Un científico de nacionalidad alemana llamado Hans Berger descubrió
hacía la década de los 90, la existencia de ondas cerebrales y la relación que estas tenían con los diferentes estados de consciencia que tenemos. El develo que existen diferentes impulsos eléctricos y que estos podían ser medidos con un electroencefalograma o EEG. Existen cuatro tipos de ondas cerebrales principales, estas están clasificadas de acuerdo a la velocidad del impulso a la frecuencia o y la amplitud o el voltaje del impulso, cada una de estas ondas están asociadas con una determinada actividad cerebral.
Ondas Beta
Se producen cuando el cerebro está despierto e implicado en actividades
mentales. Son ondas amplias y las de mayor velocidad de transmisión de las cuatro. Su frecuencia oscila entre 14 y 30-35 Hz (ciclos por segundo o cps). Denotan una actividad mental intensa. Cuando una persona está dando un discurso, estudiando, realizando un problema de matemáticas, etc. su cerebro se encuentra emitiendo este tipo de ondas.
Ondas Alfa
Alfa representa un estado de escasa actividad cerebral y relajación. Estas
ondas son más lentas y de mayor amplitud que las betas. Su frecuencia oscila entre 8 y 14 cps. Una persona que ha terminado una tarea y se sienta a descansar, se encuentra a menudo en un estado alfa; así como la persona que está dando un paseo, disfrutando del paisaje. Ondas Theta
Son ondas de mayor amplitud y menor frecuencia (entre 4 y 8 cps). Se
alcanzan bajo un estado de calma profunda. La persona que está fantaseando (o soñando despierta), se encuentra en este estado, así como la persona que tras conducir un rato, de repente se da cuenta de que no recuerda como ha hecho los últimos kilómetros. Se dice que es un estado de inspiración de ideas y soluciones creativas. Se trata de un estado en el que las tareas realizadas se han automatizado, ya no se necesita tener un control atencional y consciente de su ejecución, pudiendo el sujeto distanciarse de ellas mentalmente. Es decir, que su mente esté en “otro sitio” (a veces decimos “en la luna”).
Ondas Delta
Con una frecuencia de uno y tres hercios, surgen principalmente en el
sueño profundo y muy raras veces se pueden experimentar estando despierto. Sus estados psíquicos correspondientes son el dormir sin sueños, el trance y la hipnosis profunda. Las ondas delta resultan de gran importancia en los procesos curativos y en el fortalecimiento del sistema inmunitario. Son las ondas de mayor amplitud y menor frecuencia. Nunca llegan a cero, pues eso significaría la muerte cerebral. Se generan ante un estado de ‘sueño profundo’. Cuando nos vamos a dormir, las ondas cerebrales van pasando sucesivamente de beta a alfa, theta y finalmente, delta. Durante el sueño se producen ciclos que duran unos 90 minutos. Estas ondas nos dan una idea del ritmo que tiene el cerebro, con esto podemos crear estrategias para estimularlo y lograr solucionar algunos problemas en el cerebro causados por el desequilibrio en estas.
Por ejemplo, en el caso de los trastornos de atención (TDA: Trastorno
por Déficit de Atención), las ondas betha están muy estimuladas, por lo que al utilizar frecuencias que estimulen las ondas Theta, se puede equilibrar el ritmo cerebral sin sustancias químicas externas ni efectos secundarios.
El cerebro se estimula cuando recibe ciertas frecuencias de ondas,
sincronizándose con éstas, efecto que se conoce como FFR (Frecuency Following Response o Respuesta de Seguimiento a una Frecuencia). La neuroinducción es una técnica de estimulación mediante los ritmos del cerebro. La función de ésta es adecuar el ritmo cerebral para lograr el cambio. Las técnicas utilizadas inducen al cerebro a estados adecuados. El término y la técnica de la neuroinducción fueron concebidos por Juan Antonio Guerrero Cañongo, quien continúa investigando sobre ella. Los patrones de ritmo y su inducción son utilizados por muchas culturas desde hace miles de años, pero no se utilizan científicamente. Incluso se tienen datos de logros impresionantes al alterar la conciencia con ritmos determinados, como por ejemplo lo hacen los «caminantes» del fuego de diversas partes del mundo, entre ellas, la India. Si miles de hombres pueden caminar sobre el fuego alterando sus frecuencias, la restauración de la salud debe ser (y es) algo sencillo. Los monjes del Tibet, desde hace miles de años, alteran constantemente las funciones de los órganos del cuerpo, todo con las frecuencias adecuadas.
Las funciones de nuestro cuerpo son rítmicas, por ello, es necesario
utilizar los ritmos adecuados para aprender y para lograr la salud. Éstos son captados por nuestro ser desde la concepción, ya que el bebé tiene contacto con un mundo rítmico: el latido cardiaco, los ruidos intestinales y múltiples sensaciones y estados (al caminar, dormir, hablar, etc., la madre provoca vibraciones).
Estimular y equilibrar el ritmo cerebral debe ser el objetivo de todos los
profesionales de la salud y del aprendizaje, con ello se ahorrarían miles de horas de tratamientos farmacológicos, además de proporcionarle un mejor estilo de vida al paciente. La neuroinducción tiene muchas ventajas, entre ellas:
• La sincronización de los hemisferios cerebrales.
• La estimulación cerebral sin métodos intrusivos (no coloco electrodos, no se inyecta al paciente, no se le administra droga alguna). • Utiliza muchos elementos de la musicoterapia y multiplica los beneficios. • No tiene efectos secundarios. Es auxiliar de muchos padecimientos y problemas, entre otros: • Dolor crónico. • Déficit de atención asociado o no con hiperactividad. • Hipertensión. • Diabetes. • Secuela de embolias. • Alzheimer. • Parkinson. • Depresión. • Ansiedad. • Insomnio. • Estrés. • Osteoporosis. … además de estimular y potenciar el aprendizaje, la memoria y el lenguaje.