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Sin duda, la evaluación de los aprendizajes es compleja en la presencialidad y esa complejidad aumenta en los procesos de formación
virtual, porque su concepto dependerá básicamente del enfoque teórico desde donde se enuncie su de definición, entendiéndose de
distintas formas, dependiendo de las necesidades, objetivos o propósitos de la institución educativa. En este contexto, se debe definir
para qué se desea evaluar: ¿para controlar, medir o valorar?
“La evaluación está al servicio de la metacognición porque busca que el docente y los estudiantes tengan conocimiento de sus logros y
dificultades en la actuación, y con base en ello ejecuten acciones puntuales de mejoramiento.” (Tobón, 2013). El mejoramiento
continuo y la reflexión permanente sobre los procesos de aprendizaje permiten a los estudiantes ser más autónomos y liderar sus
propios procesos de aprendizaje. Ser consciente de qué y cómo se aprende es parte del proceso metacognitivo y de autorregulación.
Anijovich (2010), señala que la retroalimentación le entregaría un rol central al estudiante durante el proceso de evaluación m
motivándolo para que descubra sus fortalezas y debilidades, se involucre responsable y comprometidamente en su proceso, no solo
para aprender, sino que también para mejorar. Por esto, señala que la retroalimentación adquiere un valor esencial en la práctica
educativa, pues otorga el feedback necesario en torno a la tarea realizada. En este sentido, Anijovich distingue dos tipos de
retroalimentaciones focalizadas en la autoestima y focalizadas en la tarea.
Weaver (2006), identificó cuatro retroalimentaciones no muy útiles que se realizan al estudiante:
Por otro lado, Nicol (2010) encontró que el feedback o la retroalimentación debe ser generada como un diálogo y no un espacio en
donde el docente es el único agente que interviene. Por lo anterior, una retroalimentación efectiva es aquella que:
La investigación educacional muestra que la retroalimentación es una de las estrategias más efectivas para mejorar aprendizajes
(Hattie, 2007).
Pero más allá de las significados epistemológicos y pedagógicos que le asignemos a la evaluación, en la práctica, se transforma en una
herramienta de poder, autoridad y estatus, pues quien evalúa asume una posición de privilegio.
Entonces, les pregunto, si la retroalimentación es considerada una de las herramientas más potentes que puede potenciar o inhibir el
aprendizaje en un estudiante, ¿Qué características debe tener una retroalimentación en la educación virtual para que se transforme en
una potente herramienta dentro del proceso de enseñanza aprendizaje?
Les dejo esta imagen para situarlos en el contexto de la pregunta y el link al documento, pues me parece un esquema muy
enriquecedor.
Nicol, D. (2010). From monologue to dialogue: improving written feedback processes in mass higher education, Assessment &
Evaluation in Higher Education, Vol. 35, No. 5.
Tobón, S. (2013). Formación Integral y Competencias: pensamiento complejo, currículo, didáctica y evaluación” Bogotá, Colombia, Ecoe
Ediciones.
Weaver, M. (2006). Do students value feedback? Student perceptions of tutors’ written responses, Assessment & Evaluation in Higher
Education, Vol. 31, No. 3.
Anijovich, R. (2010). La retroalimentación en la evaluación, en Anijovich, R. (Comp.) (2010) La Evaluación significativa. Buenos Aires:
Paidós.
Hattie, J., & Timperley, H. (2007). The power of feedback. Review of Educational Research, 77(1), 81–112.