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Culto a la Virgen María”) Dice en el nº 2 “He querido incluir, en estrecha unión, el recuerdo de la
Madre dentro del ciclo anual de los misterios del Hijo”
Es decir que al celebrar los misterios de la Vida de Cristo (nacimiento, predicación, muerte y
resurrección y ascensión a los cielos) se recuerde y se celebre a la vez la estrecha unión que la
Virgen tiene con el Hijo. De ello ha resultado lo siguiente.
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e. Miles de advocaciones en muchísimos lugares, distribuidos por todas las partes (ciudades y
pueblos) Está sembrada la devoción a la Virgen, según los nombres, de esos pueblos y
ciudades en el mundo entero.
Todo lo cual demuestra cómo la devoción a la Virgen está arraigada por todos los rincones del
mundo católico, cuya devoción la celebran en miles de santuarios y ermitas dedicadas a Ella.
Dentro de estas dedicaciones merecen hacer mención las grandes y monumentales catedrales
de estilo románico y sobre todo gótico, en casi todas las naciones de Europa, dedicadas a Santa
María Virgen, que son monumentos artísticos de primer orden.
a. Los días que son obligación de oír misa nos exigen confesar y comulgar en su honor. Los
otros días de mayor festividad, deberíamos hacerlo, si no por obligación sí, por devoción. Cada
uno debemos elegir, de entre esas festividades de menor rango, algunas; aquellas que nos
inspiren mayor devoción. El hecho de confesar y comulgar en honor a Ella es renovar nuestra
filiación con Ella; es hacerla sentirse más Madre nuestra, sentirnos nosotros más hijos suyos.
Lo mismo habría que decir en los días que hay romerías en su honor, y que se va a santuarios o
ermitas dedicadas a Ella.
b. Imitar a María: El beato Pablo VI dedica el cap. 2º de la “Marialis Cultus” a poner a la Iglesia (y
en ellas a todos nosotros) el ejemplo de María para que la imitemos, en la vivencia de las tres
virtudes teologales (fe, esperanza y caridad) y nos pone tres dimensiones en las que de modo
especial, podemos vivir nuestra devoción a Ella.
- María oyente: Oye la palabra de Dios y la acoge por la fe, que para Ella la fe fue el camino y la
condición para su maternidad. Ella concibió a Cristo antes en su mente por la fe, que en su
vientre por la fecundación del Espíritu Santo. Después la fe fue para Ella causa de que las
generaciones la llamarán bienaventurada.
En las festividades en su honor las lecturas bíblicas seleccionadas por la Iglesia nos dan pie
para oír y escuchar con fe la divina palabra.
- María orante: El cántico del Magníficat que ella pronunció en el saludo a su prima Isabel, es un
cántico, que nace de su humildad, y canta, alaba y agradece el don de la misericordia que Dios
ha ejercido con Ella. Es cántico de oración que la Iglesia entera ha heredado de la Madre
siempre que quiere agradecer a Dios.
En las bodas de Caná su intervención es súplica y oración ante su Hijo, en la que Ella
manifiesta la confianza en el poder de su Hijo. Manifiesta así con delicada suplica, el poder de
su oración, ante una necesidad corporal y material.
Lo mismo ocurre en la venida del Espíritu Santo (Hch. 1,14) Los apóstoles, con Ella a la
cabeza, perseveraban en la oración. Ella, Virgen orante, nos enseña a pedir beneficios
materiales y espirituales, se hace intercesora.
- María oferente: Cuando va al templo y presenta a Jesús niño al Padre (Lc. 2, 22-35) nos
enseña a cumplir la ley (lo mandado y pedido por Dios) y a ofrecerlo al Padre. En la
circuncisión del Señor y presentación en el templo ya aquí se une al dolor del Hijo juntamente
le ofrece al Señor el fruto de su vientre y el dolor de la circuncisión.
Pero será al pie de la Cruz, donde Ella se asocia íntimamente al Hijo y une su dolor moral a los
dolores del Hijo, juntamente con el ejercicio de las tres virtudes teologales, que hacen de
multiplicador que dará un producto corredentor y unido al del Hijo.
Así pues María, enseña a sus hijos a vivir cristianamente: a oír y creer en la palabra de Dios; a
pedirle a Ella, cosas materiales y espirituales con confianza plena, y ofrecerle a Dios todo lo
mejor aunque haya sacrificio.
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c. Tener trato diario con Ella: Las formas concretas de vivir cada uno y cada día la devoción a la
Virgen, son innumerables: Unos se sirven de medallas, escapularios, estampas, imágenes que
suelen representar momentos de la vida de la Virgen, o apariciones que ha hecho dejando a las
personas mensajes concretos. El Papa, beato Pablo VI menciona tres que debemos procurar
vivir cada uno.
El Santo Rosario (rezando a solas o en familia que vale más) No ha habido Papa que no haya
hablado del rezo del Santo Rosario; que no haya dado ejemplo de rezarle y que no haya
escrito acerca de él. Cito una frase del San Juan XXIII: “El rosario es el arma más eficaz y fácil
de manejar, para humillar a los enemigos de Dios y de la Iglesia. El canal por el que Dios más
gracias ha dado al mundo después de los sacramentos”. Es además la oración preferida de la
Virgen, la que más le gusta y agrada. En las apariciones ha pedido su rezo en Fátima, en
Lourdes y tantos otros santuarios.
San Juan Pablo II ha escrito una exhortación apostólica sobre el Rosario, titulado “Rosarium
Virgini Mariae” (El Rosario a la Virgen María) En este documento habla de su valor, de lo que
agrada a María; de que es una oración litúrgica y bíblica, que a la vez que se contemplan todas
las verdades principales de la fe, está hecho del Padrenuestro, del Avemaría y de la doxología
trinitaria (Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo)
Rezando en familia tiene indulgencias especiales que podemos aplicar por nuestros difuntos.
Familia que reza el Rosario, es una familia unida y protegida por la Virgen.
El Ángelus que recoge y recuerda a la Virgen el momento de la Encarnación. A Ella le llena de
gozo y alegría ver que sus hijos la recuerdan su maternidad divina, y se le pide que por sus
méritos consigamos la salvación. Debe de rezarse tres veces al día: Al principio del día; a las
doce y por la noche.
Las tres Avemarías antes de acostarnos, para pedirle la gracia y la ayuda de vivir la castidad.
La Salve oración que se le reza desde los primeros siglos de la Iglesia, el Acordaos de San
Bernardo (siglo XI)