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Cuaderno de espiritualidad monástica 3

JESUCRISTO

VICTIMA Y ALTAR.
MONASTERIO
SANTA TRINIDAD
COMUNIDAD MONASTICA
HERMANOS
DE JESUS REDENTOR

Este es mí lema: Sufrir o morir por Él”

Esencia eucaristica en la vida


Victorine Le Dieu
del monje de Jesus Redentor
JESUCRISTO: VICTIMA Y ALTAR. La Eucaristía es una verdad cristológica, porque nos lleva a ver a
ESENCIA EUCARÍSTICA Jesús como el Hijo de Dios, el Verbo Eterno; es cristocéntrica,
en la vida monástica del hermano de Jesús Redentor porque no tiene otro Objeto sino al Dios encarnado y de cuyas venas,
el Universo se ordena y el hombre se descubre obra creada en amor.
La eucaristía por tanto, es central para el cristianismo e
insobornable. Así, es una verdad de la propia Palabra que aparece
plasmada en la experiencia de los que bajo la acción del Espíritu
La Eucaristía, fuente de vida divina escribieron los Evangelios y pusieron la teología misma eucarística.
“Yo soy el Pan de la vida, el que coma mi carne y beba mi sangre, La vida eucarística es para los que se percatan de la grandeza de esta
tendrá vida eterna” vida sobrenatural que se derrama en los corazones como fundamento
Bien sabe el cristiano que se hay algo fuerte en su vida que le dé de una vida en comunión con Cristo, apoyándose en la fe ante todo
sentido a todo cuanto vive y hace es la grandeza y centralidad de la en la Palabra del Señor y, permitiendo que ésta misma se haga
Eucaristía. Vivir la eucaristía es vivir en la Iglesia la amistad y la caridad en el corazón del creyente. Ser hombres y mujeres de Amor
intimidad con el Señor Jesús, único sacramento del Padre. Por eso, Eucarístico, no es otra cosa que creyentes en fe y caridad, cuyo
conocer a Jesús, entrar en la intimidad con él no es sino la puerta de camino de esperanza se recorre en el mar de la humanidad, buscando
toda gracia y entendimiento. Será el Espíritu Santo quien nos lo que los pueblos, las sociedades lleguen a comprender el paso de
enseñe todo. Ese Espíritu que consagró el vientre de María y así Dios en la historia de las civilizaciones y como, para Dios, “nada
mismo consagra la Eucaristía. Cuando Jesús comienza el discurso hay imposible” (cf Mt 19,26), nada imposible, porque el amor es el
del Pan de la vida no lo hace desde la arrogancia de sí, sino desde el motor de toda entrega divina.
fuego de su corazón que grita amor y salvación por el hombre. Es un
discurso de redención, de decirle al hombre cuál es el puesto que Dios le gusta que los suyos entren en el misterio mismo de su Ser.
ocupa en el Padre Eterno. Jesús se proclama “pan”, se dice “carne” Dios quiere ser conocido y amado. El bautismo nos permite ese
que da la vida eterna, porque el Hijo de Dios, aún encarnado, hecho entrar en la comunión y conocimiento del amor divino y, por tanto,
hombre es esencia del Dios eterno que eterniza a quien se confía en descubrir que el cristiano es ante todo el hombre, la mujer de oración
él. Nosotros, los monjes y monjas de Jesús Redentor, fieles a ser en diálogo divino y el que recibe la comunión con la fe de saber que
cristianos y, fieles a un carisma eucarístico puesto en el Corazón de Dios mismo está ahí presente. Una fe que, como decíamos, nos hace
nuestra fundadora, no podemos menos que sumergirnos en este entrar en la caridad del Pan partido, de la justicia santa, de la
misterio y profundizar nuestra llamada a la luz de esta vida eclesial y esperanza compartida. Comulgar de Jesús es entrar en esa intima
divina. experiencia de crecimiento. ¿No debe el hombre, la mujer, la
humanidad crecer y madurar? Pues la vida divina de la Eucaristía,
donada en esta noche santa del jueves, es, sin duda alguna ese Un cristiano que vive de Eucaristía, vive de ese amor repleto de
espacio maravilloso, loco, de Cristo por el alma, por el hombre que Cristo. Y quien vive de amor divino, vive de cielo y se hace fuerte,
busca entrar a esa casa divina, hogar, taller, bodega del Amor porque cree, cree en quien le alimenta, en el que le dice: “no temas,
grande, del mejor vino, de las bodas santas. yo he vencido al mundo”. La fuerza del que se alimenta es Cristo.
Jamás dudes que es Cristo el que te está alimentando en la
Con la oración el monje, la monja, se va haciendo íntimo con la Eucaristía. ¿Por qué no debemos dudar? Porque el paso que Jesús da
Persona de Jesús, entra en un movimiento interior de anhelo, de es el de la Inmolación. ¡Oh, si supiéramos el valor de inmolarse!
fuerte deseo, como aquello del salmo: “Mi alma tiene sed de Dios, Hay gente que por causas políticas ha llegado a inmolarse en una
del Dios vivo” calor interior de intimidad va creciendo en la medida plaza prendiéndose fuego, han matado su vida por ideales políticos,
en la que el cristiano consagrado permite al Espíritu que actúe de sociales…vidas valientes, con valores e ideas de justicia…Se han
forma orante. La oración parte del amor de Dios que invita al alma a ofreciedo creyendo con ello dar conciencia a otros de las realidades
entrar en diálogo, pero se necesita la libertad voluntad del creyente injustas, desequilibradas… Pero Jesús, vive una inmolación distinta
para que haga posible ese encuentro divino-humano. Es la misma a la de estos personajes, es una decisión tomada no desde la idea de
oración un misterio que, desde fuera hacia dentro o desde dentro suicidio o partidismo social, político, sino que en Jesús hay una
hacia fuera va transformándonos en discípulos de Cristo. Universalidad, Él abraza al mundo entero con el gesto de ofrecerse a
sí mismo: “nadie me quita la vida, yo la entrego libremente”, dirá.
La oración, además, va purificado nuestra fe, ella hace que nos La inmolación de Cristo es impuesta por el pecado del hombre y
acostumbremos, entendiendo esa palabra no como rutina y tedio, asumida por la encarnación del Verbo como opción única para que la
sino el movimiento que se encarga de formar nuestro interior según vida del hombre no se pierda y sea salvada, más, redimida. Jesús
el Espíritu de Dios y permitiendo su actuar, que nos lleva a ese ir entrega la vida en la eucaristía como gesto de redención, no como
centrando nuestra vida monástica en una vida según el Evangelio y, medio de protesta frente a situaciones injustas. Jesús se ofrece y se
viviendo el sacramento de la Eucaristía como el motor de toda hace profundidad en la Pascua de su pueblo hasta hacerse así mismo
nuestra respuesta cristiana y monástica. sacrificio, víctima y altar. Aquí nace su sacerdocio, aquí nace la
Iglesia sacerdotal, aquí tiene sentido la vida oculta del monje que
Aquí, ya no es mi fuerza, mi tenacidad o mi obligación, sino el sirve a la Comunidad y a los hermanos como luz en silencio. Esta
mismo Cristo quien se da a nosotros. Cristo mismo se hace inmolación no es inventada, somos revestidos en Él, que es Santo e
Eucaristía, sacramento de la unión que alimenta y mantiene la vida invitados a ser sal y luz.
divina en nosotros. Jesús dirá que ha “venido para dar a las almas la
abundancia de la vida» (Jn 10,10). Y, esta esta vida es él mismo.
1. La Eucaristía: Cristo sacrificio, Cristo sacerdote…el monje… por asumir, en su Encarnación la humanidad. Jesús nace en carne,
ha de inmolarse pero Él es Cristo, el Ungido, su unción es esencia de su propia
naturaleza divina. Se ha hecho hombre, no puede dejar de ser lo que
El Concilio de Trento dijo al hablar de la Misa que es «un verdadero es, llena a la humanidad con su presencia divina, aunque, como nos
sacrificio», pues recuerda y renueva la inmolación de Cristo en el dirá san Pablo, “se rebajó hasta la muerte y una muerte de Cruz”, es
Calvario. Si en el Calvario, el sacrificio y la muerte de Jesús fue un decir, Jesús no se pasea como el diferente, sino el ungido humilde, el
martirio, ahora, en la Misa, Cristo de forma incruenta se ofrece a sí Cordero manso, es Jesús el que , «como aceite delicioso» se ha
mismo, siendo igualmente sacrificio verdadero, pues ya Cristo en el derramado frente al hombre, para acercarle al perfume del mismo
Altar de la cruz vivió el doloroso trance de morir por nosotros. Sólo Padre Dios y, sin duda, el salmo que dice: «Has amado la justicia y
hay una víctima, Jesús, el cual muestra su unción en la entrega odiado la iniquidad; por eso te ungió el Señor, tu Dios,
generosa que realiza. Ahora, en la Eucaristía, por medio del anteponiéndote a tus compañeros, con aceite de alegría» (Sal 44,8),
ministerio sacerdotal, Cristo, vuelve a estar en medio de su pueblo, es un salmo que acredita la Unción del que es Santo. Su unción nos
alimentándolo, haciéndose uno con él. beneficia, su ser Dios, hecho hombre es la garantía de nuestra
Jesús, el Hijo de María, el Hijo de Dios, el que pasó haciendo el redención.
bien, según nos dice la Palabra es el alimento del hombre. Sanación
y medicina para nuestros corazones. Un bien que no ha dejado de Así, el Ungido no es el desconocido, sino el Jesús que asume una
tener valor redentor, porque el sacramento sigue estando ahí, misión cierta y real, la de ser Jesús el único Mediador, como escribe
ofreciéndose y derramando su ungüento precioso sobre las heridas san Pablo: “Porque hay un solo Dios, y también un solo mediador
de los caídos, de quienes estamos enfermos, de los que gritamos al entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, hombre también, que se
Señor que nos salve. entregó a sí mismo como rescate por todos. Este es el testimonio
dado en el tiempo oportuno” (1 Tim 2,5). El Padre Dios, no teme
Ya hemos marcado que el sacrificio de Jesús es verdadero. Y esto, es hacer a este Hijo suyo, pontífice máximo ante la humanidad y
lo que supone un sacerdocio auténtico. La vida sacerdotal es mostrar en él su Amor y el plan salvador único que al hombre
inherente a la sociedad, todo pueblo, toda civilización, a lo largo de devuelve libertad y verdad. San Pablo escribe: «Cristo no se
su propia historia ha tenido en consideración el actuar y la fidelidad glorificó a sí mismo para llegar a ser pontífice, sino que Aquel que le
del sacerdote para la santificación y la prosperidad de un pueblo. El dijo (en el día de la Encarnación): «Tú eres mi Hijo; yo te he
sacerdocio exige una unción especial, que no puede ser conferida por engendrado hoy», le llamó para constituirle sacerdote del Altísimo»
hombres, sino por Dios mismo. En la persona de Jesús, nace un (Heb 5,5; +6, y 7,1).
sacerdocio, que no le viene impuesto por la Tribu de Aarón, como
podría haber sido, sino que en él existe esa unción por ser quien es y,
Así, sólo el Hijo puede llegar a ofrecer y ofrecerse como Sacrificio El monje y su vida escondida no son realidades desdichadas sino un
que agrade a Dios Padre. Y la Palabra misma en el salmo dice sin espacio de silencio adorador y preparatorio para esa inmolación que
dudar: «El Señor lo ha jurado y no se arrepiente: Tú eres sacerdote debe hacer. Crecer en esa intimidad con Jesús sacrificio, Jesús
eterno, según el rito de Melquisedec» (Sal 109,4). ¿Por qué es Cristo sacerdote, llevan al solitario, a la solitaria a una maduración de la
sacerdote eterno? -Porque la unión de la divinidad y de la humanidad Palabra de Dios y a encontrar un sentido a su forma de responder a
en la Encarnación, unión que le consagra pontífice, es indisoluble: la llamada vocacional.
«Cristo, dice San Pablo, posee un sacerdocio eterno porque El
permanece siempre» (Heb 7,3).
2. Jesús, plenitud del Sacrificio del Antiguo Testamento desde la
Es el sacerdocio apoyado en ese personaje misterioso de la Escritura Cruz. El monje un discípulo del crucificado, una vida con
llamado Melquisedec, que representa, por su nombre y por su sentido reparador.
ofrenda de pan y vino, el sacerdocio y el sacrificio de Cristo. Ya el
significado del nombre nos lleva a pensar en el que “era desde el Hemos podido conocer a través de nuestra vida cristiana el valor del
principio, el que estaba junto a Dios, el que era Dios, pues sólo Dios ofrecimiento. Hablar de cristianismo es hablar de vida donada, de
es justicia santa y Dios de la Paz. Melquisedec significa «Rey de cielo de amistad con el Jesús de la historia que habla abiertamente de
justicia», y la Sagrada Escritura nos dice que era «Rey de Salem» su vida como don entregado, sacrificio consumado. Jesús es hijo del
(Gén 14,18; Heb 7,1), que quiere decir «Rey de paz». Jesucristo es pueblo judío y cuanto sabe de la fe lo vive con la humanidad.
Rey. Jesús ante Pilato cuando éste le pregunta, el Señor le dice: “Tú Escucha, aprende, reflexiona cómo en el Antiguo Testamento existía
los has dicho” y es ahí, al continuar ese tormentoso camino, cuando la forma de agradar a Yahvé a través del pueblo gratuito, que ofrecía
Jesús comienza a mostrar su secreto, su intimidad y su ser verdadero, al Señor dones, que había recibido del mismo Dios, pero que no se
a partir de ahora, Jesús ya no se esconde, no se contiene, habla. Sus reservaba. Jesús sabe de esto y lo lleva al interior del alma, no
palabras comienzan a tener rostro y poder: “Yo soy”, “Aquí estoy olvidemos cómo le gustaba orar en la noche, estar a solas con el
porque me has llamado”, “Quien crea en mí no sabrá lo que es Padre, en esa intimidad valerosa que conforma la vida con el
morir”, “¿Crees en el hijo de Dios…? el que habla contigo…ese proyecto, el que se decide o al que se es invitado.
es…” “Yo soy el camino, la verdad y la vida…” Jesús muestra un Nosotros como cristianos y monjes por la consagración, mirar el don
sacerdocio coherente y concreto, da sentido a la ofrenda de del ofrecimiento de Cristo es la razón de lo que en el fondo debemos
Melquisedec, pues se prepara para ser ahora el Rey de justicia y de ser: ofrendas alegres a Dios; nuestra vida entregada a sólo Dios y el
paz, ofreciéndose así mismo. servicio a los hermanos como fuente de esa vida eucarística de
caridad de la que nos alimentamos. Vamos hacia el Antiguo
Testamento para indagar en las entrañas de lo que para ese pueblo
significaba ofrecer, y para lanzarnos a Cristo que es la plenitud del ofrece se hace sin el corazón; después de tanto como hemos sido
que no ofrece algo, sino así mismo, dando un valor excelso a la enriquecidos por la gracia divina, seguimos sin ofrecernos. Se nos
donación personal, concreta, íntima, dolorosa, pero también lúcida. olvida rápidamente el amor derramado en nosotros. Es necesario
volver a ofrecernos con el corazón, con el alma, a no reservarnos.
Fuimos enriquecidos por la gracia, al menos así lo apunta san Pablo. Como cristianos, como monjes, no podemos seguir en ese sin-
Esto es que lo que en nosotros hay, como templos del Espíritu Santo sentido del día a día, donde caminamos apoyados en muletas,
es un derramamiento de gracias múltiples para ofrecer. No podemos paralíticos de sentimientos, vacíos de obras y muy acomodados
hacer lo que hicieron los malvados de la viña al ver venir al Hijo, al espiritualmente. Volver a ser ofrenda, nosotros mismos, con la
heredero, pensar en quedarnos con todo (cf Mt 21,38). No, sabemos realidad de la carne, sin justificarnos, humildes, dispuestos y
que Dios ha puesto todo lo suyo en nosotros, así se lo dijo el padre preparados para “dar razón de la fe a quienes nos la pida”. Es hora
misericordioso a su hijo mayor, desagradecido, “hijo mío, tú siempre de abrirnos a la gracia y comenzar a ser discípulos y signos del amor
has estado conmigo, y todo lo mío es tuyo” (cf Lc 15,31). También de Dios.
Jesús dirá a sus discípulos aquello de: “Yo ruego por ellos; no ruego
por el mundo, sino por los que me has dado; porque son tuyos; y Volver a sacrificar nuestra vida por el Señor es mirar a lo alto, hacia
todo lo mío es tuyo, y lo tuyo, mío; y he sido glorificado en ellos.” el cielo mismo del corazón de Dios y hacer de la existencia una
(Jn 17,9-10). Vivir la Eucaristía es tener conciencia de lo que en entrega profética, capacitada para sacrificar. Dirá el Señor Jesús:
nosotros Dios ha depositado, por eso, a la hora de ofrecer, debemos “Nadie me quita la vida, yo la entrego libremente” (Jn 10,18). Sin
saber que a Dios o se le entrega el todo recibido, o no se le entrega reservarnos. Así se hacía en el Antiguo Testamento ante las
nada. Con Dios no podemos ser tacaños. Basta de ser monjes que diferentes culturas con las que el pueblo de Dios se topó. Culturas
ofrecen lo que no les cuesta, lo que no han trabajado. Empecemos a cuyos sacrificios a sus dioses eran sacadas de lo mejor que se tenía.
reconocer que la fuerza de la vocación monástica está en el olvido de El mismo pueblo de Yahvé entrega a su Creador lo mejor de todo
sí, para empezar a abrir los ojos a la gracia y presencia de Dios, con cuanto tienen. Lo mejor lo ofrecía el pueblo, uniendo el corazón.
los pies en la tierra, pero con el alma en el cielo. Sin espiritualizar de
forma frívola nuestra realidad de hombres, pero sí, queriendo dar Pero el monje, el solitario, el hermano de Jesús Redentor en su
valor a esa llamada del “sígueme”. El monje no podrá jamás ofrecer pasión contemplativa no es un sacrificador de animales, de cosechas,
cosas, porque no las tiene. Por eso, no tiene excusa, porque sabe que todo lo ha recibido de Dios y por eso, reconoce aquello que
precisamente lo que no tiene, es lo que puede ofrecer Nosotros san Pablo dice respecto de las ofrendas del Antiguo Testamento
solemos ofrecer cosas, momentos, situaciones, posiciones, ofrendas cuando las define como “imperfectas y pobres” (Gal 4,9) o como
que en el fondo no tienen el valor ni la altura para elevarlas al cielo. meras “figuras” de algo más grande (1Cor 10,11). Ese momento
Y no porque en sí no exista una valoración, sino porque lo que se grande que esperaba el pueblo de Israel era la Promesa de Dios,
cumplida, en la encarnación del Hijo de Dios. El monje, la monja, y se eleve, como el incienso en su presencia el alzar de las manos,
tiene mucho que ofrecer de su interior, de su existencia. Es una como ofrenda agradable a Dios.
ofrenda cuyo valor está en la redención y la conciencia de la misma.
Pero sigamos viendo un poco más esto del sacrificio del Pueblo Si fue capaz de ofrecerse, ¿no seremos nosotros capaces de
santo. ofrecernos por los hermanos? Jesús humilde es la autentificación de
la ofrenda; el monje, la monja que vive humildemente puede
Para el Pueblo de Dios, de la Alianza antigua, era importante ofrecerse, ya no en figura, sino en realidad cristiana, como sal y
sacrificar, el más expresivo de estos sacrificios fue el llamado como luz para el hombre.
sacrificio de Expiación, ofrecido una vez al año por el gran sacerdote
en nombre de todo el pueblo de Israel, y en el cual la víctima Y, así como el Señor Jesús consumó su sacrificio en la cruz, así,
sustituía al pueblo (Lev 15,9 y 16). Lo que vemos en este sacrificio nuestra vida monástica nos exige y pide esta misma entrega y este
es la capacidad del pueblo de reconocer sus pecados y que éstos sean mismo sacrificio en el Altar de la cruz. Sin arrogancia, sin
ofrecidos por el sumo sacerdote para ser perdonados. prepotencia, mirando al Siervo de Yahvé, al Cordero manso,
¿Cómo es el rito? Las señales son claras, unos ornamentos podemos mirar a la Cruz, amarla, abrazarnos a ella, y humildemente
sacerdotales, la imposición de las manos sobre la víctima y, ante esta ver la forma en la que hacemos las cosas y el mundo de forma
visión que el pueblo tiene, éste se postra y adora a Dios nueva. El ofrecimiento voluntario nos da garantía veraz de la forma
misericordioso. El monje es en medio de su silencio y dentro de su elegida de existencia. San Pablo dice: «Cristo, entrando en el mundo,
bautismo sacerdote, está preparado para inmolar por sí mismo y por dice a su Padre: No quisiste ni víctimas ni ofrendas, pero me
sus hermanos la vida. Ante el Señor en la oración el consagrado, la adaptaste un cuerpo; no aceptaste holocaustos ni sacrificios por el
consagrada hacen valer su sacerdocio bautismal y ora, ora por la pecado. Entonces dije: Heme aquí... Vengo, oh Dios mío, a hacer tu
Iglesia, por el pueblo, por sus hermanos… sabe que nuestra vida está voluntad» (Heb 10,5 y 8-9). Jesús acepta la voluntad divina y por
cargada de imperfecciones, por eso no huye y permite cargar sobre sí eso mismo el sacerdocio oblativo con el que se enfrenta para
el pecado de él mismo y de los demás, queriendo ofrecérselos a Dios comenzar la hora de la Pasión, del amor pleno por la humanidad, es
para que Él los perdone. La amistad de Dios regresa al corazón del el signo de su verdad redentora. Sus palabras son fuerza para
hombre que se inmola por los demás, Dios que ama y espera ser nosotros los monjes y monjas de Jesús Redentor: «Padre, pasa de mí
amado por su criatura por la que está dispuesto a enviar a su Hijo al este cáliz, pero que no se haga lo que yo quiero, sino lo que Tú
mundo, la Promesa eterna, es el Dios que acepta con agrado el quieres»; y su última palabra antes de expirar será: «Todo está
corazón contrito y humillado, que no lo desprecia. El monje, la cumplido» (Jn 19,30).
monja, como solitarios, se encarga de presentar la vida de sus
hermanos, de la humanidad y pedirle a Dios que acepte el sacrificio
Jesús se sacrifica. El cristiano está llamado igualmente a ese punto “Por esta oblación única, Cristo ha procurado para siempre la
de su historia. Debe sacrificarse en actos de amor. ¿Porqué se perfección a los que han de ser santificados” (Heb 10,14).
sacrifica Jesús y puede sacrificarse el discípulo? Jesús es el Hijo de
Dios, su humanidad le permite ofrecerse en la naturaleza humana y 3. El monje es un invitado y un celebrante de Jesús Eucaristía: el
permitir que la Alianza s cumpla, libere al ser humano. Cristo puede Pan entregado, la eucaristía existecializada a golpe de cruz,
llegar a ese punto victimal porque es el pontífice, la divinidad y la “subamos y muramos con Él” (Jn 20,24-31)
inmolación de este hombre santo, divino, es de un valor infinito.
Puede ofrecerse el hombre Jesús, pero es el único que puede Tomás, el discípulo que no creía que Jesús se había aparecido a sus
devolver al hombre, criatura de Dios, la imagen de ser hijo, de ser compañeros y que aseguró que creería el día en que metiera su dedo
amado, es Jesús el que puede ofrecerse e inmolarse con la fuerza de en el Costado del Señor, es el mismo discípulo que muestra una fe
la Resurrección, porque es el movimiento del amor vivo, del amor en cierta forma madura. Porque si bien es cierto que tras la
medicinal y reconstituyente. Sólo, Cristo puede morir y resucitar, resurrección dijo eso de no creer si no le veía, también es verdad que
sólo Él puede redimir al hombre por su muerte y resurrección. La Tomás dice ante Jesús que ellos están dispuestos a subir a Judea y
víctima es santa, pura, inmaculada, pues es el mismo Jesucristo; Él, morir con el Maestro. Y también es el Tomás del “Señor no sabemos
Cordero sin mancha, que con su propia sangre, derramada hasta la el camino”. En este discípulo, se vive la apostolicidad que Jesús
última gota como en los holocaustos, borra los pecados del mundo. quiso para él, una apostolicidad que garantiza la fe de la comunidad,
Jesucristo ha sido inmolado en vez de nosotros; nos ha sustituido; porque si bien es verdad que Tomás hace preguntas, pone en duda,
cargado de todas nuestras iniquidades, se hizo víctima por nuestros recela, también es el que nos muestra el antes y el después de un
pecados. creyente. “no sabemos el camino”, y le dirá Jesús: “Yo soy el
«Dios cargó sobre El las iniquidades de todos nosotros» (Is 53,6). camino, la verdad y la vida” (cf Jn 14,6-7), es decir, no sólo te diré
Ahora, nosotros, los discípulos, los cristianos, los que creen en su Tomás, te diré a ti cristiano que soy por donde debes caminar, sino
Palabra, podemos, siempre mirando a Jesús, sin desviar la mirada de que además en ese camino te encontrarás con la verdad y, por tanto
Él, ofrecernos. El valor de este ofrecimiento es cristiano, porque con la vida. Un camino que comienza por la fe y que fundamenta
tiene amor. Un amor basado en “dar la vida por los amigos”. con los sacramentos. La Eucaristía es el camino, la verdad y la vida
Podemos ofrecernos y, debemos ofrecernos. Un cristiano de reservas de Jesús para los suyos. Dirá Tomás: “Vamos y muramos con él”
no es un cristiano de evangelio. Como solitarios, el ofrecernos en la (Jn 20,24-31) es el antes emocionante de los que siguen al Señor con
comunidad en los actos más pequeños de amor y servicio; ofrecernos la inocencia y la fe ciega en su palabra. Y el Señor nos dirá: “Velad
al mundo como oración que acompaña el dolor y el sufrir de y orad para que no caigáis en tentación; el espíritu está dispuesto,
muchos. Nos podemos ofrecer porque él nos ha rescatado con su pero la carne es débil”. (Mt 26,41-42). Velar ante la Eucaristía,
sangre y, gracias a ella, hemos sido santificados. Dirá san Pablo: entrar en la amistad con el Señor Jesús en este misterio es adorar al
Dios Uno y Trino, sentir al Señor Pan de vida eterna, escuchar y salvar el mayor número de almas mediante la adoración
esperar. Todo esto da sentido a la vida cristiana y, a nosotros como perpetua, los retiros y las obras de apostolado.”
solitarios y solitarias, nos embellece y da sentido. Nuestro sentido es
adorar y contemplar la Belleza del Santo. Como Tomás pasar por la Así, podemos hablar de la Eucaristía como el centro de la vida
prueba, pero con la fe de los que creen que Dios está en medio de cristiana y de nuestra vida monástica. Es en ella donde encontramos
nosotros; acompañarlo y no soltarlo. No temer a los momentos el sentido a nuestra entrega, a los días en soledad que pasamos.
complicados, sino esperar en su amor. Discípulo es aquél que Nuestro hoy, el ahora que vivimos es la posibilidad de vivir la
entiende con su mente, vive con su corazón y acepta con su voluntad Eucaristía como en aquél momento se vivió en el Monte Calvario.
que correr la misma suerte del Señor es garantía de comunión con No es la Eucaristía un pasado del que vivía, sino el memorial del que
Él, “que me amó y se entregó por mí” dirá san Pablo a los Gálatas Es, y viene, de un momento concreto y preparatorio de eternidad.
explicándolo así: “Con Cristo he sido crucificado, y ya no soy yo el Jesús celebra ese momento con la solemnidad del caso y se prepara
que vive, sino que Cristo vive en mí; y la vida que ahora vivo en la como en el Tabor para asumir el injusto castigo que caerá sobre él.
carne, la vivo por fe en el Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó La noche de la Cena Pascual es la gloria de Jesús escondida en el
a sí mismo por mí. (Gal 2, 20) pan y en el vino, es el Tabor de la tensión hacia la luz; Getsemaní y,
el Calvario, el dolor del Dios que redime y que no es acogido ni
entendido y, el triunfo de nuestra salvación porque subió al Madero
el Cordero Inmaculado. El momento de la cruz, así como el de la
última cena o, por qué no, el instante inmediato de aquellos hechos,
Dirá Victorine se extienden sin demora por el mundo, gracias a los que creen en Él
“Al aumentar los sufrimientos, aumenta en nosotros el gozo. y se hacen discípulos. No fue una redención pasiva, sino la
Los primeros apóstoles se alegraban cuando eran considerados redención que alcanzaba a los de ese minuto, como a los que en el
dignos de poder sufrir por Jesús. El cielo no es para los tiempo le esperaban y a los que seguimos esperando.
cobardes, si no para aquellos que perseveran hasta el final.”
La redención de Cristo es copiosa (cf Sal 129) porque del Señor
Y, también escribe: viene la Salvación. Y, esta redención sigue siendo hoy día un actuar
“Rezo sinceramente para que reine, en medio de las pruebas, de Dios en el tiempo y en el espacio, porque él ha llamado a algunos
la confianza en la bondad divina, para que nuestra a que sirvan a sus hermanos. El Altar, que es Cristo sigue estando
Congregación, a través de los obstáculos que serán cada vez lleno de las ofrendas de los signos de Jesús, el pan y el vino se
más grandes hasta el fin del mundo, cumpla su triple objetivo de consagrarán con sus palabras y la acción del Espíritu Santo. Esto, no
se puede inventar y, sólo las manos consagradas por la apostolicidad
pueden garantizar la celebración eucarística. Por eso, el monje adora comunión. Nosotros, monjes y monjas de Jesús Redentor somos
la Eucaristía que les sigue alimentado con Jesús, que es Cristo, sacralizados por este Misterio, al igual que los cristianos creyentes
“ayer, hoy y siempre” (cf He 13,8). Es ese Señor quien ha llamado a en Jesús como Hijo de Dios. Sacralizar es pertenecer a lo nuevo, al
algunos a presidir a la asamblea. Celebrar la Eucaristía es introducir hombre de luz, dejando el hombre viejo. Y no es utopía barata, sino
al Pueblo en el Costado de Cristo, porque hay que mirar al que realidad constitutiva del amor divino en el alma de quien tiene fe. Si
atravesaron (cf Za 12,10-11) y en él comenzar a entender que el Hijo Jesús ha querido habitar entre nosotros ¿queremos nosotros habitar
del hombre tiene que sufrir mucho (cf Lc 9,22), y ser elevado (cf Jn con él? La conciencia del querer estar y hacer en Dios, de existir en
3,14), sólo así se comienza a pensar, mirar, entender al Dios, que la Palabra encarnada es, ser parte de la alegría del Padre mismo, el
tanto amó al mundo, que le entregó a su Hijo (cf Jn 3, 16-18). El cual, tiene alegría al vernos dar frutos (cf Jn 15,8), y en esto Dios
monje no deja de ser un discípulo crucificado en su soledad y esto, recibe gloria.
es bueno, porque en él se purifica los deseos, las acciones, se abaja
su mirada de las cosas mundanas y se encuentra con una debilidad Somos monjes que entendemos que nuestra vida laical tiene su
que le hace gritar “Señor ten piedad de mí” (Sal 9,13). Sabe subir puesto en la Iglesia consagrados no por el ministerio sacerdotal, sino
con su Señor, entiende lo que es el desprecio y la soledad, la traición por la Profesión monástica estamos llamados a vivir la Eucaristía
y la burla, pero no desfallece en su quehacer cristiano. Se pone las celebrando el gozo de ser hijos de Dios. Reconocemos en el
armas de la luz, dirá san Pablo: “La noche va muy avanzada y está sacerdote ministerial al Cristo que celebra, ofrece y entrega por la
cerca el día: dejemos, pues, las obras propias de la oscuridad y redención. Nuestro carisma es fidelidad al sacerdocio de Cristo. Por
revistámonos con las armas de la luz.” (cf Rom 13,12). Nosotros, eso, para nosotros celebrar y sentirnos invitados al Banquete del rey
cristianos y en la llamada monjes, hemos sido invitados a esta Mesa es no despreciar la grandeza del amor redentor, que en la Eucaristía
humilde y en ella debemos sentirnos en casa y hacer de esa casa con se hace palabra del Padre, alimento del Hijo, humildad del Espíritu
nuestra celebración una fiesta, como el padre del hijo pródigo. Sí, Santo que consagra. Cuando celebramos, estamos trayendo a la
como cristianos y bautizados celebramos la Eucaristía y permitimos humanidad que sufre, que espera, que anhela el cielo nuevo y la
que el Cuerpo del Señor sea recibido en el mundo, abrimos con tierra nueva (cf Ap 21,1), donde mana leche y miel (cf Ex 33,3), una
nuestra oración caminos de presencia del Señor en el corazón de tierra que no puede ser robada por los hombres, sino que es el don
muchos hombres y mujeres del mundo. La adoración que brindamos gratuito del Dios que camina entre nosotros, que sale al encuentro
al Señor en la Eucaristía es el reconocimiento de su actuar divino, y del camino (cf Lc 24,15-17) y lo acompaña explicando el amor de
de su ser Dios-con-nosotros. Es una comunión perfecta con la Dios. Esto exige la apertura del alma, de la conciencia, de la
Trinidad y nuestra alma se plenifica de ese Dios-alimento. “La voluntad, porque si no, el actuar divino no puede penetrar y hacer la
Palabra se hizo carne, y habitó entre nosotros” (Jn 1,14). Esa Palabra obra redentiva, que exige fe, confianza, paz.
eterna de Dios, concretizada en su Verbo es el Sacramento de
Jesús, durante su vida ha hecho muchos signos ante los hombres, les fortalezcan en los sentidos, nos hagan comprender el valor de la
ha curado, les ha dado palabras de aliento, ha puesto sus manos entrega generosa y de no tener miedo a morir por la verdad de quien
sobre la enfermedad, se ha dejado tocar por los pecadores…signos se hace pan y vino de salvación. Las palabras “esta es mí sangre que
que han dado vitalidad a los que los han recibido desde la fe. La se derrama por vosotros” es la continuidad de sus signos, de los
Eucaristía no es un signo más, sino el compendio que totaliza los gestos amorosos del Jesús santificador y que en nuestra vida
demás signos salidos de las manos y compromiso de Jesús con el monástica nos llevan a sentir la limpieza de nuestras faltas y
hombre. La Eucaristía es ciertamente el culmen de la vida de Jesús, pecados. Sólo su sangre preciosa puede limpiarnos. El monje, la
el cual es el Cristo Total. El Cristo que nos hace creer en él y amar solitaria, le dicen como el leproso: “Si quieres, puedes limpiarme”
desde él. Esto, como cristianos y, como monjes no podemos (cf Mc 1,40), limpios y con él, podemos realizar el proyecto
separarlo, porque creer en Jesús es amar en Jesús. Porque si se ama vocacional, pero sin él, “no podemos hacer nada”. (cf Jn 15,5), o
es porque se cree en el amor de Dios, creer y no amar es sacrificar a estas otras palabras del Señor: “El que no está conmigo, está contra
los demonios, san Agustín escribe: “Tu fe es cierta, pero también los mí; y el que no recoge conmigo, desparrama.” (Mt 12,30). Ya vemos
demonios tiemblan y creen» (/St/02/19). Por tanto, si sólo crees y no que la conciencia eucarística aporta a nuestra vida diaria razones
amas, eso tienes en común con los demonios.” (Serm 19, 1-4). Y para amar este programa de vida cristiana y vocacional. Y, es que:
añade: “El amor es en los miembros de Cristo lo que la salud y “En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del
bienestar en los miembros del cuerpo.” (ib). La Eucaristía es la Hombre y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come
centralidad de nuestra vida cristiana. No se es cristiano sin participar mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el
del banquete Eucarístico, al menos no en plenitud. Y se trata de serlo día final.…” (Jn 6,53.54). Esta realidad del Maestro es en nuestra
en la plenitud de su amor. vida una alegría y gozo de sabernos llamados a vivir en la eternidad
si amamos nuestra vocación y la vida de los hombres por los que nos
entregamos en silencio y contemplación.

La vida monástica encierra una riqueza en la celebración de la


eucaristía, de la santa Misa, una brillante imagen del Dios que
No somos monjes sin sentido, sino los consagrados en el silencio de acompaña la soledad de los solitarios y solitarias que buscan el
la entrega, del “subir con Él y morir” desde su proyecto humano. Un alimento celestial con el fin de ayudar a la humanidad, a la Iglesia,
proyecto en la carne, que la revitaliza y la da nueva vida. Nuestra por medio de la adoración y veneración del Misterio eucarístico. Sin
vida, la carne en la que estamos, está llamada a entender su valor y ser la vida monástica vida ministerial, los monjes y monjas saben
su capacidad. Entregarnos desde la carne es hacer que las palabras que en el sacerdocio está la posibilidad de seguir siendo fuertes al
del Señor “este es mi cuerpo que se entrega por vosotros” nos recibir el Pan de la Vida. Oran por los sacerdotes, piden vocaciones
sacerdotales que les permitan en sus monasterios celebrar y recibir la culto razonable. Y no os ajustéis a este mundo, sino transformaos
presencia del Señor Jesús. Su vida laical y su vocación monástica no por la renovación de la mente, para que sepáis discernir lo que es la
es inferior a la vida sacerdotal ministerial, los monjes saben cuál es voluntad de Dios, lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto.” (Rom
su puesto y su misión. Ellos son celebrantes del Misterio, ellas son 12,1-2). Sí, es el culto agradable, razonable escribirá el apóstol.
quienes cuidan del Altar con el sumo amor de que saben que allí está Comer de Cristo es transformarse en lo que uno come. San Agustín
su Esposo divino. Celebramos la eucaristía con la alegría de los así lo dice: “te conviertes en eso que comes”. Comer de la eucaristía,
enamorados y de los locos vocacionados. Por eso, para el monje, la estar en la mesa de la comunión…para nosotros es centro.
comunión es un don que se recibe, porque se celebra. La comunión Escuchemos a san Agustín: “¿Cómo este pan es su cuerpo y cómo
es su centro, es el alimento para todo el día, es la posibilidad de este cáliz, o lo que él contiene, es su sangre? A estas cosas,
permitir que ese sacrificio del Calvario, llegue a todos los hombres hermanos, las llamamos sacramentos, porque en ellas una cosa es lo
gracias a la oración, meditación y contemplación de lo recibido. Y, que se ve, y otra lo que se entiende. Lo que se ve tiene forma
gracias a la comunión el monje, la monja, consuman el sacrificio, se corporal; lo que se entiende tiene efecto espiritual. Si quieres
unen al Amado, llegan con Él y en Él se cristifican. La comunión es entender el cuerpo de Cristo, escucha al Apóstol que dice a los
un donarse porque antes, Jesús se me ha donado y el mismo Dios me fieles: vosotros sois cuerpo de Cristo y sus miembros. Por tanto, si
alimenta consigo. Puedo ser porque él ya es en mí, la Promesa vosotros sois el cuerpo y los miembros de Cristo, sobre la mesa del
cumplida, la Palabra dicha. La misa para el consagrado en soledad Señor está el misterio que sois vosotros mismos y recibís el misterio
no es un momento más dentro de su día a día, como no lo puede ser que sois vosotros. A lo que sois respondéis con el Amén, y con esa
para el cristiano bautizado, sino el centro de todo, ya que es el respuesta lo rubricáis. Se te dice: El cuerpo de Cristo, y tú
verdadero sacrificio, el mismo del Calvario, lleno de frutos, de un respondes: Amén. Sé miembro del cuerpo de Cristo para que ese
Costado abierto. Aquí el monje, la monja, nacen cada día con fuerza Amén sea auténtico. ¿Por qué precisamente en el pan? No aportemos
de amor, se purifican, se confrontan, se asocian, se humanizan. En la nada personal al respecto, y escuchemos otra vez al Apóstol, quien,
eucaristía se unen como comunidad santa, como fuerza de Dios y su hablando del mismo sacramento, dice: Siendo muchos, somos un
amor para el mundo. Aquí, la vida monástica se enfrenta al pecado y solo pan, un único cuerpo. Comprendedlo y llenáos de alegría:
lanza rayos de luz sobre las tinieblas que intentan envolver el unidad, verdad, piedad, caridad. Un solo pan: ¿quién es ese único
mundo. La Misa del Monasterio es el todo anhelado por la vida de pan? Muchos somos un único cuerpo” (Serm. 272). Los que comen
los que allí viven. Reunidos en torno al altar, la comunidad se hace de la eucaristía, no pueden ofenderse, ni ser hostiles entre ellos, ya
parte del cuerpo de Cristo, celebrando la verdad entrega y siendo que el amor eucarístico del cuerpo de Cristo vivifica en caridad.
invitado a ofrecerse como “hostia santa”, escribirá san Pablo: “Os Dirá nuestra Madre: “La presencia real de Jesús en el tabernáculo es
exhorto, hermanos, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros la base y el vínculo de la vida religiosa.” Para nosotros los monjes de
cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios; éste es vuestro Jesús Redentor, la eucaristía celebrada con la conciencia de los que
son redimidos, será la paga de una salvación eterna, porque creímos sangre preciosa, como de un cordero sin tacha y sin mancha, la
en él, nos abandonamos en Él. sangre de Cristo.…” (1ª Pe 1,18). Una sangre derramada en figura y
palabra por Cristo en la última cena y ratificada físicamente en la
4. “Cuando elevéis al Hijo del hombre…sabréis que yo soy”: Los cruz. El “haced esto en memoria mía”, porque “esta es la sangre de
frutos del Sacrificio de Cristo. la nueva alianza”, es la garantía de la cruz, porque sus palabras no
fueron imaginarias o incompletas en su acción, sino realizadas de
La vida monástica es adoración al Hijo de Dios en la Cruz. El monje forma cruenta para perpetuidad del alimento espiritual que en la
sabe de cruz, no porque ella sea su gloria, sino su garantía de mirar Eucaristía a partir de ahora se nos ofrecía como don sacratísimo de
al que traspasaron (cf. Za 12,10), al que no tiene aspecto humano (cf su vida entregada. La Eucaristía de la noche de Pascua, no era una
Is 52, 14) y saber que sigue el camino cierto de su cristianismo. La imagen de un cordero defendido, sino la legalización de su entrega
gloria, el éxito no son adjetivos en nuestra vida de un triunfo por lo que había de cumplirse del modo más real como era su muerte. Un
que somos. Nosotros, en la llamada hemos recibido una invitación a cordero no huido, no protegido, no abandonado en el desierto, sino
seguir al Cordero, al pobre de Nazaret, al Bueno y Santo, al que se el Cordero Inmaculado, santo, Hijo y hermano que asumía desnudo
entregó por nosotros. La cruz es una escuela para nosotros, porque el reto de vestir a los que se habían alejado de Dios con la túnica
en ella sabemos el duro camino, sin desviarnos, y como discípulos enteriza de su amor rescatado. Ahora, esa eucaristía de la noche
no podemos salirnos de esta realidad salvadora, redentora. San Pedro Pascual quedaba al descubierto, visible…”lo que se había dicho de
en su primera Carta escribe: “Cargado con nuestros pecados, subió al éste era cierto” (cf Mc 15,39), “Cuando el centurión vio lo que había
leño, para que, muertos al pecado, vivamos para la justicia. Sus sucedido, glorificaba a Dios, diciendo: Ciertamente, este hombre era
heridas nos han curado.” (1ª Pe 2,24) ¿Nos escandalizamos al seguir inocente.” (Lc 23,47). Los monjes de Jesús Redentor comulgan con
a un “frustrado Mesías? ¿Por qué no hubo otro camino? ¿Tan difícil el Cristo de la Cruz. Lo reconocen y lo aman. Y ellos mismos desean
le era a Dios cambiar la historia malvada de los hombres? ¿No podía asumir el reto precioso de hacerse parte de ese pan eucarístico, puro,
haber detenido el momento de la Cruz? Podríamos seguir blanco, iluminado por el amor entregado de Jesús. El monje de Jesús
haciéndonos muchas preguntas, pero en estos momentos es mejor redentor bebe del cáliz del Señor, sí. Dirá nuestra Fundadora: “Hay
guardar silencio y contemplar al que está elevado sobre la Cruz, que beber el cáliz hasta la última gota: gota de injurias y de
porque ahí sabemos quién es Él. Todo el sufrir del Hijo de Dios es la relaciones falsas. Pero todas estas miserias nos acercan a Dios dando
ganancia de nuestra alma. No nos hemos perdido porque él con su firmeza a nuestra fe y aumentando nuestro amor hacia Aquel que
muerte nos ha comprado para Dios por medio de la sangre bendita y solo merece nuestro amor”. Ni Subimos a la cruz por despecho, ni
sagrada de Cristo, así nos lo cuenta la 1ª Carta de Pedro: “sabiendo buscamos el dolor por ganar a nadie, ni somos “víctimas”
que no fuisteis redimidos de vuestra vana manera de vivir heredada falsificadas por el error ególatra, ni discípulos sin Maestro. Todo lo
de vuestros padres con cosas perecederas como oro o plata, sino con contrario, la Cruz es la visión más clara de quien entrega su vida,
“nadie se la quita”( cf Jn 10,18) por amor redentor. De ahí que mirar palabras del Señor Jesús nos ayudan a entender lo profundo de lo
al Señor, “al que traspasaron” es concienciarse del amor, de la que en su Corazón divino y humano existía: la verdad misma. Una
entrega con sentido, de la locura silenciosa de saber lo que se hace. verdad que ofrece lo que tiene, su contenido. Jesús no es fruto de un
¡Cuánta falta nos hace saber a lo que nos dedicamos! “Saber que es nacer humano, sino el Hijo de Dios que por obra del Espíritu Santo
Él” y sólo Él quien nos hace vivir y dar sentido al quehacer diario. se encarnó en el vientre de la Toda Santa. Jesús asume la condición
La eficacia pneumática de Jesucristo en el alma revitaliza el de Siervo, y este asumir es derramar sobre el mundo, sobre la
discipulado y a los discípulos con la gracia de la eternidad. “ humanidad, toda su gracia. No se hizo hombre para humillar al
No olvidemos aquél himno de la liturgia donde se canta en el Oficio hombre, sino para sacarlo de la humillación producida por el pecado.
de Lecturas de mártir aquello de “Quien entrega su vida por amor, la Así, el vientre de la Virgen se plenificó de la vida en abundancia,
gana para siempre, dice el Señor”. Sí, es el amor el que de nuevo nos porque para eso viene él, para que tengamos vida en abundancia (cf
asalta, nos revienta los odres viejos (cf Mt 9,17), tira de esta tela Jn 10,10). Es el fruto que vivifica, porque todo en él es vivificante.
corroída (cf Mt 9, 16) de nuestra vida sin Espíritu, por culpa de las Nadie más que Él puede dar la vida, nadie. Por eso Jesús es el
traiciones que hacemos a nuestro templo; es el amor del que está en Redentor. Ninguno puede dar vida, nada puede surgir como creación
la Cruz, silencioso, callado, el que nos resulta incómodo a nosotros, propia; depender de la vida de Cristo es empezar a dar “fruto en
sus discípulos, sus monjes, sus solitarios. Y, sin embargo se nos abundancia” (cf Jn 15, 8) para la gloria del Padre.
exige mirarlo, allí y reconocer en este desfigurado, al santo de Dios, Si los frutos de Cristo, Hijo de Dios han sido derramados en nuestros
al que nos ha elegido, para que seamos santos en Él (cf Ef 1,3-6.11- corazones (Rom 5,5) y sólo Él puede sanar, resucitar, y llegar a darse
12). Nuestra vida cristiana y monástica incesantemente debe saber en comida y bebida…entonces la Misa y lo que en ella se celebra es
los frutos, saborearlos, esas creaciones maravillosas que nacen en la la autenticidad de Cristo, de quién es Él, de lo que hace. Dirá: “Si no
Eucaristía, al celebrar la santa Misa. Frutos de inagotable salud. hago las obras de mi Padre, no me creáis; pero si las hago, aunque a
mí no me creáis, creed las obras; para que sepáis y entendáis que el
Padre está en mí y yo en el Padre.” (Jn 10,37-38) Jesús está en el
Padre, y al ofrecerse en la humanidad y a la humanidad, ofrece el
fruto de su vida divina, y la presencia continua de Dios en la vida del
hombre. En el capítulo 10 versículo 39 del evangelio de Juan
continua diciendo: “Por eso procuraban otra vez prenderle, pero se
les escapó de entre las manos.” (Jn 10,39). Molestan las palabras y
“Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los las acciones de Jesús, parece que nos da rabia, también a nosotros
espinos o higos de los abrojos? Así, todo árbol bueno da frutos que el Señor haga obras grandes por amor a nosotros, como la
buenos; pero el árbol malo da frutos malos.…” (Mt 7,16-17). Estas Eucaristía. Si creyéramos en Él, daríamos frutos buenos a muchos
que lo necesitan y no les robaríamos la eucaristía por nuestra falta de Y la Cruz es también en Jesús la Resurrección. Haberse ofrecido
fe. como víctima, en el altar de la Cruz, le ha merecido surgir de la
noche, de la muerte y vencerla. Por eso, aún estando ya para siempre
La Cruz es el árbol de la vida. Porque siendo creación de Dios y en la gloria que le corresponde, nos dejó este memorial eterno, para
voluntad de su hermosura, fue el patíbulo del santo. No le el tiempo y la inmortalidad de los que crean en su Palabra. Ahora la
correspondía, no era para él, sino nuestra condenación. Nosotros Misa es el momento no cruento de su vida a la Esposa. Cada Misa es
deberíamos haber estado allí, pero nos escondimos, como siempre el “Sí” de la entrega del Hijo por amor. La obediencia del Siervo al
del mirar de Dios, como en el Paraíso nuestros padres, porque al Padre, que si bien le pidió “que pasara ese cáliz” (cf Lc 22,42),
verse desnudos supieron que habían tentado al Señor. Ese duro también le dijo “pero que no se haga mí voluntad sino la tuya” (cf Lc
tronco, cruel, impasible ante el Cuerpo que sostiene, tiene el sentido 22,42).
de lo que sostiene. Y antes de subir, Jesús había ofrecido el pan y el Esta parte del Evangelio de san Lucas nos muestra la vida humana
vino, en la intimidad de los suyos, pero ahora estar arriba era del hombre Jesús que ofrece al Padre todos sus méritos. Méritos que
ofrecerse abiertamente a todos, una Eucaristía universal, que surgen de una entrega fiel y convincente en su corazón. Jesús es el
abarcaba a todos los hombres, buenos y malos, porque por todos Hijo de Dios, pero con su encarnación, abre esa puerta para que los
Dios hace salir el sol (cf Mt 5,45). Jesús en la cruz está abierto, no hombres comprendan sus gestos, sus palabras, sus miradas, llenas,
está quebrantado, porque es Uno, es imposible dividirlo, “no le sin duda de méritos eternos que nos ayudan a entender que hemos
rompieron los huesos” (Jn 19,33). De ahí que quienes comemos de la sido comprados a precio de su sangre divina, como escribe san Pablo
Eucaristía, comemos del Santo que estuvo en la Cruz, por amor. Esta a los Efesios: “Él nos ha obtenido con su sangre la redención, el
fidelidad de Cristo en nosotros implica nuestra fidelidad a los perdón de los pecados, según la riqueza de su gracia, que ha
hermanos, a nuestra vida monástica y al carisma de la Congregación derramado sobre nosotros con una plenitud de sabiduría y de
de Jesús Redentor. Escribe nuestra fundadora: “Unamos nuestros prudencia,” (Ef 1,7-8). Una sangre cuyos efectos son los mismos que
corazones y nuestras voces para adorar al divino Maestro, sobre la Palabra del Señor, que no pasa, “El cielo y la tierra pasarán, mas
el altar reconocemos a nuestro Dios muerto en la cruz. mis palabras no pasarán.” (Mt 24,35). Los méritos de Cristo son, en
Ofrezcámosle nuestro corazón. Él es nuestro Pastor, el eterno Rey de la Misa, verdaderos ríos de verdades y redención. Verdades, porque
reyes.” Y también escribirá Victorine: “Feliz aquél que comprende, al ver al Señor dando su vida, podemos exclamar como el centurión
y más feliz aun aquél que experimenta la locura de la cruz y la en la Cruz_: “¡Verdaderamente este es Hijo de Dios!” (Mt 27, 54).
confianza en Dios.” Una confesión en el momento más difícil de ver, como era el
martirio, el sufrimiento y la impotencia del condenado a muerte,
Jesús. Ver en él la Verdad del camino, de la vida por la que podemos
andar. Como monjes de Jesús Redentor, estar “eucaristizados”, es
revelar lo que comemos y bebemos, porque recibimos los méritos
insondables del Señor en la Cruz. Porque el Maestro en la cruz es un
cordero degollado, es decir, ese martirio es, dirá el Concilio de Aún siendo una forma incruenta la Misa, es una auténtica donación
Trento: la Misa es «un sacrificio verdadero y real»: verum et del Hijo para salvar al hombre y recordarle su amor. Y, aunque la
propium sacrificium (Sess. XXII, can.1). Hoy día, recordar y vivir el Misa no es una renovación de la salvación redentora, porque no se
sacrificio del Señor es el reconocimiento de que Él entregó su vida renueva lo que es eterno, de por sí es siempre, sin modificación
por amor a mí y me redimió. La Verdad de todas las verdades. Así, alguna, porque en el amor no entra la improvisación, o la añadidura:
la redención es el hecho de mi salvación, porque solo Cristo en la Dios ama y ama eternamente, Dios se ofrece y se entrega
Cruz puede redimir mi vida del pecado. Cuando instituye la eternamente, no deja de ser la Misa un momento de eternidad de su
Eucaristía, no como un simple recuerdo, sino como una realidad amor por el hombre. Pore eso, la Misa no es recuerdo simple, sino
espacial, temporal en cuanto en el eterno momento del tiempo de actualización en la conmemoración del Sacramento.Y esto, nos lleva
Dios, donde se celebra por fe este Sacramento, Jesús está ya a ver que dicha oblación y sacrificio eterno de Cristo, nos lleva a una
disponiendo de su realidad de Hijo de Dios y de hermano del plenitude de frutos de redención. Dirá Trento: “nos aplica
hombre y Redentor del mismo. La autoridad de Cristo hombre, nos ubérrimamente sus frutos”: (Oblationis cruentæ fructus per hanc
lleva a la redención, porque Jesús eterniza su presencia en la incruentam uberrime percipiuntur)
Eucaristía, y “cada vez que hagáis esto en memoria mía”… (Lc
22,19) ”allí estoy en medio de vosotros” (Mt 18,20); presencia de Los frutos eucarísticos, que generosamente se ofrecen, y que el
conmemoración y no de simple recuerdo. Las verdades que nos sacerdote, ministro válido del altar ofrece al Padre y consagra por el
redimen son las de Cristo Eucaristía y Cristo crucificado. Porque uno Espíritu Santo, son los frutos de la caridad de Cristo, frutos que la
solo es Él, Dios y hombre. Sólo uno puede redimirnos y ese es Jesús. comunidad entera recibe. De ahí que el sacerdote ofrece el pan y el
De ahí, los Hermanos de Jesús Rednetor comprenden la Misa, la vino por sí y por todos los pueblos, ya que la comunidad hace
hacen vital y, por tanto alimenticia para el espíritu y la carne. Dejan presente a los creyentes y a los no creyentes. Sanamos y curamos los
de ser paganos, cuando en común comulgan, dejan la inutilidad de lo corazones cuando la comunidad se solidariza y ofrece orando, dando
divisorio, para centrarse en la unidad del Espíritu. Y creen, creen en gracias a Dios por la creación, por la redención. ¿Qué dice el
que la Misa es verdadero y real sacrificio que les salva. sacerdote secretamente a la hora del ofertorio? Recordémoslo:
“Suscipe, sancte Pater omnipotens... hanc immaculatam hostiam...
La Misa es una verdadera oblación, una oblación que nos remite al pro omnibus circumstantibus, sed et pro omnibus fidelibus
Calvario. Dice el Concilio de Trento: “El mismo Cristo se ofreció en christianis vivis atque defunctis: ut mihi et illis proficiat ad salutem
el altar de la cruz de una manera sangrienta,, ahora se hace presente in vitam æternam). ( Recibe, oh Padre Santo, omnipotente y eterno
y se ofrece incruentamente» (Sess. XXII, cap. 2) Dios, esta que va a ser Hostia inmaculada y que yo, indigno siervo
tuyo, te ofrezco a Ti, mi Dios vivo y verdadero, por mis
innumerables pecados, ofensas y negligencias, y por todos los
circunstantes, así como también por todos los fieles cristianos vivos
y difuntos; a fin de que a mí y a ellos nos aproveche para la
salvación y vida eterna.)
Nosotros monjes del Redentor, debemos tener en cuenta esto, porque
Nuestra Madre fundadora, cuando se llega a Roma para pedir una por nosotros, por los hombres y mujeres del mundo, por quienes
audiencia con el santo Padre, manda celebrar una Misa por esa están en la fe y por los que no lo están, al vivenciar la Eucaristía, nos
intención ¡una misa!. Ella se apoya en el misterio de la eucaristía, se sumergimos y hacemos que otros se sumerjan en la experiencia del
ofrece, entrega su vida en la eucaristía y confía en la voluntad de Amor inmolado, de quien entrega su vida por un amor eterno. Es
Dios. Y sucede lo que ella no esperaba, esa Misa celebrada da como verdad que sin fe, todo esto que decimos no tiene valor o no es
resultado una audiencia privada con el Papa Pio IX. A él le entrega creíble, pero es así. La fe nos lleva a comprender la fuerza de lo que
el proyecto de su alma, su fidelidad y le da a leer lo que ella cree se celebra. Nuestra Madre nos anima: “Las pruebas que tenemos
debe ser la Obra; el Santo padre llee atento y observa, ¿qué pide que soportar son tantas que deberíamos preferir morir o mejor
Victorine? Así lo cuenta ella: “Le hice presente la lista de favores vivir en la cruz para que Jesús sea siempre amado y conocido, para
para la Congregación a saber: La Santa Misa, la Bendición con el que la fe penetre en el corazón de sus pobres hijos abandonados.”
Santísimo todos los días y la indulgencia plenaria para vivos y (Victorine Le Dieu). A la luz de la fe, podemos considerar el altar,
difuntos. Después de haber leído dos veces la lista el Papa sin tal como lo considera el Padre celestial. ¿Qué es lo que ve el Eterno
vacilar, escribió, fechó y firmó con su autoritaria mano la Padre sobre el altar en que se ofreee el santo sacrificio? El Concilio
concesión de todos los favores con las facultades del Episcopado de Trento dice: Ve «al Hijo de su amor» (Filius dilectionis suæ. Sess
Católico. Siempre que añade el Papa se trate de personas que viven XXII, cap.2), al Hijo de sus complacencias
en Comunidad.” Ya vemos que no estamos lejos de lo que estamos (cf. Lc 3,22).
leyendo sobre nuestra vocación: la Misa, la Bendición con el
Santísimo, la indulgencia para vivos y difuntos…Nuestra Madre es El santo sacrificio es también fuente de confianza y de perdón.
realmente una ofrenda de amor eucarístico. Para ella es el centro de
todo la Misa. Nosotros debemos aprender el valor carismático, ya no Dentro de nuestro carisma, el perdón, la misericordia es esencial,
sólo cristiano, sino la gracia recibida del Espíritu que nos está porque de ello queremos ser signos, como creyentes y monjes. Tener
involucrando en la cena del Señor. Como monjes, ofrecernos es la experiencia del perdón confiado es poder ofrecer a otros esta
entender que “quien como de este pan y bebe de este vino, tiene vida locura de caer y levantarse perdonados. Nuestro pecado nos persigue
eterna” (cf Jn 6,54).
con fuerza, pero también la misericordia de Dios es una realidad todo esto ya que la misa no es un sacrificio laudable o lo que muchos
derramada ante nuestra caída. creen, el recuerdo de la cruz sin más, sino el sacrificio de
Podríamos escrutar en la fe, en la celebración eucarística, propiciación que instituyó Jesús para mostrar su Redención. No
desesperadamente el perdón de Dios. Una búsqueda que calmara el podemos olvidar en esto, que el mismo sacerdote ofrece la Eucaristía
miedo a morir y ser condenados. Esta imagen no es ajena y, a lo por sus mismos pecados y ofensas hechas a Dios.
largo de los siglos ha aparecido como un fantasma en la historia de
muchos creyentes: tener miedo, dudar de Dios y su perdón. Hacer Por más grandes que sean nuestros pecados y ofensas, no olvidemos
mucha, mucha oración, mucha reparación, pero no por amor, sino que, como monjes, estamos ofreciendo el Sacrificio expiatorio,
por ese mismo temor. Y, si bien hay que pedir el santo temor de donde el hombre medita, contempla, recibe, al “Cordero de Dios que
Dios, éste no es sinónimo de esperar el castigo, sino una infinita quita el pecado del mundo” (Jn 1,29). Por eso, a pesar de todas
confianza en que Dios no nos dejará caer en la fosa, aunque estemos nuestras indigencias, una sola misa ofrecida a Dios Padre, da más
rodeados de peligros, de injusticias, de crisis, de maldad o de caídas gloria a su Divinidad que todos los sacrificios que creamos podemos
que rompen nuestra integridad; ésta idea es reflejada en el salmo 56: hacer para aplacar el “furor de Dios” Escribía san Julián Eymard:
“Estoy echado entre leones, devoradores de hombres; sus dientes son “Sepan, oh Cristianos, que la Misa es el acto de religión más
lanzas y flechas, su lengua es una espada afilada. Elévate sobre el sagrado. No pueden hacer otra cosa para glorificar más a Dios, ni
cielo, Dios mío, y llene la tierra tu gloria. Han tendido una red a mis para mayor provecho de su alma, que asistir a Misa devotamente, y
pasos para que sucumbiera; me han cavado delante una fosa, pero tan a menudo como sea posible". Y santa Teresa de Jesús en una
han caído en ella.” (Sal 56, 5-7). Así, para nosotros, monjes y ocasión dice que se sentía inundada de la bondad de Dios. Entonces
monjas contemplativos de Jesús Redentor, pedir perdón, reparar le hizo esta pregunta a Nuestro Señor: “Señor mío, “¿cómo Os podré
nuestras ofensas, ayudar a que otros sepan hacerlo, es una forma de agradecer?” Nuestro Señor le contestó: “asistid a una misa”. Y
vivir el santo Sacrificio del Altar como un gran momento reparador nuestra Madre Fundadora: “El espíritu de paciencia y sacrificio es
que se eleve ante el trono de Dios y sea a él la gloria y la alabanza, necesario a todas las almas, pero generalmente se comprende poco.
como signo de satisfacción justa a la Divinidad. Dirá el Concilio de San Pablo dice que “Tenemos que cumplir en nosotros lo que falta a
Trento: «Mediante esta oblación de la Misa Dios, aplacado, otorga la la pasión de Cristo”. Palabras en cierto modo extrañas, porque es de
gracia y el don de la penitencia perdona los crímenes y los pecados, fe que el Salvador ha complacido suficientemente al Padre por
aun los más horrendos». Estar en la celebración de la eucaristía, es nosotros, pero para que esa gracia sirva a cada uno es necesario vivir
un momento por tanto perdonador ya que suscita en nosotros, por unidos a Él y asemejarnos. Él ha trabajado, sufrido, orado y muerto,
medio de la gracia divina la iluminación de nuestra vida, sacándonos para participar de su gloria, es necesario que nosotros trabajemos,
del interior verdaderos actos de contrición, que nos llevan a la oremos y muramos.”
penitencia y por medio de ella, será devuelta la amistad con Dios. Y
Amar al Dios Trino, el Dios que nos perdona, porque nos ama y siendo conscientes de que recibir su Cuerpo y Sangre es el signo de
celebrar la Misa como sacrificio de amor donado, donde el Hijo se aceptación de su Persona, de su Mesianismo, de su Misterio? Al
entrega al Padre, dándose como el Cordero santo y así redimiendo y recibirle ofrecemos al Padre a su propio Hijo y, elevamos a Dios
obteniendo el perdón de nosotros, es una experiencia inicial y Padre ese gozo de acción de gracias por la eucaristía. Vivir La Misa
duradera para la vida de seguimiento. Saber que soy perdonado y es obtener las gracias necesarias para mantenerse fiel al ideal, por
amado y que el Pan eucarístico es el Pan del Cuerpo de Cristo que eso damos gracias a Dios por mantener en nosotros la atención
sana, porque su medicina es perdón profunda para nuestras heridas eucarística que necesita de la conciencia de lo que recibe: el Cuerpo
es haber entendido que el “Señor, ten piedad de mí que soy un del Señor Jesús.
pecador” es una verdadera oración sanante, porque con conciencia
sale dicha expresión del alma, del corazón ingrato que se dirige Dirá nuestra Madre Fundadora: “Doy gracias a Dios porque me
hacia la conversión de costumbres. San Bernardo, Abad, dirá: “"Uno sostiene sin incertidumbres en este ideal. Si, te agradezco de todo
obtiene más mérito asistiendo a una Santa Misa con devoción, que corazón, Dios mío, porque mantienes en mí la calma y la firme
repartiendo todo lo suyo a los pobres y viajando por todo el mundo voluntad de servirte y de darte a conocer, aunque esto me llegase
en peregrinación ". a costar la vida, o lo que es peor, el martirio de la contradicción
cotidiana como ya lo estoy experimentando desde hace tiempo.” Y
Dice el salmo “¿Cómo pagare al Señor todo el bien que me ha es que, no debemos tener duda alguna, celebrar, vivir, introducirse
hecho?” (Sal 115). Y ya vamos entendiendo que, la Misa es ese en el misterio de la Misa es entender el martirio mismo del Señor,
lugar grande de agradecimiento a Dios Padre, por el Hijo Amado sostenerse cada día, en medio de las contradicciones. Tener fe
Jesucristo que por la fuerza del Espíritu Santo nos hace siervos inquebrantable que nos hace verdaderos cristianos, comunidad,
amados y alimentados. Sí, pagar al Señor es reconocer con confianza fraternos, misericordiosos, podría afirmar que la Misa es el momento
y misericordia que su amor es benéfico, salvífico y sostiene nuestra de los bienaventurados del evangelio, porque a través de ella se
vida y sus muchas ingratitudes para con Dios. ¿Cómo poder llegar a entiende la persecución, el olvido, las lágrimas, las injusticias, el
decir que Dios no ha hecho nada por nosotros? ¿O cómo muchos que dolor, la pureza de corazón…Y ante quienes creen que ya no hay
en un momento dado de su vida y tras la renuncia a la fe valor de acción de gracias en la Misa y que es pérdida de tiempo,
soberbiamente dicen: “Dios no me ha dado nada, todo lo he para nosotros es su Presencia continua, que no termina; muchos
conseguido yo”. Por eso, la humildad de reconocer sus dones, los intentarán el desanimarnos, pero el amor a Jesús nos lleva a esperar.
bienes derramados en el alma. Escribe Victorine: “Muchos creen que todo está irremediablemente
¿No ha dado el mismo Señor Jesús gracias a su Padre? ¿No es la
perdido, ¡pero gracias a Dios nos queda Jesús! Jesús en nuestro
Eucaristía la acción de gracias por excelencia? Si Jesús es el que da
pobre y pequeño tabernáculo: ¡es la vida, es el cielo, es todo!”. Ser
las gracias ¿cómo no celebrar nosotros humildemente la Misa,
consecuentes con lo que celebramos es despertar en nosotros el amor
por Jesús, que está en la Eucaristía siempre, como acción de gracias al ciego de nacimiento (cf Jn 9,1-41), ni al endemoniado (cf Mc 5,1-
continuas al Padre. 20) , ni a la mujer de las hemorragias (cf. Mt 9,20-23), ni a los que
llama a seguirlo (cf. Mc 10,21). Esto nos lleva a descubrir cómo en
La Misa es la vivencia de las Palabras que salen de la boca del la Misa estamos todos, entramos en ella en la variedad de nuestras
Señor y la acogida de la única Palabra que es Cristo. Cuanto el realidades personales.
Evangelio nos dice es la Tradición de una fe comunitaria, imposible
de inventarse, la experiencia profunda y humilde que del Señor tuvo Jesús en el Altar se ofrece por todos al Padre eterno. Se inmola, es la
la Iglesia primitiva. Aceptar al Jesús que dice: “Yo soy el camino, la Ofrenda de Amor, porque no quiere que nadie se pierda. Así lo dirá
verdad y la vida” (Jn 14,6) o aquello de: “Quien come mi carne y en Juan: “Y esta es la voluntad del que me envió: que de todo lo que
bebe mi sangre tiene vida eterna” (Jn 6,54) y así, muchas de las Él me ha dado yo no pierda nada,” (Jn 6,39). Es un Cristo-Ofrenda,
frases del Señor, debe llevarnos como discípulos y creyentes a un que nos alcanza los favores, las gracias que tanto necesitamos.
consuelo espiritual, a una fortaleza interior ante las adversidades. Celebrar la Misa con la conciencia de que somos redimidos,
Porque no se puede comer a Cristo y seguir sintiendo el “maná sin embellecidos por la gracia de Cristo.
cuerpo”, no se puede beber su Sangre y dudar hasta dos veces del
agua viva que sale de la Roca en el desierto, (cf Núm 20,11) o del
Costado del Señor abierto en la Cruz como río sacramental. En Juan Escribirá san Pablo: “Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que
se dice: “En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra
alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que profesión. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda
cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en
agua viva.” La Misa es la fuente de toda gracia y bautismo. Beber de todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos,
Cristo Eucaristía es saciar la sed de vida, de historia, de humanidad. pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia
Cuando el monje sacia su sed en la Misa, entonces, saltan en él ríos y hallar gracia para el oportuno socorro.”(Heb 4,16). ¿Qué mejor
de misericordia, porque bebe del perdón de sus propias faltas, se Trono que el Altar? ¿Qué mejor ofrenda que el Cristo- Sacerdote?
puede ofrecer con el perdón recibido, por los hombres que están La misericordia es el don para los que confían y viven la eucaristía
fuera de la vida o la buscan, porque tienen sed. Se sabe amado y, por con la plenitud del amor redentor.
eso mismo perdonado.
Al celebrar el santo Sacrificio del Altar, lo debemos hacer con la
Es el Jesús de las manos sanadoras el que está en la Eucaristía, el suficiente confianza. Quien confía, es aquél que se fía del otro. Es el
que ofreciéndose al Padre en ella, no olvida al ladrón de la Cruz, y abandono a las palabras, acciones, disposiciones de quien nos dice
le dice: “Hoy estarás conmigo en el Paraíso” (Lc 23,43) ni deja fuera “confiad”. Sí esto es así, poner dentro de la fe en Jesús la fuerza de
este verbo es hacer de nuestra vida cristiana y monástica una historia misa fe con la que se vive la eucaristía y la sinceridad de nuestra
de abandono total, “como el niño en brazos de su madre” (Sal 130), devoción la que nos otorga las gracias que recibimos. Ofrecernos en
una actitud de fidelidad, ya que confiar exige de todas maneras la la misa sin quitar protagonismo a Cristo, ofrecernos con fe, ser
pequeñez, la humildad, la capacidad de no leer con el intelecto que devotos durante el sacrificio no nos lleva a una falsa teología del
todo lo explica, sino que deja espacio a la sorpresa. El salmo 130 en sacramento, ni a un infantilismo del mismo, sino a entender la
el que nos apoyamos comienza diciendo: “Señor, mi corazón no es entrega generosa, completa que el Señor Jesús tuvo para con
ambicioso ni mis ojos altaneros, no pretendo grandezas que superan nosotros, porque “siendo rico se hizo pobre por nosotros” ( cf 2 Cor
mí capacidad, sino que acallo y modero mis deseos, como un niño en 8,9). La humildad de este sacrificio habla mucho en nuestra
brazos de su madre” (Sal 130). La confianza es el abandono por el vocación monástica. Porque comemos al Humilde, dejamos que su
que sé que seré respondido. Así, al sacramento de la Eucaristía Sangre corra por nuestras venas, permitimos que su Sacrificio actúe
debemos acudir con una fe llena de confianza. El sacrificio de la en nosotros y nos redima. Como monjes de Jesús Redentor, y monjas
Misa se derrama sobre la comunidad y los corazones de quienes lo de Jesús Redentor contemplativos estamos llamados a una seria
acogen con disposiciones interiores. Los frutos del mismo son conversión eucarística de tal manera que en nosotros se imprima el
inagotables. Actúan como lo que son gracia derramada carácter de Cristo, su personalidad, su pureza, siendo para el mundo
misteriosamente por el mismo Cristo que se entrega y ofrece. ¿A qué humildes siervos del Rey, del Redentor. Escribe nuestra Madre: “Las
nos lleva esto? Si como cristianos y monjes no celebramos el almas consagradas a Dios se reconocerán por la nobleza y serenidad
Misterio sacrificial de Cristo en la Misa con la devoción y la libertad que la verdadera modestia, humildad y paz interior imprimen en su
interior, entonces dejaremos por negligencia que no lleguen a rostro.”
nosotros y a los demás esas gracias de Cristo. Sí, porque según es Sólo así, el Señor nos conocerá, sabrá de nuestra “fe y devoción”
nuestra conciencia y libertad a la hora de celebrar, así será el Porque no es otra cosa que estar a los pies de la Cruz, con María, y
derramamiento de los bienes espirituales en nosotros y, como las valientes mujeres y el virgen Juan; estar en la Misa es renovar ese
acequias que somos, a los demás. La perfección y la santidad son un momento redentivo, donde todos los tesoros del Señor son abiertos
infinito caudal de agua viva que en cada misa se desborda para hacer en su costado. ¿No ha nacido la Iglesia ene se Costado traspasado?
bien a los que creen. Por eso es tan esencial que nuestra respuesta ¿No se han formado allí los verdaderos discípulos? “Mirarán al que
eucarística sea de amor y de fe. ¿Qué dice el celebrante al respecto atravesaron” (Jn 19,37), dirá el Evangelio escrito por Juan. Aceptar
que corrobora esto que os digo? Hay en la misa cuando se celebra esta imagen sagrada del Jesús en la Cruz, traspasado por el soldado
con la plegaria eucarística romana un momento en que el sacerdote es la realidad del que muere y entrega su vida por una causa.
dice: “Acuérdate Señor de tus hijos, cuya entrega y fe bien conoces” Muchos son los que en la historia han muerto violentamente por un
(Plegaria I). (“Et omnium circumstantium quorum tibi fides cognita ideal, una filosofía, una convicción…pero Jesús no muere
est et nota devotio”) (Canon de la Misa). Es la de, la intensidad de la estérilmente, no se acaba con la muerte su historia, sino que es
ratificada. Por eso dice: “Quien guarda su vida, la pierde, pero el que Para nosotros, hermanos de Jesús Redentor contemplativos, la
la entrega, la recupera” (Mt 16,25). Un monje, una monja, como adoración, según el carisma que el Espíritu infundió en nuestra
cristianos renacidos del bautismo saben que vivir la Misa, es estar en Madre Victorine es la base de nuestra vocación y llamada. Adorar es
el Calvario, acompañar al hombre que dio su vida por amor, “nadie consumar la verdad de nuestra fe. Adoramos a Jesús en la Eucaristía,
me quita la vida, yo la entrego libremente” (Jn 10,18), palabras del porque sabemos que Él es el Hijo de Dios Altísimo. Vivimos el
Señor, del hombre Jesús que está preparado por la libertad para sacrificio de la Misa como una posibilidad de comunión con Cristo
enseñar a sus discípulos lo grande del seguimiento. Si como en su forma orante y de sacrificio, siendo una gran llamada a ser
cristianos, si como consagrados en la vida monástica no somos de oblación. No es otra cosa, que el cristo ofrecido, dado desde su
los que entregan su vida por el Evangelio, entonces nuestra vida voluntad. Él se entrega por nosotros, nosotros debemos entender
carece de sentido, hemos perdido todo el valor de la vida generosa y entonces que nuestra vida monástica, por ser vida cristiana,
al comulgar, ya no comulgamos del Señor, porque no le creemos, convertida, debe ser una ofrenda agradable a Dios. Escribirá san
nos reservamos para nosotros, cayendo en el pecado de la Pablo: “Os exhorto, pues, hermanos, por la misericordia de Dios,
autosalvación. Los demás no serán relevantes, ni mucho menos que ofrezcáis vuestros cuerpos como una víctima viva, santa,
hermanos a los que servir, ayudar, rescatar. Escribe nuestra Madre: agradable a Dios: tal será vuestro culto espiritual.” (Rom 12,1).
“Hay muchos que no comprenden el valor de un alma, pero Unirnos al Señor Jesús en y durante la Misa para aprender este cómo
nosotros que tenemos el honor y la fortuna de saberlo, tenemos nace la vida de oblación. Y, si Jesús es el que se ofrece a sí mismo,
que dar la vida por el más pequeño de los seres, capaz de conocer y entendemos que el discípulo debe ofrecerse en la misma gratuidad.
servir a Dios, para amarlo sin fin en la eternidad elevemos el La oblación va dirigida a la caridad. Jesús es el ofrecimiento, el que
corazón y consideremos con respeto y temor la función de ángeles se inmola por caridad, que es la excelsitud del amor. “nadie tiene
visibles a que hemos sido llamados.”. Por eso, experimentar en la mayor amor que el que da la vida por sus amigos” (Jn 15,13). Por
Eucaristía la Presencia de Jesús, saber que su Cuerpo y su Sangre eso, la "ofrenda" es el acto más pleno de la voluntad transformada.
son su misma persona y que allí está con su Cuerpo, alma, divinidad Cuánto debemos de aprender…cuánto debemos de ofrecernos en
y humanidad, es advertir en nosotros la urgencia de hacernos parte adoración. Cuánto debemos de hacernos ofrendas vivas, y no
de esta locura del Evangelio con todo lo que somos y tenemos. Sin muertas de egoísmo. Dejar de intentar ofrecernos, para comenzar por
dividirnos. el amor a Cristo a descubrir nuestra vida como ofrenda decidida, sin
más esperas. Unidos al Señor en esto del amor-ofertorio. Sí, sé que
5. Jesús es la Oblación del Padre en el altar: los monjes de Jesús somos débiles y que nos abruma la realidad propia y, muchas veces
Redentor se unen y ofrecen a Cristo como víctimas de reconciliación comunitaria, pero seguir en este estado de desamparo, de no
conversión, es seguir perdiendo el tiempo en la esterilidad, pudiendo
dedicar nuestra vida por entera a la adoración-reparación-oblación.
Tener conciencia de ofrenda me parece un fundamento para que nosotros las personas? Si hablamos de participación con Cristo, de
nuestra vocación monástica tenga sentido. Dirá Victorine Le Dieu: identificación con él, está claro que lo que los demás deben de
“Está bastante claro que Dios nos saca del mundo para unirnos a Él. encontrar son hombre convertidos, cuyos corazones están anclados
Él habiéndonos escogido entre otros muchos exige la entrega total en sólo Dios y por tanto, viven la caridad como camino de respuesta
del corazón y en su celosía no quiere que nosotros como otros a la llamada. Participar de Jesús, de su ofertorio, de la donación de sí
muchos que no fueron llamados lo dividan entre Él y otros, ni que lo mismo, es creer que no hay virtud más excelsa que la caridad, que es
recojamos para nosotros, sino que cada pálpito de este corazón sea la bienaventuranza de los misericordiosos.
para Él.” Jesús es cabeza de la Iglesia (cf Ef 5,23) y la Iglesia es su cuerpo, así
lo ratifica san Pablo en esta misma carta cuando prosigue: “Cristo
Y esto nos lleva sin duda alguna a la participación con Cristo. Si amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella. Y después de
hablamos de oblación, de ofrenda, no puede nacer ésta sin la bañarla en el agua y la Palabra para purificarla, la hizo santa, pues
identificación con Cristo. Dirá san Pablo: “Ya no vivo yo, es Cristo quería darse a sí mismo una Iglesia radiante, sin mancha ni arruga ni
quien vive en mí” (Gal 2,20). Cuando en nuestra vida de monjes, nada parecido, sino santa e inmaculada.” (Ef 5,25-27). Al celebrar la
comprendemos esta fuerza renovadora de cristificación, surge en Misa, toda la comunidad, como esposa celebra al Esposo que la
nosotros la paz del que puede entregarse por amor. Porque “Él nos embellece con este misterio de amor eucarístico. Por eso, al
amó primero” (1ª Jn 4,19), por eso en nosotros se da la caridad del pertenecer a un pueblo santo, estamos formando el cuerpo místico
amor, la posibilidad de hacer entender que “comer su Cuerpo, beber del Señor. No, no es una blasfemia, no es una herejía, sino el
su Sangre” es asociación, identificación, participación con el Señor descubrimiento de la voluntad de Jesús de que todos sean uno en él
Jesús. Y si Jesús es la cabeza de todo, debemos ser la unidas con Él (cf Jn 17,21). No puede ir la cabeza por un lugar y el cuerpo por
en todo. No podemos separarnos de Él, porque Él desea que donde otro. Escribe san Pablo: “Pues del mismo modo que el cuerpo es
está él estemos nosotros. Jesús ora por los suyos, nos recuerda el uno, aunque tiene muchos miembros, y todos los miembros del
evangelio de Juan cuando dice: “No te ruego solamente por estos, cuerpo, no obstante su pluralidad, no forman más que un solo
sino también por los que han de creer en mí al oír el mensaje de cuerpo, así también Cristo. Porque en un solo Espíritu hemos sido
ellos. Te pido que todos ellos estén unidos; que como tú, Padre, todos bautizados, para no formar más que un cuerpo, judíos y
estás en mí y yo en ti, también ellos estén en nosotros, para que el griegos, esclavos y libres. Y todos hemos bebido de un solo
mundo crea que tú me enviaste. Les he dado la misma gloria que tú Espíritu.” (1ª Cor 12,12-13). Formar un cuerpo para celebrar la Misa
me diste, para que sean una sola cosa como tú y yo somos una sola como Cuerpo único de Cristo es un reto que hoy se nos invita a
cosa: yo en ellos y tú en mí, para que lleguen a ser perfectamente descubrir y producir. Si en el mundo hay divisiones, odios, envidias
uno y así el mundo sepa que tú me enviaste y que los amas como me ¿puede el cuerpo místico de Cristo celebrar así la santa Misa?
amas a mí.” (Jn 17,20-23). ¿Qué encuentra o debe encontrar en ¿Habría coherencia en esa celebración donde identificarse con Cristo
es hacerse uno con él? Dice san Pablo que esto es sinónimo de El sacerdocio en la vida monástica es esencial, inherente sin temor a
inmadurez, de carnalidad…Y si en la eucaristía recibimos el Pan su profesión monástica. Aunque en nuestro caso damos primacía a la
vivo bajado del cielo, ¿cómo se podrá celebrar en división lo que es vida laical de los monjes, no debe producir miedo en nuestra
la unidad excelsa del Señor? lo escribe así el apóstol: “pues todavía pequeña Congregación que haya monjes que sena ordenados
sois carnales. Porque, mientras haya entre vosotros envidia y sacerdotes para que se viva en los monasterios de forma más íntima
discordia ¿no es verdad que sois carnales y vivís a lo humano?” (1ª el Santo Sacrificio del Altar. Sólo a través de los sacerdotes tienen la
Cor 3,3). Y suplica el apóstol Pablo: “Os conjuro, hermanos, por el potestad de ofrecer el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Pero será toda la
nombre de nuestro Señor Jesucristo, a que tengáis todos un mismo comunidad de bautizados, de monjes que forman parte del Cuerpo
hablar, y no haya entre vosotros divisiones; antes bien, estéis unidos místico de Cristo los que pueden juntamente ofrecer la Hostia Santa.
en una misma mentalidad y un mismo juicio.” (1ª Cor 1,10). Tu vida Es el bautismo el que nos hace partícipes de la vida divina. Cuando
monástica, de hijo e hija contemplativos de Jesús Redentor, te lleva a se nos ungió el día del bautismo, ese día fuimos hechos sacerdotes
creer en la Palabra y a retomar el camino de la caridad en la con Él, reyes con Él y profetas en Él. “Sois un pueblo escogido, una
participación de la Misa. No puede existir entre quienes celebran la familia regia y sacerdotal, una nación santa, un pueblo que Dios ha
santa Misa división, es contrario al mismo evangelio. No se puede adquirido” (1Pe 2,9) (Ap 1,5-6) “A Aquel que nos amó, que nos
comer la carne de Cristo ni beber su sangre si hay disputas. Si el purificó de nuestros pecados con su sangre y que nos hizo reyes y
Señor está en cada Eucaristía celebrada ¿cómo se sentirá al ver a una sacerdotes de Dios, su Padre, a Él sea la gloria y poderío”.
comunidad dividida comiendo de su Cuerpo? Si san Pablo habla del Dirá nuestra Madre: “Orad, hijos míos, orad con toda el alma y el
dolor que siente ante la comunidad de Corinto al verles pelear… ( cf corazón, para que sea el buen Jesús el que dirija nuestra alma y la
2ª Cor 12,20) ¿no es una verdadera reflexión para nosotros, obra para que sea meritoria para la vida eterna, donde
contemplativos en busca de la santidad y con un carisma netamente emprenderemos de nuevo nuestra oración reparadora para no
eucarístico la conversión a la comunidad que celebra? La dejarla nunca.” Un cuerpo que ora unidos, en comunión, una
celebración de la Misa permanece por voluntad divina en la unidad comunidad recia en la fe eucarística, un grupo de creyentes que
de la comunidad que se ama. Por eso, aunque no estuvimos buscan al Señor, no puede ser un fallo o una debilidad, sino fuerza y
corporalmente en el Calvario, según el Concilio de Trento, quiso el consonancia con la vida divina que busca fidelidad en sus miembros.
Señor perpetuarse con su inagotable virtud, por la acción de la
Iglesia y de sus ministros. El respeto al Sacrificio en nosotros debe
ser profundo, íntimo, consciente (Seipsum ab Ecclesia, per
sacerdotes sub signis sensibilibus immolandum. Sess XXII, cap.1).
Y, cuando una comunidad permanece en la unidad del Espíritu, debemos aspirar con el alma y el corazón. La santidad es el amor a
ofrece al Señor un canto de alabanza, porque en la unidad de la Dios y el servicio a los hermanos. ¿Hay mejor manera de servir al
comunidad está presente la Víctima, Jesucristo para dar cohesión hombre que viviendo y celebrando la Eucaristía? Sé que parece
espiritual y firmeza de corazón. Cuando la comunidad se ama y irrisorio decir esto, que de alguna forma, nos burlamos de los demás
celebra junto con Cristo, pontífice de toda celebración, los misterios al querer hacerles comprender que cuando celebramos la Eucaristía
de su fe y en ellos se entrega, surge la caridad, la sanación de los ellos serán escuchados por Dios. Porque nuestras muchas
cuerpos y de los corazones. Escribe san Pablo: “Os exhorto, pues, celebraciones no parecen tener efectos inmediatos, al menos eso
yo, preso por el Señor, a que viváis de una manera digna de la parece. Sin embargo debemos creer que celebrar la Misa es permitir
vocación con que habéis sido llamados, con toda humildad, que la santidad de Dios llegue y reine en muchos corazones.
mansedumbre y paciencia, soportándoos unos a otros por amor,
poniendo empeño en conservar la unidad del Espíritu con el vínculo 6. El Pan y el Vino: el monje de Jesús Redentor debe vivir este
de la paz. Un solo Cuerpo y un solo Espíritu, como una es la misterio consagrado
esperanza a que habéis sido llamados. Un solo Señor, una sola fe, un
solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, La materia del pan y del vino no es sino la exigencia misma de
por todos y en todos.” (Ef 4,1-6). Jesús, que los eligió para consagrarlos como su Cuerpo y su Sangre.
Podría haber elegido otra materia, quizá, pero lo que sí sabemos es
No nos ofrecemos solos o desde nuestras fuerzas, sino desde Él, que su elección de dos signos muy comunes que, a partir de ahora, tras
es nuestra fuerza, “poderoso defensor en el peligro” (Sal 45,2). las palabras de consagración quedarían para siempre
Carismáticamente, ser en Cristo víctimas es lo que nos capacita para transustanciadas. Jesús dijo: “Jesús tomó pan, pronunció la
la santidad. Debemos desear ser de Dios, que Él viva en nosotros. bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: “Tomad y
Cuando los cristianos celebran a Cristo como víctima, reconocen que comed; esto es mi cuerpo” Después tomó una copa, dio gracias y se
es el Cordero sin mancha, el único que puede quitar el pecado del la pasó diciendo: “Bebed todos de ella”: esto es mi sangre, la sangre
mundo. Cuando la comunidad monástica se reúne para celebrar el de la Alianza, que es derramada por una muchedumbre, para el
Sacrificio del Altar, está permitiendo que la santidad sea el adorno perdón de sus pecados.” (Mt 26.26). Si el mismo Señor tomó el pan
de la casa (cf Sal 92). Porque dejar a Cristo ser en nosotros, es hacer y el vino y los consagró ¿cómo no celebrar ahora en perpetuidad este
que en nosotros se forme Él y su voluntad oferente. Dirá nuestra misterio que es santo y hace a su Iglesia partícipe de su entrega? El
Madre fundadora: “Jesús durante su pasión ha sufrido en silencio pan y el vino han sido desde los inicios asumidos por la comunidad
dejando que el Padre hiciese justicia. Y así he hecho yo también. A celebrante, sin lugar a dudas, de que en ellos, tras la Consagración
parte de su infinita santidad y mi infinita miseria, ¡cuánta semejanza por la imposición de manos del sacerdote, son el Cuerpo y la Sangre
entre Él y yo a causa de esta obra!”. La santidad es una meta a la que de Cristo. Nace la Víctima Pascual, nace la redención, el alimento
del cielo en la tierra. Ya no cruentamente, pero sí en la realidad de verdades que tener que explicarlas. Y por esto agradezco a Dios que
ser alimentados con el Cuerpo del Hijo de Dios. Los cristianos me ha dado la gracia de creer en Él…Que venga pronto su Reino a
creemos que el pan y el vino son desde ese momento consagratorio, mi corazón y a mis obras. ¡Fiat!, ¡Fiat!”
el Cuerpo y la Sangre del Señor.
Pero sigamos indagando con los santos Padres sobre la materia que
Y por eso, acercarnos al Altar, celebrar con fe este Sacramento, es el Señor Jesús asume para quedarse para siempre entre nosotros. El
comerle y beberle, creerle en sus palabras. A Cristo se le cree en Maestro es pedagogo, sabe que el pueblo entiende mejor con los
todos sus signos, no porque muchos de ellos aparezcan de forma signos cotidianos, de sus largas jornadas, de lo que ven, y tocan y
espectacularidad, sino por la humildad con que los realiza en favor disfrutan en sus casas. El pan y el vino no son ajenos a la gente, sino
de los hombres. Dice san Juan Crisóstomo: “Cuando el Verbo dice: cercanos y entendibles. Si el Señor asume estos dones en la Cena y
Esto es mi cuerpo, fiémonos de él, creamos y contemplémosle con los consagra como Cuerpo suyo, permite que el misterio se haga
los ojos del espíritu. Porque Cristo no nos ha dado nada puramente entendible por el amor.
sensible: aun en las mismas realidades sensibles, todo es espiritual. El gran San Juan Crisóstomo se embelesa hablando de la Eucaristía:
Así, el bautismo es una realidad sensible que se nos administra por el ““No es obra de poder humano lo que se nos pone delante. El que
don del agua, pero su eficacia es de orden espiritual, el de renacer y otrora hizo eso en la última cena, ese mismo es el que lo sigue
renovarse. Si fueses un ser incorporal, estos dones incorporales se te haciendo ahora. Nosotros ocupamos el puesto de ministros suyos,
concederían sin intermediario; pero como el alma está unida al mas el que santifica y transforma la ofrenda es El. Que no asista,
cuerpo, los dones espirituales se te comunican por medio de pues, ningún Judas, ningún avaro. Si alguno no es discípulo, retírese.
realidades sensibles. ¡Cuántas personas dicen hoy: «Quisiera ver, el Esta mesa sólo a los discípulos admite. Porque: Con mis discípulos
rostro de Cristo, sus rasgos, sus vestidos, sus calzados.»! Pues bien, -dice- quiero celebrar la pascua. Esta mesa es la misma que aquélla y
precisamente lo estás viendo a él, lo tocas, lo comes. Deseabas ver en nada le es inferior. Porque no la prepara aquélla Cristo y ésta el
sus vestidos; y él mismo se te entrega no solamente para que lo veas, hombre. No. Él mismo prepara ésta y aquélla. Este es aquel cenáculo
sino también para que lo toques, lo comas, lo recibas en tu corazón. donde entonces estuvieron; de aquí salieron al monte de los Olivos.
Que nadie se acerque con indiferencia o con apatía; sino que todos Salgamos también nosotros a las manos de los pobres. Porque éste es
vengan a él animados de un ardiente amor.” (Homilía 82 sobre san ahora el monte de los Olivos. Los olivos plantados en la casa de
Matero, 4-5)” Dios son la muchedumbre de los pobres. Ellos destilan el aceite que
nos ha de ser útil en la otra vida, aquel que tomaron consigo las
Y dirá nuestra Madre Fundadora: “La vida es incomprensible si no vírgenes prudentes y que, por no tomarlo las fatuas, perecieron.
se admiten sin discusiones todas las verdades de la fe, como las Tomémoslo y entremos, a fin de salir con nuestras lámparas
enseñan los Doctores de la Iglesia. Es mucho más fácil sentir las encendidas al encuentro del esposo. Salgamos de esta vida bien
provistos de este aceite. Nadie inhumano se acerque a la Eucaristía, Dirá san Agustín: ““El que come mi carne y bebe mi sangre, ésta en
nadie cruel, nadie inmisericordioso, nadie absolutamente impuro. mí y yo en él”. Esto es comer aquel manjar y beber aquella bebida,
(Homilías sobre San Mateo 82, 5)”. permanecer en Cristo y tenerlo a Él permaneciendo en sí mismo. Y
por esto el que no permanece en Cristo y en quien Cristo no
Nuestra vida consagrada es una vez más puesta bajo la reflexión de permanece, no come espiritualmente se carne ni bebe su sangre,
cómo estamos siendo parte de esta celebración, si realmente creemos aunque material y visiblemente toque con sus diente el cuerpo y la
que comer a Cristo, beber su Sangre es signo de caridad entre sangre de Cristo” “La señal de que lo ha comido y bebido es esta: si
nosotros y de transformación. Enseñemos a los hermanos el poder de él permanece en Cristo y Cristo permanece en él, si habita en Cristo
la Mesa única, donde Cristo es el celebrante principal. Si le y Cristo en él y está unido para que no sea abandonado”. “Teniendo,
reconocemos a Él como el Santo, al comer de su mesa, comeremos pues vida en Él, formáis un solo cuerpo con Él, porque este
del hermano en caridad, le serviremos como somos servidos en esta sacramento nos recuerda de tal modo el Cuerpo de Cristo, que nos
mesa y le amaremos como hemos sido amados nosotros por el une con El. Esto es lo que según el apóstol, esta predicho en la
Señor. Sagrada Escritura: ‘Serán dos en una sola carne, este misterio es
muy grande y yo lo entiendo de Cristo y de la Iglesia’ (Ef. 5,32).
Estar unidos a Cristo a la hora de ofrecerse en la eucaristía. Nuestra (Sermón sobre los Sacramentos en el día de la Pascua)”.
liturgia lo expresa de una forma sobria, distinta a la ceremonia de El monje se asocia a Jesucristo, como creyente y amante del Señor,
rito oriental. El sacerdote junta en el cáliz el agua con el vino. Ese como amigo y hermano. Permanecer en Él, es actuar como Él. Y no
signo es maravilloso en cuanto lo que representa: una comunidad es utopía ni imposibilidad, sino todo lo contrario; porque al haber
unidad a su Señor. Está abrazo este momento con una oración que sido alimentados con su Cuerpo y su Sangre, nuestra vida ya no nos
acompaña, dice así: “Oh Dios, que formaste al hombre en un estado pertenece en propiedad. Formar un solo cuerpo y una sola alma, que
tan noble y, por la obra de la Encarnación, lo restableciste de un es el deseo de la Comunidad Primitiva y, de nuestra Madre
modo aún más admirable, haz, te suplicamos, que por el misterio de fundadora es el reto santo, el gozo eterno de caminar proféticamente
esta agua y de este vino seamos participantes de la divinidad de como hermanos e hijos de Dios.
Aquel que se dignó formar parte de nuestra humanidad, Jesucristo,
Hijo tuyo y Señor nuestro que, siendo Dios, vive y reina contigo en Comer su Cuerpo y beber su Sangre es la comunión en el amor.
unidad con el Espíritu Santo, por todos los siglo”. Al punto, el Alimentados de Él podemos ofrecernos como Él. ¿Por qué hay
celebrante ofrece el cáliz para que Dios lo reciba in odorem necesidad de ofrecernos? Porque alimentados de su misma Carne y
suavitatis: «como suave aroma». Sangre, somos preparados para la inmolación y la victimación. No
somos héroes lejanos del mundo mítico griego, no somos dioses
escapados del Olimpo, no somos estrellas; por el contrario, como
monjes solitarios, debemos ser discípulos que anuncian con su forma
de existir el mensaje de la paz. No somos adictos al sufrimiento,
pero sí a la vida entregada. Sufrir, inmolarse, ofrecerse sin Cristo no
es entrega-sentido, pero si unidos y fortalecidos con su Eucaristía
nos damos con la conciencia de discípulo y creyente, entonces
seremos signos vivos del Amor de Cristo en la Eucaristía, monjes
eucarísticos, cuyo norte es concreto y real: Jesús, Víctima y Altar
donde he sido redimido.

Y, para inducirnos en el misterio de la Misa, qué mejor que pedir la


intercesión de María, primer Sagrario, primera discípula. Ella nos
ayuda a entender lo que se fraguó en su vientre. A ella, que sufrió el
dolor y una espada atravesó su alma, le podemos suplicar nos lleve
al centro del Corazón de su Hijo para que podamos abrir nuestros
corazones a la victimación. No estará nada mal, al terminar estas
páginas que lo hagamos con sus palabras y ya que la eucaristía y el
Sacrificio del Altar es llegar a entender la voluntad de Dios, aún en
el dolor y sufrimiento, el abandono y la soledad más grande, poder
decir como ella. “Aquí está la esclava del Señor”. No surgirán
monjes y monjas mejores que aquellos y aquellas que hagan suyas
las palabras de María. A ella nos encomendamos como madre
nuestra que es. Terminado el día21 de octubre 2015
Santa Laura Montoya, virgen y fundadora

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