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GUIA PERSONAS OCTAVA UNIDAD

Héctor H. Hernández Mahecha

OCTAVA UNIDAD. Metodología de la aplicación de la ley civil. Carácter de


la norma jurídica civil.

1. Metodología de la aplicación de la ley civil. Se está tratando el tema de


aplicación de la ley y se ha venido diciendo que la ley y en particular la ley civil
se dicta por el legislador para que sea aplicada a un caso concreto, por el juez,
por los abogados, etc. también se ha venido diciendo que para aplicar la ley a
un caso concreto se necesita tener certeza de que la ley existe, de que está
vigente, de que está correctamente interpretada y de que es aplicable al
caso concreto.

Desde el punto de vista meramente metodológico, para aplicar la ley, lo primero


que se debe tener en cuenta es el caso. Llamamos caso, al suceso, a los
hechos, a lo que ocurrió que da lugar a que se aplique el derecho. Si no hay
sucesos no hay derecho que aplicar. Se tiene certeza de que un suceso ocurrió
cuando se pueden responder, respecto de lo sucedido, las siete preguntas del
conocimiento: qué pasó, dónde pasó, cuándo pasó, quiénes intervinieron, cómo
pasó, por qué pasó y para qué pasó.

Conocido el suceso es necesario encontrar las disposiciones normativas que


les sean aplicables. Para lograr este propósito se debe tener en cuenta el
concepto de norma jurídica. Una norma jurídica es una proposición que tiene
tres partes: un supuesto de hecho, una cópula y una consecuencia jurídica.
Este concepto de norma es tratado por el profesor Valencia Zea en el Capítulo I
numeral 2 de su obra, bajo el título de “Estructura de las normas jurídicas
(reglas y preceptos)”

El supuesto de hecho es un suceso que no ha sucedido pero que el legislador


prevé que pueda suceder. La consecuencia jurídica es lo que debería suceder
si ocurre ese supuesto de hecho, y la cópula es el concepto que liga, que une
la consecuencia jurídica al supuesto de hecho. La cópula siempre es la
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expresión "debe ser". La manera como se enuncia una norma jurídica es
siempre una forma condicional: “si se llegare a ocurrir tal cosa (supuesto de
hecho, S) deberá (copula) aplicarse tal consecuencia jurídica (P)”.

La diferencia entre las llamadas leyes naturales y las normas jurídicas es que
las primeras se expresan en forma de necesariedad, en el sentido de que si se
da el supuesto de hecho necesariamente debe ocurrir la consecuencia. Esto
ocurre con las leyes de la física. Si por alguna razón no ocurre la consecuencia
prevista, significa que la ley física estaba errada. En cambio, sí se viola o se
desconoce una norma jurídica no se puede decir que estaba errada. Las
normas jurídicas dicen lo que se debe hacer y están y siguen vigentes así no
se haga lo que ellas establecen.

Las normas jurídicas es decir las proposiciones con supuesto de hecho, cópula
del deber ser y la consecuencia jurídica, no aparecen de manera explícita en
los códigos ni en las leyes, sino que se elaboran y se construyen por quien
tiene que aplicar la ley. Para elaborar las normas jurídicas se debe partir de las
disposiciones normativas, es decir, de lo que dicen las leyes y los códigos. Por
ejemplo, si el artículo 1.928 del Código Civil dice que, "la principal obligación
del comprador es pagar el precio convenido” y el artículo 1.930 dice que “si el
comprador estuviere constituido en mora de pagar el precio, el vendedor tendrá
derecho para exigir la resolución de la venta”, con esas dos disposiciones
normativas se puede construir o elaborar una norma que diga: si se celebra un
contrato de compra-venta y el comprador es constituido en mora de pagar el
precio, a petición del vendedor, (S), se deberá (copula), resolver el contrato
(P).

Conocido el suceso y conocida la norma se hace un ejercicio de subsunción o


de contraste entre la norma y el hecho sucedido. Por ejemplo, si el hecho
sucedido es que un señor “N” celebró un contrato de compra-venta y no pagó
el precio de la cosa comprada, se hace el contraste entre este suceso y la
norma con el siguiente resultado: “La norma construida será: Si se celebra un
contrato de compra-venta y el comprador es constituido en mora de pagar el
precio, se deberá resolver el contrato. Como efectivamente ocurrió el suceso

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que: “N” celebró un contrato de compra-venta y no pagó el precio de la cosa
comprada. Debe ocurrir la consecuencia, o sea: el contrato celebrado por “N”
debe ser resuelto.

Como hay coincidencia entre el supuesto de hecho previsto en la ley y el


suceso efectivamente ocurrido, debe aplicársele al suceso, la consecuencia
jurídica prevista en la norma para el supuesto de hecho. Hay que buscar entre
todas las disposiciones normativas que están en los códigos y en las otras
clases de leyes, la que es aplicable al caso controvertido y tener en cuenta que
sólo es aplicable si efectivamente el caso se ajusta a la norma, por eso se dice
que se hace justicia, es decir, se aplicó la ley al caso.

En los cinco años de carrera se pretende conocer las disposiciones normativas


que establecen los supuestos de hecho y las consecuencias jurídicas para que,
en el ejercicio de la profesión, como jueces o como abogados, puedan
aplicarlas a los casos controvertidos.

2. La autonomía de la voluntad y la aplicación de la norma jurídica civil.


Se llama autonomía de la voluntad la facultad que tienen las personas de darse
leyes a sí mismas. La expresión viene del griego en el sentido de que autos
significa por sí mismo y nomos significa leyes, o sea el derecho de darse leyes
así mismo.

El profesor JORGE CUBIDES de la Universidad Javeriana en su obra


OBLIGACIONES, Bogotá 2.016, sostiene que: “El ejercicio de la voluntad como
centro del acto jurídico tiene el mismo marco de las libertades individuales,
consagrado por la propia Constitución Política. Esta preceptúa en su artículo 6
que “los particulares sólo son responsables ante las autoridades por infringir la
Constitución y las leyes”; en su artículo 333 que “la actividad económica y la
iniciativa privada son libres, dentro de los límites del bien común”, y en su
artículo 58 que “se garantiza la propiedad privada y los demás derechos
adquiridos con arreglo a las leyes civiles, los cuales no pueden ser
desconocidos ni vulnerados por leyes posteriores”.

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“Estas tres normas constitucionales son las que, en nuestro sentir, marcan los
límites de la libertad de los particulares en su posibilidad de celebrar actos
jurídicos: la constitución y las leyes, el bien común y los derechos ajenos. O,
condensadamente, el orden público y los derechos ajenos. Lo que no
contradiga ninguna de estas categorías puede realizarse por los particulares
sin temor de que puedan sobrevenir obstáculos o vicios que resten eficacia a
su voluntad encaminada a la creación de efectos de derecho. En cambio, el
acto voluntario que viole una regla de la constitución o de la ley, que
desconozca los principios del bien común o que lesione derechos de terceros,
estará afectado de un defecto que puede restar o anular la eficacia del mismo”.
(Pág. 180)

Quiere decir todo lo anterior que en el régimen jurídico colombiano las


personas pueden realizar toda clase de negocios, celebrar toda clase de
contratos, establecer el régimen de sus negocios y contratos mientras no violen
la constitución y las leyes, todo en ejercicio de la autonomía de la voluntad.

El legislador para un cabal cumplimiento al principio de la autonomía de la


voluntad establece dos clases de disposiciones normativas así: hay unas
disposiciones normativas que tienen carácter imperativo, se denominan de
orden público, son de estricto cumplimiento y no pueden ser modificadas por
las personas que celebran negocios o contratos. Hay otras disposiciones
normativas que tienen carácter supletivo, es decir, rigen únicamente para
suplir la voluntad de las partes que celebran negocios y contratos en caso de
que no hayan establecido un régimen especial. Por ejemplo, si en un contrato
las partes no dicen dónde debe cumplirse, la ley establece dónde. La
disposición normativa que establece el predominio de la autonomía de voluntad
es que los contratos son ley para las partes, claro está, mientras no contraríen
las normas de carácter imperativo.

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