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EL PATOLLI : RESUMEN SOBRE SU ESTUDIO Y ALGUNAS IMPLICACIONES

TEÓRICAS AL RESPECTO

PROFESOR DR. TRAVIS STANTON


ALUMNO ALFONSO ATALA
CULTURAS PREHIPÁNICAS MESOAMERICANAS
UDLAP
OTOÑO 2010

“No, no queremos la tiza, pedimos el plumón y el


papel del sacrificado, queremos ir a reunirnos
dignamente con el dios Huitzilopochtli. Sea
encendido el fuego de la ofrenda, seamos
conducidos al Tlachtli, seamos sorteados en el
juego Patolíl»

Huehue Huitzillihuitl. Jefe mexica


capturado por los colhuas (Chimalpain 1982: 59-60).

PREFACIO

En 1970 el Maestro William Swezey escribió su tesis sobre el juego del Patolli en la

UDLAP. Esta tesis junto con el artículo que después escribiera conjuntamente con Bente

Bittman, son tal vez los documentos que más completamente recolectan la información

disponible. De esta forma, es una curiosidad académica que como estudiante de la UDLAP

haya tenido acceso a esta tesis. Fue un viaje a mesoamérica, pero también un viaje a los

70s, con sus tesis hechas en máquina de escribir y con dibujos a mano. Este trabajo fue

vinculante más allá de lo académico. Especialmente pues la tesis estuvo extraviada, y

escribí una carta al coordinador de la biblioteca denunciado “tan preocupante” situación. En

esta misma carta resaltaba la importancia del documento, puesto que Bente Bittman había

trabajo conjuntamente con Swezey a raíz de esta tesis (González, 1997). Esto generó que la

búsqueda de documentación tuviera tintes de película de detectives.


INTRODUCCIÓN

El Patolli fue el juego de mesa mesoamericano y del que mejores registros arqueológicos,

antropológicos e históricos se tiene. Son muy pocos los grupos humanos que no tienen

algún tipo de juego en su quehacer cotidiano, y todas las sociedades complejas de la

historia han tenido al menos un juego. Estos juegos cumplen funciones tanto lúdicas y de

entretenimiento, como a la vez puntos de identidad cultural. Es por ello que tanto la

antropología como la arqueología han mostrado interés en el estudio del rito lúdico. Puesto

que nos permite considerar sus reglas y su uso como una estructura de análisis, resultan

harto útiles en la construcción de hipótesis. Misterioso desde su nombre, relacionado con

los frijoles que se usan para apostar (Caso, 1924), o con las semillas alucinógenas que los

sacerdotes traían del norte y que utilizaban en la adivinación (Duverger 1978).

El Patolli es un enimga, más su presencia es una constante en Mesoamérica. Aparecen

tableros en “el área de Aztecas y Toltecas de México hasta las Tierras Bajas Mayas (Caso

1924; Smith 1977; Swesey y Bittman 1983), habiéndose encontrado en los sitios de Uxmal,

Maintzunun, Palenque, Ceibal, Tikal, Xunantunich, Nakum y Pomona en el área Maya”

(Gallegos, 1994). Inclusive se han encontrado tableros considerados como “proto Patollis”

en Teotihuacan (Swezey, 1970).

Considerando la información revisada en clase, es incluso posible considerar que el Patolli

fuera introducido en las tierras mayas por los mismos teotihuacanos. Esta impresión es

compartida por la arqueóloga Judith Gallegos al afirmar que “Respecto al origen y

temporalidad del juego, se puede decir con base a la evidencias con las que se cuenta, que
el Patolli surgió en la zona maya durante la época en que ocurren influencias del altiplano

sobre esta zona, y se extendió su uso hacia el Clásico Tardío, hecho que habrá de

comprobarse a futuro con el descubrimiento de nuevos tableros en más sitios del área maya,

asociados a fechas de mayor exactitud”. Es decir que el juego funciona como un indicador

más sobre la influencia teotihuacana en el área maya. No obstante no es posible concluir

completamente en este sentido, ya que los tableros encontrados en Teotihuacan, y los

hallados en la zona maya comparten algunas características fundamentales, pero no son

idénticos. De igual forma es posible considerar que el juego sufriera otras modificaciones

en diferentes regiones, ajustándose a diferentes paradigmas culturales, tal como ocurrió con

el ajedrez (Murray, 1985). Eso tal vez explicaría porque son tan recurrentes los tableros tipo

II en el área maya, mientras que existen tableros diferentes en otras regiones.

Añadiendo al argumento anterior que, la esencia de este mismo juego hubo de permanecer

a través de los distintos periodos y regiones, hasta llegar a los mexicas. Esto nos hace

considerar que su importancia no solo es comprobable geográficamente sino también de

forma cronológica. Estos dos aspectos nos permiten coincidir con Bittman y Swezey (1983)

al nombrar al Patolli como un elemento “verdaderamente mesoamericano”.

Esta categoría de verdaderamente mesoamericano es muy atractiva para el estudio

arqueológico y antropológico de los juegos. Esto es porque su uso era especialmente

valorado tanto por las culturas de la península, como por las del Altiplano, el Golfo,

incluyendo que el Pacífico y Noroeste dan muestras de su práctica también. Al mismo

tiempo perduró su uso desde los Teotihuacanos hasta los Mexicas, y con ello da constancia

de su importancia. Presente en los salones comunes de los palacios, o en cámaras cuya


función era alojar dentro de sí un tablero de Patolli. Los tableros de Patolli que aparecen en

los centros ceremoniales siempre están orientados a los cuatro puntos cardinales, y aunque

varían en su diseño y forma, parece una opinión consensuada que su significado estaba

unido al del calendario y al ejercicio religioso de cada grupo.

REGISTRO HISTÓRICO:

A la llegada de los españoles, los mexicas controlaban buena parte de Mesoamerica. Al

momento de la conquista sobreviene un quiebre en los valores, instituciones y costumbres

de la región. No obstante hubo elementos que perduraron hasta entrada la colonia. Uno de

estos elementos fue el Patolli. La única referencia que se tiene de sobre este juego en la

época precolombina proviene del Tonalamatl. “El Patolli aparece en la página 19, asociado

a la diosa lunar y del amor: Xochiquetzal, a un personaje decapitado, un campo dc juego de

pelota, un bracero llameante y una fiera. Está compuesto por un rectángulo con una cruz

interna ambos divididos en casillas, presenta también 4 rectángulos pequeños en cada

cuadrete formado por la cruz” (Gallegos, 1994: 15). Esta asociación entre el Patolli y el

juego de pelota será posteriormente retomada por Swezey (1970) en su tesis.

Las crónicas españolas

Imaginemos el impacto sensorial que los conquistadores y luego colonizadores españoles

experimentaron al ingresar al mundo mesoamericano. Sociedades complejas con ricos

mercados y con estilos arquitectónicos nunca antes vistos por ellos. Una población tan

estratificada, diversa y abundante como aquella del viejo mundo, pero cuyos ritos y hábitos
eran a la vez que similares en su esencia, únicos en sus manifestaciones. Para muestra

podemos leer las cartas de relación de Cortés, donde describe Tenochtitlan, con sus canales

y mercados.

Entre este mar de nuevas experiencias, resulta fundamental considerar que lo descrito por

ellos no es una totalidad de la experiencia. Es imposible para el aparato psíquico recordarlo

todo, de esta forma quedan en la memoria aquellas expresiones que les resultaron

significativas. En este sentido que aparezca el Patolli en las crónicas es harto importante.

Pues nos permite considerar que su uso era de tal importancia que causó profundo interés

en los observadores.

La relación escrita más antigua que se tiene sobre el Patolli fue efecto del esfuerzo del

eclesiástico español Francisco López de Gomara. A pesar de nunca haber pisado América,

fue su misión recoger la información de Cortés y otros conquistadores sobre el mundo

prehispánico. Esto nos lleva a corroborar la importancia que el Patolli tenía en la vida

mesoamericana. No solo de las clases populares y tahúres, sino también en las élites.

“Algunas vezes mirauia Moteççuma como jugauan al Patoliztli, que


parece mucho al juego de las tablas. Y que se juega con hauas, o
frisoles raiados como dados de harinillas que dizen Patolli. Los
quales menean entre ambas manos. Y los echan sobre una estera, o
en el suelo, donde ay ciertas raias, como alquerque, en que señalan
con piedras el punto que cayo arriba, o quitando, o poniendo china "

La segunda crónica es de Fray Bernandino de Sahagún. Quien con su espíritu proteccionista

trató de recuperar lo más posible del colapsado mundo mesoamericano y con ello

salvaguardar parte de la memoria histórica de sus pobladores. En su crónica aparece un


nuevo elemento, el Patolli como juego de apuestas. Esto resulta muy interesante pues una

de las razones por las que la Corona después prohibiera absolutamente el juego del Patolli

fue la ludopatía (adicción al juego) que éste generaba.

" Tambien los Seniores por su pasatiempo jugaban un juego que se


llama Patolli, que es como el juego del castro o alquerque o casi, o
como el juego de los dados; y son quatro frisoles grandes que cada
uno tiene un agujero, y arrojanlos con la mano, sobre un petate como
quien juega a los carnicoles donde esta hecha una flgura. A este
juego solian jugar y ganarse cosas preciosas, como cuentas de oro y
piedras preciosas, turquesas muy filnas. Este juego y el de la pelota
hanlo dejado, por ser sospechosos de algunas superstitiones
idolatricas que en ellos hay,"(Capítulo 10).
" El segundo pasatiempo que tenian era un juego como dados; hacien
en in petate una cruz pintada, Rlena de cuadros semejantes al juego
del alquerque o castro, y puestos sobre el petate sentado3, tomaban
tres frisoles grandes, hechos ciertos puntos en ellos, y dejabanlos
caer sobre la cruz pintada, y de alli tenian su juego ;"(Capítulo 17).

El Fraile Dominico Diego Durán, describe en la segunda mitad del siglo XVI, con

abundancia el Patolli. Llamando a tal grado su atención que incluso incorporó una imagen

dedicada al juego en el Códice Durán. Es gracias a Durán que es posible tener una idea

sobre las reglas y formas del juego. Su crónica además de contener las reglas básicas, nos

ofrece la comprobación del uso del Patolli en apuestas, pero también incorpora el sentido

religioso – ritual de su ejercicio. Además de permitirnos considerar su valioso rol como

entretenimiento colectivo, en tanto jugaban dos la suerte de varios.

“. . . al juego que sobre esta estera jugaban liamaban " patolly," que
es el mismo vocablo que ahora ilamamos naypes. Sobre esta estera
tenian pintada una aspa grande la que tomaba el petate de esquina a
esquina. Dentro del hueco de la aspa habia atravesadas unas rayas
que servian de casas, la cual aspa y casas estaban senialadas y
rayadas con ulli derretido . . . para estas casas habia doce piedras
pequefias las seis coloradas y las seis azules, las cuales pedrezuelas
partian entre los que jugaban a tantas a' cada cual: si jugaban dos que
era lo ordinario tomaba el uno las seis y el otro las otras seis; y
aunque jugaban muchos jugaba uno por todos ateniendose a' la
suerte de aquel, como entre los Espanioles se juegan los albures
ateniendose a la mejor suerte, asl se atenian aca al que mejor
meneaba los dados, los cuales eran unos frisoles negros cinco 6 diez
6 como querian perder 6 ganar, los cuales tenian unos ahugerillos
(sic) blancos en cada frisol por donde pintaban el numero de las
casas que se aventajaban en cada mano, donde se pintaban cinco
eran diez y diez veinte, y si uno, uno, y si dos, dos, y si tres, tres, y si
cuatro, cuatro; pero pintando cinco eran diez, y si diez veinte, y asi
aquellas pintillas blancas eran suertes y cuenta de las rayas que se
ganaban; y darmua pars la piedras de unas casas en otras . . .
Andaban los taures de este juego siempre con la estera debajo del
sobaco, y con los dados atados con un paniito como algunos taures
de este tiempo, que siempre andan apercibidos con los naypes en las
calzas de tablage en tablage; aquellos dados juntamte con las
piedrezuelas del juego traian en una bascrita (sic) pequenia I los
cuales hacian reverencia como a Dioses fingiendo en ellos haber
alguna virtud, y asi les hablaban cuando jugaban como a cosa que
tubiese algun sentido o inteligencia de lo que le pedian . . . . asi estos
naturales hablaban a los frisolillos y al petate y decian mil palabras
de amor y mil requiebros y mil superstiticiones, y despues de
haberles hablado ponian las petaquillas en el lugar de adoracion con
los instrumentos del juego y la estera pintada junto 'a ella y traia
lumbre y echaba en la lumbre incienso y ofrecia su sacrificio ante
aquellos instrumentos ofreciendo comida delante de ellos. Acabada
la ofrenda y ceremonias ivan a jugar con toda la confianza del
mundo." "El nombre del Dios de los dados era Macuilxuchitl, que
quiere decir cinco rosas: a este invocaban los jugadores cuando
arrojaban los frisoles de la mano, lo cual era a la manera que dire;
que los frisolillos que sirven como de dados son cinco a honra de
aquel Dios que tiene nombre de cinco rosas; y para echar la suerte
traenlos un rato refregandolos entre las manos, y al lanzallos sobre la
estera donde esta la figura de la fortuna y cuenta suya que es a la
manera de dos bastos, Ilamaban en alta voz a Macuilxuchitl, y daban
una gran palmada, y luego acudia t ver los puntos que le habian
entrado; y este Macuilxuchitl era solamente para este huego de los
dados." invocaban a este Dios cuando jugaban, diciendo 'el Dios
Ometochtly me de buen punto,"' (tom. III., cap. XXII)
En el Códice Durán. Es posible apreciar la
forma del tapete con que se jugaba. Además
de los frijoles marcado en uno de sus lados y
utilizados como dados.

Códice Magliabecchi. En esta imagen aparecen los


dos jugadores, pero además otros dos
“involucrados” en el juego. Se aprecia también la
figura del Dios Macuilxochitl (Cinco Flor) como
patrono religioso del Patolli.

La ultima relación de inicios de la colonia es aportada por Juan de Torquemada. En este

sentido tenemos un elemento valioso a considerar. Puesto que Torquemada será testigo

ocular de las costumbres de los “naturales” cincuenta años después que Sahagún y Durán, y

lo rescatable es considerar que su uso seguía siendo importante para 1615.

"Auia otro juego que llaman Patolli, que en algo parece al juego de
las tablas reales, y juegase con hauas y frisoles, hechos puntos en
ellos, a manera de dados de arenillas, y dizenle juego Patolli,
porque estos dados se llaman assi, echanlos con ambas manos
sobre una estera delgada que se llama petate, hechas ciertas rayas a
manera de aspa y atrauessando otras sefialando el punto que cayó
hazia arriba (como se haze en los dados) quitando, o poniendo
chinas de diferente color, como en el juego de las tablas."

De las crónicas anteriores podemos supones tres factores. El primero es que el Patolli era

un juego relevante para la sociedad mexica previa conquista, e inclusive en los primero

años de Colonia. El segundo es que además de ser un instrumento de entretenimiento tanto

popular como utilizado por las clases altas de su tiempo. El tercero es que era a la vez un

juego de apuestas como un juego con connotaciones religiosas. Estos tres factores

favorecieron que las autoridades españolas consideraran al juego como un instrumento de

idolatría y prohibieran su práctica. De esta forma se perdió toda posibilidad de conocer con

certeza los mecanismos intrínsecos del juego, así como el símbolo que para los

mesoamericanos representaba.

(Ejecución de un jugador de Patolli. Relaciones Geográficas: Tlaxcala, Tomo


I. 241v 11).
Fue también considerado en la Relación de Michoacán donde se menciona que después de

haber visitado a Cortés en México, el cazonci se regresó a Michoacán jugando patol con

sus principales (Relación de Michoacán 1977: 261, Códice Xólotl 1980: plancha IX y X).

Esta crónica nos hace incluso considerar que el Patolli fue utilizado por los Tarascos,

aunque ellos tuvieran una relación lingüística considerablemente distante al resto de los

grupos mesoamericanos. Así el juego se propone una vez más como un elemento neutral a

las diferencias idiomáticas, y como elemento vinculante entre distintos grupos.

REGISTRO ARQUEOLÓGICO:

Diferentes tipos de Patollis, de acuerdo a la recopilación arqueológica y


catalogación de Swezey y Bittman, 1985.
Teotihuacanos

En numerosos sitios de Teotihuacan es posible encontrar estos graffitis con tableros de

Patolli. Inclusive con los mismo objetos puntiagudos que eran trazados los tableros,

también existen al lado anotaciones sobre los puntos obtenidos. Siendo el área más

relevante, los cuartos de la Zona 3 del Palacio de Quetzalpapalotl, donde se encontraron en

el piso más de 75 tableros. (Bernal, 1963).

Si nos atrevemos a realizar una inferencia, es posible que en este palacio se encontraran

hasta 150 personas jugando simultáneamente. Lo que constituiría un hábito de proporciones

interesante dentro de la corte teotihuacana. También podríamos incluso apresurarnos a

considera que tal cantidad de tableros y jugadores dentro del palacio tuvo una relación

directa con un incremento en la necesidad de comunicarse con los dioses (punto que se

abordará posteriormente), o como efecto de una sociedad más intensamente dedicada a la

recreación. De cualquier forma, ambos factores coincidirían con el colapso de la sociedad

teotihuacana.

Mayas

Prácticamente se han encontrado tableros de Patolli en todas la ciudades importantes

mayas. (Ver tabla al final de la sección). Y sobre estos sitios es que encontramos las

referencias más nutridas. Encontramos una que describe detalladamente un Patolli

encontrado en Nakbe. “Un hallazgo importante en la Estructura 200 sobre el piso de la

cámara oeste es un dibujo inciso en el piso de estuco de forma casi cuadrada, que mide 1.17
x 1.11 m. Se trata de un juego denominado Patolli, de tablero tipo 11, según la tipología de

Swezey y Bittman” ( López: 106).

Una evidencia más sobre la importancia de este juego en la sociedad maya está denotada en

la funcionalidad de la estructura en que fue hallado. Ya que nos permite considerar que así

como ahora hay un “cuarto de televisión”, los mayas habían reservado un cuarto para el

Patolli.

“La Estructura 200 del Grupo Coral posee tres cámaras


caracterizadas por diseños diferentes, determinada por la
disposición y tamaño de sus bancas. En el caso de la cámara
central, la banca ocupa predominantemente casi todo el espacio del
recinto. Esto sugiere la necesidad de reunir a un grupo de personas
con carácter público, de acuerdo a las escenas mostradas con
personajes importantes en dinteles, vasijas, estelas y otros
monumentos. La cámara este posee una banca adosada a la parte
norte, dejando un espacio en el extremo este de la habitación, quizá
funcionando como dormitorio o sala privada de descanso. La
cámara oeste podría haber funcionado como un recinto de usos
múltiples, donde entre otras cosas se jugaba Patolli”. (López: 109)

De igual forma la arqueóloga Gallegos cataloga los Patollis encontrados en varios sitios de

Mesoamérica.

CLASIFICACIÓN DE TABLEROS DE Códices: Borbónico (Borgia, lám. 62,


PATOLLI* Vaticanus
Representación B (lám. 67) y Vindobonensis
1 Cuadro con esquinas redondeadas (pág. 19 y 20).
salientes. Sitios: Teotibuacan,TOM 131 en Tomatlán,
Jalisco (petroglifo). Río Bee,
piso templo B, cuarto D.

1-A Variante. Sin cruz central y seis Sitios: Teolihuacan y Tula.


salientes
en lugar de cuatro.
Sitios: Teotihuacan.
1-13 Variante, zoomorfo.
Sitios: Becán Est. IV (2 ejem.), Mami
II Cuadro o rectángulo con 57 casillas Hill, Nakum (templo N), Tikal
(aproximadamente). (5 ejem.), Tula (Palacio Onemado,
3 ejem.), Xunantunich (Ests.
A-II yAl6,óejem.)

Sitios: Nakum (Templo N). Seihal (altar


II-A Variante. Con cruces en las casillas. frente a estela It))

Códices: Tonalámail de Antón (página 19)


II-B Variante. Con figura en los cuadretes. Sitios: Palenque, Templo de las
lnscripciones.

Sitios: Chichén Itzá (mercado),


III Doble cruz con una parte circular. Uzibilchaltón,
La Mar (dintel), San Lorenzo
(petroglifo), Tikal, Uxmat
(Templo del Adivino) y Río lJec
templo B cuarto D.
III-A Variante, con seis brazos en el interior
del círculo. Sitios: Piedras Negras (dintel).

II1-B Variante, cruz simple con salientes


cruzadas, redondeadas. Sitios: El Cayo (dintel a la entrada del
Templo IV).
IV Diseños de grandes dimensiones
(2.00 x 1.00 m en promedio) deforma Sitios: Montículo E de la Colonia Flores-
cuadrangular, con dos cuadros mas Tampico.
asociados al principal en cada extremo. Códices: Florentino (lám. 66),
Al centro un doble círculo. Divididos Magliabecchiano
en casillas, algunas sombreadas. (lám. 60) y Xólotl (planchas
IX y X).

Sitios: Pedregal (petroglifo), Tajin (esquina


V En forma de aspas, sin marco. SE de la pirámide de los
Nichos).
Otros: Atlas de Durán (lám. II), Relación
de Tlaxcala (cuadro II).

Nota: Excepto aquellos en que se especifica su trazo sobre elementos de piedra, el resto se

realizaron en pisos y muros de estuco.


BREVE RESEÑA DE OTRO SITIOS CON PATOLLIS Y SU UBICACIÓN DENTRO

DEL SITIO.

A) En Tula fueron encontrados 6 tableros, 3 del tipo 2. Todos en el Palacio Quemado y

ubicados en lugares donde resultara cómodo jugar.

B) Uxmal: dibujo de Patolli tipo II sobre el Templo Interior Este.

C) Becan: Patolli tipo II en la estructura 4.

D) Rio Bec: 3 juegos en el Templo B

E) Maintzunun: 1 juego sobre una losa.

F) Palenque: Templo de las inscripciones

Como podemos observar, la presencia de los tableros es interesante pues aparecen en

lugares significativos del sitio. Además de que podemos suponer que las clases nobles

jugaban, es importante considerar que también los comunes lo hacían. Mas como tal vez los

mayas utilizaban un petate como tablero (como lo hacían los mexicas), la evidencia física

estaría perdida.

REGISTRO ANTROPOLÓGICO

Taylor y Caso.

En internet es común encontrar reglas e interpretaciones al juego que lo vinculan

directamente con el parchis indú. Por ejemplo el artículo de Cerón Roa, que en su

explicación nos lleva a pensar que el Patolli y el Parchis son prácticamente idénticos. No

siendo esto una realidad, sino más bien una burda interpretación que en lugar de descubrir
el juego, lo oculta, en tanto lo vincula obligadamente a un juego con el que no tiene más

que solo una relación arquetípica. No obstante estos artículos tienen una historia que nos

permite entender cómo fue evolucionando el entendimiento sobre el uso de Patolli.

En 1879 E. B. Taylor presentó ante la comunidad antropológica de Gran Bretaña, un texto

sobre el origen asiático del Patolli. Taylor utiliza las fuentes crónicas de Gomara,

Torquemada y especialmente Durán para hacerse una idea del juego mesoamericano. Las

citas son clara al precisar la importancia del Patolli en la vida de los mexicas. Y aparecen

en los códices las imágenes sobre el tablero y los frijoles.

Taylor definía así la situación frente a sus ojos:

“As the Patolli of the Mexicans is a variety of lot-


backgammon most nearly approaching the Hindu pachisi,
and perhaps like it passing into the stage of dice-
backgammon, its presence seems to prove that it had made its
way across from Asia. How it came is uncertain, though the
drifting across of Asiatic vessels to California offers the
readiest solution (pp. 128)”

Este argumento sobre el Patolli como evidencia de apoyo en favor de la teoría de migración

humana por el Pacífico Sur y no por estrecho de Bering, causó gran controversia en su

tiempo. Mas luego fue refutada por H.R. Murray en su libro Other games, rather than

chess, y por otros antropólogos de su tiempo. Argumentado que la relación era forzada y

poco consistente, se descartó la hipótesis de Taylor. Más como podemos comprobar con un

brinco al internet, el argumento fue solo descartado por la comunidad académica.

Quedando a disposición del público una relación falsa entre Oriente y América.
La cuestión halló mejor respuesta cuando Antonio Caso descubrió en una comunidad del

Estado de Puebla, el uso de lo que consideró la reminiscencia del Patolli. Ahí quedó

comprobada su no relación a pesar de la similitud en los tableros en el uso del azar como

mecanismo de juego. Caso descubrió a través de esta práctica, que tal vez el carril de

entrada de uno de los jugadores no podía ser usado por el otro. Entonces el único lugar

donde se encontrarían sería el centro del tablero.

Posteriormente otros antropólogos encontraros reminiscencias del Patolli. Por ejemplos

están las relaciones establecidas entre el juego de Kolitza de origen Tarasco ( Beals and

Carrasco 1944, y Soto Bravo 1992, citado en Veerbeck 1998), el juego de Chinantec en

Oaxaca (Weitlaner y Castro 1973, citado en Veerbeck 1998), y el juego de Bul en Belice

(Veerbeck 1998). La práctica continuada de estos juegos, nos permite considerar que su

simbología y ritual mantuvieron presencia a pesar de la conquista, y luego el movimiento

modernizador. Permitiéndonos con esto vislumbrar una vez más la importancia de los

juegos en las sociedades, tanto como elementos de recreación como elementos mágico –

religiosos.

USO RITUAL DEL PATOLLI: Ollin, Tachtli y Tonalamatl

El símbolo de Ollin en nahuatl significa movimiento, y está representado por un glifo en

forma de cruz. En opinión de Swezey (1970), la relación entre el hule, y el símbolo de Ollin

está dado desde la semántica, pues usan la misma palabra. Es decir que tanto el Patolli

como el tachtli son representaciones de la cosmología mesoamericana que pronunciaba al

movimiento como gran verdad.


En ese sentido es que luego se aventura a considerar que el patollli era una pequeña

representación de un juego de pelota. En tanto el petate para su uso era rociado con hule, al

igual que la pelota del tachtli. Esta impresión de Swezey fue también fundamentada cuando

a partir del tablero tipo II, y utilizando la crónica de Caso, deconstruyó el recorrido de cada

jugador en dos tableros. Con esto consiguió que estos tableros individuales tuvieran la

forma de una cancha de Tachtli.

Si consideramos que tanto el Tachtli, como el Patolli eran elementos representativos de la

función sagrada del Ollin, es posible considerar como válida la opinión de aquellos que

consideran que el Patolli era a la vez que una recreación una forma de comunicación con

los dioses o de adivinación del destino. “No doubt, in ancient times the Mesoamerican

games must have had a mantic significance, but at the eve of the Conquest sheer gambling

was the main objective of the native American gamesters”. (Veerbeck, 1998: 82) Es decir

que mientras los españoles castigaban las apuestas, los mexicas tal vez jugaban a revelar su

propio destino a través del juego.

Este caso sería parecido al del juego de Lilah en la India, que luego conociéramos en

occidente bajo el nombre de Serpientes y Escaleras. (Yohari, 1974). En este juego

ancestral, los indios tanto introducían a los infantes en el entendimiento de religión, como

los adultos revelaban su Karma a través de él. Un juego donde el destino de la energía era

revelado a través de los dados. Un juego de azar donde el azar no existe, sino solo el

designo de la energía. En este mismo sentido es que tal vez funcionaba el Patolli. Como un

juego en el que el resultado de los frijoles estaba íntimamente ligado al destino trazado por
los dioses. En todos los juegos mánticos hay una referencia a la numerología y al

ordenamiento del tablero. En el caso del Patolli tenemos las siguientes referencias.

• Cada jugador tiene 5 fichas. Y tirará 5 frijoles para hacerles avanzar.

• Cada ficha recorrerá 52 recuadros. Uno por cada año del calendario mesoamericano

(Xiuhmolpilli para los mexicas). En la mayoría de los tableros mayas, aparecen 57

recuadros. 5 más para ocupar el lugar del mes de 5 días.

• Cinco fichas por 52 recuadros dan un total de 260 recuadros. Estos son los mismos

días que aparecen en el calendario ritual-lunar.

• El tablero tiene 4 brazos. Uno para cada estación - punto cardinal. Si cada ficha

recorre 4 brazos, también habrá recorrido 20 brazos, mismos que días del mes.

Cada brazo tiene 13 recuadros, mismos que meses en un año.

• Cada 104 años, se reinicia la cuenta del año venusino, el año solar, y el ciclo de 52

años y se le llama Huetiliztli. Ya que cada pieza recorre 52 recuadros, mas son dos

los jugadores, eso quiere decir que una vuelta completa implicaría 104 recuadros.

De esta forma se ha considerado que el patollli podría ser utilizado como tabla de

adivinación utilizando el Tonalamatl como referencia de interpretación. Ya que en la

numerología, coincide perfectamente, que cada fríjol tendría igual número de opciones para

caer en alguno de los 260 opciones de interpretación del Tonalamatl. En este mismo

sentido, los juegos de mesa han sido considerados como herramientas de análisis

cosmogónico en más de una ocasión (Schuster, 1939).

CONSIDERACIÓN FINAL
El Patolli es un elemento de análisis muy rico en sus posibilidades. No obstante su

presencia en la bibliografía, tanto histórica, como antropológica y arqueológica, no nos

permite tampoco concluir nada en específico.

Sobre algunas consideraciones finales que vale la pena recorrer está la presencia constante

de tableros en Mesoamérica. Denotando con esto su importancia como elemento cultural

que cruzara entre varias culturas, y entre varias centurias. Comenzando tal vez con los

teotihuacanos y finalizando en tiempos de la Colonia española. Igualmente los registros

arqueológicos confirman su uso en las clases nobles, mientras que los registros históricos lo

hacen en las clases populares. Tal vez pudiendo considerar con esto que su uso era

cotidiano y “universal”.

Como estudioso de los juegos de mesa, el Patolli me ha interesado de sobremanera.

Inclusive he visitado el área de documentos especiales en la biblioteca para poder revisar el

Tonalamatl y tratar de hacer alguna conjetura sobre como hacerlos empatar. Me parece que

los juegos una vez más revelan aspectos íntimos de la cultura. Los revelan en su estructura,

y organización, tablero y fichas; pero también lo revelan en sus ritos y sus hábitos de

relación para con esos juegos. Son instrumentos de doble abordaje en este sentido, uno

hacia el interior del juego, y el otro hacia su exterior.


BIBLIOGRAFÍA

Beals, R. en P. Carrasco.
1944 Games of the Mountain Tarascans. American Anthropologist. Vol. 46: 516-22,
Washington.

Bittman, B. Swezey, W.
1983 . El rectángulo de cintas y el Patolli. Revista Mesoamérica. No. 6 pp. 373 – 417.
USA.

Caso, A.
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