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La «sala de máquinas» de las constituciones latinoamericanas

Entre lo viejo y lo nuevo

Roberto Gargarella
En Latinoamérica se a dado un salto constitucional encaminado a un ideal democrá tico
igualitario, pero esas transformaciones no han sido tan profundas donde lo nuevo y lo
viejo se mezclan (exaltació n de derechos humanos con un híper presidencialismo)

Contradicció n de las nuevas constituciones con la (des)concentració n del poder.

(aná lisis descriptivo) Desarrollos constitucionales de los ú ltimos diez añ os en LATAM a


partir de las preocupaciones democrá ticas bá sicas (equilibrio de poderes)

A pesar de las Reformas constitucionales no existe un «caos constitucional» –

Fuentes del CLatam

a) el relacionado con el Imperio español –un proyecto bá sicamente conservador.


b) el inspirado en la Revolución norteamericana –un proyecto de rasgos liberales.
c) el de la Revolución Francesa –un proyecto de rasgos radical- republicanos.

Posterior a las independencias LATAM deje proyectos constitucionales mas diversos que
los antiguos paradigmas en que se basaban (Co.Li.Rep), (1850), creació n de un
constitucionalismo regional

«Marcas» principales en Latinoamérica

1) Acuerdo liberal-conservador (XIX), vinculada a la organizació n del poder. Desde


entonces, América Latina mantiene una
a) Divisió n de poderes fundamentalmente tripartita.
b) Alto Poder Ejecutivo y territorialmente concentrada.
c) Ese esquema aparece basado en una general desconfianza hacia la ciudadanía.
d) El acuerdo generó Poderes Legislativos con dificultades para funcionar
autó nomamente del Ejecutivo.
e) Poderes Judiciales amenazados por la capacidad de injerencia del partido
dominante.
2) S XX - Por los reclamos republicanos del siglo pasado en nombre de la «cuestión
social» el pacto (L-C) postergo
a) Cambios a declaraciones de derechos altas
b) Compromisos de derechos sociales, econó micos y culturales.

Así nace el «nuevo» constitucionalismo regional entre fines del siglo xx y comienzos del
siglo xXI.

 predomina son las continuidades gravemente acentuadas.


 No se producen cambios importantes (ni en organizació n del poder y
declaraciones de derechos solo se expanden a grupos antes no tomados en cuenta)
 intereses de la ciudadanía estaban contemplada en las viejas constituciones.

No fue negativo, lo que se adoptó entonces fue, algo más o mejor de lo que ya se
tenía, pero no algo estructuralmente diferente. Lo mismo, pero a nivel de la
organizació n del poder. controles nuevos sobre el Poder Ejecutivo, lo mejor que ocurrió
sus creadores no anticiparon bien,:

 cambios sobre alguna de las «palancas del poder» dirigidos a favorecer el acceso
ciudadano a la «sala de máquinas» del constitucionalismo.
 variaciones impulsadas en materia judicial, destinadas a facilitar y expandir la
«legitimidad jurídica» necesaria para litigar judicialmente.

Constituciones de «mezcla»

Las C. latinoamericanas superponen modelos de democracia opuestos, que se


correlacionan pero con tensió n entre sí. Un sistema de integració n entre modelos –una
mezcla constitucional– muy deficitaria, obviando otros sistemas de combinació n má s
virtuosos

La doble marca en el CLatam, se refleja en estructura de poderes respondiendo a valores


democrá ticos propios del siglo xIX: democracia censitaria

 baja participació n popular,


 sectores excluidos,
 derechos políticos limitados

Mientras nuevas declaraciones de derechos aparecen vinculadas a discursos y principios


democráticos de «última generación».

 pretende una participació n popular amplia.


 oportunidades institucionales para que la ciudadanía gane capacidad de decisió n y
control (por ejemplo, revocatorias de mandatos);
 se expanden los derechos políticos y a la vez se prometen derechos sociales
destinados a fortalecer aú n má s el ingreso de las mayorías a la política
 definitiva, se afirma con una mano de la Constitució n lo que se niega con la otra.

Esa misma mezcla/acumulació n problemá tica se puede ver en otros á mbitos de la


Constitució n: las nuevas constituciones (Colombia o Perú )

 aparecen a la vez afirmando formulaciones econó micas «neoliberales» y


proclamas de fuerte contenido social, que parecen indicar su vocació n por formas
econó micas diferentes.
 afirme simultá neamente el valor de la propiedad privada y el valor de la
propiedad comunitaria el valor de la economía privada, mixta y pú blica al mismo
tiempo.

La relació n de lo «nuevo» con lo «viejo» abre la Constitución a interpretaciones


contradictorias: ella pasa a decir mucho, nada y todo a la vez en cuestiones
fundamentales. En ese caso, ¿cuál es el sentido de tener una Constitució n? Peor aú n: así
organizada, la Constitució n induce a comportamientos equívocos y genera expectativas
engañ osas:

«derechos de la naturaleza» (en el marco del sumak kawsay o «buen vivir» y (principios
vinculados a tradicionales derechos de propiedad).

Encontramos problemas similares a los que reconocemos en relació n con los «viejos» y
«nuevos» derechos en la Constitució n en el vínculo que se da entre las «viejas»
estructuras de poder y las «nuevas» instituciones que se incorporan.

 «choque de trenes» en Colombia, que enfrentó a la vieja Corte Suprema


Colombiana con la nueva Corte Constitucional introducida por la Constitució n de
1991.
 Argentina - relaciones entre la Corte Suprema y el Consejo de la Magistratura,
vemos relaciones de fuerte tensió n entre los dos organismos (tensiones que
podían anticiparse al momento de la creació n del Consejo
 Lo que encontramos es una actitud de falta de reflexió n por parte de los
constituyentes latinoamericanos. Falta de diligencia en los modos en que «el
pasado» va a relacionarse con «el presente»; cuando no se hace responsable de los
modos en que la «vieja Constitució n» va a «recibir» las reformas que se le
incorporen.

Las viejas estructuras contra los nuevos derechos

El impacto intraseccional de las reformas: los modos en que la incorporació n de nuevos


derechos afecta la organizació n del poder. Los problemas se producen en diferentes
niveles

 «transferencia del poder» dentro de la Constitució n a través de cada


modificació n que le incorporamos.
 muchos de los defensores de los derechos sociales tienen como propó sito reforzar
el «poder popular» antes que el poder de las jerarquías legales existentes, y sin
em- bargo, al actuar como actú an, generan un «impacto constitucional» en parte
opuesto al que dicen buscar.

los modos en que las «viejas estructuras» bloquean las «nuevas propuestas»

El problema es que no reconocemos el peculiar lugar que ocupa la parte «orgá nica» no
reformada: lo que está en juego es el nú cleo bá sico de la organizació n de poderes, esto es,
la sala de má quinas de la Constitució n. Por supuesto, uno puede entender que existan
dificultades para reconocer todos los cambios que es necesario agregar, para «darle vida
efectiva» a la modificació n constitucional que estamos má s interesados en incorporar. Sin
em- bargo, dejar de lado, directamente, la pregunta acerca de có mo va a responder la

«sala de má quinas» constitucional frente a los demá s cambios constitucionales que


introduzcamos («má s derechos») es dejar de lado lo má s importante. En aquella «sala de
má quinas» se ubica justamente, el corazó n de la Constitució n: no puede operarse sobre la
Constitució n dá ndole la espalda al modo en que la organizació n del poder reacciona (o,
previsiblemente, va a reaccionar) frente a las modificaciones que le introducimos.

Balance y futuro

En definitiva, no se puede actuar como lo han hecho tantos reformistas latinoamericanos,


que han traba-jado por la descentralizació n del poder y la mayor participació n política de
la ciudadanía en la esfera de los derechos, ignorando el modo en que el poder político se
mantenía centralizado y concentrado en el vértice, en la esfera de la organizació n del
poder (típicamente, a través de la preservació n de sistemas hiperpresidencialistas). Es
inconsistente abogar por la democratizació n del poder en nombre del pueblo marginado
mientras –irreflexivamente– se mantiene el poder político concentrado.

Del mismo modo, el estudio de la historia latinoamericana ayuda a ver la forma recurrente
en que el poder político concentrado tendió a entrelazarse con el poder econó mico
concentrado, o a favorecer su concentració n. Decir esto no niega una historia que,
también, incluye enfrentamientos entre el poder político y ciertas porciones de la elite
econó mica. Pero, en todo caso, no se puede actuar como si no fuera esperable, ademá s de
demasiado habitual, la vinculació n entre el poder político concentrado y el poder
econó mi- co concentrado. Mucho menos corresponde favorecer esa concentració n del
poder a la vez que se invoca, genuinamente, una voluntad de expandir el poder popular. El
hecho es que la Constitució n ha permitido el ingreso de la ciudadanía, y en particular –
aunque con amplio retraso– de los grupos má s desaventajados, en su cuerpo, pero solo a
través de la secció n de los derechos. Es hora de que se consagre su ingreso en la «sala de
má quinas» de la Constitució n.

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