Sunteți pe pagina 1din 2

Historia a través de imágenes

Cuando el cine llega a Colombia a principios del siglo XX, se encuentra con un país nublado de
complejidades sociales y económicas que impidieron sentar buenas bases para una
consolidación de la industria. A pesar de que el atraso tecnológico era una dificultad evidente,
asuntos más profundos y de índole teórico, como la ausencia de conceptos sólidos de
dramaturgia o la precaria construcción de personajes y contextos, caracterizaron igualmente
sus inicios. Durante el período mudo y comienzos del sonoro no se logró llevar a cabo la
formación de argumentistas, guionistas y directores, ni mucho menos un fortalecimiento de la
producción nacional. Por el contrario, el cine extranjero ofrecía mayor rentabilidad y economía,
por esa razón, se prefirió apuntar a la compra y construcción de teatros para la
comercialización, y el cine en Colombia se limitó a la mera reproducción e imitación del ámbito
internacional. Sin embargo, con el paso de los años la nuestra cinematografía se ha ido
embarcando en el necesario proceso cultural y colectivo de un país que se refleja, se observa y
reflexiona sobre sí mismo a través de sus imágenes.

Las primeras películas con temáticas propias y que intentaron narrar nuestra historia como
nación, tenían inicialmente el propósito de glorificar la campaña libertadora reproduciendo con
la mayor fidelidad posible los vestuarios, los contextos, las costumbres, prácticas e ideologías
de la época en la que se emprendió este proyecto de fundación nacional. Buscaban centrarse
en recoger los momentos definitivos y los personajes más cruciales de la independencia para
así despertar sentimientos de honor y de gloria en el público espectador. Antonia Santos u
Horizontes de gloria (1944) de Miguel Joseph y Mayol y Gabriel Martínez es un claro ejemplo
de ello pues fue una producción que contó con el apoyo de la Academia Colombiana de
Historia y también con la asesoría del Museo de Arte Colonial.

A mediados de los años cincuenta se observa un mayor compromiso social, o si se quiere, una
mirada menos historicista y más sociológica por parte del cine. Ésta, indudablemente fortalece
la narrativa y el argumento con personajes más apropiados de su acontecer nacional y
situaciones más reconocibles como colombianas, lo que desemboca en un desarrollo del
formato documental. Sin embargo, la ausencia de una política pública que permitiera financiar y
promocionar la producción nacional cinematográfica para, a su vez, canalizar y distribuir los
recursos, no era sino una clara evidencia del escepticismo y la falta de reconocimiento de una
sociedad hacia su dimensión y producción cultural como como su propio reflejo.

Años después, y cuando ya el siglo estaba a punto de acabarse, aparecen producciones como
la trilogía De amores y delitos que recurrieron directamente a los documentos jurídicos que
registraban las ideas y costumbres de la Colombia colonial del siglo XVII, pero que constituyen
un giro en la narrativa histórica nacional. A partir de entonces, comenzaron a abordarse
narrativas desde perspectivas étnicas y raciales, desde la perspectiva femenina y, en general, a
partir de las diversas expresiones del folclor nacional que hasta el momento se escondían
detrás de los memorables héroes y campantes batallas.
Hoy en día, con un fortalecimiento del compromiso institucional y bajo circunstancias más
favorables comprendemos la capacidad y el poder del cine de retratar la historia de un país a
través de imágenes, las cuales proporcionan una multiplicidad de experiencias, relatos e
historias. Así hemos sido partícipes del proceso social, cultural, pero sobre todo colectivo, que
nos permite ahora recordar y conmemorar nuestra fundación y, a partir de allí, toda nuestra
historia, desde la diversidad y la pluralidad de las narrativas que la hicieron posible. Doscientos
años después de la lucha independentista y celebrando así su bicentenario, recurrimos
nuevamente al ejercicio cinematográfico para decodificar el pasado, rastrear nuestros orígenes,
nuestras ideas y prácticas más arraigadas, con el fin de analizar y reflexionar sobre el presente,
en aras de encontrar luces sobre el camino que colectivamente buscamos construir a futuro.

Referencias
Barbero, J. (1990). De los medios a las mediaciones: comunicación, cultura y hegemonía.
México: Ediciones G. Gili.
Martínez, H. (1978). Historia del cine colombiano. Bogotá, Colombia: Librería y Editorial
América Latina.
América Latina.
Villarreal, A. (2016). “Tentativas sobre cine y nación: género, estilo y puesta en escena de la
‘colombianidad’”. Bogotá, Colombia: Uniandes. Recuperado el 21 de noviembre de 2019
de: http://nexus.univalle.edu.co/index.php/nexus/article/view/1835/1940

S-ar putea să vă placă și