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“Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí.


Gálatas 2:20
Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y
sígueme ”(Mateo 16:24). 
 Desde la tierra de Palestina, resuenan aquellas declaraciones imperiosas del
Señor, eventualmente escuchándolas Saulo de Tarso. “Si alguno quiere venir
en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígueme . Porque todo
el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por
causa de mí, la hallará.”
2.  Pablo acepta el reto, y después de largos años de intensa entrega al
evangelio y al Reino de Dios, escribe desde la cárcel en Roma su elocuente
réplica, muy íntima y tan poética como una conmovedora canción
espiritual. Escuchémosla. “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no
vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la
fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.”
a)  El Señor dice: “...tome su cruz…” Pablo responde: “Con Cristo estoy
juntamente crucificado...”.
b)  El Señor dice: “...niéguese a sí mismo” . Pablo responde: “...ya no vivo
yo, mas vive Cristo en mí”.
c)  El Señor dice: “...sígueme”. Pablo responde: “...lo que ahora vivo en la
carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios”.
 Al decir Pablo “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo...”,
entiendo que el “yo” que ya no vivía era el “yo” de su viejo hombre;
aquel “yo” de Saulo de Tarso. Este es el que fue “crucificado” juntamente
con Cristo. El “yo” soberbio, fanático, jactancioso. Que se enorgullecía de
nacionalidad, partido religioso, preparación académica y sobresalir entre sus
compatriotas. Cuando aquel hombre Saulo de Tarso tuvo su encontronazo con
Cristo y escuchó el evangelio de este,¡renunció su “yo” carnal y
mundano! Se negó a sí mismo. Negó continuar aquella vida; negó seguir
aquella trayectoria, la cual lo hubiese llevado, sin duda, al pináculo del éxito y
de la gloria terrenal. Pero, lo negó todo, hallando mucho más excelentes el
mensaje de Cristo y la vida que este enseñaba.
1.  Esto mismo el apóstol Pablo se lo comunica a los cristianos en
Filipos. “Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como
pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como
pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por
amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo,
y ser hallado en él… a fin de conocerle… si en alguna manera llegase a la
resurrección de entre los muertos” (Filipenses 3:7-11).
2.  ¿Qué cosas perdió Saulo de Tarso al convertirse en Pablo, apóstol de
Jesucristo? ¿Qué cosas llegó a tener “por basura”?
a)  La fama que ya había alcanzado entre los judíos de ser “hebreo de
hebreos” (Filipenses 3:5).
b)  El reconocimiento que le tributaban, pues “en el judaísmo aventajaba a
muchos de mis contemporáneos en mi nación”, testifica el propio Pablo
(Gálatas 1:14).
c)  Su reputación e influencia por ser “irreprensible” “en cuanto a la
justicia que es en la ley” mosaica (Filipenses 3:6).
d)  El soberbio celo del que se jactaba, pues él mismo asegura que era “mucho
más celoso de las tradiciones de mis padres” que los demás judíos (Gálatas
1:14; Filipenses 3:6).
e)  La circuncisión que había recibido en su carne “al octavo día” de haber
nacido (Filipenses 3:5).
f)  El poder que los “principales sacerdotes” israelitas le conferían
para “hacer muchas cosas contra el nombre de Jesús de Nazaret” (Hechos
26:9-"font-size: 12.0pt; font-family: Arial").
g)  Perdió un porvenir brillante entre los judíos, incluso el de probable
candidato al Sanedrín.
h)  Por inferencia, perdió también fuentes de ingresos y
oportunidades económicas que le pudiesen haber enriquecido tal vez
sustancialmente.
 Apliquemos esto a nosotros mismos, gente del Siglo XXI, muchos con
excelentes habilidades, valiosos talentos, recursos considerables, gran
potencial.
Definitivamente, Cristo no nos llama a ser  Su voluntad, tal cual expresada
en Juan 17:15-18, no es que nos quitemos del mundo, aislándonos en lugares
desiertos y tratando duramente al cuerpo físico, lo cual no tiene “valor alguno
contra los apetitos de la carne” (Colosenses 2:23), sino que seamos
enviados “al mundo” para servir como levadura de santidad a las masas sosas
e impuras. Conforme a la parábola de los talentos (Mateo 25:14-30), su
voluntad es que utilicemos al máximo nuestras excelentes habilidades,
valiosos talentos y recursos considerables para…
-Llevar el evangelio a todo el mundo, salvando almas.
-Edificar, animar y sostener a los demás cristianos.
-Socorrer a los desamparados del mundo –huérfanos, viudas, viudos,
incapacitados, hambrientos, sedientos, enfermos.
Su voluntad es que cada uno de nosotros…
- “Trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno…” (Efesios 4:28).
-Y que cada uno viva moderadamente, aprendiendo a estar contento con
suficiente comida, abrigo y techo, “porque nada hemos traído a este mundo, y
sin duda nada podremos sacar” (1 Timoteo 6:6-8).
 ¿Qué, pues, significa “negarse a sí mismo” para nosotros, gente moderna con
tantas posibilidades de desarrollo y auto-realización?
(1)  Significa desistir de pretensiones egoístas. De aspirar a poder personal
solo para dominar caprichosamente o gloriarse en lo personal.
(2)  Significa desistir de luchar para amontonar riquezas materiales con el
solo propósito de gastarlas en nuestros propios deleites. De buscar
afanosamente nuestro propio bien carnal sin importar el impacto en los
demás.
(3)  Significa abstenernos “de toda especie de mal” (1 Tesalonicenses
5:22). Decir que NO a los placeres y excesos que nos hacen daño corporal,
emocional, psíquico o espiritual.
La carne
Es el aliado de Satanás que vive en nosotros y lucha contra el Espíritu
porque su gran objetivo es la destrucción del alma.
El hombre no nace corrupto. Para ser salvos tenemos que volvernos y ser
como niños, porque "de los tales es el reino" (Luc. 18:16).
Sant. 1:14
Introducción.
No nacemos pecadores, con naturaleza corrupta, ni con deseos malos Gén
8:21; Ecles. 7:29.
. Los deseos malos son creados por el hombre.
      A. Gén 6:5, “Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la
tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de
continuo solamente el mal”. El hombre no nace con tales pensamientos malos;
más bien, son creados en el corazón por el hombre mismo. El es responsable.
Esto se ve claramente en Gén. 6:12, “Y miró Dios la tierra, y he aquí que
estaba corrompida; porque toda carne había corrompido su camino sobre la
tierra”.
      B. Jer 7:24, “caminaron en sus propios consejos, en la dureza de su
corazón malvado”; 18:11, “conviértase ahora cada uno de su mal camino”.
Obsérvese la palabra “su”; son propiedad del hombre mismo. Son suyos.
      C. 2 Tim. 4:3, “se amontonarán maestros conforme a sus propias
concupiscencias”.
      D. 2 Ped. 3:3, “andando según sus propias concupiscencias”.
      E. Estos deseos no son los deseos normales o naturales que Dios nos da; es
decir, el hombre no nace con estos deseos. Más bien, son deseos malos,
concupiscencias, pasiones desordenadas, que el hombre mismo ha creado en
su corazón desde su juventud. Son de él. SON SUYOS. Ha cultivado apetitos
malos, carnales.
      F. Sant. 1:14, “cada uno es tentado, cuando de su propia
concupiscencia es atraído y seducido”.
Al convertirse ¿qué se debe hacer con la carne?
      A. Rom 6:6,12, “nuestro viejo hombre fue crucificado … No reine, pues,
el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus
concupiscencias”. Cuando el hombre muere al pecado y se bautiza (se sepulta)
para perdón de pecados (Rom. 6:4; Hech. 2:38), el Señor lo añade a su iglesia
(Hech. 2:47), lo traslada a su reino (Col. 1:13). De esta manera es santificado
o separado del mundo. Ya deja la práctica del pecado. Ya no vive en el
pecado. Ya no anda en el mundo. Tiene cambio de corazón y cambio de vida.
Tiene cambio de propósito.
      B. El cristiano sí tropieza de vez en cuando, y si confiesa su pecado, tiene
Abogado (Cristo) y Dios le perdona (1 Jn.1:8-2:2), pero el cristiano no es
pecador sino santo, pues no vive en pecado, no anda conforme a la
carne (Rom. 8:1-5), no practica el pecado (1 Jn. 3:8-10). Repito: ¡la Biblia
no llama al cristiano “pecador” sino “santo”!
      C. Por eso, Pablo dice en Rom. 13:14, “sino vestíos del Señor Jesucristo,
y no proveáis para los deseos de la carne”. Seguramente el cristiano no ANDA
conforme a la carne (Rom. 8:1). No PIENSA en las cosas de la carne, sino en
las cosas del Espíritu (Rom. 8:5). Entonces deben tener cuidado todos los días
de no proveer para ningún deseo de la carne que todavía exista en su corazón.
      C. Gál 5:16, “Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la
carne”. El cristiano ANDA en el Espíritu, y satisface los deseos del espíritu.
      D. Efes. 4:31, “Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y
maledicencia, y toda malicia”. Si alguno retiene estas cualidades en su
corazón y en su vida y no las quita, entonces NO ANDA CONFORME AL
ESPIRITU SINO CONFORME A LA CARNE. El fin será la perdición,
porque “los que PRACTICAN estas cosas no heredarán el reino de Dios” 
(Gál. 5:21).
      E. Col 3:5, “Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación,
impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia que es idolatría”.
Este texto da una orden, un mandamiento. Hay que hacerlo. El que no lo haga
no es cristiano, sino que sigue siendo carnal.
      F. Tito 2:12, “enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos
mundanos, VIVAMOS en este siglo sobria, justa y piadosamente”. El
cristiano no VIVE carnalmente, sino espiritualmente. VIVE sobria, justa y
piadosamente. ¿Nunca peca? Sí, tropieza de vez en cuando, pero el pecado
NO ES SU PRACTICA. NO ES SU VIDA. NO ES SU ANDAR.
      G. 1 Ped 2:11, “Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que
os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma”.
      H. Por lo tanto, en lo concreto, en lo práctico, ¿qué se puede hacer para
vencer este problema? Simplemente no cultivar (no proveer para, no
satisfacer) deseos malos. Algunas avenidas por las cuales estos deseos malos
vienen son:  mala compañía con actividades y pláticas mundanas, películas
mundanas (la mayoría de las películas de la televisión son mundanas con
lenguaje carnal, desnudez, violencia), música mundana, libros y revistas que
promueven y estimular todos los deseos carnales, el afán de acumular
posesiones materiales, etc.
      I. Huir de los deseos malos y de toda actividad mundana, 2 Tim 2:22; 1
Cor 6:18; 10:14; 1 Tim 6:9.
      J. Entonces cultivar apetitos buenos, Fil 4:8; Rom 12:2; es posible hacerlo
y es indispensable que lo hagamos. Es posible cambiar los apetitos. Muchas
personas apetecen alimentos dañinos y tienen que cambiar sus apetitos. Así
también es necesario vencer los apetitos carnales y cultivar apetitos espirituale

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