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DOLLY AMPARO CAGUASANGO VILLOTA

Magistrada ponente

SL761-2019
Radicación n.° 61115
Acta 07

Bogotá, D. C., seis (6) de marzo de dos mil diecinueve


(2019).

La Corte decide el recurso de casación interpuesto por


JOSÉ NOEL MENESES PORTELA, contra la sentencia
proferida por la Sala Laboral de Descongestión del Tribunal
Superior de Bogotá el 31 de agosto de 2012 en el proceso
ordinario laboral que adelanta contra la CORPORACIÓN
IPS SALUDCOOP TOLIMA.

I. ANTECEDENTES

José Noel Meneses Portela promovió demanda


ordinaria laboral para que se declare que entre las partes
existió un contrato de trabajo a término fijo entre el 4 de
enero de 2005 y el 6 de septiembre de 2006, el cual terminó
sin justa causa y sin la autorización del Ministerio de la
Protección Social, en un momento en que se encontraba

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«discapacitado y gestionando la calificación del grado de


invalidez».

Como consecuencia, solicitó que se condene a la


demandada a reintegrarlo al cargo que desempeñaba o a
otro de igual o superior jerarquía compatible con la merma
de su capacidad laboral, al pago de los salarios,
prestaciones, vacaciones, indemnización de las vacaciones,
prima legal de servicios, cesantías, intereses de las
cesantías, suministro de dotaciones de vestido y calzado y
auxilio de transporte, causados desde la fecha de despido
hasta que se haga efectivo su reintegro, a la indemnización
moratoria por la no consignación del auxilio de cesantía y
la causada por la falta de pago completo de las prestaciones
sociales. También reclamó el pago de la indemnización
contemplada en la Ley 361 de 1997.

De manera subsidiaria pidió que se condene a la


demandada a cancelar el mayor valor de las prestaciones
sociales «impagadas por defecto, reflejadas» en vacaciones,
indemnización de las vacaciones, prima legal de servicios,
cesantías, intereses de la misma, suministro de dotaciones,
la indemnización moratoria por no consignación de cesantía
y la causada por la falta de pago completo de las
prestaciones sociales, así como la indemnización prevista
en la Ley 361 de 1997 y las costas procesales.

El actor fundamentó sus pretensiones en que el 4 de


enero de 2005 se vinculó con la demandada, mediante
contrato de trabajo por «duración de la labor contratada»,

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para desempeñarse como ayudante de obra en la Clínica


Saludcoop EPS. En virtud de esta contratación, realizó
labores de construcción en un edificio de la demandada,
recibió órdenes de ésta a cambio de un salario de $451.300
mensuales, reajustado conforme al salario mínimo legal
vigente.

Señaló que el 29 de abril del 2005 sufrió un accidente


de trabajo, a raíz del cual fue sometido a tratamiento
médico y a una intervención quirúrgica en el hombro
izquierdo. Por esta razón le fue expedida una incapacidad
médica a partir del 12 de abril hasta el 1 de julio de 2006 y
en el mes de agosto del mismo año, fue remitido a control
médico, que dispuso una «valoración por medicina laboral» –
ortopedia.

Informó que el 16 de junio de 2006 solicitó a la


accionada que se respetara su derecho a la estabilidad
laboral por discapacidad, hasta que la Junta Regional de
Calificación definiera su grado de invalidez; sin embargo, el
6 de septiembre de esa anualidad, le fue notificada la
terminación del contrato de trabajo sin justa causa, sin
contar con la autorización de la autoridad administrativa
laboral. Agregó que el 12 de enero del 2007, la IPS Clínica
Ibagué solicitó valoración por medicina laboral para
«incapacidad y calificación». Finalmente afirmó que durante
la vigencia de la relación laboral no le fueron pagadas las
prestaciones sociales y demás acreencias laborales
reclamadas.

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La Corporación IPS Saludcoop Tolima, al dar


respuesta a la demanda, se opuso a las pretensiones y en
cuanto a los hechos aceptó la vinculación laboral del actor y
su modalidad por obra o labor contratada, el salario
devengado y la fecha en que ocurrió el accidente de trabajo.
De los demás señaló que no eran ciertos o no le constan.

En su defensa explicó que al momento de la


terminación del contrato de trabajo, el demandante no
contaba con valoración de discapacidad, incapacidades ni
con restricciones o recomendaciones médicas que le
hubiesen sido comunicadas a la entidad; solamente luego
de su retiro, la ARL informó a la IPS Saludcoop Tolima la
calificación del origen de la enfermedad del actor y que no
existía nexo de causalidad entre el accidente y la patología.
En ese orden, afirmó que no operaba el amparo reclamado y
previsto en la Ley 361 de 1997, dado que la empresa
desconocía cualquier valoración médica o de pérdida de
capacidad laboral durante la relación laboral, la cual
finalizó por culminación de la obra o labor para la que el
actor fue contratado.

Propuso como excepciones previas la de prescripción e


ineptitud de la demanda por falta de requisitos formales por
indebida acumulación de pretensiones. En audiencia
celebrada el 5 de agosto de 2010, el juez de primer grado
resolvió declarar probada parcialmente la excepción de
prescripción frente a las acreencias laborales causadas
antes del 2 de septiembre de 2006 y declarar «subsanado el
objeto de la excepción de inepta demanda» dado que en

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dicha diligencia la parte actora precisó que la pretensión de


indemnización prevista en la Ley 361 de 1997 se formulaba
como subsidiaria de la solicitud principal de reintegro (f.°
151 y 152). Como excepciones de mérito propuso las de
compensación e inexistencia de los requisitos legales para
que proceda el reintegro.

II. SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA

El Juzgado de Descongestión Adjunto al Juzgado


Sexto Laboral del Circuito de Ibagué, mediante sentencia
proferida el 29 de julio de 2011, resolvió:

PRIMERO: DECLARAR que entre JOSÉ NOEL MENESES


PORTELA como trabajador y la CORPORACIÓN IPS SALUDCOOP
TOLIMA como empleadora, existió contrato de trabajo por
duración de la obra con vigencia durante el período comprendido
entre el 4 de enero de 2005 y el 6 de septiembre de 2006 el cual
fue terminado por el empleador.

SEGUNDO: CONDENAR a la demandada CORPORACIÓN IPS


SALUDCOOP TOLIMA a reconocer y pagar al demandante la
suma de $2.897.400, por concepto de la indemnización
contemplada en el artículo 26 de la Ley 361 de 1997. Lo anterior,
conforme a las razones expuestas en la parte motiva de esta
providencia.

TERCERO: NEGAR las demás pretensiones formuladas con la


demanda.

CUARTO: DECLARAR NO PROBADA la excepción de prescripción,


ni las restantes formuladas por la demandada.

QUINTO: CONDENAR en costas a la demandada.

III. SENTENCIA DE SEGUNDA INSTANCIA

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La Sala de Descongestión Laboral del Tribunal


Superior de Bogotá, conoció del presente asunto en virtud
de los Acuerdos PSAA11-8267 y PSAA11-8983 de 2011 (f.°
12 cuaderno de segunda instancia), y al resolver el recurso
de apelación presentado por las partes, mediante sentencia
dictada el 31 de agosto de 2012, revocó la decisión
recurrida y en su lugar, absolvió a la accionada de las
pretensiones de la demanda inicial e impuso condena en
costas a la parte actora en ambas instancias.

En lo que interesa al recurso extraordinario, el


Tribunal recordó el contenido del artículo 26 de la Ley 361
de 1997 y resaltó que esta disposición no contempla la
ineficacia del despido o de la terminación del trabajo. Sin
embargo, aclaró que en sentencia CC C 351-2000, la Corte
Constitucional precisó que con independencia del derecho
a la indemnización equivalente a 180 días de salario, el
empleador necesita el permiso del Ministerio del Trabajo
para despedir a una persona con discapacidad; además,
dicha Corporación declaró la exequibilidad de esta norma
bajo el entendido que carece de todo efecto jurídico el
despido o finalización del contrato de trabajo de una
persona por razón de su limitación, sin autorización de la
autoridad administrativa laboral.

Agregó que el artículo 5° de la mencionada ley, indica


que en el carné de afiliación debe aparecer «calificada» la
incapacidad del trabajador y el grado de la limitación, para
lo cual debe tenerse en cuenta que el artículo 7° del
«Decreto 2463» consagró una clasificación de la limitación

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según el porcentaje de pérdida de capacidad laboral así:


moderada 15% a 25%, severa mayor de 25% e inferior a
50% y profunda igual o mayor al 50%.

Refirió que, según la Corte Constitucional, la


protección contemplada en la Ley 361 de 1997 no
solamente opera frente a quienes tienen calificada una
limitación, sino para todos los que padecen una
disminución en su estado de salud que les impide el
cumplimiento de su labor, tal como se indicó en sentencia
CC T 1207-2008, de la cual citó algunos apartes. Sin
embargo, el Tribunal explicó que el amparo a las personas
que sufren una afectación en su capacidad laboral sin que
tengan calificación previa, solamente se puede amparar por
el juez de tutela como mecanismo transitorio. En ese orden,
son requisitos para dar aplicación a la legislación invocada
por el actor, que exista una calificación de la limitación y
que el despido o terminación del contrato lo sea con ocasión
de dicha discapacidad.

El colegiado señaló que, según el demandante, el


accidente de trabajo ocurrido el 29 de abril de 2005 le
generó una cirugía en el hombro izquierdo; sin embargo, de
la descripción del siniestro realizada en el formato de
reporte de accidente de trabajo visto a folio 25, advirtió que
la lesión que sufrió el demandante fue en la cabeza, no en el
hombro, de ahí que las secuelas que alega no se derive del
infortunio laboral mencionado.

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Agregó que, de conformidad con el dictamen de


calificación de pérdida de capacidad laboral y origen de la
enfermedad emitido por la ARL, el actor sufrió un desgarro
muscular en el hombro derecho por el cual fue atendido en
urgencias el 27 de junio de 2005 y no generó secuelas, y
además, se le practicó una cirugía de manguito rotador del
lado izquierdo, en abril de 2006, la cual fue producto de
una lesión de origen común. Así se le informó al empleador
en comunicación del 31 de octubre de 2006, mediante la
cual la ARL indicó que las incapacidades generadas entre el
12 de mayo y el 10 de agosto de 2006, no tienen relación
directa con el último accidente de trabajo, ocurrido el 27 de
junio de 2005, por lo que el trámite debía ser adelantado
ante la EPS, por ser de origen común.

Precisado lo anterior, indicó que mediante escrito del 6


de septiembre de 2006, la empresa demandada le informó
al actor que la labor para la que había sido contratado,
finalizaba ese mismo día (f.° 121) y aclaró que en el contrato
de trabajo, las partes acordaron que éste terminaría una vez
construido el edificio de Saludcoop Ibagué – Avenida 60 (f.°
129 y 130).

Resaltó que la última incapacidad médica del


demandante finalizó el 10 de agosto de 2006, por lo que
para el momento en que terminó el contrato laboral, 6 de
septiembre de 2006, no se encontraba incapacitado. Insistió
en que, según la Ley 361 de 1997, para que opere la
protección allí consagrada, era necesario que el trabajador
esté calificado dentro de los rangos señalados en el «artículo

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5°», evento que no se presenta; además, de la historia


clínica no se desprende la existencia de incapacidad o
limitación física alguna para cumplir con sus labores y para
acceder a la «protección reforzada especial», se requiere una
limitación en el grado de severa o profunda. Sustentó esta
consideración en la sentencia CSJ SL 27 ene. 2010 sin
indicar número de radicación.

En ese orden, concluyó que no se trataba de si el


accionante padecía alguna enfermedad, hecho que se
encuentra acreditado, sino que de acuerdo con la Ley 361
de 1997, era necesario acreditar el grado de discapacidad y
que la relación laboral finalizó por dicha circunstancia,
situaciones que no se evidencian en el proceso, por el
contrario, este último hecho quedó desvirtuado, como
quiera que el contrato «finalizó por uno de los modos legales
de terminación de los contratos a término fijo, la finalización
de la obra contratada».

Conforme lo anterior, consideró innecesario estudiar


los puntos planteados por la apoderada del demandante en
su alzada.

IV. RECURSO DE CASACIÓN

El recurso fue interpuesto por el demandante,


concedido por el Tribunal y admitido por la Corte, por lo
que se procede a resolver.

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V. ALCANCE DE LA IMPUGNACIÓN

El recurrente pretende que la Corte case «parcialmente»


la sentencia de segundo grado, y en sede de instancia,
confirme los numerales primero y segundo de la parte
resolutiva de la decisión del a quo y revoque el numeral
tercero, para en su lugar condenar a la demandada a
reintegrarlo al cargo que desempeñaba o a otro de igual o
superior categoría compatible con su merma de capacidad
laboral, y se paguen los salarios y prestaciones dejadas de
cancelar.

Con tal propósito formula un cargo, por la causal


primera de casación, el cual fue replicado.

VI. CARGO ÚNICO

Acusa la sentencia por transgredir la ley sustancial,


por la vía directa en la modalidad de interpretación errónea
del «artículo 26 de la Ley 361 de 1997, al desconocer la
hermenéutica de los artículos 10 y 19 del Código Sustantivo
de Trabajo, articulo 26 del Código Civil, artículo 10 de la Ley
1437 del 2011, 4 y 8 de la Ley 153 de 1887, normas de
alcance nacional, y colateralmente los artículos 13, 29, 53 y
230 de la Constitución Política, en concordancia con la
jurisprudencia de la H. Corte Constitucional».

En la demostración del cargo señala que el Tribunal


tuvo en cuenta una jurisprudencia que efectúa una

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interpretación regresiva del artículo 26 de la Ley 361 de


1997, y desconoció el criterio de la Corte Constitucional que
no limita la garantía de la estabilidad laboral reforzada
únicamente a los trabajadores que cuenten con una
calificación de su grado de discapacidad. Por tanto, esta
decisión del Colegiado dejó de aplicar el principio
constitucional de la condición más beneficiosa.

Afirma que el Tribunal interpretó erróneamente el


artículo 26 de la Ley 361 de 1997, «ya que ésta ha sido
interpretada en su hermenéutica […] por la Honorable Corte
Constitucional, en ejercicio de su potestad de guardián
soberano de la Constitución y que interpreta con autoridad la
misma, las cuales tienen trascendencia jurídica de
precedentes judiciales, y que deben ser aplicados por los
jueces ordinarios y colegiados.»

Señala que de conformidad con lo expuesto en


sentencia CC T- 410 de 2011, la estabilidad laboral
reforzada no se limita a los trabajadores que tengan un
porcentaje de pérdida de capacidad laboral, pues la misma
opera sin consideración a esta circunstancia, por tanto, el
empleador que desee terminar la relación de trabajo de una
persona con un quebranto físico, debe obtener previa
autorización del Ministerio del Trabajo, con independencia
de que esté vinculado mediante contrato a término fijo o
indefinido.

Refiere que el Tribunal tampoco tuvo en cuenta la tesis


expuesta por el Consejo de Estado Sala de Consulta y

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Servicio Civil «radicación número 1208 del 8 de octubre de


1999», según la cual, cuando existen órdenes judiciales de
reintegro imposibles de cumplir, se deben proferir actos
administrativos en los cuales se expongan las razones de
ello y se ordene el pago de los salarios causados hasta el
momento en que se comunique al ex trabajador, la
imposibilidad de tal reintegro. Si se hubiese atendido este
criterio, el juez de alzada habría revocado la decisión del
juez de primer grado.

Igualmente indica que se quebrantó el artículo 53 de la


Constitución Política, el cual es de aplicación inmediata
según la sentencia CC C 479-1992, pues no acudió al
principio de la condición más beneficiosa en casos de duda,
antinomia o su equivalente, entre dos o más normas
laborales. Agrega que en virtud del principio de igualdad y
de la obligación de atender los precedentes judiciales, el
Tribunal ha debido atender las normas que regulan la
forma de interpretar la ley, es decir, los artículos 10 de la
Ley 1437 de 2011, 19 del CST, 26 del CC, 4, 5 y 8 de la Ley
153 de 1887 y 230 superior, de los cuales cita su contenido.

En cuanto a la importancia de atender los precedentes


judiciales el censor resalta lo expuesto en sentencias CC T
495-2007 y CC C 634-2011, de las cuales transcribe varios
apartes. Finalmente concluye que se acredita la equivocada
interpretación del artículo 26 de la Ley 361 de 1997, pues
según esta disposición, si el empleador pretende terminar el
contrato de un trabajador discapacitado, debe solicitar

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autorización al Ministerio de la Protección Social, al margen


de la modalidad contractual que se haya pactado.

VII. RÉPLICA

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La parte demandada se opone a la acusación del


censor, pues considera que la decisión impugnada se
ciñó al criterio jurisprudencial actualmente vigente
sobre la materia. Explica que la protección prevista en
el inciso 2 del artículo 26 de la Ley 361 de 1997, opera
únicamente en los eventos en que el empleador conoce
la calificación de discapacidad o minusvalía del
trabajador que corresponde a una pérdida de
capacidad laboral severa o profunda y lo despide por
cualquier causa, y no simplemente cuando el
empleado estuvo incapacitado o padeció alguna
enfermedad. Estos parámetros no fueron acreditados
en el proceso, por tanto, el Colegiado no se equivocó al
absolver a la demandada.

VIII. CONSIDERACIONES

Dado que la acusación del censor se dirige por la


senda jurídica, no se controvierten los siguientes
supuestos fácticos establecidos por el Tribunal:

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i) El demandante sufrió un primer accidente de


trabajo el 29 de abril de 2005 en el que se lesionó la
cabeza; ii) el 27 de junio de 2005 fue atendido en
urgencias por un trauma en el brazo derecho sin
secuelas; iii) en abril de 2006 le fue practicada una
cirugía de manguito rotador en el brazo izquierdo,
lesión calificada como de origen común; iv) la última
incapacidad médica del accionante venció el 10 de
agosto de 2006; v) el 6 de septiembre de 2006 la
demandada notificó al demandante la terminación del
contrato de trabajo en razón a la finalización de la
obra para la que fue contratado; vi) para ese momento,
el actor no se encontraba incapacitado y tampoco
existía calificación de la pérdida de capacidad laboral o
limitación física y vi) luego de la terminación del
contrato, el 31 de octubre de 2006, la ARL comunicó a
la demandada la calificación de origen común de las
patologías por las cuales el trabajador tuvo
incapacidad médica entre el 12 de mayo y el 10 de
agosto de 2006.

Partiendo de estas premisas, el Colegiado


concluyó que la garantía de estabilidad laboral
reforzada prevista en el artículo 26 de la Ley 361 de
1997 no opera en favor del accionante, dado que no se
acreditó que contara con una calificación de su
limitación física o capacidad laboral para el momento
de la terminación del contrato, y tampoco que ésta
hubiese ocurrido en razón a su situación de salud.

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Tal consideración es reprochada por el censor,


pues asegura que el ámbito de aplicación de la
protección especial contemplada en el artículo 26 de la
Ley 361 de 1997, no se restringe únicamente a favor
de los trabajadores que cuenten con la valoración de la
pérdida de capacidad laboral. Por el contrario, afirma
que para el despido o terminación del contrato de todo
empleado que presente un quebranto de salud o
patología, es necesario acudir a la autorización previa
de la autoridad laboral administrativa, pues de lo
contrario, aplican los efectos de la norma acusada.

La Sala debe recordar que la norma cuya


interpretación es cuestionada por el recurrente, adoptó
mecanismos de integración social y acciones afirmativas,
encaminadas a garantizar el ejercicio efectivo de los
derechos de las personas en condición de discapacidad,
específicamente en el ámbito laboral, con el fin de proteger
a los trabajadores en las diferentes etapas de la relación de
trabajo.

El artículo 26 de la Ley 361 de 1997 estableció:

Artículo 26: En ningún caso la discapacidad de una persona,


podrá ser motivo para obstaculizar una vinculación laboral, a
menos que dicha discapacidad sea claramente demostrada
como incompatible e insuperable en el cargo que se va a
desempeñar. Así mismo, ninguna persona en situación de
discapacidad podrá ser despedida o su contrato terminado por
razón de su discapacidad, salvo que medie autorización de la
oficina de Trabajo.

No obstante, quienes fueren despedidos o su contrato terminado


por razón de su discapacidad, sin el cumplimiento del requisito
previsto en el inciso anterior, tendrán derecho a una

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indemnización equivalente a ciento ochenta días del salario, sin


perjuicio de las demás prestaciones e indemnizaciones a que
hubiere lugar de acuerdo con el Código Sustantivo del Trabajo y
demás normas que lo modifiquen, adicionen, complementen o
aclaren.

(En atención a la exequibilidad condicionada declarada mediante


Sentencia CC C 458- 2015 , se cambia la expresión limitación
por discapacidad).

En ese orden, se advierte que la protección derivada de


la norma tiene como propósito amparar a las personas en
condición de discapacidad para que no puedan ser
despedidas o su contrato terminado por razón de tal
circunstancia, así mismo, prevé como consecuencia del acto
discriminatorio, el reintegro así como el pago de la sanción
de 180 días de salario, además de las indemnizaciones a
que hubiere lugar.

Ha sido criterio reiterado de esta Corporación, que la


protección contenida en la norma anterior, procede si se
acredita una discapacidad por lo menos moderada, esto es,
dentro de los porcentajes de pérdida de capacidad laboral
igual o superior al 15%, según la legislación vigente para la
época, y no cualquier patología o incapacidad médica. Así
se explicó en sentencia CSJ SL10538-2016, en la que fijó el
alcance de la protección de qué trata el artículo 26 de la Ley
361 de 1997, la cual ha sido reiterada, entre otras, en las
decisiones CSJ SL17945-2017, CSJ SL24079-2017, CSJ
SL471-2018, CSJ SL685-2018 y CSJ SL3982-2018, en la
que se señaló:

Conforme a lo anterior, el razonamiento que sirvió de sustento al


Tribunal para disponer el restablecimiento del contrato de trabajo
de la demandante, es a juicio de la Corte abiertamente contrario

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al espíritu teleológico de la citada preceptiva, ya que como lo


tiene adoctrinado la jurisprudencia de esta Corporación, no es
suficiente por si solo el quebrantamiento de la salud de la
trabajadora o el encontrarse en incapacidad médica para
merecer la especial protección de que trata el artículo 26 de la
Ley 361 de 1997, pues debe acreditarse que el asalariado al
menos tenga una limitación física, psíquica o sensorial y con el
carácter de moderada, esto es, que se enmarque dentro de los
porcentajes de pérdida de la capacidad laboral igual o superior
al 15%.

Así las cosas, en relación con la estabilidad laboral


reforzada, discutida en este proceso y materia del recurso
extraordinario por no haber sido reconocida por el Tribunal,
la Corte ha considerado que para su procedencia es
necesario que el trabajador padezca una situación de
discapacidad en un grado significativo, debidamente
conocida por el empleador, para que se activen las
garantías contenidas en la Ley 361 de 1997, especialmente
el artículo 26.

En sentencia CSJ SL11411-2017, se reiteró el tema


relativo a cuáles son los trabajadores destinatarios de esta
protección y los demás presupuestos que ésta exige. Así se
señaló:

Resaltado lo anterior, de primera mano, para la Sala resulta


abiertamente infundado el segundo cargo, encaminado por la vía
directa, pues lo que se defiende en su desarrollo es precisamente
lo que determinó el Tribunal, en cuanto a que no cualquier
trabajador con enfermedades o incapacidad médica está
cobijado por las garantías a la estabilidad y que, de cualquier
manera, la condición de discapacidad debe ser conocida por el
empleador y ser la causa de la terminación de la relación laboral,
sin autorización previa.

Al margen de lo anterior, para despejar las inquietudes


planteadas por la censura, en lo que tiene que ver con el marco
jurídico que gobierna la situación en disputa, esta sala de la
Corte ha clarificado que los destinatarios de la garantía especial

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a la estabilidad laboral reforzada son aquellos trabajadores que


tienen una condición de discapacidad en grado moderado,
severo o profundo, como lo dedujo el Tribunal,
independientemente del origen que tengan y sin más
aditamentos especiales, como que obtengan un reconocimiento y
una identificación previas.

En la sentencia CSJ SL, 28 ag. 2012, rad. 39207, reiterada en


CSJ SL10538-2016 y CSJ SL5163-2017, entre otras, la Corte
adoctrinó al respecto:

Justamente en un proceso adelantado contra la misma empresa


aquí demandada, radicado N° 32532 de 2008, esta Sala
determinó que no toda discapacidad goza de la protección a la
estabilidad contenida en el artículo 26 de la Ley 361 pues, en
concordancia con los artículos 1º y 5º de la citada ley, dedujo
que gozan de dicha protección aquellos trabajadores con grado
de discapacidad moderada (del 15% al 25%), severa (mayor del
25% y menor al 50%) y profunda (mayor del 50%). Bajo esta
premisa, negó la protección al demandante quien sufría una
incapacidad permanente parcial del 7.41%.

El anterior precedente fue reiterado en la sentencia 35606 de


2009, donde sobre el particular anotó:

“De acuerdo con la sentencia en precedencia [32532 de 2008]


para que un trabajador acceda a la indemnización estatuida en
el artículo 26 de la Ley 361   de 1997, se requiere: (i) que se
encuentre en una de las siguientes hipótesis: a) con una
limitación “moderada”, que corresponde a la pérdida de la
capacidad laboral entre el 15% y el 25%, b) “severa”, mayor al
25% pero inferior al 50% de la pérdida de la capacidad laboral, o
c) “profunda” cuando el grado de minusvalía supera el 50%; (ii)
que el empleador conozca de dicho estado de salud; y (iii) que
termine la relación laboral “por razón de su limitación física” y
sin previa autorización del Ministerio de la Protección Social”.
(subraya la Sala)

En ese orden, de acuerdo a la actual posición


jurisprudencial de la Sala de Casación Laboral de la Corte
Suprema de Justicia, la garantía reclamada procede para
las personas en situación de discapacidad física, psíquica o
sensorial en los grados requeridos, esto es, moderado,
severo o profundo, aunado a que la sola circunstancia de
que el trabajador sufra alguna enfermedad o haya

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presentado incapacidades médicas, no lo hace merecedor de


la garantía de estabilidad reforzada.

Por lo tanto, el Tribunal no incurrió en error jurídico al


identificar los requisitos para acceder a la protección
derivada del artículo 26 de la Ley 361 de 1997 y concluir la
improcedencia de aplicar el amparo contenido en esta norma
al presente asunto, puesto que es un hecho no
controvertido, que al término de la relación de trabajo el
actor no contaba con una calificación del grado de
discapacidad. Más aún, si por holgura esta Sala pudiese
revisar el dictamen emitido por la ARL al que se refirió el
Tribunal, que en todo caso se expidió con posterioridad a la
finalización de la relación, se advertiría que allí únicamente
se valoró el origen de la enfermedad del actor, pero no se
definió el porcentaje de pérdida de capacidad laboral.

Ahora bien, el juez de apelaciones tampoco erró al


señalar que para obtener el amparo especial previsto en la
norma estudiada, también es necesario que la terminación
del contrato de trabajo obedezca o se funde en la condición
de discapacidad del trabajador. Situación que aquí no
aconteció, pues fue indiscutido que el contrato término por
la finalización de la obra contratada.

Debe precisarse que, conforme al actual y reciente


criterio de esta Corte, «el despido de un trabajador en estado
de discapacidad se presume discriminatorio, a menos que el
empleador demuestre en juicio la ocurrencia real de la causa

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alegada» (CSJ SL1360-2018), por lo que este requisito no


constituye una carga probatoria para el actor.

Sin embargo, ello implicaría para cuando al momento


de la terminación unilateral del contrato, el trabajador
presente una discapacidad física, psíquica o sensorial por lo
menos con el carácter de moderada, esto es, que se
enmarque dentro de los porcentajes de pérdida de la
capacidad laboral igual o superior al 15%, y además, que de
ella conozca el empleador, lo cual no fue establecido por el
Tribunal, y en ese orden, impide que se active la presunción
aludida.

De otro lado, resulta equivocado invocar el deber de


aplicar el principio constitucional de la condición más
beneficiosa, pues no tiene lugar en este caso, ya que éste
opera cuando existe un tránsito legislativo, ante la falta de
previsión de un régimen de transición y con miras a
garantizar expectativas legítimas de los afiliados. Así lo
precisó esta Corporación en sentencia CSJ SL4650-2017:

B. En torno a los elementos característicos del principio de la


condición más beneficiosa.

Esta Corporación ha estimado que el postulado de la condición


más beneficiosa tiene las siguientes características:

a) Es una excepción al principio de la retrospectividad.


b) Opera en la sucesión o tránsito legislativo.
c) Procede cuando se predica la aplicación de la
normatividad inmediatamente anterior a la vigente al
momento del siniestro.
d) Entra en vigor solamente a falta de un régimen de
transición, porque de existir tal régimen no habría
controversia alguna originada por el cambio normativo,
dado el mantenimiento de la ley antigua, total o

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parcialmente, y su coexistencia en el tiempo con la


nueva.
e) Entra en juego, no para proteger a quienes tienen una
mera o simple expectativa, pues para ellos la nueva ley
puede modificarles el régimen pensional, sino a un
grupo de personas que, si bien no tienen un derecho
adquirido, se ubican en una posición intermedia –
expectativas legítimas- habida cuenta que poseen una
situación jurídica y fáctica concreta, verbigracia, haber
cumplido en su integridad la densidad de semanas
necesarias que consagraba le ley derogada.
f) Respeta la confianza legítima de los destinatarios de la
norma.

Por lo anterior, en el presente asunto no se dan los


presupuestos para acudir al mencionado postulado
constitucional, pues no puede predicarse que el actor
contara con una expectativa legítima en materia de
estabilidad laboral reforzada que se viera afectada por un
cambio legislativo en la materia, ya que la norma aplicable
es la Ley 361 de 1997 ya analizada. Por tal razón, esta
inconformidad del censor resulta infundada.

Conforme lo expuesto, la Corte no evidencia los errores


jurídicos que acusa el recurrente, pues no es dable otorgar
la garantía de estabilidad laboral reforzada prevista en el
artículo 26 de la Ley 361 de 1997 si al término de la
relación laboral no existe calificación de la discapacidad o
pérdida de capacidad laboral del trabajador, y el empleador
no tenía conocimiento de ello, y además existe una razón
objetiva de finalización del vínculo, como lo es la
culminación de la obra contratada, todo lo cual permite
concluir que la desvinculación en este caso, no obedeció al
estado de salud del demandante, sin que sea posible acudir

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a principios constitucionales como el invocado por el


accionante, tal como se explicó.

Las costas en el recurso extraordinario estarán a cargo


de la parte demandante recurrente. Se fijan como agencias
en derecho, la suma de cuatro millones de pesos
($4.000.000), que se incluirán en la liquidación que se
practique conforme a lo dispuesto en el artículo 366 del
CGP.
IX. DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de


Justicia, Sala de Casación Laboral, administrando justicia
en nombre de la República y por autoridad de la ley, NO
CASA la sentencia dictada el 31 de agosto de 2012 por la
Sala Laboral del Tribunal Superior del Distrito Judicial de
Bogotá, dentro del proceso ordinario laboral seguido por
JOSÉ NOEL MENESES PORTELA contra CORPORACIÓN
IPS SALUDCOOP TOLIMA.

Costas como se dijo en la parte motiva.

Notifíquese, publíquese, cúmplase y devuélvase el


expediente al tribunal de origen.

MARTÍN EMILIO BELTRÁN QUINTERO

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DOLLY AMPARO CAGUASANGO VILLOTA

ERNESTO FORERO VARGAS

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