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Diplomado Universitario de

Capacitación Docente en Neurociencias

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Introducción al estudio de la Neuroplasticidad

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Las bases del aprendizaje

Introducción:

Nuestra capacidad de aprender es la que nos permite hacer cambios en nuestros


modos de ver la vida, de comportarnos, relacionarnos, trabajar y de lograr que
podamos aprender, mejorar y expresarnos en nuestro máximo potencial.

Por ello no quedan dudas de que una de las características que hace al sistema
nervioso (SN) tan excepcional es su plasticidad. Esta palabra significa flexibilidad,
transformación e innovación, y puede decirse que estas cualidades son la base
de la capacidad adaptativa de los vertebrados a condiciones variables tanto
ambientales como fisiológicas.

A las modificaciones que se pueden lograr gracias a esta capacidad se las agrupa
bajo la denominación “plasticidad neural”.

Éstas se relacionan con la capacidad del SN de reparar lesiones y con los procesos
de aprendizaje; es decir interesan no sólo para comprender qué ocurre ante
lesiones de diversa etiología, sino también para entender el modo en cómo
aprendemos y cómo recordamos.

En nuestro caso, es indudable que es el segundo punto el que nos compete.

Es en la maravillosa conexión de las neuronas (sinapsis) y en las redes que éstas


conforman que encontramos las bases del aprendizaje, la memoria y la
posibilidad de cambios.

En los últimos años se han desarrollado innumerables trabajos que presentan


que el sistema nervioso mantiene durante toda la vida la capacidad de
modificación anatómica y funcional.

Si bien en los adultos la plasticidad cerebral es menor comparada con la de los


niños, los cambios plásticos ocurren a cualquier edad. La buena noticia, podemos
aprender a lo largo de toda nuestra vida!

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Neuroplasticidad:

Nuestros aprendizajes, las experiencias que hayamos vivido, recuerdos, relatos


de historias de otras personas, deseos, aspiraciones, miedos, valores,
conocimientos, capacidades, creencias, etc., nos hacen a cada persona
irrepetible, única.

Nuestra memoria y todo lo guardado en ella, se encuentra esculpida en inmensas


redes de conexiones neuronales.

Todo lo que representamos como personas: nuestros recuerdos, anhelos,


miedos, valores, conocimientos y capacidades están esculpidos en una inmensa
telaraña formada por la asombrosa cantidad de 100.000 millones de células
cerebrales, denominadas neuronas.

A su vez, cada una de ellas tiene la capacidad de conectarse con hasta otras
10.000 de sus compañeras, construyendo así un total de 1.000 billones de
posibles conexiones neurales.

Cada uno de estos lugares de encuentro en el que se conectan dos neuronas es


conocido con el nombre de Sinápsis (descubierta por el fisiólogo de Oxford Sir
Charles Sherrington, a principios del siglo XX).

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Un poco de historia:

Fuente: http://www.historiadelamedicina.org

Charles Scott Sherrington(1857-1952)

La fisiología inglesa de la primera mitad del siglo XIX se había rezagado


respecto a la que se hacía en otros países del Continente. Pensaban que
cualquier cirujano, clínico o anatomista estaba en condiciones de enseñar e
investigar en esta rama de la ciencia. La situación comenzó a cambiar con
personas como William Sharpey y Michael Foster. Con Charles Scout
Sherrington llegó a alcanzar cotas extraordinarias.

Charles Scott Sherrington nació el 27 de noviembre de 1857,


en Islington, Londres. Durante su infancia murió su padre y su
madre se casó de nuevo con Caleb Rose, de Ipswich,
procedente de una familia amante del arte, de la literatura y
de la historia, campos por los que se sintió siempre atraído
Sherrington.

Comenzó sus estudios de medicina en 1876 en el St. Thomas Imagen Nobelprize


Hospital y, en 1878, superó con éxito el examen del Royal
College of Surgeons. Tras una breve estancia en Edimburgo marchó a
Cambridge en 1879, donde realizó la mayor parte de su carrera médica. Uno
de sus maestros fue el fisiólogo Michael Foster.

Mientras estuvo en Cambridge manifestó su interés por los estudios de W. H.


Gaskell y por los de Santiago Ramón y Cajal, a quien conoció personalmente
durante su estancia en España. En 1890 desempeñó el cargo de Lecturer in
Physiology en el St Thomas Hospital, y un año más tarde ingresó en la Th.
Brown Institution del University College donde permaneció durante cuatro
años.

En 1891 comenzó sus trabajos sobre la médula espinal, especialmente los


relacionados con los reflejos, sobre los que publicó varios artículos. En 1892
investigó la distribución de las vías motoras del plexo lumbosacro. En 1894 se
ocupó de los nervios sensoriales que proceden de los músculos; estudió su
papel en los reflejos de estiramiento y de rascado así como la inervación
antagonista. En 1894 descubrió la rigidez de extensión de los animales
descerebrados.

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Desde 1895 hasta 1913 ocupó la cátedra de fisiología de la Universidad de
Liverpool, donde prosiguió los estudios sobre el sistema nervioso. Aunque su
método era esencialmente morfológico, poseía un gran talento para traducir
los datos anatómicos a la fisiología.

En 1897 explicó la coordinación de los reflejos espinales inhibidores y


excitomotores y su "inervación recíproca". En 1904 acuñó el concepto de vía
común para referirse a la coordinación de las funciones nerviosas. Dos años
más tarde diferenció los receptores profundos (propioceptores), de los
receptores superficiales de la piel. Todo ello le llevó a elaborar la obra The
integrative action of the nervous system, de 1906, que dedicó a Ferrier y que
constituyeron el tema de las Silliman Lectures que impartió un año antes en la
Universidad de Yale.

Cambió así la concepción parcelada del sistema nervioso por la de un todo


homogéneo. Desde la neurona y a través de los reflejos, desde los simples a
los complejos, alcanza la integración al órgano central, el cerebro. Es éste el
órgano del gobierno y la iniciativa para el ser vivo como totalidad, así como el
órgano para su conducta o comportamiento.

Sherrington fue elegido miembro de la Royal Society en 1893. Fue galardonado


con la Royal Medal en 1905 y la Copley Medal en 1927. En 1922 le fue
concedida la Knight Grand Cross of the Order of the British Empire, y en 1924
la Order of Merit. También fue nombrado doctor honoris causa de varias
universidades.

José L. Fresquet. Instituto de Historia de la Ciencia y Documentación


(Universidad de Valencia-CSIC). Mayo, 2002

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Neurona

Cada neurona se parece, metafóricamente hablando, a una cebolla. Tiene con


una parte central redondeada, con un solo brote en una de sus puntas y muchas
fibras finas, muy similares a raicillas, en el otro extremo. A las raicillas neuronales
se las denomina Dendritas, al bulbo, Cuerpo Neuronal, y al brote, Axón.

Como las raicillas del vegetal, las dendritas son las encargadas de absorber la
nutrición que da vida a cada una de estas células. Su dieta consiste en impulsos
electromagnéticos provenientes de las otras neuronas con las que se halla
habitualmente comunicada. Alguno de estos nutrientes intentará activar a la
neurona, mientras que otros buscarán conseguir lo contrario, o sea, inhibirla.

Una vez salido del axón, el estímulo encenderá a todas las dendritas de las
neuronas con las que se ha conectado, y producirá una reacción en cadena que
puede implicar a cientos, miles e, incluso, a muchos millones de neuronas
integradas en una compacta y compleja red tridimensional. El cerebro, para hacer
este trabajo, consume una quinta parte de toda la energía generada por el cuerpo
en descanso. Es como si fuera una bombilla de 20 vatios que brilla sin parar y no
deja de trabajar aun cuando se está dormido.

Ahora mismo, mientras lees este apunte, una cascada de tus células cerebrales
están descargándose con el fin de que puedas comprender lo que estás viendo,
formando una nueva red inédita hasta el momento. Y si tu decisión, además de
leer el apunte, es memorizarlo, se produciría otro fenómeno sumamente
importante: la red crecerá aún más, porque cada vez que releas el texto para
consolidarlo en la memoria, las células que originalmente no tenían nada que ver
entre sí, se irían incorporando a la red creada al comenzar la lectura. Lo mismo
ocurriría si te decidieras a transmitir oralmente este conocimiento a otras
personas.

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A las neuronas no les sucede esto porque siempre hayan sido amigas íntimas,
sino que actúan como lo haría cualquiera de nosotros si nos quedáramos
atrapados con un desconocido dentro de un avión que ha retrasado su salida. Al
principio, no tendríamos tal vez nada en común con esa persona que está sentada
a nuestro lado, pero al cabo de varios minutos de espera, con seguridad, ambos
comenzaríamos a quejarnos de nuestra mala suerte. Y si el retraso se prolongara,
es muy factible que nos sintiéramos más cercanos y nos uniéramos a otros
pasajeros, de modo que al final todos llegaríamos a formar un gran bloque de
quejosos.

Con las neuronas pasa algo muy parecido: tras unas pocas descargas simultáneas
tienden a unirse más y más, formando así parte de un mismo equipo. La sinapsis
de dos neuronas que se descargan reiteradamente en forma conjunta sufre
cambios bioquímicos (denominados potenciación a largo plazo), de tal forma
que cuando una de sus membranas se activa o desactiva, la otra también lo hace,
como si se hubieran convertido en hermanas siamesas. En pocas palabras, se
han asociado, y esto garantiza que en el futuro se activen muchas más veces que
antes, porque no sólo dependerán de su propia estimulación, sino también de la
activación de sus nuevas amigas. Este fenómeno, fue denominado por el
psicólogo Donald Hebb: Ley de Hebb.

Un poco de historia:

Donald O. Hebb (1904-1985)

Psicólogo canadiense que fue muy influyente en el ámbito de la


neuropsicología. Llevó a cabo interesantes trabajos sobre motivación,
pensamiento y comportamiento. Ha sido descrito como el padre de la
neuropsicología y las redes neuronales.

Considerado el iniciador de la biopsicología, aspiraba a


escribir novelas, pero escogió el campo de la educación y se
convirtió en un director escolar en la provincia de Québec. Los
escritos de James, Freud y Watson estimularon su interés por
la psicología. Estando como estudiante graduado de tiempo
parcial en la Universidad McGill, conoce los trabajos de
Pavlov.

En 1936 obtiene un doctorado en Harvard estudiando los efectos que se


producen en las ratas en la percepción del tamaño y el brillo. Posteriormente,
estudia el impacto de la cirugía y el daño cerebral, pruebas de inteligencia

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animal, procesos emocionales en chimpancés, y otros. Retorna a Canadá
desarrollando su actividad en la Universidad McGill.

El estudio de la biología del comportamiento tiene una larga historia, pero la


biopsicología no se convirtió en una disciplina neurocientífica importante hasta
el siglo XX. Aunque no sea posible determinar la fecha exacta del nacimiento
de esta ciencia, la publicación de The Organization of Behavior (La Organización
del Comportamiento) en 1949 desempeñó un papel clave en su aparición.

En su libro, Hebb desarrolló la primera teoría comprensible sobre el modo en


que los fenómenos psicológicos tan complejos como las percepciones, las
emociones, los pensamientos y la memoria pueden ser producidos por la
actividad cerebral. Hebb basó su teoría en experimentos, tanto con seres
humanos como con animales de laboratorio, en estudios clínicos y en
argumentos lógicos desarrollados a partir de sus propias observaciones de la
vida. Este enfoque ecléctico se ha convertido en una marca distintiva de la
investigación en biopsicología.

Principio básico. Su principal aporte se relaciona con la formación de ensambles


neuronales regidos por el siguiente principio:

“Cuando un axón de una célula A está lo suficientemente cerca de una célula


B como para excitarla, y participa repetida o persistentemente en su disparo,
ocurre algún proceso de crecimiento o cambio metabólico, en una o en ambas
células, de modo tal que aumentan tanto la eficiencia de A como la de una de
las distintas células que disparan a B”.

Este principio (o Ley de Hebb), en ciencia cognitiva, se denomina la “Regla de


Hebb” y provee el algoritmo básico de aprendizaje mediante redes neuronales
artificiales.

Sobre esta base, comprendemos el motivo por el cual, cuanto más hacemos algo,
más fácilmente lo haremos la próxima vez, y si seguimos practicando y
practicando, cada vez nos resultara más sencillo y lo lograremos hacer con mayor
rapidez.
El hábito hace el monje o la práctica hace al maestro.

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Capacidad adaptativa:

La capacidad adaptativa que poseemos y que nos identifica a los homos sapiens
sapiens, se debe a la maravillosa neuroplasticidad que poseemos, algo que
generó en nuestra especie el aumento de las posibilidades de supervivencia.

Nuestra capacidad de adaptación no solo fue a nuevos territorios, como lograr


vivir en ambientes extremos como la Antártida. Sino que la hemos desarrollado
y aplicado a distintos desafíos, entre los que se incluye el crear las ciudades
actuales, ciencia y tecnología, hasta el buscar mejora personal, gestión
emocional, habilidades sociales, y un sinnúmero de otros retos.

Para que el resultado de la neuroplasticidad de aprender o cambiar algo sea


posible, también debe producirse el fenómeno inverso. O sea, que, si una red
neuronal no se usa, debe ir, poco a poco, perdiendo el nivel de conexión de las
neuronas componentes hasta casi desaparecer.

Neuroplasticidad:

A través de lo que hemos visto anteriormente, es posible a modo de comprender


de un modo sencillo a la capacidad plástica, el considerar que existen dos tipos
de neuroplasticidad: una que se encarga de crear y ampliar redes, y una que
posibilita eliminar o disminuir aquellas que no se utilizan.

Neuroplasticidad: Crea y amplía redes.

Neuroplasticidad: Elimina y debilita redes.

Esta capacidad de conexión entre las neuronas con distintos niveles de fortaleza,
y también de disminuir conexiones, es lo que le concede a nuestro cerebro su
exquisita plasticidad y capacidad de aprender.

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Lo que sucede en nuestro cerebro mientras aprendemos.

Una red o circuito neuronal es el soporte neural del aprendizaje. Como su nombre
lo indica, es una red de neuronas unidas en un circuito específico; dado que cada
neurona del equipo comanda un territorio particular (se le asigna hacer o no algo
en particular) esta red es algo así como una hoja de ruta que se cumplirá cuando
algún estímulo la active. Lo más interesante es que puede construirse,
modificarse, eliminarse o potenciarse voluntaria o involuntariamente durante el
transcurso de toda nuestra vida.

Un ejemplo muy sencillo de un ejercicio para crear una nueva red, puede ser el
siguiente:

Ubica la mano izquierda delante de ti, con la palma hacia tus ojos y
mentalmente enumera los dedos de la siguiente forma:

1. Índice

2. Medio

3. Anular

4. Meñique

a) Toca esos cuatro dedos con el pulgar siguiendo el patrón: 4, 1, 3, 2, 4.

Repite el ejercicio unas 20 veces siguiendo siempre este orden.

Si durante el ejercicio observáramos la actividad de tu cerebro mediante un


escáner, veríamos que en el hemisferio derecho las neuronas del área motora
responsable de esta acción aceleran sus descargas, a la vez que aumenta la
circulación sanguínea regional y el consumo de oxígeno y glucosa de esas células.

Pero aún sin el escáner, si practicaras esta secuencia de movimientos en series


de 20 hasta llegar a 15 minutos por día, por un lapso de unos días, se produciría
un fenómeno externo que te permitiría saber que esta red neuronal nueva ha
crecido y se va consolidado.

Es éste un fenómeno temporal, pues si al inicio tardas unos 2 segundos en


completar la secuencia, a los 15 días estarás haciéndolo en ¾ de segundo (75
centésimas de segundo).

La razón es que el sistema de control de los movimientos de tu mano izquierda


se activará la primera vez que hagas el ejercicio, pero irá creciendo más y más

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durante los días de entrenamiento. Es decir que a medida que mejore el baile de
los dedos, se agrandará la red neuronal encargada de conducir el baile y se
potenciará.

¿Qué pasaría si cambiaras la secuencia y en lugar de 41324, te indicáramos seguir


el patrón 42134?

Volverían a presentarse las mismas dificultades que encontraste al inicio de la


secuencia anterior; toda la destreza adquirida no te serviría para el nuevo
ejercicio.

Las neuronas que se descargan juntas integran un equipo, por lo tanto, el


aprendizaje le da forma al cerebro rediseñando constantemente su estructura.

¿Pero de dónde salen las neuronas que pasan a formar parte de una nueva Red,
si su número se mantiene más o menos estable o tiende a decrecer un poco con
el pasar de los años?

Valga como ejemplo el estudio realizado sobre "virtuosos". Para este se eligió a
ejecutantes de instrumentos de cuerda, como violín, violoncelo o contrabajo,
debido a que tenían una inusual destreza en los dedos de la mano izquierda.

También se ha observado en todos los músicos un área más desarrollada que en


el resto de las personas, que está ubicada en la parte izquierda del cerebro y se
denomina Planum Temporale.

Quizás se deba aclarar que los hemisferios cerebrales trabajan de manera


cruzada: el izquierdo maneja el lado derecho del cuerpo y el derecho el lado
izquierdo.

Siguiendo con el ejemplo anterior, los científicos se preguntaron de dónde habían


salido las neuronas que permitían ese movimiento más fluido en los dedos de la
mano izquierda. Y pudieron comprobar que provenían de la zona responsable de
la sensibilidad táctil, de la palma de la misma mano. Las neuronas sensoriales se

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habían cambiado de equipo, pasando a formar parte de las neuronas encargadas
de dar movimiento. Las consecuencias de este traspaso neuronal fueron:

1. Mayor habilidad para mover los dedos de la mano izquierda

2. Menor sensibilidad táctil de esos mismos dedos

Ahora pensemos, ¿qué pasaría si extendiéramos el ejercicio inicial de 15 minutos,


a 8 horas diarias, y lo prolongáramos por muchos años? La consecuencia sería
que la constante descarga de la misma red neuronal crearía una red con
excesivas conexiones, que al volverse tan dominante podría ser la causante de la
disminución de otras redes, al sacarles una cantidad excesiva de neuronas.

Y esto es precisamente lo que sucede en las personas que sufren de una


enfermedad llamada Trastorno del Esfuerzo Repetido que afecta, por ejemplo, a
los tecladistas. Como consecuencia, esta afección es acompañada por una
disminución en la capacidad de reconocer objetos con el tacto.

Pero cuando el aprendizaje no requiere el sobre-entrenamiento de un virtuoso,


la creación de nuevas redes no determina, necesariamente, la pérdida de otra
función. Y si analizamos el tema como un acto volitivo, cuando decidimos
dedicarnos plenamente a una actividad, solemos descartar otras que nos gustan
porque el tiempo y la energía no alcanzan. Y esta elección, a la larga, se verá
reflejada en el tamaño de circuitos neuronales: unos enriquecerán y otros se
debilitarán, según les haya tocado en suerte.

Por otra parte, es importante destacar las cualidades positivas de las redes
fortalecidas, como lo prueba una investigación realizada sobre cerebros de
personas fallecidas.

En ella se pudo demostrar que cuanto más estudiosa había sido la persona
examinada, mayor complejidad y cantidad de ramificaciones se encontraban en
las áreas centrales de su cerebro, encargadas del lenguaje y la memoria. Algo
que se llama reserva cognitiva.

Según la Fundación Pasqual Maragal, la reserva cognitiva, es la acumulación de


la experiencia y la estimulación de las capacidades mentales a lo largo de la vida.
Es como un capital mental que, cuanto mayor sea, mayor será su valor, para
compensar la eficiencia de las capacidades cognitivas, que pueden verse
afectadas por el envejecimiento, u otras alteraciones cerebrales, como el
Alzheimer.

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Una prueba más de que la educación es un pilar en la civilización, que esculpe y
fortalece nuestro cerebro.

La cultura ha reemplazado a la evolución en el proceso de recrear nuestro cerebro


y, por lo tanto, tiene una gran influencia en la construcción de nuestro destino.

Háblame y quizás lo olvide. Enséñame y quizás recuerde. Particípame y


aprenderé.

Benjamín Franklin.

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