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República Bolivariana de Venezuela

F.C.G. Asambleas de Dios de Venezuela


Ministerio Nacional de Educación Cristiana
Instituto Bíblico Metropolitano
Extensión Taguay
REG. Nº DGJC 90 – 133 / 520dfl – 120
Aula Virtual Charallave
Cátedra, Métodos de Evangelismo y Discipulado
IV Nivel del Básico

Facilitador: Lic. Wilmer Monrroy

Participante
Imanol Meza Mora C.I.V. 31.590.629

Charallave, junio 2020

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DISCIPULADO
DEFINICIÓN
Según la RALE, es ejercicio y cualidad del discípulo de una escuela. Otro significado
de discipulado es doctrina, enseñanza, educación, educación. Discipulado es también,
conjunto de discípulos de una escuela o de un maestro.
La primera llamada de Cristo a sus discípulos, se ve en sus palabras “Venid a mí” (Mat
11:28 y “Síganme” (Mat 4:19), Marcos registra: “Y estableció a doce, para que estuviesen con
él, y para enviarlos a predicar, y que tuviesen autoridad para sanar enfermedades y para echar
fuera demonios” (Marc 3:14-15). El discipulado es una actividad intensamente personal de dos
o más personas ayudándose entre sí a experimentar una creciente relación con Dios. El
discipulado viene antes del hacer, la madurez antes del ministerio, el carácter antes de la
carrera.
Puedes tener un papel en tu familia, iglesia o comunidad cristiana que te de una
responsabilidad específica para discipular a otros, como esposo, padre, pastor, maestro de
escuela dominical, líder de un discipulado, etc. Pero incluso como un discipulador designado,
no significa que no seas un discípulo que está aprendiendo y creciendo en Cristo a través de
tus relaciones. Por el contrario, quizá no tengas una responsabilidad oficial de discipular a
alguien, pero eso no significa que no seas un discipulador. Tienes la oportunidad de ayudar a
tus hijos, tus amigos y a otros creyentes a crecer en Cristo a través de tu relación de cariño y
compromiso con ellos.
1 Tes. 5:11 Por lo cual, animaos unos a otros, y edificaos unos a otros

DISCIPULADO DE CRISTO EN LOS APÓSTOLES


Todo hijo de Dios nacido de nuevo debería estar en el proceso de crecimiento y
madurez en su fe en Cristo Cristo. Todos los creyentes en Cristo son Sus seguidores -Sus
discípulos. Un “discípulo” es un aprendiz, uno que es entrenado para seguir las enseñanzas y
el ejemplo de su Maestro.
La Biblia enseña que todos necesitamos ser Discípulos en Crecimiento:
• Cristo dijo que nosotros “tenemos que ser perfectos” (Mateo 5:48). Perfecto no
significa “sin pecado.” Perfecto significa maduro, plena madurez, completo, llegando a la meta.
• Cristo nos llamó a tomar su yugo sobre nosotros, y aprender de Él (Mateo11:29).
• Dios está trabajando en nuestras vidas para moldearnos y conformarnos a la imagen
de Cristo (Romanos 8:29).
• Se nos ha mandado a “crecer en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y
Salvador, Jesucristo” (2 Pedro 3:18).
Este proceso de “Crecimiento Cristiano” empieza desde el día en que la persona llega
a ser creyente y nunca terminará. Todos debemos estar creciendo diariamente en nuestro
conocimiento personal del Señor, nuestro entendimiento de Su palabra y en nuestro servicio
en Su Reino.

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¿CÓMO ENSEÑÓ CRISTO?
Cristo enseñaba con verdad, sencillez, claridad y autoridad. Él sabe quién es, de dónde
viene y qué desea el Padre de Él. Para expresar su mensaje usa palabras y comparaciones
sencillas, un vocabulario y estilo apto para todo público; para que lo entienda todo aquel que
lo escucha.
“a sus Discípulos les reserva la clarificación de su mensaje, a ellos les explica el sentido
recóndito de las sus Parábolas- En la sencillez de su lenguaje, está la clave de su expansión
universal, porque al ser tan sencillo, ha podido llegar a todo público. Su palabra sencilla y fácil
de entender ha traspasado siglos y fronteras; porque su Palabra es de Vida Eterna.
Impresiona mucho, las veces que, al oír su evangelio, es tan actualizado, que parece
escrito y pronunciado para ese día, esa hora, esa ocasión que nos apremia.

¿CÓMO LOS DISCÍPULOS APRENDIERON DE CRISTO?


El proceso de aprendizaje que acompañó a la comunidad de discípulos fue muy
variado. Los discípulos aprendían del maestro a través de:

Su Doctrina
El término doctrina sencillamente indica el contenido de aquello que es enseñado, el
uso de esta palabra no tenía la connotación de verdades dogmáticas que se transferían de
una generación a otra. Cuando ese era el caso se empleaba el vocablo PARADOSIS, que si
tenía más el sentido de tradición o conocimiento transmitido de una generación a otra (Mat.
15:2; Mar. 7:13).
¿Qué enseñó Cristo?, ¿Cuál fue su doctrina? Trenchard (1974) nos ofrece un
excelente resumen de las principales enseñanzas de Cristo donde destaca, entre otros temas:
Dios el Padre, la trinidad, los hombres ante Dios, el amor, el Espíritu Santo, la salvación, el
reino de los cielos, la vida de los fieles, aspectos éticos, las cosas que vendrían. Su enseñanza
fue completa y se puede decir que contenía en germen todo lo que después desarrollaron los
apóstoles en sus enseñanzas.

Sus Obras
Cristo enseñaba por palabras y también por sus obras y ambas eran elocuentes (vea
Juan 10:38). Los discípulos presenciaron las veces que Cristo puso en práctica a través de
las obras los poderes del reino de los cielos (Mateo 9:18‑26; 14:13‑21). Sin duda alguna que
estas experiencias les enseñaron mucho ya que Cristo no sólo les habló del amor, sino que
amó (Mateo 12: 9-14); no sólo les explicó el significado del perdón, sino que perdonó (Juan 8:
1-11).
Estas acciones algún día serían repetidas por sus discípulos. En efecto, Cristo les
prometió que ellos harían las mismas obras que hizo Cristo y las superarían en intensidad
(número y alcance). En ese sentido las obras de Cristo no solo eran un respaldo de sus

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enseñanzas, sino que también constituyeron el marco de referencia para el posterior
desarrollo del ministerio apostólico (Hechos 2:1‑4, 41; 3:1‑9; 9:36‑43; 12:1‑11; etc.).

Sus Actitudes
Los discípulos fueron altamente impresionados con las actitudes que asumió Cristo
durante su ministerio. De hecho, muchas de las doctrinas y acciones milagrosas de Cristo no
fueron comprendidas ni imitadas inmediatamente, sino en un tiempo posterior. Sin embargo,
las actitudes de Cristo causaron un efecto inmediato en la vida de los doce.
Los discípulos, en ocasiones, se interpusieron entre Cristo y la gente necesitada, pero
el Maestro les demostró cuán importante eran estas personas para Él. Tal es el caso de la
mujer cananea y los niños que se intentaron acercar al maestro (Mateo 15:23; 19:13). En
ambos relatos Cristo aplica magistralmente el concepto de amor y ternura.
En otra ocasión, Cristo aplicó el concepto de servicio al lavar los pies de los discípulos
(Juan 13:1‑20). Tal lección fue muy dura para algunos de ellos (v.8) pero también muy efectiva.
Podríamos pensar que la doctrina, obras y actitudes de Cristo fueron totalmente
asimiladas por los discípulos, pero no fue así. Ellos mostraron, como era natural, resistencia
a la comprensión y aplicación de las verdades enseñadas por su Maestro. Había una
constante lucha para comprender y vivir el reto que su Maestro colocaba en cada enseñanza.
Esta lucha se evidenciaba en:
a‑ Dificultades para experimentar una fe genuina (Mateo 8:23‑27).
b‑ Resistencia a un verdadero compromiso (Mateo 8:25‑26).
c‑ Ignorancia de la verdadera misión de Cristo (Mateo 16:22).
d‑ Luchas internas por la prominencia en el grupo (Mateo 20:20‑28).
Lo anterior simplemente nos muestra que las enseñanzas de Cristo fueron recibidas
por hombres que experimentaron grandes conflictos al tratar de comprender y aplicar tales
enseñanzas, pero el Maestro fue paciente y constante en su empeño por enseñarles. La
verdad de Dios invita a los hombres a sustituir sus antiguas convicciones y actitudes por las
del reino de los cielos, pero tal proceso es bastante costoso y como maestros necesitamos
recordar que la paciencia es una virtud vital para llevar a los creyentes al profundo
convencimiento de estas verdades.
Un cuadro que puede resumir lo anteriormente dicho sería el siguiente:

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PARA REFLEXIONAR
Nuestra tarea como docentes cristianos debe considerar seriamente estas necesidades
de aquellos que están en el proceso discipular. El discípulo de Cristo debe crecer en
conocimiento, carácter y ministerio en forma armónica y constante. ¿Cómo debemos ayudar
a los creyentes a lograr estos tres objetivos que rigen la vida de un discípulo de Cristo?
Es necesario que ayudemos a los creyentes a desarrollar un conocimiento apropiado
de las doctrinas esenciales de la fe cristiana.
¿Cómo podemos hacer eso? Animando a cada creyente a ser un estudioso diligente
de la Escritura, de lo cual nosotros deberíamos ser ejemplos.
Algunos tal vez piensan que el estudio de la Biblia es un esfuerzo cognoscitivo poco
provechoso y poco deseable. Asocian esa experiencia a las traumáticas asignaciones
escolares que no quisieran volver a vivir. Pero lejos de eso, el estudio diligente y apropiado de
la Biblia es una bendición y la mejor forma de conocer las verdades fundamentales de la fe
cristiana. Temas como la fe, la salvación, la gracia de Dios, el pecado y la vida eterna sólo
puede ser estudiados en la Biblia.
Cristo se esforzó por enseñar aquello que era apropiado y suficiente para sus discípulos
en aquel momento. Más usó al Espíritu Santo para revelar lo que faltaba, siempre con el
enfoque que sus discípulos conocieran las verdades eternas del reino de los cielos. Por lo
tanto, no hay ninguna excusa que justifique la negligencia de algunos en no querer estudiar
con ánimo y esfuerzo la Biblia, especialmente si es maestro.
Es necesario que ayudemos a los creyentes a desarrollar actitudes que reflejen el
carácter de Cristo.
Las actitudes son los rasgos externos de nuestro carácter. Cristo fue muy cuidadoso en
exponer sus actitudes ante los discípulos a fin de que ellos imitaran su carácter (Mateo 11:29).
¿Qué actitudes los creyentes están viendo y aprendiendo de mí? Un maestro enseñaba a sus
alumnos de 11 años en la Escuela Dominical y les decía: ¿Por qué creen que cuando la gente
me ve pasar dice: ¡allí van un creyente! Un niño que estaba sentado de último le dijo a su
compañero al oído: Es porque no saben cómo es él; ¡yo soy su vecino y no diría lo mismo!
Nuestras actitudes deben ser no sólo visibles ante nuestro alumno sino aleccionadoras
al punto que ellos aprendan a ser como Cristo por imitarnos a nosotros. ¡Ese es el reto!
Es necesario que ayudemos a los creyentes a desarrollar ministerios a través de los
cuales sirvan a otros y ayuden al crecimiento del cuerpo de Cristo.
El conocimiento es una base, pero no lo es todo. La actitud es necesaria, pero ella sólo
adorna la vida. Son las obras o acciones ministeriales las que finalmente ponen pie al
conocimiento y manos a las actitudes. Como maestros cristianos hacemos bien en considerar
este equilibrado balance que mantenía Cristo entre la enseñanza de contenidos doctrinales y
los valores encarnados en su propia vida. Un maestro no enseña sólo la Escritura también se
esfuerza porque sus acciones y actitudes se correspondan con lo que la Biblia dice. Esto fue
lo que cuestionó Cristo de los Fariseos cuando dijo: sí que, todo lo que os digan hacedlo y
guardadlo; pero no hagáis según sus obras, porque ellos dicen y no hacen (Mateo 23: 3).

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