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ISEGORÍA.

Revista de Filosofía Moral y Política


N.º 42, enero-junio, 2010, 231-245
ISSN: 1130-2097

Alasdair MacIntyre, joven lector de Freud *


Alasdair MacIntyre, young reader of Freud
RAFAEL RAMIS BARCELÓ
Universitat Pompeu Fabra

RESUMEN. Este artículo trata de mostrar la lec- ABSTRACT. This article tries to show the read-
tura que MacIntyre hizo de Freud desde 1955 ing of Freud that MacIntyre made from 1955
hasta 1970. Con este fin, se resumen las ideas to 1970. For this purpose, it summarizes the
de MacIntyre en el contexto intelectual, prin- ideas of MacIntyre in the intellectual context,
cipalmente el uso de las ideas filosóficas de mainly the use of philosophical ideas of
Freud contra el proyecto de la Ilustración. Freud against the Enlightenment project.
MacIntyre critica a los intérpretes de Marx y MacIntyre criticises Marxist interpreters and
a la mezcla entre Marx y Freud. MacIntyre the mixing between Marx and Freud. MacIn-
usa las ideas filosóficas de Freud para contes- tyre uses the philosophical ideas of Freud for
tar dos problemas sobre el determinismo: los answering two problems on determinism: the
vínculos entre el determinismo y las razones links between determinism and reasons for
para la acción y el determinismo y el marxis- action and determinism and Marxism. The
mo. La conclusión principal es que MacIntyre main conclusion is that MacIntyre used Freud
usó a Freud en su propio beneficio: como un in his own advantage: as an ally in the criti-
aliado en la crítica de la Ilustración. cism of the Enlightenment.
Palabras clave: MacIntyre, Freud, Ilustra- Key words: MacIntyre, Freud, Enlighten-
ción, determinismo, marxismo. ment, determinism, marxism.

El interés que sintió el joven MacIntyre tentar satisfacerla, al hilo de tres aparta-
hacia Freud es atípico y, hasta cierto pun- dos: 1) los problemas e inquietudes de
to, marginal. Atípico, porque es raro en- MacIntyre durante los años cincuenta y
contrar en los años cincuenta a alguien sesenta, 2) el lugar que ocupa Freud en el
que escriba artículos y hasta un libro so- pensamiento del escocés, y 3) los temas
bre el inconsciente, sin ser ni un seguidor freudianos que interesan a MacIntyre.
de Freud ni un «experto» en teoría psi- En las próximas páginas intentaré
coanalítica. La marginalidad radica en explicar cuál es el uso que hace el filóso-
que su inquietud fue sólo parcial, y casi fo escocés de las ideas de Freud, es decir,
siempre condicionada por unos intereses qué «toma» de Freud o cuáles son los
que suelen resultar accesorios en el estu- puntos que le interesan. Para ello es nece-
dio de la teoría de este pensador y médico sario conocer tanto las inquietudes de
vienés. MacIntyre como lo que buscaba en la
Esta afirmación, hecha de entrada, obra de Freud. Para centrarme exclusiva-
requiere una explicación mucho más de- mente en el ámbito de las influencias, de-
tallada. El objetivo de este estudio es in- jaré para otro posible trabajo el estudio

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de la aportación de MacIntyre a la teoría ñado muy selecto de temas, que estudió


psicoanalítica, en el marco de la discu- bajo determinadas perspectivas. Por otra
sión que se produjo sobre el estatuto lógi- parte, quienes dicen que MacIntyre es un
co de la misma. autor caótico no comprenden el sentido
unitario que subyace en su voluminosa
1. Las inquietudes del joven obra. 4 Esto no significa tampoco que
MacIntyre ésta cobre sentido exclusivamente cuan-
do se la contempla desde su actual prisma
Actualmente existen muy pocos estudios tomista, sino que más bien cabe pensar
sobre los trabajos que MacIntyre escribió que cada uno de los escritos tiene valor
durante sus primeros cuarenta años de en el momento en el que los escribió, e
vida. La época que abarca desde 1950 a incluso puede decirse que muchas obras
1970 es particularmente virgen por dos conservan vigencia y hasta un sentido
motivos: el primero, y más importante, unitario.
por la desautorización —más tácita que Lo que ocurre es que el escocés estu-
expresa— que el propio MacIntyre vo embebido de una serie de problemas,
hace actualmente de sus trabajos de ju- y trató de solucionarlos de una forma
ventud, 1 y el segundo, por la intrínseca —vista desde ahora— algo contingente y
complejidad de un estudio unitario de coyuntural, es decir, al hilo de las modas
este período. sucesivas. En los años cincuenta, en Lon-
Respecto de la primera cuestión, dres y en Oxford, las «modas filosóficas»
cabe decir que MacIntyre, en tanto que eran, principalmente: la filosofía del len-
converso, tiene actualmente un gran des- guaje del segundo Wittgenstein —y en
dén por sus primeros trabajos. En los últi- particular, la llamada «philosophi-
mos años ha dividido su vida en tres cal theology» de Oxford— el existen-
grandes etapas, la primera de las cuales cialismo, y las sucesivas corrientes del
abarca desde 1953 a 1971. 2 En una no- marxismo.
menclatura consensuada por los estudio-
sos actuales, se la denomina el lapso del De hecho, MacIntyre había cimenta-
«primer MacIntyre». Frente a este «pri- do su ideología sobre dos pilares: el de la
mer» MacIntyre, cuya filiación termino- educación familiar (un cristianismo exis-
lógica ya está coloreada algo despectiva- tencialista, de corte bultmaniano) 5 y el
mente en los ámbitos cercanos a su actual de la Universidad (el marxismo comunis-
postura ideológica, prefiero denominarlo ta). 6 Su primer libro trató de demostrar la
el «joven» MacIntyre, para evitar preci- compatibilidad de las dos ideologías, re-
samente ese matiz. bajando el dogma cristiano en pos de una
En cuanto a la segunda cuestión, hay escatología terrenal que también tenía,
que corroborar que muchos estudiosos la según se ve, el marxismo comunista. 7
soslayan precisamente por su dificultad. Esta preocupación cristiana hizo a
Y es que, poco interés tiene para un estu- MacIntyre un hombre particularmente
dioso tomista contemporáneo el estudio sensible a las disquisiciones metafísicas
de la intencionalidad, de la causa o de la y, en particular, a la teodicea. No resulta
acción, si no es, evidentemente, el de pre- extraño que la filosofía de la religión fue-
sentar estos temas como raíces o esbozos ra también un ámbito de estudio para él.
de la «verdadera» teoría, que se ha cons- Al nominalismo al que propende el mun-
truido desde 1980 hasta la actualidad. 3 do anglosajón, MacIntyre le contrapuso
De hecho, en estos primeros años, un moderado afán teorético, más ontoló-
MacIntyre estuvo interesado por un pu- gico que epistemológico, que le llevó a

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conectar con la filosofía y la teología ale- enorme importancia a la Historia y a la


mana. Tradición como bases para la construc-
De hecho, él fue de los pocos profe- ción de su sistema filosófico. Si el tiempo
sores británicos que, durante los años cristiano promete una vida futura que
cincuenta y sesenta, tuvo un pie puesto en empezará el día del Juicio, existen razo-
Gran Bretaña y el otro en Alemania. De nes de carácter racional para obrar de
la tradición británica estudió con ahínco a acuerdo con la moral cristiana. Tal y
Hume y a los filósofos escoceses y, entre como MacIntyre interpretaba al filósofo
sus contemporáneos, a Wittgenstein, de Tubinga, su «filosofía de la historia»
Ryle, Quine, Frege y Popper. 8 De la tra- era la superación dialéctica de las dos crí-
dición germánica, MacIntyre mostró un ticas de Kant a través de la dialéctica his-
gran interés por Kant, Hegel y Marx tórica, 13 en la que todavía se filtraban
—también por Feuerbach y Engels—, así elementos cristianos que no se seculari-
como también por Freud y, en menor me- zaban completamente.
dida, Nietzsche y Weber. En lo tocante a Si en Hegel las razones para la ac-
los autores del siglo XX, Husserl y Hei- ción quedaban excesivamente en el plano
degger tuvieron gran impronta sobre él y abstracto, Marx supo establecer una ex-
también los teólogos protestantes como plicación de la Historia que, descabalga-
Bultmann o Barth. 9 da del ámbito teorético, ligaba la teoría
En un extraño equilibrio entre estos con la praxis. O aún mejor: fundía la teo-
dos mundos, MacIntyre tenía una obse- ría en la praxis. De este modo, el proyec-
sión y una certeza: estaba muy preocupa- to de la Ilustración estaba acabado, pero
do ante la deriva del hombre contemporá- también superado por un cristianismo
neo frente al proyecto de la Ilustración, —más o menos secularizado— que era la
pero, a la vez, creía firmemente en la antorcha de la esperanza, y del marxis-
existencia de algunos caminos para supe- mo, que alentaba la revolución. 14
rarlo. El proyecto ilustrado era, para el He dicho antes que estas dos doctri-
escocés, la culminación de un proceso de nas coexistían en el pensamiento de
atomización y de individualismo que ha- MacIntyre, como oposición al liberalis-
bía empezado con el advenimiento del mo ilustrado. Se trataba, sin embargo, de
Estado Nacional, y de la filosofía racio- una alianza de conveniencia, de escasa
nalista. 10 En la Ilustración se habían pro- solidez. De hecho, las «modas» de la
yectado los deseos de racionalidad de la época acabaron sumiéndole en la duda.
floreciente burguesía, que había hecho lo Por un lado, los estudios de «philosophi-
posible para destruir la cohesión social a cal theology» refinaron su cristianismo,
partir del cultivo de la subjetividad. 11 reduciendo su dimensión más especula-
Las dos primeras Críticas de Kant tiva. 15 Por otro, el existencialismo rei-
muestran la escisión entre la razón teóri- nante en los años cuarenta, pronto tomó
ca y la razón práctica, y el imposible nuevas dimensiones: el tomismo, el mar-
transvase de una a otra, si no se cuentan xismo, el psicoanálisis... MacIntyre evo-
con los fines de la Crítica del Juicio. lucionó —si es que se puede utilizar este
MacIntyre vio que en el XVIII se perdie- término— a la vera de Sartre y Heideg-
ron las razones para actuar, pues la ética ger, a la vez que lo hacía al compás de la
era autónoma respecto de la epistemolo- izquierda británica, muy crítica con el co-
gía. Esa «incomunicación» 12 fue subsa- munismo y con el estalinismo. 16
nada, en parte, gracias a la mediación del Las columnas que aguantaban el
cristianismo y de Hegel, que otorgó una pensamiento de MacIntyre habían sido

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sacudidas y resquebrajadas a mitad de los época son un alarde de combinatoria de


cincuenta. Su cristianismo había quedado temas y métodos, estudiados desde una
aligerado tras sus estudios sobre la racio- profunda comezón, y al compás de los di-
nalidad de las creencias o el lenguaje reli- ferentes hechos históricos, que le obliga-
gioso, y su marxismo era cada vez más ban a replantearse una y otra vez las dife-
contestatario frente a las aberraciones de rentes cuestiones.
Stalin y de los partidos comunistas euro- No poseemos ningún retrato de
peos. Sin embargo, no podía rendirse Freud de la época de los cincuenta, que
ante la Ilustración, que representaba el li- podría ser una estampa viva de las in-
beralismo, el capitalismo económico, el quietudes del propio MacIntyre, proyec-
individualismo... Tenía que buscar alia- tadas en el vienés. En cambio, puede
dos, y Freud, al fin y al cabo era, como leerse la entrada que escribió para la
recuerda Carlos Gómez Sánchez, un crí- Enciclopedia Macmillan en 1967, 18 casi
tico —sui generis— de la Ilustración. 17 al final de su época «freudiana», si es que
así puede llamarse. Antes de hacer un
2. Freud en el pensamiento breve análisis de ella, conviene conocer
de MacIntyre el lugar que Freud ocupaba en el pensa-
miento germánico, visto desde los ojos
El escocés miró siempre con simpatía a de MacIntyre en 1972, cuando práctica-
ese médico afincado en Viena, a quien mente había abandonado ya el interés por
consideró un filósofo de la sospecha, al el freudismo. 19
igual que Marx y Nietzsche. Su sospecha,
naturalmente, era acerca de los males de Para él, la cultura alemana y la aus-
la Ilustración, de modo que el XIX re- triaca se fundían en una red de interde-
presentaba, para MacIntyre, un cómodo pendencias culturales y lingüísticas, de
fortín desde el que podía disparar hacia modo que podían estudiarse conjunta-
el XVIII. mente. Freud aparecía retratado en ella
Creo que Freud hubiera podido ser un como una figura especialmente impor-
referente para toda la filosofía del joven tante en el ámbito del pensamiento, ro-
profesor, si bien hay que constatar que, deado de grandes filósofos como puedan
cuando acudió a él, estaba enzarzado en ser Nietzsche, Husserl o Heidegger, que
unos prejuicios y en unos intereses que no influyeron en teólogos como Barth y
le permitieron acoger su obra con mayor Bultmann. También Freud era coetáneo
ecuanimidad. El vienés era una munición de una caterva de marxistas —a los que
preciada para un combate que, desde me- MacIntyre despreciaba en los años seten-
diados de los cincuenta, MacIntyre libraba ta con más o menos disimulo— y brillaba
consigo mismo y contra el XVIII. Hay que como fundador de una disciplina novedo-
poner énfasis en los dos ámbitos, pues en sa y fructífera —más incisiva que la aco-
esa batalla había en juego no sólo el posi- modaticia sociología del burgués We-
cionamiento personal frente a los proble- ber—, que, a la vez, actuaba como prece-
mas del momento sino también la lucha dente del análisis lingüístico del Círculo
frente a sus creencias y su formación. de Viena. 20
MacIntyre estaba dividido entre la La figura de Freud estaba, pues, bien
esfera de su educación y las ideas propias vista y bien considerada, mucho mejor
del momento, así como también prestaba que su teoría psicoanalítica, de la que
atención a los distintos métodos para ahora hablaré. El retrato biográfico que
abordar los problemas: analítico, psicoa- hace MacIntyre de Freud en 1972 no se
nalítico, dialéctico... Los escritos de esa diferencia tanto del de 1967, en el que

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muestra los tópicos más manidos, sin que propio inconsciente. Lo que se representa es
pueda apreciarse ningún destello mordaz, lo que resulta demasiado doloroso para que la
a los que el escocés fue y sigue siendo tan conciencia siga manteniéndolo a la vista; el
aficionado. organismo humano, que busca el placer con
naturalidad, se ve continuamente obligado a
En cambio, si se compara el cuerpo adaptarse a la externa realidad social y física.
de la descripción e interpretación ideoló- Los impulsos que no pueden encontrar una sa-
gica con la de otros expositores, se ve, lida son en consecuencia desviados por otros
por una parte, cuáles son los intereses de cauces; esto es lo que se denomina subli-
MacIntyre y, por otra, cuáles son sus in- mación. No todo lo que es inconsciente es re-
terpretaciones personales. Si nos fijamos primido, pues el inconsciente tiene sus pro-
en la entrada del Diccionario Macmillan, pias pautas dinámicas, y tanto las represiones
el primer punto hace referencia a las como las sublimaciones se realizan de confor-
midad con las leyes de transformación que
ideas básicas de Freud: son innatas en el inconsciente. El inconsciente
«En las doctrinas que Freud elaboró en es, pues, una entidad teorética, en principio
los años anteriores a 1915 se reconocen y des- inobservable, sin la cual las conexiones entre
criben por primera vez las características re- la infancia y la vida adulta seguirían siendo
petitivas del comportamiento anormal de los ininteligibles». 22
adultos, histérico, obsesivo y depresivo; lo
novedoso en Freud no fue solamente su des- Se resaltaba la primacía del incons-
cripción de estas características, sino la forma ciente sobre los problemas conceptuales
en que las describió. En lugar de considerar la derivados de la represión y la sublima-
conducta mencionada como simplemente inú- ción, pues el inconsciente era el verdade-
til y sin sentido, de manera que la única tarea ro problema teórico que tenía consecuen-
para el investigador psiquiátrico sea la de bus- cias en el debate filosófico. En el sub-
car las condiciones fisiológicas precedentes
apartado dedicado al psicoanálisis y a la
que hayan podido originar el comportamiento
neurótico, Freud trató el comportamiento neu- terapia se explica hasta qué punto el in-
rótico como una forma de actividad sobre la consciente es el gran desconocido.
que es pertinente preguntarse cuál es su senti-
El objetivo es permitir que el paciente re-
do y finalidad». 21
cupere los recuerdos perdidos en los que sus
Quisiera llamar la atención sobre dos motivos inconscientes están arraigados y de
cuestiones. MacIntyre hace hincapié este modo volver al punto en que el conflicto
o la debilidad se fijó en su carácter de tal ma-
dos veces en que la novedad en Freud ra- nera que produjo más tarde las incapacidades
dica en la «descripción» de algunas con- y las neurosis. Esto no es fácil —necesaria-
ductas naturales y en las formas que el mente es un proceso prolongado— porque no
propio Freud utiliza para describirlas. El hay motivos o deseos inconscientes por los
joven MacIntyre no estaba interesado pri- que el paciente no posea un fuerte deseo in-
mordialmente en la hermenéutica de un consciente de que permanezcan inconscien-
caudal bruto de sueños, sino más bien en tes. Por lo tanto, el analista ha de ayudar al pa-
la descripción de los resortes psíquicos. ciente a hacer frente, entender y superar sus
Esto queda confirmado en la insistencia propias resistencias. 23
en los elementos etiológicos del compor- Sin embargo, cuando MacIntyre es-
tamiento y de la conducta humana (pro- cribió sobre la «innovación conceptual»
pósitos, acciones...). MacIntyre recalca que representaba el psicoanálisis se cen-
que los conceptos-clave en Freud son los tró en una serie de cuestiones que no sólo
siguientes: le interesaban en el orden teórico, sino
«Los conceptos clave de la teoría freu- también en la esfera moral: son los com-
diana son los de represión, sublimación y el ponentes conceptuales de las «razones

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para la acción»: motivos, deseos y accio- «Se suele suponer que la distinción lógi-
nes inconscientes. ca entre los motivos y las causas garantiza que
las creencias morales no puedan ser desacre-
Al hablar de los motivos inconscientes y ditadas de ninguna forma por explicaciones
los deseos inconscientes, Freud nos obligó a genéticas de cómo llegaron a formarse. Pero
aclarar en más de una forma los conceptos de la explicación freudiana de los imperativos
motivación y de deseo. Describir una deter- emitidos por el superyó como la internaliza-
minada conducta como el resultado de una ción de las órdenes dadas por los padres y el
motivación inconsciente equivale inicial- contraste freudiano entre la moral esencial-
mente a describirla de nuevo para que poda- mente inmadura, que consiste en recurrir a
mos entenderla como una acción orientada esos imperativos, y la moral madura del ideal
hacia un fin y no como un mero movimiento del yo, en la cual el agente trata de justificar
físico. Pero al atribuir un motivo a la conduc- sus creencias morales en función de ciertos
ta ¿nos estamos limitando a redescribirla y objetivos y deseos, ofrece un marco en el que
reclasificarla, o también afirmamos una rela- ciertas creencias morales ya no parecen plau-
ción entre esa conducta y una causa oculta, el sibles. Porque si es cierto que el tipo de mora-
motivo inconsciente, identificable de alguna lidad que establece un contraste lo más acusa-
manera con independencia de la conducta? do posible entre el deber y el deseo es en reali-
¿Cuál es la relación de los motivos incons- dad una moralidad en la que el recurso al
cientes con nuestras distinciones comunes deber es un recurso al deseo inconsciente, y
entre motivos, razones y causas? El mismo de hecho un deseo inconsciente de carácter in-
Freud escribió acerca de los motivos incons- fantil y autoritario, en ese caso los argumentos
cientes como una especie de causa, y la críti- de ese tipo de moralidad ya no pueden ser
ca filosófica ha sido tal vez demasiado preci- convincentes. El imperativo categórico se da
pitada al suponer que sin duda está equivoca- a conocer no como el alegato de una ley com-
do. Puesto que es evidente que posiblemente prendida por la pura razón práctica, sino como
existe un criterio para establecer la presencia el fantasma de una voz que se escucha no en
de un motivo inconsciente, es decir, un crite- el Sinaí, sino en la guardería». 25
rio independiente de la conducta que se trata
de explicar invocando el motivo, la presencia La lectura que hizo MacIntyre de la
o ausencia de un motivo, puede funcionar en ética de Freud contraponía directamente
realidad como un factor causal. Es decir, al los imperativos kantianos y la escisión
mismo tiempo puede verse el motivo como entre razones y causas. La explicación
una razón que dirige el comportamiento del
agente y la presencia del motivo como causa
del vienés no era suficiente para aclarar
de la conducta, y ello sin ninguna incon- de dónde procedían los imperativos del
gruencia lógica. 24 superego y de qué manera se relaciona-
ban con la dimensión moral del yo. Esta
Los problemas teóricos y las incon- contraposición entre la ética kantiana y la
gruencias podrían ser objeto de otro es- freudiana tenía como motivo de fondo
crito. Lo que aquí me interesa especial- la separación entre la autonomía y la he-
mente es mostrar al Freud de MacIntyre, teronomía de la moral, así como también
que pasa por encima de la práctica psi- la pregunta acerca de la verdadera natura-
coanalítica, critica la teoría y dedica un leza de la moral (es decir, si existían cau-
subapartado a «Dreams, culture, and sas o razones morales).
religion» y otro a la crítica de la «inno-
vación conceptual». Los tres últimos El descubrimiento realizado por Freud
de la causa, tanto de los síntomas neuróticos
subapartados acaban de redondear la ex- como de los rasgos de carácter normal, restó
posición sesgada de Freud: «Ethics», fuerza definitivamente a todo intento de
«Psycoanalysis and determinism» y mantener que la conducta humana está esen-
«Veriafibility». En la primera se puede cialmente exenta de explicación en términos
leer: de causalidad, o de que la línea que separa el

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Alasdair MacIntyre, joven lector de Freud

comportamiento racional y responsable de la las acciones humanas. La conclusión a la


conducta irracional no responsable podría que llegaba MacIntyre era la siguiente:
trazarse recurriendo a la aplicabilidad del
concepto de causa. Intentos posteriores de «En la práctica, el psicoanálisis es un in-
demostrar que las acciones humanas no pue- tento de ampliar el ámbito del control racional
den ser causadas (como, por ejemplo, en A. I. y, por tanto, de la responsabilidad. Lo que el
Melden, Free Action, Londres, 1961) han te- psicoanálisis contribuye en el plano teórico es
nido que prescindir no sólo del hecho sino in- ayudar a demostrar que la extensión indefini-
cluso de la posibilidad lógica de las explica- da de los descubrimientos de causalidad en el
ciones psicoanalíticas de la acción en fun- ámbito de la conducta humana de ninguna
ción de las causas que predisponen en la manera necesariamente reduce por sí misma
niñez. 26 los límites en que asignamos la responsabili-
dad humana». 29
Siguiendo con el problema de las
causas, MacIntyre comentó que con la Una vez criticada la teoría psicoana-
teoría de Freud no quedaba clara la etio- lítica por sus aporías éticas y su determi-
logía de las acciones, de modo que po- nismo, MacIntyre procedía, ayudado por
dían existir muchas acciones humanas en Popper, a mostrar que el psicoanálisis no
las que no se podía reputar ningún tipo de admitía ningún tipo de falsación. Con
causalidad, como, por ejemplo, sostuvo ello se concluía la exposición crítica de la
Melden. 27 Si no existían las causas, la obra de Freud.
teoría psicoanalítica no podría dar una
«¿Son ciertas, en realidad, las doctrinas
explicación ni de la posibilidad lógica de de Freud? Aquí hay que distinguir tres cues-
una causa-efecto, ni tampoco las causas tiones diferentes. La primera cuestión, y la
que movían a la acción en la niñez. Y más fácil, es que evidentemente Freud sacó a
continuó comentando que, la luz y describió una gran variedad de for-
mas, hasta entonces no reconocidas, de la
Si tratamos de definir la responsabilidad conducta. Esto es así independientemente de
y la libertad desde el punto de vista de la falta lo que creamos acerca de sus explicaciones,
de coerción y de cortapisas, o si tratamos de dado que la psicología de Freud ha tenido que
introducir el concepto de «saber lo que uno explicar una nueva materia. Pero cuando lle-
está haciendo» como parte del análisis de la gamos a la tarea de formular la teoría y la ex-
«actuación libre», en ese caso las cuestiones plicación surgen dos posibles críticas de
pertinentes las plantea el psicoanálisis. Si mi Freud, que deben tomarse muy en serio. La
conducta actual es el resultado inevitable de la primera crítica es que, de hecho, gran parte de
educación que recibí durante mis primeros la teoría freudiana permanece sin demostrar y
años, ¿funciona esa educación como una cor- cuando hay pruebas experimentales o clínicas
tapisa? O si no soy consciente de lo que me sobre determinados aspectos, Freud está a ve-
induce a hacer lo que hago, ¿sé lo que estoy ces claramente equivocado (por ejemplo, la
haciendo? 28 afirmación de Freud de que las niñas sienten
envidia del pene). Por supuesto, sería curioso
La definición de responsabilidad y si no fuera así». 30
de libertad podía hacerse en términos de
ausencia de coerción si uno realmente sa- Los escritos sobre Freud en la obra
bía lo que estaba haciendo. Es decir, se- de MacIntyre empezaron en la década de
gún MacIntyre no podía existir libertad si los cincuenta y acabaron precisamente en
uno no conocía exactamente las causas 1967, cuando redactó la entrada de la
de su elección. La crítica antideterminista Enciclopedia Macmillan. La explicación
acababa con la pregunta acerca de si exis- precedente es la del freudiano desencan-
tía realmente una causa racional, o si bien tado, que había utilizado a Freud para
era el inconsciente lo que motivaba todas autoconvencerse de una serie de proble-

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mas y que, finalmente, acababa dese- agudeza las críticas que se han podido
chando por insuficiente. leer en el segundo apartado. En un artícu-
El primer estudio de Freud databa de lo titulado «Determinism» 33 se pueden
1955, en el que ya trataba el problema de comprender con mayor claridad las posi-
la causalidad. Realmente —como ya he ciones de MacIntyre, que extiende su crí-
apuntado en el primer apartado— tica tanto al positivismo (en filosofía jurí-
MacIntyre tomó al vienés para aclarar sus dica, moral y de la religión) como al
propios problemas intelectuales, si bien behaviorismo. 34
es cierto que en un momento determina- Sólo a partir de ahí puede entenderse
do terció, como recuerda Ricoeur, en la la necesidad de una serie de razones teó-
controversia sobre el «estatuto lógico del ricas para actuar. Desde Hume y Kant, no
psicoanálisis», 31 que merece un trata- puede darse ese salto, pues se incurriría
miento aparte. en una de las variantes de la falacia natu-
De hecho, la idea central que quisiera ralista. Según MacIntyre, Hume hace
destacar en este escrito es que MacIntyre trampas en su separación entre hechos y
utilizó a Freud en dos batallas que estaba razones, porque realmente considera, en
librando personalmente: la primera, con- una concesión al utilitarismo, algunas ra-
tra el liberalismo, y la segunda contra el zones de carácter teorético como razones
estalinismo, y ambas pueden reducirse a morales. 35
un denominador común: la falta de «ra-
zones para la acción» en el mundo con- Para MacIntyre, sin embargo, es ne-
temporáneo y la crítica del determinismo. cesario que exista una imperatividad que
El desarrollo de estas dos cuestiones pre- marque las razones para la acción, es de-
tende mostrar que MacIntyre no estuvo cir, que existan razones mediante las cua-
interesado en la teoría psicoanalítica más les una persona debe obrar. Lo único que
que en la medida en que ésta podía ayu- hace Freud es precisamente quitar esas
darle en los dos temas que he citado. razones para actuar, pues para él las cau-
sas no son exactamente elementos no-
3. El uso de la obra de Freud racionales, sino más bien impulsos pro-
porcionados por el inconsciente, cuya
En puridad, lo que podría denominarse explicación y cuyo control se escapan de
como obra «freudiana» de MacIntyre las reglas de la lógica. La clarificación
—strictu sensu— se circunscribe a una de las cuestiones referentes a la inten-
serie de trabajos que abarcan desde 1955 ción, los propósitos y los motivos es el
a 1967. 32 Sin embargo, esa clasificación problema más importante con el que se
sería del todo inadecuada si esos trabajos enfrenta MacIntyre, siempre a la vera del
no se leen en relación a otros de la misma segundo Wittgenstein. 36
época cuya temática no es exclusivamen- Lo que deseaba saber en la década de
te freudiana, pero en la que Freud aparece los cincuenta era, precisamente, si esos
o bien se tratan los mismos problemas motivos eran racionales o irracionales.
que en las obras «freudianas», es decir, En el caso de que los motivos fuesen ra-
las razones para la acción. cionales, quería saber si eran capaces de
superar la escisión entre teoría y praxis
a) Razones para la acción del hombre moderno o si se mostraban
y determinismo incapaces de ello. Si podían superar la es-
cisión, esos motivos racionales eran los
La problemática sobre las razones para la elementos que podían dotar de sentido a
acción permite comprender con mayor la psyque humana y demostrar que el ser

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humano es ontológicamente libre y que escatimó elogios hacia los «descubri-


no está determinado. mientos» de Freud, pero en cambio criti-
En el caso de que los motivos no fue- có acerbamente sus teorías. Se puede
sen racionales, ello sería debido a dos si- leer, por ejemplo, en The unconscious
tuaciones: bien porque el ser humano que:
fuera como una máquina, tal y como de- Freud abordó esta dicotomía de forma
fendían los autores mecanicistas, o bien paradójica, viendo intenciones y propósitos
porque operara el inconsciente descrito donde los pre-freudianos habrían visto sólo
por Freud, de modo que las acciones no causas, y viendo causas donde los pre-freu-
se produjeran por circunstancias libres y dianos no habrían visto ninguna. Su enfoque
racionales, ni tampoco por un puro meca- de los aspectos intencionales de la conducta
nicismo de corte animal, sino más bien humana es notable. 37
por una serie de deseos que provenían de Sin embargo, en esa obra destaca el
situaciones infantiles que operaban en el gran error de Freud: si había descrito co-
inconsciente y que desde él obligaban a rrectamente las «pasiones» humanas y
las personas a actuar de un determinado había supuesto un enorme avance desde
modo. Descartes, cuando pasaba a la teoría co-
Como es sabido, el determinismo metía grandes errores, y resultaba impo-
psíquico es un concepto del psicoanálisis sible de falsar y llena de aporías.
que considera que todo fenómeno psíqui- Así pues, lo que Freud había descrito
co tiene una causa. Es decir: hay una cau- eran, de hecho, los resortes de la vida psí-
sa para cada pensamiento, de modo que quica, pero muy mal explicados y con
también la hay en la libre elección o deci- grandes errores conceptuales. Los mis-
sión humana. A partir de la idea de que mos errores se producen en su contribu-
todo acontecimiento está precedido por ción a la ética. Ésa es la crítica que hizo
causas suficientes, Freud fundamentó su MacIntyre en la recensión a la obra que
concepción teórica suponiendo que no recoge la correspondencia entre Freud y
había ninguna discontinuidad en la vida el pastor Oskar Pfister, en la que se desta-
mental. Cuando aplicó el principio del caban las dificultades de armonización
determinismo dentro del ámbito de lo entre el psicoanálisis y la teoría psicoana-
mental consideró que había una serie de lítica, en mayor medida cuando quería
elementos que tradicionalmente carecían explicar el comportamiento social. 38
de significado para poder entender el La imposibilidad de falsar era otro de
comportamiento de las personas. Los lap- los problemas de la teoría psicoanalítica,
sos lingüísticos, actos fallidos o sueños una construcción que, al igual que el cris-
estaban determinados por causas ocultas tianismo, apelaba a razones que no po-
en la mente, pues nada sucedía al azar, dían ser explicadas por la lógica. De
ni aun en el menor de los procesos men- hecho, ambas exposiciones procuran ra-
tales. zones para la acción. O mejor dicho, el
Toda la explicación de MacIntyre so- cristianismo apela a razones sobrenatura-
bre las razones para la acción estaba ba- les para la acción, de modo que teoría y
sada en una crítica a este esquema con- práctica quedan ligadas. El libre albedrío
ceptual, de modo que su incursión en la es la libertad que Dios da a cada uno para
teoría psicoanalítica servía para examinar decidir entre el bien y el mal, y las razo-
si, en efecto, podía aclarar algo en el de- nes para hacer el bien son, principalmen-
bate que tenía con los filósofos del len- te, el amor a Dios y a los demás. En lo to-
guaje desde esa teoría. Y el escocés no cante a la teoría de Freud, las razones

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para la acción no son en absoluto un cam- de Hegel), mientras que en lo tocante a


po de posibilidades para la libertad hu- los errores, el vienés permanecía, al igual
mana, sino que ésta no existe, y que el que los comunistas, completamente equi-
hombre está determinado absolutamente. vocado.
MacIntyre en otro breve trabajo mostró Como podrá comprobarse en la si-
cómo el cristianismo y el psicoanálisis guiente selección de fragmentos, esta po-
ofrecen sus soluciones, igualmente falsa- laridad maniquea fue utilizada por
bles. 39 El punto de partida volvía a ser la MacIntyre a partir de 1959. Por ejemplo,
escisión del hombre moderno que empe- puede verse de refilón en su célebre tra-
zaba en Descartes. Hasta 1960 MacIntyre bajo «Notes from the moral wilderness».
consideraba que todavía el proyecto cris-
tiano daba un valor escatológico a la his- Los hombres deshumanizan las normas
toria universal hegeliana, que reconcilia- morales, se ven obligados a deshumanizarlas,
cuando los deseos que reprimen son demasia-
ba teoría y praxis. Negado el cristianis- do dolorosos o demasiado peligrosos para que
mo, sólo quedaba la alternativa marxista. los reconozcan como propios. (El parecido
entre lo que dice Hegel sobre la sociedad y lo
b) Determinismo y marxismo que Freud afirma sobre el individuo apenas
necesita comentario). 42
El determinismo freudiano, como es sa-
bido, es una negación del libre albedrío, Ese retrato tan caricaturesco de
pues para él nuestra conciencia está fija- Freud también lo empleó en uno de los
da por una serie de causas de las que no escritos más importantes de aquella épo-
somos conscientes. En realidad, en Freud ca, manifestando un trotskismo exaltado,
conviven un determinismo tematizado y esta vez de la mano del profesor y nove-
una libertad implícita (que la práctica psi- lista Kingsley Amis, que escribió un pan-
coanalítica necesariamente presupo- fleto 43 en el que usaba también los con-
ne). 40 En Marx hallamos también, al ceptos tópicos de Freud. Esta mezcla de
igual que en la obra del vienés, una pos- freudismo y marxismo siempre acabó por
tura claramente determinista, pero si para ser —para MacIntyre— una convenien-
Marx el determinismo tiene unas causas cia espuria. La única ligazón posible era
sociales y materiales, que explican el de- la que unía a Marx y a Freud como filóso-
venir histórico, para Freud el determi- fos de la sospecha y rechazaba las obras
nismo es exclusivamente mental e in- de sus epígonos.
dividual. 41 En el plano de la terapia, el ideal, espe-
MacIntyre, al igual que sus contem- cialmente entre los neo-freudianos norteame-
poráneos, quiso unir ambas filosofías de ricanos, se convierte en «adaptación», lograr
la sospecha, intentando recoger los deta- que el individuo encaje en un sector social. En
lles humanistas de ambos pensadores. el plano teórico, la explicación de la motiva-
Freud fue un autor importante para inter- ción inconsciente ya no es un preludio a la li-
poner en la brecha que el propio bertad, sino un preludio para justificar la insa-
MacIntyre había abierto entre Marx y las tisfacción social calificándola de neurótica.
formas políticas que se habían arrogado Nos ocupamos aquí de la ruta que va de lo im-
portante a lo trivial, de Freud a Kingsley
su nombre. Por ejemplo, en el debate que Amis. Cuando los nazis quemaron los libros
enfrentó a la New Left británica con el de Freud dieron testimonio del antifascismo
Partido Comunista Británico, que seguía esencial de la tensión a la que están sometidas
las orientaciones estalinistas, la figura de la racionalidad y la libertad.
Freud era —en lo que MacIntyre consi- La siguiente etapa corresponde a la nove-
deraba aciertos— un aliado de Marx (y la de Koestler Arrival and Departure, en la

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que el héroe descubre que el origen de su acti- económico, moteado por el humanismo,
vidad anti-fascista radica en la culpa reprimi- y el segundo es el adalid del determinis-
da de una lesión olvidada que había infligido a mo biológico. Entre ambos se situaba
su hermano en la niñez. Pero al menos el hé- Freud, con un determinismo biológico,
roe de Koestler pasa por ser anti-fascista. Con
Amis, en su panfleto de la Fabian Society So-
pero con vetas de humanismo. La moda
cialism and the Intellectuals, la atenuación y de la época situaba a los tres pensadores
la falta de comprensión de Freud alcanzan su en un mismo grupo, y MacIntyre estable-
punto máximo. La política es cuestión de tem- ció diferencias entre ellos, y en mayor
peramento; el atractivo de lo ya establecido te medida, con los seguidores.
impulsa hacia la derecha y el odio hacia éstos
Así Feuer escribe: «En estos primeros es-
hacia la izquierda. «Y detrás de esto quizás se
critos Marx y Engels, como precursores freu-
encuentran de nuevo las relaciones con tus pa-
dianos, consideran el amor, y no el trabajo,
dres». No hay aquí indicio alguno de que
como origen del sentido humano de la reali-
aquéllos cuya política adulta está simplemen-
dad», y este autor cita de La Sagrada Familia,
te moldeada por la relación con sus padres de- publicado en 1845 pero escrito en el otoño de
ban y puedan ser liberados. No hay aquí indi- 1844. Sin embargo, ya en los Manuscritos de
cio alguno de que uno se puede liberar a sí Economía y de Filosofía (escritos entre abril y
mismo mediante la acción social. 44 agosto de 1844) Marx había sostenido clara-
mente la relación fundamental entre el trabajo
MacIntyre consideró que la lectura y el sentido de la realidad. Y, de hecho, la cita
que hizo Koestler en Arrival and Depar- de La Sagrada Familia no tiene un sentido del
ture era una vulgarización. Esos usos todo claro cuando se coloca en su contexto. 47
«vulgares» de Freud no tenían ningún va-
lor intelectual. Asimismo, tampoco era La obra de Marcuse representó, para
aceptable la lectura «marxista» de Freud MacIntyre, el desencanto final con el
que hacían los teóricos de la literatura marxismo y con el freudismo, que no con
como Raymond Williams, atribuyendo a Freud y con Marx. De hecho, Marcuse,
Freud un análisis del carácter burgués según el escocés, elaboró una teoría mix-
vienés. 45 Realmente, la persona y la obra ta, que recoge puntos conflictivos de uno
de Freud habían caído en la banalización y otro. La crítica más dura contra Marcu-
en manos de los «intelectuales de parti- se era, precisamente, su infidelidad hacia
do», como pudieran ser Stalin, o más cla- la obra de los respectivos autores, vulga-
ramente, Lukács. rizados mediante una construcción inte-
lectual que no era fiel a los escritos de
Enmarcar lo que Williams dice sobre Marx y Freud.
Freud en las circunstancias en que se encon-
traban los intelectuales durante el declive [En Eros y Civilización] En este libro,
del Imperio Austro-Húngaro, o relacionar las Marcuse complementó su marxismo con una
metáforas de Williams sobre el vagabundeo adhesión a la teoría freudiana de una forma en
y el exilio con el vagabundeo y el exilio en gran parte acrítica. Este autor revisa a Freud
el mundo real equivaldría a transformar su re- para utilizarlo, pero también, por ejemplo, pa-
lato. 46 rece aceptar partes del sistema freudiano (in-
cluida la creencia en el instinto de muerte) que
Esta crítica puede verse aún más cla- rechazan la mayoría de los freudianos. Aquí,
ra en un comentario a una obra de Lewis una vez más, la postura firme de Marcuse en
contra de que se investigue la confirmación
Feuer, que aglutinaba en un mismo saco a empírica que puedan tener sus creencias hace
Marx, a Engels y a los freudianos. Para difícil la crítica. Su revisión principal de Freud
MacIntyre existía una importante distin- se refiere al papel de la sublimación. Freud ve
ción entre Marx y Engels, pues el prime- la sublimación como órgano de represión del
ro representa el determinismo social y deseo humano fundamental y como una nece-

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sidad para la realización cultural; Marcuse Por último: la experiencia «freudia-


prevé la posibilidad de una sociedad en la que na» de MacIntyre acabó en 1970, en un
la sublimación deje de ser represiva, y los de- desencanto total. Su interés por Freud ha
seos sexuales se sublimen y al mismo tiempo continuado, sin embargo, hasta el mo-
se realicen. Pero, según expone en One-Di-
mento presente. El MacIntyre de los años
mensional Man: Studies in the Ideology of
Advanced Industrial Society, el desarrollo so- ochenta y noventa ha manifestado un
cial no ha avanzado en esa dirección, sino más gran interés en la figura de Freud, funda-
bien hacia lo que Marcuse ve como una desu- mentalmente como crítico paradójico de
blimación controlada y represiva. La cultura la Ilustración. Su último artículo de temá-
moderna occidental, por su mayor tolerancia tica freudiana ha sido: «Post-Skinner and
de los deseos sexuales, permite que estos de- Post-Freud: Philosophical Causes of
seos se orienten a una satisfacción pasajera en Scientific Disagreements», 49 pero sus
lugar de inspirar una actitud de rebeldía hacia valoraciones ya no afectan al estudio del
el orden establecido. «joven MacIntyre».
Esta tesis psicoanalítica la utiliza Marcu-
se para explicar parcialmente lo que ha suce- Conclusiones
dido a la clase obrera. La clase obrera repre-
sentaba para él las fuerzas de la negación que De todo lo anterior, se puede concluir que
pueden trascender y superar el capitalismo.
el joven MacIntyre no tuvo un interés
Su motivación, según Marcuse, en el desem-
peño de esta tarea se manifiesta en su comen- concreto en la teoría psicoanalítica ni,
tario sobre el tema del estado del bienestar de aún menos, en la práctica del psicoanáli-
que «no hay razón para insistir en la autode- sis. Lo que persigue este trabajo es apro-
terminación si la vida administrada es la vida ximarse a la figura de Freud desde la óp-
cómoda e incluso la “buena vida”». Es decir, tica del MacIntyre de la década de los
la tesis de que el Estado del Bienestar, al ele- cincuenta y de los sesenta.
var el nivel de consumo, y una cultura toleran- Lejos del valor hermenéutico que le
te de la sexualidad, al elevar el nivel de satis- concede, por ejemplo, Paul Ricoeur,
facción, han privado a la clase obrera de los MacIntyre estuvo interesado en Freud ex-
motivos para una acción revolucionaria, indi- clusivamente en una serie de aspectos
ca que Marcuse comprende que la teoría rudi-
mentaria de los motivos revolucionarios se-
que le preocupaban desde el punto de vis-
gún la cual sólo la privación absoluta de la co- ta del marxismo o de las razones para la
modidad material radicaliza a los trabajadores acción. No creo que se pueda incluir a
o a cualquier otra persona. 48 MacIntyre en la nómina de autores freu-
dianos, si entendemos que éstos son los
En la obra Marcuse se evidenció la intérpretes y seguidores de Freud. Sí que
máxima distancia respecto de los freudia- hay que recalcar, en cambio, que el esco-
nos y de los marxistas, un esbozo de la cés supo extraer algunas ideas de Freud
cual se ha podido ver en este artículo pre- para sus combates particulares con el de-
vio. Sólo cabe apuntar que Marcuse, en terminismo estalinista y contra la Ilustra-
contra de Marx, creía que la acción libre ción.
no estaba determinada. Para MacIntyre, Las relaciones entre MacIntyre y el
lo importante en el terreno de la acción vienés revistieron, así pues, una doble di-
era la determinación de carácter racional. mensión: el «uso» que el escocés hizo de
No entraré a exponer la obra sobre Mar- la obra de Freud, fundamentalmente
cuse, porque nos llevaría a una discusión como argumento de autoridad en sus es-
muy distinta, así como tampoco las refe- tudios marxistas o éticos (en un sentido
rencias a Jung y a los jungianos, que me- amplio, como se ha expuesto en este tra-
recen ser tratadas en otro trabajo. bajo) y la contribución al estudio de la

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teoría psicoanalítica (esencialmente, el vienés, que le sirvió para reforzar el mar-


inconsciente). xismo humanista, frente a las lecturas de-
El retrato que MacIntyre hizo de terministas del estalinismo. Si Freud era
Freud es, como se ha constatado, muy un buen aliado del humanismo marxista,
sesgado y orientado hacia una serie de in- también lo era para luchar en contra del
quietudes personales. Se trata de un optimismo de la racionalidad ilustrada.
Freud en el que desaparece todo el aspec- Por último, MacIntyre hizo una firme
to médico y clínico (así como también defensa de Freud frente a las vulgarizacio-
toda la práctica psicoanalítica), y en el nes que los marxistas hacían de él, pues su
que aparecen sobredimensionados los as- innegable valor intelectual residía en la
pectos morales e ideológicos (cultura, re- potenciación de los elementos críticos res-
ligión...). Para MacIntyre, Freud era un pecto a la Ilustración. Para ello era necesa-
gran descubridor, pero un mal teórico. El ria una verdadera operación hermenéutica
enorme respeto que sentía hacia el vie- de la obra de Freud, que debía quedar di-
nés, como conocedor de los resortes de lo ferenciada, por una parte, de los marxis-
inconsciente, quedaba muy limitado mos (engelsianos, estalinistas...) y de la
cuando se refería a él como teorizador de práctica del psicoanálisis.
los problemas del ser humano. A su manera, MacIntyre fue uno de
La lectura que hizo MacIntyre de la los primeros hermeneutas de la dimensión
ética de Freud —como se ha dicho— filosófica de la obra de Freud, que fue
contraponía directamente los imperativos aliada de sus intereses contra el determi-
kantianos y la escisión entre razones y nismo y contra el optimismo ilustrado. Al
causas. Al final, Freud resultaba tan ina- separar a Freud del freudismo y de la prác-
propiado como el propio Kant para expli- tica del psicoanálisis, refinó el potencial
car las razones para la acción, si bien crítico de su obra, que se reveló como una
MacIntyre hizo una interpretación intere- aguda diatriba en contra del optimismo ra-
sada de los elementos del inconsciente, cionalista liberal. Hasta aquí hemos visto
para contraponerlos directamente a la ra- los intereses y los usos freudianos del jo-
cionalidad kantiana. ven MacIntyre. En la obra The uncons-
Frente a lo que MacIntyre consideró cious se encuentra esa aportación analítica
«caricaturas» de Freud, realizadas por a la clarificación del concepto de incons-
marxistas y teóricos de la acción, él opu- ciente, que —en su caso— merece ser tra-
so una lectura ideológica de la obra del tada ya en otro escrito.

NOTAS

* Estoy en deuda con los profesores Carlos Gó- Rorty, Cavell, MacIntyre, and Kuhn, entrevistado por
mez Sánchez, Javier Muguerza y Josep Maria Vilajo- G. Borradori (Chicago: University of Chicago Press,
sana, que leyeron una primera versión de este artículo 1994), pp. 137-52, reproducida también en K. Knight:
y formularon agudas observaciones. El Sr. Antonio The MacIntyre reader, University of Notre Dame,
Medrano revisó con su habitual precisión mi traduc- 1998.
ción de los textos en inglés; no obstante, los errores 2 Véase el autorretrato que MacIntyre escribió en
que existan en la versión española son de mi entera T. Mautner (ed.): A Dictionary of Philosophy, Oxford,
responsabilidad. Blackwell, 1995, p. 252.
1 Véase: «An interview with Alasdair MacIntyre», 3 Algunos resúmenes interesantes —desde un pris-

Cogito, Summer, 1991, pp. 67-73, y «Nietzsche or ma tomista— sobre la formación intelectual de
Aristotle?», en The American Philosopher: Conversa- MacIntyre son: «A short history of Alasdair MacIn-
tions with Quine, Davidson, Putnam, Nozick, Danto, tyre», en C. S. Lutz: Tradition in the ethics of Alasdair

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MacIntyre. Relativism, Thomism and Philosophy. Le- 27 Melden se opuso en Free Action a las ideas de

xington Books, 2004 y T. D’Andrea: Tradition, Ratio- Ryle, argumentando que si para hacer algo debe darse
nality, and Virtue: The Thought of Alasdair MacIntyre, un acto de voluntad, éste ya es una acción que necesi-
London, Ashgate Publishing, 2006, pp. xvi y ss. En taría de otro acto de voluntad, de modo que habría una
español, puede verse F. J. de la Torre Díaz: El modelo cadena ininterrumpida. Sobre MacIntyre y Melden
de diálogo intercultural de Alasdair MacIntyre, puede verse T. D’Andrea: Tradition, Rationality, and
Dykinson, Madrid, 2001, pp. 16-19. Virtue: The Thought of Alasdair MacIntyre, op. cit.,
4 Un ejemplo de ello puede verse en M. H. Less- pp. 179-182.
noff: Political philosophers of the twentieth century, 28 «Freud, Sigmund», cit., p. 252.
Wiley-Blackwell, 1999, p. 4. 29 Ibidem, p. 252.
5 Véase T. Mautner, op. cit., p. 252.
30 Ibidem, p. 252.
6 Véase Blackledge, P. & Davidson, N. (eds.),
31 P. Ricoeur: Freud: una interpretación de la cul-
Alasdair MacIntyre’s Early Marxist Writings: Essays tura, México, Siglo XXI, p. 315.
and Articles 1953-1974, Leiden: Brill, 2008. 32 «Cause and Cure in Psychotherapy», Procee-
7 Puede leerse A. MacIntyre: Marxism and Chris-
dings of the Aristotelian Society, Supplementary volu-
tianity, London, Duckworth, 1995, que contiene un
me, 29 (1955), 43-58, The unconscious: A conceptual
nuevo prólogo.
8 Véase A. MacIntyre: «A Perspective on Philo-
analysis, Routledge, London, 1958, «Freudian and
Christian Dogmas as Equally Unverifiable», in Faith
sophy», en Social Research, 38, 1971, pp. 655-68. and the Philosophers, John Hick, ed. (New York: St.
9 A. MacIntyre: «Modern German Thought», en
Martin’s Press, 1964), pp. 110-11. «Freud as Moralist»
Malcolm Pasley, (ed.): Germany: A Companion to [Recensión de The Letters of Sigmund Freud and
German Studies, London: Methuen, 1972, pp. 427-51. Oskar Pfister, Heinrich Meng and Ernst L. Freud,
10 E. Perreau-Saussine: Alasdair MacIntyre: Une
eds.], New York Review of Books, Feb. 20 1964, p. 7.
biographie intellectuelle, París, PUF, 2005, p. 40. «The Psycho-analysts: The Future of an Illusion?»,
11 «Notes from the Moral Wilderness I», New Rea-
Encounter, 24(5) (May 1965), 38-43, 1978, pp. 27-37.
soner, 7, 1958-9, pp. 90-100 y «Notes from the Moral «Freud, Sigmund», in Encyclopedia of Philosophy,
Wilderness II», New Reasoner, 8, 1959, pp. 89-98. Paul Edwards, ed. (New York: Macmillan, 1967),
12 A. MacIntyre: Against the Self-Images of the
vol. 3, pp. 249-53. «Jung, Carl Gustav», in Encyclope-
Age: Essays on Ideology and Philosophy, University dia of Philosophy, Paul Edwards, ed. (New York:
of Notre Dame Press, 1978, pp. 109-24 y 136-72. Macmillan, 1967), vol. 4, pp. 294-296.
13 A. MacIntyre: Marxism and Christianity, cit.,
33 Mind, 66 (1957), pp. 28-41.
capítulos I y II. 34 Mind, cit., pp. 40-41.
14 Ibidem, capítulo VII.
35 Véase fundamentalmente: «Hume on “Is” and
15 Un ejemplo muy claro puede verse en S. Toul-
“Ought”», Philosophical Review, 68, 1959, 451-68.
min, R. W. Hepburn y A. MacIntyre: «The Logical
Reimpreso en Against the Self-Images of the Age:
Status of Religious Beliefs», en Metaphysical Beliefs:
Essays on Ideology and Philosophy (University of No-
Three Essays, London, SCM Press, 1957, pp. 157-
tre Dame Press, 1978), pp. 109-24. «Ought» en el mis-
201.
16 Véase P. Blackledge: «Morality and Revolution: mo volumen, pp. 136-56.
36 Véase E. Perreau-Saussine, pp. 81-83.
Ethical Debates in the British New Left», Critique,
37 The unconscious, cit., p. 52.
Vol. 35, No. 2, August 2007 e idem: «Freedom, Desire
38 «Freud as Moralist», op. cit., p. 7.
and Revolution: Alasdair Macintyre’s Early Marxist
Ethics», History of Political Thought, Volume 26, 39 «Freudian and Christian Dogmas as Equally

Number 4, 2005, pp. 696-721. Unverifiable», op. cit., pp. 110-111.


17 C. Gómez Sánchez: Freud, Crítico de la Ilustra- 40 Véase C. Gómez Sánchez, Freud y su obra. Gé-
ción. Barcelona, Crítica, 1998. nesis y constitución de la Teoría Psicoanalítica, Ma-
18 A. MacIntyre: «Freud, Sigmund», en Paul drid, Biblioteca Nueva-Asociación Psicoanalítica de
Edwards (ed.), Encyclopedia of Philosophy, New Madrid, 2002, fundamentalmente pp. 325-352.
York, Macmillan, 1967, vol. 3, pp. 249-53. 41 En todo caso, Freud se negó a efectuar una se-
19 A. MacIntyre: «Modern German Thought», cit.
paración estricta entre psicología individual y psicolo-
20 Ibidem. Véase también J. M. Valverde: Viena,
gía social, como, entre otros textos, puede verse explí-
fin del Imperio, en Obras Completas, IV, Madrid, citamente al comienzo de «Psicología de las masas y
Trotta, 2000, especialmente pp. 488 y ss. análisis del yo» (1920), en S. Freud: Obras completas
21 A. MacIntyre: «Freud, Sigmund», cit., p. 249.
de Sigmund Freud. Volumen XVIII - Más allá del
22 Ibidem, p. 250. principio de placer, Psicología de la masas y análisis
23 Ibidem, p. 250. del yo, y otras obras (1920-1922), Buenos Aires/Ma-
24 Ibidem, p. 251. drid, Amorrortu, 1979.
25 Ibidem, p. 252. 42 «Notes from the moral wilderness», en Blac-
26 Ibidem, p. 252. kledge, P. & Davidson, N. (eds.), Alasdair MacIntyre’s

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Alasdair MacIntyre, joven lector de Freud

Early Marxist Writings: Essays and Articles 47 «Marxist Mask & Romantic Face: Lukács on

1953-1974, Leiden: Brill, 2008, p. 59. Thomas Mann», en P. Blackledge & N. Davidson, cit.,
43 K. Amis: «Socialism and the Intellectuals» p. 322.
48 «Herbert Marcuse: From Marxism to Pessi-
[Panfleto], London, The Fabian Society, 1957.
44 «Breaking the chains of reason», en P. Blackled- mism», en P. Blackledge, & N. Davidson, cit.,
pp. 344-345.
ge, & N. Davidson, cit., pp. 160-161. 49 H. Tristram Engelhardt Jr. and Arthur L. Caplan
45 Esta cuestión también puede verse en The un-
(eds.): Scientific Controversies: Case Studies in the
conscious, p. 89. Resolution and Closure of Disputes in Science and
46 «Culture and revolution», en P. Blackledge, & Technology (Cambridge: Cambridge University Press,
N. Davidson, cit., p. 177. 1987), pp. 295-311.

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