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Práctico 1-B: Psiquiatría y psicoanálisis.

Bibliografía: Psiquiatría y psicoanálisis -Freud, S. (1915-1916). Conferencias de


Introducción al psicoanálisis.[Conferencia 16: Psicoanálisis y psiquiatría. Parte III.
Volumen XVI. pp. 223-234]. Buenos Aires. Amorrortu editores.
Los alumnos deben considerar los siguientes ejes centrales al momento de la
lectura de la bibliografía:
Presentación de la concepción psicoanalítica. Función de la psiquiatría y del psicoanálisis.
Al comienzo Freud describe una acción sintomática repetida que observa en muchos de
sus pacientes: cuando entran a su consultorio y no hay otros pacientes en la sala de
espera, dejan la puerta abierta. Esto no sucede cuando hay otras personas afuera,
esperando. Refiere que esta acción sintomática no es contingente, tiene un sentido y un
propósito, inconciente para sus pacientes. Ninguno admitiría que quisieron testimoniarle
menosprecio, desconocido para su conciencia.
Más adelante relata el caso de una señora, que comienza tratamiento por pedido del
yerno de la misma. La señora tenía una buena vida de casada, con un marido que le era
fiel. Ella charlaba todos los días con su mucama. Esta última odiaba a una joven que le
había ido mejor que a ella en la vida, trabajando de empleada para el marido de la señora.
Un día, la señora le cuenta a la mucama que sería muy desdichada si se enterase de una
infidelidad de su marido y al día siguiente le llega una carta anónima diciéndole que el
marido la engaña con esa misma joven, odiada por su mucama. Sabiendo la señora de
esto y sin pruebas del marido infiel, de todos modos se martirizaba. Tenía ataques de
desconfianza, dolor y reproches. La mucama había sido despedida, no así esta joven
empleada de ellos.
Entonces con este caso, Freud se interroga el lugar de la psiquiatría y el del
psicoanálisis. Dice que no hay una contradicción y una oposición, sino un
completamiento. Desde la psiquiatría, el factor hereditario y desde el psicoanálisis, la
importancia de la vivencia. No se contradicen.
¿Qué hace la psiquiatría con este caso? Intentará clasificar al síntoma, dirá que tiene
un delirio de celos. Intentará investigar una causa hereditaria. Hará un diagnóstico y un
pronóstico del desarrollo ulterior.
¿Y desde el psicoanálisis? Se buscará el sentido a esa idea delirante, dirá que
pertenece a una trama de una vivencia de la enferma. Escuchando un poco más a Freud
ya no le parece incomprensible lo que ocurrió dado que al parecer la señora tenía un
enamoramiento con el yerno y se desplazó inconscientemente a celos por el marido con
una mujer joven. Dirá que es reacción a un proceso anímico inconciente y que la idea
delirante de celos está determinada por la vivencia que hay tras la contracción de la
enfermedad.

Práctico 2-B: Fundamentos de la clínica en psicosis

Bibliografia: Freud, S. (1923). Neurosis y Psicosis. [Volumen XIX. pp.151-160]. Buenos


Aires: Amorrortu editores.- Freud, S. (1910-1911. Puntualizaciones psicoanalíticas sobre
un caso de paranoia descrito autobiográficamente. [Parte III. Acerca del mecanismo
paranoico .Volumen XII. Pp.55-73]. Buenos Aires : Amorrortu editores.
Para que podamos comenzar a dar cuenta de los fundamentos de la clínica en psicosis,
es necesario que comencemos con acuerdo de base, que es pensar a las psicosis como
una estructura distinta de la neurosis, (y de la perversión), y no como un déficit de una
supuesta normalidad.

Y obviamente de esto va a depender el posicionamiento del psicoanalista y la dirección


que se le va a imprimir al tratamiento de un paciente psicótico, que difiere radicalmente
de la dirección de la cura de un neurótico., por razones que iremos desarrollando en la
cursada, y que como les decía al comienzo, son estructurales.

Freud, se encuentra con esto de que existen ya cuadros psiquiátricos bien descriptos, que
se puede hacer un diagnóstico de enfermedad y pronosticar alguna evolución y se va a
hacer algún otro tipo de pregunta sobre el porqué de la psicosis.

Freud empezó a investigar, no atendiendo pacientes psicóticos, que no eran su mayor


vocación, sino tomando el texto de un psicótico muy inteligente, de un delirante brillante,
que fue presidente de la Real Cámara de Apelaciones de Land de Dresde y que escribió
un libro con sus memorias, en las que daba cuenta de todo su delirio.

Sabemos que todo lo que Freud aprendió, lo aprendió atendiendo neuróticos, podemos
decir que construyó su doctrina de la mano de las histéricas.

O sea, Freud investigó, teorizó, pero hasta él no podemos hablar de tratamiento, o de


práctica clínica.

Sí podemos decir, que es a partir de él, que el psicoanálisis intentará darle una lógica, a lo
que la psiquiatría se propone poner en orden, clasificando, nombrando la “locura” en base
a lo que desde la observación del que se pone a mirar ve: el síntoma como aquello que
desborda lo esperado. El diagnóstico es un punto de partida, es una conjetura, requiere
de una concepción teórica y anuda lo universal con lo singular, lo universal de la
estructura del síntoma con la particularidad del sujeto. La Psiquiatría nos dirá como es el
“loco”, y el psicoanálisis se propone dar cuenta de la verdad en juego en un texto
psicótico. A pesar del que se trate a veces de conductas estrafalarias, que pueden
contradecir las normas familiares, sociales y hasta el sentido común.

Y es desde el comienzo, que el psicoanálisis intenta aislar el mecanismo productor de la


enfermedad.

Freud muy tempranamente, en Neuropsicosis de Defensa (1894) diferenció los


mecanismos de defensa de la histeria y de la neurosis obsesiva frente a la representación
intolerable, y aisló otra forma propia para la psicosis. Para ellas ubicó una modalidad
defensiva consistente en que el Yo desestima (VERWERFEN) la representación
intolerable junto con su afecto y se comporta como si la representación nunca hubiera
existido.

La representación que amenaza al Yo es intolerable porque recae sobre un fragmento de


realidad demasiado investido, ligado a la experiencia de la castración. De la castración del
Otro, de la madre. Para el niño, lo doloroso de la experiencia de la castración, es
constatar y percibir en el cuerpo femenino la ausencia de pene que la madre posee.
Dolorosa, porque ella significa que también el niño puede ser despojado del pene, y
dolorosa además porque esta percepción viene a confirmar la seriedad de la prohibición
paterna del incesto. Para Freud, la representación rechazada vuelve desde el exterior y se
transforma en algo alucinado (imagen alucinada del dedo meñique cortado). Se trata de
una defensa mórbida e inapropiada: el peligro que se echó por la puerta, vuelve
obstinadamente por la ventana.

Ahora bien, la concepción freudiana de la defensa psicótica, entendida en un momento


como una expulsión de la representación, se va a ir modificando de un modo progresivo.
Más adelante en su obra dirá que se trata de una acción aún más brutal que consiste en
la ABOLICION pura y simple del peligro de la representación. “No era exacto decir,
(escribe Freud en 1911) que la sensación interiormente reprimida es proyectada al
exterior, pues ahora vemos más bien que lo interiormente reprimido (abolido) retorna
desde el exterior”.

Freud endurece notoriamente su posición teórica: la representación no es ya rechazada,


sino literalmente suprimida del interior. Entonces la abolición de la representación
peligrosa es tan radical, que uno se puede preguntar si la experiencia de castración
estuvo inscripta alguna vez en el inconciente, e incluso, si fue vivida alguna vez.

La ABOLICION es una acción tan neta y tan definida que tenemos derecho a pensar que
el sujeto psicótico no conoce el dolor de la castración, no fue alcanzado jamás por esta
experiencia crucial y decisiva.

Más tarde, en 1924, en Perdida de Realidad en Neurosis y Psicosis, dirá que el problema
no es la pérdida de la realidad, sino el cómo se la sustituye, cuales son los resortes.

También de acuerdo a Freud, el psicótico no cede la posición de intérprete, ni tampoco, a


causa de su regresión al narcisismo, ama lo suficiente como para conferir autoridad
sugestiva a la palabra del analista.
Esto último abre el camino de la interrogación acerca del tema de la transferencia en la
psicosis, tema que se desarrollará en otras clases.

Pero que hace a los fundamentos de la clínica en psicosis. Sabemos que el psicoanálisis
es la respuesta más eficaz que Freud encontró para tratar las enfermedades neuróticas,
sus síntomas, sus inhibiciones y sus angustias, y que ésta basa su práctica en la
transferencia, a partir de la cual se ponen en juego en el dispositivo analítico una serie de
operaciones lógicas que van a posibilitar la pregunta por el deseo, a partir de la
instauración del Sujeto Supuesto Saber. El neurótico padece de preguntas. También,
que las psicosis, no enigmáticas en sí mismas, pero resistentes a las especulaciones
teóricas e indiferentes, en el mejor de los casos, a cualquier interpretación, despertaron el
interés de los psicoanalistas. Mientras el neurótico asombrado, admite que su
inconciente habla por su intermedio y que él es su agente involuntario, el psicótico
por su parte, conmovido por la certeza, tiene la dolorosa e inquebrantable
convicción de ser víctima de una voz tiránica que lo aliena. Por otro lado, en nuestra
práctica cotidiana, no dejamos de sorprendernos por el misterio de la “locura” y el poder
insospechado de una escucha analítica, capaz de aliviar el sufrimiento del paciente
psicótico. Sin pretender desarrollar en esta clase una teoría de la psicosis, ni de las
dificultades que la transferencia en esta estructura plantea a la dirección de la cura, puedo
al menos afirmar que es diferente que en las neurosis. La característica del diálogo inicial
con el psicótico es diferente. No va a suponer en analista el saber inconciente. No nos va
a interrogar acerca de ese saber, sino que se a dirigir a nosotros a fin de hacerse
reconocer como portador de una verdad. La verdad constituye su certeza, y es él quien
pretende hacerla saber al Otro. En el caso de aceptar esta invitación, podemos
convertirnos en testigos imparciales del delirio, sin cuestionar, ni pretender otorgarle
ningún sentido. Es decir, no interpretar. Para conectar la teoría freudiana con los
aportes de Lacan, diremos que es a partir de él que introdujo en el psicoanálisis, de
la mano de la paranoica “Aimeé”, la posibilidad de pensar en un tratamiento posible de
la psicosis. Lacan, sobre el final del Seminario 3, luego de haber vuelto a Schreber, a las
memorias de Schreber, despeja ese término que parece haberse constituido en un punto
pivote de cualquier consideración de la psicosis y su cuestión preliminar: la
FORCLUSION. O sea, forclusión traduce verwerfung, pero al mismo tiempo implica un
“no retorno” a la noción de verwerfung (rechazo). Es una traducción entre comillas, porque
forclusión no traduce verwerfung en ningún sentido, es una interpretación, y una
reelaboración teórica. En tal sentido forclusión implica un “no retorno”, justamente porque
la verwerfung era un mecanismo que se ejercía sobre una representaciónn, lo que Freud
en Neuropsicosis de defensa denominaba una “representación inconciliable”. (la
representación inconciliable es la castración del Otro, la madre), mientras que lo que se
produce en el curso del Seminario 3 es que Lacan despeja, primero el orden del
significante en su radical autonomía, y segundo, dentro de ese orden, un significante en
particular, cuya función asignada es la de efectuar una especie de capitonado de ese
orden, que hace de eso un orden, que es el significante del nombre del Padre, significante
Primordial, significante de la Ley. O sea, para Lacan es el mecanismo que da origen a la
psicosis. Forclusión es una construcción teórica que intenta explicar el mecanismo
psíquico que está en el origen de la psicosis. Es el nombre que da el Psicoanálisis al
defecto de inscripción en el inconciente de la experiencia normativa de la castración. No
se refiere entonces a la ausencia de Padre real, sino a la ausencia del significante mismo.
Ausencia de esa Behajung o juicio de atribución que Freud establece como precedente
necesario a toda aplicación posible de la Verneunung (negación), que le opone como
juicio de existencia.

Práctico 2-B: Fundamentos de la clínica en psicosis


Bibliografía: Fundamentos de la clínica en psicosis -Freud, S. (1923). Neurosis y
psicosis. [Volumen XIX. pp. 151-160]. Buenos Aires: Amorrortu editores. -Freud, S.
(1924). La pérdida de realidad en neurosis y psicosis. [Volumen XIX. pp.189- 198].Buenos
Aires: Amorrortu editores. -Freud, S. (1910-1911). Puntualizaciones psicoanalíticas sobre
un caso de paranoia descrito autobiográficamente. [Parte III. Acerca del mecanismo
paranoico. Volumen XII. pp.55-73]. Buenos Aires: Amorrortu editores.
Noción de psicosis en Freud. La divido en 3 períodos con el objetivo de ir entendiendo
cómo Freud va teorizando a las psicosis:
1- Antes de 1900. En relación a la defensa. En textos Neuropsicosis de defensa
(1894), vol. III y en Nuevas puntualizaciones sobre la neuropsicosis de defensa
(1896). Vol. III.
Neuropsicosis de defensa: en un momento se le presenta al yo una vivencia, una
representación, que despertó un afecto tan penoso que la persona quiere no pensar en
ella, olvidarla, sofocarla. Pero el olvido no se logra y entonces la representación
inconciliable queda debilitada y se divorcia del afecto y sucede lo siguiente con el afecto:
En la histeria: se transpone a lo corporal. Conversión.
En la neurosis obsesiva: se adhiere a otras representaciones no inconciliables y mediante
falso enlace devienen representaciones obsesivas. Retornan como autorreproches.
En la psicosis alucinatoria: la modalidad defensiva es más exitosa porque el yo
desestima a la representación inconciliable junto con el afecto y se comporta como si la
representación nunca hubiera existido. Se deshace el yo total o parcialmente de la
realidad objetiva.
En 1896, en Nuevas puntualizaciones sobre Neuropsicosis de defensa, incluye a la
paranoia dentro de este grupo.
Paranoia: el mecanismo es la proyección del afecto y de la representación inconciliable.
Se pierde el enlace con el resto de las representaciones y el contenido de la
representación rechazada permanece inalterado. Lo que cambia es la localización. Ahora
proviene del exterior como ideas delirantes, acusaciones.
2- De 1910 a 1924. En relación al narcisismo. Puntualizaciones psicoanalíticas sobre
un caso de paranoia descrito autobiográficamente.
Freud investiga el mecanismo de la paranoia. Quiere fundar la especificidad de la
paranoia en la forma particular de manifestación de los síntomas. A partir de este
momento, la proyección deja de ser el mecanismo específico de la paranoia, aunque no
quiere decir que en la paranoia no haya proyección.
A partir del caso de Schreber, Freud indica que el mecanismo de formación de síntoma en
la paranoia exige que la percepción interna sea sustituida por una percepción de afuera:
Propone entonces 4 formas de delirio en la paranoia:--Delirio de persecución: yo no lo
amo, yo lo odio porque él me persigue: proyección.--Delirio erotómano: yo no lo amo,
pues yo la amo, porque ella me ama: proyección.--Delirio de celos: yo no lo amo, es ella
quien lo ama. No hay proyección.---Delirio de grandeza: yo no amo a nadie, me amo solo
a mi. No hay proyección.
Entonces lo que postula en la paranoia es que lo cancelado de adentro, retorna desde
afuera. Esto es importante ya que Lacan retomará esta formulación para asociarla con su
noción de forclusión en la psicosis. Acá ya introduce lo que volverá a postular en la
introducción al narcisismo, y es que en la paranoia, la libido sustraída del objeto es
llevada al yo. El yo propio es el único objeto sexual, hay agrandamiento del yo. Freud
diferencia: Neurosis actuales: neurosis de angustia, neurastenia e hipocondría.
Retira libido de los objetos al órgano que le atarea y después vuelve a los objetos.
No hay tramitación psíquica. Psiconeurosis de transferencia: histeria, neurosis
obsesiva, fobias. Retiran la libido del mundo exterior pero lo mantiene en la
fantasía. Psiconeurosis narcisistas: retiran la libido de los objetos y es dirigida al yo. El
resultado son alucinaciones en la esquizofrenia o delirio de grandeza en la paranoia. En
esta época las denomina en forma conjunta como parafrenias.
3- Desde 1924, basado en la realidad. Neurosis y psicosis. [Volumen XIX. pp. 151-
160]. La pérdida de realidad en neurosis y psicosis.
Luego de la construcción de la segunda teoría del aparato psíquico, Freud formula la
diferencia entre Neurosis y psicosis con el modo de funcionamiento de las tres instancias:
yo, ello, superyó con respecto a la realidad. Lo importante no es la pérdida de realidad,
sino el sustituto de la misma.
Neurosis como resultado de un conflicto entre el yo y su ello. El yo, avasallado por la
realidad se defiende de una moción pulsional del ello mediante la represión y como
subrogación sustitutiva se impone al yo el síntoma. En la lucha contra este último, da
resultado la neurosis. (El primer paso es la represión de una moción pulsional del ello y el
segundo es la lucha contra el síntoma). El aflojamiento de la realidad es la consecuencia
del segundo paso, en la formación de la neurosis propiamente dicha. Aquí se evita un
fragmento de la realidad. No la desmiente, se limita a no querer saber de ella. El segundo
paso es patológico, el fracaso de la represión. Acá también se quiere sustituir la realidad,
pero se logra mediante la fantasía.
Psicosis como resultado de un conflicto entre el yo (avasallado por el ello) y el mundo
exterior. El delirio se presenta como un parche colocado en el lugar donde originariamente
se produjo una desgarradura en el vínculo del yo con el mundo exterior. Los fenómenos
del proceso patógeno están ocultos por un intento de curación o de reconstrucción. (El
primer paso es la pérdida de realidad y el segundo el delirio). Dirá que el segundo
presenta el carácter de reparación. Quiere compensar la pérdida de la realidad por la
creación de una realidad nueva, se la reconstruye. Desmiente la realidad y quiere
sustituirla. El primer paso es el patológico.

Práctico 3-B: Fundamentos de la Clínica en Psicosis.


Bibliografía:- Fernández, E (1999). Diagnosticar las Psicosis. (Teórico 1: Fenómenos
elementales. De Clerambault. Puntuaciones Freudianas. )
-Lacan, J. (1984). Seminario 3. Las Psicosis. Cap. 16, apartado 1. Capítulo 20, apartado
1. Buenos Aires. Paidós.
“Diagnosticar las Psicosis” En este libro, la autora va a tomar y proponer un camino
tanto teórico como clínico sobre esta estructura. Para eso ira trabajando y recorriendo
diferentes textos y autores. Enfatiza que se trata de Las Psicosis, es decir, subrayar las
diferencias entre los distintos cuadros, los diferentes sujetos, que implicaran una u otra
estrategia en el tratamiento.
Comienza diciendo que así como la Psiquiatría se propone poner orden en lo que
desordenaba, el Psicoanálisis intentó, desde Freud, darle una lógica. Cuando, como
analistas, esperamos una respuesta a la pregunta: qué hacer con un psicótico?, ésta solo
puede construirse en base a la lógica de esa psicosis.
Luego comienza un recorrido desde la psiquiatría tomando a Clèrambault, y el
concepto de fenómenos elementales. Dirá que son neutros, a temáticos y anideicos.
Y los separa en: 1) Sutiles y 2) Ideo verbales.
Dirá que para él, hay un triple automatismo: verbal, motor y sensitivo. Todos
experimentados como fenómenos impuestos. En forma paralela, entonces, se edificará el
delirio como modo de explicar y dar cuenta de estos fenómenos que se le imponen al
sujeto. Agrega que el automatismo mental tendrá un carácter persecutorio, al volverse
temático. Por el delirio, se torna, peyorativo, irritante, vejatorio contra el sujeto.
Dirá la autora, entonces, que el sujeto se descubre continuamente doblado por una
emisión paralela que lo emancipa, lo acompaña o lo sigue, y que incluso, puede no decirle
nada. Este decir insensato es el que se transformara en el delirio.Lacan va a jerarquizar la
teoría del fenómeno elemental elevándolo a característica de esencial en la estructura
psicótica. Luego marca una diferencia fundamental entre Clèrambault y Lacan: Mientras
que para el primero el delirio es la manera de darle un sentido posible a esta irrupción sin
sentido del fenómeno elemental, para Lacan, el delirio es también un fenómeno
elemental. Lo cita: “El delirio no es deducido, reproduce la misma fuerza
constituyente, es también un fenómeno elemental”.
Luego hace referencia a las diferencias en la proyección paranoica y otras proyecciones.
Este es un tema que Freud trabaja en el Cap. 3 de Schreber: “El mecanismo
paranoico”. “La libido abandona la representación del objeto, la cual, precisamente,
por ser despojada de la ocupación, que la ha caracterizado como interior, es tratada
como una percepción y puede ser proyectada hacia afuera.” Por lo tanto, este
tratamiento de la representación del objeto como percepción que proviene de afuera
determina que sea vivida por el sujeto como que le concierne, está dirigida a él.
Finalizando el capítulo, la autora plantea una pregunta que podríamos hacernos siguiendo
el Seminario III de Lacan, que sería: por qué no solo el inconsciente queda excluido para
el psicótico, sino por que aparece en lo real?
Para bordear algo en relación a una respuesta a esta pregunta dirá que detrás de todo
proceso de verbalización neurótico hay una Bejahung primordial o juicio de atribución, que
constituiría una admisión al registro de lo simbólico. Esta admisión podría faltar. Aquí se
comienzan a trazar las coordenadas que llevaran a la conceptualización de la metáfora
paterna y los efectos de su no inscripción. Dirá, entonces, que allí donde ese significante
al que el sujeto apela no responde, viene al lugar el automatismo mental de palabras
impuestas.
Cap.XVI. Apartado I. Secretarios del Alienado. J. Lacan.
En este breve capitulo Lacan comienza diciéndonos que pretende llevarnos a “cierto
número de lugares que escoge entre los mejores, en las aproximadamente cuatrocientas
o quinientas páginas del libro de Schreber”.
Es un texto sumamente clínico y que apunta a que pensemos en cuál es el lugar desde
donde escuchamos al sujeto psicótico y cual sería un posible lugar para que el analista
pueda ubicarse y desde ahí intervenir.
Dirá “que nos contentaremos con hacer de Secretarios del Alienado, y que tomaremos su
relato al pie de la letra”. Aquí Lacan hace alusión al modo en que el sujeto psicótico se
relaciona a la palabra, a su certeza, a la no posibilidad de dialectizar su discurso y de
hacer metáfora.
También hace alusión en este modo de escucha, más que escuchar si la alucinación es
verbal, sensorial, etc., simplemente, nos dice, se trata de escuchar al sujeto!!!
Hace un rodeo, tomando como ejemplo la lectura y se pregunta y nos pregunta:¿ Cuando
están seguros de que leen?. Los que saben los textos de memoria de Freud no leen lo
que ya saben de memoria. Dirá a modo de crítica sobre la uniformidad del discurso. Y,
entonces se pregunta:¿”Por qué juzgar por adelantado la caducidad de lo que proviene de
un sujeto que se presume pertenece al orden de lo insensato, pero cuyo testimonio es
más singular, y hasta cabalmente original?” Y agrega: “Por perturbadas que puedan ser
sus relaciones con el mundo exterior, quizá su testimonio guarda de todos modos su
valor”
Nos dice que, si sabemos escuchar el delirio de las psicosis, éstas manifiestan una
relación muy específica del sujeto respecto al conjunto del sistema de lenguaje en sus
diferentes órdenes.
Por lo tanto, metodológicamente, tenemos el derecho de aceptar el testimonio del
alienado sobre su posición respecto al lenguaje.
Cap.XX Apartado I. El llamado. La Alusión. J. Lacan
En este texto lo más importante está en la última parte de la clase. En la página 358
Lacan nos dice que “si el neurótico habita el lenguaje, el psicótico es habitado, poseído
por el lenguaje.” Nos está diciendo de la posibilidad de juego dialectico que aparece en la
neurosis en tanto hay un significante que falta. En la Psicosis en cambio, al haber falta de
la falta, el sujeto queda sujeto, poseído por el lenguaje, no habrá un discurso latente
pasible de ser interpretado por parte del analista. Las palabras serán tomadas como
cosas.
Para explicarlo cita a Clèrambault y toma el concepto que delimita de fenómenos
elementales de la psicosis. Ese pensamiento repetido, dirigido, son fenómenos
mecánicos, y agregará que se trata de concebirlo en términos de estructura interna del
lenguaje. Tienen un carácter neutro, es decir que está en discordancia con los afectos del
sujeto. Aparece, entonces, la dimensión esencial del fenómeno, la exterioridad respecto al
conjunto del aparto del lenguaje. A partir de aquí plantea la pregunta de si el psicótico
entró o no en el lenguaje. Cita a Helen Deutsch, que destaca cierto “como si ”que parece
marcar el momento previo de alguien que caerá en la psicosis. No hay juego significante.
Dirá Lacan a modo de advertencia: “Sucede que tomamos pre-psicóticos en análisis, y
sabemos cuál es el resultado: el resultado son psicóticos” Esto sucede cuando se le
propone al sujeto: “tomar la palabra”, es decir responder desde el lugar donde no hay
respuesta posible, desde el agujero, desde la forclusión significante. Agrega Lacan: “La
clínica nos muestra que es justamente en ese momento, si se sabe detectarlo en niveles
muy diversos, cuando se declara la psicosis.”

Práctico 4-B: Intervenciones en psicosis


Bibliografía: Aulagnier, P. (1992). El aprendiz de historiador y el maestro-brujo. Apartado:
La apertura de partida en la psicosis. pp. 178-185.
El texto de Piera Aulagnier está incluido en dos partes de nuestro programa. Una de
ellas corresponde a la función de las primeras entrevistas y otra a las intervenciones en
psicosis. Para éstas últimas tomamos el punto B (La apertura de la partida en la psicosis).
En los movimientos de apertura en la psicosis son importantes dos lugares. Explicar en
qué consiste cada uno de esos lugares y las maniobras que puede hacer el analista para
ocupar ciertos lugares y para evitar quedar fijado en otros:
1. Lugares en que el paciente psicótico ubica al analista: - El lugar de lo ya conocido.
No se puede evitar que el sujeto nos haga ocupar el lugar de lo ya conocido.
- El lugar del objeto omnipotente.
Inicialmente podemos valernos de la proyección de un objeto omnipotente, protector,
idealizado para favorecer el investimiento de la relación pero rápidamente trataremos de
corrernos de ese lugar.
- El lugar del perseguidor.
La partida se hace imposible si nos asigna de entrada el papel exclusivo de perseguido.
Si, en cambio, pudimos ocupar antes otras posiciones, intentaremos utilizar esas
experiencias para que el sujeto pueda percibir la diferencia entre el perseguidor
proyectado y el personaje que lo escucha.
Este lugar es heredero del que tuvieron los padres en la infancia del sujeto. Ellos le
prohibieron, y el psicótico lo aceptó, creer que otro pensamiento que el de ellos pudiera
saber lo que se refiere al deseo, la ley, el bien, el mal.
Cuando la realidad le fue mostrando al sujeto las debilidades de los padres, ese omni-
saber quedó ubicado en el perseguidor.
2. Lugares en que el analista intentará ubicarse para que la partida sea posible:
- El lugar de lo no experimentado todavía.
Si en la neurosis podemos favorecer la proyección y detectar lo que se reactualiza en
transferencia, en la psicosis el trabajo consiste en hacer sensible al sujeto respecto de lo
que dentro de esta relación no se repite, de lo diferente que ella ofrece.
Tenemos que intentar probarle al sujeto que en ciertos momentos podemos también estar
en “otro lugar”.
- El lugar de escuchante invistiente.
Los delirios, que no tenían destinatario (en general, el entorno no escucha los delirios),
encuentran uno en el analista, quien inviste el discurso delirante. Es importante dar
muestras de ese interés al paciente. Este es un modo, también, de intentar poner en
evidencia que se trata de otro tipo de relación de las ya conocidas por el sujeto.
Bibliografía: Soler, C. (1991). Estudios sobre las psicosis. Apartado: ¿Qué lugar para el
analista? pp. 7- 14
A. En el comienzo del capítulo Soler presenta un caso. - ¿Qué datos encontramos en el
texto sobre las manifestaciones clínicas de la paciente?
Delirios persecutorios, erotomaníacos y redentores; alucinaciones auditivas. Ha tenido
internaciones. - ¿Cuál es la demanda de la paciente cuando consulta?
Se quiere curar de un estado que describe como una especie de muerte subjetiva: siente
que no existe, que es una pura ausencia, que no tiene roles ni funciones. Ese estado
surge cuando la medican y frenan el empuje del delirio.
Soler se refiere a ese estado como “falta de subjetivación” y lo distingue de la depresión
psicótica.
B. Soler se pregunta a qué lugar fue llamada la analista. ¿Cuál es ese lugar?
Al lugar de perseguidor, al lugar del que sabe (oráculo) y al mismo tiempo goza.
C. Luego expone cuáles fueron las intervenciones que permitieron evitar quedar ubicada
en el lugar del que sabe y al mismo tiempo goza. ¿En qué consistieron estas
intervenciones? ¿Qué efectos tuvieron en la paciente?
1. El lugar del testigo.
Cada vez que era convocada al lugar del oráculo, respondía con un silencio de
abstención.
Se ubicaba como testigo: es alguien que no sabe y no goza. Y en ese lugar el paciente
puede ubicar su testimonio.
2. Apuntalamiento del límite al goce del Otro.
Se trata de intervenciones limitativas que intentan remedar la prohibición faltante. El
analista apuntala la posición del propio sujeto, por ejemplo cuando habla de “abuso” o
utiliza la expresión “no hay derecho”. En algunos casos la intervención consiste en decir
un “no”.
Orientación del goce.
La analista sostuvo y alentó a la paciente a avanzar con su proyecto artístico.
3. Sostuvo su negativa a trabajar y su demanda de obtener una pensión.
Para la paciente trabajar tenía una significación que la equiparaba con un abuso, con un
asesinato. La analista apoyó que era un abuso exigirle que se ganara la vida.
A partir de allí: - Dejó de solicitar a la analista como Otro. - Comenzó a construir su delirio,
a depurarlo y reducirlo. - Desaparecieron las crisis agudas.
Bibliografía: Fernández, E. (2005). Algo es posible. Clínica Psicoanalítica de locuras y
psicosis. Capítulo 7. Estabilizaciones y suplencias. pp 113-127. Capítulo 8. Intervenir en el
delirio. pp. 133-140.
Capítulo 7: Estabilizaciones y suplencias
A) E. Fernández distingue diferentes tipos de estabilizaciones en la psicosis:
- En las psicosis no desencadenadas o prepsicosis.
- Espontáneas entre brotes.
- Las que se producen por efecto de la intervención del tratamiento “psi”
B) También señala cuál es el lugar desde el cual es conveniente que opere el
analista. ¿Qué nombre le da a esos lugares?
Desde el otro con minúscula, desde el semejante, desde el lugar de testigo.
C) Fernández relata una situación (no clínica) entre el dueño de una fábrica y uno de
sus empleados (que suponemos tenía una psicosis). Ubicar cuáles fueron las tres
intervenciones que tuvo el dueño respecto del empleado y cuáles fueron sus efectos.
- Le dice que no puede destruir su trabajo y da dos argumentos.
- Lo ubica como un ejemplo (“ud. es ejemplo de buen trabajo y rendimiento) para sus
compañeros.
- Con respecto al delirio persecutorio: lo insta a no dejarse joder y a pelear en otro lado.
Con respecto a los efectos de estas intervenciones:
- El obrero le pide que no lo llame por el apellido sino por el nombre de pila.
- No volvió a tener accesos de descontrol.
D) Fernández indica un tipo de estabilización que se produce cuando el psicótico
puede producir o hacer circular un objeto (vinculado con un arte, oficio u ocupación:
puede ser desde la venta de encendedores, tareas de cadetería hasta una pintura o un
escrito) que, proviniendo de él, circule para otros con valor de cambio y reconocimiento (y
no falso reconocimiento). Esa producción o circulación lleva a que sea reconocido y
esperado dentro del lazo social y que esto le permita producir un significante que lo
nombre, lo represente, que le permita inscribir su nombre como propio.
E) Con respecto a las intervenciones en las psicosis Fernández las ordena tomando
en cuenta los siguientes criterios. ¿Qué intervenciones propone en el punto (a) y
qué efecto esperamos que tengan? ¿Qué preguntas son relevantes para los puntos
(b) y (c)?
a. ¿De qué psicótico se trata?- Armar alguna historia del paciente ya que lo que
hay es una historia desarmada, hecha de retazos.

Esto puede permitir escuchar el punto de verdad del delirio (Bion); dibujar el perfil singular
y único que tiene ese Otro que arrasa al paciente y el sujeto o retazo de sujeto que
enfrente a ese Otro.
b. ¿En qué momento operamos? Puede ser antes, durante o después del brote. Es
importante tener en cuenta:
- ¿A quién le hablamos? ¿Quién somos en ese momento para el paciente?
c. ¿En qué momento de la transferencia intervenimos?

Es importante tener alguna idea del lugar que ocupamos para el paciente.
F) Luego clasifica tres tipos de intervenciones en las psicosis. ¿Cuáles son y qué
ejemplos da para ilustrarlas?
1. Las que apuntan al tejido de lo imaginario y prestan representaciones
Ej: si el paciente le pregunta al analista cómo lo ve, el analista responde desde una
función de espejo.
2. Las intervenciones que apuntan a diferenciar un adentro (íntimo) de un afuera
(público)
Ej: si el paciente cuenta su delirio a todo el mundo y por ello genera rechazo y/o burlas, la
intervención puede apuntar a que solo hable de eso en la sesión ya que es algo privado.
3. Las intervenciones que tienen como función la de servir de negación ante el Otro
El analista opera proponiendo o posibilitando la negación. Sino lo ocurre es el odio y/o el
negativismo (el rechazo a todo).
Ej: ante un paciente que relata que las voces (Dios) le ordena matarse, el analista
interviene marcando una contradicción: el que nos creó no puede ordenar la muerte.
De manera general, sería interponer un “no” entre el deliro y/o las voces y el sujeto.
Capítulo 8: Intervenir en el delirio
¿Qué tipo de intervenciones propone Fernández respecto del delirio? ¿Cuáles son
las finalidades de las mismas?
- Intervenciones que sitúan una contradicción o una imposibilidad intentando generar un
punto de inconsistencia que pueda hacer vacilar al paciente.
Fernández aclara que no se trata de hacerlo desde la lógica de los neuróticos.
- Intervenciones que produzcan algún remedo de lazo social a partir del delirio.
- Intervenciones que acoten el delirio para que deje de ser la teoría que explica todo lo
que le sucede al sujeto en su vida.

Guía de preguntas
Aulagnier, P. (1992). El aprendiz de historiador y el maestro-brujo. Apartado: La apertura
de partida en la psicosis. pp. 178-185.
El texto de Piera Aulagnier está incluido en dos partes de nuestro programa. Una de ellas
corresponde a la función de las primeras entrevistas y otra a las intervenciones en
psicosis. Para éstas últimas tomamos el punto B (La apertura de la partida en la psicosis).
En los movimientos de apertura en la psicosis son importantes dos lugares:
1. Lugares en que el paciente psicótico ubica al analista: - El lugar de lo ya conocido.- El
lugar del objeto omnipotente.- El lugar del perseguidor.
2. Lugares en que el analista intentará ubicarse para que la partida sea posible: - El lugar
de lo no experimentado todavía. - El lugar de escuchante invistiente. Explicar en qué
consiste cada uno de esos lugares y las maniobras que puede hacer el analista para
ocupar ciertos lugares y para evitar quedar fijado en otros.
Soler, C. (1991). Estudios sobre las psicosis. Apartado: ¿Qué lugar para el analista?
pp. 7- 14
A. En el comienzo del capítulo Soler presenta un caso. - ¿Qué datos encontramos en el
texto sobre las manifestaciones clínicas de la paciente?- ¿Cuál es la demanda de la
paciente cuando consulta?
B. Soler se pregunta a qué lugar fue llamada la analista. ¿Cuál es ese lugar?
C. Luego expone cuáles fueron las intervenciones que permitieron evitar quedar ubicada
en el lugar del que sabe y al mismo tiempo goza.
1. El lugar del testigo.
2. Apuntalamiento del límite al goce del Otro.
Orientación del goce.
3. Sostuvo su negativa a trabajar y su demanda de obtener una pensión.
¿En qué consistieron estas intervenciones? ¿Qué efectos tuvieron en la paciente?
Fernández, E. (2005). Algo es posible. Clínica Psicoanalítica de locuras y psicosis.
Capítulo 7. Estabilizaciones y suplencias. pp 113-127. Capítulo 8. Intervenir en el delirio.
pp. 133-140.
Capítulo 7: Estabilizaciones y suplencias
A) E. Fernández distingue diferentes tipos de estabilizaciones en la psicosis: - En las
psicosis no desencadenadas o prepsicosis. - Espontáneas entre brotes.- Las que se
producen por efecto de la intervención del tratamiento “psi”
B) También señala cuál es el lugar desde el cual es conveniente que opere el
analista. ¿Qué nombre le da a esos lugares?
C) Fernández relata una situación (no clínica) entre el dueño de una fábrica y uno de
sus empleados (que suponemos tenía una psicosis). Ubicar cuáles fueron las tres
intervenciones que tuvo el dueño respecto del empleado y cuáles fueron sus efectos.
D) Fernández indica un tipo de estabilización que se produce cuando el psicótico
puede producir o hacer circular un objeto (vinculado con un arte, oficio u ocupación:
puede ser desde la venta de encendedores, tareas de cadetería hasta una pintura o un
escrito) que, proviniendo de él, circule para otros con valor de cambio y reconocimiento (y
no falso reconocimiento).
Esa producción o circulación lleva a que sea reconocido y esperado dentro del lazo social
y que esto le permita producir un significante que lo nombre, lo represente, que le permita
inscribir su nombre como propio.
E) Con respecto a las intervenciones en las psicosis Fernández las ordena tomando en
cuenta estos criterios: ¿De qué psicótico se trata? ¿En qué momento operamos? ¿En qué
momento de la transferencia intervenimos? Señalar: - ¿Qué intervenciones propone en el
punto (a) y qué efecto esperamos que tengan?- ¿Qué preguntas son relevantes para los
puntos (b) y (c)?
F) Luego clasifica tres tipos de intervenciones en las psicosis. ¿Cuáles son y qué
ejemplos da para ilustrarlas?
Capítulo 8: Intervenir en el delirio
¿Qué tipo de intervenciones propone Fernández respecto del delirio? ¿Cuáles son las
finalidades de las mismas?

Práctico 5-B: Intervenciones en psicosis


La unidad que voy a presentar, incluye dos textos.
El tratamiento de las psicosis. De Gabriel Belucci.
Hospital de día. Al encuentro de la subjetividad. De Silvia Atzori.
Ambos textos tienen en común, que desarrollan el modo de intervención en la clínica de la
psicosis, y que ambos autores han tenido experiencia institucional en Argentina con
pacientes psicóticos, en el Hospital Borda y en el Centro de Salud Mental N. 3 Dr. Arturo
Ameghino.
Así, el desarrollo de los textos está planteado desde su propia experiencia clínica, de
modo que el material mismo ya implica una articulación entre la experiencia y la teoría.

El tratamiento de las psicosis. De Gabriel Belucci.


Belucci recorre y abreva en distintos autores del campo psicoanalítico, y conserva el
énfasis en mantener el eje teórico para pensar la posición del analista, el método, el
quehacer. No va a profundizar en la psicopatología, sino en el modo de abordaje de la
psicosis, y desde qué posición abordar.
Sin embargo, si bien Lacan piensa nuestra práctica como una táctica y una estrategia, en
este caso Belucci subraya el concepto de deseo del analista, sin el cual no es posible
concebir absolutamente nada en lo relativo a la eficacia del psicoanálisis.
Considero uno de los puntos principales a pensar en ambos textos: si la transferencia va a
ser diferente en el campo de la neurosis, es necesario pensar o recorrer el concepto
“deseo del analista” para esta clínica.
No vamos a encontrar en el texto, una “guía” o un “manual” de instrucciones sobre cómo
abordar la práctica. Al contrario, habrá que contemplar por un lado las diferencias del caso
por caso, y en articularlo con la idea de Lacan de la pasión por la ignorancia.
“Donar la propia ignorancia”, “volverla operativa” hacerle lugar a ese no saber.
 Se plantea una pregunta en relación a cómo es la transferencia y a si hay
transferencia en la psicosis.

El texto nos lleva a pensar en cómo es la dimensión del Otro en la psicosis, y en cuál de
estas dimensiones se ubica el analista.

 El Otro del goce


 otro en tanto destinatario
 otro semejante

Si el analista se ubica como otro en tanto destinatario, el paciente se va a dirigir a


nosotros dando un testimonio de su padecimiento.
Es aquí donde es posible hacer una articulación de las diferentes dimensiones de la
transferencia en la psicosis: con el analista en tanto otro semejante y su relación
imaginaria, y la vertiente que toma al analista como destinatario del testimonio del
paciente.
¿Cómo maniobrar para contrarrestar el goce del Otro, y ayudar a evitar el pasaje al
Acto sin retorno? Colette Soler llamó “orientación de goce”, a una torsión que
supone una suplencia en acto de la Ley Paterna.
Y hará un desarrollo del “si” (orientación de goce en su vertiente positiva) y de un
oportuno “no” del analista, como función limitativa, para la dirección hacia “otros caminos
posibles”. ¿Qué otros conceptos considero importante profundizar a la hora de
recorrer el texto? Acerca de la táctica y las intervenciones posibles en la psicosis. Aquí
sugiero volver al texto “Construcciones en Psicoanálisis” donde Freud desarrolla
interpretación y construcción. Para poder pensar cuál de las dos es la intervención posible
en la psicosis, y por qué. Y podemos incluir la dimensión del Acto y Deseo del analista,
introducida por Lacan. En la psicosis es absolutamente imposible la interpretación.
¿Por qué?

 En principio porque el propio sujeto ocupa la posición de intérprete.


 Porque interpretar puede llevar al analista a encarnar el Otro del saber, que es
también el Otro del goce.
 La transferencia se volvería de carácter persecutoria o virar en esa dirección.
 Al interpretar evocamos un enigma, que pone en juego una falta. Falta que al no
haber sido legalizada por la Ley del Padre, puede ser peligroso en una estructura
no desencadenada.

Pero además de los riesgos el recurso de la interpretación es ineficaz. Como en la


psicosis no funcionó el mecanismo de la represión, no hay un ”no dicho” o un signifcado
inconsciente que es a los que apunta a develar una interpretación. En relación a lo
riesgoso, hay algo interesante que plantea Belucci, y tal vez tranquilizador. Aclara que un
“desencadenamiento” no se va a dar por una única y desafortunada intervención. Habría
que sostener una posición de lectura que suponga una metáfora donde no la hay, lo que
podría producir ese efecto. Lo que habla más de la posición del analista que de una
intervención puntual. Y también es importante esa atención y cuidado en las psicosis
desencadenadas. A veces indagar demasiado en la historia, puede ser riesgoso.
“Solo hay historia en un campo ordenado por la Ley del Padre.”
Frente a la imposibilidad de interpretar, es que tiene cabida la Construcción.
1. Da un marco: localización de circunstancias, (cómo, cuándo, dónde) sucedió un
acontecimiento. Funciona para darle una lógica, alguna lectura de un real en
juego.
2. Permite una anticipación en Acto, mediatizando lo real. (Dado que no se
cuenta con la temporalidad anticipatoria, que se anuda a la condición de peligro
que sí hay en la neurosis)
3. Permite la producción de un relato. Construyendo otra versión posible de la
realidad. Sin intentar desarmar la verdad delirante. En cambio intentando situar al
delirio como un no-todo.
4. Localización de condiciones como un acuerdo entre el paciente y el analista.
(Por ejemplo condición del tratamiento es la suspensión del pasaje al acto
violento) incluido dentro de una necesidad lógica. Suple la inoperancia de la ley.

La tercera vertiente de las intervenciones que plantea Belucci, se refieren al Acto. En


donde se pone en juego el deseo del analista más allá del decir, aunque no sin él.

 No hay respuestas mejores que otras, se verifican en la experiencia.


¿Cuáles son las dimensiones negativas del acto?
 Negativa: orientación de goce, vertiente limitativa.
 Intervenciones que apuntan a sostener y a fundar el espacio analítico, con un
doble carácter negativo y positivo. Ej: no violencia (negativo) para seguir con el
tratamiento (positivo).
 Intervenciones que plantean el aval del analista a ciertos movimientos que
contribuyen a la producción de una salida.

Finalmente Belucci se referirá a los dispositivos que se arman para los tratamientos.
 Pluralidad de espacios. (Al menos dos) Psicológico y Psiquiátrico. Operando para que
esos dispositivos funcionen del modo más articulado y eficaz posible.
 Dispositivo familiar, asamblea, talleres.
 Dimensión institucional y legal.

 Pluralización de dispositivos.

 Delimitan los espacios. Tiene función de límite.


 Posibilita acotar en el marco individual la aparición de
por ejemplo algo de orden delirante en un ámbito
colectivo. Delimitando espacios de lo íntimo y lo público.
 Distribución de goce. El exceso de goce que el sujeto
padece, no se va a concentrar en un único dispositivo y
en una única transferencia.

En el espacio individual se apuntará a la producción de lo íntimo, aquello que ese sujeto


tiene de singular, de diferente.
Mientras que los dispositivos colectivos, apuntalan la dimensión del semejante y alguna
posible circulación.
Se pone de relieve la legalidad, las reglas, las pautas que hacen posible su
funcionamiento.
Un ejemplo que toma, en el dispositivo del taller, que se caracteriza por la producción de
un “objeto”.
Ese objeto puede eventualmente operar como sustracción con respecto al goce del Otro.
Localiza y condensa ese goce. Movimiento que instituye la dimensión de un semejante.
Legaliza la relación con pares.
 Dispositivo familiar. Muchas veces suele presentarse como un obstáculo a la
producción de una salida. La intervención o trabajo en estos campos, apuesta a la
posibilidad de leer ciertas coordenadas del funcionamiento de esa constelación
familiar, ubicar la lógica de sin salida de lo endogámico que rige y poder encontrar una
salida. Contando con los mismos miembros de la familia, o con lazos amistosos o
pares.

El último punto que aborda el texto es de la Internación. Intentando no abordar la cuestión


como una posición filosófica o ideológica.
Desde el psicoanálisis, pensar la necesidad tanto de internación como de la externación.
Acompañando al paciente en ambas instancias. Y considerando que la posición de la
salida, no es solo un gesto administrativo de alta.
El tratamiento en la psicosis, consiste en la producción de una salida, ahí donde la
estructura no lo aporta. El sin salida es consecuencia directa de la forclusión de la ley del
Padre, que no garantiza la exogamia y es el analista el que acompañará al paciente en
esa operatoria.
En ese acompañamiento, muchas veces uno de esos dispositivos es la internación.
 Para establecer una barrera al goce del Otro.
 Alojar y ordenar algo de lo que va a la deriva.
 Inscribir como un acontecimiento subjetivo, lo que inicialmente le viene del Otro.

En base a esto, pensar el alta, ver qué de esos motivos de internación produjeron un
movimiento.
 Si se establecieron instancias de separación del otro, si se logran establecer lazos con
semejantes.
 Pensar la “obra”, algún quehacer, alguna producción.
 Haber logrado alguna operación con respecto al saber. Saber acerca de los soportes
con los que cuenta.

A veces puede ser necesaria, luego de la externación, una instancia intermedia entre
“adentro” y “afuera”. Por ejemplo el hospital de día. De modo de articular la
desmanicomialización, con la descronificación, lo cual no equivale a decir el cierre de los
hospitales de Salud Mental.
Y con este cierre, es que articulo el texto Silvia Atzori, quien brinda un testimonio de su
experiencia en el Centro de Salud Mental número 3 Dr. Arturo Ameghino, ubicando un
modo particular de concebir el abordaje de las psicosis, en el marco del Hospital de Día.
Hospital de día. Al encuentro de la subjetividad. De Silvia Atzori.
Esta propuesta surgió del mismo equipo de profesionales, con el objetivo de:
 Cubrir cuando algunas sesiones individuales semanales no son suficientes.
 No son pacientes que requieren internación.
 Pensar la posibilidad de un espacio particular.
 Investigar sobre el tratamiento de las psicosis y su dispositivo.
La modalidad del Hospital de día es de media jornada, y se desarrollan actividades que
incluyen terapia individual, control individual de la medicación, asamblea comunitaria, y
diversos talleres: literario, huerta, cocina, fotografía, música, cine, radio, merienda, grupo.
Los talleres están a cargo de los analistas, ya que no es un lugar pedagógico, ni se trata
de hacer el bien, ni decidir qué es lo mejor para alguien. Y requerirá y se planteará una
estrategia adecuada para cada paciente.
 Las actividades están pensadas como espacios significantes.
 La diversidad de espacios, favorece la desmultiplicación transferencial. Cada espacio
funciona en falta, descomplentando al Otro absoluto.
 Organizar un dispositivo, implica una terceridad, la introducción de un orden simbólico,
dentro de las cordenadas espacio y tiempo.
 No se trata de encuentros interdisciplinarios, con vectores propios, sino que se
supedita a una estrategia clínica que surge de la escucha de cada paciente.

El marco teórico de dicha propuesta es el psicoanálisis. Pero, ¿qué psicoanálisis? O


¿qué del psicoanálisis?
Articulado con la concepción lacaniana de que la psicosis es un fuera de discurso, se
plantea aquí una estrategia que promueva que el sujeto psicótico se apropie de algún
discurso que le sirva para establecer algún lazo social.
 No pensar este dispositivo como lugar de tiempo libre no ocupado, o resocialización, u
ortopedia del yo.
 El alta del hospital de día sería un homólogo al final de análisis en la neurosis, y es
también un criterio en la admisión.

Este dispositivo aloja cierta subjetividad y requiere de ciertas condiciones de


agrupabilidad.
Consiste en:
 Admisión. Entrevistas. Apuntando a que algo los implique.
 Se plantea como una oferta, ya que se parte de una demanda invertida, lo
cual es esperable en la estructura. Y es el hospital de día el que ofrece los
espacios.

Y si bien la demanda en la psicosis es diferente que en la neurosis, es posible un lazo


transferencial, de características y estructura diferentes.
Es el analista quien permitirá apuntar a un objeto que pueda tener una inserción social,
que tenga algo creativo.
No hay tiempo a priori de cuánto durará su transcurrir en el hospital de día. Y tampoco es
condición sine qua non del ingreso. La admisión y la apuesta a la singularidad y a la
diferencia es lo que permite la salida del anonimato.
Admitir una particularidad del sujeto rompiendo el aislamiento y su segregación.
La escucha analítica permitirá ubicar aquello que represente al sujeto psicótico, (un arte,
un oficio u ocupación) que pueda inscribir su nombre como propio.
Inscribir un significante que lo nombre, que supla su carencia original, que lo ancle a un
abordamiento subjetivo y le permita hacer un lazo social.

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