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La antítesis internalismo-externalismo

Podemos constatar, después de este análisis, que la visión internalista y la externalista, tienen dos
formas, en principio, antitéticas de explicar la organización biológica. La vida, desde la perspectiva
internalista, emerge en función de principios materiales, como una propiedad dinámica y
sistémica, resultado de la interacción entre unidades simples. Desde la visión externalista, sin
embargo, la organización es producto de un proceso histórico-selectivo de adecuación funcional al
entorno, en el que el organismo se ve descompuesto en una serie de rasgos que pueden
considerarse, en último término, como manifestaciones cuasiepifenoménicas de los genes que los
constituyen. Desde esta posición el carácter autónomo de los organismos se debilita puesto que se
hace derivar de un principio externo generador de orden.

La tensión entre ambas visiones puede manifestarse en una amplia gama de principios explicativos
que utilizan y que apuntamos en la Tabla 2. Así, por ejemplo, la visión externalista de la vida
tenderá a adoptar una visión analítica o atomicista del organismo, es decir, descomponible en
unidades simples, cuyo estudio puede explicar el comportamiento del todo. La visión organizativa,
sin embargo, contempla al organismo desde una perspectiva holista, en el que “el todo es más que
la suma de las partes”. La perspectiva externalista tenderá a centrarse en la replicación, es decir
los procesos que garantizan una transmisión eficaz de ciertas moléculas portadoras de
“información”, mientras que la perspectiva internalista prestará mayor interés en los principios
constitutivos de la organización, en las relaciones metabólicas que la sustentan.

VISIÓN EXTERNALISTA VISIÓN INTERNALISTA


Atomismo Holismo
Selección natural Autoorganización
Cambio en las frecuencias génicas Cambio fenotípico
Programa Estructura disipativa
Replicación Reproducción
Información Organización
Mecánica Dinámica
Estructura Proceso

Tabla 2. Diferencias conceptuales fundamentales entre la visión externalista y la internalista

La visión internalista, al estar centrada en características como la identidad y la autonomía, tiene


problemas para dar cuenta del aspecto evolutivo. Éste, derivado de una capacidad reproductiva
altamente eficaz, se toma como un factor secundario, no realmente relevante para una definición
de lo vivo, sino como una consecuencia derivada de la dinámica autoconstructiva del organismo. El
problema de la visión externalista es exactamente el opuesto, al centrarse en la variación y el
cambio deja de lado los aspectos organizativos constitutivos de lo vivo, lo que, por un lado, le
impide dar cuenta del origen de la organización y, por otro, le lleva a otorgar a los genes,
protagonistas últimos de la evolución, poderes causales altamente idealizados, como el de
autorreplicación, a depender de una relación fundamentalmente lineal entre genotipo y fenotipo,
y, en definitiva, a una interpretación “descorporeizada” o “algorítmica” de la evolución, en la que
cualquier forma, al considerarse condicionada por una ilimitada combinatoria genética se
considera, en principio, posible.

La solución a este dilema ha de encontrase en algún tipo de compromiso entre ambos principios
explicativos, y de hecho, como mostraremos, a pesar de la existencia de posturas que defienden
una visión externalista extrema (Dawkins 1976b, 1982, 1986, 1992, Dennet 1999), la situación
parece apuntar en esa dirección. Pero, antes, es conveniente analizar a qué tipo de problemas ha
de enfrentarse una posible integración de ambas visiones. Pensamos que varios supuestos
filosóficos que han sido clave para el desarrollo conceptual de la Síntesis Moderna han podido ser,
al mismo tiempo, importantes para la elaboración de esa visión externalista. En concreto,
revisaremos algunas de las ideas centrales desarrolladas por Ernst Mayr, como la distinción entre
causas próximas y últimas, la distinción entre el pensamiento tipológico al poblacional, y la
cuestión de la autonomía de la biología.

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