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E
también se considera central el conoci-
miento que los niños tienen sobre las
letras, tanto de sus formas como de sus
Escrituras silábicas con nombres y valores sonoros. Con el fin
lápiz y con teclado de entender el peso específico que tiene
el conocimiento sobre las letras en estas
escrituras pre-alfabéticas, comparo la
manera como niños que escriben bajo
una hipótesis silábica introducen letras
GRACIELA QUINTEROS SCIURANO vocálicas y consonánticas en dos moda-
lidades de escritura: la escritura con lápiz
y papel y con teclado. El objetivo central
del estudio es descubrir si los niños son
capaces de cambiar su manera de cons-
truir la palabra escrita según la hipótesis
silábica, y seleccionar las letras conso-
nantes y vocales, teniendo frente a sí
todo el repertorio de letras de nuestro
alfabeto en un teclado.
PALABRAS CLAVE: escritura, sílaba, papel,
teclado.
de cantidad mínima”: una palabra tiene que tener por lo menos dos o tres
letras para que esté bien escrita y diga “algo” (es decir, que no sea una
incompletad gráfica o le falten letras como los niños suelen decir). Por esta
razón, los niños nunca escriben una palabra con una sola letra (aún los
silábicos cuando escriben un monosílabo). Otro, es la “hipótesis de variedad
interna”: una escritura no puede estar conformada por las mismas letras
repetidas. Por esta razón, los niños nunca escriben “AAA”, ya que una palabra
escrita debe tener diferencias internas para que esté bien escrita y sea “legible”.
Estos criterios gráficos han sido reportados por Emilia Ferreiro en sus
primeras publicaciones sobre el tema y son considerados un factor importante
del desarrollo. Un típico ejemplo reportado por esta autora es el de las
escrituras silábicas: por un lado, los niños se ven exigidos a representar un
monosílabo con una sola letra, según su esquema silábico de representación
y, por otro, deben incluir más letras para respetar su exigencia de cantidad
mínima. En este momento, muchas veces los niños terminan descubriendo
otras posibilidades de análisis de la palabra oral (pan-“pa- an”, “pa-a- an”) y
otros modos de escribir.
Desde un enfoque psicogenético es posible afirmar que “escribir” para
un niño significa determinar:
• Criterios intrafigurales que les permitan determinar cuáles son los criterios
de legibilidad para saber que una configuración gráfica está completa y
es pertinente (cantidad mínima y variedad interna de letras).
• Criterios interfigurales referidos a principios de diferenciación: dos palabras
distintas deben escribirse de manera diferente.
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Una de estas tareas consistía, por ejemplo, en quitar el primer sonido de una palabra dicha
oralmente (pan), de manera tal que el niño tenía que decir “an”.
“Mariposa”: “OMIU”
“Pepino”: “MIU”
Soga “IU”
El niño coloca tantas letras como sílabas tiene la palabra oral: así escribe
“mariposa” utilizando cuatro letras; “pepino”, tres y “soga”, dos. Este niño
prácticamente no tiene información sobre las letras en cuanto a sus valores
sonoros, conoce sólo sus formas pero no sabe qué letras son; sus escrituras lo
único que marcan de la palabra oral es la cantidad de sílabas que tiene.
En cambio, las siguientes escrituras silábicas producidas por Evelyn de 6
años de edad, muy comunes en este momento del desarrollo, muestran un
uso sistemático de letras con valores sonoro convencional:
Mariposa: “MioC”
Pepino: “Pio”
Soga: “CK”
Cabaña: “KBA”
Pan: “PA”
punto de vista gráfico hay una correspondencia biunívoca entre las cinco
letras del alfabeto y las cinco vocales fonológicas del español. Además, los
nombres de las vocales coinciden con el valor sonoro de estas letras. Por tales
razones, las vocales son letras que el niño puede manejar mejor que las
consonantes.
Sin embargo, los niños sí integran letras consonantes en sus escrituras
silábicas y silábico-alfabéticas. Incluso la misma sílaba puede representarse
de distintas maneras en la misma palabra o en dos palabras diferentes: con
una letra vocal, con una consonante o con una letra en función de sustituta.
Estos hechos abren múltiples preguntas interesantes: ¿qué tipo de centración
sobre el significante oral, especialmente sobre las consonantes, puede realizar
un niño que opera con una hipótesis silábica?, ¿qué diferentes maneras de
representar la sílaba oral se ponen en juego al escribir en función de una hipótesis
silábica?, ¿qué papel juega el conocimiento de las letras en la representación de
las sílabas o unidades sonoras?, y ¿cómo los niños organizan sus repertorios
gráficos?, ¿en función de qué criterios utilizan una u otra letra?
Con el fin de entender modos de representar a la sílaba en el nivel silábico
y silábico-alfabético, y el peso específico que tiene el uso y conocimiento de
las letras (formas, correspondencias sonidos-letras y nombres de las letras)
en estos momentos del desarrollo, en el presente estudio se compara el uso
y función de las letras vocales y consonantes en dos modalidades de
producción diferentes: la escritura con lápiz y con teclado.
La re-escritura con teclado de un mismo conjunto de palabras escritas
con lápiz y papel, permite analizar si la presencia de todas las letras en el
teclado introduce algún tipo de cambio significativo en el uso y función de
las letras vocales y consonantes: ¿cambia la proporción de uso de vocales y
consonantes en las escrituras silábicas producidas en teclado respecto de las
realizadas con lápiz y papel?, ¿los niños pueden utilizar esta información
presente en el teclado para solucionar problemas que se les presenta al
momento de escribir palabras diferentes (problemas de cantidad mínima,
variación interna, diferenciación interfigural)?; ¿el criterio de “una letra por
sílaba”, propio de las escrituras silábicas, se ve de algún modo modificado
por el acceso a la totalidad de letras en el teclado, como sucede con respecto
a la exigencia de cantidad mínima en la escritura de monosílabos?, ¿el uso de
letras en función de sustitutas se amplía en las escrituras en teclado, por
ejemplo el caso del comodín silábico?, ¿es esto importante para el desarrollo
de las escrituras?, ¿cuál es el porcentaje de uso de letras en función de sustituta
con respecto al uso de letras vocales y consonantes en su función con-
vencional?
Es importante remarcar que la escritura de una palabra para un niño de
esta edad es una verdadera exigencia cognitiva que requiere de una gran
carga de memoria y un nivel de reflexión muy profundo sobre el universo
oral. Basta mencionar el esfuerzo que significa para un niño pensar simultá-
neamente en qué debe escribir, qué parte de la palabra oral está escribiendo
(no perderse en la secuencia sonora que escribe) y qué letras va a elegir entre
varias posibles (del conjunto que tienen en su memoria). Considerando
estos hechos, el teclado: ¿qué clase de problemas y beneficios presenta con
respecto a la escritura con lápiz y papel?
El objetivo central del estudio es descubrir si los niños son capaces de
cambiar su manera de construir la palabra escrita según la hipótesis silábica
y seleccionar las letras consonantes y vocales, teniendo frente a sí todo el
repertorio de letras de nuestro alfabeto en un teclado.
La hipótesis central es que la presencia de las letras en un teclado aumenta
la cantidad y los tipos de letras que los niños pueden emplear, generándose
un proceso de construcción de la palabra escrita diferente al proceso de
escritura con lápiz y papel, con criterios de selección y solución de conflictos
diversos.
Metodología
Los datos preliminares sobre esta comparación indican que la presencia del
teclado no modifica de manera significativa el uso de letras vocales y
consonantes en sus escrituras silábicas, aun cuando confirman el uso más
generalizado de letras vocales que consonantes en las escrituras silábicas. Es
decir, que el impacto del teclado no modifica sustancialmente el uso de una
hipótesis silábica, la centración oral en el núcleo de la sílaba, ni el manejo de
su repertorio. Tal pareciera que la hipótesis silábica no sólo es una guía para
los niños, ya que les permite operar de manera sistemática sino también
introduce restricciones: a pesar de que los niños tienen acceso a todo el
repertorio de letras en la situación de escritura en teclado continúan utilizando
la misma proporción de vocales y consonantes, es decir, no modifican su
repertorio gráfico ni la cantidad de letras que integran en la escritura de cada
palabra o sílaba; siguen operando con una letra por sílaba. Tal pareciera que
ni siquiera lo hacen, de manera significativa, cuando el teclado les ofrece un
abanico de posibilidades para incorporar letras que les permitirían solucionar
los diversos problemas que se les presentan.
En el siguiente cuadro se muestra el porcentaje de uso de letras en una y
otra modalidad de escritura. En él se integran datos sobre 20 niños (muestra
de niños con escrituras silábicas) que escribieron un conjunto de 11 palabras
dictadas dos veces. En la primera entrevista se les pidió que lo hicieran
utilizando lápiz y papel; en una entrevista posterior se les pidió que lo hicieran
utilizando un teclado (en una computadora). El conjunto de sílabas escritas
en cada entrevista fue de 28.
Los resultados son los siguientes: en ambas entrevistas utilizaron más
letras vocales que consonantes, el porcentaje es de 66.5 por ciento vocales y
la presencia de 33.5 por ciento de letras consonantes en sus escrituras. Para
obtener estos datos se sumaron todas las letras vocales y todas las letras
consonantes que los 20 niños utilizaron para representar un total de 56
sílabas correspondientes a las mismas 11 palabras escritas dos veces. Como
Un dato interesante que surge del presente estudio es la relación entre las
letras consonantes que usan con valor sonoro (correspondencia fonográfica)
y las que utilizan en función de sustitutas silábicas:
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Hay tres casos en que dos niños integran una letra vocal par marcar una sílaba cuyo núcleo no
la contiene: un niño utiliza una vocal en la escritura de pan cuando escribe con lápiz y con teclado.
Este niño no cuenta con ninguna consonante con valor sonoro convencional e integra algunas en
función de sustituta. Estas vocales podrían considerarse como letras en función de rellenos gráficos
más que letras sustitutas (Quinteros, G.). Otro caso es una niña que introduce una vez la letra E
para escribir la sílaba /po/ de mariposa. No hay elementos para comprender el uso de esta letra. En
ninguna otra oportunidad la utiliza por lo que no es posible saber si es una letra con valor sonoro
o se trata de una letra que conoce sólo por su forma.
EVELYN
LÁPIZ TECLADO
MARIPOSA MIOC MIOC
PEPINO PiO PIO
SOGA CK COK
FOCA OK OK
CHIVO IO IO
BICHO ICO ICO
CABAÑA KBC / KBA KPA
PAPAYA PAC / PAA BPJ
BARBACOA B / BOA / BOA BOA / BOA
FRIJOL IOO / IO IO
PAN PA PA
Así, utiliza K para marcar una sílaba que posee una consonante con cierta
semejanza sonora al valor de esta letra: ambos sonidos (el del valor sonoro
asociado a la letra y el del aspecto consonántico de la sílaba en cuestión) son
oclusivos y tienen el mismo punto de articulación (linguovelar). Sólo se
diferencian por su grado de sonoridad (/k/ es sordo y /g/ es sonoro.
Usa la letra C, cuyo valor sonoro corresponde a un sonido fricativo,
linguoalveolar sordo (valor de /s/), para marcar la sílaba que contiene una
africada /ch/ linguopalatal (otro punto de articulación) también sordo. Es
importante recordar que la consonante africada es un sonido en cuya
articulación intervienen un momento oclusivo seguido de otro momento
fricativo. En este caso, las diferencias son mayores que en el anterior, sin
embargo, es importante remarcar que los niños suelen transformar fácilmente
este tipo de sonido cambiando el punto de articulación (transformar la /ch/
en /sh/, por ejemplo, “fricativizar” el sonido).
Usa la letra P, cuyo valor sonoro corresponde a un sonido oclusivo bilabial
sordo para marcar la sílaba que contiene a /b/, sonido consonántico también
oclusivo, bilabial pero sonoro. La única diferencia es el grado de sonoridad.
De hecho también utiliza la B para marcar una sílaba que contiene a /p/.
En una escritura introduce una letra, la jota, que conoce sólo por su
forma (letra sin valor sonoro) para representar la sílaba /ya/ en papaya. Este
es un caso de uso de una letra consonante como comodín silábico, antes
descrito.
En ningún caso, Evelyn utiliza una letra vocal con valor sonoro para
marcar una sílaba cuyo núcleo silábico se asemeje desde el punto de vista
sonoro, como por ejemplo usar la letra I asociada a una vocal alta anterior
para marcar un sonido como /u/ que también es una vocal alta pero posterior.
Todos los niños de la muestra introducen letras consonantes en función
de sustitutas cuantitativas (letras que conocen sólo por su forma e introducen
como comodines) o cualitativas (letras con valor sonoro que utilizan para
marcar sílabas con semejanzas sonoras); ninguno usa una letra vocal con
esta función (excepto los casos mencionados difíciles de interpretar).
Este hecho nos permite confirmar una hipótesis que quedó abierta en
mi trabajo anterior (Quinteros, 1997): el susbsistema vocálico pareciera
organizarse de manera diferente al subsistema consonántico, seguramente
porque la función nuclear que cumple la vocal en relación con la organización
silábica de la palabra resulta ser completamente diferente a la función que
cumple la consonante, al menos en nuestro idioma. Por otro lado, todos los
niños de la muestra operan con las letras vocales de nuestro sistema con
valor sonoro convencional, mientras que todos cuentan con un conocimiento
parcial de las letras consonantes. Ningún niño de la muestra ha logrado
organizar el subsistema gráfico de las letras consonantes en su totalidad. El
análisis de las letras consonantes sustitutas muestra que los niños operan con
estas letras desde una lógica categorial en términos de semejanzas y diferencias
sonoras, que es la lógica más pertinente a los fines de representar sílabas: si los
niños marcan dos sílabas con la misma letra no se puede considerar que son
iguales para ellos, sino que son semejantes y escritas como equivalentes. El uso
de las letras vocales y la restricción para utilizarlas como letras sustitutas muestra
que estas letras no operan desde esta lógica categorial basada en semejanzas y
diferencias, sino más bien como unidades gráficas cuya identidad se basa en
una lógica distintiva: son las mismas o son diferentes (Quinteros, 1997).
Por último, cabe destacar que la manera como los niños utilizan las letras
consonantes en función de sustitutas a partir de una lógica categorial basada
en semejanzas y diferencias sonoras, muestra que el “nombre de la letra” no
es una variable significativa. Por ejemplo, Erika usa la letra cuyo nombre es
“ka” para marcar “ga”, usa la letra “ce” para marcar “cho”, utiliza la “pe” para
marcar la sílaba “ba”. En este sentido, este estudio presenta un fuerte
contraargumento al valor que otros autores le dan al nombre de la letra, o al
sistema de nombres de letras de una u otra lengua, como una variable central
para construir una hipótesis silábica. Sin embargo, esto no quita que la sola
idea de que las letras tengan nombre pueda ser una variable importante.
Si bien en términos cuantitativos las variaciones que introducen al escribir
la misma secuencia de palabras con lápiz y papel y con teclado no son
significativas, los niños no utilizan las mismas letras al re-escribir las palabras
con teclado. Algunas veces introducen una consonante para marcar una
sílaba que había sido escrita con una vocal al hacerlo con lápiz y papel, o
viceversa. Algunas veces utilizan una letra consonante con valor sonoro
convencional para marcar una sílaba y luego, en el teclado, introducen otra
consonante sin valor sonoro, en función de sustituta. A veces quitan o agregan
una vocal o una consonante que no habían colocado en la situación de
escritura con lápiz. Este tipo de cambios en sus repertorios se da especialmente
en escrituras que presentan algún conflicto, problema que tienen que resolver
(cantidad mínima, variación interna, diferencia interfigural, antes mencio-
nadas). En la siguiente tabla puede verse el tipo de cambios que introducen
al re-escribir en teclado:
LAURA
LÁPIZ TECLADO
BICHO Mo QTO*
las palabras introduciendo más de una letra, por lo menos en alguna de sus
sílabas. Al hacerlo cambia radicalmente la construcción de la palabra escrita
con el teclado. Esto sucede en palabras como “cabaña”, “papaya”, “foca”,
“pepino”, “chivo”, “pan”, entre otras. Este cambio significativo es importante
si se considera que el intervalo entre una entrevista y otra fue de un día. En
este sentido, aun cuando sólo sea una hipótesis abierta a ser confirmada a
partir de los datos que arroje el total de entrevistas de la muestra, tal pareciera
que el teclado puede ser un dispositivo que introduce cambios significativos
en subsecuentes momentos del desarrollo, a condición de que la hipótesis
silábica pierda su fuerza y que los niños cuenten con algún dispositivo (como
el teclado) para poder operar con más letras (como repertorio gráfico) en
cada acto de escritura.
Bibliografía