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EL DESARROLLO DE LA PSICOLOGÍA JURÍDICA EN COLOMBIA DESDE LA

PERSPECTIVA DE SUS PERITOS Y PIONEROS

ERICKA MUÑOZ SÁNCHEZ


FUNDACIÓN UNIVERSIDAD DEL NORTE
BARRANQUILLA
LIDA MILENA RODRIGUEZ NAVARRO
Psicóloga Clínica - Investigador Criminalístico II
C.T.I. - Fiscalía General de la Nación - Seccional Barranquilla

INTRODUCCIÓN

El ser humano es un ser muy complejo y amplio de estudio. Hasta nosotros mismos
no nos terminamos de entender, y cada día nos sorprendemos ante nuevas cosas
que nos enseñan la vida y la experiencia; nunca terminando el proceso de aprender
y aprehender. Es por esto que muchos años atrás, este ser se vio en la necesidad
de crear un campo de teoría y aplicación, a partir de la cual se hicieron los mejores
esfuerzos por tratar de comprender la conducta, la cognición y la psiquis del hombre.
Con base en este último aspecto mencionado, surge la epistemología del nombre
de la ciencia que hasta el momento tiene como objeto de estudio la comprensión y
el análisis de los aspectos enmarcados: la Psicología.

Debido que el hombre se desenvuelve en muchísimos ámbitos: laborales, de ocio y


entretenimiento, académicos, profesionales, personales, emocionales, materiales,
sociales, naturales, etcétera; esta nueva área psicológica se tuvo que valer de
especialidades dentro de la misma, que pudieran apuntar directamente, y nada más,
a los objetos de estudio y principios de cada una de esta gama amplia de ámbitos.

Es aquí donde realiza su entrada una de las tantas, valiosas y necesarias


especialidades de la psicología: la Psicología Jurídica. Dicha especialidad data del
siglo XIX, desde el punto de vista de desarrollo y enmarcación dentro de la
Psicología general; ya que realmente su nacimiento se da desde épocas bíblicas,
donde obviamente no era reconocida ni nombrada como tal; y más adelante, en el
siglo XII, ya se mezclaba dentro del continente europeo con otros saberes diferentes
a la psicología, desarrollándose desde distintos enfoques, los cuales iban
dependiendo de la época en la que se estuviera tratando y las variables de estudio
de la misma. Específicamente esta rama de la psicología, se va a desempeñar
dentro de los escenarios legales o jurídicos del Estado; entendiéndose así la
aplicación de la psicología de la rama del Derecho, en el Derecho y para el Derecho
(Muñoz Sabaté, 1980). Para una mejor explicación, se debe entender como la rama
de la psicología que le ofrece a la sociedad una mirada interdisciplinaria a los
conflictos que entre el ser humano y la ley surgen. Así pues, de manera sencilla se
puede decir que, la Psicología Jurídica es la rama de la ciencia donde se entrelazan
la Psicología y las Ciencias Jurídicas, permitiéndole tanto al psicólogo como al
práctico y al estudioso del Derecho un espacio interdisciplinario, donde ambos
utilizan y combinan conocimientos e instrumentos que le son propios (Lugo y Rivas,
2002).
Continuando con su nacimiento, poco a poco esta interesante rama de la psicología
se fue entonces colando a través del tiempo, pasando por diferentes
acontecimientos y momentos de la historia del mundo; hasta llegar finalmente hacia
nosotros: los colombianos.

El cómo y cuando llegó, por medio de quién o qué, su evolución y desarrollo hasta
hoy día; lo podrá llegar a conocer el lector, a medida que vaya avanzando dentro de
las letras que se encuentra revisando; adentrándose en un viaje en el tiempo y en
los diferentes espacios donde empezó a germinar esta rama en Colombia, hasta el
producto creado y progresado de nuestros días.

Este maravilloso y novedoso viaje, tomará vuelo a partir de la enmarcación de la


historia de la Psicología Jurídica en el mundo, adentrándose por los caminos de la
ya escrita y plasmada historia de esta rama en Colombia; tomando como punto de
partida los diferentes focos de inicio que la fueron formando.

Luego, haremos una provechosa y necesaria escala dentro del desarrollo del
concepto formulado por varios autores, de esta área. Conceptos que se exhibirán
desde lo general, el mundo; hasta lo particular, nuestro país; llegando a revisar
definiciones aportadas por autores colombianos.

Finalmente, se aterrizará dentro de la amplia pista de las aplicaciones que se


desprenden del área de la Psicología Jurídica en Colombia. Tales aplicaciones
serán resumidas en funciones que puede llevar a cabo el psicólogo jurídico, ámbitos
del actuar psicojurídico, roles que puede adoptar este psicólogo, los personajes que
juegan un papel importante y definitivo dentro del ámbito legal, y por último las
distintas y específicas ramas que a su vez se desprenden de la Psicología Jurídica,
tal y como alguna vez esta también lo hizo de la Psicología.

Lo especial de este viaje, no son sólo los lugares que se visitarán; sino que dentro
de este vuelo se contará con la presencia de los diferentes profesionales y prácticos
de esta nueva área, quienes son clasificados bajo el nombre de peritos y pioneros
de la Psicología Jurídica en Colombia. Su presencia, será gracias a las respuestas
arrojadas por los mismos dentro de una serie de entrevistas practicadas a estos
personajes; directamente desde el medio o ámbito donde la han llevado a cabo.

En resumen, se realizaron 14 entrevistas a los peritos y pioneros de la Psicología


Jurídica en Colombia; ubicados en las diferentes instituciones del Estado y
académicas privadas, de las ciudades de Bogotá, Barranquilla, Cartagena y Santa
Marta. Para que no haya futuras confusiones o tergiversiones se debe entender por
el término de PERITO, aquella persona sabia o experimentada en una ciencia o
arte; y por PIONERO, aquella persona que le antecede a los demás en cuanto a la
exploración, descubrimiento o fundación de una ciencia o arte. Dichas respuestas
aportadas por los psicólogos entrevistas, se encuentran repartidas por toda la
sección de los resultados del documento; y se podrán revisar de manera más
amplia, dentro del ANEXO I, adjuntado al final de la exposición del tema en cuestión.
Se espera sea de su agrado e interés la revisión y lectura de esta investigación; y
que al culminar su contenido haya cumplido sus expectativas planteadas al principio
de la exploración de la misma, y le deje sembradas inquietudes que le obliguen
concienzudamente a seguir indagando sobre el tema; de manera tal que usted sea
el que en próximas ocasiones invite a leer sus planteamientos e inquietudes ya
solucionadas.

1. JUSTIFICACION

"Yo soy sobre el abismo el puente que atraviesa, yo soy la ignota escala que el cielo
une a la tierra, yo soy el invisible anillo que sujeta el mundo de la forma al mundo
de la idea"

Gustavo Adolfo Bécquer

Revisando el artículo de los autores Lugo y Rivas (2002), se encontró esta frase tan
armoniosa y a la vez tan ilustrativa, porque tal vez Bécquer no se refería a la rama
de la cual nos encontramos leyendo cuando se inspiró; sin embargo encaja
perfectamente en ella. Los autores con sus propias palabras explican el por qué de
esta frase con respecto a la rama en cuestión: "La Psicología Jurídica es la disciplina
que sirve como puente y escala entre los planteamientos y quehaceres de la
Psicología y de las Ciencias Jurídicas, ambas en apariencia ciencias distantes y sin
ningún elemento común, en donde pareciera existir el abismo o la distancia que
media entre el cielo y la tierra. La Psicología Jurídica es la disciplina que conjuga
los planteamientos y hallazgos teórico-experimentales propios de la Psicología con
las exigencias del quehacer teórico-práctico de las Ciencias Jurídicas; por lo que
puede decirse que la Psicología Jurídica es la integración de dos subsistemas: el
jurídico y el psicológico, es decir: Psicología–Ciencias Jurídicas". Por lo tanto los
autores citan esta frase de Bécquer, en especial la parte que dice "yo soy el invisible
anillo que sujeta el mundo de la forma al mundo de la idea"; para que nos sirva,
como dicen Lugo y Rivas (2002), "de símil y nos permita afirmar que la Psicología
Jurídica es el invisible anillo que sujeta el mundo psicológico al mundo de lo jurídico
y viceversa".

La psicología jurídica es una de las ramas o especialidades de la psicología, la cual


es relativamente nueva dentro del contexto colombiano. Parte de las necesidades
sociales que emergen a partir de una mayor especialización y de una mayor equidad
en los procesos jurídicos y sociales ante las instituciones mismas que el poder
designa para regular a la misma sociedad. Su definición es mejor explicada por
Teixido (Citado por Parra, 2000), cuando expone que el objeto de estudio de la
psicología jurídica va enfocado hacia la orientación de una leyes más adecuadas a
la persona y a los grupos humanos; y a la orientación más idónea en la organización
del sistema de administración de justicia.

Esta rama se percibe como limitada en muchos aspectos, ya que es muy cierto
cuando se afirma que no está totalmente preparada para enfrentar los problemas a
las que se ve implicada; pero todo esto es a raíz de las dificultades por las que ha
tenido que pasar para poder reclamar un espacio respetado dentro del ámbito
psicojurídico. Dicho espacio aún no se encuentra del todo posesionado dentro del
sistema legal vigente en Colombia, pero se espera que a partir del nuevo cambio en
la reforma a la Constitución con respecto al proceso de investigación anteriormente
utilizado, donde pasamos de un Sistema Mixto Inquisitivo a un Sistema Acusatorio
Oral; el rol del psicólogo se instaure de forma dominante dentro de los escenarios
legales, al punto de ser uno de los más importantes dentro de todo el engranaje
judicial que se realiza, como lo expresa en su opinión la Ps. Isela Mojica Rodríguez
dentro de la entrevista realizada.

Apuntando al por qué es importante que se lleve a cabo este tema de investigación,
se pueden mencionar una serie de elementos los cuales justifican claramente el
interés por haber llegado a desarrollar este documento. El primero de ellos tiene
que ver con la falta de literatura acerca del tema. Este fue el móvil que condujo a
tomar la determinación de enfoque hacia la realización de este tema. Este
inconveniente no sólo se expone desde el punto de vista de lo manifestado por los
peritos y pioneros entrevistados, o desde lo expresado por los autores de las
diferentes fuentes bibliografías que se exhiben dentro de este documento; sino
precisamente desde el punto de vista de una persona que vivió en carne propia la
carencia literaria acerca del tema, cuando se emprendió la búsqueda bibliográfica
del mismo. Es por ello que se termina de llevar a la realidad, el proyecto de hacer
una investigación donde se mostrará el Desarrollo de la Psicología Jurídica en
Colombia; y a la vez ésta queda registrada como una de las pocas fuentes
bibliográficas del área en cuestión, para que las personas interesadas en el mismo
puedan tener una base del tema, que los coloque en órbita y en conocimiento con
la psicología jurídica dentro del marco de referencia mundial y colombiano.

También se hace importante la exposición de este tema para, como se expone en


los objetivos, describir y analizar el desarrollo histórico, conceptual y de las
aplicaciones de la rama en Colombia. Siempre va a ser esencial poseer un
conocimiento básico de las áreas, ciencias o artes que nos llamen la atención; y la
psicología jurídica no es la excepción. Los interesados en el tema, bien sea porque
lo quieran llevar a cabo o porque ya se encuentren laborando en este campo; deben
conocer cuál es la génesis, evolución y puesta en marcha de la rama en cuestión;
es por ello que este punto ya fue cubierto dentro de la investigación.

Otro punto que impulsó a llevar a cabo la realización del tema, fue el de mostrar el
panorama actual en el que se encuentra Colombia con respecto a esta nueva área;
de manera que los psicólogos, psicólogos jurídicos y los especializados en sus
ramas, o simplemente los interesados en el tema, estuvieran al tanto sobre qué piso
se encuentran de soportados y a partir de éste poder comenzar a actuar y enfocarse
dentro de la misma.

Finalmente, se quiso describir y analizar el área de la Psicología Jurídica en


Colombia; para así poder determinar una conclusión del desarrollo verdadero de
esta rama desde sus inicios hasta el momento presente; o si por el contrario, lo que
expresan algunos profesionales que se desempeñan en el ámbito psicojurídico, con
respecto a un posible estancamiento de esta rama en cuanto al rol del psicólogo
jurídico, es cierto. Uno de estos profesionales en el área, que exponen esta
situación, es el psicólogo forense que trabaja en el INMLYCF de Medellín, Javier
Villa. Este psicólogo expresa que muchas veces el psicólogo jurídico tiene
muchísimas funciones por desarrollar y resulta que terminan enmarcándola en solo
dos o tres de las cuales ninguna es la que verdaderamente lo destaca como perito
en la materia, estancándolo y subutilizando sus verdaderas funciones.

En cuanto al aporte que realiza esta investigación desde su postura como rama de
la psicología que es, hacia la sociedad en general; se encuentra el exponer el papel
tan importante que juega esta especialidad dentro de la situación de violencia y
atropellos contra la integridad física, mental, psicológica y sexual del ser humano;
en la que se encuentra el país. Porque tal y como lo expresa el criminólogo, Jose
Ignacio Ruiz, "hay una esperanza de que la psicología jurídica ayude a entender al
menos qué es lo que pasa en este país, por qué hay tanto crimen, tanto sufrimiento";
obligándonos a pensar seriamente cómo podemos brindar aportes significativos
hacia la sociedad desde el ejercicio psicojurídico. Y este aporte se podrá llevar a
cabo de una manera más exitosa, a partir de la implementación del cambio en el
sistema legal del país, como se expuso anteriormente. Todo apunta a que con la
llegada del ya vigente Sistema Penal Acusatorio, la perspectiva de la Psicología
Jurídica va a cambiar de manera positiva; donde finalmente el psicólogo jurídico
será realmente tomado en cuenta como un agente que va a marcar la diferencia
dentro de la dinámica y puesta en marcha de los aspectos psicológicos que se
encuentran dentro de la rama del Derecho y de los mismos con respecto a los
actores jurídicos que participan en los procesos legales.

MARCO CONCEPTUAL

2.1. HISTORIA DE LA PSICOLOGIA JURIDICA EN COLOMBIA

Tal como lo reporta Jiménez Burrillo (1986. Citado por: Caballero y Prada, 2001),
las relaciones entre la Psicología y el Derecho no han sido fáciles, posiblemente no
muy deseadas; y cuando se han dado, éstas han estado cargadas de recelo,
estereotipo y actitudes negativas entre los profesionales de estas dos disciplinas.
Esta situación ha contribuido, entre otras cosas, a que se haya dado poco desarrollo
y posibilidades de crear "un cuerpo sistematizado de conocimientos aplicados a la
ciencia o a la técnica jurídica" (Muñoz, Bayés y Munné, 1980. Citados por: Caballero
y Prada, 2001).

Estos autores presentan, además, las posibles causas que han contribuido a este
atraso. Un caparazón de abogados para recibir y aceptar aportes de otras
disciplinas; además, éstos están alejados del método científico y de las
preocupaciones antropológicas. Un supuesto psicologismo que los ha inducido a
suponer que poseen habilidades innatas en la técnica psicológica, lo cual los lleva
a rechazar una psicología que no se ajusta a sus creencias, pues no consideran
que necesitan de una psicología especial; por ultimo, la poca cantidad de
aplicaciones llevadas con éxito que ha tenido la psicología científica hasta épocas
recientes, principalmente en la rama psicosociológica, lo que no ha permitido un
acercamiento entre estas dos disciplinas.

Muñoz, Bayés y Munné (1980. Citados por: Caballero y Prada, 2001) dan una
explicación a esto: la Psicología se movía anteriormente en corrientes poco claras,
creando un vacío que permitió el desarrollo de una cultura psicológica de los juristas,
la cual a quedado en muchos libros de Derecho, y aun se mantienen.

Sin embargo, la Psicología se ha visto intervenida con el Derecho desde el


nacimiento de la historia, ya que a las dos le concierne la conducta humana. Con
respecto a esto, Romero (1973) comenta que la Biblia ofrece una serie de episodios
que pueden ser relacionados con la psicología jurídica. Episodios tales como el fallo
de Salomón, pronunciado para dilucidar quién podría ser la madre del niño que dos
mujeres se disputaban, considerándolo cada una como suyo; y el episodio de la
casta Susana en que fueran confundidos los testigos que a ésta acusaban
falsamente, empleándose por el juez medios que obedecen a técnicas de
investigación criminal, aún hoy usados para descubrir en un testigo o varios el faltar
a la verdad en la narración de los hechos. De igual forma, el decálogo que Moisés
trajo de la montaña contiene mandamientos que todavía hacen parte del cuerpo del
Derecho moderno, tales como el robo y el homicidio, mientras que otros elementos
del antiguo testamento todavía gobiernan la práctica legal.

Más tarde, textos del mundo antiguo como, por ejemplo, la República de Platón, que
es básicamente una búsqueda del significado de justicia, han sido estudiados en el
intento de entender las bases psicológicas de los conceptos legales.

De igual forma los romanos, por ejemplo, hicieron su muy notable contribución con
respecto a los aspectos legales de las enfermedades mentales ya que a ellos se
debe la terminología aún empleada mediante la cual en algunos códigos aparecen
definidas las enfermedades o estados mentales con las palabras "furiosi" (persona
completamente privado de la razón, tuviese o no intervalos lúcidos), "mente capti"
(persona cuyas facultades intelectuales estaban poco desarrolladas), "dementis"
(privado de entendimiento o falto de juicio) y "fatui" (falto de razón o entendimiento);
aunque la existencia de tales estados no era declarada por el médico sino por los
jueces (Romero, 1973).

Sin embargo, no fue sino hasta los tiempos medievales que la actividad forense,
como tal, aparece; cuando las cortes reales reconocieron la necesidad de que
expertos testificaran en asuntos más allá del conocimiento general del juzgado y el
juez.

Según Haward y Gudjonsson (1998) el lugar de nacimiento de la Psicología Jurídica


es Leipzig, Alemania; siendo en la Universidad de Leipzig donde se fundó el primer
laboratorio de psicología experimental del mundo, por Wilhelm Wundt, en el año de
1879. En dicho laboratorio, fenómenos sensoriales y comportamentales eran
medidos y convertidos en sujeto de manipulación experimental. Para Wundt, un
experimento auténticamente psicológico debía comprender un estímulo
objetivamente cognoscible y preferiblemente mensurable, aplicado en condiciones
perfectamente establecidas, y determinante de una respuesta igualmente
susceptible de ser objetivamente conocida y medida. Pero existían ciertos pasos
intermedios que debían ser conocidos a través de la introspección, complementada
a veces con ciertos instrumentos. De esta manera la introspección se convirtió en
manos de Wundt en una herramienta primaria para la psicología experimental. Sin
embargo, antes de la entrada oficial de la psicología en el mundo de las leyes y de
los juristas, se hicieron pequeñas entradas como anuncio de lo que estaba por
suceder para el desarrollo de la ciencia psicológica.

En base a lo expuesto por Gulotta (2000) y la Asociación Colombiana de Psicología


Jurídica y Forense (2004), se han plasmado una serie de eventos que propician la
conformación de la historia de la psicología jurídica.

Así, se registra que en España, en 1840, los autores C. Arenal, F. Giner De Los
Ríos, L. Simarro & P. Dorado Montero; daban énfasis en sus estudios, al valor ético
del castigo. Luego, en 1843, en el Reino Unido, un psiquiatra fue pedido para
evaluar el estado de salud, en el momento del hecho delictivo, de un sujeto. El
tribunal aceptó su opinión y el demandado se juzgó inocente.

En Italia, en 1882, G. Ziino, lanza su libro "La Fisio-Patologia del Delitto" ("La Fisio-
Patología del Delito); y, en 1885, Sighele escribe "La Folla Delincuente" (La Masa
Delincuente).

En ese mismo año, 1885, en Canadá se pidieron opiniones de psiquiatras en un


juicio contra Louis Riel, líder de los Métis (mestizos franco-indígenas) y defensor de
su territorio canadiense, quien dirigió sus fuerzas contra una coalición de policías y
voluntarios, el 26 de marzo de 1885, en la batalla que dio lugar a la Rebelión del
Noroeste de Canadá. Los Métis ganaron la batalla, pero al final perdieron la guerra
cuando el 15 de mayo fue juzgado L. Riel y se le acusó de alta traición. Fue entonces
cuando el 16 de noviembre de 1885 en Regina, Alberta, el Métis más notorio en la
historia canadiense fue ahorcado. Además de requerirse de la presencia de
psiquiatras en ese juicio, también fue necesaria su presencia en algunos otros, en
el mismo año. Mientras tanto, en Alemania, desde la influencia del investigador
alemán W. Wundt, los tribunales estaban rechazando las aplicaciones de la
psicología a la ley.

En 1892, en Estados Unidos, el profesor Karl Marbe, pupilo de Wundt, creó historia
legal demostrando en corte el fenómeno de tiempo de reacción en una acción civil,
probándole a la corte que el conductor acusado de ser responsable por un accidente
de trenes, no pudo haber detenido el tren a tiempo para evitar el desastre. Más
tarde, en 1893, en Estados Unidos, J. M. Cattell realizó un experimento en la
psicología del testigo ocular.

Al año siguiente, en 1894, en Alemania, específicamente en Dresdan durante una


reunión de la Sociedad Psiquiátrica Alemana; R. Sommer presentó un ensayo sobre
la psicología delictiva. Él propuso unir las opiniones de C. Lombroso con una nueva
teoría en las tendencias delictivas psicológicas.

Después de esto, nuevamente en Italia, en 1895, G. Vacchelli produce su libro "Le


Basi Psicologiche del Diritto Pubblico" (Las Bases Psicológicas del Derecho
Público); y L. Ferrarini, escribe "Minorenni Delinquenti. Saggio di Psicologia
Criminale" (Jóvenes Delincuentes. Un Ensayo de Psicología Criminal).

En 1896, un estudiante de la Universidad de Leipzig, Schrenck-Notzing es


reconocido como el primer psicólogo forense. La ley lo habilitó para presentar en
una corte de Munich los detalles de un experimento de laboratorio sobre sugestión
y errores de la memoria, en un caso de homicidio. El asunto que Schrenck-Notzing
testificó fue que los testigos en el caso, debido a publicidad antes del juicio, habían
fallado en distinguir entre lo que habían visto pasar y lo que había sido reportado
por la prensa (Haward y Gudjonsson, 1998). Igualmente, este mismo año, R.
Sommer (Clínica Psiquiátrica de la Universidad de Giessen, Alemania) dio algunas
opiniones expertas en tres Cortes del Distrito y en algunas prisiones del Gran
Ducado; y en Italia, Bonanno escribe "Il Delinquente per Passione: Studi di
Psicología Criminale" (El Delincuente por Pasión: Estudios de Psicología Criminal).

Luego, en 1900, Hugo Münsterberg formó un laboratorio psicológico en la


Universidad de Harvard e intentó introducir la psicología aplicada a las cortes
americanas. En Estados Unidos hubo una oposición hacia este intento, y
Münsterberg escribió un conteo de lo que podía realizar un psicólogo forense al
curso de la justicia, lo cual fue controversial y fue recibido con sentimientos
encontrados de abogados y psicólogos. Este aporte de Münsterberg fue hecho ya
que el autor se encontraba atraído por la circunstancia de que la mayoría de los
procesos dependían en importantísima medida de las declaraciones de los testigos;
y debido a que los estudios sobre los fenómenos ligados a la memoria y a la
percepción, eran poco atendidos. En conclusión, él puntualiza la imperiosa
necesidad que tiene la ley positiva de conocer y aplicar los hallazgos de la psicología
científica, especialmente en el campo del testigo presencial (Pérez, 1996).

Luego de Münsterberg, le siguió otro pupilo de Wundt, Judd; quien instaló un


laboratorio en la Universidad de Yale. La contribución principal de Judd fue en las
técnicas experimentales y los instrumentos asociados (Haward y Gudjonsson,
1998). Más tarde, en 1903, en Alemania, W. Stern escribe el libro "Beiträge zur
Psychologie der Aussage" (Contribuciones a la Psicología del Testimonio); y nace
en Madrid, España, la Escuela Criminológica.

Luego, desde 1905, en Italia, nace la "Rivista di Psicología" (Revista de Psicología),


en la cual se publican ensayos de escritores como Ferrari, Ferri, Renda, Consoni,
De Sanctis, Fiore, entre otros. En ese mismo año, Lombroso escribe "La Psicología
dei Testimoni nei Processi Penali" (La Psicología del Testimonio en los Procesos
Penales). Además, se crea el Instituto Pedagógico Forense, en Milán; la Escuela
para Oficiales de Policía Científicos, en Ferrara, supervisado por Cappelletti; en
Alemania, H. Gross escribe el libro "Kriminal Psychologie" (Psicología Criminal); y
en Francia, A. Binet "La science du témoignage" (La ciencia del testimonio).

En Italia, en 1906, M. Longo escribe "Psicología Criminale" (Psicología Criminal)


sobre el papel del testigo en el testimonio; publicado en el Vol. XXVII del "Archivio
di Psichiatria" (Archivo de Psiquiatría). Y en 1908, V. A. Berardi escribe "Giudici e
Testimoni. Studio di Psicologia Giudiziaria" (Jueces y Testigos. Un Estudio de
Psicología Judicial). También en ese año, Münsterberg escribe "On the Witness
Stand" (En el Estrado); y después de un año, este libro era principalmente criticado
por Wigmore en un periódico emitido en "Illinois Law Review " (Revisión de la Ley
de Illinois).

En 1909, en Italia, U. Fiore escribe "Manuale di Psicologia Giudiziaria" (Manual de


Psicología Judicial); y G. Dattino escribe "La Psicologia dei Testimoni" (La
Psicología del Testimonio). Además, se crea un comité para el estudio de los
delincuentes juveniles y el problema del Código Especial.

Entre los años de 1909 a 1917 (excepto en 1916), en Estados Unidos, se publicó
un artículo sobre psicología forense en el "Psychological Review" (Revisión
Psicológica). Luego, el "Periódico de Ley Criminal y Criminología" y el "Periódico
Americano de Psicología", siguieron su ejemplo. En 1909, además, se creó en este
mismo país el "Juvenile Psychopathic Institute" (Instituto de Psicopatía Juvenil).

Luego, en 1910, Fiore escribe "Il Valore Psicologico della Testimonianza" (El Valor
Psicológico del Testimonio), en Italia; y en España, F. Santamaría da un discurso
acerca de la "Psicología del Testimonio", para la "Asociación Española para el
Progreso de las Ciencias".

Por otro lado, en Bélgica, en 1911, J. Varendonk testificó en un juicio de abuso


sexual. Y en Alemania, el ya mencionado K. Marbe, testificó en dos juicios civiles y
delictivos; siendo el primer psicólogo que da su opinión en un juicio civil.

En Roma, en 1912, se crea la "Scuola di Applicazione Giuridico-Criminale" (Escuela


de Aplicación Jurídico-Criminal), supervisada por E. Ferri. También, entre los años
de 1912 a 1913, se dicta en Turín, el Curso de Especialización en Criminología, con
la participación de M. L. Patrizi. Mientras tanto en 1913, en Estados Unidos, se
establece el Servicio de Mediación y Conciliación, en el Departamento de Trabajo.
Y en Austria, entre 1915 y 1933, Freud escribió algunos ensayos sobre el
delincuente neurótico y de Derecho Penal.

En 1916, en Italia, Patrizi escribe "Dopo Lombroso. Nuove correnti nello studio della
genialitá e del delitto" (Después de Lombroso: Nuevas Corrientes en el Estudio de
la Genialidad y del Delito).

En 1917, desde la India, el profesor P. Chandra Bose, en su "Introducción a la


Psicología Jurídica"; se dedica al estudio de la memoria, el testimonio y la psicología
del delito. Añade que esta disciplina debe estudiar la psicología de las mentes de
los legisladores, jueces, testigos, abogados, administradores del Estado y del
público en general interesado en la recta administración de justicia.

En Alemania, durante los años 1918 a 1933, K. Wilmanns fue Director del
Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Heidelberg y realizó una gran
contribución al desarrollo de la psiquiatría forense y criminal. Luego, en 1919, en
Italia, el Ministro de Justicia admite en el Comité Real a psicólogos y psiquiatras
para la Reforma de la Ley Criminal Italiana. Y en 1921, el proyecto resultante
("Progetto Ferri") se presentó.

En 1920, en Italia, De Sanctis & S. Ottolenghi lanzan su "Trattato di Psicopatologia


Forense" (Tratado de Psicopatología Forense). También en Italia, en ese mismo
año, el profesor Enrico Altavilla produce su "Psicología Judicial" (Pérez, 1996).

En 1921, en Estados Unidos, en el caso State Vs. Driver, un psicólogo dio su opinión
sobre un intento de violación a una víctima de 12 años. Él usó algunas pruebas
psicológicas y concluyó que la víctima no era fiable. La Corte rechaza esta opinión
diciendo que esas pruebas médicas y psicológicas no eran confiables para descubrir
mentiras. Como consecuencia, durante muchos años, muchos psicólogos en
EE.UU. no fueron admitidos en los juicios.

En 1922, en España, F. Santamaría escribe "La Costumbre y las Normas Éticas y


Jurídicas. Psicología del Testimonio". Y en Italia, L. Battistelli, escribe "La Bugia nei
Normali, nei Criminali, nei Folli" (Las Mentiras en los Normales, los Criminales y los
Dementes); y L. Ferrante Capetti, "Reati e Psicopatie Sessuali" (Delitos y
Psicopatías Sexuales).

En 1923, en Italia, G. Doná escribe "La Testimonianza nel Fatto Comune e nella
Vicenda Giudiziaria" (El Testimonio en el Hecho Común y en la Circunstancia
Judicial); y S. Sighele, "I Delitti della Folla studiati secondo la Psicologia, il Diritto e
la Giurisprudenza" (Los Crímenes de las Masas estudiados según la Psicología, el
Derecho y la Jurisprudencia). Al año siguiente, en 1924, en Francia, Gorphe escribe
"La Critique du Témoignage" (La Crítica del Testimonio). Y en ese mismo año, en el
Reino Unido, F. T. Jesse acuñó la palabra inglesa "murderee" para referirse
especialmente a las personas víctimas de un asesinato.

En 1925, en Italia, E. Altavilla escribe la "Psicologia Giudiziaria" (Psicología Judicial).


Al otro año, en Estados Unidos, el profesor M. R. Brown da a conocer su "Psicología
Legal"; en la que analiza la psicología de la sugestión y del argumento, la evidencia
y el testimonio, el juez y el jurado, el tratamiento del delito, la memoria, el hábito y
la atención, entre otros fenómenos (Pérez, 1996).

En 1928, en España, G. R. Lafora trabajó en un proyecto para un nuevo Código


Delictivo teniendo presente algunos temas especiales como la inimputabilidad,
circunstancias atenuantes, esperticia psiquiátrica, y peligrosidad. Y en Italia, G.
Doná escribe "La Delinquenza negli Affari" (La Delincuencia en el Negocio).
En 1929, Alexander & Staub lanzan "Der Verbrecher und seine Richter" (El
Delincuente y sus Jueces), en Alemania. Y en España, M. Ruiz Funes escribe
"Endocrinología y Criminalidad". Luego, según Pérez (1996), en ese mismo año, en
Estados Unidos los autores Mc Carty, con su "Psicología para el Jurista"; y R.
Hutchins y D. Slesinger, con su "Psicología Legal"; hicieron sus respectivas
contribuciones al crecimiento de los aportes psicojurídicos a la ciencia psicológica.
Además este último autor fue el primer profesor de psicología en una escuela de
leyes en los EE.UU.

En 1930, en Alemania, F. Alejandro y H. Staub organizaron algunos cursos en


psicología forense para abogados. En Italia, M. L. Patrizi escribe "Addizioni al "Dopo
Lombroso". Ancora sulla Genesi Psicologica del Delitto" (Adición a "Después de
Lombroso". Aún en el Génesis Psicológico del Crimen). En España, Camargo Marin
escribe "El Psicoanálisis y la Práctica Judicial". Y en Estados Unidos, los realistas
adoptaron dos perspectivas metodológicas: el Conductismo y Psicoanálisis.

Luego, en 1931 C. L. Musatti escribe en Italia "Elementi di Psicologia della


Testimonianza" (Elementos de la Psicología del Testimonio); y en España, E. Mira
y López dicta clases de Psicología Legal a la Facultad de Derecho de la Universidad
de Barcelona; y desde 1934 dicta la cátedra de Psicología Forense en la
Universidad Autónoma de Barcelona. Anteriormente, en 1932, escribe su "Manual
de Psicología Jurídica"; y R. Vásquez & M. Hidalgo escriben "Lo Inconsciente y el
Crimen".

En 1934, en Italia, L. Zeppieri escribe "Delinquenti e delitti" (Delincuente y Delito); y


fueron creados los Centros de Observación para Personas Jóvenes, para investigar
la personalidad de delincuentes jóvenes y asegurarle a ellos la mejor recuperación
social. Igualmente, en Alemania, K. Meggendorfer publicó el artículo "Forensische
Psychiatrie" (Psiquiatría Forense), en donde él discute que la doctrina que está de
base en los Nazis propuso la reforma de la ley civil y penal.

En 1935, en Estados Unidos, F. Alexander & W. Healy lanzan el libro "Roots of


Crime" (Las Raíces del Crimen); y E. Robinson lanza el suyo llamado "Law and the
Lawyers" (La Ley y los Abogados). En Italia, por su parte, se instituyeron los
Tribunales Juveniles.

En 1939 Stern, quien era el pionero en los estudios del laboratorio del testimonio,
empezó también a trabajar en algunos "más naturales" contextos. Y en Estados
Unidos, durante la II Guerra Mundial, los psicólogos continuaron empleándose como
psicómetras. También se continuaron los estudios en el detector de mentiras, se
publicaron investigaciones en psicología militar, se publicó una tesis sobre
disertación en temas psico-forenses y se crea la Institución de la Corte de
Conciliación Familiar en Los Ángeles, para mediar los conflictos familiares.

En 1941, en México, G. R. Lafora escribe "La concepción Moderna del Criminal


Nato". Mientras que en 1943, en España, Jiménez de Asua escribe "El Psicoanálisis
Criminal"; cuya primera edición fue titulada "El Valor de la Psicología Profunda en
Ciencias Penales", y fue emitida en 1935. Más tarde, en 1945, en Francia, la
Ordenanza N. 45-174 (2 de febrero) en Delincuencia Juvenil dio nacimiento a la
práctica de psicología legal.

En 1947, en Florencia, Italia; se creo la Ufficio Scolastico di Collegamento (Oficina


Escolástica de Conexión), para personas jóvenes que mostraban tendencias
antisociales; y en Estados Unidos, se creó el Servicio General de Mediación y
Conciliación; como una agencia privada cooperante con el Gobierno para tratar
litigaciones en materia de trabajo.

En 1948, en Alemania, H. von Hentig escribió algunos artículos en inglés y alemán;


y un libro en inglés llamado "The Criminal and his Victims" (El Delincuente y sus
Víctimas). Y en 1949, en Estados Unidos, F. Wertham usó por primera vez la palabra
"victimology" en el idioma científico; pero el francés Mendelsohn, en 1956, exigió su
paternidad literaria.

Luego en 1950, también en Estados Unidos, los Tribunales requirieron de


psicólogos y psiquiatras para participar en exámenes, prefiriendo el acercamiento
clínico.

En 1953, M. Cubí, en España, publicó algunos artículos donde la frenología es


usada para el estudio de la conducta criminal; y en Italia, los psicólogos participaron
en un congreso en el cual proponen algunas reformas urgentes del Procedimiento
Criminal Italiano.

Igualmente, en el año de 1953, se experimenta lo que sería por siempre un sello en


la historia de la psicología jurídica cuando el antes mencionado, Lionel Haward, en
el Reino Unido, le da el nombre de "Psicología Forense" al área en cuestión; y la
define como la rama de la psicología aplicada a la que le concierne la recolección,
examinación y presentación de evidencia para propósitos jurídicos.

En 1954, en Italia, L. Battistelli escribe "La Bugia in Tribunale" (Las mentiras en los
tribunales); en Alemania, K. Schneider escribe "Die Beurteilung der
Zurechnungsfaehigkeit" (El juicio de la sanidad); y además, se pidieron a las
asociaciones alemanas de psiquiatría y psicología dar sus recomendaciones para
mejorar la Reforma del Derecho Penal. En Suiza, se publica un artículo por Fehr,
Imboden & Marti llamado "Cómo aplicar la Psicología a la Ley"; en Estados Unidos,
durante un congreso, psiquiatras y médicos establecieron que sólo sus opiniones
podrían usarse para determinar la responsabilidad de delincuentes legítimamente;
y en Alemania, la Corte Suprema de la República Federal Alemana permitió la
examinación del testigo apoyado por un psicólogo/psiquiatra.

En 1955, en Italia, se realizó el Curso Internacional de Crimen y Personalidad por el


Instituto de Criminología Universitario; y en Estados Unidos, en los centros
reformatorios, se crea una comisión asesora compuesta por un ayudante social,
psicólogo, psiquiatra y otros expertos de desequilibrio social compulsivo.
En 1956, en Italia, se admitieron psicólogos como asesores de Tribunales Juveniles;
y en España, el primer Departamento de Psicología se instituyó en la Prisión de
Madrid, dirigida por Jesús Alarcón, lo cual permitió a psicólogos trabajar en las
prisiones.

En 1958, en Francia, el Art. 81-7 dice que el juez, independientemente de la


evaluación psiquiátrica, podría elaborar un expediente del sujeto cada vez que él lo
considere. Él podría decidir, para una prueba médica o una evaluación psicológica,
qué instrumentos psicológicos podría usar. Esto le permitía considerar todos los
aspectos involucrados en la personalidad delictiva, las causas de crimen, y
tratamiento de delincuentes. Para ello, un doctor calificado ayudado por un
psicólogo, debe hacer esta evaluación. El Decreto 16 expuso que la evaluación no
pudiera usarse para buscar las pruebas del crimen.

En 1963, en Polonia, se permitió usar el detector de mentiras durante una


investigación delictiva; y en Estados Unidos, se establecieron algunos cursos en
Psicología Forense para abogados.

En 1966, en Italia, G. Gulotta y E. Ermentini dieron su juicio pericial sobre la fiabilidad


de una confesión dada después de un examen; ellos escribieron su opinión en un
informe para el Tribunal. De igual manera, en Estados Unidos, Kalven & H. Ziesel
escriben "The American Jury" (El Jurado Americano); y por otro lado, se lanza el
primer boletín de victimología, del FMI.

En 1968, en España, el Departamento Central para la Observación de la Prisión fue


instituido con algunos funcionarios como psicólogos, pedagogos y abogados. En
Italia, M. Limoncelli propuso establecer el registro de víctimas; y G. Gulotta publica
el artículo "Le Vittime di Aggressioni Sessuali" (Las Víctimas de Agresiones
Sexuales), en el periódico "Giustizia Penale" (Justicia Penal).

En 1969, en Estados Unidos, se crea la Sociedad Americana de Psicología y Ley


(APLS), que es ahora una división de la Asociación Psicológica Americana.

En 1971, en España, la Asociación de Abogados de Barcelona creó el Instituto de


Psicología Forense y Sociología. Y en Italia, se publican "Capítulos de la Víctima"
por A. Ermentini y G. Gulotta, en "Psicologia, Psicopatologia e Delitto" (Psicología y
Psicopatología del Crimen).

En 1973, en Italia, G. Gulotta escribió "Psicoanálisis y Responsabilidad Penal". Y en


1974, en España, empieza a circular el Anuario de Sociología y Psicología Jurídica.

En 1976, en Italia, G. Gulotta escribe "La Vittima" (La Víctima) y se escribe también
el documento llamado "Collana di Psicologia Giuridica e Criminale" (La Cadena de
Psicología Jurídica y Delictiva); en Polonia, el Tribunal Supremo permitió el uso
auxiliar del detector de mentiras, por consiguiente sus resultados necesitaron ser
confirmados; y en España, se realiza el Primer Congreso Internacional de Psicología
Forense, en Barcelona, sobre las "Perspectivas de Psicología Forense".
En 1977, en Italia, el Grupo de Psicología Forense y la Sección de Psicología
Forense del Instituto de Psicología de la Universidad de Milano, empezó sus
actividades; y el primer curso en psicología forense es dictado por G. Gulotta.

En este mismo país, en 1978, se realiza el Primer Congreso Internacional de


Psicología Forense, en Milán, llamado "Víctima de Ofensa: La Prevención y
Reparación". También se realiza el Congreso Nacional en Piacenza, llamado "El
Homicidio Sin Control: Los Problemas de Inimputabilidad"; el Comité Organizador
Científico era el encargado de la Sección de Psicología Forense de la Universidad
de Milán. Mientras tanto, en Roma se realiza el Congreso Nacional de "Psicología y
Justicia"; y también en Milán, se realizó la primera Reunión Internacional en
Victimología. Además, en Austria se instituyeron cursos de psicología en las
Facultades de Ley.

En 1980, en España, sale a circulación el libro "Introducción a la Psicología Jurídica"


por los autores L. Muñoz Sabaté, R. Bayés & F. Munné. En Estados Unidos, la
División 41 de la Asociación Americana de Psicológica (APA) realizó algunos
trabajos de investigación en psicología forense en las Universidades de Arizona,
Nebraska-Lincoln, El Paso (Texas), Virginia, la Universidad de Stanford, la
Universidad Internacional de Florida y el Colegio de Justicia Criminal John Jay de la
ciudad de Nueva York. También los psicólogos se integran al Departamento de
Policía de Los Ángeles, al Departamento Alguacil Country de Los Ángeles, al FBI
(Quantico, Virginia), y al Departamento de Corrección en las prisiones de EE.UU.;
además la Conferencia de la Casa Blanca promovió el uso de la mediación en todos
los Estados americanos; y en California una ley sobre la "custodia colectiva" de
niños fue aprobada en caso de divorcio, ante lo cual veintiséis Estados americanos
adoptaron medidas similares.

En 1981, en España, el psicólogo era permanentemente permitido en los Tribunales


Civiles debido a la modificación de Derecho Civil en el divorcio; y se publica una
monografía en la revista "Papeles del Colegio" de Psicología Forense. Además, se
instituyeron los Tribunales Familiares, en donde los psicólogos tomaron parte como
los mediadores familiares. En Polonia, el Proyecto de Reforma del Código de
Procedimiento Criminal apuntaba a reducir los malos usos de la psicología. Mientras
que en España los psicólogos eran permanentemente admitidos en las Cortes
Civiles, debido a la modificación de la Ley Civil de divorcio; y se instituyeron los
Tribunales Familiares, en los cuales los psicólogos tomaron parte como mediadores
familiares. Finalmente en ese año, en Estados Unidos, en California, se emitió una
ley para la mediación de la custodia en casos de divorcio y aumentó el uso de la
hipnosis en contextos forenses.

En junio de 1982, en el Reino Unido, se realiza la Conferencia Internacional de


Psicología Británica y Ley; y el Comité para Procedimientos Matrimoniales,
promovió la mediación en los casos de divorcio y separación. Luego, en 1983, en
España, el proyecto para el nuevo Código Delictivo permitió la valoración del
demandado. Y en Estados Unidos, en Michigan, una ley declara las características
del mediador familiar, en conformidad con la Ley Californiana de 1981. Más tarde,
en 1984, se creó el Centro de Psicología Forense en la Universidad de Turín,
dirigida por Fornari.

En 1985, en Francia, se establece la Asociación para las Víctimas de la Represión


en el Exilio (AVRE). Juristas, psicólogos, pedagogos, doctores y otros profesionales
trabajaban en él. Mientras que en Estados Unidos, la Asamblea General de la ONU
aprobó la Declaración de los Principios Básicos de Justicia hacia las víctimas de los
crímenes y abuso de poder.

En 1986, en España, publican J. Burillo & C. Díaz el libro "Psicología Social y


Sistema Penal"; y J. F. Morales, A. Blanco, C. Huici & J. M. Fernández, el de
"Psicología Social Aplicada". En Italia, la psicología forense fue incluida entre los
cursos para el grado de Psicología en la Universidad de Roma "La Sapienza" (La
Sabiduría), pero no fue llevada a cabo sino en los años de 1988/89. En Noto y
Siracusa, el I.S.I.S.C. organizó algunos talleres en los temas de la psicología
forenses. La Sección de Psicología y Ley se instituyó al Consejo de Abogados de
Barcelona.

En 1987, en Italia, G. Gulotta publica el "Trattato di Psicologia Giudiziaria nel


Sistema Penale" (Tratado de Psicología Jurídica en el Sistema Penal); la Editorial
Cedam realizó "Collana Atti e Documenti dell'Istituto Superiore Internazionale di
Scienze Criminali" (Acciones en Cadena y Documentos del Instituto Superior
Internacional de Ciencias Criminales), dirigido por M. Cherif Bassiouni; en Roma, en
el Departamento de Desarrollo y Procesos de Socialización de la Universidad "La
Sapienza", da inicio al Centro de Estudios de Psicología Forense para Niños y la
Familia dirigido por Dell'Antonio; y en las Universidades de Roma ("La Sapienza"),
Milán (Católica y Statale), Bolonia, Génova, Padua, Urbino; se empezaron cursos
en temas psicoforenses y cursos de Especialización. Mientras, en Polonia, el
Tribunal Supremo permitió el uso de hipnosis sólo para propósitos terapéuticos. Y
en España, los psicólogos clínicos se admitieron para el tratamiento forense y
médico.

En 1988, en Italia, Gulotta & G. Santi publican "Dal Conflitto al Consenso" (Del
Conflicto al Consenso); siendo el primer libro italiano de mediación y psicología de
Derecho Civil. También se realiza en Maastricht, la Primera Conferencia
Internacional de Psicología Forense. Y entre 1988 y 1989, se admitieron psicólogos
en las Cortes Juveniles de España.

En España, entre 1989 y 1991, se publica la revista "Delincuencia"; y los Tribunales


Juveniles fueron establecidos, en donde los Psicólogos eran a menudo empleados
como expertos. En Estados Unidos, se lleva a cabo la Primera Encuesta
Internacional de Victimización, promovida por UNICRI y el Ministerio de Justicia de
los Países Bajos; la cual se contestó en 1992.

En los 90s, en Italia, muchos centros para la defensa de mujeres maltratadas y niños
se ponen en marcha. En toda la Europa (Reino Unido, Alemania, Croacia, etc.), el
trabajo de investigación sobre víctimas fue aumentado; dicho tema fue analizado
desde el punto de vista del psicoanálisis e incluyó algunas otras perspectivas
teóricas. La victimología dio un empujón notable por Fattah, Viano, Doerner &
Laboratorio, Wexler, Ochberg, Money y Roberts (quienes publicaron en 1990 los
resultados de la encuesta nacional acerca de los servicios y programas de ayuda
para las víctimas). Y en el año de 1990, Giuffré Editores publicaron "Collana
Prospettive di Psicologia Giuridica" (Cadena de Perspectivas de la Psicología
Jurídica), dirigido por A. Quadrio.

En 1991, en España, se crea en "Papeles del Colegio", una nueva monografía de


psicología forense; y el Colegio de Psicólogos publica su "Anuario de Psicología
Jurídica". En Italia, en el Paso de la Mendola, el Centro de la Cultura de la
Universidad Católica de Milán organizó el Primer Taller de Psicología Forense para
abogados y científicos sociales. También, en el Reino Unido, se lleva a cabo la
Primera Conferencia Anual de la División de Psicología Forense y Criminológica, en
Canterbury. En ella, temas de Derecho Penal y Derecho Civil fueron discutidos;
además los psicólogos ingleses se quejaron por la poca importancia que ellos
tenían en los casos de adopción, comparados con la importancia que se les daba a
los psicólogos americanos en sus salas de tribunales. Por otro lado, en España, los
psicólogos fueron admitidos en los equipos de vigilancia penal. Además, en EE.UU.,
la Encuesta Nacional del Crimen (NCS), se convirtió en la Encuesta Nacional del
Crimen y la Victimización (NCVS). Y entre 1991 y 1992, se le asignó a L. Bal
Filoramo, durante 4 años, la docencia de Psicología Forense en la Universidad de
Turín.

En 1992, en Francia, se creó la Sociedad Francesa de Psicología Legal por Viaux


de Rouen; mientras que en Europa, se crea la Asociación Europea de Psicología y
Ley (EAPL). Y en Bolonia, se establece el Centro de la Investigación
Interdepartamental de Victimología, dirigido por A. Balloni.

En 1993, en Francia, en el Nuevo Código de Procedimiento Criminal se permitieron


los juicios periciales psicológicos. En Roma, en la Universidad "La Sapienza", la
Sociedad Internacional de Psicología Forense empezó sus actividades y empiezan
también los Doctorados en Psicología Forense.

En 1994, en España, J. Sobral, R. Arce & A. Prieto publican su "Manual de


Psicología Jurídica". Y en Italia, se lleva a cabo el X Congreso Nacional de la
Sociedad de Criminológica Italiana de la Víctima y la Mediación, en Gargnano.

En 1995, en Italia, Quadrio & De Leo publican "Manuale di Psicologia Giuridica"


(Manual de Psicología Jurídica). También en ese año, el primer profesorado
completo en Psicología Forense se estableció en la Universidad de Turín; el cual
fue asignado a G. Gulotta. Además, en Roma (luego en Milán y Palermo), el GPG
empezó los primeros dos años entrenando el Curso de Psicología Forense; D.
Pajardi Editores publicaron "Danno Biologico e Danno Psicologico" (Daño Biológico
y Psicológico); y G. Ponti publica "Tutela della Vittima e Mediazione Penale"
(Defensa de la Víctima y Mediación Penal).
En 1996, en Italia, la Editorial Centro Científico publica "Collana di Criminologia
Clinica, Psichiatria Forense, Psicologia Giudiziaria" (Cadena de Criminología
Clínica, Psiquiatría Forense y Psicología Jurídica); supervisada por U. Fornari, quien
también dirigió la Especialización en Psicopatología y Psicología Forense de la
Universidad de Turín, entre los años de 1996 y 1997. Por otro lado, la Asociación
Italiana de Psicología Forense fue instituida y su presidente era G. Gulotta; la "Carta
di Noto" (Papel del Conocimiento) fue escrita, y se evaluó con ella las instrucciones
principales para el examen psicológico de personas jóvenes; la Sección de
Psicología Forense se instituyó al Departamento de Psicología de la Universidad de
Palermo, supervisada por A. M. Di Vita; y se llevó a cabo la VI Conferencia
Internacional de la Asociación Europea de Psicología y Ley (EAPL), en Siena.

En 1997, en Italia, sale a circulación la Primera Revista de Psicología Jurídica


llamada "Rivista di Psicologia Giuridica", por la Sociedad Italiana de Psicología
Forense; la revista "Kos" escribe un artículo de Psicología Forense; y se establece
en Turín la Academia Italiana de Psicología, Psiquiatría y Ley. Por otro lado, en
Francia, el autor G. López publica su "Victimologie" (Victimología); y en Estados
Unidos, los autores I. Horowitz, T. Williging & K. Bordens sacan a circulación "La
Psicología de la Ley".

En 1998, en España, M. C. Díaz escribe "Fundamentos de la Psicología Jurídica";


en el Reino Unido, G. H. Gudjonsson y L. R. C. Harward publican el libro "Forensic
Psychology" (Psicología Forense); en Italia, se crea la Especialización en Psicología
Forense, en la Universidad de Palermo, dirigida por A.M. Di Vita; y se lleva a cabo
la Reunión de Psicología Forense en Turín, acerca del tema "Psicología Legal y
Responsabilidad", en los días 21 y 22 de marzo de ese mismo año. Y la última fecha
registrada dentro del marco de la psicología jurídica a nivel anglosajón y europeo,
se da en el año 2000, en Italia; cuando se trata el primer tema de "Psicologia &
Giustizia" (Psicología y Justicia) dentro de una revisión en línea de psicología
forense.

Jiménez Burillo (1986. Citado por: Caballero y Prada, 2001), por otra parte,
discrimina de manera general cuatro períodos en la historia de la psicología jurídica.
El primero se encuentra comprendido entre el comienzo del siglo XX, hasta finales
de los años 20. Es dentro de este período que, hacia 1900, aparecen publicaciones
de autores como Stern y Münsterberg, en 1907; los cuales concentran sus escritos
más en aspectos relacionados con los procesos psicológicos del testimonio.
También de Bose, en 1917, y de Briw, en 1926; quienes en sus escritos se refieren
a temas de procesos de memoria, testimonio y de psicología del delito.

Propone un segundo período, que va hasta la época de los años 50 y se caracteriza


por la aparición de trabajos y monografías en el tema de psicología legal. Los
autores McCarthy y Robinsón, con sus escritos en el año de 1929, son ejemplo de
ello. El primero publicó "Psicología para Juristas", y el segundo escribió alegatos a
favor de la utilidad de la Psicología para el Derecho y viceversa, ante lo cual recibió
ataques de los juristas. Además, en esa época se da tanto la aplicación de la
psicología a los procesos legales, como también la crítica a la misma. También se
encuentra el artículo de Hutchian y Slesinger (1929), quienes acusaron a los jueces
y jurados de hacer supuestos acerca del comportamiento de las personas. Y
adicionalmente, lo concluyen solicitando un acercamiento entre las ramas del
Derecho y la Psicología. Dentro de este mismo período, entre los años 40 y 50, se
realizaron algunos trabajos acerca del testimonio, delito y simulaciones de decisión
del jurado; los cuales pasaron desapercibidos dentro del marco legal.

En el tercer período acontecido por los años 50, continúan apareciendo un aumento
de publicaciones importantes, dirigidas específicamente a la Psicología Clínica y
Social, dentro de los campos de: trastornos mentales, influencia de la publicidad
sobre las causas antes de celebrarse el juicio y problemas derivados de la
segregación racial y los derechos civiles; lo cual causó de nuevo la barrera colocada
por los juristas.

En el cuarto y último periodo propuesto por Jiménez Burillo, transcurrido entre el


año de 1970 hasta el presente año; se ha presentado lo que llaman un boom de
publicaciones, tanto en libros como revistas. De aquí se desprende el
reconocimiento a la mencionada Época de Oro de la Psicología Jurídica. Acerca de
ella, el autor June Louin Tapp recopiló un total de 199 publicaciones (incluyendo
cursos y conferencias) dentro de su libro "Psychology and Law: An Overview"
(Psicología y Ley: Una Apreciación Global), en la Revisión Anual de Psicología.
También halló que el área que generaba mayor interés, junto con los procesos de
socialización legal, era la del Derecho Penal.

Es importante ver cómo los pioneros de la psicología jurídica se han basado


principalmente en el conductismo, viéndose esto reflejado en todas las
investigaciones y estudios del análisis del comportamiento con relación, por
ejemplo, a la delincuencia o toma y análisis de los testimonios, entre otros (Pérez,
1996).

Por otro lado, haciendo énfasis en el marco latinoamericano de la psicología jurídica,


es deprimente observar como al inicio el ejercicio profesional de la psicología se
limitaba a ser auxiliar de la medicina, específicamente de la psiquiatría. En él, el
psicólogo desarrollaba la profesión en la práctica hospitalaria y privada, bajo las
órdenes y estricto control médico. Con respecto a la relación psicólogo-psiquiatra,
varias modificaciones se han ido implantando a lo largo de los años, pero en algunos
aspectos se sigue manteniendo. Entre las modificaciones mencionadas se
encuentra la reciente aparición de la especialidad en Psicología Forense, en la cual
el psicólogo representa un papel independiente del psiquiatra, realizando peritajes;
aunque, como se dijo anteriormente, en algunas instituciones aún mantiene un
papel de subordinado.

Siguiendo el marco latinoamericano, la Psicología Jurídica se destaca en los países


de Argentina y México. En la UBA (Universidad de Buenos Aires) de Argentina, el
posgrado en Criminología era accesible para abogados, médicos e incluso
odontólogos, pero para los psicólogos era vetado. En el ámbito judicial, estaba
limitada la participación del psicólogo a la voluntad de algunos jueces para el
requerimiento de consejos; muy diferente resultaba con el cuerpo médico forense,
en donde lo exigía la ley. Afortunadamente la situación cambió cuando se publicó
en Argentina la Ley del Ejercicio Profesional de la Psicología, en donde se legisla el
quehacer del psicólogo y se le permite realizar un sinnúmero de ejercicios ante la
sociedad. En ella se establece que podrán ejercer la profesión quienes posean del
título de psicólogo habilitante reconocido. También se estipula la prohibición con
respecto a prestar firmas o nombres a terceros. Además, se permite realizar
diagnósticos y aconsejar sobre la internación en establecimientos públicos o
privados a aquellas personas que atiendan y que por su trastorno signifiquen peligro
para sí o para terceros. Un logro importante es el reconocimiento legal de la
preparación y facultad del psicólogo para la práctica de la psicoterapia, lo cual se
hacía en hospitales (Aguilera, 2003). También en Argentina, en 1959, el profesor
Plácido Alberto Horas creó la cátedra de Psicología Jurídica, en la Facultad de
Psicología de la Universidad Nacional de Cuyo; la cual en la actualidad se ha
convertido en un área de especialización en pregrado. Por otro lado, en México, en
el 2001, la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Oaxaca (CEDHO); organizó
la Primera Semana Estatal de Psicología y Derechos Humanos, de la cual el Dr.
Eric García López fue el director general. Dentro de ella, se contó con una asistencia
estable de 400 personas aproximadamente, durante toda la semana; la mayoría
eran estudiantes de Psicología y Derecho de diversas universidades de México. Los
temas tratados estuvieron encaminados a disertar sobre la relación entre los
estudios científicos sobre la personalidad y la conducta humana, para un mejor
respeto al ámbito jurídico y particularmente a los Derechos Humanos. Y también en
Oaxaca de Juárez, México, el 11 de agosto de 2002, en la Casa de la Cultura
Jurídica de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y Consejo de Tutela para
Menores Infractores del Estado de Oaxaca; se desarrollaron las jornadas para
discutir el tema de la "edad penal", con miras a la reforma de los artículos
correspondientes. El tema que tuvo relación con la Psicología Jurídica en ese
contexto fue el de "Óptica de la Psicología Jurídica en la Edad Penal".

El autor Alexis Andrade (2002) también hace una crítica al desarrollo de la


psicología jurídica en Latinoamérica y especialmente en Colombia; diciendo que la
psicología, como ciencia que aborda las problemáticas vinculadas al sujeto en
situación de atravesamiento legal, se viene realizando desde finales del siglo XIX;
siendo su principal interés el comportamiento criminal, sirviendo a su vez como
herramienta de coerción estatal para contener a los desviados del orden existente.
Son varias las teorías psicológicas que tratan de explicar este fenómeno, mas solo
se hará mención de las que aún están vigentes. La primera teoría que lleva a cabo
esta función es la Psicobiologia de Lombroso amparada por el positivismo, que
explica el ser criminal como algo innato; heredando un atavismo psicológico,
tipológico, etc. A su vez, se genera un diagnóstico de peligrosidad y la consecuente
defensa que hace la sociedad "sana" de su parte "enferma". El Psicoanálisis, por su
parte, está representado por diversos modelos explicativos que van desde el
criminal como chivo expiatorio, el delito como efecto del complejo de Edipo, hasta
producido por sentimientos de culpa, etc. Por último, el Conductismo nos da su
visión de que el crimen procede del aprendizaje social y del refuerzo de su conducta.
Todas estas teorías fueron acogidas por nuestro margen latinoamericano como
sagradas, sin reparar que la historia de donde salieron estas teorías, y por ende de
su delincuencia, es muy distinta a la nuestra. Hemos acogido una psicología forense
que desde sus inicios ha sido discriminatoria, acrítica y legitimadora del sistema
punitivo; patologizando el crimen, anclada aún en una lectura positivista con credo
terapéutico y empeñada en rehabilitar, dejando a un lado el acto delictivo para
depositarlo en la biografía de la persona, justificando la intervención represiva o
curativa del sistema penal como defensa frente a los desviados. La tarea más
importante de cualquier psicología forense es despojarse críticamente de estos
paradigmas, que no nacen de nuestra realidad; por lo cual deberíamos crear una
psicología forense interdisciplinaria donde se realice una crítica de la vulnerabilidad
del ser ante el Sistema Penal selectivo colombiano, o de lo contrario seguir
ejerciendo, con la conciencia infeliz, determinadas formas de control que responden
a los intereses de países hegemónicos (Andrade, 2002).

Sobre el desarrollo de la psicología jurídica en Colombia, se pronuncian los autores


López (1996), Parra (2000) y Caballero & Prada (2001); como se expone a
continuación.

En Colombia, se empezó a ejercer la psicología jurídica, según López (1996), en el


año de 1974; cuando se vinculó al Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias
Forenses (INMLYCF) la primera psicóloga forense, la Dra. Victoria Eugenia Villegas
Mejía, en la capital de la República.

Luego, según Caballero y Prada (2001), en 1976, Reinaldo Giñazú organizó la


especialidad de Psicología Jurídica en la Facultad de Psicología de la Universidad
de San Buenaventura de Medellín; y un año y medio después, con Mercedes Loizo,
la organizó también en la Facultad de Psicología de la Universidad Católica de
Colombia de Bogotá, impulsada en ese entonces por el Decano José Antonio
Sánchez.

En la última universidad nombrada, hasta el año de 1982, se trabajó en esta área


con seminarios electivos en los cuales se veían elementos tales como Derecho
Penal y Civil, escuelas psicológicas que explican la conducta criminal, la relación
entre Psicología y Derecho, y sus ciencias auxiliares. Estos temas se trabajaban en
7mo y 8vo semestre; y en 9no y 10mo se profundizaban temas como el rol del
psicólogo, peritaje psicológico, agresión y violencia, tratamiento del delincuente
menor y adulto, y criminología. Además, conjunto con esto, se realizaban prácticas
profesionales en cárceles, penitenciarías y en el INMLYCF.

A partir de 1982, en 8vo semestre, se incluye la materia dentro del currículo de la


Católica, a manera de introducción al campo de profesionalización de la psicología;
mientras que para 9no y 10mo se siguen llevando a cabo seminarios de
profundización en algunos de los temas mencionados anteriormente, tales como:
psicología del testimonio, confesión e interrogación, tratamiento penitenciario, entre
otros. Hoy día, aún se tienen practicantes en la Reclusión Nacional de Mujeres y en
la Cárcel Nacional Modelo de la ciudad de Bogotá.
En 1980 se firma un convenio entre la Facultad de Psicología de dicha universidad,
a través de su área jurídica, y el Ministerio de Justicia; con el objetivo de impulsar el
Sistema Penal Colombiano. Dicho convenio se legalizó y renovó hasta el año 1985,
año en que se dejó de hacer debido a los cambios administrativos en la facultad.

Algunos de los egresados siguieron trabajando en esta área. Entre los que siguieron
en ella, se encuentra un grupo de ex alumnos que organizaron y ejecutaron
programas de capacitación para los magistrados de la rama penal, civil y aduanera;
en lo concerniente a la selección de jueces. Igualmente, se llevaron a cabo
programas de capacitación con Jueces de Menores y Familia; en lo que respecta a
la forma como se debe realizar una indagatoria y al rol del defensor de menores,
desde una perspectiva psicológica. Estos programas se realizaron con el apoyo y
control de la rama judicial del Ministerio de Justicia. Vale la pena aclarar que estos
programas se llevaron a cabo en todo el país, se iniciaron en 1990 y aún se continúa
con el programa.

En cuanto al desarrollo de esta área en otros ámbitos académicos, se destaca la


cátedra de Psicología Criminológica en la Universidad Santo Tomás; la cual fue
incluida en el pénsum académico desde los inicios de la Facultad de Psicología, en
el año 1979. El objetivo de esta cátedra era analizar la criminalidad desde los
diferentes puntos de vista psicológicos y discriminar las acciones posibles del
psicólogo en éste campo. Su contenido se remitía al ámbito de la psicología criminal,
la criminalidad, paradigmas en la psicología criminal, dilemas en la psicología
criminal, el paradigma de los humúnculos, el paradigma mecanicista, el paradigma
formista y el paradigma del hombre creador de paradigmas. Ésta se realizaba
mediante una cátedra magistral, seminarios, estudio de casos, visitas a centros
carcelarios e investigaciones bibliográficas; con la intención de que el psicólogo
empezara a abrir nuevos campos de acción acordes con las condiciones de nuestro
país.

En 1984, empezó a dictar esta cátedra el Dr. Emilio Espejo conjuntamente con un
abogado, trabajando en cárceles como la Modelo y La Picota; en asocio con la
Escuela Nacional de Criminología, el Ministerio de Justicia y el INPEC. Por otra
parte se empezó a profundizar en el tema de psicopatología criminal, ya que para
éste tiempo existía la creencia que el criminal era un enfermo mental; por
consiguiente lo recluían en hospitales psiquiátricos. Realizando este trabajo se
dieron cuenta que los guardianes no estaban preparados para el cuidado de los
mismos; empezando a capacitarlos y creando equipos terapéuticos conformados
por las enfermeras, los psiquiatras y los guardias.

A raíz de este trabajo realizado, hubo alumnos de último semestre que se


interesaron en desarrollar su trabajo de grado siguiendo ésta línea; y aún en la
actualidad se encuentran más o menos 35 de éstos egresados vinculados a
instituciones como el Ministerio de Justicia, el INPEC, entre otros.

Luego, en 1990 se reinician actividades en el área de psicología jurídica de la


Universidad Católica, bajo la dirección de la Ps. Nancy Marina Vargas Espinoza;
pero solo hasta 1992 se vuelven a tener practicantes. En esta ocasión, las prácticas
se ejercen en la reclusión de mujeres del Buen Pastor y en la Cárcel Nacional
Modelo. En 1993, la universidad en colaboración con el Instituto Colombiano de
Bienestar Familiar (I.C.B.F.), el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (INPEC)
y la Clínica de Toxicología; se realiza en Bogotá el Primer Congreso Internacional
sobre Prevención y Resocialización del Infractor Penal (Parra, 2000).

En 1995 se inician las prácticas en la Fiscalía General de la Nación, con el Programa


de Protección a Víctimas y Testigos; siendo la Unidad de Reacción Inmediata
(U.R.I.) de la calle 40, el lugar de trabajo para los practicantes, con cuatro
estudiantes; y con dos estudiantes en la Cárcel Distrital (Parra, 2000).

Posteriormente, en la Fiscalía se trasladan los practicantes a la Unidad


Especializada de Delitos contra la Libertad y el Pudor Sexual, y luego a las Unidades
de Vida. Para 1997 se cuenta con practicantes en la Unidad de Antiextorsión,
Antisecuestro, Delitos Querellables, en el Cuerpo Técnico de Investigación (C.T.I.),
en la U.R.I. de Engativa (Parra, 2000).

Ese mismo año de 1995, la Universidad Católica en su Facultad de Derecho, inicia


un programa de Especialización en Derecho Penal y Ciencias Forenses, donde se
permite la participación de psicólogos; situación que se lleva a cabo únicamente por
el primer ciclo de la especialización (Parra, 2000).

En el segundo semestre del año de 1996, el Ps. Fernando Díaz Colorado fue
contratado por la Facultad de Psicología de la Universidad Santo Tomás de Bogotá,
para dictar la cátedra de Psicología Criminológica en uno de los cursos de 7mo
semestre; en ese momento los contenidos de ésa cátedra cambian para tomar un
enfoque de corte psicojurídico.

Al mismo tiempo, el Ps. Fernando Díaz Colorado empezó a trabajar con el director
del Centro de Investigación de la Facultad de Psicología, quien en ese momento era
el Dr. Emilio Espejo, en una línea de investigación llamada Psicología y Cultura. A
raíz de éste trabajo se empezó a crear una nueva línea de criminología y víctimas;
la cual tuvo una gran acogida en primera instancia, por los estudiantes de la cátedra
de Psicología Criminológica, quienes empezaron a realizar investigaciones en este
tema; y luego, con presentación ante toda la facultad, lo cual elevó el número de
estudiantes que querían trabajar en ésta línea.

A principios de 1997, el Ps. Fernando Díaz Colorado empieza a dictar los seminarios
de investigación de 9no y 10mo semestre, poniendo especial énfasis en los trabajos
de grado de corte psicojurídico. En ese mismo año se lleva a cabo en La Habana,
Cuba, el II Congreso Iberoamericano de Psicología Jurídica; en el cual el Ps.
Fernando Díaz participó. A su regreso presentó al Decano de la Facultad, el Dr.
José Cárdenas, un proyecto para crear un posgrado de psicología jurídica. A partir
de dicha propuesta, la facultad decidió contratarlo de tiempo completo para que
desarrollara éste proyecto y poderlo presentar ante el ICFES. A finales de 1998 el
ICFES aprueba el posgrado, por consiguiente la Universidad Santo Tomás se
convierte en la primera institución educativa en crear un programa de este tipo en
Colombia y en Latinoamérica.

También en el año 1997, la Escuela General Santander inicia la Especialización en


Investigación Criminal permitiendo la participación interdisciplinar; y al año
siguiente, en 1998, la Universidad del Rosario abre un programa en Conciliación y
Negociación, con énfasis en el ámbito jurídico; dirigido a abogados, trabajadores
sociales y psicólogos (Parra, 2000).

En el primer semestre de 1999, se inicia la primera promoción del posgrado de la


Universidad Santo Tomás, la cual fue de 18 estudiantes. En ese mismo año, el
posgrado organizó el Primer Encuentro de Psicología y Violencia llamado "Víctima,
Ley y Dignidad Humana"; cuyo tema fundamental se basó en las víctimas y la
violencia. Éste tuvo una duración de tres días y asistieron más o menos 450
personas.

En el año 2000 se iniciaron contactos con la Fiscalía General de la Nación para


fortalecer las prácticas que se estaban desarrollando en éste contexto; de igual
manera se crearon dos nuevas prácticas. Una, en los consultorios jurídicos de la
Universidad Santo Tomás; y la otra, también con la Fiscalía, pero con el Programa
Futuro Colombia.

A comienzos del 2001, el Departamento de Posgrado de la Universidad Santo


Tomás presenta ante el ICFES el proyecto para crear la Especialización en
Psicología Legal y Forense, el cual fue aprobado a mediados del mismo año; éste
está dirigido a profesionales que no sean psicólogos.

Actualmente el posgrado tiene convenios y contactos para trabajar en la Fiscalía


General de la Nación, en el I.C.B.F., en el INMLYCF, en Comisarías de Familia y en
ONG’s que tratan el problema de la violencia.

Por otro lado, la Pontificia Universidad Javeriana (P.U.J.) lleva poco tiempo
abriéndose campo en el trabajo sobre psicología jurídica. Tuvo su inicio en 1999
con la apertura de un nuevo proyecto de práctica, ya que durante el funcionamiento
del Centro de Conciliación de la misma se fue haciendo evidente cada vez más, que
faltaba la asesoría psicológica como componente fundamental. Existía la necesidad
de dar solución integral, ya que en las audiencias se fue percibiendo que las partes
no solo traían una serie de conflictos dentro del área jurídica, sino que además se
encontraban afectados emocionalmente; lo cual impedía en algunos casos llegar a
un acuerdo viable y satisfactorio, aspectos que imposibilitaban la comunicación y
muchas veces el abogado desconocía la manera de manejar dicha situación.

De esta manera se consolida la necesidad de darle una mirada interdisciplinar al


conflicto y se firma el convenio entre el Centro de Conciliación y la Facultad de
Psicología de la P.U.J., desde enero hasta diciembre de 1999. En enero de 2000
hasta junio del mismo año, se sigue este convenio con el Centro de Conciliación; y
luego, desde junio hasta diciembre de 2000, surge la alternativa de realizar las
prácticas en el I.C.B.F. y se firma con dicha institución el convenio de prácticas
permanentes; aparte del convenio todavía existente con el Centro de Conciliación.
Desde enero de 2001 hasta junio del mismo año, ya la P.U.J. contaba con el Centro
de Conciliación y el I.C.B.F., pero se le suma a esta lista las Comisarías de Familia
de las localidades de los Mártires y Barrios Unidos de la ciudad de Bogotá.
Finalmente, desde julio de 2001 se contó con la Comisaría de Familia de la localidad
de Usaquén, como nuevo sitio de prácticas para los estudiantes de último año.

Más tarde, en el 2002, la Universidad Católica en Bogotá lanza su Especialización


en Psicología Jurídica; en la cual actualmente se admiten profesionales de cualquier
tipo de carrera, pero que tengan algún tipo de vinculación con la administración de
justicia. Por ejemplo psicólogos, abogados, trabajadores sociales, criminalístas, etc.

Aparte de las ciudades ya mencionadas, hay que tener en cuenta que en la ciudad
de Barranquilla, la Facultad de Psicología de la Corporación Educativa Mayor de
Desarrollo Simón Bolívar, que inició actividades en febrero de 1995, estableció un
plan de estudios en el que había un área jurídica. Dicha área desarrollaba desde
3er a 7mo semestre una serie de asignaturas como: Introducción al Derecho, Teoría
Constitucional, Ley de Familia y del Menor, Legislación de Salud, Ley Educativa,
Ley Laboral y Salud Ocupacional; y finalmente en 7mo semestre, Psicología
Forense. Dichas materias brindaron y brindan a los estudiantes herramientas
jurídicas en sus diferentes campos de acción como psicólogos; junto con la línea de
investigación en psicología forense existente en esta universidad desde el 1er
semestre del año 2002.

Así mismo existió la asignatura de Política Criminal y de Manejo y Negociación de


Conflictos, en 9no semestre; las cuales desaparecieron por ser asimilados algunos
de sus contenidos por otras asignaturas de 9no y 10mo semestre.

Por otro lado, también cabe destacar a la Corporación Universitaria de la Costa


(C.U.C.) que, según consta en su currículo académico, fue la primera institución de
educación superior en el país en aplicar, dentro de su programa académico, la
cátedra de Psicología Jurídica desde el 2002; para los alumnos de 6to semestre con
la docente y Ps. Lida Milena Rodríguez Navarro a su cargo. Actualmente se
desarrolla como área de estudio y se denomina Psicología Jurídica I, II y III; en 6to,
7mo y 8vo semestre respectivamente. En este último semestre se realizan 40 horas
de prácticas, en donde la cátedra denomina espacios psicojurídicos; y estos
corresponden a organismos en los cuales confluyen las funciones del psicólogo
jurídico, tales como la Fiscalía General de la Nación, el I.C.B.F., el Centro de
Conciliación de la C.U.C. y Centros Penitenciarios de la ciudad.

Además, hay que destacar a la Universidad del Norte de la misma ciudad, por ser
la primera institución de educación superior en la costa colombiana en lanzar, en
calidad de posgrado, la primera Especialización en Psicología Forense; en el
segundo semestre del año 2004, contando con la participación de estudiantes de
diferentes lugares de la costa, quienes se trasladan a la capital del departamento
del Atlántico para asistir a esta especialidad.
Por otro lado, hay que destacar que en el transcurso del presente año, en la
Universidad Santo Tomás de Bogotá, se experimenta el cambio de dirección de la
Especialización en Psicología Jurídica, donde antes era director el Ps. Fernando
Díaz Colorado; y hoy día está regido por la Ps. Ángela Cristina Tapias Saldaña,
anteriormente docente de la Facultad de Psicología y coordinadora del área
Psicología Jurídica de la Universidad del Bosque.

De igual manera, se anuncia que la Universidad de San Buenaventura de Medellín


tiene planes de lanzar este año su Especialización en Psicología Forense; aunque
ya posee dentro de las opciones de posgrado la Especialidad en Psicología Jurídica.

Aparte del ámbito académico y de desarrollo de la psicología jurídica entre las


diferentes universidades del país; es importante destacar otros avances científicos
de la comunidad psicojurídica en general. Es el caso de la aparición, en el año 2001,
del sitio web www.psicologiajuridica.org; el cual dio origen a una comunidad virtual
de más de 1600 profesionales que se inscriben a una lista en la que se comparten
diariamente artículos, opiniones y comentarios en general sobre el tema de la
psicología jurídica y forense en Colombia y en otros países iberoamericanos.

Luego, en el mes de mayo de 2002, se publica el Primer Boletín Electrónico de


Psicología Jurídica y Forense, que se emite bimensualmente en página web
www.psicologiajuridica.org; y hasta el momento ha publicado más de 120 artículos.

En el 2004, se realiza el Primer Congreso Virtual llamado Congreso de Psicología


Jurídica y Forense, Versión 1.0; del 28 de marzo al 4 de abril. Dicho congreso estuvo
organizado por la Comunidad Virtual de www.psicologiajuridica.org; quienes tienen
programado la segunda versión de este evento para el año 2005. En esta primera
versión del congreso participaron ponentes de toda Iberoamérica con diversos
temas de investigación psicojurídica.

En conclusión, y como ya se ha dicho, el desarrollo del psicólogo jurídico es


relativamente reciente en el medio colombiano; por lo tanto el Sistema Legal no ha
tenido la ocasión de incorporar todas las posibles contribuciones que este
profesional estaría en la capacidad de aportar a las actividades propias y
relacionadas con la administración de justicia (Vargas y Beltrán, 1993).

Como podemos observar después del análisis de los hechos expuestos, la


Psicología se ha venido relacionando con el Derecho desde la antigüedad, lo cual
es mucho antes de lo que gran cantidad de incrédulos opinan. Sin embargo, estas
relaciones no se daban de forma explícita y estaban enmascaradas dentro de la
práctica profesional de los juristas y de los filósofos, en aquélla época; además no
se enmarcaban específicamente con el nombre de psicología jurídica o forense. Y
tal como se dijo anteriormente, no fue sino hasta los tiempos medievales que el
psicólogo empieza a ser solicitado dentro de las cortes, para que participara como
perito en algunos casos y procesos; sin embargo todavía no se reconocía que había
una psicología jurídica conformada, sino simplemente los juristas hacían uso de las
herramientas y conocimiento de la psicología como ciencia, para esclarecer algunas
cuestiones legales propias de su ejercicio.

Es importante que quede sentado, como conclusión, que los primeros aportes de la
psicología al mundo jurídico se hacen desde Leipzig, en los laboratorios de Wundt;
y que uno de sus discípulos, Schrenck-Notzing es reconocido como el primer
psicólogo forense de la historia.

Luego de esta entrada, se empieza a reconocer la psicología como ciencia


importante en el campo jurídico probatorio y aparecen entonces investigaciones de
tipo experimental contribuyendo a este campo. Pero no fue sino hasta finales de los
años 40 y principios de los 50, que los psicólogos empezaron a testificar
regularmente en las cortes.

A partir de 1970, comienza la Edad de Oro de la Psicología Jurídica; ya que


aparecen más publicaciones, conferencias y congresos internacionales. Se
incrementa el interés por determinados temas como el jurado, su selección y
decisión; el comportamiento policial, el juez y las decisiones que preceden sus
decisiones legales; y los procesos de socialización legal, concretamente el cómo los
individuos usan los sistemas legales para resolver sus problemas (Pérez, 1996).

Las investigaciones hechas en psicología jurídica, se han realizado primordialmente


en Italia, España y los Estados Unidos. También es posible encontrar, aunque en
menos magnitud, investigaciones hechas en el Reino Unido.

Específicamente en Colombia, se destaca la Ps. Victoria Eugenia Villegas Mejía;


quien en 1974 empieza a desempeñarse como psicóloga forense en el Instituto
Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses de la ciudad de Bogotá.

Como es de esperarse, la ciudad de Bogotá y la de Medellín fueron pioneras en esta


área de la psicología en Colombia. La primera, con las universidades Católica y
Santo Tomás; y la segunda, con la Universidad de San Buenaventura. Los demás
territorios colombianos han venido, con el paso del tiempo y de forma paulatina,
adquiriendo dentro de sus programas académicos, tanto en pregrado como en
posgrado, la cátedra de psicología jurídica; aunque actualmente no todas las
universidades del país que ofrecen programas de psicología, tienen asignaturas
sobre psicología jurídica o forense.

Como esta investigación se ha llevado a cabo en la ciudad de Barranquilla, se


destacará a la Universidad Simón Bolívar, con la inclusión del área de psicología
forense en su currículo académico desde 1995. Además se destaca la C.U.C., en el
2002; y la Universidad del Norte, en el año 2004. Las dos primeras, son pioneras en
el área de Psicología Jurídica en pregrado; y la tercera, es pionera en el área de
Psicología Forense a nivel de posgrado.

En general, la psicología jurídica como tal, se presenta ante nuestros sentidos hacia
1800 y 1900 en Alemania; y en Colombia, hace su entrada en el año de 1974. Hoy
en día las investigaciones en este campo, van encaminadas en nuestro país
primordialmente hacia las víctimas; específicamente las menores de edad. Además,
van en camino a descifrar la mejor manera de valorar la credibilidad del testimonio;
igualmente se interesan sobre las características del agresor, como también sobre
la psicología penitenciaria y, de manera abundante y explosiva, hace aportes al
tema del secuestro.

Para finalizar, según lo hallado en las fuentes bibliográficas es posible afirmar que
la psicología jurídica en Colombia tiene alrededor de 31 años de existencia y un
pronóstico de larga vida. Por supuesto, esta ciencia se encuentra todavía en
pañales pero es reconfortante encontrarse con un profundo interés por este tipo de
aportes al mundo científico. Tal vez por la situación violenta que sufre el país, el
tema de la victimología, de la psicología forense y de la psicología del testimonio;
han sido de gran importancia. Aún así, hay que dejar escrito que la psicología
jurídica tiene aún un campo extenso para sembrar acerca de temas tales como la
psicología policial y de las fuerzas armadas.
2.2. ¿QUE ES PSICOLOGÍA JURÍDICA?

Como dice Muñoz Sabaté (1980) todo intento de clasificación corre el peligro de ser
puramente convencional y casi todas las clasificaciones pueden ser sustituidas por
otras que aparentan idéntica validez. Sin embargo, se intentará unificar un concepto
de psicología jurídica que designe de manera honesta, concreta y adecuada el
campo de conocimiento de esta ciencia y su objeto de estudio.

Para lograr esta definición es inevitable que se haga una referencia desde la ciencia
psicológica hacia la ciencia de los juristas de diversas maneras, ya que tal como
dice Jorge Sobral (Citado por Travaccio, 1997) la Psicología y el Derecho parecen
dos mundos condenados a entenderse; y al mismo tiempo desde los autores más
antiguos hasta los crecientes exponentes de este tópico.

De esta manera, Muñoz Sabaté (1980) nos presenta tres vías en las que la
Psicología se puede relacionar con el Derecho como forma de delimitar el mundo
existente entre estas dos disciplinas y hace una distinción entre la Psicología del
Derecho, en el Derecho y para el Derecho.

La Psicología del Derecho, por una parte, va dirigida a explicar la esencia jurídica,
que sería uno de los fines de la psicología jurídica, según Muñoz Sabaté (1980,
citando a J. P. Haesert). El autor comenta que este psicologismo del Derecho o
Investigación Psicológica del Derecho, como puede ser llamado este tipo de
relación, no fue demasiado bien recibida y tuvo como epifonema la expresión de
Bécquer ¡Dios nos libre de una escuela de civilistas psicólogos! En definitiva, esta
forma de relación entre la Psicología y el Derecho plantea el problema de la
estimativa y validez del Derecho; partiendo de la base de que el Derecho es una
experiencia psíquica, compuesta de una emoción específica, simultáneamente
activa y pasiva, y de una noción de ciertas pautas de acción. La idea de lo justo no
se ciñe a valores objetivos, sino que es siempre relativa y subjetiva; y también
aborda el vasto tema de la libertad, omnipresente en casi toda la filosofía y la teoría
del Derecho (Muñoz Sabaté, 1980),

Frente a esta Psicología del Derecho, el Ps. Fernando Díaz Colorado (2003) dice
que la Psicología tiene un papel de suma importancia, pues debe aportar en la tarea
de hacer un mejor Derecho; si bien el Derecho se concentra en el deber ser, la
Psicología se concentra en el ser y sus conocimientos pueden ser muy útiles; ya
que aportarían al mejor diseño de lo normativo, desde la comprensión del ser que
es su destinatario final.

Por otro lado, siguiendo con las tres vías de Muñoz Sabaté (1980), encontramos la
Psicología en el Derecho que sugiere que todo el Derecho, o gran parte del mismo,
está lleno de componentes psicológicos; y que por tanto requiere de la psicología
para su puesta en funcionamiento. Las normas jurídicas son estímulos verbales
tendentes a producir o impedir determinadas conductas. Dentro de estas normas
figuran una serie de conceptos y definiciones de naturaleza igualmente psicológica;
la formulación y aplicación de dichas normas requieren de una gama de conductas
hábilmente influidas por diversas variables ambientales y de los sujetos. Si se
pretende lograr un máximo de eficacia jurídica es imprescindible controlar todo este
abanico de factores. Así pues, la Psicología en el Derecho es ya una disciplina de
la praxis y por tanto una psicología aplicada. Muñoz Sabaté, muy acertadamente
nos comenta que si la Psicología es la ciencia que se ocupa del estudio de la
conducta, y si los objetivos del Derecho son el control y modificación de la misma;
entonces los legisladores, jueces, magistrados y abogados deben estar
especialmente atentos a los datos que vayan surgiendo del laboratorio psicológico,
con el fin de tenerlos en cuenta si desean alcanzar con mayor seguridad y menor
esfuerzo los objetivos conductuales concretos que previamente se hayan fijado
(Muñoz Sabaté, 1980).

Díaz (2003), frente a esta Psicología en el Derecho, cita a Kapardis y comenta que
la relación no es tanto de la Psicología en el Derecho, sino la Psicología y la Ley;
de tal manera que la investigación psicolegal puede ser aplicada tanto en el campo
de los delincuentes como en el campo de los jueces, magistrados y operadores de
justicia en general. Es importante tener en cuenta que, si bien es cierto, la ley
contiene muchas palabras que se podrían comprender dentro del campo de la
psicología, estos conceptos, definiciones y calificativos, no tienen una
correspondencia con el campo psicológico. Conceptos como trastorno mental e
inmadurez psicológica, por ejemplo, no corresponden a definiciones de lo
psicológico sino a fundamentos del Derecho, que hacen relación a la concepción
clásica de la filosofía del Derecho.

En tercer lugar, Muñoz Sabaté (1980) nos habla de una Psicología para el Derecho
y comenta que aquí el papel de la psicología no es distinto al que pueden jugar la
medicina, la arquitectura, la ingeniería o la contabilidad; como ciencias auxiliares
del Derecho. Dichas ciencias auxiliares, son llamadas a informar sobre los fines o
política del Derecho, o para interpretar los hechos referentes al caso concreto. Es
una psicología llamada a iluminar los fines del Derecho y que, por su amplitud y
generalidad, no podrá jamás incorporase al ámbito específico de una Psicología
Jurídica; sino al de la Psicología general. El campo específico de una Psicología
para el Derecho, susceptible de incorporación metodológica dentro de una
psicología jurídica, sólo lo vemos en el área de interpretación del hecho jurídico; en
la medida en que aquélla pueda aplicar sus técnicas a la prueba de los hechos. Se
trata en definitiva de una psicología eminentemente probatoria (Muñoz Sabaté,
1980).

Frente a lo anterior, Díaz (2003) sostiene, sobre el tipo de relación entre la


Psicología y el Derecho, que en Colombia el papel de la Psicología es
fundamentalmente de auxiliar del Derecho; y ha sido denominada Psicología
Forense, es decir, la utilización de los conocimientos y prácticas psicológicas a la
resolución de problemas legales.

Es así, como Muñoz Sabaté (1980) propone que los anteriores esquemas o vías,
tal vez nos hayan convencido de que debemos prescindir de explicar el método
jurídico a través de la psicología (psicologismo jurídico); y de interferir en la política
o fines del Derecho mediante criterios psicológicos. Ambas actitudes podrían
corresponder a la filosofía del Derecho y la Psicología en general; pero no los
consideramos válidos para construir una Psicología Jurídica de orientación
científica, y que pretenda sortear el peligro de una funesta especulación y dilución.
De ahí que solo nos quepa asumir cuanto de aprovechable encontremos en una
Psicología en y para el Derecho (Muñoz Sabaté, 1980).

Así, y siguiendo al autor, la Psicología Jurídica debe atenerse a la norma sin intentar
explicar si la misma es o no justa; ni pretender argumentar sobre sus fines. Lo cual
no le impedirá, sin embargo, el proporcionar datos que colateralmente pueden ser
interpretados por los juristas como una muestra de la disfuncionalidad de ciertos
objetivos (Muñoz Sabaté, 1980).

El autor Mira y López (1980) parece coincidir con la definición de Muñoz, encajando
perfectamente en esta vertiente. Expresa que la Psicología Jurídica es la psicología
aplicada al mejor ejercicio del Derecho. Esta definición, aunque famosa, ha sido
duramente criticada por diversos autores de la psicología jurídica; ya que como dice
Piñeros (2004), no puede ser más decepcionante que después de tan largo camino
se llegue a una definición tan escueta.

A pesar de esta vaga definición de psicología jurídica hecha por Mira y López
(1980), este autor propone de manera interesante cómo las diferentes escuelas o
vertientes de la psicología actúan dentro de la psicología jurídica; así, el autor
menciona nueve escuelas y su trabajo contribuyente a este campo.

La primera escuela que expone es el Conductismo y comenta que es un auxiliar


precioso para la psicología jurídica, ya que permite obtener datos y juicios sin contar
con el testimonio subjetivo del delincuente, del pleiteante o del testigo; en una
palabra, permite trabajar sin preocuparse para nada de lo que los actores del
conflicto jurídico "dicen"; en cambio, registra con singular precisión lo que "hacen".
Desde este punto de vista, los modernos métodos para el descubrimiento objetivo
de las "mentiras", los tests o pruebas para la determinación de aptitudes
intelectuales y motrices, la técnica del registro de las alteraciones emocionales, el
estudio experimental de la eficacia de los distintos "castigos", la valoración de las
influencias externas (clima, alimentación, trabajo, medio social, etc.) en la
producción de los diversos delitos, las reglas de observación de las "huellas"
humanas para el reconocimiento objetivo de los criminales, etcétera, son otras
tantas contribuciones del Conductismo que debe agradecer la psicología jurídica.
En general, el Conductismo se muestra como un campo científico que proporciona
técnicas científicas, que hacen de la aplicación del Derecho algo más justo y
adecuado (Mira y López, 1980).

Frente a esta intervención del Conductismo en la psicología jurídica, Piñeros (2004)


comenta que se pueden analizar varios aspectos del texto. El primero, es que Mira
y López reconoce la importancia que tiene (y que tendrá como se verá
posteriormente) el Conductismo para la psicología jurídica. Esta importancia radica
en que es un auxiliar objetivo, constituyéndose esta objetividad en una de las
grandes pretensiones del Derecho: lograr un juzgamiento sin elementos subjetivos.
Como segundo aspecto, Mira y López hace referencia al primer campo de
intervención de la psicología jurídica: el análisis del testimonio. Dicho análisis brinda
respuestas a las grandes dificultades para valorar, objetivamente, si un testimonio
dado, ya sea por un testigo o por el delincuente, es verdadero o no. En este caso la
psicología jurídica se ha mostrado históricamente como una herramienta útil; ya que
a través de sus experimentos les ha indicado a los jueces, fiscales y abogados en
general, qué tipos de comportamientos son típicos en las personas que mienten.
Frente a estas investigaciones sobre el testimonio, existen varios problemas. Uno
de ellos radica en que dichos experimentos normalmente se han hecho con
personas y en lugares ajenos a la escena real, lo cual descalifica sus resultados.
Sumado a lo anterior (la artificialidad del experimento), existe teóricamente la
posibilidad de que la muestra tomada para el experimento (así sea con testigos
reales en escenarios judiciales) sea no representativa, es decir, existe la posibilidad
de que se hayan tomado precisamente los individuos que no representarían a la
mayoría; posibilidad que aunque mínima existe, y genera un nivel razonable de
incertidumbre (Piñeros, 2004).

La segunda escuela expuesta por Mira y López (1980), es el Psicoanálisis. Sobre


este tipo dicen que ofrece a la psicología jurídica sólidos puntos de apoyo para la
comprensión de la conducta delictiva, de la psicología del testimonio, de algunas
actitudes pleitistas o reivindicatorias y, lo que es más importante, de no pocos
errores judiciales cometidos por jueces probatorios y expertos.

Seguidamente, está la tercera escuela que es la Personalogía difundida por Stern.


Según Mira y López (1980), esta escuela propone un cambio a la técnica de
investigación psicológica; ya no es posible enjuiciar ningún acto humano sin
conocer, no solo las circunstancias externas que lo determinaron y el estado de
quien lo ejecutó en aquel momento; sino, más importante aún, sin saber cuál es el
tipo de personalidad del actor. Este factor, según el autor, permite entrever la
posibilidad de una nueva modalidad de pena individualizada, que ha de ser dictada
teniendo en cuenta mucho menos el delito cometido que la personalidad del
delincuente. (Mira y López, 1980)

La cuarta escuela que expone Mira y López (1980) es la Psicología de la Forma


(Gestaltpasychologie). Según esta psicología, el acto delictivo es también una
estructura (Gestalt) que no puede ser desmenuzada o descompuesta, como hacen
los juristas, para ser enjuiciada. La situación debe concebirse en sus orígenes y
enfocarse sin solución hasta el desenlace.

Luego Mira y López (1980) propone la escuela Geneticoevolutiva que, en palabras


de Piñeros (2004), ha sido de gran utilidad ya que sus investigaciones han
demostrado la alta correlación genética del delito, debido a sus estudios con
gemelos. Además demuestran científicamente que el criminal es un ser atávico,
como Lombroso lo concebía.
La sexta escuela es la Neuroreflexológica de Sherrington, Bechterew y Pavlov. Mira
y López (1980) aduce que esta concepción psicológica explica la ineficacia de las
sanciones (penas y castigos) para conseguir evitar la reincidencia. Para que se
diese una verdadera evitación de reincidencia se requeriría la formación de un
reflejo condicional negativo ante la situación delictógena; y para ello los estímulos
inhibidores habrían de aplicarse de un modo que estuviese de acuerdo con las leyes
de formación y extinción de dicho tipo de reflejo. Lo que ahora, si por casualidad
sucede, no se cumpliría ya que la sanción es siempre a posteriori, lejana y
continuada (esto es, sin intervalos).

Como séptima escuela, Mira y López (1980) expone la Psicología Tipológica; y


aporta a la psicología jurídica en cuanto ofrece extraordinarias sugerencias para la
comprensión de las motivaciones y los efectos de las reacciones delictivas. Además
Sheldon, que es el representante de esta escuela, comprobó científicamente que el
criminal poseía un tipo corporal diferente al de la persona normal y decente.
Surgiendo de nuevo el criterio segregacionista entre el decente (y normal) y el
delincuente (anormal) el cual es de gran utilidad para justificar la prisión. (Piñeros,
2004)

Como octava escuela expuesta por Mira y López (1980) encontramos la Psicología
Anormal, cuya utilidad psicojurídica se sobrentiende que es enorme. Ha sido
históricamente la encargada de develar el grado de peligrosidad que toda persona
posee, para desde allí encauzar su captura y condena; sólo tenemos que recordar
a Lombroso y su planteamiento preventivo delincuencial (Piñeros, 2004).

Finalmente, Mira y López (1980) expone la novena escuela que es la Psicología


Social; como uno de los grandes bastones de la psicología jurídica. Le ofrece a esta,
información en lo concerniente a las causas sociales del delito; y desde allí permite
una verdadera terapéutica social, es decir, curar a la sociedad misma de sus
delincuentes (Piñeros, 2004).

Como vemos, la ciencia psicológica expuesta por Mira y López (1980) puede
cruzarse con el Derecho de diferentes maneras y haciendo aportes científicos
diversos para el mejor ejercicio de la disciplina de los juristas; tal como lo dijo el
citado autor en su definición de psicología jurídica que, aunque acertada en los
tiempos del nacimiento de ésta, es hoy día concebida como muy escueta ya que la
labor del psicólogo jurídico se ha ido ampliando con el pasar del tiempo; al igual que
los avances científicos psicojurídicos, como será visto más adelante.

Por otro lado, Sobral, citado por Parra (2000), expone otras cuatro vías en que se
relacionan la Psicología y la Ley. Así, la primera relación está dada por cuanto la
psicología puede ser el fundamento de la ley, la cual se encarga de generar
conocimiento que sea útil para la práctica del Derecho. Este conocimiento se genera
de la psicología básica y se utiliza para explicar diferentes comportamientos en
cuanto a su causalidad; y para que mediante la investigación básica se logren
implementar políticas eficaces y humanas.
La segunda relación expuesta por Sobral es la de la psicología como auxiliar de la
ley, en donde la función de la psicología es más aplicada que básica. Con respecto
a esto, los procesos o funciones que cumpliría el psicólogo serían variados, tales
como: enumerar temas legales estudiados por la psicología como el testimonio
presencial, detectar mentiras, usar castigos en las cárceles, colaborar en el
esclarecimiento de hechos, ayudar en la predicción de conductas, entre otras
(Parra, 2000).

Continuando con las relaciones expuestas por Sobral, la tercera es el estudio del
comportamiento propiamente dicho; tratando de confirmar las hipótesis psicológicas
como memoria, toma de decisiones, atribuciones causales de la conducta, etc. Todo
esto se comprueba en el laboratorio natural, que ofrecen muchas de las situaciones
legales (Parra, 2000).

Por último, Sobral expone la última relación vista desde la ley hacia la psicología.
Hace énfasis en cómo todas las normas influyen sobre el comportamiento de las
personas, como es: la percepción de la justicia y la injusticia, la influencia del poder,
etapas de desarrollo de la conciencia moral y aceptación de la influencia legal, entre
otros conceptos (Parra, 2000).

A pesar de las posiciones sustentadas por los anteriores autores sobre las distintas
y amplias relaciones entre la Psicología y el Derecho; hay quienes las niegan de
modo absoluto precisamente por pertenecer a mundos tan distintos: el Derecho al
mundo del deber ser y la Psicología al mundo del ser. Pero por otro lado, existen
otros que creen que el Derecho y la Psicología tiene un denominador común, su
objeto material: la conducta humana. Ejemplo de ello son los autores Walter y Lind,
quienes sostienen que si la ley no quiere ser irracional e inhumana, ha de contar
con otras ciencias naturales; entre ellas con la conducta psicológica (Parra, 2000).

Las posiciones anteriores sobre la relación entre Psicología y Ley o Psicología y el


Derecho son las que permiten el surgimiento del concepto de Psicología Jurídica; y
frente a esta definición, diferentes autores han realizado acercamientos. Cabe
destacar al autor Mira y López quien en 1932, realiza la primera definición de esta
área de la psicología como aplicada al mejor ejercicio del Derecho; concepto que,
como ya fue expuesto, hoy en día ha sido muy criticado por reconocidos psicólogos
jurídicos y forenses; por su simplicidad y el hecho de que su interpretación podría
carecer, en muchos casos, de las reales implicaciones psicológicas en el mundo de
la ley.

De esta forma, nos encontramos con la definición hecha por Muñoz Sabaté (1980).
Dicho autor expone que la Psicología Jurídica es una Psicología en y para el
Derecho, que sería o estaría destinada a ser una rama de la psicología pura que
busca aplicar los métodos y los resultados de esta ciencia; especialmente de la
experimental, a la práctica del Derecho.

Otro reconocido autor, Clemente (1995. Citado por Piñeros, 2004), propone que la
Psicología Jurídica es el estudio del comportamiento de las personas y de los
grupos en cuanto que tienen la necesidad de desenvolverse dentro de ambientes
regulados jurídicamente; así como la evolución de dichas regulaciones jurídicas o
leyes en cuanto que los grupos sociales se desenvuelven en ellos.

Igualmente, está la definición proporcionada por el COP (Colegio Oficial de


Psicólogos) de España; para quien la Psicología Jurídica es un área de trabajo e
investigación psicológica especializada, cuyo objeto es el estudio del
comportamiento de los actores jurídicos en el ámbito del Derecho, la Ley y la
Justicia. Para el COP, la configuración de la Psicología Jurídica se proyecta como
una especialidad que fundamenta un amplio ámbito entre las relaciones del mundo
del Derecho y la Psicología; en sus vertientes teórica, explicativa y de investigación,
como también en la aplicación, evaluación y tratamiento
(http://www.cop.es/perfiles/contenido/juridica.htm).

Desde Italia, también se han pronunciado autores; como es posible observar en la


definición dada por De Leo y Patrizi (2002). Para dichos autores, la Psicología
Jurídica representa un sector científico en progresiva y rápida expansión, debido a
su creciente interés en diferentes campos de aplicaciones: Derecho, justicia,
comportamiento antisocial, entre otros.

También la red Psicomed de Madrid, propone la siguiente definición: "La Psicología


Jurídica o Forense es una ciencia experimental que apoya y asesora a los jueces.
Su objetivo es dotar al proceso judicial de unos principios, unas técnicas y unos
instrumentos psicológicos que permitan una valoración más objetiva de la conducta
humana; y ayuden al juez a dictar sentencias más acordes con las demandas de los
imputados" (http://personal.telefonica.terra.es/web/psico/juridica.html).

Parra (2000), por otro lado, cita a Garrido Genovés, quien considera que la
Psicología Jurídica es una unión entre la psicología general y la criminología; en la
que se tratan de aplicar los conocimientos y la metodología de la Psicología, a la
resolución de los problemas del Derecho.

Sobral (Citado por Parra, 2000) define la Psicología Jurídica como la ciencia que
trata de describir y explicar los supuestos psicológicos del poder judicial, los
procesos cognitivos (representaciones, creencias, actitudes) de la justicia, y los
procesos y fenómenos psicológicos de los actores judiciales; que cristalizan en el
marco ideológico de los sistemas judiciales. Esta ciencia estudia la manera en que
las normas o leyes influyen en el sujeto involucrado en un ámbito legal, ya sea
víctima o victimario.

Algo similar dice Teixido (Citado por Parra, 2000) cuando afirma que el objeto de
estudio de la Psicología Jurídica va enfocado hacia la orientación de unas leyes más
adecuadas a la persona y a los grupos humanos; y a la orientación más idónea en
la organización del sistema de administración de justicia.

Según Haward y Gudjonsson (1998), la primera persona en referirse a este campo


de la psicología, específicamente, fue uno de ellos. En este caso se estaría
hablando de Lionel Haward, quien en el Reino Unido, en 1953, le dio el nombre de
Psicología Forense a la rama de la psicología jurídica que hoy día sigue
conservándolo. Haward es considerado por esto el padre británico de esta área, a
la que definió como la rama de la psicología aplicada a la que le concierne la
recolección, examinación y presentación de evidencia para propósitos jurídicos.
Esta definición hecha por Haward va dirigida primordialmente al rol del psicólogo
dentro de las cortes y como colaborador de los abogados en un juicio, rol que para
él es el del psicólogo forense.

Tal como lo dicen los autores Haward y Gudjonsson (1998), los psicólogos del Reino
Unido que asesoran las cortes en casos específicos, están de acuerdo con que esta
definición ejemplifica adecuada y apropiadamente su rol particular en tales
ocasiones. Debe aclararse que estos psicólogos son expertos en su propia
especialización de la psicología, mas no son psicólogos forenses.

Sin embargo, no todos los psicólogos están de acuerdo con esta definición. En
Estados Unidos, específicamente, creen que la actividad en una de las fases, entre
la Psicología y el Derecho, puede ser llamada Psicología Forense. Esta definición
amplía muchísimo más el campo de acción de los psicólogos en el ámbito jurídico;
por lo cual, desde hace algún tiempo se ha decidido llamar al área en general
Psicología Jurídica.

El Convenio Laboral de la Administración de 1989 define esta área de la psicología,


para su regulación laboral, como el trabajador que, con título universitario superior
y bajo la dependencia de las autoridades judiciales, desempeña funciones de
asesoramiento técnico en los tribunales, juzgados y órganos técnicos en materia de
su disciplina profesional (Juárez, 2004).

El que la Psicología esté dentro del campo del Derecho, entendido éste como
relación de individuos sometida a principios, preceptos y reglas previamente
establecidos; tomará en consideración las diferentes actitudes psicológicas de
estos, determinando su contenido y los fines del correspondiente proceso. De esta
manera se produjo el surgimiento de la Psicología Judicial (Romero, 1973).

Dicha ampliación científica al campo del Derecho de la Psicología se presenta bajo


el nombre de Psicología Jurídica; y pone a esta no solo en obligada relación con las
ciencias del género como la antropología criminal, la criminología, la psicopatología,
la psiquiatría forense, etc.; sino que impide la limitación de su objeto o radio de
acción a un solo tipo de proceso como lo sería el penal. Más propiamente, a quienes
dentro de ese tipo de relación intervienen o pueden llegar a intervenir, y desde el
punto de vista psicológico, en la forma y términos como algunos autores así lo
pretenden; ya que ello significaría el excluir la consideración o estudio y, desde ese
mismo punto de vista, de todo aquello que esté dentro de cualquier otro tipo de
proceso como lo seria el civil, laboral, canónico, etc.; pudiendo ser objeto de
examen, como producto que es de la actividad psicológica, de quienes en él
hubieren por cualquier concepto intervenido. Así, por ejemplo, el examen de la
capacidad y de la prueba testimonial en cualquier proceso susceptible del empleo
de este medio de prueba a los fines del descubrimiento de la verdad, no podría
hacerse sino apelando a las reglas y métodos prescritos por la Psicología Jurídica
(Romero, 1973).

En Colombia por su parte, el Ps. Fernando Díaz Colorado se pronuncia muy


virtuosamente ante la cuestión de definir la psicología jurídica tratando de unificar
en un solo concepto la percepción de los diversos profesionales psicojurídicos del
país y él afirma que, si bien es cierto, en cuanto a definiciones sobre esta área del
conocimiento no hay consenso; también es cierto que todos los que nos dedicamos
a este campo la entendemos como el escenario del conocimiento que utiliza los
hallazgos y avances de la ciencia psicológica para intentar comprender, explicar y
predecir, los acontecimientos que se dan en el ámbito legal; una vez que el hombre
entra en contacto con él. De igual manera, es importante agregar que la psicología
jurídica no esta solamente interesada en ver la relación sujeto-ley, sino que le
interesa además la manera como se construye y se fundamenta la ley, pues no
debemos olvidar que el fin último de la ley es intentar crear un conjunto normativo
legal y legítimo, que haga posible la solución de los conflictos humanos y la
convivencia pacífica del hombre en la sociedad (Díaz, 2002).

Pareciera que Díaz hubiera dirimido las cuestiones y disputas sobre una
conceptualización acertada y con horma perfecta para todos los que se dedican a
dicho campo de la Psicología. Pero no es posible saberlo con certeza pues tal como
él mismo lo expone, la anterior definición nace del trabajo de los que se dedican a
esta disciplina; y así, es posible que con el paso del tiempo, los descubrimientos y
avances científicos que resulten como producto, precisamente, de este trabajo; las
definiciones y objetos de estudios de la Psicología Jurídica tomen nuevos cuerpos
o amplíen los que ya poseen.

Igualmente, Consuelo Hoyos (2002) se pronuncia sobre esta cuestión de manera


práctica, afirmando que la Psicología Jurídica es la psicología aplicada en el campo
del Derecho; que le ofrece al psicólogo un espacio de acción interdisciplinaria y le
permite, a través de un acercamiento a dicho orden, asumir su ejercicio utilizando
los instrumentos que le son propios como la intervención individual o grupal, el
psicodiagnóstico, la señoría, la docencia y en ocasiones la evaluación institucional;
en armonía con los elementos que le ofrece el campo jurídico como son las
actuaciones judiciales y extrajudiciales, el medio carcelario, y el conjunto de
individuos sujetos de obligaciones y derechos que, en forma procesal mediante el
litigio; o extraprocesal mediante la conciliación, los hacen valer.

La Ps. Ángela Cristina Tapias Saldaña (2003) también expone su visión de lo que
es la Psicología Jurídica al asegurar que es el estudio, el asesoramiento e
intervención sobre el comportamiento humano; que se desarrolla en un ambiente
regulado por normas legales.

Claramente, podemos observar que las definiciones sobre Psicología Jurídica son
muy amplias y tienen la característica de la evidente similitud entre unas y otras.
Sea que la expongan desde su campo de acción, desde sus funciones o desde su
gran abarque.

Al igual que la eterna discusión sobre cuál debe ser en definitiva el objeto de estudio
de la Psicología Jurídica para su correcta definición y práctica; hay otra cuestión
terminológica que confunde a muchos y causa estragos a otros. Esta confusión
parte del hecho de que el término psicología jurídica es un proceso evolucionado
que llegó a tal punto después de haber optado por términos como psicología
forense, psicología legal, psicología política, criminológica, entre otras. Hoy en día,
se admite el término de psicología jurídica, sobre todo en países hispanoamericanos
y a lo largo de Europa; pero en Norteamérica y en otros países no hispanos, no hay
distinción entre el término psicología forense y psicología jurídica. Para estos, lo que
ellos conocen como psicología forense equivale a lo que es aceptado en
iberoamérica con el término de psicología jurídica. Tomemos como ejemplo al autor
Arrigo (2000), cuando define la psicología forense como que no es simplemente
sobre responder al crimen. Según el autor, la disciplina sí apunta a tan abrumadores
cuestiones como: ¿qué hacemos con los niños que asesinan?, ¿los enfermos
mentales son peligrosos?, ¿por qué la policía usa fuerza letal?; sin embargo, estas
cuestiones apuntan solo a la variable de la violencia. Adicionalmente, el campo toma
en consideración un número de tópicos relacionados que son igualmente críticos y
complejos como son: ¿cómo los oficiales median el conflicto?, ¿cómo la comunidad
legal y psicológica promueven los mejores intereses del niño en la toma de
decisiones forenses?, ¿qué tratamiento y cuidado está disponible para las madres
en prisión?; estos temas evalúan el factor justicia. Así, la psicología forense se
enfoca tanto a responder ante el crimen y la victimización como también sobre la
prevención; o aún mejor, promoción de la paz y el bienestar, cada vez que sea
posible.

A pesar de esta confusión o desacuerdo sobre la terminología que debe usarse para
referirse a este campo de la psicología, el objetivo parece apuntar siempre hacia la
misma dirección y a la resolución de los mismos interrogantes; según vayan siendo
necesarios dependiendo de cada situación específica en los diferentes territorios en
particular.

Así se pronuncia la Ps. Lida Milena Rodríguez Navarro en sus conferencias acerca
de lo que es Psicología Forense, afirmando que es una especialidad inmersa en
ámbitos netamente psicojurídicos, cuya función psicodiagnóstica tiene un fin
netamente probatorio; y debe ser ejercido solamente por psicólogos expertos que
se apoyan en el dictamen para ejercer dicha labor.

Es como de esta manera se puede concluir, a partir de todo lo anterior, que la


psicología jurídica efectivamente se relaciona con el mundo del Derecho de muy
diversas maneras. Esta relación se puede dar bien como fundamentación de los
preceptos legales usados en el ejercicio del Derecho, como auxiliar del Derecho, o
como herramienta del mismo. Sin embargo, se ha descartado que la primera
relación de la psicología como fundamentación de los preceptos legales sea viable;
pues como ciencia que se pretende que sea la Psicología Jurídica, que se aclarara
justamente para evitar los famosos psicologismos jurídicos, estas cuestiones van
mejor encaminadas hacia la filosofía del Derecho.

En conclusión, la definición de Psicología Jurídica apunta a que es una psicología


en y para el Derecho, tal como lo expone Muñoz Sabaté (1980); que ciertamente
fundamenta las relaciones entre estas dos disciplinas a través de la teoría,
explicación e investigación. No se trata, en lo absoluto, de pretender reemplazar con
la psicología la ciencia de los notables juristas; sino simplemente de ofrecerle a la
sociedad una mirada interdisciplinaria a los conflictos que entre el ser humano y la
ley surgen.

Tampoco se trata de proveer a las demás disciplinas participantes en el ámbito


jurídico, herramientas para el mejor ejercicio de sus labores; sino que a lo largo del
tiempo, desde la configuración de la psicología jurídica como vertiente psicológica,
se ha tratado de que justamente la psicología por intermedio de ésta vertiente
jurídica pueda conformarse como una de estas comunidades en el ámbito de lo
jurídico.

Este aporte o vínculo existente entre la psicología jurídica y la ley, lo esclarece más
a fondo los autores Lugo y Rivas (2002) cuando exponen que la Psicología Jurídica
no es entonces una ciencia aplicada o auxiliar del Derecho, debido que el conjunto
de conocimientos psicológicos alcanza ya tal densidad que resulta factible que no
solamente esta parcela científica responda a las preguntas que desde el Derecho
se le puedan formular; sino que también puede analizar, comprender y criticar
psicológicamente los estatutos del Derecho, siendo tales actividades
extremadamente útiles, incluso desde tareas tan prácticas como el cotidiano
quehacer pericial. Por ejemplo, la Psicología Jurídica puede ayudar en el
esclarecimiento de los hechos, estableciendo la capacidad testimonial e indagando
la capacidad intelectual y/o volitiva de los testigos; puede ayudar en el
procedimiento, suministrando elementos para ser aprovechados en el modo de
realizar interrogatorios y analizando documentos; puede ofrecer análisis sobre la
influencia de la ley sobre el comportamiento y analizar el alcance de la norma
jurídica.

Así como para un proceso jurídico es indispensable un abogado, de la misma


manera la psicología, específicamente la jurídica, está volviéndose imprescindible
en algunos momentos de dicho proceso; gracias a los grandes aportes que ha
podido hacer a muchos de los interrogantes que no se habían podido resolver en el
campo legal como: la peligrosidad, el establecimiento de penas, el esclarecimiento
de la imputabilidad o inimputabilidad, la validación de testimonios, sobre todo en
niños pequeños; entre otros interrogantes que existían y que siguen existiendo.

Es posible aceptar la definición que hace el autor Mira y López (1980), siempre y
cuando se tenga en cuenta que en aquel entonces, cuando la psicología jurídica
empezaba a abrir el telón para mostrar su obra, esta ciencia era justamente auxiliar
del Derecho y no tenía vida propia si este último no existía. También es
comprensible, por supuesto, las fuertes críticas por parte de la comunidad científica
psicojurídica en general, pues actualmente esta rama de la psicología se ha
configurado con vida propia por ser ella misma indispensable para muchos procesos
judiciales; y porque sus aportes van ligados a su naturaleza psicológica como tal,
sin tener que ver con lo que pueda proponer la disciplina del Derecho.

Ha habido otro problema además, pues frente al nacimiento de la psicología jurídica


nace también la indisposición incrédula de los juristas hacia esta área psicológica y
es entonces cuando dichos juristas quieren darle menor crédito a los aportes que
podían recibir del exterior, de sus propios conocimientos. Tal como expone Beltrán
(2002), se evidencia una fuerte resistencia y desconfianza de parte de abogados
frente al aporte que pueda hacer la psicología jurídica al ámbito judicial, dificultando
así el campo de acción y de trabajo de los psicólogos especializados en Psicología
Jurídica. Además, como dice Clemente (1995. Citado por Piñeros, 2004), el Derecho
piensa a menudo que se basta a sí mismo, y que no necesita crear campos comunes
ni afines; regulando las relaciones sociales sin necesidad de estudiar ni a las
personas ni a la sociedad, triste argumento.

La gran disputa es que, aunque la Psicología Jurídica es autónoma y el Derecho


también lo es, es necesario que entienda cualquier perito psicojurídico, que las dos
disciplinas deben tomarse la una a la otra; y que la Psicología Jurídica ayuda al
mejor ejercicio de la ley en general, no solo específicamente del Derecho. Justo
como lo sustenta Hoyos (2002), el Derecho necesita que la Psicología le explicite
datos para la aplicación de la norma, y la Psicología ayuda a ilustrar el fuero externo
desde su propio campo de conocimiento; en la medida en que puede ahondar en el
psiquismo humano. La psicología se encarga, desde una relación interdisciplinaria,
de clarificar y mostrar circunstancias subyacentes que el Derecho no puede
establecer, con el fin de articular el acto jurídico.

A pesar de estos desafortunados eventos, rivalidades e inconcordancias entre las


dos disciplinas en cuestión, actualmente es posible ver que los campos de actuación
y los objetos de estudio de cada una se han venido aclarando y que han sido
capaces de convivir en los mismo espacios, creando colaboración para el desarrollo
de la sociedad.

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