Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
RESUMEN. Este artículo trata de mostrar la lec- ABSTRACT. This article tries to show the read-
tura que MacIntyre hizo de Freud desde 1955 ing of Freud that MacIntyre made from 1955
hasta 1970. Con este fin, se resumen las ideas to 1970. For this purpose, it summarizes the
de MacIntyre en el contexto intelectual, prin- ideas of MacIntyre in the intellectual context,
cipalmente el uso de las ideas filosóficas de mainly the use of philosophical ideas of
Freud contra el proyecto de la Ilustración. Freud against the Enlightenment project.
MacIntyre critica a los intérpretes de Marx y MacIntyre criticises Marxist interpreters and
a la mezcla entre Marx y Freud. MacIntyre the mixing between Marx and Freud. MacIn-
usa las ideas filosóficas de Freud para contes- tyre uses the philosophical ideas of Freud for
tar dos problemas sobre el determinismo: los answering two problems on determinism: the
vínculos entre el determinismo y las razones links between determinism and reasons for
para la acción y el determinismo y el marxis- action and determinism and Marxism. The
mo. La conclusión principal es que MacIntyre main conclusion is that MacIntyre used Freud
usó a Freud en su propio beneficio: como un in his own advantage: as an ally in the criti-
aliado en la crítica de la Ilustración. cism of the Enlightenment.
Palabras clave: MacIntyre, Freud, Ilustra- Key words: MacIntyre, Freud, Enlighten-
ción, determinismo, marxismo. ment, determinism, marxism.
El interés que sintió el joven MacIntyre tentar satisfacerla, al hilo de tres aparta-
hacia Freud es atípico y, hasta cierto pun- dos: 1) los problemas e inquietudes de
to, marginal. Atípico, porque es raro en- MacIntyre durante los años cincuenta y
contrar en los años cincuenta a alguien sesenta, 2) el lugar que ocupa Freud en el
que escriba artículos y hasta un libro so- pensamiento del escocés, y 3) los temas
bre el inconsciente, sin ser ni un seguidor freudianos que interesan a MacIntyre.
de Freud ni un «experto» en teoría psi- En las próximas páginas intentaré
coanalítica. La marginalidad radica en explicar cuál es el uso que hace el filóso-
que su inquietud fue sólo parcial, y casi fo escocés de las ideas de Freud, es decir,
siempre condicionada por unos intereses qué «toma» de Freud o cuáles son los
que suelen resultar accesorios en el estu- puntos que le interesan. Para ello es nece-
dio de la teoría de este pensador y médico sario conocer tanto las inquietudes de
vienés. MacIntyre como lo que buscaba en la
Esta afirmación, hecha de entrada, obra de Freud. Para centrarme exclusiva-
requiere una explicación mucho más de- mente en el ámbito de las influencias, de-
tallada. El objetivo de este estudio es in- jaré para otro posible trabajo el estudio
muestra los tópicos más manidos, sin que propio inconsciente. Lo que se representa es
pueda apreciarse ningún destello mordaz, lo que resulta demasiado doloroso para que la
a los que el escocés fue y sigue siendo tan conciencia siga manteniéndolo a la vista; el
aficionado. organismo humano, que busca el placer con
naturalidad, se ve continuamente obligado a
En cambio, si se compara el cuerpo adaptarse a la externa realidad social y física.
de la descripción e interpretación ideoló- Los impulsos que no pueden encontrar una sa-
gica con la de otros expositores, se ve, lida son en consecuencia desviados por otros
por una parte, cuáles son los intereses de cauces; esto es lo que se denomina subli-
MacIntyre y, por otra, cuáles son sus in- mación. No todo lo que es inconsciente es re-
terpretaciones personales. Si nos fijamos primido, pues el inconsciente tiene sus pro-
en la entrada del Diccionario Macmillan, pias pautas dinámicas, y tanto las represiones
el primer punto hace referencia a las como las sublimaciones se realizan de confor-
midad con las leyes de transformación que
ideas básicas de Freud: son innatas en el inconsciente. El inconsciente
«En las doctrinas que Freud elaboró en es, pues, una entidad teorética, en principio
los años anteriores a 1915 se reconocen y des- inobservable, sin la cual las conexiones entre
criben por primera vez las características re- la infancia y la vida adulta seguirían siendo
petitivas del comportamiento anormal de los ininteligibles». 22
adultos, histérico, obsesivo y depresivo; lo
novedoso en Freud no fue solamente su des- Se resaltaba la primacía del incons-
cripción de estas características, sino la forma ciente sobre los problemas conceptuales
en que las describió. En lugar de considerar la derivados de la represión y la sublima-
conducta mencionada como simplemente inú- ción, pues el inconsciente era el verdade-
til y sin sentido, de manera que la única tarea ro problema teórico que tenía consecuen-
para el investigador psiquiátrico sea la de bus- cias en el debate filosófico. En el sub-
car las condiciones fisiológicas precedentes
apartado dedicado al psicoanálisis y a la
que hayan podido originar el comportamiento
neurótico, Freud trató el comportamiento neu- terapia se explica hasta qué punto el in-
rótico como una forma de actividad sobre la consciente es el gran desconocido.
que es pertinente preguntarse cuál es su senti-
El objetivo es permitir que el paciente re-
do y finalidad». 21
cupere los recuerdos perdidos en los que sus
Quisiera llamar la atención sobre dos motivos inconscientes están arraigados y de
cuestiones. MacIntyre hace hincapié este modo volver al punto en que el conflicto
o la debilidad se fijó en su carácter de tal ma-
dos veces en que la novedad en Freud ra- nera que produjo más tarde las incapacidades
dica en la «descripción» de algunas con- y las neurosis. Esto no es fácil —necesaria-
ductas naturales y en las formas que el mente es un proceso prolongado— porque no
propio Freud utiliza para describirlas. El hay motivos o deseos inconscientes por los
joven MacIntyre no estaba interesado pri- que el paciente no posea un fuerte deseo in-
mordialmente en la hermenéutica de un consciente de que permanezcan inconscien-
caudal bruto de sueños, sino más bien en tes. Por lo tanto, el analista ha de ayudar al pa-
la descripción de los resortes psíquicos. ciente a hacer frente, entender y superar sus
Esto queda confirmado en la insistencia propias resistencias. 23
en los elementos etiológicos del compor- Sin embargo, cuando MacIntyre es-
tamiento y de la conducta humana (pro- cribió sobre la «innovación conceptual»
pósitos, acciones...). MacIntyre recalca que representaba el psicoanálisis se cen-
que los conceptos-clave en Freud son los tró en una serie de cuestiones que no sólo
siguientes: le interesaban en el orden teórico, sino
«Los conceptos clave de la teoría freu- también en la esfera moral: son los com-
diana son los de represión, sublimación y el ponentes conceptuales de las «razones
para la acción»: motivos, deseos y accio- «Se suele suponer que la distinción lógi-
nes inconscientes. ca entre los motivos y las causas garantiza que
las creencias morales no puedan ser desacre-
Al hablar de los motivos inconscientes y ditadas de ninguna forma por explicaciones
los deseos inconscientes, Freud nos obligó a genéticas de cómo llegaron a formarse. Pero
aclarar en más de una forma los conceptos de la explicación freudiana de los imperativos
motivación y de deseo. Describir una deter- emitidos por el superyó como la internaliza-
minada conducta como el resultado de una ción de las órdenes dadas por los padres y el
motivación inconsciente equivale inicial- contraste freudiano entre la moral esencial-
mente a describirla de nuevo para que poda- mente inmadura, que consiste en recurrir a
mos entenderla como una acción orientada esos imperativos, y la moral madura del ideal
hacia un fin y no como un mero movimiento del yo, en la cual el agente trata de justificar
físico. Pero al atribuir un motivo a la conduc- sus creencias morales en función de ciertos
ta ¿nos estamos limitando a redescribirla y objetivos y deseos, ofrece un marco en el que
reclasificarla, o también afirmamos una rela- ciertas creencias morales ya no parecen plau-
ción entre esa conducta y una causa oculta, el sibles. Porque si es cierto que el tipo de mora-
motivo inconsciente, identificable de alguna lidad que establece un contraste lo más acusa-
manera con independencia de la conducta? do posible entre el deber y el deseo es en reali-
¿Cuál es la relación de los motivos incons- dad una moralidad en la que el recurso al
cientes con nuestras distinciones comunes deber es un recurso al deseo inconsciente, y
entre motivos, razones y causas? El mismo de hecho un deseo inconsciente de carácter in-
Freud escribió acerca de los motivos incons- fantil y autoritario, en ese caso los argumentos
cientes como una especie de causa, y la críti- de ese tipo de moralidad ya no pueden ser
ca filosófica ha sido tal vez demasiado preci- convincentes. El imperativo categórico se da
pitada al suponer que sin duda está equivoca- a conocer no como el alegato de una ley com-
do. Puesto que es evidente que posiblemente prendida por la pura razón práctica, sino como
existe un criterio para establecer la presencia el fantasma de una voz que se escucha no en
de un motivo inconsciente, es decir, un crite- el Sinaí, sino en la guardería». 25
rio independiente de la conducta que se trata
de explicar invocando el motivo, la presencia La lectura que hizo MacIntyre de la
o ausencia de un motivo, puede funcionar en ética de Freud contraponía directamente
realidad como un factor causal. Es decir, al los imperativos kantianos y la escisión
mismo tiempo puede verse el motivo como entre razones y causas. La explicación
una razón que dirige el comportamiento del
agente y la presencia del motivo como causa
del vienés no era suficiente para aclarar
de la conducta, y ello sin ninguna incon- de dónde procedían los imperativos del
gruencia lógica. 24 superego y de qué manera se relaciona-
ban con la dimensión moral del yo. Esta
Los problemas teóricos y las incon- contraposición entre la ética kantiana y la
gruencias podrían ser objeto de otro es- freudiana tenía como motivo de fondo
crito. Lo que aquí me interesa especial- la separación entre la autonomía y la he-
mente es mostrar al Freud de MacIntyre, teronomía de la moral, así como también
que pasa por encima de la práctica psi- la pregunta acerca de la verdadera natura-
coanalítica, critica la teoría y dedica un leza de la moral (es decir, si existían cau-
subapartado a «Dreams, culture, and sas o razones morales).
religion» y otro a la crítica de la «inno-
vación conceptual». Los tres últimos El descubrimiento realizado por Freud
de la causa, tanto de los síntomas neuróticos
subapartados acaban de redondear la ex- como de los rasgos de carácter normal, restó
posición sesgada de Freud: «Ethics», fuerza definitivamente a todo intento de
«Psycoanalysis and determinism» y mantener que la conducta humana está esen-
«Veriafibility». En la primera se puede cialmente exenta de explicación en términos
leer: de causalidad, o de que la línea que separa el
mas y que, finalmente, acababa dese- agudeza las críticas que se han podido
chando por insuficiente. leer en el segundo apartado. En un artícu-
El primer estudio de Freud databa de lo titulado «Determinism» 33 se pueden
1955, en el que ya trataba el problema de comprender con mayor claridad las posi-
la causalidad. Realmente —como ya he ciones de MacIntyre, que extiende su crí-
apuntado en el primer apartado— tica tanto al positivismo (en filosofía jurí-
MacIntyre tomó al vienés para aclarar sus dica, moral y de la religión) como al
propios problemas intelectuales, si bien behaviorismo. 34
es cierto que en un momento determina- Sólo a partir de ahí puede entenderse
do terció, como recuerda Ricoeur, en la la necesidad de una serie de razones teó-
controversia sobre el «estatuto lógico del ricas para actuar. Desde Hume y Kant, no
psicoanálisis», 31 que merece un trata- puede darse ese salto, pues se incurriría
miento aparte. en una de las variantes de la falacia natu-
De hecho, la idea central que quisiera ralista. Según MacIntyre, Hume hace
destacar en este escrito es que MacIntyre trampas en su separación entre hechos y
utilizó a Freud en dos batallas que estaba razones, porque realmente considera, en
librando personalmente: la primera, con- una concesión al utilitarismo, algunas ra-
tra el liberalismo, y la segunda contra el zones de carácter teorético como razones
estalinismo, y ambas pueden reducirse a morales. 35
un denominador común: la falta de «ra-
zones para la acción» en el mundo con- Para MacIntyre, sin embargo, es ne-
temporáneo y la crítica del determinismo. cesario que exista una imperatividad que
El desarrollo de estas dos cuestiones pre- marque las razones para la acción, es de-
tende mostrar que MacIntyre no estuvo cir, que existan razones mediante las cua-
interesado en la teoría psicoanalítica más les una persona debe obrar. Lo único que
que en la medida en que ésta podía ayu- hace Freud es precisamente quitar esas
darle en los dos temas que he citado. razones para actuar, pues para él las cau-
sas no son exactamente elementos no-
3. El uso de la obra de Freud racionales, sino más bien impulsos pro-
porcionados por el inconsciente, cuya
En puridad, lo que podría denominarse explicación y cuyo control se escapan de
como obra «freudiana» de MacIntyre las reglas de la lógica. La clarificación
—strictu sensu— se circunscribe a una de las cuestiones referentes a la inten-
serie de trabajos que abarcan desde 1955 ción, los propósitos y los motivos es el
a 1967. 32 Sin embargo, esa clasificación problema más importante con el que se
sería del todo inadecuada si esos trabajos enfrenta MacIntyre, siempre a la vera del
no se leen en relación a otros de la misma segundo Wittgenstein. 36
época cuya temática no es exclusivamen- Lo que deseaba saber en la década de
te freudiana, pero en la que Freud aparece los cincuenta era, precisamente, si esos
o bien se tratan los mismos problemas motivos eran racionales o irracionales.
que en las obras «freudianas», es decir, En el caso de que los motivos fuesen ra-
las razones para la acción. cionales, quería saber si eran capaces de
superar la escisión entre teoría y praxis
a) Razones para la acción del hombre moderno o si se mostraban
y determinismo incapaces de ello. Si podían superar la es-
cisión, esos motivos racionales eran los
La problemática sobre las razones para la elementos que podían dotar de sentido a
acción permite comprender con mayor la psyque humana y demostrar que el ser
que el héroe descubre que el origen de su acti- económico, moteado por el humanismo,
vidad anti-fascista radica en la culpa reprimi- y el segundo es el adalid del determinis-
da de una lesión olvidada que había infligido a mo biológico. Entre ambos se situaba
su hermano en la niñez. Pero al menos el hé- Freud, con un determinismo biológico,
roe de Koestler pasa por ser anti-fascista. Con
Amis, en su panfleto de la Fabian Society So-
pero con vetas de humanismo. La moda
cialism and the Intellectuals, la atenuación y de la época situaba a los tres pensadores
la falta de comprensión de Freud alcanzan su en un mismo grupo, y MacIntyre estable-
punto máximo. La política es cuestión de tem- ció diferencias entre ellos, y en mayor
peramento; el atractivo de lo ya establecido te medida, con los seguidores.
impulsa hacia la derecha y el odio hacia éstos
Así Feuer escribe: «En estos primeros es-
hacia la izquierda. «Y detrás de esto quizás se
critos Marx y Engels, como precursores freu-
encuentran de nuevo las relaciones con tus pa-
dianos, consideran el amor, y no el trabajo,
dres». No hay aquí indicio alguno de que
como origen del sentido humano de la reali-
aquéllos cuya política adulta está simplemen-
dad», y este autor cita de La Sagrada Familia,
te moldeada por la relación con sus padres de- publicado en 1845 pero escrito en el otoño de
ban y puedan ser liberados. No hay aquí indi- 1844. Sin embargo, ya en los Manuscritos de
cio alguno de que uno se puede liberar a sí Economía y de Filosofía (escritos entre abril y
mismo mediante la acción social. 44 agosto de 1844) Marx había sostenido clara-
mente la relación fundamental entre el trabajo
MacIntyre consideró que la lectura y el sentido de la realidad. Y, de hecho, la cita
que hizo Koestler en Arrival and Depar- de La Sagrada Familia no tiene un sentido del
ture era una vulgarización. Esos usos todo claro cuando se coloca en su contexto. 47
«vulgares» de Freud no tenían ningún va-
lor intelectual. Asimismo, tampoco era La obra de Marcuse representó, para
aceptable la lectura «marxista» de Freud MacIntyre, el desencanto final con el
que hacían los teóricos de la literatura marxismo y con el freudismo, que no con
como Raymond Williams, atribuyendo a Freud y con Marx. De hecho, Marcuse,
Freud un análisis del carácter burgués según el escocés, elaboró una teoría mix-
vienés. 45 Realmente, la persona y la obra ta, que recoge puntos conflictivos de uno
de Freud habían caído en la banalización y otro. La crítica más dura contra Marcu-
en manos de los «intelectuales de parti- se era, precisamente, su infidelidad hacia
do», como pudieran ser Stalin, o más cla- la obra de los respectivos autores, vulga-
ramente, Lukács. rizados mediante una construcción inte-
lectual que no era fiel a los escritos de
Enmarcar lo que Williams dice sobre Marx y Freud.
Freud en las circunstancias en que se encon-
traban los intelectuales durante el declive [En Eros y Civilización] En este libro,
del Imperio Austro-Húngaro, o relacionar las Marcuse complementó su marxismo con una
metáforas de Williams sobre el vagabundeo adhesión a la teoría freudiana de una forma en
y el exilio con el vagabundeo y el exilio en gran parte acrítica. Este autor revisa a Freud
el mundo real equivaldría a transformar su re- para utilizarlo, pero también, por ejemplo, pa-
lato. 46 rece aceptar partes del sistema freudiano (in-
cluida la creencia en el instinto de muerte) que
Esta crítica puede verse aún más cla- rechazan la mayoría de los freudianos. Aquí,
ra en un comentario a una obra de Lewis una vez más, la postura firme de Marcuse en
contra de que se investigue la confirmación
Feuer, que aglutinaba en un mismo saco a empírica que puedan tener sus creencias hace
Marx, a Engels y a los freudianos. Para difícil la crítica. Su revisión principal de Freud
MacIntyre existía una importante distin- se refiere al papel de la sublimación. Freud ve
ción entre Marx y Engels, pues el prime- la sublimación como órgano de represión del
ro representa el determinismo social y deseo humano fundamental y como una nece-
NOTAS
* Estoy en deuda con los profesores Carlos Gó- Rorty, Cavell, MacIntyre, and Kuhn, entrevistado por
mez Sánchez, Javier Muguerza y Josep Maria Vilajo- G. Borradori (Chicago: University of Chicago Press,
sana, que leyeron una primera versión de este artículo 1994), pp. 137-52, reproducida también en K. Knight:
y formularon agudas observaciones. El Sr. Antonio The MacIntyre reader, University of Notre Dame,
Medrano revisó con su habitual precisión mi traduc- 1998.
ción de los textos en inglés; no obstante, los errores 2 Véase el autorretrato que MacIntyre escribió en
que existan en la versión española son de mi entera T. Mautner (ed.): A Dictionary of Philosophy, Oxford,
responsabilidad. Blackwell, 1995, p. 252.
1 Véase: «An interview with Alasdair MacIntyre», 3 Algunos resúmenes interesantes —desde un pris-
Cogito, Summer, 1991, pp. 67-73, y «Nietzsche or ma tomista— sobre la formación intelectual de
Aristotle?», en The American Philosopher: Conversa- MacIntyre son: «A short history of Alasdair MacIn-
tions with Quine, Davidson, Putnam, Nozick, Danto, tyre», en C. S. Lutz: Tradition in the ethics of Alasdair
MacIntyre. Relativism, Thomism and Philosophy. Le- 27 Melden se opuso en Free Action a las ideas de
xington Books, 2004 y T. D’Andrea: Tradition, Ratio- Ryle, argumentando que si para hacer algo debe darse
nality, and Virtue: The Thought of Alasdair MacIntyre, un acto de voluntad, éste ya es una acción que necesi-
London, Ashgate Publishing, 2006, pp. xvi y ss. En taría de otro acto de voluntad, de modo que habría una
español, puede verse F. J. de la Torre Díaz: El modelo cadena ininterrumpida. Sobre MacIntyre y Melden
de diálogo intercultural de Alasdair MacIntyre, puede verse T. D’Andrea: Tradition, Rationality, and
Dykinson, Madrid, 2001, pp. 16-19. Virtue: The Thought of Alasdair MacIntyre, op. cit.,
4 Un ejemplo de ello puede verse en M. H. Less- pp. 179-182.
noff: Political philosophers of the twentieth century, 28 «Freud, Sigmund», cit., p. 252.
Wiley-Blackwell, 1999, p. 4. 29 Ibidem, p. 252.
5 Véase T. Mautner, op. cit., p. 252.
30 Ibidem, p. 252.
6 Véase Blackledge, P. & Davidson, N. (eds.),
31 P. Ricoeur: Freud: una interpretación de la cul-
Alasdair MacIntyre’s Early Marxist Writings: Essays tura, México, Siglo XXI, p. 315.
and Articles 1953-1974, Leiden: Brill, 2008. 32 «Cause and Cure in Psychotherapy», Procee-
7 Puede leerse A. MacIntyre: Marxism and Chris-
dings of the Aristotelian Society, Supplementary volu-
tianity, London, Duckworth, 1995, que contiene un
me, 29 (1955), 43-58, The unconscious: A conceptual
nuevo prólogo.
8 Véase A. MacIntyre: «A Perspective on Philo-
analysis, Routledge, London, 1958, «Freudian and
Christian Dogmas as Equally Unverifiable», in Faith
sophy», en Social Research, 38, 1971, pp. 655-68. and the Philosophers, John Hick, ed. (New York: St.
9 A. MacIntyre: «Modern German Thought», en
Martin’s Press, 1964), pp. 110-11. «Freud as Moralist»
Malcolm Pasley, (ed.): Germany: A Companion to [Recensión de The Letters of Sigmund Freud and
German Studies, London: Methuen, 1972, pp. 427-51. Oskar Pfister, Heinrich Meng and Ernst L. Freud,
10 E. Perreau-Saussine: Alasdair MacIntyre: Une
eds.], New York Review of Books, Feb. 20 1964, p. 7.
biographie intellectuelle, París, PUF, 2005, p. 40. «The Psycho-analysts: The Future of an Illusion?»,
11 «Notes from the Moral Wilderness I», New Rea-
Encounter, 24(5) (May 1965), 38-43, 1978, pp. 27-37.
soner, 7, 1958-9, pp. 90-100 y «Notes from the Moral «Freud, Sigmund», in Encyclopedia of Philosophy,
Wilderness II», New Reasoner, 8, 1959, pp. 89-98. Paul Edwards, ed. (New York: Macmillan, 1967),
12 A. MacIntyre: Against the Self-Images of the
vol. 3, pp. 249-53. «Jung, Carl Gustav», in Encyclope-
Age: Essays on Ideology and Philosophy, University dia of Philosophy, Paul Edwards, ed. (New York:
of Notre Dame Press, 1978, pp. 109-24 y 136-72. Macmillan, 1967), vol. 4, pp. 294-296.
13 A. MacIntyre: Marxism and Christianity, cit.,
33 Mind, 66 (1957), pp. 28-41.
capítulos I y II. 34 Mind, cit., pp. 40-41.
14 Ibidem, capítulo VII.
35 Véase fundamentalmente: «Hume on “Is” and
15 Un ejemplo muy claro puede verse en S. Toul-
“Ought”», Philosophical Review, 68, 1959, 451-68.
min, R. W. Hepburn y A. MacIntyre: «The Logical
Reimpreso en Against the Self-Images of the Age:
Status of Religious Beliefs», en Metaphysical Beliefs:
Essays on Ideology and Philosophy (University of No-
Three Essays, London, SCM Press, 1957, pp. 157-
tre Dame Press, 1978), pp. 109-24. «Ought» en el mis-
201.
16 Véase P. Blackledge: «Morality and Revolution: mo volumen, pp. 136-56.
36 Véase E. Perreau-Saussine, pp. 81-83.
Ethical Debates in the British New Left», Critique,
37 The unconscious, cit., p. 52.
Vol. 35, No. 2, August 2007 e idem: «Freedom, Desire
38 «Freud as Moralist», op. cit., p. 7.
and Revolution: Alasdair Macintyre’s Early Marxist
Ethics», History of Political Thought, Volume 26, 39 «Freudian and Christian Dogmas as Equally
Early Marxist Writings: Essays and Articles 47 «Marxist Mask & Romantic Face: Lukács on
1953-1974, Leiden: Brill, 2008, p. 59. Thomas Mann», en P. Blackledge & N. Davidson, cit.,
43 K. Amis: «Socialism and the Intellectuals» p. 322.
48 «Herbert Marcuse: From Marxism to Pessi-
[Panfleto], London, The Fabian Society, 1957.
44 «Breaking the chains of reason», en P. Blackled- mism», en P. Blackledge, & N. Davidson, cit.,
pp. 344-345.
ge, & N. Davidson, cit., pp. 160-161. 49 H. Tristram Engelhardt Jr. and Arthur L. Caplan
45 Esta cuestión también puede verse en The un-
(eds.): Scientific Controversies: Case Studies in the
conscious, p. 89. Resolution and Closure of Disputes in Science and
46 «Culture and revolution», en P. Blackledge, & Technology (Cambridge: Cambridge University Press,
N. Davidson, cit., p. 177. 1987), pp. 295-311.