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INTRODUCCIÓN
El ser humano es un ser muy complejo y amplio de estudio. Hasta nosotros mismos
no nos terminamos de entender, y cada día nos sorprendemos ante nuevas cosas
que nos enseñan la vida y la experiencia; nunca terminando el proceso de aprender
y aprehender. Es por esto que muchos años atrás, este ser se vio en la necesidad
de crear un campo de teoría y aplicación, a partir de la cual se hicieron los mejores
esfuerzos por tratar de comprender la conducta, la cognición y la psiquis del hombre.
Con base en este último aspecto mencionado, surge la epistemología del nombre
de la ciencia que hasta el momento tiene como objeto de estudio la comprensión y
el análisis de los aspectos enmarcados: la Psicología.
El cómo y cuando llegó, por medio de quién o qué, su evolución y desarrollo hasta
hoy día; lo podrá llegar a conocer el lector, a medida que vaya avanzando dentro de
las letras que se encuentra revisando; adentrándose en un viaje en el tiempo y en
los diferentes espacios donde empezó a germinar esta rama en Colombia, hasta el
producto creado y progresado de nuestros días.
Luego, haremos una provechosa y necesaria escala dentro del desarrollo del
concepto formulado por varios autores, de esta área. Conceptos que se exhibirán
desde lo general, el mundo; hasta lo particular, nuestro país; llegando a revisar
definiciones aportadas por autores colombianos.
Lo especial de este viaje, no son sólo los lugares que se visitarán; sino que dentro
de este vuelo se contará con la presencia de los diferentes profesionales y prácticos
de esta nueva área, quienes son clasificados bajo el nombre de peritos y pioneros
de la Psicología Jurídica en Colombia. Su presencia, será gracias a las respuestas
arrojadas por los mismos dentro de una serie de entrevistas practicadas a estos
personajes; directamente desde el medio o ámbito donde la han llevado a cabo.
1. JUSTIFICACION
"Yo soy sobre el abismo el puente que atraviesa, yo soy la ignota escala que el cielo
une a la tierra, yo soy el invisible anillo que sujeta el mundo de la forma al mundo
de la idea"
Revisando el artículo de los autores Lugo y Rivas (2002), se encontró esta frase tan
armoniosa y a la vez tan ilustrativa, porque tal vez Bécquer no se refería a la rama
de la cual nos encontramos leyendo cuando se inspiró; sin embargo encaja
perfectamente en ella. Los autores con sus propias palabras explican el por qué de
esta frase con respecto a la rama en cuestión: "La Psicología Jurídica es la disciplina
que sirve como puente y escala entre los planteamientos y quehaceres de la
Psicología y de las Ciencias Jurídicas, ambas en apariencia ciencias distantes y sin
ningún elemento común, en donde pareciera existir el abismo o la distancia que
media entre el cielo y la tierra. La Psicología Jurídica es la disciplina que conjuga
los planteamientos y hallazgos teórico-experimentales propios de la Psicología con
las exigencias del quehacer teórico-práctico de las Ciencias Jurídicas; por lo que
puede decirse que la Psicología Jurídica es la integración de dos subsistemas: el
jurídico y el psicológico, es decir: Psicología–Ciencias Jurídicas". Por lo tanto los
autores citan esta frase de Bécquer, en especial la parte que dice "yo soy el invisible
anillo que sujeta el mundo de la forma al mundo de la idea"; para que nos sirva,
como dicen Lugo y Rivas (2002), "de símil y nos permita afirmar que la Psicología
Jurídica es el invisible anillo que sujeta el mundo psicológico al mundo de lo jurídico
y viceversa".
Esta rama se percibe como limitada en muchos aspectos, ya que es muy cierto
cuando se afirma que no está totalmente preparada para enfrentar los problemas a
las que se ve implicada; pero todo esto es a raíz de las dificultades por las que ha
tenido que pasar para poder reclamar un espacio respetado dentro del ámbito
psicojurídico. Dicho espacio aún no se encuentra del todo posesionado dentro del
sistema legal vigente en Colombia, pero se espera que a partir del nuevo cambio en
la reforma a la Constitución con respecto al proceso de investigación anteriormente
utilizado, donde pasamos de un Sistema Mixto Inquisitivo a un Sistema Acusatorio
Oral; el rol del psicólogo se instaure de forma dominante dentro de los escenarios
legales, al punto de ser uno de los más importantes dentro de todo el engranaje
judicial que se realiza, como lo expresa en su opinión la Ps. Isela Mojica Rodríguez
dentro de la entrevista realizada.
Apuntando al por qué es importante que se lleve a cabo este tema de investigación,
se pueden mencionar una serie de elementos los cuales justifican claramente el
interés por haber llegado a desarrollar este documento. El primero de ellos tiene
que ver con la falta de literatura acerca del tema. Este fue el móvil que condujo a
tomar la determinación de enfoque hacia la realización de este tema. Este
inconveniente no sólo se expone desde el punto de vista de lo manifestado por los
peritos y pioneros entrevistados, o desde lo expresado por los autores de las
diferentes fuentes bibliografías que se exhiben dentro de este documento; sino
precisamente desde el punto de vista de una persona que vivió en carne propia la
carencia literaria acerca del tema, cuando se emprendió la búsqueda bibliográfica
del mismo. Es por ello que se termina de llevar a la realidad, el proyecto de hacer
una investigación donde se mostrará el Desarrollo de la Psicología Jurídica en
Colombia; y a la vez ésta queda registrada como una de las pocas fuentes
bibliográficas del área en cuestión, para que las personas interesadas en el mismo
puedan tener una base del tema, que los coloque en órbita y en conocimiento con
la psicología jurídica dentro del marco de referencia mundial y colombiano.
Otro punto que impulsó a llevar a cabo la realización del tema, fue el de mostrar el
panorama actual en el que se encuentra Colombia con respecto a esta nueva área;
de manera que los psicólogos, psicólogos jurídicos y los especializados en sus
ramas, o simplemente los interesados en el tema, estuvieran al tanto sobre qué piso
se encuentran de soportados y a partir de éste poder comenzar a actuar y enfocarse
dentro de la misma.
En cuanto al aporte que realiza esta investigación desde su postura como rama de
la psicología que es, hacia la sociedad en general; se encuentra el exponer el papel
tan importante que juega esta especialidad dentro de la situación de violencia y
atropellos contra la integridad física, mental, psicológica y sexual del ser humano;
en la que se encuentra el país. Porque tal y como lo expresa el criminólogo, Jose
Ignacio Ruiz, "hay una esperanza de que la psicología jurídica ayude a entender al
menos qué es lo que pasa en este país, por qué hay tanto crimen, tanto sufrimiento";
obligándonos a pensar seriamente cómo podemos brindar aportes significativos
hacia la sociedad desde el ejercicio psicojurídico. Y este aporte se podrá llevar a
cabo de una manera más exitosa, a partir de la implementación del cambio en el
sistema legal del país, como se expuso anteriormente. Todo apunta a que con la
llegada del ya vigente Sistema Penal Acusatorio, la perspectiva de la Psicología
Jurídica va a cambiar de manera positiva; donde finalmente el psicólogo jurídico
será realmente tomado en cuenta como un agente que va a marcar la diferencia
dentro de la dinámica y puesta en marcha de los aspectos psicológicos que se
encuentran dentro de la rama del Derecho y de los mismos con respecto a los
actores jurídicos que participan en los procesos legales.
MARCO CONCEPTUAL
Tal como lo reporta Jiménez Burrillo (1986. Citado por: Caballero y Prada, 2001),
las relaciones entre la Psicología y el Derecho no han sido fáciles, posiblemente no
muy deseadas; y cuando se han dado, éstas han estado cargadas de recelo,
estereotipo y actitudes negativas entre los profesionales de estas dos disciplinas.
Esta situación ha contribuido, entre otras cosas, a que se haya dado poco desarrollo
y posibilidades de crear "un cuerpo sistematizado de conocimientos aplicados a la
ciencia o a la técnica jurídica" (Muñoz, Bayés y Munné, 1980. Citados por: Caballero
y Prada, 2001).
Estos autores presentan, además, las posibles causas que han contribuido a este
atraso. Un caparazón de abogados para recibir y aceptar aportes de otras
disciplinas; además, éstos están alejados del método científico y de las
preocupaciones antropológicas. Un supuesto psicologismo que los ha inducido a
suponer que poseen habilidades innatas en la técnica psicológica, lo cual los lleva
a rechazar una psicología que no se ajusta a sus creencias, pues no consideran
que necesitan de una psicología especial; por ultimo, la poca cantidad de
aplicaciones llevadas con éxito que ha tenido la psicología científica hasta épocas
recientes, principalmente en la rama psicosociológica, lo que no ha permitido un
acercamiento entre estas dos disciplinas.
Muñoz, Bayés y Munné (1980. Citados por: Caballero y Prada, 2001) dan una
explicación a esto: la Psicología se movía anteriormente en corrientes poco claras,
creando un vacío que permitió el desarrollo de una cultura psicológica de los juristas,
la cual a quedado en muchos libros de Derecho, y aun se mantienen.
Más tarde, textos del mundo antiguo como, por ejemplo, la República de Platón, que
es básicamente una búsqueda del significado de justicia, han sido estudiados en el
intento de entender las bases psicológicas de los conceptos legales.
De igual forma los romanos, por ejemplo, hicieron su muy notable contribución con
respecto a los aspectos legales de las enfermedades mentales ya que a ellos se
debe la terminología aún empleada mediante la cual en algunos códigos aparecen
definidas las enfermedades o estados mentales con las palabras "furiosi" (persona
completamente privado de la razón, tuviese o no intervalos lúcidos), "mente capti"
(persona cuyas facultades intelectuales estaban poco desarrolladas), "dementis"
(privado de entendimiento o falto de juicio) y "fatui" (falto de razón o entendimiento);
aunque la existencia de tales estados no era declarada por el médico sino por los
jueces (Romero, 1973).
Sin embargo, no fue sino hasta los tiempos medievales que la actividad forense,
como tal, aparece; cuando las cortes reales reconocieron la necesidad de que
expertos testificaran en asuntos más allá del conocimiento general del juzgado y el
juez.
Así, se registra que en España, en 1840, los autores C. Arenal, F. Giner De Los
Ríos, L. Simarro & P. Dorado Montero; daban énfasis en sus estudios, al valor ético
del castigo. Luego, en 1843, en el Reino Unido, un psiquiatra fue pedido para
evaluar el estado de salud, en el momento del hecho delictivo, de un sujeto. El
tribunal aceptó su opinión y el demandado se juzgó inocente.
En Italia, en 1882, G. Ziino, lanza su libro "La Fisio-Patologia del Delitto" ("La Fisio-
Patología del Delito); y, en 1885, Sighele escribe "La Folla Delincuente" (La Masa
Delincuente).
En 1892, en Estados Unidos, el profesor Karl Marbe, pupilo de Wundt, creó historia
legal demostrando en corte el fenómeno de tiempo de reacción en una acción civil,
probándole a la corte que el conductor acusado de ser responsable por un accidente
de trenes, no pudo haber detenido el tren a tiempo para evitar el desastre. Más
tarde, en 1893, en Estados Unidos, J. M. Cattell realizó un experimento en la
psicología del testigo ocular.
Entre los años de 1909 a 1917 (excepto en 1916), en Estados Unidos, se publicó
un artículo sobre psicología forense en el "Psychological Review" (Revisión
Psicológica). Luego, el "Periódico de Ley Criminal y Criminología" y el "Periódico
Americano de Psicología", siguieron su ejemplo. En 1909, además, se creó en este
mismo país el "Juvenile Psychopathic Institute" (Instituto de Psicopatía Juvenil).
Luego, en 1910, Fiore escribe "Il Valore Psicologico della Testimonianza" (El Valor
Psicológico del Testimonio), en Italia; y en España, F. Santamaría da un discurso
acerca de la "Psicología del Testimonio", para la "Asociación Española para el
Progreso de las Ciencias".
En 1916, en Italia, Patrizi escribe "Dopo Lombroso. Nuove correnti nello studio della
genialitá e del delitto" (Después de Lombroso: Nuevas Corrientes en el Estudio de
la Genialidad y del Delito).
En Alemania, durante los años 1918 a 1933, K. Wilmanns fue Director del
Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Heidelberg y realizó una gran
contribución al desarrollo de la psiquiatría forense y criminal. Luego, en 1919, en
Italia, el Ministro de Justicia admite en el Comité Real a psicólogos y psiquiatras
para la Reforma de la Ley Criminal Italiana. Y en 1921, el proyecto resultante
("Progetto Ferri") se presentó.
En 1921, en Estados Unidos, en el caso State Vs. Driver, un psicólogo dio su opinión
sobre un intento de violación a una víctima de 12 años. Él usó algunas pruebas
psicológicas y concluyó que la víctima no era fiable. La Corte rechaza esta opinión
diciendo que esas pruebas médicas y psicológicas no eran confiables para descubrir
mentiras. Como consecuencia, durante muchos años, muchos psicólogos en
EE.UU. no fueron admitidos en los juicios.
En 1923, en Italia, G. Doná escribe "La Testimonianza nel Fatto Comune e nella
Vicenda Giudiziaria" (El Testimonio en el Hecho Común y en la Circunstancia
Judicial); y S. Sighele, "I Delitti della Folla studiati secondo la Psicologia, il Diritto e
la Giurisprudenza" (Los Crímenes de las Masas estudiados según la Psicología, el
Derecho y la Jurisprudencia). Al año siguiente, en 1924, en Francia, Gorphe escribe
"La Critique du Témoignage" (La Crítica del Testimonio). Y en ese mismo año, en el
Reino Unido, F. T. Jesse acuñó la palabra inglesa "murderee" para referirse
especialmente a las personas víctimas de un asesinato.
En 1939 Stern, quien era el pionero en los estudios del laboratorio del testimonio,
empezó también a trabajar en algunos "más naturales" contextos. Y en Estados
Unidos, durante la II Guerra Mundial, los psicólogos continuaron empleándose como
psicómetras. También se continuaron los estudios en el detector de mentiras, se
publicaron investigaciones en psicología militar, se publicó una tesis sobre
disertación en temas psico-forenses y se crea la Institución de la Corte de
Conciliación Familiar en Los Ángeles, para mediar los conflictos familiares.
En 1954, en Italia, L. Battistelli escribe "La Bugia in Tribunale" (Las mentiras en los
tribunales); en Alemania, K. Schneider escribe "Die Beurteilung der
Zurechnungsfaehigkeit" (El juicio de la sanidad); y además, se pidieron a las
asociaciones alemanas de psiquiatría y psicología dar sus recomendaciones para
mejorar la Reforma del Derecho Penal. En Suiza, se publica un artículo por Fehr,
Imboden & Marti llamado "Cómo aplicar la Psicología a la Ley"; en Estados Unidos,
durante un congreso, psiquiatras y médicos establecieron que sólo sus opiniones
podrían usarse para determinar la responsabilidad de delincuentes legítimamente;
y en Alemania, la Corte Suprema de la República Federal Alemana permitió la
examinación del testigo apoyado por un psicólogo/psiquiatra.
En 1976, en Italia, G. Gulotta escribe "La Vittima" (La Víctima) y se escribe también
el documento llamado "Collana di Psicologia Giuridica e Criminale" (La Cadena de
Psicología Jurídica y Delictiva); en Polonia, el Tribunal Supremo permitió el uso
auxiliar del detector de mentiras, por consiguiente sus resultados necesitaron ser
confirmados; y en España, se realiza el Primer Congreso Internacional de Psicología
Forense, en Barcelona, sobre las "Perspectivas de Psicología Forense".
En 1977, en Italia, el Grupo de Psicología Forense y la Sección de Psicología
Forense del Instituto de Psicología de la Universidad de Milano, empezó sus
actividades; y el primer curso en psicología forense es dictado por G. Gulotta.
En 1988, en Italia, Gulotta & G. Santi publican "Dal Conflitto al Consenso" (Del
Conflicto al Consenso); siendo el primer libro italiano de mediación y psicología de
Derecho Civil. También se realiza en Maastricht, la Primera Conferencia
Internacional de Psicología Forense. Y entre 1988 y 1989, se admitieron psicólogos
en las Cortes Juveniles de España.
En los 90s, en Italia, muchos centros para la defensa de mujeres maltratadas y niños
se ponen en marcha. En toda la Europa (Reino Unido, Alemania, Croacia, etc.), el
trabajo de investigación sobre víctimas fue aumentado; dicho tema fue analizado
desde el punto de vista del psicoanálisis e incluyó algunas otras perspectivas
teóricas. La victimología dio un empujón notable por Fattah, Viano, Doerner &
Laboratorio, Wexler, Ochberg, Money y Roberts (quienes publicaron en 1990 los
resultados de la encuesta nacional acerca de los servicios y programas de ayuda
para las víctimas). Y en el año de 1990, Giuffré Editores publicaron "Collana
Prospettive di Psicologia Giuridica" (Cadena de Perspectivas de la Psicología
Jurídica), dirigido por A. Quadrio.
Jiménez Burillo (1986. Citado por: Caballero y Prada, 2001), por otra parte,
discrimina de manera general cuatro períodos en la historia de la psicología jurídica.
El primero se encuentra comprendido entre el comienzo del siglo XX, hasta finales
de los años 20. Es dentro de este período que, hacia 1900, aparecen publicaciones
de autores como Stern y Münsterberg, en 1907; los cuales concentran sus escritos
más en aspectos relacionados con los procesos psicológicos del testimonio.
También de Bose, en 1917, y de Briw, en 1926; quienes en sus escritos se refieren
a temas de procesos de memoria, testimonio y de psicología del delito.
En el tercer período acontecido por los años 50, continúan apareciendo un aumento
de publicaciones importantes, dirigidas específicamente a la Psicología Clínica y
Social, dentro de los campos de: trastornos mentales, influencia de la publicidad
sobre las causas antes de celebrarse el juicio y problemas derivados de la
segregación racial y los derechos civiles; lo cual causó de nuevo la barrera colocada
por los juristas.
Algunos de los egresados siguieron trabajando en esta área. Entre los que siguieron
en ella, se encuentra un grupo de ex alumnos que organizaron y ejecutaron
programas de capacitación para los magistrados de la rama penal, civil y aduanera;
en lo concerniente a la selección de jueces. Igualmente, se llevaron a cabo
programas de capacitación con Jueces de Menores y Familia; en lo que respecta a
la forma como se debe realizar una indagatoria y al rol del defensor de menores,
desde una perspectiva psicológica. Estos programas se realizaron con el apoyo y
control de la rama judicial del Ministerio de Justicia. Vale la pena aclarar que estos
programas se llevaron a cabo en todo el país, se iniciaron en 1990 y aún se continúa
con el programa.
En 1984, empezó a dictar esta cátedra el Dr. Emilio Espejo conjuntamente con un
abogado, trabajando en cárceles como la Modelo y La Picota; en asocio con la
Escuela Nacional de Criminología, el Ministerio de Justicia y el INPEC. Por otra
parte se empezó a profundizar en el tema de psicopatología criminal, ya que para
éste tiempo existía la creencia que el criminal era un enfermo mental; por
consiguiente lo recluían en hospitales psiquiátricos. Realizando este trabajo se
dieron cuenta que los guardianes no estaban preparados para el cuidado de los
mismos; empezando a capacitarlos y creando equipos terapéuticos conformados
por las enfermeras, los psiquiatras y los guardias.
En el segundo semestre del año de 1996, el Ps. Fernando Díaz Colorado fue
contratado por la Facultad de Psicología de la Universidad Santo Tomás de Bogotá,
para dictar la cátedra de Psicología Criminológica en uno de los cursos de 7mo
semestre; en ese momento los contenidos de ésa cátedra cambian para tomar un
enfoque de corte psicojurídico.
Al mismo tiempo, el Ps. Fernando Díaz Colorado empezó a trabajar con el director
del Centro de Investigación de la Facultad de Psicología, quien en ese momento era
el Dr. Emilio Espejo, en una línea de investigación llamada Psicología y Cultura. A
raíz de éste trabajo se empezó a crear una nueva línea de criminología y víctimas;
la cual tuvo una gran acogida en primera instancia, por los estudiantes de la cátedra
de Psicología Criminológica, quienes empezaron a realizar investigaciones en este
tema; y luego, con presentación ante toda la facultad, lo cual elevó el número de
estudiantes que querían trabajar en ésta línea.
A principios de 1997, el Ps. Fernando Díaz Colorado empieza a dictar los seminarios
de investigación de 9no y 10mo semestre, poniendo especial énfasis en los trabajos
de grado de corte psicojurídico. En ese mismo año se lleva a cabo en La Habana,
Cuba, el II Congreso Iberoamericano de Psicología Jurídica; en el cual el Ps.
Fernando Díaz participó. A su regreso presentó al Decano de la Facultad, el Dr.
José Cárdenas, un proyecto para crear un posgrado de psicología jurídica. A partir
de dicha propuesta, la facultad decidió contratarlo de tiempo completo para que
desarrollara éste proyecto y poderlo presentar ante el ICFES. A finales de 1998 el
ICFES aprueba el posgrado, por consiguiente la Universidad Santo Tomás se
convierte en la primera institución educativa en crear un programa de este tipo en
Colombia y en Latinoamérica.
Por otro lado, la Pontificia Universidad Javeriana (P.U.J.) lleva poco tiempo
abriéndose campo en el trabajo sobre psicología jurídica. Tuvo su inicio en 1999
con la apertura de un nuevo proyecto de práctica, ya que durante el funcionamiento
del Centro de Conciliación de la misma se fue haciendo evidente cada vez más, que
faltaba la asesoría psicológica como componente fundamental. Existía la necesidad
de dar solución integral, ya que en las audiencias se fue percibiendo que las partes
no solo traían una serie de conflictos dentro del área jurídica, sino que además se
encontraban afectados emocionalmente; lo cual impedía en algunos casos llegar a
un acuerdo viable y satisfactorio, aspectos que imposibilitaban la comunicación y
muchas veces el abogado desconocía la manera de manejar dicha situación.
Aparte de las ciudades ya mencionadas, hay que tener en cuenta que en la ciudad
de Barranquilla, la Facultad de Psicología de la Corporación Educativa Mayor de
Desarrollo Simón Bolívar, que inició actividades en febrero de 1995, estableció un
plan de estudios en el que había un área jurídica. Dicha área desarrollaba desde
3er a 7mo semestre una serie de asignaturas como: Introducción al Derecho, Teoría
Constitucional, Ley de Familia y del Menor, Legislación de Salud, Ley Educativa,
Ley Laboral y Salud Ocupacional; y finalmente en 7mo semestre, Psicología
Forense. Dichas materias brindaron y brindan a los estudiantes herramientas
jurídicas en sus diferentes campos de acción como psicólogos; junto con la línea de
investigación en psicología forense existente en esta universidad desde el 1er
semestre del año 2002.
Además, hay que destacar a la Universidad del Norte de la misma ciudad, por ser
la primera institución de educación superior en la costa colombiana en lanzar, en
calidad de posgrado, la primera Especialización en Psicología Forense; en el
segundo semestre del año 2004, contando con la participación de estudiantes de
diferentes lugares de la costa, quienes se trasladan a la capital del departamento
del Atlántico para asistir a esta especialidad.
Por otro lado, hay que destacar que en el transcurso del presente año, en la
Universidad Santo Tomás de Bogotá, se experimenta el cambio de dirección de la
Especialización en Psicología Jurídica, donde antes era director el Ps. Fernando
Díaz Colorado; y hoy día está regido por la Ps. Ángela Cristina Tapias Saldaña,
anteriormente docente de la Facultad de Psicología y coordinadora del área
Psicología Jurídica de la Universidad del Bosque.
Es importante que quede sentado, como conclusión, que los primeros aportes de la
psicología al mundo jurídico se hacen desde Leipzig, en los laboratorios de Wundt;
y que uno de sus discípulos, Schrenck-Notzing es reconocido como el primer
psicólogo forense de la historia.
En general, la psicología jurídica como tal, se presenta ante nuestros sentidos hacia
1800 y 1900 en Alemania; y en Colombia, hace su entrada en el año de 1974. Hoy
en día las investigaciones en este campo, van encaminadas en nuestro país
primordialmente hacia las víctimas; específicamente las menores de edad. Además,
van en camino a descifrar la mejor manera de valorar la credibilidad del testimonio;
igualmente se interesan sobre las características del agresor, como también sobre
la psicología penitenciaria y, de manera abundante y explosiva, hace aportes al
tema del secuestro.
Para finalizar, según lo hallado en las fuentes bibliográficas es posible afirmar que
la psicología jurídica en Colombia tiene alrededor de 31 años de existencia y un
pronóstico de larga vida. Por supuesto, esta ciencia se encuentra todavía en
pañales pero es reconfortante encontrarse con un profundo interés por este tipo de
aportes al mundo científico. Tal vez por la situación violenta que sufre el país, el
tema de la victimología, de la psicología forense y de la psicología del testimonio;
han sido de gran importancia. Aún así, hay que dejar escrito que la psicología
jurídica tiene aún un campo extenso para sembrar acerca de temas tales como la
psicología policial y de las fuerzas armadas.
2.2. ¿QUE ES PSICOLOGÍA JURÍDICA?
Como dice Muñoz Sabaté (1980) todo intento de clasificación corre el peligro de ser
puramente convencional y casi todas las clasificaciones pueden ser sustituidas por
otras que aparentan idéntica validez. Sin embargo, se intentará unificar un concepto
de psicología jurídica que designe de manera honesta, concreta y adecuada el
campo de conocimiento de esta ciencia y su objeto de estudio.
Para lograr esta definición es inevitable que se haga una referencia desde la ciencia
psicológica hacia la ciencia de los juristas de diversas maneras, ya que tal como
dice Jorge Sobral (Citado por Travaccio, 1997) la Psicología y el Derecho parecen
dos mundos condenados a entenderse; y al mismo tiempo desde los autores más
antiguos hasta los crecientes exponentes de este tópico.
De esta manera, Muñoz Sabaté (1980) nos presenta tres vías en las que la
Psicología se puede relacionar con el Derecho como forma de delimitar el mundo
existente entre estas dos disciplinas y hace una distinción entre la Psicología del
Derecho, en el Derecho y para el Derecho.
La Psicología del Derecho, por una parte, va dirigida a explicar la esencia jurídica,
que sería uno de los fines de la psicología jurídica, según Muñoz Sabaté (1980,
citando a J. P. Haesert). El autor comenta que este psicologismo del Derecho o
Investigación Psicológica del Derecho, como puede ser llamado este tipo de
relación, no fue demasiado bien recibida y tuvo como epifonema la expresión de
Bécquer ¡Dios nos libre de una escuela de civilistas psicólogos! En definitiva, esta
forma de relación entre la Psicología y el Derecho plantea el problema de la
estimativa y validez del Derecho; partiendo de la base de que el Derecho es una
experiencia psíquica, compuesta de una emoción específica, simultáneamente
activa y pasiva, y de una noción de ciertas pautas de acción. La idea de lo justo no
se ciñe a valores objetivos, sino que es siempre relativa y subjetiva; y también
aborda el vasto tema de la libertad, omnipresente en casi toda la filosofía y la teoría
del Derecho (Muñoz Sabaté, 1980),
Frente a esta Psicología del Derecho, el Ps. Fernando Díaz Colorado (2003) dice
que la Psicología tiene un papel de suma importancia, pues debe aportar en la tarea
de hacer un mejor Derecho; si bien el Derecho se concentra en el deber ser, la
Psicología se concentra en el ser y sus conocimientos pueden ser muy útiles; ya
que aportarían al mejor diseño de lo normativo, desde la comprensión del ser que
es su destinatario final.
Por otro lado, siguiendo con las tres vías de Muñoz Sabaté (1980), encontramos la
Psicología en el Derecho que sugiere que todo el Derecho, o gran parte del mismo,
está lleno de componentes psicológicos; y que por tanto requiere de la psicología
para su puesta en funcionamiento. Las normas jurídicas son estímulos verbales
tendentes a producir o impedir determinadas conductas. Dentro de estas normas
figuran una serie de conceptos y definiciones de naturaleza igualmente psicológica;
la formulación y aplicación de dichas normas requieren de una gama de conductas
hábilmente influidas por diversas variables ambientales y de los sujetos. Si se
pretende lograr un máximo de eficacia jurídica es imprescindible controlar todo este
abanico de factores. Así pues, la Psicología en el Derecho es ya una disciplina de
la praxis y por tanto una psicología aplicada. Muñoz Sabaté, muy acertadamente
nos comenta que si la Psicología es la ciencia que se ocupa del estudio de la
conducta, y si los objetivos del Derecho son el control y modificación de la misma;
entonces los legisladores, jueces, magistrados y abogados deben estar
especialmente atentos a los datos que vayan surgiendo del laboratorio psicológico,
con el fin de tenerlos en cuenta si desean alcanzar con mayor seguridad y menor
esfuerzo los objetivos conductuales concretos que previamente se hayan fijado
(Muñoz Sabaté, 1980).
Díaz (2003), frente a esta Psicología en el Derecho, cita a Kapardis y comenta que
la relación no es tanto de la Psicología en el Derecho, sino la Psicología y la Ley;
de tal manera que la investigación psicolegal puede ser aplicada tanto en el campo
de los delincuentes como en el campo de los jueces, magistrados y operadores de
justicia en general. Es importante tener en cuenta que, si bien es cierto, la ley
contiene muchas palabras que se podrían comprender dentro del campo de la
psicología, estos conceptos, definiciones y calificativos, no tienen una
correspondencia con el campo psicológico. Conceptos como trastorno mental e
inmadurez psicológica, por ejemplo, no corresponden a definiciones de lo
psicológico sino a fundamentos del Derecho, que hacen relación a la concepción
clásica de la filosofía del Derecho.
En tercer lugar, Muñoz Sabaté (1980) nos habla de una Psicología para el Derecho
y comenta que aquí el papel de la psicología no es distinto al que pueden jugar la
medicina, la arquitectura, la ingeniería o la contabilidad; como ciencias auxiliares
del Derecho. Dichas ciencias auxiliares, son llamadas a informar sobre los fines o
política del Derecho, o para interpretar los hechos referentes al caso concreto. Es
una psicología llamada a iluminar los fines del Derecho y que, por su amplitud y
generalidad, no podrá jamás incorporase al ámbito específico de una Psicología
Jurídica; sino al de la Psicología general. El campo específico de una Psicología
para el Derecho, susceptible de incorporación metodológica dentro de una
psicología jurídica, sólo lo vemos en el área de interpretación del hecho jurídico; en
la medida en que aquélla pueda aplicar sus técnicas a la prueba de los hechos. Se
trata en definitiva de una psicología eminentemente probatoria (Muñoz Sabaté,
1980).
Es así, como Muñoz Sabaté (1980) propone que los anteriores esquemas o vías,
tal vez nos hayan convencido de que debemos prescindir de explicar el método
jurídico a través de la psicología (psicologismo jurídico); y de interferir en la política
o fines del Derecho mediante criterios psicológicos. Ambas actitudes podrían
corresponder a la filosofía del Derecho y la Psicología en general; pero no los
consideramos válidos para construir una Psicología Jurídica de orientación
científica, y que pretenda sortear el peligro de una funesta especulación y dilución.
De ahí que solo nos quepa asumir cuanto de aprovechable encontremos en una
Psicología en y para el Derecho (Muñoz Sabaté, 1980).
Así, y siguiendo al autor, la Psicología Jurídica debe atenerse a la norma sin intentar
explicar si la misma es o no justa; ni pretender argumentar sobre sus fines. Lo cual
no le impedirá, sin embargo, el proporcionar datos que colateralmente pueden ser
interpretados por los juristas como una muestra de la disfuncionalidad de ciertos
objetivos (Muñoz Sabaté, 1980).
El autor Mira y López (1980) parece coincidir con la definición de Muñoz, encajando
perfectamente en esta vertiente. Expresa que la Psicología Jurídica es la psicología
aplicada al mejor ejercicio del Derecho. Esta definición, aunque famosa, ha sido
duramente criticada por diversos autores de la psicología jurídica; ya que como dice
Piñeros (2004), no puede ser más decepcionante que después de tan largo camino
se llegue a una definición tan escueta.
A pesar de esta vaga definición de psicología jurídica hecha por Mira y López
(1980), este autor propone de manera interesante cómo las diferentes escuelas o
vertientes de la psicología actúan dentro de la psicología jurídica; así, el autor
menciona nueve escuelas y su trabajo contribuyente a este campo.
Como octava escuela expuesta por Mira y López (1980) encontramos la Psicología
Anormal, cuya utilidad psicojurídica se sobrentiende que es enorme. Ha sido
históricamente la encargada de develar el grado de peligrosidad que toda persona
posee, para desde allí encauzar su captura y condena; sólo tenemos que recordar
a Lombroso y su planteamiento preventivo delincuencial (Piñeros, 2004).
Como vemos, la ciencia psicológica expuesta por Mira y López (1980) puede
cruzarse con el Derecho de diferentes maneras y haciendo aportes científicos
diversos para el mejor ejercicio de la disciplina de los juristas; tal como lo dijo el
citado autor en su definición de psicología jurídica que, aunque acertada en los
tiempos del nacimiento de ésta, es hoy día concebida como muy escueta ya que la
labor del psicólogo jurídico se ha ido ampliando con el pasar del tiempo; al igual que
los avances científicos psicojurídicos, como será visto más adelante.
Por otro lado, Sobral, citado por Parra (2000), expone otras cuatro vías en que se
relacionan la Psicología y la Ley. Así, la primera relación está dada por cuanto la
psicología puede ser el fundamento de la ley, la cual se encarga de generar
conocimiento que sea útil para la práctica del Derecho. Este conocimiento se genera
de la psicología básica y se utiliza para explicar diferentes comportamientos en
cuanto a su causalidad; y para que mediante la investigación básica se logren
implementar políticas eficaces y humanas.
La segunda relación expuesta por Sobral es la de la psicología como auxiliar de la
ley, en donde la función de la psicología es más aplicada que básica. Con respecto
a esto, los procesos o funciones que cumpliría el psicólogo serían variados, tales
como: enumerar temas legales estudiados por la psicología como el testimonio
presencial, detectar mentiras, usar castigos en las cárceles, colaborar en el
esclarecimiento de hechos, ayudar en la predicción de conductas, entre otras
(Parra, 2000).
Continuando con las relaciones expuestas por Sobral, la tercera es el estudio del
comportamiento propiamente dicho; tratando de confirmar las hipótesis psicológicas
como memoria, toma de decisiones, atribuciones causales de la conducta, etc. Todo
esto se comprueba en el laboratorio natural, que ofrecen muchas de las situaciones
legales (Parra, 2000).
Por último, Sobral expone la última relación vista desde la ley hacia la psicología.
Hace énfasis en cómo todas las normas influyen sobre el comportamiento de las
personas, como es: la percepción de la justicia y la injusticia, la influencia del poder,
etapas de desarrollo de la conciencia moral y aceptación de la influencia legal, entre
otros conceptos (Parra, 2000).
A pesar de las posiciones sustentadas por los anteriores autores sobre las distintas
y amplias relaciones entre la Psicología y el Derecho; hay quienes las niegan de
modo absoluto precisamente por pertenecer a mundos tan distintos: el Derecho al
mundo del deber ser y la Psicología al mundo del ser. Pero por otro lado, existen
otros que creen que el Derecho y la Psicología tiene un denominador común, su
objeto material: la conducta humana. Ejemplo de ello son los autores Walter y Lind,
quienes sostienen que si la ley no quiere ser irracional e inhumana, ha de contar
con otras ciencias naturales; entre ellas con la conducta psicológica (Parra, 2000).
De esta forma, nos encontramos con la definición hecha por Muñoz Sabaté (1980).
Dicho autor expone que la Psicología Jurídica es una Psicología en y para el
Derecho, que sería o estaría destinada a ser una rama de la psicología pura que
busca aplicar los métodos y los resultados de esta ciencia; especialmente de la
experimental, a la práctica del Derecho.
Otro reconocido autor, Clemente (1995. Citado por Piñeros, 2004), propone que la
Psicología Jurídica es el estudio del comportamiento de las personas y de los
grupos en cuanto que tienen la necesidad de desenvolverse dentro de ambientes
regulados jurídicamente; así como la evolución de dichas regulaciones jurídicas o
leyes en cuanto que los grupos sociales se desenvuelven en ellos.
Parra (2000), por otro lado, cita a Garrido Genovés, quien considera que la
Psicología Jurídica es una unión entre la psicología general y la criminología; en la
que se tratan de aplicar los conocimientos y la metodología de la Psicología, a la
resolución de los problemas del Derecho.
Sobral (Citado por Parra, 2000) define la Psicología Jurídica como la ciencia que
trata de describir y explicar los supuestos psicológicos del poder judicial, los
procesos cognitivos (representaciones, creencias, actitudes) de la justicia, y los
procesos y fenómenos psicológicos de los actores judiciales; que cristalizan en el
marco ideológico de los sistemas judiciales. Esta ciencia estudia la manera en que
las normas o leyes influyen en el sujeto involucrado en un ámbito legal, ya sea
víctima o victimario.
Algo similar dice Teixido (Citado por Parra, 2000) cuando afirma que el objeto de
estudio de la Psicología Jurídica va enfocado hacia la orientación de unas leyes más
adecuadas a la persona y a los grupos humanos; y a la orientación más idónea en
la organización del sistema de administración de justicia.
Tal como lo dicen los autores Haward y Gudjonsson (1998), los psicólogos del Reino
Unido que asesoran las cortes en casos específicos, están de acuerdo con que esta
definición ejemplifica adecuada y apropiadamente su rol particular en tales
ocasiones. Debe aclararse que estos psicólogos son expertos en su propia
especialización de la psicología, mas no son psicólogos forenses.
Sin embargo, no todos los psicólogos están de acuerdo con esta definición. En
Estados Unidos, específicamente, creen que la actividad en una de las fases, entre
la Psicología y el Derecho, puede ser llamada Psicología Forense. Esta definición
amplía muchísimo más el campo de acción de los psicólogos en el ámbito jurídico;
por lo cual, desde hace algún tiempo se ha decidido llamar al área en general
Psicología Jurídica.
El que la Psicología esté dentro del campo del Derecho, entendido éste como
relación de individuos sometida a principios, preceptos y reglas previamente
establecidos; tomará en consideración las diferentes actitudes psicológicas de
estos, determinando su contenido y los fines del correspondiente proceso. De esta
manera se produjo el surgimiento de la Psicología Judicial (Romero, 1973).
Pareciera que Díaz hubiera dirimido las cuestiones y disputas sobre una
conceptualización acertada y con horma perfecta para todos los que se dedican a
dicho campo de la Psicología. Pero no es posible saberlo con certeza pues tal como
él mismo lo expone, la anterior definición nace del trabajo de los que se dedican a
esta disciplina; y así, es posible que con el paso del tiempo, los descubrimientos y
avances científicos que resulten como producto, precisamente, de este trabajo; las
definiciones y objetos de estudios de la Psicología Jurídica tomen nuevos cuerpos
o amplíen los que ya poseen.
La Ps. Ángela Cristina Tapias Saldaña (2003) también expone su visión de lo que
es la Psicología Jurídica al asegurar que es el estudio, el asesoramiento e
intervención sobre el comportamiento humano; que se desarrolla en un ambiente
regulado por normas legales.
Claramente, podemos observar que las definiciones sobre Psicología Jurídica son
muy amplias y tienen la característica de la evidente similitud entre unas y otras.
Sea que la expongan desde su campo de acción, desde sus funciones o desde su
gran abarque.
Al igual que la eterna discusión sobre cuál debe ser en definitiva el objeto de estudio
de la Psicología Jurídica para su correcta definición y práctica; hay otra cuestión
terminológica que confunde a muchos y causa estragos a otros. Esta confusión
parte del hecho de que el término psicología jurídica es un proceso evolucionado
que llegó a tal punto después de haber optado por términos como psicología
forense, psicología legal, psicología política, criminológica, entre otras. Hoy en día,
se admite el término de psicología jurídica, sobre todo en países hispanoamericanos
y a lo largo de Europa; pero en Norteamérica y en otros países no hispanos, no hay
distinción entre el término psicología forense y psicología jurídica. Para estos, lo que
ellos conocen como psicología forense equivale a lo que es aceptado en
iberoamérica con el término de psicología jurídica. Tomemos como ejemplo al autor
Arrigo (2000), cuando define la psicología forense como que no es simplemente
sobre responder al crimen. Según el autor, la disciplina sí apunta a tan abrumadores
cuestiones como: ¿qué hacemos con los niños que asesinan?, ¿los enfermos
mentales son peligrosos?, ¿por qué la policía usa fuerza letal?; sin embargo, estas
cuestiones apuntan solo a la variable de la violencia. Adicionalmente, el campo toma
en consideración un número de tópicos relacionados que son igualmente críticos y
complejos como son: ¿cómo los oficiales median el conflicto?, ¿cómo la comunidad
legal y psicológica promueven los mejores intereses del niño en la toma de
decisiones forenses?, ¿qué tratamiento y cuidado está disponible para las madres
en prisión?; estos temas evalúan el factor justicia. Así, la psicología forense se
enfoca tanto a responder ante el crimen y la victimización como también sobre la
prevención; o aún mejor, promoción de la paz y el bienestar, cada vez que sea
posible.
A pesar de esta confusión o desacuerdo sobre la terminología que debe usarse para
referirse a este campo de la psicología, el objetivo parece apuntar siempre hacia la
misma dirección y a la resolución de los mismos interrogantes; según vayan siendo
necesarios dependiendo de cada situación específica en los diferentes territorios en
particular.
Así se pronuncia la Ps. Lida Milena Rodríguez Navarro en sus conferencias acerca
de lo que es Psicología Forense, afirmando que es una especialidad inmersa en
ámbitos netamente psicojurídicos, cuya función psicodiagnóstica tiene un fin
netamente probatorio; y debe ser ejercido solamente por psicólogos expertos que
se apoyan en el dictamen para ejercer dicha labor.
Este aporte o vínculo existente entre la psicología jurídica y la ley, lo esclarece más
a fondo los autores Lugo y Rivas (2002) cuando exponen que la Psicología Jurídica
no es entonces una ciencia aplicada o auxiliar del Derecho, debido que el conjunto
de conocimientos psicológicos alcanza ya tal densidad que resulta factible que no
solamente esta parcela científica responda a las preguntas que desde el Derecho
se le puedan formular; sino que también puede analizar, comprender y criticar
psicológicamente los estatutos del Derecho, siendo tales actividades
extremadamente útiles, incluso desde tareas tan prácticas como el cotidiano
quehacer pericial. Por ejemplo, la Psicología Jurídica puede ayudar en el
esclarecimiento de los hechos, estableciendo la capacidad testimonial e indagando
la capacidad intelectual y/o volitiva de los testigos; puede ayudar en el
procedimiento, suministrando elementos para ser aprovechados en el modo de
realizar interrogatorios y analizando documentos; puede ofrecer análisis sobre la
influencia de la ley sobre el comportamiento y analizar el alcance de la norma
jurídica.
Es posible aceptar la definición que hace el autor Mira y López (1980), siempre y
cuando se tenga en cuenta que en aquel entonces, cuando la psicología jurídica
empezaba a abrir el telón para mostrar su obra, esta ciencia era justamente auxiliar
del Derecho y no tenía vida propia si este último no existía. También es
comprensible, por supuesto, las fuertes críticas por parte de la comunidad científica
psicojurídica en general, pues actualmente esta rama de la psicología se ha
configurado con vida propia por ser ella misma indispensable para muchos procesos
judiciales; y porque sus aportes van ligados a su naturaleza psicológica como tal,
sin tener que ver con lo que pueda proponer la disciplina del Derecho.