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Dice:
“De cada pueblo salía gente para ver a Jesús y cuando se reunió una gran
multitud, él les contó esta parábola: «Un sembrador salió a sembrar. Al
esparcir la semilla, una parte cayó junto al camino; fue pisoteada y los
pájaros se la comieron. Otra parte cayó sobre las piedras y cuando brotó, las
plantas se secaron por falta de humedad. Otra parte cayó entre espinos que,
al crecer junto con la semilla, la ahogaron. Pero otra parte cayó en buen
terreno; así que brotó y produjo una cosecha del ciento por uno.»
Dicho esto, exclamó: «El que tenga oídos para oír, que oiga.» Sus discípulos
le preguntaron cuál era el significado de esta parábola. «A ustedes se les ha
concedido que conozcan los secretos del Reino de Dios —les contestó—;
pero a los demás se les habla por medio de parábolas para que »“aunque
miren, no vean; aunque oigan, no entiendan”. »Éste es el significado de la
parábola: La semilla es la Palabra de Dios. Los que están junto al camino
son los que oyen, pero luego viene el diablo y les quita la palabra del
corazón, no sea que crean y se salven. Los que están sobre las piedras son
los que reciben la palabra con alegría cuando la oyen, pero no tienen raíz.
Éstos creen por algún tiempo, pero se apartan cuando llega la prueba. La
parte que cayó entre espinos son los que oyen pero, con el correr del
tiempo, los ahogan las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida,
y no maduran. Pero la parte que cayó en buen terreno son los que oyen la
palabra con corazón noble y bueno y la retienen; y como perseveran,
producen una buena cosecha.
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Veamos el contexto de ésta. El verso 4, dice: “De cada pueblo salía gente
para ver a Jesús, y cuando se reunió una gran multitud, él les contó esta
parábola”. Evidentemente, Jesús estaba levantando interés en Galilea. No
sabemos el tiempo que Su ministerio tenía ahí, pero pareciera que ya tenía
algún tiempo. Y ya la multitud venía con interés, las personas querían saber
más sobre Él, habían un momento de crecimiento.
Y Jesús está en una marea que estaba creciendo. ¿Entonces qué iba a
hacer? Tal vez, iniciar una revolución que podía ser irresistible. Podía ir a
Jerusalén. Él pudo establecer un reino para que Israel sea re-establecida. El
crecimiento fue tal, que ni Roma hubiera podido resistirla. Él pudo hacerlo.
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Que intrigante, la idea de las parábolas es ser historias simples para hacer
el mensaje claro. Ahora Jesús dice, “Estás parábolas son dichas para que los
que piensan que ven no vean o que escuchen no lo entienda. Hablo en
parábolas no para facilitarles. Cuento parábolas para presentar su confusión
y su falta de entendimiento.” Y esa afirmación, citación, del libro de Isaías,
capítulo 6 y algunos saben que en Isaías 6 fue la ocasión cuando Isaías fue
llamado a su ministerio como profeta, fue llamado a un ministerio de
fracaso. Para eso fue encomendado. Tenía que predicar a las personas, los
que recibía, quienes escuchaban pero no entendían; podían ver pero nunca
percibir. Sus corazones eran duros. Su oídos sordos. Tenían cerrados sus
ojos, y hubieran visto con sus ojos escuchado con sus oídos y entendido con
sus corazones. Eso es de Isaías capítulo 6 versos 9 y 10. Y ahora Jesús dice
que las personas en Galilea están igual que en los tiempos de Isaías. A pesar
del entusiasmo de la multitud, a pesar de estar a Su lado, estaban ciegos,
estaban sordos en sus corazones.
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Si ésta es una parábola acerca del Reino y el crecimiento del Reino, entonces
el Reino de Dios se expande y crece a través de la distribución de la Palabra
de Dios, a través de la prédica de la Palabra de Dios. Permíteme hacer un
comentario aquí, porque no podemos sobre enfatizar esta responsabilidad de
la Iglesia de Jesucristo, el enseñar y predicar la Palabra de Dios.
como predicador tengo que asegurarme de predicar nada más que sólo la
Palabra de Dios porque ahí está la vida. Y si un predador predica sus idea,
no tiene impacto. Si predicamos psicología, no tendremos impacto. Si
predicamos lo que está de moda, no tendremos impacto. Si predicamos la
Palabra de Dios, ahí es donde llegaremos al corazón de las personas porque
la vida está en la semilla.
La Palabra de Dios produce eso, por eso lo digo sin disculparme, el predicar
y enseñar deben ser la prioridad de la iglesia si vamos a ministrar y servir a
otras personas bien. Pero si esta parábola es acerca del sembrar la Palabra
de Dios, la clave de la parábola es los diferentes tipos de tierra, esto es las
diferentes respuestas que las personas tienen al escucharla. Esas diferentes
respuestas son las que van a determinar los efectos que la Palabra de Dios
tendrá en tu corazón y vida. La responsabilidad cae sobre los hombros del
que escucha. Y esto puede sorprender a muchos porque preferimos decir
que es el tipo de predicador algunos son efectivos y otros no. Pensarlo así es
muy cómodo. Deja la responsabilidad sobre el pastor, si alguien responde,
deber haber sido bueno, no hay que soltarlo. Pero si no responden no es
bueno hay que despedirlo.
La primera categoría oye, pero no deja que la Palabra tenga raíz. Ellos no
creen a pesar de recibir la semilla y tener tierra, nada ocurre en sus
corazones. Por cierto, Jesús nos advierte que el evangelismo puede ser
decepcionante. Si vas a involucrarte en evangelismo, debes tener habilidad
para las decepciones. Cuando pienses que algo va a ocurrir eso cambiará y
morirá. También habrán frutos, necesitaras tener resistencia para la
decepción. La Palabra no penetra por varias razones, Él dice que no brotan
raíces y eso nos deja con algunas razones.
Pueden haber más, puede ser orgullo intelectual. Algunos pueden decir “¿tú
no esperas que yo creo en eso, cierto?” y la Palabra rebota de sus
corazones. Hay resistencia moral, algunos pueden decir, “¡No voy a dejar de
hacer lo que hago sólo porque la Palabra de Dios lo dice!” Y la Escritura va a
rebotar de su corazón. Hay una auto seguridad que dice: “Esto no es para
mí, esto es para otros, yo sé quién debería escucharlo.” Te podría decir que
muchas personas se me acercan después de una prédica y me dicen:
“Muchas gracias por la prédica de este día porque fulanito de tal estaba aquí,
y él necesitaba escuchar ese mensaje.” Pues te digo: escucho eso muchas
veces. Y si tú me lo dijiste, perdóname por mencionarlo, pero ¡alguien dijo
exactamente lo mismo de ti! Y es ese tipo de actitud de auto seguridad, ser
demasiado altivos, al decir “esto es para otros”.
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Ellos la reciben con alegría. Ellos son los que te animan al inicio. Lo reciben
con gozo. Son aquellos que responden con calidez y positivismo. Al salir
comentan: “Ese fue un buen mensaje ¿verdad? lo disfruté” Pero su
respuesta es superficial porque Él dice que no tiene raíz. Ellos creen por un
rato, pero cuando vienen momentos de pruebas ellos se van. Es fácil creer
cuando estás cómodo, dentro de una iglesia donde no estás enfrentando una
prueba. Pero cuando te alcanza una prueba difícil, ésta es más grande que la
verdad en la Palabra de Dios y en vez de creer, esa verdad se marchita.
¿Qué son los tiempos de pruebas? Pueden ser muchas, muchas cosas. Pero
te podría decir que las pruebas vienen en un tiempo específico cuando
necesitas creer y necesitas apropiarte y poner en práctica lo que escuchaste.
Y cuando lo enfrentas no eres tú. Así que cuando hay dificultad en tu familia,
o cuando enfrentas oposición en tu trabajo, cuando has sido herido por
alguien, o alguien que amas está mal, cuando el diablo está tentándote y
probándote, esos son tiempos de pruebas. O profundizas tus raíces en
Cristo, su Palabras, o te marchitas y desapareces.
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Esta es la tierra que produce cosecha y tenemos palabras claves aquí. Ellos
oyeron. Bueno, todos escucharon, así es como entra. El que tenga oídos que
oiga. Oyeron, pero la retuvieron. Es decir, le regaron agua para que germine
y crezca. Ellos perseveraron, ya que la perseverancia es parte de la vida
cristiana. Produjeron cosecha, hubo fruto.
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Como resultado de esta distorsión, muchas personas que piensan que han
dicho lo correcto, viven como les place hasta que se acabe la función,
porque todo estará bien. Jesús nos dijo que así no es. Nos dijo en Mateo
capítulo 7 verso 21: “»No todo el que me dice: “Señor, Señor”, entrará en el
Reino de los Cielos, sino sólo el que hace la voluntad de mi Padre que está
en el cielo.- Muchos me dirán en aquel día: “Señor, Señor, ¿no profetizamos
en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios e hicimos muchos
milagros?” Entonces les diré claramente: “Jamás los conocí. ¡Aléjense de mí,
hacedores de maldad!”
Éste es Jesús hablando y nunca estés en desacuerdo con Jesús. Él dice, hay
mucho más que orar una oración. El orar es una expresión del cambio del
corazón. Si no hay un cambio, puedes orar y repetir lo que quieras, eso no
va a reflejar el cambio en ti, será una oración vacía.
Cristo digo: "No creas que eres un cristiano porque te lo digo, permite que el
Espíritu Santo dentro de ti te dé una seguridad interna y lo hará. Ocurrirá
porque de repente amarás a Jesús, tendrás apetito por la verdad.”
Y Juan nos dice que podemos saber quiénes son hijos de Dios y puedes
saber quiénes son creyentes. Y lo sabrás por la evidencia de sus frutos
reflejados en sus vidas. Esto no significa una salvación por obras, porque no
lo es. Si haces cosas te vas a salvar. Al contrario, estás son las consecuencia
de la vida de Dios implantada en tu corazón, eso es salvación.
Déjame decirte: más vale tomar en serio a Dios. Más nos vale no apuntar a
lo que es mínimo, sino permitir que la Palabra de Dios y el Espíritu de Dios
penetre con profundidad en nuestras vidas y que comience a producir el
carácter de Jesús, la obra de Jesús y ser hombres y mujeres de Dios.
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Tal vez algunos para nada tienen una relación con Dios. Nunca has venido
con arrepentimiento y dicho: “Señor, reconozco que te necesito, reconozco
que el evangelio que he escuchado tantas veces no he permitido que tenga
raíces. Vengo arrepentido, no quiero pecar. No quiero estar alejado y quiero
que seas el Señor y dueño de mi vida”. Ése es el inicio, pero si ese inicio va
a producir fruto, deja que la Palabra de Dios obre y trabaje en tu vida.
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