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Un viento que sopla a contramano de la tendencias del mundo.

El espíritu de Dios sopla para ayudarnos a superar nuestra deficiencias, para que vaya
perdiendo fuerza ayudarnos a superar la influencia del mal.

El esiritu es el unico que nos puede impulsar desde adentro para perdonar y pedir perdon.
“Jesús dice que sopla el espiritu y los pecados seran erdonados”

El espiritu santo es el depositario del tesoro infinito de la redencion, cuando puede obrar el
espiritu si le abrimos nuestro corazon. Abrire al espiritu santo es dejar que dios irrumpa en
nuestra vida y la vaya transformando. Transoforma neustro criterios y razonamientos
mundanos para empezar a pensar, querer y sentir como quiiere y sinte dio. Crea una nueva
humanidad.

Suparar nuestras ambiciones para que aprendamos a ser hermanos. Aprender a de Jesús que
no vino para ser el primero son el ultimo, que no vino a ser servido sono a servor por amor.

Combatir contra simismo para construir en nuestro interioir el reino de Dios.

Derrama como fuego toda su potenciatransformadora.

Para que neustra iglesia sea cada vez mas trasparente.

¿Cómo ver a dios? A veces no los podemos reconocer, el espiritu nos va abriendo los ojos.

Corazon necio y obstinado, el origen de la ceguera. Caundo el corazon está asi no se ven las
cosas bien, se ven como nubladas.
Dios es mas intimo de mi que yo mismo.

“Para ver a dios se necesita liberar al corazon de sus engaños”


Nuestro peor enemigo se esconde en neustro interior.

Los pecados cambian la vision de las cosas. No hcen ven cosas que no son tan verdaderas.

La pureza del corazón. “si la luz que hay en ti es oscuridad cuanto mas oscuras seran las
tinieblas” El corazon es el punto desde donde miramos la realidad.
Simplificación del corazon.

El corazon purificado es un proceso que implica liberación y renuncia, No nace asi por que
si.vivido una simplificación interioir, circunsicion del corazon: renegar en si mismo el mal.

Implica el reconocimento de esa parte nuestra corazonq ue esta bajo la inluencia del mala.
Para poder reconocer siento asi, veo asi, y esto está mal. Y aprender el arte de dejarse condcir
por el espiritu santo.

El corazon enfermo no puede ver bien las cosas, lleno de heridas y pecados.
Es obra del espiritu, el que nos qia para esta liberación.
Ver a duis es la alegria del reino. Es el reconocimiento de Dios en los sacramentos, en neustros
hermanos.

Vivimos en la misericordia, un camino que dura toda la vida. La obra de Dios en nosotros, la
obra dele spiritu santo nos conduce a una alegri a ya la paz. Abramos las puertas a la accion
del espiritu santo.
Dichosos los que tienen el corazon puro porque verán a Dios. Vida integra lineal y sencilla.
Camino de purificación interiorir. Nuestro peor enemigo esta scondido dentrod e nosotros
mismsi. Necesitamos convertirnos al señor. Reconocer la influencia del mal que hay en
nosotros y dejarse conducir por el espiritu santo ene ste camino de maduración. Cuando
descubrimos neustra sed de bien y la misericordia de dios que nos sostiene comienza un
camino de liberación que dura toda la vida y nos prepara para el encuntro con el seor. El señor
realiza su obra mediante las pruebas de la vida.

Pentecostés la primera obra de la iglesia.


Els ecreto de la unidad, el secreto del espiritu es el DON, el espiritu vive donándose, nos
mantiene unidos . Dios actua dando no tomando. Dios no arrebata ni impone.
Conciencia de que somos un don suyo, gratuito e inmerecido. Nuestra vida debe ser un don. El
espiritu, memoria viviente de la iglesia, nos recuerda que nacimos de un don y crecemos
dándonos. No preservándonos sino entregándonos.

Examinemos en nuestro corazón ¿Que es lo que nos impide darnos?

Aquello que estaba detrás de mis razones era dolor, miedo, sentirme despreciado.. Esta
realidad psicológica de mi alma distoricionaba la imagen del mundo, en en esa deformación
lastimaba al resto. Mis razones lejos de ser las mejores o mas verdaderas, eran razones atadas
a mis vivencias, razones llenas de mentiras. Hata ese dia de la Efusión, llevaba 6 años de vida
“en cristo”, y un año de casado, y ese Dia senti un gran alivio, porque entendí que ese
sentimiento de desconfianza y aungustia permanente no era normal, ¡yo lo habia naturalizado,
pero era una distorsión producto de mis vivencias! ¡Había descubierto en mi una fuerza
contraria a mi que obraba en mi contra y en la de mis hermanos! El Espiritu santo realiza en
nosotros una obra de liberación de las esclavitudes que nos distrcionana la vida. Desde ese dia
incorpore en mis oraciones “Señor que no me crea nunca tener toda la razón, dame la
humilidad para escuchar y dejarme transformar por los demás, que mi razón se pretenda
siempre pedacito, y que la única razón que guíe mi vida sea tu amor que me hace morir a mi”.

Ese sentimiento de libertad que había sentido en Dios tenia que madurar, tenia que crecer,
porque era una fe de razones. Empecé a comprender que uno de los grandes males que
afectan a nuestras comunidades son las personas que asientan su personalidad y su vida
sobre razones rígidas.

¿Por qué no amamos más? ¿Por qué nos cuesta tanto amar? Y no hablo solo de lo difícil que
es amar al enemigo, sino ¿por qué nos cuesta tanto amar a nuestros hermanos de comunidad?

Cuantos rencores, cuantos juicios, cuantas razones ponemos delante del hermano y no
podemos ver algo tan sencillo como la división que crea, como la unidad que perdemos.
Imaginemos por un segundo como el pecado va anidando en nuestras comunidades cuando no
podemos amar. No nos dice el apóstol solo “no cometas un mal contra tu hermano” sino que
nos manda a ser esclavos en el amor.

Ser esclavos en el amor nos salva de nosotros mismos. No es una lógica del mundo, no es una
lógica natural. Si me das una bofeteada mi reacción natural es devolverla, como se cierran los
ojos, naturalmente, si intento mirar al sol, como se frunce mis rostro cuando pruebo el limón.
Hacerme esclavo de mi hermano con el cual no comparto sus razones o sus puntos de vistas,
no parece ser una “lógica natural” es mejor dicho una actitud espiritual.

La seguridad en mis razones.


La rigidez de nuestras “razones” no se apoyan en la esperanza de la fe, sino en la necesidad
de control por nuestras propias fuerzas. La rigidez o el “estar aferrado” a las razones (en el
sentido de “yo tengo la razón”) no se encuentra en el argumento o sentimiento, sino en la
persona que lo expresa. ¡Cuántas personas poseían grandes verdades en sus corazones y
eran en cambio humildes y flexibles frente a la realidad del hermano! Ante la posibilidad de la
querella alzaban la vista por sobre la circunstancia para mirar al mayor interesado en destruir la
unidad y profesarle en su cara “conmigo no cuentes”. Mientras mas justa fue la razón de un
santo, mayor fue la humildad con que la llevó. La persona espiritual se mueve por el amor y no
por sus razones.

No se trata desechar o negar nuestras razones, y tomar sin “peros” las de el hermano, sino que
ante las razones debe operar el amor. Debe uno descansar en que si una razón vale la pena,
no será desestimada por Dios, puesto que él es el fundamento mismo de que tenga sentido
una razón. Es en esa Paz que la razón baja la guardia porque ya no siente amenaza.

San Pablo en la Carta a los Gálatas nos dice que Dios nos ha hecho libres, “ha mandado a
nuestros corazones el Espíritu de su propio Hijo” que nos hace hijos de un mismo Padre. Pero
luego nos interroga ¿cómo pueden volver a normas y principios miserables y sin fuerza?
¿Quieren ser de nuevo sus esclavos?

Además, las razones operan sobre la inteligencia, pero el amor opera sobre la persona de mi
hermano, y es en esa dimensión personal donde se funda la relación comunitaria, a la cual
debemos mirar para entender el misterio del amor. Si establezco el vínculo en el amor, mis
razones no son como martillos, ni las de mi hermano representan amenaza.

Fundar las relaciones en el amor nos permite ensanchar la mirada para relacionarnos con la
persona y su forma de ser particular, reconocer sus razones, abrazar sus heridas y perdonar
sus desafueros. Es así como se rompe la economía de las razones, por la anchura del amor, es
como un pequeño río que se pierde en el océano.

Es el Espiritu Santo el unico que puede liberarnos de nuestras razones para abrirnos al océano
de la gracia del Señor que en el amor con el que me trató me enseña a tratar al hermano.
El amor derrota la distancia y el reencuentro, libera al hombre de la rigidez de las razones, para
dar paso al amor regenerador de la vida comunitaria, que poniendo a cristo en el centro, se
deja irradiar por el.

Es una gran tentación contra el amor, sentirme amenazado por mi hermano. Hay que denunciar
inmediatamente esa obra del enemigo, tenemos que purificar ese sentimiento que esta siendo
infectado con el veneno de la división.

Ser libre de la razones nos significa rechazarlas sino someterlas en el amor a la comunión.
Correr el riesgo del amor puede significar incluso ceder nuestras razones por reconocer al otro,
pero garantiza el encuentro, el mirarnos cara a cara y poder comprender.

La comunión le imprime la seguridad de la purificación en el reconocimiento de la diversidad, se


da lugar a Cristo operando por un mismo espíritu en todos.

Las razones del otro mejoran las mías y cuidan a la comunidad de una posible distorsión de
mis psicología herida. Por eso no nos ha sido dado un espíritu de temor, sino un espíritu que
nos configura en la diversidad, que regenera nuestra vida personal desde la comunidad y no
viceversa. De lo contrario se cae en unilateralismo que si se tiene poder se transforma en
atororitarismo y exclusión y si no se tiene poder termina en murmuración y división, en ambos
casos se devora al hermano y se divide la comunidad.

Dios es amor y el amor que es el primero don contiene todos los demas este amor dios lo ha
derramado en nuestros corazones por ele spiritu santo.
Nos da las primicias de nuestras herencias. (rom 8-23) “amar como el nos ha amado” . Este
amor es el rpinciio de la vida nueva en cristo. Que es posible por que hemos recibido la fuerzad
ele spiritu santo.

Ele spiritu es nuestra vida, cuado mas nos resinamos a nosotros mismos mas obramos tambien
conforme al espiritu (gal 5,25)y dado como persona de la divinidad.

El espiritu como fuega simboliza la energia transformadora de los actos del Espiritu Santo.
Transforma lo que toca. La accion del espiritu santo “ no exitingais el espíritu”

Este testimonio trata de mostrar uno de las cuestiones que trabaja en contra de la obra del
espíritu santo, tanto en lo personal como en lo comunitario. En ese Pentecostés (hacia 5 años
que había experimentado mi encuentro con Jesús) el Espíritu Santo me mostró con mucha
fuerza y claridad como a veces estamos tan confiado de nuestras razones creyendo que ellas
son un bastión sagrado, como si vinieran de un océano transparente y puro de verdad, cuando
en realidad vienen de nuestro embarrado charquito psicológico, es decir, de nuestras vivencias
particulares que han herido el alma y han incrustado en ella una cristal desde donde vemos el
mundo. EN esta experiencia pude sentir como salían de mi represas de dolor, de resentimiento,
de desconfianza, que no dejaban obrar a Dios en mi vida personal y comunitaria.

Cuántas veces vemos en nuestra vida un doble “lenguaje” cuando por un lado proclamamos
que somos hijos de Dios, que somos espirituales, y que tenemos comunión diaria y por el otro,
en nuestras relaciones concretas nos conducimos movidos por el rencor, los juicios
apresurados, argumentos, surgidos de nuestras “razones” que se levantan contra el hermano.
Cuantas veces propiciamos rivalidades dentro de la Iglesia que trabajan contra la unidad.

Las razones personales son muchas veces motivos de contiendas y nos van llevando a
construir una imagen del otro que queda “atrapada” en una “maquinación” mental. Más que
“esclavos de los otros”, muchas veces somos “devoradores” que nos movemos por ambiciones
que poco tiene de espirituales. Es así, que tan ensimismados en nuestra razones, perdemos de
vista como se inocula el pecado en una comunidad cuando no podemos amar.

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