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Complicaciones

Cronificación de los síntomas  


La cronificación de un trastorno depresivo es frecuente. Aproximadamente el 15% de los
pacientes que sufren depresiones presenta un curso crónico. Tienen más tendencia a la
cronicidad cuando se dan una o dos de las siguientes circunstancias:  
• Hay factores estresantes crónicos (problemas de salud, problemas económicos,
problemas familiares, etc.).  
• El paciente tiene rasgos de personalidad que dificultan el hecho de enfrentarse con
tranquilidad al día a día. 
 • Por el contrario, las depresiones que empezaron espontáneamente, es decir, sin ninguna
causa aparente, son las que con menor frecuencia se cronifican. 
Recaídas 
 Los trastornos depresivos (en especial la depresión mayor y el trastorno distímico) son
enfermedades con tendencia a la recaída. Se considera que aproximadamente el 70% de
los pacientes que sufren un episodio depresivo presentarán algún otro episodio depresivo
a lo largo de la vida.  
Un 50% presentará un segundo episodio ya en los dos primeros años tras la recuperación.
A mayor número de episodios depresivos padecidos, mayor es la posibilidad de una nueva
recaída. Cuanto más tiempo esté un paciente sin síntomas más probable es que no haya
recaídas rápidas tras suspender el tratamiento. 
Suicidio 
 Los suicidios, y especialmente los intentos de suicidio, son una complicación frecuente en
la depresión. Algunos datos relevantes al respecto serían éstos: 
 • Las personas con depresión presentan un riesgo de suicidio 30 veces superior a la
población general. 
 • Aproximadamente un 15% de los pacientes que padecen una depresión realizan algún
intento de suicidio. 
 Si bien no siempre es posible prever el suicidio, tienen mayor riesgo suicida: las personas
mayores de 60 años, los varones, las personas no creyentes, las personas viudas, las
personas que están en el paro, las personas jubiladas, las personas toxicómanas, las que
padecen otras enfermedades, las personas sometidas a estrés y aquellas que padecen
aislamiento social.  
La presencia de ansiedad intensa y/o la existencia de sentimientos de culpa y/o de
desesperanza deben ser considerados como síntomas que aumentan de forma importante
el riesgo de suicidio. 
No obstante, es importante saber que cuando una persona está deprimida no tiene
alteraciones en la serotonina de la sangre. Es decir, medir la serotonina en la sangre no
sirve para diagnosticar una depresión ni para saber si hace falta o no un antidepresivo. 
Intervenciones
 Ayudar a desarrollar un concepto positivo de sí mismo.
 Ofrecer esperanza.
 Conversar y convencerlo a través de la palabra de que el futuro siempre puede ser
mejor.
 Fortalecer la capacidad individual para manejar sus problemas emocionales, así
como la comunicación y socialización.
 Eliminar o minimizar la limitación impuesta por el problema de salud que tiene.
 Ayudarlo a aceptar su enfermedad, así como la muerte de familiares y amigos.
 Protegerlo de tentativas de suicidio y otros riesgos como son vigilar ventanas y
retirar objetos punzantes.
 Fomentar las actividades sociales
 Alentar la manifestación de sentimientos, percepciones y miedos
 Disminución de la ansiedad
 Elevar la autoestima
Conclusión

Aun cuando es “normal” que las personas experimentemos cambios periódicos en el


estado de ánimo, se debe estar atento a indicadores de depresión como lo es el
experimentar una intensa y permanente tristeza que interfiere en el desempeño
personal, social, laboral, entre otros.

Es un trastorno que se presenta en niños, adolescentes y adultos, hombres y


mujeres, y se considera que será en un futuro el estado de ánimo de los seres
humanos.

Es por ello que es importante tener claridad de que, si se presentan cinco de los
siguientes síntomas, es recomendable acudir a un profesional para la valoración
psicológica correspondiente quien a su vez y dependiendo de la severidad del caso
hará equipo multidisciplinario con personal médico.

Los síntomas primordiales son: Pesar, tristeza o ánimo deprimido la mayor parte del
día (a veces irritabilidad en niños o adolescentes), disminución importante del
interés en la mayoría de las actividades diarias, aumento o disminución importante
del apetito, insomnio o sueño excesivo, cansancio inexplicable o pérdida de energía,
sentimientos de inutilidad o culpabilidad, indecisión o capacidad disminuida para
pensar o concentrarse, pensamientos recurrentes de muerte, abandono o suicidio.

Afortunadamente, se cuenta con muchos tratamientos y distintas estrategias que


ayudan a las personas con este trastorno a salir adelante, entre ellos encontramos
las terapias psicológicas y los medicamentos antidepresivos.

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