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Roberto Gargarella
En Latinoamérica se a dado un salto constitucional encaminado a un ideal democrá tico
igualitario, pero esas transformaciones no han sido tan profundas donde lo nuevo y lo
viejo se mezclan (exaltació n de derechos humanos con un híper presidencialismo)
Posterior a las independencias LATAM deje proyectos constitucionales mas diversos que
los antiguos paradigmas en que se basaban (Co.Li.Rep), (1850), creació n de un
constitucionalismo regional
Así nace el «nuevo» constitucionalismo regional entre fines del siglo xx y comienzos del
siglo xXI.
No fue negativo, lo que se adoptó entonces fue, algo más o mejor de lo que ya se
tenía, pero no algo estructuralmente diferente. Lo mismo, pero a nivel de la
organizació n del poder. controles nuevos sobre el Poder Ejecutivo, lo mejor que ocurrió
sus creadores no anticiparon bien,:
cambios sobre alguna de las «palancas del poder» dirigidos a favorecer el acceso
ciudadano a la «sala de máquinas» del constitucionalismo.
variaciones impulsadas en materia judicial, destinadas a facilitar y expandir la
«legitimidad jurídica» necesaria para litigar judicialmente.
Constituciones de «mezcla»
«derechos de la naturaleza» (en el marco del sumak kawsay o «buen vivir» y (principios
vinculados a tradicionales derechos de propiedad).
Encontramos problemas similares a los que reconocemos en relació n con los «viejos» y
«nuevos» derechos en la Constitució n en el vínculo que se da entre las «viejas»
estructuras de poder y las «nuevas» instituciones que se incorporan.
los modos en que las «viejas estructuras» bloquean las «nuevas propuestas»
El problema es que no reconocemos el peculiar lugar que ocupa la parte «orgá nica» no
reformada: lo que está en juego es el nú cleo bá sico de la organizació n de poderes, esto es,
la sala de má quinas de la Constitució n. Por supuesto, uno puede entender que existan
dificultades para reconocer todos los cambios que es necesario agregar, para «darle vida
efectiva» a la modificació n constitucional que estamos má s interesados en incorporar. Sin
em- bargo, dejar de lado, directamente, la pregunta acerca de có mo va a responder la
Balance y futuro
Del mismo modo, el estudio de la historia latinoamericana ayuda a ver la forma recurrente
en que el poder político concentrado tendió a entrelazarse con el poder econó mico
concentrado, o a favorecer su concentració n. Decir esto no niega una historia que,
también, incluye enfrentamientos entre el poder político y ciertas porciones de la elite
econó mica. Pero, en todo caso, no se puede actuar como si no fuera esperable, ademá s de
demasiado habitual, la vinculació n entre el poder político concentrado y el poder
econó mi- co concentrado. Mucho menos corresponde favorecer esa concentració n del
poder a la vez que se invoca, genuinamente, una voluntad de expandir el poder popular. El
hecho es que la Constitució n ha permitido el ingreso de la ciudadanía, y en particular –
aunque con amplio retraso– de los grupos má s desaventajados, en su cuerpo, pero solo a
través de la secció n de los derechos. Es hora de que se consagre su ingreso en la «sala de
má quinas» de la Constitució n.