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Accesibilidad en museos.

Partir de
lo posible (2da edición, 2019)

MÓDULO 1: “El mundo de las ideas.


Conceptos para una reflexión inicial
sobre la accesibilidad”

Para citar este material:


GONZÁLEZ DE LANGARICA, F., GONZÁLEZ DE LANGARICA, M., LLAMAZARES E.
y BALMACEDA C. (2018). Módulo 1: El mundo de las ideas. Conceptos para una
reflexión inicial sobre la accesibilidad en el curso virtual Accesibilidad en museos. Partir
de lo posible! dentro del Programa Museos. Formación y Redes, dependiente de la
Dirección Nacional de Museos, Secretaría de Cultura de la Nación.

Licencia

Esta obra está licenciada bajo la Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional
(CC BY-NC-ND 4.0).

“Accesibilidad en los museos. Partir de lo posible”


(2da edición, 2019)
1. Invitación a repensarnos
2. ¿Museos-espejo o museos productores de nuevas prácticas sociales?
3. Museos hoy: centrados en las personas
4. ¿Pueden los museos funcionar menos como espejo y más como espacios
de verdadera inclusión?
5. Acerca de la Accesibilidad
6. Tres características de la Accesibilidad
7. Accesibilidad y discapacidad
8. La discapacidad en la palabra de una protagonista
9. El paradigma del déficit y el paradigma de la diferencia
9.1. El paradigma del déficit
9.2. El paradigma de la diferencia
10. Inclusión e integración
11. Tipos de discapacidad
12. La Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad
13. La Ley 26.378
14. Conclusiones
15. Bibliografía
16. ¿Por dónde continuamos?

Invitación a repensarnos
Para empezar a reflexionar sobre accesibilidad y museos, antes es bueno hacer
el ejercicio de mirarnos a nosotros mismos y preguntarnos qué tipo de museo
somos y qué tipo de museos queremos ser. Como forma de iniciar esa
búsqueda, les proponemos leer el siguiente fragmento, parte de una entrada de
blog escrita por Florencia González de Langarica, llamada “Repensar los
museos en primera persona del singular y plural”:
En un museo no cabe el mundo entero pero los museos pueden hacer algo
más de este mundo en el que están inmersos. No quiero museos solo espejos
de lo que me rodea, quiero museos que produzcan más que reflejos de una
realidad existente.
¿Para qué un museo? ¿Con quiénes un museo? ¿por qué los museos? (...)
Los museos son ante todo personas, situaciones, espacios, deseos, creencias,
lógicas de razonamiento, imágenes y símbolos en definición permanente,
procesos y modos de convivencia social. En un escenario democrático, un
museo como institución cívica se compromete a abrir a la pregunta sobre
sí mismo y a experimentar otras posibilidades para este.
Al repensar un museo, prefiero empezar por repensar el mundo
en el que vivo, lo que me entusiasma de éste, lo que renueva mi
conexión con otras personas, lo que me hace sentir parte y

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diferente al mismo tiempo, aquello por lo que vale la pena esforzarse y cambiar
especialmente.
Si un museo más allá de las experiencias, los encuentros, los conocimientos
compartidos, los aprendizajes construidos, las metodologías exploradas
también... facilitara ejercicios de libertad y de diversidad, hiciera posibles
nuevos escenarios de acciones reales y concretas, fuera capaz de
ensanchar un poco más la condiciones de ciudadanía o modificar las
desigualdades existentes.
Al repensar un museo, empiezo por el deseo y ciertas convicciones… Creo en
museos que reconocen la subjetividad valiosa de cada persona que lo habita.
Creo en museos que pueden proponer espacios para hacer juntos en el terreno
de las diferencias sin anular las disputas de sentidos. Creo en museos que
pueden colaborar por recuperar la dignidad de los que no son escuchados
fuera de estos.
Creo en museos ecosistemas, complejos y repletos de organismos que se
necesitan mutuamente; Museos caja de resonancias, que vibran, hacen eco,
toman del entorno, generan nuevos sonidos; Museos porosos, por ser
incompletos, permeables; Museos moebius, que se dan vuelta sobre sí mismos,
no tienen adentro y afuera; Museos elásticos que se expanden, se tensan, son
flexibles y se transforman. (...) para imaginar otras realidades, de repensar lo que
queremos y creemos del mundo (y de los museos).

2. ¿Museos-espejo o museos productores de nuevas prácticas


sociales?
Museo y mundo no son la misma cosa, pero no hay duda de que los museos son
pequeños universos en los que, muchas veces, se reproducen, a escala
miniaturizada, las prácticas sociales y culturales de las sociedades a las que
pertenecen. Nos referimos a cosas como éstas: voces que se escuchan más fuerte
que otras voces, narrativas hegemónicas que aplastan otras narrativas no
dominantes, historias que se cuentan y otras que se dejan de lado, y también, la
duplicación de la estructura propia de nuestras sociedades occidentales, estructura
que genera incluidos y excluidos, personas que participan y personas que no
son consideradas, o para las que no están dadas las condiciones para que su
participación sea posible.
Y esto ocurre muchas veces de formas poco evidentes, más allá de que querramos
posicionarnos como espacios públicos para todos:
Por un lado, la retórica del museo indica invariablemente que está abierto para
todos los habitantes y que expresa y educa acerca de las distintas
características de la población y sus hallazgos; por
otro, pareciera disciplinar a un conjunto diferenciado de
personas en torno a un comportamiento hegemónico. A la

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vez que se pronuncia inclusivo, excluye a determinados sectores y evita
mencionar procesos conflictivos de la sociedad.
Américo Castilla (2010)
En un mundo en el que la inclusión de todas las personas nunca es total, ¿qué
pasa dentro de los museos?
¿Es real la inclusión allí, o es lo que quisiéramos creer? ¿Quiénes son las personas
que los visitan, los recorren, disfrutan del patrimonio exhibido y participan en sus
actividades? ¿Quiénes, finalmente, acceden a ellos?
¿Cuánto de lo que sucede allí termina siendo espejo de lo que pasa afuera,
muchas veces de manera invisible y hasta por omisión?
Si bien los museos son instituciones públicas, y como tales deberían ser
convocantes para todas las personas, al momento de materializarse su condición
de espacios públicos en derechos efectivamente ejercidos por las personas, la cosa
no es tan fácil ni sencilla. Cuando vamos a lo concreto, al territorio, al día a día de
nuestras instituciones y de la vida de las personas, se ponen de manifiesto las
contradicciones y desigualdades de estos espacios.

3. Museos hoy: centrados en las personas


Los museos están atravesados por las contradicciones permanentes sobre su
origen, las ideologías sobre las que se plasmaron y las que todavía sostienen, las
nuevas que adoptan, las demandas que se les hacen y las respuestas que brindan o
eligen dejar de lado.
Al igual que ocurre con otras instituciones culturales y sociales que ya tienen varios
siglos de existencia, como las escuelas, los museos portan una identidad que han
heredado de años de institucionalización y de prácticas arraigadas. Esta identidad
histórica pone su acento en la conservación y el patrimonio, en la afirmación de
una cultura, en la demostración. Las personas aparecen en un segundo momento
en este modelo tradicional de museo.
Desde hace décadas, esta identidad convive con una nueva, que piensa a estos
espacios menos desde los objetos y más para las personas. Dentro de este
‘modelo’, hay nuevos roles sociales que los museos vehiculizan: el museo como
espacio de encuentro, con apertura a las preguntas y al pensamiento crítico, la
inclusión de voces diversas y hasta en disputa, y el protagonismo puesto en la
experiencia de las personas que los visitan.
Esto hace que estas instituciones tengan una naturaleza heterogénea, a medio
camino entre lo patrimonial e instituido, y lo social e instituyente. Lo instituido refiere

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a las costumbres, normas, valores y valoraciones que se reciben, mientras que lo
instituyente es lo nuevo que podemos proponer y cómo intervenimos en lo que
hemos recibido.

Jardín interno del museo utilizado por diversidad de personas para encontrarse, recrearse,
descansar, etc.
Victoria & Albert Museum, Londres.

El primer paso será no retroceder ante esta heterogeneidad propia de la


naturaleza actual de los museos, para comenzar un camino de apertura desde su
identidad tradicional con acento fuerte en lo patrimonial, hacia una identidad
construida a partir del patrimonio pero teniendo en cuenta la diversidad de las
personas que los visitan, los habitan, les dan sentido y los llenan de
preguntas, voces, y también de silencios.

4. ¿Pueden los museos funcionar menos como espejo y más como


espacios de verdadera inclusión?

Los museos (como otras instituciones culturales) forman parte del contrato entre el
ciudadano y su sociedad, no estamos separados y tenemos nuestra
responsabilidad.
David Anderson (2017)

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Todos hemos sido cómplices de alguna forma
u otra, aunque nos pese mucho, de
situaciones de injusticia, desigualdad,
inequidad y exclusión, que siguen
perpetuando nuestras instituciones culturales.
Por supuesto que las responsabilidades en
estos espacios se reparten en muchas
direcciones, incluso por fuera de la misma
institución, y se engrosan allí donde se
determinan las estructuras y las condiciones
de su funcionamiento, donde faltan políticas Interior de una sala donde las personas pueden
públicas específicas o donde no se hace eco detenerse a descansar y a percibir objetos.
Victoria & Albert Museum, Londres.
de las existentes para hacerlas valer.

Pero los museos, como espacios donde se produce la interacción social, la


convivencia y la confrontación entre distintas personas, son precisamente los
espacios donde la cultura se convierte en un ámbito facilitador de experiencias
de libertad capaces de ensanchar las condiciones de las personas como
ciudadanos, en su diversidad y con sus derechos:
El carácter inclusivo de la cultura trasciende las medidas que garanticen el
acceso físico a los diferentes espacios, entornos, bienes, productos y servicios en
los que se manifiesta, e implica el reconocimiento y la asunción de la
diversidad, así como la materialización del derecho de todas las personas,
independientemente de su condición, a participar activamente en el ámbito de la
cultura en condiciones de igualdad.
Elkartu. Federación Coordinadora de Personas con Discapacidad Física de Gipuzkoa
(2016:10)
Los museos, como espacios de cultura, pueden ser protagonistas de instancias de
intercambio en las que realmente se aliente y se abrace la diversidad. Para ello,
tienen que ser lugares accesibles.

5. Acerca de la Accesibilidad
Para que los museos sean verdaderos espacios públicos e incluyentes, y no
perpetúen las desigualdades, cumpliendo asimismo con la ley, deben volverse
espacios para todas las personas, más allá de sus condiciones particulares.
La accesibilidad es la herramienta para lograr esta inclusión.
¿Cómo definimos Accesibilidad?

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Es el grado en el que todas las personas pueden utilizar un objeto, visitar un lugar o
acceder a un servicio, independientemente de sus capacidades técnicas, cognitivas
o físicas.
La accesibilidad garantiza la igualdad de oportunidades, los derechos y la vida
independiente.

Taller sobre Accesibilidad en el encuentro Museos Circulares III


realizado por la Dirección Nacional de Museos en 2017.
Museo de la Cárcova, Ciudad de Buenos Aires
En la práctica, se materializa en diseños de objetos, espacios, servicios y mensajes
que hacen que éstos puedan ser usados y comprendidos por todos, y también en
apoyos y adaptaciones que consiguen allanar las barreras que se presentan cuando
estos espacios, objetos o mensajes no fueron pensados para todos y necesitan ser
adaptados.

La accesibilidad es imprescindible para el 15% de la población,


necesaria para el 40% y cómoda para el 100%.
Por eso, decimos que la falta de accesibilidad implica cercenar la posibilidad de un
amplio grupo de la población de ejercer sus derechos.

6. Tres características de la Accesibilidad

1. La accesibilidad es transversal
Ser más accesibles impacta en la experiencia de todos.

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Si en un pasado trabajar por la accesibilidad significaba abordar la necesidad básica
de un único colectivo social, hoy la accesibilidad se entiende como algo transversal,
como un instrumento para mejorar la calidad de vida de todos los
ciudadanos. Volveremos sobre esta característica en profundidad en el módulo 2,
cuando abordemos el tema del Diseño Universal.
Por ahora, es bueno recordar que cuando somos accesibles, todos nos
beneficiamos.

2. La accesibilidad es una cuestión de derecho


El concepto de accesibilidad está asociado a los derechos y a la igualdad entre
las personas.
Hablar de igualdad es hablar de un valor que forma parte de las bases de nuestro
pensamiento. Este valor está directamente relacionado con las formas en que
fueron concebidas las instituciones de origen moderno. Pensemos en la escuela, en
el estado republicano y, sin duda, en los mismos museos. Muchos recordaremos
que las primeras líneas de la Declaración de Derechos de los hombres y ciudadanos
del siglo XVIII francés comenzaban afirmando “los hombres nacen y permanecen
libres e iguales en derechos”.
Sabemos que nuestro sistema y sus instituciones son más que perfectibles, pero en
sus orígenes está la búsqueda por garantizar la participación plena y responsable
de los ciudadanos en la vida civil, para establecer las formas de convivencia
social.
Si vivimos en una sociedad que defiende y sostiene como valor la igualdad (y
nosotros coincidimos con esta primera idea), necesariamente reconoceremos en
todos los sujetos personas no solo destinatarias de derechos sino,
especialmente, protagonistas de estos.
El reconocimiento del otro como protagonista de sus propios derechos nos lleva a
querer ayudar a crear, garantizar y defender las condiciones que garanticen esa
igualdad, así como a buscar revertir cualquier situación que la ponga en jaque.

3. La accesibilidad como forma de buscar la igualdad en la diferencia


Hablar de igualdad, sin embargo, no es contradictorio con defender y valorar
las diferencias humanas. Volvemos a decirlo: igualdad no es contrario a
diferencia.
Entonces, ¿cómo defender la igualdad y al mismo tiempo reconocer lo
particular de cada persona?

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La accesibilidad podría ser una de las respuestas a la hora de orientar nuestras
decisiones y acciones para reconocer -y valorar- lo particular de cada persona (lo
que son, necesitan y desean, pensado desde diversas perspectivas: sociales,
económicas, de salud, educativas), intentando garantizar al mismo tiempo las
condiciones que reconozcan a todos como sujetos merecedores de los mismos
derechos, responsabilidades y oportunidades.

7. Accesibilidad y discapacidad

El Museo del Prado ofrece sillas de ruedas para las


personas que las necesiten para realizar su visita.
Museo del Prado, Madrid.
Al hablar de accesibilidad, solemos relacionar inmediatamente este concepto con la
discapacidad.
Esta asociación está justificada, ya que tiene que ver con el porcentual que
presentamos más arriba, y que repetimos aquí:
La accesibilidad es imprescindible para el 15% de la población, necesaria para
el 40% y cómoda para el 100%.
Para las personas con discapacidad, nada menos que el 15% de la población, la
accesibilidad es la condición excluyente para poder transitar por un espacio,
utilizar un servicio, comunicarse o comprender un mensaje.
Pero es importante comprender que son los entornos y los contextos los que
“discapacitan”, al no reunir las condiciones que se requieren para que todos actúen
en esos entornos y contextos. Por eso, decimos que la discapacidad es relacional,
porque aparece en el contacto:

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La discapacidad no es un estatuto fijo. Es una condición relacional, un producto
social dinámico resultante de tres grupos de factores: los individuales, los
contextuales y los vinculares. La discapacidad no es cuestión de enfermedades ni
de injusticias, aunque a menudo las incluyen. (...) sólo se evidencia cuando se
activan los mecanismos y factores que la producen”.
Andrea Aznar y Diego González Castañón (2008:19)

Es decir que si las instituciones y los espacios estuvieran preparados para


recibir a todos los tipos de personas, las condiciones particulares de cada uno
no serían factores de impedimento para el desarrollo.

8. La discapacidad en la palabra de una protagonista

Los invitamos ahora a ver y a escuchar a Constanza Orbaiz, argentina, psicopedagoga y


fundadora del proyecto “Desde Adentro”.

https://youtu.be/4NuF4HD94Qs
Video. Discapacidad, poder distinto | Constanza Orbaiz | TEDxRiodelaPlata
Una de las frases que más resuenan de la charla de Constanza es “la
discapacidad es un espejo en el que nadie se quiere ver”. ¿Por
qué será esto?

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Durante mucho tiempo, la discapacidad se asoció con una falta, con una carencia. A
todos, en una sociedad híper competitiva, se nos mide contra un “modelo” ficticio de
persona “ideal”, por eso asusta mirarse en ese espejo.
Les proponemos a continuación hacer una revisión sobre la mirada personal y
colectiva que durante tanto tiempo ha primado sobre el tema de la discapacidad,
partiendo de dos enfoques: el paradigma del déficit y el paradigma de la diferencia.

9. El paradigma del déficit y el paradigma de la diferencia


En la discusión acerca de la discapacidad han prevalecido dos paradigmas, que en
la actualidad conviven todavía y que han marcado la manera en que entendemos la
discapacidad: el paradigma del déficit y el paradigma de la diferencia.

9.1. El paradigma del déficit


La palabra déficit remite a una falta. Y supone, como contrapartida, la existencia de
otra versión “ideal”, sin déficit, completa.
A la versión deficitaria, entonces, le estaría faltando algo, “no tiene lo que debería
tener”.
Una mirada del mundo que se centra en la falta nos lleva a agrupar a las personas
en torno a lo que tienen y a lo que no, en lugar de pensar cómo se relacionan
con ese entorno, y qué es lo que ese entorno les provee (o no) para la
actividad que se proponen realizar.
En el paradigma del déficit, la discapacidad le pertenece pura y
exclusivamente a su portador. Todo lo que tenés que saber sobre ella está allí,
es evidente. Sus deseos, sus inclinaciones, sus gustos; importan menos que su
“falta”. Esta forma de ver la discapacidad nos lleva a buscar contrarrestar esa
falta “sobre” la persona identificada. Porque un déficit o falta pide ser
completado/”ortopedizado”.
Cuando una persona es vista como incompleta y desde la falta, es medida contra
una “norma” construida y consensuada por otros (posiblemente nunca por esa
misma persona).
El paradigma del déficit está asociado a modelos influenciados por una mirada
clínica reductiva sobre las personas. Es la mirada de la monja que se acercó a
Constanza de niña, según cuenta en el video, y le dijo “ojalá que te cures”.
A esta mirada le sigue el uso de palabras tan presentes en el día a día (en nuestras
conversaciones, en los medios de comunicación), como “discapacitado”,
“rehabilitación”, e incluso otros utilizados casi de manera
compensatoria o como eufemismos bien intencionados como

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“capacidades especiales o diferentes”. Como dice Constanza en su charla,
“especiales son las pizzas”.
Estos términos sólo ponen de relieve la particularidad de cierto grupo de
personas, particularidades que por algún motivo parecen más importantes que
las tantas otras que tenemos los humanos.
El paradigma del déficit ha definido enormemente la manera en que concebimos y
pensamos la discapacidad durante mucho tiempo, así como la forma en que la
inscribimos en nuestras realidades, las decisiones que tomamos a nivel personal y
colectivo, lo que decimos y cómo lo decimos, las políticas que se sostienen en torno
a la discapacidad y la manera en que las instituciones las traducen en acciones.
En fin, nada de lo que hacemos está aislado de estos marcos de pensamiento que a
veces ignoramos, o que elegimos tomar como permanentes o a los que adherimos
conscientemente como argumentos firmes que refuerzan cómo entendemos el
mundo.
Pero recordemos:
La mera existencia de la limitación funcional, aunque sea minoritaria, no alcanza
para producir una discapacidad si no existe un mecanismo social que la
sancione como minusválida. Comprendamos que la discapacitación o la
valoración social son procesos que no dependen de una sola persona ni de un solo
acto, sino que están incluidos dentro del imaginario social, sostenidos por
mecanismos analizables, desarticulables y potencialmente modificables. Estos
mecanismos son operados o ejercidos por una instancia de poder dentro del marco
social: la familia, la escuela, la institución médica.
Diego González Castañón (2001)

9.2. El paradigma de la diferencia


Bajo el paradigma de la diferencia, por el contrario, las personas no son
objetivadas o comparadas con un “modelo idealizado”, sino que son reconocidas,
simplemente, como sujetos distintos a otros. Porque la verdad es que ¡todos somos
distintos!
Además, bajo el paradigma de la diferencia, no se pone el acento en la falta -a la
que se reconoce más bien como diferencia, como singularidad. Se trata de poner el
foco en el desarrollo de las potencias de cada uno, en lo que la persona puede.
Y puede mucho, si estas condiciones están dadas; sólo que puede distinto (como en
el nombre de la charla de Constanza).

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Obra de la serie “Time” de John Clang.

“El paradigma de la diferencia favorece una comprensión [del/os otro/s] en la que hay
sorpresa, misterios, sobreentendidos, malentendidos, aclaraciones, preguntas que
es necesario hacer y respuestas que requieren pensarse antes de ser respondidas.”
Andrea Aznar y Diego González Castañón (2008:26)
Bajo el paradigma de la diferencia, reconocemos que hay personas que tienen
limitaciones funcionales. Éstas pueden ser permanentes o transitorias. Las
necesidades de estas personas muchas veces no son reconocidas y acompañadas
por el contexto, que suele excluirlas y no proveer de los apoyos necesarios para
su desarrollo. Qué llamamos y entendemos como apoyos, lo ampliaremos en la
siguiente unidad.
Lo que estamos intentando poner de relieve es que si nos “ponemos los
anteojos” para mirar y entender el mundo desde el paradigma de la diferencia,
la discapacidad nunca sería vista como una condición en sí misma de la
persona, sino como una relación entre esa persona y ese contexto. Esto
supone no sólo empezar a entendernos y a mirarnos, sino hacer muy presente las
responsabilidades y entendimientos sociales colectivos.
Ese es el motivo por el que también optamos por usar la palabra personas con
discapacidad, en lugar de ‘discapacitados’ o incluso ‘personas con capacidades
especiales’. Elegir las palabras que usamos es el primer indicio consciente y
comprometido de que estamos reconociendo al otro.

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Paradigma del déficit Paradigma de la diferencia
x Mide a las personas contra un patrón x No compara contra un "modelo
considerado como "normal". ideal". Todos somos diferentes.

x La discapacidad está sustancializada. x La discapacidad es funcional.


x Brinda compensaciones. x Brinda apoyos.
x Pone el foco en la capacidad, los
x Pone el foco en la discapacidad. deseos, las aspiraciones, las ganas.

10. Inclusión e integración


Adoptar el paradigma de la diferencia nos invita a repensar las relaciones que se
establecen entre las personas.
En la inclusión, por otra parte, no es la persona la que tiene que hacer el esfuerzo,
sino el contexto el que se adapta y cambia para poder incluir a todas las personas.
Cuando hablamos de integración nos referimos a la adaptación de las minorías a
un contexto ya existente, pensado y construido para las mayorías no singulares. En
la integración, son las personas las que tienen que adaptarse al sistema, con

muchos esfuerzos.
La inclusión es un esfuerzo y un cambio profundo que hace la sociedad para que la
persona y su familia tengan un lugar en ella. La inclusión es una responsabilidad
entre todos: las familias, los vecinos, los especialistas, los gobiernos. Incluir es
construir un lugar.
Fundación Itineris (2007)
La inclusión acepta el escenario de diversidad colectiva y entiende que la
desigualdad es en realidad la condición resultante de la relación entre la
persona y su contexto.

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De esta manera, si el contexto y sus reglas cambian, las limitaciones y
desigualdades creadas por el propio sistema sobre las personas tienden a
desaparecer.

A la pregunta ¿qué podemos hacer por la inclusión?


La respuesta: “ser flexibles a modificar nuestras propuestas en función de
alojar la diversidad”.
Gob. de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires-Min. de Desarrollo y COPIDIS
(2015:15)

Instalación “People I saw but I never met” de Ben-David Zadok

Para conocer el espectro de personas para las cuales la accesibilidad es imprescindible,


presentaremos a continuación un listado acotado con los distintos tipos de discapacidad.

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Física
Movilidad:
Dentro del grupo de personas con dificultades motrices, incluimos a las personas con
movilidad reducida, ya sea temporal o permanente:

• Personas usuarias de sillas de ruedas


• Personas con prótesis
• Personas con amputaciones
• Personas con artritis, problemas para el desplazamiento, problemas de
destreza, otro tipo de condiciones que hacen que la movilidad esté
comprometida, en forma temporal o permanente
• Personas mayores que no puedan desplazarse sin ayuda
• Embarazadas en estado avanzado
• Personas con yesos o muletas
• Personas con enfermedades viscerales

Sensoriales
Visual
Personas ciegas: la ceguera puede ser de nacimiento (congénita) o adquirida. Pueden
tener hasta un 10% de campo visual. Quienes son ciegos de nacimiento, no han visto
los colores ni tienen memoria visual.

Personas con baja visión. Tienen una visión de entre el 10% y el 50%.

Auditiva

• Personas sordas: la sordera puede ser profunda, severa, mediana, leve y haber
aparecido en distintas instancias de la vida (antes, durante o después de la
adquisición del lenguaje).
Pueden tener manejo de lengua de señas argentina (LSA)*, o no. Pueden ser
oralistas (se comunican también por lenguaje hablado).
*Es importante saber que las lenguas de señas son particulares para cada
región/país. Es decir, por poner un ejemplo, la LSE (lengua de signos española) no
es igual a la LSA (lengua de signos argentina).

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Cognitiva

• De aprendizaje: personas con dislexia, autismo, síndrome de Asperger,


entre otras.
• Condiciones neurológicas o genéticas: personas con Alzheimer,
síndrome de Down, síndrome de Tourette, entre otras.

12. La Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad


¿Qué ocurre desde el punto de vista de la ley en relación a las personas con
discapacidad?
Existe un tratado internacional, llamado Convención Internacional sobre los
Derechos de las Personas con Discapacidad, que se creó con el objeto de
promover el cumplimiento de los derechos de estas personas.

Como se explica en la página de la ONU, “en un mundo perfecto, los derechos


enumerados en la Declaración Universal de Derechos Humanos serían suficientes
para proteger a todos”. Sin embargo, en la práctica, “650 millones de personas
con discapacidad -alrededor del 10% de la población mundial [al momento de
la Convención; porcentaje que ha aumentado en la actualidad]- carecen de las
oportunidades que tiene la población en general”. De modo que ratificar los
derechos de esta gran porción de la población mundial en un tratado es muy
importante, porque obliga a los países firmantes a aceptar las obligaciones jurídicas
que allí se establecen y a garantizar su cumplimiento.
Esta Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con
Discapacidad fue aprobada en diciembre de 2006. Participaron de su redacción los
estados miembro de la ONU, cuerpos y organizaciones de la ONU, instituciones de
derechos humanos, organizaciones no gubernamentales incluyendo personas con
discapacidad.
El texto de este tratado presenta los principios de respeto, autonomía, no
discriminación, participación plenas y efectivas en la sociedad, igualdad de
oportunidades y accesibilidad.
Abarca los derechos económicos, sociales y culturales de las personas con
discapacidad.
Estos derechos se materializan en instancias como: movilidad personal en el
espacio público y en todos los establecimientos, acceso al transporte público,
acceso a la educación, servicios de información accesibles, igual
reconocimiento de la persona ante la ley y acceso a la justicia,
autonomía para vivir en forma independiente, respeto por su
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privacidad y por su decisión de formar una familia, derecho al trabajo y a la
participación en la vida política y pública, participación en la vida cultural.
En el artículo 30 se establece el derecho de las personas con discapacidad de
participar en igualdad de condiciones que las demás en la vida cultural, las
actividades recreativas y el deporte. El Estado (y sus dependencias y organismos)
son quienes deben garantizar que estén dadas las condiciones para esta
participación.

Pueden consultar el texto completo de la Convención.


13. La Ley 26.378
¿Cómo se implementó lo establecido por la Convención Internacional sobre
los Derechos de las Personas con Discapacidad en nuestro país?
En el año 2008 se promulgó la Ley 26.378, que aprueba a nivel nacional la
Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad. Posteriormente, en
2014, se aprobó la Ley 27.044, que le otorga jerarquía constitucional.
Podemos afirmar entonces que a partir de estas leyes la accesibilidad se sostiene
en el reconocimiento público de algo que tenemos que cumplir. Pero la accesibilidad
no se hará “verdad” si solo la asociamos a una norma, si no comprendemos que
supone un valor, una actitud a sostener y un proceso a asumir.

14. Conclusiones

Si bien hemos presentado el paradigma de la diferencia como una perspectiva


asociada a la discapacidad inicialmente, podemos aprender de ese paradigma
y comenzar a concebir la accesibilidad como un desafío aún mayor, y no como
algo exclusivamente dedicado a resolver “problemáticas” asociadas a
colectivos particulares.
Si reconocemos y valoramos a las personas como sujetos de derecho, si
analizamos la relación que tienen (como sujeto y como colectivo) con su contexto, si
se hace evidente para nosotros cuánto ese contexto reconoce o no a esa persona, y
si entendemos que esa condición relacional afecta a cada ser humano, podremos
pensar la accesibilidad como un termómetro y regulador real que nos indicará
quiénes están siendo considerados y quiénes no, y de qué forma, en nuestros
museos.
Por otra parte, cuando abordamos el tema de accesibilidad,
aspiraremos a que nuestras decisiones y acciones vayan de una

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postura integradora y alcancen finalmente una postura inclusiva. Integración e
inclusión no se oponen; por el contrario, se complementan, y casi suponen una
continuidad.
En el próximo módulo, continuaremos profundizando en los conceptos asociados a
accesibilidad, tales como apoyos y barreras, pensaremos qué implica ser un espacio
público y conoceremos de qué se trata el Diseño Universal.

15. Bibliografía

Anderson, D. [Educa Thyssen]. (2017, enero 24). Experiencias para pensar un


museo para todos / David Anderson, Amgueddfa Cymru [Archivo de video].
Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=DnGxh5dH4FE
Aznar, A. y González Castañón, D. (2008). ¿Son o se hacen? El campo de la
discapacidad intelectual estudiado a través de recorridos múltiples. Buenos Aires:
Ediciones Novedades Educativas
Castilla, A. (2010). La memoria como construcción política. En Castilla, A.
(comp.). El museo en escena. Política y cultura en América Latina. Buenos Aires:
Paidós
Elkartu. Federación Coordinadora de Personas con Discapacidad Física de
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“Accesibilidad en los museos. Partir de lo posible”


(2da edición, 2019)
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Orbaiz, C. [TEDx Talks]. (2017, noviembre 3). Discapacidad, poder distinto |
Constanza Orbaiz | TEDxRiodelaPlata [Archivo de video]. Recuperado
de https://www.youtube.com/watch?v=4NuF4HD94Qs
El gráfico que ilustra los conceptos de Integración e Inclusión y el cuadro
comparativo entre Paradigma del Déficit y Paradigma de la Diferencia fueron
tomados de la publicación Museos Circulares. Reflexiones sobre museos, escuelas
y comunidades de la Dirección Nacional de Museos. Disponible
en https://issuu.com/minculturaar/docs/museos_circulares_p_gina_simple

“Accesibilidad en los museos. Partir de lo posible”


(2da edición, 2019)

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