Sunteți pe pagina 1din 3

Me parece que el folklore antes en la escuela era como una reivindicación de

un estilo, que no parecía ser el presente, pero sí algo muy valioso que
representaba a mucha gente y te permitía distinguir el “interior” con la
ciudad de Buenos Aires y el tango. Yo lo tomaba como un modelo de algo
preconcebido y parecía que respetar ese modelo tuviese que ver con honrar
un camino hasta que empecé a cuestionármelo. Creo que lo que está
pasando con las generaciones es que necesitamos resignificar lo que es
folklore y nos hemos animado a plantearnos si cuadra esta con la nueva
visión de mundo. Nos dimos cuenta de que necesitábamos nuevas
herramientas para poder dar vigencia a esa palabra.

Cuando tenía 10 años bailaba temas que tenían treinta años y hablaban del
sulky, la calle de tierra y el rancho y eso que en donde vivo quedaba algo de
eso, bailarlo me parecía romántico, nostálgico y hermoso, pero me daba
cuenta de que no era el presente, lo sentía desactualizado, aunque si bien
ese paisaje era una perspectiva posible en las escuelas de antes, hoy el
folclore llega a territorios urbanos y rurales. Porque, si algo hicieron la
globalización y el avance de las nuevas tecnologías de comunicación, es
“conectar” espacios geográficos y culturales. Con sus pros y sus contras, esta
realidad no les es ajena a los alumnos. Esa tensión, de hecho, también es una
fuente de inspiración y conflicto. Me interesante la idea de folklore como
expresión popular, lo que nace de los pueblos. Nosotros tenemos esta
manera de mirar el tiempo, siempre hacia adelante; entender pasado,
presente y futuro. En el folclore convive esta idea de lo que es de raíz (las
herencias, nuestra memoria cultural, lo ancestral) y lo que está pasando
ahora, que siempre está determinado por las búsquedas personales. Y cómo
esa persona se mira en función de lo que le deja su cultura. Creo que siempre
hay que pensar el folklore como expresión en esa tensión entre lo que le
pertenece ya a la memoria cultural de las regiones y lo que le sucede a cada
alumno como habitante de este tiempo y este mundo. Entonces, me parece
que lo interesante es ver cómo cada persona lleva adelante búsquedas
artísticas que ponen el diálogo en estos tiempos en los que se configura
nuestro presente. En esa tensión aparece esta necesidad de la nueva
expresión, que no es nueva porque sea distinta a lo anterior, sino que es
nueva porque es el hoy. Me parece que se necesita un cambio consciente de
lo que es el folklore como identidad. Hoy por hoy, se transita otra lucha
respecto a la situación de género y la aceptación. La identidad que tenemos
como folklore no es de raíz, sino que es una mezcla. Lo que nos toca a
nosotros hoy es asumir que hay discusiones que ya han sido dadas. Nosotros
siendo niños no hemos visto banderas multicolores en las escuelas y hoy las
vemos por suerte. Creo que hemos avanzado con discusiones en torno a
ciertos temas que ya nos ponen a nosotros en otro lugar de enunciación. Me
parece importante volver a los procesos creativos Y no hablo solo de la
composición, sino también de la interpretación dejar de reproducir
coreografías preestablecidas y empezar a ver que quieren contar y hablar
estos alumnos. Nosotros somos sujetos de una actualidad muy compleja,
atravesados por las redes sociales, la música del mundo. Los procesos
creativos también tienen particularidades. Es importante sentirnos parte del
folclore entonces creo que es necesario estudiar las tradiciones, pero
contextualizarlas en la actualidad para poder reinterpretarlas y porque no
cuestionarlas.

Hoy nos representan un montón de cosas, la cumbia, el tango y otras danzas


que se hay mentido dentro de nuestra cultura popular.

Esta generación de alumnos está muchísimo más abierta que la generación


anterior. Abierta a compartir, a generar nuevos espacios, encuentros, a
involucrarse en política. Nos estamos animando a poder expresarnos
políticamente. Es importante reconocernos entre nosotros y entender que
estamos tratando de generar formas genuinas que tienen que ver con el
mundo en el que vivimos.
Tratamos de encontrar una verdad y en esa búsqueda estamos hablando de
otras cosas por la que estamos atravesados tanto a la igualdad de género
como la reivindicación de pueblos originarios o en contra de las tradiciones
vacías de resignificación.

El espacio del arte en general en la educación es súper importante porque de


ahí construimos todos los simbolismos que le aportamos a esta vida,
deconstruimos teoría y deconstruimos el imaginario que es muy potente

Me parece muy bello lo que está pasando y que podamos debatir estas
cuestiones sobre todo pensando en los alumnos en el contexto actual que es
ni más ni menos que la presencia de otros cuerpos, que tienen otras lógicas y
otras necesidades, porque es otra época"

S-ar putea să vă placă și