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CONSTITUCIONALISMO
DELIBERATIVO
Estudio sobre el ideal deliberativo
de la democracia y la dogmática
constitucional del procedimiento
parlamentario
Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . XI
Miguel carbonell
Presentación y agradecimientos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5
capítulo primero
contexto sociopolítico y primeros elementos
De la configuración Del constitucionalismo en 1991 . . . 23
I. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23
II. Antecedentes de la transición constitucional . . . . . . . . . . . . . . . . . 30
III. Amparo político y validación jurídica al movimiento social . . . . . 37
IV. Nacimiento y coniguración del constitucionalismo colombiano en
1991. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 48
V. El poder del Poder Judicial en una democracia constitucional . . . 58
VI. La rigidez constitucional frente a la problemática por su reforma/
sustitución. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 70
1. Constitución maleable y constitucionalismo volátil . . . . . . . . . . 71
2. Posibilidad de reforma, imposibilidad de sustitución. . . . . . . . . 78
VII. Elementos de las transformaciones del constitucionalismo latino-
americano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 89
capítulo segunDo
el neoconstitucionalismo: conceptualización
e influJo en colombia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103
I. Introducción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103
VII
VIII CONTENIDO
capítulo tercero
¿cómo aumentar la legitimiDaD Democrática
De la constitución? la Defensa Del Deliberativismo
DesDe el constitucionalismo Democrático . . . . . . . . . . . . . 145
capítulo cuarto
la Doctrina JurispruDencial Del estaDo De cosas
inconstitucional: respuesta JuDicial a la necesiDaD
De reDucir la Disociación entre las consagraciones
De la normativiDaD y la realiDaD social . . . . . . . . . . . . . . . 171
I. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 171
II. Progresismo judicial y expansión constitucional material . . . . . . . 176
CONTENIDO IX
capítulo quinto
contexto De Discusión y elementos meDulares
De la concepción Deliberativa De la Democracia . . . . . . . . 217
I. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 217
II. Antecedentes de la democracia deliberativa . . . . . . . . . . . . . . . . 222
III. Una concepción normativa de la democracia basada en la deli-
beración . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 227
IV. El núcleo común de la democracia deliberativa . . . . . . . . . . . . . 240
V. Viabilidad de los ideales deliberativos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 251
VI. La teoría normativa de la deliberación y la investigación empí-
rica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 256
VII. Las virtudes que la deliberación le incorpora al proceso polí-
tico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 260
VIII. El escenario para la deliberación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 263
capítulo sexto
narrativa Del iDeal Deliberativo en la JurispruDencia
constitucional colombiana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 271
i. introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 271
X CONTENIDO
Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 353
PRóLOGO
Este libro de Leonardo García Jaramillo expone algunos de los temas más
importantes de la teoría constitucional de nuestros días. Pero no lo hace des-
de el abstracto mundo de las ideas solamente, sino mirando con atención y
detalle a nuestra complicada realidad latinoamericana.
Nuestro autor parte de una experiencia constitucional, que, es con toda
probabilidad, la más rica de la región en las últimas décadas: la de su natal
Colombia, que en medio de un momento convulso de su historia, en pleno
asedio de las guerrillas y el narcotráico, decide renovar por completo su
marco constitucional y darse a la tarea de reconstruir al país con base en el
llamado “nuevo derecho”.
La Constitución colombiana de 1991 es emblemática y ejemplar por
muchas razones, pero quisiera señalar dos que me parecen especialmente
importantes. Por un lado se trata de un texto bien redactado, con una gran
sistemática, que recoge muchos de los grandes avances del constitucionalis-
mo moderno, en parte tomados de las experiencias de la Ley Fundamental
de Bonn de 1949 y de la Constitución española de 1978. No es casual lo
anterior si consideramos que varias universidades colombianas tuvieron el
acierto de enviar año tras año desde la década de 1980 a los mejores es-
tudiantes de derecho a hacer estudios de posgrado en las más prestigiosas
universidades alemanas y españolas.
Por otro lado, lo llamativo de la Constitución de 1991 que la vuelve
única en nuestro mapa subcontinental es la aplicación que de ella ha hecho
la Corte Constitucional. García Jaramillo lo pone de maniiesto en varias
partes de su texto; pero quisiera sugerir al lector que se detuviera especial-
mente en el contenido del cuarto capítulo de la obra que tiene entre las
manos, donde se expone el desarrollo jurisprudencial del tema, ciertamente
complejo y novedoso, del “estado de cosas inconstitucional”.
Dicha tendencia jurisprudencial (que hasta donde mi información al-
canza no cuenta con antecedentes en ningún otro país de América Latina
ni se ha replicado por alguna otra jurisdicción constitucional) pone de ma-
niiesto el profundo quiebre que existe en Colombia —pero no solamente
allí— entre los mandatos constitucionales y la realidad que vivimos y sufri-
mos cada día.
XI
XII PRóLOGO
esos magistrados y esa Corte, que los pone en su lugar y les dice las cosas
como son, aunque no le guste al presidente”…, y así sucesivamente durante
los veinte minutos que duró el trayecto.
No quise decirle que yo era abogado y que mi campo de especialidad
era precisamente el derecho constitucional; tampoco le dije que alguno
de los magistrados de los que tan elocuentemente se expresaba era amigo
mío. Lo que me sorprendió fue que se sabía los nombres de los magistra-
dos y que además los podía ubicar en una determinada ilosofía judicial:
me dijo que algunos eran progresistas y que otros estaban más del lado de
los conservadores. Me quedé verdaderamente sorprendido por su conoci-
miento del trabajo de la Corte. O se trataba de un estudiante de doctorado
que para completar su ingreso hacía el turno vespertino de taxista, o verda-
deramente estaba presenciando el impacto real que puede tener la justicia
constitucional cuando los jueces deciden tomarse en serio su trabajo. Creo
que estaba atestiguando lo segundo.
Ese día pensé si una escena así habría podido darse en algún otro país
de América Latina. Me parece que no. No puedo imaginar a un taxista
mexicano recitando el nombre de los ministros de la Suprema Corte y cla-
siicando al ministro X como garantista, al ministro Y como retrógrado
conservador o al Ministro Z como acomodaticio defensor de intereses in-
nombrables.
Ni siquiera creo que haya programas de radio que dediquen horas en-
teras a discutir un fallo judicial. Ese tipo de cultura solamente se da en Co-
lombia (¡quizá con la excepción de los taxistas de Buenos Aires, pues es bien
sabido que ellos conocen de todos los temas; tienen siempre una opinión
formada sobre cada uno de ellos y pueden hablar con profundidad de lo que
se le ocurra al pasajero!).
Hay un efecto no del todo positivo en todo lo que acabo de comentar.
Me reiero al hecho de que el protagonismo de la Corte Constitucional y la
titánica tarea del resto de jueces colombianos en defensa de los postulados
constitucionales —sobre todo a través del ejercicio de la acción de tute-
la— ha generado una cierta resignación y una falta de atención frente a la
tarea menos brillante (o incluso francamente delictiva) de otras ramas del
poder público. Me parece que se ha observado con tanto detalle el trabajo
de la Corte que se ha dejado de lado la falta de trabajo del parlamento o las
políticas públicas dudosas o incluso tenazmente regresivas de diferentes pe-
riodos presidenciales. El brillo de los jueces ha oscurecido la igura de otros
funcionarios, frente a cuya inacción miles de colombianos parecen haberse
resignado.
PRóLOGO XV
Pues bien, de todo esto y de muchas cosas más habla Leonardo García
Jaramillo en su libro. Lo hace tomando como punto de partida las herra-
mientas conceptuales y analíticas del neoconstitucionalismo, enfoque con
el cual simpatizo de manera profunda. En varias de las páginas siguientes el
autor ha sintetizado con gran maestría los puntos fundamentales del neo-
constitucionalismo, haciéndolos accesibles a los muchos lectores que merece
su obra.
Conocí a García Jaramillo en su natal Manizales cuando todavía era
estudiante de licenciatura. Me pareció un personaje extraordinariamente
dotado para identiicar tendencias novedosas en la teoría jurídica y con ple-
na disposición a trabajar rigurosamente para conocer a los más relevantes
autores de la teoría política y constitucional de nuestros días. Por eso no
me sorprende que en los años siguientes nos haya ofrecido extraordinarias
traducciones de textos de o sobre John Rawls, Ronald Dworkin, Thomas
Pogge, Robert Post, Reva Siegel, Jack Balkin y Robert Alexy, entre otros;
y tenga en cartera varios proyectos intelectuales más de gran envergadura.
Leonardo está llamado a ser uno de los más brillantes teóricos del de-
recho y la política en América Latina si logra persistir en su empeño de
situarse a la vanguardia de las discusiones actuales y si no pierde el vínculo
que este libro acredita con suiciencia hacia una realidad que exige que sus
intelectuales no estén encerrados en su torre de maril, sino que observen
con detalle las violaciones de derechos fundamentales y critiquen lo mucho
que nos falta por hacer.
Es un gran honor para mí haber colaborado en el pasado con García
Jaramillo en distintos proyectos, y poder ahora sumarme a la celebración
intelectual que se recoge en las páginas de esta obra, con las cuales estoy
seguro que el lector aprenderá mucho, como lo he hecho yo mismo. Enho-
rabuena al autor y a sus lectores que están a punto de iniciar una travesía
intelectual de gran altura.
Miguel carbonell
IIJ-UNAM
PRESENTACIóN Y AGRADECIMIENTOS
Los primeros trabajos que se publican tienen más expectativas que preten-
siones, más hipótesis que tesis… más conjeturas que refutaciones. Son las
primeras oportunidades para exponer ante una comunidad académica plan-
teamientos que se han configurado luego de lecturas e investigaciones, pero
sobre todo de interrogantes que surgen del diálogo con suscriptores y detrac-
tores de las ideas y concepciones que se defienden. Se debe entonces empezar
por agradecer a los participantes e instructores de ese diálogo.
He tenido la fortuna de mantener una prolongada y singularmente for-
mativa conversación con quienes han inspirado a tantas personas en tantas
partes, y cuyas obras han sido ponderadas como materiales de gran valía
doctrinaria y política. Aunque se puede incurrir en omisiones imperdona-
bles, es un riesgo que preiero afrontar, porque considero peor incurrir en
el vicio moral del desconocimiento de las deudas intelectuales y personales.
Este libro proviene de la tesis que presenté para optar al título de Ma-
gíster en Humanidades, con énfasis en estudios políticos, en la Universidad
EAFIT de Medellín. Recibió por unanimidad la máxima caliicación y la
distinción “meritoria”. Ha variado en la narrativa y en los contenidos, as-
pirando que sea accesible para un auditorio disciplinar y geográicamente
más amplio. Además, se incorporaron tres trabajos que no hicieron parte
de la tesis.1
Si los neoconstitucionalistas defendemos la idea de la derrotabilidad de
las normas, parece sensato pensar que si algo es derrotable en el campo de la
ciencia política y jurídica son las propias ideas y concepciones. Por lo tanto,
la principal disposición de quien se somete a los rigores de la academia es
examinar las premisas de las que derivan o los argumentos en que se sus-
tentan.
1 Dos se elaboraron en el contexto de la investigación y fueron presentados en eventos
Hans-Peter schneiDer
deben contar con la cooperación de las otras dos ramas para asegurar el cumplimiento de
sus decisiones. Esta restricción se podría superar si se cuenta con un gran apoyo ciudadano o
si al menos no hay una alta oposición. Debido a que, conforme a esta doctrina, estas restric-
ciones casi nunca se pueden superar, las cortes son en general poco efectivas para conseguir
cambios sociales signiicativos.
INTRODUCCIóN 7
nan, sino también a la relación entre esas reglas y los valores y principios
más profundos que explican por qué los aspectos regulados por las reglas son
importantes para nosotros.3 Estos principios constitucionales directamente
relacionados con reglas procedimentales ayudan a explicar precisamente
por qué contamos con tales reglas y cuál es su “fuerza gravitatoria”.4 Con
el referente del principio de instrumentalidad de las formas, los principios
constitucionales, como igualdad política, publicidad, quórum deliberatorio
y principio democrático, complementan y le dan la razón de ser a las reglas
procedimentales, como el número mínimo de debates, la oportunidad para
deliberar, la publicación de la convocatoria a sesiones extra y la prohibición
de simultaneidad entre sesiones. Este libro procura reconstruir la dogmática
del procedimiento parlamentario que la Corte ha construido, a partir de las
sentencias donde ha estudiado el vicio por elusión deliberativa en que incu-
rre el Congreso cuando tramita leyes o reformas constitucionales. La rele-
vancia regional de este trabajo se estima en que esta dogmática releja otro
valioso elemento por el cual el constitucionalismo colombiano representa
una novedad en el concierto del constitucionalismo iberoamericano y, has-
ta cierto punto, un ejemplo de las formas como un tribunal constitucional
debe trascender un rol pasivo como “legislador negativo”.5
I. el resurgimiento revitalizaDo
Del constitucionalismo colombiano
un Estado federal, democrático y social (artículo 20, 1), “España se constituye en un Estado
social y democrático de derecho” (artículo 1, 1) y “La República Portuguesa es un Estado de
derecho democrático…” (artículo 2).
10 INTRODUCCIóN
social en América Latina, con algunas ilustraciones a partir de Colombia”, en García Ville-
gas Mauricio et al., ¿Justicia para todos? Sistema judicial, derechos sociales y democracia en Colombia.
Bogotá, Norma, 2006.
INTRODUCCIóN 11
que se ocupa el capítulo tercero. Pareciera que los magistrados de las altas
cortes han monopolizado la interpretación constitucional, y que, entonces,
el progreso social se puede alcanzar ante la sede judicial y sin responder a
la movilización política.
El cometido de las reformas constitucionales en América Latina, y en
Colombia en particular, fue optimizar el papel del Estado respecto de la
satisfacción de necesidades básicas y la garantía a la realización de los de-
rechos. Se procuró aumentar las condiciones de inclusión política y justicia
social, y hacer en últimos beneiciarios del progreso a toda la población, y
no sólo a unos cuantos privilegiados. En algunos países se apostó por econo-
mías libres pero solidarias de mercado y por una participación de las empre-
sas privadas en la prestación de servicios públicos para aumentar la cober-
tura y la calidad. El proceso de cambio institucional liderado por reformas
constituciones adelantadas en la región desde hace dos décadas constituye el
que podría denominarse el primer verdadero constitucionalismo latinoame-
ricano, del cual Colombia fue pionera. Dicho proceso ha estado enmarcado
por un periodo de cambio constitucional iniciado con la expedición de la
Constitución de Brasil en 1988, pero sobre todo la Constitución Política de
Colombia de 1991, y culminó con la Constitución del Estado Plurinacional
de Bolivia en 2009.
En este contexto, ha surgido en Colombia una polarización entre los
progresistas y un sector conservador del constitucionalismo y del derecho en
general, respecto del tipo de división de funciones que deben tener los prin-
cipales organismos del Estado en la organización política creada en 1991.
¿Cuál debe ser el rol del Poder Judicial ante una realidad dramáticamente
atravesada por la pobreza, la desigualdad en el ingreso y el déicit en la pres-
tación de derechos mínimos, enmarcada por un Poder Legislativo despresti-
giado que de forma tradiconal ha sobrepuesto los intereses del “país políti-
co” sobre los intereses del “país nacional” (Gaitán)? Ante un ordenamiento
jurídico imbuido de principios constitucionales por cuenta del proceso de
constitucionalización del derecho, consolidado desde la solución de casos
concretos a partir de la normativa constitucional, surge la pregunta acerca
del tipo de control de constitucionalidad idóneo y sus límites, y en general
acerca de cómo debe concebirse adecuadamente un tipo de Poder Judicial
que sea al tiempo activista y progresista, pero respetuoso de las funciones y
competencias de las otras dos ramas del poder en la expedición de normas,
y en general en el proceso de formación de las políticas públicas.8
de citaciones que orientaron la investigación por el camino de las fuentes más citadas en el
contexto de los temas particulares. Dentro de los índices fueron particularmente importantes
Scopus, SIS, Scielo y Google Scholar.
11 García Figueroa, Alfonso, Criaturas de la moralidad. Una aproximación neoconstitucionalista al
derecho a través de los derechos, Madrid, Trotta, 2009; Carbonell, Miguel “El neoconstituciona-
lismo. Signiicado y niveles de análisis”, en Carbonell, Miguel y García Jaramillo, Leonardo
INTRODUCCIóN 13
(eds.), El canon neoconstitucional, Bogotá, Universidad Externado, 2011; ibidem, 2a. ed., Madrid,
Trotta, 2011; Barroso, Luís Roberto, El neoconstitucionalismo y la constitucionalización del derecho.
El triunfo tardío del derecho constitucional en Brasil, México, UNAM, Instituto de Investigaciones
Jurídicas, 2008.
12 Clérico, Laura y Beade, Gustavo A. (eds.), Desafíos de la ponderación, Bogotá, Universi-
principales elementos de mi ilosofía del derecho”, Doxa. Cuadernos de Filosofía del Derecho, núm.
32, 2009; Sieckmann, Jan (ed.), La teoría principialista de los derechos fundamentales. Estudios sobre la
teoría de los derechos fundamentales de Robert Alexy, Barcelona, Marcial Pons, 2011.
14 Lo cual equivale a igualar en la práctica tanto el ideal de la corrección moral del de-
recho con los elementos deinitorios de la legalidad, conforme al ordenamiento y con la ei-
cacia social, como el ideal en la corrección moral. “Quien deine el Derecho exclusivamente
por medio de la legalidad conforme al ordenamiento y la eicacia social sostiene un concepto
positivista de Derecho. En cuanto añadimos la corrección moral como tercer elemento ne-
cesario, el cuadro cambia de un modo fundamental: surge un concepto no positivista de
Derecho”. Alexy, Robert, “Los principales elementos de mi ilosofía del derecho”, cit.
14 INTRODUCCIóN
segundo, pero no todos los que suscriben el segundo podrían ser considerados defensores del
primero. Hay quienes, si bien deienden los ordenamientos jurídicos constitucionalizados
con principios jurídicos vinculantes en las Constituciones y jueces que deben hacer algo más
que la mera legislación negativa, no admiten que ello deba invalidar el positivismo jurídico.
Pienso aquí en Luigi Ferrajoli, Pedro Salazar Ugarte y Gloria Lopera Mesa.
16 García Figueroa, Alfonso, Criaturas de la moralidad. Una aproximación neoconstitucionalista al
the Second Half of the Twenty Century”, 50 American Journal of Comparative Law, 2002.
18 Idem. Véase también de su autoría, “Comparative Law and Neighboring Disciplines”,
en Bussani, Mauro y Mattei, Ugo (eds.), The Cambridge Companion to Comparative Law, Cam-
bridge, Cambridge University Press, 2012.
16 INTRODUCCIóN
cracia que hace parte de este canon. Además de su aporte descriptivo para
analizar las principales instituciones judiciales, tesis doctrinarias y doctrinas
jurisprudenciales que deienden los autores más representativos, el paradig-
ma neoconstitucional es un punto de partida relevante en esta investigación,
porque para implementar el modelo de la democracia constitucional, que es
su principal cometido, es necesario poner en marcha un sistema de demo-
cracia deliberativa.
Alexy, el doctrinante más inluyente en la doctrina jurídica y la juris-
prudencia en Colombia, cuya obra igualmente ha tenido importante inlu-
jo en varios países iberoamericanos, airma enfáticamente: “Hay nociones
muy diversas de la democracia. El principio del discurso exige la democra-
cia deliberativa”.19 Después de reconocer que la democracia deliberativa es
más que un procedimiento para establecer un equilibrio de intereses para
prevenir una dictadura o una guerra civil, señala que en la democracia de-
liberativa el plano de los argumentos se superpone al plano de los intereses
y del poder, y por tanto se debe presuponer la posibilidad de contar con
discursos prácticos racionales en la esfera pública. La racionalidad discur-
siva, para Alexy, en la línea de Habermas,20 depende de la posibilidad de
implementar (algún) sistema de democracia deliberativa. “Sólo a través de
la institucionalización de la democracia deliberativa puede realizarse la idea
del discurso tanto como esta es realizable”.21 Un parlamento debe respetar
y concretar no sólo los derechos fundamentales, sino también las reglas de
la democracia deliberativa.22 El capítulo quinto aborda el contexto de dis-
cusión y analiza algunos de los principales elementos de la concepción deli-
berativa de la democracia.
19 Alexy, Robert, “The Dual Nature of Law”. Cit. de la versión manuscrita facilitada por
el autor.
20 Habermas, Jürgen, Facticidad y validez, Madrid, Trotta, 1998.
21 Alexy, Robert, “Ley fundamental y teoría del discurso”, en Cardinaux, Nancy et al.
(eds.), Las razones de la producción del derecho, Buenos Aires, Eudeba, 2006, p. 30.
22 Alexy, Robert, “The Dual Nature of Law”, cit.
INTRODUCCIóN 17
Ashgate, Dartmouth, 1997, pp. vii y ss.; Goldstein, Laurence (ed.), Precedent in Law, Oxford,
Clarendon Press, 1987.
25 Ejemplo del segundo tipo de audiencias son las realizadas luego de declarado el estado
ment of Social Rights?”, en Martí, José L. y Besson, Samantha (eds.), Deliberative Democracy
and its Discontents, London, Ashgate, 2006, trad. de Leonardo García J., “¿Los partidarios de
la democracia deliberativa deben defender la protección judicial de los derechos sociales?”,
en Arango, Rodolfo (ed.), Filosofía de la democracia, Bogotá, Universidad de los Andes, 2007.
27 MacCormick, Neil y Summers, Robert S. (eds.), Interpreting Precedents: A comparative study,
cit., p. 6.
20 INTRODUCCIóN
Pulido, Carlos, El derecho de los derechos, Bogotá, Universidad Externado, 2005; Arango, Ro-
dolfo, Derechos, constitucionalismo y democracia, Bogotá, Universidad Externado, 2004; Uprimny,
Rodrigo et al., “La libertad de información en la jurisprudencia colombiana: una perspectiva
analítica y comparada”, Libertad de prensa y derechos fundamentales, Bogotá, Konrad Adenauer-
De justicia, 2006.
INTRODUCCIóN 21