondiente, y autorizándole oficialmente para visitar las
oficinas de Atlas Copco de dicha República de Venezuela; que es obvio que
tal garantía y autorización puede conferirse a un empleado de conducta
intachable y de reconocida honestidad, como lo era el expresado servidor

81
en su calidad de Gerente de Créditos y Cobranzas, constituyendo ello una
demostración de confianza, consideración y consecuente estimación
personal, en su calidad de Contador Público, desempeñando un cargo de
suma responsabilidad, como el ya expresado; que la instrumental de fojas 161
a fojas 178, inherente a relaciones de carácter personal, como préstamo de
dinero y condiciones de pago, correspondiente a los años 1981 y 1987,
constituyen a reforzar lo anteriormente expuesto, así como la respuesta del
representante legal de la demandada al absolver la sétima pregunta del
pliego de su confesión de fojas 117, reconociendo la excelente trayectoria
profesional de don Mario Marini Rojas en la Compañía demandada; que
queda evidenciado así, que el comportamiento y actividad del servidor
aludido, no ha comprometido en favor de la misma, que como consecuencia
de la acción penal instaurada contra don Mario Marini Rojas por el delito de
falsificación y contra la fe pública, de la cual el Tribunal Correccional, con
fecha 11 de Febrero de 1989, ordenó el archivamiento en cuanto a él se
refería, haciendo que su persona, tuvo que afrontar situaciones que le
provocaron transtornos en su vida, al imputársele hechos delictuosos no
cometidos por él, agregado a ello que la Compañía demandada no le prestó
las facilidades inherentes a su defensa en el proceso penal, demostrando
cierto desinterés, discriminándosele, relegándolo en sus funciones y restándole
autoridad, no obstante los veinte años de eficiente labor, como lo ha
reconocido en autos la Compañía accionada; que ello, significa que don
Mario Marini Rojas sufriera graves consecuencias de un daño tanto físico
como moral por la falta de apoyo que debió proferirle su principal, la que no
ha demostrado que hubiera brindado de modo fehaciente el asesoramiento
que le correspondía en su calidad de Gerente de Créditos y Cobranzas,
considerándosele como Gerente de Segundo Nivel sin explicación alguna,
como aparece de la constancia de fojas 103; hecho además que causó a la
persona citada un estado de constante zozobra laboral y carente de apoyo
real, desconociéndose su excelente trayectoria profesional en la Compañía
demandada (sétima pregunta del pliego de fojas 116); que de los autos de
separación de cuerpos que se tienen a la vista, se infiere que tal acción fue
admitida el 10 de octubre de 1986, y por ende resulta que hasta el día 28 de
marzo de 1990 en que se admite la presente acción subsistía la unión
conyugal, a que se contrae la partida de fojas 109, lo que demuestra que no
ha existido deterioro sentimental entre ambos cónyuges, hecho probado con
el mérito del documento de fojas 68 del que se desprende que don Mario
Marini Rojas viajó a Venezuela acompañado de su esposa, la demandante,
obrando a fojas 69 los respectivos pasajes por la vía aérea, en fotocopia; que
por tal circunstancia el derecho de la cónyuge accionante para perseguir el
efecto indemnizatorio de que se trata no difiere en modo alguno, sin que la

82
demandada haya actuado prueba fehaciente en contrario; agregándose a
ello que la acción de separación referida no ha sido sentenciada, habiendo
la esposa continuado al lado de su esposo, preocupándose de la situación
creada y que injustamente soportó el cónyuge; que el atestado policial de
fojas 43 establece el fallecimiento a causa de un accidente de tránsito; que
antes de producirse tal accidente don Mario Marini Rojas sufría los transtornos,
tensiones y preocupaciones por los hechos acontecidos y a que se ha hecho
referencia, y obviamente no permitían una vida libre de angustias que en
verdad repercutieron en desmedro de su salud física; que la enfermedad
crónica denominada “Psoriasis” no guarda relación, pues se trata de una
afección cutánea que no afecta la salud en general; debiendo concluirse
que los hechos reconocidos antes mencionados fueron la causa de profunda
perturbación de su salud; que el fallecimiento se produjo a consecuencia de
un infarto cardíaco, como lo especifica el Certificado de Defunción obrante
a fojas 41, emitido por el Doctor Jorge Picón Gómez, cuyo mérito no ha sido
enervado; que las demás pruebas actuadas no desvirtúan el mérito de las
anteriores consideraciones; que debe tenerse en consideración que con
motivo de los hechos acontecidos, la familia del finado cónyuge don Mario
Marini Rojas, a que se contraen las respectivas partidas que obran en los autos
de separación acompañados, ha quedado en el mayor desamparo; que en
el presente caso son de aplicación de los artículos 1969, 1984 y 1985 del
Código Civil vigente, por lo que la misma resulta amparable; que la
reconvención formulada por la demandada, en su escrito de contestación a
la demanda, fojas 26, segundo otrosí, resulta infundada por cuanto la
instrumental de fojas 171 a fojas 178 es insuficiente para acreditar la existencia
de los daños cuya indemnización reclama, máximo si se tiene en cuenta el
mérito de las consideraciones expuestas en este pronunciamiento, FALLO:
Declarando fundada la demanda de fojas 3; y en consecuencia que la
Compañía demandada Atlas Copco Peruana Sociedad Anónima, pague a la
demandante doña Dora Bracamonte Hernández viuda de Marini la suma de
S/.20,000.00, por toda indemnización; con los intereses legales desde la fecha
en que se produjo el daño; e infundada la reconvención formulada; con
costas.

Lima, dos de junio de mil


novecientos noventidós.-
VISTOS: interviniendo como vocal ponente el señor Giusti Acuña; con el
acompañado que se tiene a la vista; y CONSIDERANDO; que el artículo 1969°
del Código Civil establece la obligación de indemnizar que tiene aquella
persona que por dolo o culpa cause daño a otros; esta obligación de

83
indemnización por responsabilidad extracontractual deberá acreditarse ante
el Juzgado con la existencia del nexo de causalidad entre el acto doloso o
culposo atribuido el demandado y el daño producido a agraviado; que
conforme aparece del recurso de demanda de fojas 2 y el alegato de fojas
192, la presente acción se sustenta en el maltrato moral y hostilidad sufridos
por don Mario Marini Rojas de parte de la demanda a consecuencia del
proceso penal en el que se vió involucrado en su calidad de Gerente del
Departamento de Créditos y del que fué posteriormente separado al
demostrarse su inocencia, agregando la accionante que tales actos se
tradujeron en la disminución de la consideración por parte de sus superiores
que le negaron asistencia profesional para su defensa e impidiéndole el goce
de beneficios que si alcanzaron funcionarios de rango similar, todo lo cual le
produjo grave daño moral y la muerte subsecuente; que tales cargos han sido
negados uniformemente por los funcionarios de la demandada en las
diligencias a que fueron citados, no existiendo, por lo demás, elementos que
corroboren las afirmaciones de la actora y menos aún que permitan concluir
que el proceso de su esposo se produjo como consecuencia de actos de
hostilidad en su contra; antes por el contrario la voluntad de la empresa en
favor de los herederos del señor Mario Marini Rojas producido el deceso se
acreditan con el mérito de los instrumentos que corren de fojas 36 a 40; que el
artículo 337° del Código de Procedimientos Civiles establece la obligación de
la carga de la prueba a quien alegue algunos hechos en sustento de su
posición, debiendo absolverse al demandado en caso de no lograrlo:
REVOCARON la sentencia apelada de fojas 196, fechada 20 de agosto de
1991, que declara fundada la demanda de fojas 3 y ordena que la
demandada Atlas Copco Peruana Sociedad Anónima pague a la
demandante doña Dora Bracamonte Hernández viuda de Marini la suma de
veinte mil nuevos soles por toda indemnización, con los intereses legales
desde la fecha en que se produjo el daño, la misma que reformaron y
declararon INFUNDADA; confirmaron dicho fallo en los demás que contiene y
es materia de la alzada; sin costas; y los devolvieron.

Lima, veintitrés de agosto de


mil novecientos noventitrés.-

VISTOS: con el acompañado; por sus fundamentos; y CONSIDERANDO:


que el extremo de la sentencia de vista sobre la reconvención ha quedado
consentida, desde que la demandada no interpuso recurso de nulidad
correspondiente: declararon NO HABER NULIDAD en la sentencia de vista de
fojas 217, su fecha 02 de junio de 1992, en la parte materia del recurso que
confirmando la apelada de fojas 96, su fecha 20 de agosto de 1991, declara

84
INFUNDADA la demanda interpuesta a fojas 3; condenaron en las costas del
recurso a la parte que lo interpuso; en los seguidos por Dora Bracamonte
Hernández viuda de Marini con Atlas Copco S.A. sobre indemnización; y los
devolvieron.

PREGUNTAS GUIA PARA


EL ANÁLISIS DEL CASO 2

1.- ¿Se ha acreditado el daño en


el presente expediente?

2.- ¿Se ha acreditado la relación


de causalidad por parte del presunto autor del
daño?

3.- ¿Se ha acreditado la


culpabilidad del presunto autor?

4.- ¿Se trataría de un supuesto de


responsabilidad civil contractual o extracontractual?

5.- ¿Se ha acreditado la


responsabilidad civil del demandado?

85
CAPITULO 5

LA RELACION CAUSAL EN LA RESPONSABILIDAD


CIVIL EXTRACONTRACTUAL

La relación de causalidad es uno de los cuatro requisitos de


la responsabilidad civil y su importancia amerita una análisis
detallado de sus implicancias, aspecto que desarrollaremos
en el presente capítulo.

Primero abordaremos la noción de causa adecuada para


luego definir las características de la fractura causal, la
concausa y la pluralidad de causas y sus efectos jurídicos.

86
1. INTRODUCCIÓN

A
demás de los requisitos antes mencionados de la
responsabilidad civil como son el la conducta antijurídica y el
daño causado, es necesario un tercer requisito de orden
fundamental denominado “relación de causalidad”, que se entiende
en el sentido que debe existir una relación de causa-efecto, es decir,
de antecedente - consecuencia entre la conducta antijurídica del
autor y el daño causado a la víctima, pues de lo contrario no existirá
responsabilidad civil extracontractual y no nacerá la obligación legal
de indemnizar.

Esto significa que el daño causado debe ser consecuencia


de la conducta antijurídica del autor para que se configure un
supuesto de responsabilidad civil extracontractual.

Sucede lo mismo en el campo de la responsabilidad civil


contractual, ya que el daño causado al acreedor debe ser
consecuencia inmediata y directa del incumplimiento absoluto o
relativo de la prestación debida por parte del deudor. La relación de
causalidad es pues un requisito general de la responsabilidad civil, tanto
en el ámbito contractual como extracontractual. La diferencia reside
en que mientras en el campo extracontractual la relación de
causalidad debe entenderse según el criterio de la causa adecuada,
en el ámbito contractual la misma deberá entenderse bajo la óptica de
la causa inmediata y directa.

Relación de causalidad

Responsabilidad Civil Extracontractual Responsabilidad Civil Contractual

Causa adecuada Causa inmediata y directa

2. LA NOCIÓN DE CAUSA ADECUADA

87
P
ues bien, habiendo establecido la necesidad de este tercer
requisito de la responsabilidad civil , corresponde ahora
determinar el sentido de la noción de causa adecuada para
poder entender el significado de la relación causal en el campo de la
responsabilidad civil extracontractual. En este sentido, conviene
plantearse la siguiente pregunta ¿cuándo se debe entender que una
conducta es causa adecuada de un determinado daño?

La respuesta a esta interrogante es la siguiente: para que una


conducta sea causa adecuada de un daño es necesario que
concurran dos factores o aspectos: un factor in concreto y un factor in
abstracto.

Factor in concreto Físico o material

Causa
Adecuad
a
De acuerdo a la
Factor in abstracto experiencia nor-
mal y cotidiana

El aspecto in concreto debe entenderse en el sentido de una


relación de causalidad física o material, lo que significa que en los
hechos la conducta debe haber causado el daño, es decir, el daño
causado debe ser consecuencia fáctica o material de la conducta
antijurídica del autor. Sin embargo, no basta la existencia de este
factor, pues es necesaria la concurrencia del factor in Abstracto para
que exista una relación de causalidad adecuada. Este segundo factor
debe entenderse en los términos siguientes: la conducta antijurídica
abstractamente considerada, de acuerdo a la experiencia normal y
cotidiana, es decir, según el curso normal y ordinario de los
acontecimientos, debe ser capaz o adecuada para producir el daño
causado. Si la respuesta a esta interrogante es negativa, no existirá una
relación causal, aÚn cuando se hubiere cumplido con el factor in
concreto. Es pues necesaria la concurrencia de ambos factores para
que se configure una relación de causalidad adecuada.

88
Un ejemplo podría graficar adecuadamente la aplicación de
esta tesis. Si una persona de 25 años de edad, sin ningún problema
cardíaco, fallece en forma inmediata como consecuencia de un susto
producto de una broma, no existirá relación de causalidad adecuada,
aún cuando en los hechos la muerte haya sido consecuencia del susto
por la broma, por cuanto de acuerdo a la experiencia normal y
cotidiana un susto por una broma no es capaz de producir la muerte de
una persona joven de esa edad. Por el contrario, si se tratara de un
susto por una broma a una persona de 75 años de edad, no habría
duda alguna que se trataría de una causa adecuada, en tanto y en
cuanto el susto a una persona de edad avanzada es causa adecuada,
de acuerdo a la experiencia normal y cotidiana, para producir la
muerte.

De esta manera, resulta claro el sentido de la noción de causa


adecuada, de aplicación obligatoria para todos los casos de
responsabilidad civil extracontractual en el sistema legal peruano, por
haber sido consagrada expresamente y en forma imperativa en el
artículo 1985 del Código Civil.

No basta con establecer si una conducta ha causado


físicamente un daño, pues es necesario también determinar si esa
conducta abstractamente considerada es capaz de producir ese
daño de acuerdo al curso ordinario y normal de los
acontecimientos.

3. LAS FRACTURAS CAUSALES Y LA CONCAUSA

A
hora bien, el tema de la relación de causalidad no se agota en
la noción misma de causa adecuada, sino que es necesario
precisar todas las figuras y supuestos que se presentan en torno
a este aspecto fundamental de la responsabilidad civil, para poder
entender la mecánica de la relación de causalidad dentro del sistema
de responsabilidad civil extracontractual. En tal sentido, resulta

89
fundamental determinar las nociones de fractura causal o causa ajena,
la de concausa y aquella de pluralidad de causas, reguladas
sucesivamente en los artículos 1972, 1973 y 1983 del Código Civil.

3.1 Fractura causal

E
n lo concerniente a la noción de fractura causal, debemos
señalar que la misma se configura cada vez que un determinado
supuesto se presenta un conflicto entre dos conductas o causas
sobre la realización de un daño, el mismo que será resultado de una
sola de dichas conductas. En este sentido, en todo supuesto de fractura
causal una de las conductas o causas habrá producido o causado el
daño y la otra no habrá llegado a causarlo justamente por haber sido el
mismo consecuencia de la otra conducta. Y es por ello que a la
conducta que no ha llegado a causar el daño se le denomina causa
inicial, mientras que a la conducta que sí llegó a causar el daño se le
denomina causa ajena.

Todo supuesto de fractura causal implica pues un conflicto


entre la causa ajena y la causa inicial, siendo el daño
consecuencia de la causa ajena y no existiendo ninguna relación
de causalidad respecto de la causa inicial.

Esto significa en consecuencia que la causa ajena es un


mecanismo jurídico para establecer que no existe responsabilidad civil
a cargo del autor de la causa inicial justamente por haber sido el daño
consecuencia del autor de la causa ajena. Dicho en otros términos,
cada vez que se le intente atribuir a un sujeto una responsabilidad civil
extracontractual por la supuesta producción de un daño, el mismo
tendrá la posibilidad de liberarse de dicha responsabilidad si logra
acreditar que el daño causado fue consecuencia no de su conducta,
sino de una causa ajena, o lo que es lo mismo de otra causa, bien se
trate de un supuesto de caso fortuito, o de fuerza mayor, o del hecho
determinante de un tercero, o del propio hecho de la víctima, según lo

90
establece el articulo 1972 del Código Civil, cuyo texto señala lo
siguiente:

“En los casos del artículo 1970, el autor no está obligado a


la reparación cuando el daño fue consecuencia de caso
fortuito o fuerza mayor, de hecho determinante de tercero
o de la imprudencia de quien padece el daño”.

Si se trata de caso fortuito, la causa ajena será un fenómeno de


la naturaleza, como un terremoto, una inundación consecuencia del
Fenómeno del Niño, etc. Del mismo modo, si se trata de fuerza mayor la
causa ajena será un acto de la autoridad como una prohibición
repentina decretada por norma jurídica de una conducta antes
permitida, la declaración de guerra de un Estado a otro, etc.. Si se trata
del hecho determinante de tercero, la causa ajena será justamente el
hecho del tercero y en el caso del hecho de la victima la causa ajena
será precisamente el hecho de la propia víctima. De esta manera en
estos cuatro supuestos el daño no será producto del autor de la causa
inicial, el mismo que no será responsable civilmente, por ser el mismo
consecuencia de caso fortuito, o de fuerza mayor, o del hecho de un
tercero, o del hecho de la misma víctima, es decir, de una causa ajena.

Con relación a los conceptos de fuerza mayor y caso fortuito,


debemos señalar que se trata de nociones con las mismas
características, pues deberán ser eventos extraordinarios, imprevisibles e
irresistibles, con la única diferencia respecto al origen del evento, como
se ha anotado anteriormente, según fluye claramente del artículo 1315
del Código Civil.

Puede pues decirse que en los supuestos de causa ajena,


denominados también doctrinariamente “fractura causal”, no existe
responsabilidad a cargo del autor de la causa inicial, por ser el daño
consecuencia de otra causa que puede ser una conducta humana o
un evento de la naturaleza.

91
Las fracturas causales se invocan consiguientemente
siempre que el autor de una determinada conducta logre
acreditar que no ha sido el causante del daño imputado, por ser
el mismo consecuencia de otra causa, ya se trate de caso
fortuito, fuerza mayor, hecho de tercero o hecho de la víctima.

Así, por ejemplo, si en plena Vía Expresa en la ciudad de Lima, un


sujeto decide quitarse la vida y se arroja debajo de un vehículo en
plena marcha, aún cuando el daño haya sido causado aparentemente
por el conductor del vehículo, no existirá duda alguna que el mismo
podrá liberarse de responsabilidad invocando como causa ajena el
hecho de la propia víctima, por cuanto en este ejemplo es la propia
víctima como consecuencia de su propia conducta la que se ha
causado el daño a sí misma, en tanto y en cuanto de no haber sido por
dicha conducta, el conductor no hubiera producido materialmente el
daño. El daño, en este caso la muerte del suicida, no ha sido
consecuencia del hecho del conductor, sino del propio hecho de la
víctima.

Debe señalarse igualmente que para poder tener una exacta


visión de las fracturas causales, no debe confundirse el aspecto de la
culpabilidad del sujeto de la conducta, con el aspecto objetivo de la
relación causal, pues no interesará que el autor de la causa inicial haya
actuado con dolo o culpa, es decir, no interesará que el mismo haya
querido producir un daño a sabiendas del mismo, o en forma
negligente, en tanto que lo único importante es que el daño causado a
la víctima no ha sido consecuencia de dicha conducta, sino de un
evento extraño y ajeno a él.

En todos los supuestos de fractura causal debe dejarse de lado el


análisis del aspecto subjetivo del autor de la conducta de la
denominada causa inicial, pues lo único relevante es que el daño ha
sido consecuencia de una conducta o evento ajeno y distinto, bien se
trate de caso fortuito, de fuerza mayor, de hecho de tercero o del
hecho de la propia víctima.

92
Por ello es que decimos, y ello debe quedar bastante claro,
que las fracturas causales deben ser invocadas cuando se le
impute a un sujeto una responsabilidad civil por un daño que no
ha causado, habiendo sido el mismo consecuencia de un evento
o conducta ajena. Y esta noción y mecanismo de la fractura
causal, como es evidente, no guarda vinculación alguna con la
noción de culpabilidad, tratándose de un asunto meramente
objetivo, referido a que conducta o evento es la que ha causado
el daño.

Se deduce fácilmente no sólo que en todo supuesto de fractura


causal, no existirá responsabilidad civil a cargo del autor de la causa
inicial, sino que si la fractura causal es un supuesto de caso fortuito,
fuerza mayor o hecho de la propia víctima no se configurará tampoco
ninguna responsabilidad civil, salvo que se trate del supuesto de hecho
determinante de tercero, en cuyo caso dicho tercero será el
responsable civilmente por haber sido el causante del daño.

Asimismo, debe también señalarse en forma expresa que cuando


decimos que la conducta del sujeto que no ha causado el daño debe
denominarse “causa inicial”, no estamos haciendo referencia a que
dicha conducta haya causado algún tipo de daño distinto, sino que la
expresión “causa inicial” debe entenderse en el sentido de conducta
que no ha causado daño alguno, utilizándose la expresión “causa”
justamente para poder distinguirla de la conducta que sí causó el daño
y que se denomina por ello mismo “causa ajena”.

3.2 Concausa

H
abiendo ya precisado el concepto de fractura causal,
corresponde ahora abordar el concepto de concausa, que es
también de fundamental importancia en la aplicación de la
doctrina de la responsabilidad civil extracontractual, a efectos de
entender adecuadamente dicho sistema.

93
Como ya hemos establecido, en los supuestos de fractura causal
se presenta un conflicto entre dos conductas o causas: una que no
causa el daño y otra que sí llega a producirlo. Por el contrario, en los
supuestos de concausa, regulados en el artículo 1973 del Código Civil,
la situación es distinta, por cuanto en este caso el daño siempre es
consecuencia de la conducta del autor, pero con la contribución o
participación de la propia víctima, tratándose de un supuesto
totalmente distinto al de la fractura causal. En tal sentido, el artículo
1973 del Código Civil señala lo siguiente:

“Si la imprudencia sólo hubiere concurrido en la producción


del daño, la indemnización será reducida por el juez, según
las circunstancias.”

En efecto, existe un supuesto de concausa cuando la víctima


contribuye con su propio comportamiento con la conducta del autor a
la realización del daño.

El daño no es consecuencia única y exclusiva de la


conducta del autor, sino que la propia víctima ha contribuido y
colaborado objetivamente a la realización del mismo, el cual no
se hubiera producido de no mediar el comportamiento de la
propia víctima.

Así por ejemplo, si una persona decide practicar el ciclismo en


una autopista y no en pistas especialmente acondicionadas para ello,
no hay duda alguna que existirá concausa en el supuesto que un
conductor de esta vía rápida atropelle al ciclista. No se tratará de un
supuesto de fractura causal por hecho exclusivo de la víctima por
cuanto la conducta de hacer ciclismo en una autopista no es suficiente
o adecuada por sí misma para sufrir un accidente de tránsito, pero sí es
concausa por cuanto con este comportamiento la víctima está
contribuyendo objetivamente a la producción del daño.

Debe señalarse que en los hechos es con mucha frecuencia


bastante difícil distinguir cuándo existe fractura causal y cuándo

94
concausa. El único criterio para diferenciar ambas figuras será el
plantearse la siguiente pregunta: ¿La conducta de la víctima por sí
misma es suficiente para la producción del daño? Si la respuesta es
afirmativa se tratará de fractura causal y si es negativa, será un
supuesto de concausa, por cuanto además de la conducta de la
víctima es necesaria la conducta del autor.

En estos casos de concausa, no se trata de un conflicto entre dos


conductas, a efectos de establecer cuál de ellas ha causado
efectivamente el daño y cuál de ellas no ha llegado a producirlo, sino
que se trata de un supuesto en el cual objetivamente la propia víctima,
queriéndolo o no, colabora o contribuye con su propia conducta a la
realización del daño. Evidentemente, por lo general esta contribución
es producto de un acto de imprudencia de la víctima, como con el
ejemplo de elegir una autopista para practicar el ciclismo. Pero al igual
que lo dijimos para entender las fracturas causales, para poder
entender la concausa es necesario dejar de lado cualquier análisis o
investigación sobre el grado de culpabilidad de la víctima. Lo único
relevante es que la víctima concurre con la conducta del autor a la
realización del daño.

Por ello, el efecto jurídico de la concausa no es la liberación de


responsabilidad civil del autor, sino únicamente una reducción de la
indemnización a cargo del autor en consideración al grado de
participación de la víctima. Reducción de la indemnización que
deberá ser determinada por el juez según las circunstancias de cada
caso concreto en particular, según lo establece expresamente el
artículo 1973 del Código Civil.

3.3 Pluralidad de causas y sus efectos jurídicos

F
inalmente, con relación a los supuestos de concurrencia de
causas, denominado también pluralidad de causas o “coautores”,
es necesario señalar que se trata de los casos en los cuales dos o
más sujetos, mediante una conducta común o a través de conductas
singulares, causan un mismo daño. Es decir, se trata del supuesto en el
cual el daño no es consecuencia de la conducta de un solo sujeto, sino
de la conducta de varios sujetos, obviamente un mínimo de dos, razón
por la cual se hace referencia a este caso no sólo con la expresión

95
“coautores”, sino también con aquellas de concurrencia de causas o
pluralidad de autores o pluralidad de causas, para significar que el
daño es producto de una conducta realizada por varios sujetos o de
conductas singulares que concurren en la producción de un mismo
daño. En todo caso lo fundamental es que se trata de daños causados
por varias personas.

Evidentemente deberá tratarse de un mismo daño, pues si se


tratara de daños distintos, no tendría sentido hablar de pluralidad
autores, sino que se trataría de daños distintos causados por sujetos
distintos. En este sentido, el artículo 1983 del Código Civil señala lo
siguiente:

“Si varios son responsables del daño, responderán


solidariamente. Empero, aquel que pagó la totalidad de la
indemnización puede repetir contra los otros,
correspondiendo al juez fijar la proporción según la
gravedad de la falta de cada uno de los participantes.
Cuando no sea posible discriminar el grado de
responsabilidad de cada uno, la repartición se hará por
partes iguales.”

El efecto jurídico de la pluralidad de autores es que con relación


a la víctima o víctimas, los coautores son solidariamente responsables,
pero en las relaciones internas entres ellos el monto indemnizatorio se
distribuye y se asume en función al distinto grado de participación de
cada uno de ellos en la conducta y en la producción del daño. Ahora
bien, cuando no sea posible discriminar o distinguir el diferente grado
de participación de cada coautor, la indemnización se distribuirá entre
ellos en partes iguales, según lo señala el criterio doctrinario unánime y
el artículo 1983 del Código civil.

Como se podrá observar, en consecuencia, son totalmente


distintos los supuestos de fracturas causales, concausas y pluralidad de
autores, mereciendo cada uno de ellos por esta misma razón una
diferente regulación legal.

AUTOEVALUACION

96
Responda las siguientes preguntas luego de haber concluido el
estudio del quinto capítulo. Luego, encontrará al final del material la
Clave de Respuestas, la misma que le indicará los criterios generales
con que debieron abordarse cada una de las preguntas.

¿ Cuál es el concepto de
concausa?

¿Cuál es el concepto de causa


ajena en responsabilidad
civil?

¿Cuáles son las diferencias


entre el daño moral y el
daño patrimonial?

¿Cuáles son las modalidades de


la reparación en especie?

97
CASO 3

Revise detenidamente el siguiente caso. Conteste las preguntas


que a continuación se presentan y luego confróntelas con la "Hoja de
Criterios para la solución de casos" que el tutor le alcanzará en el
transcurso del programa.

PAGO DE APORTACIONES
Relación causal
IPSS

98
CASO 3:
RUBÉN MANTILLA LLONTOP
CONTRA JACINTO ALLEMANT CARPIO

RESOLUCIÓN

Lima, veintisiete de junio de


mil novecientos setentisiete.-

VISTOS; con el cuaderno de confesión, que se agregará, y la instrucción


seguida contra Jacinto Allemant Carpio por delito de lesiones por negligencia
en agravio de Rubén Mantilla Llontop, ante el Segundo Juzgado de
Instrucción, Secretario Jacinto Figueroa Olaza, que se devolverá; resulta de
autos: que a fojas cuatro, don Rubén Mantilla Llontop interpone demanda en
la vía ordinaria contra don Jacinto Allemant Carpio y contra el Estado -
Ministerio de Salud- para que solidariamente le indemnicen con la suma de
doscientos mil soles por concepto de daños y perjuicios, manifiesta que el
dieciocho de julio de mil novecientos setenticuatro, fue atropellado por el
vehículo de placa de rodaje número trescientos cinco-cuatrocientos noventa
conducido por don Jacinto Allemant Carpio, cuando transitaba con su
motocicleta por la intersección de los Jirones Parodi y San Martín de Porres;
que como consecuencia del accidente fue conducido a la Asistencia
Pública de la Avenida Grau, recibiendo tratamiento por parte del médico de
turno, quien le miró a la ligera la pierna lesionada y procedió a enyesársela;
que a indicación del facultativo regresó el día viernes, quitándole el yeso y él
expresó que la pierna estaba bien y volvió nuevamente a enyesarla que
como aumentaran los dolores que padecía, su padre lo llevó al Hospital Dos
de Mayo donde le dijeron que la pierna estaba gangrenada y que para
salvarle la vida era preciso operarlo de urgencia, como en efecto se hizo
amputándole parte de la pierna; ampara su demanda en los artículos 1144°,
1136° y 1213° del Código Civil; corrido traslado de la demanda, a fojas ocho
el Procurador General de la República contesta la demanda, negándola y
contradiciéndola en los términos que aparecen del escrito de la referencia, y
lo propio hace el co-demandado don Jacinto Allemant Carpio a foja veinte;
recibida la causa a prueba y cumplidos los demás trámites que a su
naturaleza corresponde, ha llegado la oportunidad de pronunciar sentencia;
y CONSIDERANDO: que según se aprecia de los autos que se tienen a la vista,
el Segundo Juzgado de Instrucción de ésta Capital por sentencia corriente a
fojas 77 y 78, ha condenado a Jacinto Allemant Carpio como autor del delito
de lesiones por negligencia en agravio de Rubén Mantilla Llontop a la pena
de seis meses de prisión con el carácter de condicional, al haber establecido
la responsabilidad del condenado en los hechos ocurridos el 18 de julio de

99
1974 en el crucero formado por la Calle San Martín de Porres y la Avenida
Parodi, San Isidro, accidente de tránsito en el que resultó lesionado el actor;
que por consiguiente, el demandado Jacinto Allemant Carpio, debe
responder por los daños ocasionados al demandante en aplicación del
artículo mil ciento treintiséis del Código Civil, aunque la obligación de
repararlos se encuentra disminuida conforme al artículo mil ciento
cuarentiuno del acotado, toda vez que en la propia sentencia glosada, se ha
determinado que el agraviado contribuyó a causar el daño, al estrellarse
contra el parachoques delantero del automóvil que conducía el contrario;
que el monto indemnizatorio deberá fijarse prudencialmente para cuyo
efecto deberá tenerse en cuenta las lesiones sufridas por el demandante y el
desarrollo posterior de éstas dando lugar a la amputación de parte de una de
sus piernas, tal como fluye de los certificados médico-legales de fojas 10, 34 y
57 e historia clínica de fojas 53 de la instrucción acompañada, y de la
documentación corriente de fojas 29 a 94 de ésta causa; que asimismo
deberá tomarse en consideración el mérito de la instrumental de fojas 104 a
175, de fojas 184 a 188, de fojas 235 a 237 y de fojas 248 a 250, así como el
daño moral irrogado; que no ha llegado a determinarse en el curso del
procedimiento que el personal de la Asistencia Pública de Lima hubiera
actuado con negligencia al atender al actor, y que como consecuencia de
ello se le hubiera tenido posteriormente que amputar una de sus
extremidades inferiores; que las conclusiones de la Comisión Investigadora
designada interinamente en las dependencias del Ministerio de Salud, que
obran de fojas 92 a 94, precisan que el actor recibió atención adecuada
dentro de las limitaciones que ofrece la Asistencia Pública de Lima como
Centro de Asistencia y que no es posible determinar exactamente el
mecanismo por el cual se han producido las complicaciones consecuentes a
la fractura, pudiendo haber contribuido en mayor o menor grado la
desvitalización de tejidos por el traumatismo, las alteraciones circulatorias y la
infección; que por consiguiente, en éste extremo la demanda debe
desestimarse; que las demás pruebas actuadas no logran modificar las
consideraciones glosadas; por cuyas razones, de conformidad en parte con lo
dictaminado por el señor Agente Fiscal a fojas 257 y siguientes en aplicación
del artículo 1148° del Código Civil y artículo 338° del Código de
Procedimientos Civiles; FALLO: declarando infundada la demanda de fojas 4
en cuanto se dirige contra el Estado, Ministerio de Salud, y fundada en parte
dicha demanda en su otro extremo, y en consecuencia, que don Jacinto
Allemant Carpio debe abonar al actor por toda indemnización la suma de
130,000.00 soles oro, con deducción de las cantidades consignadas en la
instrucción acompañada que alcanzan a 10,000.00 soles oro; con costas.-

100
Lima, dieciséis de mayo de
mil novecientos setentiocho.-

VISTOS; interviniendo como ponente el señor Sobrevilla; con los


acompañados; y, ATENDIENDO: a que como resulta del propio tenor de la
demanda de fojas 4, la acción indemnizatoria que con ella se persigue se
sustenta en el daño resultante como consecuencia de la atención médica y
consiguiente pérdida de uno de los miembros inferiores del damnificado; a
que siendo ello así, y aun cuando el accidente de tránsito materia del
proceso penal que se tiene a la vista, fué un antecedente, aun cuando no
fué causa verdadera e inmediata del daño causado al actor, la acción
planteada contra don Jacinto Allemant, quien fuera condenado en el
referido proceso penal al pago de la correspondiente reparación civil,
deviene improcedente, máximo si, en primer término, este demandado ya
respondió por los hechos y resultados a él imputados; y, en segundo lugar, no
sólo fué ajeno, sino que no medió nexo de causalidad alguno entre la
atención médica y la consiguiente intervención quirúrgica, efectuada al
demandante, y el obrar o conducta de don Jacinto Allemant; a que los
documentos e instrumental obrante de fojas 29 a fojas 94, deben merituarse
por el Juzgador con el criterio que informa, por extensión, el numeral 504 del
Código de Procedimientos Civiles; a que tal como es de verse de aquella
probanza, el demandante, inmediatamente del accidente de tránsito, fue
objeto de tratamiento en la Asistencia Pública, dependencia del Ministerio
del ramo, y, constatadas que fueron las fracturas óseas correspondientes, fué
enyesado; que, al día siguiente -fojas 30, 32, 35 y otras que es innecesario
anotar- se advirtió cianosis y frialdad en esa extremidad inferior, obligando al
facultativo, a abrir el yeso pero limitándose éste, pese incluso al dolor
acentuado, a dar recetas simplemente calmantes y analgésicos, citando al
actor para una fecha, mediando tales circunstancias, muy dilatada para
cuatro días después, el 23 de julio de 1974; a que, de la misma
documentación en particular de la corriente a fojas 33 y siguientes, aparece
que el agravamiento del cuadro inicial, detectado todavía el día nueve en la
Asistencia Pública, obligó al demandante a acudir el veintidós de ese mes, de
emergencia, al Hospital Dos de Mayo, donde se comprobó, aparte de la
manifiesta cianosis de los dedos, la falta de movilidad y sensibilidad de estos
lo cual era índice de un serio compromiso químico vascular, vale decir grave
defecto de circulación, lo cual pese a los esfuerzos realizados condujo
inevitablemente a la amputación del referido miembro inferior; como puede
advertirse de lo actuado, que fluye de esos documentos, el resultado dañoso
se produjo como consecuencia directa e inmediata de la falta de una

101
verdadera atención y tratamientos médicos en la persona del actor, no
pudiendo ese hecho, real y objetivo enervarse con los resultados de la
investigación practicada como consecuencia de la instrucción corriente a
fojas 76, más aún, sus mismas conclusiones, que se hallan en contradicción de
lo actuado, aparece: primero: que no fue posible determinar las condiciones
en que se ejecutó la cura de la lesión, conclusión inadmisible puesto que es
no sólo de obligación, sino inherente al ejercicio de la profesión médica
frente a una fractura de las características presentadas, adoptar todas las
providencias y las técnicas médicas para solucionar esa situación, y con
mayor razón si se habían presentado signos graves de deficiencia circulatoria
como la cianosis y la frigidez de los dedos que irán en progresión: segundo:
que el paciente recibió una atención adecuada, dentro de las limitaciones
que ofrecía la Asistencia Pública, excusa inaceptable, toda vez que si ese
centro se hallaba, por sus limitaciones, en condición de solucionar debida y
adecuadamente la situación planteada, debió advertirse al paciente de la
gravedad de su situación, o disponer su transferencia a otro centro
hospitalario idóneo, y no recetársele sólo calmantes y analgésicos, a que
consecuentemente, no habiéndose acreditado en autos que la amputación
efectuada al actor hubiese sido resultados de deficiencias orgánicas,
alteraciones patológicas o de ser consecuencia de elementos constitutivos o
funcionales, sino por el contrario grave negligencia en la atención médica
inicial de las serias lesiones que le habían inferido, la demanda planteada
contra el Estado resulta procedente: REVOCARON la sentencia apelada de
fojas 271, su fecha 27 de Junio del año próximo pasado, que declara
infundada la demanda respecto del Estado y fundada en parte contra don
Jacinto Allemant Carpio; DECLARARON infundada en todas sus partes la
demanda contra Jacinto Allemant y fundada en parte en relación del Estado;
y que, en consecuencia, el Estado debe abonar, por toda indemnización en
favor de don Rubén Mantilla Llontop, la suma de 150,000.00 soles oro; y les
devolvieron.- Entre líneas; la, tales, que irán en progresión de; VALE.-

Lima, trece de setiembre de


mil novecientos setentiocho.-

VISTOS; y CONSIDERANDO: que el demandante ha interpuesto recurso de


nulidad sólo en cuanto al monto asignado a la indemnización; que dicho
monto debe regularse prudencialmente tomándose en cuenta la naturaleza y
gravedad de las lesiones causadas al demandante, así como las
circunstancias de su producción; y de conformidad con los artículos 1136° y
1148° del Código Civil; declararon HABER NULIDAD en la sentencia de vista de
fojas 289, su fecha 16 de mayo del año en curso, en cuanto revocando la

102
apelada de fojas 261, fecha el 27 de junio del próximo pasado, señala en
150,000.00 soles oro el monto a pagarse por concepto de indemnización;
reformando 1a y primera y revocando la segunda en ese extremo: FIJARON en
200,000.00 la suma que deberá abonarse por el concepto indicado;
declararon NO HABER NULIDAD en lo demás que contiene y es materia del
recurso; en los seguidos por don Rubén Mantilla Llontop con don Jacinto
Allemant Carpio y otro; y lo devolvieron.

103
PREGUNTAS GUIA PARA
EL ANÁLISIS DEL CASO 3

¿Se presentan en el expediente los


supuestos de la responsabilidad civil
indirecta por hecho de los
dependientes?

¿Existe un supuesto de concausa o de


pluralidad de causas?

3. ¿La responsabilidad civil que se


demanda es contractual o extracontractual?

¿Se ha presentado en el expediente un


supuesto de pluralidad de causas?

104
CASO 4

Revise detenidamente el siguiente caso. Conteste las preguntas


que a continuación se presentan y luego confróntelas con la "Hoja de
Criterios para la solución de casos" que el tutor le alcanzará en el
transcurso del programa.

PAGO DE APORTACIONES
Temas de
IPSS
responsabilidad civil

105
CASO 4
VÍCTOR PEREZ BARDALES CONTRA
JULIO BENAVIDES SALOMÓN
Y MAX LUNA BUSTAMANTE.

Exp. 495-82
Resolución Nº 52

Lima, veintidós de abril de


mil novecientos ochentitrés.

VISTOS; consta de autos que mediante su escrito de fojas 4, don Víctor


Pérez Bardales, en vía ordinaria interpone demanda contra don Julio
Benavides Salomón y don Max Luna Bustamante, para que solidaria y
mancomunadamente le paguen la suma de veinticinco millones de soles por
daños y perjuicios; funda su demanda en que es graduado como ingeniero
químico en la Universidad Nacional de Ingeniería y como contador público y
economista en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en el ejercicio
de dichas profesiones labora en el Fuero de Comunidades Laborales en
calidad de Ingeniero Perito, así como profesor Asociado en el Departamento
de Economía de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y finalmente
como profesor Asociado de la Universidad Tecnológica de Huacho,
reportándole ingresos suficientes para pagar los estudios escolares y
universitarios de sus hijos y subvenir sus necesidades básicas, así como de su
familia; es el caso que el día 25 de noviembre de 1977, luego de dictar sus
clases en la Universidad de Huacho regresaba a Lima como pasajero del
automóvil marca Volskwagen conducido por Max Luna Bustamante siguiendo
la ruta conocida como Panamericana Norte, aproximadamente a las cuatro y
treinta de la madrugada dicho automóvil colisionó a la altura del llamado
Puente Trompeta con el automóvil de placa de rodaje Nº EI-7397 conducido
por Julio Benavides Salomón que circulaba en sentido contrario, además se
encontraba en estado de ebriedad y había invadido el carril contrario según
informe de la policía; al producirse la colisión sufrió un golpe en la cabeza;
aparte de otras contusiones, que le privó del conocimiento por largo tiempo,
siendo hospitalizado para continuar su tratamiento tanto en el Hospital
Central Nº 2 del Seguro Social, como en los servicios especializados del
Hospital Militar, finalmente se ha establecido el diagnóstico definitivo por el
que se le ha indicado que padece de hemiparesia, hemianestesia derecha y
que en opinión de los médicos del Seguro Social, resulta que es un inválido
total y definitivo, absolutamente incapacitado para trabajar como
consecuencia del accidente de tránsito, sin poder, desde el 25 de noviembre

106
de 1977, ejercer su profesión ni desarrollar sus labores en el Fuero de
Comunidades Laborales ni en el Programa Académico de Economía de la
Universidad Nacional de San Marcos, ni dictar clases en la Universidad de
Huacho, se ha visto privado de sus ingresos por concepto de honorarios
profesionales y otras asignaciones, su familia se ha visto igualmente privada
de los ingresos económicos, teniendo que interrumpir sus estudios y verse
sometidos a apremios económicos sumamente graves que, en la práctica,
provoca una grave crisis moral y material; que asimismo no puede cumplir con
sus obligaciones como padre de familia y los demandados en ningún
momento han mostrado el más mínimo interés por las nefastas consecuencias
derivadas de su imprudencia, ha existido total y completo olvido de sus
responsabilidades y que por ello y otras razones no es exagerada la suma que
demanda por pago de daños y perjuicios. Admitida la demanda por auto de
fojas 7, notificado al demandado Max Luna Bustamante a fojas 24
contestando la demanda, la niega y contradice, argumentado que por
razones de trabajo como profesores de la Universidad de Huacho han
cultivado sincera amistad, real y efectivamente el veinticinco de noviembre
de mil novecientos setentisiete lo acompañó como lo hacía en otras
oportunidades, en el viaje de regreso conjuntamente con el profesor Antonio
Torres Zavala, cuando después de ciento cuarentisiete kilómetros de
recorrido, a la altura de la Municipalidad de San Martín de Porras, su vehículo
fue embestido por el otro que conducía su co-demandado que venía sin
luces en su carril, provocándose un violento choque, dejando como saldo
heridos a los dos profesores mencionados, con la ayuda de otro
acompañante prestaron auxilio al demandante y con un patrullero policial se
le condujo al Hospital del Empleado, que en su propósito de ayudar al actor
denunció el hecho a la Compañía Popular y Porvenir de Seguros para que
continuaran asistiendo al profesor, que la responsabilidad absoluta y exclusiva
es del vehículo que venía en sentido contrario, no existiendo responsabilidad
civil no es procedente el pago de indemnización demandada, no obstante lo
cual ha ayudado además al profesor Pérez para que de la Universidad
perciba al máximo su remuneración. Regularizado el procedimiento por auto
de vista de fojas ciento cincuentisiete, a fojas ciento sesenticuatro, se dió por
absuelta la demanda en rebeldía del demandado Julio Benavides Salomón;
abierta la causa a prueba a fojas ciento sesenticuatro las partes durante el
probatorio no han ofrecido ni presentado ninguna, con excepción de las
instrumentales de fojas treintisiete, cuarenta, cuarenticinco del cuarentiséis al
sesentiuno, la confesión expresa de los demandados conforme a los pliegos
de fojas setentiséis y ochenta, la instrumental de fojas ciento ochentiséis que
no han sido afectadas por la nulidad de actuados y de oficio ha demandado
el informe agregado de fojas ciento noventa a ciento noventidós; emitido el

107
alegato del demandante a fojas ciento setentisiete a fojas ciento setentiuno
el demandado don Julio Benavides Salomón deduce excepción de
prescripción, la misma que es absuelta en los términos del escrito de fojas
ciento setentiséis; a fojas ciento setentinueve se ordenó dejarse autos para
sentenciar; y; CONSIDERANDO; Que, esta acción indemnizatoria se dirige
contra los demandados Julio Benavides Salomón y Max Luna Bustamante,
para que en forma solidaria y mancomunada por los daños y perjuicios de
orden material y moral que le han irrogado al demandante don Víctor Pérez
Bardales le paguen la suma de veinticinco millones de soles como
consecuencia del accidente de tránsito; Que, como consta de la
certificación policial de fojas treintisiete, con fecha veinticinco de noviembre
de mil novecientos setentisiete, se produjo un accidente de tránsito con
lesiones entre el automóvil JI-nueve mil trescientos sesentiocho conducido por
el demandado Getulio Max Luna Bustamante y el automóvil El-siete mil
trescientos noventisiete manejado por su co-demandado Julio Benavides
Salomón, en las circunstancias que se detallan en el Parte Policial, de cuyo
evento resultó con lesiones el demandante don Víctor Pérez Bardales, quien
fue conducido al Hospital del Rímac; Que evidentemente, tal como se
desprende del mismo Parte Policial, dicho accidente se ocasionó debido a la
negligencia del demandado Julio Benavides Salomón, quien aparte de haber
invadido el carril contrario, se encontraba con síntomas de ebriedad, como se
refiere en el mismo informe policial que se remite a los resultados del dosaje
etílico; Que sin embargo, la responsabilidad también alcanza al otro
demandado Max Luna Bustamante, quien ha cometido infracciones
sancionadas por el Reglamento de Tránsito al conducir negligentemente
el vehículo en el cual viajaba el demandante, quien no obstante, que en el
Parte Policial resulta que se retiró con aparentes lesiones leves del Hospital del
Rimac a su domicilio, sin embargo de los instrumentos de fojas 40 vuelta, 190 y
191, se desprende que el actor fue atendido en el Hospital Central N° 2 a
consecuencia del accidente, quedando internado hasta el dos de diciembre
de dicho año, es decir por espacio de siete días; por lo que es pertinente
amparar la demanda, de conformidad con lo previsto en el artículo 1136° del
Código Civil; Que la suma indemnizatoria debe fijarse en forma prudencial,
teniendo en cuenta no únicamente las característias del accidente, sino la
edad, el status social del demandante, quien era profesor de la Universidad
Mayor de San Marcos y Jefe de la Unidad de Personal de Fuero Privativo de
Comunidades Laborales, como lo certifican los instrumentos de fojas 45 y 79;
asimismo sus obligaciones familiares, pues todos sus hijos cursan estudios tres
de ellos en nivel universitario como consta de las certificaciones de fojas 98,
99 y 100 y dos de ellos a nivel secundario como aparecen de los instrumentos
de fojas 101 y 102; Que asimismo, debe tenerse en consideración que como

108
secuela de accidente el demandante, Víctor Pérez Bardales ha quedado
inválido, como consta del informe médico de fojas 43 vuelta y ser revaludado
en un año por padecer de hemipar y hemianestesia derecho y hemiataxia
izquierda, en mérito de dicho informe el Instituto de Seguridad Social le ha
otorgado pensión de invalidez y prorrogable por cinco años, conforme consta
de la resolución que en fotocopia legalizada obra inserta a fojas 186; Que si
bien es cierto que la responsabilidad es de ambos conductores, no menos
cierto es que de autos no consta o no se ha probado que el demandado Max
Luna Bustamante haya sido contratado como chofer para conducir
exprofesamente al demandante a la ciudad de Lima y más bien de la
contestación a la demanda a fojas 24 se colige que son colegas; hecho que
no ha sido desmentido por el actor, circunstancia que atenúa, en cierto
modo, su responsabilidad, pero que indudablemente no la eximine; Que
estando a lo predicho el pago indemnizatorio debe fijarse proporcionalmente
a la gravedad de la falta o imprudencia de cada uno, conforme lo previene
el artículo 1147° del Código Civil; Que igualmente es menester tener en
cuenta que el monto indemnizatorio a señalarse debe tener en cuenta que el
demandante ha sido declarado inválido permanente, sino por cinco años,
cosa que ya se dejó referido, no obstante lo cual se le ha inferido daños
materiales y de índole moral, que la familia ha quedado transitoriamente
en desamparo, como se desprende de la pensión de invalidez ya referida,
hecho que tampoco los libera de responsabilidad a los demandados de
reparar los daños ocasionados; Que la excepción de prescripción deducida
por el demandado Benavides Salomón en su escrito de fojas 171 vuelta, debe
declararse sin lugar, por cuanto de autos consta que la demanda ha sido
interpuesta dentro del término de ley que señala el inciso sexto del artículo
1178° del Código Civil, pues el accidente se produjo el 25 de noviembre de
1977 y la demanda fue admitida a trámite el 14 de noviembre de 1979 y dos
días después notificada a las partes; y su alegación de que fue notificada dos
años y seis meses después no es válida si se tiene en consideración lo
expresamente previsto para estos casos en el artículo 161° del Código de
Procedimientos Civiles; pues aparece que la notificación con la demanda se
hizo en su domicilio y la recepcionó y luego devolvió su cónyuge, con el
escrito de fojas 19; Que por todo lo glosado, lo prescrito en el artículo 1136°
del Código Civil, administrando justicia a nombre de la nación.

FALLO: Declarando infundada la excepción de prescripción deducida a


fojas 16 vuelta; y fundada en parte la demanda incoada a fojas 4; en
consecuencia, don Julio Benavides Salomón debe indemnizar al demandante
don Víctor Pérez Bardales, con el pago de dos millones de soles y su co-

109
demandado Max Getulio Luna Bustamante con la suma de un millón de soles
por concepto de daños y perjuicios; con costas.

Lima, veintinueve de diciembre de mil


novecientos ochentitrés

VISTOS; interviniendo como Vocal ponente la Doctora Landa Zapatero;


con la instrumental presentada en esta Instancia; por sus fundamentos y
CONSIDERANDO - además - que como aparece a fojas 7 vuelta, el co-
demandado Julio Benavides Salomón fue notificado en la forma legal
correspondiente en su domicilio habitual en esta Ciudad; como lo dispone el
artículo 144° del Código de Procedimientos Civiles, interrumpiéndose con ello
el plazo de prescripción; que la nulidad declarada por esta Sala a fojas 147 a
fin de que se le volviera a notificar con el admisorio, tuvo por objeto como se
indica en ella no privarse al demandado del derecho de defensa, el que no
podía ejercer por encontrarse fuera del país, más de ninguna manera permitir
que siguiera corriendo el plazo para la prescripción; que ésta se produce en
base a la presunción de abandono hecha por el acreedor de su crédito, es
decir, cuando no demuestra su voluntad de mantener su derecho; que con la
demanda interpuesta por don Víctor Pérez Bardales, éste ha demostrado su
voluntad de cobrar la indemnización que le correspondía, notificándose con
ella a los demandados antes que se venciera el plazo de prescripción; que
con los certificados de descanso médico que corren de fojas 46 a fojas 53, e
informe de fojas 190, se ha acreditado que el accidente automovilístico que
se produjo entre los vehículos manejados por los demandados ocasionó que
el actor tuviera que solicitar descanso continuado por más de un año,
habiéndosele considerado inválido, como aparece del documento de fojas
43 vuelta: CONFIRMARON la sentencia de fojas 195 su fecha 22 de abril último,
que declara fundada la parte de la demanda indicada a fojas 4 y ordena
que don Julio Benavides Salomón debe indemnizar al demandado don Víctor
Pérez Bardales con el pago de dos millones de soles y su co-demandado don
Max Getulio Luna Bustamante con la suma de un millón de soles oro; con lo
demás que contiene; y los devolvieron.- Entre líneas; que se produjo entre los
vehículos manejados por los demandados.

110
PREGUNTAS GUIA PARA
EL ANÁLISIS DEL CASO 4

¿Se ha acreditado la relación de


causalidad entre el accidente de
tránsito y el daño producido a la
víctima?

2. ¿Se ha presentado algún


supuesto de fractura causal o de concausa?

¿Se trata de un supuesto de pluralidad de


causas?

¿La responsabilidad civil de Max Luna


Bustamante es contractual o
extracontractual?

¿Se han acreditado en el expediente los


daños patrimoniales y los daños
extrapatrimoniales?

6. ¿Cuál es su opinión sobre el


caso?

111
CAPITULO 6

LOS FACTORES DE ATRIBUCIÓN Y LOS SISTEMAS DE


RESPONSABILIDAD CIVIL EXTRACONTRACTUAL

Otro de los requisitos de la responsabilidad civil


extracontractual, lo constituyen los factores de atribución,
al que dedicaremos las siguientes páginas.

Veremos las principales características de los facrores de


atribución tanto subjetivos como objetivos, así como la
noción de culpa y el sistema subjetivo de responsabilidad
civil.

Terminaremos aludiendo al riesgo creado dentro del


Código Civil peruano.

1. INTRODUCCION

112
C
omo ya lo hemos explicado en los puntos anteriores, para que
se configure un supuesto de responsabilidad civil
extracontractual es necesaria la concurrencia de determinados
requisitos: la conducta antijurídica del autor o coautores, el daño
causado a la víctima o víctimas, la relación de causalidad y finalmente
los factores de atribución.

Responsabilidad Civil

Antijuridicida Relación de
d causalidad

Daño Factores de
causado Requisitos atribución

Habiendo examinado ya los tres primeros, corresponde analizar el


relativo a los diferentes factores de atribución necesarios para la
existencia de un supuesto de responsabilidad civil extracontractual y
consiguientemente para el nacimiento de la obligación legal de
indemnizar a la víctima.

2. FACTORES DE ATRIBUCIÓN SUBJETIVOS Y OBJETIVOS

E
l mejor camino para comprender la temática de los factores de
atribución -nos parece- es el indicar en primer lugar que hay dos
sistemas de responsabilidad civil extracontractual en la legislación
comparada y en la doctrina universal y también en el Código Civil
peruano: el sistema subjetivo y el sistema objetivo, cada uno de ellos
construido o fundamentado sobre diferentes factores de atribución. Por
ello los factores de atribución de los sistemas subjetivos reciben también
la calificación de factores de atribución subjetivos y los

113
correspondientes a los factores de atribución de los sistemas objetivos
merecen la calificación de factores de atribución objetivos.

Factores de Atribución

Subjetivos Objetivos

Culpa del autor Riesgo creado

En el Código Civil peruano el sistema subjetivo de responsabilidad


civil extracontractual se encuentra regulado en el artículo 1969, cuyo
texto señala lo siguiente:

“Aquel que por dolo o culpa causa un daño a otro está


obligado a indemnizarlo. El descargo por falta de dolo o
culpa corresponde a su autor.”

El sistema objetivo se encuentra incorporado en el artículo 1970,


cuyo texto señala lo siguiente:

“Aquel que mediante un bien riesgoso o peligroso, o por el


ejercicio de una actividad riesgosa o peligrosa, causa un
daño a otro, está obligado a repararlo.”

Como se podrá apreciar fácilmente, el sistema subjetivo de


responsabilidad civil se construye sobre la culpa del autor,
constituyendo ella el factor de atribución subjetivo. Obviamente culpa
en sentido amplio que comprende tanto la negligencia o imprudencia
como el dolo es decir el ánimo deliberado de causar daño a la víctima.
Por otro lado, el sistema objetivo se construye sobre la noción de riesgo
creado, constituyendo esta noción de riesgo el factor de atribución
objetivo.

114
2.1 La noción de culpa

Pues bien, la noción de culpa exige no sólo que se haya


causado un daño a la víctima, sino que el mismo sea consecuencia del
dolo o la culpa del autor, pues caso contrario por más que se
acreditara el daño y la relación causal, no habría responsabilidad civil
extracontractual del autor. La culpa es pues el fundamento del sistema
subjetivo de responsabilidad civil y es por ello que dicha exigencia fluye
claramente del artículo 1969 antes anotado. Sin embargo, ante la
dificultad de probar en muchos casos la culpa del autor, es decir, dado
lo difícil que es conocer el aspecto subjetivo del autor, la doctrina
moderna, y en tal sentido nuestro Código Civil, ha considerado que es
conveniente establecer presunciones de culpabilidad, invirtiendo la
carga de la prueba, de modo tal que la víctima ya no estará obligada
a demostrar la culpa del autor, lo cual es por regla general bastante
difícil, sino que corresponderá al autor del daño demostrar su ausencia
de culpa. Esta inversión de la carga de la prueba y correlativa
presunción de culpabilidad del autor en el sistema subjetivo de
responsabilidad civil extracontractual en el sistema legal peruano, fluye
claramente del mismo artículo 1969, cuando dispone: “el descargo por
falta de dolo o culpa corresponde a su autor”, lo que significa
nítidamente que se presume la culpa del autor del daño causado.

Conviene precisar que este artículo contiene un gravísimo


error de redacción, por cuanto no puede interpretarse, como lo
señala literalmente el artículo, que se presuma el dolo del autor,
solamente se presume la culpa y en tal sentido debe entenderse
el significado del mismo.

Con esta inversión de la carga de la prueba de la culpabilidad, lo


que se logra es favorecer a las víctimas, por cuanto se les libera de la
tarea de demostrar la culpabilidad del autor, pues el mismo se presume
culpable, correspondiéndole en todo caso a él probar su ausencia de
culpa, a fin de poder liberarse de responsabilidad civil extracontractual.

115
En el caso del sistema objetivo de responsabilidad, como ya lo
hemos indicado, está construido sobre la base de la noción de riesgo
creado, que constituye el factor objetivo de atribución de
responsabilidad.

Ahora bien, ¿Qué debemos entender por riesgo creado?. La


mejor manera de responder esta interrogante es planteando la
siguiente reflexión: Como todos sabemos, en nuestros días, en la mayor
parte de sociedades y Estados los seres humanos
vivimos en permanente relación con productos
elaborados, maquinarias, tecnología, artefactos e
instrumentos, actividades industriales y comerciales
en gran escala. Cada vez son más los
instrumentos, equipos y artefactos tecnológicos
que “invaden” nuestra vida diaria. En el Perú actual, por ejemplo, se ha
extendido considerablemente el uso de teléfonos celulares y
computadores, entre otros bienes de la vida moderna, habiéndose
incrementado en los últimos años el uso de vehículos particulares, con el
consiguiente crecimiento muchas veces desmedido en algunas
ciudades peruanas del parque automotor. Además que la mayor parte
de productos de uso diario o permanente que se utilizan en la mayor
parte de la sociedad peruana, importados o nacionales, son productos
elaborados y adquiridos a través de la cadena de distribución y
comercialización de la vida moderna. Pues bien, para nadie es
novedad que gran parte de esta tecnología moderna y de productos
implican muchos riesgos para la salud y la seguridad de los
consumidores, incrementando las posibilidades de daños causados en
la realidad peruana. Frente a esta explosión y uso constante de
tecnología moderna y de productos elaborados, la doctrina y los
sistemas de responsabilidad civil extracontractual, no podían
permanecer inactivos, sobre todo dada la gran cantidad de nuevos
daños que supone el uso constante de dicha tecnología.

Ante esta nueva situación que plantea la vida moderna la


doctrina se planteó la siguiente interrogante ¿Es suficiente el sistema
subjetivo fundamentado en la noción de culpa del autor para lograr
que los nuevos daños que se presentan en la vida actual sean
indemnizados adecuadamente? La respuesta fue negativa, por cuanto
existió el convencimiento que si fuera necesario fundamentar la
responsabilidad civil por los nuevos daños en la culpa del autor, aún

116
cuando se invirtiera la carga de la prueba, existiría siempre la
posibilidad de liberarse de responsabilidad civil por esos nuevos daños.

Considerándose conveniente en todo caso favorecer la


situación de las víctimas, haciendo más sencillo el establecer un
supuesto de responsabilidad civil extracontractual, sin necesidad
de hacer referencia alguna a la culpa o ausencia de culpa del
autor. Con dicho fin, se elaboró la noción de riesgo creado, que
ahora se encuentra consagrada legalmente en el artículo 1970
antes anotado.

2.2 El riesgo creado dentro del Código Civil peruano

E
l significado de esta noción de riesgo creado es el siguiente: todos
los bienes y actividades que se utilizan en la vida moderna para la
satisfacción de las diferentes necesidades existentes suponen un
riesgo ordinario o común para las personas. Sin embargo, existen
también, y cada vez en mayor número, bienes y actividades que
significan un riesgo adicional al ordinario, tales como: los automotores,
los artefactos eléctricos, las cocinas a gas, ascensores, los diferentes
tipos de armas de fuego, escaleras mecánicas, los insecticidas,
productos químicos para la limpieza, los medicamentos, los productos
enlatados, las actividades industriales, etc.. Para todo este tipo de
bienes y actividades no será necesario examinar la culpabilidad del
autor, pues deberá bastar con acreditar el daño causado, la relación
de causalidad y que se ha tratado de un daño producido mediante un
bien o actividad que supone un riesgo adicional al ordinario y común y
que por ello mismo merecen la calificación de “riesgosos”.

117
Haya sido el autor culpable o no, será igualmente
responsable por haber causado el daño mediante una actividad
riesgosa o peligrosa. El factor de atribución no es pues la culpa
del autor, sino el riesgo creado en el sentido antes mencionado.

Como se podrá comprender con facilidad, dentro de los sistemas


objetivos, la ausencia de culpa no sirve como mecanismo liberador de
responsabilidad civil, adquiriendo por el contrario importancia
fundamental la noción de causa ajena o fractura causal que
examinamos en su oportunidad.

Conviene precisar que el sistema objetivo de responsabilidad no


entiende ni pretende que en los casos de daños causados a través de
bienes o actividades riesgosas, no exista culpa del autor, pues ello sería
absurdo e irreal. Lo único que se pretende es hacer total abstracción de
la culpa o ausencia de culpa del autor, de modo tal que la existencia
de culpa o no sea totalmente intrascendente para la configuración de
un supuesto de responsabilidad civil extracontractual, debiendo
acreditarse además de la relación causal, la calidad del bien o
actividad como una riesgosa. Tal es el significado de la noción de
riesgo creado consagrado legalmente como factor de atribución
objetivo en el artículo 1970 del Código Civil.

3. A MANERA DE COROLARIO

C
onsiguientemente, para daños causados mediante bienes o
actividades que suponen un riesgo común y ordinario se debe
utilizar el sistema subjetivo y para aquellos causados mediante
bienes y actividades que suponen un riesgo adicional al ordinario se
deberá utilizar el sistema objetivo.

118
El sistema subjetivo permite utilizar la ausencia de culpa y la
fractura causal como mecanismo liberador de responsabilidad
civil, mientras que el sistema objetivo permite utilizar únicamente
la fractura causal, por supuesto siempre y cuando los daños se
encuentren debidamente acreditados, por cuanto si no hay
daño, no existe responsabilidad civil de ninguna clase.

Como es también evidente en ambos sistemas, se aplican


también las figuras de la concausa y la pluralidad de autores con sus
diferentes consecuencias jurídicas, según hemos examinado
anteriormente.

Conviene destacar también que ambos sistemas de


responsabilidad civil no son contradictorios ni contrapuestos entre sí,
sino que por el contrario son complementarios, siendo perfectamente
coherente su consagración legal en el sistema legal peruano.

Finalmente, debemos tener en consideración que la calificación


de un bien o actividad como riesgosa o peligrosa no depende de las
circunstancias de un caso concreto en particular, pues de ser así
cualquier bien o actividad podría ser considerada como riesgosa; por
ejemplo, un tenedor de mesa no puede ser considerado riesgoso si por
circunstancias de su uso anormal es utilizado para matar a una persona.

Dicha calificación depende del riesgo que supone el uso


socialmente aceptado del bien o actividad de que se trate,
siempre y cuando su uso o realización normal y cotidiana
suponga un riesgo adicional al común y ordinario para todos los
demás, como sucede, por ejemplo, con los automotores y armas
de fuego.

119
AUTOEVALUACION

Responda las siguientes preguntas luego de haber concluido el


estudio del sexto capítulo. Luego, encontrará al final del material la
Clave de Respuestas, la misma que le indicará los criterios generales
con que debieron abordarse cada una de las preguntas.

¿Qué sistema de
responsabilidad civil
extracontractual recoge
nuestro Código Civil?

¿Cuál es el fundamento de la
obligación de indemnizar
en el caso de daños
causados por actividades
riesgosas?

¿Por qué se dice actualmente


que debe atenderse el
daño injustamente
causado?

¿Cuál es el fundamento de la
responsabilidad civil
extracontractual indirecta o
por el hecho del otro?

120
CASO 5

Revise detenidamente el siguiente caso. Conteste las preguntas


que a continuación se presentan y luego confróntelas con la "Hoja de
Criterios para la solución de casos" que el tutor le alcanzará en el
transcurso del programa.

PAGO DE APORTACIONES
Temas de
IPSS
responsabilidad civil

121
CASO 5:
RICARDO MORALES BARTURÉN
CONTRA BANCO HIPOTECARIO DEL PERÚ

Resolución número dieciocho.-


“Chiclayo, quince de diciembre de
mil novecientos ochentiocho.-

VISTOS; con el incidente de prueba confesional, resulta de autos, a fojas


dos, Ricardo Morales Barturén interpone demanda en la vía ordinaria contra
Banco Hipotecario del Perú, Sucursal Chiclayo, a fin de que le abone por
concepto de daños y perjuicios la suma de mil millones de intis; apoya su
acción en los hechos y razones que expone, siendo los fundamentos de
derecho los artículos 1969°, 1978°, 1982°, 1984° y 1985° del Código Civil.
Corrido traslado de la demanda, por escrito de fojas 10 la parte demandada
absuelve el trámite en forma negativa, y deduce la excepción de
prescripción amparándose en el inciso cuarto del artículo 2001° del Código
acotado. Recibida la causa a prueba se han actuado las que aparecen de
autos. Sustanciada la causa conforme a su naturaleza corresponde ha
llegado la oportunidad de pronunciar sentencia; CONSIDERANDO: Primero.-
Que como es de verse de los acompañados remitidos por el Segundo
Juzgado de Instrucción en la Instrucción Nº 138-86, según sentencia de fojas
859 a 873, resulta en última instancia a fojas 872, se dispuso reservar el proceso
del actor cuya denuncia por estafa y apropiación ilícita fuera interpuesta
ante la Fiscalía por el representante del Banco Hipotecario contra Ricardo Paz
Lava y los que resulten responsables; asimismo, aparece del acompañado a
fojas 1377 a 1378 se absuelve al demandante; estas denuncias penales tienen
su origen en los actuados administrativos por el Banco emplazado que
aparecen en cinco folders acompañados, y en el signado con el número dos
contiene el informe número 915-84-BCH de fecha 4 de junio de 1984 que en la
cuarta conclusión de fojas 25 de este folder se indica estar probada la
responsabilidad del demandante Ricardo Morales Barturén encargado de la
sección de créditos, corroborando con el folder número 4 a fojas 5 sobre las
recomendaciones para sancionar al demandante el que tiene fecha dos de
julio de 1984; acto seguido la entidad demandada con fecha 6 de julio del
mismo año 1984 le cursa carta de despido del trabajo, como es de verse de
dicha carta que corre a fojas 10 del expediente acompañado número 138-86,
considerándose estas imputaciones de culpa los elementos determinantes de
los daños y perjuicios demandados, los mismos que han sido publicitados los
procesos penales en los diarios La Industria y El Ciclón de esta ciudad como es

122
de verse de fojas 62 a 66 de autos, y que indudablemente deben ser
indemnizados; Segundo.- En principio, la responsabilidad es general, se
produce por todo hecho que cause daño y lesione un interés legítimamente
protegido; surgiendo la culpa cuando la crítica se aparta de su verdadero
sentido y tiene un carácter apasionado, superfino, revelando hechos
desfavorables de la vida de una persona o de su trabajo, que actúa en el
escenario público; se lesiona la salud que tiene repercusiones sobre la vida, el
bienestar del individuo, y el círculo familiar que lo rodea, por lo que en
aplicación de lo dispuesto en el artículo 1969° del Código Civil aquél que por
dolo o culpa cause un daño a otro está obligado a indemnizarlo; asimismo lo
dispuesto en el artículo 1982° del Código Civil corresponde exigir
indemnización de daños y perjuicios contra quien, a sabiendas de la falsedad
de la imputación o la ausencia de motivo razonable denuncia ante la
autoridad competente a alguna persona atribuyéndole la comisión de un
hecho punible, que al haberse investigado penalmente las imputaciones
administrativas contra el demandante, en el que no se halla responsabilidad
es procedente amparar la demanda en la forma que establece la primera
parte del artículo 1985 del Código Civil; Tercero.- Que la excepción de
prescripción deducida por la entidad demandada en el primer otrosí de su
escrito de fojas 10 a 11 deviene en improcedente, por cuanto no es de
aplicación lo dispuesto en el artículo 2001° inciso 4º del Código Civil, si como
es de verse con los acompañados sobre proceso penal ésta se ha
interrumpido como alega el demandante, interrupción que tiene apoyatura
legal en lo dispuesto en el artículo 1996° inciso 3º y artículo 1999° del Código
acotado; que en contrario, al haber iniciado el trámite del proceso penal y
accionar indemnización, hubiera dado lugar a alguna excepción hasta la
conclusión; Cuarto.- Que el demandante ha probado los hechos alegados en
su demanda conforme lo establece el artículo 337° del Código de
Procedimientos Civiles; Estando a los fundamentos expuestos y lo que fluye de
autos. Administrando Justicia a nombre de la Nación. FALLO: declarando
fundada - en parte - la demanda de fojas 2 a 6; improcedente la excepción
de prescripción; y en consecuencia, ordeno que la entidad demandada el
Banco Hipotecario del Perú, Sucursal Chiclayo, indemnice por los conceptos
demandados al actor Ricardo Morales Barturén, la suma de quinientos mil
intis, consentida o ejecutoriada que sea la presente resolución; con costas.
T.R.

123
Expediente Nº 107-89
Vocal Ponente: Señor BECERRA BARRANTES
Resolución número: veintinueve
Chiclayo, treintiuno de marzo de
mil novecientos ochentinueve.-

VISTOS: oído el informe solicitado y la réplica; con los acompañados; por


sus fundamentos pertinentes y, considerando: que, en aplicación de lo
prevenido por el artículo 1982° del Código Civil, son indemnizables los daños y
perjuicios ocasionados por la denuncia ante autoridad competente,
atribuyendo a una persona la comisión de un hecho punible, cuando dicha
denuncia se ha formulado a sabiendas de la falsedad de la imputación o de
la ausencia de motivo razonable; que, en el caso de autos, no se da ninguno
de los dos presupuestos enunciados, pues no se trato de hecho delictuoso
inventado, todo lo contrario, la entidad agraviada denunció la comisión de
hechos reales perpetrados sistemáticamente en detrimento de su patrimonio
y, por lo mismo, en ese accionar estaría comprendido también el motivo
razonable que sirviera de basamento para la interposición de la denuncia
ante el representante del Ministerio Público; que, el dispositivo legal
anteriormente mencionado, está inmerso en el concepto subjetivo de la
culpa, según el cual quien, en forma consciente y voluntaria, lesiona la esfera
jurídica del derecho ajeno, está en la obligación de indemnizar los daños que
le haya ocasionado, situación que no ha mediado en lo referente a la
demandada; que a mayor abundamiento, debe tenerse presente que no hay
responsabilidad cuando los hechos se han cometido en el ejercicio regular de
un derecho, a tenor de lo reglado por el artículo 1961° inciso 1º del acotado
Código Civil, mucho más si la denuncia ante el Ministerio Público se interpuso
sólo contra Ricardo Paz Alva y los que resulten responsables, como es de verse
a fojas 2 de la instrucción acompañada, y la absolución del demandante por
el Tribunal se centró en el principio jurídico universalmente aceptado del
indubio pro reo que entre nosotros tiene categoría constitucional, como
igualmente es de verse a fojas 1377 de la instrucción en referencia; que, por
otro lado, no tiene asidero la excepción de prescripción deducida a fojas 11
por la demandada, por cuanto la prescripción comienza a correr el día en
que la acción pueda ejercitarse, estando a lo previsto en el numeral 1993 del
cuerpo de leyes citado; que, en los de materia, se entiende que el momento
de ejercitar la acción iniciada, estuvo a merced de los resultados del proceso
penal; CONFIRMARON la sentencia apelada de fojas 87, su fecha 15 de
diciembre último, en el extremo que declara improcedente la excepción de

124
prescripción deducida en el otrosí del escrito de contestación a la demanda;
REVOCARON la misma en cuanto declara fundada, en parte, la demanda y
ordena que la entidad demandada indemnice al actor Ricardo Morales
Barturén, hasta por la cantidad de quinientos mil intis, acerca de los
conceptos demandados; DECLARARON infundada dicha demanda por
improbada; sin costas; y los devolvieron.- Interviene el señor Lara Benavides
por vacaciones del Vocal Titular señor Altamirano Muñoz.-

Lima, veintitrés de diciembre de


mil novecientos noventiuno.-

VISTOS; con los acompañados, por sus fundamentos: declararon NO


HABER NULIDAD en la resolución de vista de fojas 118, su fecha 31 de marzo
de 1989; que confirmando en un extremo y revocando en otro la apelada de
fojas 87, fechada el 15 de diciembre de 1988, declara infundada la
demanda, con lo demás que contiene; condenaron en las costas del recurso
a la parte que lo interpuso; en los seguidos por don Ricardo Morales Barturén
con el Banco Central Hipotecario del Perú, Sucursal Chiclayo, sobre daños y
perjuicios; Interviniendo el Doctor Roncalla de conformidad con el artículo
123° de la Ley Orgánica del Poder Judicial; y los devolvieron.-

125
PREGUNTAS GUIA PARA
EL ANÁLISIS DEL CASO 5

¿Se ha acreditado el daño moral en el


expediente?

2. ¿Se ha acreditado la
relación de causalidad en el expediente?

¿Se ha acreditado la existencia de motivo razonable


para denunciar?

Se presenta aquí algún supuesto de responsabilidad civil


indirecta?
¿

126
CAPITULO 7

LA RESPONSABILIDAD CIVIL
POR HECHO AJENO

En este último capítulo trataremos de la responsabilidad


civil por hecho ajeno, que supone la presencia de un autor
directo e indirecto, siendo éste último quien responde
indirectamente por el daño causado por hecho ajeno,
siempre y cuando cumpla con los requisitos exigidos por la
ley

En ese sentido, veremos en detalle todos los supuestos que


involucra la responsabilidad civil indirecta y sus principales
características.

1. INTRODUCCION

127
L
a regla general en materia de responsabilidad civil
extracontractual es que cada sujeto de derecho responde por
hecho propio, es decir, cada uno es responsable por los daños que
cause a los terceros. Sin embargo, sucede que en algunos casos
excepcionales, específicamente predeterminados por el legislador, un
sujeto responde por hecho ajeno, siempre y cuando se cumplan
determinados requisitos exigidos por la ley para una responsabilidad
civil de esta naturaleza.

No sólo se responde en algunos casos por hecho ajeno, sino


también se responde por hecho de las cosas, bien se trate por daños
causados por edificaciones o por animales. En todos estos supuestos, en
los cuales se configura una responsabilidad civil por hecho ajeno o por
hecho de las cosas, sin que el sujeto haya causado daño alguno,
estamos frente a un caso de la denominada responsabilidad civil
indirecta, llamada también por algunos autores responsabilidad civil
refleja o subsidiaria.

La responsabilidad civil indirecta es en consecuencia


aquella que se genera por mandato de la ley, aún cuando el
sujeto, llamado por ello mismo “autor indirecto”, no haya
causado daño alguno, siempre y cuando se cumplan
determinados requisitos legales exigidos para el nacimiento de
dicho supuesto especial de responsabilidad civil.

2. LOS SUPUESTOS DE RESPONSABILIDAD CIVIL INDIRECTA EN EL


CAMPO EXTRACONTRACTUAL

D
emás está decir que los supuestos de responsabilidad civil
indirecta sólo pueden venir establecidos por la ley y no pueden
ser ampliados por extensión ni por analogía, por cuanto
constituyen la excepción a la regla general de la responsabilidad civil
por hecho propio. Evidentemente, los casos más importantes de

128
responsabilidad civil indirecta son aquellos que se configuran por hecho
ajeno.

En el Código Civil peruano tenemos dos supuestos: la


responsabilidad civil indirecta por hecho de los subordinados o
dependientes y la responsabilidad civil por hecho de los incapaces. El
común denominador a estos dos supuestos de responsabilidad indirecta
es que en ambos casos debemos identificar dos autores: el autor
directo, que es aquel que ha causado el daño directamente a la
víctima, bien se trate del subordinado o del incapaz, y el autor indirecto,
que es aquel que sin haber causado daño alguno, responde
indirectamente por mandato de la ley por daño causado por hecho
ajeno, bien se trate del principal en el caso de daño causado por
hecho del subordinado, o del representante legal en el supuesto de
daño causado por hecho del incapaz. Entendamos entonces que la
expresión autor indirecto, significa aquel que responde indirectamente
por mandato de la ley a pesar de no haber causado daño alguno.

Responsabilidad Civil
Indirecta

Por Hecho de los Autor Por hecho de los


Subordinados o directo incapaces
dependientes Autor
indirecto

El análisis de todo supuesto de responsabilidad civil indirecta por


hecho ajeno supone comprender perfectamente la siguiente estructura
legal: En primer lugar debe examinarse respecto del autor directo y la
víctima el cumplimiento de todos los requisitos generales de la
responsabilidad civil extracontractual que hemos examinado en los
capítulos anteriores, es decir, entre al autor directo y la víctima deben
presentarse el daño causado, una conducta antijurídica, la relación de
causalidad, la imputabilidad y los factores de atribución, de modo tal
que se configure un perfecto supuesto legal de responsabilidad civil por
hecho propio del autor directo respecto de la víctima. Una vez que se

129
ha determinado la existencia de un supuesto legal de responsabilidad
civil extracontractual por hecho del autor directo respecto de la víctima
o víctimas, debe examinarse a continuación la concurrencia de los
requisitos legales especiales de la responsabilidad civil por hecho ajeno
establecidos en la norma jurídica. Así, por ejemplo, en el caso de la
responsabilidad civil por hecho de los subordinados, deberá darse la
existencia de una relación de subordinación o dependencia y el daño
deberá haber sido causado por el autor directo a la víctima en ejercicio
de sus funciones o en cumplimiento de las órdenes o instrucciones
impartidas por el principal, es decir, por el autor indirecto.

Verificado el cumplimiento de los requisitos generales entre


el autor directo y la víctima, y verificados los requisitos legales
especiales dispuestos normativamente para el caso específico de
la responsabilidad civil por hecho ajeno de que se trate, en forma
automática, además de la responsabilidad civil por hecho propio
del autor directo, se deriva y atribuye por mandato de la ley una
responsabilidad civil indirecta a cargo del autor indirecto a pesar
de no haber causado el mismo daño alguno.

Como se podrá comprender, y es bueno insistir en ello, la


responsabilidad civil del autor indirecto, no es producto de pacto entre
las partes, ni de la voluntad de alguna de ellas, sino que es
consecuencia de mandato de ley, y por ende en el campo
extracontractual, verificada la estructura legal antes explicada, el autor
indirecto no puede exonerarse o liberarse de responsabilidad civil. No
puede en modo alguno invocar el argumento de la ausencia de culpa.
La única posibilidad para él es la de demostrar que no se han cumplido
alguno de los requisitos generales de la responsabilidad civil por hecho
propio entre el autor directo y la víctima, o demostrar que no se ha
cumplido alguno de los requisitos legales especiales de la
responsabilidad indirecto establecidos normativamente. Verificado el
cumplimiento de ambas clases de requisitos legales, el autor indirecto
deviene inmediata y automáticamente en responsable civilmente en
forma indirecta.

130
El supuesto de la responsabilidad civil indirecta por hecho de los
subordinados o dependientes está regulado expresamente en el
artículo 1981, cuyo texto señala lo siguiente:

“ Aquél que tenga a otro bajo sus órdenes responde por el


daño causado por este último, si ese daño se realizó en el
ejercicio del cargo o en cumplimiento del servicio
respectivo. El autor directo y el autor indirecto están sujetos
a responsabilidad solidaria”.

En este caso específico, los requisitos legales especiales de la


responsabilidad civil indirecta son: el que exista una relación de
subordinación fáctica o jurídica del autor directo respecto del autor
indirecto y el que el autor directo haya causado el daño en el ejercicio
del cargo o en cumplimiento del servicio respectivo, lo que se
denomina en doctrina daño causado en ejercicio de las funciones.
Como es evidente, ambos requisitos deberán verificarse en cada caso
concreto en particular. De verificarse ambos requisitos especiales y
todos los requisitos generales del autor directo respecto de la víctima, el
efecto jurídico establecido por la ley es el de que ambos autores son
responsables solidariamente frente a la víctima. Como señalamos
anteriormente, verificado el cumplimiento de ambas clases de
requisitos, no existe posibilidad alguna de liberación de responsabilidad
para el autor indirecto, quien no podrá invocar su ausencia de culpa.
En la doctrina clásica tradicional de la responsabilidad civil, se entendía
que dicha responsabilidad indirecta del principal por los hechos del
subordinado se fundamentaba en la culpa en la elección (culpa in
eligendo), con lo cual muchas veces el autor indirecto podía liberarse
de responsabilidad civil demostrando su ausencia de culpa.

En el Código Civil actual no es posible el argumento de


defensa de la ausencia de culpa, por cuanto este supuesto
especial de responsabilidad indirecta no se sustenta en la noción
de culpa en la elección, sino en un factor de atribución objetivo,
denominado “garantía” que prescinde totalmente de la culpa.

131
3. LA RESPONSABILIDAD CIVIL POR HECHO DE LOS
DEPENDIENTES

E
l segundo supuesto especial de responsabilidad civil indirecta por
hecho ajeno es el del representante legal por hecho del incapaz,
regulado en el artículo 1975, cuyo texto señala lo siguiente:

“La persona sujeta a incapacidad de ejercicio queda


obligada por el daño que ocasione, siempre que haya
actuado con discernimiento. El representante legal de la
persona incapacitada es solidariamente responsable.”

En este segundo supuesto como es evidente, los requisitos


generales deben verificarse entre el incapaz y la víctima, mientras que
los requisitos legales especiales son: el que se trate de un incapaz sujeto
a una relación jurídica de representación legal con el autor indirecto, y
en segundo lugar el que incapaz haya causado el daño a la víctima
actuando con discernimiento. Verificados ambos requisitos,
automáticamente el representante legal se convierte en responsable
indirecto por los hechos del incapaz a su cargo. Esta responsabilidad
civil indirecta en la doctrina tradicional se sustentaba en la noción de
culpa del representante legal, y se hablaba de culpa en la vigilancia
(culpa in vigilando). Actualmente el fundamento es un factor de
atribución objetivo totalmente ajeno a la noción de culpa del
representante legal, quien no puede liberarse de responsabilidad civil
invocando su ausencia de culpa, una vez verificado el cumplimiento
de ambas clases de requisitos legales, tanto los generales como los
especiales.

Ahora bien, si el daño fuera causado por el incapaz privado de


discernimiento, el incapaz ya no sería responsable, siendo el único
responsable el representante legal, según lo dispone el artículo 1976,
cuyo texto señala:

“No hay responsabilidad por el daño causado por persona


incapaz que haya actuado sin discernimiento, en cuyo
caso responde su representante legal”.

132
En este supuesto de daño causado por incapaz privado de
discernimiento, no se trata de un supuesto de responsabilidad civil
indirecta del representante legal, sino que se entiende que es un
supuesto de responsabilidad por hecho propio del representante legal.

4. RESPONSABILIDAD CIVIL POR HECHO DE LOS ANIMALES y


EDIFICACIONES

E
l tercer caso de responsabilidad indirecta es aquel regulado en el
artículo 1979 por hecho de los animales. En este supuesto, al igual
que el de la responsabilidad civil por hecho de las edificaciones
regulado en el artículo 1980, no se puede hablar de autor directo, sino
únicamente de autor indirecto, tratándose de responsabilidades
indirectas por hecho de las cosas, ya se trate de daños causados por
animales o por las caídas de edificaciones. Sin embargo, aún cuando
no existe jurídicamente en ambos casos un autor directo, pues se trata
de daños causados por cosas, se trata de supuestos de responsabilidad
civil indirecta, por cuanto el daño no es causado por el autor indirecto.
En el caso de los animales deben verificarse los requisitos generales del
daño causado y la relación de causalidad entre la víctima y el animal, y
en el caso de las caídas de edificaciones los mismos requisitos deberán
verificarse entre las víctimas y la caída de la edificación. Como es
también evidente, en ambos casos no tiene sentido hablar de los
demás requisitos generales de la responsabilidad civil, sino solamente
del daño y la relación de causalidad.

En el caso específico de daños causados por animales el requisito


especial de configuración es que el autor indirecto tenga el animal
bajo su cuidado o que sea su propietario, y en el caso específico de las
edificaciones los requisitos especiales son: en primer lugar, el que el
autor indirecto sea el propietario y, en segundo lugar, el que la caída
de la edificación haya sido consecuencia de falta de conservación o
de construcción.

Al igual que en los casos anteriores de responsabilidad por hecho


ajeno, en estos dos supuestos de responsabilidad por hecho de las
cosas, la responsabilidad civil del autor indirecto no se sustenta en la
noción de culpabilidad, sino en factores de atribución objetivos,

133
fundamentados en la noción de riesgo creado, razón por la cual el
autor indirecto no puede liberarse de responsabilidad civil invocando su
ausencia de culpa, una vez verificados los requisitos generales y
especiales antes mencionados.

5. RESPONSABILIDAD CIVIL DEL DEUDOR POR HECHOS DE LOS


TERCEROS

E
n el campo contractual existe también un supuesto de
responsabilidad civil del deudor por hechos de los terceros de los
cuales se sirve para el cumplimiento de la prestación frente al
acreedor, regulado en el artículo 1325 del Código Civil, que dispone lo
siguiente:

“El deudor que para ejecutar la obligación se vale de


terceros, responde por los hechos dolosos o culposos de
éstos, salvo pacto en contrario.”.

En este supuesto no se trata de responsabilidad civil indirecta del


deudor, que es el único obligado frente al acreedor por el
cumplimiento de la prestación, sino que se trata de un supuesto en el
cual los terceros son responsables extracontractualmente por sus
hechos dolosos o culposos frente al acreedor, mientras que el deudor es
responsable contractualmente frente al acreedor directamente por
hecho ajeno, es decir, por los hechos de los terceros de los cuales se
vale para el cumplimiento de su prestación frente al acreedor.

No se trata pues de un supuesto de responsabilidad civil


indirecta, sino de un supuesto de responsabilidad contractual
directa del deudor por hecho ajeno, que concurre con un
supuesto de responsabilidad civil extracontractual de dichos
terceros frente al acreedor.

En este caso específico de responsabilidad civil contractual


directa por hecho ajeno establecido también por mandato de la ley,
por tratarse justamente de un supuesto de responsabilidad civil
contractual, cabe pacto en contrario. No es pues posible un supuesto
de responsabilidad contractual indirecta por la sencilla razón que el

134
único obligado frente al acreedor es el deudor, tratándose únicamente
de un supuesto de responsabilidad contractual directa por hecho
ajeno, establecido por la ley, pero que permite pacto en contrario.

135
AUTOEVALUACION

Responda las siguientes preguntas luego de haber concluido el


estudio del séptimo capítulo. Luego, encontrará al final del material la
Clave de Respuestas, la misma que le indicará los criterios generales
con que debieron abordarse cada una de las preguntas.

136
RESPUESTAS A LAS
AUTOEVALUACIONES

A continuación se indican algunos criterios generales para


responder a las preguntas planteadas en cada uno de los capítulos de
este material. Para una mayor profundización, sugerimos se revisen los
puntos específicos o si se requiere, contacten con el tutor y profesor
asesor.

Capítulo 2
1. Responsabilidad civil contractual: indemnizar los daños ocasionados
a una persona cuando es consecuencia del incumplimiento de una
obligación voluntaria. Responsabilidad civil extracontractual:
indemnizar cuando el daño es consecuencia del deber jurídico
genérico de no causar daño a otro.

2. Antijuricidad, daño causado, relación de causalidad y factores de


atribución.

3. Responsabilidad subjetiva: se vincula con la hipótesis en que la


obligación de resarcir se funda en el acto voluntario del sujeto que
ha obrado con culpa. Responsabilidad objetiva: con la hipótesis en
que se prescinde de la culpabilidad e incluso de la voluntariedad del
sujeto.

4. La obligación dineraria o deuda de valor no sujeta al principio


normalista, y por lo tanto reajustable al tiempo de pago en
consideración a la depreciación monetaria.

Capítulo 3
1. Antijuricidad típica: específicamente prevista por la norma jurídica,
sea expresa o tácitamente. Antijuricidad atípica: prevista
genéricamente por el ordenamiento jurídico.

137
2. Cuando el daño es por conductas prohibidas por normas jurídicas
genéricamente, por conductas que contravengan el orden público y
las buenas costumbres (normas imperativas con criterio social
predominante).

3. La antijuricidad de la conducta que ha causado el daño.

4. Expresión que comporta una cláusula general en cuanto se difiere a


los jueces la apreciación y la selección de los intereses merecedores
de amparo.

Capítulo 4
1. Daño: toda lesión a un interés jurídicamente protegido.
Clases: Daño patrimonial (daño emergente y lucro cesante).
Daño extrapatrimonial (daño moral y daño a la persona).

2. En ambos casos se concibe al daño como el centro de gravedad del


sistema.

3. Extensión del resarcimiento y plazos de prescripción de las acciones.

4. Si es aplicable reponiéndoseles a su estado anterior, salvo cuando


fuese imposible, el damnificado opta por indemnización o el juez
considera que se agrava innecesariamente la situación del deudor.

Capítulo 5
1. Cuando el daño siempre es consecuencia de la conducta del autor
pero con la participación de la propia víctima.

2. Cuando en un supuesto se presentan dos conductas o causas sobre


realización de un daño, y el daño es consecuencia sólo por la
conducta de una de ellas. A ésa conducta se denomina causa
ajena.

3. El daño patrimonial consiste en un menoscabo pecuniario. El daño


moral consiste en un detrimento de orden espiritual. El daño
patrimonial es susceptible de estimación en dinero, el daño moral no.

4. Suspensión del ilícito y restauración o reemplazo del bien dañado.

138
Capítulo 6
1. El sistema subjetivo y el sistema objetivo.

2. Creación de riesgo.

3. Por que lo importante es conseguir que la víctima obtenga una


indemnización por el daño sufrido, sin importar que la parte culpable
tenga que satisfacerla.

4. La responsabilidad del principal por los daños ilícitos de sus


dependientes.

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