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Mes de mayo 2016

Mons. Isidro Barrio Barrio

CHARLA: COMO VIVIR LA DEVOCIÓN A LA VIRGEN

1. ¿Por qué hemos de querer a la Virgen y tenerle devoción?


La respuesta se cae de su peso, y es triple: a) Porque Dios así lo ha querido. b) Porque es la
Madre de Jesús. c) Porque nosotros la necesitamos.
a. Dios así lo quiere: Las tres divinas Personas nos han dado ejemplo; cada una la ha amado con
un amor singular.
- Dios Padre la ha amado como la hija predilecta. Él la ha colmado de gracia y santidad, más
que ninguna otra criatura; le ha preservado del pecado original, y Ella ha correspondido, y
nunca cometió pecado alguno, por eso Dios se complace en Ella. Cuando el ángel le anuncia
que va ser Madre le dice: Dios Padre te saluda y dice que estás llena de gracia, y que Él está
contigo; está de tu parte y te elige para ser Madre del Mesías.
- Dios Hijo: Jesús ama a su Madre, no solo como cualquier hijo bien nacido ama a la suya, sino
más. Más, porque su Madre vivió para Él; se unió por la fe, la esperanza y el amor a Él de tal
manera que el querer de Jesús era el suyo; su obra la suya. Cooperó con Él en todo.
- Dios Espíritu Santo: La amó como a esposa fiel, que estuvo siempre atenta a su inspiración y
deseo. Se fio siempre de ese Espíritu divino y se entregó sin condiciones ni reservas a su
acción santificadora.
Dios Trinidad ha amado el primero de la manera más grande e intensa a María, y quiere y
desea que en esto también nosotros la imitemos. Dios le pidió todo a la Virgen; su fe, su amor,
su vida toda; quiso que la humanidad de Jesús, se gestara en ella, y naciera de ella, y que ella
le amamantara, protegiera, cuidara y educara, etc.
Si Dios a Ella le pidió todo y nos dejó ese ejemplo ¿Cómo nosotros no la vamos a querer y
pedir? No tiene sentido ni razón alguna la postura protestante cuando preguntan ¿Por qué los
católicos tienen esa devoción a la Virgen?
b. Porque Ella es la Madre de Jesús, Señor nuestro: Solo cuando se conoce un poco a Jesús y
la obra maravillosa de la redención, se da cuenta qué regalazo nos hizo Dios y su Madre María
al darnos la humanidad de Jesús. San Juan nos dice en el cap. 3,16. “Tanto amó Dios al mundo
que le donó a su Hijo Unigénito para los que creen en Él tengan vida eterna”. A esta humanidad
la concibió y gestó María en su seno, le crió y educó. María está metida y dada a los creyentes,
en la humanidad de Jesús.
c. Nosotros la necesitamos: Dada nuestra condición humana, que tiene que pasar por las etapas
de la gestación, y que luego de nacer necesita tantos cuidados de ayuda, cariño y protección,
hasta valernos por nosotros mismos, ha querido Dios que muestra vida sobrenatural también
tenga una Madre en el orden de la gracia.
Ella hace de Mediadora, de Abogada, Auxiliadora y de Socorro nuestro, ante Dios por un lado, y
ante las tentaciones y ante el maligno por otro. Una madre nos viene bien siempre, y más esa
Madre a la que Dios ha modelado a su gusto, para que sea Madre.
Por eso no es de extrañar que en cierta ocasión le dijera una mujer a Jesús ¡Dichoso el seno
que te llevó y los pechos que te criaron! Esta alabanza se la han repetido a Jesús y a María
miles de personas a través de los siglos. Por ello Jesús, es carne y sangre de María.
San Agustín en uno de sus sermones (el 25) lo decía de otro modo: “Cristo es verdad; Cristo es
carne: Cristo es verdad en la mente de María, Cristo es carne en el seno de María”. Ella es su
Madre, su molde. Él está hecho a su semejanza y estilo. Por eso la amamos y la necesitamos.
Nuestra fe nos dice que la necesitamos para amarla, y que la amamos, porque la necesitamos.
2. La devoción a la Virgen en la liturgia de la Iglesia:
Todos los Papas anteriores al Concilio Vaticano II y de modo especial los posteriores nos han
hablado y nos han enseñado con su ejemplo cómo debemos amar a la Madre de Jesús y de la
Iglesia.
El Papa Pablo VI (hoy ya beato) fue quien ha recogido el sentir de la Iglesia toda, para ordenar el
culto a la Virgen María según el espíritu del Concilio, lo hizo con la Encíclica “Marialis Cultus” (El

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Culto a la Virgen María”) Dice en el nº 2 “He querido incluir, en estrecha unión, el recuerdo de la
Madre dentro del ciclo anual de los misterios del Hijo”
Es decir que al celebrar los misterios de la Vida de Cristo (nacimiento, predicación, muerte y
resurrección y ascensión a los cielos) se recuerde y se celebre a la vez la estrecha unión que la
Virgen tiene con el Hijo. De ello ha resultado lo siguiente.

a. Las tres fiestas de precepto dedicadas a la Virgen:


- La Inmaculada Concepción (8 de diciembre) dentro del Adviento, que es el tiempo dedicado a
prepararnos para la navidad.
- La Maternidad Divina (1 de enero) en el centro de la Navidad. La Iglesia al adorar a su Hijo
nacido y recostado entre pajas, venera y agradece a su Madre Gloriosa el don del Hijo. Lo
mismo en la Festividad de los Reyes, Ella ofrece al Hijo colaborando con el plan de Dios para
manifestar a los Magos, en ellos al mundo, el nacimiento del Mesías. A la vez quiso el Papa se
celebrara el día de la paz, por ser Ella la Madre del Príncipe de la Paz.
- La Asunción de María a los cielos, en cuerpo y alma: (15 de agosto) Fiesta de la
glorificación de María, de cuerpo virginal, que es transformado en cuerpo glorioso como el de
Jesús, sin pasar por la corrupción; también de su alma inmaculada. Así María es para la
Iglesia, un anuncio de lo que será la glorificación de los justos en la resurrección final.

b. A estas fiestas de precepto se añaden otras, no de precepto, pero sí, de fiesta:


- La purificación de la Virgen (2 de febrero) o fiesta de la Candelaria. Jesús Niño ofrecido al
Padre por María y presentado al mundo como luz que ilumina las tinieblas del mundo.
- La anunciación del ángel y encarnación del Hijo de Dios : (25 de marzo) Día dedicado
también a defender la vida concebida contra el crimen del aborto. Se le pide a María su
protección.
Además se considera el Fiat de María al plan de Dios; Fiat que Ella repetirá, día tras día hasta
ver y aceptar la muerte de Jesús en la cruz.
- La visitación de la Virgen a Santa Isabel (31 de mayo) Día en que María, entona el
Magníficat para agradecer a Dios el haber sido elegida para ser su Madre, y profetizar que por
eso la llamaran bienaventurada todas las generaciones.
- Santa María Reina (22 de agosto) A los ocho días de ser subida al cielo es declarada por la
Iglesia Reina, sentada junto al Rey de los siglos. Estas solemnidades puntualizan, dice el Papa
con el máximo rigor litúrgico, las principales verdades que se refieren a la humilde esclava del
Señor. Son solemnidades litúrgicas y en algunas diócesis de precepto que prohíbe el trabajo.

c. Fiestas de conmemoración y devociones especiales:


- La Natividad de María: (el 8 de setiembre) esperanza del mundo y aurora de la salvación.
También fiesta de precepto en algunos lugares.
- La Virgen de los dolores (15 de setiembre) fiesta para venerar, junto con el Hijo exaltado en la
Cruz, a la Madre que comparte el dolor.
- La presentación de la Virgen (21 de noviembre)
- Sábado segundo después de Pentecostés Inmaculado Corazón de María

d. Festividades de rango menor: Son advocaciones que conmemoran apariciones de la Virgen,


que tienen un arraigo especial en el pueblo cristiano: como Nuestra Señora de Lourdes (11 de
febrero); Nuestra Señora de Fátima (13 de mayo), Nuestra Señora del Carmen (16 de julio);
Nuestra Señora del Rosario (7 de octubre); Nuestra señora de Guadalupe (12 de diciembre);
Nuestra Señora del Pilar (12 de octubre).
Estas fiestas nos recuerdan especiales apariciones particulares que han tenido personas
humildes, y que la Virgen ha transmitido algún mensaje especial, que ha tenido un eco grande
en la cristiandad.

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e. Miles de advocaciones en muchísimos lugares, distribuidos por todas las partes (ciudades y
pueblos) Está sembrada la devoción a la Virgen, según los nombres, de esos pueblos y
ciudades en el mundo entero.
Todo lo cual demuestra cómo la devoción a la Virgen está arraigada por todos los rincones del
mundo católico, cuya devoción la celebran en miles de santuarios y ermitas dedicadas a Ella.
Dentro de estas dedicaciones merecen hacer mención las grandes y monumentales catedrales
de estilo románico y sobre todo gótico, en casi todas las naciones de Europa, dedicadas a Santa
María Virgen, que son monumentos artísticos de primer orden.

3. La devoción personal a la Virgen María:


Lo dicho hasta ahora nos fundamenta la devoción a la Virgen y a la vez nos abre horizontes para
poderla vivir nosotros personalmente.
Las fiestas litúrgicas a las que hemos hecho referencia, nos dicen que deben ser días
especialmente dedicados a Ella.

a. Los días que son obligación de oír misa nos exigen confesar y comulgar en su honor. Los
otros días de mayor festividad, deberíamos hacerlo, si no por obligación sí, por devoción. Cada
uno debemos elegir, de entre esas festividades de menor rango, algunas; aquellas que nos
inspiren mayor devoción. El hecho de confesar y comulgar en honor a Ella es renovar nuestra
filiación con Ella; es hacerla sentirse más Madre nuestra, sentirnos nosotros más hijos suyos.
Lo mismo habría que decir en los días que hay romerías en su honor, y que se va a santuarios o
ermitas dedicadas a Ella.
b. Imitar a María: El beato Pablo VI dedica el cap. 2º de la “Marialis Cultus” a poner a la Iglesia (y
en ellas a todos nosotros) el ejemplo de María para que la imitemos, en la vivencia de las tres
virtudes teologales (fe, esperanza y caridad) y nos pone tres dimensiones en las que de modo
especial, podemos vivir nuestra devoción a Ella.
- María oyente: Oye la palabra de Dios y la acoge por la fe, que para Ella la fe fue el camino y la
condición para su maternidad. Ella concibió a Cristo antes en su mente por la fe, que en su
vientre por la fecundación del Espíritu Santo. Después la fe fue para Ella causa de que las
generaciones la llamarán bienaventurada.
En las festividades en su honor las lecturas bíblicas seleccionadas por la Iglesia nos dan pie
para oír y escuchar con fe la divina palabra.
- María orante: El cántico del Magníficat que ella pronunció en el saludo a su prima Isabel, es un
cántico, que nace de su humildad, y canta, alaba y agradece el don de la misericordia que Dios
ha ejercido con Ella. Es cántico de oración que la Iglesia entera ha heredado de la Madre
siempre que quiere agradecer a Dios.
En las bodas de Caná su intervención es súplica y oración ante su Hijo, en la que Ella
manifiesta la confianza en el poder de su Hijo. Manifiesta así con delicada suplica, el poder de
su oración, ante una necesidad corporal y material.
Lo mismo ocurre en la venida del Espíritu Santo (Hch. 1,14) Los apóstoles, con Ella a la
cabeza, perseveraban en la oración. Ella, Virgen orante, nos enseña a pedir beneficios
materiales y espirituales, se hace intercesora.
- María oferente: Cuando va al templo y presenta a Jesús niño al Padre (Lc. 2, 22-35) nos
enseña a cumplir la ley (lo mandado y pedido por Dios) y a ofrecerlo al Padre. En la
circuncisión del Señor y presentación en el templo ya aquí se une al dolor del Hijo juntamente
le ofrece al Señor el fruto de su vientre y el dolor de la circuncisión.
Pero será al pie de la Cruz, donde Ella se asocia íntimamente al Hijo y une su dolor moral a los
dolores del Hijo, juntamente con el ejercicio de las tres virtudes teologales, que hacen de
multiplicador que dará un producto corredentor y unido al del Hijo.
Así pues María, enseña a sus hijos a vivir cristianamente: a oír y creer en la palabra de Dios; a
pedirle a Ella, cosas materiales y espirituales con confianza plena, y ofrecerle a Dios todo lo
mejor aunque haya sacrificio.

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c. Tener trato diario con Ella: Las formas concretas de vivir cada uno y cada día la devoción a la
Virgen, son innumerables: Unos se sirven de medallas, escapularios, estampas, imágenes que
suelen representar momentos de la vida de la Virgen, o apariciones que ha hecho dejando a las
personas mensajes concretos. El Papa, beato Pablo VI menciona tres que debemos procurar
vivir cada uno.
El Santo Rosario (rezando a solas o en familia que vale más) No ha habido Papa que no haya
hablado del rezo del Santo Rosario; que no haya dado ejemplo de rezarle y que no haya
escrito acerca de él. Cito una frase del San Juan XXIII: “El rosario es el arma más eficaz y fácil
de manejar, para humillar a los enemigos de Dios y de la Iglesia. El canal por el que Dios más
gracias ha dado al mundo después de los sacramentos”. Es además la oración preferida de la
Virgen, la que más le gusta y agrada. En las apariciones ha pedido su rezo en Fátima, en
Lourdes y tantos otros santuarios.
San Juan Pablo II ha escrito una exhortación apostólica sobre el Rosario, titulado “Rosarium
Virgini Mariae” (El Rosario a la Virgen María) En este documento habla de su valor, de lo que
agrada a María; de que es una oración litúrgica y bíblica, que a la vez que se contemplan todas
las verdades principales de la fe, está hecho del Padrenuestro, del Avemaría y de la doxología
trinitaria (Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo)
Rezando en familia tiene indulgencias especiales que podemos aplicar por nuestros difuntos.
Familia que reza el Rosario, es una familia unida y protegida por la Virgen.
El Ángelus que recoge y recuerda a la Virgen el momento de la Encarnación. A Ella le llena de
gozo y alegría ver que sus hijos la recuerdan su maternidad divina, y se le pide que por sus
méritos consigamos la salvación. Debe de rezarse tres veces al día: Al principio del día; a las
doce y por la noche.
Las tres Avemarías antes de acostarnos, para pedirle la gracia y la ayuda de vivir la castidad.
La Salve oración que se le reza desde los primeros siglos de la Iglesia, el Acordaos de San
Bernardo (siglo XI)

d. Cómo paga Dios la devoción a su Madre. Cita Santa Teresa


Santa Teresa de Jesús en el libro de las fundaciones capítulo 10, 5: Un caballero principal
regaló una finca con una casa vieja, para que pusiera allí un monasterio dedicado a la Virgen
del Carmen. Murió dos meses después y casi no pudo hablar al confesarse. Díjome el Señor
que por eso había conseguido su salvación, y que el Señor había tenido misericordia por aquel
servicio hecho a su Madre y que saldría del purgatorio tan pronto se celebrara en él la primera
misa. Gran cosa es lo que agrada a Nuestro Señor cualquier servicio que se haga a su Madre.
Sea Él por todo alabado, que así paga con eterna vida y gloria la bajeza de nuestras obras
buenas y Él las hace grandes siendo pequeñas en valor.

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