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17 de agosto de 2020
I. ANALISIS
II. SINTESIS
El hombre creado
El libro comienza explicando algo que podría parecer obvio para aquellos que lo
leen por primera vez y esto es que el hombre tiene su origen en él. La biblia nos
enseña que el hombre es la máxima creación de Dios y que él es el autor del
cuerpo tanto de la vida del cuerpo, algo importante a destacar es que todas las
siguientes afirmaciones están basadas en lo que el apóstol Pablo dice al respecto
en algunas de sus cartas.
Existen 4 palabras que usa el apóstol Pablo cuando habla del hombre y estas se
pueden traducir como Carne, Alma Espíritu, Cuerpo y Alma.
Comenzando con la carne debemos mencionar que los griegos de esos momentos
creían que la carne es algo no creado por Dios y la biblia no lo enseña así, al
contrario, Dios es el autor de nuestro cuerpo él lo creo a partir del polvo, la primera
mención que la biblia nos da carne tiene que ver con el cuerpo, pero también con
nuestra carnalidad, es decir nuestro pecado.
La segunda parte del libro nos habla del hombre en su condición pecadora, es
decir, del hombre caído esta sección está basada en la carta a los romanos y
comienza explicando el capitulo 5 versículos 12 y 15 donde una vez más se
encuentra la historia de la caída de Adán. Lo primero que importante destacar de
esta porción de la escritura es que el hombre no dio origen al pecado, el pecado
ya existía, pero, entro por primera vez al mundo a partir de un hombre, esto no
quiere decir tampoco que la responsabilidad de todo el pecado en la humanidad
es de Adán sino mas bien lo que quiere decir es que todos nosotros somos Adán
en ese sentido porque todos hemos pecado de forma voluntaria y consciente lo
cual es la segunda porción que explica este autor, está nos enseña que no éramos
ignorantes al pecar sino que por la revelación natural teníamos el conocimiento de
que Dios existía y a pesar de eso decidimos darle la espalda y pecar.
El hombre redimido.
Después de esto somos participes de una nueva ley, donde como personas
redimidas buscamos la voz de Dios en obediencia y aunque luchamos por seguir
con nuestra carnalidad el final del día el Señor no ve nuestras faltas al contrario
nos dota de lo necesario para hacer frente a nuestros pecados.