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LA CURA PARA UN SISTEMA PENITENCIARIO ENFERMO E

INEFICIENTE

Si se piensa de manera objetiva, resulta fácil determinar que en


Colombia, al igual que en muchos países con ideologías parecidas, el mal
obrar es castigado con una dura e indeseada consecuencia y se busca así,
que el individuo perpetrante del acto socialmente inaceptable por el cual
se le reprende, aprenda la gravedad del asunto y busque evitar su
repetición. En pocas palabras, se enseña con el castigo, el miedo y la
fuerza. Al tener dicha afirmación en cuenta, tambien se debe plantear la
idea de que tal vez, el método ya sea tan anticuado y poco eficaz como su
mismo origen tiránico, y que es tiempo de plantearse una nueva solución
al problema del crimen en el país, su sistema penal y carcelario, que
siendo visto desde varios ángulos, resulta ser más inútil y perjudicial que
beneficioso para el individuo y la sociedad.

Se puede empezar por el hecho de que al mandar a un individuo


culpable de algún crimen a la carcel, idealmente, el principal objetivo es
lograr la reinserción social de este mismo a futúro. Ahora, para lograr
esto, resulta nesesario algún tipo de proceso de aprendizaje que enseñe al
culpable las razones por las cuales obró de manera equivocada, sin dejar
atrás el reconocimiento de su dignidad, derechos, y necesidad de crecer
personalmente, brindándole también condiciones de salubridad aptas para
una vida plena. No obstante, día a día se asignan penas de varios años
(pocas veces sin sentido trascendental alguno, más que castigar) en
carceles llenas, mal mantenidas, y con poco interés por el reconocimiento
de la persona y sus derechos, a individuos probablemente tan perdidos y
desesperados como muchos de los ya residentes en las celdas. Individuos
que necesitan algún tipo de modelo que les guíe hacia el reconocimiento
de su ser como uno digno y con potencial de bien, para así motivarlos a
enmendar su error y buscar una mejora.

Pero es imposible discutir sobre el sistema carcelario ideal y en lo que


se debería enfocar, si la realidad está muy lejos de lo que se busca y no
hay ningún cambio visible. De acuerdo con la Defensoría del Pueblo
“Colombia atraviesa por la peor crisis carcelaria de su historia,
problemática que, lejos de superarse, se agudizó en 2015” y frente a
dicha afirmación, el gobierno no se interesa ni hace nada. Pareciera a
veces que el único ciudadano importante para el estado en este país, es
aquel sin antecedentes de delitos (dicha afirmación no aplica para los
políticos corruptos claramente), quien tenga algún tipo de relevancia
social y un soporte económico estable. Aquellos que no hacen parte de
dichos requisitos son quienes normamente pasan más necesidad, y así
mismo quienes normalmente son olvidados e ignorados. Lo que el
gobierno no tiene en cuenta o parece convenientemente olvidar, es que
este tipo de personas son también las mas propensas a realizar crímenes
debido a su frágil e insano entorno social, o como se dijo anteriormente
por simple necesidad.

En las carceles de Colombia a diario suceden incidentes que vulneran


los derechos humanos de todas las maneras posibles, pero a pesar de
identificarse como una nación defensora de los mismos, pocas figuras
importantes o entes del gobierno que hacen parte esencial del estado se
interesan, y la indiferencia parece ganarle a todo quien conoce la
situación. ¿Acaso al ser preso se pierde la condición de humanidad? ¿Se
desecha la dignidad propia? Basandose en las realidades vividas por los
internos, la respuesta no pareciera estar muy lejos del sí. Problemas de
hacinamiento, tortura, salud, alimentación, corrupción, y muchos otros,
hacen parte de la existencia diaria de la mayoría de la población de
internos en centros penitenciarios a nivel nacional. Ahora piense, ¿dichas
condiciones lo harían a usted aprender el porque de la gravedad de la
acción que lo llevó hasta allá o lo animarían a enmendar su error? La
verdad, dichas condiciones tienden a deteriorar al individuo de manera
física y psicológica, destruyendolo así mental y personalmente.

Con lo poco descrito sobre el sistema penitenciario colombiano, se


hace rápidamente evidente lo lejos que se encuentra de calificar como
uno ejemplar o velador por la justicia, la constitución y la declaración
internacional de los derechos humanos. También se puede contrastar con
los sistemas que operan en países desarrollados tales como: Finlandia,
Noruega, Suiza y muchos otros, que aunque no pueden ser aplicables
para Colombia debido a que estos no pasan por la misma situación de
desigualdad que se vive nacionalmente y por ende no están diseñados
para dichas condiciones, pueden ser tomados como ejemplo para
comenzar la estructuración de un nuevo sistema, o es su defecto la
reforma del actual.

Se necesita un sistema penitenciario basado en el ser humano como


centro inamovible y no en el castigo punitivo. Se necesita uno en el que
no hayan revueltas por parte de los internos de manera constante debido
al hacinamiento o la falta de atención médica. Se necesita uno en el que
en serio se supervise el trato que se lleva dentro de las instalaciones y en
el que prime la justicia, el respeto y la tolerancia. Pero más que todo, se
necesita uno donde se trate al preso como la persona que es a pesar de sus
acciones cometidas en el pasado, se le brinde rehabilitación y la
capacidad real de poderse reintegrar a la sociedad cuando llegue su
momento de salir. Y por ultimo, resulta imperativo dejar el gran tabú y
desprecio que se tiene hacia las personas que se encuentran o encontraron
encarcelados ya que esto les dificulta su adaptación como un individuo
de bien en la sociedad a la que se reincorpora o reincorporará.
BIBLIOGRAFÍAS:

http://www.semana.com/nacion/articulo/carceles-en-colombia-una-
tragedia-inminente/465969

http://www.lanacion.com.ar/464086-finlandia-el-pais-donde-las-carceles-
no-tienen-rejas-ni-guardias-armados

http://www.businessinsider.com/why-norways-prison-system-is-so-
successful-2014-12

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