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"El tiempo mejor invertido es el que se ocupa en evaluación"

Érika Himmel, Premio Nacional de Educación 2011

Sin duda, la evaluación de los aprendizajes es compleja en la presencialidad y esa complejidad aumenta en los procesos de formación
virtual, porque su concepto dependerá básicamente del enfoque teórico desde donde se enuncie su de definición, entendiéndose de
distintas formas, dependiendo de las necesidades, objetivos o propósitos de la institución educativa. En este contexto, se debe definir
para qué se desea evaluar: ¿para controlar, medir o valorar?

“La evaluación está al servicio de la metacognición porque busca que el docente y los estudiantes tengan conocimiento de sus logros y
dificultades en la actuación, y con base en ello ejecuten acciones puntuales de mejoramiento.” (Tobón, 2013). El mejoramiento
continuo y la reflexión permanente sobre los procesos de aprendizaje permiten a los estudiantes ser más autónomos y liderar sus
propios procesos de aprendizaje. Ser consciente de qué y cómo se aprende es parte del proceso metacognitivo y de autorregulación.

Anijovich (2010), señala que la retroalimentación le entregaría un rol central al estudiante durante el proceso de evaluación m
motivándolo para que descubra sus fortalezas y debilidades, se involucre responsable y comprometidamente en su proceso, no solo
para aprender, sino que también para mejorar. Por esto, señala que la retroalimentación adquiere un valor esencial en la práctica
educativa, pues otorga el feedback necesario en torno a la tarea realizada. En este sentido, Anijovich distingue dos tipos de
retroalimentaciones focalizadas en la autoestima y focalizadas en la tarea.

Weaver (2006), identificó cuatro retroalimentaciones no muy útiles que se realizan al estudiante:

• Retroalimentaciones de tipo muy generales.


• Comentarios deficientes a orientaciones específicas dadas por el docente.
• Comentarios centrados solo en aspectos negativos.
• Retroalimentación sin ninguna relación con los criterios que se deben evaluar.

Por otro lado, Nicol (2010) encontró que el feedback o la retroalimentación debe ser generada como un diálogo y no un espacio en
donde el docente es el único agente que interviene. Por lo anterior, una retroalimentación efectiva es aquella que:

• Entrega detalles que enriquecen el espacio de retroalimentación


• Se adapta a las necesidades de los estudiantes
• Promueve el análisis y la reflexión

La investigación educacional muestra que la retroalimentación es una de las estrategias más efectivas para mejorar aprendizajes
(Hattie, 2007).

Pero más allá de las significados epistemológicos y pedagógicos que le asignemos a la evaluación, en la práctica, se transforma en una
herramienta de poder, autoridad y estatus, pues quien evalúa asume una posición de privilegio.

Entonces, les pregunto, si la retroalimentación es considerada una de las herramientas más potentes que puede potenciar o inhibir el
aprendizaje en un estudiante, ¿Qué características debe tener una retroalimentación en la educación virtual para que se transforme en
una potente herramienta dentro del proceso de enseñanza aprendizaje?

Les dejo esta imagen para situarlos en el contexto de la pregunta y el link al documento, pues me parece un esquema muy
enriquecedor.
Nicol, D. (2010). From monologue to dialogue: improving written feedback processes in mass higher education, Assessment &
Evaluation in Higher Education, Vol. 35, No. 5.

Tobón, S. (2013). Formación Integral y Competencias: pensamiento complejo, currículo, didáctica y evaluación” Bogotá, Colombia, Ecoe
Ediciones.

Weaver, M. (2006). Do students value feedback? Student perceptions of tutors’ written responses, Assessment & Evaluation in Higher
Education, Vol. 31, No. 3.

Anijovich, R. (2010). La retroalimentación en la evaluación, en Anijovich, R. (Comp.) (2010) La Evaluación significativa. Buenos Aires:
Paidós.

Anijovich, R. (2015). El valor formativo de la retroalimentación. Recuperado de: https://www.youtube. com/watch?v=ShlEPX6_NUM.

Hattie, J., & Timperley, H. (2007). The power of feedback. Review of Educational Research, 77(1), 81–112.

Aunque en estos 15 años transcurridos se han multiplicados los esfuerzos, especialmente


teóricos, para ofrecer alternativas en la evaluación, como el surgimiento de enfoques tales como
la Evaluación Auténtica, la Evaluación Culturalmente Sensible, la Evaluación Crítica, la Evaluación
Democrática Deliberativa, o la Evaluación para la Justicia Social (Murillo e Hidalgo, 2015), la
realidad muestra que sigue ejerciendo un fuerte poder coercitivo sobre los estudiantes y sobre los
docentes, convirtiéndose en el principal instrumento de control educativo, especialmente por
parte de las Administraciones (Shohamy, 2001).
en mi sección del foro, expuse justamente que, aun cuando han surgido nuevos conceptos
(evaluación crítica, evaluación democrática, evaluación para la justicia social [ (Murillo e Hidalgo,
2015] en la práctica actual continúa siendo una herramienta administrativa y una instancia de
poder, en donde quien evalúa asume un estatus de privilegio; por ello, cuando decimos que la
evaluación se transforma en una instancia para la toma de decisiones, no estamos más que
afirmando que es una herramienta de poder y autoridad.
Pierre Bourdieu (2001), señaló el carácter claramente anti-democrático de la evaluación de los
estudiantes.
Sin embargo, la evaluación debe convertirse en una herramienta democrática para el aprendizaje
de los estudiantes, porque la perspectiva de evaluación basado en competencias enfatiza el
trabajo de los estudiantes. Dado lo anterior, debe existir una variedad de evidencias y
evaluaciones directas que permitan llegar a juicios objetivos respecto de la competencia de un
estudiante.
La evaluación cualitativa y cuantitativa entrega una mirada integradora sobre estos procesos, es
decir, permite tener una visión holística de los resultados obtenidos por los estudiantes en su
proceso de aprendizaje. Esta visión no solo orienta los procesos de aprendizaje, sino también los
procesos de la enseñanza.
Junto con el análisis de resultados, es de vital importancia visibilizar un proceso que no siempre
realizan los docentes, nos referimos a la retroalimentación.
La retroalimentación es información que se obtiene del análisis de la actuación integral ante
problemas contextualizados y aborda los diferentes saberes (…). Se debe procurar
retroalimentar continuamente a los estudiantes en torno a su nivel de desempeño alcanzado,
logros, aspectos por mejorar y la calificación (si se integró la parte cuantitativa), con un
lenguaje asertivo. (Tobón, 2013)

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