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Es común que nuestra región Latinoamericana sea referida como una de atraso relativo. Hay
sinónimos como: subdesarrollo, falta de industrialización, brecha de desarrollo. Las denominaciones
cambian mucho a lo largo del tiempo.
A lo que se refiere todo esto es a esa brecha, a ese diferencial muy grande que existe entre América
Latina con su PIB per cápita, es decir, lo que en promedio ganamos los latinoamericanos al año que
se aproxima a 8 o 9 mil dólares al año mientras que los países que se denominan desarrollados lo
hacen en la vecindad de los 45,000 dólares.
Una relación de 6 a 1. Aquellos países ganan en promedio desde hace un siglo y medio o dos, 6
veces más de lo que lo hacemos en nuestros países de la región.
¿Nos hemos preguntado si esto es una característica de origen, si nacimos como región y como
países con ese diferencial tan amplio o si ha habido un proceso sobre la marcha en donde nos
hemos perdido de algo y ha hecho que se nos amplíe esa brecha?
Definitivamente la respuesta es ésta segunda.
Si nos regresamos a inicios del Siglo XIX encontramos que en Latinoamérica en promedio
ingresábamos los habitantes la mitad de lo que lo hacía el país más desarrollado: El Reino Unido;
eventualmente: Estados Unidos.
La pregunta relevante hoy es ¿Estamos aprovechando estas oportunidades que nos ofrecen las
tecnologías de la información y las telecomunicaciones? ¿Lo estamos haciendo al mismo ritmo que
el resto del mundo o mejor en América Latina estamos corriendo más rápido para lograr cerrar esa
brecha?
Las capacidades tecnológicas están ahí, el saber que esa es la ruta para cerrar la brecha del
desarrollo ya no es un secreto para nadie, lo que tenemos que asegurarnos es que conjuntamente
gobiernos hagan su trabajo regulatorio, empresas inviertan y produzcan los servicios y la sociedad
nos aseguremos del aprovechamiento de estas capacidades.
De otra forma mantendremos esa amplitud de la lamentable brecha de desarrollo que hemos
padecido.