Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
andaríamos desorientados temerosos de lo que nos pueda pasar; sentiríamos que nos
falta el para qué de todo lo que hacemos, que a fin de cuentas, la vida no tiene un
propósito y que lo que queda es seguir navegando a la deriva, sufriendo lo malo y
disfrutando lo que se puede.
Vivir así es andar por la vida sin una visión de destino, sin metas, sin un proyecto de
vida. Es quedar expuesto a la ansiedad, la incertidumbre, la desesperación o el
aburrimiento. El peligro último más grande de esta forma de vida no es ni más ni
menos que la infelicidad. Por eso, es tan valioso como importante para cada uno poder
ir consolidando un proyecto de vida.
El Proyecto de Vida Dentro del proyecto de vida (PDV) podemos reconocer una
serie de aspectos o dimensiones, a saber:
Identidad: El PDV es, en primera instancia, personal, es diferente en cada uno, ya que
parte de quién somos, tiene que ver con la propia historia de vida, la personalidad y el
contexto en el que estamos inmersos, así como las expectativas que tenemos para
nosotros mismos en el futuro.
Horizonte: Todo PDV supone una orientación hacia un fin. Es el para qué, aquello que
se desea alcanzar, el sueño. En el camino habrá que superar múltiples obstáculos
“internos” y “externos” para lograr aquello que se busca.
Opciones: el PDV implica toma de conciencia, discernimiento, madurez, toma de
decisiones y compromiso. A su vez, se asienta sobre valores, ideales, y principios que
guían y contribuyen a ser fiel al horizonte propuesto.
Núcleo: tiene que ver con el alma del PDV, aquello que anima todos los esfuerzos y
opciones. Es la raíz desde la cual se nutre la persona para afrontar los desafíos que la
vida propone.
Comunidad: todo PDV tiene una dimensión comunitaria. No estamos solos, sino que
caminamos junto a otros, con algunos de los cuáles entrelazamos nuestras vidas y
unimos esfuerzos en pos de alcanzar propósitos compartidos.