Sunteți pe pagina 1din 30

Estudio introductorio

Nicolás Suárez, pionero y patriota en los


confines de la Amazonía boliviana

Anna Guiteras Mombiola*1

A lo largo de 1923, la prensa beniana, y en particular los periódicos


editados en la población amazónica de Riberalta, se hicieron eco de una
apasionada polémica surgida entre el reconocido patrón gomero Nicolás
Suárez y el coronel Federico Román. El origen de esta controversia se
hallaba en una conferencia celebrada en La Paz el año anterior –y publi-
cada posteriormente en varios números de la Revista Militar de esa misma
ciudad– en la que el militar cuestionaba el liderazgo, coraje y patriotismo
del empresario durante la guerra del Acre (1899-1903), a la vez que se
adjudicaba un rol protagónico en el desarrollo de dichos acontecimien-
tos bélicos. Anoticiado de estas declaraciones, Suárez tomó cartas en el
asunto y, estimando que su honor había sido ultrajado, denunció en varios
periódicos orientales las calumnias de las que, en su opinión, era víctima.
Por medio de una carta pública y de la pluma de su hijo, Suárez em-
plazó a Román a presentar ante un tribunal de honor los “documentos y
antecedentes que comprobaran la modesta pero patriótica actuación de

* Doctora en Historia por la Universidad de Barcelona e investigadora del Taller de


Estudios e Investigaciones Andino-Amazónicos (teiaa) de la misma institución.
Estudia los procesos de colonización de la Amazonía boliviana, las representa-
ciones de sus poblaciones criollas e indígenas y el impacto entre estas últimas en
su inserción al nuevo orden liberal en el contexto de la construcción de Bolivia
como Estado-nación. Es autora del libro De los llanos de Mojos a las cachuelas del Beni,
1842-1938. Conflictos locales, recursos naturales y participación indígena en la Amazonía
boliviana (Cochabamba, 2012).
1 Agradezco a Isabelle Combès, Lorena Córdoba, Pilar García Jordán, Kathryn Lehman
y Diego Villar por los documentos compartidos y sus comentarios y sugerencias a
versiones anteriores de este estudio introductorio.

[13]
14 Anotaciones y documentos sobre la campaña del Alto Acre

los unos y las felonías y falsedad de los otros”.2 Por entonces, la prensa,
en tanto que instrumento de discusión e intervención en la vida pública,
era frecuentemente utilizada para divulgar este tipo de pleitos en los que
uno exponía sus puntos de vista y refutaba los de sus adversarios, promo-
viéndose de esa manera la conformación de determinada opinión pública
(Roca, 2001: 188; Unzueta, 2000). La difusión de las críticas de Román
hacia el todopoderoso empresario generó una oleada de reconocimiento
a Nicolás Suárez en el departamento del Beni y, en particular, en el norte
amazónico. El apoyo a este respondió, por un lado, al sentimiento de pesar
de los actores regionales “que vieron y actuaron”3 en el conflicto del Acre,
al considerar que no se había valorado en su justa medida el importante
papel jugado por ellos en la protección de las fronteras nacionales; y, por
otro lado, al desconocimiento que, según ellos, había mostrado el coronel
–y, por extensión, su audiencia altiplánica– sobre la historia de las tierras
bajas.4 Sin embargo, el imposible acuerdo entre las partes implicadas
acerca de una vía de resolución de la controversia y la dilatación de los
trámites burocráticos impidieron a Suárez su anhelado esclarecimiento so-
bre su conducta en la guerra y en la defensa de la soberanía boliviana.
Herido en su orgullo y alentado por un clima favorable entre los
intelectuales y grupos dirigentes de las provincias amazónicas, Nicolás
Suárez se propuso acallar definitivamente las voces que ponían en duda
su dignidad personal y su compromiso con el país. Resultado de tal em-
peño fue Anotaciones y documentos sobre la campaña del Alto Acre, 1902-1903
(Barcelona: Tipografía La Académica, 1928). Desde entonces, el libro no
tuvo ninguna reedición, siendo la segunda la que el lector tiene en sus
manos.5

2 “Carta abierta”, en: La Gaceta del Norte, Riberalta, núm. 50, 20 de febrero de 1923.
El mismo texto fue publicado en otros periódicos del país y reproducido poste-
riormente en Suárez, 1928: 11-13. En esta edición, véase pág. 53.
3 El empleo de cursivas está en la edición original (Suárez, 1928: 51). En esta edición,
véase Anexos, pág. 405.
4 “Los lineamientos históricos del Coronel Román sobre la Campaña del Acre”, La
Gaceta del Norte, Riberalta, núm. 50, 20 de febrero de 1923; “Acción de la Columna
Porvenir en la Campaña del Acre”, El Comercio, Riberalta, núm. 4, 28 de febrero de
1923; “Campaña del Acre”, La Gaceta del Norte, Riberalta, núm. 75, 24 de agosto de
1923.
5 En 1990 se hizo una reimpresión en La Paz, a cargo de la Escuela de Comando y
Estado Mayor “Mariscal Andrés de Santa Cruz”, que fotocopia el contenido del
libro de 1928 y agrega una presentación.
Estudio introductorio 15

Apoyándose en documentos oficiales, notas de prensa, testimonios y


cartas, Suárez rememoró los sucesos vividos por él dos décadas antes du-
rante la contienda que enfrentó a Bolivia con Brasil. La obra está dividida
en tres partes. La primera presenta la correspondencia intercambiada entre
Nicolás Suárez hijo y Federico Román, así como la de los representantes
de ambos, entre 1923 y 1924; la segunda parte ofrece la visión personal
de Nicolás Suárez padre sobre el desarrollo de la guerra, haciendo especial
hincapié en su participación en la batalla de Bahía para, con ello, refutar las
acusaciones hechas en su contra por el militar; y la tercera está compuesta
por algo más de un centenar de documentos que, en opinión de su autor,
corroboraban la veracidad de los hechos por él narrados, deviniendo en
elemento suficiente para reparar su maltrecha honra. Acompaña a la obra
un mapa del Territorio de Colonias del Noroeste elaborado en Cachuela Es-
peranza en 1922 (también reproducido en la presente edición).6 En palabras
de Nicolás Suárez –recogidas por el escritor argentino Ciro Torres López–, se
trataba de un “libro de polémica” (1930: 261) con el que aspiraba mostrar
“una idea cabal de la verdad histórica” (pág. 48),7 dando conocimiento de
acciones que tenían “trascendencia social y de interés público, por lo mismo
que reca[ía]n sobre la labor patriótica desenvuelta por él” (pág. 72).

El rey del comercio de la goma


Nicolás Suárez Callaú nació el 10 de septiembre de 1851 en el barrio de
San Roque, uno de los vecindarios más antiguos y tradicionales de Santa
Cruz de la Sierra, en el seno de una familia formada por el matrimonio
de los comerciantes minoristas Rafael Suárez y Dolores Callaú y sus ocho
hijos (dos mujeres y seis varones), siendo Nicolás el menor de ellos. A
pesar de sus orígenes cruceños, Suárez pasó poco tiempo en esta ciudad,
trasladándose a tierna edad al departamento del Beni, donde la familia
iniciaría una nueva vida administrando una estancia de ganado cerca
de Trinidad (Fifer, 1970: 124; Vallvé, 2010: 258-259). En ese entonces, el
Gobierno central impulsaba distintas medidas para fomentar el acceso,
conservación y cría de la cabaña ganadera beniana por considerarla pa-
trimonio indiscutible de la región, al tiempo que la producción de carne,
cuero, sebo y queso cubría la demanda de estos artículos en los bosques
subandinos (Guiteras Mombiola, 2012: 96-105), donde la recolección de

6 Nota de los editores (ne): Véase la solapa posterior.


7 ne: La paginación corresponde a la presente edición.
16 Anotaciones y documentos sobre la campaña del Alto Acre

la corteza de la quina –también conocida como cascarilla– se encontraba


en pleno auge.
Al negocio de la quina se unirían pronto los hermanos Suárez. Esta
actividad atraía, desde la década de 1820, a negociantes y exploradores a
los núcleos de Apolo, Rurrenabaque y Reyes, cuyos trabajos dinamizaron
el mercado regional, vinculándolo a la economía mundial (Roca, 2001:
201-205; Stoian, 2005: 55-58). Siguiendo la estela de estos pioneros, el
hermano mayor de los Suárez, Francisco, instaló una casa comercial en
la capital beniana mientras otros dos, Rómulo y Gregorio, se desplazaron
al río Beni. Nicolás seguiría sus pasos poco después. A los 21 años, y en
calidad de socio de Francisco, empezaría a dedicarse al comercio de la
quina y al transporte de mercancías desde y hacia Brasil –y de ahí, a Euro-
pa–. Al mismo tiempo, incursionaría en áreas inexploradas en búsqueda
de más árboles de quina para, a los primeros síntomas de agotamiento
de ese producto, interesarse por la goma elástica (Fifer, 1970: 125; Roca,
2001: 246). Este bagaje le permitió abrir una casa de habilitación en
Reyes que adelantaba fondos a los industriales y a pequeñas sucursales
comerciales en los ríos Beni y Madera (Limpias Saucedo, 2005 [1942]: 181;
Gamarra: 175). Paralelamente, formó una sociedad destinada al rescate de
quina junto con el empresario Augusto Roca, radicado en el área desde
la década de 1860; también se vinculó con Antonio Vaca Díez, a quien
financiaría, compraría su producción de goma y con el que acordaría el
transporte de la misma (Torres López, 1930: 247-248). Si bien esta resina
ya era conocida en la región, no fue hasta fines de la década de 1870 que
la creciente demanda internacional de productos elaborados con látex –en
especial desde las industrias automovilística y eléctrica– incrementaría
el interés por la naciente economía gomera. Nuevos emprendedores y
antiguos recolectores de corteza de quina acudieron en masa a explotar la
goma elástica del norte amazónico, apoyándose en las casas comerciales,
la infraestructura, la mano de obra, las redes fluviales y la propia maqui-
naria logística empleadas en el ciclo de la quina (Córdoba, 2015: 14).
Por entonces, sin embargo, no se conocían todas las rutas fluviales
que conectaban las estribaciones andinas con los puertos brasileños, vién-
dose estos comerciantes obligados a seguir largos circuitos interiores para
llegar al río Madera (Limpias Saucedo, 2005: 181-182). El descubrimiento
en 1880 de la confluencia de los ríos Beni, Madre de Dios y Mamoré por
el explorador estadounidense Edwin Heath, superando los rápidos que
habían impedido su total navegación hasta la fecha, conectó esas regiones
con la cuenca amazónica y propició la ocupación de los ricos gomales
existentes en sus riberas. Según Valerie Fifer (1970: 125), en el que es
Estudio introductorio 17

uno de los mejores trabajos sobre la trascendencia de Nicolás Suárez en


el ámbito económico y social boliviano, este comprendió la magnitud de
tal descubrimiento, resolviendo descender esa ruta recién abierta para
hallar un punto próximo a la convergencia de dichos ríos en el cual situar
un nuevo asiento comercial. Este lugar sería Cachuela Esperanza, cuya
ubicación privilegiada en la desembocadura del río Madre de Dios con
el río Beni permitía reconocer los gomales de ríos de los alrededores y
controlar el tráfico de personas y mercancías que, a partir de entonces,
se desplazarían por esa red hidrográfica. Como señala Stoian, Nicolás
“anticipó la importancia estratégica de esta ubicación al reconocer que
en la práctica toda la goma producida en el norte boliviano tendría que
pasar obligatoriamente por este lugar antes de salir a los mercados in-
ternacionales” (2005: 62). De este modo, Cachuela Esperanza se conver-
tiría, desde su fundación en 1882, en la sede central del mayor emporio
económico jamás conocido durante el auge gomero en la región.
En efecto, bajo el liderazgo indiscutible de Nicolás, los Suárez ad-
virtieron la futura importancia de la goma elástica (Melby, 1942: 460) y
establecieron un modelo de integración vertical con el que controlaron
toda la cadena de suministro de la nueva economía extractiva (Vallvé,
2012: 261). Nada más establecerse en Cachuela Esperanza, el menor
de los Suárez organizaría, junto con sus hermanos, la firma Suárez
Hermanos, que “tenía como finalidad ocuparse en la compra-venta
de mercaderías en general, fletes y otra clase de negocios” (Gamarra,
2007: 178). Años más tarde, evocaría: “Eso quise hacer: no explotar la
goma. Limitarme a comprar y transportar la que se produjese” (Torres
López, 1930: 246). De ahí que, a lo largo de la década de 1880, Nicolás se
dedicara a explorar los ríos adyacentes, establecer unas pocas barracas
gomeras, conocer sitios estratégicos donde situar puestos de abasteci-
miento y ampliar sus actividades comerciales entre los empresarios que
se afanaron en ingresar al interior de los bosques septentrionales. Por
su parte, su hermano Rómulo fijó sucursales de la empresa familiar en
las poblaciones brasileñas de San Antonio, Manaos y Belém do Pará, y
adquirió nutridos hatos ganaderos y numerosos lotes de tierra en los
llanos de Mojos, donde situaría establecimientos agropecuarios con cuya
producción (carne, cuero y charque primordialmente, pero también
arroz, azúcar y alcohol) abastecería las barracas propias y ajenas. Desde
Manaos, Gregorio supervisó el transporte de goma elástica en lanchas
aguas abajo con destino el océano Atlántico, y la conducción a Cachuela
Esperanza de los artículos importados desde Brasil y Europa. Mientras
que Francisco, radicado en Londres por sus negocios e intereses diplo-
18 Anotaciones y documentos sobre la campaña del Alto Acre

máticos desde fines de la década de 1870, se vincularía con la actividad


comercial londinense, conocería las tendencias del mercado mundial
y controlaría tanto las remesas enviadas a Bolivia como las llegadas a
Europa (Fifer, 1970: 126, 128-130; Stoian, 2005: 63, 335).
La empresa Suárez Hermanos, conocida comúnmente como la casa
Suárez, concentraría sus esfuerzos en el control de la navegación fluvial,
el comercio de importación y exportación y las finanzas. De hecho, gran
parte de su negocio consistió en adelantar dinero a los llamados pione-
ros de la colonización de la región, cuya producción de goma elástica
compraba el mismo Nicolás a cambio de que estos adquirieran víveres
y artículos elaborados y distribuidos por su empresa, el precio de los
cuales sería gravado sobre sus entregas de goma (Roca, 2001: 247-248).
Con el tiempo, las grandes deudas contraídas por la falta de crédito
y/o la imposibilidad de abonar las tasas impuestas por la nueva regla-
mentación de la industria gomera ocasionaron la quiebra de pequeños
propietarios y diversas sociedades comerciales que se vieron abocados a
abandonar sus tierras, cederlas o transferirlas a terceros (Torres López,
1930: 248-249; Fifer, 1970: 128). La disponibilidad de capital propio per-
mitió a la casa Suárez cancelar el adeudo de sus clientes y adueñarse de
la mayoría de sus barracas y estradas gomeras, así como de su personal
e infraestructuras. A su vez, el deceso en 1897 de su hermano Francisco
y de los socios Augusto Roca, con gomales sobre el Madre de Dios, y
Antonio Vaca Díez, poseedor de numerosas tierras en el medio y bajo
Beni y a lo largo de todo el río Orthon (Torres López, 1930: 197, 248-
250; Roca, 2001: 248-249; Limpias Saucedo, 2005: 257-258), convertiría
a Nicolás Suárez en el mayor empresario y propietario gomero de la
cuenca amazónica boliviana.
Esta nueva situación patrimonial implicó que, a partir de la década
de 1890, Nicolás se preocupara por ocupar el noroeste amazónico desde
sus recién adquiridos establecimientos gomeros y, a la vez, se dedicara
intensamente a la comercialización de la goma elástica. Asegurado su
dominio sobre la ruta Beni-Madera y empujado por su interés en hallar
ricos gomales aún por explotar y abrir rutas alternativas de acceso al
río Amazonas, Suárez avanzaría hacia los bosques bañados por los ríos
Manú-Madre de Dios, Orthon-Manuripi-Tahuamanu y Acre-Purús. Estas
incursiones dieron por resultado, por un lado, la posesión de la mayor
parte de las barracas situadas en una franja de unos 160 km a lo largo del
Alto Acre, por debajo de Bahía, una de sus propiedades situadas más al
norte; y, por otro lado, la fundación de la barraca Porvenir, a orillas del río
Tahuamanu, que funcionaría como base de la casa Suárez en las regiones
Estudio introductorio 19

septentrionales y desde donde dominaba el movimiento de la goma que


exportaba por la vía Acre-Purús-Amazonas (Fifer, 1970: 130-131).
La competencia por el control del territorio del Acre daría lugar a
un conflicto internacional entre Bolivia y Brasil a inicios del siglo xx. Sin
entrar aún en detalle sobre este enfrentamiento, cabe señalar que, al ver
peligrar sus posesiones en esta región, Nicolás crearía y lideraría una
fuerza organizada, avituallada y armada por él mismo y compuesta por
peones suyos y de otros patrones gomeros; esta tropa privada obtendría
notables victorias y resistiría durante meses el avance brasileño sobre sus
posesiones y la soberanía boliviana (Fifer, 1972: 128). El imperio gomero
de Nicolás saldría airoso de esta contienda pues, tras la firma del Tratado
de Petrópolis en 1903, por el que Bolivia cedió al país vecino cerca de
191.000 km2 de espacio amazónico, “se mantuvo virtualmente intacto”
al preservar sus propiedades de Porvenir y Bahía dentro de territorio
boliviano (Fifer, 1970: 135; Roca, 2001: 253).
En la década de 1910, tras la violenta muerte de sus hermanos Gre-
gorio y Rómulo, el primero en las aguas del río Madera8 y el segundo en
su residencia La Loma9 en los alrededores de Trinidad, Nicolás obtendría
el control absoluto de la empresa familiar que, por entonces, manejaba el
60% de la producción de goma elástica boliviana (Córdoba, 2015: 18). Tal
fue la magnitud adquirida por la casa Suárez que Nicolás, sin abandonar
nunca su firme dirección, confiaría la gestión de la empresa a gerentes
y contables europeos –en su gran mayoría, suizos– que se instalaron en
Cachuela Esperanza.10 En esa época, la casa matriz de la empresa era la
capital indiscutible de la industria gomera boliviana (Fifer, 1970: 136).
Además de oficinas y almacenes repletos de mercancías y la propia
residencia familiar de Nicolás, existían viviendas para los trabajadores,

8 Si bien la fecha de su muerte no es clara, habiendo acaecido en 1873 según To-


rres López (1930: 197-198) o en 1904 a decir de Fifer (1970: 136), los testimonios
consultados por ambos autores coinciden en atribuir su deceso a un ataque a su
embarcación llevado a cabo por los caripunas; hecho confirmado por coetáneos
como Franz Ritz (Córdoba, 2015: 70), aunque otros los confundan con los araonas
(Coímbra, 2016 [1946]: 167).
9 “El Fundador de La Loma”, Moxos, núm. 22, enero de 1936. Aparentemente, Rómulo
fue asesinado en 1907 por uno de sus sirvientes en respuesta a los vejámenes y
maltratos a los que sometía a sus trabajadores (Nordenskiöld, 2003 [1922]: 80-81).
10 Los suizos Carl Blattmann y Ernst Leutenegger fueron gerentes de la casa Suárez,
cuyos relatos de vida y fotografías, tomadas por ellos mismos, ilustran el trabajo
diario en las barracas gomeras. Su obra ha sido recopilada por Centeno y Fernández
(1998) y Córdoba (2015: 169-374).
20 Anotaciones y documentos sobre la campaña del Alto Acre

talleres de carpintería y mecánica, una central eléctrica, un astillero, un


aserradero, una despulpadora de café, una peladora de arroz, una fábrica
de hielo, un moderno hospital, una farmacia, una escuela, una oficina de
correos y otra telegráfica, una vía férrea, un hotel, un teatro y una capilla
(Torres López, 1930: 231-238; Centeno y Fernández, 1998: 51-66). Desde
allí, y hasta mediados del siglo xx, Nicolás controlaría una treintena de
establecimientos agropecuarios, un cuarto de millón de cabezas de ganado,
diez mil arrobas de azúcar al año y cinco millones y medio de hectáreas
de terrenos gomeros que concentraban centenares de barracas con más
de siete mil pobladores (Torres López, 1930: 229, 239, 244; Melby, 1942:
460; Gamarra, 2007: 113-122).
Pese a la caída repentina del precio de la goma elástica a mediados
de la década de 1910, como consecuencia de la competencia de las plan-
taciones gomeras del sudeste asiático y la crisis económica internacional,
la sostenida producción de goma en territorio boliviano evitó el colapso
del imperio creado por Suárez. Sin embargo, la paulatina reducción de
la demanda obligaría a buscar alternativas. Efectivamente, en la década
de 1930, la recolección, extracción y descascarado de la castaña –conoci-
da como “nuez del Brasil”– se convertiría en un importante negocio de
exportación que, a pesar de venderse a precios relativamente bajos en el
mercado mundial, generó ganancias suficientes para suplir los escasos
ingresos de la goma (Stoian, 2005: 84-86). Su producción revitalizó los
frentes extractivos del norte amazónico boliviano y proporcionó trabajo
a hombres y mujeres del departamento del Beni.11 La diversificación de
sus negocios mantuvo a la casa Suárez como la principal distribuidora de
todo tipo de mercancías en la vasta región amazónica12 hasta la muerte
de Nicolás Suárez, a la edad de 88 años, el 9 de enero de 1940. A partir de

11 “La industria castañera del Beni y el Territorio del Noroeste”, Moxos, núm. 20, abril
de 1935; “La industria castañera en el Beni. Quebradío de almendra en Cachuela
Esperanza”, Moxos, núm. 21, noviembre de 1935; “Trabajo para las mujeres del
Beni”, Moxos, núm. 26, noviembre de 1936.
12 En un anuncio publicado en la revista periódica Moxos (núm. 15, marzo de 1934) se
informaba que Suárez Hermanos Sucesores –razón social que la empresa adoptaría
a partir de la década de 1920– eran “importadores de toda clase de mercaderías
de Ultramar // exportadores de Goma Fina, Castaña Descascarada y Cueros de
res al pelo // fabricantes de los afamados alcoholes ‘Ivon’ y Mantequilla ‘La Mo-
jeña’. // navegación a vapor en los ríos Mamoré, Beni, Madre de Dios, Orthon y
Tahuamanu. // El servicio de transporte de pasajeros y carga entre Puerto Ballivián
(Trinidad) y Guayaramerín, se efectúa con los vapores Rodolfo Araúz y Britania, los
más confortables y de mayor capacidad en el Departamento. // Se dispone de
alvarengas especiales para el transporte de ganado en pie”.
Estudio introductorio 21

entonces, vanos fueron los esfuerzos de sus herederos por mantener a flote
una empresa que languidecería hasta desaparecer al iniciarse la década
de 1950. La muerte de Nicolás Suárez, reconocido ya por entonces con
el epíteto de Rey de la Goma,13 marcaría el fin de una era de prosperidad
en la Amazonía boliviana.

El frente gomero y el Estado ausente


Bolivia surgió como Estado independiente sobre una enorme superficie
territorial que incluía extensas regiones de la Amazonía, caracterizada
por la existencia de grandes distancias y una compleja orografía que, en
1825, no había sido explorada ni ocupada más que en una mínima parte.
A lo largo del siglo xix, la colonización y nacionalización de esa frontera
sería un referente ideológico de la mayoría –si no de la totalidad– de los
Gobiernos bolivianos (García Jordán, 2001: 254, 269, 299). El interés por
adquirir mayor control e información sobre la cuenca amazónica favo-
reció que, en 1842, se creara el departamento del Beni y, en las décadas
siguientes, se promulgaran gran cantidad de medidas para la explora-
ción, conocimiento, ocupación y explotación de sus “tierras baldías”. Sin
embargo, el alcance de las mismas fue precario pues los intereses de los
líderes políticos estatales se centraban prioritariamente en el devenir
del altiplano y sus valles periféricos; por el contrario, las tierras bajas
recibieron escasa atención y su ocupación efectiva fue delegada al interés
privado (Guiteras Mombiola, 2012).
Las distintas voces recogidas en Anotaciones y documentos… testimo-
nian esta ausencia del aparato estatal boliviano en el norte amazónico
y, particularmente, en el territorio del Acre, a inicios del siglo xx. El
limitado número de empleados, la falta de equipamientos y fondos, las
pésimas comunicaciones terrestres y los insuficientes asientos estatales en
las fronteras desfilan ininterrumpidamente ante los ojos del lector. Una
constancia de que las políticas de colonización estatal habían resultado
un espejismo (García Jordán, 2001: 277) se encuentra en las palabras del
propio Nicolás Suárez:

13 “Cachuela Esperanza a vuelapluma”, Moxos, núm. 3, octubre de 1932. Autores


benianos que han perpetuado este apodo son, entre otros, Carvalho Urey (1978:
50), Becerra Casanovas (1984: 150) y Durán Mendoza (2014). En este sentido, en
1905, el estadounidense C. J. Post afirmaría que “lo que Rockefeller es en el mundo
del petróleo, lo es Suárez en lo que respecta a la goma en Bolivia”. Véase “Nicolas
Suarez, a South-American rubber Baron”, India Rubber World, vol. 32, núm. 3, abril
de 1905: 223-224.
22 Anotaciones y documentos sobre la campaña del Alto Acre

Sin caminos adecuados para el comercio y para el servicio de la Administra-


ción, y sin elementos suficientes de transportes y comunicaciones, era en
verdad un problema llegar al Acre y al Purús por el Orton y el Tahuamanu,
y peor todavía por el Abuná […] El supremo Gobierno así lo comprendió y
prefería despachar sus empleados por el Atlántico [vía La Paz-Buenos Aires]
y el Amazonas. Pero frecuentemente los empleados llegaban a Pará sin di-
nero para los gastos de su estancia en la ciudad y para continuar su viaje
hasta el Acre (pág. 102).

Conforme se avanza en la lectura de los distintos documentos reco-


gidos en el libro, el lector va percatándose de la incapacidad, la torpeza
e, incluso, la apatía del Ejecutivo boliviano para asentar soberanía en
aquellas regiones durante las décadas anteriores a la guerra del Acre.
Y, a la vez, constata la asunción de dicho papel por parte de numerosos
aventureros, empresarios, comerciantes y recolectores de goma elástica,
pioneros de la colonización de la vasta y desconocida geografía amazónica.
En efecto, el avance de estos colonos sobre la frontera interna beniana
sería fundamental para trazar la cartografía de la hoya amazónica. Durante
la segunda mitad del siglo xix, particulares y firmas comerciales obtuvie-
ron la concesión de lotes de tierra a cambio de proporcionar datos sobre
la navegabilidad de los ríos, establecer rutas eficaces hacia el Atlántico,
favorecer la comunicación vial, fundar nuevas poblaciones y evaluar sus
riquezas naturales y minerales (García Jordán, 2001: 255-281, 300-332).
Paralelamente, el auge de la goma elástica acapararía la atención de
individuos ávidos por enriquecerse que se aventuraron al interior de los
bosques del noroeste para descubrir gomales vírgenes. Figuras como Ni-
colás Suárez, Antonio Vaca Díez, Augusto Roca, Timoteo Mariaca, Augusto
Heiland, Nicanor G. Salvatierra o Alfredo W. Barber, entre muchos otros
pequeños empresarios independientes, adquirieron numerosas concesio-
nes de estradas gomeras, equivalente cada una de ellas a 150 árboles. Su
explotación, además de convertirlos en los principales grupos de poder
del área, implicó la proliferación de barracas en las riberas de los ríos
Madre de Dios, Beni, Madera, Manuripi, Madidi, Orthon, Tahuamanu, Acre
y Abuná y, por consiguiente, el poblamiento de espacios hasta entonces
carentes de asentamientos humanos (Stoian, 2005: 63-65; Gamarra, 2007:
101-105; Córdoba, 2012b: 87-88), constituyéndose en los únicos elementos
de soberanía boliviana en la zona.
La falta de organización administrativa estatal en el Norte Amazóni-
co implicó que “la barraca gomera fuera la única institución local en la
región, cuyo aislamiento en medio de la selva y el control personal que
ejercían los patrones le dieron unas características sui generis” (Vallvé, 2010:
378-379; 2012: 67). Las barracas fungían como centros de explotación de
Estudio introductorio 23

goma elástica y, a la vez, como puntos de embarque para la distribución


del látex recolectado y la recepción de mercancías (Stoian, 2005: 331). Las
numerosas barracas de las grandes firmas comerciales, como la creada
por Nicolás Suárez, conformaban una enorme constelación de estable-
cimientos interconectados por ríos, arroyos y caminos abiertos a través
de la intrincada selva, como se observa en el mapa que acompaña a esta
obra. Cada barraca albergaba personal profesionalizado (administradores,
contadores, trabajadores de escritorio, mayordomos, capataces), trabajado-
res asalariados (mozos, jornaleros), fregueses14 y peones siringueros.15 Su
rendimiento era supervisado por un administrador que recibía órdenes de
la casa matriz y cuyo cometido principal era la coordinación del proceso
productivo: desde la extracción de látex, pasando por la elaboración de las
bolachas de goma, hasta su acopio en los almacenes para su exportación
(Gamarra, 2007: 222-223, 229-233, 278-279). Si la barraca albergaba ofici-
nas, almacenes y embarcaciones, la pica de la goma elástica –es decir, la
incisión en los árboles de goma para la obtención de resina– tenía lugar
al interior de los bosques, en los centros gomeros; estos distaban unos
40 a 50 km de las barracas con las que se conectaban por sendas que, a
su vez, conducían a las estradas gomeras. La pica era realizada por los
siringueros que residían en condiciones precarias en dichos centros con
sus familias o en grupos de tres a cinco individuos, usualmente varones,
quienes únicamente abandonaban el lugar para entregar la goma y
recoger provisiones en las barracas (Vallvé, 2010: 378-387; 2012: 67-68).
“La organización marcadamente paternalista y jerárquica propia de las
barracas” favoreció el surgimiento de cierto sentido de “respeto, compro-
miso y admiración del trabajador hacia su empleador” (Gamarra, 2007:
223, 239). De ello darían cuenta varios empleados de la casa Suárez que
lucharon contra las tropas brasileñas al apelar al “prestigio que tiene en
las barracas la palabra y la autoridad del patrón” (pág. 150) cuya presencia
“significaba influencia, dirección, responsabilidad, acción” (pág. 292). Así,
la barraca constituía, en palabras de Gamarra, “el micromercado articula-

14 Prestadores de servicios que contaban con personal a su disposición, pero que


carecían de tierra y capital para una producción gomera independiente, motivo
por el cual se integraban a barracas de otras personas, a quienes debían entregar
una parte de la goma explotada por ellos (Stoian, 2005: 64).
15 El préstamo de vocablos portugueses fue una característica en la industria gomera
boliviana, que adoptó términos como “siringa” para referirse, en ocasiones, a la
goma elástica; en Brasil era conocida con el término homónimo seringa (Córdoba,
2012a: 125, nota 2). En este sentido, los peones siringueros eran los individuos
dedicados a la pica de los árboles gomeros para extraer su látex.
24 Anotaciones y documentos sobre la campaña del Alto Acre

dor de la economía del norte-noroeste [que] permitió al industrial gomero


consolidar su hegemonía económica, política y social” (2007: 123), cuyo
ejemplo paradigmático fue Nicolás Suárez.
La economía gomera no habría sido posible sin el gran contingente
de personas que migró al noroeste. El microcosmos laboral de las barracas
gomeras se vislumbra en las narraciones de antiguos trabajadores, a la
par de excombatientes de la campaña del Acre, compiladas por Suárez.
Sus relatos de vida son un reflejo de las experiencias de los numerosos
individuos que, una vez en la región, procuraron amasar una pequeña
fortuna aprovechando el auge gomero. Individuos que, como Federico
Román, si bien no llegaron a prosperar en el negocio, trabajaron en
varias barracas, prestaron sus servicios a distintas casas comerciales
y patrones gomeros y se desempeñaron en diversas ocupaciones, ya
como mano de obra calificada, ya como fregueses y picadores.16 En todo
caso, el grueso de trabajadores de la economía gomera lo constituían
millares de personas de distintos grupos étnicos del país que, durante
décadas, se desplazaron a las barracas, tanto de forma voluntaria como
a través de medios coercitivos. En los primeros años, la principal mano
de obra nativa fue reclutada en las exmisiones jesuitas de Mojos, en
el departamento del Beni (Guiteras, 2012: 71-92, 132-136, 191-193; Van
Valen, 2013: 65-81, 87-99). Sin embargo, la alta demanda de fuerza labo-
ral posterior movilizó personas de distintas partes de las tierras bajas
bolivianas, llegando a involucrar a grupos de indígenas no sometidos
pero que vivían en territorios ricos en árboles de la goma (Lema, 2009;
Vallvé, 2010: 296-372; 2012: 69-71; Córdoba 2012a: 134-145; 2012b). Su
presencia en las barracas se manifiesta en los relatos de los testigos
escogidos por Suárez. Ahí se advierte al lector sobre la existencia de
“ixiameños y tumupaseños”17 (pág. 359) o “tembetas cordilleras”18

16 Véanse, por ejemplo, en la tercera parte de este libro, los testimonios de Zoilo
Rea (pág. 202), Teófilo Parada (pág. 220), Medardo Antelo (pág. 287) y Luis Donato
Moreira (pág. 342).
17 Se trataba de grupos de habla pano-tacana reducidos, junto a otros, por los fran-
ciscanos en las misiones de Ixiamas y Tumupasa en el norte de La Paz. Sobre la
historia de estas misiones y sus pobladores, además de los textos clásicos de Ar-
mentia (1903, 1905), véanse los recientes trabajos de Ferrié (2014) y Lehm (2016).
18 Se refiere a los guaraníes, antes conocidos como chiriguanos, de la provincia
Cordillera en el departamento de Santa Cruz, los cuales se particularizaban por
el tarugo labial (llamado tembetá) que los hombres se colocaban bajo el labio
inferior (Saignes, 2007: 105, 320).
Estudio introductorio 25

(pág. 204) entre los empleados de la casa Suárez, así como de la vecindad
de los “temibles bárbaros” (pág. 298).
El inusitado interés cobrado por los frentes extractivos gomeros
a fines del siglo xix obligaría al Gobierno boliviano a definir su domi-
nio político y económico sobre el noroeste amazónico con relación a
la explotación de la goma, la mano de obra utilizada, el control de los
territorios fronterizos y la percepción de los impuestos generados por
el comercio gomero. Desde instancias estatales, por un lado, a través
de distintas disposiciones (la ley de 13 de noviembre de 1886 y la ley de
12 de diciembre de 1895), se declaró la propiedad estatal de los árboles
gomeros existentes en el territorio nacional para beneficiarse de su ex-
plotación y garantizar el buen desarrollo de la economía gomera; para
ello se estableció la estrada como unidad de medida y una anualidad a ser
cancelada por los concesionarios de los gomales (Guiteras Mombiola, 2012:
90, 222-225). Por otro lado, se regularon las relaciones laborales surgidas
entre los patrones y los trabajadores a través de un sistema de sujeción
de la mano de obra que, si bien venía funcionando desde el tiempo de la
quina, carecía de cualquier normativa y recibía el nombre de habilito.19
Para lograrlo se promulgaron varias normativas (la ley de 13 de noviem-
bre de 1883 y la ley de 16 de noviembre de 1896) que tenían por objeto
reglamentar la contratación de los peones en la economía de la goma y
determinar los deberes y obligaciones de los patrones gomeros respecto
a ellos (Vallvé, 2010: 452-455). No obstante, en la práctica, estas medidas
acabaron acomodándose a los intereses de los industriales: las primeras
fueron aprovechadas para acceder a grandes extensiones de tierras y se
presentó una dura resistencia a la implantación de las segundas.
Paralelamente, se procuró asegurar el dominio de las fronteras y el
cobro de impuestos sobre el comercio con destino al exterior que escapaba
al control y vigilancia estatales (García Jordán, 2001: 304). Para conseguirlo,
por un lado, en 1890 se erigieron la Delegación Nacional del Beni y Madre
de Dios y la Delegación Nacional del Purús sobre los vastos territorios del
noroeste bañados por los ríos del mismo nombre. Se trataba de nuevas
entidades políticas que cumplían funciones administrativas, judiciales y
políticas en los espacios que, por la falta de recursos y las grandes distan-
cias,20 no podían ser atendidos por las autoridades benianas. El asiento

19 Sobre el funcionamiento de este sistema laboral véase Gamarra, 2007: 123-137;


Vallvé, 2010: 146-170.
20 La dimensión de tales distancias queda reflejada en la correspondencia mante-
nida entre Nicolás Suárez hijo, radicado en Riberalta, y Federico Román, quien
26 Anotaciones y documentos sobre la campaña del Alto Acre

delegacional fue situado en Riberalta, antigua barraca convertida en


centro de transacciones comerciales del área septentrional y la única que
reunía las condiciones para tales propósitos. Posteriormente, en 1900 se
organizaría el Territorio Nacional de Colonias del Noroeste sobre toda la
superficie ocupada por las antiguas delegaciones, llegando su jurisdicción
hasta las tierras del Acre (Roca, 2001: 205-208; López Beltrán, 2007: 306-310).
A pesar de ello, estas entidades carecían de presupuesto suficiente para
su correcto funcionamiento, siendo usual que las casas comerciales de la
zona sufragaran, como rememorara el propio Nicolás Suárez, “los gastos
precisos para el proveimiento de los empleados bolivianos en tránsito a
la frontera del Noroeste, llevando la respectiva cuenta que sería pagada
por las Delegaciones interesadas” (pág. 102). Por otro lado, se procuró
evitar tanto la evasión de impuestos como el contrabando de artículos
–en particular, la goma elástica– que, aunque producidos en Bolivia, solo
eran gravados en Brasil, en la aduana de Manaos. Señala García Jordán
(2001: 333) que, en las últimas décadas del siglo xix, la preocupación
prioritaria del Ejecutivo boliviano fue de carácter económico y geopolí-
tico, dado que el nulo control de la comercialización de la goma elástica
en esas apartadas regiones no solo suponía graves perjuicios fiscales
para el país, sino que también ponía en duda la soberanía boliviana en la
región. De ahí que, primero, en 1883, se erigiera la aduana nacional de
Villa Bella en la confluencia de los ríos Beni y Mamoré (Limpias Saucedo,
2005: 200). Posteriormente, y en gran parte debido a la información brin-
dada por José Manuel Pando en sus viajes de exploración por los territorios
del noroeste,21 se fundaría la aduana de Puerto Alonso a orillas del río
Acre. El objetivo del Ejecutivo boliviano era fiscalizar la comercialización
de toda la goma que descendía por dicho río, decretando el monopolio
estatal sobre el tráfico de mercancías en toda la región e imponiendo
elevados derechos de exportación que repercutieron positivamente en las
arcas estatales bolivianas (Fifer, 1972: 121-123; Stoian, 2005: 71; Gamarra,
2007: 45). Se puede afirmar, entonces, que la única presencia estatal en el
noroeste se hallaba en estas entidades recaudadoras, en especial la situada

trabajaba en Todos Santos, en el límite territorial entre los departamentos del


Beni y Cochabamba.
21 Pando proporcionó datos relevantes sobre las vías de comunicación terrestres y
fluviales, la población y los recursos naturales, además de constatar la ausencia
formal de la autoridad estatal de la zona en su libro Viaje a la región de la goma elás-
tica (N. O. de Bolivia). Véanse también los informes de exploración de los ríos Beni,
Madre de Dios y Abuná, en: “Documentos núm. 2” (1891-1897) y “Documentos
núm. 4” (1894), Fondo José Manuel Pando, Archivo Histórico de La Paz.
Estudio introductorio 27

sobre el río Acre, cuya existencia y actividades acabarían determinando


el establecimiento definitivo de las fronteras y soberanía bolivianas en el
área amazónica a inicios del siglo xx.

El Acre: territorio en disputa, forjador de patriotas


En el corazón del continente sudamericano se encuentra el territorio del
Acre, un espacio que, como señala López Beltrán (2001: 573-574), perma-
neció ignorado por las autoridades y, en parte, inexplorado por su lejanía
de los centros de poder, la dificultad de acceso y su extenuante clima,
hasta que, en las últimas décadas del siglo xix, la riqueza de sus gomales lo
elevaría a la categoría de estratégico. El curso del río Acre fue descubierto
por aventureros brasileños que, en la década de 1860, se encontraban ex-
plorando los afluentes del río Amazonas; este hecho favoreció la paulatina
ocupación de sus riberas por sujetos de esta nacionalidad que iniciarían
los primeros trabajos gomeros en la región. A estos pioneros se unirían,
desde fines de la década de 1870, multitud de individuos procedentes del
estado de Ceará, en el nordeste de Brasil, donde unas terribles sequías
obligaron a sus pobladores a abandonar la producción agrícola y migrar
hacia el oeste para dedicarse a la explotación de látex. Se calcula que
hacia 1900 se habían afincado en las tierras del Acre alrededor de 60 mil
siringueros brasileños, un tercio de los cuales se encontraban en el Alto
Acre, zona nominalmente bajo jurisdicción boliviana y donde radicaban un
escaso millar de bolivianos, en su mayoría empleados en las barracas de la
casa Suárez (Ganzert, 1934: 434; Tambs, 1966: 258, 262; Fifer, 1966: 363).
A medida que avanzaba la ocupación brasileña del territorio del
Acre, en Bolivia se hizo cada vez más necesario definir claramente, y de
forma terminante, los límites fronterizos con sus vecinos en la cuenca
amazónica (Auad Sotomayor, 2013: 120). A fines de la Colonia, los tratados
de Madrid (1750) y de San Ildefonso (1777) habían reconocido el cauce
de los ríos Paraguay, Iténez y Madera como la frontera entre el imperio
español y el portugués, si bien trazaron líneas que atravesaban zonas por
entonces inexploradas, como eran las bañadas por los ríos Yavarí, Acre
y Purús. Esta línea imaginaria sería redefinida en el tratado de Amistad,
Límites, Navegación, Comercio y Extradición firmado entre Brasil y Boli-
via en 1867, situándola a partir de entonces desde el nacimiento del río
Madera –en la convergencia del Beni con el Mamoré, en el paralelo 10º
20’ S– siguiendo una línea oblicua que pasaba por encima del Acre y el
Purús hasta las fuentes del río Yavarí, aún desconocidas. Este tratado ra-
tificaba el principio de Uti possidetis que admitía la posesión de las tierras
28 Anotaciones y documentos sobre la campaña del Alto Acre

ocupadas por Brasil al norte de esta nueva frontera (Fifer, 1966: 363-366;
Roux, 2001: 515-526).
Sin embargo, como señalara Ganzert, en los años posteriores a la
firma de este tratado, “los pioneros brasileños no parecían respetar el
límite boliviano al divisar un árbol gomero al otro lado y es dudoso que
supieran siempre dónde éste se ubicaba” (1934: 434). De ahí que, cuando
en 1899, en un acto de soberanía, Bolivia instaló la aduana nacional a
orillas del río Acre, los siringueros brasileños radicados al sur de la misma
–y, por consiguiente, dentro de la jurisdicción boliviana– consideraran
amenazados sus intereses, trabajos y negocios en la zona y resolvieran
levantarse en armas, dando de esa manera inicio a la guerra del Acre.
En efecto, en la primavera de 1899, las autoridades delegacionales
bolivianas fueron expulsadas del recién fundado asiento aduanero de
Puerto Alonso por los siringueros acreanos, quienes, encabezados por
el español Luis Gálvez, proclamaron la independencia del Acre tanto de
Bolivia como de Brasil. El Gobierno de La Paz envió entonces tres colum-
nas armadas –que tardaron meses en llegar a la zona– con el objetivo de
sofocar la insurrección y restablecer el dominio boliviano en la región.22
Paralelamente se entablaron negociaciones con el Gobierno de Brasil,
también renuente a tal emancipación, que condujeron a la restitución
de las autoridades bolivianas en la aduana ahora llamada Puerto Acre,
la deposición de las armas por parte de los siringueros y la expulsión
de Gálvez del país. Sin embargo, la paz duró poco tiempo. En 1901, el
arriendo de la administración y explotación del territorio del Acre a la
compañía angloamericana The Bolivian Syndicate23 por parte del Gobier-
no boliviano reavivó las hostilidades latentes en la zona. Asumiendo que
se trataba de una cesión de soberanía estatal a un tercero y temiendo
que ello facilitara el surgimiento de un enclave colonialista en la hoya
amazónica, Brasil obstaculizó el tránsito comercial boliviano e inició
una campaña diplomática contra su vecino. A su vez, el deterioro de las
relaciones entre la administración aduanera boliviana y los siringueros
brasileños provocó una nueva declaración de independencia del Acre de

22 Estas columnas fueron dirigidas por hombres de prestigio, como el delegado


nacional Andrés Muñoz, el vicepresidente Lucio Pérez Velasco y el ministro de
Guerra Ismael Montes. Véase un relato de la experiencia vivida por un soldado
de una de estas columnas en De los Andes al Amazonas. Recuerdos de la Campaña del
Acre (1902) de José Aguirre Achá.
23 Las gestiones realizadas por su impulsor, el embajador boliviano en Londres, Félix
Avelino Aramayo, así como los términos del contrato, se encuentran expuestos
en su libro La cuestión del Acre y la legación de Bolivia en Londres (1903).
Estudio introductorio 29

manos de José Plácido de Castro y el reinicio, con el beneplácito de las


autoridades brasileñas, de los ataques a la retaguardia boliviana (Roux,
2001: 251-263; Auad Sotomayor, 2013: 120, 161-211). Esta sería defendi-
da durante semanas por trabajadores de goma elástica ubicados en la
zona. Según relataron, “todos los patrones contribuimos a defender a la
Patria, con nuestro personal y recursos, en la medida que pudimos” (pág.
325) pues “los representantes del Gobierno no contaban con elementos
de ninguna forma para la defensa del país en la región amenazada. Ni
fuerzas organizadas, ni armas, ni juventud que se aprest[as]e al sacrificio
por la patria” (pág. 121).
A inicios de 1903, la dificultad de Bolivia para hacer frente al avance
brasileño obligó al presidente José Manuel Pando a declarar un Modus
Vivendi que desmovilizó las tropas bolivianas y, meses después, a firmar
el Tratado de Petrópolis en el que se impuso la doctrina de Uti possidetis de
facto defendida por los brasileños frente al Uti possidetis juris invocado por
los bolivianos (Ganzert, 1934: 430). A partir de ello, Bolivia cedió a Brasil
casi 200 mil km2 de tierras de los ríos Acre y Abuná, al sur del paralelo
10º 20’ S, a cambio de dos millones de libras esterlinas para construir una
vía férrea y un triángulo de tierra entre el Madera y el Abuná que daba
acceso al Amazonas (Roux, 2001: 528; Gamarra, 2007: 46-48).
A pesar de que el desenlace de este conflicto internacional provocó
cierto malestar entre los estadistas del país,24 lo cierto es que, tras el
impacto inicial, la pérdida del territorio del Acre “despertó poco interés
entre la mayoría de los bolivianos, en particular entre los de La Paz y las
regiones mineras. Pocos habían participado directamente o tan siquiera
sabían lo que había ocurrido” (Fifer, 1972: 130). Por el contrario, los
sucesos que marcaron el discurrir de la guerra y el rol jugado por los
gomeros bolivianos en la protección del territorio nacional frente a la
invasión brasileña25 se perpetuaron en la memoria de los habitantes de
las provincias amazónicas.
A esta memoria apelaría Nicolás Suárez, junto a todo tipo de docu-
mentación, 20 años después, en Anotaciones y documentos… Su autor no solo

24 Además de los autores citados en las notas anteriores, véanse, a título de ejemplo,
José Manuel Aponte, La Revolución del Acre en 1902-1903. Datos para la historia (1903);
José A. Dehesa, Política internacional. La cuestión del Acre (1903); Julio L. Jaimes,
Brasil-Bolivia (1903), y Florián Zambrana, El Acre: notas y correspondencias (1904).
25 Los bolivianos coetáneos a los hechos usualmente identifican a los soldados bra-
sileños como “filibusteros”, “revolucionarios”, “rebeldes” o “negros”, calificativos
con connotaciones claramente despectivas que evidencian el grado de desprecio
que sentían respecto a ellos en aquel contexto bélico.
30 Anotaciones y documentos sobre la campaña del Alto Acre

recuperó las experiencias de los que, como él, combatieron en la campaña


del Acre, sino que también recogió textos tan significativos como el acta
de la segunda proclamación de independencia del Acre, el manifiesto de
adhesión a la misma dirigido a los gomeros bolivianos, el ya mencionado
mapa (que registra de forma muy detallada los ríos, caminos, enclaves
de relevancia y el lugar y fecha de las refriegas de mayor importancia
para bolivianos y brasileños), el acta de constitución de la renombrada
Columna Porvenir y una relación nominal de los integrantes de esta últi-
ma. Documentación que pretendía testimoniar su implicación personal
en la protección de la soberanía nacional en el Acre dado que, por un
lado, los acreanos le habían declarado “la guerra sin tregua” al reputarle
como su “enemigo natural y común” (pág. 113), y, por otro, la columna
armada creada en la barraca de su propiedad, Porvenir, fue formada con
su personal e individuos procedentes de otros lugares refugiados en este
establecimiento, como el mismo Federico Román, “para la defensa del país
y atacar al enemigo” y cuya presidencia Suárez aceptó “porque cumplía un
deber para con la patria” (pág. 127). Documentación de la que, conviene
señalar también, se nutren trabajos recientes como los de Mossuti (1997)
y Tiburcio (2014) sobre la guerra de guerrillas sostenida durante meses,
distinguiendo sus protagonistas, describiendo sus avances y retrocesos
sobre el territorio y deteniéndose en los combates más relevantes, en
particular la célebre batalla de Bahía.
La victoria conseguida el 11 de octubre de 1902 en la barraca de
Bahía devendría una de las grandes hazañas bolivianas en la historia de
la contienda. La lucha de los poco más de 200 soldados de la Columna
Porvenir, liderados por el propio Nicolás Suárez, frente una fuerza superior
en número, el sitio a las dependencias del establecimiento ocupadas por
los acreanos a lo largo de toda una jornada, la completa destrucción de sus
edificaciones debido a una flecha incendiaria lanzada certeramente por
un trabajador ixiameño26 y la desbandada de las tropas separatistas tras
dicho ataque revestirían de gloria un combate que tuvo por resultado el
freno de la ofensiva brasileña al sur del río Tahuamanu. Y, a su vez, este
episodio bélico encumbraría a sus combatientes como “beneméritos de

26 La identidad de este flechero aún es confusa. En la obra de Suárez algunos testigos


hablan de un soldado anónimo –así lo indica, también, Franz Ritz en Córdoba
(2015: 74)– y otros hablan de un individuo llamado Juan de Dios Aguada. Sin em-
bargo, oficialmente se ha reconocido tal mérito en la persona de Bruno Racua,
actual héroe de los habitantes indígenas y criollos del departamento de Pando.
Esta situación podría indicar, no obstante, la existencia de varios flecheros del
pueblo tacana en la defensa de la barraca de Bahía.
Estudio introductorio 31

la patria” a los que, concluida la guerra, se reconocería todos los grados


del Ejército otorgados durante la campaña del Acre (Becerra Casanovas,
1984: 50). A Nicolás Suárez, el uso de piquetes con los empleados de su
empresa, la entrega de víveres y armamento de sus barracas, la asunción
de cargos de autoridad, su ascendencia entre las tropas y su presencia en
la primera línea de fuego –como eran las barracas de Porvenir, Bahía y
Costa Rica– le valieron el reconocimiento del Gobierno de José Manuel
Pando por “su patriótica y decidida actitud en el conflicto” (pág. 166) y,
años después, la condecoración del Congreso Nacional por su “ejemplar
amor a su patria”.27
Fueron justamente estas acciones en favor de la defensa del terri-
torio nacional las que serían cuestionadas 20 años después por Federico
Román. Nacido en Chulumani (La Paz) en 1875, Román había llegado a
las selvas del noroeste integrando un piquete de la Delegación Nacional
y se encontraba picando goma cuando sobrevino el conflicto por el Acre.
Tras participar en la contienda, prosiguió con su carrera militar en las
tierras bajas hasta alcanzar el grado de coronel que ostentaba en 1921
(Quién es quién en Bolivia, 1942: 202). Ese año, en calidad de capitán de la
primera compañía de la Columna Porvenir, Federico Román dictó una
conferencia para la Sociedad de Beneméritos del Acre en la que narró los
diversos avatares y acciones bélicas que tuvieron que enfrentar las tro-
pas bolivianas que defendieron el territorio nacional “contra las fuerzas
revolucionarias acreanas” (pág. 429).28
En sus declaraciones, el coronel acusó a Suárez de no haber actuado
por verdadero patriotismo, sino únicamente en defensa de sus intereses
económicos en la zona. En este sentido, Román, además de referir su va-
lerosa actuación durante la contienda, afirmó que Nicolás “era contrario
a la defensa” del territorio nacional y que antes de iniciar el asalto a Bahía
quiso “llegar a un acuerdo con el enemigo […] que consistía en dejar que
ocupen sus barracas a condición de que le entreg[ase]n sus almacenes y
respeten y garanticen todos sus intereses” (pág. 419). Asimismo, denunció
que el patrón gomero se había retirado del frente una vez aseguradas sus
propiedades y la goma elástica que estas atesoraban, aduciendo que, recu-

27 “Carta de A. Saavedra a N. Suárez. La Paz, 5 de abril, 1929”, en: N. Suárez, 1929-


1930. Correspondencia recibida. Archivo Casa Suárez.
28 Originalmente publicada en los números 4, 6 y 7-8 (correspondientes a mayo,
junio y julio-agosto de 1922, respectivamente) de la Revista Militar bajo el título
“Acción de la ‘Columna Porvenir’ en la Campaña del Acre”. Se reproduce el texto
íntegro en los anexos de la presente edición (pág. 405).
32 Anotaciones y documentos sobre la campaña del Alto Acre

peradas sus propiedades, “quiso hacer valer sus derechos de propietario de


la barraca, para disolver los peones-siringueros convertidos en soldados”
(pág. 419) y dio “orden de retirada” (pág. 421) al resto de tropas, so pena
de ser atacadas en “caso de desobediencia” (pág. 422).
Sin duda, la afrenta directa a su persona al ser declarado por los
acreanos el principal adversario a vencer y la amenaza de ocupación
de sus establecimientos situados en los ríos Acre, Tahuamanu y Abuná,
indujeron a Nicolás Suárez a participar activamente en la lucha contra
las tropas separatistas. Es indiscutible que la movilización de todos sus
recursos económicos –provisiones, armas, municiones, infraestructuras– y
humanos –personal laboral, influencia sobre otros patrones gomeros–
obedeció a su interés por conservar el dominio sobre todas las concesio-
nes gomeras que le habían sido adjudicadas en el noroeste y que eran
la principal fuente de riqueza de su empresa. Es evidente que la acción
de su armada privada evitó tal pérdida, al contrario de lo que acaeció a
otros industriales, cuyas tierras situadas más al norte fueron absorbidas
por Brasil. Sin embargo, es claro también que la actuación de la Columna
Porvenir entorpeció la acometida brasileña sobre el norte amazónico. De
ahí que Suárez alegara en su obra que, por un lado, ante la escasez de
efectivos del Ejército boliviano en la región, si él “no hubiese adoptado
resueltamente este temperamento para mantener el orden y la unidad
de acción, los esfuerzos posteriores habrían sido ineficaces” (pág. 119).
Y, por otro lado, que al socaire del nacionalismo boliviano, sostuviera
que “la Casa Suárez no ha[bía] sido extraña nunca a actitudes patrióticas
y nacionalistas en estos extensos territorios fronterizos” (Torres López,
1930: 241). De ahí que Nicolás Suárez se presente a lo largo del libro como
un patriota comprometido con la nación; imagen que quiso reforzar con
los relatos de los excombatientes que testimoniaban el coraje, esfuerzo
personal, altruismo y sentimiento patriótico desplegados por él durante
la guerra del Acre.
La resistencia ofrecida por los trabajadores gomeros al avance de
las tropas brasileñas sobre sus posesiones y la estrategia desplegada por
Nicolás Suárez en la defensa del territorio boliviano alcanzaron carácter
épico. A su vez, el papel jugado por el empresario gomero en la contienda
propiciaría su rol de “defensor de la integridad territorial de la patria”,29
siendo evocado tras su muerte como el “sostén de la soberanía nacional”

29 “La personalidad ética del gran industrial beniano Nicolás Suárez”, Moxos, núm.
28, agosto de 1937.
Estudio introductorio 33

(Carvalho Urey, 1978: 51) y “centinela permanente de la nacionalidad”


(Becerra Casanovas, 1984: 165) en las fronteras estatales. Así, Anotaciones y
documentos… no solo posibilitó la restauración de la reputación, dignidad
y honor de Nicolás Suárez, sino que la presentación teñida de tintes na-
cionalistas que hizo de sus actos favoreció su conversión en un auténtico
héroe de la patria para el norte boliviano. No en vano lleva su nombre la
provincia más septentrional del país y las facciones de su rostro destacan
hoy en un monumento que rinde homenaje a los caídos en la avenida
principal de su capital, Cobija, surgida de las cenizas de la barraca Bahía
y teatro de una de las más famosas acciones bélicas libradas por los boli-
vianos en la campaña del Acre, cuya reconquista de las manos brasileñas
daría lugar a la obra que el lector tiene en sus manos.

h g

La controversia surgida entre Román y Suárez y la publicación de


Anotaciones y documentos sobre la campaña del Alto Acre, 1902-1903 consolidarían
la figura de Nicolás Suárez como una de las personalidades de mayor pres-
tigio en la historia de las tierras bajas bolivianas. A la relevancia económica
adquirida en el ámbito internacional por su innegable protagonismo en
el desarrollo de la economía gomera en la hoya amazónica, se aunaría
la aureola de “patriota esclarecido” e “ilustre boliviano”.30 No obstante,
esta obra es mucho más que un alegato en favor de su persona. Se trata
de una inestimable fuente de información que ofrece al lector un relato
vívido de las batallas libradas contra las tropas brasileñas, los pormenores
de la toma de decisiones y del día a día de los combatientes bolivianos en
su lucha por la supervivencia en un medio hostil como era la geografía
amazónica. Asimismo, a lo largo de sus páginas, el lector repara en los
distintos desafíos enfrentados por los colonizadores al interior de los
bosques, averigua los alcances reales de las políticas estatales para asentar
soberanía en la región y vislumbra aspectos de la vida cotidiana en las
barracas gomeras. Elementos que hacen de este libro una obra ineludible
para todos aquellos que se interesan por la apasionante y, a su vez, todavía
ampliamente desconocida historia de la Amazonía boliviana.

30 “Don Nicolás Suárez”, Moxos, núm. 21, noviembre, de 1935: 8. Véase también: “En
Cachuela Esperanza. Don Nicolás Suárez”, Moxos, núm. 29, agosto, 1937.
34 Anotaciones y documentos sobre la campaña del Alto Acre

Bibliografía citada

Aguirre Achá, José


1902 De los Andes al Amazonas. Recuerdos de la Campaña del Acre. La Paz:
Tipografía Artística Velarde, Aldazosa y Compañía.
Aponte, José Manuel
1903 La Revolución del Acre en 1902-1903. Datos para la historia. La Paz:
Imp. de El Comercio de Bolivia.
Aramayo, Félix Avelino
1903 La cuestión del Acre y la legación de Bolivia en Londres. Londres: Imp.
de Wertheimer, Lea y Cía.
Armentia, Nicolás
1905 Descripción de las misiones franciscanas de Apolobamba por otro nombre
frontera de Caupolicán. La Paz: Tip. Artística.
1903 Relación histórica de las misiones franciscanas de Apolobamba por otro
nombre frontera de Caupolicán. La Paz: Imprenta del Estado.
Auad Sotomayor, Walter
2013 Relaciones Brasil-Bolivia. La definición de las fronteras. La Paz: ceres /
Plural editores.
Becerra Casanovas, Rogers
1984 Imperio del caucho. Perfil del noroeste boliviano. Trinidad:
Renovación Ltda.
Carvalho Urey, Antonio
1978 Del ignorado Mojos. Trinidad: Editorial Serrano.
Centeno, Ricardo y Patricia Fernández
1998 Imágenes del auge de la goma. La Paz: La Papelera.
Coímbra, Juan B.
2016 Siringa. Memorias de un colonizador del Beni. La Paz: bbb. [1946]
Córdoba, Lorena
2015 Dos suizos en la selva. Historias del auge cauchero en el Oriente boliviano.
Santa Cruz de la Sierra: Solidar / Suiza / ciha.
2012a “El boom cauchero en la Amazonía boliviana: Encuentros y
desencuentros con una sociedad indígena (1869-1912)”. Las tierras
bajas de Bolivia: Miradas históricas y antropológicas. Diego Villar e Isabelle
Combès (comps.). Santa Cruz de la Sierra: El País: pp. 125-156.
2012b “Misioneros-patrones e indígenas-siringueros: el caucho entre
los chacobos del Beni (siglo xx)”. Boletín Americanista, vol. 65:
pp. 85-106.
Estudio introductorio 35

Dehesa, José A.
1903 Política internacional. La cuestión del Acre. Sucre: Tip. y Papelería
Escolar.
Durán Mendoza, José Luis
2014 Nicolás Suárez. El Rey de la Goma. Hasta la Batalla de Bahía. Tomo i.
La Paz: Universidad Amazónica de Pando / acef.
Ferrié, Francis
2014 “Renaissance of the Lost Leco: Ethnohistory of the Bolivian
Foothills from Apolobamba to Larecaja”. Ph.D. dissertation,
University of St. Andrews.
Fifer, Valerie
1972 Bolivia: Land, Location, and Politics since 1825. Cambridge:
Cambridge University Press.
1970 “The Empire Builders. A History of the Bolivian Rubber Boom
and the Rise of the House of Suarez”. Journal of Latin American
Studies, vol. 2, núm. 2: pp. 113-146.
1966 “Bolivia’s Boundary with Brazil: A Century of Evolution”. The
Geographical Journal, vol. 132, núm. 3: pp. 360-372.
Gamarra, María del Pilar
2007 Amazonía Norte de Bolivia. Economía Gomera, 1870-1940. Bases económicas
de un poder regional: La Casa Suárez. La Paz: cnhb / cima.
Ganzert, Frederic William
1934 “The Boundary Controversy in the Upper Amazon between
Brazil, Bolivia, and Peru, 1903-1909”. The Hispanic American
Historical Review, vol. 14, núm. 4: pp. 427-449.
García Jordán, Pilar
2001 Cruz y arado, fusiles y discursos. La construcción de los Orientes en el
Perú y Bolivia, 1820-1940. Lima: ifea / iep.
Guiteras Mombiola, Anna
2012 De los llanos de Mojos a las cachuelas del Beni, 1842-1938. Conflictos locales,
recursos naturales y participación indígena en la Amazonía boliviana.
Cochabamba: Ed. Itinerarios / Instituto de Misionología / abnb.
Jaimes, Julio L.
1903 Brasil-Bolivia. La Paz: Imprenta de La Tribuna.
Lehm, Zulema
2016 Sistematización de la historia del gobierno en la región tacana. La Paz:
wcs / cipta.
36 Anotaciones y documentos sobre la campaña del Alto Acre

Lema, Ana María


2009 El sentido del silencio. La mano de obra chiquitana en el Oriente boliviano
a principios del siglo xx. Santa Cruz de la Sierra: El País.
Limpias Saucedo, Manuel
2005 Los gobernadores de Mojos. Trinidad: Prefectura del Departamento
del Beni. [1942]
López Beltrán, Clara
2007 “Un imaginado banquete comercial: una historia de Riberalta
(Bolivia), 1890-1920”. Estado, región y poder local en América
Latina, siglos xix-xx. Algunas miradas sobre el Estado, el poder y
la participación política. Pilar García Jordán (ed.). Barcelona:
Publicaciones de la Universidad de Barcelona: pp. 305-327.
2001 “La exploración y ocupación del Acre (1850-1900)”. Revista de
Indias, vol. lxi, núm. 223: pp. 573-590.
Melby, John
1942 “Rubber River: An Account of the Rise and Collapse of the
Amazon Boom”. The Hispanic American Historical Review, vol. 22,
núm. 3: pp. 452-469.
Mossuti, Hernán
1997 La dramática desmembración del Acre. Sucre: Corte Suprema de
Justicia.
Nordenskiöld, Erland
2003 Indios y blancos. La Paz: apcob. [1922]
Pando, José Manuel
1897 Viaje a la región de la goma elástica (N. O. de Bolivia). Cochabamba:
Imp. y Lit. de El Comercio.
Quién es quién en Bolivia
1942 Quién es quién en Bolivia. Buenos Aires: Editorial Quién es quién
en Bolivia.
Roca, José Luis
2001 Economía y sociedad en el Oriente boliviano (siglos xvi-xx). Santa Cruz
de la Sierra: cotas.
Roux, Jean Claude
2001 “De los límites a la frontera: o los malentendidos de la
geopolítica amazónica”. Revista de Indias, vol. lxi, núm. 223: pp.
513-539.
Estudio introductorio 37

Saignes, Thierry
2007 Historia del pueblo chiriguano. Isabelle Combès (comp., intr. y
notas). La Paz: ifea / Embajada de Francia en Bolivia / Plural
editores.
Suárez, Nicolás
1928 Anotaciones y documentos sobre la campaña del Alto Acre, 1902-1903.
Barcelona: Tipografía La Académica.
Stoian, Dietmar
2005 La economía extractivista de la Amazonía norte boliviana. Yakarta:
Center for International Forestry Research.
Tambs, Lewis A.
1966 “Rubber, Rebels, and Rio Branco: The Contest for the Acre”.
The Hispanic American Historical Review, vol. 46, núm. 3: pp. 254-
273.
Tiburcio, Carlos Alberto
2014 La Columna Porvenir. Cobija: Universidad Amazónica de
Pando.
Torres López, Ciro
1930 Las maravillosas tierras del Acre (en la floresta amazónica de Bolivia). La
Paz: Talleres Tipográficos del Colegio Don Bosco.
Unzueta, Fernando
2000 “Periódicos y formación nacional: Bolivia en sus primeros años”.
Latin American Research Review, vol. 35, núm. 2: pp. 35-72.
Vallvé, Frederic
2012 “La barraca gomera boliviana: Etnicidad, mano de obra y
aculturación (1880-1920)”. Boletín Americanista, vol. 65:
pp. 61-83.
2010 “The Impact of the Rubber Boom on the Indigenous Peoples
of the Bolivian Lowlands (1850-1920)”. Ph.D. dissertation,
Georgetown University.
Van Valen, Gary
2013 Indigenous Agency in the Amazon. The Mojos in Liberal and Rubber-Boom
Bolivia, 1842-1932. Tucson: The University of Arizona Press.
Zambrana, Florián
1904 El Acre: notas y correspondencias. Ginebra: Imprenta de Carlos
Zoellner.
38 Anotaciones y documentos sobre la campaña del Alto Acre

Publicaciones periódicas
El Comercio
1923 “Acción de la Columna Porvenir en la Campaña del Acre”, núm.
4 (28 de febrero).
India Rubber World
1905 “Nicolas Suarez, a South-American rubber Baron”, vol. 32, núm.
3 (abril): pp. 223-224.
La Gaceta del Norte
1923 “Campaña del Acre”, núm. 50 (20 de febrero).
“Campaña del Acre”, núm. 75 (24 de agosto).
“Carta abierta”, núm. 50 (20 de febrero).
“Los lineamientos históricos del Coronel Román sobre la
Campaña del Acre”, núm. 50 (20 de febrero).
Moxos
1937 “La personalidad ética del gran industrial beniano Nicolás
Suárez”, núm. 28 (agosto).
1937 “En Cachuela Esperanza. Don Nicolás Suárez”, núm. 29
(agosto).
1936 “El Fundador de La Loma”, núm. 22 (enero).
“Trabajo para las mujeres del Beni”, núm. 26 (noviembre).
1935 “La industria castañera del Beni y el Territorio del Noroeste”,
núm. 20 (abril).
“Don Nicolás Suárez”, núm. 21 (noviembre).
“La industria castañera en el Beni. Quebradío de almendra en
Cachuela Esperanza”, núm. 21 (noviembre).
1934 Anuncio publicado en la revista, núm. 15 (marzo).
1932 “Cachuela Esperanza a vuelapluma”, núm. 3 (octubre).

Archivos

Archivo Casa Suárez


1929 “Carta de A. Saavedra a N. Suárez. La Paz, 5 de abril”. N. Suárez,
1929-1930. Correspondencia recibida.
Archivo Histórico de La Paz, Fondo José Manuel Pando
1891-1897 “Documentos núm. 2”.
1894 “Documentos núm. 4”.
Bibliografía sobre Nicolás Suárez

Aguirre, Hugo
2004 Enciclopedia beniana. Trinidad: spi: pp. 551-552.
Barcia, Tancredo
2016 “Así era don Nicolás Suárez”, La Razón, 19 de febrero de 1950.
Cartas para comprender la historia de Bolivia. Mariano Baptista
Gumucio (sel., prol. y notas), La Paz: bbb.
Becerra Casanovas, Rogers
1984 Adiciones históricas benianas. Trinidad: spi: pp. 5-18.
Carvalho Urey, Antonio
1978 Del ignorado Mojos. Trinidad: Editorial Serrano: pp. 50-52.
Durán Mendoza, José Luis
2014 Nicolás Suárez. El Rey de la Goma. Hasta la Batalla de Bahía. Tomo i.
La Paz: Universidad Amazónica de Pando / acef.
Fifer, Valerie
1970 “The Empire Builders. A History of the Bolivian Rubber Boom
and the Rise of the House of Suárez”. Journal of Latin American
Studies, vol. 2, núm. 2: pp. 113-146.
Gamarra, María del Pilar
2007 Amazonía Norte de Bolivia. Economía Gomera, 1870-1940. Bases
económicas de un poder regional: La Casa Suárez. La Paz: cnhb /
cima.
Natusch Velasco, José
1982 Forjadores del Beni. Ayer-hoy. Trinidad: Maestros Inolvidables:
pp. 72-77.
Post, Charles Johnson
1905 “Nicolás Suárez, a South-American rubber Baron”, India Rubber
World, vol. 32, núm. 3: pp. 223-224.

[39]
40 Anotaciones y documentos sobre la campaña del Alto Acre

Roca, José Luis


2001 Economía y sociedad en el Oriente boliviano (siglos xvi-xx). Santa Cruz
de la Sierra: cotas: pp. 241-255.
Serier, Jean-Baptiste
2000 Les barons du caoutchouc. Paris: Karthala / cirad: pp. 50-55; 72-80;
156-157.
Solares Arias, Napoleón
1951 Síntesis biográfica del señor don Nicolás Suárez Callaú. Cachuela
Esperanza: spi.
Stoian, Dietmar
2005 La economía extractivista de la Amazonía norte boliviana. Yakarta:
Center for International Forestry Research: p. 62 y ss.
Torres López, Ciro
1930 Las maravillosas tierras del Acre (en la floresta amazónica de Bolivia). La
Paz: Talleres Tipográficos del Colegio Don Bosco: pp. 227-287.
Vallvé, Frederic
2010 “The Impact of the Rubber Boom on the Indigenous Peoples
of the Bolivian Lowlands (1850-1920)”. Ph.D. dissertation,
Georgetown University: pp. 258-278.
Bibliografía con referencias a
Anotaciones y documentos…

Auad Sotomayor, Walter


2013 Relaciones Brasil-Bolivia. La definición de las fronteras. La Paz: ceres /
Plural editores: p. 147 y ss.
Durán Mendoza, José Luis
2014 Nicolás Suárez. El Rey de la Goma. Hasta la Batalla de Bahía. Tomo i. La
Paz: Universidad Amazónica de Pando / acef: pp. 144-153.
Mossuti, Hernán
1997 La dramática desmembración del Acre. Sucre: Corte Suprema de
Justicia.
Pizarro Crespo, Chelio Luna
1976 Ensayo monográfico del Departamento de Pando. La Paz: Los Amigos
del Libro.
Tiburcio, Carlos Alberto
2014 La Columna Porvenir. Cobija: Universidad Amazónica de
Pando.
Tonelli Justiniano, Óscar
2009 El caucho ignorado. Santa Cruz de la Sierra: El País: pp. 246-262.
Torres López, Ciro
1930 Las maravillosas tierras del Acre (en la floresta amazónica de Bolivia). La
Paz: Talleres Tipográficos del Colegio Don Bosco: pp. 257-276.

[41]

S-ar putea să vă placă și