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1. Antecedentes
El ensayo de Martí, publicado en 1891, puede ser visto como la síntesis de una
preocupación constante en la trayectoria del autor como un intelectual comprometido
con la independencia política y cultural de Latinoamérica. Es parte de su obra como
periodista, oficio que en el siglo XIX implicaba la formación de la opinión pública a
partir del posicionamiento de las ideas en el circuito de la prensa. Asimismo, “Nuestra
América” se sitúa en un momento de apertura de las economías latinoamericanas al
mercado mundial a partir de la exportación de materias primas. Esto implica un rol
central para los capitales extranjeros, lo que deriva –en muchos casos– en estructuras
dependientes y neocoloniales. El ensayo puede pensarse como una polémica contra
quienes, en ese momento, son los dirigentes del orden republicano construido en las
décadas posteriores a las independencias.
2. El argumento
De una forma aún más literaria que Octavio Paz, Martí explora en el ensayo una
variedad de tópicos mediante el uso de figuras poéticas características de su tiempo.
Construye imágenes a partir de elementos vegetales como los árboles, los troncos, los
injertos y las raíces. También se refiere a América como el resultado de distintas piezas
que se reúnen en un cuerpo: “Éramos una visión, con el pecho de atleta, las manos de
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petimetre y la frente de niño. Éramos una máscara, con los calzones de Inglaterra, el
chaleco parisiense, el chaquetón de Norte América y la montera de España” (137) o
“Con los pies en el rosario, la cabeza blanca y el cuerpo pinto de indio y criollo,
vinimos, denodados, al mundo de las naciones. Con el estandarte de la Virgen salimos
a la conquista de la libertad” (135).
A lo largo del texto, el autor hace referencia constante a la unidad política que
constituye el foco de estas preocupaciones: nuestra América. Dicha unidad puede
entenderse por oposición con “la otra América”, que en este caso está representada
por los Estados Unidos. Se delimitan, así, una serie de contrastes entre una América y
otra. Ellos constituyen la base del proyecto de unidad política que le interesa al autor,
pues para Martí la independencia de nuestra América sólo es posible si existe unidad
política para salvaguardarla frente a la amenaza de EEUU. “El deber urgente de nuestra
América es enseñarse cómo es, una en alma e intento, vencedora veloz de un pasado
sofocante, manchada sólo con sangre de abono que arranca a las manos la pelea con
las ruinas, y la de las venas que nos dejaron picadas nuestros dueños. El desdén del
vecino formidable, que no la conoce, es el peligro mayor de nuestra América; y urge,
porque el día de la visita está próximo, que el vecino la conozca, la conozca pronto,
para que no la desdeñe” (138. Énfasis mío).
Para lograr esta unidad política Martí identifica varias condiciones. Una de
ellas es la creación de un régimen político adecuado a las condiciones de cada país.
Esto implica un proceso de “independencia espiritual” que se lograría a través del
conocimiento y estudio de las realidades locales. Así lo expresa al hablar en términos
de la historia americana y su relación con la historia occidental: “La historia de
América, de los incas acá, ha de enseñarse al dedillo, aunque no se enseñe la de los
arcontes de Grecia. Nuestra Grecia es preferible a la Grecia que no es nuestra. Nos es
más necesaria. Los políticos nacionales han de reemplazar a los políticos exóticos.
Injértese en nuestras repúblicas el mundo; pero el tronco ha de ser el de nuestras
repúblicas” (135).
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Otra de las condiciones identificadas por Martí es la evaluación crítica del
proceso de construcción nacional posterior a las independencias. Como se desprende
de la cita anterior, el autor diagnostica la predominancia de dirigentes políticos que
defienden intereses y valores extranjeros, que aplican fórmulas que no son apropiadas
para las condiciones de cada país. Eso lo lleva a afirmar que “el libro importado ha sido
vencido en América por el hombre natural. Los hombres naturales han vencido a los
letrados artificiales. El mestizo autóctono ha vencido al criollo exótico. No hay batalla
entre la civilización y la barbarie, sino entre la falsa erudición y la naturaleza” (134-
135). Como veremos al discutir Facundo, de Domingo Faustino Sarmiento, el binomio
civilización/barbarie fue uno de los conceptos que orientó la construcción de los
Estados nacionales durante el siglo XIX.
c) ¿Cómo conceptualiza Martí las relaciones entre América Latina, Europa y los
Estados Unidos? ¿Qué elementos políticos destaca dentro de este cuadro?