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Salvo en experimentos recientes la pintura no tiene luz propia; tampoco nos referimos
a la ubicación del cuadro junto a una ventana o si está bien iluminado por luz
artificial. En efecto, cuando hablamos de la luz en la pintura nos referimos a la
representación de ésta en el cuadro.
La luz es algo indisociable del color, aunque los hemos separado por motivos
académicos, y por ello debemos remitirnos al apartado del color en el que se trata
también este aspecto.
Los efectos que produce la representación de la luz en la pintura son los de crear
la sensación del volumen en las figuras mediante el claroscuro (lo que llamamos
"modelado" utilizando un término específico de la escultura) y también se consiguen
efectos espaciales en la perspectiva aérea como la llamaba Leonardo da Vinci. Por este
motivo podemos remitirnos, igualmente, a los capítulos del volumen y la profundidad
en la pintura.
* Según su origen la luz puede ser artificial o natural. La artificial procede de una
vela, candil, ... y en fechas más recientes de una bombilla; generalmente se representa
reflejando en las figuras tonos amarillentos y con muy poco campo de iluminación lo
que produce un fuerte contraste entre la luz y la sombra. La luz natural procede
normalmente del sol o en raras ocasiones de la luna en noches claras y no suele
provocar tanto contraste entre la zona iluminada y la que está en sombra.