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Para valorar la alineación de la coordinación central, Vojta describió las siete reacciones
posturales que muestran el proceso de maduración del SNC y señalan la etapa del desarrollo
donde se encuentra el niño en el primer año de vida. Cabe recalcar que, durante la realización de
las valoraciones, el examinador cambia rápidamente la postura del niño en el espacio para
desencadenar determinadas respuestas reflejas.
La reactividad postural muestra los patrones que están maduros con respecto al enderezamiento
de tronco, al control postural, al control postural y al movimiento coordinado de las
extremidades.
Las respuestas evolucionan progresivamente a lo largo del primer año por lo cual esta evolución
es paralela a la ontogénesis postural.
1. Reacción de tracción
Esta prueba diagnóstica se utiliza para valorar la posición de la cabeza durante el movimiento de
tracción, desde la horizontal hasta la posición vertical de sedestación. En cambio, si se le lleva a
una posición más lábil, oblicua respecto a la horizontal (alrededor de 45º), es posible observar la
reacción de todo el cuerpo y de las extremidades.
Se ha de poner atención en aprovechar el reflejo de prensión de las manos. Para ello se introduce
un dedo en la mano del niño desde el lado cubital. Con los demás dedos se sujeta la parte distal
del antebrazo sin tocar al dorso de la mano, ya que dicho estímulo exteroceptivo frenaría al
reflejo de prensión.
Tercera fase (8º y 9º mes): El niño se endereza por lo que disminuye paulatinamente el
movimiento de flexión de la cabeza, del tronco y también de las piernas, provocando un
impulso activo en sentido de la tracción hacia arriba. Presenta una semi extensión de
rodilla por la disminución del movimiento flexor de las piernas. Las nalgas son el punto
de apoyo que permite fomentar su base de sustentación para su equilibrio.
Cuarta fase (desde el 9º/10º mes hasta el 14º mes): La cabeza se mantiene alineada con
el tronco superior, el movimiento de flexión ocurre fundamentalmente en la zona de la
charnela sacrolumbar, las piernas están abducidas y las articulaciones de las rodillas están
en extensión relajada, donde su centro de gravedad se desplaza caudalmente. Cabe
recalcar que el niño debería encontrarse en un estado de ánimo equilibrado, ya que
cuando llora frecuentemente hiperextiende su tronco.
Realización: Consiste en mantener al niño en una posición vertical, donde se le sujeta por el
tronco con la cabeza arriba y la espalda hacia el examinador. Para lo cual, se ha de tener cuidado
con que el niño no esté colgando de las manos del examinador a nivel de las axilas, y que el
examinador no toque el borde inferior del trapecio del niño con sus pulgares, ya que ello supone
un estímulo propioceptivo, el cual provoca una posición extensora de
las piernas.
3. Reacción de Landau
Realización: Se le sujeta al niño de forma rigorosa a nivel del abdomen en posición horizontal,
para lo cual el niño debe estar tranquilo y que no presenta ninguna validez la extensión de las
piernas que pueden aparecer cuando el niño llora.
Tercera fase (se alcanza a los 6 meses): El niño presenta un avance de extensión
simétrica del tronco hasta la charnela dorso lumbar
con piernas en flexión relajada y ligera abducción
(articulaciones de cadera y rodilla alrededor de 90º).
Además, presenta brazos sostenidos de forma
relajada, y hay disminución de la flexión de la pierna
más allá del 7º mes.
Existe una posición rectilínea de la columna vertebral. En este periodo de tiempo el niño
ya tiene que ser capaz de realizar la prensión radial fásica y en decúbito prono apoyarse
sobre un codo, llevando la mano libre hacia delante para la prensión.
Primera fase (desde la 1ª semana a la 12ª semana): En las primeras 6 semanas hay
movimiento tipo moro del brazo libre. En la 7ª a la 9ª semana, presenta abducción del
brazo como en la reacción de Moro. En la 10ª a la 12ª semana, el niño realiza una
posición de flexión relajada del brazo libre. Para lo cual, en este período son normales los
movimientos de pataleo relajado de la pierna libre.
Realización: Se sujeta al niño por una rodilla y se le lleva a la posición vertical, de manera
suave.
Primera fase (de la 1ª semana hasta el final del 6º/7º mes): La pierna libre adopta una
posición de flexión de cadera, rodilla y tobillo.
Segunda fase (a partir del 7º mes): La pierna libre adopta una posición de extensión relajada de
la rodilla, la cadera se mantiene flexionada.
6. Reacción a la suspensión vertical de Peiper-Isbett
Posición de partida: En los primeros 4–5 meses en decubito supino, después en decúbito prono. Cabeza
en posición media, las manos deben abrirse.
Realización: En el recién nacido y lactante joven se sujeta la parte proximal del muslo, en
lactantes más mayores y niños pequeños la parte distal del muslo o las rodillas. De forma
repentina se le lleva al niño a la posición vertical con la cabeza hacia
abajo.
Primera fase (de 1ª a 10ª semana): Para la utilidad clínica es más importante la
valoración de las extremidades superiores.
Primera fase de transición (de 11ª a 20ª semana): Disminuye el movimiento de abrazo
tipo Moro, los brazos siguen abduciéndose, las manos están abiertas.
Segunda fase (desde los 4 meses hasta el final del 7º mes): Todas las extremidades
adoptan una posición de flexión relajada, manos abiertas o cerradas de manera relajada,
pies en flexión dorsal, en la mayoría de los casos supinados, y los dedos de los pies en
posición media o flexionados.
Segunda fase de transición (después del 7º mes hasta el final del 9º mes): Brazos
flexionados de manera relajada, después extensión hacia delante y lateral, piernas
claramente extendidas hacia delante, la flexión de rodilla disminuye, pies en flexión
dorsal y los dedos de los pies en posición media.
Tercera fase (después del 9º mes hasta el 13º/14ª mes): Extremidades del lado de arriba
en extensión hacia lateral, pies en flexión dorsal. Tras alcanzar la bipedestación, la
reacción de Vojta en un niño sano apenas aporta información, ya que el niño es capaz de
modificar voluntariamente a su postura a pesar de las aferencias masivas.
14. VALORACIÓN DE LOS REFLEJOS PRIMITIVOS
Son denominados reflejos primitivos o automáticos innatos. La comprobación de estos reflejos y sus
automatismos primitivos es necesaria pues permite, junto con la valoración de la ontogénesis y de las
reacciones posturales, evaluar la motricidad normal y los trastornos motores.
En el recién nacido el actante la locomoción refleja y sus complejos musculares se activan de una manera
rápida y completa pero cuando el desarrollo está alterado la activación sucede de una forma lenta y no
siempre es completa. A veces se necesita estimular varios puntos y combinarlos entre sí para que aparezca
la activación.
El niño con una alteración central sustituye los patrones normales por los patrones sustitutorios,
provocando con el tiempo la fijación de patrones anormales. En estos niños con patrones anormales esta
alterado el control de la postura, el enderezamiento, el equilibrio y los puntos de apoyo son pobres o
inexistentes.
La motricidad propositiva está reducida y los objetivos que se plantean se ven continuamente frustrados la
postura y el movimiento se ven restringidos en su función, en usuarios que tienen parálisis cerebral
infantil se van instalando progresivamente patrones sustitutivos anómalos que muchas de las veces se
restringen a los patrones primitivos del recién nacido.