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liturgia.
Introducción:
Formación litúrgica del clero
La asignatura de sagrada Liturgia se debe
considerar entre las materias necesarias y más
importantes en los seminarios y casas de estudio de
los religiosos, y entre las asignaturas principales en
las facultades teológicas. Se explicará tanto bajo el
aspecto teológico e histórico como bajo el aspecto
espiritual, pastoral y jurídico.
Además, los profesores de las otras asignaturas,
sobre todo de Teología dogmática, Sagrada
Escritura, Teología espiritual y pastoral,
procurarán exponer el misterio de Cristo y la
historia de la salvación, partiendo de las
exigencias intrínsecas del objeto propio de cada
asignatura, de modo que quede bien clara su
conexión con la Liturgia y la unidad de la
formación sacerdotal. (SC 16)
Vida litúrgica en los seminarios
e institutos religiosos
En los seminarios y casas religiosas, los clérigos
deben adquirir una formación litúrgica de la vida
espiritual, por medio de una adecuada iniciación que
les permita comprender los sagrados ritos y
participar en ellos con toda el alma, sea celebrando
los sagrados misterios, sea con otros ejercicios de
piedad penetrados del espíritu de la sagrada
Liturgia; aprendan al mismo tiempo a observar las
leyes litúrgicas, de modo que en los seminarios e
institutos religiosos la vida esté totalmente
informada de espíritu litúrgico.(SC 17).
B) Motivos que hacen urgente una sólida
formación y vivencia litúrgica en los futuros
presbíteros:
A) Formación humana y espiritual del presbítero:
“La formación espiritual ha de ir íntimamente unida
con la doctrinal y la pastoral, y con la cooperación,
sobre todo, del director espiritual; ha de darse de forma
que los alumnos aprendan a vivir en continua
comunicación con el Padre por su Hijo en el Espíritu
Santo.[...] Enséñeseles a buscar a Cristo en la
meditación fiel de la palabra de Dios, en la íntima
comunicación con los sacrosantos misterios de la
Iglesia, sobre todo en la Eucaristía y en el Oficio”.
( OT 8)
Función de los pastores en la liturgia y en
el ministerio:
“Los presbíteros conseguirán propiamente
la santidad ejerciendo su triple función
sincera e infatigablemente en el Espíritu de
Cristo. Como ministros de la palabra de
Dios leen y escuchan diariamente la palabra
divina que deben enseñar a otros; y si al
mismo tiempo procuran recibirla en sí
mismos, irán haciéndose discípulos del
Señor cada vez más perfectos, según las
palabras del Apóstol Pablo a Timoteo:
"Esta sea tu ocupación, éste tu estudio: de manera
que tu aprovechamiento sea a todos manifiesto.[...]
Vela sobre tí, atiende a la enseñanza; insiste en ella.
Haciéndolo así te salvarás a tí mismo y a los que te
escucha" (1 Tim., 4,15-16). [...]
En el misterio del Sacrificio Eucarístico, en que los
sacerdotes desempeñan su función principal, se
realiza continuamente la obra de nuestra redención
y, por tanto, se recomienda encarecidamente su
celebración diaria, la cual, aun cuando no puedan
estar presentes los fieles, es acción de Cristo y de la
Iglesia.
Así, mientras los presbíteros se unen con la acción de
Cristo Sacerdote, se ofrecen todos los días enteramente a
Dios, y mientras se nutren del Cuerpo de Cristo
participan cordialmente de la caridad de quien se da a
los fieles como manjar. De igual forma se unen con la
intención y con la caridad de Cristo en la administración
de los Sacramentos, cosa que realizan especialmente
cuando en la administración del Sacramento de la
Penitencia se muestran enteramente dispuestos, siempre
que, los fieles lo piden razonablemente.
En el rezo del Oficio divino prestan su voz a la
Iglesia, que persevera en la oración, en nombre de
todo el género humano, juntamente con Cristo que
"vive siempre para interceder por nosotros" (Heb.,
7,25).(PO 13)
c) Maestros y guías del
pueblo:
La formación litúrgica de los pastores es condición
indispensable e incluso paradigma de la formación
litúrgica de los fieles, es una tarea que debe
realizarse constantemente en el propio ministerio.
Objetivos:
- Formar una personalidad litúrgica.
Dar a los alumnos una forma vital, unitaria y
equilibrada, para que desarrollen y asuman un modo
de ser coherente con el proyecto de vida.
Formar una persona equilibrada e integrada.
La formación litúrgica considera la formación
sacramental de la vida, sin olvidar las demás, humano-
afectiva, intelectual y espiritual.
Formar el espíritu y la acción eclesial.
La acción litúrgica es un “hacer” comunitario, donde
existen ritos en los que toda la comunidad actúa. Uno
de los objetivos de la formación litúrgica es educar en el
sentido de pertenencia a una comunidad celebrante.
Formar una sensibilidad simbólico sacramental.
Los objetos, las palabras, las acciones, los gestos, el
espacio y los signos, etc. Todo gesto simbólico en la
acción celebrativa está relacionado con un gesto de
Cristo. “Cuando alguien bautiza, es Cristo quien
bautiza [...]” (SC 7).
Culto espiritual y
ritual cristiano culto oficial de la Iglesia.
B) Historia del concepto
«liturgia».
Nuevo Testamento:
La liturgia cristiana tiene un carácter absolutamente
singular, puesto que lo más importante y central no es
lo que realiza el hombre, sino lo que realiza Dios en
Jesucristo a través de la presencia incesante del Espíritu
Santo. Al tomar parte en la acción cultual, el hombre
recibe por la fe la salvación que realiza Dios y responde
cultualmente a ella uniéndose a la presencia mediadora
de Cristo y del Espíritu.
Primeros escritores
cristianos:
Insiste que la liturgia es la obra de Dios, que está
presente y actúa en Jesucristo y en su Espíritu.
Sin embargo, ni siquiera en la época patrística hay algo
más que un intento de definir lo que se designa con
muchos nombres.
La escolástica:
Tampoco se preocupó seriamente de explicar el
concepto. Los elementos de la liturgia, en cuanto acción
santificadora, los estudios en la teología de los
sacramentos y el aspecto cultual en la Teología moral. Esta
separación escolástica ha estado presente hasta nuestros
días, en mayor o menor medida, en los tratados de
liturgia y en la teología pastoral y catequética.
A partir del siglo XVI:
En el que se adopta el término «liturgia», ésta suele
ser sinónimo de celebración eucarística y no incluye
los sacramentos y sacramentales. Algunos autores
mantuvieron el concepto de liturgia que defendiera
los sacramentos (Assemani, Fornici, Amberger, Ruef,
etc.), pero no intentaron una definición propia.
Perspectiva esteticista
Considera la liturgia como «la forma externa y sensible
del culto católico». La tendencia jurídica afirma que lo
específico del culto cristiano es su reglamentación y
ordenación por parte de la Jerarquía Eclesiástica. Según
Calewaert, la liturgia es «el ordenamiento eclesiástico
del culto público
Concepción teológica
: Iniciado por Dom Guéranguer en Francia y ratificado
oficialmente por S. Pío X, presenta dos tendencias de
carácter teológico que, con el tiempo, terminaron
imponiéndose: la liturgia como «culto de la Iglesia» y
como «misterio de salvación».
A) La liturgia como realidad cultual:
Los iniciadores son los benedictinos M. Festugiére y L.
Beauduin. Según ellos la liturgia puede definirse como
el «culto de la Iglesia». Son «liturgia» todos y sólo los
actos que la Iglesia reconoce como propios. Cristo
resucitado es el único y universal sujeto de este culto de
la Iglesia, es el Mediador entra Dios y los hombres, y el
pontífice de la Nueva Alianza que realiza nuestro culto
aquí en la tierra.
B) La liturgia, realidad santificadora:
Impulsado por O. Casel después de un detenido
examen de la «las religiones de los misterios» y de las
fuentes litúrgicas antiguas, donde la liturgia es llamada
mysterium-sacramentum, formuló así los elementos
esenciales del culto cristiano :
a) un hecho salvífico;
b) que se hace presente en un rito;
c) y comunica la salvación a quienes participan en él.
El culto cristiano no es tanto una
acción del hombre que busca
encontrarse con Dios, cuanto un
momento de la acción salvadora
de Dios.
El punto de partida de esta tendencia
«mistérica» es la obra de Cristo
actualizada en el rito; la liturgia es una
realidad en la que la obra de Cristo se
hace presente y activa para los hombres
de todos los tiempos.
La encíclica Mediator Dei, de 1947
Como «la carta magna de la liturgia», en la que
Pío XII no pretendió explicitar todos los
componentes esenciales, ni dar una definición
científica de la misma, confirmó oficialmente su
carácter teológico y puso las bases sólidas de
una definición científica.
Según la MD, Cristo, por su condición de
Mediador tributa al Padre un culto
perfectísimo. La liturgia es la continuación
ininterrumpida de ese culto de Cristo en su
doble vertiente: glorificación de Dios y
salvación de los hombres.
Partiendo de esta afirmación, la MD define la liturgia
como «continuación del oficio sacerdotal de Cristo»;
como «ejercicio del sacerdocio de Cristo»; como «el
culto público que nuestro Redentor, Cabeza de la
Iglesia, tributa al Padre Celestial y que la comunidad de
los fieles tributa a su Divino Fundador y por medio de
Él al Padre».
La Constitución Sacrosanctum
Concilium
Moviéndose en posiciones doctrinales substancialmente
idénticas a la MD, señala los siguientes aspectos:
a) la voluntad salvífica trinitaria se realiza en el tiempo
por Cristo. (SC, 5).
b) la acción de Cristo continúa y se ejerce continuamente
en la Iglesia, sobre todo en el sacrificio y en los
sacramentos, corazón de toda la liturgia. (SC, 6).
c) Cristo está presente en todas y cada una de las acciones
litúrgicas, actualizando, a través de los signos su obra
redentora y comunicándola a todos los hombres de todos
los tiempos. (SC, 7).
De aquí podemos llegar a una definición:
«Con razón, pues, se considera la liturgia como
el ejercicio del sacerdocio de Jesucristo. En ella
los signos significan y cada uno a su manera
realizan la santificación del hombre, y así el
Cuerpo Místico de Jesucristo, es decir, la
Cabeza y los miembros, ejercen el culto público
íntegro» (SC, 7).
C) Nociones de liturgia:
Acción de Cristo Sacerdote
El Cristocentrismo litúrgico, señalado ya
en la MD, está muy subrayado en la SC,
tanto en lo que se refiere a la liturgia en
general (SC, 5-7), como a los sacramentos
(SC, 61), el Oficio divino (SC, 83) y el año
litúrgico (SC, 102).
Vagaggini dice: «en cualquier parte que se considere
la liturgia es siempre y principalmente Cristo quien
está presente en primer plano: Cristo quien ofrece el
sacrificio de la Misa; Cristo quien santifica y
distribuye las gracias en los sacramentos; Cristo
quien ruega y alaba al Padre en los sacramentales y
en la oración de la Iglesia, y en la alabanza divina. La
Iglesia, sus ministros, sus fieles, son en la liturgia la
sombra que Él arrastra tras de Sí».
a) La Iglesia pueblo sacerdotal. La liturgia es una acción
cultual unitaria de Cristo y de la Iglesia. Cristo es el
sujeto principal y la Iglesia el sujeto por apropiación; pero
en una relación tan íntima, que la Iglesia en y por
Cristo, y Cristo en y por la Iglesia, realizan la
glorificación de Dios y la salvación de los hombres. Esta
es la doctrina de la Sacrosanctum Concilium: «Cristo
asocia siempre consigo a su amadísima Esposa, la
Iglesia» (SC, 7), en la acciones litúrgicas.
b) La Iglesia comunidad bautismal. La liturgia es una
realidad eclesial, es una realidad esencialmente
comunitaria en el sentido teológico, que se deriva de la
comunión existente entre Cristo-Cabeza y los
bautizados. Todas las acciones litúrgicas son, y no
pueden no serlo, acciones comunitarias, aunque a veces
no sean colectivas.
Acción del Espíritu Santo.
Los escritos neotestamentarios subrayan
fuertemente la inseparabilidad de la
acción de Cristo y del Espíritu Santo.
Gracias a este influjo del Espíritu, los
Apóstoles y los fieles adquieren la
verdadera comprensión de la doctrina del
Maestro.
La tradición litúrgica de Oriente y
Occidente ha explicitado esta presencia
del Espíritu Santo en el organismo
sacramental y en el cuerpo oracional.
Basta analizar, por ejemplo, la epíclesis
eucarística, las oraciones epicléticas de los
diversos sacramentos y las doxologías.
También hay que tener en cuenta que esta
presencia dinámica del Espíritu Santo no
es exclusiva de ciertas acciones o
personas sino común toda la liturgia.
1.3 La Celebración
El misterio pascual de Cristo
En la liturgia se unen dos movimientos
complementarios e inseparables: Dios se vuelve a su
pueblo para regalarle su gracia y santificarlo
(redención), es un movimiento descendente, de Dios
hacia el hombre; y el hombre se vuelve a Dios para
glorificarlo por sus maravillas, en la obra de la
perfecta glorificación de Dios (movimiento
ascendente).
A Cristo siempre presente.
Cristo está siempre presente en la Iglesia por su
resurrección, que sin dejar de ser un acontecimiento
histórico único, se presencializa en cualquier momento
de la historia, especialmente en la liturgia: en el
Ministro, en las Especies Eucarísticas, en los
Sacramentos, en la Palabra. En la Iglesia que ora y
canta.
No agotan la presencia de Jesucristo resucitado en el
mundo, pero son de una intensidad y calidad máxima,
especialmente en la Eucaristía.
La liturgia, por ser obra de Cristo Sacerdote y de su
Cuerpo (la Iglesia) es acción sagrada por excelencia.
Su eficacia, “ con el mismo título y en el mismo
grado”, no es igualada por ninguna otra acción
eclesial.
Celebramos “HOY” el permanente
Adviento
En la liturgia terrena pregustamos y tomamos parte en
aquella otra liturgia celestial hacia la cual nos dirigimos
como peregrinos.
La vida entera de los cristianos se puede considerar en
la perspectiva del ADVIENTO. En su caminar el
mismo Señor le sale permanentemente al encuentro, en
este sentido, la misma existencia cristiana es, por eso,
ADVIENTO = ESPERA CONSTANTE.
La Iglesia vive en permanente ADVIENTO, y celebra,
en cada uno de los ciclos litúrgicos y festividades del
año, desplegados a partir de la Pascua, una liturgia
terrena que es signo permanente de la liturgia celestial.
La liturgia, “cumbre y fuente”
La liturgia no agota la actividad de la Iglesia ni
sustituye otras dimensiones de ella.
En particular supone para los no creyentes el
llamado a la fe y a la conversión (evangelización), y
para los creyentes el compromiso de vida con el
Evangelio (liberación integral).
La dimensión liberadora del misterio pascual, que le es
esencial y se expresa en la fuerza memorial de la
palabra, no puede estar ausente en la auténtica liturgia,
que celebra a Cristo venceder del pecado y de la muerte
en el hoy de la historia.
Entre la Evangelización, la Liturgia y el Compromiso
Liberador hay una estrecha relación en la que cada
acción forma parte de la fe Cristiana.
En la fe y conversión diaria
La liturgia es la cumbre y la fuente de la actividad de la
Iglesia (SC 10). Aunque no se sustituye a las demás
actividades es el ámbito más propio del encuentro de
santificación y glorificación de Dios con su pueblo.
A ella llegan los creyentes para constituirse como
“Iglesia” SIGNO DEL AMOR DE DIOS. La Iglesia
trae a la liturgia, en actitud de alabanza, su actividad
evangelizadora y transformadora del mundo, y de
ella extrae la fuerza necesaria para ejercer en las
realidades del mundo la “apremiante caridad de
Cristo”.
Su calidad de “CUMBRE Y FUENTE” desafía a
los cristiano a una participación plena y activa.
B) ¿Quiénes Celebramos?
Jesucristo
“Por Cristo, con Él y en Él”...
En la liturgia Cristo es el centro, el protagonista
absoluto, Él vive ya como resucitado y con plenitud
celestial.
La celebración es eficaz porque sigue siendo acción de
Cristo Resucitado que actualiza misteriosamente su
pascua hoy y aquí para nosotros.
La liturgia es continuación del sacerdocio de Cristo,
describiéndose la acción litúrgica “como ejercicio del
sacerdocio de Cristo sacramentalmente en acto” (SC
14).
Así pues, la presencia cultual de Cristo es diversificada:
1.- El ministro que representa al Señor = sacerdote y
víctima.
2.- Presencia cultual en las especies sacramentales =
Presencia real
3.- Plegaria Litúrgica= Permite a la Iglesia Esposa,
hablar con su Esposo, el Señor.
El Espíritu Santo.
El Misterio Pasacual es fruto del Espíritu Santo.
- Para comprender la acción sacerdotal de Jesucristo
en la liturgia es preciso la fuerza del Espíritu Santo.
- El Espíritu Santo es el que actualiza el único misterio
en cada celebración.
El Espíritu Santo es el nuevo Consolador y la nueva
presencia de Jesús como Señor glorificado y salvador en
medio de su pueblo.
La Epíclesis
La liturgia se hace visible en la Iglesia y por medio de la
Iglesia = Cuerpo, Esposa y Sacramento de Cristo.
Comunidad que es sacramento de unidad nacido del
costado de Cristo.
Con sus ritos y sus palabras, con la unidad y
multiplicidad de sus formas, la liturgia es una especial
epifanía de la Iglesia.
En síntesis, el sujeto integral de la acción litúrgica es
siempre toda la Iglesia sin distinción, es decir, en
cuanto compuesta de la cabeza y sus miembros. Por
otra parte, si hay diferencia de relaciones entre cada
miembro y la liturgia, tal diferencia viene por la diversa
posición (“estado”) que pueden tener dentro del mismo
sacerdocio.
La Asamblea:
La asamblea, la comunidad reunida para celebrar, es la
primera realidad visible de la liturgia cristiana. La
asamblea responde a la llamada del Señor, escucha su
palabra y participa en actividades simbólicas que
manifiestan su presencia y su acción.
El sujeto propio de la oración litúrgica no es el “yo”,
sino el “nosotros” de la Iglesia entera que se hace
presente en la asamblea litúrgica y que reúne a muchos
sujetos en una oración común. De ahí que hacia Cristo
Señor, el bautismo que ha sellado la entrada al mundo
de la salvación.
- Participación litúrgica.
En la asamblea litúrgica todos son actores,
protagonistas: oran, cantan, escuchan, interceden, dan
gracias, presentan los dones, etc.
La liturgia está estructurada para que la realice el
pueblo sacerdotal como asamblea y, dentro de distintos
ministerios o servicios requeridos por la misma
comunidad.
La liturgia manifiesta la naturaleza de la Iglesia, y ésta
es, toda ella ministerial, es decir , diferenciada y
orgánica, en la que no todos tienen el mismo grado de
responsabilidad y de ejercicio de la misión eclesial.
El ministerio es de por sí toda función realizada por
uno o más miembros de la Iglesia como servicio a la
comunidad. El servicio es expresión de caridad; queda,
por tanto, señalado el espíritu con que ha de realizarse:
no como distinción, sino como ayuda.
Los ministerios son factor de una eclesiología de
comunión y de participación en la que todos los
miembros contribuyen, cada uno a su modo, a la
edificación del cuerpo (cf. 1 Co 14,5).
Hay que distinguir distintos tipos de ministerio: los
ordenados, los instituidos y los oficios litúrgicos.
El ministerio ordenado preside la comunidad en
nombre y en la persona de Cristo, pero el sujeto de la
celebración es toda la asamblea.
-Ministerios ordenados:
Los ejercen el obispo, el presbítero y el diácono y se
reciben por el sacramento del Orden.
El Obispo: Preside la liturgia como sumo sacerdote (cf.
LG 20) y principal dispensador de los misterios de Dios,
sobre todo en la eucaristía. A él corresponde modelar
toda la liturgia.
El Obispo debe ser considerado como el gran sacerdote de su
grey, de quien deriva y depende, en cierto modo, la vida en
Cristo de sus fieles.
Por eso, conviene que todos tengan en gran aprecio la vida
litúrgica de la diócesis en torno al Obispo, sobre todo en la
Iglesia catedral; persuadidos de que la principal manifestación
de la Iglesia se realiza en la participación plena y activa de
todo el pueblo santo de Dios en las mismas celebraciones
litúrgicas, particularmente en la misma Eucaristía, en una
misma oración, junto al único altar donde preside el Obispo,
rodeado de su presbiterio y ministros.SC 41
El Presbítero: Colaborador del obispo, actúa en las
celebraciones litúrgicas como ministro de Cristo y en
persona suya. Ejerce su ministerio sobre todo en la
eucaristía, como ministro de la Palabra y del sacrificio.
Los presbíteros, aunque no tienen la cumbre del pontificado y en
el ejercicio de su potestad dependen de los Obispos, con todo
están unidos con ellos en el honor del sacerdocio y, en virtud del
sacramento del orden, han sido consagrados como verdaderos
sacerdotes del Nuevo Testamento, según la imagen de Cristo,
Sumo y Eterno Sacerdote (Hch., 5,1-10; 7,24; 9,11-28), para
predicar el Evangelio y apacentar a los fieles y para celebrar el
culto divino.
Participando, en el grado propio de su ministerio del oficio de
Cristo, único Mediador (1 Tim., 2,5), anuncian a todos la divina
palabra. Pero su oficio sagrado lo ejercitan, sobre todo, en el culto
eucarístico o comunión, en el cual, representando la persona de
Cristo, y proclamando su Misterio, juntan con el sacrificio de su
Cabeza, Cristo, las oraciones de los fieles (cf. 1 Cor., 11,26),
representando y aplicando en el sacrificio de la Misa, hasta la
venida del Señor, el único Sacrificio del Nuevo Testamento, a
saber, el de Cristo que se ofrece a sí mismo al Padre, como hostia
inmaculada (cf. Hebr., 9,14-28)..»
LG 28
El Diácono, colaborador también del obispo y en
dependencia de él y del presbiterio, realiza diversas
funciones y, en algunos casos, preside la asamblea.
Ministerios Instituidos: Pablo VI, con el motu propio
“Ministeria quaedam” estableció los ministerios
instituidos conferidos a laicos sin que estos pierdan su
condición laical. Se confieren sin la imposición de
manos que es el gesto específico de la ordenación
“Los acólitos, lectores, comentadores y cuantos
pertenecen a la Schola Cantorum, desempeñan un
auténtico ministerio litúrgico. Ejerzan, por tanto, su
oficio con la sincera piedad y orden que convienen a
tan gran ministerio y les exige con razón el Pueblo de
Dios.
Con ese fin es preciso que cada uno, a su manera,
esté profundamente penetrado del espíritu de la
Liturgia y sea instruido para cumplir su función
debida y ordenadamente”.SC 29
El Lector: -Proclama las lecturas bíblicas, a excepción
del evangelio, dice el salmo interleccional si falta el
salmista, propone las intenciones de la oración de los
fieles, en ausencia del diácono.
El Acólito: Ayuda al sacerdote y al diácono en el altar y
distribuye la Eucaristía y la expone para la adoración
como ministro extraordinario
- Otros oficios litúrgicos:
a) Al servicio de la Asamblea:
Las persona encargadas de la limpieza y
ormanetación, vestuario litúrgico y vasos
sagrados, etc.
Los encargados de acogida y del orden.
El guía de la asamblea
b) Al servicio de la Palabra:
El lector (no instituído).
El salmista.
El moderador de la Palabra (monitor).
c)Al servicio del altar y del ministro ordenado:
El acólito (no instituido).
El ministro extraordinario de la comunión y de la
exposición del santísimo.
El maestro de ceremonias
e) Otros ministerios:
“Ministros” extraordinarios del bautismo.
Asistentes laicos del matrimonio.
“Ministros” de la exequias.
Los padrinos del bautismo y de la confirmación.
Los que dirigen la plegaria o la hacen en nombre
de todos.
d) Al servicio del canto litúrgico y de la música:
Los cantores y el coro.
El director del canto de la asamblea.
El organista y los restantes músicos.
C)¿Cómo celebramos?
Signos y símbolos
En el símbolo hay una parte de mensaje, de signo, de
información. Cuando un enamorado dice a su chica:
«te quiero», no se trata de una información (ella no
responde: «ya lo sé, me lo has dicho mil veces»). La
palabra simbólica es más bien acción que palabra; al
decir esto, el amor crece, toma forma. Esta palabra dice,
pero sobre todo «hace» amor.
El símbolo me permite entonces acceder a una realidad,
que actúa esencialmente sobre mí, en mí mismo.
Finalmente, el símbolo hace presente la realidad. En el
nivel de los signos, puedo pronunciar las palabras dé
regalo, de ramo de flores, de amor, de gratitud, sin
hacer por ello que existan esas realidades.
En el registro simbólico, por el contrarío, el hecho de
ofrecer un regalo, unas flores (si se hace esto de verdad,
como es lógico), da existencia a las realidades del amor
y de la gratitud. El hecho de recibir el pan consagrado
hace existir la realidad de la comunión con Cristo. El
hecho de ser bautizado me hace miembro de Cristo.
La Palabra
“Las lecturas tomadas de la Sagrada Escritura, con los cantos que
se intercalan, constituyen la parte principal de la liturgia de la
Palabra; la homilía, la profesión de fe y la oración universal u
oración de los fieles, la desarrollan y concluyen. En las lecturas,
que luego desarrolla la homilía, Dios habla a su pueblo." le
descubre el misterio de la Redención y Salvación, y le ofrece el
alimento espiritual; y el mismo Cristo, por su Palabra, se hace
presente en medio de los fíeles." Esta Palabra divina la hace suya el
pueblo con sus cantos y mostrando su adhesión a ella con la
profesión de fe; y una vez nutrido con ella, en la oración universal,
hace súplicas por las necesidades de la Iglesia entera y por la
salvación de todo el mundo”.IGMR 55
La oración, el canto y la música
La Oración:
“Amonesta el Apóstol a los fieles que se reúnen
esperando la venida de su Señor que canten todos
juntos con salmos, himnos y cantos espirituales (cf. Col.
3, 16). El canto es una señal del gozo del corazón (cf.
Hech 2, 46). De ahí que San Agustín diga con razón: «El
cantar es propio del enamorado»;4g y viene de tiempos
muy antiguos el famoso proverbio: «Quien bien canta,
dos veces ora»”.
El Canto:
Es importante atender el sentido general de la
celebración: sacramento, reunión penitencial,
bendición, etc. Y atender al momento ritual. Para hacer
un programa de los cantos de una celebración
tendríamos que responder a las preguntas ¿Qué canto?
(contenido), ¿Para qué asamblea? , ¿En cuál
celebración?
La Música:
Los instrumentos musicales sirven para sostener y
acompañar el canto. La música sin canto, en
determinados momentos de la celebración, pueden
ambientar, resaltar y acompañar acciones
Las acciones, los gestos, los
movimientos
.
Hay que aprender a orar con el cuerpo, la Biblia nos
enseña esto. El gesto expresa la actitud interior y al
mismo tiempo la intensifica. O como decía Pascal, el
filósofo francés: “arrodíllate y creerás”; o también el
proverbio chino: “si escucho, olvido; si veo, recuerdo; si
actúo, aprendo”.
Los objetos.
- Vasos Sagrados.
- Las Vestiduras.
- Las insignias.
- Otros elementos (el incienso, el fuego, el agua, las
campanas, la ceniza, el Cirio Pascual, la colecta, etc.)
D) ¿Dónde Celebramos?