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En Argentina, actualmente, hay una tasa de mortalidad baja respecto a los casos

detectados. No hubo ningún pico epidémico que haya desbordado los servicios de
salud públicos, gracias a una política de aislamiento preventivo obligatorio que lleva
más de 40 días en vigencia. La población predominantemente afectada en la Argentina
es perteneciente a clases medias y altas, aunque de a poco se va extendiendo hacia
las clases más vulnerables. Los principales focos epidemiológicos siguen siendo los
grandes conglomerados urbanos.

Frente a las políticas públicas que se tomaron para frenar el avance de la pandemia, la
población argentina respondió de maneras diversas. Alicia Stolkiner señala que
actualmente nos encontramos con una creciente “naturalización” del peligro sanitario
en conjunto con una reacción política para que se levanten las medidas de aislamiento,
bajo argumentos que priorizan la actividad económica sobre los intereses de la salud
pública.

En Brasil, desde el gobierno federal de Jair Bolsonaro, se difunden mensajes oficiales


ambiguos y contradictorios en los que se pone en tela de juicio la gravedad y realidad
de la situación emergente. En el país vecino se desplazó al ministro de salud de su
cargo a raíz de que mostró, públicamente, cierta reserva y distancia ideológica respecto
a los posicionamientos oficiales del presidente brasileño.

Las consecuencias de haber desestimado la gravedad de la situación se hacen notar


actualmente en Brasil, habiendo colapsado su sistema público de salud. Bajo estas
condiciones el tejido político se ha erosionado y fragmentado, existiendo grandes
disidencias intersectoriales entre los gobernadores y con el presidente. Así mismo, el
propio equipo de gobierno del presidente actual también parece fracturarse.

Brasil muestra, entonces, una fragmentación política, ideológica e institucional que


dificulta tomar iniciativas integradas y articuladas para controlar la escalada de la
situación. Y ante tal panorama se incrementa paulatinamente la tasa de mortalidad,
llegando al 30%, aproximadamente, de la población infectada.

Se puede decir que hasta hubo un aprovechamiento político de la situación para


avanzar con medidas neoliberales en ese país; medidas que, por otra parte,
desmantelan los servicios públicos, que apelan a la búsqueda de soluciones
individuales a problemas colectivos (como es en este caso). En resumen, se está lejos
de constituir un plan unificado y colectivo para atravesar la crisis de Covid-19 en Brasil.

Una pandemia no sólo es un fenómeno biológico, sino que también implica factores
culturales, económicos y políticos. Considerar estos factores es fundamental para
comprender la manera en que respondemos espontáneamente al fenómeno y en cómo
intervenir en su devenir.

Es notable que en el ámbito cultural y político estén proliferando textos que pronostican
epidemias en salud mental. Alicia Stolkiner marca la problemática que suscitaría la
tendencia a psicopatologizar la situación emergente, ya que se podría terminar
normalizando la respuesta singular de los sujetos a esta crisis, que excede con creces
todos los esquemas heredados y aprendidos de cómo vivir cotidianamente y
relacionarnos. Por otra parte, psicopatologizar la crisis abre la puerta a la
medicalización de la población.

Hay tópicos que aún no tienen una última respuesta, como es el caso del cuidado de
los mayores y de los niños en estas condiciones de aislamiento Otro asunto a resolver
es el de la población que padece consumos problemáticos. También es un asunto de
compleja resolución el de los sectores cuyo sustento económico requiere la circulación
en el espacio público. Aquellos que trabajan en o de “la calle”. Este último problema
afecta tanto a cartoneros como a músicos y profesionales autónomos. En estos casos
se produce una incompatibilidad entre la medida de aislamiento obligatorio y la
producción de los medios de vida de estos grupos.

Los medios de comunicación juegan un rol importante en el modo en que la población


elabora esta situación. Se resalta la proliferación de noticias falsas, “fake news”, y los
efectos de estas sobre el sentido común.

Una situación como ésta suscita violencia. Este es un problema a considerar en tanto la
medida de aislamiento afecta directamente a aquellos que sufren situaciones de
violencia doméstica y/o violencia de género. Puede verse también que aparecen
indicios de búsqueda de un enemigo, de un “culpable” de la situación. También se han
visto prácticas de segregación y exclusión hacia aquellos que han estado en contacto
con el virus, como es el caso de muchos profesionales de la salud.

Se nos presenta el desafío de repensar nuestras vidas cotidianas previas al brote de la


pandemia. También las formas de gestión de lo político, de planear una salida
colectiva. Apuntar, en última instancia, a una sociedad del cuidado de la articulación del
hombre y la naturaleza. Con estos resultados en mente, es necesario pensar hoy las
intervenciones requeridas para alcanzarlo en el futuro.

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