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Historia de España 2º de Bachillerato.

Profesor Antonio Luis Díaz García


IES Luis de Morales. Arroyo de la Luz (Cáceres)

TEMA 7.- LA RESTAURACIÓN (1874-1923)

Texto 8: Oligarquía y Caciquismo

1.- INTRODUCCIÓN
El tema que vamos a tratar abarca desde la caída de la I República (1874) hasta el inicio de la
Dictadura de Primo de Rivera (1923). Incluye por tanto los reinados de Alfonso XII (1875-1885), la
regencia de María Cristina (1885-1902) y Alfonso XIII (1902-1931).
La restauración de la monarquía en la persona de Alfonso XII supone una etapa de estabilidad
que durará hasta finales del siglo XIX. Esa estabilidad estará propiciada por la Constitución de
1876, el sistema bipartidista creado por Cánovas, y una cierta prosperidad económica. Pero estos
logros no ocultan grandes defectos del sistema: fraude electoral y caciquismo que deja a la
mayoría de la población fuera del sistema, marginación de los partidos que están fuera del
sistema (republicanos, movimientos obreros, nacionalismos…). A la vez, afloran en las regiones
periféricas los primeros movimientos regionalistas y nacionalistas que aspiran a conseguir un
cierto grado de autonomía en un estado fuertemente centralizado.
Pero el gran mazazo para el sistema será la crisis del 98, año en el que se pierden las últimas
colonias, a partir de ahí España se replantea la razón de su ser y las medidas a llevar a cabo para
su modernización. El sistema político de la Restauración, que más o menos ha funcionado en el
XIX, continúa en el XX, pero ya está obsoleto y acabará entrando en crisis definitiva a partir de
1917 por lo que será sustituído por la Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930) todavía con
Alfonso XIII como rey.

2.- EL SISTEMA CANOVISTA


El pronunciamiento de Martínez Campos en diciembre de 1874 significó la restauración de la
monarquía borbónica en la persona de Alfonso XII, hijo de Isabel II. El político clave de esta etapa
fue Antonio Cánovas del Castillo, líder del que, durante el Sexenio Revolucionario, se había
denominado partido alfonsino, y auténtico organizador del sistema de la Restauración. Éste
sistema se basaba en la existencia de una Constitución (la de 1876), de dos partidos que se
turnan de forma pacífica en el poder, en el falseamiento electoral y el caciquismo para controlar
las elecciones y todo ello con el objetivo de garantizar el dominio de una oligarquía.
2.1.- La Constitución de 1876
Para consolidar el sistema de la Restauración era necesario aprobar una nueva Constitución.
Para ello se realizaron elecciones para unas Cortes Constituyentes que elaboraron la Constitución
de 1876, marcadamente conservadora, basada en los principios del liberalismo doctrinario
(moderado) y siguiendo las ideas que Cánovas había establecido de antemano:
La Constitución consideraba a la monarquía como una institución superior, incuestionable,
permanente y al margen de cualquier debate o decisión política. La monarquía tenía un poder
moderador que ejercía como árbitro de la vida política.
Se establece por tanto la soberanía compartida entre las Cortes y el Rey (éste último con
amplios poderes).
Las Cortes eran bicamerales. El Congreso de los Diputados era electivo, primero a través de
sufragio censitario y partir de 1890 a través de sufragio universal masculino. El Senado tenía un
carácter oligárquico ya que la mayor parte de sus miembros eran o bien altos cargos de la
administración, del ejército, de la nobleza y del clero o bien designados por el rey.

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La Constitución proclamaba la confesionalidad católica del Estado, aunque había tolerancia


para otros cultos en privado.
2.2.- Bipartidismo y turno pacífico
El sistema político de la Restauración se basaba en la existencia de dos grandes partidos, el
Conservador y el Liberal, que coincidían ideológicamente en lo fundamental, pero asumían de
manera consensuada dos papeles complementarios. Ambos partidos defendían la monarquía
borbónica, la Constitución, la propiedad privada y la consolidación del Estado liberal, unitario y
centralista.
El Partido Conservador se organizó alrededor de su líder, Antonio Cánovas del Castillo, y
aglutinó a los sectores más conservadores y tradicionales de la sociedad (a excepción de los
carlistas y los integristas más radicales). Socialmente representaba a los grandes propietarios
agrarios, a la alta burguesía y en general a las clases altas. Políticamente defendían el orden
social existente, el inmovilismo político y los intereses de la Iglesia.
El Partido Liberal tenía como principal dirigente a Práxedes Mateo Sagasta y reunió a
antiguos progresistas, unionistas y algunos ex republicanos moderados. Socialmente
representaba más a las clases medias, la burguesía y los profesionales liberales. Políticamente
eran más partidarios de un reformismo progresista y laico.
Para el ejercicio del gobierno se ponía en práctica el turno pacífico o alternancia regular en el
poder entre los dos partidos dinásticos. El turno en el poder quedaba garantizado porque el
sistema electoral funcionaba al revés que en un sistema democrático (en el que la fuerza que ha
sacado más apoyos en un proceso electoral recibe del monarca el encargo de gobernar). En el
sistema de la Restauración, cuando el partido en el gobierno sufría un proceso de desgaste
político y perdía la confianza de las Cortes, el monarca llamaba al jefe del partido de la oposición
a formar gobierno. Entonces, el nuevo jefe de gabinete convocaba elecciones con el objetivo de
construirse una mayoría parlamentaria suficiente para ejercer el poder de manera estable. El
fraude en los resultados y los mecanismos caciquiles aseguraban que estas elecciones fuesen
siempre favorables al gobierno que las convocaba.
2.3.- Caciquismo y Oligarquía
El control del proceso electoral se ejercía a partir de varias instituciones: el ministro de la
Gobernación, los alcaldes y los caciques locales. El ministro de la Gobernación era, de hecho,
quien elaboraba la lista de los candidatos que deberían ser elegidos (encasillado). Los
gobernadores civiles transmitían la lista de los candidatos a los alcaldes y caciques y todo el
aparato administrativo se ponía a su servicio para garantizar su elección. Todo un conjunto de
trampas electorales ayudaba a conseguir este objetivo: es lo que se conoce como el pucherazo,
es decir, la sistemática adulteración de los resultados electorales. Así, para conseguir la elección
del candidato gubernamental, no se dudaba en falsificar el censo (incluyendo a personas muertas
o impidiendo votar a las vivas), manipular las actas electorales, ejercer la compra de votos y
amenazar al electorado con coacciones de todo tipo (impedir la propaganda de la oposición e
intimidar a sus simpatizantes o no dejar actuar a los interventores, etc.).
Pero en todo el proceso era fundamental la figura del cacique. Los caciques eran individuos
que, por su poder económico o por sus influencias políticas, controlaban una determinada
circunscripción electoral. El caciquismo era más evidente en las zonas rurales, donde una buena
parte de la población estaba supeditada a los intereses de los caciques, quienes controlaban los
ayuntamientos y las instituciones locales (juez, Guardia Civil, etc.) aplicando el principio “A los
amigos el favor, a los enemigos la ley”. Muchas veces el cacique era el gran propietario agrario,

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el terrateniente, o en algunos casos su administrador, que daba trabajo en sus tierras (o dejaba
de dar) a los jornaleros, o arrendaba sus tierras a campesinos fieles (texto).
Con este sistema corrupto y manipulador Cánovas consigue mantener el poder político
siempre en manos de uno de los dos partidos dinásticos (conservadores o liberales). También
consigue garantizar sin amenazas el poder económico y social de una oligarquía compuesta por
la aristocracia, la burguesía financiera o industrial (catalana o vasca) y los terratenientes
(andaluces, extremeños o castellanos). Esta oligarquía junto con los políticos de los dos partidos
dinásticos, la Iglesia y el Ejército forman el bloque de poder durante la Restauración, con el
apoyo del Rey que concede títulos de nobleza a muchos de ellos.
Las clases sociales populares (trabajadores, obreros y campesinos) así como otros partidos
(republicanos, socialistas, regionalistas) quedan excluidos de este sistema de poder.

Apartado Pregunta Clave (páginas 206-207)


3.- LA CRISIS DE 1898: EL FIN DEL IMPERIO COLONIAL ESPAÑOL Y SUS CONSECUENCIAS.
3.1.- La importancia de Cuba
A finales del siglo XIX el imperio colonial español había quedado reducido a Cuba, Puerto
Rico, Filipinas, las posesiones en el norte de África (Ceuta, Melilla y algunos islotes y peñones) y
unos archipiélagos en el Pacífico (islas Marianas, Carolinas y Palaos).
La posesión más importante era Cuba donde se había desarrollado un próspero negocio de
la caña de azúcar y en menor medida de tabaco, además en esta próspera isla tenía la industria
textil catalana un importante mercado para sus productos. Los españoles sentían esta isla y la de
Puerto Rico como plenamente españolas. Sin embargo en Cuba se fue desarrollando una
burguesía criolla que comenzaba a ver más dificultades que ventajas en su dependencia con
España, y prefería una relación más estrecha con los cercanos EE.UU. donde podía encontrar
inversiones y mercado para sus productos. También los campesinos y la población negra que
había sufrido la esclavitud hasta tiempos recientes (1886) recelaban de España. Al mismo tiempo
hay un grupo de grandes propietarios agrarios que sí se identifican como españoles y no aceptan
ningún cambio en la situación de la isla, ni siquiera la concesión de autonomía.
Los EE.UU. se interesaban cada vez en mayor medida por la isla donde estaban realizando
grandes inversiones en su industria azucarera y con la que desarrollaban un gran comercio
(gráfico página 211). Por estos motivos realizaron varias ofertas de compra de Cuba a España,
que siempre fueron rechazadas porque en España se temía que la pérdida de estas colonias
supusiera una grave crisis para el sistema político de la Restauración.
Ya durante el Sexenio Revolucionario se había producido una sublevación en Cuba que
terminó con la Paz de Zanjón (1876) que en la que España se comprometía a conceder la
autonomía para la isla, promesa que nunca llegó a cumplirse.
3.2.- El inicio de la guerra hispano-cubana
En 1895, con el llamado Grito de Baire comienza la sublevación independentista definitiva
dirigida por José Martí, Antonio Maceo y Máximo Gómez, con el apoyo de los campesinos y de
la burguesía criolla (interesada en el comercio con los EE.UU.). Cánovas envía al general Martínez
Campos a sofocar la sublevación con lo que comienza las levas masivas que afectan a las clases
populares españolas, ya que las clases pudientes pueden pagar la redención. Martínez Campos
comprende que la sublevación es difícilmente sofocable porque las ideas independentistas están
ampliamente extendidas en la población cubana. El gobierno le sustituye por el general Weyler
que aplica una política fuertemente represiva: concentra a la población campesina en zonas

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controladas por el ejército español y destruye cosechas y ganados, lo que provoca una gran
mortalidad y las críticas internacionales.
También en Filipinas comienza una sublevación independentista, después de que las
autoridades españolas fusilaran a los líderes que pedían la autonomía.
3.3.- La guerra hispano-norteamericana (mapa página 212)
En EE.UU. son numerosos los sectores, especialmente la prensa sensacionalista que animan al
gobierno a intervenir en la guerra, aunque ya hay un claro apoyo a los independentistas cubanos.
El 15 de febrero de 1898, el buque de guerra Maine, de visita en La Habana, explota causando la
muerte de 258 marineros norteamericanos. EE.UU. culpa a España y el 25 de abril de 1898 le
declara la guerra (texto página 213). La guerra hispano-norteamericana se desarrolla en dos
frentes: antillano y filipino.
En Filipinas, el almirante Dewey destruye la flota española el 30 de abril, en la batalla de
Cavite. La guarnición de Manila se rinde el 14 de agosto
En Cuba la escuadra del almirante Cervera, enviada desde Cádiz, queda bloqueada en el
puerto de Santiago. Intentando forzar el bloqueo en Santiago, toda la flota de Cervera es
destruida por los norteamericanos. Santiago capitula el 15 de agosto, Puerto Rico es ocupado por
los EE.UU. En esta situación España solicita el armisticio
3.4.- El Tratado de París
Se firma el 10 de diciembre de 1898. Por él España cede a EE.UU. las islas de Cuba, Puerto
Rico, Filipinas y Guam a cambio de 20 millones de dólares. Un año después España vende a
Alemania las islas Carolinas, Marianas y Palaos por 15 millones de dólares en 1899
3.5.- Consecuencias del 98
• Pérdida de los restos del imperio colonial español
• Desastre del 98: sensación de desastre, desencanto y frustración que se extiende sobre la
sociedad española y las clases dirigentes españolas.
• Miles de bajas españolas, la mayoría por enfermedades tropicales. En su mayor parte los
fallecidos son de las clases populares que se sienten engañadas
• Pérdida del mercado colonial, especialmente grave para la industria textil catalana, lo que
favorece el desarrollo del nacionalismo catalán. La burguesía catalana considera que los dos
partidos dinásticos eran incapaces de defender sus interese y realizar una politica renovadora
y orienta su apoyo hacia formaciones nacionalistas que reivindicaban la autonomía y
prometían una política nueva y modernizadora de la estructura del Estado.
• Desprestigio del ejército que buscará nuevas zonas de actuación: Marruecos
• Desprestigio del sistema de la Restauración. Se crítica y cuestiona este sistema. Se
desarrollan los nacionalismos y el regeneracionismo.
• Curiosamente no hay una crisis económica ya que la repatriación de los capitales invertidos
en Cuba favoreció un aumento de la inversión industrial

4. LOS MOVIMIENTOS SOCIOPOLÍTICOS: REGENERACIONISMO, MOVIMIENTO OBRERO Y


REGIONALISMOS.
4.1.- El Regeneracionismo
La crisis colonial de 1898 favoreció la aparición de movimientos que, desde una óptica
cultural o política, criticaron el sistema de la Restauración y propugnaron la necesidad de una
regeneración y modernización de la política española. Tras el 98 surgieron una serie de

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movimientos regeneracionistas que contaron con cierto respaldo de las clases medias y cuyos
ideales quedaron ejemplificados en el pensamiento de Joaquín Costa, que propugnaba la
necesidad de dejar atrás los mitos de un pasado glorioso, modernizar la economía y la sociedad y
alfabetizar a la población ("escuela y despensa"). También defendía la necesidad de organizar a
los sectores productivos de la vida española al margen del turno dinástico con unos nuevos
planteamientos que incluyesen el desmantelamiento del sistema caciquil y la transparencia
electoral. En su obra Oligarquía y caciquismo como la forma de gobierno de España denunció de
forma detallada y precisa la corrupción del sistema político de la Restauración. Sin embargo este
movimiento acabó desapareciendo impotente ante el sistema de la Restauración y algunas de
sus figuras más emblemáticas, como Joaquín Costa, se incorporarían a las filas del
republicanismo.
Los ideales y propuestas de los regeneracionistas fueron acogidos por políticos
conservadores como Francisco Silvela y Antonio Maura, que vieron en esta corriente un
adecuado vehículo para sus aspiraciones políticas y se adhirieron a la misma. Cuando alcanzaron
el poder, cada uno en una etapa de gobierno diferente, intentaron poner en marcha un
programa reformista pero ninguno tuvo la fuerza suficiente como para modificar el sistema de
manipulación electoral, caciquismo y oligarquía de la Restauración.
4.2.- Movimiento obrero
El movimiento obrero, entendido como la actividad política y social de los obreros y
campesinos para mejorar su situación y defender sus derechos, que había alcanzado cierta
madurez durante el Sexenio Revolucionario fue duramente reprimido por los primeros gobiernos
de la Restauración. Hacia 1881 los gobiernos liberales desarrollaron una política más permisiva
con las organizaciones obreras lo que permitió el desarrollo legal de las dos corrientes del
movimiento obrero español: anarquismo y socialismo o marxismo (doc. 9 página 189).
4.2.1.- Anarquismo
Las ideas anarquistas (basadas en el rechazo a todo tipo de poder o autoridad así como a
la participación política) se extendieron especialmente entre los obreros de Cataluña y los
campesinos de Andalucía. En Cataluña el anarquismo se agrupó en torno a la Federación de
Trabajadores de la Región Española (FTRE). Mientras, en el campo andaluz a causa de la
dispersión campesina y de la imposibilidad de sostener una organización, los anarquistas se
agruparon en sociedades secretas y decidieron actuar como grupos subversivos. Así surgió la
Mano Negra, una especie de organización secreta que fue acusada de varios asesinatos por lo
que se detuvo a cientos de personas en Jerez, Cádiz y Sevilla. El anarquismo entró en una fase de
declive producido por la dura represión gubernamental, las divisiones internas y la práctica que
realizaban algunos grupos anarquistas de atentados contra políticos (asesinato de Cánovas) o
miembros de la burguesía.
Sin embargo en 1910 se creó el sindicato anarquista Confederación Nacional del Trabajo
(CNT) que siguiendo las ideas del anarcosindicalismo abogaba por agrupar a los trabajadores en
un sindicato que defendía el apoliticismo del proletariado y la acción revolucionaria (con huelgas
generales) para derribar el capitalismo. La CNT tuvo un gran desarrollo en Cataluña, donde se
convirtió en la fuerza obrera hegemónica, y en menor medida en Valencia y Andalucía (texto
página 253).
4.2.2.- Socialismo o marxismo
En 1879 el tipógrafo Pablo Iglesias funda el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) que
tenía como objetivo la emancipación de la clase trabajadora y su ascenso al poder (doc. 4 página
188). En 1888 se funda el sindicato Unión General de Trabajadores (UGT) para defender los

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derechos de los trabajadores en los centros de trabajo utilizando como instrumentos la


negociación y la huelga. Ambos, partido (PSOE) y sindicato (UGT), de ideología socialista
defendían una estrategia más reformista y con objetivos más concretos (jornada laboral de 8
horas, derechos laborales, salario igual para trabajadores de ambos sexos, etc.) que los
anarquistas.
Las ideas socialistas se difundieron entre los obreros de Madrid, Asturias, País Vasco. Al
principio el PSOE no tuvo mucho apoyo electoral pero tras formar una coalición con los
republicanos en 1910 comienza su crecimiento electoral (texto página 252). A comienzos de los
años treinta las ideas socialistas se habían extendido también entre los campesinos
extremeños y manchegos.
En 1921 un grupo escindido del PSOE funda el Partido Comunista de España (PCE) partidario
de la revolución bolchevique rusa y de la dictadura del proletariado.
4.3.- Regionalismos o nacionalismos
El surgimiento del nacionalismo en el País Vasco y Cataluña tenía raíces culturales y sociales
en los mediados del siglo XIX pero fue en la última década de este siglo cuando estos
movimientos tomaron cuerpo político y se convirtieron en una amenaza para el régimen
centralista de la Restauración.
4.3.1.- Nacionalismo vasco
En 1876 el régimen de la Restauración abolió el régimen foral del País Vasco y Navarra. Este
hecho junto a la llegada masiva de inmigrantes de otras regiones para trabajar en la industria
vasca y el temor a la desaparición de la lengua (euskera) y la cultura vasca llevaron a Sabino
Arana a fundar el Partido Nacionalista Vasco (PNV), y a crear la bandera vasca (ikurriña) y el
término Euskadi. Para Arana, el pueblo vasco era una raza y una cultura diferente que debía
recuperara su plena soberanía (texto página 209). Las ideas nacionalistas se extendieron entre la
burguesía tradicional y el campesinado vascos, temerosos de los cambios que la
industrialización estaba llevando. Pronto en el PNV convivieron dos corrientes: una autonomista
y otra independentista.
4.3.2.- Nacionalismo catalán
El nacionalismo catalán hunde sus raíces en el foralismo, el republicanismo federal y en el
resurgimiento de la lengua y la cultura catalana (Renaixença) que se produce en las últimas
décadas del siglo XIX. Valentin Almirall es considerado el padre del catalanismo político,
defendía la autonomía de Cataluña dentro de España (texto página 208). En 1891 se fundó la
Unió Catalanista (1891), una federación de entidades de carácter catalanista de tendencia
conservadora. Su programa quedó fijado en las Bases de Manresa en 1892, que defendía una
organización confederal de España y la soberanía de Cataluña en política interior.
El impacto de la crisis del 98 fue decisivo para la maduración y expansión social del
nacionalismo catalán. La pérdida de su mercado colonial tras el desastre del 98 empujó a la alta
burguesía catalana hacia el nacionalismo, lo que se concretó en la creación en 1901 de un nuevo
partido, la Lliga Regionalista, un partido conservador y autonomista que contó entre sus
principales líderes a Enric Prat de la Riba y Francesc Cambó y tuvo la hegemonía electoral en
Cataluña.

5.- OLIGARQUÍA Y CACIQUISMO EN EXTREMADURA


El sistema de oligarquía y caciquismo tuvo un gran desarrollo en una región tan ruralizada
como Extremadura. Por ello sólo los partidos liberal y conservador obtuvieron representación en

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este sistema político. Ambos eran partidos de notables, de gran peso específico en la comunidad
extremeña y con idénticos intereses que defender. Para garantizar su triunfo la región padeció
como el resto de España la corrupción política generalizada.
Del resto de grupos políticos, sólo los republicanos consiguieron una representación mínima,
especialmente en Badajoz. Además en esta provincia aún persistían reductos del republicanismo
que tenían como objetivo colaborar en el advenimiento de la República por la vía de la
conspiración militar. Así en 1883 tuvo lugar el alzamiento de una guarnición en Badajoz, cuya
sublevación no prosperó al no contar con el apoyo de otros focos rebeldes por lo que sus
miembros tuvieron que exiliarse.
Con el inicio del siglo XX se detecta un aumento del grado de movilización campesina junto a
un auge del asociacionismo, fundamentalmente en Badajoz donde existía una organización
llamada La Germinal Obrera, que protagonizó la huelga de braceros agrícolas de 1901. Al año
siguiente hubo graves enfrentamientos entre patronos y trabajadores que se saldaron con la
muerte de un obrero, un centenar de detenciones y la clausura de dicha organización.
Incidentes, protagonizados por campesinos sin tierras, como invasiones de fincas o atentados
contra la gran propiedad agraria fueron también frecuentes en estos años, en algunos casos con
víctimas mortales.
En la siguiente década el movimiento obrero conocerá una expansión sin precedentes
impulsada por el deterioro del nivel de vida de las clases populares como consecuencia del
aumento de la inflación y el deterioro del poder adquisitivo de los salarios y del nivel de vida de
las clases populares, debido todo ello a la Primera Guerra Mundial. Todo esto motivó el
incremento de afiliados en organizaciones obreras, que quedarían finalmente integradas en el
PSOE o en la UGT. El importante grado de movilización conseguido permitió a la clase obrera
extremeña intensificar de manera notable su presencia en la comunidad. A partir de ese
momento era una fuerza con la que había que contar.
Aunque los partidos que se oponían al sistema de la Restauración no consiguieron
representación en las Cortes, debido al falseamiento del sistema electoral, sí la conseguirían en
los municipios donde en 1920 serían elegidos numerosos concejales socialistas en ambas
provincias extremeñas.
Las dificultades económicas de los primeros años 20 propiciaron que los motines y
sublevaciones populares fueran frecuentes. Para sofocarlos las autoridades recurrían a la
Guarda Civil o en casos extremos al ejército, como ocurrió en Cáceres en 1920 donde después de
un motín intervino el ejército y en un consejo de guerra dictó varias penas de muerte.
Extremadura no permaneció ajena a las corrientes regionalistas que se desarrollaron en
España durante la Restauración. En este sentido, en 1918 las diputaciones provinciales de
Cáceres y Badajoz acordaron constituir la Comisión del Fomento de la Unión Regional Extremeña.
Este organismo difundió un cuestionario entre diferentes instituciones de Extremadura
(ayuntamientos, sociedades económicas, sindicatos agrícolas, sociedades obreras…) para
conocer las reivindicaciones regionalistas de los extremeños y solicitar, imitando al catalanismo,
la autonomía para Extremadura, algo que no se iba a conseguir en un sistema tan centralizado
como el de la Restauración. También hay que destacar la labor de algunas personalidades, como
Antonio Noberto Elviro Berdeguer, y algunos grupos regionalistas en ambas provincias.

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