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El aprendizaje, realidad del ser humano y a la vez misterio.

Han sido muchas las personas, que se han aventurado a explorar el complejo
mundo que se esconde dentro del ser que desde su génesis fue llamado hombre;
también, han sido muchos, los que han afirmado que el ser humano es por natura,
complejo, asombroso y casi que indescifrable; de igual modo, el hombre por auto
comprenderse, ha puesto de manifiesto múltiples hallazgos, con los cuales, se han
explicado ciertos comportamientos, fenómenos y vivencias típicas del ser que por
poseer procesos mentales superiores (PMS), ha dominado, transformado y
moldeado su hábitat. En la presente ponencia, me he trazado como propósito,
efectuar una reflexión a partir de la convergencia de algunos descubrimientos que
apuntan hacia la comprensión del proceso de aprendizaje y su estructuración,
buscando con ello, ampliar las nociones que se tienen frente a: ¿Qué mecanismos
hacen posible el aprendizaje?, ¿cómo se aprende?, ¿qué sucesos influyen en la
estructuración del aprendizaje?, ¿por qué todos aprenden de manera diferente?;
respuestas que sin duda alguna, permitirán, tener un conocimiento básico con el
que se comprenda mejor el rol del educador en procura de formar
pedagógicamente y de manera adecuada a los educandos.

Para que el hombre pudiera auto-comprenderse, debía efectuar una


introspección profunda de sí, partiendo de tres componentes propios y esenciales:
el hombre como ser biológico, el hombre como ser psicológico y el hombre como
ser social (unidad biopsicosocial), porque en mi opinión, el ser humano nunca ha
dejado de girar en torno a estos tres tópicos; entonces, pienso que surgiría de ello,
un primer interrogante: intentaba el ser humano comprender ¿cómo era capaz de
efectuar múltiples actividades y de entender los fenómenos que se llevaban a
cabo en su entorno?; si la respuesta afirmativa a tal cuestionamiento era el
vehículo en el que el hombre se dirigía hacia su auto-exploración, entonces,
permítanme plantear un caso hipotético: el individuo en aquel momento se percató
de procesos tales como la respiración, el latir de su corazón, la digestión, la
tristeza, la alegría, la interacción con su semejante, entre otros, los cuales tenían
que ser controlados por un órgano específico: el cerebro; el cual, “es el origen de
todos los pensamientos, sensaciones y acciones del hombre”. (Brabyn, citado por Ander-
Egg, 2008; p. 37).

Partiendo pues de lo planteado por Brabyn, a la sazón, el centro del sistema llamado ser humano es el cerebro y
no el corazón (donde no están inmersos si quiera los sentimientos), puesto que es en esa unidad de entrelazadas
redes neuronales donde se gestan todas las condiciones necesarias para que el hombre viva y sea lo que hoy es.
Ahora bien, yo estoy de acuerdo con aquellos quienes se empeñan en afirmar que “nuestro cerebro es el rector de
nuestros actos, puesto que, es la unidad que controla y sistematiza la esfera comportamental , y en esa medida, tengo
que decir que nuestras actividades extrínsecas, están condicionadas por todo lo que sucede al interior del cerebro, y
que en múltiples ocasiones, no podemos ejercer control sobre ciertas actividades y/o conductas que ejecutamos,
porque, las hacemos atendiendo a la forma en que se ha configurado nuestra estructura cerebral; lo que acabo de
mencionar, es el soporte más verídico para contrastar lo postulado por el enfoque diferencial, con su premisa: “todos
somos diferentes”, y lo somos pienso yo, porque es el cerebro el que en gran medida, determina por efecto de su
configuración, tales diferencias; sostengo esto, basada en que aun cuando las personas viven en el mismo entorno por
ejemplo, siguen reflejándose entre ellas divergencias que no obedecen a factores característicos del medio, sino más
bien, a elementos propios de cada individuo.

Hasta aquí, he dejado claro que el cerebro es el gran responsable de todos los
procesos, de aquellos que corresponden a la esfera biológica (liberación de
neurotransmisores, sinopsis neuronal y plasticidad cerebral) <a la psicológica
(emociones, estado de ánimo y afecto), y a la social (inteligencia interpersonal,
grupos de apoyo y redes sociales); por ende, el aprendizaje como uno de dichos
procesos, también se lleva a cabo en el cerebro; afirmación que puedo sustentar
en lo esbozado por Llinás (2003) “la capacidad de predicción es probablemente la
función primordial del cerebro humano”; y en el postulado: “el cerebro es vivo,
dinámico y creativo por su propia naturaleza. El cerebro aprende por sí sólo y en la
interacción con el medio, su naturaleza es bioneuropsicosocial (genética y
cultural)”, hechos que hacen tangible tres aspectos: el aprendizaje tiene su
génesis en el cerebro, el aprendizaje tiene una carga genética (aproximadamente
el 50 % de los genes crean y configuran la estructura neurofisiológica del cerebro)
y el aprendizaje se nutre del entorno (inmersos en el medio, se aprende por
ensayo y error, por observación y por constructos sociales); explicación con la que
he dado respuesta al primer interrogante que planteé al iniciar, ya que los
mecanismos del aprendizaje, corresponden en un 50% a lo genético y en un 50%
a lo ambiental.

De otra parte, considero fundamental, hablar de los sentidos como canales


indispensables para que exista un aprendizaje completo, puesto que, el ser
humano aprende teniendo en cuenta los pre-saberes (Por cada capacidad que
tiene el ser humano, ya sea cognitiva o afectiva, existe un sitio fisiológico en el
cerebro en donde se genera), y los nuevos saberes (el contenido que toma del
medio de manera auditiva, visual, táctil, olfativa y/o gustativa), para finalmente
generar un nuevo conocimiento a partir del procesamiento de las dos fuentes. Así
aprende el hombre (según lo investigado hasta hoy), generando el aprendizaje
significativo, solo cuando el pre-saber y el nuevo saber, se acoplan
adecuadamente; pero, si los sentidos no existieran, entonces nuestro aprendizaje
fuera asimétrico, un aprendizaje que no nos permitiría comprender incluso nuestro
propio actuar. Ilustraré la importancia de los sentidos en el cómo aprenden los
hombres, con lo postulado por Dale (1969), quien argumenta que “el estudiante
aprende un 5 % en las lecciones, un 10 % de lo que lee, un 20 % de lo que
escucha y observa, un 30 % en las demostraciones, un 50 % en los grupos de
discusión, un 75 % en las prácticas y un 90 % de lo que debate, expresa y hace
enseñando a otros”; y en todas esas actividades participan los sentidos. Con lo
que he terminado de explicar, he dejado resuelto el segundo interrogante de los
cuatro que guían esta ponencia.

Es realmente cierto que hace falta mucho por investigar para comprender total y
explícitamente, todo lo que gira en torno al aprendizaje, sin embargo si nos fijamos
en el componente psicológico del ser humano, vamos a notar que el proceso de
aprender está cargado de una parte moral (¿cómo es mi personalidad?: agresiva,
impulsiva, noble, caritativa), de un fragmento motivacional (¿cómo me siento al
momento de aprender?: desinteresado, apático, animado, entusiasmado), del
estado de ánimo (¿cómo me encuentro para aprender?: triste, deprimido, feliz,
eufórico), elementos que condicionan el contenido que permite hacer significativo
lo que se aprende; sin la convergencia de los factores orgánicos (participación de
los sentidos sin alteraciones significativas), los psicológicos (alta motivación,
intrínseca y extrínseca, adecuado estado de ánimo y personalidad con un alto
grado de autocontrol) y los sociales (adecuadas redes de apoyo, trabajo en
equipo, ausencia de disfunciones en el entorno donde se aprende); no será
posible que el aprendizaje sea el esperado, puesto que en el aprendizaje humano
según Ander-Egg, (2008), “lo afectivo y lo instrumental preceden, guían, conducen
y determinan lo cognitivo, pero en la vida misma, en la realidad, en la praxis
cotidiana, lo afectivo y lo cognitivo determinan lo instrumental, o sea, el
comportamiento humano está determinado por el pensamiento, por los
sentimientos y por las emociones, pero el aprendizaje óptimo (memoria,
imaginación, pensamiento, creatividad) está determinado por las actuaciones, las
cuales a su vez dependen de las emociones y sentimientos. Sin motivación no hay
actuación, y sin actuación no hay aprendizaje”. Creo que lo que he manifestado,
da clara muestra de los sucesos que intervienen en el aprendizaje y con ello, doy
por concluido el tercer interrogante de mi ponencia.

Para abordar la cuarta y última inquietud que he planteado, tengo que apoyarme
en un interrogante que surge a partir de esa cuarta pregunta: ¿qué es el estilo de
aprendizaje?; y al darle respuesta a ese cuestionamiento lo voy a hacer en los
siguientes términos: de manera coloquial, es la forma propia de cada persona que
emplea para aprender; pero si tuviera que definirlo apoyada en tecnicismos,
entonces, es el conjunto de estrategias y/o estrategias pedagógicas que aplica
cada quien para interiorizar los nuevos saberes. Sea cual sea el caso, vamos a
llegar a la misma inferencia: el ser humano no aprende igual a su semejante
porque ello depende en gran medida del factor genético (lo biológico), del factor
ambiental (lo social) y del factor emocional (lo psicológico); y en cada uno de
nosotros, estos factores funcionan diferente y se articulan de manera distinta.
Veamos lo que ilustré anteriormente con un ejemplo: Yo estudio en un lugar
tranquilo, libre de ruido, con un clima agradable y todo lo aprendo con la
comodidad que requiero; pero uno de ustedes lo hace en un lugar caluroso, con
altos niveles de ruido, con una postura incómoda, entonces… no aprenderá igual,
es posible que requiera más tiempo para interiorizar lo que yo interioricé
cómodamente, puesto que el factor ambiental es diferente. Sé que necesitamos un
sustento científico que clarifique lo que intenté explicar en mi ejemplo; es por ello,
que traigo a colación lo postulado por Llinás, (2003): “el cerebro humano tiene la
capacidad de generar pensamientos, percepciones y sueños, y en esas
percepciones, sueños y pensamientos generados por el cerebro humano hay
implícito, de alguna manera, un proceso de aprendizaje, un aprendizaje autónomo,
auténtico y neuroconfigurador”.

Creo que hasta aquí, todo ha quedado claro, sin embargo, permítanme compartir
con ustedes mis inferencias finales: El cerebro es el gestor de todo lo que circunda
al ser humano, atendiendo a sus dimensiones biológica, psicológica y social.

El conocimiento de la estructura cerebral y la identificación de las áreas cerebrales


donde se inician ciertos comportamientos, permitirán un mayor conocimiento del
educando y por ende, la elaboración de estrategias que resalten sus
potencialidades.

Para lograr un aprendizaje significativo, se hace indispensable identificar cual o


cuales de los aspectos que influyen en el aprendizaje no están funcionando de
forma adecuada, para a partir de allí, trabajar en su optimización.

No intentemos separar los mecanismos que intervienen en el aprendizaje, pues el


aprendizaje en sí es integral y requiere de todos sus componentes para que exista
aprendizaje significativo.

Falta mucho por ahondar respecto al ser humano y su complejidad, por


comprender respecto a sus procesos y el aprendizaje no es la excepción, puesto
que lo que hasta hoy se sabe es básico; el día que el hombre comprenda todos los
misterios ocultos por nuestra Unidad de Procesos Centrales (hago una analogía
con la inteligencia artificial), podríamos alcanzar avances insospechados hasta
hoy por la humanidad. Muchas gracias.

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